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  • ALBERT BESSIRES, S. I.LA BEATA ANA MARA TAIGI

    MADRE DE FAMILIA

    TRADUCCIN DILUIS ECHIVARRICON PROLOGO DIL

    R. P. PIERRE CHARLES, S. LBuenos Aires, 28 de marzo de 1942

    Puede imprimirseMONS. DR. ANTONIO ROCCA

    Obispo de Augusta y Vicario General

    ES PROPIEDAD, QUEDA HECHO EL REGISTROY DEPSITO QUE DETERMINAN LAS LEYES

    EN TODOS LOS PAISES.

    nica traduccin autorizada del original en francsLA BIENHEUREUSE ANNA MARA TAIGI

    PRLOGO

    A LAS MADRES CRISTIANASEn el espritu humano no hay espacios vacos, como no los hay en las aguas ocenicas. All donde falta

    una nocin verdadera, no tiene lugar el vaco, sino una idea falsa. Y pensar con ideas falsas, es peor que nopensar en absoluto.

    Qu es la santidad? Como la de toda palabra sencilla, es difcil encontrar su definicin. El pblico engeneral, y aun los mismos cristianos, se contentan con tener de ella una vaga nocin, lo conceptan como algoexcepcional, en la categora de las hazaas heroicas, o una cosa as como las pruebas de atletismo o como laejecucin de una obra maestra. Llama la atencin que San Francisco de Sales, al escribir un verdadero Manualde la Santidad para las personas de su tiempo, le diera de intento y sin duda para mitigar el escndalo, elsencillo ttulo, Introduccin a la Vida Devota. Se nos podr presentar, es verdad, innumerables "tratados deperfeccin cristiana", "manuales de vida interior", "catecismos espirituales", pero nadie se atrevera a ofrecer,en doscientas o trescientas pginas, un tratado tan completo sobre la santidad, con indicacin del autor, editory precio de la obra. Sin duda, porque la santidad no es nicamente una sabidura que pueda aprenderse por labuena lectura. En la obra de la santidad somos dos, y el segundo o mejor dicho el primero, es aquel Espritu dequien el Seor dijo que es como el soplo de la brisa nocturna, que no acostumbra ir por la huella de loscaminos.

    As que para tener ideas claras sobre la santidad, recurrimos a las vidas de los santos, a las Leyendasureas de la Edad Media, a los infolios pavorosamente extensos de los Bolandistas, a las biografas de todognero y valor; desde los libros de ilustraciones con escenas de Martirios, hasta las publicaciones cientficas,precedidas de un estudio crtico de las fuentes y seguidas de una abundante bibliografa. Buscamos la santidaden los hechos, ms que en teoras. Pero cuntas veces no nos quedamos espantados y desorientados, desde lasprimeras pginas de la narracin de esos hechos!

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    Le ha parecido evidente al piadoso autor de biografas de santos que la santidad es algo anormal; de talmodo, que su primer cuidado ha sido probarnos, que su hroe nada hizo como los dems hombres. Nio, eraya viejo: ab infantia ad senile gessit. Todava lo amamantaban, y ya se preocupaba de ayunar los mircoles ylos viernes, como se nos refiere de San Nicols, quien ms adelante, se apartaba de los juegos de suscompaeros para meditar. Nunca se rea. No le interesaban los pajaritos, ni los perros, ni las mariposas ymucho menos el alimento. A fuerza de ser sobrehumano, jams haba sido verdaderamente humano. Lo cualno se parece empero a la juventud de San Pablo, ni a la de San Agustn, San Jernimo, San Ambrosio, SanBasilio, San Francisco de Ass, San Ignacio, San Francisco Javier, San Felipe Neri, San Alfonso de Ligorio, nia la de cien santos ms. No obstante, semejantes vidas como la de San Nicols, constituyen un modeloimprescindible, principalmente despus de la rfaga de estoicismo pagano que trajo el Renacimiento. ElEspritu de Dios es infinitamente ms amplio que todos los convencionalismos acadmicos y reglas deescuela. l busca sus elegidos, entre los nios inocentes, sin consultar nuestros caprichos arbitrarios.' haformado y forma constantemente verdaderos santos. El Verbo encarnado, Jesucristo, jams dijo que los niossolo podran entrar en el cielo a condicin de parecerse a los adultos. Dijo cabalmente todo lo contrario. Jamsdijo que una madre de familia, una buena esposa muy atareada en su casa no pueda llegar a la santidad, sinpasar antes por la viudez. l sabe muy bien que la tradicin de la fe y de la piedad se mantiene en su Iglesiapor medio de las madres. Tampoco ignora que si los curas prrocos pueden y deben instruir a sus feligreses,no tienen tiempo, ni disposicin, ni poseen los medios adecuados para depositar en el alma de los pequeueloslas simientes eternas, que slo la mano cariosa de la madre cristiana es capaz de alternar con las primerasimpresiones del alma que despierta a la vida.

    Santa Perpetua era santa y sin embargo se la venera como mrtir. Santa Mnica, Santa Juana deChantal son dos viudas. Una inmensa legin de nuestras santas cristianas son vrgenes. Aqu, por primera vez,en la buena y modesta Taigi, vemos asociarse la santidad con la simple vocacin de esposa y madre. Y no esciertamente la gloria del marido la que hace resplandecer a su mujer; como tampoco son los hijos gloriosos losque exaltan el nombre de su madre. No, todo lo que la Iglesia ha querido reconocer como santidad eminente essencillamente el conjunto de virtudes de una mujer casada, honesta y valiente, agobiada por los mltiplescuidados de un hogar y de una familia.

    Tal vez los millones de madres cristianas esparcidas por el mundo, encontrarn, en esta vida de esposay madre, el consuelo de saber que en lo sucesivo contarn con una patrona, y que nada, absolutamente nada,puede cerrarles el camino hacia la ms elevada santidad, en la prctica de su magnfico ministerio.

    Pierre Charles, S.I. Profesor de Teologa

    BIBLIOGRAFA Y FUENTES

    La fuente esencial a que deben referirse los historiadores de la Beata Taigi es la Prueba Judicial quesirvi de base para la discusin de la causa. Esta prueba -muchos millares de pginas-, comprende lasdeclaraciones de los 21 testigos que haban conocido ntimamente a Ana Mara: el sacerdote "confidente",Monseor Natali; Domenico, marido de Ana Mara; Sofa y Mara, sus hijas; el cardenal Pedicini,vicecanciller de la Iglesia romana, prefecto de la Propaganda; l P. Felipe Luis de San Nicols, carmelitadescalzo, confesor de la Beata durante 30 aos, etc.

    Todos estos documentos, las Memorias de los Postuladores, han sido analizados o ampliamentereproducidos por Monseor Chaillot en los Analecta juris Pontificii (Roma, 1864-1877); entregas: 54, 60, 62,106, 112, 118, 129, 146.

    Estos documentos constituyen la fuente comn a que han acudido los principales bigrafos de laBeata:

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    1. Monseor Luquet, obispo de Hsbon, primer postulador de la Causa, cuyo opsculo (1), a pesar desus vacos, tuvo un gran xito y fue traducido a muchos idiomas.

    2. El R. P. Bouffier, S. J., cuyo libro, muy incompleto tambin, alcanz un xito parecido (2). 3. El R.P. Calixto de la Providencia, trinitario. Su obra ms extensa (Toumai, Casterman, 1869; 5' edicin, 1878) fuetraducida a muchos idiomas y particularmente al italiano.

    El Decreto de Beatificacin promulgado por Benedicto XV, el 30 de mayo de 1920, dio motivo adiversas publicaciones que (salvo las del cardenal Salotti) agregan poco a los estudios antedichos.

    Pero el mismo texto del Decreto tiene al respecto una importancia capital: todos los hechos de estavida prodigiosa son en l recordados, resumidos y por lo tanto investidos de una autoridad excepcional.

    Monseor Luquet haba titubeado en dar a conocer al pblico muchos de estos hechos. El Decreto deBeatificacin nos dispensa de esta prudencia.

    Entre los volmenes publicados con posterioridad a la Beatificacin, el de Monseor Carlo Salotti, hoycardenal Salotti: La Beata Ana Mara Taigi (423 pgs., Grottaferrata, 1922), es el ms documentado de todos(3). Sin embargo, Monseor Luquet, primer postulador, y ms cercano a los hechos, recogi muchasinformaciones de que no dan cuenta los Procesos.

    Lo mismo sucede con el P. Calixto. Si bien se muestra muy difuso (como el P. Bouffier, el P.Balzofiore y el P. Silvestre de la Addolorata) con sus sermones, sus dilogos, los cuadros que se imagina.Sera un nuevo error ver realizado el ideal de la historia en una serie de textos. No obstante, su trabajo hizonecesarios los suplementos crticos del cardenal Salotti.

    (1) Roma, Patern, calle San Ignacio, 1849, in-16, 190 pgs. 2 edicin. Pars, Putois-Crett, 1863.(2) Retaux; 5 edic. Reeditado por Tqui, 6 edic., 1935. No he comprobado cambios en esta edicin pstuma.(3) El Cardenal Salotti ha publicado tambin un resumen de tan grueso volumen.

    Lleno de amor por "la gran patrona de Roma", "la sua grande patrona", este compuls todos losTestimonios del Proceso ordinario (1852-1855) (3.500 pginas); del Proceso Apostlico (1863-1880) (3.700pginas); diversos manuscritos, en conjunto, segn nos dice, 14.000 pginas... No debe sorprender que a veceshaya tenido la impresin de ahogarse bajo esa ola de papeles. Cuando los documentos se contradicen, ha dadorazn, con justo ttulo, a los ms antiguos, a las declaraciones "de los testigos ms ntimos y ms familiares".

    En lo que me concierne, adems de acudir a las fuentes, lo que no constituy un trabajo mediocre,estim que mi tarea consista en intentar una sntesis aligerada, no solo de los discursos piadosos yamencionados, sino tambin de las digresiones sobre muchos temas de importancia local: monumentosromanos, familias mezcladas con el relato, etc. Por la misma razn he omitido, con propsito deliberado, elcargar mis pginas con notas y referencias, sobrecarga opresiva para el lector ordinario e intil para loscrticos habituados a consultar los textos originales.

    No obstante, los historiadores encontrarn aqu documentos todava inditos. Debo su descubrimientoa Monseor Flogard, obispo de Limoges, que fue profesor del Gran Seminario de Langres, y al eruditoarchivero de ese mismo Seminario, abate Dufy. Monseor Luquet, obispo de Hsbon, originario de Langres,primer historiador de la Beata Taigi, instituy heredero de sus manuscritos al Seminario mayor: eran ms de50 volmenes! Documentos interesantes para la historia contempornea: relatos de mltiples acontecimientosen los que intervino Monseor Luquet en Roma y fuera de Roma; cartas dirigidas a personas importantes orecibidas de ellas; cartas del cannigo P. Minetti, censor del libro de Monseor Luquet, al que concede elImprimatur (21 de diciembre de 1848); canas de Rosa de Sanctis, dirigida de Monseor Luquet; de laHermana Luisa Micali, nieta de la Beata Taigi, dirigida tambin de Monseor Luquet; cartas de Mara Luisade Npoles, del P. Libermann, del P. Colin, del P. Eymard, del P. Teodoro Ratisbonne, de Dalgairns, del abate

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    Gerbet, de Falloux, de Bonetty, de Rosmini, del P. de Villefort, S. J.... A pesar de los enfadosos altercados(largamente expuestos en estos manuscritos) que han surgido entre el obispo misionero y los Jesuitas apropsito de los cleros indgenas, el obispo de Hsbon se dirige al P. de Villefort para que le dirija.

