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Ernst Gombrich La História del Arte Jorge Rodríguez de Cossío 1º D BBAA

Trabajo de Gombrich

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Trabajo de los temas 23, 24 y 25 del libro "La Historia del Arte" escrito por Ernst Gombrich.

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ErnstGombrich

La História del Arte

Jorge Rodríguez de Cossío 1º D BBAA

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LA EDAD DE LA RAZÓN Francia e Inglaterra en el siglo XVIII

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LA EDAD DE LA RAZÓN. Francia e Inglaterra en el siglo XVIII La Historia del Arte, Ernst Gombrich

En 1700 finalizó el movimiento barroco en la Europa católica. Los países protestantes no pudieron evitar el influjo de esta tendencia avasalladora; pero, sin embargo, no llegaron realmente a adoptarla.

Interior de la Iglesia de San Esteba, Walbrook, Londres.

Palacio Berheim del Duque de Malborough.

En Inglaterra, cuando la corte de los Estuardo tenía las miradas puestas en Francia, sir Christopher Wren (1632-1723) se encargó de la reconstrucción de las iglesias de Londres tras el incendio de 1666. Su estilo fue influido por la arquitectura barroca. Al igual que la iglesia de Borromini, la catedral de Wren tiene una cúpula central y la evocación de la fachada de un templo antiguo. Existe similitud entre las torres barrocas de Borromini y las de Wren, especialmente en el cuerpo central de unas y otras. Aunque, la impresión del conjunto es diferente. La de Wren sugiere firmeza y estabilidad. Sus formas se atienen estrictamente a los mejores modelos del Renacimiento italiano. Comparado con la exuberancia de Borromini, Wren produce la impresión de contención y sobriedad.

El contraste entre la arquitectura protestante y la católica se nota más en las iglesias de Wren. Su finalidad no es evocar una visión de otro mundo, sino permitirnos recogernos en nuestros pensamientos. Y lo mismo que de las iglesias ha de decirse de los castillos. En Inglaterra, el palacio Blenheim posee mayores proporciones que el de Beldevere, se trata de excepciones, ya que el ideal del s. XVIII inglés no fueron los castillos, sino las residencias campestres.Rechazaron las extravagancias del estilo barroco, sin alterar ninguna regla de lo que consideraron buen gusto y respetando fielmente las leyes de la arquitectura clásica.

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Los arquitectos del Renacimiento italiano publicaron sus hallazgos en libros. El más famoso fue escrito por Andrea Palladio. Llegó a ser considerado la primera autoridad de todas las reglas pertinentes al gusto en arquitectura durante el s. XVIII en Inglaterra. Las normas del buen gusto en la Inglaterra de lord Burrlington y de Alexander Pope fue la norma de la razón. Todo el carácter del país se oponía a los vuelos de la fantasía de los diseños barrocos y a un arte cuya finalidad era producir una impresión abrumadora.Del mismo bodoque apelaban a la autoridad de un arquitecto italiano respecto a las normas de razón y de buen gusto en arquitectura, se dirigieron a los pintores meridionales en busca de un criterio de belleza para las perspectivas naturales.

William Hogarth (1697-1764), grabado e ilustrador inglés. Concibió una serie de cuadros que enseñaran las recom-pensas de la virtud y las consecuencias del pecado. Mostraría La carrera del Libertino, desde la depravación y el ocio hasta el crimen y la muerte, o Los cuatro grados de la Crueldad, desde un niño maltratando a un gato hasta el adulto convertido en asesino brutal.

Hogarth hizo todo lo posible para destacar lo que llamaba el carácter de cada personaje, por su rostro, por sus vesti-dos y conducta. No fue un artista popular en este sentido: estudio atentamente a los maestros del pasado y sus pro-cedimientos para conseguir efectos pictóricos. Y también conoció los procedimientos de los artistas italianos de su época, de pintores venecianos como Guardi.

Una generación después, Joshua Reynolds (1723-1792) coincidió con los coleccionistas de su tiempo en que los gran-des maestros del Renacimiento italiano – Rafael, Miguel Ángel, Correggio y Ticiano- eran exponentes sin rival del arte verdadero.

Reynolds, al igual que sus contemporáneos, creía en las normas del buen gusto y en la importancia de la autoridad en el arte. Creía que el correcto proceder artístico podía, en gran parte, ser enseñado si a los alumnos se les daba facili-dades para estudiar y examinar las obras maestras de la pintura italiana. Reynold cría que solamente lo grandioso e impresionante merecía el nombre de gran arte.

