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berti que data del siglo rx. Fustel, en el mismo sentido, no quería admitir que Pipino el Breve había sido elegido. Sin embargo, dice Halphen, dos analistas hablan de una elección, en tanto que otros once coinciden con la interpretación de Fustel. Desgraciadamente, de esos once analistas, cuatro son posteriores y copian a los precedentes, y siete se basan en dos documentos perdidos que registraban la versión que Pi- pino tenía interés en difundir... En fin, Fustel sólo recurría a los textos. Ahora bien, éstos no Io dicen todo. La topografía, la lingüística, las monedas, las incripciones, deberían también haberle sido útiles. Me han contado que Seebohm, el historiador inglés del régimen agrario y de los campesinos, había preguntado a Fustel si en Francia no había vestigios del openfield inglés, de las parcelas extensas, de la rotación obligatoria. Fustel le res- pondió que nunca se había hablado de eso en los textos... Pero los planos topográficos y los del catastro son, al menos, testigos de la existencia de grandes extensiones de tierra y de campos abiertos, y las antiguas prácticas culturales, ape- nas desaparecidas en el siglo xrx, testimonian también la existencia de la rotación obligatoria. Literariamente, Fustel al introducir en la historia las creen- cias populares y los htíbitos sociales, es más concreto y tíe- ne mayor vistosidad que muchos de los historia-dores racio- nalistas y libetales anteriores a é1. En ello se nota que se ha alcanzado con éI una época más cercana, la de la literatura realista, la de Flaubert, del mismo modo que, Wr su preo- cupación por lo social, se nos presenta como eI contemporó- n¿o de Taine. t4 La segunda mitad del siglo XlX. De Augusto Comte a Hipólito Taine I. DETERMINISMO Y SOCIEDAD 1. Hacia la mitad del siglo xrx, todo cambia de sentido Durante la primera mitad del siglo xui, en efecto, el ro- manticismo había atribuido el conocimiento a la intuición poética y a la magia. Formalrtente hostil al determinismo, era, desde el punto de vista psicológico, individualista. De la mis' ma forma, cosa curiosa, personas que no eran en absoluto románticas, como los burgueses industriales y comerciantes, eran igualmente individualistas desde el punto de vista so- cial y político. En cuanto al resurgir espiritualista de Fran- cia, del que ya he hablado, y de Alemania también, ha esta- do vinculado en todas partes al resurgir de las Iglesias en favor de Ia reacción política y social. Al inclinarse, desde el punto de vista filosófico, en la misma dirección, era hostil al determinismo y al materialismo. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo xlx tuvo lugar, indudablemente, un movimiento muy vivo en sentido con- trario, en favor del determinismo y, más o menos implicita- mente, del materialismo. Al mismo tiempo, se abre paso la idea de que la sociedad, en su organización y en su evolu- ción, está sometida a leyes y domina las acciones de los in- dividuos que la componen. Todo ello se relaciona, por supuesto, con una cierta con- 233

G. Lefebvre

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G. Lefebvre, El nacimiento de la historiografía moderna, tr. Alberto Méndez, Ediciones Roca, 1974, pp. 233-259.

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berti que data del siglo rx. Fustel, en el mismo sentido, noquería admitir que Pipino el Breve había sido elegido. Sinembargo, dice Halphen, dos analistas hablan de una elección,en tanto que otros once coinciden con la interpretación deFustel. Desgraciadamente, de esos once analistas, cuatro sonposteriores y copian a los precedentes, y siete se basan endos documentos perdidos que registraban la versión que Pi-pino tenía interés en difundir...

En fin, Fustel sólo recurría a los textos. Ahora bien, éstosno Io dicen todo. La topografía, la lingüística, las monedas,las incripciones, deberían también haberle sido útiles. Mehan contado que Seebohm, el historiador inglés del régimenagrario y de los campesinos, había preguntado a Fustel sien Francia no había vestigios del openfield inglés, de lasparcelas extensas, de la rotación obligatoria. Fustel le res-pondió que nunca se había hablado de eso en los textos...Pero los planos topográficos y los del catastro son, al menos,testigos de la existencia de grandes extensiones de tierra yde campos abiertos, y las antiguas prácticas culturales, ape-nas desaparecidas en el siglo xrx, testimonian también laexistencia de la rotación obligatoria.

Literariamente, Fustel al introducir en la historia las creen-cias populares y los htíbitos sociales, es más concreto y tíe-ne mayor vistosidad que muchos de los historia-dores racio-nalistas y libetales anteriores a é1. En ello se nota que se haalcanzado con éI una época más cercana, la de la literaturarealista, la de Flaubert, del mismo modo que, Wr su preo-cupación por lo social, se nos presenta como eI contemporó-n¿o de Taine.

t4La segunda mitad del siglo XlX.De Augusto Comte a Hipólito Taine

I. DETERMINISMO Y SOCIEDAD

1. Hacia la mitad del siglo xrx, todo cambia de sentido

Durante la primera mitad del siglo xui, en efecto, el ro-manticismo había atribuido el conocimiento a la intuiciónpoética y a la magia. Formalrtente hostil al determinismo, era,desde el punto de vista psicológico, individualista. De la mis'ma forma, cosa curiosa, personas que no eran en absolutorománticas, como los burgueses industriales y comerciantes,eran igualmente individualistas desde el punto de vista so-cial y político. En cuanto al resurgir espiritualista de Fran-cia, del que ya he hablado, y de Alemania también, ha esta-do vinculado en todas partes al resurgir de las Iglesias enfavor de Ia reacción política y social. Al inclinarse, desde elpunto de vista filosófico, en la misma dirección, era hostilal determinismo y al materialismo.

Sin embargo, en la segunda mitad del siglo xlx tuvo lugar,indudablemente, un movimiento muy vivo en sentido con-trario, en favor del determinismo y, más o menos implicita-mente, del materialismo. Al mismo tiempo, se abre paso laidea de que la sociedad, en su organización y en su evolu-ción, está sometida a leyes y domina las acciones de los in-dividuos que la componen.

Todo ello se relaciona, por supuesto, con una cierta con-

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;

cepción del imperio de la razón que, a la vez que descubrelas leyes de la naturaleza, constata también que el hombre,como todos los seres, está igualmente sometido a ella. Enefecto, las ideas de las que acabo de hablar habían triunfa-do ya en el siglo xvrrr y no habían desaparecido desde en-tonces; además, la ciencia no podría existir sin adoptar eldeterminismo,. y en cambio no había dejado nunca áe pro-gresar. Bastará con recordar el nombre de Stendhal, un al,rm-yo- de los ideólogos de la época del Directorio y del Consu-lado, y cuyo método está totalmente imbuido del determi-

".rspo social y racionalista. A partir de la segunda mitad del

siglo xrx esas ideas vuelven a ponerse de móda._ Semejantes cambios pueden ser atribuidos en parte a la

alternancia de las generaciones: al cabo de un ciérto tiem-po, la juventud siente la necesidad de cambiar el sistema delas ideas-; hay en ello razones psicológicas y de interés, perohay también razones históricai.

2. Las r.azones históricas

Voy a explicarlas brevemente. I-a primera de todas, elprogreso de las ciencias, muy marcado durante la primeraparte del siglo xrx. La electricidad se desarrolla; e, ñ épocade Ampére, de Faraday en Inglaterra, de Gauss en Alemánia;después, la óptica: es la época de Fresnel. Los descubrimien-tos químicos hacen que se hable mucho de ellos y, en la se-gunda mitad del siglo, adquieren una prepondeiancia sor-prendente. Es la época de Berthelot. Más importante, en loque concierne a la historia, ha sido el progreio de las cien-cias naturales que, hasta entonces, habian sido descriptivasy- que, en €sta segunda flritad del siglo, llegan a abarCar vi_siones generales sobre la constitució; y la evolución de losseres. vivos; ha_n pasado de la anatomía a la biología conClaude Bernard, y de Ia idea de una simple descriplión delos seres a la idea de Ia evolución, formulada por Lamarck(1744-1-829)

_en tiempos de_Napoleón, pero que ha sido popu_larizada sobre todo por Darwin (1g09-lgg2i.

!,n psicología, esie desarrollo de las ciencias ha provo_cado la reaparición de la psicología de Condillac y áe losideólogos del tiempo de.la.Revoluiión que eliminan et espi-ritualismo, la observación interior, y hacen provenir de üs

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sentidos y del asociacionismo empírico todas las ideas enInglaterra, la lógica de Stuart Mill, a mediados del mismosiglo (1853), hace que el sensualismo de Hume y de Condi-llac se beneficien de todos los progresos realizados. A travésde la interpretación de la vida social del hombre, AugustoComte (1798-1857) y Herbert Spencer (1820-1903) constitu-yen una disciplina nrreva: la sociología.

