62
Cómo superar el miedo a volar Testimonios prácticos Claudio Plá, Patricia Vila, y Daniel Dottis Colaboradora de redacción Alejandra Noseda

Testimonios prácticos - Poder Volar · casos en que la aerofobia no se elimina por completo, el paciente consigue administrar sus niveles de ansiedad en los niveles tolerables. Cuando

Embed Size (px)

Citation preview

Cómo superar el miedo a volarTestimonios prácticos

Claudio Plá, Patricia Vila, y Daniel DottisColaboradora de redacción Alejandra Noseda

Cómo superar el miedo a volar Testimonios prácticos

Claudio Plá, Patricia Vila, y Daniel Dottis

Colaboradora de redacción Alejandra Noseda

Obra Inscripta en la Dirección Nacional del Derecho de Autor bajo el N°: 476386

Prohibida su reproducción total o parcial sin el consentimiento de sus autores.

¿Qué es la aerofobia?

Mi Método

Todo sobre el avión

Testimonios de Adultos 1

Testimonios de Adultos 2

Testimonios de Niños

Consejos Prácticos

1

2

3

4

5

6

7

Indice

Introducción¿Tiene usted miedo a volar? ¿Está interesado en introducirse en este tema que afecta al 20 % de la población? Lo invito, entonces, a conocer mi propia experiencia: yo también tuve temor a los aviones y pude superarlo. En especial quiero presentarle los testimonios de algunas personas, tanto adultos como niños, que desarrollaron mi método y así consiguieron disfrutar de un viaje o lograron bajar el nivel de ansiedad.

Los personajes que ustedes conocerán a lo largo de este libro son reales, y aunque en algunos casos no sean revelados sus nombres y apellidos para preservar su identidad, representan a otros cientos de grandes y chicos, que acudieron a consultar a mi equipo interdisciplinario Poder volar, cargados de angustia, y se fueron pensando en su próximo destino, sin que éste fuera representado con tantos efectos negativos.

Los miedos son tan universales que nadie debe sentirse ajeno cuando se habla de ellos. No hay persona que no haya experimentado miedo en algún momento de su vida.

Quiero compartir con ustedes mi propia historia. Atravesé una infancia repleta de miedos, vivíamos en un barrio supuestamente inseguro y tardé mucho tiempo en moverme solo por el mundo. Además, soy miope desde los 8 años y crecí sin la ayuda de los actuales cristales orgánicos irrompibles, circunstancia que me dejaba expuesto a peligros si simplemente corría, metía el cuerpo en peleas o jugaba al fútbol.

En aquellos años mi timidez rozaba el límite de lo que actualmente se describe como fobia social. Cuando hablaba en público, sentía inseguridad, inhibiciones corporales, me ruborizaba.

Durante mis primeros viajes en avión, en la adolescencia, me sentía inquieto antes de cada partida. Recordaba entonces que mi padre, cada vez que se iba, se despedía de mi hermano y de mí con un testamento holográfico. Nos decía: “Yo me voy a volar”. Eso significaba para él muchas cosas, pero fundamentalmente una que lograba transmitir con toda claridad: su miedo a no regresar. Lo invadía un pánico especial desde que se había estrellado en Medellín el avión en el que viajaba Carlos Gardel.

Seguramente todo esto determinó mi vocación, ya que uno trabaja desde sus propias heridas. Ahora, por supuesto, disfruto de los viajes y me encanta volar, pero reconozco que tuve que disociar el placer de viajar con esas trágicas despedidas. El objetivo de este libro es mostrarle que usted también puede realizar este cambio para mejorar su calidad de vida, tal como lo lograron tantas mujeres y hombres que confiaron en nuestras propuestas.

El miedo es una gran bisagra. Se puede convertir en el techo de crecimiento de una persona, frenándole el desarrollo profesional o afectivo, pero también puede ser el piso donde apoyarse para producir grandes o pequeñas transformaciones.

Creo que ayudar a los otros a superar miedos es un buen sentido para la vida. Mi profesión se orienta a favorecer y acompañar este proceso. Alguien dijo alguna vez que los psicoterapeutas somos muy afortunados, porque nos fue dada la posibilidad de entrever otras almas, otras vidas que multiplican las nuestras y nos enseñan otras realidades. Sé que siempre estaré agradecido a mis pacientes, quienes me ayudan a seguir creciendo y a mantener intacta la capacidad de sorpresa.

Con total seguridad, puedo decir que el 90 % de las personas que realiza mi programa logra abordar un vuelo en mejores condiciones y bajar el nivel de ansiedad que provoca esta experiencia. En los casos en que la aerofobia no se elimina por completo, el paciente consigue administrar sus niveles de ansiedad en los niveles tolerables.

Cuando usted termine de leer este libro, de dará cuenta que los que quieren olvidar sus miedos a bordo saben que pueden hacerlo. Usted podrá contar con herramientas que lo ayudarán a cambiar su percepción del avión como una pesadilla y encaminarse entonces por el camino de quienes gozan de las bondades del transporte más seguro del mundo.

Su atención, por favor. Tripulación lista para el despegue. Viaje con nosotros en esta fascinante sensación de perder el miedo a volar.

¿Qué es la aerofobia?Las tres vías de las cuales puede partir el miedo a volar son: una experiencia traumática a bordo, las informaciones periodísticas o bien el formar parte de una familia aprensiva, que ha tomado un modelo de peligro y de riesgo, llevándola a reaccionar con ansiedad ante todas las situaciones nuevas.

Primera vía: La experiencia traumática Produce un condicionamiento directo que en el miedo a volar es equivalente a haber tenido una mala experiencia de vuelo. Puede provenir de una aterrizaje forzoso, una turbulencia, un pozo de aire profundo. Puede haber sido una experiencia real o, incluso, imaginaria. Por ejemplo, alguien sintió cómo el avión se sacudía ante un pozo de aire y eso le generó la sensación de que éste caía en picada libre: no existió un peligro real, pero es la percepción del sujeto la que le da cualidad al peligro.

Segunda vía: La informativa Hay personas que no han volado nunca y, sin embargo, reciben el impacto del miedo a través de la información transmitida por terceros. Por ejemplo, leyeron una noticia acerca de un accidente aéreo y pensaron: “Ni loco me subo a un avión”.

El sujeto desarrolla un pensamiento que es irracional, prestando más atención a toda aquella información que confirme su temor, y no escuchando aquella que lo desacredite. El sujeto puede adquirir información a través de los medios de comunicación. Cuando los medios proporcionan información acerca de accidentes aéreos ocurridos, esta información suele ser errónea, incompleta o distorsionada. Los periodistas a veces no disponen de toda la información disponible y, en consecuencia, realizan distorsiones o interpretaciones sesgadas de la realidad. Otra característica de los medios de comunicación es su sensacionalismo y la espectacularidad que brindan a noticias como las de accidentes aéreos. Así, sujetos que leyeron las noticias acerca de estos accidentes, o que vieron repetidamente las imágenes del desastre por la televisión, pueden haber resultado tan impactados que desarrollaron una fobia a volar, incluso si no han volado nunca.

1.

Tercera vía: Por adquisición vicariante Los miedos se contagian o se heredan de generación en generación. Si una madre tiene miedo a las arañas es probable que la hija desarrolle un miedo atroz a esos mismos bichos o a otros por desplazamiento.

Muchos miedos, no sólo el miedo a volar, son aprendidos de un modo indirecto, llamado aprendizaje vicario. Algunos sujetos provienen de familias en donde predominan los miedos y éstos se contagian y transmiten en el seno familiar. Si en la familia hay personas que temen volar, es probable que el sujeto también tenga este temor, es decir, puede aprender el miedo a volar aunque, incluso, nunca haya volado en avión.

La gente que sufre de fobia a volar suele presentar un repertorio de síntomas que se manifiestan en distintos niveles: físico, psicológico, conductual, intelectual y social.

Palpitaciones Opresión en el pecho Temblores Aumento de la sudoración Sequedad en la boca Dificultad para respirar Molestias gástricas

Inquietud interior Desasosiego Inseguridad Presentimiento de la nada Temor a perder el control Temor a la muerte Temor a la locura Temor al suicidio

Estado de alerta, hipervigilancia Dificultad para la acción (quedarse paralizado) Bloqueo afectivo (perplejidad, sorpresa, no saber qué hacer) Inquietud motora (estar agitado) Trastorno en el lenguaje no verbal (mirada, expresión, gestos)

Físicos

Psicológicos

Conductuales

Errores al procesar la información (expectativas negativas) Pensamientos ilógicos Dificultad para concentrarse Trastornos de memoria

Disminución de las habilidades sociales (la capacidad para relacionarse con los demás) No saber qué decir ante ciertas personas No saber decir no Dificultades para hablar de ciertos temas Sentirse avergonzado ante los demás

Estos síntomas no se presentan de manera aislada sino que, por el contrario, están estrechamente ligados constituyendo los que se denomina “el circuito de la ansiedad”.

Allen Carr, en su libro Cómo superar el miedo a volar, ofrece los resultados de un cuestionario que realizó a más de 300 pacientes. El estudio revela los siguientes datos:

¿Tu miedo a volar (MAV) hace que te sientas? Avergonzado: 11 % Cobarde: 22 % Irracional: 56 % Estúpido: 33 % Inferior a los que no sufre de MAV: 44 %.

A parte del MAV, ¿tienes habitualmente? Ataques de pánico: 11 % Claustrofobia: 22 % Miedo a las alturas: 67 % Miedo a conducir : 11 % Miedo a viajar en un coche conducido por ciertas personas: 89 % Miedo a viajar en un coche conducido por cualquiera: 22 % Miedo a otras formas de transportes como: El tren: 0 % El barco: 44 % Los ascensores:33 % Las escaleras mecánicas: 11 % La montaña rusa: 78 %

Intelectuales

Trastornos sociales

¿Tu miedo a volar (MAV) hace que

te sientas?

Hay millones de personas que padecen este problema. El miedo a volar de Neil Coles, el famoso jugador de golf, le impidió ganar millones de dólares en el circuito americano.

David Bergkamp, el futbolista holandés de Arsenal, hizo incluir una cláusula en su contrato que estipulaba que jamás viajaría en avión. Por su parte, el futbolista Alfredo Di Stéfano suele decir : “entro al avión sin barba y salgo con ella de la tensión que sufro”. El escritor colombiano Gabriel García Márquez confesó públicamente su aprensión y escribió varios artículos sobre el tema. Dijo: “El único miedo que los latinos confesamos sin vergüenza y hasta con cierto orgullo machista es el miedo al avión”.

Carr se pregunta: “¿El verdadero problema de la gente que tiene miedo a volar no será que el cerebro racional les dice que volar no tiene el menor peligro y su cerebro irracional les dice que es peligroso?” Por eso, manifiesta que “el miedo al avión es irracional. Lo causa la falsa idea de que volar es peligroso y desagradable”, y propone: “Borra de tu mente esa falsa idea y eliminarás el miedo”.

La fobia a volar representa una ansiedad muy compleja, ya que en su estructura se mezclan numerosos factores: sociales, personales, primitivos, técnicos, reales, imaginarios, colectivos e individuales.

Entre los pensamientos negativos que tienen las personas con fobia, se escucha que el volar es antinatural, que sufren de claustrofobia, que tienen la asfixia, que quedarán atrapados, que volarán con mal tiempo, que se acabará el combustible, que se estrellarán contra una montaña, que chocarán contra otro avión, que habrá una falla mecánica, que no podrán controlar nada, que habrá un sabotaje, un error humano, un incendio o que el avión se desplomará.

Según un sondeo realizado en la Argentina por la socióloga Graciela Romer –junto con la Universidad Torcuato Di Tella y el Laboratorio de Estudios Regionales en Opinión Pública (LEROP) de la Universidad de Buenos Aires–, el 23 % de los pasajeros locales experimentan temor a la hora de subir a un avión y son miedosos asumidos.

������������������������������� ���������������������������

��������

El 23% de los pasajeros locales experimentan temor a la hora de subir un avión y son miedosos asumidos.

Hace diez años, cuando comenzamos con el método Poder Volar, la proporción de asistentes era de un hombre cada tres mujeres. Ahora la relación es pareja. Creo que hombres y mujeres sufren el miedo por igual, sólo que las mujeres se sienten con permiso para manifestarlo mientras que los hombres lo ocultan porque la sociedad latinoamericana es machista.

Los ejecutivos son los que más temen a los vuelos. Las personas que emprenden viajes en avión con mucha frecuencia están más expuestas a sensibilizarse. Suelen ocultar, por otra parte, el temor a los viajes aéreos ante la presunción de perder alguna promoción interna dentro de la compañía.

Una encuesta realizada por la empresa aeronáutica Boeing indica que dos de cada tres personas sufren trastornos a la hora de volar y, por esta razón, una de cada cinco evita abordar un avión. Dicha encuesta arroja, además, que el 6 % de las personas que podría utilizar el avión en sus viajes, lo descarta por miedo.

El fóbico le teme más a los vuelos de cabotaje, no sólo porque sus accidentes han tenido mayor promoción, sino porque son aeronaves más chicas, que vuelan a menor altura y tienen más chances de pasar por una tormenta. De hecho, hay gente que ha sufrido más con un vuelo al Uruguay que con cualquier país de Europa.

La aerofobia es un síndrome de creciente interés social, que afecta al 20 % de la población en países como los Estados Unidos y la Argentina y al 17 % en España.

La década de 1990 es considerada por la psiquiatría moderna como la “década del pánico”. Atentados terroristas, guerras y desastres naturales provocaron que mujeres y hombres, de todas las edades y clases sociales, comiencen a desarrollar o profundizar cier tos trastornos de ansiedad y fobias y, especialmente, las relacionadas con el miedo a volar.

La aerofobia no es una problemática poco usual, miles de personas alrededor del mundo la padecen día a día y cada vez con costos más altos. Sin ir más lejos, el mundo globalizado de los negocios plantea alianzas regionales y una alta especialización de los profesionales. Por el otro lado, presenta la falta de recursos idóneos en los diferentes puntos de la región, aprovecha la abrupta caída en los pasajes aéreos (producto del 11 de septiembre) y el interminable sistema de acumulación de millas.

������������������������������� ���������������������������

��������

La aerofobia afecta al 20% de la población en países cómo Estados Unidos y

Argentina (izq)y al 17% en España. (derecha)

������������������������������� ���������������������������

��������

Cuando arrancamos hace diez años la proporción de asistentes

era un hombre cada tres mujeres.