    Los documentos inditos que interesan directamente a mi relato estn contenidos en un copiosovolumen (N 256-13) en el que se encuentra una docena de cartas de Monseor Raffale Natali, y sobre todoel manuscrito de la nueva Vida de la Beata que la muerte no permiti publicar a Monseor Luquet. Esta nuevavida no es, en general, ms que una reedicin de la primera. Sin embargo, la corrige en puntos esenciales.

    El valor documental de esta nueva vida no escapar a historiador alguno. Acerca de puntos muyoscuros, como el de los "procedimientos" de la Beata antes de su conversin y la ruina de sus padres,Monseor Luquet expone claramente la verdad. Nadie ha estado mejor situado para proporcionarnos estasprecisiones que el amigo de Monseor Madi, el director de Luisa Micali, nieta de la Beata, el primerPostulador de la causa y su primer historiador.

    Me ser permitido aadir que para nosotros, franceses, el papel desempeado aqu por este francs,as como el hecho de que el primer milagro tenido en cuenta para la Beatificacin haya sido realizado enFrancia, junto con otorgarnos derechos especiales a la proteccin de la gran romana, constituyen motivosparticulares de piedad hacia ella?

    Llevaba ya trabajando cinco aos en mi libro, cuando una estada reciente y bastante larga en Roma, lasinvestigaciones personales a que medi ocasin, la extrema claridad con que los Padres Trinitarios facilitaronmis investigaciones, poniendo a mi disposicin las Actas del Proceso, me han permitido revivir, mientras laescriba, la vida de la gran romana. Debo mis agradecimientos, por la bondad con que facilit misinvestigaciones, al R.P. Agostino della Vergine, definidor y postulador general de los Trinitarios.

    Me permito dar aqu su direccin: Va del Quirinale, 23 (Roma 105), para quienes tengan la excelenteidea de ayudarle, mediante sus limosnas, a conseguir, en el centenario de su muerte, la plena glorificacin dela Beata.

    Agradezco igualmente al seor Diego Angeli, conservador del Museo Napolenico (fundacinPrmoli), quien facilit mis investigaciones sobre el cardenal Fesch y Madame Mre (Letizia).

    A.B.Roma, 1936

    N. B.- Los calificativos de santa u otros similares no son empleados en este libro ms que en el sentido vulgar de los casosen que la Iglesia, nico juez en semejante materia, no se ha pronunciado todava.

    Era inevitable, en una vida mezclada con tantos acontecimientos, que se escapasen errores o distracciones a los diversosbigrafos. A m tambin se me escaparn muchos. Agradezco de antemano a quienes tengan la caridad desealrmelos.

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    QUAERENTIBUS DEUM...A LOS INCRDULOS DE BUENA VOLUNTAD

    "Lo sobrenatural, esa es la gran cuestin, la que domina todas las dems. Acaso puede interesar otracosa en el mundo?"

    (Louis BERTRAND: Sainte Thrse, pg. 9).

    "El misticismo completo es el de los grandes msticos cristianos... De su vitalidad aumentada se handesprendido una energa, una audacia, una potencia de concepcin extraordinarias... Uno se pregunta cmohan podido ser considerados como enfermos... Acaso no serviran ms bien para la definicin de la robustezintelectual?"

    (Henri BERGSON: Les Deux Sources de la Morale et de la Religion, pgs. 243-244).

    "Aquel (Dios), que para mostrar su poder y su sabidura, acostumbra humillar el orgullo del siglo,frustrar los planes de los impos por lo que aparece como dbil e insensato a los ojos del mundo, en este sigloen el que la jactancia humana y las potencias infernales parecen estar coaligadas para arruinar, no solo losfundamentos de la Iglesia, sino los de la sociedad civil, l mismo (Dios), opuso a las olas desencadenadas dela impiedad una pobre mujer... A la que haba elegido como hostia expiatoria, como un baluarte contra todaslas maquinaciones, Dios la enriqueci con maravillosos carismas..."

    Decreto de Introduccin de la causa de beatificacin. (8,1,1863).

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    PRIMERA PARTE

    LA PREPARACIN

    ILO QUE ROMA Y EL MUNDO CONTEMPORNEO HAN VISTO...

    UNA PGINA DE LOUIS VEUILLOT

    En 1860 Louis Veuillot ve suprimido su diario L'Univers por la autoridad imperial. Va a consolarse aRoma, en el momento en que Po IX se dispone a iniciar la causa de Beatificacin de Ana Mara Taigi, muertahaca slo 23 aos. El 6 de marzo de 1860 Louis Veuillot, a quien apasiona esta gran figura, escribe a Po IXuna carta en la que solicita la introduccin de la causa. No contento con este paso, consagra a Ana Mara Taigiun captulo del Parfum de Rome.

    Bajo este ttulo: Ana-Mara, Servante de Dieu, escribe: "En el decreto que inicia el Proceso debeatificacin de Ana Mara se dice que fue elegida por Dios para atraerle almas, para ser una vctima deexpiacin, para apartar grandes desgracias, por la virtud de sus plegarias... nada ms que una dbil mujeropuso Dios a las olas desbordantes de la impiedad".

    "Aquella cuyo nombre desconocido es anunciado as al mundo veinticinco aos despus de su muerteera, por su condicin social menos an que una simple mujer. Era una indigente, casada con un trabajador delpalacio Chigi.

    "Hace treinta aos se la vea por las calles, vieja, invlida, yendo a visitar a Nuestro Seor en sutemplo, o en un lecho de dolor. Su pobreza correcta, cierto resplandor de majestad, cierta mirada de lostransentes llamaban la atencin del forastero. Oa decir con respeto, a veces con irrisin: "All va la santa!"

    "En Roma, como en todas partes, los santos encuentran la doble prueba de la admiracin y deldesprecio. Temen la primera, aman la segunda. La pobre Ana Mara no haba podido evitar que se convirtieseen uno de los grandes personajes de Roma.

    "Posea el don de los milagros. Difunda magnficamente a su alrededor la salud, el consuelo, la luz.No peda para s ms que obediencia, amor, sufrimiento. Viva del trabajo de sus manos. "Numerosos testigoshan atestiguado la grandeza de esta noble vida.

    "Era una Teresa, una contemplativa... Pero sin celda. Un marido a quien servir, hombre grosero aunquehonrado; muchos hijos, mil cuidados, enfermedades frecuentes, enemigos, calumniadores.

    "Haba sido hermosa y brillante. No esper a que se marchitase la flor de su belleza y gallarda.Sintindose llamada, dcilmente se entreg.

    "Los dones intelectuales le fueron concedidos por un milagro sin precedentes. Poco tiempo despus dehaber entrado en la vida perfecta vio aparecer un globo de oro que se convirti en un sol incomparablementeluminoso, en el que ella vea todas las cosas.

    Saba, con seguridad, la suerte de los difuntos. Su mirada llegaba a las extremidades del mundo y allreconoca a personas que nunca haba visto y las penetraba hasta el fondo del alma. Los sucesos pasados, lascosas por suceder se revelaban a su mirada.

    "Le bastaba una ojeada: el objeto que llamaba con su pensamiento, se mostraba a su alma. Vea elmundo entero, como nosotros vemos la fachada de un edificio. As como los individuos, se le aparecantambin las naciones: discerna las causas de sus males, los remedios que podan curarlos.

    "Gracias a este milagro permanente y sin lmites, la pobre compaera de Domenico Taigi se convertaen un telogo, un doctor, un profeta. El milagro dur cuarenta y siete aos. Hasta su muerte, la humilde mujerpudo leer, en el sol misterioso, siempre presente.

    "Hasta su muerte no dirigi a l la mirada ms que para la gloria de Dios, cuando la caridad lo quera,cuando la obediencia lo exiga. Si apareca una cosa que ella no hubiera buscado y que no comprenda, se

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    abstena de pedir su explicacin."Pobres, grandes del mundo, prncipes de la Iglesia iban a pedirle consejo o ayuda. La encontraban

    entregada a las humildes tareas del hogar, con frecuencia enferma. No negaba ni su ltimo pedazo de pan ni lahora ms preciosa de su tiempo, y no aceptaba presentes ni alabanzas.

    "Los patronos ms poderosos no pudieron decidirla a hacer salir a sus hijos de la situacin en quehaban nacido. Cuando se le acababan los recursos, recurra a Dios, y l le enviaba lo necesario.

    "Le pareca vivir bien as, al da, como los pjaros. Una reina refugiada en Roma le rog que aceptaraoro. "Seora, le dijo, qu idea la suya! Sirvo a Dios que es ms rico!"

    Tocaba a los enfermos y stos quedaban sanos... Otros, advertidos de su fin prximo, moransantamente. Se entregaba a grandes austeridades por las Almas del Purgatorio, y las almas libertadas venan aagradecrselo.

    Sufra en su cuerpo y en su alma... Saba que expiaba por los dems, que Jess la asociaba a susacrificio, que era vctima con l. Los dolores del amor divino tienen embriagueces inefables. Despus de lacomunin cala a veces como herida del rayo. A decir verdad, el arrobamiento no cesaba, porque la presenciade Dios no cesaba tampoco... Todo sufrimiento le era dulce... Caminaba con los pies ensangrentados; con elrostro iluminado segua su marcha real.

    "He aqu lo que Dios hizo ver en Roma durante ese largo perodo de tempestades que comenz cuandola humilde Ana Mara tomaba el camino de los santos. Po VI mora en Valence; Po VII se hallaba cautivo enFontainebleau; ante los ojos de Gregorio XVI reapareca el monstruo de la Revolucin.

    "Se deca que el reinado de los Papas haba terminado, que la ley de Cristo y Cristo mismo fenecan,que la ciencia relegara pronto entre los fantasmas a ese pretendido Hijo de Dios...que ste no hara msmilagros.

    "Durante ese tiempo Dios suscit a esta mujer que curaba a los enfermos... Le dio el conocimiento delpasado, del presente, del porvenir; afirm el retorno de Po VII... vea ms all de Po IX. Era la respuesta deDios..."

    Estas pginas escritas por Louis Veuillot, en su pequea residencia de la Trinit dei Monti, recibieronlos elogios de Po IX y son un resumen anticipado del Decreto de Beatificacin promulgado por BenedictoXV el 30 de mayo de 1920, una introduccin de las fiestas del centenario. En 1937 celebr la Iglesia elcentenario de la muerte de la Beata Ana Marta Taigi, la gran romana, "la patrona de Roma", segn laexpresin del cardenal Salotti, su ltimo historiador.

    Constituyen tambin una introduccin oportuna para este volumen. La Beata Ana Mara Taigi fue y escada vez ms "la respuesta de Dios" al racionalismo triunfante, pero tambin al racionalismo inquieto enbusca del Dios desconocido. Esto es lo que subrayan los textos de Bergson, de Louis Bertrand, citados en laDedicatoria "A los que buscan a Dios". Se hubiera podido aadir este texto de William James: "Se trata desaber si los estados msticos no sern acaso ventanas abiertas a un mundo nuevo", y este del P. Lonce deGrandmaison, SJ.: "Estas grandes experiencias quedan consignadas como los documentos proporcionados porlos exploradores de regiones inaccesibles."

    Esto define el objeto del libro. No he descuidado ninguna de las investigaciones que podan hacer de luna pgina de historia. Pero el pblico para el cual ha sido escrito no es aquel al que parecen dirigirse losprimeros historiadores de la santa.

    No es, en primer trmino, para los creyentes, siempre asentados en una fe apacible, para quienesescribo (aunque el libro pueda, quiz, servirles tanto ms) sino para esa muchedumbre a la que San Pablointerpelaba en las gradas del Arepago: peregrinos en busca del Dios desconocido, del Dios que buscan "atientas" y que sin embargo "no est lejos".

    Pero los razonamientos de San Pablo hubieran quedado parcialmente sin efecto, si no hubiera podidoaadir con la elocuencia del testigo: Yo he visto a ese Dios con mis propios ojos, lo he odo con mis propiosodos. Eso es lo que ha cambiado mi vida.

