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REVISTADE
ARCHIVOS," BIBLIOTECAS Y MUSEOS
RGANO OFICIAL DEL CUERPO FACULTATIVO DEL RAMO
(se publica una vez al mes)
TERCERA POCAANO X
Enero Junio de i 906
MADRIDTil. DE LA REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS
Propiedad de D. Jos Manuel de la Cuesta,Infantas, nm, 42 bajo.
1906
CONSEJO DE LA REVISTAJUNTA INSPECTORA. Presidente: Jefe superior del Cuerpo, D. Mar-
celino Mennde:{ y Pe/ayo.Vicepresidente: D. Vicente Vignau y Ballester.Vocales: D. Jos Ortega y Garca.D. Manuel Flores Caldern.D. Mariano Ca-talina y Cobo.D. Rodrigo Amador de los Ros.D. Eduardo de Hinojosa y Nave-ros.D. Juan Catalina Garca y Lpez.D. Ricardo de Hinojosa y Naveros.D. Augusto Fernndez Victorio.REDACCIN. Presidente: D. Marcelino Mennde^y Pelayo.Vicepresi-
dente: D. Vicente Vignau y Ballester.Redactor jefe: D. Juan Menndez Pidal.Vocales: D. Ramn Menndez Pidal.D. Antonio Paz y Melia.D. Jos RamnMlida y Alinari.D. Alvaro Gil Albacete.D. Ricardo Torres Valle.D. NarcisoSentenach y Cabanas.D. Ricardo de Hinojosa. y Naveros.D. Manuel Maga-lln y Cabrera.
Secretario: Don Francisco Navarro Santn.
eOLABORADORESEspaoles.
Aguilar y Cano (A.)Aguil (ngel).Aguirre (Ricardo de).Alonso Getino(Fr. Luis G.).Altamira (Rafael).Alvarez de la Braa (Ramn).Alvarez Osorio(Francisco).Amador de los Ros (Rodrigo).Andrs y Alonso (Rafael).ArcoMolinero (ngel del).Arderu y Valls (Enrique).Asensio (Jos Mara).Avilesngel).-Barcia Pavn (ngel).Bayo (Ciro).Blzquez (Antonio).Bonilla y SanMartn (Adolfo).Borbn (Serma. Sra. Infanta D."" Paz de).Bulln de la Torre(Eloy). Calleja (Jos Demetrio). Castaos y Montijano (Manuel). Codera(Francisco).Cotarelo (Emilio). Chabs (Roque).Diez y Lozano (Baldome-ro).Domnguez Berrueta (M.). Elias de Molins (Antonio). Escandn (Ra-mn).Fernndez Duro (Cesreo).Fernndez Mourillo (Manuel). Fernndezde Velasco (Fernando).Ferr (Bartolom).Flores Caldern (Manuel).Garca(Juan Catalina).Garca Prez (Juan Po).Garca de Quevedo (Eloy).Gestosoy Prez (Jos).Gil Albacete (Alvaro).Gmez del Campillo (Francisco).G-mez del Campillo (Pedro). Gmez-Moreno y Martnez (Manuel). GonzlezAgejas (Lorenzo). Gonzlez Hurtebise (Eduardo). Gonzlez Simancas (Ma-nuel).Gonzalvo y Pars (Luis).Goyri de Menndez Pidal (D.* Mara).Gu-tirrez del Cao (Marcelino).Hergueta (Narciso).Herrera (Adolfo). HerrerafP. Ignacio).Hinojosa (Eduardo de).Hinojosa (Ricardo).Jimnez Soler (An-drs).Juderas (Julin).Lamprez y Romea (Vicente).Laurencn (Marqusde).Lin y Eguizval (Jos de).Lin y Heredia (Narciso Jos de).Llabrs(Gabriel). Llorns y Asensio (Vicente). Magalln (Manuel). Marco Hidalgo(Jos).Martnez (Juan). Melgares y Marn (Julio).Mlida (Jos Ramn).Men-diguta (Toms)Menndez y Pelayo (Marcelino).-Menndez Pidal (Juan).Me-nndez Pidal (Ramn).Meneu (Pascual).Mir (Miguel).Mora (Manuel).Na-varro Santn (Francisco).Navas (Conde de las).Olavide (Ignacio).Paz y Es-peso (Julin). Paz y Melia (Antonio). Pedraja Fernndez (Eduardo de la).Prez de Guzmn (Juan).Prez Pastor (Cristbal).Prez Rubn (Luis).Pi-catoste (Valentn).Quintero (Pelayo).Ramrez de Areilano (Rafael).Roblesy Rodrguez (Ramn).Rodrguez de Berlanga (Manuel).Rodrguez Mourelo(Jos). Rodrguez Villa (Antonio). Ruano y Prieto (Fernando). Rjula ydel Escobal (Jos de). Salva (Anselmo).San Pelayo (Julin). Sampere y Mi-quel (Salvador). Santamara (Lorenzo). Sentenach (Narciso).Serrano (Lu-ciano.).Serrano y Morales (Jos Enrique).Serrano y Sanz (Manuel).Soraluce(Pedro). Surez Bravo (Francisco). Tenorio (Nicols). Torres Lanzas (Pe-dro).Torres Valle (Ricardo). Tramoyeres (Luis).Urea y Smenjaud (Ra-fael).Velasco y Aguirre (Miguel).Velzquez Bosco (Ricardo).Vignau y Ba-llester (Vicente).-Villaamil y Castro (Jos).Vives (Antonio).
Extranjeros.Bienkowski (P.), Profesor de la Universidad de Cracovia.Bonsor (M. J.), Ar-
quelogo.Calmette (M. J.), de la Escuela Francesa de Roma.Cazac (H. P.),Profesor del Liceo de Bayona.Daumet (M. G.), de los Archivos Nacionales deFrancia.Desdevises de Dezeti (G.), Profesor de la Universidad de Ciermont-Fe-rrand.Engel (M. A.), Arquelogo. Farinelli (A.), Profesor de la Universidad de
Insbruck.Fitz-Gerald (M. J. D.Friedel (M.), de la Universidad de Liverpool.Garfalo (F. P.), Profesor de la Universidad de Catania (Sicilia).Grfenberg (S.)Graillot (Henri), Profesor del Liceo de Tolosa de Francia.Haebler (Conrado),Bibliotecario de la Real de Dresde.Homolle (M. Th.), Director de la EscuelaFrancesa de Atenas. Leite de Vasconcellos (J.), Director del Museo Etnolgicode Lisboa.Mel (E.), de la Biblioteca Nacional de aples.Morel-Fatio (M. A.),Profesor de la Escuela de Estudios superiores de Pars.Paris (M. P.), Catedrticode la Universidad de Burdeos.UUoa (Luis).
Catlogos publicados por la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos.-Biblioteca Nacional I.
Catlago de las piezas de teatro que se conservan en elDepartamento de Manuscritos de la Biblioteca Nacional, por D. Antonio Paz yMelia, Jefe de dicho Departamento.Madrid, 1899.8.** doble, 717 pginas. 10pesetas.Ocho pesetas los suscriptores de la Revista. Punto de venta, en la Ad-ministracin de la misma. II. Catalogo de las causas contra la fe seguidas ante elTribunal del Santo Oficio de la Inquisicin de Toledo y de las informaciones ge-nealgicas de lus pretendientes oficios del mismo. Con un Apndice de los demsTribunales de Espaa, Italia y Amrica.Madrid, 1908, 8.** d., viii-669 pgs.III.ndice de pruebas de los Caballeros de la Real y distinguida orden espaola deCarlos III, desde su institucin hasta el ao 1847.Madrid, 1904, 8." d., 191 pgs.4 pesetas.
BIBLIOTECA DE LA REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS.II. Instrucciones para la redaccin de los Catlogos en las Bibliotecas pblicas delEstado, dictadas por la Junta facultativa de Archivos, Bibliotecas y Museos.Madrid. Tipografa de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1902.-8.,1 52 pginas y 180 modelos.6 pesetas.
PUNTOS DE SUSCRIPCINEn Madrid: en la Administracin de la Revista, Paseo de Recoletos, 20; y en
en las libreras de Murillo, Alcal, 7; Sarez, Preciados, 48; Guttenberg, Plaza deSanta Ana, i3; F, Carrera de San Jernimo, 2; Capdeville, Plaza de Santa Ana, 9;Romo y Fiissel, Alcal, 5; Snchez, Carretas, 21; San Martn, Puerta del Sol, 6, yviuda de Rico, Travesa del Arenal, i.En Pars: en la librera de H. Welter, RuBernard-Palissy, 4.
PRECIOS DE SUSCRIPCIN.En esta Administracin: para Espaa, 15 pe-setas al ao; para el extranjero, 20 francos al ao. Nmero snelto, 1,50 pe-setas.
La suscripcin y pago de la Revista ser anual, empezando en Enero y ter-minando en Diciembre.
Primera y segunda serie (primera y segunda poca), tomos I IX; agotados.Tercera serie (tercera poca), tomos I, II, III, IV, V, VI y VII, 90 pesetas; sueltos, 1 5 pas. tomo.Boletn de Archivos, Bibliotecas y Museos, un tomo, 7,60 ptas.
MODO DE HACER EL PAGOEn metlico por medio de libranza del Giro mutuo, nombre del
Sr. Administrador de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos,Paseo de Recoletos, nm. 20.
ADVEBTEirCIASLa correspondencia literaria (envo de originales, de documentos, de noticias,
de obras, de papeletas bibliogrficas, cambio, pruebas de imprenta, etc., se dirigiral Secretario de la Redaccin de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos,Paseo de Recoletos, 20.La correspondencia administrativa (suscripciones, anun-cios, reclamaciones, etc.) al Administrador de la Revista de Archivos, Bibliote-cas y Museos, Paseo de Recoletos, 20.
Rogamos los autores, editores y libreros que nos remitan laiS papeletas biblio-grficas exactas de sus obras, si quieren que se inserten gratuitamente en la sec-cin de Bibliografa.Se har nota bibliogrfica de lodo libro de materia lite-raria, histrica artstica, siempre que lo r.':quiera la importancia de la obra y seenve la Revista un ejemplar.La Redaccin deja los autores la respon-sabilidad de las opiniones que emitan en sus escritos.
REVISTADE
ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS(historia y ciencias auxiliares)
Ao X.Enero de 1906.
Nm. i."'
Un proceso poltico en tiempo de Felipe III
DON RODRIGO CALDERN, MARQUS DE SIETE IGLESIASSU VIDA, SU PROCESO Y SU MUERTE
(Cont7iuaci7i.)
VI
DON Rodrigo Caldern comprendi que estaba perdido. La cadade Lerma significaba el triunfo de sus enemigos. Apresurse, pues,
alejarse de la Corte y se retir Valladolid. Un ingenio calle-jero le dedic estos versos:
Don Rodrigo Caldero-atiende al tiempo que pa-echa tu barba en remo-teme al tercero Fili-que aunque el castigo dila-muy bien asienta la ma-Esto te avisa un ami-
El consejo no poda ser, efectivamente, ms oportuno, y el Marqusde Siete Iglesias, que ya haba empezado ocultar sus tesoros desde quese iniciaron las intrigas palatinas, prosigui su obra, escondiendo en di-
versos lugares sus joyas y su dinero, enviando buena parte dess riquezas Benavente, casa de un pariente suyo llamado Escobar, y haciendo des-
aparecer papeles y cartas que le comprometan. La Marquesa, su mujer,hizo lo propio en algunos monasterios y en casa de sus deudos.
Tan amedrentado se hallaba, que conserv en su poder cartas deLerma y diversos instrumentos de hechicera. El desgraciado procer no
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medio ms adecuado de prender al Marqus K H izlo as Irazbal, y con-vinieron en que aquella noche (20 de Febrero de 1619) iran ambos casade Ramrez Farias, y desde all la de D. Rodrigo, pues tenan noticiade que ste se preparaba marchar Lerma la maana siguiente paraver al Duque.
