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Pág. 1 Apocalipsis Capítulo 1 Prólogo: He Aquí, Él Viene en las Nubes Versículo 1. “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio para manifestar a sus siervos lo que debe suceder pronto. Y lo declaró, enviando su ángel a su siervo Juan” . HAp:465-466. "Y cuando yo le vi -escribió Juan,- caí como muerto a sus pies. Y él pu- so su diestra sobre mí, diciéndome: No temas". (Apoc. 1:17). Juan fue fortalecido para vivir en la presencia de su Señor glorificado. Entonces ante sus maravillados ojos fueron abiertas las glorias del cielo. Le fue permitido ver el trono de Dios y, mirando más allá de los conflictos de la tierra, contemplar la hueste de los redi- midos con sus vestiduras blancas. Oyó la música de los ángeles del cielo, y los cantos de triunfo de los que habían vencido por la sangre del Cordero y la palabra de su testimo- nio. En la revelación que vio se desarrolló una escena tras otra de conmovedor inte- rés en la experiencia del pueblo de Dios, y la historia de la iglesia fue predicha has- ta el mismo fin del tiempo. En figuras y símbolos, se le presentaron a Juan asuntos de gran importancia, que él debía registrar para que los hijos de Dios que vivían en su tiempo y los que vivieran en siglos futuros pudieran tener una comprensión inte- ligente de los peligros y conflictos que los esperaban. HAp:466-467. Esa revelación fue dada para la orientación y el aliento de la iglesia du- rante la dispensación cristiana. Y sin embargo ha habido maestros religiosos que decla- raron que es un libro sellado y que sus secretos no pueden explicarse. Como resultado, muchos han dejado de lado el registro profético y rehusado dedicar tiempo al estudio de sus misterios. Pero Dios no desea que su pueblo considere así ese libro. Es "la revela- ción de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben su- ceder presto." "Bienaventurado el que lee -dijo el Señor,- y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas: porque el tiempo está cerca." (Apoc. 1:1, 3). "Porque yo protesto a cualquiera que oye las palabras de la profecía de este li- bro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios pondrá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitaré su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad, y de las cosas que están escritas en este libro. El que da testimonio de estas cosas, dice: Ciertamente, vengo en breve." (Apoc. 22:18-20). En el Apocalipsis entran reveladas las cosas profundas de Dios. El nombre mismo

Comentario de EGW - Apocalipsis 01

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Page 1: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 1

Apocalipsis

Capítulo 1

Prólogo: He Aquí, Él Viene en las Nubes

Versículo 1. “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio para manifestar a sus siervos

lo que debe suceder pronto. Y lo declaró, enviando su ángel a su siervo Juan”.

HAp:465-466. "Y cuando yo le vi -escribió Juan,- caí como muerto a sus pies. Y él pu-

so su diestra sobre mí, diciéndome: No temas". (Apoc. 1:17).

Juan fue fortalecido para vivir en la presencia de su Señor glorificado. Entonces ante sus

maravillados ojos fueron abiertas las glorias del cielo. Le fue permitido ver el trono de

Dios y, mirando más allá de los conflictos de la tierra, contemplar la hueste de los redi-

midos con sus vestiduras blancas. Oyó la música de los ángeles del cielo, y los cantos de

triunfo de los que habían vencido por la sangre del Cordero y la palabra de su testimo-

nio. En la revelación que vio se desarrolló una escena tras otra de conmovedor inte-

rés en la experiencia del pueblo de Dios, y la historia de la iglesia fue predicha has-

ta el mismo fin del tiempo. En figuras y símbolos, se le presentaron a Juan asuntos

de gran importancia, que él debía registrar para que los hijos de Dios que vivían en

su tiempo y los que vivieran en siglos futuros pudieran tener una comprensión inte-

ligente de los peligros y conflictos que los esperaban.

HAp:466-467. Esa revelación fue dada para la orientación y el aliento de la iglesia du-

rante la dispensación cristiana. Y sin embargo ha habido maestros religiosos que decla-

raron que es un libro sellado y que sus secretos no pueden explicarse. Como resultado,

muchos han dejado de lado el registro profético y rehusado dedicar tiempo al estudio de

sus misterios. Pero Dios no desea que su pueblo considere así ese libro. Es "la revela-

ción de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben su-

ceder presto." "Bienaventurado el que lee -dijo el Señor,- y los que oyen las palabras de

esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas: porque el tiempo está cerca." (Apoc.

1:1, 3). "Porque yo protesto a cualquiera que oye las palabras de la profecía de este li-

bro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios pondrá sobre él las plagas que están escritas

en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitaré

su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad, y de las cosas que están escritas en este

libro. El que da testimonio de estas cosas, dice: Ciertamente, vengo en breve." (Apoc.

22:18-20).

En el Apocalipsis entran reveladas las cosas profundas de Dios. El nombre mismo

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que fue dado a sus páginas inspiradas: El Apocalipsis o Revelación, contradice la

afirmación de que es un libro sellado. Una revelación es algo revelado. El Señor

mismo reveló a su siervo los misterios contenidos en dicho libro y es su propósito que

estén abiertos al estudio de todos. Sus verdades se dirigen tanto a los que viven en los

últimos días de la historia de esta tierra como a los que vivían los días de Juan. Algunas

de las escenas descritas en esa profecía pertenecen al pasado, otras se están cumpliendo

ahora; algunas tienen que ver con el fin del gran conflicto entre los poderes de las tinie-

blas y el Príncipe del cielo, y otras revelan los triunfos y alegrías de los redimidos en la

tierra nueva.

Nadie piense que al no poder explicar el significado de cada el significado de cada sím-

bolo del Apocalipsis, es inútil seguir escudriñando el libro en un esfuerzo de conocer el

significado de la verdad que contiene. El que reveló esos misterios a Juan dará al Inves-

tigador diligente de la verdad un goce anticipado de las cosas celestiales. Los que ten-

gan sus corazones abiertos para la recepción de la verdad, serán capacitados para enten-

der sus enseñanzas, y se les otorgará la bendición prometida a los que "oyen las palabras

de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas."

En el Apocalipsis todos los libros de la Biblia se encuentran y terminan. En él está

el complemento del libro de Daniel. Uno es una profecía, el otro una revelación. El

libro que fue sellado no fue el Apocalipsis, sino aquella porción de la profecía de

Daniel que se refiere a los últimos días. El ángel ordenó: "Tú empero Daniel, cierra las

palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin." (Dan. 12:4).

7CBA:966. A Juan le fue revelado el plan de Dios para siglos futuros. Las glorias

del cielo se abrieron ante su visión embelesada. Vio el trono de Dios y oyó las antí-fonas de gozo que resonaban por todos los atrios celestiales. Cuando leemos su des-

cripción de lo que vio en su visión, anhelamos estar con los redimidos en la presencia de

Dios.

Había pasado medio siglo desde que Jesús ascendió para presentar a su iglesia delante de

Dios y para preparar mansiones para sus fieles. Todavía amaba a su pueblo, pues vino a

su anciano siervo para revelar los planes de Dios para el futuro.

CW:29. (Carta 97, 1902). Nuestra lección para este tiempo es: ¿Cómo podemos más

claramente comprender y presentar el evangelio de que Cristo vino en persona pa-

ra presentar a Juan en la isla de Patmos,----el evangelio denominado: “la revela-

ción de Cristo Jesús”? Hemos de presentar a nuestro pueblo una clara explicación

de Apocalipsis. Hemos de llevarles la palabra de Dios justo como está escrita, con lo mínimo de nuestras propias explicaciones. Nadie puede por sí solo hacer esta obra.

Aunque tenemos encomendadas las más grandes e importantes verdades jamás presenta-

das al mundo, somos sólo bebés, en lo que toca a entender la verdad en todos sus con-

tornos. Cristo es el gran maestro, y aquello que él reveló a Juan, hemos de esforzar la

mente para entender y definir con claridad. Estamos encarando los asuntos más impor-

tantes que jamás los hombres han sido llamados a enfrentar.

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DTG:73-74. Las palabras del ángel: "Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios," de-

muestran que ocupa un puesto de alto honor en los atrios celestiales. Cuando fue a Da-

niel con un mensaje, dijo: "Ninguno hay que se esfuerce conmigo en estas cosas, sino

Miguel [Cristo] vuestro príncipe. El Salvador habla de Gabriel en el Apocalipsis dicien-

do que "la declaró, enviándola por su ángel a Juan su siervo." Y a Juan, el ángel decla-

ró: "Yo soy siervo contigo, y con tus hermanos los profetas". ¡ Admirable pensamiento,

que el ángel que sigue en honor al Hijo de Dios es el escogido para revelar los propósi-

tos de Dios a los hombres pecaminosos!

TM:113. En lo pasado algunos maestros declararon que Daniel y Apocalipsis son li-

bros sellados, y el pueblo se ha apartado de ellos. La propia mano de Dios ha des-

corrido, de estas porciones de su Palabra, el velo cuyo aparente misterio ha impe-

dido que muchos lo levantaran. El mismo nombre Apocalipsis [cuyo significado es

revelación] contradice la declaración de que es un libro sellado. "Revelación" signi-fica que algo de importancia es revelado. Las verdades de este libro se dirigen a los

que viven en estos últimos días. Nos encontramos en el lugar santo de las cosas sagra-

das, con el velo quitado. No hemos de estar afuera. Hemos de entrar, no en forma des-

cuidada, con pensamientos irreverentes, no con pasos impetuosos, sino con reverencia y

piadoso temor. Nos acercamos al tiempo en que las profecías del libro del Apocalipsis

han de cumplirse...

DTG:25. Dios había hablado al mundo por medio de la naturaleza, las figuras, los

símbolos, los patriarcas y los profetas. Las lecciones debían ser dadas a la humani-

dad en su propio lenguaje. El Mensajero del pacto debía hablar. Su voz debía oírse

en su propio templo. Cristo debía venir para pronunciar palabras que pudiesen compren-

derse clara y distintamente. Él, el Autor de la verdad, debía separar la verdad del tamo

de las declaraciones humanas que habían anulado su efecto. Los principios del gobierno

de Dios y el plan de redención debían ser definidos claramente. Las lecciones del Anti-

guo Testamento debían ser presentadas plenamente a los hombres.

PVGM:97. Cristo fue el Redentor del hombre en el principio del mundo en igual

grado en que lo es hoy. Antes de revestir él su divinidad de humanidad y venir a

nuestro mundo, el mensaje evangélico fue dado por Adán, Set, Enoc, Matusalén y

Noé. Abrahán en Canaán y Lot en Sodoma llevaron el mensaje, y de generación en ge-

neración fieles mensajeros proclamaron a Aquel que había de venir. Los ritos del siste-

ma de culto judío fueron establecidos por Cristo mismo. El fue el fundador de su siste-

ma de sacrificios, la gran realidad simbolizada por todo su servicio religioso. La sangre

que se vertía al ofrecerse los sacrificios señalaba el sacrificio del Cordero de Dios. To-

dos los sacrificios simbólicos se cumplieron en él.

DTG:11. Al venir a morar con nosotros, Jesús iba a revelar a Dios tanto a los hom-

bres como a los ángeles. Él era la Palabra de Dios: el pensamiento de Dios hecho

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audible. En su oración por sus discípulos, dice: "Yo les he manifestado tu nom-

bre"- "misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en benignidad y ver-dad, "-"para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos." Pero

no sólo para sus hijos nacidos en la tierra fue dada esta revelación. Nuestro pequeño

mundo es un libro de texto para el universo. El maravilloso y misericordioso propósito

de Dios, el misterio del amor redentor, es el tema en el cual "desean mirar los ángeles,"

y será su estudio a través de los siglos sin fin.

9T:138. La obra delineada en estos versículos indica el trabajo que se nos pide hacer.

Los términos: “Mi siervo,” “Israel,” “el siervo del Señor,” significan cualquier a quien el

Señor escoja y encomiende cierta tarea. Él los hace ministros de su voluntad, aunque al-

gunos que son seleccionados puedan ser tan ignorantes de su voluntad como lo fue Na-

bucodonosor.

HAp:297. No hay nada más precioso a la vista de Dios que los ministros de su Palabra,

que penetran en los desiertos de la tierra para sembrar las semillas de verdad, esperando

la cosecha. Ninguno sino Cristo puede medir la solicitud de sus siervos mientras buscan

al perdido. Él les imparte su Espíritu, y por sus esfuerzos las almas son inducidas a vol-

verse del pecado a la justicia.

CS:575-576. La Biblia estaba destinada a ser una gula para todos aquellos que

deseasen conocer la voluntad de su Creador. Dios dio a los hombres la firme pala-

bra profética; ángeles, y hasta el mismo Cristo, vinieron para dar a conocer a Da-

niel y a Juan las cosas que deben acontecer en breve. Las cosas importantes que conciernen a nuestra salvación no quedaron envueltas en el misterio. No fueron re-

veladas de manera que confundan y extravíen al que busca sinceramente la verdad. El

Señor dijo al profeta Habacuc: "Escribe la visión para que se pueda leer corrientemente."

(Hab. 2:2, V.M.) La Palabra de Dios es clara para todos aquellos que la estudian con es-

píritu de oración. Toda alma verdaderamente sincera alcanzará la luz de la verdad.

"Luz está sembrada para el justo." (Salmo 97:11). Y ninguna iglesia puede progresar en

santidad si sus miembros no buscan ardientemente la verdad como si fuera un tesoro es-

condido.

7CBA:965. [Se cita Apoc. 1:1-2.] Toda la Biblia es una revelación, pues toda revelación

para los hombres viene a través de Cristo y toda se centra en él. Dios nos ha hablado por

su Hijo, a quien pertenecemos por creación y por redención. Cristo; vino a Juan, des-

terrado en la isla de Patmos, para darle la verdad para estos últimos días, para

mostrarle lo que debe suceder pronto. Jesucristo es el gran depositario de la revela-

ción divina. Por medio de él tenemos un conocimiento de lo que debemos esperar

en las escenas finales de la historia de esta tierra. Dios le dio esta revelación a Cristo,

y Cristo la comunicó a Juan.

Juan, el discípulo amado, fue el elegido para recibir esta revelación. Fue el último so-

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breviviente de los primeros discípulos escogidos. En la dispensación del Nuevo Testa-

mento recibió esta honra, así como el profeta Daniel recibió la misma honra en la dis-

pensación del Antiguo Testamento.

La instrucción que iba a ser comunicada a Juan era tan importante, que Cristo vino del ciclo para darla a su siervo, y le dijo que la enviara a las iglesias. Esta ins-

trucción debe ser el objeto de nuestro estudio cuidadoso y con oración, pues estamos vi-

viendo en un tiempo cuando hombres que no siguen la enseñanza del Espíritu Santo in-

troducirán falsas teorías. Esos hombres han estado en puestos encumbrados y tienen

proyectos ambiciosos que cumplir. Procuran ensalzarse y revolucionar el desarrollo

completo de las cosas. Dios nos ha dado una instrucción especial para que estemos en

guardia contra tales personas. Ordenó a Juan que escribiera en un libro lo que sucedería

en las escenas finales de la historia de esta tierra (MS 129, 1905).

HAp:466-467. En el Apocalipsis entran reveladas las cosas profundas de Dios. El nom-

bre mismo que fue dado a sus páginas inspiradas: El Apocalipsis o Revelación, contradi-

ce la afirmación de que es un libro sellado. Una revelación es algo revelado. El Señor

mismo reveló a su siervo los misterios contenidos en dicho libro y es su propósito

que estén abiertos al estudio de todos. Sus verdades se dirigen tanto a los que viven

en los últimos días de la historia de esta tierra como a los que vivían los días de

Juan. Algunas de las escenas descritas en esa profecía pertenecen al pasado, otras

se están cumpliendo ahora; algunas tienen que ver con el fin del gran conflicto en-

tre los poderes de las tinieblas y el Príncipe del cielo, y otras revelan los triunfos y

alegrías de los redimidos en la tierra nueva.

TM:115. Fue el León de la tribu de Judá quien quitó el sello del libro y le dio a Juan la

revelación de lo que sucedería en estos últimos días.

HAp:123. El relato de estas visitas angélicas debe proporcionar fuerza y valor a aquel

que trabaja por Dios. Hoy día, tan ciertamente como en el tiempo de los apóstoles, los

mensajeros celestiales recorren toda la anchura y longitud de la tierra, tratando de conso-

lar a los tristes, proteger a los impenitentes, ganar los corazones de los hombres a Cristo.

No podemos verlos personalmente; pero no obstante, ellos están constantemente con no-

sotros para dirigirnos, guiarnos y protegernos.

DTG:201. Fue Gabriel, el ángel que sigue en jerarquía al Hijo de Dios, quien trajo el

mensaje divino a Daniel. Fue a Gabriel, "su ángel," a quien envió Cristo para revelar el

futuro al amado Juan; y se pronuncia una bendición sobre aquellos que leen y oyen las

palabras de la profecía y guardan las cosas en ella escritas.

PE:230-231. El ángel del cielo llegóse majestuosamente a Juan, reflejando en su

semblante la excelsa gloria de Dios. Reveló a Juan escenas de profundo y conmo-

vedor interés en la historia de la iglesia de Dios, y le presentó los conflictos peligro-

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sos que habrían de sufrir los discípulos de Cristo. Juan los vio atravesando durísi-

mas pruebas en que se fortalecían y purificaban para triunfar por fin victoriosa y gloriosamente salvados en el reino de Dios. El aspecto del ángel rebosaba de gozo y

refulgía extremadamente mientras mostraba a Juan el triunfo final de la iglesia de Dios.

Al contemplar el apóstol la liberación final de la iglesia, quedó arrobado por la magnifi-

cencia del espectáculo, y con profunda reverencia y pavor postróse a los pies del ángel

para adorarle. El mensajero celestial lo alzó instantáneamente del suelo y suavemente le

reconvino diciendo: "Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que

retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíri-

tu de la profecía." Después el ángel le mostró a Juan la ciudad celestial en todo su es-

plendor y refulgente gloria; y él, absorto y abrumado, olvidándose de la anterior recon-

vención del ángel, postróse de nuevo a sus pies para adorarle. También esta vez le re-

convino el ángel, diciéndole: "Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus

hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios".

CS::565. La relación entre el mundo visible y el invisible, el ministerio de los ánge-

les de Dios y la influencia o intervención de los espíritus malos, son asuntos clara-

mente revelados en las Sagradas Escrituras y como indisolublemente entretejidos con la historia humana. Nótase en nuestros días una tendencia creciente a no creer en

la existencia de los malos espíritus, mientras que por otro lado muchas personas ven es-

píritus de seres humanos difuntos en los santos ángeles, que son "enviados para" servir a

"los que han de heredar la salvación." (Heb. 1:14, V.M.) Pero las Escrituras no sólo en-

señan la existencia de los ángeles, tanto buenos como malos, sino que contienen pruebas

terminantes de que éstos no son espíritus desencarnados de hombres que hayan dejado

de existir.

7T:288. Cuando Juan se hizo viejo y de cabello gris, le fue encomendado un mensa-

je para las iglesias bajo persecución. Los judíos hicieron varios atentados contra su

vida, pero el Señor dijo: “Que viva. Yo quien lo crié, estaré con él y lo guardaré.”

Este anciano discípulo constantemente testificó por el Maestro. En hermoso lenguaje,

con voz musical y hablando de tal forma que impresionó los corazones de todos los que

le escucharon, relató las palabras y las obras de Cristo. Se le llevó como exiliado a la isla

de Patmos, pero Cristo lo visitó en su destierro y le comunicó las grandes verdades en-

contradas en el Apocalipsis.

Al llegar cerca del final de su historia terrenal, aquellos que han gastado sus vidas en el

servicio de Dios serán impresionados mediante el Espíritu Santo a hacer un recuento de

las experiencias que han tenido en conexión con Su obra. El registro de su maravilloso

trato con su pueblo, de su bondad manifestada al traer liberación en la prueba, debe ser

repetido a los que recién han llegado a la fe. Las pruebas que han tenido los siervos de

Dios debido a la apostasía de aquellos que una vez estuvieron unidos con ellos en la

obra, y la manifestación del Espíritu Santo haciendo nulo el efecto de las falsedades di-

chas contra los que estaban sosteniendo con firmeza el inicio de su confianza hasta el

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fin, deben ser relatadas.

HAp:430. Juan se distingue de los otros apóstoles como el "discípulo al cual amaba

Jesús." (Juan 21:20). Parece haber gozado en un grado preeminente de la amistad de Cristo, y recibió muchas pruebas de la confianza y el amor del Salvador. Juan

era uno de los tres a los cuales les fue permitido presenciar la gloria de Cristo sobre el

monte de la transfiguración, así como su agonía en el Getsemaní, y fue a él a quien nues-

tro Señor confió la custodia de su madre en aquellas últimas horas de angustia sobre la

cruz.

PE:230. Se me transportó a la era apostólica y se me mostró que Dios había confiado

una obra especial a su amado discípulo Juan. Satanás quiso impedir esta obra e indujo a

sus siervos a que matasen a Juan; pero Dios le libró milagrosamente por medio de su án-

gel. Todos cuantos presenciaron el gran poder de Dios en la liberación de Juan, queda-

ron atónitos, y muchos se convencieron de que Dios estaba con él, y que era verdadero

el testimonio que daba de Jesús. Quienes trataban de matarlo temieron atentar de nuevo

contra su vida, y le fue permitido seguir sufriendo por Jesús. Finalmente sus enemigos

le acusaron calumniosamente y fue desterrado a una isla solitaria, donde el Señor

envió a su ángel para revelarle eventos que iban a suceder en la tierra y la condi-

ción de la iglesia hasta el tiempo del fin, sus apostasías y la posición que ocuparía si

agradaba a Dios y obtenía la victoria final.

FE:423-424. Cuando los perseguidores de Juan, el discípulo amado, procuraron silenciar

su voz y destruir su influencia entre el pueblo, lo exiliaron a la isla de Patmos. Pero no

podían separarlo del Divino Maestro. En la solitaria Patmos, Juan podía estudiar las

cosas que Dios había creado. En las escarpadas rocas, en las aguas que rodeaban la

isla, podía contemplar la grandeza y majestad de Dios. Y mientras estaba en comu-

nión con Dios y estudiando el libro de la naturaleza, escuchó una voz hablándole, la

voz del Hijo de Dios. Jesús fue el maestro de Juan en la isla de Patmos, y él allí

desenvolvió a su siervo cosas maravillosas que habrían de realizarse en el devenir

del tiempo.

Dios desearía que apreciáramos las bendiciones manifiestas en sus obras creadas. Cuán-

tos niños hay en las atestadas ciudades que no tienen siquiera un trozo de césped verde

en el cual caminar. Si pudieran ser educados en el campo, entre la belleza, la paz, y la

pureza de la naturaleza, les fuera como el lugar más cerca del cielo. En lugares retira-

dos, donde estemos lo más lejos de las corruptoras máximas, costumbres, y excita-

ciones del mundo, y más cerca del corazón de la naturaleza, Cristo hace real su

presencia, y habla de su paz y amor a nuestros corazones. “Special Testimonies on

Education”, 11 de Mayo de 1896.

CS:390. A San Juan le fueron descubiertos cuadros de la experiencia de la iglesia

que resultaban de interés profundo y conmovedor. Vio las circunstancias, los peli-

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gros, las luchas y la liberación final del pueblo de Dios. Consigna los mensajes fina-

les que han de hacer madurar la mies de la tierra, ya sea en gavillas para el granero

celestial, o en manojos para los fuegos de la destrucción. Fuéronle revelados asun-

tos de suma importancia, especialmente para la última iglesia, con el objeto de que

los que se volviesen del error a la verdad pudiesen ser instruidos con respecto a los

peligros y luchas que les esperaban. Nadie necesita estar a obscuras en lo que con-

cierne a lo que ha de acontecer en la tierra. ¿Por qué existe, pues, esta ignorancia general acerca de tan importante porción de las

Escrituras? ¿Por qué es tan universal la falta de voluntad para investigar sus enseñanzas?

Es resultado de un esfuerzo del príncipe de las tinieblas para ocultar a los hombres lo

que revela sus engaños. Por esto Cristo, el Revelador, previendo la guerra que se haría al

estudio del Apocalipsis, pronunció una bendición sobre cuantos leyesen, oyesen y guar-

dasen las palabras de la profecía.

HAp:443. Como testigo de Cristo, Juan no entró en controversias ni en fastidiosas

disputas. Declaró lo que sabía, lo que había visto y oído. Estuvo asociado íntima-mente con Cristo, oyó sus enseñanzas y fue testigo de sus poderosos milagros. Pocos

pudieron ver las bellezas del carácter de Cristo como Juan las vio. Para él las tinieblas

habían pasado; sobre él brillaba la luz verdadera. Su testimonio acerca de la vida y

muerte del Señor era claro y eficaz. Hablaba con un corazón que rebosaba de amor ha-

cia su Salvador; y ningún poder podía detener sus palabras.

HAp:465. Fue ricamente favorecido el discípulo amado. Había visto a su Maestro en el

Getsemaní con su rostro marcado con el sudor de sangre de su agonía; "tan desfigurado,

era su aspecto más que el de cualquier hombre, y su forma más que la de los hijos de

Adán." (Isa. 52:14, V. M.) Le había visto en manos de los soldados romanos, vestido

con el viejo manto purpúreo y coronado de espinas. Le había visto pendiendo de la cruz

del Calvario, siendo objeto de cruel burla y abuso. Ahora se le permite contemplar una

vez más a su Señor. Pero, ¡cuán distinta es su apariencia! Ya no es varón de dolores,

despreciado y humillado por los hombres. Lleva vestiduras de brillantez celestial.

Versículo 2. “El testifica de todo lo que vio; a saber, de la Palabra de Dios y del testimo-

nio de Jesucristo”.

PP:11-12. El soberano del universo no estaba solo en su obra benéfica. Tuvo un compa-

ñero, un colaborador que podía apreciar sus designios, y que podía compartir su regocijo

al brindar felicidad a los seres creados. "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con

Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios." (Juan 1: 1, 2.) Cristo, el

Verbo, el Unigénito de Dios, era uno solo con el Padre eterno, uno solo en naturale-

za, en carácter y en propósitos; era el único ser que podía penetrar en todos los de-

signios y fines de Dios.

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6T:132. En la palabra de Dios se encuentra sabiduría incuestionable, sabiduría

inexhausta que se originó, no en la mente finita sino en la infinita. Pero mucho de lo

que Dios ha revelado en su Palabra es oscuro para el hombre porque las gemas de la

verdad están enterradas bajo la escoria de la humana sabiduría y tradición. Para muchos

los tesoros de la Palabra permanecen escondidos, pues no los han buscado con sincera

perseverancia hasta ser entendidos los áureos preceptos. La Palabra debe ser escudriñada

para poder purificar y preparar al receptor y así llegue a ser miembro de la familia real,

hijo del Rey celestial.

PVGM:82. Las Escrituras no necesitan ser leídas a la luz empañada de la tradición o la

especulación humana. El explicar las Escrituras por la especulación o la imaginación

del hombre es como tratar de alumbrar el sol con una antorcha. La santa Palabra de

Dios no necesita de la débil luz de la iluminación terrenal para que sus glorias sean

visibles. Es luz en sí misma: la gloria de Dios revelada; y fuera de ella toda otra luz

queda empañada.

PVGM:97. La Palabra de Dios incluye las escrituras del Antiguo Testamento así

como las del Nuevo. El uno no es completo sin el otro. Cristo declaró que las ver-

dades del Antiguo Testamento son tan valiosas como las del Nuevo.

DTG:354. La vida de Cristo, que da vida al mundo, está en su palabra. Fue por su

palabra como Jesús sanó la enfermedad y echó los demonios; por su palabra calmó

el mar y resucitó los muertos; y la gente dio testimonio de que su palabra era con

autoridad. Él hablaba la palabra de Dios, como había hablado por medio de todos los

profetas y los maestros del Antiguo Testamento. Toda la Biblia es una manifestación de

Cristo, y el Salvador deseaba fijar la fe de sus seguidores en la Palabra. Cuando su pre-

sencia visible se hubiese retirado, la Palabra sería fuente de poder para ellos. Como su

Maestro, habían de vivir "con toda palabra que sale de la boca de Dios".

8T:302. El testimonio de Cristo, un testimonio del carácter más solemne, ha de ser

llevado al mundo. A través de todo el libro de Apocalipsis existen las más preciosas y

elevadoras promesas, y también hay advertencias de la más temible y solemne impor-

tancia. ¿Acaso los que profesan tener conocimiento de la verdad no leerán el testimonio

dado a Juan por Cristo? Aquí no hay trabajo hecho al tanteo, ningún engaño científico.

Aquí están las verdades que conciernen nuestro bienestar presente y futuro. ¿Qué

comparación tiene la paja con el trigo?

PM:360-361. Satanás está....constantemente introduciendo lo espurio—para desviarnos

de la verdad. El último engaño de Satanás será tornar de ningún efecto el testimonio

del Espíritu de Dios. “Donde no hay visión, el pueblo perece” (Proverbios 29:18). Sa-

tanás obrará con artimaña, en diferentes formas y mediante diferentes agencias, para

desestabilizar la confianza del pueblo remanente de Dios en el verdadero testimonio....

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4T:147-148. En tiempos antiguos Dios habló a los hombres por boca de los profetas

y apóstoles. En estos días él habla a ellos mediante los testimonios de Su Espíritu.

Nunca hubo ocasión cuando Dios instruyó a su pueblo con tanto ahínco como ahora

cuando lo instruye tocante a Su voluntad y el curso que desearía para ellos. ¿Pero apro-

vecharán sus enseñanzas? Dios no aceptará obediencia parcial; él no respaldará un com-

promiso con el yo.

PP:382. Fue Cristo quien habló a su pueblo por medio de los profetas. El apóstol

Pedro, escribiendo a la iglesia cristiana, dice que los que "profetizaron de la gracia

que había de venir a vosotros, han inquirido y diligentemente buscado, escudri-

ñando cuándo y en qué punto de tiempo significaba el Espíritu de Cristo que estaba

en ellos, el cual prenunciaba las aflicciones que habían de venir a Cristo, y las glo-

rias después de ellas." (1 Pedro 1:10-11). Es la voz de Cristo la que nos habla por me-

dio del Antiguo Testamento. "Porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía."

(Apoc. 19:10).

Versículo 3. “¡Dichoso el que lee las palabras de esta profecía, y dichosos los que la

oyen, y guardan lo que está escrito en ella, porque el tiempo está cerca!”

PR:402. A medida que nos acercamos al término de la historia de este mundo, las

profecías registradas por Daniel exigen nuestra atención especial, puesto que se re-

lacionan con el tiempo mismo en que estamos viviendo. Con ellas deben vincularse

las enseñanzas del último libro del Nuevo Testamento. Satanás ha inducido a muchos

a creer que las porciones proféticas de los escritos de Daniel y de Juan el revelador no

pueden comprenderse. Pero se ha prometido claramente que una bendición especial

acompañará el estudio de esas profecías. "Entenderán los entendidos" (Dan. 12:

10), fue dicho acerca de las visiones de Daniel cuyo sello iba a ser quitado en los úl-

timos días; y acerca de la revelación que Cristo dio a su siervo Juan para guiar al

pueblo de Dios a través de los siglos, se prometió: "Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas." (Apoc.

1:3).

HC:380. Se debe enseñar a los niños a rechazar las historias triviales y excitantes, y a

buscar lecturas sensatas, que inducirán a la mente a interesarse en los relatos bíblicos, en

la historia y sus argumentos. La lectura que arroje luz sobre el Sagrado Volumen y vivi-

fique el deseo de estudiarlo, no es peligrosa sino beneficiosa.

7CBA:965. Muchos han albergado la idea de que el libro del Apocalipsis es un libro se-

llado, y no quieren dedicar tiempo a estudiar sus misterios. Dicen que deben mantener-

se contemplando las glorias de la salvación, y que los misterios revelados a Juan en

la isla de Patmos son dignos de una consideración menor que aquéllas. Pero Dios

Page 11: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 11

no considera así este libro...

El libro del Apocalipsis revela al mundo lo que ha sido, lo que es y lo que ha de venir; es

para nuestra instrucción, para quienes han alcanzado los fines de los siglos. Debe estu-

diarse con temor reverente. Tenemos el privilegio de conocer lo que es para nuestra ins-

trucción...

El Señor mismo reveló a su siervo Juan los misterios del libro del Apocalipsis, y su pro-

pósito es que sean manifestados para el estudio de todos. En este libro se describen es-

cenas que ahora están en el pasado, y algunas de interés eterno que están sucediendo al-

rededor de nosotros; otras de sus profecías no se cumplirán plenamente sino en el fin del

tiempo, cuando tenga lugar el último gran conflicto entre los poderes de las tinieblas y el

Príncipe del ciclo (RH, 31-08-1897).

TM:113. Considerad las circunstancias de la nación judía cuando las profecías de Daniel

fueron dadas.

Dediquemos más tiempo al estudio de la Biblia. No entendemos la Palabra como debe-

mos. El libro del Apocalipsis se inicia con una orden a entender la instrucción que

contiene. "Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía -

declara Dios-, y guardan las cosas en ella escritas: porque el tiempo está cerca".

Cuando como pueblo comprendamos lo qué significa este libro para nosotros, se

verá entre nosotros un gran reavivamiento. No entendemos plenamente las leccio-

nes que enseña, a pesar del mandato que nos fue dado de escudriñarlo y estudiarlo.

CS:389-390. El profeta dice: "Bienaventurado el que lee" -hay quienes no quieren

leer; la bendición no es para ellos. "Y los que oyen" -hay algunos, también, que se

niegan a oír cualquier cosa relativa a las profecías; la bendición no es tampoco para

esa clase de personas. "Y guardan las cosas en ella escritas"- muchos se niegan a tomar

en cuenta las amonestaciones e instrucciones contenidas en el Apocalipsis. Ninguno de

ellos tiene derecho a la bendición prometida. Todos los que ridiculizan los argumentos

de la profecía y se mofan de los símbolos dados solemnemente en ella, todos los que se

niegan a reformar sus vidas y a prepararse para la venida del Hijo del hombre, no serán

bendecidos.

Ante semejante testimonio de la Inspiración, ¿cómo se atreven los hombres a enseñar

que el Apocalipsis es un misterio fuera del alcance de la inteligencia humana? Es un

misterio revelado, un libro abierto. El estudio del Apocalipsis nos lleva a las profecías de

Daniel, y ambos libros contienen enseñanzas de suma importancia, dadas por Dios a los

hombres, acerca de los acontecimientos que han de desarrollarse al fin de la historia de

este mundo.

PVGM:103. Al acercarnos al fin de la historia de este mundo, las profecías que se

relacionan con los últimos días requieren en forma especial nuestro estudio. El úl-

timo libro del Nuevo Testamento está lleno de verdades que necesitamos entender.

Satanás ha cegado las mentes de muchos, de manera que se han regocijado de en-

Page 12: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 12

contrar alguna excusa para no estudiar el Apocalipsis. Pero Cristo, por medio de

su siervo Juan, ha declarado allí lo que acontecerá en los postreros días, y dice:

"Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan

las cosas en ella escritas". "Esta empero es la vida eterna -dice Cristo-: que te conozcan el solo Dios verdadero, y a

Jesucristo, al cual has enviado." ¿Por qué es que no comprendemos el valor de este co-

nocimiento? ¿Por qué no arden estas preciosas verdades en nuestro corazón? ¿Por qué

no hacen temblar nuestros labios y penetran todo nuestro ser?

CW:101. Supóngase que nuestros maestros y alumnos tuvieran más para enseñar y es-

cribir tocante a las cosas que ahora han de cumplirse, y que conciernen el bienestar

eterno de las almas. Supóngase que pluma y voz den alimento a tiempo a ancianos y jó-

venes, y santos y pecadores. Que las muchas cosas dichas para despertar la iglesia de su

sueño se digan sin perder más tiempo espaciándonos en aquellas cosas que no son esen-

ciales, y que no tienen relevancia sobre las presentes necesidades de nuestro pueblo o

sobre aquellos que no tienen conocimiento de la verdad. Leed los primeros tres ver-

sículos de Apocalipsis, y ved la obra especial que es encomendada a los que preten-

den creer la Palabra de Dios....

CW:175-176. Nuestra lección para el tiempo presente trata de cómo pudiéramos más

claramente comprender y presentar el evangelio que

Cristo vino en persona para presentar a Juan en la isla de Patmos,---el evangelio deno-

minado: “La Revelación de Cristo Jesús, que Dios dio a Él, para mostrar a sus siervos

las cosas que pronto habrán de suceder”. “Bienaventurado aquel que lee, y aquellos que

escuchan la palabras de esta profecía,....porque el tiempo está cercano.”

