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JesúS Pasion

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Dios muestra su gran amor para con nosotros

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COLEGIO DE TEOLOGIA DE EL SALVADOR

III CICLO

MATERIA: CULTURA BIBLICA

TEMA: LA PASION DE CRISTO

MAESTRO: PASTOR. SAUL OTONIEL HUEZO

INTEGRANTES: HERBERTH DANILO PORTILLO ORTIZJAYRO LEONARDO DERAZ MARTINEZ

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FECHA DE ENTREGA: 06 de marzo de 2010

INTRODUCCION

En el siguiente trabajo hemos recopilado sobre la pasión de nuestro señor Jesucristo desde la institución de la pascua hasta la resurrección santísima de nuestro salvador.Para dar a conocer lo que fue y por lo que nuestro señor Jesucristo vino a la tierra para ser inmolado, castigado para salvación de cada uno de nosotros habiendo cargado con todos nuestros pecados y limpiarnos de toda culpa para no ir a una condenación eterna sino que a una salvación eterna.

Alavés queremos dar a conocer paso a paso lo que fue la pasión de Cristo mostrando los acontecimientos ocurridos en el tiempo que el vino a la tierra a formar su ministerio; también así como nosotros hemos estudiado sobre este trascendental suceso queremos darlo a conocer a personas que no conocen sobre este tema anteriormente mencionado para que puedan en realidad darse cuenta cuán grande el amor de nuestro salvador y es al haber muerto y regalarnos la salvación solo con creer y tener fe en que Jesús es nuestro salvador personal.

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I. JESÚS INSTITUYE LA PASCUA.

Era antes de Pascua. Sabía Jesús que había llegado para él la hora de pasar de este mundo al Padre; había amado a los suyos que vivían en el mundo y los amó hasta el extremo... Mientras comían tomó el pan, dio gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros”. Luego tomó la copa de vino: “Bebed todos, porque esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que va a ser derramada por la multitud en remisión de los pecados”.Lucas precisa: “Es la Alianza nueva sellada con mi Sangre... Haced esto en memoria mía”.La Iglesia, al celebrar el Memorial de la Pasión, añade esta palabra decisiva: “La Alianza nueva y eterna”.En esta tarde de Jueves Santo, el mundo espiritual se tambalea. Una página esencial de la historia ha concluido. La Alianza del Antiguo Testamento, la de Abraham y Moisés deja paso a la Alianza del Nuevo Testamento, Alianza nueva y eterna sellada en la sangre que será derramada en la Cruz. Los sacrificios de la Antigua Alianza ya no tienen lugar ni sentido. Desde ahora, el Sacrificio de Cristo es único y se renueva hasta el fin de los tiempos.Grande es la tentación de permanecer anclados en nuestras costumbres y en los sacrificios rituales de nuestros “antiguos antepasados”, de permanecer fieles a las formas de obrar y de adorar, heredadas de nuestros antepasados. Nos sentimos desgarrados, rotos. Titubeamos. Con frecuencia nuestra fe está “revuelta”. Sin embargo desde tu bautismo eres un “hombre nuevo”. Mira a Jesús, tu único Salvador. Pídele que aumente tu fe.

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II. LA AGONÍA DE GETSEMANÍ.

Jesús llegó con sus discípulos a un huerto que llamaban Getsemaní, y les dijo: “Sentaos aquí, mientras yo me voy allí a orar”. Y llevándose a Pedro, a Santiago y a Juan, empezó a entristecerse y a angustiarse. Entonces les dijo: “Me muero de tristeza. Quedaos aquí y estad en vela conmigo”. Adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y se puso a orar diciendo: “Padre mío, si es posible, que se aleje de mí este trago. Sin embargo, no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú”.La agonía de Jesús, su lucha contra la muerte, ese sudor “parecido a goterones de sangre que le goteaba hasta el suelo” (Lc 22, 44), siguen conmoviendo a los creyentes del mundo entero. Mientras tanto, los discípulos preferidos duermen. Jesús les despierta; ellos se vuelven a dormir. Y un tropel de gente, dirigido por Judas, se le acerca. “¡Levantaos, vamos! Ya está aquí el que me entrega”.Pascal, gran pensador cristiano, ha escrito: “Jesús permanecerá en agonía hasta el fin del mundo”. No podemos dormirnos todo ese tiempo. Pero, Jesús se queda sólo. Mientras tanto, comparten su inmenso sufrimiento los que llevan pesadas cruces o los que son aplastados por el mal. ¿Quién les sostiene?Miro bien esta escena. Y yo, ¿puedo lanzar la piedra contra los discípulos que duermen al pie del olivo? ¡Cómo me parezco a ellos!“Estad en vela y pedid no ceder en la prueba. El espíritu es animoso pero la carne es débil”.Para concluir su meditación, Pascal hace hablar a Jesús: “Cuando estaba en agonía pensaba en ti; las gotas de sangre las he derramado por ti”.

