Turismo, Reflexividad y Procesos de Hibridacion

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    Margarita Barretto (coord.)

    Turismo, refexividad y

    procesos de hibridacin

    cultural en Amrica del

    Sur austral

    Coleccin PASOS edita, n 4www.pasosonline.org

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    Editora

    Margarita Barreo

    Turismo, reexividad y procesos dehibridacin cultural en Amrica del

    Sur austral

    Coleccin PASOS edita, nmero 4

    www.pasosonline.org

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    Turismo, reexividad y procesos de hibridacin cultural en Am-rica del Sur austral / Margarita Barreo (Ed.) - El Sauzal (Tenerife.Espaa): ACA y PASOS, RTPC. 2010. 180 p. Incluida bibliografa.

    1. Turismo y cultura. 2. Hibridacin cultural. 3. Experiencia.I. Barreo, Margarita. II. Ttulo. III. PASOS. Revista de Turismo yPatrimonio Cultural. IV. Serie.

    3 (304.2): 3 (316) (379.85)

    Edita: Asociacin Canaria de AntropologaPASOS, Revista de Turismo y Patrimonio Cultural

    P.O. Box 33. 38260 - El SauzalTenerife (Espaa)

    ISBN: 978-84-88429-14-8

    2010. PASOS, Revista de Turismo y Patrimonio Culturalwww.pasosonline.org

    e-mail: [email protected]

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    Turismo, reexividad y procesos de hibridacincultural en Amrica del Sur austral

    ndice

    IntroduccinMargarita BarreoAlejandro Otamendi

    Captulo IEcoturismo en Comunidades Indgenas. Condiciones e im-plicancias sociales y culturales para el desarrollo del ecotu-rismo en comunidades pehuenche del Alto Bo-Bo.Marcela Paz Herrera

    Captulo IIInmanencia y reexividad en los procesos de reconversineconmica y los cambios socioculturales desencadenadospor el turismo en las sierras de Crdoba.Germn Pinque

    Captulo IIIRelaciones familiares en el Turismo Rural: Una reexin des-de la perspectiva de la mujer.Ana Maria Costa BeberRaquel Lunardi

    Captulo IVHacia una reexin del turismo tnico y su redenicin dealteridades. El caso de las polticas tursticas de Chaco y For-mosa, Argentina.Patricia Torres Fernndez

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    Captulo V

    De la Ciudad del Tratado a la del acero, y de la del acero a lade Mara. Religin y Turismo. El Caso de San Nicols de losArroyos.Fabin Claudio Flores

    Captulo VIDescubriendo parasos mgicos y mundos soados: anlisisde las prcticas discursivas del turismo.Alejandro Otamendi

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    Introduccin

    Margaria BarreoAlejandro Otamendi

    El turismo es un fenmeno mundial pues a partir de la acelera-cin del proceso de globalizacin de la economa y de la cultura, ascomo del perfeccionamiento de los medios de comunicacin y deltransporte, son pocos los lugares en el planeta que no reciben turis-tas en la actualidad. Al mismo tiempo, el turismo llega a todos losgrupos sociales, no porque todos puedan, algn da, ser turistas eneste mundo desigual, sino porque el fenmeno, de alguna manera,tambin afecta a los que no lo practican, en algo que llamaremosprovisoriamente de efecto cascada que consiste en la dispersinde las consecuencias socio econmicas, culturales y ambientales en

    diferentes niveles.Por estas caractersticas, el turismo puede ser considerado como

    un fenmeno social total, ya que como lo dena Mauss tales fe-nmenos son aquellos en que se expresan al mismo tiempo todaslas instituciones, religiosas, polticas y morales [...] econmicas -su-poniendo formas particulares de produccin y de consumo (1974:37).

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    Por denicin, el turismo precisa ser estudiado por varias cien-cias porque es impensable que un investigador pueda, al mismo

    tiempo, estudiar todos los ngulos, la estructura y el funcionamien-to, las causas, efectos, inter-relaciones, de la actividad turstica y elcomportamiento de los turistas y de la poblacin que los recibe. Si separte de la observacin emprica, siempre se encontrar que variosmarcos tericos son necesarios para analizar el fenmeno observadoy al mismo tiempo es difcil establecer fronteras rgidas para decidirquien, dentro del mbito acadmico, debe estudiar qu aspecto delturismo, pues todas las disciplinas tienen su contribucin.

    Se necesitan gegrafos y bilogos para vericar los efectos y re-

    laciones del turismo con el medio natural, se precisan socilogosy antroplogos para estudiar las causas, efectos e inter-relacionesdel turismo con el medio social. De la misma forma, economistas,comunicadores sociales, semilogos, historiadores y otros investi-gadores de las disciplinas de las ciencias sociales contribuyen al es-tudio del turismo en su totalidad.

    Sin embargo, los estudios disciplinares pueden solamente abar-car un aspecto y tanto turistas como habitantes de los lugares visi-tados son totalidades que se encuentran en un fenmeno relacional,que solo puede ser aprehendido de forma interdisciplinar.

    Pero igualmente, sean los estudios disciplinares o interdiscipli-nares, el turismo se presenta como algo muy difcil de ser investiga-do dada su naturaleza rizomtica (Barreo, 2007, p.10). El turismosucede de forma bastante incontrolable e imprevisible, a pesar detodas las tcnicas de planicacin. As como un brote de una plantarizomtica nunca es idntico al otro, las situaciones de turismo no sereproducen, ni siquiera en el llamado turismo de masas, caracteri-zado por su padronizacin. De tal modo, los efectos de la actividadturstica en las distintas sociedades son diferentes porque cada gru-po humano tiene sus peculiaridades y sus respuestas especcas asituaciones distintas, dado que las personas se comportan de formavariable y la cultura se transforma dinmicamente en el transcursodel tiempo.

    Los estudios realizados por la antropologa, tanto el estudio decasos etnogrcos como los de orden terico-conceptual, teniendocomo tema el turismo -o fenmeno turstico-, se caracterizaron du-rante muchos aos por enfocar impactos y procesos de acultu-racin, lo que trae aparejada la nocin, en el primer caso, que lalocalidad visitada por los turistas es algo esttico e inerte y, en el se-

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    gundo, que la poblacin local es receptora pasiva de las inuenciasde los forasteros colocando aculturacin como sinnimo de difu-

    sin, o sea, la adquisicin y adopcin por una sociedad de un hechocultural caracterstico de otra ( Pano y Perrin, 1973:55, apud Santosy Barreo, 2006:246).

    Dicho de otra forma, los estudios de antropologa referidos alturismo fueron, desde el principio, orientados por el paradigma dela aculturacin (Nash, 1997), porque se era el tema de inters co-yuntural que se estaba estudiando y los investigadores se toparoncon el turismo. Por lo tanto no se trataba exactamente de estudios deturismo como tema central..

    Al tiempo que el concepto unilateral de aculturacin fue per-diendo terreno en la antropologa como un todo, abriendo lugara conceptos como transculturacin, investigaciones posterioresde antropologa aplicada al turismo propiamente dan cuenta quesociedades distintas brindan respuestas diferentes al turismo, queturistas de orgenes varios tienen una diversa forma de relacionarsecon los locales y, no menos importante, que las culturas no son siste-mas cerrados, as como tambin que las comunidades no son nece-sariamente homogneas. De tal modo, se fueron incorporando asen los estudios tursticos conceptos como hibridismo cultural, fron-teras tnicas, ujos y terceras culturas (Santos y Barreo, 2006:246).

    En la actualidad, los nuevos paradigmas de los estudios de turis-mo proponen estudiar el signicado del mismo dentro de la cate-gora ms amplia de movilidad horizontal, junto con otras formasde desplazamiento humano y de las nuevas comunidades transna-cionales.

    Sugieren estos nuevos paradigmas tambin, no analizar el turis-mo solamente como mecanismo de evasin, sino como otra prcticams que permite el encuentro entre culturas, que, por otra parte, engeneral ya se conocen a travs de los medios de comunicacin, sinolvidar que es tambin un nuevo producto de consumo.

    En sintona con lo anterior las investigaciones etnogrcas ac-tuales demuestran que tanto los problemas como las soluciones quesurgen con el turismo tienen que ver con otros factores coadyuvan-tes, con problemas sociales preexistentes, con la historia, con losprocesos polticos, con las polticas nacionales e internacionales, conla economa mundial, con las relaciones de dependencia cultural yeconmica, y/o con cuestiones psicosociales como los mecanismosde evasin y el mimetismo. En el primer seminario internacional

    Introduccin 11

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    donde se discutieron especcamente los efectos provocados por elturismo en aquellos lugares en que fue promovido, se veric que

    el turismo nada ms conrma los comportamientos preexistentesen la cultura (De Kadt, 1979:63) y tambin que los medios de co-municacin tienen un efecto mucho mayor en la dinmica social.

    No hay duda que el turismo tiene efecto en las sociedades recep-toras, y provoca cambios comportamentales en algunos aspectos,pero no est muy claro si esto se debe analizar a la luz de la teora dela aculturacin o si, en cambio, se trata de una respuesta reexiva,que deba ser explicada con la teora de la reexividad de Giddens(1991)

    Para este autor existen mecanismos de desencaje que llevan a undistanciamiento en el tiempo y el espacio que permite que las rela-ciones sociales se alejen de la sociedad tradicional inmediata. Podraser este el proceso por el cual las personas re-elaboran los elementosde la cultura local, negocindolos con los elementos de la culturaglobal que traen los turistas, sin encerrarse en la tradicin pero sindejarse seducir totalmente por la globalizacin.

    Otro concepto que puede contribuir para la comprensin de losprocesos que acompaan las relaciones entre visitantes y visitadoses el de dialogismo, modo de pensar el mundo que destaca la im-portancia de los procesos, relaciones, dinmicas, complementaciny contradiccin. En lugar de ver el mundo a partir de la ptica de larelacin causa-efecto (como en la teora de los impactos), la aproxi-macin dialgica ve los fenmenos sociales en constante negocia-cin responsiva. (Ooi, 2002:47)

    A su vez, el concepto de cosmopolitismo, elaborado por Hannerza partir de Merton, contribuye para la superacin del paradigmade la aculturacin por turismo. Es un proceso por el cual los indivi-duos se interesan por la coexistencia de la suya con otras culturas,que permite que se construyan identidades en oposicin unas conlas otras, desarrollando la habilidad de entender los cdigos cultu-rales de los otros y tener una actitud reexiva para con ellos.

