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SUMARIO
01 EDITORIAL
Un año bisagra, con compromisos impostergables
Por Alejandro Roca, Director Ejecutivo del IARSE
Señales de Cambio Por María Virginia Vilariño, Coordinadora del Área de Energía y Clima del
CEADS
02 ESPECIALES “Asegurar la gestión sostenible de un Bien Común Ambiental” Por Daniel Tomasini, Coordinador del Área de Ambiente y Desarrollo
Sostenible del PNUD en Argentina
Acciones y desafíos en la lucha contra el Cambio Climático Por Enrique Maurtua Konstantinidis, Coordinador Proyecto Agendas
Climáticas Nacionales de la FARN
El rol del sector privado ante el Cambio Climático Por Pablo A. Cortínez, Coordinador de Negocios y Ambiente de Fundación
Vida Silvestre Argentina
02 ESPECIALES
Respuesta corporativa al Cambio Climático
Por Juliana Lopes, Directora de Carbon Disclosure Project (CDP) para
América Latina
03 GESTIÓN
El cuidado ambiental como parte de nuestra gestión Por Enrique Sargiotto, Gerente General de Aguas Cordobesas
Asociarnos por filosofía Por Diego Moyano, Gerente de Bioplastico S.A.
Llegó el momento de actuar Por Julio Gabriel Cerasa, Presidente del Comité Interindustrial de
Conservación del Ambiente Campana-Zárate
El sector agropecuario en la gestión del Cambio Climático Por Javier Amuchástegui, Socio Fundador y Director de Tecnocampo
Cuestión de clima y algo más
Por Claudio Moreno, Jefe de RSE en Transportadora de Gas del Norte
03 GESTIÓN
El enfoque global como eje para actuar contra el Cambio Climático Por Alejandro Toscano, Intitutional Relations Manager de Whirlpool para
Latinoamérica
04 ESCENARIOS Y TENDENCIAS
Aspectos relevantes de la COP 21 Por Leila Devia, Coordinadora de Regulaciones Ambientales del INTI
Escenarios y desafíos de Argentina en la gestión de la lucha contra
el Cambio Climático Por María Carolina Ulla, Magister en Derecho Ambiental
05 DESTACADOS
COP21: Una Cumbre histórica que ofrece oportunidades para las
empresas Por Jeanne Simon, Primer Secretaria y Consejera en Asuntos Globales en
la Embajada de Francia en Argentina
06 DOCUMENTOS RECOMENDADOS
07 SITIOS DE INTERÉS
COMITÉ EDITORIAL
Alejandro Roca
Director Ejecutivo IARSE
Luis Ulla
Director de Investigación + Desarrollo IARSE
Jimena Mercado
Directora Editorial IARSE
Laura Massari
Directora de Relaciones Institucionales IARSE
Alicia Rolando
Colaboradora Externa – Experta en Reportes y Fundadora del IARSE
Los artículos y opiniones vertidas en esta publicación son de absoluta y exclusiva responsabilidad
de los autores. Las opiniones expresadas no reflejan necesariamente la visión y el espíritu del IARSE.
UN AÑO BISAGRA, CON
COMPROMISOS IMPOSTERGABLES
Diciembre siempre acelera los balances.
Desde el Instituto Argentino de
Responsabilidad Social Empresaria (IARSE)
entendemos que 2015 ha sido un año bisagra
para la Sustentabilidad en el mundo, por
diversos motivos.
Este año 193 países han aprobado por
consenso los 17 Objetivos de Desarrollo
Sostenible (ODS) de Naciones Unidas, que
vinieron a reemplazar a los anteriores
Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Representan un magnífico nuevo horizonte en la agenda de las
naciones, una guía de los desafíos y acciones que debemos planificar
conjuntamente para resolver cuestiones troncales e inherentes a la
Sustentabilidad (económica, social y ambiental) de la humanidad.
También por estos días, Paris es el escenario de la 21er Cumbre sobre el
Cambio Climático, la #COP21. El mundo atestigua el debate global
para asumir compromisos urgentes de los países, a fin de limitar el
aumento de la temperatura planetaria a menos de 2°C y así mitigar los
efectos más dramáticos del Cambio Climático. ¿Acaso alguien puede
negar la urgencia de lograr cuanto antes este nuevo acuerdo global,
con fuerza legal y aplicable a todos?
Hollande, presidente de Francia, en la apertura de la COP 21, indicó:
“Estamos acá para cuidar el planeta entero, las víctimas de este
fenómeno son millones...y ningún país o región está exento de los
desastres del cambio climático por lo cual necesitamos hablar de la
justicia climática”. Justicia climática.
EDITORIAL
Por Alejandro Roca, Director Ejecutivo
del IARSE
aroca@iarse.org www.iarse.org
A continuación, Ban Ki-Moon -Secretario General de las Naciones
Unidas- manifestó que “el acuerdo debe preservar el equilibrio entre los
países desarrollados y los países en vías de desarrollo”, haciendo
hincapié en la necesidad de un acuerdo lo más rápido y dinámico
posible con miras hacia un mundo con menos emisiones.
El compromiso con economías bajas o neutras en carbono constituye
una obligación moral a la cual deben comprometerse los líderes
mundiales sin ninguna especulación. Sin demoras. Pero no será posible
alcanzar dicho objetivo sin solidaridad entre naciones: ningún país
puede ni debe actuar solo.
Al día de la fecha, algunas de las declaraciones más salientes de los
primeros días son: a) Rusia propuso reemplazar el protocolo de Kioto
para garantizar la reducción efectiva del cambio climático en el
mundo; b) Ecuador elevó el pedido de crear un Tribunal Internacional
de Justicia Ambiental, que permita proteger los derechos de la
naturaleza; c) Brasil solicitó un acuerdo ambicioso y duradero que
permita la inclusión de los países en vías de desarrollo en la lucha
mundial contra el cambio climático, reclamando una mayor
contribución al desarrollo mundial; d) el Presidente de Estados Unidos,
Barack Obama, se hizo responsable de que su país es uno de los
mayores emisores de dióxido de carbono del mundo; e) China y Estados
Unidos –los dos mayores emisores del planeta- han rubricado un
compromiso para luchar juntos contra el calentamiento y los países del
G7 han emitido una declaración comprometiéndose a poner fin a los
combustibles fósiles en 2100.
“EL COMPROMISO CON ECONOMÍAS BAJAS O NEUTRAS EN
CARBONO CONSTITUYE UNA OBLIGACIÓN MORAL A LA CUAL
DEBEN COMPROMETERSE LOS LÍDERES MUNDIALES SIN
NINGUNA ESPECULACIÓN”.
Se ha previsto también un mecanismo para que los países revisen
regularmente sus objetivos cada cinco años, de manera que con el
tiempo vayan siendo más ambiciosos. Según un informe de la Agencia
Internacional de la Energía (AIE), los compromisos requerirían una
inversión de 13,5 billones de dólares hasta 2030, y en el caso de los
países pobres están condicionados a la recepción de ayuda
internacional. Probablemente, además, estemos asistiendo al principio
del fin de la era de los combustibles fósiles.
El éxito de esta COP 21 dependerá de varios factores como el nivel de
ambición del acuerdo; la transparencia de los compromisos; la
vocación de trabajar en conjunto; la ayuda a las naciones en vías de
desarrollo; y la prioridad que se le asigne al cumplimiento de las metas y
sus revisiones cada cinco años.
Dos grandes siglas (ODS – COP), dos mega reuniones de los países en el
mismo año, para acordar políticas. No es un dato menor para este 2015.
Gobiernos, Empresas, Ciudadanos, ONGs debieran abrir los ojos ante la
magnitud de la evidencia: quien no entienda que la Responsabilidad
Social y Sustentabilidad son asuntos de máxima vigencia e importancia
en los años por venir, está probablemente mirando la realidad desde un
paradigma caduco.
2016 nos encontrará trabajando intensamente –desde nuestro rol- para
materializar actividades, eventos, programas de sensibilización y
acciones concretas en torno a muchos de estos temas.
Porque aunque parezca una tarea inalcanzable, la urgencia de la
acción mundial a favor de las personas y el planeta es claramente
impostergable.
Alejandro Roca
Tiene más de 15 años de experiencia en temas de RSE y
Sustentabilidad de las compañías y organizaciones. En la
actualidad es el Director Ejecutivo del IARSE. Fue Director
Ejecutivo -durante 4 años- de Comunidad Empresaria.
Apasionado por la educación en temas de RSE, ha sido
Docente en el Diplomado de RSE de la Universidad Anáhuac
de México, por más de 6 años. Colabora regularmente con
varios medios de comunicación especializados en la
temática, tanto gráficos como radiales y televisivos. Es
Licenciado en Comunicación Social con orientación en
Comunicación Gráfica, egresado de la Escuela de Ciencias
de la Información de la Universidad Nacional de Córdoba
(UNC), en junio de 2002.
