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Alexander Pushkin
Boris Godunov
bajalibros.com
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ISBN 978-987-678-522-8
Publisher: Vi-Da Global S.A.Copyright: Vi-Da Global S.A.Domicilio: Costa Rica 5639 (CABA)CUIT: 30-70827052-7
Texto de dominio público.
Este texto digital es de DOMINIO PÚBLICO en Argen-tina por cumplirse más de 30 años de la muerte de suautor (Ley 11.723 de Propiedad Intelectual). Sin em-bargo, no todas las leyes de Propiedad Intelectual soniguales en los diferentes países del mundo.
Infórmese de la situación de su país antes de la dis-tribución pública de este texto.
PRÓLOGODesde la ventana del séptimo piso de un hotelde la calle Gorki, de Moscú, durante variosaños, veía todos los días el monumento a Ale-jandro Pushkin en la plaza de su nombre, en-vuelto en cielos jubilosos o nubes detormenta.
¡Cuántas ideas y sensaciones me sugería sualtiva figura de bronce pensativo, rodeada delrespeto y del amor de los nuevos hombresrusos!
Pero un monumento no es siempre laacabada expresión del auténtico amor delpueblo. Tal vez un breve telegrama de esta úl-tima guerra revele, mejor que todo comentario,hasta qué punto defienden y aman en su paísa este genial poeta, parte viva del cuerpo in-mortal de Rusia.
Cuenta un escritor soviético, que cuando lashuestes hitlerianas mancillaron las tierras desu patria, en uno de los frentes, el joven oficialde artillería Andrés Stepanenko, cada vez queordenaba hacer fuego a su batería, exclamabaa sus soldados: -¡Por Stalin, por Pushkin,fuego!
ELEMENTOS DE SU BIOGRAFÍA
Alejandro Serguéevich Pushkin nació en Mo-scú el 26 de mayo del año 1799.
Su padre, Sergio Lvóvich, fue figuradestacada en los círculos de la nobleza, peropara los años en que naciera el poeta, ya noocupaba ningún puesto representativo yoficial.
Su madre, Nadiézda Osipovna, era la nieta deIbraguin, el famoso negro esclavo de Pedro elGrande, traído de Abisinia y más tarde
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liberado por el zar, y conocido con el nombrede Abraham Petróvich Annibal.
Alejandro S. Pushkin ha caracterizado repeti-das veces en su obra a sus ascendientes,subrayando siempre el espíritu rebelde de losPushkin, impulsivo, independiente e insumisofrente al absolutismo.
Sus padres no se distinguieron particular-mente por esta cualidad, ni alguna otra muysobresaliente. La vida social, pueril y festivalos absorbía, dejando la educación de sus hi-jos en manos de nodrizas, parientes omaestros.
Ajenos a la influencia directa de sus padres,crecieron su hermana Olga, su hermano Leóny el pequeño Alejandro.
El infatigable espíritu de curiosidad delpequeño Alejandro no lograba satisfacerse
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con cualquier educación. Leía con sed ininter-rumpida los libros de la biblioteca de suspadres y la nueva literatura en sus originales,como también la literatura clásica francesa.
Moliére y Voltaire ejercen sobre él enorme in-fluencia, como todas las corrientesenciclopedistas.
Un tío del poeta le ayuda a descubrir su voca-ción por la literatura y a dar los primerospasos. Vasilio L.
Pushkin desempeña en el desarrollo juvenildel poeta un papel maravilloso e inapreciable.
Sin embargo, el deseo de afrancesar su cul-tura hubiera podido deformar la auténtica vo-cación y personalidad del poeta, pero otras in-fluencias más valiosas lograron afirmarse. Enla casa de su abuela, donde solía pasar sem-anas enteras o visitar con frecuencia,
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escuchaba de labios de ella leyendas y cuen-tos maravillosos del pasado ruso, relatados enun idioma netamente eslavo.
Otros tíos de Alejandro, que llevaban una vidamás campesina, modelaron su imaginación ysu amor por la vida rusa. Su célebre nodriza,Arina Rodiónovna, despertó en el niño desdesu infancia el cariño por los cuentos y leyen-das populares. La ternura y los cuidados de lanodriza han desempeñado en la personalidadde Pushkin un papel tal vez más importanteque muchos libros y corrientes consagradasde su tiempo. El poeta siempre recordó a sunodriza con gran cariño, aun después demuerta, y su figura fue cantada a través dediferentes personajes de su obra. El niñocomienza por hacer versos en francés y enruso, aun antes de entrar en el Gimnasio, enel año 1811.
EL GIMNASIO
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El Gimnasio de su tiempo era una instituciónprivilegiada para la preparación de los hijos dela nobleza. Los estudiantes deberían ser futur-os hombres de Estado. Seis años de estudioen esta institución, con un régimen severo deinternado, desvinculando a los estudiantes delmundo exterior, debían formar funcionarios,futuros hombres adictos al régimen zarista.
No obstante la confabulación del régimen reli-gioso, moral y político del internado, las ideasenciclopedistas y de vanguardia que soplabanpor el mundo desde los Pirineos, lograron at-ravesar sus murallones.
Por suerte, no todos los profesores se pro-ponen obtener de los estudiantes futurosfuncionarios.
Algunos, como A. Kunisin, despedido mástarde por librepensador, ejercieron durante elperíodo de su estudio una influencia benéfica.
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Su prédica en favor de la libertad del indi-viduo, y de las libres manifestaciones delpensamiento y la libertad humana eran recibi-das por el joven Alejandro con evidenteentusiasmo. En varios poemas, Pushkin re-cuerda con cariño a aquel profesor que echónuevas semillas en su naturaleza fecunda.
También ejerció una influencia positiva el pro-fesor A.
Galich, catedrático de literatura rusa y latina,liberal y humanista, que aprobó y alentó losprimeros comienzos del poeta. Un hermanode Marat, el famoso líder de la RevoluciónFrancesa, profesor también de este Liceo,contribuyó, sin duda, a su formación delibrepensador.
Además, sus compañeros de estudio V.
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Küchelbaecker e I. Puschín, posteriormentedestacados decembristas e íntimos amigos deljoven Alejandro, afirmaron en él su odio contrael yugo feudal y la servidumbre de su tiempo.Esas amistades, que jamás Pushkin rompió,ayudaron al poeta a comprender las ideascumbre de su tiempo.
Precisamente en el Gimnasio se va definiendosu talento poético, junto a sus amigos Delvig,Küchelbaecker, Korsakov y otros, llenando deversos las cuartillas de cuadernos que pasande mano en mano en el Liceo y en los quePushkin participa activamente.
En el transcurso de sus años de estudio,Pushkin escribe aproximadamente cientoveinte poemas, acogidos con entusiasmo porsus compañeros, que lo van consagrando. Yaen el año 1814 aparece publicado uno de susprimeros versos en la revista «El Noticioso deEuropa».
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Con frecuencia aparecen sus poemas en lasrevistas y comienzan a llamar la atención delas eminencias literarias de su tiempo, comoKaramzin y Yucovski, a quienes conoce per-sonalmente y que lo llevan a la peña literariade «Arzamás».
Esta sociedad literaria unificaba en su seno aescritores de las más diversas ideologías,pero dispuestos a luchar contra la tendenciareaccionaria de Chichkov, retrógrado y rutin-aria en la literatura y en la política del país. Supermanencia en esta organización lo puso encontacto con gente ya definida, y aunque estapeña literaria duró nada más que tres años, hasido un comienzo benéfico para el joven po-eta. A pesar del encierro del Gimnasio,Pushkin logra hacerse socio de ésta y leer suspoemas.
El gran escritor Deryabin, que presenció suexamen de Literatura en el último curso del
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Gimnasio, alentó el talento evidente del jovendiscípulo, que recitó ante él algunos de susprimeros poemas.
En el año 1817 termina Pushkin sus estudioscon la modesta recomendación “para servir desecretario de un ministerio”.
El joven no sueña con una carreraacomodada.
Guarda su gorrio frigio y su vehementecorazón de poeta dispuesto a hablar con lavida y la historia frente a frente.
EN SAN PETERSBURGO
Pushkin llega a San Petersburgo en el veranodel año 1817, a los dieciocho años de edad Eltorbellino de .la vida política y literaria lo atraey lo absorbe. La sociedad clandestina de losdecembristas, que en aquel tiempo lleva el
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nombre de «La Unión de los Salvadores» loinfluencia, como también el eco de las glorio-sas guerrillas españolas, inspiradas en un es-píritu antifeudal, de independencia nacional.
Los poemas de ese período siguen la huellade sus ideas y coinciden por su espíritu con elprograma de los liberales decembristas.
Turguéniev y Küchelbaecker afirman suamistad con Pushkin y participan en la peñaliteraria y social conocida con el nombre de«La Lámpara Verde», sociedad ésta organiz-ada expresamente por los decembristas con elobjeto de propagar sus ideas entre la juven-tud. En ella Pushkin recita públicamente susversos revolucionarios.
Los poemas como su Oda a la libertad o Laaldea , numerosos epigramas contra el zar ysus esbirros del gobierno, o contra la Iglesia,
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comenzaron a circular copiados a mano portodo el país.
Su influencia era tal que no había sargentoque no los conociera de memoria.
Este período fogoso de su vida aparece refle-jado en algunos capítulos de su obra EugenioOnéguin .
A comienzos del año 1820 Pushkin termina suprimer poema Ruslan y Ludmila. Ruslan yLudmila fue recibido con las protestas encon-adas de las momias de la literatura rusa y tam-bién con el entusiasmo de los círculos literari-os juveniles más avanzados.
Los funcionarios del zar vieron inmediata-mente en los versos del poeta un peligro quedebían eludir y castigar. En el año 1820 el zarAlejandro I exige el destierro de Pushkin aSiberia o a Solovki. Gracias a la intervención
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de los amigos de Pushkin, el destierro se ree-mplaza por el traslado del poeta al sur deRusia, a la ciudad de Ekaterinoslav, con unpuesto en las oficinas del general Insov.
EN EL DESTIERRO
La libertad relativa había terminado. La con-dena estremece la sensibilidad del joven po-eta y al llegar a Ekaterinoslav cae enfermo.Aunque su mal es leve, los amigos del poetalogran sacarlo de las oficinas del general In-sov y llevárselo al Cáucaso, adonde gracias auna cura de aguas minerales se restablecealgo, para pasar pronto a las playas deCrimea.
Gogol escribió algunas palabras sobre la es-tadía de Pushkin en el Cáucaso y en Crimea,subrayando el papel que desempeñaron en sudestino poético esas tierras, adonde lasfronteras de Rusia se diferencian tanto de sus
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tierras interiores y donde todo adquiere carac-teres grandiosos; allí donde la llanura deRusia se corta por desfiladeros y montañaseternamente cubiertas con nieve o con playassoleadas y arenosas, el nuevo paisaje desper-tó en él las fuerzas de su alma y rompió lascadenas, las últimas cadenas que pesabansobre su librepensamiento. Le atraía la vidapoética de los serranos rebeldes, sus motinesy sus correrías y desde aquel momento lospinceles del escritor adquieren más colorido,rapidez y audacia. El joven recién comenzabaa vivir y ya asombraba a Rusia... El es el únicopoeta que ha cantado al Cáucaso con tantofervor; estaba enamorado con toda su alma desus bellezas, del paisaje maravilloso, del cieloazulino del sur, de las llanuras prodigiosas deGeorgia, sus noches y sus jardines estupen-dos. Tal vez su obra más sentida es aquellainspirada por la grandeza del sur de Rusia.Allí, sin quererlo, se manifestó toda su fuerza yes por ello que sus poemas inspirados en el
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Cáucaso o en la vida y las noches de Crimeahan tenido una fuerza tan mágicas.
Estas palabras de Gogol evitan otros coment-arios, pero no estaría de más agregar la coin-cidencia de que en ese período, Pushkin seentusiasma con la lectura de los poemas deByron. Su ambiente no es el de salón. Loshombres sencillos del pueblo, inspiran al po-eta. Allí escribió El prisionero del Cáucaso , yen Crimea La fuente de Bajchisarai , poemaeste último inspirado en una leyenda tártaraque data de la época del dominio del Jan Jireide Crimea.
Obligado a volver a las oficinas del general In-sov, que se traslada a la ciudad de Kichinev,de la región de Besarabia, coloca al poetafrente a otro ambiente. Allí conoce la vida delos gitanos y su idioma, como también las can-ciones regionales que inspiraron su obra Losgitanos . También hace anotaciones sobre el
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poeta Ovidio, que fue desterrado por el em-perador romano a las orillas del mar Negro.Allí se entera el poeta de la biografía de figur-as históricas de ese ambiente, que le permitenjuntar el material para su futura obra sobreMassepa.
Allí también comienza los primeros capítulosde su novela en verso Eugenio Onéguin .
Pero su actividad no se limita a la literatura.Amigo del jefe de la sociedad decembrista loc-al, se pone en contacto con todas sus activid-ades, guardándose en todo lo posible del con-trol de sus censores. De aquí que muchas desus actividades han sido descubiertas des-pués de varias décadas, al hurgar la corres-pondencia de sus contemporáneos.
Pushkin sigue con interés todos los movimien-tos revolucionarios europeos. Está al corrientedel movimiento y de la columna de Riego en
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España, de la insurrección en Nápoles, de lalucha de los griegos por su independencia ydel movimiento constitucionalista en Alemania.Pushkin está seguro de que el pueblo saldrátriunfante en todas esas luchas. En ciertaoportunidad, a propósito de estos acontecimi-entos, decía: «Antes los pueblos peleaban un-os contra otros, ahora es el rey de Nápoles elque lucha contra el pueblo, o el de Prusia, o elde España. Es indudable que el fin de esascontiendas estará de parte de los justos».
Pero aun con más claridad evidencian las con-vicciones de Pushkin los informes de losagentes policiales que le vigilan. Uno de ellosdice así: «Pushkin insulta públicamente yhasta en los cafés o salas de té a los funcion-arios militares, y hasta al gobierno».
Las esperanzas de Pushkin sobre el movimi-ento revolucionario de Europa fueron de-fraudadas por los acontecimientos. La
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reacción fue más fuerte. Un sentimiento pro-fundo de amargura inspira los poemas dedica-dos a este período, especialmente cuando larepresión en Rusia comienza a dar sus hero-icas víctimas.
Una ola de detenciones, inclusive de sus ami-gos y parientes, lo impresiona. Logratrasladarse -siempre en calidad de desterrado-a otra ciudad. Al partir para Odesa no aban-dona su fe en la lucha social. Lo demuestransus borradores escritos en el año 1823, llenosde fogosos llamamientos a la lucha.
A orillas del mar Negro, el poeta continúa denuevo su obra literaria interrumpida y com-pleta su instrucción general. Estudia el inglés,el italiano y algo de español.
Su cultura llega a ser una de las más sólidasde su época.
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Su nuevo jefe de destierro, el príncipe Voron-sov, aumenta sus dificultades. La escasez dedinero, la soledad, la falta de ambiente amis-toso, le hacen sufrir más que en otrasciudades.
El príncipe era un hombre mezquino, vengat-ivo, que no apreciaba al orgulloso Pushkin, in-capaz de servirle de lacayo. Su actitud va-liente y brusca comienza a disgustar seria-mente a la corte. El príncipe lo humilla a cadainstante y trata, por último, de deshacerse deél escribiendo a la corte de San Petersburgo.Pushkin le dedicó a este señor un epigramaque lo caracteriza por entero: Semimilord,semicomerciante, Semisabio, semiignorante,Semicanalla, pero hay esperanzas Que algúndía sea un canalla entero.
Acorralado por la corte, el poeta intenta huir alextranjero por la frontera de Constantinopla,pero la censura del príncipe logra interceptar
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una carta donde habla de estos intentos,además de sus ideas ateístas y otras pocohonorables para su gobierno. Voronsov lograuna decisión de los ministros ordenando ladestitución de Pushkin de la lista de funcion-arios, además de su destierro o traslado a laestancia de sus parientes de la gobernaciónde Pskov, bajo vigilancia policial.
En el mes de julio del año 1824 es trasladadoa la aldea de Mijailovski, donde su vida se tor-na aún más solitaria. Unicamente la visita desus viejos amigos del Gimnasio, Puschín yDelvig, rompen la monotonía de su estadía enel lugar.
Las conversaciones con los campesinos, lascanciones regionales, que anota con tenacid-ad, como también la vida de los terratenienteslugareños, van completando la universidad desu vida. Los héroes populares del pasadoruso, como Stepan Razin y Emelian
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Pugachov, le atraen e inspiran su obra La hijadel capitán . Lee la historia de su país en edi-ciones y enfoques nuevos, de la Historia deKaramzin; vuelve a escuchar también los rela-tos de su nodriza Arina, que lo deslumbrancada vez más por su poesía auténtica y Ter-mina algunos poemas ya empezados anterior-mente y comienza su tragedia Boris Godunov .Si bien es cierto en el período del Cáucaso yde Crimea, Byron es el poeta inglés que leacompa-ñaba, ahora es el genial dramaturgoel que le influencia; el gran talento realista deShakespeare le ayuda a dar forma a susobras dramáticas.
Un acontecimiento interrumpe sus actividadesliterarias; el estallido de la insurrección de losdecembristas, el 14 de diciembre del año1825, hace vibrar al poeta con los mejoressentimientos que conmueven al país. Laderrota de los decembristas y el trágico des-tino de sus cabecillas le hace exclamar:
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«¡Ahorcados, ahorcados, y ciento veinte ami-gos y hermanos desterrados; es horrible,camaradas!»
La influencia de Pushkin entre la juventud, sugloria en aumento, obligan al nuevo zar a unapolítica demagógica de atracción del poeta.De mil maneras trata de atraer al nuevo geniopoético de Rusia. Un informe del jefe de losgendarmes al zar, caracteriza esta actitud:«Pushkin es un apreciable charlatán. Si fueraposible dirigir su pluma y sus conversaciones,nos sería provechoso».
El zar manda llamar a Pushkin, y el 4 desetiembre de 1826, acompañado por un emis-ario de aquél, asiste a una ceremonia deNicolás I en los palacios de la corte.
Calculador e hipócrita, el zar Nicolás I trató de«acariciar al poeta» prometiéndole completalibertad y dispuesto a ser el único censor de
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su obra. Al mismo tiempo, encargaba al jefede gendarmes, el príncipe Benckendorf, su vi-gilancia y la orden prohibitiva de alejarse de laciudad sin permiso especial.
Confiado en las palabras del zar, Pushkin tuvola esperanza de poder mejorar la situación desus camaradas decembristas desterrados,soñando en que el zar retornaría a los díasmemorables y gloriosos de Pedro el Grande.
El poeta fue defraudado muy pronto.
La situación no había cambiado mucho, in-clusive la suya personal, pues cada movimi-ento suyo era controlado y cada palabra trans-mitida al príncipe Benckendorf. Un periodista yescritor vendido a la corte servía de espía delpoeta, y gran número de sus obras, sometidasa la censura, no llegaban a ser publicadas.
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El poeta se sentía cercado en su prisióndorada, y con orgullo exclamaba en sus estro-fas: «Jamás seré esclavo, ni bufón...». Decen-as de estrofas como ésta figuran en su obrade este período.
El poeta se ve obligado a callar, pero enpoemas como El talento inútil o Poeta , de losaños 1827 y 28, revela su angustia y sudesesperación.
Dice Pushkin en uno de estos poemas: Des-graciado el país donde el esclavo y el adu-lador rodean al trono, mientras el cantor ele-gido por el cielo debe callar, bajando sumirada altiva.
La esperanza por un futuro luminoso no loabandona. En su mensaje famoso dirigido alos decembristas, del año 1827, dice: Jamásse perderá vuestro esfuerzo y vuestra pena,vuestros elevados ideales y afanes.
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En su poema Arion vuelve a hablar de susamigos insurrectos.
Ya en Moscú, Pushkin se relaciona con la fa-milia de Goncharov y se enamora de labellísima Natalia; en el año 1830 pide la manode su futura esposa y trata de resolver susituación económica. La pequeña estancia desus padres arruinados no le proporciona unaentrada suficiente para sustentar su futuravida conyugal.
Pushkin se convence que la única fuente eco-nómica de existencia es su trabajo literario.
En viaje de regreso a Moscú, estalla una epi-demia de cólera que le impide la entrada a laciudad. Durante tres meses debe permaneceren el pueblo de Boldin, alejado por suerte delos funcionarios y hombres de la corte.
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Esos tres meses son de ininterrumpida activid-ad literaria. Allí termina Mozart y Sallieri, DonJuan o El convidado de piedra, El caballeroavaro , El banquete durante la epidemia delcólera y una serie de obras en prosa tituladasLas novelas de Belkin o La historia del pueblode Go-riujin y muchas otras.
