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Cómo manejarse como padres ante el trastorno negativista

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Una serie de consejos para los padres ante el trastorno negativista desafiante que pueden ser útiles a la hora de manejar sus conductas en casa.

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Page 1: Cómo manejarse como padres ante el trastorno negativista

¿Cómo manejarse como padre ante el

Trastorno Negativista Desafiante?:

El Trastorno Negativista Desafiante (TND) surge por lo general entre los 4 y los 8 años de edad,

y se considera como un patrón recurrente de conducta negativista, desafiante, desobediente y

hostil, dirigido a padres y a las figuras de autoridad, su prevalencia en la población oscila entre

un 2 y un 16%, como comorbilidad encontramos principalmente el Trastorno de Conducta y el

Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad.

En primer lugar se debe conocer que existen diferentes aproximaciones terapéuticas ante este

trastorno. Casi siempre, la primera opción del psicólogo es optar por la orientación

psicoeducativa; es decir, entrenar a los padres para que aprendan cuál es la forma más

adecuada de relacionarse con su hijo. En dependencia de la intensidad de la patología,

también se puede incorporar la psicoterapia e incluso se puede recurrir al tratamiento

farmacológico (se suelen usar, en dependencia de si existen o no otros trastornos asociados,

medicamentos como la sertralina, fluoxetina, paroxetina, atomoxetina risperidona y el

aripiprazol).

No obstante, los resultados no son inmediatos y el éxito de la terapia dependerá en gran parte

de la adherencia terapéutica; en otras palabras, de cuánto se apliquen en la terapia tanto el

niño o adolescente como sus padres. Siempre se debe tener presente que el tratamiento del

trastorno oposicionista desafiante no es una terapia dirigida exclusivamente al niño sino a toda

la familia.

En segundo lugar se debe ser consciente de que cada caso es único por lo que conllevaría un

análisis individual que permita implementar, no un tratamiento del trastorno oposicionista

desafiante sino un tratamiento de la persona en sí y su entorno familiar específico. No

obstante, si hablamos en términos generales podríamos hacer referencia a una serie de pautas

o consejos prácticos que podrían ayudarles a manejar en el día a día los comportamientos

disruptivos del niño.

Determinados autores (Ortiz y col, 2008) consideran que a la hora de manejarse con niños con

TND el modelo conductual (basado en el trabajo con contingencias: refuerzo, castigo…) no

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suele aportar resultados demasiado positivos puesto que el problema no es un

desconocimiento del niño sobre quién manda o cuál es la buena y la mala conducta. No

obstante sí suele dar resultados el establecimiento de límites claros y normas, así como llevar a

cabo de forma adecuada el uso del castigo y del reforzamiento. Barkley (1997), propone en su

programa “Niño desafiante” el tener en cuenta los siguientes aspectos:

1. Las consecuencias deben ser inmediatas.

2. No se debe de esperar que repita una mala conducta para dar una respuesta.

3. Se debe atender a las conductas positivas para dar un refuerzo inmediato.

4. Cuanto más inmediata sea la consecuencia de una conducta, más eficacia tendrá

como intervención que favorece el control.

5. Las consecuencias deben ser específicas.

6. Tanto el premio como el castigo deben estar dirigidos a una conducta específica,

nunca a aspectos generales.

7. El castigo debe ser proporcionado a la transgresión, no al grado de impaciencia o

frustración que haya generado en los padres.

8. Las consecuencias deben ser constantes.

9. Independientemente del entorno, la consecuencia debe ser la misma.

10. Si una conducta se ha considerado intolerable un día, también debe recibir la misma

consideración otro día.

11. Tanto el padre como la madre deben dar la misma respuesta.

12. Se aconseja establecer un programa de incentivos antes de utilizar los castigos.

13. Planificar previamente la actuación ante posibles malas conductas.

14. Anticipar, analizar y, si es posible, prevenir.

15. Reconocer y aceptar que las interacciones dentro de la familia son recíprocas. La

conducta de los padres está muy influenciada por la conducta del niño y viceversa.