    A esas almas de que habla Po XI, "almas naturalmente cristianas en las que la fe es como un fuego

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    bajo la ceniza", predispuestas para la luz por "admirables virtudes naturales", viene a decir este libro: He aqu"la respuesta del Seor", aqu tenis noticias del ms all.

    En fin, a aquellos para quienes "existe en el cielo y en la tierra algo ms que lo que contiene nuestrafilosofa" proponen estas pginas un grandioso tema de meditacin.

    "No hay aqu abajo ms que dos poderes -deca Napolen a Fontanes-: la espada y el espritu, perotarde o temprano el espritu triunfa de la espada". No saba hasta qu punto tena razn al hablar asDocumentos demasiado prolijos para ser tratados a la ligera, nos muestran un duelo organizado por Dios en loinvisible, un duelo atestado por el Decreto de Introduccin citado al margen, entre la Revolucin y Ana MaraTaigi, entre aquel que fue el vencedor y a la vez el soldado de la Revolucin, el auxiliar y a la vez el verdugodel papado, Napolen!, y la humilde Romana. En este duelo, en el que el papado, su libertad, su dogma y sumoral se hallan en juego, el espritu, representado por una mujer sin letras, es quien dir la ltima palabra. LaBeata Taigi vencer a Napolen y gracias a una disposicin admirable de la Providencia, consolar y guiaren el destierro a Letizia, la anciana madre del Emperador destronado, as como al cardenal Fesch, hermano dela emperatriz.

    IILA MISIN DE LA BEATA ANA MARA TAIGI.

    -A. MODELO DE SANTIDAD EN LA VIDA COMN. -B. EXPIADORA.-C. BALUARTE DE LA IGLESIA

    Lo que acabo de escribir no debe hacernos olvidar otros aspectos de la realidad.La misin de la santa tal como nos la exponen el Decreto de Introduccin y el Decreto de

    Beatificacin es compleja:

    A. - Dar a las familias, a las esposas, a las madres, un modelo. Las vrgenes, las monjas, las viudascanonizadas por la Iglesia, no se cuentan.

    La Beata Taigi, sola, pone ante nuestros ojos la santidad de la madre de mltiples maternidades, de laesposa que, hasta su muerte, permanece sumisa a un esposo "piadoso y honrado pero rudo, grosero yviolento". Este modelo es para todas las esposas, particularmente para las que se ganan el pan con el sudor desu frente; la Beata Ana Taigi fue pobre.

    En ella la Iglesia canoniz la vida comn, el ideal de Nazareth.

    B. - En esta vida comn, Ana Taigi es una vctima de expiacin; expa las faltas de los pastores y delas ovas. En el corazn de esta pobre mujer golpea la justicia de Dios como sobre un yunque... Es elPararrayos del papado y del mundo... "el pararrayos y el faro" de la poca revolucionaria, insisten los Papas.

    Perodo apocalptico en el que los tronos se hunden, en el que los pueblos se hacen ingobernables...Ana Taigi, pobre voluntaria, hambrienta de permanecer oscura, es "la condenacin de este siglo en el quepredominan la materia, la mentira y el orgullo", afirmaba ya Po IX (4,3,1874), la apologa viviente de lasfuerzas espirituales... El filosomismo volteriano, el cienticismo embriagado por el descubrimiento del vapor yde la electricidad han desahuciado a lo sobrenatural. Dios suscita a esta mujercita "focmellam" para "abatir elfasto del siglo, para oponerla a las olas de la impiedad levantadas para arruinar los fundamentos de la Iglesia yde la sociedad civil, hace de ella una hostia de expiacin y un baluarte".(4)

    En ella se naturaliza lo sobrenatural; una vez abolidas las fronteras de b invisible, Dios camina entrelos hombres.

    (4) Decreto de introdo, 8, 1, 863.

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    IIILOS ORIGENES. -LOS GIANNETTI, BURGUESES DE SIENA.

    -A. NACIMIENTO DE ANA: 29 DE MAYO DE 1769. -LA RUINA. - PARTIDA PARA ROMA.-B. ROMA: LA ESCOLAR. - SAN BENITO JOS LABRE.

    A. -Ana Mara nace en Siena el 29 de mayo de 1769. La corte de Luis XV, abismada en los placeressensuales, en las luchas de intrigas, prepara activamente su ruina y la de la cristiandad.

    El ministro Choiseul se regocija al ver a la prensa arrojar sobre Francia oleadas de escritos en los queson escarnecidas las viejas creencias. La Enciclopedia, detenida al principio, reanuda su impulso. Voltairereina. Anciano de 75 aos, inunda al mundo con sus "encclicas".

    Todo est minado: la Iglesia, la moral, la realeza. La controversia es festiva, el vicio, desvergonzado.Luis XV, sexagenario, acaba de envilecer su reinado. Gentes taimadas, para alejarle de un nuevo matrimonioque podra sentarle el juicio, le arrojan una mujer recogida en el lodo, la Du Barry. El precio del pan sube, eldficit es de 74 millones, el pueblo refunfua, el joven prncipe, condenado a llegar a ser Luis XVI, se une auna archiduquesa de Austria, la infortunada Mara Antonieta. Fiestas esplndidas, deshonradas por lapresencia de la Du Barry, ensangrentadas por la muerte de 1.200 parisienses, entre los cuales han sembrado elpnico los fuegos artificiales.

    En Roma reina Clemente XIV, quien, cediendo a la splica de los Borbones, va a suprimir a losJesuitas. Las naciones ms catlicas son arrastradas por el torbellino: Espaa, Austria, Italia, Polonia. Lanobleza de este ltimo pas rivaliza en impiedad, en tanto que su rey vende a su patria. El 7 de julio de 1770 seinaugura en Varsovia un templo masnico; 250 carrozas, escribe el Nuncio, se hallaban a la puerta; la ms altanobleza se apretujaba en el templo. Las mismas princesas reivindican el honor de estar afiliadas a lamasonera, siguiendo el ejemplo de la princesa de Lamballe. El duque de Orlens (Felipe Igualdad) presidirla masonera francesa.

    En Siena, patria de Ana Mara, los Jesuitas, arrojados de su colegio, deben secularizarse.La Beata pertenece a una familia honorable: su abuelo, Pietro Giannetti (5) dirige en Siena una

    farmacia; su hijo Luigi, despus de haber seguido los cursos que le permitirn suceder a su padre, se casa conuna buena cristiana, de poca fortuna, Mara Santa Masi, que le da pronto, el 29 de mayo de 1769, una hija, lafutura Beata. Dos meses y medio despus (1 de agosto de 1769), frente a esta tierra toscana, ms all de la islade Elba, en la isla de Crcega, nace Napolen I. Este es, como Ana, de sangre italiana y toscana y como ellahijo de burgueses empobrecidos. Treinta aos ms tarde se encontrarn alrededor de la sede de San Pedro; l,el vencedor del mundo, para derribarla; ella, la pobre esposa de un mozo de cordel, para defenderla, mula deCatalina de Siena que fue el "baluarte del Papado" en el siglo XVI. Una vez ms la debilidad dir la ltimapalabra.

    Aunque Napolen y Anita probablemente no se vieron nunca, "La historia -escribe el cardenal Salotti-deber relacionar esos dos nombres cuando hable del infortunado Po VII llevado de prisin en prisin por eltodopoderoso Emperador, pero sostenido por las lgrimas y las plegarias de la santa mujer". Po VII recobrarsu libertad, en tanto que el Emperador ir a la isla de Elba. "La plegaria de la Beata habr pesado ms quetodo el poder de los ejrcitos imperiales. La historia que se limita a estudiar los acontecimientos sociales ypolticos desde el ngulo humano no pensar en realzar esta influencia de una pobre mujer.... en la cada deNapolen. Pero lo que no ve el historiador pertenece a los misterios de un Dios que, atendiendo a la plegariade un alma sencilla, decide abatir a los poderosos y humillar a los soberbios".

    Bautizada el da siguiente de su nacimiento, en la iglesia de San Juan Bautista de Siena, recibe all losnombres de Ana Mara Antonia Gesualda. Amamantada y criada por su madre, llega a los seis aos de edad.A esa edad la que, en 1352 deba morir a los 33 aos, con todo el peso de la Iglesia encima, Catalina, hijavigsimatercera del tintorero Benincasa y de la desptica Lappa, vio sobre el templo de los dominicos a Cristorevestido con ornamentos pontificales, revestido con la triple tiara, que la llamaba para salvar la "navecilla" de

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    Pedro.Hasta entonces se ha visto a Anita jugar entre los olivos y los cipreses, los espaldares de vias y de

    rosas que coronan la alta meseta, en las murallas rojas que dominan las llanuras arenosas de la Toscana.Ahora bien, he aqu que se va a pie, con su pobre vestido ajado, dando la mano a su padre y a su

    madre, cargados de paquetes atados con cuerdas. Abandonan Siena, para no volver nunca a ella, a la hora enque las miradas indiscretas no podrn humillar su infortunio. A la luz matinal, los largos pmpanos de lasglicinias flotan en las aguas torrentosas de la Tressa.

    La caravana se dirige a Roma, donde ocultar su miseria. Segn una versin un poco fantstica, a lamuerte de su padre, Luigi Giannetti (5) se encontr en situacin precaria. Hostigado por acreedoresimplacables, implora intilmente una prrroga. Sus propios deudores se esconden. Hombre de negociosmediocre, pero buen cristiano, antes de despojar a sus acreedores mediante una quiebra legal, o hacerembargar a sus deudores, Luigi vende sus ttulos comerciales y paga todas sus deudas. La ruina es completa,pero el honor est a salvo.

    (5) O Gianetti; se encuentran las dos ortografas.

    Los documentos imponen otra versin que por otra parte no invalida completamente la anterior. Sofa,hija de la Beata, y Monseor Luquet, el amigo de su familia, nos afirman que Luigi se arruin "por su culpa,sus extravagancias, su pereza, su falta de juicio"; el confesor de Ana aade: "Honrado y de buena conducta,Luigi era de un temperamento extravagante, disipador; su poco juicio le oblig a abandonar Siena". Luigiliquida para ir a Roma a buscar fortuna. Y encuentra all el infortunio. Ms o menos merecida, la decadenciano ser por eso menos dura. Pero Dios utiliza las tonteras de los hombres. Era preciso que la hijita de Luigi yde Santa fuese a Roma, corazn del mundo, y que viviese all en la pobreza.

    Estamos en 1775. El viaje se realiza en pequeas jornadas, para proporcionar la fatiga con la debilidadde Anita. Se pasa la noche en alguna granja hospitalaria.

    Quiz el pequeo grupo se une a una de las mltiples caravanas que llevan millares de peregrinos aRoma para el Jubileo del Ao Santo. Po VI, recin elegido y que, despus de un reinado de 24 aos, morirprisionero en Valence, lo ha dispuesto todo para que esas muchedumbres sean acogidas fraternalmente. Lafamilia Giannetti se beneficia con esas facilidades.

    B.- Roma.- Los tres peregrinos de la pobreza involuntaria llegan al barrio popular de los Montes,donde vive un peregrino de la pobreza voluntaria, San Benito Labre. Hasta la muerte del santo, sobrevenidaocho aos ms tarde (1783), los Giannetti habitarn en una pobre posada del barrio, en la calle de Vergini. Sinduda encontraron muchas veces al joven santo, cuyos rasgos recuerdan a los de Roberspierre, en Nuestra Sra.de los Montes, a los pies de esa virgen milagrosa, testigo de sus xtasis, junto a la cual se le enterrar. Elmircoles santo de 1783, el mendigo extraordinario cae moribundo en las gradas del templo. Transportado a lacasa de un carnicero, Va de Serpenti, muere en ella a las 8 de la noche, a la edad de 35 aos.