Hemos de proclamar al mundo las grandes y solemnes verdades de Apocalipsis. En

los mismos designios y principios de la iglesia de Dios han de entrar estas verda-

des... Tenemos una muy importante obra para hacer, la obra de proclamar el mensaje de tercer

ángel. Estamos encarando los asuntos más importantes que los hombres hayan sido lla-

mados a enfrentar. Todos debieran entender las verdades que contienen los tres

mensajes; pues son esenciales para la salvación.

Mis hermanos, ¿no daréis a la grey de Dios pan y no una piedra? Nunca imprimáis en

nuestras revistas alguna palabra que baje la norma que él tiene para su pueblo. No lla-

méis lúcido a ningún hombre que no tenga la sabiduría para escoger al Señor Jesucristo--

-la luz y vida del mundo. La excelencia del hombre es determinada mediante su po-

sesión de las virtudes de Cristo. No apartemos la mirada de Cristo para fijarla en seres

humanos pecadores. La verdad debe siempre presentarse ante el pueblo. La norma de

pureza, temperancia, y santidad debe ser enaltecida.

5T:388. La pisoteada ley de Dios ha de ser exaltada ante el pueblo; tan pronto como

se tornen con sinceridad y reverencia a las Santas Escrituras, la luz del cielo les re-

Page 13: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 13

velará cosas maravillosas de la ley de Dios. Grandes verdades que por mucho tiem-

po han quedado obscurecidas por la superstición y doctrina falsa, resplandecerán de las iluminadas páginas de la Sagrada Palabra. Los oráculos vivientes derraman

sus tesoros antiguos y nuevos, trayendo luz y gozo a todo el que los reciba. Muchos son

despertados de su estupor. Se levantan como si fuera de los muertos y reciben la luz y

vida que sólo Cristo puede dar. Verdades que han sido incomprensibles para gigantes

intelectos son entendidas por los bebés en Cristo. A estos es claramente revelado

aquello que ha entenebrecido la percepción espiritual de los más eruditos expositores de

la Palabra, porque, como los saduceos de antaño, los tales son ignorantes de las Escritu-

ras y del poder de Dios.

DTG:201. Fue Gabriel, el ángel que sigue en jerarquía al Hijo de Dios, quien trajo el

mensaje divino a Daniel. Fue a Gabriel, "su ángel," a quien envió Cristo para revelar el

futuro al amado Juan; y se pronuncia una bendición sobre aquellos que leen y oyen

las palabras de la profecía y guardan las cosas en ella escritas.

"No hará nada el Señor Jehová, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas."

Aunque "las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios, . . . las reveladas son para

nosotros y para nuestros hijos por siempre.' Dios nos ha dado estas cosas, y su bendición

acompañará al estudio reverente, con oración, de las escrituras proféticas.

Ed:191. El libro de Apocalipsis, junto con el de Daniel, merece estudio especial. Ca-

da maestro temeroso de Dios debería considerar cómo comprender y presentar

más claramente el Evangelio que nuestro Salvador en persona vino a dar a conocer

a su siervo Juan: "La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a

sus siervos las cosas que deben suceder pronto". Nadie debería desanimarse al es-

tudiar el Apocalipsis a causa de sus símbolos aparentemente místicos. "Y si alguno

de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundante-

mente y sin reproche, y le será dada". "Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de la profecía, y guardan las co-

sas en ella escritas; porque el tiempo está cerca".

Cuando se despierte un amor verdadero por la Biblia, y el estudiante empiece a ver cuán

vasto es el campo y cuán precioso su tesoro, deseará echar mano de toda oportunidad

que se le presente para familiarizarse con la Palabra de Dios. Su estudio no se limitará a

un tiempo y un lugar determinados. Y este estudio continuo es uno de los mejores me-

dios de cultivar el amor hacia las Escrituras. El estudiante debería tener siempre consigo

la Biblia. Si tenéis una oportunidad, leed un texto y meditad en él. Mientras andáis por

la calle, esperáis en la estación del ferrocarril, o en el lugar de una cita, aprovechad la

oportunidad de adquirir algún pensamiento del tesoro de la verdad.

Ev:93. Al apóstol Juan, en la isla de Patmos, se le revelaron las cosas que Dios que-

ría que él transmitiera a su pueblo. Estudiad esas revelaciones. Ellas contienen

temas dignos de nuestra contemplación, lecciones amplias y abarcantes, que toda la

Page 14: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 14

hueste angélica ahora está procurando comunicarnos. Contemplad la vida y el ca-

rácter de Cristo, y estudiad su obra de mediación. Contienen sabiduría infinita, amor in-

finito, justicia infinita y misericordia infinita. Contienen profundidades y alturas, longi-

tudes y anchuras, para nuestra consideración. Innumerables plumas se han ocupado en

la presentación al mundo de la vida, el carácter y la obra mediadora de Cristo; sin em-

bargo, cada mente por medio de la cual el Espíritu Santo ha obrado, ha presentado estos

temas con un nuevo enfoque, de acuerdo con la mente y el espíritu del instrumento hu-

mano. .

Ev:114-115. Los que se presentan ante el pueblo como maestros de la verdad deben tra-

tar con grandes temas. No deben ocupar el tiempo precioso en hablar de temas triviales.

Estudien la Palabra y prediquen la Palabra. Esté la Palabra en sus manos como una afi-

lada espada de dos filos. Testifique de las verdades pasadas y muestre lo que ha de acon-

tecer en el futuro.

Cristo vino del cielo para dar a Juan las grandes y maravillosas verdades que han

de conformar nuestras vidas y que han de ser proclamadas por nosotros al mundo.

Debemos guardar el paso con el tiempo y dar un testimonio claro e inteligente 115

guiados por la unción del Espíritu Santo (RH, 19 de Abril de 1906).

Ev:146-147. Los peligros de los últimos días están sobre nosotros, y en nuestro tra-

bajo hemos de amonestar a la gente acerca del peligro en que está. No se dejen sin

tratar las solemnes escenas que la profecía ha revelado. Si nuestros hermanos estu-

vieran despiertos, aunque fuera a medias, si se dieran cuenta de la cercanía de los suce-

sos descriptos en el Apocalipsis, se realizaría una reforma en nuestras iglesias, y muchos

más creerían el mensaje.

No tenemos tiempo que perder; Dios nos pide que velemos por las almas como quienes

han de dar cuenta. Presentad nuevos principios, y acumulad la clara verdad. Ella será

como espada de doble filo. Pero no os manifestéis demasiado dispuestos a asumir una

actitud polémica. Hay ocasiones en que hemos de quedar quietos para ver la salvación

de Dios. Dejad que hablen Daniel y el Apocalipsis, y digan cuál es la verdad. Pero sea

cual fuere el aspecto del tema que se presente, ensalzad a Jesús como el centro de toda

esperanza, "la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana"

(TM:118. Año 1896).

No permitáis que la enseñanza se efectúe de una forma seca y abstracta, que ha sido la

manera de enseñar en demasiados casos, mas presentad las verdades de la Palabra de

Dios de una manera nueva e impresionante. . .

El libro del Apocalipsis debe ser abierto ante la gente. A muchos se les ha enseñado

que es un libro sellado; pero es un libro sellado únicamente para aquellos que re-chazan la luz y, la verdad. La verdad que contiene, debe ser proclamada, a fin de que

la gente tenga una oportunidad de prepararse para los acontecimientos que pronto han de

ocurrir. El mensaje del tercer ángel debe ser presentado como la única esperanza para la

salvación de un mundo que perece (Carta 87, 1896).

Page 15: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 15

El tema de mayor importancia es el mensaje del tercer ángel que abarca los mensajes del

primero y del segundo ángeles. Todos deben entender las verdades contenidas en estos

mensajes y demostrarlos en la vida diaria, porque esto es esencial para la salvación.

Tendremos que estudiar con fervor y con oración a fin de comprender estas gran-

des verdades; y nuestro poder para aprender y comprender, será esforzado hasta el

extremo (Carta 97, 1902).

Los predicadores deben presentar la segura palabra profética como fundamento de la fe

de los adventistas del séptimo día. Deben estudiar detenidamente las profecías de

Daniel y del Apocalipsis, y en relación con ellas las palabras: "He aquí el Cordero

de Dios que quita el pecado del mundo".

El capítulo 24 de Mateo me ha sido presentado repetidas veces como algo a que debe ser

atraída la atención de todos. Vivimos hoy en el tiempo en que las predicciones de este

capítulo se están cumpliendo. Expliquen nuestros predicadores y maestros estas profe-

cías a aquellos a quienes instruyen. Excluyan de sus discursos los asuntos de menor im-

portancia, y presenten las verdades que decidirán el destino de las almas (OE:154. Año

1915).

Hemos de proclamar al mundo las grandes y solemnes verdades del Apocalipsis. Estas

verdades han de entrar en la misma trama y principios de la iglesia de Dios. Se pronun-

cia una bendición sobre los que prestan la debida consideración a esta comunicación.

La bendición es prometida para estimular el estudio de este libro. De ninguna ma-

nera hemos de cansarnos de estudiarlo debido a sus símbolos aparentemente místi-

cos. Cristo puede darnos comprensión. . .

Debe haber un estudio más completo y más diligente del Apocalipsis, y una presentación

más fervorosa de las verdades que contiene: verdades que conciernen a todos los que vi-

ven en estos últimos días (Manuscrito 105, 1902).

Ev:266-267. Toda experiencia genuina en materia de doctrinas religiosas llevará la im-

pronta de Jehová. Todos deben ver la necesidad de comprender la verdad por sí mismos,

individualmente. Debemos comprender las doctrinas que hemos estado estudiando cui-

dadosamente y con oración. Se me ha revelado que hay entre nuestros hermanos una

gran falta de conocimiento con respecto al surgimiento y progreso del mensaje del tercer

ángel. Existe una gran necesidad de investigar el libro de Daniel y el Apocalipsis y

aprender los textos cuidadosamente, para que sepamos lo que está escrito.

5T:753-754. Estamos en el mismo umbral de acontecimientos grandes y solemnes. La

profecía se está cumpliendo rápidamente. El Señor está a la puerta. Pronto ha de empe-

zar un período de interés abrumador para todos los vivientes. Las controversias pasadas

han de revivir y surgirán otras nuevas. Nadie sueña siquiera en las escenas que han de

producirse en nuestro mundo. Satanás está trabajando por medios humanos. Los que es-

tán haciendo un esfuerzo para cambiar la constitución y obtener una ley que imponga la

observancia del domingo, no se dan cuenta de lo que será el resultado. Una crisis está

por sobrecogernos.

Page 16: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 16

En el umbral de eventos solemnes

Pero los siervos de Dios no han de confiar en sí mismos en esta gran emergencia. En

las visiones dadas a Isaías, a Ezequiel y a Juan, vemos cuán íntimamente está rela-

cionado el cielo con los acontecimientos que suceden en la tierra, y cuán grande es el cuidado de Dios para con los que son leales. El mundo no está sin gobernante. El

programa de los acontecimientos venideros está en las manos del Señor. La Majestad

del cielo tiene a su cargo el destino de las naciones, como también lo que concierne a su

iglesia.

Nos permitimos sentir demasiada congoja, preocupación y perplejidad en la obra del Se-

ñor. No son los hombres finitos quienes han de llevar la carga de la responsabilidad.

Necesitamos confiar en Dios, creer en él y avanzar. La incansable vigilancia de los

mensajeros celestiales, y su incesante actividad en su ministerio en relación con los seres

terrenales, nos muestra cómo la mano de Dios está guiando una rueda dentro de otra

rueda. El Instructor divino dice a todo aquel que desempeña una parte en su obra, como

dijo antiguamente a Ciro: "Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste." (Isa. 45:5).

6T:127-128. En el libro de Apocalipsis leemos de una obra especial que Dios desea que

su pueblo haga en estos últimos días. Él ha revelado su ley y nos ha mostrado la verdad

para este tiempo. Esta verdad está constantemente desenvolviéndose, y Dios ha designa-

do que seamos inteligentes respecto a la misma, y que seamos capaces para distinguir

entre lo correcto y lo erróneo, entre la justicia y la injusticia.

El mensaje del tercer ángel, las grandes verdades probatorias para este tiempo, ha de ser

enseñado en todas nuestras instituciones. Dios desea que mediante tal mensaje esta

alarma especial sea dada, y que brillen lucientes rayos de luz sobre el mundo. El tiempo

es corto. Los peligros de los últimos días están sobre nosotros, y debemos velar y

orar, y estudiar y acatar las lecciones que nos son dadas en los libros de Daniel y

Apocalipsis.

No es en vano que él declara: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las pala-

bras de esta profecía, y guardan las cosas en ellas escritas: porque el tiempo está

cercano”. Apoc. 1:9, 10:1-3.

7T:157-158. Tengan todos más para enseñar, escribir y publicar acerca de las cosas

que se han de cumplir ahora y que conciernen al bienestar eterno de las almas.

Den alimento a su tiempo a ancianos y jóvenes, a santos y pecadores. Preséntese sin di-

lación todo lo que pueda decirse para despertar a la iglesia de su somnolencia. No se

pierda tiempo en las cosas que no son esenciales y que no tienen relación con las necesi-

dades actuales de la gente. Léanse los primeros tres versículos del Apocalipsis y

véase qué obra se recomienda a los que aseveran creer en la Palabra de Dios:

TM:114. Una cosa se comprenderá con certeza por el estudio del Apocalipsis: que la re-

lación entre Dios y su pueblo es estrecha y decidida. Se ve una maravillosa conexión en-

tre el universo del cielo y este mundo. Lo que le fue revelado a Daniel fue comple-

Page 17: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 17

mentado más tarde por la revelación que se le hizo a Juan en la isla de Patmos. Es-

tos dos libros deben ser cuidadosamente estudiados. Dos veces Daniel preguntó:

¿Cuándo será el fin del tiempo?

8T:301-302. El Señor hizo conocer a Juan las cosas que veía útiles para su pueblo de los

últimos días. Las instrucciones que le diera están consignadas en el libro del Apocalip-

sis. Los que quieran ser colaboradores de nuestro Señor y Salvador Jesucristo ma-

nifestarán intenso interés en las verdades contenidas en ese libro. De viva voz y por

escrito, se esforzarán en explicar las cosas maravillosas que Cristo vino a revelar.

"La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que

deben suceder presto; y la declaró, enviándola por su ángel a Juan su siervo, el cual ha

dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las co-

sas que ha visto. Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía,

y guardan las cosas en ella escritas: porque el tiempo está cerca." (Apoc. 1:1-3).

Los solemnes mensajes que en el Apocalipsis se dieron en su orden deben ocupar el

primer lugar en el pensamiento de los hijos de Dios. No debemos permitir que

nuestra atención sea cautivada por otra cosa.

Un tiempo precioso pasa rápidamente y hay peligro de que muchos se dejen robar el

tiempo que debieran dedicar a la proclamación del mensaje que Dios envió a un mundo

caído. Satanás está satisfecho cuando nota cómo se dejan desviar las mentes que debie-

ran estar ocupadas en el estudio que concierne a las realidades eternas.

El testimonio de Cristo, que reviste el carácter más solemne, debe ser dado al mundo.

En todo el libro del Apocalipsis se encuentran promesas preciosas y alentadoras, así co-

mo advertencias del significado más solemne. ¿No querrán leer el testimonio dado

por Cristo a su discípulo Juan los que pretenden poseer un conocimiento de la ver-

dad? En él, no hay suposiciones ni engaños científicos. Contiene verdades que atañen a nuestro bienestar presente y futuro. ¿Por qué mezclar la paja con el grano?

TM:433-434. De nuevo pregunto: En vista de la revelación que le fue hecha a Juan en la

isla de Patmos, la cual desde el comienzo del primer capítulo hasta el fin del último es

luz, gran luz, revelada a nosotros por Cristo Jesús, quien escogió a Juan para que fuera el

medio por el cual esta luz brillara sobre el mundo: con verdades tan maravillosas y so-

lemnes reveladas, con tan grandiosas verdades desplegadas ante nosotros en los su-

cesos que han de ocurrir precisamente antes de la segunda venida de Cristo en las

nubes del cielo con poder y grande gloria, ¿cómo pueden, los que pretenden ver:

cosas maravillosas fuera de la ley de Dios, integrar la lista de los impuros, fornica-

rios y adúlteros, que constantemente evaden la verdad, y secretamente obran

iniquidad? ¿Creéis que ellos pueden esconder sus caminos al Señor? ¿Creéis que Dios

no ve? ¿Creéis que Dios no lo tiene en cuenta?

HAp:466-477. En Apocalipsis entran reveladas las cosas profundas de Dios. El nombre

mismo que fue dado a sus páginas inspiradas: El Apocalipsis o Revelación, contradice la

Page 18: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 18

afirmación de que es un libro sellado. Una revelación es algo revelado. El Señor mismo

reveló a su siervo los misterios contenidos en dicho libro y es su propósito que sean

abiertos al estudio de todos. Sus verdades se dirigen tanto a los que viven en los úl-

timos días de la historia de esta tierra como a los que vivían los días de Juan. Algu-

nas de las escenas descritas en esa profecía pertenecen al pasado, otras se están cum-

pliendo ahora; algunas tienen que ver con el fin del gran conflicto entre los poderes de

las tinieblas y el Príncipe del cielo, y otras revelan los triunfos y alegrías de los redimi-

dos en la tierra nueva.

Nadie piense que al no poder explicar el significado de cada el significado de cada sím-

bolo del Apocalipsis, es inútil seguir escudriñando el libro en un esfuerzo de conocer el

significado de la verdad que contiene. El que reveló esos misterios a Juan dará al In-

vestigador diligente de la verdad un goce anticipado de las cosas celestiales. Los

que tengan sus corazones abiertos para la recepción de la verdad, serán capacita-

dos para entender sus enseñanzas, y se les otorgará la bendición prometida a los

que "oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas."

MM:328-329. (Carta 110, 1902). Se me instruye a decir a nuestro pueblo que será nece-

sario que ofrenden todo lo posible de sus recursos para el establecimiento de sanatorios

que hagan la obra que el Señor les manda hacer. Estos sanatorios han de estar bajo la su-

pervisión de hombres que están controlados por el Espíritu Santo, hombres que llevarán

a cabo, no sus propios planes, sino los planes de Dios....

Hemos de cooperar con el Señor Jesús en la gran obra de presentar la verdad para este

tiempo a la gente del mundo. Necesitamos salud, necesitamos fortaleza; necesitamos

una fe pura y sin adulterar en el mensaje del evangelio. Necesitamos estudiar el li-

bro de Apocalipsis, especialmente los mensajes importantes que han de ser presen-

tados a nuestro mundo. ¿Cuándo, si no ahora, han de ser dados estos mensajes? Ahora y siempre hemos de presentarnos como un pueblo distinto y peculiar, libro de to-

da práctica mundanal, no enmarañados de la confederación con aquellos que no tienen

sabiduría para discernir los reclamos de Dios tan claramente expuestos en su ley

TM:440-441. De nuevo pregunto: En vista de la revelación que le fue hecha a Juan en la

isla de Patmos, la cual desde el comienzo del primer capítulo hasta el fin del último es

luz, gran luz, revelada a nosotros por Cristo Jesús, quien escogió a Juan para que fuera el

medio por el cual esta luz brillara sobre el mundo: con verdades tan maravillosas y so-

lemnes reveladas, con tan grandiosas verdades desplegadas ante nosotros en los sucesos

que han de ocurrir precisamente antes de la segunda venida de Cristo en las nubes del

cielo con poder y grande gloria, ¿cómo pueden, los que pretenden ver: cosas maravillo-

sas fuera de la ley de Dios, integrar la lista de los impuros, fornicarios y adúlteros, que

constantemente evaden la verdad, y secretamente obran iniquidad? ¿Creéis que ellos

pueden esconder sus caminos al Señor? ¿Creéis que Dios no ve? ¿Creéis que Dios no lo

tiene en cuenta?

Page 19: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 19

TM:115. Al libro de Daniel se le quita el sello en la revelación que se le hace a Juan, lo

cual nos permite avanzar hasta las últimas escenas de la historia de este mundo. ¿Ten-

drán en cuenta nuestros hermanos que estamos viviendo en medio de los peligros de los

últimos días? Leed el Apocalipsis en relación con Daniel. Enseñad estas cosas.

3SG:95-96. “Las cosas secretas pertenecen al Señor nuestro Dios; pero las que son reve-

ladas pertenecen a nosotros y a nuestros hijos para siempre.” Hombres profesando ser

y dicen al pueblo que las profecías, especialmente de Daniel y Juan, son obscuras, y que no las podemos entender. Pero algunos de los mismos hombres que se oponen a la

investigación de la profecía porque sea obscura, gustosamente reciben las suposiciones

de geólogos, que disputan el registro de Moisés. Si la voluntad revelada de Dios es tan

difícil de entender, ciertamente los hombres no debieran basar su fe sobre meras suposi-

ciones respecto a lo que él no ha revelado. Los caminos de Dios no son lo nuestros, tam-

poco sus pensamientos son como los nuestros. La ciencia humana nunca puede dar razón

de Sus obras maravillosas. Dios ordenó de tal forma que hombres, bestias, y árboles,

muchas veces más grandes que los que ahora están sobre la tierra, y otras cosas, queda-

ran enterrados en ocasión del diluvio, y allí fueran preservados para evidenciar al hom-

bre que los habitantes del antiguo mundo perecieron mediante un diluvio. Dios designó

que el descubrimiento de estas cosas en la tierra pudiera establecer la fe de hombres en

la historia inspirada. Pero los hombres, con su vano razonamiento, hacen mal uso de es-

tas cosas que Dios ha designado para dirigirlos a exaltarle. Ellos caen en el mismo error

del pueblo antediluviano---las cosas que Dios les dio como beneficio, las transformaron

en una maldición, al hacer mal uso de ellas.

TM:116-117. Los que comen la carne y beben la sangre del Hijo de Dios, recibirán

de los libros de Daniel y el Apocalipsis la verdad que es inspirada por el Espíritu Santo. Pondrán en marcha fuerzas que no puedan ser reprimidas. Los labios de los ni-

ños se abrirán para proclamar los misterios que han estado ocultos de la mente de los

hombres.

Nos hallamos en el umbral de grandes y solemnes acontecimientos. Muchas de las pro-

fecías están por cumplirse en rápida sucesión. Todo elemento de poder está por ser pues-

to en acción. La historia pasada se repetirá; conflictos viejos resurgirán a una nueva vi-

da, y el peligro asediará a los hijos de Dios por doquiera. La ansiedad está tomando po-

sesión de la familia humana. Está saturando todas las cosas que hay sobre la tierra. . .

Estudiad el Apocalipsis en relación con Daniel, porque la historia será repetida. . . Nosotros, con todas nuestras ventajas religiosas, debemos saber hoy mucho más de lo

que sabemos.

Los ángeles desean mirar en las verdades que le son reveladas al pueblo que, con cora-

zón contrito, investiga la Palabra de Dios y ora para obtener mayores longitudes y an-

churas y profundidades y alturas del conocimiento que sólo el Señor puede dar.

Al acercarnos al fin de la historia de este mundo, las profecías que se relacionan

con los últimos días exigen especialmente nuestro estudio. El último libro del Nuevo

Page 20: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 20

Testamento se halla lleno de una verdad que necesitamos entender. Satanás ha cegado

las mentes de muchos de manera que se alegrarán de cualquier excusa para no hacer del

libro del Apocalipsis su tema de estudio. Pero Cristo, por medio de su siervo Juan, ha

declarado aquí lo que será en los últimos días; y él dice: "Bienaventurado el que lee, y

los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas".

Los libros de Daniel y Apocalipsis deben ser unidos y publicados. Unas pocas ex-

plicaciones de ciertas partes pueden añadirse, pero no estoy segura de que éstas

sean necesarias. Esta es la sugestión que le hice al pastor Haskell y que dio como resultado el libro que él

publicó. No se ha llenado la necesidad con este libro. Mi idea era que los dos libros

fueran unidos, el Apocalipsis después de Daniel, como un libro que da más luz sobre los

temas tratados en Daniel. El objeto es colocar estos libros juntos, mostrando que ambos

se refieren a los mismos temas.

Ha de proclamarse un mensaje que despierte a las iglesias. Ha de hacerse todo esfuerzo

para dar la luz, no sólo a nuestro pueblo, sino al mundo. Se me ha instruido en el sen-

tido de que las profecías de Daniel y el Apocalipsis deben imprimirse en libros pe-

queños, con las explicaciones necesarias, y deben enviarse al mundo entero. Nues-

tros hermanos necesitan tener la luz puesta ante ellos con contornos más claros

1MS:76-77. Tal como el asunto me fue presentado, el período de la ministración de

Cristo parecía casi cumplido ¿Se me acusa de falsedad porque el tiempo ha conti-

nuado más de lo que mi testimonio parecía indicar? ¿Cómo es el caso en los testimo-

nios de Cristo y sus discípulos? ¿Estaban engañados? Pablo escribió a los corintios:

"Pero esto os digo, hermanos que el tiempo es corto; resta, pues, que los que tienen es-

posa sean como si no la tuviesen; y los que lloran, como si no llorasen; y los que se ale-

gran, como si no se alegrasen" (1 Cor. 7:29-30)

También en su Epístola a los Romanos dice:

"La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas,

y vistámonos las armas de la luz" (Rom. 13:12).

Y desde Patmos Cristo nos habla mediante el amado Juan:

"Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las

cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca" (Apoc. 1:3). "El Señor, el Dios de los

espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que

deben suceder pronto. ¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las pala-

bras de la profecía de este libro" (Apoc. 22:6-7)

Los ángeles de Dios, en sus mensajes para los hombres, representan el tiempo como muy corto. Así me ha sido siempre presentado. Es cierto que el tiempo se ha extendi-

do más de lo que esperábamos en los primeros días de este mensaje Nuestro Salvador no

apareció tan pronto como lo esperábamos. Pero, ha fallado la palabra del Señor? ¡Nun-

ca! Debiera recordarse que las promesas y amenazas de Dios son igualmente condicio-

nales.

Page 21: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 21

PE:64. En una visión dada el 27 de Junio de 1850, mi ángel acompañante dijo: "El tiem-

po está casi agotado. ¿Reflejáis como debierais hacerlo la hermosa imagen de Jesús?"

Luego se me señaló la tierra y vi que era necesario realizar preparativos entre aquellos

que han abrazado últimamente el mensaje del tercer ángel. Dijo el ángel: "¡Preparaos,

preparaos, preparaos! Tendréis que morir mucho más al mundo de lo que habéis muerto

hasta aquí." Vi que tenían una obra que hacer y poco tiempo en que hacerla.

TM:113. En lo pasado algunos maestros declararon que Daniel y Apocalipsis son libros

sellados, y el pueblo se ha apartado de ellos. La propia mano de Dios ha descorrido, de

estas porciones de su Palabra, el velo cuyo aparente misterio ha impedido que muchos lo

levantaran. El mismo nombre Apocalipsis [cuyo significado es revelación] contradice

la declaración de que es un libro sellado. "Revelación" significa que algo de importan-

cia es revelado. Las verdades de este libro se dirigen a los que viven en estos últimos

días. Nos encontramos en el lugar santo de las cosas sagradas, con el velo quitado. No

hemos de estar afuera. Hemos de entrar, no en forma descuidada, con pensamientos

irreverentes, no con pasos impetuosos, sino con reverencia y piadoso temor. Nos acer-

camos al tiempo en que las profecías del libro del Apocalipsis han de cumplirse...

Versículo 4. “Juan a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, de par-

te del que es, del que era y que ha de venir; de parte de los siete Espíritus que están ante

su trono”;

6T:268. Todos necesitamos sembrar una cosecha de paciencia, compasión, y amor. Se-

garemos la mies que estamos sembrando. Nuestros caracteres ahora se están forman-

do para la eternidad. Aquí en la tierra nos estamos preparando para el cielo. De-

bemos todo a la gracia, la libre gracia. La gracia en el pacto ordenó nuestra adop-

ción. La gracia en el Salvador efectuó nuestra redención, nuestra regeneración, y

nuestra adopción a herederos con Cristo. Revélese esta gracia a otros.

MC:119. La gracia es un atributo de Dios puesto al servicio de los indignos seres huma-

nos. Nosotros no la buscamos, sino que fue enviada en busca de nosotros. Dios se

complace en concedernos su gracia, no porque seamos dignos de ella, sino porque so-

mos rematadamente indignos. Lo único que nos da derecho a ella es nuestra gran

necesidad.

RH, 15 de Septiembre de 1896. Al desobedecer los mandamientos de Dios, el hombre

cayó bajo la condenación de Su ley. Esta caída hizo que la gracia de Dios se mostrara a

favor de los pecadores. Nunca deberíamos haber aprendido el significado de esta pa-

labra “gracia” si no hubiéramos caído. Dios ama a los ángeles no caídos que le sir-

ven y son obedientes a todos sus mandatos; pero él no les imparte gracia. Estos se-

res celestiales no conocen la gracia; nunca la han necesitado; pues ellos nunca han

pecado. Gracia es un atributo de Dios mostrado hacia los ingratos seres humanos.

Page 22: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 22

No la hemos buscado, sino que fue enviada en búsqueda de nosotros. Dios se regocija en

conceder esta gracia sobre todo aquel que la añora. A todo ser él presenta los términos

de su misericordia, no porque seamos merecedores, sino porque somos de plano indig-

nos. Nuestra necesidad es la calificación que nos da la seguridad de que recibiremos

este don.

RH, 31 de Enero de 1899. Aquellos que reciben e imparten la gracia de Cristo reci-

ben gracia por gracia. “Todos los que le han recibido, a esos les dio poder para ser he-

chos hijos de Dios,” “habiéndonos predestinado a la adopción como hijos de Cristo Je-

sús, según el beneplácito de su voluntad, para la alabanza de la gloria de su gracia, en la

cual nos ha hecho aceptos en el Amado, en quien tenemos redención mediante su sangre,

el perdón de los pecados, según las riquezas de su gracia”.

B Echo, 15 de Abril de 1892. No es evidencia real que uno es cristiano porque sus emo-

ciones son excitadas, o su espíritu es conmovido mediante la presentación de la verdad.

La pregunta es: ¿Estás creciendo en Cristo, tu jefe viviente? ¿Se manifiesta la gracia de

Cristo en tu vida? Dios da su gracia a los hombres, para que así lleguen a desear más de

la misma. La gracia de Dios siempre está obrando sobre el corazón humano; y

cuando es recibida, la evidencia de su recepción aparecerá en la vida y carácter del

recipiente, pues será visto que la vida espiritual se desarrolla desde adentro.. La

gracia de Cristo en el corazón siempre promoverá la vida espiritual, y habrá pro-

greso espiritual. Necesitamos un Salvador personal o pereceremos en nuestros pecados.

Haga el corazón esta pregunta: ¿Estoy creciendo en Cristo mi cabeza viviente? ¿Estoy

obteniendo conocimiento avanzado de Dios, y de Cristo Jesús, a quien él ha enviado?

No vemos las plantas creciendo en el campo, y no obstante estamos seguros que sí cre-

cen; ¿y acaso no podemos estar enterados de nuestra propia fuerza y crecimiento espiri-

tual?

19ML:350-351. Aquel que no asciende la escalera del progreso y añade gracia sobre

gracia “está ciego, y no puede ver de lejos,”. No puede discernir que sin tomar estos

pasos en sucesión, al subir la escalera paso por paso, creciendo en la gracia y el co-

nocimiento de Nuestro Señor Jesucristo, deja de ubicarse en una posición donde la

luz de Dios brillando desde arriba se refleja sobre él. Como no añade gracia sobre

gracia, eso significa que ha olvidado los derechos que Dios tiene sobre él, y que la

culpabilidad de sus pecados le sería remitida y no recaería sobre él si se mantiene

en obediencia a los requerimientos divinos. A la vista de Dios, él se encuentra en po-

sición de pecador. Si se posesiona de las gracias de Cristo, las ejercerá y las aumentará;

pero si no produce el fruto de buenas obras para la gloria de Dios, permanece en estado

de ceguedad e ignorancia, la auto complacencia, y el pecado. Él “no puede ver a la dis-

tancia.” Su vista está fija en lo terrenal, no en Dios quien se encuentra arriba al final de

la escalera.

Page 23: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 23

FO:104. Sin la gracia de Cristo, el pecador está en una condición desvalida. No

puede hacerse nada por él, pero mediante la gracia divina se imparte al hombre

poder sobrenatural que obra en la mente, el corazón y el carácter. Mediante la

comunicación de la gracia 104 de Cristo, el pecado es discernido en su aborrecible

naturaleza y finalmente expulsado del templo del alma. Mediante la gracia, somos

puestos en comunión con Cristo para estar asociados con Él en la obra de la salva-

ción. La fe es la condición por la cual Dios ha visto conveniente prometer perdón a los

pecadores; no porque haya virtud alguna en la fe que haga merecer la salvación, sino

porque la fe puede aferrarse a los méritos de Cristo, el remedio provisto para el pecado.

La fe puede presentar la perfecta obediencia de Cristo en lugar de la transgresión y la

apostasía del pecador. Cuando el pecador cree que Cristo es su Salvador personal, en-

tonces, de acuerdo con la promesa infalible de Jesús, Dios le perdona su pecado y lo jus-

tifica gratuitamente. El alma arrepentida comprende que su justificación viene de Cristo

que, como su Sustituto y Garante, ha muerto por ella, y es su expiación y justificación.

SpTAO2a:16. Sin la gracia de Cristo, toda alma estaría en bancarrota por la eterni-

dad; por tanto no tenemos derecho a reclamar bendición alguna. Pero mientras nada

podemos reclamar, cuando somos fieles mayordomos, el Señor nos recompensa como

si el mérito fuese sólo el nuestro. Él dice: “Bien hecho, buen siervo y fiel; has sido fiel

sobre poco, te pondré sobre mucho: entra en el gozo de tu Señor”. 3 de Julio de 1892.

CsS:400. La paz de Cristo, esa paz que el dinero no puede comprar, que el talento

no puede conseguir, que el intelecto no puede obtener, es el don de Dios. La religión

de Cristo: ¿cómo podría hacer que todos comprendieran su gran perdida si dejaran de

obedecer sus principios santos en su vida diaria? La mansedumbre y humildad de Cristo

es el poder del cristiano. Es en realidad más precioso que todas las cosas que el genio

pueda crear o la riqueza pueda adquirir. De todas las cosas que se buscan, que se anhe-

lan y se cultivan, no hay nada tan valioso ante la vista de Dios como un corazón puro,

una disposición llena de agradecimiento y de paz.

CS:50-51. ¿Cómo pues, puede llamarse el Evangelio un mensaje de paz? Cuando Isaías

predijo el nacimiento del Mesías, le confirió el título de "Príncipe de Paz". Cuando los

ángeles anunciaron a los pastores que Cristo había nacido, cantaron sobre los valles de

Belén: "Gloria en las alturas a Dios, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hom-

bres." (Luc. 2:14). Hay contradicción aparente entre estas declaraciones proféticas y las

palabras de Cristo: "No vine a traer paz, sino espada." (Mat. 10:34. V.M.) Pero si se las

entiende correctamente, se nota armonía perfecta entre ellas. El Evangelio es un mensa-

je de paz. El cristianismo es un sistema que, de ser recibido y practicado, derrama-

ría paz, armonía y dicha por toda la tierra. La religión de Cristo unirá en estrecha

fraternidad a todos los que acepten sus enseñanzas. La misión de Jesús consistió en

reconciliar a los hombres con Dios, y así a unos con otros;

Page 24: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

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HAp:452-453. "Porque la voluntad de Dios -acerca de vosotros- es vuestra santifica-

ción." (1 Tes. 4:3). ¿Es la vuestra también? Vuestros pecados pueden aparecer ante vo-

sotros como montañas; pero si humilláis vuestro corazón, y los confesáis, creyendo en

los méritos de un Salvador crucificado y resucitado, os perdonará y limpiará de toda in-

justicia. Dios demanda de vosotros una completa conformidad con su ley. Esa ley es el

eco de su voz que nos dice: Más santo, sí, más santo aún. Desead la plenitud de la gracia

de Cristo. Permitid que vuestro corazón se llene con un intenso anhelo de su justi-

cia, cuya obra, declara la Palabra de Dios, es paz, y su efecto quietud y seguridad

para siempre.

DTG:270. "Bienaventurados los pacificadores." La paz de Cristo nace de la verdad.

