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5. LA IZQUIERDA ETÍLICA

Apuntes sobre la Democracia Corintiana

y quiso saber cómo es la llama cuando la vela está ya apagada (Carroll, 1989:45)

A principios de los años ochenta (más exactamente a fines de 1981) el Sport Club Corinthians Paulista

comenzó a vivir una nueva relación laboral entre directivos, cuerpo técnico y jugadores del primer

equipo del departamento de fútbol del club. Lo novedoso en esta relación radicaba en el diálogo. Como

en otras esferas, la clase dominante en el fútbol maneja a su antojo el destino del negocio sin consultar

a sus propiedades. Y parece una dictadura. El negocio es jugoso. Puesto que el Corinthians representa

un público que, como cualquier otro, nunca se equivoca. El Corinthians representa la segunda mayor

audiencia nacional después del Flamengo, pero además representa al único de los grandes clubes

brasileños que nació del pueblo llano. Su dimensión barrial (alimentada por las migraciones nordestinas

a São Paulo) cobró tintes nacionales a través de un fenómeno denominado Democracia Corintiana, en

el contexto de la estrategia de apertura que el régimen dictatorial brasileño dedujo inevitable para

continuar mandando.

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Cardenal Arns

Paulo Evaristo Arns, arzobispo de la diócesis del estado de São Paulo (la mayor del mundo), es

torcedor del Corinthians y en octubre de 1977 escribió un Pastoral ao Povo Corinthiano:

El Corinthians es símbolo del pueblo que no llega allá. Del pueblo que sufre todas las decepciones,

desde las más legítimas, como las de sus sueños. Que es humilde. Pueblo que se abate, pero que, al

mismo tiempo sabe que precisa recomenzar. Y recomienza. Está presente en todas las luchas.

Recomienza [...] Tengo certeza de que la victoria del Corinthians debe llevar a victorias esenciales en la

vida. Y va a llevar a tanto. Creemos, siempre de nuevo, en esta era que está por llegar a favor del

pueblo, con la participación del pueblo y creada por el mismo pueblo (Kfouri, 1996:40).

Um time que é uma torcida

Pude constatarlo. La memória estaba viva casi treinta años después. Nunca más ha vuelto a ocurrir

algo así en la historia del fútbol brasileño. Muchos sofredores e maloqueiros confirmaron el suceso, no

faltó el veterano que dijera haber estado ahí. Mi amigo pó-de-arroz, un carioca a quien conocí en Ilha

Grande y que tocaba muy bien el pandero, Paulo, del Fluminense, no debe haber tenido más de dos

años por la época de la invasión pero lo recordaba como si hubiera sido ayer. No lucía agoniado, como

los fanáticos paulistas siempre que hablan del corazón en la derrota. (Salve Paulo y salve Gabriel, hijo

de Wladimir, que le dio al Flu el campeonato carioca de 2004.) En aquel 2003 de la isla grande, además

de regalarme maconha y serenidad, el mulato Paulo brindó una estampa prototípica del desenfado

carioca en alto contraste con la seca sobriedad paulista de mi también amigo Guilherme Ross, un

corinthiano de cepa formado en arquitectura que pasaba las féiras surfeando (Laura D´Ambrosio y yo

testificamos las cábulas interestatales desde nuestras cervezas, todos sentados a la misma mesa).

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Aunque ya nadie hablaba del acontecimiento en cuestión. Que en palabras de Nelson Rodrigues fue el

siguiente:

Nadie sabía, nadie desconfiaba. El juego comenzó en la víspera, cuando la Fiel explotó en la ciudad.

Durante la madrugada, los fantáticos del Timão hacían fiesta en Leme, en Copacabana, Leblon,

Ipanema. Y las banderas del Corinthians ondeaban con gran agitación. Allí, llegaban corinthianos a los

borbotones. Ómnibus, aviación, carros particulares, taxis, a pié, de bicicleta. La cosa era terrible. Nunca

una torcida invadió otro estado, con tamaña euforia. Un turista que por ahí pasáse habría de anotar en

su libreta: Rio es una ciudad ocupada. Los corinthianos pasaban a toda hora y en toda parte. Dicen los

idiotas de la objetividad que la torcida no gana el juego. Pues lo gana. En vísperas de la partida estaba

haciendo fuerza a favor de su time. Duermo tarde y tuve ocasión de testimoniar la vigilia. Un amigo me

preguntó: “¿Y si el Corinthians pierde?” El Fluminense era más equipo. Por lo tanto, estaban en lo cierto,

maravillosamente acertados los corinthianos, cuando hacían un carnaval previo. Ese carnaval no paró.

De mañana, desperté en un clima paulista. En las calles, las personas no entendían y hasta se

asustaban. Tuve que explicarle todo a una señora gorda y patusca. No cabe aquí hablar de técnico. Lo

que influyó y decidió el juego fue la torcida. La torcida empujó a su equipo al empate. (1993:60)

Unos caras tiraron las banderas de Brasil, de Rio de Janeiro, de Guanabara y pusieron en su

lugar la bandera del Corinthians para que ondeara con la brisa marina.

A Wladimir le dijo Serginho Chulapa (delantero de la selección y del São Paulo) durante la final

paulista de 1982: “Vlá, não tem jeito de ganhar de vocês, olha que maravilhosa essa sua torcida”.

El asesor de prensa corinthiano de la Democracia (José Roberto de Aquino) dijo antes de morir

que todo time tem uma torcida; mais no Corinthians é ao contrário: é uma torcida que tem um time.

Ya lo había explicado Osvaldo Brandão: Torcer por este clube é ser feliz.

¿Por qué, salvo santificadas excepciones (Ditão, Zé Maria, Wladimir), ningún profesional que

vistiera los colores asumía públicamente su fé mosquetera? Desde que llegó, Sócrates dejó en claro

que podía gustar del Corinthians, pero amarlo no.

Todo Curinga es, por definición, un injustiçado.

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En 1979, durante un Corinthians-Santos en el Morumbi, se vió la primera pancarta en un local

público defendiendo la amnistía, general e irrestricta, en el Brasil. Y por supuesto no salió entre la

torcida del Peixe.

Júnior decía que el pobre de Rio no era tan agoniado como el de São Paulo. Tal vez el mayor

lazer carioca (su tiempo libre de calidad) lo hiciera más calmo, más sosegado.

Un equipo del pueblo

Los equipos populares rompen el eterno ciclo capitalista de honrar exclusivamente a los vencedores,

como mencionó en una entrevista el mecánico carioca Jerônimo Ramos: “Mesmo quando os times do

povo estão por baixo, são capazes de provocar as maiores paixões, e isso doutor nenhum vai entender

nunca” (Placar, 1979).

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Un ex presidente corinthiano de los años treinta, el español Manuel Correcher, resumía la

fuerza que el club del Parque São Jorge ejerce sobre sus millones de simpatizantes: “Con razón o sin

razón, el Corinthians siempre tiene la razón”.

Por sus orígenes, el Corinthians, representa al mayor equipo brasileño. El Timão empezó sin

emisora de radio (como el aristocrático Flamengo), inclusive sin gorduchinha, sin balón. Los fundadores

no tenían sede. Se reunían en las calles del Bom Retiro a la luz de lámparas de gas (eran pintores de

brocha gorda, albañiles, empleados de la compañía ferroviaria, un sastre, un zapatero, un chofer). El

primero de septiembre de 1910 nombraron a su gremio de Sport Clube Corinthians Paulista en honor

del equipo inglés que había vencido a los times nativos de elite. La primera redonda costó seis mil réis

en alguna tienda de la calle São Caetano. Era una pequeña fortuna en aquella época. Todo el material

deportivo lo importaban de Inglaterra. El dinero se recolectó a través de una vaquinha que peinó todo el

barrio del Bom Retiro. Para los patrones, el Corinthians representa una de las manifestaciones más

auténticas de perseverancia de los excluidos. El alvinegro es el club del pueblo porque nació arrullado

entre sus brazos trabajadores. “En campo, iba para la bola con el apetito con el que el trabajador va,

después de la chamba, a un plato de comida” (Kfouri, 1996:22).

Es como si se dijera que el Corinthians (siempre sozinho, siempre contra todos) retrata dentro

del campo el heroísmo de un pueblo humilde. Pero además, el galo brigador (como fue llamado en sus

inicios) es un retrato arrogante.

Entre los héroes a los que han apuntado los reflectores tenemos a Tuffy (así es), el goleiro todo

de negro a quien llamaban de Satanás por sus defensas imposibles. El zaguero Del Debbio que

participó de dos tricampeonatos como jugador, de uno como técnico. La tríada Servílio, Brandão y

Teleco –los dos primeros negros y el otro mulato-; ellos fueron el alma del equipo tricampeón de 1937-

39. Teleco marcaba de cabeza, de espaldas al marco, de izquierda, de derecha. Servílio de Jesús era

un malabarista de la pelota, que la torcida llamaba de Bailarino, él preparaba las jugadas que Teleco

concluía. Para los críticos, Brandão era un virtuoso, el mejor de los mediocampistas que el Brasil

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conoció en la época. Además, marcó a sus compañeros por su educación y su música. Un bom violão

en las concentraciones para matar la saudade de la casa y la familia. Domingos da Guia aunque llegó

al club a los 32, jugó otros cuatro años. Como fue el mejor zaguero de la historia del fútbol, era de

esperarse que ganara un sitio en la memoria corinthiana. Sobre el secreto de su extraordinario sentido

de la colocación reveló: “Es que detesto correr, principalmente cuando el sol bate fuerte. Ahí estudié y

descubrí los atajos por donde la bola pasa” (Placar, s/f). En 1951, el ataque de los 103 goles en 28

partidos comportó una de las mejores delanteras en la historia de Brasil. Cláudio, o Gerente, Luizinho, o

Pequeno Polegar, Baltazar, o Cabecinha de Ouro, Carbone y Mário. Los tres primeros eran llamados de

reyes magos. Luizinho era un bajito desaforado, fintador como pocos. Alguna vez se sentó sobre la bola

delante del gigante uruguayo Luis Villa como un torero se arrodilla ante un toro entregado. Tal vez por

esa irreverencia fue convocado pocas veces a la selección brasileña. Cláudio, o Gerente, resolvía casi

todo lo que hubiera que arreglar en el equipo. Desde las reivindicaciones laborales ante el presidente

del club, Trindade (siempre al grano), pasando por las acciones ofensivas en el campo (con paredes y

cruzamientos), hasta los dramas personales de los compañeros (gracias a su formación espírita).

Oswaldo Silva, Baltazar, era irresistible en el juego aéreo. Adoraba circular por las calles de Zan Baolo

en un Cadillac rojo rabo-de-peixe; en ese tiempo también era raro encontrarse en la esquina un negro

rico, famoso, idolatrado. Gilmar, el goleiro campeón mundial en 1958 y durante años titular indiscutible

de la selección, no podría faltar. Rivelino tampoco; o Reizinho do Parque, a Patada Atômica, como lo

llamaron en México ´70 (o la cosa más linda que he visto en mi vida, como lo llamó Ángel Fernández).

2. Baltazar… 3. … Cláudio… 4. … Rivelino.

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El primer craque corinthiano se llamó Neco, era carpintero y llegó al Corinthians en 1912 (el

club fue fundado en 1910). Muchos clubes de elite se lo disputaron pero nunca abandonó el alvinegro.

Conquistó ocho títulos paulistas (1914, ´16, ´22, ´23, ´24, ´28, ´29, ´30). Fue campeón sudamericano

con la selección brasileña en 1919.

El torcedor-símbolo del Corinthians era una torcedora-símbolo que se llamó Elisa, que

trabajaba como empleada doméstica y que nunca trabajó en un día de juego (su lugarteniente en las

tribunas era la Tia Geni). Decía Elisa: “Não acredito que exista outra torcida como a do Corinthians.

Somos superiores em qualidade. Temos mais amor. O Corinthians está logo depois de Deus, né?”

(Tolosa Santos, 1990:79). Garrincha encontró a Pelé increíblemente parecido y lo llamó de Nega Elisa.

Garrincha llegó a vestir el manto sagrado del Timão en los años sesenta, pero ya se empezaba a

tropezar con el balón.

Las raíces del Brasil

En su libro clásico Sérgio Buarque de Holanda maneja la cordialidad brasileña como un obstáculo para

cumplir ritos que sean rígidamente formales en vez de afectivos. Advierte un uso lingüístico, a su

parecer, excesivo en cuanto a los diminutivos. La llaneza, la hospitalidad, la generosidad son legítimas

expresiones de un fondo emotivo extremadamente rico y desbordante. La quiebra de la formalidad

provoca amigos. Los lazos personales quisieran desdoblarse al infinito. La parafernalia de apariencias

minuciosas significaría una cápsula protectora en la estrategia de la ascensión social que reporta la

supervivencia. La cordialidad es una norma de conducta estructurante. En el Brasil resulta imposible

negar una gentileza a un amigo. Ya lo había intuido Nietszche, entre los hombres el placer por el

rebaño es más antiguo que el placer por el Yo.

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El ambiente familiar (no sólo el brasileño) se vuelca a la estructuración de un microcosmos

protegido y deformante. Circunscritos a los horizontes infantiles de los paisajes domésticos, los seres

humanos hacemos escuela en el tema de la desadaptación sicótica. Usar la simpatía, la suavidad

azucarada, como una característica nacional innata puede ser parte de una moral patriarcal y esclavista

que se niega espontánea desarmando las expresiones menos armónicas de la sociedad. “En verdad la

ideología impersonal del liberalismo democrático jamás se naturalizó entre nosotros. Sólo asimilamos

efectivamente esos principios hasta donde coincidieran con la negación pura y simple de una autoridad

incómoda, confirmando nuestro instintivo horror a las jerarquías y permitiendo tratar con familiaridad a

los gobernantes. La democracia en el Brasil siempre fue un lamentable malentendido” (Buarque de

Holanda, 1999:160).

La racionalización epidérmica abre la posibilidad de un espacio intersticial entre las

identificaciones fijas.

El entierro de Matheus

Viernes trece de febrero de 1981. Cinco de la tarde. Frente a las escaleras del Teatro Municipal, en el

centro de São Paulo. En un ataúd negro con cruces blancas a los lados, el presidente del Corinthians

desde agosto de 1972, Vicente Matheus, descendió de una camioneta y fue cargado por ocho

solemnes en medio de una multitud alvinegra.

El torcedor Wilson Roberto denunció que el dinero para comprar refuerzos, Matheus lo había

gastado en la Justiça sólo por permanecer ilegalmente en nosso Corinthians. Nosso Corinthians!

Repetía el coro de la multitud. Paulo Marconi, director de los Gaviões da Fiel y uno de los

organizadores del entierro, aseguraba que ellos querían un grupo dirigiendo el club y no un dictador.

Ditador! Ditador! ¿Dónde está el dinero para la Fiel? ¿Dónde está la alberca de olas? ¿Dónde está el

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escuadrón prometido? Se preguntaba a viva voz Wilson Roberto. Ele nos traiu! Ele nos traiu! Los dos

mil fieles corintianos desparramados por la plaza Ramos de Azevedo acompañaban las acusaciones en

los folletos ampliamente distribuidos por los Gaviões (la mayor torcida organizada del Timão).

Entonces, tomados por una sagrada furia empezaron a lanzar toda suerte de improperios contra el

dictador. Los organizadores ensayaron la salida del cortejo fúnebre por las calles centrales de la ciudad.

Paulo Marconi, temeroso de ser responsabilizado por alguna posible deprededación de los exaltados,

atrasó hábilmente el cortejo hasta que cerraran las tiendas. El féretro salió en dirección a la Plaza de la

República, avanzó por la avenida Ipiranga y llegó a la esquina con Rio Branco. Ahí la multitud se

dispersó sin saldo rojo. El ataúd volvió a la camioneta y los más aferrados se dirigieron con el muerto a

la sede de los Gaviões, en la calle Santa Ifigenia. Aparecieron surdos, tambores, tamborins, afouchês,

ganzás, maracas, frigideiras e copos percussionados por lápis e canetas. Aparecieron también botellas

de cerveza. A la hora de cremar el cuerpo, Paulo Marconi era el único que se veía triste. Como anunció

a los amigos en las escaleras del Municipal, él mismo hizo el muñeco que sirvió para el entierro. “A

maior obra de arte da minha vida. Nunca fiz nada igual a isso. Estou emocionado pela criação do

boneco”, dijo (JT, 14-2-81).

La piedra de toque de Vicente Matheus, su muiraquitã1

Vicente nació en España en 1908. Por la época España acababa de perder ante los Estados Unidos

algunas de las últimas colonias: Cuba, Puerto Rico, Filipinas. Las dificultades financieras marcaron la

casa de Luís y Manglória Matheus. Ella era española y él, portugués. Vivían en Toro, en la provincia de

1 La muiraquitã era el talismán de las Amazonas (las Icamiabas). Un emblema de la Madre de las Piedras Verdes. Símbolo del poder femenino. A veces, fue hecha del barro del fondo de un lago que se solidificaba con los rayos de la luna llena. Otras, con jadeíta, nefrita o estratita, piedra-cristal. A las muiraquitãs se les atribuyen virtudes terapéuticas y propiedades mágicas. La buena suerte del portador. En la obra de Mário de Andrade, el héroe sin ningún carácter (Macunaíma) está siempre a la búsqueda de una muiraquitã robada por el gigante Piamâ.

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Zamora (Castilla y León). Una región cuyo eje fluvial es el padre Duero, antes de adentrarse en

Portugal (donde se llama Douro) y dar vida al legendario Oporto. Es una comarca de relieve ondulado,

con suelo calizo y arenoso, de clima continental extremo donde las lluvias son escasas y la humedad,

imperceptible. Factores perfectos para obtener vinos de fuerte personalidad, de alta graduación, gran

constitución tánica, con un color brillante e intenso. Considerados entre los de más cuerpo en toda la

península. Más que beberlo, se mastica. La Tinta de Toro es la fruta que porta el sabor de la tierra

donde crece. A partir de 1987, Toro da nombre a la Denominación de Origen, una de las más

restrictivas de España.