Adoptronse grandes precauciones para impedir una evasin. El Prior
de El Escorial Irazbal llegaron casa de Farias las ocho de la no-
che, y resolvieron que este ltimo enviase un criado suyo con cuatro sol-
dados la casa de las Aldabas, para que mientras el uno se cercioraba de
la presencia del Marqus, custodiasen los otros las entradas del palacio.
D. Francisco, D. Fernando y un tal Daz de Zarate se dirigieron en coche
la calle de Teresa Gil, escoltados por una treintena de soldados.
Todo sali pedir de boca. E\ criado de Farias llam en casa delMarqus, pero los servidores de ste no quisieron abrirle porque su amo
reposaba. Prevenidos los soldados que custodiaban la casa, avisaron los
del coche, y Farias y sus acompaantes penetraron en nombre del Reyhasta la cmara donde dorma el de Siete Iglesias. Irazbal no quiso en-trar hasta que D. Rodrigo estuviese preso, y se qued aguardando mien-
tras Farias y los soldados sorprendan al durmiente.
c
4' REVISTA DE ARCHIVOS
Alvaro de Luna, y registraron inmediatamente la de las Aldabas y el mo-
nasterio de Portaceli.
No obstante haberse verificado el traslado al amanecer, haba muchagente en las calles y gritaron: Muera el traidor! De no haber ido en litera
y escoltado, le hubieran tirado piedras y cubierto de fango. Kl Marqusentretanto no rompa el silencio como no fuera para decir que el causante
de todo aquello era Uceda, al cual poda perder con una sola palabra,
pero ningn concepto ofensivo para el Rey se escap de sus labios antes,por el contrario, manifest Farias que, fuer de liel vasallo, acataba
los mandatos del Monarca sin pretender discutirlos, y que los delitos que
se descubriesen en los papeles no los tema por tener el perdn de S. M.,no siendo ciertos los dems que se le atribuan K
El Duque de Lerma sinti mucho la prisin de su favorito, y el 22 deFebrero escribi Farias rogndole que tratase al preso con la mayor
consideracin, lo cual no fu obstculo para que le obligasen sufragar
los gastos de su conduccin Montnchez y facilitar arcabuces para lagente de la escolta.
Ramrez Farias registr la casa de las Aldabas y el Monasterio dePortaceli, incautndose de todo, especialmente de los papeles, entre ellos
cartas muy reservadas del Duque, lo cual sinti mucho el preso, y unoscaracteres cuentos de figura y cuadernillos de astrologa que asustaron
mucho Irazbal y le hicieron pasar muchos apuros, aun cuando eran,segn F'arias, papeles curiosos, piedras preciosas y polvo para los dien-
tes. Tan temeroso estaba el guardin del Marqus de que aquellas malasartes le dieran un disgusto, que insisti mucho en que el preso no llevaraconsigo ninguna de aquellas cosas, confesando que no quisiera que le hi-ciese volar por el can de una chimenea 2.
La gente de Valladolid ansiaba contemplar al cado Marqus de SieteIglesias. Frente la Casa del Cordn estacionaban constantemente com-pactos grupos de curiosos, y el da de su partida fu tanta la gentedice
Farias, que por el contorno de mi casa no caba. Me afirmaronaadeque hasta la fuente de Argales estaba todo tan poblado de cochesque pareca imposible quedara coche ni persona en la ciudad; muchos, ale-gres del ejemplo de justicia, se lastimaron y lloraron de la miseria humana.Yo dese saliese por la maana mientras las Chancillera, Universidad y
1 Biblioteca Nacional, Carta de Farias, D i56,2 Biblioteca Nacional, Ms. D i56.
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ocupaciones della tenanla ocupada, porque la genlc que ha estado alrede-
dor de mi casa estos das mostraba lo que haba de ser K
Por su parte, D. Francisco de Irazbal mostr deseos de no pasar porMedina del Campo, para evitar que los enemigos de Caldern celebraranel espectculo; pero el Marqus de Siete Iglesias adopt una actitud tandigna como correcta.
Al entrar en la litera se le saltaron las lgrimas y dio compasin to-dos por su humildad. ((Llevadme por donde y como querisdijo , que
nada importa que yo sienta mi prisin y mi deshonra.Irazbal le llev con buena escolta Montnchez, en Extremadura,
una fortaleza de la Orden de Santiago, y all le tuvo hasta que los seoresde la Junta ordenaron su traslado un palacio perteneciente la mitra de
Toledo, situado en Santorcaz, que haba servido en otro tiempo de residen-
cia al Cardenal Cisneros.
La prisin de D. Rodrigo caus en Madrid el efecto que es de suponer.Sus enemigos se felicitaron, el pueblo se alegr extraordinariamente y los
poetas le dedicaron versos, que seran muy ingeniosos, pero no humanos.En jaula est el ruiseorcon pihuelas que le hieren,
y sus amigos le quierenantes mudo que cantor.
deca uno de los poetas, no sin razn, porque el Marqus de Siete Iglesiaspoda comprometer muchos con sus revelaciones.
Los jueces de su causa no perdieron el tiempo; embargaron sus bienes,descubrieron fuerza de pregones y amenazas las alhajas y el dinero quehaba escondido, se apoderaron de sus papeles, prendieron algunos cria-
dos suyos, emplazaron cuantos haban tenido que ver con l en materia
de negocios y dejaron su mujer y sus hijos sin techo donde cobijarse.El registro de su casa de Madrid descubri grandes riq^uezas. Las joyas,
ropas, cuadros, muebles, tapices y dems objetos de valor se tasaron en760.000 ducados. La casa en que viva y sus dems bienes, en 3oo.ooo. Sufortuna se calcul en muy cerca de dos millones de ducados. Sus adversa-rios se hacan cruces y ponderaban la avaricia del preso; la plebe dio gra-
cias al cielo de que un hombre tan malo hubiese cado en manos de la jus-cia. H^Qu eran, sin embargo, aquellos dos millones de ducados al lado de
los 44 que reuni Lerma, de los tesoros de Villalonga? Don Rodrigo era
un imitador de ambos; pero nada ms.
I Biblioteca Nacional, Ms. D i56.
6 REVISTA DE ARCHIVOS
Los amigos de un da desaparecieron. Los enemigos, en cambio, salan
de todas partes acusando, aduciendo pruebas, delatando fraudes, inventan-
do delitos. Las atrocidades, asesinios, falsedades, injurias, cohechos, he-
chiceras y otros delitos gravesdice inocnuamcnte Aldana fueron tales,que parece imposible viniese pensamiento de intentarlos. Lo que declara-
ron los testigos fue tan daoso contra el reo, que aun el decirlo pona ho-
rror los jueces.
Acusbanle de haberse Jevado desde una posicin modestsima, lin-
dante con la pobreza, hasta la cspide de la fortuna; echbanle en cara el
poder que tuvo; decan que haba estafado al Rey y muchos Grandes; que
estaba de acuerdo con los Fcares y otros banqueros de Flandes, Alema-nia Italia; que en estos latrocinios estaban complicados su esposa y sus
parientes; que haba asesinado quienes podan comprometerle; que pre-
tendi hacer lo propio con Fray Luis de Aliaga; que emple los hechizospara conservar el favor real, y que fu causa de la muerte de la Reina doa
Margarita. Fn una palabra: puestos los jueces indagar, y icusar los quese decan testigos, no hubo delito, cohecho, malversacin, estafa, robo niasesinato que no achacasen al Marqus de Siete Iglesias.
Curioso espectculo! Sobre el cado favorito, objeto un da de adula-ciones sin tasa ni medida, se lanzaba un tropel de enemigos Erangrandes seores y pobres hidalgos, frailes y seglares, rivales fracasados ypretendientes que no lograron sus fines, y de aquel vocero confuso en el
que se mezclaban la verdad y la mentira, el engao y la sinceridad, sedestacaba la voz de los poetas que celebraban el fausto suceso, la risa ir-
nica de Villamediana que aguzaba su mordaz ingenio costa del que iba pagar con la vida los pecados de muchos.
VII
De cuantas acusaciones se formularon contra el Marqus de Siete Igle-sias, la que ms convena dilucidar era la que, sin duda alguna, determinen el Rey el propsito de procesarle. ^ Haba tenido parte D. Rodrigo enel prematuro fallecimiento de la Reina? Eso era lo importante. El asesi-nato de Juara, la sospecha del .de Alonso de Carvajal, del P. CristbalSurez, de Pedro Caballero y de Alonso del Camino, el supuesto enve-nenamiento de Fray Luis de Aliaga, y las mismas hechiceras, as como
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los cohechos y latrocinios ofrecan un inters muy relativo, aunque tam-bin coadyuvaban la obra de sus enemigos.
Procedieron, pues, los jueces al interrogatorio de muchos grandes, t-tulos y caballeros, y hasta de gente plebeya trada de muy lejos, de lasmeninas y damas de la Reina y de cuantos haban estado al servicio deD.'' Margarita.
De cuantas declaraciones se prestaron, la ms importante fu, sin duda,la de la Condesa de Lemos, camarera mayor de la difunta Soberana.
Afirm esta seora con gran energa que la sospecha de que la muer-te de la Reina se debiera un crimen era tan inverosmil, tan desca-
bellada y tan fuera de razn, que con ella, no solamente se deshon-
raba al acusado, sino que se pona en grave aprieto la buena reputacin
de las damas que, como ella, asistieron D.*^ Margarita en el trance de lamuerte.
Los remedios que se le aplicarondice Novoa fueron por una juntade cuatro mdicos, todos hombres de letras y de virtud; el fraguarlos por
muchos oficiales de la botica del Rey; el ponrselos por la mujer mejor,ms fiel, ms verdaderamente celosa del bien y salud de su Reina que tuvoel mundo D.'' Catah'na de Ziga y Sandoval, hermana del Duque deLerma, su camarera mayor.
Ninguno de los caballeros citados por los jueces pudo decir nada quedemostrase la certeza del delito. Los ms dijeron que lo haban odo afir-mar; pero el fundamento de la sospecha no supo indicarlo nadie.
No se contentaron con esto los jueces; lo que podan asimilar, de muylejos lo apuraban; las sombras desmenuzaban y descogan, por ver si po-dan coger algn rastro de la mayor calumnia; muchos hombres se tru-jeron de varias partes y de lo ms remoto de Alemania y de las Indias;prendironle sus ms confidentes cria ios y pusironles en muy estrechasprisiones; sus papeles se miraban y se lean; en todas sus alhajas y escri-
torios pretendieron hallar el achaque ^
Los graves seores de la junta cometieron alguna que otra simpleza,llevados del afn de descubrir la verdad, y hasta fueron vctimas de la su-
persticin, ellos, que perseguan las hechiceras. No satisfechos con darodos los vivos, prestaron odos los muertos. Un criado de Pedro Ca-ballero declar que se le haba aparecido su amo para acusar al Marqus.
Sus manifestaciones constan en autos.
I Memorias de Matas de Novoa.