Está en armonía con Dios. El mundo está en enemistad con la ley de Dios; los pecado-

res están en enemistad con su Hacedor; y como resultado, están en enemistad unos con

otros. Pero el salmista declara: "Mucha paz tienen los que aman tu ley; y no hay para

ellos tropiezo." Los hombres no pueden fabricar la paz. Los planes humanos, para

la purificación y elevación de los individuos o de la sociedad, no lograrán la paz,

porque no alcanzan al corazón. El único poder que puede crear o perpetuar la paz

verdadera es la gracia de Cristo. Cuando ésta esté implantada en el corazón, desaloja-

rá las malas pasiones que causan luchas y disensiones. "En lugar de la zarza crecerá ha-

ya, y en lugar de la ortiga crecerá arrayán;" y el desierto de la vida "se gozará, y florece-

rá como la rosa".

HAp:69. Poco antes de su crucifixión, Cristo había dejado a sus discípulos un legado de

paz: "La paz os dejo -dijo,- mi paz os doy: no como el mundo la da, yo os la doy. No se

turbe vuestro corazón ni tenga miedo." (Juan 14:27). Esta paz no es la paz que proviene

de la conformidad con el mundo. Cristo nunca procuró paz transigiendo con el mal. La

que Cristo dejó a sus discípulos es interior más bien que exterior, y había de permanecer

para siempre con sus testigos a través de las luchas y contiendas.

TM:518. La paz viene con la dependencia del poder divino. Tan pronto como el al-

ma resuelve obrar de acuerdo con la luz que ha recibido, el Espíritu Santo da más

luz y fuerza. La gracia del Espíritu es proporcionada para cooperar con la resolución

del alma, pero no es un sustituto para el ejercicio individual de la fe.

8T:270. En la palabra, Dios es conocido como “el Dios eterno.” Este nombre abarca el

pasado, el presente, y el futuro. Dios existe desde la eternidad hasta la eternidad. Él es El

Eterno.

Versículo 5. “ y de parte de Jesucristo, el Testigo Fiel, primogénito de los muertos y de

los reyes de la tierra. Al que nos ama, y con su sangre nos libró de nuestros pecados”,

EL TESTIGO FIEL. Véase EGW sobre Revelación 3:15.

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DTG:729-730. Cristo resucitó de entre los muertos como primicia de aquellos que

dormían. Estaba representado por la gavilla agitada, y su resurrección se realizó en

el mismo día en que esa gavilla era presentada delante del Señor. Durante más de

mil años, se había realizado esa ceremonia simbólica. Se juntaban las primeras espigas

de grano maduro de los campos de la mies, y cuando la gente subía a Jerusalén para la

Pascua, se agitaba la gavilla de primicias como ofrenda de agradecimiento delante de

Jehová. No podía ponerse la hoz a la mies para juntarla en gavillas antes que esa ofrenda

fuese presentada. La gavilla dedicada a Dios representaba la mies. Así también Cristo,

las primicias, representaba la gran mies espiritual que ha de ser juntada para el

reino de Dios. Su resurrección es símbolo y garantía de la resurrección de todos los

justos muertos. "Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios

con él a los que durmieron en Jesús".

PP:14-15. El Rey del universo convocó a las huestes celestiales a comparecer ante él, a

fin de que en su presencia él pudiese manifestar cuál era el verdadero lugar que ocupaba

su Hijo y manifestar cuál era la relación que él tenía para con todos los seres creados. El

Hijo de Dios compartió el trono del Padre, y la gloria del Ser eterno, que existía por sí

mismo, cubrió a ambos. Alrededor del trono se congregaron los santos ángeles, una

vasta e innumerable muchedumbre, "millones de millones," y los ángeles más ele-

vados, como ministros y súbditos, se regocijaron en la luz que de la presencia de la

Deidad caía sobre ellos. Ante los habitantes del cielo reunidos, el Rey declaró que

ninguno, excepto Cristo, el Hijo unigénito de Dios, podía penetrar en la plenitud de

sus designios y que a éste le estaba encomendada la ejecución de los grandes propó-sitos de su voluntad. El Hijo de Dios había ejecutado la voluntad del Padre en la crea-

ción de todas las huestes del cielo, y a él, así como a Dios, debían ellas tributar homena-

je y lealtad. Cristo había de ejercer aún el poder divino en la creación de la tierra y sus

habitantes. Pero en todo esto no buscaría poder o ensalzamiento para sí mismo, en contra

del plan de Dios, sino que exaltaría la gloria del Padre, y ejecutaría sus fines de benefi-

cencia y amor.

DTG:103-104. Cuando el tentador ofreció a Cristo el reino y la gloria del mundo, se

propuso que Cristo renunciase al verdadero reino del mundo y ejerciese el dominio

sujeto a Satanás. Tal era la clase de dominio en que se cifraban las esperanzas de los

judíos. Deseaban el reino de este mundo. Si Cristo hubiese consentido en ofrecerles se-

mejante reino, le habrían recibido gustosamente. Pero la maldición del pecado, con toda

su desgracia, pesaba sobre él. Cristo declaró al tentador: "Vete, Satanás, que escrito está:

Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás".

DTG:688-689. Cuando Cristo vuelva a la tierra, los hombres no le verán como preso ro-

deado por una turba. Le verán como Rey del cielo. Cristo volverá en su gloria, en la

gloria de su Padre y en la gloria de los santos ángeles.

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DTG:242. El Príncipe del cielo estaba entre su pueblo. El mayor don de Dios había

sido dado al mundo. Había gozo para los pobres; porque Cristo había venido a hacerlos

herederos de su reino. Había gozo para los ricos; porque les iba a enseñar a obtener las

riquezas eternas. Había gozo para los ignorantes; porque los iba a hacer sabios para la

salvación. Había gozo para los sabios; pues él les iba a abrir misterios más profundos

que los que jamás hubieran sondeado; verdades que habían estado ocultas desde la fun-

dación del mundo iban a ser reveladas a los hombres por la misión del Salvador.

DTG:395. El Príncipe de la vida y el príncipe de las potestades de las tinieblas habían

vuelto a encontrarse en el campo de batalla: Cristo, en cumplimiento de su misión de

"pregonar a los cautivos libertad, y . . . para poner en libertad a los quebrantados;'* Sata-

nás tratando de retener a su víctima bajo su dominio. Invisibles, los ángeles de luz y las

huestes de los malos ángeles se cernían cerca del lugar para contemplar el conflicto. Por

un momento, Jesús permitió al mal espíritu que manifestase su poder, a fin de que los

espectadores comprendiesen el libramiento que se iba a producir.

7CBA:934. Los ángeles actúan como agentes invisibles por medio de seres humanos pa-

ra proclamar los mandamientos de Dios. Los ángeles tienen mucho más que ver con la

familia humana de lo que muchos suponen. Y hablando de los ángeles: "¿No son todos

espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la

salvación?"

Santos ángeles se unirán en el cántico de los redimidos. Aunque no pueden cantar

por experiencia propia: "Él nos lavó en su propia sangre y nos redimió para Dios",

sin embargo, comprenden el gran peligro del cual han sido salvados los hijos de

Dios. ¿Acaso no fueron enviados ellos para levantar una bandera contra el enemigo?

Pueden simpatizar plenamente con el glorioso éxtasis de aquellos que han vencido me-

diante la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio de ellos (Carta 79, 1900).

PE:209. Cuando el soldado atravesó con la lanza el costado de Jesús mientras pendía de

la cruz, salieron dos raudales distintos: uno de sangre, y el otro de agua. La sangre era

para lavar los pecados de aquellos que creyesen en su nombre, y el agua había de

representar aquella agua viva que se obtiene de Jesús para dar vida al creyente.

6T:311. Los redimidos encontrarán y reconocerán a aquellos que han llevado al conoci-

miento del Salvador levantado. ¡Cuán grata la conversación es con estas almas! “Yo fui

un pecador,” será dicho, “sin Dios y sin esperanza en el mundo, y tú viniste a mí, y diri-

giste mi atención al precioso Salvador como mi única esperanza. Y creí en Él. Me arre-

pentí de mis pecados, y se me concedió el sentarme junto con los santos en lugares ce-

lestiales en Cristo Jesús.” Otros dicen: “Yo fui un pagano en tierras paganas. Tu dejaste

tus amigos y la confortabilidad de tu hogar, y viniste a enseñarme cómo encontrar

a Jesús y creer en él como el único Dios verdadero. Destruí mis ídolos y adoré a

Page 27: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

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Dios, y ahora lo veo cara a cara. Soy salvo, eternamente salvo para siempre con-

templar a Aquel que amo. En aquel tiempo le veía con el ojo de la fe, pero ahora lo

veo tal como él es. Ahora puedo expresar mi gratitud por la misericordia redentora

de Aquel que me amó y me lavó de mis pecados en su propia sangre.”

PVGM:126. Debemos evitar todo lo que estimule el orgullo y la suficiencia propia; por

lo tanto, debemos estar apercibidos para no dar ni recibir lisonjas o alabanzas. La adula-

ción es obra de Satanás. El se ocupa tanto en adular como en acusar y condenar, y así

procura la ruina del alma. Los que alaban a los hombres son usados como agentes por

Satanás. Alejen de sí las palabras de alabanza los obreros de Cristo. Sea ocultado el

yo. Sólo Cristo debe ser exaltado. Diríjase todo ojo, y ascienda alabanza de todo

corazón "al que nos amó, y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre".

6T:366-367. La iglesia de Dios en la tierra es una con la iglesia de Dios en el cielo. Los

creyentes de la tierra, y los seres del cielo que nunca han caído, constituyen una sola

iglesia. Todo ser celestial está interesado en las asambleas de los santos que en la tierra

se congregan para adorar a Dios. En el atrio interior del cielo escuchan el testimonio que

dan los testigos de Cristo en el atrio exterior de la tierra, y las alabanzas de los adorado-

res de este mundo hallan su complemento en la antífona celestial, y el loor y el regocijo

repercuten por todos los atrios celestiales, porque Cristo no murió en vano por los caídos

hijos de Adán. Mientras que los ángeles beben en el manantial principal, los santos de la

tierra beben los raudales puros que fluyen del trono y alegran la ciudad de nuestro Dios.

¡Ojala que todos pudiesen comprender cuán cerca está el cielo de la tierra! Aun

cuando los hijos nacidos en la tierra no lo saben, tienen ángeles de luz por compañeros.

Un testigo silencioso vela sobre toda alma, tratando de atraerla a Cristo. Mientras haya

esperanza, hasta que los hombres resistan al Espíritu Santo para eterna ruina suya, son

guardados por los seres celestiales. Recordemos todos que en cada asamblea de los san-

tos realizada en la tierra, hay ángeles de Dios escuchando los testimonios, himnos y ora-

ciones. Recordemos que nuestras alabanzas quedan seguidas por los coros de las huestes

angélicas en lo alto.

Por lo tanto, mientras nos reunimos sábado tras sábado, cantemos alabanzas a

Aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable. "Al que nos amó, y nos ha

lavado de nuestros pecados con su sangre," rinda adoración el corazón. Sea el

amor de Cristo el tema principal de lo que dice el predicador. Sea lo que se exprese

con sencillo lenguaje en todo himno de alabanza. Dicte la inspiración del Espíritu de

Dios nuestras oraciones. Mientras se pronuncie la palabra de vida, atestigüe nuestra sen-

tida respuesta que hemos recibido el mensaje como mensaje del cielo. Esto es muy anti-

cuado, lo sé, pero es una ofrenda de agradecimiento a Dios por el pan de vida dado al

alma hambrienta. Esta respuesta a la inspiración del Espíritu Santo será una fuerza en

nuestra propia alma y un estímulo para otros. Dará cierta evidencia de que hay en el edi-

ficio de Dios piedras vivas que emiten luz.

Page 28: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

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CS:468. "Y llevará sobre sí la gloria." Es a Cristo a quien pertenece la gloria de la re-

dención de la raza caída. Por toda la eternidad, el canto de los redimidos será: "A Aquel

que nos ama, y nos ha lavado de nuestros pecados en su misma sangre, . . . a él sea la

gloria y el dominio por los siglos de los siglos." (Apoc. 1:5-6, V.M.)

CS:703-704. Antes de entrar en la ciudad de Dios, el Salvador confiere a sus discípulos

los emblemas de la victoria, y los cubre con las insignias de su dignidad real. Las hues-

tes resplandecientes son dispuestas en forma de un cuadrado hueco en derredor de su

Rey, cuya majestuosa estatura sobrepasa en mucho a la de los santos y de los ángeles, y

cuyo rostro irradia amor benigno sobre ellos. De un cabo a otro de la innumerable hueste

de los redimidos, toda mirada está fija en él, todo ojo contempla la gloria de Aquel cuyo

aspecto fue desfigurado "más que el de cualquier hombre, y su forma más que la de los

hijos de Adán".

Sobre la cabeza de los vencedores, Jesús coloca con su propia diestra la corona de glo-

ria. Cada cual recibe una corona que lleva su propio "nombre nuevo" (Apocalipsis 2:17),

y la inscripción: "Santidad a Jehová." A todos se les pone en la mano la palma de la vic-

toria y el arpa brillante. Luego que los ángeles que mandan dan la nota, todas las manos

tocan con maestría las cuerdas de las arpas, produciendo dulce música en ricos y melo-

diosos acordes. Dicha indecible estremece todos los corazones, y cada voz se eleva en

alabanzas de agradecimiento. "Al que nos amó, y nos ha lavado de nuestros peca-

dos con su sangre, y nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios y su Padre; a él sea

gloria e imperio para siempre jamás". (Apoc. 1:5-6).

HH:289. Debemos cultivar diariamente la confianza en Aquel que se ha encargado de

nuestro caso, que es nuestro sumo sacerdote fiel y misericordioso, y también diariamente

debemos contemplarlo, "porque en cuanto él mismo padeció siendo tentado [no en unas

pocas cosas, sino en todo, como nosotros], es poderoso para socorrer a los que son ten-

tados". "Porque no tenemos un Pontífice que no se pueda compadecer de nuestras fla-

quezas". Aún ahora, en el cielo, se aflige con nuestras aflicciones; y como un Salvador

viviente, como un Abogado interesado, está intercediendo por nosotros.

Debiésemos ejercitar diariamente la fe; y esa fe debiera crecer diariamente al ser

ejercitada, al reconocer que él no sólo nos ha redimido, sino que nos ha amado, y

nos ha lavado de nuestros pecados en Su propia sangre, y nos ha hecho reyes y sa-

cerdotes para con Dios y el Padre. YI, 18-10-1894.

Versículo 6. “ y nos constituyó en un reino de sacerdotes para servir a Dios, su Padre. A

él sea gloria e imperio para siempre jamás. Amén”.

CS:718-719. Durante los mil años que transcurrirán entre la primera resurrección y la

segunda, se verificará el juicio de los impíos. El apóstol Pablo señala este juicio como

un acontecimiento que sigue al segundo advenimiento. "No juzguéis nada antes de tiem-

po, hasta que venga el Señor; el cual sacará a luz las obras encubiertas de las tinieblas, y

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pondrá de manifiesto los propósitos de los corazones." (1 Cor. 4:5, V.M.) Daniel declara

que cuando vino el Anciano de días, "se dio el juicio a los santos del Altísimo". (Dan.

7:22). En ese entonces reinarán los justos como reyes y sacerdotes de Dios.

[PH086] 11. ¿En cuál lado estáis parados? ¿Del lado de los que adoran la bestia y su

imagen? ¿Estáis conectados con aquellos que han perdido los principios espirituales que

los distinguen como hombres, y los aliaban con Dios, y han llegado a ser subordinados

secundarios, unidos con el gran apóstata? Cristo murió para hacer posible que estéis

aliados con ángeles, herederos de Dios y coherederos con Cristo. Si sois obedientes a

todos sus mandamientos, reinaréis como reyes y sacerdotes para con Dios. ¿Esco-

geréis la degradante cautividad de la desobediencia y la transgresión? ¿Os vincula-

réis con aquellos que anulan la ley de Dios?

1ML:113. En una ocasión, dirigiéndose a sus discípulos, quienes habrían de sufrir por su

causa, les hizo la promesa, diciendo: “En el mundo tendréis aflicción: pero sed de buen

ánimo; yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Él se auto declaró el Ayudador de todo el

que se une a su ejército, para cooperar con él en pelear sus batallas contra enemigos vi-

sibles e invisibles. Ha prometido que serán herederos de Dios y coherederos con

Cristo, que reinarán como reyes y sacerdotes con Dios. ¡Qué pacto es este! Los que

aceptan a Cristo, los que están dispuestos a compartir su humillación ante el mun-do, llegarán a ser miembros de la familia real, hijos del Rey celestial. Aquellos que

escogen sufrir aflicción con el pueblo de Dios en lugar de gozar de los placeres del pe-

cado por un tiempo, serán participantes con Cristo en su gloria. Él les dará la dignidad

de su nombre. Carta 79, 1900, página 7. (Para el Señor William Kerr, 10 de Mayo de

1900).

5ML:339. El que coopera con Dios, esforzándose fielmente para apartarse del mundo y

sus influencias corruptoras, llega a ser participante de la naturaleza divina, “habiendo

escapado la corrupción que hay en el mundo mediante la lascivia.” ¿Pueden aquellos que

reconocen que son miembros de la familia real, hijos del Rey celestial, herederos de

Dios y coherederos con Cristo, degradar una naturaleza que, mediante los méritos de

Cristo, está relacionada con los ángeles, con Cristo, sí, y con Dios mismo? ¿Pueden

aquellos que reconocen las posibilidades que están ante ellos, que saben que son

llamados para recibir una herencia inmortal, para reinar como reyes y sacerdotes

en la tierra, dejar de usar toda facultad de su ser para llegar a ser uno con Cristo?

Versículo 7. “Mirad que viene con las nubes; y todo ojo lo verá, aun los que lo traspasa-

ron. Y todos los linajes de la tierra se lamentarán por él. ¡Así sea! ¡Amén!”

YI, 11 de Agosto de 1898. Al ascender Cristo mientras en el acto de bendecir a sus

discípulos, un ejército de ángeles le rodea como si fuera una nube. Cristo se lleva la

multitud de cautivos. Él mismo traerá al Padre los primeros frutos de aquellos que

Page 30: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 30

durmieron, como evidencia que él es vencedor de la muerte y del sepulcro. En los porta-

les de la ciudad de Dios, una innumerable compañía de ángeles espera su llegada.

PE:34-35. Entonces comenzó el jubileo, durante el cual la tierra debía descansar. Vi al

piadoso esclavo levantarse en triunfal victoria, y desligarse de las cadenas que lo ataban,

mientras que su malvado dueño quedaba confuso sin saber qué hacer; porque los impíos

no podían comprender las palabras que emitía la voz de Dios. Pronto apareció la gran

nube blanca. Parecióme mucho más hermosa que antes. En ella iba sentado el Hijo

del hombre. Al principio no distinguimos a Jesús en la nube; pero al acercarse más

a la tierra, pudimos contemplar su bellísima figura. Esta nube fue, en cuanto apa-reció, la señal del Hijo del hombre en el cielo. La voz del Hijo de Dios despertó a los

santos dormidos y los levantó revestidos de gloriosa inmortalidad. Los santos vivientes

fueron transformados en un instante y arrebatados con aquellos en el carro de nubes. Es-

te resplandecía en extremo mientras rodaba hacia las alturas. El carro tenía alas a uno y

otro lado, y debajo, ruedas. Cuando el carro ascendía, las ruedas exclamaban. "¡Santo!"

y las alas, al batir, gritaban: "¡Santo!" y la comitiva de santos ángeles que rodeaba la nu-

be exclamaba: "¡Santo, Santo, Santo, Señor Dios Todopoderoso!" Y los santos en la nu-

be cantaban: "¡Gloria! ¡Aleluya!" El carro subió a la santa ciudad. Abrió Jesús las puer-

tas de esa ciudad de oro y nos condujo adentro. Fuimos bien recibidos, porque había-

mos guardado "los mandamientos de Dios" y teníamos derecho "al árbol de la vida".

CS:698-699. Pronto aparece en el este una pequeña nube negra, de un tamaño como

la mitad de la palma de la mano. Es la nube que envuelve al Salvador y que a la

distancia parece rodeada de oscuridad. El pueblo de Dios sabe que es la señal del Hijo del hombre. En silencio solemne la contemplan mientras va acercándose a la tie-

rra, volviéndose más luminosa y más gloriosa hasta convertirse en una gran nube blanca,

cuya base es como fuego consumidor, y sobre ella el arco iris del pacto. Jesús marcha al

frente como un gran conquistador. Ya no es "varón de dolores," que haya de beber el

amargo cáliz de la ignominia y de la maldición; victorioso en el cielo y en la tierra, viene

a juzgar a vivos y muertos.

DTG:770-771. Al llegar al monte de las Olivas, Jesús condujo al grupo a través de la

cumbre, hasta llegar cerca de Betania. Allí se detuvo y los discípulos le rodearon. Rayos

de luz parecían irradiar de su semblante mientras los miraba con amor. No los reprendió

por sus faltas y fracasos; las últimas palabras que oyeron de los labios del Señor fueron

palabras de la más profunda ternura. Con las manos extendidas para bendecirlos, como

si quisiera asegurarles su cuidado protector, ascendió lentamente de entre ellos, atraído

hacia el cielo por un poder más fuerte que cualquier atracción terrenal. Y mientras él

subía, los discípulos, llenos de reverente asombro y esforzando la vista, miraban

para alcanzar la última vislumbre de su Salvador que ascendía. Una nube de gloria

le ocultó de su vista; y llegaron hasta ellos las palabras: "He aquí, yo estoy con vo-

sotros todos los días, hasta el fin del mundo," mientras la nube formada por un carro

Page 31: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 31

de ángeles le recibía. Al mismo tiempo, flotaban hasta ellos los más dulces y gozosos

acordes del coro celestial.

CS:683. Pero el pueblo de Dios no se extraviará. Las enseñanzas del falso Cristo no es-

tán de acuerdo con las Sagradas Escrituras. Su bendición va dirigida a los que adoran la

bestia y su imagen, precisamente aquellos sobre quienes dice la Biblia que la ira de Dios

será derramada sin mezcla.

Además, no se le permitirá a Satanás contrahacer la manera en que vendrá Jesús.

El Salvador previno a su pueblo contra este engaño y predijo claramente cómo será

su segundo advenimiento. "Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y da-

rán señales grandes y prodigios; de tal manera que engañarán, si es posible, aun a los es-

cogidos.... Así que, si os dijeren: He aquí en el desierto está; no salgáis: He aquí en las

cámaras; no creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el

occidente, así será también la venida del Hijo del hombre." (Mat. 24:24-27, 31; 25:31;

Apoc. 1:7; 1 Tes. 4:16-17). No se puede remedar semejante aparición. Todos la co-

nocerán y el mundo entero la presenciará. Sólo los que hayan estudiado diligentemente las Escrituras y hayan recibido el amor de

la verdad en sus corazones, serán protegidos de los poderosos engaños que cautivarán al

mundo. Merced al testimonio bíblico descubrirán al engañador bajo su disfraz. El tiempo

de prueba llegará para todos. Por medio de la criba de la tentación se reconocerá a los

verdaderos cristianos. ¿Se sienten los hijos de Dios actualmente bastante firmes en la Pa-

labra divina para no ceder al testimonio de sus sentidos? ¿Se atendrán ellos en semejante

crisis a la Biblia y a la Biblia sola? Si ello le resulta posible, Satanás les impedirá que

logren la preparación necesaria para estar firmes en aquel día. Dispondrá las cosas de

modo que el camino les esté obstruido; los aturdirá con bienes terrenales, les hará llevar

una carga pesada y abrumadora para que sus corazones se sientan recargados con los

cuidados de esta vida y que el día de la prueba los sorprenda como ladrón.

2T:41-42. Los que escogen hacer excusas y continuar en pecado y conformidad al mun-

do, serán dejados a sus ídolos. Llegará el día cuando no rogarán que se les excuse, cuan-

do ni uno deseará que se le excuse. Cuando Cristo venga en su gloria y la gloria de su

Padre, con todos los ángeles celestiales rodeándole, escoltándole en su camino con

voces de triunfo, mientras que notas de la música más hermosa caen sobre el oído,

todos entonces se interesarán; no habrá ni un solo espectador indiferente. Las espe-culaciones en esa ocasión no envolverán el corazón. Los montones de oro del avaro,

que han dado fiesta a sus ojos, ya no son atractivos. Los palacios que los orgullosos

hombres de la tierra han erigido, y que han sido sus ídolos, ahora son considerados con

disgusto. Nadie postula sus tierras, sus bueyes, su esposa con quien recién contrajo nup-

cias, como razón para ser disculpado de no compartir la gloria que irrumpe sobre su ató-

nita visión. Todos esos desean compartir esa gloria, pero saben que no es para ellos.

En oración sincera y agonizante piden a Dios que no los pase de alto. Los reyes, los po-

derosos, los altaneros, los orgullosos, el hombre malo, todos juntos se postran bajo el pe-

Page 32: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 32

so de culpabilidad, desolación, y miseria inexpresable; oraciones de angustia salen de

sus labios. ¡Misericordia! ¡Misericordia! ¡Sálvennos de la ira de un Dios ofendido! Una

voz contesta con terrible distinción; firmeza, y majestad: “Porque he llamado, y vosotros

rechazasteis; he estrechado mi brazo, y nadie hizo caso; pero vosotros habéis

desdeñado todo mi consejo, no quisisteis mi reprensión: yo también me reiré de vuestra

calamidad; me burlaré cuando venga lo que teméis.”

Entonces reyes y nobles, el hombre poderoso, y el pobre, y el hombre impío, por

igual, se lamentan con amargura. Aquellos que en días de su prosperidad rechaza-

ron a Cristo y a sus humildes siervos que siguieron sus pisadas, que no quisieron

humillar su dignidad para postrarse ante Cristo, quienes aborrecieron la ignominia de la cruz, ahora se encuentran postrados en el lodo de la tierra. Su grandeza de

pronto los ha abandonado, y no vacilan en postrarse a la tierra a los pies de los santos.

Entonces reconocen con terrible remordimiento que están comiendo el fruto de sus pro-

pios caminos, y están recibiendo lo que sembraron. En su supuesta sabiduría se aparta-

ron de la gran y eterna recompensa, rechazando el premio celestial por ganancia terrenal.

Las luces y atracciones del mundo los fascinó, en su supuesta sabiduría se hicieron ne-

cios. Se hincharon en su prosperidad mundanal como si dicha ventaja fuera tan grande

como para proporcionarles mérito delante de Dios y así asegurar entrada al cielo.

DTG:688-689. Cuando Pilato se declaró inocente de la sangre de Cristo, Caifás contestó

desafiante: "Su sangre sea sobre nosotros sobre nuestros hijos." Estas terribles palabras

fueron repetidas por los sacerdotes y gobernantes, y luego por la muchedumbre en un

inhumano rugir de voces. Toda la multitud contestó y dijo: "Su sangre sea sobre noso-

tros, y sobre nuestros hijos."

El pueblo de Israel había hecho su elección. Señalando a Jesús, habían dicho: "Quita a

éste, y suéltanos a Barrabás." Barrabás, el ladrón y homicida, era representante de Sata-

nás. Cristo era el representante de Dios. Cristo había sido rechazado; Barrabás había

sido elegido. Iban a tener a Barrabás. Al hacer su elección, aceptaban al que desde el

principio es mentiroso y homicida. Satanás era su dirigente. Como nación, iban a cum-

plir sus dictados. Iban a hacer sus obras. Tendrían que soportar su gobierno. El pueblo

que eligió a Barrabás en lugar de Cristo iba a sentir la crueldad de Barrabás mientras du-

rase el tiempo.

Mirando al herido Cordero de Dios, los judíos habían clamado: "Su sangre sea sobre no-

sotros, y sobre nuestros hijos." Este espantoso clamor ascendió al trono de Dios. Esa

sentencia, que pronunciaron sobre sí mismos, fue escrita en el cielo. Esa oración fue oí-

da. La sangre del Hijo de Dios fue como una maldición perpetua sobre sus hijos y los

hijos sus hijos.

Esto se cumplió en forma espantosa en la destrucción de Jerusalén y durante dieciocho

siglos en la condición de la nación judía que fue como un sarmiento cortado de la vid,

una rama muerta y estéril, destinada a ser juntada y quemada. ¡De país a país a través

del mundo, de siglo a siglo, muertos, muertos en delitos y pecados!

Terriblemente se habrá de cumplir esta oración en el gran día del juicio. Cuando

Page 33: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 33

Cristo vuelva a la tierra, los hombres no le verán como preso rodeado por una tur-

ba. Le verán como Rey del cielo. Cristo volverá en su gloria, en la gloria de su Padre

y en la gloria de los santos ángeles. Miríadas y miríadas, y miles de miles de ángeles,

hermosos y triunfantes hijos de Dios que poseen una belleza y gloria superiores a todo lo

que conocemos, le escoltarán en su regreso. Entonces se sentará sobre el trono de su

gloria y delante de él se congregarán todas las naciones. Entonces todo ojo le verá y

también los que le traspasaron. En lugar de una corona de espinas, llevará una co-

rona de gloria, una corona dentro de otra corona. En lugar de aquel viejo manto de

grana, llevará un vestido del blanco más puro, "tanto que ningún lavador en la tierra los

puede hacer tan blancos." Y en su vestidura y en su muslo estará escrito un nombre:

"Rey de reyes y Señor de señores." Los que le escarnecieron e hirieron estarán allí.

Los sacerdotes y príncipes contemplarán de nuevo la escena del pretorio. Cada circunstancia se les presentará como escrita en letras de fuego. Entonces los que pi-

dieron: "Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos," recibirán la respuesta a su

oración. Entonces el mundo entero conocerá y entenderá. Los pobres, débiles y finitos

seres humanos comprenderán contra quién y contra qué estuvieron guerreando. Con te-

rrible agonía y horror, clamarán a las montañas y a las rocas: "Caed sobre nosotros, y

escondednos de la cara de Aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero:

porque el gran día de su ira es venido; ¿y quién podrá estar firme?"

DTG:771-772. Cristo había ascendido al cielo en forma humana. Los discípulos habían

contemplado la nube que le recibió. El mismo Jesús que había andado, hablado y orado

con ellos; que había quebrado el pan con ellos; que había estado con ellos en sus barcos

sobre el lago; y que ese mismo día había subido con ellos hasta la cumbre del monte de

las Olivas, el mismo Jesús había ido a participar del trono de su Padre. Y los ángeles les

habían asegurado que este mismo Jesús a quien habían visto subir al cielo, vendría otra

vez como había ascendido. Vendrá "con las nubes, y todo ojo le verá." "El mismo Señor

con aclamación, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los

muertos en Cristo resucitarán." "Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos

los santos ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria."* Así se cum-

plirá la promesa que el Señor hizo a sus discípulos: "Y si me fuere, y os aparejare lugar,

vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo: para que donde yo estoy, vosotros también es-

téis.". Bien podían los discípulos regocijarse en la esperanza del regreso de su Señor.

PE:52-53. Después que los santos hayan sido transformados en inmortales y arrebatados

con Jesús, después que hayan recibido sus arpas, sus mantos y sus coronas, y hayan en-

trado en la ciudad, se sentarán en juicio con Jesús. Serán abiertos, el libro de la vida y el

de la muerte. El libro de la vida lleva anotadas las buenas acciones de los santos; y el de

la muerte contiene las malas acciones de los impíos. Estos libros son comparados con el

de los estatutos, la Biblia, y de acuerdo con ella son juzgados los hombres. Los santos,

al unísono con Jesús, pronuncian su juicio sobre los impíos muertos. "He aquí --dijo el

ángel--que los santos, unidos con Jesús, están sentados en juicio y juzgan a los impíos

Page 34: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 34

según las obras que hicieron en el cuerpo, y frente a sus nombres se anota lo que habrán

de recibir cuando se ejecute el juicio." Tal era, según vi, la obra de los santos con Jesús

durante los mil años que pasan en la santa ciudad antes que ésta descienda a la tierra.

Luego, al fin de los mil años, Jesús, con los ángeles y todos los santos, deja la santa

ciudad, y mientras él baja a la tierra con ellos, los impíos muertos resucitan, y en-

tonces, habiendo resucitado, los mismos que "le traspasaron" lo verán de lejos en

toda su gloria, acompañado de los ángeles y de los santos, y se lamentarán a causa

de él. Verán las señales de los clavos en sus manos y en sus pies, y donde atravesaron

su costado con la lanza. Es al fin de los mil años cuando Jesús se para sobre el Monte de

las Olivas, y éste se parte y llega a ser una gran llanura. Los que huyen en ese momento

son los impíos, que acaban de resucitar. Entonces baja la santa ciudad y se asienta en la

llanura. Satanás llena entonces a los impíos de su espíritu. Con lisonjas les hace ver que

el ejército de la ciudad es pequeño, y el suyo grande, y que ellos pueden vencer a los

santos y tomar la ciudad.

PE:170. La multitud clamaba por la sangre de Jesús. Lo azotaron cruelmente, le vistie-

ron un viejo manto de púrpura y ciñeron su sagrada cabeza con una corona de espinas.

Después le pusieron una caña en las manos, e inclinándose por burla ante él, le saluda-

ban sarcásticamente diciendo: "¡Salve, Rey de los judíos¡" Luego le quitaban la caña de

las manos y le golpeaban con ella la cabeza, de modo que las espinas de la corona le pe-

netraban las sienes, ensangrentándose el rostro y la barba.

Era difícil para los ángeles soportar la vista de aquel espectáculo. Hubieran libertado a

Jesús, pero sus caudillos se lo prohibían diciendo que era grande el rescate que se había

de pagar por el hombre; pero que sería completo y causaría la muerte aun del que tenía

el imperio de la muerte. Jesús sabía que los ángeles presenciaban la escena de su humi-

llación. El más débil de entre, ellos; hubiera bastado para derribar aquella turba de mo-

radores y libertar a Jesús, quien sabía también que, con sólo pedírselo a su Padre, los án-

geles le hubieran librado instantáneamente. Pero era necesario que sufriese la violencia

de los malvados para cumplir el Plan de salvación.

Jesús se mantenía manso y humilde ante la enfurecida multitud que tan vilmente lo mal-

trataba. Le escupían en el rostro, aquel rostro del que algún día querrán ocultarse, y

que ha de iluminar la ciudad de Dios con mayor refulgencia que el sol. Cristo no

echó sobre sus verdugos ni una mirada de cólera. Cubriéndole la cabeza con una vesti-

dura vieja, le vendaron los ojos y, abofeteándole, exclamaban: "Profetiza, ¿quien es el

que te golpeó?" Los ángeles se conmovieron; hubieran libertado a Jesús en un momento,

pero sus dirigentes los retuvieron.

PE:178-179. Cristo había vivido sin riquezas ni honores ni pompas mundanas. Su abne-

gación y humildad contrastaban señaladamente con el orgullo y el egoísmo de los sacer-

dotes y ancianos. La inmaculada pureza de Jesús reprobaba de continuo los pecados de

ellos. Le despreciaban por su humildad, pureza y santidad. Pero los que le desprecia-

ron en la tierra han de verle un día en la grandeza del cielo, en la insuperable gloria

Page 35: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 35

de su Padre.

En el patio del tribunal, estuvo rodeado de enemigos sedientos del su sangre; pero aque-

llos empedernidos que, vociferaban: "Su sangre sea sobre nosotros. y sobre nuestros hi-

jos," le contemplarán honrado como Rey, escoltado en su regreso por todas las huestes

angélicas que con cánticos de victoria, atribuirán majestad y poderío al que fue muerto,

y sin embargo, vive aún como, poderoso vencedor.

El pobre, débil y mísero hombre escupió en el rostro del Rey de gloria, y, las turbas res-

pondieron con una brutal. gritería de triunfo al degradante insulto. Con crueles bofetadas

desfiguraron aquel rostro que henchía los cielos de admiración. Pero quienes le maltrata-

ron volverán a contemplar aquel rostro brillante como el sol meridiano e intentarán huir

delante de su mirada. En vez de la brutal gritería de triunfo, se lamentarán acerca de él.

Jesús mostrará sus manos señaladas por los estigmas de su crucifixión, Siempre perdura-

rán los rastros de esa crueldad. Cada estigma de los clavos hablará de la maravillosa re-

dención del hombre y del subidísimo precio que costó. Quienes le traspasaron con la

lanza verán la herida y deplorarán con profunda angustia la parte que tomaron en desfi-

gurar su cuerpo.