SEÑALES DE CAMBIO
COP21: El evento de Naciones Unidas
con mayor asistencia de líderes
mundiales
El 30 de noviembre más de 150 Jefes de Estado y de Gobierno dieron
inicio en París a la reunión de la que surgirá un nuevo acuerdo universal
sobre cambio climático. Siendo la mayor reunión de líderes que jamás
ha asistido a un evento de Naciones Unidas, es una señal sin
precedentes de la voluntad política mundial para alcanzar un acuerdo.
Con antelación a la COP21, 184 países que representan casi el 95% de
las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero ya habían
presentado sus planes nacionales de acción climática a la Secretaría
de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio
Climático (CMNUCC). Éste es otro buen signo de avance real: si bien la
suma de estos esfuerzos nacionales no son suficientes para el acuerdo
internacional de mantener el aumento de la temperatura media
mundial por debajo de los 2 grados centígrados, nos ubica en una
senda de emisiones que llevaría a un incremento promedio de 2,7°C al
2100. Sin dudas, se trata de una buena base que cobra real dimensión
cuando tenemos en cuenta que el calentamiento global proyectado
para fines de siglo, en ausencia de políticas y medidas de mitigación,
llegaría a 4° C - 5 ° C. En palabras del Presidente de la COP21 y Ministro
de Asuntos Exteriores francés, esta reunión no es más que un punto de
partida que demandará ampliar esfuerzos por parte de todos los países:
“Los riesgos son demasiado elevados, y la amenaza del cambio
climático es demasiado grande para ser contenida con un acuerdo
mínimo. Los Jefes de Estado y de Gobierno que han venido a París, han
venido a expresar la voz de la ambición”.
Es innegable que los planes nacionales de acción climática representan
un punto de inflexión en la agenda climática. Dichos compromisos,
asumidos casi universalmente, responden a planes, programas y
estrategias nacionales, actualmente en marcha o al menos ya
planificadas en cada país. Es por ello que, de acuerdo a la Secretaria
Ejecutiva de la CMNUCC, Christiana Figueres, “finalmente el mundo está
Por María Virginia Vilariño,
Coordinadora del Área de Energía y
Clima del CEADS
www.ceads.org.ar
viendo que es irreversible avanzar hacia un futuro bajo en carbono y
resiliente”.
Otra señal de optimismo se resume en las decenas de miles de
empresas en el mundo, inversores y gobiernos locales y regionales que
han anunciado su compromiso en la transformación económica y social
necesaria para avanzar hacia un futuro sostenible y bajo en emisiones.
La Agenda de Acción Lima-París (LPAA por sus siglas en inglés) une
tanto a actores estatales como no estatales a nivel mundial para
acelerar las acciones climáticas cooperativas presentes y futuras para
apoyar el nuevo acuerdo. En su sitio web registra compromisos de
acción frente al cambio climático de tipo individual o cooperativo por
parte de empresas, ciudades, regiones subnacionales e inversores.
Si bien durante la COP21 los ojos del mundo están puestos en París, la
agenda de negociación y los esfuerzos de cada país se extenderán
mucho más allá de la ciudad de la luz. A partir de esta instancia
quedará trazado un plan para seguir trabajando hasta el 2020 -cuando
el Acuerdo entrará en vigor- en el incremento de los niveles de
mitigación comprometidos por los países, así como en diversas acciones
climáticas por parte de empresas, inversores y gobiernos locales y
regionales.
“OTRA SEÑAL DE OPTIMISMO SE RESUME EN LAS DECENAS DE
MILES DE EMPRESAS EN EL MUNDO, INVERSORES Y GOBIERNOS
LOCALES Y REGIONALES QUE HAN ANUNCIADO SU
COMPROMISO EN LA TRANSFORMACIÓN ECONÓMICA Y
SOCIAL NECESARIA PARA AVANZAR HACIA UN FUTURO
SOSTENIBLE Y BAJO EN EMISIONES”.
Cuanto antes actuemos, cuanto antes se intensifiquen los esfuerzos,
mayores serán las probabilidades de reducir los riesgos extremos y
adaptarnos al cambio climático. Seguir demorando la acción,
significará mayores esfuerzos y mayores costos a futuro y afectará el
desarrollo de los países. De acuerdo a UNDP, el cambio climático podría
minar décadas de logros del desarrollo, por los impactos en salud,
alimentos, agua, eventos metereológicos extremos, entre otros. Las
respuestas y soluciones que se brinden ante el desafío del cambio
climático también repercuten en el desarrollo social. Las políticas de
mitigación y adaptación que asuman los gobiernos, así como las
decisiones de inversión privada, tendrán como eje aspectos clave de
desarrollo productivo y social de regiones y países: energía, agua,
alimentos, producción, ciudades, infraestructura. Estas políticas e
inversiones serán una oportunidad para reorientar el desarrollo de
nuestras sociedades y de cada uno de los sectores proveedores de
bienes y servicios.
Es por ello que, el nuevo acuerdo climático que se aspira alcanzar el 11
de diciembre en París, junto a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de
Naciones Unidas, darán forma a la agenda global de desarrollo de las
próximas décadas.
María Virginia Vilariño
Lic. en Ciencias Ambientales (Universidad del Salvador) con
especializaciones en Ciencias Químicas y Ambiente (UBA),
en Gestión Ambiental (Universidad San Pablo, España y
Institut de l'Environnement, Francia) y Master en Evaluación
de Proyectos de Inversión (ITBA - UCEMA). Coordina el Área
de Energía y Clima del CEADS desde el 2002, y más
recientemente lidera las iniciativas Agro Sustentable y
Ecosistemas de dicha institución. Autor líder y miembro del
grupo de expertos del Panel Intergubernamental de Cambio
Climático de Naciones Unidas (IPCC). Fue miembro del
subcomité de cambio climático de ISO, participando en la
elaboración de estándares internacionales de huella de
carbono y huella de agua. Es miembro del Stakeholder
Advisory Group del World Resources Institute y trainer oficial
del estándar GHG Protocol.
“ASEGURAR LA GESTIÓN SOSTENIBLE
DE UN BIEN COMÚN AMBIENTAL”
El año 2015 será recordado por la
relevancia de los acuerdos globales
alcanzados y por grandes expectativas
sobre sus resultados e impactos en la
promoción del desarrollo sostenible. En
efecto, varios son los acontecimientos que
se llevaron a cabo este año y que
visibilizaron la temática ambiental como un
aspecto trascendental: la 3° Conferencia
Mundial sobre Reducción de Riesgos de
Desastres en Japón, que generó un marco
de acción mundial para disminuir la
vulnerabilidad ante los riesgos de desastres
(Marco de Sendai 2015-2030); la 3°
Conferencia Internacional sobre Financiamiento para el Desarrollo en
Etiopía, con el propósito de asegurar recursos para el desarrollo de los
países más pobres; la Cumbre de Naciones Unidas realizada en octubre
pasado en Nueva York, para la adopción de una agenda del desarrollo
post-2015, cuyos Objetivos del Desarrollo Sostenible se constituyen como
la guía global para la sostenibilidad; son algunos de los hechos que
reflejan esta situación. Y marcan la antesala de la 21ª Reunión de la
Conferencia de las Partes de la Convención de Cambio Climático (COP
21) en Paris.
Desde 1992 -incluso con muchas manifestaciones previas- los países
vienen elaborando, discutiendo y tratando de consensuar estrategias
apropiadas para reducir las emisiones de gases efecto invernadero,
espacio en el cual la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el
Cambio Climático se ha constituido como el único foro internacional de
Por Daniel Tomasini, Coordinador del
Área de Ambiente y Desarrollo
Sostenible del Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD) en
Argentina
ESPECIALES
política de cambio climático con legitimidad suficiente para alcanzar
un acuerdo global vinculante.
La presente reunión de París es una excelente oportunidad para la
gobernabilidad global ambiental, en la medida que se espera que
genere las condiciones reales para asegurar la gestión sostenible de un
bien común ambiental mundial, la atmósfera terrestre. Como bien
común de la humanidad, la atmosfera debe ser gestionada en su uso
como sumidero de gases (CO2), regulando, restringiendo, acordando y
comprometiendo a todos los que tienen derechos y obligaciones sobre
la misma: los países y sus sociedades. Tarea que ha demostrado su
dificultad y que, aún hoy a 25 años de discusiones, sigue siendo esquiva
en sus resultados.
Los países, sus científicos, especialistas, negociadores y políticos han
ensayado muy diferentes mecanismos sin lograr compromisos
sostenibles, universales, efectivos, ni mucho menos justos y equitativos.
Sin embargo, en esta oportunidad estamos ensayando una estrategia
novedosa o, al menos, ingeniosa.
“LA PRESENTE REUNIÓN DE PARÍS ES UNA EXCELENTE
OPORTUNIDAD PARA LA GOBERNABILIDAD GLOBAL
AMBIENTAL, EN LA MEDIDA QUE SE ESPERA QUE GENERE LAS
CONDICIONES REALES PARA ASEGURAR LA GESTIÓN
SOSTENIBLE DE UN BIEN COMÚN AMBIENTAL MUNDIAL, LA
ATMÓSFERA TERRESTRE”.