En resumen, hay leyes de la materia viva y leyes del pen-samiento, como hay leyes de la naturaleza; ellas someten lamateria viva y el pensamiento al determinismo. En principio,eliminan Ia metafísica.

A este respecto, el nombre más célebre es el de AugustoComte que, en la primera parte de su actuación, retomandola obra ya célebre de Kant, se propuso demostrar que eraimposible para el hombre superar el conocimiento sensibley gue, por consiguiente, Ia metafísica no podía ser más queuna hipótesis inverificable. Es preciso, por lo tanto, renun-ciar a investigar la causa primera, estudiar únicamente laapariencia que las cosas presentan ante nosotros y las rela-ciones que existen entre esas apariencias entre sí: el conocimiento no puede llegar más allá, y es concibiéndolo asícomo Augusto Comte le ha dado el nombre de positivo.

En segundo lugar, hay que hacer un sitio a la reaccióncontra la Revolución francesa, contra el individualismo dela Revolución; ésta ha sido doble: hubo una contrarrevolu-ción y una superrevolución. La primera es la de Louis deBonald (1754-1840), de Joseph de Maistre (1754-1821), que hanpasado a la historia como sus maestros. Sostienen que esabsurdo haber querido basar la organización de la sociedaden los derechos del individuo, y que, en realidad, lo que ase-gura la permanencia de la sociedad son reglas sociales crea-das por la costumbre y la experiencia. El hombre no puedevivir más que formando parte de una familia, de una socie-dad. Debe, pues, adaptar su ser a las condiciones de existen-cia de la sociedad; está, en cierto modo, sometido a las le-yes de ésta. Tengamos presente que estos hombres son es-piritualistas, que no niegan la libertad moral. Bonald y deMaistre no han insistido menos en el hecho de que la so-ciedad era superior al individuo y que el individualismo eraun absurdo. Esta doctrina contrarrevolucionaria ha sido, enciertos aspectos, importante en la formación de Augusto Com-te, que reconoce lo que, a este respecto, debe tanto a Bo-nald como a de Maistre.

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Al mismo tiempo, actúa el pensamiento contrario' a sa'

ber:-- que la Revolución francesa ha sido incompleta. y que

el individualismo en sí mismo, tal como se le ve reinar en

"i *"*""t" del triunfo de la gran burguesía--industrial,Jcomerciante, desde el 9 de Thermidor * hasta Napoleon rrl'

"o,'¿.,"" al triunfo del más fuerte, es decir, del más riccl,

;i;ü;"*iento del *ás pout", v.que el individualismo debe

ouedar completado po, .t.t. attiOtt que restablezca un cier'

lJ "qlriliuri;;;;; lis hombres. Se irata, pues, del-sociali:-

;.-;;;;i"-ente dicho. El conde de Saint-Simon (17ó0-1825)

no ha sido menos ¿"tá li""i" el individualismo que Bonald

y de Maistre, pero t""uUu la conclusión de que el individua-

lismo debía ."t.o""d"i ante una legislación hecha por el Es'

tado Para Proteger a los Pobres'Nos encontramos, pt'"i, pot un laclo con el movimiento

"";;;t*;iu"io""tio, t úi el olro con el movimiento so'

cialista: ambos e:etÉJ"¿t pres-ión . sobre el individualismo

para hacerle retroced-er'-i t"it" los dos se sitúa Augusto Com'

te, que pretende q;;^ h;v-i;v-es qe la sociedad' que puede

descubrírselas por *"áit de la observación positiva con el

fin de gobernar " l;-h;;üres según una ciencia nueva -la

sociología- q,r., po' 'i tot'' pueá" asesurar la felicidad de

la humanidu¿, ,""í-u"d;;l i;t conc'lisiones de Bonald y

de Maistre que, al ;;il; ti-in¿iuia"'ulismo' pretendían jus-

tificar un retorno "'i-

d"i""f'o divino del rev' de la aristocra'

cia y de la Iglesia, y t"tftát"t¿" taTPre.n las posiciones de

los áocialistas' que eran utopías a .prtort' ?'-- f,r, realidad, si no hubieia habido más que estas consr-

deraciones de índoü iatálálitu' el m.ovimiento no habría

sido tan poderoso | "9 ft"qttt' ."1 :.i"tto modo' dado su

carácter a la segundá mitad del siglo xrx' Pero hay que con-

ceder, ademds, una gran itnportancia ,a las condiciones his-

iJii"át,á to n",oti'í¡¿i ae iaqa v a Ia transformación eco-

nómica en curso'

3. La irrupción de las clases populares en la' historia

Esta irrupción condujo necesariamente a un cambio en

h ;t*;tf"; de los fentamientos; el pueblo -nos lamen'

* Es decir, el 27 de julio en nuestro calcndario l-a fecha a la que alude el

texto es el 27 de julio de'izii' "t i; t;;i h Convención decretó el arresto de Rq

bespierre, que fue e¡ecutaá""it'itilJ J áia siguiente' junto can Saint-Just' Cou-

;;;;';'i;.i"'"ve dé sus partidaiios (N' der r'¡

236

temos o nos feliciterr,os por ello- se encontró incorporadoa la polÍtica y a las preocupaciones de sociólogos, filósofose historiadores a la vez. En lugar de dedicarse a rnetafísicaideológica, irracional, el hecho condujo a que éstos se ocu-paran más -en historia, en sociología, e incluso en filoso-fía- de las necesidades de los hombres en tanto que ellosson los que determinan la historia; porque en lo que serefi.ere a las clases populares, lo que domina la historia sonsus necesidades. El rico apenas piensa en ello porque susnecesidades se encuentran satisfechas; se dedica a las letrasy a las artes y olvida gustosamente que, si puede entregarsea ellas, es porque las necesidades de su existencia cotidianaestán aseguradas. El pcbre, por el contrario, está obligadoa pensar en esas necesidades porque necesita ganar el pande cada día. La historia económica y social, que ha ocupa-do un lugar tan importante en las preocupaciones de nues-tro oficio, se halla en correlación con este movimiento ge-neral.

Por añadidura, se produjo, en la época de la reina Vic-toria en Inglaterra, y en Francia a partir de Napoleón III,un desarrollo prodigioso de la civilización maquinista, delo que llamamos el capitalismo. La principal característicadel reinado de Napoleón III es la implantación en Franciade la producción masiva, de la gran industria. Ello trajocomo consecuencia un cambio de mentalidad en el conjun-to del país. Como consecuencia del descubrimiento de lasminas de oro de Australia y de California, el régimen dis-puso de un moneda abundante. Proliferaron los bancos yel papel moneda empezó a circular; Ios precios aumentabancontinuamente y todos los empresarios estaban satisfechos;incluso los obreros veían aumentar sus salarios. Es tambiénuna época en la que el Estado realiza gastos sin límite einicia importantes ob¡as en todas las ciudades. En París,la transformación llevada a cabo por Haussmann fue decisiva: el París que conocemos data aún dle Napoleón III.

Todo ello produjo en el país la sensación de un enrique-cimiento debido a las máquinas, a las industrias quÍmicas.Pero, ¿qué era lo que había permitido esas industrias? Laciencia. ¿Qué significa el triunfo del capitalismo? Significa,cn última instancia -y ese es su mérito, su tÍtulo de glo-lia-, una tentativa de organización racional del mundo eco-nómico, de forma natural, es decir, por medio de la razón

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y por la ciencia. Cuando un país es próspero y atribuye suprosperidad al desarrollo de la gran industria, resultan be-neficiadas la ciencia y todas las ideas que marchan a su lado,es decir, exactamente el materialismo y el determinismo. Losintelectuales han compartido este sentimiento, y asl se vioresurgir, a mediados del siglo xlx, el mismo entusiasmo delsiglo xvrrr por el conocimiento científico racional. Las per-sonas que alcanzaron la madurez hacia 1848 estuvieron per-suadidas, como en 1789, de que, por medio de la razón, po-dían convertirse en dueños de la naturaleza y de que, através de la razón, podían ser capaces de decidir el destinodel hombre sobre la tierra como más les complaciese. Esaera la idea de Taine, de Renan, que escribió, en 1848, unaobra famosa, El porvenir de la ciencia, que sería publicadamucho más tarde, en 1890. Renan expresa en ella

-respectoa las conquistas que podrá realizar la ciencia y la incompa-rable felicidad que éstas podrán aportar a la humanidad-los sentimientos de la gran esperanza del siglo xvrrr.

4. Esta mentalidad no alcanzó únicamentea los historiadores

Lo que acabo de decir vale también para la literatura yel arte. En literatura es la época de Flaubert y del naturalis-mo de Zola, que comienza al final del Imperio: este últimoescribirá en sus Rougon-Macquiart (a partir de 1871) la his-toria de una familia bajo el segundo Imperio.