III. LA TRAICIÓN DE JUDAS

Judas conocía este huerto porque muchas veces Jesús se había reunido allí con sus discípulos. Apareció allí Judas, uno de los doce, acompañado de los guardias designados por los sacerdotes y los fariseos. Iban armados con machetes y palos y se alumbraban con antorchas. El traidor les había dado por seña: “El que yo bese, ése es; detenedle”. Se acercó enseguida a Jesús y le dijo: “¡Salud, Maestro!”. Y lo besó con insistencia. Jesús le dijo: “Judas, ¿con un beso entregas a este Hombre?” (Lc 22, 48). Entonces se acercaron a Jesús, le echaron mano y le detuvieron.La traición de Judas es la más conocida de toda la historia de la humanidad. Pero, por desgracia, es también mi propia historia. Porque, ¿cuántas veces a causa de mi cobardía, mi avidez, mi egoismo, mis pasiones, he traicionado al Maestro?Miro atentamente esta estación. Los ojos de Judas y de los tres guardias me estremecen; están al acecho de Jesús, como el cazador que aguarda y se prepara para agarrar mejor a

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su presa. Solamente uno de los guardias tiene la mirada apacible, como la del Maestro. Está ahí porque le han obligado. Está haciendo este trabajo a disgusto. No hay en él huellas de maldad.¡Dame, Señor, la mirada y el corazón del hombre que siempre desea hacer el bien y no consentir nunca el mal!

Arresto de Jesús. Era cerca de la medianoche. Judas aprovechó para entregarlo cuando la gente dormía, fue juzgado durante esa noche y antes de que la gente estuviera despierta ya lo habían crucificado.

IV. JESÚS COMPARECE ANTE EL SANEDRÍN

Los que detuvieron a Jesús lo condujeron a casa del Sumo Sacerdote, donde se habían reunido los letrados y los senadores. Todos buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte, pero no lo encontraban a pesar de los muchos testigos que comparecían, y sus testimonios no coincidían. Finalmente, el Sumo Sacerdote le dijo: “Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios”. Jesús le respondió: “Tú lo has dicho”. Entonces el Sumo Sacerdote se rasgó las vestiduras diciendo: “Ha blasfemado, ¿qué falta hacen más testigos? Acabáis de oír la blasfemia, ¿qué decidís?” Ellos contestaron: “Pena de muerte”.Creerse igual a Dios es el mayor de los pecados. La ley de Moisés lo dice claramente: semejante pretensión merece la muerte y Jesús no puede ignorarlo. Por el honor de Dios, el blasfemo tiene que desaparecer. Pero los judíos, sometidos a la ocupación de los romanos, no están autorizados a dar muerte a nadie (Juan 18, 31). Tendrán que presentarse ante Pilatos para obtener este permiso, y aún allí seguirán con falsas acusaciones hasta conseguir lo que quieren.

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También yo utilizo algunas veces la mentira, la hipocresía y la indignidad para conseguir lo que quiero.Jesús, pon cada día en mis labios esta admirable profesión de fe de tu discípulo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16, 16).

V. LA NEGACIÓN DE PEDRO

Pedro fue siguiendo a Jesús de lejos hasta el palacio del Sumo Sacerdote. Pedro estaba sentado fuera, en el patio, con los criados, calentándose al fuego; se le acercó una criada del Sumo Sacerdote, le miró y le dijo: “También tú estabas con Jesús el Galileo”. Él lo negó delante de todos diciendo: “¡No sé de qué me hablas!” Al salir al portal lo vio otra y dijo a los que estaban allí: “Este andaba con Jesús el Nazareno”. Otra vez negó jurándolo: “No conozco a ese hombre”... Al poco rato se le acercaron los que estaban allí y le dijeron: “Tú también eres de ellos, seguro; se te nota en el habla”. Entonces Pedro se puso a echar maldiciones y a jurar: “¡No conozco a ese hombre!” Y enseguida cantó un gallo. Pedro se acordó de las palabras de Jesús: “Antes que cante el gallo me negarás tres veces”. Y saliendo fuera, lloró amargamente.En la imagen, el gallo está frente a Pedro cantando. Parece que le está diciendo: “Pedro, tú que te hacías el valiente delante de tus parientes y de tus hermanos, mira lo cobarde que eres. Dices que no lo conoces, ¿qué has hecho de tus imprecaciones y de tus solemnes juramentos?”¿Voy a burlarme yo del Primero de los Apóstoles, yo que tantas veces tengo el mismo comportamiento que él, que me escondo con frecuencia y no quiero que me reconozcan como discípulo del Maestro?

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VI. PILATOS CONDENA A JESÚS Y SE LAVA LAS MANOS

Al amanecer, todos los Sumos Sacerdotes y los ancianos del pueblo hicieron un plan para condenar a muerte a Jesús y, atándolo, lo condujeron a Pilatos, el gobernador y se lo entregaron. Jesús compareció ante el gobernador, y el gobernador lo interrogó: ¿Tú eres el rey de los judíos?” Jesús declaró: “Tú lo has dicho”. Mientras duró la acusación de los Sumos Sacerdotes y ancianos, no replicó nada, de suerte que Pilatos estaba extrañado. Los Sumos Sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente para que pidieran la puesta en libertad de Barrabás, un preso famoso, y la muerte de Jesús. Pilatos les preguntó: “¿Y qué hago con Jesús, a quien llaman el Mesías?” Contestaron ellos: “¡Que lo crucifiquen!” Barrabás es liberado. Al mismo tiempo que Pilato sentenciaba a Jesús, soltaba a Barrabás. Cristo murió en lugar de Barrabás, un sedicioso, ladrón y homicida. Todos nosotros debemos ponernos en el lugar de Barrabás como culpables pecadores, pero Cristo tomó nuestro lugar en la cruz.