El origen de los actuales caldos de Castilla y León se ubica en la trashumancia de los monjes

de Cluny que entraron en la península siguiendo el camino de Santiago. Ellos trajeron consigo las

cepas que darían lugar a la variedad Tinto Fino. Documentos medievales dan fe de lo apreciados que

eran los vinos toresanos, vinos bañados por el Duero, en la ruta de la peregrinación a Compostela. En

el Libro del Buen Amor, el arcipreste de Hita advierte a través del Trotaconventos: “Y aún otra cosa os

diré de cuanto allí aprendí/ donde hay vino de Toro, no beben de baladí./ Desde que partí de ellas, todo

este vicio perdí/ quien a monjas no ama, no vale un maravedí”. Sin actualizaciones de por medio dice

en otra parte: “Con la mucha vianda e vino creçe la flema:/ duermes con tu amiga, afógate postema,/

llévate el diablo, en el infierno te quema;/ tú dices al garçon que coma bien e non tema”. Ya en Góngora

encontramos: “…porque siempre este color/ el antídoto mejor contra la melancolía:/ yo por alegrar la

mía/ un rubí desaté en oro./ El rubí me lo dio Toro./ El oro Ciudad Real/ ¿hice mal?”. Fernando de Rojas

incluyó en la lista de vinos del convite en casa de Celestina unos toresanos. Tomando vino de Toro,

más que comer devoro.

Cántabros y astures fueron de los primeros en darse cuenta. Vino de Toro, medicina para todo.

El vino de toro es oro, aunque prieto como el moro. Los tintos de Toro, profundos y espesos, fueron

también admirados por Quevedo, un gran catador. Sólo lo aguantaban los duros.

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Sin trabajo y sin dinero, Luís (un artesano de la piedra oriundo de Toro) decidió aventurarse en

América. Eligió como destino Buenos Aires. Ahí llegó en 1912 pero le fue muy mal. Otra vez sin trabajo

y sin dinero, Luís se dirigió a São Paulo (escuchó algo sobre una desmesurada construcción de casas).

Después de partirse el lomo en calidad de albañil rentó una pedreira en la zona este, lejos del centro de

la ciudad, y continuó partiéndose el lomo, -ahora como siempre- picando piedra. En 1914, Luís

consiguió pagar el viaje de su esposa e hijo. A la par del negocio también creció la familia. Nacieron los

hermanos brasileños de Vicente: Antonio, Isidoro, Luís, Artur, Manuel, Lola, Tomásia, Nena, Adoração y

Lourdes. Por eso Vicente no pudo ir a la escuela y después falaba coisas erradas, con rigurosa

inexactitud, não sabia falar dificil. Trabajó desde muy niño en la pedreira paterna y se partió el lomo.

Quebrando piedras para hacer paralelepípedos. Bloques de granito que se convertirían, como lo

pronosticó la madre, en camisas de seda.

Bajo la piedra no soló hay agua. A través de explosiones de dinamita, las áreas rocosas se

desprendían en bloques enormes que luego eran transformados en la materia prima para la

pavimentación de calles y avenidas. Las piedras de formato irregular se usaron en el revestimiento

externo de las casas elegantes. Otra parte podía mezclarse con arena y cemento para la construcción

de edificios a punto de caer.

Además de explotar la piedra, Luís tenía un almacén de secos e molhados que Vicente atendía

en su tiempo libre. Pesaba arroz, frijol, maíz, aceitunas. Fue entonces que descubrió, como parte de las

transformaciones que provoca el trabajo, los intervalos entre una y otra actividad; esto es, la recreación

inútil en las áreas verdes que eran todavía inundadas de cuando en cuando por los ríos de São Paulo.

Allí en la várzea se jugaba futebol y cuando se lo permitía su religión personal, Vicente jugaba con los

otros. De volante. Fue un tío (Avelino) quien lo llevó a ver por primera vez un juego del Corinthians,

equipo que sería tricampeón paulistano en 1924 (en 1922 ganó el Centenário da Independéncia do

Brasil). En 1926, el Corinthians compró el área que hoy se conoce como Parque São Jorge (en la zona

este de la ciudad).

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El primogénito asumió el liderazgo de la familia Matheus. Su padre precisaba casi todos los

días ir hacia São Paulo para vender la piedra. Vicente tomó cuenta de la administración de la pedreira y

de la casa. Como producía la materia prima, el siguiente paso consistía en evitar las intermediaciones

para transformarla. Se convenció de que podía facturar con la obra pública de la prefeitura de São

Paulo y los municipios de la región metropolitana. Así lo hizo, a través de la Pavimentadora Matheus.

A fines de los años treinta, Matheus ganó una licitación de la Prefeitura paulistana para

pavimentar la Rua São Jorge en el barrio de Tatuapé. Al final de esta calle se encuentra la sede del

club deportivo Corinthians Paulista. No contento, Matheus (que se había casado en 1934) se mudó con

esposa e hijas a una casa enfrente del Parque São Jorge. Ya había comprobado que desde la ventana

de su habitación podía contemplar el estadio.

A principios de los cuarenta Vicente entró al cerrado grupo de dirigentes del club, con derecho

a una deliberación semanal. Las dificultades financieras obligaron a la cúpula corinthiana (un oxímoron

para el equipo del pueblo) a buscar la ayuda de ciertos hombres de negocios, que por otra parte

tampoco entendían nada de fútbol. En 1944 asumió la presidencia del Corinthians Alfredo Ignácio

Trindade, un fumador de charutos que trasplantó el corinthianismo a la presidencia del club (antes, con

el tornillero alemán Schürig como presidente nadie esperó nunca un asomo de pasión). Tras un breve

periodo (1947-1948), Trindade volvió a la presidencia. El Corinthians conquistó títulos y el presidente

mantuvo el cargo. Levantó copas, enfrentó torcedores, xingou y fue xingado. Después de Alfredo-

Ignácio el Corinthians nunca sería el mismo: la pasión por el club se transformó en una religión.

En 1954 los equipos paulistas disputaron un torneo para conmemorar el Cuarto Centenario de

la ciudad capital. El Corinthians lo ganó pero sólo en 1955. La voluntad organizativa de los cartolas (así

llamados por metonimia con el sombrero de copa, sobre un cráneo vacío) parece inescrutable y tal vez

sea inexistente. Después de este título, el Corinthians no volvió a ganar uno en casi 23 años. A partir de

1957 comenzó a brillar Pelé en el Santos (Pelé ofreció al Santos dieciocho años de su vida y en

cincuenta partidos contra el Corinthians anotó cincuenta goles). Para 1959, la nueva contratación del

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Corinthians fue un presidente del club: Vicente Matheus, el espanhol da pavimentadora. Por supuesto,

prometió un equipo triunfador. Sin embargo, como declaraba ante cámaras y micrófonos: O difícil não é

fácil.

En 1960, Vicente puso de su propio bolsillo (en forma de cheque de la pavimentadora) el dinero

para comprar a Almir Pernambuquinho. Almir se llevó como presente personal de Vicente un fusquinha

(un vocho de moda). Era mucho mejor tratado que el resto de sus compañeros. Nadie le pasaba la

bola. Fracasó. El Corinthians no tenía cómo pagar el préstamo del presidente (había sido la más

cuantiosa transferencia en el fútbol brasileño, nueve millones y medio de cruzeiros). Matheus se

encogió de hombros y farfulló: “Quien sale a la lluvia es para quemarse”.

Vicente (apreciador del scotch puro) siempre falou matheusês. En su lengua, trajeron al Almir

sin precisar hipotecalizar el Parque São Jorge. Corinthians era Curíntia. Como lo es para la mayoría, el

povão, con esa fama de burro que carga. Ya lo afirmó Figuereido (el último presidente militar): “Cheiro

de cavalo é melhor do que cheiro de povo” (Ramos, 2001:57).

Para Vicente: Esse problema é uma faca [cuchillo] de dois legumes (legumbres por gumes,

filos). Pues, depois da tempestade, vem a ambuláncia. A fin de cuentas, su gestação foi a melhor que o

Corinthians já teve. Porque él era Vicente até debaixo d´água. Cada time tem o presidente que merece.

En resumen, el jogador tem de ser completo, como o pato, que além de ser um animal aquático, é

gramático. (Matheus celebrando con el presidente Figuereido en 1980 la versatilidad del pato para

buscar alimento en el agua y en el pasto, un ejemplo para los boleiros y para los brasileiros.)

Anestesia por amnistía, naufragar por sufragar, Antarctica por Brahma.

En 1961, Matheus perdió la presidencia ante su vice: Wadih Helu (abogado, diputado vitalicio).

Para Wadih gobernar al Corinthians era ocupar el tercer cargo en importancia de la nación, abajo

apenas del presidente de la república y del gobernador del estado de São Paulo; por lo menos, así

había que vivirlo. Y fue por vivirlo que desataron una lucha cósmica las personificaciones de la

continuidad (Trindade, Wadih, Matheus, Dualib).

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Wadih Helu, por ejemplo, fue un presidente incompetente que contrataba leones de chácara

para presionar y agredir a los torcedores que exigían su renuncia en la tribuna. A pesar de los malos

resultados en el departamento de fútbol (al equipo lo llamaban Faz-me-rir), el club recibió el apoyo del

presidente Wadih en cuanto a otras actividades deportivas que estaban en el descuido. Incentivos al

basket, el voli, la natación, la peteca. Beneficios para los asociados al club. Wadih se mantuvo en la

presidencia hasta 1971, con la oposición permanente de Vicente Matheus. Cuando Helu era presidente,

las malas lenguas decían que los equipos adversarios se acostumbraron a ser gratificados por Vicente

para ganarle al Corinthians2. Quanto pior, melhor.

Ruth, la primera esposa de Vicente, murió en 1967. Pero la viudez duró poco en el viudo. Ese

mismo año se volvió a casar. Matheus conoció a Marlene Collas, una bailarina de flamenco, a través

del programa televisivo: Atrações Palhinha por canal Tupí. Con ella vivió los últimos treinta años de su

vida. Dejó la casa enfrente del estadio para sumergirse en otra de Tatuapé, no muy lejos. Los

maliciosos señalaron que Isabelita (doña Marlene), mandaba sobre él. Por lo general parece que así

era. Sin embargo, el asunto de la residencia no estuvo a negociación. Ella quería vivir en los Jardins de

Morumbi.

La Revolução Corintiana de 1971 regresó a Vicente a la presidencia un año después. Fue

entonces que el rey insólito delegó el cargo en un desconocido y prefirió manejar el papel de vice para

poder cuidar de sus diversas empresas. Matheus ya estaba directamente implicado en la construcción

de nuevos edificios a punto de caer. En su primera conferencia de prensa, el presidente Martínez

explicó que su apellido no se pronunciaba Martinês. Luego de quince meses (ante la catástrofe

administrativa), el Conselho Deliberativo demitió a Martinês para consagrar a Matheus como presidente

interino que sólo por el placer de mandar fue posteriormente elegido (en 1973) y re-electo en 1975,

1977, 1979.

2 En alguna ocasión el árbitro Ethel Rodrigues apareció en un programa de televisión exhibiendo una caja de zapatos llena de dinero, presente con el que fuera contemplado por un santista anónimo para que mantuviera el tabú (once años sin victorias para el Corinthians sobre el Santos). El tabú acabó el 6 de marzo de 1968.

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Durante ese reinado, el mandamás llegó a vivir un enredo bíblico en la figura opositora de su

hermano Isidoro. Ante pregunta expresa de un reportero de Placar (1977) explicó desde la semilla de la

discordia: “El Corinthians es demasiado grande para ser dirigido por un Isidoro. Tiene que ser por un

Matheus y Matheus en la familia soy yo. Él no es Matheus. Él solamente es Isidoro. Toda familia tiene

siempre un bueno, sólo uno, en la mía el bueno soy yo [el reportero desliza el expediente de Abel y

Caín] ¿Abel? El único Abel que conozco fue un puntero izquierdo del Santos. Yo no soy ningún Caín,

estoy bien de pié”.

Isidoro, el ex director de fútbol, resultaba calmo y humilde en comparación con el jefe de jefes.

Tan rico como el hermano, quizá un poco más inteligente y seguramente más delgado. Usaba un bigote

a la Errol Flynn. Y ocupaba buena parte de sus días retocándolo. Isidoro recordaba (en el mismo

reportaje de Placar, 1977) que Vicente acostumbraba provocar a toda su parentela desde que empezó

a ganar dinero. Vivia puxando minhas orelhas. Tratando-me como uma criança. Aunque al final no fue

necesario, el abogado de Matheus, Valedy Perry, estaba seguro de haber encontrado una solución al

conflicto electoral en los propios estatutos del club, combinando el artículo 77 con el ítem II, letra B del

artículo 78 y del 148. Lo que permitiría una prorrogación del mandato matheusês. El grupo situacionista

consideraba ampliar la duración del ejercicio de funciones a cuatro años, en lugar de dos. Às favas os

estatutos.

El candidato Isidoro había competido en la categoría de vice, el duro de su chapa era Roberto

Pásqua. Roberto quería ganar las elecciones porque presentía que el club precisaba de paz y unión.

Prometía construir un gran estadio propio; organizar una escolinha de fútbol completa; otorgar la

administración del club a una empresa especializada; acabar con el yo dentro de la institución para que

después de electo sólo se hablara en nosotros.

El año de 1977 confirmó con resultados objetivos –el fin del jejum, el ayuno de campeonatos- la

permanencia de Matheus y su modelo de administración centralizado. Se ha dicho que en 1979 el

Corinthians volvió a salir campeón estatal gracias a ese modelo. Matheus se enfrentó al presidente de

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la federación paulista, Nabi Abi Chedid (político del PDS) que pretendía realizar una jornada doble entre

los semifinalistas Palmeiras-Guarani y Corinthians-Ponte Preta. El presidente del Corinthians dijo que

su equipo no participaría de ello sin antes exigir una mayor tajada en la división de la renta que se

recaudara; argumentó que el Timão llevaba mayor número de torcedores a los estadios que los otros

tres times juntos y, por ende, su equipo sería perjudicado financieramente. Por si quedaran dudas,

Matheus recurrió a la Justiça Comum. Como el Palmeiras estaba jugando muy bien, lo más indicado

era romperles el ritmo. La fase final del campeonato Paulista de 1979 se decidió en febrero de 1980 y el

Corinthians se impuso por la mínima diferencia. El diputado Nabi Abi Chedid dijo que ya había conocido

todos los submundos pero que el del fútbol era el peor.

Inspirado en un Estadio Azteca que visitara al son de los mariachis, Matheus hizo en febrero

de 1981 un coquetel de presentación de ciertas maquetas en el gimnasio Paulo Egydio Martins del

Parque São Jorge. El futuro estadio del Timão tendría capacidad para doscientas mil personas. Sería

construido en Itaquera, a la salida de una estación del metrô (línea este) que iba a llevar el nombre del

club. (Esto último fue lo único cierto, la estación se llama Corinthians-Itaquera.) La reunión contó con la

participación del gobernador (são-paulino) Paulo Salim Maluf (además de bambi, reconocido por

corrupto), el vice José Maria Marin (idem), el secretario municipal de deportes Roberto Roth (idem), el

prefeito de la ciudad Reynaldo de Barros (idem); todos ellos elegidos por la dictadura (op. cit.).

Vicente esperaba dar trámite a las elecciones de 1981 compitiendo en la calidad de vice.

Prometió la realización de cinco partidas en Japón que proporcionarían al club cien mil dólares por cada

juego. El patiño para la presidencia (Waldemar Pires) ganó la elección ante el candidato opositor,

Isidoro Matheus, pero contrario a las expectativas decidió dar un toque personal a su gestión. Comenzó

por despojar al Mercedes de Matheus del estacionamiento reservado para el presidente. Sobre ese

hecho el torense dijo: “Vamos providenciar para que a área seja aumentada. Afinal, vamos trabalhar

juntos, não é mesmo?” (ESP, 7-4-81). Dos años después, Matheus diría sobre el ex patiño: “De Judas

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eu não aperto a mão; azeite bom não se mistura com ruim. Se fizesse uma coisa que não gosto, e não

gosto disso, seria hipócrita, não é mesmo?” (ESP, 7-3-83).

Vicente prefirió retirar su impronta de la vida del club. Pero el influjo de la piedra de Ci no lo iba

a abandonar. My precious.

5. Vicente en el fin del jejum (1977).

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Estaba dejando correr las aguas para que todo por su propio peso cayera. Hasta las siguientes

elecciones. El Corinthians parecía ser el único y mórbido objetivo de su vida. “Primeiro o Corinthians,

depois a familia e por último o dinheiro”.

Basílio, el libertador

La contratación de Basílio fue muy cuestionada. Jugaba la media cancha, pero a la hora de vamos ver,

aceptaba cualquier función en campo. O pau vai comer porrada, parece que fue la tónica. João Roberto

Basílio es originario de un barrio en la zona norte de São Paulo, Casa Verde. Así como su gran amigo,

Sérgio Bernardino, el Serginho Chulapa del São Paulo, con quien acostumbraba tomarse una

cervejinha en el Bar do Dominique.

Basílio es otro de los grandes ídolos del Timão. Fantástico, como dijo el erudito Popescu de

Roberto Bolaño, la espada del destino le cortó una vez más la cabeza a la hidra del azar. Durante mi

segundo período en São Paulo, otra vez en el hostal donde ya me había alojado, curtí a la galera de

vecinos con ese aire de naturalidad que confiere el saludo diario y la plática esporádica. Al corintiano

Carlos, un capoeira negro de dieciséis años, le pareció bacana que un mexicano estuviera interesado

por los avatares de su equipo del corazón. Fue él quien me consiguió una entrevista con el libertador de

la nación corintiana: Basílio, Pé de Anjo. A la sazón, vecino nuestro. Wladimir me dijo luego que Basílio

tiene varias casas chicas y continúa reventando con Serginho Chulapa (actualmente el santista por

adopción es dueño de un bar y es, además, integrante de la comisión técnica de Wanderley

Luxemburgo en la selección nacional brasileña). Como vecino en Bixiga, Basílio tenía una oficina donde

se administran proyectos de lazer para crianças. Me recibió una rubia enorme. Basílio aún no llegaba.

Esperé en el recibidor haciendo como que revisaba mis notas. De lo que me dí cuenta primero fue que

el sitio no resultaba idóneo. Hubiera preferido la calma futura de las cantinas. Sin embargo, ahí

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estábamos, en la sala de esa casa-oficina aderezada con muebles rígidos de telas suaves,

conversando. Gracias a Carlos. Como pensé que ése debía ser el primer tema a tratar, luego

estábamos en la cancha del Morumbi un 13 de octubre de 1977, al minuto 36 del segundo tiempo,

cuando todo se inundó a través de su gol, el de la liberdade, el que acabó con casi 23 años sin títulos.

