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CANDIDA ALBICANS
Si usted padece Candida o Tordo entonces este artículo es esencial para usted.
Por Lindsay Duncan, CN que aparecía in "Opción Consciente", noviembre de 1996
Candida Albicans es un hongo que está presente en todos nosotros. Se encuentra en las membranas superficiales y en las mucosas. En cantidades pequeñas es indemne pero cuando su crecimiento aumenta drásticamente puede estar devastando su salud. Es considerada una de las enfermedades todavía no-reconocidas que más prevalece del hombre moderno.
En un cuerpo saludable la Candida Albicans está en forma de levadura en nuestro organismo y está bajo control por las bacterias amistosas. Sin embargo, los antibióticos terapéuticos y los que se encuentran en las carnes que perturban el equilibrio delicado que existe en nuestros cuerpos.
Estos antibióticos reducen y debilitan a las bacterias amistosas y permiten a la Candida florecer. Las píldoras anticonceptivas, la cortisona también perturban este equilibrio.
La Candida se alimenta de azúcar, hidratos de carbono, comidas fermentadas como la cerveza, el vinagre y los embutidos.
El hongo Candida suelta toxinas en el torrente sanguíneo que tiene un efecto devastador en el sistema nervioso y el sistema inmune.
Esto crea una variedad de síntomas como:
deseo de comida (dulces, bebidas alcohólicas, chocolate, etc.)
alergias excesivas problemas vaginales depresión alergias a ciertos alimentos cansancio extremo migrañas irritabilidad falta de memoria
obesidad o pérdida de peso excesiva gas e hinchazon abdominal diarrea o estreñimiento PMS- sindrome premenstrual dolores de oídos entumecimiento y dolor de articulaciones mente nublada y muchos otros.
La Candida afecta al bienestar físico, mental y emocional.
Hoy la Candida puede ser una de las primeras causas de enfermad y obesidad en EEUU porque crea una escalera de caracol de salud descendente.
Cuando la Cándida se adueña de nuestro cuerpo, nos pide de manera ansiosa hidratos de carbono y dulces lo que aún la alimenta más y consigue proliferar de tal manera que agota al sistema inmunológico y crea toda una variedad de síntomas entre los que se puede encontrar el exceso de peso.
La infección de Candida es difícil diagnosticar puesto que en forma de levadura está presente en cada uno de nosotros.
La manera mejor de determinar si usted está afectado por este hongo es mirar su dieta y sus síntomas.
Si usted tiene la necesidad de comer azúcar, pan u otros hidratos de carbono, y está experimentando cualquier otro síntoma o simplemente no se siente bien, las opciones de que usted está afectado por Candida es muy elevada, por lo que tiene que considerar un cambio en su dieta.
Básicamente, este cambio es comer verduras y proteínas como pescadoy carnes biológicas, evitar los hidratos de carbono, azúcares, bebidas alcohólicas, las comidas fermentadas e incluso la fruta y zumos de frutas incluso aquellos que contienen fructosa, un azúcar de la fruta natural.
Deben usarse productos lácteos en cantidades pequeñas porque contienen lactosa, un azúcar de la leche. Siendo preferible en un primer paso no tomar estos productos.
Este cambio en la dieta no es tan simple como puede parecer porque los deseos por tomar azúcar e hidratos de carbono son sumamente fuertes.
Una vez usted se ha desenganchado del azúcar y de los hidratos de carbono durante unos días, empezará a sentirse de nuevo al mando.
Después de unos meses podrá introducir nuevamente las frutas frescas a su dieta. Deben comerse frutas exclusivamente con el estómago vacío. La fruta es muy fácil de digerir y se mueve rápidamente a través del cuerpo. Sin embargo, si se come con una comida más pesada como la proteína, grasa o almidon, la fruta dulce permanecerá en el estómago fermentando y creando una mala digestión.
Los fermentos de la fruta pueden entonces agravar el problema de la Candida. Esto es por qué la Candida se alimenta también de las vitaminas existentas en la fruta. Usted también puede añadir arroz integral a su dieta. Continúe evitando durante unos meses comidas que contengan levadura (como el pan, vino y cerveza) para mantener bajo control el crecimiento del hongo.
Un programa de suplementos herbarios y nutritivos es tan importante como el cambio en dieta.
Hay varios hongos naturales que inhiben a la Candida Albicans y son muy útiles en su tratamiento.
Una vez la Candida se limpia del organismo, el equilibrio de las bacterias amistosas puede restaurarse con acidophilus (en yoghurt y en suplementos).
Los beneficios de recobrar nuevamente la salud con un estilo de vida saludable son tremendos. Sus pensamientos vuelven a ser claros nuevamente, su cuerpo empieza a sentirse saludable y capaz para proceder con una vida feliz.
En el futuro, cuando usted vea que sus síntomas se repiten, se dará cuenta más rapidamente que su dieta y estilo de vida han de ser los apropiados para generar su propia salud y bienestar.
Un poco de Candida es bueno ya que se encarga de comerse los restos de las digestiones. La Candida albicans cuando nuestro organismo está sano se encuentra bajo el control de las bacterias amigas y del sistema inmunológico manteniendo un equilibrio estable en nuestro organismo.
Las infecciones severas pueden producir inflamación, rojez, y todos los síntomas ya explicados más arriba. Las infecciones de Cándida son difíciles de luchar. Y tener un
sistema inmunológico fuerte es primordial para poder luchar contra la Cándida.
Las infecciones por Cándidas pueden causar vaginitis. Esto produce quemazón de los genitales externos e internos y a menudo un flujo blanquecino que puede ser espeso.
Se recomienda utilizar ropa interior de algodón y aceite de Pompeya y baños vaginales con unas gotas de árbol de Té.
Dejar de utilizar antibióticos porque tienden a matar a todas las bacterias amigas que simbioticamente viven con nosotros y la Cándida se vuelve más virulenta y se desarrollarán infecciones recurrentes.
Si usa antibióticos, siempre tome un suplemento de probioticos. Los suplementos de lactobacillus tomados durante el uso de antibióticos pueden reducir el riesgo de vaginitis por Candida tras la ingesta de antibióticos- . Eschenback H. Infección vaginal. Clin Ob Gyn 1983; 26:186-202. Vincent J, Voomett R, y Riley R. La actividad Antibacteriana asociada con acidophilus de Lactobaccillus. J Bact 1959; A78:477-484.
Las drogas hormonales: los contraceptivos Orales y los esteroides contribuyen a menudo a infecciones de Candida.
El Embarazo, la Diabetes mellitus y la infección de HIV son asociados con un riesgo muy grande de padecer infecciones de Candida.
Las alergias pueden causar vaginitis crónica o recurrente por Hongos y pueden ser resueltas evitando los alergenos y tratando las alergias. Kudelco N. Alergia en vaginitis del monilial crónico. Ana Alergia 971;29:266-267.
Si nuestra dieta tiene un alto consumo de azúcares simples y almidones ayuda a la proliferación de la Cándia. Horowitz BJ, Edelstein SW, Lippman L., Estudios de chromatography de azúcar en vulvovaginitis de Candida recurrente. J Reproduc Med 1984;29(7):441.
Las mujeres que tienen una infección por hongos (o están predispuestas a tales infecciones) deben evitar comidas muy refinadas que son las que alimentan al hongo Cándida. También deben evitar azúcar refinado, frutas, zumos de fruta, hidratos de carbono refinados y alcohol.
Mejore su digestión tomando proteínas. El ácido del estómago es una defensa importante contra los patogenos.
Un suplemento de ácido HCl puede ser útil. Evite los antacidos.
Canda alvicans
Dr. Oscar H. Del Brutto
Departamento de Neurología, Hospital Luis Vernaza, Guayaquil
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Artículo publicado en Rev Neurol 2000;30:447-459 y reproducido
gracias al acuerdo de publicación de la Federación de Revistas
Neurológicas en Español.
Correspondencia: Dr. Oscar Del Brutto, Air Center 3542,
PO Box 522970, Miami, Fl 33152-2970, U.S.A.
Resumen: Introducción: En los últimos años se ha notado un aumento en el número de casos de infecciones micóticas del SNC. En el presente trabajo revisamos la literatura acerca de estas enjtidades, con especial atención a los avances recientes en diagnóstico y tratamiento. Desarrollo: Aunque algunos hongos pueden causar enfermedad en sujetos sanos, la mayoría de estos microorganismos son oportunistas y afectan sujetos con compromiso del sistema inmune. Con excepción de la Candida albicans, que es un habitante del tubo digestivo, la mayoría de los hongos entran al organismo por inhalación o a través de lesiones cutáneas. Las enfermedades micóticas más frecuentes son: aspergilosis, blastomicosis, candidiasis, coccidioidomicosis, criptococosis, histoplasmosis, mucormicosis, paracoccidiodomicosis, and faeohifomicosis. En términos generales, las micosis del SNC se
asocian con uno o más de los siguientes síndromes clínicos: meningitis subaguda o crónica, encefalitis, abscesos o granulomas parenquimatosos, enfermedad cerebrovascular o mielopatía. El diagnóstico suele ser dificil desde el punto de vista clínica y los datos aportados por los estudios de neuroimagen o con el estudio de LCR son inespecíficos. El diagnóstico depende de la identificación del agente causal en secreciones corporales o en muestras de tejido. La administración de anfotericina B, asociada o no con uno de los nuevos derivados azólicos, se encuentra indicada para detener el curso inexorable de estas entidades. Conclusión: Consideradas como enfermedades poco comúnes, la epidemia de SIDA, así como el uso indiscriminado de corticosteroides y agentes citotóxicos, ha condicionado un aumento en la prevalencia de micosis del SNC. El desarrollo de potentes drogas antimicóticas ha mejorado el pronóstico de dichas infecciones; sin embargo, debido a retrasos diagnósticos o a la presencia de enfermedades debilitantes pre-existentes, algunos enfermos evolucionan desfavorablemente a pesar del tratamiento.
Los hongos son organismos eukarióticos que viven como saprófitos en la tierra y vegetación. Se reproducen mediante la formación de
esporas y pueden existir en dos formas principales: micelios y levaduras. En la forma de micelios, los hongos están compuestos por estructuras filamentosas de aspecto tubular, denominadas hifas, que crecen mediante ramificaciones laterales formando grandes colonias. Por el contrario, las levaduras son células redondas u ovales que se reproducen por gemación. En algunas levaduras, las células gemadas no se separan de la célula que las originó, formando cadenas de células que se denominan pseudohifas. La forma particular en la que crecen los hongos, sea en forma de micelios o de levaduras, está determinada por el ambiente y por la temperatura en la que crecen. De esta manera, existen hongos "dimorfos" que crecen en forma de levaduras a temperatura ambiente y en forma de micelios a temperatura corporal (37°C). Esto no es simplemente un cambio en la forma del hongo, sino un cambio en su potencial patógeno ya que algunos de estos agentes solamente son capaces causar enfermedad en forma de micelios [1].
Solamente unas pocas de las más de 100.000 especies de hongos son patógenos para el hombre. Estos organismos se clasifican en hongos patógenos y hongos oportunistas. Los hongos patógenos son aquellos con capacidad
de causar enfermedad en sujetos sanos, mientras que los hongos oportunistas son aquellos que únicamente causan enfermedad en sujetos inmunosuprimidos. Existen hongos que son predominantemente oportunistas, pero que pueden causar enfermedad en individuos inmunocompetentes. En términos generales, los problemas que con mayor frecuencia predisponen a las infecciones por hongos oportunistas son las alteraciones en la inmunidad celular, la mala función de neutrófilos y la neutropenia [2]. A continuación describiremos las principales infecciones micóticas del SNC con énfasis en los avances recientes en diagnóstico y tratamiento.