REVISTA DE ARCHIVOS
Fijronse muy especialmente los jueces en ciertos objetos raros que po-sea D. Rodrigo, tales como libros y papeles con caracteres y cifras su-
persticiosas, figuras extravagantes, lienzos manchados de sangre, hojas de
verbena con el conjuro para usar de ellas, migajas de pan carcomidas, unpedazo de ua, que pareca ser de la gran bestia, atado con un pedazo de
seda colorado; cabellos, al parecer de mujeres de diferentes edades, unosentre ellos que se sospechaba haber pertenecido la Reina D/ iMargaritay otros del que u luego Felipe IV y de la Infanta D.^ Aa, lo cual cons-
taba en los sobrescritos, amn de muchos papeles con polvos infinidadde adminculos que, examinados por dos mdicos y un boticario, declara-
ron ser de los que solan usar los hechiceros para conseguir amistades,
atraer voluntades y ofender las personas. Entregados, como era justo,
los caracteres de los libros y conjuros un religioso muy docto y enten-dido en la materia (fray Francisco de San Martn), declar ser todo aque-
llo caso diablico y pacto tcito expreso con el demonio ^Haban acaecido todas estas cosas hallndose fuera de Madrid el pro-
cesado. Sus jueces, sin embargo, decidieron traerle Madrid para inte-
rrogarle. Aposentronle en su propia casa de la calle Ancha. Las desnu-
das habitaciones revelaban la mano de la justicia. Muebles, cuadros y ta-
pices haban desaparecido. Los criados estaban presos se haban fugado;
su esposa y sus hijos estaban en casa extraa. La soledad reinaba en el
palacio, antes tan animado y bullicioso. Sus guardias dividieron,
por me-
dio de tabiques, una de las salas c hicieron una celda para l, un aposento
para los jueces y otro para ellos. Algunos dicen que encerraron al Mar-qus en una verdadera jaula. De todos modos, no deba ser muy clara sucelda, porque aun de da era preciso alumbrarse con velas.
Apenas llegado la Corte le interrogaron los jueces. Respondi afir-mativamente en lo tocante ciertas culpas leves; pero neg rotunda yairadamente lo del achaque. No tuvo empacho en confesarse autor de lamuerte de Juara, alegando en su descargo que la calidad baja de aquelhombre y su poco recomendable conducta le haban obligado castigarpor mano de otro sus atrevimientos. Algunos testigos haban dicho, y estoes lo ms probable, que el tal Juara le haba servido en sus maquinacio-nes y venganzas, y que era el astrlogo de quien se vala para los con-
juros.
I cnovas: Estudios sobre la Casa de Austria.
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En 23 de Junio de 1619 dieron cuenta los jueces S. M. del estado dela causa, y les orden el Monarca que prosiguiesen sus investigaciones,
como se hizo interrogando al Marqus sobre la muerte del alguacil Agus-tn de Avila y sobre amenazas criados del Duque de Lerma. A unanueva consulta que le elevaron los jueces fines de 1619, contest el Rey
que, haciendo caso omiso de los privilegios y preeminencias del acusado,
le aplicasen rigurosamente la ley, dndole tormento.
Cumplise la orden el da 7 de Enero de 1620. No le valieron al Mar-qus los juramentos que hizo de haber dicho verdad. La voluntad regia erademasiado explcita para que los magistrados le perdonasen el doloroso
trmite, y el verdugo tendi en el potro al orgulloso Comendador deOcaa, pesar de los privilegios de su Orden, y le dio tormento, con msrigor tal vez del que se sola, dndole muchas vueltas y echndole mu-
chos cuartillos de agua.
La entereza de Caldern no flaque un solo instante; nada nuevo aa-di lo que ya tena dicho, y con grandes voces implor el auxilio de la
Reina, cuya muerte le atribuan.
Aquel valor no pudo menos que enternecer los jueces, y uno de ellos,
D. Diego del Corral, resta con su pauelo la sangre que manaba de susheridas, pues sali bastante mal trecho de la prueba y con un brazo en
cabestrillo.
No se content Felipe ll con lo averiguado por los jueces, y de nuevoles orden que continuasen el proceso. En 27 de Abril se hizo el interro-gatorio de testigos del hbito que pretendi Juan Toms Camb, y en 4 deSeptiembre de aquel ao se formularon los cargos contra el Marqus deSiete iglesias. Los referentes la parte civil del proceso, es decir, la con-
ducta del Marqus durante la privanza, se elevan nada menos que 244,muchos de ellos idnticos. Los hay muy curiosos.
que sac de S. M. muchos oficios y para sus hijos grandes mer-cedes que pretendi ser gentilhombre. Embajador en Roma, Virrey deSicilia y grande de Espaa que lo ordenaba y dispona todo, llevando
recados los ministros y rdenes de Lerma que haca hacer depsitos
de grandes sumas los pretendientes y granjeando con el dinero de todosellos hasta que se resolva favor de uno, deteniendo los correos por or-
den suya que revel papeles con descrdito de personas principales
que se qued con los papeles de Antonio Prez que trajo de Pars que
se qued con 80.000 ducados qu le dieron para ir Venecia que la
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Marquesa se quedaba con los objetos de arte que le parecan bien quehaca combinaciones con los Trucares que los gastos de su viaje d Bru-selas los pag un pretendiente que en Flandes recibi presentes de to-dos que estuvo en relaciones con un grande (tal vez Osuna) ^ Loscargos referentes cohechos y granjerias son numerossimos.
Fn 4 de Septiembre de 1620 se le dio traslado de estos cargos con unplazo de cuarenta das para contestar ellos y no obstante lo difcil que le
era sincerarse, en parte por ser real y verdaderamente imposible, enparte tambin por haber sido embargados sus papeles, en iq de Diciem-bre presentaron sus abogados, Antonio de la Cueva y Bartolom Tripia-na, los descargos.
Antonio de la Cueva, con extraordinario abuso de citas legales enlatn, que hacen muy enojosa la lectura del documento, dice que el Mar-qus fu visitado en 1607 y no puede serlo otra vez; cita la Renl cdulade aquel ao mandando que se guardase perpetuo silencio sobre sus deli-tos, un billete del Duque de Lerma escrito en Octubre de 161 1 por or-den de S. M., en que se dice que no volveran admitirse memorialescontra Caldern, y otra cdula Real de 1616, prohibiendo que se proce-diese con el Marqus por ninguna especie de cargos y perdonndole conclusulas amplsimas. Antonio de la Cueva demuestra, adems, que su de-fendido no fu nunca ministro, ni despach directamente papel ninguno
y que, por lo tanto, ni estaba sujeto visita ni ello le obligaban las d-divas recibidas.
Bartolom Tripiana, con ms claridad y menos citas que su compa-ero, afirma que la familia de Caldern, lejos de ser pobre y humilde, eranoble y rica, lo cual justificaba la concesin de mercedes l y los suyos.Abundando en las ideas de Antonio de la Cueva, demuestra que ningunode los cargos ejercidos por Caldern era de ministro, que los papeles nopasaban por su mano, que no divulg secretos, que muchos regalos erande sus parientes y que muchas de las acusaciones carecan de fundamento;en una palabra, rebate uno por uno, con mayor menor fortuna, los 244cargos que se hacan su cliente.
Dedcese de todo esto que el Marqus de Siete iglesias era un grand-simo culpable; pero que, en justicia, no poda perseguirle en razn suscohechos y granjerias el Rey, que aos antes le haba perdonado sus deli-
I Biblioteca Nacional, M
BIBLIOTECAS Y MUSEOS II
tos. condenado perpetuo silencio sus detractores y anulado todas las
leyes, pragmticas, usos y costumbres que pudieran ser obstculo que
un secretario comerciase con los oficios y se lucrase con el dinero de la
hacienda Real. Si Felipe 111 le haba perdonado tres veces, ^ qu proce-
sarle por aquello mismo que haba sido objeto de sii plensimo perdn? E\asunto no poda ser ms claro.
Quedaba la parte criminal, y en ella fundaron todas sus esperanzas losenemigos de Caldern. Lo de la muerte de la Reina no pudo probrsele;
tampoco se demostr que hubiera dado hechizos al Rey y otras perso-nas, ni que hubiera intentado envenenar Fray Luis de Aliaga y asesinar
otros individuos. Lo nico que result del proceso fu el asesinato de
Juara, la muerte de Agustn de Avila y el haber obtenido del Rey el per-
dn de sus delitos por malos medios.En aquel tiempo de asesinatos alevosos, de misteriosas venganzas, de
crmenes impunes, no eran esos delitos cosa extraordinaria, y el resultado
de tanta averiguacin como se hizo por los jueces sorprendi por lo in-significante. Cuando todos crean que Caldern iba resultar un mons-truo de iniquidad, por lo menos un regicida, se averigu que los crme-
nes, cuya sola idea pona espanto en los jueces, se reducan haberse
deshecho de un hombre de baja estofa y haberse vengado de otro que po-da comprometerle.
El proceso estaba, pues, terminado. Slo faltaba que el Rey decidiese
la suerte de D. Rodrigo, inspirndose, como crean muchos, en la bondadque le caracterizaba.
El Marqus segua mientras tanto en su lbrega celda sin nadie que leconsolase. Muy pocos intercedieron por el Rey. Fuera de un paje y de suconfesor no tuvo otra persona quien volver los ojos K
Su mujer, sus hijos, su padre y el cardenal Trejo, su pariente, fueronlos nicos que se preocuparon de su suerte. El anciano Comendador deMontalbn
, hombre cuerdo y virtuoso, vea realizados los temores quesiempre le inspir el engrandecimiento de su hijo. c(Tu soberbia y tu va-
nidad le deca en una carta proftica escrita en i6o5 anuncian unagran desdicha en tu casa, siendo premisas de esta verdad el poco gusto
que veces tienes xn ella, el verte en algunos peligros, el poco caso que
de todos haces, de la suerte que tratas tus criados y los que no lo son,
1 Narvez Aldana: Prspera y adversa fortuna de D. Rodrigo Caldern.
12 REVISTA DK ARCHIVOS
tanto, que algunas veces he odo, hablando de ti, personas graves, aquel
versito de la Magnficat: deposuii potejites de sede.' Aunque no siempretuvo que felicitarse de la conducta de su hijo para con el, psose traba-jar en favor suyo, aunque sin fruto.
El cardenal Trejo estaba en Roma cuando prendieron al Marqus, yal punto se parti de all y tom la vuelta de Espaa con nimo de favore-cerle. Los enemigos del preso se alarmaron, porque el cardenal tena in-fluencia en la curia y poda inclinar el nimo de Paulo V favor de supariente. En previsin de ello, tan luego desembarc en Barcelona, reci^"bi la orden de ir Burgo-Hondo, lugar del obispado de Avila, donde eraAbad, sin pasar por la Corte. All le tuvieron algn tiempo, hasta que lemand el Rey que regresara Roma por haber fallecido el Pontfice yestar convocado el Cnclave.
Don Rodrigo se enter del suceso y lo consider una gran desgracia.En la soledad de su prisin debi hacer sabrosas reflexiones acerca de lomudable de las cosas humanas; la comparacin de su esplendoroso pa-sado con su msero presente determin una saludable reaccin en su es-pritu y fu poco poco convirtindole en un mstico, en un asceta, como
luego veremos.
A los dos aos de su dramtica prisin, llam Felipe III sus jueces,se enter de lo que haban descubierto y de los sufrimientos del Marqus,
y dicen que pens en devolverle la libertad y la fortuna. El destino habadispuesto otra cosa. La enfermedad que aquej al piadoso Monarca enCasarrubios debilit extremadamente su salud, con gran contento de losenemigos de Caldern, y el 21 de Marzo de 1621, las nueve y media dela maana, despus de muchos rezos y piadosos dilogos con el PadreFlorencia pas mejor vida, saliendo su cuerpo para el Escorial no bienacompaado de luces, y mal asistido de criados K
Cuando el Marqus de Siete Iglesias oy el clamoreo de las campanasque anunciaban el infausto suceso, exclam: El Rey ha muerto, yo soymuerto tambin.
Haba empezado una nueva poca.
VIII
El Duque de Uceda entreg los papeles que tena su cargo y sali dela Corte. Felipe IV los puso en manos de D. Baltasar de Zuiga, hombre
I Quevedo: Anales de quince das.