¿De qué forma proceden? Están persuadidos de que sepuede llegar, por vía de observación, a neconocer las condi-ciones generales que determinan la psicología y la conductadel indiüduor por un lado su constitución psicológica, ypor otro el medio material y social en el que vive, de lamisma forma en que el sabio se esfuerza por estudiar lamateria muerta o viva en su laboratorio. Se trata del prin-cipio de la escuela naturalista. En cuanto al arte, sucede lomismo; la época de Napoleón III es la época del realismo,la del gran pintor Gustavo Courbet (1819-1877).

II. AUGUSTO COMTE

El primer nombre a citar es el de Augusto Comte (lZ9S-1852)' su obra fundam"n;;ñr-;.ibiiro a9 fitosorfa positiva,en seis vorúmenes,-publicados ;rgü9 " 1E42. En una prime-ra parte, prantea ra-s. bases de Ia di";"¡á';;iiir", í#'.i..trando que Ia merafísica

"; i-;;ri#;.en Ia rercera parre,enuncia las restas de una ,r"ú;¡-;;;rrva, y principalmentetas de ,,na ""ñnión-di;;;;;i;#i" ra que él ha sido erprofeta. Hay támbién :ñ;;;;J_ un" sesunda Dartee-n- la que investiga^Iar rágrár-q"""-piiria"n ra existencü detas sociedades y crea.lo qúe se'ltarña-la ,""üü;.;i";;,esta nueva ciencia, Auguito Co_i"- Ai.tingue entre lo oueél ttama la estática y Ia dinámic;,""i;É. -p;;;J"#;"están tas condiciones que

'na ro"ieaa¿ ¿Jú"- ;ilñ "#;"existir: se trata ¿" la esietica; p".';Iá parte, esta sociedadevotuciona y se transfoñ;; íJ;ülJ e; ;;i;;;i;;ff;-ción constituven la din¡ímicá. e.rá-ái"i_rca, en el fondo, eshistoria. ue -arri nor q¡ré A"g";i; óolr" nos interesa. Noes un historiador propi"-L-.rt""-áf,rri]'.irro, en realidad, unmatemático que nó. ténía $"g;;';;rmación histórica. Alenunciar Ia pretensión. ¿e aát"?mi;";l, leyes que rigen taexistencia v er movimi"nto á"-iur'rl"iáaua"., pretendñ rea-lizar lo que Vortaire, luto.rt"rqlll"l'a"raorcet no habÍanmás que vistumbradó;. Jll"r-iá_ii¿í i"ui"r, inrentado des_cribir tas sociedades j:.];._; r,i^sJ'-puoie.a comprenderel modo en que vivían y se tran;formaban, pero no formu_

3:o11^:t^r_r"-a atguno, "i"g""or-f;;il;, rigurosamente de-pendlentes unos de_otr9., ,ri

"irigu"a i"y. Condorcet habíadistinguido claramente ei.o"u., pl?ü'to*r" te reprocha, nosin razón, el haber p-cóaiaá- pi.ti""áJ de las preocupacio-nes potíticas, sociatei y filosófiiil;;; rrempo y no de taobservación positiva.Comte es de la ol^i¡ión de.que puede hacerse mucho más:oHasta aquí no

"*irt" en a_biorrito -Ji"

ur.a.dera historiaconcebida con un nn. cient¡Áco,-"r"al"i, teniendo como fi-

:'::::i,*'ip:{":l!"-il"'"f i{:i:g:nl#":,t#por una parte el movimie-nto .i""tin"o como someticlo ateyes positivas, y por otra "f mouimi"nü político como esen-

238

239

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bl

cialmente arbitrario, porque, en cl fondo' éste' en virtud de

;;'."p;ti"t compticaiün' qúe clomina más las pertr-rrbacio-

,r!r-i"'¿iuil"ales, ^debe

"n.o"t'utt" determinado aún más au-

t¿"ti"á-""te que el otro, en el que -el genio personal ejerce

evidentemente mayoi dóminio"ia histbria establecerá una

n"ráuá"tu filiación racional en el curso de los acontecimien-

;;;-;;;i"l"t de forma que permita, como sucede con todo

tioo de fenómenos y dentro-de los límites generales. impues-

;;"t p* """'"á*plitu"iott

superior, una cierta previsión sis'

temática de su sucesión ulterior'u---$ ;;"á, pues, de establecer una ciencia' La historia pue-

¿e áLtlrminár las leyes que presiden el movimiento de las

,o"i"a.¿.t y, de resuitas áe "llo,

adquirirá lo que .constituye

"i.ut¿tt". lropio de la ciencia' eso que Paul Valéry preten-

d" qtt" tto poté" la historia, es decir: la previsión'

Desde el punto de vista histórico, ello produjo una. con-

,e",r".r.ia müy loable a priori' Considerando la situación de

una sociedad como el reiultado de circunstancias que-no de-

p""¿"" á" la voluntad humana, Augusto Comte saca la con'

ilusión de que cada situación en la que se encuentra una

io.i"¿ua es lo que ésta podía ser, y ello no podía ser de

otra manera. En este asp-ecto, experimenta el mismo senti-

irri."to que J. C. Herdei; me rehero a un sentimiento de

otralitL imparcial e incluso simpático' Así, Comte resulta

"iug"iu¿u*"nte lisonjero hacii la E'¿aa Media, hacia-la lgle-

sia-católica, porque óncontraba que, en tal o cual circuns-iar,"ia, la ndá¿ triedia y la Iglesia católica 'o habían podido

,", y it"".t más de lo que habían sido o habían hecho'

Ello no significa que Augusto Comte no conceda ningún

lugar al prcgriso; como buen racionalista, tiene el sentimien'tJde unia perfectibilidad de la especie humana, aunque noilimitada. Sl trata rnás bien de un desarrollo que de un pro'greso, pero al menos admite que existe una perfectibilidadque puede desarrollarse hasta el momento en que, una vez

ettablecida su sociedad positivista -objeto de la terceraparte de su obra-, no pueda aspirarse ya a nada más.-Sóloque, si admite una evolución -o al menos un desarrollo-,insiste también mucho en la continuidad, Io que revela unaclara noción histórica; a esta continuidad -a la herenciaque debemos a nuestros predecesores- él concede una im'portancia extraordinaria. Dice, de una manera sorprendente:ula humanidad está compuesta de más muertos que vivos.>

244

Lo cual expre$a de f<lrma penetrante la potencia de la tra-clición. Una vez más nos encontramos ante un se¡'rtimientohistórico.

Hl positivismo científico su¡ronía tarnbién la observación,a través del método histórico, de los hechos históricos, yaquí es d,;¡nde 5ra empieza a estroPearlc todo. En realidad,Cornte coni,:ibió urla teoría anteric¡r a toda observación. Dice,por ejernplo; <, l"Jo es posible ninguna verdadera observació¡rrnientra,s esti primitivamente dirigida y ñrralmente interpre-lada por u¡a teoría cualquiera.o Añade que la erudición noperder'á por ello sus derechc¡s. El nuevo método "sólo eiimi-nará los ti'abajos sin finalidad, sin principio y sin carácter,que no tienden sino a entorpecer la ciencia con disertaciones inútiles y pueriles o con interpretaciones viciadas e in.coherentesD.

A su mane¡a de ver, la teo¡ía orienta los trabajos, orga-niza el trabajo histórico. Resulta Iamentable que éste nohaya sido aún realizado en nuestros días. Pero, antes deconstruir teorías, ¡nás valCría plantear problemas que la in-vestigación se esforzaría después por resolver. En todo caso,sigue siendo indispensable que Ia teoría nazca después delcontacto con los hechos, que sea sugerida por éstos, quesurja de su observación, que no sea arbitraria, ni filosófica,ni, menos aún, metafísica. En cambio, Augusto Comte tieneya su idea por anticipado, igual que Taine: <Todas las cla-ses de fenómcnos sociales '--escribe- se desarrollan simul-tiineamente y unas bajo la influencia de las otras, de formaque es absolutamente imposible explicarse la'marcha segui-da por cada una de ellas sin haber concebido previamente,de una manera general, la marcha de conjunto. Por lo tanto,hace falta una idea del conjunto para entrar en el detallede los hechos sociales, antes, incluso, de observarlos. A par-tir de entonces, la hipótesis se convierte en una teoría quenos arriesgamos a imponer los hechos, al aferrarnos única-mente a los que encajan con ella. Evidentemente, no haynada tan deplorable desde el punto de vista de la investi-gación."

