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LÁMPARAS DE MINA ESPAÑOLAS

JOSÉ MANUEL SANCHIS

MTIEDIT

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LÁMPARAS DE MINA ESPAÑOLAS

LÁMPARA WITT INTRODUCCIÓN

Otto Witt fue un ingeniero de minas, editor y escritor nacido en Falun, Suecia en 1875. Sus primeros años de vida transcurrieron en su ciudad natal, donde su padre ejercía como ingeniero en la gran mina de cobre Stora Kopparberget (Figs. 1 y 2). Los trabajos de extracción del mineral, iniciados en el siglo X, se mantuvieron hasta 1992. En el siglo XVII, esta explotación producía dos tercios de la demanda total de cobre de Europa, llegando incluso a ser la mayor productora del mundo. En el año 2001 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Fig. 1: La mina Stora Kopparberget (Fot. Google Earth, 2016)

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Fig. 2: Panorámica de la mina (Fot. Holger Hellgaard, 2010)

Siguiendo los pasos de su padre, Witt curso diversos estudios en la Escuela Técnica Secundaria de Norrköping (Östergötland), graduándose más tarde como ingeniero de minas en la histórica Academia de Minas de Freiberg (Alemania), fundada en 1765 (Fig. 3). Su vida profesional se desarrolló en diversas explotaciones mineras de Finlandia, Noruega y Suecia, siendo nombrado en 1902 director de la mina de Kåfjord, localidad situada a 18 km de la ciudad de Alta (Condado de Finnmark, Noruega). Allí, una compañía fundada en 1826 por dos británicos, John Rice Crowe y Henry Dick Woodfall, la Altens Kobberverk, explotaba los ricos yacimientos de cobre.

Fig. 3: Academia de Minas de Freiberg (Fot. Robert Porter, 2015)

La sociedad era una especie de cooperativa en la que A.F. Nellen y los hermanos Ward tenían 80 acciones entre todos ellos, y Crowe y Woodfall 40. Las labores se iniciaron el 1 de junio de 1826 con diez mineros traídos de Røros, a los que luego se sumarían otros llegados desde Gran Bretaña, Finlandia y Suecia. Pocos años más tarde, eran ya casi un millar de mineros los que trabajaban en los yacimientos. Las minas se paralizarían en 1878.

De aquellas instalaciones mineras y metalúrgicas se conocen dos litografías que aparecieron en el libro publicado por Arthus Bertrand en Paris, en 1852,

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bajo el título de Voyages en Scandinavie, en Laponie, au Spitzberg et aux Feröè, pendant les années 1838, 1839 et 1840 publiés par ordre du Gouvernement sous la direction de Mr. Paul Gaimard, President de la Comisión du Nord. Atlas Pittoresque litographié d´apres les dessins de M.M. Mayer, Lauvergne et Giraud (Figs. 4, 5 y 6).

Fig. 4: Portada del libro. 1852 (Arch. J. M. Sanchis)

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Fig. 5: Las minas de Kåfjord. 1852 (Arch. J. M. Sanchis)

Fig. 6: Instalación metalúrgica de Kåfjord. 1852 (Arch. J. M. Sanchis)

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En 1896, el sueco Konsul Nils Persson, que era el propietario de las minas de Sulitjelma adquirió las explotaciones de la sociedad británica, creándose entonces una nueva empresa minera: Alten´s Copper Mines. Para dirigir aquellas explotaciones nombró a Otto Witt ingeniero jefe de las mismas.

Durante su etapa de director en Kåfjord, Witt realizó un gran esfuerzo para modernizar las ya obsoletas instalaciones mineras levantadas por los ingleses, montando un gran elevador eléctrico para llevar el mineral hasta la cota más alta de la corta, organizó todo el departamento de ingeniería, instaló un nuevo taller mecánico, dividió la explotación (Mina Vieja) en dos sectores: Norte y Sur, y construyó un lavadero de una altura de siete pisos, ya que hasta entonces el mineral era enviado a Sulitjelma para su tratamiento. En 1905 se comenzó a construir una nueva fundición, algo más al norte de la antigua, junto a la bahía, y al derruirse ésta, apareció bajo uno de los hornos una masa de cobre puro fundido de 32,5 toneladas, que posteriormente fue vendida por 27000 Coronas noruegas, la misma cantidad que Persson había pagado por las minas, cuando las adquirió en 1896.

Todas estas obras pudieron llevarse a cabo gracias a la electrificación acometida en la mina tras la instalación, en 1903, de la central eléctrica del río Mølleelva. El agua era llevada desde la cercana presa hasta la fábrica mediante una tubería de alta presión de 2,5 km de longitud, dónde una turbina hidráulica del tipo Pelton transformaba la energía generada por el agua en electricidad. El fluido eléctrico no solo se empleó en el complejo minero, sino que proporcionó alumbrado a todos los edificios de la población de Kåfjord. Junto a la central hidroeléctrica fue dónde se levantó el nuevo lavadero, para el mejor aprovechamiento de las aguas. La mina cerró en 1909 por agotamiento de sus reservas.