Al ver que es estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos de cara a la gente diciendo: “Soy inocente de esta sangre, allá vosotros”.Entonces soltó a Barrabás; y a Jesús, después de mandarlo azotar, lo entregó para que lo crucificaran.San Pablo precisa: “Aunque no encontraron ningún motivo para matarlo, le pidieron a Pilatos que lo mandara ejecutar” (Hechos 13, 28).El miedo y la cobardía son las dos palabras que califican el comportamiento de Pilatos. Teme a la muchedumbre que puede hacerle perder el puesto de gobernador. ¿Por qué había de turbarle el hecho de condenar injustamente a muerte a un inocente? Se lava las manos, sofocando así su conciencia.Pero la Historia recordará el gesto. Desconfiemos de nosotros mismos que también somos capaces de hacer acallar a Dios en nuestro interior.Nada hay oculto que no deba descubrirse ni nada secreto que no deba saberse o hacerse público (Lc 8, 17).

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VII. JESÚS ES AZOTADO Y CORONADO DE ESPINAS

Pilatos, para contentar a la muchedumbre, mandó azotar a Jesús y lo entregó para que lo crucificaran.

Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía. Lo desnudaron y le echaron encima un manto escarlata; después trenzaron una corona de espino, se la pusieron en la cabeza y en la mano derecha una caña. Doblando la rodilla ante él, le decían de burla: “¡Salud, rey de los judíos!”

Le escupieron, le quitaron la caña y le pegaron en la cabeza. Terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y se lo llevaron para crucificarlo.Hablando de Jesús maltratado, un poeta cristiano ponía de relieve: “Cuando un hombre cae, todo el mundo se le echa encima”. Muchos de estos soldados no conocen a Jesús. Como los otros golpean, yo también golpeo.Y esos ladrones (verdaderos o falsos, no se sabe), o los extranjeros que la gente persigue por la calle echándose encima de ellos y, sin saber si son culpables o no, se les muele a palos.Tengo que desconfiar del poder del odio que anida en el corazón del hombre, en mi propio corazón. Yo también soy capaz de lo peor y tengo dentro de mí la capacidad de matar si doy rienda suelta a mis instintos.No hagas a los demás, sin razón, lo que no quieres que los otros te hagan.Un único remedio posible a estos excesos: la compasión, la misericordia. ¿Soy capaz de ello? ¿Puedo dominarme de verdad?

VIII. JESÚS ES CARGADO CON LA CRUZ

Y se lo llevaron fuera para crucificarlo.El Evangelio de la Pasión no desarrolla más este episodio porque ya está todo dicho:

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“Mirad, estamos subiendo a Jerusalén y este hombre va a ser entregado a los Sumos Sacerdotes y letrados: lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen” (Mt 20, 18-19).El día de Pascua, por la tarde, Jesús dirá a los discípulos de Meaux, ciegos, incapaces de reconocerle: “¿No tenía el Mesías que padecer todo eso para entrar en su gloria?” (Lc 24, 26)Jesús no fue entregado por sorpresa: “Sabía Jesús que había llegado para él la hora de pasar de este mundo al Padre” (Juan 13, 1).Mirando con amor al Cristo que lleva la cruz por cada uno de nosotros, recemos desde el fondo del corazón, esforzándonos por participar en su sufrimiento:“Mi vida nadie la toma, soy yo quien la entrega para rescatar a todos mis hermanos, los hombres”.

IX. SIMÓN DE CIRENE AYUDA A JESÚS A LLEVAR SU CRUZ

Pasaba por allí de vuelta del campo un tal Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, y lo forzaron a llevar su cruz.Simón no se ofrece. Le obligan, pues nadie puede aceptar tomar espontáneamente la carga de un condenado a muerte.¿Ha conmovido este trabajo forzado el corazón del campesino de Cirene? Podemos pensar que sí al conocer la conversación inesperada del buen ladrón el mismo día, en la cumbre del Gólgota.Desde este Viernes Santo, llevar al cruz ya no es un signo de infamia, sino más bien el inmenso honor de participar en los sufrimientos de Cristo.San Pablo ha presentado esta revelación de forma definitiva: “Con el Mesías quedé crucificado y ya no vivo yo, vive en mí Cristo. Mi vivir humano de ahora es un vivir de la fe en el Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí”. (Gálatas 2, 19-20).Humanamente, no hay respuesta satisfactoria al problema del sufrimiento y de la muerte. La fuerza del cristiano está en la contemplación de esta escena. Como Simón aceptar caminar con él detrás de Jesús. La grandeza del Cristiano consiste en imitar el gesto de Simón sosteniendo a los que viven hundidos en la desgracia.

