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    225Trfico de caravanas, arte rupestre y ritualidad en la quebrada de Suca (extremo norte de Chile)Volumen 37, N 2, 2005. Pginas 225-243

    Chungara, Revista de Antropologa Chilena

    TRFICO DE CARAVANAS, ARTE RUPESTREY RITUALIDAD EN LA QUEBRADA DE SUCA

    (EXTREMO NORTE DE CHILE)

    CARAVANS, ROCK ART AND RITUALISM IN THEQUEBRADA SUCA(NORTHERNCHILE)

    Marcela A. Seplveda R.*, lvaro L. Romero Guevara** y Luis Briones***

    A partir de la frecuente relacin entre arte rupestre y rutas de trfico en el desierto de Atacama, efectuamos un anlisis del modelo

    de movilidad giratoria y su relacin con algunos aspectos de la ritualidad andina, basado en el registro de dos yacimientos de la

    quebrada de Suca (Suca 7 y Suca 13), al sur de la hoya hidrogrfica del ro Camarones (subrea de Valles Occidentales, norte de

    Chile). Estos sitios se seleccionaron por su emplazamiento significativo y sus asociaciones contextuales. Primero se detallan los

    materiales y rasgos arqueolgicos encontrados en cada sitio, y luego se describen sus manifestaciones rupestres. Con ello se

    plantea que los sitios presentan, adems de posibles funciones logsticas dentro del modelo de movilidad giratoria, diferenciasatribuibles a los distintos tipos de trfico implicados: trfico interregional y trfico local, adems de aspectos ligados a la apropia-

    cin del espacio y la ritualidad asociada a cada sitio. Este conjunto de variables permite avanzar en la caracterizacin de interacciones

    econmicas e ideolgicas en el desierto entre diferentes poblaciones prehispnicas tardas (1.000 a 1.350 d.C.).

    Palabras claves: arte rupestre, movilidad giratoria, ritualidad, perodo Intermedio Tardo, desierto de Atacama.

    This work analyses the strong and recognized relationship between rock art and traffic routes witin the Atacama Desert. The modelof circuit mobility is analyzed and in addition Andean ritualism is considered. We describe the architectural, ceramic and rock artevidence from two adjacent sites in the interior of theQuebrada Suca, in the Valley ofCamarones (Northern Chile). The sites Suca 7andSuca 13 were selected for their significance within the landscape and contextual associations. The two sites present differentlogistical functions within the model of circuit mobility, for distinctive traffic, one being interregional and the other local andcircumscribed to the gorge and adjacent valleys. Furthermore, the analysis of rock art permits observations about spatial appro-priation, ritualism, and economic and ideological interactions among different late pre-Hispanic populations (A.D. 1,000 to 1,350)

    within the desert.Key words: Rock-art, circuit mobility, ritualism, Late Intermediate Period,Atacama Desert.

    * Mster en Prehistoria, Etnologa y Antropologa. UMR 8096: Recherche sur les Amriques, Universit Paris La Sorbonne.

    [email protected]

    ** Programa Magster en Antropologa, Universidad Catlica del Norte y Universidad de Tarapac. Casilla 6D, Arica, Chile.

    [email protected]

    *** Departamento de Antropologa, Universidad de Tarapac. Casilla 6D, Arica, Chile. [email protected]

    Recibido: marzo 2004. Aceptado: julio 2005.

    Las caractersticas desrticas de la subrea de

    Valles Occidentales en el extremo norte de Chile

    han condicionado una utilizacin recurrente y sig-

    nificativa, por parte de las poblaciones prehispni-

    cas, de los escasos espacios dotados de recursos

    hdricos, sean stos permanentes o estacionales. Por

    esta razn no es casual que se haya privilegiado el

    estudio arqueolgico de los valles principales dondela mayor intensidad de actividad cultural da cuen-

    ta de yacimientos ms densos. Pero, al igual que

    en otras reas de los Andes, el panorama del desa-

    rrollo cultural prehispnico no estara completo si

    obviramos yacimientos de menor complejidad y

    espacios considerados como marginales en varie-

    dad y densidad de recursos (Nielsen et al. 1997).

    En el desierto de Atacama estos espacios margina-

    les cobran mayor importancia ya que articulan fun-

    cional e ideolgicamente un vasto paisaje cultural

    (Daz y Mondaca 1999).

    En este gran despoblado interfluvial, al exte-

    rior de los valles costeros, el registro arqueolgico

    casi siempre toma un semblante minimalista. Enmedio del desierto los senderos y refugios tempo-

    rales asociados a la movilidad caravanera tienen

    una mnima visibilidad. La mayora de las rutas e

    infraestructuras en el desierto prcticamente pasa-

    ran desapercibidos si no fuera por su reiterada aso-

    ciacin con las manifestaciones de arte rupestre

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    M. A. Seplveda R., A. L. Romero G. y L. Briones226

    (Briones y Chacama 1987; Muoz y Briones 1996;

    Nez y Briones 1967-68; Nez 1976, 1985), que

    toman en ciertas ocasiones formas monumentales.

    Esta correlaci

    n entre arte rupestre y senderos escomn en muchas reas desde el sur peruano hasta

    el noroeste argentino (Aschero 1996; Berenguer

    1994a y b; Gordillo 1992; Muoz y Briones 1996;

    Nez 1976, 1985; entre otros). Incluso, en ciertas

    ocasiones las manifestaciones rupestres se concen-

    tran en puntos del desierto que ofrecen una impor-

    tancia vital dentro de la logstica de un recorrido

    (p. ej. Ariquilda, en Briones y Chacama 1987). Esta

    relacin fue la que permiti proponer que el arte

    rupestre tarapaqueo tendra una funcin sealti-

    ca de los rumbos en el sistema de rutas de carava-nas (Nez 1976, 1985; Muoz y Briones 1996).

    Esta distribucin del arte rupestre sera una forma

    de apropiacin simblica de un extenso territorio

    cuya ocupacin efectiva habra sido imposible e

    innecesaria.

    Dicha propuesta sealtica ha sido ventajosa

    para el estudio del arte rupestre, principalmente

    planteando una alternativa de interpretacin ms

    all de su anlisis estilstico o simblico. Sin em-

    bargo, tras ms de 20 aos de investigacin empie-

    zan a delinearse algunas limitaciones. En primerlugar, el planteamiento de sealtica rupestre ha

    significado un marcado nfasis en el estudio de

    conjuntos rupestres adyacentes a las rutas de trfi-

    co; por otra parte, las descripciones de sus contex-

    tos muestran escasa atencin a otros rasgos, como

    bienes muebles e inmuebles, salvo algunas excep-

    ciones. Hasta ahora, se tratan ambos tipos de evi-

    dencia arte rupestre y otros componentes cultura-

    les por separado, y slo en escasas ocasiones se

    ha intentado relacionarlos (Berenguer 2004; Mu-

    oz y Briones 1996; Niemeyer 1969; Nez y Brio-

    nes 1967-68).

    Un segundo problema, de ndole terico, tiene

    que ver con la condicin del arte rupestre como

    una manifestacin mucho ms compleja y multi-

    factica que la mera demarcacin de rutas (Chaca-

    ma y Espinosa 1997; Espinosa 1996; Romero 1996;

    van Kessel 1976; entre otros). La variedad de for-

    mas, temticas y contextos culturales sugieren que

    el arte rupestre del desierto participa en una serie

    ms amplia de prcticas simblicas, las cuales po-dran relacionarse, por ejemplo, con la culturiza-

    cin del paisaje, la transmisin de mensajes de or-

    den ideolgico, representacin de ciertos principios

    socioculturales o hechos histricos, entre otros.

    En este trabajo sugerimos que arte rupestre y

    los otros componentes culturales deben ser inte-

    grados para avanzar en la comprensi

    n de los pro-cesos socioculturales ocurridos en el norte de Chi-

    le. Para esto se presentan algunos alcances al

    modelo de movilidad giratoria (Nez y Dillehay

    1995), en trminos de las formas de desplazamiento

    y de interaccin de las distintas comunidades im-

    plicadas en este proceso, ascomo de los tipos de

    yacimientos usados por ellas. Adems, tratamos de

    distinguir diferentes modos de expresiones ritua-

    les de la ideologa andina prehispnica.

