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ZONA POÉTICA Te Deshojé Como Una Rosa... autor: Juan Ramón Jiménez Te deshojé como una rosa, para verte tu alma, y no la vi. Mas todo en torno -horizontes de tierra y de mares-, todo, hasta el infinito, se colmó de una esencia inmensa y viva. -Sueño

Zona Poética

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LITERATURA

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Page 1: Zona Poética

ZONA POÉTICA 

Te Deshojé Como Una Rosa...  

autor: Juan Ramón Jiménez

Te deshojé como una rosa,

para verte tu alma,

y no la vi.

Mas todo en torno

-horizontes de tierra y de mares-,

todo, hasta el infinito,

se colmó de una esencia

inmensa y viva.

-Sueño

Page 2: Zona Poética

Autor : Juan Ramón Jiménez

Imagen alta y tierna del consuelo,

aurora de mis mares de tristeza,

lis de paz con olores de pureza,

¡premio divino de mi largo duelo!

Igual que el tallo de la flor del cielo,

tu alteza se perdía en su belleza...

Cuando hacia mí volviste la cabeza,

creí que me elevaban de este suelo.

Ahora, en el alba casta de tus brazos,

acogido a tu pecho transparente,

¡cuán claras a mí toman mis prisiones!

¡Cómo mi corazón hecho pedazos

agradece el dolor, al beso ardiente

con que tú, sonriendo, lo compones!

Barrio sin luz 

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autor: Pablo Neruda

¿Se va la poesía de las cosas

o no la puede condensar mi vida?

Ayer -mirando el último crepúsculo-

yo era un manchón de musgo entre unas ruinas.

Las ciudades -hollines y venganzas-,

la cochinada gris de los suburbios,

la oficina que encorva las espaldas,

el jefe de ojos turbios.

Sangre de un arrebol sobre los cerros,

sangre sobre las calles y las plazas,

dolor de corazones rotos,

podre de hastíos y de lágrimas.

Frente al mar 

autor : Octavio Paz

¿La ola no tiene forma?

En un instante se esculpe

y en otro se desmorona

en la que emerge, redonda.

Su movimiento es su forma.

Las olas se retiran

?ancas, espaldas, nucas?

pero vuelven las olas

?pechos, bocas, espumas?.

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Muere de sed el mar.

Se retuerce, sin nadie,

en su lecho de rocas.

Muere de sed de aire.

¿Qué les queda a los jóvenes? 

autor :Mario Benedetti

¿Qué les queda por probar a los jóvenes

en este mundo de paciencia y asco?

¿sólo grafitti? ¿rock? ¿escepticismo?

también les queda no decir amén

no dejar que les maten el amor

recuperar el habla y la utopía

ser jóvenes sin prisa y con memoria

situarse en una historia que es la suya

no convertirse en viejos prematuros

¿qué les queda por probar a los jóvenes

en este mundo de rutina y ruina?

¿cocaína? ¿cerveza? ¿barras bravas?

les queda respirar / abrir los ojos

descubrir las raíces del horror

inventar paz así sea a ponchazos

entenderse con la naturaleza

y con la lluvia y los relámpagos

y con el sentimiento y con la muerte

esa loca de atar y desatar.

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-El sueño de Jorge Luis Borges

Si el sueño fuera (como dicen) una

tregua, un puro reposo de la mente,

¿por qué, si te despiertan bruscamente,

sientes que te han robado una fortuna?

¿Por qué es tan triste madrugar? La hora

nos despoja de un don inconcebible,

tan íntimo que sólo es traducible

en un sopor que la vigilia dora

de sueños, que bien pueden ser reflejos

truncos de los tesoros de la sombra,

de un orbe intemporal que no se nombra

y que el día deforma en sus espejos.

¿Quién serás esta noche en el oscuro

sueño, del otro lado de su muro?

-El ángel guardián de Gabriela Mistral

Es verdad, no es un cuento;

hay un Ángel Guardián

que te toma y te lleva como el viento

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y con los niños va por donde van.

Tiene cabellos suaves

que van en la venteada,

ojos dulces y graves

que te sosiegan con una mirada

y matan miedos dando claridad.

(No es un cuento, es verdad.)

Dentro de mí

Autor : José Martí

Él tiene cuerpo, manos y pies de alas

y las seis alas vuelan o resbalan,

las seis te llevan de su aire batido

y lo mismo te llevan de dormido.

Dentro de mí hay un león enfrenado:

De mi corazón he labrado sus riendas:

Tú me lo rompiste: cuando lo vi roto

Me pareció bien enfrenar a la fiera.

Antes, cual la llama que en la estera prende,

Mi cólera ardía, lucía y se apagaba:

Como del león generoso en la selva

La fiebre se enciende; lo ciega y se calma.

Pero, ya no puedes: las riendas le he puesto

Y al juicio he subido en el león a caballo:

La furia del juicio es tenaz: ya no puedes.

Dentro de mí hay un león enfrenado.

