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Mas socrates menos platon

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UNAS POCAS COSAS A TENER EN CUENTA PARA DEFENDER LA PRESENCIA DE LA FILOSOFÍA EN LA ENSEÑANZA SECUNDARIA

“La filosofía debe guardarse mucho de ser edificante”G.W.Hegel, Fenomenología del Espíritu

1. DEFENDER LA ENSEÑANZA DE LA FILOSOFÍA NO ES (PRINCIPALMENTE) HACER FILOSOFÍA

2. AL DEFENDER LA ENSEÑANZA DE LA FILOSOFÍA DEBEMOS EVITAR (SOBRE TODO) HACER MALA FILOSOFÍA

3. HACIA UNA DEFENSA AUTOCRÍTICA DE LA FILOSOFÍA

1. DEFENDER LA ENSEÑANZA DE LA FILOSOFÍA NO ES (PRINCIPALMENTE) HACER FILOSOFÍA

P.ej., defender la enseñanza de las matemáticas o de la música no es lo mismo que hacer música o matemáticas, ni que hacer filosofía de las matemáticas o de la música

Defender la presencia de una materia en los planes de estudio es, en realidad:

- Hacer ciencia social (en el mejor de los casos)- Una negociación pura y dura (en el peor)- Hacer política (que es de lo que se trata)

¿Hacer ciencia social?

Lo que estamos intentando hacer es demostrar que establecer una cierta norma X llevará a un cierto resultado social Y (o que no establecerla llevará a otro resultado Z)

Eso es una predicción empírica, que sólo será razonable aceptar según la fuerza de la evidencia empírica

Otra cosa es justificar por qué Y es preferible a Z (lo que tampoco se suele hacer, sino que se da por obvio)

La mayoría de las “defensas” de la filosofía en la enseñanza media (entre otros lugares) se limitan a presentar argumentos filosóficos sobre la naturaleza de la filosofía, y su importancia para una cierta clase de sociedad

Pero lo que se necesitarían serían, más bien, pruebas empíricas de que incluir la filosofía en los currículos lleva efectivamente a que en la sociedad “florezcan” esas virtudes supuestamente encarnadas por la filosofía

Y de que eliminarla o reducirla lleva, en efecto, a las calamidades anunciadas

Este modo de argumentar puede llegar más bien a ser contraproducente para los fines de quienes lo utilizan

Pues alguien que quisiera limitar la filosofía en la enseñanza media podría argumentar que su presencia durante muchas décadas no parece haber hecho gran cosa hasta ahora por evitar que lleguemos a una sociedad que justo padece en gran medida los males que quienes proponen aquellos argumentos dicen que quieren eliminar

Tampoco hay pruebas de que, aunque el progreso de la sociedad haya podido deberse a la filosofía (a través de su influencia indirecta en el derecho, la política, la ciencia, el arte, etc.), ese progreso haya necesitado que la población en general estudiase filosofía

Y tampoco hay pruebas de que estudiar filosofía le haga a uno mejor persona, o más feliz: ¡ni siquiera los profesores de filosofía somos especialmente ejemplares en ese sentido!

Además, para cualquier régimen social que nos parezca condenable, también ha habido filósofos que lo han defendido

“Las consecuencias formativas serán graves. Sin esa asignatura, un bachiller desconocerá, por ejemplo, el significado de la democracia al no estudiar las aportaciones de Locke, Rousseau, Habermas; el fundamento de la justicia, al ignorar a Aristóteles, Stuart Mill, Rawls; el valor de la dignidad humana, al no estudiar a Kant y a la Escuela de Frankfurt. No podrá apreciar el arte del Renacimiento y el Barroco sin el neoplatonismo y Leibniz, respectivamente; la belleza de la poesía romántica, sin las teorías de Schiller y Hegel; el sentido de las vanguardias artísticas, sin Kierkegaard y Freud. Las literaturas española y europea contemporáneas serán incomprensibles porque Schopenhauer, Nietzsche y Sartre, serán solo nombres vacíos. Y sin Descartes, Comte o Popper, se verá incapaz de valorar el impacto social de la ciencia. Además ¿cómo entenderá la sociedad en que vive? Marx y Russell serán espectros, y Hannah Arendt, Simone de Beauvoir y María Zambrano jamás habrán existido.”

Carta a El País, 3.feb.2013.

