El Gusano de La Discordia

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Derek y Michelle Brookes ISBN 3-905332-73-6 © 1999, Aurora Production AG, Suiza. Derechos reservados. Impreso en Tailandia. 2

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Derek y Michelle Brookes

Ilustraciones: Max Belmont y Ana FieldsTraducción: Cristina Zabala de Poveda, José

Florencio Domínguez, Felipe Howard Mathewsy Gabriel García Valdivieso

ISBN 3-905332-73-6© 1999, Aurora Production AG, Suiza.Derechos reservados. Impreso en Tailandia.

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En un parque muy poblado de árboles se erguía unroble alto y frondoso. Tenía el tronco fuerte y lasramas gruesas y extensas. En una de las más bajas

había un nido nuevo. Dos petirrojos habían escogidoaquel sitio para formar su hogar. La mamá puso cuatrohermosos huevecitos azules. Día y noche los cubría consu cuerpo para mantenerlos calentitos. El papátrabajaba duro buscando alimento para la mamámientras ella cuidaba los huevecitos.

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Un día, los cuatro cascarones se rompieron, y salieroncuatro pajarillos. Al principio no tenían pinta depetirrojos; pero al poco tiempo les crecieron plumassedosas y todos abrieron los ojos para mirar el ancho yfascinante mundo que los rodeaba.

Papá y mamá les pusieron nombres. A los dosmachitos los llamaron Picotón y Colorao, y a las doshembritas, Guinda y Chispita.

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Colorao no era todavía muy rojo, pues a las crías depetirrojo no se les pone el pecho colorido hasta que sehacen mayores. ¿Por qué se llamaba Coloraoentonces? Es que apenas salió del cascarón se puso apiar con muchas ganas por el hambre que tenía. Lamamá dijo:

�¡Este chiquillo está tan impaciente por comer quese ha puesto rojo de tanto piar!

�Pues llamémoslo Colorao �respondió el papá�.Cuando crezca de todos modosva a ser rojo.

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Los padres, orgullosos, se reían del nombre.Enseguida una hembrita salió del cascarón.

�Llamémosla Guinda, porque también será roja.Luego salió Chispita, que recibió

ese nombre porque era muy activa y parlanchina. Elúltimo en salir tenía un pico muy largo, y como le

encantaba comer le pusieron Picotón.

COLORAOGUINDA

CHISPITA PICOTÓN

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Casi lo primero que tuvieron que aprenderaquellos pajaritos fueron buenos modales. Confrecuencia se peleaban por la mejor comida o elmayor bocado. Nunca daban las gracias a papá ymamá, que bregaban mucho para encontrarlesalimento. Por más que sus padres les hablaban yprocuraban enseñarles a llevarse bien, lospequeños eran cada vez más revoltosos.Discutían, se fastidiaban y se empujaban. Hastaque un día pasó algo que cambió las cosas.

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Papá y mamá se aprestaban a levantar vuelo parasalir a buscar comida. Aquella mañana todos tenían máshambre que de costumbre.

�Papá, ¿me traes una lombrizbien gorda y jugosa?

�rogó Picotón.

�Lo intentaré �dijo el papá�. Pero nosiempre es fácil encontrar lombrices. La tierra

está dura y seca, y las lombrices se esconden muyhondo.

�A mí no me gusta comer lombrices �refunfuñóChispita�. Son muy largas y resbaladizas. Papá, ¿porqué no nos traes mejor insectos?

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�¡Ni hablar! �interrumpió Guinda�. La mayoría delos insectos saben atroz. Prefiero unas bayas bien tiernas.

�Chicos, cuidado con sus modales �recordó la mamáa los hambrientos pajarillos�. Cuando pidan algo, tienenque ser amables y bien educados. Digan: «Papá o mamá,por favor, ¿pueden traerme una rica lombriz?» Cuandohaya algo de comer que no les guste, esfuércense porcomerlo con gratitud. Tengan en cuenta que Dios lo haprovisto y nos ayudó a papá y a mí a encontrarlo paraustedes.

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Los polluelos escucharon un momento, pero prontoolvidaron lo que les acababa de decir su mamá.

�¿Sabes lo que me gustaría en realidad? �dijoColorao con tono exigente�. ¡Unas semillas crocantes!

�Papá �dijo Picotón�, tráenos a cada uno lo quenos gusta. Así estaremos todos contentos.

�Sí, ¡consíguenos lo que nos gusta!�piaron a coro los demás�.Eso nos hará felices.

�¿Ahora qué hacemos?

�preguntó lamamá al papá en

voz baja.

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�Habrá que darle a cada uno lo que le gusta.Nos va a costar mucho más esfuerzo; pero siasí van a quedarse satisfechos, puede que

valga la pena. Salgamos a ver quéencontramos �dijo el papá al final.

cada vez se hacía más difícil hallar comida cerca. Elpapá normalmente sí se aventuraba bastante lejos paraprocurarles el alimento. Pero la mamá entendió que esedía ambos tendrían que alejarse mucho si queríansatisfacer los caprichos de sus crías.