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Autobiografía 

autor : Amado Nervo

¿Versos autobiográficos? Ahí están mis canciones,

allí están mis poemas: yo, como las naciones

venturosas, y a ejemplo de la mujer honrada,

no tengo historia: nunca me ha sucedido nada,

¡oh, noble amiga ignota!, que pudiera contarte.

Allá en mis años mozos adiviné del Arte

la armonía y el ritmo, caros al musageta,

y, pudiendo ser rico, preferí ser poeta.

-¿Y después?

-He sufrido, como todos, y he amado.

¿Mucho?

-Lo suficiente para ser perdonado...

-Miedo 

autor : Gabriela Mistral

Yo no quiero que a mi niña

golondrina me la vuelvan;

se hunde volando en el Cielo

y no baja hasta mi estera;

en el alero hace el nido

y mis manos no la peinan.

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Yo no quiero que a mi niña

golondrina me la vuelvan.

Yo no quiero que a mi niña

la vayan a hacer princesa.

Con zapatitos de oro

¿cómo juega en las praderas?

Y cuando llegue la noche

a mi lado no se acuesta...

Yo no quiero que a mi niña

la vayan a hacer princesa. 

DULCE DESDÉN.

Autor del poema: Lope de Vega

Dulce desdén, si el daño que me haces

de la suerte que sabes te agradezco,

qué haré si un bien de tu rigor merezco,

pues sólo con el mal me satisfaces.

No son mis esperanzas pertinaces

por quien los males de tu bien padezco

sino la gloria de saber que ofrezco

alma y amor de tu rigor capaces.

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Dame algún bien, aunque con él me prives

de padecer por ti, pues por ti muero

si a cuenta dél mis lágrimas recibes.

Mas ¿cómo me darás el bien que espero?,

si en darme males tan escaso vives

que ¡apenas tengo cuantos males quiero!

PLENITUD

Autor del poema: Víctor Hugo

Puesto que apliqué mis labios a tu copa llena aún,

y puse entre tus manos mi pálida frente;

puesto que alguna vez pude respirar el dulce aliento

de tu alma, perfume escondido en la sombra.

Puesto que me fue concedido escuchar de ti

las palabras en que se derrama el corazón misterioso;

ya que he visto llorar, ya que he visto sonreír,

tu boca sobre mi boca, tus ojos en mis ojos.

Ya que he visto brillar sobre mi cabeza ilusionada

un rayo de tu estrella, ¡ay!, siempre velada.

Ya que he visto caer en las ondas de mi vida

un pétalo de rosa arrancado a tus días,

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puedo decir ahora a los veloces años:

¡Pasad! ¡Seguid pasando! ¡Yo no envejeceré más!

Idos todos con todas nuestras flores marchitas,

tengo en mi álbum una flor que nadie puede cortar.

vuestras alas, al rozarlo, no podrán derramar

el vaso en que ahora bebo y que tengo bien lleno.

Mi alma tiene más fuego que vosotros ceniza.

Mi corazón tiene más amor que vosotros olvido.

NOCHE

Autor del poema: Vicente Huidobro

Sobre la nieve se oye resbalar la noche.

La canción caía de los árboles,

y tras la niebla daban voces.

De una mirada encendí mi cigarro.

Cada vez que abro los labios

inundo de nubes el vacío.

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En el puerto,

los mástiles están llenos de nidos,

y el viento

gime entre las alas de los pájaros.

TÚ ME QUIERES BLANCA

Autor del poema: Alfonsina Storni

Tú me quieres alba,

Me quieres de espumas,

Me quieres de nácar.

Que sea azucena

Sobre todas, casta.

De perfume tenue.

Corola cerrada

Ni un rayo de luna

Filtrado me haya.

Ni una margarita

Se diga mi hermana.

Tú me quieres nívea,

Tú me quieres blanca,

Tú me quieres alba.

Tú que hubiste todas

Las copas a mano,

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De frutos y mieles

Los labios morados.

Tú que en el banquete

Cubierto de pámpanos

Dejaste las carnes

Festejando a Baco.

Tú que en los jardines

Negros del Engaño

Vestido de rojo

Corriste al Estrago.

Tú que el esqueleto

Conservas intacto

No sé todavía

Por cuáles milagros,

Me pretendes blanca

(Dios te lo perdone),

Me pretendes casta

(Dios te lo perdone),

¡Me pretendes alba!

Huye hacia los bosques,

Vete a la montaña;

Límpiate la boca;

Vive en las cabañas;

Toca con las manos

La tierra mojada;

Alimenta el cuerpo

Con raíz amarga;

Bebe de las rocas;

Duerme sobre escarcha;

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Renueva tejidos

Con salitre y agua;

Habla con los pájaros

Y lévate al alba.

Y cuando las carnes

Te sean tornadas,

Y cuando hayas puesto

En ellas el alma

Que por las alcobas

Se quedó enredada,

Entonces, buen hombre,

Preténdeme blanca,

Preténdeme nívea,

Preténdeme casta.

