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Celestino Tarambana

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IBIBLIOTECACENTRAL

COORDINACIÓNESTATAL

DEFORMACIÓNCONTINUA

S.E.E

CelestinoTarambana

863

N85

2006

Sistemade

clasificaciónMelvilDeweyDGME

Núñez,Marisa

CelestinoTarambana/MarisaNúñez;

ilus.MarionaCabassa.

—México

:sep

:OQO

:Océano,2006.

56

p.

:il.—

(LibrosdelRincón)

ISBN:968-01-1062-1

sep

1.Literaturainfantilespañola.

2.Soledad-Literaturainfantil.

I.Cabassa,Mariona,

il.II.

t.III.

Ser.

Título

original:

CelestinoTarambainas

Traducción:MarisaNúñez

©Del

texto:MarisaNúñez,2005

©De

lasilustraciones:MarionaCabassa,2005

©De

latraducción:MarisaNúñez,2005

©OQO

Editora,2005

Primeraedición

sep/OQO

Editora/

EditorialOcéanodeMéxico,2006

D.R.©

EditorialOcéanodeMéxico,

S.A.de

C.V.,2006

EugenioSue

59,ColoniaChapultepecPolanco,

11560,México,

D.F.

D.R.©

SecretaríadeEducación

Pública,2006

Argentina

28,Centro,

06020,México,

D.F.

ISBN:970-777-301-4EditorialOcéanodeMéxico

ISBN:968-01-1062-1

sep

Prohibidasureproducciónporcualquiermediomecánicoo

electrónico

sin

laautorización

escritade

loscoeditores.

ImpresoenMéxico

Distribucióngratuita-Prohibidasuventa

CelestinoTarambana

MarisaNúñez

MarionaCabassa

OQO

EDITORA

OCÉANO

LibrosdelRincón

Enunpequeñopueblodelnorte,

enunacabanajunto

alrío,

vivíaCelestino.

LellamabanCelestinoTarambana

porquedormíabajo

lasestrellas,

seabrazaba

altroncode

losárboles

y,al

llegar

elinvierno,

construíaenormes

castillosdehielo

en

elrío

blanco.

Con

lasprimerasheladas,

Celestinorecorría

lascalles

tocando

laflauta,

vestidoconunalargacapadeseda

queondeaba

alviento

alritmode

lamúsica.

Cuandorayaba

elsol

deprimavera,

repetía

elritual.

Entoncestocaba

paradespertaralos

árbolesdesuletargo

yanunciar

lasbodasde

lospájaros.

Yasíaño

trasaño,

Celestino,comounguardiándesueños,

abríaycerraba

laspuertasdelinvierno.

Losniñosvigilabantras

loscristales,

deseososdeseguir

alflautista

hasta

laribera.

Peroentre

lasgentes

corríanvocesdeespanto;

ylas

madres,

temerosasdeque

lospequeños

tomaranmalejemplo,

losentreteníanasupaso,

hastaque

lamúsica

seperdíaporlos

arrabales.

Por

eso,

laúnicacompañíadeCelestino,

apartedeunacabraperdida

oalgúnperrovagabundo,

erasu

fielRosamunda.

Rosamunda

erasigilosacomoungato

ypequeñacomoun

ratoncito.

Legustabaesconderse

en

elbolsillo

deCelestino,

yno

decíanipío;

peroentendía

ellenguajede

lospájaros

ypodíainterpretarlos

mensajesdelviento.

Una

fríamañanadediciembre,

Rosamunda

selevantótemprano

yvioque

elríosehabíacongelado.

Muy

contenta,

fueadespertaraCelestino;

pero

él,queestabademalaspulgas,

gruñó:

¡Deaquínome

levanto,

Rosamunda,

aunque

latierrasehunda!

Una

tarde,

unguardia

civi

lqueestabade

servicio,

pasópor

lacabana

-Mire,Celestino,

ustedoyeperfectamente,¿no

esasí?

-Afirmativo,

sí,señor.

yseacercó

ainteresarse

por

ladesaparicióndeRosamunda.

Elhombreescuchó

elre

lato

atentamente;

después

sefrotó

lasmanos

yentornó

losojos,pensativo:

Celestinoestabapreocupado.

Dabavueltasalrededordelagujero,

loenfocabacon

lalinterna,

echabamigasdepan...

Yhasta

lehizo

aRosamunda

unatorretransparente,

concuatroventanas

paraescucharlos

vientos.

Pensabaque

ellapodíaaparecer

encualquiermomento;

pero

eltiempo

pasaba...

= ■-■ -í^- * **S

Con

tantojaleo,

enseguida

lazona

sellenódecuriosos.

