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UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA Y TECNOLÓGICA DE COLOMBIA FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN ESCUELA DE IDIOMAS COMPETENCIAS COMUNICATIVAS TEMA: ORATORIA PROFESOR: Ms. LUÍS FERNANDO NIETO RUIZ GUÍA PRÁCTICA DE ORATORIA El hablar bien ha sido de gran importancia, para el hombre, desde siempre. Tanto en el ámbito de la política, como en el de los círculos privados. Durante una celebración, ya sea privada o no, una negociación, no faltan las ocasiones en que el ser humano se ve comprometido en tomar la palabra en nombre de determinada comunidad. Por desgracia, una y otra vez se pone de manifiesto que, incluso los mejores profesionales le supone un gran esfuerzo defender sus ideas y propuestas ante un público numeroso. Siendo, precisamente, la capacidad de expresar, con claridad, los propios pensamientos, la llave para prosperar, laboral y profesionalmente, y que le abrirá o cerrará numerosas puertas relacionadas con su futuro. El entusiasmar y convencer a los demás, mediante palabras adecuadas, construcción y entonación de oraciones correctas puede aprenderse y aprehenderse. Las técnicas que se pueden captar son importantes medios auxiliares, que contribuyen a trasladar, de forma óptima a la realidad, el mensaje que se quiere transmitir, mediante el uso de la palabra en forma oral. Asimismo, es decisivo el aspecto externo, la manera de hablar, las características de la voz y los gestos, el temperamento e incluso, la expresividad de los ojos de quien habla. Todo lo anterior unido, es determinante para lograr el éxito o el fracaso de la participación. Conocerse bien a sí mismo no sólo es importante para conseguir el éxito o el fracaso. Sin un análisis regular de la propia situación no se puede producir ningún desarrollo intelectual, espiritual o profesional. Una observación realista de sus propias fuerzas y limitaciones es la base para un desarrollo satisfactorio de su personalidad y, con ello, también, de su triunfo social y de su carrera profesional.

Guía oratoria

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Documento base para iniciarnos en el mundo de la oratoria

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Page 1: Guía oratoria

UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA Y TECNOLÓGICA DE COLOMBIA FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

ESCUELA DE IDIOMAS

COMPETENCIAS COMUNICATIVAS TEMA: ORATORIA PROFESOR: Ms. LUÍS FERNANDO NIETO RUIZ

GUÍA PRÁCTICA DE ORATORIA

El hablar bien ha sido de gran importancia, para el hombre, desde siempre. Tanto en el ámbito de la política, como en el de los círculos privados. Durante una celebración, ya sea privada o no, una negociación, no faltan las ocasiones en que el ser humano se ve comprometido en tomar la palabra en nombre de determinada comunidad.

Por desgracia, una y otra vez se pone de manifiesto que, incluso los mejores profesionales le supone un gran esfuerzo defender sus ideas y propuestas ante un público numeroso. Siendo, precisamente, la capacidad de expresar, con claridad, los propios pensamientos, la llave para prosperar, laboral y profesionalmente, y que le abrirá o cerrará numerosas puertas relacionadas con su futuro.

El entusiasmar y convencer a los demás, mediante palabras adecuadas, construcción y entonación de oraciones correctas puede aprenderse y aprehenderse. Las técnicas que se pueden captar son importantes medios auxiliares, que contribuyen a trasladar, de forma óptima a la realidad, el mensaje que se quiere transmitir, mediante el uso de la palabra en forma oral.

Asimismo, es decisivo el aspecto externo, la manera de hablar, las características de la voz y los gestos, el temperamento e incluso, la expresividad de los ojos de quien habla. Todo lo anterior unido, es determinante para lograr el éxito o el fracaso de la participación.

Conocerse bien a sí mismo no sólo es importante para conseguir el éxito o el fracaso. Sin un análisis regular de la propia situación no se puede producir ningún desarrollo intelectual, espiritual o profesional. Una observación realista de sus propias fuerzas y limitaciones es la base para un desarrollo satisfactorio de su personalidad y, con ello, también, de su triunfo social y de su carrera profesional.

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La seguridad, en sí mismo, que va a ir ganando, gracias a su capacidad discursiva, le permitirá adoptar una actitud abierta y positiva, que le abrirá puertas nuevas, hacia el interior, hacia su propia personalidad y hacia el exterior, relacionada con sus

semejantes.