Termina, además, Eugenio Onéguin , novelaen verso; El jefe de estación , obra que revelala vida de un pequeño hombre de tierra aden-tro, y La historia del pueblo de Goriujin , quepinta la situación de los campesinos y los sier-vos de Rusia. Obras todas de fino realismo,en las que denota comprender las leyes querigen la vida y el destino de la gente.
Anulada la prohibición de entrar a Moscú, re-gresa Pushkin y al poco tiempo se casa. El 18de febrero del año 1831 une su vida a la her-mosa Natalia Goncharova, de quien está apa-sionadamente enamorado. Al poco tiempo se
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traslada con su esposa a San Petersburgo,donde los conflictos con la corte se agudizanhasta llevarlo a su fin trágico.
La belleza extraordinaria de Natalia Nic-olaevna Goncharova impresiona en lossalones y los bailes de la corte de San Peters-burgo. Su éxito halaga su vanidad y exigemucho dinero. La situación económica dePushkin no le permite satisfacer sus deseos,pues, además de su familia, debe mantener avarios parientes suyos y de su mujer. Ya nopuede trabajar tranquilamente; se apresura, amenudo no termina sus obras; sin embargo, apesar de la nerviosidad con que debe escribir,pertenecen a este período obras como El jine-te de cobre, La dama de Pique , sus Cuentos,Dubrovski y otros. Participa activamente en«El Diario Literario», dirigido por su amigoDelvig; funda el periódico «El Con-tem-poráneo»; sigue y aplaude los primeros traba-jos críticos de Belinski y trata de invitarlo en
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calidad de colaborador permanente de su per-iódico. Pero la muerte interrumpe todos susplanes.
DUELO Y MUERTE
En el año 1834 el zar Nicolás I trata de oficial-izar aparentemente la situación del poeta en lacorte y especialmente el de la mujer dePushkin, a objeto de controlarlo mejor; pero untítulo sin importancia no hace más que con-seguir el desprecio del escritor. Los esbirros ylacayos del zar se confabulan contra el poetaaltivo y rebelde, cuya sátira los inquieta. El po-eta les molesta y quieren deshacerse de él atoda costa.
Los éxitos de su esposa en el mundo social,las atenciones que le proporciona el propio zary especialmente los galanteos del francésJorge D'Anthés, escapado de la revoluciónfrancesa y protegido por el zar, fueron un
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pretexto cómodo para envenenar aún más elclima de calumnias contra Pushkin. De lasbromas pasaron a la abierta burla, haciéndolela vida imposible. Todo fue preparado de ante-mano, hasta los elementos que lo llevaron alduelo. El zar estaba enterado de todo yalentaba las intrigas, inclusive la aparición deun volante insultante contra él. Provocado portodas partes, en un estado extremo de nervi-osidad, el poeta le manda los padrinos alseñor D'Anthés. Eso era lo que esperaba lacorte. Una ocasión para herir mortalmente algran poeta. Y el 27 de enero del año 1837,junto al río Negro, en los alrededores de SanPetersburgo, D'Anthés hirió de muerte alpoeta.
Después de horribles días de sufrimiento, alas dos horas y cuarenta y cinco minutos del29 de enero dejó de existir Alejandro S.Pushkin.
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Sus verdugos recibieron con júbilo la noticiade su muerte. Pero el pueblo, o mejor dicho lomás democrático y de la vanguardia de él,recibieron la noticia con pesar tan evidenteque el día de su muerte se ha transformadoen Rusia en uno de los días de luto nacionalpara los amantes de la poesía y de la libertad.
Mientras su cuerpo permaneció, velado dur-ante tres días en su casa, una peregrinaciónde hombres de toda situación social desfilóante su ataúd; mujeres, viejos y niños, estudi-antes, maestros y haraposos campesinos le ll-evaron su último saludo.
Los funerales del poeta se transformaron enuna manifestación popular de protesta contralos asesinos del poeta.
El gobierno tomó medidas para impedirlo, pro-hibiéndolo de inmediato. La prensa no podíaescribir sobre la muerte de Pushkin ni sobre
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sus valores o actividades literarias. Los estudi-antes fueron alejados del funeral a la fuerza;los esbirros armados del zar rodearon el ataúdy lo sacaran clandestinamente, engañando ala multitud. De la misma manera fuetrasladado a un cementerio, cerca de la aldeade Mijailovski, el 3 de febrero de 1837.Turgueniev y un tío de Pushkin fueron los úni-cos hombres que lograron permiso para poderacompañar sus restos.
Su entierro revela el carácter deliberado de lascalumnias tejidas posteriormente sobre los úl-timos años del poeta, haciéndolo aparecercomo un león domado.
Su entierro es una acusación incontestable ysubraya el asesinato organizado por la cortedel zar contra el poeta.
LA OBRA DE PUSHKIN Y SU EPOCA
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La gran Revolución Francesa conmovió los ci-mientos de la historia universal.
La promoción de una nueva clase capaz dedesalojar el poder feudal, alentó a todos losluchadores de la libertad aun en los rinconesmás apartados del mundo.
Pero el desarrollo desigual de la economía yla vida social y política de los países recogíade diferente manera las enseñanzas de losenciclopedistas, mejor dicho, los pueblostenían distintas posibilidades para poder apli-car en su patria las consignas republicanas ylos lemas de la Convención.
Durante el reinado del zar Alejandro I, Rusiaera un país de clase feudal aun muy poder-osa. El desarrollo capitalista era incipiente. Laburguesía no era la clase capaz de tomar ensus manos las riendas del país.
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El eco ruso de los movimientos revolucionari-os de la Europa Occidental se concretó en elmovimiento así llamado, de los decembristas.
Rechazada la invasión napoleónica, es-tremecida Rusia en su sentimiento nacional,comprendió que su régimen interno estabamuy lejos de las conquistas obtenidas en otrospaíses de Europa.
Parte de la nobleza rusa arruinada,secundada por otros elementos progresistas,crearon sociedades revolucionarias secretas.
«La Liga del Norte» y «La Liga del Sur» agru-paron a hombres como Rileiev, poeta y amigode Pushkin, y oficiales como Trubeskoi yKajovski.
El programa de ambas ligas coincidía en lalucha por la abolición de la servidumbre y enla necesidad de limitar los poderes del zar en
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la dirección del país. El criterio decididamenterepublicano era mucho más débil en estasasociaciones secretas que el que conciliabacon la existencia de la monarquía limitada porleyes constitucionales.
La influencia de los republicanos inglesesalentó el golpe de Estado contra Alejandro I,que se redujo más bien a un limitado motínpalaciego que terminó con el asesinato deAlejandro I en complicidad con su propio hijoNicolás I.
El 14 de diciembre de 1825 las fuerzas milit-ares que participaban en las ligas secretas,apoyadas por varios regimientos, a los que seunieron los siervos y artesanos, marcharon ala insurrección.
Traicionado por algunos de sus jefes en elmomento decisivo de la lucha, al hallarse sin
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dirección, el movimiento fue sofocado por lasfuerzas de Nicolás I.
Los motines que estallaron en aquellas sem-anas en algunas ciudades de Rusia y de Ucra-nia sufrieron el mismo desenlace. Sofocada lainsurrección, Nicolás I comienza la represióncontra sus participantes, y cinco de sus prin-cipales dirigentes fueron ahorcados, entre el-los Pestel, Rileiev y otros.
Esta insurrección del mes de diciembre delaño 1825 quedó en la historia con el nombrede «movimiento decembrista». A pesar de sucorta duración y de la desvinculación de susjefes con las más amplias masas campesinas-las más interesadas precisamente en la aboli-ción de la servidumbre-, este movimiento dejóuna repercusión para las generaciones ulteri-ores que ahondaron y ampliaron su programa.
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Alejandro S. Pushkin fue el poeta de losdecembristas y representó, por su compren-sión de las fuerzas renovadoras de Rusia, elala izquierda de este movimiento. Se sueledecir que los decembristas miraban con receloa los jacobinos, temiendo un movimiento simil-ar en Rusia. Esta apreciación no le llega algran poeta ruso, que amó y cantó la lucha re-volucionaria campesina de vuelo y violencia,como el movimiento de Emelian Pugachov ode Dubrovski y que no se sometió ni se dejócomprar jamás por los halagos de Nicolás I.
Pushkin fue el poeta más genial de su época.Y al afirmar esta verdad corriente, tal vezasome esta pregunta: ¿cómo es que en suobra no ha hallado eco la lucha contra la in-vasión napoleónica?
Pushkin tenía trece años en 1812, y su ad-olescencia y juventud, inevitablemente sinti-eron el estremecimiento de esta conmoción
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nacional. Sin embargo, en su vastísima obrano encontramos la pintura de estos aconteci-mientos, como podría esperarse. Este prob-lema ha sido poco encarado por la crítica liter-aria rusa. Sólo cabe decir que como poeta dela defensa nacional rusa contra toda invasiónextranjera, Pushkin aparece en múltiplesobras históricas. Además, el espíritu antiabso-lutista del decembrismo alienta en toda suobra.
Pushkin fue el primer gran escritor ruso y elcreador de su literatura.
Analizando brevemente sus obras principales,comprenderemos mejor las múltiples facetasde su genio.
BORIS GODUNOV
Boris Godunov es una de las obras principalesde Pushkin y preferidas por él. En uno de los
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borradores de la introducción a la tragedia, elpoeta dice: «... Esta obra mía, escrita en elaislamiento más severo, es el fruto de un tra-bajo tenaz, e investigaciones fieles a la época.Esta tragedia me ha dado todos los placerespermitidos al escritor: una viva inspiración, unaabsoluta convicción de que he utilizado todosmis esfuerzos y, por último, la aprobación delpequeño círculo que me rodea.»
El tema de ella se desarrolla a fines del sigloXVI y comienzos del siglo XVII, y por sus in-tenciones es grandiosa y de múltiples facetas.
La sociedad feudal de esta época, con susleyes y reales caracteres humanos, aparecepersonificada en sus personajes principales.El objetivo que mueve las acciones de Godun-ov es la toma del poder y su afirmación total.Este es el incentivo que mueve a Shuiski, aBasmanov y a la hermosa Marina Mnishek.
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Pushkin subraya los rasgos a veces positivosde su personaje principal, pero que mueren oson mutilados por un deseo terrible, egoísta yapasionante de poder. La pasión del podertransforma también a Otrepiev en un aven-turero que defrauda las esperanzas delpueblo, siendo por último un arma en manosde los panpolacos.
Los apetitos de poder aparecen en la tragediacomo enemigos de los intereses del pueblo,pues, como dice el poeta por intermedio deuno de los personajes, es «realmente sólo unafigura histórica aquella que interpreta los inter-eses del pueblo y cumple su voluntad». Elamor ficticio de Boris Godunov al pueblo nopasa inadvertido por éste, que termina porodiarlo.
Las fuerzas reales del pueblo, los campesinosde su tiempo, son las figuras que determinanlos acontecimientos.
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La influencia de Shakespeare en el gran poetaruso dio sus gloriosos frutos. Boris Godunoves, a juicio de Gorki, como del gran crítico Bel-inski, el mejor drama clásico ruso.
Sin embargo, esta obra genial escrita en 1825apareció publicada recién en 1831 con varioscortes y alteraciones impuestas por la cen-sura. Su representación en el teatro estuvoprohibida hasta el año 1870, así que el autorno tuvo la satisfacción de verla, aunque no hu-biera sido mucha, pues de veintitrés escenasque componen la obra le suprimieron siete,además de otros cortes arbitrarios. El directorde escena presentó un melodrama superficial,quitándole la envergadura arquitectónica deun gran drama universal. El fracaso de su es-treno, desde luego, no tuvo nada que ver conel autor. La crítica fue negativa y virulentahasta el año 1907, cuando el Gran Teatro deArtes de Moscú representó la obra con la dig-nidad que caracterizó siempre su labor.
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La música genial de Mussorgski reveló en laópera del mismo nombre la veracidad grandi-osa del tipo creado por Pushkin.
Para siempre quedarán en la literatura rusacomo joyas inolvidables el monólogo de Pi-men, que todo estudiante ruso repite de me-moria. Inmortal es también el monólogo delzar Boris Godunov y sus notables consejospóstumos de soberano. Resumen la sabiduríade una casta cuando dice «la costumbre es elalma del gobierno». Pero sus palabrasadquieren un tono trágico cuando, antes demorir, viendo que lo rodean y quieren rasur-arlo esperando su muerte, exclama ante lossúbditos aterrorizados: «¡Todavía soy el zar!»
Cabe destacar el empeño que tiene Pushkinde presentar a uno de sus antepasadosponiendo en boca del zar Boris esta frase, quedefine las relaciones de Pushkin con el
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gobierno: «Me repugna esa familia rebelde delos Pushkin».
En los últimos treinta años, en el período so-viético sobre todo, la teatralización, la escen-ificación de Boris Godunov adquirieron mayorfidelidad a los manuscritos del autor. Las de-formaciones de los escenaristas del tiempodel zar no transmitían la fuerza ni la rebeldíadel pueblo que aparece en vigorosas escenas.Sin mutilaciones de ninguna especie,siguiendo fielmente las indicaciones dePushkin, completada la obra con otras anota-ciones de sus borradores inéditos, el puebloen masa aparece como actor en la tragedia,dándole el carácter que los falsos pushkinistashan ocultado o suprimido.
EUGENIO ONEGUIN
Desde el año 1823 hasta el año 1831, Pushkindedica horas apasionadas para terminar a
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Eugenio Onéguin , novela en verso, discutiday aplaudida en el transcurso de varias genera-ciones de Rusia.
Es difícil caracterizarla, pues ubicarla en elgénero de novelas costumbristas sería limitarsus vastas intenciones. La sociedad rusa enlos comienzos del siglo XIX aparece en laobra en su doble aspecto; tanto en el ambi-ente suntuoso de la capital, como en la vidaaburrida de los nobles terratenientes, en la es-tancia apartada del interior de Rusia.
Diversos problemas morales, de carácter so-cial y amoroso, alternan en la trama de la nov-ela hasta culminar en un desenlace trágicoque parece una anticipación, en ciertos mo-mentos, del final del poeta.
Estrofas de aguda sátira dedica Pushkin parapresentar a príncipes, princesas, coroneles yhombres de la alta sociedad.
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La simpatía del autor está abiertamente en-tregada al personaje femenino, a Tatiana, y asu nodriza.
Eugenio Onéguin es uno de los hijos de lanobleza que se ve frente a la vida lleno de en-ergías, ímpetu, pasiones, pero el ambiente de-forma e inutiliza sus energías vitales. Es la tra-gedia de los hombres de una clase inútil, másaun cuando no son conscientes y activos de-fensores de sus intereses sino más bienhombres cuyo destino lo rige su cuna y que,hallándose en cierto conflicto con lo más retró-grado de su ambiente, no encuentran ubica-ción ni cauce para sus energías y actividad.
Tatiana es hija de unos estancieros arruinadosque no acepta sumisamente la educación quele imponen. La proximidad del mediocampesino, la nobleza auténtica del pueblocercano a ella, le hace soñar con otra vida,buscar libros, leer ávidamente, asombrando al
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medio que le rodea, completamente indifer-ente a sus inquietudes. Ella ama todo lo popu-lar y tiene íntimas fuerzas morales que lehacen buscar otra gente, otros impulsos yotros rumbos. Cree encontrarlos en EugenioOnéguin, a quien ama.
El amor de Tatiana a Eugenio Onéguin,además de su pasión sincera, es en la liter-atura rusa un paso extraordinario en defensade la libertad de la mujer.
Es ella quien primero confiesa abiertamentesu amor por Eugenio Onéguin, saliendo brus-camente de las costumbres imperantes, conuna actitud de valentía e independenciadesconocida en su medio y, hasta ese mo-mento, en la literatura rusa.
En la carta que dirige a su amado le habla desu soledad, de que nadie la comprende, y surazón, sin poder encontrar nuevos rumbos,
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peligra desviarse. «A mí, todo este oropel yesta vida frívola en los remolinos del éxito y dela moda no me atraen». Tatiana está dis-puesta a entregar esa vida carnavalesca, esebrillo, ese ruido jubiloso aparente, a cambio deuna buena biblioteca, de un jardín salvaje, enuna pobre vivienda.
Onéguin no la ama, ni la comprende. Seaparta de ella dejándole una negativa cordial,dolorosamente fraternal para su corazónapasionado.
Pasan los años y Tatiana se casa con undestacado hombre de la sociedad, de altogrado militar, y mucho mayor que ella.
Su segundo encuentro con Eugenio Onéguindespierta en el joven una pasión violenta y ur-gente, pero Tatiana ya está casada y aunquele sigue amando y el asedio de Onéguin re-mueve sus mejores anhelos, esta vez ella lo
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rechaza en nombre de la moral eterna y de lafidelidad matrimonial indisoluble.
Pushkin presenta el cuadro de pasionesreales tal cual palpitan en su época, des-nudando, empero, los mejores móviles de lanaturaleza humana, sin justificar jamás eldesenlace impuesto por la moral de una so-ciedad a quien él critica y con quien no estáde acuerdo.
La figura del poeta Lienski, que se bate enduelo con Eugenio Onéguin por una reyertaocasional, le dan al autor la posibilidad deofrecer otro aspecto de las costumbres de esasociedad y pintar otro carácter, o mejor dichootra ausencia de carácter, en un intelectualtípico de esta sociedad.
Los falsos pushkinistas de los años quesiguieron a su muerte trataron de hacer apare-cer a Eugenio .Onéguin como al héroe de su
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tiempo, acusando a Pushkin de su deferenciapor el personaje, de su simpatía particular porél. En efecto, Eugenio Onéguin es el héroe deuna sociedad, pero de la sociedad quePushkin no respeta y contra quien luchadesde sus años de Liceo, mano a mano conlos verdaderos héroes de la época, con losdecembristas de la revolución del año 1825.
Destacados escritores como Guerzen han di-cho de Onéguin, con justicia, que: “Onéguinjamás se ha ocupado de algo y ha sidosiempre «un hombre de más»
en su propia esfera, pero que no ha tenido su-ficiente carácter para salir de ella. Si bien estálejos del espíritu lacayo de la corte, está máslejos aun del pueblo...” Eugenio Onéguin es elegoísta típico de su sociedad que desprecialas pequeñeces que lo circundan pero que notiene resortes suficientes para no sufrir la
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influencia de toda la arquitectura social y polít-ica de su tiempo.
Desprecia el trabajo, pero no encuentra caucepara sus energías. El gran crítico ruso Belinskiha dicho, con justeza, que a Eugenio Onéguinse lo puede llamar «el egoísta torturado».
Lienski aparece como un poeta de valiosascondiciones, pero que la vida ha de achatar yablandar.
El autor le vaticina una suerte poco gloriosa,que por suerte interrumpe con la estocadamortal que le infiere Onéguin en el duelo delúltimo acto. ¡Sueños mutilados, la eterna his-toria de la biografía de la mayoría de loshombres! Pero vendrán tiempos, dice Pushkinen una de sus estrofas de esta novela enverso, «en que nuestros nietos llegarán enuna hora feliz y nos barrerán del mundo...»
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LA HIJA DEL CAPITÁN
La hija del capitán pertenece a la serie deobras históricas en la que, a diferencia de Bor-is Godunov o de El jinete de cobre , Pushkinno pinta la sociedad dominante, sino tomacomo héroe principal al caudillo de la guerracampesina de la época de Catalina II.
El personaje principal de La hija del capitán esEmelian Pugachov, jefe inteligente, fuerte yvaleroso, conductor de cosacos, campesinos ysiervos en contra de la injusticia reinante. Másde cincuenta mil campesinos adheridos a susguerrilleros, transforman este movimiento enuna de las principales insurrecciones del pas-ado ruso que abarcan vastas regiones deRusia. El Volga es nuevamente teatro delucha por la libertad. Río maravilloso, cunasecular de los caudillos del pueblo ruso.
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El gigante cosaco es derrotado por las fuerzaszaristas después de largos meses de luchaheroica; condenados a muerte los cabecillasdel movimiento y torturados millares de susparticipantes, la reacción trata de conducir porotros caminos el problema agrario.
Pushkin entrega su simpatía más ardiente algran jefe campesino y le dota en su obra delos rasgos característicos de su talento primit-ivo, salvaje, audaz y emprendedor, levantandode esta manera las calumnias de los histori-adores o esbirros gubernamentales, que le at-ribuyen rasgos criminales y monstruosos.Pushkin reivindica la gloria de EmelianPugachov, cantada por su puebloeternamente.
Pushkin comprende perfectamente la justa de-fensa de Pugachov en favor de los siervos, losoprimidos y explotados. La ausencia de unaclase obrera poderosa, su existencia
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incipiente, determinan inevitablemente elfracaso de este auténtico movimiento popularrevolucionario de las masas campesinas.