Al no tener Comte ninguna formación histórica, toma loshechos tal como se presentan, sin preocuparse en absolutopor saber si es procedente criticarlos. De todos los hechossociales, da prioridad a la transformación espiritual, a lavida intelectual. No se trata de un materialistá: ello sigai-

*---t

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ficaría hacer metafísica, y no quiere oír hablar de eso bajoningún pretexto. Es un ideólogo contrariamente a lo quemuchos imaginan. El fundador de la sociología no sienteninguna simpatía por los teóricos socialistas que concedenla primacÍa a la vida económica. Se apartaba incluso de loseconomistas, entre los precursores del positivismo. Es desdeel punto de vista del desarrollo intelectual del hombre comoconcibió su célebre ley genera"l de la historia, la ley de tosties estados. Los hombres han pasado primero por una faseteológica, durante la cual aceptaban las religiones llamadas(r€veladasD; la sociedad correspondiente era una sociedadsacerdotal, con el dominio del sacerdote, y feudal; la fuerzabruta era lo único que decidía el poder; desde el punto devista temporal, era esencialmente un régimen militar. Des-pués vino, en segunda linea, el estado meta|ísico; los filóso-fos se pusieron de su parte, y antepusieron a las religionesreveladas el deísmo espiritualista (Aristóteles, Platón, Des-cartes);" esta filosofía ha triunfado a partir del Renacimien-to; es la época de la burguesÍa, del nacimiento cle la indus-tria. Finalrnente llega la teicera época, cuyo profeta es Au-gusto Comte: la época positivista, en la que la metafísicahabrá desaparecido, incluida la metafísica espiritualista; don-de no existirá más que la ciencia positiva; donde los indus-triales, creadores de los productos útiles para las necesida-des de los hombres, serán los maestros, aunque subordina-dos al pontlfice de la sociedad positiva, es decir, a AugustoComte.

Cada uno .de estos períodos ha sido objeto de análisisparticulares. Por ejemplo, en el estado teológico, Comte dis-tingue el fetichismo, el politeísmo y el monoteísmo. Y paracada período, define los caracteres específicos de las socie-dades correspondientes. Pero para nuestros historiadores,esta exposición, por curiosa que resulte,. carece por completode valor, porgue no está basada en la observación histórica.Se trata de una teoría concebida por su autor sin haber he-cho un trabajo de historiador.

Comte ha tenido mucha influencia en Francia. H. Taineha terminado por declararse de acuerdo con é1, pero no hapartido del comtismo; su sistema se encontraba ya totalmen-te organizado en su mente cuando leyó a Comte. Al principio, Taine incluso habló mal del positivismo. Pero es en fnglaterra donde Comte ha logrado, y con mucho, la mayor

242

influencia: Stuart Mill (180ó-18?3) y Herbert Spencer -(1820-

1903) han estado profundamente intluenciados por- él; HenryThoáas Buckle dAZZ-fttZ) ha sido su mejor discípulo en el

terreno de la historia. Esta influencia ha sido menos percep'

tible en Francia: cuando queremos personificar esta tenden-

cia científrca, esta tendencia determinista de observaciórt

;;t;bi" á u ¿. las ciencias de la naturaleza, ¿no cita-

mos^inmediatamente dos nombres: Sainte-Beuve y Taine' y

no Augusto Comte?

III. SAINTE-BEUVE

1. ¿No es Sainte-Beuve mds que un crítico literario?

Sí. Sólo que su método concuerda con todo lo que acabode decir. El principio de Sainte'Beuve es la observación, no

únicamente ¿e la oUra literaria, sino de la persona del autor,y ya sabemos hasta qué punto se preocupaba de la yt{a O9t

persona¡e, de las aventurás que habían podjdo sucederle, de

3u saluá, de sus aptitudes físicas, incluso de su vida corpo"

ral. Tengamos en óuenta que había hecho la carrera de me'dicina iqu" las experiencias de histología en- el hospital lesirvieron áe mucho. Que Sainte-Beuve haya llegado de este

modo a explicar las obras a través de la vida fÍsica del autor,ya es otra cuestión; pero esa es su tendencia, y así

-se clasi'

-fi"u

"., el mundo de las ideas al que me he referido en el

capítulo precedente.

2. <Port-RoYaI>

Como historiador, ha dejado una gran obra: su famosoPort-Royal; pero, en el sentido estricto del término, no es

una obia de historia, ya que no se ha preocupado, al escri'bir la historia de Port-Royal, de poner el jansenismo en re'lació¡r con la Contrarreforma -quiero decir, el renacimien'to católico-, o con la política de Richelieu o de Mazarinoo de Luis XIV. Lo que le ha interesado del jansenismo hansido los personajes: ahí se ha sentido en su elemento carac-

terístico.-Los ha estudiado como autores o como personajes

243

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inventados por éstos, mientras que, a juicio del historiador,lo esencial consistiría en situar Port-Roval en el movimien"to general de la época. Lo que interesaba profundamente aSainte-Beuve eran los tipos psicológicos, caracterizados en sírnismos, a fin de ser, un día -si ello fuese posible- clasifi-cadr¡s. dr:l mismo modo que los naturalistas clasifican a losseres vivos clespués de haberles descrito.

IV. HIPÓLITO TAINE

l. Una vida'nunca demasiado clifícil

Pero llegamos a Taine, Nació en Vouziers (las Ardenas)en 1828. Hijo de un notario de nna burguesía irreprochable,piadosa y austera, Taine no tuvo nunca dificultades econó-micas;. és cierto que hubo momentos en que no fue muyrico, pero nunca se vio literalmente obligado a ganarse elpan, como Michelet, o incluso como Guizot. Siendo aún jo-ven, era ya un prodigio de inteligencia; en la Escuela Normalsuperaba con mucho a todos sus compañeros. Empezó a es-cribir muy tempranamente. En su juventud tuvo un esplrituliberal y republicano, y el golpe de Estado de 1851 significópara él una prueba muy dura. Después, a causa de sus co-nocidas opiniones -ya se sabia que era discípulo de Spinoza-, fue mal visto por los jefes de la universidad influen-ciados por la reacción católica. La Sorbona rechazó su pri-mera tesis doctoral, y la Academia francesa se negó, a pesarde Guizot, a premiar una de sus obras. Profesor de liceo,fue espiado, denunciado, trasladado, y terminó por abando-nar Ia universidad (1852). A partir de entonces se consagrópor entero a la redacción de sus obras. Escribió, en 185ó,su Ensayo sobre Tito Livio, y en 1857 un ensayo sobre .Los

filósolos franceses del siglo xrx -cuya lbctura sigue siendoapasionante-, contra el espiritualismo de Cousin.

2. La primacía de la inteligencia

I-o que dornina en é1, a juicio de todos los que le cono-cen, es el aspecto de la inteligencia. En el atardecer de suvida,,en medio de una conversación con los suyos, él lo dijo

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a su manera: (...Yo soy lo contrario de un escéptico; soyun dogmático. Lo creo todo posible para la inteligencia hu-mana. Creo que con los datos suficientes, los que puedeuproporcionar los instrurnentos perfeccionados y la observa-ción continuada, se podrá saber todo del hombre y de suvida. Ningún misterio definitivo existe.r No conozco ningu.na declaración más categórica de confianza en la inteligen.cia, incluso en el siglo xvrrr.

3. Como Michelet

Pbro hay otra cosa en él y que ni siquiera sus amigoshan percibido inmediatamente: una sensibilidacl nluv fina,una organización nerviosa extremadamente tensa como lade Michelet, un temperamento muy fácilmente excitable yque reacciona con una intensidad y una variedad extr¿orclinarias a los datos de los sentidos. Escuchémosle: .,Acat,o deleer los Contpagnons du Tour de Fronce, de George Sand, ymi alma está toda ella en erupción. Se produce una eferves-cencia física y moral en mi cerebro, en mi corazón, comono podía imaginar. Y eso me sucede sin cesar. ¿Cuál es lafuente viva de pasiones de todo tipo que se ha abierto enmí mismo? ¿Por qué esta manera brusca, e-qte ienguaie pre-cipitado, esta expresión exaltada? ¿.Qué es lo que rne obligaa no leer ningún periódico, a evitar toda conversación r,eli-giosa o polftica, por temor a zafarme de ellas? ¿Pci qrré encada instante siento en mí al animal fogoso y ciego que selibra de la brida al menor pretexto y da un salto hacia ade-lante?> Así, Taine se daba cuenta de que su sensibilidadempezaba a influir, a paralizar su inteligencia.