    El cosmopolita puede abrazar la cultura extranjera, pero no tie-ne que comprometerse con ella. Siempre sabe donde est la salida(Hannerz, 1995:240)

    Importantes para esta discusin son tambin las contribucionesde Bahba (2005) que arma que los conceptos de culturas naciona-les homogneas o comunidades tnicas o rgnicas estn en procesode redenicin. Hoy se habla de ujos, de movimiento.

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    Adems, los efectos se dan tambin en los turistas, en lo que fuedenido como interaccin intercultural (Neekoven (1979:135),

    pues muchos de ellos tambin vuelven a casa transformados des-pus de la experiencia turstica.El territorio comprendido por Argentina, Brasil, Chile, Paraguay

    y Uruguay, el llamado Cono Sur es una regin histricamente mes-tiza, que ha empezado recientemente a planicar y promover el tu-rismo cultural en sus varias formas y donde se pueden desde yaestudiar los procesos a la luz de los nuevos paradigmas antes men-cionados. Asimismo, y es el aporte importante de esta publicacin,se observa conjuntamente una produccin de investigaciones antro-

    polgicas que vienen dando cuenta de dichos procesos.Como en todos los dems lugares del mundo en que el turismofue implantado desde los aos de la Post Guerra, o sea a partir de ladcada de 1950, el turismo surge como una alternativa econmica.Es una de las formas que los pases encontraron de insertarse en elmercado global, pero no la nica.

    Al mismo tiempo ha sido vislumbrado por los grupos tnicoscomo una forma de mostrar su cultura, una forma de armar suidentidad en esta sociedad global, en un proceso claro de cosmopo-litismo.

    Los procesos de reexividad se ven claramente en el caso pre-sentado por Marcela Paz Herrera, en que, como constatara algu-nos aos Smith (1989) para las poblaciones esquimales, cada gru-po reacciona a la presencia de turistas de una forma diferente deacuerdo con su dinmica cultural y su historia. En un proceso clarode cosmopolitismo y de establecimiento de fronteras tnicas los in-dgenas reivindican su cultura y su religin frente a los turistas, conello ayudando a fortalecer la defensa de su propio territorio, en unproceso de negociacin y de dialogismo.

    Lejos de estar subyugados por los extranjeros o colonizados cul-turalmente, los grupos tnicos y sociales, indgenas, campesinos,pescadores, en esta parte del continente, ven en el turismo la posibi-lidad de acceder a la modernizacin tecnolgica y al mismo tiemporearmar sus tradiciones.

    El estudio de caso de Germn Pinque muestra que las pobla-ciones no son en absoluto receptoras pasivas. El estudio tambinendosa la idea de Bahba, adoptada por muchos cientcos, de queno existen comunidades homogneas, y pasa a utilizar el conceptode vecindario de Appadurai. De tal modo, se desmontan dos de

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    los grandes paradigmas de la literatura antropolgica de los aos80. En primer lugar, el turismo no provoca impactos en un ob-

    jeto inerte, sino que existen relaciones dialgicas, hay un procesode reexividad por el cual cada poblacin reacciona a los estmu-los de forma peculiar. En segundo lugar, tampoco se habla ms deaquella comunidad idealizada en gran parte de la literatura sobreturismo, es decir una comunidad local donde todos son iguales yactan en funcin de un nico inters. Por el contrario se evidenciaque existen sociedades complejas donde hay grupos de intereses,rivalidades, diferencias y conictos, pero tambin grupos de des-inters conformados por aquellos que no desean implicarse, ni ser

    implicados, en los desarrollos tursticos.Los procesos de reexividad se ven comparando uno y otro casode los estudiados. Varias investigaciones realizadas en estableci-mientos que trabajan con turismo rural en Brasil revelaron algo quelos investigadores no esperaban. Pensando encontrar el gnero fe-menino sobrecargado, con una triple jornada de trabajo (duea decasa, auxiliar en las tareas del campo y gerente de hospedaje), con-trariamente en el campo hallaron mujeres que en ese tercer papeladquirieron estatus social. En el trabajo realizado en Ro Grande

    del Sur descripto por Ana Mara Costa-Beber y Raquel Lunardi, elturismo rural ha dado visibilidad a las mujeres, mientras que en laregin de Crdoba, Argentina, estudiada por Pinque, el papel de lamujer es secundario y quien recibe a los turistas son los hombres.

    Durante muchos aos se trat al turismo como una fuerza au-tnoma, capaz de desatar tanto inconmensurables benecios comoterribles daos. Hoy est claro que el turismo depende de otrosfactores condicionantes. Las negociaciones en los espacios polticospermitirn o no la concrecin de proyectos tursticos en funcin delos intereses de los grupos de poder. A su vez, (in) justicia social, laspolticas distributivas, econmicas, educacionales y/o de salud, en-tre otras, determinarn el destino del dinero que entra por conceptode turismo, haciendo que esta actividad se revierta o no en beneciode la sociedad. En este sentido las polticas laborales harn que elturismo sea una buena fuente de trabajo o apenas sirva como alter-nativa a la miseria.

    El trabajo de Patricia Torres Fernndez trae una aproximacindialgica, mostrando la complementariedad y las contradiccionesdel proceso de turisticacin de dos provincias argentinas (Chaco

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    y Formosa), as como la dependencia e inter relacin de este con lapoltica partidaria nacional.

    No solamente las poblaciones locales muestran reexividad.Hay turistas masicados, pero tambin hay turistas reexivos, queeligen, que combinan sus experiencias, que no se encajan en unasola clasicacin. La hibridacin cultural est bien presente en eltrabajo de Fabin Flores, que muestra como la lnea divisoria entreturismo religioso y peregrinaciones se atena cada vez ms, fen-meno que tambin ha sido etnograado por Steil y Carneiro (2008)para el caso de Brasil. Las clsicas categoras durkheimianas de losagrado y lo profano se desdibujan, ya que en determinados contex-

    tos tursticos los tpicos sitios sagrados se secularizan y otros sitiosconsiderados tpicamente profanos se sacralizan. En tal sentido, va-rios templos y catedrales de la religin catlica adquieren en el pre-sente una funcionalidad turstica, mientras que la naturaleza y otrossitios profanos se constituyen como espacios para la espiritualidad.

    De cierta forma, todos los trabajos aqu compilados muestranalgo que aos atrs dos investigadores ingleses constataron sobrela cultura popular de Amrica Latina. Rowe y Scheling (1991) ob-servaron que no se pueden aplicar para esta parte del continente losmismos parmetros de racionalidad con que se analiza el compor-tamiento en el viejo continente. En Latino Amrica la post moderni-dad est entrelazada con la pre-modernidad, lo sagrado y lo profa-no, lo indgena y lo europeo, el realismo mgico de Carpentier y deGarca Marquez hacen parte de lo cotidiano. Es en Amrica Latinaque conviven la racionalidad europea con los rituales ancestrales, elcristianismo con las ofrendas a la Pachamama o a Yemanj, la medi-cina occidental con el chamanismo, donde el tango nace en el subur-

    bio y en transcurso del siglo pasa a ser interpretado por orquestassinfnicas, donde Vivaldi y Piazzola son unidos por un ballet.

    Este interesante modo de representacin post moderna de los es-cenarios tursticos es abordado en el trabajo de Alejandro Otamen-di. All se observa cmo distintas reas y sitios tursticos tienenla capacidad discursiva de ensamblar libremente sus imgenes ysmbolos frente a los turistas, as como tambin la posibilidad deprivilegiar, jerarquizar u omitir determinadas narrativas entre otrastantas posibles.

    No es de extraar entonces que tampoco las reacciones a la pre-sencia de turistas y empresas tursticas sea diferente, que haya unanegociacin diferente entre visitantes y visitados y que haya una

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    incorporacin negociada, por parte de los grupos sociales locales,de lo que interesa de este movimiento global.

    Referencias bibliogrcasBhahba, Homi K.2005 O Local da Cultura. Belo Horizonte: UFMG.Garcia Canclini, Nstor1989 Culturas Hbridas. Estratgias para entrar y salir de la modernidad. Mexico: Gri-

    jalboGiddens, Anthony1991 Modernity and self identity. Self and society in the Late Modern Age. California.

    Stanford University Press.Hannerz, Ulf1995 Cosmopolitans and Locals in World Culture. In Featherstone, Mike. Global

    Culture. Nationalism, Globalization and Modernity. London: Sage.Kadt, de. Emmanuel1991 [1979] Turismo: Pasaporte al Desarrollo? Madrid: Endymion.Mauss, Marcel1979 Sociologa y Antropologa. Madrid: Tecnos,Nash, Dennison.1996.Anthropology of Tourism. New York: PergamonNeekoven, Lothar1979 Mechanisms of Intercultural Interaction. In de Kadt, Emanuel. Tourism,

    passport to development? Washington, Unesco/Oxford University Press.Ooi, Can-Seng2002 Cultural Tourism & Tourism Cultures. Copenhagen. Copenhagen business

    School Press.Rowe, William y Schelling, Viviane1991Memory and Modernity: Popular Culture in Latin America. London: VersoSantos, Rafael J y Barreo, Margarita2006 Aculturao, Impactos Culturais, Processos de Hibridao: uma reviso

    conceitual. Turismo em Anlise, V.17, n. 2, pp. 244-264Smith, Valene1989 Hosts and Guests. The anthropology of tourism.2a. ed. Philadelphia: University

    of Pennsylvania Press.Steil, Carlos A y Carneiro, Sandra de S2008 Peregrinao, turismo e nova era. Caminhos de Santiago de Compostela no

    Brasil. Religio e Sociedade Vol 28, n 1, July. Disponible en hp://www.scielo.br/scielo.php?pid=S0100-85872008000100006&script=sci_arext

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    Ecoturismo en Comunidades Indgenas.Condiciones e implicancias sociales y culturales

    para el desarrollo del ecoturismo en comunidadespehuenche del Alto Bo-Bo

    Marcela Paz Herrera

    Introduccin

    El turismo ha sido considerado una de las actividades econmi-cas de mayor crecimiento a nivel mundial, y ms an el turismono convencional denominado tambin de intereses especiales, quede modo predominante se ha caracterizado por demandar produc-tos relacionados con la naturaleza y la cultura. Para Amrica latinatal escenario ha signicado el inicio e intensicacin de emprendi-mientos tursticos en zonas con presencia indgena, dadas las parti-cularidades que conlleva la belleza paisajstica y recursos culturales

    tradicionales y nicos de aquellos territorios ancestrales.En principio, esta modalidad si bien ha generado ingresos econ-

    micos signicativos para los inversionistas y para la economa localha suscitado tambin, en mltiples casos, impactos adversos sobreel medio ambiente natural, adems de alterar la convivencia socialy los espacios identitarios de las comunidades indgenas, conside-

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    rando por cierto que en su mayora los nativos se han incorporadocomo mano de obra barata de aquellos emprendimientos. Sin em-

    bargo, el ujo de turistas sigue en aumento, y muchas comunidadeshan considerado el turismo como una alternativa econmica viablefrente a sus precarias condiciones de existencia.