Es maravillosa la descripción de la muerte delcaudillo y evidente también la solidaridad dePushkin con el pueblo que llora la muerte desu defensor.
El idioma de Pugachov es de un sabor insu-perable, por los matices y la frescura de susgiros. Pushkin no pierde la ocasión para poneren boca de Pugachov proverbios, refranes yrelatos populares, cuyo valor artístico, literarioy humano valen de por sí toda la obra, si notuviera otros méritos.
Una vez más, y más abiertamente que otras,Pushkin se manifiesta ligado a las raíces delpueblo y canta su epopeya.
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La guerra campesina de Pugachov ha sido yserá un tema inagotable para el arte.
Debió ser precisamente después de la revolu-ción de octubre otro gran poeta, Vasilio Ka-menski, compañero de armas de VladimiroMaiacovski, el que volviera sobre el tema,dedicándole una epopeya en verso.
La pintura, la música y el cinematógrafo fuer-on iluminando, a través de los años otros as-pectos de la eclosión libertaria deI pasado,siguiendo la ruta iniciada por Pushkin.
DUBROVSKI
Dubrovski es nuevamente la lucha por la liber-tad. De cuna acomodada, Dubrovski pasa aencabezar movimientos campesinos. PeroDubrovski es un caudillo de características ab-solutamente diferentes a las de Pugachov. Noestá unido íntimamente a la clase que
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defiende ni está ligado a una organización conun programa más o menos definido. Es el hijodesheredado de un estanciero arruinado que,en vez de buscar las glorias palaciegas o elcamino rutinario del acomodo, se une a lasbandas campesinas, que comienzan por elasalto de grandes feudos.
Catalogado por ciertos historiadores más biencomo un pistolero que como un jefecampesino, Dubrovski es revelado porPushkin como un espíritu de convicciones jus-ticieras, con principios elementales y primit-ivos. Es el hombre fino que termina de dar unaclase de música ocultando su auténtica per-sonalidad y sus actividades, para pasar a lamedia hora al asalto del mismo palacio dondeha dictado la lección. El espíritu aventurero,los rasgos atrayentes del personaje, están de-lineados con precisión por el autor. Dubrovskiencanta aún a sus enemigos, antes de
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colocarse el antifaz y apuntar contra ellos supistola.
Dubrovski es la figura universal de todas lastierras feudales donde el coronelato y las in-justicias han creado esta actividad individual,apoyada en un deseo colectivo.
Escenas de humanismo conmovedor rematanel final de la obra. Uno de sus personajes, to-sco, y de apariencia poco acogedora, corre asalvar, durante el incendio del palacio dondese habían fortificado, al único ser sobrevivi-ente, un gato desesperado entre las llamas:
EL JINETE DE COBRE
Pushkin ha dedicado a Pedro el Grande variasobras, entre las que figura ésta, que, sin serde la envergadura de Poltava , pintan al zar re-formador de Rusia.
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Escrito este trabajo durante su permanenciaen San Petersburgo, impresionado por elmonumento dedicado al fundador de estaciudad, Pushkin le dedica uno de sus versosmás elogiosos. Sin embargo, si bien Pushkincomprende la obra progresista de este«bárbaro zar que luchó contra la barbarie»tratando de europeizar a Rusia, sabe destacartambién su crueldad, sus órdenes escritas conlátigos de los superiores.
En unos artículos históricos de Pushkin sobrePedro, manífiesta el escritor lo siguiente:«Asombra con justeza -escribía el poeta- ladiferencia entre muchas de las institucionesprogresistas creadas por Pedro el Grande yalgunas de sus órdenes. Las primeras eran elfruto de una inteligencia vasta, inspirada porbuenas intenciones y llenas de sabiduría; lassegundas eran frecuentemente crueles, arbit-rarias y escritas con sangre.
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Las primeras quedarán eternamente o por lomenos para el futuro, las segundas eran frutode un terrateniente impaciente y poderosos.
En el poema dedicado a Pedro I, Pushkinplantea el problema del Estado y del individuo.El poeta revela el conflicto entre ambos ysueña en un futuro donde pueda conciliarse laactividad del individuo, sus intereses y sussueños, con los intereses comunes delEstado.
Pushkin asiste en esos meses a una de lasterribles inundaciones que azotaron la ciudadde San Petersburgo. El trágico espectáculovuelve a rememorar los días de la fundaciónde la ciudad, cuando a costa de millares devíctimas Pedro fundó la ciudad que deberíaabrir a las orillas del río Neva «la ventana» deRusia hacia Europa.
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Pushkin se estremece ante la nueva tragedia.Frente al trágico espectáculo, frente al monu-mento ecuestre de Pedro I, exclama: «Terribleeres, envuelto en la niebla que te rodea. ¡Quéideas alientan tu cuerpo! ¡Qué fuerza en-cubres! ¡Y qué fuego hay en tu caballo er-guido! ¿A dónde galopas, orgulloso caballo, ydónde detendrás tus cascos? ¡Oh, poderosodueño del destino! Como él, tal vez, tú te le-vantas sobre el abismo, ajustando las riendasde hierro y encabritando a Rusia.»
En estas estrofas se revela la profunda com-prensión de Pushkin de la obra del zar reform-ador. Su poema no es un canto panegírico alcompás de los himnos corrientes de la época.
En su obra Poltava , Pushkin profundiza aúnmás en la época y en el personaje, de-scribiendo la batalla que decidió por variasdécadas la independencia de Rusia, despuésde la guerra contra los suecos.
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Pushkin sentía a Rusia como un genuino hijode su pueblo, con un sano sentimiento nacion-al. Supo recoger las mejores banderas delpasado ruso, aquellas que aun hoy flameanrodeadas por el homenaje del pueblo ruso ensu largo y difícil camino de liberación.
La perfección poética de este poema eternizaaún más la gloria del autor.
LOS GITANOS
Este es, tal vez, uno de los poemas más deli-ciosos del autor. En él, Pushkin ha puestotanta frescura, tanto espíritu juvenil y sueñolibertario, que Los gitanos ocupa en la líricamundial un lugar incomparable.
Escrito durante su permanencia en Besarabia,o mejor dicho, durante su destierro enKichinev, tiene elementos autobiográficos.
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Aleco es el hombre ahogado por la rutina de laciudad, por la atmósfera asfixiante de prejui-cios y moral caduca, incorporado a una tribude gitanos buscando los vientos de la libertad,nuevas normas de conducta, nuevos sueños ynuevo amor.
¡Con qué cariño, belleza y sinceridad pintaPushkin la vida nómade de los gitanos, suscanciones, su alegría y su lucha por la vida! Elamor de Aleco a la gitana Senfira tiene el per-fume de la tierra húmeda y la salvaje magia delas noches junto a las fogatas, bajo los cielosazules del sur de Rusia.
Maravillosa por su encanto es la canción de lagitana Senfira cuando deja de querer a suviejo marido, inspirada por un nuevo sentimi-ento arrebatador.
El amor, los celos y normas de conducta queno puede olvidar, hacen que Aleco mate a la
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gitana. La tribu echa al asesino que manchósus manos con sangre de la raza, diciéndolepalabras llenas de sabiduría que el autor poneen labios del viejo gitano: «Aleco, tú quieres lalibertad únicamente para ti», y en esta frasese evidencia la moral del personaje. Aquél quedesea sólo su libertad, limitando la libertad delos demás, no es un hombre libre. Es unegoísta. Venido de otro mundo, con leyes yprejuicios que cree haber roto, pero quesiguen viviendo en él y demuestran que estáde más en la tribu gitana, acostumbrada a lalibertad orgullosa y salvaje. Aleco debe volvera la sociedad de donde vino, desilusionadopor no poder encontrar la felicidad entre losgitanos. A pesar del amor con que Pushkinpinta los personajes de esta obra, no idealizala vida de los gitanos dándole contornos deuna perfección inexistente.
Pushkin no ve en la vida nómade de los git-anos la vida ideal, progresista, capaz de
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oponerse a la rutina del régimen establecido.Pero hace pasar su personaje y los sueños delibertad, de dignidad, de búsqueda de un amorsincero y apasionado sin las pequeñeces de lamoral consagrada, para demostrar el insa-ciable deseo de felicidad de la personalidadhumana.
Estrofas melodiosas de un encanto mágico ypintoresco hacen de Los gitanos uno de suspoemas mejores.
EL CABALLERO AVARO
Al lado de las grandes tragedias, como BorisGodunov, Mozart y Salieri, Massepa y otras,Pushkin es autor de pequeñas obras dramátic-as en verso. A pesar de su brevedad, Elcaballero avaro es de una envergadura insufi-cientemente subrayada por muchos críticos.
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Tal vez la influencia shakespereana y de al-gunos aspectos de El mercader de Venecia , oquizá el deseo de no popularizar esta obra decrítica contra los mercaderes rusos, la hicieronmenos popular que su obra dedicada a JuanTenorio.
Si bien El convidado de piedra no se parece alTenorio de Byron ni al de Zorrilla u otrosautores, pues enfoca el segundo período delDon Juan ante su final trágico, Pushkin ha es-crito El caballero avaro revelándose en otramagnitud.
El avaro de Pushkin no es sólo un esclavo desu avaricia, como lo ha pintado Moliére. Elcaballero avaro representa el becerro de oro,el poderoso Don Dinero, transformador de to-do en mercancía, destructor de los mejoresímpetus de la vida.
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El mundo del dinero crea caracteres egoístas,pasiones rapaces, sometiendo todas las pa-siones a su ley de compra y venta.
Pushkin exclama en una de las estrofas másacusadoras de la obra:
¡Oh! Si el sudor, la sangre y las lágrimas,derramadas por todo lo que este cofre oculta,surgieran del fondo de la tierra, de nuevocomenzaría el diluvio, . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
EL PRISIONERO CAUCASIANO Y OTROSPOEMAS
Inspirado este poema durante su destierro enel Cáucaso, en el año 1821, tiene la grandezadel panorama de las tierras que vieron aPrometen.
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El propio Pushkin escribía años despuéssobre este poema: «... He vuelto a releer Elprisionero del Cáucaso y reconozco que lo hehecho con gran placer. Es tal vez débil, juven-il, incompleto, pero hay mucho en él bien ex-presado, adivinado y sentido».
Sin ser el retrato de la lucha por la libertad delos prisioneros del Cáucaso, refleja en otroambiente y con otros personajes, la búsqueda,la desilusión, la angustia y el desencanto.
Es tan vasta la obra de Alejandro S. Pushkin,que es imposible abarcarla en un solocapítulo.
Centenares de poemas cortos, de carácterlírico o epigramático, completan su obrafecunda.
Deliciosos poemas como La fuente de Bajchis-arai o El canto bacanal , muestran el
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paganismo del poeta, su vitalidad apasionaday el himno a la vida que constantemente bulleen sus venas y se transmite en sus versosmusicales.
En El canto bacanal dice, entre otras estrofas:
¿Quién ha apagado la alegría de vuestrosojos?
¡Sonad melodías bacanales!
¡Vivan las tiernas doncellas, y nuestrasmujeres amantes y jóvenes!, ¡Llenad las co-pas, y echad en su fondo sonoro vino espesoy alegre y vuestros anillos de fidelidad!
¡Levantemos las copas y vivemos las musas!
¡Tú, Sol sagrado, ilumina!
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Así como palidece el incienso ante la claridaddel amanecer, así palidece y muere la falsasabiduría, ante el sol eterno de la inteligencia.
¡Viva el sol y mueran las tinieblas!
De otro carácter son estas estrofas llenas depasión:
Imbéciles, lacayos, calumniadores, me repug-nan ustedes como ataúdes.
O estos otros:
¡Tiranos del mundo, temblad!
Y vosotros, animáos, endurecéos, l evantáos,esclavos dóciles.
Podría citar sus poemas a los decembristas,algunos tan vigorosos como Arión , escrito enel año 1827, El otoño y muchos otros que
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salieron de su pluma en los agitados treinta yocho años de su vida.
LA GLORIA DEL POETA
Mi gloria llegará a todos los rincones de la in-mensa Rusia, y me nombrará todo aquel quehaya conocido nuestro idioma, el altivo nietoeslavo, y el finés, el ahora salvaje tungús, y elcalmuco, amigo de la estepa.
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Y mucho tiempo me ha de querer el pueblo,por despertar con mi lira los buenossentimientos.
por glorificar en este siglo cruel la Libertad eimplorar clemencia también por los caídos.
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Así decía, seguro de su talento, el gran poetaen las estrofas que comienzan afirmando «Yome erigí un monumento indestructible», es-critas poco antes de su muerte, y tituladas«Exegimonumentum».
Tenía razón cuando decía «Jamás crecerá lahierba por el camino que conduce a migloria».
Intimamente ligado a su pueblo, a sus mejorestradiciones y luchas, Alejandro S. Pushkinsabía que el pueblo le sería fiel. Con razón sellamaba a sí mismo «amigo de la humanidad».Esta apreciación de sus propios sentimientosy actitudes rompe con aquella crítica quequiso hacer de Pushkin un poeta de espírituestrechamente nacional ruso. No parece casu-al la coincidencia o el parecido de este títulohonorable para un ciudadano de su tiempo.Marat se hacía llamar «amigo del pueblo»;Pushkin eligió un título de igual universalidad.
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No está de más recordar que uno de sus pro-fesores más queridos que le influenciaran enel Gimnasio fue un hermano de Marat.
La prohibición de sus funerales por el zarNicolás I no impidió el vuelo de su gloria y elamor de las generaciones futuras.
La influencia de su obra literaria fue enorme.
Escritores como Gogol, poetas como Ler-montov, críticos como Belinski, siguieron suruta ahondando los surcos que había roturadosu pluma.
Tanto en las novelas, como en las tragedias,poemas, cuentos o relatos, canciones o epi-gramas, Pushkin se manifiesta como un granpoeta lírico que, sin embargo, escapa a losmarcos de esta definición. Era un gran escritorde su época, sin llegar a ser un poeta épico.
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Si bien la época entra en sus páginas con to-dos los derechos.
Temas universales aparecen tratados en susobras, rasgos humanos que caracterizan di-versas capas de la sociedad. La amistad, elamor, el anhelo de libertad son sentimientoseternos, pero el escritor de diferentes épocaslo encara de acuerdo a las normas éticas de lasociedad que él representa; el amor, laamistad, la libertad, los celos, la avaricia, sonsentimientos que van sufriendo el cambio deltiempo y la psicología de los personajes y elambiente al que están ligados.
Los falsos pushkinistas que creen que elamor, la amistad o la libertad deben sersiempre tratados de la misma manera o queno pueden ser tratados mejor que por lapluma de Pushkin, cometen un error evidente-mente antidialéctico. Son los mismos que ay-udaron a enterrarle, aquellos que lo cercaron
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de calumnias y más tarde trataron de impedirla verdadera apreciación de su talento. El zar-ismo y los críticos a su servicio trataron de daral pueblo un Pushkin domado, un poeta resig-nado, calumniando su gloria.
Descarnado, sin sangre hirviente y rebelde,legítimo heredero del insumiso esclavo dePedro el Grande, Pushkin se levantaría unavez más para batirse en duelo con los así lla-mados «pushkinistas».
Los escolares y estudiantes de varias genera-ciones aprendieron de memoria, por indica-ción de sus profesores anquilosados, los ver-sos más inofensivos del poeta, aquellos queno representan en lo más mínimo el valor desu talento. Empero, en los períodos de apo-geo del movimiento ascendente revolucionarioruso, los hombres de vanguardia enarbolan subandera contra el absolutismo.
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Y nunca fue más comprendido en toda suhondura y amplitud como en los años del cen-tenario de su muerte, reeditado sin censurapor el gobierno socialista en ediciones y tirajemillonario. Traducido a cuarenta y seis idio-mas de las nacionalidades antes oprimidas, esconocido y repetido por el tungús, que ya noes salvaje; por el calmuco, que construye elsocialismo en sus llanuras. Gogol dijo encierta ocasión de Pushkin, que era «unhombre ruso de tales dimensiones, cuya apar-ición es posible sólo dentro de doscientosaños». La historia se encargó de corregir estafrase profética, adelantando su curso.
El gran poeta Vladimiro Maiacovski levantó subandera más universal y más popularluchando a brazo partido contra los deform-adores y falsos pushkinistas.
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Con razón decía Vladimiro Maiacovski en unade las estrofas del poema dedicado a suaniversario:
Tal vez yo soy el único que en verdad lamentosu ausencia entre nosotros.
Los falsos pushkinistas, como el detestablePlúskin, se horrorizaban cuando el pueblocomparaba al poeta con Alejandro Pushkin.Bien decía Vladimiro Maiacovski en otra de lasestrofas del poema citado:
Yo lo quiero a usted vivo y no hecho una mo-mia, cubierto con barniz de gastada antología .
Las batallas que Rusia condujo en defensa dela libertad son y siguen siendo más serias quela batalla de Poltava. Y los amores, más bellosy dignos que el de Onéguin u otros personajesdel tiempo de Pushkin.
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Pero los nuevos hombres rusos son los here-deros de su gran obra adaptada al teatro, elcine y el ballet.
Los grandes músicos de Rusia animaron laobra de Pushkin con melodías queridas por elpueblo ruso en óperas geniales como «BorisGodunov», de Mussorgski; «Ruslan y Ludm-ila», de Glinka; «Eugenio Onéguin», «Cuentodel zar Saltán», «El gallo de oro», «Mozar ySalieri», de Rimski Korsakov, y «La dama dePique», de Chaikovski. En los últimos años lanueva generación de músicos soviéticos an-imó de melodías sus dos novelas La hija delcapitán y Dubrovski.
Institutos de literatura siguen investigando losdocumentos y materiales inéditos sobre suvida y su época. Numerosos cuadros de tal-entosos pintores recuerdan los episodios mássalientes de su trágica vida.
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BORIS GODUNOV 1825
Dedico esta obra al valioso recuerdo deNicolás Mijailóvich Karamzín, genio inspirador.
Con agradecimiento y admiración.
ALEJANDRO PUSHKIN.
EL PALACIO DEL KREMLIN
(20 de febrero del año 1598)
EL PRÍNCIPE SCHUISKI Y VOROTINSKIVOROTINSKI
Destinados estamos ambos a regir estaciudad, Mas creo que ya no tenemos a quiéngobernar.
Moscú está desierta; detrás del Patriarca, Elpueblo marcha hacia el convento.
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¿Con qué crees que acabará esta alarma?
SCHUISKI
¿Con qué? Pues no es difícil suponerlo: Elpueblo peleará y llorará aún.
Boris se hará rogar algo todavía, Como unebrio ante una copa de vino, Y por último, gra-cias a su benevolencia, Aceptará humilde-mente la corona, Y luego regirá nuestro des-tino, Como antes.
VOROTINSKI
Ha transcurrido ya un mes, Desde que juntocon su hermana, Encerróse en un convento,abandonando Todo lo mundano. No pudierondoblegar Hasta ahora su opinión, ni el patri-arca Ni los boyardos más inteligentes. Nocede A las promesas suplicantes, ni a los
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rezos, Ni a las plegarias de toda Moscú, ni a lavoz De nuestra santa Catedral.
En vano a su hermana le suplican Bendecir aBoris para subir al trono.
La triste monja y zarina es Firme como él, ycomo él, inconmovible.
Es evidente que el propio Boris, Le inculcóese temple, pero, ¿qué ocurrirá Si el propiosoberano harto ya De las graves preocupa-ciones del Estado, No quiera. asumir el mandotodopoderoso?
¿Qué dices tú de todo esto?
SCHUISKI
Diré que en vano, Se derramó la sangre delzarevich, el infante, Y si así sucede, DemetrioHubiera podido continuar viviendo.
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VOROTINSKI
¡Horrible crimen! ¿Es seguro Que Boris ases-inó al zarevich?
SCHUISKI
Ya lo creo, ¿Quién, sino él, en vano trató desobornar a Chepchúgov?
¿Quién envió a los hermanos Vitiagóvski conKachalov?
Yo fui enviado entonces a Uglich, A investigarel asunto en el lugar del hecho: Llegué cuandolas huellas estaban aún frescas; La ciudad en-tera era testigo de la infamia.
Todos los habitantes manifestaron de-sacuerdo, Y al regresar, con una palabra solahubiera podido Desenmascarar al emboscadocriminal.
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VOROTINSKI
¿Por qué no lo has eliminado?
SCHUISKI
Reconozco. me turbó en aquel entonces, Consu serenidad e inesperada falta de vergüenza;Como si tuviera razón, me miraba a los ojosfijamente, Me interrogaba, e indagaba nuevosdetalles.
Delante suyo repetí el absurdo que el propiozar me sugería.
VOROTINSKI
No es claro, príncipe.
SCHUISKI
¿Y qué podía hacer?
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¿Contarle acaso todo a Feodor? El zar Ob-servaba todo con los ojos del propio Godunov,Entendía todo con los oídos del propioGodunov.