Desde las reuniones de Durban (2011) y de Varsovia (2013) comenzó a
fortalecerse la idea del cambio. Si el conjunto no puede forzar a las
partes (los países) a asumir compromisos de mitigar las emisiones de
gases, si el esfuerzo de algunos no resulta acompañado ni alcanza el
resultado necesario, se puede optar por invitar a todos y cada uno a
ofertar en qué capacidad se considera para contribuir con el esfuerzo
de mitigación de manera sostenible y comprometida.
Así se estableció el mecanismo de las Contribuciones Previstas y
Determinadas a nivel Nacional, en el que los países acordaron exponer
públicamente las acciones climáticas hasta el 2030 (mitigación y
adaptación), que prevén aplicar en el marco de un posible acuerdo
internacional vinculante (obligatorio) con la intención de limitar el
incremento de la temperatura media en menos de 2° C sobre los niveles
de la época preindustrial.
La expectativa de la reunión de París es consolidar y validar un conjunto
de metas de mitigación cuantificables y superadoras de la situación
actual, reflejando las circunstancias económico- sociales de cada parte
y que puedan ser legalmente vinculantes (compromisos efectivos y
cumplibles).
La Convención de CC estima que en función de las contribuciones
nacionales de reducción de emisiones de GEI recibidas a octubre, que
cubren el 86% de las emisiones mundiales, puede asegurarse un
aumento de temperatura no mayor a 2,7 °C para el año 2100. Este
incremento es superior a la meta necesaria para evitar impactos severos
en el clima mundial, por lo que es clave profundizar el esfuerzo y revertir
la trayectoria -todavía creciente- de liberación de emisiones a la
atmósfera.
Esta fuerte inercia en la modificación de la trayectoria creciente de
emisiones, tiene su eje en la complejidad del cambio climático, que más
allá de su naturaleza ambiental y sus consecuencias en todos los
ámbitos, expresa sus raíces profundas en el crecimiento económico,
logrado por unos y en los esfuerzos por alcanzarlo en otros, a través de
la lucha contra la pobreza, el desarrollo sostenible y la gestión de los
recursos naturales.
Por tanto, es absolutamente necesario llegar a los acuerdos globales
con estrategias y políticas locales concretas, que aseguren un desarrollo
económico sostenible, de manera inclusiva y equitativa, incorporando
mecanismos de mitigación de GEI, a través de estrategias para un
desarrollo bajo en carbono y de la adopción de iniciativas de
adaptación ante los cambios generados, mejorando los niveles de
resiliencia (reducción de la vulnerabilidad) en nuestras comunidades.
“…ES ABSOLUTAMENTE NECESARIO LLEGAR A LOS ACUERDOS
GLOBALES CON ESTRATEGIAS Y POLÍTICAS LOCALES
CONCRETAS, QUE ASEGUREN UN DESARROLLO ECONÓMICO
SOSTENIBLE, DE MANERA INCLUSIVA Y EQUITATIVA…”
Por otra parte, debe también tenerse en cuenta que el beneficio
ambiental global (mitigación de emisiones de CO2) aportado por cada
iniciativa es a su vez acompañado por otros beneficios no
necesariamente ambientales, pero que se registran y apropian
económicamente a nivel local: el incremento de eficiencia en el agro
ola industria reduce emisiones pero también mejora la relación costo-
beneficio de la empresa, el ahorro de energía en los hogares tiene su
impacto en la economía familiar, el uso eficiente y las fuentes
renovables de energía optimizan la matriz energética ahorrando
inversiones, entre otros. Estos ingresos adicionales se denominan co-
beneficios y permiten no sólo reducir los costos netos de la mitigación,
sino hasta superarlos con el valor de los beneficios locales obtenidos.
Es así que intervenciones público/privadas, como programas de
producción mas limpia para las pequeñas y medianas empresas,
modelos sectoriales de desarrollo bajo en carbono (eficiencia en
cadenas productivas, nuevas tecnologías con reducción de emisiones),
mejoras en el acceso a nuevas y más eficientes fuentes energéticas,
protección de bosques nativos como sumidero de carbono;
contribuyen con el objetivo global. Este tipo de acciones priorizan las
necesidades del desarrollo sostenible local, acompañadas por las
iniciativas de adaptación al cambio climático, involucrando nuevas
inversiones en infraestructura, ordenamiento territorial y gestión de
riesgos ambientales.
En este cometido, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD) contribuye con el país para un desarrollo inclusivo y sostenible,
apoyando este tipo de iniciativas, integrando la política ambiental y el
crecimiento económico nacional, en el marco de una acción colectiva
global por el cambio climático.
Daniel Tomasini
Ingeniero Agrónomo de la UBA. Especializado en economía
y derecho ambiental, con estudios de postgrado en la
Universidad de Buenos Aires y la Universidad de Harvard.
Actualmente es Coordinador del Área de Ambiente y
Desarrollo Sostenible del Programa de Naciones Unidas para
el Desarrollo (PNUD) en Argentina, donde apoya la
implementación de proyectos y actividades nacionales e
internacionales vinculados a la gestión ambiental en el
desarrollo. Su actividad académica se desarrolla en la
Facultad de Agronomía de la UBA, como profesor en el área
de economía de los recursos naturales y el ambiente.
ACCIONES Y DESAFÍOS EN LA LUCHA
CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO
La Cumbre de Paris, la COP 21, debe firmar un
acuerdo mundial que defina las políticas
climáticas mundiales y los acuerdos de
cooperación internacional a partir de 2020 para
todos los países del mundo. Actualmente, el
único instrumento legal de esta naturaleza es el
Protocolo de Kioto, que aplica solo para los
países más desarrollados, y tiene objetivos de
reducción bastante cortos en comparación
con lo que la ciencia dice que hay que reducir
si queremos estabilizar el clima mundial.
Este nuevo acuerdo deberá lograr el
compromiso de los 194 miembros de la convención para lograr objetivos
de reducción colectivos, compartidos, pero diferenciales, es decir,
todos los países deberán aportar con reducción de emisiones, pero en
la medida de sus respectivas capacidades. Ésa es la primera diferencia
con Kioto que aplica solo a los países anexo I (los más desarrollados).
Este acuerdo también deberá fijar mecanismos de financiamiento
internacional para que los países más poderosos puedan contribuir -por
ser más responsables del problema- con los países más pobres y
vulnerables a generar proyectos de desarrollo sustentable y aplicar
medidas de adaptación. También para apoyar aquellos de renta
media (como Chile y Argentina, por ejemplo) para poder afrontar
medidas de reducción de emisiones.
En el caso particular de Latinoamérica, muchos países han hecho
grandes inversiones en energías renovables. Chile y Uruguay por
ejemplo, han aumentado el porcentaje de energías renovables de
manera realmente notable y están viendo los beneficios de tener
energía limpia sustentable e independiente de cualquier otro país.
Países como Costa Rica y Brasil han hecho propuestas ambiciosas para
la reducción de emisiones que contribuyen a escala global (en el caso
Por Enrique Maurtua Konstantinidis,
Coordinador Proyecto Agendas
Climáticas Nacionales de la FARN
www.farn.org.ar
de Brasil), y promoviendo un desarrollo sustentable bajo en emisiones, en
el escaso de Costa Rica.
En Argentina los avances son muy pocos. Si bien Argentina hizo su
propuesta, lo cual la incluye dentro de los países que cumplieron con
este compromiso, ésta no es lo suficientemente ambiciosa, ya que
promueve el uso de energía nuclear y no hace uso de todas las políticas
ambientales que sí están aprobadas (ley de bosques, reforma de ley de
renovables, entre otras). La reciente reforma de ley de renovables daría
un espacio más importante para la inversión limpia, pero habrá que ver
en el tiempo si se cumple. La ley tiene 10 años ya y Argentina tiene una
participación de menos del 1% de energías renovables no
convencionales como solar y eólica.
“ESTE ACUERDO TAMBIÉN DEBERÁ FIJAR MECANISMOS DE
FINANCIAMIENTO INTERNACIONAL PARA QUE LOS PAÍSES MÁS
PODEROSOS PUEDAN CONTRIBUIR -POR SER MÁS
RESPONSABLES DEL PROBLEMA- CON LOS PAÍSES MAS POBRES
Y VULNERABLES A GENERAR PROYECTOS DE DESARROLLO
SUSTENTABLE Y APLICAR MEDIDAS DE ADAPTACIÓN”.
En este momento muchos países ya propusieron metas de reducción de
emisiones en sus “Contribuciones Nacionales”, que es el elemento
central del nuevo acuerdo climático, y quedan muchos más por
proponer. Estas contribuciones son definidas por cada país y una vez
que estén todas, habrá que ver si el agregado de todas las
contribuciones logra estabilizar las emisiones o no. Es muy importante
que los países acuerden en este tratado una manera de comparar los
esfuerzos así como también mecanismos de incremento de la ambición.
Por ahora todos dicen que habría que tener sólo uno, pero habrá que
ver cómo lo terminan definiendo, ya que esto implica comprometerse
con antelación a futuros incrementos de los compromisos.
Otros desafíos de este acuerdo están vinculados al rol de la adaptación
y los daños y pérdidas asociados al Cambio Climático. Los países mas
vulnerables necesitan que el nuevo régimen considere los daños y
pérdidas para poder afrontar los impactos inminentes, pero los países
más desarrollados no quieren atarse a pagar los costos.