    Frente a tal contexto surgen desde hace unas cuantas dcadas en-foques que pretenden la sustentabilidad de la actividad, un turismoplanicado, no masivo, responsable sobre el medio ambiente, y muyespecialmente centrado en el desarrollo local. Sin duda, un enfoqueparadigmtico en lo que a modelo de desarrollo se reere.

    Sin embargo, este prometedor escenario, plantea mltiples y di-

    versas interrogantes.En primer lugar el turismo sobre territorio indgena, insoslaya-

    blemente da cabida a una relacin intercultural que bien puede sig-nicar encuentros, desencuentros, resistencias y conocimiento entreculturas en principio diferentes. Precisamente, el turismo reere eneste sentido a la tradicional problemtica epistemolgica en antro-pologa, la oposicin nosotros/los otros, relevando trminos tan sig-nicativos como el de frontera tnica, lo que genera por consiguien-

    te mltiples sensibilidades para los actores sociales comprometidos.Por otro lado, la puesta en marcha de la actividad, replantea la rela-cin de los grupos indgenas con su territorialidad y, en especial, enlo que atae a la puesta en valor de los recursos naturales y cultura-les para la oferta turstica. Cabe considerar, adems, el impacto queel turismo genera sobre otras prcticas econmicas, en particular lastradicionales. Lo cierto es que sobre esta actividad conuyen lgicasde accin diferentes particularmente en lo que respecta al desenvol-vimiento de lo econmico.

    Finalmente, el turismo pensado en trminos de una actividadeconmica sustentable, vuelve relevante la nocin de concienciaecolgica, as como adems, la participacin local, que tambin des-entraa sus propias lgicas y representaciones.

    El estudio que aqu se presenta dirige la mirada hacia el Alto Bo-Bo, un territorio, ahora comunal, ubicado en la Octava regin deChile, y donde habitan desde tiempos ancestrales las comunidadespehuenches. En aquellas tierras, denidas como de gran potencialturstico por su paisaje natural y por su componente tnico se busca

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    desarrollar, por iniciativa estatal y de organismos no gubernamen-tales que trabajan en la zona, el turismo como un proceso de desa-

    rrollo local, bajo el concepto de ecoturismo.Ahora bien, la inquietud que nos surge y bajo la cual se constitu-ye nuestra problemtica gira en torno a esta relacin comunidadespehuenche y turismo sustentable: Cmo se instala el turismo den-tro del proceso histrico vivido por las comunidades? Igualmentecabe problematizar el concepto de sustentabilidad, aplicado al turis-mo y a esta realidad local en particular.

    Otras interrogantes de inters se nos plantean: Cmo se sitanlos actores frente a este proceso que se les viene en marcha y del

    cual se supone son protagonistas?; Cmo signican la visita tursti-ca, qu signicados construyen respecto a esta actividad, que temo -res y expectativas les provoca?

    Cabe tambin explorar como signican su territorialidad e iden-tidad en trminos de la construccin de una oferta turstica. Asmismo, cmo se enfrenta el nivel organizacional de las comunida-des para la autogestin de la actividad, y ello pensando en la granfragmentacin social y poltica que hoy las caracteriza. Todas inte-

    rrogantes que llevan desde una perspectiva antropolgica a denirlas fortalezas, limitantes e impactos que el turismo y ms precisa-mente el ecoturismo puede provocar sobre estas poblaciones.

    El proceso

    El principal hallazgo del estudio fue constatar, en terreno, laaceptacin generalizada del turismo en el territorio. Esta sensibi-lidad se extiende prcticamente en todo el Alto Bo-Bo, incluso en

    aquellas comunidades ms reticentes a la relacin con la sociedadexterna como Malla-Malla, o ms aisladas como Guallaly.

    El turismo con un desarrollo todava muy incipiente en el territo-rio, con iniciativas muy dispersas unas de otras, se ha convertido enuna actividad que cuenta con la aceptacin creciente de este mundoindgena, que les genera enormes expectativas, especialmente eco-nmicas, no obstante, las desconanzas, las resistencias que aquelloles poda provocar en un principio.

    Por cierto, que han sido en lo fundamental las instituciones p-

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    blicas y tambin privadas que trabajan en el territorio, las que hanpromovido con distintos enfoques, el desarrollo de la actividad.

    El turismo no es una actividad endgena. Proviene de la sociedadexterna, y si bien hay experiencias espordicas con el visitante, laconcepcin del turismo como una alternativa viable e inmediatade generacin de recursos surge bsicamente a travs de aquellainstitucionalidad, y en menor medida por conocimiento propio, y/omeditico.

    Pero adems, es imposible dejar de considerar que el turismo enel Alto Bo-Bo no descansa en el vaco; de manera inevitable se ins-tala dentro de un proceso histrico de intervencin y enajenacin

    territorial, y de asistencialidad de los indgenas por parte del estadoy dems instituciones que trabajan en el territorio. Un proceso don-de por cierto ha habido aculturacin, transculturacin, a la vez quereivindicacin tnica, recuperacin de tierras, y esfuerzos comuni-tarios y externos por impulsar el desarrollo local.

    Ms all de aquello, las comunidades observan y se planteanesta actividad tras evaluar crticamente sus actuales condiciones deexistencia. Por cierto, son reconocibles los grandes problemas que

    afectan a las prcticas econmicas tradicionales agrcolas y ganade-ras. La baja fertilidad de los suelos atribuible a la reduccin y pos-terior presin territorial, es sin duda uno de los principales factoresque explican este escenario. Considerando aquello, el turismo se haconvertido para muchas familias en la alternativa productiva msrelevante para la subsistencia familiar, an cuando todava tengaun carcter incipiente. Este concepto -porque el turismo es para lagran mayora un proyecto a desarrollar- coincide en gran medidacon el discurso y directrices de los organismos internacionales de

    desarrollo, que promueven esta actividad concibindola como laprincipal opcin productiva del mundo rural campesino e indgenapara superar sus condiciones de pobreza, es decir se le consideracomo el gran salvavidas. Una perspectiva que tambin es asumidapor los gestores pblicos en el pas, y aplicable en territorios comoel abordado.

    Si la agricultura ancestral en el Alto Bo-Bo no logra generarlos recursos esperados por las familias, si no es suciente para suconsumo diario, como tampoco lo permite la ganadera, porque el

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    ganado es menor, y se vende mal, cabe buscar alternativas producti-vas, o cabe acompaar o complementar estas ancestrales labores con

    otras actividades, como el turismo, especialmente si se trata de unaactividad pensada en el verano, en un tiempo donde hay que apro -vechar al mximo la generacin de recursos dada las inclemenciasdel invierno que los hace de verdad invernar. Pero, adems, el tu-rismo les permite generar ingresos de manera inmediata, escenarioconstantemente buscado por estos actores, ya insertos insoslayable-mente en una economa de mercado, aun cuando su participacinen ella sea uctuante.

    Estas expectativas forjadas en torno al turismo revelan sin duda

    una realidad econmica, que no slo se aleja de la sociedad opu-lenta primitiva de Sahlins (1983) sino que se presenta en principiomediatizada por la sociedad de mercado.

    Ahora bien, el turismo se inserta dentro de un proceso histricodonde se confrontan, conuyen y hasta negocian estas dos fuerzasmodernidad y tradicin que no solamente se materializan en el pla-no econmico como ya hemos venido observando, sino tambin enel mbito organizacional y simblico-religioso. Lo cierto es que tam-

    bin el turismo reeja el desencadenamiento de estas dos fuerzas enestos diversos mbitos de accin y de signicacin de los sujetos. Sinembargo, es preciso no perder de vista que la actividad se instala demanera insoslayable dentro de un proceso histrico que ha estadomarcado y condicionado en lo profundo por la constante interven-cin y enajenacin que otros actores o agentes externos pblicos yprivados han llevado a cabo en el Alto Bo-Bo. Actores con mayorpoder de agencia que de una u otra manera en distintas etapas delproceso han vulnerado esta territorialidad y trastocado la relacin

    que los indgenas han establecido desde tiempos ancestrales con suespacio de vida.

    Con todo, la actividad ecoturstica planteada ahora por los orga-nismos estatales y ONG desde la ptica del desarrollo local, esto esdesde la participacin directa de la poblacin local en la gestin oco-gestin de la actividad conlleva mltiples implicancias sociocul-turales y econmicas como veremos a continuacin que sin dudareeren a las debilidades y fortalezas del turismo para este mundoindgena, y en denitiva reere a las contrariedades del desarrollo.

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    Primeras aproximaciones sobre el turismo

    Si bien el inters y el entusiasmo por el turismo son crecientes,la mayora de los actores locales no maniestan gran claridad enla denicin del turismo que se quiere desarrollar. Bsicamente laactividad reere a la llegada de personas externas al territorio mo-tivadas por el paisaje al que atribuyen gran belleza, y tambin porla presencia indgena, lo que por cierto implica para los nativos elreconocer su particularidad tnica como atractivo turstico. A estasignicacin se agrega la historia reciente, porque la instalacin delas centrales hidroelctricas y el movimiento de oposicin a stas

    se han convertido tambin en objetivo de motivacin para la visita.Ahora bien cabe destacar que los pehuenche ya plantean una distin-cin respecto al perl del turista que llega a sus tierras, al considerarque los extranjeros privilegian con mayor intensidad esta modali-dad de turismo tnico, siendo ms respetuosos con el medio naturaly cultural que los nacionales, adems de estimar que su potencialde gastos es mayor. Esta distincin proviene en lo principal del co-nocimiento meditico y en menor medida proviene de la experiencia

    personal. Con todo, el turista para la mayora de los locales, proclivesa esta actividad, es en verdad un visitante, que ellos como antrionestendrn que recibir y acoger, perdiendo en este sentido, en algunamedida, su carga comercial, aunque claramente a este personaje quellega a sus tierras ofrecern sus productos y servicios.