Sus asesinos se sintieron muy molestados por la inscripción: "Rey de los judíos,"

colocada en la cruz sobre la cabeza del Salvador; pero ha de llegar el día en que es-

tarán obligados a verle en toda su gloria y regio poderío. Contemplarán la inscrip-

ción: "Rey de reyes y Señor de señores" escrita con vívidos caracteres en su túnica y en su muslo. Al verle pendiente de la cruz, clamaron en son de mofa los príncipes de

los sacerdotes "El Cristo, Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y

creamos." Pero cuando vuelva le verán con regio poder y autoridad, y no pedirán prue-

bas de si es Rey de Israel, sino que, abrumados por el influjo de su majestad y excelsa

gloria no tendrán más remedio que reconocer: "Bendito el que viene en nombré del Se-

ñor".

CS:695. Los sepulcros se abren y "muchos de los que duermen en el polvo de la tierra

serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua."

(Dan. 12:2). Todos los que murieron en la fe del mensaje del tercer ángel, salen glorifi-

cados de la tumba, para oír el pacto de paz que Dios hace con los que guardaron su ley.

"Los que le traspasa ron" (Apoc. 1:7), los que se mofaron y se rieron de la agonía de

Cristo y los enemigos más acérrimos de su verdad y de su pueblo, son resucitados

para mirarle en su gloria y para ver el honor con que serán recompensados los fie-

les y obedientes.

CS:700-701. Allí están los que se mofaron de Cristo en su humillación. Con fuerza pe-

netrante acuden a su mente las palabras del Varón de dolores, cuando, conjurado por el

sumo sacerdote, declaró solemnemente: "Desde ahora habéis de ver al Hijo del hombre

sentado a la diestra de la potencia de Dios, y que viene en las nubes del cielo." (Mat.

26:64). Ahora le ven en su gloria, y deben verlo aún sentado a la diestra del poder di-

vino.

Page 36: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 36

Los que pusieron en ridículo su aserto de ser el Hijo de Dios enmudecen ahora. Allí está

el altivo Herodes que se burló de su título real y mandó a los soldados escarnecedores

que le coronaran. Allí están los hombres mismos que con manos impías pusieron sobre

su cuerpo el manto de grana, sobre sus sagradas sienes la corona de espinas y en su dócil

mano un cetro burlesco, y se inclinaron ante él con burlas de blasfemia. Los hombres

que golpearon y escupieron al Príncipe de la vida, tratan de evitar ahora su mirada

penetrante y de huir de la gloria abrumadora de su presencia. Los que atravesaron

con clavos sus manos y sus pies, los soldados que le abrieron el costado, consideran

esas señales con terror y remordimiento.

Los sacerdotes y los escribas recuerdan los acontecimientos del Calvario con claridad

aterradora. Llenos de horror recuerdan cómo, moviendo sus cabezas con arrebato satáni-

co, exclamaron: "A otros salvó, a sí mismo no puede salvar: si es el Rey de Israel, des-

cienda ahora de la cruz, y creeremos en él. Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere."

(Mat. 27:42-43).

Recuerdan a lo vivo la parábola de los labradores que se negaron a entregar a su señor

los frutos de la viña, que maltrataron a sus siervos y mataron a su hijo. También recuer-

dan la sentencia que ellos mismos pronunciaron: "A los malos destruirá miserablemente"

el señor de la viña. Los sacerdotes y escribas ven en el pecado y en el castigo de aque-

llos malos labradores su propia conducta y su propia y merecida suerte. Y entonces se

levanta un grito de agonía mortal. Más fuerte que los gritos de "¡Sea crucificado! ¡Sea

crucificado!" que resonaron por las calles de Jerusalén, estalla el clamor terrible y de-

sesperado: "¡Es el Hijo de Dios! ¡Es el verdadero Mesías!" Tratan de huir de la presencia

del Rey de reyes. En vano tratan de esconderse en las hondas cuevas de la tierra desga-

rrada por la conmoción de los elementos.

8T:116. Se me ha indicado que presente palabras de amonestación a nuestros hermanos

y hermanas que están en peligro de perder de vista la obra especial para este tiempo. En

todo país hemos de promulgar la segunda venida de Cristo, en el lenguaje del reve-

lador, quien proclama: "He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá".

TM:231-232. Los que obedecen la luz que tienen, recibirán iluminación de lo alto; pues

los mensajeros celestiales están esperando para cooperar con los hombres para amones-

tar a un mundo engañado y pecaminoso. Cuando el pueblo de Dios se empeñe en esta

obra con verdadera aflicción de alma, se manifestará un cambio decidido en las ciudades

y los pueblos. Esto de revolotear en torno a las iglesias para mantenerlas afianzadas las

hace más dependientes del esfuerzo humano. Aprenden a confiarse en la experiencia de

sus semejantes y no dependen de Dios para su eficiencia.

Es tiempo de que las ciudades y los pueblos por donde quiera estén oyendo la so-

lemne nota de amonestación: "He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá".

Preparaos para que seáis hallados por él en paz. Os ruego a vosotros a quienes Dios ha favorecido con un conocimiento de la verdad: Id

a trabajar; hay obra, que hacer por doquiera. Los campos están blancos para la siega. Se

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Pág. 37

necesitan precisamente ahora, sembradores y cosechadores. El tiempo que dedicáis a

impartir constantemente a aquellos que entienden el mensaje de amonestación, no rendi-

rá ni siquiera, una décima parte de la fuerza que ellos recibirían al hacerse cargo de la

obra de comunicar vida para salvar a las almas que perecen. Los ángeles están esperando

para bendecir a los obreros consagrados. La parábola de la oveja perdida debe ser una

lección para cada alma que ha sido rescatada de la trampa de Satanás. No hemos del re-

volotear sobre las noventa y nueve, sino que hemos de ir a salvar a los perdidos, cazán-

dolos en los desiertos de las grandes ciudades y pueblos. En esta obra los obreros, serán

inducidos a sentir su debilidad, y huirán a la fortaleza. La presencia divina estará con

ellos, para darles fuerza y valor, fe y esperanza. Los obreros de corazón sincero serán

colaboradores con Dios.

Las amonestaciones que Cristo dio, a Jerusalén no habían de terminar con sus ha-

bitantes. Los Juicios sobre Jerusalén eran símbolos de los acontecimientos relati-

vos a la venida de Cristo al juicio, en el día final, cuando ante él sean juntadas to-das las naciones. "Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, juntarán sus esco-

gidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta el otro"

Versículo 8. "Yo Soy el Alfa y la Omega -dice el Señor Dios-, el que es, el que era y que

ha de venir, el Todopoderoso".

6CBA:1092. Cuando los estudiantes de la profecía se dediquen de corazón a conocer las

verdades del Apocalipsis, se darán cuenta de cuánta importancia tiene esa búsqueda.

Cristo Jesús es el Alfa y el Omega, el Génesis del Antiguo Testamento y el Apoca-

lipsis del Nuevo Testamento. Ambos se reúnen en Cristo. Adán y Dios son reconci-

liados por la obediencia del segundo Adán, quien cumplió la obra de vencer las tenta-

ciones de Satanás y de reparar el vergonzoso fracaso y caída de Adán.

Los dos Adanes se encontrarán en el paraíso y se abrazarán, mientras que el dragón, la

bestia, el falso profeta y todos los que han rechazado las oportunidades y los privilegios

que se les dieron a un costo tan infinito, y no han vuelto a su lealtad, quedarán excluidos

del paraíso (MS 33, 1897).

8T:299. La palabra de señal será: “A la ley y al testimonio: si no hablaren conforme a

esta palabra, es porque no tienen luz en sí”. Isa. 8:20. Tenemos una Biblia llena de la

verdad más preciosa. Las Escrituras, dadas por inspiración divina, son “provechosas

para enseñar, para amonestar, para corregir, para instruir en justicia: para que el hombre

de Dios sea perfecto, cabalmente capacitado para toda buena obra”. 2 Tim. 3:16-17.

Tomad la Biblia como vuestro libro de texto. Todos pueden entender su instrucción.

CsS:366-367. Dios desea que los que se desempeñan como misioneros médicos del

Evangelio aprendan con diligencia las lecciones del Gran Maestro. Deben hacerlo si

desean encontrar paz y reposo. Al aprender de Cristo, sus corazones se llenarán de la paz

que solamente él puede proporcionar.

Page 38: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 38

El libro que es indispensable que todos estudien es la Biblia. Estudiadla con reverencia y

temor piadoso, resulta el mayor de todos los educadores. En ella no hay engaño. Sus pá-

ginas rebosan de verdad. ¿Deseamos obtener conocimiento de Dios y de Cristo, a quien

él envió al mundo para vivir y morir por los pecadores? Un estudio fervoroso y diligente

de la Biblia es necesario para obtener este conocimiento.

Muchos de los libros que se amontonan en las grandes bibliotecas confunden la mente

más de lo que ayudan al entendimiento. Sin embargo, hay personas que gastan gran-

des sumas de dinero en la adquisición de tales obras y emplean años en su estudio,

cuando tienen a su alcance el Libro que contiene las palabras de Aquel que es el Al-

fa y Omega de la sabiduría. El tiempo pasado en un estudio de esos libros podría em-

plearse mejor en conocer a Aquel cuyo conocimiento adecuado es vida eterna. Única-

mente los que adquieren este conocimiento podrán escuchar las palabras: "Estáis com-

pletos en él" (Col. 2:10).

Estudiad más la Biblia y menos las teorías de la fraternidad médica, y gozaréis de mejor

salud espiritual. Vuestra mente estará más clara y vigorosa. Mucho de lo que se abarca

en un curso de medicina es positivamente innecesario. Los estudiantes de medicina de-

dican una gran cantidad de tiempo a un aprendizaje que es inútil. Muchas de las teorías

que aprenden pueden compararse en valor a las tradiciones y máximas enseñadas por los

escribas y fariseos. Muchas de las complicaciones con que tienen que familiarizarse per-

judican su mente.

FE:387. El testimonio del Alfa y el Omega respecto al castigo por hacer de ningún efec-

to una sola palabra dicha por la boca de Dios, es le temible denuncia de que ellos recibi-

rán las plagas que están escritas en el libro; sus nombres serán quitados del libro de la

vida, y de la ciudad santa.

PP:383. Jesús era ya la luz de su pueblo, la luz del mundo, antes de venir a la tierra en

forma humana. El primer rayo de luz que penetró la de lobreguez en que el pecado ha-

bía envuelto al mundo, provino de Cristo. Y de él ha emanado todo rayo de resplandor

celestial que ha caído sobre los habitantes de la tierra. En el plan de la redención, Cris-

to es el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo.

DTG:739-740. Empezando con Moisés, alfa de la historia bíblica, Cristo expuso en

todas las Escrituras las cosas concernientes a él. Si se hubiese dado a conocer pri-mero, el corazón de ellos habría quedado satisfecho. En la plenitud de su gozo, no

habrían deseado más. Pero era necesario que comprendiesen el testimonio que le daban

los símbolos y las profecías del Antiguo Testamento. Su fe debía establecerse sobre és-

tas. Cristo no realizó ningún milagro para convencerlos, sino que su primera obra con-

sistió en explicar las Escrituras. Ellos habían considerado su muerte como la destrucción

de todas sus esperanzas. Ahora les demostró por los profetas que era la evidencia más

categórica para su fe.

Page 39: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 39

1MS:446-447. No presente nadie la idea de que el hombre tiene poco o nada que hacer

en la gran obra de vencer, pues Dios no hace nada para el hombre sin su cooperación.

Tampoco se diga que después de que habéis hecho todo lo que podéis de vuestra parte,

Jesús os ayudará. Cristo ha dicho: "Separados de mí nada podéis hacer" (Juan 15: 5).

Desde el principio hasta el fin, el hombre ha de ser colaborador con Dios. A menos que

el Espíritu Santo actúe sobre el corazón humano, tropezaremos y caeremos a cada paso.

Los esfuerzos del hombre solo no son nada sino inutilidad, pero la cooperación con Cris-

to significa victoria. Por nosotros mismos, no tenemos poder para arrepentirnos del pe-

cado. A menos que aceptemos la ayuda divina, no podemos dar el primer paso ha-

cia el Salvador. El dice: "Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin" (Apoc.

21:6) en la salvación de cada alma.

Pero aunque Cristo es todo, hemos de inspirar en cada hombre una diligencia incansable.

Hemos de esforzarnos, luchar, sufrir intensamente, velar, orar para que no seamos ven-

cidos por el astuto enemigo. Puesto que el poder y la gracia con los cuales podemos ha-

cer esto provienen de Dios, siempre hemos de confiar en Aquel que puede salvar hasta

lo sumo a todos los que se allegan a Dios por él. Nunca dejéis en la mente la impresión

de que hay poco o nada que hacer de parte del hombre, sino más bien enseñad que el

hombre ha de cooperar con Dios para que pueda vencer.

Versículo 9. “Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en

la paciencia de Jesús, estaba en la isla de Patmos, por causa de la Palabra de Dios y del

testimonio de Jesús”.

DTG:593. Todos los que han nacido en la familia celestial son en un sentido especial los

hermanos de nuestro Señor. El amor de Cristo liga a los miembros de su familia, y don-

dequiera que se hace manifiesto este amor se revela la filiación divina. "Cualquiera que

ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios".

3T:52-53. Los hijos de Dios, en todo el mundo, son una gran hermandad. Nuestro

Salvador ha definido claramente el espíritu y los principios que deben regir las acciones

de los que, mediante sus vidas consistentes y santas, se distinguen del mundo. El amor

mutuo, y amor supremo a su Padre celestial, debe ser ejemplificado en su conversación y

sus obras. La presente condición de muchos de los hijos de Dios es como la de una fa-

milia de hijos ingratos y querellosos.

7CBA:965-966. Juan fue enviado a la isla de Patmos donde, separado de sus com-

pañeros en la fe, sus enemigos suponían que moriría debido a las penalidades y el

abandono; pero aun allí Juan ganó amigos y conversos. Pensaban que por fin ha-

bían puesto al fiel testigo donde ya no podría molestar más a Israel o a los impíos

gobernantes del mundo. Pero todo el universo celestial vio el resultado del conflicto con el anciano discípulo y su

separación de sus compañeros en la fe. Dios, Cristo y la hueste celestial fueron compa-

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ñeros de Juan en la isla de Patmos. De ellos recibió instrucciones que impartió a aquellos

que con él estaban separados del mundo. Allí escribió las revelaciones y visiones que re-

cibió de Dios para narrar las cosas que ocurrirían en el período final de la historia de esta

tierra. Cuando su voz ya no testificara más por la verdad, cuando no pudiera testificar

más por Aquel que amaba y servía, los mensajes que se le dieron en aquella costa rocosa

y árida se esparcirían como una lámpara que alumbra (MS 150, 1899).

(1 Juan 1:1-10). Gloriosas verdades confiadas a Juan.-

A menudo los mejores hombres, los que Dios usa para la gloria de su nombre, no son re-

conocidos por la sabiduría humana; pero ni por un momento son olvidados por Dios.

Cuando Juan estaba desterrado en la isla de Patmos hubo muchos que pensaron que ya

estaba fuera de servicio, que era una caña vieja y débil que caería en cualquier momento.

Pero al Señor le pareció conveniente usarlo en aquella isla solitaria donde su siervo esta-

ba preso. El mundo y los fanáticos sacerdotes y gobernantes se regocijaban de que al fin

se habían liberado de su testimonio siempre nuevo. [Se cita 1 Juan 1:1- 3].

Todo este capítulo rebosa de esforzado valor, de esperanza, fe y certeza. Debido a este

testimonio, tan asombroso para los que deseaban olvidar a Cristo y odiaban al Redentor

crucificado a quien habían rechazado, era por lo que querían que estuviera fuera del al-

cance de sus oídos, para que sus palabras no fueran más un testigo contra sus hechos

impíos al crucificar al Señor de la gloria. Pero no podían poner a Juan en ningún lugar

donde no pudiera encontrarlo su Señor y Salvador Jesucristo.

Los siervos de Cristo que son leales y fieles quizá no sean reconocidos ni honrados

por los hombres..., pero el señor los honra. No serán olvidados por Dios. Los hon-rará mediante su presencia porque han sido hallados leales y fieles. Los que han en-

vejecido en la causa y la obra de Dios tienen una experiencia de gran valor para la igle-

sia. Dios honra a sus siervos que han envejecido en su servicio. Las más gloriosa verda-

des de los últimos capítulos de la historia de esta tierra fueron dadas al anciano discípu-

los a quien Jesús amaba (MS 109, 1897).

7CBA:966-967. Juan fue dejado a solas con Dios y su fe en la escabrosa y desolada isla.

Aquí, entre las rocas y los acantilados, estuvo en comunión con su Hacedor. Repasó su

vida pasada, y ante el pensamiento de las bendiciones que había recibido de manos de

Dios, la paz llenó su corazón. Había vivido la vida de un cristiano, y podía decir con fe:

"Mi alma está bien". No así el emperador que lo había desterrado, pues al mirar atrás só-

lo podía ver campos de batallas y carnicerías, hogares desolados, viudas sollozantes y

huérfanos, como resultado de su ambicioso deseo de preeminencia (MS 99, 1902).

HAp:455-456. Juan fue echado en una caldera de aceite hirviente; pero el Señor

preservó la vida de su fiel siervo, así como protegió a los tres hebreos en el horno de fuego. Mientras se pronunciaban las palabras: Así perezcan todos los que creen en ese

engañador, Jesucristo de Nazaret, Juan declaró: Mi Maestro se sometió pacientemente a

todo lo que hicieron Satanás y sus ángeles para humillarlo y torturarlo. Dio su vida para

salvar al mundo. Me siento honrado de que se me permita sufrir por su causa. Soy un

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hombre débil y pecador. Solamente Cristo fue santo, inocente e inmaculado. No come-

tió pecado, ni fue hallado engaño en su boca.

Estas palabras tuvieron su influencia, y Juan fue retirado de la caldera por los mismos

hombres que lo habían echado en ella.

Nuevamente la mano de la persecución cayó pesadamente sobre el apóstol. Por de-

creto del emperador, fue desterrado a la isla de Patmos, condenado "por la palabra

de Dios y el testimonio de Jesucristo." (Apocalipsis 1: 9.) Sus enemigos pensaron que

allí no se haría sentir más su influencia, y que finalmente moriría de penurias y angustia.

Patmos, una isla árida y rocosa del mar Egeo, había sido escogida por las autorida-

des romanas para desterrar allí a los criminales; pero para el siervo de Dios esa ló-

brega residencia llegó a ser la puerta del cielo. Allí, alejado de las bulliciosas activi-

dades de la vida, y de sus intensas labores de años anteriores, disfrutó de la compa-

ñía de Dios, de Cristo y de los ángeles del cielo, y de ellos recibió instrucciones para

guiar a la iglesia de todo tiempo futuro. Le fueron bosquejados los acontecimientos

que se verificarían en las últimas escenas de la historia del mundo; y allí escribió las vi-

siones que recibió de Dios. Cuando su voz no pudiera testificar más de Aquel a quien

amó y sirvió, los mensajes que se le dieron en aquella costa estéril iban a alumbrar como

una lámpara encendida, anunciando el seguro propósito del Señor acerca de cada nación

de la tierra.

HAp:459-460. En todos los tiempos los testigos señalados por Dios se han expuesto al

vituperio y la persecución por amor a la verdad. José fue calumniado y perseguido por-

que mantuvo su virtud e integridad. David, el mensajero escogido de Dios, fue persegui-

do por sus enemigos como una fiera. Daniel fue echado al foso de los leones porque se

mantuvo fiel al cielo. Job fue privado de sus posesiones terrenales y estuvo tan enfermo

que le aborrecieron sus parientes y amigos; pero aun así mantuvo su integridad. Jeremías

no pudo ser disuadido de decir las palabras que Dios le había ordenado hablar; y su tes-

timonio enfureció tanto al rey y a los príncipes que le echaron en una inmunda mazmo-

rra. Esteban fue apedreado porque predicó a Cristo y su crucifixión. Pablo fue encarce-

lado, azotado con varas, apedreado y finalmente muerto porque fue un fiel mensajero de

Dios a los gentiles. Y Juan fue desterrado a la isla de Patmos "por la palabra de Dios y

el testimonio de Jesucristo".

6T:59. Al apóstol Juan en la isla de Patmos fueron reveladas las cosas que Dios

deseaba que el pueblo recibiera. Estúdiense estas revelaciones. Aquí hay temas dig-

nos de nuestra contemplación, lecciones amplias y exhaustas que las huestes angéli-cas ahora están procurando comunicar. Meditad en la vida y el carácter de Cristo, y

estúdiese su obra intercesora. Aquí hay sabiduría infinita, amor infinito, justicia infinita,

y misericordia infinita. Aquí existen profundidades y alturas, longitudes, y anchuras para

nuestra consideración. Lapiceros innumerables han sido empleados para presentar al

mundo la vida, el carácter, y la obra intercesora de Cristo, y no obstante toda mente, me-

diante la cual el Espíritu Santo ha trabajado, ha presentado estos temas en una luz que es

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nueva y con vida.

Deseamos llevar al pueblo a un entendimiento de lo que Cristo significa para ellos y

cuales son las responsabilidades que se les pide aceptar en él. Como sus representantes y

testigos, nosotros mismos necesitamos llegar a un pleno entendimiento de las verdades

salvadoras obtenidas mediante un conocimiento experimental.

9T:61-62. Nuestros obreros ahora deben ser animados a dedicar su primordial atención a

libros que tratan con las evidencias de nuestra fe—libros que enseñan las doctrinas de la

Biblia y que prepararán a un pueblo para estar de pie en los tiempos de prueba ante no-

sotros. Habiendo traído a un pueblo al alumbramiento de la verdad mediante trabajo pia-

doso en instrucción bíblica, y mediante un uso sabio de nuestras publicaciones, hemos

de enseñarles a ser obreros en palabra y doctrina. Hemos de animarlos a dispersar los

libros que tratan con temas bíblicos---libros cuya enseñanza preparará a un pueblo pa-

ra estar de pie, teniendo sus lomos ceñidos con la verdad y sus lámparas encendidas.

Hemos estado durmiendo, como si lo fuera, tocante a la obra que se puede lograr

mediante la circulación de literatura bien preparada. Prediquemos ahora, median-

te el uso sabio de revistas y libros, la palabra con determinada energía para que el

mundo entienda el mensaje que Cristo dio a Juan en la isla de Patmos. Que cada in-

teligencia humana que profesa el nombre de Cristo diga: “el fin de todas las cosas está

cerca; preparaos para venir al encuentro de vuestro Dios”.

HAp:464. Fue en esa hora crítica de la historia de la iglesia cuando Juan fue sentenciado

al destierro. Nunca antes había necesitado la iglesia su voz como ahora. Casi todos sus

anteriores asociados en el ministerio habían sufrido el martirio. El remanente de los cre-

yentes sufría una terrible oposición. Según todas las apariencias, no estaba distante el

día cuando los enemigos de la iglesia de Cristo triunfarían.

Pero la mano del Señor se movía invisiblemente en las tinieblas. En la providencia de

Dios, Juan fue colocado en un lugar donde Cristo podía darle una maravillosa revelación

de sí mismo y de la verdad divina para la iluminación de las iglesias.

Los enemigos de la verdad confiaban que al mantener a Juan en el destierro, silenciarían

para siempre la voz de un fiel testigo de Dios; pero en Patmos, el discípulo recibió un

mensaje cuya influencia continuaría fortaleciendo a la iglesia hasta el fin del tiempo.

Aunque no se libraron de la responsabilidad de su mala acción, los que desterraron a

Juan llegaron a ser instrumentos en las manos de Dios para realizar los propósitos del

Cielo; y el mismo esfuerzo para extinguir la luz destacó vívidamente la verdad.

HAp:469-470. Por medio de uno que se declaró ser "hermano, y participante en la

tribulación" (Apoc. 1:9), Cristo reveló a su iglesia las cosas que ella debía sufrir por su causa. Al penetrar con su vista a través de largos siglos de tinieblas y superstición, el

anciano desterrado vio a multitudes sufrir el martirio por causa de su amor hacia la ver-

dad. Pero también vio que Aquel que sostuvo a sus primeros testigos, no olvidaría a sus

fieles seguidores durante los siglos de persecución que debían venir antes del fin del

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tiempo. "No tengas ningún temor de las cosas que has de padecer -declara el Señor,- He

aquí, el diablo ha de enviar algunos de vosotros a la cárcel, para que seáis probados, y

tendréis tribulación... Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida." (Apoc.

2:10).

HAp:477. Uno tras otro, los primeros edificadores cayeron a mano del enemigo. Es-

teban fue apedreado; Santiago, muerto por la espada; Pablo, decapitado; Pedro,

crucificado; Juan, desterrado. A pesar de ello la iglesia crecía. Nuevos obreros toma-

ban el lugar de los que caían, y piedra tras piedra se colocaba en el edificio. Así, lenta-

mente se levantaba el templo de la iglesia de Dios.

Siglos de fiera persecución siguieron al establecimiento de la iglesia cristiana, pero nun-

ca faltaron hombres que consideraban la edificación del templo más preciosa que su

propia vida. De los tales se escribió: "Otros experimentaron vituperios y azotes; y a más

de esto prisiones y cárceles; fueron apedreados, aserrados, tentados, muertos a cuchillo,

anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustia-

dos, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; perdidos Por los desiertos, por los

montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra." (Heb. 11:36-38).

CE:201. Nuestros periódicos contienen verdades bíblicas benditas y salvadoras. Muchas

personas pueden contribuir a la venta de nuestros periódicos (3JT:313. Año 1909).

Hemos estado dormidos, por así decirlo, con respecto a la obra que debe hacerse por

medio de la circulación de publicaciones bien preparadas. Prediquemos ahora la pala-

bra, por el uso inteligente de revistas y libros, con energía resuelta, a fin de que el

mundo comprenda el mensaje que Cristo le dio a Juan en la Isla de Patmos. Que

toda inteligencia humana que profesa el nombre de Cristo testifique: El fin de todas las

cosas está cerca; preparaos para encontrarnos con Dios (RH, 30-07-1908)

DTG:623. "El que me ama, será amado de mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a

él." Jesús leía el futuro de sus discípulos. Veía a uno llevado al cadalso, otro a la

cruz, otro al destierro entre las solitarias rocas del mar, otros a la persecución y la

muerte. Los animó con la promesa de que en toda prueba estaría con ellos. Esta

promesa no ha perdido nada de su fuerza. El Señor sabe todo lo relativo a los fieles

siervos suyos que por su causa están en la cárcel o desterrados en islas solitarias. Él

los consuela con su propia presencia. Cuando por causa de la verdad, el creyente está

frente a tribunales inicuos, Cristo está a su lado. Todos los oprobios que caen sobre él,

caen sobre Cristo. Cristo vuelve a ser condenado en la persona de su discípulo. Cuando

uno está encerrado entre las paredes de la cárcel, Cristo arroba el corazón con su amor.

Cuando uno sufre la muerte por causa suya, Cristo dice: "Yo soy... el que vivo, y he sido

muerto; y he aquí que vivo por siglos de siglos... Y tengo las llaves del infierno y de la

muerte." La vida que es sacrificada por mí se conserva para llegar a disfrutar la gloria

eterna.

En toda ocasión y lugar, en todas las tristezas y aflicciones, cuando la perspectiva parece

Page 44: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

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sombría y el futuro nos deja perplejos y nos sentimos impotentes y solos, se envía el

Consolador en respuesta a la oración de fe. Las circunstancias pueden separarnos de to-

do amigo terrenal, pero ninguna circunstancia ni distancia puede separarnos del Conso-

lador celestial. Dondequiera que estemos, dondequiera que vayamos, esta siempre a

nuestra diestra para apoyarnos, sostenernos y animarnos.

Ed:86. De los doce discípulos, cuatro iban a desempeñar una parte importante, cada uno

en su esfera. Previendo todo, Cristo les enseñó para prepararlos. Santiago, destinado a

morir pronto decapitado; Juan, su hermano, que por más tiempo seguiría a su Maes-

tro en trabajos y persecuciones; Pedro, el primero que derribaría barreras seculares y

enseñaría al mundo pagano; y Judas, que en el servicio era capaz de sobrepasar a sus

hermanos, y sin embargo abrigaba en su alma propósitos cuyos frutos no vislumbraba.

Tales fueron los objetos de la mayor solicitud de Cristo, y los que recibieron su instruc-

ción más frecuente y cuidadosa.

Ev:93. Al apóstol Juan, en la isla de Patmos, se le revelaron las cosas que Dios que-

ría que él transmitiera a su pueblo. Estudiad esas revelaciones. Ellas contienen te-

mas dignos de nuestra contemplación, lecciones amplias y abarcantes, que toda la hueste

angélica ahora está procurando comunicarnos. Contemplad la vida y el carácter de Cris-

to, y estudiad su obra de mediación. Contienen sabiduría infinita, amor infinito, justicia

infinita y misericordia infinita. Contienen profundidades y alturas, longitudes y anchu-

ras, para nuestra consideración. Innumerables plumas se han ocupado en la presentación

al mundo de la vida, el carácter y la obra mediadora de Cristo; sin embargo, cada mente

por medio de la cual el Espíritu Santo ha obrado, ha presentado estos temas con un nue-

vo enfoque, de acuerdo con la mente y el espíritu del instrumento humano. . .

PE:230-231. Se me transportó a la era apostólica y se me mostró que Dios había confia-

do una obra especial a su amado discípulo Juan. Satanás quiso impedir esta obra e indu-

jo a sus siervos a que matasen a Juan; pero Dios le libró milagrosamente por medio de

su ángel. Todos cuantos presenciaron el gran poder de Dios en la liberación de Juan,

quedaron atónitos, y muchos se convencieron de que Dios estaba con él, y que era ver-

dadero el testimonio que daba de Jesús. Quienes trataban de matarlo temieron aten-

tar de nuevo contra su vida, y le fue permitido seguir sufriendo por Jesús. Final-

mente sus enemigos le acusaron calumniosamente y fue desterrado a una isla soli-

taria, donde el Señor envió a su ángel para revelarle eventos que iban a suceder en

la tierra y la condición de la iglesia hasta el tiempo del fin, sus apostasías y la posi-

ción que ocuparía si agradaba a Dios y obtenía la victoria final.

El ángel del cielo llegóse majestuosamente a Juan, reflejando en su semblante la excelsa

gloria de Dios. Reveló a Juan escenas de profundo y conmovedor interés en la historia

de la iglesia de Dios, y le presentó los conflictos peligrosos que habrían de sufrir los dis-

cípulos de Cristo. Juan los vio atravesando durísimas pruebas en que se fortalecían

y purificaban para triunfar por fin victoriosa y gloriosamente salvados en el reino

Page 45: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

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de Dios. El aspecto del ángel rebosaba de gozo y refulgía extremadamente mientras

mostraba a Juan el triunfo final de la iglesia de Dios. Al contemplar el apóstol la libera-

ción final de la iglesia, quedó arrobado por la magnificencia del espectáculo, y con pro-

funda reverencia y pavor postróse a los pies del ángel para adorarle. El mensajero celes-

tial lo alzó instantáneamente del suelo y suavemente le reconvino diciendo: "Mira, no lo

hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús.

Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía." Después el án-

gel le mostró a Juan la ciudad celestial en todo su esplendor y refulgente gloria; y él, ab-

sorto y abrumado, olvidándose de la anterior reconvención del ángel, postróse de nuevo

a sus pies para adorarle. También esta vez le reconvino el ángel, diciéndole: "Mira, no

lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guar-

dan las palabras de este libro. Adora a Dios."

FE:109. Existe el peligro de que el obrero inexperto, mientras procura calificarse para la

obra, se sienta competente para ubicarse en cualquier clase de posición, donde diversos

vientos de doctrina le rodean. Esto él no puede hacer sin hacer peligrar su alma. Si prue-

bas y tentaciones le sobrevienen, el Señor dará fuerzas para vencerlas; pero cuando al-

guno se ubica en el camino de la tentación, a menudo sucede que Satanás mediante sus

agentes propone sus sentimientos de tal manera como para confundir y desestabilizar la

mente. Mediante la comunión con Dios y un cerrado escudriñamiento de las Escrituras,

el obrero debe cabalmente establecerse antes de entrar tiempo completo en la obra de

enseñar a otros. Juan el discípulo amado, fue exiliado a la solitaria Patmos para que

estuviera separado de toda agitación, y aun de la obra que él tanto amaba, para

que el Señor pudiera estar en comunión con él y abrir ante su siervo las escenas fi-nales de la historia de este mundo. Fue en el desierto donde Juan el Bautista aprendió

el mensaje que habría de llevar, para preparar el camino de Aquel que habría de venir.

OE:18. Los siervos de Dios no reciben honores ni reconocimiento del mundo. Esteban

fue apedreado porque predicaba a Cristo y Cristo crucificado. Pablo fue encarcelado,

azotado, apedreado y finalmente muerto, porque era un fiel mensajero de Dios a los gen-

tiles. Los siervos de Dios no reciben honores ni reconocimiento del mundo. Esteban fue

apedreado porque predicaba a Cristo y Cristo crucificado. Pablo fue encarcelado, azota-

do, apedreado y finalmente muerto, porque era un fiel mensajero de Dios a los gentiles.

El apóstol Juan fue desterrado a la isla de Patmos, "por la palabra de Dios y el tes-

timonio de Jesucristo."* Estos ejemplos humanos de constancia en la fuerza del

poder divino, son para el mundo un testimonio de la fidelidad de Dios a sus prome-

sas, de su constante presencia y gracia sostenedora.

OE:80. El que está tratando de obtener calificaciones para ocuparse en la sagrada obra

de Dios debe cuidar de no colocarse en el terreno del enemigo. Más bien, debe elegir la

sociedad de aquellos que le ayudarán a obtener conocimiento divino. Dios permitió que

Juan, el discípulo amado, fuese desterrado a Patmos, donde estuvo separado del

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bullicio y disensión del mundo, apartado de toda influencia externa, y aun de la

obra que él amaba. Entonces pudo el Señor comulgar con él, y revelarle las escenas finales de la historia de este mundo. Juan el Bautista se estableció en el desierto, para

recibir allí de Dios el mensaje que había de proclamar, -un mensaje que había de prepa-

rar el camino de Aquel que vendría.

En cuanto podamos, debemos rehuír toda influencia que pueda tender a distraer la mente

de la obra de Dios. Y especialmente los que son jóvenes en la fe y experiencia deben

cuidar de no exponerse, confiados en sí mismos, a la tentación.

Aquellos que quieran emprender debidamente la obra, sentirán la necesidad de que Jesús

esté con ellos a cada paso, y considerarán la cultura de la mente y de los modales como

un deber para consigo mismos y requerido por Dios, -un deber que es esencial para el

éxito de la obra.

SpM:482. Si veo que los que están en posiciones de responsabilidad descuidan a los mi-

nistros ancianos, debo presentar el asunto a aquellos cuyo deber es cuidarlos. Los minis-

tros que han realizado fielmente su obra no han de ser olvidados ni descuidados cuando

se quebrante su salud. Nuestras asociaciones no han de descuidar las necesidades de los

que han llevado las responsabilidades de la obra. Después de que Juan había envejeci-

do en el servicio del Señor fue desterrado a Patmos. Y en esa isla solitaria recibió

más comunicaciones del cielo que las que había recibido durante el resto de su vida.

SL:72. Patmos, una isla desértica y sin vida en el Mar Ageo, había sido escogida por

el gobierno romano como lugar de destierro para criminales. Pero para el siervo de

Dios esta sombría vivienda probó ser el portal del cielo. Él fue apartado de las agi-

tadas escenas de la vida y de labor activa como evangelista, pero no fue excluido de

la presencia de Dios. En su solitaria habitación podía conversar con el Rey de reyes

y estudiar más de cerca las manifestaciones del poder divino en el libro de la natu-

raleza y las páginas de inspiración. De deleitaba en meditar sobre la gran obra de la

creación y en adorar el poder del Arquitecto Divino. En años pasados había visto los

paisajes de arboladas lomas, verdes valles, y fructíferos llanos; y en todas las bellezas de

la naturaleza se había gozado en trazar la sabiduría y el ingenio del Creador. Ahora esta-

ba rodeado de escenas que a muchos les parecerían sombrías y de poco interés. Pero pa-

ra Juan no era lo contrario. Él podía leer las lecciones más importantes en las piedras

rasposas y sin atracción, los misterios de las grandes profundidades, y las glorias del

firmamento. Para él todo llevaba la impresión del poder divino y declaraba su gloria.

CS:394-395. Lo que los discípulos habían anunciado en nombre de su Señor, era exacto

en todo sentido, y los acontecimientos predichos estaban realizándose en ese mismo

momento. "Se ha cumplido el tiempo, y se ha acercado el reino de Dios," había sido el

mensaje de ellos. Transcurrido "el tiempo" -las sesenta y nueve semanas del capítulo

noveno de Daniel, que debían extenderse hasta el Mesías, "el Ungido"- Cristo había re-

cibido la unción del Espíritu después de haber sido bautizado por Juan en el Jordán, y el

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"reino de Dios" que habían declarado estar próximo, fue establecido por la muerte

de Cristo. Este reino no era un imperio terrenal como se les había enseñado a creer.