Después de anotarlo, Basílio vivió tranqüilo los nueve minutos más largos y sufridos de una torcida

grande y sufrida. Ninguém ia rasgar essa máscara.

En la concentración, Zé Maria compartía cuarto con Basílio. Estaba entrada la noche y desde el

piso (no lo podían despertar), Basílio recibió la buena nueva del técnico Osvaldo Brandão que irrumpió

en la habitación bien iluminado; porque Brandão era kardecista. Y había recibido un mensaje de los

descarnados. Ellos dos (Super-Zé y Basílio) que estaban machucados iban a jugar la partida final y

además Basílio marcaría un gol. No un golazo, un gol. Esse time vai receber sua dose de justiça.

El propio Matheus, según me dijo ese pié de ángel (luego habría otro, Marcelinho Carioca),

participó de varias cachaçeadas con pai-de-santo, ante tanta derrota setentera. La cabalgadura de una

de aquellas ocasiones: Geraldão, mordió una oreja del cartola. Pero no pudo asegurar el triunfo. No

obstante, Vicente pagaba certo na hora. Aunque pagara mal. En 1975, jugando en Belém contra el

Remo le quebraron el pié a Basílio. Él decidió que lo operara un médico de su confianza en un hospital

que ya conocía. A Matheus eso le importó un rábano. El presidente resolvió pagar apenas la mitad de

los gastos en el hospital que el club, a través de Vicente, eligió. Aun así, Basílio pudo regresar a las

canchas. Cada año depositaba un pé de cera en la sala de los milagros de la Basílica de la Aparecida

do Norte. La padroeira do Brasil fue rescatada en su imagen de terracota al fondo de las aguas del río,

cerca del puerto Itaguassú por tres pobres pescadores en 17173.

3 La TV Record es la emisora del obispo que chuta santa. El obispo paulista Sérgio Van Helder, de la Igreja Universal, pateó una imagen de Nossa Senhora por la televisión (en los programas Despertar da Fé y Palavra de Vida) durante una transmisión en vivo. La Igreja Universal do Reino de Deus fue fundada por un ex funcionario de la lotería deportiva, Edir Macedo, en 1977. Edir es partidario de la Teologia da Prosperidade y se dedica a vaciar los bolsillos de los fieles (como tantos otros colegas). El dinero es garra de Satanás. La Igreja Universal (que, por supuesto, ya llegó a México) es la mayor transnacional brasileña. Tiene 34 diputados en la Câmara Federal. A Edir se le asocia con cierto lavado de dinero del Cartel de Cali.

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6. Autógrafo de Basílio (2003) en el libro que me regaló Wálber con la perseguida histórica.

En 1977, el equipo del Corinthians era una serie de grupos aislados que dentro del campo

parecían una sola cosa. Fueron campeones, pero después del juego se rompió una jerga, ninguém

mais viu ninguém y cada quien se fue por su lado.

La calle paulistana fue tomada por felices y aliviados corintianos toda la noche. Había

torcedores que cantaban una consigna inmortal: Corinthians Campeão, pau no cu do meu patrão!

Ponte Preta fue el primer equipo del interior paulista (Campinas) en llegar a una final. Se dijeron

robados por la expulsión rigorista de Rui Rei a cargo del árbitro Dulcídio Wanderley Boschilia, un tipo

enérgico. Entre 1971 y 1972, Dulcídio integró la Policía Militar de São Paulo. Era primer sargento y

prestaba servicio como amanuense de la corte, se decía que era un buen estenógrafo. Siempre negó

su participación en actos de tortura.

Basilio festejó su gol con la turma de Casa Verde. A las seis de la mañana el papo continuaba

muy animado. Algunos amigos salieron a las siete, otros a esa hora fueron llegando. Amigos y gente

extraña también. Vecinos proletarios que pasaban por ahí para felicitarlo. No faltó quien le besara la

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mano. Sólo después del medio día, con el puño dolido de tanto firmar autógrafos para adultos y

colegiales, Basilio consiguió acostarse sin poder dormir. Había sido elevado al altar de los inolvidables.

En el Corinthians lo quieren bien. Llegó a ser director técnico del primer equipo en ´85, ´87, ´89,

´90 y ´92, pero se ha concentrado en el trabajo con las fuerzas básicas. En su momento, apoyó la

democracia corinthiana. Parece que sabe cómo quedar bien con todos. Me regaló unas camisetas y sus

respectivos autógrafos. Salve Basílio.

Habiendo votado por Lula, ya encontraba malísimas las acciones tomadas por el nuevo

gobierno, como el aumento de juros, los impuestos altos y abusivos. Sin crecimiento, não tem jeito. Por

ejemplo, las finanzas del Corinthians (el equipo de la crisis interminable) manejaban números muy

rojos. Las parcerias con la Nike y la Pepsi no daban más. No se sabía qué iba a pasar (nadie imaginaba

de inversionista a Berezovski). El club estaba ahogado en deudas. Por su parte, la escolinha de futebol

comunitário de Basílio (para las crianças de Casa Verde, en la rua Marambia) se da bastante bien.

De niño, João Roberto Basílio pulaba los muros para presenciar los cotejos. Actualmente eso

resulta imposible. Podría considerarse un acto de terrorismo.

Al despedirnos me preguntó si de casualidad ya estaba corintianizándome y le dije que por lo

pronto maloqueiro e sofredor sí, graças a Deus.

Wladimir, o xodó da Fiel

De pequeño, como todos sus amigos, saltaba el muro del estadio para ver de cerca los juegos del

Santos en São Paulo. (La molecada entera le iba al equipo de Pelé.) Sólo sería corinthiano después, a

fuer de profesionalismo. Wladimir Rodrigues dos Santos empezó su carrera futbolística en el equipo

juvenil del Corinthians (1969). Desde que pisó por primera vez el Parque São Jorge sintió que aquella

era su casa, su lugar. A fin de cuentas era paulistano. También es negro. En alguna ocasión un

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directivo del club le impidió la entrada a las instalaciones porque había olvidado su credencial de atleta

junior y todos los negros son iguales. El directivo lo conocía. A veces, hasta lo saludaba por su nombre.

Poco después de la afrenta inolvidable, Wladimir debutaría en el primer equipo. Defendiendo la lateral

izquierda de ese club que empezó pobre. En su época (a menos que se tratara de Carlos Alberto, el

capitán de México ´70), los laterales debían marcar, apretar, morder y nunca irse al ataque.

Jugaba en un Corinthians que no podía ganar nada. Aquella aprensión llevaba a los técnicos de

todo equipo pequeño a esquematizar: si paramos al Corinthians hasta los treinta minutos, después

queda fácil.

Fue una cuestión de futura supervivencia la que tuvo que dirimir el garoto prata-de-casa (es

decir, de la cantera) en cada una sus angustiantes renovaciones de pésimos contratos con el Timão.

Siempre, ante la puerta del despacho de Matheus, se había prometido no arredrar, no quitar el pié de la

pedida que había hecho. Pero bastaba abrir la puerta para sentirse perseguido, inseguro. El presidente

Vicente se hacía acompañar de siete, ocho directivos. Todos decididos a defender los intereses del

club. Todos inquisitivos y quisquillosos. En 1976, una diferencia de cincuenta mil cruzeiros en el

contrato que Wladimir firmaría para quedarse en el Corinthians fue subsanada por medio de la

cooperación voluntaria que organizaron los Gaviões da Fiel y que entregaron en las manos del

presidente para que la renovación se consumara. La torcida demostró estar de su lado, de forma

incondicional.

7. O xodó.

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Esa no fue la única ocasión en la que Wladimir enfrentó a Matheus. En 1981 asumió

públicamente la defensa de cuatro colegas que habían sido prohibidos siquiera de entrenar (Amaral,

Djalma, Vaguinho, Geraldão). En el debut de Zenon, el Corinthians había quedado eliminado de la Taça

de Ouro. Después de escuchar las justificaciones del técnico Osvaldo Brandão, Vicente congeló a esos

cuatro. Wladimir fue su único defensor, inclusive Sócrates no abrió la boca. El episodio dejó en

Wladimir la sensación de haber engullido un sapo. Confirmó lo que sabía desde que decidió abrazar la

carrera de jugador profesional: cuidar de la propia vida y protegerse de los enemigos. Un aspecto del

realismo egoísta.

Wladimir combinaba la carrera de futbolista profesional con la carrera de educación física en

Mogi das Cruzes. Desertó de ésta última carrera para ingresar a la facultad de Ciencias Sociales.

Estaba más interesado por comprender las relaciones del individuo con la sociedad que por debatir

sobre las ventajas de un buen acondicionamiento físico. Además, Wladimir -que probó la sal de la

fatalidad- era adepto del candomblé. Herencia de doña Diva, la madre de un edipiano confeso. Fue a

través de un pai-de-santo que el doctor Bezerra de Menezes, fallecido muchos años atrás pero de

vuelta a la tierra para mostrar los caminos4, curó su pié de las lesiones que durante un período lo

aquejaron. Wladimir padeció el trauma de ´74 pero vivió la gloria en ´77, ´79, ´82-83.

Como el reportero de Placar, Fábio Rocco Sormani, lo definió: un eterno aire moleque hizo de

Wladimir el hijo que cualquier torcedor adoraría mimar. Impotente, Vicente Matheus le confesó (casi al

oído): “Só não vendo você porque tenho medo do que a torcida possa fazer”.

Mientras arreglaba su noveno contrato con un club que ya se preciaba de hablar un idioma

distinto al matheusês, Orlando Monteiro Alves declaró que el jugador había hecho dos propuestas

4 Adolfo Bezerra de Menezes Cavalcanti es el nombre más famosos del espiritismo brasileño. Nació en Riacho do Sangue, Ceará (1835). Estudió medicina en Rio de Janeiro. Pronto fue conocido por su dedicación a los más carentes. Médico dos Pobres. Poseía una clínica famosa con clientela rica que subvencionaba sus actividades no remuneradas económicamente. Los pobladores del barrio de São Cristovão le pidieron que los representara en la Câmara Municipal. El dr. Bezerra de Menezes fue vereador, senador, presidente de la Câmara. Defendió la emancipación de los esclavos. Creó la Estrada de Ferro Macaé-Campos que primero lo enriqueció pero que acabó fracasando. Eso no impidió que continuara atendiendo a los más pobres. Se convirtió a la doctrina espírita. Fue uno de los primeros médicos homeópatas del Brasil. Murió en la pobreza (1900) amado por el pueblo. Amigo de los humildes y de los enfermos, mueve sus falanges amigas en beneficio de los que sufren.

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diferentes. Una antes y una después de que su nombre empezara a ser reclamado para la selección

brasileña. La tentativa del directivo era obvia: enfrentar al empleado con la torcida. Wladimir respondió

enviando un abogado, su procurador: Wadih Curi. Y por primera vez firmó un contrato del que no se

arrepentía. Dadas las condiciones.

La vitalidad y la regularidad de Wladimir le asignaron un puesto de preferencia en la

identificación con su bello público. Para la Fiel Wlad es más ídolo que Sócrates. En 1981 ganaba 110

mil cruzeiros. El ajuste de la nueva directiva aumentó su salario casi al doble. A fines de 1982, Wladimir

ganaba un millón de cruzeiros (una mitad pagada por el club, la otra pagada por la Topper).

Para el Wladimir de la Democracia, el corinthianismo era libertad, era participación, era oír y ser

oído. Derechos que jamás ejercitó durante la gestión de Matheus, con quien dijo tener sobre todo

diferencias filosóficas. Onde já se viu esse negrinho me pressionando desta forma? A principios de

1983, Wladimir contendió para uno de los 150 lugares del Conselho Deliberativo del club, junto a

Sócrates y Zé Maria. La idea era promover la participación de los jugadores en el club que defendían.

Por lo menos, a través del título de socio (indispensable para ser votado y con un costo de 130 mil

cruzeiros) Wladimir, después de trece años en el Corinthians, ya podía llevar a su mujer e hijo –Gabriel-

al Parque São Jorge.

En 1983, a los 29 años, fue elegido por el voto de 400 jugadores: presidente del sindicato de

los atletas profesionales de São Paulo. Sócrates no quiso concurrir alegando que todas las elecciones

presidenciales en su país eran indirectas.

Con los años, el eficaz lateral izquierdo se convirtió en un craque creativo y sorprendente, de

drible y hasta de gol. Kabiosile.

Injustiçado como todo corintiano, Wladimir tuvo escasa participación en la selección brasileña,

a pesar de sus condiciones. En alguna ocasión, tras ser cortado del equipo nacional, la Fiel le dijo a

través de pancartas en el estadio que el Corinthians es más importante que la seleção.

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Wladimir estuvo casi dieciocho años en el Timão; alguna vez dijo que ese equipo es un estado

de espíritu; una energía que envuelve a las personas sin que sepan porqué; una energía que acababa

conduciéndote siempre hacia una causa buena y gratificante. “Eu acostumo dizer para os meus amigos

palmeirenses e são-paulinos que acredito na recuperação do ser humano, que eu ainda vou ver uma

nação em paz, toda em preto e branco”.

Actualmente, Wladimir es secretario de deportes de Diadema, antes lo fue de Carapicuíba.

Llegó a dirigir el estadio Pacaembu durante la gestión de Luiza Erundina en la capital. Cuando lo conocí

me dijo que estaba a punto de virar anarquista, pero en octubre de 2003 se afilió al Partido Comunista

do Brasil (legal desde 1985).

Super-Zé

Junto con Wladimir, otro de los símbolos del club; tornero mecánico formado. El mundialista Super-Zé

(tricampéon brazuka) acostumbraba arrancar en un galope vertiginoso, entusiasmado y delirante por la

banda derecha. Bajo la armadura, el traje de loco. Era lateral. En 1977, ante la inminencia del fin del

ayuno, declaró que su equipo no era tan bueno como el contrario (Ponte Preta) pero que iban a ganar

por la fe. Campeão ou não, és a minha paixão, se había acostumbrado a cantar la torcida. Desde que

Zé Maria tenía memoria su padre, seu Durvalino, tuvo el corazón dividido entre la familia y el

Corinthians.

Zé Maria fue criado en una fazenda cerca de Botucatu. Lo llamaban Tunga. Araba la tierra,

cosechaba el café, entregaba la leche. Su futebol raçudo contrastaba con el jeitão caipira,

amedrentado. A los quince ya era titular con los profesionales del Ferroviária, luego del Portuguesa, el

Vasco, el Corinthians.

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Al minuto 35 del segundo tiempo (en el tercer partido por la decisión final para el campeonato

paulista de 1977 que enfrentó al Corinthians con el Ponte Preta) Zé Maria cobró una falta desde fuera

del área y puso la gorduchinha a la altura del penal. Basilio bajó a margarida a los piés de Vaguinho

que le pegó de izquierda. La danada pegó en el travesaño. Con el gol abierto, Wladimir cabeceó de

vuelta y la perseguida fue al encuentro del cráneo de un zaguero rival, donde rebotó para ir en dirección

al pié derecho de Basílio. No se supo más. Al acabar el juego una multitud se metió a la cancha y, en

una buena, hizo la fiesta. Algunos mordían el césped.

José Maria Rodrigues Alves conoció la voz del desierto en la voz de la Fiel que era la voz de su

padre.

8. Super-Zé entrena ahora a moleques en cana.

En noviembre de1982, con más de treinta y tres mil votos, Zé Maria (Vossa Excelência) fue

elegido vereador de la Câmara Municipal de São Paulo por el PMDB (su jefe de gabinete era Wadih

Curi). Ante la renuncia de Travaglini, Super-Zé (inscrito como jugador en la Taça de Ouro) tomó

también la dirección técnica del equipo a solicitud expresa de sus compañeros: los jugadores. Eran los

tiempos de la Democracia Coritnhiana. José Maria se la pasaba entre el Parque São Jorge, el Palácio

Anchieta y las visitas de rigor a los electores. Hacía doscientas abdominales en veinte minutos.

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Luego, Zé Maria interrumpió su mandato para ir a jugar showbol en los Estados Unidos con el

pase liberado.

Frankenstein

De habla arrastrada, adicto a la música caipira y a su bebida de elección (la cerveza), el Magrão llegó al

Corinthians en 1978, contratado por los hermanos Matheus. En la cancha se entendió con Palinha y

fuera de ella, con Wladimir. Después de un año quiso reajustar su contrato, habida cuenta lo que

estaba jugando y que la vida en São Paulo era mucho más cara que en Ribeirão Preto. Vicente le dijo

que eso no aparecía en el contrato y punto final. Entonces Sócrates empezó a jugar cobrando lo

mínimo estipulado. Matheus le depositaba el dinero de los premios ante la Justiça y Sócrates se lo

devolvía también ante la Justiça. El costo del pase de un jugador era proporcional a su salario. De tal

modo que después de unos meses el pase de Sócrates estaba cada vez más barato. Después de un

año, el craque tenía la posibilidad de comprar su propio pase. Vicente y su empleado pasaron dos

meses discutiendo un nuevo contrato. Durante ese tiempo paró de jugar. Al final, Sócrates firmó un

acuerdo que era diez veces mejor al ajuste que había pedido por las buenas. En ese tiempo no tenía la

menor intención de comprar un título de socio en el club, como tres años después hiciera. Eso ahora

tiene poca importancia. Sócrates es, junto con Wladimir, uno de los ex jugadores que la directiva no

puede ver por el Parque São Jorge. El Corinthians es tan parecido a sí mismo.

Sócrates se ha preparado para dirigir un club. Hizo una especialidad en medicina deportiva y

otra en administración deportiva. Lanzó su anticandidatura a la presidencia de la CBF en 2001. Ha

intentado demostrar científicamente porqué son mejores nueve jugadores en la cancha, en lugar de los

once actuales. El fútbol no se adaptó a la evolución física de los atletas. Un jugador en 1970 corría 4

kilómetros por partido. En el 2000, eran 12. Bajo la administración del actual secretario de Hacienda,

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Palocci, Sócrates fue secretario de deportes de Ribeirão Preto. La tajada del presupuesto para su área

era del 0.3%.

