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El rubí es un tipo de gema de la familia del corindón.
Todas las tonalidades de corindón, exceptuando las
rojas, son conocidas como zafiros, y al tratarse el
color de una apreciación subjetiva, crea controversias
al no poder establecerse cuándo deja de ser un rubí
para convertirse en zafiro, especialmente en las
tonalidades rosadas, es por eso que en 1991 la
Internacional Colored Gemstone Association estableció
que las gemas con sombras claras de matiz rojo
debían incluirse en la categoría de rubí.
Rubies Niassa de Mozambique.
Color que nombra
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El suelo de Asia es desde hace miles de años la cuna del rubí,
este tipo particular de zafiro, que gana nombre propio por su
color carmesí.
En Sri Lanka, hace más de 2500 años comenzó su extracción. En
este continente también, en Birmania -hoy Myanmar- estas gemas
dormían en los lechos de los ríos y era posible recolectarlas
como frutos rojos, simplemente tomándolas con la mano.
Tailandia, Vietnam, Pakistán y Afganistán también están bendecidas
con este tesoro rojo oculto en las rocas, y en la actualidad el
centro comercial del rubí más importante es Tailandia.
Kenya y Tanzania, en el continente africano, sorprendieron
durante la década de los sesenta por el tamaño de sus gemas.
Australia, Rusia, China completan el mapa de este mineral,
sueño de reyes y plebeyos.
Cuna
Broche francé� s de oro, plata,
diamantes y rubí� es con
forma cuadrifolia y
articulado en torno a un
rosetó� n central. Sirve como
broche y como colgante.
Donado por el filántropo Peter Buck en memoria de su esposa Carmen
Lucía, este espectacular rubí se encuentra en exhibición en el
Smithsonian's National Museum of Natural History de Washington D.C.
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Rojo y mineralTodo zafiro no es un rubí. El rubí por definición es
exclusivamente rojo. Su color carmesí lo obtiene
gracias al cromo y al hierro. Es una variedad de un
tipo de mineral, el corindón, segundo en dureza
después del diamante. Es esta condición lo que lo
hace un buen elemento para ser utilizado en los
lasers, aunque en estos casos es producido en
forma artificial. Fue a principios del siglo XX cuan-
do comenzó a producirse en esta forma.
Los de color más intensos, con leves tonos azu-
lados, provenientes de la ex Birmania, se los
llamó "sangre de paloma". Estos, en particular,
iluminados bajo luz blanca, dan una gran emisión
de luz roja, que se suma al color de la gema. Este
efecto se llama fluorescencia. Si la gema contie-
ne impurezas, el efecto se reduce notablemente
o se anula, y se comprueba al ver que pierde
brillo y el color se apaga.
Rubíes Mogok sin tallar,
procedentes de Birmania.
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Medidas y valoresLa escala de Mohs, llamada así en honor al geó-
logo alemán que la creó clasificando a los
minerales por sus propiedades físicas y no quí-
micas, indica el grado de dureza de una piedra.
La escala va del 1 al 10. El diamante es el mine-
ral conocido más duro, y sólo puede ser corta-
do por otro diamante. El rubí está solamente
un punto debajo, con un grado de dureza 9.
Actualmente, un rubí de la mejor calidad
puede valer más que un diamante de igual
características. La calidad de un rubí está
determinada por varios factores, como la
claridad, el cor te, el peso y, el más importan-
te de todos, el color. En algunos casos se uti-
lizan técnicas de calor para mejorar el color
de la piedra de menor calidad. Se estima
que sólo el 1% de los rubíes son utilizados
en joyería. Los rubíes de Burma son conside-
rados los de mejor calidad debido a su color
rojo intenso, seguidos por los de Tailandia
que se caracterizan por su leve tono de
morado, y los de Sri Lanka con un color más
claro y brillante. En la roca, antes de su puli-
do, presentan un color opaco y graso.
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A ellos les toca la tarea de desvestir tanta belleza. Porque
una piedra requiere de un eximio escultor de miniaturas,
alguien que sepa tallarla, hacerla valer doblemente al
redoblar sus luminiscencias naturales. Esos son los
lapidarios, feo nombre para un trabajo tan noble.