Finalmente, el acuerdo de la COP 21 deberá establecer acciones
tempranas de acción climática, es decir, que funcionen antes de 2020
para lograr cerrar la brecha de emisiones que existe actualmente y las
que deberíamos tener en 2020. Éste es otro punto en el que los países
encuentran dificultades, ya que implica un compromiso inmediato de
acción para los próximos cinco años.
Enrique Maurtua Konstantinidis
Experto en negociaciones de Cambio Climático de
Naciones Unidas, proceso en el que está activamente
involucrado desde el año 2004. Entre 2011 y 2014 ha sido
Coordinador Regional de Climate Action Network Latin
America (CANLA). Desde el departamento de Cambio
Climático de Fundación Biosfera ha trabajado en proyectos
de pequeña escala de energía renovable, y educación
ambiental. Frecuentemente da entrenamientos de
fortalecimiento de capacidades sobre la CMNUCC, las
negociaciones internacionales y actualmente de manera
ad-honorem, coordina el grupo de Mitigación de CAN
Internacional.
EL ROL DEL SECTOR PRIVADO ANTE EL
CAMBIO CLIMÁTICO
Desde el inicio de las negociaciones
relacionadas con el Cambio Climático, el foco
ha sido puesto en las estrategias, decisiones y
compromisos de los gobiernos nacionales
involucrados. Incluso en el marco de la COP 21
(Paris, diciembre de 2015), las “estrellas” del
evento serán las contribuciones de los países al
objetivo de limitar el aumento de la temperatura
global a no más de 2° C.
Sin embargo, existen otros actores que, sin
desmerecer la importancia de los gobiernos,
están llamados a cumplir un papel fundamental
para que los compromisos puedan ser cumplidos. Esos otros actores son
las ciudades, los gobiernos regionales, la sociedad civil y el sector
privado. Prescindiendo por un momento de la suficiencia o insuficiencia
de las contribuciones nacionales previstas y determinadas (INDC por sus
siglas en inglés) ya presentadas por los países, las empresas del sector
privado tienen claramente un rol fundamental que jugar. Si bien la
posición y medidas que adopten los gobiernos son determinantes, las
empresas ya están implementando acciones, por diversas razones y en
diversos ámbitos. Sin descartar la mera convicción como uno de los
móviles, existen empresas que comprendieron que ser sustentable
implica disminuir los costos en el mediano - largo plazo; otras que
descubrieron que un modo de acceder o de permanecer en ciertos
mercados requiere certificaciones de sustentabilidad, como los casos
de FSC, RTRS y MSC relacionados con productos forestales, soja y
pescado, respectivamente. Otras compañías están actuando en base
al análisis de ciertas tendencias del mercado, como aquella que surge
de una encuesta de la consultora Nielsen, donde este año se consultó a
consumidores finales de 60 países acerca de la predisposición a gastar
más en productos provenientes de empresas socialmente responsables:
el 60% contestó afirmativamente. Si bien podemos estar ante una
respuesta “políticamente correcta”, no puede soslayarse el crecimiento
en respuestas positivas respecto de 2011 que ascendió al 46%.
Por Pablo A. Cortínez, Coordinador
de Negocios y Ambiente de
Fundación Vida Silvestre Argentina
www.vidasilvestre.org.ar
¿Significa esto que los gobiernos pasarán a un segundo plano una vez
acordados los compromisos de cada país? No parece ser el caso, si se
pone en consideración las siguientes razones. Por un lado, lo que se
acuerde en Paris acerca de las contribuciones estará sujeto a revisión
cada cinco años. En el corto plazo, la agenda post COP 21 ya incluiría
el pedido de mejoras en la gran mayoría de los INDCs presentados. Por
otro lado, serán los gobiernos quienes, en cada caso, deberán
establecer marcos regulatorios y reglas de juego claras y de largo plazo
que se traduzcan en señales inequívocas hacia los mercados, en base a
las cuales las empresas tomarán decisiones, realizarán inversiones, y se
posicionarán de acuerdo a una planificación de largo plazo. Esto podrá
incluir también incentivos fiscales y esquemas de financiación. En ese
sentido, el Green Climate Fund está llamado a cumplir un rol muy
relevante. Se espera que el presupuesto de ese fondo alcance los 100
billones de dólares anuales a partir de 2020; debe ser fondeado por los
países industrializados, y constituye la gran esperanza para facilitar
acciones que atenúen el cambio climático en los países en desarrollo. Si
bien con algunas excepciones, se estima que gran parte de estos
fondos involucrarán al sector privado.
La Agenda de Acción de Lima a París es una de las iniciativas surgidas
luego de la COP 20 realizada en 2014 en la capital peruana. El objetivo
es incentivar y registrar acciones concretas de parte de ciudades,
regiones, empresas e inversores. Hacia noviembre de 2015, de un total
de 4.119 entes que registraron compromisos, el 58% eran empresas e
inversores; y de los 8.600 compromisos registrados a ese momento, más
del 52% provenían del sector privado. Los compromisos asumidos por
entes argentinos totalizaban once.
“HACIA NOVIEMBRE DE 2015, DE UN TOTAL DE 4.119 ENTES QUE
REGISTRARON COMPROMISOS, EL 58% ERAN EMPRESAS E
INVERSORES; Y DE LOS 8.600 COMPROMISOS REGISTRADOS A
ESE MOMENTO, MÁS DEL 52% PROVENÍAN DEL SECTOR
PRIVADO”.
Un caso concreto acerca del rol más dinámico que está
desempeñando el sector privado tuvo lugar en julio de 2015: trece de
las compañías más importantes de Estados Unidos firmaron ante el
Presidente de ese país un compromiso con el cambio climático,
estableciendo metas individuales concretas en términos de disminución
de emisión de gases efecto invernadero, inversiones en energías
renovables y financiaciones relacionadas con el combate al cambio
climático, por mencionar algunos. Entre los firmantes se encuentran
empresas del sector tecnológico (Apple, Google, Microsoft); empresas
del sector real incluyendo Coca Cola, General Motors y Cargill; retailers
como Wal Mart; y empresas relacionadas con las finanzas
representadas por Bank of America y Goldman Sachs.
El sector privado del país anfitrión de la COP 21 también realizará su
contribución: parte importante del empresariado galo más
representativo ha anunciado compromisos para favorecer la transición
a un modelo de desarrollo menos intensivo en emisiones de carbono. Así
como los dos casos mencionados, existen otras iniciativas similares en
diversas partes del mundo.
Resumiendo, en un principio, las empresas permanecieron
cómodamente a un costado, siendo meras espectadoras de una
discusión y puja de intereses entre países desarrollados y países en vías
de desarrollo que, eventualmente, en algún momento, podrían ponerse
de acuerdo y tener alguna injerencia en la esfera privada. Algunos
aseveran que se había ingresado en una suerte de círculo vicioso, en un
intento de las dos partes por evitar la responsabilidad de las
consecuencias del cambio climático: bajo esta hipótesis, las empresas
condicionaban su actuación a decisiones gubernamentales, en tanto
los gobiernos esperaban mayor dinamismo e iniciativa de parte del
sector corporativo. Aquella falsa elección para los empresarios entre ser
socialmente responsables y ser rentables ha quedado en evidencia.
Para el sector privado se trata de una buena oportunidad para dar un
paso más allá de la responsabilidad social corporativa, incorporando la
sustentabilidad en los planes de mediano y largo plazo para que,
cambios transformacionales mediante, la sustentabilidad también sea
sinónimo de rentabilidad y de nuevos negocios. Las señales en este
sentido provienen tanto del sector público (en sus diversos niveles) como
del sector privado, de la comunidad científica, las ONGs y de
organismos multilaterales, así como de iniciativas que nuclean a
empresas. El amplio abanico incluye a sectores que habían
permanecido al margen: Laudato si, se hace eco al mencionar la
necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de producción y de
consumo para combatir al menos las causas humanas que producen o
acentúan el calentamiento.
“PARA EL SECTOR PRIVADO SE TRATA DE UNA BUENA
OPORTUNIDAD PARA DAR UN PASO MÁS ALLÁ DE LA
RESPONSABILIDAD SOCIAL CORPORATIVA, INCORPORANDO
LA SUSTENTABILIDAD EN LOS PLANES DE MEDIANO Y LARGO
PLAZO…”
Luego de la experiencia poco fructífera del Protocolo de Kyoto, nos
encontramos frente a otra oportunidad para demostrar en los hechos
que la transición ecológica, lejos de oponerse al crecimiento
económico, puede constituir un factor que lo potencie. El desafío
consiste en que todos los actores se involucren, cada uno cumpliendo
su rol, para contribuir al desarrollo sustentable de nuestro planeta.
Pablo A. Cortínez
Coordinador de Negocios y Ambiente de Fundación Vida
Silvestre Argentina.