Llegaron

losbomberos:

Pi-P

o...

!Pi-Po...!

Vinounaambulancia:

¡Fiiiuuu...!

¡Fii

iuuu

...!

¡Fii

iuuu...!

Ytambién

tres

fotógrafos:

¡Clik!

¡Clik!

¡Reclik!

Almediodíadieron

elcasoporzanjado.

Comonohabíanhallado

nirastrodeRosamunda,

cubrieron

elexpedientey

sefuerontodos.

-¡Menudoembrollo,Celestino!

-ledecían-.

¡Túvesvisiones!

¡Untarambana!Eso

eslo

que

eres.

Ysinsaberqué

hacer,

sefueapedirsocorro

por

elpueblo:

¡Aydemí!

¡Latierrasehunde!

¡LaRosade

losvientossehaido!

Gritabapor

loscaminos,por

lasplazas,

con

lavozronca

ylos

ojosllenosdetemor.

Corríadeunlado

aotro,

subiéndose

alos

altos,

llamando

alas

puertas,

mareadocomounbarco

ala

deriva.

Peronoencontró

másqueunagujeroredondo

enmedio

delhielo.

¡Quémalapata!\

pensórabioso.

Después,conunavara,midió

elagujero.

-¡Grandecomo

lacabezadelalcalde!

-exclamóasustado.

Alpoco

rato,

Celestinose

despertóconun

escalofrío,

como

lasombradeuna

pesadilla.

Nadamás

abrirlos

ojos,

leparecióver

que

lasombra

sedeslizababajo

lapuerta.

Se

vistióla

capadeseda,

prendió

laflauta

en

lacintura

yse

echó

aandaratodaprisa

parabuscaraRosamunda.

Rosamunda

sesintióapenada.

Cuando

estaba

triste,

sevolvíatransparente

como

laslibélulas.

Con

losojosnubladosyausentes,

fueapatinarpor

elhi

elo.

¡Zap...!

¡Zip...!

¡Zap...!

Tropezó

y...

¡Pat

aplo

f!,

secayóespatarrada.

Ycongestomarcial,

comoquiendaunaorden,

estiró

undedoendirección

alrío

ydi

jo:

-Puesmande

alasorejas

quevayan

ainformarse.

ACelestino

leparecióunabuenaidea

ynoquisoperdermástiempo.

Asíquecorrióhasta

elagujero

yasomó

lacabeza.

Alversereflejadoen

elagua,

hablócon

lasorejas

paraquefuesen

abuscarnoticias

por

elmundoprofundo.

Primero

laderecha,

después

laizquierda.

De

rodillas

ycon

lacabezaladeada,

escuchó

elcantarde

lasaguas

hasta

elanochecer.

Ypasó

lanocheen

vela

,

tratandode

descifrar

elrunrún

que

sele

quedóen

lacabeza

cuandoenmudeció

eldía.

Alamañana

siguientelo

visitóel

cura:

-Hombre,

Celestino,

¿aúnnohassabidonadadeRosamunda?

-No,

señor.

Yamandé

alas

orejaspero

nada...

-¡Aldiablocon

lasorejas!

-exclamó

elcura,

juntando

laspalmasde

lasmanos

ymoviéndolasdearribaaabajo-.

¡Pobrecitomío!

Tendríasquehabermandado

losbrazos

paraque

latraigan.

Yhaciendoreverencias

ycrucesen

elai

re,

semarchópordondehabíavenido. >:

Celestinoeraconfiadoypensó:

Si

elcura

lodice,

noserámentira.

¡Palabradivina!

No

selo

pensódosveces,

ymetió

losbrazospor

elagujero.

Aguantó

hastaquedejóde

sentir

lasmanos;

perodepoco

lesirvió.

Elríoeraprofundo,

yRosamunda

estabatan

lejos...

Con

losdedosamoratados,

losbrazosencogidospor

elfrío

ycaladohastalos

huesos,

regresó

acasa.

Un

díadespuésse

acercópor

allí

elalcalde:

-¿Entonces,Celestino,

Rosamundanohadadoseñalesdevida?

-Puesno,señor.

Las

orejasnoescucharonnada,

losbrazosregresaron

vacíos...

-¡No

tienescabeza!

-dijo

elalcalde,

subiendo

eltono-.

Yomatándomeporhacercaminos,

yasíaprendéis...

¡Qué

orejasni

québrazos!

-continuóconaspavientos-.

Losquesabendecaminosson

lospies.

Mándalosporahíabajo,Tarambana.

¡Hazme

caso!

