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Percy Jackson's greek gods

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Esta traducción se ha hecho sin fines de lucro,con el único de propósito de compartir la obra del autor.

Puedes apoyar al autor comprando sus libros ysiguiéndolo en sus redes sociales.

¡Disfruta tu lectura!

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StaffModeradora

Rashel Melbourne

TraductoresRiku Jones

Anii MaldonadoAngelline Ramos

Miriam HernándezBelitza Troconiz

Sol TorruellaHiram J.RomyssMakaεїз

Cami MontenegroGuillermina Lopez

Angie KoncuratCami Russmann

Rashel Melbourne

CorrectoresCami MontenegroMiriam HernándezGuillermina Lopez

Anii MaldonadoAngelline Ramos

Andre PerezRomyssHiram J.

Belitza TroconizRiku Jones

Virginia SalinasAngie Koncurat

Rashel MelbourneRubén Thogo

Revisión yEdición

Rashel Melbourne

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LIBROS ESCRITOS POR RICK RIORDAN

Percy Jackson y los Dioses del Olimpo libro uno:

El ladrón del rayo

Percy Jackson y los Dioses del Olimpo libro dos:

El mar de monstruos

Percy Jackson y los Dioses del Olimpo libro tres:

La maldición del titán

Percy Jackson y los Dioses del Olimpo libro cuatro:

La batalla del laberinto

Percy Jackson y los Dioses del Olimpo libro cinco:

El último héroe del Olimpo

Los archivos del semidiós

Percy Jackson’s Greek Gods, ilustrado por John Rocco

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El ladrón del rayo: La novela gráfica

El mar de monstruos: La novela gráfica

La maldición del titán: La novela gráfica

Las crónicas de Kane libro uno:

La pirámide roja

Las crónicas de Kane libro dos:

El trono de fuego

Las crónicas de Kane libro tres:

La sombra de la serpiente

Guía de supervivencia de Las crónicas de Kane

La pirámide roja: La novela gráfica

Los héroes del Olimpo libro uno:

El héroe perdido

Los héroes del Olimpo libro dos:

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El hijo de Neptuno

Los héroes del Olimpo libro tres:

La marca de Atenea

Los héroes del Olimpo libro cuatro:

La casa de Hades

Diario del semidiós

El hijo de Sobek

El báculo de Serapis

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Derechos de autor del texto © 2014 por Rick Riordan

Derechos de autor de ilustración © 2014 por John Rocco

Diseño de tapa por Joann Hill

Todos los derechos reservados. Publicado por Disney • Hyperion Books, imprenta deDisney Book Group. Ninguna parte de este libro debe ser reproducida o transmitida

bajo ninguna circunstancia, formatos electrónicos y mecánicos, incluyendofotocopiado, o de ninguna clase de almacenamiento, sin el permiso de la editorial.

Para más información comuníquese con Disney • Hyperion Books, 125 West EndAvenue, New York, New York 10023.

ISBN 978-1-4847-0218-5

Visita www.DisneyBooks.com

www.percyjacksonbooks.comContents

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ÍndicePortada

Libros por Rick Riordan

Derechos de autor

Dedicatoria

Introducción

El comienzo y esas cosas

La era de oro del canibalismo

Los olímpicos patean algunos traseros

Zeus

Hesita escoge al soltero número cero

Deméter se convierte en Maizilla

Perséfone  se casa con su acosador

A Hera se le pierde un tornillo

Hades mejora su hogar

Poseidón se vuelve salado

Zeus los mata a todos

Atenea adopta un pañuelo

Tienes que amar a Afrodita

Ares, el macho MÁS macho

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Hefesto me hace una llama dorada (en realidad no, pero realmente debería)

Apolo canta, baila y le dispara a la gente

Artemisa libera a los Cerdos de la Muerte

Hermes va al reformatorio

Dionisio conquista el mundo con una bebida refrescante

Epílogo

Listado de ilustraciones

Sobre el autor y el ilustrador

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A mi padre, Rick Riordan, Sr., quien me leyó mi primer libro de mitología.

—R.R.

A mis héroes de la ilustración: N. C. Wyeth, Maxfield Parrish, Arthur Rackham y

Frank Frazetta

—J.R.

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IntroducciónUn editor en Nueva York me pidió que escribiera todo lo que sé sobre dioses griegos yyo le dije "¿Podríamos mantenerlo en el anonimato? Porque no quiero que losolímpicos se enojen conmigo otra vez". Pero, si les sirve de algo aprender sobredioses griegos y cómo sobrevivir a un encuentro con ellos si alguna vez se aparecenfrente a ustedes, entonces, creo que escribir esto será mi buena acción de la semana.

Si no me conocen, mi nombre es Percy Jackson. Soy un semidiós moderno — mitaddios, mitad mortal, hijo de Poseidón — pero, no voy a decir mucho sobre mí. Mihistoria ya ha sido escrita en algunos libros que son pura ficción (guiño, guiño) ydonde yo soy únicamente un personaje de la historia. (cof — sí, seguro — cof).

Ténganme paciencia mientras les cuento sobre los dioses ¿si? Hay como millones deversiones diferentes de cada mito, así que no se pongan en modo "¡Bueno, yo loescuché de otra forma, estás EQUIVOCADO!"

Voy a relatarles las versiones que creo tienen más sentido. Juro que no inventé nada deesto. Tomé todas estas historias de las versiones que escribieron los antiguos tiposgriegos y romanos. Créanme, no podría inventar algo tan raro.

Entonces, aquí vamos. Primero les diré sobre la creación del mundo. Luego, enlistaré aalgunos dioses y les daré mi opinión de cada uno de ellos. Espero no hacerlos enfadaral punto de incinerarme, oh no— ¡AGGHHHHHHHH!

Estaba bromeando. Sigo aquí.

Como sea, comenzaré con la historia griega de la creación que, por cierto, es bastanteconfusa. Colóquense sus gafas de seguridad y sus impermeables. Habrá mucha sangre.

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El comienzo y esas cosas

L PRINCIPIO, yo no estaba allí. Tampoco creo que los antiguos griegosestuviesen ahí. Nadie tenia una birome y papel para tomar notas, entonces, nopuedo asegurar lo que sigue, pero puedo contarles lo que los griegos creen

que pasó.

Había prácticamente nada en el comienzo. Mucha nada. El primer dios, si puedenllamarlo así, era Caos — una niebla espesa, sombría y melancólica con toda la materiadel cosmos flotando a su alrededor. Aquí hay un dato para ustedes: Caos literalmentesignifica espacio vacío, en inglés, y no me refiero a la marca de ropa deportiva1.

Eventualmente, Caos dejó de ser tan caótico. Quizás se aburrió de ser tan denso ysombrío. Parte de la materia a su alrededor se solidificó, formando la tierra que,desafortunadamente, cobró vida y desarrolló su propia personalidad. Se llamó a símisma Gaia, La Madre Tierra.

1 Juego de palabras entre “Gap” que significa espacio vacíoen español y “Gap” la marca de ropa deportiva.

A

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Ahora bien, Gaia era la tierra en sí misma — las rocas, los acantilados, los valles, lamismísima enchila. Pero, también podía tomar aspecto humano. Le gustaba caminaralrededor del mundo —lo que significa, básicamente, alrededor de sí misma— enforma de una mujer matriarcal con un ondeante vestido verde, cabello negro enruladoy una sonrisa serena en su rostro. La sonrisa que escondía un temperamento asqueroso.Eso lo verán muy pronto.

Luego de pasar un largo periodo de tiempo sola, Gaia observó la niebla llena de nadaque flotaba sobre la tierra y dijo: “¿Sabes lo que sería bueno? Un cielo. Realmenteapostaría por un cielo. Y sería muy bonito también que hubiera un hombre atractivodel cual enamorarme, porque estoy un poco sola aquí abajo, en compañía de estasrocas”.

O Caos la escuchó y cooperó, o Gaia simplemente lo deseó con fuerza suficiente parahacerlo suceder. El cielo se formó sobre la tierra —un domo de protección que eraazul en el día y negro por la noche. El cielo se llamó a sí mismo Ouranos, otra formade escribir Urano. —Sí, no hay forma de pronunciarlo sin que la gente se ría2.Simplemente suena mal. No sé por qué no escogió un mejor nombre —como Matadoro José — pero eso podría explicar porque estaba siempre de mal humor.

Al igual que Gaia, Urano era capaz de tomar forma humana y visitar la tierra — lo queera bueno, porque el cielo está muy arriba, y las relaciones a distancia nuncafuncionan.

En su forma física, se veía como un hombre alto, robusto y con cabello negromedianamente largo. Vestía únicamente con un taparrabos y su piel cambiaba decolor. —A veces azul con estampado de nubes en sus músculos, a veces oscuro conestrellas brillantes. Oigan, Gaia soñó que se vería así. No me culpen. En ocasiones,verán dibujos suyos sosteniendo la rueda del zodiaco, representando las constelacionesque cubren el cielo cada noche, por la eternidad.

Como sea, Urano y Gaia se casaron.

¿Felices para siempre?

No exactamente.

2 Ouranous en inglés suena igual que “urinario”.

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Parte del problema fue que Caos se emocionó con sus creaciones. Pensó para suespesa, sombría y melancólica persona: Oigan, Tierra y Cielo. ¡Eso fue divertido! Mepregunto qué más puedo hacer.

Pronto, creó todo tipo de problemas —y, por problemas me refiero a dioses. El agua sereunió fuera de Caos y se estancó en las partes mas profundas de la tierra, formandolos primeros mares que, naturalmente desarrollaron su propia conciencia — el diosPonto. Luego, Caos se volvió loco y pensó: ¡Ya sé! ¡Podría crear otro domo, al igualque el cielo, pero debajo de la tierra! ¡Eso sería grandioso!

Por ello, otro domo apareció. Era oscuro, turbio y, en general, no muy agradable; dadoque permanecía oculto de la luz del cielo. Este era Tártaro, el Hoyo de la Maldad.Como supondrán, luego de haber leído aquel nombre, cuando él formó su personalidaddivina, no ganó ningún concurso de popularidad.

El problema mayor era que ambos, Ponto y Tártaro se enamoraron de Gaia, lo quepuso un poco de presión en la relación de ésta con Urano.

Otro montón de dioses primordiales aparecieron pero, si intentara nombrarlos todos,podría estar escribiendo por semanas.

Caos y Tártaro tuvieron un hijo (no me pregunten cómo, no tengo idea) llamado Nyx,que era la materialización de la noche. De alguna forma, Nyx tuvo una hija sin ayudade nadie y la llamó Hemera. Era el día. Esas dos nunca se llevaron muy bien por queeran tan diferentes como… bueno, ustedes me entienden.

De acuerdo con algunas historias, Caos también creó a Eros, dios de la procreación…en otras palabras, mamitas diosas y papitos dioses pudieron tener muchos bebésdiosecitos. Otras leyendas dicen que Eros era hijo de Afrodita. Ya llegaremos a esomás adelante. No sé qué versión sea la real pero, puedo afirmar que Urano y Gaiacomenzaron a tener hijos — con resultados bastante variados.

Primero tuvieron una tanda de doce —seis niñas y seis niños llamados Titanes. Estoschicos se veían como humanos pero, eran mucho más altos y poderosos.

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Ustedes pensarían que doce hijos serían suficientes para cualquier pareja ¿Verdad?Digo, con una familia tan numerosa podrías armar tu propio reality show en latelevisión.

Además, una vez que todos los titanes hubiesen nacido, las cosas comenzaron acomplicarse en el matrimonio de Urano y Gaia. Urano comenzó a pasar mucho mástiempo paseando por el cielo. No bajaba a visitar. Tampoco ayudaba a criar a sushijos. Gaia estaba resentida y ambos esposos comenzaron a pelear. Mientras los titanescrecían, Urano les gritaba, actuando como un padre horrible.

Un par de veces, Gaia y Urano intentaron enmendar la relación. Gaia pensó que,quizás, si tenían otra camada de niños, su esposo y ella se sentirían más unidos….

Lo saben ¿No? Fue una pésima idea.

Gaia tuvo trillizos. El problema: estos niños eran la definición de FEALDAD. Eran tangrandes y poderosos como los titanes pero, brutos y con una terrible necesidad deconseguir cera depilatoria. Lo peor era que cada uno de ellos tenía un único ojo enmedio de su frente.

A veces, se dice que hay caras que sólo una madre puede amar. Bueno, Gaia amaba aestos niños. Ella los llamó Cíclopes y, eventualmente, los niños expandirían su raza,teniendo varios otros hijos que son considerados cíclopes menores. Pero eso vienemucho después.

Cuando Urano vio a los cíclopes trillizos, se espantó. — ¡Estos no pueden ser mishijos! ¡No se parecen a mí!

— ¡Ellos son tus hijos, holgazán! — le respondió Gaia, gritándole— ¡No te atrevas aabandonarme para que los críe yo sola!

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—No te preocupes, no lo haré —gruñó Urano.

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Él desapareció envuelto en una tormenta y regresó con gruesas cadenas oscuras hechasde cielo nocturno. Ató a los cíclopes y los tiró dentro del Tártaro, que era la únicaporción de creación donde Urano no podría verlos.

Fue muy duro. ¿No?

Gaia gritó y lloró pero, Urano se negó a liberar a los cíclopes. Nadie se atrevía acontradecir sus órdenes porque, para ese entonces, aquel díos estaba ganandoreputación como un tipo bastante escalofriante.

— ¡Yo soy el rey del universo! —bramó— ¿Cómo podría no serlo? Estoy literalmentepor encima de todo lo demás.

— ¡Te odio! —sollozó Gaia.

—Harás lo que yo ordene. Soy el primero y el mejor de los dioses primordiales.

—Yo nací antes —protestó Gaia—. Tú no estarías aquí si no fuera por mí.

—No me pongas a prueba —rugió Urano—. Tengo muchas otras cadenas deoscuridad.

Como ustedes se pueden imaginar, Gaia inició un terremoto total pero, no sabía quémás podría hacer. Sus primeros hijos, los titanes, se sintieron mal por su madre. No lesagradaba mucho su padre —Gaia siempre hablaba mal de él, por una buena razón.—Pero, los titanes le tenían miedo a Urano y se sentían inútiles al no poder detenerlo.

“Tengo que mantener la calma, por los chicos”. Pensó Gaia. “Tal vez, podría intentarsolucionar las cosas una vez más”.

Ella organizó una tarde romántica —con velas, rosas, música suave, etc. Seguramenteusó magia antigua. Unos meses después, Gaia tuvo otro set de trillizos.

Como si necesitara mas pruebas de que el matrimonio con Urano ya había muerto…

Los nuevos niños eran incluso más monstruosos que los cíclopes. Cada uno de ellostenía cien brazos alrededor del pecho, como espinas marinas; y cincuenta pequeñascabezas apiñadas en sus hombros. Gaia los llamó Centímanos. Sin embargo, no tuvotiempo de darles nombres individuales. Cuando Urano los vio, los arrancó de los

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brazos de su madre. Sin decir palabra alguna, los envolvió en cadenas y los arrojó alTártaro como si fueran bolsas de basura.

Claramente, el tipo del cielo tenía problemas.

Bueno, creo que eso es todo sobre Gaia. Ella lloró y gimió y causó tantos terremotosque los titanes corrieron a ver que le ocurría.

— ¡Su padre es un completo ******!

No sé cómo lo llamó pero, tengo la sensación de que esa fue la primera maldiciónjamás inventada.

Gaia explicó lo sucedido y alzó sus manos causando que la tierra se abriera a sus pies.Invocó la sustancia más dura que pudo encontrar en sus dominios y la moldeó con suira, creando la primera arma de la historia —una cuchilla curva de casi noventacentímetros. Le agregó una empuñadura de madera, realizada con la rama de un árbolcercano, y les mostró su creación a los titanes— ¡Observen, mis niños! El instrumentode mi venganza. ¡Lo llamaré guadaña!

Los titanes murmuraron: ¿Para qué es eso? ¿Por qué es curvo? ¿Cómo se deletreaguadaña?

— ¡Que uno de ustedes de un paso al frente! — gritó Gaia—. Urano no merece ser elrey del cosmos. Uno de ustedes lo matará y tomará su lugar.

Los titanes se miraron con incomodidad. — Entonces… explica todo ese asunto dematar —dijo Océano. Era el mayor de los titanes pero, solía pasar el tiempo en mareslejanos con el dios primordial del agua, a quien llamaba Tío Ponto—. ¿Qué significamatar?

—Ella quiere que exterminemos a nuestro padre —acertó a decir Temis. Ella era unade las más inteligentes y comprendió velozmente el concepto de castigar a alguien porsus crímenes—. Hagamos que deje de existir.

— ¿Es eso posible? —preguntó su hermana Rea—. Creí que éramos todos inmortales.

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Gaia gruñó, frustrada. — ¡No sean cobardes! Es muy simple. Toman este afiladocuchillo y cortan a su padre en pequeños trozos, así no nos molestará más. ¡Quien lohaga se convertirá en el nuevo gobernante del universo! Además, les cocinaré esasgalletas que tanto les gustan.

En tiempos modernos, tenemos un término para este tipo de comportamiento. Lollamamos psicópata. Sin embargo, en ese entonces, las reglas de comportamiento eranconsiderablemente más flexibles. Quizás ahora te sientas mejor con respecto a tusparientes, sabiendo que la primera familia en toda la creación fue, también, la primerafamilia disfuncional.

Los titanes comenzaron a murmurar y a señalarse entre ellos diciendo—: Oye, túserías la mejor opción para matar a nuestro padre.

—No, creo que tú deberías hacerlo.

—Me encantaría matarlo pero, honestamente, tengo otras cosas que hacer, así que…

— ¡Yo lo haré! —dijo una voz.

El más joven de los doce se acercó al frente. Cronos era más pequeño que sushermanos y hermanas. No era tampoco el más inteligente, o el más fuerte, o el másrápido. Pero, era quien más ansiaba tener poder.

Yo supongo que cuando eres el más pequeño entre doce hijos, siempre intentas llamarla atención para que te noten.

El titán mas joven amaba la idea de dominar el mundo, especialmente, si esosignificaba convertirse en el jefe de sus hermanos. La oferta de galletitas tampoco lemolestaba.

Cronos medía aproximadamente dos metros con setenta centímetros, lo cual era pocopara un titán. No se veía tan peligroso como sus hermanos pero, el chico era realmentedeshonesto. Ya se había ganado el apodo de “El deshonesto” entre sus hermanos,porque jugaba sucio en sus competencias y nunca estaba donde esperaban encontrarlo.Tenía la sonrisa de su madre y el cabello negro, enrulado. Había heredado la crueldadde su padre. Cuando Cronos te miraba, no podías adivinar si estaba a punto degolpearte o de contarte un chiste. Su barba también era perturbadora. Él era muy joven

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pero, ya se había dejado crecer el vello facial en una única púa que caía desde sumentón, como el pico de un cuervo.

Cuando cronos vio la guadaña, sus ojos centellaron. Deseaba poseer esa cuchilla dehierro. Comprendió cuánto daño sería capaz de hacer con el arma.

En lo que refería a matar a su padre — ¿Por qué no? Urano casi ni lo notaba.Tampoco Gaia. Sus padres posiblemente no recordaban su nombre. Cronos odiaba serignorado. Estaba cansado de ser el mas pequeño y de vestir esos estúpidos taparrabosde titanes. —Yo lo haré —repitió—. Yo cortaré a nuestro padre.

— ¡Mi hijo favorito! —alabó Gaia—. ¡Eres impresionante! ¡Sabía que podría contarcontigo! Emm… ¿Cuál de todos eras tú?

—Cronos. —Forzó una sonrisa. Oigan, por una guadaña, galletitas y la oportunidad dematar a alguien, Cronos era capaz de ocultar sus sentimientos—. Estoy honrado depoder matar para ti, madre. Pero, voy a hacerlo a mi manera. Quiero que engañes aUrano para que te visite. Dile que lo sientes. Dile que todo ha sido tu culpa y que vas acocinarle una cena especial para redimirte. Sólo has que venga esta noche y actúacomo si aún lo amaras.

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—Ew —musitó Gaia—. ¿Estás loco?

—Sólo pretende —insistió—. Lo atacaré cuando tome forma humana y se siente a tulado. Necesitaré ayuda.

Se volteó hacia sus hermanos, que aparentemente sintieron un repentino interés en suspies. —Chicos —dijo Cronos—, si esto no funciona, Urano va a tomar venganza sobretodos nosotros. No podemos cometer ningún error. Necesito que cuatro de ustedes losostengan para asegurarnos que no escape hacia el cielo antes que yo lo mate.

Los demás titanes se mantuvieron en silencio. Probablemente estuvieran intentandoimaginarse a su pequeño hermano Cronos intentando atacar a su gran y violento padre;no veían ninguna posibilidad de triunfar.

— ¡Vamos! —chilló Cronos—. Yo me encargaré de descuartizarlo. Cuatro de ustedesestarán reteniéndolo. Cuando yo sea rey, recompensaré a esos cuatro. Le daré a cadauno de ellos un rincón de la tierra para gobernar —norte, sur, este y oeste. Es unaoportunidad única en la vida ¿Quién está conmigo?

Las chicas eran demasiado astutas como para formar parte del plan. Se excusaron yabandonaron el lugar. El mayor de los titanes, Océano, se mordió el pulgar, nervioso.—Yo tengo que regresar al mar, para hacer… algunas cosas acuáticas, lo siento.

Eso solo dejaba a cuatro de los hermanos. Ceo, Jápeto, Crío y Hyperion. Cronos lessonrió. Tomó la guadaña de manos de Gaia y probó el filo de la punta, pinchando supropio dedo hasta que una gota de sangre dorada emanó. —Entonces, cuatrovoluntarios ¡genial!

Jápeto se aclaró la garganta. —Emm… en realidad.

Hyperion le dio un codazo a Jápeto. —Estamos contigo —prometió—. Puedes contarcon nosotros.

—Excelente —dijo Cronos. Esa fue la primera vez en la historia que un genio malignodijo “excelente”3. Cronos les explicó el plan.

3 Referencia a personajes como Mr. Burns de Los Simpsons.

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Esa noche, increíblemente, Urano apareció. Caminó por el valle donde solíaencontrarse con Gaia hasta que vio la imponente cena que descansaba sobre una mesa.—Recibí tu nota ¿Enserio quieres disculparte?

—Absolutamente. —Gaia llevaba su mejor vestido verde, sin mangas. Su cabelloenrulado estaba adornado con joyas (que le resultaban fáciles de obtener, siendo lamadre tierra). Olía a rosas y jazmín. Se reclinó sobre un sofá bajo la tenue luz de unasvelas e invitó a su marido a acercársele.

Urano se sintió mal vestido con su taparrabos. No se había cepillado el cabello ninada. Su piel de noche era oscura y estaba cubierta de estrellas pero, probablementeeso no contaba como una “corbata negra” para una cena elegante. Comenzó a pensarque debería, al menos, haberse lavado los dientes.

¿Sospechaba? No lo sé. Recuerden, nadie en la historia del cosmos habíadescuartizado a alguien aún. Él iba a ser el primero. Además, se sentía solo paseandopor el cielo. Su única compañía eran las estrellas, el dios del aire, Éter (quien era, dehecho, un cabeza hueca) y Nyx y Hemera, madre e hija, quienes discutían todos losamaneceres y atardeceres.

—Entonces, —las manos de Urano sudaban. Había olvidado que tan bella era Gaiacuando no le estaba gritando— ¿Ya no estás enfadada?

—Para nada —aseguró ella.

—Y… ¿estás de acuerdo con todo eso de encadenar a nuestros hijos y tirarlos alabismo?

Gaia presionó sus dientes con fuerza y forzó una falsa sonrisa. —Puedo aceptarlo.

—Bien —dijo Urano—, porque esos chicos eran realmente HORRIBLES.

Gaia palmeó el sofá. —Ven, siéntate conmigo, mi querido esposo.

Urano se acomodó a su lado. Tan pronto como se sentó, Cronos susurró desde detrásde una roca—: ¡Ahora!

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Sus cuatro hermanos saltaron desde sus escondites. Crío se había disfrazado dearbusto. Ceo había cavado un hoyo para sí mismo y lo había cubierto con ramas.Hyperion se había acomodado detrás del sofá (era un sofá enorme) y Jápeto intentabaverse como un árbol, con sus brazos como ramas. Por algún extraño motivo, habíafuncionado.

Los cuatro titanes atraparon a Urano. Cada uno lo sostuvo de un brazo o una pierna,manteniéndolo recostado con el rostro contra el suelo. Cronos emergió de las sombras.Su guadaña de hierro brillaba bajo las estrellas. —Hola, padre.

— ¿Qué significa esto? —protestó Urano—. ¡Gaia, diles que me suelten!

— ¡Ja! —Gaia se puso de pie—. No tuviste compasión de nuestros hijos, mí queridoesposo; tú tampoco mereces compasión. Además ¿Quién se pondría un taparrabos parauna cena elegante? ¡Estoy decepcionada!

Urano se retorció, en vano. — ¿Cómo se atreven? ¡Soy el rey del cosmos!

—Ya no. —Cronos alzó la guadaña.

— ¡Ten cuidado! Si haces esto, emm… ¿Cuál era tu nombre?

— ¡CRONOS!

—Por hacer esto, Cronos —dijo Urano—, ¡te maldigo! Un día, tus propios hijos tedestruirán y tomarán el trono, de la misma forma que estas haciéndolo tú, en estemomento.

Cronos rió. —Déjales intentarlo.

Dejó caer la guadaña. Cortó a Urano justo en… bueno ¿Saben qué? No tengo el valorde decirlo. Si son hombres, imaginen el lugar más doloroso donde puedan lastimarte.

Exactamente. Justo allí.

Cronos siguió cortando mientras Urano aullaba de dolor. Fue algo así como la másasquerosa escena de una película de terror de bajo presupuesto que puedan imaginarse,con sangre por todos lados. —Con la diferencia de que la sangre de los dioses esdorada, y se llama Icor.

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Algunas gotas se derramaron sobre rocas cercanas. Era una sustancia poderosa y,cuando nadie estaba viendo, algunas criaturas surgieron del Icor. — tres siseantesdemonios alados llamados Furias, los espíritus del castigo que, inmediatamente,volaron hacia la oscuridad del Tártaro. Otras gotas de sangre celestial cayeron sobretierra fértil, de donde nacieron salvajes pero gentiles criaturas llamadas ninfas ysátiros.

En realidad, había sangre de todos lados. En serio, esas manchas nunca pudieron serlimpiadas de la camisa de Cronos.

—Bien hecho, hermanos —Cronos gritó, sonriendo de oreja a oreja, Su guadañachorreaba gotas doradas. Jápeto se sentía enfermo. Los demás reían y se palmeaban lasespaldas.

—Oh, mis niños —dijo Gaia—. Estoy tan orgullosa de ustedes ¡Haré galletas yponche para todos!

Antes que la celebración comenzara, Cronos reunió los restos de su padre y losenvolvió con el mantel. Quizás, resentido por la cobardía de su hermano Océano,Cronos arrojó el paquete al mar. La sangre se mezcló con el agua y, bueno… ustedesse imaginan lo que ocurrió.

Ahora seguro me preguntaran “Bueno, si mataron al cielo ¿Por qué cuando alzo lavista aun puedo verlo?”

Respuesta: no tengo idea.

Supongo que Cronos mató únicamente la forma física de Urano. Entonces, la partecelestial del cielo no puede aparecerse más sobre la tierra y reclamarla. Prácticamentelo exiliaron al aire. Por lo tanto, no está exactamente muerto pero, ya no puede hacernada mas que actuar como un inofensivo domo cernido sobre el mundo.

Como sea. Cronos regresó al valle y los titanes estaban celebrando con una fiesta.Gaia nombró a Cronos “Señor del universo”. Lo convirtió en una figura dorada decoleccionista, con corona de oro y todo.

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Cronos mantuvo su promesa y entregó a los cuatro titanes que ayudaron un rincón dela tierra. Jápeto se convirtió en el titán del oeste. Hyperión obtuvo el este. Ceo tomó elnorte y Crío el sur.

Esa noche, Cronos alzó una copa de néctar, que es la bebida preferida de todos losinmortales. Intentó mostrar una sonrisa confiada, como cualquier otro gobernante,aunque, en el interior, le preocupaba la maldición de Urano —que algún día sus hijoslo destronarían.

A pesar de eso, gritó—: ¡Disfruten, mis hermanos! ¡Hoy comienza una Era de Oro!

Si les gustan las mentiras, robos, traiciones y canibalismo, entonces, sigan leyendoporque, esta fue, definitivamente, la era de oro de todo aquello.

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La era de oro del canibalismo

L PRINCIPIO, CRONOS NO ERA TAN MALO. Tuvo que esforzarse paraconvertirse en un asqueroso líder sin escrúpulos.

Liberó del Tártaro a los cíclopes y a los centímanos, alegrando a Gaia. Losgrandotes eran útiles. Habían pasado mucho tiempo en el abismo, aprendiendo a forjarmetales y trabajar la piedra (supongo que no tenían nada mejor que hacer allá abajo) y,para demostrar su gratitud, le construyeron a Cronos un enorme palacio en la cima delMonte Otris que, en ese entonces era la montaña más alta de Grecia.

El palacio estaba hecho de reluciente mármol negro. Altísimas columnas y vastossalones resplandecían bajo la luz de antorchas mágicas. El trono de Cronos loesculpieron de un bloque de obsidiana, adornado con oro y diamante—sé que suenaimpresionante pero, posiblemente fuera incómodo. A Cronos le daba igual. Se podía

A

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sentar allí todo el día, inspeccionando el mundo debajo de él mientras decía en tonomaligno “¡Mío! ¡Todo es mío!”.

Sus hermanos titanes no discutían con él; ya se habían adueñado de sus territoriospreferidos —además, luego de haber visto a Cronos blandiendo la guadaña, no queríanhacerlo enfadar.

A eso de ser rey del cosmos Cronos le sumó el convertirse en titán del tiempo. Nopodía aparecerse en cualquier época como Doctor Who ni nada de eso, pero era capazde ralentizar o acelerar el tiempo. Cuando te encuentras en medio de una claseincreíblemente aburrida que parece no terminar jamás, culpa a Cronos. O cuando tu finde semana se siente muy corto, eso también es culpa suya.

El titán estaba interesado especialmente en lo que respecta al poder destructivo deltiempo. Él no podía creer lo que unos pocos años hacían a los mortales. Paradivertirse, solía viajar alrededor del mundo, acelerando la vida de árboles, plantas yanimales, viendo como se marchitaban y morían. Nunca se aburría de hacer eso.

En lo que a sus hermanos respecta, los cuatro que lo ayudaron a asesinar a Uranorecibieron los rincones de la tierra —lo que es raro, ya que los griegos creían que elmundo era un circulo chato, como un escudo, sin esquinas. Pero, da igual.

Crío era el titán del sur. Adoptó el cuerno como su símbolo, ya que la constelación deTauro brillaba en el cielo del sur. Su armadura era de color azul marino, adornada conestrellas. Los cuernos de su armadura sobresalían del yelmo. Crío era oscuro ysilencioso. Podía pararse en el extremo sur del mundo, observando las constelacionesy pensando profundamente — o, quizás, simplemente pensaba en conseguir un mejorempleo.

Ceo, el titán del norte, vivía en el lado opuesto del mundo (obviamente).

A veces lo llamaban Polo, porque controlaba el polo norte. Esto fue mucho antes queSanta Claus se mudara allí. Ceo fue el primer titán en obtener el don de la profecía. Dehecho, Ceo significa “pregunta”. Podía hacerle preguntas al cielo y, a veces, el cieloles susurraba las respuestas. ¿Aterrador? Sí. No sé si se comunicaba con el espíritu deUrano o qué, pero sus predicciones eran muy útiles y los otros titanes comenzaron ahacerle preguntas estúpidas como: ¿Cómo estará el clima el sábado? ¿A quién matará

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Cronos hoy? ¿Que debería lucir en la fiesta que organiza Rea? Ya saben, ese tipo decosas. Eventualmente, Ceo le transmitió el don de la profecía a sus hijos.

Hyperion, titán del este, era el más llamativo de los cuatro. Dado que la luz del díaaparece por el este cada mañana, él se llamó a sí mismo “Señor de la luz”. A susespaldas, todos lo llamaban Cronolito porque hacia todo lo que Cronos le decía.

Como sea, Hyperion se vestía con una llamativa armadura dorada que era famosa porprenderse fuego esporádicamente. Era el alma de las fiestas.

En contrapartida, Jápeto era el más relajado. El titán del oeste. Un buen ocaso siemprete hace desear resguardarte del frío y descansar. A pesar de eso, no quisieran que estechico se enfadara con ustedes. Es un excelente luchador y sabe cómo usar una lanza.Jápeto significa, literalmente, “el perforador” y estoy seguro que no recibió esenombre por perforar orejas para colocarles pendientes a las niñas en el centrocomercial.

El último hermano, Océano, escogió dominar el agua que rodeaba al mundo. Ahoracomprenden por qué toda esa masa líquida se llama océano. Podría haber sido peor. SiJápeto hubiese dominado ese territorio, hoy en día hablaríamos de “Jápeto Atlántico”,“Jápeto Indico” y cosas así. Ahora lo entienden, no sonaría tan bien.

Antes de comenzar con las titanes femeninas, permítanme quitarme un último asuntode encima.

Verán, eventualmente estos titanes comenzaron a pensar cosas como “Oigan, papátenía a Gaia por esposa ¿Con quién podríamos casarnos nosotros?” entonces, mirarona sus hermanas y pensaron “Mmm…..”

Lo sé, lo sé. Seguramente están gritando “¡ESO ES ASQUEROSO! ¿Intentaroncasarse con sus hermanas?”

Sí. Yo también creo que es algo repugnante pero, piensen que los titanes no tenían elconcepto de una familia normal. Ellos ven las cosas de otro modo y, como ya les hedicho, las reglas de comportamiento eran más permisivas en esa época. Además, notenían muchas otras opciones. No existía una web del estilo encuentrauntitan.com parabuscar a tu alma gemela.

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Es importante recordar que los inmortales son diferentes a los humanos. Viven parasiempre, o algo así. Tienen poderes geniales. Tienen icor en vez de sangre y ADN, asíque no les molesta mezclarse con otros miembros de su familia. Por todo eso, no venel matrimonio entre hermanos como un problema. Si fueran inmortales, ustedes y sushermanos, a pesar de haber nacido de una misma madre, dejarían de ser hermanos alconvertirse en adultos. Al menos, esa es mi teoría. Sino, tal vez los titanes seansimplemente raros. Lo dejo a su criterio.

Volviendo al tema, no todos los titanes desposaron a sus hermanas. Sólo algunos.

La mayor era Tea. Si querías que te prestara atención, simplemente necesitabas poneralgo brillante frente a ella. Amaba las cosas brillantes y los paisajes escénicos. Cadamañana, bailaba felizmente ante la salida del sol. Trepaba a las montañas sólo paraadmirar el vasto paisaje. En ocasiones, excavaba para conseguir piedras preciosas queluego pulía con su magia. Tea es quien dio lustre al oro y chispas a los diamantes.

Ella se convirtió en la titán de la claridad. Porque su vida podía ser resumida comobrillos y destellos.

Se casó con Hyperion, señor de la luz. Podrán imaginarse que se llevaban demaravilla, aunque no comprendo cómo podían dormir con Hyperion brillando toda lanoche y Tea murmurando “¡Brilla! ¡Brilla!”

¿Qué pasaba con su hermana Temis? Era totalmente diferente. Una mujer tranquila ypensativa que nunca intentó llamar la atención. Se vestía siempre con un largo mantoblanco que cubría incluso su cabello. Desde pequeña supo distinguir entre lo bueno ylo malo, comprendiendo el concepto de justicia. Si alguna vez dudaba, pedía consejo ala tierra. Sinceramente, no creo que se refiriese a Gaia. Esa señora no tiene ni idea delo que es bueno o malo.

Como sea, Temis tenía muy buena reputación entre sus hermanos. Solía mediar en lospeores argumentos. Se convirtió en la titán de las leyes de la naturaleza. No se casócon ninguno de los otros titanes. Eso demuestra cuán sabia era.

Tercera hermana: Tetis. Prometo que es la última cuyo nombre empieza con “T”porque, hasta a mí me confunden. Ella amaba los ríos, las aguas termales y cualquiertipo de agua que fluyese naturalmente. Era muy amable y siempre ofrecía a sus

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hermanos algo para beber. Aunque a los demás les molestaba que ella siempre lesdijera que necesitaban veinticuatro grandes vasos de agua por día para nodeshidratarse. Tetis se consideraba a sí misma la enfermera del mundo, ya que todo serviviente requería agua. Se casó con Océano, un descerebrado. Imagino que habrá sidoalgo así como “Oye ¿Te gusta el agua? ¡A mí también! ¡Deberíamos casarnos!”

Febe, la cuarta hermana, vivía en el centro geográfico del mundo que, para los griegosse traducía como El Oráculo de Delfos — aguas termales sagradas donde podías oírvoces susurrándote el futuro, siempre y cuando estuvieses dispuesto a escucharlas. Losgriegos se referían a este sitio como “ónfalo”, lo que literalmente significa “el ombligodel mundo”. Pero nunca especificaron si era un ombligo sobresaliente o hundido.

Febe fue la primera en comprender el método para escuchar voces en el oráculo. Pero,ella no era de esas sombrías y misteriosas adivinas. Su nombre significa “brillo” yFebe siempre veía el lado positivo de las cosas. Sus profecías eran como galletas de lafortuna —sólo cosas buenas. Eso estaba bien, creo, si no querías escuchar las malasnoticias. Ahora bien, si tu intención era saber algo así como “¿Voy a morir mañana?”ella te contestaría “Oh, yo preveo que no tienes que preocuparte por el próximoexamen de matemática”.

Febe se casó con Crío, el tipo del norte que también había recibido el don de laprofecía. Desafortunadamente, se veían poco ya que vivían muy lejos. Bonus: muchodespués, el nieto de Febe, un hombre llamado Apolo, se apoderó del oráculo ya quetambién había heredado el don. A veces a Apolo le decían Febo Apolo.

La hermana titán numero cinco era Mnemosina — con mi dislexia tuve que escribireso como veinte veces hasta que me quedó bien; y quizás aún está mal. Estoy seguroque se pronuncia algo así como NEMO-sina. Ella había nacido con memoriafotográfica, mucho antes que alguien supiera lo que era una foto. Enserio, se acordabade todo— los cumpleaños, la tarea, sacar la basura, alimentar al gato. En cierto modo,era algo bueno. Se hacia cargo de los datos familiares y jamás olvidó nada. En otrosentido, tenerla cerca era una molestia ya que se la pasaba recordándote cosas. ¿Hasolvidado ese momento vergonzoso de cuando tenías ocho años? Ella se acordaba. ¿Yel préstamo que te dio hace cientos de años y nunca le pagaste? Se acordaba. La peorparte es que Mnemosina esperaba que todos tuvieran su memoria. Para ayudar a sushermanos, inventó letras y escritura para que los pobres cabezas huecas pudieran

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anotar cosas importantes. Mnemosina se convirtió en la titán de la memoria,especialmente de la memorización. La próxima vez que tengas que estudiar para unexamen de gramática o de geografía (de esos donde tienes que aprender los cincuentaestados y sus capitales), agradézcanselo a ella. Estoy seguro que fue su idea.

Nadie quiso casarse con Mnemosina. Imagínense el motivo.

Finalmente, hemos llegado a la hermana numero seis: Rea. Pobre Rea, era la masdulce y hermosa de las titanes. Lo que claramente significa que su suerte era pésima ysu vida muy dura. Su nombre significa “fluir” o “aliviar”. Cualquiera de lasdefiniciones sirve. Rea siempre fluía con la corriente y aliviaba a los demás.Deambulaba por los valles de la tierra, visitando a sus hermanos y hermanas, hablandocon ninfas y sátiros que habían nacido de la sangre de Urano. Rea amaba a losanimales. Su favorito era el león. Si buscan imágenes de Lea, casi siempre estárodeada de leones. Asumo que se sentía segura caminando, incluso, en los peoresvecindarios.

Rea se convirtió en la titán de la maternidad. Adoraba a los bebes y ayudaba a sushermanas a cuidarlos. Eventualmente la apodaron Gran Madre cuando tuvo suspropios hijos. Desafortunadamente, para eso había tenido que casarse. Allícomenzaron sus problemas. Todo iba bien hasta que ¿Qué pudo haber pasado? Gaiapensó lo siguiente: le encantaba ver a sus hijos dominando el mundo y había decididoretirare a la tierra y descansar. Había tenido ya dieciocho hijos. Merecía el descanso.Confiaba en que Cronos se encargaría del asunto y seria un buen rey por siempre (si,seguro). Conforme con lo que sucedía en la superficie, Gaia se tomó una siesta que, entérminos geológicos duro un par de milenios.

Mientras tanto, los titanes habían comenzado a tener sus propios hijos que eran lasegunda generación de titanes. Océano y Tetis, Sr. y Sra. Agua, tuvieron una hijallamada Climent, diosa de la fama. Supongo que se interesó por los famosos porquecreció en medio del mar donde no sucedía absolutamente nada. Lo único que podíahacer era leer revistas y ponerse al tanto de las novedades de Hollywood… o lo habríahecho, si Hollywood existiera. Al igual que los adolescentes obsesionados con lafama, ella se fue al oeste, enamorándose del titán que dominaba aquel territorio,Jápeto. Sí, ya se. Técnicamente era su tío. Desagradable pero, como dije antes, lostitanes eran diferentes. Les recomiendo no darle muchas vueltas al asunto.

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Entonces, Jápeto y Climent tuvieron un hijo llamado Atlas, un excelente luchador ytambién un patán. Cuando creció, se convirtió en la mano derecha de Cronos y en sugeneral.

Luego, Jápeto y Climene tuvieron un hijo llamado Prometeo, quien era casi taninteligente como Cronos. Según algunas leyendas, Prometeo inventó un tipo de serviviente inferior del que deben haber oído hablar —humanos. Un día, Prometeo estabaaburrido junto al río, construyendo cosas con arcilla y esculpió un par de figuras deaspecto chistoso que se parecían a los titanes pero, más frágiles. Tal vez, algo desangre de Urano se había mezclado con esa arcilla o, quizás, Prometeo sopló vida enlas figuras— No lo sé. Pero las figuras de arcillas cobraron vida y se convirtieron enlos primeros seres humanos.

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¿Le dieron una medalla por eso? Nah. Los titanes veían a los humanos de la mismaforma que nosotros vemos a los hámsteres. Algunos titanes, sin embargo, creyeron quelos humanos eran adorables, aunque morían muy rápido y no servían para nada. Otrostitanes pensaban que los humanos eran repulsivos. Algunos no les prestaban atención.Mientras tanto, los humanos se escondían en cuevas e intentaban no ser pisados.

Los grandes titanes continuaron teniendo bebés titanes. No los nombraré a todos. SI lohiciera, podríamos estar aquí tanto tiempo como la siesta de Gaia. Sin embargo, Crío yFebe, la pareja de las profecías, tuvo una niña llamada Leto, quien se convirtió en laprotectora de los pequeños. Algo así como la primera niñera de la historia. Todos lostitanes que eran padres la amaban.

Hyperion y Tea, Sr. y Sra. Brillantes, tuvieron gemelos llamados Helio y Selene. Ellosestaban a cargo del sol y la luna. Tiene sentido ¿No? Es imposible brillar tanto comoesa familia.

Helio conducía su carruaje llevando al sol a través del cielo cada día, incluso si esosumaba muchas millas al vehículo. Helios se consideraba un hombre ardiente y teniael mal habito de llamar a su carruaje de sol “el imán de chicas”.

Selene no era tan llamativa. Conducía su carro de luna a través del cielo durante lanoche. Le gustaba la soledad aunque, una vez se enamoró. Ese fue el romance mástrágico de la historia. Pero lo cuento más tarde.

Un titán en particular no quería casarse ni tener hijos, Cronos, el rey del cosmos. Él sesentaba en su trono del palacio en el Monte Otris, de mal humor, viendo como losdemás eran felices.

¿Recuerdan esa maldición de Urano que decía que, algún día, los hijos de Cronos lotraicionarían? Bueno, Cronos no podía sacarse la idea de la cabeza.

Al principio, pensó que sería fácil y se dijo a sí mismo: “Simplemente no me casaré nitendré hijos”. Pero es doloroso estar solo cuando todos tus hermanos están formandohermosas y felices familias. Cronos había ganado el trono justamente pero, esamaldición arruinaba el orgullo de haber matado a su padre. Ahora, debía preocuparsepor no ser destronado mientras el resto de los titanes disfrutaban de la vida. Injusto.

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Sus parientes ya no lo visitaban. Desde que mamá Gaia estaba durmiendo, la cenafamiliar de los domingos había sido cancelada. Todos ponían excusas, decían estarocupados. Cronos sospechaba que todos le temían, lo cual no era extraño. El chicotenía el temperamento y la crueldad de su padre, la guadaña era intimidante y solíagritar “¡Los mataré a todos!” cada vez que se enojaba. No era culpa suya.

Una mañana, Cronos se despertó sobresaltado. Había un cíclope martillando broncejusto fuera del palacio ¡A las siete de la mañana de un domingo!

El líder había prometido a su madre que liberaría a los cíclopes y a los centímanospero, eran realmente molestos y se volvían cada día más feos. Olían como pañalessucios, nunca se aseaban y se pasaban el día haciendo ruido —construyendo,martillando, golpeando piedras. Habían sido de utilidad a la hora de construir elpalacio pero, ahora simplemente molestaban.

Un día, Cronos llamó a Atlas, a Hyperion y a algunos otros de la pandilla. Rodearon alos cíclopes y a los centímanos. Les dijeron que iban a ir de paseo pero, losencadenaron y los devolvieron al Tártaro.

Si Gaia despertaba se enfadaría — ¿Y qué? Cronos era el rey de todo. Mamá tendríaque aceptar su decisión.

Las cosas estaban tranquilas en el palacio pero al rey le molestaba no poder tenernovia. Especialmente, a la chica que le gustaba. Secretamente, se había enamorado deRea.

Ella era hermosa. Cada vez que la familia titán se reunía, Cronos la observaba. Sinotaba que algún otro titán coqueteaba con ella, los amenazaba con su guadaña.

Cronos amaba la risa de Rea. Su sonrisa era mas brillante que el imán de chicas deHelios… quiero decir, que el carro del sol. El rey amaba como el cabello oscuro caíasobre los hombros de la chica. Sus ojos eran tan verdes como cualquier prado y suslabios… bueno, Cronos soñaba con besarla. Además, Rea era dulce y amable. Todosla amaban.

Cronos pensó: Si tuviera una esposa así, mi familia no me temería tanto. Vendrían alpalacio mas seguido y me ayudarían a ser un buen titán ¡La vida seria mucho mejor!

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Pero, otra parte de el pensó: No, no puedo casarme por culpa de esa estúpidamaldición.

Cronos estaba frustrado. Era el rey del maldito universo. Podía hacer lo que quisiera.Quizás Urano sólo intentaba asustarlo y no había ninguna maldición. A parte, quizásnunca tendría hijos a pesar de estar casado.

Nota mental: Si no quieres tener hijos, no te cases con la chica que es la diosa de lamaternidad.

El rey intentó contenerse pero, no pudo. Invitó a Rea a una cena romántica y leconfesó sus sentimientos. Esa misma noche, pidió su mano.

No sé si Rea amaba a ese tipo o no. Si no lo hacia, imagino que tendría mucho miedode rechazarlo. Es decir, Cronos era un asesino, después de todo— quien mató a supropio padre, el anterior rey del universo.

Si nunca ayudó a su imagen personal el tener la guadaña contra la pared, a su lado. Elhecho de verla brillar a la luz de unas velas habrá sido terrible para la pobre Rea.

Ella aceptó el compromiso.

Quizás Rea creyó que podría cambiar a su esposo. Tal vez Cronos también pensó quepodría convertirse en alguien mejor. No importa. La feliz pareja tuvo una linda luna demiel.

Un par de semanas mas tarde, cuando Cronos se entero que (sorpresa, sorpresa) Reaestaba embarazada, intentó convencerse de que todo estaba bien. Fue feliz. Él no seríaun mal padre como Urano lo había sido. No importaba si el bebé era niño o niña.Cronos amaría a sus hijos y olvidaría la vieja maldición.

Entonces nació. Una hermosa titán bebé. En secreto, Rea temía que el bebé pudiese serun cíclope o un centímano. Quizás Cronos también temía que eso ocurriera. Pero,NOP. La niña era perfecta. De hecho, quizás demasiado perfecta.

Rea la llamo Hestia. La envolvió en suaves sábanas y se la mostró a su orgullosomarido. Al comienzo, Cronos sonrió. La pequeña no era un monstruo — ¡dulce! Pero,al mirarla a los ojos notó que no era una titán. Era muy pequeña, aunque pesada y

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perfectamente proporcionada. Irradiaba poder. El rey entendía de tiempo y pudovislumbrar el aspecto de la niña al crecer. Ella sería más chica que un titán, pero capazde lograr grandes hazañas. Podría vencer a cualquier titán.

Hestia era una versión mejorada de los titanes —titán 2.0, la nueva generación. Dehecho, no era realmente titán, era una diosa —la primera de una nueva rama deinmortales. Al mirarla, Cronos se sintió como un celular viejo observando alsmartphone más moderno. Supo que sus días estaban contados.

El padre abandonó su sonrisa orgullosa. Esa niña no debía crecer, o la profecía deUrano se convertiría en realidad. Cronos tenía que actuar rápido. Sabía que Rea no lepermitiría matar a la niña (además, estaban esos estúpidos leones que la protegían).Tenía que deshacerse de Hestia inmediatamente.

Cronos abrió su boca —muy muy muy muy abierta. Más abierta de lo que nadiepodría. Su mandíbula parecía la de esas serpientes que se pueden comer una vaca. Sepuso a Hestia en la boca y la tragó.

Fue como: GULP. Se ha ido.

Como pueden imaginarse. Rea se sobresaltó.

— ¡Mi bebé! —gritó—. Tú, tú...

—Oh, perdón —se disculpó Cronos—. Fue un accidente.

Los ojos de Rea se llenaron de lágrimas. Gritó. Quería golpear a Cronos con suspropios puños y lanzarle a los leones, pero temía herir a la pequeña que estaba en elinterior del rey.

— ¡Escúpela! —demandó.

—No puedo. Mi estómago es muy poderoso. Cuando trago algo, no sale nunca más.

— ¿Cómo pudiste tragarte a tu hija? —le gritó Rea.

—Sobre eso… —Cronos intentó parecer triste—. Escucha, cariño. Las cosas nohubieran funcionado bien con esa niña.

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— ¿A qué te refieres?

—Hay una maldición —le contó la verdad—. Es decir, ¡vamos, cariño! La beba nisiquiera era titán, era problemática. El próximo bebé será mejor, lo sé.

Eso sonaba perfectamente razonable para Cronos, pero por algún motivo, Rea noparecía satisfecha. Enfureció.

Pensarías que Rea nunca lo perdonaría. Es decir, tu esposo se come al bebe como sifuera una hamburguesa. Una madre normal no lo perdonaría.

Sin embargo, la situación de Rea era complicada.

Para empezar, Cronos se trago a la bebé entera. Hestia, como sus padres, era inmortal.No podía morir, ni siquiera en el estómago de su padre ¿Asqueroso? Sí ¿Causaclaustrofobia? Seguramente ¿Fatal? No.

Hestia seguía viva y eso era suficiente consuelo para Rea quien se propuso hallar elmodo de rescatarla. Sabía que era posible aunque no tenía un plan. O podía usar fuerzafísica para lograrlo. Rea era una diosa gentil. Aunque intentara pelear, los titanes máspoderosos, como Hyperion y Atlas, ayudarían a Cronos. Tampoco podía arriesgarse aatacar con un cuchillo o con la guadaña porque podría herir al bebé.

Posiblemente ustedes estén pensando “Espera un minuto ¿Si la niña es inmortal porqué Rea teme lastimarla?” Verán, los inmortales pueden recibir heridas o sermutilados. Quizás no mueran pero, a veces, son incapaces de curarse completamente.Ya verán algunos ejemplos de esto más adelante.

Rea no quería arriesgarse a mutilar a su hija. Estar cortada en pedazos no es una buenaforma de pasar el resto de la eternidad. Tampoco podía divorciarse de Cronos. Eldivorcio no había sido inventado aún y, de todas formas, Rea no habría tenido el valor.No pueden culparla. Habrán notado que Cronos estaba un poco loco y Rea lo sabía,desde el día en que Urano fue descuartizado, cuando Cronos entró en la celebracióncon su ropa manchada de sangre diciéndole a sus hermanos “¡Que buen asesinato!¡Choquen los cinco!”

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Rea no podía escapar porque Cronos era el rey del mundo. Salvo saltase al Tártaro (nolo hizo). No tenía a donde ir. Lo mejor que podía hacer era quedarse donde estaba,pasar el tiempo y esperar hasta encontrar la forma de recuperar a Hestia.

Cronos intentó ser bueno con ella. Le compró regalos y organizó cenas románticas,como si eso pudiese eliminar lo del bebé que se había tragado.

Cuando el rey pensó que había pasado suficiente tiempo —tres o cuatro días— insistióen intentar tener más hijos.

¿El motivo? Quizás tenía un secreto deseo de muerte. Tal vez estaba tan obsesionadocon la maldición de Urano que quería comprobar si el próximo niño sería un titánnormal u otro de esos pequeños y poderosos mini dioses.

Rea tuvo otro bebé. Una niña incluso más adorable que la primera. La llamó Deméter.La madre tuvo esperanzas. Deméter era tan adorable que el corazón de Cronos secompadecería de ella, incapaz de verla como una amenaza.

El rey tomó a la niña en sus brazos y vio que se trataba de otra diosa. Su aura brillabacon más poder que la de Hestia. Era un problema con “P” mayúscula. Sin dudar, abrióla boca y se la tragó. A eso le siguieron los gritos de Rea y las disculpas de Cronos.

La madre deseaba llamar a sus leones pero, temía lastimar a ambas pequeñas. Si, séque deben estar pensando cuán grande es ese estómago. Hay dioses que son bastanteflexibles en cuanto a su tamaño. A veces son enormes, otras tantas tienen nuestraestatura.

Nunca estuve dentro del estómago de Cronos, gracias al cielo, pero me imagino quelas pequeñas inmortales se habrán encogido para no tener problemas. Siguieronmadurando, pero sin aumentar su tamaño. Eran como pequeños brotes enredándose,esperando florecer. Y rezando cada día para que Cronos no le pusiera salsa a su cena.

Pobre Rea. Cronos insistió en intentarlo nuevamente.

—El próximo niño será mejor —prometió—. No volveré a tragar un bebé.

¿El tercer bebé? también fue una niña. Rea la llamó “Hera” y fue la que menosparecido tenía con los titanes. Rea era simplemente demasiado buena como madre.

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Cada niña era más poderosa que la anterior. Rea no quería mostrársela a Cronos pero,tenia que hacerlo.

El padre debía sostener a los recién nacidos. Era una de esas leyes de la naturaleza queTemis había creado (También había una que prohibía comerse a tus propios hijos pero,Temis temía mencionársela a Cronos)

Entonces, Rea juntó suficiente coraje —mi señor, le presento a su hija, Hera.

GULP.

Está vez, Rea abandonó la sala del trono sin decir una sola palabra. Se sentíademasiado miserable. No podía creerlo. Se había casado con un mentiroso patológicoque era, además, un asesino y un caníbal come niños ¿podría empeorar esa situación?¡ESPEREN! también era el rey del universo y superpoderoso. Sí, las cosas podríanponerse peor.

Otras dos veces, Rea dio a luz. Hermosos bebés. El cuarto fue llamado Hades. Reacreyó que Cronos lo dejaría vivir en paz porque todo padre desea tener un niño conquien jugar a la pelota ¿No? No. Adentro y hasta el fondo del estómago.

El quinto también fue un niño, Poseidón. Misma historia. GULP.

Llegado este punto, Rea huyó del palacio. Gimió y lloró sin saber que hacer. Se acercóa sus hermanos y hermanas, sobrinos y sobrinas, cualquiera que la escuchara. Rogópor su ayuda. Algunos titanes le temían a Cronos (como Temis) y otros lo adoraban(como Hyperion), quien le dijo que dejara de lloriquear.

Finalmente, Rea visitó a su hermana Febe en el Oráculo de Delfos. Pero, ni siquiera eloráculo pudo darle consejo. Rea corrió al bosque más cercano, se arrojó al suelo ycomenzó a llorar. Repentinamente, escuchó el susurro de la tierra. Era la voz de Gaia,aún dormida. A pesar de estar soñando, no podía soportar escuchar llorar a su hija.

—Cuando tengas que dar a luz a tu próximo hijo —susurró— ve a Creta, allí teayudarán. El niño será diferente ¡Salvará a los demás!

Rea suspiró e intentó calmarse— ¿Dónde queda Creta?

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—Es una isla al sur— contestó la voz de Gaia—. Debes ir por el Mar Jónico hacia elsur, pasando Kalamata. Ahí doblas a la izquierda y... ¿sabes qué? No importa, laencontrarás.

Cuando la panza de Rea comenzó a crecer, respiró hondo e ingresó a la sala del trono—mi señor, viajaré a la isla de Creta y regresaré con el bebé —dijo.

— ¿Creta? ¿Por qué? —preguntó.

—Ehm…Bueno, sabes que Crío y Febe pueden ver el fututo ¿Verdad?

—Sí…

—No quiero arruinar la sorpresa pero, ellos profetizaron que nuestro hijo nace enCreta, nada malo ocurrirá y seremos felices con nuestro pequeño titán —mintió.

Cronos dudó. Sospechaba pero seguramente pensó: Oigan, ya me comí a cinco de mishijos y Rea sigue a mi lado. Si realmente quisiera vengarse ya lo habría hecho hacetiempo. Plus, sus pensamientos estaban debilitándose. Tenía cinco pequeños dioses ensu estómago, peleando por obtener más espacio. Cronos se sentía siempre como sihubiese comido una gran cena y necesitara tomar una siesta.

Es decir, cinco dioses en un solo estómago. Seguramente estaban deseando que supadre se tragara un mazo de cartas o un tablero de Monopolio.

— ¿Me traerás al bebé inmediatamente? —preguntó Cronos, mirando a Rea condesconfianza.

—Por supuesto.

—Entonces, vete ¿Dónde está Creta?

—No estoy segura —admitió Rea—. Pero la encontraré.

Lo logró. Una vez allí, se encontró con amigables ninfas que la ayudaron porquetambién habían oído la voz de Gaia. Llevaron a Rea a una cueva escondida en la basedel Monte Ida. Un arroyo pasaba cerca, por lo que Rea tendría siempre agua fresca ycomida del bosque.

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Sí, lo sé. Los inmortales prefieren alimentarse con néctar y ambrosia pero, cuandoestán en apuros, pueden comer otras cosas. Ser un dios no sería divertido si nopudieses saborear una pizza ocasionalmente.

Pasado algún tiempo, Rea dio a luz a un niño. Era el mas hermoso y perfecto hasta elmomento. Lo llamó Zeus que, dependiendo a quien le preguntes, puede significar“cielo” o “resplandor” o, simplemente “ser vivo”. Personalmente, opto por la última.Creo que Rea puso toda su esperanza en este niño —para mantenerlo con vida yalejado de estómagos hostiles.

Zeus comenzó a llorar, tal vez, al sentir la ansiedad de su madre. El sonido hizo eco enla cueva y alcanzó el mundo entero — tan fuerte que todos, incluyendo Gaia, supieronque el bebé había nacido.

—Genial —murmuró Rea, con sarcasmo—. Prometí regresar inmediatamente. Es horade que Cronos trague bebés.

El suelo de la cueva tembló. Una larga piedra surgió de la tierra —una suave rocaovalada, del mismo peso y tamaño que el niño.

Rea no era estúpida. Sabía que eso era un regalo de Gaia. Normalmente, ningunamujer se alegrara si su madre le regala una roca, pero Rea comprendió el motivo.Envolvió la roca en mantos y le entregó el bebé a las ninfas para que lo cuidasen.Simplemente esperó que, una vez en el palacio, aquel señuelo funcionara.

—Vendré de visita con la mayor frecuencia posible —prometió a las ninfas—.¿Podrían cuidar al bebé?

—No te preocupes —dijo Nedea, una de las ninfas—. Lo alimentaremos con miel yleche de cabras inmortales. Así, las ninfas trajeron a Amaltea, la cabra capaz deproducir excelente leche mágica en varios sabores que incluían: descremada, chocolatey especial para bebés.

—Esa es una cabra interesante pero ¿Por qué llora el bebé? —Rea estaba preocupada.Cronos tiene excelente oído y sospechará.

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Nedea ya había pensado en ello. Se dirigió a la entrada de la cueva y llamó a Gaia —Oh, Gaia. Sé que estás durmiendo y todo eso. Perdón por molestarte, pero nos vendríabien un poco de ayuda para cuidar a este niño. Preferentemente ayuda ruidosa.

La tierra tembló. Tres ayudantes emergieron, nacidos de la tierra y contagiados consangre de Urano (como dije antes, esa cosa está en todos lados). Los nuevos seres eranaltos y parecían humanos. Estaban vestidos con pieles, plumas y cuero, como si sedirigiesen a un festival primaveral en el bosque de la lluvia. Iban armados con escudosy lanzas que le daban el aspecto de cazadores, no de enfermeros.

— ¡SOMOS LOS CORIBANTES! —gritó uno—. ¡HEMOS VENIDO AAYUDARLOS!

—Gracias —murmuró Rea—. ¿Es necesario que griten tanto?

—ESTA ES MI VOZ MÁS SUAVE— gritó el guerrero.

Zeus comenzó a llorar una vez más. Los tres coribantes iniciaron una especie de danzatribal, agitando sus lanzas y escudos y gritando. Eran tan ruidosos que nadie podía oíral bebé. Por algún motivo, a Zeus le gustó aquel horrendo sonido y se quedó dormidoen brazos de Nedea.

—Está bien —admitió Rea, aturdida—, parece que tienen la situación bajo control. —Tomó la piedra en brazos—. Deséenme suerte.

De regreso en Monte Otris, Rea entró a la sala del trono con el falso bebé. Leaterrorizaba pensar que su plan podría fallar. Al menos, sabía que, luego de pasartantos años casada con Cronos, había aprendido a ser una buena actriz.

Se acercó al rey caníbal y gritó— ¡Este es el mejor bebé hasta el momento! Un fuertepequeño llamado, uh, Rocky4 ¡Tan poderoso que seguramente lo tragarás!

44 Juego de palabras. Rocky en inglés significa roca.

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Cronos estaba decepcionado. Honestamente, no tenía ganas de tragarse otro dios pero,él era el rey y debía hacer lo que cualquier otro rey en su lugar haría.

—Lo siento cariño —dijo—, sabes cómo es eso de la profecía.

— ¡Te odio! —contestó Rea— Urano era un padre horrible pero, al menos no nostragó.

Cronos se enfadó— ¡Dame el maldito bebé!

— ¡No!

Cronos rugió y abrió su gran mandíbula — ¡AHORA! — sin siquiera mirar alsupuesto niño, se tragó la piedra. El plan de Rea había funcionado.

En el estómago del rey, cinco jóvenes dioses oyeron lo que sucedía.

— ¡En camino! — gritó Poseidón cuando notó que algo se aproximaba desde elesófago.

Los chicos se acomodaron para hacerle lugar a su hermano — Rocky aterrizó enmedio de ellos.

— ¡Esto no es un bebé! —notó Hades—. Parece una roca.

Mientras tanto, en la sala del trono, Rea armó un escándalo con el que podría ganarseel premio Oscar a la mejor actriz. La reina gritó y pataleó, insultando a Cronos entodos los idiomas que conocía.

— ¡RO-O-CCCKY! —gritó con desesperación— ¡NO-O-O-O-O-O-O-O!

A Cronos comenzó a dolerle el estómago. —Ese niño me cayó pesado ¿Con qué loestabas alimentando?

— ¿A quién le importa? —contestó Rea—. No volveré a tener hijos contigo.

El rey consideró que eso era una buena idea. Estaba lleno.

Rea salió corriendo del palacio, gritando, y su esposo simplemente la observó.

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El palacio tuvo paz. Cronos estaba convencido de haber superado la maldición deUrano. Ninguno de sus hijos seria capaz de traicionarlo. Él podía controlarlos. Cronosera el rey del cosmos y nunca sería desplazado.

Mientras, Rea comenzó a frecuentar el Monte Ida. Su bebé estaba creciendo, y ellaamaba contarle horribles historias sobre su malvado padre y los cinco niños que habíatragado.

Como saben, cuando Zeus alcance cierta edad, habrá una pelea familiar de grandesproporciones. Si esperan que Cronos y sus titanes terminen “felices para siempre”, lesrecomiendo que dejen de leer. En el próximo capítulo, Zeus se torna nuclear.

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Los olímpicos patean

algunos traseros

eus tuvo una buena infancia en el Monte Ida. Pasó sus días brincando por elcampo con ninfas y sátiros, aprendiendo a luchar con sus amigos ruidosos, losCoribantes. Comía hasta hartarse de miel y leche de cabra mágica (¡ñam!), y

por supuesto, nunca iba a la escuela, porque la escuela todavía no había sidoinventada.

En el momento en que era un dios joven adulto, se había convertido en un chico debuena apariencia, todo bronceado y alto del tiempo que pasaba en el bosque y en laplaya. Tenía el cabello negro y corto, su barba bien recortada y ojos azules como elcielo, aunque podrían nublarse a fuego bastante rápido cuando se enfadaba.

Un día su madre, Rea, vino de visita en su carruaje tirado por leones.

—Zeus —dijo—, necesitas un trabajo de verano.

Z

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Zeus se rascó la barba. A él le gustaba la palabra verano. No estaba tan seguro de lapalabra trabajo.

— ¿Qué tienes en mente?

Los ojos de Rea brillaban. Ella había estado planeando su venganza contra Cronosdurante mucho tiempo. Ahora, viendo a su hijo tan confiado, fuerte y guapo sabía queel tiempo había llegado.

—Hay una vacante en el palacio para coperos —dijo ella.

—Pero no tengo experiencia llevando copas —dijo Zeus.

—Es fácil —prometió Rea—. Cada vez que el rey Cronos pida de beber, se lo llevas.La paga no es grande, pero el trabajo tiene buenos beneficios secundarios, comoderrocar a tu padre y convertirte en señor del cosmos.

—De acuerdo ―dijo Zeus—. ¿Pero Cronos no me reconocerá como un dios?

—He estado pensando en eso —dijo Rea—. Tus hermanos han sobrevivido en elestómago de Cronos todos estos años y, como tú, están totalmente grandes ahora. Esosignifica que deben tener el poder de cambiar su tamaño y forma. Tú deberías tenerese poder, también. Ve si puedes hacer que te vean menos dios, más...Titánesco.

Zeus lo pensó. Él ya había descubierto su capacidad para cambiar de forma.

Una vez, había asustado a sus ninfas cuidadoras transformándose en un oso. En otraocasión había ganado una carrera a pie contra algunos sátiros transformándose enlobo. Los sátiros afirmaron que había hecho trampa, pero definitivamente no fuecierto. Fue una carrera a pie. Los lobos corren en sus pies. No es como si se hubieraconvertido en un águila (lo cual también podía hacer).

El único Titán que Zeus había visto de cerca era a su madre, pero sabía que los Titaneseran generalmente más grandes que él. Ellos no irradian energía como él lo hacía.Ellos despedían un ambiente ligeramente diferente —más violento y áspero.

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Se imaginó a sí mismo como un Titán. Cuando abrió los ojos, era más alto que sumamá por primera vez. Se sentía como si hubiera dormido mal después de un día muyduro estrangulando a sus enemigos.

— ¡Bien hecho! —dijo Rea—. Ahora, vamos a ir a tu entrevista de trabajo.

Cuando Zeus vio el Monte Otris por primera vez, se quedó boquiabierto. El palacioera enorme. Sus relucientes torres negras se elevaban por las nubes como dedoscodiciosos aferrándose a las estrellas.

La fortaleza estaba destinada a inspirar miedo. Zeus se fijó de eso inmediatamente.Pero también lucía solitario y triste, no era un lugar divertido para ser rey. Zeusdecidió que si él alguna vez tenía su propio lugar, sería mucho más impresionante queOtris. No iría tan fuerte con la apariencia del "Señor de la Oscuridad". Su palacio seríabrillante, un blanco cegador.

Una cosa a la vez, se dijo. Primero tengo que ser copero.

Rea acompañó a su hijo al salón real, donde el antiguo rey Caníbal dormía en su trono.Los años no habían sido amables con Cronos. Era irónico, ya que él era el señor deltiempo. No había envejecido, exactamente, pero parecía cansado y apático. Pisarhumanos ya no lo hacía reír como antes, a pesar de sus tiernos y pequeños gritos.

Había engordado por comer y beber tanto. Los cinco dioses en su estómago noayudaban. Se habían hecho más grandes y más pesados en los últimos años. Tratabanconstantemente de escapar trepando por la garganta de Cronos. Sus intentos notuvieron éxito, pero le dieron a Cronos un terrible reflujo ácido.

Rea se acercó al trono.

—Mi señor, traje a alguien para que lo conozca.

Cronos resopló y abrió los ojos.

— ¡No estaba dormido! ―Parpadeó ante el apuesto joven Titán que estaba de piedelante de él—. ¿Quién...?

El joven inmortal hizo una profunda reverencia.

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— Soy Zeus, mi señor.―Zeus había decidido utilizar su verdadero nombre, porque¿por qué no? Cronos nunca lo había oído—. Me gustaría ser su copero.

Cronos estudió la cara del recién llegado. Había algo en él que le parecía vagamentefamiliar. El brillo de sus ojos, la forma torcida en la que sonreía. Por supuesto, todolos Titanes estaban relacionados. Tal vez eso era todo. Cronos tenía muchas sobrinas ysobrinos actualmente, no podía llevar la cuenta de todos ellos. Sin embargo,encontraba a este joven inquietante....

Miró a su alrededor, tratando de recordar exactamente quién le había presentado alchico, pero Rea ya se había desvanecido entre las sombras. El estómago de Cronosestaba demasiado lleno y sus pensamientos eran demasiado lentos para sospechardurante un largo tiempo.

—Bueno ―le dijo al muchacho—, ¿Tienes experiencia alguna para servir copas?

Zeus sonrió.

—No, mi señor. Pero aprendo rápido. También puedo cantar, bailar, y contar chistessátiros.

Zeus se desencadenó en una canción que las ninfas le habían enseñado. Luego diodemostración de algunos movimientos de baile de Coribantes. Era la cosa másinteresante que había sucedido en el Monte Otris desde hace mucho tiempo. Otrostitanes se reunieron en la sala del trono para ver.

Pronto estuvieron animando y riendo. Incluso Cronos tenía una sonrisa en su rostro.

— Estás contratado —dijo Cronos—. De hecho, tengo sed.

— ¡Una copa andando! ―Zeus se apresuró a buscar en la cocina, donde llenó un cálizdorado con néctar helado.

En poco tiempo, Zeus se convirtió en el siervo más popular en el palacio. Él servíacopas como nadie. Su canto era tan claro como los arroyos en el Monte Ida. Su chistessátiros eran tan fuertes, que no los podría decir en un libro familiar.

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Él siempre sabía exactamente lo que Cronos quería beber, néctar caliente con especias,néctar frío con un toque de limón, néctar y agua mineral con un poco de jugo dearándano. También introdució a los Titanes en concursos de bebida, que eran muypopulares entre la sátiros allá en el Monte Ida. El bebedor más rápido ganaba. ¿Quéganaba? Bueno, nada —pero fue una gran manera de lucirse, porque nada parece másvaronil (o Titán) que tener néctar goteándote por la barbilla hasta lo largo de tucamisa.

Estos concursos reavivaron el espíritu competitivo de Cronos. Claro, él era el rey deluniverso, pero todavía era el más joven entre doce niños. No podía permitir que sushermanos o sobrinos fueran mejor que él en nada. A pesar de su siempre llenoestómago, llegó al punto en que podía beber una copa llena de néctar en tres segundos,y las copas de Titán son del tamaño de jarras de agua.

Confió en Zeus para que llenase su vaso con cualquier cosa que lo tranquilizase.

Lo cual era exactamente el plan de Zeus.

Una noche, cuando Cronos cenaba con sus comandantes favoritos, Zeus mezclóalgunas cervezas especiales para el concurso de bebidas. Las ninfas del Monte Ida lehabían enseñado mucho sobre hierbas y esas cosas. Él sabía cuales plantas podíancausar somnolencia, cuáles podrían causar mareos, y cuales podían hacer que tesintieras tan terrible, que tu estómago querría salir de tu cuerpo.

Para los huéspedes del rey, Zeus mezcló un poco de néctar que los hiciera marearse ydormir. Para Cronos, creó una mezcla especial de néctar y mostaza. Algunas versionesde la historia dicen que Zeus utilizó vino, pero eso no es real, porque el vino no sehabía inventado aún. Ya llegaremos a eso más adelante.

De todos modos, las cosas en la copa de Cronos eran sumamente desagradables. Zeusla puso a un lado y esperó el momento adecuado.

La cena comenzó como de costumbre, con un montón de bebida, comida, y noticiasactuales de los Titanes. Zeus mantuvo el néctar fluyendo. Recibía a los huéspedes consus bromas y su canto. Hacia el final de la noche, cuando todo el mundo estaba feliz,relajado y con sueño, Zeus comenzó a hacer alarde de la habilidad de beber del rey.

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— ¡Cronos es el jefe bebiendo! —proclamó—. Deberían verlo. El hombre es unalocura. Me refiero a su récord es, ¿qué? ¿Tres segundos?

—Urg —dijo Cronos. Él ya estaba lleno y había tenido la esperanza de evitar unconcurso de bebida.

—Si él quisiera —dijo Zeus—, ¡podría beber más rápido que todos ustedes! Apuesto aque establecería un nuevo récord mundial esta noche ¿No les encantaría ver eso?

Atlas, Hyperion, Koios, y los demás se animaron y pidieron un concurso.

Cronos realmente no estaba de humor, pero no lo podía rechazar. Su honor de súperbebedor estaba en juego. Le hizo un gesto a Zeus para que trajera otra ronda.

Zeus corrió a la cocina y fue a buscar sus brebajes especiales. Les ofreció a losinvitados su néctar para dormir, entonces le sirvió a Cronos de último, no dando al reytiempo para oler su cerveza antes de gritar.

— ¡En sus marcas, listos, fuera!

Los Titanes se tragaron sus sabrosas bebidas. Cronos se percató inmediatamente deque su néctar sabía extraño, pero era un concurso. No podía dejar de beber. El objetivoera vaciar la copa. Tal vez sus papilas gustativas estaban un poco adormecidas.Después de todo, Zeus nunca había hecho algo malo.

Cronos se bebió su néctar en dos segundos y medio. Golpeó la copa boca abajo sobrela mesa y gritó:

— ¡Gané! ¡Ga…

El siguiente sonido que salió de su boca fue como una morsa tratando de conseguir lamaniobra Heimlich.

No hay manera agradable de decirlo. Cronos vomitó. Vomitó un vómito digno del reydel universo. Fue un vómito real.

Su estómago trató de impulsarse fuera de su garganta. Su boca articulada totalmenteabierta disparó cinco dioses, una roca muy viscosa, un buen montón de néctar, unasgalletas, y una matrícula de carruaje. (No, no sé cómo todo llego ahí adentro).

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Los cinco dioses vomitados inmediatamente crecieron de tamañoa adultos allí mismo,en la mesa del comedor. Los huéspedes Titanes miraban con asombro, sus mentestrabajando lentamente debido al néctar para dormir.

En cuanto a Cronos, todavía estaba tratando de catapultar sus entrañas a través delsalón del trono.

— Atrapen... —vomitó—…los.

Atlas fue el primero en reaccionar. Gritó

— ¡Guardias! ―Y trató de levantarse, pero estaba tan mareado que cayó derecho en elregazo de Hyperion.

Zeus quería lanzarse a la guadaña de su padre. Quería cortar en pedazos al caníbal,pero los otros Titanes estaban empezando a recuperarse de su estado de shock.

Podrían haber estado lentos y con sueño, pero tenían armas. Mientras que, la únicaarma de Zeus era una bandeja de servir. Su ejército se componía de cinco diosesviscosos, desarmados y que habían pasado muy poco tiempo fuera de un estómago,mucho menos combatiendo.

Los guardias comenzaron a llegar al salón del trono.

Zeus se volvió hacia sus hermanos confundidos.

—Soy su hermano Zeus. Síganme, y les daré libertad y venganza. También miel yleche de cabra.

Eso fue suficientemente bueno para los dioses. Mientras Cronos daba arcadas y suscombatientes perdían el control de sus armas, Zeus y sus hermanos se convirtieron enáguilas y se dispararon fuera del palacio.

— ¿Y ahora qué? —preguntó Hades.

Los seis dioses se habían reunido en la guarida secreta de Zeus en el Monte Ida, lacual sus hermanos se negaron a llamar Cueva de Zeus. Zeus les había informado sobrelo que estaba ocurriendo en el mundo, pero todos sabían que no podían permanecer enel Monte Ida por mucho tiempo. Las ninfas habían oído rumores susurrados a través

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de la tierra: Cronos estaba enviando a sus Titanes a recorrer el mundo en busca de losfugitivos. Él quería que los trajeran de vuelta, así fuera encadenados o en trozospequeños. No era específico.

—Ahora luchamos —dijo Zeus.

Poseidón gruñó. Sólo había estado fuera del estómago de Cronos por un día, pero yaestaba empezando a detestar a su hermano menor, este presuntuoso Zeus, que creíaque debía estar a cargo sólo porque los había rescatado.

—Estoy a favor de la lucha contra papá —dijo Poseidón―, pero necesitamos armas.¿Tienes alguna?

Zeus se rascó la oreja. Realmente no había pensado en eso antes.

—Bueno, no...

—Tal vez podamos hacer las paces ―sugirió Hestia.

Los otros la miraron como si estuviera loca. Hestia era la mayor y más apacible de losdioses, pero sus hermanos no la tomaron en serio. Hay que preguntarse cómo elmundo pudo haber sido si Hestia hubiera estado a cargo, pero por desgracia, no eraasí.

—Uh, no ―dijo Deméter—. Nunca perdonaré a nuestro padre. Quizás podríamosrobar su guadaña. ¡Podríamos cortarlo en pedacitos como lo hizo con Urano! Entoncespodría usar la guadaña para algo mejor, ¡como cortar trigo! ¿Viste esos hermososcampos sobre los que volamos?

Hera frunció el ceño a su hermana.

— ¿Qué pasa contigo y los cultivos? Todos estos años en la barriga de Cronos y detodo lo que hablabas era de plantas, las cuales nunca habías visto antes de hoy.

Deméter se sonrojó.

—No lo sé. Siempre sueño con campos verdes. Son tan tranquilos y hermosos y…

— ¡Mis hijos! —dijo una voz desde el bosque.

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Mamá Rea se paró en la luz. Abrazó a cada uno de sus preciosos hijos e hijas,derramando lágrimas de alegría por su libertad. Luego se les unió y dijo:

—Sé dónde pueden conseguir armas.

Ella les contó la historia de los Cientímanos y los Cíclopes mayores, a quienes Cronoshabía exiliado al Tártaro por segunda vez.

—Los Cientímanos son canteros increíbles ―dijo Rea—. Construyeron el palacio deCronos.

—Eso es bastante impresionante —admitió Zeus.

—Son fuertes, y odian a Cronos —continuó Rea—. Ellos serían buenos en la batalla.En cuanto a los Cíclopes, son talentosos herreros, y si alguien puede forjar armas máspoderosas que la guadaña de su padre, son ellos.

Los ojos oscuros de Hades brillaron. La idea de bajar hacia la más peligrosa y vil partede la creación de alguna manera le atraía.

—Entonces vayamos al Tártaro, y traigamos de vuelta a los Cíclopes y a losCientímanos.

—Pan comido —dijo Hera. Ella sabía del pan, porque Cronos había comido unmontón del mismo. Las migas y el betún siempre estaban quedándose en su cabello—.Vámonos.

Una escapada hacia el Tártaro quizá no suene como una cosa fácil para ti o para mí,pero seis dioses pueden lograr mucho cuando ponen sus mentes en ello. Hadesencontró un sistema de cuevas que conducía al Inframundo. Él parecía tener un donpara la navegación en los túneles.

Él llevó a sus hermanos a lo largo del curso de un río subterráneo llamado Estigiahasta que se derramaba sobre un acantilado en el vacío del Tártaro. Los dioses seconvirtieron en murciélagos (podrías argumentar sobre ellos estando locos5 desde unprincipio, pero ya sabes lo que quiero decir) y volaron hacia el abismo.

5 Juego de palabras entre “bats”, murciélago y “bats”, que significa estar loco o demente.

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En la parte inferior, se encontraron con un paisaje sombrío de púas de roca, residuosgrises, pozos ardientes, y niebla venenosa, con todo tipo de monstruos repugnantes yespíritus malignos vagueando. Al parecer, el Tártaro, el espíritu de la fosa, habíaestado criando a dioses ahí abajo, en la oscuridad, y estos habían estado teniendo suspropios hijos.

Los seis jóvenes dioses se arrastraron alrededor hasta que encontraron la zona demáxima seguridad, rodeada por un alto muro de bronce y patrullada por demonios. Enforma de murciélago los dioses podían volar sobre la pared fácilmente; pero una vezdentro, vieron al carcelero y casi perdieron los nervios.

Cronos había contratado personalmente al monstruo más horrible en el Tártaro paraasegurarse de que sus prisioneros de alto valor nunca lograran escapar.

Su nombre era Kampe.

No sé si Cronos la encontró en Craigslist6 o qué, pero si las criaturas de tus pesadillastuviesen pesadillas, probablemente soñarían con Kampe. De la cintura para arriba, erauna hembra humanoide con serpientes en lugar de pelo.

(Si esto suena familiar, es porque el peinado realmente estuvo de moda entre otrosmonstruos más adelante.) De la cintura para abajo, era un dragón de cuatro patas.Miles de víboras brotando de sus piernas como las faldas de hierba. Su cintura estabarodeada de cincuenta cabezas de bestias horribles: osos, jabalíes, uombats, lo que sea,siempre gruñendo, tratando de comerse la camisa de Kampe.

Grandes alas oscuras de reptil salieron de sus omóplatos. Su cola como la de unasombroso escorpión de ida y vuelta, goteaba veneno. Básicamente, Kampe no habíasido invitado a muchas citas.

Los dioses observaban desde detrás de una pila de rocas como el monstruoso carcelerocaminaba de allá para acá, azotando los Cíclopes mayores con un látigo de fuego ypicando a los Cientímanos con su cola de escorpión cuando se salían de la línea.

6 Craigslist es un sitio web de anuncios clasificados con secciones dedicadas al empleo, vivienda, contactos personales,etc.

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Los pobres prisioneros eran obligados a trabajar sin descanso, sin agua, sin poderdormir, no había comida, no había nada. Los Cientímanos pasaban el tiempo en el otroextremo del patio, extrayendo bloques de piedra desde el duro suelo volcánico. LosCíclopes trabajaban en el extremo más cercano. Cada uno tenía una fragua donde sefundían metales y elaboraban hojas de bronce y hierro. Si los Cíclopes trataban desentarse, o incluso hacer una pausa larga lo suficiente como para recuperar el aliento,Kampe dejaría frescas marcas de látigo a lo largo de sus espaldas.

Peor aún, a los presos no se les permitía terminar nada de lo que empezaban. Tanpronto como Los Cientímanos tenían una buena cantidad de bloques de construcción,Kampe los obligaba a romperlos en escombros. Siempre que los cíclopes estaban apunto de terminar un arma o un escudo o incluso una herramienta que podía serpeligrosa, Kampe las confiscaba y las arrojaba a cajas burbujeantes de magma.

Probablemente estarás pensando: Hey, pero si hay seis grandes tipos y sólo un Kampe¿Por qué no dominarla?

Pero Kampe tenía el látigo. El veneno de su cola podría incapacitar incluso a uno delos Ciclopes Mayores durante horas, dejándolo retorciéndose de dolor. La mitad mujermitad dragón era aterradora, y los prisioneros tenían los pies encadenados para que nopudieran escaparse.

Además, los Cientímanos y los Cíclopes eran almas gentiles. A pesar de su aspecto,eran constructores y no combatientes. Si les dabas a estos tipos un cubo de Legos,ellos estarían felices por días.

Zeus esperó hasta que Kampe se marchase hacia el extremo más alejado del patio de laprisión. Luego se acercó furtivamente hasta los Ciclopes más cercanos.

― ¡Psst! —llamó.

El Ciclope bajó su martillo. Se volvió hacia Zeus, pero su único ojo había fijado sumirada en las llamas durante tanto tiempo, que no podía ver quién estaba hablando.

—Yo no soy Psst —dijo el cíclope—. Soy Brontes.

Oh, hombre, pensó Zeus. Esto puede tomar un tiempo.

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—Oye, Brontes ―Zeus habló despacio y alegremente, como si estuviera tratando deconvencer a un cachorro salir de su caja—. Soy Zeus. He venido a rescatarte.

Brontes frunció el ceño.

—He escuchado eso antes. Cronos nos engañó.

—Sí, lo sé —dijo Zeus—. Cronos es mi enemigo también. Juntos, podemos conseguirvenganza y arrojarlo hasta aquí abajo. ¿Qué te parece?

—Suena bien —dijo Brontes―. Pero, ¿cómo?

—Primero necesitamos armas —dijo Zeus—. ¿Puedes hacer alguna?

Brontes negó con la cabeza

—Kampe siempre está mirando. Ella no nos dejará terminar ninguna.

— ¿Qué tal si cada uno hace una parte diferente de cada arma? — Zeus sugirió—.Luego las reúnen en el último segundo y las arrojan hacia nosotros. Kampe nunca sedará cuenta.

—Eres muy inteligente.

—Lo sé, ¿verdad? Diles a tus amigos ―Zeus gateó de regreso hacia atrás de las rocas.

Brontes susurró el plan a sus hermanos Arges y Estéropes. Luego golpearon susmartillos en sus yunques en un código secreto que habían desarrollado, enviando elmensaje a través del patio hasta los Cientímanos, Briares, Cotto y Gyes.

Sé que esto es un montón de nombres horribles, pero recuerda, Gaia no tuvo muchotiempo de cargar en sus brazos a sus monstruosos trillizos antes de que Urano losarrojase al Tártaro. Al menos no terminaron llamándose Huey, Dewey y Louie.

Los dioses esperaban en la oscuridad mientras los Cíclopes forjaron piezas de la nuevaarmas, haciendo que cada una pareciera una cosa incompleta e inofensiva. No sé sihubiera conseguido pasar a través de la seguridad del aeropuerto, pero era losuficientemente bueno como para engañar a Kampe.

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La próxima vez que la dragona le dio la espalda y se dirigió hacia el otro extremo delpatio, Brontes instaló rápidamente la primera arma mágica y se la lanzó a Zeus.Parecía un cohete de bronce, de unos cuatro metros de largo, con conos de ojiva enambos extremos.

La mano de Zeus se ajustaba perfectamente alrededor del centro. Tan pronto como selevantó, su cuerpo entero estremeció con el poder.

Poseidón frunció el ceño.

— ¿Qué es eso? No es una guadaña.

Saltaron chispas de los puntos. La electricidad se arqueó de un extremo al otro. Zeusapuntó la cosa a una roca cercana, y mil tentáculos de relámpago la convirtieronenpolvo.

—Oh, sí —dijo Zeus—. Puedo trabajar con esto.

Afortunadamente, Kampe no pareció darse cuenta de la explosión. Tal vez las cosasexplotaban mucho en el Tártaro.