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X. LAS MUJERES DE JERUSALÉN LLORAN POR JESÚS

Le seguía un gran gentío del pueblo y muchas mujeres que se golpeaban el pecho y gritaban lamentándose por él. Jesús les dijo: “Mujeres de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que van a llegar días en que digan: “Dichosas las estériles, los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado”.Estas piadosas mujeres están trastornadas por la desgracia que le ha caído en suerte a Jesús. Pero Jesús les devuelve su propia compasión. Ellas no saben aún lo que les espera pues las serias advertencias de los profetas las han echado en saco roto. ¿Quiénes han tomado en serio en Jerusalén las lamentaciones de Jesús?“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envía! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca a sus pollitos bajo sus alas, pero no habéis querido!... Y no reconociste la oportunidad que Dios te daba”.La conclusión se impone: ahora es demasiado tarde; ¡ha llegado el juicio de Dios!

XI. JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDOS Y CRUCIFICADO

Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir “La Calavera”) le dieron de beber vino mezclado con hiel. Jesús lo probó pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo se repartieron sus ropas echándolo a suerte y luego se sentaron allí a custodiarlo.

Sucedía entre las nueve y las doce de la mañana y el suplicio de Jesús durará hasta la “hora nona”, las tres de la tarde. Largas horas de indecibles sufrimientos mientras la oscuridad cubría progresivamente la Tierra como para llamar a la humanidad a un luto universal.

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Largas horas de risa, de burlas dirigidas al condenado que se retuerce sobre la cruz como gusano herido mortalmente: “Si eres el Hijo de Dios, sálvate y baja de la cruz” (Mt 27, 40).

Y como una terrible duda que toca el alma y la conciencia de Jesús: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mt 27, 46).

No se trata de un grito de rebeldía, es el canto del salmo 22 que sube hasta el cielo: “sufrimientos y esperanzas del justo”. Con mezcla de sangre y saliva en la garganta, Jesús recita este salmo que exalta “la alabanza de Dios en la gran asamblea, porque el Señor es rey, él gobierna a los pueblos” (Salmo 22, 26-29).

XII. EL BUEN LADRÓN SE CONVIERTE AL SEÑOR

Uno de los malhechores crucificados lo escarnecía diciendo: “¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti y a nosotros”. Pero el otro le increpó: “¿Ni siquiera tú, sufriendo la misma pena, tienes temor de Dios? Y la nuestra es justa, nos dan nuestro merecido; en cambio, este no ha hecho nada malo”. Y añadió: “Jesús, acuérdate de mí cuando vuelvas como rey”. Jesús le respondió: “Te lo aseguro; hoy estarás conmigo en el Paraíso”.

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“El temor de Dios” es el secreto por el cual será salvado a la hora de su muerte, temor que es sinónimo de amor.Su razonamiento, su oración, muestran la acción determinante de Dios en él. La gracia puede más que todos nuestros cálculos y nuestros arrepentimientos.“Jesús, acuérdate de mí”. En la contemplación de esta estación, es la única palabra auténtica y útil que puedo y debo pronunciar. El Señor hará el resto, ¡estoy lleno de confianza!

XIII. MARÍA Y JUAN AL PIE DE LA CRUZ

Estaban junto a la cruz de Jesús, su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y a su lado al discípulo preferido, dijo Jesús: “Mujer, ese es tu hijo”. Y luego al discípulo: “Esa es tu madre”. Desde entonces el discípulo la tuvo en su casa.La noche del Jueves Santo, Jesús había hecho una magnífica promesa: “Yo le pediré al Padre que os dé otro abogado, que esté siempre con vosotros: el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo... No os dejará desamparados, volveré... El abogado que os enviará el Padre cuando aleguéis mi nombre, el Espíritu Santo, ese os lo enseñará todo y os irá recordando todo lo que yo os he dicho” (Juan 14, 16-18, 26).Jesús no quiere que nos quedemos huérfanos. Es el mensaje sublime de este cuadro.“Cuando vaya a la casa de mi padre os prepararé un sitio para llevaros conmigo... Sin mí no podéis hacer nada” (Juan 14, 2-3).Su Espíritu va a permanecer con nosotros y nos dará la fuerza necesaria para ser sus testigos.

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XIV. JESÚS ENTREGA SU ESPÍRITU

Lanzando un fuerte grito, expiró. El centurión que estaba frente a él, al ver que había expirado dando aquel grito, dijo: “Verdaderamente este era el Hijo de Dios”.Jesús derrama su Espíritu sobre le mundo, y en primer lugar sobre aquellos que están al pie de la cruz: María, las santas mujeres, Juan, José de Arimatea, el centurión romano...A partir de este momento la humanidad está salvada, es la hora de la Fe. “Yo, cuando me levanten de la tierra, tiraré de todos hacia mí” (Juan 12, 32).La crucifixión es verdaderamente la “Hora de las Tinieblas”, el momento en que la “oscuridad cubrió toda la tierra” (Lc 23, 44). El cuadro presenta varios círculos cuyos colores representan otros tantos símbolos: la tierra en la que está sólidamente plantada la cruz, la naturaleza exterior repleta de espesas nubes oscuras anunciadoras del Juicio de Dios y (cerca del cuerpo de Jesús) una tenue luz que se refleja azul primero, más clara después como portadora de serenidad y de paz.“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23, 46).

Jesús muere luego que entrega su espíritu a su PADRE.