Estos son sólo algunos de los factores que influyen a la hora de movilizar millones de ejecutivos cada día y, por esta razón, el viajero de negocios es un potencial foco de desarrollo para este tipo de síndrome de la vida actual.

Poder Volar, conjuntamente con Alternativa Empresarial S.A., desarrolló un cuestionario para investigar diferentes hipótesis en los pasajeros con temor a volar. La encuesta ha sido realizada a 100 participantes de nuestros programas para volar mejor.

En base a las respuestas brindadas, pasemos a analizar los resultados obtenidos de la población estudiada.

Respecto al sexo, la muestra de entrevistados se divide de forma equilibrada. Se nota una predominancia de mujeres que representa el 55 % de los encuestados.

Analizando las edades de los entrevistados, detectamos una mayor incidencia de personas jóvenes, de entre 20 y 40 años, que son el 48 %.

Se verifica que la mayoría de los consultados, el 57 %, posee un alto nivel de educación formal. Son personas que concluyeron algún curso superior. Entre ellos, el 23 % cursa o ya concluyó un postgrado.

El 23 % de los entrevistados puede ser considerado “viajero frecuente”.

El 88 % de los entrevistados dice viajar exclusivamente por placer o bien por placer y trabajo.

Las empresas mejor calificadas fueron tres compañías europeas: British Airways, Lufthansa y Air France.

Las compañías norteamericanas United y American Airlines, que en el cuestionario formaban un único conjunto, aparecen detrás de las líderes por medio punto de diferencia. La empresa Lan figura como la compañía latinoamericana mejor ranqueada.

Las empresas Aerolíneas Argentinas, Iberia, Alitalia y Varig obtienen la misma calificación, con medio punto de diferencia con relación a Lan.

������������������������������� ���������������������������

��������

Se nota una predominancia de mujeres, el 55% de los encuestados.

������������������������������� ���������������������������

��������

������������������������������� ���������������������������

��������

48% de los afectados por la fobia tienen entre 20 y 40 años.

El 57%, de los afectados posee un alto nivel de educación formal. Entre ellos, el 23% cursa o ya concluyó un postgrado.

Gol Líneas Aéreas figura lejos de las demás. Cabe señalar que el 25 % de los entrevistados (11 personas) no opinó sobre esta empresa. Esto nos muestra que la misma no es conocida del público que participó de la conferencia.

Las opiniones de los entrevistados sobre las Compañías de Bajo Costo han sido, en su totalidad, negativas.

En 1995, coordiné la investigación denominada Miedo a Volar realizada por la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Torcuato di Tella (ambas de Argentina), y patrocinada por los laboratorios Roche. Nos basamos en entrevistas realizadas a 900 personas en varios aeropuertos argentinos. En las entrevistas se utilizaron indicadores sobre las sensaciones frecuentes en situación de vuelo: placer/displacer, seguridad/inseguridad, tranquilidad/preocupación y ansiedad/serenidad. A continuación se exponen algunos de los hallazgos:

En Argentina y los E.E.U.U. 1 de cada 3 personas tiene miedo a aterrizar, a despegar, o a las turbulencias, 1 de cada 5 personas no vuela por fobia específica a los aviones y un 20% de los pasajeros se automedica.

Hay tres tipos de pasajeros: los tranquilos (el 63%), los miedosos asumidos (el 23%) y los miedosos no asumidos (14%).

Tranquilos Viajan con serenidad (35%), con placer (25%) y con seguridad (16%). La mayoría son varones (60%), ocupacionalmente es población económicamente activa (84%), y tienden a volar más frecuentemente que los otros sectores (38% vuela una vez al mes o más frecuentemente).

Miedosos asumidos Refieren estar ansiosos durante el vuelo (23%), preocupados (25%), inseguros (16%) y experimentan algún malestar (8%). Son principalmente mujeres (60%), ocupacionalmente es población inactiva – amas de casa, jubilados y estudiantes (31%) y los papeles en el hogar son el de cónyuge o el de hijo (35%).

Miedosos no asumidos Experimentan tanto sensaciones agradables como desagradables. Presentan características sociodemográficas parecidas a las de los miedosos asumidos: suelen ser mujeres (55%), ocupacionalmente es gente inactiva – amas de casas, jubilados y estudiantes (28%) y los

� �

49%

39%

8%

8%7% 4%

23%

18%

37%

63%

14%

23%

Perturbaciones psicológicas que produce volar Formas de enfrentar las perturbaciones psicológicas

49% Miedo a las turbulencias

39% Miedo a las tormentas

37% Miedo a un accidente

23% Miedo al despegue o aterrizaje

18% Miedo a volar

8% Claustrofobia

8% Vértigo

7% Miedo a enfermarse

4% Miedo a perder el control

Tipología de Pasajero

63% Tranquilos

23% Miedosos asumidos

14% Miedosos no asumidos

34% Reza

15% Toma un medicamento

14% Trata de viajar por otros medios

12% Busca un acompañante

10% Bebe alcohol

7% Lleva un amuleto

4% Trata de posponer el viaje

4% Otros

a

34%

15%

7%

4%4%

12%

10%

14%

Predisposición a Volar con Mayor frecuencia si superara las dificultades

38% Volaría más frecuentemente

37% No volaría más

16% Lo consideraría

9% No sabe

a

38%

9%

16%

37%

30%7%

5%3% 2%2% 2%

10%

8%

Medicamentes que se consumenBase: 10% que consume medicamentos

30% Lexotanil

28% Dramamine

10% Valium

8% No recuerda

7% Alplax

5% Otros

3% Lo que tenga a mano

2% Melocar

2% Flores de Bach

2% Trapax

2% Dormicun

28%

papeles en el hogar más frecuentes son el de cónyuge o el de hijo (43%). Se diferencian por estar en un nivel económico más bajo.

Cada tipo de pasajero presenta diferentes tipos de miedos:

Tranquilos Las perturbaciones físicas y psicológicas no los afectan de manera importante. Los temores más frecuentes que presentan son a las turbulencias (33%) y a las tormentas (27%). Sus sensaciones desagradables se producen fundamentalmente durante las turbulencias (73%), que afectan mucho más a los pasajeros tranquilos que al resto. Sin embargo, el nivel de inconvenientes, en este sector son los medios de comunicación (54%) y las experiencias personales o de terceros (23% en cada caso) y miedos generados por viajar en avión son mucho menores que en los otros sectores. El 42% afirma que los problemas no son tan serios como para impedirles viajar en avión.

Miedosos Asumidos Sufren perturbaciones psicológicas y físicas en un nivel mayor que el resto de los pasajeros. Sus temores más frecuentes son a las turbulencias (81%), a tener un accidente (74%), a las tormentas (67%), al despegue y aterrizaje (48%) y a morir (43%). Una característica diferencial de este segmento es la de atribuir sus temores, en mayor medida que otros pasajeros, a malas experiencias vividas o relatadas por otras personas (34%). Un 26% volaría más frecuentemente si tuviera a su alcance algo que le permitiera superar las dificultades. Un 33% no viajaría con más frecuencia y un 26% considera que las dificultades no son un impedimento significativo.

Miedosos no asumidos Sus miedos más frecuentes son a las turbulencias (64%), a las tormentas (53%), a un accidente (50%), temor durante el despegue y el aterrizaje (48%) y miedo a morir (43%). Las turbulencias son el principal factor desencadenante de las sensaciones desagradables. Sin embargo, no se sienten tan angustiados durante el día del viaje ni en los días previos al vuelo. Solo un 7% viajaría más frecuentemente en avión si pudiera controlar su miedo a volar.

� �

49%

39%

8%

8%7% 4%

23%

18%

37%

63%

14%

23%

Perturbaciones psicológicas que produce volar Formas de enfrentar las perturbaciones psicológicas

49% Miedo a las turbulencias

39% Miedo a las tormentas

37% Miedo a un accidente

23% Miedo al despegue o aterrizaje

18% Miedo a volar

8% Claustrofobia

8% Vértigo

7% Miedo a enfermarse

4% Miedo a perder el control

Tipología de Pasajero

63% Tranquilos

23% Miedosos asumidos

14% Miedosos no asumidos

34% Reza

15% Toma un medicamento

14% Trata de viajar por otros medios

12% Busca un acompañante

10% Bebe alcohol

7% Lleva un amuleto

4% Trata de posponer el viaje

4% Otros

a

34%

15%

7%

4%4%

12%

10%

14%

Predisposición a Volar con Mayor frecuencia si superara las dificultades

38% Volaría más frecuentemente

37% No volaría más

16% Lo consideraría

9% No sabe

a

38%

9%

16%

37%

30%7%

5%3% 2%2% 2%

10%

8%

Medicamentes que se consumenBase: 10% que consume medicamentos

30% Lexotanil

28% Dramamine

10% Valium

8% No recuerda

7% Alplax

5% Otros

3% Lo que tenga a mano

2% Melocar

2% Flores de Bach

2% Trapax

2% Dormicun

28%

Las molestias físicas que presentan los pasajeros entrevistados son muchos menos frecuentes que los temores. Un 10% tiene palpitaciones durante el vuelo, otro 10% tiene náuseas o problemas abdominales, un 8% se queja de sufrir mareos o inestabilidad, un 6% tiene la sensación de ahogo y un 4% tiene molestia en los oídos.

La mayoría de los sujetos que manifiesta alguna perturbación se apoya en algún recurso como: rezar (34%), llevar un amuleto (7%), tomar un medicamento (15%), beber alcohol (10%), buscar viajar acompañado (12%), tratar de posponer el viaje (4%) y tratar de viajar por otro medio (14%).

� �

49%

39%

8%

8%7% 4%

23%

18%

37%

63%

14%

23%

Perturbaciones psicológicas que produce volar Formas de enfrentar las perturbaciones psicológicas

49% Miedo a las turbulencias

39% Miedo a las tormentas

37% Miedo a un accidente

23% Miedo al despegue o aterrizaje

18% Miedo a volar

8% Claustrofobia

8% Vértigo

7% Miedo a enfermarse

4% Miedo a perder el control

Tipología de Pasajero

63% Tranquilos

23% Miedosos asumidos

14% Miedosos no asumidos

34% Reza

15% Toma un medicamento

14% Trata de viajar por otros medios

12% Busca un acompañante

10% Bebe alcohol

7% Lleva un amuleto

4% Trata de posponer el viaje

4% Otros

a

34%

15%

7%

4%4%

12%

10%

14%

Predisposición a Volar con Mayor frecuencia si superara las dificultades

38% Volaría más frecuentemente

37% No volaría más

16% Lo consideraría

9% No sabe

a

38%

9%

16%

37%

30%7%

5%3% 2%2% 2%

10%

8%

Medicamentes que se consumenBase: 10% que consume medicamentos

30% Lexotanil

28% Dramamine

10% Valium

8% No recuerda

7% Alplax

5% Otros

3% Lo que tenga a mano

2% Melocar

2% Flores de Bach

2% Trapax

2% Dormicun

28%

� �

49%

39%

8%

8%7% 4%

23%

18%

37%

63%

14%

23%

Perturbaciones psicológicas que produce volar Formas de enfrentar las perturbaciones psicológicas

49% Miedo a las turbulencias

39% Miedo a las tormentas

37% Miedo a un accidente

23% Miedo al despegue o aterrizaje

18% Miedo a volar

8% Claustrofobia

8% Vértigo

7% Miedo a enfermarse

4% Miedo a perder el control

Tipología de Pasajero

63% Tranquilos

23% Miedosos asumidos

14% Miedosos no asumidos

34% Reza

15% Toma un medicamento

14% Trata de viajar por otros medios

12% Busca un acompañante

10% Bebe alcohol

7% Lleva un amuleto

4% Trata de posponer el viaje

4% Otros

a

34%

15%

7%

4%4%

12%

10%

14%

Predisposición a Volar con Mayor frecuencia si superara las dificultades

38% Volaría más frecuentemente

37% No volaría más

16% Lo consideraría

9% No sabe

a

38%

9%

16%

37%

30%7%

5%3% 2%2% 2%

10%

8%

Medicamentes que se consumenBase: 10% que consume medicamentos

30% Lexotanil

28% Dramamine

10% Valium

8% No recuerda

7% Alplax

5% Otros

3% Lo que tenga a mano

2% Melocar

2% Flores de Bach

2% Trapax

2% Dormicun

28%

� �

49%

39%

8%

8%7% 4%

23%

18%

37%

63%

14%

23%

Perturbaciones psicológicas que produce volar Formas de enfrentar las perturbaciones psicológicas

49% Miedo a las turbulencias

39% Miedo a las tormentas

37% Miedo a un accidente

23% Miedo al despegue o aterrizaje

18% Miedo a volar

8% Claustrofobia

8% Vértigo

7% Miedo a enfermarse

4% Miedo a perder el control

Tipología de Pasajero

63% Tranquilos

23% Miedosos asumidos

14% Miedosos no asumidos

34% Reza

15% Toma un medicamento

14% Trata de viajar por otros medios

12% Busca un acompañante

10% Bebe alcohol

7% Lleva un amuleto

4% Trata de posponer el viaje

4% Otros

a

34%

15%

7%

4%4%

12%

10%

14%

Predisposición a Volar con Mayor frecuencia si superara las dificultades

38% Volaría más frecuentemente

37% No volaría más

16% Lo consideraría

9% No sabe

a

38%

9%

16%

37%

30%7%

5%3% 2%2% 2%

10%

8%

Medicamentes que se consumenBase: 10% que consume medicamentos

30% Lexotanil

28% Dramamine

10% Valium

8% No recuerda

7% Alplax

5% Otros

3% Lo que tenga a mano

2% Melocar

2% Flores de Bach

2% Trapax

2% Dormicun

28%

Fuente: LEROP (UBA) - Universidad Di Tella. 900 entrevistas coincidentales

Mi MétodoCon el objetivo de ayudar a los aerofóbicos a encontrar la solución para que puedan volar tranquilos, creamos un equipo interdisciplinario denominado Poder Volar. Este grupo está integrado por Patricia Vila, licenciada en Psicopedagogía; Daniel Dottis, comandante y actual inspector de línea aérea para la Autoridad Aeronáutica Argentina, y por mí, Claudio Plá, que soy médico y psiquiatra.