Unos minutos más tarde, Brontes les arrojó una segunda arma, una lanza con tresdientes. Poseidón la atrapó.

De inmediato se enamoró del tridente. ¡Le gustaban las cosas puntiagudas!, él tambiénpodía sentir el poder de las tormentas tarareando a través de la lanza. Cuando seconcentraba, un tornado en miniatura se arremolinaba en torno a sus tres puntos, cadavez más rápido y más grande entre más se concentraba. Cuando plantó la lanza en elsuelo, el suelo de la fosa comenzó a agitarse y agrietarse.

—La mejor arma ―anunció—. Justo aquí.

Brontes les arrojó un tercer elemento. Hades la atrapó. Un reluciente casco de guerradecorado con escenas de muerte y destrucción.

—Ustedes consiguen armas —Hades se quejó―. Yo me pongo un sombrero.

Él se la puso y desapareció.

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—Hombre, eres invisible —dijo Zeus.

—Sí ―Hades suspiró miserablemente—. Estoy acostumbrado a ello.

—No, quiero decir que eres realmente invisible.

—Huh. ―Hades se obligó a hacerse visible de nuevo.

—Ese es un sombrero de miedo —dijo Deméter.

—Sí ―Hades accedió—. Lo es.

Decidió probar otra cosa. Miró a sus hermanos, y olas de terror irradiaron del casco.Zeus y Poseidón se pusieron pálidos. Ellos comenzaron a sudar. Zeus casi dejó caer sunueva máquina de rayos.

— ¡Deja de hacer eso! —Dijo Zeus—. ¡Me estás volviendo loco!

Hades sonrió.

—Bueno, tal vez el sombrero no es tan malo.

Hera se cruzó de brazos y lo olió con desdén.

—Los niños y sus juguetes. No creo que nosotras consigamos armas. ¿Se supone quesimplemente daremos un paso atrás y animaremos mientras que estos tres pelean?

Zeus le guiñó un ojo.

—No te preocupes, nena. Yo te protegeré.

—Creo que voy a vomitar ―dijo Hera.

Es posible que el Cíclope hubiera hecho las armas para las mujeres. Pero en esemomento Kampe se dio la vuelta y se dirigió de nuevo hacia los Cíclopes. Tal vez ellanotó el humo de la explosión del rayo de Zeus o los remolinos de nubes del tridente dePoseidón. Tal vez ella pudo saborear el miedo residual en el aire por el casco deHades. Lo que sea que la haya alertado, detectó la presencia de los dioses.

Ella levantó su látigo y gritó.

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— ¡RAWRGGGGWRRR!

Se dirigió hacia su escondite, su cola azotando, miles de víboras alrededor de suspiernas goteando veneno.

—Genial —murmuró Hera.

—Lo tengo controlado —prometió Zeus.

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Se puso de pie y levantó su rayo de bronce. Concentró toda su energía en el arma.

¡KA-BLAM!

Una columna de poder blanco y caliente se disparó hacia Kampe, la luz más cegadoraque jamás se había visto en el Tártaro.

Kampe sólo tuvo tiempo de pensar “Uh-oh”, antes de que el rayo la hiciese estallar enun millón de piezas de reptil hecho confeti.

— ¡Eso es de lo que estoy hablando! —Zeus gritó alegremente.

Poseidón bajó su tridente.

—Hombre, danos al resto de nosotros una oportunidad.

—Ustedes liberen a los Cíclopes y a los Cientímanos —sugirió Zeus.

Poseidón se quejó, pero usó su tridente para desatar las oscuras cadenas de los pies delos presos.

—Gracias —dijo Brontes—. Vamos a ayudarlos en la lucha contra Cronos.

— ¡Excelente! —dijo Zeus.

Hera se aclaró la garganta.

—Sí, pero sobre esas armas para las damas…

Afuera de los muros de bronce, rugidos monstruosos reverberaban a través de la fosa.Cada espíritu y bestia del Tártaro, probablemente, habían visto el destello de unrelámpago, y ahora se acercaban a investigar.

—Tenemos que salir ―dijo Deméter—. Ahora.

Esa fue la mejor idea no relacionada con el trigo que Deméter había tenido nunca, porlo que Hades llevó a sus hermanos a volver al mundo superior, junto con sus seisgrandes nuevos amigos.

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Cronos no era un hombre fácil de derrotar.

Según la mayoría de las cuentas, la guerra de Titanes llevó diez años o tal vez Cronossólo utilizó sus trucos de tiempo para hacer que pareciera que duró tanto, con laesperanza de que los dioses se rindieran. Si es así, no le funcionó.

Rea la Gran Madre visitó a cada Titán que pudo, tratando de convencerlos de que sepusieran del lado de Zeus. Muchos escucharon. Después de todo, Cronos no era el lídermás popular.

Casi todos los titanes femeninos o ayudaron a Zeus o se quedaron fuera de su camino.

Prometeo, el creador de los seres humanos, fue lo suficientemente inteligente comopara permanecer neutral. Océano se mantuvo a sí mismo en las profundidades delocéano. Helios y Selene, el sol y la luna, acordaron no ponerse de lado de nadie,siempre y cuando mantuvieran sus puestos de trabajo.

Eso dejó a Cronos y a la mayoría de los otros titanes masculinos, con Atlas como sugeneral y luchador campeón.

Los dioses y los titanes se enfrentaron unos contra otros. La voladura de una isla aquí,vaporizar un mar allá. Los Titanes eran fuertes y estaban bien armados. Al principio,tenían ventaja. Incluso con armas de Cíclope mágicas, los dioses no estabanacostumbrados a pelear. Era difícil no dejar caer tu tridente y correr cuando Atlas selanzaba sobre ti, gritando y blandiendo su espada.

Pero los dioses aprendieron a luchar. Los Cíclopes eventualmente armaron a todos losdioses con armas de última tecnología. Los Cientímanos aprendieron a bombardearpiedras como catapultas vivientes.

Estarás pensando, ¿Qué tan difícil puede ser tirar piedras?

Bueno, intenta tirar piedras con las dos manos al mismo tiempo y golpea tu objetivo.No es tan fácil como parece. Ahora, imagina la coordinación de un centenar de manoslibres, todas tirando piedras del tamaño de refrigeradores. Si no tienes cuidado,lanzarías rocas a todas partes y aplastarías a tus aliados.

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Una vez que los dioses aprendieron a luchar, la guerra duró mucho tiempo, porqueninguno de los combatientes de ambos lados podía morir. No podías apuñalar a unhombre, dispararle, o tirarle una casa en él y darlo por terminado. Había que capturaren realidad a cada enemigo y asegurarse de que estaba herido, tanto que nunca sanaría.Luego habría que averiguar qué harían con su cuerpo paralizado. Como Zeus sabía,incluso tirar a alguien al Tártaro no era una garantía de que se quedaría perdido parasiempre.

Pequeñas peleas no iban a decidir nada.

Finalmente Zeus encontró un gran plan.

—Tenemos que asaltar el Monte Otris ―dijo a sus hermanos en su reunión de guerrasemanal—. Un asalto frontal a sus cuarteles. Si hacemos eso, los Titanes hostiles seunirán para proteger a Cronos. Entonces podremos derribar a todos de una sola vez.

—En otras palabras —dijo Hades —, quieres que cometamos un suicidio.

Poseidón se apoyó en su tridente.

—Por una vez, estoy de acuerdo con Hades. Si marchamos hasta las laderas del MonteOtris, Atlas estará listo para nosotros. Sus tropas tendrán cubierta la parte más alta.Ellos nos van a aplastar. Si intentamos volar, vamos a recibir un disparo en el aire.Ellos tienen un montón de misiles y armas anti-dioses.

Los ojos de Zeus brillaron.

—Tengo un plan diferente. Vamos a distraerlos atacando desde un lado de la montañamás cercana.

— ¿Hacer qué? ―preguntó Deméter. Parecía incómoda en su armadura, inclusoaunque la había diseñado ella misma. Había pintado una gavilla de cebada y unamargarita en su escudo, y como su principal arma había elegido una temible pala dejardín.

Zeus dibujó un mapa de la península griega en la tierra. Cerca del Monte Otris habíaotra montaña griega no tan alta ni tan conocida. Se llamaba Monte Olimpo.

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—Nosotros escalaremos el Olimpo—dijo Zeus—. No estarán esperando eso, peroOtris estará dentro del alcance de nuestros proyectiles. Los Cientímanos lanzaránandanadas de piedras. Yo el rayo. Poseidón convocará tormentas y terremotos.

—Y yo me haré invisible —Hades murmuró.

Zeus dio una palmada a su hermano en el hombro.

—Tienes un trabajo muy importante, también. Enviarás ondas de terror a las filasenemigas. Una vez que hayamos destruido sus defensas, todos volaremos hacia allá.

— ¿Incluyéndonos a nosotras las tres diosas? —solicitó Deméter—. Podemos luchartambién, ¿sabes?

— ¡Claro! ―sonrió nerviosamente Zeus—. ¿Creías que las había olvidado?

—Sí —dijo Deméter.

—Uh, de todos modos ―Zeus continuó—, volamos a Monte Otris, aplastamos acualquiera que esté de pie, y los llevamos a todos prisioneros.

Hestia se envolvió en su chal de color marrón claro.

—Sigo pensando que deberíamos hacer la paz.

— ¡NO! —gritaron los demás.

Hera golpeó el mapa.

—Es un plan muy loco. Me gusta.

Así que esa noche, bajo el amparo de la oscuridad, los dioses y sus aliados subieron elMonte Olimpo por primera vez.

A la mañana siguiente, mientras Helios montaba su carruaje atractor de chicas en elcielo, el rey Cronos despertó a un sonido parecido a un trueno. Probablemente debido aque era un trueno.

Nubes de tormenta llegaron desde todas las direcciones. Zeus lanzó un rayo queconvirtió a la torre más alta en esquirlas de mármol negro. Los Cientímanos arrojaron

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tantas piedras al Monte Otris que cuando Cronos vió por su ventana, parecía queestuvieran lloviendo grandes electrodomésticos.

La hermosa cúpula del palacio explotó en nubes de polvo. Paredes desmenuzadas. Lascolumnas cayeron como fichas de dominó.Los Cientímanos habían construido el MonteOtris, y sabían exactamente cómo destruirlo.

El palacio se sacudió, Cronos agarró su guadaña y llamó a sus hermanos a atacar.

Pero la cosa era: a) las guadañas realmente no hacen mucho contra rayos yrelámpagos, b) nadie podía oírlo por encima del ruido, y c) el palacio se desintegróalrededor él. Justo cuando él decía, “Titanes, ¡vamos!”, una sección de tres toneladasdel techo se derrumbó sobre su cabeza.

La batalla fue una masacre, si es que puedes tener una masacre donde nadie muere.

Algunos Titanes trataron de contraatacar, sólo para ser enterrados en una avalancha deescombros y rayos.

Tras el asalto inicial, los dioses volaron y se opusieron a la resistencia.

Poseidón convocó terremotos para tragar a sus enemigos. Hades apareció en lugares alazar y gritó “¡Boo!”. Su casco del terror (o su Gorra Boo, como los demás lollamaban) envió a los Titanes que estaban huyendo directamente a los lados delacantilado, o a los brazos de los Cíclopes Mayores.

Cuando el polvo se asentó y las nubes de tormenta se esfumaron, incluso los diosestenían temor de lo que habían hecho.

No sólo el palacio de Cronos se había ido, toda la parte superior del monte Otris habíasido esquilada.

¿Ya te dije que Otris solía ser la montaña más alta de Grecia? Pues ya no lo es. Hoylos es el Monte Olimpo, que solía ser la montaña más pequeña, mide más de nueve milpies de altura. El Monte Otris sólo cinco mil. Zeus y los Cientímanos habíanprácticamente dividido la montaña por la mitad.

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Los Cíclopes sacaron a los Titanes de los escombros y empezaron a encadenarlos.Ninguno de ellos se les escapó. El General Atlas y los cuatro hermanos quecontrolaban las esquinas de la tierra se arrastraron ante Zeus y rogaron.

—Ah, mis queridos tíos—rió Zeus—. Koios, Crío, Hiperión, Jápeto, ustedes cuatrovan directamente al Tártaro, donde permanecerán para siempre.

Los cuatro hermanos bajaron la cabeza avergonzados, pero el general Atlas se rió desu captores.

— ¡Dioses enclenques! ―bramó. Incluso envuelto en cadenas, era intimidante—. Nosaben nada de cómo funciona el universo. Si lanzas a estos cuatro al Tártaro, ¡todo elcielo caerá!

Sólo su presencia en las cuatro esquinas de la tierra mantiene la amplia extensión deUrano de derrumbarse sobre nosotros.

—Tal vez. —Zeus sonrió—. Pero, afortunadamente, Atlas, ¡tengo una solución!Siempre estás glorificando lo fuerte que eres. ¡A partir de ahora, tú vas a sostener todoel cielo solo!

— ¿Qué?

—Brontes, Arges, Estéropes —dijo Zeus—. Es todo suyo.

Los Cíclopes Mayores arrastraron a Atlas a una montaña lejana donde el cielo estabamuy cerca. No sé cómo lo hicieron, pero lograron que el cielo formara un pilar desoporte central—una única nube enbudo, como el punto final de un cono.

Encadenaron a Atlas a la montaña y lo obligaron a cargar todo el peso del cielo sobresus hombros.

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Ahora piensas, ¿Por qué no simplemente se negó a sostenerlo, y dejó que el cielo cayera?

Mencione las cadenas, ¿cierto? Él no podía huír sin ser aplastado.

Además, es difícil de apreciar a menos que lo hayas hecho (cosa que he hecho), pero sostenerel cielo es un poco como estar atrapado bajo una barra durante un press de banca7. Toda tuconcentración se centra en evitar que esa cosa te aplaste. No puedes levantarla, porque esdemasiado pesada. No puedes soltarla, porque va a aplastarte cuando caiga.

Todo lo que puedes hacer es mantenerlo en su lugar, sudando, aguantando y gimiendo“¡Ayuda!” con la esperanza de que alguien vaya a caminar por el gimnasio, notando queestás siendo aplastando lentamente en un panqueque, y que te quite el peso de encima. Pero¿y si nadie lo hace? Imagínese estar atrapado en esa situación para toda la eternidad.

Ese fue el castigo de Atlas. Todos los otros titanes que lucharon en la guerra se libraronfácilmente. Fueron lanzados de cabeza al Tártaro.

Lo que nos deja con la pregunta del millón de dracmas : ¿Qué pasó con Cronos?

Hay un montón de historias diferentes. La mayoría coincide en que él fue excavado de losescombros y llevado ante Zeus. Otros dicen que fue atado con cadenas como los otrosTitanes y arrojado al Tártaro.

Según algunas tradiciones posteriores, y me gusta esta versión, Zeus tomó la guadaña de supadre y cortó en pedazos a Cronos en la manera que él había cortado a Urano. Cronos fuearrojado al Tártaro en pedacitos. Supuestamente, de ahí es donde se obtiene la idea del PadreTiempo con su guadaña, siendo depuesto todos los primeros de enero por un bebé de AñoNuevo8 —aunque es difícil imaginar a Zeus en un pañal y sombrero de fiesta.

Algunas versiones afirman que Zeus liberó del Tártaro a Cronos muchos años después bienpara que viviese su retiro en Italia, o para que gobernase las Islas de los Bienaventurados en

7 El press de banca, press de pecho, fuerza en banco o fuerza acostado, es un ejercicio con pesas que trabajaprincipalmente la zona superior del cuerpo.88 El bebé de Año Nuevo es una personificación del inicio del Año Nuevo comúnmente visto en las caricaturaseditoriales. Él simboliza el "nacimiento" del próximo año y el “paso" del año anterior; en otras palabras, un"renacimiento" El mito más asociado con él es que es un bebé al principio de su año, pero el bebé de Año Nuevo del bebérápidamente envejece hasta que tiene una edad avanzada (como el Padre Tiempo, con el que se asocia a menudo) al finalde su año.

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Elysium. Personalmente, no creo eso. No tiene sentido si crees que Cronos fue cortado enpedazos. Y sabes que Zeus no es exactamente el tipo de los que perdonan y olvidan.

De todos modos, Cronos estaba terminado. La era de los titanes había terminado.

Los titanes que no lucharon contra los dioses se les permitió quedarse. Algunos, como Heliosy Selene, mantuvieron sus puestos de trabajo. Algunos incluso se casaron con los dioses.

Zeus se nombró el nuevo rey del cosmos, pero él era más inteligente que Cronos. Se sentójunto a sus hermanos y dijo:

—Mira, yo quiero ser justo en esto. ¿Qué tal si tiramos los dados por el control de diferentespartes del mundo? Número mayor escoge primero.

Hades frunció el ceño.

—Tengo mala suerte. ¿Qué partes estamos hablando?

—El cielo, el mar, y el Inframundo —Zeus ofreció.

— ¿Quieres decir Tártaro? ―preguntó Poseidón―. ¡Guacala!

—Me refiero al Inframundo superior —dijo Zeus—. Ya sabes, la parte agradable más cercade la superficie. Eso no es tan malo: grandes cuevas, un montón de joyas, junto al ríoEstingia.

—Huh—dijo Hades—. ¿Qué pasa con la tierra misma? ¿Grecia y todas las otras tierras?

—Eso va a ser un territorio neutral ―Zeus sugirió—.Todos podemos operar en la Tierra.

Los hermanos estuvieron de acuerdo. Observe cómo no se invitó a las hermanas a estepequeño juego de dados. Lo sé. Totalmente injusto. Pero así es como pasó.

No es de extrañar, Zeus se quedó con el puesto más alto. Eligió el cielo para su dominio, quetenía sentido debido a los relámpagos y eso. Poseidón con el segundo puesto más alto. Éleligió el mar y se convirtió en el dios supremo de las aguas, sobre Océano, quien fueempujado cada vez más hacia los limites del mundo, y de Ponto, quien se la pasabamayormente dormido en el barro todo el tiempo.

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Hades obtuvo el peor puesto, como esperaba. Tomó el inframundo como su dominio, pero leconvenía a su personalidad sombría, por lo que no se quejó (mucho).

Los Cientímanos construyeron para Zeus un palacio reluciente del que siempre había soñadoen la parte superior del Monte Olimpo. Entonces Zeus los envió de vuelta al Tártaro, peroesta vez como carceleros para vigilar a los Titanes. A los Cientímanos realmente no lesimportó. Por lo menos ahora ellos eran los que tenían los látigos.

Los Cíclopes Mayores fueron a trabajar para los dioses. Construyeron un taller en el fondodel mar cerca de la isla de Lemnos, donde había mucho calor volcánico para encender susfraguas. Hicieron toneladas de armas especiales y otra diversidad de objetos de colección, ytenían un buen paquete de salud con una semana de vacaciones pagadas cada año.

En cuanto a los dioses, Zeus los invitó a todos a vivir con él en el Monte Olimpo. Cada unode ellos tenía un trono en la sala principal, por lo que a pesar de que Zeus estaba a cargo, eramás como un consejo que una dictadura. Se hacían llamar Los Olímpicos.

Bueno ... yo diría que eran todos bienvenidos en el Olimpo: pero Hades, no tanto. El chicosiempre había asustado a sus hermanos. Ahora que él era el señor del Inframundo, parecíatraer perdición y oscuridad con él a dondequiera que iba.

—Tú entiende —Zeus le dijo en privado—, no podemos tener un trono del Inframundo aquíarriba en el monte Olimpo. Haría que los otros dioses se incomodaran, y las calaveras y lapiedra negra realmente no irían con la decoración.

—Oh, claro ―se quejó Hades—. Veo lo que pasa.

De todos modos, así es como las cosas empezaron con los dioses del Olimpo.

Eventualmente habría doce tronos en la sala del consejo, y un montón de otros dioses que notenían tronos.

Los olímpicos creyeron que ahora podían establecerse y dominar el mundo en

paz.

Sólo había un problema. ¿Recuerdan que la Madre Tierra Gaia había estado tomando unasiesta todo este tiempo? Bueno, con el tiempo se despertaría. Y cuando llegara a casa y

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descubriera que sus hijos preferidos, los Titanes, habían sido arrojados al Tártaro, Zeusie ibaa tener que dar algunas explicaciones.

Pero eso es una historia para otro día.

Ahora es el momento de conocer a los dioses, de cerca y personalmente . Sólo ten cuidado,algunas de sus historias podrían hacerte sentir como Cronos después de un gran vaso denéctar de mostaza.

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Zeus

or qué siempre Zeus en primer lugar?

Es en serio, todos los libros acerca de dioses griegos tienen que empezar con estetipo. ¿Acaso estamos haciendo un orden alfabético inverso? Sé que él es el rey del

Olimpo y todo, pero confía en mí, el ego de este tipo no tiene por qué ser más grande.

¿¡Sabes qué!? Olvídate de él.

Vamos a hablar de los dioses en el orden en que nacieron, las mujeres primero.

Toma asiento, Zeus. Empezaremos con Hestia.

¿P

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Hestia escoge al soltero número cero

n cierto modo, Hestia fue muy parecida a su madre, Rea.

Ella tenía una sonrisa sincera, unos ojos cálidos y un cabello negro queenmarcaba su rostro en rizos. Ella era muy gentil y bondadosa. Ella nuncahablaba mal de nadie. Si tú entrabas a la fiesta del Monte Olimpo, Hestia no

sería la primera persona en la que te percatarías. No era muy llamativa, fuerte o loca.Ella era más como la diosa de al lado, —dulce, bonita y sin pretensiones. Usualmenteescondía su cabello bajo un manto de lino. Usaba sencillos y modestos vestidos ynunca usaba maquillaje.

Antes dije que nadie la tomaba en serio, y es verdad que otros dioses no eran buenostomando sus consejos. Cronos se había tragado a Hestia primero, así que había sidovomitada de última, debido a esto sus hermanos tienden a pensar en ella como la másjoven en vez de la mayor, ya que fue la última en salir. Era más tranquila y pacíficaque sus hermanos, mas eso no significa que ellos no la querían. Como Rea, Hestia erauna persona difícil de no amar.

E

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En cierto modo, sin embargo, Hestia no era como Rea, porque su madre fue conocidapor ser…. Bueno, una mamá. La Gran Madre. La Mamá Ultimate. La Madre Grande.

Hestia no quería saber nada con ser madre.

Ella no tenía problemas con la gente de otras familias. Amaba a sus hermanos, y unavez que ellos comenzaron a tener niños, los amó también. Su más profundo deseo eraque toda la familia Olimpia se llevara bien y que pasaran la mayor parte del tiempojuntos en su hogar, conversando, cenando o jugando Twister —realmente cualquieractividad sana.

Hestia sólo no quería casarse.

Si piensas en ello, puede que veas el porqué. Hestia había pasado años dentro de lasentrañas de Cronos. Tenía una buena memoria e incluso podía recordar cuando Cronosla tragaba al nacer. Recordaba el sonido de su madre gimiendo en desesperación.Hestia tenía pesadillas, soñaba que lo mismo podría sucederle a ella. Ella no queríacasarse sólo para descubrir que su marido era en realidad un caníbal traga bebés.

No estaba siendo paranoica, tampoco. Tenía pruebas de que Zeus podía ser tan malocomo Cronos.

Veamos, después de la guerra con Cronos, Zeus decidió que iba a ser una buena ideapara él casarse con un Titán, como una forma de demostrar que no habíaresentimientos. Se casó con una de las hijas de Océano, una chica llamada Metis, quefue la Titán de buenos consejos y planificación –una especie de entrenadora en la vidade los titanes.

Metis era inteligente aconsejando a otros, pero al parecer ella no era tan brillantecuando se trataba de su propia vida. Cuando estuvo embarazada de su primer hijo, ledijo a Zeus:

—Mi marido, tengo buenas noticias, preveo que este hijo será una niña. Pero sitenemos otro hijo juntos, será un niño. Y —vas a amar esto—, ¡él estará destinado agobernar el universo algún día! ¿No es increíble?

Zeus entró en pánico. Pensó que iba a terminar como Urano y Cronos —picado enpequeños pedacitos— por lo que tomó una página del libro de jugadas de Cronos.

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Abrió su boca muy amplia y creó un tornado que succionara a Metis derechito a sugarganta, comprimiéndola tan pequeña como para poder tragársela entera.

Este tipo de cosas espantaba a los otros Olímpicos, especialmente a Hestia.

¿Qué pasó con Metis y su hijo no nacido allí abajo en el estómago de Zeus? Yallegaremos a eso más adelante. Pero Hestia vio todo, y se dijo: ¡Casarse esPELIGROSO!

Zeus pidió disculpas a los titanes y dioses por tragarse a Metis. Prometió no volver ahacerlo de nuevo. Decidió casarse con otra Titán, pero como pueden adivinar, nohabía una gran cantidad de voluntarias. Sólo una aceptó: Themis, la titán de la leydivina, que resultó ser la tía favorita de Hestia.

Themis se había puesto de parte de los dioses en la guerra. Ella entendía el bien y elmal, y sabía que los dioses serían mejores gobernantes que Cronos. (Nota que dijemejores, no más buenos).

Al igual que Hestia, Themis era modesta y reservada, no estaba interesada en elmatrimonio, sobre todo después de lo que pasó con Metis; pero en nombre de la paz,aceptó casarse con Zeus. (Y sí, Themis era técnicamente la tía de Zeus, así que ereslibre de sentir nauseas pensando sobre ellos casándose. Pero sigamos).

El matrimonio no duró mucho. Themis tuvo dos grupos de trillizos. El primer grupono fue tan malo —tres hermanas llamadas las Horas, que terminaron estando a cargode los cambios de estación.

(Estarás pensando: Espera, ¿sólo tres estaciomes? Pero recuerda, esto fue Grecia, creoque ellos nunca habían tenido un invierno).

El segundo conjunto de trillizos, eran las que ponían a todos los pelos de punta. Ellaseran llamadas las Moiras, las Tres Parcas, y nacieron viejas. Nada más al sacarlas de lacuna, pasaron de tres bebés arrugadas a tres abuelitas bien arrugadas. A ellas lesgustaba sentarse en la esquina y ponerse a hilar en una rueca mágica. Cada vez quecortaban un hilo, algún mortal en el mundo moría.

Los Olímpicos se dieron cuenta rápidamente que las tres Parcas no sólo podían ver elfuturo sino que también podían controlarlo. Ellas podían atar la vida de alguien en sus

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mágicos hilos —haciéndolo literalmente una cuerda de su vida. Y ¿Cuándo se cortabaesa pieza? ¡Sayonara! Nadie estaba seguro si podrían hacer lo mismo con losinmortales. Incluso Zeus tenía miedo de esas chicas.

Después de engendrar a las Parcas, Zeus apartó a Temis y le dijo:

— ¿Sabes qué? No estoy seguro de que este matrimonio vaya a funcionar. Si seguimosteniendo más niños como las Parcas, todos vamos a estar en problemas. ¿Qué vendrádespués —las Tres bombas del juicio final? ¿Los Tres Cerditos?

Temis fingió estar decepcionada, pero en realidad se sentía aliviada. Ella no queríamás hijos, y definitivamente no quería dejarse atrapar por el tornado de la garganta deZeus.

—Tiene razón, mi señor —dijo ella—. Con mucho gusto doy un paso al costado y le

dejo tomar a otra mujer.

Hestia fue testigo de todo esto, y estaba pensando: No quiero que me pase esto a mí.Con la suerte que tengo, me casaría con algún dios y daría a luz a los Tres Chiflados.No, la posibilidad es demasiado horrible.

Ella decidió que era mucho mejor quedarse soltera y concentrarse en ayudar a sushermanos a criar a sus familias. Ella podría ser la tía genial. La única tía. Aquella queno tenía bebés viejitas arrugadas y aterradoras.

Sólo había un problema: uno de los dioses tenía otras ideas. Poseidón había estadomirando a Hestia y pensando “Hey, ella es bonita –Buena personalidad, fácil de tratar.Debo casarme con ella”.

Sí, regresamos al asunto de que el hermano se casa con la hermana. Vamos a dejartodo fuera de nuestros sistemas —Ahora todos juntos: Uno, dos, tres: "¡ASCO!"

Un olímpico más joven, Apolo, también quería casarse con Hestia. Hablaremos de éldespués, pero hubiera sido un partido extraño, ya que Apolo fue uno de los másllamativos dioses. ¿Por qué quería casarse con la tranquila y sincera Hestia?, no sé.

Tal vez quería una esposa que nunca lo opacara.

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Resulta que, ambos dioses se acercaron a Zeus el mismo día y le pidieron permisopara casarse con Hestia. Parece raro que preguntaran a Zeus en lugar de Hestia pero,como te habrás dado cuenta, los hombres no eran sensibles en cosas como esas.

Zeus, el rey del cosmos, tenía la última palabra en todos los matrimonios.

Mientras tanto, Hestia estaba sentada ante la gran chimenea que se encontraba en elcentro del salón del trono, sin prestar mucha atención. En aquel entonces, senecesitaba una chimenea central, como un anillo de fuego, en la sala principal, ya queproporcionaba calor en los días fríos. También era donde cocinaba, ponía su agua ahervir, en donde conversaba, tostaban del pan, calentaba malvavisco, y donde secabansu calcetín. Básicamente, este era el centro de la vida familiar.

Hestia siempre se la pasaba allí. Había tomado en cierto modo la responsabilidad devigilar que el fuego de la chimenea siguiera siempre encendido. Le hacía sentirse bien,sobre todo cuando su familia se reunía para la comida. Zeus le gritó:

— ¡Hey, Hestia! Ven aquí. —Ella se acercó a su trono con cautela, mirando aPoseidón y Apolo, quienes le sonreían, sosteniendo unos ramos de flores y cajas dedulces. Ella pensó: Uh-oh.

– Buenas noticias –dijo Zeus–, estos son dos grandes dioses que quieren casarsecontigo. Debido a que yo soy un realzado rey y un tipo versátil y reflexivo, voy a dejarque escojas. Al soltero número uno, Poseidón, le gusta dar largos paseos por la playa yel buceo. El Soltero número dos, Apolo, disfruta de la música y la poesía, y pasa sutiempo libre leyendo profecías del Oráculo de Delfos. ¿Quién te gusta más?

Hestia sollozó con horror, algo que sorprendió a los solteros. Se arrojó a los pies deZeus y exclamó: — ¡Por favor, mi señor! —¡No-o-o! ¡Ninguno de los dos!

Apolo frunció el ceño y revisó su aliento.

Poseidón se preguntó si se había olvidado de ponerse desodorante de nuevo.

Antes de que se enfadaran, Hestia se contuvo y trató de explicar. —No tengo nada encontra de estos dioses —dijo—, ¡Pero no quiero casarme con nadie! Quiero estar solapara siempre.

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Zeus se rascó la cabeza. Esa idea simplemente no cuadraba. —Así que... ¿nunca tecasarás? ¿No quieres tener niños? ¿No quieres ser una esposa?

—Eso es correcto, mi señor —dijo Hestia— Yo…yo me haré cargo del hogar todo eltiempo. Voy a cuidar de las llamas. Voy a preparar las fiestas. Cualquier cosa quepueda hacer para ayudar a la familia. Sólo, ¡prométame que nunca tendré quecasarme!

Apolo y Poseidón estaban un poco molestos, pero era difícil estar enojado con Hestia.

Ella era tan dulce, sincera y servicial. Le perdonaron por las mismas razones por laque querían casarse con ella en primer lugar. Ella era realmente agradable. Entre losOlímpicos, la amabilidad era un bien escaso y valioso.

—Yo anulo mi propuesta de matrimonio —dijo Poseidón—, además, protegeré elderecho de Hestia de no casarse.

—Yo también —dijo Apolo—. Si eso es lo que ella quiere, voy a honrar sus deseos.

Zeus se encogió de hombros. —Bueno, yo todavía no lo entiendo. Pero está bien. Ellamantiene un excelente hogar. Nadie más sabe cómo hacer unos malvaviscos tanbuenos —ni demasiado suaves, ni demasiado crujientes. ¡Hestia, su deseo esconcedido!

Hestia soltó un gran suspiro de alivio.

Ella se convirtió en la diosa oficial de la chimenea, que puede no parecer un grancargo, pero era exactamente lo que quería Hestia. Más tarde, la gente hizo una historiasobre cuando Hestia solía tener un trono en el Monte Olimpo y lo dejó cuando llegóun nuevo dios llamado Dionisio. Es una buena historia, pero no está realmente en losviejos mitos. Hestia nunca quiso un trono. Ella era demasiado modesta para eso.

Su chimenea se convirtió en el centro de la calma de la tormenta cada vez que losOlímpicos peleaban.

Todo el mundo sabía que la chimenea era un territorio neutral. Podrías ir allí por unrespiro, una taza de néctar, o una conversación con Hestia. Podrías recuperar el alientosin ser abordado por alguien —algo así como la "base" en el juego de la mancha.

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Hestia cuidaba de todos, y todos cuidaban de ella.

¿El ejemplo más famoso? Una noche, la madre Rea tuvo una gran fiesta en el MonteIda para celebrar el aniversario de la victoria de los olímpicos sobre Cronos. Todos losdioses y los Titanes amigables fueron invitados, junto con docenas de ninfas y sátiros.Las cosas se pusieron bastante salvajes —muchos bebían el néctar, comían ambrosía,y danzaban el baile loco con los Curetes. Los dioses incluso convencieron a Zeus paracontar algunas de sus bromas sátiro infames.

Hestia no estaba muy acostumbrada a festejar. Cerca de las tres de la mañana, selevantó mareada del baile y el néctar y se perdió en el bosque. De casualidad setropezó con un burro que estaba atado a un árbol; probablemente uno de los sátiros lohabía montado para ir a la fiesta. Por alguna razón, Hestia encontró esto muydivertido.

— ¡Hola, Sr. burro! —ella se rió. ¡Voy a — ¡hip!—…voy a recostarme justo aquí y,uh, tomar una siesta! Cuida de mí, ¿de acuerdo? Bueno…

La diosa cayó sobre la hierba y comenzó a roncar. El burro no estaba seguro de quépensar sobre eso, pero se mantuvo en silencio.

Unos minutos más tarde, un dios menor de la naturaleza llamado Príapo llegódeambulando por el bosque. No escuchas mucho acerca de Príapo en las viejashistorias.

Francamente, no es muy importante. Era un dios del pueblo que protegía las huertas.Lo sé —qué emocionante, ¿no?—. ¡Oh, gran Príapo, protege mis pepinos con tusgrandes poderes! Si alguna vez has visto esos tontos gnomos de yeso en el jardín,aquellos que la gente pone en sus patios, eso es un señal de los días que las personascolocaban estatuas de Príapo en sus jardines para proteger sus productos.

De todos modos, Príapo estaba en todas las fiestas y coqueteaba con las damas. Élhabía bebido mucho esa noche. Estaba vagando por el bosque en busca de algunaninfa o diosa desprevenida que consiguiera encantarlo. Cuando llegó a un espacio librey vio a una diosa encantadora descansando en el césped, roncando de maneraseductora a la luz de la luna, pensó, ¡SÍ!

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Él se colocó junto a Hestia. No sabía qué diosa era, pero no le importaba. Estabaseguro de que si él se acurrucaba a su lado, ella estaría encantada cuando sedespertara, porque oye, ¿quién no querría ser romántico con el dios de las verduras?

Se arrodilló a su lado. Olía a humo de madera —tan delicioso como los malvaviscostostados. Le pasó su mano por el cabello oscuro y dijo:

—Oye, nena. ¿Qué te parece si nos acurrucamos un poco?

En la cercana oscuridad, el burro aparentemente pensó que sonaba como una ideaexcelente y bramó, “¡HHAWWWWW!”

Príapo gritó—: ¡Ahhh!

Hestia se despertó sobresaltada, horrorizada de encontrar un dios de verdurasinclinado sobre ella, con la mano en su cabello. Gritó:

— ¡Ayuda!

En la fiesta, los otros dioses escucharon sus gritos. Inmediatamente dejaron de hacer loque estaban haciendo y corrieron a ayudarla —porque simplemente no te podías metercon Hestia.

Cuando se enteraron de Príapo, todos los dioses comenzaron a golpearlo, a lanzarcopas en su cabeza, atacándolo, llamándole por nombres. Príapo apenas salió de allícon vida.

Más tarde, él afirmó que no tenía ni idea de que estaba coqueteando con Hestia. Élpensó que era sólo una ninfa, o algo así. Aún así, Príapo ya no era bienvenido en lasfiestas del Olimpo. Después de eso, todo el mundo se hizo aún más protector conHestia.

Ahora, hay una parte más de la historia de Hestia que es algo importante, pero voy atener que hacer algunas especulaciones aquí, porque no encontrarás esto en los viejosmitos.

Al principio, sólo había un hogar en el mundo, y pertenecía a los dioses. El fuego eracomo su propiedad de marca registrada. Los débiles humanos no sabían cómo hacerlo.

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Todavía estaban acobardados en sus cuevas, gruñendo y agarrando sus narices,golpeándose unos a otros con palos.

El titán Prometeo, que había hecho esos pequeños tipos de arcilla, se sentía muy malpor ellos. Después de todo, él los había creado para parecerse a los inmortales. Estabamuy seguro de que también los seres humanos eran capaces de actuar comoinmortales. Sólo necesitaban un poco de ayuda para empezar.

Cuando Prometeo visitó el Olimpo, observaba a los dioses que se reunían en el hogarde Hestia. El fuego era la cosa más importante que hizo del palacio una casa. Podríasutilizar el fuego para mantener el calor, podías cocinar con él, hacer bebidas calientes,encender antorchas por la noche. Podría jugarse cualquier cantidad de bromasdivertidas en los carbones calientes. Si sólo los humanos hubieran tenido fuego...

Finalmente Prometeo se armó de valor y habló con Zeus.

—Hey, Señor Zeus —dijo—. Uh, pensé que debía mostrar a los humanos cómo hacerfuego.

Zeus frunció el ceño. — ¿Los seres humanos? ¿Te refieres a esos pequeños individuossucios que hacen chillidos divertidos cuando caminas sobre ellos? ¿Por quénecesitarían el fuego?

—Podrían aprender a ser más como nosotros —dijo Prometeo—. Podrían construircasas, hacer ciudades, todo tipo de cosas.

—Esa —dijo Zeus—, es la peor idea que he oído. Después, querrás dale armas a lascucarachas. Dale a los humanos el fuego y dominarán mundo. Recibirán tododesdeñosamente y decidirán que son tan buenos como los inmortales. —No, loprohíbo terminantemente.

Pero Prometeo no podía dejarlo así. Él se quedó mirando a Hestia sentada junto a sufuego. Admiraba la forma en que mantuvo a la familia olímpica junta con sus fuegossagrados.

Simplemente no era justo, Prometeo decidió volver. Los seres humanos merecían lamisma comodidad.

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¿Qué pasó después?

Varias versiones de la historia dicen que Prometeo robó las brasas de la chimenea.

Los escondió en el tallo vacío de un hinojo, aunque pensarías que alguien se daríacuenta que él salía a escondidas del palacio con una planta de combustión lenta queolía como regaliz quemándose.

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Ninguna de las historias nos dicen que Hestia ayudó a Prometeo. Pero la cuestión es,¿cómo podría no haberse dado cuenta de lo que estaba haciendo? Ella siempre estabaen la chimenea. No hay manera de que Prometeo podría haber robado el fuego sin queHestia se diera cuenta.

Personalmente, creo ella que tenía simpatía por Prometeo y esos pequeños sereshumanos.

Hestia era de buen corazón. Creo que ella tampoco ayudó a Prometeo o al menos sehizo de la vista gorda y dejó que le robara las brasas.

Cualquiera que fuera el caso, Prometeo se escabulló del Olimpo con su secreto palo deregaliz ardiendo y se lo dio a los seres humanos. Le tomó un tiempo para que ellosaprendieran a utilizar el llameante material caliente sin matarse a sí mismos; perofinalmente lo lograron, y la idea se extendió como... bueno, un reguero de pólvora.

Por lo general, Zeus no prestaba mucha atención a lo que sucedía sobre la tierra.Después de todo, el cielo era su dominio. Pero una noche clara se puso de pie en elbalcón del monte Olimpo y se dio cuenta de que en el mundo había unas pecasluminosas —en casas, pueblos, incluso algunas ciudades. Los seres humanos habíansalido de sus cuevas.

—Ese pequeño fuego —Zeus se quejó—. Prometeo armó a las cucarachas.

Junto a él, la diosa Hera dijo—: Uh, ¿qué?

—Nada —Zeus murmuró. Le gritó a sus guardias—: Encuentren a Prometeo ytráiganlo aquí. ¡AHORA!

Zeus no estaba contento. No le gustaba que alguien desobedeciera sus órdenes, sobretodo cuando ese alguien era un titán que Zeus generosamente había perdonadodespués de la guerra.

Zeus estaba tan disgustado, que decidió castigar a Prometeo de una manera que nadiepudiera olvidar. Encadenó al titán a una roca en el monte Cáucaso al borde oriental del

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mundo, luego convocó a una enorme águila, que era el animal sagrado de Zeus, paraque picoteara a Prometeo abriéndole el vientre y se alimentara de su hígado.

Oh, lo siento. Eso fue un poco asqueroso. Espero que no estuvieras estaba a punto dealmorzar.

Todos los días, el águila podría desgarrar a Prometeo y devorárselo. Y cada noche,Prometeo sanaría, creciéndole un hígado nuevo, justo a tiempo para que el águilapudiera devorárselo al día siguiente.

Los otros dioses y titanes dieron el mensaje—: No desobedezcan a Zeus, o cosasmalas te pasarán, implicando probablemente, cadenas, hígados o águilas hambrientas.

En cuanto a Hestia, nadie la acusó de nada; pero ella se debe haberse sentido mal porlo de Prometeo, porque se hizo cargo de que su sacrificio no fuera en vano.

Ella se convirtió en la diosa de todos los hogares, en todo el mundo. En cada hogarmortal, la chimenea central era sagrada para ella. Si necesitabas protección, ya sea sialguien te persiguiese o te quisiera dar una paliza, corrías al hogar más cercano y nadiete podía tocar estando allí. El que vivía en esa casa estaba obligado ayudarte si estabasbuscando refugio.

Las familias tomaban sus juramentos importantes en la chimenea, y cada vez quequemaban una parte de su comida como un sacrificio a los dioses, una parte de esesacrificio iba para Hestia.

A medida que los pueblos y ciudades crecían, estas operaban como casas individuales.Cada ciudad tenía una chimenea central que estaba bajo la protección de Hestia. Sieras un embajador de otra ciudad, siempre visitabas la chimenea primero paraproclamar que habías venido en son de paz. Si estabas en problemas e ibas a lachimenea central de la ciudad, nadie podría hacerte daño. De hecho, los ciudadanoseran obligados por su honor a protegerte.

Resultó que Prometeo tenía razón. Los humanos comenzaron a actuar como los dioses,para bien o para mal. Con el tiempo, los dioses se acostumbraron a esto e incluso loaceptaron. Los seres humanos construyeron templos para ellos, quemaron sacrificios

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de dulce aroma, y hablaban sobre lo impresionante que eran los olímpicos. Esociertamente ayudó.

Sin embargo, Zeus no perdonó a Prometeo por desobedecer sus órdenes. FinalmentePrometeo consiguió liberarse, pero eso es otra historia.

En cuanto a Hestia, ella fue capaz de mantener la paz en el Olimpo la mayor parte deltiempo, pero no siempre.

Por ejemplo, una vez su hermana Deméter se enojó tanto con sus hermanos, que casiprovoca la Guerra Mundial Cero…

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Deméter se convierte en maizilla

h, sí ¡Deméter!

Trata de no emocionarte demasiado, porque este capítulo tiene que vercon la diosa del trigo, el pan y los cereales. Deméter sólo lo reducía a rocascuando se trataba de carbohidratos. No estoy siendo justo con ella, creo.Claro, ella era la diosa de la agricultura, pero había otras cosas que

sucedían con ella.

Entre las tres diosas mayores, ella era la hermana del medio, por lo que combinaba ladulce personalidad de Hestia con el atractivo de su hermana menor Hera. Demétertenía el cabello largo y rubio de color trigo maduro. Llevaba una corona de hojas demaíz tejidas —No era una moda fashionista que la gente pudiera lograr, pero ella selas arregló. Le gustaba adornarse con amapolas, que a menudo crecen en los camposde cereales —o eso me han dicho. Yo no camino por todos los campos de cereales.

Un manto oscuro cubría su vestido verde brillante, por lo que cada vez que se movía,parecía una planta fresca abriéndose camino a través de la tierra fértil. Olía como unatormenta sobre un campo de jazmín.

O

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Desde que Hestia decidió no casarse, Deméter era la primera diosa que llamóseriamente la atención de los jóvenes dioses. (Hera también era hermosa, pero suactitud... bueno, vamos a llegar a eso más adelante).

Deméter no era sólo bonita, también era de buen corazón (en su mayoría), sabía cómohacer increíbles panes y galletas, y llevaba una figura sorprendentemente bélica adondequiera que iba. Montaba una carroza dorada tirada por dragones gemelos. A sulado brillaba una espada de oro.

De hecho, uno de sus nombres griegos era Deméter Khrysaoros, es decir, la Señora dela Espada de Oro. Suena como un buen título para una película de artes marciales.Según algunas leyendas, su espada era en realidad la guadaña de Cronos, que ellaforjaba como la herramienta de recolección más mortal del mundo. Generalmente loutilizaba para cortar el trigo, pero si se encontraba enojada, podía luchar con él...

De todos modos, los jóvenes dioses la querían. Zeus, Poseidón y Hades, todos ellos, lepropusieron matrimonio. Pero Deméter les rechazó rotundamente. Prefería vagar porla tierra, convirtiendo llanuras áridas en campos fértiles, alentando a los huertos aflorecer y dar frutos.

Un día, Zeus seguía persistente. Acababa de divorciarse de Themis y no se habíavuelto a casar todavía. Estaba solo. Por alguna razón, estaba obsesionado con Demétery decidió que absolutamente tenía que ser para él.

La encontró en un campo de trigo (no se sorprendió). Deméter le gritó que se fuera,pero él seguía siguiéndola.

— ¡Vamos! —dijo—, sólo un beso. Luego tal vez otro y después quizás…

— ¡No! —gritó—, ¡Eres tan molesto!

— Yo soy el rey del universo —dijo Zeus—. Si nos juntamos, ¡serías la reina!

—No estoy interesada. —Deméter estaba siendo tentada a sacar su espada de oro, peroZeus era el dios más poderoso, y la gente que se le oponían se metía en un montón deproblemas.

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(Ejem, Prometeo, ejem.) A parte de eso, su carroza de oro estaba aparcada al otroextremo del campo, por lo que ella no podía saltar ni huir.

Zeus seguía molestándola. —Nuestros hijos serían poderosos y sorprendentes.

—Vete–.

—Hey, nena. No seas así.

Finalmente Deméter se disgustó, así que se transformó en una serpiente. Pensó quepodía perder a Zeus escondiéndose en los campos y deslizándose lejos.

Mala idea.

Zeus podría transformarse en un animal también. Se transformó en una serpiente y lasiguió. Eso fue fácil, ya que las serpientes tienen un gran sentido del olfato; y como hedicho antes, Deméter tenía un olor muy distintivo de lluvia-sobre-jazmín.

Deméter se deslizó por un agujero en la tierra. Otra idea bastante terrible.

Zeus se deslizó detrás de ella. El túnel era estrecho, así que una vez Zeus bloqueó laentrada, Deméter no podía salir. Ella no tenía espacio para cambiar de forma.

Zeus la atrapó y no la dejaría ir hasta que... Bueno, usa tu imaginación.

Meses más tarde, Deméter dio a luz a su primer hijo —una niña llamada Perséfone.Ella fue una dulce bebé muy linda, Deméter casi perdonaba a Zeus por engañarlasiendo un reptil y hacerle chiqui-chiqui. Casi. Ellos no se casaron, y Zeus era un padremuy negligente; pero la niña se convirtió en luz de la vida de Deméter.

Más sobre Perséfone en un segundo...

Me gustaría decir que esa fue la única vez que Deméter se metió en una mala situacióncon un hombre. Pero por desgracia, no fue así.

Unos años más tarde, Deméter se fue de vacaciones a la playa. Ella estaba caminandoa lo largo de esta, disfrutando de la soledad y el aire fresco del mar, cuando Poseidón,pasó a vigilarla.

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Al ser un dios del mar, solía percibir bellas mujeres caminando por la playa.

Él apareció de las olas en sus mejores túnicas verdes, con su tridente en su mano y unacorona de conchas marinas en la cabeza. (Estaba seguro de que la corona le hacía verirresistible).

— Hey, nena —dijo, moviendo las cejas—, debes ser una contracorriente, porque mebarres a tus pies.

Había estado practicando ese piropo durante años. Así que estaba encantado de quefinalmente llegara a utilizarlo.

Deméter no estaba impresionada. —Vete, Poseidón.

—A veces el mar se va —Poseidón estuvo de acuerdo—, pero siempre vuelve. ¿Quédices si tú y yo tenemos una cena romántica en mi palacio submarino? —Deméterhizo una nota mental de no estacionar su carro tan lejos. Realmente podría haberutilizado sus dos dragones para que la apoyasen. Decidió cambiar de forma y alejarse,pero ella sabía que sería mejor no convertirse en una serpiente esta vez. Necesito algomás rápido, pensó. Entonces miró por la playa y vio una manada de caballos salvajesque galopan a través de las olas.

¡Eso es perfecto! Deméter pensó. ¡Un caballo!

Instantáneamente se convirtió en una yegua blanca y corrió por la playa. Se unió a lamanada y se mezcló con los otros caballos. Su plan tenía serias fallas. En primer lugar,Poseidón también podría convertirse en un caballo, y lo hizo —fue un fuerte sementalblanco—. Corrió tras ella. En segundo lugar, Poseidón había creado a los caballos.Sabía todo acerca de ellos y podía controlarlos.

¿Por qué un dios del mar crearía un animal terrestre como el caballo? Ya llegaremos aeso más adelante.

De todos modos, Poseidón llegó a la manada y comenzó su corrida, en busca deDeméter —o más bien olfateando su dulce y distintivo perfume. Era fácil deencontrarla. El camuflaje aparentemente perfecto de Deméter en la manada resultó seruna trampa perfecta. Los otros caballos abrieron paso a Poseidón, y cercaron aDeméter dejándola inmóvil. Ella entró en pánico, temiendo ser pisoteada, y que ni

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siquiera pudiera cambiar de forma en otra cosa. Poseidón se acercó a ella y relinchóalgo así como: “Hey, hermosa. ¿Galopando por mi camino?”

Para gran horror de Deméter, Poseidón se hizo mucho más mimoso de lo que ellaquería. En estos días, Poseidón podría ser arrestado por ese tipo de comportamiento.Quiero decir... suponiendo que no se encontrase en forma de caballo. No creo que sepueda detener a un caballo. De todos modos, en aquellos días, el mundo era un lugarmás rudo, más severo. Deméter no podía denunciar exactamente a Poseidón ante el reyZeus, porque Zeus era muy malo.

Meses más tarde, Deméter muy avergonzada y enojada dio a luz a unos gemelos. ¿Lacosa más extraña? Uno de los bebés era una diosa; el otro era un semental. No voy aintentar siquiera llegar a comprender eso. La niña fue nombrada Despoine, pero no seoye mucho sobre ella en los mitos. Cuando creció, su trabajo era cuidar el templo deDeméter, como la alta sacerdotisa de la magia de maíz o algo así. Su hermano bebé, elsemental, fue nombrado Arión. Él creció para ser un caballo inmortal súper rápido.Fue quien ayudó a Hércules y algunos otros héroes, también. Era un caballo bastanteimpresionante, aunque no estoy seguro de que Deméter estuviera muy orgullosa detener un hijo que necesitaba nuevas herraduras cada pocos meses y que estuvieraconstantemente acariciándola con su hocico por manzanas.

Hasta este punto, podrías pensar que Deméter habría renunciado a esos brutos yrepugnantes hombres para siempre y se habría unido a Hestia en el Club de la SolteríaPermanente. Pero curiosamente, un par de meses más tarde, se enamoró de un príncipehumano llamado Lasion (Se pronuncia AY-son, creo). Sólo te muestro lo lejos que loshumanos habían llegado desde que Prometeo les dio fuego. Ahora podían hablar yescribir. Podrían cepillarse los dientes y peinarse. Vestían ropa y de vez en cuando sebañaban. Algunos de ellos eran aún lo suficientemente guapos para coquetear con lasdiosas. Este tipo Lasion (no Jason, ese es un tipo diferente) era un héroe de Creta. Eraguapo y bien educado, y siempre vigilaba a sus agricultores locales, lo cual fue uncamino seguro hacia el corazón de Deméter. Un día Lasion estaba inspeccionandoalgunos campos recién arados cuando Deméter pasó bajo la apariencia de unadoncella mortal. Empezaron a hablar: “Oh, me encanta el trigo”, “¡A mí también!”,“¡El trigo es el mejor!” O algo por el estilo; y se enamoraron.

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Se encontraron en los campos varias veces más. En pocas semanas, Deméter estuvolocamente enamorada. Por supuesto, algo tenía que ir mal. La próxima vez queDeméter visitó los campos, Zeus pasó a mirarla desde el Monte Olimpo. Vio aDeméter estar muy acogedora con este chico mortal —abrazos y besos y hablándosede trigo—, lo que llevó a Zeus estar sumamente celoso. Algo totalmente injusto, ¿no?Zeus y Deméter ni siquiera estaban juntos. Aun así, cuando Zeus vio a un héroe mortalpasando tiempo con "su" chica, se puso muy furioso. Lo bueno de enfadarse con losmortales —es que son mortales. Lo que significa que puedes matarlos.

Deméter le estaba dando a Lasion un gran beso cuando el cielo retumbó. Las nubesrompieron abriéndose, y los relámpagos destellaron. ¡KER-ZAP! De repente Deméterse hallaba sola en el campo de trigo, su ropa ardía. Un montón de cenizas del héroeyacía a sus pies. Ella gemía y gritaba maldiciendo a Zeus, pero no había nada quepudiera hacer. Ella se fue enfurruñando a su apartamento privado en el Monte Olimpoy permaneció allí durante meses. Cuando por fin salió, sostenía el último niño quedaría a luz, un niño llamado Pluotos. (No Plutón. Ese es otro hombre diferente). No seoye mucho sobre Pluotos en los antiguos mitos tampoco, pero se convirtió en el diosmenor de la riqueza agrícola. Deambuló por Grecia, en busca de agricultores exitosospara recompensarlos por su arduo trabajo con bolsas de dinero en efectivo —algo asícomo la Patrulla del Premio de Old McDonalds.

A esta altura, Deméter decidió que ya era suficiente. Tenía citas ocasionales, peronunca se casó, nunca tuvo otro hijo, y sus relaciones con los dioses fueron siempretensas.

Sus experiencias también agriaron esa personalidad dulce que tenía. Es posible que nocreas que una diosa del grano podría dar miedo, pero maldición. Deberías haber vistolo que le hizo a ese tipo, Erisikhthon.

Lo sé. Sin duda el nombre más estúpido. Creo que se pronuncia Err-ISS-ick-thon, perodiablos, sólo estoy adivinando. De todos modos, este tipo era un príncipe local quepensaba que era la cosa más genial desde el bronce. Él quería construir una mansiónenorme con la madera de los bosques cercanos.

¿El problema? Los árboles —los únicos grandes y buenos que creía que eran losuficientemente buenos para su mansión— estaban en una arboleda que era sagrada

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para Deméter. Estos enormes robles y álamos surcaban los cielos a más de cien metrosde altura, y cada uno tenía un espíritu de la naturaleza, una dríada, que los controlaban.Las dríadas bailaban alrededor, cantaban canciones acerca de Deméter y hacíancollares de flores, o cualquier cosa en sus tiempos libres. Todo el mundo en todo elpaís sabía que la arboleda era sagrada para Deméter, pero a Eric Cualquiera-que-fuese-su-nombre, no le importó. (Sabes, creo que sólo lo llamaré Eric.) Así que Ericreunioócomo cincuenta de sus más grandes y fuertes amigos. Él les dio unas hachas debronce afiladas, y se dirigieron a la arboleda.

Tan pronto como las dríadas los vieron venir, gritaron alarmadas y llamaron aDeméter para que las protegieran. Debieron haber tenido una señal de alerta, porqueella estuvo allí en un flash. Deméter tomó la forma de una doncella humana y aparecióen el camino, justo delante de Eric y su ejército de matones que manejaban sus hachas.

— ¡Oh, mi! —dijo—, ¡Tales hombres grandes y fuertes! ¿A dónde van?

— Fuera del camino, muchacha —se quejó Eric–, tenemos que hacer algunas taladas.

—Pero ¿por qué te atacan estos pobres árboles indefensos?

— ¡Necesito la madera! —Eric bramó—, ¡Voy a hacer la mansión más grande en elmundo!

Sus amigos aplaudieron y ondearon sus hachas amenazadoramente.

—Debería elegir otros árboles —dijo Deméter, tratando de mantener la calma—. Estaarboleda es sagrada para Deméter.

— ¡Bah! —dijo Eric—, estos son los árboles más altos de la tierra. Necesito árbolesaltos para mi gran salón. Mis amigos y yo tenemos la intención de festejar allí toda lanoche. ¡Tendremos excelentes fiestas, seré el más famoso en toda Grecia!

Sus amigos gritaron, “¡Mmm!” E hicieron ruidos relamiéndose los labios.

—Pero este es el hogar de muchas dríades inocentes —persistió Deméter.

—Si las dríadas intentan detenerme —dijo Eric—, ¡voy a cortarlas también!

Deméter apretó la mandíbula. — ¿Y si Deméter intenta detenerte?

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Eric se rió. —Que se atreva. No tengo miedo a una tonta diosa de cosecha. Ahora, a unlado, o te cortaré a ti también, muchacha.

Empujó a la diosa a un lado y se dirigió hacia el árbol más grande —un enorme álamoblanco. Cuando balanceó su hacha, una ráfaga de viento caliente le golpeó en eltrasero. Deméter creció a una gran altura, elevándose sobre los árboles como Maizillaen sus túnicas de color verde y negro, con la corona de hojas de maíz que echabanvapor en sus cabellos de oro, su guadaña lanzando una sombra sobre todo al grupo delos mortales.

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—ASÍ QUE —la gigantesca Deméter resonó—, ¿NO TIENES MIEDO?

Los cincuenta matones de Eric dejaron caer sus hachas y corrieron gritando comoniñas.

Eric trató de levantarse, pero sus rodillas temblaban. —Yo… eh, yo sólo... uh…

— ¡QUERÍAS SER FAMOSO POR TUS FIESTAS! —Deméter rugió—. ¡YFESTEJARÁS, ERISIKHTHON! — ¡CADA NOCHE, UNA GRAN FIESTA, COMOTÚ QUERÍAS! SOY LA DIOSA DE LA COSECHA, LA DUEÑA DE TODO ELALIMENTO.VAS A COMER Y COMER HASTA EL RESTO DE TUS DÍAS,¡PERO TU HAMBRE NUNCA SERÁ SATISFECHA!

Deméter desapareció en un destello de luz esmeralda.

El pobre Eric huyó sollozando y jurando a los dioses que nunca tocaría esa arboledasagrada. Pero eso no importó. Esa noche, cuando terminó la cena, él seguía tanhambriento como cuando empezó. Comió una segunda cena, y luego una tercera; perono se sentía mejor. Bebió como, un galón de agua; pero no pudo saciar su sed. A lospocos días, el hambre y la sed se convirtieron insoportables. Sólo consiguió un granalivio durmiendo, pero incluso ahí, soñaba con comida. Cuando despertaba, estabamuerto de hambre de nuevo.

Eric era un hombre rico, pero en pocas semanas había vendido la mayor parte de susbienes sólo para comprar alimentos. Comía constantemente, durante todo el día, todoslos días. Nada lo ayudaba. Con el tiempo perdió todo lo que poseía. Sus amigos loabandonaron. Él estuvo desesperado, incluso trató de vender a su propia hija comoesclava para conseguir dinero para comer. Afortunadamente, Deméter no era tan cruelcomo para dejar que eso sucediera. La hija imploró para que alguien la rescatara, yPoseidón acudió en su ayuda. Tal vez pensó que le debía un favor a Deméter por elincidente que tuvo con sus caricias de caballo. Quizás no le importaba ayudar a unajoven mortal. De todos modos, él tomó a la niña bajo su protección e hizo de ella unama de casa en su palacio bajo el agua. En cuanto a Erisikhthon, se consumió y murióen agonía. Final feliz.

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Se corrió la voz. Los mortales decidieron que tal vez deberían tomar en serio aDeméter. Cualquiera que controle los alimentos puede bendecirte —o maldecirte, muypero muy severamente.

Después de todo, Deméter supuso que había conseguido expulsar la ira fuera de susistema. Decidió relajarse y disfrutar de la vida, y lo que le trajo la mayor felicidad enel mundo fue su hija mayor, Perséfone. Oh, claro, amaba a sus otros hijos; peroPerséfone fue su favorita.

—Ya he terminado con el drama —Deméter se dijo a sí misma—. ¡Sólo voy adescansar y disfrutar pasando tiempo con mi maravillosa hija!

Como probablemente puedes adivinar, esto no salió tan bien.

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Perséfone se casa con su acosador(O Deméter – la secuela)

unca comprendí qué hacía de Perséfone alguien tan importante. Quiero decir,para una chica que casi destruyó el universo, me parece alguien no tanincreíble.

Claro, era bella. Tenía el largo y rubio cabello de su madre y los ojos azul cielo deZeus. Nada en el mundo le importaba. Estaba segura de que todo el mundo fueinventado para complacerla. Supongo que cuando tus padres son ambos dioses, puedesllegar a creer eso.

Amaba estar al aire libre. Pasaba los días vagando por el campo con sus amigas ninfasy diosas, atravesando arroyos, recogiendo flores en prados iluminados por el sol,comiendo fruta fresca recién cortada del árbol, bueno, estoy inventándome todo eso,

N

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pero supongo que eso es lo que las diosas adolescentes habrían hecho antes de lainvención de los teléfonos inteligentes.

La cosa es que Perséfone no tenía mucho que hacer. No era tan inteligente. No eravaliente. No tenía realmente metas u hobbies (a parte de lo de recoger flores).Simplemente estaba ahí, disfrutando de la vida y siendo una niña consentida, protegiday con demasiados privilegios. Supongo que está bien si puedes tenerlo, pero yo nocrecí de esa forma, así que no le tengo mucha simpatía a ella.

Aun así, Deméter vivía para su hija, y no puedo culparla por ser sobreprotectora.Deméter había tenido suficientes malas experiencias con esos dioses furtivos. Despuésde todo, Perséfone había llegado al mundo por una emboscada de serpientes. La niñatenía suerte de no haber salido de un huevo.

Por supuesto, ya que Perséfone había sido declarada fuera de alcance, todos los diosesla notaron y pensaron que era increíblemente guapa. Todos querían casarse con ella,pero sabían que Deméter nunca lo permitiría. Siempre que cualquiera de ellos seacercaba, Deméter aparecía de la nada con su carro de combate de dragón y sutenebrosa espada dorada.

La mayoría de los dioses la dejaron ir. Decidieron buscar diosas con las que fuera másseguro salir.

Pero un dios no pudo sacarse a Perséfone de su cabeza. Un dios llamado Hades, elseñor del Inframundo.

Pareja perfecta, ¿no? Un hombre viejo y sombrío que vivía en la cueva más grande delmundo llena de las almas de los muertos, y se enamora de una bella joven que ama laluz del sol, las flores y el aire libre. ¿Qué podía salir mal?

Hades sabía que no valía la pena. Perséfone estaba completamente fuera de su alcance.Además, Deméter no dejaría que ningún dios se acercara a su hija. No había maneraen el Tártaro que ella dejase que Hades saliera con Perséfone.

Hades trató de superarla. Pero se sentía solo allá abajo en el Inframundo sin compañíamás que de los muertos. Siguió poniéndose su casco de invisibilidad y se colaba a

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hurtadillas al mundo de los mortales para ver a Perséfone divertirse por ahí. En otraspalabras, fue el primer acosador del mundo.

No sé si alguna vez alguien te haya gustado tanto, pero Hades se obsesionó. Guardabadibujos de Perséfone en su bolsillo. Grabó su nombre en su mesa de obsidiana con uncuchillo, lo que le costó mucho trabajo. Soñaba con ella y tenía conversacionesimaginarias donde él admitía su amor y ella confesaba que siempre había sentido algopor espeluznantes chicos mayores que vivían en cuevas llenas de gente muerta.

Hades se distrajo tanto que ni siquiera se podía concentrar en su trabajo, que eraclasificar las almas de los muertos una vez que llegaran al Inframundo, pero losfantasmas comenzaron a escapar al mundo mortal, o merodeaban en los vecindariosespirituales incorrectos. El tráfico en las puertas del inframundo era ridículo.

Finalmente, Hades no pudo soportarlo más. A su favor, no trató de engañar aPerséfone o de llevársela a la fuerza, al menos no al principio. Pensó: “Bueno,Deméter nunca me escuchará. Tal vez deba hablar con el papá de Perséfone”.

No era fácil para Hades visitar el Monte Olimpo. Sabía que no era bienvenido ahí.Definitivamente no quería pedirle ningún favor a su molesto hermanito Zeus, peropuso su cara de valiente y se encaminó hacia el cuarto del trono Olímpico.

Sucedió que atrapó a Zeus de buen humor. El rey de los cielos había terminado todo sutrabajo de dios por la semana, organizar las nubes y los vientos y haciendo lo que seaque un dios del cielo tenga que hacer. Ahora estaba sentado, bebiendo néctar ydisfrutando del hermoso día. Estaba fantaseando acerca de otra bella dama con quientenía la intención de casarse, llamada Hera; así que cuando Hades entró a verlo, Zeustenía una sonrisa perdida en su cara.

―Señor Zeus. ―Se inclinó Hades.

― ¡Hades! ―chilló Zeus―. ¿Qué hay, amigo? ¡Mucho tiempo sin verte!

Hades estaba tentado a recordar a Zeus que era “mucho tiempo sin verte” porque Zeusle había dicho que no era bienvenido en el Monte Olimpo; pero decidió que era mejorno mencionarlo.

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― Uh, en realidad…―Hades tiró nerviosamente de su túnica negra―. Necesito unconsejo. Sobre una chica.

Zeus sonrió

― Has venido al lugar indicado ¡Las chicas me aman!

― Está bien…― Hades comenzó a preguntarse si esto era una buena idea. —Es sobre una chica en particular, tu hija, Perséfone.

La sonrisa de Zeus vaciló.

― ¿Qué dices?

Hades había callado sus sentimientos tanto tiempo, que colapsó. Confesó todo, hastalas cosas de acosador. Prometió que sería un excelente esposo para Perséfone. Seríadevoto y le daría todo lo que ella pidiera, si tan solo Zeus le diera permiso de casarsecon ella.

Zeus acarició su barba. Usualmente, se habría enojado con una propuesta tan ridícula.Habría sacado sus relámpagos y enviado a Hades de vuelta al Inframundo con sutúnica en llamas y su cabello en picos y quemado. Pero hoy Zeus estaba de buenhumor. En realidad estaba algo conmovido de que Hades hubiera acudido a él con suproblema y que hubiera sido tan honesto. Se sintió mal por su raro hermano acosador,y definitivamente comprendía como un hombre podía obsesionarse con una mujer.

Claro, Perséfone era su hija; pero Zeus tenía muchas hijas de muchas mujeresdiferentes. No era como si Perséfone fuera su favorita o algo por el estilo. Estabainclinado a ser generoso y ofrecerla.

Tamborileó sus dedos en el descansabrazos de su trono.

― El problema es Deméter. Uh…es la hija de Deméter, ¿verdad? Lo olvido.

― Sí, mi Señor ―dijo Hades.

― Su hija favorita ―recordó Zeus. La luz de su vida, a quien nunca pierde de vista,etcétera.

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― Sí, mi Señor. ―Hades comenzaba a sentirse incómodo―. ¿Debería hablar conDeméter? Tal vez si rompieras el hielo y la hicieras que prometiera escuchar. O ¿Talvez debería declararle mi amor a Perséfone?

― ¿Qué? ―Zeus parecía horrorizado―. ¿Ser honesto con las mujeres? Eso nuncafunciona, hermano. Toma lo que quieres.

― Uh… ¿En serio?

― ¡Siempre me funciona! ―dijo Zeus—. Sugiero secuestrarla. Cuando nadie estéviendo, captura a Perséfone y llévatela a tu lugar. Deméter no sabrá qué sucedió. Paracuando lo resuelva… ¡demasiado tarde! Perséfone será tuya. Tendrás suficientetiempo para convencer a Perséfone que se quede contigo en el Inframundo.

Hades comenzaba a dudar de la sabiduría de Zeus.

― Uhm, ¿estás seguro de que es una buena idea?

― ¡Totalmente! ―dijo Zeus.

Hades se mordió el labio. Todo le de secuestrarla parecía muy riesgoso. No estabaseguro si a Perséfone en realidad le gustaría ser secuestrada, pero no sabía mucho demujeres. Tal vez Zeus estaba en lo correcto.

(Que conste: NO, NO LO ESTABA).

― Hay un problema, mi Señor ―dijo Hades. Perséfone nunca está sola. O está conDeméter o con chaperonas ninfas y diosas. ¿Cómo puedo raptarla en secreto? Inclusosi uso mi casco de invisibilidad, no puedo hacerla invisible a ella o evitar que grite.

Los ojos de Zeus brillaron maliciosamente.

― Déjamelo a mí. Ve a dejar tu carro listo.

Zeus esperó a que Deméter estuviera ocupada haciendo cosas de agricultura en el ladolejano del mundo, como cosechando cebada en Libya o algo. No estoy seguro de qué.

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De cualquier forma, Perséfone estaba bajo el cuidado de sus ninfas chaperonas.Usualmente eso funcionaba bien, pero las ninfas no estaban hechas realmente para serguardaespaldas. Podían ser distraídas fácilmente, igual que Perséfone.

Como siempre, las chicas fueron a los prados. Pasaron la mañana explorando losmontes y salpicando en el agua del rio. Después de un agradable y perezoso lonche,dejando que sus vestidos se secaran bajo los rayos del sol, Perséfone decidió ir arecoger flores.

― ¡No vayas muy lejos! ―dijo una de las ninfas.

― No lo haré ―prometió Perséfone.

No estaba preocupada. ¡El mundo era su parque de juegos! Todos la amaban, yademás, ¿qué podía salir mal mientras ella recogía flores en un prado?

Las ninfas estaban somnolientas, calientes y llenas por el almuerzo, así que seacostaron a tomar una siesta.

Perséfone vagó por la ladera hasta que juntó un ramo completo de los rosales máscercanos. Por alguna razón, las rosas no tenían espinas. Su olor intoxicante mareaba aPerséfone. Caminó penosamente un poco más lejos y divisó un gran campo devioletas.

― ¡Oh! ¡Qué bello!

Caminó por entre las violetas, recogiendo las mejores y soltando las rosas, porqueahora se veían pálidas en comparación a estas.

Bueno, probablemente debes saber en qué termina todo esto, pero Perséfone no teníani idea. No se daba cuenta que Zeus causaba que las flores crecieran, cada grupo máscolorido y con más fragancia que el anterior, llevando a Perséfone a alejarse más ymás de sus chaperonas.

Así que, ¿cómo podía Zeus, dios del cielo, hacer crecer las flores? No lo sé. Mi mejorapuesta es que aún tenía influencias con Gaia, la Madre Tierra, aunque estuvieradormida. Tal vez no cosas tan grandes como hacer una montaña. Pero, ¿hacer crecerflores? No era un gran problema.

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Perséfone vagó de flor en flor susurrando: “¡Oh, que hermoso! ¡Qué lindo!” mientrasrecogía sus favoritas.

Antes de que pudiera darse cuenta, estaba a kilómetros de sus dormidas amigas ninfas.Serpenteó hacia un valle aislado lleno de jacintos.

Se estaba agachando para recoger una hermosa flor roja cuando la tierra retumbó. Unagrieta se abrió a sus pies, y cuatro caballos negros jalando un gran carro corrieronhacia la luz del sol. El conductor estaba vestido con una túnica flotante. Vestía guantesde hierro, con una gran espada en su costado y un látigo en su mano. Su cara estabacubierta con un elaborado casco de bronce con imágenes de tortura y muerte grabadas.

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En retrospectiva, Hades se preguntó si era buena idea usar su casco del terror en unaprimera cita, pero ya era demasiado tarde.

Perséfone gritó y cayó de espaldas en el pasto.

Debió haber corrido, pero estaba en shock. Ni siquiera podía descifrar qué estabapasando. Todo siempre había girado en torno a ella, siempre había sido a su manera.No podía estar en peligro. Pero estaba bastante segura que no había pedido un chicodemoniaco en un gigantesco carro negro que viniera a pisotear sus jacintos.

A decir verdad, Perséfone ocasionalmente soñaba despierta con un apuesto chico quela enamorara perdidamente. Ella y las ninfas pasaban mucho tiempo cuchicheandosobre eso.

Pero esto no era lo que había previsto.

Hades se quitó su casco. Su complexión era aún más pálida de lo usual. Tenía un malcabello por el casco. Estaba sudando y nervioso y parpadeaba como si tuviera algo ensus ojos.

― Soy Hades ―dijo en una voz chillona―. Te amo.

Perséfone volvió a gritar, esta vez mucho más fuerte.

Sin saber qué más hacer, Hades tomó su brazo, la jaló hacia el carro, y hecho a andar alos caballos. Su vehículo oscuro desapareció dentro de la tierra. El abismo se cerródetrás de él.

La única persona que en realidad vio el secuestro fue el Titán Helios, muy arriba en sucarro atractor de chicas, ya que tenía un buen panorama y podía ver prácticamentetodo. Pero, ¿piensas que tomó el teléfono en El Olimpo y reportó un secuestro?

No. En primer lugar, no tenían teléfonos. Segundo, a Helios no le gustabaentrometerse en dramas de los dioses. Después de todo, era un Titán. Supuso que erasuertudo sólo de tener un trabajo y no ser lanzado al Tártaro. Además, este secuestrono había sido lo más loco que había visto mientras cruzaba el cielo cada día. Losdioses siempre estaban haciendo cosas salvajes. Hombre, las historias que podíacontar. Algún día debería escribir un libro.

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Así que Helios siguió su camino.

Y acerca de las ninfas que cuidaban a Perséfone: durmieron durante todo el secuestro.La única persona que escuchó gritar a Perséfone era la persona que menos te podíasimaginar

En una cueva en una ladera cercana, una Titán llamada Hécate se preocupaba por susasuntos. A Hécate le gustaban la magia y los caminos escalofriantes a media noche, ylos fantasmas. Era como la primera súper fan del Halloween. Normalmente sólodejaba su cueva cuando estaba oscuro, así que ese día estaba sentada adentro leyendolibros de hechizos o lo que sea cuando escucho a una chica gritar.

Tal vez Hécate era una diosa de la magia negra, pero no era mala. Inmediatamentecorrió a ayudar. Para cuando llegó al prado, todo había terminado.

La magia de Hécate era débil de día. Podía percibir que la tierra se había abierto y quealguien había sido secuestrado en un carruaje y jalado al Inframundo, pero no teníaidea de quién había realizado el secuestro ni de quién había sido secuestrado.

Hécate no estaba segura de qué hacer. No era como si pudiera llamar al 911. Ya queno conocía los hechos, decidió regresar a su cueva y esperar a que cayera la noche,para poder realizar mejor los hechizos y esperaba obtener más información.

Mientras, las ninfas despertaron de su siesta y buscaron a Perséfone, pero ellaliteralmente había desaparecido de la faz de la tierra. Las ninfas habían empezado aentrar en pánico para cuando regresó Deméter y se dio cuenta que su preciada hijahabía desaparecido. No estoy seguro de qué hizo Deméter para castigar a las ninfas,pero no podía ser algo bueno.

De cualquier forma, Deméter estaba aterrada. Vagó por los alrededores gritando elnombre de Perséfone, hasta quedarse sin voz. Preguntó a todo quien conocía si habíanvisto algo.

Durante nueve días Deméter no se cambió de ropa ni tomó un baño. No comía nidormía. No hacía nada más que buscar a Perséfone. Debió haber comenzado a buscaren la dirección equivocada, porque al décimo día finalmente dio la vuelta y llegó alárea cercana a la cueva de Hécate.

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Hécate escuchó a Deméter gritando por Perséfone. Inmediatamente la diosa de lamagia unió las piezas. Cada noche, Hécate había intentado descifrar el secuestro, perosus hechizos no le decían nada. Había magia muy fuerte interviniendo, cubriendo elsecuestro. Hécate tenía el presentimiento de que un dios muy poderoso estaba detrásde todo, o tal vez más de uno.

Hécate corrió para encontrarse con Deméter. Le dijo a la diosa de la agricultura acercade los gritos que había escuchado, y su creencia de que un dios desconocido habíasecuestrado de Perséfone.

La angustiada madre no se tomó bien la noticia. Gritó y chilló tan fuerte que todas lasplantas dentro de un radio de cinco millas marchitaron y murieron. Pro cientos demillas en cada dirección, cada grano de maíz de tierra Griega explotó haciéndosepalomitas.

― ¡Encontraré a quien sea que se la haya llevado! ―se lamentó Deméter―. ¡Loasesinare! ¡Y luego lo asesinaré de nuevo!

En este punto, la mayoría se habrían alejado de la loca mujer, pero Hécate se sintiómal por ella.

―Te ayudaré a buscar esta noche ―le dijo―. Tengo antorchas, y soy muy buenaviendo en la oscuridad.

Buscaron desde el atardecer hasta el amanecer pero no tuvieron suerte.

Hécate regresó a su cueva para descansar, prometiendo volver a ayudar cuando cayerala noche, pero Deméter no podía parar.

Ella prosiguió sola hasta que llegó la noche y llegó a un reino llamado Eleusis. En estepunto, incluso la diosa inmortal estaba exhausta. Decidió visitar la ciudad, descansarsus pies por unos minutos y mezclarse entre los habitantes. Tal vez habían visto oescuchado algo.

Deméter se disfrazó de una vieja mujer mortal. Se encaminó hasta el centro de laciudad, porque ahí es donde los foráneos normalmente iban cuando querían pedirayuda a los locales. Había una multitud en el cuadrado. Una dama de finas ropas y

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corona dorada estaba dando una especie de discurso. Siendo una diosa inteligente,Deméter pensó:

―Debe ser la reina.

Resultó que la reina Metaneira estaba allí con su familia y con los guardias de su casa,ofreciendo sacrificios a los dioses en celebración del nacimiento de su hijo menor,Demofonte. (O tal vez estaba allí para pedir disculpas a los dioses por darle a su hijoun nombre tan ridículo.) De cualquier forma, cuando Deméter despertó, la reinaMetaneira estaba ofreciendo una oración a Deméter. Incluso en el estado tandesesperado de Deméter, eso fue algo muy extraño, escuchar a alguien ofrecerle unaoración mientras no sabían que ella estaba en la multitud.

Si hubiera sido yo, habría esperado a que la reina dijera “Oh, gran Deméter”. Y luegohabría entrado de un salto diciendo “¿ME LLAMASTE?”

Probablemente fue algo bueno que nadie me hiciera dios.

De todas formas, Deméter pensó que esto era una buena señal. Esperó a que la reinaterminara de bendecir a su nuevo bebé, quien era muy lindo. Cuando la multitud seseparó, Deméter se dirigió hacia la reina, pero Metaneira la vio primero.

― ¡Mujer anciana! ―llamó la reina.

Deméter parpadeó. Miro a su alrededor, preguntándose a quién le estaba hablandoMetaneira. Después recordó que estaba disfrazada.

― ¡Oh, cierto! ¿Sí, mi reina? ―dijo Deméter en su mejor voz de mujer anciana.

La reina estudió la cara de Deméter y sus ropas andrajosas. Incluso disfrazada,Deméter debía verse muy cansada. Después de diez días, no olía a dulce jazmín, comosiempre.

― No te conozco ―dijo la reina. Su familia y guardias se reunieron.

Deméter se preguntó si iba a tener que convertirse en un monstruo de 100 metros paraasustarlos, pero la reina sólo sonrió.

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― ¡Bienvenida a Eleusis! Siempre damos la bienvenida a los extraños, porque nuncase sabe cuándo uno pueda ser un dios disfrazado, ¿eh?

Los guardias de la reina rieron por lo bajo. Probablemente estaban pensando: “Síclaro, esta anciana es una diosa”.

Deméter hizo una reverencia.

― Muy sabio, mi reina, muy sabio.

― ¿Necesita de un lugar donde quedarse? ―preguntó la reina―. ¿Necesita comida?¿Cómo podemos ayudarla?

“Vaya”, pensó Deméter. “Habla en serio”.

Después de días de ansiedad, corriendo frenéticamente alrededor de Grecia buscando asu hija, Deméter estaba estupefacta al recibir tanta amabilidad. Estos enclenquesmortales no sabían que ella era más que una simple mendiga, pero aún así la reina setomó el tiempo de ser amable, más amable incluso que la mayoría de los compañerosdioses de Deméter habrían sido.

Deméter estaba tan cansada y emocionalmente debilitada que se soltó llorando.

― Mi hija ―sollozó―. Me han robado a mi hija.

La reina jadeo.

― ¿Qué? ¡Esto es indignante!

Un apuesto joven caminó hacia el frente y tomó las manos de Deméter.

― Anciana mujer, yo soy Triptólemo, el hijo mayor de la reina. Prometo ayudarle aencontrar a su hija ¡como pueda!

La reina Metaneira asintió en acuerdo.

― Pero ven, querida invitada. Claramente estás exhausta. No ayudará en nada a tu hijasi mueres de cansancio y hambre mientras tratas de encontrarla. Por favor quédate en

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mi palacio esta noche. Cuéntanos tu historia. Descansa y come. En la mañana,decidiremos la mejor manera de ayudarte.

Deméter quería declinar. Quería seguir. Ya que era inmortal, obviamente no estaba enriesgo de morir. Pero estaba cansada. Estas personas eran agradables. Y después dediez días buscando, en sus ropas sucias habían comenzado a crecer especies de moho yhongos que ni siquiera la diosa de la agricultura podía reconocer.

Agradeció a la reina y aceptó su hospitalidad.

Después de tomar un agradable baño caliente y ponerse ropas nuevas, Deméter sesentía mucho mejor. Se reunió con la familia real para cenar y les platicó de susproblemas, aunque dejó de fuera pequeños detalles, como que era una gran diosa.Explicó que su hija había desaparecido mientras salía al prado con sus amigas. Unamujer que vivía cerca la había escuchado gritar, por lo que era claro que su hija habíasido secuestrada, pero Deméter no tenía idea de quién se la había llevado o dóndepodría estar.

La familia real dio una lluvia de ideas con sugerencias para ayudar: ofrecer unarecompensa, poner la cara de Perséfone en cartones de leche, poner posters de “SEBUSCA” por la ciudad. Finalmente Triptólemo tuvo la idea ganadora.

― Enviaré jinetes a las cuatro direcciones. Recaudaremos noticias y esparciremos lavoz de su secuestro. Quédate con nosotros y descansa unos días, invitada de honor. Séque estás ansiosa, pero esta es la manera más rápida de buscar por el campo. Cuandomis jinetes regresen, sabremos más.

De nuevo, Deméter quería protestar. Estaba horriblemente preocupada por su hija,pero no podía pensar en una mejor idea, y estaba agradecida por la hospitalidad de estafamilia. A parte, le vendrían bien unos días de descanso.

Desde su pánico inicial por el secuestro, el humor de Deméter se había transformado afría determinación. En su corazón, sabía que Perséfone estaba en algún lugar,capturada pero ilesa. Sus instintos maternos se lo decían. Sin importar el tiempo quetomara, ella la encontraría. Y cuando pusiera sus manos sobre el secuestrador…oh, suvenganza sería terrible. Lo cubriría en fertilizante, causaría que creciera cebada por

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todos sus poros, y reiría de sus horrorizados gritos mientras se transformaba en la ChiaPet más grande del mundo.

Deméter sonrió al Príncipe Triptólemo.

― Gracias por su amabilidad. Acepto la oferta.

― ¡Excelente!

― Goo ―dijo el recién nacido Demofonte, gorgoteando en los brazos de la reina.

Deméter contempló al bebé. Su corazón se llenó de calor y nostalgia ¡Parecía que sóloel siglo pasado Perséfone había sido así de pequeña!

― Permítanme pagar su amabilidad ―dijo Deméter a la reina―. Soy una excelenteniñera, y sé lo que es ser mamá ¡Te vendría bien dormir un poco! Permíteme cuidar detu bebé esta noche. Prometo mantenerlo seguro ¡lo bendeciré con hechizos especialescontra el mal para que crezca y sea un guapo y fuerte héroe!

Nunca he sido madre, pero creo que sería bastante sospechoso si una mujer anciana dela calle se ofreciera a cuidar a mi bebé por la noche. Pero como podrás adivinar, lareina Metaneira era una persona confiada y de buen corazón. Se sentía terrible por estaanciana mujer que acababa de perder a su hija. Además, era cierto que Metaneira nohabía dormido mucho desde que llegó el bebé.

― Sería un honor ―dijo la reina mientras entregaba a Demofonte a Deméter.

Esa noche, la diosa meció al bebé cerca de la chimenea. Le canto canciones deguardería del Monte Olimpo, como “itzy bitzy sátiro” y “Soy un pequeño cíclope”. Ledio a Demofonte néctar, la bebida de los dioses, mezclada con su leche de siempre. Lesusurró poderosas bendiciones para mantenerlo protegido.

”Te hare inmortal, pequeño”, pensó Deméter. Es lo menos que puedo hacer por tubuena madre. Te haré tan fuerte que nadie te podrá secuestrar de la forma en que mipobre hija fue secuestrada.

Cuando el niño ya se había dormido, Deméter lo colocó en la ardiente chimenea.

Probablemente estás pensando: “¡Ah! ¿Quemó al pequeño chico?”

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No, está bien. El niño estaba bien.

La magia de Deméter lo protegió, así que las llamas sólo se sentían cálidas yplacenteras. Mientras Demofonte dormía, el fuego comenzó a quemar su esencia demortal y comenzó el proceso de convertirlo en dios.

En la mañana, la reina Metaneira no podía creer cuánto había crecido su bebé. Subiómucho de peso durante la noche. Sus ojos eran más brillantes y era más fuerte.

― ¿Qué le diste de comer? ―preguntó la reina sorprendida.

Deméter rió.

― Oh, nada especial, pero prometí cuidarlo. ¡Va a ser un fuerte y apuesto joven!

En el desayuno, Triptólemo anunció que sus jinetes ya se habían ido. Esperabanoticias en uno o dos días. Deméter estaba ansiosa. Estaba medio tentada a seguir subúsqueda por su cuenta, pero accedió a esperar a que los jinetes regresaran.

Esa noche, Deméter cuidó de nuevo al bebé Demofonte. Le dio de comer másambrosía y lo recostó a dormir en el fuego. En la mañana, estaba contenta de ver quese estaba inmortalizando muy bien.

― Una noche más deberá hacerlo ―decidió.

Cuando le regresó al bebé a la reina en el desayuno, Metaneira no estaba tan feliz. Subebé de pronto parecía un bebé de cuatro meses más que un recién nacido. Sepreguntó qué clase de magia Deméter estaba usando, y si había pasado el examen deseguridad para bebés. Tal vez la anciana mujer estaba mezclando alguna hormona decrecimiento en la leche de Demofonte. En unos días, tal vez el bebé tendríaabdominales y vello en las axilas.

Aún así, la reina era demasiado educada como para gritarle a su invitada o lanzarleacusaciones sin pruebas. Se quedó con sus dudas para sí misma. En secreto deseabaque los jinetes regresaran ese día, y que la mujer siguiera su camino.