    Los nios (y sin duda Anita, que tiene 14 aos) recorren la ciudad gritando: "E morto il santo! Elsanto ha muerto!". Roma hace al pobre piojoso exequias triunfales. Santa, la madre de Anita, "habituada atales actos de caridad", ayud a lavar y a vestir al muerto. Este ser un precioso recuerdo de familia. Santallevar siempre con ella una imagen del santo, le invocar, sacar de ese recuerdo, para comunicarla a su hija,"la inteligencia del pobre".

    Los Giannetti llegaron a la Ciudad de las siete colinas en el momento en que Po VI acababa de serelegido despus de un cnclave laborioso. La ciudad estaba de fiesta y la vida era fcil. Luigi, siemprecaprichoso, gran seor, amigo de la siesta... encontrar ms tarde un puesto de domstico. Mientras esperavive "a expensas de su mujer, que va de casa en casa haciendo la limpieza". No desprovista de defectos, Santaes por lo menos piadosa, sensata y valiente. Todo descansa en ella.

    Anita lleva por la maana su desayuno en una cesta de mimbre y se dirige a la escuela gratuita de las"Maestras Pas", "Maestre Pie", fundada a comienzos del siglo XVIII por santa Luca Filippini (6).

    (6) Vase el libro del cardenal Salotli: La Santa Luca Filippini, fondatrice e superiora dellIstituto delle Maestre Pie

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    Filippine (630 pgs.)

    En la escuela de la Va Graziosa Anita, por su exterior agradable, sus maneras distinguidas, su espritupenetrante, su piedad sincera, se convierte en la alegra de las maestras.

    Su educacin bien entendida aade a las lecciones de religin, de escritura y de clculo, la enseanzade los deberes caseros. Anita aprende los afluentes del Tber, pero se familiariza, lo que le importa muchoms, con el arte de hacer un vestido y una sopa, de devanar la seda y ponerla en bobinas.

    Hacia los siete aos la llevan a confesarse. A los once aos recibe la Confirmacin, en San Juan deLetrn, "la iglesia Madre y Cabeza de todas las iglesias". A los 13 aos hace la primera Comunin en suiglesia parroquial, San Francisco de Paula. Se han multiplicado las hiptesis piadosas acerca de estos dosacontecimientos.

    El bueno de Domenico, marido de la Beata, al declarar, ya anciano nonagenario, con respecto a lasvirtudes de su compaera, dira buenamente: "Sus padres eran buenos cristianos. Hicieron dar, estoy seguro deello, una excelente educacin a su hija; le hicieron administrar los santos sacramentos en el tiempo oportuno,pero yo no s exactamente la poca... S, sin embargo, a ciencia cierta, que la llevaban a la iglesia a primerahora de la maana para or la Santa Misa. Se confesaba frecuentemente, lo supongo." Expresin encantadora.

    Es posible que las buenas mujeres del barrio se interpelasen con la escoba en la mano, al pasar ellahacia la escuela con su paoleta roja en la cabeza, para decir: "Oh, qu bella nia!" No le falta ms que unaenaguas blancas con franjas doradas para parecerse a la hija de un seor " El P. Calixto aade, segnMonseor Natali, que no dejaba de hacer con sus padres sus plegarias de la maana y de la tarde. A esto seaada la recitacin del rosario y Anita anunciaba los misterios. Por la maana ayudaba a su madre en todaslas tareas de la casa y, en la tarde del domingo, iba ala iglesia parroquial para or all la explicacin delcatecismo. He aqu las sombras: los reveses de fortuna, a los que se acomoda la infancia, no deformaron elnatural ardiente de la pequea sienesa, pero agriaron a su padre y su madre. Tristes, irascibles, al sucederse losdas, lejos de familiarizarse con su decadencia, no hacen ms que irritar la llaga. Luigi, el primer responsable,lejos de castigar su culpa, vierte su malhumor sobre la nia y la "maltrata" sin motivo.

    Ellos no comprendern nunca. Anita comprender ms tarde. Entretanto, inclinada su cabeza, Dios lamodela. Parece que apenas pas ms de dos aos con las Maestras Pas. Licenciada por una epidemia deviruelas que dejar huellas en su rostro sin alterar su armona, y obligada luego a suplir a su madre en lastareas caseras, no volver a la escuela. Ha aprendido a leer, no a escribir. Aquella sobre la que se escribirninfolios nunca sabr escribir y apenas firmar. Los admirables relatos, revelaciones y contemplaciones quetenemos de ella han sido dictados. Dios hizo un milagro para ensear a Santa Catalina de Siena la escritura.En el siglo de las luces no se dign hacerlo por Ana Taigi.

    Lo que ofrecer al Promotor de la fe (el futuro cardenal Verde) ocasin para enrgicos ataques. Perolos abogados de la causa respondern justamente que las voluminosas memorias, redactadas por el sacerdotesecretario, Monseor Natali, no son menos obra de la Beata que la historia de Santa Catalina de Siena porRaimundo de Capua es obra de Catalina. Aunque todo sea "edificante y til para los historiadores" en losrelatos de Monseor Natali, se debe tener (como l mismo dice) por "estrictamente autnticas" susdeclaraciones jurdicas, hechas bajo la fe del juramento.

    Por otra parte, muy pocas vidas de santos, digmoslo en seguida, descansan en documentos tan ricoscomo la vida de Ana Taigi. Adems de los dos gruesos volmenes que formarn las memorias del PadreFelipe Luis, confesor de la Beata, y las memorias de Monseor Nata/i, su confidente (estas ltimasfastidiosamente tachadas y anotadas por los hagigrafos que las utilizaron) poseemos este documentosobresaliente: la declaracin en mil pginas del cardenal Pedicini. De una noble familia de Benevento, elmarqus Pedicini, convertido en sacerdote, acepta ser el secretario de la humilde obrera. Durante treinta aosanotar da a da los hechos resumidos en su larga declaracin. Creado cardenal por Po VI, prefecto de laCongregacin de la Inmunidad por Len XII, prefecto de la Congregacin de los Ritos por Po VIII, prefectode la Propaganda y vicecanciller de la Santa Iglesia por Gregorio XVI, no morir hasta seis aos despus que

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    la Beata, despus de haber presentado su testimonio con tiempo sobrado y en la forma jurdica. Se trata de undocumento histrico de valor excepcional, por otra parte ampliamente confirmado por las declaraciones deuna veintena de testigos: la familia de la Beata, prncipes de la Iglesia, gentes del pueblo, miembros de laaristocracia romana.

    As pues, Ana no sabr escribir: todo lo ms se la ver garrapatear su firma, lo que no le impedirconocer su catecismo a la perfeccin, "tan bien como un cura", segn declara su hija Sofa, recitar el libro delos salmos, sorprender a los telogos con la seguridad de su ciencia. Don gratuito, pero tambin beneficio dela primera educacin cristiana.

    Sus pruebas precoces le van a salvar de un primer peligro: el orgullo. Si bien es pobre, los dones queha recibido de la raza le crean, no obstante, entre los pobres una superioridad que ella no ignora; por otraparte, es una nia obediente y buena; la abuela Santa la presentar como ejemplo a sus nietos: "Ana Mara,vuestra madre, no obraba as..."

    IVA.- AN1TA AMA DE CASA Y APRENDIZA, 1781. B.- LA CRISIS MORAL, 1782-1788.

    C.- DONCELLA

    A.- Ana Mara llega a los trece aos de edad. En esa poca no se habla ms que de las audacesinnovaciones financieras de Necker y de batallas. Luis XVI inaugura su reinado personal con una serie deguerras.

    Francia, Amrica, se baten contra Inglaterra, que termina por reconocer la independencia de losEstados Unidos. Las armas de la monarqua han fundado una Repblica. Las ideas nuevas triunfan. En Romay en Pars se apasionan por Diderot, d'Alembert, el Contrato Social y los acrstatos. "El hombre -se canta- haconquistado los cielos y triunfado de los dioses". El mesmerismo, religin nueva para uso de los incrdulos,tiene sus fanticos y sus convulsionarios, el mismo Luis XVI, mezclado con una muchedumbre aulladora a laque no cansan cien representaciones, aplaude los sarcasmos que escarnecen a seores y reyes, a la religin y lamoral.

    Ana Taigi devana la seda y corta vestidos en un taller dirigido por dos solteronas que le consagran unafecto maternal y remuneran con escasos escudos su trabajo de aprendiza. Al volver a casa lava la ropablanca, prepara la polenta y se esfuerza por arrancar una sonrisa a los rostros de Luigi y de Santa, domsticosinamovibles, pero no resignados.

    B.- Esta existencia en claroscuro no deja de contribuir a determinar la crisis de que vamos a hablar. Elprimer historiador de la Beata, un francs, Monseor Luquet, Obispo de Hsebn, postulador de la causa,amigo y confidente de la familia Taigi habla de los "aos tempestuosos" que precedieron a la conversin deAna.

    "El mundo -escribe- le sonrea. Ella quera gustar sus alegras sin sospechar sus peligros. La honradezde su alma le preserv de cadas a las que su juventud, sus gracias y su temperamento impetuoso le hubiesenexpuesto demasiado. La seduccin del placer trat intilmente, esta vez, de penetrar en ella... Vio que porhaber resistido a los primeros ataques del enemigo no estaba garantizada contra una futura derrota. Resolviponer al abrigo su virtud, colocndola bajo la salvaguardia de un casamiento casto".

    Otros bigrafos acusarn a estas lneas de exageracin.Moseor Luquet no es de los que creen en las santidades ya hechas. Su propia vida le ha instruido. Se

    encuentra el relato de ella en los 50 volmenes manuscritos que dej en herencia al Gran Seminario deLangres, fuente a la que debo muchos manuscritos inditos. Dios le prepar duramente para comprender a lagran expiadora.

    Joven arquitecto de Langres, conocido por obras de arqueologa, bastante mundano, se convierte porun milagro. Ingresado en el Seminario de las Misiones Extranjeras, escribe sobre la formacin del clero

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    indgena una memoria precursora que anuncia las directivas de Po IX. En las Indias es el alma del Snodo dePondichry que le ruega que redacte sus Actas y las presente en Roma. Estas Actas reclaman en particular laformacin de nuevas dicesis. De tal modo se aprueba la reclamacin que l es nombrado titular de uno de losnuevos obispados. Pero una orden religiosa "que se cree criticada" por la obra de Monseor Luquet se opone asu regreso a las Indias. Desde entonces le persigue la desgracia. Apenas si puede reaparecer en su dicesis deLangres. Encargado todava de algunas misiones diplomticas por la Santa Sede, se retira finalmente a Roma,se entrega all a la oracin, a las buenas obras, compone opsculos de piedad y de ciencia, trabaja en laglorificacin de la Beata Taigi, a la que debe muchas gracias. Agotados sus modestos recursos, encuentra unasilo de caridad en el Seminario Francs, vive en l pobremente, oculta bajo un manteo verdusco su cruz deobispo, barre su habitacin, hace su cama... Anacoreta en medio de Roma, un cncer le lleva a la muertedespus de dieciocho meses de espantosa agona. Po IX, al saber su fin prximo, le anuncia su visita, pero eldesterrado ruega a Po IX que le enve solamente su bendicin. Muere en la soledad, legando al Seminario deLangrs, con sus papeles, una nueva vida manuscrita de la Beata.

    El Padre Bouffier, S.J. si bien no insiste en "la juventud tempestuosa" de Ana, tampoco trata dedisimularla. Ella conoci, dice, la "fascinacin de la bagatela". Contra lo que se levanta el Padre Calixto,trinitario. "Es cierto -dice- que ella misma se acus de faltas graves... pero nosotros pretendemos que no sepuede encontrar en ellas ni siquiera pecados veniales". Afirmacin gratuita. Su vanidad, resume el cardenalSalotti, le expuso a numerosos peligros, pero no cay.