La mamáprefería quedarsecerca del nidobuscandoalimento. De esaforma podía vigilara sus pequeñuelos.Lo malo era que

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�Papá y yo tendremos que emprender un largovuelo para encontrar lo que quieren comer hoy. Tenganpaciencia y pórtense bien unos con otros mientras noestamos. ¿De acuerdo?

�De acuerdo �trinaron todos los petirrojos.Así el papá y la mamá se fueron volando hasta el

más apartado rincón del parque. El papá fue el primeroen avistar una lombriz de tierra grandota que asomabala cabeza por entre la hierba.

Bajó volando a gran velocidad yagarró a la lombriz con el pico.

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Era larga y robusta y todavía tenía partedel cuerpo metida en la tierra. Se resistiócon todas sus fuerzas. El papá tiróy jaló, pero la lombriz era tanfuerte que se le escabullía. Lamamá vio la lucha y fuetambién a ayudar con elpico. Entre los dos tirarony tiraron hasta quelograron arrancarlade la tierra. Felicesregresaron volandoal nido con sugrandísima presa.

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�¡Miren! ¡Papá encontró mi lombriz! �trinóPicotón�. ¡Seré el primero en desayunar!

Y abrió mucho el pico para que su papá le metieradentro toda la lombriz.

�Picotón �le dijo la mamá�, esta lombriz alcanzapara todos ustedes. Papá y yo seguiremos buscando;pero tardaremos un buen rato en llegar otra vez hastael extremo del parque y regresar. Por eso, chiquitines,repártanse la lombriz y entreténganse con ella hastaque volvamos.

Colorao y Guinda sealegraron de que Picotón

fuera a compartir con ellossu lombriz; y Chispita, que

había dicho que no legustaban las lombrices,

tenía tanta hambre que laidea ya no le parecía tan

mala.

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Los papás salieron volando otra vez para proseguir subúsqueda del desayuno. Las crías decidirían cómo serepartirían la presa. Pero como te puedes imaginar,Picotón resolvió comérsela toda él.

�Lo siento, chicos, ¡pero esta lombriz es mía! Todosustedes pidieron otra cosa de desayuno. Tendrán queesperar su turno. A Chispita ni le gustan las lombrices.

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�Oye, ¿y si no encuentran semillas crocantes porningún lado? �dijo Colorao manifestando en voz alta supreocupación�. No tendré nada que comer en todo eldía. ¡Ahora mismo ya estoy muerto de hambre!

�Yo también �dijo Guinda�. Por favor, Picotón,¡déjanos un poquito de lombriz!

�¡No, no! ¡Ni hablar! ¡Es mi lombriz, y me la voy atragar toda solito!

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Picotón se aferró entonces a un extremo de lalombriz, y Chispita, Guinda y Colorao agarraron la otrapunta. Todos comenzaron a tirar. Picotón era grande,pero no podía con sus tres hermanos, que daban tironespara el otro lado. Entonces decidió encaramarse en el

Soltando la lombriz, Guinda abrió el pico:�¡Picotón, por favor, baja de ahí! ¡Es

peligroso, te vas a caer!

borde del nido para poderhacer más fuerza.

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Picotón no quería responder. Si abría el pico, soltaríala lombriz. Total que siguió dando tirones. Tenía laspatitas en el borde del nido, y lo único que lo sosteníaera la lombriz. Como vio que Guinda la había soltado,aprovechó para tirar con todas sus fuerzas. Colorao yChispita perdieron el equilibrio y cayeron de bruces.¡Entonces Picotón se desplomó hacia atrás! El miedo lehizo abrir el pico, perdió la lombriz y empezó a caer.Batió las alitas, pero no sirvió de mucho, pues todavía nole habían salido todas las plumas. Además, no sabíavolar. La caída le pareció interminable. Fue a pararsobre un colchón de hierba. ¡Plop!

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�¡Ay! �exclamó Guinda�. ¡Miren allá, entre lahierba! ¡Se acerca ese gato malo que papá,mamá y todos sus amigos siempre andan

ahuyentando!

�¡Retórtolas! �chilló Colorao�. Miren, Picotón hacaído al suelo. ¿Se habrá lastimado?

�No creo �dijo Guinda�. ¿Ven? Se ha levantado yestá dando brincos. Pero todavía no sabe volar, y comoes muy grande, papá y mamá no lo podrán alzar. ¿Quéhará para volver al nido?

Los pajaritos recorrieron el bosque con la miradabuscando algo o alguien que lo pudiera ayudar; pero no

avistaron nada.

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�Uy, esto no luce nada bien. ¡Recemos todos porPicotón! �propuso Chispita�. Jesús, guarda a Picotón.Rescátalo de ese temible gato y haz que pueda regresaral nido.

Abajo, en el suelo, el pequeño Picotón tenía suspropias preocupaciones. Había perdido la lombriz. Sehabía caído de su cómodo nidito. Sus papás no estaban,y se encontraba solito, indefenso, en el suelo, el sitio

�El pobre Picotón todavía no lo havisto, ¡pero ese gato bribón lo va adescubrir enseguida! ¡Tenemos que haceralgo! �dijo Colorao con determinación.