16. Por último, resulta poco productivo atribuir culpas.

Levy y O´Hanlon (2001), proponen cinco reglas a tener en cuenta cuando los padres se

enfrentan a una situación de conflicto con sus hijos:

1. Si desea detener una discusión… “cállese”.

2. No discuta, busque frases terminales…”ya entendí”, “así podría ser”.

3. Evite molestarse, así reforzaría al niño.

4. Ofrezca alternativas de conducta.

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5. Evite comentarios del tipo: “ya te lo advertí…Posiblemente esa sea la razón por la

cual el niño llevó a cabo el comportamiento.

Es importante si se tiene sospecha que nuestro hijo o alumno presenta comportamientos

negativistas, y dichos comportamientos traen consigo graves consecuencias para su desarrollo,

que se consulte a un especialista para que evalúe y determine un plan de actuación, en el TND

como en otros trastornos la intervención temprana trae consigo un mejor pronóstico.

Es importante establecer límites y normas en casa:

Evita las órdenes en modo de pregunta porque puedes obtener una negativa como

respuesta.

Sé claro y conciso en tus órdenes, con palabras sencillas. No des muchas órdenes, piensa

antes de darla.

En el momento de dar una orden, es importante que el niño te mire a los ojos para

asegurarte de que está atendiéndote.

Asegúrate que se cumplen las órdenes, y en su caso, ayuda a que se cumplan como un guía

Establece el cumplimiento como un juego (puntos, tiempo más corto, pero sin premios

materiales, sólo emocionales) Si no cumple lo demandado dejarle claro consecuencias (si no

haces esto, ocurrirá lo siguiente).

Si es necesario aplica “el tiempo fuera” o "la silla de pensar", dejando que el niño pase unos

minutos pensando lo que ha ocurrido (no sobrepases el tiempo en minutos según la edad

del niño, si tiene 5 años, 5 minutos y cuándo acabe el tiempo vamos a hablar con él y si es

necesario a repetir la acción, sin ponernos nerviosos).

Mantén la calma e ignora las conductas negativas de tu hijo (llantos, pataletas, rabietas). No

muestres tu enfado al niño.

Haz que el niño pida disculpas por el mal hecho social o físico (ya sea escrito, o cara a cara, o

recomponer algo, etc), si no accede acompáñalo y guíale. Elógiale cuando lo haya hecho.

No justifiques ni debata tus decisiones, de respuestas sencillas y claras.

Ignora las protestas.

Sé constante y firme en tus respuestas al niño.

Usa la técnica de los 3 avisos. Al tercer aviso tendrá una consecuencia.

Coopera con él.

Mantente firme pero afectivo.

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Evita prestarle atención cuando no debes prestársela

Deben aprender a ser atendidos cuando el adulto pueda y no cuando ellos quieren o exijan.

Ignora comportamientos inadecuados, y si sigue insistiendo en tu atención utiliza el disco

rayado (por ejemplo repetir todo el tiempo sin perder la calma “ahora estoy hablando hijo,

cuando acabe te atiendo”).

Refuerza las conductas positivas.

Préstale atención cuando no te la haya pedido.

Comparte tiempo con él, haciendo algo que le guste a tu hijo.

Refuerza la independencia.

Recuérdale sus aspectos positivos y aquello que se le da bien para potenciar una buena

imagen de ellos mismos.

Cuando interrumpa una conversación entre adultos, dile que se le atenderá más tarde y

después, enséñale a cómo intervenir de forma educada.

Potenciar el manejo de la ira

Practica la inversión de roles, potenciando la empatía.

Practica con tu hijo, en algún momento del día, relajación. De ese modo, podrás fomentar

su autocontrol.

Ayuda a tu hijo a perdonar a aquellos que le enfadan (utilizando cartas, técnicas de empatía,

etc.).

Ayuda a tu hijo a pedir perdón de forma correcta a aquellos que pueda dañar.