No era tampoco el reino venidero e inmortal que se establecerá cuando "el reino, y

el dominio, y el señorío de los reinos por debajo de todos los cielos, será dado al

pueblo de los santos del Altísimo;" ese reino eterno en que "todos los dominios le

servirán y le obedecerán a él". (Dan. 7:27, V.M.) La expresión "reino de Dios," tal

cual la emplea la Biblia, significa tanto el reino de la gracia como el de la gloria. El

reino de la gracia es presentado por San Pablo en la Epístola a los Hebreos. Después de

haber hablado de Cristo como del intercesor que puede "compadecerse de nuestras fla-

quezas," el apóstol dice: "Lleguémonos pues confiadamente al trono de la gracia, para

alcanzar misericordia, y hallar gracia." (Heb. 4:16). El trono de la gracia representa el

reino de la gracia; pues la existencia de un trono envuelve la existencia de un reino. En

muchas de sus parábolas, Cristo emplea la expresión, "el reino de los cielos," para de-

signar la obra de la gracia divina en los corazones de los hombres.

7CBA:966. Después de que Juan envejeció en el servicio del Señor, fue desterrado a

Patmos. Y en esa isla solitaria recibió más comunicaciones procedentes del ciclo que las

que había recibido durante toda su existencia (RH, 26-07-1906).

El anciano representante de Cristo fue desterrado para que su testimonio no fuera

escuchado más, pues era un poder viviente de parte de la justicia; pero aunque esta-

ba separado de sus hermanos, fue visitado por Cristo, a quien no había visto desde la as-

censión (RH, 16-05-1899).

4T:525. Aquellos que se conectan de cerca con Cristo quizás no puedan ser prósperos

en las cosas de esta vida; a menudo podrán ser severamente probados y afligidos. José

fue acusado falsamente y perseguido porque preservó en su virtud e integridad. David,

ese escogido mensajero de Dios, fue perseguido como bestia de caza por sus impíos

enemigos. Daniel fue echado a la fosa de los leones por ser leal y por no ceder en su fi-

delidad a Dios. Job fue privado de sus posesiones terrenales y afligido en su cuerpo de

tal forma que lo aborrecieron sus familiares y amigos, preservando, no obstante, su inte-

gridad y fidelidad a Dios. Jeremías diría las palabras que Dios le mandó, y su claro tes-

timonio causó tanta ira al rey y los príncipes que fue echado a la insalubre fosa. Esteban

fue apedreado por predicar a Cristo y a Él crucificado. Pablo fue encarcelado, azotado

con hierros, apedreado, y finalmente puesto a muerte por ser un fiel mensajero llevando

el evangelio a los gentiles. El amado Juan fue desterrado a la isla de Patmos “por la

palabra de Dios, y por el testimonio de Cristo Jesús”.

CS:84. Las persecuciones que por muchos siglos cayeron sobre esta gente temerosa de

Dios fueron soportadas por ella con una paciencia y constancia que honraban a su Re-

dentor. No obstante las cruzadas lanzadas contra ellos y la inhumana matanza a que fue-

ron entregados, siguieron enviando a sus misioneros a diseminar la preciosa verdad. Se

los buscaba para darles muerte; y con todo, su sangre regó la semilla sembrada, que no

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dejó de dar fruto. De esta manera fueron los valdenses testigos de Dios siglos antes del

nacimiento de Lutero. Esparcidos por muchas tierras, arrojaron la semilla de la Re-

forma que brotó en tiempo de Wiclef, se desarrolló y echó raíces en días de Lutero,

para seguir creciendo hasta el fin de los tiempos mediante el esfuerzo de todos

cuantos estén listos para sufrirlo todo "a causa de la Palabra de Dios y del testimo-

nio de Jesús." (Apoc. 1:9, V.M.)

CS:84. Las persecuciones que por muchos siglos cayeron sobre esta gente temerosa de

Dios fueron soportadas por ella con una paciencia y constancia que honraban a su Re-

dentor. No obstante las cruzadas lanzadas contra ellos y la inhumana matanza a que fue-

ron entregados, siguieron enviando a sus misioneros a diseminar la preciosa verdad. Se

los buscaba para darles muerte; y con todo, su sangre regó la semilla sembrada, que no

dejó de dar fruto. De esta manera fueron los valdenses testigos de Dios siglos antes del

nacimiento de Lutero. Esparcidos por muchas tierras, arrojaron la semilla de la Re-

forma que brotó en tiempo de Wiclef, se desarrolló y echó raíces en días de Lutero,

para seguir creciendo hasta el fin de los tiempos mediante el esfuerzo de todos

cuantos estén listos para sufrirlo todo "a causa de la Palabra de Dios y del testimo-

nio de Jesús." (Apoc. 1:9, V.M.)

CS:314. "En donde también el Señor de ellos fue crucificado." En Francia se cumplió

también este rasgo de la profecía. En ningún otro país se había desarrollado tanto el espí-

ritu de enemistad contra Cristo. En ninguno había hallado la verdad tan acerba y cruel

oposición. En la persecución con que Francia afligió a los que profesaban el Evangelio,

crucificó también a Cristo en la persona de sus discípulos.

Siglo tras siglo la sangre de los santos había sido derramada. Mientras los valden-

ses sucumbían en las montañas del Piamonte "a causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesús," sus hermanos, los albigenses de Francia, testificaban de la

misma manera por la verdad. En los días de la Reforma los discípulos de ésta habían su-

cumbido en medio de horribles tormentos. Reyes y nobles, mujeres de elevada alcurnia,

delicadas doncellas, la flor y nata de la nación, se habían recreado viendo las agonías de

los mártires de Jesús. Los valientes hugonotes, en su lucha por los derechos más sagra-

dos al corazón humano, habían derramado su sangre en muchos y rudos combates. Los

protestantes eran considerados como fuera de la ley; sus cabezas eran puestas a precio y

se les cazaba como a fieras.

OE:18. Los siervos de Dios no reciben honores ni reconocimiento del mundo. Esteban

fue apedreado porque predicaba a Cristo y Cristo crucificado. Pablo fue encarcelado,

azotado, apedreado y finalmente muerto, porque era un fiel mensajero de Dios a los gen-

tiles. El apóstol Juan fue desterrado a la isla de Patmos, "por la palabra de Dios y

el testimonio de Jesucristo." Estos ejemplos humanos de constancia en la fuerza del

poder divino, son para el mundo un testimonio de la fidelidad de Dios a sus prome-

sas, de su constante presencia y gracia sostenedora.

Page 49: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

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MC:388-389. Si no os sentís de buen ánimo y alegres, no habléis de ello. No arrojéis

sombra sobre la vida de los demás. Una religión fría y desolada no atrae nunca almas a

Cristo. Las aparta de él para empujarlas a las redes que Satanás tendió ante los pies de

los descarriados. En vez de pensar en vuestros desalientos, pensad en el poder a que po-

déis aspirar en el nombre de Cristo. Aférrese vuestra imaginación a las cosas invisibles.

Dirigid vuestros pensamientos hacia las manifestaciones evidentes del gran amor de

Dios por vosotros. La fe puede sobrellevar la prueba, resistir a la tentación y mantenerse

firme ante los desengaños. Jesús vive y es nuestro abogado. Todo lo que su mediación

nos asegura es nuestro.

¿No creéis que Cristo aprecia a los que viven enteramente para él? ¿No pensáis que

visita a los que, como el amado Juan en el destierro, se encuentran por su causa en

situaciones difíciles? Dios no consentirá en que sea dejado solo uno de sus fieles

obreros, para que luche con gran desventaja y sea vencido. Él guarda como preciosa

joya a todo aquel cuya vida está escondida con Cristo en él. De cada uno de ellos dice:

"Ponerte he como anillo de sellar: porque yo te escogí." (Hageo 2:23).

Hablad por tanto de las promesas; hablad de la buena voluntad de Jesús para bendecir.

No nos olvida ni un solo instante. Cuando, a pesar de circunstancias desagradables, si-

gamos confiados en su amor y unidos íntimamente con él, el sentimiento de su presencia

nos inspirará un gozo profundo y tranquilo. Acerca de sí mismo Cristo dijo: "Nada hago

de mí mismo; mas como el Padre me enseñó, esto hablo. Porque el que me envió, con-

migo está; no me ha dejado solo el Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre".

(Juan 8:28-29).

HHD:262. El Señor considera de supremo valor la santidad de su pueblo, y permite que

sobrevengan reveses sobre individuos, familias e iglesias, con el propósito de que su

pueblo pueda discernir el peligro en que se halla y se sienta inducido a humillar su cora-

zón en arrepentimiento delante de él. Tratará con ternura a los que yerran. Les dirigirá

palabras de perdón y los vestirá con el manto de la justicia de Cristo. Los honrará con su

presencia. Hoy, en el gran día de la expiación, es nuestro deber confesar nuestros peca-

dos y reconocer la misericordia y el amor de Dios al perdonar nuestras transgresiones.

Agradezcamos a Dios por las amonestaciones que nos ha dado para salvarnos de nues-

tros perversos caminos. Ofrezcamos un testimonio de su bondad manifestando un cam-

bio en nuestra vida. Si se arrepienten aquellos a quienes el Señor ha enviado reprensio-

nes, advirtiéndoles por ese medio que no estáis andando por el camino que él trazó, y

con humildad y contrición de corazón confiesan su falta, de cierto que podrán contar

otra vez con el favor del Señor . . .

Una gran hora de prueba está ante nosotros. Tócanos pues emplear todas nuestras capa-

cidades y dones para contribuir al progreso de la obra de Dios. Hemos de emplear todos

los talentos que Dios nos ha dado para construir, no para desanimar y derribar... En to-

dos los períodos de la historia de la iglesia, los mensajeros escogidos por Dios se han

expuesto al vituperio y la persecución por causa de la verdad. Pero dondequiera se

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vean obligados a ir sus discípulos, aun cuando, como el discípulo amado, sean des-

terrados a una isla solitaria, Cristo sabrá dónde están y los fortalecerá y bendecirá, llenándolos de paz y gozo. GCB, T3, 1900.

9T:227-228. Cercano está el tiempo cuando los que proclaman la verdad serán persegui-

dos. La perspectiva no es halagüeña; pero no deben cesar nuestros esfuerzos en favor de

los que van a perecer, y por cuyo rescate dio su preciosa vida el Príncipe del cielo.

Cuando un medio fracasa, probemos con otro. Pongamos vida en nuestros esfuerzos.

Trabajemos por Dios entretanto la vida nos es concedida. En todas las épocas de la his-

toria, los mensajeros de Dios han estado expuestos al oprobio y a las persecuciones por

causa de la verdad. Pero dondequiera que los hijos de Dios estén obligados a ir, aun

si son desterrados a las islas desiertas, como lo estuvo el discípulo amado, Cristo

sabrá donde están; él los confirmará y los bendecirá; los llenará de paz y de alegría.

SL:69-72. El más acérrimo odio fue incitado contra Juan a causa de su firme posición en

la causa de Cristo. Él fue el último sobreviviente de los discípulos que estuvieron ínti-

mamente conectados con Jesús, y sus enemigos decidieron que su testimonio debía ser

silenciado. Si esto pudiera lograrse, ellos pensaron que la doctrina de Cristo no se espar-

ciría; y si tratado con severidad, pronto podría se extinguida del mundo. Así fue como

Juan fue llamado a comparecer en Roma para dar razón de su fe. Sus doctrinas fueron

tergiversadas. Testigos falsos lo acusaron como elemento de conspiración, enseñando

públicamente doctrinas que derrocarían a la nación.

El apóstol presentó su fe en forma clara y convincente, con tal sencillez y candor que sus

palabras tuvieron un poderoso efecto. Sus oyentes quedaron atónitos ante su sabiduría y

elocuencia. Pero cuanto más convincente su testimonio, cuanto más profundo el odio de

los que se oponían a la verdad. El emperador se llenó de ira, y blasfemó el nombre de

Dios y el de Cristo. Él no podía convertir el razonamiento del apóstol ni igualar el poder

que atendía las palabras de verdad, y se propuso silenciar a su fiel abogado.

Aquí vemos cuan duro el corazón llega a ser cuando se fija obstinadamente contra los

propósitos de Dios. Los enemigos de la iglesia determinaron sostener su orgullo y

poder ante el pueblo. Mediante el decreto del emperador, Juan fue desterrado a la

isla de Patmos, condenado, como él nos dice, “por la palabra de Dios, y por el tes-

timonio de Cristo Jesús” (Apoc. 1:9). Pero los enemigos de Cristo fracasaron ro-

tundamente en su propósito de acallar a su fiel testigo. Desde su lugar de exilio viene

la voz del apóstol, alcanzando aun hasta el fin del tiempo, proclamando las verdades más

animadoras jamás presentadas a mortales.

6T:128. Cuando Juan fue separado de aquellos que amaba, y llevado a la solitaria

Patmos, Cristo sabía donde encontrar a su fiel testigo. Juan dijo: “Yo Juan, quien

también es vuestro hermano, y compañero en tribulación, y en el reino y paciencia

de Cristo Jesús, estuve en la isla que es llamada Patmos, por la palabra de Dios y

por el testimonio de Cristo Jesús.

Page 51: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

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PP:122. En su providencia, el Señor proporcionó esta prueba a Abrahán para enseñarle

lecciones de sumisión, paciencia y fe, lecciones que habían de conservarse por escrito

para beneficio de todos los que posteriormente iban a ser llamados a soportar afliccio-

nes. Dios dirige a sus hijos por senderos que ellos desconocen; pero no olvida ni

desecha a los que depositan su confianza en él. Permitió que Job fuese atribulado pero

no le abandonó. Consintió en que el amado Juan fuese desterrado a la solitaria isla

de Patmos, pero el Hijo de Dios le visitó allí, y pudo ver escenas de gloria inmortal. Dios permite que las pruebas asedien a los suyos, para que mediante su constancia y

obediencia puedan enriquecerse espiritualmente, y para que su ejemplo sea una fuente

de poder para otros. "Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice

Jehová, pensamientos de paz, y no de mal". (Jer. 29:11). Los mismos sufrimientos que

prueban más severamente nuestra fe, y que nos hacen pensar que Dios nos ha olvidado,

sirven para llevarnos más cerca de Cristo, para que echemos todas nuestras cargas a sus

pies, y para que sintamos la paz que nos ha de dar en cambio.

8T:17. A nosotros también se dirige la promesa de la presencia permanente de Cristo.

El transcurso del tiempo no ha cambiado la promesa que hizo al partir. Él está con noso-

tros hoy tan ciertamente como estuvo con los discípulos, y estará con nosotros "hasta el

fin."

"Id a predicar el Evangelio a todas las naciones -nos dice el Salvador,- para que puedan

llegar a ser hijos de Dios. Os acompaño en esta obra, enseñándoos, guiándoos, y forta-

leciéndoos, dándoos éxito en vuestra obra impregnada de abnegación y sacrificio. Obra-

ré en los corazones, convenciéndolos de pecado y apartándolos de las tinieblas a la luz,

de la desobediencia a la justicia. En mi luz verán luz. Arrostraréis los agentes satánicos;

pero confiad en mí. Nunca os faltaré."

¿No pensáis que Cristo aprecia a los que viven totalmente para él? ¿No pensáis que él

visita a los que, como el amado Juan, se hallan por su causa en condiciones penosas

y difíciles? Él encuentra a sus fieles, mantiene comunión con ellos, los alienta y los

fortalece. Y los ángeles de Dios, excelsos en fortaleza, son enviados por Dios a minis-

trar a sus obreros humanos que predican la verdad a los que no la conocen.

Versículo 10. “En un día del Señor caí en éxtasis, y oí detrás de mí una fuerte voz como

de trompeta”.

HAp:464-465. Fue en un sábado cuando la gloria del Señor se manifestó al deste-

rrado apóstol. Juan observaba el sábado tan reverentemente en Patmos como

cuando predicaba al pueblo de las aldeas y ciudades de Judea. Se aplicaba las pre-

ciosas promesas que fueron dadas respecto a ese día. "Yo fui en Espíritu en el día del

Señor -escribió Juan,- y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta, que decía: Yo

soy el Alpha y Omega, el primero y el último... Y me volví a ver la voz que hablaba

conmigo: y vuelto, vi siete candeleros de oro; y en medio de los siete candeleros, uno

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semejante al Hijo del hombre". (Apoc. 1:10-13).

6T:128. El día del Señor es el séptimo día, el sábado de la creación. En el día que

Dios santificó y bendijo, Cristo indicó “mediante su ángel a su siervo Juan” las co-

sas que habrían de suceder antes del fin de la historia de este mundo, y él desea que

lleguemos a ser inteligentes tocante a las mismas.

7CBA:967. El sábado que Dios instituyó en el Edén era tan precioso para Juan en

la solitaria isla como cuando estaba con sus compañeros en ciudades y pueblos. Las

preciosas promesas que Cristo había dado acerca de ese día eran repetidas por Juan, y las

reclamaba como suyas. Para él era la señal de que Dios era suyo... El Salvador resucita-

do hizo conocer su presencia a Juan en el día sábado. [Se cita Apoc. 1: 10- 1 3, 17-18.]

La persecución sufrida por Juan se convirtió en un medio de gracia. Patmos resplande-

ció con la gloria del Salvador resucitado. Juan había visto a Cristo en forma humana,

con las señales de los clavos que siempre serán su gloria, en las manos y en los pies.

Ahora se le permitía contemplar de nuevo a su Señor resucitado, revestido con toda la

gloria que un ser humano pudiese contemplar sin perder la vida. ¡Qué sábado fue aquel

para el solitario desterrado, siempre precioso a la vista de Cristo, pero ahora hon-

rado más que nunca! Nunca había aprendido tanto de Jesús, nunca había oído verda-

des tan sublimes (YI, 05-04-1900).

HS:244. Hace mil ochocientos años la voz de Jesús, clara y distinta, como el sonido

de la trompeta, se hizo sentir a la multitud cansada y sedienta en las cortes del templo: “Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba.” “El que beba del agua que yo le da-

ré nunca más tendrá sed; pero el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que

salte para vida eterna.” ¡O que la voz de Jesús alcanzara los adormecidos sentidos de

este pueblo! ¡O que pudieran sentir su verdadera necesidad, y reconocer cuánto Je-

sús está dispuesto y listo para hacer por ellos!

PP:352. No está lejos el tiempo en que Dios se levantará para vindicar su autoridad

agraviada. "He aquí que Jehová sale de su lugar, para visitar la maldad del morador de la

tierra contra él." (Isa. 26:21). "¿Quién podrá sufrir el tiempo de su venida? ¿O quién po-

drá estar cuando él se mostrará?" (Mal. 3:2). A causa de su pecaminosidad, se le prohi-

bió al pueblo de Israel acercarse al monte cuando Dios estaba por descender sobre él pa-

ra proclamar su ley, para evitar que fuese consumido por la abrasadora gloria de su pre-

sencia. Si tales manifestaciones de su poder señalaron el sitio escogido para la procla-

mación de su ley, ¡cuán pavoroso no será su tribunal cuando venga para aplicar el juicio

de estos sagrados estatutos! ¿Cómo soportarán su gloria en el gran día de la retribución

final los que pisotearon su autoridad?

Los terrores del Sinaí debían darle al pueblo una idea de las escenas del juicio. El soni-

do de una trompeta llamó a Israel a presentarse ante Dios. La voz del arcángel y la

trompeta de Dios llamarán a la presencia del Juez desde todos los confines de la

tierra tanto a los vivos como a los muertos. El Padre y el Hijo, asistidos por una mul-

Page 53: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

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titud de ángeles, estaban presentes en el monte. En el gran día del juicio, Cristo vendrá

"en la gloria de su Padre con sus ángeles." "Entonces se sentará sobre el trono de su glo-

ria. Y serán reunidas delante de él todas las gentes." (Mat. 16:27; 25:31-32).

B Echo, 15 de Enero de 1889. Y los que están en sus sepulcros oirán su voz, y sal-

drán. Jesús vendrá y los ángeles de Dios con él; y la gloria de su venida caerá sobre

la vista humana como el resplandeciente relámpago o como fuego consumidor.

Descenderá con grito y con voz de gran trompeta, y los que escuchan esa voz vivifi-cante saldrán del sepulcro regocijándose. Y ellos reconocerán la voz que los despierta

a vida inmortal como la de Aquel que dijo: “Venid a mí, todos los trabajados y cargados,

y os daré descanso.” Es la voz de Aquel que estuvo con ojos llorosos en el sepulcro de

Lázaro, y quien lloró sobre Jerusalén, diciendo: “O Jerusalén, Jerusalén, que matas a los

profetas y apedreas a los que son enviados a ti, cuánto quise juntar tus hijos como la ga-

llina junta sus hijos bajo sus alas, y no quisisteis”.

VEUC:396. La voz de Juan resonó como una trompeta. Su comisión era: "Anuncia

a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado" (Isa. 58:1). No había recibi-

do educación en las escuelas humanas. Dios y la naturaleza habían sido sus maestros. En

la tarea de preparar el camino para el advenimiento de Cristo, se necesitaba a uno que

fuera tan valiente, como para hacer oír su voz al igual que los profetas de la antigüedad,

y amonestar a la nación degenerada, para que se arrepintiera.

2SP:47-48. La condición de asuntos del gobierno cuando empezó la obra de Juan, estaba

inestable. La discordia y la insurrección prevalecían cuando la voz de Juan se escu-

chó por vez primera como el sonido de una trompeta saliendo del desierto, ani-

mando los corazones de todos los que escuchaban con un poder nuevo y extraño. Juan valientemente denunció lo pecados del pueblo, diciendo: “Arrepentíos porque el

reino del cielo está cerca.” Multitudes respondieron a la voz del profeta y fueron al de-

sierto. Ellos vieron en el sencillo vestir y apariencia del profeta una semejanza a la des-

cripción de los antiguos videntes, y la opinión prevaleció de que él era uno de los profe-

tas levantados de los muertos.

RH, 29 de Abril de 1875. El Señor hizo de la ocasión del Sinaí una escena tremenda y

sublime, de acuerdo con su exaltado carácter. Los diez mandamientos fueron expresados

en medio de truenos y fuego, y en gran poder y gloria. La voz del Señor fue como

trompeta, aumentando más y más, y en pleno volumen fue bajando de la montaña.

La tierra tembló y se sacudió, y la misma montaña parecía estarse moviendo de su

cimiento. Los más valientes de Israel temblaron de miedo y cayeron sobre sus ros-

tros ante el Señor. La prepotente voz y la majestuosa gloria desplegada en la mon-

taña fueron para ellos lo más impresionante.

Versículo 11. “que dijo: "[Yo Soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo.] Escribe

Page 54: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 54

en un libro lo que veas, y envíalo a las siete iglesias: A Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiati-

ra, Sardis, Filadelfia y Laodicea".

YO SOY EL ALFA Y LA OMEGA. Véase EGW sobre 1:8.

HAp:467. Fue Cristo quien ordenó al apóstol que escribiera lo que le iba a ser reve-

lado. "Escribe en un libro lo que ves -le mandó,- y envíalo a las siete iglesias que

están en Asia; a Éfeso, y a Esmirna, y a Pérgamo, y a Tiatira, y a Sardis, Y a Fila-delfia, y a Laodicea." "Yo soy... el que vivo, y he sido muerto; y he aquí que vivo por

siglos de siglos... Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser des-

pués de éstas: el misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y los siete

candeleros de oro. Las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias; y los siete can-

deleros que has visto, son las siete iglesias". (Apoc. 1:11, 17-20).

Los nombres de éstas son un símbolo de la iglesia en diferentes períodos de la era cristiana. El número siete indica algo completo, y significa que los mensajes se extien-

den hasta el fin del tiempo, mientras que los símbolos usados revelan la condición de la

iglesia en diferentes períodos de la historia.

MM:37. El Señor espera que nuestros médicos hagan de la salvación de las almas su

obra primordial. Si ellos hablan y trabajan con Dios, en su amor y temor, recibirán ho-

jas del árbol de vida para dar a los que sufren. Su paz los acompañará, haciendo de ellos

mensajeros de paz.

No nos basta que sólo leamos las Escrituras. Hemos de pedir al Señor que llene nuestras

almas errantes con su Espíritu, y así podamos entender el significado de sus palabras.

Para poder ser beneficiados por la lectura de las palabras de Cristo, debemos hacer la co-

rrecta aplicación de las mismas a nuestro caso individual.

Se nos ha dado un mensaje que excede en importancia a cualquier otro mensaje

jamás encomendado a mortales. Este mensaje Cristo vino en persona a la isla de

Patmos para presentar a Juan. Él dijo a Juan que escribiera lo que vio y escuchó

durante la visión, para que las iglesias pudieran conocer lo que vendría sobre la

tierra. ¿Reconocen nuestros obreros médicos la importancia del mensaje de Apoca-

lipsis?....

HAp: . Muchos tienen la idea de que son responsables ante Cristo solo por la luz y ex-

periencia, y que no dependen de sus seguidores reconocidos en la tierra. Jesús es el

amigo de los pecadores, y su corazón simpatiza con el dolor de ellos. Tiene toda potes-

tad, tanto en el cielo como en la tierra; pero respeta los medios que ha dispuesto para la

iluminación y salvación de los hombres; dirige a los pecadores a la iglesia, que él ha

puesto como un medio de comunicar luz al mundo.

HAp:462. En los días de los apóstoles, los creyentes cristianos estaban llenos de celo

y entusiasmo. Tan incansablemente trabajaban por su Maestro que, en un tiempo

Page 55: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

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relativamente corto, a pesar de la terrible oposición, el Evangelio del reino se di-

vulgó en todas las partes habitadas de la tierra. El celo manifestado en ese tiempo

por los seguidores de Jesús fue registrado por la pluma inspirada como estímulo para

los creyentes de todas las épocas.

HAp:479-480. La iglesia es la agencia de Dios para la proclamación de la verdad,

facultada por él para hacer una obra especial; y si le es leal y obediente a todos sus

mandamientos, habitará en ella la excelencia de la gracia divina. Si manifiesta ver-

dadera fidelidad, si honra al Señor Dios de Israel, no habrá poder capaz de resistirle.

Versículo 12. “Me volví para ver quién hablaba conmigo. Y al volverme, vi siete cande-

labros de oro”.

PP:359. Al sur, estaba el candelero de siete brazos, con sus siete lámparas. Sus brazos

estaban decorados con flores exquisitamente labradas y parecidas a lirios; el conjunto es-

taba hecho de una pieza sólida de oro.

Versículo 13. “y entre los siete candelabros vi a uno semejante al Hijo del Hombre, ves-

tido de una ropa que llegaba hasta los pies. Tenía el pecho ceñido con una cinta de oro”.

HAp:465-466. Fue ricamente favorecido el discípulo amado. Había visto a su Maestro

en el Getsemaní con su rostro marcado con el sudor de sangre de su agonía; "tan desfi-

gurado, era su aspecto más que el de cualquier hombre, y su forma más que la de los hi-

jos de Adán". (Isa. 52:14, V. M.) Le había visto en manos de los soldados romanos, ves-

tido con el viejo manto purpúreo y coronado de espinas. Le había visto pendiendo de la

cruz del Calvario, siendo objeto de cruel burla y abuso. Ahora se le permite contem-

plar una vez más a su Señor. Pero, ¡cuán distinta es su apariencia! Ya no es varón

de dolores, despreciado y humillado por los hombres. Lleva vestiduras de brillantez

celestial. "Su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, como la nie-

ve; y sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al latón fino, ardientes como en un horno." (Apoc. 1:14-15). Su voz era como el estruendo de muchas aguas.

Su rostro brillaba como el sol. En su mano tenía siete estrellas, y de su boca salía una

espada aguda de dos filos, emblema del poder de su palabra. Patmos resplandeció con la

gloria del Señor resucitado.

"Y cuando yo le vi -escribió Juan,- caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra so-

bre mí, diciéndome: No temas". (Apoc. 1:17).

Juan fue fortalecido para vivir en la presencia de su Señor glorificado. Entonces

ante sus maravillados ojos fueron abiertas las glorias del cielo. Le fue permitido ver

el trono de Dios y, mirando más allá de los conflictos de la tierra, contemplar la hueste

de los redimidos con sus vestiduras blancas. Oyó la música de los ángeles del cielo, y los

cantos de triunfo de los que habían vencido por la sangre del Cordero y la palabra de su

testimonio. En la revelación que vio se desarrolló una escena tras otra de conmovedor

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Pág. 56

interés en la experiencia del pueblo de Dios, y la historia de la iglesia fue predicha hasta

el mismo fin del tiempo. En figuras y símbolos, se le presentaron a Juan asuntos de gran

importancia, que él debía registrar para que los hijos de Dios que vivían en su tiempo y

los que vivieran en siglos futuros pudieran tener una comprensión inteligente de los pe-

ligros y conflictos que los esperaban.

7CBA:966. La mano de la persecución cae pesadamente sobre el apóstol; es desterrado a

la isla de Patmos "por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo", y escri-

be: "Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor". Fue lleno de gozo inexpresable por-

que el cielo pareció estar abierto delante de él. Una voz le habló con tonos claros y dis-

tintos, y le dijo: "Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin". Dio media vuelta y con-

templó a su Maestro, con quien había caminado y conversado en Judea y sobre cu-

yo pecho se había recostado.

Pero, ¡oh, cómo había cambiado la apariencia del Señor! Juan lo había visto vesti-

do con un viejo manto de púrpura y coronado de espinas. Ahora estaba vestido con

un ropaje de brillo celestial y ceñido con un cinto de oro. Juan dice al escribir de su

apariencia: "Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus

ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en

un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas"...

SL:77-78. Juan trae a la memoria los maravillosos incidentes que ha visto en la vida de

Cristo. En imaginación nuevamente goza de las preciosas oportunidades con la cuales

una vez fue favorecido, y es grandemente confortado. Repentinamente su meditación

es interrumpida; se le habla en tonos distintos y claros. Se voltea para ver de dónde

viene la voz, y, ¡he aquí!, él ve a su Señor, a quien ha amado, con quien ha camina-

do y conversado, y cuyos sufrimientos en la cruz él ha atestiguado. ¡Pero cuán

cambiado es el rostro del Salvador! Él ya no es “varón de dolores y acostumbrado

al quebranto” (Isa. 53:3). Él no lleva las huellas de su humillación. Sus ojos son co-

mo llama de fuego; sus pies como bronce bruñido, así como brilla en el horno. Los tonos

de su voz son como el sonido musical de muchas aguas. Su rostro brilla como el sol en

su gloria meridiana. En su mano están siete estrellas, representando los ministros de la

iglesia.

2SAT:215-216. “El que camina en medio de los siete candeleros de oro.” La presen-

cia de Cristo está constantemente con su iglesia. Constantemente está impartiendo

conocimiento y gracia a sus representantes; y él espera que ellos impartan a otros los dones que ellos reciben. A sus discípulos él dice: “¡Id, id! Al estar los discípulos

con él justo antes de su ascensión, él les dio la comisión del evangelio. “Todo poder me

es dado en el cielo y en la tierra,” declaró él. “Id pues, y enseñad a todas las naciones,

bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo: enseñándoles que

guarden todo lo que os he mandado: y, he aquí, yo estoy con vosotros siempre, aun hasta

el fin del mundo.”

Page 57: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 57

17ML:242. Aquí, entonces, se presenta la obra del Redentor. Satanás estuvo al lado del

ángel como un adversario, para acusar a Josué como transgresor de la ley. Este ángel, el

que es nuestro Salvador, fue visto por Juan el Revelador, y representado como caminan-

do en medio de los siete candeleros de oro, vestido con ropaje llegando hasta los pies, y

ceñido del pecho con una vestimenta de oro. Cristo es representado en real ministerio

por su pueblo como lo fue Josué en el día de expiación a favor de los hijos de Israel.

AO:205. Estas palabras proceden de los labios de Alguien que no puede mentir. La des-

cripción revela eterna vigilancia. Cristo está en medio de los siete candeleros de oro,

caminando de iglesia en iglesia, de congregación en congregación, de corazón en cora-

zón. El que guarda a Israel no duerme ni descansa. Si el candelero fuera dejado al cui-

dado de agentes humanos, cuán a menudo la luz titilaría y se extinguiría. Pero Dios no

ha puesto a la iglesia en manos de hombres. Cristo, el que dio su vida por el mundo para

que todo aquel que en él cree no se pierda mas tenga vida eterna, es el genuino Guardián

de la casa. Es el Vigilante fiel y verdadero de los atrios del templo del Señor. Tenemos

motivos para agradecer a Dios porque no dependemos de la presencia de sacerdotes o

ministros terrenales. Somos guardados por el poder de Dios. La presencia y la gracia

de Cristo es el secreto de toda vida y luz.

RH, 31 de Mayo de 1887. Él camina en medio de los candeleros de oro. Así es simbo-

lizada la relación de Cristo con sus iglesias, y las estrellas son usadas para repre-

sentar sus ministros. Él es representado como caminando de aquí para allá entre

los candeleros de oro. Él está en comunión con su pueblo. Él conoce su verdadera

condición. Observa su orden, su vigilancia, su piedad, y su devoción; y toma placer

en ellos si ve manifiestos estos frutos. Aunque Cristo es mediador en el santuario

celestial, él camina de aquí para allá en medio de las iglesias en la tierra. Se pasea

de iglesia en iglesia, de congregación en congregación, de corazón a corazón. Él ob-

serva su real condición---lo que es omitido, lo que está en desorden, y lo que se necesita

hacer. Es representado como caminando, lo que significa sana preocupación, despertar,

y una vigilancia incansable. Él está observando si la luz de alguno de sus centinelas o

candeleros se está debilitando o apagando. Estos sub-pastores pueden dormir, pero el

que guarda a Israel ni se adormece ni duerme. Si estos candeleros fueran dejados al cui-

dado de poderes humanos, la llama débil languidecería y moriría. Pero él es el verdadero

vigilante de la casa, el incansable guardián de las cortes del templo. El continuo cuidado

y presencia y gracia sustentadora de Cristo son la fuente de toda vida y luz.

1888M:1019. Aquel que fue visto por Juan en visión en medio de los candeleros de

oro, se representa como caminando entre ellos, yendo de iglesia en iglesia, de con-

gregación en congregación y de corazón en corazón. Aquí se ve una vigilancia in-cansable. Mientras los sub-pastores pudieran dormir, o estar envueltos con asuntos de

poca importancia, el que guarda a Israel no se adormece ni duerme. Él es el verdadero

Page 58: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 58

Atalaya. La presencia y gracia sustentadora de Cristo son el secreto de toda luz y vida.

Somos guardados por el poder de Dios, mediante la fe, y eso no de nosotros mismos; es

el don de Dios. SpTAO2a:26.

5T:752-753. Esta visión fue dada a Ezequiel en un tiempo en que su mente estaba llena

de presentimientos lóbregos. Veía la tierra de sus padres desolada. La ciudad que había

estado llena de habitantes ya no los tenía. La voz de la alegría y el canto de alabanza no

se oían más en sus muros. El profeta mismo era forastero en un país extraño, donde

reinaban supremas la ambición ilimitada y la crueldad salvaje. Lo que veía y oía acerca

de la tiranía humana y el mal angustiaba su alma, y lloraba amargamente día y noche.

Pero los símbolos admirables presentados delante de él al lado del río Quebar, le revela-

ron un poder predominante que era más poderoso que el de los gobernantes terrenales.

Sobre los monarcas orgullosos y crueles de Asiria y Babilonia, se entronizaba el Dios de

misericordia y verdad.

Las complicadas ruedas que al profeta le parecían envueltas en confusión, estaban bajo

la dirección de una mano infinita. El Espíritu de Dios que, según la revelación, movía y

dirigía estas ruedas, sacaba armonía de la confusión; de tal manera que todo el mundo

estaba bajo su dominio. Miríadas de seres glorificados estaban listos para predominar a

su orden contra el poder y la política de los hombres malos, y reportar beneficio a sus

fieles.