BIBLIOTECAS Y MUSEOS I 3
de todos los tiempos y de su negocio. Aliaga, Osuna, Tovar, Tapia, Bonal
y muchos ms, salieron desterrados dieron con sus cuerpos en la crcel.Volvieron Velada, Toledo, Alcaices, Villamediana, el Almirante de
Aragn. El Duque de Lerma se crey en el caso de regresar Madrid;
pero la mitad del camino le dieron orden de estarse quedo en Vallado-lid y dizque sobrellev su desgracia mejor que su hijo, y que escribi alRey una carta muy ingeniosa sobre materias de Estado.
Pocos das despus de la muerte de Felipe ll, su hijo quiso enterarse
del proceso de Caldern y llam los jueces estando presente D. Baltasar
de Ziga. Enterado de todo y de los misericordiosos deseos de su padre,
Felipe V dispuso que siguieran examinando las culpas.No poda ser ms evidente el deseo de perder al Marqus. Los nuevos
Ministros necesitaban una vctima para probar su ansia de moralidad ypersuadir las gentes deque no se parecan en nada los antiguos favo-
ritos. Qu remedio les quedaba los jueces?As y todo, no estaban stos conformes en cuanto la pena. Don Fran-
cisco de Contreras manifest que estando el acusado convicto y confeso de
la muerte de Juara, estimaba deba condenrsele perdicin de bienes,
honores y ttulos y ser degollado en la plaza pblica de Madrid.
Don Lus de Salcedo dijo que se inclinaba la piedad, porque aun
siendo cierta la muerte de Juara, los sufrimientos del Marqus le hacanmerecedor de la absolucin. Reserv, sin embargo, su voto hasta conocerla opinin de D. Diego del Corral, el cual se opuso lo dicho por Contre-
ras, y aadi que D. Rodrigo deba absolvrsele.
Los enemigos de Caldern se alarmaron. Era preciso toda costa queD. Lus de Salcedo diera su voto de conformidad con el de Contreras,pues de otro modo estaba salvado el Marqus.
Pidi ste ms jueces, y nombraron D. Alonso de Cabrera y donGaspar de Vallejo, los cuales al punto se adhirieron al criterio de Contre-ras, sobre todo el ltimo, (hombre sin ningn gnero de humanidad ymisericordia en las acciones, y escogido con particular estudio para acabar
de despear al Marquso '.
En Julio de 1621 se dict la sentencia, y el 9 de aquel mes se notific al
preso, por Lzaro de los Ros, Decano de los Secretarios de Cmara y Se-cretario del Tribunal, siendo testigos D. M. de Hinojosa y Montalvo, To-ms de Crieta y Juan Correa de la Cruz, sus guardias.
I Gascn de Torqucmada: Vida y muerte de Caldern.
14 l'EVISTA Dli AKCIIINOS
Constaba de dos parte la sentencia: criminal y civil. La primera fa-
llaba atento los autos y mritos del proceso que la parte del Fiscal en
cuanto acus al dicho D. Rodrigo Caldern de culpado en la muerte de
S. M. la Reina, nuestra seora, Doa Margarita de Austria, que sea en
gloria, no haber probado la dicha acusacin, dmosla por no probada, yen cuanto al susodicho, absolvemos y damos por libre de ella al dicho donRodrigo Caldern. Y asimismo, en cuanto le acus de haber dado hechi-
zos y con ellos haber procurado atraer las voluntades del Rey, nuestro
seor, y de otras personas, y haber dado veneno al P. M. Fray Luis de
Aliaga, inquisidor general, confesor que fu de S. M., que sea en gloria, yhaber hecho matar D. Alonso Carvajal y al P. Cristbal Surez, de laCompaia de Jess, y a Pedro Caballero y Alonso Camino, declaramosasimismo no haber probado, y absolvemos y damos por libre de ello aldicho D. Rodrigo Caldern. Pero, otros, en cuanto le acus de la prisin
que hizo Agustn de Avila, alguacil que fu desta Corte, y del proceso que
contra l fulmin y de haberle querido matar en la prisin con veneno, yltimamente de su muerte con todo lo dems que en ella pas, y del dichoproceso resulta, y haba cometido delito de asesinato y muerte alevosa, ha-
biendo hecho matar Francisco de Juara por medio del sargento mayor
Juan de Guzmn y otras personas, y en lo dems que en la dicha acusacinse contiene, y haber pervertido con la mucha mano que tena el juicio deesta causa, que pendi y se trat en esta corte ante los Alcaldes de ella,
contra el dicho Francisco de Juara, amenazndolo y persiguindolo por sitrataba de la dicha averiguacin, y en haber ganado impetrado cdulas
de S. M., que haya gloria de perdn y deliberacin de sus pecados, por ma-
los medios, damos y probamos la dicha acusacin por bien probada, y por laculpa que de ella resulta contra el dicho D. Rodrigo Caldern, le debemoscondenar y condenamos que de la prisin en que est sea sacado en unamua ensillada y enfrenada, y con voz de pregoneros que publiquen su de-lito, sea trado por las calles pblicas y acostumbradas de esta villa y lleva-
do la Plaza Mayor de ella, donde para este efecto est hecho un cadalso,
y en l sea degollado por la garganta, para que muera naturalmente.
La segunda sentencia corresponda al fuero civil y le condenaba en
1. 25o.000 ducados y en perdicin de cuantos ttulos, honores, oficios ymercedes gozaba, sin nombrar sus hijos.
El preso oy las sentencias con gran valor, y respondi que se ente-raba de ellas.
BIBLIOTECAS Y MUSEOS I 5
Volvindose luego un Cristo crucificado, exclam con gran devo-
cin: Bendito seis, Dios mo! Cmplase en m, Seor, vuestra volun-tad I.
Aconsejronle sus letrados que apelase de la sentencia criminal y pi-diese ms jueces. Recus el Marqus algunos de estos ltimos; peronombraron otros que no se pudo saber quines fueron -, los cuales re-
chazaron, despus de muchos cabildeos, la splica que haba dirigido al
Rey y un interrogatorio de 69 preguntas en su descargo, y decidieron no
haber lugar nuevos memoriales ni descargos.
En la splica, elevada S. M. en 22 de Julio de 1621, deca el Marqusde Siete Iglesias algunas verdades muy amargas: Aun cuando hubiesehabido en l algunos descuidos y culpasdecase hallarn algunas ac-
ciones que, cuando se hicieron se tuvieron por servicios y dignas de ala-
banza, y la mudanza de los tiempos las hacen aparecer delitos. Las acu-saciones y visita han nacido de conocida pasin y envidia de muchos ypoderosos mulos, y sus descargos no han podido ser iguales las dili-
gencias hechas.
oEn vano haba acudido aada los pies de S. M. suplicando decla-
rase algunas cosas tocantes su justicia pues no lo hizo tan cumph'damen-te como convena por no haber quien se las trajese la memoria en sumuerte y tambin el Cardenal Duque, por algunos justos respetos se haba
abstenido de declarar mucho de lo que su justicia tocaba.Sus muchos sufrimientos, su prisin y el tormento que le dieron y la
prdida de sus bienes bastaban, segn l, para purgar las culpas que hu-
biere cometido 3.
No le faltaba razn al Marqus para exponer tan melanclicas razo-nes, ni para decir que los servicios de antao se haban trocado hogao en
delitos, ni para aludir la envidia de mulos poderosos; mas todo era envano, estando resuelta su muerte por los que aspiraban reformar las
costumbres. Ya lo dice Quevedo: al escoger la parte ms flaca, demostrel aborrecimiento que saba escoger. Ni el Rey D. Felipe ll le perdon,
ni el Duque, su seor, le libr, porque tena el tejado de vidrio.Y no slo le negaron cuanto peda en la splica, sino que le condena-
ron pagar 12.000 maravedises por no haber probado la ltima recusa-
1 ascn de Torqucmada: Vida de D. Rodrigo C.2 dem, dem.3 Cartas de un caballero de la Corle. Semanario Erudito.
I 6 REVISTA DE ARCHIVOS
cin de jueces. Como le haban dejado sin un escudo, le perdonaron lamulla.
Fue privado de todos sus cargos, ttulos y mercedes S y de toda su
cuantiosa tortuna le dejaron 2.000 ducados para que de ellos dispusiese su albedro. A su familia no le qued ms remedio que implorar la mise-ricordia del Rey. Su padre^ el Comendador de Montalbn y su hijo, el
Conde de la Oliva, apoyados por el P. Jernimo de Florencia, solicita-
ron en vano de Felipe IV el perdn del reo. El padre, la mujer y los hi-jos esperaban al Monarca y al Conde de Olivares cuando salan de Pala-
cio, y se arrojaban sus pies. Otras veces la Marquesa segua el cocheregio por los caminos. Otras, en fin, esperaban al Rey la salida del bos-
quecillo de San Lorenzo, pero ni las splicas de la familia ni la interce-
sin de los Embajadores de Francia y del Papa lograron conmover aquellos gobernantes que haban revuelto el mundo y se conducan contal celo y prudencia, segn un contemporneo, que demostraban en sus
acciones la asistencia del divino espritu.
I Oficios, ttulos y mercedes que tena D. Rodrigo Caldern y que quedaron perdidos porvirtud de su sentencia:
Marqus de Siete Iglesias.Conde de la Oliva.Comendador de Ocaa.Capitn de la Guardia alemana.Con tino de la Casa de Aragn..VIguacil mayor de la Chancillera de Valladolid.Registrador de dicha Chancillera.Mayordomo de las obras de la ciudad de Valladod.Archivero mayor de dicha ciudad.Alcaide de la crcel de ella.Regidor de Valladolid, con voz y voto y la primqra antigedad.Correo mayor de Valladolid.Un balcn perpetuo en las casas del Ayuntamiento de Valladolid.Un aposento perpetuo en las casas de la Comedia de dicha ciudad.Un aposento perpetuo en el Corral de la Cruz de Madrid.Patrono de Portaceli de Valladolid.Regidor de Soria con voz y voto.Dos regimientos de la ciudad de Plasencia, con voz y voto y antigedad.Depositario general de esta ciudad con voz y voto en el Ayuntamiento.Escribano del mismo.Patrono de la Capilla miyor del Monasterio de la Merced de Madrid.Un maraved por cada bula de la Santa Cruzada que se imprimiese en Valladolid, que vala
6.000 ducados de renta.La mitad del buzio que se trae de la India Oriental, que son 30 quintales de caracolillos que
los ponen por lastre de las naves y pasan por moneda entre los negros.El derecho del palo del brasil que viene Lisboa, que vala 12 000 ducados de renta.Nadie sin licencia poda tratar ni contratar en las piedras de tahona ni en las de los bar-
beros, que vienen de fuera para enviar la India Oriental.Averiguse, muy por cierto, que con lo dicho y la renta de los juros, censos y casas, entraban
en su poder cada ao ms de 200.000 ducados.
BIBLIOTECAS Y MUSEOS jy
Este resultado era tan evidente, que en el mismo mes de Julio, apenasdictada la sentencia, se hizo almoneda de los bienes del Marqus y se re-partieron los oficios que tena. Algunas joyas fueron manos de la Reina,
entre ellas un rtiazo de 3.ooo perlas y loo doblones de loo escudos. La-
encomienda de Ocaa se dio al Marqus del Villar, y el mando de la guar-dia alemana al de Tvara. Ni al padre ni los hijos del reo les quitaron
las mercedes que tenan, es ms, el comendador de Montalbn jur en
aquellos das el cargo de gentilhombre de casa y boca.
Los enemigos de Caldern se apresuraron recompensar el celo de
cuantos intervinieron en la causa. A Lzaro de los Ros le dieron 3.400 du-cados; al escribano Garci-Prez de Araciel, 2.000; al relator Molino, 2.000
y D. Francisco de Contreras le hicieron ms tarde Presidente de Cas-tilla K
Don Rodrigo se prepar la muerte. En esto anduvieron muy libera-les sus perseguidores, porque desde la primera sentencia le permitieron
recibir la visita de muchos religiosos.