Durante un tiempo se dedicó a pintar. Ha producido algunos discos de música sertaneja (toca,

canta y compone). Llegó a dirigir un equipo carioca (el Cabofriense) donde desarrolló su propio método

de comando técnico; incluía en el programa de entrenamiento la discusión de temas; llevaba a los

entrenamientos una bibliografía sugerida y luego comentaban las lecturas en grupo. Sócrates también

ha sido comentarista de televisión, con Juca Kfouri primero, luego en Ribeirão Preto con Jorge Kajuru

(un desterrado que echaron a patadas de la Bandeirantes por sus declaraciones, el chantilly en la fresa

de la crónica deportiva es un corinthiano en estado terminal). Sócrates tiene una columna en Carta

Capital. Volvió a vivir a Ribeirão Preto (su patria de elección es la tierra natal del archienemigo:

Émerson Leão). En octubre de 2004, (con la expectativa de una final de campeonato en las venas)

Sócrates estrenó un musical en el Novo Teatro Gazeta de la Avenida Paulista. O Futebol es un texto de

Sócrates dirigido por Kléber Mazziero. Sócrates también escribió la música del espectáculo. La pieza,

una comedia de costumbres, tardó tres años en ser realizada. Narra las búsquedas e inquietudes de un

jugador de fútbol, denunciando de paso las estructuras antideportivas que rigen su vida. Sócrates

justificó la nueva empresa diciendo que si paraba, moría. Sócrates corre atrás de todo lo que es nuevo.

O Futebol compartió el escenario con el espectáculo de ilusionismo The Oriental Magic Show.

Para Sócrates, sentarse en una mesa de bar con buena compañía trae cosas positivas a la vida

y le agrega valores. A menudo confirma: “Dinheiro só é bom para poder comprar umas cervejas”. Este

Sócrates substituyó la cicuta por el chope.

En noviembre de 2004, el Doutor volvió a las canchas. Jugó los doce minutos finales de una

una gélida partida enre el Garforth y el Tadcaster Albion. Fue invitado a participar por el dueño de un

equipo amateur, el Garforth, de Leeds. Simon Clifford, un ex maestro de primaria de 35 años, también

es dueño de una cadena de quinientas escuelas de football en Inglaterra que enseñan trucos

brasileños. Los colores del Garforth son los de la seleção canarinho. Simon es un fanático del futebol.

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Su plan es invadir el fútbol inglés con un jeitinho. Según sus cálculos, el Garforth ascenderá a la Liga

Premier en 2025. Clifford decía haber contratado también al ex jugador del Manchester United y de la

selección inglesa: Lee Sharpe, dueño de un pub en Leeds. Sharpe no pudo estar en el debut de

Sócrates porque se encontraba en Tailandia, tomando parte de un reality show sobre celebridades en

rehabilitación. Garforth y Tadcaster terminaron empatados a dos goles. Sócrates apenas alcanzó a

lanzar un disparo. Por el frío no se podía mover y casi muere.

9. O Magrão?

Los de la Universidad Metropolitana de Leeds aprovecharon la oportunidad para obsequiarle un

honoris causa y estrechar la mano del héroe.

Para Sócrates el fútbol se jugaba mucho más con la cabeza que con el resto del cuerpo. No se

escondía para fumar y tomaba cerveza en público. Exigía un tratamiento adulto, sin paternalismos,

profesional. A su manera, defendía los principios que Pico Della Mirandola esbozó a los veintitrés años:

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el derecho a la discrepancia, el respeto por las diversidades culturales y el derecho al crecimiento y

enriquecimiento de la vida a partir de la diferencia.

Seu Raimundo a los 58

El padre de Sócrates era un cearense que migró desde joven a Igarapé-Açu en Pará (norte brasileño).

Donde chutó la primera bola de su vida el hijo pródigo. Llegó a Ribeirão Preto a principios de los años

sesenta. Después de los cincuenta años, seu Raimundo se dio tiempo para estudiar economía y

derecho. A los 58 sólo pensaba en la jubilación como funcionario de Hacienda para dedicarse de lleno a

ejercer sus nuevas profesiones con título. Sin embargo, su mayor orgullo era haber sido presidente del

club Ipiranga de Igarapé-Açu. Gracias a lo cual consiguió ser alineado como zaguero central.

Cuando Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieira de Oliveira optó por el futebol profesional

en lugar de ejercer como médico su padre no intentó modificar esa decisión, aunque ya hubieran

intercambiado algunas ideas sobre el mundo del fútbol. Raimundo tomó la oportunidad para discutir los

defectos de colocación en campo de su hijo, su falta de velocidad, de entrenamiento en los disparos, su

poca consistencia muscular.

Cabe señalar que esas conversaciones siempre se dieron entre los metódicos tragos de quien

conoce profundamente la ciencia de beber cerveza. Con orgullo, el padre declaraba: Fui eu quem o

ensinou a beber cerveja.

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Leão

Con la voz amarga, el goleiro Solito dijo: “En el Corinthians tenemos dos alegrías; una cuando

entramos, la otra cuando salimos” (Placar, s/f). En 1983 llegó Emerson Leão al Timão procedente del

Grêmio. Tenía 33 años. Adilson Monteiro Alves planeaba alcanzar el sueño del título mundial

interclubes en 1984 (precisaban ganar la Libertadores primero). Se dijo que la contratación del arquero

(titular en los mundiales de ´74 y ´78), obedecía a un consejo de Sócrates. El Corinthians venía de

ganar el campeonato paulista, el grupo estaba muy unido y la llegada de Leão causó mucha polémica.

Los jugadores de la Democracia Corinthiana no habían sido consultados en ningún momento, aunque

fuera sólo por cortesía; se suponía que las cosas del equipo se iban a discutir en y con el equipo.

Casagrande dijo que Leão entraba por una puerta y él salía por otra. Ante las críticas Adilson salió al

paso declarando a la prensa que no esperaba otra cosa de un grupo tan unido que esa solidaridad para

el [ex] titular. Acontece que o Corinthians é grandioso e tem lugar para todos. Leão le costó al equipo

cincuenta millones de cruzeiros. Los arqueros que ya había en el elenco: Solito (160 mil cruzeiros

mensuales), Solitinho (120 mil) y Tadeu (60 mil) no alcanzaban juntos el 20% de los dos millones de

cruzeiros que recibiría Leão al mes. En una de sus primeras entrevistas como alvinegro, el arquero

comentó que discordaba profundamente en varios puntos de vista profesionales con Sócrates, pero el

Doutor tenía que entender que el espacio no era sólo suyo, que había espacio para todos. Con ganas

de conciliar Adilson dijo que la Democracia Corinthiana no existía; lo existente eran diversas

manifestaciones de la democracia. En el Corinthians se practicaba una de esas formas y como toda

democracia erraba, acertaba y tenía fricciones justamente por respetar los pensamientos diferentes.

Leão era famoso por condenar a los zagueros después de los goles sufridos. Todo el país lo

sabía. En el plantel seguían pensando que su nuevo compañero era un agente desagregador. Decían

que era un caxias, adverso al malandragem. Fueron días de aspereza y desconfiaza. En su debut, Leão

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se comió un gol y fiel a su costumbre culpó a la defensa. En la reunión de los jugadores, Casagrande le

llamó la atención y le informó que en el Corinthians no se le echaba la culpa a nadie.

Como todos son negocios, Leão había vivido de la imagen del tipo prepotente,

insoportablemente individualista, pero siempre profesional. En el alvinegro, durante la cuarentena, fue

llamado de Boneca o muñeca o maricón. Sólo se llevaba bien con Zenon y con Mauro. Cuatro meses

después, Casagrande atravesaría el campo para conmemorar el gol de un empate con Leão.

El goleiro antipático (que en la discusión de los bichos se reveló como un luchador de los

intereses colectivos) hablaba sobre lo desagradable sin medias palabras. Decía representar una nueva

filosofía o una antigua filosofía en esa experiencia muito bonita que se estaba haciendo en el

Corinthians. Tal vez, decía, él fuera la parte conservadora, realista. Para Sócrates, Leão era el pié en el

piso.

A partir de su alto grado de profesionalismo (era el primero en llegar a los entrenamientos y el

último en salir) se hizo respetar. Ele pega pra burro. También hablaba la verdad en la cara de las

personas. Tenía divergencias de opinión con Adilson, como conviene a una democracia. Se preciaba

de haber ayudado a Casagrande a readaptarse a la sociedad.

Leão se negó a vestir la camisa 1 (oficial) con el símbolo de la Topper. Él era de Adidas y forzó

una renovación de contrato aún en plena vigencia. El goleiro antipático tenía un rey en la barriga.

Antes de las finales paulistas de 1983, Jorge Vieira anunció la cancelación de los

entrenamientos de una mañana determinada para que todo el equipo pudiera ir a conmemorar el

cumpleaños de la esposa de Sócrates, la Rê. Como había ocurrido el 29 de noviembre de 1982. Por

supuesto, Leão no fue a la fiesta, realizada en el Hilton. Se limitó cuestionar que en vísperas de finales

se cambiara un entrenamiento por una farra. La dedicación al trabajo debía ser completa. Pues un

hombre displicente jamás podrá ser un atleta profesional. Leão fue uno de los corinthianos que siempre

se concentró, a pesar de estar casado. En el Hilton tenía una namorada, una garota que trabajaba ahí.

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Para Leão, no podía esperarse menos, su posición en la cancha era la más sacrificada del

fútbol. Aparte del resto del equipo. O goleiro nasce independente e morre independente. Los grandes

amigos de Leão en el futebol fueron los títulos; éstos lo elevaron profesionalmente y le acarrearon

buenas amistades. Su corazón era palmeirense.

10: El goleiro antipático, además, las traía muertas.

Émerson Leão (cuatro veces mundialista) continúa fiel a su imagen prepotente. Como técnico

había sido tachado de defensivo hasta que llegó al Santos y empezó a entrenar a un equipo alegre y

leve. Para Leão, Sócrates es un cero a la izquierda, una bunda buscando silla para sentarse en los

programas de debate televisivo. Leão afirma que en la democracia corinthiana mandaban tres

(Sócrates, Wladimir y Casagrande). Lo que había allí era un gran equipo de fútbol, una gran torcida con

la cual se identificó durante un año y salió campeón. Pero entonces Leão estaba pesando mucho en la

balanza y lo echaron de ahí; porque mostraba la otra cara de la moneda, que era la dedicación y

advertía a sus compañeros que nadie debía ser rehén de nadie. Además no iba a las festinhas. No

participaba de las reuniones, participaba de los entrenamientos. Como ciudadano, Leão creció

escuchando decir que la democracia iba a resolver el problema del Brasil. No lo resolvió. También

hablaban que el Brasil era el país del futuro, mentira.

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O time mais brasileiro

En 1985, Orlando Monteiro Alves, ex vice; Flávio Ferrari, ex director de fútbol; Mário Barreiro,

consejero, fueron unánimes al afirmar en presencia del tesista Luís Tolosa Santos que escribir sobre el

Corinthians era escribir sobre Brasil. Como el Brasil, el Corinthians es un gigante dirigido por pigmeos.

Nunca tuvo un hombre a la altura. Es un equipo que crece por la presión de las masas. Para dirigir al

Corinthians es preciso ser un estadista y no un empresario (1990:111).

Adilson Monteiro Alves

Luego de que Adilson (33 años) llegara a la concentración para decir su verdad (ustedes conocen el

fútbol, ¡oh, Jugadores! y yo no) se sintió mucho mejor. Era el hijo del vicepresidente del club, Orlando

Monteiro Alves, desgastado por las contrataciones de Rondinelli y de Paulo César Caju –el ídolo de

Bob Marley. Las cosas en el Corinthians no estaban para empanadas. De hecho las cosas estaban tan

mal que Adilson encarnaba la luz del tren al final del túnel. Era sociólogo titulado por la USP (en su

tercer año de ingeniería en Mackenzie había resuelto cambiar de carrera; estuvo preso a fines de la

década de los sesenta por haber participado en un congreso de la União Nacional dos Estudantes

realizado en Ibiúna, a setenta kilómetros de la capital paulista). En septiembre de 1981 fue nombrado

director del departamento de fútbol del club amado y caído en desgracia. De niño había sido mascota

del equipo.

La fábrica de biscoitos São Marcos fue fundada em 1958 por Orlando Monteiro Alves, un ex

feirante, un ex tianguista, que comenzó vendiendo bolachas en el mercado ambulante y que con mucha

lucha y una que otra gota de sangre consiguió fundar una fábrica de panes y galletas. Adilson

administraba la fábrica familiar junta a su hermano Ayrton antes de ser nombrado directivo del

Corinthians. El equipo, alejado de las finales del Paulistão en 1981, sufría la humillación de tener que

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disputar la Taça de Prata (un eufemismo para la segunda división) al siguiente año. Adilson organizó

una serie de juegos amistosos en México y el Caribe para relajar el ambiente (en México, el Corinthians

se consagró campeón de Pachuca contra el América de Televisa).

La presentación del cartola barbudo y sociólogo con los jugadores, que según los estándares

debería haber durado diez minutos, se prolongó por seis horas. Todos los empleados hablaron. Adilson

percibió que había un conflicto con la autoridad y por tanto supo que lo primero por hacer en su calidad

de jefe era conquistar la confianza del grupo e integrarse a este. “O que eu digo aos jogadores, ao

técnico, ao diretor ou à imprensa é a mesma coisa. Nenhum problema fica sem solução. Para mim, é

fundamental a coerência entre o que se diz e o que se faz”, decía (ESP, 21-3-82).

Al bicho Adilson lo llamaba participación y correspondía al 25% de lo recaudado en taquilla

para que los jugadores lo dividieran entre ellos (en caso de empate: 12,5%). Adilson consideraba que el

jugador debía participar de las rentas de un club puesto que el propio grupo generaba recursos. Cuanto

más recaudaba el club, más recibía el jugador (lo mismo un titular que un reserva). Los problemas

disciplinarios con Caçapava, Rondinelli, Paulo César Caju y Mário, fueron resueltos (todos cambiaron

de equipo). Sin embargo, Adilson encontraba muy de los años treinta la concepción del jugador como

un marginal, un bandido y un niño.

Los principales objetivos de la nueva directiva eran llevar al Timão al título mundial de clubes y

proyectar a Sócrates como el mejor futbolista del planeta, acaso también la inserción de los biscoitos

São Marcos en el mercado mundial.

Ataliba decía estar en el club correcto, porque ahí hasta los directivos salían con la gente [los

jugadores] a tomarse una cerveza. Entre los aportes de la democracia corinthiana, según me comentó

Washington Olivetto, destaca el hecho de que como los directivos no querían que sus jugadores

estuvieran contrayendo enfermedades venéreas a tontas y locas, acostumbraron propiciar la interacción

de sus pupilos con garotas universitarias. No se sabe de ninguna relación que trascendiera el sexo

casual. Tampoco es que hubiera afinidad espontánea entre los miembros de círculos distintos.

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Sin embargo, después de la primera conversación de Adilson con los jugadores, el equipo no

perdió durante 25 partidos consecutivos.

Copa del mundo

La revista Placar lo quería para símbolo de la copa de España. Se decía que Sócrates había llegado

con una preparación física ideal. Era deducible que esto le permitiría ejecutar bien todo lo que pensaba.

En diciembre de 1981, tras una conversación con Gilberto Tim (el preparador físico de la selección),

Sócrates asumió su importancia para el escrete y el alvinegro. Gilberto lo convenció de que a pesar de

contar con 28 años aún había tiempo y condición para convertirlo en un verdadero atleta. Bastaba

ganar algunos kilos de masa muscular. Además tenía que dejar el cigarro. El Doutor se fumaba dos

maços diarios. Maço es la cajetilla suave. Sin fumar y hartándose de langosta y camarón Sócrates

volvió de las vacaciones decembrinas con ocho kilos encima de su peso anterior. El exceso de gordura

lo transformaron en masa muscular a través, supongo, de ejercicios especiales. Aumentaron su

perímetro torácico, sus bíceps y muslos. Hélio Maffia, el preparador físico del Corinthians, comentaba

que estaba empezando a trabajar con un verdadero atleta. Sócrates decía estar dispuesto a ejecutar

todo lo que su propia cabeza mandara, girando al equipo como un carrusel loco, porque eso era todo lo

que había soñado como jugador de futebol; una bagunça organizada; un orden desmadroso.

Sócrates era introvertido fuera del campo. Por discreción, timidez, vergüenza. “Eu falo durante

noventa minutos. Os outros minutos do dia prefiro escutar” (Placar, s/f). También le gustaba leer. Al

mundial de 1982 llevó dos libros queridos. O Processo de Kafka (un acierto por el lado deportivo) y

Cem Anos de Soledade de García Márquez (un error por donde se lo vea). Pero la mayoría de las

veces los dejaba de lado para escribir poemas de nubes y mar.

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La copa lo tenía medio deprimido. No era el congreso de futbolistas que se imaginó. Resultaba

imposible un intercambio con el personal de otros países. Cada uno por y para su lado y punto. No le

estaban quedando ganas de asistir a otro de esos eventos. Además esperaba en Brasil otro hijo de su

esposa, la Rê, que él pensó iba a ser una niña de nombre Mariana.

Llegando a Barcelona el presidente de la CBF, Giulite Coutinho, comunicó a los jugadores que

cada uno se había ganado una televisión y una videocasetera.

Tras la victoria contra Argentina, Sócrates fue considerado por la prensa española como el

Cerebro de Brasil, el mejor jugador de la copa. En una carta Seu Raimundo, padre del craque, le dijo

que no estaba jugando todo lo que podía. Quería que participara más del juego y que disparara más a

gol. Sócrates estaba convencido de que su viejo veía mejor allá desde la tele.

Tres días después, Brasil quedó fuera de la eliminatoria ante Italia.

Tras la derrota, una amargura fúnebre invadió el ônibus que los transportaba del estadio al

hotel. Daba la impresión de que cada uno viajaba en un auto diferente hacia el mismo cementerio.

De vuelta en la concentración todo mundo empezó a llorar. Todos hablaron. Cuando le tocó el

turno, Sócrates, entre hipos y mocos, intentó demostrar que el resultado del juego no valía nada ante lo

que habían hecho. Sempre que uma coisa não da certo a gente pensa no que teria faltado. Sócrates

estaba convencido de que ahí nada faltara. Después de tres meses de convivencia, ese grupo de

personas de distintos orígenes y aun dentro de una estructura competitiva como la del fútbol habían

entendido que lo básico era el respeto y la camaradería.