Desafortunadamente, los jinetes no regresaron.

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― Estoy seguro que regresarán en la mañana ―prometió Triptólemo―. Entoncesdebemos tener más información.

Deméter accedió quedarse una noche más. Esta vez, cuando la cena terminó, tomó albebé de los brazos de la reina sin siquiera preguntar, asumiendo que estaba bien.

El corazón de Metaneira latió fuerte en supecho. Vio como Deméter cargaba aDemofonte a su cuarto de invitados, y la reina trató de convencerse de que todo estababien. La anciana mujer era inofensiva. No convertiría a su recién nacido en unmonstruo de esteroides de una noche a otra.

Pero la reina no pudo dormir.

Le preocupaba que fuera a perderse toda la infancia de su bebé. Despertaría en lamañana y vería a este gigantesco niño de tres años con vello facial corriendo haciaella, gritando en una voz profunda “¡Hola mamá! ¿Qué onda?”

Finalmente Metaneira no pudo soportarlo más. Se deslizó por el pasillo al cuarto deDeméter para vigilar al bebé.

La puerta del cuarto estaba entreabierta. La luz de fuego brillaba en el alféizar de laventana. Metaneira escucho a la anciana cantar una canción de cuna dentro, pero elbebé no hacia ningún sonido.

Tal vez eso era bueno. Dormía profundamente. Pero, ¿qué si estaba en peligro?

Sin tocar, abrió la puerta…y luego gritó con todos sus pulmones ¡La anciana estabasentada tranquilamente en una mecedora, observando como el bebé Demofonte sequemaba en el fuego!

Metaneira se dirigió a la chimenea, y arrebató al bebé de las llamas, desatenta a cuantohabía quemado sus manos y brazos. El bebé comenzó a lamentarse, no muy feliz dedespertarse de una siesta tan cálida y agradable.

Metaneira se giró hacia Deméter, lista para darle una paliza, pero la anciana le gritóprimero.

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― ¿Qué estás PENSANDO? ―gritó Deméter, levantándose de la silla con los puñoscerrados―. ¿Por qué hiciste eso? ¡Arruinaste todo!

Metaneira estaba aturdida y sin habla. Mientras, el príncipe Triptólemo y variosguardias trastabillaron al cuarto a investigar los gritos.

― ¿Qué pasa? ―demandó Triptólemo.

― ¡Arresten a esta mujer! ―chilló Metaneira, agarrando a su bebé en sus brazosquemados―. ¡Trató de matar a Demofonte! ¡Se estaba quemando en la chimenea!

Los guardias se acercaron, pero Triptólemo gritó.

― ¡ESPEREN!

Los guardias dudaron.

Triptólemo le frunció el ceño a su madre, luego a la anciana. Era lo suficientementeinteligente para darse cuenta que algo no estaba bien ahí. El bebé lloraba, pero se veíaileso. No se veía quemado. La cobija ni siquiera parecía chamuscada. La ancianaparecía más exasperada que culpable o asustada.

― ¿Qué significa esto? ―preguntó a su invitada.

― Significa ―gruñó Deméter―, que tu madre acaba de arruinar las cosas para elbebé.

La anciana mujer comenzó a brillar. Su disfraz se quemó y se paró enfrente de elloscomo una diosa de cabello dorado, su túnica brillando con luz verde, su guadañabrillando a su lado.

Los guardias soltaron sus armas y se retiraron. Tal vez habían escuchado la historia deEric.

La reina jadeó. Como una mujer piadosa, sabía cómo reconocer a sus dioses.

― ¡Deméter!

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― Sí ―dijo la diosa―. Estaba intentando hacerte un favor, boba mujer ¡Unas cuantashoras más en el fuego y tu bebé habría sido inmortal! Habría crecido para ser un guapojoven dios y te habría otorgado honor eterno. Ahora has arruinado la magia.Simplemente será humano, un gran héroe, sí, fuerte y alto, pero condenado a una vidamortal. ¡Solamente será Demofonte, cuando habría podido ser “Totalofonte”! ¡Fonteel grande!

Metaneira tragó saliva. No estaba segura si debía disculparse o agradecerle a la diosa oqué. Estaba tan aliviada de tener a su bebé de regreso ileso, sin quemaduras ni vello enlas axilas, que no le importaba si era inmortal. Un gran héroe sonaba losuficientemente bien para ella. Aun, no creía que fuera la mejor idea decirle eso a ladiosa.

― Debí…debí de haber confiado en ti ―murmuró Metaneira―. Por favor, granDeméter, castígame por mi falta de fe, pero no dañes a mi familia.

Deméter hizo a un lado el comentario.

― No seas tonta, no te castigaré. Sólo estoy molesta. Ustedes han sido útiles en mibúsqueda y…

― ¡Oh! ―Triptólemo levanto su mano como si fuera a hacer una pregunta.

― ¿Si? —preguntó Deméter.

― Eso me recuerda ―dijo Triptólemo―. Uno de mis jinetes acaba de regresar connoticias.

― ¿Sobre mi hija? ―Deméter olvido completamente que estaba molesta y tomó loshombros del príncipe―. ¿Ya la encontraron?

Triptólemo no estaba acostumbrado a ser sacudido por una diosa inmortal, pero tratóde mantenerse calmo.

― Uh, no exactamente, mi dama. Pero, el jinete dice que conoció a alguien queconoció a alguien que conoció a un chico en una taberna lejos al este. Este chico decíaque era el Titán del sol, Helios. Estaba intentando impresionar a la mujer con sushistorias, al parecer.

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Deméter estrechó los ojos

― ¿Coqueteando con una mujer desconocida en una taberna? Eso suena como Helios.Bueno, suena como la mayoría de los dioses, en realidad. ¿Qué fue lo que dijo?

― Aparentemente estaba contando una historia sobre tu hija Perséfone. Dijo habervisto el secuestro y que sabía quién lo había hecho. Pero, eh, no dijo al culpable.

― ¡Claro! ―Deméter se emocionó tanto que comenzó a crecer pasto en la playera deTriptólemo―. Oh, lo siento... ¡pero éstas son excelentes noticias! Debí haber ido avisitar a Helios antes, ¡él observa todo!

Besó a Triptólemo en la mejilla.

― Gracias, mi querido chico. No olvidaré tu ayuda. Una vez que recupere a mi hija, terecompensaré enormemente.

Triptólemo intentó sonreír pero no pudo. Le preocupaba que Deméter fuera a hacerque durmiera en una chimenea encendida.

― Está bien, en serio.

― No, insisto, pero ahora ¡debo volar!

Deméter se transformó en una tórtola, que era una de sus aves sagradas, y voló por laventana, dejando a la muy confundida familia real de Eleusis.

Helios sabía que estaba en problemas en cuanto vio a Deméter entrar en su salón deltrono. Al Titán del sol siempre le gustaba relajarse en las últimas horas de la noche,antes de tener que ensillar a sus caballos de fuego y ponerse a trabajar.

Estaba relajándose, pensando en todas las cosas locas que había visto en su camino eldía anterior. De verdad debería escribir un libro. De pronto, las puertas de bronce desu cámara de audiencia se abrieron volando, y Deméter entró con su carruaje dedragones justo hacia los escalones de su trono. Los dragones gruñeron y mostraron suscolmillos, babeando sobre los zapatos dorados de Helios.

― Uh, ¿hola? ―dijo nervioso.

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― ¿Dónde está mi hija? ―La voz de Deméter era calma y muy seria.

Hades hizo una mueca de dolor. No quería involucrarse en desacuerdos de dioses. Nole pagaban lo suficiente para eso. Pero decidió que ahora no era el momento paracallarse información.

― Hades se la llevó ―le dijo. Le dijo todo lo que había visto.

Deméter contuvo su grito. No quería volver a causar una epidemia de palomitas. ¿PeroHades? De todos los repugnantes, horribles dioses varones que se la podrían haberllevado, Hades era el más repugnante y horrible de todos.

― ¿Y por qué no me dijiste eso antes? ―Su voz era tan filosa como su guadaña.

― Bueno, uhm…

― ¡No importa! ―espetó―. Me encargare de ti luego. Cuando Zeus escuche cómoHades deshonró a su hija, ¡estará furioso!

Salió del palacio del sol y fue directamente hacia el Monte Olimpo.

Como podrás adivinar, su conversación con Zeus no fue de la manera que habíaplaneado. Se encaminó al salón del trono y gritó.

― ¡Zeus! No podrás adivinar lo que pasó.

Le contó toda la historia y demandó que hiciera algo.

Extrañamente, Zeus no parecía furioso. No miraba a Deméter a los ojos. Se manteníajugando con su rayo. El sudor comenzó a caer por su cara.

Un sentimiento frio envolvió a Deméter. Una especie de enojo que era mucho másprofunda que cualquier cosa que había sentido antes.

― Zeus, ¿qué hiciste?

―Bueno…―Zeus se encogió de hombros tímidamente―. Hades posiblementemencionó que quería casarse con Perséfone.

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Las uñas de Deméter se clavaron en sus palmas hasta que sus maños goteaban icordorado.

― ¿Y?

― ¡Son una buena pareja! Hades es poderoso. Es guapo…o, uhm, bueno, es poderoso.

― Quiero a mi hija de regreso ―dijo Deméter―. AHORA.

Zeus se retorció en su trono.

― Mira, bebé…

― NO me llames bebé.

― No puedo deshacer mis palabras. Ya está hecho. Esta abajo en el Inframundo. Estáncasados. Fin de la historia.

― No ―dijo Deméter―. No es el final de la historia. Hasta que tenga a mi hija deregreso, nada crecerá en la tierra. Los cultivos morirán. La gente morirá de hambre¡Cada criatura viviente compartirá mi dolor hasta que hagas lo correcto y regreses aPerséfone!

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Deméter hizo tronar el salón. (Tronar usualmente era trabajo de Zeus, pero ella estabamás que molesta.) Regresó a Eleusis, el único reino donde las personas la habíanayudado. Permitió que los cultivos siguieran creciendo, pero en el resto de la tierra,todo se marchitaba y moría justo como había amenazado.

Zeus se dijo: “Sólo está haciendo un berrinche. Dale unos días y se le pasará”.

Pasaron semanas, luego meses. Miles de humanos morían de hambre. Y cuando loshumanos morían de hambre, no podían hacer ofrendas a los dioses. No podíanconstruir nuevos templos. Todo lo que podían hacer era llorar en agonía, rezando a losdioses todos los días, a todas horas: “¡Ayúdennos! ¡Morimos de hambre!” Lo quecausaba a Zeus un gran dolor de cabeza.

También los dioses estaban limitados a alimentarse de ambrosía y néctar, lo que losaburrió pronto. Sin granos, no podían tener nada de pan o esos increíbles brownies queHera hacía a veces.

Finalmente Zeus cedió. Convocó a su mensajero principal, un dios llamado Hermes, ydijo:

― Hey Hermes, baja al Inframundo. Dile a Hades que debe mandar a Perséfone deregreso ahora mismo o nunca tendremos algo de paz…o brownies.

― Ya mismo, jefe. ―Hermes viajó hacia el Inframundo.

Por mientras, Perséfone había estado en el palacio de Hades todo este tiempo, y estabaaprendiendo de una dura manera que el mundo no giraba a su alrededor.

Sin importar cuántas veces pateara, contuviera la respiración o gritara por su madre,no podía obtener lo que quería.

Hizo algunos berrinches épicos. Rompió su cama (lo que hacía algo difícil dormir);pateó las paredes (lo que lastimó sus pies); y cuando los sirvientes fantasmales deHades le llevaban comida, se rehusaba a comer, aunque moría de hambre.

Lo de “no comer” era importante. Ves, en tiempos griegos, comer algo en casa de otrapersona era como firmar un contrato. Significaba que aceptabas su casa como suinvitado. Debían de tratarte apropiadamente, pero también debías comportarte

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adecuadamente. Básicamente, significaba que tú y quien te hospedaba estaban enbuenos términos.

Perséfone no quería firmar ese contrato. Para nada.

Los primeros días se rehusaba a dejar su cuarto. Hades no la obligaba, aunque tratabade hablar con ella a veces.

― Mira ―decía―, tu padre accedió al matrimonio. Lo siento por el secuestro, que porcierto fue su idea, pero honestamente, te amo. Eres increíble y hermosa y prometo…

― ¡Lárgate! ―Lanzaba lo que fuera que encontrara, que sucedió que fue unaalmohada. La almohada rebotó en el pecho de Hades.

Hades se veía triste y la dejó sola.

Cerca del cuarto día, Perséfone se aburrió y salió de su cuarto. Nadie la detuvo. Prontocomprendió por qué. Fuera del palacio del rey, no había a dónde ir. Estaba atrapada enel inframundo, sin nada en ninguna dirección más que grises y sombríos llanos llenosde gente muerta, y sin cielo arriba, más que niebla oscura.

Incluso si huyera del palacio, no quería tener que caminar por esos campos llenos dealmas muertas, y no tenía idea de cómo llegar al mundo superior.

¿Qué era lo más exasperante? Hades se rehusaba a enojarse con ella, sin importarcuántos platos lanzaba o cuántas sábanas rompía, o cuántos horribles apodos le decía,aunque honestamente no se sabía tantos insultos. Había crecido en una vida feliz yprotegida, y llamar a Hades cabeza de chorlito no sonaba muy fuerte que digamos.

Hades aceptó su abuso y le dijo que sentía mucho que estuviera tan molesta.

― De verdad te amo ―prometió―. Eres lo más brillante en todo el inframundo.Contigo aquí, no extrañaré la luz del sol jamás. Eres más cálida que el sol por ahora.

― ¡Eres un estúpido! ―gritó Perséfone.

Cuando Hades se fue, Perséfone se dio cuenta que lo que había dicho era algo dulce,sólo que en una manera rara y patética, por supuesto.

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Los días pasaron, y entre más Perséfone vagaba por el palacio, más se maravillaba. Lamansión era enorme. Hades tenia cuartos enteros hechos de oro y plata. Cada día, sussirvientes colocaban nuevos ramos de flores hechos de piedras preciosas, una docenade rosas de rubí con tallos de diamantes, girasoles de oro y platino con hojas deesmeraldas. Incluso en el Monte Olimpo, Perséfone nunca había visto riquezas tandeslumbrantes.

Comenzó a darse cuenta que aunque fuera raro y horrible, Hades tenía un tremendopoder. Controlaba miles de almas. Comandaba horripilantes monstruos y criaturas dela oscuridad. Tenía acceso a todas las riquezas del Inframundo, lo que lo hacia el diosmás rico del mundo. Sin importar que destruyera Perséfone, Hades podía reemplazarloinstantáneamente con algo mejor.

Aún así, odiaba el lugar. ¡Claro que lo hacía! Extrañaba el sol y los prados y las floresfrescas. El inframundo era tan frio y húmedo que nunca podía entrar en calor. Lapenumbra constante le daba un serio caso de trastorno afectivo estacional.

Luego, un día tropezó con el salón del trono de Hades. Él estaba sentado en unextremo, en un trono esculpido por cientos de huesos, hablando con un fantasmabrillante. Perséfone supuso que era un alma recién llegada del mundo mortal, ya queparecía que le estaba dando a Hades las últimas noticias.

― Gracias ―le dijo Hades al espíritu―. ¡Pero nunca cederé! ¡No me importa cuántosmortales mueran!

Perséfone se acercó a la tarima.

― ¿De qué hablas, horrible persona? ¿A quién estás matando ahora?

Hades parecía aturdido. Le agitó la mano al fantasma y este desapareció.

― No…no quiero decirte ―dijo Hades―. Te traería dolor.

Lo cual sólo hizo que quisiera saber más.

― ¿Qué está pasando?

Hades respiró profundamente.

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― Tu madre está enojada. Sabe que te tomé para que fueras mi esposa.

― ¡Ja! ―El corazón de Perséfone palpitó velozmente―. Oh, estás en un granproblema. Está de camino justo ahora con un ejército de ninfas enojadas y espíritus delos cultivos, ¿no?

― No ―dijo Hades.

― ¿No? ―pestañeó Perséfone.

― Ella no cruzará el inframundo ―dijo Hades―. Odia este lugar. Me odia a mí.

― ¡Claro que lo odia! ―dijo Perséfone, aunque un poco decepcionada. Contaba conque su madre la rescatara. Seguramente Deméter vendría por ella personalmente,odiara o no el Inframundo―. Pero…estoy confundida, ¿qué decías de mortalesmuriendo?

Hades hizo una mueca.

― Tu madre está tratando de forzar a Zeus para que te recupere. Deméter estámatando de hambre al mundo entero, permitiendo que miles de personas mueran hastaque tú le seas devuelta.

Perséfone casi se cae. ¿Qué su madre estaba haciendo qué?

Deméter siempre había sido tan linda y gentil. Perséfone no podía imaginar a su mamádejando que una planta de maíz muriera, mucho menos miles de personas. Pero algo ledijo que Hades no mentía.

Los ojos de Perséfone le picaban. No sabía si estaba triste, enojada o simplemente conel estómago revuelto. ¿Miles de mortales estaban muriendo por ella?

―Debes regresarme ―dijo Perséfone―. Inmediatamente.

Hades apretó la mandibula. Por primera vez no parecía deprimido o débil. La miro alos ojos. Sus ojos oscuros brillaron con llamas púrpura.

― Tú lo eres todo para mí ahora ―dijo Hades―. Eres más preciada para mí que todaslas joyas debajo de la tierra. Siento mucho que no me ames, pero seré un buen marido

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para ti. Haré todo lo que pueda por mantenerte feliz. No te regresaré. Si tengo quehacerlo, contraatacare a Deméter. ¡Abriré las puertas del Inframundo y dejare que losmuertos inunden al mundo antes que liberarte!

Perséfone no sabía qué hacer con esa información. Su corazón se sentía como si loestuvieran comprimiendo en una pequeña joya, tan brillante y duro como un diamante.

Se dio la vuelta y huyó. Corrió por un corredor que nunca había explorado, abrió unapuerta y salió…a un jardín.

No podía respirar. Era el lugar más increíble que jamás había visto. Luces fantasmalesflotaban, ¿tal vez las almas de personas particularmente felices? No estaba segura,pero el jardín era más cálido e iluminado que cualquier otro lugar en el Inframundo.Hermosas flores subterráneas brillaban en la oscuridad. Había huertos de árbolescuidadosamente podados de los que emergían flores con aromas deliciosos y brillantefruta.

Los caminos estaban esculpidos con rubíes y topacios. Abedules blancos se elevabanen el aire como fantasmas congelados. Un arroyo abría su camino hasta el medio deljardín. En una mesa cercana había una charola de plata con licor congelado de néctar,junto con las galletas y frutas frescas favoritas de Perséfone.

No podía entender lo que estaba viendo. Todas las flores y árboles que amaba de latierra estaban en este jardín, de alguna manera creciendo y floreciendo en la oscuridad.

― ¿Qué?...―Ni siquiera podía formar una oración―. ¿Cómo?...

― ¿Te gusta? ―Hades habló por detrás de ella. La había seguido afuera, y porprimera vez, su voz no la hizo encogerse.

Perséfone se dio la vuelta y vio una ligera sonrisa en su rostro. No se veía tanhorripilante cuando sonreía.

―Tú… ¿hiciste esto por mí?

Se encogió de hombros.

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― Siento que no estuviese listo antes. Reuní a los mejores jardineros del Inframundo.¡Ascálafo! ¿Dónde estás?

Un delgado hombre apareció de entre los arbustos. Tenía tijeras de jardinero en susmanos. Obviamente era uno de los muertos, a juzgar por su piel pálida y tinteamarillento en los ojos, pero logró esbozar una sonrisa. De alguna manera se veía másalerta que los otros zombies que Perséfone había conocido.

―Sólo estoy podando las rosas, mi Señor ―dijo Ascálafo―. Mi dama, un placerconocerla.

Perséfone sabía que debería decir algo, como hola, pero estaba demasiado aturdida.Justo en ese momento una gárgola alada voló al jardín. Susurró algo en el oído deHades, y su cara creció severamente.

― Un visitante ―dijo―. Discúlpame, querida.

Cuando se fue, Ascálafo hizo un ademán a la mesa del jardín.

― Mi dama, ¿le gustaría algo de comer?

― No ―dijo Perséfone automáticamente. A pesar de todo, sabía que no deberíaaceptar la hospitalidad de un dios que la había secuestrado.

― Sírvase a su gusto ―dijo el jardinero―. Acabo de recoger estas granadas madura.Están increíbles.

Tomó uno de sus overoles y lo puso en la mesa, luego cortó la fruta en tres partes consu cuchillo. Cientos de semillas purpura rojizo brillaban por dentro.

Ahora, en lo personal no soy un gran fan de las granadas, pero Perséfone las adoraba.Le recordaban sus momentos más felices sobre la tierra, jugueteando en los prados consus amigas ninfas.

Observó la deliciosa fruta y su estómago rugió protestando. No había comido nada endías. Era inmortal, por lo que no moriría, pero se sentía como si muriera de hambre.

“Un poco no dañará a nadie”, se dijo a sí misma.

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Se sentó, puso una semilla en su boca y no podía creer lo bien que le sabía.Probablemente habría comido más si Hades no hubiera regresado con su visitante, eldios Hermes.

― ¡Amor! ―llamó Hades, y su voz sonaba como si hubiera llorado.

Perséfone se levantó disparada. Escondió sus pegajosos dedos púrpura detrás de ella yesperó no tener jugo escurriendo de su boca.

― ¿Mmm-hmm?―balbuceó, jugueteando con unas semillas a medio masticar dentrode su boca.

― Él es Hermes ―Su cara lucia rota por la desesperación―. Él…ha venido a llevartede regreso.

Perséfone tragó saliva.

―Pero... dijiste…

― Zeus lo ordena. ―Hades sonaba tan triste que Perséfone olvido que estas eranbuenas noticias―. Con gusto pelearía contra cualquier dios por ti, pero ni siquiera yopuedo pelear contra el consejo del Olimpo. Estoy…estoy forzado a dejarte ir.

Perséfone debería estar gritando de la emoción. ¡Esto era lo que quería! ¿Entonces porqué se sentía mal por eso? No podía soportar la cara devastada de Hades. Él habíahecho este jardín sólo para ella. La había tratado bien…al menos después del secuestroinicial, y eso había sido idea de Zeus. Hades había estado dispuesto a abrir las puertasde los muertos por ella.

A Hermes no parecía molestarle nada de eso.

― Bien, ¡excelente! ―le sonrió a Perséfone― ¿Lista para irnos? Sólo hay unaspreguntas de rutina que debo preguntarte primero, ya sabes, para cruzar la frontera.¿Has estado en contacto con algún animal vivo?

Perséfone frunció el ceño.

―No.

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― ¿Visitado alguna granja? ―inquirió Hermes―. ¿Cargas contigo más de mildracmas en moneda extranjera?

― Uh…no.

― Última pregunta ―dijo Hermes―. ¿Has comido algo en el Inframundo? ―levantósus manos disculpándose― Sé que es una pregunta tonta. Digo, obviamente eres másinteligente que eso. Si comiste cualquier cosa en el Inframundo, deberás quedarte aquípara siempre.

Perséfone se aclaró la garganta.

― Uh…

No sé si habría mentido o no, pero antes de que pudiera contestar, el jardineroAscálafo dijo:

― Muéstreles sus manos, mi dama.

Perséfone se sonrojó. Sacó sus manos, manchadas de morado.

― Un tercio de granada, eso es todo.

― Oh ―dijo Hermes―. Ups…

― ¡Puede quedarse! ―Hades bailó en círculos, sonriendo de oreja a oreja, luego sedio cuenta que no se veía muy digno que digamos. ―Eh…digo…debe quedarse.Lo…lo siento querida, si eso te hace triste. Pero no puedo pretender que no me alegra.Estas son maravillosas noticias.

Las emociones de Perséfone estaban tan revueltas que no sabía cómo se sentía.

Hermes se rascó la cabeza.

― Esto complica las cosas. Debo de ir a reportar para recibir nuevas órdenes.

Voló al Monte Olimpo y les dio a los dioses la noticia.

Cuando Deméter escuchó el problema, le dio un ataque de rabia. De alguna maneralogró mandar una poderosa maldición a través de la tierra, al jardín del inframundo de

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la mansión de Hades. Convirtió a Ascálafo en una lagartija por haber delatado aPerséfone.

¿Por qué una lagartija? No tengo idea. Supongo que, en su cabeza, una lagartija zombiera la peor maldición en la que podía pensar.

Deméter amenazó con dejar que el mundo siguiera muriendo de hambre a menos querecuperara a su hija. Hades mando un nuevo mensaje por Hermes, amenazando que losmuertos causarían un apocalipsis zombi a menos que Perséfone se quedara con él. AZeus le estaba dando un dolor de cabeza, imaginando a su hermoso mundodesmoronarse, hasta que Hestia llegó a una solución.

― Permitan a Perséfone dividir su tiempo ―sugirió la diosa del Hogar―. Comió untercio de la Granada. Permitan que pase una tercera parte del año con Hades y dosterceras partes con Deméter.

Increíblemente, todos los dioses estuvieron de acuerdo. Hades estaba feliz de tener asu esposa, aunque fuera por una tercera parte del año. Deméter estaba encantada,aunque nunca superó estar molesta con Hades. Siempre que Perséfone estaba en elInframundo, Deméter se volvía fría y enojada y no permitía que crecieran las plantas.

Según las viejas historias, esa es la razón de por qué hay tres distintas estaciones enGrecia, y durante los meses más fríos del otoño, los cultivos no crecen.

Y en cuanto a Perséfone, toda esta experiencia la hizo madurar. Se enamoró de Hadesy se hizo un lugar en el Inframundo, aunque aún disfrutaba pasar tiempo en el mundoarriba con su mamá y sus viejas amigas. La Titán de la magia Hécate, quien habíaayudado en la búsqueda de Deméter, fue al Inframundo y se convirtió en una de lasasistentes de Perséfone. Eso estaba bien para Hécate. El Inframundo era mucho másoscuro, y un mejor lugar para practicar magia que una cueva con corrientes de aire.

Deméter incluso recordó su promesa a Triptólemo, el príncipe de Eleusis. Le dio supropio carruaje con ruedas de serpiente y lo hizo el dios de la agricultura. Le dijo querecorriera el mundo y enseñara a las personas sobre agricultura. No suena como untrabajo muy ostentoso, pero supongo que le gustaba más que ser lanzado a una camade fuego.

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Después de eso, Deméter en serio se calmó. No hizo más rabietas, lo que era bueno,porque una vez que su hermana Hera comenzó, el temperamento de Deméter parecíanoble.

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A Hera se le pierde un tornillo

mpecemos con la buena noticia: Hera era muy guapa. De verdad hermosísima.

Tenía cabello de un brillante negro caramelo. Su cara era tan majestuosacomo la cara de una supermodelo en una pasarela. Los griegos describían sus

ojos como “ojos de bisonte”. Aunque no lo crean, eso era un cumplido. Significabaque tenía enormes y generosos ojos en los que te podías perder. Supongo que losgriegos pasaban mucho tiempo mirando a los bisontes.

De cualquier manera, en los inicios del Monte Olimpo, todos los dioses y Titanesestaban enamorados de Hera. Lo cual nos lleva a la mala noticia. Hera tenía un maltemperamento y un carácter muy fuerte. Cuando un chico se le acercaba, ella lointerrumpía y alejaba tan rápido, señalando sus defectos, criticándolo como si ellafuera la mejor —tanto que el chico saldría corriendo y jamás volvería a buscarla.

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Rea decidió que Hera iría a un internado para niñas donde podría crecer y aprender aser menos agresiva. Desafortunadamente nadie había inventado los internados paraniñas aún.

Así que Rea tomó su segunda mejor opción. Mandó a Hera a vivir con su tío Océano ysu tía Tetis al fondo del mar más lejano.

Durante un tiempo Hera desapareció del radar. Pasó unos años felices con sus tíos, queeran una pareja muy estable comparada con las de otros dioses. Hera decidió quequería un matrimonio así. Ella esperaría al chico correcto. No se casaría con cualquierviejo dios que se apareciera, a menos que pudiera probar que sería un buen esposo.

Había escuchado sobre los problemas de su hermana Deméter. Poseidón, Zeus yHades eran unos completos idiotas. Hestia había tomado la mejor decisión al quedarsesoltera.

Hera no iba a ser universitaria para siempre. Quería un esposo, hijos, una casa en lossuburbios, todo completo. Sólo debía ser cuidadosa sobre cuál marido escoger.Después de algunos años volvió al Monte Olimpo y al fin tuvo su propio apartamentoen el palacio. Su mal temperamento estaba más controlado pero aún así a los dioses lesera difícil conquistarla. Si intentaban ir demasiado lejos, Hera hallaba la manera dedeshacerse de ellos.

¿Besar a Hera? No lo creo, perdedor. A menos que le enseñes un anillo de bodas ypruebes tener una estabilidad económica que te permita mantener una familia.Eventualmente, la mayoría de los dioses y titanes decidieron que Hera era demasiadotrabajo, aunque fuera indudablemente la diosa más hermosa creada (hasta elmomento).

Pero un día, un dios la vio como un reto.

Zeus no aceptaría un no como repuesta. Probablemente te hayas percatado de eso.

Se deslizaba a su lado en la cena y le contaba sus mejores chistes. Le cantaba en lachimenea. La veía caminando por el pasillo, y de pronto empezaría a hacer un baile delos Coribantes sólo para hacerla sonreír.

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En secreto, ella disfrutaba de la atención que Zeus le daba. Zeus era gracioso cuandoquería serlo. Era guapo con sus cabello oscuro y ojos azules, y le gustaba caminar porahí sin su camisa, casualmente enseñando sus músculos. Estaba en buena forma, nocabía duda. Y sí, era el rey del universo, así que la mayoría de las mujeres loconsiderarían una buena pareja.

Pero no Hera. Sabía que Zeus era un mujeriego. Ya había estado casado al menos dosveces. Tenía una hija con Deméter. Había rumores de muchos otros amoríos condiosas, Titanes e incluso mortales.

Hera no iba a ser una conquista más. No era un trofeo. Sabía que incluso si cedía aZeus, él perdería el interés inmediatamente, dejaría de ser tan encantador y se iría aligar con otras mujeres. Hera no podía soportar esa idea.

Una noche en la cena dijo una broma particularmente graciosa. Algo sobre un burro,un dios y un Cíclope entrando a un templo, y Hera no pudo evitar reír. Tenía lágrimasen los ojos y no podía respirar.

Miró a través de la mesa y se encontró con la mirada de Zeus por un largo momento.Se aclaró la garganta y apartó a vista, pero Zeus había vislumbrado sus sentimientos.

― Te gusto ―dijo―. Y lo sabes.

― Definitivamente no ―dijo Hera―. ¡Eres un tonto, un mujeriego, un villano y unmentiroso!

― ¡Exactamente! ¡Esas son mis mejores cualidades!

Hera trató de no reír. Nunca había conocido a un chico que fuera tan inmune a susinsultos. Zeus era casi tan terco como ella.

― ¿Cuándo te rendirás? ―demandó―. NO estoy interesada.

― Nunca me rendiré ―dijo―. Y sí estás interesada. Tu y yo…rey y reina del cosmos.¡Imagínalo! Seríamos una pareja invencible. Claramente, eres la diosa más bellacreada. Y yo, por supuesto, soy diabólicamente guapo.

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Flexionó sus músculos. Era ridículamente presumido, pero Hera debía admitir que seveía bien.

Hera sacudió su cabeza.

― ¿Cómo puedo convencerte de que estás perdiendo tu tiempo?

― No puedes. Te amo.

Hera resopló.

―Amas cualquier cosa con vestido.

― Esto es diferente. Eres la diosa correcta. Lo sé. Tú también lo sabes. Solo di “teamo”. Puedes hacerlo. Te sentirás mejor si eres honesta.

― Nunca ―dijo―. No te diré eso nunca. Jamás.

― Oh, ¡suena como un desafío! ―Zeus sonrió―. Si puedo hacer que admitas que meamas, ¿te casarías conmigo?

Hera puso los ojos en blanco.

― Claro, Zeus. Como eso nunca pasará, puedo decirte segura que si alguna vezadmitiera que…ya sabes, lo que dijiste….entonces claro, me casaría contigo. Lo cualpuedo prometer porque ¡NUNCA PASARÁ!

Zeus parpadeó.

― Desafío aceptado.

Zeus se levantó de la mesa, y Hera comenzó a preguntarse si de alguna forma habíacometido un error.

Unas noches después, Hera casi había olvidado la conversación. Extrañamente, Zeusno lo había mencionado. De hecho, no le había prestado mucha atención a Hera desdeesa noche, lo que la debía de aliviar, pero de cierta manera la desanimaba.

”Olvídalo”, se dijo a sí misma. “Finalmente entendió el mensaje. Probablemente seestá acercando a otra pobre diosa.”

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Trató de convencerse de que estas eran buenas noticias. No estaba celosa. Eso seríaridículo.

Durante la noche, una gran tormenta azotó el Monte Olimpo, lo que debió haber hechosospechar a Hera, ya que Zeus era el dios del cielo y todo eso, pero estaba demasiadoocupada cubriendo sus ventanas para evitar que entrara la lluvia.

Corrió a su cuarto y estaba cerrando las últimas persianas cuando un pequeño pájarovoló y colapsó, exhausto, en el piso.

― ¡Vaya! ―Hera retrocedió alarmada― ¿Cómo llegaste aquí?

El pájaro aleteó sin poder hacer nada en el piso de mármol. Su pecho pesaba, sucuerpo entero temblaba de frio. Hera se puso de rodillas y vio que era un cuco.

¿Alguna vez has visto un cuco real? (No de esos tallados en madera que salen de losviejos relojes) Yo no. Lo tuve que investigar. Es un extraño pequeño animal. Tieneuna especie de copetillo indio en sus plumas de la cabeza, que no coinciden con suselegantes alas color marrón con blanco o su larga cola. Básicamente, parece que sucabeza fue lanzada a una máquina de algún científico loco, así que puedo darmecuenta de por qué cuco es otra palabra para loco.

De cualquier forma, Hera se hincó y tomó al pájaro. Podía sentir los latidos de sucorazón en la palma de su mano. Una de sus alas estaba doblada. Hera no comprendíacomo un pájaro tan pequeño podía haber volado tan alto hasta el Monte Olimpo.Usualmente sólo las águilas volaban hasta allí, ya que el aire alrededor del Olimpoestaba restringido.

Por otra parte, Hera sabía que las tormentas tenían poderosos vientos. Posiblemente elpobre pajarito sólo había sido barrido.

― Es un milagro que estés vivo ―le dijo Hera al pajarito―. No te preocupes,pequeñuelo. Me haré cargo de ti.

Creó un nido de sábanas enseguida de su cama y gentilmente colocó al pajarito dentro.Secó sus alas y le dio de comer unas cuantas gotas de néctar, lo que pareció ayudarlo.El cuco hinchó sus plumas. Cerró sus ojos y comenzó a hacer sonidos de silbidos y

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ronquidos, como notas suaves tocadas en una flauta. Hera encontró el sonidoplacentero.

― Sólo me lo quedaré esta noche ―se dijo a sí misma. (Decidió que era un chico)―.Si está mejor en la mañana, lo dejaré ir.

En la mañana, el cuco no intentó volar. Se sentaba constantemente en el dedo de Hera,comiendo trozos de semilla y nueces de su mano. Hera nunca había tenido unamascota, y la hacía sonreír.

― Eres un buen amigo ¿no? ―le murmuró al pajarito.

― Coo ―le contestó el cuco.

El corazón de Hera se enterneció mientras miraba sus confiados ojos naranjas.

― ¿Debería conservarte?

― Coo ―El cuco acarició su pico en el dedo de Hera de una manera amorosa.

Hera rió deleitada.

― Está bien, entonces sí. También te amo.

Inmediatamente el cuco brincó al piso. Comenzó a crecer. Al principio Hera teníamiedo de haberle dado demasiado néctar y que el pájaro fuera a explotar, lo que habríasido angustiante y desastroso. En su lugar, el pájaro tomó forma de dios. De pronto,Zeus estaba parado en sus brillantes túnicas blancas, su corona de oro reluciendo en sucabello negro, que aún estaba revuelto en un peinado al estilo cuco.

― Que dulces palabras, mi dama ―dijo Zeus―. Yo también te amo. Ahora, creo quetú y yo tenemos un trato.

Hera estaba tan pasmada que no podía responder. El enojo la abrumaba. Pero tambiénsentía una extraña admiración por lo increíble sinvergüenza que Zeus era. No estabasegura si debía golpearlo o reír o sólo besarlo. Era horriblemente lindo.

― Una condición ―dijo firmemente.

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― Dila.

― Si me caso contigo, serás un buen y fiel esposo. No más juegos. No más amoríoscon bellas mortales. No seré un hazmerreír.

Zeus contó con sus dedos.

― Eso parece más de una condición, ¡pero no importa! ¡Acepto!

Hera debió haberlo hecho prometerlo en el Río de Estigia, que era el juramento másserio que los dioses pueden hacer. Pero no lo hizo. Aceptó casarse con él.

Después de eso el cuco se convirtió en uno de sus animales sagrados. Usualmenteverás imágenes de Hera con un bastón con un cuco o una flor de loto arriba, que era suplanta sagrada. En caso de que te lo preguntes, su otro animal sagrado era la vaca, porser un animal tan maternal. Personalmente, si alguien me dijera “bebé, me recuerdas auna vaquilla” no lo tomaría como un cumplido; pero no parecía molestar a Hera. Loque sea que suene tu cencerro, supongo.

Zeus y Hera anunciaron las buenas noticias, y los dioses comenzaron a preparar laboda más grande en la historia de las bodas.

Hay que compadecernos de Hermes, el dios mensajero, que tuvo que entregar lasinvitaciones. Cada dios, Titán, mortal, ninfa, sátiro y animal del mundo fue invitado aunirse a la fiesta. Espero que los caracoles hayan recibido su invitación conanticipación. Les debió haber tomado mucho tiempo llegar hasta ahí.

Diferentes personas te contarán diferentes historias acerca de dónde se llevó a cabo laboda. Iremos con la de la isla de Creta, porque tiene sentido. Ahí fue dónde Zeus seescondió en el Monte Ida cuando era bebé, así que el lugar tenía un buen karma.

Aunque aún estoy intentando descifrar la lógica…si invitas a un conejo silvestre quevive en Italia a una fiesta en la Isla de Creta, ¿qué se supone que hará? ¿Nadar hastaahí? Su pequeño traje se mojaría.

De cualquier forma, todos los invitados fueron, excepto por una muy estúpida ninfallamada Quelona. Vivía en Arcadia, en tierra Griega, en una choza cerca de un río, ysólo tiró su invitación.

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―Meh ―dijo―. Estúpida boda, mejor me quedo en casa.

Cuando Hermes descubrió que no había ido, se molestó. (Supongo que también era sutrabajo revisar la lista de invitados.) Voló hasta la casa de Quelona y la encontróbañándose en el río.

― ¿Qué pasa? ―demandó―. Ni siquiera estás vestida. ¡La boda ya comenzó!

― Uh… ―dijo Quelona―. Soy, uhm…soy un poco lenta. ¡Estaré ahí!

― ¿En serio? ¿Esa es tu excusa?

― Está bien, no ―admitió―. Sólo quería quedarme en casa.

La mirada de Hermes se ensombreció.

― Bien.

Marchó hacia la choza de Quelona y la levantó, al estilo Superman.

― ¿Quieres quedarte en casa? ¡Quédate en casa para siempre!

Le lanzó la casa encima, pero en lugar de morir, Quelona cambió de forma. La casa seencogió en su espalda, convirtiéndose en un caparazón, y Quelona se convirtió en laprimera tortuga del mundo, un animal que es siempre lento y que carga su casa en suespalda. Es por eso que Quelona significa tortuga en griego. Hey, uno nunca sabe, ¡talvez necesites esa información comprometedora! Algún día…

El resto del mundo fue inteligente y fue a la fiesta. Los novios entraron al huertosagrado en un carruaje dorado conducido por Eos, la Titán del amanecer, así que unaluz color de rosa y rojo se extendía ante la multitud mientras Zeus y Hera seacercaban, señalando el amanecer de un nuevo día. Las tres Moiras oficiaron laceremonia, lo cual me habría puesto nervioso. Esas extrañas ancianas podían controlarel futuro y recortar tu vida, por lo que debías tomarte tus votos muy en serio.

Hera y Zeus se convirtieron en marido y mujer, rey y reina del universo.

Todos les dieron increíbles regalos, pero el último era el favorito de Hera. La tierraretumbó y un pequeño árbol brotó de la tierra, un joven manzano que daba como

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frutos manzanas de oro sólido. No había tarjeta, pero Hera sabía que era un regalo desu abuela Gaia, quien aún estaba dormida, pero quien debió haber sentido que habíauna fiesta por ahí.

Hera ordenó que el árbol fuera llevado al rincón más lejano del oeste de la tierra,donde fue replantado en un hermoso jardín justo a los pies del Titán Atlas, quienseguía sosteniendo el cielo. Hera envió a un dragón inmortal llamado Ladón para quecuidara del árbol, junto con un grupo de las hijas de Atlas, las Hespérides, las ninfasdel cielo de la tarde.

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Por qué Hera había plantado su árbol hasta allá en lugar de haberlo dejado en el MonteOlimpo, no lo sé. Tal vez sólo quería hacer más difícil a los héroes robar susmanzanas. Si era así, su plan funcionó, en su mayoría.

Zeus y Hera se quedaron felizmente casados por 300 años, lo que no es mucho tiempopara los dioses pero es mejor que las parejas promedio de Hollywood. Tuvieron treshijos juntos: un niño, Ares, quien era lo que se le llamaría un niño problema; una niña,Hebe, quien se convirtió en la diosa de la juventud eterna; y otra niña, Ilitía, quien seconvirtió en la diosa del nacimiento. Un poco de mala planeación, tener a la diosa delnacimiento al último, después de haber tenido dos hijos. Fue como si Hera hubierapensado “Vaya”, ¿esto de tener hijos? ¡Duele! Deberíamos tener una diosa para esto.

Después de que el tercer hijo naciera, Zeus comenzó a tener esa inquietud de loscuatrocientos años. Recordaba los viejos tiempos cuando estaba soltero, acechandodiosas en nidos de serpientes y cosas divertidas como esas. Comenzó a mirar a otrasmujeres y a coquetear de nuevo.

Él había prometido ser un buen esposo, y lo había sido….por un tiempo. Pero cuandoeres inmortal, esos votos sobre “hasta que la muerte nos separe” pasan a otro nivel.

Entre más coqueteaba, Hera se enojaba y sospechaba más.

Lo que más odiaba eran los hijos que Zeus tenía con otras mujeres. Aparecían comomaleza. Zeus decía que eran de relaciones previas, pero esa excusa no funcionabamucho. Algunos de estos niños eran mortales y definitivamente no parecían de más de300 años. Cada vez que uno aparecía, Hera imaginaba a los otros dioses secreteándosea sus espaldas, hablando de lo tonta que había sido al confiar en Zeus.

Finalmente se cansó.

Le gritó a Zeus:

― ¡Sigues teniendo bebés sin mí! ¿Crees que es gracioso? ¿Crees que me gusta que nocumplas tu promesa?

Zeus frunció el ceño.

― ¿Es una pregunta capciosa?

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― ¡¿Ves cómo te gusta?! ―Hera lloró―. ¡Voy a tener un hijo sin ti! ¡Sin un hombre!¡Tendré un bebé totalmente por mí misma!

Zeus se rascó la cabeza.

― Uh, amor, no creo que funcione así.

― ¡Bah! ―Hera se marchó del salón del trono.

No sé cómo lo hizo. Desde su boda con Zeus, Hera se había convertido en la diosa delmatrimonio y la maternidad, así que supongo que tenía ciertos poderes. De cualquierforma, de pura fuerza de voluntad, algunos ejercicios de respiración bastante efectivos,posiblemente meditación oriental y una dieta apropiada, Hera se embarazómágicamente, sin ayuda de absolutamente nadie.

Esas eran las buenas noticias.

¿Las malas? Cuando el bebé llegó, parecía que le habría venido bien un poco deayuda. Su cabeza era deforme. Todo su cuerpo estaba cubierto con parches de cabellorizado y negro. Tenía un gran pecho y brazos voluminosos, pero sus piernas estabanarrugadas y dobladas, una un poco más larga que la otra. En lugar de llorar, hacía unosgruñidos como si realmente necesitara ir al baño.

Era el niño más feo que Hera jamás había visto. Incluso aunque era su propio bebé, nosentía conexión maternal para nada, nada de amor, sólo vergüenza.

Personalmente, no me sorprende que las cosas salieran mal. Digo, ¿tener un bebé porvenganza? Esa es una razón bastante mala, pero no era culpa del niño.

Hera se dijo a si misma: no puedo enseñar este bebé a los otros dioses. Seréridiculizada. Se dirigió a la ventana abierta de su habitación y miró hacia abajo delMonte Olimpo. Era un largo camino abajo.

¿Quién se enteraría que el bebé había desaparecido? Siempre podía decir que nuncahabía estado embarazada. Falsa alarma.

Antes de pensar dos veces esta terrible idea, lanzó al bebé por la ventana.

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Lo sé. Totalmente frívola. Como si un hijo fuera algo que simplemente pudieraslanzar. Pero Hera era así de complicada. Un día era la madre perfecta, y al siguienteestaba lanzando bebés por la ventana.

Oh, pero el niño no había desaparecido. Su nombre era Hefesto, y veremos qué pasócon él más tarde.

Por mientras, Hera tenía otros problemas en los cuales pensar.

La primera vez que un héroe mortal visitó el Monte Olimpo fue un gran suceso. Sunombre era Ixión, y aparentemente era el primer humano en darse cuenta que podíasmatar otros humanos en una batalla. ¡Felicidades! ¡Tienes un premio!

Los dioses estaban tan impresionados de que hubiera aprendido a pelear contra otroshumanos con una verdadera espada en lugar de lanzar rocas y gruñirles, que invitarona Ixión a un banquete en el Monte Olimpo.

Pensarías que el chico tendría modales, pero no.

Tuvo mucho de comer y de beber. Toda esa alabanza se le subió a la cabeza. Comenzóa pensar que los dioses eran en serio sus amigos, sus compañeros, sus camaradas. Granerror. Sin importar qué tan bien te traten los dioses, nunca te verán como su igual.Recuerda, para ellos somos jerbos con fuego, cucarachas que pueden usar armas.Somos una especie de entretenimiento. Ocasionalmente les somos útiles, si los diosesnecesitan matar pequeñas cosas en la tierra. ¿Pero mejores amigos? No.

Toda la tarde, Ixión le hizo ojitos a Hera, ya que era la mujer más bella de la mesa.Zeus estaba demasiado ocupado en la fiesta como para notarlo, mucho menos que leimportara. Finalmente, Hera se sintió demasiado incómoda y se levantó.

Ixión supuso que era una señal para que la siguiera. El chico había aprendido a matargente, pero aparentemente tenía mucho que aprender sobre dioses. Después de queHera se fue, Ixión esperó en la mesa unos minutos y luego anunció a los dioses:

—Hey, toda esta bebida me está afectando. ¿Dónde está el baño? Uh, ¿los diosessiquiera tienen baños?

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― En el pasillo ―dijo Zeus―. Primera puerta a la izquierda. Están marcados “dioses”y “mortales”. Solo asegúrate de usar el correcto.

Ixión se dirigió a la dirección por la que se había ido Hera. La encontró parada en unbalcón, observando las nubes.

― Hola, hermosa ―dijo.

Hera se estremeció. Probablemente lo habría convertido en un caracol o algo baboso,pero estaba demasiado aturdida porque este mortal se había atrevido a hablarle.

Ixión tomó su silencio como timidez.

― Sí, sé que me has estado viendo. Creo que eres maravillosa también. ¿Qué tal si nosbesamos?

La rodeó con sus brazos y trató de besarla. Hera tenía tanto pánico que todo lo quepudo hacer fue empujarlo y correr. Lo perdió en los corredores del palacio, se encerróen su cuarto y esperó a que su pulso recuperara la normalidad.

¿Por qué no lo había incinerado? ¿O al menos transformado en una babosa?

Estaba demasiado en shock. Además, también, tal vez estaba un poco confundida porel coqueteo. Hacia cientos de años que no tenía que lidiar con eso. Una vez que secasó, puso a otros hombres fuera de su mente totalmente.

Cualesquiera que fueran los defectos de Hera, ella no era infiel. No tenía un solo huesode infidelidad en su inmortal cuerpo. De verdad y honestamente creía que elmatrimonio era para siempre, para bien o para mal, por lo que las pequeñas aventurasde Zeus le causaban mucha rabia.

Una vez que se calmó, comenzó a planear su venganza. Podía castigar a Ixión por símisma, seguro. ¿Pero por qué no mejor decirle a Zeus? Dejarlo ser el celoso paravariar. Tal vez si tenía que defender su honor, se tomaría más en serio sus votos dematrimonio.

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Hera se calmó y regresó a la mesa. Ixión estaba sentado platicando, como si nadahubiera pasado. La pequeña comadreja. Hera le sonrío, sólo para demostrarle que noestaba afectada. Después se inclinó hacia Zeus y susurró:

― Mi Señor, ¿podemos hablar en privado?

Zeus frunció el ceño.

― ¿Estoy en problemas?

― Aún no ―dijo Hera dulcemente.

Ella lp guió hacia el pasillo y le explicó lo que había pasado.

Zeus frunció el ceño y se acarició la barba pensativo.

Hera esperaba que se dirigiera inmediatamente al comedor y golpeara a Ixión, pero nolo hizo.

― ¿Me escuchaste? ¿Por qué no te molesta?

― Oh, te escuché. ―Zeus se aclaró la garganta―. Es solo que, bueno, es un invitadoen mi casa. Comió de nuestra comida. No puedo incinerarlo sin una buena razón.

― ¿SIN BUENA RAZÓN? ―lloró Hera―. ¡Trató de coquetear conmigo!

― Sí, sí, y eso es muy serio, pero aún necesito pruebas indiscutibles.

― ¿Mi palabra no es suficiente? ―Hera estaba a punto de lanzar a Zeus por el balcóny encargarse de Ixión ella misma, pero Zeus alzó los brazos para aplacarla.

―Tengo un plan ―dijo―. Veremos si Ixión realmente intentó deshonrarte, o sisolamente cometió un estúpido error ebrio. Una vez que tengamos pruebas, ningúndios se opondrá a que lo castigue, aunque sea mi invitado. Confía en mí, si esculpable, su castigo será espectacular.

Hera cerró los puños.

― Haz lo que tengas que hacer.

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Zeus se dirigió a la barandilla y bajó una nube. Se condensó y se convirtió en unpequeño tornado blanco, convirtiéndose en una figura humanoide. Se convirtió en unaexacta réplica de Hera, pero pálida y fría.

Olviden eso. Era una réplica exacta de Hera.

Hera Falsa observó a Hera Real.

―Hola.

― Esto es raro ―dijo Hera Real.

― Sólo espera aquí ―dijo Zeus a la Hera verdadera.

Se llevó a la falsa Hera a la fiesta.

Ixión retomó su movimiento justo donde lo dejó, coqueteándole a la falsa Hera. Parasu deleite, Hera le coqueteó también. Le hizo un ademán para que la siguiera por elpasillo. Una cosa llevó a la otra.

En la mañana, los adormilados dioses caminaron dando trompicones al comedor paradesayunar. Estaban sorprendidos al enterarse que Ixión había pasado la noche, ycuando preguntaron por qué, Ixión les dijo que la reina del cielo lo había invitado aquedarse en su apartamento. Guiño, guiño, guiño.

―La tengo justo en la palma de mi mano ―presumió―. Dijo que era mucho másguapo que Zeus. Me va a hacer inmortal solo para que pueda estar conmigo parasiempre.

Continuó jactándose de lo atractivo que Hera y de cuánto Hera quería dejar a Zeus ycasarse con él. Mientras tanto, Zeus entró al comedor y caminó silenciosamente detrásde Ixión.

Finalmente Ixión notó que todos los dioses en la mesa habían guardado silencio.

Se tambaleó.

― Está justo detrás de mí, ¿verdad?

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― Sí, ¿por qué? ―dijo Zeus alegremente―. Y si vas a robarle la esposa a alguienmás, de verdad no deberías presumirlo en su propia casa. A parte, deberías asegurarteque de verdad te robaste a la esposa, no a una doble de nube.

Ixión tragó saliva.

― Creo que estoy en problemas.

― Sólo un poco ―concordó Zeus.

Ninguno de los otros dioses se opuso a que Zeus castigara a su invitado. Zeus pidiópor una rueda de un carruaje y ató a Ixión al radio, jalando sus extremidades tan fuerteque estaban a punto de romperse. Después prendió fuego a la rueda y la lanzó al cielocomo un disco volador. Ixión se hizo inmortal, sí, pero sólo para que pudiera sufriragonía eterna. Aún sigue en el aire, girando, quemándose y gritando “¡Hera! Creí quete gustaba”.

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¿Lo más raro de la historia? Hera falsa tuvo un bebé. ¿Cómo es que una nube tiene aun bebé? No tengo idea, pero su hijo fue un chico llamado Centauro, quien se enamoróde una yegua, de nuevo, ni idea. Sus hijos crearon la raza de los centauros, mitadhumanos, mitad caballos. Como les dije al principio, no podría inventarme cosas tanraras.

Hera esperaba que Zeus fuera un esposo más atento después del incidente de Ixión,pero se decepcionó. En su lugar, Zeus parecía pensar que había defendido a Herasatisfactoriamente, así que ahora merecía de tiempo para jugar.

Si tratara de decirte la cantidad de veces que Hera se vengó de las novias de Zeus,estaríamos aquí durante un siglo. Prácticamente se convirtió en el trabajo de tiempocompleto de Hera.

Pero particularmente le molestaba una mortal. Sémele era una princesa de la ciudadGriega de Tebas, y aunque nadie se atrevía a decirlo, todos sabían que era la mortalmás bella de su generación, tan bella como una diosa, tal vez más bella que la mismaHera.

Zeus comenzó a hacer muchos “viajes de compras” a Tebas. Hera sospechaba, porsupuesto, pero Zeus era inteligente. Hera nunca podía atraparlos a él y a Sémelejuntos. Luego un día estaba flotando sobre Tebas como una nube dorada cuandosucedió que vio a Zeus (disfrazado de mortal, pero aún lo podía reconocer) salir deuna casa de la mejor área de la ciudad.

Un momento después, Sémele apareció en la puerta y lo despidió con la mano. Lachica sólo salió por un segundo, pero una cosa era obvia: estaba inmensamenteembarazada.

Hera gruñó y se murmuró a sí misma, pero no podía simplemente matar a la chicaabiertamente. Incluso aunque Zeus fuera un patán, era un poderoso patán. Si seenteraba que Hera había matado a una de sus novias, podía infligir todo tipo de dolor ysufrimiento en ella. Tendría que utilizar algunos trucos.

Hera flotó a Tebas en su nube dorada y tomó la forma de una mujer anciana. Tocó lapuerta de Sémele, pensando en fingir que era una mendiga o una vendedora.

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Sémele abrió la puerta y se sorprendió.

― Beroe, ¿eres tú?

Hera no tenía idea de lo que la chica estaba hablando, pero le siguió el juego.

― ¡Sí, mi querida! Soy yo, Beroe, tu…

― ¡Mi niñera de la niñez!

― ¡Exactamente!

― Oh, has envejecido tanto.

― Gracias ―murmuró Hera.

― Pero igual te reconocería en donde fuera. ¡Pasa!

Le dio a Hera un tour por la casa. Hera estaba indignada de que fuera tan bonito, si noes que más, que su apartamento en el Monte Olimpo.

Preguntó inocentemente cómo había obtenido tal mansión, que se veía increíble,incluso para una princesa.

― Oh, es mi novio ―dijo Sémele radiante de orgullo―. Es tan maravilloso. Me da loque sea que quiera. Mira este collar que me acaba de traer.

Le mostró un collar de jade, oro y rubí mucho más fino que cualquier cosa que Zeus lehubiera dado a Hera jamás.

― Encantador. ―Hera resistió el impulso de darle un puñetazo a la princesa en susperfectos dientes―. ¿Y quién es este chico? ¿Es local?

― Oh, no se supone que lo diga.

― ¡Pero soy tu antigua niñera, Beryl! ―dijo Hera.

― Beroe ―dijo Sémele.

― Eso fue lo que quise decir. ¡Claro que puedes contármelo!

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Sémele explotaba de la emoción. Moría por contarle a alguien, así que no le costómucho convencerla.

―Bueno…es Zeus ―confesó―. El Señor del cielo. El rey de la creación.

Hera la observó, fingiendo incredulidad. Luego suspiró en simpatía.

― Oh mi pobre niña. Mi pobre, pobre niña.

Sémele parpadeó. Esa no era la reacción que esperaba.

―Pero… ¡Estoy saliendo con el rey del universo!

Hera resopló.

― Eso dice él. ¿Cuántos chicos no han usado esa línea ya? ¡Todos! ¿Cómo sabes queen realidad es un dios, y no un raro riquillo pretendiendo ser un dios?

La cara de Sémele se enrojeció.

― Pero él dijo que era Zeus, y parece muy “dios”.

― ¿Ha hecho algo para probarlo?

― Uh, bueno, no.

Hera fingió pensar en el problema.

― Él es el padre de tu hijo. Debes estar segura. ¿Dijiste que haría lo que fuera por ti?

― ¡Si! ¡Lo prometió!

― Hazlo que jure ―sugirió Hera―. Luego pídele que aparezca ante ti de la forma queaparece ante Hera, su esposa. En su forma real de dios. Esa es la única manera en laque sabrás con certeza.

Sémele reflexionó.

― Suena peligroso.

― No si realmente te ama. ¿Acaso no eres tan buena como lo es Hera?

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― Por supuesto.

― ¿Y tan hermosa?

― Más hermosa. Zeus me lo dijo.

Hera apretó la mandíbula tan fuerte que rompió uno de sus dientes de mortal.

― Ahí tienes entonces. Si Hera puede lidiar con la forma de dios de Zeus, ¡entonces tútambién! De verdad espero que sí sea Zeus, querida. ¡Honestamente! Pero debes estarsegura. El futuro de tu hijo está en juego. ¿Cuándo regresará?

― Muy pronto, de hecho.

―Bueno, ¡mira la hora que es! ―dijo Hera―. Fue maravilloso verte, pero debo irme.Tengo…cosas de anciana que hacer.

Hera se fue. Una hora después, Zeus regresó a casa de Sémele.

―Hola, bebé ―dijo mientras entraba.

Inmediatamente notó que algo estaba mal. Sémele no corrió a abrazarlo y besarlocomo era usual. Estaba enfurruñada en el sofá con sus brazos cruzados sobre suvientre de embarazada.

―Uh… ¿Qué pasa? ―preguntó Zeus.

Sémele hizo unamueca.

― Dijiste que harías lo que fuera por mí.

― ¡Y lo hare! ¿Quieres otro collar?

― No ―dijo―. Quiero otro favor. Sólo una cosa me va a hacer feliz.

Zeus rió. Tal vez Sémele quería un vestido esta vez, o un par de esas nuevas cosas quelos humanos acababan de inventor… ¿cómo se llamaban? ¿Zapatos?

― Lo que quieras ―dijo Zeus.

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― ¿Lo prometes?

Abrió sus brazos magnánimamente.

― Lo juro por el Río Estigia. Pídeme lo que sea y será tuyo.

― Bien. ―Se permitió sonreír―. Quiero que aparezcas ante mí en tu verdadera formade dios, de la misma forma que apareces ante Hera.

Zeus contuvo el aliento.

― Uh, mala idea bebé, pídeme otra cosa.

― ¡No! ―Sémele luchó―. Dijiste que lo que fuera. Quiero pruebas de que de verdaderes un dios. ¡Soy tan buena como Hera! Quiero verte de la misma manera en que ellate ve.

― Pero…la forma verdadera de un dios…no es algo para que los mortales vean.Especialmente mortales embarazadas a las que les gustaría vivir más que unossegundos.

― Lo puedo soportar ―dijo―. Sé que puedo.

Zeus no estaba tan seguro de eso. Nunca había intentado aparecerse ante un mortal ensu forma de dios, pero imaginaba que para el mortal era como ver directo al sol sinprotección, o ver a un actor recién levantado sin maquillaje. Peligroso.

Por otro lado, Zeus había jurado sobre el río Estigia, y no podía zafarse de eso.Además Sémele era una mujer tenaz. Era la hija del famoso héroe Cadmo. Si pensabaque podía manejar ver a un dios en su forma verdadera, tal vez podía.

― Bien. ¿Lista? ―peguntó Zeus.

―Lista.

El disfraz de mortal de Zeus desapareció. Zeus apareció en todo su esplendor como unpilar arremolinándose de fuego y truenos, como una supernova, en la sala de Sémele.Los muebles se quemaron. Las bisagras de la puerta volaron. Las persianas de lasventanas explotaron.

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Sémele no lo pudo tolerar. Se evaporó, dejando una sombra chamuscada en la paredde la sala. Pero el bebé dentro de ella sobrevivió, probablemente porque era en partedios. El pobre pequeño estaba de pronto flotando en el aire donde su cómoda madresolía estar. Zeus regresó a su forma física justo a tiempo para atraparlo antes de quetocara el suelo.

Claro que Zeus estaba en shock con la muerte de Sémele, pero se dio cuenta que lomás importante en ese momento era el bebé. El pequeño no había crecido lo suficienteaún. Obviamente necesitaba unos meses más de desarrollo antes de estar listo paranacer.

Zeus tuvo que pensar rápido. Sacó su rayo y se hizo una incisión en su muslo derecho.Debió haber dolido mucho, pero Zeus colocó al bebé en su muslo como si lo estuvierametiendo en el bolsillo de unos pantalones. Después cosió su piel para cerrarla.

Chicos…no intenten esto en casa, no funcionará.

Pero supongo que los dioses son diferentes. De alguna manera el niño se mantuvo vivoahí dentro y siguió creciendo hasta que estaba listo para nacer.

No se sabe si los otros dioses se dijeron “Hey Zeus, ¿Por qué tu muslo derecho es tangrande, hombre? Deberías de revisarlo”.

Cuando el bebé estuvo listo, Zeus lo sacó; y el niño se convirtió en el dios Dionisio.Llegaremos a su historia más adelante. Su nacimiento es lo menos extraño sobre él.

De cualquier forma, Hera obtuvo su venganza contra Sémele, y desearía poder decirteque eso era lo peor que había hecho.

Desafortunadamente, sólo estaba haciendo calentamiento.

Otra de las novias de Zeus era una muchacha llamada Egina. Aparentemente ella habíaescuchado la historia de Sémele, ya que no estaba muy ansiosa por ser la “amigaespecial” de Zeus, aunque este constantemente le coqueteaba y la colmaba de regalos.Finalmente Zeus la convenció de que fueran a una isla secreta.

― Nadie lo sabrá jamás ―prometió.

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― ¿Qué hay sobre Hera? ―preguntó Egina.

― Ella especialmente.

Zeus se convirtió en un águila y volaron a una isla que ahora lleva su nombre: Egina.

Zeus casi se sale con la suya. Hera no se enteró del engaño hasta años después, cuandoEgina ya había muerto. Para entonces, el hijo de Zeus y Egina era el rey de la isladonde había nacido. No sé cómo es que Hera se enteró, pero cuando lo hizo, lemolestó de sobremanera que no podía castigar a Egina personalmente.

― ¿¡Cómo se atreve a morir para que yo no la pueda matar!? ―gruñó Hera―. Bueno,sacaré mi enojo con su hijo.

Su nombre era Rey Éaco (creo que necesita unas vocales más en su nombre. No tengoidea de cómo pronunciarlo, así que diré “heaco”9.) De cualquier forma, sucedió que elRey Éaco estaba a punto de salir a la guerra. Estaba juntando a sus tropas paradefender su reino.

Hera convocó a una gran serpiente y la soltó en la cabecera del único río de la isla. Elveneno se esparció por toda el agua de la isla y pronto la mayoría de los habitanteshabían muerto.

Hey, eso es justo, ¿no? Zeus se acuesta con una mortal, así que Hera encuentra a suhijo y mata a todos en su reino. No, eso no es psicótico para nada.

Como podrás imaginar, Éaco entró en pánico. Fue al jardín de su palacio, desde dondepodía ver el cielo. Se hincó y oró a Zeus.

― Papá, estoy a punto de ser invadido, y tu esposa prácticamente mató a todos en miejército y a la mayoría de mis civiles.

La voz de Zeus retumbó desde los cielos.

― Que fastidio. ¿Cómo puedo ayudar?

9 En inglés, su nombre se escribe “Aeacus”, por ello Percy dice sarcásticamente que necesita más vocales.

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Éaco pensó en eso. Miró hacia abajo hacia sus flores y vio hormigas caminando, milesde pequeñines, incasables e industriales, como…como un ejército.

― ¡Hecho! ―Tronó Zeus.

Inmediatamente la colonia entera de hormigas creció y se convirtieron en hombres.Miles de guerreros en brillantes armaduras rojas y negras, ya entrenados para marcharen filas y pelear con perfecta disciplina. No le temían a ningún enemigo. Eranincreíblemente fuertes. Se llamaban los mirmidones, y se convirtieron en la unidad depelea élite más famosa de Grecia, como los SEAL o los Boina Verde del mundoantiguo. Después, tendrían a un famoso comandante llamado Aquiles. Tal vez hasescuchado hablar de él, o de su tobillo.

La última cosa sobre Hera, algo que en verdad no entiendo, es lo rápido que podíacambiar de ser enemiga de alguien a ser su amiga, o viceversa. Poseidón, por ejemplo.

Al principio no se llevaban bien. De hecho, ambos tenían su ojo puesto en el mismoreino griego, Argos. Ves, era algo muy importante ser el dios patrón de una u otraciudad. Como, era un gran honor si podías decir que eras el Dios de Nueva York. Sieras el dios de Scranton, Pennsylvania, no tanto. (Está bien, lo siento por todos enScranton, pero entienden el punto.)

Supongo que Argos era un lindo lugar, porque ambos Poseidón y Hera querían ser supatrón. El rey decidió irse por Hera. Probablemente no quería que su poblaciónmuriera por veneno de serpiente.

Hera estaba deleitada, Poseidón no tanto. Inundó todo el reino, y cuando Hera sequejó, Poseidón dijo:

― Bien, les quitaré el agua. Toda.

El mar retrocedió, y todos los muelles y ríos se secaron.

Hera se quejó de nuevo. Los dos estaban al borde de una confrontación épica.Finalmente Poseidón cedió y permitió que algo de agua regresara, pero Argos es aúnun lugar muy árido. Muchos de los ríos no tienen agua a menos que llueva. Hera seconvirtió en la patrona de Argos, lo cual fue de ayuda después para un tipo llamado

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Jason, quien lideró a un grupo de gente llamados los Argonautas. Pero esa es otrahistoria.

Mi punto es que Hera cambió de tono poco después. Ella y Poseidón hablaron ydecidieron que Zeus se estaba saliendo de control como líder. Planearon la primerarebelión Olímpica.

Pero llegaremos a eso cuando hablemos de Poseidón.

Ahora visitaremos el Inframundo para ver cómo le va a nuestro acosador favorito, eldios de la muerte, Hades.

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Hades mejora su hogar

o, en serio.

Hades quizás sea detestable pero no hay duda de que obtuvo la peor parte deluniverso. A pesar de ser el hijo mayor de Rea, siempre fue visto como el más joven,debido a que los dioses se guiaron por el orden en el que fueron vomitados de lastripas de Cronos.

Como si eso no fuera suficientemente malo, cuando los dioses tiraron el dado paradividirse el mundo, Hades recibió la parte menos deseable –El Inframundo.

Por supuesto, Hades era un tipo tenebroso para empezar, así que se podría argumentarque estaba destinado a andar bajo tierra. Siempre estaba caviloso y vestido de negro.Su cabello oscuro cubría sus ojos como uno de esos tipos emos de manga japonés.

N

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Una vez que se volvió el señor del Inframundo, todo el color desapareció de su tezporque estaba dejando atrás el mundo mortal.

Incluso si los otros dioses querían mantenerse en contacto con él (que no querían), elInframundo tenía un servicio telefónico muy malo y cero wi-fi.

Cuando Hades estaba allí abajo, no tenía idea de lo que sucedía en el mundo exterior.Sus únicas noticias venían de los espíritus de los muertos recientes, quienes lo poníanal tanto de los últimos chismes.

De hecho, en el tiempo de los Antiguos Griegos, cada vez que invocabas el nombre deHades tenías que golpear con el puño el suelo porque esa era la única manera de atraersu atención. Algo así como “¡Hey, te estoy hablando!”

¿Por qué querrías atraer la atención de Hades? No estoy seguro.

Finalmente, todo el Inframundo sería llamado Hades por el dios Hades, lo queconfundió un poco las cosas pero, en realidad el Inframundo existía desde hacemucho antes que su dios. Su nombre original era Erebos y cuando Hades asumió elpoder, el lugar era un completo desastre.

Empecemos con las tuberías. Cinco ríos diferentes desembocaban por el Inframundo yno querrías usar ninguno de ellos para tomar un baño o cepillarte los dientes. El menospeligroso era el Cocito, El Río de los Lamentos, que lucía lo suficientemente manso.Sus aguas azul oscuras zigzagueaban pacíficamente a través de las llanuras de Erebos,con muchos lugares agradables en la ribera para ir de picnic; pero si te acercabasdemasiado, oirías los gritos de almas torturadas chapoteando en la corriente.

Verás, el Cocito era alimentado de las almas de los condenados. Sólo estar cerca de élte llevaría a un estado de depresión. De hecho, si tocabas el agua…bueno, créeme, noquerrías hacer eso. Ninguna cantidad de videos de lindos cachorritos en el internetlevantaría tu ánimo otra vez.

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El segundo río era el Flegetone, el Río del Fuego. Bramaba a través de las cavernasdel Inframundo como un torrente de gasolina ardiendo, abriendo canales a través de lanegra roca volcánica, iluminando todo con un color rojo sangre, llenando el aire decandelas y humo hasta que finalmente el río caía en picada, como una cascadaardiente, en el profundo abismo del Tártaro, que era como el sótano del sótano.

Así que, si…Hades abría el agua caliente en su ducha, su cara se llenaba del ardienteFlegetone. Por eso, no me sorprende que el tipo siempre anduviera de mal humor.

Lo más loco era que el agua del Flegetone no te mataría aunque fueras mortal. Claro,arderías como chilis radiactivos sofritos en ácido. Te haría desear estar muerto. Pero elrío fue realmente diseñado para mantener a sus víctimas vivas para que pudieran sufrirpor siempre — ¡yupi!— Muchas almas condenadas tenían que nadar a través de él portoda la eternidad o estar atascadas hasta el cuello en el agua ardiente.

De acuerdo con algunas leyendas, el Flegetone podía eventualmente quemar tuspecados y dejarte ir libre si estabas realmente, realmente arrepentido por las cosas quehabías hecho. Si quieres probar esa teoría, ve y salta. Yo, creo que paso.

Río número tres, el Aqueronte, era el Río del Dolor. Si adivinaste que era doloroso, teganaste una galleta. El Aqueronte empezaba en el mundo mortal, cerca de un templode la muerte en Epirus. Quizás es por eso que los fantasmas estaban atraídos a él yllenaban el río con su propio dolor y sufrimiento. El Aqueronte serpenteaba hasta quese precipitaba bajo tierra y caía en Erebos. Ahí se ensanchaba en una oscura, vaporosay pantanosa extensión que causaba dolor a cualquiera que tuviera la mala fortuna detocar sus aguas o incluso oír su corriente. Después de un tiempo, el Aqueronte sedividió en dos ríos más pequeños —el Cocito y el Estigia— que fluían en direccionesopuestas hasta el Tártaro.

El río número cuatro era el que, personalmente, menos me gustaba: El Lete, el Río delOlvido. (He tenido algunas malas experiencias con la amnesia. Es una larga historia.)De cualquier manera, el Lete parecía inofensivo. En la mayoría de los sitios, era ungentil tramo de agua blanca como la leche que giraba alrededor de una cama depiedras poco profunda, borboteando suavemente de una manera que te hacía sentir los

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ojos pesados. Quizás podrías pensar que se podría cruzar este río, no hay problema.¿Mi consejo? No lo hagas.

Una sola gota de agua del Lete borraría tu memoria de corto plazo. No recordaríasnada de lo que pasó la semana pasada. Toma un trago completo o sumérgete en esasaguas y tu mente estaría completamente en blanco. No recordarías tu propio nombre,de dónde vienes o incluso que los Yankees de Nueva York son, obviamente, mejoresque los Medias Rojas de Boston. Lo sé —aterrador ¿cierto?

Para algunos de los espíritus; sin embargo, el Lete era en realidad una bendición.Multitudes de fantasmas estaban siempre reunidos en las orillas, bebiendo del río paraasí poder olvidar sus antiguas vidas porque, no puedes extrañar lo que no recuerdas. Aveces, a los espíritus se les permitía incluso reencarnar —renacer en el mundo mortalpara otra vida. Si te arriesgabas a eso, tenías que beber antes del Leteo y así, norecordarías tu vida anterior.

Porque, en serio, ¿quién querría pasar doce años de aburrido colegio otra vez sirecordabas haberlo hecho antes?

Las amapolas crecieron a lo largo de las orillas del Lete, y es por eso que el jugo deamapola tiene el poder de poner a la gente a dormir y aliviar su dolor. (Eso lollamamos Opio10, niños. Y no consuman drogas por que LAS DROGAS SONMALAS. Okey, tenía que poner eso ahí.) En un momento, el Lete cruzaba a la entradade una oscura cueva donde el dios Hipnos vivía —el dios del sueño. ¿Cómo eraadentro? Nunca nadie lo ha descrito, probablemente porque cualquiera que fuera losuficientemente estúpido para entrar ahí, se quedaría dormido y nunca más saldría.

10E l opio es una mezcla compleja de sustancias que se extrae de las cápsulas verdes de la adormidera (Papaversomniferum), que contiene la droga narcótica y analgésica llamada morfina y otros alcaloides.

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El quinto río del Inframundo era el Estigia, el Río del Odio. Definitivamente, era el ríomás famoso pero, solo el nombre frustraría cualquier posibilidad para el turismo.“¡Hey, chicos, vamos al Río del Odio por las vacaciones de primavera!” “¡Yay!”

El Estigia fluía a través de las partes más profundas y oscuras del Inframundo.Algunas leyendas sostenían que fue creado por el Titán del agua, Tetis, y eraalimentado por los manantiales salados del fondo del océano.

El Estigia rodeaba el Erebos como una zanja, así que prácticamente tenías quecruzarla para entrar al Inframundo. (Algunas historias dicen que el Aqueronte era elrío que tenías que cruzar pero, ya que el Estigia desembocaba del Aqueronte, supongoque las dos versiones son correctas.)

La corriente era oscura y lenta, siempre envuelta en una pestilente niebla y el agua eracorrosiva para los mortales. Mezcla ácido sulfúrico con aguas residuales, un poquitínde odio líquido y obtendrás el Estigia.

Así que te estarás preguntando: ¿Por qué alguien querría entrar al Inframundo? No losé. Pero desde que los humanos fueron creados, siempre que mueren, sus almas comoque instintivamente bajan a Erebos, como lemings saltando de un acantilado o turistasyendo en tropel hacia Time Square. Podrías decirles todo lo que quisieras, como queera una idea estúpida pero, simplemente seguirían haciéndolo.

El problema era que las almas no tenían una forma segura de cruzar el Río Estigia.Algunos se las arreglaban para nadarlo. Otros lo intentaban, sólo para disolverse en elagua. Muchos, simplemente deambulaban a lo largo del lado mortal del río gimiendo yseñalando al otro lado como diciendo: ¡Quiero ir en esa dirección!

Finalmente, un daimon trabajador llamado Caronte decidió entrar al negocio. ¿Qué esun daimon? No es el demonio tipo diablo con una horca, una cola y de piel roja. LosDaimons eran espíritus inmortales, algo como deidades menores. Algunos lucíancomo monstruos o mortales. Algunos eran buenos. Y otro sólo holgazaneaba.

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Este tipo, Caronte, era un hijo de Nix, la diosa de la noche. Caronte podía tomardiferentes formas pero la mayoría del tiempo aparecía como un hombre viejo y feo entúnicas harapientas, con una barba grasienta y un sombrero en forma de cono. Si yofuera él y pudiera cambiar de forma, andaría por ahí luciendo como Brad Pitt; perosupongo que a Caronte no le importaba impresionar a los fantasmas.

En todo caso, un día Caronte se dio cuenta de que todas esas almas mortales clamabanpor llegar a Erebos, así que se construyó un bote y empezó a llevar a las personas a laotra orilla.

Por supuesto, no fue gratis. Aceptaba oro, plata y mayormente tarjetas de crédito.Puesto que el Inframundo no tenía normas, Caronte simplemente cobraba lo que élquería. Si le caías bien, quizás te dejaba cruzar por un par de monedas. Si no le caíasbien, exigía una fortuna. Si eras lo suficientemente desafortunado para ser enterradosin dinero — ¡oh, bueno! Tendrías que deambular en el lado mortal del Estigia parasiempre. Incluso, algunos de los muertos se devolvían al mundo de los vivos paraaparecérseles a estos como fantasmas.

Incluso si cruzabas el Estigia, encontrarías Erebos en un completo caos. Los fantasmasse “suponía” que estaban divididos en diferentes grupos, de acuerdo a qué tan buenoshabían sido en sus vidas. Si fueron unas verdaderas escorias, iban a los Campos deCastigo a disfrutar de la tortura especial por toda la eternidad. Si fueron buenos, iban aElysium, que era como el Paraíso, Las Vegas y Disney juntos. Si los espíritus nohabían sido particularmente buenos o malos en la vida pero, habían como quesimplemente existido (que eran la mayoría de las personas) eran forzados a deambularen los Campos de Asfódelo por siempre, que no era un sitio horrible —sólo increíble ymortalmente aburrido.

En teoría, así es como los espíritus eran clasificados. Desafortunadamente, antes deque Hades lo asumiera, nadie vigilaba el Inframundo. Era como un día de escuela en elque todos tus profesores están enfermos y no hay más que suplentes que no conocenlas reglas, así que naturalmente los niños aprovechan por completo. Las almascondenadas al Castigo entraban a hurtadillas en Asfódelo y nadie las detenía. Losespíritus de Asfódelo arruinaban la fiesta en Elysium y algunos espíritus realmente

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tontos pero nobles destinados a Elysium, daban un mal giro y terminaban en Castigo yno podían salir o eran demasiado buenos para quejarse por eso.

Para empeorar las cosas, incluso los espíritus que iban a donde se suponía que debíanir, no siempre merecían estar allí porque, antes que Hades asumiera el puesto, erasjuzgado para lo que te deparaba aun estando vivo.

¿Cómo funcionaba ese sistema? No tengo idea. Aparentemente un panel de tres juecesvivos te entrevistaba justo antes de morir y decidían si merecías los Campos deCastigo, Elysium o Asfódelo. No me preguntes cómo los jueces sabían que estabas apunto de morir. Quizás adivinaban. Quizás los dioses les decían. Quizás los juecessimplemente gritaban a personas al azar “¡Oye, tú! ¡Ven aquí! ¡Es tú turno de estirar lapata!”

En fin, los jueces escuchaban tu testimonio y decidían tu destino para la eternidad.Adivina que pasaba. La gente mentía. Sobornaban a los jueces. Aparecían en susmejores ropas, sonreían, adulaban y se hacían los buenos para que los jueces pensaranque “eran” buenos. Hacían pasar testigos que decían “Oh, sí. Este tipo vivió una vidatotalmente increíble. Rara vez torturó a nadie”. Cosas como esas.

Muchas personas malas lograban manipular su entrada en Elysium y muchas personasbuenas que no seducían a los jueces, terminaban en los Campos de Castigo.

Tú entiendes… el Inframundo era un desastre. Cuando Hades se hizo cargo, miró a sualrededor y dijo “Naa, esto no va a funcionar”.

Así que fue al Olimpo y le explicó la situación a Zeus. Tener que obtener laaprobación de Zeus para lo que planeaba hacer le molestaba pero, sabía quenecesitaría la aprobación del Jefe para cualquier cambio significativo, para la vidadespués de la muerte, especialmente porque los humanos estaban involucrados. Losdioses consideraban a los humanos propiedad compartida.

Zeus escuchó y frunció el ceño pensativo.

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—Entonces, ¿qué propones?

—Bueno —dijo Hades—. Podríamos mantener el panel de los tres jueces pero...

— ¡La audiencia podría votar! —adivinó Zeus—. ¡Al final de cada temporada elmortal ganador podría ser coronado Ídolo Elysiano!

—Um, no —dijo Hades—. En realidad, estaba pensando que los jueces podrían serespíritus en lugar de personas vivas. Y cada alma mortal sería juzgada sólo una vezque entre al Inframundo.

—Así que… ¿sin formato de competencia? Umm, muy mal.

Hades intentó mantener la calma. —Verás, si los jueces son espíritus que están bajomi control, será imposible influenciarlos. Las almas que vengan ante la corte serándespojadas de todo menos de su esencia. No podrán contar con buenas apariencias oropa elegante. No podrán sobornar a los jueces o llamar testigos. Todos sus actosbuenos y malos serán dejados al descubierto, porque los jueces podrán literalmente,ver a través de ellos. Mentir será imposible.

—Me gusta —dijo Zeus—. ¿A quiénes escogerás para jueces?

—Tres mortales difuntos que hayan sido reyes en el mundo de arriba —dijo Hades—.Los reyes están acostumbrados a dictar sentencias.

—Bien —Zeus acordó—. Siempre que los reyes sean todos hijos míos. ¿De acuerdo?

Hades apretó sus dientes. No le gustaba que su hermano se inmiscuyera en todo, perodado que casi todo rey griego, era hijo de Zeus, habría muchos reyes entre los queelegir—. De acuerdo.

Zeus asintió. — ¿Cómo te asegurarás de hacer cumplir las sentencias y de que lasalmas vayan a dónde se supone deben ir?

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Hades sonrió fríamente. —Oh, no te preocupes. Eso lo tengo cubierto.

Cuando volvió a Erebos, Hades nombró a tres antiguos reyes, todos hijos semidiosesde Zeus, como sus célebres jueces: Minos, Éaco y Radamantis.

Luego reunió a las tres Furias —esos espíritus de venganza que habían sido formadosde la sangre de Urano siglos atrás. Hades las contrató para ser sus ejecutores. Lo quefue una buena idea ya que nadie querría contrariar a una abuela demoníaca con malaliento y un látigo.

Como la mayoría de los daimons, las Furias podían tomar diferentes formas pero,normalmente aparecían como señoras viejas y feas con un largo cabello fibroso,túnicas negras y harapientas y gigantescas alas de murciélago. Sus fuertes látigospodían causar un dolor insoportable a vivos y muertos y podían volar de formainvisible, así que nunca te darías cuenta cuándo se lanzarían sobre ti.

Hades los usaba para mantener a los muertos en línea. A veces las dejaba volverselocas y diseñar nuevas torturas para las peores almas condenadas. Incluso podía enviara las Furias detrás de los vivos si estos cometían un crimen verdaderamente horrendo—como matar a un miembro de la familia, profanar un templo o cantar canciones deJourney en una noche de karaoke.

La siguiente mejoría de Hades al Inframundo: hizo más fácil a los espíritus de losmuertos encontrar su camino a Erebos. Convenció a Hermes, el dios mensajero, deestar atento a las almas perdidas del lado mortal del Estigia. Si Hermes veía algúnfantasma que parecía confundido, él lo llevaría en la dirección correcta y le facilitaríaun práctico y colorido mapa, cortesía de la Cámara de Comercio del Inframundo.

Una vez que las almas de los muertos llegaban al Río Estigia, el daimon Caronte lasllevaba a la otra orilla por el pago estándar de una moneda de plata. Hades lo habíaconvencido (léase: amenazado) de cobrarle a todos el mismo precio.

Hades también corrió la voz a los mortales de arriba que mejor tomaran sus ritosfunerarios en serio o no serían admitidos en el Inframundo. Cuando morías, se suponía

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que tu familia haría ofrendas a los dioses. Tenían que darte un entierro decente ycolocar una moneda bajo tu lengua para que pudieras pagarle a Caronte. Si no teníasuna moneda, terminarías rondando el mundo mortal como un fantasma para siempre,lo que era sin sentido y aburrido.

¿Cómo Hades corrió la voz entre los mortales? Él tenía un ejército de seres aladosnegros y asquerosos llamados oneiroi, o daimons del sueño, quienes visitaban a losmortales mientras dormían, repartiendo visiones o pesadillas.

¿Alguna vez has tenido uno de esos sueños de los que despiertas asustado porquesentiste que estabas cayendo? Esos son los oneiroi metiéndose contigo. Probablementete cogieron y te dejaron caer, sólo por molestar. La próxima vez que eso pase, golpeael piso con tu puño y grita: “Hades, dile a tus estúpidos daimons que paren”.

Otra mejora que Hades hizo: reforzó la seguridad en las puertas de Erebos. Bajó a laSociedad Humana del Tártaro y adoptó el perro más grande y malo que puedasimaginar —un monstruo llamado Cerbero, que era como un cruce entre pitbull,rotteweiler y un mamut rabioso y lanudo. Cerbero tenía tres cabezas, así que si eras unhéroe mortal tratando de entrar a hurtadillas en el reino de Hades o un muerto tratandode escabullirse, tenías tres veces la posibilidad de ser visto y devorado. Además decolmillos y garras muy afilados, supuestamente, Cerbero tenía una crin hecha deculebras y una serpiente por cola. No puedo garantizar eso. Sólo me encontré conCerbero una vez. Estaba oscuro, y estaba principalmente concentrado en no lloriqueary mojar mis pantalones.

En fin, una vez que los espíritus pasaban las puertas, eran clasificados por los trescélebres jueces y eran conducidos a sus respectivos lugares. Como dije antes, lamayoría de las personas, en realidad, no habían hecho mucho con sus vidas, bueno omalo, así que terminaban en los Campos de Asfódelo. Allí existían como tenuessombras que sólo podían parlotear como murciélagos y flotar alrededor sin un rumbofijo, tratando de recordar quiénes eran y qué estaban haciendo —algo así como losprofesores durante la primera hora, antes de haber tomado suficiente café.

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Si habías llevado una buena vida, ibas a Elysium, que era lo más agradable que podíasobtener en el oscuro Inframundo, conseguías una mansión propia, comida y bebidagratis, y prácticamente servicio cinco estrellas para lo que fuera que necesitaras.Podías pasar el rato con las otras afortunadas buenas personas y relajarte por toda laeternidad. Si Elysium se ponía aburrido, podías elegir beber del Río Leteo y renacer enuna nueva vida mortal.

Algunas almas eran “tan” buenas que se las arreglaban para vivir tres vidas virtuosasseguidas. Si ese era tu caso, podías retirarte a las Islas de Blest, que eran islasprivadas del tipo caribeño en un lago en medio de Elysium. No muchas personas eranasí de afortunadas o virtuosas. Era algo así como ganar el premio de la lotería dePersonas Buenas.

Si habías vivido una vida malvada, tendrías escabroso maltrato especial —hervir enaceite por siempre, tener tu piel desollada, ser perseguido por demonios hambrientossobre un campo de vidrios rotos o deslizarte por una hoja de afeitar gigante a unapiscina de jugo de limón. Tú sabes, lo usual. La mayoría de los castigos no eran muycreativos; pero si lograbas molestar a Hades de verdad, él siempre podría aparecersecon nuevas e interesantes maneras de torturar tu alma inmortal.

¿Un par de ejemplos?