Diciendo

esto,se

fuecomo

sita

lcosa.

YCelestinose

quedóplanchado

contantodiscurso:

¡Hayquetenercabeza!

¡Sí,señor!

Muy

convencido,

leexplicóalos

pies

lasituación,

sedespidióde

ellos

ylos

metiópor

elagujero.

¡NisombradeRosamunda!

Loúnicoqueconsiguió

fuequedarse

sinbotas

ypillar

un

resfriado.

Yempezó

aperderconfianza

en

lagentedelpueblo.

Celestinoyanohablabaconnadie.

Salíamuytemprano,

porquealgo

lebullía

en

lacabeza

yno

lodejabadormir.

Pasaba

lashorasmirando

elrío

y,devezencuando,

encendíaunahoguera

paracalentarselo

spi

es,

queparecíantambién

figuri

tasde

hielo.

Junto

alniegocolocaba

una

sillitademadera

ysobre

ella

posaba

laflauta.

Sialguien

lepreguntaba

paraquiénera

elasiento,

sehacía

elsordo,

aunqueen

elfondo

lehabríaapetecidocontestar:

¿Ya

vosotrosqué

osimporta?

Lagentedejódehacerlecaso;

sólo,devezencuando,

ledecían:

-¡Desengáñate,Celestino,

queRosamundanovuelve!

Yalguno

legritaba

alpasar:

-¡Chínchate,que

se

lacomió

elcoco!

Celestino,entonces,

sesentíaenvueltopor

lassombras

yle

entrabanganasde

llorar.

Enunade

estas

nopudoaguantar

larabia,

metió

lacabezapor

elagujero

ygritócontodassusfuerzas:

ROSAMUUUNNNDAAA...!

V >

ElgritodeCelestino

fuearrastradopor

lacorriente

hastamar

abierto.

Las

olasmecieron

elnombredeRosamunda

entresusurrosy

caricias

deespuma.

Después,

loelevóuna

brisali

gera

.

Rosamundavolabacavilosa

enunaburbujade

silencio.

Enmediode

lospensamientos,

escuchóquealguien

lallamaba.

Elvientosopló

ehizoexplotar

laburbuja

enun

destellode

sal.

Rosamunda

secayó

alvacío.

Diovueltasyvueltasen

elai

re,

yal

finaterrizóenunabota

viej

a,

que

sehabíaparadoconsucompañera

enuna

encrucijada.

Seecharonaandar

lasbotas,

unadelantede

laotra.

Yapasosde

sieteleguas,

caminaron

díaynoche.

Avanzaron

sindescanso.

Atravesaronbosques,

franquearonmontañas

yllegaron

alpueblodemadrugada.

Eratemprano,

yel

hieloyaempezaba

aderretirse

con

losprimerosrayosde

sol.

Ala

oril

ladel

río,

desf

alle

cido

,

dormíaCelestinoTarambana.

Asulado,

unabota

letarareabaa

laotra

unamelodíachina.

Celestinoaguzó

laor

eja,

ysintió

queRosamunda

saltaba

aacurrucarseensusbrazosdesnudos.

Elcuerpo

letemblabadeemoción,

yel

corazón

lelatíatanfuerte

que

lehacíacosquillasen

elfondo

delpecho,

como

situvieseescondidoun

secreto.

Entonces

seechó

are

íracarcajadas.

¡Estabalocode

aleg

ría!

Comounmuerto

que

saledelataúd,

selevantódeun

salto

yvistió

lacapadeseda.

Después,

sesubió

alárbolmás

alto

delrío

ehizosonarsu

flauta.

Unabandadadepájaros

revoloteóentre

lasramas,

parloteandodulces

trin

os.

-¿Losoyes,Rosamunda?

Estánsaludándote.

¡Yuhuuu...!

¡Yuhuuu...!

-repetíaCelestinoemocionado.

Yla

músicanodejabadesonar.

Celestinotocó

laflauta

aloscuatrovientos,

hastaque

lassombrasbailaron

yla

lunasonrióen

elhorizonte.

Todospensaron

que

elhombrehabíaperdido

lacabeza

yquehablaba

solo

;

pero

elcaso

esqueCelestino

ysusecreto

vivieron

feli

cesmuchos

años.

CelestinoTarambana

seimprimióporencargode

laComisiónNacional

de

LibrosdeTextoGratuitosen

los

talleresde

Cía.EditorialUltra,S.A.de

C.V.,

condomicilioenCenteno

162-2,Col.GranjasEsmeralda,

09810,México,

D.F.,en

elmesdenoviembrede

2006.

El

tirajefuede97,996ejemplares.