Por más que yo intentara convencerlo en algo,Boris lo hubiera disuadido igual en todo, Y talvez, en buena hora, como mi tío, Sería pro-scripto o quizás encarcelado, O asesinado ensilencio en una celda fría.
No me vanaglorio, pero en caso necesario,Desde luego, ninguna condena a mí measusta; No soy cobarde, ni tampoco necio; Yno iré a la horca sin pensarlo.
VOROTINSKI
¡Horrible crimen! Oye, ¿es verdad Que laculpa aún inquieta al asesino?
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Tal vez por eso la sangre de la inocente cri-atura Le molesta para subir ahora al trono.
SCHITISKI
¡Pasará igual! ¡Boris no es tan tímido!
¡Qué honor para nosotros, y para toda Rusia!
El esclavo de ayer, tártaro, cuñado de Maliuti,Cuñado del verdugo, y en el alma, él mismoun verdugo, Tomará la corona y el cetro deMonomaj.
VOROTINSKI
¿Pues, entonces, no es de cuna noble, Ynosotros somos más que él de la nobleza?
SCHUISKI
Así creo.
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VOROTINSKI
Schuiski, Vorotinski...
No es poco decir. Somos príncipes de cuna.
SCHUISKI
De cuna, y de la sangre de los Riúricov.
VOROTINSKI
Mas oye, príncipe, entonces tenemosderechos Más que él de heredar a Feodor.
SCHUISKI
Mucho más que Godunov.
VOROTINSKI
Ya lo creo.
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SCHLTISKI
¿Y entonces? Tratemos de azuzar al puebloSi Boris no abandona sus acostumbradaspicardías.
Deja que ellos abandonen a Godunov, Puestienen suficientes príncipes, y que escojanEntre ellos a alguno, como zar.
VOROTINSKI
No somos pocos los herederos de Variagos,Es difícil rivalizar con Godunov.
El pueblo ya no ve en nosotros A los hereder-os de sus aguerridos defensores.
Hace mucho que hemos perdido las riendas,Hace mucho que servimos de falderos a loszares.
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Y él ha sabido con terror, y con amor, Y tam-bién con gloria, encantar al pueblo.
SCHUISKI
(Mirando por la ventana) Es valeroso, y noso-tros... Pero ya es suficiente; Veo que el pueblose está ya dispersando, Vamos pronto,y.averigüemos su decisión.
LA PLAZA ROJA
EL PUEBLO UNO
¡Es irreductible! Echó ya de su lado A los san-tos padres, a los boyardos y al patriarca.
En vano ellos se inclinan ante el zar.
El resplandor del trono atemoriza a Boris.
OTRO
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¡Oh, Dios mío! ¿Quién regirá nuestro destino?
¡Oh, desgracia nuestra!
UN TERCERO
Ya salen a decir la resolución del GranConsejo.
EL PUEBLO
¡Callad! ¡Callad! ¡Habla el diácono mayor!
¡Chist! ¡Escuchad!
SCHELCALOV
(Desde la Galería Roja) Por última vez, LaCatedral ha dispuesto probar La fuerza denuestras oraciones Ante el triste dueño denuestras almas.
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El santísimo Patriarca, de nuevo, estamañana, Después de orar solemnemente enel Kremlin, Con procesión de estandartes y desantos, Con los iconos de Vladimirov y el delDon, Saldrá acompañado del Consejo de boy-ardos, Una comitiva de nobles, y gentedestacada, Además de todo el pueblo orto-doxo y moscovita: Todos iremos a rogar denuevo a la Zarina, Para que se apiade de Mo-scú, la huérfana, Bendiciendo la corona deBoris.
Volved con Dios a vuestras casas, Y rezad, ycúmplase vuestra voluntad, ¡oh, cielos!, Y estaplegaria ferviente de los ortodoxos.
(El pueblo se dispersa).
EL CAMPO DE DEVICHE Y ELMONASTERIO DE NOVODEVICHE
EL PUEBLO UNO
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Ahora están en el aposento de la Zarina, Entrótambién Boris, y el gran Patriarca, Seguido deun séquito de boyardos.
OTRO
¿Qué se oye?
TERCERO
Resiste aún; mas tenemos esperanzas.
UNA MUJER CON UN NIÑO
¡Agú! No llores, no llores; mira al cuco, Mira alcuco que te va a llevar. ¡Agú! ¡Agú!... ¡Nolloresl
UNO
No podremos pasar la empalizada.
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No se puede más. ¿A dónde iremos? ¡Esto estan estrecho!
Y no es fácil; toda Moscú se agolpa aquí;Mirad las paredes y los techos, Todas lascúpulas de los campanarios de la Catedral,Los pórticos de las iglesias y las propiascruces, Están colmados de gente.
EL PRIMERO
¡Justo! ¡Bravo! ¡Lindo!
UNO
¿Qué es ese ruido?
OTRO
Oye, ¿qué es ese ruido?
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El pueblo ruge, y allí se arrodilla la gente, Filatras fila, como olas... Unas detrás de otras.
Y ahora ha llegado el turno hasta nosotros;mas pronto, de rodillas.
EL PUEBLO
(De rodillas, grita y llora) ¡Ay, apiádate denosotros, Padre Nuestro!
¡Reina, y sé nuestro padrecito Zar!
UNO
(En voz baja) ¿Por qué lloran?
OTRO
¡Vaya a saberlo! Es cosa de boyardos, No espara nosotros.
LA MUJER Y EL NIÑO
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¿Qué tienes ahora?
Cuando hay que llorar, te callas. Te voy a daruna paliza.
Mira al cuco y llora; llora, mimoso. (La mujerdeja al niño en el suelo. El niño chilla).
UNO
Todos lloran. Lloremos también nosotros.
OTRO
Hermano, me empeño, pero no puedo.
EL PRIMERO
Yo también.
¿No tienes una cebolla para frotarnos losojos?
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EL SEGUNDO
No. Me mojaré con saliva. ¿Y qué más hay?
EL PRIMERO
¡Vaya a saberlo!
EL PUEBLO
¡La Corona! ¡Ahí viene el Zar! ¡Aceptó!
¡Boris es nuestro Zar! ¡Viva Boris!
LA CORTE DEL KREMLIN
BORIS, EL PATRIARCA Y LOS BOYARDOSBORIS
Excelentísimo patriarca, y vosotros, losboyardos.
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Abierta está mi alma ante vosotros. Comoveis, yo acato vuestro mandato, con grantemor y humildad. ¡Qué penosa es mi obliga-ción! ¡Yo heredo el trono del poderoso zarIván! ¡Heredo al ángel y al Zar! ¡Oh, justo ysanto, Padre soberano, que estás en el cielo,ante las lágrimas de tus fieles servidores, con-cede tu luz a aquel a quien tú amas, a quientú, Señor, has elegido, y al sagrado poder lehas bendecido! Y reine yo con gloria a mipueblo, y sea clemente y justiciero como tú.De vosotros, espero colaboración, boyardos.Servidme, como a él le habéis servido, cuandoaún compartía con vosotros el común es-fuerzo, antes de ser elegido por la voluntaddel pueblo.
LOS BOYARDOS
Jamás traicionaremos este juramento.
BORIS
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Ahora iremos a saludar las tumbas de los ven-erables muertos de Rusia, luego llamaremos afestejar a todo el pueblo, a todos, desde losgrandes señores hasta el mendigo ciego; a to-dos, entrada libre; todos seréis bien recibidos.(Boris sale, seguido de los boyardos).
VOROTINSKI
(Reteniendo a Schuiski) ¿Has adivinado?
SCHUISKI
¿Qué hay?
VOROTINSKI
Es que... Hoy al mediodía, me decías,¿recuerdas?
SCHUISKI
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No. No recuerdo nada.
VOROTINSKI
Tú decías... Cuando el pueblo iba hacia elcampo de Deviche, que...
SCHUISKI
No es tiempo ahora de recuerdos. Te acon-sejo, pues, olvidar nuestras palabras. Y apropósito..., yo, con fingida picardía, quiseentonces probarte, o mejor dicho, averiguartus secretos pensamientos. Pero ya el puebloestá saludando al Zar, y pueden advertir miausencia. Me voy con ellos.
VOROTINSKI
¡Qué cortesano pícaro!
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ES DE NOCHE. UNA CELDA DELMONASTERIO DE CHUDOV
(AÑO 1603)
EL PADRE PIMEN. GREGORIO DUERMEPIMEN (Escribiendo ante la lumbre)
Uno más, y pondré fin al último relato, Y estaescritura quedará concluída. Cumpliré mi de-ber y el mandamiento de Dios. ¡Oh, yo elpecador! En vano muchos años Dios me pusode testigo y me dio el arte de escribir; algunavez, un monje laborioso hallará mi labor es-forzada y anónima, como yo encenderá sucandelabro, y sacudiendo el polvo de los per-gaminos, escribirá relatos verdaderos. Honra-das generaciones de ortodoxos, que hayanpasado por esta tierra querida, recordarán asus grandes zares. Por sus obras, su gloria ysus bondades, y por sus pecados y turbiosprocederes, Suplicarán perdón humildemente
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al Salvador. Con la vejez, revivo todo nueva-mente y el pasado pasa por mis ojos. ¿Acasohace tanto que ha transcurrido, inquieto comoun mar o un océano? Ahora está todo en si-lencio y tan tranquilo; algunos rostros con-serva mi memoria, algunas palabras lleganaún a mis recuerdos, lo demás ha muerto parasiempre... Pero se aproxima el día y la lumbreya se apaga... Y aquí va el último relato...
(Escribe).
GREGORIO (Despertando)
¡Siempre el mismo sueño! ¿Será posible? ¡Yaes la tercera vez! ¡Maldito sueño!... Y el an-ciano, sentado, siempre escribe, todo eltiempo ante la lumbre y sin tener sueño. Se veque toda la noche no cerró los ojos.
Cómo adoro su aspecto tan sereno, cuandoentregado con toda el alma al pasado,
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continúa su escritura. Con frecuencia, quiseadivinar sobre qué escribe: ¿Del tenebrosodominio de los tártaros? ¿De las feroces con-denas de Iván? ¿Del tempestuoso siglo deNovgorod? ¿O de la gloria de la patria? Envano. Ni en su alta frente, ni en su mirada, sepueden leer sus recónditas ideas; siempre eseaspecto solemne y tan sereno. Como si fueseun diácono encanecido en la oficina. Observatranquilo a los justos y culpables, separando elbien del mal, con indiferencia, sin repartir nicompasión ni ira.
PIMEN
¿Te has despertado, hermano?
GREGORIO
Santo padre, dame tu bendición.
PIMEN
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Dios te bendiga, hoy y mañana por los siglosde los siglos, amén.
GREGORIO
Tú siempre escribiendo, sin conciliar el sueño,mientras endemoniados sueños inquietabanmi descanso, Y el enemigo confundía misideas. Yo soñé que una empinada escalerame conducía hacia una alta torre; y de sus al-turas veía a Moscú, como un hormiguero; De-bajo, el pueblo, en la plaza, alborotado,señalándome, reía. Avergonzado, de mí eltemor se apoderaba, hasta caer violentamentea un precipicio, y luego, despertaba...
Tres veces se repitió este sueño. ¿Acaso noes extraño?
PIMEN
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La sangre joven arde. Domínate con los rezosy ayunos, y tus sueños también serán livianos,y se cumplirán tal vez un día. Hasta elpresente, debilitado yo por esforzadas vigilias,no ofrecí una plegaria hasta la noche.
Mi sueño de anciano no es tranquilo, ni sinpecado, sueño con fiestas bulliciosas, con elcampo de batalla, con combates o peleas, odiversiones locas de mis años juveniles.
GREGORIO
¡Qué alegre transcurrió tu juventud! Has com-batido junto a las torres de Kazan, has re-chazado con Schuiski las legiones de Lituania,has visto la corte y el lujo de Iván. ¡Feliz de ti!En tanto yo, desde mi adolescencia, ando decelda en celda como pobre fraile. ¿Por qué nopodré yo también en nuevas lides, festejar conla corte del Zar? Ya tendré tiempo a des-cansar del mundo, y cumplir mis votos fieles
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de monje, o encerrarme en una tranquilacelda.
PIMEN
No lamentes, hermano, si temprano aban-donaste el mundo del pecado, pues pocaspruebas te envió el Altísimo. Créeme, de lejosla gloria nos atrae, el lujo, y es astuto el amorde la mujer. Hace mucho que yo vivo y hegozado mucho, pero sólo desde que el señorme trajo al monasterio. Únicamente desdeentonces soy feliz.
Piensa, hijo, en los grandes zares; ¿Quién esmás poderoso que ellos? Únicamente Dios.¿Quién se atreve contra ellos? Nadie. A me-nudo la corona de oro se les tornaba muypesada, y ellos la trocaban en sencillo solideo.El Zar Iván buscaba el gran consuelo en obrassagradas del convento. Su palacio, siemprelleno de orgullosos favoritos, adquirió aspecto
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de severo monasterio. Los monjes de toga yde silicios se tornaban en monjes o seminaris-tas, y el terrible Zar en devoto abad muy reli-gioso. Yo lo he visto, en esta misma celda.
(Vivía en ella, entonces, Cirilo, el Mártir, Varónjusto.
Ya entonces Dios me iluminó, me dio a en-tender la miseria de los goces de estemundo). Aquí he visto al Zar, fatigado de ideasy condenas iracundas. Callado y pensativo es-taba Iván, sentado entre nosotros; Ante él,nosotros estábamos de pie, inmóviles, Y elZar, pausadamente conversaba con nosotros,diciendo esto al abad y a la hermandad en-tera: «Padres míos. Llegará el día deseado, yvendré a vosotros, yo, pecador empedernido,llegaré a buscar la ansiada redención; tú,Nicodemo; tú, Sergio; tú, Cirilo; todos vosotrosescuchad mi voto espiritual: a tus pies, yo,Santo Padre, me inclinaré». Así hablaba Su
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Majestad, el Soberano, y palabras de mielsalían de sus labios. Lloraba él, y nosotroscon lágrimas rezábamos, para que el Señorenviara amor y paz a su alma atormentada ytempestuosa. ¿Y su hijo Feodor? Estaba en eltrono, extrañando la vida pacífica del ermit-año. En capillas de oraciones transformó elZar a los palacios; allí, las preocupaciones ylas penurias del poder no indignaban su almasanta.
Dios vio bien la humildad del Soberano, yRusia, durante su reinado, se consolaba pocoa poco, en gloria inolvidable, hasta qué llególa hora de su fin, y aconteció un increíble mil-agro; Ante su lecho de muerte, le aparecióante los ojos un varón extraordinariamente ru-bio y claro, Y comenzó a conversar conFeodor, Y llamarle gran Patriarca. De todos seapoderó tal miedo, suponiendo que era unavisión del Cielo, y sabiendo que el Patriarcano estaba ante el Zar, ni se hallaba entonces
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en el templo. Al presentarse la visión ante susojos, se llenó el aposento de aromas y per-fumes, y su rostro como un sol resplandecía.Ya no veremos más a un Zar como Iván. ¡Oh,desgracia terrible, jamás vista!
¡Olvidamos a Dios! ¡Hemos pecado, hemosasignado el trono al asesino del Zar!
GREGORIO
Hace mucho, Santo Padre, que yo deseabapreguntarte por la muerte de Demetrio, el Zar-evich; En ese entonces, dicen que tú estabasen Uglich.
PIMEN
Dios quiso que yo fuese testigo de aquel actomalvado.
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¡Oh, sí, recuerdo! ¡Oh, pecado sangriento! Yoentonces fui enviado Al lejano Uglich, a no séqué seminario.
Llegué de noche. A la mañana, a la hora de lamisa, de pronto, escucho un repique de cam-panas. Tocaron a rebato. Gritos, ruido, todossalieron al patio. También la zarina; y yo meapresuré. Allí estaba todo el pueblo. Y veo alZarevich degollado. La Zarina madre, junto aél, estaba desmayada. La nodriza, llorandomuy desesperada, Y he aquí que el puebloenfurecido arrastró a la traidora, hereje yasesina. De pronto, entre ellos, feroz y pálidode rabia, apareció judas Vitiagovcki, y el gritofue unánime: «¡He aquí al malvado!», y en uninstante desapareció. El pueblo se lanzó de-trás de los tres asesinos que huían, y los mal-vados, que ocultarse quisieron, al fin fueronprendidos.
Y los trajeron ante el cadáver tibio del infante.
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Y, ¡oh, milagro!, de pronto el muerto parecióestremecerse. «¡Confesad!», exigió el pueblo;Y atemorizados bajo el hacha, amenazados,los asesinos confesaron y nombraron a Boris.
GREGORIO
¿Qué edad tenía el Zarevich asesinado?
PIMEN
Unos siete años; ahora tendría... (Ya han pas-ado diez años o tal vez doce). El sería de tuedad, más o menos, Y reinaría; pero Dios de-cidió otra cosa. Con esta lamentable historiaterminaré yo mi escritura; desde aquelentonces no me metí más en asuntosmundanales; Hermano Gregorio, tu razón seha ilustrado con las Santas Escrituras. Y a ti teentrego yo mi obra. En horas de descanso,libre de hazañas espirituales, descubre y re-lata, sin filosofía y sin astucia, todo aquello
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que vieras como testigo. La guerra y la paz, elrigor de soberanos, los milagros sagrados delos Santos, las profecías y signos del Zodíaco.Ya es tarde, es hora y tiempo de descanso.
Apagaré la lumbre pero, ya llaman a la misade mañana...
Bendito sea Dios y sus siervos sagrados.Gregorio, alcánzame la muleta. (Sale).
GREGORIO
¡Borisl ¡Boris, todo ante ti se estremece! Nadiese atreve a recordarte la suerte del infantedesdichado. Sin embargo, un monje, en unacelda obscura, escribe contra ti este terriblefallo: no escaparás del juicio de este mundo,como no escaparás del juicio de Dios.
EL RECINTO DEL PATRIARCA
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EL PATRIARCA, EL ABAD DELMONASTERIO DE CHUDOV EL PATRIARCA
¿Conque ha huido, Padre Abad?
EL ABAD
Escapó, Santo señor. Ya van tres días.
EL PATRIARCA
¡Bribón, granuja maldito! ¿De dónde era?
EL ABAD
De la familia de los Otrepiev, hijo de boyardos,De Galitzia. De joven tomó el hábito no sédónde, luego vivió en Suzdal, en el monasteriode Efimov; se fue de allí, vivió en varias her-mandades, y, por último, llegó a nosotros, yyo, viendo que era joven y sin juicio, lo en-tregué a la tutela del anciano Padre Pimen,
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Sobrio y humilde; el joven era muy instruido,Leía nuestras escrituras y componía cánonesa los santos; pero se ve que la ilustración nole iluminaba.
EL PATRIARCA
¡Ay, estos instruidos! ¡Mira que inventar eso!«¡Seré Zar de Moscovia!» ¡Ay, qué tarambanadel demonio!
Empero, creo que no hay que informarle deesto al Zar; no hay por qué inquietar al padre-cito soberano; suficiente es informar de suhuida al Diácono Smirnov o al DiáconoEfimov. ¡Qué herejía, Señor! «¡Seré Zar deMoscovia!»... ¡Prenderlo! ¡Prender al hereje ydesterrarlo a Solovkil A perpetua penitencia.¡Sí! ¡Eso es una herejía, Padre Abad!
EL ABAD
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Una herejía, Santo Padre; una verdaderaherejía.
SALA DEL TRONO
DOS GUARDIAS. EL ZAR
EL PRIMERO
¿Dónde está Su Majestad?
EL SEGUNDO
En su dormitorio. Se encerró con no sé quéadivino.
EL PRIMERO
Esas son sus conversaciones preferidas;Adivinos, magos y hechiceros. Se hace adivin-ar más que una novia antes de desposarse.Desearía saber qué le adivina.
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EL SEGUNDO
Allí viene, si quieres preguntarle.
EL PRIMERO
Qué taciturno marcha. (Los guardias salen).
EL ZAR (Entrando)
Ya es el sexto año que logré el poder supremoy tranquilamente gobierno, pero no soy feliz.Acaso no pasa igual cuando de jóvenes en-amorados ansiamos los goces del amor. Peroapenas satisfechos los deseos del corazón,con la posesión de un instante, nos aburrimosen angustia suprema. En vano los magos meauguraron días de sereno poder. Ni el poder,ni la vida ya me alegran; presiento el castigodel cielo y la desgracia. No soy feliz. Pensabayo colmar a mi pueblo de gloria y abundancia,y con amor generoso complacerlo. Pero
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dejemos esta zozobra inútil y vacía. El poderes odiado por la plebe. Ellos saben amar ún-icamente a los muertos. Somos locos, cuandoel rechazo del pueblo o su grito iracundo in-quieta nuestro corazón. Dios envió a la tierranuestra estirpe. El pueblo ruge, padeciendo detormento. Yo les abrí los graneros. Yo les re-partí oro, Les busqué trabajo, y enfurecidos el-los me maldicen. EL fuego del incendiodestruyó sus casas. Yo les construí nuevasviviendas. ¡Y ellos me acusaron deincendiario!