RESPUESTA CORPORATIVA AL
CAMBIO CLIMÁTICO
Cualquier que sea el resultado al fin de las
negociaciones en Paris –y ojalá que
tengamos un acuerdo global bastante
ambicioso para frenar el aumento de la
temperatura mediana global en el límite
seguro de los 2ºC- esta COP consolida un
movimiento creciente del sector privado
que ha tomado una acción positiva frente
al cambio climático.
Un ejemplo en este sentido es la iniciativa
Commit to Action, en la que Carbon
Disclosure Project (CDP), organización
internacional que ofrece el mayor sistema
de divulgación ambiental del mundo, junto
a una coalición llamada We Mean Business, desarrolló una plataforma
central para colectar y ampliar el liderazgo empresarial en la acción
climática con el objetivo de acelerar la transición hacia una economía
baja en carbono. A través de esta iniciativa, más de 320 compañías han
firmado por lo menos uno, entre seis compromisos sugeridos que
incluyen, por ejemplo, el suministro de energía 100% renovable y
objetivos de reducción de emisiones de carbono en base a la ciencia
(Ver lista de compromisos en cuadro 1).
En muchos países la movilización del sector privado animó los gobiernos
nacionales a asumir compromisos más ambiciosos en sus contribuciones
nacionalmente determinadas (del inglés Intended National Declaration
Commitment – INDC) presentadas a fines de septiembre, a la
Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático
como subsidio para las negociaciones. Es el caso de Brasil, único país en
desarrollo que presentó una meta absoluta de reducción de emisiones
que se extiende a toda la economía y no solamente a cambios en el
uso de la tierra causados por la deforestación.
El mecanismo de las INDCs representó un cambio de estrategia
importante en la Convención del Clima. Por primera vez, se está
construyendo un acuerdo desde la base al tope, puesto que los países
Por Juliana Lopes, Directora de CDP
para América Latina
ww.cdproject.net
pusieron sus cartas en la mesa, presentando en sus INDCs los
compromisos que están dispuestos a asumir. Se espera así, llegar a un
consenso en cuanto a un acuerdo climático que defina compromisos
de reducción de emisiones en escala global.
El mensaje que los Jefes de Estado compartirán cuando culminen las
negociaciones en Paris determinará la velocidad de la transición hacia
patrones de producción y consumo más sostenibles, como así también
si lograremos evitar el cambio climático peligroso. Sin embargo, el
mundo ya inició su trayectoria hacia una economía baja en carbono,
de manera que los países y las empresas que más rápido adapten sus
estrategias tendrán ventajas competitivas.
Muchos gobiernos y empresas ya captaron este cambio de ruta y están
adaptando sus estrategias a diferentes escenarios de precificación de
carbono. El número de compañías que trabajan con un precio interno
de carbono aumentó de 105 en 2014 para 437 en 2015 de acuerdo al
último estudio de CDP acerca del tema “Putting a price on risk: Carbon
pricing in the corporate world”. Entre las 437 que reportaron el uso de un
precio interno de carbono, 14 son empresas de Sudamérica. Otras 23
empresas de la región informaron que pretenden usar un precio interno
de carbono en los próximos dos años.
En cuanto a los gobiernos, según la última investigación del Banco
Mundial, “State and Trends of Carbon Pricing 2015”, 38 gobiernos
nacionales y sub-nacionales ya establecieron instrumentos de
precificación de carbono, ya sea a través de sistemas de comercio de
emisiones o impuestos de carbono.
“…EL MUNDO YA INICIÓ SU TRAYECTORIA HACIA UNA
ECONOMÍA BAJA EN CARBONO, DE MANERA QUE LOS PAÍSES
Y LAS EMPRESAS QUE MÁS RÁPIDO ADAPTEN SUS ESTRATEGIAS
TENDRÁN VENTAJAS COMPETITIVAS”.
Decisores políticos y de negocios encuentran subsidios para avanzar en
esta temática, tal como se plasma en la publicación “Carbon Pricing
Pathways”, de CDP y We Mean Business que presenta un conjunto de
herramientas para adaptar las estrategias en diferentes escenarios de
precificación de carbono.
Imperativo para hacer negocios
Pese que el diseño de un marco político global de combate al cambio
climático tardó en llegar, la integración del tema en la agenda
corporativa ha evolucionado desde 2010, año posterior a la
Convención de las Partes, COP 15, en Copenhague, donde se
esperaba definir las bases para el acuerdo substituto al Protocolo de
Kioto, discusión que se pospuso para 2015 en la COP 21, en Paris. El
informe “CDP Global Climate Change Report 2015” trae un análisis de la
respuesta corporativa al cambio climático entre 2010 y 2015. La
publicación muestra que el número de empresas que contestaron la
solicitud de información sobre cambio climático enviada en nombre de
inversionistas institucionales globales creció de 1799, en 2010, para 1997,
en 2015, alcanzando 55% de capitalización de mercado global.
También se nota una evolución en una serie de indicadores, un ejemplo
de ello es el incremento de un 60% en el número de empresas que
ofrecen incentivos para gestión del cambio climático; que saltó de
menos de la mitad de las respondientes en 2010 para 75% en 2015 y el
doble de empresas con objetivos de reducción de emisiones de
carbono.
Esa evolución también es observada en América Latina, donde el
número de empresas que ofrecen incentivos para gestión del cambio
climático saltó de 24% en 2010 para 64% en 2015. También se nota un
crecimiento de cinco veces en el perceptual de empresas con objetivos
de reducción de emisiones.
Cada vez más empresas perciben que la protección del clima está
íntimamente relacionada con el crecimiento de los negocios. Ejemplos
en este sentido incluyen el caso de Arcos Dorados, detentora de la
marca Mc’Donalds en Sudamérica, que solicita a sus proveedores el
reporte de información ambiental a través de CDP como forma de
evaluar, por ejemplo, el impacto de eventos climáticos extremos como
el stress hídrico en sus cadenas de suministro. En su relato a CDP,
Braskem, empresa química brasileña que desarrolló un plástico a base
de caña de azúcar, señaló que se beneficiará con la reducción de
costos de producción a partir de la implementación de mejoras en sus
procesos y cambios tecnológicos, a fin de atender a nuevos patrones
de producción y regulaciones en términos de gases de efecto
invernadero en el mediano y largo plazo. En tanto, Itaú-Unibanco
reportó que la precificación de carbono fue determinante para la
decisión de invertir en un proyecto de auto-generación de energía a
partir de paneles solares en su principal centro administrativo en São
Paulo.
Estos casos evidencian, sin lugar a dudas, un cambio en la narrativa de
los negocios acerca del clima, con una visión de costos vinculada con
la generación de nuevas oportunidades de mercados y la construcción
de una ventaja competitiva.
Cuadro 1: Compromisos sugeridos en la iniciativa Commit to Action:
Figura 1: Expansión de gobiernos nacionales y sub-nacionales que están
poniendo un precio al carbono
Fuente: Banco Mundial. State and trends of carbono pricing. Acceso en 16/11/2016:
http://documents.worldbank.org/curated/en/25053834
Figura 2: Evolución de indicadores de gestión corporativa del cambio
climático en el ámbito global
1. Objetivo de reducción de emisiones basado en la ciencia
2. 100% de electricidad de fuentes renovables
3. Eliminación de la deforestación en la cadena de suministro
4. Reducción de contaminantes climáticos de vida corta
5. Compromiso corporativo responsable de Política Climática
6. Poner precio al carbono
7. Reportar información ambiental en informes financieros
Fuente: CDP Global Climate Change Report 2015
Figura 3: Evolución de indicadores de gestión corporativa del cambio
climático en América Latina
Fuente: CDP Global Climate Change Report 2015
Juliana Lopes
Directora de Carbon Disclosure Project (CDP) para América
Latina, siendo responsable por la expansión de los
programas de la organización en la región. Tiene una
Maestría en Administración de Empresas, con énfasis en
Sustentabilidad, y forma parte del Grupo de Estudios sobre
Licencia Social Para Operar de la Fundación Educacional
Inaciana - FEI. Es Licenciada en periodismo, con un MBA en
Marketing.
“EL CUIDADO AMBIENTAL COMO
PARTE DE NUESTRA GESTIÓN”
“Ser referentes en la construcción de
una ciudad mejor” es la visión que nos
identifica y con la que nos
proyectamos desde Aguas
Cordobesas. De la misma manera,
nuestro compromiso con el cuidado
ambiental, formalizado en nuestra
Política de Sustentabilidad contempla
“minimizar el impacto de nuestra
actividad en el medio ambiente a través del uso racional de los recursos
y promover la responsabilidad medioambiental en la comunidad”.
Estos lineamientos estratégicos dieron lugar a un Programa
Medioambiental y otras acciones asociadas que nos han permitido a lo
largo de estos últimos cinco años, obtener la certificación de la Norma
ISO 14001 de gestión Medioambiental y la adhesión voluntaria a la
Norma ISO 26000 de RSE y Pacto Global de la ONU.
Estamos convencidos que para ser una empresa referente y
responsable en la comunidad, debemos abordar estratégicamente el
desafío de la problemática medioambiental como parte de nuestra
gestión, siendo ésta uno de los temas materiales, formalizada en nuestro
Reporte que elaboramos a través de GRI anualmente.