Tántalo. Ese tipo tenía problemas. Fue un rey griego –un hijo de Zeus, no tesorprendas— quién fue invitado a compartir una ambrosía y néctar en el MonteOlimpo con los dioses. Un gran honor ¿cierto? Pero Tántalo se volvió codicioso.

—¡Vaya! —dijo después de la cena, sobándose la barriga—, ¡Eso estuvo bueno!¿Podría llevarme en una bolsita las sobras para compartir con mis amigos en casa?

—Bendito sea yo —juró Zeus—. ¡Absolutamente no! Esta ambrosía y este néctar soncosas raras y mágicas. ¡No puedes ir compartiéndolas con cualquiera!

—Oh… —Tántalo forzó una sonrisa—. Por supuesto. Veo cómo es la cosa.Bueno…la próxima vez, una cena en mi casa ¿no?

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Tántalo debió haberlo dejado así. Debió haber recordado lo que le pasó a Prometeocuando trato de robar cosas a los dioses y compartirlas con los mortales. Pero Tántaloestaba molesto. Se sintió insultado. Los dioses no confiaban en él. No querían que sevolviera famoso por ser el mortal que había llevado ambrosía a la tierra.

Mientras más lo pensaba, más se molestaba. Invitó a los dioses a un festín en supalacio pero, para vengarse de ellos, decidió que serviría la comida más insultante quepudiera pensar. Sólo que no sabía qué.

Estaba parado en su cocina viendo a las ollas vacías, cuando su hijo Pélope entró.

— ¿Qué hay para cenar, papá? —preguntó Pélope.

A Tántalo nunca le había agradado su hijo. No sé por qué. Quizás Tántalo sabía que elniño se apoderaría de su reino algún día. Los reyes griegos siempre estaban paranoicospor cosas como esas. En fin, Tántalo sonrió maliciosamente a su hijo y sacó uncuchillo de carnicero — ¡Qué curioso que lo preguntes!

Esa noche los dioses se reunieron en el palacio de Tántalo para cenar y les sirvieronuna olla de un exquisito estofado.

— ¿De qué es esta carne? —preguntó Deméter tomando el primer bocado—. Sabe apollo.

Tántalo pretendía esperar a que todos los dioses hubieran comido pero no pudocontener las risitas tontas. —Oh, solo es una receta familiar.

Zeus frunció el ceño y bajo su cuchara. —Tántalo… ¿qué has hecho?

Hera apartó su tazón. —Y ¿dónde está tu hijo Pélope?

—En realidad —dijo Tántalo—. Ese es él, está en el estofado. ¡Sorpresa, idiotas! ¡Ja,ja, ja ,ja!

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Honestamente, no sé qué estaba esperando. ¿Pensó que los dioses reirían y le daríanpalmaditas en la espalda? Oh, Tántalo, tú, viejo bromista. Buena esa.

Los Olímpicos estaban horrorizados. Después de todo, todavía sufrían de estrés post-traumático por haber sido tragados por su padre, Cronos. Zeus sacó un rayo, redujo aTántalo a cenizas y le transfirió su alma al rey a Hades.

—Crea un castigo especial para este —dijo Zeus—. Algo que tenga que ver concomida, por favor.

Hades estaba feliz de complacerlo. Hundió a Tántalo hasta la cintura en una piscina deagua fresca, sus pies estaban atascados en el lecho del río como si fuera cemento.Sobre la cabeza de Tántalo colgaban ramas de un árbol mágico que daba todo tipo defrutas fragantes y jugosas.

El castigo de Tántalo era simplemente permanecer allí por siempre.

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Bueno, pensó, esto no está tan mal.

Luego, le dio hambre. Intentó agarrar una manzana pero las ramas se alzaban fuera desu alcance. Intentó con un mango. Sin suerte. Intentó saltar pero, sus pies estabanatascados. Intentó pretender estar dormido para así poder lanzar un ataque sorpresa alos melocotones. Otra vez, sin suerte. Cada vez, Tántalo estaba seguro de que podríaconseguirse un pedazo de fruta pero, nunca pudo.

Cuando le dio sed, recogió agua pero, en el momento en que sus manos alcanzaron suboca, el agua se había evaporado mágicamente y sus manos estaban completamentesecas. Se agachó esperando tragar directamente del lago pero toda la superficie delagua retrocedió lejos de él. No importaba lo que intentara, no pudo conseguir una solagota. Sólo le dio más hambre y más sed, aunque la comida y el agua estuvieran tancerca —tentadoramente11 cerca, la cual es una palabra que viene de su nombre. Lapróxima vez que quieras algo desesperadamente pero, que esté fuera de tu alcance, hassido tentado.

¿Cuál es la moraleja de la historia? No sé. Quizás: No piques a tu hijo y se lo des decomer a tus invitados. Me parece obvio pero, como sea.

Otro tipo que recibió un castigo especial fue Sísifo12. Con un nombre como Sissy-Fuss13 tendrías que imaginarte que el hombre tenía problemas pero, al menos él noconvirtió a sus hijos en estofado. El problema de Sísifo era que él no quería morir.

Puedo identificarme con eso. Me levanto cada mañana pensando: ¿Sabes que seríabueno hoy? No morir.

Pero Sísifo llevó las cosas demasiado lejos. Un día, la Muerte apareció en su casa. Ypor Muerte, quiero decir Tánatos, el dios de la muerte, el ángel de la muerte, quien erauno de los principales lugartenientes de Hades.

11 Se refiere a tantalizing que se parece a Tántalo y significa “tentadoramente”12 Sisyphus en el original.13 Juego de palabras: Sissy-fuss que significa Marica escandalosa en inglés.

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Sísifo abrió la puerta y se encontró con un gran tipo con negras alas plumosascerniéndose sobre él.

—Buenas noches. —Tánatos consultó su cuaderno de notas—. Tengo una entrega paraSísifo. Una dolorosa muerte, requiere firma. ¿Eres Sísifo?

Sísifo trató de ocultar su miedo. —Este… Bueno, sí. Entre. Déjeme conseguir unbolígrafo.

Tan pronto como Tánatos pasó bajo la puerta, Sísifo agarró el objeto pesado máscercano que pudo encontrar – un mortero de piedra que usaba para moler su harina– ygolpeó al dios de la muerte en la cabeza.

Tánatos se desmayó. Sísifo lo ató, lo amordazó y lo metió debajo de la cama. Cuandola Sra. Sísifo llegó a casa, estaba como: ¿Por qué hay un ala negra gigantescasobresaliendo por debajo de la cama?

Sísifo explicó lo que había sucedido. Su esposa no estaba contenta.

—Esto nos va a meter a los dos en problemas —dijo—. Simplemente deberías habermuerto.

—Yo también te amo —murmuró Sísifo—. Estaré bien. Ya verás.

No estaba bien. Sin Tánatos trabajando, la gente dejó de morir. Al principio, nadieobjetó. Si se supone que morirías y no lo hiciste ¿por qué te quejarías?

Luego ocurrió una gran batalla entre dos ciudades griegas, y Ares, el dios de la guerra,sospechó. Sobrevoló el campo de batalla como siempre lo hacía, listo para unexcitante día de matanza. Cuando los dos ejércitos chocaron, ningún soldado cayó.Simplemente siguieron atacándose, apuñalándose entre sí hasta quedar en pedazos.Las cosas se pusieron sucias, con mucha sangre e inmundicia, pero nadie murió.

— ¿Dónde está la Muerte? —gritó Ares—. ¡Esto no es divertido sin Muerte!

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Voló desde el campo de batalla y empezó a preguntar por todo el mundo—: Disculpe,¿ha visto a la Muerte? Un tipo grande con alas negras plumosas. Le gusta cosecharalmas.

Finalmente, alguien mencionó que había visto un tipo como ese, dirigiéndose a la casadel viejo Sísifo.

Ares derribó la puerta principal de Sísifo. Empujó al viejo a un lado y vio el alaizquierda de Tánatos sobresaliendo por debajo de la cama. Ares sacó al dios de lamuerte, le quitó las pelusas y cortó sus ataduras. Luego ambos dioses miraron a Sísifo.

Sísifo retrocedió a una esquina. —Este, miren, chicos, puedo explicarlo…

¡BOOM!

Ares y Tánatos lo volatilizaron con una doble ráfaga de furia divina.

Una vez que el alma de Sísifo encontró su camino al Inframundo, Sísifo de algunamanera logró conseguir una audiencia con el mismísimo Hades.

El viejo hizo una reverencia ante el trono del dios. —Señor Hades, sé que hice algomalo. Estoy listo para enfrentar mi castigo. Pero mi esposa. Ella no hizo los ritosfunerarios adecuados para mí. ¿Cómo puedo disfrutar de la eterna condenaciónsabiendo que mi señora no honró a los dioses con los sacrificios como tú lo hasmandado? Por favor, permíteme volver al mundo el tiempo suficiente para regañar ami esposa. Volveré directamente aquí.

Hades frunció el ceño. Por supuesto que desconfió pero, siempre había tenido laimpresión de que los espíritus no podían mentir. (Estaba equivocado). Además, lahistoria de Sísifo lo indignó. Hades odiaba cuando las personas no tomaban los ritosfunerarios en serio. ¿Y los sacrificios para los dioses? Esos eran incluso, másimportantes.

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—Bien —dijo Hades—. Ve a regañar a tu mujer pero no tardes demasiado. Cuandovuelvas, tendré listo un castigo especial para ti.

— ¡No puedo esperar! —dijo Sísifo.

Así que su espíritu regresó al mundo. Encontró sus restos volatilizados y de algunamanera los volvió a unir en un cuerpo regular. Puedes imaginar la sorpresa de suesposa cuando Sísifo entró por la puerta principal, vivo como nunca.

—Cariño, estoy en casa.

Después de que su esposa despertó del desmayo. Sísifo le contó cómo, astutamente,había vuelto a escapar de la muerte.

Su esposa no estaba contenta.

—No puedes engañar a Hades por siempre —le advirtió—. Estás buscando problemas.

—Ya he sido condenado a los Campos de Castigo —dijo Sísifo—. ¿Qué puedoperder? Además, Hades está ocupado. Ve cientos de almas todos los días. Ni siquierasabrá que me fui.

Por años, el plan de Sísifo realmente funcionó. Mantuvo un perfil bajo. Permaneció encasa la mayor parte del tiempo y cuando tenía que salir, usaba una barba falsa. Hadesestaba ocupado. Olvidó todo acerca de Sísifo hasta que un día Tánatos preguntó—:Oye, ¿qué hiciste con el degenerado que me metió debajo de su cama?

—Oh… —Hades frunció el ceño—. ¡Oops!

Esta vez, Hades envió al dios mensajero a buscar a Sísifo. Hermes usó un casco y asíno podría ser golpeado en la cabeza tan fácilmente. El dios mensajero arrastró a Sísifode nuevo al Inframundo y lo lanzó a los pies del trono de Hades.

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Hades sonrió fríamente. — ¿Te atreves a mentirme? Oh, tengo algo “muy” especialpara ti.

Llevó a Sísifo al centro de los Campos de Castigo, a una colina árida con cientocincuenta metros de altura y cuyos lados se inclinaban cuarenta y cinco grados,perfecta para montar en monopatín.

Al pie de la colina, había una piedra grande y redonda del tamaño de un autocompacto.

—Aquí tienes —dijo Hades—. Tan pronto como logres empujar esta roca a la cumbrede esa colina, puedes irte. Tu castigo habrá terminado.

Sísifo suspiró con alivio. Había estado esperando algo mucho peor. Claro, la piedraparecía pesada. Empujarla a lo alto de la colina apestaba, pero al menos no seríaimposible.

—Gracias, Sr. Hades —dijo Sísifo—. Eres misericordioso.

—Claro. —Los oscuros ojos de Hades centellearon—. Misericordioso.

El dios desapareció en una nube de oscuridad y Sísifo se puso a trabajar.

Desafortunadamente, pronto descubrió que su trabajo era imposible. Empujar la rocale costó toda su fuerza y tan pronto como llegó a la cumbre de la colina, perdió elcontrol. No importaba lo que intentara, la roca rodaría al pie de la colina. O loatropellaría y luego rodaría al pie de la colina.

Si Sísifo se detenía para descansar, una de las Furias iba y lo azotaba hasta que semoviera otra vez. Sísifo estaba condenado a hacer rodar la roca cuesta arriba por todala eternidad, sin nunca alcanzar la cumbre.

¡Otro final feliz! Ares, el dios de la guerra, vio gente morir otra vez. La Sra. Sísifoconsiguió algo de paz y tranquilidad. Y Tánatos, el dios de la muerte, decidió no tocar

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el timbre de nadie y solicitar una firma nunca más. Desde entonces, se acercabainvisible y sigilosamente y tomaba las almas de sus víctimas sin avisar. Así que siplaneabas vivir eternamente atando al dios de la muerte y metiéndole debajo de tucama, estás perdido.

Así es como Hades organizó el Inframundo. Construyó su oscuro palacio a las afuerasde los Campos de Asfódelo y, una vez que se casó con Perséfone, más o menos sentócabeza y fue tan feliz como un dios del Inframundo puede ser.

Comenzó a criar una horda de ganado negro para poder tener carne fresca y leche, ynombró a una daimon llamada Menoete para cuidar a las vacas. También plantó unhuerto de mágicos árboles de granada en honor a su esposa.

Los dioses Olímpicos rara vez los visitaban —a excepción de Hermes que tenía quellevar mensajes y almas— pero si llegabas a estar en el salón del trono de Hades undía cualquiera, podrías encontrar a Tánatos pasando el rato, o a las Furias, o a los trescélebres jueces. Los mejores artistas y músicos fallecidos de Elysium eran, a menudo,convocados al palacio para entretener al rey.

¿Eran Hades y Perséfone una pareja feliz? Es difícil decirlo. Las viejas historias noson, ni siquiera, claras sobre si tuvieron algún hijo. Aparentemente, Perséfone teníauna hija llamada Melinoe, quien era la daimon encargada de los fantasmas y laspesadillas, pero Hades podría o no haber sido el padre. Algunas historias dicen que enrealidad el padre era Zeus disfrazado de Hades, lo que nos lleva a un nuevo nivel deasco.

Algunos poemas mencionan a Macaria, la hija de Hades y Perséfone. Era la diosa delas muertes bienaventuradas, en oposición a las muertes dolorosas, terribles yhorrorosas pero, realmente no hay historias sobre ella.

En todo caso, Hades no fue siempre fiel a Perséfone. Es un dios. ¿Qué esperabas?

Una vez, estaba Hades visitando al Titán Océano en el fondo del mar. Qué estabahaciendo allí, no tengo idea. Quizás estaba revisando las fuentes termales saladas que

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alimentaban el Río Estigia. Como sea, mientras deambulaba, conoció una hermosaninfa marina llamada Leuke, una de las hijas de Océano. Era alta, pálida y encantadoray, aparentemente le causó una gran impresión. Al final de la visita, Hades la secuestróy se la llevó al Inframundo.

Era sólo una aventura, una locura momentánea, pero puedes adivinar cómo reaccionóPerséfone cuando descubrió que su esposo había traído una chica de recuerdo a casacon él.

—Se va ella o me voy yo —gruñó Perséfone—. Y no sólo la envíes de vuelta alocéano. ¡Me robó a mi esposo! ¡Debe morir!

—Este…okey —dijo Hades—. Quiero decir, sí. Por supuesto, cariño. ¿En qué estabapensando?

Hades corrió a los Campos de Asfódelo, donde Leuke estaba esperando por él.

— ¿Bueno? —preguntó Leuke—. Me secuestraste y me trajiste aquí. ¿Qué planeashacer conmigo?

—En realidad, no va a funcionar —dijo Hades—.Mi esposa no lo aprueba.

— ¡Qué sorpresa! —murmuró Leuke—. Bien. ¡Llévame a casa!

—No puedo —dijo Hades—. Perséfone te quiere muerta.

Leuke palideció aún más.

—Eso…eso no está bien. ¡Tú me robaste!

—Está bien —le aseguró Hades—. Tengo una idea. En vez de matarte, sólo tetransformaré en algo —como una planta. Entonces vivirás por siempre y siemprepodré recordarte.

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— ¡Esa es una idea horrible!

—Quizás un árbol —dijo Hades pensativo.

—No.

—Un árbol alto, pálido y blanco —decidió Hades—. Un árbol tan hermoso como tú.

—Yo…

POOF.

Leuke se convirtió en el primer álamo y Hades abrazó su tronco.

—Gracias por entender. Siempre te recordaré.

El álamo se multiplicó rápidamente, hasta que los Campos de Asfódelo estuvieroncubiertos –un poco de belleza en los sombríos Campos de Asfódelo. El álamo seconvirtió en uno de los árboles sagrados de Hades y tendía a crecer especialmentetupido a lo largo de las orillas de los ríos del Inframundo, quizás para que Leukerecordara haber venido del mar y tratase de labrarse camino de vuelta. Buena suertecon eso, Leuke.

Luego de su fallido romance con la chica álamo, Hades se deprimió. Un día decidiódar un largo paseo a lo largo del Río Cocito, el Río de los Lamentos, que es un extrañolugar para caminar si estás tratando de animarte.

Hades vio una adorable joven con un vestido verde claro sentada cerca del agua. Sufragancia flotó hacia él en la brisa subterránea —un dulce y sutil perfume, diferente acualquier cosa que alguna vez hubiese olido.

Se acercó y la miró fijamente con asombro. Hades tendía a sorprender a las personas,siendo tan oscuro, sigiloso y todo eso; así que cuando la chica finalmente lo notó, seestremeció alarmada.

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— ¿Qué quieres? —preguntó.

—Este… —a Hades se le hizo difícil pensar. Los ojos de la mujer eran verde clarocomo su vestido—. Soy Hades. Hueles bien. ¿Quién eres?

La chica arrugó la nariz. —Soy Menta, por supuesto. Hija del Río Cocito.

Hades frunció el ceño. — ¿Los ríos del Inframundo tienen náyades? Nunca supe eso.

—Bueno, quizás no estamos orgullosas de eso —murmuró Menta—. No es fácil ser elespíritu de la naturaleza de un río de lamentos, ¿sabes? Preferiría estar en el mundo dearriba, donde podría disfrutar de la luz del sol y la brisa fresca.

—Te llevaré allí —soltó Hades—. Sólo dame un beso y te llevaré al mundo de arriba.

Menta frunció el ceño. — ¿Por qué lo harías?

—Te amo —dijo Hade tontamente pero, no conocía muchas mujeres hermosas.Además, era primavera. Perséfone había ido a visitar a su madre en el mundo mortal yHades estaba sólo.

Menta se levantó. No estaba segura de qué pensar de este dios oscuro pero, un viaje almundo de los mortales sonaba bien. —Está bien —dijo.

Ella lo besó. Hades la rodeó con sus brazos y juntos desaparecieron entre sombras.

Aparecieron al lado de una colina cerca de la ciudad griega de Pylos. Menta dio ungrito ahogado cuando vio el cielo azul y el sol, las colinas verdes extendiéndose hastadonde alcanzaba la vista.

Sonrió, rodeó a Hades con sus brazos y por al menos veinte segundos estuvieron muyenamorados. La fragancia de Menta era embriagadora.

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Luego, algo cambió. Hades se puso tensó. Quizás el aire fresco le aclaró la mente.

— ¿Qué estoy haciendo? —se quejó Hades empujando a Menta a un lado—. Esprimavera. Mi esposa estará por aquí, en algún lado, haciendo que las plantas crezcany qué sé yo. ¡Nos encontrará!

— ¿A quién le importa? —preguntó Menta—. Dijiste que me amabas.

—Yo… yo… —Hades balbuceó.

Los ojos verdes de Menta eran preciosos. Era muy linda y olía bien, pero ahora Hadesse daba cuenta de que su amor era imposible. Recordó la mirada asesina de Perséfonecuando se enteró de Leuke.

—Tengo que volver al Inframundo —dijo—. Disfruta el mundo superior.

—Volverás, ¿cierto? —preguntó Menta.

—Este… —Hades se acobardó y se disolvió en sombras.

Menta debió haberlo olvidado. ¡Había logrado llegar al mundo mortal! Podría haberencontrado un río nuevo al que unir su fuerza de vida. Pudo haber vivido por siempreen los hermosos bosques y colinas de Grecia.

Pero no. ¡Demasiado fácil!

Ser abandonada en la ladera la hizo enojar. Se dio cuenta de que había tenido al diosHades en sus manos sin siquiera intentarlo. Debía ser realmente bella. Y sí, olía bien.Merecía ser una reina.

— ¡Hades me ama! —gritó al viento—. Volverá a buscarme y me hará la reina delInframundo. Soy más bella que Perséfone, maravillosa y huelo mejor y…

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La ladera retumbó. Pasto y flores se arremolinaron en un enorme tornado de pétalos.La diosa Perséfone apareció como un gigante de 15 metros de altura.

En ese momento, Menta se dio cuenta de que había cometido un gran error.

— ¿TÚ, MÁS BELLA QUE YO? —bramó Perséfone—. SÍ, CLARO. SÍ, HUELESMEJOR QUE YO. ¡QUIZÁS PUEDA ENCONTRARTE UN USO ENTRE LASPLANTAS!

Perséfone levantó su enorme pie calzado con sandalia y aplastó a Menta. Cuandoarrastró su pie sobre la ladera, diminutas plantas verdes brotaron. Sus hojas olían demaravilla cada vez que eran aplastadas. Perséfone decidió llamarlas plantas de mentay, la colina cercana a Pylos donde crecieron por primera vez, todavía es llamadaMontaña de Menta.

Así que la próxima vez que comas un helado de chocolate con chispas de menta,agradécele a Perséfone, a pesar de que puede ser difícil comerse eso cuando te dascuenta de que ha sido hecho de ninfa de río aplastada.

Después de eso, Hades no tuvo muchos amoríos. Mayormente, permanecía en supalacio y se ocupaba de sus propios asuntos.

Sin embargo, los héroes mortales no siempre lo dejaban en paz. Seguíanapareciéndosele pidiendo cosas. Un héroe quería su perro, Cerbero. Otro héroe queríaque Hades le devolviera su amor a la vida. Incluso, otro héroe intentó secuestrar aPerséfone.

Quizás te contaré esas historias en otro momento pero, toda esta cosa sombría delInframundo me está causando claustrofobia.

Necesito un poco de aire fresco. Saltemos al Mediterráneo y te presentaré a mi papá—el único e incomparable Poseidón.

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Poseidón se vuelve salado

ero, si vas a tener un dios griego por padre, no hay nadie mejor que Poseidón.Por supuesto, he tenido mis problemas con él. No es el padre más atento. Pero,oye, ninguno de los dioses griegos lo es.

Al menos Poseidón tiene unos poderes alucinantes y una actitud tranquila (la mayorparte del tiempo).

Es increíblemente tranquilo, considerando lo difícil que fue para él serlo cuando erajoven. Era el hijo del medio. Siempre siendo comparado con sus hermanos, como:¡Guau, eres casi tan atractivo como Zeus! ¡Eres casi tan poderoso como Zeus! O, aveces: ¡No eres un perdedor como Hades!

Eso le pondría los pelos de punta a un chico después de algunos siglos.

Antes cuando Zeus, Poseidón y Hades lanzaron los dados para dividir el mundo,Poseidón obtuvo el segundo mejor puesto. Tuvo que aceptar que su hermano se

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volviera el señor del universo y que le dijera qué hacer por toda la eternidad pero,Poseidón no se quejó. Había ganado el mar. Para él estaba bien. Le gustaba la playa.Le gustaba nadar. Y le gustaba la comida de mar.

Cierto, Poseidón no era tan llamativo o poderoso como Zeus. No tenía relámpagos,que eran como el arsenal nuclear del Monte Olimpo. Pero Poseidón tenía su tridentemágico. Podía provocar huracanes, invocar maremotos y hacer un batido bestial.Puesto que los mares envolvían la tierra, Poseidón podía también ocasionarterremotos. Si estaba de mal humor, podía arrasar ciudades enteras y hacer que islas sehundieran bajo las olas.

Los griegos lo llamaban el Sacudidor de la Tierra y pasaban por muchos problemaspara mantenerlo feliz, porque no importa si estabas en la tierra o en el mar, no queríasa Poseidón enojado contigo.

Afortunadamente, Poseidón usualmente estaba calmado. Su humor se reflejaba en elMar Mediterráneo, donde vivía, y la mayoría del tiempo el Mediterráneo estaba encalma.

Poseidón dejaba a los barcos navegar a donde querían. Bendecía a los pescadores conbuenas capturas. Se relajaba en la playa, bebiendo a sorbos su bebida desde la cáscarade un coco con un pequeño parasol de papel.

En los días buenos, Poseidón paseaba en su carruaje dorado a través de las olas, tiradopor un grupo de blancos hipocampos, que eran caballos con crines doradas, pezuñas debronce y colas de pez. Dondequiera que iba, las criaturas marinas se acercaban a jugaralrededor de su carruaje, así que veías tiburones, ballenas asesinas y calamaresgigantes jugueteando y canturreando todos juntos “¡Hurraaa, Poseidón está en casa!”O lo que fuera.

Pero, a veces el mar se embravecía y Poseidón igual. Cuando eso pasaba, era un tipocompletamente diferente.

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Si eras el capitán de un navío y olvidabas el sacrificio a Poseidón antes de zarpar erasun estúpido de grandes ligas. A Poseidón le gustaba, al menos, un toro sacrificado ensu honor por navío. No me preguntes por qué. Quizás, en algún momento Poseidón lehabía dicho a los griegos, Sólo sírvanme un Red Bull14 y estaremos a mano, y losgriegos pensaron que quería un toro rojo real.

Si olvidabas el sacrificio, había una buena probabilidad de que tu nave se hicierapedazos en las rocas o fuera comida por un monstruo marino o capturada por piratascon mala higiene personal.

Incluso si nunca viajabas por mar, eso no significaba que estuvieras a salvo. Si tuciudad de alguna manera ofendía a Poseidón, bueno… di hola al Huracán Distraído.

Aún así, Poseidón mantenía la calma la mayoría del tiempo. Trataba de seguir lasórdenes de Zeus, a pesar de que Zeus lo molestaba constantemente. Siempre que esosdos comenzaban a discutir, los otros dioses se abrochaban los cinturones porque, unapelea entre el cielo y el mar podría destruir el mundo.

La Madre Rea debió haber sentido la tensión desde antes. Poco después de que losdioses tomaron posesión del mundo, sugirió que Poseidón saliera del Olimpo yexplorara su nuevo dominio. Lo envió a vivir en los fondos marinos con una tribu de“raritos” acuáticos llamados los telquines.

Esta fue una extraña sugerencia ya que los telquines eran unos pequeños individuosretorcidos. Alguna vez fueron habitantes de la tierra, hasta que hicieron algo que hizoenojar a Zeus; así que este echó a los peores al Tártaro y exilió al resto en el fondo delmar.

¿Qué hicieron? No estoy seguro; pero los telquines eran conocidos por brujería y porla elaboración de cosas peligrosas. Podían invocar aguanieve, lluvia e incluso la nieve(que no se ve mucho en Grecia) y, provocar lluvia sulfurosa que destruía las plantas yquemaba la carne, lo cual era genial de una manera asquerosa y maloliente.

14 Red Bull: bebida energética que traducida al español es “Toro Rojo”.

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Algunas historias dicen que los telquines inventaron la metalurgia e incluso hicieron laguadaña de Cronos a petición de Gaia. Podría ser cierto. Eran codiciosos y hacían loque fuera por el precio justo.

Luego de que Zeus los tiró al océano, sus formas cambiaron, de modo que lucíancomo un cruce entre perros, focas y humanos con caras caninas, piernecitas atrofiadasy manos mitad aleta que eran lo suficientemente hábiles para la metalurgia pero, aúnasí, hacían de buenas raquetas de Ping-Pong.

Cuando Poseidón fue a vivir con ellos, los telquines le mostraron los alrededores y leenseñaron las costumbres del océano: ¡Estos son peces! ¡Eso es un coral! Un trucoespecialmente desagradable que le enseñaron fue cómo usar su tridente como palanca.Poseidón aprendió cómo clavar las puntas del tridente bajo la base de una isla y tirarpara que toda la masa terrestre desapareciera bajo el mar. En combate, podía haceresto con montañas en tierra firme. Un par de veces tiró montañas justo encima de susenemigos, aplastándolos. Ves, te dije que él mandaba.

Eventualmente, Poseidón se cansó de los telquines y decidió construir su propiopalacio. (Buena jugada, Papá.)

Fue al fondo del mar Egeo y usó sus poderes para remover mar y tierra, levantando asíuna enorme mansión hecha de perla, piedra marina y conchas de abalón. Sus jardinesestaban repletos de exóticas plantas marinas, con medusas luminiscentes que sepaseaban como luces de navidad. Tenía enormes tiburones blancos por perrosguardianes y tritones por sirvientes; y sus puertas eran enormes porque de vez encuando las ballenas y los monstruos marinos flotaban a través de ellas para presentarsus respetos.

Si me preguntan, la casa de Poseidón era mucho mejor que la de Hades o la de Zeus, ycuando Poseidón estaba sentado en su elegante trono de coral, se sentía bien consigomismo. El mar entero estaba bajo su control. Los peces lo adoraban. Todos losmarineros en el Mediterráneo le hacían ofrendas y rezaban por un paso seguro. Todosparecían amarlo.

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Así que Poseidón pensó: ¡Oye, debería ir arriba y ofrecer ser el patrón de una de lasciudades mortales!

Como dije antes, esto era algo importante para los dioses. Mientras más mortales terezaran, más fuerte te volvías. Si podías tener una ciudad entera dedicada a ti –conestatuas, templos y franelas de recuerdo en todas las tiendas para turistas –eso era loúltimo en fanfarronerías.

Poseidón decidió intentar con la capital de Ática en la Grecia continental, que era unade las ciudades más grandes e importantes en Grecia.

Oye, hazlo a lo grande o no lo hagas, ¿cierto?

Se apareció en la acrópolis de la ciudad, que era la fortaleza principal en la cima de lacolina más alta. La tierra se sacudió. Poseidón apareció en un remolino de sal y niebla.Chocó su tridente contra la roca más cercana, abriéndola y creando así un géiser deagua salada.

— ¡Contemplad! —gritó a las multitudes—. Soy Poseidón, ¡he venido paraconvertirme en el patrono de su ciudad!

Una entrada bastante buena. Desafortunadamente, Atenea, la diosa de la sabiduría,había aparecido segundos antes exactamente con la misma oferta. Estaba parada cercade ahí con sus ropas grises, su casco de batalla metido bajo el brazo, realizando lasnegociaciones con los viejos de la ciudad.

—Ah —murmuró Poseidón—. Incómodo.

Los viejos de la ciudad miraron asombrados al dios del mar con su brillante tridente yal enorme géiser de agua salada que ahora brotaba de la cumbre de la colina.

—Señor Poseidón —dijo uno—. Oh…um…

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Los pobres mortales miraron de un dios al otro. No puedo culparlos por estarnerviosos. Nunca quieres ser forzado a elegir entre dioses. No importa cuál escojas, esprobable que el otro te pisotee como si fueras una cucaracha.

Poseidón tampoco estaba seguro de qué hacer. ¿Cómo se atrevía esta presuntuosadiosa Atenea, esta Olímpica de segunda generación, a robar su idea? Estuvo tentado aahuyentarla con su tridente, pero antes que pudiera hacerlo, Atenea gritó—: ¡Sé quepodemos resolver esto pacíficamente!

Típico. Atenea siempre tenía alguna idea truculenta. Poseidón no estaba interesado enla paz en ese momento pero, los mortales parecían aliviados y él no queríacomportarse como un aguafiestas ante sus futuros seguidores.

— ¿Y bueno? —refunfuñó—. ¿Cuál es tu plan?

—Un concurso —dijo Atenea—. Tú y yo crearemos un regalo para la ciudad. Losviejos decidirán entre ellos. El dios que le dé a la ciudad el regalo más valioso será supatrón. El otro dios aceptará la decisión de los viejos y se irá en paz. ¿De acuerdo?

Cientos de ojos mortales giraron hacia él. Aún quería estampar a Atenea dentro delmar pero, ella lo había puesto en un aprieto. No podía simplemente decir no.

—Sí —gruñó—. Vale.

Atenea le indicó con la mano cortésmente. —Los caballeros primero.

Poseidón frunció el ceño. ¿Qué sería un regalo valioso para estos mortales? ¿Una cajade perlas? ¿Algunas medusas de mascotas? ¿Quizás una cuadra de ballenas entrenadasque pudieran montar? Mmm. Estacionar las ballenas en el centro de la ciudad podríaser un problema.

¿Quizás otro tipo de animal… algo fuerte y rápido, pero adaptado a la forma de vidaterrestre de los humanos?

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Poseidón miró fijamente a las olas rompiendose en la playa a lo lejos. En cuanto lascrestas de las olas rompieron, tuvo una idea.

—Miren esto —dijo.

Apuntó su tridente y las olas empezaron a tomar forma. Cuando alcanzaron la orilla,se convirtieron en majestuosos animales con cuatro largas patas y suaves crines.Corrieron directamente a la playa, relinchando y haciendo cabriolas.

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—Los llamo caballos —gritó Poseidón—. Son rápidos y fuertes. Pueden llevarlos acualquier lado. Pueden cargar cosas pesadas, arrastrar arados y carretas. Incluso,pueden llevarlos a la guerra y pisotear a sus enemigos. Además, lucen muy bien.

Los mortales murmuraron y aplaudieron cortésmente. Obviamente, los caballos eranun regalo valioso; sin embargo, unos pocos ciudadanos parecían decepcionados, comosi hubieran estado esperando por las medusas de mascota.

Todos giraron hacia Atenea.

La diosa alzó su mano. Un arbusto de aspecto enfermizo brotó de las rocas cercanas.Tenía hojas verde oliva y frutas verdes de aspecto nudoso del tamaño de unasverrugas.

Poseidón no pudo evitar reír. — ¿Qué espumas es eso?

—Es un árbol de olivo —dijo Atenea.

Los mortales se movieron inquietos. El árbol de olivo no parecía muy impresionantepero, nadie quería decirle eso a Atenea.

Poseidón se rió. —Okey, bueno, buen intento. Supongo que sabemos quien ganó esteconcurso.

—No tan rápido —dijo Atenea—. El árbol de olivo puede que no parezca gran cosapero, pueden cultivarlo sin mucho esfuerzo. Se esparcirá por todo el campo hasta quelas aceitunas sean la comida más importante en Grecia.

— ¿Esas cosas nudosas y negras? —protestó Poseidón—. ¡Son diminutas!

—Crecerán por miles —dijo Atenea—. ¡Y son sabrosas en la pizza! ¡Los mortales dela ciudad exportarán las aceitunas por todo el mundo y se volverán ricos! Puedenutilizar el aceite de oliva para cocinar y encender lámparas. Incluso pueden añadirle

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perfume al aceite y usarlo para bañarse o humectarse o limpiar esas manchas difícilesde sacar de los mostradores de la cocina.

Se volvió a la multitud de mortales. — ¿Cuánto pagarían por eso ahora? Pero, norespondan. Es mi regalo para ustedes, gratis. Y si lo encargan hoy, tendrán también mipatronato para su ciudad, que incluye toneladas de sabiduría, consejos en artesmilitares y todo tipo de oficios útiles. Serán la ciudad más rica e importante en Grecia.Sólo les pido que nombren su ciudad en mi honor y me construyan un templo quepuede hacerse en tres cómodos plazos.

La confianza de Poseidón comenzó a desmoronarse. —Pero espera…mis caballos…

Los mortales ya no estaban escuchando. Estaban mucho más interesados en hacerdinero y mientras el campo que rodeaba la ciudad era bueno para cultivar olivos, eramuy accidentado y escarpado como para que los caballos fueran de gran utilidad.

Era algo irónico. Las personas de la ciudad se volverían famosos marinos mercantes,exportando su aceite de oliva; pero rechazaron el patronato del dios del mar, Poseidón.Quizás lo hubiese hecho mejor si les hubiera ofrecido ballenas entrenadas.

Así que Atenea ganó el concurso y es por eso que la ciudad se llama Atenas, por ella,cuando pudo haber tenido un nombre genial, algo como Poseidonopolis.

Poseidón desapareció en medio de una tormenta, literalmente. Olvidó su promesa deno tomar venganza y casi destruyó la parte más baja de la ciudad con una graninundación hasta que los atenienses acordaron en construir un templo en la acrópolishonrando a ambos, Atenea y Poseidón.

El templo aún está allí. Si vas, puedes ver las marcas dejadas por el tridente dePoseidón donde golpeó la roca para hacer brotar el agua salada. Probablemente aúnhaya árboles de oliva a los alrededores, también. Pero, dudo que veas algún caballo.

Después de eso, Poseidón se obsesionó con conseguir una ciudad para apadrinar pero,no tuvo suerte. Luchó con Hera por la ciudad de Argos. Hera ganó. Luchó con Zeus

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por la ciudad de Egina. Zeus ganó. Luchó con Helios por la ciudad de Corintio y casiganó pero, Zeus dijo—: No, chicos, divídanla. Helios puedes quedarte con la ciudadprincipal y la acrópolis. Poseidón, ¿ves aquella pequeña y delgada franja de tierra allado de la ciudad? Puedes quedarte con eso.

Poseidón siguió siendo engañado —o golpeado por rayos u olivos. Mientras más veceslo pasaba más gruñón se ponía.

Eso era lo malo, porque cuando Poseidón se ponía susceptible, era más probable quecastigara a quien él pensara que lo estaba insultando.

Por ejemplo, estaba muy orgulloso de esos cincuenta espíritus de mar llamadosNereidas, cuya belleza era conocida en todo el mundo. Tenían cabello largo, suelto ytan oscuro como la media noche, ojos verdemar, vestidos blancos de gasa queondulaban a su alrededor en el agua. Todos sabían que eran absolutamente alucinantesy tenerlas en su poder era algo que a Poseidón le deleitaba, como vivir en una ciudadcon un equipo de futbol de campeonato.

En fin, una reina mortal llamada Casiopea en la parte baja de África del Norte,comenzó a alardear de que ella era mucho más hermosa que las nereidas.

Poseidón no tenía paciencia para esas tonterías. Llamó a una serpiente marinacarnívora y bebedora de sangre, de unos trescientos metros de largo, con una boca quepodría tragarse una montaña y la envió a aterrorizar la costa de África. El monstruopropagó su furia de arriba abajo, devorando navíos, haciendo que las olas hundieranaldeas y rugiendo tan alto que nadie podía dormir.

Finalmente, para parar los ataques, Casiopea acordó sacrificar a su propia hija,Andrómeda, al monstruo marino. Como: Oh, sí, Es mi culpa. No debí haberalardeado. ¡Ten, puedes matar a mi inocente hija!

Por si te preocupa, mi papá no dejó que eso pasara, en realidad. Permitió que un héroerescatara a Andrómeda y matara al monstruo marino (que es toda una historia) pero,incluso después de que Casiopea murió, Poseidón nunca olvidó su insulto. La puso en

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el cielo nocturno como una constelación y como mintió sobre ser más hermosa que lasnereidas, parecía estar girando hacia atrás.

También, es una constelación de aspecto ridículo.

Luego de eso, las nereidas estuvieron agradecidas con Poseidón por defender suhonor. Quizás ese era su plan, después de todo. No puedes rechazar tener cincuentamujeres pensando que eres genial.

La mayoría de las Nereidas hubieran estado felices de casarse con Poseidón pero, unaNereida lo evitaba porque era tímida y no quería casarse.

Naturalmente, ella fue la que atrajo la atención de Poseidón.

Su nombre era Anfítrite y su idea de paraíso era vivir una vida tranquila en el fondodel mar sin dioses invitándola a salir o probando sus frases cursis en ella cuando iba alcentro comercial submarino.

Desafortunadamente, Anfítrite era preciosa. Mientras más intentaba evitar a los dioses,más la perseguían. Su cabello negro iba recogido en una red de perlas y seda. Sus ojoseran tan oscuros como la moca. Tenía una sonrisa tierna y una risa hermosa.Usualmente, lucía un vestido blanco, su única pieza de joyería, una diadema de pinzasde cangrejo rojo pulidas a través de su frente —lo que no me parece muy atractivopero supongo que estaba de moda entre las Nereidas.

Poseidón intentó de todo para ganar su corazón: caramelos de agua salada, unaserenata de canciones de ballena, un bouquet de pepinos de mar, una medusa adornadacon lindos lazos rojos. Anfítrite rechazó todos sus acercamientos. Cuando él seacercaba demasiado, ella se sonrojaba y se alejaba nadando.

Finalmente, se asustó tanto que huyó para siempre. Poseidón la buscó por todos lados,sin suerte. Comenzó a pensar que no la volvería a ver. Su corazón se hundió más

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profundo que un navío sumergible. Vagó por su palacio, llorando como un rorcual,confundiendo a todos los mamíferos y dándoles migrañas a todos los calamares.

Finalmente, las criaturas marinas eligieron a un dios llamado Delfín para que hablaracon Poseidón y viera qué estaba mal. Delfín era el rey inmortal de los delfines y unbuen amigo del dios del mar. ¿Cómo lucía Delfín? Como un delfín. Daah.

Así que Delfín nadó hasta la habitación del trono y habló en delfinés: — ¿Qué pasa, P-chico? ¿Por qué esa cara?

—Oh. Es Anfítrite —Poseidón suspiró—. La amo. ¡Pero ella se fugó!

—Eh —Delfín pensó que esa era una razón un poco estúpida para vagar—. ¿Sí te dascuenta de que hay otras cuarenta y nueve Nereidas, verdad?

—No me importa —Poseidón sollozó—. Quiero a Anfítrite.

—Sí, bueno, eso es una pena —dijo Delfín—. Mira, tus gemidos y quejidos estánarruinando el sonar de todos. Justo esta mañana dos ballenas azules tuvieron unchoque frontal y retrasaron el tráfico matutino en el Egeo por varios kilómetros. Asíque, ¿qué tal si encuentro a esta chica Anfítrite y la convenzo de que se case contigo?

Las lágrimas de Poseidón se secaron inmediatamente, lo que era impresionante ya queestaba bajo el agua. — ¿Harías eso por mi?

—Soy un delfín —dijo Delfín—. Tengo un gran cerebro. Vuelvo pronto.

A Delfín le llevó un tiempo, pero al final, localizó a Afítrite en el extremo occidentaldel Mediterráneo, cerca de donde el Titán Atlas sostenía el cielo.

Anfítrite estaba sentada en una saliente de coral, mirando la apuesta de sol filtrarse através de las aguas profundas y dibujarse rayas rosáceas en los bosques de algas. Unacorvina yacía en su palma abierta, completamente en la gloria porque, Anfítrite

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realmente tenía un don con los peces. Normalmente, no pienso en las corvinas comoalgo tierno pero ellas la amaban.

Delfín podía ver porqué a Poseidón le gustaba. Ella irradiaba una especie deamabilidad y ternura que no ves en muchos de los inmortales. Usualmente los dioses,mientras más vivían, más se comportaban como niños malcriados. Delfín no estabaseguro de por qué pero ¿toda esa cosa de hacerse más sabio mientras más seenvejecía? No le parecía.

Delfín flotó hacia Anfítrite. —Oye, ¿qué tal?

Anfítrite no intentó huir. Nunca se había sentido amenazada por Delfín, quizás por susonrisa delfínica.

—Oh, Poseidón sigue molestándome —suspiró Anfítrite—. Quiere que me case conél.

La corvina nadó en un círculo vago alrededor de la mano de Anfítrite, luego se posóen su palma. Delfín tuvo que resistir la urgencia de agarrar el pez. Las corvinas eransabrosas.

—Poseidón no es un chico malo —ofreció Delfin—. Podría ser peor.

— ¡Pero no me quiero casar con nadie! —protestó Anfítrite—. Es demasiadoproblemático y es aterrador. He oído historias sobre los dioses y la forma en que tratana sus esposas…

—La mayoría de los dioses son unos imbéciles —acordó Delfín—. Y tienen muchasnovias, incluso después de estar casados.

—Ah —dijo Anfítrite—. Eso no me importaría. No soy del tipo de chica celosa.Simplemente no quiero ser maltratada. ¡Quiero ser yo misma, hacer mis cosas sintener un hombre mandándome!

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—Oh, ¿eso es todo? — Delfín chilló aliviado—. Porque Poseidón es muy tolerante.No puedo garantizar que te sea fiel por siempre pero, definitivamente te tratará bien yte dejará hacer lo que sea que quieras. Puedo hablar con él, hacerlo prometer. Si nocumple con su palabra, se las verá con Sr. Delfín.

Delfín flexionó sus aletas, lo que pensó le hacía lucir intimidante.

— ¿Harías eso por mí? —preguntó Anfítrite.

—Claro —dijo Delfín—. Y lo mejor es: si te casas con Poseidón, ninguno de los otrosdioses podrá coquetear contigo o molestarte más. Tendrán que dejar de molestarteporque Poseidón es muy poderoso. Podrías tener hijos, también. Los niños sonincreíbles. Incluso mejores que las corvinas.

— ¿En serio? —Anfítrite estudió a la corvina girando alrededor de su mano, como sino pudiera creer que algo podría ser mejor que eso—. Bueno, supongo que si hablascon Poseidón primero y, él promete…

— ¡Confía en mí! —dijo Delfín—. El dios de los delfines te cubre la espalda.

Así que Delfín regresó a Poseidón y le explicó el trato. Poseidón estaba contentísimo.Aceptó inmediatamente. Su casamiento con Anfítrite fue la fiesta más grande quealguna vez se vio celebrada bajo el océano. Dioses, monstruos marinos, todas lascuarenta y nueve nereidas hermanas de Anfítrite… todo el mundo estaba en la lista deinvitados. Las ballenas nadaron por lo alto, escupiendo nubes brillantes de krill quedeletreaban FELICITACIONES POSEIDÓN, cosa que no era tarea fácil ya que lasballenas no sabían deletrear muy bien. Los delfines montaron un espectáculo deacrobacias. Las medusas brillaron por encima de los patios del palacio mientras lasninfas marinas y la gente de mar bailaron toda la noche.

Poseidón y Anfítrite hacían una buena pareja. Eran felices juntos y tuvieron hijosdioses. El primero era Tritón que parecía una sirena pero, tenía dos colas de pescadoen vez de una. Sirvió como el heraldo de Poseidón. Siempre que Poseidón estaba de

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viaje, Tritón nadaba adelante soplando su cuerno de caracol para despejar el caminocomo diciendo: “Viene el jefe. Parezcan ocupados”.

El segundo hijo de Poseidón y Anfítrite era Roda. Una ninfa marina que se volvió ladiosa patrona de la isla de Roda (llamada así por ella, por supuesto). Terminócasándose con el Titán del sol Helios.

Su tercer crío fue, una hija llamada Cimopolea, era grande, torpe, ruidosa y nuncarecibió tanto amor como sus hermanos. Siempre sentí lástima por ella. Su nombresignificaba Wave Ranger15, lo que la hace sonar como un vehículo utilitario deportivo,aunque lucía más como un enorme camión. Con el tiempo, encontró la felicidad. Seconvirtió en la diosa de las violentas tormentas marinas y se casó con Briareo, uno delos Centímanos que también era grande y ruidoso y no le importaba una esposa quepareciera un enorme camión.

Con el paso de los años, Anfítrite descubrió que Delfín tenía razón. Amaba a sus hijosincluso más que a las corvinas y, la mayoría del tiempo Poseidón era un buen esposo.Sí, tuvo muchos amoríos con ninfas y mortales y qué sé yo pero, por extraño queparezca eso no le molestaba mucho a Anfítrite. Siempre que Poseidón no intentaraadueñarse de ella y decirle qué hacer y siempre que fuera bueno con sus tres hijos,Anfítrite estaba bien.

Incluso era buena con los niños semidioses de Poseidón, a diferencia de otras diosasque podría nombrar (cof, Hera, cof). Un día el héroe Teseo fue a visitarlos y Anfítritelo trató como un invitado de honor. Incluso, le dio un manto morado para que lo usara,que era señal de dignidad real.

También ha sido muy buena conmigo. No enloquece cuando dejo mi ropa sucia en lahabitación de huéspedes. Hace galletas para mí. Nunca ha intentado matarme, que yosepa. Prácticamente todo lo que podrías pedir de una madrastra inmortal.

15 “Protectora de olas” en español.

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En cuanto a Poseidón, es bueno que tuviera una esposa tolerante porque tuvo tantasnovias e hijos de otras relaciones… Quiero decir, ¿crees que Zeus estaba ocupado?Poseidón tiene el récord de más niños semidioses.

Si intentara contarte sobre todas las otras damas con las que salió, necesitaríamostrescientas páginas extras con índices separados y tabla de contenidos. Lo llamaríamosEl Pequeño Libro Negro de Poseidón. Pero sería muy extraño para mí hablar de todaslas novias de mi padre, así que sólo voy a resaltar los puntos importantes.

Primero estaba una princesa griega llamada Coronis. Tenía una cabellera negra ysiempre usaba vestidos oscuros como si fuera a un funeral pero, por alguna razónPoseidón pensó que era increíblemente atractiva. Un día la estaba siguiendo a lo largode la playa, tratando de coquetear con ella, cuando ella se asustó y huyó. Poseidón noquería que se escapara como lo había hecho Anfítrite así que, corrió tras ella.

—Hey, vuelve. Sólo quiero un beso. ¡No te mataré!

Lo que probablemente no sea lo que debes decir si estás persiguiendo a una chica.

Coronis se dejó llevar por el pánico y gritó—: ¡Auxilio! ¡Alguien que me ayude!

Corrió hacia las puertas de la ciudad pero, estaban muy lejos. Supo que nunca lolograría. Echó un vistazo al horizonte y sucedió que se vio el reluciente techo deltemplo de Atenea en la distancia.

Puesto que Atenea fue el primer Olímpico en el que pensó, Coronis gritó con todas susfuerzas: — ¡Atenea, sálvame! ¡No me importa cómo lo hagas!

Lo que de nuevo, probablemente no sea lo más sabio que decir.

Arriba en el Monte Olimpo, Atenea escuchó a Coronis gritar su nombre. Los diosestienen un oído increíble cuando se trata de sus nombres. La diosa observó a la pobre eindefensa chica siendo perseguida por Poseidón y se enojó.

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—Ni lo pienses, barba de percebe —murmuró.

Chasqueó sus dedos y abajo en la playa, Coronis inmediatamente se convirtió en unpájaro con plumas negras —el primer cuervo, que es por lo que Coronis significacuervo en griego. El cuervo voló lejos y dejó a Poseidón en la playa, con el corazónroto y sólo con una pluma negra enredada en su cabello.

Por supuesto, Poseidón se dio cuenta de que Atenea era la responsable de transformara Coronis en un cuervo. Él ya estaba resentido con Atenea por el concurso por Atenas.Ahora, estaba empezando a odiarla.

Decidió buscar cualquier oportunidad para insultar a Atenea. No le tomó muchotiempo. Al poco tiempo se obsesionó con otra hermosa chica llamada Medusa.

A diferencia de Coronis, Medusa estaba encantada de gustarle al dios del mar.

Juntos tuvieron una agradable cena a la luz de las velas y caminaron por la playa. Alfinal, Poseidón dijo: “Hey, ¿por qué no vamos a un lugar más privado?”

Medusa se sonrojó—: Oh… no sé. Mis hermanas me advirtieron sobre dioses marinoscomo tú.

— ¡Ah, vamos! —dijo Poseidón—. Conozco un lugar tranquilo. Te encantará.

Medusa debió haber dicho que no, pero, Poseidón podía ser muy encantador cuando selo proponía.

La llevó a la ciudad, directo al templo de Atenea. Por la noche, estaba cerrado peroPoseidón abrió las puertas fácilmente.

— ¿Estás seguro de que esto es una buena idea? —susurró Medusa.

—Claro —dijo Poseidón—. Tendremos el lugar sólo para nosotros.

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Ahora, no voy a justificar el comportamiento de Poseidón. Él sabía muy bien queAtenea se enojaría. Estaba usando a Medusa para vengarse. Perdió de vista el hecho deque “Hey, quizás Atenea descargaría su ira sobre esta pobre chica mortal”…

Poseidón y Medusa se pusieron cómodos y románticos a los pies de la estatua deAtenea, lo que era un enorme insulto para esta –algo así como, alguien dejando unabolsa de popo de perro ardiendo en tu porche, tocando el timbre y huyendo. No es queyo, personalmente, haya hecho algo como eso, por supuesto.

Atenea miró hacia abajo desde el Olimpo y vio lo que estaba sucediendo. Quisovomitar.

—Esa es la cosa más asquerosa que he visto—gruñó—. Creo que le mostraré aPoseidón algo incluso más asqueroso. Conjuró la maldición más horrenda y creativaen que pudo pensar –y es que Atenea podía ser muy creativa.

Abajo en el templo, a Medusa le crecieron alas de murciélago y garras de metal. Sucabello se convirtió en un nido de víboras venenosas retorciéndose. Su cara setransformó en algo tan horrible que una mirada convertiría a cualquiera que la viera enpiedra.

Los ojos de Poseidón estaban cerrados. Se estaba inclinando para otro beso, sus labiostodos fruncidos hacia arriba, cuando escuchó un silbido.

—Cariño, ¿tuviste una fuga? —bromeó.

Entonces, abrió sus ojos. Saltó hacia atrás más rápido que las ballenas saliendo a lasuperficie—Santo… ¿qué…¡OH, DIOSES! Yo besé eso… ¡AHHH! ¡ENJUAGUEBUCAL! ¡ENJUAGUE BUCAL!

Cómo era inmortal, no se convirtió en piedra pero, gritó un montón de cosas que nopuedo escribir y salió rápido de allí, sin siquiera disculparse con la pobre Medusa.

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Medusa rápidamente se dio cuenta de cómo lucía. Cubrió su cabeza con su chal y seescabulló. Con el tiempo terminó viviendo en una cueva lejos de la civilización, sólocon sus dos hermanas por compañía. Juntas, las tres fueron llamadas las Gorgonas.Con el pasar de los años, sólo por estar cerca de ella, las hermanas de Medusa setransformaron en unos monstruos tan feos como ella. No podían convertir a laspersonas en piedra pero, los dioses decidieron volverlas inmortales –quizás porlástima, quizás como una maldición– para que las hermanas pudieran cuidar a Medusasin petrificarse. Las Gorgonas causaron todo tipo de pena a los héroes con el pasar delos años, pero eso es otra historia. Al final, la cabeza de Medusa se volvió uno de lossímbolos de Atenea, como diciendo: ESTO ES LO QUE PASA SI TE METESCONMIGO.

No todas las relaciones de Poseidón terminaron tan mal. Salió con una chica llamadaEurínome16, quién era realmente atractiva. Por cierto, su nombre se pronuncia como“tu enemigo”17 y no sé cómo Poseidón podía decir eso sin reír. Oh, tu enemigo, ¡dameun beso! ¡Mi novia es tu enemigo! ¡Saldré con tu enemigo! En fin, tuvieron un hijollamado Belerofonte, quién se convirtió en un gran héroe.

Otra de las novias de Poseidón, Etra, dio a luz a un héroe aún más grande llamadoTeseo. Así que no creas que todos los héroes importantes eran hijos de Zeus. Eso essólo la máquina de RRPP18 de Zeus trabajando.

¿Mi parte favorita sobre Poseidón? Si realmente le gustabas, podía concederte poderesmetamórficos. Hizo eso con una de sus novias, Mestra, y así podía convertirse en elanimal que quisiera. También le dio ese poder a uno de sus nietos semidioses,Periclímeno, quién podía luchar como una víbora o un oso e incluso un enjambre deabejas.

Yo, yo no puedo cambiar de forma. Muchas gracias, papá.

16 Eurynome en el original.17 Juego de palabras: El nombre (Eurynome) en inglés se pronuncia como “your enemy” que en español quiere decir “túenemigo”.18 Relaciones Públicas.

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Por otro lado, algunos de los hijos de Poseidón no resultaron muy buenos. Quizásdependía de qué humor estaban, o de qué habían cenado pero, a veces Poseidónengendraba verdaderos monstruos. Uno de sus hijos era un cíclope devorador dehombres llamado Polifemo. Otro, era un horrendo gigante llamado Anteo, a quién legustaba partir a las personas en dos. ¡Y tú crees que tus hermanos son malos!

En otra oportunidad, Poseidón se enamoró de una princesa llamada Teófane, quién eratan hermosa que todo hombre en su reino quería casarse con ella. Simplemente no ladejaban en paz. La seguían en la calle. Irrumpían en el palacio, demandando verla.Incluso, intentaron seguirla al baño. Era como una superestrella rodeada de paparazzi.Sin paz o privacidad alguna.

Finalmente, todo se volvió tan malo que le oró a Poseidón, quién había intentado salircon ella, también:

—Si puedes alejarme de mis otros pretendientes —dijo Teófane—. Seré tu novia. Sólosácame de aquí.

La tierra retumbó. Una voz profunda dijo—: NO HAY PROBLEMA. ESTA NOCHEVE AL REDIL DE LAS OVEJAS.

Para Teófane eso no sonaba mucho como a un plan, pero cuando la noche cayó, sepuso un velo sobre su cara y trató de salir a hurtadillas del palacio. Fue vistainmediatamente. Sesenta tipos se arremolinaron a su alrededor con ramos de flores,gritando—: ¡Cásate conmigo! ¡Cásate conmigo!

Teófane corrió al redil de ovejas. Esquivó una multitud de hombres con cajas dechocolate, luego doce tipos con guitarras intentando darle una serenata.

Para cuando llegó a los rediles, alrededor de unos cien pretendientes le estabanpisando los talones. Teófane estaba tan desesperada que entró directo a los rediles.

¡POOF!

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Instantáneamente se convirtió en una oveja y se perdió en el rebaño.

La multitud de hombres perdidamente enamorados se detuvo y miraron a su alrededordesconcertados. Registraron los rediles pero, no pudieron encontrar a Teófane porningún lado. Al final, se dieron por vencidos y se devolvieron a vigilar el palacioimaginando que Teófane regresaría allí tarde o temprano.

— ¡Gracias a los dioses! —berreó Teófane.

—De nada —dijo un gran carnero a su lado.

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Teófane tragó saliva. (¿Las ovejas pueden tragar?) — ¿Poseidón?

El carnero le guiñó el ojo. — ¿Te gusta mi nuevo abrigo de lana? Porque me gusta laoveja19, ¿entiendes? ¿Tú?

Teófane empezó a sentirse mareada.

— ¿Supongo que ahora tengo que ser tu novia?

—Un trato es un trato —dijo Poseidón.

Pasaron un buen tiempo juntos como ovejas, en el que no voy a profundizar, o yomismo me marearé. Unos meses después, la oveja Teófane dio a luz a un carneromágico llamado Krysomallos, quién por alguna razón tenía su lana hecha de oro.

Eventualmente, Krysomallos sería despellejado por su lana, que se conoció como laLana de Oro, lo que significa que soy pariente de un tapete de piel de carnero.

Es por eso que no quieres pensar mucho sobre con quién estás relacionado en losmitos griegos. Te volvería loco.

La última historia sobre Poseidón es un dramón: cómo por poco se apodera deluniverso y terminó como un albañil de salario mínimo.

Sucedió así: a Hera se le metió en la cabeza que los dioses deberían hacer una rebelióncontra Zeus.

No puedo culparla, en serio. Zeus podía ser un completo pañal desechable. Decidióque el universo estaría en muchísima mejor forma si fuera dirigido por todo el ConsejoOlímpico como en una democracia, así que reunió algunos de los otros dioses –Poseidón, Atenea y Apolo, el dios de la arquería– y les dijo su plan.

19Juego de palabras: Ewe (oveja) en el original, se pronuncia como you (tú).

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—Atamos a Zeus —dijo Hera.

—Poseidón frunció el seño. — ¿Ese es tu plan?

—Hey, duermo en la misma habitación con él —dijo Hera—. Cuando esté en unsueño profundo, roncando muy alto, los llamaré para que entren. Lo atamos fuerte.Luego lo forzamos a renunciar a su trono para que podamos gobernar el cosmosjuntos, como un consejo de iguales.

Los otros parecían indecisos, pero todos tenían razones para tenerle antipatía a Zeus.Era errático y se enfadaba con facilidad y su debilidad por las mujeres hermosas leshabía causado dolores de cabeza a todos.

Además, cada uno de los dioses estaba secretamente pensando: Hey, yo podríagobernar el universo mejor que Zeus. Una vez que se vaya, yo podría tomar el poder.

Definitivamente, Poseidón estaba tentado. ¿Por qué no? Con su hermano mayor atado,sería el dios más fuerte del mundo.

—Un consejo de iguales —dijo Poseidón—. Seguro. Me gusta.

—Bien —Atenea miró a Poseidón con desconfianza—. Un consejo.

—Genial —dijo Hera—. Consigan algo de cuerda, la del tipo mágico autoajustable.

— ¿Dónde se puede comprar eso? —se preguntó Apolo—. ¿Home Depot20?

—Yo tengo un poco —dijo Atenea.

—Por supuesto que tienes —murmuró Poseidón.

20Home Depot: es una empresa minorista estadounidense de mejoramiento del hogar, bricolaje y materiales deconstrucción.

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—Suficiente —espetó Hera—. Esta noche, ustedes tres se esconden en el pasillo yesperan mi señal. Cuando Zeus esté dormido, los llamaré como un cuco.

Poseidón no estaba seguro de cómo sonaba un cuco pero figuró que lo sabría cuandolo escuchara.

Esa noche, Hera se aseguró de que Zeus comiera una cena pesada y bebiera sólonéctar descafeinado. Cuando estuvo profundamente dormido, llamó a los otros.Entraron a toda prisa y ataron al rey de los dioses.

—Umm —bufó Zeus—. ¿Qu-qué es esto?

Empezó a forcejear. Trató de alcanzar sus rayos, pero sus brazos fueron rápidamenteatados. Sus rayos estaban en el vestidor al otro lado de la habitación.

—TRAICIÓN —rugió—. SUÉLTENME.

Tiró e intentó cambiar de forma para liberarse de la cuerda pero, la cuerda se apretabamás, cada vez más que intentaba cambiar de forma. Gritó a los otros dioses y los llamóde todo tipo de cosas poco halagadoras.

— ¿QUÉ QUIEREN? —preguntó.

Incluso completamente atado, Zeus era aterrador. Los dioses se alejaron de la cama.

Al final, Poseidón se armó de valor. —Zeus, eres un mal líder. Queremos que teresignes para que podamos gobernar el cosmos como un consejo de iguales.

— ¿Qué? —Zeus gritó—. ¡NUNCA!

Hera suspiró exasperada. — ¡Bien! ¡No te necesitamos! Convocaremos el consejonosotros mismos y te dejaremos aquí para que te pudras.

—Tú, pequeña traidora…

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—Vamos —dijo Hera a los otros—. Veremos cómo está en unos días y si ha entradoen razón.

Poseidón no estaba seguro que fuese una buena idea dejar a Zeus sin vigilancia pero,tampoco quería quedarse en la habitación con un dios del rayo gritón.

Los dioses pasaron a la habitación del trono y tuvieron su primera (y última) reuniónde la República Popular del Olimpo.

Rápidamente se dieron cuenta de que votar por todos era complicado. Tomó muchotiempo. Sólo decidirse por un diseño para la nueva bandera Olímpica, les tomó horas.

Mientras tanto, una nereida llamada Tetis estaba paseándose por el salón cercano alcuarto de Zeus. ¿Qué hacía una ninfa marina en el Olimpo? Quizás, sólo estabapasando la noche o visitando amigos.

No sabía qué estaba sucediendo con la rebelión pero, cuando escuchó a Zeus gritandopor ayuda, irrumpió en la habitación, lo vio atado y dijo—: Uh, ¿es un mal momento?

—Tetis, ¡gracias al destino! —gritó Zeus—. ¡Sácame de aquí!

Rápidamente le dijo lo que los otros dioses habían hecho. —Por favor —suplicó—.Eres una ninfa marina sensible. Déjame salir, y te deberé una de verdad.

Tetis pasó saliva. Si Poseidón era parte de la rebelión… bueno, él era el señor del mary por ende su jefe. Pero Zeus era el señor de todo. No importaba lo que hiciera,ganaría un enemigo poderoso.

—Si te dejo libre —dijo Tetis—, prométeme que serás misericordioso con los otrosdioses.

— ¿MISERICORDIOSO?

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—Sólo no los tires en el Tártaro o no los cortes en pequeños pedazos, ¿okey?

Zeus echó humo pero, a regañadientes prometió ser “misericordioso”.

Tetis cogió unas tijeras del vestidor y trató de cortar las cuerdas pero, no tuvo suerte.Los lazos mágicos eran muy fuertes.

— ¡Destrúyelas con mi rayo! —dijo Zeus—. Espera… estoy en las cuerdas.Pensándolo bien, no las destruyas.

—Espera —dijo Tetis—. Conozco a alguien que quizás pueda ayudar.

Se convirtió en una nube de agua salada y se apresuró al mar, donde encontró aBriareo el Centímano. Briareo le debía una a Zeus por haberlo dejado salir del Tártaro,así que estaba feliz de ayudar. De alguna manera, Tetis logró meter de contrabando alenorme tipo en el Olimpo sin que los dioses lo notaran y, con sus diestras manos,Briareo desató las cuerdas mágicas rápidamente.

Zeus saltó de la cama, agarró sus rayos y entró resueltamente en el cuarto del trono,donde los otros dioses aún intentaban diseñar su nueva bandera.

¡BOOM!

Zeus cortó toda discusión con los otros dioses.

Cuando terminó de hacer volar las cosas y de usar a los Olímpicos como blanco depráctica, castigó a los rebeldes por su traición.

Mantuvo su promesa a Tetis. No cortó a los dioses en pequeños pedazos o los tiró alTártaro. Pero ató a Hera y la suspendió en una cuerda sobre el abismo del Caos, paraque pudiera contemplar cómo sería caer en la nada y ser disuelta. Cada día, Zeus lavisitaba con sus rayos en mano y decía—: ¡Sip, hoy podría ser un buen día paradestruir esa cuerda y verte caer!

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Ese es el tipo de relación amorosa que tenían.

Hera, eventualmente fue liberada pero, llegaremos a esa historia más tarde.

En cuanto a Atenea, se libró sin castigo. Totalmente injusto, ¿cierto? Pero Atenea erauna hábil oradora. Probablemente convenció a Zeus de que no tenía nada que ver conel complot, y de que estaba haciendo tiempo para poder liberarlo. Como un idiota,Zeus le creyó.

Apolo y Poseidón obtuvieron los peores castigos. Fueron temporalmente despojadosde sus poderes inmortales.

Ni siquiera sabía que Zeus podía hacer cosas como esa pero, aparentemente podía.Para darles una lección a los dos antiguos dioses, Zeus los hizo trabajar como obrerospara el rey de Troya, un tipo llamado Laomedonte. Apolo se convirtió en su pastor yechó un ojo al rebaño real. Poseidón tuvo que construir muros alrededor de la ciudadpor sí sólo.

— ¿Es una broma? —protestó Poseidón—. Eso tomará años.

El rey Laomedonte sonrió. —Sí, bueno… prometo recompensarte por tu trabajo duropero, será mejor que empieces.

En realidad, Laomedonte no tenía intención de pagarle a Poseidón. No le gustaba eldios del mar. Sólo quería obtener tanto trabajo gratis de Poseidón como fuera posible,por tanto tiempo como fuera posible.

Ya que Poseidón no tenía opción, se puso a trabajar.

Incluso sin sus poderes divinos, Poseidón aún era bastante impresionante.

Era más fuerte que cualquier mortal y podía transportar cinco o seis enormes bloquesde piedra al mismo tiempo. El proyecto le tomó años pero, finalmente construyó los

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muros más poderosos que ninguna ciudad mortal haya tenido, haciendo de Troya casiinvencible.

Al final, cansado, adolorido e irritado, Poseidón marchó a la habitación del trono delRey Laomedonte.

—Terminé —anunció Poseidón.

— ¿Con qué? —Laomedonte levantó la mirada del libro que estaba leyendo. Habíansido tantos años que se había olvidado de Poseidón por completo—. ¡Oh, claro! ¡Losmuros! Sí, lucen genial. Puedes irte ahora.

Poseidón pestañeó. —Pero…mi recompensa.

—Esa es tu recompensa. Puedes irte. Le dejaré saber a Zeus que cumpliste tujuramento y te hará un dios de nuevo. ¿Qué mejor recompensa podría haber?

Poseidón gruñó. —Hice de tu ciudad la más fuerte de la tierra. Hice muros queresistirán cualquier ejército. Me prometiste compensación ¿y ahora no pagarás?

— ¿Todavía estás aquí? —preguntó Laomedonte.

Poseidón salió hecho una furia del cuarto del trono.

Zeus lo hizo dios otra vez pero, Poseidón nunca olvidó cómo Laomedonte lo habíainsultado. No podía destruir Troya por completo, Zeus lo prohibió. Pero Poseidón síenvió un monstruo marino para aterrorizar a los troyanos. También, se esmeróespecialmente en hundir los navíos troyanos cada vez que tenía la oportunidad. Ycuando un pequeño evento llamado la Guerra Troya ocurrió… bueno, Poseidón noestaba del lado de Troya.

Y ese es mi papá, amigos: un tipo calmado y tolerante la mayor parte del tiempo. Perosi lo hacías enojar, tenía una memoria muy, muy buena.

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El único dios que sostenía viejas rencillas… sí, lo adivinaste. El mismísimo ViejoPantalones de Trueno. Supongo que lo hemos pospuesto lo suficiente.

Es momento de hablar de Zeus.

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Zeus los mata a todos

uieres asustarte?

Considera esto: Zeus fue el dios de la ley y el orden. El tipo queazarosamente tiró rayos cuando estuvo enojado y no pudo mantener sus

votos de boda, este era el tipo a cargo de asegurarse de que los reyes actuaransabiamente, los consejos de ancianos fueran respetados, que las promesas fueranmantenidas y que a los extranjeros se les brindara hospitalidad.

Eso me haría el dios de las tareas y las buenas notas.

Supongo que Zeus no era tan malo. A veces se aparecía en la casa de los mortalesdisfrazado como vagabundo para ver si le dejaban entrar y le ofrecían comida. Sitratabas con amabilidad al visitante, ¡bien por ti! Ese era tu deber como ciudadanogriego. Si le cerrabas la puerta en las narices…bueno, Zeus volvería más tarde con susrayos.

Sólo saber que cada viajero o vagabundo podría ser Zeus disfrazado mantenía a losgriegos en ascuas.

¿Q

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Lo mismo con los reyes. Zeus era el dios del poder de la realeza, así que él vigilaba alos gobernantes mortales para asegurarse de que no abusaran de su posición.Obviamente, un montón de reyes se salieron con la suya con cosas terribles(probablemente Zeus estaba ocupado persiguiendo a alguna chica y no se dio cuenta);pero siempre había una posibilidad de que si hacías algo terriblemente malo oestúpido, Zeus traería sus benditos rayos y truenos y te sacaría de inmediato del trono.

¿Un ejemplo? Salmoneo. Ese tipo debió haber ganado el premio al más idiota. El erauno de los siete hermanos, todos príncipes de un reino griego llamado Tesalia. Dadoque había muchos príncipes frecuentando el palacio sin nada que hacer excepto jugarvideojuegos y esperar a heredar el reino, su padre el rey dijo “¡Chicos, salgan de aquí!¡Hagan algo de ejercicio! ¿Por qué no van a iniciar nuevos reinos o algo así? ¡Dejende holgazanear y consíganse un trabajo!”

Los siete príncipes no se sentían dispuestos a fundar nuevos reinos. Eso era muchotrabajo. Pero su padre insistió y lo mismo hicieron sus guardias completamentearmados. Cada uno de los príncipes tomó un grupo de colonos y atacaron el desiertodel sur de Grecia.

El príncipe Salmoneo era muy vanidoso. Nombró a su reino Salmonea. Puso a suscolonos a trabajar para construir la ciudad capital, pero se enojó porque la gente queríaconstruir templos para los dioses antes de comenzar un palacio para él.

―Su majestad―dijeron―, tenemos que honrar a los dioses primero. ¡De otro modose enfadarán!

El nuevo rey se quejó. Él no creía en los dioses. Estaba muy seguro de que esashistorias eran un puñado de basura que los sacerdotes habían inventado para mantenera la gente en línea.

Esa noche Salmoneo se sentó en su palacio a medio construir, viendo a sus ciudadanostrabajar hasta tarde, poniendo los detalles finales en el templo para Zeus, con su techode oro y sus suelos de mármol. Podía oler toda la comida sabrosa que fue quemada enlos fuegos ceremoniales.

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―Ellos no me traen comida sabrosa a mí ―murmuró para sí mismo Salmoneo—. Letienen tanto miedo a los dioses, ¿pero no le temen a su propio rey? No me tratarían asísi yo fuera un dios.

A Salmoneo de repente se le ocurrió una maquiavélica idea. Recordó los juegos que ély sus hermanos solían jugar en Tesalia cuando eran niños. Ellos se vestían ypretendían ser héroes y dioses. Salmoneo fue siempre el mejor actor.

Llamó a su consejero más leal y le dijo:

― Fiel consejero, tenemos trabajo que hacer. Necesitamos accesorios y disfraces.

Su consejero frunció el ceño.

― ¿Haremos una obra de teatro, su Majestad?

―Algo así―sonrió Salmoneo.

Unos días después Salmoneo estaba listo. Se puso su traje, se metió en su carrozarecién decorado y entró a caballo en las calles de su capital.

― ¡Contemplad! ―gritó con fuerza―. ¡Soy Zeus!

Un granjero se quedó tan sorprendido que dejó caer una cesta de aceitunas. Una señorase cayó de su burro. Otros ciudadanos gritaron y salieron corriendo porque teníanmiedo de ser pisoteados por los caballos del rey.

Salmoneo parecía bastante impresionante. Vestía ropas blancas bordeadas de oro. Unacorona de oro brillaba en su pelo. Dado que el águila era el ave sagrada de Zeus,Salmoneo había pintado águilas en los costados de su carroza. Montado detrás de él,oculto bajo una lona, dos tambores de latón. Cuando él levantó la mano, su consejero(que estaba escondido debajo de la lona y no se sentía muy cómodo) golpearía lostambores y haría un sonido como de trueno sordo.

Salmoneo cabalgó por las calles gritando:

― ¡Soy Zeus, denme comida sabrosa!

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Finalmente se detuvo en los escalones del nuevo templo a Zeus y volvió el carrozahacia la multitud reunida.

― ¡Me adorarán!―ordenó― ¡Porque yo soy un dios!

Uno de sus súbditos más valientes gritó:

― ¡Usted se parece a Salmoneo!

― ¡Sí!―Salmoneo estuvo de acuerdo―. ¡Pero también soy Zeus! He decidido habitarel cuerpo de su rey. Lo adorarán como me adoran a mí. Este templo será mi palacio.Me traerán todas sus ofrendas. Pero no las quemen más. Eso es un desperdicio. Yo melas comeré.

Unos cuantos súbditos tímidos comenzaron a obedecer, dejando cestas de comidacerca del carroza.

Un hombre gritó:

― ¿Por qué tiene pollos pintadas en su carroza?

― ¡Son águilas!―gritó Salmoneo.

― ¡Parecen pollos!―insistió el hombre.

― ¡Silencio, mortal!―Salmoneo pateó a su consejero bajo la manta. El consejerocomenzó a golpear sus tambores.

― ¿Ven?―dijo Salmoneo―. ¡Puedo convocar truenos!

Una mujer en la parte de atrás dijo:

― ¿Quién es el que está bajo la manta detrás de usted?

― ¡Nadie!―gritó Salmoneo, una gota de sudor caía por su cuello. Esto no estabasaliendo como él había esperado, por lo que decidió usar sus refuerzos. Sacó unaantorcha de su cubo de antorchas flamantes (99,99 dólares en Walmart) y le arrojó unaa la señora en la multitud. La gente gritó y se escabulló lejos de la antorcha, pero estaaterrizó sin causar daño sobre el pavimento.

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― ¡Ahí!―rugió Salmoneo―. ¡Les he lanzado un rayo! ¡No me pongan a prueba o losderribaré!

― ¡Eso es una antorcha!―gritó alguien.

― ¡Tú lo pediste, mortal!―Salmoneo comenzó a lanzar antorchas a la multitud ypatadas a su consejero bajo la lona para que golpeara sus tambores, pero pronto lanovedad se acabó y la gente se enfadó.

― ¡Boo!―gritó alguien.

― ¡Impostor!―bramó otro―. ¡FALSO ZEUS!

― ¡EL ZEUS REAL!―gritó Salmoneo de vuelta―. ¡Yo soy Zeus!

― ¡No eres Zeus!―gritó la multitud.

Tanta gente estaba gritando el nombre de Zeus que él mismo en persona, sobre elMonte del Olimpo, se dio cuenta. Miró hacia abajo y vio a un rey mortal con undisfraz pésimo, montando sobre una carroza pintada con pollos, lanzando antorchas yllamándolos relámpagos.

El dios del cielo no supo bien si reírse o enfadarse.

Se decidió por el enfado.

Nubes de tormenta se reunieron sobre la nueva ciudad de Salmonea. Un trueno realsacudió los edificios. La voz del dios del cielo resonó desde lo alto: YO SOY ZEUS.

El rayo dentado de un relámpago partió el cielo, golpeando con fuerza a Salmoneo y asu pobre consejero convirtiéndolos a ambos en manchas de grasa. Cuando el humo sedisipó no quedaba nada excepto una carrozaza quemándose y un tambor de metalmedio derretido.

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Los mortales de Salmonea aplaudieron. Ellos habrían organizado una fiesta en honorde Zeus por deshacerse de su idiota rey, pero Zeus aún no terminaba.

Su voz rugió desde el cielo:

― ¡ALGUNOS DE USTEDES LE TRAJERON OFRENDAS! ¡ALGUNOS DEUSTEDES SÍ LE CREYERON A ESE IDIOTA!

― ¡No!―gritaron los mortales, acobardándose humillados―. ¡Por favor!

― NO PUEDO PERMITIR QUE ESTA CIUDAD EXISTA ―retumbó Zeus―.DEBO HACERLES UN EJEMPLO PARA QUE ESTO NO VUELVA A OCURRIROTRA VEZ. RELÁMPAGOS EN 5, 4, 3…

Los mortales rompieron filas y corrieron, pero Zeus no les dio mucho tiempo. Algunaspersonas lograron salir de Salmonea con vida, pero cuando los relámpagos empezarona llegar, la mayoría de los mortales fueron volados en pedazos o enterrados bajo losescombros. Zeus sacó la ciudad de Salmonea del mapa. Nadie se atrevió a repoblar lazona por otra generación, todo por culpa de un hombre con un mal disfraz de Zeus,una carroza de pollo, y un cubo de antorchas.

Una matanza exagerada. Literalmente. Pero no fue el peor castigo de Zeus. Una vezdecidió destruir a toda la raza humana.

Ni siquiera sé por qué. Aparentemente los humanos se estaban portando mal. Tal vezno estaban haciendo los sacrificios apropiados, o no creían en los dioses o estuvieronmaldiciendo demasiado y conduciendo sobre el límite de velocidad permitido.

Como sea. Zeus se enfadó y decidió terminar con toda la raza. Quiero decir, vamos.¿Qué tan malos pudieron ser los humanos? Estoy seguro de que no hacían nada que nohubieran hecho siempre. Pero Zeus decidió que ya era suficiente. Actuó como uno deesos maestros que te dejan salirte con la tuya todo el semestre y luego un día, sin unarazón aparente, decide tomar serias reprimendas. Como: ¡Ok, ya está bueno! ¡Todos adetención ahora! ¡Toda la clase!

Es como: “Amigo, por favor”. Hay opciones entre nada y una guerra nuclear.

Como sea, Zeus reunió a los dioses y les dio la noticia.

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― ¡Los humanos son repugnantes!―lloriqueó―. ¡Los destruiré!

El salón del trono estaba en silencio. Finalmente, Demetrio dijo:

― ¿A todos?

―Sí ―dijo Zeus.

― ¿Cómo? ―preguntó Ares. El dios de la guerra tenía un brillo ansioso en los ojos―.¿Fuego? ¿Relámpagos? Podríamos conseguir un montón de motosierras y…

―Bombas de pesticidas ―dijo Zeus―. Fijamos algunos de esos bebés fuera, dejamosel mundo por unos días, y…

―Nadie ha inventado las bombas de pesticida todavía ―señaló Hera.

―Oh, cierto. ―Zeus frunció el ceño.― ¡Entonces un diluvio! ¡Voy a abrir los cielos ydescargar lluvias torrenciales hasta que todos los seres humanos se ahoguen!

Poseidón gruñó.

―Las inundaciones son mi departamento.

―Puedes ayudar ―ofreció Zeus.

―Pero sin humanos ―Hestia preguntó desde el fondo de su corazón―, ¿quién va aadorarte, mi Señor? ¿Quién va a construirte templos y a quemarte ofrendas?

―Pensaremos en algo ―dijo Zeus―. Después de todo, esta no es la primera raza dehumanos. Siempre podemos hacer más.

Según historias antiguas, esto era técnicamente cierto. Los seres humanos en el tiempode Cronos habían sido llamados la raza de oro. Supuestamente todos ellos murieron yfueron reemplazados por la raza de plata. Los que estuvieron en los primeros días delOlimpo fueron llamados la raza de bronce. ¿Qué hizo a esos humanos diferentes denosotros? Hay muchas historias, pero lo principal es: ellos se extinguieron y nosotrosno…todavía.

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―Además ―continuó Zeus― un diluvio es genial. Tenemos que dar a la tierra unlavado a presión adecuado de vez en cuando para eliminar toda la mugre de las aceras.

A regañadientes, los dioses accedieron a su plan, pero muchos de ellos tenían sereshumanos favoritos por lo que en secreto enviaron advertencias en forma de sueños opresagios. Debido a esto, unas cuantas personas sobrevivieron. Los más famososfueron el rey y la reina de Tesalia al norte de Grecia: un tipo llamado Deucalión y suesposa Pirra.

Deucalión era humano, pero su padre fue Prometeo, el Titán, aquel que había traídofuego a los hombres y ahora estaba encadenado en una montaña lejana, con su hígadosiendo picoteado por un águila.

No sé cómo Prometeo se las arregló para tener un hijo mortal con todo lo otro que leestaba ocurriendo. No puedes ingresar a un programa de citas cuando estás atado a unaroca y siendo torturado. Como fuera el caso, de alguna manera Prometeo escuchó elplan de Zeus y todavía tenía un montón de amor por la humanidad. Especialmente, noquería que su propio hijo Deucalión se ahogara, porque era un buen tipo. Él siemprefue respetuoso con los dioses y trató bien a sus súbditos.

Así que Prometeo le alertó en un sueño:

― ¡SE VIENE UNA DILUVIO! JUNTEN RESERVAS EN EL COFRE MÁSGRANDE QUE PUEDAN ENCONTRAR. ¡RÁPIDO!

Deucalión despertó con un sudor frío. Le contó a su esposa sobre el sueño y ellarecordó un gran cofre de roble que tenían guardado en el ático. Cogieron algo decomida y agua de la cocina y corrieron escaleras arriba, advirtiendo a todos sussirvientes en el camino:

―Reúnan a sus familias. ¡Se viene un diluvio! ¡Busquen terrenos altos!

Porque Deucalión y Pirra eran de esas buenas personas. Desafortunadamente, lamayoría de los sirvientes no escucharon. El rey y la reina estaban envejeciendo, asíque los sirvientes pensaron que se estaban poniendo seniles.

Deucalión y Pirra sacaron las ropas viejas y los adornos fuera del cofre para dejarespacio para sus provisiones. La lluvia comenzó a caer. En minutos, el cielo no era

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más que láminas de agua gris. Los relámpagos destellaban. Un trueno sacudió la tierra.En menos de una hora, todo el reino de Tesalia fue tragado por el diluvio. Deucalión yPirra cerraron su cofre lleno de suministros, tirándose sobre la tapa y flotandodirectamente por la ventana del ático.

No fue un viaje cómodo, disparados hacia arriba y abajo en oleajes de doce metros,mientras que la tormenta arreciaba, más allá trozos de escombros se arremolinaban ytodo el mundo se estaba ahogando. Al rey y a la reina les entró agua con sal en la narizcomo un millón de veces. Pero el cofre de madera actuó como un salvavidas y lesimpidió hundirse.

Luego de lo que pareció ser un tiempo eterno, la lluvia se detuvo. Las nubes seabrieron y el sol salió. La diluvio retrocedió lentamente, y Deucalión y Pirraaterrizaron su cofre en las laderas del monte Parnaso.

A este punto, debes estar pensando: “Hey, un tipo escapó de un gran diluvio y flotó asalvo mientras el resto de la malvada raza humana se ahogó. ¿No había otra historiaasí? ¿La de un tipo llamado Noé?

Sí, bueno, todas las culturas antiguas parecen tener una historia de un diluvio.Supongo que fue un desastre bastante masivo. Diferentes personas lo recuerdan dediferentes maneras. Tal vez Noé y Deucalión se cruzaron en el mar, y Deucalión dijoalgo como:

― ¡Un arca! ¡Dos animales de cada tipo! ¿Por qué nosotros no pensamos en eso?

Y su esposa Pirra diría:

― ¡Porque no hubieran cabido en este cofre, idiota!

Pero es sólo una suposición.

Finalmente las aguas se hundieron de nuevo en el mar, y la tierra comenzó a secarse.

Deucalión miró a su alrededor a las colinas vacías de Grecia y dijo:

―Genial. ¿Qué hacemos ahora?

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―Primero ―dijo Pirra―, hacemos un sacrificio a Zeus para pedir que no vuelva ahacer esto otra vez.

Deucalión estuvo de acuerdo de que era una buena idea, porque otro diluvio apestaría.

Sacrificaron todo lo que quedaba de comida junto con su cofre, en un gran fuego yrogaron a Zeus para evitarles más lavados a presión.

Arriba en el Olimpo, Zeus estaba complacido. Estaba sorprendido de que alguienhubiera sobrevivido, pero dado que lo primero que hicieron Deucalión y Pirra fuehonrarlo, él estaba bien con eso.

―NO MÁS DILUVIOS―su voz retumbó desde arriba―, PORQUE USTEDES SONPERSONAS PIADOSAS Y ME GUSTAN, PUEDEN PEDIR CUALQUIER COSA YSE LOS CONCEDERÉ.

Deucalión rogó apropiadamente.

― ¡Gracias, Señor Zeus! Te rogamos, por favor dinos, cómo repoblar la tierra. Miesposa y yo somos muy viejos para tener hijos y no queremos ser los últimos humanosvivos. Deja que los humanos regresen y esta vez se comportarán. ¡Se lo prometo!

El cielo retumbó.

―VE HACIA EL ORÁCULO DE DELFOS. ELLOS TE ACONSEJARÁN.

Fue una gran distancia, pero Deucalión y Pirra caminaron todo el camino hacia eloráculo. Dio la casualidad de que el pueblo de Delfos había sido advertido sobre lainundación por un montón de lobos aullando. Cuál dios mandó a los lobos, no lo sé,pero la gente había escalado la montaña más alta cerca de Delfos y sobrevivieron a lainundación por lo que ahora habían vuelto a la rutina, dispensando profecías y otrascosas.

Deucalión y Pirra fueron a la cueva del Oráculo donde una anciana estaba sentada enun taburete de tres patas, envuelta en una niebla verde.

― ¡Oh, Oráculo!―dijo Deucalión―. Por favor, dinos cómo repoblar la tierra. ¡Y nome refiero a tener hijos, porque estamos muy viejos para eso!

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La voz del Oráculo fue como el silbido de las serpientes:

―Al salir de este lugar, cubran sus cabezas y lancen los huesos de su madre detrásde ustedes a medida que avanzan y no miren hacia atrás.