    El oficio de devanadora de seda ofreca recursos demasiado modestos a esa vanidad, por lo que Anabusca otra cosa, estimulada por su madre. Esta no ha conservado ms que un vestigio de su lujo burgus: estajoven Ana Mara, gloria del barrio, a la que llama con ms frecuencia de lo que conviene: "Preciosa!" Serapor otra parte un milagro que la joven sienesa ignorase que tiene un talle bonito, un lindo rostro, un acentodistinguido, que los jvenes tomen sus collares de vidrio por collares de perlas. Todo esto no es criminal enesta italiana de 16 aos que suea con fundar un hogar, como tampoco los romances sentimentales de quegusta, ni los bailes que no detesta. Lo que asegura el seor cura es que Anita, "la linda", es una feligresa fiel asus oraciones, a la comunin del domingo y hasta que a veces se la ve durante la semana en la misa matinal.

    Ahora bien, en marzo de 1782 anuncia el seor cura que el Papa Po VI va a salir de Roma para Viena.Es preciso rogar para que el joven emperador Jos II y su ministro Kaunitz, discpulos de los filsofos,escuchen al Papa. Quieren reformar la Iglesia, someterla al poder secular. Si su deseo triunfa, habr de verseministros sin fe reglamentar la fe. Una luz sbita muestra acaso a Anita que debe inmolarse por el triunfo delpapado? El P. Calixto lo afirma.

    Al regreso de Po VI, dice tambin, Anita se mezclar con la muchedumbre entusiasta y comprender,por el aspecto preocupado del Papa, que comienzan las grandes tribulaciones. Jos II, "el sacristn", ha hechoalgunas promesas que no mantendr. El josefismo, aliado con el filosofismo, va a minar el altar y el trono. Laaristocracia vienesa aplaude en ese momento el gran xito parisiense: Le Mariage du Figaro: "Beber sin sed yhacer el amor en todo tiempo: solamente esto nos distingue de los dems animales... Tratar de ennoblecer lapobreza de los medios con la importancia de los objetos: he ah toda la poltica... Nobleza, fortuna... quhabis hecho para tanto bien? Os habis tomado la pena de nacer".

    Par le sort de la naissance,L' un est roi, l'autre est berger,Le basard fit leur distance,L' esprit seul peut tout changer.De vingt rois que lon encenseLe trpas brise lautelEt Voltaire est immortel. Et Voltaire est immortel! (7)

    La muchedumbre repite locamente el estribillo:"Tout finit par des chansons. Tout finit par des chansons..." Et du sang...

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    (7) Por la suerte del nacimiento - el uno es rey, el otro es pastor -el azar les distanci-, solamente el espritu puede cambiarlotodo. -De veinte reyes que se inciensa - la muerte rompe el altar...- Y Voltaire es inmortal. Y Voltaire es inmortal.!

    C.- En 1787 Ana Mara deja su taller y busca un puesto ms lucrativo. Su padre, Luigi, quienrenunciando a vivir como rentista se ha hecho domstico, en el palacio Mutti, o Maccarani, sabe precisamenteque su patrona, la seora Mara Serra, busca una doncella. l le propone a Anita. La seora Serra queda tansatisfecha con el ofrecimiento que propone a su vez ocupar tambin a la mam. Los Giannetti transportan suescaso mobiliario al palacio.

    Mltiples beneficios! Trabajarn todos juntos. Santa no tendr ya que correr de casa en casa pararealizar sus tareas de limpieza.

    La signora Serra, que llega entonces a la treintena, no cesa de elogiar los encantos de su jovencamarera... Anita, que ha conocido ya muchos peligros, ve que se fijan en ella miradas insistentes, se alegra deello y pasa algn tiempo ms ante su espejo. No olvida por otra parte a Dios. En cuanto a la seora Serra, suama, sigue siendo un enigma. El registro parroquial de San Marcial anota en el ao 1789: "Palacio Mutti:Signara Mara Serra, de Gnova, casada, 33 anos". Ahora bien, esta dama casada que se llama ora Serra, oraMarini, ora con el nombre de su esposo, ora con su nombre de soltera, que tiene por lo menos tres o cuatropersonas a su servicio, recibe sus comidas de un palacio vecino (el del prncipe Chigi). Quien las lleva es elfuturo marido de Anita. Nadie dice que su esposo haya muerto... Por dnde anda? El P. Calixto confiesa quetuvo una sospecha: la pensin alimenticia proporcionada por los Chigi a la seora, no ser acaso "la seal yla remuneracin de alguna debilidad? Y pudimos adquirir la certidumbre ms completa de que no noshabamos equivocado". El cardenal Salotti se limita a observar que, separada de su marido, llevaba su nombrede soltera y que su casa estaba unida por la amistad con la de los Chigi. La Signara no era, pues, al parecer, ono haba sido siempre un modelo de virtud y Anita no se hallara all y poco despus en casa de los Chigi, enuna escuela de austeridad. El Padre Calixto se pregunta si la dama, a la que excelentes testigos califican de"dama piadosa, respetable, de las ms recomendables", permaneci mucho tiempo en su mal camino. Por lomenos a su muerte, que le sobrevino a una edad muy avanzada, "gozaba de una buena reputacin debeneficencia y de virtud. Es de presumir que la Beata, que no pudo ignorar siempre la irregularidad de suconducta, le habr obtenido, en recompensa de los testimonios de afecto que haba recibido de ella, la graciadel arrepentimiento".

    Entretanto, la coquetera de Anita iba en aumento. No adverta "los gavilanes que rondan alrededor dela paloma". "La bella joven -dice el Decreto de Beatificacin- encontr pronto esos peligros que amenazan ala honestidad". Algunas palabras la ofendieron. Su conciencia se despert; busc un protector que lepermitiese permanecer honesta y... un poco coqueta.

    VLOS ESPONSALES Y EL CASAMIENTO DE ANA TAIGI. - SE CASA CON UN MOZO DECORDEL DEL PALACIO CHIGI, EL 7 DE ENERO DE 1790. -B. SEGUNDA CRISIS.

    Anita se hallaba desde haca cerca de tres aos al servicio de la Signara Serra cuando la Providenciapuso en su camino al bueno de Domenico Taigi.

    Desde hace algn tiempo Anita se haba interrogado (8) sobre su vocacin: el claustro o el mundo? Suconfesor le haba sugerido: puesto que no has tenido el pensamiento de la vocacin religiosa, sigue el caminocomn, mediante un casamiento honesto.

    (8) Si empleo aqu y all estas frmulas dubitativas es porque me parece que los textos no proporcionan la certidumbre.Tambin me suceder que cite textos sin subrayar los recortes con puntos suspensivos respetando, por supuesto, elsentido de la cita.

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    La mam Santa piensa del mismo modo y suea con el caballero que, conquistado por el encanto deAnita, les devolvera el prestigio de que gozaban en Siena Ay!

    Dios enva un mozo de cordel, un subdomstico, el bueno de Domenico.Es cierto que el P. Balzofiore, agustino, en su vida de la Beata, dedica un apndice a demostrar la

    noble ascendencia de los Taigi, o ms bien de los Taeggi. Pues este nombre de Taigi fue inventado por lasMaestras Pas cuya escuela frecuentaron, como ella, las hijas de la Beata. Adoptado por su pronunciacin msfcil por las maestras y las discpulas, el nombre Taigi termin por prevalecer; el libro de Monseor Luquetpropag el error, consagrado finalmente por el Decreto de Beatificacin. Pero la "nmina de los domsticosdel palacio Chigi" conserva a Domenico su verdadero apellido Taeggi, apellido en otro tiempo casi tan ilustrecomo el de los prncipes Chigi y de los Bonaparte, patricios florentinos. (9) Antes de caer en la miseria, losTaeggi della Valle Taeggia son llenados de honores desde el siglo XV por el rey de Francia, duque de Miln,y por Francisco II Sforza. Un colegio fundado en Miln en el siglo XVII por el conde palatino Taeggi lleva sunombre.

    (9) Un P. Buenaventura Buonaparte, capuchino de Bolonia, haba sido beatificado.

    Estas consideraciones, si las conoci, pudieron consolar a Santa y hacerle su yerno menos antiptico.Nacido en 1761 y habiendo ido tambin a Roma para buscar all fortuna, el descendiente de los condespalatinos es mozo de cordel, al servicio del cocinero del prncipe Chigi; lleva sacos de legumbres, cargas delea, pilas de platos, lo que le ha encorvado un poco. El que sus camaradas llaman "el bello Angiolino" es, sinembargo, un bello mozo, de cabellos negros ensortijados, de estatura mediana, robusto. De costumbresirreprochables y de una piedad slida, es, dice el Decreto de Beatificacin, ruchbus incultisque moribus atqueingenio moroso, de costumbres groseras y rsticas, de carcter difcil. Este carcter forma un contrasteperfecto con el de la Beata; l es lento para comprender, terco y violento: ella es pronta, gil y suave, nacidaen la ciudad "ms civilizada de la Pennsula", y todo esto har un matrimonio perfecto

    Una o dos veces al da Domenico lleva su comida desde el palacio Chigi a la Signara Serra. El palacioChigi ocupa todo el norte de la plaza Color y una de sus fachadas da al Corso.

    Mussolini, el Duce, antes de fijar su residencia en el Palacio Venecia, juzg que el palacio Chigi eradigno de alojar al estado mayor fascista. Todava hoy en da ese palacio alberga al Ministerio de NegociosExtranjeros.

    El palacio "de las 300 ventanas", como la mayora de los viejos palacios romanos, hace pensar a la vezen una fortaleza y en un convento: espesas rejas de hierro forjado en los pisos inferiores, muros de color deladrillo; en un ngulo la estatua de la Madona, ante la cual arde una lamparilla.... Es preciso penetrar en elinterior, subir las amplias escaleras de mrmol blanco, recorrer las hileras de salones llenos de estatuas, decuadros, de tapices, bajo los altos techos dorados, de dorados artesonados, en los que se exhibe la anatoma delos amores alados y dorados... para sospechar el fausto de esas residencias principescas.

    Ahora bien, es en ese palacio en el que todo respira la prisa de vivir donde transcurrir en gran parte lavida de la extraordinaria expiadora. Pues los palacios no son palacios para todos sus habitantes. El matrimonioTaigi habitar en la parte destinada a los criados: dos habitaciones que dan a la parte opuesta a la plazaColonna, sobre la estrecha callejuela del Sdrucciolo, encerrada entre las altas fachadas, sin luz y sin sol. Esacallejuela, un poco ensanchada ahora hacia el palacio del Parlamento, ha sido adems pavimentada, pero unainscripcin en mrmol del 28 de agosto de 1791 hace sospechar la cloaca que fue. Bajo penas severas, losediles prohben hacer de ella un depsito de inmundicias malolientes. Ms tarde, en el palacio Fiorelli, de laplaza San Ignacio, la Beata residir igualmente al borde de la estrecha Va Del Burro, trabajar all en laoscuridad diecisis y veinte horas por da. Se explica que se quedase casi ciega.

    La familia Chigi, una de la ms nobles y ms benemritas de la ciudad, originaria de Siena, como lafamilia de Ana, ha dado nacimiento a muchos Papas.

    El papel muy humilde que desempea Domenico junto al Prncipe no impide que ese patricio loestime. Una primera prueba de ello se encontrar en el papel delicado que se le encarg con respecto a la

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    pensionista Serra. Otra prueba ms significativa todava: Mariscal de la Santa Iglesia romana y guardinperpetuo de cnclave (10) el prncipe Chigi llevaba consigo al bueno de Domenico cuando tomaba parte en loscnclaves. El mozo de cordel le acompa as en tres ocasiones. En la eleccin de Po IX, aunque ya retirado,el Prncipe rog una vez ms a Domenico que le acompaase. l se excus con los achaques de la edad. Sinembargo no muri hasta 7 aos ms tarde, a los 93 aos de edad, despus de haber podido declarar librementeen la investigacin cannica.