Me interesé en investigar las causas y tratamientos para las fobias, desde que comencé a trabajar en el campo de la medicina y la psicología, hace 26 años. Y fue en 1983, cuando empecé a involucrarme de lleno en esta problemática.

Un colega me convocó para hacer una tarea inédita en la Argentina: dar cursos a los pilotos de Aerolíneas Argentinas. La empresa entendía que las naves se habían perfeccionado a tal punto, que lo único que quedaba por perfeccionar era la calidad de los seres humanos, tanto de la tripulación como de los pasajeros.

La experiencia fue rica para unos y otros. Ellos, los pilotos, nos miraron a nosotros, los psicólogos, con desconfianza. Pero, al poco tiempo, encontraron que ése podía ser el espacio apropiado para mejorar la calidad de los vuelos para todos. Desde entonces, hasta 1988, he instruido a más de 300 pilotos y dicté cursos en los que participaron más de medio millar de comandantes y copilotos.

Fueron ellos quienes me contaron sobre la gran cantidad de pasajeros que se acercaban a la cabina para confesarles el miedo que tenían de volar. Me dediqué entonces a crear un método que alivie a estas personas de esta carga, y que les brinde la posibilidad de recuperar la libertad.

Hace diez años que me dedico a ofrecer recursos prácticos para volar mejor. Durante todo este tiempo obtuve la comprobación del éxito de mi teoría. Cerca de 2000 personas optaron por mi método y, en el 90 % de los casos, lograron desterrar su problema, bajan el nivel de ansiedad y vuelan mejor.

En 1995 comencé a brindar mis programas en la Argentina; desde hace 4 años, en España y recientemente iniciamos los cursos en México. Conformé un equipo multidisciplinario, porque creo que en este tema deben intervenir tres disciplinas: la psicopedagogía, la psiquiatría y la aeronáutica. Juntos diseñamos las jornadas para los

2.

viajeros frecuentes que sufren molestias durante el viaje, desde la más leves hasta la más severas.

Brindamos recursos prácticos y herramientas didácticas a personas que tienen una mala calidad de vuelos, que evitan volar o que no pueden hacerlo, con la consigna de promover la conciencia de la patología, la asistencia de la superación y las posibles soluciones.

Nuestro programa abarca:

Cursos grupalesSe brinda información aeronáutica sobre el proceso de aprendizaje, psicofármacos y técnicas de relajación. Reunión individualSimulador de vuelo.E-learningDVDs, métodos audiovisuales diversos y videoconferencias.Acompañamiento en el vueloSeguimiento de pasajeros por Internet durante el vuelo (todos los aviones actuales tienen wi-fi y es un clásico conectarse con el canal de acompañamiento de Poder Volar, que suministra información de la ruta, la meteorología y hasta conecta, en ocasiones, con las comunicaciones en la cabina de mando).LibrosAcompañamiento de personas ansiosas y / o fóbicasA través de teléfonos móviles, antes y después del vuelo.

Psicología

PropuestaIntegral

Psiquiatría

Aeronáutica

Las actividades grupales enriquecen al individuo por el intercambio y la dinámica que generan, ya que en nuestras jornadas se incluyen herramientas prácticas: información aeronáutica sobre el funcionamiento del avión; información meteorológica; teoría sobre la psicología de los miedos; técnicas de afrontamiento y juegos grupales de aprendizaje que ayudan a incorporar los conocimientos, mediante la vivencia de situaciones probadas y controladas por nuestro grupo de profesionales.

Además, ofrecemos la ejercitación de distintas prácticas de relajación y la experiencia de volar por medio de un programa de simulación de vuelo.

Este simulador consta de un sillón de avión, con un casco provisto de una pantalla tridimensional. Instalado en su asiento, el paciente se encontrará con distintas dificultades y podrá experimentar situaciones semejantes que suelen ocurrir durante un vuelo, como temblores y movimientos.

La realidad virtual es una herramienta que debe ser fortalecida con el uso de técnicas cognitivas y conductuales.

Los datos obtenidos en este trabajo demuestran que la técnica de exposición mediante realidad virtual es una herramienta eficaz para superar la fobia a volar. En los diversos estudios de casos y en los estudios de control realizados hasta el momento, se ha probado su efectividad. También, diversos psicólogos (entre ellos, Rothbaum, Wiederhold, y Baños) aplican esta técnica como parte de sus tratamientos, y sostienen que es efectiva. (Ricciuti, Carolina, 2006)

La técnica conductista de exposición es considerada por muchos autores como un componente clave en el tratamiento de las fobias específicas. Un modo posible de implementar esta técnica es a través de la realidad virtual. La realidad virtual consiste en la creación de escenarios virtuales tridimensionales, simulados mediante una computadora, que contiene los estímulos temidos y que permite al paciente experimentar diversas sensaciones, pensamientos y emociones. Mediante la interacción humano-máquina el paciente logra, gradualmente, activar y modificar sus miedos. El uso de la realidad virtual para el tratamiento de la fobia a volar en avión comenzó a utilizarse en el año 1996, por la psicóloga Bárbara Rothbaum y su equipo en la Universidad de Emery en los E.E.U.U.

El simulador de vuelo

También, ciertos estudios encontraron que esta técnica presenta una serie de ventajas frente a la exposición in vivo o imaginaria. Por ejemplo, su superior capacidad de inmersión frente a la exposición imaginaria, o la posibilidad de aplicar esta técnica a aquellos pacientes que se niegan a someterse a una exposición in vivo porque les resulta demasiado difícil o amenazante. (Ricciuti, Carolina, 2006)

La mayoría de los asistentes a la jornada tiene un viaje en puerta. El problema principal del viajero es la ansiedad que lo acosa previamente al vuelo, la cual genera un estado de cosas que a veces, cuando baja del avión, se encuentra en condiciones deplorables. Esto les ocurre especialmente a los hombres, quienes suelen consumir mayor cantidad de alcohol y de pastillas que las mujeres.

Patricia Vila afirma con razón: “El volar exige un aprendizaje. Si ese aprendizaje no fue realizado en las mejores condiciones, hay que volver a intentarlo, significándolo desde otras situaciones que permitan mayor tranquilidad”.

Recuerdo las palabras de Jefferey A. Kottler, en su libro Viajar como experiencia transformadora, cuando describe el viaje del héroe. Una historia sobre un viaje transformador que sustituye el presente y el pasado por un futuro diferente. Es recomendable, como él señala, tomarse el viaje como un desafío, un modo de crecimiento personal y también un recorrido hacía el interior de nosotros mismos.

Mi método es algo puntual y se orienta a obtener resultados positivos en el corto plazo, por medio de un curso intensivo de unas ocho horas, reuniones grupales y también individuales. En mi abordaje tomó mucho de la terapia cognitiva comportamental, que se caracteriza por ser breve, focalizada, y operativa.

Probablemente ustedes sepan que el miedo a volar se puede curar por medio de un conjunto de herramientas: el conocimiento de la aeronáutica, técnicas de relajación y, en algunos casos, la ingesta de psicofármacos.

Además de las jornadas presenciales, ofrecemos capacitación a distancia por medio de las nueva tecnologías. Aprovechando los enormes recursos que brinda Internet, desarrollamos un portal que permite, por medio de un diseño de fácil comprensión, intercambiar ideas y conocimientos desde cualquier punto de mundo, a través de chats, foros y la consulta on line con el equipo de Poder Volar.

Prepararse para el vuelo

Además, hemos diseñado un DVD donde se relatan ejercicios de respiración, relajación y visualizaciones para realizar en el avión. A principios de 2005, publiqué el libro Poder Volar. Como superar el miedo al avión, con el fin de poner al servicio de los aerofóbicos mi trayectoria y experiencia profesional. En el expongo mi teoría, que revolucionó el enfoque de esta problemática, analizando cada uno de los aspectos que la originan, desde los sociales hasta los personales.

Con este segundo libro quiero brindarles vivencias, experiencias de personas de diversas edades y nacionalidades, de modo que usted compruebe la aplicación práctica de mi teoría.

Hace 10 años que me dedico a esto y trabajo con un plan de recursos múltiples, ya que el abordaje para atacar el miedo debe hacerse desde todos los frentes. Los pilares fundamentales son el conocimiento de los elementos básicos del avión y la información de cómo se producen los aprendizajes. Además, reflexiones sobre las cuestiones relativas al cuerpo, brindamos técnicas de relajación, respiración, visualización, yoga, y también analizamos el recurso farmacológico.

Más del 25 % de los pasajeros se automedica para volar, cuando lo correcto es consultar con los especialistas, ya que los medicamentos indicados para estos casos deben ser recetados por un médico, quien indica las dosis diarias y la forma de administración, según las necesidades de cada paciente, desde varios días previos al vuelo.

Hay dos líneas de fármacos: los ansiolíticos, que se toman desde varios días previos al vuelo dentro de un plan de tomas crecientes; y los moduladores de la ansiedad o antidepresivos, que tienen un efecto muy bueno y son un resorte exclusivo de los psiquiatras.

Mi tratamiento les sirve a hombres, mujeres, niños, niñas, ejecutivos, turistas ocasionales y pasajeros en general. Es decir : le puede servir a usted.

Tenga confianza: mi método está sumamente comprobado, no sólo por cerca de 2000 personas que participaron de mis cursos que hoy logran volar mejor ; sino que también es reiteradamente reconocido en diversas conferencias científicas internacionales.

Somos sus compañeros a la hora de volar y de viajar. Somos sus compañeros en el viaje que supone el vivir.

En el lóbulo frontal del cerebro se desarrolla la madurez “hombre pensante” que aplaca al “hombre primitivo”, el cual se encuentra en la parte posterior del cerebro. Además, todos tenemos un niño asustado a quien hay que calmar y, al mismo tiempo, incentivar para despertar al niño creativo.

El personaje racional y el primitivo coexisten en muchas personas, por eso no es raro advertir momentos de pulseada de pensamientos que se producen durante un vuelo. Finalmente, cuando la persona vence el miedo siente que su estima sale fortalecida.

Con el objetivo de suministrar una herramienta para ayudar a superar el miedo a volar, he elaborado una clasificación de estilos de personas fóbicas, que se divididen en tres subtipos: el hombre primitivo, el niño abandonado y el Bambi. En una misma persona se puede encontrar un rasgo de cada subtipo o bien una acentuación de uno de ellos.

Esta es una manera metafórica para entender las actitud de los seres humanos.

El hombre primitivo es muy controlador y, por eso, no le gusta el avión, porque no puede tener el control visual y no sabe qué está pasando en la cabina. A él no le gustan los imprevistos, por eso se pone mal en el avión, ya que un vuelo siempre es una colección de imprevistos. El hombre primitivo ha tenido algún quiebre. Era muy valiente, pero en algún momento tuvo una enfermedad, un accidente o falleció algún conocido y, a partir de entonces, quedó asustado. Al tener un “sistema nervioso duro”, este tipo de pacientes necesita, en general, dosis más altas de medicación y no es muy fácil de tratar con medicamentos, le cuesta pedir ayuda.

El niño abandonado arrastra otros miedos anteriores a la fobia a volar. Reacciona con pequeñas dosis de medicación porque tiene el “sistema nervioso blando”. Es una persona dependiente y sufre de Trastornos de Ansiedad por Separación (TAS). En este tipo hay una mayor incidencia de agorafobia, que es el clásico acompañante que surge luego de los ataques de pánico. Entonces, tienen miedo de salir porque piensan que se exponen a un ataque de pánico en la calle, por ejemplo. Son muy dependientes y se “pegotean” con el prójimo.

El Bambi arrastra otros miedos anteriores a la fobia a volar. Acepta la medicación, pero tiende a dejarla con facilidad. Es más racional, necesita la explicación minuciosa. Es un tipo de paciente que generalmente no tiene continuidad en la terapia.

El hombre primitivo

Mayor cantidad de hombres

Muy controladores

Monofóbicos

Muy adaptados a entornos conocidos

Comúnmente, obsesivos

o personalidades de acción.

Mayor incidencia de Trastornos de

Stress Pos Traumático (TSPT)

Sistema nervioso (SNC) “duros”

Predominio de la Vía 1 de Rachman:

El condicionamiento directo

El niño abandonado

Igual cantidad de hombres y mujeres

Delegan el control

Multifóbicos

Mal adaptados al

entorno crónicamente

Comúnmente, personalidades

infantiles, dependientes.

Mayor incidencia de agorafobia.

Trastornos de Ansiedad

de Separación (TAS)

Sistema nervioso (SNC) “blandos”

Predominio de la Vía 2 de Rachman:

La adquisición vicariante

El Bambi

Un poco más de hombres

que de mujeres

Adaptados a un sutil control

Multifóbicos

Adaptados al entorno con evitaciones fijas

Comúnmente, personalidades histriónicas

o con ansiedad social.

Mayor incidencia de pánico y TAG

Sistema nervioso (SNC) con partes

duras y partes blandas

Predominio de la Vía 3 de Rachman:

Instruccional o informacional

El hombre primitivo

Reticentes frente a la medicación

por incredulidad.

¿Clonazepam + Sertralina

o Fluvoxamina?

Son muy distantes con el terapeuta

por no tolerar la dependencia.

Se suelen adaptar a algunas

consignas de la TCC.

Aceptan plazos de trabajo.

Son tesoneros.

Adherencia baja a la

Realidad Virtual

El niño abandonado

Mas fáciles de medicar.

Muy sugestionables.

Gran efecto placebo.

¿Clonazepam + Citalopram?

Vitaminas y azúcar

(más que a los otros 2 subtipos)

Acortan la distancia con el

terapeuta todo lo que pueden.

“Aman” todas las psicoterapias.

Toman mucho por“modelaje”

(¿sumisión?).

Quieren eternizar el

vínculo terapéutico.

Adherencia intermedia

a la Realidad Virtual

El Bambi

Aceptan la medicación

con reticencias. Tienden a

abandonarla con facilidad.

¿Clonazepam + Fluoxetina

o Paroxetina?

Se acercan hasta que se

asustan y huyen ante

pequeños estímulos.

Son muy curiosos frente

a la terapia. No suelen entrar

en procesos. Van y vienen.

Ensamblan bien con la

psicoeducación.

Son muy lectores.

