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TEMA 9: DEMOCRACIAS Y TOTALITARISMOS (1919-1939) 1. DEMOCRACIAS Y DICTADURAS. 2. LA QUIEBRA DE LA DEMOCRACIA. EL FASCISMO. 3. EL NAZISMO.

Tema 9 democracias y totalitarismos (1919 1939)

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TEMA 9: DEMOCRACIAS Y TOTALITARISMOS

(1919-1939)

1. DEMOCRACIAS Y DICTADURAS.

2. LA QUIEBRA DE LA DEMOCRACIA. EL FASCISMO.

3. EL NAZISMO.

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1. Democracias y dictaduras.

1.1 Auge y crisis de la democracia.

Los tratados de paz que pusieron fin a la Primera Guerra Mundial dieron lugar a la aparición de nuevos estados en Europa. En la mayoría de ellos se establecieron gobiernos parlamentarios, con lo cual la democracia se convirtió en el régimen mayoritario.

Los sistemas democráticos reconocieron los derechos individuales, de opinión, manifestaciones, creencias, movimiento, etc…, las elecciones libres, la igualdad ante la ley y la libertad sindical. El sufragio universal masculino se extendió por numerosos estados, a la vez que el sufragio femenino comenzaba a instaurarse el algunos países.

Sin embargo, surgieron corrientes ideológicas que cuestionaron la democracia. Una parte de los antiguos combatientes de guerra, frustrados con la realidad que encontraron al volver a la vida civil, criticaban el sistema parlamentario, la que acusaban de dividir y debilitar la unión de la nación.

Se crearon ligas de excombatientes, sobre todo en Alemania, Francia e Italia, que defendían posiciones antidemocráticas.

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En el lado puesto a estas ideologías nacionalistas y autoritarias se situaba la extrema izquierda, que, siguiendo el ejemplo de la Revolución Rusa, propugnaba la implantación de la “dictadura del proletariado”.

Los regímenes democráticos entraron pronto en crisis. Tras el acceso al poder de Mussolini en Italia, en 1922, se multiplicaron las dictaduras: el general Primo de Rivera en España, en 1923; el general Carmona en Portugal, en 1926; y la más importante de todas, la Alemania nazi.

1.2 La Alemania de la República de Weimar.

Alemania vivió después de la Primera Guerra Mundial un intento de instauración de un régimen democrático, la llamada República de Weimar.

De inmediato tuvo que hacer frente a una doble oposición. Por un lado, los espartaquistas, quienes promovieron una revolución de tipo bolchevique, que fue aplastada, y sus principales dirigentes, Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, asesinados.

Por otro lado, también la derecha se opuso a la República, acusando a los gobernantes demócratas de traidores por haber aceptado el Tratado de Versalles.

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La crisis política se unió a la crisis económicas. En las elecciones de 1930, los partidos más radicales, la extrema derecha nazi y los comunistas, recibieron un tercio de los votos, y en las elecciones de 1932 llegaron a contar con la mitad del electorado. Al año siguiente, el dirigente del partido nazi, Adolf Hitler, fue nombrado canciller con el apoyo de los partidos de derecha y centro, que veían en el nazismo un aliado coyuntural en las lucha contra el comunismo.

1.3 La distensión internacional en los años veinte.

Una serie de convenios internacionales, firmados a lo largo de los años veinte, sentaron las bases de una paz temporal y las tensiones entre las potencias se apaciguaron. Pero había una cuestión que dificultaba las relaciones entre los estados: las reparaciones que Alemania tenía que pagar, 132,000 millones de marco-oro.

Esta enorme carga económica tuvo consecuencias catastróficas para la economía alemana. Se llegó, incluso, a la ocupación de la cuenca del Ruhr por los franceses para obligar a Alemania a pagar las deudas.

El ambiente de distensión facilitó la firma de acuerdos importantes. El primero fue el Tratado de Rapallo, firmado por Alemania y Rusia, en 1922, que supuso el fin del aislacionismo internacional de ambas naciones.

El más importante fue el Pacto de Locarno, de 1925, que estableció una garantía mutua de las fronteras entre Alemania, Francia y Bélgica. En 1926, Alemania fue admitida en la Sociedad de Naciones y en 1928, se firmó el Tratado Briand-Kellogg, por el que 70 países renunciaban a la guerra.

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2. La quiebra de la democracia. El fascismo.

2.1 Principales rasgos del fascismo.

El fascismo, surgido en Italia después de la Primera Guerra Mundial, fue junto con el nazismo alemán, la más destacada ideología antiparlamentaria del periodo entreguerras.