    (10) La dignidad hereditaria del Mariscal del Cnclave haba entrado en la casa de los Prncipes Chigi por decreto deClemente XI (1712).

    Su extensa declaracin, extremadamente sabrosa, testimonia un buen sentido robusto, una piedad unpoco corta, pero slida. Se comprende la reflexin atribuida al prncipe Chigi mientras palmeaba cordialmenteen el hombro al buen mozo de cordel: "Domenico: irs ciertamente al paraso llevando a toda la familia Chigisobre los hombros".

    Entretanto, Domenico llevaba la comida a la signora Serra, charlaba un poco con Luigi y MaraGiannetti y beba en la despensa d vaso de vino ritual. No era preciso ms para que la amistad les uniese atodos, ni tanto para que Domenico se fijase en Anita. Ella llegaba a sus veinte aos, l tena veintiocho. Ellabuscaba un apoyo, un cristiano honrado, capaz de ganarse la vida; l buscaba una compaera de buena salud,agradable y activa. La diplomacia popular no conoce los largos rodeos. Domenico comprendi que su peticinsera aceptada. Monseor Luquet y la hija de la Beata afirman sencillamente: "Domenico agrad a la joven yla joven agrad a Domenico". Hombre prudente, procedi no obstante, a informarse. Las dos solteronas cuyotaller haba frecuentado Anita, la signora Serra y el seor cura dieron buenos informes. El prncipe Chigi, porsu parte, consinti en conservar a su mozo de cordel una vez casado. Los Giannetti consultaron tambin conlos criados del palacio Chigi. Fue un concierto de elogios. Es cierto que para los Giannetti, burgueses deSiena, semejante unin consagraba la decadencia, pero se hallaban lejos de Siena y la pobreza adormece lassusceptibilidades. En cuanto a las diferencias de humor.... los pobres atribuyen una importancia secundaria aesos detalles. No es sabido acaso que nadie es perfecto, que es preciso llevar su cruz y que el trabajo existepara cortar por lo sano los anlisis sentimentales?

    Domenico detallar el gran acontecimiento a los personajes del Proceso Ordinario: "Cuando me quisecasar ped informes sobre la Servidora de Dios y su familia. Como esos informes fueron excelentes, me decida casarme con ella. Tena ella entonces alrededor de dieciocho aos. Serva a cierta seora Mara. Como yollevaba la comida todos los das a esa dama que viva en el palacio Maccarani, conclu el casamiento en unmes. La ped tanto a su madre como a su padre, quien serva en la misma casa, despus de haber tenido laseguridad de la joven de que se casara conmigo. S que ella rog a Dios a fin de conocer su voluntad. Yo lohice por mi parte. Me acuerdo todava de que estaba vestida decente y convenientemente". Esto est claro. Sinembargo, el P. Calixto busca en ello sutilezas, se levanta contra este hecho imposible: la ped despus de tenerde ella la seguridad de que se casara conmigo. La piedad de Ana Mara, bien conocida de Domenico -afirma-no permite suponer que l se atreviese a pedir a Ana ese consentimiento, ni siquiera a hablarle de matrimonio,antes de haber hablado de ello con sus padres...." Seor! No eran Luigi ni Mara Giannetti quienes se iban acasar! Y para qu tantos documentos?

    El promotor de la fe suscitar otra dificultad. Ese casamiento concluido en un mes! Indicio evidentede ligereza! Pero Sofa, la hija de la Beata, responde con humor: "Mi madre me deca que si lo haba arregladotodo as en 40 das era porque no quera seguir 'recalentando la silla', eternizndose en la casa, sino procederbuenamente; despus de haberse asegurado de la piedad y la honestidad de su futuro, alargar el asunto nopoda ms que acarrear disgustos y peligros. Nunca lament haber procedido as. Mi padre era de un carctergrosero y ninguna otra que no hubiera sido mi madre hubiera dejado de lamentarse de haber tomado semejantemarido; pero, aunque l puso a prueba su virtud, ella se sinti siempre muy dichosa por lo que haba hechocasndose con l".

    Concluidos los esponsales, en noviembre de 1789, Anita, su madre y la signora Serra se ocuparon del

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    ajuar y el casamiento fue celebrado por el cura de San Marcelo en el Corso, el 7 de enero de 1790, al dasiguiente de la Epifana. Todos comulgaron.

    Hubo una buena comida, se cant y se bail alegremente, a pesar de lo que digan los autores piadososque han hecho de ese casamiento popular una taciturna toma de hbito.

    En esa alegra franca, en su fe, Anita y Domenico adquieren el valor que les har falta para no sentir loque los separa. Los contrastes un momento atenuados, la vida y sus golpes los revelarn. Es el matrimonio deun lobo y de una oveja. Pero la oveja amansar al lobo. "No es cierto -deca Po IX el 30 de abril de 1876 a losperegrinos de Toulouse-, que la diversidad de los caracteres deba ser un obstculo para la unin de losesposos. Recordad el carro que vio Ezequiel arrastrado por cuatro animales. La ferocidad del len marchabade acuerdo con la prudencia del hombre, y la agilidad del guila con la lentitud del buey. Naturalezas tandiversas no eran obstculo para la marcha tranquila de todos. El carro marchaba regularmente, porque eradirigido por un solo y mismo espritu, el de Dios. Hacedle el sacrificio generoso de vuestras propiasopiniones; Dios inspirar entonces vuestros consejos".

    Este ser todo el secreto de la Beata Taigi, modelo de esposas: tener paciencia, negarse a s misma. Ellobo gruir; un silencio, una sonrisa lo aplacarn.

    El prncipe Chigi ha puesto dos habitaciones del piso bajo, que da a la callejuela, a disposicin delhumilde matrimonio. Domenico ha ofrecido una de ellas a su suegra, cuyo carcter difcil no ignora. El suegrosigue viviendo en casa de la signora Serra.

    B.- Luna de miel. La vivienda humilde y oscura, engalanada por los dedos de hada de Anita, sealegrar con seis cunas. Todos sus hijos nacern all, salvo el sptimo. Domenico, muy orgulloso de sucompaera, no piensa ms que en hacerla admirar.

    El Decreto de Beatificacin dir: "Durante los primeros aos de su casamiento, realizado enla flor de sus veinte aos, para satisfacer a su esposo, (Ana Mara) sacrific un poco a las vanidadesdel siglo, no desdeando ni la coquetera de los vestidos ni el cuidado de su cabellera". Alusindiscreta a una segunda crisis. No tomemos nada a lo trgico! Si el bueno de Domenico haeconomizado con qu comprar a su amada un vestido de seda roja, pendientes, un collar de perlasque ha agregado al collar de coral y oro, don de la signora Serra... es porque ella los utiliza."Nacida en Siena, criada en Roma -escribe el P. Bouffier, perspicaz a pesar de su solemnidad-Ana Mara era italiana de raza, de sangre, de entusiasmo: siempre dispuesta a la distraccin, siemprealegre, siempre deseosa de mostrarse riendo, cantando y satisfecha de hacer brillar la lozana de sus veinteaos con el encanto de los adornos que le permita su modesto estado. Si sus recuerdos de soltera hablaban delpeligro que haba corrido, ahora que se haba dado un protector se hallaba, a su sombra, al abrigo de todotemor y, en la ingenuidad de su corazn, se dejaba llevar de su carcter....

    "La cuestin de su salvacin la inquietaba poco, porque daba con regularidad a la religin, a susdeberes y a sus prcticas su medida y su hora".

    El P. Calixto juzga muy severamente estas frases del Padre Jesuita."Todas las mayores faltas de Ana Mara -protesta- se reducen a esto: que se inclinaba a la vanidad, que

    le gustaba aparecer bien vestida..." Imprudentemente, llama en su ayuda a Monseor Natali, quien escribe:"Como ella amaba la vanidad, volvi (abandonando su taller) junto a su madre, con la esperanza de satisfacerall ms fcilmente sus gustos con el producto de su trabajo..." Con respecto a lo cual el P. Calixto invoca depronto el ejemplo de Ester y de Judith adornndose, a su pesar, para aparecer ante Asuero u Holofernes, yconcluye que, llevados para obedecer a Domenico, los adornos de Anita eran "no solamente honestos ypermitidos, sino obligatorios e indispensables". "Como amaba la vanidad" deca sencillamente MonseorNatali... Yo he recorrido muchas veces la campia toscana; vias en flor ascendiendo por los albaricoqueros ypor los olmos, enlazando hasta los sombros cipreses; campos de rosas, olivares argentados, en que zumbanlas cigarras. En la noche serena, bajo un semillero de estrellas, suben de las aldeas los gritos y los cantos.Dulzura de vivir, alegra de vivir! Anita conoci esta dulzura, esta alegra, y se entreg a ella ingenuamente.

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    Hay muchas habitaciones en la casa del Padre.Muy pronto, desde esa montaa de Horeb a la que Dios la va a conducir, Ana descubrir la inmensa

    miseria del ser humano. La Providencia tiene su hora. Ana Mara ha tardado menos tiempo en someterse queSanta Teresa de vila...

    Estamos en 1790-91. La tempestad que va a purificar al mundo se ha desencadenado. Pero Dios no haabierto an los ojos de la expiadora. Joven parecida a tantas otras, oye que su corazn le dice: "Tienes veinteaos y eres bella".

    El ritmo de la revolucin se acelera. En Pars, la Asamblea Nacional, convocada por Luis XVI, seerige en Constituyente, proclama los Derechos del Hombre, olvidando los derechos de Dios. La secularizacinde los bienes de la Iglesia es una primera aplicacin del menosprecio de los "derechos del hombre" incluidosen el menosprecio de los derechos de Dios; despus es la Constitucin civil del clero, atentado al derecho delas conciencias despus del atentado al derecho de propiedad; supresin de captulos, de abadas, deconventos; religiosos expulsados, iglesias profanadas; designacin de sacerdotes y obispos confiada alsufragio popular; los 50.000 sacerdotes que se niegan a prestar juramento a la Constitucin civil son acosados,apresados, muertos. Po VI es castigado por haber condenado esta Constitucin hertica con la confiscacin deAvin y del Condado Veneciano; los soberanos, temblorosos o ganados por el filosofismo, se muestransordos a las protestas del Pontfice, sin prever que esta primera violacin del derecho va a engendrar otras quederribarn sus tronos. El 21 de enero de 1793, Luis XVI sube al cadalso y Po VI hace valientemente el elogiodel monarca infortunado y reprueba de nuevo los actos de la Asamblea regicida. Las cleras de sta sevuelven contra l; es decretado el fin del Papado y de la Iglesia.

    Todos estos acontecimientos trastornan a Roma. Ana Mara sonre mirndose al espejo, frecuenta elCorso y el teatro.