    Desde esta perspectiva se presenta un estudio

    de dos yacimientos contiguos Suca 7 y Suca 13en la pequea quebrada de Suca. Este curso irre-

    gular de agua se convierte en un importante punto

    de conexin de diferentes rutas de interaccin hu-

    mana en medio de uno de los desiertos ms ridos

    del planeta (Seplveda et al. 2003). Estos yacimien-

    tos presentan, adems de la asociacin de arte ru-

    pestre y rutas de trfico, una ocupacin humana

    evidenciada por restos arquitectnicos y cermi-

    cos, asignables principalmente al perodo Interme-

    dio Tardo (1.000 a 1.350 d.C.).

    En tales trminos de movilidad y ritualidad enel rea Centro Sur Andina, analizaremos las aso-

    ciaciones culturales muebles e inmuebles de dos

    yacimientos arqueolgicos adyacentes con arte

    rupestre y rutas de trfico. Ampliaremos este an-

    lisis hacia otras asociaciones arqueolgicas regis-

    tradas en los sitios, que podran avalar distintas

    formas de participacin en el trfico prehispnico,

    constituyendo sitios con funcionalidad diferencial.

    Al mismo tiempo, insistiremos en que el arte ru-

    pestre asociado da cuenta de la amplitud de la ri-

    tualidad andina en distintos contextos sociales, ta-

    les como actos votivos, reproduccin social e

    interaccin de diferentes grupos.

    Trfico Caravanero, Trfico Localy Ritualidad

    El modelo de movilidad giratoria (Nez y

    Dillehay 1995) fue desarrollado y planteado para

    comprender la distribucin de las ocupaciones pre-

    hispnicas, la interaccin y el desarrollo social delas diferentes sociedades del rea Centro Sur An-

    dina1. Pese a que los mismos autores han observa-

    do ciertas limitaciones e imprecisiones de este

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    227Trfico de caravanas, arte rupestre y ritualidad en la quebrada de Suca (extremo norte de Chile)

    modelo (Dillehay y Nez 1988:621; Nez y Di-

    llehay 1995:150), las evidencias arqueolgicas en

    el desierto de Atacama siguen apoyando su vigen-

    cia para la comprensi

    n de los procesos sociocul-turales ocurridos en diferentes perodos prehisp-

    nicos.

    Segn sus autores, la movilidad giratoria im-

    plica un conjunto de rutas fijas que unen dos o ms

    asentamientos-ejes ubicados en zonas ecolgicas

    distintas (costa-puna, puna-puna, puna-selva), de-

    finiendo su movimiento en vastos territorios elon-

    gados (Nez y Dillehay 1995:27). Un aspecto

    importante es que el trazado de las rutas estara

    determinado por las necesidades logsticas impues-

    tas por el uso de caravanas de llamas (Nez yDillehay 1995:27-28).

    El trfico dependa en gran medida del equili-

    brio entre los ejes, es decir, la similitud en el tama-

    o y jerarqua econmica y poltica de los asenta-

    mientos, ascomo tambin de la equivalencia entre

    los recursos intercambiados. En este esquema, los

    asentamientos-ejes son definidos como polos de

    estabilidad. Independientemente de ser sitios con

    ocupaciones semisedentarias o aldeas sedentarias

    agrcolas, cada eje cumplira dos funciones impor-

    tantes para el sistema global de rutas. En primerlugar, habran servido como sitios de trasvasije

    de recursos especficos que se transportaban por

    medio de caravanas, actuando como nexos con otras

    rutas locales o regionales (Nez y Dillehay 1995:

    156). Otra funcin de estos asentamientos era fa-

    cilitar el apoyo logstico necesario para que las

    caravanas pudieran continuar el movimiento gira-

    torio (Nez y Dillehay 1995: 27 y 156).

    En el desierto de Atacama, un aspecto impor-

    tante, pero escasamente destacado, es la posibili-

    dad que no todos los asentamientos permanentes

    tuvieran una relacin directa con la movilidad gi-

    ratoria. En otras palabras, slo ciertos yacimientos

    con algn grado de sedentarismo fueron ejes con

    alguna de las funciones antes sealadas (Nez y

    Dillehay 1995:157). En relacin a esta observacin

    y a partir de un estudio de caso en el Alto Loa,

    Berenguer (1994a, 2004) plantea que la evidencia

    arqueolgica podra permitir distinguir con ms

    detalle diferentes tipos de asentamientos. De esta

    forma, postula que aparte de los poblados comple-jos que funcionaron como ejes principales y de los

    refugios diarios (paskanas ojaranas, Nielsen 1997;Nez 1985), habran existido otros asentamien-

    tos de funciones ms especializadas en relacin al

    trfico caravanero (Berenguer 1994a). Unos, como

    las estancias, no estaran en plena ruta de trfico,

    sino que en espacios adyacentes a los ejes, cum-pliendo una funcin productiva relativa a la gana-

    dera o el pastoreo. Otros tendran un rol princi-

    palmente ceremonial concerniente a la apropiacin

    cultural y simblica de los espacios elongados de

    los circuitos (Berenguer 2004:528).

    La tipologa y funcionalidad de los yacimien-

    tos cobra importancia cuando intentamos precisar

    la amplitud y operacin de los circuitos de movili-

    dad, un aspecto slo implcitamente discutido en

    el modelo de la movilidad giratoria. Al respecto,

    siguiendo a Dillehay y Nez (1995: 27) entende-mos movilidad giratoria como el trfico de larga

    distancia que une zonas ecolgicas extremadamen-

    te contrastadas, como costa, puna y selva, y que,

    por tanto, implica una logstica compleja relativa a

    caravanas de llamas de cierta envergadura. De este

    modo, la movilidad giratoria mediante el trfico

    de caravanas de larga distancia constituira el pro-

    ceso de distribucin de bienes a nivel regional en

    donde habran participado slo ciertos yacimien-

    tos, probablemente los ms grandes y de mayor

    jerarqua.Siguiendo a Nez y Dillehay (1995:156), se

    agrega otro tipo de trfico de menor envergadura,

    que denominamos trfico local. Si bien pudo fun-

    cionar indirectamente gracias a la movilidad gira-

    toria que les permita incluir ciertos productos, se

    constituy con una lgica distinta, que implicara

    desplazamientos a menor distancia, efectuados

    entre los asentamientos-ejes principales y espacios

    del desierto (Seplveda et al. 2003). Pero no se trata

    de una situacin dicotmica; por el contrario, con-

    siste en un continuo entre dos extremos ideales:

    yacimientos que participaron principalmente del

    trfico local; y otros en mayor medida del trfico

    de larga distancia. Existieron asentamientos ejes

    que participaron tanto en la redistribucin local de

    bienes, como del movimiento caravanero (Nez

    y Dillehay 1995:156).

    La mayor o menor participacin de los yaci-

    mientos en la movilidad giratoria podra ser esti-

    mada de acuerdo a las proporciones de bienes ex-

    ticos presentes, la infraestructura disponible y suasociacin a otros yacimientos a travs de las ru-

    tas. Adems, ciertos sitios vinculados al trfico lo-

    cal se hallaran en espacios productivos considera-

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    M. A. Seplveda R., A. L. Romero G. y L. Briones228

    dos como marginales. Con respecto a los yaci-

    mientos de arte rupestre, se ha sugerido que aque-

    llos con mayor diversidad de estilos y motivos es-

    taran asociados a la movilidad giratoria (N

    ez yBriones 1967-68), en tanto que sitios con mayor

    homogeneidad serviran a otras funciones.

    Recientes estudios etnogrficos (Lecoq 1987;

    Lecoq y Fidel 2003; Nielsen 1997) han especifica-

    do aspectos funcionales y materiales de las carava-

    nas, los asentamientos temporales y los rituales re-

    lacionados con la movilidad de larga distancia. Esto

    ha permitido establecer ciertas expectativas sobre

    lo que se podra encontrar arqueolgicamente (Be-

    renguer 2004:58-60, 68-70). Sin embargo, muchas

    de las evidencias materiales asociadas al trfico ac-

    tual son efmeras o relativamente discretas, debido

    al pragmatismo del viaje y al limitado nmero de

    animales y personas participantes. Incluso las cere-

    monias rituales realizadas por los caravaneros, tales

    como apachetas (Galdames 1990; Girault 1958),

    pero sobre todo las mesas rituales (Lecoq 1987; Niel-

    sen 1997) son extremadamente precarias en sus des-

    hechos materiales. En este contexto, es relevante que

    en la arqueologa se hayan identificado circuitos

    caravaneros principalmente a partir de manifesta-

    ciones rituales como geoglifos, petroglifos y sitiosde muros-y-cajas (segn Berenguer 2004).