― ¿Los huesos de mi madre? ―Deucalión estaba indignado―. Ella está muerta yenterrada. ¡No cargo sus huesos conmigo!

―Sólo pronuncio las profecías ―murmuró el Oráculo―. No las explico. ¡Ahora,shoo!

Deucalión y Pirra no quedaron satisfechos, pero dejaron al Oráculo.

― ¿Cómo se supone que lancemos los huesos de mi madre detrás de nosotros?―preguntó Deucalión.

Pirra no estaba segura, pero se cubrió la cabeza con un chal, luego le dio a su maridouna bufanda extra que tenía, para que pudiera hacer lo mismo, tal como el Oráculohabía ordenado. Mientras se alejaban, con las cabezas agachadas, Pirra se dio cuentaque con su chal sobre su cabeza sólo podía ver el suelo justo delante de ella, el cualestaba lleno de rocas. Se congeló.

―Esposo, tengo una idea. Los huesos de nuestra madre. ¿Qué tal si la profecía no serefería literalmente a los huesos de nuestra madre? Puede ser que sea un... ¿cómo sellaman esas cosas? ¿Quintillas?

―No, una quintilla es un poema picaresco ―dijo Deucalión―. ¿Quieres decir unametáfora?

― ¡Sí! ¿Qué tal si los huesos de nuestra madre es una metáfora?

―Está bien. ¿Pero una metáfora de qué?

―La madre de todo…la Madre Tierra ―sugirió Pirra―.Y sus huesos…

― ¡Podrían ser las rocas! ―gritó Deucalión―. ¡Wow, que inteligente eres!

―Por eso te casaste conmigo.

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Entonces Deucalión y Pirra comenzaron a recoger rocas y arrojarlas sobre sushombros mientras caminaban. No miraron atrás, pero podían oír las rocas agrietándosecomo huevos al caer al suelo. Más tarde, el rey y la reina se enteraron de que cada rocase había convertido en un ser humano. Cuando Deucalión arrojó una, se convirtió enun hombre. Cuando Pirra lanzó otra, se convirtió en una mujer.

Así, Zeus permitió a la raza humana repoblarse a sí misma.

No estoy seguro de si eso significa que seguimos siendo la raza de bronce, o si somosla raza de piedra, ¿o tal vez los roqueros? De cualquier modo, Zeus estaba contento dedejar que los seres humanos regresaran al mundo, porque sin ellos, no habría tenidoninguna chica mortal bonita para perseguir después.

No puedes ir por la Antigua Grecia y no cruzarte al menos una vez con una de las exnovias de Zeus. Ya hemos cubierto una gran cantidad de sus romances, así que no creoque tengamos que hablar de muchas de ellas aquí. Voy a mencionar que Zeus no tuvoabsolutamente ninguna vergüenza y que era infinitamente creativo a la hora de cortejara las mujeres. Con cada novia, cambió a alguna forma extraña para llamar su atención.Rara vez apareció con el mismo disfraz dos veces.

Una vez se puso cariñoso con una chica mientras estaba transformado en cisne. Enotra ocasión, visitó a su novia como una lluvia de luz dorada. Acorraló a otras mujeresen formas de una serpiente, un águila, un sátiro, y una hormiga. (En serio, ¿cómopuedes acorralar a alguien cuando eres una hormiga? y ¿cómo ... no importa.) Zeusincluso engañó a algunas mujeres al aparecer como sus maridos. Eso es caer bajo.

Un truco particularmente astuto fue cuando secuestró a esta mujer llamada Europa.

Ella era una princesa. (Naturalmente. ¿No son siempre princesas?) Zeus la espió undía en la playa, disfrutando con sus amigos. Zeus no quería aparecer ante ella en suforma divina real, porque a) Hera podía darse cuenta y enfadarse, b) cuando los diosesse presentan, las niñas tienden a huir para siempre, y c) realmente quería hablar conEuropa a solas.

¿No odias cuando quieres hablar con una chica a solas, pero siempre parece que viajaen manadas, como los lobos? Es muy molesto.

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Así que Zeus se transformó en toro y galopó por la playa. Aunque no daba miedocomo un toro. Tenía los ojos grises y suaves y una piel dorada amarillenta con unamancha blanca en la frente. Sus cuernos eran de color blanco nacarado. Se detuvo enuna ladera cubierta de hierba cerca de la playa y empezó a pastorear, como,Ho―hum. No me hagas caso.

Todas las chicas lo notaron. Al principio, no estaban seguras de qué pensar. Pero eltoro no hizo nada amenazante. Se veía muy lindo y suave, tanto como podía serlo untoro.

― ¡Vamos a verlo!―dijo Europa―. ¡Se ve lindo!

Así que las chicas pulularon en torno al toro y empezaron a acariciar su espalda y ledieron de comer puñados de pasto. El toro hizo pequeños sonidos de bramido. Miró aEuropa con unos ojos suaves y tiernos y actuó dulce y cariñoso.

― ¡Aaaaawww!―dijeron las chicas.

Europa se dio cuenta de que el toro también olía maravilloso―como una combinaciónde cuero y Old Spice. Tenía un impulso irresistible de adoptarlo y llevarlo a casa.

Zeus, el toro, acarició su vestido y luego bajó la cabeza, hundiéndose hasta las rodillasdelanteras.

― ¡Oh dios mío!―gritó Europa―. ¡Parece que quiere llevarme a dar un paseo!

En términos generales, las princesas no debían montar toros, pero este toro parecía tandulce y manso que Europa se subió directo en su espalda.

― ¡Vamos chicas!―Europa las llamó― ¡Vamos a whoaaaa...!

Antes de que pudiera ayudar a sus amigas a subir a bordo, el toro corrió directamentehacia el océano. Europa se aferró a su cuello, aterrorizada de salir lanzada. Teníademasiado miedo como para intentar escalar fuera del toro mientras estaba arrasandocon el camino.

En poco tiempo, el toro estaba cien metros mar adentro. Los amigos de Europa lallamaron desesperadamente, pero la playa estaba cada vez más lejos y ella no era una

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buena nadadora. No tenía ni idea de a dónde el toro la estaba llevando; su únicaopción era aguantar y esperar lo mejor.

Zeus nadó hasta llegar a la isla de Creta. Una vez allí, se volvió en un dios y le dijo:

― ¡Finalmente estamos solos! ¿Cómo estás? Soy Zeus.

Bueno, una cosa llevó a la otra y como Europa no podía volver a casa, terminóquedándose en Creta, donde tuvo tres hijos con Zeus. Como nadie en casa sabía dóndehabía desaparecido Europa su nombre finalmente significó, aquellas tierras de las queno sabemos mucho. Los griegos comenzaron a llamar a las tierras del norte de ellosEuropa, y, finalmente, el nombre se quedó como Europa.

A pesar de esto, Zeus no siempre se salió con la suya respecto a las mujeres.

Después de esa pequeña rebelión, cuando los dioses trataron de derrocarlo, pasó algúntiempo coqueteando con la Nereida Tetis, la que le había liberado de sus cadenas.

Entonces Zeus escuchó una profecía en que Tetis estaba destinada a dar a luz a un hijoque era más grande que su padre.

Esto asustó bastante a Zeus.

― ¿Un niño superior a mí? ―murmuró para sí mismo―. ¡No lo creo!

Así que interrumpió su coqueteo con Tetis y su relación nunca llegó a ninguna parte.Tetis finalmente se casó con un gran héroe llamado Peleo y tuvieron un hijo que eraun héroe muy superior a su padre. De hecho, resultó ser el héroe más poderoso yfamoso de toda la historia griega. Su nombre era Aquiles. Así que podemos estaragradecidos de que Zeus no se casara con Tetis. Ninguno de nosotros necesita a unZeus Júnior súperpoderoso corriendo por ahí.

Zeus por sí mismo era lo suficientemente poderoso para manejar cualquiercosa...bueno, casi cualquier cosa. La única vez que lo vencieron, engañaron y fuetotalmente usado fue cuando se enfrentó a un monstruo llamado Tifón.

Las historias sobre él son bastantes confusas. Ni siquiera pueden ponerse de acuerdocon el nombre. A veces es Typhoeus, otras Tifón. A veces Tifón y Typhoeus son

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tratados como dos monstruos diferentes. Para simplificar las cosas, vamos a llamarloTifón.

¿Qué aspecto tenía? Difícil decirlo. Él siempre estaba envuelto en nubes de tormenta.GRANDE, de seguro. Tan grande que la cabeza parecía raspar la parte superior delcielo. Su forma era más o menos humanoide de la cintura para arriba, pero sus piernaseran como los cuerpos de las boas constrictoras. En cada mano, tenía un centenar dededos que terminaban en cabezas de serpientes, cada uno de las cuales tenía ojosardientes y escupían veneno, por lo que cuando se enojaba, él simplemente esparcíaveneno por todo el lugar. Esto también hizo que fuera totalmente imposible para élobtener una manicura. Tenía alas de cuero enormes, el pelo largo y enmarañado queolía a humo volcánico y una cara que estaba en constante cambio de modo que parecíaque tenía un centenar de diferentes caras, cada una más fea que la otra.

Ah, y respiraba fuego. ¿Mencioné eso?

Tifón nació y se crió en el foso del Tártaro. El espíritu de la fosa―el dios primordialTártaro―era su papá. Su madre era la Madre Tierra. Supongo que eso explica por quéTifón era a la vez grande y malo. Sus padres deben haberse sentido tan orgullosos.

En la fosa, Tifón tenía una esposa encantadora llamada Equidna. Bueno, ella no erarealmente encantadora. Era una monstrua espantosa y sucia, pero deben haberseconformado, porque tuvieron muchos niños juntos. De hecho, prácticamente todos losmonstruos horribles que se puedan imaginar fueron hijos de Tifón y Equidna.

A pesar de esto, un día Tifón se puso inquieto y decidió dejar su cómoda casa en elpozo de la condenación eterna.

―Cariño ―le dijo a Equidna―. Voy a subir para destruir a los dioses y apoderarmedel universo. Voy a tratar de estar de vuelta para la cena.

― ¿Esta es idea de tu madre, no? ―se quejó Equidna―. ¡Ella siempre te está diciendoqué hacer! Deberías quedarte en casa. Hidra necesita a su padre. ¡La Esfinge necesita asu papá!

Tifón se estremeció. Era verdad que la Madre Tierra siempre le estaba hostigando condestruir a los dioses. Gaia odiaba a los dioses desde que derrotaron a los Titanes. Pero

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este viaje fue idea de Tifón. Necesitaba unas vacaciones de sus hijos monstruosos y desu esposa monstrua. Tomar el universo sonaba sólo como el billete.

―Volveré ―prometió―. Si me demoro no me esperes despierta.

Así que la gigante tempestad de Tifón irrumpió en el mundo de arriba y comenzó adestruir todo a su paso. Fue patéticamente fácil. Arrancó una montaña y estrelló unaciudad. Convocó un huracán y ahogó una isla entera.

― ¿Esto es todo lo que tienes? ―gritó Tifón hacia el Monte Olimpo, lejos en ladistancia―. ¿Dónde están los dioses?

Los dioses, de hecho, se estaban reuniendo para la guerra... hasta que vieron el tamañode Tifón y cómo él hacía estragos en toda la tierra, aplanando las naciones,convirtiendo en antorchas los bosques, transformando los océanos en veneno con losdedos de cabeza de serpiente.

― Uh...―Poseidón tragó saliva―. Ese tipo es enorme.

― Macizo ―dijo Atena, por una vez, estando de acuerdo con el dios del mar―. Nome gustan estas probabilidades.

― ¡Chicos! ―protestó Zeus―. ¡Hay doce de nosotros y sólo uno de él! ¡Hemosderrotado a los Titanes, podemos hacer esto!

En realidad, Zeus estaba temblando en sus sandalias. Quería correr también, pero élera el rey de los dioses, por lo que tuvo que dar un buen ejemplo.

―Vamos ―dijo, alzando su mejor rayo―. ¡A la carga!

Los dioses se subieron a sus carros voladores y lo siguieron a la batalla. Ellos gritaron“¡A la carga!”, pero estaban tan nerviosos, que sonó más como "¿A la carga?”

Cuando Tifón los vio venir, él experimentó algo que nunca había sentido antes...alegría. ¡Los dioses eran ridículamente pequeños! Ellos serían tan fáciles de destruirque le hizo sentir vértigo. Ya podía imaginarse a sí mismo tomando el trono de Zeusen el Olimpo y gobernando el universo, a pesar de que probablemente tendría queconseguir un trono más grande.

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— ¡MUERAN, INMORTALES! ―bramó, lo que no era un desafío lógico, ya quetécnicamente los inmortales no pueden morir; pero supongo que Tifón planeabaconvertirlos en pequeños montones de polvo y espolvorearlos en el abismo, lo que esbastante cerca de estar muertos.

De todos modos, la tempestad gigante arrojó veneno y eructó fuego y se levantó hastasu completa altura, por lo que su cabeza rozó el cielo. Nubes de oscuridad searremolinaba a su alrededor. La tierra se derritió y los mares hirvieron alrededor de suspies de reptil.

Los dioses cambiaron su grito de guerra a: ¡CORRAN! ¡AYUDA! y ¡MAMI!

Todo el mundo excepto Zeus dio la vuelta y huyó.

No fue su mejor momento. Algunas historias dicen que se convirtieron en animalespara esconderse de la ira del gigante. Una de las historias, incluso aseguran que seescondieron en Egipto. Mientras estuvieron allí, en las formas de animales, originarontodos esos mitos egipcios sobre dioses con cabeza de animal.

No estoy seguro de lo que los egipcios dirían de eso, viendo cómo sus mitos son milesde años más viejos que los griegos, pero esa es la historia griega. Cualquiera que sea elcaso, Zeus se quedó solo para hacer frente a Tifón.

El dios del cielo gritó después de que los Olímpicos huyeran:

― ¿Es una broma? ¡Vuelvan aquí, cobardes!

Pero su voz fue ahogada por la risa de Tifón.

―Pobre Zeus, ¡todo solo! ¡Será mejor que huyas también, pequeño dios, antes de quete aplaste como a una hormiga!

Zeus se había transformado en una hormiga una vez para cortejar a una de sus amigas,por lo que tuvo una afición por las hormigas. ¡Tifón no podía insultar a las hormigasasí! La ira le dio coraje.

― ¡Vas a caer grandote! ―gritó Zeus. Y cargó a matar.

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Lanzó un rayo que impactó en el pecho de Tifón como una bomba de hidrógeno decincuenta megatones. La tempestad gigante se tambaleó hacia atrás, pero no cayó.

Zeus atacó al gigante una y otra vez. Las explosiones frieron el aire, vaporizaron elagua y formaron ampollas en la superficie de la tierra, pero Tifón aún seguía viniendo.

El gigante golpeó el carro de Zeus y este salió disparado fuera del cielo. A medidaque Zeus caía, Tifón le cogió una mano entre sus dedos de serpiente y empezó aapretar.

Zeus cambió de tamaño, creciendo tan grande como le fue posible, lo que todavía eramuy poco en comparación con Tifón. Luchó para liberarse, pero incluso el dios de laenorme fuerza era inútil contra el gigante.

― ¡Déjame ir! ―bramó Zeus.

―Claro ―Tifón gruñó, vomitando fuego tan cerca de la cara de Zeus que le quemó subarba―. Pero no puedo tenerte causando problemas, así que voy a necesitar undepósito de seguridad.

― ¿Un qué?

Los dedos de serpiente de Tifón se envolvieron alrededor de los brazos y las piernasde Zeus. Las cabezas de serpiente hundieron sus colmillos venenosos en susantebrazos y sus pantorrillas y... Bueno. Prepárate. Esto es asqueroso.

... Arrancaron los tendones de Zeus.

¿Qué significa eso? Bueno, los tendones sostienen a los músculos de los huesos, ¿no?Al menos eso es lo que me dijo mi entrenador de baloncesto. Son bandasextremadamente fuertes de tejido conectivo ―como cinta adhesiva natural del cuerpo.Y sin cinta adhesiva nada funciona. Tifón arrancó los tendones inmortales, brillantes,blancos y viscosos de piadoso tejido conectivo, (te lo advertí era horrible), y Zeusquedó flojo como una muñeca. Él no podía mover sus brazos o piernas. Estabacompletamente indefenso, y con tanto dolor, que ni siquiera podía ver bien.

― ¡Ahí vamos! ―gritó Tifón―. Oh, y voy a tomar estos rayos. ¡Hacen excelentespalillos!

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El gigante cogió los relámpagos que colgaban del cinturón de Zeus. Luego se agachó yrecogió los extras del carro destrozado que yacían echando humo en una isla cercana.

― ¡Eso es bueno! Ahora eres libre de irte. Puedes disfrutar observándome destruir elOlimpo y conquistar el mundo. Luego, voy a volver y te pondré un pie encima.

Tifón lanzó a Zeus a un lado como a un terrón de tierra. El señor del universo aterrizóen un montón irregular en la ladera de una montaña y gimió:

― ¡Ouch!

Tifón salió corriendo en dirección al Olimpo, con los rayos de Zeus y los asquerosostendones a buen recaudo en su bolsa (o bolso de hombre, o lo que fuera la moda de lasmalas tempestades gigantes que se llevara en ese entonces). Bueno, pandilla, en estemomento las cosas no se veían demasiado buenas para los dioses, o para los sereshumanos. O para todo el que viviera sobre la faz de la tierra. Zeus estaba tendido en laladera indefenso y en agonía, viendo como Tifón se marchaba a destruir el Olimpo.

Zeus pensó: ¿Por qué quise ser rey? Esto apesta.

Mientras tanto, los otros dioses se escondían y Tifón arrasaba la creación, casi sinoposición. Un ejército de monstruos marinos y ballenas de Poseidón intentó detenerlo,pero Tifón los pateó fuera del camino y envenenó sus aguas. Algunos de los dioses delcielo intentaron pelear con él, los espíritus de las estrellas y Selene, Titán de la luna.De hecho, los griegos creían que las cicatrices y cráteres de la luna fueron creadoscuando Selene montó el carro de la luna en la batalla.

Nada ayudó. Los mares siguieron hirviéndose. Islas enteras fueron destruidas. Elcielo estaba convertido en una masa hirviente de rojo y negro. De vez en cuando Tifónpisotearía la tierra abriendo una enorme grieta y alcanzando el interior para algunayema―magma como desde el interior de un huevo. Tiraría globos ardientes de lava enla tierra, haciendo campos de fuego, fusionando ciudades y escribiendo graffitisardientes en las laderas de montañas, cosas como: ZEUS APEZTA y TIFÓNESTUBO AQUÍ.

Él habría llegado al Olimpo, sin problema, pero afortunadamente un par de diosesdecidieron darse la vuelta y ver lo que había pasado con Zeus.

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Eran los dioses más valientes. Fueron sólo los más disimulados. Uno era Hermes elMensajero, que podía volar muy rápido y era bueno quedándose fuera del radar. Elotro era un dios sátiro menor llamado Aegipan, que tenía las piernas peludas y pezuñascomo una cabra y generalmente parecía un sátiro regular excepto que era inmortal.

Aegipan había logrado esconderse de Tifón convirtiéndose en una cabra con la cola deun pez. (¿Por qué ese raro disfraz? Tal vez se asustó. No lo sé.) De todos modos, sezambulló en el mar y se escapó.

Ahora se sentía mal por ser un cobarde, así que fue a examinar con Hermes y volaronalrededor hasta que vieron a Zeus tirado en un montón.

―Ouch ―dijo Hermes cuando aterrizaron―. ¿Qué te pasó?

Zeus quería masticarlos por huir y dejarlo peleando solo con Tifón, pero estabasufriendo mucho y necesitaba su ayuda.

Apenas podía hablar, pero se las arregló para decirles sobre los relámpagosdesaparecidos y los tendones que Tifón le había arrancado de sus brazos y piernas.

Aegipan parecía que quería vomitar.

―Así que estamos acabados. Se acabó el juego.

―No podemos rendirnos ―dijo Zeus―. Necesito mis tendones y rayos de vuelta. Sipuedo hacer caer a Tifón, y golpearlo a quemarropa, creo que podría vencerlo. Perocómo recuperar mis armas y mis tendones...

Se quedó mirando la flauta colgando alrededor del cuello de Aegipan.

Traer un instrumento musical a la batalla puede sonar tonto, pero Aegipan siemprellevaba sus flautas. Él tenía una reputación por tocar muy bien.

De repente, Zeus tuvo una idea descabellada. Recordó cómo había engañado a Cronospara que vomitara a los otros Olímpicos años atrás, cómo había posado como uncopero y ganado el premio de los Titanes cantando y bailando.

―Cuando la fuerza no funciona ―dijo Zeus―, el engaño podría.

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―Me gusta el engaño ―dijo Hermes.

Zeus les contó su plan.

Afortunadamente, Hermes era un volador rápido. Recogió a Aegipan y a la muñeca detrapo Zeus y se dirigió a toda velocidad hacia el camino de destrucción de Tifón. Losdioses aterrizaron en el continente griego cerca del pie del Monte Olimpo, directodonde el gigante de la tempestad tendría que caminar.

Hermes depositó a Zeus en una cueva cercana, donde tendría al señor del cielo esperarcomo un saco inútil de rocas mientras el plan fallaba o funcionaba.

Hermes se escondió fuera de vista en la arboleda más cercana, mientras que Aegipan,el dios sátiro, se ponía cómodo en una amplia pradera, donde posiblemente no podríaser ignorado, y comenzó a tocar sus flautas.

Muy pronto el cielo se oscureció. La tierra tembló. El aire olía a ácido y a veneno y losárboles comenzaron a arder. Aegipan seguía tocando sus dulces melodías. La formaoscura de Tifón apareció en el horizonte, como King Kong, Godzilla y uno de esostipos malos de Transformer, todo en uno. Él bramó su victoria mientras se acercaba alOlimpo. Toda la tierra se estremeció.

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Aegipan siguió tocando. Sus melodías eran como la luz del sol en la mañana, unacorriente fresca corriendo por el bosque y el olor del cabello recién lavado de tunovia…

Lo siento. Me distraje. ¿Qué estaba diciendo?

Bien... el dios sátiro. Su música evoca todo lo bueno y hermoso. Cuando Tifón estuvocerca, escuchó la canción dulce flotando en el aire y se detuvo en total confusión.

―Eso no suena como un grito ―murmuró el gigante para sí mismo―. No es unaexplosión, tampoco. ¿Qué es?

Puedo decir con seguridad que no tenían un montón de música en el tártaro y si acasoera más del tipo de cantos fúnebres y death metal.

Tifón finalmente vio al dios sátiro relajado en el prado, tocando sus flautas. Tifónpodría haberlo pisoteado hasta aplanarlo, obviamente, pero Aegipan parecíacompletamente indiferente.

Tifón estaba desconcertado. Se arrodilló a echar un vistazo más de cerca al sátiro. Enunos pocos momentos, el mundo quedó en silencio excepto por la ardiente estela dedestrucción tras el gigante y la dulce música de las flautas.

El gigante de las tempestades nunca había escuchado nada tan hermoso. Sin duda fuemejor que la persistente voz de su esposa monstrua y el llanto de sus hijosmonstruosos. Sin siquiera proponérselo, Tifón exhaló un suspiro de satisfacciónprofunda, que fue tan de gran alcance que partió el cabello de Aegipan y perturbó sucanción.

El dios sátiro finalmente lo miró, pero no pareció asustado. (De hecho, Aegipan estabaaterrorizado, pero lo ocultó bien, posiblemente porque sabía que Hermes estabapresente, listo para una escapada rápida si las cosas iban mal).

―Oh, hola ―dijo Aegipan―. No te había visto.

Tifón inclinó su cabeza enorme.

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―Soy tan alto como el cielo, envuelto en oscuridad y he estado destruyendo elmundo. ¿Cómo no me notaste?

―Supongo que estaba ocupado con mi música ―Aegipan comenzó a jugar otra vez.Inmediatamente, Tifón sintió que su corazón se elevaba con alegría, que era casi mejorque cuando contemplaba destruir a los dioses.

―Me gusta tu música ―decidió Tifón―. Quizás no te mate.

―Gracias― dijo Aegipan con calma y volvió a tocar.

―Cuando destruya a los dioses, tomaré el mando del Olimpo. Te voy a hacer mimúsico de la corte para que puedas tocar para mí.

Aegipan seguía tocando con su alegre y suave canción.

―Necesito buena música ―decidió Tifón―. Puedes escribir una gran balada sobremí, ¡una canción de cómo conquisté el mundo!

Aegipan se detuvo y de repente parecía triste.

―Mmm…si sólo...no, es imposible.

― ¿Qué? ―retumbó Tifón.

Fue muy duro para Aegipan recordar el plan y mantener la calma con una tormentagigante cerniéndose sobre él, con los cientos de dedos cabeza serpiente goteandoveneno y mirándolo con los ojos rojos.

Hermes está cerca, recordó Aegipan. Puedo hacerlo.

―Bueno, me encantaría escribir una canción sobre ti ―dijo Aegipan―. Pero unamelodía tan majestuosa no se debe tocar en una flauta. Necesitaría un arpa.

―Puedes tener cualquier arpa del mundo ―prometió Tifón.

―Muy amable, mi señor ―dijo Aegipan―, pero necesitaría cuerdas hechas dealgunos tendones increíblemente resistentes... mucho más fuertes que los de vaca ocaballo. De lo contrario, las cuerdas estallarían cuando intentase tocar una canción

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acerca de su poder y majestad. ¡Ningún instrumento mortal podría soportar unacanción así!

Esto tuvo mucho sentido para Tifón. Luego, tuvo un pensamiento.

― ¡Ya lo sé! ―Tifón dejó su mochila en el suelo y sacó los tendones de Zeus―.Puedes utilizar estos para hacer tu arpa.

― ¡Eso es perfecto! ―dijo Aegipan, aunque en realidad quería gritar: ¡Eso esasqueroso! ―. Tan pronto como conquistes el universo, voy a hacer un arpa digna desu canción. ―Aegipan levantó sus flautas y tocó unas pocas notas de una soñolientacanción de cuna suave―. Pero eso debe ser un trabajo muy duro, conquistar el mundo,incluso para un ser tan incomparable como tú.

Aegipan tocó un poco más, invocando una tarde perezosa, la fresca sombra de unárbol en un arroyo, el suave balanceo de una hamaca. Los ojos de Tifón comenzaron acaer, pesados.

―Sí... un trabajo agotador ―Tifón estuvo de acuerdo―. ¡Nadie aprecia cómo trabajo!―Se sentó, sacudiendo las montañas―. La destrucción de las ciudades. Océanosenvenenados. Luchar con la luna. ¡Es agotador!

―Sí, mi señor ―dijo Aegipan―. Si desea, tocaré un poco de música mientrasdescansa por un momento, antes de su agotador ascenso a la victoria en el MonteOlimpo.

―Hmm. Música. ―Los párpados de Tifón caían―. Tal vez sólo una corta... Zzzzzz.

Su enorme cabeza se desplomó contra su pecho y el gigante de la tormenta empezó aroncar. Aegipan tocó su canción de cuna más dulce para mantener al gigante soñandofelizmente. Mientras tanto, Hermes escapó y tomó los tendones. Entoncessigilosamente hurgó en el bolso de hombre de Tifón hasta que encontró los rayos deZeus. Él asintió con la cabeza a Aegipan, como diciéndole: ¡Sigue tocando!

Luego, voló a la cueva de Zeus.

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Era un trabajo complicado, metiendo los tendones de nuevo en los brazos y las piernasdel dios del cielo, utilizando los toques eléctricos de los rayos cuidadosamente paravolver a unir todo. Un par de veces Hermes puso los tendones al revés. Cuando Zeustrató de mover su brazo, se golpeó a sí mismo en la parte posterior de la cabeza.

― ¡Perdón! ―dijo Hermes―. Puedo arreglar eso.

Finalmente, Zeus volvió a la normalidad. Al ser un dios inmortal, sanó rápido; y unavez que recuperó sus relámpagos de nuevo, la ira se apoderó de él, haciéndole sentirmás fuerte que nunca.

―El momento de la revancha —refunfuñó.

― ¿Qué puedo hacer yo? ―preguntó Hermes.

―No te metas en el camino ―dijo Zeus.

―Puedo hacer eso.

Zeus marchó desde la cueva y creció en tamaño hasta que tuvo casi la mitad de altoque Tifón —que era enorme para un dios. Tan pronto como Hermes arrancó conAegipan y lo trasladó a un lugar seguro, Zeus le gritó:

― ¡DESPIERTA!

Golpeó a Tifón en la cara con un rayo, que era algo así como tener una estrellasupernova justo en tus fosas nasales.

Tifón cayó en el suelo, pero Zeus le atacó de nuevo. El gigante se tambaleó, tratandode levantarse. Todavía estaba medio dormido, aturdido, confundido y preguntándosequé había pasado con el buen sátiro y con la música bonita.

Zeus estaba golpeándolo con un rayo... pero eso era imposible, ¿no?

¡BLAM!

¡KA-BOOM!

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El gigante entró en retirada. Los relámpagos crujían a su alrededor y voló lasserpientes justo fuera de sus dedos, triturando su nube de oscuridad y cegándole una yotra vez.

Antes de que Tifón pudiera recuperarse, tropezó en el mar. Zeus arrancó una montañade la tierra y la sostuvo sobre su cabeza.

―¡CÓMETE A ETNA! ―bramó Zeus. (Ya que ese era el nombre de la montaña).

Él aplastó a Tifón bajo el peso del volcán Etna y el gigante de la tormenta estáatrapado allí desde entonces, retumbando bajo megatones de rocas y de vez en cuandocausando explosiones volcánicas.

Así que así es como Zeus salvó el universo, con un poco de asistencia de Hermes yAegipan. No estoy seguro de si Hermes obtuvo una recompensa, pero a Aegipan ledieron una constelación para honrar su valentía. Está en la forma de una cabra concola de pez, para conmemorar la forma que tomó cuando escapó de Tifón. Más tarde,la constelación se convirtió en un símbolo del zodiaco. Lo llamamos Capricornio.

Y, por último, hurra, puedo dejar de hablar de Zeus.

La mala noticia: es el momento de hablar de una diosa a la que no le gusta mi papá yno me quiere mucho a mí, tampoco. Pero voy a tratar de ser justo, porque después detodo, ella es la mamá de mi novia, Annabeth— buena y astuta Atenea, aterradora einteligente.

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Atenea adopta un pañuelo

ace un millón de páginas te hablé de la primera esposa de Zeus, la TitánMetis. ¿Lo recuerdas? Yo tampoco. Tuve que volver a ver. Todos estosnombres: Metis, Tetis, Temis y queso Feta— tengo un dolor de cabeza

tratando de no perder el hilo.

De todos modos, este es un resumen:

La semana pasada en The Real Dioses del Olimpo: Metis estaba embarazada del hijode Zeus. Decía una profecía que éste hijo sería una niña, pero si Metis y Zeus teníanotro hijo después de éste, sería un niño que crecería y llegaría a ocupar el lugar deZeus. Al oír esto, Zeus hizo lo natural. Entró en pánico y se tragó a su esposaembarazada.

¡Dun-dun!

¿Qué pasó después?

H

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Bueno, no pueden morir, aun cuando ellos son ingeridos por otros inmortales, así queMetis dio a luz a su hija allí en el intestino de Zeus.

(Siéntete libre de enfermarte ahora. O puedes esperar. Se pone peor...).

Metis finalmente se desvaneció volviéndose un pensamiento puro, ya que de todosmodos, era el titán de los pensamientos profundos. Convirtiéndose en nada más queuna voz persistente en el fondo de la mente de Zeus.

En cuanto a su hija, ella se crió en el cuerpo de Zeus, de la misma manera que losOlímpicos anteriores habían crecido en el estómago de Cronos. Una vez que la niñallegó a ser una adulta (una pequeña, súper-comprimida, adulta muy incómoda)comenzó a buscar una manera de escapar al mundo. Aunque ninguna de sus opcionesparecía buena.

Si ella brotaba de la boca de Zeus, todo el mundo se reiría de ella y diría que habíasido vómito. Eso era indigno. Si seguía el tracto digestivo de Zeus hacia otro lado —— ¡No! Eso era incluso más grosero.

Ella era una diosa joven y fuerte, por lo que podría haber sido capaz de romper elpecho de Zeus, pero entonces todo el mundo pensaría que era uno de los monstruos delas películas de Alien, y otra vez, no era el tipo de entrada que estaba buscando.

Finalmente, se le ocurrió una idea. Se disolvió en pensamiento puro —un pequeñotruco que su madre, Metis, le había enseñado—, viajó hasta la médula espinal de Zeus,y fue directamente a su cerebro, donde se volvió a formar. Empezó a dar patadas, agolpear y gritar dentro del cráneo de Zeus, haciendo tanto escándalo como pudo. (Talvez no tuvo un montón de espacio para moverse por allí, ya que el cerebro de Zeus esmuuuy pequeño. No le digas que dije eso).

Como te puedes imaginar, esto dio a Zeus un dolor de cabeza terrible.

No pudo dormir en toda la noche con los golpes en el cráneo. La mañana siguiente setropezó en el desayuno y trató de comer, pero siguió haciendo muecas, gritando ygolpeando el tenedor sobre la mesa, diciendo, "¡Basta! ¡Basta!"

Hera y Deméter intercambiaron miradas de preocupación.

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— ¿Uh, esposo mío? —preguntó Hera— Está todo... ¿bien?

— ¡Dolor de cabeza! —Zeus bramó—. ¡Un mal, mal dolor de cabeza!

Como para probar su punto, el señor del universo golpeó su cara en sus panqueques, loque demolió las tortitas y el plato e hizo una grieta en la mesa, aunque no ayudó nadacon el dolor de cabeza.

— ¿Aspirina? — sugirió Apolo. (Él era el dios de la curación).

— ¿Una buena taza de té? —sugirió Hestia.

—Yo podría abrir su cráneo —ofreció Hefesto, el dios herrero.

— ¡Hefesto! —gritó Hera—. ¡No le hables a tu padre de esa manera!

— ¿Qué? —exigió Hefesto—. Está claro que él tiene un problema allí. Podía abrir elcapó y echar un vistazo. Podría aliviar la presión. Además, es inmortal. No le pasaranada.

—No, gracias... —Zeus hizo una mueca. —Yo... —De repente manchas rojas bailabanante sus ojos. El dolor se acumuló en su cuerpo, y una voz en su cabeza gritó:¡DÈJAME SALIR! ¡DÈJAME SALIR!

Zeus cayó de su silla, retorciéndose de dolor.

— ¡Córtame el cráneo! —se lamentó— ¡Sácalo de mí!

Los otros Dioses se pusieron pálidos de miedo. Incluso Apolo se congeló, y eso quetuvo como una docena de insignias de los Boy Scouts en primeros auxilios.

Hefesto se levantó de su asiento.

—Claro, voy por mi punzón. — (Lo cual era básicamente un pica-hielo de potenciaindustrial para hacer agujeros en superficies gruesas, como el metal, o cabezas dedioses) —. El resto de ustedes, lleven a Zeus a su trono y manténganlo ahí.

Los olímpicos prepararon el sector para la cirugía cerebral de emergencia. Arrastrarona Zeus a su trono y le mantuvieron estable, mientras que Hefesto recogía sus

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herramientas. El dios herrero no perdió el tiempo. Marchó hasta Zeus, estableció elpunto del punzón en el medio de la frente del dios del cielo, levantó su martillo, y¡BANG!

Después de eso, lo llamaron Hefesto el de Un Solo Golpe.

Él usó la fuerza suficiente para penetrar el cráneo sin volver a Zeus un dios vegetal.

Desde el punto de punzón hasta el puente de la nariz de Zeus, una fisura se extendió-por un costado suficiente para que Atenea encontrase su salida.

Ella surgió de la frente de Zeus y, justo en frente de sus ojos, creció hasta volverse unadiosa adulto totalmente formada, vestida con túnicas grises y armadura de batalla,llevaba un casco de bronce, una lanza y un escudo.

No estoy seguro de dónde sacó el traje. Quizás Atenea mágicamente lo creó, o tal vezZeus se comió la ropa y armamento como aperitivos. En cualquier caso, la diosa causóuna gran entrada.

—Hola a todos —dijo con calma—. Soy Atenea, diosa de la guerra y de la sabiduría.

Deméter se desmayó. Hera miró escandalizada, ya que su marido acababa de dar a luza un niño de su propia frente, y ella estaba bastante segura de que Atenea no era suhija.

Ares, el dios de la guerra, dijo:

— ¡No puedes estar a cargo de la guerra! ¡Ese es mi trabajo!

—Dije de la guerra y de la sabiduría —explicó Atenea—. Voy a supervisar el tipo decombate que requiere planificación, astucia, y una gran inteligencia. Tú todavíapuedes estar a cargo de los aspectos estúpidos y sangrientos; de los aspectos varonilesde la guerra.

—Oh, está bien —dijo Ares. Luego frunció el ceño—Espera... ¿qué?

Hefesto cosió la grieta en la cabeza de Zeus. A pesar de las dudas de los otros dioses,Zeus insistió en que dieran la bienvenida a su hija Atenea en sus filas.

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Así fue como se convirtió en uno de los dioses del Olimpo.

Tal como lo oíste, ella era la diosa de la sabiduría, lo que incluyó buenos consejos yhabilidades útiles. Ella dio a los griegos el olivo, pero también les enseñó sobre elcálculo de los números, la confección textil, usando bueyes para tirar de sus arados,usar hilo dental después de cada comida, y un montón de otros consejos útiles.

Como la diosa de la guerra, ella se inclinaba más por estar a la defensiva que serofensiva. No le gustaba el combate, pero sabía que a veces era necesario. Siempretrató de ganar a través de una buena estrategia y con trucos disimulados. Trató deminimizar las víctimas, mientras que a Ares le encantaba la violencia y le gustabatener un campo de batalla sembrado de cadáveres mutilados. (Sí, es un amor ese tipo).

La planta sagrada de Atenea era el olivo, ya que era su gran regalo a los atenienses.Sus animales sagrados eran el búho y la serpiente. Supuestamente, el búho era unsímbolo de la sabiduría de los cielos y la serpiente simboliza la sabiduría de la tierra.Yo, yo nunca entendí eso. Si los búhos eran tan sabios, ¿por qué se van por ahípreguntando ¿Quién?21 todo el tiempo, como si no pudieran recordar su propionombre. Las serpientes nunca me han parecido muy inteligentes tampoco; pero alparecer los griegos pensaban que cuando las serpientes silbaban, susurraban secretosimportantes. Sí, es cierto, señor griego. Mantenga esa serpiente de cascabel un pocomás cerca de su oído. Tiene algo que decirte.

Atenea es fácil de detectar en las antiguas estatuas y pinturas griegas. Ella casi siemprelleva el mismo atuendo. Su casco está decorado con carneros, caballos, grifos,esfinges, y tiene un gran penacho de tipo Mohawk de lujo en la parte superior.Normalmente lleva su escudo y su lanza, y lleva un vestido del estilo espartano sinmangas con una capa mágica llamada Aegis sobre los hombros. Según las leyendas, elmanto está forrado en piel de serpiente y es cubierto con la cabeza de bronce deMedusa, como una especie de ramillete.

A veces escucharás al Aegis descrito como el escudo de la diosa en lugar de su capa.Supongo que nadie ha mirado lo suficientemente cerca para decir con seguridad cuál

21 “Who” es el sonido que hacen los búhos al ulular, y “who” en inglés significa“¿Quién?”

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afirmación es correcta, ya que con la cabeza de Medusa no...Bueno, el punto eshacerte salir corriendo y gritando.

En muchas historias, Atenea da la Aegis a Zeus como un regalo, por lo que estécnicamente suyo; pero ella lo toma prestado de vez en cuando como, “Oye, papá,¿puedes prestarme la cabeza cortada de Medusa esta noche? Voy a salir con misamigos”. “Bueno, cariño, sólo lo tienes que traer de vuelta a la medianoche, sinpetrificar a nadie”.

Uno de los mayores misterios sobre Atenea es por qué la llaman Palas Atenea.Durante mucho tiempo, pensé que la gente estaba diciendo Palace, como si fuera unhotel en Las Vegas, o tal vez la guarida secreta de Atenea.

Incluso los griegos no podían ponerse de acuerdo sobre por qué su diosa favorita teníael apodo de Palas, pero aquí está la forma en que lo escuché.

Cuando Atenea era una diosa joven, recién salida de la frente de Zeus, su padre laenvió a vivir con las ninfas del Lago de los Tritones en Libia, en la costa del norte deÁfrica.

—Ustedes se van a gustar —prometió Zeus—. Son mujeres guerreras, como tú.¡Puede ser que incluso te enseñen algunos trucos de combate!

—Lo dudo —dijo Atenea—. ¿Por qué me estás enviando lejos?

Zeus trató de sonreír, lo cual no fue fácil, ya que su frente todavía le dolía. —Mira, mipequeña guerrera-pastelito…

— ¡No me llames así!

—Has estado atrapada dentro de mis entrañas toda tu vida —dijo Zeus—. Esto te darála oportunidad de aprender acerca del mundo. Y les dará tiempo a los Olímpicos paraacostumbrarse a la idea de que estés en el consejo de dioses. Honestamente, eres unpoco intimidante para ellos. Eres inteligente y poderosa.

Atenea estaba halagada, por lo que accedió pasar algún tiempo en África.

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A ella le encantó allí, tal como Zeus había predicho. Las ninfas del Lago de losTritones eran excelentes luchadores y atletas, tal vez porque vivían en un ambiente tanduro. Atenea aprendió todo tipo de técnicas súper-secretas de combate de ninfa ninja.

Las ninfas pensaban que Atenea era la mejor cosa desde la ambrosía en rodajas.

Su mejor amiga era Palas, la única ninfa que ocasionalmente podría superar a Ateneaen el combate cuerpo a cuerpo. Compartían el mismo gusto por la armadura y lasarmas.

Tenían el mismo sentido del humor. Pensaban tan parecidos que podían terminar lasfrases de la otra. En muy poco tiempo, se convirtieron en mejores amigas.

Entonces, un día, Atenea y Palas estaban entrenando en la orilla del lago cuando aZeus se le ocurrió mirar hacia abajo para ver cómo le estaba yendo a Atenea.

Zeus se sorprendió. Atenea y Palas luchaban con tal velocidad e intensidad, que Zeusno podía creer que fuera un combate simulado. ¡Atenea parecía que estaba a punto deser asesinada! (Y, sí, sé que ella era inmortal por lo que no podía en realidad serasesinada, pero Zeus era un padre sobreprotector. En el calor del momento, se leolvidó.)

Palas metió la jabalina en el pecho de Atenea y Zeus reaccionó de forma exagerada.Apareció en el cielo detrás de Atenea y levantó el Aegis (que él mantenía en esemomento) por lo que Palas no pudo dejar de verlo.

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El busto de bronce de Medusa sorprendió a la ninfa. Atenea golpeó un lado de jabalinade su amiga y contraatacó, apuñalando con su lanza a la derecha en el intestino dePalas.

Normalmente, Palas no hubiera tenido problemas esquivándolo. Atenea esperó quePalas se moviera.

Pero esta vez, Palas fue demasiado lenta. La lanza de Atenea fue directamente a travésdel estómago de la ninfa y por el otro lado. Palas se desplomó en el suelo.

Las ninfas son criaturas mágicas. Pueden vivir mucho tiempo y resisten mucho, tal vezincluso a la vista de Medusa, pero no son inmortales. Si empalas una ninfa con unalanza, ella morirá.

Palas murió.

Atenea cayó de rodillas, sollozando en estado de shock y de horror. Ella acunó elcuerpo sin vida de su pobre amiga y miró a Zeus, aún flotando en el aire con el Aegis.

— ¡PAPÁ! —gritó Atenea—. ¿POR QUÉ?

Mirando los tormentosos ojos grises de su hija, Zeus se sintió casi tan asustado comolo había estado cuando se había enfrentado al gigante Tifón.

—Yo pensé... No fue mi intención... Vaya.

Él desapareció y huyó de vuelta al Olimpo.

Atenea se sentía miserable en su dolor. El cuerpo de su amiga se disolvió de nuevo enlas aguas del Lago de los Tritones, en la forma en que las ninfas de agua lo hacen,pero Atenea decidió honrar a Palas con un monumento sagrado. La diosa construyóuna réplica de madera de Palas y la pintó con tanta habilidad que parecía casi real.Entonces, Atenea cortó una pequeña sección de la capa Aegis (que, siendo un diosgrande, era bastante grande) y la puso sobre los hombros de la réplica de Palas.

La estatua se convirtió en un artefacto importante. Con el tiempo terminó en la ciudadde Troya, donde se encontraba en un santuario especial llamado el Palladium, quesignifica el lugar de Palas. Las mujeres podían ir allí y reclamar el santuario de

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Atenea. Nadie permitiría hacerles daño. A los hombres, por otra parte, ni siquiera seles permitía mirar la estatua. El castigo por hacerlo era la muerte.

La estatua de Palas se parecía tanto a Atenea que la gente comenzó a llamarlo elPalas/Atenea. Entonces, la gente se confundió y empezó a llamar a la diosa PalasAtenea.

Atenea estaba bien con eso. En cierto modo, tomando el nombre de su amiga, la diosaguardaba viva la memoria de Palas.

Así que no dudes en llamarla Palas Atenea, pero no le preguntes si puedes reservaruna habitación en el Palace Atenea. Te puedo decir por experiencia personal, que nocree que eso sea gracioso.

Ahora que lo pienso, ella... Atenea no tiene un gran sentido del humor en general.

La forma en que trató a Aracne, ¿por ejemplo? Muy duro.

Aracne comenzó su vida con ninguna ventaja en absoluto. Ella vivía en un reinollamado Lydia, que estaba en el país que ahora llamamos Turquía. No era nadaespecial, una especie de Dakota del Sur de la Antigua Grecia. (Lo sentimos, Dakotadel Sur.) Los padres de Aracne eran tintoreros de lana de clase baja, lo que significabaque pasaban todo el día revolviendo rollos de tela en baldes con un vapor púrpuraapestoso, una especie de sopa. Algo equivalente a voltear hamburguesas en elMcDonald’s.

Murieron cuando Aracne era joven, dejándola sin amigos, familia o dinero. Sinembargo, Aracne se convirtió en la chica más famosa en el reino debido a purahabilidad. Podía tejer como nadie.

Yo sé, estás pensando, “Wow. Tejer. Dakota del Sur está empezando a sonarinteresante”.

Pero, amigo, intenta tejer. ¡Es difícil! Quiero decir ¿alguna vez has mirado en la telade una camisa de cerca? La próxima vez que estés en una conferencia de química,aburrido, échale un vistazo.

La tela está hecha de millones de hilos que van arriba y abajo, adelante y atrás.

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Alguien tenía que llevar el material, como la lana o el algodón o lo que sea, cepillarloa cabo para que todas las fibras fueran en la misma dirección; a continuación, girar ygirar en esos pequeños hilos. Entonces tienen que alinear un trillón de hilos decostado, todos paralelos entre sí como cuerdas de guitarra, y tejer los hilos hacia arribay hacia abajo en ellos.

Claro, ahora tenemos máquinas que hacen eso. Pero imagínate, de vuelta en el tiempo,haciendo todo a mano. Cada centímetro cuadrado de tela llevó horas y horas parahacerse. La mayoría de las personas sólo podían permitirse una camisa y un par depantalones, porque eran muy difíciles de hacer. ¿Cortinas o sábanas? ¡Olvídate de eso!

Y eso si sólo lo hacías de un color, como el blanco. ¿Qué si querías un patrón?Entonces tendrías que planificar cómo se enroscaría la tela para teñirlo a color y queeste llegara a todos aquellos lugares en el lugar exacto, como un enormerompecabezas. Con mi ADHD22, nunca podría hacer eso.

El tejido era la única manera de conseguir cosas hechas de tela. A no ser que quisierascorrer desnudo todo el tiempo, era mejor que te encontraras una buena tejedora.

Aracne hizo que pareciera fácil. Podía hacer una camisa hawaiana con imágenes deflores y ranas y cocos tejidos en la tela, y ella podía hacerlo en unos cinco minutos.Podía hacer cortinas con hilos de plata y azul de modo que cuando el tejido crujiera,pareciera que las nubes reales se movían a través de un cielo azul. Su parte favorita erahacer tapices —que eran grandes obras de arte de tela que se pueden colgar en lasparedes. Eran sólo como decoración, y eran tan difíciles para la mayoría de lostejedores que nadie más que los reyes y los jugadores profesionales de baloncestopodían pagarlos, pero Aracne los hacía por diversión y los repartía a los invitados enlas fiestas.

Eso la hizo popular y muy famosa.

Muy pronto, la gente local se estaba reuniendo en la cabaña de Aracne todos los díaspara ver su trabajo. Incluso las ninfas salieron de sus bosques y sus arroyos para mirarboquiabiertos su tejido, porque sus tapices eran aún más hermosos que la naturaleza.

22 ADHD: Síndrome de déficit de atención.

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Las manos de Aracne parecían volar. Cogía un mechón de lana, lo hilaba en el hilo, loteñía de cualquier color que quería, y lo ataba en el marco de su telar en menos de unsegundo. Cuando ella tenía toda una fila de hilos que subían y bajaban, ponía otro hilode lado a una larga pieza de madera llamado lanzadera, que era algo así como unaaguja de coser gigante. Deslizaba la lanzadera de ida y vuelta tan rápido como unapelota en una cancha de juego, tejiendo los hilos juntos en un sólido pedazo de paño, ycomo ella había planeado sus colores tan perfectamente, una imagen aparecía en latela como por arte de magia.

Lanzadera, lanzadera, lanzadera, lanzadera: ¡Wham!

De repente, mirabas una escena del océano tejido en tela, tan realista que las olasparecían romper en la playa. El agua brillaba en azul y verde hilo metálico. Laspersonas tejidas en la orilla eran hechas a mano tan cuidadosamente que se podíandistinguir las expresiones en sus rostros. Si sostenías una lupa sobre las dunas dearena, se podía distinguir cada grano individual de arena. Aracne básicamente habíainventado la alta definición en el tejido.

Una de las ninfas se quedó sin aliento.

—Aracne, ¡son increíbles!

—Gracias. — Aracne se permitió una sonrisa de suficiencia mientras se preparabapara tejer su próxima obra maestra.

— ¡La propia Atenea debe haberle enseñado a tejer! —dijo la ninfa.

Ahora, este fue un gran cumplido. Aracne debería haber sólo asentido con la cabeza,darle las gracias, y dejarla ir. Pero Aracne estaba demasiado orgullosa de su propiotrabajo. No tenía ningún uso para los dioses. ¿Qué habían hecho por ella? Aracne sehabía construido a sí misma de la nada. Sus padres habían muerto y dejado sin uncentavo. Nunca había tenido un poco de buena suerte.

— ¿Atenea? —resopló Aracne—. Aprendí sola a tejer.

La multitud se arrastró nerviosamente.

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—Pero, sin duda —dijo un hombre—, usted debe agradecer a Atenea por su talento,ya que la diosa inventó el tejido. Sin ella…

— ¡No hay tapiz para usted! —Aracne golpeó al hombre en la cara con una bola deestambre—. El tejido es lo mío. Si Atenea es tan grande, que venga aquí a probar sushabilidades contra las mías. Vamos a ver quién consigue enseñarlo.

Pueden adivinar lo que pasó. Atenea se enteró de este desafío. Cuando eres una diosa,no puedes dejar que alguien te rete de esa manera.

Al día siguiente, Atenea descendió a la tierra, pero en lugar de entrar con lanzasardiendo, ella decidió visitar a Aracne en modo oculto y comprobar las cosas. Atenease cuidó de esa manera. Le gustaba tener sus cosas claras, y ella creía en dar a la genteuna segunda oportunidad. Después de todo, ella había matado accidentalmente a supropia mejor amiga Palas. Sabía que los errores ocurrían.

Tomó la forma de una anciana débil y cojeando llegó a la cabaña de Aracne,uniéndose a la multitud que se había reunido para ver al a tejedora hacer sus cosas.

La mortal era buena. No había duda de ello. Aracne tejió escenas de montañas ycascadas, ciudades brillantes en el calor de la tarde, animales que merodeaban en losbosques y monstruos marinos tan terribles que parecían a punto de saltar fuera de latela para el ataque.

Aracne produjo los tapices con una velocidad inhumana, arrojándolas a la multitudcomo premios, disparando desde su cañón de camiseta, haciendo a todos losespectadores felices con valiosos regalos de despedida.

La chica no parecía codiciosa. Ella sólo quería compartir su trabajo con el mundo.

Atenea respetaba eso. Esta mortal, Aracne, no procedía de una familia rica o ido a unaescuela de lujo. No tenía ventajas, y había hecho algo de sí misma por su habilidad.Atenea decidió darle a Aracne el beneficio de la duda.

La diosa se abrió paso entre la multitud y comenzó a hablar a Aracne mientras la joventrabajaba.

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—Sabes, querida — dijo la vieja señora Atenea—. Puedo ser vieja, pero he ganadoalgo de sabiduría con mi edad. ¿Aceptarías un consejo?

Aracne sólo gruñó. Estaba ocupada con su tejido y no quería ninguna palabra desabiduría, pero no dijo nada.

—Eres muy talentosa —continuó Atenea—. No hay absolutamente nada de malo enganar elogios de los demás seres humanos. ¡Te lo has ganado! Pero espero que hayasdado a la diosa Atenea el crédito adecuado por tu talento. Ella inventó el tejido,después de todo, y otorga el talento a los mortales como usted.

Aracne detuvo su tejido y miró a la anciana.

—Nadie me ha concedido nada, abuela. Tal vez sus ojos estén malos, pero mire estetapiz. Yo lo hice. ¡No necesito agradecerle a alguien más por mi trabajo duro!

Atenea trató de mantener la calma.

—Eres orgullosa. Veo eso. Y con razón, pero estás deshonrando a la diosa. Si yo fueratú, le pediría perdón ahora mismo. Estoy segura de que te lo concederá. Ella esmisericordiosa con todos…

— ¡Piérdete, abuela! —espetó Aracne—. Guárdese su consejo para sus hijas ehijastras. Yo no lo necesito. Si usted ama tanto a Atenea, ¡dígale que venga abuscarme y veremos quién posee el arte de tejer!

Eso fue todo.

El disfraz de Atenea se quemó en una explosión de luz. La diosa se puso delante de lamultitud, su escudo y su lanza reluciente.

—Atenea ha llegado —dijo—. Y acepta tu reto.

Consejo rápido: Si eres un mortal y una diosa aparece justo al lado tuyo, y quieressobrevivir los próximos minutos, lo correcto es inclinarse y rogar.

La multitud hizo eso exactamente, pero Aracne tenía agallas. Por supuesto, ella estabaaterrada por dentro. Su rostro se puso pálido, y luego se puso rojo, luego palideció de

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nuevo. Pero se las arregló para ponerse de pie y mirar a la Diosa. ——Está bien.¡Vamos a ver lo que tienes, vieja!

— ¡Oooooh! —dijo a la multitud.

— ¿Lo que tengo? —replicó Atenea—. ¿La niña de Lydia va a enseñarme a tejer?¡Cuando acabe, esta gente va a usar tus tapices como papel higiénico!

— ¡Qué ataque! —dijo la multitud.

— ¿Oh, sí? —se burló Aracne—. Debe haber estado muy oscuro en la cabeza de tupadre si crees que puedes tejer mejor que yo. Zeus se tragó probablemente a tu mamápara evitar que nacieras y le avergonzaras.

— ¡Oh Dios mío! —gritó la multitud.

— ¿Ah, sí? — gruñó Atenea—. Bueno, tu madre... — La Diosa respiró profundo—.¿Sabes qué? Ya es suficiente de hablar basura. Es hora de tejer. Un tapiz cada una. Laganadora se lleva los derechos de fanfarronear.

—Uh-huh. —Aracne puso los puños en las caderas. — ¿Y quién decide el ganador?¿Tú?

—Sí —dijo Atenea simplemente—. Por el río Estigio, te prometo un juicio justo. Amenos que quisieras que estos mortales decidan entre nosotras.

Aracne miró a los aterrorizados mortales y se dio cuenta que estaba en una situacióndesesperada. Obviamente, los mortales decidirían por Atenea no importa lo bueno queel tejido de Aracne fuera. No querrían ser convertidos en cenizas o en jabalíes porenojar a la diosa. Aracne no creyó por un momento que Atenea sería justa, pero tal vezlos dioses realmente tenían que mantener sus promesas si juraban por el río Estigio.

Aracne decidió que no tenía otra opción, por lo que bien podría salir con estilo.

— ¡Que comience, Atenea! ¿Quieres que te preste mi telar, o necesita un especial conruedas de entrenamiento?

Atenea apretó los dientes.

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—Tengo mi propio telar. Gracias.

La diosa chasqueó los dedos. Un telar brillante apareció justo al lado de Aracne. LaDiosa y la mortal ambas se sentaron y comenzaron a trabajar furiosamente.

La multitud coreaba,

— ¡Tejer! ¡TEJER! —Y elevaban sus puños en el aire.

Los lidios deberían haber vendido la publicidad y conseguido patrocinadorescorporativos porque tuvo que haber sido el tejido de mayor audiencia en la antiguahistoria de la televisión griega.

Al final resultó que la charla basura de Atenea y Aracne continuó —pero en ellenguaje de tapices. Atenea tejió una escena de los dioses en toda su gloria, sentadosen la sala del consejo del monte Olimpo, como diciendo: Somos los mejores. No temolestes con el resto. Representado los templos de la Acrópolis de Atenas paramostrar a los mortales cómo sabiamente debían honrar a los dioses.

Luego, por si acaso, Atenea tejió pequeños avisos en la tela. Si lo mirabas de cerca, sepodían ver a todos los diferentes mortales famosos que se habían atrevido acompararse con los dioses y se habían convertido en animales o habían sido aplanadosen un atropello.

Mientras tanto, Aracne tejió una historia diferente. Ella representó todo lo ridículo ylas cosas horribles que los dioses habían hecho a lo largo de la historia. Mostró a Zeusconvertido en toro para secuestrar a la princesa Europa. A Poseidón como sementalpersiguiendo a Deméter como una yegua blanca, y luego a la pobre Medusa, una chicainocente cortejada por Poseidón que fue convertida por Atenea en un monstruohorrible. Ella hizo que los Dioses parecieran estúpidos, malos, infantiles, y no buenospara los mortales... y siento decirlo, tenía un montón de material para elegir.

Cuando terminaron los tapices, la multitud estaba en absoluto silencio, porque ambosestaban increíbles. El de Atenea era majestuoso e impresionante y te hacía sentir elpoder de los dioses del Olimpo. La crítica de Aracne sobre los dioses fue la másmordaz jamás creada, y daba ganas de reír y llorar y enojarse, todo al mismo tiempo,pero aun así era hermosa.

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Atenea miró hacia atrás y adelante entre los tapices, tratando de juzgar cuál era mejor.

Algunas historias te dirán que Atenea ganó el concurso, pero eso no es cierto. Dehecho, Atenea se vio obligada a admitir que los dos tapices eran exactamente igualesen calidad.

—Es un empate —dijo ella a regañadientes—. Tu habilidad, tu técnica, tu uso decolores... Aunque lo quiera, no puedo encontrarle ninguna falta.

Aracne intentó ponerse de pie en alto, pero el trabajo había tomado algo de ella. Susmanos le dolían. Su espalda estaba dolorida y se inclinó por el esfuerzo.

— ¿Y ahora qué, entonces? ¿Una revancha? A menos que tengas miedo...

Atenea finalmente perdió los estribos. Tomó su telar de madera —de un largo de unautobús—como un bate de béisbol cuadrado. — ¡Ahora, te limpiaré a golpes la capade basura que tienes por insultar a los Dioses!

¡PELEA! ¡PELEA! ¡PELEA!

La Diosa golpeó a Aracne en la cabeza mientras la tejedora mortal se escabullíaalrededor, tratando de ocultarse. Al principio, la gente estaba horrorizada. Así quehicieron lo que los humanos hacen a menudo cuando están asustados y nerviosos yotra persona está recibiendo una paliza...comenzaron a reírse y a burlarse de Aracne.

— ¡Atrápala, Atenea! —gritó uno.

—Sí, ¿quién es el jefe, ahora, niña? —dijo otro.

Los mismos mortales que había mirado con asombro la obra de Aracne y habíanestado alrededor de su choza por días con la esperanza de tener tapices gratis, ahora sehabían vuelto contra ella, llamándola nombres y burlándose mientras Atenea lagolpeaba.

¿Cruel? Ya lo creo. Pero si me lo preguntas, esa revoltosa pintó un cuadro de los sereshumanos que es tan cierta y tan mordaz como el tapiz de Aracne acerca de los Dioses.

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Finalmente, la cólera de Atenea se calmó. Se volvió y vio a todos los mortales que sereían y que señalaban a Aracne y Atenea se dio cuenta de que tal vez había idodemasiado lejos con el castigo.

— ¡Basta! —gritó la diosa a la multitud—. ¿Se vuelven contra uno de los suyos tanrápidamente? ¡Al menos Aracne tenía algo de talento! ¿Qué les hace a ustedesespeciales?

Mientras Atenea estaba ocupada masticando a la multitud, Aracne se retorcía a suspies. Cada parte de su cuerpo estaba herido, pero la mayor parte del daño fue a suorgullo. Tejer era su única alegría, y Atenea le había quitado eso. Aracne nunca seríacapaz de disfrutar de su trabajo de nuevo. La gente del pueblo a la que había intentadotan duro complacer se había vuelto contra ella también. Sus ojos ardían de vergüenza,odio y autocompasión.

Corrió al telar y recogió una fila gruesa de hilos, suficientes para formar una cuerdaimprovisada. Se ató una soga y la puso alrededor de su cuello, luego la tiró del otroextremo de la cuerda por encima de la viga encima de ella.

En el momento en que Atenea y la multitud se dieron cuenta, Aracne colgaba deltecho, tratando de suicidarse.

—Niña tonta —dijo Atenea. Se llenó de piedad, pero también odiaba el suicidio. Eraun acto de cobardía—. No voy a dejarte morir. Vas a vivir, y tejer para siempre.

Convirtió a Aracne en una araña, y desde entonces, Aracne y sus hijos no han dejadode tejer telarañas. Las arañas odian a Atenea y Atenea los odia de vuelta. Pero lasarañas también odian a los seres humanos, porque Aracne nunca olvidó su vergüenzay su enojo por haber sido ridiculizada.

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¿Cuál es la moraleja de la historia? Los antiguos narradores sermonearán: “No tecompares con los dioses, porque no puedes ser tan bueno”.

Pero eso no es cierto. Aracne era así de buena.

Quizás la lección es: “Saber cuándo alardear y cuándo mantener la boca cerrada”. O:“A veces la vida no es justa, incluso si eres tan talentoso como Atenea”. O tal vez:“No regalar tapices”.

Voy a dejar que ustedes decidan.

Atenea rompió los tapices de ese concurso, tan hermosos como eran.

Porque, sinceramente, creo que nadie salió de ese encuentro muy bien parado.

Podrías tener la idea de que Atenea... bueno, ¿cómo decirlo delicadamente? Ellapodría haber sido la diosa de la sabiduría, pero no siempre escogía la opción másinteligente.

Por un lado, era consciente de sí misma. Por ejemplo, la forma en que se inventó laflauta. Ella estaba caminando en el bosque cerca de Atenas un día cuando oyó un nidode serpientes silbando, y pensó, “Huh, un montón de cosas tubulares largas que hacenruido”. Y así nada más ella tuvo la idea de un nuevo instrumento musical. Ahuecó unacaña, hizo algunos agujeros en ella, sopló en un extremo y la hermosa música salió. Alprincipio estaba muy orgullosa de su flauta. Ni siquiera era la diosa de la música yaquí había inventado un nuevo sonido fresco. Ella llevó su flauta al Olimpo, ansiosapor mostrársela a los otros dioses, pero tan pronto como empezó a tocar, las otrasdiosas comenzaron a reírse y a susurrarse entre sí.

Atenea se detuvo a media canción.

— ¿Qué es tan gracioso?

—Nada —dijo Afrodita, la diosa del amor.

—La música es preciosa, querida —dijo Hera, tratando de no reírse.

Ahora, honestamente, las otras diosas estaban intimidadas por Atenea, porque era taninteligente y fuerte. Naturalmente, se burlaban de ella a sus espaldas y trataban de

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sacarla del club. A Atenea no le gustaban las otras diosas. Pensaba que la mayor partede ellas eran tontas y superficiales. Pero también quería encajar, y eso la hacíavolverse loca cuando que se burlaban de ella.

— ¿Por qué se ríen? —exigió saber Atenea.

—Bueno... — Deméter reprimió una sonrisa. —Es sólo que cuando tocas la flauta, tusojos se cierran y tus mejillas se inflan, y haces esta forma divertida con la boca.

—Así... —Afrodita le mostró, haciendo su mejor imitación de la cara de Ateneatocando la flauta, que parecía algo así como un pato estreñido.

Los dioses y diosas rompieron a reír. Atenea huyó en la humillación. Pensarías, siendola diosa de la sabiduría, que ella sería capaz de reírse de ello y no dejar que semetieran bajo su piel; pero se sentía tan amargada que arrojó la flauta lejos, dejándolacaer a la tierra.

Ella incluso emitió una maldición.

—Quien se atreva tocar esa cosa otra vez —murmuró para a sí misma—, ¡que leacontezca la peor fortuna!

Eventualmente, la flauta sería recogida, pero eso es una historia para después....

Después de eso, Atenea se hizo aún más consciente de sus miradas. Como diosaguerrera, ya había decidido que nunca se casaría. No quería que ningún hombre dijeraque era su amo, y no tenía tiempo para esa tontería sin sentido del amor del queAfrodita siempre estaba chismeando.

Debido a esto, Atenea era muy sensible acerca de su privacidad. Una noche elladecidió ir a una piscina23 en el centro de Grecia, sólo para relajarse. Se bañó desnuda,y mientras estaba lavándose en la cascada, disfrutando de la paz y la tranquilidad, oyóun gimoteo, como un sonido asfixiado. Miró a la orilla del río y vio a este viejo mortalmirándola con la mandíbula abierta colgando y los ojos tan grandes como dracmas24.

Atenea gritó.

23 Piscina natural, como una terma.24 Moneda griega antigua.

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El tipo gritó.

Atenea le echó agua en los ojos y gritó:

— ¡Ceguera!

Al instante, el hombre perdió la vista para siempre. Sus ojos se volvieron de colorblanco puro. Se tambaleó hacia atrás, tropezó con un árbol, y se cayó sobre su trasero.

— ¡Señorita! —se lamentó—. ¡Yo…yo lo siento! No quise…

— ¿Quién eres tú? —exigió saber Atenea.

El pobre hombre explicó que su nombre era Tiresias. Él acababa de salir a dar unpaseo desde la ciudad más cercana, Tebas. No tenía idea que Atenea estaba allí, y losentía realmente.

La cólera de Atenea se enfrió, porque obviamente el hombre estaba diciendo laverdad.

—Debes permanecer ciego —dijo—, porque ningún hombre puede verme desnuda sinser castigado.

Tirésias trago saliva.

—Um... bien.

—Sin embargo —continuó Atenea—, ya que esto fue un accidente, le compenso laceguera y le doy otros regalos.

—Como... ¿otro par de ojos? —preguntó Tiresias.

Atenea consiguió esbozar una sonrisa.

—Más o menos. A partir de ahora, serás capaz de entender el lenguaje de los pájaros.Te daré un palo, y con la ayuda de los pájaros, serás capaz de caminar casi como situvieras visión.

No estoy seguro de cómo funcionaba, exactamente. Habría estado preocupado de quelas aves me jugaran bromas, como decirme, “Un poco más lejos”. “Gira a la

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izquierda”. “¡Ahora, corre!” Y que me lanzaran por un acantilado, o darme de cabezacontra una pared de ladrillos. Pero al parecer el arreglo funcionó bien para Tiresias, ylos pájaros se encargaron de él. También muestra cómo Atenea podía calmarse ymoderar sus castigos.

La única cosa que no podía soportar, sin embargo, eran chicos coqueteando con ella.Lo qué nos lleva a la historia de ella y Hefesto. Vale, respiren profundo, porque lascosas están a punto de ponerse raras.

Hefesto era el dios herrero lisiado. Hablaré sobre él más tarde.

En este momento, todo lo que necesitas saber es que desde que él ayudó a salir aAtenea de la frente de Zeus, Hefesto había estado enamorado de ella. Esto teníasentido, porque los dos estaban en la artesanía y las herramientas. Ambos eranpensadores profundos y disfrutaban de la solución de problemas mecánicos.

El problema era que Atenea odiaba el romance y ni siquiera quería tomarse de la manocon un hombre, mucho menos casarse con uno. Incluso si Hefesto hubiera sido guapo,lo habría rechazado. Pero Hefesto era definitivamente feo: Un diez en la escalaindustrial de fealdas con Extra Asquerosidad.

Trató a su manera de coquetear con ella, como, “Hey, nena, ¿quieres ver mi colecciónde martillos?” Y cosas por el estilo.

Atenea se alejaba de él, pero Hefesto cojeaba detrás de ella. Ella no quería gritar ycorrer, porque no era una chica mortal indefensa, o una de esas tontas diosas "princesarosa" que se desmayaban y agitaban sus pestañas o lo que sea. ¡Ella era la diosa de laguerra!

Ella seguía alejándose de Hefesto, tratándolo mal para que la dejara en paz.

Por último, el pobre hombre terminaba sudando y jadeando como un loco, porque noera fácil para él moverse así con sus piernas lisiadas.

Se arrojó sobre Atenea, envolviendo sus brazos alrededor de su cintura.

—Por favor —rogó—. ¡Tú eres la mujer perfecta para mí!

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Hundió la cara en su falda, sollozó, sorbió parte de su piadoso sudor y sus mocoscayeron sobre su pierna desnuda, donde la falda dejaba un espacio, y Atenea se sentíacomo, "¡Qué asco!"

Pateó lejos a Hefesto y cogió la pieza más cercana de tela que pudo encontrar —talvez un pañuelo o una servilleta o algo así. Se limpió la humedad piadosa de su piernay tiró la pieza de paño fuera del Olimpo, donde ondeó lentamente hacia la tierra.

Entonces escapó.

Eso debería haber sido el final de la historia, pero algo raro pasó con ese pedazo detela. Contenía la esencia tanto de Atenea como de Hefesto, y de alguna manera,cuando golpeó la tierra, se convirtió en un niño mortal.

Incluso en el Olimpo, Atenea oyó el llanto del bebé. Ella trató de ignorarlo, pero parasu sorpresa, el instinto maternal se agitó dentro de ella. Voló hacia la tierra y tomó alniño. Ella entendía cómo había nacido, y aunque todo estaba siendo totalmenteasqueroso para ella, no podía culpar al niño.

—Supongo que técnicamente eres mi hijo —decidió—, a pesar de que sigo siendo unadiosa virgen. Te voy a reclamar como mío, y nombrar Erikthonius.

(Ella tiene la oportunidad de nombrar a un niño, ¿y eso es lo que escoge? No mepreguntes).

—Si voy a criarte —continuó—, debería primero hacerte inmortal. Sé cómo se hace…

Consiguió un cofre de madera y puso al bebé en el interior. Luego creó una serpientemágica y la puso allí también. (Por cierto, esto realmente no es algo que debieraintentarse en casa). El bebé Erikthonius durmió contento con la serpiente enroscadaalrededor de él.

—Unos días en esa caja —dijo Atenea—, y la serpiente va a mejorar sus cualidadesdivinas. ¡Va a dejar de ser mortal y se convertirá en uno de los dioses!

Cerró el cofre y se lo llevó a la Acrópolis de Atenas, que era, por supuesto, su lugarmás sagrado. Le dio la caja a las hijas de Cécrope, el primer rey de Atenas.

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— ¡No abran esta caja! —advirtió a las princesas—. Tiene que permanecer cerrada, ocosas malas van a suceder.

Las princesas lo prometieron, pero después de sólo una noche, les dio curiosidad. Erabastante seguro que hubieran escuchado a un bebé allí —arrullos y gorjeos—, ytuvieran miedo de que el chico estuviera en problemas.

— ¿Qué clase de diosa pone a un bebé en una caja? —uno de ellos murmuró—. Mejornos aseguramos.

Las princesas abrieron la caja y vieron la serpiente enroscada alrededor del bebé. Noestoy seguro de por qué ellos se asustaron tanto. Tal vez vieron la luz divina allí oalgo, pero las chicas se volvieron locas. Dejaron caer la caja y corrieron directamentehacia los acantilados de la Acrópolis, cayendo hacia sus muertes.

En cuanto al bebé, estaba bien, pero el hechizo se rompió antes de que pudiera serinmortal. La serpiente se deslizó lejos y Atenea llegó a la cuna del niño. Ella estabaloca de rabia, pero como no podía regañar a las princesas, ya que estaban muertas yeso, se vengó contra su padre, el rey Kekrops. Una vez Erikthonius creció, echó aKekrops y asumió su papel como rey de Atenas. Es por eso que a los reyes ateniensesles gustaba decir que eran descendientes de Hefesto y Atenea, a pesar de que Ateneaera una virgen eterna.

Así que no me digas que Atenea no puede tener hijos, porque no es lo que dice lahistoria de todos modos. Además, estoy saliendo con una de las hijas de Atenea, yestoy bastante seguro de que ella no surgió de un pañuelo sucio.

Hmm. En realidad, nunca le he preguntado.

Nah, olvídalo. No quiero saber.

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Tienes que amar a Afrodita

o, en serio. Es una orden. Mira, Afrodita tenía un cinturón mágico que podíahacer que cualquier persona se enamorara de ella con solo verlo. Si la veías yella quería que la amaras, lo harías.

Yo, soy afortunado. La he visto, pero supongo que no estaba interesada en ganar mialabanza o lo que sea. Así que sigo odiando sus entrañas.

Algunos de ustedes están pensando: “¡Dios Mío! ¡Es tan hermosa! ¿Por qué laodias?”

Claramente, no han conocido a la dama.

Ella fue problemas desde el momento en que se arrastró fuera del mar. Y quiero decirque literalmente se arrastró fuera del mar.

N

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Afrodita no tenía padres. Tiempo atrás cuando Cronos lanzó los pedazos picados deUrano al mar, la sangre inmortal del dios del Cielo se mezcló con el agua salada yformó una mancha espumosa que se solidificó en una diosa.

En otras palabras, Afrodita nació a raíz del primer asesinato. Lo cual te dice algo sobresu verdadera esencia.

Después de flotar a la deriva a través del Mediterráneo por un tiempo, buscando unbuen lugar para arribar a la costa, finalmente se decidió por la isla de Chipre. Eso fueun alivio para los peces y delfines, porque la diosa desnuda flotante con su auraresplandeciente estaba comenzando a enloquecerlos.

Afrodita se levantó del océano y caminó a través de la playa. Flores crecían a sus pies.Pájaros se reunían en las ramas cercanas a cantar dulces canciones. Pequeñosconejitos, ardillas, hurones y otros animales jugueteaban a su alrededor. Era como unacaricatura de Disney.

Describir a Afrodita es difícil, ya que fue la mujer más hermosa en la creación. Esopodría significar diferentes cosas para diferentes personas. ¿Rubia, morena o pelirroja?¿Tez blanca u oscura? ¿Ojos azules, verdes o marrones? Escoge lo que quieras. Soloimagina a la mujer más hermosa que puedas imaginar, y así es como luciría. Suapariencia podía cambiar a voluntad para atraer a cada persona que posaba la miradaen ella.

Ese día, las tres Horas, las diosas de las estaciones, asistieron a su junta en Chipre,quizás planificando cuáles productos conseguirían colocar en el pasillo “estacional”del supermercado. No estoy seguro.

Vieron a Afrodita caminando hacia ellas y se olvidaron por completo de todo lodemás.

—Oh, guau, ¡eres hermosa! —dijo Verano.

— ¿Lo soy? —preguntó Afrodita, aunque ya lo sabía. Solo quería escucharlas decirlo.

— ¡Deslumbrante! —dijo Primavera—. Deberíamos llevarte a conocer a los dioses delOlimpo.

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— ¿Hay otros dioses? —Afrodita estaba asombrada—. Soy la diosa del Amor y laBelleza. ¿Para qué necesitarías a otros dioses?

Otoño y Primavera intercambiaron una mirada cautelosa.

—Uh… un montón de cosas —dijo Otoño—, pero deberíamos vestirte antes dellevarte al Olimpo. ¿No tienes frío?

—No —dijo Afrodita—. ¿Por qué me cubriría a mí misma?

Otoño quiso gritar: ¡Porque eres desquiciadamente hermosa y estás haciendo que elresto de nosotras se sienta mal!

En su lugar dijo:

—Si apareces así, volverás locos de deseo a los dioses. Quiero decir… literalmente sevolverán locos.

—Oh —Afrodita puso mala cara—. Pero no traje nada para usar.

Las Horas se hicieron cargo de eso. Convocaron algunas ropas mágicas y tuvieron undesfile de modas. Primavera ofreció a Afrodita un traje de Conejo de Pascua. Otoñopensó que Afrodita luciría bien como una bruja de Halloween. Esos planes fueronvetados. Finalmente, Verano fabricó un bello vestido de gasa blanco. Las Horascolocaron una delicada corona de oro en la cabeza de Afrodita, colgaron pendientes deoro en sus orejas y cubrieron con un collar de oro la base de su garganta.

Afrodita lucía aún más sorprendente con ropa, lo cual Otoño encontró exasperante;pero las Diosas de las Estaciones forzaron una sonrisa.

— ¡Perfecto! Vamos a llevarte al Olimpo.

A estas alturas probablemente sabes suficiente sobre los Dioses del Olimpo paraimaginar lo que pasó cuando Afrodita apareció.

Las mujeres estaban inmediatamente como: La odio.

Los chicos se caían sobre sí mismos, tropezando con sus lenguas y tratando de nobabear.

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—Será mi honor casarme contigo —dijo Apolo, Dios de la Poesía y la Arquería.

—No, ¡mi honor! —ladró Ares, Dios de la Guerra.

— ¡Mi honor! —gritó Poseidón.

—Ya estás casado —espetó Zeus—. Será mi honor.

— ¡Ya estás casado! —protestó Hera—. ¡Conmigo!

— ¡Maldición! —dijo Zeus— Er, quiero decir, por supuesto, querida.

Los dioses discutieron y se empujaron unos a otros, y ofrecieron a Afrodita variosregalos por su mano en matrimonio. Poseidón convenientemente olvidó a su esposaAnfítrite y prometió a la diosa del amor todos los mariscos que pudiera comer, ungrupo de caballos y un conjunto a juego de tridentes suyos para ella.

Apolo compuso algunos malos haikus en su honor y prometió darle a Afroditalecciones gratis de arquería.

Ares se ofreció a llevarla en un romántico paseo en carruaje sobre los cuerposaplastados de sus rivales.

Las otras diosas llegaron a disgustarse. Comenzaron a gritar a los hombres quemaduraran y pararan de actuar como tontos.

Todo el Consejo Olímpico estaba al borde de una guerra civil. Mientras tanto, Afroditasolo estaba allí parada batiendo sus pestañas, como: ¿Todo esto por alguien como yo?Pero por dentro estaba amándolo.

Finalmente, Hera dio un paso atrás, respiró hondo y se dio cuenta de que su familiadivina estaba a punto de separarse. Siendo la diosa de la vida familiar, no podíapermitir eso, aunque la mitad del tiempo quisiera estrangular a los otros dioses ellamisma.

Miró hacia la esquina más lejana del salón del trono, donde un dios no estabaparticipando en la discusión. Él se sentó en las sombras, tranquilo y abatido, sabiendoque no tenía oportunidad de competir por Afrodita.

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Hera sonrió. Tenía una idea, y puedo decirte por experiencia propia que cuando Heratiene una idea, debes huir tan rápido como sea posible.

Levantó los brazos y gritó:

— ¡Silencio!

Los dioses estaban muy sobresaltados, pararon de pelear.

—Tengo una solución —dijo Hera—. Como la diosa del matrimonio, soy laresponsable de buscar el mejor esposo para nuestra nueva querida amiga Afrodita.Estoy seguro que mi esposo, el señor Zeus, apoyará mi decisión… con la fuerza, si esnecesario.

— ¿Lo haré? —dijo Zeus—. Quiero decir… sí querida, ¡por supuesto que lo haré!

—Bueno, ¿entonces? —preguntó Ares—. Y debo decir, madre, que hoy luceshermosa. ¿Quién se casará con Afrodita?

—Mi hijo… —comenzó Hera.

Ares sonrió con alegría.

Luego Hera apuntó hacia el lado opuesto del salón.

—Hefesto, el dios de la herrería.

Hefesto estaba tan sorprendido que se cayó de su trono, sus muletas traquetearon porel suelo.

Mientras se esforzaba por levantarse, Ares explotó.

— ¡¿Qué?! ¿Cómo puede ése casarse con esto?

Gesticuló hacia la radiante Afrodita, quien estaba contemplando con horror al dios dela herrería, con sus piernas retorcidas, su cara deforme, sus overoles manchados y losrestos de varias comidas en los rizos de su barba.

—Son perfectos juntos —dijo Hera—. ¡Una hermosa mujer necesita un esposotrabajador, franco y sensato para que la mantenga con los pies en la tierra!

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Estoy bastante seguro que es la primera ocasión en que la frase mantener los pies en latierra se ha utilizado alguna vez para referirse a un castigo.

—Además —continuó Hera—, Afrodita debe casarse en seguida, o la pelea por ellanunca terminará. No podemos permitir que el Consejo de los Dioses esté en caos poruna mujer. ¿Podemos, Señor Zeus?

— ¿Hmm? —Zeus estaba distraído, examinando los adorables brazos de Afrodita—.¡Oh! No, en efecto, mi querida. Tienes toda la razón.

Atenea estaba parada, sus ojos grises brillando con diversión cruel.

—Creo que es una gran idea. Después de todo soy la diosa de la sabiduría.

— ¡Sí! —intervino Deméter—. Afrodita merece un buen esposo como Hefesto.

Los dioses masculinos dejaron de quejarse. Todos querían casarse con Afrodita perotenían que admitir que Hera estaba en lo correcto. Si algún dios decente se casara conella, los otros chicos nunca dejarían de luchar y sentirse ofendidos por eso. Pero siAfrodita se casaba con Hefesto… bueno, era una hazmerreír. No podrían estar celososde él.

También, si Afrodita era atrapada en un matrimonio infeliz, eso desplegaba todo tipode posibilidades para convertirse en su novio secreto.

—Entonces, está decidido —dijo Zeus—. Hefesto, ¡ven aquí!

El dios de la herrería se tambaleó a lo largo. Su cara del color de los Cheetos Picantes.

—Hefesto, ¿tomas a esta mujer, etc.? —preguntó Zeus.

Hefesto aclaró su garganta.

—Mi señora Afrodita, sé que no soy, um, muy apuesto…

Afrodita no respondió. Estaba muy ocupada intentando parecer hermosa y sublevadaal mismo tiempo, lo cual no era fácil.

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—No soy un gran bailarín —los apoyos de metal de la pierna de Hefesto crujieron—.No soy ocurrente o encantador. Y no huelo muy bien. Pero prometo ser un esposoamoroso. Soy muy útil en arreglar las cosas alrededor de casa, y si alguna veznecesitas una llave de tuercas o una lijadora eléctrica…

—Urgh —dijo Afrodita, tragando su náusea.

—Bueno, ¡eso fue suficiente para mí! —dijo Zeus—. Ahora los declaro marido ymujer.

Así que Afrodita se casó con Hefesto y la relación romántica de las celebridadesAfrofesto dominó por completo las noticias sensacionalistas olímpicas como por unoscien años.

¿Vivieron felices para siempre?

JAJAJAJAJA. No.

Afrodita se mantuvo alejada de su esposo tanto como fue posible. Nunca tuvieronniños. Afrodita tuvo un montón de hijos… sólo que no con Hefesto. Inmediatamentedespués de casarse, comenzó una aventura con Ares, el dios de la guerra, que seconvirtió en el secreto peor guardado en el Monte Olimpo.

Cuando no estaba ocupada escondiéndose detrás de la espalda de su marido, Afroditapasaba el tiempo haciendo miserables a todos los dioses y mortales, uh, quiero decir,¡ayudándoles a descubrir las alegrías del amor!

Afrodita tomó su lugar entre los Olímpicos como la Diosa de la belleza, placer,persuasión, telenovelas, novelas románticas calientes y (por supuesto) amor. Cuandotenía que viajar, montaba un carruaje dorado tirado por una bandada de palomasnevadas, aunque algunas veces cuando los dioses iban a la guerra, Afrodita viajabacon su novio Ares en su carruaje de guerra y hasta tomaba las riendas mientras élestaba ocupado matando gente.

Tuvo un montón de asistentes llamados erotes, dioses alados miniatura del amor. Sulíder era Eros, hijo de Afrodita, quien fue el dios de la atracción física y asesino asueldo de ésta. Cada vez que ella quería que alguien se enamorara locamente, enviabaa Eros a disparar a los pobres idiotas con su flecha mágica. Más adelante, Eros llegó a

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ser conocido como Cupido. Todavía aparece en esas cursis exhibiciones del Día deSan Valentín. Puede sonar tonto, pero si Afrodita lo envía detrás de ti, no es ningunabroma. Puede hacer que te enamores de cualquiera.

Si le gustas a Afrodita, podría hacer que te enamoraras de alguien atractivo yagradable. Si está molesta, podría hacer que te enamoraras de la persona más repulsivaque conoces, o de un caniche de juguete, o un poste de teléfono.

El truco favorito de Afrodita era hacer que alguien se enamorara de una persona queno correspondía su amor. Creía que era lo más divertido de todos los tiempos. Sialguna vez has tenido algún flechazo con alguien que no se fija en ti, es culpa deAfrodita. Supongo que la diosa imaginó que de esa manera, más personas le rezarían,como: Oh, por favor, ¡deja que él/ella se fije en mí! Te ofrendaré una bonita caja dechocolate, ¡lo prometo!

En realidad, no tienen chocolates en la Antigua Grecia, pero Afrodita era aficionada alas manzanas. Era su fruta sagrada, quizás porque era bonita y dulce, al igual que ella.(Inserta sonido de risas aquí.)

Tenía docenas de plantas, animales y cosas sagradas, algunas de las cuales teníansentido, algunas no mucho. La rosa era una de sus flores, es por ello que todavía lausamos como regalo romántico. También le gustaban los narcisos, y… espera esto…la lechuga. Sí. Esa fibra alimenticia increíblemente romántica era considerada porAfrodita un ingrediente sagrado de la ensalada. Hay una razón para ello, a la quevamos a llegar en un momento. Pero si algún día estás revolviendo una ensalada Césary empiezas a sentirte muy amoroso mientras cortas la lechuga romana, entonces sabráspor qué.

La piedra sagrada de Afrodita era la perla, ya que viene del mar, al igual que ella.

Sus animales favoritos eran el conejo (¡porque tenían montones y montones ymontones de conejitos bebés!) y el ganso, que algunas veces verás en pinturas aAfrodita montando al estilo Amazona.

¿Por qué un ganso? No sé. Debe haber sido un gran ganso.

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Todo lo que sé es que sialguna vez viera a Afrodita montando uno, me echaría a reír acarcajadas. Entonces probablemente me maldijera, y terminaría comprometido con unImpala del 72 o algo así.

Afrodita era una diosa popular porque todos querían amor, pero no siempre se llevababien con los mortales o sus compañeros dioses.

Por ejemplo, una vez estuvo celosa de Atenea porque todos estaban alabando sushabilidades para tejer.

A Afrodita no le gustaba cuando el centro de atención era otra persona, dejándolafuera a ella.

—Oh, la tejeduría no es nada —dijo Afrodita—. Podría hacer eso si quisiera.