IX
Ra-zn tuvo el Conde de Villamediana al decir, hablando del Marqusde Siete Iglesias, que vivi ms en su muerte que en su vida, porque losltimos das del secretario de Lerma constituyen un interesantsimo epi-
sodio. La prisin, los sufrimientos, la prdida de sus bienes y el triunfo
de sus enemigos fueron, poco poco, transformando su carcter de un
modo radical. Su orgullo se troc en humildad, su apego lo terreno enun exagerado misticismo. El antes poderoso Ministro no murmura, ni
protesta, ni se enfurece. Su actitud no puede ser ms digna. Acepta suspadecimientos como un castigo providencial de sus pecados y en el silen-
cio de su celda reza y se mortifica, lee libros piadosos, piensa en la muerte
y se dispone padecer el suplicio teniendo frases dignas de un escritor
mstico.
Su piedad, que siempre haba sido grande, cual lo demuestran el mo-nasterio de Portaceli, la capilla de Santa Teresa en el Carmen Descalzode Madrid y la ermita de las Batuecas, fundaciones suyas, se exalta hastallciiur al paroxismo. Los frailes que le asisten se hacen lenguas de su fer-
1 ^Cartas de un caballero de la Corte. Semanario erudito de Valladares y Sotomayor.4* POCA.TOMO XIV 2
I 8 REVISTA DE ARCHIVOS
vor religioso y hasta se ven precisados moderarle Abandonado por
los hombres, se refugia en Dios implora de continuo su misericordia
y el rumor de su milagrosa transformacin, de sus continuas mortifica-
ciones y de su profundo arrepentimiento se esparce por la Corte y por
Espaa entera, despertando en los nimos extraordinaria simpata.
La aspereza con que se trataba -dice Torquemadaera en igual gra-do de la majestad con que antes viva, y de tal manera, que su confesor^Fray Gabriel del Espritu Santo, carmelita descalzo, procurador general
de su orden y muy religioso, docto y ejemplar, era menester que le fuese la mano y le riese por las muchas mortificaciones que haca, y juntocon esto era grande el ejemplo que daba y lo que por aquella boca decaque no pareca sino que por ella hablaba Santo Toms, dejando atnitos los religiosos que le asistan. Y afirm su confesor que en los aos que
haca que confesaba y comunicaba almas y siervos de Dios nunca habavisto cosa semejante, y era de manera lo poco que se le daba ya de losrespetos humanos, que si no se lo estorbara su confesor fuera por las calles
el da de su muerte diciendo sus pecados, y en la prisin lo comenz ha-cer muchas veces, y le fueron la mano.
c(En todo el tiempo de su prisindice Aldanano se le oy otra cosams que acudir al cielo pidiendo el divino auxilio para poder llevar conpaciencia la estrechez de su prisin, que era tan corta, que todo el da era
necesario tener luz para poderse alumbrar. La afliccin de sus congojas,la soledad repetida, las angustias que le rodeaban, los trasudores que le ve-
nan al rostro de ver desamparados su mujer hijos, sobfe todo el nosaber si Dios, nuestro Seor, le haba de perdonar sus pecados, le tenan
con alguna confusin; pero era tanta su penitencia, ayunos, disciplinas,
mortificaciones y otros ejercicios que hizo, que sin duda alcanzaron deS. D. M. (segn se entiende) remisin de sus pecados y particular auxilio
para poder llevar fuerzas al suplicio. Fueron tan continuas sus peniten-
cias, que su confesor, Fray Pedro de la Concepcin, carmelita descalzo,santo varn, se las hubo de mitigar para que del todo no perdiese la salud
y le faltase nimo para poder esperar el duro golpe de la muerte, que porinstantes estaba aguardando con increble valor.
Aprendase de memoria dice otro cronista las obras de la SantaMadre Teresa de Jess. Lea el Flos Sanctorum diariamente, y su confesordeca que nunca vio cosa igual. Haba muchos aos que rezaba el oficio deNuestra Seora y el de difuntos y cumpla el rezo de la Orden de Santiago- i
BIBLIOTECAS Y MUSEOS IQ
Comulgaba y confesaba en das de Pascua, de Nuestra Seora y del Aps-tol, y cada da haca examen de conciencia, y de cuatro cinco aos esta
parte, dos veces al da. En la prisin se confesaba dos tres veces por se-
mana.
En los ltimos das de su vida su misticismo se exalta.
Desde la primera sentencia se le dio licencia para que le visitasen re-
ligiosos, y l se fu disponiendo para morir con gran fervor de espritu.
Dorma en una camilla de damasco azul con oro, y desde este da sac uncolchn de ella y le puso en el suelo con una sobremesa de cuero encima
y una almohada. Cubierto con una capa dorma sobre l cada noche sindesnudarse, si no era para mudarse camisa cada tercer da, y aunque le po-nan seis platos regalados para comer y otros tantos para cenar, no comaal medioda ms de unos tragos de caldo y un poco de lo cocido, cuantonecesariamente era menester para vivir, y lo dems lo mandaba llevar los pobres. A la noche una conserva unos huevos frescos, y esto per-suasin de la guarda mayor, y le sucedi muchas veces echar el bocadode la boca que le saba bien, ponindose la mano delante para no dar notani que lo echase nadie de ver. Haca. grandsimas penitencias, tena disci-plina cada noche, pasaba los das leyendo en libros de devocin, particular-
mente en el de la Santa Madre Teresa de Jess, de quien fu siempre muydevoto, y en el Flos Sanctorum la vida del santo de aquel da, y las nocheslas pasaba de rodillas, llorando sus pecados, pidiendo Dios perdn deellos, y en oracin la mayor parte de la noche. Psose luego un ciliciomuy spero y una cruz de pas aceradas agudsimas.
El martes 19 de Octubre de 1621 le llev la nueva de su muerte FrayPedro de la Concepcin. Sera poco ms de la media noche y D. Rodrigose hallaba de rodillas sumido en profunda meditacin. Pregunt su con-fesor qu vena, y ste le respondi que pasar la noche con l. Pusi-ronse ambos discurrir acerca de las miserias de la vida, y exclam FrayPedro:
^Quin no trocara la vida temporal por la eterna? No slo una, sino cien mil vidas quisiera yo tener para darlas por
Dios replic el Marqus. Pues bien prosigui el fraile : S. D. M., para dar V. S. prenda
de la gloria que le ha de dar, quiere venir maana darle la de gracia.Comprendi al punto D. Rodrigo el fin de aquella pltica, y despus
de exclamar, puesto de rodillas ante un crucifijo: Hgase, Seor, en m tu
20 REVISTA DK ARCHIVOS
voluntad)), se levant y abraz estrechamente al portador de la terrible
nueva. Hecho esto, volvi ponerse los cilicios que llevaba en el cuerpo
y los brazos, y pas lo restante de la noche en ejercicios del espritu. Acu-
dan su memoria, exaltada por la solemnidad del momento, reminiscen-
cias de otros tiempos, escenas de su vida pasada. Recordaba las esplndidas
fiestas de Palacio y la suntuosidad de las celebradas en la Plaza Mayor
cuando sala al frente de la guardia alemana, respetado y admirado por
lodos.
Vili^ame Dios! deca su confesor . Que me haya yo visto entan alta fortuna para que los que entonces me vieron y otros tantos msvengan ahora verme morir afrentosamente en esa misma plaza!
En la maana del mircoles 20 de Octubre se reconcili y dispuso, deacuerdo con su confesor, de los 2.000 ducados que le quedaban, dandoparte los pobres y parte un paje que le haba acompaado en su pri-sin.
Hecho esto, sali su oratorio puesto su manto blanco de captulo yen l su hbito de Santiago, y djole misa su confesor de la Seora MadreTeresa de Jess, y comulg como un escogido de Dios y con grandsimosactos de fe, y al tiempo de recibir el Santsimo Sacramento, dijo termi-
nantemente: Seor mo Jesucristo, pues hoy vens vos m, vaya yotambin vos; y al decir: in manus tuas commendo spiritum ?neum, aa-di: pita7n et honorem tneiim; y despus de la misa en que comulg, oyotras cuatro con grandsima devocin espiritual, de rodillas, y en aca-bando de oiras hizo una declaracin en que libraba al sargento mayorJuan de Guzmn, que estaba preso por l y condenado muerte por laque hizo de Francisco de Juara, diciendo que l haba tenido la culpa, por-
que le haba dado una cdula de S. M., mal ganada, para que le matase.
Pas toda la tarde de aquel da y la noche antes de su trnsito con losreligiosos, haciendo actos de contricin con grandsimas lgrimas, pidiendo
Dios perdn de sus pecados. A la media noche lleg Fray Juan de la Ma-dre de Dios, compaero de su confesor, y le llev una memoria de lasmandas que le hacan los religiosos y religiosas de su Orden: uno le dabalos mritos de seis meses; otro hasta que saliese del Purgatorio; otro ora-ciones; otro ayunos; otro siete viernes de disciplinas; y este tenor le hi-
cieron muchas mandas. Recibi D. Rodrigo con esto grandsimo consuelo
y con grandsima humildad respondi agradecidsimo que esperaba versemuy pronto en la presencia de Dios y que lo primero que haba de supl-
1
BIBLIOTECAS Y MUSEOS 21
car S. D. M. era les pagase tan gran merced y cardad_, que nada le pas
que directamente no respondiese ello. Aquel da llegaron algunos pe-
dirle algunas cosas con mal ttulo, diciendo debrselas, y l respondi que
su hacienda era de S. M., y que no poda darla quien sin razn ni justi-
cia la peda.
Aquella noche escribi D. Rodrigo su padie una carta muy notable:
Padre y seor mo decale : Fuera gran consuelo para men laocasin presente, en que estoy en vspera de ir dar cuenta Dios de mis
grandes pecados, que me han trado por justo juicio suyo este estado, de
\ erme los pies de V. S. para pedirle perdn de haberle sido tan mal hijo,
besndoselos mil veces, y hacer particular recuerdo V. S. de las obliga-
ciones que en este mundo dejo, porque como son tan precisas no pueden
dejar de darme cuidado, aunque todo lo pongo y dejo en manos de nues-
tro Seor. Confieso, padre y seor mo, que he sido hijo desobediente, y
para m siempre V. S. el padre del hijo prdigo, y confiando en esto le
suplico humildemente cuide de mi alma, que es lo principal, y tras esto,
que V. S. le sea padre la Marquesa (como siempre lo ha sido) y abuelo
y padre de mis hijos, que ya no tienen otro espejo en que mirarse si no es
en V. S., encomendndoles de mi parte que tomen ejemplo en m paraque echen de ver cuan poco hay que fi^r de las cosas ae esta vida.
Quisiera yo significar cada uno en particular el sentimiento de mi
corazn en este desengao conforme lo que de cada uno he conocido;
remtolo la discrecin de V. S. que lo haga en mi nombre, pidiendo
nuestro Seor que por los mritos de Jesucristo, su hijo, embeba en el
alma de V. S. mi sentimiento en esto para que as lo pueda explicar.