    El arte rupestre, dentro de la perspectiva de la

    movilidad, ha sido explorado como sealador de

    rutas (Nez 1976), y tambin ha sido ligado a una

    ritualidad votiva relacionada con el xito de la ac-

    tividad caravanera (Nez 1985; van Kessel 1976).

    Este pensamiento se ha sustentado en la asocia-

    cin ya sealada de arte rupestre con distintas ru-

    tas en el desierto. Tambin la presencia de varios

    motivos asociables al trfico, tales como: hileras

    de camlidos, camlidos cargados y hombres guian-do animales, han servido para reforzar esta asocia-

    cin. Sin embargo, se reconoce la existencia de

    yacimientos de arte rupestre ms complejos aso-

    ciados a diferentes rasgos arqueolgicos, y con una

    mayor variedad de tipos de representaciones, las

    cuales podran apelar a la existencia de activida-

    des o funciones ms diversas.

    En general, el arte rupestre es una actividad

    simblica bastante frecuente en la prehistoria del

    desierto andino. No debe olvidarse que una de las

    caractersticas del ceremonialismo andino radicaen la recurrente representacin de deidades, y la

    diversidad de instancias de dilogo con ellas (Kuz-

    nar 2001). De esta forma, el arte rupestre podra

    tambin ser investigado como una evidencia mate-

    rial del pantesmo y las relaciones recprocas entre

    humanos y las diversas deidades que dan cuenta

    de las m

    ltiples fuerzas que gobiernan el universo.Esta interpretacin no descarta la propuesta del arte

    rupestre en directa asociacin a ritos relativos a la

    movilidad caravanera (Muoz y Briones 1996:78;

    Nez 1976:180), sino que la complementa. Con-

    siderando todas estas alternativas deberamos cla-

    rificar la diversidad de representaciones rupestres

    y la variabilidad en sus emplazamientos, para en-

    tender los diferentes ritos y actividades humanas

    implicadas en su realizacin y uso.

    En este sentido, coincidimos en que las repre-

    sentaciones de caravanas pudieron ser manifesta-ciones votivas relativas al xito de esta actividad

    humana (Nez 1985; van Kessel 1976). En este

    contexto, incluso podramos anticipar que la aso-

    ciacin de tales diseos icnicos con otros amplia-

    ra nuestro conocimiento del imaginario visual del

    caravanero prehispnico. Otras manifestaciones

    rituales seran los depsitos en formas de cajas, la

    formacin de apachetas y las quemas de ofrendas,

    algunas de las cuales an siguen vigentes (Lecoq

    1987; Nielsen 1997; Nez 1976; entre otros).

    Por otro lado, otro conjunto de motivos rupes-tres no ligados directa o indirectamente al tema

    caravanero pueden estar conectados a otras activi-

    dades como la sacralizacin de espacios, o quizs

    para simbolizar relaciones de reciprocidad con dei-

    dades del panten andino.

    Espacio y Asentamiento en laQuebrada de Suca

    La quebrada de Suca, junto con la de Chiza,

    forman la seccin meridional de la hoya hidrogr-fica del ro Camarones (Figura 1). El tramo actual-

    mente habitado se ubica entre los sectores de Liga

    y San Antonio, a unos 50 km al este del ocano

    Pacfico con una altura promedio de 950 msm. En

    general la quebrada es estrecha, regada intermiten-

    temente por aguas superficiales y con escasas in-

    fluencias de la nubosidad costera. En el sector

    medio de la quebrada de Suca se reconocieron 16

    conjuntos de petroglifos (Seplveda et al. 2003).

    Nuestro anlisis se centra en dos yacimientos ad-

    yacentes entre s, ubicados aguas arriba de la Ha-cienda Suca ocupando angostas terrazas interme-

    dias, laderas abruptas y la planicie alta de la banda

    norte de la quebrada. Los yacimientos se empla-

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    229Trfico de caravanas, arte rupestre y ritualidad en la quebrada de Suca (extremo norte de Chile)

    Figura 1. Hoya hidrogrfica del valle de Camarones, con la ubicacin de la quebrada de Suca y asentamientos humanos actuales.

    Hydrographic trench of the valley ofCamarones, indicating the position ofSuca Gorge and human present-day settlements.

    zan en un ensanchamiento de la quebrada, domi-

    nando un amplio espacio de uso agrcola actual.

    Ambos sitios ocupan un espacio de 700 m lineales

    de la ladera de la quebrada y se separan por un

    cambio abrupto de la pendiente (Figura 2). Si bien

    puede ser considerado como una sola rea arqueo-

    lgica, las caractersticas orogrficas, tanto como

    las diferencias en las manifestaciones rupestres y

    rasgos arqueolgicos, solventan una divisin en tr-

    minos culturales.

    Suca 7

    El sitio Suca 7 (UTM 417 189 E, 7 869 245

    N2) se sita en una terraza fluvial relativamente

    ancha y plana, una ladera rocosa y la planicie alta

    de la quebrada. Domina el espacio una peque

    acolina que se levanta de manera aislada unos 10 m

    del nivel de la terraza (Figura 3).

    En el espacio donde se emplaza Suca 7 se re-

    conocieron adems varios senderos que atraviesan

    el sitio. El sendero principal cruza el yacimiento

    en sentido este-oeste, unindolo a Suca 13, situa-

    do hacia el poniente. La prolongacin de esta ruta

    hacia el oriente llega al yacimiento Suca 8, a 500

    m de distancia; ms lejos se emplazan Suca 9 y 10.

    De este camino principal se separan ramales que

    suben hacia el plano superior norte hasta alcanzar

    la planicie alta de interfluvio. Siguiendo hacia el

    nordeste se ubican los sitios Suca 11 y 12, a 1300

    m de distancia en una quebrada seca y paralela a

    Suca. Todas estas huellas permiten reconocer que

    Suca 7 conforma una importante encrucijada de

    pequeos senderos que unen diferentes espacios

    dentro de la quebrada.

    Los rasgos arqueol

    gicos que se describen acontinuacin no denotan una ocupacin estable y

    se agrupan en tres sectores (Figura 2):

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    M. A. Seplveda R., A. L. Romero G. y L. Briones230

    Figura 2. Ubicacin general de los yacimientos Suca 7 y Suca 13, en el curso medio de la quebrada de Suca.General position ofSuca 7 andSuca 13, at the center ofSucas Gorge.

    Figura 3. Panormica del yacimiento Suca 7. Destaca la explanada, o Sector A, rodeando la colina. En el fondo se observa la

    estrecha y reseca quebrada de Suca.

    Panorama ofSuca 7 demostrating the flat surface, or Sector A, surrounding the hill. In the background is seen the narrow and verydry Sucas Gorge.

    Sector A: Corresponde a la seccin plana dela terraza fluvial, delimitada por la colina y por la

    ladera rocosa de la quebrada. En esta explanada seregistraron bloques dispersos grabados en forma

    abundante por todas sus caras. Junto a uno de ellos

    se registr una fosa circular de paredes empedra-

    das, denominada Unidad 1, saqueada. La excava-

    cin del depsito y la limpieza del material remo-

    vido dieron cuenta de una estructura de aproxima-damente 1,5 m de dimetro, y de 1,2 m de

    profundidad, con un muro simple construido con

    bloques de piedras angulares. El piso de la fosa

    Su-4 Su-

    Su-3

    Su-5

    Su-15Su-14

    Su-6 Su-12

    Su-11

    Su-16

    Su-10

    Su-9

    Su-8

    Su-13Su-7

    0.0 0.5 1.0 km

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    231Trfico de caravanas, arte rupestre y ritualidad en la quebrada de Suca (extremo norte de Chile)

    est conformado por madera de cactus dispuesta

    en forma horizontal. Si bien no se observaron ras-

    gos o materiales diagnsticos in situ, se registra-

    ron restos vegetales (maces y paja) que sugierensu posible uso como silo. Adems, se reconocie-

    ron pequeos fragmentos textiles de lana de cam-

    lido de color natural y de formas no identificables,

    junto a una vrtebra humana de un individuo suba-

    dulto. Esto ltimo podra sugerir un uso previo

    como estructura funeraria, aunque no es clara la

    asociacin exacta de estos restos con la estructura

    circular.