4. Un litósolo

Al principio, su inteligencia .se había inclinado hacia lafilosofía: querÍa ser un filósofo y entusiasmarse por Spinciza,por su panteísmo y su determinisrno, con los que él estabade acuerdo según la tendencia que empezaba entonces a pre-dominar. Después, siguió la influencia alemala; se entu.sias-mó por Hegel: el mundo no es más que espÍritu; todo ioque existe es racional y todo lo que es racional existe. Sinembargo, no era un puro iclealista, tenía la preocupación,

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muv de su época también, de ocuparse del aspecto material

de las cosas. Había;;;'d;-";rs!'t 9" mediCina' principal'

mente los de uli",,i.tltil eitudiado los -Anales de medicina

ü;'ilia"n;e psicotogia'experimental' A ello hav que agre'

sar un don de our".ul"i¿tt incomparaule en el curso de sus

íi"¡.t y en la vida cotidiana'Laconclusióndesufilosofíaseexpresaenunlibroadmi.

rable, en eI que u"n *n"ontraríais uñ gran plac-er al leerl-o'

,i,"ó"*¿" bien la impresión que me produjo hace ya mu'

cho tiempo; se trat; áe su obia maestra' Ensayo.-sobre Ia

iiiiaii"ii'í¡á,;;";;;iá" en 1870' Encontraréis en él una pe'

netrante upr""ru.tor,-'i" to"¡""to-91 la introducción de sus

Ensayos de crítica v ii ii'ttá'i¿ (1858 y sig')' Pt.T"'"do Yt^1:

;"il;; ¿"üi-i"iimo omnipotente y la actividad mental

del hombre, lo que it ttu*" ól "lma'

no está más libre de él

que el resto.Escribió, a partir de 1856, en su Etlsayo -sobre

Tito Liuio:

uUn alma tiene un mecanismo como una olanta' es un tema

de la ciencis, Y & partir del momento "n qt'" se conocen las

fu";;u; que 'lá

coinponen, se. podría' sin descomponer sus

;;;;-;'"""rt*i.tt'pát medió de un puro -razonapi.ento'1

i;'; ii-n¡ttor¡o de'la lirc'atura ingtesa (18ó3 v sig')' una

ú; "ú"

más célebie: uEl vicio y lá virtud son productos

como el vitriolo Y el alcohol''

5. IJn historiador

En estas condiciones, la historia se convierte en una ana-

to-iu io*o dice Taine- y en una mecánica. una anato'

riiu'i"." t"ber cómo son las cosas; una mecánica para sa-

ber cómo van las "átá.,

rt qu" ttot cortduce a la dinámica de

Áitg,iJi"l-"t". nil"ttoducir así el principio del determi-

nismo ta.nto en ra nliioria como en lá psicología' Taine ha

pretendido, "o-o ,"- dice corrientemente' que la

-historia;;á;; á;;brir tevls, tomo 1".física v la ouímica' He aqul'

sin embargo, una ;;i;-á; i'in", aei zs áe abril de l8ó4'

que atestig:rju lo "oiit"iiot uN"n* he pretendido *l*::

;;-; ;'í'ristoria ni en las ciencias morales' t"9ff i:^liiiü"; " los de la seometría' La historia no es una clencra

análoga a ta g"om"irí;;il a la fisiología y a la zoología- Del

*it.ó modJque existen relaciones fijas' aunque no mensu'

ñÉ cuantitátiva-"nt., entre Ios órganos y las funciones

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de un cuerpo vivo, de la misma forma hay relaciones preci'sas, pero no susceptibles de evaluaciones numéricas, entrelos grupos de hechos que componen la vida social y moral.He dicho eso expresamente en mi prefacio (el de la Litera'tura inglesa), distinguiendo entre las ciencias exactas y lasciencias inexactas, es decir, las ciencias que se agn¡pan entorno a las matemáticas y las ciencias que se agrupan alre-dedor de la historia, ambas operando sobre cantidades, perolas primeras sobre cantidades mensurables, las segundassobre cantidades no mensurables. La cuestión se reduce,pues, a saber si se pueden establecer relaciones precisas nomensurales entre los grupos morales, es decir, entre la reli-gión, la filosofía, la situación social, etc., de un siglo o deuna nación. Es a estas relaciones precisas a lo que yo llamoleyes, con Montesquieu; es también el mismo nombre quese les ha dado en zoología y en botánica.o

Este pasaje pone de relieve los lazos entre la concepciónde Taine y el espíritu de su época por una parte, y las cien-cias naturales, la botánica y la zoología, por otra. No con-siente el reproche, que se le dirige en ocasiones, de decir quese trata de establecer leyes matemáticas, porque es imposible.No se puede establecer una ley semejante en historia, porquesupondría una constatación matemática, un registro de can-tidad, una evaluación de la cantidad según el sistema mé-trico y la medida, pero se pueden establecer tipos, es decir,constantes.

Esta idea la ha desarrollado Taine en dos obras por lasque, aunque fuera un filósofo, ha pasado a la historia: His-toria de la literalura inglesa,-comenzada en 18ó3, y Los orí-genes de la Francia conten poránea, en 1870, a las cuales hayque añadir sus estudios brillantes sobre .L¿ lilosofía del arte(18ó5 y sig.). En efecto, había sido nombrado profesor dehistoria del arte en la Escuela de Bellas Artes bajo el Im-perio y publicó un cierto número de obras sobre la historiadel arte en ltalia, en Holanda, donde aplicó la misma teoríaque en su Historia de la literatura inglesa. En ellas demues-tra cómo los caracteres esenciales de las diferentes artes seexplican por las condiciones del medio ambiente y las con-diciones históricas. Pero sus obras maestras siguen siendoHistoria de la literatura inglesa y Los orígenes de la Franciacontemporánea.

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6. El curócter dotttinante

En su Historia de la literatura inglesa, Taine piensa qtre'

cuando se estudia un autor, como también un personaje his'

tórico cualquiera -Napoleón o César, por eiemplo-' es prc'

ciso descubrir en él lo que denomina la ofacultad maestraD'

", ¿""¡r, la facultad dominante que inevitablemente ilumina

el resto, porque el resto le está subordinado' Así habla pro'cedido,'eir ttiso, con Tito Livio, en el ensayo en q-ue había

sostenido como principio que Tito Livio era un orador y que

todos los caractéres que se desprenden de su obra provienende eso. Reconocemoi en é1, de paso, la influencia de las

ciencias naturales; en efecto, éstas, para cla:ilicar a los se'

res, buscan también una facultad maestra, el carácter d'o

minante: ta existencia, por ejemplo, de la colurnna vertebralen los vertebrados, cuya presencia cntraña inf:liblementelos demás caracteres.

7, Una regla ele tres

Otra idea fundamental: cuando se quiere explicar un au'

tor o un personaje histórico, hay que tener en cuenta iresctases de consideiaciones: la raza -a la que, por lo demás'no concede urra excesiva importancia'--; el ftre':lio, es decir,las condiciones generales geogr'áficas o transmitidas por el

pasado; y ñnalmente el tnontento, es decir, las circunstan'cias triitóricas efectivas. Taine había tratado ya de apiicaresta concepción en su libro sobre Ia Fontaine 1' sus fábulas,que le sirvió de tesis clocto¡'al en 1853. Hay que hacer la ob-

sirvación de que estas ires consideraciones son complejas

Y gue, admitiéndo que proporcionen una explicación, esta

éxplicaciOn la necesita¡ian también ellas mismas. ¿Qué es

exáctamente Ia raza? ¿Admitiríamos que ha sido creacla talcomo es? ¿No se habrá formado bajo la intluerrcia de deter'minadas cóndiciones? ¿Cuáles? Y sobre todo, ¿en qué se latreconoce, y cuáles son las capacidades físicas y mentalcsque se encüentran vinculadas a ella? ¿Y el medio geográfico?Admitamos, si no hay más remedio, que sea pennanente.Pero el medio social merece una explicación: ¿sobre qué

bases eco¡rón-ricas y mentales se apoya? ¿Cómo se ha for'

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mado? En cuanto al momento, comprende las circunstan-cias históricas que, por naturaleza, son extremadamente com-plejas. Finalmente, estas tres clases de consideraciones ha-cen retroceder la dificultad más que dar su solución.

Al mismo tiempo, Taine tengámoslo bien presente, en-cuentra, al menos en lo que concierne a las naciones, uncarácter inmutable: habla del <espíritu inglésr, y, en suHistoria de Ia literatura inglesa confiesa: <Mi idea generalera ésta: escribir generalidades y particularizarlas a travésde los grandes personajes; prescindir de las menudencias.EI propósito consistía en llegar a una definición del espírituinglés... r

El espíritu inglés es, pues, una cosa dada de una vez portodas, Ia misma a través de la historia, Lo hemos encon-trado ya entre los alemanes. En estas condiciones, ¿quéhace Taine del momento histórico? ¿Acaso el genio del pue-blo se sustrae por una casualidad a las influencias del mo-mento? Resulta difícil admitirlo. El sistema de Taine, aplica-do a Ia literatura o al arte, no podía ser menos apropiadoal tema; porque es evidente que en la literatura y en el arte,aparte de todas las explicaciones que se puedan emitir, elgenio individual desempeña un papel proponderante. Todaslas explicaciones que podamos dar sobre el arte de MiguelAngel, de La Fontaine o de Racine podrán tener una granutilidad, pero no dirán nunca por qué ha habido un MiguelAngel, un La Fontaine o un Racine.