Adherencia alta a la

Realidad Virtual

Los subtipos fóbicos frente al tratamiento

En nuestros cursos proponemos a los participantes que refuercen sus figuras protectoras internas. Todos tenemos, internamente, a nuestros papás o nuestra mamá que nos ayudan o nos acompañan a atravesar situaciones difíciles. Además, nosotros también reforzamos estas instancias internas de ayuda, ya que nos ofrecemos como modelo de acompañamiento. De hecho, en muchos casos nuestros pacientes nos relatan que en los momentos de turbulencias recuerdan nuestras palabras: “La turbulencia no reviste peligro”. De manera simbólica, lo que están haciendo es convocarnos a nosotros tres como acompañantes en el vuelo.

La otra instancia acompañante es la calidad de los vínculos que se crea cuando se conforma cada grupo, ya sea de los cursos presenciales como del aula virtual. Cada uno puede compartir su experiencia con el resto de los participantes y darse cuenta de que lo que le ocurre es similar a lo de los demás. De esta manera se arma el sentimiento de comunidad. Este colectivo imaginario los acompaña en los vuelos.

También funcionan como objetos de acompañamiento los libros y los CDs.

Todos estos instrumentos conforman una red donde se generan nuevas ideas, un nuevo constructo mental que se va a contraponer con el constructo previo que se trae con las ideas negativas y aterradoras.

El pasaje del constructo aterrador al constructo saludable implica justamente el cambio de las ideas previas (de terror y aprensión) a las nuevas ideas y pensamientos de comprensión y tranquilidad frente al avión. Este pasaje se puede producir a través del humor, ya que a veces la persona se termina riendo de lo ridículo que resulta estar asustado en el avión. Esta instancia se puede observar en el juego de roles: el participante adopta el papel del personaje asustado y primitivo, en primer lugar, y luego se despega de ese rol y asume el del sujeto pensante, que maneja información racional. Muchas veces es en ese momento cuando la persona hace “el clic” o, dicho en términos psicológicos, cuando se produce el insight.

Desde el punto de vista pedagógico, cuando en el sujeto se instala el miedo a volar se inhibe la posibilidad de pensar en cuestiones positivas sobre el avión. Por eso, los aerofóbicos sólo leen sobre catástrofes y no pueden absorber las noticias positivas. Únicamente pueden acopiar aquello que refuerce su creencia.

Figuras Protectoras

Por medio de las diversas actividades que les proponemos, logran escuchar datos reales y consiguen entonces adquirir un conocimiento que antes tenían bloqueado.

¿Por qué consideramos que se puede ayudar a mejorar la calidad de vuelo de una persona desde una intervención psicopedagógica?

Podemos decir que somos todos actores de una sociedad en donde lo único estable es el cambio. Esto hace que el ser humano tenga que estar en permanente posibilidad de adaptarse a las situaciones que se le presentan. Tiene que ejercitar su capacidad de generar un repertorio de respuestas posibles a la cantidad de situaciones conflictivas con las cuales convive.

¿Qué es lo que se espera de un adulto? ¿Completud? ¿Dominio de sí mismo? ¿Capacidad para sostener compromisos que contrae? ¿Responsabilidad en todos los ámbitos de la vida? ¿Capacidad para desempeñar un trabajo o profesión? ¿Capacidad para transmitir la vida y para mejorarla? ¿Capacidad para disfrutar de sus logros y actividades actuales?

Bien. Imaginemos ahora la situación en la que un alto ejecutivo de una empresa tiene que ir por trabajo a un país de otro continente. ¿Cómo explica que lo aterra subirse a un avión?

El mito del adulto como acabado al alcanzar su madurez, no tiene asidero hoy. Esto por un lado puede ser que lo deje al adulto más desencajado: las diferencias ya no están congeladas, ya no puede imponer su autoridad solo por ser adulto, pero también le otorga un gran poder de liberación. Puede ser mirado como un ser en constante proceso de construcción y aprendizaje.

Así como desde lo biológico podemos reconsiderar su condición de “terminado” o de “desarrollo finalizado” también podemos considerar que el ser humano continúa su desarrollo durante la adultez.

Al considerarlo como inacabado, le estamos dando también la posibilidad de intentar respuestas a los requerimientos del medio.

Reaprender a volar

Si puede conectarse con sus debilidades o carencias, podrá también reconocer sus fortalezas y desde allí encontrar soluciones alternativas por las cuales podrá realizar cambios.

Cuando nos proponemos re-presentar el avión para aquellos que lo ven como un arma mortal, o que simplemente no quieren verlo, es porque tenemos en cuenta la necesidad de trabajar con ciertas características típicas de aprendizaje del adulto:

1) Es reflexivo. Tiene conciencia de sus experiencias. Asume responsabilidades e intenta saber lo que quiere. 2) Tiene capacidad de percibir y discriminar con fluidez las distintas relaciones existentes entre los diferentes elementos. 3) Su aprendizaje determina la formación de hábitos que se reflejan en su conducta. 4) Es capaz de desprenderse de sus sentimientos y valoraciones subjetivas y ver las cosas independientemente de cómo quisiera que fueran. 5) Hay en él una adhesión particular hacia la lógica de atributos, lo que conlleva una tendencia hacia la acumulación pasiva de conocimientos

Estas características son descriptas por D’Anna y Hernández en Psicopedagogía Laboral aprendizaje Hoy, 1998:

La última característica es quizá la de mayor peso en la fundamentación de nuestra metodología de trabajo. El aprendizaje pasa siempre por situaciones de vida. Uno puede tener muchas experiencias en la vida y no por ello obtenido aprendizaje. El aprendizaje consiste en poder transferir ciertos conocimientos herramientas e instrumentos a situaciones concretas. La calidad de aprendizaje va a depender de la identificación y discriminación de los elementos que están implicados en la situación.

De allí nuestra inclusión de las diferentes dimensiones por las cuales transita el aprendizaje: El espacio del cuerpo; El organismp; La inteligencia; La posibilidad de simbolizar.

Habitualmente nuestro organismo tiene un funcionamiento silencioso y cuando se nos presentifica es porque algo esta sucediendo… Nos duele el estómago cuando tenemos hambre. Habitualmente no sentimos el latido de nuestro corazón ni estamos atentos al ritmo de nuestra respiración, pero si el viajar en avión nos genera desagrado seguramente escucharemos el latido de nuestro corazón al llegar al aeropuerto y es posible que nuestra respiración también se agite.

El avión además tiene para ofrecernos a todos (quienes lo detestan y quienes disfrutamos de él) una colección de estímulos adversos a nuestros sentidos: El ruido, el olor particular, la sequedad del ambiente, la restricción de la visión y la falta de información que nos suministra la ventanilla desde donde a lo sumo en el momento del despeque y el aterrizaje podremos ver una colección de miniaturas semejante a una maqueta que representa alguna zona un tanto urbanizada si salimos o llegamos a una ciudad.

La aeronave nos invita a estar sentados durante todo el viaje. Con el cuerpo prácticamente sin movimiento y esto generalmente también nos fastidia… Aún a los que tienen una vida mayoritariamente sedentaria. Reconocer nuestra base biológica y nuestro origen animal nos ayuda a tener presente las necesidades que nuestro cuerpo nos manifiesta y que en nuestra vida cotidiana intentamos la mayoría de las veces acallar.

De allí la relevancia que damos a las actividades físicas que recomendamos para antes de viajar y los ejercicios que sugerimos para el momento del vuelo. El miedo se instala en el cuerpo. El estado de miedo es prácticamente imposible de esconder.

Cuando nos sentimos con miedo , nos ponemos vulnerables. Nos conectamos muchas veces con situaciones muy primarias, propias de la primera infancia y semejantes a la búsqueda de la mirada que hace el niño cuando comienza a dar sus primeros pasos. Si la madre (o sustituto materno) está allí para decirle adelante! Es posible que se anime a explorar deambulando el mundo. Si ese adulto de referencia corrió la mirada, en ese momento, es de esperar que el niño apoye la cola en el piso hasta que vuelva a sentir que el otro le da confianza.

Cuando una persona al relatar su viaje en avión dice: “Apenas me siento , lo primero que hago es mirar la cara de la azafata. Si la azafata está seria pienso: “Vamos a tener un vuelo terrible” y si la azafata sonríe, pienso “Me está mintiendo” Se ve claramente cómo

El cuerpo, ese compañero

inseparable…

la persona queda a expensas de otro adulto que lo asista, de una figura que le brinde seguridad.

Sus figuras internas protectoras no le fueron suficientes para esa situación. Esto puede ocurrirle a la misma persona que se comporta de manera muy segura en su casa, su trabajo, y en su vida social, pero dentro del avión se siente sola, angustiada, necesitando alguien que la proteja y la acompañe. Claro que la auxiliar de vuelo no es más ni menos que otro adulto, que además está en su trabajo y puede haber tenido un buen o un mail día.

Nosotros creemos que es necesario trabajar con estas emociones primitivas que despierta el avión. ¿Cómo? Haciéndolas presentes, poniéndolas en palabras, siendo concientes de las sensaciones que nos despierta.

Nuestras propias fantasías, el racconto de nuestra propia historia como seres autónomos, con capacidad de pensar, actuar y sentir, nuestra propia modalidad de aprehender el mundo, las modalidades de aprendizaje que cada uno de los seres humanos tiene y su particular modo de resolver las situaciones conflictivas se construyen durante los cinco primeros años de vida. Es en ese momento cuando se constituye la matriz vincular de los futuros aprendizajes.

Por ejemplo, a los cinco meses de vida, cuando un niño intenta tomar la cuchara, hay ya un esbozo de la autonomía, claro que, como respuesta a ese intento ese niño habrá podido encontrar un adulto que le facilitó la situación; un adulto que le puso la cuchara en la mano; un adulto que le quitó la posibilidad de asirla por temor a que se lastime; un adulto que no registró intento alguno; un hermano que intentó ponerle la cuchara en el ojo; … podríamos seguir enumerando infinitas posibilidades

Sin embargo, por poco estimulante que haya sido la respuesta, esto no será determinante. El ser humano tiene una gran capacidad y plasticidad para cambiar aquellas cosas que a lo largo de su vida no le son funcionales. Podrá desplegar su capacidad simbólica y dramática desplegando así su recorrido por esta maravillosa aventura en la que consiste la vida.

Los pensamientos: las voces internas

que nos ponen en escena…

Los niños con miedo a subirse a un avión generalmente expresan el miedo transmitido (no siempre en forma verbal) por un adulto significativo: su madre, su padre o algún otro adulto de referencia. Como su personalidad no está constituida sino en formación, las estrategias de resolución suelen ser mucho más simples.

El juego es para el niño el lenguaje por excelencia y desde allí trabajamos para que a través de las escenas lúdicas pueda mostrar qué cosas son las que le producen temor. Es importante trabajar al mismo tiempo con sus padres o sustitutos paternos, a fin de esclarecer los mensajes dados.

Es frecuente que el niño exprese el temor al avión haciéndolo depositario de otros temores. En los dos casos de los niños que prestan testimonio a este libro, el viaje en avión estaba relacionado con la emigración, la mudanza a otro país que conlleva otras ansiedades y duelos que superan ampliamente al medio de transporte. Pero ¡claro! Finalmente es el avión el que los aleja de lo conocido…

En los niños generalmente la evolución es muy buena y muy rápida debido, entre otras cosas, a que su capacidad de aprendizaje es mucho más plástica que en el adulto.

¿Qué pasa con los niños que tienen miedo a volar?

Todo sobre el avión La historia comienza el 20 de julio de 1900, cuando el conde Von Zeppelin realizó su primer vuelo en aerostato. El aristócrata se elevó a una altura de 400 metros y recorrió 6 kilómetros. Por entonces, lo más optimistas calculaban que llevaría unos cincuenta años más desarrollar otro tipo de aparato más sofisticado. Sin embargo, los que estuvieron más cerca de la respuesta correcta fueron los que escribieron las predicciones para el nuevo siglo publicadas en el Ladies Home Journal, en diciembre de 1899. Allí anunciaban que, muy pronto, “escuadras de naves aéreas, ocultas en sus propias y nebulosas brumas, flotarán sobre ciudades y campos y se desplazarán a la velocidad de los trenes actuales. Sorprenderán a los enemigos lanzando rayos mortíferos sobre ellos”.

Los hermanos Wright, apenas tres años después, sorprendieron al mundo con una audacia que la crónica histórica recuerda así: “En la mañana del 17 de diciembre de 1903, en las dunas cercanas al pueblo de Kitty Hawk, en California del Norte, Orville y Wilbur Wright se dieron la mano, según relata un testigo presencial, como dos parientes que se separan sin estar seguros de volver a verse. Frente a ello, un pequeño artilugio de fabricación casera que esperaban los convirtieran en los primeros en controlar una nave más pesada que el aire”. El primer intento fue breve y torpe. La nave rebotó sobre la playa. Recién al mediodía y luego de varios arranques fallidos, los hermanos Wright consiguieron elevar la nave a 5 metros de altura y recorrer 160 metros antes de estrellarse contra el piso. El vuelo duró apenas 50 segundos.

Fue suficiente.

Sólo unos pocos periódicos se interesaron por la hazaña de los hermanos Wright, aunque la experiencia no fue ignorada por los principales países del mundo que firmaron convenios para desarrollar el invento.

El primer vuelo sin escalas (Nueva York-California) se realizó en 1923 y, un año después, se logró dar la vuelta al mundo en avión en un viaje que duró 175 días. Fue en 1935 cuando Pan Am ofreció el primer servicio de pasajeros a través del Atlántico e inauguró así los vuelos comerciales, considerados por todos como el medio de transporte más seguro.

Desde entonces han cambiado varias cosas. La velocidad de esas máquinas era apenas superior a los 320 km/h, mientras que las

3.

actuales superan los 3400. El combustible que se utilizaba era altamente inflamable. Hoy se utilizan químicos de alta calidad, preparados para resistir temperaturas inesperadas.

Visítela cada vez que pueda: es fascinante. Quedará impresionado por la cantidad de instrumentos, interruptores, palancas y pantallas. Todos esos mandos asombrosos componen un sistema ordenado y básicamente idéntico para todos los aviones.

Los sistemas más importantes se dividen en tres categorías: electrónicos, hidráulicos y neumáticos. Están dispuestos en zonas independientes, pudiendo actuar, en el caso de que fallara alguno, otro de ellos. Es decir, se cuenta con diferentes mecanismos que cumplen las mismas funciones básicas y son sustituibles entre sí.