    Hacia el oriente de la terraza se registr una

    estructura rectangular (10 x 20 m), usada posible-

    mente como corral, ya que se observa abundanteguano de camlidos y paja en su interior. En algu-

    nos sectores de este pequeo recinto se observan

    excavaciones de posibles saqueos.

    Hacia el sur de la colina, en un sector con abun-

    dante material cermico y ltico en superficie, se

    reconocieron varias hileras de piedras superficia-

    les, de construccin aparentemente reciente.

    Sector B: Se ubica hacia el nororiente de laterraza, sobre la ladera de la quebrada que forma

    una especie de anfiteatro abierto hacia el suroes-

    te. En este sector se registr la mayor parte debloques con manifestaciones rupestres, no regis-

    trndose otro tipo de evidencias. Se contabiliza-

    ron alrededor de 35 bloques grabados, cuyas ca-

    ras trabajadas estn orientadas hacia la terraza, o

    Sector A.

    Sector C: Se localiza en el borde de la plani-cie alta de la banda este de la quebrada, sobre el

    conjunto de bloques rupestres que definen el Sec-

    tor B. Consiste en un extenso espacio de actividad

    cultural de forma irregular cuyo lado ms extenso

    alcanza 25 m. Esta rea est limitada por alinea-mientos simples, bajos e irregulares de piedra ha-

    cia el norte, el noreste y el este, cortado por sende-

    ros que los atraviesan. El rea est limitada, hacia

    el suroeste, por el borde de la planicie alta.

    En el interior de este espacio se identificaron

    varias estructuras rectangulares y semicirculares

    pequeas, semejantes a abrigos o reparos, conoci-

    dos comopaskana, empleadas en el trfico para eldescanso diario o planificar la llegada a la quebra-

    da (Nez 1985). Destaca la presencia de una pe-

    quea estructura rectangular abierta hacia el norte,conformada por 3 bolones medianos, dispuestos de

    canto y que recuerdan los sitios de muros-y-cajas

    descritas para el Alto Loa (Berenguer 1994a; Sin-

    claire 1994), con la diferencia de que en esta lti-

    ma rea son ms frecuentes y complejas siendo

    formadas por un muro principal y mltiples cajas

    alineadas.

    Suca 13

    Suca 13 (UTM 416 989 E, 7 869 430 N) se

    ubica aproximadamente a 250 m hacia el oeste de

    Suca 7, donde la terraza fluvial se eleva, marcando

    un mayor desnivel con el fondo de la quebrada,

    donde se ubican las actuales zonas de cultivo (Fi-

    gura 4). Este emplazamiento permite una amplia

    visibilidad hacia el suroeste; en tal sentido, es po-

    sible avistar perfectamente los senderos de la lade-ra opuesta, que provienen desde quebradas al sur,

    como Calatambo (Camia), Tana y Tiliviche. En

    trminos generales Suca 13 posee un sector con

    arquitectura bien elaborada y otro sector de mani-

    festaciones rupestres (aproximadamente 65 blo-

    ques) (Figura 2).

    Sector A: Se emplaza sobre una pequea te-rraza saliente de la ladera. Comprende dos gran-

    des unidades arquitectnicas (UA) de patrn rec-

    tangular con subdivisiones internas y cuyos muros

    no superan los 50 cm de altura (Figuras 4 y 5).Fueron construidas mediante muros pircados de

    doble hilera con un relleno central (arena, paja y

    gravilla), alcanzando un ancho promedio de 90 cm.

    Se registraron vanos de entrada, de unos 70 cm,

    generalmente demarcados por dos jambas com-

    puestas por grandes piedras planas dispuestas ver-

    ticalmente.

    La UA 1 se encuentra inmediatamente adosa-

    da a la ladera ascendente (Figura 5) por lo que su

    muro norte fue reconstruido para contener la cada

    de ridos desde la ladera. Esta unidad mide 21 mde largo y presenta en su interior tres subdivisio-

    nes rectangulares internas. La subdivisin ponien-

    te se orienta de manera opuesta a las dos restantes

    ubicadas al oriente, adems las subunidades van

    disminuyendo su rea desde el oeste hacia el este.

    Al interior de las subdivisiones se registraron evi-

    dencias de postes y material arrumado que alcanza

    90 cm de altura.

    La UA 2 se encuentra separado de UA 1 por

    un pasillo de 2 m de ancho por donde atraviesa el

    sendero que viene desde Suca 7 (Figura 5). Estasegunda unidad arquitectnica es levemente ms

    pequea (17 m de largo), y presenta dos subdivi-

    siones. La subunidad poniente es de mayor tama-

  • 8/14/2019 Sepulveda Et Al Suca CH

    8/19

    M. A. Seplveda R., A. L. Romero G. y L. Briones232

    Figura 4. Panormica de Suca 13. En primer plano algunos bloques con petroglifos del Sector B, en el centro las evidencias

    arquitectnicas rectangulares del Sector A.

    Panorama ofSuca 13. In the foreground are panels with petroglyphs from Sector B, and in the center are rectangular architecturalstructures the Sector A.

    Figura 5. Detalle de las unidades arquitectnicas de Suca 13, Sector A.

    Detail of architectural units from Suca 13, Sector A.

  • 8/14/2019 Sepulveda Et Al Suca CH

    9/19

    233Trfico de caravanas, arte rupestre y ritualidad en la quebrada de Suca (extremo norte de Chile)

    o y presenta pequeas estructuras adosadas, una

    de ellas se proyecta al sur como un apndice y

    presenta un pequeo bloque grabado, con tres lneas

    serpentiformes muy delgadas. En tanto, la subuni-dad oriente posee muros incompletos, destruidos o

    tapados por el material arenoso de la ladera.

    Los pozos de sondeo realizados en el interior

    de ambas unidades arquitectnicas slo nos per-

    mitieron determinar que el relleno de arena, poste-

    rior al abandono de los recintos, alcanz en ciertos

    sectores unos 70 cm de profundidad.

    Sector B: Se ubica en la ladera rocosa de la que-brada, ascendiendo hacia el nordeste y noroeste

    desde el Sector A. En este lugar se localizan 40

    bloques grabados. Los otros bloques de Suca 13 seencuentran agrupados en un sector pequeo situa-

    do al occidente. En la parte inferior del principal

    conjunto de bloques, se registr una estructura rec-

    tangular, de caractersticas constructivas ms tos-

    cas que las del Sector A. Presenta muros de una

    sola hilera de piedras apiladas sin utilizacin de

    argamasa, y mide 16 m de largo, dividido en dos

    subunidades. La presencia de una gran cantidad de

    guano y paja en su interior sugiere que estas cons-

    trucciones fueron usadas a modo de corrales, en

    un perodo posterior al uso de las unidades del Sec-tor A. En varias piedras que conforman los muros

    de esta unidad se apreciaron mltiples grabados

    representando figuras antropo y zoomorfas linea-

    les y dos camlidos, adems de otros signos geom-

    tricos no identificables.

    Adosada a la misma unidad, detrs de un gran

    bloque en la esquina nordeste, se reconoci otra

    estructura circular pequea de 1 m de dimetro,

    con un muro construido mediante una hilera de

    piedras. Al estar completamente rellena por arena,

    no fue posible determinar su funcionalidad. Ade-ms, se registr una especie de altar de piedra con

    una cruz de madera y restos de flores de papel, uti-

    lizado para la actual festividad de la Cruz de Mayo.

    Cermica

    Se presenta un anlisis a nivel macroscpico

    de la cermica superficial recolectada solamente

    en los Sectores A y C de Suca 7 y el Sector A de

    Suca 13, puesto que los sectores que concentran

    petroglifos en ambos yacimientos no presentabanningn resto cultural en superficie. En estos trmi-

    nos, la muestra de 245 fragmentos es muy peque-

    a para elaborar una tipologa especfica para los

    yacimientos de Suca, por tanto, nos basamos en

    clasificaciones establecidas para el valle de Lluta

    y la precordillera de Arica (Romero 2002). La evi-

    dencia en Suca presentara ciertas diferencias conla tipologa original, principalmente porque se ubi-

    ca en el valle ms meridional, antes del desierto de

    Tarapac, donde se ha descrito una formacin po-

    ltica independiente durante el perodo Intermedio

    Tardo, denominada Complejo Pica-Tarapac

    (Schiappacasse et al. 1989).