Por supuesto, ello no significa que la historia, como mediode conocimiento, sea inaplicable a la literatura y ai arte.¿Cuál es su objeto? Determinar los límites probables entrelos cuales, en determinada época, podrá manifestarse üonéxito un hombre de talento y, por otra parte, qué tradiciones de todo tipo vendrán a incorporarse a su pensamiento ya sugerir a éste el molde donde se fundirá Corneille lleva Iamarca de las condiciones sociales, políticas y morales bajolas que ha escrito; antes de él había autores de obras tea-trales que habían elaborado tipos de tragedias, de comediasque él podía modificar, pero era imposible que él los igno-rase. La historia pone de relieve así, el genio de un hombre,delimitando precisamente las novedades que ha introducido;mientras que la crítica literalia pone en evidencia ese mismogenio fijándose en la perfección de la forma. Pero ni la his-toria ni la crítica literaria explican por qué ha nacido un

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Corneille. Y, por srrpuesto -como ya he dicho-, sucede lomismo con la historia política. Cuando os haya explicadoque, inmediatamente después de la Revolución, la situaciónera tal que se imponía necesariamente la dictadura militar

-lo que tengo iniención de haóer-, ¡eso no nos explicaráel genio innegable de Bonaparte!

En la obra de Taine hay que proceder a una justa divi-sión. Su punto de vista debe ser abandonado en la medidaen que pretende explicar la aparición de tal genio; peroqueda una importante conquista, a la altura de la obra deSainte-Beuve, si nos contentamos con señalar que existen con-diciones bajo las cuales, dada una determinada época, po-drán trabajar el artista o el literato, y límites dentro de loscuales permanecerá su obra. Queda aún por expresar unareserva. El escritor o el artista podrá escapar a estos límitesconcibiendo una obra que en su época nadie comprenderáy gue, siglos más tarde, se revelará a un público mejor in-formado porque habrán cambiado las ideas. Una vez hechaesta reserva, en la literatura y el arte queda un terreno parala historia, y Taine es, con toda probabilidad, quien de unamanera incomparable, lo ha puesto en evidencia.

8. Contra lo. revotución

Después de 1870, otra preocupación se adueña de su espí-ritu. Taine era, por su nacimiento, un oburgués>, como de-cimos hoy; un partidario del régimen de la propiedad, talcorno existe en nuestros días, y de la desigualdad basada enla riqueza. A los veinte años declara: ulJnicamente tengo dosopiniones firmes en política: la primera es que el derechode propiedad es absoluto; quiero decir que el hombre puedeapropiarse las cosas sin reservas, hacer con ellas lo que quie-ra, destruirlas una vez que las posee, legarlas, etc.; que lapropiedad es un derecho anterior al Estado, como la liber-tad individual...>

La deciaración no puede ser más categórica. Se trata delliberalismo tal como lo comprendieron lcs hombres de 1789,y que garantiza la dominación de la burguesía. Ello no sig-ñca, sin embargo, que Taine, como liberal y republicano,fuese hostil a la Revolución. En 1851 empieza a cambiar,Ie irrita que el pueblo francés haya aprobado el golpe de

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Estado y q_ue el plebiscito concediese a Luis Napoleón unamayoría aplastante; arremete contra el pueblo al que se haotorgado el derecho de voto y lo ha utiiizado de una formatan espantosa. Sin embargo, sigue simpatizando aún con IaRevolución. He encontrado en un ensayo, un panfleto fulmi-nante que Taine escribió en 1864, sobrá óarlyie,

"t g.u; hi;_toriador inglés hostil a la Revolución franóesa, r.rñ p"*¡"muy curioso para quien sabe que, menos de diez anos mástarde, Taine hablaría tan mal de la Revolución como pudohacerlo _Ca_rly!e. Después de haber resumido Io que CáJyfecuenta de la Revolución, es decir, que lo ha destiuido toáo,que.está corrompida por la anarquía desenfrenada, Taineescribe:-<¡Añadid, pues, el bien al l-ado aet mal y seialad lavirtud al lado de los vicios! Esos escépticos creíán en ta vei-dad demostlada y no deseaban otra maestra que ella. Esoslógicos basaban únicamente la sociedad en lá in¡usticia yarriesgaban su vida antes que renunciar a un teorema es-tablecido. Esos epicúreos acogían con su simpatía a ta so-cteclad entera. Esos impetuosos, esos obreros, esos campe-sinos * sin pan, sin vestidos, luchaban en la fro"t"ro--p-*intereses humanitarios y principios abstractos. La generosi-dad y el entusiasmo abundabañ tanto aquí como ürtrc uo_sotros; reconocedles bajo una forma que no es en absolutola vuestra. Están sacrificados a Ia veldad abstracta comovosotros, puritanos, a la verdad divina; han seguido la filoso-fía como vosotros,,puritanos, la religión; ,"-h"o

"rfg"áá.como fin la salvación universal com-o vosotros, puritanos,la salvación personal. Han combatido el mal en la sociedaJcomo vosotros, puritanos, en el alma. Han sido genero_sos como vosot.ros, puritanos, virtuosos. Han tenido co-mo uo-sotros un heroísmo, pe^ro simpático, sociable airp.,"rio a-unapropaganda ¡que ha reformado Europa, mientras q; i" ;;;tra no servía más que para vosotroi mismoslu -

_ Per.o llegó 1870. Es decir, una nueva catástrofe, la de unImperio que se llamaba a sí mismo dámocrático, V á".p"¿lla C,omuna; ésta sob-re- todo. Surlió -"rrion"",

en Taine unsentimiento que no había conociño en- rgag -tenra ""tü.

' EI texto original dice: ces lacques sms pain. Jacques (en castellano: ,aimc-Santiago, Dieso o Jacobo) en francés ,; ;;É":-;;";;¡; ¿;;;-;;';# ,i"ii,ll:para designar familiarmente al campesino. D" ;hf q";;;.mptee el término iacqueriepara expnesar una revuerra,de campesinos, "n ri"u"i¿o ¿.r r"u"nr"-i"i,; ff-í;;campesinos de Ia lsla de Francia.Lnr." l"."¡f.rr,'i" tJ5E. (N. det T.)

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ces sólo veinte años, hay que reconocerio_; ya en esta épo

ca la burguesía francesa estaba invadida de espantc)' lo cuar

;;pil; Éhttlo.i" a" iu s.gu"da Republic:a' Taine se sintió

embargaclo por una .sp"ció de espánto ante i;¡ noticia de

i;'ó;;;;"'y a" tot áesastres 'qúe la acompañaro'' Dice

L.t.t."ii oúerdaderamente, esto no puede corltinuar así'

Francia está enferma. Hay que exarr'inat' ias causas de su

enfermedad y pon"rt". t"á"dio' Se trata cle un deber cívico

v vov a aplióarme a esa tarea.> Y hasta str muerte se consa'

ÉJi"; ;;i;; ;i estudio de los orígenes de Ia F"ra'ncia con-

Temponinea, que publicó a partir de 1875'

La idea esencial -que había madurado en el espíritu de

fui"" áétá" hacía tiempo- es que el verdadero gobierno se

;j; pot tn"aio de loi hombrei notables' irnagen de lo que

oensaban la burguesia de su tiempo y los grandes estadis-

i;;-;-;;Ui' q"J el gobierno cential v. los funcir¡narios no

a"Ú"n hacer ló q,t. ió. hombres notables no puerden hacer

-;o. ejemplo tá diptomac-ia, -la guerra, el rnantenimiento

del orden-; "r, "t.rurrto a lo demás, deben contar con los

;;;, p;; su riqueza o por su nac:imiento' detentan la in-

tit"n"iu social. Huy r'ttt país en el que, a su juicio' este sis'

tema se ha conservado: Inglaterra; y nad.a tiene de extracr'

á1"".io qr-," ".rt."

1850 y 1-g7O Taine fuese amigo de Guizot

;;;;-"i;ismo Guizot mostrara una gran am-istad.eol "J'

Ya os he leído lo que Taine ha escrito de la l/is¡pria de Ia

Revotución de Ingtiterra' de Guizot, hasta qué p.unto la ha

^lutu¿o, y Guizol apoyó a Taine en la Academia francesa

.uáu u", que fue propuesto para una -recompensa' El apre-

.i"tu "n Taine al

^t o.nut" qui amaba la arisiocracia inglesa

l-d*""bt para Francia un régimen análogo' Por desgracia'

tanto uno como otro ponderaban la aristocracia inglesa- y

su dominación en ,rrru 3po.u en que, a partir- dc 1832' estaba

en trance de eclipsarse. Ahí están ambos, adulactores oe un

;;r;d" ;"; no "iirt" ya. Taine tuvo la esperanza {9 a¡'r" "t

Lobierno de Inglater.á, q.," consideraba como el ideal' pc>

e;r"-;;; i"tráJi"iao en Francia por la Asamblea nacional,

"f"!ia" en 1871, realista y católica, y que trató de organizar

"i-Eáüi"."o de los hombres notables' Lo consiguió'.y el-go-

Uiei.,o de los notables duró un cierto tiempq eligió a Ma.c-

M;h;" y organizó la Constitución de 1875, la constituciónde la Tércerá Repírblica. Taine consideró en aquel munlen'

io q"" se poclía lnstaurar una república o una monat<¡uia

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clrleanista, conservadora, que gobernase el país a través delos notables rurales. Los dc-rs representan, lc¡s dos ilustran uelmomentoD.