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Joshua Reynolds

William Hogarth

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En el s.XVIII, el bues gusto inglés fue objeto de admiración en Europa, ya que el arte estaba al servicio de la razón y no al de los reyes. En Francia, también comenzaron a observar la vida de los hombres y mujeres vulgares y empezaron a pintar escenas emotivas y alegres.

Como Jean Baptiste Simeón Cahrdin. A el gustaban los momentos familiares y tranquilos, como observamos en La bendición de la mesa en la que retiene la poesía de una esce-na familiar. Aunque el más importante retratista francés fue el escultor Jean Antoine Houdon, que recogió la tradición de Bernini para sus obras, como en el retrato de Voltaire en el que se nos permite ver la inteligencia penetrante y el ingenio del retratado.

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Jean Baptiste Simeón Cahrdin La bendición de la mesa, Jean Baptiste.

En Francia el interés por el paisaje se representa con la obra de Fragonard, como por ejemplo en su obra El parque de Villa d’Este en Tívoli, en la que halla el encanto y la magnificencia en un fragmento de prespectiva real.

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LA RUPTURA DE LA TRADICIÓNInglaterra, América y Francia, final del siglo XVIII y primera mitad del XIX

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Todas las sociedades, han luchado por describir el concepto de belleza que a su padecer, era el correcto. Desde las más diversas escuelas, la belleza le ha dado sentido a la pintura, la escultura y la arquitectura, entre otros medios, para proporcionar cosas bellas a admira-dores que pudieran disfrutar poseyéndolas.

A partir de la Revolución Francesa comienzan a hacerse realidad los cambios que tanto dieron que hablar en el mundo del arte desde la edad de la razón.

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Comenzamos a advertir uno de estos cambios en cuanto al estilo, que hasta entonces se entendía como el modo a seguir para obtener un efecto determinado. En Inglaterra, Horace Walpole mandó construir su residencia como si de un castillo gótico se tratase y William Chambers construye su pagoda (casa) china fijándose en modelos orientales. El concepto ha cambiado, el estilo es una forma creada el cual puede adaptarse a cualquier antojo.

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Por otro lado se observó como las normas de la arquitectura clásica renacentista a la cual se refería Palladio, habían sido tomadas con cierta arbitrariedad. De esta forma se volvió la mirada a los recién redescubiertos templos griegos clásicos y se daría paso al período de la Regencia (1810-1820) que retomaría los órdenes clásicos como la villa proyectada por John Soane en un dórico original.

Estados Unidos se construye en base al estilo neoclásico, Thomas Jedderson proyecta, al mismo modo, su residencia en Monticello. En Francia, Napoleón lo adoptará para la adaptación de su Imperio.

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Es en esta época cuando se instauran las academias en pintura y escultura, muere la antigua forma de aprendizaje, los maestros.

Las academias se empeñan en enseñar de modo similar a los maestros, comienzan a organizar exposiciones anuales con las obras de los miembros de la academia. De la crisis entre el arte genuino y el academicista sur-gen gran variedad de temas nuevos.

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En Estados Unidos, John Singleton Copley, pintó la paz firmada hacía apenas tres años entre el rey inglés Jorge III y los colonos nor-teamericanos.

En Francia, Jacques-Louis David pintó por ejemplo la muerte de Marat con un aura heroica a la vez que describió la anatomía del asesinado con fidelidad forense.

En España, Francisco de Goya, miró al mundo de otra manera, revela los más bajos sentimientos de los retratados. Incorporó temas nuevos y creativos en cuanto a estampas y aguafuertes.

En Inglaterra, William Blake Pintaba sus vi-siones sin fijarse en modelos y vivió encerrado en su propio mundo, como la ilustración de su poema Europa, Una profecía muestra.

Joseph Mallord William Turner y John Cons-table protagonizaron un duelo estilístico: mientras el primero pretendía mejorar la tradición y miraba a su predecesor, el segun-do se despojaba de artificiosidad y buscaba el naturalismo y ser fiel a su propia visión del objeto sin pretensiones.

En Alemania, Caspar David Friedrich,representa la visión más romántica del paisaje.

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REVOLUCIÓN PERMANENTEEl siglo XIX

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Al igual que en épocas posteriores, en esta se copiaron los estilos de tiempos anteriores como el gótico y el renacimiento. Sin embargo, otros autores hallaron el camino personal del estilo, avanzando un paso más que la mera copia, incorporando otros elementos y una fantasía caprichosa. De este modo podemos observar a Charles Ba-rry, que diseñó el Parlamento de Londres. En pintura y escultura, los artistas eran libres por la ruptura con la tradición. Había una parte de creadores que no tenían problema en satisfacer las demandas del público tal, pero otra parte de inconfor-mistas, se sentían cada vez más alejados de éste, convencidos en buscar nuevos lenguajes para expresar su personalidad mediante el arte.