— ¿De verdad? —sonrió Atenea—, ¿te interesa desafiarme?.

¿Nunca escuchaste sobre la gran competencia de tejido entre Atenea y Afrodita? Esoes porque no fue tan magnífica. Fue un desastre.

La diosa del amor no sabía nada sobre tejido. No era Atenea o incluso Aracne. Nuncahabía hecho algo con sus propias manos, a excepción de problemas.

Mientras Atenea tejió un hermoso tapiz, Afrodita se las arregló para envolverse a símisma en el hilo, con su pie atado a la silla y su cabeza atrapada en el telar.

—De todos modos, ¡no me gusta tejer! —resopló mientras su esposo Hefesto cortabasu atadura.

Desde entonces, Afrodita intentó no criticar a las otras diosas. De hecho, incluso lasayudó algunas veces.

¿Mencioné su cinturón mágico? A veces es llamado una faja, porque lo llevaba bajo suvestido, así los chicos no se darían cuenta que estaban siendo embrujados. Pero no erauna faja como uno de esos mantos de tela y metal que exprimen la grasa. El cinturónde Afrodita era una delicada faja bordada con escenas de cortejo, romance y bellaspersonas haciendo hermosas cosas. (Obviamente, Afrodita no lo bordó por sí mismaporque sino hubiese parecido un proyecto del jardín de infantes.)

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De todos modos, una vez Hera lo pidió prestado, tuvo las agallas, teniendo en cuentaque no se llevaban demasiado bien.

—Oh, querida Afrodita —dijo Hera—. ¿Me harías un gran favor?

Afrodita sonrió hermosamente.

—Por supuesto, ¡mi maravillosa suegra! ¿Después de todo lo que has hecho por mí?¿Cómo podría negarme?

Los ojos de Hera se crisparon.

—Genial. Me gustaría pedir prestado tu cinturón.

Afrodita se inclinó cerca.

— ¿Tienes algo por algún bello humano?

— ¡No! —Hera se ruborizó. Era la diosa del matrimonio. ¡Nunca hizo trampa! Se lasarregló para calmarse—. Quiero decir… no, por supuesto que no. Zeus y yo tuvimosuna discusión. Está siendo imposible, negándose a hablarme o incluso estar en lamisma habitación. Pero si uso tu cinturón…

— ¡Serías irresistible! —acordó Afrodita—. Oh, querida suegra, estoy tan contenta deque hayas venido a mí por ayuda. He estado queriendo ofrecerte algunos consejos debelleza desde hace un tiempo, pero no quería sobrepasar mis límites. Debe ser difícilser una diosa matrona sin lucir… matrona.

Hera rechinó sus dientes.

—Sí, bueno… ¿El cinturón?

Afrodita le prestó a Hera la mágica faja del amor y Hera no tuvo problema para lograrque Zeus hiciera las paces con ella. La forma en que el poeta Homero lo puso,“engañó su cerebro”. Personalmente, no me gusta tener mi cerebro engañado. Pero encaso de que te sientas mal por Zeus, no lo hagas.

De vez en cuando, incluso él acudía a Afrodita por ayuda, pero no era para algohermoso o amoroso.

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¿Recuerdas que en los primeros días de los mortales, el Titán Prometeo les dio a loshombres el fuego? Bueno, incluso después de que Zeus castigó a Prometeoencadenándolo a las rocas y dándole un águila come hígado por compañía, el señor delcielo aún estaba molesto.

Miró a su alrededor a las otras personas por castigar. Entonces decidió.

— ¿Saben qué? Los castigaré a todos. Todos los mortales sufrirán por haber aceptadoel don del fuego. Y encontraré una forma disimulada para hacerlo, así no me van aculpar de sus problemas. Lo arreglaré, por tanto culparán a la familia de Prometeo…¡Eso hará mi venganza aún más dulce!

Resulta que Prometeo tenía un hermano menor, Epimeteo, que no era exactamente elcrayón más afilado en la caja.

Justo antes de que Zeus sacara a Prometeo de Villa Tortura, Prometeo había advertidoa su hermano.

—Epimeteo, permanece alerta. Zeus probablemente intentará castigarte sólo porqueestás relacionado conmigo. ¡No aceptes ningún regalo de los dioses!

— ¿Hombres de nieve? —dijo Epimeteo—. Me gustan los hombres de nieve25.

—Eres irremediable —refunfuñó su hermano—. ¡Sólo ten cuidado! Tengo que irme.Tengo un asunto con una roca y un águila…

Zeus decidió enviar a Epimeteo un regalo explosivo. Si podía engañar a Epimeteo paraque abriera el regalo, un montón de espíritus malignos escaparían y causarían todotipo de problemas a los mortales. Éstos buscarían respuestas con el Oráculo, comosiempre hacían. El Oráculo diría:

—Oh, todo esto es culpa de Epimeteo.

Y Zeus echaría una buena carcajada.

25 Juego de palabras. Prometeo le dice “Stay frosty” (Frosty significa atento) y Epimeteo lo asocia con Frosties, quesignifican “hombres de nieve”.

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El problema era, que Zeus no podía conseguir que Epimeteo aceptara algún regalo.Epimeteo recordaba la advertencia de su hermano y se negaba a tomar paquetes deextraños o dioses. Zeus envió a Hermes a la casa de Epimeteo con dulces. Sin suerte.Hefesto se vistió como un chico de la televisión por cable y ofreció a Epimeteo undecodificador gratis de televisión en alta definición con todos los canales premium dedeportes. Epimeteo le dio la espalda.

Zeus quedó tan exasperado que se quejó con los otros dioses.

—Este chico, Epimeteo. Sólo quiero que acepte un estúpido regalo, lo abra, ¡y desatemiseria y muerte sobre la raza humana! ¿Es mucho pedir? Pero es tan obstinado,¿alguna idea?

Los dioses se movieron incómodos en sus tronos.

Finalmente, dijo Afrodita.

—Señor Zeus, quizá debería probar un enfoque diferente… algo que ningún hombrepueda rechazar.

—Ya intenté con televisión por cable gratis —dijo Zeus—. ¡Con los canalesdeportivos premium!

—No, mi señor —Afrodita pestañeó—. Quiero decir, amor. Quizás Epimeteo necesitauna esposa. Si pudieras colocar una esposa en su hogar, ella podría aceptar el regaloque deseas enviar. Si todo es manejado correctamente…

— ¡Me encanta esa idea! —En realidad, Zeus no había escuchado una palabra de loque había dicho. Estaba muy ocupado contemplándole y pensando: Guau, es muybella. Pero todos los otros dioses estaban asintiendo, así que Zeus imaginó que su plandebía ser bueno.

Con la dirección de Afrodita, los dioses crearon a la mujer perfecta desde cero.Hefesto proporcionó la arcilla y la destreza técnica para construir su cuerpo. Atenea ladotó con inteligencia y curiosidad. Lo más importante, Afrodita le inculcó belleza yencanto para hacerla irresistible.

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La llamaron Pandora, la que se puede traducir libremente como todos los regalos o elpaquete completo. Algunas historias dicen que Pandora es la primera mujer, y de queantes que se presentase, todos los humanos eran hombres. No sé. Eso suena un pocoflojo y aburrido para mí. De todas formas, era un “10” perfecto. Afrodita se aseguró deello. Pandora sería la mejor arma de los dioses para hacer travesuras.

Dejaron a Pandora en el porche delantero de Epimeteo, tocaron el timbre y escaparonriendo. Cuando Epimeteo abrió la puerta, vio a la hermosa mujer sonriéndole.

—Hola, soy Pandora, y te amo —dijo Pandora—. ¿Puedo entrar?

—Sí —dijo Epimeteo.

Olvidó totalmente la advertencia de Prometeo. ¡De ninguna manera podría estahermosa dama ser parte de algún truco!

Epimeteo y Pandora se comprometieron antes de poder decir “Boda estilo Las Vegas”.

Los dioses no fueron invitados a la ceremonia, pero Afrodita dejó un regalo. Comoestaba a nombre de Pandora, Epimeteo no pudo rechazarlo.

Fue un gran Pithos de cerámica, un gran jarrón de almacenamiento, con un corcho enla parte superior y un gran lazo de seda blanca atado alrededor de la manija.

—Oh, cariño, ¡mira! —dijo Pandora—. ¡Es perfecto para guardar nuestro aceite deoliva!

Epimeteo gruñó, todavía desconfiado.

—Yo no lo abriría.

—Tu esposo tiene razón —asintió con seriedad Afrodita—. No, Pandora… el jarrón essolo para contemplar. Nunca lo abras. No querrías conocer lo que está dentro.

Después de que Afrodita se fue, Pandora ardía con curiosidad. No era su culpa, fuecreada para ser curiosa. Todo sobre lo que podía pensar era abrir ese jarrón.

Pandora logró resistir por varios días, pero una mañana, cuando su esposo estabaafuera en el jardín, se sentó en frente del jarrón y lo miró, intentando imaginar qué

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había dentro. ¿Por qué los dioses le enviarían un regalo y luego le dijeran que nunca loabriera? ¡Eso estaba mal!

—Tengo que ver qué hay dentro —murmuró—. Oh, ¡esto será impresionante!

Ella quitó el corcho.

No era impresionante.

Zeus lo había llenado con muchísimos espíritus malvados. Salieron y se esparcieronpor todo el mundo, causando miseria, enfermedad, pie de atleta, hambre, mal aliento ymuerte a la raza humana. De pronto, un humano era mil veces peor de lo que era antes,y nunca había sido fácil. Los humanos probablemente se habrían matado a sí mismosde la desesperación, saltando de acantilados como locas princesas atenienses, pero unespíritu bueno permaneció en el jarrón, tal vez porque Zeus tuvo un cierto sentido devergüenza. Elpis, el espíritu de la esperanza, se quedó con los humanos para que no serindieran por completo. Siempre podrían creer que las cosas estarían mejor.

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Si alguna vez te has preguntado por qué los humanos sufren mucho, es debido a eseestúpido jarrón. Momento en el cual debemos decir: “¡Así se hace, Pandora!¡Muchísimas gracias!”

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De vuelta en los viejos tiempos, los escritores (quienes eran todos chicos) dirían:“¿Ves? ¡Esta historia te demuestra que las mujeres son alborotadoras! ¡Todo esto es suculpa!”

Epimeteo y Pandora. Adán y Eva. Ese juego de la culpa ha estado ocurriendo pormucho tiempo.

Pero no estoy seguro de por qué estamos criticando a Pandora por ser entrometida, ono seguir órdenes, o lo que sea. Fue hecha para abrir ese jarrón… por los dioses.

Mi verdadera pregunta: ¿Qué estaba pensando Afrodita? Si sabía que toda esta cosa dePandora daría a las mujeres una mala reputación para la eternidad, ¿por qué continuócon eso? Yo, creo que simplemente no se preocupó por las consecuencias. Queríahacer a Pandora hermosa. Quería probar que el amor podía triunfar donde los otrosdioses habían fallado, incluso si causaba un desastre global.

¡Así se hace, Afrodita! ¡Muchas gracias!

Para ser justos, sus creaciones no siempre resultaron tan malas.

Una vez Afrodita se apiadó de este escultor llamado Pigmalión, que vivía en Chipre,su isla favorita. Este hombre no estaba interesado en las mujeres locales, porque todaséstas eran toscas y groseras con él. Habían salido con cualquier persona que teníadinero y un buen carruaje. No creían en el verdadero amor. De hecho, muchas de ellasno creían que Afrodita existía, y eso hizo enojar a Pigmalión. Estaba orgulloso de sudiosa “local”, aunque no había encontrado su pareja perfecta todavía. Definitivamentecreía que había alguien perfecto para todo el mundo ahí afuera.

En su tiempo libre, Pigmalión talló una estatua de marfil tamaño real de Afrodita,porque era su ideal de lo que debería ser una mujer.

Hizo una estatua tan hermosa que trajo lágrimas a sus ojos. En lo que se refiere aPigmalión, todas las mujeres lo miraron feo en comparación.

Oh, ¡por qué no puedo encontrar una mujer como ésta! Pensó para sí mismo. Seríatierna, amable, amorosa y maravillosa, al igual que Afrodita.

Supongo que no conocía muy bien la verdadera personalidad de Afrodita.

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Cuando la fiesta de Afrodita se acercó, Pigmalión fue al templo de la diosa y ofrecióuna gran ofrenda de rosas y perlas (y probablemente alguna lechuga).

Estaba muy avergonzado para admitir su deseo real: quería casarse con su chica demarfil. Pero sabía que era estúpido. ¡No puedes casarte con una estatua! En su lugar,rezó:

—Oh, Afrodita, ¡déjame encontrar una mujer tan maravillosa como tú, tan bella comola estatua de marfil en mi taller!

Arriba en el Monte Olimpo, Afrodita escuchó sus plegarias. Dejó escapar un gransuspiro.

—Oh, ¡eso es tan lindo!

Cuando Pigmalión llegó a casa, contempló a su estatua de marfil por un largo tiempo.Poco a poco, desarrolló un incontrolable impulso de besarla.

—Eso es tonto —se reprendió a sí mismo—. Es sólo una estatua.

Pero no pudo evitarlo. Se aseguró de que nadie estaba mirando, luego se levantó haciala estatua de marfil y estampó un gran beso directo en su boca.

Para su sorpresa, sus labios estaban calientes. La besó de nuevo, y cuando retrocedió,su chica de marfil ya no era de marfil. Era un ser vivo, una mujer muy hermosa, esohizo que el corazón de Pigmalión doliera.

—Te amo —dijo ella.

Después de que Pigmalión volvió a estar consciente, pidió la mano de su mujerperfecta. Se casaron, tuvieron algunos niños y vivieron felices para siempre.

Lo extraño, sin embargo, es que las historias ni siquiera nos dicen cuál era el nombrede la chica de marfil. Probablemente Afrodita dijo:

—Oh, ¡eso no importa! Ella luce como yo. Es todo lo que necesitan saber.

Bien.

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Así que Afrodita era una de esos Olímpicos de los “no-puedo-vivir-con-ellos”, “no-puedo-vivir-sin-ellos”. Ayudaba a los dioses y mortales de vez en cuando, perotambién causaba una tonelada de problemas.

En un momento, Zeus se hartó de su intromisión. La culpó por todos los asuntos quehabía tenido con mujeres mortales, lo cual era mucho más fácil que culparse a símismo.

Él se sentó en su trono, refunfuñando para sí mismo:

—Estúpida diosa del amor, ¡metiéndome de nuevo en problemas con mi esposa!Afrodita siempre está haciendo que otras personas se enamoren cuando no esconveniente. Debo hacer que se enamore de un mortal humilde y ver qué tanto legusta.

Esa idea hizo que Zeus se sintiera mucho mejor. Puso un hechizo sobre Afrodita. Nosé cómo. Tal vez echó algo en su néctar, o intentó terapia de choque con su rayo.Cualquiera que sea el caso, hizo que Afrodita se enamorara locamente de un mortalllamado Anquises.

Anquises era guapo, pero sólo un pastor, por lo que Afrodita estaba fuera de su liga.Sin embargo, Afrodita miró hacia abajo desde el Olimpo, un día, vio a este hombretumbado en la hierba, simplemente gélido y viendo a sus ovejas, y la diosa estabacompletamente enamorada.

—Oh, ¡santo yo! —exclamó—. ¡Los pastores son tan calientes! ¿Por qué no me dicuenta antes? Tengo que reunirme con el pastor, como sea, en este momento.

Pensó en usar a su hijo Eros como mensajero. Tal vez podría llevarle a Anquises unanota que dijera: “¿TE GUSTA AFRODITA? ___SI ___NO”

Pero decidió no hacerlo. Anquises podría tener demasiado miedo de salir con unadiosa del amor. Incluso peor, si se le aparecía en su verdadera forma, podría asustarloo matarlo accidentalmente. Su pobre corazón podría fallar, o él estallaría en llamas.Eso arruinaría su primera cita.

Decidió disfrazarse de una doncella mortal.

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Tomó un baño caliente, se puso un vestido sedoso, y se roció perfume floral. Volóhacia la tierra y se acercó a Anquises como: La-dee-da, sólo estaba caminando através de un pastizal en mi mejor traje.

Los ojos de Anquises se desorbitaron cuando la vio.

—Guau. Debes ser una diosa. ¿Quién eres? ¿Atenea? ¿Artemisa? ¿Quizás inclusoAfrodita?

La diosa se sonrojó. Estaba contenta de ser reconocida, pero no se atrevía a admitirque era ella.

—No, tonto. Sólo soy una increíblemente hermosa doncella mortal. Pasé a dar unpaseo y… oh, ¡guao! ¿Eres Anquises? ¡He oído acerca de ti!

Anquises parpadeó.

— ¿Lo has hecho?

— ¡Totalmente! Soy una gran fan. ¡Deberíamos casarnos!

Anquises debió haberse imaginado que algo estaba pasando. Normalmente no habíachicas increíbles caminando hacia él y proponiéndosele. Pero se sentía solo, y suspadres estaban siempre regañándole para que se casara. ¡Imagina qué pensarían sillevaba a casa a esta dama!

—Bueno, ¡seguro! —dijo—. Te voy a presentar a mis padres. Viven justo ahí.

Una cosa llevó a la otra. Anquises se casó con la misteriosa dama mortal, y tuvieronuna luna de miel maravillosa.

Entonces, una mañana Afrodita despertó, y el hechizo de amor de Zeus se había roto.Se dio cuenta de lo que había hecho y se sentía muy avergonzada. ¡No se suponía quete toman en matrimonio humildes mortales! Eso fue lo que ella le hizo a otros dioses.

Se vistió a toda prisa, pero Anquises despertó cuando estaba atando sus sandalias. Sedio cuenta de que su nueva novia estaba radiante.

—Uh… ¿cariño? —preguntó—. ¿Estás segura que no eres una diosa?

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—Oh, Anquises —exclamó Afrodita—. ¡Lo siento mucho! Debo haber sidohechizada. De lo contrario nunca me hubiera enamorado de alguien como tú.

—Caramba… gracias.

—No es por ti. ¡Soy yo! No puedo casarme con un mortal. Seguramente entiendes.Pero no te preocupes. Cuando nuestro hijo haya nacido…

— ¿Nuestro hijo?

—Oh, sí —dijo la diosa—. Soy extremadamente fértil. Estoy segura de que estoyembarazada. En cualquier caso, el bebé será un niño. Lo criaré hasta que tenga cincoaños, luego te lo traeré. Se convertirá en un gran príncipe de tu pueblo y te hará muyorgulloso. ¡Sólo prométeme que nunca le dirás a nadie la verdadera identidad de sumadre!

Anquises lo prometió. Él estaba un poco disgustado por ser desechado y se divorció,pero mantuvo el secreto de Afrodita. Cinco años más tarde, su hijo llegó del Olimpo.Se llamaba Eneas y, de hecho, se convirtió en un gran príncipe de la ciudad de Troya.Más tarde, después que Troya cayó, Eneas navegó a Italia y se convirtió en el primerlíder de un nuevo pueblo. Se llamaron los romanos.

En cuanto a Anquises, un día, cuando era más viejo y no tan cuidadoso, estaba defiesta con sus amigos y se le escapó que la madre de Eneas en realidadera Afrodita.

Se corrió la voz. La diosa del amor estaba mortificada. Se quejó con Zeus:

— ¡Esto es todo culpa tuya, para empezar!

Para hacer las cosas bien, Zeus sacó un rayo y estalló a Anquises en cenizas porromper su promesa.

¡Otro final feliz!

¿Crees que Afrodita no prestó atención a hombres mortales después de eso?

Si pensaste que no, estás aprendiendo.

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He aquí una última historia sobre ella, lo que demuestra cómo las propias maldicionesde Afrodita podrían volverse contra ella.

Había una princesa griega llamada Esmirna que se negó a adorar a Afrodita, y la diosase puso tan enojada con ella, que la maldijo con… ¿sabes qué? Es demasiado horribley repugnante. No puedo entrar en ello.

Digamos que Esmirna quedó embarazada, y fue una mala, mala situación. Tan malaque cuando su padre, el rey, se enteró, terminó persiguiéndola a través de los bosquescon una espada y gritando:

— ¡Te voy a matar! ¡Te voy a matar!

Esmirna clamó a los dioses.

— ¡Por favor! ¡No es mi culpa! ¡Sálvenme! ¡Vuélvanme invisible!

Los dioses no hicieron eso, pero la convirtieron en un árbol de mirra. Estoy seguro deque Esmirna estaba muy agradecida.

Nueve meses más tarde, el árbol se abrió, y un pequeño bebé cayó fuera. CuandoAfrodita escuchó el llanto del niño en el bosque, se sintió un poco culpable. Bajó y lorecogió. Era tan lindo, que decidió quedarse con él y criarlo en secreto.

¿Por qué en secreto? Afrodita era del tipo celosa. El chico era adorable. La diosa noquería compartir sus afectos con nadie más. Pero ya que los bebés son un montón detrabajo, y Afrodita tenía un calendario social muy activo, rápidamente se dio cuenta deque no podía quedarse con el bebé todo el tiempo.

Decidió que tenía que confiar en alguien para ser su niñera. Escogió a Perséfone, diosadel inframundo. Esto puede parecer una extraña elección, pero Perséfone vivía enErebo, por lo que nadie en el Olimpo alguna vez tendría que saber sobre el bebé.Perséfone era bastante solitaria. Se alegró de tener un bebé lindo para animarla. YAfrodita pensó que Perséfone no era una amenaza, quiero decir, ¡por favor! ¿Has vistosu cabello? ¿Su atuendo? Afrodita no tenía nada de que estar celosa.

Le puso por nombre Adonis y lo mantuvo en una caja, que sirvió como su cámara deincubación. (Otra historia acerca de un bebé en una caja. No estoy seguro de qué se

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trata, pero de nuevo, no traten de hacer crecer bebés en cajas en casa. No funciona.)Las dos diosas compartieron la custodia, arrastrando al niño de ida y vuelta entre laguarida secreta de Afrodita en Chipre y el palacio de Perséfone en el Inframundo; asífue como Adonis creció, siempre estaba olvidando dónde dejaba su tarea y en cuálcasa estaban sus zapatos de fútbol.

Eventualmente, se convirtió en un hombre joven y guapo.

No, eso es un eufemismo. Adonis creció hasta convertirse en el chico más guapo quejamás haya vivido. ¿Qué aspecto tenía exactamente? No lo sé. No presto atención aotros tipos, lo siento. Imagínate al más genial, más elegante, más impresionante de lalista A de celebridades que te puedas imaginar. Adonis era más caliente que eso.

En algún punto, simultáneamente, Perséfone y Afrodita se dieron cuenta de queAdonis no era un niño. Era un novio potencial. Fue entonces cuando comenzaron losenfrentamientos.

—Es mío —dijo Perséfone—. Lo crié la mayor parte del tiempo.

— ¡De ninguna manera! —dijo Afrodita— ¡Lo encontré en ese árbol! Además, esobvio que le gusto más. ¿No lo crees, pastelito?

Adonis tragó saliva.

—Uh…

No había respuesta correcta. Quiero decir, ¿a quién elegirías? Afrodita era la diosamás bella del mundo, pero, bueno… era Afrodita. Todo el mundo quería estar con ella,y si fueras su novio, cualquier otro tipo en el mundo te odiaría. También, Afrodita noera conocida por su fidelidad.

Perséfone era hermosa a su manera, sobre todo en la primavera, cuando se le permitíavagar por el mundo; pero sus años en el inframundo la habían hecho fría, pálida y dabaun poco de miedo. Rara vez se enamoró de los mortales. Definitivamente amaba aAdonis, pero no estaba seguro de que quería ser su novio si eso significabapermanecer en el oscuro palacio del Erebo, rodeado de fantasmas y mayordomoszombies. Adonis también estaba bastante seguro de que a Hades no le gustaría esadisposición.

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—No-no puedo decidir —dijo Adonis—. Ambas son maravillosas.

Así que las dos diosas llevaron a Adonis hasta el Monte Olimpo y le pidieron a Zeusque resolviera el problema.

Los ojos de Zeus brillaron.

—Eres un tipo con suerte, Adonis.

Adonis no se sentía muy afortunado. Se sentía como el último pedazo de pastel en unafiesta de cumpleaños con una docena de niños hambrientos, pero asintió connerviosismo.

—Sí, señor.

—La solución es simple —dijo Zeus—. ¡Un tiempo compartido!

Afrodita frunció el ceño.

— ¿Puedes hacer eso con un novio?

— ¡Por supuesto! —dijo Zeus—. Adonis pasará un tercio del año contigo, otro terciocon Perséfone, y el último tercio del año por su cuenta, haciendo lo que le plazca. —Zeus dio una palmada en el hombro de Adonis—.Un hombre tiene que tener untiempo para relajarse, lejos de las damas. ¿Estoy en lo cierto, hermano?

—S-supongo… hermano.

La expresión de Zeus se ensombreció.

—No llames al señor del universo hermano. De todas formas, ¡creo que estamosresueltos!

El plan funcionó por un tiempo, pero la cuota de cada año de Perséfone pasó a caerdurante el invierno, por lo que se llevó la peor parte del trato; y a Adonis no le gustabael inframundo. Tuvo que pasar la mayor parte de su tiempo escondido en los armarioso metiéndose bajo la cama de Perséfone siempre que Hades llamaba a su puerta, yaque Hades no sabía nada del novio secreto de Perséfone.

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Finalmente, Afrodita se ganó a Adonis con su persuasión y su encanto. Lo convenciópara pasar su porción libre del año con ella también, por lo que obtuvo los dos terciosy podía mirar a Perséfone con aire de suficiencia y saber quién era la mejor diosa.Durante un tiempo, Afrodita y Adonis hicieron una pareja feliz. Incluso tuvieron unahija, una chica llamada Beroe.

¿Cómo terminó la relación? Mal, por supuesto.

Un día, Adonis estaba cazando en el bosque, lo que le gustaba hacer cuando no estabacon Afrodita. Sus perros captaron el olor de un animal y fueron corriendo por delante.Adonis los siguió con su lanza. En el momento en que los encontró, estaba cansado ysin aliento.

Por desgracia, sus perros habían acorralado a un jabalí, estaba alrededor del animalmás desagradable y más vicioso que te puedas encontrar. Algunas historias dicen queel jabalí fue puesto allí por el dios de la guerra, Ares. Eso tiene sentido, ya que eljabalí era su animal sagrado, y Ares era el novio divino de Afrodita. Otras versionesdicen que Artemisa, la diosa de la caza, puso al jabalí en el camino de Adonis. O talvez era Perséfone, ya que ella se sentía celosa y despechada. Podría haber sidocualquier dios, porque como dije, cuando estás saliendo con Afrodita, todo el mundote odia.

Cualquiera que sea el caso, el jabalí se abalanzó sobre Adonis y lo apuñaló con suscolmillos justo en el lugar más doloroso que puedas imaginar, podría haber sidodivertido, a excepción de que Adonis se desangró y murió.

Un poco más tarde, Afrodita llegó volando en su carruaje potenciado por palomas. Vioel cuerpo sin vida de Adonis y corrió a su lado.

— ¡No! —se lamentó—. Oh, ¡Mi pobre y hermoso hombre! Incluso en la muerte, eresincreíble.

Ella puso su cuerpo en un gran parche de lechuga, por lo que la lechuga se convirtióen su planta sagrada. Los griegos la llamaron “la comida del hombre muerto”.Pensaban que si comías demasiado, te volverías apático e incapaz de experimentar elamor, al igual que Adonis muerto.

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De todos modos, Afrodita roció néctar divino sobre el cuerpo de Adonis, y él sedisolvió en flores de color rojo sangre. Fueron llamadas anémonas, que proviene de lapalabra griega anemoi, que significa los vientos. Cada vez que la brisa las atrapaba, lospétalos rojos se deshojaban con un olor dulce que recordaba a Afrodita la fragancia deAdonis.

Afrodita estuvo triste por su muerte durante casi un día entero. Luego volvió con sunovio divino Ares, el mismo que podría haber sido el responsable.

¿Estaba Afrodita enojada con él? No. Es sólo la forma en que era Ares.

Si quieres conocer al tipo, está en el siguiente capítulo. Pero lleva tu chaleco antibalasy tu rifle de asalto. Ares no toma prisioneros.

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Ares, el macho MÁS macho

res es ese tipo.

Aquel que te roba el dinero del almuerzo, te molesta en el autobús, y tehace un calzón chino en el vestuario. Aquel que rompe los huesos de otrosniños en las ligas de football y se saca una D en todas las clases, pero aunasí sigue siendo popular porque es muy divertido cuando mete de cabeza

en el inodoro a los niños desvalidos.

Si los agresores, mafiosos y matones rezaran a un dios, le rezarían a Ares.

Tan pronto como nació, sus padres supieron que él era malas noticias. Hera y Zeusquerían amarlo, porque era su primer hijo. Pero en vez de ser lindo o decir gogo-gagao incluso llorar pidiendo por mami, el bebé se presentó furioso y sacudiendo suspequeños puños.

Hera difícilmente podía mantenerlo controlado mientras lo sostenía para que Zeus loviera.

A

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—Mi señor —dijo—, su hijo recién nacido.

Zeus se agachó para hacerle cosquillas a la barbilla del bebé. Ares agarró el dedo de supadre con las dos manos y lo retorció. ¡SNAP! El bebé se golpeó el pequeño pecho ygritó:

— ¡RARR!

Zeus examinó su dedo inmortal, que ahora estaba colgando en un ángulo divertido.

—Sabes…tal vez deberíamos conseguirle al chico una niñera.

—Buena idea —dijo Hera.

—Una niñera grande y fuerte. Con mucha paciencia…y un buen seguro médico.

Contrataron auna dama llamada Thero. Debe haber sido una ninfa de la montaña, oalgo así, porque era dura y fuerte y nada le molestaba. Llevó a Ares a la tierra deTracia, un lugar rocoso y áspero al norte de Grecia, lleno de nieve, montañasescarpadas ybelicosas tribus; el lugar perfecto para un bebé dios del combate.

Mientras Ares crecía, nunca lloró por su tetero o su chupete. Rugía por sangre. Atemprana edad, aprendió a tirar piedras a los pájaros y derribarlos del cielo. Lesquitaba las alas a los insectos para practicar sus habilidades de motricidad fina. Se reíay reía mientras aprendía a caminar pisando flores o aplastando pequeños animales.Mientras tanto Thero se sentaba en una roca cercana, leyendo su revista de chismes delOlimpo y gritando.

— ¡Tranquilízate, pequeño delincuente!

Sí, esos fueron días felices.

Finalmente Ares creció y regresó al Monte Olimpo para ocupar su legítimo lugar en elconsejo Olímpico. Por supuesto, se volvió el dios de la guerra (y sólo como unaamistosa advertencia: si le preguntas si es el tipo del videojuego “God Of War” tearrancará el brazo y te dará en la cabeza con éste). También se convirtió en el Dios dela violencia, la sed de sangre, armas, bandidos, saqueo, ciudades pobres y de la buenay antigua diversión familiar.

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Era el dios de la fuerza y el valor masculino también, lo que era un poco gracioso,dado que las pocas veces que en realidad se metió en un combate uno contra uno conotro dios, salió corriendo como un cobarde. Supongo que eso es típico de losbravucones. Ares fue el primero en huir cuando el gigante de la tempestad Tifón llamóa la puerta. En otra ocasión, durante la guerra de Troya, fue apuñalado en el abdomenpor la lanza de un mortal griego. Rugió tan fuerte, que sonó como si fueran diez milhombres. Entonces regresó al Olimpo, llorando y quejándose con Zeus.

— ¡No es justo! ¡No es justo!

Zeus le dijo que se callara.

—Si no fueras mi hijo —el dios del cielo se quejó—, te habría arrancado tu divinidady pateado a la calle años atrás. ¡No eres más que problemas!

Conmovedor como la familia olímpica se llevaba.

A pesar de su ocasional cobardía, Ares era un mal tipo para hacer enojar. Cuando semetía en la batalla, usaba una armadura de oro que ardía con deslumbrante luz. Susojos estaban llenos de llamas, y con su casco de guerra puesto, era demasiadoatemorizante de ver para la mayoría de los mortales, mucho más para luchar. Su armapreferida era su lanza de bronce. Su escudo siempre cubierto de sangre y piel, porqueése era el tipo de hombre amistoso que era.

Cuando no tenía ganas de caminar, Ares montaba una carroza de guerra tirada porcuatro caballos lanza llamas. Sus hijos gemelos, Fobos y Deimos (Miedo y Pánico),eran sus habituales aurigas26, sosteniendo las riendas y divirtiéndose viendo cuántaspersonas podían atropellar: ¡Cincuenta puntos si puedes aplastar esa línea de arqueros!¡Cien puntos si puedes llegar a ese viejo!

Puedes ver por qué el animal sagrado de Ares era el jabalí, el cual puede arrasarcualquier cosa, es casi imposible de matar, y tiene una actitud difícil.

Una de sus aves sagradas era el buitre, ya que se hacía un festín con los cadáveresdespués de una batalla. Su reptil favorito era la serpiente venenosa. En una gran

26 Conductores de las carrozas de las antiguas Grecia y Roma.

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cantidad de imágenes, verás a Ares sosteniendo una, o teniendo una pintada en suescudo.

Ares no tenía una flor sagrada. Imagínate por qué.

Además de su apartamento en el Olimpo, donde le gustaba pasar el rato con su noviaAfrodita, Ares tenía su propia fortaleza en las montañas de Tracia. Fue la primera yúltima cueva del hombre.

El castillo estaba hecho enteramente de hierro, paredes de metal negro, portones demetal, torres oscuras, torretas de defensa y una central con rejas en todas las ventanas.La luz solar apenas se filtraba al interior, como si tuviera miedo de entrar.

Los pasillos y las habitaciones estaban tapadas hasta lo alto con botines de variasguerras, algunos trofeos que Ares había reclamado para sí mismo, algunos que habíansido dados como sacrificios a él por guerreros mortales. Tenía como diez millones deespadas y escudos, suficientes armaduras para dotar a toda la población de India, unmontón de carrozas rotas y equipos de asedio, viejas banderas, lanzas y aljabas deflechas. Si hicieras un programa televisivo sobre acaparadores, quienes también eransupervivencialistas del fin del mundo, el equipo de cámaras querría filmar la fortalezade Ares.

Tenía una gran cantidad de objetos de valor allí. Tan solo su colección de armas debehaber valido millones. Pero la fortaleza estaba custodiada por decenas de diosesguerreros de menor importancia como Travesura, Ira, Amenaza, Frustración y GestosGroseros. Ares también tenía uno de esos carteles en la puerta de entrada que decía:OLVÍDESE DEL PERRO GUARDIÁN. ¡CUIDADO CONEL PROPIETARIO!

Los griegos no adoraban mucho a Ares. Sentían lo mismo que Zeus por él. Ares eraparte de la familia olímpica. Tuvieron que tolerarlo. A veces le tenían miedo. Pero erairritante y molesto, y siempre terminaba con gente muerta.

Claro, hubo excepciones. ¿La ciudad de Esparta? Amaban a Ares. Por supuesto, eranlos machos de Grecia que comían clavos y esteroides para el desayuno, así quesupongo que tenía sentido.

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En el centro de la ciudad tenían una estatua de Ares encadenada, teniendo comocreencia que si mantenían a éste con grillete sno podía abandonarlos, por lo que losespartanos siempre tendrían el coraje y la victoria.

Aun así. ¿Encadenar al Dios de la Guerra? Eso es intenso.

Los espartanos también hacían sacrificios humanos en honor a Ares, así que puedesver por qué se llevaban tan bien con él, aunque los sacrificios cortaron el turismoespartano.

Hasta en Tracia, en las tierras del norte, donde Ares fue criado, los mortales leadoraban en la forma de una espada. Tal vez pintaron una cara sonriente en la cuchillay la llamaban Sr.Ares. No estoy seguro. Pero cuando llegaba el momento de sacrificarovejas, vacas o personas, afilaban la espada sagrada y hacían un gran lío.

¿Otro de los clubes de fans de Ares? El reino de Amazonas. En su cultura, las mujeresestaban a cargo, y esas damas sabían cómo pelear. La primera de ellas era hijasemidiosa de Ares. Él dio a la reina amazona original un cinturón mágico que otorgabasúper asombrosas habilidades para el combate. Las reinas amazonas lo fueron pasandode generación en generación.

Ares siempre vigilaba a las amazonas cuando iban a la guerra. A esas guerreras lesgustaba mucho el papi dios de la guerra, le construyeron un templo en una islacercana, la cual estaba custodiada por algunos de los pájaros sagrados de Ares.Imagina una bandada de seis millones de cuervos, cada uno con plumas como afiladosdardos que podían ser disparadas con la suficiente fuerza para perforar el casco de unbarco. Si… la isla estaba bien resguardada.

Si eso no es suficiente amor para el dios de la guerra, Ares también tenía dos arboledassagradas: una en Grecia central y la otra en una tierra llamada Cólquida, muy al estede las costas del Mar Negro. Cada arboleda era un oscuro bosque de árboles de robledonde podías ir a rezar por la victoria en la batalla; pero tenías que ser valiente, porquecada arboleda estaba custodiada por un dragón.

Estos dos grandes monstruos eran hijos de Ares. ¿Quién era la madre? ¿Cómo un Diostuvo dragones como hijos? No lo sé, pero los dragones definitivamente compartían lapersonalidad ganadora de papá. Atacaban cualquier cosa que se moviera, y amaban

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hacerse un festín con carne humana. Si podías ingeniártelas para conseguir un dientede dragón, los cuales se caían todo el tiempo, como los dientes de tiburón, podríasplantarlo en la tierra y cultivar tú mismo unos spartoi, o esqueletos guerreros.

Aunque, ¡buena suerte consiguiendo los dientes! Los dragones nunca dormían.Escupían veneno. Tenían una excelente audición. Y odiaban cuando los mortalesentraban, buscando recuerdos y sin ni siquiera gastar dinero en la tienda de laArboleda Sagrada.

Eventualmente, ambos dragones fueron asesinados, lo que fue triste para… bueno,casi nadie más que Ares.

La bestia en el centro de Grecia fue tomada en primer lugar. Este tipo llamado Cadmoestaba deambulando por los alrededores, liderando a un montón de colonos parafundar una nueva ciudad. El Oráculo de Delfos le había dicho que siguiera a ciertavaca, y que cuando la vaca cayera por agotamiento, ése sería el mejor lugar paraconstruir su ciudad.

No sé. ¿Seguirías a un tipo que estaba siguiendo a una vaca? Al parecera los fieles deCadmo no les importaba. Se quedaron con éste hasta que su vaca especial cayó, y todoel mundo aplaudió.

— ¡Éste es el lugar! —dijo Cadmo—. ¡Vamos a empezar a construir! Ah, y ¿qué tal simatamos a la vaca y la sacrificamos a los dioses?

En ese momento, la vaca probablemente deseó haber seguido andando, pero,¡demasiado tarde!

Los colonos se pusieron a trabajar. Después de unas horas, Cadmo y sus constructorestuvieron calor y sed.

— ¡Necesito un trago! —dijo uno de los chicos—. ¿Has traído una hielera o algo?

Cadmo frunció el ceño. Sabía que debería haber traído una hielera. Y ellos no habíanvisto una tienda de conveniencias en millas. Recorrió el horizonte hasta que vio unespeso bosque de robles en la distancia.

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—Los árboles necesitan mucha agua —dijo—. Tiene que haber un río o un manantialmás allá —señaló a algunos de sus chicos—. Ustedes cinco entren en esos bosquescon algunos baldes y traigan un poco de agua. Y si ven un KFC27 o algo así, seríabueno también.

Como te puedes imaginar, los bosques eran la arboleda sagrada de Ares.

Está bien, había un manantial. Se adentraba dentro de una cueva justo en medio de laarboleda, alimentando una linda piscina de agua fresca que también acaecía ser ellugar para beber del dragón.

Los cinco hombres se metieron en el bosque con sus baldes.

Encontraron la cueva.

— ¿Qué son todas estas cosas puntiagudas y blancas en el suelo? —preguntó uno deellos.

— ¿Cabezas de flechas? —supuso otro.

—No, lucen como dientes de dragón —dijo un tercero.

Todos se rieron nerviosamente. No hay tal cosa como dragones, ¿verdad?

Entonces el dragón emergió de la cueva y se los comió.

Sólo uno de los hombres escapó, probablemente porque el dragón estaba demasiadolleno como para ir tras él.

El hombre se tambaleó hacia el lugar de trabajo, gritando con horror:

— ¡DRAGÓN! ¡GRANDE! ¡COME GENTE!

Mientras los colonos se reunían alrededor, Cadmo calmó al superviviente lo suficientepara captar la historia completa. Luego agarró su confiable lanza.

—Ningún dragón se va a comer a mis trabajadores.

27 Kentucky Fried Chicken (traducible al español como Pollo frito de Kentucky), más conocido por sus siglas KFC, esuna franquicia de restaurantes de comida rápida especializada en pollo frito.

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Al fondo de la multitud, un sacerdote se aclaró la garganta.

—Um, ¿Señor? Esta arboleda suena muy parecida a un lugar sagrado de Ares. Si mataal dragón del dios de la guerra…

— ¡Debo matarlo! —dijo Cadmo—. La vaca me dijo que construyera una ciudad aquí,y no puedo tener a un dragón viviendo al lado. ¿Niegas la sabiduría de la vaca muerta,viejo?

—Oh…no. No, señor. —El cura decidió callarse.

Cadmo marchó hacia la arboleda con su lanza, y ya que era como un jefe, caminódirecto hacia el dragón (quien de verdad estaba demasiado lleno como para ofreceruna buena pelea) y condujo su lanza directamente a su cabeza.

Instantáneamente, una luz brilló junto a Cadmo, y la diosa Atenea apareció.

— ¡Bien hecho, Cadmo! —dijo la diosa—. ¡Has matado el dragón de Ares!

Cadmo parpadeó.

— ¿Así que… no estoy en problemas?

— ¡Oh, estás en terribles problemas! —dijo Atenea alegremente—. Algún día Arestendrá su venganza. Pero por ahora tú estás bajo mi protección. Necesito que fundesuna gran ciudad llamada Tebas.

— ¿En el lugar donde la vaca cayó? Porque el oráculo fue bastante específico.

—Sí, sí, está bien. Pero primero lo primero. Necesitarás unos buenos combatientespara defender tu nueva ciudad. Toma los dientes de este dragón y siémbralos en latierra como semillas. Riégalos con un poco de sangre y, ¡observa lo que sucede!

Atenea desapareció.

Cadmo no estaba seguro de si debía robar la dentadura del dragón, especialmente si yaestaba en la lista negra de Ares, pero hizo lo que Atenea ordenó. Cuando acabó desembrar los dientes, un grupo de esqueletos guerreros de súper élite surgió del suelo, yéstos se convirtieron en los primeros soldados en el nuevo ejército de Tebas.

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Cadmo construyó su ciudad. Por un tiempo, todo fue completamente satisfactorio. Losdioses incluso le concedieron una diosa menor como esposa, Harmonía, quien era unahija de Afrodita y Ares. Harmonía se volvió mortal para compartir su vida con Cadmo,lo que era un honor bastante grande.

Ares no estaba complacido. Primero este tipo, Cadmo, mata a su dragón. Luego losotros dioses están como: “Oh, no, ¡no puedes matarlo! ¡Cadmo está destinado a fundaruna ciudad importante!”.

¡Como si Tebas fuera importante! ¡Por favor! ¿Qué clase de nombre es Tebas? No estan genial como Esparta. Además, ya había una ciudad llamada Tebas en Egipto, asíque tener una en Grecia iba a confundir a la gente.

Luego, encima de todo lo demás, los otros dioses decretaron que el imbécil matadragones se casaría con la hija de Ares. Para nada gracioso.

Por el bien de su hija, Ares trató de mantener la calma; pero odiaba a su yerno.Finalmente, un día divisó a Cadmo en su sagrada arboleda, observando el lugar dondehabía matado al dragón años atrás.

Por alguna razón, esto retorció a Ares.

El dios de la guerra apareció frente a él.

— ¿Qué estas mirando, renegado? ¿El lugar donde mataste a mi dragón? ¿Odias a losreptiles? Bueno, ¿adivina qué? ¡Tú eres uno!

¡ZAS! Ares convirtió a Cadmo en una serpiente.

Desafortunadamente, la reina Harmonía había estado justo caminando para ver a suesposo. Vio lo que sucedió y gritó:

— ¡Padre!, ¿qué has hecho?

— ¡Se lo merecía! —gruñó Ares.

— ¡Lo amo! ¡Conviértelo!

—Oh, ¿lo eliges a él por sobre mí? ¿Así es cómo es? ¡Quizás te gustaría unírtele!

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¡BLAM! Convirtió a su propia hija en una serpiente, y el rey y la reina de Tebas sedeslizaron hacia lo lejos.

Así fue como Ares obtuvo su venganza. Pero cuando las serpientes Cadmo yHarmonía murieron, Zeus envió sus almas a los Campos Elíseos para que pudieranvivir juntos en paz y felicidad eterna. (Sólo no se lo digas a Ares. Él probablementeiría allí y los sometería de nuevo).

En cuanto a la otra arboleda sagrada de Ares, la que estaba en Cólquida, las cosassucedieron algo diferentes allí. El rey era un hombre llamado Eetes28 (Hasta dondepuedo entender, se pronuncia como: “Como Camisetas” en inglés29). Su gran salto a lafama fue cuando el vellocino de oro, aquella alfombra de piel de carnero con la queestoy relacionado, terminó en su reino, lo que hizo al lugar inmune a lasenfermedades, invasiones, desplomes de la bolsa, visitas de Justin Bieber, ybásicamente cualquier otro desastre natural.

Eetes no era un hijo de Ares, pero sí uno de sus grandes adoradores. Se saldría de susestándares para empezar guerras y matar tanta gente como fuera posible, sólo paraobtener puntos extras en el programa de recompensas de Ares. Muy pronto el reyEetes había conseguido todo tipo de botín.

Ares envió a su segundo hijo dragón a proteger el vellocino de oro, que colgaba en unárbol de roble en la arboleda sagrada. El dragón sólo era amistoso con Eetes, lo quepermitía al rey juntar sus dientes. Entonces Eetes iría a los especiales Campos de Aresy plantaría los dientes para hacerse con un nuevo grupo de esqueletos guerreroscuando fuese necesario. Pero él no tenía un viejo tractor John Deere. Ares le dio al reyuna aradora tirada por unos bueyes metálicos lanza llamas. Y para mantener al rey asalvo del fuego, Ares le dio una armadura a prueba de fuego, a prueba de balas, aprueba de todo, que había ganado durante la guerra con los gigantes. (La cual es todaotra historia).

28 Aeetes en el original.29 Originalmente “I Eat Tees”. Es un juego de palabras entre “Aeetes” y “I Eat Tees”, que significa “Como Camisetas”.

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Como si los bueyes de metal, los esqueletos guerreros y el dragón no fueran suficienteseguridad, Eetes también construyó un muro alrededor de toda el área para que nadiepudiera acercarse al campo o a la arboleda. Teniendo en cuenta que su reino deCólquida estaba más o menos en el final del mundo conocido, las posibilidades de quecualquiera llegara a robar su vellocino de oro eran muy escasas.

Por supuesto, alguien llegó a robarle el vellocino de oro. El nombre del tipo era Jason.Pero esa también es una larga historia para otro momento. Por ahora, vamos a dejar aEetes en Cólquida, todo él con aire satisfecho, confiado y adorando a Ares; pensando,“Sí, soy genial”.

Pero incluso el dios de la guerra no podía salirse con matar gente todo el tiempo. Aveces Ares tenía que explicarse ante los demás dioses. De hecho, fue el acusado en elprimer y único juicio por asesinato divino, el episodio piloto para la Ley y el Orden:Olimpo.

Sucedió así: Había un idiota hijo semidiós de Poseidón llamado Halirrotio. Yo no voya reclamar al tipo como a un hermano. Sólo su nombre debería decirte que no era nadabueno. Suena como alguna enfermedad de garganta. Creo que sólo lo llamaré Hal.

De todos modos, Hal vivía en Atenas. Se enamoró de esta hermosa princesa ateniensellamada Alcipe, quien resultó ser la hija de Ares; pero Alcipe no quería tener nada conél. ¿Un hijo de Poseidón? ¡Qué asco!

Hal no se rendiría. Seguía a Alcipe a todas partes, la acosaba en Facebook, saboteabasus citas, y básicamente actuaba como un cretino.

Entonces, una noche Hal arrinconó a Alcipe en un callejón. Cuando ella trato deescaparse, la arrojó al suelo. Ella comenzó a gritar y patalear:

— ¡Ayuda!

Finalmente pensó en decir:

— ¡Padre!¡Ares!

Eso hizo el truco.

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Ares se manifestó en carne y hueso, y tiró al joven hombre lejos de Alcipe.

— ¿Te metes con mi hija? —Ares gritó tan fuerte, que hacia chatas las mejillas delchico por la fuerza de su voz.

— ¡Lo siento, señor! —dijo Hal—. ¡Me rindo! ¡No me lastime!

—Oh, no voy a lastimarte —prometió Ares—. ¡TE MATARÉ!

El dios de la guerra sacó un cuchillo y convirtió a Hal en un queso suizo de semidiós.Arrojó bruscamente al joven al suelo y pateó su cuerpo sin vida un par de veces paraasegurarse.

La escena tan horrible fue noticia durante semanas. Todos los comentaristas mortalesse preguntaban: “¿La violencia divina contra los mortales se ha ido demasiado lejos?”,y básicamente dieron al monte Olimpo un montón de mala prensa.

Poseidón exigió que Ares enfrentara un juicio por asesinato, ya que Hal era su hijo.

Ares explotó.

— ¡Fue en defensa propia!

Poseidón resopló.

— ¿Defensa propia? El muchacho se entregó a ti.Entonces lo apuñalaste seiscientasveces y le pisaste el rostro. ¿Cómo es eso defensa propia?

— ¡Estaba defendiendo a mi hija, ballena barbuda! ¡Tu hijo bandido estaba tratandode violarla!

Poseidón y Ares se arremangaron las camisas para pelear, lo que hubiera sido dulce,porque mi padre hubiera superado totalmente a ese idiota, pero Zeus los detuvo.

— ¡Suficiente! —espetó—. Tendremos un juicio, como se lo requirió. Yo seré el juez.Los otros dioses serán los jurados.

Tuvieron un juicio contra Ares en una colina en Atenas. Zeus hizo un gran alborotosobre llamar testigos y examinar las evidencias. No estoy seguro qué habría pasado si

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Ares hubiera sido condenado. Quizás Zeus lo arrojaría al Tártaro, o lo sentenciaría amiles de años de servicio comunitario, recogiendo basura al costado de la carretera.Pero al final, los dioses decidieron que Ares era inocente. Claro, se sobrepasó un poco,manejando al cuerpo de Hal de esa manera, pero el tipo había estado sometiendo a lahija de Ares. Eso no estaba bien. ¡Sólo los dioses podían salirse con cosas así!

La colina donde mantuvieron el juicio todavía está allí. Si alguna vez estás en Atenas,búscala. Es llamada el Areópago, la colina de Ares, y en tiempos ancestrales losatenienses construyeron un tribunal de justicia en la cima para todos sus juicios porasesinato. Supongo que pensaron que si el lugar era suficientemente bueno para juzgara Ares, era lo suficientemente bueno para los psicópatas mortales, asesinos con hachaso lo que sea.

Yo, concuerdo con que Ares tenía el derecho de defender a su hija, pero aun así,pienso que Poseidón debería haberlo molido a golpes, sólo porque hubiera sido algoimpresionante de ver.

Una historia más sobre el dios de la guerra, porque quiero terminar con algo que lohaga ver como un completo perdedor. (Lo cual, sinceramente, no es difícil de hacer.)

Una vez, estos dos hermanos gigantes llamados Oto y Efialtes decidieron que iban adestruir a los dioses. ¿Por qué? Probablemente Gaia, la Madre Tierra, les dio la idea, otal vez sólo estaban aburridos. Los hermanos gemelos eran llamados los Alóadas, quesignifica los Trituradores. No sé si tenían trajes a juego de luchador, o qué.

Como la mayoría de los gigantes, eran… bueno, gigantes. Comenzaron desgarrandomontañas y apilándolas una encima de otra, tratando de hacer una torre de asalto desdela cual podrían destruir el Olimpo con bloques de piedra, de la misma manera en queZeus destruyó el monte Otris allá en los viejos tiempos.

Los dioses miraron hacia abajo desde su palacio y vieron a estos dos gigantes apilandomontañas, acercándose cada vez más, y Zeus dijo:

—Alguien debe detenerlos.

—Sí —estuvo de acuerdo Hera.

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Nadie se ofreció. Esto fue poco después del fiasco con el gigante de la tempestadTifón, y todos los dioses estaban todavía un poco en shock. La idea de luchar contrados masivos gigantes no era muy atractiva.

Finalmente, Hera dijo:

—Ares, eres el dios de la guerra. Tú deberías ir a luchar con ellos.

— ¿Yo? —La voz de Ares salió chillona—. Quiero decir… obviamente, podríadestruirlos si quisiera. Pero, ¿por qué yo? Atenea es una diosa de la guerra. ¡Envíala aella!

—Ah, pero soy sabia —dijo Atenea—. Lo suficientemente sabia para hacer que tú lohagas.

Ares maldijo, pero no podía discutir con su lógica. Se puso su armadura, saltó en sucarruaje y se fue rodando por el lateral del monte Olimpo, gritando y blandiendo sulanza.

Los gigantes no estaban impresionados. Habían estado esperando un ataque. Dehecho, habían traído algunas cadenas súper fuertes sólo por esta ocasión y tendieronuna trampa, colocándolas a lo largo del suelo justo en el camino de la carroza,cubriéndolas con ramas, grava y esas cosas.

Mientras Ares avanzaba, los gigantes saltaron a cada lado, tiraron de los extremos dela cadena, e hicieron una línea de tropiezo que sus caballos no podían evitar.

¡ZAS!

Los caballos salieron volando. El carruaje explotó en mil pedazos. Ares no estabausando cinturón de seguridad, por lo que voló a unos cien metros, se estrelló contra elsuelo, y se habría roto el cuello de ser mortal. Aún estaba aturdido, los gigantes loataron con sus enormes cadenas y lo arrastraron lejos.

—Oh, que malo —señaló Atenea, mirando hacia abajo desde el Monte Olimpo—.Están secuestrando a Ares.

—Guao, eso es una pena —Poseidón bostezó.

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—Deberíamos ayudar —dijo Hera, pero incluso ella sonaba poco entusiasmada.

Antes de que los dioses pudieran decidir qué hacer, los Alóadas desaparecieron en lamontaña. Llevaron a Ares a una cueva lejana y lo metieron en un gran jarrón debronce, donde se asfixió y sofocó durante trece meses.

Ares trató de romper las cadenas, pero eran demasiado fuertes para él. Gritó y chilló yamenazó, pero se volvía más débil cada vez, sin néctar para beber o ambrosía paracomer, él solo gemía en la jarra y rogaba para que le dejaran salir.

Zeus no podía molestarse en poner en marcha una misión de rescate.

Los Alóadas seguían enviando peticiones de rescate. — ¡Abre tus puertas odestruiremos a tu hijo! ¡No, de verdad! ¡Lo decimos en serio! Bien, ¿qué tal un millónde dracmas de oro? En serio, ¡le haremos daño! ¡Vamos, chicos! ¡Tenemos a su hijoen un jarrón! ¿No lo quieren de vuelta?

Los gigantes no consiguieron ninguna respuesta desde el Monte Olimpo.Ares podríahaberse marchitado a nada, lo que estaría bien por mí; pero los gemelos gigantestenían una madrastra llamada Eriboea, que era de buen corazón y se apiadó de Ares. Otal vez sólo estaba cansada de oírle gemir en el jarrón.

Una noche, se deslizó fuera de la cueva y encontró al dios mensajero Hermes.

—Oye —dijo ella—. Puedo mostrarte dónde está Ares. Puedes entrar y rescatarlo.

Hermes arrugó la nariz.

— ¿Tengo que hacerlo?

—Bueno… si no lo haces, mis hijastros van a cansarse de intentar hacer que lorescaten —dijo Eriboea—. Entonces van a terminar su torre de asedio montañosa ydestruirán el Olimpo.

Hermes suspiró.

—Oh, está bien.

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Así que Hermes se coló en la cueva y rescató a Ares. Volaron de regreso al monteOlimpo, donde la vista de la forma pálida y enfermiza de Ares hizo a los otros diosesenojarse y avergonzarse. Ellos odiaban a Ares, pero nadie debe permitir que se trate deesa manera a un Olímpico.

Los dioses se reunieron y, finalmente, lograron destruir a los gemelos Alóadas.

En cuanto a Ares, volvió a su peso de pelea y fingió que el incidente nunca ocurrió;pero después de eso siempre tuvo como punto débil a los prisioneros de guerra. Simaltratabas a tus cautivos, Ares te encontraría y tendrían una charla seria.

Además, Ares desarrolló un serio miedo a los jarrones.

Creo que voy a darle uno lindo para Navidad.

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Hefesto me hace una llama de oro (no realmente,pero debería)

i quieres ver fotos de Hefesto cuando era bebé, no es tu día de suerte.

Cuando nació era tan feo que su amorosa madre Hera lo arrojó fuera del MonteOlimpo como si fuera una bolsa de basura. Si alguien hubiera tomado una foto

suya de bebé, habría mostrado un Hefesto feo y pequeño cayendo de las nubes con unamirada de sorpresa en su cara como, “MAMÁ, ¿POR QUÉ?”

¿Qué pasó después? Bueno, Hera esperaba no volver a ver al chico de nuevo. Pero conel tiempo Hefesto volvió, como un boomerang y la golpeó en la cabeza. Me encantaese tipo.

El Hefesto bebé cayó en el mar, donde fue rescatado por la líder de las cincuentaespíritus Nereida del mar: Tetis. Ella es la chica que más tarde liberó a Zeus cuandolos dioses lo ataron.

S

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En fin, Tetis se sintió mal por ese pobre y pequeño bebé. Decidió criarlo en una cuevasubmarina secreta.

A Tetis no le importaba su fealdad. Vivía con medusas, anguilas y rapes por lo que,Hefesto no le parecía tan mal. Claro, sus piernas eran deformes y era demasiadoescuálido para apoyar su peso sin muletas o aparatos ortopédicos. Tenía demasiadapiel de hombre, por lo que tenía que afeitarse como cinco veces al día, incluso cuandoera un bebé. Tenía la cara roja y llena de bultos como si durmiera en una colmena deabejas asesinas africanas. Pero su parte superior del cuerpo era fuerte y saludable.Tenía unas manos hábiles y una inteligencia aguda. A medida que el joven dios creció,desarrolló talento para la construcción y la artesanía, al igual que los CíclopesMayores. Dale al chico un balde de Legos, vuelve en una hora y habrá hecho un largoy completamente funcional misil balístico.

Lo bueno es que Tetis no quería dominar el mundo. Lo único que quería era joyería.Puso a Hefesto a trabajar haciendo complejos collares de oro, pulseras de perlas ycoral de lujo, y coronas neón que se encendían y mostraban distintos mensajes comoFELIZ AÑO NUEVO y SU ANUNCIO AQUÍ, por lo que siempre tuvo la mejorostentación cada vez que iba a fiestas.

Hefesto pasó nueve años en el océano como herrero personal de Tetis. Él disfrutaba desu trabajo y amaba a su madre adoptiva, pero siempre en lo profundo de su mente,quiso vengarse de Hera.

En su tiempo libre, él trabajó en un mueble especial —un peligroso regalo para supeligrosa madre— y soñaba con el día en que volviera al Olimpo. Finalmente terminósu proyecto y le dijo a Tetis adiós.

—Amada madre adoptiva —Hefesto se arrodilló a sus pies, lo cual no era fácil, ya quesus piernas estaban torcidas, marchitas y sujetas por soportes ortopédicos dorados—.Debo volver a casa y tomar mi lugar entre los dioses.

Tetis siempre había sospechado que este día llegaría pero, de todas formas lloró.

—Ellos no te apreciarán —le advirtió—. Sólo te juzgarán por la forma en que te ves.

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—Entonces, ellos son unos idiotas —dijo Hefesto—. No me importa lo que piensenlos demás. Mi madre me tiró. Debe pagar por ese insulto.

Tetis no pudo discutir. Le deseó suerte a Hefesto y el dios se embarcó en su viaje alOlimpo. Subió la montaña montando en un burro, porque le gustaban los burros. Eranfeos y obstinados, cómicos, pero fuertes y resistentes. Hefesto podía relacionarse conellos. Y si subestimabas o maltratabas a un burro, era probable que obtuvieras en tusdientes una patada.

Detrás de Hefesto caminaban toda una caravana de mulas de carga, transportandoregalos especiales para los dioses.

Hefesto montó directamente hasta la sala del trono del Olimpo, y los otros diosescallaron de asombro.

— ¿Quién es ese? —preguntó Ares.

Hera hizo un sonido estrangulado con su garganta. —No puede ser.

— ¡Madre! —Hefesto sonrió—. ¡Soy yo, Hefesto!

Zeus se atragantó con su néctar. — ¿Acaba de llamarte madre?

Hefesto se bajó de su burro, los soportes de sus piernas chirrearon. —Oh, ¿ella no memencionó, padre?

(En realidad, Zeus no era realmente su padre, ya que Hera había creado el bebé por símisma; pero Hefesto decidió no pensar demasiado en los aspectos técnicos.)

—Probablemente fue sólo un descuido —Hefesto sonrió grotescamente—. Verás,Hera me tiró del Olimpo cuando era un bebé. Pero tranquilos. Como pueden ver,queridos padres, ¡sobreviví!

—Oh —dijo Hera—. Qué... agradable.

Hefesto contó su historia sobre crecer en el fondo del mar. — ¡Y he traído regalos! —desempacó los paquetes grandes de sus mulas. — ¡Nuevos tronos para todo el mundo!

— ¡Tronos! —Ares saltó y bailó con entusiasmo.

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Los otros dioses eran un poco más cautelosos, pero se les notó bastante emocionadoscuando vieron la mano de obra de Hefesto.

Zeus obtuvo un asiento de oro macizo con posa copas en los brazos, soporte lumbar yun estante incorporado para rayos. El trono de Deméter estaba hecho de tallos de maízde oro y plata. A Poseidón le tocó una silla de capitán de barco con un lugar para sutridente y su caña de pescar. El trono de hierro de Ares estaba tapizado con cuero conun montón de picos incómodos y alambre de púas en los posa brazos.

—Me encanta —dijo Ares—. ¿Es cuero corintio?

—Piel de hombre, en realidad —dijo Hefesto.

Los ojos de Ares se llenaron de lágrimas. —Este es el mejor regalo... No... No puedoni...

Todos los nuevos tronos de los dioses eran totalmente ajustables con ruedas por loque, en poco tiempo estuvieron rodando alrededor del palacio y girando en susasientos.

— ¿Tú hiciste esto? —Apolo pasó la mano por la espalda de su silla, que era en formade arpa gigante—. ¡Son impresionantes!

—Sí —dijo Hefesto—. Yo soy el dios de los herreros y artesanos. Puedo hacer casicualquier cosa —sonrió a Hera—. Madre, ¿no probarás tu trono?

Hera estaba junto a su nueva silla, que estaba hecha de diamantina, un metal súperfuerte que brillaba con un blanco traslúcido, una especie de cruce entre la plata y losdiamantes.

El trono era la cosa más hermosa que Hera había visto nunca, pero tenía miedo desentarse en él. No podía creer que Hefesto estuviera siendo tan amable con ella.

Sin embargo, todos los demás dioses daban vueltas por la habitación, pasando un buenrato, por lo que finalmente tuvo que ceder. —Muy bien, hijo... er, hijo mío. El trono eshermoso.

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Ella se sentó. Inmediatamente, cables invisibles se ataron alrededor de ella con tantafuerza que no podía respirar.

—Agghhh —se quedó sin aliento.

Trató de cambiar de forma. No hubo suerte. Cuanto más se resistía, los cables más seapretaban. Intentó relajarse. Los cables invisibles la exprimieron hasta que su cara sepuso totalmente pálida, con los ojos desorbitados, y todo el icor de su cuerpo seagrupó en sus manos y pies.

— ¿Madre? —preguntó Ares—. ¿Por qué estás sentada tan quieta? ¿Y por qué tus piesy manos están tan hinchados y resplandecientes de oro?

Hera sólo podía gemir. —Ayuda.

Los dioses se volvieron a Hefesto.

—Muy bien —se quejó Zeus—, ¿qué hiciste?

Hefesto alzó sus tupidas cejas. —Por qué, padre, pensé que lo aprobarías. Tendrás unaesposa mucho más tranquila ahora. De hecho, no volverá a salir de esa silla de nuevo.

Hera chilló alarmada.

—Me abandonaste —le recordó Hefesto—. Yo era feo y lisiado, por lo que melanzaste lejos del monte. Quiero que pagues por eso, querida madre. Piensa en todaslas cosas que podría haber hecho para ti, si me hubieras tratado bien. Entonces, tal vez,comprenderás que tiraste algo valioso. Nunca se debe juzgar a un dios por la forma enque se ve.

Con eso, Hefesto cojeó hacia su burro y lo montó para irse.

Ninguno de los otros dioses intentó detenerlo. Quizás estaban preocupados de que suspropios trono explotaran, o que de sus asientos brotaran cuchillas como una licuadoraVitamix.

Hefesto viajó hasta el mundo de los mortales y se instaló en una de las ciudadesgriegas. Allí hizo herraduras, clavos y otras cosas sencillas que no lo harían pensar

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mucho. Había esperado que su venganza lo hiciera sentir mejor, pero no fue así. Sesintió incluso más vacío y furioso que antes.

Mientras tanto, en el Olimpo, los otros dioses se cansaron de escuchar a Hera gemir.Lo intentaron todo para liberarla: cortadores de tornillo, rayos, grasa de tocino, WD-40. Nada funcionó.

Finalmente, Zeus dijo—: Ya es suficiente. Ares, anda a buscar a tu hermano Hefesto yconvéncelo de liberar a tu madre.

Ares sonrió cruelmente. —Oh, voy a convencerlo, está bien.

Ares preparó su carro de guerra. Se puso su armadura de oro ardiente, consiguió sulanza ensangrentada y su escudo que goteaba sangre. Sus hijos Fobos y Deimosengancharon los caballos que escupían fuego y se fueron.

Viajaron a través de la ciudad de los mortales, causando pánico, pisoteando todo a supaso. Irrumpieron en el patio del taller de herrería de Hefesto, donde el dios mutiladoestaba reparando una tetera.

Los caballos se erguían y respiraban fuego. Fobos y Deimos desataron oleadas de puroterror que causaron sesenta y cinco infartos en los alrededores del vecindario.

Ares apuntó con su lanza a Hefesto. — ¡TÚ LIBERARÁS A HERA!

Hefesto levantó la vista. —Vete, Ares —y siguió martillando su tetera.

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Fobos y Deimos intercambiaron miradas confusas.

La lanza de Ares vaciló. Él había estado esperando una reacción diferente.

Lo intentó de nuevo. — ¡LIBERA A HERA O ENFRETA MI IRA!

Sus caballos soplaron fuego sobre Hefesto, pero las llamas sólo le hicieron cosquillas.

El dios herrero suspiró. —Ares, en primer lugar, no respondo bien a las amenazas. Ensegundo lugar, ¿crees que eres fuerte porque luchas a menudo? Intenta trabajar en unafragua durante todo el día. Amenázame de nuevo, y yo te mostraré lo que es ser fuerte—Hefesto flexionó sus brazos y el pecho, que se ondulaba con los músculos—. Entercer lugar —continuó—, yo soy el dios del fuego. Tengo que serlo, ya que derritometal para ganarme la vida. He forjado armas de hierro y bronce en el corazón de losvolcanes submarinos, así que no intentes asustarme con tus pequeños ponis.

Hefesto hizo un gesto hacia Ares como si estuviera espantando una mosca. Un murode fuego rugió desde el suelo y se apoderó de la carroza del dios de la guerra. Cuandolas llamas murieron, las crines de los caballos se quemaron también. Las ruedas de lacarroza se habían convertido en óvalos. Los cascos de Deimos y Fobos se fundieron ensus cabezas como huevos fritos y su piel estaba cubierta de una fina capa de carbón.

La armadura de Ares se evaporó. La hermosa cresta de su casco de guerra ardía.

—Última oportunidad —dijo Hefesto—. Vete.

Ares se volvió y huyó, su carro desequilibrado sobre las ruedas derretidas, dejando unolor a dios de la guerra carbonizado en el aire.

Los dioses del Olimpo probaron diferentes tácticas para convencer a Hefesto de queliberara a su madre. Enviaron diferentes embajadores.

Hefesto no fue persuadido.

Arriba en el Olimpo, Zeus abrió las manos y suspiró. —Bueno, supongo que Heratendrá que permanecer en ese trono maldito para siempre.

— ¡Mrpphh! —dijo Hera, con el rostro ruborizándose en dorado icor.

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Entonces el héroe más improbable dio un paso adelante: Dionisio, el dios del vino.

—No te preocupes —dijo—. Puedo manejar a Hefesto.

Los otros dioses lo miraron.

— ¿Tú? —demandó Ares—. ¿Qué vas a hacer? ¿Amenazar a Hefesto con un buenChardonnay?30

Dionisio sonrió. —Ya lo verás.

Dionisio voló hacia la tierra. Empezó dando vueltas por la tienda del herrero. No hizoninguna demanda a Hefesto. No lo amenazó o tiraría a la basura cualquier posibilidad.Sólo conversó, contó historias divertidas, y actuó amigablemente.

Ahora, mi experiencia con el Sr. D fue muy diferente, pero al parecer podía serbastante encantador cuando quería. Una vez había sido un chico mortal y se habíaconvertido en un dios recientemente, así que él no era grande y poderoso comocualquiera de los otros dioses del Olimpo. No le importaba mezclarse con los humanosy los herreros feos. Se llevaba bien con Hefesto.

Después de semanas de salir juntos, Dionisio dijo—: Hombre, estás trabajandodemasiado duro. ¡Necesitas un descanso!

—Me gusta el trabajo —murmuró Hefesto.

La verdad era que la herrería borraba el dolor de su mente. A pesar de su exitosavenganza contra Hera, Hefesto no podía deshacerse de su ira y amargura. Todavía eraun paria entre los dioses, no era más feliz de lo que había sido antes.

—Te llevaré afuera esta noche —le dijo Dionisio—. Visitaremos las tabernas y tepresentaré esta cosa que he creado. Se llama vino.

Hefesto frunció el ceño. — ¿Es una máquina?

Los ojos de Dionisio brillaron. —Bueno... tiene sus usos. Ya verás.

Ahora, niños... el vino es alcohol. Eso es una bebida para adultos.

30 Tipo de vino, hecho a partir de uva blanca.

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Caramba, Sr. Percy Jackson, ¿dice que no podemos tener un poco de vino?

No, no, chicos. El vino es peligroso. No quiero que ninguno de ustedes beba alcoholhasta que tenga por lo menos treinta y cinco años. Incluso entonces, deberían tener unanota del médico y el permiso de sus padres, beban responsablemente (como un tragopor mes), ¡y nunca operen maquinaria pesada mientras estén bajo su influencia!

Bueno... creo que eso cubre mis bases legales. Sigamos con la historia.

Esa noche, Dionisio llevó a Hefesto a beber. De repente, Hefesto estaba llorando sobresu vaso, derramando su historia de vida ante Dionisio.

—Te…te quiero, hombre —Hefesto sollozó—. Nadie más me entiende. Bueno...excepto estos chicos —Hefesto señaló su plato de maníes salados. —Ellos meentienden. Pero... pero nadie más.

—Mmm... —Dionisio asintió con simpatía—. Debe haber sido duro, vivir en el fondodel mar, abandonado por tu propia madre.

—No tienes idea. Fue... —Hefesto sollozó de nuevo, buscando la palabra adecuada—.Fue muy difícil.

—Exactamente —dijo Dionisio—. ¿Sabes lo que te haría sentir mejor?

— ¿Más vino? —adivinó Hefesto.

—Bueno, posiblemente. Pero también perdonar.

— ¿Qué, ahora?

—Hera puede ser una bruja —dijo Dionisio—. Créeme, lo sé. Pero somos una familia,somos dioses. Tenemos que manteneros unidos.

Hefesto fulminó con la mirada a su vaso. —Ella me tiró como una bujía mala.

—No estoy seguro de lo que sea eso —dijo Dionisio—. Pero aun así, no se puedeguardar rencor por siempre. Si lo mantienes dentro, bueno... hasta el vino más fino seconvierte finalmente en vinagre. ¿Tu venganza te hizo sentir mejor?

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—En realidad, no. —Hefesto frunció el ceño—. Necesito más vino.

—No —dijo Dionisio firmemente, lo que no era propio de él, negarle a alguien unabebida. —Debes volver al Olimpo conmigo ahora mismo y liberar a Hera. Sé el chicobueno. Muéstrales a todos que eres mejor que ella.

Hefesto se quejó y murmuró y maldijo su tazón de cacahuetes, pero decidió queDionisio estaba en lo cierto.

Montó su burro de vuelta al Monte Olimpo, lo que era muy peligroso, porque pudohaber sido detenido por BEE (burro en estado de ebriedad).

Afortunadamente, llegó allí con seguridad, Dionisio caminando a su lado. Hefesto seacercó a Hera, y los otros dioses se reunieron alrededor.

—Madre, te perdono —dijo Hefesto—. Voy a liberarte, pero debes prometer: no másbebés tirados. Todo el mundo tiene dones, no importa cómo luzcan. ¿Estás deacuerdo?

—Mrhph —dijo Hera.

Hefesto golpeó el interruptor de desactivación secreto en la parte posterior del trono, yHera fue liberada.

Según algunos relatos, Hefesto exigió un precio por la liberación de Hera.Supuestamente Poseidón (que odiaba a Atenea) sugirió que Hefesto le pidiera a Zeusla mano de la diosa de la sabiduría en matrimonio, y es por eso que Hefesto se fue trasella en el infame incidente del pañuelo.

No puedo confirmar eso. Personalmente, creo que Hefesto simplemente se cansó deguardar rencor contra su madre. Después, él y Dionisio se hicieron muy buenosamigos, y Hefesto y Hera dejaron de lado su resentimiento.

De hecho, la próxima vez que Hefesto se metió en problemas, fue por ayudar a sumamá.

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Avancemos hasta cuando los dioses se rebelaron contra Zeus. Como recordarán (o talvez no), una vez que Zeus se liberó, castigó a la escoria rebelde. Apolo y Poseidónperdieron su inmortalidad por un tiempo. Hera quedó atada y colgó sobre el abismo.

Durante todo eso, Hefesto no había tomado partido. Pensó que la rebelión era una ideaestúpida, pero nadie se molestó en preguntarle su opinión. Como resultado, Zeus no locastigó. Aun así, el dios herrero no aprobaba que su madre estuviera colgando atadasobre el abismo como cebo vivo.

Hefesto podía oírla gritar día y noche. Le molestaba que Zeus pudiera atar a Hera yque nadie se opusiera pero, cuando Hefesto la había atado, todo el mundo actuó comosi fuera un villano horrible. Y tal vez, sólo tal vez, Hefesto estaba empezando a amar asu madre un poco. Al menos lo suficiente para no querer verla colgando sobre lasfauces de Caos.

Una noche, no pudo soportarlo más. Se levantó de la cama, agarró su caja deherramientas, y fue a salvar a su madre. Con la ayuda de unos garfios, un arnés deseguridad, un podador de árboles, una cuerda, y por supuesto un poco de cintaadhesiva, se las arregló para cortar las cuerdas que la sostenían y ponerla en un lugarseguro.

Hera estaba increíblemente agradecida. Sollozó y abrazó a Hefesto y le prometió quenunca lo llamaría feo o desagradable de nuevo.

Zeus estaba menos que satisfecho. Cuando se enteró de lo que había ocurrido, sedirigió a la habitación de Hefesto con un crepitar de electricidad a su alrededor y surostro tan oscuro como una nube de tormenta.

— ¿SIN MI PERMISO? —bramó Zeus—. ¡Aprenderás a respetar mi autoridad!

La mayoría de los padres simplemente gritarían mucho, o te castigarían, o te quitaríantu Xbox. Zeus agarró a Hefesto por el tobillo, lo tiró y lo arrastró hasta la ventana máscercana.

Ahora, Hefesto era fuerte, pero sus piernas eran débiles. Una vez que estaba fuera debalance no podía defenderse muy bien.

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También, Zeus era musculoso. Hacía como seis horas de entrenamiento superior en elgimnasio cada semana.

El gritó—: ¡Sayonara, chico herramienta! —y lo arrojó lejos del Monte, de nuevo.

A Hefesto le tomó un día entero la caída, lo que le dio un montón de tiempo paracontemplar por qué había terminado con unos padres tan horribles. Finalmente, golpeóla tierra en la isla Lemnos con un enorme ¡ka-blam! El impacto no hizo mucho por sucuerpo deforme o por sus piernas tullidas o por su fea cara. Se rompió cada hueso desu cuerpo inmortal y se quedó allí por mucho tiempo, sin poder hacer nada, exceptoexperimentar ceguedad, ardor y un dolor punzante.

Finalmente, fue descubierto por una tribu llamada los Sintians, gente no-griega que seganaba la vida como piratas a lo largo de la costa del mar Egeo. Ellos tenían malareputación entre los griegos, pero fueron amables con Hefesto. Lo llevaron a su puebloy cuidaron de él lo mejor que pudieron. Debido a eso, Hefesto se convirtió en su diospatrono. Estableció un nuevo taller sobre Lemnos, que se convirtió en su sedeprincipal. Siglos después, los griegos visitaron Lemnos para ver el lugar dondeHefesto había caído a la tierra por segunda vez. Creían que el suelo del lugar delaccidente tenía propiedades curativas increíbles, tal vez debido a todo el icor divinoque se había infiltrado en la tierra. Un poco de barro de Lemnos en tu piel, y tusgolpes se desvanecerían. Tus heridas se curarían. El suelo incluso curaba el veneno deserpiente, se suponía.

Así que la próxima vez que seas mordido por una cobra, ¡no te preocupes! Sólo tienesque reservar un vuelo a Lemnos y comer un montón de suciedad. Estarás bien.

Hefesto sanó. Eventualmente volvió al Olimpo. Después de eso, Zeus y éldesconfiaban el uno del otro, pero ambos fingían que el incidente Sayonara, chicoherramienta nunca pasó.

Supongo que Zeus estaba arrepentido de haber reaccionado de manera exagerada, yHefesto no quería presionar su suerte. Estaba cansado de ser arrojado fuera del Monte.

Hefesto pasó la mayor parte de su tiempo en sus diferentes talleres en Lemnos, o bajoel océano, o en otras islas esparcidas al otro lado del Mediterráneo. Dondequiera que

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vieras un volcán burbujeando, humeando y escupiendo lava, había una granprobabilidad de que Hefesto estuviera en aquel lugar, calentando sus fraguas.

Debido a que utilizó volcanes para alimentar sus talleres, Hefesto era el dios de losvolcanes. De hecho, la palabra volcán proviene de su nombre romano, Volcanus, oVulcan. Y no, él no es uno de esos tipos de orejas puntiagudas de Star Wars. ¿O esStar Trek? No puedo seguir esas cosas directamente.

Su animal sagrado era el burro, por supuesto, pero también le gustaban los perros. Supájaro favorito era la grúa, probablemente porque tenía extrañas piernas flacas que noconcordaban con el resto de su cuerpo, como cierto herrero.

Sobre todo, Hefesto era conocido por su artesanía. Lee los antiguos escritores griegosy verás como ellos escribieron y escribieron páginas sobre cada escudo o pieza dearmadura que Hefesto hizo, describiendo todos los colores y la decoración, el tamañoocupado para los ojales, cuántos clavos y zzzzzzzzzzz.

Lo siento. Me dormí de sólo pensar en ello.

Sólo te daré lo básico, pero Hefesto ha hecho un buen trabajo. Hizo tronos para todoslos dioses, ¡y la mayoría de ellos ni siquiera eran una trampa explosiva! Hizo una flotade tablas mágicas, trípodes de tres patas que tenían ruedas y corrían alrededor delMonte Olimpo, llevándole a la gente bebidas y aperitivos y lo que sea. Si te quedabasen el Monte Olimpo y decías: "Ahora, ¿dónde puse mi iPhone?", seguramente, prontotendrías a un trípode frente a ti, con tu teléfono dentro de su cajón. Muy útiles esospequeños individuos.

Hefesto también hizo las mejores armaduras y armas. Claro, los Cíclopes mayores ylos telkhines eran buenos artesanos, pero nadie podía contra el dios herrero.

¿Hércules, Aquiles, todos los grandes héroes griegos? Sólo utilizaban equipo marcaHefesto. Ni siquiera creo que Hefesto les haya pagado una comisión por patrocinio.

Hizo carros para todos los dioses del Olimpo con mejor suspensión en las cuatroruedas, cuchillas giratorias en las ruedas, y todo tipo de paquetes de actualizaciónopcionales. Diseñó todo, desde joyas a palacios. Le hizo a este chico, el rey de Chios,una mansión subterránea entera, como un búnker secreto.

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Pero la especialidad de Hefesto eran los autómatas –unas criaturas mecánicas, quefueron básicamente los primeros robots. En el taller de Hefesto, tenía un montón demujeres asistentes mecánicas hechas de oro. Hizo a mano cuatro de aquellas para eltemplo de Apolo, también, así podían cantar las alabanzas de Apolo en armonía decuatro partes. Para el rey Alcínoo, Hefesto hizo un par de perros guardianes metálicos–uno de oro y otro de plata– que eran más inteligentes y feroces que los perros reales.Para el rey Laomedonte, hizo una enredadera de oro que realmente crecía. Para el reyMinos, hizo un soldado de metal gigante llamado Talos, que patrullaba las fronterasdel palacio día y noche. Caballos, toros y gente de metal. Lo que sea. Si alguna vez meconvierto en un rey, definitivamente le pediré un ejército de llamas de oro gigantesque escupan ácido.

Bueno, lo siento. Me distraje de nuevo.

Luego debería decir cómo reaccionó Hefesto cuando se enteró de que su esposa,Afrodita, lo engañaba. Es una historia un poco triste, y no hay llamas involucradas,pero Afrodita y Ares son humillados, lo que siempre es una cosa buena.

Afrodita nunca quiso casarse con Hefesto. La diosa del amor era todo acerca de labuena apariencia, y Hefesto no la tenía.

Hefesto intentó ser un buen marido. No importaba. Tan pronto como se casaron,Afrodita comenzó a tener un romance con el dios de la guerra Ares, y parecía queHefesto era el único que no sabía nada al respecto.

¿Por qué estaba tan despistado? No lo sé. Tal vez quería creer que Afrodita lo podíaamar. Tal vez pensó que si él hacía lo correcto, lo haría. Claro, él notó que todos losdemás dioses andaban cuchicheando y riéndose a sus espaldas, pero Hefesto estabaacostumbrado a eso.

Empezó a sospechar que algo andaba mal cuando Afrodita tuvo a su primer hijo.

Hefesto había estado esperando que el bebé naciera lisiado como él, o que por lomenos tuviera alguna de sus características: cabeza deforme, cara verrugosa, quizásuna barba.

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Pero el bebé, Eros, era perfecto. Guapo y en forma. También tenía un sorprendenteparecido con Ares.

Huh, pensó Hefesto. Eso es raro.

El próximo hijo de Afrodita fue una chica llamada Harmonia, y de nuevo no se parecíaen nada a Hefesto. El herrero comenzó a incomodarse. Cada vez que se refería aHarmonia como "mi hija", los otros dioses parecía que intentaran contener la risa. ¿Ypor qué Afrodita y Ares seguían dándose miradas cómplices?

Finalmente, el Titán del sol Helios se apiadó de Hefesto. Helios lo veía todo desde suposición en el cielo, incluso las cosas que no quería ver, así que por supuesto quehabía sido testigo de que Afrodita y Ares eran mucho más que "sólo amigos".

Una noche llamó a Hefesto aparte y le dijo—: Amigo, no hay manera fácil de deciresto. Tu esposa te está engañando.

Hefesto se sentía como si le hubieran golpeado en la cara con un martillo de treslibras, uno de los realmente buenos con el puño de fibra de vidrio y la cabeza de aceroforjado en fuego.

— ¿Engañándome? —preguntó—. ¡Imposible!

—Posible —dijo Helios sombríamente—. Los vi yo mismo. ¡Yo no lo estababuscando! Pero, bueno, fue un poco difícil de evitar.

El titán del Sol explicó que Afrodita y Ares a menudo se colaban en el apartamento deHefesto, mientras el dios herrero estaba trabajando en las fraguas. Allí mismo en supropio dormitorio se ponían muy traviesos.

El corazón de Hefesto se sentía como si se estuviera reforjando. Se fundió con lamiseria. Se súper calentó con ira. Entonces se enfrió y se endureció en algo más fuertey más filoso.

—Gracias por el dato —dijo a Helios.

— ¿Algo que pueda hacer por ti? ¿Quieres que les dé una quemadura desagradable?

—No, no —dijo Hefesto—. Yo me encargo.

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Hefesto volvió a sus fraguas e hizo una red muy especial. Creó filamentos de oro tandelgados como telarañas, pero tan fuertes como cables de puente. Los encantó paraque se pegaran a lo que cogieran, endurecieran más rápido que el cemento, ymantuvieran a su presa inmóvil.

Fue cojeando a su dormitorio y tejió la red sobre los cuatro postes de la cama, para quecolgaran como un dosel invisible. Luego, colocó una trampilla accionada a presiónconectada a un cable, debajo de las sábanas.

Entró cojeando a la sala de estar, donde Afrodita estaba leyendo la última novelaromántica.

—Cariño, ¡me voy a Lemnos! —anunció Hefesto—. Quizás esté allí un par de días.

— ¿Oh? —Afrodita levantó la vista de su novela—. ¿Un par de días, dices?

—Sip. Te extrañaré, ¡adiós!

Afrodita sonrió. —Bueno, ¡diviértete!

Hefesto llenó su caja de herramientas, ensilló el asno, y salió. Mientras tanto, Aresestaba mirando desde un balcón cercano. Una vez que el dios de la guerra se aseguróde que Hefesto realmente se iba a Lemnos, corrió hasta la casa del herrero, dondeAfrodita lo estaba esperando.

—Hola, bebé —dijo Ares—. ¿Me extrañaste?

Se retiraron a la habitación, pero no tuvieron tiempo de hacer travesuras. Tan prontocomo se desnudaron y se subieron a la cama, la trampa se accionó.

La red de oro cayó sobre ellos y se pegó a sus cuerpos como papel matamoscas.Ambos dioses lucharon y gritaron. En serio, Ares tenía un grito más agudo queAfrodita. Pero estaban pegados a la cama, incapaces de moverse o cambiar deposición.

Hefesto, quien se había devuelto, irrumpió en el dormitorio con un hacha en lasmanos.

—Papá está en la casa —gruñó.

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Se imaginó volverse Cronos sobre ellos y transformar el dormitorio en una escena depelícula de terror, pero decidió no hacerlo. Para la mente de Hefesto, no había nadamás vergonzoso y escandaloso que dejar a los amantes como se encontraban —atrapados en el acto, Afrodita con su maquillaje corrido y el cabello desordenado, susextremidades aplanadas torpemente contra la cama como si hubiera chocado con elparabrisas de un coche. Gritando y gimiendo a su lado, Ares llevaba nada más que unpar de calcetines rojos y sus calzoncillos G.I. Joe.

Hefesto entró en la sala de tronos del Olimpo, donde los dioses estaban reunidos paraalmorzar.

—No coman todavía —dijo a todos—. Tengo algo que enseñarles, y probablementehará que todos vomiten.