A continuación se plantea una serie de recomendaciones que, de aquí en adelante serán de gran utilidad en el momento de “enfrentarse a una presentación oral”:

1. REQUISITOS PARA SER UN BUEN ORADOR

1.1. Un buen orador debe estar preparado y conocer perfectamente la función referencial que va a exponer.

1.2. Hablar de campos que conoce, por tanto, se requiere de una intensa

documentación.

1.3. Pensar previamente, en posibles preguntas y argumentos en contra del discurso.

1.4. Dominar el tema a la perfección.

1.5. Conocer al auditorio o, por lo menos, ser capaz de juzgarlo en poco tiempo.

1.6. Saber claramente, cuáles son los objetivos que se persiguen con la disertación y, sobre todo, cómo se van a desarrollar.

1.7. Estructurar la disertación de manera óptima.

1.8. Saber expresarse.

1.9. Disponer de una buena competencia enciclopédica.

1.10. Utilizar expresiones técnicas o extranjerismos, que sean necesarios, pero, Siempre y cuando se haga entender.

1.11. Recurrir a vocabulario específico, dependiendo de los conocimientos previos del

público.

1.12. Demostrar seguridad estilística.

1.13. Emplear citas o refranes en momentos adecuados e, indicando la fuente de cita.

1.14. Ser capaz de convencer y estar seguro de ello.

1.15. Mostrar compromiso con el tema, mediante la manifestación de interés.

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1.16. Motivar al público, atrayéndolo mediante la persuasión.

2. FUNDAMENTOS EN EL LENGUAJE

Tenga en cuenta los siguientes principios que pueden ayudar a un entendimiento óptimo en su intervención:

2.1. EXPRESIÓN SENCILLA Y ACERTADA

Manifestar, con sencillez, hasta los temas más complejos; esto facilita y hace posible que se preste atención y, también, que se entienda lo que se está diciendo. Tenga en cuenta la siguiente frase: “Se debe hablar con sencillez, pero pensar de forma complicada, ¡no al revés!”.

Hablar con sencillez y con acierto son dos aspectos que van articulados. Escoja las palabras con sumo cuidado y meticulosidad, ya que éstas deben ir ligadas a un determinado significado emocional. Cualquier palabra despierta sentimientos que no tienen por qué ser los mismos en todos los oyentes ni tampoco coincidir con los suyos; por tanto, tenga en cuenta las emociones que puede generar en su auditorio el vocabulario que usted elija.

2.2. ESTRUCTURACIÓN CLARA

En algunas ocasiones, puede resultar útil explicar previamente, la estructura del discurso. A los asistentes se les puede proporcionar una especie de esqueleto, que con sus ideas y palabras se irá recubriendo de contenido. Usted puede presentar el

esquema de su discurso utilizando, por ejemplo, las siguientes fórmulas:

“Voy a resaltar tres observaciones sobre lo dicho. Respecto con el primer punto…de acuerdo con el segundo…”

“Quiero destacar dos aspectos fundamentales. El primero…, en cuanto al segundo…”

“Revisemos estos planteamientos a través de su desarrollo cronológico. En el año xxxx; después... En épocas más actuales. Y hoy…”

“La señora XX, ha proporcionado un dato muy relevante alusivo al tema. Veamos

ahora las tres alternativas que se nos ofrecen. Primero hablemos de…”

“Dentro de la gran variedad temática que se podría tratar aquí, voy a destacar, únicamente cuatro aspectos fundamentales. El primero de ellos se relaciona

con…veamos ahora el segundo… y por último…”

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2.3. ESTILO FLUIDO

El estilo es la forma, la vestimenta externa. Básicamente, se debe considerar los siguientes puntos:

• Evite encadenar un sustantivo detrás de otro. En su lugar, utilice verbos, siempre que pueda, ya que éstos representan acción continua y, por tanto, proporcionan mayor vivacidad al discurso. Es recomendable decir: “considerar” que “consideración”.

• Procure que sus demostraciones sean positivas y vivas, evitando las construcciones pasivas y negativas. Así, es mejor decir: “los saludo” que “me alegro de poder saludarles”.