“EL DESAFÍO QUE TENEMOS EN EL FUTURO, ES GENERAR ESA
CONCIENCIA MEDIOAMBIENTAL EN TODOS LOS ACTORES
SOCIALES DE NUESTRA COMUNIDAD…”
GESTIÓN
Por Enrique Sargiotto, Gerente General
de Aguas Cordobesas
www.aguascordobesas.com.ar
En Aguas Cordobesas, implementamos acciones sistemáticamente
para minimizar el impacto en el medio ambiente. Entre ellas, podemos
mencionar:
Acciones de Gestión:
Evaluación de riesgos medioambientales y planes de acciones
para su mitigación
Definición de tableros de control y objetivos medioambientales.
Acciones de la Operatoria:
Innovación de tecnología para la gestión de eficiencia de plantas
potabilizadoras.
Manejo de presión y regulación de redes de distribución para la
reducción del consumo energético.
Detección y reparación preventiva de fugas en redes de
distribución.
Reducción de tiempos de intervención de la red para la
reducción de pérdidas.
Instalación masiva de medidores para el consumo responsable
del agua.
Tratamiento de efluentes en plantas potabilizadoras.
Acciones de Concientización y Apoyo a la Comunidad:
Cálculo de la huella de carbono y de la huella hídrica.
Programas de concientización a alumnos primarios, secundarios,
organismos de la comunidad y público interno.
Convenios y asociaciones para la investigación de las fuentes de
agua.
Apoyo financiero a organizaciones y eventos de concientización
medioambiental.
Campañas publicitarias.
Elaboración de un Plan Hídrico para Córdoba 2050.
Acciones Internas:
Programas de reducción de consumos internos de papel y agua.
Canales internos de participación y denuncias de incidentes
medioambientales.
Implementación de programas de reciclado de papel y plásticos.
Concurso interno de proyectos de sustentabilidad.
Gestión de Residuos: islas de residuos peligrosos, instructivos y
capacitación.
Acciones con Proveedores:
Evaluación de la gestión medioambiental de proveedores críticos.
El desafío que tenemos en el futuro, es generar esa conciencia
medioambiental en todos los actores sociales de nuestra
comunidad, para que se extiendan las prácticas de prevención,
protección y remediación que llevamos adelante. Además, la
implementación de reglamentaciones que regulen las buenas
prácticas en las distintas áreas y el fomento de gestiones sustentables
en todos los órdenes, para afrontar los problemas ambientales que
tenemos hoy y que repercutirán en los próximos años, por el
bienestar de las generaciones venideras.
Enrique Sargiotto
Egresado en 1978 del Colegio Nacional de Monserrat de la
Ciudad de Córdoba. Cursó sus estudios universitarios en la
Universidad Nacional de Córdoba, egresando como
Ingeniero Civil en 1986. Entre 1992 y 1993 cursó un Magister
en Administración y Finanzas en la Universidad Católica de
Córdoba. En 2004, participó del Programa de Alta Dirección
del IAE Business School, Universidad Austral. Desde 1986 a la
fecha se desempeña en el Grupo Roggio, participando de
diversas obras y siendo designado como Director en
diferentes empresas del mismo. Desde 1994 a 2007 se
desempeñó como Gerente General de las Covicentro S.A.,
Covinorte S.A. y Concanor S.A., Concesiones Viales. Desde
2007 a la fecha conduce como Gerente General a la
Empresa Aguas Cordobesas S.A.
ASOCIARNOS POR FILOSOFÍA
En Estados Unidos el 13% de los adultos forman
parte del segmento de consumo LOHAS.
HOLAS significa “Lifestyles Of Health And
Sustainability”, o, “Estilos de Vida Saludables y
Sustentables”. Ese 13% representa 41 millones
de personas. En Japón, este segmento suma
17 millones de consumidores o el 12%.
LOHAS es un concepto poderoso y útil para las
empresas porque sintentiza de manera simple
el comportamiento de una gran cantidad de
consumidores. En pocas palabras, el patrón
identificado es el siguiente: aquel
consumidor/a que compre, por ejemplo, alimentos orgánicos, muy
probablemente filtre todo su consumo con los criterios de
sustentabilidad ambiental y vida sana. Es decir que preferiría energía de
fuentes limpias o renovables por sobre fuentes tradicionales; comprará
prendas de fibras naturales y orgánicas por sobre telas sintéticas o de
algodón tradicional; optará por productos sin packaging, o con
packaging compostable; antes que ir a Las Vegas, probablemente
vaya a Galápagos, o a la Patagonia, sin resignar confort. Y si el
presupuesto se lo permite, conducirá un auto eléctrico o un híbrido
antes que un diesel o un naftero.
El consumidor LOHAS es muy coherente (sin necesariamente ser un
obsesivo radicalizado). Además, es un consumidor de segmento medio,
medio-alto, y alto.
En Estado Unidos, estas personas gastan anualmente 117 mil millones de
dólares en salud personal, 100 mil millones en construcción sustentable;
en ecoturismo y en transporte alternativo, 42 mil y 20 mil millones,
respectivamente. Y las categorías continúan.
Lógicamente, así como hay consumidores que se identifican y se
comportan acorde a valores de sustentabilidad y vida sana, existen
cada vez más empresas que se dirigen explícitamente a este segmento
de consumidores, y podemos llamarlas “empresas LOHAS”.
Por Diego Moyano, Gerente de
Bioplastico S.A.
Esto es muy relevante porque, se trate de helado, hamburguesas,
bebidas, cereales, packaging, o kW/h (energía), las marcas LOHAS
tienen una tasa de crecimiento interanual que es la envidia del gerente
de marketing de cualquier marca tradicional. De hecho, hay una
carrera entre las grandes marcas mundiales por comprar empresas
LOHAS – sean start-ups o empresas con un cash flow consolidado.
Pero, ¿puede una empresa LOHAS, después de ser comprada por una
marca mundial, continuar creando valor social y ambiental, y
económico para sus accionistas? Depende de si se la limpia por dentro
y le queda sólo el nombre a modo de cascarón, o si continúa con su
ADN original. Porque este ADN es lo que produce fidelización hacia la
marca en consumidores tan observadores y exigentes como los
consumidores LOHAS.
¿Y cuál es este ADN? Es recordar que la empresa es una herramienta
para generar los recursos que nos permitan hacer algo que disfrutamos,
mientras a la vez nos preocupamos por cuidar el medio ambiente y la
salud de nuestros clientes y otros stakeholders. Todo esto hace a la
coherencia de nuestra empresa, que es tan agudamente monitoreada
por los consumidores.
Este ADN conduce a que la empresa, como herramienta para ganar
dinero, sea un medio –indudablemente necesario, y por supuesto,
gratificante– pero no deja de ser eso, un medio. Lo que da sentido a
levantarse cada día a trabajar es aquello que estamos cuidando o
construyendo desde nuestra empresa. Curiosamente, mientras nosotros
encontramos sentido en lo que producimos y vendemos, el consumidor
encuentra “sentido” en premiar con su poder de compra a la empresa
que le está cuidando su salud y su ambiente. Esta confluencia de
“sentido” produce una empatía que trasciende la categoría
“consumidor-empresa”. Aparece una poderosa percepción de que hay
personas detrás del comprar, vender, o fabricar, y que todos están
haciendo su parte por el mismo fin.
“…LA EMPRESA ES UNA HERRAMIENTA PARA GENERAR LOS
RECURSOS QUE NOS PERMITAN HACER ALGO QUE
DISFRUTAMOS, MIENTRAS A LA VEZ NOS PREOCUPAMOS POR
CUIDAR EL MEDIO AMBIENTE Y LA SALUD DE NUESTROS
CLIENTES Y OTROS STAKEHOLDERS”.
Como estamos viendo en este mismo momento en COP21, la
Conferencia de las Partes, en París, resguardar nuestro medio ambiente
y cuidar la salud de las personas en este planeta es un desafío titánico.
Para ello, está reunida una increíble diversidad de perspectivas y
disciplinas. En donde hay mucho menos diversidad es en los objetivos
referidos a emisiones, contaminación, extinción de especies, tecnología,
y hasta de pobreza. Qué sabemos hacer varía. Pero lo que nos une es la
visión.
Y París/COP21 es la expresión macro de lo que pasa en el mundo todos
los días: WWF tiene una junta de empresarios asesores, grandes
empresas suman a líderes de ONGs ambientales a sus directorios, el
Estado busca capacidad de gestión empresaria, empresarios se suman
a grupos ciudadanos para discutir transparencia y responsabilidad
ambiental y social, etc.
Nos reunimos y unimos fuerza con aquellos que comparten nuestra
filosofía (visión). Tratamos de rodearnos de la mayor diversidad posible
de herramientas (tecnologías).
Antes, las empresas no sólo se reunían con otras empresas. Había una
asociación por tecnologías compartidas: cámaras metalúrgicas,
comerciales, de transporte, etc. Los individuos se unían con el mismo
criterio. Se colegiaban o agremiaban.