Intrigados, los dioses le siguieron al dormitorio, donde se quedaron mirando la nuevapieza de performance artística que Hefesto había creado.

— ¿Lo ven? —exigió el dios herrero—. Esto es lo que me pasa por ser un buenmarido. En el momento en que me voy, estos se empiezan con sus tejemanejes. Mipropia esposa me odia porque soy lisiado y feo, así que se escapa a mis espaldas con...con este imbécil. Me pone enfermo. Me dan ganas de vomitar. ¿No es ésta la cosa másrepugnante que hayan visto?

Los otros dioses estaban en silencio. Hermes empezó a temblar, intentando no perderel control.

Zeus se dijo a sí mismo, no me voy a reír. No me voy a reír.

Entones se encontró con los ojos de Deméter, y todo terminó.

— ¡BWA! ¡BWA-JA! —se dobló, riéndose tan fuerte que pensó que sus costillas seromperían. Todos los otros dioses se le unieron.

— ¡Boxers de G.I. Joe! —gritó Apolo—. ¡OH, oh! Ni siquiera puedo...¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJ!

—Afrodita —Atenea soltó una risita—. Te ves simplemente encantadora.

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Los dioses no podían dejar de reír. Pronto estuvieron rodando por el suelo, limpiandolas lágrimas de sus ojos, tomando fotos con sus teléfonos para publicarlas en Tumblr.

Al principio, Hefesto se puso furioso. Quería gritarles que tomaran el asunto en serio.Él estaba sufriendo. ¡Había sido humillado!

Luego respiró hondo y se dio cuenta: no, Afrodita y Ares habían sido humillados. Losotros dioses estarían contando esta historia por siglos. Cada vez que los dos amantesentraran en la sala de tronos, los dioses del Olimpo sonreirían e intentarían no reírse,recordando el pelo desordenado de Afrodita y los estúpidos boxers y medias rojas deAres. Cada vez que las personas contaran historias embarazosas en las reunionesfamiliares, esta sería la Historia Vergonzosa #1.

Después de mucho tiempo, los dioses lograron reponerse.

—Está bien —dijo Poseidón, secándose los ojos—. Esto fue muy gracioso. Pero debesdejarlos ir ahora, Hefesto.

—No —Hefesto se quejó—. ¿Por qué no dejarlos aquí en exhibición permanente?

Zeus se aclaró la garganta. —Hefesto, pensé que habíamos decidido no atarnos másentre nosotros. Ya has obtenido tu venganza. Ahora libéralos.

Hefesto miró a su padre. —Bien. Afrodita puede irse... tan pronto como tú pagues portodos los regalos que le di para su dote. No la quiero más en mi apartamento. No laquiero en mi vida. No es digna de ser mi esposa.

Zeus se puso pálido. En aquellos días, si querías casarte con una mujer, tenías quedarle a su familia un montón de regalos llamados dote. Ya que Afrodita, técnicamente,no tenía un padre, Zeus la había entregado, lo que significaba que él había recibidotodos los asombrosos bienes hechos por Hefesto. Si Hefesto exigía la dote de vuelta,eso significaba que el matrimonio había terminado. También significaba que Zeustendría que devolver la tostadora de bronce, el conjunto de palos de golf, la TV deplasma, y un montón de otras cosas divertidas.

—Uh... bueno —dijo Zeus—. Supongo que Afrodita podría quedarse en la red.

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— ¡Zeus! —Hera lo reprendió. No le gustaba Afrodita, pero ella tampoco estaba deacuerdo con encarcelar a las diosas.

—Está bien, está bien —dijo Zeus—. Hefesto puede tener la dote de vuelta. Afroditaes oficialmente pateada fuera de la vida de Hefesto.

—Como si alguna vez hubiera estado en ella —murmuró Hefesto.

Poseidón todavía parecía preocupado. A pesar de sus diferencias pasadas con Ares,por lo general ellos dos se llevaban bien. Él sintió que debía hablar por el dios de laguerra, ya que nadie más lo haría.

—Debes dejar ir a Ares también —dijo Poseidón—. Es lo correcto.

— ¿Correcto? —bramó Hefesto—. Él me hizo un tonto en mi propio dormitorio, ¿yquieres hablar de lo que es correcto?

—Mira —dijo Poseidón—, lo entiendo. Pero pon cualquier precio a pagar para saldarla deuda. Personalmente, doy fe de que Ares pagará.

Ares gimió, pero no se atrevió a objetar. La red de oro estaba empezando a irritar sudelicada piel.

—Muy bien —dijo Hefesto—. Si Poseidón garantiza el pago, lo acepto. Quiero ciencarretadas de las mejores armaduras, armas y botín de guerra de la Fortaleza de Ares,y me dará a elegir las cosas.

Ese era un precio de castigo, porque Ares amaba su botín de guerra, pero asintió deacuerdo.

Hefesto dejó que los dos amantes se fueran. Como esperaba, la historia se contó yrecontó alrededor de la mesa del comedor del Olimpo por siglos, por lo que Ares yAfrodita eran la culata de las bromas de todos. Afrodita y Hefesto nunca volvieron avivir juntos de nuevo. ¿Estaban técnicamente divorciados? No lo sé. Pero no es comosi alguna vez estuvieran más que casados por el nombre.

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Después, Hefesto se sintió libre para tener relaciones con otras mujeres. Tuvo niñoscon un montón de ellas. También, a partir de entonces, odió a los niños que Ares yAfrodita habían tenido juntos, incluso si no lo merecían...

Caso en cuestión: Harmonia. La mencioné antes. Ella fue la diosa menor que seconvirtió en mortal y se casó con aquel rey Cadmo, y más tarde los dos fueronconvertidos en serpientes.

Como si eso no fuera suficiente mala suerte para toda una vida, Harmonia tambiénrecibió un regalo de bodas maldito de Hefesto. La odiaba, porque era un constanterecuerdo de la aventura de Afrodita con Ares. No era culpa de Harmonia, pero bueno,incluso los dioses más agradables como Hefesto podían ser unos idiotas.

Cuando Harmonia se casó con Cadmo, Hefesto le hizo un collar de oro como regalode bodas. Era la pieza de joyería más hermosa que podrías imaginar, todo salpicadocon piedras preciosas en un delicado encaje de oro, pero también estaba hechizado conun grave caso de juju31. Le trajo mala suerte a Harmonia (lo que es un poco evidente,ya que se convirtió en serpiente), pero también se transmitió a sus descendientes.

Todo aquel que usó el collar en generaciones posteriores tenía alguna horribletragedia. No vamos a entrar en detalles, pero eso muestra que Hefesto tenía un ladomuy oscuro. Si alguna vez te encuentras uno de sus collares, asegúrate de revisar elgrabado. Si dice, ¡Felicidades, Harmonia!, tira esa cosa lejos.

Después de Afrodita, la primera relación de rebote de Hefesto fue con una diosallamada Aglaia. Ella era una de las Caridades. Y por Caridad, no me refiero a la buenavoluntad o al ejército de salvación. Las Caridades eran tres hermanas divinasencargadas de la gracia y el placer. Se desempeñaban como criadas de Afrodita, por loque debió irritar mucho a la diosa cuando Hefesto comenzó a salir con una de ellas.

Como, Sí, te dejé y voy a salir con tu criada. Lidia con eso.

En fin, Hefesto y Algaia tuvieron varias hijas divinas.

Luego, Hefesto salió con un montón de princesas mortales y tuvo un montón de hijossemidioses que se convirtieron en reyes de esta o aquella ciudad griega.

31 Significa “Magia” o “suerte”.

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Incluso, tuvo una aventura con una ninfa llamada Etna, que era la diosa del MonteEtna en Sicilia. Si me sigues, esa es la montaña que Zeus usó para hacer añicos algigante de la tempestad Tifón. No estoy seguro de por qué Hefesto quería salir con laninfa de una montaña un poco despedazada, pero tuvieron algunos niños llamadospalikoi, quienes eran los espíritus de las aguas termales y géiseres. Si alguna vez vas aYellowstone Park para ver al Old Faithful32 haciendo lo suyo, asegúrate de gritar"¡Hefesto les manda saludos! ¡Llamen a su padre más a menudo!"

Los hijos más interesantes de Hefesto eran unos gemelos que tuvo con una ninfa delmar, llamada Kabeiro. Ellos eran llamados Kabeiroi, por su madre, pero susverdaderos nombres eran Alkon y Eurimedón. (Y no, no tendrás que recordar esto parala prueba. Si tu profesor dice algo diferente, tu profesor está EQUIVOCADO.)

Los Kabeiroi se parecían mucho a Hefesto, lo que significaba que eran buenos enmetalurgia e increíblemente feos. A veces eran descritos como enanos, aunque tal vezsólo parecían pequeños al lado de su padre. Ellos podrían ayudar a su padre en lasfraguas en Lemnos e incluso ir a la guerra en su nombre. Una vez cabalgaron al estecon Dionisio cuando se marchó a la India. Entonces se metieron en problemas, yHefesto tuvo que rescatarlos.

¿No sabías que el dios del vino había declarado la guerra a la India? Claro. Vamos allegar a eso en un momento. Pero en este momento, me siento como un poeta.

¿No sientes la poesía? ¿No?

Bueno, MUY MAL. Apolo se está impacientando. Él quiere que escriba su capítulo, ypuesto que él es el dios más agradable del Olimpo (aunque lo diga él mismo), sólopuedes posponer al Chico de Oro por cierto tiempo.

32 El Old Faithful, traducido al español como Viejo Fiel, uno de los géiseres más conocidos del Parque Nacional deYellowstone, en Wyoming. Estados Unidos.

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Apolo canta, baila

y le dispara a la gente

IENES QUE COMPADECERTE DE LA MAMÁ DE APOLO.

Estar embarazada es lo suficientemente duro. (No es que yo lo sepa, pero mimamá me lo ha dicho un millón de veces.) La madre de Apolo, la Titán Leto,

estaba embarazada de gemelos, y ella no podía ir al hospital cuando empezó su laborde parto. En cambio, ella tuvo que correr por su vida, viajando de una isla a otra,perseguida por una diosa vengativa y una serpiente gigante.

¿Te sorprendería saber que todo era culpa de Zeus? El viejo calzones de trueno seenamoró de Leto y la convenció de que todo estaría bien si tenían hijos juntos.

— ¡Hera nunca se nterará! —prometió.

T

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Zeus había dicho esa mentira a tantas mujeres diferentes, que probablemente incluso élse la creía.

Por supuesto, Hera se enteró. Ella miró hacia abajo desde el Monte Olimpo a lahermosa Leto embarazada, que estaba rebosante de salud, sentada en un prado yacariciando su barriga hinchada, cantando a sus hijos no nacidos.

Hera refunfuñó para sus adentros.

— ¿Cómo se atreve a ser feliz? ¡Veamos que tan feliz está con eterno dolor! —Lareina del cielo abrió los brazos y se dirigió a toda la tierra por debajo de ella—.¡Escúchame, mundo! ¡Escúchame, Madre Gaia! Prohíbo a cualquier tierra fecunda enel planeta recibir a Leto cuando sea el momento que ella dé a luz. ¡Cualquier pradoque se atreva a oponerse, lo maldeciré por toda la eternidad! ¡Leto no podrá estar enla cama, no habrá lugar para descansar! ¡Se verá obligada a vagar sin un lugar para dara luz, se quedará embarazada y en la labor de parto para siempre, sufriendo por eldelito de llevar a los vástagos de mi marido! ¡JAJAJA!

Sí, Hera definitivamente canalizó su Malvada Bruja interior del Este ese día. Retumbóel suelo. Todos los espíritus de la naturaleza con raíces en la tierra prometieron noayudar a Leto. Ahora, te estás preguntando, “¿Por qué Leto no compró un barco y dioa luz en el mar? ¿Por qué no podía estar bajo el agua, o hacia abajo en Erebo, oalquilar un helicóptero y dar a luz mil pies en el aire?” Por lo que puedo entender,Hera incluye todo lo que mencioné en la maldición. Ella creó una situación imposible,donde Leto sólo podía dar a luz en tierra firme, pero a todo terreno sólido le fueprohibido aceptarla. Hera era inteligente en ese aspecto.

Cuando Leto estaba embarazada de siete meses, se puso en labor de parto, antes detiempo.

—Oh, genial —se quejó—. ¡Estos niños no van a esperar!

Ella trató de acostarse, pero la tierra tembló. Los árboles estallaron en llamas. Fisurasse abrieron en el suelo, y Leto tuvo que correr por su seguridad. No importaba a dóndese movía, no podía encontrar un lugar seguro para descansar. Ella tomó un barco a otraisla, pero pasó lo mismo. Trató en una docena de lugares diferentes en toda Grecia ymás allá. En cada lugar, las ninfas se negaron a ayudarla.

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—Lo siento —dijeron—. Hera nos maldecirá por toda la eternidad si dejamos quellegues a tierra. No se puede dar a luz en cualquier terreno, con raíces en la tierra.

— ¡Pero eso significa que no existe un lugar seguro! —Leto protestó.

—Sí, esa es la idea —las ninfas le dijeron.

Leto viajó de un lugar a otro, con su cuerpo atormentado por el dolor, con sus hijoscada vez más y más impacientes. Leto se sentía como si se hubiese tragado una pelotade playa inflada y un par de gatos salvajes.

En su desesperación, fue a Delfos, que una vez había sido el lugar sagrado de su deFebe, su madre. Leto pensó que el oráculo le daría alojo en su santuario. Por desgracia,la cueva del Oraculo había sido tomada por una serpiente gigante llamada Pitón. ¿Dedónde ha salido? Te va a encantar esto. La palabra pitón proviene de la palabra griega“Pytho”, que significa descomposición. El monstruo llamado Pitón nació del limopodrido sobrante de la gran inundación cuando Zeus ahogó el mundo.

¡Encantador!

De todos modos, Pitón se había mudado a la zona pensando “¡Hey, esta es una buenacueva y tiene un montón de mortales jugosos para comer!” Pitón procedió a tragarse alos sacerdotes, a los adivinos y a los peregrinos que iban en busca de ayuda. Luego seenrolló para tomar una siesta.

Cuando Leto visitó la cueva, se sorprendió al encontrar a una serpiente de centenaresde metros y el grosor de un autobús escolar.

— ¿Quién eres? —Leto exigió.

—Soy Pitón y tú debes ser el desayuno.

La serpiente se abalanzó sobre ella. Leto huyó, pero se veía tan apetitosa, estandoredonda, embarazada y lenta, que Pitón la persiguió por millas. Un par de veces casi laatrapó. Leto apenas pudo llegar de nuevo a su barco.

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¿Dónde estaba Zeus todo este tiempo? Cómo ocultarlo. Hera estaba en su corte real, yZeus no quería ser el blanco de su ira, así que dejó que Leto se ocupara de todo.Simpático chico.

Leto mantuvo la vela hasta que finalmente tuvo una idea loca. Le pidió al capitán desu barco navegar hacia la isla de Delos.

—Pero, mi señora —dijo el capitán—. ¡Delos es una isla flotante! Nadie sabe dóndeestá hoy en día.

— ¡SÓLO BÚSQUENLA! —Leto gritó. El dolor del parto hizo que sus ojos brillarande color rojo con agonía.

El capitán tragó saliva. —¡Isla de Delos, allá vamos!

Varios angustiosos días después, encontraron el lugar. Se veía como una isla conplayas, colinas, árboles, etc. —pero Delos no estaba apegada a la tierra. Flotaba sobrelas olas como un salvavidas gigante, a la deriva en el Mediterráneo, en ocasionesaplastaba otras islas o se movía sobre ballenas desprevenidas.

A medida que la nave se acercaba, Leto se obligó a permanecer en la proa. Sentíatanto dolor que apenas podía pensar; pero llamó al principal espíritu de la naturalezade la isla:

— ¡Oh, gran Delos, sólo tú puedes ayudarme! ¡Por favor, déjame ir a tierra y dar a luzen tu isla!

La isla retumbó. Una voz se hizo eco de las colinas: —Hera será muy dura conmigo sihago eso.

— ¡Ella no puede hacerte daño! —gritó Leto—. Su maldición especifica a todoterritorio con raíces en la tierra ¡Tú no tienes raíces! Además, una vez que hayannacido mis hijos, ellos te protegerán. Dos dioses del Olimpo a tu lado. Piensa en eso.Delos se convertirá en su lugar santo. Tendrás grandes templos en tu isla. Podrásfinalmente establecerte en un sólo lugar. ¡El turismo hará que ganes millones!

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Delos pensó en eso. La isla estaba cansada de la navegar a la deriva. Las ninfas delbosque se sentían constantemente mareadas por el balanceo sobre las olas. —Muybien —dijo la voz—. Ven a tierra.

Tan pronto como Leto encontró un lugar para acostarse, todo el mundo se estremeciócon anticipación. No todos los días nacen dos nuevos dioses del Olimpo. Todas lasdiosas —excepto Hera, se apresuraron a llegar al lado de Leto para ayudarla a dar aluz.

Leto tuvo dos hermosos bebés—un niño llamado Apolo, y una niña llamada Artemisa.Ellos nacieron en el séptimo día del séptimo mes, cuando Leto estaba embarazada desiete meses, por lo que su número sagrado era trece. (Es broma. Es siete.) Hablaremosde Artemisa en un rato, pero Apolo no perdió el tiempo tomando el foco de laatención.

Tan pronto como él había saboreado el néctar de su biberón, saltó de los brazos de sumadre, se levantó sobre sus propios pies, y sonrió.

— ¿Qué fue, gente? —dijo—. ¡Mi nombre es Apolo, y necesito un arco y flechas,ahora! Además, un instrumento musical sería bueno también. ¿Alguien ha inventado lalira ya? —Las diosas se miraron confundidas. Incluso los atletas olímpicos no estabanacostumbrados a ver bebés que hablaban oraciones completas y exigían armas.

—Eh, yo nunca he oído hablar de una lira —admitió Deméter.

De hecho, la lira se inventaría más tarde, pero esa es otra historia.

Apolo se encogió de hombros. —Está bien. Una guitarra estará bien. O un ukelele.Pero no un banjo, por favor. No se me dan bien los banjos.

Las diosas se apresuraron a buscar lo que quería el chico. Hefesto le proporcionó unhermoso arco dorado y un carcaj de flechas mágicas. El mejor instrumento musicalque pudo ser creado fue un keras, que era parecido a una trompeta.

Por un momento las diosas regresaron a Delos. Apolo había crecido tanto que separecía a un niño de cinco años de edad, a pesar de que no tenía ni siquiera un día deedad. Llevaba el cabello largo y dorado, con piel color bronceado y ojos que brillaban

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como el sol. Además, había encontrado una túnica griega tejida de oro, por lo que erademasiado llamativo a la vista.

Se colgó el arco y el carcaj sobre sus hombros y agarró el keras. Tocó una hermosamelodía en la trompeta, y luego comenzó a cantar a capela.

— ¡Oh, yo soy Apolo, y soy tan genial! ¡—La—la—la, algo que rima con genial! —En realidad no tengo idea de lo que cantaba, pero él anunció que él sería el dios de laarquería, del canto y la poesía. También anunció que se convertiría en el dios de laprofecía, e interpretaría la voluntad de Zeus y las palabras del oráculo para todos lospobres mortales.

Cuando su canción acabó, las diosas aplaudieron educadamente, aunque todavíapensaban que la escena era un poco rara. La isla de Delos se regocijó de tener unnuevo dios patrono. Delos echó raíces y se ancló en el mar, así que no iba a moversemás. La isla se cubrió con flores de oro en honor al dios Apolo. Si visitas Delos hoy,todavía se pueden ver los campos de flores silvestres extendiéndose entre las ruinas,aunque por suerte Apolo no toca la trompeta allí muy a menudo.

Apolo creció con súper velocidad. En alrededor de una semana, se había convertido enun dios de tamaño adulto, lo que significaba que sin haber ido a la escuela, consiguióun diploma de honor, y se detuvo su envejecimiento cuando cumplió veintiún años deedad. Luego se quedó así para siempre. No es un mal negocio, si me preguntan.

Su primer acto fue vengar a su madre por el dolor y sufrimiento que pasó cuandoestaba tratando de encontrar un lugar para dar a luz. Lamentablemente, no pudodestruir a Hera, ya que ella era la reina del cielo y todo, pero cuando se enteró de laexistencia de Pitón, la serpiente gigante que había perseguido a su madre fuera deDelfos, Apolo se enfureció.

—Ya regreso —dijo a Leto.

Apolo voló a Delfos (sí, podía volar) y llamó a Pitón.

— ¡Tú, la serpiente!

Pitón abrió los ojos. — ¿Qué deseas?

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— ¡Deseo cantar una canción sobre mi genialidad!

—Oh, por favor. Mátame ahora.

— ¡Está bien! —Apolo sacó su arco y disparó a la serpiente entre los ojos. Luegocantó una canción sobre su genialidad. Arrojó el cuerpo de la serpiente en una grietadebajo de la cueva, donde se pudrió eternamente y arrojó todo tipo de olores frescos.

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Apolo se hizo cargo del Oráculo de Delfos. Dio la bienvenida a los sacerdotes y a losperegrinos. Debido a que el oráculo una vez había pertenecido a su abuela, Febe, aveces era llamado Febo Apolo. La principal sacerdotisa que predecía el futuro se hizoconocida como la Pitonisa, después de la serpiente Pitón. O tal vez se llamaba asíporque olía mal. De todos modos, conseguiría sus profecías directamente del diosApolo, y las líneas siempre serían de adivinanzas o mala poesía, o ambos.

Ella habitó en la cueva donde había muerto la serpiente. Por lo general, se sentaba enun taburete de tres patas al lado de una de las grandes fisuras que ventilaban gasvolcánico bruto y olían a serpiente muerta. Si hacías una ofrenda, la pitonisa te decíatu fortuna o respondía a cualquier pregunta. Eso no significaba que entenderías larespuesta. Y si lo hacías, es probable que no te agradara.

Apolo reclamó su lugar entre los dioses del Olimpo, e incluso Hera no se atrevió aobjetar. Él sólo se veía tan... piadoso.

Era alto, con músculos de bronce como un salvavidas de Guardianes de la Bahía.Mantenía su cabello largo y rubio, pero recogido en un moño para que no interfirieracon su arco a la hora de disparar. Se paseaba alrededor de Olimpo en sus relucientestrajes con su arco y flecha, guiñándoles un ojo a las señoras y chocando cinco con lostipos, o, a veces guiñando el ojo a los tíos y chocando cinco con las damas. A Apolono le importaba. Se imaginó que todo el mundo le quería.

Él era genial, con la poesía y la música... o por lo menos, a alguna gente le gustaba.Yo soy más como un tipo de persona rock and roll, pero lo que sea. Apolo siempre fuepopular en las fiestas, porque podía entretener con canciones, predecir la fortuna, eincluso hacer disparos limpios y trucos con su arco, como la interceptación de unadocena de pelotas de ping pong a la vez o tirar un vaso de vino de la cabeza deDionisio.

Apolo también se convirtió en el dios de los pastores y vaqueros. ¿Por qué?Obviamente a Apolo le gustaban los cortes de carne de primera calidad. Crió al mejorganado del mundo. Todos le quería robar, pero Apolo lo mantenía bajo vigilanciaconstante. Si alguien se acercaba a su rebaño sagrado, era probable que empezara unaGuerra Mundial (por una vaca).

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Cuando Apolo se enoja, no pierde el tiempo. Él puede castigar a cualquier mortal encualquier parte del mundo simplemente tensando su arco y disparando. La flechaforma una curva a través del cielo y encuentra su blanco, no importa lo lejos queestuviera. Si Apolo esta en Grecia y un tipo en España murmura, "¡Apolo esestúpido!" ¡... BAM! Un tipo español muerto. La flecha es invisible, también —por loque los demás mortales nunca sabrían qué lo golpeó.

En la antigua Grecia, cuando alguien caía muerto de forma inesperada, asumían queApolo le había herido de muerte —tal vez como un castigo, tal vez como un premiopor uno de los enemigos del tipo.

Esto va a sonar extraño: Apolo era también el dios de la curación. Si querías curitas ouna aspirina, Apolo podría ayudarte. Pero también tenía poder sobre plagas yepidemias. Podía curar o matar a un ejército entero o toda una nación. Si se enojaba,dispararía una flecha especial que explotaba en un vapor fétido y extendía la viruela ola peste negra o un ántrax. Si un apocalipsis zombie viene por ahí alguna vez, ya sabesa quién culpar.

Apolo era el dios de muchas cosas diferentes, incluso los griegos se confundían.

Era algo así como, "Hmm, me olvidé quien es el dios de la cestería. ¡Debe ser Apolo!"

Tal vez por eso, más tarde, los griegos y los romanos empezaron a llamar a Apolo, eldios del sol. Eso era en realidad el trabajo de Helios, pero los mortales se olvidaron deHelios y decidieron poner a Apolo en su lugar, sobre un carro del sol. Apolo erallamativo y dorado como el sol, tenía sentido.

En este libro, sin embargo, no pensemos en él como el dios del sol. El tío tienebastantes otros problemas en su plato. Además, la idea de Apolo conduciendo el carrodel sol me asusta, porque ya se sabe que estaría hablando por su teléfono celular lamayor parte del tiempo con la radio al máximo, y los parlantes sacudiendo todo elcarro.

De todos modos, sus símbolos eran el arco y la flecha —no es de extrañar. Más tarde,cuando se inventó la lira (es como una pequeña arpa), se convirtió en su símbolotambién.

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Lo más importante a saber sobre Apolo: nunca subestimes al chico. Un día es el diosde quintillas y canciones estúpidas y clases de primeros auxilios. Al día siguiente, esel dios de las armas químicas y las plagas que destruyen el mundo. Y pensabas quePoseidón tenía una doble personalidad.

Apolo no te mataría sin motivo. Pero consigue esos motivos velozmente.

Ejemplo: En una ocasión su madre, Leto, venía a verlo a Delfos. En el camino fuehostigada por un gigante llamado Ticio. Lo sé. Nombre terrible, Ticio. No puedo hacernada al respecto. De todos modos, Ticio era una mala pieza. Fue uno de los niños másmonstruosos de Zeus. Su madre era una princesa mortal típica, Elara; pero cuando ellaestaba embarazada, Zeus tuvo la brillante idea de ocultar su hijo de Hera metiendo a lamujer en una cueva subterránea. Algo acerca de los vapores de la cueva hizo que elfeto de Elara creciera feo y tan grande que el cuerpo de su madre simplemente nopodía contenerlo. Es un poco asqueroso, pero... bueno ¡KA—BLAM! Elara murió. Sinembargo, el niño fue creciendo hasta que toda la cueva se convirtió en su cámara deincubación. Entonces Gaia, diosa de la vieja y sucia superficie llamada tierra, decidióser madre sustituta de Ticio. Completó su formación en el lado oscuro. Cuando Ticiofinalmente emergió de la tierra, se veía menos como el hijo de Zeus y más como elhijo del monstruo Frankenstein.

De todos modos, Hera se apoderó de él y pensó que podía usar este gigante paraconseguir su ansiada venganza sobre Leto.

—Hey, Ticio —Hera le dijo un día.

— ¡Sangre! —gritó Ticio—. ¡Carne y sangre!"

—Sí —dijo Hera—. Eso es muy agradable. Pero ¿qué tal una bonita esposa para titambién?

— ¡Carne!

—Bueno. Tal vez más tarde. Una mujer va a pasar por aquí muy pronto, rumbo aDelfos. A ella simplemente le encanta cuando grandes gigantes fuertes tratan desecuestrarla y arrastrarla a su guarida subterránea. ¿Estás interesado?

Ticio se rascó la gigante cabeza. — ¿Sangre?

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— ¿Por qué no, sin duda? —Hera sonrió—. ¡Si se resiste, derrama toda la sangre quequieras!"

Ticio estuvo de acuerdo, así que Hera le dio una galleta por buena conducta y lo dejóal acecho en el camino a Delfos. Pronto Leto llegó, y Ticio saltó para agarrarla.

Gracias a su experiencia con Pitón, Leto tenía mucha práctica huyendo de monstruos,y esta vez no estaba embarazada. Esquivó el gigante y se fue a toda velocidad paraDelfos.

— ¿Oye, hijo mío? —gritó—. Necesito un poco de ayuda aquí.

Apolo escuchó el llamado de su madre. Cogió su arco y disparó. THWACK. Ticiomordió la tierra con una flecha de oro clavada directamente en su corazón.

Pero esa venganza era demasiado rápida para Apolo. Bajó a ver Hades en elinframundo y dijo:

—Este tipo Ticio... supongo que todavía cuenta como un semidiós mortal. No estoyseguro. De todos modos, si su espíritu aparece, torturarlo para mí. Algo fresco... comoZeus hizo con Prometeo. Salvo no con un águila. Tal vez buitres, o algo así.

— ¿Buitres, o algo así? —preguntó Hades.

— ¡Sí! ¡Perfecto!

Hades no se debe haber sentido muy creativo, porque siguió la sugerencia de Apolo.Cuando el espíritu de Ticio se presentó, el gigante fue declarado culpable de agredir aLeto. Fue enviado a los campos de castigo, donde fue encadenado, le dieron un hígadoque se regeneraría por toda la eternidad, y lo cortaron para que los buitres pudierandisfrutar del festín para siempre. (Creo que Prometeo presentó una demanda porinfracción de derechos de autor más adelante.)

En otra ocasión, Apolo vengó un insulto cometiendo asesinatos en masa. Eso parecejusto, ¿no? La reina de Tebas, una mujer llamada Niobe, tuvo catorce hijos —sieteniños y siete niñas. Los niños estaban todos sanos y atractivos y tenían buenascalificaciones en la escuela, por lo que Niobe siempre se jactaba de ello.Probablemente has conocido a madres como esas. Tú dices: "Sí, he marcado un gol en

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el partido de fútbol de anoche." Y ella dice, "Oh, eso es bueno. Todos mis catorcehijos son los capitanes de sus equipos, y hacen las mejores calificaciones y puedentocar el violín". Y contienes las ganas de golpearla.

Bueno, Niobe era esa señora. Un día la ciudad de Tebas tenía una fiesta en honor aLeto. Los sacerdotes estaban alabando a la Titán por ser tan hermosa y valiente y dar aluz a no uno, sino dos dioses increíbles, Apolo y Artemisa. Como las oraciones ibanuna y otra vez, la reina Niobe no podía soportarlo más.

— ¡Oh, eso no es tan especial! —le dijo a la audiencia—. No creo que Leto sea másbella o valiente que yo. Además, ella sólo tuvo dos hijos. ¡Yo tuve catorce hijosincreíbles!

O—o—o—o—kay. Mal movimiento.

Desde otro lado del mundo, Apolo y Artemisa oyeron el insulto y llegaron volandocon sus arcos en ristre.

Descendieron en Tebas y una ola de terror se extendió por toda la ciudad. Todo elmundo se convirtió en piedra a excepción de la reina y su familia.

— ¿Orgullosa de sus hijos? —bramó Apolo—. Tal vez tenemos que poner las cosas enotra perspectiva para usted.

Le disparó siete flechas de oro y asesinó a todos los hijos de Niobe en el acto.Artemisa derribó a las siete hijas. El marido de Niobe, el rey, se lamentó conindignación, sacó su espada, y cargó contra Apolo, por lo que el dios lo hirió también.

El corazón de Niobe se hizo añicos. Ella huyó a una montaña en Asia Menor—el paísal que llamamos Turquía—y lloró durante años y años, hasta que finalmente setransformó en roca. Los griegos solían visitar el lugar en el Monte Sípilo donde unafigura de piedra arenisca erosionada de una mujer estaba, con agua filtrándose desdesus ojos. Tal vez el espíritu de Niobe todavía está allí.

En cuanto a su familia muerta, no fue enterrada durante nueve días. Los cuerpos sequedaron en las calles de Tebas, atrajeron a las moscas y se desfiguraron, volviéndosemás como, um, Pitón, mientras que el resto de la gente del pueblo quedó congeladacomo estatuas.

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Finalmente, Zeus se apiadó de Tebas. Descongeló al pueblo y les permitió enterrar a lafamilia real. Nadie en Tebas nunca insultó a Leto de nuevo, pero estoy bastante seguroque Apolo y Artemisa no eran muy populares allí, tampoco.

Apolo siempre puede encontrar nuevas y horribles maneras de castigar a la gente. Lacosa más horrible que hizo fue al sátiro Marsias.

Este tipo patas de cabra vivía en Frigia, en Asia Menor, cerca del lugar donde Niobefue convertida en piedra. Un día, Marsias trotaba a lo largo del río, pensando en suscosas, cuando vio un extraño instrumento tumbado en el césped. Resulta que esa era laflauta que Atenea había hecho, la primera de todas en el mundo. Tal vez recuerdes quelas otras diosas se burlaban de ella por el aspecto que tenía cuando tocaba la flauta, asíque la arrojó fuera de Olimpo y juró que cualquiera que la tocara sufriría un terribledestino.

Bueno, el pobre Marsias no sabía eso. No era como si Atenea hubiera puesto unaetiqueta de advertencia sobre el instrumento. El sátiro cogió la flauta y comenzó atocar. Como se había llenado con el espíritu de una diosa, la flauta sonaba increíble.En ningún momento, Marsias había dominado la digitación y estaba tocando tan bien,que todas las ninfas de la naturaleza de kilómetros a la redonda fueron a escucharle.

Muy pronto estaba firmando autógrafos. Anotó seis primeros puestos en el rankingBillboard, su canal de YouTube atrajo a siete millones de seguidores, y su primerálbum fue disco de platino en Asia Menor.

Bueno, tal vez estoy exagerando. Pero él se hizo popular por su música. Su fama seextendió.

A Apolo no le gustaba eso. Sólo tenía cinco primeros puestos en el ranking Billboard.No quería ver a algún sátiro estúpido en la portada de la revista Rolling Stone.

Apolo bajó a Frigia y flotó, invisible, por encima de la multitud que se había reunidopara escuchar la interpretación Marsias. El chico era bueno, sin duda. Eso hizo queApolo estuviera aún más furioso.

Esperó y escuchó, a sabiendas de que era sólo una cuestión de tiempo.... Muy pronto,una ninfa soñadora en la primera fila gritó — ¡Marsias, eres el nuevo Apolo!

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La alabanza fue derecho a la cabeza de Marsias. Él le guiñó a la ninfa. —Gracias,nena. ¿Pero en serio, cuál música te gusta más —la mía o la de Apolo?

La multitud aplaudió salvajemente hasta que Apolo apareció en el escenario en unresplandor de luz dorada. Todo el mundo hizo un silencio absoluto.

— ¡Qué gran pregunta, Marsias! —exclamó Apolo—. ¿Fue un reto? Porque sonabacomo un desafío.

—Uh... Señor Apolo ... no lo dije —yo no quise decir…

— ¿Un concurso de música, dijiste? —Apolo sonrió de oreja a oreja—. ¡Acepto!Vamos a dejar a la gente elegir quién es mejor, y sólo para hacer las cosasinteresantes, el ganador puede hacer lo que quiera con el perdedor sin importar elprecio, ¡podrá infligir cualquier castigo! ¿Qué te parece?

Marsias palideció, pero las personas aplaudieron y gritaron en señal de aprobación. Escurioso cómo rápidamente un concierto de flauta se puede convertir en una ejecuciónpública.

Marsias no tenía mucha elección, por lo que tocó lo mejor que pudo. Su música deflauta trajo lágrimas a los ojos de las ninfas. Los sátiros en la audiencia gritaron,celebraron con antorchas en el aire, y bailaron como cabras bebé.

Apolo siguió con una canción en su lira (que había sido inventado por… TIEMPOFUERA hablaré sobre esto más adelante). Él tocaba, cantaba y bailaba. Las niñas en laprimera fila se desmayaron. El público rugió con entusiasmo.

Era imposible saber quién había ganado el concurso. Ambos músicos fueronigualmente talentosos.

—Bueno... —Apolo se rascó la cabeza—. Desempate, entonces. Vamos a ver quiénpuede hacer el mejor truco.

Marsias parpadeó. —¿Truco?

—Claro, ya sabes. ¡Movimientos de lujo! ¡Lucirse! ¿Puedes hacer esto?

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Apolo puso su lira detrás de la cabeza y tocó una melodía sin mirar siquiera a lascuerdas. La multitud se volvió loca. Apolo giraba sus brazos. Se deslizó por elescenario en sus rodillas mientras que interpretaba semicorcheas, y luego presionó elbotón de reverberación en su lira y saltó sobre la multitud, arrancando un solo cuandoparte del público lo empujó de nuevo en el escenario.

Los aplausos se calmaron después de aproximadamente una hora. Apolo sonrió aMarsias. — ¿Puedes hacer eso?

— ¿Con una flauta? —gritó Marsias—. ¡Por supuesto que no! ¡Eso no es justo!

— ¡Entonces yo gano! —dijo Apolo—. Tengo sólo el castigo para ti. Mira, Marsias,piensas que eres especial, pero eres una moda pasajera. Yo voy a ser famoso parasiempre. Yo soy inmortal. ¿Y tú? Todo brillo, nada de oro. Arañando la superficie, ypor dentro eres un mortal sátiro—carne y sangre. Voy a demostrárselo a la multitud.

Marsias se tambaleó. Su boca sabía a fango de pitón. —Señor Apolo, permítamedisculparme…

— ¡Te voy a desollar vivo! —dijo Apolo alegremente—. ¡Voy quitar tu piel, por loque todos podremos ver lo que hay debajo!

¿Te causa repugnancia? Sí. Fue bastante horrible.

Marsias sufrió una muerte espantosa sólo porque se atrevió a hacer música tan buenacomo la de Apolo. El cuerpo del sátiro fue enterrado en una cueva cerca del sitio delconcurso de música, y su sangre se convirtió en un río que se derramó por la ladera dela colina.

Apolo salió en la portada de la Rolling Stone. Detrás de su rostro sonriente, teniacortinas hechas con la piel del sátiro.

Lo último sobre Apolo: era un soltero empedernido y un mujeriego real ¿Hey, unpsicópata asesino en masa que toca la lira? ¡No hay nada más encantador que eso!

Según algunos relatos, salió con cada una de las musas —las nueve diosas quesupervisaron los diferentes tipos de arte, como la tragedia, comedia, dramadocumental, y lo que sea.

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Apolo no podía decidir entre ellas. Todas eran demasiado preciosas; por lo que jurónunca casarse, hasta la fecha de hoy.

Sólo una vez se tentó a romper esa promesa. Se enamoró y consiguió su primercorazón roto —y fue culpa suya.

Una tarde Apolo estaba caminando por el palacio en el Monte Olimpo, cuando se topócon Eros, hijo de Afrodita. El asesino a sueldo de amor estaba sentado en una repisade la ventana encordando su arco. El chico parecía tan joven, su arco tan pequeño, queApolo se echó a reír.

— ¡Oh mi dios! —Apolo limpió una lágrima de su ojo—. ¿Llamas a eso un arco? Esasflechas parecen dardos. ¿Cómo puedes dañar a alguien con eso?

Eros era un hervidero en el interior, pero se las arregló para sonreír. —Lo hago bien.

— ¡Esto es un arco, niño! —Apolo sacó su arco de oro, hecho por Hefesto—. ¡Misenemigos tiemblan cuando me ven llegar! ¡Puedo destruir a cualquiera con una solaflecha desde cualquier distancia! Tú... bueno, supongo que serás un cazador de jerbostemible.

Apolo se alejó, sin dejar de reír.

Eros apretó los dientes. Murmuró para sí: "Ya veremos quién es mejor, Sr. GranTirador. Tal vez puedes hundir a tus enemigos, pero yo te puedo hundir a ti". A lamañana siguiente Apolo estaba caminando por la orilla del río, en Tesalia,simplemente tocando su lira y disfrutando del sol, cuando Eros disparó una flechadirectamente al corazón de Apolo.

Por casualidad, una náyade se estaba bañando cerca—una de las hijas del espíritu delrío. Su nombre era Dafne. Según los estándares, Dafne era hermosa. La mayoría de lasnáyades lo eran. Pero en el momento que Apolo la vio, pensó que era aún más sexyque Afrodita. Todas las otras mujeres con las que había salido de repente parecíanperdedoras completas.

Apolo decidió que tenía que casarse con Dafne.

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Por desgracia, al igual que una gran cantidad de ninfas inteligentes, Dafne habíarenunciado a tener citas con dioses, porque siempre sucedían cosas malas a sus novias.No siempre, tal vez. Simplemente, como, 99,9% de las veces.

— ¡Hey! —gritó Apolo—. ¿Cuál es tu nombre?

Dafne saltó fuera del agua y se envolvió en una bata. —Soy Dafne. Por favor, vete.

—Oh, Dafne Por-Favor-Vete —dijo Apolo—, ¡te amo! Cásate conmigo, y te haré lanáyade más feliz del universo.

—No.

— ¡Insisto! Ven; déjame besarte. Te voy a demostrar mi afecto y... Oye, ¿a dónde vas?

Dafne corrió. Apolo era rápido, pero Dafne era más rápida. Apolo tenía la carga de suarco y la lira y estaba aturdido con el amor, por lo que se detenía continuamente acomponer nuevos haikus33 en su honor.

Eventualmente, Dafne comenzó a cansarse. Llegó a un acantilado que daba a uncañón. Apolo subió la ladera detrás de ella. No había manera que Dafne pudieraecharse atrás.

Eso la dejó con dos opciones: saltar a su muerte, o aceptar la propuesta de casarse conApolo.

Al oírlo recitar una poesía del amor, pensó que saltar por el acantilado sonaba muybien.

En su desesperación, intentó una última cosa: —Oh, Gran Gaia, protectora de todoslos espíritus de la naturaleza, ¡escúchame! ¡Sálvame de convertirme en la novia deeste dios!

Gaia se apiadó de Dafne. Cuando Apolo llegó al acantilado y echó los brazosalrededor de la náyade, Dafne se transformó en un árbol de laurel. Apolo se encontróabrazando el tronco del árbol, acariciando los brazos que se habían convertido enramas, pasándole las manos por el pelo que se había convertido en hojas.

33 Es un tipo de poesía japonesa.

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Apolo lloró desesperado. — ¡Oh, hermosa náyade! Nunca me olvidaré de ti. Fuiste miúnico y verdadero amor. ¡Debiste haber sido mi esposa! No pude ganar tu amor, pero apartir de ahora y, hasta el final de los tiempos, serás un símbolo de la victoria. ¡Tushojas adornarán mi cabeza, y juntos empezaremos una nueva tendencia de la moda!

Es por eso que en general se ven imágenes de los griegos y los romanos llevandocoronas de laurel en la cabeza. Apolo lo hizo con estilo. El laurel se convirtió en unsigno de honor. Si ganas un concurso o un evento deportivo, tienes que llevar loslaureles. Si has conquistado una nación enemiga, ¡más laureles! ¡Si te cansas de hacerobras sorprendentes y tienes suficientes coronas para rellenar un colchón, puedesretirarte y descansar en tus laureles! Todo porque Apolo se jactó de su gran arcodorado.

Eros se rió de último, pero en términos generales, Apolo tenía derecho a presumir. Élera el mejor arquero del mundo. Sólo una persona fue tan buena como él, tal vezincluso mejor.

Esa era su hermana Artemisa. Si quieres leer sobre ella, bien. Pero, por favor ofrece tumejor comportamiento. Te lo advierto ahora: Artemisa no tiene un sentido del humor.

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Artemisa libera al Cerdo de la Muerte

o es que Artemisa odiara a todos los hombres, sólo a la mayoría de ellos.Desde el momento en que nació, supo un hecho crítico: Los chicos son algobrutos.

Por supuesto, había pasado esos siete meses en el vientre con su hermano mellizo,Apolo, esperando nacer. Todo ese tiempo a solas con Apolo le daría a cualquiera unamala impresión del género masculino.

Artemisa nació primero, probablemente porque estaba ansiosa por salir.Inmediatamente creció al tamaño de una niña de seis años y miró alrededor a las otrasmujeres que habían ayudado a Leto.

—Bueno —dijo Artemisa—. Ayudaré con el nacimiento de mi hermano. Será unamolestia. ¡Hiervan algo de agua! ¡Traigan sabanas extra! Yo lo lavaré.

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Suficientemente segura, Artemisa ayudo con el parto de su propio hermano mellizo.De ese momento en adelante, se convirtió en una diosa del nacimiento, la protectorade los recién nacidos y pequeños niños. (Junto con la otra diosa del nacimiento, Ilitía,compartieron las tareas). Una vez que Apolo nació y comenzó a cantar y bailar sobrecuan sorprendente él era, Artemisa sólo dio un paso atrás y puso sus ojos en blanco.

—Siempre es así —le confió a Hestia—. Siete meses en el vientre y no se calló.

Hestia sonrió amablemente.

— ¿Y tú querida? ¿Bailas y cantas?

—Uh, no. Pero tengo planes. ¿Podrías llevarme a ver a mi padre?

Hestia llevó a la joven Artemisa al Monte Olimpo, donde su padre, Zeus, estabasentado en su trono, escuchando a los dioses del viento dar su reporte semanal sobrelas formaciones de nubes. Era tan aburrido que Zeus estaba encantado de tener unadistracción.

— Hey, mira —dijo Zeus, interrumpiendo la presentación de PowerPoint del Vientodel Sur sobre zonas de baja presión—. Es Hestia y… y alguna niña. ¡Pasen!

Hestia entró a la habitación del trono, llevando a Artemisa de la mano

—Señor Zeus, ella es su nueva hija, Artemisa. Podemos volver más tarde si estáocupado.

— ¿Ocupado? —Zeus aclaró su garganta—. ¡No, no! Son cosas importantes, reportesdel clima, pero maldita sea, ¡tendrán que esperar!

Echó a los dioses del viento y lanzó sus brazos hacia Artemisa. — ¡Ven con papá,pequeña! ¡Vamos a darte un vistazo!

Artemisa usaba un quitón34 hasta la rodilla, una especie de camiseta-vestido sujetocon una cuerda en la cintura; tenía el cabello hasta los hombros, negro como un cuervoy ojos gris plata, impresionantemente hermosos. Uso la palabra impresionantemente35

34 Es una túnica llevada tanto por los hombres como por las mujeres de la Antigua Grecia.35 Originalmente, un juego de palabras entre strikingly y strike, impresionantemente y golpear, respectivamente.

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porque te dan la sensación que esos ojos podrían golpearte hasta la muerte si Artemisase enfadara.

Tenía menos de un día de vida, pero ya parecía de escuela primaria. Incluso para unaniña de nueve o diez años, hubiese sido alta. Podría haber dominado el equipo debasketball de cuarto grado totalmente. Mientras se acercaba al trono, le dio a Zeus unabrillante sonrisa que derritió su corazón.

— ¡Papi! —Se arrojó a sus brazos—. ¡Te amo, te amo! ¡Eres el mejor padre!

Quizás no le gustaran mucho los chicos, pero sabía exactamente cómo envolver a supadre con sus pequeños dedos.

Zeus soltó una risita.

—Bueno, me sorprendes. Eres la pequeña diosa más linda que jamás haya visto. Dile apapá Zeus qué es lo que quieres como regalo de cumpleaños, dulzura, y es tuyo.

Artemisa agito sus pestañas.

— ¿Cualquier cosa?

— ¡Lo que sea! ¡Lo prometo por el Río Estigia!

Boom. Palabras mágicas. Creerías que los dioses serían más listos de no hacerpromesas impulsivas por el Río Estigia, pero Zeus nunca pareció aprender. Ahoradebería darle a Artemisa lo que sea que quisiera.

Algunas chicas hubiesen pedido un pony, o un nuevo teléfono, o una salida decompras con amigas en el mall. Algunas hubiesen pedido boletos de primera fila parael concierto de la banda de chicos más caliente, o una cita con alguien realmenteasombroso, como, no lo sé, Percy Jackson, o alguien. (¿Qué? Podría ocurrir).

A Artemisa no le importaba nada de eso. Ella sabía exactamente lo que quería. Quizásfue porque su madre, Leto, viajó todo el tiempo mientras intentaba dar a luz, vagandode isla a isla. Quizás fue por la serpiente Pitón que casi devora a Leto antes de que losmellizos pudieran nacer. Cual fuera el caso, Artemisa tenía un espíritu inquieto.Quería vagar por el mundo y cazar criaturas peligrosas, y definitivamente, jamás

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quería quedar embarazada. Había visto cuanto problema le había traído eso a sumadre. Artemisa era feliz asistiendo los nacimientos, pero no quería pasar por eso ellamisma.

—Déjame ser soltera por siempre, padre —dijo Artemisa, girando su dedo en la barbade Zeus—. Nunca quiero casarme. Quiero un arco y flechas, espera. ¿Sabes qué?Olvídalo. Si tú me dieras el arco y las flechas no serían de la mejor calidad. Iré a ver alos Cíclopes y hacer que me hagan mis armas personalizadas. Pero tú podríasconcederme una cantidad de seguidores: ninfas oceánicas, ninfas de río, ninfas de losbosques, ¿qué diablos? ¿Qué tal chicas mortales también? Cualquier chica que quieraunirse puede ser mi seguidora, mientras permanezca soltera como yo. Podrían,probablemente, tomar la decisión cuando tengan alrededor de nueve años, antes de quese interesen en los chicos, porque después de eso, estarán distraídas, y no serán útilespara mí. Creo que podemos empezar por ochenta seguidoras, ¿okay? Veremos cómofunciona. Ellas pueden cazar conmigo, limpiar mis matanzas, cuidar mis perros decaza. ¡Oh, eso me recuerda! Quiero perros de caza. —Tomó un respiro profundo—.También quiero el derecho de cazar cualquier animal peligroso en cualquier parte delmundo. Quiero que todas las montañas sean sagradas para mí, porque allí es dondepasaré la mayor parte del tiempo, en la naturaleza. Igual de lejos que las ciudades… nolo sé. Sólo escoge cualquier vieja ciudad para ser mi lugar especial. Sólo visitarépueblos cuando las mujeres necesiten ayuda con los partos, o cuando los niñospequeños necesiten una protectora —le sonrió a Zeus con sus enormes ojos colorplata—. Y…sí, creo que eso es todo.

Zeus pestañeó, momentáneamente impactado. Luego soltó una carcajada.

— ¡Tú eres mi hija, sí! ¡Piensas en grande! —Besó la frente de Artemisa y la puso depie—. Sabes, cuando tengo niños como tú, vale totalmente la pena lidiar con la ira deHera. Te daré todo lo que pediste, mi dulce. No sólo eso, te daré muchas ciudades.¡Tengo la sensación de que serás muy popular!

Zeus tenía razón. Artemisa era adorada por todo tipo de personas: embarazadas, niñospequeños, padres, jóvenes solteras que querían protección de los hombres groseros, ypor supuesto cualquiera que cazara, lo cual en ese momento era un montón de gente.Chico o chica, si cazabas, Artemisa estaba de tu lado, mientras no dañaras lanaturaleza, y realmente usaras lo que cazabas. Pero también era la diosa de los

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animales salvajes, entonces si te volvías loco y matabas muchos animales por ningunabuena razón, Artemisa tendría unas cosas que decirte.

Luego de hablar con Zeus, Artemisa fue a ver a los Cíclopes, quienes estabantrabajando en una de las forjas de Hefesto en la isla de Lipara. Hizo que le hicieran unarco de caza de plata especial y un carcaj lleno de flechas de plata y oro encantado.

Luego fue a visitar a Pan, el dios sátiro de la selva. Ella adoptó sus mejores perros parasu jauría de caza. Algunos eran blanco y negro, algunos rojizos, algunos teníanmanchas como los dálmatas, pero todos eran feroces. Corrían mas rápido que elviento, cada uno era lo suficientemente fuerte para derribar un león adulto. Imagínenselo que podrían hacer como jauría.

Luego, Artemisa reunió a su grupo de seguidores. No fue difícil. A muchas ninfas ychicas mortales les gustó la idea de vivir libremente en la naturaleza, sin tener quepreocuparse nunca por casarse. Quizás estén pensando, Oh, ¡pero yo quiero casarmealgún día! Sí, pero en esa época, la mayoría de las chicas no elegían con quien casarse.Su padre sólo decía “Hey, ve y cásate con ese chico. Me ofreció el dote más grande”.No importaba si el tipo era gordo, viejo, feo, y olía como queso de hace un mes. Notenían mas opción que casarse con él.

Las seguidoras de Artemisa nunca debían lidiar con eso. Tampoco tenían que versobre su hombro, pensando si un dios enfermo de amor iba a emboscarlas. Loscazadores de Artemisa estaban fuera de los límites. Cualquiera que intentarasecuestrarlas, o incluso coquetear con ellas, se encontraría en el lado equivocado delarco plateado de Artemisa.

Usualmente Artemisa sólo llevaba veinte seguidores a cazar con ella por vez. Nopuedes acercarte sigilosamente a tu presa con ochenta chicas. El resto de lasseguidoras cazarían en diferentes grupos o se quedarían en el campamento a carnearlas matanzas, o curar el cuero, o hacer fogatas… o lo que sea que la gente de lanaturaleza hace cuando acampa. Yo soy de Manhattan. No sé de esas cosas.

Más temprano, Artemisa se dio cuenta que viajaría largas distancias y se moveríarápidamente, a veces más rápido que lo que incluso una diosa puede moverse a pie.Decidió que sería una buena idea conseguir un carro. Sólo no estaba segura de qué

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tipo de animales deberían empujarlo. Los caballos eran cosa de Poseidón. Además,estaban domesticados. Artemisa quería algo salvaje y rápido.

Un día detectó el sonido de un ciervo.

Estás pensando, “Wow, ciervo. Me llena de entusiasmo”.

Pero el sonido del ciervo incluía cinco enormes ciervas, hembras adultas del tamañode toros, con pezuñas y astas echas de oro sólido. ¿Cómo sabía Artemisa que erarealmente oro y no pintura en spray? Es la diosa de los animales salvajes. Sólo pudosaberlo.

Se volteó hacia sus seguidoras y susurró.

—Esas nobles ciervas serían asombrosas empujando mi carro. ¡Esta será nuestraprimer gran captura, chicas!

Artemisa prefería no matar animales inofensivos como los ciervos. Mayormentemataba animales que hieren a los humanos, como osos, leones o tejones encolerizados.Pero tenía muchas formas inteligentes de atrapar animales sin herirlos. Entre susseguidoras estaba una ninfa llamada Britomartis, quien era tan buena haciendo redesque Artemisa eventualmente la haría una diosa menor, “La Dama de las Redes”.(¿Jugaba Basketball? No lo sé).

Britamartis puso algunas trampas y encubrió las redes. Luego las seguidoras deArtemisa comenzaron a hacer ruido. Así como saltaban, la mayoría de las ciervas detamaño normal escaparon, pero las ciervas gigantes con los cuernos dorados voltearona enfrentar al enemigo y proteger a su manada.

Cuatro de ellas cargaron derecho hacia las redes y fueron capturadas, pero la más listade las cinco volteo en el último segundo y frenó por seguridad.

—Mi señorita —dijo Britomartis—, ¿deberíamos ir tras esa?

Artemisa sonrió.

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—No. Cuatro ciervas son suficientes para tirar de mi carro. Esa quinta se ha ganado sulibertad. ¡Es una cierva inteligente! De ahora en más, tendrá mi bendición. Prohíboque cualquier cazador le haga daño.

Esa cierva afortunada vivó un gran tiempo. Se hizo famosa por salir de un área deGrecia llamada Cerinea, así que era conocida como la Cierva Cerinea. Más adelante,Hércules tuvo la orden de capturarla, pero esa es otra historia.

Artemisa ahora tenía todo lo que necesitaba: sus armas, sus seguidoras, sus perros decaza, y su carro tirado por ciervas mágicas con cuernos de catorce kilates. La diosapasó su tiempo deambulando por las montañas, cazando monstruos, castigando acualquiera que fuera innecesariamente cruel con los animales o la naturaleza.Ocasionalmente hacía una escala rápida en los pueblos para ver a los niños, ayudar alas madres a dar a luz, y quizás hacer un pequeño reclutamiento entre las niñas jóvenesque quisieran unirse a la caza.

En algunos aspectos, ella y su hermano Apolo eran muy parecidos. Ambos eranpeculiarmente buenos arqueros. Mientras Artemisa era la protectora de las jóvenessolteras, Apolo era el protector de los hombres jóvenes. Ambos tenían poderescurativos. Ambos podían castigar a los mortales irrespetuosos con una repentina flechamortal o una horrible plaga. Más adelante, Artemisa se hizo conocida como la diosa dela luna, relevando al Titán Selene, de la misma manera que Apolo relevó a Helios, elTitán del Sol. A veces verás a Artemisa con un emblema de forma creciente plateadoen su vincha, lo cual significa que es la diosa de la luna, o que tiene un boomerangpegado con cinta en su frente. Vayamos con la primera opción.

En otros aspectos, Artemisa era totalmente diferente a su hermano. Apolo salía contodas. Artemisa no tenía tiempo para esas cosas sin sentido. Era absolutamenteinmune a la magia del amor.

A su hermano Apolo le gustaba hacer música. Artemisa prefería los sonidos de losgrillos por las noches, el crujir de una fogata, el ulular de los búhos, y el gorgoteo delos ríos. A Apolo le gustaba llamar la atención. Artemisa prefería deslizarse entre lanaturaleza y ser dejada sola, sólo con sus seguidoras.

¿Sus símbolos? No hay sorpresas: el arco, el ciervo, y a veces también la lunacreciente.

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Pensaran que sólo las mujeres la adoraban, pero los chicos la respetaban también.

Los espartanos solían rezarle por buena caza y éxito con la arquería y demás. Alerta derepugnancia: para honorarla, solían atar a un hombre joven al altar de Artemisa y darlelatigazos hasta que sangrara por todo el lugar. Por qué creían que eso haría feliz aArtemisa, no lo sé. ¿Mencioné que los espartanos eran completos locos?

Otros griegos sacrificaban cabras por ella, incluso perros.

Lo sé. ¿Perros? Artemisa amaba a los perros. Por qué alguien sacrificaría perros paraella, no lo sé. Por suerte, Artemisa hizo conocer su descontento enviando una plaga aesos idiotas.

Era popular en toda Grecia, pero su templo más grande estaba en la ciudad de Éfeso enAsia Menor. Las Amazonas fundaron el lugar, lo cual tiene sentido. ¿Una nación demujeres guerreras? Tenían totalmente lo que era Artemisa.

Seguro, Artemisa estaba mayormente en la caza, pero era una excelente guerreracuando debía serlo. Por ejemplo, cuando esos dos mellizos gigantes, los Alóadasatacaron el Olimpo, apilando montañas para hacer una torre de asedio. Fue Artemisaquien los derrotó.

Pasó así. Después que Ares, el dios de la guerra salió de la jarra de bronce, losgigantes mellizos comenzaron a alardear sobre cómo iban a tomar Olimpo y hacer alos dioses sus esclavos. Efialtes quería a Hera como su esposa. Oto quería obligar aArtemisa para que se casara con él.

Cuando algo de eso llegó a Artemisa, ella dijo:

—Okay. Esos dos necesitan morir ahora.

Quizás pudo haberlos derribado a la distancia con su arco, pero ella quería ir cerca ypersonalmente así podía ver el dolor en sus caras.

Atacó bajo la montaña y los atormentó con flechas, tirándoles en las piernas, manos, yalgunas partes muy sensibles. Los gigantes mellizos intentaron atravesarla con susenormes lanzas, pero ella era muy rápida.

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Finalmente corrió entre los gigantes. Ambos la apuñalaron pero los esquivó a últimomomento, y los gigantes se atravesaron entre ellos. Gigantes muertos. Problemaresuelto. Eso incluso fue un buen vídeo de blooper en Las Batallas más Graciosas delOlimpo.

Aunque la mayor parte del tiempo, Artemisa dejó a los animales hacer el trabajo porella.

Una vez en la cuidad griega de Calidón, este tipo, el Rey Eneo se olvidó de hacerofrendas apropiadas a Artemisa. Era tiempo de cosecha. Se suponía que losCalidónianos ofrecerían las primeras frutas de su labor a los dioses. Vertieron aceitede oliva para Atenea. Quemaron cereal para Démeter. Sacrificaron bastones depescado con salsa tártara para Poseidón.

Pero se olvidaron de Artemisa. Todo lo que quería era unas pocas manzanas del huertode frutas. Incluso se habría conformado con unos limones. Pero su altar continuabavacío.

—Okay —se quejó para sí misma—. Seré deshonrada pero ¡seré vengada!

Convocó al cerdo más feroz de la historia de los cerdos.

Este jabalí salvaje tenía el tamaño de un rinoceronte. Sus ojos eran rojo sangre yresplandecientes de fuego. Su pellejo grueso como el acero estaba cubierto con pelotan rígido como mangos de lanzas, así que incluso si sólo te rozara, te haría jironescomo a una costilla de res. Su boca despedía relampagueantes y amargas nubes deácido, marchitando y quemando todo en su camino, y sus enormes colmillos en formade navajas… bueno, si estás lo suficientemente cerca para ver sus colmillos, ya erescasi tostada.

Era, en síntesis, el Cerdo de la Muerte.

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Artemisa lo liberó en los campos de Calidónia, donde arrancó de raíz los frutales,pisoteó los campos, y mató todos los animales, granjeros, y cualquier soldado losuficientemente estúpido como para intentar luchar con él.

En este punto, el Rey Eneo realmente deseaba haberle dado a Artemisa algunasmanzanas. Volteó hacia su hijo Meleagro y dijo:

— ¡Eres el mejor cazador en el reino, hijo mío! ¿Qué debemos hacer?

— ¡Cazar al jabalí! — dijo Meleagro—. Artemisa es la diosa de la caza, ¿no? La únicaforma de que nos perdone es que lancemos la más grande y peligrosa caza de lahistoria. Si derrotamos al jabalí con valentía y habilidad, seguramente nos perdonará.

El Rey Eneo frunció el ceño.

—O se enojará aún más. Además, ¡no tienes posibilidad de matar ese monstruo túsolo!

—No solo —asintió Meleagro—. ¡Reuniré a los mejores cazadores de Grecia!El rey divulgó las palabras y ofreció recompensas. Pronto cazadores de todo el mundoacudieron a Calidónia. Se anotaron en la Primera y con Suerte Última Caza del CerdoAnual.

Artemisa no se las hizo fácil. Un tipo llamado Mopsos, quien era el más fuerte lanceroen Grecia, arrojó la lanza al cerdo con la suficiente fuerza de romper una armadura debronce. Artemisa hizo que la punta de la lanza cayera a mitad del vuelo. El mango dela lanza sólo rebotó en el monstruo sin causar daño.

Otro cazador llamado Anceo se rio de él.

— ¡Esa no es forma de luchar contra el Cerdo de la Muerte! ¡Mira y aprende! —Levantó su hacha de doble hoja— ¡Te mostraré como pelea un hombre real! ¡El cerdode la niña diosa no es competencia para mí!

Atacó, levantando su hacha por sobre su cabeza, y el jabalí embistió su colmillo justoen la entrepierna de Anceo. Anceo murió, y fue siempre recordado como La Maravillasin Entrepierna.

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Finalmente el propio príncipe Meleagro mató al cerdo con mucha ayuda de susamigos. Eso fue valiente y todo, pero Artemisa no estaba satisfecha. Llenó a los otroscazadores con envidia. Meleagro despellejó al cerdo y colgó su cuero en el palaciocomo el gran premio de la caza, pero pelear destapó quien realmente merecía elcrédito por la matanza.

La discusión se volvió una guerra civil a gran escala. Cientos de personas murieron,todo porque el rey olvidó darle a Artemisa algo de fruta. En serio, sólo son docedioses. La próxima vez haz una lista, Eneo.

Entonces, sí. Si olvidabas hacer sacrificios, Artemisa te mataría. Pero si realmentequerías garantizarte una muerte dolorosa, invade su espacio personal.

Un cazador llamado Acteón cometió ese error. Lo extraño fue que realmente respetabaa Artemisa. Siempre hacia sus sacrificios para ella a tiempo. Dedicaba sus mejorescazas a la diosa e intentaba ser un buen cazador. Había sido criado y entrenadopersonalmente por Chiron, el famoso Centauro que enseñó a los mejores héroesgriegos. (Ejem, yo, ejem). Acteón mantenía una jauría de cincuenta perros. Cuando noestaba en la caverna de Chiron aprendiendo cosas de héroe, Acteón estaba fuera consus perros, persiguiendo criaturas y llevando a casa el tocino de cerdo salvaje.

Una noche estaba en las montañas, exhausto de un duro día de caza. Se recostó en unaroca para dormir mirando hacia un lago con una cascada. Sus perros se acurrucaron enla pradera detrás de él. Empujó su cobertor sobre su cabeza y se durmió, hastadespertar en la mañana por el sonido de unas voces.

Acteón se restregó los ojos. Miró hacia el lago y creyó que estaba soñando. Unmontón de damas hermosas se estaban bañando en la cascada, así como, sin ropa. Lamás bella lucia exactamente como las estatuas de Artemisa que Acteón había visto enlos templos. Era alta de cabello oscuro y ojos plata brillantes. La vista de ellabañándose hizo que el rojo rugiera en los ojos de Acteón.

Ahora, si sólo se hubiera deslizado lejos justo allí, él habría estado bien. Artemisa nose dio cuenta que estaba allí. Acteón podría haberse escabullido y vivir hasta una edad

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madura y vieja con su secreto y considerado afortunado. Digo… no estaba siendo unacosador aun. No había intentado espiar.

Pero no. Por supuesto que no. Acteón debía ponerse codicioso.

Continuó mirando. Se enamoró de Artemisa. Decidió que debía casarse con ella.

Sabía que era una eterna soltera, obvio. ¡Pero ella aun no lo había conocido a él!

Acteón la respetaba. Siempre se había sacrificado por ella. Amaba cazar y a losanimales… Tenían tanto en común. ¡Por qué no había pensado en eso antes!

Salió de su lugar de sueño y gritó:

— ¡Perdóname, mi dama!

Las seguidoras de Artemisa gritaron y salieron en desbandada hacia la orilla pararecuperar sus ropas y arcos. Artemisa entrecerró sus ojos. No intentó cubrirse. Caminóhacia Acteón sobre la superficie del agua.

— ¿Quién eres? —exigió.

—Acteón, mi dama. Soy un gran cazador, y siempre te he venerado.

— ¿En serio? —Artemisa no sonó impresionada— ¿Y aun así me espías mientras meestoy bañando?

—Eso…eso fue un accidente. —El cuello de Acteón comenzó a picar, como siestuviera cubierto de pulgas. No se sentía tan seguro ahora, pero era muy tarde pararetirarse.

—Tu belleza… Me ha inspirado para hablar. ¡Debo tenerte! ¡Cásate conmigo!

Artemisa ladeó la cabeza. Un aura plateada brilló alrededor de todo su cuerpo.

—Tú debes tenerme —dijo—. ¿Crees que soy tu presa?

—N-no, mi dama.

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— ¿Crees que tú eres el cazador, y yo soy algún tipo de premio para derribar con tujauría de perros?

—Bueno, no. Pero…

—Déjame iluminarte, Acteón —dijo la diosa—. Yo soy la cazadora. Siempre soy lacazadora. Tú eres la presa. Ningún hombre que me haya visto desnuda puede vivir.

El cuerpo de Acteón se retorció de dolor. Justo sobre sus ojos, su frente se abrió ybrotaron dos astas pesadas. Sus dedos se fusionaron en pezuñas hendidas. Su espaldase dobló y estrechó. Sus piernas se volvieron más finas. Sus botas se endurecieron yencogieron en pezuñas.

Acteón se convirtió en ciervo, un hermoso macho de dieciséis puntos.

Artemisa emitió un ruido de silbido muy alto. La jauría de cincuenta perros de Acteóndespertó de su sueño. No olían a su amo por ninguna parte, pero wow, ¡ese enormeciervo olía muy bien! Acteón intentó mandar a sus perros para que se quedaranquietos, pero no tenía voz. No lo reconocieron. Se echó a correr, como usualmentehacen los ciervos, pero los perros eran muy rápidos.

Rasgaron a su viejo amo en pequeños pedazos.

Cuando los perros terminaron, buscaron a Acteón. No pudieron encontrarlo por ningúnlado. Aullaron y lloriquearon y se pusieron muy tristes, pero finalmente encontraronsu camino de vuelta a casa a la caverna de Chiron. El centauro vio las partes de la ropade Acteón metida entre los dientes y la sangre en su pelaje, y calculó lo que debíahaber ocurrido. Le había advertido a ese estupido niño no meterse con Artemisa. Parahacer sentir mejor a los perros, hizo un muñeco falso de Acteón con las ropas viejasdel cazador, como un espantapájaros, así los perros creerían que su amo aun estabaalrededor.

Supongo que eso fue bueno de Chiron, para el bien de los perros, pero me hace pensarun poco si tiene un espantapájaros de Percy Jackson guardado en un placar en algúnlugar, por emergencias. No estoy seguro de querer saber.

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Esa no fue la única vez que un chico encontró a Artemisa bañándose. La vez siguientefue un chico llamado Sipriotes, quien sólo estaba merodeando y terminó en el lugarincorrecto y el momento incorrecto.

Cuando vio a la diosa desnuda, aulló de sorpresa, pero sólo era un niño. No le pidióque se casara con él. Sólo cayó sobre sus rodillas y rogó piedad.

—Por favor dama —lloriqueo—. No fue mi intención. ¡No me conviertas en un ciervoy me hagas destrozar por perros!

Artemisa se sintió mal. Ella era la protectora de los niños después de todo.

—Bueno, Sipriotes —dijo—, he aquí el problema. Ningún hombre puede vermedesnuda y vivir.

—Pero… pero…

—Como eres hombre, debo matarte. Al menos que, por supuesto, no fueses hombre...

Sipriotes parpadeo.

—Te refieres a… espera. ¿Qué?

—Muerte o cambio de género. Tú eliges.

No había mucho que elegir. Sipriotes no quería morir, así que ¡Shazam! Artemisa loconvirtió a él en ella, y la niña Sipriotes vivió feliz por siempre con las cazadoras deArtemisa.

¿Suficientemente extraño para ustedes? ¡Oh, se pone aun mas extraño!

Otra vez una de las seguidoras de Artemisa, una chica llamada Calisto, captó el ojo deZeus. Ahora, se suponía que las seguidoras de Artemisa estaban fuera de los límites,pero es Zeus de quien estamos hablando. También Calisto era un real bombón.

Era la seguidora favorita de Artemisa en ese momento. Eran muy parecidas, ambasveloces y fuertes, totalmente desinteresadas en los chicos. Se hicieron mejores amigastan pronto como Calisto se unió a la Caza. Como todas las seguidoras de Artemisa,Calisto había jurado ser soltera por siempre, pero Zeus tenía otras ideas.

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Un día miró hacia abajo desde el Olimpo y vio a Calisto en un claro, relajándose ydisfrutando los rayos del sol.

— ¡Esta es mi chance! —se dijo a sí mismo—. Sólo debo encontrar una forma deacercarme sin que huya. Esa chica es rápida. Hmm…

Zeus cambió de forma hasta parecerse exactamente a Artemisa. Lo sé, un movimientototalmente asqueroso, ¿no? Pero como dije, el tipo no tenía vergüenza cuando setrataba de tomar mujeres. Incluso pretendería ser su propia hija.

La Falsa Artemisa fue paseando hacia el claro.

—Hey, Calisto. ¿Qué estás haciendo?

— ¡Mi dama! —Calisto se puso de pie—. Sólo estaba descansando.

— ¿Puedo unirme? —preguntó la Falsa Artemisa.

Calisto notó algo extraño en la mirada de los ojos de la diosa, pero dijo—: Emm,seguro.

La Falsa Artemisa se acercó. Tomó la mano de Calisto.

—Eres muy hermosa, sabes.

La Falsa Artemisa la besó, y no estoy hablando de un amistoso beso en la mejilla.Calisto luchó e intentó apartarse, pero Zeus la sostenía apretada, y era más fuerte.

— ¡Mi dama! —Calisto chilló—. ¿Qué estás haciendo?

Zeus cambio a su verdadero yo, y Calisto gritó más fuerte.

—Ya, ya —dijo el dios del cielo—. Artemisa no necesita saber, mi querida. ¡Seránuestro pequeño secreto!

Así que Zeus probó una vez más ser un sucio divino. Sí, seguro, si me escuchara sevolvería loco. No sería la primera vez que corra el riesgo con el Sr. Relámpago. Pero,hey, los llamo como los veo.

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Si la Artemisa real hubiese estado al alcance del oído, hubiese ido corriendo a ayudara Calisto. Desafortunadamente, Calisto estaba sola. Zeus siguió su camino.

Después de eso, Calisto estaba muy avergonzada para decir nada. Temía que fuese dealguna forma su culpa. Consejo: Si eres atacada por un asqueroso, nunca es tu culpa.Dile a alguien.

Pero Calisto mantuvo su secreto lo más que pudo. Intentó hacer como si nada hubiesepasado. Tristemente, estaba embarazada. No podía ocultar eso por siempre. Unosmeses después, luego de un día caluroso cazando monstruos, Artemisa y la bandaquerían ir a nadar. Todas saltaron al lago excepto Calisto.

— ¿Qué ocurre? —llamó Artemisa—. ¡Ven!

Calisto se sonrojó. Puso su mano en su vientre, el cual estaba comenzando a crecer.No se atrevió a quitarse la ropa, o Artemisa lo notaria.

Artemisa se dio cuenta del problema, de todas formas. De repente se dio cuentaporque Calisto había estado tan distante y triste últimamente.

El corazón de la diosa se hundió.

— ¿Tú, Calisto? —preguntó—. De todas mis seguidoras, ¿tú rompiste tu voto?

— ¡Yo– yo no quise! —dijo Calisto. Una lágrima rodó por su mejilla.

— ¿Quién fue? —demandó Artemisa—. ¿Un bello guerrero? ¿Un héroe meloso? ¿Mihermano, Apolo? Oh, no… por favor dime que no fue él.

—Fuiste… ¡fuiste tú! —gimió Calisto.

Artemisa la miró fijamente.

—Repíteme eso.

Calisto le contó la historia de cómo Zeus había aparecido con la forma de Artemisa.

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La diosa ardió de rabia. Quería estrangular a su padre Zeus, pero sólo hay tanto quepuedes hacer cuando tu padre es el rey del universo. Miró a Calisto y sacudió sucabeza con pena.

—Eras mi favorita —dijo Artemisa—. Si hubieses acudido a mí inmediatamente,podría haberte ayudado. Te hubiese encontrado un esposo guapo y rico, y dejarteasentar en una nueva vida en la ciudad de tu elección. Hubiese permitido que teretiraras de la Caza con honor. Podrías haberte ido en paz. El ataque de Zeus no fue tuculpa.

Calisto sollozo.

— ¡Pero no quería perderte! ¡Quería quedarme!

Artemisa sintió como si su corazón se partiera, pero no podía demostrarlo. Teníareglas sobre sus seguidoras. No podía permitir que esas reglas se rompieran, nisiquiera por su mejor amiga.

—Calisto, tu crimen fue ocultar el secreto de mí. Me deshonraste y a tus hermanas dela Caza, por no ser honesta. Ensuciaste nuestra compañía de señoritas al no ser unaseñorita tú. Eso no lo puedo perdonar.

—Pero…pero...Artemisa.

— ¡No más charla! —Artemisa señaló a Calisto, y la joven dama comenzó a cambiar.Creció de tamaño. Sus miembros se volvieron más cortos y gruesos. Sus ropas, quehabían ayudado a esconder su condición, se volvieron un sofocante abrigo grueso depelaje marrón. Calisto se volvió un oso pardo. Cuando intentó hablar, sólo pudo rugir.

—Vete, ahora —dijo Artemisa, intentando no llorar—. Tu nueva forma te recordaráque nunca puedes estar a mi vista. Si te veo de nuevo, debo matarte. ¡VETE!

Calisto se fue brincando entre los bosques. Dio a luz a un humano llamado Arcas,quien volvió al mundo de los mortales y eventualmente se convirtió en rey. Pero pocodespués, la pobre Calisto fue asesinada por los cazadores.

Zeus sintió algo de remordimiento. Volvió a Calisto una constelación, La Osa Mayor,o La Gran Osa, como si eso compensara por haber arruinado su vida.

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Un poco raro: después del incidente con Calisto, los dos siguientes mejores amigos deArtemisa fueron ambos chicos. No estoy seguro de por qué. Quizás pensó que nopodían herirla peor que lo que Calisto lo había hecho, o si lo hicieran, al menos noestaría sorprendida, ya que los chicos son naturalmente unos idiotas. O quizás estabaintentando probarse a sí misma que nunca volvería atrás con su voto de soltería,incluso con el chico mas interesante que encontrase.

Su primer amigo hombre fue Orión, quien tenía un pasado oscuro. Por una cosa, él eraun gigante. Pero era bajo para ser gigante, quizás siete pies de alto, y parecía losuficientemente humanoide que casi podría pasar por mortal. Por un largo tiempotrabajó para el rey de Chios como cazador real. Luego Orión se metió en un pequeñoproblema con la hija del rey. Cuando el rey lo descubrió, cegó a Orión con unabrasador hierro caliente. Luego lo pateó fuera de su reino.

Orión vagó alrededor de Grecia hasta que por casualidad se encontró con el diosherrero Hefesto. Orión le contó su trágica historia. El gigante parecía genuinamentearrepentido, así que Hefesto, quien sabía mucho sobre tragedia y segundasoportunidades, diseñó ojos mecánicos que permitieron que Orión vea de nuevo.

Orión se retiró a Delos, donde conoció a Artemisa. Ella pensó que era un tipo losuficientemente agradable. No intentó ocultar sus crímenes pasados. Incluso teníaincreíbles habilidades de caza. Sus años de ceguera habían agudizado sus otrossentidos, y sus ojos mecánicos le daban todo tipo de increíbles habilidades de visiónnocturna y objetivo. Se convirtió en el primer hombre en unirse a los Cazadores deArtemisa.

No estoy seguro de cómo las otras seguidoras se sintieron sobre eso. Las Cazadorasnunca habían sido un grupo mixto antes. Pero Orión no intentó nada gracioso.Mantenía su distancia cuando las chicas se bañaban. Ayudaba con las labores comotodas las demás. Pronto se hicieron rápidos amigos con Artemisa.

El único problema: Orión era un poco demasiado bueno cazando. Un día, estaba fuerasolo, y se dejó llevar. Le disparó a dieciséis osos, doce leones y varios monstruos queni siquiera él podría nombrar. Luego comenzó a dispararle a animales inofensivos:ciervos, conejos, ardillas, aves, wombats. Quizás sólo colapsó. Quizás Apolo lo volvió

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loco, porque a Apolo no le gustaba mucho que este tipo pasara tiempo con suhermana.

De todas formas, Orión tenía una pila de cadáveres de wombats a su alrededor. Pintósu cara con sangre de ardilla y puso hojas en su cabeza, y comenzó a gritar.

— ¡Mataré a todos los animales del mundo! ¡Todos ellos! ¡Muere, estúpido bichopeludo!

Esto no encajaba en la misión amigable con la naturaleza de las Cazadoras. Tampocole gustó a Gaia la Madre Tierra. Orión estaba gritando tan fuerte que llamó suatención, incluso cuando ella estaba durmiendo, y Gaia balbuceó para sí misma

— ¿Quieres matar algo, vándalo? Intenta con esto.

Justo detrás de Orión salió un escorpión enorme de una grieta en la tierra. El gigantevolteó y obtuvo un aguijón venenoso justo en el pecho.

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Ese fue el fin de Orión. Artemisa fue a buscarlo, y cuando encontró su frío cuerpo sinvida, rodeado (por alguna bizarra razón) por miles de bichitos peludos muertos, sucorazón se rompió de nuevo. Esta vez Artemisa hizo una constelación. Puso a Oriónen el cielo, con un escorpión cerca, así su historia viviría por siempre.

Supongo que la moraleja es: no intentes masacrar conejitos, ardillas ni wombats. No tehicieron nada, y podrías descubrir que tienen un amigo escorpión muy grande.

El último mejor amigo de Artemisa fue un príncipe llamado Hipólito. El chico eraguapo y encantador y no tenia interés alguno en el romance. Sólo quería pasar todo sutiempo cazando. En otras palabras, era el hombre perfecto de Artemisa. Lo aceptó enla Caza, lo que debe haber sido un desafió para algunas de las seguidoras. El tipo eramuy atractivo para su propio bien.

Aun así, Hipólito era un seguidor modelo. Mantuvo sus votos y nunca les dio unasegunda mirada a las damas.

Aunque no a todo el mundo le gustaba eso. Arriba en el Olimpo, Afrodita la diosa delamor estaba indignada.

— ¿Están bromeando? —lloriqueó—. ¿Un tipo ardiente como ese, pasando el rato conochenta mujeres hermosas, y no está interesado? ¡Esto es un insulto! ¡Esto no estábien!

La siguiente vez que Hipólito fue a casa a visitar a su padre, Teseo (quien es otracompleta historia, ese tipo) se envolvió en esta enorme discusión. El padre quería queHipólito se casara así podría tener hijos y continuar el nombre la familia cuando seconvirtiese en rey, blah, blah, blah.

Hipólito dijo:

— ¡No! ¡Quiero quedarme con Artemisa y la Caza!

Teseo gruño con frustración.

—Si tú la amas tanto, ¿por qué no te casas con ella?

— ¡Es una diosa soltera, papá! ¡Nunca escuchas!

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La discusión se volvió más y más acalorada, porque arriba en el Olimpo, Afroditainflamaba sus pasiones. Seguro, ella era la diosa del amor, pero realmente no haymucha diferencia entre el amor y el odio. Ambos se salen de control fácilmente, y sevuelven uno contra el otro. Créanme. Lo sé.

Finalmente Teseo sacó una espada y mató a su propio hijo.

¡Ups!

Por supuesto el rey estaba horriblemente avergonzado. Puso el cuerpo del príncipe enlas criptas reales y corrió a llorar en privado. Mientras tanto, Artemisa oyó la noticia yfue corriendo a la tumba.

Llorando con rabia, tomó el cuerpo de Hipólito.

— ¡No, no, no, no! ¡No voy a perder otro amigo! ¡No lo haré!

Voló fuera de la cuidad llevando el cuerpo de Hipólito. Buscó por toda Grecia hastaque encontró al mejor físico del mundo, un hombre llamado Asclepios. Era un hijo deApolo, el dios de la curación, pero Asclepios era aun mejor curando que su padre.Probablemente porque Asclepios pasaba todo su tiempo realmente curando, mientrasque Apolo coqueteaba y daba conciertos en el parque.

— ¡Tía Artemisa! —dijo Asclepios—. ¡Qué bueno verte!

Artemisa apoyó el cuerpo de Hipólito en pie.

—Asclepios, necesito que cures a Hipólito. ¡Por favor! Esto está incluso más allá demis poderes.

—Hmm… —dijo Asclepios—. ¿Qué está mal con él?

—Está muerto —dijo Artemisa.

—Esa es una condición seria, casi siempre es fatal. Pero veré lo que puedo hacer.

Asclepios mezcló algunas hierbas, cocinó una poción, y alimentó forzosamente alpríncipe muerto, que instantáneamente despertó.

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— ¡Gracias a las Moiras! —Artemisa dijo— ¡Asclepios, tú eres el mejor!

—Hey, no hay problema.

En realidad, era un problema. Afrodita se quejó con Zeus. Era muy mala perdedora.Luego Hades se quejó. Asclepios no podía ir por ahí devolviéndole la vida a losmuertos. Eso causaría un caos en el mundo mortal y en el Inframundo. Zeus estaba deacuerdo. Azotó a Asclepios con un rayo y lo mató, es por lo cual no puedes ir hoy aldoctor y pedir que resucite a tus familiares muertos. Zeus declaró ese tipo de medicinafuera de los límites.

Sobre Hipólito, Artemisa se aseguró que estuviese a salvo. Lo llevó hacia Italia, dondese hizo cura en uno de sus santuarios sagrados y vivió hasta una edad vieja y madura.

Después de eso, Artemisa decidió no acercarse demasiado a sus seguidores. Era muypeligroso para ellos. También se volvió precavida sobre invitar más hombres a laCaza.

Eso está bien por mí. Me gusta Artemisa, pero no me llevo bien con la naturaleza.Tampoco me gusta cazar. Me gustan las chicas, pero mi novia no estaría bien conmigopaseando con ochenta mujeres bellas en la naturaleza.

Es un poco posesiva en ese sentido.

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Hermes va al reformatorio

ería más fácil listar las cosas de las que Hermes no era dios, porque ese hombretenía mucho que hacer.

Él era el dios del viaje, por lo que era el patrón de todo aquel que utilizaba lascarreteras. Eso significaba comerciantes, mensajeros, embajadores, artistas itinerantes,y pastores trayendo su ganado al mercado. También significaba bandidos, ladrones,vagabundos y esas molestas caravanas de jubilados en casas rodantes dirigiéndosehacia el sur para el invierno.

Hermes era el encargado de guiar almas de los muertos al Inframundo. Era el servicioFedEx personal de Zeus, llevando los mensajes de su jefe por todo el globo con laentrega más rápida garantizada. También era el dios de (toma una respiraciónprofunda) el comercio, los idiomas, los robos, las hamburguesas con queso, lastrampas, el habla elocuente, los festines, hamburguesas con queso, la hospitalidad, los

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perros guardianes, las aves de presagio, la gimnasia, los concursos de atletismo, lashamburguesas, las hamburguesas con queso, y adivinar la fortuna con los dados.

Bueno, solo solté lo de las hamburguesas con queso para ver si estaban prestandoatención. Además, estoy hambriento.

Básicamente, Hermes estaba a cargo de todo aquello y todo aquello que podríasencontrar mientras viajas ―lo bueno y lo malo. Así que si tomas un viaje, mejor rezapor que esté de buen humor. Por lo contrario terminarás durmiendo en el aeropuerto, oatrapado del otro lado de la carretera con una llanta averiada. Dado que todos en laAntigua Grecia necesitaban viajar en un momento u otro, Hermes era un importante ymuy respetado hombre.

Es difícil de creer que nació en una cueva y fue arrestado cuando tenía sólo doce horasde edad.

Su madre, Maia, trató de mantenerlo fuera de problemas. Ella era un Titán, la hija deAtlas; y cuando quedo embarazada del bebe de Zeus (Lo que la hace que, ¿su novia#458? ¿Está alguien llevando la cuenta?), trató de protegerse a sí misma para noterminar como la mayoría de las novias de Zeus ―maldecida y acosada por Hera.

Maia se escondió en una cueva en el Monte Cilene en Grecia central, donde dio a luzal pequeño y tierno Hermes. Se dio cuenta de que su hijo era un dios, así que decidióque era mejor tener cuidado. Nunca se sabe cuando un bebé dios comenzará a bailar ycantar y disparar a la gente. (Había escuchado historias sobre Leto). Maia cuidó albebé Hermes y lo envolvió apretado en sus mantas para que no pudiera moverse ometerse en problemas. Lo colocó en una cesta tejida como cuna y comenzó a cantaruna nana sobre los diferentes dioses y sus animales preferidos, porque incluso en eseentonces, las canciones de bebés eran sobre animales de granja y esas cosas. Cantóacerca de Artemisa y sus perros, Poseidón y sus caballos, Apolo y su rebaño de vacassagradas ―el ganado mas fino y sabroso en el mundo. Pronto Hermes estabadurmiendo pacíficamente. Maia tropezó hasta su cama y se desmayó, porque dar a luzera un trabajo duro.

En cuando Hermes escucho a su madre roncando, abrió los ojos.

El joven dios, luchó entre sus pañales y mantas.

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— ¿Es en serio? —murmuró—. Nacido por treinta minutos, ¿y ya estoy en una camisade fuerza? Mamá en verdad no confía en mí. Mujer inteligente.