“¡Ojalá hubiera habido filosofía cuando yo fui al cole!” Kiko Rivera

Posibles respuestas

- “Se habrían necesitado todavía muchas más horas de filosofía”

(¿A costa de qué?)- “La filosofía no se ha enseñado bien”

(¿Y por qué vamos a suponer que en el futuro va a enseñarse sustancialmente mejor?)

- “La presencia de la filosofía en la secundaria ha evitado que el mundo esté aún mucho peor”

(Quizá, pero, ¿cómo saberlo?)

Lo cierto es que en la mayoría de las cuestiones políticas decidimos bastante a ciegas (no tenemos “garantías” de que la medida X conducirá al resultado Y)

De ahí el importante papel que suelen desempeñar en esas decisiones nuestros prejuicios, nuestras ideologías y nuestros intereses

Así que, cedamos (moderadamente) a ellos: hagamos filosofía

2. AL DEFENDER LA ENSEÑANZA DE LA FILOSOFÍA DEBEMOS EVITAR (SOBRE TODO) HACER MALA FILOSOFÍA

Cuanto peores argumentos que usemos, más parecerá que sólo estamos defendiendo nuestros salarios y puestos de trabajo

O Que la gente piense que, para ese tipo de filosofía, mejor prescidimos de ella

Y si son argumentos filosóficamente deficientes, pero mediáticamente biensonantes, estaremos haciendo un flaco favor al verdadero valor de la filosofía

Algunos errores filosóficos a evitar al defender la presencia de la filosofía en la enseñanza

- Dar una visión naïf de la filosofía (identificarla, p.ej., con un mero “preguntarse el por qué de las cosas” o “plantear preguntas extrañas”)

- Asumir una dicotomía radical entre pensamiento crítico-reflexión-libertad (=filosofía) / economicismo-consumismo-tecnologicismo-cientificismo-sumisión-alienación

- Asumir acríticamente una ideología “anti pensamiento único” y una visión conspiranoica de la evolución de la sociedad

El peor argumento es, quizá, el de que la reflexión filosófica es “un bien (o un fin) en sí misma”, y por tanto no debe evaluarse en función de cómo es de útil para otras cosas

Esto es un error porque, no sólo no está claro que filosofar sea “un bien en sí mismo”, sino que no se trata solo de si hacemos que los alumnos filosofen o no, sino de si hacer eso en lugar de otras cosas (que también pueden ser “buenas en sí mismas”)

Es decir: se cae en el error de ignorar que las cosas “buenas en sí mismas” también necesitan justificación, pues el tiempo que podemos dedicarles no es infinito

Tampoco hay que confiar ciegamente en las virtudes mágicas del estudio de la filosofía (p. ej., “La Historia de la Filosofía es la mejor vacuna contra el relativismo dominante”).

Por último, a propósito de “mala filosofía”: no estaremos haciéndolo tan bien los profesores de filosofía en España, cuando, pese a ser uno de los países en los que más horas de filosofía se estudian (entre la secundaria y la universidad), tenemos tan poquísimos filósofos actuales de relevancia académica mundial o influyentes en la sociedad

3. HACIA UNA DEFENSA AUTOCRÍTICA DE LA FILOSOFÍA

Si reivindicamos la enseñanza de la filosofía por los supuestos valores que comporta, ¿podemos defender que permanezca integrada en un sistema educativo que, supuestamente, comporta los valores contrarios?

Si somos coherentes, no se trata de “reclamar nuestro huequecito” en el sistema, sino de reclamar un cambio profundo en la educación

Y ahí tal vez la filosofía tenga un papel, pero no necesariamente, o no solo, como “asignatura”

P.ej., más que la presencia de la historia de la filosofía en 2º de Bachillerato, o su carácter obligatorio en las pruebas de acceso a la universidad, me parece más urgente denunciar la eliminación de las asignaturas de “ética cívica” o “filosofía práctica” en el currículo general que deben seguir todos los alumnos

No es admisible que la atención a los asuntos morales, sociales y políticos en el horario escolar sea gestionada en régimen de monopolio (para determinados alumnos) por una confesión religiosa

Tampoco es razonable que las muchas horas de “éticas” que han correspondido durante décadas a los profesores de filosofía, no nos hayan servido para aportar masivamente a los alumnos un “conocimiento reflexivo de los principios de la justicia, de la democracia, etc., etc.” (“entender la sociedad en la que se vive”) como el que se supone que la enseñanza de la filosofía tendría que garantizar, según muchas de sus “defensas”.