Todo avión comercial cuenta con dos pilotos, por lo menos. Ambos están formados y tienen idéntica licencia para conducir el avión que tienen a su cargo. Tanto para ellos como para el resto de los integrantes de la cabina existe un procedimiento de trabajo rígido por el principio de mando y resource-management (gestión de recursos). Esto significa que cada uno hace algo en forma exclusiva, pero sabe hacer el trabajo del otro.

Los dos pilotos debieron superar largos años de formación para obtener el permiso para estar sentados en la cabina. En su C.V. constan miles de horas de vuelo, así como las licencias que obtuvieron a lo largo de su trayectoria. El permiso otorgado por las autoridades para pilotear un avión no es eterno: para renovarlo deben rendir periódicamente pruebas médicas y técnicas.

La altitud dependerá de la distancia que deba recorrer y del peso de despegue. El principio que rige es: a mayor altitud, menor resistencia y menor consumo de combustible. La medida óptima se ubica alrededor de los 10 mil metros, pero en trayectos cortos no tiene sentido trepar hasta allí. La altitud indicada para cada vuelo es la que se llama altura de crucero y, una vez alcanzada, el comandante desconecta la señal que obliga al pasajero a permanecer con el cinturón de seguridad puesto.

La cabina

Los pilotos

Altitud

Cuando un avión vuela sobre un campo de aire potente y a una velocidad de entre 800 y 1000 km/h, usted ni se entera de que está en el cielo. Sin embargo, si se producen remolinos en los bordes de estos campos de aire, el avión reflejará esos movimientos: esto es turbulencia. Las alas oscilan y, sobretodo en los extremos, se mueven de arriba hacia abajo. Estas oscilaciones son necesarias y para eso han construido las alas con materiales que poseen una flexibilidad capaz de soportarlas.

Las empresas supervisan todos los castigos a los que son sometidos los aviones, durante las pruebas previas a la compra de cualquier aparato, para comprobar, entre otras cosas, la flexibilidad de sus materiales. Piense: no son objetos baratos, así que, antes de desembolsar los millones de dólares que valen, cualquier empresa exige que se realicen esas maniobras. El primer cliente de ese avión no es usted ni el pasajero del vuelo anterior sino la propia compañía aérea, que es la que está en condiciones de exigir que le demuestren el valor de lo que lleva.

Las tormentas producen movimientos verticales de aire, limitados localmente. Pueden provocar una interferencia en el movimiento del aire. Un radar meteorológico permite detectarlas y, de ser necesario, esquivarlas. Otra solución es variar la altitud de vuelo. Si el piloto no procede a poner en marcha estas dos variables, es porque él y los controles aéreos a los que está sometido el vuelo han evaluado que no es necesario. Los vuelos sólo pueden efectuarse por rutas aéreas controladas y determinadas con anterioridad y deben estar coordinados con todos los controles de vuelo que se ven implicados en el trayecto. Piense que hay mucha gente que trabaja para que su vuelo se desarrolle normalmente.

La longitud de la pista tiene que ser la que le permita al avión alcanzar su velocidad de despegue. El piloto debe tener en cuenta la velocidad del viento, la cual es medida a través de aparatos y la confirma con la torre de control. Cuando el avión esta colocado en posición, el comandante desplaza la palanca del impulso hacia adelante. En ese momento los ruidos del motor aumentan y se puede percibir la aceleración. El avión adquiere entonces la velocidad apropiada y el morro se levanta del suelo. Las ruedas se pliegan y el avión vuela.

Pocos segundos después se puede escuchar un ruido sordo (los pilotos han guardado el tren de aterrizaje) y, tras unas vibraciones, reina el silencio. Es porque el avión necesita una fuerza de impulso

Las turbulencias

Las tormentas

El despegue

menor y, por lo tanto, se reduce la potencia de los motores. Un avión de dos o más motores dispone, durante el despegue, de más potencia de la que necesita. El motivo es porque está calculada la hipótesis de que pueda fallar un motor y, aún así, se logre realizar el despegue.

La potencia de los motores se reduce cuando el avión abandona su altura de crucero y los pilotos inician el descenso. En ese momento los pilotos siguen las instrucciones de los controladores aéreos, quienes les indican los movimientos que deben realizar, para guardar distancia con respecto a otros aviones.

Los alerones de aterrizaje se asoman de a poco. Una vez estabilizado el avión, comienza el despliegue del tren de aterrizaje y los alerones se ponen en posición. La resistencia aumenta y, por lo tanto, esto debe compensarse con una potencia adicional de los motores. Los frenos aerodinámicos o spoiler entran en acción cuando el avión toca la pista. Los motores, que hasta ese momento generaban un impulso hacia adelante, también se utilizan para frenar. Las placas situadas detrás de los motores generan otro freno adicional. Una vez que se ha reducido la velocidad, el avión abandona la pista y rueda como un auto hasta el lugar asignado para detenerse. Se paran las turbinas, se pide a los pasajeros que permanezcan en sus sitios hasta que el avión haya detenido completamente su marcha (una mínima medida de seguridad para evitar desordenes) y el viaje se da por terminado.

Son los elementos que usted puede ver en funcionamiento durante el carreteo, después del decolaje y durante el aterrizaje.

Se usan para que el avión pueda girar hacia a la izquierda o hacia la derecha, sus movimientos son leves.

Los frenos de velocidad se usan para desacelerar el avión y aumentar el grado de descenso. Los spoliers son chapas que se levantan después del aterrizaje, para ayudar a frenar el avión. Colocan más peso sobre las ruedas para hacer más efectivo el frenado.

El descenso

Flaps y slats

Freno de velocidad y spoliers

Alerones y timón de dirección:

Este control no se ve desde la cabina. Desvía el aire sobre la cola, lo que su vez provoca que se eleve o que baje la nariz y hace subir o bajar el avión.

El tren es guardado en la panza del avión para reducir la resistencia a la alta velocidad. Uno o tres minutos antes de aterrizar, el tren es desplegado. Es cuando se escucha el ruido de las bombas hidráulicas actuando. Los reversores se usan durante el aterrizaje para ayudar al frenado.

Para comandar un avión se necesitan algunas condiciones especiales. Los pilotos deben sumar más de 3500 horas de vuelo, por ejemplo; formarse con entrenamiento universitario durante cuatro años y aprobar todos los controles que implementan las autoridades privadas y estatales. Los exámenes fisiológicos, físicos y psicológicos forman parte de estos controles periódicos y obligatorios. Son los únicos conductores que están obligados a renovar todos los años sus licencias y a probar su destreza ante una mesa examinadora. Incluso hay inspecciones sorpresivas – tanto de las autoridades aéreas como de la propia compañía – destinadas a evaluar el desempeño en pleno vuelo.

Los auxiliares de abordo no están presentes sólo para el confort del pasajero. Su misión especial es la seguridad del vuelo y están entrenados para afrontar las emergencias técnicas y médicas que se presenten.

Por cada hora de vuelo, el avión pasa ocho horas donde se lo somete a las inspecciones y pruebas para garantizar su mantenimiento y seguridad. Para tales tareas se utilizan desde rayos X, que confirman la integridad de la estructura, hasta sensores eléctricos que detectan todo tipo de imperfecciones. La responsabilidad de la autoridad aérea, del fabricante y de la compañía de aviación consiste en que estas prácticas se lleven a cabo en los plazos debidos.

Los aviones son sometidos a una inspección cada vez que concluye un vuelo. El piloto tiene una lista de chequeos obligatorios que debe cumplir antes de despegar. Pero también hay estudios más complejos, realizados por mecánicos certificados por la autoridad aeronáutica.

Los pilotos

El elevador

Tren de aterrizaje y reversores

Auxiliares de abordo

Los chequeos, el mantenimiento

La meteorología puede complicar un poco el aterrizaje, pero en crucero el avión es un acorazado. No hay por qué, en el medio de un vuelo, estar largando adrenalina. La turbulencia es sólo incomodidad y no reviste peligro.

Una catástrofe aérea es siempre noticia, al contrario de los que sucede con un accidente automovilístico. Sin embargo, la cantidad de muertos en rutas supera significativamente a las víctimas de accidentes aéreos. Según un estudio realizado por el National Transportation Statistic, viajar en avión es 29 veces más seguro que viajar en coche y 4 veces más seguro que viajar en tren.

Otro estudio realizado por Rubio, Cabezuelo y Castellano informa que el índice de mortalidad por accidente de avión es de 0,03 muertos por cada millón de pasajeros y el índice de siniestros es aún más favorable: un accidente entre un millón de viajes, sin que este accidente tenga que ser necesariamente mortal. A modo de ejemplo, los autores del trabajo dicen que un avión 727 tendría que sufrir un accidente cada día, sin que hubiera sobrevivientes, para que la cifra de muertes fuera similar a las producidas en una carretera cada año. Sin embargo, el impacto de la noticia de una accidente aéreo es superior a cualquier estudio que intente darle su proporción real.

Para desprenderte del miedo al avión te puede ser útil el conocimiento de estos números incontrastables: en la historia aerocomercial de la Argentina han fallecido poco más 1000 personas, que es un tercio de los que mueren en sólo un año en accidentes de tránsito.

La Airline Pilots Association manifiesta que los estándares de seguridad garantizan que volar es veinte veces más seguro que trasladarse en auto y que las chances de accidentarse se reducen a una en un millón.

Según datos de investigaciones realizadas por la Boing, sólo una persona que volara todos los días durante 95 años podría correr el riesgo de sufrir un accidente aéreo.

Si 100 personas viajaran, cada una de ellas, 20 mil kilómetros anuales en distintos medios de transporte, encontrarían estadísticamente su muerte en los siguientes lapsos:

Meteorología

Datos, cifras y estadísticas

Micros/ colectivos: 600 años Ferrocarriles: 550 años Automóviles particulares: 90 años Bicicletas: 10 años Motocicletas: 5 años Aviones de líneas aéreas regulares: 940 años Fuente: Peter Masefield. Sociedad Real Inglesa para la Prevención de Accidentes.

Pasajeros transportados en avión: año 2004 (en todo el mundo): 1.800 millones. Víctimas fatales: 514. Fuente: IATA.

Seguramente, los aprensivos al avión están llenos de dudas y preguntas sobre el funcionamiento de la aeronave y, en muchos casos, al no contar con la información real, se inundan de ideas falsas que les provocan aún más miedo.

Por eso expongo a continuación la entrevista que le realicé al comandante de nuestro equipo, Daniel Dottis, que tiene 61 años y 30 de vuelo en aviones comerciales. Desde entonces, ha volado 21 mil horas, que sería el equivalente de estar 2 años y cuatros meses todo el tiempo en el aire.

- ¿Qué preparación y requisitos debe tener un piloto de aviones comerciales?

Se debe estudiar en una escuela de aviación donde se rinden materias como aerodinámica, navegación, motores aeronáuticos y electricidad. La primera licencia que se otorga es para conducir naves privadas. Después de 600 horas de vuelo se adquiere la categoría de piloto comercial, luego con 900 horas la licencia de piloto comercial de primera y después recién viene la licencia para piloto de transporte de línea aérea, con 1.200 horas de práctica. Este último permiso no puede obtenerse con menos de 6 años de vuelo. Además de las horas de vuelo, para cada una de las licencias se deben aprobar cursos de perfeccionamiento.

- ¿Qué tipo de estudios de control deben hacer los pilotos? ¿Con qué frecuencia?

Cada 6 meses, los pilotos deben de manera obligatoria someterse a exámenes rigurosos de idoneidad, donde van a un simulador de vuelo. Por su parte, el Estado también le toma a los comandantes

Entrevista con el Comandante

Daniel Dottis

un examen arriba del avión, para ver si realmente han aprobado el simulador de vuelo. A esto se llama Inspección de Seguridad Operacional.

Los pilotos también deben pasar cada 6 meses por un examen psicofísico evaluado por el Instituto Nacional de Medicina Aeronáutica y Espacial, que también depende de la Fuerza Aérea.

- ¿Es frecuente encontrar pasajeros con temor a volar?

Hay muchos pasajeros que tienen miedo a volar y es sumamente frecuente. Cada cinco vuelos que hice siempre hay un pasajero que tiene miedo a volar. Lo que al pasajero lo tranquiliza mucho es que lo dejen pasar a la cabina de mando y ver la operación que se está haciendo. Lo que más les preocupa a los pasajeros es el movimiento y les demostramos que no hay tensión, por más que el avión se esté moviendo.

- ¿Hay un médico en la tripulación del avión?

No, pero en la cabina hay un botiquín muy bien equipado y también hay oxígeno para ser usado por quien lo requiera y, además, casi siempre hay un médico a bordo.

- En los vuelos largos, ¿cómo hace la tripulación para descansar?

Los vuelos largos están sujetos a normas internacionales para descansar. En los vuelos de hasta 8 horas van dos pilotos, hasta 12 horas van tres pilotos y más de 12 horas de duración van cuatro pilotos, con camas disponibles para que el piloto descanse. Pero siempre hay dos personas que pilotean el avión.

- Desde el punto de vista de la seguridad y la confiabilidad de la máquina de la aviación, ¿cuál es la diferencia de un avión no comercial con un avión comercial?

La aviación comercial es la más controlada porque es examinada por la autoridad aeronáutica. Un avión comercial siempre tiene hasta tres o cuatro partes que responden de la misma manera.

- ¿Pueden ser peligrosas las turbulencias?

La turbulencia no es peligrosa. La atmósfera está siempre en movimiento. Siempre hay centros de alta y de baja presión por donde circulan los vientos. Esas corrientes de aire pueden llegar a

300 km/h. La turbulencia es sólo incomodidad y no reviste peligro. El avión está completamente preparado para funcionar de manera perfecta en estas condiciones. Están construidos por materiales compuestos de fibra de carbono, de fibra de vidrio, materiales mucho mejores que los que se usaban antes, como la lámina de aluminio. Los de ahora son materiales muy duros, muy resistentes.

- ¿Puede pasar que un avión se quede sin combustible?

No, porque siempre se calcula para que haya combustible extra. Se aumenta la cantidad de combustible de carga de alternativa para aterrizar en un aeropuerto cercano. También se calcula un sobrevuelo de 30 minutos en el aeropuerto cercano que sirvió para aterrizar.

-¿Cuándo se usa el piloto automático?