    Aqu se sita la ltima crisis, ante el camino de Damasco. Monseor Luquet, en los manuscritosinditos conservados en el Gran Seminario de Langres, consagra a este episodio muchas pginas que yoresumo. En su pequeo volumen de 1849 escriba: Ante todo, y ese es principalmente nuestro objeto, alpublicar esta noticia mostraremos cmo una cada, inclusive la ms grave, puede repararse mediante laspurificaciones del arrepentimiento... Sin traicionar, desde luego, los deberes de la fidelidad conyugal, (Ana) seentreg, con el ardor de su carcter, a las diversiones. Como tantas otras, jugaba sobre un abismo. Comotantas otras cay en l... Uno de esos hombres en quienes la madurez de edad aumenta las pasiones habaelegido a Ana Mara como una de sus vctimas. Abusando de su posicin, ese hombre persigui a ladesgraciada con esa perseverancia obstinada a la que apenas puede resistir a veces una virtud superior.Emple todos los recursos para triunfar y triunf. Fatigada por la insistencia, Ana Mara sucumbi, vencida,menos por la pasin que por la importunidad. Esta cada fue la falta de un da; las lgrimas y los sufrimientosde toda su vida le parecieron, ms tarde, poco para repararla El cuerpo profanado debi expiar. Sin embargo,este cambio no se efectu sin una peligrosa resistencia... (Convertida finalmente) haba en ella frente a sumarido un continuo sentimiento de temor y de confusin que le haca sentir su vergenza secreta. Durantealgn tiempo se esforz por encontrar fuera (de la oracin) si no un consuelo duradero, por lo menos unadistraccin suficiente para acallar la voz del remordimiento. La vida mundana pareca ofrecerle ese recurso.Trataba de aturdirse entregndose a ella." Contra esta acta de acusacin redactada por el Postulador protesta elP. Calixto enrgicamente y llega hasta a acusar a Monseor Luquet de haber asimilado con ello la Beata aMara Magdalena y a Margarita de Cortona. No es as, sin embargo! El P. Cabido aade: "Las hijas de laVenerable han protestado" y el santo prelado "reconoci ms tarde su error, que deplor amargamente." Losmanuscritos de Langres imponen una versin diferente. Se encuentra en ellos una carta del cannigo Minetti,quien dio el imprimatur, consagrada por entero a la falta de la Beata; nada niega, pero aconseja, si el volumenes editado en Roma, que se omita la calidad de los personajes relacionados con la aventura. El Postulador laomitir.

    En cuanto a las protestas de las hijas de la Venerable y a las ms interesadas de Domenico, muertocuatro aos despus de la publicacin del libro, no encuentro rastro de ellas. No obstante, el opsculo tuvo una

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    difusin inmensa. Fue traducido a muchos idiomas; en la misma Roma se vendieron 17.000 ejemplares.Monseor Natali, confidente de la Beata y amigo de Monseor Luquet, no hace en sus cartas ms quefelicitarlo. Ni la nieta de la Beata, Luisa Micali, que se halla bajo la direccin espiritual de Monseor Luquet ycuyas canas estn all, ni su madre parecen haber protestado. Entretanto las ediciones del opsculo se suceden.En 1851, en un prospecto manuscrito destinado a solicitar limosnas para la causa, el autor escribe todava:"Aun despus de haberse cometido faltas muy graves, uno se puede arrepentir y volver a encontrar el amor deDios que se haba perdido." Solamente hacia 1854, tres o cuatro aos antes de su muerte, el obispo deHsbon descubre finalmente su error debido a apariencias de liviandad, a calumnias que han engaado a l ya quienes rodeaban a la Beata y, finalmente, al calificativo de "gran pecadora" que la Beata se prodig tangenerosamente como Teresa de vila.

    El promotor de la fe no dej de explotar -como era su deber- esas "apariencias". Yo deseara que todoslos historiadores inclinados a juzgar ligeramente los mtodos crticos de Roma leyesen estas pginasmagistrales del cardenal Verde en las Actas de la Beatificacin. Tanto en este punto como en el de losprodigios, de las revelaciones, de que hablaremos, de las virtudes de prudencia, de fortaleza, etc., el Promotorde la fe lo pasa todo por la criba de una crtica implacable, obliga a los abogados a un trabajo de Penlope enel que el menor "aproximadamente" ser puesto de relieve rigurosamente.

    He aqu lo que contiene la nueva Vida manuscrita: "Le gustaban el adorno, el teatro y las fiestas -escribe Monseor Luquet- y marchaba por un camino que para tantas otras ha terminado en un abismo. Lastentaciones ms peligrosas no pudieron, en efecto, precipitarla en l.... He aqu (una) de las principales", yMonseor Luquet refiere lo que ya sabemos, pero esta vez precisa ms la situacin y el carcter de lospersonajes en causa. Insiste en los medios que tuvieron la infamia de utilizar para cercar a la vctima. Anotaque esta dolorosa experiencia confirm de antemano a la Beata la verdad de lo que le deba ser revelado sobrela infidelidad de ciertas almas, inclusive entre las que han hecho profesin de perfeccin. "Para volver a lospeligros corridos por Ana Mara -aade- es cierto que la gracia de Dios hizo que los superase. No encontr enellos ms que un motivo ms de reconocimiento y de amor para el Buen Maestro que supo ampararla contrasemejantes cadas". No es que ella fuese irreprochable. "Pura en sus costumbres y atenida a sus deberes deesposa, Ana Mara viva empero mucho ms en el mundo que en Dios".

    Cmo explicar el tardo cambio de Monseor Luquet? No veo ms que una respuesta: la retractacinin extremis de una calumnia de que haba sido vctima la Beata. Que el personaje en cuestin haya recurrido ala calumnia por despecho, por disimular su fracaso, es no solamente posible sino verosmil. Las cartas deMonseor Luquet y de sus corresponsales nos hacen conocer muchas miserias. La coquetera de la joven hacapor otra parte plausible la acusacin, y los calificativos de "gran pecadora" que su humildad iba a prodigarse,confirmaran esta impresin. Pero impulsado por los remordimientos, el autor de la acusacin hizo conocerfinalmente la verdad; esta revelacin permiti a Monseor Luquet, en 1854, descubrir su error y proclamarlo.

    VILA CONVERSIN. - PRIMERAS ANSIEDADES. - EL ENCUENTRO DE LA PLAZA DE SAN

    PEDRO Y EL DE LA IGLESIA DE SAN MARCELO. -B. PURIFICACIONES

    Entretanto, un malestar creciente comienza a mezclarse con estas ligerezas. Ahora bien, un da en queAnita, mezclada con la muchedumbre, se dirige a la baslica de San Pedro, del brazo de su marido, triunfante,adornada con sus collares ms hermosos, en medio de la plaza que cie la columnata del Bernini, oye msimperiosa la voz que la persigue. Un empujn la acerca a un religioso servita, el P. Angelo. Este no ha vistonunca a la joven, pero una voz le advierte: "Pon atencin en esta mujer, pues te la confiar un da; trabajarsen su conversin. Ella se santificar, porque la he elegido para ser una santa".

    Ana ha advertido la mirada posada en ella, pero no ha comprendido; slo el remordimiento la acosacada vez ms. Segn parece, ha confiado sus ansiedades a su confesor, quien la ha tranquilizado: "contentaos

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    con obedecer a vuestro marido y serle fiel". "Esto no basta", dice la voz interior, mientras ella ora en labaslica. Ir, pues, a interrogar a otro confesor. Pasan los das. Es preciso seguir viviendo. El domingo por lanoche, Domenico, fatigado por el trabajo de la semana, reclama su nica confortacin: un paseo por el Corso,en el que son aplaudidos los desfiles de mscaras, las cabalgatas, los carruajes transformados en jardinesabovedados de flores. Ana debe embellecerse para l; porque es su nica gloria. Esta lo hace; se coloca ante suespejo algunas flores rojas en su opulenta cabellera negra, se pone en el cuello la cadena de oro y el collar deperlas.

    Pero Domenico adivina en sus ojos una tristeza. Se enoja.- Veo muy bien que no me acompaas sino contra tu voluntad...Anita retiene sus lgrimas, sonre, habla de otra cosa.- No asistiremos, Domenico, a los oficios en alguna iglesia?- S, sin duda, iremos, responde dcilmente el temible mozo de cordel.Pero el problema subsiste: el llamamiento a la perfeccin y el deber de una joven esposa de conciliarlo

    todo. Anita se decide por fin a mantener la resolucin tomada en San Pedro. Se dirige a una iglesia vecinapara hacer esa confesin en la que se resolvern las antinomias. Hay en ella un confesonario rodeado de unaclientela numerosa. Llegado su turno, Anita se acerca, estalla en lgrimas.

    - Padre mo: tenis a vuestros pies a una gran pecadora.El sacerdote contempla un instante a la desconocida y despus le dice bruscamente: - Idos de aqu!

    No sois penitente ma!No obstante, consiente en escuchar una confesin rpida, en la que nada ve que justifique la

    exclamacin de la importuna. Da la absolucin y cierra bruscamente la ventanilla, dejando a la pobre mujerms turbada que nunca.

    Sigue un perodo de desaliento.Con un alma menos fuerte la aventura podra temblar mal Pero termina bien, como sucedi en otro

    tiempo a Santa Teresa, incomprendida y maltratada por confesores sucesivos.Despus de haber saboreado su humillacin, Ana vuelve a rogar en la iglesia de San Marcelo, donde se

    cas. Hay all un confesonario. Se acerca, temblando, y se encuentra en presencia del vicario, un religiososervita de 39 aos, ese P. Angelo Verardi que oy en la Plaza de San Pedro la voz interior: "Mrala... La llamoa la santidad".

    La misma voz hace que la reconozca:- Ah, habis venido por fin, hija ma! -le dice-. El Seor os ama. Os quiere entera para l.Y comunica a la Beata el mensaje recibido en la Plaza de San Pedro. Ana ha pasado alrededor de tres

    aos en "sus vanidades". Comienza una vida nueva.Quin es ese P. Angelo? Ha dejado en el convento de los servitas un recuerdo venerado: celo sincero,

    piedad ilustrada. Era preciso todo esto para seguir esa direccin infinitamente delicada. Ana Taigi no es ni unacarmelita ni una viuda piadosa, sino la joven esposa de Domenico, quien va a darle siete hijos en una docenade aos. El deber esencial est en eso. El resto: penitencias, oraciones, milagros, xtasis, no ser admisiblems que en la medida en que el deber de estado no padezca por ello. No le bastar, pues, al P. Angelo conreleer a Santa Teresa; le har falta, adems de la ciencia mstica, un robusto buen sentido y tambin una granhumildad para contentarse frecuentemente con secundar al dueo interior.

    B.- Lo que este dueo pide ante todo es: la purificacin. Para ello da a Ana una conciencia aguda de sumiseria. Santa Catalina de Gnova nos describe estas terribles exigencias del Amor: "Encontraba falta entodo!".

    Del confesonario de San Marcelo data para la Beata ese espritu de mortificacin que no laabandonar. Vuelta al palacio Chigi, se prosterna ante el altarcito erigido en su departamento, se administrauna ruda flagelacin y luego se golpea fuertemente la cabeza en el suelo hasta hacer que brote de ella lasangre. Pronto ser preciso que el P. Angelo modere esa sed de austeridades y recuerde a Ana que es esposa.

    La eterna dificultad reside en eso. Domenico no es San Jos. El primer milagro de Ana fue el de

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    llevarle a consentir todos esos despojos en los que l tiene una gran parte; terminan los paseos por el Corso elda de Carnaval; terminan las sesiones dominicales en el teatro, en las marionetas, por las que se vuelve locoDomenico; terminan los bellos adornos que le hacen erguirse cuando un camarada de oficio le felicita por loscollares de su mujer.

    Se trata de un prodigio! Se ha resignado! "Alrededor de un ao despus de nuestro casamiento -declara- la Servidora de Dios, todava en la flor de su juventud, abandon por amor de Dios todos los adornosque llevaba: los anillos, los pendientes, los collares, etc., y adopt el vestido ms sencillo que pudo. Me habapedido para ello el permiso que yo le conced de todo corazn, porque la vea enteramente entregada a lapiedad". Este milagro me conmueve ms que las curaciones de enfermos incurables a que luego asistiremos,pero deber ser renovado con frecuencia.

    VIIANA MARA ES RECIBIDA EN LA TERCERA ORDEN DE LA SANTSIMA TRINIDAD. - EL

    MAESTRO INTERIOR DE HUMILDAD. - XTASIS PERPETUO. -B. EL SOL MILAGROSO.