De igual manera, cuando Dios estaba por revelar al amado Juan la historia de la

iglesia durante los siglos futuros, le reveló el interés y cuidada del Salvador por su

pueblo, mostrándole "uno semejante al Hijo del hombre," que andaba entre los

candeleros que simbolizaban a las siete iglesias. Mientras se le mostraban a Juan las

últimas grandes luchas de la iglesia con las potencias terrenales, también se le permitió

contemplar la victoria final y la liberación de los fieles. Vio a la iglesia en conflicto mor-

tífero con la bestia y su imagen, y la adoración de esa bestia impuesta bajo la pena de

muerte. Pero mirando más allá del humo y el estruendo de la batalla, contempló a una

hueste sobre el monte de Sión con el Cordero, llevando, en vez de la marca de la bestia,

"el nombre de su Padre escrito en sus frentes." Y también vio a "los que habían alcanza-

do la victoria de la bestia, y de su imagen, y de su señal, y del número de su nombre, es-

tar sobre el mar de vidrio, teniendo las arpas de Dios" (Apoc. 1:13; 14:1; 15:2), y can-

tando el himno de Moisés y del Cordero.

8T:263. Como ser personal, Dios se ha revelado en su Hijo. Jesús, el resplandor de

la gloria del Padre, "y la misma imagen de su sustancia" (Heb. 1:3), vino a esta tie-rra en forma de hombre. Como Salvador personal, vino al mundo. Como Salvador

personal, ascendió al cielo. Como Salvador personal, intercede en los atrios celestiales.

Ante el trono de Dios ministra en nuestro favor como "uno semejante al Hijo del hom-

bre." (Apoc. 1:13).

MC:326. Como ser personal, Dios se ha revelado en su Hijo. Esplendor de la gloria del

Page 59: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 59

Padre "y la misma imagen de su sustancia," Jesús, como Salvador personal, vino al

mundo. Como Salvador personal, ascendió también al cielo. Como Salvador personal,

intercede en las cortes celestiales. Ante el trono de Dios intercede en nuestro favor "Uno

semejante al Hijo del Hombre."(Heb. 1:3; Apoc. 1:13).

CS:681-682. Pronto aparecerán en el cielo signos pavorosos de carácter sobrenatural, en

prueba del poder milagroso de los demonios. Los espíritus de los demonios irán en bus-

ca de los reyes de la tierra y por todo el mundo para aprisionar a los hombres con enga-

ños e inducirlos a que se unan a Satanás en su última lucha contra el gobierno de Dios.

Mediante estos agentes, tanto los príncipes como los súbditos serán engañados. Surgirán

entes que se darán por el mismo Cristo y reclamarán los títulos y el culto que pertenecen

al Redentor del mundo. Harán curaciones milagrosas y asegurarán haber recibido del

cielo revelaciones contrarias al testimonio de las Sagradas Escrituras.

El acto capital que coronará el gran drama del engaño será que el mismo Satanás

se dará por el Cristo. Hace mucho que la iglesia profesa esperar el advenimiento

del Salvador como consumación de sus esperanzas. Pues bien, el gran engañador

simulará que Cristo habrá venido. En varias partes de la tierra, Satanás se mani-

festará a los hombres como ser majestuoso, de un brillo deslumbrador, parecido a

la descripción que del Hijo de Dios da San Juan en el Apocalipsis. (Apocalipsis

1:13-15.) La gloria que le rodee superará cuanto hayan visto los ojos de los morta-les. El grito de triunfo repercutirá por los aires: "¡Cristo ha venido! ¡Cristo ha venido!"

El pueblo se postrará en adoración ante él, mientras levanta sus manos y pronuncia una

bendición sobre ellos como Cristo bendecía a sus discípulos cuando estaba en la tierra.

Su voz es suave y acompasada aunque llena de melodía. En tono amable y compasivo,

enuncia algunas de las verdades celestiales y llenas de gracia que pronunciaba el Salva-

dor; cura las dolencias del pueblo, y luego, en su fementido carácter de Cristo, asegura

haber mudado el día de reposo del sábado al domingo y manda a todos que santifiquen

el día bendecido por él. Declara que aquellos que persisten en santificar el séptimo día

blasfeman su nombre porque se niegan a oír a sus ángeles, que les fueron enviados con

la luz de la verdad. Es el engaño más poderoso y resulta casi irresistible. Como los sa-

maritanos fueron engañados por Simón el Mago, así también las multitudes, desde los

más pequeños hasta los mayores, creen en ese sortilegio y dicen: "Este es el poder de

Dios llamado grande". (Hechos 8:10, V. N-C).

4CBA:1194. Nada menos que un personaje como el Hijo de Dios se apareció a Daniel.

Esta descripción es similar a la que presenta Juan cuando Cristo se le reveló en la isla de

Patmos. Ahora viene nuestro Señor con otro mensajero celestial para enseñarle a Daniel

lo que sucedería en los últimos días. Este conocimiento le fue dado a Daniel y ha sido

registrado por la Inspiración para nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los si-

glos (RH, 08-02-1881).

HAp:468. Se habla de Cristo como caminando en medio de los candeleros de oro.

Page 60: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 60

Así se simboliza su relación con las iglesias. Está en constante comunicación con su

pueblo. Conoce su real condición. Observa su orden, su piedad, su devoción. Aunque

es el sumo sacerdote y mediador en el santuario celestial, se le representa como cami-

nando de aquí para allá en medio de sus iglesias en la tierra. Con incansable desvelo y

constante vigilancia, observa para ver si la luz de alguno de sus centinelas arde débil-

mente o si se apaga. Si el candelero fuera dejado al mero cuidado humano, la vacilante

llama languidecería y moriría; pero él es el verdadero centinela en la casa del Señor, el

fiel guardián de los atrios del templo. Su cuidado constante y su gracia sostenedora son

la fuente de la vida y la luz.

PVGM:252-253. La ropa blanca de la inocencia era llevada por nuestros primeros pa-

dres cuando fueron colocados por Dios en el santo Edén. Ellos vivían en perfecta con-

formidad con la voluntad de Dios. Toda la fuerza de sus afectos era dada a su Padre ce-

lestial. Una hermosa y suave luz, la luz de Dios, envolvía a la santa pareja. Este manto

de luz era un símbolo de sus vestiduras espirituales de celestial inocencia. Si hubie-

ran permanecido fieles a Dios, habría continuado envolviéndolos. Pero cuando entró el

pecado, rompieron su relación con Dios, y la luz que los había circuido se apartó. Des-

nudos y avergonzados, procuraron suplir la falta de los mantos celestiales cosiendo hojas

de higuera para cubrirse.

Esto es lo que los transgresores de la ley de Dios han hecho desde el día en que Adán y

Eva desobedecieron. Han cosido hojas de higuera para cubrir la desnudez causada por la

transgresión. Han usado los mantos de su propia invención; mediante sus propias obras

han tratado de cubrir sus pecados y hacerse aceptables a Dios.

Pero esto no pueden lograrlo jamás. El hombre no puede idear nada que pueda ocupar el

lugar de su perdido manto de inocencia. Ningún manto hecho de hojas de higuera, nin-

gún vestido común a la usanza mundana, podrán emplear aquellos que se sienten con

Cristo y los ángeles en la cena de las bodas del Cordero.

Únicamente el manto que Cristo mismo ha provisto puede hacernos dignos de apa-

recer ante la presencia de Dios. Cristo colocará este manto, esta ropa de su propia

justicia sobre cada alma arrepentida y creyente. "Yo te amonesto -dice él- que de mí

compres... vestiduras blancas, para que no se descubra la vergüenza de tu desnudez".

YI, 11 de Agosto de 1886. Si habéis de sentaros a la mesa de Cristo y participar de

las provisiones que él ha proporcionado en la cena de las bodas del Cordero, debéis

tener una vestimenta especial, llamada el vestido de bodas, el cual es el manto blan-

co de la justicia de Cristo. Todo el que tiene esta vestimenta tiene derecho a entrar

en la ciudad de Dios; y si Jesús no hubiera deseado que tuvierais un lugar en las

mansiones que él ha ido a preparar para aquellos que le aman, él no hubiera, a tan

grande precio, hecho todos los arreglos para que fuerais felices y os sentarais en su

mesa y gozarais del hogar que él ha ido a preparar para su redimida familia. Vues-

tras propias vestimentas están sucias y vuestro propio carácter y hábitos son terrenales y

corruptos. Jesús desea que os quitéis esas vestimentas y os pongáis las vestiduras que él

Page 61: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 61

ha preparado para vosotros. ¿Os quitareis vuestras vestiduras de justicia propia y

aceptareis a Cristo Jesús como vuestro Salvador? Haciendo esto, aceptáis la justicia

del Señor Jesús, y rechazando vuestras propias vestimentas de pecado y corrupción, os

ponéis las vestimentas de la justicia de Cristo.

DTG:601. Así expresó Cristo su amor por sus discípulos. El espíritu egoísta de ellos le

llenó de tristeza, pero no entró en controversia con ellos acerca de la dificultad. En vez

de eso, les dio un ejemplo que nunca olvidarían. Su amor hacia ellos no se perturbaba ni

se apagaba fácilmente. Sabía que el Padre había puesto todas las cosas en sus manos, y

que él provenía de Dios e iba a Dios. Tenía plena conciencia de su divinidad; pero había

puesto a un lado su corona y vestiduras reales, y había tomado forma de siervo. Uno de

los últimos actos de su vida en la tierra consistió en ceñirse como siervo y cumplir la ta-

rea de un siervo.

DTG:16. Al condescender a tomar sobre sí la humanidad, Cristo reveló un carácter

opuesto al carácter de Satanás. Pero se rebajó aun más en la senda de la humillación.

"Hallado en la condición como hombre, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la

muerte, y muerte de cruz." Así como el sumo sacerdote ponía a un lado sus magníficas

ropas pontificias, y oficiaba en la ropa blanca de lino del sacerdote común, así también

Cristo tomó forma de siervo, y ofreció sacrificio, siendo él mismo a la vez el sacerdote y

la víctima. "El herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados: el casti-

go de nuestra paz sobre él".

RH, 4 de Enero de 1887. ¿Si yo profeso ser siervo de Cristo Jesús, debo seguir una nor-

ma mundana, y hacer que mi curso de acción sea tal que acuerde con las demandas del

mundo? ¿O debiera yo tomar por ejemplo a Aquel quien fue varón de dolores y acos-

tumbrado al quebranto, Aquel que tanto amó a la raza caída que puso de lado su

manto real, dejó las cortes reales del cielo, y bajó a este mundo de contaminación y

pecado, y tomó sobre sí la forma de hombre, y por amor a nosotros se hizo pobre,

para que nosotros mediante su pobreza fuésemos hechos ricos? ¿Qué haremos no-

sotros? ¿Tomaremos por ejemplo a Aquel que fue la luz del mundo, aunque el

mundo no le conoció? ¿O seguiremos tras el patrón del mundo?

Versículos 14-15. “Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve.

Sus ojos eran como llama de fuego. Sus pies eran semejantes al bronce bruñido, acriso-

lado en un horno. Y su voz era como estruendo de muchas aguas”.

PE:15-16. Pronto se volvieron nuestros ojos hacia el oriente, donde había aparecido una

nubecilla negra del tamaño de la mitad de la mano de un hombre, que era, según todos

comprendían, la señal del Hijo del hombre. En solemne silencio, contemplábamos cómo

iba acercándose la nubecilla, volviéndose cada vez más esplendorosa hasta que se con-

virtió en una gran nube blanca cuya parte inferior parecía fuego. Sobre la nube lucía el

Page 62: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

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arco iris y en torno de ella aleteaban diez mil ángeles cantando un hermosísimo himno.

En la nube estaba sentado el Hijo del hombre. Sus cabellos, blancos y rizados, le caían

sobre los hombros; y llevaba muchas coronas en la cabeza. Sus pies parecían de

fuego; en la mano derecha tenía una hoz aguda y en la izquierda llevaba una trom-

peta de plata. Sus ojos eran como llama de fuego, y escudriñaban de par en par a

sus hijos. Palidecieron entonces todos los semblantes y se tornaron negros los de

aquellos a quienes Dios había rechazado. Todos nosotros exclamamos: "¿Quién

podrá permanecer? ¿Está mi vestidura sin manchas?" Después cesaron de cantar los

ángeles, y por un rato quedó todo en pavoroso silencio cuando Jesús dijo: "Quienes ten-

gan las manos limpias y puro el corazón podrán subsistir. Bastaos mi gracia." Al escu-

char estas palabras, se iluminaron nuestros rostros y el gozo llenó todos los corazones.

Los ángeles pulsaron una nota más alta y volvieron a cantar, mientras la nube se acer-

caba a la tierra.

Versículo 16. “Tenía en su mano derecha siete estrellas, y de su boca salía una espada

aguda de dos filos. Su rostro era como el sol cuando resplandece en toda su fuerza”.

HAp:468. Cristo fue presentado como sosteniendo las siete estrellas en su mano derecha.

Esto nos asegura que ninguna iglesia que sea fiel a su cometido necesita temer la des-

trucción; porque ninguna estrella que tiene la protección del Omnipotente puede ser

arrancada de la mano de Cristo.

3ML:359. El Cristo de Patmos tenía en su mano derecha siete estrellas. Esto nos

asegura que ninguna iglesia que sea fiel a su cometido necesita temer el llegar a la

nada; pues ninguna estrella que tiene la protección del Omnipotente puede ser sa-

cada de la mano de Cristo. Si una estrella se separa de Dios y cae de su derrotero, otra

tomará su lugar. Nunca habrá menos que siete, este número siendo el símbolo divino de

aquello que está completo. MS 1, 1890.

6T:414. Aquellos que son como estrellas en la mano de Cristo recuerden que siempre

han de preservar una dignidad sagrada y santa. Son los representantes de Cristo. Senci-

llez en Cristo es la dignidad pura y sagrada de la verdad.

OE:13-14. Los ministros de Dios están simbolizados por las siete estrellas, las cuales

se hallan bajo el cuidado y protección especiales de Aquel que es el primero y el

postrero. Las suaves influencias que han de abundar en la iglesia están ligadas con estos

ministros de Dios, que han de representar el amor de Cristo. Las estrellas del cielo están

bajo el gobierno de Dios. Él las llena de luz. Él guía y dirige sus movimientos. Si no lo

hiciese, pasarían a ser estrellas caídas. Así sucede con sus ministros. No son sino ins-

trumentos en sus manos, y todo el bien que pueden hacer se realiza por su poder.

Es para honor suyo para lo que Cristo hace a sus ministros una bendición mayor para la

iglesia de lo que son las estrellas para el mundo, por medio de la obra del Espíritu Santo.

Page 63: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

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El Salvador ha de ser su eficiencia. Si quieren mirar a él como él miraba a su Padre, ha-

rán sus obras. A medida que ellos dependan más y más de Dios, él les dará su resplandor

para que lo reflejen sobre el mundo.

6T:418. Los que sirven a Dios deben manifestar ánimo y firmeza en la obra de salvar

almas. Recordemos que hay quienes perecerán a menos que nosotros, como instru-

mentos de Dios, obremos con resolución inquebrantable. Debemos depender de con-

tinuo del trono de la gracia.

Es inexcusable que la fe de nuestras iglesias sea tan débil. "Tornaos a la fortaleza, o pre-

sos de esperanza". (Zac. 9:12). En Cristo hay fuerza para nosotros. Él es nuestro Aboga-

do ante el Padre. Envía sus mensajeros a todas partes de su dominio para comunicar su

voluntad a su pueblo. Anda en medio de sus iglesias. Desea santificar, elevar y ennoble-

cer a sus discípulos. La influencia de los que creen verdaderamente en él será un sabor

de vida en el mundo. Él tiene las estrellas en su diestra y es su propósito dejar que,

por intermedio de ellas, su luz brille para el mundo. Desea preparar así a su pueblo

para un servicio más sublime en la iglesia celestial. Nos ha confiado una gran obra.

Hagámosla con exactitud y resolución. Demostremos por nuestra vida lo que la verdad

ha hecho para nosotros.

8T:23. Cristo envía a sus mensajeros a toda parte de su dominio para comunicar su vo-

luntad a sus siervos. Él anda en medio de sus iglesias. Desea santificar, elevar y enno-

blecer a quienes le siguen. La influencia de los que creen en él, será en el mundo un sa-

bor de vida para vida. Cristo tiene las estrellas en su diestra, y es su propósito dejar

brillar por intermedio de ellas su luz para el mundo. Así desea preparar a su pueblo

para un servicio más elevado en la iglesia celestial. Nos ha confiado una gran obra. Ha-

gámosla fielmente. Demostremos en nuestra vida lo que la gracia divina puede hacer por

la humanidad.

Ev:104. Es la verdad desnuda la que, como espada aguda de dos filos que corta de am-

bos lados.

CW:13. Hay tiempos cuando se requieren palabras de reprensión y amonestación. Aque-

llos que se encuentran fuera del camino recto deben ser despertados para que vean su

peligro. Debe darse un mensaje que los despierte del letargo que tiene atados sus senti-

dos. Debe llevarse a cabo una renovación moral, no sea que las almas perezcan en sus

pecados. Que el mensaje de la verdad, como espada de dos filos, se abra paso hacia

el corazón. Háganse apelaciones que despierten a los incautos, y que hagan que las

mentes necias y distraídas regresen de nuevo a Dios.

[SpTA10] 9. Verdad práctica debe ser introducida a la vida, y la palabra como es-

pada de dos filos debe cortar el exceso del yo que allí existe en nuestros caracteres.

“La palabra de Dios es viva y eficaz, y más aguda que una espada de dos filos, llegando

Page 64: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

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aun hasta dividir el espíritu y el alma, y las coyunturas y el tuétano; y discierne los pen-

samientos e intenciones del corazón”.

B Echo, 2 de Septiembre de 1895. Pablo dice de la palabra escrita que también es

“viva y eficaz, y más aguda que cualquier espada de dos filos, llegando aun hasta

dividir el espíritu y el alma, y de las coyunturas y el tuétano, y discierne los pensa-

mientos y las intenciones del corazón.” Convence a la razón, llega directamente a la

conciencia, y obra efectivamente en el corazón que no tiene barreras contra la ver-dad. Pues es la palabra de Dios, de la cual es dicho: “Tampoco existe criatura alguna

que no está manifiesta a su vista; sino que todas las cosas están abiertas a los ojos de

Aquel con quien estamos tratando”.

PE:51. Contemplé entonces la pureza y hermosura de Jesús. Su ropaje era más blanco

que el blanco más deslumbrante. No hay lengua alguna que pueda describir su gloria y

ensalzada belleza. Todos los que guarden los mandamientos de Dios entrarán por las

puertas en la ciudad, y tendrán derecho al árbol de la vida y a estar siempre en la presen-

cia de Jesús, cuyo rostro brilla más que el sol al mediodía.

DTG:111. Había entre la multitud algunos de los que en ocasión del bautismo de Cristo

habían contemplado la gloria divina y oído la voz de Dios. Pero desde entonces el aspec-

to del Salvador había cambiado mucho. En ocasión de su bautismo, habían visto su

rostro transfigurado por la luz del cielo; ahora, pálido, cansado y demacrado, fue

reconocido únicamente por el profeta Juan.

CS:735. En la ciudad de Dios "no habrá ya más noche." Nadie necesitará ni deseará des-

canso. No habrá quien se canse haciendo la voluntad de Dios ni ofreciendo alabanzas a

su nombre. Sentiremos siempre la frescura de la mañana, que nunca se agostará. "No ne-

cesitan luz de lámpara, ni luz del sol; porque el Señor Dios los alumbrará." (Apoc. 22:5,

V.M.) La luz del sol será sobrepujada por un brillo que sin deslumbrar la vista ex-

cederá sin medida la claridad de nuestro mediodía. La gloria de Dios y del Cordero

inunda la ciudad santa con una luz que nunca se desvanece. Los redimidos andan

en la luz gloriosa de un día eterno que no necesita sol.

HAp:94. Temerosos y casi cegados por la intensidad de la luz, los compañeros de Saulo

oían la voz, pero no veían a nadie. Sin embargo, Saulo comprendió lo que se le decía, y

se le reveló claramente que quien hablaba era el Hijo de Dios. En el glorioso Ser que

estaba ante él, reconoció al Crucificado. La imagen del Salvador quedó para siem-

pre grabada en el alma del humillado judío. Las palabras oídas conmovieron su cora-

zón con irresistible fuerza. Su mente se iluminó con un torrente de luz que esclareció la

ignorancia y el error de su pasada vida, y le demostró la necesidad que tenía de la ilumi-

nación del Espíritu Santo.

Page 65: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

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Versículo 17. “Cuando lo vi, caí como muerto a sus pies. Pero él puso su mano derecha

sobre mí, y me dijo: "¡No temas! Yo Soy el Primero y el Ultimo”.

SL:78. Juan, quien tanto ha amado a su Señor, y quien firmemente se ha apegado a

la verdad frente al encarcelamiento, los azotes, y la amenaza de muerte, no puede

soportar la excelente gloria de la presencia de Cristo, y cae postrado a la tierra co-

mo muerto. Jesús entonces pone su mano sobre la postrada forma de su siervo, di-

ciendo: “No temas;...Yo soy el que vive, y fue muerto; y, he aquí, vivo para siem-pre” (Apoc. 1:17-18). Juan fue fortalecido para vivir en la presencia de su Señor glorifi-

cado, y entonces fueron presentados delante de él en visión santa los propósitos de Dios

para las edades futuras. Las gloriosas atracciones del hogar celestial le fueron mostradas.

Se le permitió contemplar el trono de Dios y ver la redimida multitud vestida de mantos

blancos. Escuchó la música de los ángeles celestiales, y los cantos de triunfo de los que

habían vencido por la sangre del Cordero y la palabra de su testimonio.

CS:524. Y cuando más tarde el Hijo de Dios apareció para instruirle, Daniel dijo: "Mi

lozanía se me demudó en palidez de muerte, y no retuve fuerza alguna." (Dan. 9:18, 15,

20; 10:8, V.M.)

CS:524-525. Cuando Job oyó la voz del Señor de entre el torbellino, exclamó: "Me abo-

rrezco, y me arrepiento en el polvo y la ceniza". (Job 42:6). Cuando Isaías contempló la

gloria del Señor, y oyó a los querubines que clamaban: "¡Santo, santo, santo es Jehová

de los ejércitos!" dijo abrumado: "¡Ay de mí, pues soy perdido!" (Isa. 6:3, 5, V.M.) Des-

pués de haber sido arrebatado hasta el tercer cielo y haber oído cosas que no le es dado

al hombre expresar, San Pablo habló de sí mismo como del "más pequeño de todos los

santos". (2 Cor. 12:2-4; Efe. 3:8). Y el amado Juan, el que había descansado en el pe-

cho de Jesús y contemplado su gloria, fue el que cayó como muerto a los pies del

ángel. (Apoc. 1:17).

No puede haber glorificación de sí mismo, ni arrogantes pretensiones de estar libre de

pecado, por parte de aquellos que andan a la sombra de la cruz del Calvario. Harta cuen-

ta se dan de que fueron sus pecados los que causaron la agonía del Hijo de Dios y des-

trozaron su corazón; y este pensamiento les inspira profunda humildad. Los que viven

más cerca de Jesús son también los que mejor ven la fragilidad y culpabilidad de la hu-

manidad, y su sola esperanza se cifra en los méritos de un Salvador crucificado y resuci-

tado.

5T:467. "Si permaneciere la obra de alguno... recibirá recompensa". (1 Cor. 3:14). Glo-

riosa será la recompensa concedida cuando los fieles obreros se reúnan en derredor del

trono de Dios y del Cordero. Cuando, en su estado mortal, Juan contempló la gloria de

Dios, cayó como muerto; no pudo soportar la visión. Pero cuando los hijos de Dios ha-

yan recibido la inmortalidad, le verán "como él es". (1 Juan 3:2). Estarán delante del

trono, aceptos en el Amado. Todos sus pecados habrán sido borrados, todas sus trans-

Page 66: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 66

gresiones expiadas. Entonces podrán mirar sin velo la gloria del trono de Dios. Habrán

participado con Cristo en sus sufrimientos, habrán trabajado con él en el plan de la

salvación, y participarán con él del gozo de ver las almas salvadas en el reino de

Dios, para alabar allí a Dios durante toda la eternidad.

Versículo 18. "Y Soy el que vivo. Estuve muerto, pero ahora vivo por los siglos de si-

glos. Y tengo las llaves de la muerte y del sepulcro”.

7CBA:967. [Se cita Apoc. l:18-20]. Estas son afirmaciones admirables, solemnes y sig-

nificativas. Aquel que es la Fuente de toda misericordia y de todo perdón, de toda paz y

gracia, el que existe por sí mismo, el Eterno e inmutable, fue quien visitó a su siervo

desterrado en la isla llamada Patmos (MS 81, 1900).

TM:95. Esta es precisamente la obra que el Señor se ha propuesto que realice el mensaje

que él ha dado a sus siervos en la mente y en el corazón de todo agente humano. Es la

vida perpetua de la iglesia el que sus miembros amen a Dios en forma suprema, y amen

a los demás como se aman a sí mismos. Había sólo poco amor a Dios o al hombre, y

Dios dio a sus mensajeros precisamente lo que el pueblo necesitaba. Los que recibie-

ron el mensaje fueron grandemente bendecidos, porque vieron los brillantes rayos

del sol de Justicia, y surgieron vida y esperanza en sus corazones. Contemplaban a

Cristo. "No temas es la eterna seguridad que nos da -: Yo soy... el que vivo, y he si-

do muerto; y he aquí que vivo por siglos de siglos". "Porque yo vivo, y vosotros también viviréis". Los creyentes aplican la sangre del inmaculado Cordero de Dios a

su propio corazón. Mirando al gran símbolo, podemos decir: "Cristo es el que mu-

rió; más aún, el que también resucitó, quien además está a la diestra de Dios, el que

también intercede por nosotros". El Sol de Justicia brilla en nuestros corazones para

dar el conocimiento de la gloria de Jesucristo. Acerca de la función del Espíritu Santo el

Señor dice: "Él me glorificará: porque tomará de lo mío y os lo hará saber". El salmista

ofrece esta oración: "Purifícame con hisopo, y seré limpio: Lávame, y seré emblanque-

cido más que la nieve... Crea en mí, o Dios, un corazón limpio; y renueva un espíritu

recto dentro de mí. No me eches de delante de ti; y no quites de mi tu santo espíritu.

Vuélveme el gozo de tu salud; y el espíritu libre me sustente. Enseñaré a los prevarica-

dores tus caminos; y los pecadores se convertirán a ti".

DTG:286-287. Jesús cambió el pesar de la madre en gozo cuando le devolvió su hijo; sin

embargo, el joven no fue sino restaurado a esta vida terrenal, para soportar sus tristezas,

sus afanes, sus peligros, y para volver a caer bajo el poder de la muerte. Pero Jesús con-

suela nuestra tristeza por los muertos con un mensaje de esperanza infinita: "Yo

soy... el que vivo, y he sido muerto; y he aquí que vivo por siglos de siglos.... Y tengo

las llaves del infierno y de la muerte". "Así que, por cuanto los hijos participaron de

carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por la muerte al que tenía

el imperio de la muerte, es a saber, al diablo, y librar a los que por el temor de la muerte

Page 67: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 67

estaban por toda la vida sujetos a servidumbre".

Satanás no puede retener los muertos en su poder cuando el Hijo de Dios les orde-

na que vivan. No puede retener en la muerte espiritual a una sola alma que con fe

reciba la palabra de poder de Cristo. Dios dice a todos los que están muertos en el pecado: "Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos." Esa palabra es

vida eterna. Como la palabra de Dios, que ordenó al primer hombre que viviera, sigue

dándonos vida; como la palabra de Cristo: "Mancebo, a ti digo, levántate," dio la vida al

joven de Naín, así también aquella palabra: "Levántate de los muertos," es vida para el

alma que la recibe. Dios "nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al

reino de su amado Hijo". En su palabra, todo nos es ofrecido. Si la recibimos, tenemos

liberación.

"Y si el Espíritu de Aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que

levantó a Cristo Jesús de los muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales por

su Espíritu que mora en vosotros." "Porque el mismo Señor con aclamación, con voz de

arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucita-

rán primero: luego nosotros, los que vivimos, los que quedamos, juntamente con ellos

seremos arrebatados en las nubes a recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre

con el Señor." Tales son las palabras de consuelo con que él nos invita a que nos conso-

lemos unos a otros.

DTG:446-447. Aunque ascendió a la presencia de Dios y comparte el trono del universo,

Jesús no ha perdido nada de su naturaleza compasiva. Hoy el mismo tierno y simpati-

zante corazón está abierto a todos los pesares de la humanidad. Hoy las manos que fue-

ron horadadas se extienden para bendecir abundantemente a su pueblo que está en el

mundo. "No perecerán para siempre, ni nadie las arrebatará de mi mano." El alma que

se ha entregado a Cristo es más preciosa a sus ojos que el mundo entero. El Salvador ha-

bría pasado por la agonía del Calvario para que uno solo pudiera salvarse en su reino.

Nunca abandona a un alma por la cual murió. A menos que sus seguidores escojan

abandonarle, él los sostendrá siempre.

En todas nuestras pruebas, tenemos un Ayudador que nunca nos falta. El no nos deja so-

los para que luchemos con la tentación, batallemos contra el mal, y seamos finalmente

aplastados por las cargas y tristezas. Aunque ahora esté oculto para los ojos mortales,

el oído de la fe puede oír su voz que dice: No temas; yo estoy contigo. Yo soy "el

que vivo, y he sido muerto; y he aquí que vivo por siglos de siglos". He soportado

vuestras tristezas, experimentado vuestras luchas, y hecho frente a vuestras tenta-

ciones. Conozco vuestras lágrimas; yo también he llorado. Conozco los pesares de-

masiado hondos para ser susurrados a ningún oído humano. No penséis que estáis solita-

rios y desamparados. Aunque en la tierra vuestro dolor no toque cuerda sensible alguna

en ningún corazón, miradme a mí, y vivid. "Porque los montes se moverán, y los colla-

dos temblarán; mas no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz vacilará,

dijo Jehová, el que tiene misericordia de ti.

Page 68: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 68

DTG:488-489. Con compasión humana y divina, Jesús miró el rostro entristecido y

acongojado de Marta. Esta no tenía deseo de relatar lo sucedido; todo estaba expresado

por las palabras patéticas: "Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no fuera muerto."

Pero mirando aquel rostro lleno de amor, añadió: "Mas también sé ahora, que todo lo

que pidieres de Dios, te dará Dios".

Jesús animó su fe diciendo: "Resucitará tu hermano." Su respuesta no estaba destinada a

inspirar esperanza en un cambio inmediato. Dirigía el Señor los pensamientos de Marta

más allá de la restauración actual de su hermano, y los fijaba en la resurrección de los

justos. Lo hizo para que pudiese ver en la resurrección de Lázaro una garantía de la resu-

rrección de todos los justos y la seguridad de que sucedería por el poder del Salvador.

Marta contestó: "Yo sé que resucitará en la resurrección en el día postrero."

Tratando todavía de dar la verdadera dirección a su fe, Jesús declaró: "Yo soy la resu-

rrección y la vida." En Cristo hay vida original, que no proviene ni deriva de otra.

"El que tiene al Hijo, tiene la vida". La divinidad de Cristo es la garantía que el

creyente tiene de la vida eterna". El que cree en mí --dijo Jesús-- aunque esté muer-

to, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees eso?"

Cristo miraba hacia adelante, a su segunda venida. Entonces los justos muertos serán re-

sucitados incorruptibles, y los justos vivos serán trasladados al cielo sin ver la muerte. El

milagro que Cristo estaba por realizar, al resucitar a Lázaro de los muertos, representaría

la resurrección de todos los justos muertos. Por sus palabras y por sus obras, se declaró

el Autor de la resurrección. El que iba a morir pronto en la cruz, estaba allí con las llaves

de la muerte, vencedor del sepulcro, y aseveraba su derecho y poder para dar vida eter-

na.

ML:349. Tenemos un Salvador viviente y resucitado. Él rompió las cadenas de la

tumba después de haber estado allí por tres días, y en triunfo proclamó sobre el se-pulcro abierto de José, “Yo soy la resurrección, y la vida.” Y él viene. ¿Estamos pre-

parados para recibirle? ¿Estamos listos para que si nos toca morir, lo podemos hacer con

la esperanza en Cristo?...

El Dador de la Vida pronto ha de venir...para romper las cadenas de la tumba. Él ha de sacar de allí a los cautivos... Los últimos pensamientos que tuvieron fueron del

sepulcro y de la tumba, pero ahora ellos proclaman: “O muerte, ¿dónde está tu aguijón?

O sepulcro, ¿dónde está tu victoria? Los dolores de la muerte fueron lo último que sin-

tieron.... Cuando despiertan todo el dolor se ha ido. “O sepulcro, ¿dónde está tu victoria?

Aquí se encuentran, y el toque final de inmortalidad les es puesto, y suben para encon-

trar al Señor en el aire. Los portales de la ciudad de Dios se abren sobre sus bisagras,....

y los rescatados de Dios entran pasando los querubines y serafines. Cristo les da la bien-

venida y pronuncia sobre ellos su bendición. “Bien hecho, buen siervo y fiel:.... entra en

el gozo de tu Señor.” ¿Qué es ese gozo? Él ve el trabajo de su alma, y queda satisfecho...

Aquí se encuentra uno a favor del cual en las horas de la madrugada intercedimos delan-

te de Dios. Allí está uno con quien hablamos en el lecho de la muerte, y él descansó su

desamparada alma en Jesús. Aquí está uno que era un pobre ebrio. Procuramos hacer

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que fijara su vista en Aquel que es poderoso para salvar, y le dijimos que Cristo podía

darle la victoria. Se ven las coronas de gloria inmortal sobre sus cabezas.

Allí no existe el chasco, ningún pesar, ningún pecado, nadie dirá, “Estoy enfermo.” Allí

no se ve el séquito fúnebre, ningún llanto ni muerte, o separación, o corazones quebran-

tados; y Jesús está allí, allí hay paz.... ¡En su presencia hay plenitud de gozo, a su diestra

hay placeres eternos!

1MS:96. Los gergesenos deseaban que Cristo los dejara. Los de Capernaum lo recibie-

ron, y entre ellos él efectuó maravillosos milagros.

Cristo tiene todo el poder en el cielo y en la tierra. El es el gran Médico a quien debemos

acudir cuando sufrimos alguna enfermedad física o espiritual. Mostró que poseía absolu-

to dominio sobre los vientos y las olas y sobre los poseídos de demonios. Le han sido

dadas las llaves de la muerte y del infierno [sepulcro]. Le fueron sujetados los prin-

cipados y las potestades, aun estando en su humillación . . . ¿Por qué no ejerceremos mayor fe en el Médico divino? Como trabajó para el paralítico,

así actuará hoy en favor de los que lo buscan para su curación. Tenemos gran necesidad

de más fe. Estoy alarmada cuando veo la falta de fe entre los nuestros. Necesitamos ir

directamente a la presencia de Cristo, creyendo que curará nuestras dolencias físicas y

espirituales

PR:180-181. Con un mensaje de esperanza infinita Jesús consuela nuestro pesar por

los que fallecieron: "De la mano del sepulcro los redimiré, librarélos de la muerte.

Oh muerte, yo seré tu muerte; y seré tu destrucción, oh sepulcro". (Oseas 13:14).

"Y el que vivo, y he sido muerto; y he aquí que vivo por siglos de siglos... y tengo las llaves del infierno y de la muerte." (Apoc. 1:18). "Porque el mismo Señor con

aclamación, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los

muertos en Cristo resucitarán primero: luego nosotros, los que vivimos, los que queda-

mos, juntamente con ellos seremos arrebatados en las nubes a recibir al Señor en el aire,

y así estaremos siempre con el Señor." (1 Tes. 4:16-17).

CS:231. La miserable carreta en que lo llevaban, las miradas de enojo que le echa-

ban sus perseguidores, la muerte espantosa que le esperaba -nada de esto le impor-

taba; el que vive, si bien estuvo muerto, pero ahora vive para siempre y tiene las

llaves de la muerte y del infierno, estaba a su lado. El semblante de Berquin estaba

radiante de luz y paz del cielo. Vestía lujosa ropa, y llevaba "capa de terciopelo, justillo

de raso y de damasco, calzas de oro". D'Aubigné, Histoire de la Réformation au temps

de Calvin, lib. 2, cap. 16. Iba a dar testimonio de su fe en presencia del Rey de reyes y

ante todo el universo, y ninguna señal de duelo empañaba su alegría.

DTG:286-287. Satanás no puede retener los muertos en su poder cuando el Hijo de

Dios les ordena que vivan. No puede retener en la muerte espiritual a una sola alma

que con fe reciba la palabra de poder de Cristo. Dios dice a todos los que están

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Pág. 70

muertos en el pecado: "Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos." Esa palabra es vida eterna. Como la palabra de Dios, que ordenó al primer hombre que

viviera, sigue dándonos vida; como la palabra de Cristo: "Mancebo, a ti digo, levántate,"

dio la vida al joven de Naín, así también aquella palabra: "Levántate de los muertos," es

vida para el alma que la recibe. Dios "nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y

trasladado al reino de su amado Hijo." En su palabra, todo nos es ofrecido. Si la recibi-

mos, tenemos liberación.