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XV. EL CUERPO DE JESÚS ES DEPOSITADO EN LA TUMBA. LOS CENTINELAS VIGILAN

Al caer la tarde llegó un hombre rico de Arimatea, de nombre José, que era también discípulo de Jesús. Fue a ver a Pilatos para pedirle el cuerpo y Pilatos mandó que se lo entregaran.José se llevó el cuerpo de Jesús y lo envolvió en una sábana limpia; después lo puso en el sepulcro nuevo excavado para él mismo en la roca, rodó una losa grande a la entrada del sepulcro y se marchó. Estaban allí María Magdalena y la otra María sentadas junto al sepulcro.A la mañana siguiente, pasado el día de la Preparación, los Sumos Sacerdotes y los fariseos acudieron en grupo a Pilatos y le dijeron: “Señor, nos hemos acordado que aquel impostor estando en vida anunció: “A los tres días resucitaré”. Por eso, manda que vigilen el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos, roben el cuerpo y digan al pueblo que ha resucitado de la muerte. La última impostura sería peor que la primera”. Pilatos contestó: “Ahí tenéis la guardia, id vosotros y asegurad la guardia como ya sabéis”. Ellos fueron, sellaron la losa, y con la guardia aseguraron la vigilancia del sepulcro.¿A quién se le hubiera ocurrido llevarse el cadáver de Jesús? ¿Y para qué? No se le devuelve la vida a un muerto, además para un judío piadoso tocar un cadáver, especialmente durante la fiesta, era contraer una impureza ritual grave. ¿Quién se atrevería a ir a la tumba, cuando los Apóstoles se han encerrado en el Cenáculo “por miedo a los judíos”? (Juan 20, 19).A las santas mujeres, sentadas frente a la tumba y que observan atentamente el lugar, sólo se les ocurre una idea: regresar cuanto antes a casa y volver el domingo después de la Pascua para terminar de embalsamar con perfumes y aromas el cuerpo de Jesús.Esta historia se termina. Nadie piensa que pueda seguir. ¡La tumba está bien vigilada!Pero la historia de la salvación acaba de empezar. Es Dios quien escribe esta Historia. “Creo en la Vida Eterna”.

XVI. LA MAÑANA DE PASCUA JESÚS RESUCITA. EL ÁRBOL DE LA MUERTE FLORECE

Pasado el sábado, al comienzo del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. De pronto la tierra tembló violentamente porque el ángel del Señor bajó del cielo y se acercó, corrió la losa y se sentó encima.

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El ángel habló a las mujeres: “Vosotras no temáis. Ya sé que buscáis a Jesús el crucificado; no está aquí, ha resucitado, como tenía dicho. Venid a ver el sitio donde yacía, y después id aprisa a decir a los discípulos que ha resucitado de la muerte” (Mateo 28, 1-7).Fuera, junto al sepulcro, estaba María Magdalena llorando. Se asomó al sepulcro sin dejar de llorar y vio dos ángeles vestidos de blanco. Le preguntaron: “¿Por qué lloras, mujer?” Les contestó: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto”. Dicho esto se volvió atrás y vio a Jesús de pie pero no se daba cuenta de que era él. Tomándolo por el hortelano le dijo ella: “Señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto que yo lo recogeré”. Jesús le dijo: “María”. Ella se volvió y dijo: “¡Maestro!”. “Anda, ve a decirles a mis hermanos: “Subo a mi Padre, que es vuestro Padre; a mi Dios, que es vuestro Dios” (Juan 20, 11-18).“Cristo ha resucitado”, es el mensaje de los Apóstoles y de toda la Iglesia. San Pablo dedica a este tema una larga página: “Si el Mesías no ha resucitado, vuestra fe es ilusoria y seguís con vuestros pecados. Pero el Mesías ha resucitado de entre los muertos” (1 Corintios 15).La fe cristiana nunca se ha equivocado. La Victoria es nuestra Fe; la Victoria es nuestra Vida, entregada abundantemente en la Cruz. Y hoy, debemos buscar y reconocer a Jesús en la comunidad cristiana. La Comunidad es la mayor prueba de la resurrección.“El árbol de la muerte donde Dios sangró como fruta madura, el árbol de la muerte para nosotros ha florecido. El Señor ha resucitado. ¡ALELUYA!”

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“LA ÚLTIMA SEMANA DE JESÚS” “Cuando se cumplió el tiempo que ÉL había de ser recibido

arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén” (Lucas 9:51) La última semana de nuestro Señor Jesucristo antes de su tremendo sacrificio en la cruz del calvario es también llamada Semana de la Pasión o Semana Santa. En ella, nuestro Señor vivió intensamente sus últimos días como ser humano, soportó los más horribles sufrimientos y experimentó la muerte más dolorosa que ningún hombre ha sufrido jamás. Sin embargo, para nosotros los creyentes en ÉL, aquella última semana del Señor representa la vida eterna. Lo que para ÉL fue la más grande ignominia, para nosotros es el más grande gozo; lo que para ÉL fue la más horrible muerte, para nosotros es la más dulce vida. Fue su pasión y muerte lo que a nosotros nos permite conocer la vida, la transformación del ser entero, vivir y gozar la inmensa misericordia de Dios, el perdón y limpieza total de todos nuestros pecados y poseer la más bendita Esperanza de que un día estaremos y reinaremos con ÉL por los siglos de los siglos. ¿Qué fue lo que pasó en la vida de nuestro Señor Jesucristo en aquella última semana? Domingo. 1. La entrada triunfal en Jerusalén. Este suceso se narra en los cuatro evangelios: Mateo 21:1-11; Marcos 11:1-11; Lucas 19:29-44 y Juan 12:12-19. El Señor lo hizo para cumplir la profecía de Zacarías 9:9; pero además para dejar bien claro que ÉL es el Rey, el Hijo de David y el Salvador que viene en el Nombre del Señor. En su gracia quiso dar a la ciudad santa de Jerusalén una última oportunidad de reconocerle como el Rey Mesías. Jesús sale de Jerusalén y se va a Betania. Lunes. 2. La maldición de la higuera estéril. Lo cual se narra en Mateo 21:18-20 y en Marcos 11:12-14, 20-21. Saliendo de Betania va camino a Jerusalén por el camino que pasa por el Monte de los Olivos y se encuentra con una higuera, se acerca a ella en busca de fruto, pero no lo halla y entonces la maldice diciendo: “nunca jamas nazca de ti fruto”. Este hecho representa la reprobación que el Señor hizo de su pueblo Israel, representado por aquella higuera, el cual nunca dio fruto espiritual aceptable delante de Dios. 3. Purificación del templo. Se narra en Mateo 21:12-13; Marcos 11:15-17; Lucas 19:45-46. Aunque la descripción de Mateo parece situar esta limpieza el domingo después de su entrada triunfal, lo cierto es que fue el lunes por la mañana siguiendo la narración de Marcos; pero no se descarta que el Señor lo hiciera en las dos ocasiones. Jesús echó fuera a los que vendían y compraban en el templo y volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas. Las enormes ganancias de los puestos de mercado dentro del templo que se encontraban a lo largo del Pórtico de Salomón, enriquecían a la familia del sumo sacerdote en turno. Jesús hizo esta purificación para cumplir también con otra profecía que se encuentra en Malaquías 3:1. Véanse también Isaías 56:7 y Jeremías 7:11.

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4. Sanidades en el templo. (Mateo 21:14) Aunque las autoridades judías estaban en su contra y ÉL sabía el complot que habían armado para matarlo, y aún sabiendo que de un momento a otro lo apresarían, siguió demostrando su gracia infinita sanando a los enfermos. Cuando llegó la noche, Jesús salió de la ciudad. Seguramente a Betania nuevamente, muy posiblemente al hogar de Lázaro, Marta y María, sus amigos. Martes. 5. La autoridad de Jesús. (Mateo 21:23-27; Marcos 11:27-33; Lucas 20:1-8) Marcos sitúa en martes el cuestionamiento de la autoridad de Jesús por parte de los gobernantes. ¿Quién eres? ¿Quién te dio autoridad para hacerte cargo de la ciudad y del templo? Ellos estaban haciendo todo esfuerzo por hacerle caer en una trampa, pero el Señor, en su infinita sabiduría siempre tuvo para cada cuestionamiento una réplica que los desconcertaba. 6. La parábola de los dos hijos. (Mateo 21:28-32) Enseguida nuestro Señor comenzó a enseñar a los dirigentes judíos por medio de varias parábolas. La de los dos hijos va dirigida directamente a ellos que profesaban ser los maestros del pueblo de Dios. Mientras que ellos decían sí con sus labios, con los hechos decían otra cosa. 7. La parábola de los labradores malvados. (Mateo 21:33-46; Marcos 12:1-12; Lucas 20:9-18) Aunque también va dirigida a los principales sacerdotes, ancianos, escribas y fariseos como autoridades espirituales de Israel, el Señor también dirigió esta enseñanza a toda la nación y en ella les acusa de no dar al dueño de la viña los frutos de la misma y matar a sus enviados y aún a su mismo hijo. 8. La parábola de la fiesta de bodas. (Mateo 22:1-14) Esta es otra ilustración de la misma enseñanza. Israel y sus dirigentes rechazaron la oportunidad que Dios les daba, ahora esa misma oportunidad será dada a otras naciones y pueblos. Todos son convidados a esta gran fiesta, pero necesitan traer su vestido de boda, el cual representa la fe en Jesucristo. 9. La cuestión del tributo. (Mateo 22:15-22; Marcos 12:13-17; Lucas 20:20-26) Los gobernantes responden al Señor con otros cuestionamientos seguramente prefabricados. Le envían discípulos de los fariseos y de los herodianos para preguntarle acerca del tributo a Cesar. Ellos buscaban que Jesús dijera una palabra que sirviera para acusarlo de deslealtad al gobierno romano. Los herodianos eran partidarios de la familia de Herodes y por lo mismo, allegados a las cuestiones políticas. Con su respuesta, el Señor vuelve a dejarlos perplejos. 10. La pregunta sobre la resurrección. (Mateo 22:23-33; Marcos 12:18-27; Lucas 20:27-40) Ahora arremeten contra el Señor los saduceos. Ellos no creían en la resurrección. Habían ideado una buena pregunta de tal modo que pensaron que de esta el Maestro no saldría bien librado, pues entrañaba una poligamia en el cielo. Sin embargo, el Señor les demostró que ellos erraban ignorando las Escrituras y el poder de Dios. Resuelve la

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situación diciendo que en el cielo no hay matrimonio y cita las Escrituras para demostrarles que sí hay resurrección.