Mucho me holgara que el Conde, mi hijo, se retirara un poco de la
Corte y de andar respeto de grandes, por ver cuan caro me ha costado
m lo contrario.))Aunque el estado presente me excusara de acordarme de materia de
inters, pero porque no puedo desasir de m las obligaciones de preso, poresto me hallo obligado advertir V. S. lo siguiente:
)>Lo primero, que si por va de justicia de mandamiento por satisfac-cin de V. S. y de mi seora, la Marquesa, de los alimentos del Conde ysus hermanos, y el derecho que tiene mi hacienda el Prior, mi hijo, por
haber gozado ya los frutos de la suya, se hubiese de escoger de los oficios
que ya tena, se escoja el de la Cruzada, porque es renta ms cierta y se-gura, trayendo el papel de fuera del reino en resmas; con lo que se aho-
22 REVISTA DE ARCHIVOS
rrar se pueden aumentar 2.000 ducados de renta; as tendrn mis pobres
hijos al^o con que poder pasar, y si esto no se pudiese, se elija el oficio de
Correo, mayor; esto se me ofrece brevemente. V. S. lo disponga. No digo
ms porque estamos de partida para la otra vida y es breve el tiempopara los negocios de mi alma. Dios guarde V. S. como mis hijos han me-
nester. De la prisin, 20 de Octubre de 1621 aos.
Despus de escrita esta carta pos la noche como la anterior, en colo-
quios con los religiosos, y ya muy deshora le persuadieron stos paraque se acostase sobre un colchn, y despus de muchos ruegos lo hizo
abrazado un crucifijo y frente una imagen de Santa Teresa, reposando
breves instantes.
Al despertar pregunt si le haban de dar la Extremauncin, y como
le dijesen que no era estilo administrarla quienes moran de aquellasuerte, rog sus acompaantes que, por lo menos, le explicasen los mis-
terios de ese Sacramento.
Al clarear el da entr en la prisin Fray Gregorio de la Pedrosa, n-
timo amigo suyo. Eran las cinco de la maana, y se aproximaba la horadel suplicio.
La sangre fra no abandon al reo un solo instante. Se despoj de loscilicios por no hacer pblico alarde de religiosidad, y antes de vestirse
ley, puesto de rodillas, una protestacin de fe escrita por l, acto mara-
villoso y muy ejemplar con que todos se enternecieron.El reo procedi su tocado con extraordinario esmero. Psose una
sotana larga de bayeta y un capuz y una caperuza de las largas que caen
sobre los hombros. Estando vistindose advirti que el cuello de lechu-guilla fuese sin almidn, y que le hilvanasen al del jubn, pues era pos-tizo, y que no le hiciesen nudos para que el verdugo no se hallase emba-razado se turbase quitndolos, sino le pusieran botones para que saliese
con el cuello del jubn cuando fuera preciso. Viendo que la sotana traacuello, pidi unas tijeras y, ayudndole un guarda, lo cort por sus pro-pias manos, diciendo que as era fcil que el verdugo hiciera su oficio.Una vez vestido pidi la cruz de Santiago; pero renunci ostentarlacuando supo que se haba mandado que no la llevase. Sobre la sotana sepuso un ferreruelo, y pas al oratorio, donde oy nueve misas, todas de ro-dil las.Y la primera, recordando lo que haba hecho una vez Santa Te-resa, pidi al celebrante que al echar la partcula en el cliz, echasejuntamente su alma.
BIBLIO I KCAS Y MUSEOS 23
A todo esto avanzaba la maana, y era hora de encaminarse al su
plicio.
El 21 de Octubre de 1621 fu da de grandes emociones en la coronada
villa de Madrid. La incertidumbrc que hasta entonces haba reinado en
cuanto al desenlace del proceso, la creencia de que el Monarca indultara
al reo y, sobre todo, la pieJad y el arrepentimiento de ste, aumentaron
poderosamente el inters que despertaba.
El temor que ocurriesen desgracias, debidas la aglomeracin de
gente, hizo que las autoridades no anunciasen la ejecucin hasta el 20 deOctubre, por lo cual no empezaron desembarazar la Plaza Mayor ni
levantar el cadalso hasta la tarde de ese da.
c(El cadalsodice Aldanaestaba en la Plaza Mayor, al lado de laPanadera, frente las casas de D. Francisco Sardeneta, que estn en ella
al Medioda, y era de alto de tres varas poco menos. Habanle adornado
con bayetas hasta las escaleras por donde haba de subir; pero esto lleg
odos del Presidente de Castilla, que mand las quitasen luego y tan sola-mente dejasen los cojines almohadas, para que despus de degollado letendiesen en ellos.
c(A las nueve de la maanadice por su parte Gascn de Torque-madafu el Alcalde D. Pedro-de la Mansilla, con 70 alguaciles de corte, casa de D. Rodrigo para entregarle los alguaciles, como Alcaide quehaba sido suyo, y las diez y tres cuartos el P. Fray Gregorio de la Pe-drosa avis al Marqus y le dijo: Seor, ya dicen que nos llama Dios yque es hora de ir buscarle. Y l al punto bes la tierra, y levantn-dose sil turbarse, dijo: Pues Dios nos llama, vamos prisa. Diciendoesto se quit la capa, y un criado suyo le puso el capuz y la caperuza, ysaliendo de su oratorio dijo que se senta muy flaco de cuerpo y alma.Respondile que esperase en Dios le haba de dar fuerzas, y que se las pi-diese, que no se las negara, y ms en esta ocasin. Pidi luego un jarrode agua, bebi dos tragos, y al entrar en el oratorio le hizo su confesor porfuerza desayunarse, y tom unos tragos de caldo y bebi luego un pocode agua.
Dile Dios de manera el pedirle fuerzas, que cuando empez bajar laescalera era tal el bro y valor que Dios le haba dado, que lo que ms sola
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sentir, que era llevarle por las calles pblicas, ya le pareca largo el plazo
de verse en ellas.
Sub despedirse el Alcalde D. Pedro de la Mansilla, y le sali
recibir la mitad de la pieza con buen semblante y nimo, y djole que le
dejase mandado algo de su servicio. Respondile D. Rodrigo que, pues le
daba licencia para suplicarle, le peda encarecidamente la brevedad del
despacho de los negocios de su mujer hijos sobre cierta pretensin quetenan con S. M. en materias de hacienda, y pasaba ante dicho Alcalde.
Don Pedro de Mansilla respondile con consuelo. En esto, comenzaron
todos derramar lgrimas y dar gritos, viendo su grande esfuerzo y una
presencia y espectculo tan venerable. Tom la mano D. Rodrigo todos,consolndoles y dicindoles: Seores, no es tiempo ahora de llorar, sino
de alegrarnos, pues vamos hacer la voluntad de Dios.
La calle Ancha de San Bernardo, entonces de Convalecientes, dondeestaba situada su casa, rebosaba gente. Esperaban al reo 70 alguaci-
les de corte caballo; las cofradas de la Veracruz y Misericordia, con sus
Cristos y gran nmero de campanillas; el verdugo con una mua, y tantagente, que fuese preciso despejar el portal y la escalera para que pudiesebajar. Acompaaban al Marqus los religiosos que le haban asistido, elguarda mayor Hinojosa y los dems guardas, quienes se despidieron de lcon muchas lgrimas, abrazndoles l todos y pidindoles que le enco-
mendasen Dios.
La alegra de rostro, presencia, pelo y barbadice Aldanada-
ban indicios naturales y verdaderos de ir morir con verdadero arre-
pentimiento y dolor de las culpas cometidas contra Dios y contra su
Rey.
Llegando al descanso de la escalera
prosigue Torquemada, autor delrelato ms circunstancial de su muertevi la mua en que haba de ir ydijo: Jess! ^A m, mua? No haba de ser sino en un sern en que mellevasen arrastrando y me fuesen atenaceando vivo y sacando bocados de
mis carnes.
En el ltimo escaln para subir la mua dio el Cristo su confesor,
y tomando la rienda con la mano izquierda se santigu con la derecha ypuso el pie en el estribo, y tenindole el otro el verdugo subi caballo
con tal valor y gentil desenfado como si fuera fiestas, entre las lgrimas
de los circunstantes. Luego se compuso bien el capuz, porque no fuese con
desaire, y le puso sobre los hombros y tom el Cristo besndole los pies
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muchas veces. Lleg luego el verdugo y le at las piernas con una liga.No ates, amigo dijo
;^piensas que me tengo de ir? Bien s que voy
morir. Sosigese S. S. le dijo el confesor ,
que es orden; y l res-
pondi: c(Pues si lo es, ata, amigo, ata.
Las once seran cuando se organiz la comitiva, no sin trabajo por lamucha gente que llenaba la calle, amn de la que haba en los balcones ytejados.
Precedan al preso los alguaciles de corte caballo, 3o porteros pie,
los pregoneros y las Cofradas de los ajusticiados. Las bocacalles estaban
atajadas por coches para impedir la excesiva aglomeracin de curiosos, yen la Plaza Mayor estaba el mundo abreviado en balcones, ventanas yterrados, que entonces eran todos de plomo, y se pudo temer una desgracia
por la mucha gente que haba, pues hay quien dice que este da se alqui-laron los balcones como se acostumbra en fiestas pblicas.
Delante de todos los del cortejo gritaban los pregoneros: Esta es lajusticia que manda hacer el Rey, nuestro seor, este hombre, por haberhecho matar otro alevosa y ase^inadamente, y por la culpa que tuvo en la
muerte de otro hombre y por las dems en que est condenado contenidasen su sentencia, le manda degollar. Quien tal hace, que tal pague! Elruido de las campanillas y el rumor de las oraciones impeda que las vo-ces de los pregoneros llegasen D. Rodrigo.
La impresin que ste produjo en el pblico debi ser grande y pro-funda. Llevabadice Torquemadala barba muy crecida y el cabellomuy largo, en crencha, hasta los hombros, que casi no se conoca, porqueno se le haba quitado desde que le prendieron hasta ese da, y fueron jus-tos dos aos y dos meses.
Iba con los ojos clavados en un crucifijodice otro cronista ,
pen-
diente slo de los motivos soberanos que para meditar le ofreca aquella
santa imagen; de aspecto grave, compuesto y ajustado, de barba venerable,el cabello tan largo que le cubra el cuello.
La impresin fu tal, que en todo el trayecto no se escucharon ms quepalabras de consuelo y murmullos de simpata.Dios te perdone y esfuerce!decan unos.
Dios vaya contigo y perdone tus pecados!decan otros.Dios te d buena muerte!exclamaban los dems.^Es esto ir afrentado?exclam el reo volvindose su confesor.
Esto no es sino ir siguiendo mi seor Jesucristo, ir triunfando, porque
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S. D. M. le iban blasfemando y escupiendo y m todos me encomien-dan Dios.
La gente estaba tan lastimadadice Torquemada ,
que si por dinero
sus enemigos pudieran rescatar su vida, lo hicieran.
El trayecto fu largo. Le llevaron por la calle Ancha la Plazuela de
Santo Domingo; desde all, por delante del Monasterio de los Angeles, la
Plazuela de los Donados, y cruzando la calle del Arenal, y subiendo la de
las Fuentes y la Plaza de Herradores, penetr el cortejo en la Plaza Mayor
por el Callejn de Boteros y no por el de la Amargura, empleado en estoscasos.
Padre mo!dijo el Marqus su confesor
podr ofrecer Dios el
haberme trado por todas la casas de mis jueces, porque en esto me he pa-
recido hoy Cristo, nuestro Redentor.
Efectivamente; pas por delante de la morada de D. Diego del Corral, la vista de la de D. Francisco de Contreras y, por ltimo, junto las ca-sas de D. Luis de Salcedo y de D. Alonso de Cabrera.
Al llegar al pie del cadalso se ape con muy buen aire, sin dejar elCristo de la mano (el cual era de pincel y perteneci al Emperador Car-Ios V, siendo muy milagroso), la puerta de una contravalla, y recogiendoel capuz sobre el hombro, subi las gradas, en las cuales estaba Fray Je-rnimo de Pedrosa, mostrando tal contento al verle que se ri con l y ledio la mano para subir mejor.
Al ver el cadalso tan desmantelado, y sin luto las tablas, ex-
clam:
Yo no he sido traidor! ^Quirenme degollar por detrs?El Padre Pedrosa le consol mucho y le asegur que sera degollado
por delante como caballero y fiel ministro, y que el estar el cadalso sin luto
era estilo que se tena con todos. Sosegaosaadi ,
porque el demonioanda suelto para inquietar V. S.