    Es importante sealar, que no obstante este principio que es gene-ral y compartido en torno a la actividad, al profundizar en la tramade signicacin de los indgenas, se presentan diferencias. Y clara-mente, es posible advertir diferencias de enfoques entre los dos va-

    lles dando cuenta de esta manera de los distintos procesos histricosvividos.

    Es as como en el cajn del Queuco, surgen voces de lderes comode Malla-Malla y Butalelbm que conciben el desarrollo del turismo,con un bajo nivel de intervencin en el territorio, especialmente enequipamiento e infraestructura. Con la presencia reducida de visi-tantes, es decir lejos de toda masividad, atisbando la posibilidad deun contacto ms estrecho con los mismos, que les permita a elloscomo antriones dar a conocer el territorio, los elementos paisajsti-

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    cos ms signicativos descubiertos en el curso de caminatas y cabal-gatas hacia las veranadas. As como tambin considerando su condi-

    cin de portadores de una identidad tnica particular dar a conocer alos visitantes las tradiciones, costumbres e historia pehuenche. Estavisin proviene de un territorio que se mantiene ms prstino res-pecto al otro valle, en trminos de su paisaje. Pero es tambin unterritorio donde ha habido participacin en el movimiento por la re-cuperacin de tierras, y donde se ha cristalizado un discurso ideo-lgico y poltico profundamente indigenista que si bien se ha con-frontado abiertamente con la institucionalidad pblica y en especialmunicipal, plantea el despliegue de un turismo con un mayor lazo y

    carcter identitario. En Malla-Malla donde adquiere forma esta pers-pectiva, no obstante sus conictos con la sociedad externa, se inclinapositivamente por el desarrollo de esta actividad, dirigindola haciael encuentro y comunicacin intercultural con el visitante, pero a lavez, resguardando sus intereses comunitarios, o ms precisamenteno mostrando a aquellos los sitios que mantienen en litigio con laautoridad.

    El valle del Bo-Bo se caracteriza en cambio, por los mega pro-

    yectos hidroelctricos instalados, por sus lagos articiales tras lasrepresa de Pangue y Ralco. Sin duda se trata de un paisaje altamenteintervenido, y es en este escenario donde surgen discursos sobre unturismo masivo, que convoque el mayor nmero de turistas posiblesy recibidos en una infraestructura hotelera similar al de los grandescentros tursticos del pas. Cabe hacer notar que se trata de actoresque han estado sujetos a un evidente y ms intenso proceso acultura-tivo, que se revela en su racionalidad econmica. Los actores adems,se han insertado en diversos momentos en modos de trabajos asa-

    lariados, ajenos en principio a su matriz cultural. En este valle haydemanda de empleos, se signica con mayor intensidad la pobreza,se valoran los equipamientos en el hogar, como los electrodomsti-cos. En este sentido, los conceptos de bienestar, pobreza y desarrollose aproximan ms a la sociedad moderna que a la nativa tradicional.Frente a tal contexto, para muchos surgen las expectativas en tornoal turismo como negocio, una empresa que les va a permitir generarrecursos inmediatos, pero a la vez generar utilidades no slo parael autoconsumo diario. En este sentido ya esta presente la acumula-

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    cin, dejando en parte atrs, esta caracterizacin de la sociedad opu-lenta primitiva recordando nuevamente a Sahlins.

    Tras estas visiones, en principio, contrapuestas es preciso sealarque, si bien es factible constatar en el valle del Bo-Bo una mayorprdida de rasgos identitarios en especial al comparar las signica-ciones construidas en el Queuco, es importante considerar que haymediaciones en este proceso, el que tampoco ha sido homogneo eneste valle. De tal manera que no es posible dar cuenta de una desin-tegracin identitaria, an cuando si ha habido cambios profundos ensu devenir sociocultural.

    Reapropiacin del territorio

    Sin duda, una de las principales fortalezas de introducir el tu-rismo en este mundo indgena es que hace volver la mirada sobrela propia territorialidad. El turismo se constituye en funcin deatractivos paisajsticos y culturales, que en este caso ser la oferta.Y el ejercicio de construir esa oferta hace que los actores localesconeran valor a su espacio de vida. En principio, volver a transitar

    y reconocer ese territorio en el que han habitado por generaciones:invernada, veranada, lagos, lagunas, bosques, cordillera, todos ele-mentos de su paisaje, que aun cuando cotidianos para ellos, ahorase objetivizan, se les toma distancia para apreciarlos, valorndo-los, porque antes de convertirse en atractivos tursticos, vuelvena ser objetos de atraccin para ellos mismos. Tras esta experienciasubyace por cierto un vnculo con la territorialidad que es identi-taria, que es esencial para estas comunidades, por su cosmovisin,pero tambin por todo el proceso histrico vivido de enajenacin

    y arrinconamiento territorial. De tal manera que la experiencia depensar el turismo y en su oferta de alguna u otra manera los hacereapropiarse nuevamente de esta territorialidad, an cuando stasea puesta en valor para el mercado, y tal propsito implica necesa-riamente la objetivacin, la toma de distancia respecto al territorio,contraponiendo en alguna medida el vnculo escencialista plantea-do por Vasco (1980) que caracteriza el vnculo identitario con la tie-rra en los indgenas.

    Sin embargo, para el contexto del turismo, este proceso interno

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    de valoracin del paisaje, conlleva tambin invitar a los turistas (losOtros) a recorrer el territorio, conocerlo y valorarlo. Por cierto, que

    la identicacin de atractivos vara, no es exactamente lo mismopara todas las comunidades porque en esta exploracin tambin seplantean las diferencias. Como antes indicramos el Alto Bo-Bo esun territorio, pero a la vez es una multiplicidad de territorios.

    Signicacin cultural del paisaje para el turismo

    Dentro de esta construccin de oferta podemos llegar a concluirque son las tierras altas, las tierras de veranadas, los principales es-

    pacios a considerar como atractivo turstico para la gran mayora delas comunidades, tanto del cajn del Queuco como del Bo-Bo. Elrecurso lacustre que all se encuentra es constantemente nombradopor los actores, e igualmente los bosques de araucara, acompaadode la ancestral recoleccin del pin. Sin duda, aqu nos encontramoscon una puesta en valor de una prctica cultural que es consideradacomo uno de los principales rasgos identitarios de los pehuenches,que no se vuelve objeto de riesgo o amenaza para aquellos en el con-

    texto del turismo.Por cierto que el desplazamiento hacia las veranadas implica de-nir y establecer rutas en lo comn utilizadas por los pehuenches oredescubiertas especialmente para el turismo con el apoyo de agen-tes institucionales. Estas rutas adquieren valor por si mismas y sontransitadas a travs de cabalgatas o caminatas, convirtiendo a losnativos en guas tursticos, y eminentes objetos de consultas sobreel territorio, y sobre materias culturales e histricas pehuenche queharn los visitantes. Por cierto, dado que la actividad es an incipien-

    te, son pocos los nativos que han logrado satisfacer este nuevo rol, ygeneralmente mantienen su distancia respecto al visitante.

    Otro de los elementos paisajsticos a destacar para el turismo, sonsin duda las riberas de ro, donde ya varias familias especialmente delas comunidades de Pitril y Cauic han instalado campings, apoya-dos de una infraestructura bsica. Lo cierto, es que el uso y sentidoque adquieren estas riberas en el contexto del turismo, no diere delo construido en el mbito rural no indgena, como lugar de esparci-miento familiar.

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    Sobre la utilizacin de los lagos de las represas se destaca la exis-tencia del camping de las hermanas Quintremn en Ralco Lepoy.

    Sin embargo, no hay mayor uso de este recurso hdrico, no slo enel plano turstico, tampoco se hace uso de los lagos para otros nesproductivos u otras prcticas.

    Ahora bien, es preciso recordar en este punto, que la gran mayo-ra de los elementos que componen el paisaje del Alto Bo-Bo guar-dan una profunda signicacin cultural.

    Por ejemplo, para los pehuenches, las aguas detenidas son conte-nedoras de inuencias negativas. Desde esta perspectiva, podemossealar que lagos y lagunas incluso las naturales, guardan una sig-nicacin cultural, que se torna insoslayable cuando se aborda elturismo. Si bien son nombrados y promovidos por los nativos comoprincipales atractivos tursticos, estos actores se mantienen distan-tes respecto a determinados usos de estos recursos. Es el caso de laLaguna de El Barco, en la actualidad explotada tursticamente porla comunidad con el apoyo de instituciones externas. Si bien se haintentado implementar el uso de botes para las travesas con turis-tas, los indgenas buscan marginarse de esta actividad, a pesar de lademanda existente. Aquello se explicara por estas signicacioneshistrico-culturales construidas en torno a los elementos del paisaje

    y que si bien puede ser aplicable a todo el territorio, son a la vez es-peccas.

    En el caso de Butalelbm el turismo se piensa en la generacin derutas hacia las veranadas donde se encuentra la laguna Inapreche-hue. Esta laguna esta asociada a relatos donde animales y personashan quedado atrapados en sus aguas. De manera que es factible su-poner que lo acontecido en el Barco se repita, si esta laguna se explo-ta para el turismo en similares trminos.

    En este sentido, cabe la relevancia de profundizar en el univer-

    so simblico pehuenche y su actualizacin en la vida diaria al mo-mento de implementar cualquier iniciativa turstica en el territorio.Perspectiva que no slo orienta en trminos de la eciencia de losemprendimientos sino a prever la alteracin que stos pueden oca-sionar en el universo nativo.