Ese es el juicio del pueblo; eso es buscar suamor. En mi familia pensé encontrar la paz,creí hacer feliz a mi hija buscándole marido, ycomo maldición la muerte se llevó a su novio,y los rumores me acusan con astucia, a mí, amí, al desdichado padre, ser el culpable de laviudez temprana de mi hija. Sea quien sea elque fallece, soy yo su secreto asesino; yo
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apuré la muerte de Feodor, yo envenené a mihermana la Zarina, monja humildísima...
¡Todo yo! ¡Ay, yo siento que nada puede con-solarme de la tristeza de este mundo! Nada,nada... Tal vez únicamente la conciencia. Ella,existiendo vencerá a la maldad y a la calumniatenebrosa, pero si en ella hay alguna mancha,si ha quedado una sola mancha, Entonces,¡oh, desgracia!, como una llaga, se consumiráel alma llenándose de veneno, Como un mar-tillo en el oído sonarán los reproches.
Todo me repugna, se me nubla la vista, yniños ensangrentados aparecen ante misojos... Y deseo huir, y no hay a dónde... ¡Hor-ror, horror! ¡Oh, sí! ¡Desgraciado aquel que notiene limpia la conciencial
UNA POSADA EN LA FRONTERA LITUANA
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MISAIL, VARLAAM; VAGOS, MONJES;GREGORIO OTREPIEV, Y LA DUEÑA DELALBERGUE
LA DUEÑA
¿Con qué puedo servirlos, Santos Padres?
VARLAAM
Lo que Dios mande, patroncita. ¿No tienesvino?
LA DUEÑA
¿Cómo no he de tenerlo, padrecito? Enseguida voy por él. (Sale).
MISAIL
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¿Por qué estás tan preocupado, compañero?Aquí tienes la frontera lituana, a la que tantoansiabas llegar.
GREGORIO
Hasta que no llegue a Lituania no estarétranquilo.
VARLAAM
Í ¿Por qué te atrae tanto Lituania? Nosotros,Padre Misail, y yo, pecador, en cuanto hemosabandonado el monasterio ya no pensamosmás en nada. Si estamos en Rusia, o estamosen Lituania; si escuchamos un silbido o es-cuchamos un graznido; todo es igual, con talde que haya vino... ¡Y aquí ha llegado!...
MISAIL
Está bien dicho, Padre Varlaam.
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LA DUEÑA (Entrando)
Para vosotros, Padres míos. Bebed y que osaproveche.
MISAIL
Gracias, querida. Dios te bendecirá.
(Los monjes beben y Varlaam entona unacanción): «Eso fue, eso fue en la ciudad, esofue, eso fue en Kazán...»
VARLAAM (A Gregorio)
¿Por qué no nos acompañas, por qué nocantas?
GREGORIO
No tengo deseos.
MISAIL
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Cada cual hace su voluntad...
VARLAAM
Y para el ebrio el paraíso. ¿Verdad, PadreMisail?
Bebamos una copita por la tabernera... Sinembargo, Padre Misail, cuando bebo no megustan los abstemios; una cosa es la borrach-era y otra el engreimiento; si deseas estar connosotros, de acuerdo, y si no, fuera; el popeno puede ser compañero del buzón.
GREGORIO
Bebe y guarda lo que piensas, Padre Varlaam.Como ves, yo también a veces hablo bien...
VARLAAM
¿Y qué es lo que debo guardar?
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MISAIL
Déjalo, Padre Varlaam.
VARLAAM
¡Pero qué ayunador ha resultado éste! Elmismo se ha pegado a nosotros, y nosabemos quién es ni de dónde viene; además,es altanero; tal vez lleva pecado...
(Bebe y canta: «Al joven monje lo rasuraron»).
GREGORIO (A la patrona)
¿Adónde conduce esta carretera?
LA DUEÑA.
A Lituania, mi bienhechor. A las montañas deLuiev.
GREGORIO
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¿Estamos lejos de las montañas de Luiev?
LA DUEÑA
Cerca, hijo. Para la noche podrías llegar, si nofueran los guardias del Zar y los infames com-isarios del Zar.
GREGORIO
¿Guardias? ¿Cómo? ¿Qué significa?
LA DUEÑA
Es que alguien ha huido de Moscú y hay or-den de detener y revisar a todos.
GREGORIO (Pensando)
Ha llegado mi hora.
VARLAAM
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¡Eh, compañero! Te has acomodado con lapatrona. Por lo visto necesitas más mujeresque vodka; ¡ese es un asunto serio, hermano,muy serio! Desde luego, cada uno tiene suscostumbres; nosotros, con el Padre Misail,tenemos sólo una preocupación: bebernos lascopas hasta el fondo y después apurar elfondo.
MISAIL
Está bien dicho, Padre Varlaam...
GREGORIO
¿Pero a quién buscan? ¿Quién ha huido deMoscú?
LA DUEÑA
Mi Dios sólo sabe si es un ladrón o unasesino. Pero ahora por estos lugares no
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dejan en paz a la buena gente. No sé quépasará más adelante y si al propio demonio loprenderán. Como si a Lituania no hubiese otrocamino que el de la carretera central. ¿Acasono pueden tomar por la izquierda yendo por elbosque, seguir por alguna picada hasta latorre y por el arroyo hasta Chekanski, y de allípor el pantano hacia Jlopino y de allí a Zajar-evo? Cualquier chiquillo los puede conducirluego hasta las sierras del Luiev. Esos guardi-as sólo sirven para molestar al caminante yquitarnos a los pobres lo poco que tenemos.(Se oyen voces). ¿Quién anda? ¡Ay! ¡Son el-los! ¡Ya están aquí los malditos! ¡Es la ronda!
GREGORIO
Patrona, ¿no hay otro rincón en esta isba?
LA DUEÑA
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No hay, querido. Yo misma quisiera esconder-me. Esos dicen que van de ronda, pero nohacen más que pedir vino, pan, y quién sabe...¡Que se atraganten, malditos!
¡Que se. ..! (Entran los guardias).
EL COMISARIO
¡Salud, patrona!
LA DUEÑA
¡Bien venidos sean, queridos huéspedes! ¡Porfavor, pasen, pasen!
UNO DE LOS GUARDIAS (Al otro)
¡Ah, conque aquí se bebe!.. . Y debe haberbuen bocado.
(A los monjes): ¿Vosotros, quiénes sois?
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VARLAAM
Santos Padres de la Iglesia, humildes monjesque andamos de aldea en aldea juntando ypidiendo por caridad una limosna para nuestroconvento.
EL COMISARIO (A Gregorio)
¿Y tú?
MISAIL
Es nuestro compañero...
GREGORIO
Habitante de estos alrededores; acompañé alos monjes hasta la frontera y aquí cada unoirá por su camino.
MISAIL
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Entonces has cambiado de parecer.
GREGORIO (En voz baja)
Calla.
EL COMISARIO
Patroncita, trae más vino, que beberemos conlos padres y conversaremos un instante.
EL GUARDIA (En voz baja, dirigiéndose alcomisario)
El muchacho parece pobre; no podremossacarle nada; en cambio, a los monjes...
EL COMISARIO
Calla; ya los arreglaremos. ¿Qué tal, queridosPadres?
¿De qué os ocupáis? ¿Cuánto ganáis?
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VARLAAM
Andamos muy mal, hijo. Los campesinosahora se han vuelto muy avaros; aman eldinero, guardan la platita. A Dios le dan muypoco. Todos se entregan al comercio, piensanúnicamente en las riquezas de la tierra y no enla salvación del alma; a veces en tres días nojuntamos ni tres jornales. ¡Qué pecado! Pasana veces semanas y hay tan poco en nuestrosmorrales, que da vergüenza regresar al con-vento. ¿Qué hacer? De dolor terminamos porbebernos hasta lo último; es una desgracia,una desgracia...
¡Ay, qué malo está todo esto! Por lo visto, hallegado nuestro fin...
LA DUEÑA (Llorando)
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¡Dios, apiádate de mí y sálvame en esta hora!(Mientras habla Varlaam, el comisario observaa Misail).
EL COMISARIO
Alejo, ¿tienes el ukase del Zar?
EL GUARDIA
Aquí lo tengo.
EL COMISARIO
Dámelo, ¿quieres?
MISAIL
Oye, tú, ¿por qué me miras tanto?
EL COMISARIO
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Pues por lo siguiente. De Moscú se ha es-capado un mal hereje, llamado GregorioOtrepiev. ¿Has oído hablar de él?
MISAIL
No he oído.
EL COMISARIO
¿No has oído? Bien, a ese hereje fugitivo, elZar lo ha mandado prender y colgar. ¿Hasoído?
MISAIL
No lo sabía.
EL COMISARIO (A Varlaam)
¿Sabes leer?
VARLAAM
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De joven algo sabía, pero lo poco lo heolvidado.
EL COMISARIO (A Misay)
¿Y tú?
MISAIL
Dios no me ha enseñado.
EL COMISARIO
Aquí tienes el ukase del Zar.
MISAIL
¿Y para qué lo quiero?
EL GUARDIA
Se me ocurre que ese hereje fugitivo, ladrón ycanalla eres tú.
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MISAIL
¿Yo? ¡Por Dios! ¿Qué tienes conmigo?
EL COMISARIO
Espera un poco. Ahora mismo locomprobaremos.
LA DUEÑA
¡Ay, estos malditos torturadores! Hasta al an-ciano monje no lo dejan tranquilo.
EL COMISARIO
¿Quién sabe leer?
GREGORIO (Adelantándose)
Yo.
EL COMISARIO
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¡Vedlo al muchacho! ¿Y de dónde aprendiste?
GREGORIO
De nuestro sacristán.
EL COMISARIO (Entregándole el ukase)
Lee en voz alta.
GREGORIO (Lee)
«Del monasterio de Chudov el infame monjeGregorio de la familia de los Otrepiev, en-señado por el diablo, cometió la herejía desublevar a la hermandad con toda clase de in-citaciones perturbadoras del orden y de la ley.
«De acuerdo a las averiguaciones, Grichka 1 ,prófugo maldito, huyó a la frontera lituana... »
EL COMISARIO (A Misail)
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Ese debes ser tú.
1 Diminutivo de Gregorio.
GREGORIO
«Y el Zar ordenó prenderlo... »
EL COMISARIO
Y ahorcarlo.
GREGORIO
Aquí no dice ahorcarlo.
EL COMISARIO
Miente. No todo está escrito, pero se sobreen-tiende: prenderlo y ahorcarlo.
GREGORIO
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«Y ahorcarlo. El ladrón Grichka tiene (mirandoa Varlaam) pasados los cincuenta años, es deestatura mediana, la frente manchada, la bar-ba canosa y barrigón.,. . » (Todos miran aVarlaam).
EL COMISARIO
¡Muchachos! ¡Hemos encontrado a Grichka!Aquí está!
¡Prendedlo! ¡Atadlo! Quién iba a decir queaquí...
VARLAAM (Arrancándole el ukase)
¡Fuera, hijos de perra! ¡Qué voy a ser yoGrichka Otrepievl ¡Cincuenta años, barbacanosa y barrigón!
¡No, hermanos! Sois demasiado jóvenes parahacerme estas bromas. Hace tiempo que no
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leo y deletreo mal, pero esto lo voy a en-tender, ya que el asunto puede costarme lavida. (Deletrea). «Tiene veinte años». ¿Quéme dicen, hermanos? ¿Dónde dice cincuenta?Mira. Lee.
¡Veinte!
EL GUARDIA
Sí... Yo recuerdo que han dicho veinte... Asínos han dicho, creo.
EL COMISARIO (A Gregorio)
Hermano, veo que te gustan las bromas. (Dur-ante la lectura, Gregorio escucha de pie, conla cabeza gacha).
VARLAAM (Continúa leyendo)
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«De estatura más bien bajo, amplio de hom-bros, un brazo más corto que otro, los ojosazules, el cabello pelirrojo, en la mejilla unaverruga, y en la frente otra».
(Dirigiéndose a Gregorio). Pero, dime, ¿noeres tú acaso?
(Gregorio saca de pronto un puñal; todos sealejan y éste, de un salto, desaparece por laventana).
¡Detenedlo! ¡Prendedlo! (Todos corren endesorden).
MOSCU. CASA DE SCHUISKI
SCHUISKI, NUMEROSOS CONVIDADOS.
CENAN SCHUISKI
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Más vino. (Se levanta y todos hacen lomismo). Y bien, queridos convidados. Esnuestra última copa. Niño, lee la oración.
EL NIÑO
Zar de los cielos, que estás en todas partes.Escucha esta plegaria de tus humildes escla-vos: Recemos por nuestro soberano, por tielegido, y por ti bendecido, Zar soberano detodos los cristianos.
Cuídalo en el trono y en el campo de batalla,en los caminos y en el lecho de una posada.Otórgale la victoria en contra de sus enemi-gos. Viva su gloria desde los mares. Viva lasalud floreciente de su familia, y se multipliquecon valiosos vástagos, y para con nosotros,sus esclavos, sea siempre clemente, bonda-doso y tolerante, y la luz inagotable de su sa-biduría nos ilumine; levantemos, pues,
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nuestras copas, Y recemos por ti, Zar de losCielos.
SCHUISKI (Bebe)
¡Viva el gran Soberano! Queridos convidados,perdonadme; agradezco a todos el habercompartido mi mesa; perdonadme, buenasnoches. (Los convidados salen. Schuiski losacompaña hasta la puerta).
PUSHKIN
Por fin se fueron; pues bien, príncipe BasilioIvanovich, ya creía que no podríamosconversar.
SCHUISKI (A los criados)
¿Qué hacéis boquiabiertos? Todo lo queréisescuchar.
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Retirad la vajilla, y fuera.
¿Qué ha ocurrido, Afanasiev Mijailovich?
PUSHKIN
Milagros, nada más. Mi sobrino, GabrielPushkin, Me ha enviado hoy desde Kracov unestafeta a caballo.
SCHUISKI
¿Y?
PUSHKIN
Mi sobrino me escribe esta extraña novedad.El hijo de Iván el Terrible... Espera. (Se dirigea las puertas y observa). El infante soberano,asesinado por orden de Boris...
SCHUISKI
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Esa ya no es ninguna novedad.
PUSHKIN
Espera, escucha: Demetrio está vivo.
SCHUISKI
¡Vivo! ¡Qué noticia!
¿El Zarevich vivo? Realmente milagroso.¿Y?...
PUSHKIN
Escucha hasta el final. Sea quién sea, el Zar-evich salvado o no, algún fantasma con su as-pecto, un granuja audaz, o un impostor des-vergonzado, el hecho es que allí apareció unDemetrio.
SCHUISKI
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No puede ser.
PUSHKIN
El propio Pushkin lo vio llegar entre los primer-os al palacio, Y saliendo de las filas de lospanis 2 lituanos, Entró directamente a la salasecreta del Rey.
SCHUISKI
¿Quién es? ¿De dónde viene?
PUSHKIN
Se sabe que fue lacayo de Vichievski, y queestando enfermo, en su lecho, confesó sunombre a un padre santo, y el alto pani, alconocer el secreto, ayudóle a curarse, y le-vantándolo del lecho, se fue con él a ver aSegismundo.
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SCHUISKI
¿Y qué más dicen de ese audaz?
PUSHKIN
Dicen que es inteligente, muy sociable y hábil,gusta a todos. A los moscovitas emigrados losencanta. Los
2 Señores, en polaco.
clérigos latinos están de su parte. El Rey lomima, y dicen que le prometió ayuda.
SCHUISKI
Todo eso, hermano, es un bodrio, y sin quererla cabeza me marea. De que es un impostor,no hay duda. Pero reconozco que el peligro esgrande. La noticia es importante. Y si llega alpueblo, puede desencadenar una tormenta.
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PUSHKIN
Una tormenta que dudo si el Zar Borismantendrá la corona sobre su inteligentecabeza. Así sea, si él nos gobierna, como elZar Iván (que de noche no me acuerde). ¿Quéprovecho tenemos en que no hay condenas, yque no se mande la gente a la sangrientahorca; y de que no entonemos cánticos ajesús, y de que no nos quemen en la plazapública, y de que el Zar con su cetro no re-mueva las cenizas? ¿Acaso estamos segurosde nuestras pobres vidas? A nosotros igualnos espera cada día la cárcel, Siberia o lastorturas.
Allá en un rincón apartado del destierro, nosespera la muerte o la horca.
¿Dónde están los hombres de gran cuna?¿Dónde están los príncipes Siski, los
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Schestunov, los Romanov, todos, esperanzasde la Patria?
Encerrados, perseguidos en triste destierro; ati también te espera, después de un tiempo, elmismo destino.
¿Acaso es cómodo todo esto? Dime. Estamosen casa, pero rodeados de infieles esclavoslituanos. Son capaces de vender todosnuestros secretos, comprados por cualquiergobierno. Dependemos de cualquiera denuestros siervos, a quien podemos castigar siqueremos.
Ha resuelto él no festejar el día de Yuriev. Notenemos poder ni en nuestras tierras.
¡No te atrevas a echar a un holgazán! Quieraso no, deberás alimentarlo; no te atrevas atraer más siervos, pues irás a parar a la cárcelde encausados. ¿Acaso se oyó alguna vez
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cosa semejante, aun durante los tiempos delZar Iván? ¿Y acaso el pueblo está mejor?Pregúntale.
Que pruebe el impostor restituir el antiguo díade Yuriev, y reirá que será un contento.
SCHUISKI
Tienes razón, Pushkin. Pero, ¿sabes?, de to-do esto no hablemos más, hasta dentro de untiempo.
PUSHKIN
Es justo. Tú eres un hombre razonable. A míme alegra siempre conversar contigo. Y si aveces algo me inquieta, no puedo ocultarlo ydebo decírtelo. Además, la dulce miel de tucerveza suave me ha desatado hoy la len-gua... Adiós, Príncipe.
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SCHUISKI
Adiós, hermano, hasta la vista. (Acompaña aPushkin).
EL PALACIO DEL ZAR
EL ZAREVICH DIBUJANDO UN MAPA. LAZAREVICHA Y LA NODRIZA. EL ZARKSENIA (Besando un retrato)
Mi querido novio, espléndido Rey mío, ya noeres para mí, para tu novia. Eres para laobscura tumba de un rincón extraño. Jamáshallaré consuelo y por ti lloraré siempre.
LA NODRIZA
¡Ay, pobre Zarina! Llora la moza. ¡Cómo cae elrocío!
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Saldrá el sol y secará el rocío. Tendrás otronovio y será solícito y magnífico. Nuevamentete enamorarás, niña querida, y olvidarás al reyde tu corazón.
KSENIA
No, madrecita, yo le seré fiel. Aún estandomuerto.
(Entra Boris).
EL ZAR
¿Cómo estás, Ksenia? ¿Qué tienes, miquerida? Novia y ya triste viuda. Siempre llor-ando por tu novio muerto.
¡Hijita mía! El destino no ha querido que seayo testigo de tu alegría. O tal vez irrité a loscielos Y no supe construir tu felicidad. Ino-cente, ¿para qué sufres tanto?
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¿Y tú, hijo mío, de qué te ocupas? ¿Qué esesto?
FEODOR
Es el mapa de nuestra tierra moscovita:nuestro reino.
Estos son sus límites. Mira, aquí está Moscú,y aquí Novgorod, Aquí Astrakan. Esto es elmar, y éstos los bosques vírgenes de Perm. Yaquí está Siberia.
EL ZAR
¿Y esto qué es, que parece una red ondulantey embrollada?
FEODOR
Es el Volga.
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EL ZAR
¡Qué bien! ¡He aquí el dulce fruto del estudio!Como desde una nube, puedes observar todoel reino de golpe; las fronteras y los ríos. Estu-dia, hijo mío: la ciencia nos acorta con su ex-periencia, la vida ya de por sí muy breve. Al-guna vez, quizá muy pronto, todas las comar-cas, que ahora has dibujado tan bien en el pa-pel, estarán al alcance de tu mano. Estudia,hijo mío, y más fácil será para ti el trabajosoberano de gobernar al pueblo.
(Entra Simón Godunov).
Y aquí está Godunov, que viene a informar. (AKsenia) Alma mía, ve a tu alcoba; perdona,querida mía, ya te consolará Dios. (Kseniasale con la nodriza).
(Dirigiéndose a Simón Godunov) ¿Quépuedes contarme, Simón Niquitich?
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SIMON GODUNOV
Hoy al amanecer vinieron a verme el príncipeBasilio y Pushkin, Con esta denuncia.