Algo ms tranquilo con estas explicaciones, descans un momento yluego se puso de rodillas lo mismo que los religiosos y rez el Credo enlatn y las Letanas diciendo l ora pro me, y ellos ora pro eo.
Terminados los rezos le previno el verdugo que era ya hora. D. Ro-drigo se levant y dijo su confesor que se alegraba mucho de que Dioshiciese en l su voluntad y que le confesase y absolviese.
Postrado en tierra dijo la confesin, y postrado le absolvieron; hecho
lo cual, bes la mano del confesor y tom asiento en la silla clavada al
niru.OTFCAS y muskos 27
mismo tablado, la cual haba estado enlutada hasta la diez, en que por or-den superior la descubrieron.
Al sentarse, busc una postura cmoda, se levant y volvi sentar,
ech parte del capuz detrs de la silla, mir por si haca fealdad y dijo al
verdugo:
^Estoy bien?
S, seor contest aqul , y perdneme V. S. S, amigo de mi almaexclam el reo abrazndole.Prosigui sus oraciones, y al or que Fr. Jernimo de la Pedrosa le
deca que haba llegado la hora de demostrar valor, respondi que se ha-
llaba ms contento que nunca.Lleg el verdugo atarle los pies, y dijo: ^Qu haces amigo? Res-
pondieron los religiosos que era estilo. Pues ata de la silla, dijo D. Ro-
drigo. Luego le at los brazos, amarrndolos los de la silla, y se los
ofreci diciendo: Toma, ata; y habindolos atado, llam al verdugo, yyaque no poda echarle los brazos por tenerlos atados, desvi la cabeza de
la silla lo que pudo con grande humildad y le dio un beso de paz en el
carrillo izquierdo. Atle luego el cuerpo la silla, y djole su confesor
que tambin Cristo le haban atado, y con este argumento comenz hacer conmemoraciones de la Pasin con afectos vivos, abrasados en fuego
del eterno amor. Luego dijo al verdugo: Amigo, cuando sea tiempo,
alza el capuz y qutame una banda que traigo al cuello, que es con la que
me has de vendar los ojos. Quitsela luego y psola el verdugo en la pre-
tina; luego le desaboton el cuello y le arroj un lado, y al vendarle losojos, como era fuerza andarle por detrs para asir de la punta del tafetn,
dijo: ^Qu haces, amigo?que no ha de ser por ah.v Temeroso todava dela honra de sus hijos. Al fin le aseguraron que no haba de ser sino por
delante, y volviendo otra vez el verdugo tirar del tafetn, le dijo: Notires, que yo me estar quedo.
En vendndole los ojos dijo: Padres mos, no se vayan. Respondie-ron: Aqu estamos, seor. Diga V. S.: Jess. Djolo, y en dicindolo, leech el verdugo el cuchillo la garganta, y tuvo tanto nimo y valor, yestuvo tan en Dios, que los que estuvimos cerca le omos decir segunda vez:(Jess, despus de degollado, dejando al pueblo bien desconsolado, dandomil gritos con piedad de tan lamentable caso. Habiendo dado el alma su Criador, que fu en un instante, le desat el verdugo, y entre l y el
muidor de la Cofrada tendieron el cuerpo sobre un pao de bayeta y
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dos almohadas de lo mismo y le cubrieron con. otra bayeta, dejando elrostro al descubierto. Pusironle luego una cruz encima del pecho, y las esquinas del tablado cuatro hachas amarillas en sus hacheros de
palo.
Despus de haber dado el pregn de costumbre para que nadie le qui-
tase de all, so pena de la vida, agolpse la gente alrededor de la valla del
cadalso con lnimo de contemplar el cadver, y por fuerza tuvieron los
alguaciles que dejar paso los curiosos y los frailes, que en gran nmerovinieron decir responsos.
As estuvo dice Aldanadesde la una y media del da en que le de-
gollaron hasta anochecido, que estando prevenida mucha clereca y reli-
giones para hacerle un entierro suntuoso, baj nueva orden mandando le
enterrasen como los ajusticiados. Y aunque de parte del Conde de Luna
se convid para su entierro todos los seores, religiones y cofradas de
la Corte, la orden fu tan apretada, que no pudo acompaarle msque la Cruz de la parroquia, seis hachas, los Cristos de los ajusticiados yseis hermanos de Antn Martn que llevasen el cuerpo, sin el clamor de
una sola campana.
Se impona la obediencia. Al anochecer subi el verdugo desnudarle
pblicamente, con gran deshonestidad, y con l dos mujeres ordinariaspara amortajarle, que son las que amortajan los ajusticiados, cosa queno pareci bien y que motiv nuevas recriminaciones.
Hallronle el cuerpo denegrido de los cilicios que tena puestos, yacardenalado de los muchos azotes que se daba y penitencias que haca, ylas rodillas hechas llagas de rezar sobre ellas.
As muri el Marqus de Siete Iglesias, y su cadver, como el del msmsero, se llev al convento del Carmen descalzo, donde se haban puesto
bayetas en el suelo de la Capilla mayor y en los bancos, y se haba pre-
parado una tumba. Al llegar la iglesia se recibi la orden de quitar toda
seal de luto, y el cadver del secretario de Lerma se enterr sin atad,
en medio del silencio, porque ni doblaron las campanas ni sq entonaron
ms preces que las de unos cuantos frailes.Los enemigos de Caldern haban vengado cumplidamente antiguos
agravios y grandes envidias, tratndole como un hombre de baja estofa;pero precisamente aquel rigor puso de manifiesto el apasionamiento con
que haban procedido. Caldern se convirti para el vulgo en un ente so-brenatural, y su triste destino despert unnimes simpatas.
BIBLIOTECAS Y MUSEOS 29
c(Cuando le escribdice un tal Juan de Torquemada en carta diri-gida un caballero de provincias
, se tena por cierta su desgracia, que
cierto ha granjeado general piedad en todos, porque con los tan acosadosde la fortuna es indigna la venganza. ^Quin persigue al perseguido yquin tiene nimo, ni se juzga con valor para maltratar al cado y desdi-chado?
As pensaban muchos raz de su muerte. Los corazones desatadosen lgrimasdice otro cronistavieron un espectculo no horrendo, an-
tes apacible, que tal es la fuerza y virtud de morir bien, que desvanece
la muerte las impresiones de horrible y la informa especies de objeto agra-dable. Y esta fu una muerte que obscureci los mayores ejemplos y li-mit las mayores alabanzas, cuya merecida duracin sern los siglos es-pacio breve. Y el autor de este pomposo elogio aade que las gentes dereligin extraa se quedaran admiradas al ver aquel ejemplo de la Cat-lica, superior al que dieron Mucio Scevola, Rgulo y Horacio.
Tanto pudo su valor dice otro
, tanto mereci su paciencia, que un
espacio tan corto transform su piedad los nimos concitados y proter-vos en la oposicin dilatada de sus felicidades poco dichosas, sac honor
de la ignominia, piedad de los castigos y victoria de la muerte. Que enjusta ley se permite que pues sigue las culpas el castigo, siga el ala-
banza al valor ^
JVlandaron decir misas por su alma los seores y las damas de la Corte,dijronlas voluntariamente muchos religiosos, y entonaron sus alabanzas los
poetas. Villamediana, su antiguo enemigo, Lpez de Zarate, Lope de Vega,Gngora, Guillen de Castro, Vlez, Moreno, Pimentel y otros muchos le de-dicaron sonetos y romances. Faltaba el elemento mtico que, segn Froude,
no puede eliminarse de la historia. Los religiosos se encargaron de sumi-
nistrarlo. El mismo da que ejecutaron Caldern hallaron muerto en sucelda uno de sus mayores enemigos: el padre Juan de Santa Mara.
Fray Gregorio de la Pedrosa, su confesor, asegur que D. Rodrigo fu al
cielo desde el cadalso, y dos aos despus de su muerte, cuando llevaron
su cadver al Monasterio de Portaceli para enterrarlo en la sala capitu-
lar, descubrieron que la herida de la garganta y las dos fuentes que tena
estaban, lo mismo que el cuerpo, tan frescas como el da que le enterra-ron. Una monja muy santa, D."" Mara de Escobar, escribi muy por ex-
I Biblioteca Nacional, S 77.
3o REVISTA DE ARCHIVOS
tenso acerca de los cristianos ejemplos de su muerte, y dijo haber tenidorevelacin de su eterna dicha. Un annimo comentarista de los Anales dequince das, dice, por su parte, que quizs quisiera Dios significar la
buena suerte de su alma con la integridad, si no milagrosa, al menos muyextraordinaria de su cuerpo.
Las honras fnebres de Caldern se celebraron en Madrid el 2 de Di-ciembre de 1621 en el Carmen descalzo, con permiso de S. M., y fueronmuy solemnes. Sobre el tmulo se coloc el hbito de Santiago, y entrelos asistentes se contaron nueve (irandes y muchos ttulos y caballeros K
Don Rodrigo merece figurar por muchos motivos entre los que aca-rrearon la decadencia de Espaa; pero teniendo en cuenta el carcter de
sus contemporneos y la conducta de los que en su tiempo manejaron losnegocios del Estado, preciso es confesar que se le trat con demasiada du-reza, y que su muerte fu debida, no al rigor de la ley, sino las mezqui-
nas pasiones de sus mulos. La figura de D. Rodrigo en el patbulo resultaextraordinariamente simptica, y se destaca por su varonil grandeza del
confuso tropel de ministros prevaricadores y ambiciosos. Vivi mal, perosupo morir; en tanto que ellos evitaron la pena que les corresponda pormedio de bajezas, se fingieron locos, como Villalonga. De ninguno delos favoritos de aquella poca pudo decirse lo que Villamediana de Cal-dern:
Este que en la fortuna ms subidano cupo en s, ni cupo en l su suerte,viviendo pareci digno de muerte,muriendo pareci digno de vida.
Oh! Providencia no comprehendida,auxilio superior, nimo fuerte,el humo en que el aplauso se conviertehace la misma afrenta esclarecida.Que all fi un cuchillo los perfectos
medios que Religin celante ordenapara ascender la mayor vitoria,y trocando las causas sus e'^ectos,
si glorias le conducen la pena,penas le restituyen la gloria.
1 Dos aos despus en 20 de Enero de 1623, se hizo una transaccin entre el Rey y la Mar-quesa de Siete Iglesias. Dejronle la libre disposicin de sus bienes y 8.000 ducados por una vez.Al Comendador de Montalbn le dieron de por vida la villa de Siete Iglesias. Al Conde de laOliva, hijo mayor del muerto, le concedieron nuevamente este ttulo y las mercedes qje tena.La Casa de las Aldabas y el Patronato de Portaceli quedaron vinculados en la familia. Esto futodo lo que hizo el Conde de Olivares por la familia de su antiguo amigo. Del naufragio de lafortuna de ste no quedaron ms que unos cuantos miles de ducados de renta, la suficiente paraun mudcsto pasar.
BIBLIOTECAS Y MUSEOS
A ninguno de aquellos privados mereca este elogio de Gngora:Ser pudiera tu pira levantada
de aromticos leos construidaoh, fnix! en la muerte, si en la vidaave no de sus pies desengaada.Mucre en quietud dichosa y consolada,
la regin asciende esclarecida,pues de ms ojos que desvanecidatu pluma fu, tu muerte es hoy llorada.Purific el cuchillo, en vez de llama,
tu ser primero, y gloriosamentede su vertida sangre renacido,
alas vistiendo, no de vulgar fama,de cristiano valor, s, de fe ardiente,ms deber su tumba que su nido.
Madrid, Septiempre-Octubre, igoS.
Julin Juderas.