Se utiliza siempre en los aviones modernos porque es menos falible que el ser humano. Todas las compañías aéreas tienen incorporado el piloto automático, que además es para aliviarle el trabajo al piloto. Este sistema es cada vez más perfecto.

- ¿Qué pasa si existe la necesidad de un aterrizaje forzoso y el avión está volando sobre el agua una larga distancia? ¿Se puede aterrizar sobre el agua?

Está previsto en las emergencias y también en los manuales que se puede aterrizar sobre el agua. Todos los aviones tienen flotabilidad positiva. Cuando aterrizan sobre el agua, los aviones pueden estar dos horas en el agua. Algunos tienen balsas-salvavidas, que normalmente son toboganes de escape.

- ¿Puede chocar un avión?

El piloto sabe lo que está pasando a 500 kilómetros delante de él. Todos los aviones tienen radares meteorológicos. Todas las rutas aéreas están asignadas para que ningún avión se cruce con otro. Los aviones tienen un radar que se llama TICAS. Si un avión se acerca mucho a otro, se alerta: “TRAFFIC, TRAFFIC” (tráfico, en inglés). Y si el avión de todos modos se sigue acercando, ya sea por alguna falla del controlador terrestre, se le dará una señal al otro avión, para que suba o bien baje con respecto al nivel de la otra nave.

Los aerofóbicos se escudan en algunos conceptos que consideran verdades. Derrumbarlas es una tarea fundamental para el aprendizaje.

Todo avión está preparado para despegar exitosamente, incluso en los casos en que falla el motor crítico.

Los ruidos y vibraciones se deben a las variaciones de aceleración y desaceleración de los motores, al funcionamiento de los flaps slaps (elementos de sustentación comandados por bombas hidráulicas) y al tren de aterrizaje.

Si nota diferencias, de un vuelo a otro, entre las maniobras de aterrizaje y despegue, éstas se deben exclusivamente al estilo del piloto, al tipo de avión y a la extensión de la pista.

Mientras hace los trámites de preembarque, muchos profesionales chequean el plan de vuelo, las condiciones meteorológicas, el mantenimiento e incluso el aeropuerto de aterrizaje alternativo.

En caso de tormenta, los rayos no son peligrosos (el avión esta preparado para recibir descargas eléctricas y evacuarlas sin daño alguno).

El peso del avión se compensa, cambiando automáticamente su centro de gravedad. No es cierto que el exceso de equipaje, la presencia de personas obesas o el simple hecho de levantarse y caminar por el pasillo puedan afectar la nivelación de la nave.

No existe chance alguna de que las alas del avión se quiebren. Tienen el suficiente margen de flexibilidad como para moverse de modo ascendente y descendente sin riesgo.

Los pozos de aire no son realmente pozos, sino sólo diferencia de presión en la masa de aire.

Verdades

Mitos y verdades a cielo abierto

Es normal que los sonidos aumenten a la altura crucero.

Las turbulencias implican peligro para el vuelo.

Los aviones no llevan suficiente combustible para casos de emergencia.

El sobrepeso en los aviones no es controlado.

Los pilotos no tienen descanso durante los vuelos largos.

Mitos

Testimonios de Adultos I A lo largo de estas páginas usted podrá encontrar numerosos testimonios de mujeres y hombres, adultos y también niños, que recurrieron a nuestros programas porque deseaban solucionar su gran miedo a volar y los innumerables problemas que les acarreaba.

Aquí encontrará sólo algunas de las vivencias de miles de personas que participaron de mis cursos y acudieron a mi consultorio, con una carga de la cual querían liberarse, con un obstáculo que no les permitía desarrollarse por completo en sus vidas. Todos ellos han regresado a Poder Volar para contarnos sus logros, la posibilidad que ahora tienen de volar sin miedo o, al menos, de poder controlar la ansiedad y, en especial, de haber logrado mejorar su calidad de vida y de poder disfrutar de los viajes.

Con la debida autorización de los protagonistas, hemos decidido compartir con usted estas historias, porque estamos convencidos de que es muy reconfortante escuchar y conocer que otros también tienen o han tenido nuestro mismo temor y que, hoy por hoy, lo han podido superar. Esta misma metodología, de puesta en común de las propias experiencias, la promovemos en nuestros cursos. Esta interacción agrada mucho a los participantes, quienes en la mayoría de los casos quedan conectados entre ellos para darse fuerza y ánimo.

Empecé a sentir miedo a volar hace varios años cuando ocurrieron como 10 accidentes de aviación en el transcurso de ese año. Se acrecentó mi miedo porque uno de esos accidentes ocurrió en Arequipa (Perú), donde perdió la vida un amigo de mi padre y el esposo de una amiga de mi hermana.

Días antes de viajar me ponía muy nerviosa, me venían pensamientos negativos, yo diría que hasta catastróficos. Y no podía dejar de pensar en eso. Durante el vuelo (especialmente en el despegue y durante las turbulencias) me sudaban las manos, se me secaba la boca, el corazón se me disparaba y todo mi cuerpo se ponía rígido.

El curso con Poder Volar me sirvió mucho porque me dio las herramientas necesarias para enfrentar mejor el vuelo, viajar más tranquila y hasta disfrutar un poco más de los vuelos. Todavía no he superado mi miedo a volar, pero ahora sé que puedo manejarlo, que puedo controlar mis pensamientos, que la turbulencia es sólo incomodidad y no reviste peligro,

María Isabel Muñoz-Nájar Pinillos vive en Lima, Perú, y

viaje con frecuencia a Buenos Argentina por cuestiones

laborales y familiares. Ella nos ofrece su relato:

4.

que puedo preguntar a la tripulación, que puedo distraerme leyendo, viendo alguna película y sobretodo, que puedo confiar en que mi avión está siendo piloteado por un piloto con la experiencia y la seguridad del Comandante Daniel Dottis.

Al poco tiempo que María Isabel realizó uno de mis cursos, viajó de Buenos Aires a Lima, y luego nos envío al grupo de profesionales de Poder Volar y a sus compañeros de curso, la siguiente carta:

La verdad es que esta vez he viajado más tranquila, sobretodo he luchado para que en los días previos al viaje no me asaltaran pensamientos negativos. Hay momentos en que he sentido miedo y ansiedad, pero he aprovechado lo mejor que he podido mis últimos días en Buenos Aires y lo he logrado.

La verdad es que todo es cuestión de pensar positivamente. El domingo salí muy temprano para el aeropuerto y había una neblina terrible, no se veía nada, pero felizmente el taxista fue en todo momento muy prudente y llegamos sin mayor problema, pero ahí empecé a angustiarme y preguntarme si el avión podría despegar así. Después de hacer el check in, le pregunte al chico que me atendió, me dijo que el aeropuerto tenía categoría 1 y que no habría ningún problema, la verdad que no me convenció del todo, pero había que seguir… Luego de comprar el diario, caramelos, chicles, de tomar un riquísimo café con leche y una medialuna y pasar por migraciones, fui a la sala de embarque donde anunciaron que Avianca no iba a poder salir por problemas climatológicos. Al poco rato, Lan Perú anunciaba que en 10 minutos empezaríamos a embarcar.

Otra vez la duda: cómo vamos a salir con esta neblina (para esa hora ya había despejado un poquito), la verdad es que subí al avión intranquila y siguiendo los consejos del Dr. Plá me acerqué a uno de los tripulantes, quien me aseguró que no habría ningún problema porque el avión tenía radares y que el piloto estaba autorizado para despegar. Me dieron un asiento en lado de la ventana, así que de vez en cuando miraba por ella y veía que algo se había despejado, pero no del todo.

El avión tardó en despegar, pero fue increíble pasar las nubes y entrar a un cielo luminoso y despejado (me acordaba de lo que me había dicho, Dr. Plá). El capitán habló y nos explicó que iríamos por Rosario, la cordillera, el Pacífico y que habría turbulencias eventuales. Me gustó la tranquilidad y la seguridad del capitán y pensé “estoy en buenas manos”.

El viaje en general fue muy tranquilo, pero en una parte de la cordillera se movió mucho, sentí miedo, me repetía a mi misma “la turbulencia es sólo incomodidad y no reviste peligro” y a los minutos pasó y todo volvió a la “normalidad”.

Apenas me di cuenta y ya estábamos aterrizando en Lima. La verdad es que llegué agotada, pero muy contenta de reencontrarme con mi familia. Seguiré trabajando para que mis futuros vuelos sean cada vez mejores y más tranquilos.

Es inevitable que siempre que uno tiene miedo a morirse lo asocie con la muerte de alguna persona conocida. Cuando una persona se identifica con un familiar que murió en un accidente de avión y piensa que le va a pasar lo mismo, es necesario hacer el duelo ante todo y así tendrá más posibilidades de vencer el miedo a perder la vida del mismo modo que falleció el ser querido.

Además, hay que distinguir el tipo de accidente de avión, porque a veces la gente se asusta, por ejemplo, cuando rememora el accidente que tuvieron los jugadores de rugby del Uruguay. En ese caso es necesario evaluar que no se trataba de una máquina buena y que el piloto no tenía la experiencia suficiente para estar al mando de la cabina.

A partir de la década de 1950 la aviación comenzó a ser más segura. Sin embargo, hay mucha gente que sigue con temor a que sucedan accidentes como el que provocó la muerte de Carlos Gardel, quien viajaba a bordo de un avión a nafta y con escasa tecnología.

El viajante debe confiar en el piloto y en el avión así como confía en el dentista y se deja aplicar una anestesia por él.

Fue un vuelo espantoso, donde hubo una tormenta impresionante y entonces el viaje se demoró como 4 horas para llegar a acá. Ahí decidí no volver a volar más.

Luego sufrí un ataque de pánico en 1995, que fue un antecedente bastante importante. Además, yo tenía fobia a muchas otras cosas, lo cuál influyó en mi fobia también al avión.

Hace un año, mi esposo –que es abogado– tuvo que hacer un viaje a los Estados Unidos, donde había 8 vuelos internos. Yo no me animaba a acompañarlo por mi miedo, pero al mismo tiempo, quería ir. Entonces fui a verlo a Claudio Plá y estuvimos charlando, hice el curso de un día, me recetó una medicación, que empecé a tomar un mes antes y pude llegar a volar con un nivel de ansiedad muy bajo… mientras que antes ya la idea de volar me ponía muy mal.

Desde entonces, en Poder Volar me guiaron muy bien, me dieron hasta el pronóstico del vuelo, me contuvieron muchísimo, cuando los llamaba estaban al lado mío diciéndome todo lo que tenía que hacer y lo que iba a pasar. Y realmente pude viajar bien todos esos vuelos.

A mí, la medicación me ayudó mucho. Además, por supuesto, otra ayuda clave que me dieron es la información sobre todo lo que pasa en el vuelo. Tomé al avión como un medio de transporte, cuestión que antes para mí era inalcanzable entender por qué volaba. Ahí en el curso aprendí por qué pasan las cosas que pasan, por ejemplo, por qué los ruidos. Entonces, yo me siento mucho más segura.

Ahora me encanta y siempre que puedo viajo en avión. Es más ya estoy organizando viajes a Europa, que aún no conozco y quiero empezar a volar otra vez.

Es muy raro que las personas que nos consultan tengan un solo miedo. Por lo general son personas que han atravesado por varios episodios fuertes y hasta traumáticos. El organismo va guardando estas huellas y en algún momento, por exceso de estrés, o por depresión o por alteraciones en el humor, el sistema puede claudicar.

Se considera que el pánico es el trastorno de ansiedad más frecuente de la actualidad. En muchos casos, está ligado al miedo a salir a la calle, llamado agorafobia. El pánico funciona de manera cíclica, tiene períodos de calma y luego de agravamiento.

Para Marta Djivelekian de Sixto

viajar en avión era un placer que disfrutaba mucho,

hasta que a los 35 años en un vuelo de

regreso a Buenos Aires desde Río de

Janeiro, este encanto se derrumbó:

Por eso se recomienda llegar al viaje bien descansado, con el fin de conectarse bien con el vuelo y hacer el proceso de familiarización con el avión, sobre la base de la seguridad y la confianza.

La primera vez que tuve un conflicto personal y físico con el avión, venía de Córdoba y no sé qué pasó dentro de mí. Venía de cubrir una competencia para la ex Radio Excelsior y empecé a tener una especie de frío y a sentirme mal. Pensé que podría ser exceso de trabajo y no le di demasiada importancia.

Después de unos años me invitan a hacer unos viajes a la provincia de Córdoba y me subo al avión y empiezo a tener tensiones que no tenían una explicación real. Tenía sudoración fría y empecé a temblar. Mis músculos se tensionaron, no sabía qué me pasaba. Pensé que podía ser un ataque cardíaco. En ese momento, los tripulantes de abordo no estaban preparados para atender un caso como el mío. El viaje, que era de 55 minutos, se me pasó como si fuera una eternidad y, a partir de esa experiencia, empecé a limitar muchísimo mis viajes en avión y me di cuenta que volar ya no era un placer.

Después de ese viaje fatídico conozco a la mujer que ahora es mi esposa y me invita a hacer un viaje a Comodoro Rivadavia y viajamos, previa sesión de urgencia con mi terapeuta. Gracias a un exceso de alcohol pude pasar ese viaje más o menos decorosamente.

Después vino mi luna miel a Río de Janeiro y ese viaje fue realmente lamentable, porque me agarró un pánico muy fuerte. Entonces comencé a usar el auto como único medio de locomoción , yo no me iba a subir a otro vehículo que no estuviera sobre tierra o bien que yo no pudiese frenar y poner los pies sobre la tierra. Por lo tanto, podía llegar a hacer hasta 10.000 kilómetros en auto sin ningún problema, con tal de no subir a un avión.

Las horas previas a los vuelos eran una tortura para Guillermo y llegar hasta el aeropuerto ya era un suplicio. Él siempre fue una persona muy segura en su profesión, pero en el avión era totalmente distinto. Era una situación que no podía manejar, era una tortura.

El abogado y periodista Guillermo Conigliaro cree que

si bien su miedo a volar se remonta a su niñez, en ese

momento no se notaba tanto. Fue a partir de que empezó

a tener algunos años más y luego de algunos hechos puntuales, que subir a los

aviones no le resultó tan fácil.

Yo sabía que tenía un problema, lo había trabajado mucho en mi terapia personal: 8 años trabajando muchas cosas y en especial los viajes en avión. Sabía lo que me pasaba, sabía cuáles eran mis sensaciones psíquicas y físicas, pero realmente no lo podía manejar.