    Implicancias ambientales

    Sin duda que la instalacin y desarrollo del turismo como acti-

    vidad econmica sustentable, reere necesaria e insoslayablemen-

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    te a la relacin que los nativos han establecido histricamente consu entorno, y en particular cmo se han manifestado las prcticas

    productivas tradicionales en su relacin con el medio. Si bien se hainsistido en el vinculo identitario de los indgenas con su territo-rialidad, es importante de igual modo problematizar esta relacin.En este sentido, cabe hacer notar que la conciencia ecolgica no essubyacente a la racionalidad indgena. Cierto es que ancestralmentelos nativos han mantenido una relacin de equilibrio con su entornoy sus prcticas econmicas tradicionales han sido de bajo impacto;ms an en la relacin indgena naturaleza ha operado el principiode reciprocidad, relacin de bilateralidad e integracin con el entor-

    no. El proceso histrico vivido, no obstante, ha complejizado esta re-lacin. Precisamente, el arrinconamiento territorial, ha ocasionadopresin sobre el uso de la tierra, lo que ha conllevado a un deteriorosignicativo de sus capacidades productivas.

    Para que el turismo se convierta en una actividad verdaderamen-te sustentable es prioritario fortalecer la conciencia ecolgica de losindgenas y no darla por hecho. Por cierto que en la trama culturalpehuenche hay componentes que bien pueden asociarse a esta con-

    ciencia incluso la nocin de capacidad de carga, tan fundamentalpara el buen desarrollo de la actividad turstica, pero que en mediode la aculturacin, y dems mediaciones resulta pertinente su for-talecimiento.

    Cabe de todas maneras sealar que hay dimensiones dentro deesta problemtica ambiental que son ya objeto de preocupacin parala mayora de los actores locales interesados en el turismo, como esel tratamiento de la basura.

    Turismo y cultura. Que mostrar / que no mostrar

    Pero esta puesta en valor, no slo reere al paisaje por s solo.Los residentes reconocen que el elemento identitario pehuencheesta presente inevitablemente en la relacin con el visitante. La in-teraccin por ms simple que sea da cuenta de comunicacin entreculturas. Puede que esta se extienda y profundice; depender de lasmotivaciones e intereses de ambos actores. A travs de la Lnea deBase del Area de Desarrollo Indgena (Mideplan, 2000), se constat

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    el elevado inters de las comunidades por mostrar o dar a conocer lacultura pehuenche. A travs del trabajo de campo y las entrevistas

    fue posible indagar que signicaba aquello. La cultura pehuenchereere a la identidad como tambin a la diferencia.Sin duda que lo primero que se revela a la mirada del visitante

    es el tipo asentamiento, y en este caso la invernada, pero aqu laidentidad se nos escapa entre tanta transformacin e incorporacinde elementos de la sociedad externa, sobre todo ahora, cuando lascasas de canoga desaparecen e irrumpen los postes de luz, las cen-trales hidroelctricas, los lagos articiales. O cuando ya las mujeresno visten a la usanza antigua. Ahora bien, es un proceso, que tal vez

    desde afuera sea visto como de prdida identitaria, sobre todo cuan-do se quiere encontrar lo distinto, lo extico, hay aculturacin porcierto, pero las identidades desde ya no son inmutables. Por ciertoque ahora, ms an en el contexto del turismo, los actores han ten-dido ha revalorar las prcticas tradicionales, an cuando muchas destas, como la vestimenta, poco se utilicen, sin embargo a nivel deldiscurso se demanda su uso para exponer al visitante su identidady diferencia, an cuando aquello implica el principio de una signi-

    cacin mercantil.Ahora bien, cuando las comunidades sealan su inters pormostrar su cultura, hacen referencia con mayor intensidad a una di-mensin especca como es su tradicin oral, entre historia, relatos,cuentos; y aquello es lo que buscan comunicar al Otro (visitante).Para algunos, esta comunicacin se establecer solo si es buscada ysolicitada explcitamente por el visitante. Otros en cambio, imagi-nan encuentros ms organizados, con personajes de la comunidad,los kimche, agentes conocedores de esa tradicin oral, que transmi-

    ten a las generaciones ms jvenes, y que tambin pueden comuni-car a los turistas interesados en conocerla, como particularmente losugirieron en la comunidad de Cauic.

    En este sentido, la visita turstica es la expresin de la intercultu-ralidad. Para la comunidad de Malla-Malla esta expresin adquiereun carcter de aprendizaje intercultural, pero tambin de conscien-tizacin poltica para el visitante, en el marco del discurso indige-nista que all se construye.

    Con todo, la oralidad puesta en marcha, y sobre todo aquella re-

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    ferida a la tradicin, se puede llegar a revitalizar en esta experien-cia. Por lo tanto sera reduccionista plantear slo su conversin en

    producto turstico, en especial si se considera que la tradicin oralen la actualidad ha quedado remitida slo a aquellos personajes an-tiguos de la comunidad, los nicos que parecen conservar aquellossaberes. Lo relevante es que esta oralidad se plantea en trminos depatrimonio, es decir en un bien que se transmite, y que en tal senti-do trasciende a las generaciones, y ms an a las culturas. Por otrolado, esta oralidad, puesta en escena para el turismo no es percibi-da como objeto vulnerable a la manipulacin de los visitantes, surepresentacin no constituye amenaza para la cultura pehuenche,

    por el contrario la revindica, la rearma, posibilita al Otro (turista,visitante) acceder a ese universo simblico que se sabe nico.

    Ahora, situados en el discurso antropolgico, en torno al turismotnico y la mercantilizacin de la cultura, es factible sealar quesi bien inevitablemente es puesta en valor la tradicin oral para elmercado turstico, tambin esta actividad puede dar cabida a unarevitalizacin de aquella prctica cultural y a una real experienciade interculturalidad.

    Pero adems esta puesta en escena de la cultura para el visitanteestablece al mismo tiempo lo que no se quiere mostrar, y en aquellohay absoluta coincidencia entre las comunidades: el nguillatn nose expone. Este ritual conrma ser un elemento identitario funda-mental a pesar de sus transformaciones, a pesar de la entrada de laiglesia evanglica. La ceremonia reere a un espacio ntimo y ex-clusivo de comunicacin con lo sagrado, y exponerla en palabras deellos mismos, sera vender la cultura.

    De esta manera el ritual es piedra angular de su matriz identi-

    taria, y exponerlo, signicara directamente una amenaza que losllevara a una desintegracin cultural. Por ltimo, tal exposicinocasionara el fracaso del ritual, es decir perdera su ecacia simb-lica y llevara a la desintegracin sociocultural de la comunidad. Eneste sentido, Turner (1969) destacaba la relevancia de la ritualidadpara enfrentar la tensin causada por la incertidumbre que provocael cambio. Evoca tambin sentido de pertenencia. Ahora bajo la lec-tura antropolgica, el ritual, al constituirse en un producto tursticocorrera el riesgo de transformarse en espectculo.

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    Para los pehuenches es categrica la no inclusin del nguillatnen la oferta turstica. Este planteamiento da cuenta adems del co-

    nocimiento que tienen los actores del turismo indgena desarrolladoen otras partes de Chile y el mundo, donde los rituales y elementostradicionales son expuestos para el disfrute y contemplacin del vi-sitante, revelando de esta manera, efectivamente la mercantilizacinde la cultura. De ah que sealen que no se van a disfrazar para lafoto.

    Medicina tradicional y otras prcticas

    Siguiendo con lo anterior, claramente a travs del turismo se hanrevalorizado determinadas prcticas y saberes que en la actualidadhaban perdido visibilidad y signicacin cultural. Precisamenteen esta tesis abordamos la centralidad de la gura de la machi y elsaber medicinal para el corpus identitario mapuche-pehuenche, ycomo en el devenir histrico del Alto Bo-Bo este universo se ha idoperdiendo. Pues bien, a travs del surgimiento del turismo, el sabermedicinal tradicional de los pehuenches ha adquirido nuevamente

    presencia y revaloracin. Precisamente los propios nativos revelanla riqueza de este saber e invitan el recorrer el territorio y su pai-saje en bsqueda de la enorme diversidad de plantas medicinalesde gran efectividad curativa. An cuando tambin son conscientesde los escasos personajes, mdicos, portadores de ese saber en estemundo indgena que slo estn presentes en algunas comunidades.Y en tal sentido, reclaman a los agentes pblicos el fortalecimientode esta prctica que puede beneciarse del turismo. Esta dimensincomercial, sin duda se apoya de los buenos resultados econmicos

    obtenidos por la medicina mapuche que han instalado farmacias enel mercado nacional.

    El turismo compromete de esta manera nuevas bsquedas y ex-ploraciones sobre un paisaje que le es propio y cotidiano a su gen-te, que lleva a redescubrimientos y revaloraciones. Y as como seplantea las potencialidades de la medicina tradicional, igualmentese plantean las posibilidades de otras prcticas culturales como lagastronoma tradicional que tambin haba tendido ha desaparecer.Directamente aquello ha signicado la reinstalacin de los piones,

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    alimento ancestral e identitario de los pehuenches que de maneraevidente haba perdido importancia en la dieta alimenticia de los

    indgenas. Ahora, a partir del turismo se reinventa su preparacin,se recurre a los saberes tradicionales, pero adems con el apoyo deagentes institucionales tambin indgenas se han iniciado procesosde capacitacin para reposicionar la gastronoma pehuenche.

    Igualmente la artesana, una prctica ancestral, en lo comnconsistente en tejidos de lana, elaborados por mujeres, adems detrabajos de cuero y madera, que en la actualidad se caracteriza porsu muy baja produccin en el territorio, a partir del turismo se haplanteado su resurgimiento y desarrollo.

    Capacidades y aprendizajes

    An cuando el turismo ya se ha iniciado en el territorio, es recien-te su levantamiento como una de las principales alternativas econ-micas, y a partir de entonces, surgen en las comunidades indgenasgrandes expectativas, pero tambin temores. Una de las principalesdemandas que surge de los pehuenches interesados en el turismo,

    es la capacitacin. Se insiste en la carencia de capacidades necesa-rias para emprender esta actividad productiva, y en el rol insosla-yable que le cabe a agentes externos de capacitar y acompaar eneste proceso. Esta demanda responde tambin a falencias objetivasde la poblacin como puede ser su muy baja escolaridad1 y los al-tos niveles de alcoholismo en los hombres. Sin duda la capacitacinser necesaria en diversos mbitos dado los requerimientos de laactividad que se espera sea sustentable. En este sentido resulta prio-ritario fortalecer las propias capacidades de los actores, adems de

    generar nuevos aprendizajes. No olvidemos que el principal recursodel turismo es su territorialidad, y ellos son sus principales conoce-dores no slo por habitarla, sino por forman parte de ella (vnculoidentitario).