Aspergilosis
La mayoría de los casos de aspergilosis son causados por el Aspergillus fumigatus, mientras que un pequeño porcentaje se deben a infecciones por A. flavus, A. niger y A. terreus. Estos hongos crecen en forma de micelios y se encuentran como microorganismos inocuos en el ambiente. La infección suele adquirirse por inhalación de las esporas, con invasión subsecuente de senos paranasales y alveolos pulmonares [3]. Por otra parte, como los Aspergillus son contaminantes del aire de
hospitales y quirófanos, algunos pacientes se infectan durante procedimientos quirúrgicos (cirugía cardiaca, craneotomías, implantación de sistemas de derivación ventricular, laminectomías, cirugía de catarata). En estos casos la infección ocurre por contaminación directa [4-7]. La aspergilosis puede ocurrir en sujetos previamente sanos [8-10], aunque es mucho más frecuente en pacientes inmunosuprimidos, sobretodo en aquellos con enfermedad granulomatosa crónica, neoplasias, hepatopatías crónicas, tuberculosis y SIDA, así como en sujetos que tienen historia de abuso de drogas intravenosas y consumo crónico de agentes citotóxicos o corticosteroides [11-16].
Patogenia.- En sujetos inmunosuprimidos, la invasión de la mucosa de nariz y senos paranasales por Aspergillus se acompaña de diseminación de la infección hacia estructuras contiguas, lo que condiciona formación de abscesos y necrosis tisular secundaria a compromiso vascular. Por el contrario, los individuos inmunocompetentes desarrollan infecciones indolentes de nariz y senos paranasales que condicionan rinitis alérgica o sinusitis crónica [17]. A nivel pulmonar, el hongo puede crecer como un aspergiloma bien
definido o bien diseminarse por el árbol bronquial condicionando una neumonitis difusa [3]. Otros órganos que pueden afectarse durante el curso de una aspergilosis incluyen: corazón (endocarditis), ojos (escleritis, endoftalmitis), tubo digestivo (úlceras) y huesos (lesiones líticas, abscesos en discos intervertebrales) [18-20].
El SNC puede afectarse de distintas maneras durante una aspergilosis, incluyendo la formación de abscesos o granulomas en el parénquima cerebral, aracnoiditis difusa, infartos cerebrales o medulares, aneurismas micóticos o abscesos epidurales espinales [21-31]. Se ha descrito una forma "rino-cerebral" de aspergilosis, cuando el SNC se compromete a partir de una infección primaria nasal; en estos casos, se forman abscesos o granulomas en senos paranasales o en lóbulos frontales o temporales [26,27]. Cuando la infección del SNC es a partir de un foco primario pulmonar o cardiaco, el compromiso neurológico suele ser en forma de aracnoiditis difusa, hemorragias o infartos cerebrales, o abscesos múltiples [22]. Cuando la aspergilosis se relaciona con un procedimiento neuroquirúrgico, la infección se localiza en el sitio de entrada del hongo [6]. Los abscesos o granulomas por Aspergillus están constituídos por tejido necrótico rodeado por un
infiltrado inflamatorio en el que se pueden identificar múltiples hifas septadas [31]. El hongo tiene una predisposición particular por invadir la pared de los vasos sanguíneos intracraneales causando necrosis coagulativa que, a su vez, es causa de trombosis arterial e infartos cerebrales [2,22].
Cuadro clínico.- La aspergilosis en individuos inmunocompetentes puede ser asintomática o cursar con manifestaciones no específicas (tos no productiva o descarga nasal mucosa). En pacientes inmunosuprimidos, la aspergilosis suele producir fiebre, dolor ocular, dolor torácico, disena y hemoptisis [14,17,32]. Las manifestaciones neurológicas dependen de la gravedad y extensión del compromiso del SNC. En pacientes con meningitis, es frecuente la presencia de fiebre, cefalea, rigidez de nuca y deterioro del nivel de conciencia [22,23]. Los granulomas o abscesos cerebrales se asocian con crisis convulsivas o signos focales [22]. Los enfermos con la forma "rino-cerebral" de la enfermedad cursan con oftalmoplejía y disminución de agudeza visual debido al compromiso de las estructuras que emergen por la hendidura esfenoidal y agujero óptico [27,33,34]. Los signos focales de inicio súbito son comunes en pacientes con infarto cerebral
o en aquellos que experimentan ruptura de un aneurisma micótico [26,30].
Diagnóstico.- La mayoría de pacientes con aspergilosis cursan con neutropenia, la cual es reflejo de la inmunosupresión pre-existente [32]. El compromiso pulmonar se evidencia en la radiografía de tórax en forma de micetomas o como consolidaciones nodulares, cavernas o infiltrados difusos. El análisis citoquímico del LCR de los pacientes con meningitis por Aspergillus usualmente revela pleocitosis polimorfonuclear (<200 células x mm3), aumento de proteínas e hipoglucorraquia [22]. El cultivo de LCR suele ser negativo. Los estudios de neuroimagen muestran granulomas o abscesos en forma de lesiones hipodensas, rodeadas de edema, que captan el medio de contraste en forma nodular. Estos se localizan en la región paraselar o en los lóbulos frontales o temporales [34-36]. Los granulomas de la región paraselar pueden invadir la pared lateral del seno cavernoso y la órbita, erosionando la base del cráneo. El estudio angiográfico de las arterias intracraneales es de utilidad para el diagnóstico de aneurismas micóticos [30]. En los pacientes con meningitis, los estudios de neuroimagen pueden revelar hidrocefalia y reforzamiento anormal de las leptomeninges
[22,36]. La IRM de columna es útil para valorar infecciones localizadas en discos intervertebrales o abscesos extradurales que comprimen la médula espinal [20,21]. El diagnóstico definitivo se establece mediante la demostración de hifas septadas y ramificadas en muestras de tejido [30]. Debido a que diversas especies de Aspergillus son contaminantes comunes de las secreciones corporales, el hallazgo de estos hongos en esputo, orina, o secreciones nasales no tiene mayor significado diagnóstico.
Tratamiento.- La anfotericina B intravenosa (0.8 a 1.25 mg/kg/día, hasta una dosis total de 1 a 1.5 g) es la droga más utilizada para el tratamiento de la aspergilosis. Es importante monitorizar la función renal y los niveles de potasio durante el tratamiento. Si se presenta alteración en la función renal, es prudente utilizar la anfotericina B liposomal o la anfotericina B en dispersión coloidal, a dosis de 4 a 5 mg/kg/día [32,37]. El itraconazol (400 a 600 mg/día) es igual de eficaz que la anfotericina B en el manejo de la aspergilosis en sujetos inmunosuprimidos [38.39]. Además del tratamiento médico, es conveniente resecar los abscesos cerebrales. Luego de la cirugía, se debe administrar anfotericina B intracavitaria
(5 a 25 ug/día) mediante un sistema de reservorio cerrado, durante 3 a 6 meses [40].
Blastomicosis
La blastomicosis es causada por el Blastomyces dermatitidis, un hongo dimorfo que crece en forma de levaduras a 37°C. Esta entidad se denominaba blastomicosis Norteamericana ya que se pensaba que su agente causal se encontraba geográficamente restringido a dicha región; sin embargo, reportes provenientes de Africa y de la India, sugieren que el B. dermatitidis tiene distribución universal [41-43]. La infección se adquiere mediante la inhalación de esporas ya que este hongo se encuentra en la tierra en forma de micelios. El B. dermatitidis es un hongo patógeno, capaz de producir enfermedad en sujetos sanos, aunque se han reportado casos en pacientes con SIDA [44].
Patogenia.- El B. dermatitidis puede comprometer pulmones, piel, huesos, retina, tracto urinario y SNC. Los pulmones presentan una serie de alteraciones, incluyendo granulomas no caseosos, así como focos de consolidación, destrucción alveolar, inflamación
de la mucosa bronquial y neumonitis exudativa. Las lesiones cutáneas consisten principalmente en pápulas, verrugas y úlceras, que se presentan en zonas expuestas del cuerpo. Otras alteraciones incluyen lesiones líticas óseas, coroiditis, epididimitis y prostatitis [45-47]. El 25% de los pacientes con blastomicosis diseminada presenta compromiso del SNC, el cual puede manifestarse en forma de aracnoiditis difusa o de lesiones ocupativas, las que se localizan en parénquima de hemisferios cerebrales, tallo cerebral o cerebelo, así como en espacio epidural intracraneal o espinal [46]. Las lesiones parenquimatosas son resultado de diseminación hematógena del B. dermatitidis, mientras que el compromiso epidural se debe a diseminación a partir de una infección vertebral o craneal contigua [48-51].
Cuadro clínico.- Las manifestaciones sistémicas (pulmonares o genitourinarias) de la blastomicosis pueden tener inicio agudo, subagudo o crónico, son inespecíficas y simulan una serie de infecciones tales como tuberculosis, nocardiosis u otras micosis. De igual manera, las lesiones cutáneas simulan las observadas en la leishmaniasis o en el carcinoma de células escamosas [45]. Las manifestaciones neurológicas varían de
acuerdo con el tipo de compromiso del SNC. Los pacientes con aracnoiditis se presentan con fiebre, rigidez de nuca y deterioro progresivo del nivel de conciencia [52]. Los abscesos se manifiestan por crisis convulsivas, signos focales o aumento de presión intracraneal [48,50]. Las lesiones líticas en los huesos de la base del cráneo cursan con alteración en la función de los nervios craneales y los abscesos paraespinales causan compresión medular, lo cual condiciona signos y síntomas motores y sensitivos por debajo del nivel de la lesión [43,52].
Diagnóstico.- Las radiografías de tórax de los pacientes con blastomicosis diseminada usualmente revelan afección pulmonar importante, en forma de densidades multinodulares, consolidaciones y adenopatía hiliar [45]. En pacientes con meningitis, el estudio de LCR muestra pleocitosis mononuclear moderada, aumento de proteínas e hipoglucorraquia. El cultivo de LCR es negativo en la mayoría de los casos [52] y no existen pruebas serológicas confiables para el diagnóstico de esta entidad. Los estudios de neuroimagen pueden mostrar hidrocefalia y captación anormal del contraste en leptomeninges en los pacientes con meningitis
o lesiones anulares hipercaptantes, únicas o múltiples, en los pacientes con abscesos cerebrales [36]. Los abscesos epidurales en la base del cráneo simulan los denominados "meningiomas en placa" [43]. La blastomicosis espinal se visualiza en IRM en forma de lesiones vertebrales destructivas que se extienden hacia el canal espinal; estas lesiones captan el medio de contraste paramagnético en forma homogénea [51]. El diagnóstico definitivo requiere la demostración del agente causal en muestras de tejido.
Tratamiento.- La anfotericina B (0.6 a 1 mg/kg/día, hasta alcanzar una dosis total de 1.5 a 2 g) es la droga de elección para la blastomicosis diseminada. Recientemente se ha sugerido que el itraconazol (200 a 400 mg/día) o el ketoconazol (400 a 800 mg/día) son igual de eficaces para el tratamiento de esta entidad [38].
Candidiasis
La candidiasis es producida por varias especies de Candida, una levadura que normalmente se encuentra en el tubo digestivo y tracto urinario del hombre. Son agentes oportunistas que
únicamente causan enfermedad grave en sujetos inmunosuprimidos, sobretodo en aquellos con mala función de neutrófilos y macrófagos tisulares. La diabetes mellitus es una condicón especial que predispone al desarrollo de candidiasis cutánea pero no sistémica [53]. La Candida puede, además, entrar directamente a la circulación a través de catéteres intravenosos, líneas de hiperalimentación parenteral o durante cirugías [54]. La candidiasis del SNC es rara, aún en infecciones diseminadas; la mayoría de los casos son secundarios a infección por Candida albicans, aunque hay reportes relacionados con infección por C. tropicalis, C. guillermondii, C. lusitaniae, C. parapsilosis y C. stellatoidea [55-58].
Patogenia.- La proliferación de Candida en orofarínge y tubo digestivo condiciona el desarrollo de placas pseudomembranosas blanquecinas, compuestas por hongos, tejido necrótico, células epiteliales descamadas y keratina. La invasión de tejidos profundos se asocia con formación de microabscesos, los que tambien contienen hongos y tejido necrótico, así como histiocitos y células gigantes. En la candidiasis diseminada pueden afectarse pulmones, corazón, bazo, hígado,
pancreas, riñones, ojos, huesos, articulaciones, músculos y SNC [53]. El compromiso del SNC se caracteriza por aracnoiditis, ependimitis, abscesos parenquimatosos, oclusiones arteriales o formación de aneurismas micóticos [55-61]. En niños predomina la aracnoiditis difusa, mientras que los abscesos parenquimatosos son la forma más frecuente de presentación de la candidiasis del SNC en adultos. Estas lesiones usualmente se localizan en el territorio de irrigación de la arteria cerebral media como reflejo de su origen a partir de la diseminación hematógena del agente causal [57].
