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Arzobispado de Arequipa Domingo 15 de Enero de 2017 RETIRO SACERDOTAL Desde el lunes hasta el viernes de la semana que ha pasado los sacerdotes de la Arquidiócesis de Arequipa hemos tenido nuestros ejercicios espirituales. Como lo hacemos cada año al terminar el tiempo de Navidad, alrededor de cien sacerdotes y yo, como su arzobispo, hemos pasado juntos cinco días de silencio, oración y meditación. Los ejercicios espirituales, o retiro espiritual como también se le llama, suelen distribuirse en tres etapas. La primera de ellas, que es la etapa purificativa, tiene por finalidad que cada uno descubra, a la luz de la Palabra de Dios y las enseñanzas de la Iglesia, la situación concreta en la que se encuentra al comenzar el retiro. Contemplando el amor infinito de Dios manifestado en su Hijo Jesucristo, cada uno debe ver cómo está llevando su vida cristiana y ejerciendo el ministerio sacerdotal. Como seres humanos que somos, es natural que, junto con diversos aspectos buenos, tengamos algunas deficiencias y ciertos pecados que, con humildad, debemos reconocer. Esta primera etapa, que dura dos días, tiene entonces por objetivo la reforma del corazón y de la vida. Termina con el sacramento de la Confesión, en el que le pedimos perdón a Dios por aquello en lo que hemos fallado y Él nos restablece en su gracia. La segunda etapa, llamada también iluminativa, tiene por fin conformarnos cada vez más y mejor a Jesucristo crucificado y resucitado. Esta etapa requiere de mucha meditación y discernimiento. Cada uno debe preguntarse: ¿qué quiere Dios de mí? ¿cómo me puedo conformar a Jesucristo en el hoy de mi situación personal? Para ello meditamos y contemplamos el diseño de amor que Dios tiene para nosotros. En primer lugar, reflexionamos sobre la finalidad para la cual Dios ha creado la Iglesia y cuál es la misión que le ha confiado. En ese contexto, meditamos también sobre el hecho de que Él nos ha llamado a ser sacerdotes, sacramento de Jesús el Buen Pastor que da la vida por las ovejas, Cabeza de su Cuerpo que es la Iglesia. Ayudados por los evangelios y otras partes de la Biblia, así como por el Magisterio de los Papas, vamos viendo las características generales que deben conformar el perfil del sacerdote de todos los tiempos y aquellas más particulares del sacerdote del siglo veintiuno. Hecho eso, pasamos a la tercera etapa que tiene por finalidad acoger la gracia que Dios nos quiere dar para que su diseño de sacerdote se pueda plasmar en nuestra vida. En esta etapa repasamos los medios a través de los cuales podemos recibir esa gracia: la celebración diaria de la Santa Misa, la oración en diversos momentos del día, la lectura cotidiana de las Sagradas Escrituras, la devoción a la Virgen María y a los santos, la obediencia a nuestro obispo, acudir con frecuencia al sacramento de la Confesión y a la dirección espiritual, el servicio a los fieles de nuestras parroquias y movimientos, la fraternidad sacerdotal, el estudio, el espíritu de pobreza y desprendimiento, la custodia de la castidad y el aprecio por el celibato como un don de Dios, etc. Con alegría puedo decirles que nuestros sacerdotes han terminado muy contentos este retiro y han vuelto a sus parroquias con la aspiración de servir cada vez mejor a los fieles que han sido encomendados a su guía pastoral. Recen por nosotros, para que llevemos a la práctica todos esos buenos deseos que Dios nos ha inspirado a favor de ustedes. + Javier Del Río Alba Arzobispo de Arequipa LA COLUMNA De Mons. Javier Del Río Alba

Retiro Sacerdotal

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Arzobispado de Arequipa

Domingo 15 de Enerode 2017

RETIRO SACERDOTAL

Desde el lunes hasta el viernes de la semana que ha pasado los sacerdotes de la Arquidiócesis de Arequipa hemos tenido nuestros ejercicios espirituales. Como lo hacemos cada año al terminar el tiempo de Navidad, alrededor de cien sacerdotes y yo, como su arzobispo, hemos pasado juntos cinco días de silencio, oración y meditación. Los ejercicios espirituales, o retiro espiritual como también se le llama, suelen distribuirse en tres etapas. La primera de ellas, que es la etapa purificativa, tiene por finalidad que cada uno descubra, a la luz de la Palabra de Dios y las enseñanzas de la Iglesia, la situación concreta en la que se encuentra al comenzar el retiro. Contemplando el amor infinito de Dios manifestado en su Hijo Jesucristo, cada uno debe ver cómo está llevando su vida cristiana y ejerciendo el ministerio sacerdotal. Como seres humanos que somos, es natural que, junto con diversos aspectos buenos, tengamos algunas deficiencias y ciertos pecados que, con humildad, debemos reconocer. Esta primera etapa, que dura dos días, tiene entonces por objetivo la reforma del corazón y de la vida. Termina con el sacramento de la Confesión, en el que le pedimos perdón a Dios por aquello en lo que hemos fallado y Él nos restablece en su gracia.

La segunda etapa, llamada también iluminativa, tiene por fin conformarnos cada vez más y mejor a Jesucristo crucificado y resucitado. Esta etapa requiere de mucha meditación y discernimiento. Cada uno debe preguntarse: ¿qué quiere Dios de mí? ¿cómo me puedo conformar a Jesucristo en el hoy de mi situación personal? Para ello meditamos y contemplamos el diseño de amor que Dios tiene para nosotros. En primer lugar, reflexionamos sobre la finalidad para la cual Dios ha creado la Iglesia y cuál es la misión que le ha

confiado. En ese contexto, meditamos también sobre el hecho de que Él nos ha llamado a ser sacerdotes, sacramento de Jesús el Buen Pastor que da la vida por las ovejas, Cabeza de su Cuerpo que es la Iglesia. Ayudados por los evangelios y otras partes de la Biblia, así como por el Magisterio de los Papas, vamos viendo las características generales que deben conformar el perfil del sacerdote de todos los tiempos y aquellas más particulares del sacerdote del siglo veintiuno. Hecho eso, pasamos a la tercera etapa que tiene por finalidad acoger la gracia que Dios nos quiere dar para que su diseño de sacerdote se pueda plasmar en nuestra vida. En esta etapa repasamos los medios a través de los cuales podemos recibir esa gracia: la celebración diaria de la Santa Misa, la oración en diversos momentos del día, la lectura cotidiana de las Sagradas Escrituras, la devoción a la Virgen María y a los santos, la obediencia a nuestro obispo, acudir con frecuencia al sacramento de la Confesión y a la dirección espiritual, el servicio a los fieles de nuestras parroquias y movimientos, la fraternidad sacerdotal, el estudio, el espíritu de pobreza y desprendimiento, la custodia de la castidad y el aprecio por el celibato como un don de Dios, etc.

Con alegría puedo decirles que nuestros sacerdotes han terminado muy contentos este retiro y han vuelto a sus parroquias con la aspiración de servir cada vez mejor a los fieles que han sido encomendados a su guía pastoral. Recen por nosotros, para que llevemos a la práctica todos esos buenos deseos que Dios nos ha inspirado a favor de ustedes.

+ Javier Del Río AlbaArzobispo de Arequipa

LA COLUMNADe Mons. Javier Del Río Alba