• Hable de forma gramaticalmente correcta. En este sentido, es preferible que elija palabras y construcciones sencillas, y no formas complejas y altisonantes que muy probablemente, no domine del todo.

• Hable de la forma más gráfica posible, de tal manera que los oyentes se puedan

reconocer con lo que usted dice.

• Evite las muletillas y palabras de relleno (o sea, o sea no, no, si, si, y, bueno, y entonces pues, e, e, bueno, y ya etc.)

2.4. PRONUNCIACIÓN CORRECTA

El discurso vive de la variedad. Por tanto, no hable demasiado rápido ni lento.

Tampoco se trata de que su pronunciación alcance la perfección, propia de un actor, puesto que ésta no es su profesión. Sin embargo, sí debería tratar de cuidar sus cuerdas vocales y resultar un orador agradable a sus oyentes.

El tartamudear la repetición de sonidos, sílabas o palabras enteras, condicionado por un bloqueo al hablar, es un trastorno conocido, desde siempre, por un orador poco experimentado. Terapias de autoayuda, individuales o en grupo, son métodos de plena actualidad para enfrentarse a los trastornos del habla que nos comprometan en el momento de nuestra intervención.

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3. REGLAS DE ORO DEL BUEN ORADOR

3. 1. LIMITARSE A LO ESENCIAL

No abuse del tiempo y paciencia de su público. Limítese a contar mucho de pocas cosas. Esta regla exige que nos concentremos en lo fundamental, eliminando, sin

ningún tipo de consideraciones, aquello que pueda resultar superfluo. Hable, mientras

4 tenga algo que decir, pero no más. Un discurso que no haya sido convenientemente,

preparado acaba, siempre en un desastre. Si mientras está hablando se le ocurre que

podría mencionar esto, aquello o lo de más allá, su discurso no acaba, además, resulta

vacío de contenido, sin que pueda resaltar lo importante de lo secundario y poco a poco va quedando atrapado en un callejón sin salida.

Evite recurrir a frases como las siguientes, que son las que lo llevan al caos y a

peder los papeles:

“Lo mismo me ocurrió cuando…”

“Eso me recuerda que…”

“Nosotros tuvimos una vez…

“Yo también estuve en…”

Trate de utilizar frases, que lo saquen de problemas, como las siguientes:

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“Ahora bien, no creo que sean necesarios más ejemplos”.

“Creo que estos ejemplos han demostrado, claramente que…”

“No creo que sea necesario entrar en más detalles”

3.2. UN DISCURSO NO ES UN ESCRITO PARA LEERLO

El lenguaje escrito tiende a las frases complicadas y largas con numerosas

oraciones secundarias y explicaciones, excesivamente pormenorizadas. Aquel que

se limite a leer, sin más un manuscrito, cuidadosamente elaborado y redactado, no

debe extrañarse de que el público no pueda seguirle y se dedique a otros

quehaceres, pues mientras lees no puedes dominar el auditorio en una forma total.

Después de preparar su discurso, es recomendable elaborar fichas en donde

tome atenta nota de las ideas relevantes de su intervención y en cuanto sea posible,

mediante palabras clave. Con esto, su palabra resulta más viva y comprensible.

3.3. HUMOR Y CAPACIDAD DE RESPUESTA

El buen humor es el mejor remedio para relajar situaciones tensas y dejar ver al

ser humano que se esconde tras el orador. Cualquier discurso admite un toque de

humor, lo que contribuye a que sea más viva la presentación. La risa también,

proporciona un breve respiro antes que tener que concentrarse de nuevo en seguir

el hilo de la conferencia.

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Un lenguaje vivo y alegre se basa en una actitud positiva ante la vida y un

acentuado sentido de los contrastes. Una persona con buen sentido del humor

despierta numerosas simpatías. Vale aclarar que darle, al discurso, un toque de

humor no quiere decir, ni mucho menos, que el orador comience a contar chistes ni

a convertirse en un payaso de circo.

3.4. EL CALOR HUMANO

Mostrar sentimiento es lícito, pues un orador no es un autómata. Los sentimientos

son propios de la humanidad y quien sea capaz de manifestarlos triunfa también

como persona. Una personalidad así, convencerá también como orador, porque

muchas veces es más decisiva la forma de decir algo que lo que se dice

exactamente. Muestre por ello, según la situación, su entusiasmo, enfado, alegría,

esperanza, dolor, etc., pero siempre, con mesura.