Sin embargo, esa derrota constituyó una experiencia inolvidable para el Doutor. Había vivido la

expectativa de un mundial durante siete años. Había retrasado el ejercicio de la medicina por esa

causa. 1982 significaba la primera y única vez en que admitiera sacrificarse por entregar lo mejor de sí

a un trabajo. Se había aislado, se había alienado. Para acabar por descubrir que fuera de Brasil eran

considerados los campeones morales y que los tenían en un pedestal. Una mayoría, entre ciento veinte

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millones de brasileiros, no pensaba así. Sócrates les recordaba que no eran los dioses que la gente

quiso que fueran. Por eso no le gustaba la palabra ídolo.

La ruptura del bom-mocismo en el fútbol es calificada como de buen comportamiento

Brío, compostura y dignidad eran los atributos destacados por la prensa. El Corinthians de la copa de

plata había pasado a la de oro y había acabado entre los cuatro primeros del Brasil. Su campaña en el

campeonato paulista era más que aceptable. El equipo se zafó (erguido, esforzado) de la brutal

intemperie donde vagaba sin rumbo quizá hasta de forma conmovedora. Adilson le había dicho al

entrenador Mário Travaglini que ese grupo necesitaba acabar de una vez por todas con las dudas que

persistían sobre su capacidad. Não sei, talvez, talvez… Era 1982.

A mediados de septiembre de 1981, Mário asumió la dirección técnica de un equipo que

padecía la fragilidad de su presidente. Con el cariño de un artesano, Travaglini fue relacionando los

pedazos. Se precisa lo esfarrapado para hacer un time brigador e competitivo. Que empezaba a ser

objeto de propaganda como un ejemplo de integridad, de serenidad, de carácter, de profesionalismo, de

futuro. Y que para los cariocas no pasaba de esforzarse y gravitar en torno a la genialidad del Doutor.

Por aquellos tiempos, el Concorde transitaba entre Europa y Rio de Janeiro brindando la

oportunidad de un programa caro a los cariocas, que consistía en ir al aeropuerto a ver los aviones. Era

un espectáculo digno de las tardes de domingo.

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El amistoso político

En noviembre de 1982, el Corinthians fue contratado por la prefeitura de Cascavel (Paraná) para jugar

un partido amistoso (de entrada gratuita) a la misma hora de una concentración del PMDB en el centro

de la ciudad. Los de la prefeitura eran del PDS y estaban dispuestos a todo pero lo primero en que

pensaron fue en futebol. Adilson salió al paso de los señalamientos de la prensa recordando que pocos

días antes habían alquilado el gimnasio del club corinthiano para una fiesta del PT. Em política também

precisa haver alto nivel e entendimento entre os partidos. Wladimir declaró que lo importante era la

ideologia. Posso jogar pelo PDS, mas na hora de votar e agir sou PT. El candidato a vereador de São

Paulo por el PMDB, Zé Maria, dijo que tampoco es que fueran a jugar de a grapa. Se fossemos lá jogar

de graça seria outra historia, estaríamos sendo realmente usados pela política. Ya Sócrates no

alcanzaba a ver la utilidad para el prefecto de Cascavel. “Ninguém vai mudar de voto por causa dessa

festa” (FSP, 7-11-82).

Cuando algunos reporteros expresaron sus dudas sobre el monto del alquiler del equipo

Adilson y Scarpelli (el vice de finanzas) mostraron alegremente el contrato e informaron que el dinero ya

estaba en una cuenta bancaria del Corinthians conforme lo establecido. El club recibió 12 y medio

millones de cruzeiros, libres de impuestos. Por esos días el Flamengo, campeón del mundo, había ido a

jugar a Nova Iorque contra el Cosmos por 50 mil dólares, menos de 11 y medio millones de cruzeiros.

Dos millones y medio de cruzeiros se dividieron entre veinte (jugadores y comisión técnica) de tal forma

que a cada uno le tocarían 125 mil cruzeiros con cualquier resultado (poco más de quinientos dólares,

el sueldo de un mes en algunos casos). El Corinthians-Cascavel tendría transmisión directa para São

Paulo. A estas alturas del campeonato el Timão era un equipo voltado para el espectáculo; un equipo

unido, competitivo y, al finalizar el año, vencedor.

En un equipo, a veces hay cómplices. Antes de ganar el Campeonato Paulista de 1982, el

capitán Zé Maria declaró espontáneamente que Sócrates era nosso ídolo.

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Adilson Monteiro Alves recordaba años después:

Fuimos presionados políticamente por el Gobierno Federal. Allá en Brasília, el personal del Gobierno

quería saber lo que estaba ocurriendo aquí en el Corinthians. La CBF [Confederación Brasileira de

Futebol] estaba atenta y hasta agentes del Gobierno Federal andaban por el Parque São Jorge.

Recuerdo el caso que se armó cuando resolvimos colocar en nuestro uniforme oficial de juego la frase:

¡El día 15 vote! [referencia al 15 de noviembre de 1982]. Eso fue una confusión general, sólo jugamos

algunos juegos con ese uniforme, pues fuimos prohibidos de entrar en campo con esa frase en la

camiseta. Tengo la impresión de que eso fue muy bueno para todos nosotros, una señal de que nuestro

trabajo estaba teniendo repercusiones a nivel nacional (Tolosa Santos, 1990:103).

11. Manifestación social para ganar patrocinadores.

Más tarde, Adilson Monteiro Alves sería Secretario de Cultura del Estado de São Paulo (estuvo

envuelto en la superfacturación de espectáculos pagados por el erario). Lo persigue la grana polémica.

Fue expulsado de la campaña de Fleury (PMDB), donde corría mucho dinero. Es amigo de José Dirceu.

También es socio vitalicio del Corinthians y honorario de la Gaviões da Fiel. Alejado veinte años de la

política corinthiana, en 2004 Adilson Monteiro Alves pisó el Parque São Jorge nuevamente, aceptando

la invitación de los consejeros de la oposición y de la situación para una feijoada que inicialmente

tendría lugar en un restaurante del ex dirigente. Adilson también es dueño de un bingo en Ibirapuera,

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otro en Moema y, por lo general, se dedica a producir grana. Según Juca Kfouri, Adilson parecía una

cosa y resultó ser otra. Lo cual es un poco no decir ni una cosa ni otra.

Democracia Corinthiana (1)

En una entrevista a Placar (1985), el psicólogo Flávio Gikovate (que trabajara para el Corinthians

durante la Democracia) revela que en el mundo del fútbol todo es una gran hipocresía. Flávio Gikovate

es el psicólogo del medo a felicidade y decía esto a toro pasado, esto es, a buen resguardo.

Nada es aparentemente tan colectivo y esencialmente tan individual como el fútbol. Tiene mucho

público, corre mucha grana, tiene prensa el día entero, fama, éxito, mujeres. Todos los ingredientes de

la vanidad del hombre. El espíritu de grupo simplemente no existe. La armonía es mera casualidad […]

El proyecto de Adilson era ingenuo, idealista. Hacer del futebol un modelo para la sociedad. En el cual el

interés colectivo predominara sobre el individual […] Hay una absoluta falta de sinceridad entre las

personas. Nadie habla en la cara de nadie lo que piensa y lo que siente. Uno tiene miedo del otro: el

jugador, el técnico y el dirigente. No existe la solidaridad. Las personas sólo se unen

circunstancialmente. La solidaridad y unión en el Corinthians de fines de 1982 fue construida

principalmente encima del liderazgo de Adilson, un ídolo para los jugadores. Representaba un nuevo

modo en el relacionamiento jugador-dirigente. Era un líder carismático. En general, las personas sólo se

unen cuando existe un enemigo común o cuando un proyecto nuevo las entusiasma durante algún

tiempo […] Especialmente en el segundo semestre de 1982 llegó a existir una verdadera solidaridad

entre los jugadores. Cuando existe eso, el time se torna imbatible. Mas el acto de ganar desarticula

todo. Los objetivos fueron alcanzados. Los enemigos comunes fueron vencidos y regresó el

individualismo. Volvieron las fofocas [chismes] del tipo: `Él gana más, pero soy yo quien carga el piano

dentro del campo´. En el futebol, infelizmente, la unión sólo acontece por acaso, no es algo profundo,

duradero […] En el primer semestre de 1983 sólo se consiguió mantener el espíritu colectivo porque la

figura de Sócrates era muy fuerte y respetada. Después de ganar un nuevo título todo volvió a cada uno

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para sí y Dios para todos. El jugador es un sujeto extremadamente cauteloso, cerrado, tiene miedo

hasta de las sombras. No se abre con nadie. Es extremadamente solitario e infeliz. La mayor parte de

las personas que se aproximan al jugador tienen un interés particular. Nada es sincero. Más que

entrenar al equipo, el entrenador administra las vanidades dentro del elenco. Es un infierno cuando se

tiene que sacar un jugador del equipo titular y sustituirlo por otro. Se tienen que dar mil vueltas. Nadie

habla nada a las claras, directamente. Es todo muy falso y complicado. No es fácil administrar veinte

vanidades, veinte intereses económicos. El relacionamiento entre los jugadores es muy superficial. A no

ser en pequeños subgrupos, ellos nunca se abren de verdad. Tienen siempre miedo de las delaciones.

El desempeño de un equipo puede desarticularse con la presencia de un jugador que ellos no quieran.

En un equipo que tiene un astro fuera de serie, los otros gravitan en torno de él. La diferencia de

competencia dentro del campo anula cualquier vanidad o celo. El Santos de Pelé, el Flamengo de Zico,

el Corinthians de Sócrates (3-5-85).

Cuando Gikovate entró a trabajar en el fútbol (como miembro no-oficial de la comisión técnica)

el objetivo mayor era irradiar para el resto de la sociedad un ejemplo de solidaridad, de unión duradera

y efectiva. En el que el éxito fuera apenas el fruto natural de la felicidad de las personas. Por supuesto,

el fútbol ha demostrado a lo largo de su historia que está altamente comprometido con las fuerzas más

reaccionarias y conservadoras de la sociedad.

En diciembre de 1983, el treinador Jorge Vieira no escatimó críticas para Gikovate.

Lo siento mucho, pero quien entiende de psicología en un elenco de fútbol es quien vive su día a día. En

el caso del Corinthians: el profesor Hélio Máffia [preparador físico] y yo. El Gikovate es un excelente

profesional, competente, pero solo apareció en el club una vez desde que llegué, en mayo. Fue el

sábado pasado y sus treinta minutos de plática me obligaron a intervenir y revirar lo que estaba

diciendo. ¿Cómo es que se van a abordar cuestiones como `miedo´ faltando poco para la decisión de

una vacante en la final del campeonato? Yo acepto que venga un psicólogo, que se integre al grupo y

haga su parte, pero sólo si convive diariamente con los jugadores, conoce sus reacciones, problemas

personales, tiene un cuadro de cada uno. ¿Cómo es que puede hacer la cabeza de un jugador hablando

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para un elenco que es heterogéneo, con particularidades y desniveles culturales evidentes? Que me

diculpen, pero psicólogo aquí soy yo, el Máffia y nadie más. (FSP, 7-12-83)

Democracia Corinthiana (2)

Juninho se quejaba de que mientras se estaba matando en la defensa, dividiendo bolas podridas,

dando chutões, Sócrates se pasaba el juego entero durmiendo. Lo despertaban los berridos de los

compañeros dos o tres veces por juego y con alguna brillantada resolvía el cotejo. Haciendo goles o

enviando pases mortales. Entonces la torcida lo ovacionaba, olvidando a quienes se la rifaban allá

atrás. Juninho decía que Sócrates conmemoraba sus goles con el brazo izquierdo por la pereza de

levantar los dos.

Washington

Washington Olivetto es un corinthiano roxo que llevaba trabajando más de diez años como publicista

(era entonces director de la agencia DPZ) cuando fue invitado por Adilson para integrarse al

Corinthians. Muy joven, Washington estaba empeñado en ser el sucesor del Diabo Loiro en el básquet

corinthiano. Su metro setenta no era para crear muchas expectativas. Hizo un buen nombre en el

mundo de la propaganda. Adilson descubrió el corintianismo de Washington a través de una revista

para caballeros y de inmediato hizo una cita. Sería el encargado de rediseñar la imagen del Corinthians

y transformar a Sócrates a mediano plazo. Washington aceptó con la condición de no cobrar sueldo

puesto que no podía cumplir un horario determinado. Estaba para dar ideas promocionales y orientar

las campañas del club. A principios de los ochenta se permitió la publicidad en las camisetas de los

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times. Después del revuelo causado por la invitación a votar (Dia 15), muchas firmas se interesaron por

el espacio.

El publicista defendía la hipótesis de que Sócrates estaba jugando para quedar dentro de los

cinco mejores del mundo. Con la ventaja de tener un tipo físico, un design que favorecía la divulgación

de su imagen. Alto, longilíneo, diferenciado. Con un nivel cultural especialísimo que lo distinguía de los

demás. Un comportamiento (dentro y fuera del campo) frío, racional, de absoluta dignidad y de

preservación de su privacidad. Washington sugería transformarlo en un muñeco, un bonequinho con

dos vestimentas: la de jugador y la de médico. Otro plan era utilizar el nombre de Magrão, como

llamaban de cariño al Doutor, en una marca de yogurt que destacara los atributos de un alimento

saludable y nutritivo que no engorda. Otro plan era hacer un contrato con alguna fábrica de automóviles

que proporcionaría al jugador un determinado modelo que después de ser usado por el ídolo

temporalmente se sorteara entre la torcida corinthiana durante un juego. Washington estaba

convencido de que esto iba a llevar más gente a los estadios y sólo así el Corinthians podría conformar

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un equipo fuerte, sin el cual la figura solitaria de Sócrates no alcanzaría jamás las dimensiones

deseadas. Toda gran estrella necesita coadyuvantes a la altura de su talento.

Más tarde se diría que el Corinthians no supo explotar debidamente el prestigio de Sócrates.

Limitándose a incursionar en mercados de segunda y tercera línea (Asia, Centroamérica).

La democracia corinthiana es el nombre de una marca que el publicista Olivetto percibió en un

debate sobre el nuevo proyecto de relaciones laborales en el Corinthians. A Juca Kfouri, que era el

moderador de la mesa, le dio por parafrasear a Millôr Fernándes (lo cual casi siempre resulta

adecuado). Así habló Millôr:

Si el gobierno continúa dejando que ciertos periodistas hablen de elecciones; si el gobierno continúa

dejando que determinados periódicos hagan críticas a su política financiera; si el gobierno continúa

dejando que algunos políticos se obstinen en mantener sus candidaturas; si el gobierno continúa

dejando que algunas personas piensen con su propia cabeza y, sobre todo, si el gobierno continúa

dejando que circule esta revista, con toda su irreverencia, en breve estaremos cayendo en una

democracia (Sócrates y Gozzi, 2002:12).

Entonces Juca, a modo de resumen, dijo que si los jugadores continuaban participando de las

decisiones en el club, si los dirigentes no obstaculizaban y si la prensa esclarecida (refiriéndose

principalmente a su equipo de Placar) apoyaba, todos podían ver que se vivía una democracia

corinthiana. Washington escribió la frase en una libreta. Y comenzó a explotar el apelo democrático. La

imagen regionalista del Corinthians como un time de massa debía dar paso a una imagen más

cosmopolita (que incluyera a algunos peces gordos de la vida nacional). Glorinha Kalil puso el acento

en el diseño. Boni, de TV Globo, insertó (un poco fuera de tiempo) una telenovela con subtema

corinthiano (Vereda Tropical), pero puso todo su empeño en la cobertura diaria. La idea era transformar

la cultura del burdel de los jugadores en una cultura rock´n´roll. En plena efervescencia del fenómeno el

Casagrande llegó a anotar un gol Rita Lee. Con la asistencia de Osmar Santos en la locución, Mientras

gritaba el gol puso una canción de la semicensurada Rita (que aparecía en sus conciertos con la

camiseta corinthiana). Washington consiguió patrocinios (como el de los são-paulinos de la Bombril) y

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puso al Corinthians de moda. El equipo que simbolizaba lo más chato de Sampa y tal vez lo más

genuino, se convirtió en un clube chique de diversos apelos. Y que el público aplauda. Que el público

pida. Sin embargo, a Washington nunca le agradó la diputación de Adílson, aquel uso político no era

estrictamente comercial.

13. Autógrafo publicista para corintiano.

Washington Olivetto fue secuestrado en 2002. Durante ese retiro involuntario de 53 días

escribió el cuerpo de su Corinthians: Preto no Branco; la línea conductora de la historia son las

supuestas cartas que el publicista brasileño escribe al publicista estadounidense McCabe para

participarlo de la pasión corinthiana. De esa forma podía mentir mucho, porque está en la naturaleza

del gringo no entender nada de futebol. Cuando terminó el mico (su cautiverio), las anotaciones que

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hizo fueron entregadas a su amigo Nirlando Beirão, quien las editó. En sus primeros treinta días de

circulación, el libro vendió mil ejemplares por día. La Democracia Corinthiana tiene un gran peso en el

enredo. Washington piensa que la Democracia extrapolou, hizo salir al fútbol del ghetto del fútbol; fue

algo mejor que ganar en el fútbol.

Le temblaban las manos (como consecuencia del mico), pero Washington propuso con una

gran sonrisa que todos los mundiales se jugaran en México.

Una mesa redonda

El debate organizado por la Folha (6 de marzo de 1983) reunió a siete torcedores para hablar sobre el

clube-religião. Transcrito con discreta emoción y distanciamiento, como conviene a la manutención del

mito de la imparcialidad periodística, por Luiz Fernando Rodríguez.

Dividiendo los intereses básicos humanos en tres categorías, dejando de lado dos que lo tornan

egoísta (el interés material y el poder), el periodista Luís Fernando Levy (candidato al Consejo

Deliberativo por la chapa de Matheus) llegó a la que llamó de conclusión evidente: el choro triste y

alegre del corinthiano es una muestra de la fe capaz de unir y volver solidario a un pueblo

históricamente desorganizado. Para el sociólogo Paulo Silveira, el más cosmopolita de los clubes

abrigó a una gran masa asalariada, pobre, sin representación política, de aspiraciones limitadas y

escaso presupuesto, que rasga prejuicios y desafía al status quo. El economista José Ricardo Montoro

(candidato de la situación para el Consejo), sugirió que la construcción del estadio en Itaquera

culminara lo más pronto posible para la despedida triunfal de Osvaldo Brandão y su inevitable adhesión

pública a la causa de la democracia corinthiana.