Cuadro clínico.- Las infecciones por Candida producen gran variedad de manifestaciones clínicas cutáneas, mucocutáneas y sistémicas. De éstas, las más comunes son las placas orales, la esofagitis, la endocarditis, la peritonitis, las infecciones del tracto urinario y la candidiasis diseminada [53]. Las complicaciones neurológicas se presentan en el curso de una candidiasis diseminada y suelen pasar desapercibidas debido a la gravedad de la enfermedad [61]. La meningitis por Candida se asocia con cefalea progresiva, rigidez de nuca y disminución de conciencia [62]. Las manifestaciones clínicas de los
abscesos parenquimatosos dependen de su número y localización e incluyen crisis convulsivas, signos focales o aumento de presión intracraneal [63-65].
Diagnóstico.- Los pacientes con candidiasis diseminada cursan con neutropenia, como reflejo de la inmunosupresión subyacente. El SIDA predispone al desarrollo de candidiasis sistémica, por lo que esta entidad debe ser investigada en todos los casos [53]. El estudio de LCR es anormal en la mayoría de pacientes con meningitis, evidenciándose pleocitosis mononucelar (<1,000 células x mm3), aumento de proteínas e hipoglucorraquia. En menos del 50% de los casos es posible visualizar el hongo en la tinción de Gram [61]; sin embargo, el cultivo de LCR suele ser positivo y permite identificar la especie de Candida responsable de cada caso en particular [2]. Los estudios de neuroimagen son utiles para la identificación de abscesos parenquimatosos, aunque su aspecto no es patognomónico [36,64,65].
Tratamiento.- La anfotericina B es la droga de elección para la candidiasis sistémica. La dosis y forma de administración de esta droga es la misma que la descrita en pacientes con
aspergilosis u otras micosis sistémicas. Es probable que el fluconazol (400 mg/día) sea de utilidad como terapia adyuvante en algunos casos [38]. A pesar del tratamiento, la mortalidad de la candidiasis sistémica es elevada.
Coccidioidomicosis
La coccidioidomicosis es producida por el Coccidioides immitis, un hongo dimorfo que normalmente se encuentra en tierras áridas en forma de micelios compuestos por artroconidias cilíndricas. La infección se adquiere por inhalación de dichas artroconidias, las que se transforman (a temperatura corporal) en esférulas compuestas por centenares de endosporas. La esférulas se rompen y se liberan las endosporas, las que a su vez se transforman en nuevas esférulas. El C. immitis se limita geográficamente al hemisferio occidental, donde se lo encuentra en tierras áridas desde la Argentina hasta el sur-oeste de los Estados Unidos [2,66,67]. Es un hongo patógeno que puede causar enfermedad en sujetos sanos; sin embargo, los pacientes con SIDA, así como los ancianos y las mujeres embarazadas, son especialmente susceptibles
para desarrollar cuadros graves luego de una infección [68,69].
Patogenia.- El C. immitis desencadena una reacción granulomatoso caseosa que simula a la observada en la tuberculosis, con la diferencia que se visualizan las características esférulas ya descritas. Los pulmones son los órganos más frecuentemente afectados en infecciones sintomáticas, aunque tambien pueden comprometerse piel, órganos pélvicos, articulaciones y músculos [66]. El SNC se afecta en menos del 1% de los pacientes. El compromiso neurológico usualmente consiste en una aracnoiditis difusa con formación de un denso exudado que se extiende a lo largo de la cara basal del encéfalo, que condiciona atrapamiento de arterias leptomeníngeas, lo cual condiciona angeitis e infartos cerebrales [70-72]. La extensión del proceso inflamatorio hacia el canal espinal puede condicionar oclusión de la arteria espinal anterior con el subsecuente desarrollo de un infarto medular [73]. Pueden observarse, además, abscesos o granulomas localizados a nivel de hemisferios cerebrales, silla turca, cerebelo y médula espinal [74-76].
Cuadro clínico.- La coccidioidomicosis en individuos inmunocompetentes se caracteriza por una infección autolimitada del tracto respiratorio, la cual puede progresar hacia una neumopatía crónica que simula tuberculosis o cáncer pulmonar [66]. Algunos enfermos desarrollan enfermedad diseminada, con disnea, hemoptisis, mialgias, artralgias y lesiones cutáneas (úlceras, pústulas o lesiones proliferativas) [68]. El compromiso neurológico puede observarse como parte de una infección diseminada o como la única manifestación de la enfermedad. En su forma más leve, la meningitis por C. immitis se presenta en forma lentamente progresiva, con cefalea, febrícula y cambios conductuales; a medida que progresa, se agrega rigidez de nuca, alteración en los nervios craneales y signos focales [71]. Los paciente inmunosuprimidos desarrollan cuadros de evolución aguda, con meningitis, deterioro de conciencia, convulsiones, signos focales, coma y muerte [74-76].
Diagnóstico.- La radiografía de tórax muestra una serie de alteraciones en estos pacientes, incluyendo cavernas, nódulos y lesiones miliares. Las radiografías óseas revelan lesiones líticas en cuerpos vertebrales, huesos del craneo y huesos pequeños de manos y
pies. En los pacientes con meningitis, el estudio de LCR revela pleocitosis polimorfonuclear (<1.000 células x mm3), aumento de proteínas e hipoglucorraquia. Esta es la única meningitis por hongos que cursa con eosinófilos en el LCR [70]. Los estudios de neuroimagen en los pacientes con meningitis muestran reforzamiento anormal de las leptomeninges, hidrocefalia e infartos lacunares en el territorio de la arteria cerebral media [36]. Los abscesos se visualizan como lesiones anulares hipercaptantes, únicos o múltiples [76]. El diagnóstico definitivo se establece mediante la demostración del hongo en esputo, lesiones cutáneas, sangre, orina o muestras de tejido [66,68,74]. La visualización del C. immitis en LCR es dificil y los cultivos de LCR son positivos en menos del 50% de los casos [2]. La reacción de fijación del complemento y el ELISA detectan anticuerpos específicos en más del 90% de los pacientes con meningitis [71,77]. De igual manera, el hallazgo de antígenos de C. immitis mediante ELISA permite el diagnóstico en pacientes con enfermedad diseminada [78]. Las pruebas de sensibilidad cutánea son útiles cuando resultan positivas, sin embargo, una prueba negativa no excluye el diagnóstico [66].
Tratamiento.- En la actualidad se considera que los derivados azólicos son mejores que la anfotericina B para el manejo de la coccidioidomicosis sistémica [38]. De hecho, diversos estudios han demostrado la utilidad del fluconazol (400 a 800 mg/día), itraconazol (400 mg/día) y ketoconazol (400 a 800 mg/día) en pacientes con enfermedad pulmonar [79,80]. Los pacientes con compromiso neurológico pueden ser manejados con fluconazol pero no con los demás azoles; en estos casos, la anfotericina B aún es de utilidad como droga alternativa [2,81]. Esta droga se administra por vía intravenosa (a dosis similares a las utilizadas para otras micosis) e intratecal. El regimen de administración de anfotericina B por vía intratecal comienza con una dosis de 0.01 mg y se aumenta en forma progresiva a razón de 1 a 1.5 mg cada tercer día, hasta alcanzar un total de 50 a 100 mg. Con cada dosis de anfotericina B por vía intratecal, se administra hidrocortisona (25-50 mg), para evitar reacciones adversas a la droga [81]. El tratamiento con fluconazol o con anfoterina B debe prolongarse durante 12 a 18 meses o incluso de por vida, para evitar recurrencias [56]. Además del tratamiento médico, se recomienda la resección quirúrgica de las lesiones osteolíticas y de los abscesos cerebrales [76].
CriptococosiS
La criptococosis es causada por el Cryptococcus neoformans, una levadura encapsulada que usualmente afecta individuos inmunosuprimidos. Esta enfermedad se ha tornado importante en las últimas dos décadas, ya que representa la infección oportunista del SNC más prevalente en sujetos con SIDA [82-84]. Otras condiciones que alteren la inmunidad celular, tales como neoplasias linforeticulares o tratamientos prolongados con corticoides, tambien predisponen al desarrollo de criptococosis [85,86]. Existen dos variantes de C. neoformans, el C. neoformans var. neoformans y el C. neoformans var. gatti. El primero de ellos es más cosmopolita y oportunista, mientras que el otro se encuentra restringido geográficamente (Australia, Asia, Africa y América Central) y puede causar enfermedad en sujetos inmunocompetentes. Ambas variantes de C. neoformans habitan en el suelo y en las heces de las palomas y entran al organismo por el tracto respiratorio [87].
Patogenia.- A pesar que el tracto respiratorio es la puerta de entrada del C. neoformans, las lesiones pulmonares son raras en pacientes
con criptococosis y cuando ocurren, se presentan en forma de nódulos o de neumonitis intersticial. La diseminación hematógena del hongo causa lesiones en corazón, hígado, bazo, tubo digestivo, próstata, riñones, suprarenales, tiroides, ojos, huesos, articulaciones, piel y SNC [82]. El C. neoformans tiene predilección por afectar el SNC, donde puede producir aracnoiditis difusa o lesiones ocupativas parenquimatosas [83,88-90]. La aracnoiditis se caracteriza por la formación de un denso exudado leptomeníngeo, compuesto por hongos, fibras colágenas, células gigantes multinucleadas, linfocitos y células plasmáticas. Los pequeños vasos sanguíneos leptomeníngeos suelen atraparse en dicho exudado inflamatorio, con el subsecuente desarrollo de cambios angeíticos y oclusión de la luz, lo cual produce infartos cerebrales [91,92]. La extensión del proceso inflamatorio hacia la base del cráneo causa hidrocefalia secundaria a obstrucción de los agujeros de Luschka y Magendie, así como lesiones de tipo isquémico y desmielinizante en los nervios craneales [90,93]. El parénquima cerebral puede afectarse en dos formas diferentes, incluyendo la formación de granulomas bien definidos (torulomas) o el desarrollo de lesiones espongiformes focales,
compuestas por hongos, sin reacción inflamatoria perilesional [30].
Cuadro clínico.- Las manifestaciones clínicas más importantes de la criptococosis son relacionadas con el compromiso del SNC. La meningitis comienza en forma incidiosa, con fiebre, cefalea, nauseas, cambios en el comportamiento y fotofobia [55,83]. Menos del 50% de los pacientes presentan rigidez de nuca [94]. A medida que la enfermedad avanza, se asocian crisis convulsivas, signos focales de inicio súbito (por infartos cerebrales), alteración en nervios craneales, disminución de la visión e hipertensión endocraneal [93-99]. Los torulomas pueden presentarse en pacientes con meningitis o como única evidencia de la enfermedad. Estas lesiones pueden ser únicas o múltiples, se localizan en cualquier parte del SNC y cursan con crisis convulsivas, signos focales o hipertensión endocraneal [88,89]. La mayoría de pacientes con torulomas son inmunocompetentes, a diferencia de los pacientes con meningitis, los que usualmente tienen alteraciones en la inmunidad celular. Esta diferencia se debe a que el C. neoformans var. gatti, más virulento que el C. neoformans var. neoformans, es
responsables de la mayoría de los casos de torulomas [57].
Diagnóstico.- En la meningitis criptococósica, los hallazgos en LCR difieren dependiendo de si el paciente tiene o no SIDA [100]. En los pacientes con SIDA, el estudio citoquímico del LCR puede ser normal, mientras que en aquellos que no tienen SIDA, se aprecia pleocitosis moderada, aumento de proteínas e hipoglucorraquia. La presión de apertura de LCR está elevada en ambos casos. La tinción de tinta china permite visualizar el agente causal en el 50% a 60% de los pacientes sin SIDA y en el 70% a 90% de aquellos con SIDA [2]. Los cultivos de sedimentos centrifugados de LCR permiten la identificación del hongo en más del 90% de los casos. La búsqueda de antígenos específicos en suero o LCR mediante la técnica de aglutinación del látex tambien es positiva en más del 90% de los casos de infección del SNC [2,83,101]. Los estudios de neuroimagen en pacientes con meningitis pueden ser normales o mostrar hidrocefalia, reforzamiento anormal de las leptomeníngea o infartos cerebrales [83,96]. Los torulomas se visualizan como lesiones anulares hipercaptantes, rodeadas de edema [102]. Algunos pacientes presentan los
denominados "pseudoquistes gelatinosos", que se presentan como grupos de pequeñas lesiones quísticas que usualmente no refuerzan luego del contraste [103-106].