    Dentro de este esquema, en Suca 7 y 13 se dis-

    tinguieron 6 estndares de pasta (Varela et al. 1993).

    El estndar 210, corresponde a pastas de antipls-

    tico muy fino, casi imperceptible, con coccin com-

    pleta presentando un tono naranja y generalmentede superficies pulidas. Dara cuenta de alfares pro-

    ducidos en el altiplano. Del mismo modo, el estn-

    dar 220 engloba pastas de antiplstico fino de cuar-

    zo anguloso y escasa densidad, coccin completa

    y color naranja. Tambin corresponderan a piezas

    confeccionadas en las tierras altas. En los Valles

    Occidentales el estndar 210 se asocia generalmen-

    te a cermicas con iconografa del perodo Tardo

    (Inca o Saxamar), en cambio el estndar 220 co-

    rresponde a cermicas de la tradicin negro sobre

    rojo, especialmente Chilpe (Romero 2002).El estndar 500 de Suca corresponde a pastas

    con desgrasante preferentemente blanco en canti-

    dades medianas y densas, de matriz de color caf y

    superficies alisadas. Tanto en Suca como en los

    valles septentrionales esta pasta se asocia a piezas

    recubiertas con un engobe rojo burdo, que han sido

    adscritas a poblaciones de precordillera (Muoz y

    Santos 1998; Santoro et al. 2003). El estndar 700

    consiste en un estndar escasamente representado

    en los valles y precordillera de Arica, caracteriza-

    do por una matriz de color caf claro que, en Suca,se asocia al engobe rojo burdo.

    Los mayores problemas de asociacin cultu-

    ral los tenemos con el estndar 400, al igual que en

    el valle de Lluta, corresponde a pastas con desgra-

    santes blancos, negros y grises en densidad media-

    na a alta. En Suca, la diferencia radica en un color

    de la matriz caf o gris, y una superficie preferen-

    temente alisada y brochada. Adems, en Suca no

    se asocia a ninguna decoracin o estilo particular,

    encontrndose escasos ejemplos de engobe o l-

    neas rojas. Se trata de una diferencia significativasi se considera que en los valles del norte existe

    una alta correlacin de este tipo de estndar con

    los estilos San Miguel y Pocoma (Romero 2002).

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    M. A. Seplveda R., A. L. Romero G. y L. Briones234

    Finalmente, fragmentos correspondientes a cer-

    mica posthispana, evidenciada por el uso de torno,

    registrados preferentemente en Suca 7, Sector C,

    fueron descartados del anlisis cuantitativo.En trminos generales, el estndar ms fre-

    cuente en los yacimientos de Suca es el estndar

    500 (44 %), seguido por el estndar 400 (31 %).

    Mucho menos frecuente es el estndar 220 (10 %).

    Esta distribucin no es igual en cada uno de los

    tres sectores (Tabla 1). En Suca 7, Sector A, desta-

    ca el estndar 500 (51 %) y es mucho menor la

    proporcin de estndar 400 (15 %) y 220 (11 %).

    En el Sector C, la pasta mejor representada tambin

    es el estndar 500 (33 %), pero seguido por el estn-

    dar 220 (26 %), y el estndar 700 (20 %). En Suca13, la pasta ms frecuente tambin es el estndar

    500 (43 %), seguido muy de cerca por el estndar

    400 (37 %). En este caso la representacin del es-

    tndar 220 es relativamente importante (10 %).

    Con relacin a los fragmentos cermicos de-

    corados (Tabla 2, ver ejemplos en Figura 6), que

    alcanzan tan slo un 17 % de la muestra, tambin

    observamos diferencias entre los yacimientos y

    sectores de Suca. En Suca 7, sector A, destacan los

    fragmentos con engobe rojos (N =14). En cambio

    en el Sector C, es decir, la parte alta de Suca 7,

    dentro de la escasa frecuencia cermica es impor-tante destacar la presencia de dos fragmentos con

    decoracin negro sobre rojo. Finalmente, Suca 13,

    presenta una importante presencia de fragmentos

    con decoracin Chilpe (N =11) y otros con engobe

    rojo (N =6).

    A pesar de una pequea muestra recolectada,

    destaca en este anlisis la relativa diferenciacin

    de los grupos sociales que pudieron ocupar los asen-

    tamientos. En primer lugar, la escasa frecuencia

    cermica en Suca 7, Sector C, en conjunto con lo

    improvisado de su arquitectura, da cuenta de unaocupacin de mucha menor densidad que los otros

    sectores analizados.

    Si derivamos nuestros antecedentes de la ce-

    rmica y su reproduccin social en los valles sep-

    tentrionales, Suca 7, sector A, da cuenta de una

    ocupacin ligada preferentemente a sociedades de

    precordillera, donde priman piezas con pastas con

    desgrasante blanco y recubiertas con engobe rojo,

    Tabla 1. Distribucin de est

    ndares de pasta en yacimientos y sectores de Suca.Distribution sources of paste at sites and sectors ofSuca.

    Estndar Suca 7a Suca 7c Suca 13 Total

    N % N % N % N %

    Estndar 210 1 2,2 4 26,7 6 3,2 11 4,5

    Estndar 220 5 11,1 1 6,7 20 10,8 26 10,6

    Estndar 400 7 15,6 2 13,3 69 37,3 78 31,8

    Estndar 500 23 51,1 5 33,3 80 43,2 108 44,1

    Estndar 700 4 8,9 3 20,0 6 3,2 13 5,3

    Otros 5 11,1 4 2,2 9 3,7

    Total 45 100,0 15 100,0 185 100,0 245 100,0

    Tabla 2. Distribucin de decoracin en yacimientos y sectores de Suca.

    Distribution of decoration at sites and sectors ofSuca.

    Decoracin Suca 7a Suca 7c Suca 13 Total

    N % N % N % N %

    Engobe Rojo 14 77,8 6 31,6 20 50,0

    Lnea Roja 3 16,7 1 33,3 2 10,5 6 15,0

    Negro s/Rojo 2 66,7 11 57,9 13 32,5No determinado 1 5,6 1 2,5

    Total 18 100,0 3 100,0 19 100,0 40 100,0

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    235Trfico de caravanas, arte rupestre y ritualidad en la quebrada de Suca (extremo norte de Chile)

    Figura 6.Cermica con decoracin estilo Chilpe o Chilpe-Ca-

    rangas: (a) Suca 13A, recinto 4; (b) Suca 7C; (c) y (d) Suca

    13A, basural.

    Ceramics with style decorationChilpe orChilpe Carangas styledecoration: (a) Suca 13A , room 4; (b) Suca 7C; (c) and (d)Suca 13A, midden.

    1967-68), las cuales han sustentado la mayora de

    las descripciones rupestres del norte de Chile, y en

    especfico, los anlisis iniciales en Suca (Chacama

    2003). La Tabla 3 resume la distribuci

    n de lascategoras de motivos en los dos sitios.

    Suca 7

    Los bloques se disponen sobre un afloramien-

    to rocoso de pendiente abrupta que rodea la terra-

    za del Sector A de Suca 7, y en especial la forma-

    cin orogrfica denominada colina. Tanto desde la

    explanada como desde la colina, este conjunto de

    rocas grabadas se muestra como un anfiteatro, como

    un inmenso retablo, en el cual ciertas figuras (hom-bres-cndores, msicos y otros personajes ricamente

    ataviados) ocupan un lugar central.

    Destaca la presencia de diseos geomtricos

    (44,6 %). Entre ellos, sobresalen particularmente

    los diseos definidos como lneas serpenteadas (que

    bien podran corresponder a representaciones de

    serpientes dentro de la categora zoomorfa, pero

    que por precaucin separamos), distintos tipos de

    crculos, adems de puntos (Tabla 3). Tambin des-

    tacan los diseos rectangulares con apndices por

    los cuatro costados (definidos como composicio-nes siguiendo a Chacama 2003), que recuerdan

    fuertemente ciertos textiles (Figura 7b, detalle),

    como ha sido sealado para algunas representacio-

    nes de la cuenca del ro Salado en la regin de

    Antofagasta (Sinclaire 1997).