César Vieira, el teatrólogo del Grupo União e Olho Vivo que también era Idibal Piveta, el

abogado de los presos políticos, no separó lo deportivo de lo social ni de lo económico concluyendo

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que las victorias cortinthianas continúan siendo conmemoradas como el triunfo, así sea momentáneo,

de los explotados sobre los patrones. Recordó que el nacimiento del Corinthians brasileño fue una

imitación de los vengadores ingleses que derrotaron a los clubes de la burguesía, de los dueños de los

velódromos donde sólo los ricos se divertían. El empresario Nildo Masini pidió permiso al sociólogo

presente para teorizar sobre la formación de los clubes paulistas y localizar ahí las raíces del

corinthianismo. Pues mientras los otros clubes se formaban en torno de colonias cada vez más

enriquecidas por las corrientes migratorias, el Corinthians era auténticamente brasileño. Y no había

como negar que el Corinthians fuera un equipo de arrastre popular, esforzadamente seguido por

enamorados pobres.

El músico Paulinho Nogueira lamentaba no haber llevado su violão. Paulinho había hecho

alguna música para el Corinthians, por ejemplo, después de perder en la semifinal por el título brasileño

en 1972 contra el Botafogo hizo una que se llamó: Os 20 anos (aunque debió haber hecho mal las

cuentas). En esa época se vivía la psicosis o la neurosis del título que nunca llegaba. Cada torcedor

buscaba el campeonato dentro de sí, destilando frustración. Por eso, cuando vencieron gracias también

al maestro Brandão, todo perdió un poco de gracia y se quebró esa ansiedad casi nacional. Además, en

tanto el Corinthians consiguió tres títulos en seis años, el pueblo brasileño no había ganado ninguno en

veinte. Hace veinte años que el pueblo brasileiro no gana un campeonato, dijo Paulinho, y la gente

espera que ese ayuno acabe.

El maestro Brandão (cinco veces técnico del Corinthians) resumió diciendo que el corinthiano

cuando sufre, llora. Y cuando es feliz, también. Cuando el maestro llegó al club, en 1954, se vivían

tiempos difíciles. Brandão fue a reclamarle al presidente: “Não tem meia, está tudo rasgado, as botinas

estão velhas, as camisas desbotaram”. Y Trindade le dijo: “Vai levando com o que há; se plorar a gente

faz uma coleta”. Y allá iba el Corinthians, atravesando el tiempo, engañando a la pobreza. Y el maestro

le decía a su capitán Cláudio: ¿así es por aquí? Pues sí, pero luego te acostumbras. Y el maestro se

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acostumbró. Concluyó diciendo que en el Parque São Jorge todos los días son días de fiesta. En

cuanto a esa experiencia de la apertura aún no pasaba de una tentativa, sólo cabía observar.

El teatrólogo Vieira pidió la palabra para dejar claro que el fútbol es una de las raras

manifestaciones auténticas del pueblo, nacida de abajo hacia arriba, no dominada por los poderosos,

aunque con ciertas manipulaciones habituales. Idibal Piveta reiteró que los clubes llaneros eran

organizaciones populares auténticas que resisten con bravura el avance de la especulación

inmobiliaria.

El periodista Levy habló de la falta de representatividad de la sociedad civil brasileña. Advirtió

que el Brasil es como un molusco al cual le falta el esqueleto de la sociedad civil; de ahí la importancia

del deporte en un país donde esa sociedad no se organiza para escapar al paternalismo del Estado.

Por lo tanto, para el periodista, era un hambre de participación la que juntaba a las personas, las

congregaba y las volvía solidarias en torno de la fe corinthiana; la fe que todos precisan es una válvula

de escape, reflexionaba Levy, ya que además el Corinthians es una fe nacida del amor en su sentido

más amplio.

El sociólogo Silveira de pronto no supo qué más decir, entonces refirió (sin pedirle permiso al

empresario) que mientras algunos clubes se formaron en torno de colonias que se siguen

caracterizando como tales o viraron opción de la burguesía y después de la alta clase media, el

Corinthians recibió a gente de todas las corrientes inmigratorias y luego migratorias. El Corinthians fue

el club de los nordestinos, de los árabes, de los españoles. El Corinthians tradujo un espectro de

tensiones sociales y ya que compuesto por una mayoría pobre, frustrada política, salarial y

psicológicamente, tenía casi por fuerza que acompañar ese momento de mayor participación en la vida

política que estaban viviendo los brasileños a principios de los ochentas del siglo XX. El sociólogo

festejó los avances democráticos en el Parque São Jorge. Entonces el economista Montoro hizo

referencia al llanto que exige el corinthianismo y a la elección que perdió su padre para la prefeitura de

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São Paulo en 1963, cuando el futuro economista (entonces un niño) fue presentado a la opinión pública

como la oveja negra de una familia são-paulina.

De nueva cuenta robó la palabra Idibal Piveta (el teatrólogo Vieira) diciendo que el pueblo pasó

a hacer en el fútbol lo que no conseguía en la vida: vencer a los patrones. Los olvidados se habían

reunido en la torcida por una especie de desagravio. Y aún así pasaron 23 años sin que ese pueblo

tuviera una alegría, podado en su vibración, de la misma forma que la participación política fue

prohibida. Entonces vimos el momento de luto de 1974, cuando 110 mil personas en el Morumbi

dejaron a tres mil palmeirenses sin ánimos para festejar. Los 110 mil fueron saliendo cabizbajos, ellos y

sus banderas, y los moradores del camino cerraban puertas y ventanas, por temor a que esa tristeza

los destruyera.

Democracia Corinthiana (3)

Las elecciones de 1983 enfrentaron al ex fantoche Waldemar Pires (bajo el membrete de la Democracia

Corinthiana) contra su ex jefe: Vicente Matheus (con la chapa de Trabalho, Ordem e Verdade).

Disputaban los votos de más de treinta mil asociados, legalmente habilitados para hacerlo. Estos

asociados tenían la misión de elegir 150 nuevos consejeros (por cuatro años). El Consejo Deliberativo

era el que votaba por presidente del club. Así pues, había consejeros de la situación (Democracia

Corinthiana) y de la oposición (Trabalho, Ordem e Verdade).

El 24 de marzo de 1981, el entonces todopoderoso Vicente Matheus había presentado entre los

aplausos de una reunión del Consejo Deliberativo del Corinthians el nombre de su sucesor, el vice. En

agosto de 1981, cansado de ser llamado y considerado apenas un fantoche (presionado por familia,

amigos, la propia torcida) Pires se convirtió en el presidente de fato. Ganadero y dueño de una

financiera, el candidato Pires, de 49 años, incluía entre sus logros el resurgimiento en el club de

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algunos deportes deficitários como el basket, el futebol salão, la natación, que volvían a estar en

condiciones de disputar títulos. La nueva administración también extinguió el departamento de bowling

pues era un modismo ultrapassado que no atraía a más de treinta personas. El área enorme de las

chuzas había sido transformada en una combinación de sala de trofeos, biblioteca y moderno bar

executivo. Además, las asociadas podían usar bikini, lo cual, por supuesto, estaba prohibido en los

tiempos del ditador Vicente.

Trabalho, Ordem e Verdade gastó más de cien millones de cruzeiros en camisetas, gorras,

banderines, adhesivos, coraçõezinhos infláveis, sándwiches, canecas de chopes, bandas musicales,

propaganda en la televisión y el radio. En caso de ganar, Matheus prometió a los asociados con

mensualidades atrasadas que recibirían el beneficio de la condonación de sus deudas. También

anunció la conclusión de los vestidores en la piscina. Para animar a los votantes, Vicente declaró a la

prensa: “Espero que os corinthianos compareçam para naufragar nas urnas o meu nome” (ESP, 4-3-

83).

Matheus compró una hora de programación en la TV Gazeta. Pires consiguió un jingle

insistentemente repetido en la radio Excelsior de la Globo, cuyo superintendente el Bôni era candidato

de la fórmula demócrata. Informaciones, contra-informaciones y ataques personales cubrieron las

alamedas del Parque São Jorge en la forma de panfletos pobremente diseñados.

Nunca el asociado de a pié tuvo tan buenos transportes para naufragar: las peruas

(microbuses) de Vicente o los radio-taxis de Waldemar; con el viaje sin retorno garantizado.

La Topper tomó partido por Pires y colaboró en la campaña. Grandes almacenes regionales,

como la Romão Magazine, apoyaron a Matheus. Poíticos de las más variadas tendencias abrigaron

ecuménicamente la fórmula de la situación, mientras que los presentadores de radio y televisión

apostaron por Vicente.

Matheus fue a exigirle a Waldemar que no permitiera la entrada de los torcedores el día de las

elecciones, porque senão vira baderna. Pires le recordó que sólo estaba utilizando sus métodos.

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Waldemar había organizado la campaña de Vicente dos años atrás. En la anterior elección había hasta

escolas de samba (Nenê y Camisa Verde). Entonces no hay nada que reclamar, dijo el presidente.

Matheus amenazó con llegar acompañado por unos conocidos suyos de Guaianazes, para cuidar de su

seguridad personal.

Los jugadores corinthianos se reunieron en el centro del campo para preguntarse si debían

participar en el espectáculo de las elecciones in situ con el objeto de apoyar a los jugadores candidatos

a consejeros (Wladimir y Sócrates) y luego viajar a Rio de Janeiro para enfrentar al Fluminense en un

partido oficial o viajar a Rio y conocer el resultado de las elecciones por la tele. Se contabilizaron trece

votos a favor de concentrarse en Rio, trece en contra y las abstenciones de Zenon y Luis Fernando. Un

día después, la siguiente votación fue definida por los hermanos Solito (Solitão y Solitinho). Sócrates no

externó su contrariedad. Según dijo, acataba de la forma más saludable posible la decisión de la

mayoría. “Agora, é a vez do associado, que tem o direito e o dever de votar.” (FSP, 5-3-83).

El club estaria vigilado por un batallón de choque y treinta policías de la DOPS (Delegacia de

Ordem Política e Social). Además se esperaba la presencia de algunos notables para apoyar a la chapa

de Waldemar Pires. Y más que nada para dar un respaldo al que contendía por la vicepresidencia:

Adilson Monteiro Alves. Así pues, se hiceron presentes Rita Lee, Helô Pinheiro, Marília Gabriela, Jorge

Ben, Toquinho, Dárcio Campos. Además, Sócrates amenazó con retirarse del fútbol si la chapa de la

Democracia no vencía.

De los más de siete mil socios que se animaron a votar, 5138 lo hicieron por el nuevo

situacionismo y 2336 por los consejeros de Matheus. Odilon Paes de Barros, con 81 años (71 como

socio del club), asistió al primer partido del equipo y dijo haber participado siempre de las elecciones del

club, porque era un deber de honor. Justificó su voto diciendo: “Es para la situación. Si votara por el

Matheus me muero más pronto” (FSP, 7-3-83). Artur Marques Pereira, 84 años, funcionario público

federal jubilado, llegó de Sorocaba. Nunca había participado en una elección del Corinthians. Artur dijo:

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“Vine porque estoy motivado. Creo que el fútbol debe seguir el camino que la nación está atravesando.

La democracia hace a la gente salir de casa“ (ESP, 7-3-83).

El gobernador de São Paulo, José Maria Marin, llegó al club en un helicóptero que aterrizó en el

campo de fútbol, al medio día. Al gobernador lo recibió Pires para dirigirse al gimnasio. Durante el

trayecto fue asediado por simpatizantes de la Democracia Corinthiana que gritaban slogans de apoyo a

la chapa. No faltaron gritos de aí, são-paulino o quien pidiera el fin de la dictadura en el país. La entrada

de Marin al gimnasio provocó un pequeño tumulto que por poco atropella al candidato Vicente Matheus.

El gobernador elegido por el régimen militar declaró ser un deportista, exaltó las cualidades de ambos

candidatos y confesó haber quedado impresionado con el espectáculo maravilloso de las elecciones.

De los dos votos nulos uno era especialmente pesimista. El elector escribió en dos cédulas,

una de cada grupo, que las moscas mudaban pero permanecía la misma mierda.

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Acapulco

A toro pasado, ya con el ditador caído del caballo, Marco Aurélio Borba, de Placar (s/f) comparó a la

dupla de Trabalho, Ordem e Verdade (Matheus y Mário Campos) con un general de republiqueta y un

sargentão obediente; un Robinson Crusoe suburbano y un servil Sexta-Feira. La imagen que daban era

la de un impetuoso Romeo de pornochanchada a quien siempre inspiraba una subalterna Julieta,

colocada en la presidencia del Consejo Deliberativo. A Matheus, Borba lo llamó Idi Amin do Tatuapé,

Napoleão do Parque São Jorge, Stroessner de esquina. Además recordaba que en cierta entrevista, el

entonces todopoderoso señor corinthiano había declarado lo que haría si lo dejaban de querer en el

club, que nadie pensara que iba a sufrir, Vicente iba a tomar su dinero y su Marlene para ir a escuchar

boleros en Acapulco. Marco Aurélio proponía que se llevara a Mário Campos para tocar las maracas.

Democracia y política

Para Hanna Arendt (1998), la esclavitud en la Grecia antigua (a diferencia de la esclavitud moderna, un

proceso que tiene al lucro como objetivo) era un medio empleado para excluir las labores de las

condiciones de vida, a fin de que los ciudadanos se pudieran dedicar a una actividad considerada

específicamente humana: la política. (Luego, el mundo moderno, con su pretensión de universalidad de

la condición humana y de la ciudadanía, tiene al trabajo como un medio fundamental para la inserción

de los individuos en ciertos patrones de vida y artificio.)

Para denegar a una categoría de seres, por ejemplo los trabajadores y las mujeres, el estatuto de seres

políticos, basta constatar que ellos pertenecen a ese orden doméstico que es lo contrario a la política. Y,

para que las cosas muden, no es suficiente que se pase de la casa a la fábrica, del esclavo al trabajador

jurídicamente libre. En la lógica policíaca de la repartición de los espacios y de las funciones, el

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trabajador libre permanece como un miembro apenas del espacio doméstico. El espacio del trabajador

es un espacio privado en el que un individuo denominado empleador propone condiciones a un número

“n” de individuos que –cada uno por su cuenta- las aceptan o las rechazan. (Rancière, 1996:376)

La política reivindica un cuestionamiento permanente de la sociedad. La política está

directamente vinculada a la creación de un espacio que permita la reflexión respecto a los

acontecimientos y las cuitas sociales; eso remite a la constitución de algunos principios de

diferenciación entre lo cierto y lo errado; lo posible y lo imposible; lo permitido y lo prohibido; la razón y

la sinrazón (Telles, 1990). Si la democracia fuera el poder del pueblo, del demos, gobernarían los que

no tienen ningún título para gobernar; los que no poseen nada. En Atenas, el demos eran los pobres,

las personas ordinarias.

Democracia Corinthiana (4)

El experimento del Parque São Jorge nunca dejó de provocar polémica. Ganando seguidores y adeptos

o ardorosos enemigos entre los dirigentes, los periodistas, los torcedores, los boleiros. Wladimir lo

justificaba diciendo que tras décadas de sumisión al paternalismo el profesional del fútbol no percibía el

verdadero alcance y la importancia social de su actividad. El presidente del sindicato de atletas de Rio

Grande do Sul (Bereta, un lateral) definió la tentativa corinthiana como bagunça y subversión. “Lá

pensam que a democracia só tem diretos, não tem deveres.” (Placar, s/f) Ya el ex zaguero Wilson

Piazza (presidente del sindicato de los jugadores profesionales) declaraba que Sócrates no compareció

a una audiencia con la ministra de educación de la dictadura, en Brasilia. A pesar de que la

convocatoria había sido lanzada por Gilmar (ex arquero del Corinthians y de la selección), con un

pasaje de avión disponible. “Há muita balela nessa história de lutar pelos outros”, dijo Wilson (FSP, 3-6-

83). Piazza opinaba que el jugador tenía que jugar y que era preciso respetar las jerarquías.

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Sócrates nunca se ilusionó con el apoyo de sus compañeros de profesión, condicionados por

años de servidumbre. La categoría gana salarios muy bajos y por eso vive temerosa de las represalias,

dedujo. A Wladimir tampoco le sorprendía el rechazo a convivir en un régimen abierto. En el propio

elenco alvinegro había quien confundía las cosas y no entendía correctamente la propuesta.

Para Careca, del Guarani, el jugador debe pensar sólo en jugar. Darío Pereyra, defensa

uruguayo del São Paulo, se declaró favorable a los demócratas corinthianos pero recordándoles que el

jugador juega, el técnico designa las alineaciones y el dirigente, dirige. Por lo tanto, es una ingenuidad

intentar huir de ese esquema.

El pernambucano Joãozinho (Placar, s/f) estaba seguro de que la democracia corinthiana sólo

servía para relajar los entrenamientos. Lo que ellos querían era moleza. Estaban más preocupados en

reunirse que en entrenar. Eso es baderna, acusó Joãozinho, es la dictadura de los altos salarios. Los

que ganan poco no participan de esa democracia. Según lo que vio antes de ser despedido del

proyecto: la panelinha de la democracia estaba constituida por los protegidos de Adilson (Sócrates,

Wladimir, Juninho, Luis Fernando, Eduardo, Casagrande). Los verdaderos cargadores del piano

constituían la disidencia.

Elói, del Vasco, recomendaba a los compañeros corinthianos que no se limitaran a las

entrevistas de la prensa por parte de la fama, que hicieran circular entre los jugadores del Brasil una

especie de relatório sobre su experiencia. Pues en el caso de que la experiencia fallara (el éxito de la

misma dependía de los buenos resultados en campo) se estaba corriendo el riesgo de que nadie

supiera lo que se había hecho mientras duró.

Reinaldo, del Atlético Mineiro, proponía destacar el sesgo político para que la iniciativa

corinthiana dejara el aislamiento de un club por la dimensión mayor de toda la sociedad brasileña.

Reinaldo también opinaba que si los clubes dejaran de ser dirigidos emocionalmente y los sindicatos

ganaran fuerza y representatividad, podría haber una revolución en el fútbol brasileño. El gran problema

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de la democracia en el fútbol, concluyó, radica en el hecho de que el jugador no sabe luchar

organizadamente.

Para Nelinho, compañero de Reinaldo en el Galo, las concentraciones son un mal necesario.

Palhinha, del Cruzeiro y ex Corinthians, atribuyó el éxito del proyecto corinthiano a la

mentalidad abierta del dirigente Adilson.