    Por otro lado, la incorporacin en la capacitacin de otros ind-genas con experiencia en la materia, ha resultado altamente enri-quecedor y efectivo, segn diversos estudios2. Contribuye sin dudaal fortalecimiento de ambos actores, en el marco de un proceso deretroalimentacin de experiencias y aprendizajes, y siempre dentro

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    del mundo indgena, es decir con intereses, preocupaciones y mun-dos simblicos compartidos.

    Condiciones organizacionales

    Las actuales condiciones organizacionales del territorio se ca-racterizan por la gran fragmentacin social y poltica, que adquierematerialidad en los mltiples liderazgos que emergen y se contra-ponen en la mayora de las comunidades3. Esta fragmentacin porcierto que responde a un proceso histrico, donde el estado chilenoha sido responsable con la instalacin de los ttulos de propiedad

    individual. E incluso recientemente con la conformacin de las co-munidades indgenas que hacen emerger un nuevo tipo de diri-gentes, desplazando a los lderes tradicionales. Lo cierto es que esun proceso complejo, aceptado por algunos y rechazado por otros.Pero adems sobre esta multiplicidad de liderazgos subyacen tam-

    bin personas, familias, que vivencian a diario la desconanza, losconictos y las disputas.

    Y por otro lado, cabe hacer notar que el vnculo con los lderes

    o dirigentes resulta insoslayable, porque constituyen el nexo de lapoblacin local con las instituciones externas, y a estos actores seles conere autoridad y legitimidad. En este sentido la organizacinsociopoltica constituye la plataforma para actuar en el territorio.

    Frente a tal escenario, cabe entonces la interrogante: cmo lle-var a cabo la promocin del desarrollo local, y especcamente lapuesta en marcha de un turismo sustentable autogestionado comoel que se busca implementar, donde interesa de sobre manera la par-ticipacin local? Habra que sealar que en este mundo indgena,

    la participacin adquiere formas diversas dependiendo de quienessean los agentes o actores sociales que la convoquen. Los agentesexternos que intervienen en el territorio con frecuencia demandanla participacin indgena en diversos encuentros para la puesta enmarcha de sus proyectos y los resultados en aquellas convocatoriashan sido dismiles, se relacionan estrechamente con los intereses ymotivaciones de los actores locales para con los proyectos y las ins-tituciones responsables, y adems responden al apoyo real que loslderes indgenas involucrados con cada una de estas convocatoria

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    presenta al interior de su propia comunidad. Lo cierto es que enestos encuentros comunitarios con los agentes externos, donde stos

    ltimos reclaman a diario la gran pasividad de los asistentes, losnativos movilizan y comunican entre s sus inquietudes e intereses,en ocasiones dejando fuera de toda comprensin a los gestores delevento4.

    Ahora bien, no slo resultan complejos los encuentros entre lapoblacin local y los agentes institucionales. Lo cierto es que tam-

    bin encuentros que organizan las propias comunidades son cadavez ms dispersos y fragmentados, lo que sin duda revela proble-mas en la vivencia organizacional pehuenche.

    En principio es posible armar que recomponer este escenarioslo les cabe a las propias comunidades. Los agentes externos slohan contribuido directa o indirectamente a profundizar esta frag-mentacin organizacional. Ahora, en particular, el turismo tiene po-sibilidades de contribuir en este fortalecimiento si se observa que lapoblacin local, comunidades y sus lderes comparten intereses enla gestin y en el desarrollo de la actividad.

    Es importante por otra parte sealar, que las condiciones orga-

    nizacionales han sido claves para enfrentar fenmenos de interven-cin territorial, donde compiten actores con intereses contrapuestos.Aquello es relevante si se piensa que el territorio por dcadas

    e incluso hoy ha estado sujeto a rumores y/o amenazas de nuevasrepresas. Cabe sealar que la represa Ralco se encontr con unaorganizacin sociopoltica indgena altamente fragmentada, lo quecontribuy nalmente a que el proyecto se instalara trastocando elpaisaje y la vida sociocultural de la poblacin. Frente a tal escenariosealemos adems que ecoturismo y explotacin hidroelctrica re-

    sultan ser actividades productivas incompatibles.

    Turismo y organizacin econmica

    Como antes se indicara la poblacin local de manera predomi-nante se dedica a actividades de subsistencia, agrcolas y ganaderas.Se incluyen actividades productivas emergentes, pero a muy pe-quea escala como es el caso del turismo. Ciertamente que la vidaeconmica en estas tierras no puede medirse por el nivel de ingreso

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    monetario de las familias, que es muy reducido. Pero tambin esreconocible, como antes se indicara, que el sistema econmico tra-

    dicional no logra ser suciente para la sobrevivencia diaria de lasfamilias.Es importante por otro lado, considerar que existen distinciones

    respecto al concepto de trabajo, de bienestar, que caracterizan a estemundo indgena y lo diferencian de la sociedad mayor. Se trata deuna racionalidad centrada en la inmediatez del presente, no acu-mulativa, es decir que no busca la maximizacin de los recursos.Esta conceptualizacin es primaria, pues, es evidente que la socie-dad indgena ha incorporado mltiples elementos de la sociedad ex-

    terna. Pero adems, la intromisin de esta sociedad en su territorioha alterado signicativamente la relacin de las comunidades consus territorios, y con sus actividades productivas tradicionales. Seagrega a este escenario la asistencialidad que tambin ha marcadola vida econmica de estas poblaciones, en su relacin con el estadoy sus instituciones.

    Sobre este escenario el desarrollo del turismo se concibe comouna actividad econmica complementaria que permitir generar

    ingresos inmediatos a las familias. El turismo insoslayablementeinstala a las familias en la economa de mercado, aun cuando la ac-tividad se sostenga de los recursos ms prstinos de este mundoindgena en consideracin a su paisaje y atractivos culturales, y ancuando estos recursos sean protegidos para el buen despliegue de laactividad. Sin duda, esta poblacin puede estar ya instalada directao indirectamente en el mercado, ahora el turismo profundiza esacondicin.

    Por otro lado, si bien la actividad puede concebirse en principio

    como complementaria a las tradicionales, puede llegar a establecer-se un desplazamiento entre stas. En el caso pehuenche, aquelloadquiere sentido, al advertir que el turismo se desarrolla ms in-tensamente durante el verano, tiempo en que tradicionalmente lasfamilias se movilizan a las zonas altas de veranada donde llevan suganado y recolectan piones. Por cierto que esta preocupacin esentendible en el marco de la incertidumbre que puede generar todaactividad. Dado que a pesar de la planicacin y gestin, descono-cemos su desenvolvimiento futuro.

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    Modalidades productivas

    Al plantear una modalidad productiva para el desarrollo del eco-turismo en el Alto Bo-Bo, precisamos hacer una breve lectura sobrelo existente.

    Comenzaremos sealando que tanto las comunidades que cuen-tan con propiedad comunitaria de la tierra como aquellas dondeexiste ttulo de propiedad individual, tienen a la familia como prin-cipal unidad productiva. En el caso de las primeras, an cuando setrabaje sobre las tierras comunitarias, las familias, son libres en eldesarrollo de la actividad y la produccin les pertenece.

    Por cierto, lo comunitario en las comunidades hace mayor refe-rencia a lo cultural (rituales, tradicin oral) y a la defensa de la terri-torialidad. En lo econmico slo se maniesta hoy en algunos casosparticulares que precisamente tienen relacin con el turismo, LasTermas de Nitrao para Malla-Malla y Trapa-Trapa, el camping dela Laguna de El Barco para la comunidad del mismo nombre. Sonadministradas por familia que reciben ingresos por ello, pero lasganancias son de la comunidad, ganancias que a veces se reparten,

    y otras veces se invierten para el provecho de todos. En este sentido,no slo el principio de reciprocidad, esta presente en el sistema eco-nmico tradicional pehuenche, sino tambin el principio de redis-tribucin. Estas experiencias, cabe sealarlo no han sido muy bienevaluadas por los lderes indgenas, quienes replantean el modo degestin, an cuando lo atribuyen por sobretodo a la falta de capaci-tacin sobre la materia.

    Ms all de aquello, lo cierto es que es difcil encontrar lo comu-nitario en esta dimensin de lo econmico, incluso en el pasado. Sin

    embargo, en los antecedentes del Area de Desarrollo Indgena5 seobserva que son varias las comunidades6 que maniestan un ma-yor inters por proyectos de desarrollo bajo esta modalidad, inclusoaquellas comunidades que tienen ttulo de propiedad individual.

    Otra modalidad no excluyente en el desarrollo del turismo en elterritorio, retoma la mirada en la unidad familiar nuclear, donde lamujer adquiere un rol central en la implementacin de los serviciostursticos (alojamiento, comida). Cabe sealar que quienes ya de-sarrollan la actividad convocan a otras familias para que se hagan

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    parte de la atencin al turista. Aqu cabe una diferencia. En particu-lar en el camping si bien se ha convertido en una empresa familiar,

    se acude a los vecinos para que apoyen la actividad, y por lo generalse les paga por sus servicios, a la manera de una microempresa. Unsistema bastante ajeno a la cultura tradicional pehuenche.

    Otra experiencia en turismo se lleva a cabo en los desplazamien-to hacia las veranadas, (cabalgatas, excursiones) rutas donde nece-sariamente se produce el encuentro con otras familias. Si bien setrata de experiencias incipientes y variadas, en algunos casos se hallegado a acuerdos de servicios con stas. De esta manera, una fami-lia (o integrante) ofrecer la cabalgata, otra, la comida y otra tal vez

    el alojamiento. Lo que en otros trminos signica una asociatividadentre stas unidades.

    Aquello puede ser interesante, tambin como una estrategia dedesarrollo territorial. En especial si se plantean rutas tursticas quecomunican comunidades e incluso valles. Rutas que por lo demsfueron usadas en el pasado. An cuando cabe tener presente que si

    bien estos territorios de veranada constituyen propiedad comunita-ria los accesos y trnsitos no son necesariamente liberados. Se han

    identicado casos de rechazo a la presencia de turistas, situacinque conlleva adems desconanza y conictos hacia los pehuen-ches que guan el desplazamiento.