Tratamiento.- La anfotericina B (0.3 a 0.5 mg/kg/día) o el fluconazol (200 a 400 mg/día), durante 8 a 10 semanas, son las drogas de elección para la meningitis criptococósica en pacientes inmunocompetentes [2,107]. El manejo de los pacientes con SIDA y criptococosis del SNS es controversial [108-111]. De acuerdo con un estudio reciente, los mejores resultados se obtienen con anfotericina B (0.7 mg/kg/día) asociada con flucitosina (100 mg/kg/día) durante dos semanas, seguido por fluconazol (400 mg/día) o itraconazol (400 mg/día) durante 8 semanas [112]. Los pacientes con hidrocefalia requieren la implantación de un sistema de derivación ventricular [98,113]. Luego del episodio agudo, los enfermos necesitan terapia de mantenimiento de por vida para evitar recidivas. El fluconazol (100 a 200 mg/día) parecería ser la droga más eficaz en estos casos [114,115].
Histoplasmosis
La histoplasmosis es causada por el Histoplasma capsulatum, un hongo dimorfo que normalmente habita en la tierra, en áreas donde hay gran cantidad de aves y murciélagos. Existen dos variedades de H. capsulatum, el H. capsulatum var. capsulatum, y el H. capsulatum var. duboisii. El primero es endémico en América, Europa y Asia, mientras que el segundo se encuentra restringido a ciertas regiones de Africa [116]. La infección se adquiere por inhalación de las esporas. El H. capsulatum es un hongo patógeno que puede causar enfermedad en individuos inmunocompetentes; sin embargo, los pacientes inmunosuprimidos, al igual que los lactantes y los ancianos, son susceptibles de desarrollar histoplasmosis diseminada [117-120].
Patogenia.- Debido a que el H. capsulatum ingresa al organismo por inhalación, las lesiones patológicas pueden confinarse a pulmones y tracto respiratorio. En estos casos se observa alveolitis inflamatoria, áreas de bronconeumonía, formación de granulomas caseosos, linfadenopatía hiliar y fibrosis mediastinal [121-123]. Al diseminarse la infección, se forman lesiones granulomatosas en piel y mucosas, hígado, bazo, suprarenales,
válvulas cardiacas, tubo digestivo, ojos y SNC [124-127]. El compromiso del SNC se caracteriza por aracnoiditis difusa, con formación de un exudado leptomeníngeo compuesto por hongos, células gigantes multinucleadas, histiocitos y linfocitos. Los granulomas parenquimatosos (histoplasmomas) pueden ocurrir, aunque son raros. Estos tienen un centro necrótico caseoso y se localizan de preferencia en la corteza cerebral, gánglios basales, sistema ventricular o médula espinal. Las arterias intracraneales de pequeño calibre son invadidas por hongos, lo cual resulta en el desarrollo de angeitis e infartos cerebrales [128-131]. Los cambios patológicos descritos se refieren a aquellos relacionados con infecciones por H. capsulatum var. capsulatum. La otra variedad, el H. capsulatum var. duboisii, condiciona lesiones totalmente distintas. De hecho, este último no afecta los pulmones y cursa con lesiones en piel, tejido celular subcutáneo, músculos y huesos [116].
Cuadro clínico.- Los pacientes con histoplasmosis pulmonar aguda se presentan con fiebre, tos, disnea, dolor precordial e incluso síndrome de distress respiratorio del adulto. Las infecciones diseminadas se
caracterizan, además, por hepato-esplenomegalia y lesiones cutáneas [118,120,126,127]. Las manifestaciones neurológicas son poco frecuentes, aún en pacientes con histoplasmosis diseminada [128,132]. La forma más común de presentación es la de una meningitis crónica, con fiebre, rigidez de nuca, crisis convulsivas y deterioro de conciencia [132,133]. Pueden ocurrir signos focales de inicio súbito, relacionados con infartos cerebrales secundarios a oclusión inflamatoria de pequeñas arterias intracraneales o a oclusión de arterias de mediano calibre con material embolígeno proveniente del corazón (endocarditis) [134-136]. Los histoplasmomas cursan con crisis convulsivas y signos focales que dependen del número y localización de las lesiones [117,129,131].
Diagnóstico.- Durante la fase aguda de la enfermedad es frecuente encontrar leucocitosis, anemia e hipoxemia. Algunos enfermos presentan aumento en los niveles de la enzima convertidora de angiotensina (simulando sarcoidosis) [137]. La radiografía de tórax muestra linfadenopatía hiliar, áreas de consolidación, cavernas, nódulos, infiltrado miliar o derrame pleural [116, 123]. En los
pacientes con meningitis, el estudio de LCR usualmente muestra pleocitosis moderada (<100 células x mm3) con aumento de proteínas e hipoglucorraquia [132]. Los estudios de neuroimagen revelan hidrocefalia, reforzamiento anormal de las leptomenínges o infartos cerebrales [132]. Los histoplasmomas se visualizan en forma de lesiones anulares rodeadas de edema o como nódulos calcificados [129,138]. La IRM es útil para la visualización de granulomas medulares, los que aparecen como lesiones que se refuerzan luego del contraste [138,139]. Es dificil aislar al H. capsulatum en LCR, aún en pacientes con meningitis. De igual manera, las pruebas serológicas para la detección de anticuerpos específicos tienen pobre sensibilidad y especificidad [132]. El diagnóstico definitivo se establece aislando el agente causal en cultivo de tejidos o secreciones corporales [116]. La detección de antígenos de H. capsulatum mediante radioinmunoensayo es una forma rápida y confiable de establecer el diagnóstico de esta entidad [140,141].
Tratamiento.- La anfotericina B es la droga de elección para la histoplasmosis diseminada con o sin compromiso neurológico [132]. En los casos con afección del SNC, se recomienda la
administración de anfotericina B por vía intravenosa e intratecal, con un regimen similar al descrito para la coccidioidomicosis. El itraconazol (400 mg/día) o el fluconazol (400 mg/día) son drogas alternativas cuando no se tolera la anfotericina B [38]. Estas drogas tambien se encuentran indicadas como terapia de mantenimiento para evitar recidivas ya que las infecciones por H. capsulatum son dificiles de erradicar. Para el manejo de histoplasmomas se ha sugerido la resección quirúrgica seguida por el tratamiento antimicótico descrito [129].
Mucormicosis
La mucormicosis es causada por hongos de la clase Zygomycetes, orden Mucorales, familia Mucoraceae, géneros Absidia, Mucor, Rhizopus y Rhizomucor. Uno de estos agentes, el Rhizopus arrhizus, es responsable del 60% de los casos de mucormicosis y del 90% de los casos con compromiso del SNC [36]. Existen, además, casos bien documentados de infecciones relacionadas con otros miembros de la familia Mucoraceae (A. corymbifera, R. oryzae, R. rhyzopodiformis), así como por miembros de otras familias de Mucorales, tales como Apophysomyces sp., Cunninghamella
sp., Mortierella sp. y Saksenaea sp. [142-145]. Los Zygomycetes habitan en la tierra y vegetación en forma de micelios, que no cambian de forma en los tejidos humanos, donde se los encuentra en forma de hifas no-septadas, con ramificaciones angulares [143]. Los Mucorales son hongos oportunistas que causan enfermedad en sujetos con diabetes mellitus o con acidemia de cualquier tipo, así como en pacientes con neoplasias, en recipientes de transplantes de órganos, en individuos que han recibido tratamiento con corticoides o agentes citotóxicos durante tiempo prolongado, o en adictos a drogas intravenosas [146-151]. La infección se adquiere por inhalación de esporas o por inoculación directa del hongo en tejidos subcutáneos o sangre. La contaminación aérea es más común en diabéticos, mientras que la inoculación directa se observa en adictos a drogas intravenosas o en aquellos que reciben quimioterapia [144].
Patogenia.- Los agentes de la mucormicosis invaden arterias y venas, condicionado necrosis tisular [30,152]. Cuando la infección se adquiere por inhalación, las hifas invaden la mucosa nasal y se diseminan a través de los vasos sanguíneos hacia senos paranasales,
órbitas y SNC (mucormicosis rino-cerebral). Como resultado de dicha diseminación, se forman grandes zonas de gangrena en piel y tejido celular subcutáneo. El proceso necrótico afecta nervios oculomotores, nervio óptico y músculos extraoculares [153]. El compromiso neurológico se manifiesta por trombosis del seno cavernoso, oclusión de la arteria carótida interna, infartos cerebrales hemorrágicos, meningitis y abscesos cerebrales [152-157].
Cuando los hongos entran al organismo por inoculación directa, el compromiso cutáneo no es evidente; en estos casos se desarrolla la forma sistémica de la mucormicosis, la cual puede clasificarse en cerebral, pulmonar, gastrointestinal y diseminada [143,151]. A diferencia de lo observado en la forma rino-cerebral, los abscesos son las lesiones más frecuentes en pacientes con mucormicosis cerebral primaria; estos se localizan en cualuier parte del neuroeje, sobretodo en parénquima cerebral, espacio epidural, sistema ventricular y médula espinal [150,158,159]. Existe, además, una forma particular de mucormicosis caracterizada por lesiones necróticas en piel, tejido celular subcutáneo y músculos, relacionada con infecciones micóticas secundarias a lesiones cutáneas traumáticas [160].
Cuadro clínico.- La mucormicosis rino-cerebral comienza con fiebre y enrojecimiento en piel de nariz y región órbito-frontal, que rápidamente progresa hacia la necrosis. Es frecuente la presencia de secreción nasal fétida y purulenta. Los pacientes desarrollan proptosis, quemosis, oftalmoplejía y disminución de visión, asociados con deterioro de conciencia y signos focales [153-156]. A diferencia de este cuadro estereotipado, las manifestaciones de la mucormicosis sistémica son variables y dependen de la puerta de entrada del hongo. La forma pulmonar se caracteriza por hemoptisis, tos y disnea; la forma gastrointestinal por distensión abdominal y hematemesis; y la forma diseminada por hepatitis, endocarditis, mediastinitis, insuficiencia renal y osteomielitis. La mucormicosis cerebral primaria se presenta con manifestaciones inespecíficas, incluyendo cefalea, vómitos, crisis convulsivas, signos focales y deterioro de conciencia [147,150].
Diagnóstico.- La mucormicosis no cursa con alteraciones hematológicas específicas y el LCR puede ser completamente normal aún en presencia de compromiso neurológico
importante [2]. Las radiografías simples son útiles para documentar la extensión de la destrucción ósea en pacientes con la forma rino-cerebral de la enfermedad. Los estudios de neuroimagen permiten valorar el grado de afección del SNC al mostrar masas intraorbitarias, reforzamiento del seno cavernoso, infartos cerebrales hemorrágicos, hidrocefalia y lesiones anulares hipercaptantes únicas o múltiples [147-150,153-156,161]. El diagnóstico definitivo se establece mediante la identificación de hifas no-septadas en material obtenido por aspiración o biopsia, o luego de aislar el agente causal en cultivo de tejidos [143].
Tratamiento.- La anfotericina B (1 a 1.5 mg/kg/día, hasta una dosis total de 1.5 a 2 g) es la droga de elección para la mucormicosis. Los derivados azólicos no son efectivos [38]. Es conveniente realizar debridación quirúrgica extensa del tejido necrótico para reducir el riesgo de diseminación de la infección [130,162]. Utilizando terapia médica y quirúrgica combinada, es posible alcanzar tasas de sobrevida superiores al 50% de los casos [144,163].