2T:271. A través de todas vuestras pruebas, que nunca han sido plenamente reveladas a

otros, habéis tenido un Amigo que no falla, el cual ha dicho: “Yo estoy con vosotros

siempre, aun hasta el fin del mundo.” Mientras estuvo sobre la tierra, siempre fue tocado

por el dolor humano. Aunque ahora ha ascendido al Padre, y es adorado por los ángeles

quienes prestamente obedecen sus mandatos, su corazón, que amó, sintió lástima, y sim-

patizó, no conoce cambio. Permanece un corazón de ternura incambiable. Ese mismo Je-

sús estuvo atento a todas vuestras pruebas, y no os abandonó en vuestra lucha contra las

tentaciones, las batallas contra el mal, para que finalmente fueseis quebrantados con car-

gas y tristezas. Mediante sus ángeles os susurró: “‘No temáis, pues yo estoy contigo’.

‘Yo soy el que vive, y estuve muerto; y, he aquí, vivo para siempre.’ Conozco tus

pesares; los he soportado. Estoy familiarizado con tus luchas; las he experimenta-

do. Conozco tus tentaciones; las he enfrentado. He visto tus lágrimas; yo también he llo-

rado. Tus esperanzas terrenales están destruidas; pero dejad que el ojo de la fe se alce y

penetre el velo, y allí afínquense vuestras esperanzas. La seguridad eterna será vuestra

de que tenéis un Amigo que está más cercano que un hermano”.

O mi querida hermana, si tan sólo pudierais ver, como yo he visto, los caminos y obras

de Dios manifestadas a través de todas vuestras perplejidades y pruebas en la primer par-

te de vuestra experiencia, cuando oprimida por la mano de la pobreza, no le olvidaríais,

sino que vuestro amor aumentaría, vuestro celo en promover Su gloria sería incansable.

ML:47. El Espíritu Santo habría de descender sobre aquellos que aman a Cristo. Me-

diante esto estarían calificados, por y en la glorificación de su Cabeza, para recibir todo

don necesario para el cumplimiento de su misión. El Dador de la Vida sostuvo en su

mano no sólo las llaves de la muerte sino todo un cielo de ricas bendiciones. Todo

poder en el cielo y la tierra le fue dado, y habiendo ocupado su lugar en las cortes

del cielo, podía dispensar estas bendiciones a todo el que le recibe. La iglesia fue

bautizada con el poder del Espíritu. Los discípulos fueron preparados para salir y pro-

clamar a Cristo, primero en Jerusalén, donde la vergonzosa obra de deshonrar al legíti-

mo Rey había sido hecha; y luego hasta lo último de la tierra. La evidencia de la entroni-

zación de Cristo en su obra intercesora fue dada.

ST, 16 de Abril de 1902. A los discípulos, justo antes de la crucifixión, Cristo dijo: “El

que me ama será amado de mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.” Jesús leyó el

futuro de los discípulos. Él vio a uno llevado a la mazmorra, a otro a la cruz, uno exilia-

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do a las solitarias rocas del mar, otros bajo amenaza de persecución y muerte. Los animó

con la promesa de que en cada prueba él estaría con ellos. Esa promesa no ha perdido su

fuerza. El Señor conoce todo respecto a sus fieles siervos quienes por su causa están en

la prisión o que son desterrados a solitarias islas. Él los conforta con su propia presencia.

Cuando a causa de la verdad el creyente se encuentra en el juicio de tribunales de

injusticia, Cristo está a su lado. Cristo es condenado nuevamente en la persona de

su discípulo. Cuando alguno es encarcelado tras las paredes de prisión, Cristo

inunda el corazón con su amor. Cuando alguno atraviesa la muerte por su causa,

Cristo dice: “Yo soy el que vive y estuvo muerto; y, he aquí, yo vivo para siem-

pre,...y tengo las llaves del infierno y de la muerte.” La vida que es sacrificada por

mí es preservada para la gloria eterna.

Versículo 19. “"Escribe lo que has visto, lo que ahora es, y lo que ha de suceder des-

pués”.

Ev:476. Su error ha sido el siguiente: No bien Ud. inicia una serie de reuniones de evan-

gelización, comienza a escribir mucho. Ahora bien, si su parte en la obra consiste en

escribir, si Dios le ha dicho tal como ordenó a Juan: "Escribe estas cosas", entonces dedíquese a eso, y no trate de hacer otra cosa. Si Ud. debe pronunciar discursos, su

mente no es suficientemente vigorosa, aunque sea intensamente activa, para soportar la

tensión de hablar, realizar visitas y escribir. Ud. debiera dejar descansar su mente en

gran medida cuando se dedica a la tarea de presentar ante la gente verdades nuevas y

alarmantes, cuya aceptación incluye una cruz. Ud. debe elegir cuidadosamente su tema,

hacer sus discursos cortos y presentar con toda claridad los puntos doctrinales importan-

tes. . .

Para tener éxito en esta obra debe hacer una cosa a la vez, concentrar sus facultades so-

bre una sola tarea. Ud. ha errado con relación a esto. Cuando comienza a dar una serie

de discursos haga que esos discursos sean su preocupación principal. No comience a es-

cribir cartas y artículos para los periódicos, porque Ud. divide sus fuerzas al hacerlo así.

El pastor ____ y el pastor ____ fueron corregidos en esto. El Señor me mostró que la

obra importante de presentar la verdad estaba sufriendo en sus manos; ni la mitad de la

fuerza era aplicada a su trabajo, porque dedicaban demasiado tiempo a escribir cartas.

La obra de visitación es la parte importante de la tarea; pero esos hermanos ocupa-

ban su tiempo escribiendo casi constantemente, lo cual los fatigaba, ocupaba su tiempo y

no ayudaba a presentar la verdad, más bien entorpecía esa tarea. Privaban a la gente de

una exposición clara y convincente de la Escritura y se descuidaba la parte devocional

de la obra...

Versículo 20. "El misterio de las siete estrellas que viste en mi mano derecha, y de los

siete candelabros de oro es éste: Las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y

los siete candelabros son las siete iglesias".

Page 72: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 72

OE:13-15. Desde su ascensión, Cristo, la gran cabeza de la iglesia, ha llevado a cabo su

obra en el mundo por medio de embajadores escogidos, mediante los cuales habla a los

hijos de los hombres, y atiende a sus necesidades. La posición de aquellos que han sido

llamados por Dios a trabajar en palabra y doctrina para la edificación de su iglesia, está

rodeada de grave responsabilidad. Ocupan ellos el lugar de Cristo, en la obra de exhortar

a hombres y mujeres a reconciliarse con Dios; y únicamente en la medida en que reciban

de lo alto sabiduría y poder podrán cumplir su misión.

Los ministros de Dios están simbolizados por las siete estrellas, la cuales se hallan

bajo el cuidado y protección especiales de Aquel que es el primero y el postrero.

Las suaves influencias que han de abundar en la iglesia están ligadas con estos mi-nistros de Dios, que han de representar el amor de Cristo. Las estrellas del cielo es-

tán bajo el gobierno de Dios. El las llena de luz. El guía y dirige sus movimientos. Si

no lo hiciese, pasarían a ser estrellas caídas. Así sucede con sus ministros. No son sino

instrumentos en sus manos, y todo el bien que pueden hacer se realiza por su poder.

Es para honor suyo para lo que Cristo hace a sus ministros una bendición mayor para la

iglesia de lo que son las estrellas para el mundo, por medio de la obra del Espíritu Santo.

El Salvador ha de ser su eficiencia. Si quieren mirar a él como él miraba a su Padre, ha-

rán sus obras. A medida que ellos dependan más y más de Dios, él les dará su resplan-

dor para que lo reflejen sobre el mundo.

Guardias Espirituales

Los ministros de Cristo son los guardianes espirituales de la gente confiada a su cuidado.

Su obra ha sido comparada a la de los centinelas. En los tiempos antiguos, se colocaban

a menudo centinelas en las murallas de las ciudades, donde, desde puntos ventajosamen-

te situados, podía su mirada dominar importantes puntos que habían de ser guardados, a

fin de advertir la proximidad del enemigo. De la fidelidad de estos centinelas dependía

la seguridad de todos los habitantes. A intervalos fijos debían llamarse unos a otros, para

asegurarse de que no dormían y de que ningún mal les había acontecido. El clamor de

ánimo o advertencia se transmitía de uno a otro, repetido por cada uno hasta que reper-

cutía en todo el contorno de la ciudad.

A cada ministro suyo declara el Señor: "Tú pues, hijo del hombre, yo te he puesto por

atalaya a la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca, y los apercibirás de mi parte.

Diciendo yo al impío: Impío, de cierto morirás; si tú no hablares para que se guarde el

impío de su camino, el impío morirá por su pecado, mas su sangre yo la demandaré de tu

mano. Y si tú avisares al impío de su camino para que él se aparte, . . . tú libraste tu vi-

da".

RH, 31 de Mayo de 1887. Aquí los ministros de justicia están simbolizados por las

siete estrellas, las cuales están bajo el cuidado y protección especial del Primero y el Último. El Señor Jesucristo está familiarizado con el número de las estrellas. Él las lla-

ma por su nombre, ata la dulce influencia de la Pléyades, y desata las cuerdas del Orión.

Los ministros del evangelio de Cristo son de mayor bendición a la iglesia que lo que

son las estrellas para nuestro mundo. Todo está en manos de Dios. Él dirige sus

Page 73: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

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movimientos y dispone de ellas en los diferentes orbes en sus posiciones. Las llena

con luz e influencia. Él las sostiene, pues de otra manera serían estrellas sin rumbo. Son

instrumentos en sus manos, y todo el bien que hagan es hecho por Su mano y mediante

el poder de su Espíritu.

RH, 31 de Mayo de 1887. La obra del ministro representada por las siete estrellas es

una obra sagrada y elevada. Cuando él entretiene la idea de que su trabajo consiste en

sermonear, entonces pasa de alto, y de seguro olvida, la obra que gira sobre al pastor de

la grey. Es su trabajo encargarse de ella, supervisar las ovejas, arreglar de tal forma los

elementos de la iglesia de modo que cada uno tenga algo que hacer.

RH, 5 de Febrero de 1914. “El mensaje del Señor a Israel mediante Amós fue: “Así dice

el Señor a la casa de Israel: "Buscadme, y viviréis.

"No busquéis a Betel, ni entréis en Gilgal, ni paséis a Beerseba; porque Gilgal irá en

cautiverio, y Betel será deshecha. "Buscad al Eterno, y vivid. No sea que él envíe fuego

a la casa de José y la consuma, sin haber en Betel quien lo apague, "vosotros que con-

vertís el juicio en ajenjo y echáis por tierra la justicia". Él hizo las Pléyades y el Orión, y

vuelve las tinieblas en mañana, y oscurece el día en noche; él llama al agua del mar y la

derrama sobre la tierra, el Eterno es su Nombre.”

LAS SIETE ESTRELLAS SON LOS SIETE ÁNGELES DE LAS SIETE IGLESIAS.

Véase también EGW sobre 1:16.

HAp:467. Los nombres de éstas son un símbolo de la iglesia en diferentes períodos de la

era cristiana. El número siete indica algo completo, y significa que los mensajes se ex-

tienden hasta el fin del tiempo, mientras que los símbolos usados revelan la condición de

la iglesia en diferentes períodos de la historia.

1MS:433-434. Hablé a los hermanos de Otsego acerca de los versículos 4 y 5 del segun-

do capítulo de Apocalipsis: "Tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda,

por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no,

vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepenti-

do" (Apoc. 2:4-5). Aquellos a quienes se dirigieron estas palabras tenían muchas

excelentes cualidades que son reconocidas por el Testigo fiel. "Pero dice él tengo

contra ti, que has dejado tu primer amor". Aquí hay una necesidad que tendrá que

ser suplida. Todas las otras virtudes no compensan esta deficiencia. Cristo aconseja

a la iglesia: "Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras

obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres

arrepentido... El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que vencie-

re, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios" (Apoc.

2:4-7) .

En estas palabras hay amonestaciones, reproches, amenazas, promesas del Testigo fiel,

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del que tiene las siete estrellas en su diestra. "Las siete estrellas son los ángeles de las

siete iglesias, y los siete candeleros que has visto son las siete iglesias" (Apoc. 1:20).

Comentario Bíblico Adventista:

1.

Revelación.

Gr. apokálupsis, "descubrimiento" (ver p. 733). "La revelación de Jesucristo" puede con-

siderarse como el título que Juan le dio a este libro. Este título niega categóricamente el

concepto de que el Apocalipsis es un libro sellado y por lo tanto no puede ser entendido.

Contiene un mensaje que Dios se propuso que sus "siervos" en la tierra deberían oír y

guardar (verso 3), y no podrían hacerlo a menos que primero lo entendiesen.

De Jesucristo.

Tanto en griego como en español estas palabras pueden significar que el Apocalipsis es

una revelación que se origina en Jesús o que lo revela a él. El contexto parece implicar

que la primera interpretación es en este caso la principal, porque es la revelación "que

Dios le dio, para manifestar a sus siervos". Al mismo tiempo debe recordarse la verdad

del segundo significado, porque este libro revela a Jesús en su obra celestial después de

su ascensión. En este sentido el Apocalipsis en realidad complementa a los Evangelios.

Estos registran el ministerio de Jesús en la tierra; el Apocalipsis revela su obra en el plan

de la redención a partir de ese tiempo. Cf. cap. 19:10. En cuanto a los nombres de Jesús

y Cristo, ver com. Mat. l: l.

Le dio.

Desde la entrada del pecado toda comunicación entre el cielo y la tierra ha sido por me-

dio de Cristo (PP 382).

Siervos.

Gr. dóulos, "esclavo" (ver com. Rom. l:l). Los primeros cristianos a menudo se desig-

naban a sí mismos como "esclavos".

Que deben suceder pronto.

El pensamiento de que los diversos acontecimientos predichos en el libro del Apocalip-

sis debían suceder en un futuro cercano se declara específicamente siete veces: "Las co-

sas que deben suceder pronto" (cap. l: l; 22:6), "el tiempo está cerca" (cap. 1:3) y "He

aquí [o 'ciertamente'] yo vengo pronto" (cap. 3:11; 22:7, 12, 20). También hay referen-

cias indirectas a la misma idea (cap. 6:11; 12:12; 17:10). La respuesta personal de Juan

a estas declaraciones del pronto cumplimiento del propósito divino fue: "Amén; sí, ven,

Señor Jesús" (cap. 22:20). Por lo tanto, el concepto de la inminencia del regreso de Je-

sús se halla explícito e implícito a través de todo el libro.

La segunda venida de Cristo es el gran acontecimiento culminante del antiquísimo con-

flicto entre el bien y el mal que comenzó cuando Lucifer puso en tela de juicio el carác-

ter y el gobierno de Dios. Las declaraciones en el Apocalipsis y en otros pasajes bíblicos

respecto a la inminencia del retorno de Cristo, deben entenderse dentro de los límites de

este gran conflicto. Dios podría haber aniquilado con toda justicia a Lucifer cuando con

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Pág. 75

obstinada impenitencia persistió en su rebelión; pero la sabiduría divina difirió la exter-

minación del mal hasta que la naturaleza y los resultados del pecado se hiciesen plena-

mente visibles para los habitantes del universo (PP:21-23). En cualquiera de los diversos

momentos cruciales de la historia de este mundo, la justicia divina podría haber prego-

nado " ¡Hecho está!", y Cristo podría haber venido para inaugurar su reino de justicia.

Hace mucho tiempo que podría haber culminado sus planes para la redención de este

mundo. Así como se ofreció a Israel la oportunidad de preparar el camino para el reino

eterno de Dios en la tierra cuando ese pueblo se estableció en la tierra prometida, y nue-

vamente cuando volvió de su destierro en Babilonia, así también le dio a la iglesia de los

tiempos apostólicos el privilegio de completar la comisión evangélica. Otra oportunidad

semejante llegó con el gran despertar del segundo advenimiento en el siglo XIX. Pero en

todos esos casos, el pueblo escogido de Dios no supo aprovechar la oportunidad que le

fue ofrecida con tanta bondad.

El movimiento adventista, animado por el consejo inspirado, esperaba que Cristo viniese

muy pronto después de 1844. Cuando Jesús aún no había aparecido a fines del siglo, se

recordó repetidas veces a los creyentes adventistas que el Señor podría haber venido an-

tes de ese tiempo (3JT:73; 8T:115-116; 3JT:297; DTG:587-588; CS:511). Cuando se le

pidió a Elena G. de White que explicara por qué el tiempo había continuado más de lo

que sus primeros testimonios parecían indicar, respondió: "¿Cómo es el caso del testi-

monio de Cristo y de sus discípulos? ¿Estaban engañados?... Los ángeles de Dios en sus

mensajes para los hombres representan el tiempo como muy corto... ¿Pero ha fallado la

Palabra de Dios? ¡Nunca! Debe recordarse que las promesas y las amenazas son igual-

mente condicionales" (1MS:76-77).

Por lo tanto, es claro que aunque la segunda venida de Cristo no depende de ninguna

condición, las repetidas declaraciones de las Escrituras de que su venida era inminente

estaban condicionadas por la respuesta de la iglesia a la exhortación de que terminara la

obra de predicar el Evangelio en su generación. No ha fallado la Palabra de Dios que

declaró hace siglos que el día de Cristo "se acerca" (Rom. 13:12). Jesús hubiera venido

muy pronto si la iglesia hubiese hecho la obra que se le encomendó. La iglesia no tenía

derecho a esperar a su Señor porque no había cumplido con las condiciones. Ver

Ev:503-505.

De modo que las declaraciones del ángel del Apocalipsis a Juan respecto a la inminencia

del regreso de Cristo para poner fin al reinado del pecado, deben ser entendidas como

una expresión de la voluntad de Dios y de su propósito. Dios nunca ha pensado en de-

morar la consumación del plan de salvación; siempre ha expresado su voluntad de que el

regreso de nuestro Señor no se retarde mucho.

Estas declaraciones no deben entenderse en términos de la presciencia de Dios de que

habría una demora tal, ni tampoco a la luz de la perspectiva histórica de lo que en reali-

dad ha sucedido en la historia del mundo desde ese tiempo. Es verdad que Dios sabía de

antemano que la venida de Cristo sería demorada unos dos mil años; pero cuando envió

sus mensajes a la iglesia por intermedio de los apóstoles, expresó esos mensajes en tér-

minos de su voluntad y propósito respecto a dicho acontecimiento para que su pueblo es-

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tuviese informado de que, en la providencia divina, no había necesidad de una demora.

Por consiguiente, las siete declaraciones del Apocalipsis respecto a la proximidad de la

venida de Cristo deben entenderse como una expresión de la voluntad y el propósito de

Dios, como promesas expresadas condicionalmente, y no como declaraciones basadas en

el conocimiento previo de Dios. En este hecho debe hallarse sin duda la armonía entre

los pasajes que exhortan a estar preparados para la pronta venida de Cristo y aquellos

períodos proféticos que revelan cuán distante se halla en realidad el día de nuestro Señor

Jesucristo.

La declaró.

Gr. semáino, "señalar", "indicar", "dar señal"; "declaró", "explicó".

Ángel.

Gr. ággelos, "mensajero". Los ángeles frecuentemente cumplen la función de ser porta-

dores de revelaciones divinas (cf. Dan. 8:16; 9.21; Luc. 1:19, 26, etc.). Este ángel ha si-

do identificado como Gabriel (ver com. Luc. l:19).

Juan.

Es decir, Juan el apóstol (ver pp. 733-738; cf. com. Mar. 3:17). El Apocalipsis es el úni-

co libro de Juan en el que éste se identifica por nombre (ver t. V, p. 869; cf. 2 Juan l; 3

Juan l).

2.

Ha dado testimonio.

Mejor "dio testimonio". Gr. marturéo, "dar testimonio", "testificar". El pretérito (emar-

túr'sen) muestra que el autor se refiere a lo que está por escribir desde el punto de vista

de sus lectores, para quienes la acción ya sería algo pasado cuando recibieran el mensa-

je. Las epístolas de Pablo (ver com. Gál. 6:11; Fil. 2:25) presentan numerosos ejemplos

de este uso del pretérito; lo mismo se ve en escritos de autores griegos y romanos anti-

guos. Esta costumbre se consideraba como un acto de cortesía para el lector. Juan decla-

ra que es testigo, que da testimonio de todo lo que Dios te había revelado.

Palabra.

Gr. lógos, "palabra", "declaración", "mensaje", "oráculo" (ver com. Juan 1:1).

De Dios.

Es decir, que se origina en Dios, o es hablada por Dios. Juan se refiere a "la revelación

de Jesucristo, que Dios le dio" (verso l). "La palabra de Dios", "el testimonio de Jesús",

y "todas las cosas que ha visto", se refieren a lo mismo: a "la revelación" del verso 1.

El testimonio de Jesucristo.

Puede referirse a que el libro del Apocalipsis es un mensaje proveniente de Jesús o acer-

ca de Jesús (ver com. verso l). El contexto favorece la primera interpretación; pero, por

supuesto, es ambas cosas.

Los versos 1 y 2 tipifican un típico paralelismo invertido, en el cual las líneas primera y

cuarta son paralelas, y la segunda es paralela a la tercera:

"La revelación de Jesucristo,

que Dios le dio...

La palabra de Dios....

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del testimonio de Jesucristo".

Ha visto.

Mejor "vio". Vocablos que significan comunicación y percepción visual, aparecen 73

veces en el Apocalipsis; y palabras que denotan comunicación y percepción auditiva, 38

veces. El Apocalipsis es un informe real de lo que Juan vio y oyó mientras estaba en vi-

sión.

3.

Bienaventurado.

Gr. makários, "feliz" (ver com. Mat. 5:3). Algunos sugieren que aquí puede haber una

alusión a Luc. 11:28.

El que lee.

Sin duda es una referencia en primer lugar a la persona que se escogía en la iglesia anti-

gua para leer en público los escritos sagrados. Juan anticipa la lectura pública del libro

que ahora dirige a "las siete iglesias que están en Asia" (verso 4), en la presencia de los

miembros reunidos de cada congregación (cf. Col. 4:16; 1 Tes. 5:27). Esta práctica cris-

tiana refleja la costumbre judía de leer "la ley y los profetas" en la sinagoga cada sábado

(Hechos 13:15, 27; 15:21; etc.; ver t. V, pp. 59-60). La orden implícita de que se leyera

el Apocalipsis en las iglesias de Asia sugiere que sus mensajes eran aplicables a la igle-

sia en los días de Juan (ver com. Apoc. 1:11).

Los que oyen.

O sea los miembros de iglesia. Nótese que hay sólo un lector en cada iglesia, pero hay

muchos que "oyen" lo que se lee. La bendición que acompañaba la lectura del Apocalip-

sis en las "siete iglesias" de la provincia romana de Asia, pertenece a todos los cristianos

que leen este libro con el deseo de comprender más perfectamente las verdades que allí

se registran.

Esta profecía.

La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto "la profecía". Algunos sugieren que

Juan pide aquí específicamente que se le dé igual oportunidad a la lectura del Apocalip-

sis como a los libros proféticos del AT, los cuales se leían en la sinagoga cada sábado.

Aunque la palabra "profecía", como se usa en la Biblia, se refiere a un mensaje específi-

co de Dios, sea cual fuere su naturaleza (ver com. Rom. 12:6), el libro de Apocalipsis

puede ser llamado acertadamente una profecía en el sentido más estricto porque es una

predicción de acontecimientos futuros.

Guardan.

La flexión del verbo en griego implica la observancia habitual de las admoniciones de

este libro como una norma de vida. Ver com. Mat. 7:21-24.

Escritas.

Mejor "han sido escritas", con el sentido de que "permanecen escritas".

Tiempo.

Gr. kairós, "tiempo", con el significado de un momento particular, una ocasión propicia,

un tiempo establecido de antemano para un acontecimiento particular (ver com. Mar.

l:15). Este "tiempo" que "está cerca" es el tiempo para el cumplimiento de "las cosas en

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ella escritas", "las cosas que deben suceder pronto" de Apoc. 1:1 (ver este com.). La in-

minencia de esos acontecimientos es el motivo para observar atentamente "las palabras

de esta profecía". Por lo tanto, el Apocalipsis es de importancia muy especial para los

que creen que "el tiempo" de la venida de Cristo "está cerca". Compárese con la Nota

Adicional de Romanos 13.

Está cerca.

Como vivimos en los últimos momentos del "tiempo", las profecías del Apocalipsis tie-

nen una importancia capital para nosotros. "Especialmente Daniel y Apocalipsis deben

recibir atención como nunca antes en la historia de nuestra obra" (TM:112). "Los solem-

nes mensajes que en el Apocalipsis se dieron en su orden, deben ocupar el primer lugar

en el pensamiento de los hijos de Dios" (3JT:279).

"Al libro de Daniel se le quita el sello en la revelación que se le hace a Juan" (TM:115).

Mientras que el libro de Daniel presenta a grandes rasgos los sucesos de los últimos días,

el libro de Apocalipsis da vívidos detalles acerca de dichos sucesos, de los cuales ahora

se declara que están "cerca".

4.

Juan.

Ver com. verso l. El hecho de que el escritor no sienta la necesidad de una mayor identi-

ficación, demuestra que era bien conocido en las iglesias "en Asia". Es también un tes-

timonio de la autenticidad del libro porque es de esperar que otro escritor que no fuera

Juan, a quien los creyentes "en Asia" conocían por este nombre, pretendiera tener auto-

ridad y poder. La sencillez con que el escritor se refiere a sí mismo coincide con la hu-

milde actitud del escritor del Evangelio de Juan (ver t. V, p. 869).

A las siete iglesias.

Desde aquí hasta el fin del cap. 3, el Apocalipsis se parece por su forma a una carta anti-

gua, o más bien a una serie de cartas. Esta sección epistolar es una introducción al resto

del libro, que se caracteriza por una sucesión de visiones dramáticas. Para un comenta-

rio sobre el uso del número "siete" en el Apocalipsis y acerca de las siete iglesias, ver

com. cap. 1:11.

Asia.

Es decir, la provincia romana de Asia, territorio de unos 500 Km. de este a oeste y 420

Km. de norte a sur, en la parte occidental de Asia Menor, en la actual república de Tur-

quía (ver t. VI, mapa frente a p. 33). En los tiempos helenísticos esa región se transfor-

mó en el importante reino de Pérgamo, destacado centro de la cultura helenística. En

cuanto a las circunstancias en que Pérgamo se convirtió en la provincia romana de Asia,

ver t. V, p. 37. Asia siguió siendo un centro importante de la cultura greco-romana en los

tiempos del NT. Pablo pasó muchos meses allí (Hechos 18:19-21; 19:1, 10), y el éxito

de sus labores en esa región es evidente porque tres de sus epístolas fueron dirigidas a

los cristianos que vivían en ese territorio (Efesios, Colosenses, Filemón). Su primera

Epístola a Timoteo, que estaba entonces a cargo de la iglesia de Éfeso y tal vez de las

iglesias de toda la provincia, es una prueba de que allí había una comunidad cristiana

bien establecida. Pablo era el apóstol de los gentiles, y es probable que los miembros de

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estas iglesias de la provincia romana de Asia fueran en su mayoría gentiles.

Después de que la congregación cristiana de Jerusalén fue esparcida poco antes de 70

d.C., parece que Asia aumentó en importancia como centro del cristianismo. Sin duda se

debió a la presencia y dirección del apóstol Juan quien, según la tradición, residía en

Éfeso y viajaba por la región circundante, "aquí para nombrar obispos, allí para poner en

orden iglesias enteras, y allá para ordenar a los que eran indicados por el Espíritu" (Cle-

mente de Alejandría, ¿Quién es el rico que se salvará? xiii). Esta declaración parece re-

flejar una relación íntima entre el apóstol y las iglesias de Asia.

Gracia y paz.

Ver com. Rom. 1:7; 2 Cor. 1:2. Se ha sugerido que este saludo derivó de una combina-

ción del saludo común griego jáirein, "salud" (como en Sant. l:l), y el saludo hebreo sha-

lom, en su equivalente griego eir'en', "paz".Jáirein probablemente tiene relación con

járis, "gracia", el término más religioso que se usa aquí. "Gracia" y "paz" aparecen co-

múnmente en los saludos de las antiguas epístolas cristianas, y juntas sin duda constitu-

yen una forma característica de saludo de la iglesia apostólica (Rom. 1:7; 1 Cor. 1:3; 2

Cor. 1:2; Gál. 1:3; Efe. 1:2; Fil. l:2; Col. 1:2; 1 Tes. l:l; 2 Tes. l:2; 1 Tim. 1:2; 2 Tim.

1:2; Tito 1:4; File. 3; 1 Pedro 1:2; 2 Pedro 1:2; 2 Juan 3).

Del que es.

Gr. ho on, "el que es", expresión sin duda tomada de Éxo. 3:14 según la LXX, donde se

usa para traducir el nombre divino YO SOY. Esta expresión implica, como en hebreo,

existencia de Dios sin límite alguno de tiempo. El texto griego presenta un error grama-

tical, pues a la preposición apó, "de parte de", "del", debe seguir el caso genitivo y no el

nominativo, que se usa aquí. Sin embargo, esto no demuestra que Juan ignoraba la gra-

mática; su negativa de declinar en griego la palabra que representa al Ser divino quizá

fue una manera sutil de destacar la absoluta inmutabilidad de Dios. Por el contexto de

los verso 4 y 5 es claro que la frase en cuestión se refiere al Padre.

Que era.

Dios ha existido desde toda la eternidad (Salmo 90:2).

Que ha de venir.

O "el que viene". La tríada "que es", "que era" y "que ha de venir" indica que la tercera

frase es un sustituto futuro del verbo, que equivale a decir "que será". Se ha sugerido

que también se refiere a la segunda venida de Cristo. Esta interpretación, verbalmente

posible, no concuerda con el contexto, el cual muestra que éste no era el pensamiento

del autor.

La referencia al Padre expone su eternidad y declara que el mismo Ser que ahora conti-

nuamente existe, siempre ha existido y siempre existirá. La existencia personal de Dios

trasciende al tiempo, pero una eternidad infinita sólo puede ser expresada en palabras

humanas por medio de términos limitados y temporales como los que aquí emplea Juan.

Siete espíritus.

En cuanto al significado del número "siete" en el Apocalipsis, ver com. verso 1 l. Estos

siete espíritus también se describen como siete lámparas de fuego (cap. 4:5) y como los

siete ojos del Cordero (cap. 5:6). La relación de los "siete espíritus" con el Padre y con

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Cristo, como que también fueran la fuente de la gracia y paz del cristiano, implica que

representan al Espíritu Santo. El nombre de "siete" tal vez es una expresión simbólica de

su perfección, y también puede implicar la variedad de dones por medio de los cuales

obra en los seres humanos (1 Cor. 12:4-11; cf. Apoc. 3:1).

Delante de su trono.

Es decir, delante del trono "del que es, y que era y que ha de venir". Esta posición tal vez

signifique disposición para un servicio inmediato. Ver com. cap. 4:2-5.

5.

Jesucristo.

Ver com. verso 1. Los otros miembros de la Deidad ya han sido mencionados en el verso

4.

Testigo fiel.

En el texto griego este título está en aposición con "Jesucristo", que aparece en el caso

genitivo-ablativo. Normalmente estas palabras deberían estar en el mismo caso; sin em-

bargo quedan, como el título divino para el Padre (ver com. verso 4), aquí en caso nomi-

nativo, sin cambio ninguno. Algunos sugieren que Juan implica así la divinidad de Cris-

to y su igualdad con el Padre (ver Nota Adicional de Juan 1). Cristo es el "testigo fiel"

porque es el representante perfecto del carácter, la mente y la voluntad de Dios delante

de la humanidad (ver com. Juan 1:1, 14). Su vida sin pecado en la tierra y su muerte

como sacrificio testifican de la santidad del Padre y de su amor (Juan 14:10; ver com.

cap. 3:16).

Primogénito.

Gr. protótokos, "primogénito" (ver com. Mat. 1:25; Rom. 8:29; cf. com. Juan 1:14). Je-

sús no fue cronológicamente el primero que resucitó de entre los muertos, pero puede

considerarse como el primero en el sentido de que todos los que resucitaron antes y des-

pués de él, fueron liberados de las ataduras de la muerte sólo en virtud del triunfo de

Cristo sobre el sepulcro. Su poder para poner su vida y para volverla a tomar (Juan

10:18) lo coloca en una posición superior a todos los otros hombres que hayan salido al-

guna vez de la tumba, y lo caracteriza como el origen de toda vida (Rom. 14:9; 1 Cor.

15:12-23; ver com. Juan 1:4, 7-9). Este título, como el que sigue, refleja el pensamiento

de Salmo 89:27.

Soberano.

O "gobernante". Este mundo pertenece legítimamente a Cristo. Cristo triunfó sobre el

pecado y recobró la heredad que perdió Adán, y es el gobernante legítimo de la humani-

dad (Col. 2:15; cf. Col. 1:20; Apoc. 11:15). En el día final todos los seres humanos lo

reconocerán como tal (Apoc. 5:13). Pero ya sea que se lo reconozca o no, Cristo ha to-

mado el dominio de los asuntos terrenales para el cumplimiento de su propósito eterno

(ver com. Dan. 4:17). El plan de la redención, que se ha convertido en una verdad histó-

rica mediante su vida, muerte y resurrección, ha ido avanzando paso tras paso hacia el

gran día del triunfo definitivo. Ver Apoc. 19:15-16.

Que nos amó.

La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto "que nos ama" (BJ, BA, BC). El amor

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de Dios, revelado en Jesucristo, es ahora un hecho histórico; pero él "nos ama" ahora

tanto como cuando entregó la dádiva suprema de su Hijo.

Lavó.

La evidencia textual favorece la variante "soltó"; "libertó" (BA). Esta diferencia sin duda

surgió por la similitud entre las palabras griegas lóuo, "lavar", y lúo, "soltar". Ser "solta-

do" de los pecados es ser libertado del castigo y del poder del pecado (ver com. Juan

3:16; Rom. 6:16-18, 21-22).

Con su sangre.

O "por su sangre", es decir por la muerte de Cristo en la cruz. Fue un sacrificio vicario

(ver com. Isa. 53:4-6; cf. DTG:16).

6.

Reyes y sacerdotes.

La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto "un reino, sacerdotes" (BC), quizá una

alusión a Éxo. 19:6 (cf. Apoc. 5:10). Cristo ha constituido a su iglesia en un "reino" y a

sus miembros individuales en sacerdotes. Ser miembro del reino es ser "sacerdote".

Compárese con el "real sacerdocio" de 1 Pedro 2:9. Los que han aceptado la salvación

en Cristo, constituyen un reino cuyo rey es Cristo. Es una referencia al reino de la gracia

divina en los corazones de los seres humanos (ver com. Mat. 4:17). Un sacerdote puede

ser considerado como uno que presenta ofrendas a Dios (cf. Heb. 5: l; 8:3), y en este

sentido todo cristiano tiene el privilegio de presentar "sacrificios espirituales" -oración,

intercesión, acción de gracias, gloria- a Dios (1 Pedro 2:5, 9). Como cada cristiano es un

sacerdote, puede acercarse a Dios personalmente, sin la mediación de otro ser humano, y

también acercarse -interceder- por otros. Cristo es nuestro mediador (1 Tim. 2:5), nues-

tro gran "sumo sacerdote", y por medio de él tenemos el privilegio de llegarnos "confia-

damente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno

socorro" (Heb. 4:15-16).

A él sea gloria.

Literalmente "a él la gloria" (BJ, BC, NC), es decir, a Cristo (verso 5). El artículo defi-

nido que acompaña al sustantivo sugiere una gloria específica, quizá la gloria total. Para

un comentario sobre dóxa, la palabra que se traduce "gloria", ver com. Rom. 3:23.

Imperio.

El atribuirle "imperio" a Cristo es reconocerlo como el gobernante legítimo del univer-

so. Después de la resurrección recibió "toda potestad... en el cielo y en la tierra" (ver

com. Mat. 28:18). Cristo merece la alabanza siempre continua de la humanidad como

agradecimiento por su triunfo sobre el pecado y la muerte (Col. 2:15). Satanás había

puesto en tela de juicio el derecho de Cristo a la "gloria" y al "imperio", pero éstos per-

tenecen legítimamente a Cristo. Con esta doxología o atribución de alabanza, termina

Juan el saludo en su carta (Apoc. 1:4-6).