    Ahora, al pensar en la estructura organizacional para el turismoresulta pertinente abordar todas las formas existentes. Sin embargo,dada las caractersticas de este mundo indgena y su territorialidadsera apropiado impulsar la asociatividad entre las familias intere-sadas a nivel de comunidad. Es clave por otro lado, que cada co -munidad se benecie y se sienta beneciada de la actividad y com-

    prometida con su desarrollo. Aquello sin duda facilitara el procesode cohesin e integracin comunitaria. En este sentido, se puedeplantear la existencia de una organizacin para el turismo en cadacomunidad, demanda formulada por los propios actores.

    Adems, resulta fundamental la conformacin de redes asocia-tivas a nivel de cada valle, y como territorio, de manera de generarcomunicacin y vnculos entre los actores comprometidos dandoverdadero sentido al concepto de territorialidad que convoca el AltoBo-Bo.

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    A modo de conclusin

    En este trabajo de investigacin abordamos la relacin de las co-munidades pehuenche con el desarrollo de un turismo sustentable,tambin denominado ecoturismo.

    Es cierto que esta relacin puede resultar forzada si nos detene-mos en primer lugar en la nocin misma de sustentabilidad. Dadoque se trata de un concepto que emerge de la sociedad neoliberal,tras los cauces desenfrenados del crecimiento econmico y la conse-cuente crisis ambiental. Autores como Escobar (1998) y Le (1996)han enfatizado incluso el carcter ideolgico del concepto dando

    cuenta como la crisis ambiental ha cuestionado las bases conceptua-les que han impulsado y legitimado el crecimiento econmico. Deacuerdo con Le (1996) La sustentabilidad ecolgica aparece comoun criterio normativo para la reconstruccin del orden econmico,como una condicin para la supervivencia humana y para lograr undesarrollo durable, problematizando los valores sociales y las basesmismas de la produccin (Le, 1996:4).

    Desde esta perspectiva, aplicar la nocin de sustentabilidad en

    una sociedad en principio alterna como es la indgena podra resul-tar impracticable. Sin embargo, el concepto nos ha permitido en unaprimera instancia abordar o ms bien problematizar la relacin delos nativos con su territorio para luego reconocer que en el devenirdel proceso histrico que han vivido la sustentabilidad si adquieresentido. En el estudio se ha insistido en el carcter identitario delvnculo de los indgenas con su territorio. En sus matrices culturalesobservamos como en su universo simblico y prctica ritual se re-vela la reciprocidad y bilateralidad de esta relacin con el entorno.

    A partir de aquello es posible sostener que la sustentabilidad, y msprecisamente, la conciencia ecolgica y el compromiso intergenera-cional con sta son claves en este paradigma, emerge como un prin-cipio subyacente en el modo de vida tradicional de los indgenas.Sin embargo, como tambin lo sealramos este escenario se com-plejiza cuando este modo de vida se inserta dentro de un procesohistrico, y ms an cuando se confronta con la realidad socioeco-nmica y cultural que actualmente caracteriza en general al mundoindgena en toda Amrica latina, no slo pehuenche.

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    En nuestro caso este proceso histrico daba cuenta de enajena-cin de tierras, de aculturacin, de cambios en diversos mbitos

    como en la organizacin sociopoltica tradicional, en la racionali-dad econmica, en la nocin de trabajo, etc. Todos elementos quesin duda han trastrocado la relacin de los nativos con su territoria-lidad, con su espacio de vida. Hablamos entonces de una relacinque no ha sido en lo absoluto inmutable. El proceso histrico vividoha dejado tras de s nuevas formas de relacin, de percepcin e in-terpretacin que dan cuentan por lo dems de transformaciones enlas estrategias adaptativas y de subsistencia.

    Y, por otro lado, es preciso considerar que las poblaciones nati-

    vas se constituyen en subalternidad histrica con la sociedad y conlos estados latinoamericanos, lo que naturalmente condiciona lasreales posibilidades de autodeterminacin sobre sus propios terri-torios, y sobre las actividades productivas que en aquellos se origi-nan y desenvuelven como puede ser el turismo.

    As en el Alto Bo-Bo como en otros territorios indgenas coexis-ten en la actualidad mltiples maneras de apropiarse, de signicary de relacionarse con el territorio ancestral, donde ahora tambin

    insertan el concepto y la preocupacin por el medio ambiente. Porlo tanto, se trata de una relacin identitaria que ha experimentadocambios en el transcurrir del tiempo.

    No olvidemos en este sentido, que el modo en que la gente com-prende su entorno se deriva de la forma en que lo usan y de cmoviven inmersos en l (Milton, 1997). Por consiguiente, los modos deinteractuar con el entorno moldean las formas de comprenderlo, ya su vez los modos en que la gente comprende su entorno, tambinmoldean la forma de relacionarse con l. El proceso es entonces dia-

    lctico.Por otro lado, es preciso considerar que la sustentabilidad pre-

    cisa ser evaluada en relacin a contextos histricos y sociocultura-les especcos. Porque lo que antao puede haber sido consideradauna prctica sustentable como la construccin de la casa tradicio-nal pehuenche- en la actualidad puede no serlo. Por consiguiente,las prcticas econmico-productivas tanto aquellas tradicionales,como emergentes, en el caso del turismo merecen ser consideradasy analizadas cada una en su especicidad siempre dependiendo de

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    contextos histricos, socioculturales y por supuesto ecosistmicosdeterminados.

    En este sentido, y siguiendo nuestro caso, se pueden concebirhoy como sustentable ambiental y culturalmente el enfoque pro-puesto por los lderes de Malla-Malla al plantear un turismo en pe-quea escala, responsable con el medio ambiente y con los recursoshistrico-culturales, adems de concebir la visita turstica como unaexperiencia intercultural. Sin embargo habra que observar que for-mas y sentidos va adquiriendo la actividad con el tiempo, en la me-dida que se va desarrollando. Como se mantienen o se transformanlas percepciones y actuaciones de los nativos con respecto a sta.

    Y por supuesto como van interviniendo los otros actores tambinprotagonistas de esta actividad como los turistas y los operadorestursticos, que a menudo corresponde a agentes externos. Y por lti-mo, como va desenvolvindose en el transcurrir del tiempo el mer-cado turstico en general, el consumo, la jerarqua y la denicin dedestinos y productos tursticos.

    En esta preocupacin por la sustentabilidad, sin duda la gestinsobre el medio ambiente resulta fundamental, como indicramos,

    es clave en este paradigma. Son mltiples las experiencias de turis-mo en tierras indgenas que dan cuenta de los impactos negativossobre el ecosistema, especialmente en realidades donde los indge-nas han sido actores pasivos en el desarrollo de la actividad. Ahoracuando se busca la participacin local en la planicacin y gestindel turismo, y se insiste en el vinculo identitario de los indgenascon su territorialidad, es importante, como se dijo, problematizaresta relacin y sealar que conciencia ecolgica no es subyacente ala racionalidad indgena. De esta manera, la sustentabilidad puede

    resultar un concepto bastante abstracto frente a la materialidad delos proceso histrico, socioeconmicos y culturales que nos rodeany constituyen.

    Situndonos en el turismo como estrategia de desarrollo susten-table, es relevante considerar que para la antropologa ha sido obje-to de cuestionamiento y debate su introduccin en el mundo ruralcampesino e indgena, bsicamente observando las implicanciassocioculturales que la actividad desencadena sobre estas territoria-lidades.

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    Un mbito de preocupacin de nuestra disciplina en torno al tu-rismo ha sido la puesta en valor de determinados elementos cultu-

    rales. En este sentido, se plantea la mercantilizacin de la cultura,cuando saberes y prcticas identitarias de un determinado gruposon puestos al servicio del turista, y se obtienen ganancias por ello.La cultura se representa para la vista y el disfrute del visitante, ac-tor que es denominado consumidor de lo extico (Santana Talavera,2003). Pero tambin ha sido objeto de debate para la antropologa,la autenticidad de esta representacin o experiencia cultural querealiza el grupo antrin. En este sentido hay verdad o falsedad enlo representado.

    Lo cierto es que el turismo revela sus contrariedades porque sibien genera un proceso de mercantilizacin, al mismo tiempo per-mite a los actores una revalorizacin y redescubrimiento de suspropias tradiciones. Precisamente, como lo observado en el AltoBo-Bo, en la perspectiva indgena, la identidad se constituye en unvalor fundamental para ellos an cuando es puesta en valor para lavisita turstica, lo cierto es que la cultura tradicional en el contextodel turismo se ha tornado objeto de preservacin. Por cierto, que

    al plantear la tradicin oral y otras prcticas culturales como parterelevante de la oferta turstica, hay en alguna medida comercializa-cin, pero a la vez posibilita el refortalecimiento de prcticas quese encontraban en proceso de desaparicin. Adems resulta parti-cularmente relevante que el contacto con el visitante sea tambinsignicado como una experiencia intercultural, de hacer conocer alOtro, al visitante, la cultura y la historia pehuenche.

    Por otro lado, el turismo tambin plantea una resignicacin delterritorio. Elementos del paisaje son incorporados en la oferta turs-

    tica; sin embargo para ello, fue preciso que los nativos volvieran arecorrer su paisaje, a transitar por sus signicados culturales e his-tricos, a revalorar su territorio que apuestan sea atractivo para lamirada del visitante. Es sin duda un reconocimiento, ms an unareapropiacin, que adquiere particular sentido en el Alto Bo-Bo,un territorio que de manera constante ha sido objeto de enajenacine intervencin.

    Considero relevante en este punto destacar adems lo planteadopor Stronza (2001) sobre la relacin de poder que se establece entre

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    el antrin y el visitante, donde no necesariamente se expone unaverticalidad en desmedro del indgena, por el contrario ste puede

    convertirse en agente activo en este proceso. En un escenario favo-rable, la decisin de qu mostrar -o qu no mostrar- depender de lapoblacin local; no es una materia que corresponda a agentes exter-nos resolver. Pero ciertamente es valioso el fortalecimiento culturalen el contexto de un turismo sustentable. Cabe reiterar que el turis-mo no planicado puede, por el contrario contribuir en el procesoaculturativo que ya se viene dando en el Alto Bo-Bo y en la mayorparte de las comunidades indgenas de Latinoamrica.