Paracoccidioidomicosis
La paracoccidioidomicosis, tambien denominada blastomicosis Sudamericana, es causada por el Paracoccidioides brasiliensis, un hongo dimorfo que normalmente habita en la tierra y vegetación y cuyo hábitat se restringe geográficamente a regiones tropicales y subtropicales de Brasil, Ecuador, Colombia, Venezuela, Argentina y México [164-166]. La infección se adquiere por inhalación de esporas o por inoculación directa del hongo a través de abrasiones de piel o mucosas. Una vez en los tejidos del huesped, el hongo adquiere forma de levadura, caracterizada por células redondeadas u ovales que presentan doble membrana y que se rodean de múltiples células gemadas, dándole el aspecto de "timón de barco". El P. brasiliensis es un hongo patógeno que infecta individuos inmunocompetentes; sin embargo, condiciones debilitantes como el alcoholismo o el SIDA son factores que predisponen al desarrollo de infecciones graves o que favorecen la reactivación de infecciones latentes [167-169].
Patogenia.- El P. brasiliensis afecta prácticamente cualquier órgano, incluyendo
pulmones, gánglios linfáticos, piel y mucosas, suprarenales, hígado, bazo, huesos, articulaciones, tracto genitourinario y SNC [164,167,170]. En fases iniciales de la enfermedad, predominan las lesiones pulmonares (cavernas y fibrosis intersticial) o las lesiones cutáneas (úlceras), dependiendo de si el hongo ingresó al organismo por inhalación o por inoculación directa. En el SNC es posible observar granulomas, aracnoiditis difusa y necrosis fibrinoide de vasos sanguíneos de pequeño calibre [57,171]. Los granulomas pueden localizarse en cualquier parte del neuroeje y representan la forma más común de compromiso del SNC [172-176]. Estas lesiones están compuestas por un centro necrótico y una cápsula mal definida. El tejido cerebral vecino muestra cambios desmielinizantes, así como un infiltrado inflamatorio compuesto por linfocitos, células gigantes multinucleadas y astrocitos reactivos [171].
Cuadro clínico.- La paracoccidioidomycosis suele seguir un curso trifásico. La infección aguda (fase I) puede pasar desapercibida o presentarse con manifestaciones pulmonares no específicas o con lesiones ulceradas en nariz y boca. Estas manifestaciones se
resuelven en forma espontánea y la enfermedad entra en un estado latente (fase II) que puede durar semanas o años. La enfermedad puede reactivarse en algunos casos, evidenciándose compromiso de diversos órganos, incluyendo el SNC (fase III) [164,166,170]. Las manifestaciones neurológicas ocurren en el contexto de una infección diseminada o como única evidencia de la enfermedad. Los granulomas causan cefalea, vómitos, crisis convulsivas, edema de papila y signos focales de inicio subagudo y curso progresivo, que dependen del número y localización de las lesiones [172-176].
Diagnóstico.- En pacientes con compromiso pulmonar, la radiografía de tórax muestra lesiones nodulares múltiples o infiltrado reticular difuso. La paracoccidioidomicosis diseminada puede cursar con alteraciones hematológicas que dependen del órgano comprometido [167]. El LCR puede ser normal en pacientes con compromiso del SNC o mostrar pleocitosis mononuclear; es dificil aislar el agente causal en LCR. Los granulomas parenquimatosos se visualizan en forma de lesiones de bordes mal definidos, únicas o múltiples, rodeadas de edema, que captan el contraste en forma anular [177]. El diagnóstico
se establece luego de aislar el agente causal en cultivos de tejidos. Las pruebas serológicas no son confiables debido al gran número de resultados falso-positivos y falso-negativos [57].
Tratamiento.- El ketoconazol (200 a 400 mg/día), el itraconazol (100 mg/día) y probablemente el fluconazol (400 mg/día) han reemplazado a la anfotericina B como las drogas de elección para la paracoccidioidomicosis [178,179]. El tratamiento debe continuarse por 12 a 18 meses para evitar recurrencias. Los pacientes con granulomas parenquimatosos se benefician de la resección quirúrgica de la lesión, incluso con fines diagnósticos [57]. Debido a que la manipulación quirúrgica de la lesión puede diseminar la infección, es prudente iniciar tratamiento médico antes de la cirugía, cuando el diagnóstico es considerado con base en datos clínicos y de laboratorio [177].
faeohifomicosis
El término faeohifomicosis incluye un grupo de entidades causadas por hongos dematiáceos que antes se las consideraba por separado (cladosporiosis, dactilariosis, drechsleriasis,
hormodendrosis) [180]. El prefijo "faeo" (phaeo) significa oscuro y hace alusión al color de dichos hongos. Existe controversia acerca de la terminología de los hongos dematiáceos y su clasificación taxonómica ha cambiado recientemente (Tabla 1) para diferenciar las enfermedades sistémicas que estos agentes producen de aquellas infecciones cutáneas producidas por hongos relacionados tales como los Hyphomycetes, agentes de la cromomicosis [36,181]. Los hongos dematiáceos son micelios saprófitos que habitan en plantas y en la tierra. La infección se adquiere por inhalación de esporas o por inoculación cutánea [182]. Estos hongos pueden causar enfermedad en sujetos inmunocompetentes: sin embargo, las infecciones graves se presentan en pacientes inmunosuprimidos [183-187]. Las faeohifomicosis son entidades raras, con menos de 100 casos reportados, la mayoría de ellos relacionados con infección por Xylohypha bantiana [188-190].
Patogenia.- Se pueden observar granulomas a nivel de la puerta de entrada del hongo al organismo (nariz, pulmones, piel y conjuntiva); sin embargo, las lesiones con importancia clínica se localizan en el SNC. El compromiso neurológico se caracteriza por el desarrollo de
abscesos únicos o múltiples, compuestos por un centro necrótico rodeado por una cápsula de tejido colágeno con abundante infiltrado inflamatorio. En ocasiones se observa diseminación leptomeníngea del proceso infeccioso o cambios angeíticos en la pared de arterias de pequeño calibre, lo cual puede condicionar infartos cerebrales [30,57,182].
Cuadro clínico.- Las infecciones que se adquieren por inhalación cursan con rinitis alérgica. La órbita puede comprometerse en forma similar a lo descrito en la mucormicosis [191,192]. Cuando los hongos entran al organismo por inoculación, se observan lesiones cutáneas maculopapulares. Las manifestaciones neurológicas incluyen convulsiones y signos focales que dependen del número y localización de los abscesos [183-190].
Diagnóstico.- El LCR puede ser normal o mostrar cambios inespecíficos (aumento de proteínas, hipoglucorraquia). Los estudios de neuroimagen revelan lesiones hipercaptantes, únicas o múltiples, que tienden a ser confluentes [193-195]. El diagnóstico se
confirma al demostrar el agente causal en dichos abscesos [30].
Tratamiento.- Aunque la mortalidad de las faeohifomicosis es elevada, algunos pacientes evolucionan favorablemente luego de tratamiento con drogas antimicóticas (anfotericina B, fluconazol o itraconazol) y resección quirúrgica de los abscesos cerebrales [184,185,193].
otras micosis
Existe un grupo de hongos, no relacionados entre sí, que rara vez invaden el SNC y causan manifestaciones neurológicas (Tabla 2). Algunos de estos hongos — pseudoallescheria boydii, sporothrix schenckii — son patógenos humanos frecuentes, pero las enfermedades que producen suelen limitarse a la piel y rara vez comprometen al SNC. Otros — Ustilago zeae, Schizophyllum commune — afectan principalmente a las plantas y rara vez causan enfermedad en el hombre [196-208].
Basidiomicosis.- Esta entidad es causada por Basidiomicetos, un grupo de hongos agáricos
que usualmente afectan a las plantas. La infección se adquire por inhalación de esporas, por inoculación cutánea o por ingestión de hifas [196]. La basidiomicosis suele manifestarse como una sinusitis crónica; sin embargo, pacientes inmunosuprimidos pueden desarrollar infecciones diseminadas con compromiso pulmonar, cardiaco y del SNC [196]. Las complicaciones neurológicas incluyen meningoencefalitis o abscesos parenquimatosos [197,198]. El diagnóstico requiere la demostración de hifas septadas en muestras de tejido o en secreción nasal. El tratamiento incluye la resección quirúrgica de las lesiones así como el uso de anfotericina B o fluconazol [198].
Pseudoalescheriasis.- Esta entidad es causada por el micelio Pseudoallescheria boydii (antes denominado Petriellidium boydii o Allescheria boydii). Este hongo es el agente etiológico más común del micetoma, una infección crónica de piel, tejido subcutáneo, músculos y huesos. La infección se adquiere por inoculación cutánea luego de traumas menores o a través de catéteres intravenosos [199-208]. La pseudoalescheriasis puede ocurrir luego de nadar en aguas estancadas; en estos casos el P. boydii ingresa al organismo
por el tracto respiratorio [203-208]. El compromiso del SNC se manifiesta en forma de abscesos cerebrales, únicos o múltiples, que producen crisis convulsivas, signos focales o hipertensión endocraneal [203]. Algunos pacientes desarrollan meningoencefalitis, en cuyo caso el LCR revela pleocitosis con aumento de proteínas e hipoglucorraquia [206]. El P. boydii afecta vasos sanguíneos y puede condicionar infartos cerebrales secundarios a angeitis o hemorragias secundarias a ruptura de aneurismas micóticos. El diagnóstico se confirma al visualizar el agente causal en muestras de tejido. A pesar del tratamiento, la mortalidad de la pseudoalescheriasis con compromiso del SNC es elevada.
Infecciones del sistema nervioso central en urgencias
Infections of the central nervous system in emergency department
I. Gastón, J. Muruzábal, P. Quesada, E. Maraví
Servicio de Neurología.Hospital. Virgen del Camino. Pamplona.
INFECCIONES DEL SISTEMA NERVIOSO
CENTRAL
Las infecciones del sistema nervioso central
(SNC) son frecuentes y figuran en el
diagnóstico diferencial de diversos síndromes
neurológicos. Todas ellas necesitan una
asistencia urgente, especialmente las
meningitis bacterianas, algunas encefalitis
víricas, los empiemas subdurales o los
abscesos epidurales, constituyendo en algunos
casos verdaderas emergencias médicas o
quirúrgicas1.
Las infecciones del SNC pueden clasificarse
según diferentes criterios: según la forma de
presentación y curso clínico, según la región del
SNC afecto o según el tipo de agente causante.
Este último es el criterio utilizado principalmente
en este capítulo para desarrollar las infecciones
del SNC más frecuentes en la asistencia clínica
urgente.
– Bacterianas. Meningoencefalitis agudas,
meningoencefalitis subagudas, abscesos,
empiema subdural, mielitis-absceso epidural.
– Víricas
– Micóticas
– Parasitarias
– Infecciones por toxinas bacterianas
MENINGOENCEFALITIS BACTERIANAS
AGUDAS
Las meningoencefalitis bacterianas agudas
precisan atención urgente por su alta morbi-
mortalidad a pesar del descenso de ésta en los
últimos años. La mortalidad de meningitis por
Neisseria meningitidis y Haemophillus
influenzae era del 75-100% antes de la
introducción de tratamientos antibióticos a
principios del siglo XX. Las campañas de
vacunación de los últimos 10 años han
provocado un descenso en la incidencia de
enfermedad por H. influenzae y Streptococcus
pneumoniae del 98 y 66% respectivamente.
Esto ha dado lugar a un cambio en la
epidemiología: anteriormente la infección por H.
influenzae era la más frecuente y actualmente
lo son las debidas a S. pneumoniae (47%),
seguida de N. meningitidis (25%) y Listeria
monocytogenes (8%)2-4.
Clínica
La clínica clásica de presentación consiste en
fiebre, rigidez de nuca y cambio del estado
mental, pero esta triada en algunas series sólo
ocurre en el 44% de los casos. Si añadimos la
cefalea, hasta un 95% de pacientes presenta al
menos 2 de los 4 síntomas-signos5. Otros
síntomas acompañantes son: raquialgias por
irritación radicular, disminución del nivel de
conciencia, crisis epilépticas, clínica
neurológica focal por afectación encefálica
(alteraciones del lenguaje, debilidad de
extremidades, diplopia…) o de pares craneales.
Pueden aparecer signos de hipertensión
intracraneal como afectación bilateral de VI par
craneal, pero no suele objetivarse edema
papilar.