Zico, del Flamengo, señaló que en el Brasil el jugador de futebol no tenía derecho de

comportarse como un ciudadano cualquiera, porque cuando comienza a exigir condiciones de trabajo

razonables o un trato apenas normal, la gente se irrita.

Al parecer, sólo con dirigentes profesionales esa experiencia tendría chances de alterar la

relación patrón-empleado.

Algunos recordaban que la democratização corinthiana era frijol con arroz en muchos países de

Europa (aunque parecían referirse a Escandinavia). Según afirmaba cierto Pompeu, las opiniones de

los jugadores en los años cuarenta y cincuenta fueron mucho más respetadas que en la mayoría de los

clubes de los ochenta. Lo que había que democratizar era el acceso a jugar fútbol. No colocar el carro

delante de los bueyes.

Milton Cruz creía que la democracia corinthiana era una alucinación colectiva donde cada uno

hacía lo que quería. Le parecía sospechoso que utilizaran el voto unitario, un instrumento de la

dictadura de las minorías, según aseveró cuando fue lo inquirieron.

El fútbol brasileño vivía la decadencia de campeonatos cada vez menos rentables. Un reflejo

del maridaje entre la incompetencia y el autoritarismo. El Brasil no paraba de conseguir récords de

inflación, desempleo, recesión. No podía ser diferente en el futebol.

El sociólogo corinthiano Bolivar Lamounier opinaba:

La experiencia corinthiana tiene una importancia enorme como imagen para la opinión pública y como

símbolo de una democracia que poco a poco va echando raíces en la base de la sociedad. Es la imagen

de una organización diferente la que los jugadores del Corinthians vienen trasmitiendo diariamente por

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los medios de comunicación. Es una exigencia del respeto que les es debido, como atletas, como

ciudadanos, como personas normales. En contrapartida, ofrecen la garantía de un oficio correctamente

desempeñado. Dirán que eso es poco para merecer el nombre de democracia. Sí, es poco. Pero es una

inspiración suficiente para el brasileño promedio, que no recibe ese tratamiento, que muchas veces no

sabe cómo reivindicarlo y a veces hasta piensa que está cometiendo un crímen cuando secretamente lo

desea. (Placar, s/f)

En 1983, el sistema vigente de la Democracia Corinthiana provocó manifestaciones de apoyo

que fueron enviadas por telex a la sede del club, la Fazendinha (Oscar Niemeyer, Ruth Escobar,

Renato Aragão, Dedé Santana, Muçum y Zacarias, Jorge Amado, Chistiane Torloni…). También

estaban con la Democracia Corinthiana (en su calidad de importante contribución para la reconquista

de la democracia brasileira) los artistas de la Rede Globo. Dieciocho sindicatos paulistas de

metalúrgicos (incluyendo a los de São Bernardo) dijeron: “Estamos con los trabajadores del Corinthians

en su lucha para preservar la libertad y las conquistas alcanzadas, que hoy son blanco de ataques por

parte de aquellos que no soportan convivir en una democracia. Como han hecho también con nosotros.

Nuestra lucha es una sola: democracia amplia, general e irrestricta ya” (Placar, s/f).

João Saldanha creía que la Democracia Corinthiana era una tentativa por volver a cierto

deporte normal.

La experiencia corinthiana era la reproducción de un choque idéntico entre apertura y

conservadurismo a nivel nacional; las sístoles y diástoles en el corazón del Estado brasileño que

diagnosticó Golbery.

Mino Carta, de la revista Senhor, sintetizaba el asunto: “Quien fuma mota no puede ser un

atleta. No es posible tomarse unos pileques y jugar fútbol” (s/f).

Para Flávio Costa (el entrenador del Maracanazo), la disciplina existía desde el tiempo de las

legiones romanas y eso nunca perjudicó en nada, sólo favorecía.

Ya el jugador argentino Perfumo, desde 1972, pensaba (y se lo dijo a ese Dirceu que jugó en el

Nápoles) que estaban acabando con el fútbol; ahora era el tiempo del sonido, de la electrónica.

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15. Quién sabe.

Esportes amadores

El deporte amateur convivía desde el olvido con la experiencia mediática de la Democracia Corinthiana.

Uno de los dos entrenadores del departamento de atletismo, departamento al cual llamaba

cariñosamente de chiquero, Pedro Nicácio (potiguar de Nova Cruz, Rio Grande do Norte) había pasado

23 de sus 49 años en ese sector del club, en ese chiquero. Dividía la responsabilidad de entrenar a

cerca de cincuenta atletas con su amigo João Roberto. En febrero de 1984 Nicácio cobraba poco más

de los 20 mil cruzeiros que recibían –a partir de ese mes- los atletas como ajuda de custo. Nicácio

trabajaba como office-boy. Su sonrisa desdentada ilustraba la falta de apoyo a los atletas amadores en

el Corinthians (la ausencia de dientes no le fue permitida al delantero Vidotti y para no comprometer la

imagen del club lo enviaron al dentista).

En el campeonato paulista de atletismo de 1983, Nicácio tuvo un rapaz llamado Marco que era

una fiera en los dos mil metros con obstáculos. Pero no tenían vallas para entrenar. Entonces Nicácio

clavó unos palos en el campo de fútbol (obviamente porque nadie más lo estaba utilizando), amarró

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unas cuerdas y le pidió al Marco que corriera saltando eso. Un guardia llegó a impedir que continuaran

con el entrenamiento. Dijo que el administrador lo había prohibido. Cuando Nicácio fue a platicar con el

administrador, éste le dijo que no había prohibido nada pero tampoco hizo algo para ayudarlo. Entonces

el entrenador y su pupilo comenzaron a vigilar al guardia y aprovecharon cada distracción suya para

entrenar. Marco ganó la prueba y eso para Nicácio había sido la mayor felicidad de su vida. Sin

embargo la tristeza vendría después, ya que su pupilo, desanimado por la falta de estímulos

económicos o siquiera de índole moral, abandonó el atletismo para dedicarse a los estudios. La

mayoría de los atletas corinthianos sobrevivían a través de empleos mal remunerados y estaban

desnutridos. Algunos eran fundistas, otros eran meio-fundistas; no daba para entrenar otras

especialidades por falta de aparatos e instalaciones. Como declaró Nicácio: “Eu amo o Corintas. Mas

isso aqui [el atletismo] é só para enganar. Não há apoio e quem entra é com o coração. E pra esquecer

essa vida aí fora” (FSP, 26-2-84). Recordemos que esquecer es olvidar.

El departamento de boxeo no corría con mejor suerte. Los reclamos tocaban en la misma tecla:

falta de apoyo. Por lo menos el número de pugilistas que compartía la escasez era reducido: dos

profesionales y cinco amadores, además de algunos moleques de quince años. El entrenador Iedo

Pacheco decía que el sacrificio era la base del departamento. Iedo trabajaba como dependiente de una

papelería. A la Forja dos Campeões de 1983 Iedo llevó cinco boxeadores corinthianos y quedaron en el

tercer lugar de la clasificación general. Pero había academias con treinta boxeadores que no ganaron

nada. Un peso ligero y un pluma se coronaron campeones. El club colocó los dos trofeos en un estante

y cháu. El director de box, Ricardo Araias, el Gazeta, no gustaba del deporte que dirigía y sólo apareció

por el departamento una vez. Fue en la víspera de una pelea de Wilson Gonçalves, uno de los dos

boxeadores profesionales. El contrato estaba firmado y Wilson venía entrenando mucho. Entonces

Gazeta, a quien Wilson no conocía, entró, lo apuntó con un dedo y le dijo que no podía pelear porque él

no lo había visto entrenar. Le dijo que podría causarle una vergüenza al club. Entonces Iedo interfirió y

Wilson acabó peleando. Estudiante de psicología en la noche y entrevistador de día, Wilson Gonçalves

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no entendía esa tal democracia en el club. Parece que sólo valía para el fútbol y, en realidad, para

ciertos jugadores de fútbol. El resto del Corinthians quedaba por cuenta de la dictadura.

Las meninas de volei recibían una ajuda de custo apenas razonable (un promedio de 70 mil

cruzeiros mensuales, casa, comida) y eran vigiladas como internas en un colegio de monjas. Su

director técnico, Toninho, con 24 años en el Corinthians, cuidaba que ninguna saliera de casa después

de las diez. Distribuyó una circular prohibiendo cualquier especie de confraternização con los atletas

masculinos. Fumar o tomar una inocente cerveza figuraban en la lista de ofensas graves. Y lo peor era

que cuando el equipo estaba bien, ganándole a todo el mundo, nadie decía nada. Apenas cayeron un

poco en su juego empezaron a ser tachadas de bohemias e irresponsables. Una vez más, la

democracia era sólo para la rapaziada da bola.

Baianinho, uno de los jugadores dispensables que eran como rémoras de un tiburón oxidado,

recibía en marzo de 1984 los 120 mil cruzeiros brutos de su primer contrato (firmado en 1981) para

quedarse en São Paulo hasta que alguien lo comprara o pidiera prestado. Vivía lejos de la esposa y los

hijos, pues si estuvieran viviendo con él pasarían hambre. El sueldo de Baianinho coincidía con el

salario mínimo. Se lo veía vagando por el club: lunes, miércoles, jueves, sábados y domingos. Podía

entrar al vestidor los martes. Los viernes por la tarde entrenaba con el resto de los dispensables.

Democracia Corinthiana (5)

Las reuniones entre jugadores, cuerpo técnico y representación directiva empezaron a ser de puertas

cerradas. El masajista Rocco salió diciendo de uno de estos cónclaves: “O que esse time precisa é de

muita conversa, a palestra de hoje foi sobre direitos humanos” (FSP, 15-7-83). Después de un

entrenamiento soso, Jorge Vieira reunió al pessoal y dijo: “Ou o time joga bola, ou não tem mais

diálogo” (ESP, 6-8-83). La mayoría acreditava transformar el balde de estiércol en un fogoso corcél. (

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El principio es el mismo que el del martillazo en el dedo. La gente siempre ha sabido que se va

a llevar uno cuando intenta colgar un cuadro en la pared, pero cree que ésa vez será diferente.)

Antes de caerse habían llegado a tener una buena racha. El motivador del grupo, Flávio

Gikovate, confesaba que la psicología aún no sabe administrar la euforia. “Até eu me deixei levar por

esse clima, é batata” (JT, 10-8-83). Porque cuando la gente se halla en ese estado la cosa tiende a

acomodarse. Gikovate encontraba que hasta la torcida andaba perezosa. “Hoje casi não cantou, nem

incentivou o time“.

El desorganizado campeonato paulista de 1983 dio pié a que fueran disputados un sin número

de juegos poco interesantes para que terminaran llegando a las finales los de siempre: Corinthians, São

Paulo, Palmeiras y Santos. Después del primer partido de semifinales contra el Palmeiras, la directiva

se preocupó (los torcedores ya estaban molestos) con la apatía de un equipo que aceptaba el dominio

del Verdão. En la concentración del Corinthians (en el SP Hilton Hotel) para el segundo encuentro

Adilson utilizó la psicología inversa y les dijo que estaba bien, que por lo que estaba viendo iban a

perder, iban a quedar fuera del campeonato, les recordó que había doblado el bicho para un millón y

medio de cruzeiros pero creía que ni eso iba a servir, los acusó de estar más preocupados con las

vacaciones que con el título. Los jugadores, tomados por sorpresa, se quedaron en silencio. Entonces

Leão, el goleiro antipático, comenzó a gritar ofendido: “Vamos perder nada! Vamos ganhar hoje! Vamos

ganhar de todo mundo!” Los jugadores se contagiaron con ese espíritu berserk y de modo lejanamente

emparentado con ciertas danzas maoríes gritaron al compás: Vamos ganhar, vamos ganhar! Y

ganaron. Sócrates comentó que la gente estaba queriendo acabar con esa locura el siguiente

miércoles, pues todos querían descansar.

Antes de ese segundo partido de semifinal, el ônibus corinthiano quedó atascado en el tránsito

colosal hacia el Morumbi. Alguien comentó que la masa había percibido que la final era ese día. El

transcurso era tan distendido que los jugadores se entretuvieron con una batucada liderada por

Sócrates. Bajaron del autobús y bailaron hasta el estadio. El desfile fue aplaudido, evidentemente, por

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sus propios torcedores pero, en el colmo, por los torcedores contrarios. Este fue un gesto que no se ha

repetido en la historia del fútbol brasileño.

16. El equipo de las diferencias gigantes contra los enanos idénticos.

Antes de conseguir la gloria de un bicampeonato para el Corinthians después de 31 años:

Sócrates y la Rê, Juninho y Cláudia participaron animadamente de una noche de pizzas y chope en el

Bella Pizza, un restaurante del barrio paulistano de Bexiga. Se levantaron de la mesa a la una de la

mañana y poco más de veinte horas después, llegaron al Morumbi. Regina llevaba un rosario

bendecido en Aparecida do Norte.

El año anterior (1982) había terminado con una conmemoración al toque de bola, la victoria

sobre el São Paulo por tres a uno fue un homenaje justo al futebol-arte. El equipo de 1983 se limitó a

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una defensa segura y la perspectiva de una arrancada de Biro-Biro o un gol genial de Sócrates; para el

juego final Jorge Vieira salió con cinco mediocampistas y además agregó con el número nueve al

zaguero Vágner para que marcara a Renato y no lo dejara jugar. Al empatar con el São Paulo por uno a

uno (habían ganado uno a cero el primer juego) los corinthianos conquistaron el bicampeonato paulista.

Juninho, que por primera vez ganaba un campeonato, lloraba; Jorge Vieira, agradeciendo a quien había

confiado en su trabajo (de relevista), también lloraba; Wladimir –el jugador de esa generación que más

títulos conquistó con el Corinthians, cuatro-, al levantar la pesada copa, lloró. Leão, el héroe de la

partida, sin llorar reconoció que ese juego fue uno de los más emocionantes en tantos años de carrera,

dijo que era difícil hablar sobre el Corinthians, que no es un club sino una religión y la religión como la

política no se discute. Para Casagrande también era difícil decir algo, sobretodo por el maxilar que se

salió de sitio. Casagrande dejó el campo antes del término de la decisión, en camilla, semi-

inconsciente. Fruto de una agresión de Darío Pereyra. Como pudo, Casagrande declaró (cigarro en

mano) que sólo estaba pensando en tomarse una cerveza helada, más bien varias, para conmemorar;

así como tomó una antes del juego, recordó que el equipo había demostrado que puede jugar bola

quien bebe y fuma, como ocurría abiertamente en el Parque São Jorge. Hélio Maffia manifestó que no

sería difícil para el equipo alcanzar sus metas, bastaba mantener ese esquema que tanta gente

criticaba. (Eran llamados de vermelhos desmamados o de izquierda etílica.)

Márcio Araújo (23), camiseta siete del São Paulo, dijo (en medio de la celebración contraria):

“Nosotros estamos completamente tristes, es lógico, pero piensen bien, cuánta gente no va a pasar una

navidad maravillosa en casa, con los niños y la familia. Ese pueblo que está ahí es feliz ahora y eso es

una maravilla. Encuentro que nuestra tristeza no es mayor que la felicidad de ellos, a pesar de ser

grande también” (JT, 15-12-83).

Sócrates estaba feliz pues por fin se había convertido al corinthianismo. Sobre la conquista de

un nuevo título comentó: “Está até perdendo graça. Já virou rotina”. En los últimos cuatro juegos finales

(anotó los cuatro goles del equipo) y no se concentró para ninguno. Llegó siempre a la hora del

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almuerzo para reunirse con los otros jugadores. Una prueba más de que la concentración no gana el

juego. Como dijera el filósofo del fútbol, Neném Prancha, si la concentración ganara juegos el equipo

del presidio siempre saldría campeón. Sócrates adelantó que para el próximo año la concentración iba

a ser opcional para todos los jugadores, incluyendo los solteros. Además dijo que la estructura del

fútbol está totalmente errada y que el fútbol sólo es bonito cuando el juego comienza. Fuera del campo

los conceptos son absurdos; la relación jugador-club, un desastre. En el Corinthians por lo menos

alguna cosa había mudado. Al jugador se le escuchaba y eso ya era importante para su historia.

¿El fútbol aliena a las personas? Sócrates decía que las aproxima a la pasión. Y de lo que

realmente estaba muy orgulloso era de exhibir a los amigos la técnica especial que había desarrollado

para enfriar con maestría una buena cervejinha. Quedaba casi toda la botella cubierta de hielo pero sin

solidificar el contenido. Después de años de seria investigación había encontrado el punto ideal.

Para el vicepresidente Adilson Monteiro Alves el fútbol podía ser un ejemplo social, aun cuando

se lo viera como un mundo aparte. Para el Corinthians no era suficiente dar cabeçadas y ganar títulos.

Pretendían demostrar que los sistemas abiertos no necesariamente generan descontrol y fracaso. El

Corinthians según Adilson ofrecía en la forma de un espectáculo la conciencia de que un grupo

determinado y unido en torno de un objetivo común siempre alcanzará ese objetivo.

El vicepresidente Orlando Monteiro Alves, uno de los dirigentes más antiguos del Corinthians,

fue absolutamente contrario al esquema de trabajo del departamento de fútbol (la implantación de un

sistema liberal patrocinado por su hijo) y llegó a romper con Adilson y se alejó del fútbol. Por supuesto,

después del bicampeonato reconocía que en un principio no había entendido la propuesta pero sólo se

trataba de un grupo de profesionales dedicado, honesto, unido y bien-intencionado. Profetizó que ese

proyecto sería imitado por otros clubes, tarde o temprano.

Según el vice de finanzas, Scarpelli, el departamento de fútbol del club trabajó con números

rojos hasta el cuadrangular con Santos, São Bento y Ponte Preta. Costaba cuatro millones de cruzeiros

poner al equipo en campo. Según Adilson, costaba siete.

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1984

El 25 de enero de 1984, a 430 años de la fundación de São Paulo, se reunieron trescientas mil

personas para manifestarse a favor de las elecciones directas para presidente de la República. La TV

Globo difundió las imágenes diciendo que se trataba de la celebración de un año más de la ciudad. El

16 de abril de 1984, en el valle de Anhangabaú de la capital paulista, el locutor deportivo Osmar Santos

le anunció a la multitud concentrada que eran un millón setecientos mil. El comercio cerró sus puertas

en señal de adhesión. Entre los oradores de la sesión histórica estuvo Sócrates. El color de la campaña

fue el amarillo. A fines del siglo XIX, el poeta Castro Alves había dicho: “A praça é do povo/ como o ceu

é do cóndor”.