    Otras inquietudes antropolgicas sobre la sustentabilidad de la

    actividad reeren a la centralidad econmica que puede ostentar,desplazando, absorbiendo o compitiendo con las prcticas produc-tivas tradicionales que le han conferido identidad y cohesin a es-tos grupos. Es la preocupacin como sealramos que el turismodesplace a las actividades de veranadas en el caso pehuenche. Noobstante, desde la perspectiva de esta tesis, nuevamente el turismosustentable o ecoturismo, revela sus contrariedades. Porque si bienel escenario descrito puede presentarse, tambin puede que por el

    contrario esta nueva actividad contribuya a fortalecer las antiguasprcticas que en la actualidad no logran cubrir las necesidades b-sicas de la poblacin. En este sentido el ecoturismo puede trans-formarse en una actividad complementaria. Considerando ademsque el turismo es una actividad bsicamente estacional, uctuante ydependiente de las condiciones del mercado global7, de tal maneraque no puede ser la base econmica del territorio.

    Es importante sealar, por otro lado, que la instalacin del tu-rismo en territorialidades indgenas puede concebirse como una

    prctica alternativa y complementaria pero para un cierto sector dela poblacin local. En este sentido es esperable que un grupo de na-tivos participe directamente en esta nueva actividad y que otros sevinculen o se benecien de manera indirecta de ella. De esta mane-ra, no es la comunidad pehuenche en su conjunto la que se relacionacon el turismo, sino slo parte de ella. Como tambin es posibleque se incorporen otros actores y agentes no indgenas. Adquiereentonces sentido la distincin que propone Grnewald (2003) entre

    comunidad turstica y comunidad tnica, sealando que la partici-

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    pacin en el turismo trasciende la dimensin tnica.Al concluir esta ponencia resulta fundamental insistir en las con-

    trariedades que reviste el desarrollo del ecoturismo sobre tierras in-dgenas, y la importancia que adquiere la inclusin antropolgicaen estas realidades desde la generacin de conocimientos hasta laparticipacin directa en la planicacin y gestin. Y ello conside-rando que se trata de una actividad ya instalada sobre la cual emer-gen y se acrecientan enormes expectativas en la poblacin local, noobstante la incertidumbre que la acompaa.

    Las grandes fortalezas de ecoturismo slo son posibles desdeuna planicacin y gestin certera que incorpore la actividad comouna estrategia de desarrollo local y territorial. En este sentido, re-sulta clave la participacin de la poblacin nativa, reconociendo suspropias inquietudes, recursos y capacidades, pero a la vez, compar-tiendo con ellos herramientas fundamentales para el despliegue dela actividad. La capacitacin en este sentido es prioritaria. Especial-mente en relacin a los nuevos roles y ocupaciones que implica elecoturismo.

    Lo anterior es fundamental porque es a partir de este proceso de

    fortalecimiento y generacin de capacidades donde se lograr darinicio y continuidad al proceso de empoderamiento socioculturalde la poblacin, y de esta manera romper con el histrico asisten-cialismo, un esfuerzo que se ha venido dando de manera particularen el Alto Bo-Bo a partir de diversas iniciativas, pero que resultacomplejo en un territorio de tan profunda fragmentacin sociopo-ltica. Slo la apertura a la participacin y el respeto a los nuevos ytradicionales espacios de encuentro comunitario permitirn la ge-neracin de conanzas y la recomposicin de este escenario.

    Bibliografa

    Barreo, Margarita2003 O imprescindvel aporte das cincias sociais para o planeja-

    mento e a compreenso do turismo Horizontes antropolgicos.vol. 9, no. 20 ,pp.15-29. Disponible en: hp://www.scielo.br/scie-lo.php?script=sci_arext&pid=S0104- Consultado el 21/02/2007

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    Epler, Megan1998 Respuestas al desafo global de la participacin comunitaria en el

    ecoturismo. Estudios y lecciones del Ecuador. Documento de TrabajoAmrica Verde N26.Escobar, Arturo1998 La invencin del tercer mundo. Construccin y deconstruccin del

    desarrollo. Bogot: Ed. Norma.Grnewald, Rodrigo de Azeredo2003 Turismo e etnicidade. Horizontes antropogicos vol. 9, no.

    20, pp. 141-159. Disponible en:

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    Notas

    1 La mayora de la poblacin slo cuenta con enseanza bsica incom-

    pleta. (Lnea Base ADI, 2003)

    2 Ver en Epler, Megan. Respuestas al desafo global de la participacin

    comunitaria en el ecoturismo. Estudios y lecciones del Ecuador. Docu-

    mento de Trabajo Amrica Verde N26, 1998.

    3 Por cierto, que hay comunidades ms cohesionadas, donde nos se pro-

    ducido esta fragmentacin, o no se ha vuelto tan evidente, es el caso de

    Cauic.4 Aquello resulta evidente cuando los indgenas presentes deciden ha-

    blan mapudungn entre ellos para no ser comprendidos por los otros

    agentes.5 Instrumento de Planicacin Territorial del Ministerio de Planica-cin (MIDEPLAN).

    6 Alrededor de 7 comunidades se inclinan por esta modalidad en ms de

    un 50%. Lnea de Base ADI, MIDEPLAN, 2000.

    7 El turismo depende de factores externos, de la economa mundial,

    catstrofes, conictos territoriales y polticos, recesin econmica, etc.

    Marcela Paz Herrera44

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    Inmanencia y reexividad en los procesos dereconversin econmica y los cambios sociocultura-les desencadenados por el turismo en las sierras de

    Crdoba

    Germn Pinque

    Introduccin

    La Pampa de Achala abarca los departamentos de Punilla, SanAlberto, Cruz del Eje, Calamuchita y San Javier, en el cordn de lasSierras Grandes de la provincia de Crdoba, Repblica Argentina.Es una altiplanicie ubicada entre los 1900 y 2300 m. de altitud, quese extiende 65 kilmetros en sentido norte-sur y 8 kilmetros deeste a oeste. Su supercie es irregular, conformada sobre un in-menso batolito de roca grantica y surcada por numerosos ros yarroyos.

    El clima en la zona es templado-fro con una temperatura me-dia anual de aproximadamente 8 C, con mnimas de hasta -15 C.Suele nevar durante el invierno y al comienzo de la primavera, queson las pocas generalmente ms secas. La vegetacin comprendepastizales, pajonales y cspedes que crecen en parches de distin-

    Turismo, Reexividad y procesos de hibridacin... www.pasosonline.org

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    tas dimensiones entre abundante roca expuesta. En las quebradasy laderas se presentan pequeos bosques de tabaquillo y maitn.

    Adems, la altitud y otras particularidades geogrcas le han dadoa la zona caractersticas de insularidad, que permitieron la apari-cin de endemismos [en la ora y la fauna] en varios grupos taxo-nmicos (Miatello, 1999: 10) (Regiones Naturales de la Provinciade Crdoba, 2003).

    El proceso de asentamiento en la zona de estudio comenz en1919. Fue emprendido por parejas recien-temente constituidas conpocos o ningn hijo que, en su mayora, provenan de las estan-cias ubicadas a las regiones adyacentes a la Pampa de Achala. Estaspueden considerarse plataformas socioeconmicas recurrentes enlas trayectorias sociales de los primeros pobladores y un contextode aprendizaje que pro-bablemente propici la colonizacin de estaregin, dado que permiti a los lugareos o, ms bien, a las parejas

    jvenes, acumular dinero, informacin, relaciones sociales y ani-males.

    La primera generacin de pobladores que arribo al lugar fueprolca. Quienes hoy tienen 60 o ms aos de edad tuvieron entre

    5 y 10 hermanos y muchos lugareos mencionan el fallecimientoprematuro de al menos un hermano, es decir, la mortalidad infan-til puede considerarse un hecho frecuente. La segunda generacintambin fue prolca, pero no llega a las tasas de natalidad anterio-res, vara entre 4, 5 y en muy pocos casos 6 o 7 hijos. Por su parte,la tercera generacin no supera los 3 hijos. Es muy probable que laintervencin de los mdicos que visitan los dispensarios de las sie-rras una vez al mes desde hace ms de tres dcadas haya alterado

    considerablemente el balance y las condiciones en que se producenmuertes, concepciones y nacimientos.La matriz que organiz la reproduccin social de las familias

    fue el puesto, como hogar y unidad pro-ductiva dedicada a lacrianza de animales: ovejas, cabras y en menor medida vacas. Estaseconomas de subsistencia1 representaron el modo de produccindominante, es decir, las relaciones estratgicas que intervinierony condicionaron el despliegue y la organizacin del trabajo socialcomo las interacciones intra e inter puesto. Adems, los puesteros

    Germn Pinque

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    Inmanencia y reexividad en los procesos de reconversin... 47

    complementaron las actividades vinculadas al pastoreo de ani-males con la extraccin y comercializacin de minerales como el

    cuarzo o el feldespato y, en menor medida, con la caza de animales(zorros, zorrinos, iguanas, etc.) y la venta de sus cueros y pieles; enambos casos, por lo menos desde mediados de la dcada de 1930hasta principios de la dcada de 1970.

    Por otra parte, fue y es habitual la migracin temporaria a otraszonas ms o menos alejadas de la Pampa de Achala para realizartrabajos de distinto tipo en las estancias o pueblos de la zona, porejemplo, alambrar, forestar, etc. El turismo regional y las localida-des ms concurridas (Santa Rosa, Villa General Belgrano, La Cum-

    brecita), tambin representaron histricamente oportunidades la- borales o comerciales de distinto tipo para los puesteros jveneso para las economas domsticas. Por todo esto, los puestos sonlugares institucionales privilegiados de los procesos simblicos yeconmicos, pero no esferas aisladas.

    El patrn de emplazamiento de los puestos en el territorio serigi por criterios comunes y recurrentes: vista panormica del te-rritorio circundante, reparo del viento, fuentes de agua cercana y

    amplias super-cies de pastos para los animales. Estas condicionesse cumplen en casi todos ellos y los lugareos se muestran com-petentes para identicarlas, pero hay casos que podramos llamarlocalizaciones falli-das que sugieren que la eleccin del mejor lu-gar para el asentamiento depende del adiestramiento en el rea.

    El saber detallado y ms o menos sistemtico sobre todos aquellosaspectos que inuyen en la vida del puesto, la seguridad de los ani-males o del sistema de prcticas cotidianas se produce en la expe-

    riencia del lugar durante periodos y ciclos ecolgicos relativamentelargos.Hasta nes de la dcada de 1970 los pobladores construyeron

    sus viviendas con tcnicas tradicionales y materiales en su mayorparte locales, ex