    Sin embargo, aunque los diseos geomtricos

    constituyan la mayora de los grabados, ms rele-

    vantes parecen ser, las figuras antropomorfas (30,4

    %). Sean stas con escasos o ningn atuendo, se

    presentan en actitudes dinmicas (msicos y dan-

    zantes, Figura 7c), o bien representan hombres

    cndores, ricamente ataviados y dibujados de

    frente simtricamente (11,5 %, Figuras 7a, b y d).

    Este ltimo conjunto de figuras se sita en primer

    plano, pues adems de su relativo gran tamao, que

    permite su alta visibilidad desde la parte inferior

    de la ladera, su reproduccin masiva revela un sig-

    nificado particular en Suca 7.

    En el caso de las figuras zoomorfas (25 %),

    estas aparecen generalmente aisladas, o bien si se

    hallan sobre bloques con otras figuras no parecenconformar ningn tipo de escena particular. Es as

    como no se observan representaciones de camli-

    dos atados o con cargas que nos remitan al trfico

    y en mucho menor medida pastas altiplnicas. En

    cambio, Suca 13, presenta una distribucin de pas-

    tas que dan cuenta de una interacci

    n ms intensa,

    donde pastas de tierras interiores (estndar 500)

    aparecen en conjunto con pastas arenosas, esta vez

    no adscribibles a los desarrollos regionales coste-

    ros, sino que sugerimos su adscripcin al comple-

    jo Pica-Tarapac, dado su color de pasta y el ca-

    racterstico brochado de su superficie (Ayala y

    Uribe 1995). Pero en este escenario de interaccin

    a nivel local, la cermica negro sobre rojo se pre-

    senta como un bien extico dentro de la quebrada

    y especialmente en Suca 13.

    Arte Rupestre

    La totalidad de los grabados de Suca 7 y 13

    fueron realizados mediante la tcnica de piquetea-

    do, variando desde un punteado fino hasta muy

    grueso, y con distintas profundidades. La realiza-

    cin de figuras aprovech el color rojizo del so-

    porte rocoso, logrando que las representaciones

    sobresalgan en un color ms claro que el de los

    bloques.

    La descripcin y comparacin de las manifes-taciones rupestres de Suca 7 y Suca 13 se basan en

    las categoras de motivos inicialmente definidas en

    el yacimiento de Tarapac 47 (Nez y Briones

  • 8/14/2019 Sepulveda Et Al Suca CH

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    M. A. Seplveda R., A. L. Romero G. y L. Briones236

    Tabla 3. Distribucin de diferentes categoras de figuras identificadas en Suca 7 y Suca 13.

    Distribution of different categories of identified figures inSuca 7 andSuca 13.

    Categoras Subcategoras Suca 7 Suca 13N % N %

    Antropomorfos Simples* 13 6,3 8 4,0Dibujados de frente, simtricamente 6 2,9

    Hombres-cndores 24 11,5

    Otros Antropo-zoomorfos 2 1,0

    Msicos 2 1,0

    Arqueros 11 5,5

    Otros 18 8,7 18 9,0

    Subtotal 63 30,4 39 19,5

    Zoomorfos Camlidos 29 13,9 24 12,1

    Cnidos o zorros 2 1,0 6 3,0

    Falcnidas 1 0,5

    Otras aves 6 2,9 11 5,5

    Lagartos 3 1,4

    Serpientes 3 1,4

    Batracios 1 0,5

    Indeterminados 7 3,4 3 1,6

    Subtotal 52 25,0 44 22,2

    Geomtricos Crculos 22 10,6 31 15,6Rectngulos 4 1,9

    Escalerados 2 1,0 3 1,6

    Serpentiformes 14 6,7 20 10,0

    Puntos 10 4,8 9 4,5Lneas rectas o curvas con apndices 17 8,1 12 6,0

    Cruces 4 1,9 11 5,5

    Composiciones 5 2,4

    Indeterminados 15 7, 2 30 15,1

    Subtotal 93 44,6 116 58,3

    Total 208 100,0 199 100,0

    * Antropomorfos sin elementos de atuendo, tengan o no animacin. Las otras subcategoras corresponden a antropomorfos

    complejos, es decir, con elementos de atuendo, tengan o no animacin.

    caravanero (Nez y Briones 1967-68; Nez

    1985).

    Suca 13

    Los bloques grabados se disponen mayorita-

    riamente en el sector B de Suca 13, en un aflora-

    miento rocoso disperso sobre una ladera abrupta.

    En Suca 13, al igual que en Suca 7, los di-

    seos geomtricos son tambin mayoritarios

    (58,3 %)3

    . Ac destacan igualmente las figuras ba-sadas en crculos y las lneas serpenteadas. Es co-

    mn hallar grandes paneles con mltiples grabados

    geomtricos, donde se puede evidenciar un uso y

    reutilizacin recurrente de algunos bloques (Figu-

    ras 8d y 8f), observacin que no se aprecia en Suca

    7, donde los motivos se presentan aisladamente en

    cada panel o bloque (Tabla 3).

    Respecto de las figuras antropomorfas (19,5 %)

    tambin hay diferencias. Si bien, ac se observan

    algunas representaciones de hombres cndores, los

    grabados de figuras conocidas como arqueros son

    los ms recurrentes (5,5 %, Figuras 8c y g). Ade-

    ms, estas representaciones suelen asociarse en un

    mismo panel a figuras de aves, de patas largas ydelgadas (Figura 8c), asignables aparinas (Phoeni-copterus sp.) o suris (Rhea sp.). Su presencia esparticularmente relevante al hallarse representa-

  • 8/14/2019 Sepulveda Et Al Suca CH

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    237Trfico de caravanas, arte rupestre y ritualidad en la quebrada de Suca (extremo norte de Chile)

    Figura 7. Diseos rupestres de Suca 7: (a) Bloque 11, motivos antropomorfos simtricos; (b) Bloque 19, hombre-cndor y

    detalle de figura geomtrica; (c) Bloque 15, msicos; (d) Bloque 21, hombre-cndor.

    Rock artSuca 7 designs: (a) Block 11, symmetric anthropomorphic motives; (b) Block 19, man-condor and detail of a geometricshape; (c) Block 15, musicians; (d) Block 21, man condor.

    das en un piso ecolgico ajeno a su hbitat natural,

    ya que se trata de aves altoandinas.

    Otras escenas recurrentes, que no fueron iden-

    tificadas en Suca 7, se refieren a paneles que rela-cionen figuras antropomorfas de frente sin rasgos

    de animacin con camlidos (Figura 8e). Adems,

    en algunos casos los camlidos portan cargas so-

    bre sus lomos. Estas escenas tienen directa rela-

    cin con el trfico de caravanas (Nez 1985).

    Apoyan esta relacin la frecuencia de motivos

    geomtricos asociados con huellas de camlidos

    (Figura 8f) y camlidos con pezuas destacadas

    (Figuras 8a y b).

    Otro motivo reconocido son las denominadas

    chacras o lneas rectas simtricas asociadas a l-neas serpenteadas y puntos que representaran sis-

    temas de regado (Figura 8d, Briones et al. 1999).

    Las lneas extremadamente sinuosas o aberrantes

    tambin son mucho ms frecuentes en Suca 13,

    denotando una recurrencia en el uso de los blo-

    ques (Figura 8f).