Hoy nos reunimos para trabajar, hablar, y construir, cada vez más con
aquellos que comparten nuestra visión de hacia dónde ir, no importa si
compran y venden, o si piensan, o si escriben, o qué sombrero usan
cotidianamente. Hoy estamos aprendiendo a asociarnos por filosofía. Y
da la impresión que este criterio para juntarnos o asociarnos está
redefiniendo lo que es hacer negocios, con modelos muy exitosos y
gratificantes, como muestran los mercados LOHAS.
En pocas palabras, los mercados nos están mostrando que hacer las
cosas bien se ha vuelto buen negocio.
Diego Moyano
Gerente de Bioplastico SA.
LLEGÓ EL MOMENTO DE ACTUAR
“No basta saber, se debe también aplicar.
No es suficiente querer, se debe también hacer”.
M. Gandhi
Los representantes de casi 200 países se están
reuniendo en París en estos momentos, teniendo
como objetivo cerrar el Primer Acuerdo Global
para intentar frenar el cambio climático y sus
efectos sobre el planeta y sobre quienes lo
habitamos.
Los llamados gases de efecto invernadero,
principalmente el dióxido de carbono (CO2), se
acumulan en la atmósfera e impiden que las
radiaciones infrarrojas que emite el planeta al
calentarse salgan al espacio. Ello hace que la
temperatura del planeta suba. Estos gases siempre han estado
presentes en la atmósfera, el problema -según el consenso científico
(casi absoluto)- es que las actividades humanas han contribuido a
romper el equilibrio existente. La industria, el transporte y el uso del suelo
han aumentado la concentración de los mismos. Según la según la
Organización Meteorológica Mundial (OMM), la concentración de CO2
en la atmósfera alcanzó en 2014 las 397,7 partes por millón (ppm),
cuando antes de la Revolución Industrial era de 278 ppm.
Los científicos de la ONU señalan que si el ser humano continúa con el
ritmo de emisión de gases sin tomar medidas de mitigación, la
temperatura media global subirá entre 3,7 y 4,8 grados en 2100 respecto
al nivel preindustrial. Además del aumento de la temperatura y del nivel
del mar, los científicos sostienen que también afectará a los fenómenos
climáticos extremos, como inundaciones, sequías y ciclones.
Ahora bien, conociendo el problema, vale preguntarnos: ¿se puede
revertir?; ¿hay acciones que podemos tomar para lograr torcer este
rumbo? Creemos que esta Cumbre supone un paso histórico en la lucha
contra el cambio climático, ya que, por primera vez se producirá un
hecho inédito: se trata de lograr un acuerdo universal y vinculante (que
Por Julio Gabriel Cerasa, Presidente del
Comité Interindustrial de Conservación
del Ambiente Campana-Zárate
www.cicacz.com.ar
incluirá a China, Brasil y Estados Unidos) que impulse la creación de
sociedades menos contaminantes.
El objetivo principal: limitar el aumento de la temperatura media global
a 2 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales. Ése es
nuestro desafío. Ése es el desafío mundial. Ése debería ser el
compromiso.
Esperamos que el Acuerdo, con el consenso de todos, entre en vigencia
a partir de 2020, sustituyendo al Protocolo de Kyoto, y a su vez, obligue a
los países firmantes a presentar un compromiso nacional donde queden
reflejados los esfuerzos particulares que desarrollarán para luchar contra
el cambio climático.
Ahora bien, este desafío no es gratis: se deben lograr reunir 100 mil
millones de dólares anuales a partir del 2020 para financiar todas las
acciones necesarias y ser giradas al Fondo Verde para el Clima.
Nunca la humanidad, a lo largo de toda su existencia, ha enfrentado
una amenaza de tal magnitud como lo es ésta, y solo podremos
alcanzar el éxito si somos capaces de aunar esfuerzos y trabajar juntos
todos los actores involucrados. No hay otro camino. Solo hay un norte y
entre todos debemos enfocarnos para que sea un objetivo común.
Las empresas, las instituciones, los ciudadanos en general y las
asociaciones no gubernamentales, como el CICACZ, tienen mucho
para hacer y aportar. Pensar retos concretos sobre uso eficiente de la
energía, el agua, el transporte, el consumo de productos en general, la
huella de carbono y los residuos, entre otros temas, debe tomarse como
un desafío para consolidar una estrategia común que nos permita
poner sobre la mesa de discusión metas concretas y tangibles.
“NUNCA LA HUMANIDAD, A LO LARGO DE TODA SU
EXISTENCIA, HA ENFRENTADO UNA AMENAZA DE TAL
MAGNITUD COMO LO ES ÉSTA, Y SOLO PODREMOS ALCANZAR
EL ÉXITO SI SOMOS CAPACES DE AUNAR ESFUERZOS Y
TRABAJAR JUNTOS TODOS LOS ACTORES INVOLUCRADOS”.
Si bajamos estos ratios en nuestro país, emitimos 0,88 por ciento del
dióxido de carbono (CO2) que se produce en el mundo, pero cada uno
de nosotros es responsable de 10 toneladas al año de estos gases, lo
que nos coloca en las ligas de los contaminadores importantes. No
somos como los Estados Unidos, cuyos ciudadanos generan con su estilo
híper consumista de vida 23 toneladas de CO2, pero estamos por
encima de muchos países europeos (España, Francia, Italia, Bélgica,
Holanda, Polonia) y también de los chinos, que tienen la mayor clase
media mundial.
Éste es sin lugar a dudas, un punto que todos debemos atacar. El
CICACZ, como entidad no gubernamental, pero conformado por
empresas puede y debe hacer su aporte. Según Barros, uno de los
autores de los escenarios climáticos de la Argentina, las emisiones del
país crecieron 90 por ciento en los últimos años, por encima del
promedio de los países de ingresos medios.
Gabriel Blanco, investigador del Centro de Ciencias Ambientales y
Tecnologías de la Universidad Nacional del Centro, sostiene que el 0,88
por ciento de las emisiones de la Argentina puede “parecer poco, pero
la gran mayoría de los países emite ese porcentaje”. Y señala: “Hay que
mirar múltiples indicadores. Si nos preguntamos si Argentina es un gran
emisor desde el punto de vista de la responsabilidad histórica, la
respuesta es no. Pero su presente y su proyección empieza a ser
preocupante”.
He aquí que como organización debemos encontrar la forma para
hacer nuestra contribución, y ella debe ser multidisciplinaria. Creemos
que tenemos las herramientas para hacerlo. Articulando acciones con
el Estado, con los diversos actores de éste en sus distintos estratos. Con el
trabajo férreo y continuo con la sociedad, en las áreas educativas y de
promoción. Este campo, con el que ya trabajamos como institución y
hemos obtenido resultados más que interesantes, tiene aún múltiples
oportunidades y ofrece alternativas variadas. Sólo basta tomar un fuerte
compromiso de acción. Planes y programas sistemáticos, que sean
sostenibles en el tiempo y que puedan alcanzar los objetivos y metas
propuestos, resultan altamente motivadores y a su vez, al poder mostrar
su cumplimiento, se transforman en efectos multiplicadores relevantes.
En resumen, hay una cuestión ética que atender y no podemos
hacernos los distraídos. No hay lugar para el discurso de “aquel no hace
nada entonces yo no hago nada tampoco”. Obviamente hay
responsabilidades diferenciadas, lo que no quiere decir que uno mire
para un costado.
Es el momento de compromisos valientes y propuestas ambiciosas. Para
ello éstos deberían ser vinculantes y obligatorios. Si la comunidad
internacional no avanza en este marco, es poco probable que unos
pocos vayan hacia una determinada dirección.
Julio Gabriel Cerasa
Presidente del Comité Interindustrial de Conservación del
Ambiente Campana-Zárate. Licenciado en Seguridad e
Higiene en el Trabajo. Ingeniero en Seguridad Ambiental.
EL SECTOR AGROPECUARIO EN LA
GESTIÓN DEL CAMBIO CLIMÁTICO
“Analizando la actual encrucijada en que se encuentra la Humanidad
ante la necesidad de aumentar en lo inmediato la producción de
alimentos en cantidad y calidad, y la imperiosa necesidad de hacerlo
sin destruir el ambiente, resulta evidente la importancia de diseñar y
ejecutar un modelo agrícola eficaz que contemple ambos aspectos.
Para ello, resulta fundamental aprender de las experiencias del pasado,
de las herramientas que provee la ciencia, y de la capacidad de
innovación de todos, para encontrar alternativas nuevas y
superadoras”. (Lorenzatti 2008)
Como productores de alimentos, fibras y energía
para un mundo que demanda cada vez mayor
cantidad y calidad, las empresas agropecuarias
nos encontramos con un desafío sin
precedentes: por una parte tenemos que
continuar incrementando la producción, pero
por otro lado debemos hacerlo con el menor
impacto ambiental posible.
En el caso específico del calentamiento global,
la agricultura y especialmente la ganadería
bovina, son actividades que provocan emisión
de Gases Efecto Invernadero (GEI).