Durante el siglo XV era muy común que se tallaran grandes
imágenes de escenas dentro de las piedras. Estas piedras
hacían entonces las veces de pen drive, una forma de
almacenar una imagen y que
perdurara por siempre bajo la dureza de algo
tan inalterable como se podía imaginar
entonces: una piedra.
Ahora ya no se la obliga a la doble tarea de
memoria y joyería; el arte del tallado es tan
valioso como la piedra misma. Existen varios
tipos de talla; la más usada en la antigüedad es
la forma de carbujón, simplemente pulida en
redondo, mediante la cual se produce un
fenómeno óptico que muestra, vista desde
arriba, una estrella de cuatro puntas. También
se tallan con forma de brillante, en la que la
cima de la piedra se muele en forma plana,
formando, junta a ésta, 32 facetas, y 24 caras
junto al engaste, en la parte inferior. En casos
excepcionales puede aumentarse el número
de caras con múltiplos de 8; también se tallan
en forma ovalada o en escalera entre muchas
otras, pero el corte dependerá en gran
medida de la forma original de la piedra.
Lapidarios
El arte como oficio
Cristal de rubí sin tallar procedente
de Birmania.
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Valiosos Impostores
La historia de los rubíes famosos, es una clara demostración de que el valor agregado
de una gema supera ampliamente el valor que le otorga solamente su autenticidad.
Durante mucho tiempo en la antigüedad, los llamados rubíes se trataban en realidad de
espinelas, y al no haber distinción eran muy codiciadas en la Edad Media. La división entre ambas lo
estableció Birmania, a principios del siglo XX. La espinela es otro tipo de piedra, ligeramente más
blanda y que tiene también como el rubí, tonalidades azules. Ante la luz natural una espinela puede brillar
como un rubí, la gran diferencia se aprecia ante la luz artificial, bajo la cual las espinelas se apagan y los
rubíes se encienden como brasas, ideal para usar de noche. Aún sin distinción entonces, las espinelas
formaron parte de grandes insignias reales y engalanaron a nobles y eclesiásticos. Las más famosas son:
el "Rubí" del Príncipe negro, que tiene el tamaño de huevo y está engarzado por debajo del famoso
diamante Cullinan formando parte de la Corona Imperial Británica; y el Rubí Timor, también en manos
inglesas, a pesar de haber sido extraído de la India y que sus primeros propietarios fueran los
sultanes de Delhi. Las joyas, codiciadas por todos los reyes de todas las culturas, han
recorrido algunos largos caminos, han sido robadas, han pasado de mano en mano y
entregadas como presente. Su valor ya no radica en la gema en sí misma, sino
en las manos y cabezas por donde han pasado y permanecido.
Arriba: collar en oro 18 k con 13 rubíes africanos.
Izquierda: gran rubí africano de Winza, Tanzania.
Abajo: un rubí fotografiado con luz fluorescente.
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Objetos
De todo como en botica¿Qué cosa logra hacernos sentir únicos?
El arte, el amor y la filosofía han
encontrado muchas respuestas a esta
pregunta, pero la más a mano y sencilla
dentro de la cultura occidental se
traduce en objetos. En poseerlos. La
respuesta no es económica,
precisamente porque su valor radica en
que sólo unos pocos logran costearlos y
se vuelve marca de exquisitos y
adinerados excéntricos. Un rubí. Pero no
solo un rubí. Un rubí dentro
de un Mercedes Benz o en
un Martini que sólo se sirve
en un hotel exclusivo de Tailandia. El que
quiere celeste, que le cueste.
Colección exclusiva de joyas en oro blanco y
diamantes cuyo protagonista principal son los rubíes
tallados en forma de corazón.
Cada cóctel Martini Rubí Amore d’Amari cuesta algo
menos de 12.000 Euros y contiene un reluciente rubí
tallado en forma de corazón en lugar de una oliva.
Espectaculares zapatos, realizados por
Ronald Winston (diseñador de la casa
de Harry Winston) para vestir los
pies de Judy Garland. 4600
rubíes de 1,35 quilates
cada uno.
Producción Gráfica y Editorial: ricardocanga.com.arRedacción: Silvina Rocha - Fotos: iStock©MV Comunicación & Marketing® www.mvcomunicacion.com
Piedras preciosas - Rubí Nº1- ISBN Nº 978-987-1708-19-2