    Discusin: Ritualidad y Trfico en Suca

    A pesar de su proximidad y de compartir sen-

    deros de movilidad, las evidencias arqueolgicas de

    los sitios Suca 7 y Suca 13 permiten definir grandes

    contrastes entre ellos. Suca 7, en especial los Secto-

    res A y B, se encuentran en un espacio parcialmente

    cerrado y relativamente escondido detrs de una

    pequea colina que forma un hito particular del pai-

    saje, y le confiere al emplazamiento un indudable

    valor simblico. Se observan, adems, diversas es-tructuras y rasgos que evidencian una ocupacin

    relativamente efmera. Destaca un pozo revestido de

    piedra de posible origen funerario, reocupado como

  • 8/14/2019 Sepulveda Et Al Suca CH

    14/19

    M. A. Seplveda R., A. L. Romero G. y L. Briones238

    Figura 8. Diseos rupestres de Suca 13: (a) Bloque 47, camlidos de pezuas destacadas; (b) Bloque 34, camlido con pezuas

    destacadas; (c) Bloque 40, figuras antropomorfas atacando a aves alto-andinas; (d) Bloque 17, motivos geomtricos abstractos y

    punteado; (e) Bloque 10, antropomorfos con camlidos atados; (f) Bloque 32, diseos serpentiformes, lneas y puntos; (g) Bloque

    37, personajes enfrentndose con arcos y flechas.

    Rock artSuca 13 designs: (a) Block 47, camelids with highlighted hoofs; (b) Block 34, camelid with highlighted hoofs; (c) Block 40,anthropomorphic figures attack to highland birds; (d) Block 17, geometric abstract motives and dotting; (e) Block 10, anthropomorphs

    with tied camelids; (f) Block 32, serpentine designs, lines and dotted designs; (g) Block 37, characters that are attacked with bowsand arrows.

    silo. La cermica permite identificar una ocupacin

    de una comunidad mayoritariamente de origen lo-

    cal (cermica de pasta estndar 500), vinculadas a

    las poblaciones descritas para la precordillera de

    Arica (Santoro et al. 2003).

    El emplazamiento de los bloques grabados

    dominando visualmente la explanada y la colina,

    un rasgo que distingue al lugar, ascomo el tipo de

    motivos representados confieren un significadoparticular al sitio. Entre las figuras grabadas pre-

    dominan las representaciones de hombres-cndo-

    res, msicos, danzantes, todos ellos de grandes

    dimensiones y dispuestos en bloques con alta visi-

    bilidad.

    Las representaciones del hombre-cndor u

    hombres representados de frente con varios elemen-

    tos de atuendo, han sido interpretadas como repre-

    sentaciones de Tarapac o Tunupa (Chacama y Es-pinosa 1997), deidad ordenadora del mundo, desde

    la regin altiplnica hacia el norte de Chile (Bouys-

    se Cassagne 1997:173; Wachtel 1990:536)4. La re-lacin entre la ruta de Tunupa y las rutas de cara-vanas permite sustentar una posible funcin

    simblica de los sitios de arte rupestre, donde se

  • 8/14/2019 Sepulveda Et Al Suca CH

    15/19

    239Trfico de caravanas, arte rupestre y ritualidad en la quebrada de Suca (extremo norte de Chile)

    evidenciara un patrn de intercambio-coloniza-

    dor con funcin sociopoltica en que la expansin

    Tiwanaku tiene importancia (Chacama y Espino-

    sa 1997:788). Siguiendo los planteamientos suge-ridos por Chacama y Espinosa (1997) en relacin

    a la figura del hombre-cndor, la representacin

    de deidades asociadas a Tiwanaku, la posibilidad

    de un espacio funerario y un conjunto de rasgos de

    materialidad local podran hacer referencia a ritos

    de fundacin, de apropiacin de un espacio par-

    ticular. La presencia de representaciones de msi-

    cos o danzantes confirman un carcter eminente-

    mente ceremonial de Suca 7 (Espinosa 1996). Ms

    all de las representaciones, el emplazamiento de

    los bloques en una especie deanfiteatro

    es unargumento ms a favor de esta interpretacin. Este

    altar o retablo dara cuenta de algn tipo de di-

    logo simblico entre hombres y deidades, media-

    do por ritos en el cual participan representaciones

    mticas sobre un paisaje cultural donde destaca la

    colina, una formacin orogrfica particular, asimi-

    lable simblicamente con los mallku, de gran im-portancia en la ritualidad andina5. Las caractersti-

    cas de Suca 7, su reiterada representacin de

    falcnidas y su particular arreglo orogrfico, nos

    sugeriran una apropiacin ritual del territorio. Lasescasas evidencias cermicas y arquitectnicas dan

    cuenta que dicha apropiacin mtica y ceremonial

    habra sido realizada por poblaciones de la precor-

    dillera y el desierto.

    Suca 13, en cambio, ocupa un espacio abierto

    con gran visibilidad hacia el sur y el poniente. Los

    restos de recintos arquitectnicos rectangulares de

    construccin bien elaborada dan cuenta de una

    ocupacin planificada. Adems, la presencia de

    restos malacolgicos costeros y cermica altipl-

    nica nos permite sugerir para Suca 13 la existenciade una funcin vinculada al trfico de larga distan-

    cia. Podemos agregar el Sector C de Suca 7 dentro

    de la actividad caravanera de Suca 13, caracteriza-

    do por una dispersin de materiales culturales en

    superficie y una pequea estructura rectangular que

    recuerda a las estructuras de muro-y-caja descritas

    en el Alto Loa.

    Al igual que en el Alto Loa, en Suca 13 estas

    evidencias se caracterizan por una particular ubi-

    cacin dentro del paisaje cultural. Berenguer

    (2004), menciona que se hallan siempre en espa-cios separados de otras reas de actividad, lo cual

    denota una intencin de delimitar simblicamen-

    te el acceso al espacio de muros-y-cajas, usando

    de preferencia lugares altos, localizaciones con

    una amplia visin del entorno (Berenguer

    2004:398). Este conjunto de caractersticas ha

    servido a Sinclaire (1994) y Berenguer (2004) parasealar que se trata de espacios ceremoniales re-

    lacionados directamente con rituales de viaje

    practicados por caravaneros en trnsito (Beren-

    guer 2004:401).

    Las evidencias de Suca 13 y Suca 7 sector C,

    supondran la existencia de un pequeo puesto es-

    tratgico que sirvi como sitio de trasvasije o

    de apoyo logstico6 en actividades de intercam-

    bio de larga distancia. Suca 13 se convierte en un

    punto intermedio en los circuitos entre la costa y

    las tierras altas. Este planteamiento de funcionali-dad relativa a la interaccin econmica y social se

    respalda adems con el anlisis de la cermica. En

    Suca 13, las proporciones cermicas daran cuenta

    de relaciones entre comunidades locales de pre-

    cordillera y del desierto meridional (Complejo

    Pica-Tarapac) (cermica de pastas estndares 500

    y 400), con otras sociedades altiplnicas (pastas

    estndares 220 y 210). La presencia de cermica

    decorada altiplnica (Chilpe o Chilpe-Carangas) y

    la ausencia de cermica de la Cultura Arica podra

    evidenciar particulares esferas de interaccin yprestigio que estaran funcionando en Suca 13,

    donde habran intervenido intereses de las comu-

    nidades locales y tambin nfasis regionales de

    intercambio y movilidad. Ms an, una importan-

    te frecuencia de cermica altiplnica y una arqui-

    tectura sin precedentes en la quebrada dejan abier-

    ta la posibilidad que personeros altiplnicos estn

    a cargo del trfico en Suca.

    En este contexto, las manifestaciones rupes-

    tres de Suca 13 permiten reforzar estas interpreta-

    ciones. Son frecuentes los motivos ligados a trfi-co, tales como camlidos cargados, hombres

    asociados a camlidos, camlidos con grandes pe-

    zuas y huellas de camlidos. Destacan tambin

    las escenas de enfrentamientos ya sea entre hom-

    bres u hombres atacando aves probablemente

    altiplnicas, tales como suris y parinas. Es posible

    que tales diseos sealen una solucin simblica a

    conflictos sociales o polticos ocurridos por la in-

    teraccin entre las sociedades locales con socieda-

    des meridionales (Complejo Pica-Tarapac) y alti-

    plnicas7, stas ltimas representadas por las avesaltoandinas. Estas acciones definiran un posible

    inters, por parte de los grupos involucrados, por

    apropiarse poltica e ideolgicamente de un espa-

  • 8/14/2019 Sepulveda Et Al Suca CH

    16/19

    M. A. Seplveda R., A. L. Romero G. y L. Briones240

    cio de encuentro e interaccin entre diversas po-

    blaciones.

    Otro fenmeno interesante es la profusin de

    grabados en los bloques de Suca 13, donde lo im-portante no es el diseo final, sino el acto indivi-

    dual de esculpir en piedra, que en conjunto con los

    diseos sealan una reiterada actividad votiva, po-

    siblemente ligada al imaginario productivo ya sea

    agrcola como caravanero (van Kessel 1976).