¿Dónde están las multitudes de “ciudadanos críticos” que los filósofos hemos logrado forjar para oponerse a la explotación, a la alienación…?

Si la principal razón que justifica la presencia de la filosofía es “desarrollar un pensamiento crítico, propio e independiente y a cuestionar la sociedad en la que vivimos”, habría que hacer un examen riguroso e imparcial de la idoneidad de los currículos como medios para ese fin

¿Puede lograrse eso sin una presencia mucho mayor de conocimientos sobre la sociedad, el lenguaje, la ciencia, etc.?

Tampoco sin mucha más atención a la filosofía actual que la que hay en el presente currículo

De todas formas, viendo a qué nos dedicamos la mayoría de los que nos dedicamos a la filosofía como investigadores o docentes, tampoco parece que “cuestionar la sociedad y crear sujetos autónomos” sea el objetivo principal de nuestro trabajo

Al menos, no en mayor medida en que puede serlo el trabajo de cualquier otra especialidad académica, o incluso de algunas actividades económicas, artísticas, deportivas y profesionales

Pero, puesto que en el fondo se trata de política, no hay que olvidar que la política (democrática) consiste en llegar a acuerdos entre grupos que defienden intereses en conflicto

No todo el mundo (ni siquiera todos los filósofos) querrá que el estudio de la filosofía consista fundamentalmente en “cuestionar la sociedad” (en el sentido de “subvertirla”), o que este sea un fin que absorba cuantos recursos fueran necesarios

¿Cómo llegamos a un acuerdo con ellos? ¿A qué renunciamos y a cambio de qué?

El principal argumento para mantener y reforzar la filosofía en la enseñanza secundaria es, simplemente, que esa es nuestra forma de vida (la de la sociedad europea contemporánea), y responde a la estructura académica y universitaria que tenemos, y que es arriesgado cambiar.

Hoy en día, la escuela puede hacer poco más que garantizar un mínimo contacto con esa tradición para la gran mayoría, como una semilla que aprovechar en el futuro para enriquecer la vida cultural de cada uno (igual que con la música, la literatura, la historia, la ciencia, etc.), en la medida en que lo desee

Es cierto que la escuela debe fomentar el pensamiento crítico mucho más de lo que lo hace, pero eso no es cuestión sólo del número de horas de clase de filosofía (que también)

Sobre todo, pensando en un sistema distinto, es importante la organización general de los currículos y de los horarios, que deberían dejar abundante tiempo al trabajo creativo y autónomo de los estudiantes, e intensificar el trabajo disciplinado y la exigencia académica en áreas “instrumentales”

Sobre todo en primaria y secundaria obligatoria, en las materias que llamaré “culturales” (frente a las “instrumentales”), el objetivo principal es que los estudiantes sepan en qué mundo viven y cómo pueden vivir mejor en él

El medio privilegiado para ello serían actividades de investigación y discusión, en las que los docentes son guías, más que fuente principal de conocimientos y examinadores

Los alumnos de bachillerato deberían ser capaces de aprender la mayor parte de los contenidos curriculares por sí mismos, y las clases ser eminentemente prácticas

Por tanto, la enseñanza de la filosofía en la enseñanza secundaria tendría que consistir sobre todo en lograr que los estudiantes dediquen una parte de su tiempo a filosofar

El profesor de filosofía debe ser más un Sócrates (azuzando a los estudiantes hacia la dialéctica y la construcción-destrucción de argumentos y de conceptos) que un Platón (exponiendo “teorías” que los alumnos deban “aprender”, por mucha argumentación que haya en el proceso)

Para finalizar: el próximo cambio en el sistema de acceso a la universidad debería aprovecharse para eliminar de una vez por todas un examen de filosofía esencialmente memorístico

Sería mejor que los alumnos tuvieran que hacer una exposición crítica o componer un ensayo personal (al modo del Baccalauréat francés o el Abitur alemán)

Una última reflexión (medio en broma o en serio)

Si el principal objetivo de la filosofía es construir la libertad humana, parece un contrasentido exigir que su aprendizaje sea obligatorio.

Más bien el ideal sería que el deseo de estudiarla surgiera espontáneamente de los propios estudiantes.

Y ya sabemos que lo más eficaz para que los adolescentes deseen algo, es prohibírselo

EN CONCLUSIÓN: SI QUEREMOS DEFENDER LA FILOSOFÍA, PROHIBÁMOSLA

Jean Baptiste Regnault

Sócrates arrebatando a Alcibíades de los brazos del placer (1791)