ALGUNAS OBRAS ARTSTICAS DE AFICIONADOS REALES
(BIBLIOTECA NACIONAL)
REFERA cierto sujeto que figur mucho en el recin pasado siglo, quesiendo l chicuelo iba un da con sus padres por el Prado en oca-sin en que acertaron pasar los Reyes Carlos IV y Mara Luisa;
mirlos muy bien, y dijo: (.([Qu fea es la Reina! Sincera proclamacin deuna verdad notoria que le vali incontinenti de la paterna mano un bo-
fetn de marca, aplicado, (costumbre de la poca), para que mejor com-prendiera y ms fijas se le quedaran estas palabras que el padre ceudo ysevero le dijo al mismo tiempo: La Reina no es fea ni es bonita; es laReina.
En tiempos en que el acendrado sentimiento monrquico que este hechorevela era general, cuanto en algn modo tocaba personas Reales eramirado con respetuoso inters, y las obras de sus manos, estimadas, muta-tis mutajidis, como reliquias. Pero todo cambia en el mundo; aquel senti-miento es ya cosa arqueolgica; por otro lado van las corrientes, y ni loschicos tendrn que temer tan speras correcciones por tan leves desacatos,ni los grandes estimarn en un ardite mamarrachos confeccionados pormanos augustas. Con todo, algo de aquello queda, porque est en la natu-raleza de las cosas que quede; tales obras, ttulo de curiosidad, son
siempre apreciables, mxime si pueden tenerse ya por curiosidades hist-ricas. Por tales pueden juzgarse las de que voy ocuparme, y creo que nitratar de ellas ser tiempo perdido, ni desagradable su noticia algunoslectores de la Revista.
BIBLIOTKCAS Y MUSEOS 33
Procedente, a lo que creo, de la coleccin Carderera, aunque tal como
hoy esti no aparece su sello, hay un aguafuerte pequea
75 milmetros
de ancha por 55 de alta
que representa un mendigo que marcha apoyado
en un palo llevando en la otra mano una capacha. A'la- derecha de la es-
tampa, en primer trmino, un tronco de rbol; en el fondo, peas, sobre
las que se ven arbustos y una cabra paciendo. Es la tal estampa copia no
mal hecha de una de Callot, que forma parte de una de sus series pequeas
de mendigos. Como la mayor parte de las estampas de Callot, ha sido co-piada varias veces, y poca ninguna importancia se da tales copias. Esta,
sin embargo, alcanza, y muy justamente, la preciada nota de muy rara,que ya puso D. Isidoro Rosell en la cartulina en que est fija. La al-
canza por estas letras que tiene grabadas al pie: /. J. exculpsit (sic).
Quin sea ese J. J. lo declara una nota manuscrita que hay sobre la es-tampa y que dice: Esta lmiia abri el S^ . D, Juan de Austria, cuta
cifra es en el esculsit J.J . En efecto, las dos J. J. corresponden al nombrede pila del bastardo ms eminente de F'elipe IV, que consta que se lla-maba Juan Jos, por ms que de ordinario no pusiera el segundo nombreque, por ser el de la madre, no era propsito para sacarlo relucir de-
masiado.
Que este D. Juan de Austria pintaba es cosa sabida; hasta Cen le hadado lugar en su Diccionario, bien que slo como aficionado ilustre. Don
Pedro de Velasco, que fu el encargado de su educacin, eligi para maes-
tro de dibujo Eugenio de las Cuevas, hijo de Pedro de las Cuevas, sinduda porque ms de buen pintor era muy culto. El discpulo parece quesali aprovechado, tanto, que al hacer mencin de l Palomino entre losgrandes personajes que se haban honrado con los pinceles, asegura habervisto sus pinturas al leo, y que en porcelana las haca tan bien, que Ca-
rreo sola decir que no haber nacido Principe, pudiera con su habilidadvivir como tal. Me parece que vendra de perilla aqu aquel c(discreta hi-prbole! de la marisabidilla Doa Agustina; pero, en fin, l pintaba, y nohay por qu dudar que pudiera hacerlo regularmente. Ms que el elogio deCarreo y de Palomino parece indicar que era as el singular paso de suvida en que ech mano de su habilidad pictrica para pescar por la msextraa va del mundo la tan codiciada corona, que lo tena completamenteobsesionado, como ahora sj dice. Muerto el Prncipe Baltasar Carlos,imagin aquella testa riscaldala que poda arreglarse todo pedir de bocacasndose l con la Infanta Margarita; verdad que e! ser hermanos de pa-
4.* POCA.TOMO XIV 3
^^REVISTA DE ARCHIVOS
dre dificultaba un poco la cosa; pero, su parecer, no la imposibilitaba
del todo. Acudi . los telogos de Lovaina y de Roma consultndoles muy
gravemente si por la conservacin de un reino podra ser lcito el matri-
monio entre hermano y hermana; y es de creer que para aclarar las men-
tes de los doctores y ayudarles resolver tan arduo caso no dejara el
ilustre consultante de tocar teclas ocultas; ello es que no todos aquellos
graves moralistas le enviaron paseo, sino que los hubo de opiniones
blandas y contemporizadoras, y que no haber tenido por entonces un
descalabro militar, de seguro que sigue empendolando el negocio. Quiso
volver algn tiempo despus la carga, y pertrechado con las respuestas
favorables su consulta, acometi atacar el fuerte ms temible, que era elnimo del Rey. Parecile muy propsito para tantear el vado echarmano de las Bellas Artes, y pint un cuadro mitolgico que representaba
el olmpico himeneo de Jpiter y Juno, hecho en las barbas y muy gustodel padre Saturno. Retrat en ste la majestad de Felipe IV, la InfantaMargarita en Juno, y s mismo en Jpiter. No eran, la verdad, los ros-tros de los retratados los ms adecuados para aquellas divinidades del cl-sico Olimpo, y seguramente que Homero Fidias no las hubieran recono-
cido fcilmente con tales mascarillas; pero lo que importaba era que
Felipe IV las reconociera, calara la cosa y le cayera en gracia. Concluido
el cuadro, que sin duda debi ser la obra maestra de este egregio artista,
escribi al Rey, que estaba en Aranjuez, por la primavera de i665, pidin-dole permiso para ir besarle la mano, y ofrecerle una pintura que haba
hecho; obtenido, fu all y le present el cuadro. El efecto fu desastroso-
El Rey en el primer momento comprendi harto bien lo que en aquellohaba y adonde iba parar, indignndose, como era natural, por tan
descabellado atrevimiento, volvi la espalda y mand decir D. Juan quese partiera inmediatamente para su destierro de Consuegra, y que no pa-
reciera jams en su presencia. Y fu as; no volvi ver al Rey, que aunen sus ltimos momentos se neg recibirle.
Por lo original pudiera creerse este curioso episodio una de tantas in-
venciones novelescas que caen por tierra al consultar los documentos;
pero no es as: es hecho histrico bien probado; pueden verse los intere-
santes artculos sobre D. Juan de Austria, escritos con cuanta erudicin ycrtica puede apetecerse por D. Juan Prez de Guzmn, publicados con elttulo de Una espada popular en la Ilustracin Espaola y Americana,el ao 1875.
REV. DE ARCH., BIBL. Y MUS. TOMO XIV.LAM. II.
EL PRINCIPE D. BALTASAR CARLOS.GRABADO POR D. JUAN DE AUSTRIA (.^)(Biblioteca Nacional.)
BIBLIOTECAS Y MUSEOS 33
^Y qu se hara del extrao cuadro? Curioso sera poderle echar la
vista encima; pero no hay que esperarlo; es ms que probable que vol-viera con el autor Consuegra y que pereciera de mano airada. Las otras
pinturas suyas, si es que alguna existe, nos son completamente desconoci-
das. Slo este pedacito de tenue papel se ha salvado del general naufragio,
y l queda reducida hoy por hoy toda la obra del artista. Porque des-
pus de estudiarlo bien creo que, efectivamente, es obra suya, y que esas
misteriosas J. J. son las iniciales del Juan Jos, hijo de Felipe el Grande
y de Josefa Caldern; y lo creo, porque la nota que lo dice es de fines del
siglo xvu, es decir, casi coetnea del grabado, y, por tanto, puesta por quien
deba saberlo. La cosa es, adems, muy verosmil, y entrando en el te-
rreno de las hiptesis, pudiramos pensar que las aguasfuertes de Ribera,
al que por su desgracia trat, le inspiraron el deseo de picar en esta rama
del arte, y lo hizo copiando una obra sencilla de Callot, que tan en boga
estaba por entonces en Italia. De creer es que no sera slo este ensayo el
que hiciera, tanto ms cuanto que no debi quedar descontento de l; perohasta el presente no he logrado ver otro grabado marcado con las J. J.
Entre los annimos hay uno que estara tentado de atriburselo si hu-biera algunos datos ms de que manej la punta. Es un retrato ecuestredel Prncipe D. Baltasar Carlos, estampa curiosa y un tanto problemtica.
Y aunque no es mi nimo adjudicrsela al egregio y revoltoso bastardosino con muchas reservas interrogaciones, como parece indudablementede su poca y no le falta, por lo que hace al manejo de la punta, ciertocarcter muy propio de aficionado de altsima alcurnia, no tengo por im-pertinente darle aqu lugar. Estampa, digo, curiosa y problemtica, y en
verdad que s; porque siendo, como indudablemente es, un grabado del si-glo XVII, no s que exista prueba alguna antigua; al menos yo no he lo-
grado verla, ni ms que las dos que, procedentes de la coleccin Carde-rera, existen en la Biblioteca, ambas estampadas en su tiempo, y acaso porl mismo, que al pie de una de ellas escribi con lpiz: el Prncipe D. Bal-tasar Carlos, hijo de Felipe IV, Hace pensar esto si lograra Cardereradar con la plancha entre las baratijas del Rastro, ferias sitios por el es-tilo, hi adquirira y hara estampar unas cuantas pruebas. Si as fu, es
probable que la tal plancha haya vuelto seguir sus tristes hados rodandopor inmundos lugares. Que el original de que se grab la estampa es deVelzquez, no puede dudarse: la figura, en el conjunto y en los detalles, elcaballo, las figurillas del fondo, que aun destrozadas acusan vivamente el
Sf) lU: VISTA DK ARCHIVOS
natural y traen la memoria las de la vista de Zaragoza; el aplomo deljinete, la expresin del caballo, todo manifiesta claramente un gran re-
trato, probablemente djl tamao natural, hecho por Velzquez, retrato
hoy perdido, que perecera en alguno de los incendios acaecidos en el Al-
czar y dems reales palacios, y del que acaso no quede ms representa-cin que esta estampa. El estar grabada en aquel tiempo y de cuadro en-
cerrado en las regias moradas favorece algo la hiptesis de que sea obra
del D. Juan Jos de Austria, que por modestia esta vez (todos tenemos
nuestro cuarto de hora de virtud) suprimira las J. J., dndonos as en quentender. Sea como quiera, ni el Prior de San Juan ni la lmina puedenquejarse razonablemente de la atribucin, y alguien puede venir bien elque la dudosa estampa se reproduzca.
Casi la misma poca, pero persona ms simptica, pertenece otracuriosidad artstica conservada en la Seccin de estampas: el lbum de di-bujo de Mara Luisa de Orlens, la Princesa quien toc unirse con elmenguado monarca en quien la dinasta austraca acababa en punta comopirmide. Cuando en 1679, celebrado solemnemente el desposorio en Fon-tainebleau, vino desde all la Reina terminar la ceremonia en Quintanilla,
que no es ciertamente ningn Fontainebleau, con ella, en alguno de los co-fres del regio bagaje, de aquellos que en tilles casos, por extremar la osten-tacin, solan acomodar en las acmilas con cuerdas de seda y garrotes deplata, vi
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