EL ZAR
¿De qué se trata?
SIMON GODUNOV
Pushkin fue el primero en contar, que en lamañana de ayer llegó a Kracov un estafeta ydespués de una hora regresaba sin respuesta.
EL ZAR
Alcanzarlo.
SIMON GODUNOV
Ya he mandado detenerlo.
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EL ZAR
¿Y de Schuiski, qué se sabe?
SIMON GODUNOV
Anoche obsequió a sus amigos, a ambosMiloslavski, los Buturlin, a Miguel Salticov, aPushkin y algunos otros más. Se fueron tarde.Unicamente Pushkin quedó con el dueño, ycon él largamente estuvo conversando.
EL ZAR
Manda llamar en seguida a Schuiski.
SIMON GODUNOV
Majestad, aquí está.
EL ZAR
Que entre. (Simón Godunov sale).
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EL ZAR
Estas relaciones con Lituania me preocupan,¡qué sé yo!
Me repugna esa familia rebelde de losPushkin. A Schuiski tampoco puedo confi-arme: Es pillo, audaz y hábil... (EntraSchuiski). Debo hablar contigo, Príncipe, perocreo que tú mismo vienes ya con algúnasunto, y deseo primero escucharte.
SCHUISKI
Pues bien, Majestad, mi deber es informartede una noticia muy importante.
EL ZAR .
Te escucho.
SCHUISKI (Señalando a Feodor)
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Majestad...
EL ZAR
El Zarevich puede conocer todo lo que sabe elPríncipe Schuiski. Habla.
SCHUISKI
Desde Lituania nos ha llegado la nueva deque...
EL ZAR
¿No es aquella que a Pushkin le trajo anocheel estafeta?
SCHUISKI
(¡Todo lo sabe!...) Creía yo, mi Majestad, queaun no conocías este último secreto.
EL ZAR
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No hace falta, Príncipe, la conozco y estoypensando sobre esta nueva noticia: ya cono-ceremos la verdad.
SCHUISKI
Yo sólo sé que en Kracov apareció un impost-or, Y que el Rey y los panis están con él.
EL ZAR
¿Qué dicen? ¿Quién es el impostor?
SCHUISKI
No lo sé aún.
EL ZAR
Pero..., ¿por qué es peligroso?
SCHUISKI
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Desde luego que lo es; tu trono, Zar, es poder-oso. Tú has conquistado el corazón de tus es-clavos con cariño, esfuerzo y generosidad,mas debes saber que la plebe obscura es in-constante, rebelde y con prejuicios; se entregaa cualquier vana esperanza, es indiferente ysorda ante la verdad suprema, y se alimentade rumores.
Además, le gusta la audacia y el atrevimiento.Y si el granuja desconocido pasara la fronterade Lituania, le seguirán una multitud de locos,atraídos por la reaparición del nombre deDemetrio.
EL ZAR
¡Demetrio! ¿Cómo? ¡Ese niño! ¡Demetrio!(Dirigiéndose a Feodor). Zarevich, vete.
SCHUISKI
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(Se ha puesto colorado. ¡Habrá tormenta!... )
FEODOR
Majestad, permite a tu hijo...
EL ZAR
No se puede, hijo mío; vete. (Feodor sale).
¡Demetrio!...
SCHUISKI
(El Zar no sabía nada).
EL ZAR
Escucha, Príncipe; hay que tomar medidas in-mediatamente para que Rusia quede sep-arada de Lituania por numerosos guardiasfronterizos, para que ni un alma cruce esafrontera; para que ni una liebre pase de
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Polonia a nuestras tierras; para que ni uncuervo pase volando desde Kracov. Vete.
SCHUISKI
Voy.
EL ZAR
Espera. ¿Verdad que esta noticia es in-geniosa? ¿Has oído alguna vez que los muer-tos salgan de la tumba a interrogar a losZares, zares legítimos, designados y elegidospor todo el pueblo, coronados por el gran Pat-riarca? Qué gracioso. ¿Eh? ¿Cómo? ¿Por quéno ríes?
SCHUISKI
Majestad, yo...
EL ZAR
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Escucha, Príncipe Basilio: cuando yo supeque el infante ése... Que el niño quedó sinvida no sé cómo, tú fuiste a verificar el hecho;ahora te maldigo con Dios y con la Cruz, y teobligo; dime la verdad con la mano en la con-ciencia: ¿Has reconocido tú al infanteasesinado?
¿No hubo cambio? Contesta.
SCHUISKI
Te juro que...
EL ZAR
No, Schuiski, no jures. Pero responde: ¿era elZarevich?
SCHUISKI
El mismo.
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EL ZAR
Piénsalo bien, Príncipe. Yo te prometo miclemencia. La vieja mentira en vano no la cas-tigaré con la horca. Pero si ahora sigues en-gañándome, te juro, por la cabeza de mi hijo,que te alcanzará tan feroz condena, tal con-dena, que el Zar Iván Vasilievich de horror seestremecerá en la tumba.
SCHUISKI
Lo horrible no es tu condena; Lo horrible esperder tu favor. ¿Acaso yo me atrevería acometer contigo semejante villanía? ¿Y podríaacaso ciegamente equivocarme, y no recono-cer al Zarevich Demetrio?
Tres días he visitado la Catedral, acompañadode toda la ciudad, y he visto su cadáver. A sulado se hallaban acostados trece cuerpos,destrozados por el furor del pueblo, y ya
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estaban algo descompuestos. Pero el rostroinfantil del Zarevich Demetrio era claro, frescoy sereno, como si estuviese dormido. No secerraba la profunda herida. Los rasgos de sucara no habían cambiado. No, Majestad, notengo dudas. Demetrio duerme en su ataúd.
EL ZAR (Más tranquilo)
Suficiente, vete. (Schuiski sale). ¡Oh, qué pesome he quitado de encima!... Tomaré aliento.Yo sentía que toda la sangre se me subía alrostro. ¡He aquí por qué durante trece añosseguidos he soñado con el niño asesinado! Sí,sí. ¡Es eso! Ahora lo comprendo todo. ¿Peroquién es él, el terrible impostor? ¿Quién meamenaza? ¿Un nombre vacío, una sombra?¿Será posible que una sombra me quite estelugar de pórfido? ¿Y una voz suya le quite laherencia a mis queridos hijos? Soy un de-mente. ¡De qué me he asustado! A ese fant-asma, soplando se lo ahuyenta. Así lo
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resuelvo; no tendré miedo a nada, pero tam-poco despreciaré nada. ¡Ay, es penoso elgorro de mando de Monomaj!
KRACOV. LA CASA DE VICHNIEVSKI
EL IMPOSTOR Y EL PATERCHERNIKOSVSKI EL IMPOSTOR
No, padre, no habrá dificultades. Conozco bi-en el espíritu de mi pueblo; su devoción noconoce el estupor. Es sagrado para ellos elejemplo de su Zar.
Además, su paciencia es siempre indiferente.Aseguro que antes de dos años todo mipueblo, toda la Iglesia del norte, reconoceránel poder del heredero del Zar Iván.
PATER
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Que te ilumine San Ignacio, y te asista paracuando lleguen esos nuevos tiempos. Y mien-tras, guarda en el alma, Zarevich, la misericor-dia divina y sus frutos. A veces el debersagrado nos obliga a ocultar las cosas ante laluz del día. Tus palabras y acciones lasjuzgará la gente, y Dios únicamente ve lasintenciones.
EL IMPOSTOR
¡Amén! ¿Quién es? (Entra un lacayo). Dilesque pasen.
(Se abren las puertas. Entra una multitud derusos y polacos). ¡Camaradas! Nosotros sali-mos mañana.
Saldremos de Kracov, y yo, mi queridoMnichek, me detendré en Sambore por tresdías. Conozco tu castillo hospitalario, relum-brante de pompa y de nobleza. Tiene fama su
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joven dueña, y tengo la esperanza de visitar ala espléndida Marina. Y a vosotros, amigosmíos de Rusia y de Lituania, vuestras bander-as fraternales, alzadas contra el enemigocomún, contra mi pérfido asesino.
Hijos, esclavos, os conduciré al combate de-seado, a la cabeza de vuestras amenazantesmilicias. Pero entre vosotros veo rostrosnuevos.
GABRIEL PUSHKIN
Ellos han venido a pedir tu favor y gracia, ytambién lanzas para servirte.
EL IMPOSTOR
Contento estoy, hijos míos; conmigo, venidamigos.
Pero, ¿quién es, Pushkin, ese hermoso joven?
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PUSHKIN
El Príncipe Kurbski.
EL IMPOSTOR
Gran apellido. (A Kurbski) ¿Eres pariente delhéroe de Kazan?
KURBSKI
Su hijo.
EL IMPOSTOR
¿Tu padre está vivo aún?
KURBSKI
No, ha muerto.
EL IMPOSTOR
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¡Qué gran inteligencia! ¡Varón de combate yde consejo!
Pero desde que apareció el cruel vengador desus ofensas, junto con los lituanos, bajo losmuros de la antigua ciudad de Olguin, su famase ha callado.
KURBSKI
Mi padre pasó en Volinia el resto de su vida,En las tierras que le regaló Vatorio. Aislado yen silencio buscaba satisfacciones en la cien-cia. Pero la labor pacífica no le satisfacía, re-cordaba siempre su juventud y su patria, yhasta el fin de sus días la extrañaba.
EL IMPOSTOR
¡Desdichado jefe! ¡Con qué brillo al principiodeslumbró el ruidoso comienzo de su vida tor-mentosa! Me alegra, paladín guerrero y noble,
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que su sangre con la de la Patria se concilie.La culpa de los padres no debemos re-cordarla. ¡Paz en sus tumbas! ¡Acércate,dame tu mano, Kurbski! No es por azar que elhijo del gran Kurbski lleva al trono al hijo delZar Iván! Todos están conmigo; la gente y eldestino. ¿Y tú quién eres?
(Dirigiéndose a uno de los presentes).
UN POLACO
Sovanski, un polaco libre.
EL IMPOSTOR
Alabado seas. Honor y libertad, chiquillo. En-tregarle de antemano la tercera parte delsalario. ¿Y éstos quiénes son? Yo reconozcoen ellos las vestiduras de los habitantes de miquerida Patria. Son nuestros.
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JRUSCHOV (Saluda inclinándose con la manopuesta sobre el pecho)
Así es, mi Soberano, Padrecito nuestro.Somos tus fieles siervos perseguidos. Somosde Moscú, fugitivos. Hemos huido paraseguirte, Zar nuestro, y por ti estamos dis-puestos a dar nuestras cabezas, y que seannuestros cadáveres las gradas que te ayudena subir al trono.
EL IMPOSTOR
¡Valor, inocentes víctimas! Permitidme llegar aMoscú, Y allí Boris será por todos castigado.¿Y tú quién eres?
KARELLA
Cosaco. Vengo enviado del Don, de parte delas tropas libres. De parte de los valientescaudillos, en nombre de los cosacos de
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infantería y a caballo, para ver tus claros ojosde Soberano y saludarte en nombre de todosellos.
EL IMPOSTOR
Yo conocí a los cosacos del Don y no dudéjamás ver en mis filas a los valientes caudilloscosacos. Quedemos agradecidos a las tropasde nuestro querido Don.
Nosotros sabemos que hoy día los cosacosestán injustamente perseguidos y oprimidos.Pero si Dios nos ayudará a ocupar el trono denuestros padres, como en el pasado, otor-garemos nuestro favor a nuestro Don libre yfiel.
UN POETA
(Se acerca, e inclinándose toma el borde de lacapa de Grischka).
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¡Gran Príncipe y Excelentísimo Rey!
EL IMPOSTOR
¿Qué quieres?
EL POETA (Entregando un papel)
Reciba usted con misericordia, Este modestofruto de mi esfuerzo.
EL IMPOSTOR
¿Qué veo yo? ¡Versos en latín! Cien vecesmás se torna sagrada la alianza de la lira y dela espada, una única corona de laureles losenlaza. Nací yo bajo un cielo de claras luces,y conozco la voz de las musas en latín, y amotambién las flores del Parnaso, Y creo en lasprofecías de las pitonisas, y en el fuego ardi-ente de sus pechos. Yo sé que inflamados de
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admiración bendicen nuestra hazaña, y ya el-los la han glorificado antes.
Amigo, acércate, y como recuerdo mío recibeeste obsequio. (Le da un anillo). Cuando con-migo el destino cumpla su mensaje, Cuandome ponga la corona de mis padres, tengo laesperanza de escuchar de nuevo tu dulce vozy tu inspirado himno. Musa gloriam coronat,gloriaque rnusam . Y bien, amigos, hastamañana. Hasta la vista.
TODOS
¡En marcha! ¡En marcha! ¡Viva Demetriol¡Viva el gran príncipe de Moscovia!
EL CASTILLO DE MNICHEK DE SOMBORE
VARIAS SALAS PROFUSAMENTEILUMINADAS. MÚSICA. VICHNIEVSKI YMNICHEK MNICHEK
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El sólo habla con mi hija Marina, se ocupa ún-icamente de ella... Y el asunto huele a casami-ento; Pero has pensado, confiésalo, Vich-nievski; ¿Tú crees que mi hija será Zarina?¿Eh?
VICHNIEVSKI
Parece milagro; piénsalo, Mnichek, que misúbdito subirá al trono de Moscovia.
MNICHEK
¡Y qué me dices de mi Marina! Apenas le in-sinué diciendo... Mira, no dejes escapar a De-metrio, y listo. Ya está en sus redes. (La or-questa ejecuta una danza polaca).
(El Impostor se desliza danzando con Marina yformando la primera pareja).
MARINA (En voz baja a Demetrio)
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A la noche, sí, a las once, estaré mañana enla alameda de los mirtos.
(Se separan. Pasa otra pareja).
EL CABALLERO
No sé qué ha encontrado en ella Demetrio.
LA DAMA
¡Cómo! ¿Ella? ¡Es una belleza!
EL CABALLERO
Una ninfa de mármol. Los ojos, los labios y susonrisa no tienen vida...
(Otra pareja).
LA DAMA
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El no es hermoso, pero tiene aspecto agrad-able, Y se ve que es de cuna noble.
(Otra pareja).
LA DAMA
¿Cuándo parten las tropas?
EL CABALLERO
Cuando lo ordene el Zarevich. Estamos listos;pero, por lo visto, El pani Mnichek con Demet-rio nos retienen prisioneros.
LA DAMA
¡Qué cárcel agradable!
EL CABALLERO
Desde luego, si usted...
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(Se alejan las parejas. Los salones quedanvacíos).
MNICHEK
Somos ancianos, y ya no danzamos. El es-trépito de la música ya no nos atrae. Y tam-poco retenemos ni besamos esas manosespléndidas. ¡Ay, no he olvidado todavía lasviejas travesuras! Ahora no soy como antes,desde luego. Y la juventud, ¡ay, ayl, no es tanaudaz ahora, y su belleza no es tan alegre.Amigo mío, reconoces que todo parece haberlanguidecido. Dejemos esto y vamos, amigomío, hagamos abrir una botella de ésas ya cu-biertas de polvo, de antiguo vino húngaro, y agusto bebamos juntos. El licor tiene aroma yes espeso, y conversemos entretanto de algomuy importante.
Vamos, hermano.
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VICHNIEV SKI
No está mal, amigo; vamos.
(Es de noche. El jardín. Una fuente).
EL IMPOSTOR (Apareciendo)
He aquí la fuente y ella a quien espero. Creoque yo desde que nací jamás fui miedoso; hevisto ante mis ojos a la muerte, y ante ella mialma no tembló. Me amenazaba el peligro deperder la libertad, me perseguían, pero mi es-píritu jamás se confundía. Con audacia con-servé mi libertad, pero ¿Qué es lo que ahorame impide casi respirar? ¿Qué significa esteestremecimiento que me oprime el alma? ¿Oes el temblor del intenso deseo irrefrenable?¡Sí, es el miedo!
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Un día entero esperé este encuentro secretocon Marina, pensando siempre en las palab-ras que a ella le diría.
¿Cómo seducir su arrogante inteligencia?¿Cómo llamarla la Zarina futura de Moscovia?Pero llega ya la hora y no recuerdo nada. A mimemoria acuden sólo palabras rudas. El amorconfunde mi ardiente fantasía...
Alguien ha pasado... Un rumor... Un ruido...Despacio.
Pero no, es la luz engañosa de la luna, y labrisa que ha soplado levemente.
MARINA (Acercándose)
¡Zarevich!.
EL IMPOSTOR
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¡Es ella! Toda la sangre en mí se ha detenido.
MARINA
Demetrio, ¿es usted?
EL IMPOSTOR
¡Oh, dulce y mágica voz! (Yendo hacia ella).¡Al fin eres tú, eres tú! A quien veo, sola con-migo, bajo las sombras tranquilas de la noche.¡Con qué lentitud rodaba el día aburridor!¡Qué lentamente el ocaso en el horizonte os-curecía! ¡Cuánto tiempo te esperaba en la ob-scuridad nocturnal
MARINA
Sí, las horas pasan, y el tiempo urge. Yo a ti tedi la cita no para oír de ti suaves palabras deapasionado amante.
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No hacen falta palabras. Estoy segura que mequieres.
Pero escucha, yo he decidido unir mi destino atu destino incierto y tempestuoso. Tengoderecho, pues, de exigirte a ti una cosa, De-metrio; yo exijo que me descubras lossecretos de tu alma, las esperanzas, tus inten-ciones y recelos, para que mano a mano yopueda ir contigo valientemente por la vida, yno con infantil ceguera. No como esclava defáciles deseos del marido, concubina tuya, dó-cil y callada, sino como digna esposa tuya, ay-udante del Zar de la Gran Moscovia.
EL IMPOSTOR
¡Oh, déjame olvidar, por una hora, mi destino,mis preocupaciones y alarmas. Olvídate queestás ante el Zarevich. ¡Marina! Ve única-mente en mí al elegido amante dichoso detener sólo tu mirada. ¡Oh, escucha mis ruegos
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de amor y déjame decir todo lo que llena micorazón!
MARINA
No hay tiempo, Príncipe. Tú demoras lapartida.
Mientras se enfría la fidelidad de tus adeptos.Con cada hora el peligro y los esfuerzos setornan más difíciles y peligrosos. Ya correnrumores sospechosos, que se renuevan deboca en boca cada día; y Godunov va to-mando ya medidas...
EL IMPOSTOR
¿Quién? ¿Godunov? ¿Acaso tu amor de-pende de Boris?
¡Oh, eres mi dicha! Ahora me es indiferente Eltrono y todo el poder del Zar. Tu amor... es
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para mí más que la vida, que el brillo de lagloria y el mando. En una estepa lejana, enuna pobre choza, tú me reemplazarás lacorona del Zar, tu amor...
MARINA
Avergüénzate de tus palabras... No olvidesjamás tu alto y sagrado designio; tu blasóndebe ser para ti más valioso que todas lasalegrías y todas las tentaciones de la vida. Nopuedes compararlo con nada... No entrego yomi vida a un joven apasionado, locamente pri-sionero de mi hermosura. Debes saberlo; yoentrego solemnemente mi mano al herederodel trono moscovita, al Zarevich, mil-agrosamente salvado por el destino.
EL IMPOSTOR
No me tortures, espléndida Marina; no digasque has elegido a mi blasón, más que a mi
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persona. Marina, tú no sabes cómo hieres dol-orosamente mi corazón.
¡Cómo! Tal vez... ¡Oh, duda terrible! Dime, sino fuera mi cuna, la que el destino ciego medeparara, si yo no fuera hijo del Zar Iván, sinotan sólo un joven olvidado por el mundo,entonces.. ., ¿tú no me amarías?
MARINA
Demetrio, tú no puedes ser otro, y a otro yo nopodría amar.
EL IMPOSTOR
¡Basta! Yo no quiero compartir mi suerte conel destino de la muerte que a él le pertenece.¡No! ¡Basta de fingir!
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Diré toda la verdad. ¡Entérate, Marina!: Tú De-metrio ha muerto, y hace mucho está enter-rado y jamás resucitará.
¿Quieres saber quién soy? Permíteme. Te lodiré: yo soy un pobre joven de negra sotana,aburrido de la cárcel de un convento, que bajoel solideo tiene una cabeza audaz, y haplaneado y preparado este milagro para elmundo; que huyó de la celda buscando am-paro bajo el techo de las chozas rebeldesucranianas y con ellos aprendí a manejar elsable y el caballo. Aparecí por último aquí; mehice llamar Demetrio. Y los polacos, cabezasde chorlos, se dejaron engañar. ¿Qué dices túahora de todo esto, orgullosa Marina? ¿Estáscontenta con mi confesión? ¿Por qué callas?
MARINA
¡Oh, vergüenza! ¡Oh, dolor! (Silencio).