Muestre, a su público, cuál es su actitud emocional, respecto con un determinado

tema. Pues, el oyente también, quiere esto y no únicamente, un sinfín de datos o

argumentos. Ponga en donde convenga las manifestaciones de emociones; tenga

siempre, presente la función emotiva manifiesta por Roman Jackobson.

3.5. EL EGOISMO

El individualismo es una forma elegante de todos los egoístas. Solo nos

movemos y actuamos cuando miramos con ojos de sacar provecho de una

situación. Se compra un objeto, solo si me resulta útil; intervenimos cuando se trata

de satisfacer nuestras necesidades.

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Lo anterior conlleva a reflexionar sobre la concepción de discurso que tengo.

Naturalmente, lo que se busca con éste es pensar en el provecho, pero no en el

mío, sino el de mi interlocutor; entonces, debo tener presente los siguientes

cuestionamientos:

¿Qué información le voy a transmitir?

¿En qué medida le puede servir?

¿Cómo le voy a transmitir la información?

¿Qué reacción puede tomar respecto de mi intervención?

Además de lo anterior, debo tener presente que el oyente debe sacar algún

provecho o beneficio del tiempo que dedica a prestarme atención, lo que me obliga,

como orador, a dar lo mejor de mí en la intervención.

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3.6. HABLAR CON UN OBJETIVO CLARO

Siempre, piense en su objetivo. Todo lo demás estará supeditado al mismo.

Persígalo de manera constante, pero no empecinada. Ello, exige flexibilidad y amplitud

de miras. Su meta, solo resultará alcanzable cuando se convierte en una realidad.

Entonces, no pierda nunca de vista su propósito.

En pocas palabras, al final del discurso quedará claro cuáles son los objetivos del

mismo y hasta qué punto, éstos son también, una invitación a que el interlocutor actúe.

3.7. UTILIZAR EL LENGUAJE ADECUADO

No siempre el emisor y el receptor entienden lo mismo por esta o aquella palabra o

expresión. A veces, resulta difícil encontrar un lenguaje común. Pero sólo en este

ámbito de lo común es donde la astucia del orador debe ser utilizada para adaptar su

lenguaje al público.

Hablar frente a un grupo de personas del agro exige un lenguaje distinto al que se

utiliza ante el consejo administrativo de un banco o frente a una comunidad académica.

Por lo anterior, siempre piense en el nivel lingüístico en donde se debe situar y lo más

importante, si lo domina o no.

3.8. EL EMPLEO DEL “NOSOTROS”

No pretenda predicar o moralizar, desde una actitud superior, que, por cierto, hoy no

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suele gustar a nadie, por el contrario, inclúyase en lo que dice. Sobre todo, si tiene

cosas desagradables que comunicar, usted no se debe quedar por fuera.

De lo anterior, se infiere que se debe crear un ambiente de comunidad entre los

asistentes y el orador mediante la identidad colectiva; por tanto, siempre, utilice el

“nosotros” y evite la situación conflictiva y dominante del “yo” o del “ustedes”

3.9. LENGUAJE LIMPIO, VIVO Y EXPRESIVO

Si pretende utilizar modelos de explicación abstractos deberá explicarlos con

ejemplos concretos, pues el ofrecer detalles permite, al público, relacionar lo afirmado

con alguna experiencia de la vida propia.

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Cuente, narre, describa, mediante argumentos sólidos y no se limite a reproducir un

simple listado de datos.

3.10. HAGA USO DE LAS FIGURAS RETÓRICAS

Todos utilizamos figuras de dicción, pero no todos lo sabemos. Una forma magnífica

de relacionar nuestro discurso es por medio de las figuras retóricas. Añaden una gran

plasticidad a nuestras palabras, son ilustrativas y aclaratorias. Las figuras de dicción

forman parte de nuestro lenguaje cotidiano; de lo anterior, se puede corroborar que

debemos hacer un buen uso de este recurso estilístico.