El término fascismo tuvo su origen en la organización política creada por Mussonili en 1919 (Fasci Italiani di Combattimento).

Cuatro son los principios doctrinales básicos que caracterizan el fascismo: el nacionalismo, el antiparlamentarismo, la desconfianza de la razón y el liderazgo absoluto.

El nacionalismo radical encarna, un nacionalismo de pueblos vencidos en una contienda o defraudados por no haber logrado lo que consideraban un derecho.

De este nacionalismo radical se pasa con facilidad al imperialismo, a las reivindicaciones territoriales y a una política agresiva y militarista.

El fascismo es antiparlamentario y antiliberal. Acusaba a los sistemas democráticos de promover la división entre los ciudadanos y, por tanto, de provocar la debilidad del país.

Según esta ideología, los individuos están subordinados al Estado dictatorial y el Gobierno ha de ser dirigido por una élite. Estas ideas llevaron al fascismo a su conclusión más radical: la justificación del racismo, o sea, la existencia de seres superiores e inferiores.

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El fascismo desconfía de la razón y de la intelectualidad, y apela a los sentimientos y al fanatismo de los pueblos. Mostraba ciertas preocupaciones sociales, y la mayoría de sus dirigentes procedían de las clases populares, al igual que sus militantes.

El fascismo defiende el liderazgo absoluto. La nación debía poner su destino en manos de un líder, un jefe,

que reuniese todos los poderes y se apoyaba en el culto a la personalidad del jefe mediante la propaganda y la prohibición de cualquier crítica.

2.2 Italia tras la Gran Guerra.

Italia salió defraudada de la Gran Guerra. Sus esperanzas de expansión territorial no fueron satisfechas y gran parte de la población pensaba que las pérdidas humanas y materiales sufridas no habían recibido la recompensa merecida.

A esta crisis se unió una grave situación política económica y social, que provocó las criticas al sistema democrático, dándose en Italia entre 1919 y 1920, una aleada de huelgas, revueltas urbanas, ocupaciones de fábricas, de fincas rurales y motines en el campo. La crisis fue en aumento y los enfrentamientos entre obreros y policía se saldaron con centenares de muertos.

Benito Mussolini, antiguo socialista y defensor de la intervención italiana en la Gran Guerra, creó en 1919 los Fasci Italiani di Combattimento, también conocidos como “camisas negras”.

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Sus primeras manifestaciones ideológicas eran una mezcla de progresismo social, expansionismo territorial y militarismo, teniendo al principio, poco éxito, pero sus militantes, los “escuadristas”, eran muy activos en los enfrentamientos con los movimientos sociales de izquierda (socialistas y comunistas) y atacaban violentamente a huelguistas, manifestantes y sedes sindicales o políticas de izquierdas.

Los patronos, la clase media e, incluso, el Gobierno vieron en los escuadristas un instrumento para frenar el movimiento obrero y restaurar el orden público. En 1921, los facios se convirtieron en el Partido Nacional Fascista, con un programa electoral extremista que contó con la financiación de la patronal y el apoyo político de las clases medias.

2.3 Mussolini accede al poder.

La creciente fuerza del partido fascista y los evidentes apoyos de los grupos sociales impulsaron a Mussolini al asalto al poder, que llevó a cabo mediante la Marcha sobre Roma en 1922. Las excusas esgrimidas para esta acción subversiva fueron la acusación de la incapacidad del Gobierno para asegurar el orden y la necesidad de regenerar la política italiana.

El Gobierno intentó oponerse a las acciones de los fascistas, pero fue desautorizado por el rey Víctor Manuel III, ante lo que el Gobierno dimitió, y el monarca nombró a Mussolini primer ministro, que contaba con el apoyo del monarca y del ejército.

Hasta 1924, Mussolini mantuvo, aparentemente, la legalidad democrática, mientras que Italia, poco a poco se transformaba en una dictadura, pues al frente de un gabinete fascista-conservador, logró plenos poderes del Parlamento.

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Mussolini convocó elecciones en 1924, en las que obtuvo el65% de los sufragios; el diputado socialistas Matteotti denunció la falsedad del escrutinio, pero días más tarde era secuestrado y asesinado.

A pesar de las protestas de la izquierda, Mussolini contraatacó reforzando su autoridad, proceso que desembocó en una dictadura en 1926: los partidos políticos fueron abolidos, la prensa fue sometida a una dura censura y los enemigos políticos perseguidos.

Mussolini construyó la estructura del Estado fascista, al que definió como Estado totalitario, porque era “de todos y para todos” y pretendía ser una tercera vía entre el liberalismo y el marxismo. Resucitó la herencia histórica del Imperio romano equiparándola con la grandeza de la nueva Italia, y concentró un poder absoluto que se resumía en una frase: “El Duce (el jefe) siempre tiene razón”.