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EL IMPOSTOR (En voz baja)
¡Adónde me ha llevado este impulso de amar-gura! Tal vez para siempre he matado una feli-cidad con tanto esfuerzo conquistada. ¡oh!,¿qué he hecho? ¡Oh, locural (En voz alta) veoque te avergüenza un amante sin cuna noble.Pronuncia al fin las palabras fatales para mí.En tus manos está ahora mi destino; decide,yo espero. (Cae de rodillas).
MARINA
Levántate, pobre impostor... No imagines quecayendo de rodillas, como ante una niña cré-dula y débil, enternecerás mi vanidosocorazón. Amigo, te equivocas; a mis pies hevisto caballeros y condes de alta alcurnia,pero sus ruegos rechacé muchas veces fría-mente, no para que un pobre monje fugitivo...
EL IMPOSTOR (Se levanta)
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No desprecies al joven impostor; él lleva en susangre mucha valentía, y tal vez es más dignodel trono moscovita que tus manos de mujer...
MARINA
Digno eres de la horca vergonzosa. ¡Atrevido!
EL IMPOSTOR
Culpable soy. Encendido de orgullo, engañé aDios, al pueblo y a los Zares; he mentido almundo, pero no a ti, Marina; castígame, yo a tite digo la verdad. No. Yo no podía engañarte.Tú eres para mí lo único sagrado, ante ti nopodía yo fingir. El amor, el amor celoso yciego, sólo el amor me obligó a confesar..
MARINA
Demente, ¿de qué te vanaglorias? ¿A quién lehacía falta esa confesión? Si tú eres un
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vagabundo sin nombre, que supo enceguecermaravillosamente a dos pueblos, al menos de-berías, entonces, para lograr el éxito deseado,asegurarlo con un silencio muy secreto, Eter-no y profundo, que oculte este audaz engaño.¿Pueda yo, dime, entregarme a ti, olvidandomi cuna y mi pudor de virgen; unir mi destinocon el tuyo, cuando tú mismo, con tanta sen-cillez y tal liviandad descubres tu mentira y tuvergüenza? De amor por mí has charlado endemasía; me asombra que ante mi padre, poramistad, no hayas hecho lo mismo, o dealegría ante nuestro Rey, o aun ante el paniVichnievski, por debilidad de empeñososervidor.
EL IMPOSTOR
Te juro que únicamente tú has podido arran-car de mí esta confesión. Te juro que jamás yen ninguna parte, ni en un festín con variascopas de locura, ni en la intimidad de una
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conversación de amigos, ni bajo la amenazadel cuchillo, la tortura o el tormento, podría milengua pronunciar este secreto.
MARINA
¡Tú has jurado! Y no debo creerte. ¡Sí, te creo!Pero, dime, ¿en nombre de qué, se puedesaber, en nombre de qué tú has jurado? ¿Noserá en nombre de Dios, como fiel creyente in-feliz adoptado por los padres, o has jurado porel honor, como un guerrero noble, o hasjurado tal vez por tu sola palabra de Zarevich?¿No es eso? ¡Habla!
DEMETRIO (Con orgullo)
La sombra de Iván el Terrible me cobija, y meguía Demetrio desde la triste tumba. Lospueblos se alzan por mi mano, y Boris caerávíctima de mi castigo.
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Zarevich soy. Basta de avergonzarme y humil-larme ante una orgullosa polaca. Adiós parasiempre. El juego sangriento de la guerra, y midestino de múltiples preocupaciones,apagarán, guardo la esperanza, la angustia deeste gran amor.
¡Oh, cómo comenzaré a odiarte, cuando paseel calor de la pasión! Ahora voy a la corona oal fracaso. Rusia espera ahora mi mando. Hal-laré la muerte, como soldado, en el combatehonesto, o como un malvado el castigo de lahorca. No quieres ser mi amiga; no com-partirás conmigo mi destino, pero tal vez lam-entarás algún día la suerte rechazada.
MARINA
¿Y si tu atrevido engaño de antemano yo antetodos lo descubro?
EL IMPOSTOR
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¿Crees que a ti te tengo miedo?... ¿Que confi-arán más en una señorita polaca que en elZarevich de toda Rusia?
Pero sábelo: que ni el Rey, ni el Papa, ni lashechiceras se preocupan de la verdad de mispalabras. No les preocupa si soy o no Demet-rio. Yo soy pretexto de litigio y guerra, eso eslo que ellos necesitan, y a ti, rebelde, créeme,te obligarán a guardar silencio. ¡Adiósl
MARINA
Zarevich, espera, al fin escucho palabras dig-nas de un hombre y no de un chiquillo. Tuspalabras me reconcilian contigo, Príncipe.Olvido tu loco impulso, y veo ante mí de nuevoa Demetrio. Pero escucha, es tiempo ya, estiempo que despiertes, y no aplaces tu partida.Conduce tú los regimientos, para que lleguenmás pronto a Moscú. Limpia el Kremlin, y ocu-pa el trono moscovita. Entonces envía por mí
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un mensajero para nuestro casamiento. Peroque Dios sea testigo: mientras tu pie no piselas gradas del trono que ansías, mientras noderroques a Boris Godunov, no escucharé yotus palabras ardientes de amor. (Sale).
EL IMPOSTOR
Sí. Me es más fácil pelear en contra deGodunov, conversar con astucia con un je-suita de la Corte, que hablar con una mujer.¡Al diablo con ellas! No tengo fuerzas. Em-brolla, se desliza, se arrastra, se escurre delas manos, chilla, amenaza, y muerde. ¡Es unavíbora, una víbora!... No en vano temblaba...Ella casi casi me hunde para siempre. Peroestoy resuelto: mañana moveré a mis huestes.
LA FRONTERA LITUANA
(16 de octubre del año 1604)
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EL PRÍNCIPE KURBSKI Y EL IMPOSTOR.
AMBOS A CABALLO. SE ACERCAN A LAFRONTERA
KURBSKI (Galopando adelante de todos)
¡Aquí! ¡Aquí está! ¡Es ésta la frontera rusa!¡Santa Rusia, patria mía! ¡Yo soy tuyo! Condesprecio sacudiré la ceniza y el polvo ajenode mis vestiduras, y ávidamente respiraré esteaire nuevo. Este aire mío... ¡Oh, padre mío! Tualma ahora se consolará en la tumba, y sealegrarán tus huesos seculares. Ahora brillade nuevo nuestra espada, esta gloriosa es-pada, tempestad de las tierras oscuras deKazan. Esta bondadosa espada está al servi-cio de los zares moscovitas. ¡En mi fiesta bril-lará en defensa de su esperanza soberana!
EL IMPOSTOR (Avanza lentamente, con lacabeza inclinada)
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¡Qué dichoso estás! ¡Con qué alegría y gloriaflorece tu alma diáfana! ¡Oh, guerrero mío,cómo te envidio!
Olvidando las ofensas a su padre, expiandosu culpa después de su muerte, estás dis-puesto a derramar la sangre por el hijo del ZarIván y devolver a la Patria al Zar legítimo...Tienes razón, tu alma debe inflamarse dealegría.
KURBSKI
¿Será posible que tú no estés alegre?Estamos en la Rusia nuestra. Zarevich, Rusiaes tuya. Allí te esperan los corazones de tugente. Moscú tuya, tuyo el Kremlin, tuya estatierra, toda.
EL IMPOSTOR
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¡Oh, Kurbski! Se derramará aún la sangrerusa. Vosotros habéis empuñado la espada endefensa del Zar.
Vosotros estáis limpios. Pero yo los conduzcocontra vuestros hermanos; yo llamé a Lituaniacontra Rusia; yo señalé el camino secreto alos enemigos de Moscú, la bella... Pero no im-porta. ¡Que mi pecado recaiga sobre Boris, elasesino! ¡Adelante!
KURBSKI
¡Adelantel ¡Muerte a Godunov! (Galopan. Losregimientos pesan la frontera).
LA DUMA 3 DEL ZAR
EL ZAR, PATRIARCAS Y BOYARDOS ELZAR
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¿Será posible que un granuja, un monje fugit-ivo, Conduzca contra nosotros esas malditashuestes, y se atreva a escribirnos amenazas?¡Basta! ¡Ya es tiempo de sujetar a ese de-mente! ¡Marchad! ¡Tú, Trubeskoy, y tú, Bas-manov! A nuestros esforzados combatientesles hace falta ayuda. La ciudad de Chernigovestá cercada por las fuerzas rebeldes. Salvadla ciudad y los habitantes.
BASMANOV
Majestad, no pasarán tres meses a partir dehoy y la gente olvidará el recuerdo de ese im-postor malvado. Lo traeremos a Moscú comouna fiera, encerrado en una
3 Consejo.
jaula de hierro. Por Dios, yo te lo juro. (Salecon Trubeskoy).
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EL ZAR
El Soberano de un país vecino, por medio desus embajadores me propuso una alianza;mas la ayuda ajena no nos hace falta, para re-chazar a los polacos y a los traidores.Schelkalov, envía ukases a todos los confines,a los jefes, para que todos monten sus cabal-los, y a la antigua, nos envíen milicianos;igual, ordenad a los conventos que envíen susservidores y sus clérigos; en otros años,cuando la Patria estaba en peligro, hasta losermitaños iban solos al combate. Pero ahorano deseamos molestarlos; que recen pornosotros; éste es el ukase del Zar y los boyar-dos. Ahora decidiremos un asunto importante:como sabéis vosotros, el insolente impostor hahecho correr por doquiera infames rumores; atodas partes envió cartas, divulgando alarma ysembrando la duda; corre un rumor rebeldepor las plazas; las mentes arden... Hay queenfriarlos; por prevención anunciaría varias
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condenas, Pero ¿cómo, y cuáles? Ahoraresolvamos, Santo Padre, dinos tu opinión; túeres el primero.
EL PATRIARCA
Bendito sea el Altísimo que ilumina tu alma ytu espíritu de misericordia y prudente pacien-cia. Gran Soberano: Tú no deseas la muerteal pecador. Tú esperas con serenidad quepase esta confusión; pasará y a todos los ilu-minará el sol de la verdad eterna. Tu fiel y de-voto servidor, en asuntos terrenales no es juezsabio. Se atreve sólo a levantar su humildevoz. El hijo del demonio, maldito granuja, es elque envía a Demetrio a nuestro pueblo. Ennombre del Zarevich, se viste el muy desver-gonzado con una toga robada de real invest-idura. Pero con sólo desgarrarla, se aver-gonzaría de su propia desnudez. Dios mismopara eso nos envía el medio. Escucha, Sober-ano: pasaron ya seis años desde aquél en que
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el Señor te bendijo Zar en nuestro trono. Al at-ardecer, vino a verme cierta vez un simplepastor, ya más bien anciano, y me confió unsecreto muy extraño: «En mi juventud, medijo, quedé ciego, Y desde entonces no supelo que era el día ni la noche; en vano me cura-ba con menjunjes y secretas plegarias, envano peregrinaba hasta los lugares santos, envano iba en busca de los sagrados milagros, yhumedecía con agua bendita mis ojos. Diosno me mandaba cura. Y he aquí, cuando yahabía perdido la esperanza, y me acostumbréa mi oscuridad constante, y ni veía en sueñoslas cosas antes vistas, pues soñaba sólo conlos ruidos, cierta vez, dormido en profundosueño, oí una voz infantil que me decía:«Levántate, abuelo, y anda hasta la ciudad deUglich, z la Catedral de Preobrayensky; rezasobre mi tumba, y Dios Todopoderoso ymisericordioso te perdonará».
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¿Pero quién eres?, pregunté a la voz del niño;«soy yo, el Zarevich Demetrio. El Zar de loscielos me ha acogido en su seno, y te hablodesde el coro celeste de los ángeles. Yo soyahora el gran Santo milagroso.
Levántate y anda, anciano».
Desperté y pensé: Tal vez sea cierto que Dios,aunque sea tarde, me dé la vista. Iré, y asíemprendí mi largo viaje. Así llegué a Uglich,llegué a la Sagrada Catedral y escuché misa.Encendida mi alma de fidelidad y de emoción,lloraba tan dulcemente, que parecía que la ce-guera con las lágrimas se me iba de los ojos.Cuando la gente empezó a dispersarse, le dijea mi nieto: Iván, llévame a la tumba del Zarev-ich Demetrio. Y el niño así lo hizo. Y ya junto asu ataúd, improvisé en voz muy baja una pleg-aria. Y mis ojos vieron, y volví a ver la luz deDios, a mi nieto y a la pequeña tumba.»Majestad, he aquí el relato del anciano.
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(Murmullo general. Durante el relato del Patri-arca, varias veces Boris se seca el sudor delrostro con un pañuelo. Continúa hablando elPatriarca).
Yo envié a muchos, adrede, a la ciudad deUglich y supe que muchos mártires dolientesencontraron semejante salvación junto a lastablas del ataúd del Zarevich. Este es mi con-sejo: Trasladar al Kremlin los sagrados restos,y ponerlos en la Catedral de Arkangelsk. En-tonces desaparecerá el engaño del malvadoateo y el poder de los demonios, como tam-bién su cuerpo. (Silencio).
EL PRINCIPE SCHUISKI
Santo padre, ¿quién más que tú conoce losdestinos del Altísimo? No seré yo el que lojuzgue; incorruptible fuerza milagrosa puededar a los restos infantiles y mortales, peropertenece a la leyenda popular investigar con
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dedicación e imparcialidad. ¿Pero acaso entiempos tempestuosos de motín podemospensar en tan grave asunto? ¿No dirán que alos santos, con audacia, los mezclamos enasuntos terrenales? El pueblo ya de por sí va-cila locamente, y hay, por cierto, suficientesrumores alarmantes; no es tiempo para enar-decer la mente de la gente con tan import-antes e inesperadas novedades. Yo mismoveo: es necesario acabar con los rumores pro-palados por el malvado y granuja. Pero paraeso hay otros recursos más sencillos. Así,pues, soberano, cuando tú ordenes, yo mismoapareceré ante la plaza del pueblo, los con-venceré y calmaré esa locura, descubriendo elinfame engaño de ese vagabundo.
EL ZAR
¡Así sea! Excelentísimo Patriarca, te ruegovengas a mi alcoba. Hoy me hacen falta tusconsejos. (Sale. Le siguen los boyardos).
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UN BOYARDO (A otro, en voz baja)
¿Has notado cómo Su Majestad palidecía y unsudor abundante corría por su rostro?
OTRO BOYARDO
Lo he visto. No me atreví a alzar la vista, ni meatreví a suspirar y menos a moverme.
EL PRIMER BOYARDO
¡Cómo lo salvó el Príncipe Schuiski! ¡Es bravo!
LLANURA CERCA DE NOVGOROD -SEVERSKI
(21 de diciembre del año 1604)
LA BATALLA LOS SOLDADOS (Corren endesorden)
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¡Oh, desgracia! ¡Desgracia! ¡Es el Zarevich! ¡Ylos polacos! ¡Son ellos! ¡Ya están aquí!
(Aparecen los capitanes Marjeret y WalterRozen).
MARJERET
¿Adónde, a dónde van?... ¡ Allons , atrás!
UNO DE LOS SOLDADOS (Huyendo)
¡Atrás irás tú, si tienes ganas, malditoextranjero!
MARJERET
¿ Quo i? ¿ Quoi ?
OTRO SOLDADO
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¡Cuá! ¡Cuá! Te gusta, ranita de otro charco,croar contra el Zarevich ruso; pero nosotrossomos pravoslavni , ortodoxos.
MARJERET
¿Qu'est-ce á dire prevoslavni? ¡Sacrés gueux,maudite canaille!
Mondieu, mein Herr, j'enrage, on dirait que çan'a pas de bras pour frapper, ça n'a que desjambes pour foutre le camp.
B. ROZEN
Es ist Schande.
MARJERET
Ventre saint-gris!, je ne bouge plus n'un pas,puisque le vin est tiré il faut le boire. ¿Qu'endites vous, mein Herr?
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B. ROZEN
Sei haben Recht.
MARJERET
¡ Tudieu, il y a fait chaud! Çe diable de«Samozvanetz», comme ils l'appellent, est unbougre qui a du poil au cul. ¿Qu'en pensez-vous, mein Herr?
B. ROZEN
¡Oh, ja!
MARJERET
¡Eh! ¡Voyez donc, voyez donc! L'actions'engage sur les derriéres de l'ennemi. Ce doitétre le brave Basmanoff qui aurait fait unesortie.
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B. ROZEN
Ich Glaube das . (Entran los alemanes).
MARJERET;
¡Ha, ha! ¡Voici nos Allemands! ¡Messieurs!...¡Mein Herr, dites leur donc de se rallier et, sac-rebleu, chargeons!
B. ROZEN
¡Sehr gut! ¡Halt! (Los alemanes forman fila,).¡Marsch!
LOS ALEMANES (Marchan)
¡Hilf Gott ! (Combaten. Los rusos corren denuevo).
LOS POLACOS
¡Victoria! ¡Victoria! ¡Gloria al Zar Demetrio!
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DEMETRIO (A caballo)
¡Alto! ¡Alto! Hemos vencido. Es suficiente, yaes bastante. Apiadaos de la sangre rusa.¡Alto!
(Suenan los clarines y tocan los tambores).
LA PLAZA DE LA CATEDRAL DE MOSCU
EL PUEBLO UNO.
¿Saldrá pronto el Zar de la Catedral?
OTRO
La misa terminó; ahora están rezando.
EL PRIMERO
¿Qué? ¿Ya han maldecido al otro?
OTRO
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Yo me acerqué a la puerta y escuché que eldiácono gritaba: Gregorio Otrepiev es elanticristo.
EL PRIMERO
Que lo maldigan. ¡Qué tendrá que ver el Zar-evich con Otrepiev!
OTRO
Al Zarevich ahora le entonan salmos de eternagloria.
EL PRIMERO
Memoria eterna al que está vivo. ¡Les va a irmal a esos ateosl
EL TERCERO
Calla... ¿Y ese ruido? ¿No será el Zar?
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EL CUARTO
No, ese es un fanático medio loco.
(Aparece un fanático con casco de hierro ycon esponjas colgadas alrededor del cuello.Llega rodeado de chiquillos).
LOS CHIQUILLOS
Nicola, Nicola, casco de hierro... Tero, tero,tero...
UNA ANCIANA
¡Dejad, demonios, a este bienaventurado! Nic-ola, reza por esta pecadora.
EL FANATICO
¡Dame una monedita, dame!
LA ANCIANA
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Toma un kopeck. ¡Reza por mí, Nicola!
EL FANATICO (Se sienta en el suelo y rezacantando)
¡La luna pasa, El gato llora, El fanático sealza, Recemos a Dios!
(Los chiquillos nuevamente lo rodean).
UNO DE ELLOS
Salud, Nicola. ¿Por qué no te quitas la gorra?(Le tocan el casco de hierro). ¡Cómo suena!
EL FANATICO
Y yo tengo un kopeck...
UN CHIQUILLO
¡No es cierto! ¡A ver, muéstramelo! (Le quita lamoneda y huye).
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EL FANATICO (Llora)
Le quitaron la monedita al pobre Nicola. ¡Loofenden al pobre Nicola!
EL PUEBLO
¡El Zar! ¡Viene el Zar!
(El Zar sale de la Catedral. Los boyardos re-parten limosnas a los mendigos).
EL FANATICO
¡Boris! ¡Boris! Los chicos ofenden a Nicola.
EL ZAR
Dadle una limosna. ¿Por qué llora?
EL FANATICO
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Los chicos lo ofenden a Nicola... ¡Ordena quelos maten, Como has asesinado al pequeñoZarevich!...
LOS BOYARDOS
¡Fuera! ¡Imbécil! ¡Prendedlo!
EL ZAR
Dejadlo. ¡Reza por mí, pobre Nicola! (Sale).
EL FANATICO (Siguiéndoles)
¡No, no! No puedo rezar por el Zar Herodes.La Virgen no me lo permite.
SIEVSK
EL IMPOSTOR RODEADO DE LOS SUYOSEL IMPOSTOR
¿Dónde está el prisionero?
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UN POLACO
Aquí.
EL IMPOSTOR
Traerlo a mi presencia. (Traen un prisioneroruso).
¿Quién eres?
EL PRISIONERO
Me llamo Roynov, un noble moscovita.
EL IMPOSTOR
¿Hace mucho que sirves?
EL PRISIONERO
Hace un mes.
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EL IMPOSTOR
¿No te avergüenzas, Roynov, de levantar laespada contra mí?
EL PRISIONERO
¿Qué hacer? No es nuestra voluntad.
EL IMPOSTOR
¿Has peleado en la batalla de Severski?
EL PRISIONERO
Llegué de Moscú dos semanas antes delcombate.
EL IMPOSTOR
¿Y Godunov?
EL PRISIONERO
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Estaba muy alarmado por la pérdida de labatalla y por la herida de Mtislavski. Mandóahora a Schuiski de jefe de las tropas.