En marzo de 2005, decidió realizar un viaje a los Estados Unidos para festejar el 5º aniversario de su casamiento, pero lo iba postergando, pasaban los meses y no tomaba la decisión por su terror a los aviones.

Fue entonces que empecé a pedir ayuda y le conté de mi problema al representante de la agencia de turismo y ahí me puse en contacto con Poder Volar.

Realicé el seminario que dura más de ocho horas. Yo pensaba que era un ser único en esta tierra, pero empecé a ver que a cada uno de los participantes le pasaba algo parecido a lo que me pasaba a mí. No sólo comenzamos a manejar mucha información técnica y estadísticas, que yo realmente no manejaba, sino que también empezamos a conocer más a nuestro cuerpo: ejercitar la respiración que nos hace estar un poco más tranquilos, saber que es bueno el consumo del agua y del azúcar para bajar la ansiedad, estirar el cuerpo en el momento del vuelo; en fin un caudal enorme de herramientas que si se cumplen hacen bien.

Para mí la clave del método del Dr. Plá es la buena información, que no siempre tiene que ver con la cantidad de información que uno consume a través de los medios masivos de comunicación, que de alguna manera, nos cargan con distintos miedos.

En el vuelo de vuelta de Miami a Buenos Aires, mi esposa se pone a hablar con una chica con un bebé y ella me cuenta que la mujer está con un ataque de pánico y yo le dije a mi mujer: “Vos en muchos momentos me ayudaste a mí. Ahora es momento en que yo debo intentar ayudar a otra persona”. Entonces, utilizando muchas de las herramientas que tenía a través del seminario, de las charlas con el Dr. Plá y por medio de toda la bibliografía que se brinda en Poder Volar, pude tranquilizarla. Si bien ella en ese momento no pudo solucionar su problema, por lo menos pudo tener un viaje decoroso y a la vez, calmar a su bebe, que pobrecito estaba muy alterado.

De alguna manera, ese fue el momento clave en que pude superar mi miedo, no sólo conseguí utilizar las herramientas conmigo y me servirán para toda la vida, sino que además, pude transmitírselas a esa mujer.

Con este seminario también me di cuenta que somos muchos más de lo que yo creía quienes sufrimos este problema. En mi trabajo cuando comente mi miedo a volar, encontré que a cada uno le pasaba algo, eran muy pocos lo que pasaban el vuelo sin ningún inconveniente.

Ahora creo que el avión es el medio de transporte más seguro, mas allá de ciertas informaciones que tratan de dar vuelta esta cuestión, pero sin dudas de ahora en más siempre elijo el avión por sobre todas las opciones.

Al superar este miedo, logré ser más libre. Libre para poder determinar para hacer un viaje y libre para poder estar con las personas que quiero y en el lugar que quiero y elegir un lugar para visitar. Y esta libertad me la dio Poder Volar, porque antes estaba oprimido dentro de mis miedos, que no me permitían salir.

Las vivencias transcurren en varios planos, como si fueran varios recipientes donde se van acopiando diversas situaciones. Hay tres recipientes donde las experiencias se van almacenando y desde donde se intercomunican entre uno y otro. En un recipiente están las sensaciones corporales; en otro, los recuerdos y en el restante, los datos conscientes.

Cuando una persona graba en su registro las sensaciones corporales incómodas que siente en un vuelo, es probable que en un próximo viaje evoque esas mismas sensaciones corporales. Por otro lado, surgen los pensamientos conscientes referidos al presunto peligro que significaría el avión o por haber leído una noticia sobre un accidente aéreo. Por último, los recuerdos muchas veces actúan de modo inconsciente, y así pueden, por la vía de un acto reflejo (antes las turbulencias o los ruidos) pasar a un acto corporal, y luego se van a volver a llenar los pensamientos y así sucesivamente.

Por eso, la construcción del miedo a volar es por etapas. De modo excepcional una persona dice: “Mi fobia a volar empezó en tal fecha determinada”. No es así. Siempre hay un antecedente de episodios de estrés o de vivencias donde hubo algún riesgo con la vida o un recuerdo viejo de la pérdida de un ser querido. Todo se va entrelazando en el tiempo y, en un determinado momento, germina.

A veces, en este recipiente, se cargan imágenes e información de una tapa de un diario o de un noticiero y esto se suma a una primera sensación de miedo. Lo importante es poder cotejar la información de los medios con la información verdadera de la aeronáutica y de la meteorología.

Lo extraordinario que les pasa a los participantes de nuestros cursos, es que se llevan una nueva biblioteca. Reorganizan los pensamientos con nuestro esquema. Esto les permite, una vez instalados en el asiento del avión, tener por un lado recuerdos de las sensaciones caóticas y tener, al mismo tiempo, una biblioteca reordenada con un sentido nuevo, donde hay libros con información aeronáutica, meteorológica, psicológica y reflexiones sobre la vida y la muerte.

Otra ayuda es armar una red de relaciones con los compañeros del curso. Es positivo, desde luego, poder ayudar al próximo. Cuando un nuevo conocimiento se transforma en un conocimiento que se puede transmitir a otra persona, se produce lo que podemos llamar “apropiación del conocimiento”.

La posibilidad de tomar un conocimiento nuevo se relaciona con la capacidad de armar un buen vínculo con aquel que va a brindar ese conocimiento. El desconocimiento produce angustia y el que desconoce se apoya en el miedo, está asustado. Si logra establecer una buena relación con el docente, rearma el vínculo y toma el conocimiento.

Además del vínculo con el docente también es importante el vínculo con el objeto a enseñar. Se trata de un trinomio: el que aprende, el que enseña o mediatiza el conocimiento y aquello que va a ser aprendido: el avión. La idea es que los aerofóbicos cambien la valoración negativa por una positiva: hasta ese momento sienten que el avión es como un revolver que los está amenazando y, luego, consiguen empezar a valorizar el avión como medio de transporte y lo pueden ver como un pájaro que facilita la libertad. Ya que en el fondo la persona que tiene miedo a volar no alcanza a ver la libertad que está del otro lado del avión, que tiene que ver con la libertad de llegar a otros lugares deseados.

La resolución del miedo actúa como un “¡Eureka!” encontrado en un sueño. Así como hay personas que al levantarse por la mañana encuentran la solución al problema de su vida, a veces la eficacia de nuestro método puede quedar en estado latente o manifestarse inmediatamente después de la finalización del curso.

Nosotros le proponemos sacar a la luz los aspectos valientes que todos tenemos. En los cursos realizamos un juego de roles, donde los participantes deben convocar al personaje racional y darle consejos a su otro yo, al personaje primitivo e irracional.

Testimonios de Adultos II Lidia Salgán es psicóloga y está acostumbrada a viajar en avión con mucha frecuencia. Su trabajo la obliga a trasladarse a varios países, como Colombia, Panamá, Ecuador, donde dicta seminarios intensivos de Psicología Laboral.

Durante su niñez, ella viajaba con su familia y lo disfrutaba muchísimo. Su aprensión al avión aparece en su adultez, cuando comienza a viajar más a menudo a los países de América Central, por razones laborales. Empezó a tener ansiedad antes de los viajes e, incluso, buscaba sin éxito razones para desistir de hacerlos. “Pero no tenía todavía los motivos y no sabía exactamente qué me pasaba”, cuenta Lidia.

A principios de 2005, ante la inminencia de un viaje a Colombia para cumplir con su trabajo, experimentó una fuerte resistencia, atribuyéndola en ese momento a cuestiones laborales. Aceptó ese desafío de todos modos pero, durante el viaje de regreso, tuvo por primera vez una serie de temblores, temor, sudoración y un leve aumento de la presión arterial.

Ese fue el viaje más desagradable. Yo me había enterado de testimonios de familiares y conocidos de gente que había estado secuestrada. Además, en Colombia había estado muy estresada, porque en sólo diez días había volado 8 veces por distintas localidades de ese país.

Fue en un vuelo nocturno (esto para mí es clave, me siento más segura con claridad). En ese vuelo, cuando se actualizó más fuerte mi miedo a volar, pensé que el avión se iba a estrellar. Pensaba en los últimos accidentes, ante una pequeña turbulencia me ponía alerta y esperaba que se repitiera.

Sentía tensión, incomodidad, ganas de que alguien captara mi sentir y me tomara de la mano (como lo hice con una persona en un vuelo anterior y yo estaba más tranquila que ella). Siento que este gesto ayuda y las azafatas deberían estar preparadas para dar una mano a las personas que sienten temor, porque es una sensación muy fea, de desprotección, intranquilidad, molestia corporal, ansiedad, ganas de que todo termine de una vez, y poder llegar a destino.

Me pude controlar mínimamente respirando profundo y con las técnicas aprendidas ya que soy psicóloga, pero sentí que no eran suficientes. Entonces recurrí a tomar menos de

Lidia Salgán es psicóloga y está acostumbrada a

viajar mucho en avión, porque dicta seminarios intensivos de Psicología

Laboral en varios países, como Colombia

y también ha estado en Panamá y Ecuador.

5.

media pastilla de Sipcar de 3 mg. No acostumbro a tomar medicamentos, pero en esa oportunidad lo hice para bajar mi ansiedad antes y durante el viaje.

Pensé en mi familia, en especial, en mi hijo y si dejé todo en orden por si me pasaba algo. Imaginé que el avión iba cayendo y creo que lo aceptaba porque ya no había nada qué hacer.

Luego cuando pasó, agradecí a Dios y pensé: “Soy una persona luchadora y fuerte que me he provisto de todas las técnicas posibles para superar estos miedos, tales como bioenergética, terapias alternativas como las florales, medicina homeopática, lecturas, visualización creativa, ejercicios de contar números, etc.”

A pesar de que Lidia contaba con todos esos conocimientos, decidió buscar ayuda en Poder Volar, porque le preocupaba mucho su fobia y sentía que no podía controlarla del todo. Además, como ella misma lo expresó, quería intentar una nueva posibilidad: “No quiero limitar mi vida ya que me salen oportunidades de viaje y de nuevos trabajos en el exterior”.

Lidia asegura que Poder Volar la ayudó, principalmente, en dos sentidos: desde el punto de vista informativo y desde la contención.

Me sirvió enterarme de las estadísticas sobre accidentes, y la parte técnica del avión, que uno no conoce sino a través de un profesional como el comandante a cargo de esta parte del curso. Llegué a la conclusión que el avión sigue siendo el transporte más seguro. Además, me agradó el clima de contención que se genera en los seminarios, donde se remarca que no hay que sentirse culpable por el temor que uno tiene.

Ante ciertos hechos traumáticos, como puede ser una separación o la muerte de un ser querido, los temas vinculados con la inseguridad, la desprotección y la soledad se activan en el recipiente de los recuerdos.

El horario del viaje es otro factor a tener en consideración. Todos los seres humanos nos ponemos más vulnerables hacía la noche, porque tenemos distinto el nivel de cortisol y adrenalina en sangre, factor que aumenta la sensibilidad. En realidad, todos tenemos miedos en estado latente, pero permanecen tapados o bien controlados. En determinadas ocasiones, los miedos surgen

inevitablemente, sea como pensamientos concientes o por medio de sensaciones corporales.

Melanie Klein, Freud y Winnicot coincidieron en que todos tenemos un equipaje de objetos buenos internalizados o figuras maternas o paternas de la infancia, que son buenos acompañantes de por vida y que nos hacen sentir que nunca estamos solos. Pero puede haber momentos en la vida donde no hay figura interna que alcance y, por eso, la figura del terapeuta aparece revestida de una especial importancia. En nuestro caso, aunque hacemos una intervención breve, somos compañeros de viaje. Además, siempre los estamos esperando, cuando regresan de un viaje, para saber cómo les fue. Cuando uno viaja, el mejor compañero es uno mismo, pero en ocasiones esto es insuficiente.

De siempre he tenido cierto miedo a volar. Quizás mi madre que era muy miedosa me transmitió sus miedos y sus inquietudes y con los años estos miedos se fueron incrementando. Llevo volando unos 30 años, he conocido bastantes países de todos los continentes, algunos de estos viajes han sido por trabajo y otros muchos han sido por turismo. Le debo a mi esposa –que no tiene ningún miedo a volar– el que a pesar de mis temores haya seguido cogiendo un avión, aunque a veces he llegado a estar hasta dos años sin volar, después de haber sufrido una mala experiencia.

Para mí, cada uno de estos viajes ha supuesto, no sólo una experiencia interesante, sino la oportunidad de conocer otras culturas y métodos de trabajos. Pero también guardo un recuerdo de bastantes lugares en base a los miedos o ataques de pánico que he tenido en algunos vuelos. Desafortunadamente no lograba disfrutar de mis viajes al máximo pensando en que al día siguiente o a los dos días iba a coger otro vuelo. Empujado por mi esposa, lograba convencerme –luego de unos meses– para tomar otra vez el avión.

Durante semanas antes de tomar un vuelo, no lograba dormir bien, y me llegaba a despertar sobresaltado. Ya en el vuelo, cuando era el momento del despegue, aterrizaje o había turbulencias, me entraban pensamientos negativos y un verdadero terror.

Cuando me apunté al curso de Poder Volar en Madrid, hace unos meses, llevaba casi dos años sin tomar un avión. Hasta el punto de haberme comprado una casa en el sur de España (vivo en el norte a mil kilómetros) para limitar mis viajes y

Fermín Gutiérrez Cruz es un empresario de España, y es justamente en su país

donde tomó uno de nuestros recientes cursos. También él

quiso compartir su testimonio:

elegí precisamente un lugar en el que pudiera acudir también en tren.

Después del curso, durante este período he cogido varios aviones para vuelos cortos y me he sentido más relajado, casi sin ansiedad, más seguro e incluso me he atrevido a mirar durante casi todo el trayecto por la ventanilla. Reconozco que el equipo de Claudio Plá me ha servido de importante ayuda para mejorar la calidad del vuelo y afrontar mejor el mismo, aunque también me ayudo con un ansiolítico para tener más seguridad y confianza. Este curso así mismo me ha ayudado a identificar mejor las partes de un avión, a identificar mejor los ruidos, los cuales al desconocer antes su procedencia, me podían hacer entrar en un ataque de pánico.