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más peligroso para un pajarillo. Se asomó por encimade las briznas de hierba y echó una mirada a sualrededor. Entonces divisó al feroz gato gris quecaminaba hacia él. Se quedó paralizado. «Ahora sí queestoy en un aprieto», pensó. También él decidió orar. Lohizo con más ganas que nunca, y se dirigió a Jesús conmuchísimo respeto.

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�Jesús, perdóname por haberme portado tan mal yhaber sido egoísta y desagradecido. Te prometo queme esforzaré por cambiar. Protégeme, te lo ruego.Escóndeme para que no me vea ese gato. Y por

favor, Jesús, haz que pueda regresar al nido.

El gato se acercaba cada vez más al lugar en que sehallaba Picotón, escondido entre la hierba. En cualquiermomento lo descubriría. De repente, Chispita advirtióque su papá volaba hacia ellos, seguido de su mamá, ygritó lo más fuerte que pudo:

�¡De prisa! Picotón está en peligro. ¡Se acerca ungato!

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Papá, con su aguda vista, no tardó en descubrir algato: estaba a punto de encontrar al pobre Picotón, quetemblaba de miedo. Papá trinó con mucho vigor y enojoy se abalanzó hacia el minino. Dio muchos aletazos y lepicoteó la cabeza.

Instantes después, mamá también atacóal gato. En vuelo rasante logró darle unpicotazo y escapar antes que el felino la

atrapara. Éste, sorprendido por tanrepentino ataque desde el aire, echó a

correr por el parque.

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Los hermanitos suspiraron aliviados. Picotón estaba asalvo por el momento. No se iba a morir de hambre,porque papá y mamá le podían dar de comer en elsuelo. Pero seguía estando en un sitio muy peligroso, ypasaría algún tiempo antes que aprendiera a volar.

Ocurrió entonces un milagro. Al otro lado del claroque había junto al gran roble, un anciano descansabaen un banco. Cuando vio a los petirrojos atacando algato, intuyó que debían de estar defendiendo a una de

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sus crías. El amable anciano se levantó y caminólentamente hacia el roble. No tardó en descubrir aPicotón escondido en la hierba. Cuando se le acercó,Picotón quiso huir. Aleteó enérgicamente con la intenciónde escapar, pero no lo logró. Sin embargo, no corríapeligro, ya que al anciano le encantaban los pajarillos.

�No tengas miedo, chiquitín �le dijo�. Jesús ama alos pajarillos, y yo también. Él sabe que te has caído yque corres peligro. Por eso me ha enviado a ayudarte.

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Picotón, no sabiendo si podía fiarse de aquel gigante,abrió el pico y chilló. Papá y mamá miraban desde unarama próxima y también trinaron bien recio.

�Se te ve muy saludable y vivaz �dijo el ancianomientras se inclinaba para recogerlo�. ¿Está por aquí tunido?

Entonces oyó un trinoagudo que proveníade una rama. EraChispita, preocupadapor Picotón.

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�Descuida, Chispita �dijo Colorao�. Creo que Jesúsenvió a ese amable señor para ayudar a Picotón. Es larespuesta a nuestras oraciones.

�Mira �dijo Guinda�. Ha visto nuestro nido y seestá estirando todo lo que puede con Picotón en lamano. ¡Nos lo quiere devolver! ¡Gracias, Jesús, porcontestar nuestra súplica!

�¡Listo! �dijo el anciano mientras colocaba aPicotón de vuelta en el nido.

Sonrió a los papás petirrojos y prosiguió con su paseo.

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�¡Qué bueno es estar otra vez en casa! �pióPicotón�. ¡Perdónenme! Fui muy egoísta y muy pocoamoroso, ¡pero ya escarmenté!

�Todos hemos aprendido mucho hoy �dijoChispita�. ¡Me da la impresión de que en un solo díanos hemos hecho mucho mayores!

�Vamos �dijo Colorao�. Todavía tenemos unalombrizota que podemos saborear.

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Así pues, todos se repartieron la lombriz. Papá ymamá miraban con orgullo a sus crías, muy contentosde que se portaran bien. A partir de ese día, lospequeños petirrojos se esforzaron mucho por seramables y tuvieron muy buenos modales con sus papás.Cada vez que recibían un delicioso bocado, trinaban alunísono:

�¡Muchas gracias!

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Correo electrónico: conectate@conectate.org

En Internet: www.auroraproduction.com/castellano

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Picotón, Colorao, Guinday Chispita son cuatrocrías de petirrojo,cada cual con supersonalidad ypreferencias, un enormeapetito y unas cuantascosas que aprender enlo que a modales se

refiere. ¿Qué ocurrirá un día enque sus papás se van lejos enbusca de alimento y Picotónse ve por primera vez

en un apuro?

CRECER CON CUENTOS

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ISBN 3 - 905332 - 73- 6