La actuación de Fafá de Belém produjo un episodio simbólico. Teotônio Vilela había muerto de

cáncer. Primero partidario del régimen y luego firme opositor, a Teotônio lo convirtieron en una figura

emblemática de la campaña por las Diretas Já. Tras interpretar Menestrel de Alagoas (apologética obra

de Gilberto Gil sobre el emblema Vilela), Fafá soltó una paloma blanca que estaba ya muy afectada por

la sed del calor y que no pudo remontar el vuelo; cayendo con las alas extendidas a los pocos metros.

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Democracia Corinthiana (6)

El industrial paulista Nildo Masini, ex vicepresidente de la FIESP (Federación de las Industrias del

Estado de São Paulo) opinaba sin ambages: “Esos liderazgos [en el equipo corinthiano] tienen

imitadores que pueden causar problemas psicosociales. Porque los hombres en grupo pierden su

individualidad. Si un líder de esos sale a la calle con un arma en la mano, el pueblo va detrás. Uno ya

se fue para Italia [Sócrates]. Al otro lo tenemos que derribar [Casagrande]” (Placar, s/f). A Boaventura

Farina lo que no le gustaba era que hicieran del club un instrumento de la vida partidaria que se rotulara

como democracia corinthiana.

En la Câmara Municipal, el vereador Zé Maria condenó la democracia só de alguns refiriéndose

a la democracia corinthiana.

La derrota de la Democracia Corinthiana

En 1985, el Corinthians vivió su dramático primero de abril (o dia da mentira en el Brasil), veintiún años

después de la Revolução de 1964. Algunos partidarios de Adilson, con el recelo de que fuese un mal

presagio, lamentaban la muerte de dos consejeros (Salim Belfort y Amândio Monteiro), votos seguros

para la situación. Pásqua pedía que no fuera permitida la entrada de las torcidas organizadas. Adilson

dijo que su adversario, como candidato, mandaba de la puerta del gimnasio para adentro y que afuera

mandaban ellos. Así pues, los Gaviões da Fiel y los de Coração Corinthiano comenzaron a agitar

enormes banderas, extendiendo una manta que preveía la victoria de la Democracia Corinthiana. La

coexistencia entre clanes rivales, sin embargo, fue pacífica y las gozações, las brincadeiras, tomaron el

lugar de los insultos. Esto no impidió la presencia de cincuenta soldados de la PM, preparados para

preservar el orden en el club.

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Por 162 votos a 130, los consejeros eligieron a la oposición de la Democracia Corinthiana. Del

lado de Roberto Pásqua: Wadih Helu, diputado estatal por el PDS y Boaventura Farina, vice de

Finanzas, militante del movimiento Brasil Esperança de Paulo Maluf (el candidato derrotado por la Nova

República de Tancredo Neves). Pásqua y Helu tuvieron que salir por las puertas del fondo del gimnasio

donde acababa de realizarse la elección. El nuevo presidente Pásqua salió escoltado por la policía, que

precisó dar tiros al aire para disuadir a los cerca de mil torcedores que insistían en atacarlo (también

golpearon a los que consideraron realmente furiosos). El diputado Helu, más práctico, prefirió retirarse

dentro de una patrulla de la PM. El consejero Zé Maria, elector de la oposición, fue recibido entre gritos

de traíra, traidor. ¿Cómo fue posible un retroceso de veinte años en apenas veinte minutos?, se

preguntaba un torcedor jalándose los cabellos. Según Pásqua, Pires (Waldemar, el nuevo ex

presidente), que nunca supo lo que quería en la vida, era el principal responsable por toda esa división.

Pires lo incentivó para que contendiera en la elección, porque en el fondo quería derrotar a los Monteiro

Alves. Pásqua prometió restablecer la jerarquía en el equipo. A la palabra democracia le sería

incorporada la palabra responsabilidad.

Adilson, el candidato presidencial derrotado mantuvo una postura equilibrada y después del

anuncio del resultado electoral fue a felicitar a los vencedores. Llegó a ser aplaudido por los

correligionarios de Pásqua. Declaró que la decisión del Consejo era soberana y deseó éxito a la nueva

directiva

Ya la salida del Parque São Jorge fue menos contenida. Adilson, abrazado por los compañeros

de campaña, por el padre Orlando, por la esposa, todos llorando. Mientras emocionados los torcedores

gritaban al unísono el nombre del caído.

Dos días después se despidió de los jugadores en el quinto piso del Hilton, antes de un partido

contra el Flamengo. Le recordó al equipo que tenía todo para ganar el campeonato brasileño. Avisó que

no asistiría al juego porque su presencia acabaría afectando al grupo y probablemente provocaría

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manifestaciones de la torcida. Habló durante quince minutos y después dijo que no tener el coraje para

esperar los agradecimientos, así que dejó el auditorio otra vez llorando.

Más tarde confesaría que no estaba preparado para perder. Los dirigentes de las torcidas

organizadas confiaban en que después de dos años sería presidente del equipo, sólo había que tener

un poco de paciencia. Adilson se había convertido en un ídolo, como ese zaguero eficiente, no tanto

como aquel implacable artillero. Decía frases que agradaban a ciertas multitudes. El torcedor que jalara

sus cabellos, ya en calma, consideraba que la campaña de la Democracia Corinthiana no estuvo bien

hecha. Adilson había dado entrevistas (su nombre cantado por los aficionados) pero se había olvidado

de los viejitos del Consejo.

En la misma frecuencia, Pásqua dijo que mientras Adilson conquistaba el apoyo de

apresentadores, publicitários e cantores, él prefirió pedirle votos a los electores. Se jactó de no caer en

el juego del espectáculo y sentenció que el principal pecado de su contrincante fue la auto-indulgencia.

Desde Firenze, Sócrates dijo que esperaba la derrota. El espacio que ellos habían perdido en la política

lo iban a intentar recuperar por el fútbol.

Los defensores de Pásqua hablaban de una elección entre amadores y profesionales.

La mejor manera de ganar es dejar que el rival se derrote a sí mismo.

La muiraquitã robada por Piamâ

Vicente Matheus volvió a la presidencia del Corinthians tras los pésimos resultados de Pásqua al frente

de la piedra de Ci. En 1988, el Timão conquistó su 20º título con un gol del favelado Viola. Matheus fue

el primer presidente que ganó un campeonato brasileño (1990). Después de dos periodos, dejó la

presidencia para su esposa Marlene. En 1993 perdieron el poder ante Alberto Dualib (patiño de Wadih

Helu), quien se ha perpetuado en la presidencia a través de la quiebra de estatutos. Dualib fue el jefe

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máximo hasta la llegada del iraní Kia Joorabchian, en 2004. De cualquier forma sigue haciendo gala de

su alta jerarquía decorativa.

Durante la temporada 2005 del Campeonato Brasileiro la crisis interminable del Corinthians

continúa. Al término de un partido contra el Cruzeiro, los reporteros se acercaron a uno de los culpados

por la derrota corinthiana, el medio Fabrício, para informarle que Dualib había dicho que él iba para

fuera (lo cual no era del todo verdad, ni del todo mentira). Fabrício les dijo a los de la prensa que había

que entender al presidente, que ya está con una edad avanzada, que tartamudea y dice besteiras de

vez en cuando. Fabrício dijo que la del presidente no era una actitud profesional, no podía actuar de

ese modo, pero en su papel de todopoderoso… ellos (los jugadores) tenían que oírlo sin reírse. Tras

leer las declaraciones (un día después) Dualib convocó a una reunión con carácter de urgencia.

Fabrício acudió acompañado por el técnico, el resto del equipo temía una sanción severa. Dualib, de

pié tras el escritorio de su despacho, le dijo a Fabrício (que estaba también de pié pero cabizbajo): “Yo

dirijo una nación, usted es funcionario de esa nación, póngase en su lugar”. Fabrício, con la voz

embargada pidió disculpas al señor y alcanzó a decir que estaba nervioso a causa del juego. El cartolão

tuvo que engullir el sapo. Dualib se conformó con una disculpa pública. Tanto el presidente, como

Angioni y el técnico Lopes (ex delegado de la policía militar), creían que todos estaban contra el

Corinthians. Y multar a Fabrício a esas alturas del campeonato podría haber dividido al plantel.

La casa de las leyes corinthianas

Para conmemorar los noventaicinco años del club que empezó obrero y que ahora es patrimonio

inmaterial de la ciudad, algunas celebridades compartieron el espacio de la deliberación legislativa del

Estado de São Paulo. En su discurso un diputado recordó que desde la infancia acompañaba los

juegos de Roméu Pirueta, errando el sobrenombre de Roméu Cambalhota, uno de los ex jugadores que

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compareció a la solemnidad, al lado de Dinei, Basílio y Wladimir. El presidente Dualib se refirió a la

Assambléia Legislativa como casa de las leyes. El homenaje al Corinthians en la asamblea estatal

comenzó con la ejecución del himno nacional, patrióticamente respetado por el respetable y su silencio

participante. Cuando llegó el momento de honrar el himno del Corinthians, una mayoría de los

distinguidos hombres públicos (y mujeres en minoría) que ocupan la voz del pueblo se abrazaron

cantando. La composición de Benedito Lauro D´Avila provocó el poropopó de la platea.

Esto fue en público, porque en privado las fiestas de aniversario que organizan los dirigentes

del Corinthians, además de ser celebraciones de las jerarquías y de las elites, festejos excluyentes, son

ocasiones para que los invitados coman y beban dándose el lujo de ignorar el himno curinga. Como

cualquier gobierno, ése, no soporta saber que el povão se organiza y pelea por sus derechos (encima

del estado de derecho que dicta el Estado). Para el clan Dualib: los torcedores que se preocupan por

los rumbos que toma la insitución, no pasan de ser unos fanáticos que se mueven emocionalmente sin

el ancla de la razón meditada.

Janus Mazursky

Corinthians conquistó el Campeonato Brasileiro de 2005. Hubo samba y cumbia villera en la fiesta del

tetra. Carlitos Tevez es un ídolo. Janus Mazursky reflexionó lo siguiente (18-12-05):

Está claro que no se puede negar que existe una minoría de corintianos entre los sectores pequeño-

burgueses y hasta burgueses de la sociedad (honestamente seducidos, para su honra y gloria) y que

existe una significativa porción de los sectores proletarizados que no son corintianos (equivocados, para

su desgracia). Pero eso no pasa de una estadística. La estadística no describe toda la realidad,

proporciona apenas un recorte numérico. La cantidad produce dialécticamente la calidad. Y es la

calidad, mas que la cantidad, lo que dice qué es un determinado ser. La cantidad entre negros y pobres

determina (en conjunto) el carácter general de la torcida y del club. Naturalmente, la prensa

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conservadora rechaza el discurso de la identificación de clase aplicado al fútbol. La prensa es parte del

proyecto de comercializar el deporte como entretenimiento televisivo y pasteurizado para la audiencia

dominical de la Globo. Dentro de ese proyecto, todas las torcidas son iguales y todos los equipos son

productos en un aparador. Se establece la indiferenciación y la relativización en nombre de la

“imparcialidad”. Puede parecer teoría de conspiración, pero todo corintiano sabe en sus entrañas que la

prensa odia a su equipo, porque en verdad la prensa odia a la torcida que lo acompaña. La prensa que

quiere derribar a Lula (no porque esté contrariando los intereses de la elite que le paga el sueldo, sino

porque como presidente de la república es incaceptable estéticamente y, quizá, étnicamente, por ser,

entre otras cosas, corintiano) también quiere destruir al Corinthians. Claro, está la teoría de que la

prensa es corintiana, como también está la teoría de que la media es comunista (para que quede bien

claro, este escribano es corintiano y comunista). Y no confundamos las cosas. Innegablemente, hay una

vasta porción de la prensa deportiva que adora hablar del Corinthians, pero aquello no pasa de un mero

oportunismo comercial. Cualquier tabloide con el Corinthians en la portada vende mucho más y eso lo

saben los dueños de las bancas de jornal. Puedo conceder que no existen fenómenos de identificación

socio-políticos con el fútbol como los que hay, por ejemplo, en Europa. Allá tenemos los casos de los

católicos con el Celtic de Escocia o el de los vascos con el Athletic de Bilbao o el de los catalanes con el

Barcelona. Esas identificaciones de contenido político se forman con base en recortes étnico-religiosos

bastante demarcados. No se trata exactamente de eso en el caso del Corinthians. Pero de que existe

una fuerte identificación de clase, eso existe. Aquí, en la tenue frontera entre estereotipo y prejuicio, es

donde el debate se torna amargo. El negro, el pobre, el favelado es visto por el conjunto de la opinión

pública como un bandido. Como la mayoría de los negros, pobres y favelados es corintiana, el corintiano

se convierte en un sinónimo de criminal. Para no tener que discutir el prejuicio es más cómodo rechazar

la identificación de clase. La novilíngua tucana e petucana [tucana, del partido saliente; petucana,

todavía con el poder en 2006] es un habla de la media que derrapa inviable, neutra, opaca y ceniza. En

décadas pasadas, no obscurecidas por el detestable modo de lo políticamente correcto, se decía con

todas sus letras: “O Corinthians é o time do povo”, como decían en cada Estado del Flamengo, del

Internacional, del Atlético Mineiro, etc. Eso de equipo del pueblo es verdadero, como lo son todos los

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clichés asociados al Corinthians: “Não é um time que tem uma torcida, é uma torcida que tem um time”,

“Uma torcida que vai ao estádio para curtir a se mesma”, etc. Los clichés no surgen por acaso, tampoco

se apagan por decreto de los departamentos de marketing ni de los manuales de redacción. Parece

motivo de vergüenza o de embarazo (una hipocresía que este escribano no comparte) afirmar: Quem é

corintiano é do povo! No hay diccionario de novilíngua capaz de soslayar esa verdad. Quien está en una

arquibancada con la masa corintiana sabe lo que es la periferia llegando al campo con toda su revuelta,

su indignación, su frustración, transformada en sed de victoria, en alegría, en energía pura. Una torcida

que atraviesa la ciudad para llegar a los estadios distantes, que se espreme nos ônibus e lotações, que

soporta todo el maltrato posible, debería comportarse mucho peor, aunque no estuviera compuesta por

bandidos, como se piensa que está. Los alrededores del estadio deberían arder cada juego como la

periferia parisina en estos tiempos de revuelta de los jóvenes árabes desempleados. Está claro que hay

violencia, una que otra vez, pero en una medida infinitamente menor de lo que cabría esperar. El opio

del pueblo también sirve para entorpecer. Sólo eso explica tan poca violencia. Cuando se dice que el

corintiano sofre o diabo para ir al estadio no es mera demagogia. No hay organización, no hay filas, no

hay seguridad. Hay aglomeración caótica y cuando la aglomeración se torna demasiado grande todo lo

que la policía sabe hacer es agitar la macana. Si la prensa tucana odia al Corinthians, la policía fascista

de São Paulo tiene un gusto patológico por batir corintianos. En esta peculiar versión del panis et

circencis romano falta pan y sobra porrada. Apañar para ingresar al estadio es el summum de la

barbarie. La gente que pasa por eso a cada juego se comporta extremadamente bien, dadas las

circunstancias. La revuelta no se transforma en violencia y sí en fiesta. La fiesta tiene un marcado

contenido de orgullo combativo. Un orgullo expresado en la forma de una identidad determinada por la

dureza de las condiciones de existencia. “Corintiano, maloqueiro e sofredor, graças a deus!”, canta la

torcida (inclusive este ateo). La corintianidad que nos hermana es una forma de la conciencia de clase.

“ZUMBI SOMOS NÓS” dice la bandera que los Gaviões da Fiel extienden sobre las gradas. El recado

está dado. Quien quiera revolucionar a la sociedad que revolucione el fútbol. Las manifestaciones

masivas del pueblo argentino que derribaron a De la Rúa en 2001, los famosos panelaços, tuvieron el

colorido azul y blanco de la torcida del Racing, campeón después de 35 años. El Corinthians, uno de los

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equipos más vencedores de Brasil, también supo lo que es quedar en la fila, sin títulos como el Racing,

aunque el Brasil no sepa lo que es un panelaço (mientras tanto). Todavía dice la torcida: “Corinthians

joga, eu vou, e ninguém vai me segurar!” ni la policía, ni la prensa tucana, ni la mafia rusa.

Aún dos palabras sobre el crímen organizado en el fútbol. En tiempos de mensalão e

mensalinho [apelativos cariñosos para los sobornos del PT en la câmara] quieren confundir las bolas,

negando a la Fiel el derecho a conmemorar, como si el título de 2005 fuera ilegítimo. La crisis política se

extendió a otros escenarios y reverberó también en el fútbol. Fue creada la sensación de que la

roubalheira está en todas las esferas. Luego, el campeonato del Corinthians sólo pudo ser robado.

Excelente pretexto para los perdedores. En lo que dice al respecto del escenario nacional y de su crisis,

habría que distinguir de roubalheiras a roubalheiras, precisando las semejanzas y diferencias entre las

mafias que asolan el país de elección en elección, imperturbables. Como corintiano cabe preguntar

¿será que la mafia rusa que compró al Corinthians tiene que ver con la mafia del apito que compró los

juegos anulados? Son tan diferentes como los tucanos y los petistas en sus orígenes y métodos,

aunque sean igualmente nefastos. Los juegos repetidos tuvieron que ser ganados, nadie se llevó los

puntos de nadie fuera del campo. ¿La Fiel debería estar avergonzada por ver al equipo de la

Democracia Corintiana vendido a una corporación transnacional que hace lavado de dinero para el

crimen organizado? Por el contrario. La Fiel está orgullosa por ver al Corinthians sobrevivir a otra

directiva usurpadora. Quien sobrevive en esas condiciones, merece ser campeón. Time & Torcida. El

Corinthians de 2005 no pertenece a la MSI de Kia [de Berezovski], pertenece a los corintianos, que a lo

largo del campeonato estuvieron juego a juego con el equipo. El cuadro campeón se probó corintiano

dentro del campo. Para la torcida eso basta. Los dirigentes pasan, el Corinthians queda. Parafraseando

al poeta, eles passarão, nós passarinho! Nóis Gavião! Nóis Campeão!“