Éstos últimos son los que han dejado huella en la Historia del Arte y sin embargo los primeros, han caído en el olvido.

París se convirtió en la capital artística de la Europa del XIX. El pintor Jean Auguste Dominique Ingres representó la tradición de la Academia y la perfección técnica en el dibujo.

Eugène Delacroix, aborreció las rígidas normas de esta última y con-sideró más importante el color que el dibujo y la imaginación que la inteligencia. Además eligió temas atractivos lejos de la tradición como por ejemplo su Caballería árabe a la carga.

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Jean-Baptiste Camille Corot, pintor realista, utiliza nuevos elementos y matices cromáticos. Jean-François Millet, su seguidor se propuso pintar escenas campestres cuyos protagonistas eran campesinos y campesinas. Fue así como, uniendo las ideas academicistas, pinta Las espigadoras.

En busca de los mismo ideales, Gustave Courbet, en la misma época, dio nombre al movimiento realista, el cual buscaba no la belleza, sino la verdad en el arte. Pintó; “Bonjour, Monsieur Courbet” en el que con una imagen absolutamente convencional y cotidiana, protesta contra los convencionalismos de su tiempo y la rutinaria habilidad tradicional de los maestros.

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Como respuesta al realismo francés, surgió en Inglaterra un movimiento que, creyendo que el arte se había vuelto insincero por culpa de Rafael se auto-proclamó Prerrafaelista.

Pretendían rescatar el espíritu ingenuo del medie-vo, pero fracasaron pues sus obras están llenas de aparente artificiosidad. Dante Gabriel Rossetti fue uno de sus miembros más importantes.

Otra vez en Francia, Édouard Manet encabezó un grupo de artistas que continuaron el programa de Courbet y pusieron en tela de juicio la forma de representar los volúmenes mediante las transicio-nes graduales de la luz y sombra.

Declararon que dichos efectos no se daban en la estridente realidad sino en las condiciones artifi-ciales de un estudio, por lo que decidieron pintar sin ideas preconcebidas, confiando en sus ojos, lo que los llevó a darse cuenta de que en la naturale-za los tonos de los objetos se mezclan entre sí en la retina del observador. Este descubrimiento sig-nificó una revolución en la transcripción del color.

Estos pintores, sin embargo, sacaron su inspira-ción de la tradición de los maestros del pincel.

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Claude Monet perteneció al grupo de la pintura al natural. Desarrolló nuevas técnicas para hacer frente al constante cambio de la luz en la naturaleza: los colores se debían depositar directamente sobre la tela sin descansar en detalles, teniendo en cuenta el efecto general del conjunto. La nueva técnica indignó a críticos y artistas tradicionalistas.

A partir del título de un cuadro suyo, un periodista bautizó al grupo de artistas como impresionistas, término que los propios artistas hicieron suyo. Estos impresionistas no solo se dedicaron al paisaje, sino que siguieron renovando en cuanto a temas.

Podemos observar el cambio en la obra de Monet La estación de Saint-Lazare o en la de Pierre Augus-te Renoir: Baile del Moulin de la Galette. A Renoir le interesa estudiar el efecto producido por la luz del sol sobre el torbellino de la multitud de lo que resulta una obra de engañoso aspecto abocetado.

Con el tiempo, los impresionistas comenzaron su fama por toda Europa. En esta época, se disfruta de un gran crecimiento tecnológico.

Estos avances como la fotografía, unidos al conoci-miento de las estampas japonesas, ayudaron a los ar-tistas a descubrir otras perspectivas, unos movimien-tos más fortuitos y un mundo de temáticas y encajes.

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Edgar Degas, otro amante del dibujo, se interesó también por la represen-tación de la impresión del espacio y la solidez de las formas vistas desde ángulos insospechados. Demostró al mundo académico que los nuevos principios eran compatibles con los antiguos.

De los muchos artistas que se dirigieron al epicentro del arte Europeo, destaca el esta-dounidense James Abott McNeil Whistler. Despreciaba los sentimentalismos del arte tra-dicional pero no se interesaba tanto en el color sino, en las composiciones complejas. Además creía que lo menos importante en las obras era el tema, de ahí que al retrato de su madre lo titulara Composición en gris y negro.

En cuanto a la escultura, al francés Auguste Rodin se le acusó de rebelde por desdeñar la apariencia superficial del acabado. Pero como gozaba de indiscutible maestría y gran fama, su influjo facilitó el camino para la aceptación del impresionismo.

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FIN