Las organizaciones fascistas se convirtieron en organismos estatales y controlaron toda la Administración, de la que fueron alejados aquellos que eran simpatizantes de otras ideologías. El partido y el Estado se confundían, y una intensa propaganda, junto con el control de la educación, se encargaban de introducir los ideales fascistas en la juventud.

Los discrepantes con el fascismo padecieron la persecución de la policía política o de tribunales especiales y acabaron en prisión, confinados en regiones o en el exilio.

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2.4 La obra del fascismo.

El fascismo buscó la aceptación social por medio de medidas de amplio consenso popular. Mussolini pretendía legitimarse ante los italianos mediante una gestión eficaz que mejorase la situación económica.

En este sentido, aplicó una política de grandes obras, como una manifestación de la recuperada grandeza italiana: autopistas, grandes edificios, saneamientos de regiones insalubres, mejora de la red de ferrocarriles, etc… Además fomentó la industria con medidas protectoras contra la competencia exterior y con la autarquía o desarrollo de la producción propia.

En el terreno social, el fascismo se definió por el corporativismo, una doctrina teórica de consenso entre patronos y trabajadores. El Estado actuaba de árbitro en las disputas, como forma de superar los enfrentamientos entre ambas fuerzas sociales.

No obstante, el régimen fascista introdujo algunas medidas sociales que le permitieron ganar popularidad entre los trabajadores, como la seguridad social, las vacaciones laborales y las organizaciones dedicadas a las actividades de ocio.

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Uno de los primeros éxitos del fascismo fue la firma de los Tratados de Letrán con la Santa Sede en 1929. Estos acuerdos ponían fin al litigio entre Italia y el Vaticano, iniciada en 1870 con la ocupación de los Estados Pontificios por el reino de Italia. En los Tratados de Letrán, se reconocía la soberanía del Papa en el nuevo Estado del Vaticano (un barrio de Roma), se compensaba económicamente a la Iglesia por la pérdida territorial y se le reconocía un papel destacado en la educación.

A mediados de los años treinta, la dictadura fascista estaba firmemente asentada, y la política internacional de Mussolini era aceptada por muchos países. Pero la tradicional debilidad económica de Italia no se superó; detrás de las grandes obras, se ocultaba un país atrasado y de escaso desarrollado económico. Estas limitaciones quedarían al descubierto, años después, con la entrada de Italia en la Segunda Guerra Mundial.

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3. El nazismo.

3.1 Hitler y el nazismo.

El Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes, más conocido como partido nazi, fue fundado en 1920 y formaba parte de la extrema derecha nacionalista. En los primeros años fue un partido pequeño, con escaso eco en la sociedad alemana, aunque contó con el apoyo económico de algunos industriales y de militares. Adolf Hitler se convirtió en su principal dirigente desde 1921.

En 1923, los nazis, junto a un reducido número de militares, intentaron un golpe de fuerza contra el Gobierno de Baviera, que terminó en fracaso. Este intento golpista, que se conoce como el Putsch de Múnich, hizo que Hitler fuese condenado a cinco años de cárcel, de los que solo cumplió 9 meses, durante los cuales escribió el libro Mein Kampf (Mi Lucha), que resume sus principales ideas políticas: el nacionalismo, la derogación del Tratado de Versalles, el racismo, la

superioridad de la raza aria, el antisemitismo, el expansionismo (la conquista del espacio vital necesario para la supervivencia de la nación alemana), el desprecio por el

liberalismo, y el odio al comunismo.

Un Estado centralizado y un jefe carismático, el Führer asumirían la realización del “destino alemán” . Pero el partido nazi era más conocido por la violencia de sus Secciones de Asalto (SA) contra comunistas, socialistas y judíos que por sus resultados electorales; y sus mayores apoyos los logró entre las clases medias, arruinadas por la crisis económica, así Hitler consiguió también apoyos económicos de grandes industriales.

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3.2 El ascenso de Hitler al poder.

En menos de 2 años, entre1933 y 1934, Hitler convirtió el régimen democrático alemán en una dictadura. El 30 de enero de 1933 fue nombrado canciller (jefe de Gobierno) por Hindenburg, el presidente de la República.

Inmediatamente, el nuevo gobierno convocó elecciones generales, las terceras que se celebraban en siete meses. Durante la campaña electoral, plagada de agresiones nazis contra la oposición de izquierda, el edificio del Parlamento, el Reichstag, fue incendiado. Este hecho, del que se responsabilizó aun comunista holandés, fue la excusa para lanzar una violenta campaña contra la oposición, y en especial, contra el partido comunista, cuyos militantes fueron detenidos. Hoy se sabe que el incendio fue perpetrado por los mismos nazis.