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11. El gran mandamiento. (Mateo 22:34-40; Marcos 12:28-34) Enseguida, son los fariseos los que se juntan a una y también por tentarle, uno de ellos le pregunta: ¿Cuál es el gran mandamiento en la ley? El Señor contesta que toda la ley y los profetas se resume en amar a Dios y al prójimo. Amando se cumplen todos los mandamientos. 12. ¿De quién es hijo el Cristo? (Mateo 22:41-46; Marcos 12:35-37; Lucas 20:41-44) Ahora es el Señor el que hace una cuestión a sus enemigos: ¿Cómo puede un hombre llamar Señor a su propio hijo? Quizá, hoy a nosotros nos parezca sencilla la respuesta, pero en aquel momento hizo callar a sus interlocutores. Jesús era un Maestro en la dialéctica, más que suficiente para la sofistería de aquellos. 13. Jesús acusa a escribas y fariseos. (Mateo 23:1-39; Marcos 12:38-40; Lucas 11:37-54; 20:45-47) Esta es una de las porciones más duras de las Escrituras pues contiene las acusaciones más severas que jamás salieron de sus labios. Los fariseos eran la secta más numerosa, poderosa e influyente en el tiempo de Jesús. Eran legalistas estrictos y sustentaban la observancia rígida de la letra y las normas de la ley y también las tradiciones. Los escribas eran los copistas de las Escrituras y por ello tenían un conocimiento minucioso de la ley. Llegaron a ser autoridades reconocidas pues se les llamaba “doctores” o “sabios de la ley”. Sin embargo, no eran más que simuladores de la verdadera religión. El Señor les habla muy fuerte aquí. 14. Unos griegos buscan a Jesús. (Juan 12:20-36) No se dice cuando fue este acontecimiento, pero la mayoría lo sitúa el martes todavía en el templo. Personas de tierras lejanas le traían su homenaje en contraste con los gobernantes judíos que ya ultimaban los detalles para deshacerse de ÉL. 15. Enseñanza sobre la incredulidad de los judíos. (Juan 12:37-50). ¿Por qué los judíos y especialmente los gobernantes no creyeron en Jesús a pesar de la aplastante evidencia de su mesiazgo, poder y milagros? Es uno de los problemas más difíciles de las Escrituras. Juan sólo se concreta a decir: “Para que la Escritura se cumpliese”. 16. La ofrenda de la viuda. (Marcos 12:41-44; Lucas 21:1-4) Este hecho fue su último acto en el templo en un día muy atareado de controversias. Aquí rinde un cálido tributo a una pobre mujer que había dado todo cuanto tenía. Después sale del templo para no volver a él nunca más. 17. Señales antes del fin. (Mateo 24:1-51; Marcos 13:1-37; Lucas 21:7-36) En este gran discurso, Jesús habla de la caída de Jerusalén, de su segunda venida y del fin del mundo. 18. La parábola de las diez vírgenes. (Mateo 25:1-13) Esta parábola significa una sola cosa: Que debemos mantener nuestros pensamientos fijos en el Señor y estar preparados cuando ÉL venga. Las prudentes tomaron precauciones por si el esposo se demoraba. 19. La parábola de los talentos. (Mateo 25:14-30)

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Esta parábola significa que estamos siendo preparados para un servicio superior dentro de un orden futuro y que nuestro lugar y rango allá depende de nuestra fiel mayordomía aquí.

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20. Enseñanzas sobre el juicio final. (Mateo 25:31-46) Este es uno de los pasajes más magníficos de toda la Biblia. Es un cuadro completo de cómo la bondad hacia la gente común afectará nuestro destino en la vida eterna. Miércoles. Aunque no es con certeza se han fijado en este día los siguientes acontecimientos: 21. El complot para prender a Jesús. (Mateo 26:1-5, 14-16; Marcos 14:1-2, 10-11; Lucas 22:1-6) El Sanedrín había resuelto matar a Jesús, pero la popularidad de éste se los impedía. La oportunidad ansiada vino cuando Judas se comprometió a entregarlo por medio de una traición. 22. El ungimiento en Betania. (Mateo 26:6-13; Marcos 14:3-9) Parece ser que Judas fue quien se enojó por el “desperdicio” de un perfume tan caro, al reprenderlo el Señor, aquel reafirma su decisión de traicionarlo y va con los principales sacerdotes quienes le dan treinta piezas de plata que era el precio por un esclavo. Jueves. 23. La cena de la pascua. (Mateo 26:17-35; Marcos 14:12-31; Lucas 22:7-34; Juan 13:1-38) Varios sucesos acontecen durante esta cena: Hay disputa entre los discípulos sobre la cuestión de quien sería el mayor; Jesús responde con un acto de humildad lavando los pies de ellos; El traidor es señalado y Jesús instituye la Cena del Señor; Les da el nuevo mandamiento y su precioso sermón del consuelo que encontramos en Juan capítulos 14, 15 y 16; Además hace la oración de intercesión por sus discípulos (Juan capítulo 17). 24. La agonía en Getsemaní. (Mateo 26:36-46; Marcos 14:32-42; Lucas 22:39-46) El incidente más conmovedor de toda la conmovedora historia de los padecimientos de Jesús es en el huerto de Getsemaní. 25. Arresto de Jesús. Mateo 26:47-56; Marcos 14:43-50; Lucas 22:47-53; Juan 18:1-11 Era cerca de la medianoche. Judas aprovechó para entregarlo cuando la gente dormía, fue juzgado durante esa noche y antes de que la gente estuviera despierta ya lo habían crucificado. 26. El juicio de Jesús ante el Sanedrín. Mateo 26:57-68; Marcos 14:53-65; Lucas 22:54-71; Juan 18:12-24. Un juicio por demás injusto, pues muchos de los mandamientos expresados en la Ley de Moisés fueron violados por ellos. Viernes. 27. La negación de Pedro. Mateo 26:69-75; Marcos 14:66-72; Lucas 22:55-62; Juan 18:15-27. Muy probablemente esto sucedió en el patio de la casa del Sumo Sacerdote en las primeras horas del viernes. Este es uno de los pasajes más tristes y desgarradores. No sabemos el cúmulo de emociones que había en el corazón de Pedro, pero lo cierto es que negó a su Señor y Maestro. Cuando Jesús lo vio, esa mirada hizo pedazos su alma. 28. El juicio de Jesús ante Pilato. (Mateo 27:1-14; Marcos 15:1-5; Lucas 23:1-5; Juan 18:28-38)