Taine ha investigado, pues, en el pasado por qué Franciano había procedido como lnglaterra, y se entregó a demos-trar que todo, en el pais, había contribuidc¡ a destruir laaristocracia local y la dominación de los notables. Pero,¿quién principalmente? Ante todo ei rey, que ha sido el revo-lucionario por excelencia dc la historia de Francia, porqueha trabajado durante siglos por doblegar a lc¡s señores.Taine ha escrito un iibro sobre el Antiguo Régimen paraatacar la centralizacictn monárquica y hacer ver en ella lapreparación a la Revolución. Es de una violencia crítica que,en ciertos aspectos, debe ser rectificada, pero del que sehabla mucho menos que de los volúmenes siguientes, y esfácil comprender por qué. A continuación la Revolución com-pletó la obra dei rey: destruyó al señor', trabajó poCerosa-mente por completar la desaparición de la aristocracia lo-cal y colocó al pueblo en primer plano.

Taine ha escrito La Revoluclcín (tomo II de los Orígenesde la Francia contempordnea), que es una crítica furibunday más encarnizada todavÍa que la que dirigió contra el An-tiguo Régimen, porque en éste al menos el rey no situó alpueblo en primer plano, sino que en él se situó a sí mismo.Después vino Napoleón; Taine no le trató con más consi-deración porque el Código civil consagró la obra social dela Revolución, mientras que la reorganización administrati-va de Napoleón restableció la centralización y la autoridadde los funcionarios en lugar de confiar el poder a los nota.bles locales. Por lo tanto, de uno a otro extremo de la obrade Taine, existe una requisitoria continua, furibunda, lleva-da, además, con la habilidad magnífica de un artista.

Para ciertos lectores, que son quienes le han concedidoel mayor éxito, es la segunda parte la que se lleva la palma.Gracias a esta obra, Taine ha logrado una influencia polí-tica considerable sobre los his'¡oriadores, sobre los ensayis.tas como Emile Boutmy (1835-190ó), sobre historiadores comoAlbert Sorel, sobre escritores como Maurice Barrés y Char-les Maurras. Yo no creo que Taine se haya propuesto crearuna escuela política; pero probablemente no dejó de pre-verlo, puesto que al descubrir las causas de la situación ac-tual de Francia y los remedios que había que ponerle, pensó

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en cumplir un deber civico y emitió la esperanza de que susideas se realizarían algún día.

Taine no es un erudito; sin embargo, la abundancia desu información es irnpresionante, e incluso investigó en losArchivos nacionaies. Alphonse Aulard (1849-1928) ha escritoun libro muy severo sobre la insuficiencia de su método yde su informació¡I, pero hay que tener en consideración laamplitud del tema, la rapidez de ejecución que exigía la fina-tidad política que se proponía Taine".. Si hubiera sido unhistoriador no se habría propuesto acometer una historiaerudita de la Revolución. Como filósofo, la ha emprendidocon una idea preconcebida: se ha documentado para demos-trarla; ha investigado los testimonios hostiles; ha prescin-dido de los que no encajaban con sus puntos de vista; porsupuesto, no ha podido verlo todo y, al querer ir deprisa,era inevitable que cometiese errores. Pero, por muy grandeque sea la indulgencia que le concedamos al situarnos ensu puesto, es preciso, al menos, ver las cosas tal como son:no atribuir a las palabras de Taine el valor de un evangelio.Por otra parte, la insuficiencia de su documentación es me-nos lamentable que la debilidacl de su crítica. Para Taine,el documento es un hecho si es contrarrevolucionario o siconfirma su opinión. Ya en su Literatura inglesa escribe apropósito de los sajones: uEn medio de esta barbarie, habíainclinaciones nobles, ¡desconocidas entre el pueblo rcimano!"Y cita su autor: es Grimm, el filósofo alemán de la primeramitad clel siglo xrx, cuya pasión nacionalista es notoria. Eincluso: uAun en sus ciudades, sus chozas no se tocan; tie-nen necesidad de independencia, de aire libre.> Y cita a Tá'cito, sin preguntarse si las viviendas dispersas no existenen otras partes, incluso en la misma Francia de su época,invalidando así las consecuencias psicológicas que formulapara gloria de los germanos.

En cuanto a la concepción de conjunto, ha suscitado crí-ticas justifrcadas. Enunciaré algunas de ellas.

Taine quiere defender la autoridad de los ¡rcderes socia-les, cualesquiera que sean los defectos que se les atribuya;o sea, la nobleza contra la burguesía, la burguesía contrael pueblo. A la burguesía revolucionaria no atribuirá sinomotivos mezquinos: la envidia, la codicia. En cuanto al pue-blo, es aún peor: de él no admite sino una caricatura. Del

idcalism<¡ revolucionat.io, cuya defensa había asumido tan vigorosamente contra Carlyle, ya ni se acuerda.. Pg. otra parte, sus intenciones se limitan a Ia tristoriainterior; además, en el propio i"t"ü, de su demostración,Ie convenía-dejar en ta penümuiu-iuiriunr" ¿"--ñáá;;;r"_rios de la Revorución cón .l

"*iranj"ro, ra t*i"iá" i"á"ti-cada por- doquier,.los complots ¿" il urrstocracia, los arma_mentos de los emigrados. be esta forma, la furil á.-1".'ir_vorucionarios v el óarácter aespiáaaao. d'" i"-;;p.":io" pr"-den describirse como excesos qle no ttenen otra explicaciónque la naturaleza estripida y i.ror-a"t pueUio. C';;;-álj,Charles Seignobos, si dó dos"ho*ur", q"á ," "dlJ" v

-írü"a las manos se hace abstracción de uno para describir úni_camenre al orro, con toda probabilidaa et lspeciaáó, il_".aa éste último por un loco.

En su volumen sobre el Antiguo Régimen, Taine atribuvótambién al esníritu ctásico _ñ;;ü-'n.iii"r;;;";'r;";r;Descartes- er mar que padece rrancia. Taine entiende cdnotal una forma de

^-mentalia".i-b""'g.neraliza precipitada_mente a partir de observaciones insuñcrentes y, por vía deabstracción, cree ooder "l"u"rs" ;l;;, de alcance univer-sal. Aplicado a la ,-rr.r* d"i;;á; de ta sociedad, estemétodo conduce a proyectos utópicos "nrr, p.r".ros en con_tacto con Ia realidad, engendran^desastres. huin" i"-opái",por supuesto, el ¡nétodo positivo de observació" ,üu;;;';prolongada, así como ta eiperime"t""ió". En efecto, se debóobservar que ra psicologíi

"*p"rirn.niár, u ¿e-óoiriruJ" .de .Stuart Mill. réconoce corno caracteres esenciales del es-píritu l¡umano las facultad", a" jr""ráiiru"ién-1lJ";;;.ii]ción. El hombre observa, pero s?lo ,.ulii" 1.,,oü;";;;or"extrayendo de sus observaciones concluscarácier

"r """"ruriamente abstracto. lones generales cuyo

- Entonces, ¿qué conservar de la crítica de Taine? eue Iageneralización y la abstracción "o aáu"" u"r".i"-érr';;-.;:servación insuficiente o -incomplet", ná-a"U"" r", ;;;;;-ras. Como ya he dicho, el histo;ia¡ál áIU" sacar de todo e'ouna ut'idad: Ia hioótesis no r.

"rie Áer pr"r,iüia" ii"'ildeterminación de óonstantes. pero no--debe construirras oprior! para pasar segui<l¿¡¡s¡t" . l"^Jurervación, deben na-cer-de un- contacto prolongado con los-hechos.J, sgeyn lo que ya he dicho de Taine, está claro que nun-ca ha sido tan manifiesto el espiritu cüsico, tal ;";; ¿i;

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critica, que en él mismo. Etienne Vacherot, el célebre pi:c,'fesor, entonces director de la Escuela Normal Superior, yalo había señalado. Indica, a propósito del alumno Taine:.Comprende, concibe, juzga, y.formula demasiado deprisa...Le gustan demasiado las fórmulas y las definiciones, a iasque sacrifican con excesiva frecuencia la realidad; y siu drr-darlo, puesto que es de una sinceridad perfecta." El mislnoTaine escribió en una nota de 18ó2: <Mi mentalidad es fi¿¡;rcesa y latina: clasificar las ideas en hileras regulares en pro-gresión, al modo de los naturalistas, según las reglas de lcsideólogos; en definitiva: oratoriamente.D Pero no se resigtióal placer intelectual que sentía por construir un sisterrra, des-cuidar las dificultades y, finalmente, edificar un sistemaa priori. Asimismo, tampoco se resistió a sus prevertcionespolíticas y sociales, que le llevaron a una represeni¡rci{:j-tpreconcebida de la realidad.