La ausencia de algunos de los síntomas o
signos clásicos no descarta la posibilidad de
una infección del SNC, especialmente en
algunos grupos de población. Así por ejemplo,
en neonatos la cefalea no puede valorarse,
puede no existir rigidez de nuca y pueden
predominar síntomas y signos inespecíficos de
enfermedad general: irritabilidad, somnolencia,
fiebre y vómitos6. Los ancianos o pacientes
inmunosuprimidos pueden no presentar fiebre.
Todos los datos que puedan obtenerse
mediante la anamnesis y exploración física son
importantes en la orientación diagnóstica,
etiológica (Tabla 1) y terapéutica y pueden
tener también implicaciones pronósticas.
Diagnóstico
Tras haber establecido la sospecha de
meningitis el paciente precisa con urgencia las
siguientes exploraciones complementarias:
a) Analítica sanguínea con hemocultivos.
b) Estudio de líquido cefalorraquídeo (LCR)
obtenido por punción lumbar (PL). Esta debe
hacerse con la máxima celeridad, salvo riesgo
de herniación cerebral por hipertensión
intracraneal, en cuyo caso se recomienda
realizar una tomografía computarizada (TC)
craneal previa; ésta puede mostrar lesiones
cerebrales, pero su normalidad no descarta al
100% el riesgo de herniación. Los datos
clínicos mejores predictores de riesgo de
herniación, aún en ausencia de lesiones en la
TC, son puntuación en escala de Glasgow 11,
signos de afectación de tronco de encéfalo
(alteraciones pupilares u oculomotoras,
respiración irregular), crisis epiléptica reciente y
signos focales5,7.
En ningún caso la dilación en la realización de
la PL debe suponer un retraso en el inicio del
tratamiento empírico, debiendo comenzar éste
inmediatamente después de la extracción de
hemocultivos. La antibioterapia administrada 1-
2 horas antes de la obtención de LCR no
disminuye la sensibilidad diagnóstica del cultivo
de LCR si éste se realiza junto con
hemocultivos, ni tampoco disminuye la
sensibilidad diagnóstica de la aglutinación de
partículas de látex y contrainmunoelectroforesis
para antígenos bacterianos. Además, puesto
que el antibiótico tarda más de 12 horas en
esterilizar el LCR, los cultivos de éste pueden y
suelen ser positivos en las primeras horas tras
el tratamiento6.
Las características del LCR son fundamentales
para una primera orientación diagnóstica
urgente (Tabla 2). Si la PL resulta traumática se
deben aplicar los siguientes factores de
corrección: se restará un leucocito por cada 700
hematíes y 1 mg de proteínas por cada 1.000
hematíes.
Además, ante la sospecha de meningitis debe
realizarse siempre urgentemente tinción Gram
(positiva en el 60%), de gran utilidad en la
visualización de diplococo Gram – (N.
meningitidis) y diplococos Gram + (S.
pneumoniae) y tinción de tinta china ante
sospecha de Criptococo neoformans.
Posteriormente, puede practicarse estudio
serológico, antígenos capsulares, PCR y
cultivo, que es positivo en aproximadamente el
75% de los casos.
c) Pruebas de imagen. La TC craneal urgente
sólo está indicada si se sospecha hipertensión
intracraneal y debe practicarse con anterioridad
a la PL. En algunos casos, a lo largo de la
evolución y según ésta o la etiología se
practicará resonancia magnética (RM).
Tratamiento
La antibioterapia se elige en función de una
combinación de factores: sintomatología, edad,
alergias del paciente y antecedentes,
resistencias a antibióticos en la zona y
resultados de LCR si los hay. En la figura 1 se
expone el algoritmo a seguir para el diagnóstico
y tratamiento ante la sospecha de meningitis
bacteriana aguda.
Antimicrobianos
El tratamiento antibiótico en las salas de
urgencias debe iniciarse siempre de forma
urgente, empírica, incluso sin esperar a los
primeros resultados del LCR y se modificará en
función de los resultados de las exploraciones
complementarias. En la tabla 3 se recogen las
recomendaciones terapéuticas tanto empíricas
como en relación con el agente etiológico. La
antibioterapia debe prolongarse durante 10-14
días y/o hasta 7 días después de la
desaparición de la fiebre. En casos menos
frecuentes (bacilos gram negativos, L.
monocytogenes y estafilococos) se mantendrá
durante 3-4 semanas.
Corticoides
A pesar del tratamiento antibiótico apropiado, la
morbilidad de las meningitis bacterianas en
pacientes adultos es alta. La demostración de
que algunos componentes bacterianos en el
LCR podían provocar la liberación de citoquinas
inflamatorias, dio lugar a ensayos clínicos
asociando corticoesteroides de forma
temprana. Tanto en meningitis por H. influenzae
como en meningitis en adultos la evolución
clínica fue mejor con esteroides. Por ello la
población adulta debe asociarse dexametasona
(10 mg/6 horas) durante 4 días al comienzo o
antes de iniciar el tratamiento antibiótico8.
Únicamente debe evitarse en pacientes
inmunocomprometidos y en meningitis en
pacientes neuroquirúrgicos.
Otros
En caso de síntomas o signos de hipertensión
intracraneal o presión de salida de LCR >400
mmHg habrá que añadir otras medidas:
elevación de la cabecera a 30º, manitol al 20%
(dosis inicial de 1-1,5mg/kg intravenoso en 30-
40 minutos, posteriormente 0,25-0,5 mg/kg/4-6
horas durante 48-72 horas).
Tratamiento profiláctico
El tratamiento profiláctico debe realizarse a la
mayor brevedad, si es posible en las primeras
24 horas y en grupos de contacto habitual
(familiares, guarderías y colegios, incluso en
pacientes vacunados, compañeros de juego).
En el personal sanitario, únicamente si ha
habido exposición o contacto con secreciones
nasofaríngeas6:
– N. meningitidis: rifampicina 600 mg/12 horas
vía oral durante 2 días en adultos; 10 mg/kg/12
horas vía oral en niños >1mes-12 años; 5
mg/kg/12 horas vía oral en niños <1 mes).
Alternativas: ciprofloxacino: 500 mg vía oral en
dosis única, o ceftriaxona 250 mg intramuscular
(i.m.) en dosis única (embarazadas o lactancia).
– H. influenzae: rifampicina en convivientes <6
años no vacunados (dosis iguales a la profilaxis
en meningococo).
– S. pneumoniae: no precisa profilaxis.
El aislamiento sólo es necesario en meningitis
por N. meningitidis o H. influenzae durante las
primeras 24 de tratamiento antibiótico; en casos
de origen no aclarado puede mantenerse
durante 24 horas tras tratamiento empírico de
amplio espectro.
MENINGOENCEFALITIS BACTERIANAS
SUBAGUDAS-MENINGITIS TUBERCULOSA
La meningitis bacteriana subaguda por
excelencia es la provocada por micobacterias.
Debe considerarse dentro de la atención
neurológica urgente, pues el retraso tanto en su
sospecha como en el inicio de su tratamiento
conlleva elevada morbi-mortalidad.
La tuberculosis (TB) es la infección más
importante a nivel mundial y suele presentarse
por brotes epidémicos, si bien la última ola
epidémica dura ya más de 300 años, con casos
crecientes desde la epidemia del virus de
inmunodeficiencia humana (VIH) y mayor riesgo
en este último caso de infección extrapulmonar.
Aproximadamente en el 1% de los casos se
complica con manifestaciones neurológicas
tales como la meningitis tuberculosa,
tuberculomas y la afectación raquídea con
afectación mielorradicular (mal o enfermedad
de Pott). Habitualmente está provocada por
Mycobacterium tuberculosis y
excepcionalmente por Mycobacterium bovis. La
presentación clínica en forma de meningitis es
la de mayor mortalidad de las diferentes
presentaciones de tuberculosis. En países con
baja incidencia de TB afecta con más
frecuencia a adultos, generalmente como
reactivación secundaria en situaciones de
inmunosupresión y menos frecuentemente
sigue a la primoinfección; en países con alta
incidencia de TB la meningitis tuberculosa es
típicamente un proceso de niños y
adolescentes, que se manifiesta tres - seis
meses después de la primoinfección6,9,10.
La meningitis tuberculosa se desarrolla en dos
fases. En la primera, por diseminación
hematógena, los bacilos llegan a nivel
subcortical-parenquimatoso y en la segunda se
liberan bacilos y material granulomatoso al
espacio subaracnoideo o ventricular formando
densos exudados. Éstos tienen mayor tropismo
por algunas zonas del SNC como la cisterna
interpeduncular, región supraselar, cisterna
prepontina, médula espinal, envolviendo pares
craneales y arterias con el consiguiente
desarrollo de vasculitis a nivel del polígono de
Willis, sistema vertebrobasilar y arterias
perforantes de la arteria cerebral media. Todos
estos fenómenos patogénicos y de distribución
anatómica preferente van a condicionar la
sintomatología.
Clínica
La clínica de la meningitis tuberculosa es
típicamente subaguda, inicialmente fluctuante,
con fiebre de pocos grados, cansancio, pérdida
de peso, cefalea y vómitos. Progresivamente la
cefalea y los vómitos se hacen más intensos,
se asocia rigidez de nuca, cambios de
comportamiento y del estado mental y
afectación de pares craneales (más
frecuentemente III, y también II, VII y VIII). Si el
proceso avanza pueden aparecer alteraciones
del nivel de conciencia, déficits focales,
convulsiones e hipertensión intracraneal.
Raramente puede presentarse con déficits
aislados (neuropatías aisladas de pares
craneales o accidentes cerebrovasculares) o
como una meningitis aguda por liberación
masiva de material al espacio subaracnoideo
con LCR también similar a una meningitis
bacteriana aguda.
Diagnóstico
Además de la clínica ya relatada previamente,
en lugares de baja incidencia debe
sospecharse en determinados grupos de
riesgo: inmigrantes procedentes de lugares con
alta incidencia de infección por TB, consumo de
alcohol o drogas y estados de
inmunosupresión.
Análisis de LCR
Generalmente se obtiene una presión de salida
aumentada aunque puede ser normal,
pleocitosis de predominio mononuclear,
hiperproteinorraquia y glucosa disminuida. En
un 10-20% de casos la cifra de glucosa y/o
proteínas puede ser normal. Si el LCR se
obtiene muy tempranamente, puede observarse
predominio polimorfonuclear o eosinofílico.
La identificación del bacilo a microscopio ocurre
únicamente en un 10-30% de casos. El cultivo
de LCR puede alcanzar positividad en el 45-
70% de los casos, pero el crecimiento del bacilo
puede retrasarse hasta 6-8 semanas. La PCR
tiene una sensibilidad del 70-75%.
Tuberculina
La tuberculina positiva puede apoyar el
diagnóstico, pero su negatividad no lo descarta.
Exploraciones radiológicas
La radiografía de tórax puede mostrar hallazgos
compatibles con TB en el 50-80% de los casos.
En la TC y en la RM cerebral pueden
observarse exudados meníngeos basales y en
la cisura lateral, que se realzan con gadolinio,
pero también pueden ser normales,
especialmente en fases tempranas.
Otras exploraciones
En aquellos casos con afectación del SNC en
forma de tuberculomas, puede ser necesaria la
realización de biopsia estereotáctica o abierta si
no se demuestra infección por TB extracerebral.
El diagnóstico diferencial se plantea con otras
meningitis granulomatosas (brucelosis,
micosis), otros procesos que pueden provocar
reacción granulomatosa subaguda o crónica
(sarcoidosis, enfermedad de Behcet, lupus) o
meningitis carcinomatosa.
Tratamiento
Independientemente de los resultados de las
pruebas o test, si la sospecha de meningitis por
TB es alta es recomendable iniciar el
tratamiento a la mayor brevedad. Los cambios
en el LCR persisten hasta 10-14 días después
del inicio terapéutico o incluso pueden
empeorar los parámetros a pesar del
tratamiento. Esto puede ser útil además en el
diagnóstico diferencial con otras meningitis
bacterianas en las que el LCR mejora
rápidamente con la antibioterapia.
Farmacológico
El tratamiento farmacológico es combinado; en
la tabla 4 se exponen los fármacos habituales
con las dosis y los efectos secundarios más
graves.