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Otro juicio injusto pues se acusaba a Jesús de delitos que no había cometido. Pilato fue cobarde porque aún cuando lo declaró inocente tres veces, aún así, por miedo a los judíos, firmó la sentencia de muerte.

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29. Jesús es azotado. (Mateo 27:15-31; Marcos 15:6-20; Lucas 23:13-25; Juan 19:1-16) El azotamiento casi siempre era antes de la ejecución de la pena de muerte. Se usaban látigos de varias correas con pedazos de plomo o metal afilado en las puntas. La víctima era desnudada hasta la cintura y atada a un poste. Era azotada sobre la espalda con el látigo hasta lacerar la carne. A veces causaba la muerte. 30. Barrabás es liberado. Al mismo tiempo que Pilato sentenciaba a Jesús, soltaba a Barrabás. Cristo murió en lugar de Barrabás, un sedicioso, ladrón y homicida. Todos nosotros debemos ponernos en el lugar de Barrabás como culpables pecadores, pero Cristo tomó nuestro lugar en la cruz. 31. Jesús es crucificado. Mateo 27:32-56; Marcos 15:21-41; Lucas 23:26-49; Juan 19:17-30. Cerca de las nueve de la mañana de aquel viernes nuestro Señor fue levantado en la cruz. Sólo soportó seis horas colgado y luego murió. Dijo tres de sus últimas palabras entre las nueve y las doce del día. Las últimas cuatro fueran cerca de las tres de la tarde, hora en que murió. Durante su crucifixión sucede una densa oscuridad desde las doce hasta las tres; el velo del templo se rasgó en dos; hubo un terremoto y las tumbas de muchos se abrieron. 32. Jesús es sepultado. Mateo 27:57-66; Marcos 15:42-47; Lucas 23:50-56; Juan 19:38-42. En un huerto, en un sepulcro nuevo propiedad de José de Arimatea, Jesús fue puesto en esa sepultura. Tanto José como Nicodemo, el que fue a verle de noche, envuelven el cuerpo del Señor en sábanas nuevas y lo ungen con mirra y áloes. Domingo. 33. Jesús resucita. Llega el día glorioso de la resurrección. Nuestro Señor se yergue vencedor de la tumba, de la muerte, del diablo y del mismo infierno. Toda la obra de redención está consumada en su resurrección. ¡Jesucristo vive! ¡Y vive para siempre! ¡A ÉL sea por siempre toda la gloria y el poder, la honra y la alabanza! ¡Así sea! ¡Amén!

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CONCLUCION

ESTE TRABAJO SE REALIZO CON EL FIN DE DAR A CONOCER Y LLEVAR EL MENSAJE DE SALVACIÓN QUE ES PRINCIPAL ANTE TODO DEL MARAVILLOSO SACRIFICIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.

ENTENDEMOS QUE JESUS YA ERA MENCIONADO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO YA QUE HAY PROFECIAS Y FUERON CUMPLIDAS CON SU VENIDA A LA TIERRA PARA MOSTRAR SU AMOR, DAR ESPERANZA Y PERDONAR A TODOS AQUELLOS QUE NECESITABAN DE EL.

ADEMAS SE OBSERVA COMO JESUS SIENDO REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES SE ISO HOMBRES PARA DEMOSTRAR ANTE TODOS LA HUMILDAD Y SU GRAN PODER.

JESUS FUE MARTIRIZADO, AZOTADO, GOLPEADO, ETC. Y SE OBSERVA COMO EL PERDONA A TODOS LOS QUE TUVIERON CULPA DE SU MUERTE Y QUE LO LLEVARON HASTA SU CRUSIFICCION.

EN SI RECOPILANDO JESUS ES CLARO EJEMPLO DEL AMOR INMENSO QUE HAY (INCOMPARABLE), YA QUE EL DIO SU VIDA POR CADA UNO DE SUS HIJOS Y PAGO TODO EN LA CRUZ DEL CALVARIO.

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