Ayuda a tu hijo a arreglar aquello que haya roto a causa de su ira.

Ayuda a tu hijo a escribir sus sentimientos como una forma de entendimiento.

Ayuda a tu hijo a evitar los pensamientos irracionales con otros autodescriptivos reales y

positivos.

Jamás utilices castigos corporales.

Recuerda: Mantente firme pero afectivo.

Por último, resaltaremos una serie de consejos generales que se han de seguir con estos niños y

que nos servirán para intentar controlar sus conductas y poco a poco cambiar su conducta.

1. Prestar atención a los comportamientos positivos y reforzarlos usando el elogio, el

reconocimiento o el agradecimiento. En muchas ocasiones los padres se centran en las

conductas negativas porque son las que provocan desazón y displacer pero es muy importante

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focalizarse en todo lo positivo que realiza el niño. Para comprender la importancia de este

cambio de actitud basta ponernos por un segundo en su lugar: ¿qué pensaríamos y cómo

actuaríamos nosotros mismos si nunca nos alaban cuando hacemos algo positivo sino que, al

contrario, nos recriminan constantemente ante los errores?

2. Obviar los comportamientos negativos. A veces los gritos y el enfado actúan como

reforzadores de las conductas que desearíamos evitar. Por ende, siempre que sea posible y no

se trate de un comportamiento imperdonable, es mejor hacer caso omiso de las conductas

disruptivas. De esta forma podrían extinguirse por sí solas con el paso del tiempo.

3. Anticipar las situaciones problemáticas. Si se sabe que existen momentos particularmente

tensionantes en los cuales el niño o adolescente suele responder de manera negativa, la mejor

opción es anticiparse a su respuesta y proponerle otra actividad u otra manera de enfrentar

esta situación.

4. Explique cuáles son los comportamientos inaceptables y por qué. De esta forma ya el niño

sabrá qué se espera exactamente de él. Muchos padres cometen el error de castigar a sus hijos

sin haberles dicho jamás qué esperaban de ellos. Por supuesto, esto genera inseguridad y

rencor.

4. Imparta órdenes y establezca normas de forma eficaz y, lo que es aún más importante,

hágalas cumplir. En muchas ocasiones se aprecia que detrás del trastorno oposicionista

desafiante se esconde un estilo educativo permisivo. Por supuesto, el niño se percata

inmediatamente de ello y asume el control volviéndose dominante y manipulador. Ser

constantes es un factor clave para poder eliminar las conductas disruptivas.

5. Utilice el castigo de forma asertiva. Es decir, en vez de pegarle o gritarle, aplique un castigo

que le sirva al niño para aprender una lección importante. Recuerda que la violencia genera

más violencia por lo que la agresión (ya sea en el plano físico o mental) nunca es la solución

más adecuada.

6. Aplique inmediatamente el castigo. No espere a que la conducta negativa se vuelva a

repetir sino que debe atajarla en el momento en que tiene lugar. Además, recuerde que el

castigo no debe ser proporcional al nivel de frustración que sientas sino que debe adecuarse a

la transgresión real. Aplicar castigos desproporcionados es tan negativo como no hacerlo.

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7. Hágale notar las consecuencias específicas de su comportamiento. El niño con trastorno

oposicionista desafiante necesita normas claras pero también debe saber cuáles son las

consecuencias de su comportamiento. No se pierda en elucubraciones sobre el futuro,

simplemente hágale notar las consecuencias en el aquí y ahora, desde aquellas en el plano

material hasta los daños desde la perspectiva emocional.

Bibliografía:

• http://psicologosbonnet.wordpress.com/2012/03/04/

• http://salud.uncomo.com/articulo/como-mejorar-la-convivencia-con-mi-hijo-con-

trastorno-negativista-desafiante-20703.html

• http://www.rinconpsicologia.com/2012/03/tratamiento-del-trastorno-

oposicionista.html

Realizado por: Jenifer Arrieta

Leire Cabeza

Sandra Cervera