No hay un consenso sobre la duración del
tratamiento. En general se acepta la utilización
de 4 fármacos (isoniazida + rifampicina +
pirazinamida + etambutol o estreptomicina)
durante los 2 primeros meses y si la evolución
es satisfactoria a partir del 3º mes únicamente 2
fármacos (isoniazida y rifampicina) con
duración variable: la World Health Organization
sugiere 4 meses más, la American Thoracic
Society 6-8 meses más y algunos protocolos
sugieren mantener tratamiento por un total de
12 meses9. En casos de evolución tórpida o
según el lugar de procedencia, puede ser
necesario hasta 18-24 meses y en infección por
tuberculomas hasta 2 años. Debe añadirse
piridoxina (10-50 mg/día por v.o.) al uso de
pirazinamida. Debe practicarse análisis
periódico de LCR para verificar la eficacia del
tratamiento.
El tratamiento adyuvante con dexametasona (al
menos 8 semanas) de forma temprana mejora
la supervivencia de pacientes mayores de 14
años, pero no parece prevenir la severidad de
las secuelas11.
Otros
En caso de hidrocefalia secundaria
comunicante puede tratarse con acetazolamida
o furosemida; si no hay respuesta o en casos
de hidrocefalia no comunicante pueden ser
necesaria la colocación de una válvula de
derivación ventrículo-peritoneal.
ABSCESOS
Los abscesos cerebrales son poco frecuentes
(1 de cada 10.000 pacientes hospitalizados).
Habitualmente son secundarios a diseminación
de gérmenes por contigüidad y con menos
frecuencia por diseminación hematógena. En
personas inmunocompetentes, en el 30-60% de
los casos la flora responsable es polimicrobiana
(Tabla 5)1,12.
Clínica
Los abscesos cerebrales cursan como
cualquier otra lesión ocupante de espacio con
cefalea, déficits focales y crisis epilépticas.
Aproximadamente el 50% asocian fiebre. El
empeoramiento agudo de la cefalea y fiebre
junto con nucalgia o rigidez de nuca sugieren la
rotura del absceso a espacio subaracnoideo. La
apertura a sistema ventricular está asociada a
una mortalidad del 80%.
Diagnóstico
La anamnesis, exploración física y analítica
general pueden no mostrar datos de infección.
La PL está contraindicada ante la sospecha de
absceso cerebral o demostración de éste en
neuroimagen. En casos de sospecha de
meningitis aguda, el hallazgo en LCR de
pleocitosis > 50.000 células/ml debe alertar
sobre un absceso roto a espacio
subaracnoideo. La TC y/o RM cerebral
muestran la existencia de una o más masas
con edema perilesional y captación de
contraste en anillo. En una fase precoz de
cerebritis, en la que aún no ha ocurrido el
encapsulamiento, puede verse únicamente
hipodensidad/hipointensidad.
Tratamiento
Actualmente se utiliza al inicio tratamiento
conservador con antibioterapia en fase de
cerebritis, si los abscesos son múltiples y/o
profundos, en pacientes en los que la
afectación neurológica y el nivel de conciencia
permiten esperar la respuesta a antibióticos y
en pacientes de avanzada edad o en los que la
cirugía esté contraindicada. En adultos se
utiliza ceftriaxona 4g/día i.v. (o cefotaxima
2g/4h i.v.) asociado a metronidazol 500-750
mg/6h i.v. Si se sospecha origen
estafilococócico se añadirá vancomicina
500mg/6h i.v. o nafcilina 2g/4h i.v. El
tratamiento debe mantenerse 6-8 semanas
según la evolución clínica y radiológica. El uso
de corticoides únicamente se recomienda en
casos de grave hipertensión intracraneal junto
con manitol; éste también debe administrarse
antes de la cirugía.
El tratamiento quirúrgico puede ser necesario,
bien mediante punción-evacuación
estereotáxica, bien mediante resección por
craniectomía abierta. Está indicado en
pacientes en los que empeora el nivel de
conciencia, en los abscesos de fosa posterior o
junto a la pared ventricular y en aquellos en los
que la evolución clínica o radiológica no es
satisfactoria con tratamiento antibiótico.
EMPIEMA SUBDURAL
Comparte características con los abscesos
cerebrales, tanto en factores predisponentes,
formas de entrada y microorganismos causales
como en aspectos terapéuticos.
Es poco frecuente y se manifiesta con intensa
cefalea, fiebre, rigidez de nuca, crisis
convulsivas, déficits focales y deterioro clínico
rápido. Debe sospecharse ante un síndrome
meníngeo con signos de afectación hemisférica
unilateral y extensa y en niños menores de 5
años no vacunados tras meningitis por H.
influenzae. La TC o RM ayudan al diagnóstico
pero con frecuencia infraestiman la extensión
del empiema. El tratamiento debe iniciarse con
urgencia: abordaje quirúrgico por craniectomía,
cultivo del material purulento drenado (en el
25% de los casos no se aísla ningún germen) y
antibioterapia durante al menos 3 semanas1,12.
ABSCESO EPIDURAL MEDULAR
Los gérmenes más frecuentes son S. aureus,
estreptococos, enterobacilos y con menos
frecuencia M. tuberculosis, Brucella, hongos o
parásitos (cisticercosis, equinococosis). Estos
llegan al espacio epidural por contigüidad o vía
hematógena (desde la piel y vía intravenosa en
consumo de drogas); ocasionalmente puede
ocurrir tras PL, cirugía local o anestesia
epidural.
Se manifiesta con dolor en espalda, dolor
radicular y rápida progresión a una afectación
mielo-radicular. Debe practicarse una RM a la
mayor brevedad y la PL está contraindicada por
el riesgo de herniación y diseminación de los
gérmenes al espacio subaracnoideo. El
tratamiento de carácter urgente comprende
descomprensión quirúrgica y antimicrobianos
durante 3-4 semanas (6-8 semanas si se asocia
con osteomielitis)1.
MENINGOENCEFALITIS VÍRICAS
La lista de virus con capacidad de infectar el
SNC es amplia (Tabla 6).
Producen típicamente meningitis aséptica o
encefalitis, siendo el límite entre ambos
procesos muy sutil por lo que hablamos de
meningoencefalitis. El 50% de las formas
agudas es secundaria a enterovirus, seguidas
de herpes virus (Herpes simple tipo 1, virus
Varicella zóster y citomegalovirus), mixovirus
(parotiditis), retrovirus (VIH) y arbovirus como
agentes causantes más frecuentes13,14.
ENCEFALITIS POR VIRUS HERPES SIMPLE
(VHS)
Es la forma más frecuente de encefalitis
esporádica en Estados Unidos (10% de los
casos); el tipo 1 afecta en el 90% de los casos
a adultos y el tipo 2 es más frecuente en
neonatos.
La encefalitis por VHS-1 ocurre habitualmente
como reactivación y diseminación del virus
latente y sólo en un tercio de los casos en la
primoinfección.
Las manifestaciones clínicas son fiebre y
cefalea, generalmente con crisis convulsivas,
alteración del nivel de conciencia y del
comportamiento, cuadro confusional o signos
focales. Debe sospecharse en cualquier
paciente con fiebre y alteración de conciencia
con o sin otros signos focales14-15. Ambas cepas
pueden producir mielitis.
En el análisis del LCR aparece un aumento de
la presión, pleocitosis linfocítica (10-1.000
linfocitos/ml), proteínas moderadamente
elevadas (hasta 200 mg/dl) y glucosa normal;
puede haber hematíes o xantocromía. En
neonatos y pacientes inmunodeprimidos puede
no haber pleocitosis. En la mayor parte de los
casos se detecta DNA vírico por PCR, pero
existen falsos negativos si el líquido se analiza
en las primeras 24 horas. Por esta razón se
aconseja no interrumpir el tratamiento antiviral
específico si existe una PCR negativa
efectuada en un LCR obtenido en las 72
primeras horas de enfermedad, salvo
confirmación de otro diagnóstico distinto a la
encefalitis herpética16.
La prueba de neuroimagen más sensible es la
RM cerebral y muestra hiperseñal en T2 en los
lóbulos temporal y/o frontal (de cada 10 casos
con TC cerebral normal, 4 tienen alteraciones
en RM cerebral). El electroencefalograma
puede estar alterado precozmente con
lentificación difusa y descargas punta-onda a 3
Hz en lóbulo temporal.
El diagnóstico diferencial hay que realizarlo con
otras encefalitis víricas o postinfecciosas,
abscesos encefálicos por criptococos,
toxoplamosis, embolia séptica,
meningoencefalitis amebiásica, trombosis
venosas o encefalopatía mitocondrial17.
El tratamiento debe iniciarse precoz y
empíricamente con aciclovir 10 mg/kg (máximo
de 800 mg) cada 8 horas en adultos y 20/
mg/kg en neonatos y niños, durante 14-21 días,
ajustando la dosis según la función renal. El
tratamiento ha reducido la mortalidad de un
70% a un 20% y más de un tercio de los
pacientes quedan sin secuelas o con secuelas
leves. Existen recidivas tras tratamiento (más
frecuente en neonatos y niños); si es por
reinfección (PCR positiva) se tratará de nuevo
con aciclovir o con foscarnet (si la cepa es
resistente a aciclovir).
El VHS tipo 2 provoca en neonatos una
meningoencefalitis grave, con frecuencia
recidivante que requiere tratamiento precoz,
incluso antes de la aparición de síntomas
neurológicos. En adultos aparece un síndrome
meníngeo, generalmente en relación con la
primoinfeccion, una semana después de las
lesiones genitales. El 20% presentará episodios
recidivantes de meningitis. Puede cultivarse el
virus desde el LCR. Otra complicaciones más
infrecuentes son la mielitis y la retención de
orina.
VIRUS HESPES ZOSTER (VHZ)
Tras producirse la infección primaria, el Virus
Herpes Zoster (VHZ), permanece latente en las
células de los ganglios de la raíz dorsal. Al
reactivarse se manifiesta con dolor y lesiones
vesiculosas en el dermatoma correspondiente;
posteriormente puede aparecer
meningoencefalitis que se manifiesta
típicamente 7-10 días después de la erupción
cutánea con clínica similar a otras meningitis
víricas pero con frecuencia acompañada de
crisis convulsivas. Pueden aparecer síntomas
focales tardíos por vasculitis (arteria carótida y
sus grandes ramas en el herpes oftálmico y
arterias medulares en herpes dorsal)14,16.
El LCR es similar al del VHS. El virus puede
cultivarse o identificarse por PCR de LCR.
El tratamiento en la forma cutánea se realiza
con aciclovir oral y en las meningoencefalitis
igual que en encefalitis por VHS. Puede
administrarse corticoides en caso de mielitis o
de vasculopatía e inmunoglobulinas del VHZ
como profilaxis de pacientes inmunodeficientes
seronegativos y embarazadas expuestos al
VHZ (125 unidades/10 kg de peso vía i.m. en
las primeras 96 horas, preferiblemente en las
primeras 48 horas del contacto).
OTROS HESPES virus
Otros virus del grupo herpes virus como el
citomegalovirus (CMV) pueden provocar
encefalitis severas en fetos y en pacientes
inmunodeprimidos. Se trata con ganciclovir o
ciclofovir, pero en pacientes con síndrome de
inmunodeficiencia adquirida (SIDA) la
respuesta terapéutica no es buena. También el
VHS tipo 6 está involucrado en
meningoencefalitis en pacientes
inmunodeprimidos y responde a ganciclovir.
ENTEROVIRUS
La familia de los enterovirus generalmente
provoca enfermedades subclínicas o
ligeramente febriles, pero también pueden
producir meningitis aséptica, encefalitis,
poliomielitis anterior aguda, ataxia anterior
aguda, neuropatía óptica y periférica,
polineuritis de pares craneales y mialgia
epidémica.
La meningitis por enterovirus es la meningitis
más frecuente, secundaria mayoritariamente a
coxsakie virus y ecovirus que se transmiten por
vía orofecal y raramente por la respiración.
Generalmente se asocia a cuadros febriles,
faríngeos y digestivos a finales del verano y el
otoño. Otros hallazgos sugestivos de infección
por enterovirus son el exantema característico
de la herpangina o el de la boca, manos y pies.
El LCR tiene entre 250 y 1000 leucocitos/ml con
un 10-15% de polimorfonucleares. El
diagnóstico se realiza por PCR con una
sensibilidad del 95% y una especificidad del
100%. La meningitis es autolimitada y
únicamente precisa tratamiento sintomático.