    Conclusiones

    Con este trabajo hemos contribuido a la re-

    flexin sobre las manifestaciones rupestres del

    norte de Chile y el trfico de caravanas. Nos cen-tramos en la relacin entre asentamientos, paisaje

    y ritualidad dentro del sistema de la movilidad ca-

    ravanera y trfico local. Siguiendo a Berenguer

    (1994a, 2004), sostenemos que el planteamiento

    conceptual de la movilidad giratoria es un buen

    punto de partida para avanzar, por un lado, en el

    entendimiento de la interaccin de las poblacio-

    nes del sur andino; y, por otro lado, en el entendi-

    miento de los aspectos de la ritualidad ligadas al

    trfico.

    Tambin sostenemos que la exploracin dequebradas secundarias puede ser tan relevante como

    el estudio de los valles mayores (p.ej. Azapa, Ca-

    marones, etc.), para comprender ms plenamente

    los procesos socioculturales de la prehistoria del

    Norte Grande. Planteamiento similar ha sido pro-

    puesto en el Alto Loa por Berenguer (2004), quien

    apela por un mayor nfasis en el estudio de los es-

    pacios elongados de los circuitos giratorios, situa-

    dos entre los asentamientos-ejes.

    La relacin entre arte rupestre y trfico de ca-

    ravanas ha sido ampliamente aceptada, sin embar-go, vemos que la relacin es mucho ms compleja

    y requiere del entrecruzamiento de la mayor canti-

    dad de informacin disponible. El arte rupestre

    como imagen visual sirve para denotar la apropia-

    cin cultural de un espacio natural, organizndolo

    conceptualmente, en donde el mensaje transmiti-

    do no tiene una relacin exclusiva con el trfico

    caravanero (Muoz y Briones 1996). Sin embar-

    go, a travs de este tipo de movilidad se efectan

    diversos grados de influencias entre diferentes gru-

    pos (Berenguer 1994b), y, con esto, la transferen-

    cia de los mensajes ms elaborados.

    En definitiva hemos descrito la coexistencia

    en un mismo espacio de ocupaciones prehispni-cas con diferentes participaciones dentro del trfi-

    co prehispnico. Suca 7, con una serie de eviden-

    cias que muestran el inters de poblaciones locales

    en la elaboracin de un espacio sagrado, da cuenta

    de un rea de eminente funcin microrregional,

    relacionada con los procesos culturales especfi-

    cos ocurridos en el interior de la quebrada median-

    te la apropiacin de determinados espacios (Sepl-

    veda et al. 2003). La presencia de otros 14 sitios

    con manifestaciones rupestres en el sector medio

    de la quebrada de Suca evidencia una ocupaci

    nintensiva, que an no podemos precisar.

    En tanto Suca 13, en conjunto con Suca 7C,

    poseen una serie de rasgos que indican una partici-

    pacin ms activa en el trfico caravanero, como

    asentamiento intermediario de los circuitos reali-

    zados entre asentamientos ejes principales dentro

    del modelo de la movilidad giratoria.

    Entonces, se reconoce, desde el arte rupestre y

    otros rasgos culturales, que ambos sitios marcan

    una apropiacin ceremonial de un espacio en rela-

    cin a dos tipos diferentes de actividades o inte-racciones. Estas apropiaciones se hacen bajo dis-

    tintas normas y/o lgicas, expresadas en las

    diferentes manifestaciones arqueolgicas presen-

    tes en cada caso. En la quebrada de Suca, indepen-

    diente de la relativa baja densidad de sus yacimien-

    tos arqueolgicos, se presenta como un punto de

    conexin (Seplveda et al. 2003), cuya importan-

    cia cultural no radica en la frecuencia o duracin

    de la ocupacin humana en trminos fsicos y de

    deshechos, sino en el dilogo constante y disputa

    ideolgica por medio de diseos visuales y la trans-formacin cultural del paisaje.

    Agradecimientos: A quienes compartieron tra-bajo en Suca: Rolando Ajata, Rosa lvarez Juan

    Chacama, Carlos Mondaca, Ral Rocha y Daniela

    Valenzuela. A los editores de Chungara, a los eva-

    luadores annimos del manuscrito, y a los no an-

    nimos don Oscar Espoueys y Patrice Lecoq, todos

    ellos buscaron mejorar la calidad de esta entrega.

    Resultado proyecto FONDECYT 1020491.

  • 8/14/2019 Sepulveda Et Al Suca CH

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    Notas

    1 El modelo de la movilidad giratoria (Nez y Dillehay

    1995) fue planteado como una alternativa de explicacin

    de los procesos de interaccin e intercambio ocurridos en

    el rea Centro Sur Andina, tras los modelos de verticali-

    dad de Murra (1975, 1985a y 1985b) y el modo altipl-

    nico de Browman (1984). La verticalidad, formulada a

    partir de textos etnohistricos, implicaba la existencia de

    grupos de colonos enviados a diversos pisos ecolgicos para

    la explotacin directa y la obtencin de recursos variados.

    El modo altiplnico, basado en estudios etnogrficos y ar-

    queolgicos, en cambio, insista mayoritariamente sobre

    la existencia de alianzas establecidas por distintos grupos

    especializados en una actividad productiva particular, pero

    coexistiendo en un mismo espacio. Las alianzas se esta-

    bleceran a nivel regional, pero tambin entre diversos gru-

    pos socioculturales, formando alianzas intertnicas. Elmodelo de la movilidad giratoria fue formulado a partir de

    diversas evidencias arqueolgicas integradas dentro de un

    principio flexible de ingeniera mecnica. En l los autores

    pretendieron integrar los diversos mecanismos de movili-

    dad planteados en los modelos de la verticalidad y modo

    altiplnico, como formas de interaccin complementaria

    entre grupos mviles y sociedades sedentarias, ubicadas

    en diferentes zonas ecolgicas (Nez y Dillehay 1995:24).2 Todas las georreferencias corresponden al sector 19 del

    Datum Provisorio Sudamericano de 1956.3 Cabe hacer notar que en Tarapac- 47 las categoras de di-

    seo representaron similares proporciones (Nez y Brio-

    nes 1967-68).4 Los trabajos de Wachtel (1990) y Bouysse Cassagne (1997)

    analizan varias fuentes etnohistricas referentes a los mitos

    de Tunupa, Tarapac y Viracocha. Sus estudios deducen una

    asimilacin o confusin recurrente de dichas deidades y de

    sus historias, perdurando inclusive en la poca colonial. El

    estudio realizado por Chacama y Espinosa (1997) analiza y

    compara las representaciones de hombres-cndores en rela-cin a la figura del Seor de los Bculos de la Puerta del Sol

    de Tiwanaku. En nuestro trabajo adherimos a sus conclusio-

    nes, sin entrar en mayores detalles sobre su anlisis, el cual

    nos alejara del tema central de este trabajo. Sin embargo,

  • 8/14/2019 Sepulveda Et Al Suca CH

    19/19

    243Trfico de caravanas, arte rupestre y ritualidad en la quebrada de Suca (extremo norte de Chile)

    pensamos que un anlisis ms detallado de la distribucin

    de dichas representaciones en los sitios del norte de Chile,

    podra permitir evaluar el avance de una iconografa de ori-

    gen altiplnico en tierras bajas, o el contacto entre poblacio-

    nes locales desrticas y grupos forneos.5 Existe una amplia constatacin etnogrfica y etnohistrica

    de la importancia de los cerros en la ritualidad andina, del

    mismo modo existen autores que la profundizan hasta so-

    ciedades prehispnicas (Berenguer et al. 1984; Reinhard

    1983, entre otros).

    6 Dada la presencia de cermica post-hispnica en el sector

    C de Suca 7, es posible que el uso de dicho lugar como

    sitio de apoyo logstico pudo perdurar hasta tiempos co-

    loniales.7

    En otra ocasin hemos sealado que tales representacio-nes, en el contexto de la Cultura Arica, representan enfren-

    tamientos rituales (Romero 1996). Los escasos anteceden-

    tes que disponemos sobre Suca nos indican la posibilidad

    de conflictos reales durante el Intermedio Tardo.