El mismo placer que Taine experimentaba por con-ctruirun sistema y después ver cómo se manifestaba en los he-chos que había elegido para justificarlo, proclama su valerartístico real, aunque, es cierto, sin la variedad y la flexibi-lidad de un Michelet, sin su sensibilidad ni su simpatía. L,a

forma de Taine es más unifotme, y lo que la colorea o laenardece es más frecuentemente la hostilidad que el entu-siasmo, de suerte que su nfuriao produce frecuentemente laimpresión de un panfleto; pero, por eso mismo, alcanza uncarácter concreto, y en cierta medida visual, incomparable.

Por ejemplo, este fragmento del retrato de Danton: <Portemperamento y por carácter, es un bárbaro, y un bárbaronacido para mandar a sus semejantes, como un leudo * delsiglo vr o un barón del siglo x. Un coloso con cabeza de<tártaro>, picado de viruelas, de una fealdad trágica y te-rrible, una máscara convulsionada de perro alano que ruge,de ojos pequeños y hundidos bajo los enormes pliegues deuna frente que se mueve, una voz tonante, gestos de com-batiente, una superabundancia y una efervescencia de san-gre, de cólera y de energía, los desbordamientos de unafuerza que parece tan ilimitada como las de la naturaleza,una declamación desenfrenada, semejante a los mugidos deun toro y cuyo estrépito penetra a través de las ventanascerradas a más de cincuenta pasos en la calle, imágenes

' Cierto tltulo que, en la época de los merovihg¡os, se concedÍa a determinadoshombrcs libres que prestaban juramento

^l rey. (N. del T.)

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desmesuradas, un énfasis sincero, estremecimientos y gri-tos de irrdignación, de venganza, de patriotismo, capaces dedespertar instintos feroces en el alma más pacífica e instin'tos generosos en el alma más embrutecida, juramentos ypalabrotas, un cinismo no monótono y pretendido como elde Hébert, sino digno de Rabelais, u¡r fondo de sensualidadjovial y de ingenuidad guasona, formas cordiales y fannilia-res, un tono de franqueza y de camaradería; en deñnitiva,su exterior y su interior eran los más aptos para captar laconfianza y las simpatías de una plebe picaresca y parisina,y todo concurría para componer su popularidad infusa ypráctica y para hacer de él uun gran señor d,e la sans-calot-terie,>

Y he aquí el rasgo <panfletarioo: <En medio de tantosparlanchines y escritotzuelos, cuya lógica es verbal y cuyofuror es ciego, qúe son organillos de frases o máquinas decrímenes, su inteligencia, siempre amplia y ágil, va derechaa los hechos, no para desñgurarlos o torcerlos, sino para s<>

meterse a ellos, para adaptarpe a ellos y comprenderlos. Conun espíritu de esta calidad se llega lejos, no importa en quédirección: sólo queda, elegir ésta. También Mandrin, bajrr elAntiguo Régimen, fue, en un género cercano, un hombre su-perior; sólo que en su enfoque había elegido el camino ade-cuado. Entre el demagogo y el bribón, la semejanza es sor-prendente: ambos son jefes de una facción y cada uno deellos necesita una ocasión para organizar su bando; paraorganizar el suyo, Dantón tenía necesidad de la Revolución."

Todas las objeciones qr¡e se pueclan anticipar sorr váli-das, por supuesto. No por ello ha dejado Taine de prestarun servicio a la Revolución, involuntariamente sin duda,puesto que escribía como filósofo y como defensor de k¡snotables, y no se preocupaba gran cosa de la historia posi-tiva. Comprendió claramente qrle la Revolución habia sidc¡esencialmente una revolución social, un traslado de la propiedad, de los privilegios, al Esiacio llano: por lo ianto, '¡narevolución que no estaba inspirada únicamente por ideas,sino también por iniereses. Desde este punto de vista, sepodría emprender u¡ra rnultitud de investigaciones y profun-dizar considerablementt riuestros conocimientos retrospec-tivos; se podría, concretamente, descomponer el Est¿rdo llanoen sus difercntes elementos, nlostrar que, a partir de laépoca revolucionaria, la burguesia se encontró amenazada

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por la presión popular. Eso no se le escapó a Taine. Pero,por desgracia, al no ser historiador, no formó discípulos, yel estudio social de la Revolución se encontró aplazado.

El odio que Taine sentia por los revolucionarios le con-dujo, por otra parte, a resaltar con fuerza la parte que losdesclasados, los inadaptados, los vanidosos descontentos, de-sempeñan inevitablemente en los disturbios civiles. Así seabrió un a.nplio campo tanto a la psicología como a la socio-logía, que, hasta ahora, no ha sido suficientemente explo-tado.

Er,rpeñado en describir con tanto desprecio como temorlos movimientos populares, Taine ha sabido ver hasta quépunto eran complejos: que los intereses y las ambicionespopulares no son sus únicos factores; que hay que agregar-les pasiones de todo tipo, y especialmente, sin duda, la au-sencia o Ia insuficiencia del espíritu crítico, de donde resul-ta que los hombres -y no solamente los hornbres del pue-blo- se imaginan las intenciones y los actos de sus adver-sarios conforme a sus propios sentimientos, lo que da lugara errores de hecho y a movimientos pasionales que explican,en gran medida, los hechos históricos subsiguientes. La ¡'rsi-cología colectiva se coni'ierte asi en una auxiiiar indispen-sable del historiador.

En este clspecto, Taine ha sido, para los historiadcres deIa Revolución, un húciador, un estímulo. Desde este puntode vista, su grandeTa sería íncomparable sí ét la hubieraadoptado, como habría podido esperarse, y como une con-secuencia natural de la investígoción positiva, de la que erauno de sus adeptos. Por desgracia, lo que le guió fute el mo¡timiento político y social de la época, e! lerror que eI prole-tariado Ie inspiraba cotno miembro de Ia burguesía, de talforma que abordó esta historia con ideas y sentitnientospreconcebidos poco favorables a la investigactón po.sitiva.

V. ALGUNOS HEREDEROS DE TAINE

L Taine no ha tenido discípulos, sino herederas

Ferdinand Brunetiére (1849-190ó), aunqlie parezca paradó-gico, pertenece también a esa escuela en la que la inñuencia

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de las ciencias naturales es tan viSible. La evolución de losgéneros, que es su pensamiento central, sirve, en definitiva,para vincularlos a la influencia d: las ciencias naturales;hizo de los géneros literarios especies naturales, los mostrótransformándose gradualmente sin que los escritores lo sos'pechasen y sin que lo pretendieran. Ello ha dado grÍrndesfrutos, aunque se diga lo contrario, porque de esa forma hademostrado cómo la tradición literaria se impone al autor,cómo existe una filiación, una continuidad en el délarrolloliterario, al mismo tiempo que.ha mantenido el papel socialdel individuo; lo gue Taine, por su lado, no habia hecho su-ficientemente.

Albert Sorel (1842-190ó) se vincula también a Taine. Esel autor de una obra monumental: Europa y lo Revoluciónfrancesa, en ocho volúmenes, publicados entre 1885 y 1903.En el primer volumen, una obra maestra, describe Europaa finales del Antiguo Régimen para ilustrar las tradicionesde la política, las ambiciones de cada uno de los diferentesEstados y, como consecuengia, la ausencia de una unidadeuropea que habrÍa permitido a los reyes unirse estrecha-mente para aplastar la Revolución. A continuación, sigue lasperipecias del conflicto entre Francia y la Revolución hasta1815. Albert Sorel es hostil a la revolución democrática, perofavorable a la revolución francesa. Si le vinculo ¡ Taine esporque su obra está dominada por una idea preconcebida:el poder de la tradición. En efecto, se trata aquí de la tradi-ción de las fronteras naturales que Sorel atribuye al AntiguoRégimen y que, imponiéndose a la Revolución, ia condujo aanexionarse Bélgica y todo el margen derecho del Rhin, dedonde surgió una lucha irreductible con Inglaterra y la coa-lición continental renovada permancntemente para su pro-pia protección. Toda la política de Napoleón y su misma lle-gada al poder aparecen así explicados por la conquista delas fronteras naturales. A esta política opone la de Taine, aquien coloca sobre un pedestal. Estas afirmaciones paxecenhoy muy discutibles.

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