Sin embargo, hay una faceta en Otto Witt de mayor trascendencia que la del ejercicio de la ingeniería de minas, que fue la de editor y escritor de obras de ciencia ficción. Tras el cierre de las minas de cobre, se estableció en Christiania (nombre que ostentó la capital noruega, Oslo, entre 1897 a 1924), trasladando algo más tarde su domicilio a Estocolmo, dedicándose entonces a su gran pasión, la literatura científica de ficción, por lo que se le considera en Suecia como el pionero en esta especialidad. Su primer libro lo escribió a los 35 años.

En 1916 fundó y dirigió la revista Hugin: tidskrift för naturvetande i roande form, en la que publicó semanalmente, hasta su desaparición en 1920, innumerables artículos “especulativos” y de ficción. En los 85 números editados, trató Witt temas muy diversos y de difícil clasificación, ya que se situaban entre la ciencia ficción y la divulgación científica. Editó una treintena de libros y colaboró con otras revistas, diarios y publicaciones con cerca de 300 artículos, pronunciando además infinidad de conferencias a lo largo y ancho del país.

Hugin (Fig. 7) fue una de las primeras revistas publicadas sobre el género a escala mundial, aunque tuvo poca influencia fuera de Suecia, debido en gran parte al idioma en que era publicada, puesto que lo hacía en sueco. En alguna de sus obras el autor utilizaba la minería como escenario o decorado de la acción: tal es el caso de Jordens Inre (El interior de la tierra) (Fig. 8), publicada en 1912, en la que una gran compañía minera abre en Siberia un gigantesco y profundo pozo para aprovechar la energía geotérmica, con la intención de

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mejorar el duro clima siberiano, proyecto que apoyan algunos grandes científicos y que el brillante ingeniero Pompowski, respaldado secretamente por el Zar, se encargará de demostrar su ineficacia al crear una corriente marina artificial, por calentamiento del agua de los ríos de Siberia. La empresa que perforaba el pozo fracasará en su intento, mientras que la idea del ingeniero triunfará, creándose puertos libres de hielo junto a los que se levantarán ciudades e industrias.

Fig. 7: Portada de la revista Hugin (Arch. J. M. Sanchis)

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Fig. 8: Portada del libro Jordens Inre (Arch. J. M. Sanchis)

El diamante azul (1914), La mina de oro (1919), El diamante gigante (1916), o La mina de oro robada (1917) fueron algunas de sus novelas relacionadas, directa o indirectamente, con la actividad minera, en las que casi siempre el

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héroe es un ingeniero innovador y visionario que se enfrentará a científicos conservadores y retrógrados, que en ocasiones también desempeñan el rol de ignorantes o incluso de malvados. Witt sería considerado por algunos autores de la época como “…el Julio Verne” o el “Flammarion sueco”.

Hizo también algunas incursiones en el género conocido como “novela negra” o policial, escribiendo la primera de ellas, titulada Las perlas negras, en 1914, a la que seguirían otros once títulos de este género tan popular, casi todas publicadas en aquel mismo año, si bien dos de ellas aparecerían firmadas con el pseudónimo de Sam Rey.

Fig. 9: Patente Finlandia (Arch. J. M. Sanchis)

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Quizá el aspecto menos conocido de Witt sea el de inventor, pese a haber sido patentada su lámpara de acetileno en varios países europeos. La primera nación que le otorgó patente por ella fue Noruega (20 de mayo de 1908), y seguidamente lo hicieron Finlandia (4 de marzo de 1909), España (11 de junio de 1909), Gran Bretaña (18 de noviembre de 1909) y Francia (4 de diciembre de 1909) (Figs 9, 10 y 11).

Fig. 10: Patente Gran Bretaña (Arch. J. M. Sanchis)

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Fig. 11: Patente Francia (Arch. J. M. Sanchis)

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Fig. 12: Patente alemana del lavadero (Arch. J. M. Sanchis)

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Registró también Witt un sistema para el lavado de minerales, cuyas patentes fueron concedida por el Imperio Alemán (15 de noviembre de 1904) y en Estados Unidos (4 de junio de 1907) (Figs. 12 y 13).

Fig. 13: Patente EEUU del lavadero (Arch. J. M. Sanchis)

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Otto Witt falleció de un ataque al corazón en Estocolmo, en el mes de octubre de 1923, a los 48 años.

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El 19 de mayo de 1909, Otto Witt, residente en Christiania, Noruega, presentó ante el Registro del Ministerio de Fomento una solicitud de patente por “Una lámpara de acetileno o aparato de gas”, que le fue otorgada, con el nº 45534 y por un plazo de veinte años, el 11 de junio de aquel mismo año (Fig. 14). Tras no acreditarse la puesta en práctica, los derechos caducaron el 30 de marzo de 1912.