    "Yo la he elegido... La llamo a la santidad", oy decir el P. Angelo. Esta mujer de 21 aos queamamanta a un nio recin nacido, ser, por decreto de Dios, una santa y el baluarte de la Iglesia.

    Perderamos nuestro tiempo si quisiramos analizar el milagro de vocacin que transforma al oficiallibertino que fue el P. Charles de Foucauld en el asceta extraordinario de Tamanrasset. Y qu diremos de lagran sienesa, Santa Catalina, cuyos restos descansan cerca de San Marcelo, bajo el altar de la Minerva!. "Unajoven sin nacimiento y sin letras, que ocupa a los veinte aos el pensamiento de los hombres msrenombrados, a los 25 aos es el alma de Italia, a los 28 aos inspira a los Papas y los reyes, se impone aRoma y a Europa; a los 32 aos muere en una especie de apoteosis". "Dios lo ha querido," como ha querido lasantidad de Ana Taigi, la coqueta de ayer. Esta santidad va a quemar las etapas. Dios lo ha querido. Hallamado a la voluntad a una constante colaboracin, pero l sigue siendo el gran director de escena.

    Nos hallamos a fines del ao 1790; Ana y... Napolen tienen 21 aos. El ser general a los 24 aos ycomandante en jefe del ejrcito de Italia a los 26. La carrera de los dos adversarios va a desarrollarse con larapidez del rayo, pero, cunto ms rpida es la ascensin de la Beata! Mientras Napolen busca todava elcamino del xito, oscilando entre la Revolucin y la Reaccin, Anita, fija en lo eterno, va a vivir un milagroperpetuo.

    Anita le ha dicho al P. Angelo que Dios la llama "a ser una vctima expiatoria por los pecados delmundo". Para secundar esta vocacin l la induce a hacerse Terciaria de la Orden Trinitaria. Orden fundadapor San Juan de Matha y San Flix de Valois, su Tercera Orden cont con gran nmero de papas, de reyes yde reinas que se enorgullecan de llevar, como Ana Taigi, el escapulario blanco con la cruz roja y azul. No fueel P. Angelo, sino el P. Fernando, trinitario, quien llev el proyecto a buen fin. Domenico consinti. "Era -declara- muy devota por los santos misterios, pero sobre todo por el de la Santsima Trinidad. Por eso mepidi permiso para llevar el hbito de las Terciarias de esa Orden. Yo consent en ello de buena gana. El P.Fernando, del convento de San Carlino, la recibi, pero con la condicin de que cumplira siempre susobligaciones de esposa y de madre, dado que una mujer casada no es ya duea de s misma, sino que estsometida al hombre. Tales fueron nuestras condiciones; ella las observ siempre con una pronta obediencia yuna entera fidelidad..." Buen Domenico! Pero he aqu una complicacin: "Cuando tom el hbito de terciaria-contina- el Padre Fernando le aconsej la separacin de lecho. Yo no s si la sugestin procedi delconfesor o del deseo de mi mujer. Yo respond absolutamente que no, pues, en ese caso, mi mujer hubieradebido hacerse religiosa y no casarse".

    Domenico tena la madera de un telogo. El Padre Fernando le proporcionar otras ocasiones dedemostrarlo. Acaso no ordena a Ana que lleve, incluso en la calle, el hbito religioso de la Tercera Orden?Ana obedece, lo que le reprochar el Promotor de la fe, tachando de igual imprudencia la del que manda y la

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    de quien obedece... Cmo cumplir su deber y desde luego conocerlo es a veces difcil! Ante el promotor de lafe, Domenico protesta, pues, sobre todo durante los embarazos de su mujer. Ana y... el Seor le darn larazn. Ella cambiar de confesor.

    Hasta el ao 1808 no da el Padre Fernando a Ana el santo hbito, y esto no sin dificultad.Arrobada por uno de sus xtasis acostumbrados, Ana estalla en sollozos. Esto amenaza con perturbar

    la ceremonia. El Padre Fernando hace una seal y Ana se calla. Conservar siempre esta docilidad, hastacuando sus directores anden a tientas y se engaen. Nuestro Seor obra en lugar de ellos. Yo mismo ser tugua en el camino de la perfeccin. Esta promesa se realiza por una conversacin no interrumpida.

    Conocemos sus rasgos esenciales por las memorias de los confidentes a quienes Ana recibe orden demanifestarlo todo. El primero ser el eminente prelado de quien hemos hablado, el futuro cardenal Pedicini;conservar ese papel capital durante cerca de 30 aos y suplir, como veremos, a la insuficiencia de tales ocuales confesores. Tan grande por la inteligencia y la ponderacin como por el corazn y las virtudessacerdotales, ser, en las inevitables contrariedades de la taumaturga, ante escepticismos burlones o furiosos,el fiador providencial. Despus de l vendr Monseor Natali, de cuyos mritos hablaremos en otra parte.

    Ana se inquieta a veces. Es el bueno o el mal espritu el que habla? "Debes saber -le responde Jess-que al hablarte produzco en ti la dulzura, la paz, la compuncin y (sobre todo) la humildad

    "Sabe, hija ma, que por grande que sea su deseo en amarme, si el hombre no entra en el camino rectode la humildad tropieza sin cesar. El hombre lleva en s un polvo que rodea su corazn: es el amor propio. Elhombre est lleno de orgullo y yo nada tengo que hacer con los soberbios.

    "Slo los humildes me agradan."El que quiera gustar mis delicias, debe menospreciar al mundo y esperar ser menospreciado por l."Yo habito en las almas humildes llenas de simplicidad. Cuanto ms bajas y poco cultivadas son, tanto

    ms me complazco en ellas. Pero a esos doctores sabios y doctos, que tienen la cabeza llena de los humos delorgullo, yo los humillo y t sabes a dnde les envo en seguida. All termina su falsa sabidura y suostentacin".

    "Oh, hija ma! Yo exalto a los que se humillan. Merecen mi reino y les descubro todos mis secretos."Ama, pues, el menosprecio, pues en l reside el verdadero fundamento de las virtudes".Como todas las almas cuyas ascensiones describe San Juan de la Cruz, Ana, tras las horas de

    entusiasmo, conoce las depresiones, los cansancios. Jess la reprende: "Hija ma: las almas deben humillarse yno ser tan confiadas cuando sienten fervor, pues el alma que se encuentra en ese estado se apresura a hacerpromesas y luego, cuando llega el enfriamiento, se hace tmida, perezosa. Toda alma que se inicia en la vidaespiritual debe hablar as: "Oh, Dios! T que eres tan grande, tan poderoso, haz de tu servidor lo que teconviene, con tal de que l cumpla tu voluntad. Estoy decidido a sufrir todo lo que quieras que sufra, peroacurdate, no obstante, de que no sirvo para nada". Las almas que tienden a la perfeccin no deben perdernunca de vista que Pedro, mi apstol muy amado, hizo grandes promesas en un momento de gran fervor ydespus, cuando lleg el momento de la prueba, olvid mi amor. Recuerda, hija ma, que te he dicho muchasveces que los hombres son como la veleta que gira en lo alto de las torres. Si mi gracia no los contuviese,tiraran a todo viento".

    Anita no vive en un desierto y sus devociones comienzan a provocar crticas. Los sacerdotes dan elejemplo y los devotos los siguen. Ana se aflige. "Te has apresurado demasiado, hija ma. Reprime ese naturalimpetuoso, vive en paz y pon el mundo a tus pies..." "Recuerda que si un alma trata de evitar la cruz que yo lehe dado, la cargo entonces con otra mucho ms pesada. Cmo, hija ma ests tan deseosa de sufrir y luego tedejas abrumar por la tristeza? Pero t sabes muy bien que debers sufrir hasta el fin."

    Ana reanuda su camino. Nuevas crisis... Su marido, su madre le han promovido cuestiones enojosas.El pan escasea; matronas envidiosas charlan... Tristeza. El Maestro invisible est all para animar, estimular.

    "Ah, hija ingrata, que no te has querido acordar de tantas y tan buenas enseanzas como te he dado!Te has dejado vencer por la tristeza y el desaliento. Un alma sabia y prudente dice en cualquier circunstanciaenfadosa en que se encuentre: "Lo he merecido, pero no es nada". No se agita interiormente. Te lo he dicho

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    muchas veces: para adquirir mi paz y mi tranquilidad es preciso deponer el propio juicio, inclinar la cabeza yllenarse de mi santa humildad".

    Orando un da en la iglesia de San Andrs della Valle, en la que se halla expuesto el crucifijo de SanLorenzo in Dmaso, oye que el Crucificado la interroga:

    - Qu deseas? Seguir a Jess pobre y desnudo, despojado de todo, o seguirlo triunfante y gloriosa?Qu eliges?

    - Yo abrazo la cruz de mi Jess, responde. La llevar, como l, en las penas y en las ignominias.Espero de l el triunfo y la gloria en la vida futura.

    B.- Fue en 1790, el mismo ao de su conversin, cuando la Beata fue objeto de un favor ms singular.El Decreto de Beatificacin lo expresa as: "Entre los dems dones, el ms admirable fue que durante

    47 aos ella vio una especie de sol en cuya luz discerna las cosas presentes tanto como las lejanas, prevea losacontecimientos futuros, escrutaba los secretos de los corazones, las cosas ms ocultas y ms secretas..."

    As, pues, de pronto, en su callejuela del Sdrucciolo, Ana vio, un poco por encima de su cabeza, comoun sol brillante, dominado por una corona de espinas; dos largas espinas lo cean; en el centro apareca laeterna Sabidura (?) bajo el aspecto de una mujer joven sentada y en contemplacin. Algunas ligeras nubesvelaban todava la luz resplandeciente, pero una voz interior advirti a Ana que la claridad aumentara amedida que ella se fuese purificando. En esa luz ver hasta su muerte, no slo todo lo que debe hacerlaprogresar en el camino de la perfeccin, sino tambin lo que puede acreditar su misin y permitirle ayudar a laIglesia militante o paciente.

    El cardenal Pedicini, sealado por el papel que desempe en las grandes congregaciones romanascomo el hombre menos inclinado a la credulidad y menos exagerado, insiste muy extensamente en sudeclaracin jurdica sobre este prodigio. Citmoslo: "Durante 47 aos, da y noche, en su habitacin, en laiglesia, en la calle, ella vio en ese sol cada vez ms brillante todas las cosas fsicas y morales de esta tierra;penetraba en los abismos y se elevaba al cielo, donde vea la suerte de los difuntos. Vea los pensamientos mssecretos de personas presentes o lejanas, los acontecimientos y los personajes de siglos pasados... El objeto enque pensaba se presentaba de una manera clara y completa... Con una sola mirada a ese Sol mstico entrabacuando quera en los gabinetes ms secretos de los soberanos. Vea los lugares, las personas que trataban losasuntos, sus opiniones polticas, la sinceridad o duplicidad de los ministros, toda la poltica subterrnea denuestro siglo, as como los decretos de Dios para confundir a esos grandes personajes. Vea las conspiracionesy las reuniones tenebrosas de las diferentes sectas; vea a los miembros de esas sociedades, sus grados, susceremonias, todo ello con el mayor detalle y en todas las partes del mundo, como si todo ocurriese en suhabitacin... Puede decirse que ese don era omnisciente; era el conocimiento de todas las cosas en Dios, en lamedida en que la inteligencia es capaz de ello en esta vida... Vea en los ocanos lejanos los barcos quenaufragaban, oa el llamamiento de los nufragos; penetraba en los calabozos de China o de Arabia, en los queagonizaban confesores de la fe, esclavos y prisioneros... De este modo ejerci un apostolado sin limites,conquist almas en todos los puntos del globo, prepar el terreno a los misioneros; el mundo entero fue teatrode sus trabajos... Y no se piense que exa