4. EL LENGUAJE CORPORAL

La impresión que produce una oradora o un orador, no solo se fundamenta en el

lenguaje verbal, sino que además, abarca otros factores como la mirada, la mímica, la

gesticulación, la posición, la vestimenta, propios del lenguaje no verbal.

Aquellos gestos que se repiten, continuamente, sin que estén en relación con un

contexto determinado se denominan “tics”, éstos son inconscientes. El ajustarse,

permanentemente, las gafas, el rascarse la nariz, la oreja, llevarse la mano al cabello,

humedecerse los labios con la lengua o carraspear pueden resultar, a la larga,

molestos para el interlocutor, ya que distraen y, por lo tanto, irritan. Por esto, se debe

intentar abandonarlos, si es necesario con la ayuda de algún amigo o familiar que nos

llame una y otra vez la atención sobre ello.

Cuando se trata de pronunciar un discurso o de intervenir en un debate aleje de sí

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todos aquellos objetos que puedan dar inicio al juego con ellos durante el tiempo del

discurso.

La gesticulación comprende todo movimiento de brazos y manos. Ésta le ayuda a

subrayar, explicar y mostrar todo aquello para lo cual no le bastan las palabras. La

gesticulación equivale, por tanto, a una acentuación o aclaración de lo que se dice con

la palabra.

Los gestos tienen que corresponderse con su carácter y su temperamento; son

espontáneos no olvide que “únicamente aquello que usted es, en pleno sentido de la

palabra”, transmite credibilidad y posee el poder de la convicción. Un gesto debe

iniciarse inmediatamente antes del momento central del discurso. En la mayoría de los

casos el gesto, en cuestión, concluye antes que la expresión o manifestación a la que

acompaña.

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Las cejas enarcadas indican sorpresa o que se desea más información, mientras

que el ceño fruncido señala enfado o concentración. La mímica que usted adopte

depende, en gran medida, de cómo se sienta o de lo que se esté haciendo en un

momento determinado. El empleo consciente de la mímica puede crear un ambiente

positivo.

El hábito hace al monje. Es importante la forma como se debe vestir cuando tengas

que pronunciar un discurso ante un auditorio más o menos nutrido. A continuación se

dan algunas pautas para cuando llegue el momento:

.

La vestimenta debe estar limpia y bien cuidada.

.

Es preferible vestirse con un toque clásico que con extravagancia.

.

El traje debe ir de acuerdo con la ocasión, la temática y su posición (no parece

muy lógico asistir a un concierto de música rock con una corbata o con una

camiseta rockera a un recibimiento oficial.

.

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No descuide el corte del cabello, la barba ni lustrar los zapatos.

.

No caiga en la exagerada seriedad. El traje de chaqueta puede quedarse en el

armario, sobre todo, si hay que ponerse ante las cámaras de televisión.

.

No se debe abusar de los perfumes, que a su modo constituyen un segundo

vestido. Los olores penetrantes invitan más a mantener la distancia que a un

coloquio.

5. EL MIEDO ESCÉNICO

Se llama miedo escénico al pánico al hablar ante un público. De acuerdo con

algunas investigaciones, pueda que se trate de uno de los mayores miedos del

hombre, pues altera el pulso y el metabolismo en general, lo cual se manifiesta a través

de síntomas llamativos como palpitaciones, sudores fríos, sonrojo, garganta seca,

agarrotamientos musculares o la típica voz temblorosa.

Un cierto grado de nerviosismo es normal, casi todos los oradores lo experimentan,

incluso los famosos presentadores de televisión. Esta alarma natural del cuerpo es un

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buen síntoma para indicar que se está tomando en serio la situación, que uno no se

enfrenta a ella con suma indeferencia. Al fin y al cabo sentir inhibiciones significa que

se es capaz de un autocontrol ¿o es que le gustaría mostrarse totalmente, indiferente

a la presentación?

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Unas recomendaciones, previas a la presentación del discurso, aunque no

contribuyan a solucionar en forma total los nervios, sí por lo menos generan momentos

de seguridad, gracias a los preparativos para la intervención, podrían ser las

siguientes:

1.

Conocer bien el tema. Debe mostrar su buena preparación. Tanto el nivel como

el contenido de su exposición coincidirán con lo que el público espera de usted.

2.