Rara vez es grave o deja secuelas salvo
algunas formas de infección como la provocada
por el Enterovirus 70, que cursa con
conjuntivitis hemorrágica y dos semanas
después parálisis flácida de miembros
inferiores16.
RETROVIRUS
Los virus patógenos para el hombre son el virus
linfotrópico T humano (VLTH) tipo I y tipo II y el
VIH.
Retrovirus de la inmunodeficiencia no
humana. Virus Linfotrópico T humano
(VLTH) tipo I y tipo II
Este virus es endémico en Japón, Taiwán y
Caribe. En Europa y Estados Unidos la
incidencia de infecciones por VLTH es más
elevada en homosexuales y consumidores de
drogas intravenosas. La mayoría de los
seropositivos son asintomáticos y menos del
1% desarrollan la clínica típica consistente en
paraparesia espástica. El virus tiene un periodo
de incubación de 20 años por lo que la clínica
suele aparecer a los 50 años de edad, como
una paraparesia espástica o mieloneuropatía
progresiva (en raros casos se presenta como
mielitis transversa aguda). También puede
darse ataxia cerebelosa, miositis, nistagmus,
vértigo, sordera, neuritis del nervio óptico,
leucemia de linfocitos T del adulto, uveítis,
síndrome de Sjögren, artropatía y alveolitis
linfocitaria. El VLTH-II se asocia con la
leucemia de células peludas atípica, micosis
fungoide, otros cánceres hematológicos y una
mielopatía similar al VLTH tipo I.
El LCR tiene un aumento de linfocitos y
proteínas, bandas oligoclonales y aumento de
la fracción de la gammaglobulina con síntesis
intratecal14.
El tratamiento se dirige contra el componente
inflamatorio de la enfermedad con
metilprednisolona y si no hay respuesta con
inmunoglobulinas
Virus de la inmunodeficiencia humana
El VIH está asociado a un amplio número de
enfermedades neurológicas bien como
enfermedad primaria, bien como infecciones
oportunistas. En la primoinfección puede
producirse una meningoencefalitis aséptica. Las
complicaciones posteriores por infección directa
del VIH son deterioro cognitivo incluso
demencia, mielopatía vacuolar, encefalitis,
neuropatía y enfermedad de segunda
motoneurona simulando una esclerosis lateral
amiotrófica17,18.
INFECCIONES MICÓTICAS
Las infecciones por hongos del SNC son poco
frecuentes. Suelen ser difíciles de diagnosticar
y pueden pasar desapercibidas o
diagnosticarse erróneamente. Habitualmente
ocurren en sujetos inmunodeprimidos, pero
algunos como Cryptococcus neoformans,
Hystoplasma capsulatum, Coccidioides inmitis y
Blastomyces dermatitis pueden afectar a
sujetos sanos. Las micosis más frecuentes de
SNC de forma global son secundarias a C.
neoformans y Cándida albicans, seguidas de
Coccidioides, Aspergillus y Cigomicetos
(Mucor).
Clínicamente la micosis del SNC puede tener
diferentes presentaciones, dependiendo de las
características de crecimiento de los hongos
durante la infección sistémica.
C. neoformans generalmente da lugar a una
meningitis de carácter subagudo-crónico. Los
hallazgos clínicos, de LCR y radiológicos
plantean el diagnóstico diferencial con la
meningitis tuberculosa. El diagnóstico definitivo
viene de la demostración del hongo mediante
tinción con tinta china, antígeno o cultivo. El
tratamiento consiste en la combinación de
anfotericina B liposoluble y 5-fluocitosina; en
pacientes inmunodeprimidos debe realizarse
prevención secundaria con fluconazol de por
vida.
C. albicans es, de todas las candidas, la que
con más frecuencia afecta al SNC. Suele cursar
como encefalitis por múltiples microabscesos
intraparenquimatosos secundarios a vasculitis.
Debe sospecharse siempre que
simultáneamente exista candidiasis cutánea y
oftálmica. Se trata igual que C. neoformans.
H. capsulatum, debido a su tendencia a invadir
vasos sanguíneos, puede provocar síntomas de
tipo vascular, pero puede manifestarse como
meningitis basal, cerebritis o abscesos. Sólo
ocurre en zonas endémicas, pero puede tardar
en manifestarse clínicamente por lo que es
importante interrogar sobre la existencia de
viajes a zonas de mayor incidencia.
La infección por Aspergillus ocurre en personas
inmunodeprimidas o con enfermedades
debilitantes, siendo los más propensos los
pacientes sometidos a cirugía cardiaca o
trasplante. La afectación del SNC puede tener
lugar por invasión directa (infecciones de senos
paranasales) o por diseminación hematógena
por lo que puede provocar abscesos cerebrales
o bien síndromes deficitarios de perfil vascular
(vasculitis, aneurismas micóticos, hemorragias
cerebrales). La infección pulmonar puede
alcanzar por contigüidad las vértebras torácicas
y desde ahí extenderse al espacio epidural. La
tasa de mortalidad es alta. El tratamiento con
anfotericina B es de dudosa eficacia, siendo
más eficaz la forma de anfotericina B
lipososómica (AmBisome).
En la mucormicosis los factores de
predisposición más importantes son la diabetes
y la acidosis; con menos frecuencia el cáncer
(sobre todo leucemias y linfomas),
drogadicción, utilización de quelantes del hierro
en hemocromatosis y transplante renal.
Generalmente asienta en la cavidad nasal y
senos paranasales y la supuración nasal de
color negro es muy sugestiva de mucormicosis.
A nivel del SNC produce una reacción tisular
necrotizante y trombosis de vasos cercanos a la
infección (seno cavernoso y carótida interna). El
pronóstico es habitualmente fatal, con algunos
casos de supervivencia en diabéticos si se
corrigen rápidamente la hiperglucemia y la
acidosis y se inicia precozmente tratamiento
con anfotericina B12,19.
INFECCIÓN DE SNC POR PARÁSITOS
Toxoplasmosis
En pacientes adultos, la infección por
Toxoplasma gondii es generalmente
asintomática (en un 5% de los casos aparece
un síndrome mononucleósico) y su reactivación
es muy poco frecuente en personas sin
alteraciones de la inmunidad. La toxoplasmosis
cerebral es la infección oportunista más
frecuente del SNC en pacientes con SIDA
aunque parece que su incidencia va
disminuyendo desde la utilización del
tratamiento HAART (terapia antirretroviral
altamente activa).
Clínicamente suele presentarse con crisis
epilépticas, cefalea, fiebre y clínica de
hipertensión intracraneal. En la TC o RM se
suelen observar lesiones nodulares que captan
contraste en anillo, con edema en la fase
aguda. En caso de poder realizarse la PL suele
mostrar pleocitosis mononuclear con
hiperproteinorraquia. Existen técnicas de PCR
para toxoplasma en LCR. Sólo con la sospecha
clínica debe iniciarse tratamiento farmacológico:
pirimetamina (primera dosis de 200 mg y
después 50-75 mg/día), sulfadiazina (4-6 g/día)
y ácido fólico (10 mg/día) durante 4-6 semanas;
en pacientes inmunodeprimidos debe
mantenerse profilaxis de por vida. La biopsia
queda relegada a casos con evolución
desfavorable con tratamiento antiparasitario. En
el diagnóstico diferencial deben incluirse
tuberculomas, linfomas, otros abscesos
infecciosos y metástasis12,20.
Cisticercosis
La cisticercosis es consecuencia de la infección
por Taenia solium. La neurocisticercosis es
endémica en Iberoamérica, India, China y
muchos de los países de Asia y África. En
nuestro medio es poco frecuente, sin embargo
está aumentando la incidencia debido a la
llegada de población inmigrante procedente de
zonas endémicas. Puesto que la clínica puede
empezar entre 1 y 35 años después del
contacto con el parásito y varios años después
de la infección del SNC, podemos observar
casos de neurocisticercosis muchos años
después de haber abandonado el país de
origen.
Existen principalmente dos formas de
afectación de SNC por T. solium: forma
parenquimatosa y forma racemosa (quistes de
cisticerco a nivel intraventricular o
subaracnoideo). Cualquiera de ellas puede
precisar atención urgente y puede manifestarse
con crisis epilépticas focales o generalizadas,
meningitis linfocitaria en las formas
subaracnoideas e intraventriculares o por rotura
de quistes, hipertensión intracraneal y en
alguna ocasión hemorragia subaracnoidea por
vasculitis.
La clínica, junto con la procedencia del
paciente, puede sugerir el diagnóstico. En la TC
craneal pueden verse diferentes lesiones:
quistes, calcificaciones por quistes antiguos o
datos indirectos como hidrocefalia. La RM
muestra generalmente lesiones hipointensas
con contenido intraquístico que se corresponde
con el escólex del parásito. En las radiografías
de partes blandas pueden objetivarse
calcificaciones musculares.
El tratamiento actual recomendado es
albendazol (15 mk/kg/día) + prednisona (50
mg/día) durante 8 días, o bien praziquantel en
tres dosis de 25 mg/kg con intervalo interdosis
de 2 horas junto con dexametasona 10 mg, 5
horas después y dexametasona 10 mg/día
durante 48-72 horas más. Si existe hipertensión
intracraneal por hidrocefalia no comunicante
puede ser necesaria cirugía mediante
derivación ventrículo-peritoneal12,20.
INFECCIONES POR TOXINAS
El SNC puede verse afectado por la invasión de
toxinas liberadas por bacilos anaerobios
grampositivos como el Clostridium botulinum y
Clostridium tetani.
Botulismo
Generalmente tiene lugar por consumo de
alimentos que contienen la toxina, con menos
frecuencia por heridas o por inyección
subcutánea en drogadictos; en niños pude ser
de origen intestinal y se ha relacionado con la
ingesta de miel. En las formas más frecuentes
en adultos, inicialmente aparecen síntomas
gastrointestinales inespecíficos (dolor
abdominal, náuseas, vómitos, diarreas) para
dar paso después a síntomas por déficit
colinérgico: debilidad generalizada, diplopia,
midriasis hiporreactiva, disfagia, estreñimiento,
sequedad de boca. El inicio de los síntomas
tiene lugar entre 2 y 48 horas después de la
ingesta. Plantea diagnóstico diferencial con la
miastenia gravis, el síndrome de Eaton-
Lambert, la polirradiculoneuritis inflamatoria o la
poliomielitis. El diagnóstico se confirma con la
detección de la toxina en suero o en alimento
contaminado (mediante bioanálisis en ratón),
con cultivo para C. botulinum.
Los pacientes deben permanecer en UCI por
riesgo de compromiso respiratorio agudo. En
adultos se administra antitoxina para bloquear
la toxina circulante aunque en infección por vía
subcutánea no es efectiva.
Tétanos
Es una enfermedad secundaria a la
tetanospasmina o tetanolisina liberada por el
Clostridium tetani. Las esporas pueden
sobrevivir durante años hasta encontrar las
condiciones idóneas de anaerobiosis (en
úlceras, heridas…) y convertirse en la forma
que libera la toxina. El período de incubación es
habitualmente de dos semanas (varía desde
horas a más de un mes).
Lo verdaderamente importante del tétanos es
que se trata de un proceso grave, con alta
mortalidad y que es prevenible con campañas
de inmunización.
La clínica se caracteriza por una contracción
muscular excesiva. Existen algunas formas
focales (en una extremidad) o el tétanos
cefálico (por heridas de cabeza y cuello) pero
es más frecuente que sea generalizado con
disfagia, trismo facial, rigidez de la musculatura
axial con postura en opistótonos y también
cambios vegetativos como aumento de
secreciones y diarreas. Inicialmente los
espasmos son espontáneos, pero
progresivamente se van provocando por
estímulos externos por lo que la exploración
física es dificultosa.
El tratamiento incluye la administración de
metronidazol, limpieza y desbridamiento de la
herida, inmunoglobulina humana antitetánica
(útil sólo para neutralizar la toxina circulante
pero no la toxina en SNC), ingreso en UCI para
intubación orotraqueal y relajación-sedación.
Habitualmente los síntomas remiten en unas 8
semanas.
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