Las elecciones dieron el triunfo a los nazis y a sus aliados nacionalistas, pero no en número suficiente como para poder modificar la constitución; para ello necesitaban el apoyo de los centristas, que consiguieron , aprobando el Parlamento el Acta de Habilitación, que daba a Hitler plenos poderes durante 4 años. Los partidos políticos de izquierdas fueron prohibidos y los partidos moderados se disolvieron. Una ley de junio de 1933 convirtió al partido nazi en el único autorizado.

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El siguiente para consolidar el poder absoluto de Hitler fue eliminar a los dirigentes nazis que defendían la mejora de condiciones de vida de los obreros. De esta manera pretendían contentar a los dirigentes conservadores, a los industriales y al Ejército. En 1934, en la llamada “noche de los chuchillos largos”, 300 miembros de las SA fueron asesinados junto con diversos adversarios de Hitler, así toda disidencia quedaba eliminada.

A la muerte del presidente Hindenburg, en agosto de 1934, Hitler acumuló las funciones de canciller y de presidente. A partir de entonces, concentró un poder absoluto.

3.3 La dictadura nazi.

La Administración fue inmediatamente depurada de opositores y controlada por el partido nazi. Convertido Hitler, además, en jefe del Ejército, los oficiales debían prestarle juramento de fidelidad; la oposición fue eliminada y sus dirigentes detenidos o exiliados. En 1933 se construyeron los primeros campos de concentración, en los que se encarceló a los dirigentes de la oposición política y sindical.

La Gestapo (Geheime Staatspolizei), la policía secreta del Estado y las SS (Schutzstaffel), las escuadras de protección, que habían desplazado a las SA (Sturmabteilung) y actuaban con entera impunidad, instaurando un temible estado policial. Himmler, jefe de las SS y la Gestapo, fue nombrado jefe de todas las policías del Reich.

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El antisemitismo se plasmó de inmediato en la persecución de los judíos, a los que acusaba de forma irracional de ser los responsables de Alemania, así se declaró el boicot a sus almacenes y fueron excluidos de la Administración y de las universidades. Las Leyes de Nuremberg de 1935 prohibieron los matrimonios entre arios y judíos, siendo estos desposeídos de la nacionalidad alemana.

A finales de 1938, el asesinato en París de un diplomático alemán por un judío, fue el pretexto para acometer una persecución conocida como la “noche de los cristales rotos”, donde ardieron sinagogas y numerosos edificios de propiedad judía, mientras miles de judíos eran detenidos. A partir de entonces, unos 200,000 judíos huyeron de Alemania, entre ellos científicos, filósofos, artistas y pensadores; el resto, unos 300,000 serían víctimas del holocausto.

3.4. El control de la sociedad.

El partido y sus organizaciones, (culturales, artísticas, juveniles, laborales, etc…), fueron los instrumentos del control y sometimiento del individuo. La obediencia ciega al Führer (Líder o Guía), se convirtió en una obligación. Las juventudes hitlerianas, divididas por sexos y por edad, se encargaban del adoctrinamiento de los chicos y de las chicas.

Disueltos los sindicatos, se creó el Frente del Trabajo, en el que se integraban patronos y trabajadores, y se convirtió en el instrumento para controlar estrechamente el movimiento obrero alemán.

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En el terreno económico, el nazismo consiguió temporalmente algunos éxitos que facilitaron se aceptación social, recuperando la economía a través de un fuerte dirigismo estatal, encaminado a la consecución de la autarquía o autosuficiencia económica.

La recuperación se basó, sobre todo, en la realización de grandes obras públicas y en el crecimiento vertiginoso de la industria armamentista, consecuencia de la remilitarización, aunque había sido prohibida en el Tratado de Versalles; obteniéndose una increíble reducción del paro.

Pero los grandes beneficiados de la política económica nazi fueron la gran industria y la banca, que aceptaron el dirigismo económico a cambio de obtener grandes contratos del Estado. En la práctica, la economía alemana estuvo dedicada entre 1933 y 1939 a la preparación de la guerra.

La vida cultural y artística pasó a ser supervisada y censurada, e igual suerte corrió la vida intelectual y la educación; la nueva juventud alemana debía de ser aria y nacionalsocialista. Las universidades fueron depuradas de judíos y opositores; de las bibliotecas desaparecieron los libros considerados “peligrosos”; de los museos se retiraron las obras de arte moderno, calificadas como “arte degenerado”.

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