Además este curso me ha ayudado a disminuir los pensamientos negativos y pensar en positivo. Considero que realicé una buena inversión con el curso y animo a otras personas a que lo realicen, ya que no compensa, en modo alguno, viajar en malas condiciones o privarse de visitar lugares interesantes o encontrarte con familiares o amigos. Y ahora aunque creo que nunca superaré del todo los miedos, al menos sé afrontar mejor los viajes en avión y eso me tranquiliza.

A veces, las figuras de los padres hacen que los hijos tengan actitudes aprensivas hacia ciertas cosas. En algunos casos, sucede una identificación tardía con respecto a los progenitores. Pueden ser personas que, en su desarrollo, se alejaron de la identificación de los aspectos negativos de los padres aprensivos y fueron muy audaces y valientes, pero llegado un determinado momento de la vida, generalmente después de los 35 a 40 años, terminan haciendo una reidentificación tardía con esos miedos parentales.

En muchas personas pueden coexistir el profesional exitoso y el ser humano al que le quedaron huellas de una madre temerosa, y esas marcas de experiencias vitales pueden adherirse al avión.

Testimonios de NiñosSi bien el temor a volar es más frecuente entre los adultos, también se encuentran niños, niñas y adolescentes que sufren a la hora de subirse a un avión. En algunos casos se trata de hijos que absorben las preocupaciones que tienen sus padres, en otros pueden ser niños o jóvenes que han tenido una mala experiencia.

A través de técnicas específicas, que provienen en particular de la psicopedagogía, les enseñamos a los pequeños los elementos cognitivos y las técnicas de relajación para que logren superar este problema.

Una mujer francesa, Cecilia Hourlier, vino con su hijo Nicolás (11 años) a nuestro consultorio. Los dos cumplieron con el tratamiento que no sólo le sirvió al niño sino también a la madre, cuestión que por supuesto los fortalece y colabora con ambos. Luego del viaje de regreso a París, recibimos estas palabras de ellos:

Hemos regresado ayer con un éxito rotundo. Nico no vomitó para nada y el viaje fue bárbaro. No te digo tampoco que estaba redistendido, pero sí muy concentrado. Hizo todos sus ejercicios de respiración y relax y utilizó mucho su colonia.

Para mí este viaje fue un éxito rotundo y espero que sea el principio de una nueva era de los viajes de Nico.

Los vimos en una foto en el avión, así que pueden estar tranquilos. Mil gracias por toda vuestra ayuda y ya les contaré cómo nos ha ido en el próximo viaje a Guadalupe que será a principios de febrero. Les cuento que hasta a mí me ha servido de ir a verlos, ya que estuve retranquila yo también.

Por su parte, Nicolás también compartió con nosotros su satisfacción:

Hola es Nico. Les cuento que el viaje fue muy bien, (un poco estresado alguna vez, pero casi nada) me salió rebien y espero que sea así en el viaje a Guadalupe. Muchísimas gracias por su curso.

Una mujer francesa, Cecilia Hourlier, vino con su hijo Nicolás (11 años) a nuestro consultorio,

y el tratamiento le sirvió no sólo al niño sino también a la madre, cuestión que por

supuesto fortalece y colabora a ambos. Luego del viaje de

regreso a París, recibimos estas palabras de ellos:

6.

Patricia Vila intervino en el tratamiento con Nicolás por su experiencia como psicopedagoga. En primer lugar, fue de gran ayuda para Nicolás que los dos padres lo hayan traído al consultorio. Hacer una consulta es darle un espacio a las ansiedades, preocupación y problemas. Además, él pudo jugar con el avión por medio de su dibujo, a través de su amigo imaginario y gracias al buen vínculo que se construyó con Patricia.

Patricia expone así su análisis: “Cuando hay un niño con miedo a volar, todo el grupo familiar está sometido a un estrés. En muchos casos, los niños son un emergente de lo que absorben de su entorno. Por eso, siempre es necesario incluir a los padres en el tratamiento ya que, por lo general, los temores están relacionados con sus relaciones vinculares”.

Dibujo de Nicolás (11 años)

Cada etapa de la vida tiene su lenguaje propio. En los niños es el juego. El juego es un campo de prueba, es poner en representación lúdica las situaciones que el niño vive con angustia. Muchas veces es sólo a través del juego que logran verbalizar lo que les sucede.

A Nicolás le propuse que juegue con su amigo imaginario haciendo como si estuvieran en un avión. De esta manera, los niños logran no sólo quedarse con la fantasía lúdica sino que se conectan con lo real. Al crear un amigo imaginario, los niños convocan a las figuras protectoras internas.

Los padres de Mili López (8 años) acudieron a consultarnos para tratar de ayudar a la pequeña a no ponerse “tan mal” durante los vuelos. Luego de su siguiente viaje, ella misma se encargó de escribirnos para expresarnos su mejoría.

Te quería contar que mi viaje en avión fue bueno, no tuve miedo, cuando estábamos por aterrizar en Santiago de Chile miré por la ventanilla cómo aterrizaba el avión. Después subimos de nuevo al avión que nos llevo a Toronto que tardó medio año. En un momento me desperté y vi todo el cielo estrellado, pero cuando estábamos por aterrizar en Toronto, no sé por qué (creo que fue la emoción de la despedida), me descompuse y vomité varias veces. Pero después cuando tomamos el otro avión a Montreal me sentí bien.

Patricia, que también atendió a esta niña, nos cuenta: “La mamá tenía mucho miedo al avión. Y Mili, en un viaje anterior, no la había pasado nada bien. Por eso, al tiempo que yo trabajé con la nena, Claudio trató a la madre. Trabajé con la pequeña su propia capacidad de pensar en los vuelos, diferenciando el sentimiento que tenía su madre hacia el avión. Y además le propuse preparar una lista de cosas que ella quería llevar en la valija de viaje, en especial con objetos de su entretenimiento”.

Los padres de Mili López (8 años) vinieron también a consultarnos cómo se podía

ayudar a la pequeña a no ponerse “tan mal” durante

los vuelos. Luego de su próximo viaje, ella misma se encargó de escribirnos para

expresarnos su mejoría.

Consejos Prácticos La norteamericana Gloria Steinem escribió Revolución desde adentro, un maravilloso libro destinado a favorecer la autoestima. En el capítulo El cuerpo es nuestra mente, manifiesta que la forma en que respiramos puede influir en nuestro ánimo.

Es el único proceso autónomo que puede ser regulado con facilidad. Por ejemplo, el ritmo de la exhalación más lento que el de la inhalación calma la mente. La antigua práctica de yoga aconseja respirar alternadamente por una y otra fosa nasal porque así se contribuye a centrar mente y cuerpo.

También propone llevar imágenes mentales positivas a la mente para alejar miedos. El cuerpo recibirá esa imagen como un bálsamo de placidez que traducirá en reacciones químicas relajantes.

Algunos consejos prácticos para volar tranquilo

Llegar descansado si es posible, dejar libre de actividades laborales el día previo al vuelo.

Comer hidratos de carbono –pastas, pizzas, arroz, dulces– dos horas antes de volar y caramelos durante el vuelo (estimulan el sueño y calma la ansiedad).

Comer poco durante el vuelo y tomar sólo una copa de alcohol (el exceso de bebidas alcohólicas prolonga el jet lag, la descompensación del sueño).

Tomar un vaso de agua por cada hora de vuelo (el aire seco de la cabina produce sequedad, además el agua diluye la adrenalina circulante).

Tomar una aspirina cada 6 horas. Si existen antecedentes de gastritis, tomar una aspirina con protección gástrica. Previene el famoso Síndrome de la Clase Turista, que es la formación de coágulos sanguíneos en los miembros inferiores por la mala circulación.

Mover las piernas e intentar elongar los músculos de piernas, brazos y cuello durante el vuelo, para evitar la congestión venosa debido a la falta de espacio y la presurización de la cabina.

Escuchar música tranquila de los canales de audio. La música clásica y la new age tienden a nivelar la actividad eléctrica cerebral.

7.

Proveerse de la mejor distracción posible: libros de chistes, palabras cruzadas, novelas que atrapen la atención, etc.

Utilizar ropa cómoda y de algodón. Zapatos sin tacos, preferentemente acordonados y con suela de goma o zapatillas.

Ir al baño antes de abordar el avión. Pueden tardar más de media hora en permitir desabrocharse los cinturones.

Dejar debajo del asiento un bolso blando, pequeño, con todo lo necesario para el trayecto. Incluir una linterna para el trayecto para la noche, chicles para destapar los oídos, perfumes, papel para escribir y una botella de agua.

Recuerde que la fila de emergencia es la más cómoda y que conviene sentarse del ala hacia delante, donde los movimientos y los ruidos del avión son un poco menores.

Si está ansioso, llame al auxiliar, comunique su situación, pida ayuda si es necesario o información si eso lo tranquiliza.

Si algún ruido o maniobra lo sorprende, pregunte.

Si la intranquilidad permanece, recurra a los ejercicios de respiración controlada o a las técnicas de relajación y visualización.

No olvide solicitar, sin temor alguno, una visita a la cabina de mandos. Es una de las experiencias más tranquilizadoras y la vez más asombrosas que puede vivir durante un vuelo, ya que elimina muchos miedos fantasmales. Lo desconocido provoca temor. Cuando conozca una cabina, muchos de esos temores pasaran al olvido. Teniendo en cuenta que los viajes son en algún sentido la vivencia de situaciones y anécdotas, allí tendrá una para contar a su regreso.

Frente a la ansiedad no se olvide de recurrir a:

Cuente sus respiraciones, intente hacer más lento el ritmo, haga pausas entre inspiración y expiración. Es importante que el tiempo de salida sea mayor que el de entrada. La respiración debe ser abdominal y costal superior.

La respiración controlada

Observe dónde está colocando la tensión muscular e intente relajarse al expirar. Puede aumentar voluntariamente la contracción para luego relajar lo más posible.

Convoque escenas del lugar más lindo que recuerde. Imagine un refugio y entre en él.

Es sólo con previa consulta con su médico. Se recomienda el grupo de las Benzodiazepinas de alta potencia. Especialmente el Clonazepan y el Alprazolam. En casos severos, los psiquiatras recomendamos utilizar el grupo de los inhibidores Selectivos de Recaptación de Serotonina (ISRS), especialmente la sertralina, el citalopram, la paroxetina y la fluoxetina. También se está utilizando con éxito la venlafaxina.

Nota En casi todos los casos, en los botiquines de abordo hay ansiolíticos –generalmente Valium– y siempre hay un médico entre los pasajeros.

Ejercicios de relajación

Visualización

Medicación

Tips para llevar en el avión

La turbulencia es incomodidad pero no reviste peligro.

El avión es el medio de transporte más seguro que existe en la actualidad.

Los pilotos se entrenan en simulador y rinden exámenes psicofísicos cada seis meses.

Los aviones reciben múltiples inspecciones de los representantes de la fábrica, de la Fuerza Área y de mantenimiento de la compañía, etc.

A todas las partes vitales del avión se le estudia el coeficiente de la fatigabilidad y se las reemplaza mucho antes de finalizar su vida útil.

El sistema llamado de “redundancia”, permite al piloto activar las partes vitales del avión mediante circuitos eléctricos, hidráulicos y/o neumáticos.

Si los sofisticados instrumentos computarizados del avión llegaran a fallar, a pesar de la redundancia, el piloto cuenta con los “viejos” instrumentos analógicos para seguir volando.

La duplicación de los sistemas del avión hace que se pueda pensar que estamos volando en dos aviones (uno de “repuesto”).

Siempre se carga combustible extra para eventualidades imprevistas.

El avión en vuelo está en contacto permanente con tierra, una base de la compañía y otros aviones.

Los “pozos de aire” jamás pueden dañar seriamente al avión, sólo son diferencias de presión en las masas de aire.

El sobrepeso por cantidad de pasajeros y/o valijas es un mito. Siempre es un peso total no significativo en comparación con el peso del combustible.

Los rayos no le hacen daño al avión por la imposibilidad de “hacer masa”.

El avión es un bunker.

Las compañías de seguros consideran al avión como el transporte de menor riesgo que existe.

En los viajes largos la tripulación siempre está reforzada con tripulación extra.

Los pilotos duermen y están descansados para el aterrizaje.

El avión en el aire se comporta de la misma manera que un corcho en el agua.

Así como no está en la naturaleza del corcho hundirse en el agua, el avión tampoco se puede “hundir” en el aire.

Todos los aviones planean. En las pruebas, deben demostrar que al reducir los motores en el aire, bajan espontáneamente la “nariz”, se aceleran y recuperan la sustentación.

Nadie se muere de un ataque de pánico. Las sensaciones de malestar suelen durar 5 minutos como máximo.

BibliografíaCarr, Allen, Cómo superar el miedo a volar, Espasa Calpe, Madrid, 2002.

Jefferey A. Kottler en su libro Viajar como experiencia transformadora

Pla Alem, Claudio, Ajústense los cinturones. Estrategias para superar el miedo a volar y disfrutar de los viajes, Poder Volar, España, 2004.

Anna y Hernández. Psicopedagogía Laboral Aprendizaje hoy,1998.

Importancia de la constitución de la matriz vincular en los aprendizajes tempranos, del libro Estímulo temprano e intervención oportuna, de Miño y Devila Editores, 1995,

La psicopedagogía en la actualidad, Laino Compiladora, Homosapiens Ediciones, 2003 (Capítulo 3: La psicopedagogía en la actualidad)

EpílogoTodo el equipo de Poder Volar los invita a seguir en contacto con nosotros. Poder Volar se propone como compañero de viaje para todo aquel que sepa lo que es sentirse solo.

El fin de este libro abre nuevas posibilidades. Recuerden que aquellos que quieran renunciar a sus miedos en los vuelos saben que pueden hacerlo.

Nos gustaría decirle “Hasta luego”, con este poema que nos escribió otra participante de nuestros programas, Ana Chitaroni.

A mis comandantes de vuelo: Claudio, Patricia y Daniel.

ITINERARIO

Llévenme de la manocomo a un niño pequeñoa explorar espaciosjamás descubiertos. Revelemos fotosde oscuros momentosdesiertos del pasadoque apagaron mis sueños. Aligerando bagajesde estériles miedossurcaremos angustiascon sentimientos plenos. Jugando a disfracesdesnudaremos fantasmasridículos fraudesque espantaron proyectos. Mil veces tendránque gritarme al oído“tú vales, tú puedes...no tengas miedo”.