Tener unos objetivos claros. No pierda nunca el objetivo planteado para la

intervención, esto contribuye a no desviarse del tema y a no caer en la tentación

de pensar que todo se debe decir de repente.

3.

Dominar principio y final. Esto le ayudará a dominar los nervios iniciales –que es

el momento más delicado-y a acabar, en forma airosa la presentación.

4.

Inicio pausado. Llegue tranquilo al escenario, ubíquese con calma y seguridad

antes de comenzar a disertar.

5.

Medios auxiliares adecuados. Asegúrese, previamente, qué medios técnicos se

van a utilizar: video beam, micrófonos, grabadoras, luces, etc., esto le dará

confianza.

6.

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Ropa adecuada. La vestimenta debe estar en consonancia con el evento y con

el público; en lo posible se recomienda llevar una prenda con bolsillo para llevar

las fichas que se van a utilizar. Tenga siempre en mente que la ropa le puede

proporcionar seguridad o le puede hacer pasar momentos de nerviosismo y

sentirse en el lugar equivocado.

7.

Una de las más importantes recomendaciones: el entrenamiento. Cuanto más

pueda practicar más seguro se sentirá. Recuerde: no deje escapar cualquier

oportunidad de hablar en público, pero con la preparación necesaria para la

ocasión.

6. LA HOJA EN BLANCO

De lo que se ha hablado, sobre los nervios, puede deducirse que no hay orador

que se vea a salvo de quedarse atascado en alguna ocasión. Sin embargo, no siempre

la causa radica en el miedo escénico. Quien, sencillamente sabe demasiado poco,

quien no sabe o no puede concentrarse, quien está cansado o se irrita por los gritos y

el murmullo que reina en el escenario, no obtendrá buenos resultados, con o sin

nervios.

La hoja en blanco, en un principio, no debe tener mayor trascendencia, pues el

público no tiene por qué darse cuenta de que, en esta ocasión la pausa nace de una

necesidad y mucho menos sabe cómo continua el discurso; además, el auditorio es

muy tolerante respecto con ciertas pausas, que hacen sentir al orador como lo que es:

un ser humano. Por norma general, una pausa debe durar alrededor de siete segundos,

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cuando se pasa de este tiempo, ya comienza a ser excesiva. Durante este lapso de

tiempo el orador puede buscar y encontrar la salida a la situación sin que el público se

dé ni siquiera cuenta de lo sucedido.

De todos modos, ensaye una y otra vez aquellas situaciones críticas que se puedan

presentar. Piense cómo reaccionaría si llegase a perder el hilo o si el hablante previo a

usted se le anticipara en sus conclusiones. Busque situaciones alternativas de este tipo:

¿Qué puedo hacer, en caso de que la mente se me quede en blanco? Ponga en

práctica las siguientes recomendaciones:

1.

Reconózcalo. A veces basta con decir “¡Vaya, perdí el hilo!” o “No sé por dónde

iba”, con esto logra relajar la situación. Pero no pidas disculpas por ello, ni intente

ofrecer explicaciones, como por ejemplo: “Es que he tenido poco tiempo para

prepararme” o “Es que no he podido dormir bien porque estoy enfermo”.

2.

Repita lo mismo con otras palabras. “esto quiere decir concretamente que…”

3.

Sáltese una parte, pero en forma discreta y comience con el punto siguiente. En

este caso, utilice expresiones como: “Vamos ahora con el punto…”. Si le es

posible, retome el punto omitido con alguna frase adecuada, del tipo: “Se

preguntarán por qué no mencioné el punto…bien…”

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4.

Precise lo dicho mediante un ejemplo.

5.

Muestre el proceso de cómo ha llegado a ciertas conclusiones, cuál ha sido el

camino recorrido. “Les voy a relatar cómo se ha llegado…”

6.

Tenga mucho cuidado con las frases inconclusas. Busque terminaciones

adecuadas. Pero no se eternice. En caso de duda haga un cierre prudente al

punto en cuestión y comience con el siguiente.

7.

Recalque o resuma. Si piensa que su conversatorio fue algo confuso es

necesario que en la parte final recapitule y concrete el tema tratado.

“Recordemos cuáles fueron los puntos centrales de… 1…2…3… y 4…” Si está

utilizando medios audiovisuales, acuda a ellos.

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