Por los siglos de los siglos.

Gr. eis tóus aionás ton aionon, "para los siglos de los siglos" y por lo tanto, "para siem-

pre". En cuanto a la palabra aion, ver com. Mat. 13:39. Juan no percibe límite alguno de

tiempo al derecho de Cristo a la "gloria e imperio".

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Amén.

Ver com. Mat. 5:18.

7.

He aquí que viene.

Después de terminar el saludo en el verso 6, Juan anuncia el tema del Apocalipsis: la se-

gunda venida de Cristo. Esta es la meta hacia la cual se mueve todo lo demás. Es signifi-

cativo que Juan use el tiempo presente, "que viene", con lo cual destaca la certeza del

acontecimiento, quizá también su inminencia (ver com. verso 1).

Con las nubes.

Ver com. Hechos 1:9-11.

Traspasaron.

Gr. ekkentéo. Esta palabra la usa Juan en su Evangelio (cap. 19:37) cuando cita a Zac.

12:10. Los traductores de la LXX sin duda se equivocaron al leer en Zac. 12:10 la pala-

bra hebrea daqaru, "traspasaron", como raqadu, "danzaron en triunfo", y así la tradujeron

al griego. El Evangelio de Juan es el único en donde se registra que el costado de Jesús

fue herido por un lanzazo (Juan 19:31-37). Este punto de similitud entre los dos libros es

una evidencia indirecta de que el Apocalipsis fue escrito por la misma mano que redactó

el cuarto Evangelio. Aunque Juan sin duda escribe en griego, no tiene en cuenta la LXX

en ambos casos, y da una traducción correcta del hebreo. La afirmación de Apoc. 1:7

claramente implica que los responsables de la muerte de Cristo serán levantados de entre

los muertos para presenciar su venida en gloria (ver com. Dan. 12:2). Durante su enjui-

ciamiento Jesús advirtió a los dirigentes judíos en cuanto a este temible suceso (Mat.

26:64).

Lamentación.

Literalmente "se cortarán", referencia a la costumbre antigua de cortar o herir el cuerpo

como señal de tristeza. En sentido figurado, como aquí, describe el dolor más bien que la

acción física de herirse el cuerpo. Refleja el remordimiento que se apoderará de los im-

píos (ver com. Jer. 8:20).

8.

Yo soy.

Gr. ego eimí (ver com. Juan 6:20).

El Alfa y la Omega.

La primera letra y la última del alfabeto griego; es como si dijéramos: "desde la A hasta

la Z". La frase indica integridad, plenitud, y tiene el mismo significado que "el principio

y el fin, el primero y el último" (cap. 22:13). En este caso el que habla es "el Señor, el

que es y que era y que ha de venir", identificado como Dios el Padre (ver com. cap. 1:4);

sin embargo, en los versos 11-18 la expresión "el Alfa y la Omega" se identifica clara-

mente con Cristo, quien también declara que es "el primero y el último". En el cap.

22:13 la frase "el Alfa y la Omega" se refiere a Cristo, lo que es evidente por el verso 16.

El Padre y el Hijo comparten estos atributos eternos (ver Nota Adicional de Juan 1).

Principio y fin.

La evidencia textual favorece (cf. p. 10) la omisión de estas palabras aquí y en el verso

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11, pero su inclusión en el cap. 22:13 está establecida.

El Señor.

La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto "Señor Dios" (BJ, BA, BC, NC).

Que es.

Ver com. verso 4.

Todopoderoso.

Gr. pantokrátor, "omnipotente". El título se repite con frecuencia en el Apocalipsis (cap.

4:8; 11:17; 15:3; 16:7, 14; 19:6, 15; 21:22). En Oseas 12:5 (LXX) se usa pantokrátor pa-

ra traducir la palabra hebrea tseba'oth, "ejércitos", comúnmente usada con Yahweh co-

mo un apelativo de Dios (ver t. 1, p. 182). Este título recalca la omnipotencia de Dios.

Cf. 1 Sam. 1:11; Isa. 1:9; Jer. 2:19; Amós 9:5.

9.

Yo Juan.

Ver pp. 733-738.

Copartícipe vuestro en la tribulación.

Sin duda Juan no era el único que sufría persecución en ese tiempo.

El reino.

Es decir, el reino de la gracia divina (ver com. Mat. 4:17). "Es necesario que a través de

muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios" (Hechos 14:22).

Paciencia.

La raíz del vocablo quiere decir "permanecer debajo". "Paciencia" indica aquí "aguante",

"perseverancia", el ejercicio del dominio propio para poder soportar una situación difícil,

cuando con sólo negar la fe se podría evitar la presión de la persecución. Los cristianos

tienen en Cristo fuerza suficiente para "aguantar" "en Jesús". Ver com. Rom. 2:7; Apoc.

14:12.

De Jesucristo.

La evidencia textual favorece (cf. p. 10) el texto "en Jesús" (BJ, BA, BC, NC). La pa-

ciencia es una relación vital con él.

Estaba.

Mejor "vine a estar", lo que implica que Patmos no era el lugar de residencia permanente

de Juan, sino que las circunstancias lo habían llevado hasta allí.

Patmos.

Islita del mar Egeo, a unos 80 Km. al suroeste de Éfeso. Mide unos 15 Km. de norte a

sur, y unos 10 Km. de este a oeste en su parte más ancha. Patmos es rocosa y árida; su

costa, sumamente irregular, forma muchas ensenadas. Plinio escribió en el año 77 d.C.,

que la isla se usaba como una colonia penal (Historia natural iv. 12. 23). Esto explica la

declaración de Juan de que era "copartícipe... en la tribulación". El apóstol estaba en

Patmos como preso de los romanos (ver pp. 86-90).

Victorino de Petavio (m. c. 303 d.C.) declaró unos dos siglos más tarde acerca del Apo-

calipsis: "Cuando Juan dijo estas cosas estaba en la isla de Patmos, condenado a trabajar

en las minas [en latín metallum] por el césar Domiciano" (Comentario sobre Apocalip-

sis, com. cap. 10:11). La palabra latina metallum puede referirse tanto a una cantera co-

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mo a una mina, pero como Patmos tiene canteras y no hay vestigios de que hubiera teni-

do minas, es probable que quiso decir lo primero. La declaración de Plinio de que Pat-

mos era una colonia penal, es la de un contemporáneo de Juan bien informado, mientras

que la de Victorino, aunque probable, debe clasificarse como una tradición.

Por causa de la palabra.

El texto griego no apoya la opinión de que esta frase significa que Juan estaba en Patmos

con el fin de recibir y registrar las visiones que allí le serían dadas (ver com. verso 2).

Las frases "palabra de Dios" y "testimonio de [respecto a] Jesucristo" se refieren a su

testimonio inspirado a favor del Evangelio durante más de medio siglo. Este había sido

el único propósito que motivaba la vida de Juan. Durante los amargos días de persecu-

ción en tiempo de Domiciano, su intrépido testimonio fue la causa de que lo desterraran

a Patmos (ver pp. 738-739).

10.

En el Espíritu.

Literalmente "en espíritu", que puede significar "en estado de éxtasis". Juan se abstrajo

de las cosas terrenales; sólo estaba consciente de las impresiones que le llegaban del Es-

píritu Santo. La percepción natural de los sentidos fue sustituida completamente por una

percepción espiritual.

Día del Señor.

Gr. Kuriak' h'méra. Se han hecho varios intentos para explicar esta frase, que sólo apa-

rece aquí en las Escrituras. Algunos intérpretes la hacen equivaler con "el día de Jeho-

vá", de los profetas del AT (Joel 2:11, 31; Sof. 1:14; Mal. 4:5; cf. Hechos 2:20). Puede

concederse que estas palabras podrían tener tal interpretación si se toman aisladamente.

Los que así las explican, destacan que el Apocalipsis centra la atención en el gran día fi-

nal del Señor y en los acontecimientos que conducen a él (ver com. Apoc. 1:1). Estar

"en el Espíritu en el día del Señor" quizá pudiera entenderse como que significa ser arre-

batado en visión a través del tiempo para presenciar acontecimientos relacionados con el

día del Señor.

Sin embargo, hay razones para rechazar esta interpretación. En primer lugar, cuando la

frase "día del Señor" claramente designa el gran día de Dios, el texto griego siempre di-

ce h'méra tou kuríou o h'méra kúriou (1 Cor. 5:5; 2 Cor. 1:14; 1 Tes. 5:2; 2 Pedro 3:10).

En segundo lugar, el contexto (Apoc. 1: 9-10) sugiere que el "día del Señor" se refiere al

tiempo cuando Juan contempló la visión y no al tema de la visión. De modo que Juan da

su ubicación: "la isla llamada Patmos" (verso 9); la razón por la cual está allí: "por causa

de las palabras de Dios" (verso 9), y su estado durante la visión: "en el Espíritu". Todas

estas frases tienen que ver con las circunstancias en las cuales le fue dada la visión, y es

lógico concluir que la cuarta también coincide al dar el tiempo específico de la revela-

ción. La mayoría de los expositores apoyan esta conclusión.

Aunque la expresión kuriak' heméra es única en la Escritura, tiene una larga historia en

el griego postbíblico. Como forma abreviada, kuriak' es un término común en los escri-

tos de los padres de la iglesia para designar al primer día de la semana, y en el griego

moderno kuriaké es el nombre del domingo. Su equivalente latino dominica dies designa

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el mismo día, y ha pasado a varios idiomas modernos como domingo, y en francés como

dimanche. Por eso muchos eruditos sostienen que kuriak' h'méra en este pasaje también

se refiere al domingo, y que Juan no sólo recibió su visión en este día, sino que también

lo reconoció como "el día del Señor" quizá porque en ese día Cristo resucitó de los

muertos.

Hay razones negativas y positivas para rechazar esta interpretación. En primer lugar está

el reconocido principio del método histórico; es decir, que una alusión debe ser interpre-

tada solamente por medio de evidencias anteriores a ella o contemporáneas con ella, y

no por datos históricos de un período posterior. Este principio tiene mucha importancia

en el problema del significado de la expresión "día del Señor" tal como aparece en este

pasaje. Aunque este término es frecuente en los padres de la iglesia para indicar el do-

mingo, la primera evidencia decisiva de tal uso no aparece sino hasta fines del siglo II en

el libro apócrifo Evangelio según Pedro (9, 12), donde el día de la resurrección de Cristo

se denomina "día del Señor". Como este documento fue escrito por lo menos tres cuartos

de siglo después de que Juan escribió el Apocalipsis, no puede presentarse como una

prueba de que la frase "día del Señor" en el tiempo de Juan se refería al domingo. Po-

drían citarse numerosos ejemplos para mostrar la rapidez con que las palabras pueden

cambiar de significado. Por lo tanto, el significado de "día del Señor" se determina me-

jor en este caso recurriendo a las Escrituras antes que a la literatura posterior.

En cuanto al aspecto positivo de esta cuestión, está el hecho de que aunque la Escritura

en ninguna parte indica que el domingo tiene alguna relación religiosa con el Señor, re-

petidas veces reconoce que el séptimo día, el sábado, es el día especial del Señor. Se nos

dice que Dios bendijo y santificó el séptimo día (Gén. 2:3); lo constituyó como recorda-

tivo de su obra de creación (Éxo. 20:11); lo llamó específicamente "mi día santo" (Isa.

58:13); y Jesús se proclamó como "Señor aún del día de reposo [sábado]" (Mar. 2:28),

en el sentido de que como Señor de los hombres era también Señor de lo que fue hecho

para el hombre: el sábado. De manera que cuando se interpreta la frase "día del Señor"

de acuerdo con pruebas anteriores y contemporáneas del tiempo de Juan, se concluye

que hay sólo un día al cual puede referirse, y ése es el sábado, el séptimo día. Ver

2JT:411; HAp:464.

Los descubrimientos arqueológicos han proyectado más luz sobre la expresión kuriak'

h'méra. Papiros e inscripciones del período imperial de la historia romana, hallados en

Egipto y Asia Menor, emplean la palabra kuriakós (el masculino de kuriak') para referir-

se a la tesorería y el servicio imperial. Esto es comprensible, pues el emperador romano

a menudo era llamado en griego el kúrios, "señor", y por consiguiente su tesorería y ser-

vicio eran la "tesorería del señor" y "el servicio del señor". Por lo tanto kuriakós era una

palabra familiar en el idioma oficial romano para las cosas relacionadas con el empera-

dor. Una de esas inscripciones procede de una época tan antigua como lo es el año 68

d.C. De manera que es claro que este uso de kuriakós era corriente en el tiempo de Juan

(ver Adolf Deissmann, Light From the Ancient East, pp. 357-361).

En esta misma inscripción aparece una referencia a un día al que se le dio el nombre de

la emperatriz Julia, o Livia como es mejor conocida.

Page 86: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 86

En otras inscripciones de Egipto y de Asia Menor aparece con frecuencia el término se-

bast', el equivalente griego de Augustus, como nombre de un día. Sin duda éstas son re-

ferencias a días especiales en honor del emperador (ver Deissmann, loc. cit.). Algunos

han sugerido que la expresión kuriak' h'méra, como la usa Juan, también se refiere a un

día imperial; pero esto parece dudoso por dos razones. Primero: aunque había días impe-

riales y el término kuriakós se usaba para otras cosas relativas al emperador, aún no se

ha encontrado ningún caso en que kuriak' se hubiera aplicado a un día imperial. Esto,

por supuesto, no es una prueba final, porque es un argumento basado en el silencio. Pero

el segundo argumento que puede esgrimirse contra la identificación de kuriak' h'méra de

Juan con un día imperial, parece ser concluyente: se sabe que tanto los judíos del siglo I

(ver Josefo, Guerra vii. 101), como los cristianos, por lo menos en el siglo II (ver Marti-

rio de Policarpo 8), se negaron a llamar al César kúrios, "señor". Por lo tanto, llega a ser

extremadamente difícil pensar que Juan se hubiera referido a un día imperial como el

"día del Señor", especialmente en sin tiempo cuando él y sus hermanos cristianos eran

terriblemente perseguidos por negarse a adorar al emperador (ver pp. 738-740). Es más

probable que Juan escogiera la expresión kuriak' h'méra para referirse al sábado, como

un medio sutil de proclamar el hecho de que así como el emperador tenía días especiales

dedicados en su honor, así también el Señor de Juan, por amor de quien ahora sufría,

también tenía su día especial. Para un estudio del origen de la observancia del día do-

mingo y de la designación del domingo como "día del Señor", ver com. Dan. 7:25 y

HAp:464-465.

Algunos estudiosos han sugerido que kuriak' h'méra debe entenderse como "domingo de

pascua". Esta frase se usó posteriormente para designar a la fiesta anual que recordaba la

resurrección de Jesús. Sin embargo, esta explicación no necesariamente se aplica al siglo

I. Por lo tanto, no sirve para aclarar este pasaje.

Como de trompeta.

La comparación con una trompeta indica la intensidad de la voz.

11.

Yo soy el Alfa.

Ver com. verso 8. De acuerdo a los versos 17-18 es claro que estos títulos se aplican en

este caso específicamente a Cristo; sin embargo, la evidencia textual establece (cf. p. 10)

la omisión de las palabras "Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último". Están

omitidas en la BJ, BA, BC y NC.

En los versos 4-10 Juan dirige a las siete iglesias su propia declaración introductoria de

las circunstancias en las cuales le fue dado el Apocalipsis. Comenzando con el verso 11

presenta la autorización que recibió directamente de Cristo para escribir el Apocalipsis.

Es apropiado que así lo hiciera, porque ésta es "la revelación de Jesucristo" (verso 1).

La revelación empieza con el verso 11.

Un libro.

Gr. biblíon, "libro", generalmente e hojas de papiro, el tipo de libro más común en los

días de Juan. Ver t. V, p. 114.

Lo que ves.

Page 87: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 87

La comunicación visual y la percepción predominan en el Apocalipsis (ver com. verso

2). Juan vio visiones, escenas panorámicas simbólicas, las que describe tan plena y exac-

tamente como es posible hacerlo dentro de los límites que impone el lenguaje humano.

Muchos de esos símbolos superan a las palabras y las experiencias humanas. Al apóstol

a veces le faltan palabras para describir apropiadamente lo que ve, como por ejemplo

cuando contempla el trono de Dios (cap. 4:3, 6). Sin embargo, a través del Apocalipsis

la grandeza de la forma en que Dios dirige el universo, la intensidad del gran conflicto

entre Cristo y Satanás y la gloria del triunfo final, se describen más vívida y magnífica-

mente que en otras partes de las Escrituras.

Las siete iglesias.

El orden en que se enumeran las iglesias aquí y en los cap. 2 y 3, representa el orden

geográfico en que viajaba un mensajero que llevaba una carta desde Patmos a esas siete

ciudades de la provincia de Asia. Hay más información acerca de la geografía de las

siete iglesias en las pp. 91- 106 y en el t. VI, mapa frente a p. 33. Se puede saber más

acerca de cada una de estas iglesias en los mensajes particulares dirigidos a ellas en los

cap. 2 y 3.

Las siete iglesias son la primera de una serie de "sietes" que se hallan en el Apocalipsis:

siete espíritus (verso 4), siete candeleros (verso 12), siete estrellas (verso 16), siete lám-

paras de fuego (cap. 4:5), un libro con siete sellos (cap. 5:1), los siete cuernos y siete

ojos del Cordero (cap. 5:6), siete ángeles con siete trompetas (cap. 8:2), siete truenos

(cap. 10:4), un dragón con siete cabezas y siete coronas (cap. 12:3), una bestia con siete

cabezas (cap. 13:l), siete ángeles que tienen las siete copas que contienen las siete últi-

mas plagas (cap. 15:1, 7) y la bestia con siete cabezas, que se dice que también son siete

montes y siete reyes (cap. 17:3, 9-10). Este uso repetido del número siete con tantos

símbolos diferentes, significa que esa cifra también debe entenderse en sentido simbóli-

co. A través de toda la Escritura el número siete, cuando se usa simbólicamente, por lo

general representa plenitud, perfección.

Por lo tanto, cuando se aplica a las siete iglesias es de esperarse que tenga un propósito

definido. Había más de siete iglesias en la provincia de Asia, pues dos iglesias de esa re-

gión -la de Colosas y la de Hierápolis- también se mencionan en el NT (Col. 1:2; 4:13).

Por consiguiente, es razonable deducir que el Señor escogió a las siete iglesias que aquí

se nombran porque eran y serían típicas de la condición de toda la iglesia en los tiempos

apostólicos y también a través de toda la era cristiana (ver p. 742; cf. HAp:466-467).

Los mensajes a las siete iglesias eran aplicables a condiciones específicas de la iglesia en

los días de Juan. Si no hubiese sido así, estos mensajes hubieran desconcertado y des-

animado a los cristianos de las iglesias de Asia cuando los leyeran (ver com. Apoc. 1:3).

Juan hubiera resultado ser entonces un falso profeta si los mensajes que dirigía a sus

iglesias no hubiesen revelado la verdadera condición de esas congregaciones y no hubie-

ran sido adecuados para sus necesidades espirituales. Estos mensajes fueron enviados en

una época en que los cristianos de Asia estaban sufriendo una gran tribulación (ver pp.

738-740), y su firme reproche, alentador consuelo y gloriosas promesas, deben haber te-

nido el propósito de responder a esas necesidades (ver HAp:462-470). Si las iglesias

Page 88: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 88

cristianas de Asia aceptaban y prestaban atención a estos mensajes, estarían preparadas

espiritualmente para comprender el drama del gran conflicto descrito en el resto del

Apocalipsis, y para mantener una esperanza firme en el triunfo final de Cristo y de su

iglesia.

Aunque los diversos mensajes a las siete iglesias tuvieron que haberse aplicado en pri-

mer lugar a las iglesias de Asia de los días de Juan, también se aplicarían a la historia fu-

tura de la iglesia (ver p. 742). Un estudio de la historia revela que estos mensajes cierta-

mente son aplicables de una manera especial a siete períodos o épocas que abarcan la

historia de la iglesia hasta el fin del tiempo.

Como ya lo hicimos notar, el número siete implica plenitud, y por esa razón también pa-

rece razonable entender que estos mensajes en cierta medida describen a toda la iglesia

en cualquier momento de su historia, pues sin duda cada congregación a través de la his-

toria cristiana podría hallar que se describían sus características y necesidades en uno o

más de estos mensajes. Por lo tanto, puede decirse que tienen triple aplicación: univer-

sal, local (en los días de Juan) e histórica (o en períodos sucesivos). Un escritor cris-

tiano de alrededor del año 200 d.C. afirmó: "Juan escribe a las siete iglesias, y sin em-

bargo, habla a todas" (Texto latino en S. P. Tregelles, ed., Canon Muriatorianus, p. 19).

Por ejemplo, el mensaje a la iglesia de Laodicea es particularmente apropiado para la

iglesia de hoy, sin embargo, los mensajes a las otras iglesias también contienen palabras

de admonición con las cuales ella puede beneficiarse (ver 2JT:125, 187, 210, 255;

8T:98-99).

12.

Ver la voz.

Es decir, ver quién le hablaba.

Candeleros.

Gr. lujnía, "portalámparas". La vela, tal como se conoce hoy, generalmente no se usaba

en los tiempos antiguos. Las lámparas solían tener forma de una taza poco profunda en

la cual se ponía aceite y se insertaba una mecha. Por lo tanto, los "candeleros" que vio

Juan sin duda eran portalámparas en los cuales se colocaban las lámparas.

En el verso 20 se declara que estos candeleros representan a las siete iglesias, y por lo

tanto a toda la iglesia (ver com. verso 11). El hecho de que sean de oro parece indicar

cuán preciosa es la iglesia a la vista de Dios. Juan ve a Cristo que camina en medio de

ellos (versos 13-18), lo que indica su presencia continua en medio de la iglesia (ver Mat.

28:20; cf. Col. 1:18).

Esta referencia a siete candeleros de oro recuerda al candelero de siete brazos del lugar

santo del santuario terrenal (Éxo. 25:31-37). Sin embargo, es obvio que son diferentes,

porque Juan vio a Cristo que andaba entre ellos (Apoc. 1:13; 2:1). Se dice específica-

mente que estos "siete candeleros" representan a iglesias en la tierra, y por lo tanto no

deben ser considerados como el equivalente celestial del candelero de siete brazos del

antiguo santuario terrenal.

13.

Hijo del Hombre.

Page 89: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 89

Gr. huiós anthropou. El texto griego no tiene el artículo definido. Es una traducción

exacta del kebar 'enash arameo (ver com. Dan. 7:13), y parece tener aquí el mismo signi-

ficado. Lo que se comenta de kebar 'enash se puede, por lo tanto, aplicar a huiós anthro-

pou, pues sabemos por Apoc. 1:11, 18 que Aquel a quien se hace referencia, como en

Dan. 7: 13, es a Cristo. El título "el Hijo del Hombre", con el artículo definido, se usa

más de 80 veces para referirse a Cristo en el NT, mientras que la expresión "Hijo del

Hombre", sin el artículo definido, se usa para él en el NT en griego sólo en otros dos ca-

sos: en Apoc. 14:14, que es una clara alusión a Dan. 7:13, y en Juan 5:27, donde se re-

calca la humanidad de Jesús.

Si se aplica el mismo principio como en el caso de kebar 'enash (ver com. Dan. 7:13),

llegamos a la conclusión de que Juan está contemplando aquí a Cristo en visión por pri-

mera vez. ¿Quién es este ser glorioso? No tiene la forma de un ángel ni de otro ser ce-

lestial, sino de un hombre. Su forma es humana a pesar de su deslumbrante brillo.

Aunque Juan escribió el Apocalipsis en griego, su manera de expresarse a menudo es la

de su arameo materno (el idioma que hablaban los judíos de Palestina en tiempos del

NT). Esto puede verse en sus expresiones idiomáticas, y es posible que huiós anthrópou

"hijo de hombre", sea una de éstas. Si es así, "hijo de hombre" significaría simplemente

"ser humano", "hombre" (ver com. Dan. 7:13). Los "hijos de la resurrección" (Luc.

20:36) son simplemente personas resucitadas, e "hijos del reino" (Mat. 8:12) son, de la

misma manera, personas aptas para el reino. Así también "los que están de bodas" (Mar.

2:19) son los convidados a las bodas; los "hijos de este siglo" (Luc. 16:8) son los que vi-

ven para este mundo; los "hijos de ira" (Efe. 2:3) son los que se acarrean el castigo a

causa de sus malas obras, y los "hijos de Belial" (1 Reyes 21:10, RVA, margen) son per-

sonas malvadas, despreciables. Cuando el Cristo glorificado se manifestó a Juan con es-

plendor celestial, todavía se le presentó con la semejanza de un ser humano. Aunque

Cristo es eternamente preexistente en su condición de segunda persona de la Deidad y

siempre lo será, tomó sobre sí la humanidad para toda la eternidad futura (ver t. V, pp.

894-896). ¡Qué consuelo es saber que nuestro Señor, que ascendió y fue glorificado, es

aún nuestro hermano en la humanidad y, sin embargo, también es Dios! Para una mejor

comprensión de este pasaje, ver Problems in Bible Translation, pp. 241-243.

Hasta los pies.

Un vestido largo es símbolo de dignidad.

14.

Blancos como blanca lana.

Juan trata en vano de hallar palabras para describir exactamente lo que contempla en vi-

sión. La blancura del cabello de Aquel que aparece en visión le recuerda a primera vista

la blancura de la lana; pero no bien lo ha escrito cuando piensa en algo aún más blanco:

la nieve, y la añade para lograr una descripción más perfecta. A su mente quizá también

acudió la descripción de Dan. 7:9.

Llama de fuego. O una "llama ardiente", lo que hace resaltar el brillo de su rostro y la in-

tensidad de su mirada.

15.

Page 90: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 90

Bronce bruñido.

Gr. jalkolíbanon, una sustancia de identificación incierta. Quizá un metal parecido al

oro, lustroso y radiante.

Refulgente.

O "como encendido o acrisolado en horno". Los pies se parecían al bronce que ha sido

sometido a un calor intenso.

Muchas aguas.

En los días de Juan el estruendo del océano y el estrépito del trueno eran los sonidos más

fuertes e intensos que conocía el hombre. Su profundidad y majestad aún no han sido

sobrepujados como símbolos de la voz del Creador.

16.

Su diestra.

La mano de Dios representa aquí su poder para sostener.

Siete estrellas.

Símbolo que representa a los "ángeles" o mensajeros enviados a las siete iglesias (ver

com. verso 20).

Salía.

La flexión del verbo en griego implica una acción continua. El poder de Cristo obra

constantemente.

Espada aguda de dos filos.

Gr. romfáia dístomos, literalmente "espada de dos bocas". La romfáia era una espada

grande y pesada de dos filos. Es la palabra que usa la LXX para describir la espada que

Dios colocó en la entrada del Edén (ver com. Gén. 3:24) y la espada de Goliat (1 Sam.

17:51).

La frase "espada de dos bocas" es sin duda un semitismo aunque aparece en griego ya en

el siglo V a.C. en las piezas teatrales de Eurípides; sin embargo, se encuentra mucho an-

tes en el AT, donde la frase equivalente en hebreo es pi jéreb, "boca de espada" (Gén.

34:26; 2 Sam. 15:14). Cuando el autor de jueces cuenta la historia de Aod, dice literal-

mente: "y Aod se hizo para sí una espada, y para ella dos bocas" (Jueces 3:16). Y en

Prov. 5:4 también se habla de una jereb pioth, "una espada de bocas", traducida como

"espada de dos filos". Esta interesante figura de dicción puede derivarse o del pensa-

miento de que la espada de un hombre devora -el filo es su boca- a sus enemigos (ver 2

Sam. 11:25; Isa. 1:20; Jer. 2:30), o por la forma de ciertas espadas antiguas cuyos man-

gos parecían la cabeza de un animal, de cuya boca salía la hoja del arma.

Juan repite el símbolo en los cap. 2:12, 16; 19:15, 21. El significado es que como sale de

la boca de Cristo, es un instrumento de castigo divino. En este versículo parece mejor

entenderlo con el mismo sentido: como símbolo de la autoridad de Cristo para juzgar, y,

especialmente, de su poder para ejecutar el castigo. "Una espada aguda de dos filos" im-

plica cuán penetrantes son sus decisiones y la eficacia de sus castigos.

Como el sol.

El sol es la luz más brillante que conoce normalmente el hombre.

17.

Page 91: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 91

Como muerto.

El primer efecto sobre los que recibían una visión de un ser divino revestido con toda la

gloria del cielo era privados de su fuerza física (Eze. 1:28; 3:23; Dan. 8:17; 10:7-10; He-

chos 9:4; cf. Isa. 1:5). Compárese con el caso de Daniel (ver com. cap. 10:7-10). "per-

sona que recibía ese honor quedaba completamente anonadada por el sentimiento de su

propia debilidad e indignidad. Un estudio del estado físico del profeta en visión, lo hace

E. D. Nichol en su obra Ellen G. White and her Critics, pp. 51-61. Otros ejemplos de la

reacción emotiva de Juan ante lo que vio en visión aparecen en Apoc. 5:4; 17:6. Juan

cayó dos veces en adoración a los pies de un ángel (cap. 19:10; 22:8).

No temas.

Después de que un profeta perdía su fuerza natural, era fortalecido sobrenaturalmente,

por lo general mediante el toque de una mano (Eze. 2:1-2; 3:24; Dan. 8:18; 10:8-12, 19;

cf. Isa. 6:6- 7). A menudo un visitante celestial pronunciaba la orden: "No temas", para

calmar los temores que espontáneamente surgían del corazón humano frente a un ser tal

(Jueces 6:22-23; 13:20-22; Mat. 28:5; Luc. 1:13, 30; 2:10).

El primero y el último.

Ver com. verso 8. Esta expresión es sin duda una cita de Isa. 44:6; es una traducción di-

recta del texto hebreo y no una cita de la LXX, como en el verso 8.

18.

El que vivo.

Gr. ho zon "el Viviente", indudablemente el término común del AT 'El jai, "Dios vivien-

te" (Josué 3:10; etc.). La flexión del verbo implica una vida continua, permanente. Esta

declaración tiene un significado especial porque Cristo había estado muerto. "En Cristo

hay vida original, que no proviene ni deriva de otra" (DTG:489; ver 729). "En él estaba

la vida, y la vida era la luz de los hombres" (ver com. Juan 1:4).

Estuve muerto.

Literalmente "llegué a estar muerto", una referencia a la crucifixión. Una clara indica-

ción de que Aquel que apareció a Juan en visión era Cristo.

Vivo.

Gr. zón eimí, "viviendo estoy", es decir, tengo vida continua, vida que no termina, vida

autoexistente (ver t. V, pp. 894-896; ver com. Juan 5:26). A pesar de la muerte que Cris-

to sufrió por la raza humana, sigue siendo "el que vive" porque es Dios. "La divinidad de

Cristo es la garantía que el creyente tiene de la vida eterna" (DTG:489). Ver com. Apoc.

1:5. Eimí, "Yo soy", implica existencia continua y contrasta notablemente con ege-

nóm'n, "estuve", "llegué a estar" muerto.

Por los siglos de los siglos.

Ver com. verso 6.

Amén.

La evidencia textual establece (cf. p.10) la omisión de esta palabra.

Llaves.

Las llaves son un símbolo de poder, autoridad. Cf. com. Mat. 16:19; Luc. 11:52.

Hades.

Page 92: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 92

Gr. Hád's, "la morada de los muertos", "el sepulcro" (ver com. Mat. 11:23). La resu-

rrección de Cristo es la garantía de que los justos se levantarán "en la resurrección en el

día postrero" (Juan 11:24) para vida eterna (ver com. Juan 11:25; Apoc. 1:5).

19.

Escribe.

Se repite la orden del verso 11.

Has visto.

Lo que ha visto en visión hasta ese momento (verso 10-18).

Las que son.

Algunos sostienen que esta frase describe la situación histórica de ese momento, particu-

larmente en lo que se refería a la iglesia. Creen que en contraste con "las cosas que has

visto" -la visión de Cristo (versos 10-18)-, "las que son, y las que han de ser después de

éstas" se refieren a los verdaderos sucesos históricos presentados simbólicamente.

Otros sostienen que "las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después

de éstas", simplemente se refieren a las cosas que Juan ya había visto en visión, lo que

estaba viendo y lo que vería en el futuro (cf. verso 11).

20.

Misterio.

Gr. must'rion, "secreto", misterio"; deriva de una palabra que describe al que ha sido ini-

ciado en una religión (ver com. Rom. 11:25). La palabra "misterio", como la usaban

originalmente los cristianos, no significaba algo que no podía ser entendido, como se en-

tiende hoy, sino algo que sólo podían entenderlo los iniciados, es decir los que tenían el

derecho de saber. Por eso Cristo les dijo a sus discípulos que les era "dado saber los

misterios del reino de los cielos", pero no a las multitudes (ver com. Mat. 13:11). Pablo

habla de la resurrección como de un "misterio" (1 Cor. 15:51), y con frecuencia también

se refiere en la misma forma al plan de salvación mismo (ver com. Rom. 16:25-26).

Los antecedentes judíos de esta expresión aparecen en un pasaje del Manual de discipli-

na de los esenios de Qumrán (ver t. V, p. 92-93), donde dice al hablar de la salvación:

"La luz de mi corazón penetra en el misterio que ha de ser" (1QS xi. 3; en Millar Bu-

rrows, The Dead Sea Scrols, p. 387). La palabra "misterio" aparece repetidas veces en el

documento citado. Esta expresión también era común en las religiones paganas basadas

en misterios.

"Misterio" se aplica aquí a las siete "estrellas", símbolo que hasta este momento no se ha

explicado; pero ahora este símbolo se denomina "misterio" porque la interpretación está

a punto de ser dada a conocen Por lo tanto, en el libro del Apocalipsis un "misterio" es

un símbolo oculto que está por ser explicado a los que están dispuestos a "guardar" (ver

com. verso 3) las cosas reveladas en este libro (cf. cap. 17:7, 9), o a uno a quien Dios

decide darlas a conocen Los símbolos del Apocalipsis también son llamados "señales"

(ver com. cap. 12:1 y 15:1).

Siete estrellas.

Ver com. versos 11, 16. Este versículo es un puente que une los versos 12-19 con los

mensajes de los cap. 2 y 3. Explica los símbolos de los versos 12 y 16 y prepara el ca-

Page 93: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 93

mino para los mensajes a las diferentes iglesias.

Ángeles.

Gr. ággelos, "mensajero", ya sea celestial o humano. Aggelos se aplica a seres humanos

en Mat. 11:10; Mar. 1:2; Luc. 7:24, 27; 9:52; cf. 2 Cor. 12:7. Se ha sugerido que los

"ángeles" de las siete iglesias son sus respectivos ancianos o supervisores del tiempo de

Juan, y que el Señor les dirige los mensajes para que los transmitan a sus respectivas

congregaciones. Sin embargo, con la posible excepción de los "ángeles" de las siete

iglesias, la palabra ággelos no se refiere a seres humanos en los 75 casos en que Juan la

usa en el Apocalipsis los "ángeles" con los dirigentes de las iglesias (cf. OE:1314-

HAp:468).

Siete candeleros.

ver com. verso 12.

Siete iglesias.

Ver com. verso 4, 11.

COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE

1 CS:389; CW:175; DTG:73; Ed:185; HAp:466; 6T:128.

1-3 3JT:278; 7T:158

3 CS:389; CW :175; DTG:201; Ed :186; Ev :146-147; HAp:466; 3JT:11; PR :402;

PVGM:103; 5T :15; 6T :128; TM :113, 116

5 3J:32; OE:535; PVGM:126

5-6 CS:468, 704

6 CMC:135; 2JT:179

7 CS:346, 683, 695; DTG:77l; PE:53, 178, 292; 8T:116; TM :232

9 CS:15, 84; ECFP:64, 93; FE:109, 423; HAp:456, 460, 469; OE:18; PP:122; 7T:288;

3TS:376

9-10 MM:37; 6T:128

10 ECFP:96

10-13 HAp:464

11 HAp:467

13 2JT:351; 3JT:263; MC:326

13-15 CS:682

14 NB:73

14-15 PE:16, 286

14-17 HAp:465

14-18 ECFP:101

15 NB:73; PE:15, 34

16 OE:13; (más bajo cap. 2:1)

17 CS:524; ECFP:103; 2JT:168

17-18 CM:18; Ed:79; TM:95

18 DTG:286, 447, 489, 623; 3JT:111; PR:180; 2T:271

18-20 HAp:467

Page 94: Comentario de EGW - Apocalipsis 01

Pág. 94

https://sites.google.com/site/eme1888 ; [email protected]