ALGUNA NOCHE

Autor del poema: José Agustín Goytisolo

Alguna noche -las fogatas eran

de dolor o de júbilo-

la casa te veía desertar.

Te abrías a una vida

distinta, a un mundo

alegre como los ojos de un dios:

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voces mayores, fuegos de artificio,

inacabable noche de San Juan

en tu estancia vacía...

El tiempo se agrandaba en los rincones,

se detenía en torno al corazón,

mientras el estruendo proseguía,

lejos, lejos, quién sabe si real.

Después, todo más claro:

los sonidos pequeños, el crujido de un mueble

la lluvia en el desván.

Nueva vida a las cosas, el alba aparecía,

y tú llegabas, amorosamente.

RETRATO

Autor del poema: Antonio Machado

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla

y un huerto claro donde madura el limonero;

mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;

mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara ni un Bradomín he sido

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—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—;

mas recibí la flecha que me asignó Cupido

y amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,

pero mi verso brota de manantial sereno;

y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,

soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Adoro la hermosura, y en la moderna estética

corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;

mas no amo los afeites de la actual cosmética

ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos

y el coro de los grillos que cantan a la luna.

A distinguir me paro las voces de los ecos,

y escucho solamente, entre las voces, una.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera

mi verso como deja el capitán su espada:

famosa por la mano viril que la blandiera,

no por el docto oficio del forjador preciada.

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Converso con el hombre que siempre va conmigo

—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;

mi soliloquio es plática con este buen amigo

que me enseñó el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.

A mi trabajo acudo, con mi dinero pago

el traje que me cubre y la mansión que habito,

el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último viaje

y esté a partir la nave que nunca ha de tornar,

me encontraréis a bordo ligero de equipaje,

casi desnudo, como los hijos de la mar.

LLAMA DE AMOR VIVA

Autor del poema: San Juan de la Cruz

¡O llama de amor viva

que tiernamente hieres

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de mi alma en el más profundo centro!

Pues ya no eres esquiva

acaba ya si quieres,

¡rompe la tela de este dulce encuentro!

¡O cauterio süave!

¡O regalada llaga!

¡O mano blanda! ¡O toque delicado

que a vida eterna sabe

y toda deuda paga!

Matando, muerte en vida has trocado.

¡O lámparas de fuego

en cuyos resplandores

las profundas cavernas del sentido,

que estaba oscuro y ciego,

con estraños primores

color y luz dan junto a su querido!

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¡Cuán manso y amoroso

recuerdas en mi seno

donde secretamente solo moras,

y en tu aspirar sabroso

de bien y gloria lleno,

cuán delicadamente me enamoras.

ROSA DE FUEGO

Autor del poema: Antonio Machado 

Tejidos sois de primavera, amantes,

de tierra y agua y viento y sol tejidos.

La sierra en vuestros pechos jadeantes,

en los ojos los campos florecidos,

pasead vuestra mutua primavera,

y aun bebed sin temor la dulce leche

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que os brinda hoy la lúbrica pantera,

antes que, torva, en el camino aceche.

Caminad, cuando el eje del planeta

se vence hacia el solsticio del verano,

verde el almendro y mustia la violeta,

cerca la sed y el hontanar cercano,

hacia la tarde del amor, completa,

con la rosa de fuego en vuestra mano.

PIEDRA NEGRA SOBRE UNA PIEDRA BLANCA

Autor del poema: César Vallejo

Me moriré en París con aguacero,

un día del cual tengo ya el recuerdo.

Me moriré en París -y no me corro-

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tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.

Jueves será, porque hoy, jueves, que proso

estos versos, los húmeros me he puesto

a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,

con todo mi camino, a verme solo.

César Vallejo ha muerto, le pegaban

todos sin que él les haga nada;

le daban duro con un palo y duro

también con una soga; son testigos

los días jueves y los huesos húmeros,

la soledad, la lluvia, los caminos.

TE QUIERO A LAS DIEZ DE LA MAÑANA

Autor del poema: Jaime Sabines

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Te quiero a las diez de la mañana, y a las once,

y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y

con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia.

Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me

pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la

comida o en el trabajo diario, o en las diversiones

que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con

la mitad del odio que guardo para mí.

Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y

siento que estás hecha para mí, que de algún modo

me lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos

me convencen de ello, y que no hay otro lugar en

donde yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tu

cuerpo. Tu vienes toda entera a mi encuentro, y

los dos desaparecemos un instante, nos metemos

en la boca de Dios, hasta que yo te digo que tengo

hambre o sueño.

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Todos los días te quiero y te odio irremediablemente.

Y hay días también, hay horas, en que no

te conozco, en que me eres ajena como la mujer

de otro, Me preocupan los hombres, me preocupo

yo, me distraen mis penas. Es probable que no piense

en ti durante mucho tiempo. Ya ves ¿Quién

podría quererte menos que yo amor mío?