Se liberó y salto de la cuna. Hermes todavía se veía como un recién nacido, pero sóloporque no estaba preparado para empezar a crecer todavía. Se imaginó que un bebépodría salirse con la suya en cosas que un niño mayor no podría. Estiró los brazos,hizo un par de saltos, y se subió los pañales.

―Toda esa canción sobre vacas me abrió el apetito ―dijo―. ¡Podría ir por un filete!

Salió lentamente de la cueva, pensando que no sería demasiado difícil encontrar elganado de Apolo. Sólo había dado unos pasos cuando tropezó con algo duro.

― ¡Ay! ―Hermes se arrodilló y se dio cuenta de que había tropezó con una tortuga.

―Oye, amiguito ―dijo Hermes―. ¡Eres el primer animal que me he encontrado!Supongo que serás una de mis criaturas sagradas. ¿Te gustaría eso?

La tortuga se limitó a mirarlo.

―Es un buen caparazón el que tienes. ―Hermes envolvió con sus dedos la espalda dela tortuga―. Todo moteado y bonito. ¿Qué tal si te llevo dentro de la cueva dondepuedo darte un mejor vistazo? No te voy a hacer daño.

Hermes era fuerte para ser un bebé. En realidad, era fuerte para cualquiera. Cogió latortuga y la llevó dentro. Mirando su caparazón, tuvo una idea repentina. Recordaba laforma en la que la voz de su madre había hecho eco a través de la cueva cuando cantósu canción de cuna, llegando a ser más fuerte y más rica. Hermes lo había disfrutado.El caparazón de esta tortuga podría amplificar el sonido de la misma manera, comouna cueva en miniatura ―si no había tortuga en el interior.

― ¿Sabes qué, amiguito? ―dijo Hermes―. He cambiado de idea. Me temo que sí voya hacerte daño.

Alerta de daños psicológicos. Hermes le cortó la cabeza y las piernas a la tortuga.Recogió el resto con la cuchara de sopa de su mamá. (Hey, lo siento. En aquelentonces, las personas masacraban animales todo el tiempo por la carne o la piel o elcaparazón o lo que sea. Por eso mi amiga Piper se hizo vegetariana.)

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De todos modos, una vez que Hermes vació el caparazón, sopló en él. El sonidoresonó profundamente, pero no era exactamente lo que quería. Fuera de la cueva,podía oír los búhos, grillos, ranas, y un montón de otros bichos haciendo sonidos endiferentes tonos, todo al mismo tiempo. Hermes quería algo así ―un montón desonidos al mismo tiempo. Cerca del fuego, vio los largos y fibrosos tendones de unaoveja que Maia había dejado fuera para que se secaran para coser o lo que sea.

Hermes pensó, “Hmm”.

Estiró un tendón entre el pie y la mano.

Lo punteo con su mano libre alzada, y la cuerda de tripa vibró. Cuanto más firmetiraba de la cuerda, mayor era la nota.

―Oh, sí ―dijo―. Esto va a funcionar.

Miró a su madre para asegurarse de que seguía durmiendo. Entonces se puso atrabajar. Desde el telar de su madre, tomó un par de pasadores de madera y los pasópor el caparazón de la tortuga para que sobresalieran del agujero del cuello en formade cuernos. Luego sujeto un tercer pasador a través de la parte superior, entre los dosapoyos, por lo que parecía una especie de portería de fútbol. Corrió siete cuerdasdesde la parte superior del cuello hasta la base del caparazón de la tortuga. Luegosintonizo las cuerdas a diferentes tonos. Cuando tocó el instrumento, el sonido fueincreíble. Hermes había inventado el primer instrumento de cuerdas, al que decidióllamar lira36. (¿Por qué? Tal vez porque era un mentiroso, no lo sé)

Si hubiese pasado unas cuantas horas más trabajando, probablemente podría haberinventado la guitarra acústica, el contrabajo, y la Fender Stratocaster también; peroahora estaba realmente hambriento. Escondió su nueva lira entre las mantas de la cunay se dispuso a encontrar esas deliciosas vacas mágicas.

Se subió a la cima del Monte Cilene ―hey, para nada un gran esfuerzo para un bebérecién nacido― y miró a través de Grecia, observando y escuchando. Apolo manteníasus vacas bien escondidas durante la noche, en un prado secreto en Pieria, que estaba a

36 Esta palabra en inglés tiene un sonido parecido a “liar”, que es mentiroso/a.

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unos trescientos kilómetros al norte de Cilene, pero Hermes tenía excelentes sentidos.En nada de tiempo, oyó un distante―: Mooo.

Otra vaca dijo:

―Shhh. ¡Nos estamos escondiendo!

La primera vaca respondió:

―Lo siento.

Arriba, en la cima de la montaña, Hermes sonrió.

― ¡Ja! Ahora las tengo, vacas.

¿Trescientos kilómetros? ¡No hay problema! Hermes corrió hasta allí enaproximadamente una hora―lo que se debe de haber visto muy extraño, un diosrecién nacido corriendo precipitadamente a través de Grecia, con las manos aúncubiertas de sangre de tortuga. Afortunadamente era de noche y nadie lo vio.

Cuando llegó a la pradera secreta, babeó ante la vista de tantas deliciosas y grandesvacas saludables, cientos de ellas pastando en la alta hierba entre la base de la montañay la arena a orillas del Mediterráneo.

―No quiero ser codicioso ―se dijo―. Tal vez sólo debería tomar unas cincuenta.¿Pero cómo podría cubrir mis huellas?

No podía sólo meter cincuenta vacas en un saco y escabullirse. Y si él las conducía,Apolo fácilmente sería capaz de seguir las huellas de los cascos de tantos animales.

Hermes se quedó mirando la playa, pensando. Luego examinó unos árboles de Júpitercercanos. Sin estar seguro de lo que estaba haciendo exactamente, rompió algunasramas y ramitas de los árboles. Y recordando que en la cueva de Maia su cuna habíasido una cesta tejida, comenzó a tejer las ramas y ramitas en grandes paletas. Las pusoalrededor de sus pies y creó las primeras raquetas de nieve ―que fue bastantesorprendente, ya que nunca había nevado en Grecia.

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Hermes dio unos pasos en la hierba, a continuación, en la arena. Las raquetas de nievedejaban impresiones amplias, vagas que enmascaraban completamente el tamaño desus pies.

Perfecto, pensó. Eso me cubre a mí. Y ahora para las vacas...

Dio vueltas por el prado en sus zapatos nuevos. Se las arregló para separar el rebaño,espantando cincuenta de las vacas más gordas y jugosas a una gran distancia del resto.Llevó a esas cincuenta hacia un lado de la playa.

Una vez que llegaron a la arena, Hermes chasqueó los dedos y silbó para llamar laatención de las vacas. Cuando las cincuenta lo estaban mirando, con sus colasenfrentando el mar, dijo:

―Muy bien, chicas. Ahora un paso atrás. Un paso atrás.

¿Alguna vez trataste de hacer retroceder a cincuenta vacas? No es fácil. Hermesmantuvo su atención en él, silbando y haciendo ruidos para que retrocedieran, como,― ¡BEEP, BEEP, BEEP!― Mientras agitaba los brazos y avanzaba hacia el agua.

El ganado se echó hacia atrás, derecho hacia el agua. Entonces Hermes les dio vueltaal sur y los condujo unos cuantos cientos de metros a través de las olas antes dellevarlos a tierra firme de nuevo.

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Cuando miró hacia atrás, tuvo que apreciar su propio engaño. Parecía como sicincuenta vacas hubiesen marchado fuera del mar y se hubiesen unido al ganadoprincipal. Nadie sería capaz de decir adónde se habían ido las vacas desaparecidas.Hermes no había dejado huellas que podrían ser conducidas hacia él.

Lideró las vacas al sur a través de los campos de Grecia.

Para ese momento ya era más de medianoche, por lo que Hermes pensó que no seríavisto. Por desgracia, un viejo granjero mortal llamado Bato estaba tendiendo susenredaderas. Quizás Bato no podía dormir, o tal vez siempre podaba sus uvas en lanoche; pero cuando vio a este pequeño bebé liderando el camino de cincuenta vacas,los viejos ojos del tipo salieron de su cabeza.

― ¿Qué? ―trinó―. ¿Cómo?

Hermes forzó una sonrisa.

― ¿Qué tal? ―Consideró matar al viejo. No quería ningún testigo. Pero Hermes eraun ladrón, no un asesino. Además, ya tenía la sangre de una tortuga inocente en susmanos. ―Sólo estoy llevando a mis vacas a tomar un paseo. ¿Cuál es tu nombre,viejo?

―Bato. ―Bato no podía creer que estaba teniendo una conversación con un bebé. Talvez todavía estaba durmiendo en su cama, soñando.

―Bueno, Bato ―dijo Hermes―, sería mejor para ti si olvidas haberme visto. Sialguien pregunta, yo nunca estuve aquí. Haz eso, y me aseguraré de que consigasincreíbles bendiciones cuando tome mi lugar en el Monte Olimpo, ¿de acuerdo?

―Ehh... está bien.

―Genial. Y, oye, ¿es ese un cuchillo, el que llevas en tu cinturón? ¿Te lo puedo pedirprestado?

Bato le dio al dios bebé su cuchillo de podar, y este llevó su ganado hacia adelante.

Finalmente encontró una bonita cueva donde podría ocultar las vacas robadas. Encerrócuarenta y ocho de ellas en el interior para poder comerlas más tarde, o tal vez para

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venderlas en el mercado negro. Todavía no lo había decidido. Luego usó el cuchillodel viejo hombre para descuartizar las dos últimas.

Una vez más, una bonita y espeluznante imagen ―un dios bebé con un cuchillomatando vacas― pero Hermes no era muy aprensivo. Construyó un fuego y sacrificólos mejores cortes de carne a los dioses del Olimpo (incluyéndose a él mismo, porsupuesto). Luego puso más carne en el asador, lo asó y se atiborró con la sabrosacarne.

― ¡Oh, eso estuvo bueno! ―Hermes eructó en reconocimiento―. Hombre, sí que sehizo tarde. O temprano, supongo. Mejor me voy a casa.

Se limpió en un arroyo cercano, porque no creyó que su madre querría ver a su hijorecién nacido cubierto de sangre. Entonces, sólo por diversión, tomó un par de huesosde vaca, los ahuecó en forma de flautas, y las ató juntas en un extremo en forma de Vpara poder tocar las dos al mismo tiempo (porque una flauta sola es aburrida). Secontoneó a casa con el estómago lleno, reproduciendo música suave en su nueva flautadoble para mantenerse despierto. Llegó a la cueva de Maia justo antes del amanecer,se metió en su cuna, y metió la flauta bajo las mantas junto con su lira. Luego sedesplomó. Incluso para un dios bebé, había sido una larga primera noche.

A la mañana siguiente, Apolo voló a Pieria a contar sus vacas. Siempre le gustabaempezar el día admirando su ganado.

Cuando se dio cuenta de que cincuenta de ellas habían desaparecido, se asustó. Corriópor el lugar gritando.

― ¡Aquí, vacas! ¡Aquí, vacas!

Encontró huellas de cascos que salían del mar, como si su ganado se hubiese ido anadar y luego regresado, pero no tenía sentido. Vio unas enormes muescas pocoprofundas en la arena, como si un tipo muy delgado con zapatos tamaño veinticincohubiese estado caminando alrededor―pero una vez más, no tenía sentido.

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Apolo buscó la mayor parte de la mañana, hasta que se encontró con el viejo granjeroBato, que todavía se encontraba podando sus viñedos. Después del incidente del "bebéque habla", Bato no había podido dormir.

― ¡Viejo! ―dijo Apolo―. ¿Has visto cincuenta vacas pasando por este camino?¿Posiblemente llevadas por un gigante bastante delgado con pies pequeños?

Bato hizo una mueca. No era bueno mintiendo. Apolo noto en el momento que elagricultor estaba tratando de ocultar algo.

―Debería añadir ―dijo Apolo―, que soy un dios. Sería una muy buena idea que medijeras la verdad.

Bato exhaló un suspiro.

―Era un bebé.

Apolo frunció el ceño.

― ¿Eh?

Bato le contó la historia, que era tan rara que Apolo decidió que debía ser cierto.Apolo sabía de un solo dios recién nacido. Había oído rumores de que la Titán Maiahabía dado a luz ayer por la noche en el Monte Cilene. (Él siempre trataba demantenerse al día con los últimos chismes.) Parecía poco probable que un niño reciénnacido fuera el responsable de un robo de ganado a 300 millas de distancia, pero elpropio Apolo había comenzado a cantar y bailar tan pronto como salió del vientre desu madre, por lo que no era imposible.

Él voló a la cueva de Maia y despertó a la mamá Titán.

― ¡Tu hijo robó mis vacas! ―le dijo.

Maia se frotó los ojos. Miró al bebé Hermes, todavía acostado en su cuna, envuelto enmantas... aunque su vientre se veía mucho más grande, y, ¿era eso un hilillo de salsaen su barbilla?

―Uh, debes de tener al bebé equivocado ―dijo Maia―. Él ha estado aquí toda lanoche.

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Apolo resopló.

―Tiene que ser él. ¡Mira la salsa en su barbilla! Mis vacas están probablementeescondidas por aquí.

Maia se encogió de hombros.

―Eres bienvenido a buscar.

Apolo atravesó la cueva, buscando dentro de ollas, detrás del telar, bajo los sacos dedormir. Sorprendentemente, cincuenta vacas no estaban ocultas en cualquiera de esoslugares.

Finalmente se dirigió a la cuna del bebé.

―Muy bien, chico. Confiesa. ¿Dónde está mi ganado?

Hermes abrió los ojos y trató de parecer tan lindo como fue posible.

― ¿Goo Goo?

―Buen intento ―se quejó Apolo―. Puedo oler la carne de vaca en tu respiración.

Hermes ahogó una maldición. Sabía que debería haber comido algunas mentas para elaliento.

―Querido primo Apolo ―dijo alegremente―, ¡buenos días a ti! ¿Crees que me herobado tu ganado? ¿No puedes ver que sólo soy un bebé?

Apolo cerró los puños.

― ¿Dónde están, mocoso?

―No tengo idea, ―dijo Hermes―. ¿Cómo podría un pequeño niño como yo ocultarcincuenta vacas?

― ¡Já! ―exclamó Apolo―. ¡Nunca dije que había cincuenta!

―Ah, caca de tortuga ―murmuró Hermes.

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― ¡Estás bajo arresto por robo! ―dijo Apolo―. ¡Te voy a llevar al Monte Olimpopara ser juzgado por Zeus!

Apolo recogió la cuna entera y voló al Monte Olimpo. Cuando puso la cuna delante deZeus y explicó que ese bebé recién nacido era un ladrón de ganado, los otros diosescomenzaron a reírse; pero Zeus los hizo callar.

―Este bebé es mi hijo ―dijo Zeus―. Estoy seguro de que es capaz de cualquier cosa.Bueno, Hermes, ¿robaste vacas de Apolo?

Hermes se puso de pie en la cuna.

―No, Padre.

Zeus levantó una ceja. Casualmente tomó uno de sus rayos y probó su punta

―Te voy a dar un momento para reconsiderar tu respuesta. ¿Robaste las vacas deApolo?

―Sí, Padre. Pero para ser justos, sólo maté a dos de ellas. El resto están sanas ysalvas. Y cuando maté a las vacas, sacrifique la primera carne a los dioses.

― ¡Y luego te la comiste tú mismo! ―gruñó Apolo.

―Bueno, ¡yo soy uno de los dioses, también! ―dijo Hermes―. Pero todos ustedestuvieron una parte, ¡por supuesto! Nunca me olvidaría de honrar a mis parientes.

Los dioses murmuraron entre sí y asintieron. El bebé podría ser un ladrón, pero almenos era un ladrón respetuoso.

― ¡Esto es ridículo! ―exclamó Apolo―. Padre Zeus, me robó. ¡Ponlo en elreformatorio! ¡Mételo en la cadena de presos!

Zeus reprimió una sonrisa. Él sabía que tenía que ser justo, pero tampoco podía dejarde admirar la audacia de Hermes.

―Hermes, le mostrarás inmediatamente a Apolo dónde has escondido sus vacas.Entonces, tendrás que pagar cual sea el precio que Apolo exija por las dos vacas quemataste.

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― ¡Lo tiraré al Tártaro! ―gritó Apolo―. ¡Ese va a ser mi precio!

Zeus se encogió de hombros.

―Tendrán que trabajar en eso entre ustedes. Ahora, váyanse.

Hermes suspiró.

―Como desees, padre. Apolo, tú maneja. Yo navegaré.

Apolo tomó la cuna y voló con Hermes. El dios bebé lo dirigió a la cueva secretadonde había escondido el ganado, pero tomó la ruta más larga. Estaba furiosopensando en cómo podía evitar el castigo.

Cuando Apolo vio las vacas que le faltaban, se calmó un poco, pero aún estabaenojado con Hermes.

―Es hora del Tártaro ―gruñó Apolo―. Te voy a tirar tan lejos en el abis…

Hermes sacó su lira de entre las mantas de la cuna y empezó a tocar.

Apolo escuchó, embelesado. No se atrevió a interrumpir hasta que Hermes huboterminado.

― ¿Qu-qué-cómo?

―Oh, ¿esto? ―dijo Hermes casualmente―. Lo llamo lira. La inventé anoche.

Sus dedos volaban sobre las cuerdas, creando una cascada de notas hermosas.

―Debo tenerla ―dijo Apolo―. Yo soy el dios de la música. ¡Por favor! ¡De-Debotenerla!

―Oh, pero tú me vas a echar en el Tártaro ―dijo Hermes tristemente―. Voy anecesitar mi lira para animarme allí abajo, en la oscuridad.

―Olvídate del Tártaro ―dijo Apolo―. Dame la lira, y lo llamaremos un empate.

―Hmm ―dijo Hermes―. ¿Y me quedaré con el resto de las vacas?

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― ¿Qué? ―demandó Apolo.

Hermes tocó otra melodía, tan brillante como la luz del sol a través de los árboles.

― ¡Sí, sí! ―dijo Apolo―. Está bien, mantén las vacas. Sólo dame la lira.

― ¡Maravilloso! ―Hermes le lanzó la lira a Apolo.

Entonces, el dios bebé sacó su flauta doble, que había decidido llamar siringe. Empezóa tocarla, y la boca de Apolo voló abierta.

― ¡No me digas que te inventaste eso, también!

― ¿Hmm? ―Hermes se detuvo―. Oh, sí. Sólo es algo que pensé después de la cena.Está a la venta... por el precio correcto.

Hermes tocó un poco de Mozart y algunas de One Direction, y Apolo gritó:

― ¡Tengo que tenerlo! ¡Las chicas se volverán locas por eso! Te ofrezco... bueno,tengo algunos geniales objetos mágicos en mi apartamento: un bastón de heraldo queno estoy usando, unos zapatos voladores, y una espada. ¡Puedes tener los tres!

Hermes lo consideró.

―Agrega el poder de la profecía, y es un trato.

Apolo frunció el ceño.

―No puedo hacer eso. La profecía es mi especialidad. Te diré una cosa: te daré elpoder de adivinar el futuro con los dados. No es nada especial, pero es un buen trucode fiesta, y puedes hacer una cantidad decente de dinero de esa manera.

―Trato hecho.

― ¡Trato hecho!

Al final Apolo y Hermes terminaron convirtiéndose en grandes amigos. Apolo seolvidó del robo del ganado. Ni siquiera le importaba que había sido totalmenteestafado con en el precio de la lira y la flauta siringa. Hermes obtuvo su propio rebañode ganado, que fue cómo se convirtió en el dios de los pastores. Consiguió un par de

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sandalias aladas que lo hicieron más rápido que cualquier otro dios. Una espada hechade diamantina y oro, con una hoja tan afilada, que podría cortar a través de casicualquier cosa. Y un bastón de heraldo, como los que llevaban los mensajeroshumanos cuando viajaban de ciudad en ciudad para mostrar que tenían inmunidaddiplomática, salvo que el de Hermes era mágico. Normalmente, un bastón de heraldotiene dos cintas blancas entrelazadas alrededor de él. Pero el de Hermes tenía dosserpientes vivas en su lugar. También tenía el poder de poner a cualquiera a dormir, odespertarlos, lo que era muy útil para el dios de los ladrones. El bastón llegó a serconocido como el caduceo ―sólo porque sabía que necesitabas una nueva palabracomplicada de recordar.

Ah, ¿y el viejo tipo, Bato, que mandó al frente a Hermes? Hermes voló de vuelta a lagranja y lo convirtió en una estatua de piedra. Bato todavía está de pie allí con vistas ala carretera, con el deseo de nunca haber visto a ese estúpido bebé ladrón de ganado.

Hermes se convirtió en un adulto (en un par de días, siendo un dios y eso). Por logeneral se hizo ver como un chico adolescente guapo con el pelo negro rizado y tansólo el comienzo de un bigote. Por supuesto, siendo un dios, podía aparecer decualquier manera que él quisiera.

Se convirtió en el mensajero de Zeus, y a veces incluso hizo algunos sucios actossecretos para el jefe. ¡Y esa fue su parte favorita del trabajo!

Un ejemplo de ello: Una vez, Zeus se enamoró de una ninfa del río llamada Io. (Sí, eseera su nombre. Sólo I y O. Supongo que ella provenía de una familia pobre que nopodía permitirse el lujo de consonantes.) Ella era increíblemente hermosa, pero Zeustuvo un momento realmente difícil para convencerla de salir con él. Siempre estabarodeada de un grupo de sus amigos ninfa, así que no pudo emboscarla. Ignorabatotalmente sus textos. Él le enviaba flores y dulces. Incluso envió una hermosatormenta para impresionarla. Trabajó en impresionarla durante semanas y semanas yse obsesionó totalmente.

Finalmente ella accedió a reunirse con él solos en el bosque, y Zeus estaba como:“¡SÍ!”

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Desafortunadamente, Hera se enteró de lo que estaba pasando. Tal vez una de las otrasninfas le dijo.

De todos modos, Zeus apareció en el claro donde Io lo estaba esperando con unvestido blanco brillante. Ella sonrió y dijo:

―Oye, guapo.

Zeus casi gimió entusiasmado, pero justo cuando le tomó la mano, escuchó una vozfamiliar en el bosque.

― ¡Zeus! ―Gritó Hera―. ¿Dónde estás, fracaso de infiel?

Zeus lanzó un grito y convirtió a Io en lo primero que se le ocurrió: una vaca.

No es muy agradable convertir a tu novia en una vaca. Es como la asociación depalabras: el chocolate―delicioso. La luz del sol―calor. Io― ¡vaca! O tal vez la vozde Hera lo hizo pensar en vacas, ya que esa era su criatura sagrada.

De todos modos, cuando Hera irrumpió en el claro, se encontró con Zeus inclinadocasualmente contra una gran vaca blanca.

Hera entrecerró los ojos.

― ¿Qué estás haciendo?

― ¿Hmm? ¡Oh, hola, querida! Nada. Nada en absoluto.

― ¿Qué pasa con esa vaca?

― ¿Vaca? ―Zeus pretendió notarla por primera vez―. Oh, ¿esta vaca? Um, nada.¿Por qué?

Hera apretó los puños hasta que los nudillos se le pusieron blancos.

― ¿Esa vaca no será una de tus novias transformada hábilmente?

― ¡Ja, ja! Oh, vamos, querida. Sabes que yo no... Um ... No, por supuesto que no.

― ¿Entonces por qué esta la vaca aquí?

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Una gota de sudor corría por un lado de la cara de Zeus. Él se asustó y soltó:

― ¡Es un regalo! ¡Para ti!

―Un regalo.

―Bueno, sí. ―Zeus trató de sonreír―. Desde que... las vacas son sagradas para ti,¿verdad? Quería que fuera una sorpresa. Pero, eh, si no te gusta, puedo devolverla a latienda de vacas.

Hera se imaginó que Zeus estaba más lleno de estiércol que la vaca. Pero decidióseguirle el juego.

―Bueno, gracias, querido, ―dijo ella―. Es maravillosa. Me la llevo conmigo ahoramismo.

―Tú-¿en serio?

―Sí. ―Hera sonrió fríamente. Convocó una cuerda mágica y la puso alrededor delcuello de la pobre Io―. Creo que la voy a poner en mi bosque sagrado en Micenas,donde estará a salvo y bien vigilada. ¿Cómo se llama?

―Um... Io.

―Vamos, entonces, Io. ―Hera llevó a la vaca lejos, cantando suavemente―. Io, Io,vamos al bosque sagrado.

Tan pronto como se fue, Zeus maldijo su mala suerte. Pateó algunas rocas y convocó aun rayo para hacer volar los árboles.

― ¡Estaba tan cerca! ―gritó―. Tengo que conseguir esa vaca de vuelta. ¿A quiénconozco que puede robar vacas...?

Por supuesto, llamó a Hermes.

Cuando Zeus le explicó el problema, Hermes sonrió.

―No te preocupes, jefe. Voy a colarme en ese bosque y…

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―No va a ser tan sencillo ―advirtió Zeus―. Hera dijo que la vaca iba a estar biencustodiada. Me temo que sé a qué se refería. Ella tiene este nuevo gigante trabajandopara ella, un tipo llamado Argos.

Hermes frunció el ceño.

― ¿Y? Puedo, o bien colarme, o matarlo. Tengo una espada.

Zeus negó con la cabeza.

―Este tipo es enorme, fuerte y rápido. No podrás vencerlo en una lucha justa, inclusocon tu espada. Y en cuanto a esconderse... de ninguna manera. El tipo tiene ojos en laespalda, y…

Hermes se echó a reír.

―He escuchado eso antes.

―No. Quiero decir, él literalmente tiene ojos en la espalda. Y en los brazos y laspiernas y por todo el cuerpo. Cien ojos.

― ¡Eso es asqueroso!

―Lo sé, ¿ok? Pero él nunca descansa, y siempre está mirando en todas direcciones. Sies quien está vigilando a Io...

Hermes se rascó la cabeza.

―No te preocupes, jefe. Ya se me ocurrirá algo.

Entonces voló lejos. Cuando llegó al bosque sagrado de Hera, vio a la vaca blancaatada a un árbol de olivo. De pie junto a ella estaba el gigante Argos.

Tal como Zeus había dicho, Argos estaba cubierto de ojos, parpadeando y mirando asu alrededor de una manera que hizo a Hermes marearse. Medía unos tres metros dealtura, y el tío obviamente trabajaba los músculos. Tenía en la mano un gran garrote demadera con clavos de hierro en los extremos. Hermes se preguntó si Argos tenía ojosen las manos, y si era así, si veía siempre negro por sostener el garrote todo el día.

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Hermes cambió de forma de manera que parecía un sencillo pastor mortal. Su caduceose transformó en un bastón de madera regular. Entró en el bosque, silbandocasualmente, y actuó sorprendido cuando vio a Argos.

― ¡Oh, hola! ―Hermes sonrió―. ¡Vaya que eres alto!

Argos parpadeó varios cientos de veces. Estaba acostumbrado a que la gente seburlase de él en su propio rostro, pero este pastor no parecía horrorizado o disgustado.El gigante no estaba seguro de qué hacer con ello.

Hermes se secó la frente.

―Un día caluroso, ¿no es así? ¿Te importa si me siento a descansar?

Sin esperar por su permiso, Hermes se puso cómodo en el prado. Dejó su bastón juntoa él y en secreto lo quiso para comenzar a trabajar su magia en Argos. El caduceoenviaba olas de somnolencia ―haciéndolo sentir algo así como lo haría en el sextoperíodo después del almuerzo en un día caluroso.

DUERME, parecía decir el caduceo.

Pero Argos era un tipo grande con un montón de ojos. Había sido criadoespecíficamente para no dormirse. Hermes pensó que tomaría un tiempo. Tenía queganar tiempo.

―Hombre, ¡qué día largo he tenido! ―le dijo al gigante. Sacó una jarra de agua―.¡Únete a mí, amigo, y te lo contaré! ¡Estoy feliz de compartir esta agua heladacontigo!

Argos realmente estaba sediento. Había estado de pie en el sol ardiente durante todo eldía, viendo esa estúpida vaca, como Hera le había mandado. Pero la vaca era aburrida.

Sin embargo, estaba de servicio. Negó con la cabeza, que era lo único que podía hacer.No le gustaba hablar, ya que revelaría los ojos dentro de su boca y por toda su lengua.

Hermes comenzó a charlar. Era el dios de los viajes, por lo que sabía un montón debuenas historias. Había oído chistes de todo el mundo. Y los mensajeros tenían que ser

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buenos hablando, por lo que Hermes sabía cómo entretener. Entretuvo a Argos con losúltimos chismes acerca de los dioses.

― ¡Escuché sobre como el dios Hermes le robó el ganado a Apolo! ―dijo Hermescon una sonrisa. Luego procedió a contar la historia como si le hubiera pasado a otrapersona.

Mientras tanto, el caduceo se mantuvo latiendo con magia, llenando el aire con unagruesa capa de somnolencia, como una manta cómoda.

Después de media hora, Argos se dejó caer. Se sentó junto a Hermes y aceptó un pocode agua.

Hermes siguió bromeando con él, contándole historias, hasta que Argos se sintió comosi fueran viejos amigos.

DUERME, decía el caduceo.

Después de una hora, los ojos de Argos comenzaron a sentirse pesados. Sabía que sesuponía que debía estar en servicio, pero no podía recordar por qué. Su imaginaciónestaba a la deriva a través de las historias maravillosas que Hermes contaba.

Finalmente Hermes comenzó a cantar una canción de cuna.

―Esta es la que mi madre me cantaba cuando era apenas un bebé ―entonó la mismacanción que había escuchado desde su cuna la noche en que nació, sobre los perros deArtemisa y los caballos de Poseidón y las vacas de Apolo.

Argos cabeceó una vez, dos veces ―y bam. Todos sus ojos se cerraron, y comenzó aroncar.

Hermes siguió cantando. Muy lentamente se puso de pie y sacó su espada. Se deslizódetrás y le cortó la cabeza al gigante.

― ¡Buenas noches! ―dijo alegremente. (Me retracto de lo que dije antes. Hermes eraun asesino).

Desató a la vaca Io y se la llevó de nuevo a Zeus. Hera se enfureció, pero no pudoprobar lo que había sucedido. Zeus estaba encantado. Hermes obtuvo un pequeño y

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agradable bonus en su próximo cheque. Pobre Io... una vez que Zeus se cansó de salircon ella, Hera la convirtió en una vaca permanentemente y envió a un tábano a picarladurante el resto de su vida, así que Io tuvo que estar constantemente en movimiento,viajando de país en país.

Pero, ¡c'est la vaca! Al menos Hermes tuvo la satisfacción de un trabajo bien hecho.

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Dionisio conquista el mundo con una bebidarefrescante

orque es muy probable que me convierta en una mariposa si llego a decir algomalo de él.

Y honestamente, no estoy seguro de poder decir algo bueno.

Aquí va nada…

¿Les he contado hace un tiempo sobre esta princesa Semele a quien vaporizaronmientras estaba embarazada de Zeus? ¿No? de cualquier forma, Zeus tuvo que rescataral bebé prematuro y coserlo a su muslo izquierdo para mantenerlo con vida.

(Sí, lo sé, es solo otro día aburrido para la vida de un dios).

Algunos meses después, el niño se volvía grande y se hallaba incómodo en la piernade Zeus, así que este se figuró que ya estaba listo para nacer. Éste deshizo las costuras.Increíblemente, el niño sobrevivió y nació saludable.

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Lo envolvió en una manta, pero no sabía nada acerca de criar bebés, por lo tanto llamóa Hermes.

—Oye —dijo Zeus—, llévate este bebé al mundo de los mortales. Creo que Semeletenía una hermana o algo. Encuéntrala y pídele que cuide a este niño hasta que seamayor.

—Desde luego, jefe. —Hermes cargó al bebé y le echó un vistazo—. ¿Es un dios, unsemidiós o qué cosa?

—Todavía no estoy seguro —respondió Zeus—. Tendremos que esperar y ver. Perono quiero estar cambiando pañales mientras tanto.

—De acuerdo. ¿Cómo se llama?

El bebé comenzó a gritar y llorar.

—Por ahora —decidió Zeus—, vamos a llamarlo Baco.

Hermes sonrió. — ¿El ruidoso? Genial.

—Una cosa más: Hera lo estará buscando. No le ha sido posible meterse con el niñomientras se hallaba pegado a mi pierna, pero notará que el gran bulto desapareció.

—Sí… ese bulto era bastante obvio.

—Tal vez, lo mejor para Baco sería que su tía lo criara como si fuese mujer, sólo porun tiempo. Quizás eso despiste a Hera.

Hermes frunció el ceño. No entendía cómo podría ser de ayuda criar al niño como sifuese del género opuesto. A Hera no se le engañaba tan fácil, pero sabía que seríamejor no discutir con el jefe.

—Vale —dijo— ¡Me voy!

No tuvo ningún problema en encontrar a la tía del bebé, Ino, y su marido, Atamante.Ellos acordaron criar a Baco junto a sus otros hijos, y el niño creció a una velocidadnormal —no súper acelerada, como los dioses. Todos coincidieron en que era unsemidiós, pero eso sólo incrementó el miedo de Zeus, Hera intentaría destrozarlo.

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Como se había pedido, Ino y Atamante vistieron a Baco con ropas de niña paramantener su identidad en secreto. Los primeros años de su vida, Baco estaba muyconfundido. No entendía por qué sus padres adoptivos lo trataban de “él” en privado yde “ella” en público. Al principio pensó que era igual con todos los niños.

Luego, cuando tenía tres años, Hera apareció de golpe. De alguna manera, descubriósu hogar, y voló desde el Olimpo, en un intento de venganza. Cuando Zeus se enteróde lo que sucedía, apenas le quedaban unos segundos para entrar en acción. Se lasarregló para convertir a Baco en una cabra así ella no lo notaría, pero sus padresadoptivos no tuvieron tanta suerte. Hera los identificó y les infirió una violenta formade locura.

El tío Atamante pensó que su primogénito, Learco, era un ciervo, y lo mató con arco yflecha. La tía Ino pensó que su hijo menor, Melicertes, necesitaba un baño caliente —realmente caliente, así que lo ahogó en una palangana con agua hirviendo. Luego sedieron cuenta de lo que habían hecho. En la desesperación, saltaron de un precipicio yse desplomaron hacia sus muertes.

Esa Hera… siempre se preocupa por los sanos valores familiares.

Zeus logró devolver a Baco su forma de niño, pero la experiencia lo acosó. Entendióque la locura podía ser usada como un arma. Había aprendido que las cabras eranbuenas. (De hecho, la cabra se convirtió en uno de sus animales sagrados). Y tambiénque no podías esconder quién eras con sólo ponerte diferentes ropas. Más tarde, seconvirtió en el dios de cualquiera que se sintiese confuso respecto a su propio género,porque Dionisio podía relacionarse con ambos.

De cualquier modo, Zeus buscó un nuevo par de padres postizos. Tuvo una sorpresa:no muchas personas se ofrecieron voluntarias después de escuchar lo que Hera leshabía hecho a Ino y Atamante. Finalmente, Zeus voló hacia el monte Nisa, en Greciacontinental, y convenció a las ninfas de allí para que criasen a Baco. Prometió que lasvolvería inmortales si cumplían este favor, y eso era algo difícil de rechazar. El jovenBaco se hizo conocido como “el hijo del dios Zeus que vive en Nisa”, lo cual fueacortado en: “dios de Nisa”, y eventualmente se convirtió en su nuevo nombre:Dionisio, aunque continuó siendo llamado Baco, el ruidoso, especialmente después decomer frijoles o repollo. Esto es mucho más de lo que querías saber.

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Dionisio creció en el Monte Nisa con las ninfas como sus madres adoptivas y lossátiros como sus padres. Los últimos son bastante salvajes y caóticos (sin ofender amis amigos sátiros) por lo que no sorprende que Dionisio resultase algo fuera-de-lo-común.

Ocasionalmente, jugaba con los niños de las granjas cercanas, y se volvió popular porsus trucos de magia con las plantas. Descubrió de forma temprana que podía obtenernéctar bebible sólo con triturar cualquier tipo de materia vegetal —ramas, hojas,cortezas, raíces, lo que sea. ¿Miel de ciprés? No hay problema. ¿Jugo de hinojo?¡Yumi!

Los otros niños lo retarían, algo como: “¡Apuesto que no puedes hacer un brebaje deese espino!” Dionisio tomaría una piedra, trituraría algunas ramas, y savia doradabrotaría de la planta maltratada. La recogería en unas copas, la mezclaría con un pocode agua, añadiría unas sombrillitas, y ¡voilà! Bebida espumosa y helada de espino paratodos. Un truco entretenido —pero ninguna de las primeras recetas de Dionisio se hizoconocida. El jugo de hinojo no era tan popular después de todo.

Luego, un día se hallaba en el bosque con su mejor amigo, un joven sátiro llamadoAmpelos. Vieron una gruesa parra enrollada sobre la rama de un olmo a unos sesentay cinco metros por encima de sus cabezas. Dionisio se quedó helado.

— ¿Qué sucede?— preguntó Ampelos.

—Esa parra allá arriba —dijo—. ¿Qué clase de planta es?

Su amigo frunció el ceño. La planta no le parecía para nada especial. Era gruesa yespinosa, con grandes hojas verdes y ninguna flor o fruto a la vista.

—Bueno, no es hiedra ni madreselva. No sé. Jamás la había visto. ¡Vamos!

Pero Dionisio se mantuvo estático. Había algo importante en esa planta —algo quepodría cambiar el mundo.

—Debo mirarla más de cerca. —Intentó escalar el tronco del olmo, pero era unmalísimo trepador. Se cayó de culo en las hojas.

Ampelos rió.

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—Si es tan importante para ti, la conseguiré. Deja la escalada para los sátiros.

Dionisio experimentó un repentino escalofrío de temor. No quería que Ampelossubiera. Pero deseaba la parra.

—Ten cuidado —le advirtió.

El sátiro rodó los ojos.

— ¡He trepado en árboles más altos que este!

Pronto se encontró a horcajadas de la rama del olmo.

— ¡Tranquilo muchacho!

Comenzó a desenrollar la parra de la rama, soltando el final como una cuerda paraDionisio.

— ¿Lo tienes?

Este se estiró y la tomó.

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Lo que sucedido después no está muy claro. Quizás Dionisio tiró de la parrademasiado fuerte. Tal vez Ampelos iba soltando muy despacio. Cualquiera fuera elcaso, el último perdió el balance y cayó, enredado en la parra.

Sesenta y cinco metros no es demasiada altura, pero fueron suficientes. Ampelos segolpeó la cabeza contra una roca con un desagradable crack.

Dionisio se lamentó horrorizado. Abrazó a su amigo, pero los ojos del joven sátiro yaestaban apagados y vacíos. No respiraba. Sangre pegajosa enmarañaba su pelo ymanchaba las hojas de la parra.

Estaba muerto.

Dionisio sollozó. Si no hubiese querido esa estúpida parra, su amigo todavía estaríacon vida. Su tristeza se mezcló con ira. Observó la sangre del sátiro en las hojasverdes. Gruñó: “Pagarás por esto, parra. Producirás el más dulce de los frutos paracompensar esta amarga pérdida. ¡¡PAGARÁS CON FRUTOS!!”

La parra tembló. El cuerpo de Ampelos se disolvió en bruma. Su sangre empapó laplanta, y racimos de pequeños frutos aparecieron, madurando instantáneamente a unrojo oscuro.

Dionisio había creado la primera vid.

Se secó las lágrimas. Debía hacer que la muerte de su amigo no fuera envano.Aprendería a utilizar esta nueva creación.

Las uvas parecían llenas de jugo, por lo que Dionisio tomó varias de ellas. Las cargóhasta el lecho de un cercano arroyo y encontró dos rocas largas y planas. Aplastó lasuvas entre las rocas, inventando el primer lagar.

Recolectó el jugo en su copa, la cual siempre mantenía en su cinto. Sostuvo el líquidoa la luz del sol e hizo su magia, revolviendo el jugo de uva hasta que fermentó en…otra cosa. Algo nuevo.

Tomó un sorbo y sus papilas gustativas casi explotaron.

—Esto —dijo—, esto es cosa de dioses.

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Dionisio lo llamó vino. Preparó suficiente como para llenar su frasco, luego echó unamirada nostálgica hacia atrás, al lugar donde había muerto Ampelos. Las vides seestaban volviendo locas, esparciéndose por todo el bosque, aflorando con venganza yproduciendo más uvas.

Asintió, satisfecho. Si fuera por él, todo el mundo estaría lleno con las vides en honora Ampelos.

Regresó a la cueva que habitaba en el Monte Nisa. Mostró su descubrimiento a una desus madres postizas, una ninfa llamada Ambrosía. (Sí, le pusieron ese nombre enhonor al alimento de los dioses. No sé por qué. Al menos es mejor que Cookie oGalletita de Avena).

Ella tomó un sorbo. Sus ojos se abrieron de par en par.

— ¡Delicioso! ¿Dónde está Ampelos?

—Oh… —Dionisio bajó la cabeza—. Murió, cayendo de un árbol.

— ¡Eso es terrible! —Ambrosía probó otro trago—. ¡Pero esto es de lo bueno!

Pronto se hallaba compartiendo vino con todas sus amigas. Los sátiros se acercaronpara ver qué causaba tanto revuelo. Un tiempo después, la montaña entera era unafiesta gigantesca, con baile, canto, antorchas encendidas y montones de vino. Dionisiocontinuó haciendo el brebaje y pasándolo a los demás. No daba abasto. Al final, lesenseñó a ninfas y sátiros cómo prepararlo ellos mismos, y para el final de la noche,cada individuo de la montaña era un experto en crear vino.

Rápidamente, los sátiros descubrieron que si bebían demasiado, se ponían ebrios. Nopodían pensar o ver claro, ni caminar derechos. Por alguna razón, encontraron estograciosísimo. Siguieron bebiendo.

Un sátiro mayor, Silenos, abrazó a Dionisio por los hombros.

—Tú, señor, ¡eres un dios! Lo digo en serio. El dios de… ¿Cómo se llamaba estacosa?

—Vino —dijo Dionisio.

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— ¡Dios del vino! —Silenos hipó—. ¿Tienes un poco más?

Ahora, niños, este es otro buen momento para recordarles que ¡el vino es para losadultos! Sabe horrible y de veras te podría causar problemas serios. ¡Ni siquiera sedejen tentar hasta, como mínimo, ¡los cuarenta!

Aw, pero Percy, tú lo dijiste37(¿entienden?¿dijiste?), ¡suena a que los sátiros sedivirtieron tanto bebiendo!

Quizás parezca que sí, niños. Pero los sátiros pueden ser bastante estúpidos. (Una vezmás, sin ofender a mi amigo Grover). Ustedes no los vieron a la mañana siguiente,cuando padecieron terribles jaquecas y estaban dando tumbos en el bosque,vomitando. Aun así, las ninfas y los sátiros se quedaron tan impresionados conDionisio que decidieron pensar en él como un verdadero dios. Su invento era así deasombroso.

Tal vez estés pensando… De acuerdo, vino. Gran cosa. ¿Cómo es que una bebidaespectacular hace a Dionisio un dios? Si yo inventara la ensalada de atún ¿sería undios también?

Pero el vino era algo supremo y novedoso en la industria de los brebajes.

Claro, la gente bebe agua, pero el agua podía matarte. Especialmente en las ciudades,estaba llena de bacterias, la basura de otras personas y… no iré a ahí. Vamos sólo adecir que el agua era asquerosa. Nadie había creado las latitas de refrescos, ni siquierael té o el café, por lo que estabas bastante atado de manos entre el agua y la leche.Incluso con la leche, debías tomarla rápido antes de que se estropease, teniendo encuenta la ausencia de refrigeradores.

Entonces apareció Dionisio e inventó el vino. No se ponía malo mientras lo tuviesesembotellado. A veces, incluso sabía mejor si lo dejabas reposar unos años. Se podíarebajar con agua para no resultar tan fuerte. Hasta podías ajustar el sabor haciéndoloun poco más dulce con miel, o variarlo con las diferentes tipos de vides.

Básicamente, era el súper-brebaje de la Antigua Grecia.

37Juego de palabras. En inglés vino se dice “wine” y decir algo, se dice “whine”.

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Y no sólo eso, si bebías un poco, te reconfortaba. Con mucho, te ponía loco ymareado. Algunas personas incluso pensaban tener visiones de los dioses si tomabana largo y tendido. (De nuevo: no intenten esto en casa. No verás a los dioses griegos.Quizás sí obtengas una mirada más cercana de tu inodoro cuando estés vomitando,pero no verás dioses.)

Los comentarios acerca de la nueva bebida se esparcieron rápido. Ninfas y sátiros delMonte Nisa viajaron al campo, contándole a cualquiera que quisiese escuchar sobre loasombroso que era el vino y el dios que lo hizo, Dionisio. Establecieron muestrarios alos lados de los caminos. Ofrecieron kits para principiantes, incluyendo una vid enmaceta, un manual de instrucciones para construir un lagar, y acceso a una líneadirecta de atención al consumidor gratuita.

Dionisio se volvió famoso. Incluso mortales regulares comenzaron a reunirse en elMonte Nisa cada noche para la gran fiesta. Por supuesto, bebieron demasiado y sepusieron salvajes, pero no era sólo por diversión. Los seguidores de Dionisio seconsideraban a sí mismos gente religiosa. Se hacían llamar “Los Bacos” —losseguidores de Baco— y andar de farra era su manera de asistir a la iglesia. Creían queeso los ponía más cerca de los dioses, porque Dionisio estaba destinado a ser eldoceavo Olímpico.

¿Cómo se sentía Dionisio respecto de esto?

Un poco nervioso. Todavía era joven e inseguro. No tenía claro si era un dios o no.Por otro lado, le ponía contento ver a la gente disfrutando su brebaje. Al esparcir elconocimiento del vino, creyó que estaba haciendo algo bueno para el mundo, lo cuallo hacía sentir mejor por todo el sufrimiento que había estado pasando —su madrefallecida antes de que naciera, Hera volviendo locos a sus padres adoptivos, yobviamente su mejor amigo Ampelos muriendo en el bosque.

Un día, sus seguidores se reunieron a su alrededor y propusieron una idea.

— ¡Debemos ser tendencia! —explicó uno de los sátiros—. Tendríamos que ir a laciudad grande más cercana y poner al rey de nuestra parte. Puedes ofrecerleconvertirte en su dios patrón. ¡Te construirán un templo, y tu fama se esparcirá todavíamás rápido!

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El rey más cercano era un tipo llamado Licurgo, quien dirigía una ciudad costera en labase del Monte Nisa. Los sátiros sugirieron comenzar allí, para apoyar a los negocioslocales y esas cosas.

Dionisio no estaba seguro de estar listo para las horas de audiencia, pero susseguidores eran entusiastas. No iban aceptarían un “no” como respuesta.

— ¡Es una gran idea! —le prometieron.

Como pronto lo descubrió, era una idea terrible.

Licurgo era todas las clases de maldad.

Disfrutaba azotar animales como perros, caballos, hámsteres y cualquier cosa que seinterpusiese en su camino. Cabe notar que tenía un látigo especial, hecho únicamentepara ese propósito —varios metros de cuero negro con pinchos de hierro ensartados ypedazos de vidrio irregulares.

Si no había hámsteres cerca, lo utilizaría con sus sirvientes. Algunas veces, pordiversión, azotaría a sus súbditos cuando viniesen al trono con una petición o ese tipode cosas.

—Mi señor, ¡AHHH! Mi vecino mató a mi caballo y ¡AHHH! Me gustaría que pagasepor los daños. ¡AHHHH! ¡AHHHH!

Esto hacía que sus audiencias transcurriesen mucho más rápido.

Dionisio y sus seguidores no sabían nada acerca de esto. Se la habían pasado de fiestaen el Monte Nisa. Marcharon hacia el pueblo en feliz desfile, regalando uvas, vides,copas de vino, sonando platillos, cantando canciones y tropezando con los peatones.Dionisio notó los rostros nerviosos de los habitantes. Muchos de ellos llevabancicatrices de azotes. No le gustó, pero sus seguidores ya estaban anunciándolo comoun dios, cantando sus alabanzas y bailando a su alrededor. Lo habían enfundado encostosos ropajes púrpuras y le habían colocado una corona de hojas de hiedra en lacabeza. Supuestamente, era el más nuevo Olímpico, el maestro del vino y el señor dela fiesta. Si salía corriendo, probablemente arruinaría todo el efecto.

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Recorrieron el camino al palacio real.

Normalmente, Licurgo no recibía un montón de sátiros y ninfas irrumpiendo en sucasa con ánimo de fiesta. Por un momento, estaba demasiado aturdido como parahacer algo.

Dionisio se acercó al trono, repasando sus líneas mentalmente.

—Rey Licurgo —dijo—. Yo soy Dionisio, el dios del vino, y estos son misseguidores.

El hombre lo observó. El chico no aparentaba más de catorce o quince años, con largocabello negro y una cara bonita —casi de niña, pensó.

—Tú eres un dios —dijo el rey de modo rotundo—. Ya veo. ¿Y qué es exactamente elvino?

Los seguidores de Dionisio alzaron sus copas para brindar. Algunos dejaron plantas devid en macetas y botellas de vino en los escalones del trono.

—El vino es una nueva bebida— explicó Dionisio—. Pero es más que eso. ¡Es unaexperiencia religiosa!

Comenzó a explicar otras virtudes, pero Licurgo levantó su mano pidiendo silencio.

— ¿Por qué estás aquí? —demandó saber—. ¿Qué quieres de mí?

—Simplemente queremos compartir los conocimientos del vino —respondió—. Sipermites a tu gente aprender el arte de cosechar vid y hacer el vino, tu reino florecerá.Además, seré el dios patrón de tu ciudad. Todo lo que pido es que me construyas untemplo.

Las comisuras de los labios de Licurgo se elevaron. Hacía mucho que no era tentado areír.

— ¿Un templo? ¿Eso es todo?

Dionisio se miró los pies.

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—Em… sí.

—De acuerdo, joven dios, yo también inventé algo. ¿Te gustaría verlo? Lo llamo elnuevo y mejorado látigo. ¡Lo uso para deshacerme de la GENTE QUE MALGASTAMI TIEMPO!

El rey comenzó a azotar a todo el mundo. Lo que veía, lo azotaba. Lo hacía muy bien.

Los seguidores de Dionisio se dispersaron. No habían esperado una pelea, y no podíandefenderse con uvas y vasos. Varios de ellos usaban túnicas muy ligeras por lo que losazotes realmente dolían. Ambrosía, la madre adoptiva de Dionisio, recibió un golpe enel rostro y cayó muerta a sus pies.

— ¡NOOOOO! —gritó Dionisio.

Los guardias del palacio cerraron los lados, reteniendo a los sátiros y a las ninfas yarrestándolos.

Dionisio huyó, perseguido por ellos. Casi lo capturan, pero saltó al océano desde unbalcón, donde la Nereida Tetis vino convenientemente a su rescate.

Le permitió respirar bajo el agua y curar sus heridas mientras esperaba a que lossoldados del rey dejaran de buscarlo.

Dionisio lloró amargamente mientras la ninfa del mar lo sostenía.

— ¡Tetis, no puedo hacer nada bien! ¡Todo el que se vuelve cercano a mí muere o escastigado por creer en mí!

Ella le acarició el cabello con ternura.

—No te rindas, Dionisio. Serás un dios, pero no puedes dejar que mortales celosos semetan en tu camino. Vuelve con Licurgo y enséñale que no puede faltarte el respetoasí.

— ¡Tiene un látigo!

—Tú también tienes armas.

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Dionisio sopesó esa idea. Fuego comenzó a arder en su estómago, como lo habíahecho la primera vez que tomó un sorbo de vino.

—Tienes razón, gracias, Tetis.

—Ve por ellos, campeón.

Dionisio salió del mar y fue directo al palacio de Licurgo.

¿Fue ese el momento en que cambió de semidiós a dios completo?

Nadie lo sabe con certeza. Su evolución fue gradual, pero definitivamente se volviómás poderoso a la par que aumentaban sus seguidores, y cuando decidió confrontar aLicurgo, creo que esa fue la primera vez en la que él creyó en sí mismo tanto comoLos Bacos lo hacían.

El Rey Licurgo estaba sentado en su trono, hablando con su primogénito, el PríncipeDryas, quien acababa de llegar y se preguntaba por qué había un montón de ninfas ysátiros muertos en el suelo.

Dionisio irrumpió en ese momento, chorreando agua y con un brillo de determinaciónen sus ojos.

Licurgo se sorprendió más todavía que la primera vez.

— ¿Tú de nuevo? —preguntó—. Tus seguidores están muertos o encarcelados. ¿Tegustaría reunirte con ellos?

—Liberarás a los que todavía quedan de inmediato —dijo Dionisio.

Licurgo rió.

— ¿O qué?

—O tu reino se volverá estéril. Ninguna parra crecerá. No madurarán las frutas. Noflorecerá planta de tipo alguno.

— ¡JA! ¿Eso es todo?

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—No —Dijo Dionisio con un tono helado—. Además, te verás afectado de locura. ¿Teniegas?

— ¡SÍ! –gritó Licurgo—. ¿Así que dónde está la locura—¡ACK!

Se dobló de dolor, luego se paró de un salto y gritó un falsete.

Su hijo lo tomó del brazo con preocupación.

— ¡Papá! ¿Te encuentras bien?

Licurgo miró al príncipe, pero todo lo que vio fue un pilar de vides retorciéndose.

El rey retrocedió aterrorizado.

— ¡Las uvas! ¡Están por todas partes! ¡Se están apoderando de todo!

Licurgo tomó un hacha de doble filo del guardia más cercano y atacó al pilar de vides.

— ¡Papá! —protestaron las vides.

— ¡Mueran, uvas! — cortó y tajó hasta que las protestas se acabaron. Las plantasyacían en pedazos alrededor de sus pies.

La visión del rey se aclaró, y entonces vio lo que había hecho. Licurgo lloró envueltoen miseria y cayó sobre sus rodillas, la sangre de su hijo brillando en el hacha.

Si Dionisio se sintió arrepentido, no lo demostró. Después de todo, Hera le habíaenseñado cómo utilizar la locura para castigar a sus enemigos. Había aprendido de lamejor.

—Licurgo, este es el precio de tu insolencia —dijo el dios del vino—. Hasta quesueltes a mis seguidores y me reconozcas como un dios, todo tu reino sufrirá.

— ¡Mátenlo! —gritó el rey.

Los guardias se aparecieron delante de él, pero Dionisio simplemente les echó unamirada y retrocedieron. Podían ver el poder y la ira divina en sus ojos.

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—Su rey nunca se inclinará ante mí —les habló—. Su tierra sufrirá hasta que él sea…eliminado. Piensen en esto.

Dionisio se fue del palacio con mucha presencia.

En los días que siguieron, los campos se secaron. En la ciudad, todas las plantas semarchitaron. Las frutas se pudrieron. El pan se llenó de hongos. El agua de los pososse volvió caliente y espumosa. Los granjeros no podían hacer crecer nada. La gentedel pueblo era incapaz de alimentar a sus familias.

Finalmente, al cabo de dos semanas, los guardias reales irrumpieron en el palacio ycapturaron al rey Licurgo. Nadie protestó. Tampoco les había simpatizado muchonunca. Lo arrastraron hasta la plaza del pueblo mientras daba patadas y gritos. Ataronsus extremidades a cuatro caballos, luego los aporrearon y los mandaron en cuatrodirecciones distintas.

Sí. La muerte del rey fue problemática.

La gente del pueblo liberó a los seguidores de Dionisio. Inmediatamente la vegetaciónvolvió a crecer. Brotaron las flores. Las vides se esparcieron por las paredes delpalacio largando montones de uvas.

Aprendieron a hacer vino. Comenzaron a construir el primer templo a Dionisio. Y asífue como obtuvo su primera victoria.

Luego de eso, decidió llevar su show de gira. Reunió a sus seguidores y empezó LaGira Mundial de Locura y Catar Vinos de Dionisio. (El Señor D no lo admitirá, perotodavía conserva en su armario algunas de las camisetas del evento que no fueronvendidas—todas las tallas de adulto pequeño).

Algunos pueblos aceptaron a Dionisio y su ejército de ebrios Bacos sin pelear. Cuandoeso sucedía todo el mundo era un sol y tenía cara feliz. El pueblo recibía vino gratis yel conocimiento para hacerlo. Los Bacos daban una fiesta buenísima. Todo el mundohonraba a Dionisio, y a la mañana siguiente el ejército seguía su camino, dejando unoscuantos vasos rotos, sombreros de fiesta aplastados y gente con resaca.

Sin embargo, no a todo el mundo le gustaba este nuevo dios y sus seguidores. El reyPenteo de Tebas no confiaba en Dionisio. Su ejército de borrachos parecía peligroso y

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apenas bajo control. Pero Penteo había oído lo sucedido a Licurgo, así que aparentóestar tranquilo cuando le llegó el turno de visita.

—Dame un poco de tiempo para pensar en tu oferta —dijo el rey.

Dionisio le hizo una reverencia.

—No hay problema. Estaremos en el bosque, hacia el este, celebrando nuestras juergasnocturnas. Te invitaría a reunirte con nosotros, pero… —El dios sonriómisteriosamente—. No son para descreídos. Igual, confía en mí. ¡Te estás perdiendotoda una fiesta! Volveremos mañana para recibir tu respuesta.

El ejército se fue en paz y acampó en el bosque.

El rey Penteo estaba ardiendo de curiosidad. ¿De qué iba este nuevo dios? ¿Teníaarmas secretas? ¿Por qué sus jolgorios prohibían a los de afuera?

Sus espías le informaron que muchos de sus ciudadanos ya habían aceptado a Dionisiocomo un dios sin importarles el permiso del rey. Cientos estaban planeando escaparsede la ciudad y unirse a la fiesta en el bosque esa noche.

—Tengo que saber más de esta nueva amenaza —Penteo refunfuñó—. Y no puedoconfiar en los reportes de segunda mano. ¡Muchos de mi propia gente ya creen estenuevo dios! Debería de espiar el campamento de Dionisio yo mismo.

Sus guardias le advirtieron de que era una mala idea, pero el rey no los escuchó. Sepuso su traje negro de ninja, pintó su rostro con grasa y cenizas, y se escapó delpueblo. Cuando alcanzó el borde del campamento, se trepó a un árbol y observó lajuerga con horror y fascinación.

Las fiestas de Los Bacos se habían vuelto bastante salvajes con el paso del ejército porGrecia. Algunos de los mortales, ninfas, y sátiros se contentaban con beber vino yescuchar música. Otros llevaban a cabo alborotadas obras cómicas, porque Dionisio sehabía vuelto el dios patrón del teatro.

Pero muchos de sus seguidores se pusieron más locos. Construían grandes fogatas ylas saltaban por encima por diversión. Otros se emborrachaban y escenificabancombates de lucha libre hasta la muerte. Algunos… bueno, deberé dejarlos usar su

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imaginación. Personalmente, nunca fui a una de las fiestas del Señor D. Si lo hiciera,mi mamá me castigaría por toda la eternidad.

Pero había cosas bastante alocadas sucediendo.

Las seguidoras más fiesteras de Dionisio eran un grupo de ninfas llamadas ménades.Durante las juergas se ponían tan frenéticas que no sentían dolor alguno y estabanabsolutamente fuera de control. Hacían cualquier cosa que se les ocurriera. Debías sercuidadoso cuando las ménades estaban en la zona, porque podían cambiar de súper-felices a súper-furiosas en un segundo. Eran tan crueles y tenían tanta fuerza…Imagínense treinta Hulks mujeres borrachas con uñas afiladas y te harás una ideageneral. Actuaban como las guardaespaldas de Dionisio y su tropa de asalto, por loque nadie se atrevería jamás a azotar al dios de nuevo.

Esa noche, danzaban alrededor de Dionisio mientras este se hallaba sentado en sutrono de madera, bebiendo vino y brindando con sus seguidores. Usualmente, se poníael mismo atuendo —túnica púrpura y una corona de hojas de roble. Como símbolo desu poder, cargaba un cetro especial llamado Tirso, tenía una piña en la punta y estabaenvuelto con vides. Si eso no suena como una buena arma, entonces probablementenunca han sido golpeados en la cabeza con una piña ensartada en un palo.

De todas formas, Penteo observó la fiesta desde el árbol. Comenzó a darse cuenta deque este nuevo dios Dionisio era mucho más poderoso de lo que había supuesto en unprincipio. Cientos de los habitantes de su pueblo estaban danzando entre la multitud.Luego vio a una mujer mayor sentada junto a una fogata conversando con unos sátiros,y su corazón se hizo de plomo.

— ¿Madre? — gimió.

No lo dijo demasiado fuerte, pero de alguna manera, el dios sintió su presencia. Alotro extremo del claro, Dionisio se puso de pie casualmente. Se terminó su copa devino y se acercó al árbol. Penteo no se atrevió a moverse. Sabía que si intentaba huircorriendo, nunca lo lograría.

Dionisio se estiró y agarró una gran rama. Era más pesada de lo que un ser humanopodría levantar, pero él la tiró hacia abajo fácilmente. El rey Penteo estabacompletamente expuesto.

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La música se detuvo. Cientos de Los Bacos clavaron su mirada al espía del árbol.

—Miren esto —dijo—, el rey nos está allanando, haciendo una burla de nuestrossagrados rituales. —Se volvió hacia las ménades y el resto de la gente—. ¿Qué leshacemos a los allanadores, mis amigos? ¡Muéstrenle!

La multitud se apretó alrededor del árbol. Bajaron a Penteo y literalmente lodesgarraron en piecitas. Incluso su madre, sobrecogida del espíritu de fiesta, se unió ala diversión.

Así que, sí… vino, música, danzas, horribles asesinatos casuales. Dionisiodefinitivamente sabía cómo armar un show.

Después del incidente, no muchas ciudades se metieron en su camino. Tuvo unpequeño problema en Atenas, pero una vez explicada la situación (enojando a unmontón de mujeres atenienses), la ciudad lo recibió y organizó un festival anual en suhonor. Dionisio incluso viajó a Siria y Egipto, esparciendo el buen nombre del vino.Seguro, tuvo algunos inconvenientes aquí y allá, pero si les cuento todas las veces enlas que volvió a un rey loco o lo desolló vivo, estaríamos aquí todo el día. Dionisio erauna fiesta interminable de diversión.

Hera hizo un último intento de destruirlo y casi triunfa. Lo separó de su ejército y lovolvió loco, pero Dionisio había mejorado. Montó un burro parlanchín hasta unoráculo en Dodoma, donde Zeus lo curó. (Larga historia, y no me pregunten de dóndeobtuvo el burro parlanchín).

Un día, Dionisio contrajo matrimonio. Sólo sucedió porque lo capturaron unos piratas.

La noche anterior, Los Bacos habían dado una fiesta especialmente grande en la costade Italia. La mañana siguiente, Dionisio se despertó con una migraña masiva. Mientrasel resto del campamento dormía, se dirigió a la playa para ir al baño.

(Sí, claro que los dioses van al baño. Em… por lo menos creo que sí. ¿Saben? Mejorcontinuemos).

Realmente debía ir. Se paró allí por un largo rato haciendo sus necesidades, mirando elocéano. Eventualmente, un barco apareció en el horizonte. Se acercó más y más, susvelas negras ondeando y un banderín negro en la punta del mástil. Mientras Dionisio

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miraba, bajaron el ancla. Un bote de remos se acercó a la playa. Se bajó media docenade feos tipos que marcharon hacia él.

— ¡Arrrg! —dijo uno, blandiendo una espada.

Dionisio sonrió.

— ¡Genial! ¿Ustedes son piratas, chicos?

Había oído de ellos, pero nunca había conocido ninguno. Estaba súper entusiasmado.

Los piratas se miraron entre sí, momentáneamente confundidos.

—Así es, bribón —dijo el que sostenía la espada–. Soy el capitán de estos perrosmarinos. Y tú obviamente eres un joven y rico príncipe, ¡te llevaremos como nuestroinvitado!

(Memorándum para mí: Conseguir alguien que chequeé mi jerga de pirata antes de quepubliquemos esto. Ya ha pasado un tiempo desde que vi “Piratas del Caribe”).

Dionisio aplaudió con entusiasmo.

— ¡Oh, es fabuloso! —Echó un vistazo hacia las dunas de arena—. Mi ejércitotodavía duerme. Probablemente tenga algunas horas antes de que despierten.

El capitán achicó los ojos al oír la mención de un ejército, pero no podía ver a nadie enla cima de las dunas, por lo tanto, decidió que el joven príncipe debía estarengañándolo. Dionisio ciertamente se veía adinerado. La gente pobre no lleva túnicaspúrpuras o coronas de hojas de roble. Tampoco tenían lindas manos con manicura,largo y fluido cabello negro y buenos dientes. De hecho, el capitán nunca había visto aun chico que luciese tan bien.

— ¡Pónganse en marcha entonces! —ordenó—. ¡Al bote!

— ¡Wiii! —Dionisio se apuró para llegar al bote de remos—. ¿Me darán un tour porsu barco? ¿Podré caminar en el tablón?

Los piratas subieron a bordo a Dionisio y navegaron lejos. Intentaron atarlo, pero latúnica seguía cayéndose sin importar qué.

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El capitán le preguntó a Dionisio quién era su padre, así podían pedir un rescatevalioso.

— ¿Hmm? —dijo este examinando el aparejo del barco—. Oh, mi padre es Zeus.

Eso hizo a los piratas ponerse muy incómodos.

Finalmente, el navegante no pudo seguir soportándolo.

— ¿No pueden ver que es un dios? Me refiero a que ningún mortal luciría tan… lindo.

— ¡Gracias! —Dionisio sonrió—. Mi secreto es vino todos los días y muchas fiestas.

El navegador frunció el ceño.

—Deberíamos devolverlo y dejarlo ir. Esto no terminará bien.

— ¡Claro que no! —gritó el capitán—. Él es nuestro prisionero y nos lo quedaremos.

— ¡Los amo, muchachos! —dijo Dionisio—. Pero tanto entusiasmo me ha dejadomuy cansado. ¿Puedo tomar una corta siesta? Luego quizás podríamos limpiar lacubierta o algo.

Dionisio se acomodó en una pila de cuerdas y comenzó a roncar.

Como los piratas no podían atarlo, lo dejaron dormir. Cuando finalmente despertó, elsol estaba alto en el cielo.

—Oh, em, ¿muchachos? —Se puso de pie y se frotó los ojos para quitarse el sueño—.Se me está haciendo tarde. Mi ejército estará preocupado. ¿Podemos volver?

— ¿Volver? —el capitán rió—. Eres nuestro prisionero. Como no nos quieres decirquién es tu padre real, ¡te estamos llevando a Creta para venderte como un esclavo!

Dionisio estaba cansado de jugar con los piratas. Además, se despertaba bastantemolesto de las siestas.

—Te dije que mi padre era Zeus. Ahora, da vuelta el barco.

— ¿O qué? —preguntó el capitán— ¿Me embellecerás hasta la muerte?

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El barco comenzó a traquetear. Vides brotaron de la cubierta y subieron hasta elmástil. Los piratas se pusieron a gritar mientras las plantas cubrieron completamentelas velas y comenzaron a serpentear por el aparejo. La tripulación comenzó a correr encírculos con pánico, resbalándose en montones de uvas.

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— ¡Cálmense! —gritó el capitán—. Son sólo plantas —luego gruñó a Dionisio—:Eres más problemático de lo que vales, joven príncipe. ¡Hora de morir!

El capitán avanzó con su espada.

Dionisio nunca antes había intentado cambiar de forma, pero ahora estaba encantandode descubrir que podía. De repente, el capitán se encontró a si mismo enfrentando unoso de quinientas libras.

Dionisio El Oso le rugió y con eso soltó su espada y huyó, sólo para resbalar con unasuvas. El resto de la tripulación escapó en dirección a la proa, pero un tigre fantasmaapareció en la cubierta de proa, gruñendo y listo para atacar. Era solo una ilusión, perolos piratas estaban aterrados. Cada lugar al que se volteasen, Dionisio creaba un nuevodepredador fantasma —un león, un leopardo, un jackalope38; tú sigue.

Finalmente, los piratas se lanzaron por la borda. Dionisio decidió que el océano era unbuen lugar para quedarse, así que los convirtió en delfines, y lejos nadaron. Si algunavez ves un delfín con un parche en el ojo, charlando —Arrr, ¡bonachón!—, ahorasabrás la razón.

El único pirata que quedó fue el navegador, quien se había quedado al timón,demasiado aterrorizado como para moverse.

Dionisio le sonrió.

—Tú eres el único que me reconoció como un dios. ¡Me agradas!

El hombre emitió un chillido.

— ¿Podrías regresarme, por favor? —pidió Dionisio.

—M-m-mi Señor —se las arregló para decir—. Lo haría, pero sin tripulación no puedoir muy lejos. Además están las vides en el aparejo…

—Oh, claro. —Dionisio se rascó la cabeza—. Lo siento por eso.

38El jackalope o lebrílope es un animal imaginario con origen en el folclore de Norteamérica, que parece un cruce entreuna liebre y un antílope.

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El dios contempló el agua. A una milla hacia el este, más o menos, señaló una isla. —¿Qué tal hasta allí?

—Emm, eso sería Naxos, mi Señor. Creo que…

—Perfecto. ¿Podrías bajarme ahí? Encontraré una forma de volver con mi ejército.

Dionisio terminó en la Isla de Naxos, deshabitada excepto por una hermosa joven, aquien se encontró llorando junto al borde de un arroyo en el bosque.

Sonaba tan descorazonada que Dionisio se sentó a su lado y le tomó la mano.

—Cariño, ¿qué pasa?

Ni siquiera pareció sobresaltarse, como si nada le importase ya.

—M-mi novio me botó —dijo.

El corazón de Dionisio se retorció como un pretzel. Sin contar sus ojos hinchados yrojos, y su cabello revuelto, lucía absolutamente hermosa.

— ¿Quién, en toda la tierra, sería tan estúpido como para dejarte?

—Su… nombre era Teseo —explicó—. Por cierto, soy la princesa Ariadna.

Le contó a Dionisio su triste historia —cómo había ayudado a este apuesto chico,Teseo, a escapar del Laberinto de su padre. Teseo había matado al Minutario, bla, bla,bla. Esa es otra historia. Al final, le había prometido a Ariadna un hogar en Atenas. Enel camino, se detuvo en Naxos por agua fresca, la dejó en la playa, y se fue navegando.

Y tú pensabas que romper con alguien por mensaje de texto era caer bajo.

Dionisio estaba furioso. Si Teseo hubiese estado cerca, lo convertiría en un montón deuvas y lo pisotearía.

El dios confortó a Ariadna. Convocó un poco de vino y frutas, y comenzaron a charlar.Dionisio era una buena compañía. Después de un tiempo, Ariadna empezó a sonreír.Incluso rió cuando Dionisio le contó de las fiestas. (Creo que tenía un extraño sentidodel humor).

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Así de rápido, ambos se enamoraron.

—Te llevaré conmigo, querida —prometió Dionisio—. Yo nunca te dejaré. Cuandoasuma mi trono en el Monte Olimpo, serás mi reina por toda la eternidad.

Dionisio cumplió con su promesa. Se casó con Ariadna, y cuando finalmente loreconocieron como el doceavo Olímpico, la convirtió en su esposa inmortal. Oh, claro,todavía tenía aventuras ocasionales con mortales. Después de todo, era un dios. Peroen cuanto a lo que dicen las historias griegas, vivieron felices para siempre.

La última aventura de Dionisio en la tierra, antes de convertirse en un dios de tiempocompleto: invadir India.

¿Por qué?

¿Por qué no?

Había viajado por todo el Mediterráneo y había estado en Egipto y Siria, perocualquier vez que intentó esparcir la buena noticia del vino más al este, siempre lodetuvieron locales muy enojados. Tal vez porque la Mesopotamia es el lugar en el quese inventó la cerveza. Quizás no querían ninguna bebida de competencia.

De cualquier modo, decidió hacer un último intento para expandir las fronteras de sunegocio. Hasta donde a los griegos les concernía, India era prácticamente el fin delmundo, por lo tanto Dionisio decidió ir allí, enseñarles sobre vino, y regresar, conpreferencia para la cena.

Sus ebrios seguidores se reunieron de a miles. Algunas historias cuentan que Hérculesse unió a Dionisio para la expedición, y tuvieron algunos grandes concursos de bebidadurante el camino. Otras dicen que los hijos gemelos de Hefesto, los Cabiros, fueron ala batalla en un carro mecánico y lucharon con valentía. Un par de veces, emplearondemasiada valentía, y fueron rodeados de enemigos, a tal punto que el mismo Hefestotuvo que bajar, pulverizar a los enemigos con su lanza llamas divino, y poner a sushijos a salvo.

Dionisio iba al frente de su ejército en un carro dorado tirado por dos centauros. Unmontón de pueblos se rindieron ante él en Siria. El ejército de borrachos hizo todo el

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camino hasta el río Éufrates y construyó un puente para cruzarlo —primera vez quelos griegos llegaban tan lejos.

El puente ya no está ahí. ¿Qué esperabas? Estaba hecho por un montón de gente ebria.Probablemente se destruyó en eso de una semana.

Todo estaba saliendo de maravilla —hasta que el ejército alcanzó a la India. Esos, síque sabían cómo pelear. Tenían su propia magia, sus propios dioses, su propio montónde sucias armas secretas. Sus hombres sagrados, los brahmanes, se sentarían en elcampo de batalla, luciendo muy pacíficos, y el ejército de Dionisio los pasaría,pensando que el enemigo se había rendido. Apenas se acercaban, los hindúesdispararían cohetes al medio de ellos —chorros de fuego y luz cegadora, explosionesmasivas que causaban pánico en las tropas.

Luego de algunas luchas muy duras, Dionisio finalmente logró llegar al río Ganges, elrío sagrado de India. Asaltó un último fuerte —un gran castillo en una colina tan altocomo la Acrópolis de Atenas. Sus centauros y sátiros intentaron un ataque frontal,trepando las rocas, pero los hindúes hicieron algunas explosiones mágicas que fuerontan poderosas que vaporizaron el frente de los griegos. Supuestamente todavía sepueden ver las imágenes residuales de los sátiros y centauros quemados en losacantilados donde la batalla tuvo lugar.

A ese punto, Dionisio decidió que ya era suficiente. Habían llegado hasta la India.Habían introducido el vino. Había recogido un buen surtido de exóticos gatospredadores, como tigres y leopardos. Incluso había tomado a los leopardos como sunuevo animal sagrado y comenzado una moda loca por usar sus pieles como capa. Elejército había recogido muchos tesoros. Habían conocido nueva e interesante gente,matado a la mayoría de ellos, y en general la habían pasado bien.

Construyó un par de pilares a las orillas del Ganges para probar su paso por allí.Ordenó a los hindúes una llorosa despedida y se marchó a Grecia. Dejó una gran cargade tesoros en el Oráculo de Delfos en honor a los dioses, y por un largo tiempo, solíahaber un gran tazón de plata en la sala del tesoro que rezaba: TOMANDO A LOSHINDÚES POR DIONISIO, HIJO DE ZEUS Y SEMELE. (Uno de los viejosescritores griegos lo vió. No lo estoy inventando).

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Dionisio ascendió finalmente al Monte Olimpo y se convirtió en el último de losGrandes. ¡Corten la música! ¡Corten los créditos de cierre! Alejen la cámara de lahabitación del trono, donde yacen los 12 dioses sentados en sus tronos redondos. ¡YCORTE!

Fiuf. Lo hicimos, gente.

Doce Olímpicos —completamos todo el set, ¡además de algunos dioses como bonoextra tales como Perséfone y Hades!

Ahora, si me disculpan, me iré a dormir. Siento como si acabara de llegar de lasjuergas de Dionisio, y tengo una tremenda jaqueca.

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Epílogo

sí que, eso fue lo básico.

Sé que muchos de ustedes se quejarán, como, Ah, ¡te olvidaste sobre CheezWhiz39, el dios de los ratones! Te olvidaste de mencionar a Bumbritches40, el

dios de los fallos de la moda. O lo que sea.

Por favor. Hay alrededor de cientos de miles de dioses por allí afuera. Padezco unpoco bastante de ADHD41 como para incluir a cada uno de ellos en un sólo libro.

Claro, podría decirte cómo Gea levantó un ejército de gigantes para destruir elOlimpo. Podría contarte cómo Cupido consiguió a su novia, o cómo Hécate obtuvo sugran flatulencia. Pero eso tomaría todo un libro entero. (Y por favor no le den al editorninguna idea. ¡Esta cosa de escribir es DIFÍCIL!)

39 Marca de queso untable.40 Se refiere a ropa holgada malgastada.41 Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad.

A

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Hemos cubierto a la mayoría de los más importantes. Probablemente sabes suficientecomo para evadir ser enviado a una pila de cenizas si alguna vez te topas con algunode los doce Olímpicos.

Probablemente.

Yo, por otro lado, estoy retrasado para encontrarme con mi novia. Annabeth me va amatar.

Espero que hayan disfrutado las historias. Cuídense, semidioses.

Paz desde Manhattan,

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LISTA DE ILUSTRACIONES

(Da click en el título de una imagen para ser redirigido a esa imagen).

“El primer dios, si pueden llamarlo así, era Caos — una niebla espesa, sombría ymelancólica con toda la materia del cosmos flotando a su alrededor”.

“Sin decir palabra alguna, los envolvió en cadenas y los arrojó al Tártaro como sifueran bolsas de basura”.

pero, más frágiles”.

Página de título: Monte Olimpo

El comienzo: Caos

El comienzo: Urano, Gea y algunos de sus hijos.

El comienzo: Cronos

“Cuando Cronos vio la guadaña, sus ojos brillaron”.

La edad de Oro: El palacio de Cronos

“…para demostrar su gratitud, le construyeron a Cronos un enorme palacio en la cimadel Monte Otris”.

La edad de Oro: Prometeo crea seres humanos a partir de arcilla

" Un día…y esculpió un par de figuras de aspecto chistoso que se parecían a los titanes

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“Se acercó al rey caníbal y gritó— ¡Este es el mejor bebé hasta el momento! Un fuertepequeño llamado, uh, Rocky"

cómo hacer increíbles panes y galletas…”

La Edad de Oro: Cronos con el bebé falso de Rea

Los olímpicos: Monte Ida

"Zeus tuvo una buena infancia en el monte Ida".

Los olímpicos: Zeus confrontando a Kampê

"Ella levantó su látigo y gritó, '¡RAWRGGGGWRRR!'"

Los olímpicos: Atlas sosteniendo el cielo

"Ellos encadenaron a Atlas a la montaña y forzaron todo el peso del cielo sobre sushombros".

Zeus: Zeus

"Sé que él es el rey del Olimpo y todo, pero confía en mí, el ego de este tipo no tiene por quéser más grande".

Hestia: Hestia

“Ella era más como la diosa de al lado, —dulce, bonita y sin pretensiones”.

Hestia: Prometeo robando fuego de Hestia

“…Prometeo se escabulló del Olimpo con su secreto palo de regaliz ardiendo y se lodio a los seres humanos”.

Deméter: Deméter

“Deméter no era sólo bonita, también era de buen corazón (en su mayoría), sabía

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Deméter: Deméter castigar a los mortales que amenazaban su bosque sagrado

“Deméter creció a una gran altura, elevándose sobre los árboles como Maizilla…”

Perséfone: Perséfone

“Estaba segura de que todo el mundo fue inventado para complacerla”.

Perséfone: Hades acercándose a Perséfone desde el inframundo

“Se estaba agachando para recoger una hermosa flor roja cuando la tierra retumbó”.

Perséfone: Deméter maldice la tierra

“…en el resto de la tierra, todo se marchitaba y moría justo como había amenazado”.

Hera: Hera

“…en los inicios del Monte Olimpo, todos los dioses y Titanes estaban enamorados deHera”.

Hera: Árbol de manzanas de oro de Hera

“Hera envió a un dragón inmortal llamado Ladón para que cuidara del árbol…”

Hera: El castigo de Ixión

“Zeus pidió por una rueda de un carruaje y ató a Ixión al radio, jalando susextremidades tan fuerte que estaban a punto de romperse”.

Hades: Hades

“…Hades era un tipo tenebroso para empezar, así que se podría argumentar queestaba destinado a andar bajo tierra”.

Hades: Los cinco ríos del inframundo

El Cocito, el río de los Lamentos

"Sólo estar cerca de él te enviaría a un estado de depresión".

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El Flegetonte, el río de fuego

"Rugió a través de las cavernas del Inframundo como un torrente de gasolinaardiendo..."

El Aqueronte, el río del Dolor

"... Se ensanchaba en una vaporosa, oscura y pantanosa extensión, que causó dolor acualquiera con la mala suerte de tocar sus aguas o incluso escuchar su corriente".

El Lete, el río del Olvido

"Una sola gota de agua Leteo borraría su memoria a corto plazo".

El Estigia, el río del Odio

"Mezcla ácido sulfúrico con aguas residuales y un chorrito de odio líquido, y obtienes

nunca pudo”.

42 Juego de palabras. Teófano le dice: “Because I like ewe”—Ewe: significa oveja al traducirlo, pero al pronunciarlo seescucha como “You” que es “tú” en español.

el Estigia".

Hades: El castigo de Tántalo

“Cada vez, Tántalo estaba seguro de que podría conseguirse un pedazo de fruta pero,

Poseidón: Poseidón

"A él le gustaba la playa. Le gustaba nadar. Le gustaban los mariscos”.

Poseidón: Poseidón creando caballos

"Él señaló con su tridente, y las olas comenzaron a tomar forma".

Poseidón: Teófano conoce a Poseidón

"El carnero le guiñó un ojo. "¿Te gusta mi nuevo abrigo de lana? Porque a mí megustan las ovejas. ¿Entiendes? ¿Tú?42'"

Zeus: Zeus

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"... Zeus era el dios de la ley y el orden".

Zeus: Zeus saca la ciudad de Salmonea del mapa

"... Cuando los relámpagos empezaron a dispararse, la mayoría de los mortales eran

volados en pedazos o enterrados bajo los escombros".

Zeus: El sátiro dios Aegipan calma la tormenta del gigante Typhoeus

"'Me gusta tu música', Typhoeus decidió. 'Puede que no te mate'."

Atenea: Atenea

"'Yo superviso el tipo de combate que requiere planificación, astucia, y altainteligencia'".

Atenea: Zeus distrae a la ninfa Pallas mientras ella se pelea con Atenea

"La cara bronceada de Medusa sorprendió a la ninfa".

Atenea: Arachne

"Ella transformó a Aracne en una araña, y desde entonces, Arachne y sus hijos no handejado de tejer telarañas".

Afrodita: Afrodita

"Si la viste y ella quería que la amaras, lo harás".

Afrodita: Pandora tira del corcho

"'Tengo que ver lo que hay dentro", ella murmuró. 'Oh, ¡esto va a ser maravilloso!'"

Ares: Ares

"Si los matones, mafiosos y maleantes le oraran a un dios, le orarían a Ares".

Ares: Uno de los regalos de Ares a Eetes, rey de la Cólquida

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"Entonces Aeetes iría al Campo Especial de Ares y plantaría los dientes paraconseguir para sí mismo una nueva cosecha de soldados esqueletos cada vez que losnecesitara".

todo el globo…”

Hefesto: Hefesto

"Nació tan feo que su amorosa madre Hera lo arrojó fuera del Monte Olimpo... ".

Hefesto: Ares enfrentándose a su hermano Hefesto

“Irrumpieron en el patio del taller de herrería de Hefesto, donde el dios mutiladoestaba reparando una tetera”.

Apolo: Apolo

"'Apolo es mi nombre, y necesito un arco y flechas, ¡ahora! Un instrumento musicaltambién sería bueno.'"

Apolo: Apolo venga a su madre matando a la serpiente pitón gigante

"Apolo sacó su arco y disparó a la serpiente justo entre los ojos".

Artemisa: Artemisa

"Quería recorrer el mundo y cazar criaturas peligrosas, y definitivamente nunca queríaquedarse embarazada".

Artemisa: Artemisa convoca a un jabalí gigante

"Fue, en síntensis, el Cerdo de la Muerte".

Artemisa: Gea castiga el gigante Orión por cazar excesivamente

"Justo detrás de Orión, un escorpión gigante emergió de una fisura en el suelo".

Hermes: Hermes

"Él era el servicio FedEx personal de Zeus, llevando mensajes de su jefe alrededor de

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"Se las arregló para separar el ganado, espantando cincuenta de las más gordas yjugosas vacas del resto".

Hermes: Hermes roba vacas de Apolo

Dionisio: Dionisio

"... Dionisio se hizo popular por sus trucos de magia con las plantas."

Dionisio: El sátiro Ampelos recupera una enredadera para su amigo Dionisio

"Dionisio levantó la mano y agarró la enredadera."

Dionisio: Dionisio es capturado por piratas

"Las enredaderas brotaron desde la cubierta y se arrastraron hasta el mástil."

Epílogo: Percy Jackson

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Lectura de ayudaLIBROS:

The Aeneid, Virgil, Robert Fagles, trans., Penguin Classics, 2008Apollodorus’ Library and Hyginus’ Fabulae, Hackett Publishing Co.,

2007The Argonautica, Apollonius of Rhodes, Oxford University Press, 2009

Dictionary of Greek and Roman Biography and Mythology, WilliamSmith, ed., Tauris & Co. Ltd., 2007

Dionysiaca, Nonnus, Harvard University Press, 1984The Iliad, Homer, Robert Fagles, trans., Penguin Classics, 1997Metamorphoses: A New Translation, Ovid, W.W. Norton, 2005

The Odyssey, Homer, Robert Fagles, trans., Penguin Classics, 1997Theogony & Work and Days, Hesiod, Focus Classical Library, 2008

SITIOS WEB:

Enciclopedia mítica: www.pantheon.orgPerseus Digital Library: www.perseus.tufts.edu/hopper

Theoi: www.theoi.com

Las ilustraciones de este libro se crearon con grafito sobre papel, luego, se colorearondigitalmente utilizando diversas manchas y texturas.

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RICK RIORDAN es el autor de The New York Times # 1 best-selling, Los Héroesdel Olimpo. Primer libro: El héroe perdido; Los héroes del Olimpo, Segundo libro: ElHijo de Neptuno; Los héroes del Olimpo, Tercer Libro: La marca de Atenea; Loshéroes del Olimpo, Cuarto libro: La Casa de Hades; el New York Times #1 best-selling Las Crónicas de Kane, Primer libro: La Pirámide Roja; Las crónicas de Kane,Segundo libro: El Trono de fuego; Las crónicas de Kane, Tercer libro: La Sombra dela Serpiente; el New York Times #1 en ventas El Hijo de Sobek; así como los cincolibros de la serie #1 del New York Times best-selling de Percy Jackson y los Diosesdel Olimpo. Sus novelas para adultos incluyen la popular serie Tres Navarre, ganadorde los tres premios más importantes en el género de misterio. Él vive en Boston,Massachusetts, con su esposa y dos hijos. Para obtener más información, vaya awww.rickriordan.com.

JOHN ROCCO estudió ilustración en la Escuela de Diseño de Rhode y en la Escuelade Artes Visuales. Además de escribir e ilustrar sus propios libros de imágenes,incluyendo Super Hair-o y el Barbero de Doom y el ganador de una medalla Caldecotty #1 New York Times best-seller— Blackout. Él ha creado todo el arte de la cubiertapara los best-selling de Percy Jackson por Rick Riordan, las Crónicas de Kane y lasseries de Héroes del Olimpo. También ha ilustrado libros de Whoopi Goldberg yKatherine Paterson. Antes de convertirse en creador de libros infantiles a tiempocompleto, trabajó como director de arte en Shrek de DreamWorks, y para DisneyImagineering. Vive en Los Ángeles con su esposa e hija. Visítelo enwww.roccoart.com.

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