Fig. 14: Patente española nº 45534 (Arch. J. M. Sanchis)

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Fig. 15 (Izquierda): Lámpara Erikssons. Suecia, circa 1910 (Col. y foto J.M. Sanchis) Fig. 16 (Derecha): Lámpara Stare&Co. Noruega, circa 1910 (Col. y foto J.M. Sanchis)

Según consta en la memoria, la lámpara estaba compuesta por los siguientes elementos: un receptor exterior; un depósito de carburo, abierto por arriba e introducido en dicho receptor y provisto en su pared de unas entradas para agua; una campana colocada, con su fondo hacia arriba, por encima del depósito de carburo, y provista de un tubo de salida para el gas; y una cubierta o tapa en forma de campana, para el receptor exterior.

El aparato se caracterizaba por la gran sencillez de su construcción, puesto que no llevaba ninguna pieza roscada ni existía en él “empaquetadura” (sic) alguna, siendo fácilmente accesibles todas las partes de la lámpara, pudiéndose retirar con la mayor facilidad. El agua caía hasta el carburo en una cantidad regulada automáticamente con arreglo al consumo de gas.

Esta regulación automática de la admisión de agua se efectuaba por medio del gas generado, el cual, con una presión creciente, hacía que el agua del generador de gas saliese por las mismas aberturas por las que el agua pasaba hasta el carburo, estando estas situadas en la zona media del depósito del carburo.

Por encima del contenedor del carburo se colocaba, con el fondo hacia arriba, una campana de gas que tenía un tubo de salida para el gas, uniéndose entre si, por el fondo, la campana de gas y el contenedor, gracias a un enchufe de bayoneta. El tubo del gas atravesaba la tapa del receptor exterior, y estaba provisto de un mechero con su correspondiente llave, aunque este tubo también podría ir sin llave alguna.

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Fig. 17: Lámpara Holmberg. Suecia, circa 1910 (Col. y foto J.M. Sanchis)

El receptor exterior, o cuerpo de la lámpara, podía llevar cerca de su fondo, una

salida cerrada mediante un tapón, a fin de facilitar el vaciado del agua de la

lámpara. En el caso de llevar una llave en vez del tapón, al cerrarse esta el

aparato quedaría lleno de agua y carburo, sin funcionar.

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Fig. 18: Mineros noruegos de Kongsberg, con sus carburos (Col. J.M. Sanchis)

Para utilizar la lámpara, una vez cargado el depósito de carburo, se depositaba este en el fondo del aparato (receptor exterior) vacío, o depósito de agua. A continuación se colocaba la campana por encima del depósito de carburo, poniendo al mismo tiempo la tapa o cubierta. Posteriormente, se llenaba de

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agua el receptor, y si entonces se abría la llave de gas del tubo, el agua subiría en la campana de gas hasta llegar a las aberturas del depósito de carburo, con lo que alguna cantidad de agua llegaría hasta el carburo, iniciándose la generación del gas.

Si esta generación fuese demasiado violenta, la presión en la campana de gas aumentaría, impulsando hacia abajo el agua, de tal forma que al quedar esta por debajo de la abertura, se reduciría la generación de gas, lográndose así una regulación automática de esa producción de gas. En el hipotético caso de que la generación del gas fuese tan violenta que no todo pudiera salir por el tubo del mechero, la presión de la campana de gas aumentaría, haciendo retroceder al agua, con lo que el gas pasaría por debajo del borde de la campana y subiría por el lado inferior de la tapa, saliendo por un tubo auxiliar y ardiendo por la acción de la llama del mechero. Si la presión siguiese aumentando, el agua subiría al depósito formado por la tapa y el borde superior del receptor exterior, donde quedaría hasta que la presión volviera a disminuir.

Se aseguraba en la memoria que la lámpara la podía manejar cualquier persona, tanto para llenarla como para vaciarla y limpiarla, además de que debido a su sencillez resultaba muy económica su fabricación. La presencia del tubo auxiliar garantizaba que los gases de escape superfluos ardiesen, no ofreciendo por tanto peligro alguno, puesto que en la habitación donde estuviese el aparto no se cargaría de ningún tipo de olor ni de gases peligrosos, sirviendo al propio tiempo el tubo auxiliar como válvula de seguridad.

Especificaba el inventor en su memoria que “…la lámpara descrita se destina particularmente a utilizarse como lámpara de minero y para otras obras al aire libre, aunque es evidente que también se puede utilizar ventajosamente para otros fines”.

Aunque en la memoria de la patente no se especifican las dimensiones de la lámpara, del dibujo que la acompaña se deduce que el aparato sería similar a otros fabricados en Noruega y Suecia, de pequeña altura y gran diámetro (Figs. 15, 16, 17 y 18).

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