EL IMPOSTOR
¿Y para qué mandó llamar a Basmanov aMoscú?
EL PRISIONERO
El Zar lo condecoró con el premio de honor.Basmanov quedó en la Duma del Zar.
EL IMPOSTOR
Él hacía más falta en el ejército. ¿Y qué tal es-táis en Moscú?
EL PRISIONERO
Gracias a Dios, todo en paz.
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EL IMPOSTOR
¿Y qué tal? ¿Me esperan?
EL PRISIONERO
¡Dios sólo lo sabe! De ti ahora no se atreven ahablar mucho. A unos les cortan la lengua y aotros la cabeza.
Esa es la verdad más absoluta. Cada día unacondena.
Las cárceles llenas, cuando se juntan tres enla plaza, aparece el alcahuete. Y el Soberano,ahora, personalmente, interroga a los de-latores. ¡Es una desgracial ¡Mejor es callarl
EL IMPOSTOR
No es envidiable la vida de la gente de Boris.¿Y las tropas?
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EL PRISIONERO
¿Las tropas? Bien vestidos, bien calzados,Contentos con todo.
EL IMPOSTOR
¿Pero son muchos?
EL PRISIONERO
Quién sabe.
EL IMPOSTOR
¿Serán treinta mil?
EL PRISIONERO
Y... Serán más de cincuenta mil.
(El impostor queda pensativo. Los demás semiran mutuamente).
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EL IMPOSTOR
Y... ¿de mí, qué dicen?
EL PRISIONERO
Y, hablan de tu bondad, que tú, por decirlo así(no te enojes), eres un pillo, pero muy bravo.
EL IMPOSTOR (Riendo)
Eso se los demostraré con los hechos. Ami-gos, no esperaremos a Schuiski. Los felicito.Mañana comenzaremos la batalla. (Sale).
TODOS
¡Viva Demetrio!
LOS POLACOS
¡Mañana es el combate! ¿Ellos son cincuentamil?
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Nosotros apenas quince mil. ¡Se ha vueltoloco!
OTRO
Es fácil, amigo. Un polaco solo puede desafiara quinientos moscovitas.
EL PRISIONERO
¡Puede desafiar!... Pero cuando llegue lapelea, Escaparás ante uno solo. ¡Engreído!
EL POLACO
Si no estuvieras desarmado, ¡atrevido!, yo tecalmaría con este sable. (Señalando el sable).
EL PRISIONERO
Nosotros, los rusos, cuando nos hace falta, sinsable nos arreglamos. ¿No quieres probar
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esto? (Mostrándole el puño). ¡Cabeza huecal(El polaco lo mira con orgullo y se aleja ensilencio.
Todos ríen).
EL BOSQUE
EL FALSO DEMETRIO (EL IMPOSTOR YPUSHKIN. A LO LEJOS, UN CABALLOMORIBUNDO
EL FALSO DEMETRIO
¡Pobre caballo mío! ¡Con qué ánimo trotaba!Hoy, en el último combate, ya herido, quérápido me llevaba.
¡Pobre caballo mío!
PUSHKIN (En voz baja)
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¡Vean de qué se apiadal ¡Del caballo! Cuandotoda nuestra tropa está en el campoaniquilada.
EL IMPOSTOR
Oye, tal vez, por la herida, está sólo aturdido,y descansa.
PUSHKIN
¡Qué va! Está moribundo.
EL IMPOSTOR (Acercándose al caballo)
¡Pobre caballo mío! ¿Qué hacer? Le sacarélas riendas y desataré la cincha, para que ex-pire libremente.
(Le quita las riendas y la montura al caballo.Entran varios polacos).
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¡Salud, señores! ¿Por qué no veo a Kurbskientre ustedes? Lo he visto hoy en lo espesodel combate, cuando se alzaba bravo con susable, entre sables como espigas ondulantes,creo que lo rodearon; pero su sable por en-cima de todos se alzaba, y con gritos clamor-osos y amenazantes los otros gritos acallaba.¿Dónde está mi guerrero, mi héroe?
LOS POLACOS
Cayó en el campo de la muerte.
EL IMPOSTOR
¡Honor al valiente y paz eterna para su alma!¡Qué pocos hemos quedado después de estecombate! ¡Qué traidores y malvados, los Za-poroyets, qué malditos!
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Vosotros, vosotros nos habéis hundido. Nopoder resistir ni tres minutos. ¡Uno de cadadiez será colgado, malvados!
PUSHKIN
Sea quien sea el culpable, pero nosotros es-tamos completamente aniquilados.Destrozados.
EL IMPOSTOR
Y el éxito era nuestro; yo estaba por apoyar ala tropa de avanzada, pero los alemanes nosrechazaron seriamente.
¡Son bravos! Por Dios que son bravos. Losaprecio por eso; de ellos formaré sin falta unaguardia de honor.
PUSHKIN
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Y hoy, ¿dónde dormiremos?
EL IMPOSTOR
Aquí, en el bosque. ¿No sirve acaso dealbergue?
Apenas amanezca, nos pondremos enmarcha; para el almuerzo estaremos en Rib-ske. Buenas noches.
(Se acuesta colocando de almohada la mon-tura y duerme).
PUSHKIN
¡Buen sueño, Zarevich! Destrozado, se sal-vará huyendo.
Es confiado como un niño tonto; lo cuida,desde luego, la providencia; Y nosotros, ami-gos, no tenemos por qué lamentarlo.
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MOSCU. EL PALACIO DEL ZAR.
BORIS, BASMANOV
EL ZAR
Hemos vencido, pero ¿qué provechotenemos? Nos ha coronado la victoria. Pero élnuevamente ha juntado la tropa dispersa ynos amenaza desde las murallas de Putivlia.¿Qué hacen, mientras tanto, nuestros héroes?
Están en Krom, con un grupo de cosacos,riendo detrás de una pobre empalizada. ¡Quégloria! No estoy satisfecho de ellos. No. Temandaré de jefe nuevamente.
No es la cuna, sino la inteligencia, lo que leshace falta.
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Deja el orgullo, y que extrañen a sus pagos.Es hora ya de no escuchar el rumor de laplebe. Y destruir esa fatal costumbre.
BASMANOV
¡Oh, Soberano! Cien veces bendecido por tunobleza.
¡Ya llegará el día! ¡Cuando a los libros, con loslitigios y el orgullo de cuna y nobleza, losdevore el fuego!
El ZAR
Ese día no está lejos; Permíteme, primero,calmar la agitación del pueblo.
BASMANOV
¿Para qué tenerlo en cuenta? El pueblosiempre está dispuesto a rebelarse, Así como
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el caballo muerde con furor las riendas; contrael poder del padre el adolescente se subleva,pero qué hacer; el jinete guía tranquilamente asu caballo Y el adolescente es siempre ven-cido por el padre.
EL ZAR
El caballo a veces arroja a su jinete. Y el hijono goza siempre la libertad que le otorga elpadre. Unicamente, con seguridad sin tregua,podremos convencer al pueblo. Así pensabaIván, Dominador de tempestades, soberanorazonable, y así piensa su terrible nieto. No. Elpueblo jamás siente la misericordia. Haces elbien, y no te dirán gracias. Roba y castiga yno estarás peor por ello. (Entra un boyardo).¿Qué hay?
EL BOYARDO
Han llegado los convidados extranjeros.
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EL ZAR
Voy a recibirlos. Basmanov, espera; quédateaquí. Aún debo hablar contigo. (Sale).
BASMANOV
Espíritu Santo y Todopoderoso, que Dios le défuerza para terminar con el maldito Otrepiev,que ya después el Soberano hará mucha obratodavía, y mucho bien a toda Rusia. Una ideaimportante le ha nacido. No debo permitir quese la olvide... Qué perspectiva se abre a mivida, cuando quiebre los cuernos de los boyar-dos de gran cuna. Rivales en la batalla, yo notengo. Seré el primero junto al trono soberano.Y tal vez... Pero, ¿qué es ese ruido extraño?
(Alarma. Los boyardos y los cortesanos correnen desorden, y al encontrarse murmuranalgo).
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UNO
¡Un médico!
OTRO
¡Rápido, el Patriarca!
EL TERCERO
¡Llamad al Zarevich, al Zarevich!
EL CUARTO
¡Oh, padre santo!
BASMANOV
¿Qué pasa?
EL PRIMERO
El Zar está mal.
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OTRO
El Zar se muere.
BASMANOV
¡Oh, Dios!
OTRO
Estaba sentado en el trono y se cayó; arrojósangre de la boca y las orejas.
(Traen al Zar sentado en el trono; entra toda lafamilia del Zar y todos los boyardos).
EL ZAR
Salid todos. Dejad conmigo Sólo al Zarevich.(Todos salen). Me muero; Hijo mío, abracé-monos, me voy.
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Ahora empezarás a reinar tú. ¡Oh, Dios! Mepresentaré ante el Santo Padre en cuerpo yalma. No tengo tiempo para purificarme enuna larga confesión. Pero siento, hijo mío, quetú eres para mí algo más caro que la salvacióndel alma... ¡Así sea! Yo he nacido comosimple súbdito... Y debería morir en la obscur-idad, como simple súbdito. Pero yo logré elpoder supremo. ¿Mas cómo? No preguntes;ya es bastante. Tú eres inocente, y reinarásahora con legítimo derecho, y yo, por todo, re-sponderé ante Dios. ¡Oh, hijo querido, no tedejes tentar por la falsía! No te enceguezcasvoluntariamente.
Recibes al país en días tormentosos. Pelig-roso es ese Impostor extraño. Se hace llamarcon un terrible nombre... Yo, desde hacemuchos años, soy experto en el mando. Pudedetener el motín y la rebeldía. Ante mítemblaron ellos en el patíbulo. La traiciónjamás osó levantar los ojos. Pero tú eres
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joven, joven Soberano, sin experiencia.¿Cómo regirás este país bajo amenaza?
¿Cómo apagarás el motín y detendrás la tra-ición? ¡Pero Dios es grande! Él ilumina la ju-ventud. Él a los débiles les da fuerza... Es-cucha: primero, elige un buen consejero, se-guro, frío, de años maduros, querido por elpueblo. Elígelo entre los boyardos de cunagloriosa y honorable. Aunque sea a Schuiski.Para las tropas, hoy hace falta un jefe capaz;a Basmanov envíalo y con calma soporta elrumor de los boyardos. Desde la infancia mehas acompañado en el Consejo, tú conocesya algo del arte del mando. No cambies elcurso de las cosas. La costumbre es el almadel gobierno. Yo tuve que restablecer los cas-tigos y condenas, los puedes abolir y serásbendecido como han bendecido a tu tío,cuando tomó el trono de Iván el Terrible. Conel tiempo, de a poco, nuevamente, ajusta las
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riendas del Estado. Ahora afloja, pero no lassueltes de las manos.
Sé misericordioso y accesible a los extranjer-os. Recibe sus servicios con confianza. Con-serva con rigor los reglamentos de la Iglesia.Sé más bien callado; la voz del Zar no debeescucharse en todo trance; debe oírse comosonido sagrado, para anunciar el dolor y elgran júbilo. ¡Oh, hijo querido! Tú entras en es-os años cuando ya la sangre por la mujer seinquieta. Conserva, conserva esa purezasanta, El candor, el pudor y el orgullo; el queen años juveniles acostumbra a ahogar sussentimientos en viciosos placeres, ese, alhacerse hombre, se torna sombrío y sanguin-ario, y su razón antes de tiempo, obscurece.En tu familia, sé siempre la cabeza; Respeta atu madre, pero por encima de todos, manda.Para eso, pues, eres el varón y el Zar; ama atu hermana, tú eres el único amparo que lequeda.
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FEODOR (De rodillas)
No, no; vive y reina eternamente; sin ti, elpueblo y nosotros estamos vencidos.
EL ZAR
Todo ha terminado; se nublan ya mis ojos. Yasiento el frío de la tumba.
(Entran el Patriarca, los clérigos, y detrás to-dos los boyardos. A la Zarina la traen de lasmanos. La hija llora). ¡Ah, es el séquito!... Sonlos prelados... ¿Quién es?
Vienen a cumplir los ritos, a afeitarme. ¡Hallegado la hora! El Zar se va de monje, Y elobscuro ataúd será mi celda... Espera, ex-celentísimo Patriarca. Yo todavía soy el Zar.Sabedlo, vosotros los boyardos, A éste es aquien delego el mando: Besad la cruz aFeodor, Basmanov; Amigos míos, ante la
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tumba os suplico, servidle con empeño ylealtad. El es tan joven y tan cándido. ¿Lojuráis, o no?
LOSBOYARDOS
Juramos.
EL ZAR
Estoy contento. Perdonadme los derroches ypecados, Las ocultas ofensas y las manifies-tas... Padre Santo, acércate, estoy preparado.
(Comienza el rito de afeitarlo. A las mujereslas llevan desmayadas).
DIALOGO
ENTRAN BASMANOV Y PUSHKINBASMANOV
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Pasa, entra y habla libremente. ¿Conque elImpostor te envió a hablarme?
PUSHKIN
El te ofrece su amistad, Y el primer puesto enel gobierno moscovita.
BASMANOV
A mí, ya Feodor me tiene en gran aprecio. Fuiascendido y soy jefe de mando de las tropas.Me asignó también un título de nobleza. Ycontra la ira de los boyardos, he aceptado, lohe jurado.
PUSHKIN
Tú has jurado al heredero legítimo del trono,¿Pero si el otro, el legítimo, de verdad estávivo?...
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BASMANOV
Escucha, Pushkin, basta de hablar en elvacío: Yo sé quién es...
PUSHKIN
Rusia y Lituania, hace mucho que le han re-conocido, pero, sea de paso, yo no estoy deacuerdo. Quizá sea él el Demetrio verdadero,quizá sea él un Impostor; únicamente estoyseguro que, tarde o temprano, el hijo de Borisle deberá ceder el trono.
BASMANOV
Por ahora, soy fiel al joven Zar, mientras noabandone el trono; gracias a Dios, tenemosregimientos suficientes. Los alentaré con lavictoria, y ustedes, ¿A quién mandarán contramí? ¿Acaso a Karella el cosaco, o a Mnichek?¡Si ustedes no son muchos! Ocho mil, apenas.
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PUSHKIN
Te equivocas; son mucho menos. Yo te diré,nuestras tropas son inservibles. Los cosacossólo saben saquear las aldeas. Los polacosson engreídos y únicamente beben. Y losrusos... Ya lo sabes, ante ti no puedo fingirnada; pero sabes, Basmanov, en qué residenuestra fuerza. No en la tropa, no. Ni en la ay-uda de Polonia.
Nuestra fuerza reside en la opinión. ¡Sí! En laopinión del pueblo. Recuerdas el triunfo deDemetrio, cuando con pacíficas conquistas,cuando, sin un solo disparo, se le entregabanobedientes las ciudades, y la plebe castigabaa los caciques. Tú mismo has visto si vuestrastropas, contra él, han peleado a gusto;¿Cuándo? ¿Están todos con Boris? ¡No! ¿Yahora?... No, Basmanov; ya es tarde para dis-cutir el caso, y encender la fría ceniza de ladiscordia; con toda tu inteligencia y firme
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voluntad, no podrás mantenerte. ¿No es me-jor, entonces, dar el primer paso razonable, yproclamar al Zar Demetrio, y de esta maneraquedar agradecido para siempre? ¿Quépiensas?
BASMANOV
Lo sabréis mañana.
PUSHKIN
¿No te decides?
BASMANOV
Adiós.
PUSHKIN
Piénsalo, Basmanov. (Sale).
BASMANOV
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Tiene razón, tiene razón; en todas partesmadura la traición. ¿Qué hacer? ¿Acaso de-beré esperar que los sublevados también meentreguen a mí, atado y vencido, a Otrepiev?¿No será mejor prevenir el cambio de estacorriente tormentosa e ir solo?... ¡Pero trai-cionar el juramento! Y merecer el deshonor delas generaciones, pagar así la confianza deljoven sucesor con una traición terrible.Condenar o perseguir, es fácil. Planear unmotín o una conspiración... Pero yo, el favoritodel nuevo Soberano... Pero la muerte... elpoder... el terror del pueblo... (Reflexiona).¡Entrad! ¿Quién anda? (Silba).
¡Pronto, mi caballo! ¡Tocad a reunión, y form-ad fila!
LA PLAZA
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LA ROTONDA DE LOS SUPLICIOS.PUSHKIN SE APROXIMA RODEADO DELPUEBLO EL PUEBLO
El Zarevich nos envía a este boyardo. Es-cuchémoslo, a ver qué dice. ¡Aquí! ¡Aquí!
PUSHKIN (Hablando desde las gradas de larotonda)
Ciudadanos de Moscú, El Zarevich me hamandado que os salude. (Saluda). Vosotrossabéis cómo se salvó el Zarevich por magiacelestial, de las manos asesinas. El venía acastigar al asesino suyo, pero el juicio de Diosya cayó sobre Boris. Rusia toda ya se ha en-tregado a Demetrio; el propio Basmanov, conempeñoso arrepentimiento, le llevó sus ejérci-tos y le prestó su juramento. Demetrio viene avosotros con amor y paz.
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¿Acaso vosotros, para congraciaros con la fa-milia de Godunov, alzaréis las manos contra ellegítimo Zar, nieto del gran Monomajov?
EL PUEBLO
Desde luego, no.
PUSHKIN
¡Ciudadanos de Moscú! El mundo sabe todolo que habéis soportado Bajo el poder delcruel Zar advenedizo. Condenas, castigos,deshonras, impuestos, el trabajo y la humilla-ción, todo lo habéis sobrevivido.
Demetrio está dispuesto a perdonar a los boy-ardos y a los nobles funcionarios, a militares,extranjeros, mercaderes y a todo el pueblohonrado. ¿Acaso vosotros empezaréis a resi-stir locamente, y rechazar con altivez sumisericordia? El se dirige al trono del país, al
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trono de sus padres, acompañado de terriblesfuerzas.
No irritéis al Zar y temed a Dios. Besad la cruzdel legítimo Señor. ¡Rendíos! Y sin tardanzaenviadle a Demetrio, a su cuartel del campo,al Metropolitano, a los boyardos, popes ygente destacada.
¡Saludemos al padre Soberano!, (Desciendede las gradas. Murmullo del pueblo).
EL PUEBLO
¿Qué responder? El boyardo dijo la verdad.¡Viva Demetrio, nuestro padre!
UN MUJIK (Subiendo a las gradas)
¡Pueblo! ¡Gente! ¡Todos al Kremlin! ¡Al palaciodel Zar!
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¡Adelante! A sujetar al cachorro de Boris.
EL PUEBLO (La multitud avanza)
¡Atarlo! ¡Ahogarlo! ¡Viva Demetriol ¡Muera lacasta de Boris Godunov!
EL KREMLIN. EL PALACIO DE BORIS
CENTINELAS EN LA GALERÍA. FEODORDETRÁS DE UNA VENTANA UN MENDIGO
¡Por Dios, una limosna!
EL CENTINELA
Anda. Está prohibido hablar con los detenidos.
FEODOR
Anda, anciano, que yo soy más pobre que tú:Tú estás en libertad. (Ksenia se acerca a laventana ocultándose detrás del cortinado).
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UNA VOZ DEL PUEBLO
¡Es el hermano y la hermana! Pobres chicos,están como pájaros enjaulados.
OTRO
¿Acaso tenemos por qué tenerles lástima?¡Casta maldita!
EL PRIMERO
El padre era un malvado, pero los hijos soninocentes.
OTRO
La manzana no cae jamás lejos del manzano.
KSENIA
Hermano, hermano, creo que se acercan losboyardos.
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FEODOR
Son Golitzin y Mosalski. Los demás no losconozco.
KSENIA
Hay, hermanito, se me detiene el corazón.
(Aparecen Golitzin, Mosalski, Molchanov yCherefedinov, seguidos por tres arqueros).
EL PUEBLO
¡Abrid paso! ¡Abrid paso, que vienen losboyardos!
(Entran en el palacio).
UNA VOZ DEL PUEBLO
¿Para qué habrán venido?
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OTRO
Seguramente para el juramento de FeodorGodunov al trono.
EL TERCERO
¿Lo crees? ¿Oyes? ¡Son ruidos en la casa!¡Alarma! ¡Hay pelea!
EL PUEBLO
¿Oyes? ¡Un chillido! ¡Es voz de mujer! En-tremos. Las puertas están cerradas. Ya nogritan.
(Abren las puertas y Mosalski aparece en lagalería).
MOSALSKI
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¡Pueblo! María Godunova y el hijo Feodor sehan envenenado. Hemos encontrado suscadáveres. (El pueblo, horrorizado, calla).
¿Por qué calláis? ¡Gritad! ¡Viva el Zar Demet-rio Ivanovichl (El pueblo guarda silencio).
FIN
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