Si bien en los países productores de América del Sur (Argentina,
Uruguay, Paraguay y Brasil), gran parte de la emisión total de GEI es
debida a la producción agropecuaria, la cantidad total de emisiones a
causa de dicha actividad es menor al 3% del total mundial, y es a su vez
unas 15 veces menor al bloque de los países con altas emisiones
(Estados Unidos, Unión Europea, China e India). Por lo tanto, es evidente
que las emisiones globales sólo mostrarán disminuciones significativas si
las acciones de mitigación son aplicadas principalmente por los
mayores emisores. La presión internacional de los países de alta emisión
hacia los de baja emisión para reducir sus emisiones de GEI no tendría
en la práctica ningún efecto importante en la mitigación del
calentamiento global. (Viglizzo, 2015)
Por Javier Amuchástegui, Socio
Fundador y Director de Tecnocampo
www.tecnocampo.com
Por otra parte, estas actividades son imprescindibles justamente porque
producen alimentos, fibras y energía que son utilizadas por otros países,
contribuyendo de esa forma a la seguridad alimentaria e hídrica
mundial.
Para expresarlo en términos simples, si estos cuatro países de
Sudamérica, que son responsables de abastecer casi el 50% de la
demanda de productos agrícolas y ganaderos de la Unión Europea y
China, redujeran un 75% su producción con el fin de reducir los GEI, la
disminución sería de sólo un 2%. Esto significaría un precio muy alto
respecto a la seguridad alimentaria e hídrica mundial, para generar un
mínimo impacto en la mitigación del calentamiento global.
El sentido común indicaría que las estrategias de mitigación deberían
enfocarse más que en la producción de alimentos, en sectores
económicos que tienen mayores posibilidades tecnológicas y
operativas de reducir la emisión de GEI.
“…LAS EMPRESAS AGROPECUARIAS NOS ENCONTRAMOS CON
UN DESAFÍO SIN PRECEDENTES: POR UNA PARTE TENEMOS QUE
CONTINUAR INCREMENTANDO LA PRODUCCIÓN, PERO POR
OTRO LADO DEBEMOS HACERLO CON EL MENOR IMPACTO
AMBIENTAL POSIBLE”.
En el caso particular de la agricultura, la emisión de GEI está
relacionada principalmente a la deforestación y cambio en el uso del
suelo, sumado a la utilización de insumos que requieren abundante uso
de combustibles fósiles para su manufactura y transporte. Las acciones
para mitigar este impacto están relacionadas a lograr una disminución
de la deforestación y un incremento de la reforestación; la adopción de
la siembra directa junto a las buenas prácticas agrícolas; y la utilización
de biotecnología, realizando una “intensificación sustentable” que
permita producir más cantidad de alimentos sin aumentar la superficie
cultivada, disminuyendo de esa manera la huella de carbono por
unidad producida.
El sistema de siembra directa como práctica de conservación permitió
hacer un ahorro en el uso de combustibles fósiles de hasta el 66%,
además de reducir la erosión del suelo entre un 90 y un 96 por ciento y
aumentar el secuestro de carbono frente a la agricultura tradicional.
Hoy, junto a las Buenas Prácticas Agrícolas, sigue evolucionando y
constituye una auténtica respuesta al dilema entre producción y
sustentabilidad. (Aapresid 2013)
Pero más allá de estos datos globales relacionados a la agricultura,
todos debemos, como habitantes de esta “casa común”, tomar
verdadera conciencia de la problemática que estamos enfrentando. Y
a partir de ello, hacernos cargo, cada uno desde el lugar que ocupa,
articulando acciones entre los sectores públicos y privados, para
disminuir el impacto negativo que le estamos ocasionando a nuestro
querido y a la vez maltratado planeta.
Javier Eduardo Amuchástegui
Ingeniero Agrónomo, Universidad Católica de Córdoba
(1990). Es Socio Fundador y Director de Tecnocampo,
empresa dedicada a la Producción de Granos, Venta de
Insumos, Acopio, Riego y Agricultura de Precisión.
Tecnocampo fue pionera en la implementación de
Agricultura Certificada, logrando su primera certificación en
el año 2010. Actualmente produce bajo la norma europea
RTRS de Soja Sustentable en 47 establecimientos, totalizando
una superficie de más de 20.000 has certificadas.
CUESTIÓN DE CLIMA Y ALGO MÁS
En sintonía global con enfoques y
prácticas locales
En las últimas décadas, en especial desde la Cumbre
de Río de 1992, han cambiado algunas formas de
interacción, la sociedad civil creció en complejidad y
el sector privado ha logrado posicionarse en la
agenda de la sustentabilidad. La Cumbre de París
genera expectativas de que se logren compromisos
tangibles. Representantes de 195 países coinciden
con el objetivo de que las temperaturas no se
incrementen en más de 2° C de los niveles que había
entre 1850 y 1899. Pero las diferencias surgen cuando
se trata de analizar la contribución de cada país para lograr esta meta
global.
La aplicación del principio jurídico de responsabilidades comunes pero
diferenciadas del derecho internacional abre un campo de
posibilidades para que los países contribuyan al logro de metas globales
en la medida de sus condiciones de desarrollo. En buen romance, la
consecución de metas ambientales no puede jugar en detrimento de
las demandas sociales y necesidades de crecimiento económico que
enfrentan las naciones en vías de desarrollo. Por otra parte, las
economías basadas en fuentes de energía renovables requieren de
fuertes inversiones de capital, además de desarrollo científico y
tecnológico. Se abre aquí otra discusión puesto que no todos los países
disponen de la tecnología adecuada para sustituir a las fuentes
hidrocarburíferas existentes.
Desde una perspectiva optimista es posible que nuevas tecnologías
abran un abanico de oportunidades en el mercado de las energías
renovables para todos los sectores. El problema es tan complejo que
resulta difícil encontrar una solución satisfactoria para todos. De
cualquier manera, el saldo de la Cumbre puede arrojar un resultado
positivo que confiera impulso a las políticas ambientales de los próximos
años.
Por Claudio Moreno, Jefe de RSE en
Transportadora de Gas del Norte
www.tgn.com.ar
Desde el ámbito empresario en general, y desde TGN en particular,
permanecemos atentos a lo que acontece en la Cumbre y somos
optimistas respecto de su desenlace. Venimos participando de
iniciativas locales, foros y redes que cuentan con la participación del
sector privado, de las organizaciones de la sociedad civil, de
instituciones gubernamentales y también de instituciones educativas.
Participamos de distintos procesos para analizar prioridades en relación
con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y para comprender con
otras organizaciones cuáles son los roles que debemos asumir para
hacer nuestra mejor contribución, en función de las competencias que
cada organización posee.
Debemos considerar que esta nueva agenda abarca temas específicos
que son interdependientes y deben guardar relación con el fin último de
la sustentabilidad global. Cada uno de los 17 objetivos y las 169 metas
que integran los ODS ofrecen desafíos para todas y cada una de las
organizaciones que cooperamos en este gran colectivo. La
Organización de las Naciones Unidas brinda una plataforma y colabora
con los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil en general para
alcanzar los objetivos de este ambicioso programa de desarrollo post
2015.
“PARTICIPAMOS DE DISTINTOS PROCESOS PARA ANALIZAR
PRIORIDADES EN RELACIÓN CON LOS OBJETIVOS DE
DESARROLLO SOSTENIBLE (ODS) Y PARA COMPRENDER CON
OTRAS ORGANIZACIONES CUÁLES SON LOS ROLES QUE
DEBEMOS ASUMIR PARA HACER NUESTRA MEJOR
CONTRIBUCIÓN…”
Todos sabemos que los ODS cobrarán plena vigencia a partir de enero
de 2016 para continuar la tarea que hasta aquí se llevó a cabo con los
Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Cada país adoptará políticas
y aplicará indicadores de cumplimiento en base a las metas que
configuran los ODS. Se espera que este proceso logre una síntesis que
haga del principio abstracto de responsabilidades comunes, pero
diferenciadas, un conjunto de prácticas concretas con beneficios para
todos.
Desde la gestión de Responsabilidad Social de TGN buscamos movilizar
compromisos destinados a contribuir con esta nueva etapa que se
pone en marcha. Contamos con un nuevo marco para orientar la
acción y modelar nuestras prácticas de Responsabilidad Social. El
cuidado del medio ambiente, la educación, la construcción de
ciudadanía y el desarrollo local seguirán siendo nuestros ejes
estratégicos, ahora tendremos el desafío de inscribir este enfoque en un
contexto más amplio para coordinar nuestros esfuerzos.
Claudio Moreno
Profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA.
Dictó clases de RSE en la Maestría de Recursos Humanos de
la UBA y de Administración Estratégica en la Universidad de
Belgrano. Autor de publicaciones de Responsabilidad Social,
Negociación Colectiva, y Gestión de Recursos Humanos.
Actualmente se desempeña en Transportadora de Gas del
Norte, tiene a su cargo la gestión de responsabilidad social,
diseña e implementa políticas de sostenibilidad. Entre otras
prácticas, implementa proyectos de articulación público
privada, negocios inclusivos en la cadena de valor, y modos
de intervención para la gestión y la transformación de los
conflictos sociales. Licenciado en Comunicación Social de la
Universidad Nacional de Rosario y Especialista en Dirección
Estratégica de Recursos Humanos de la Universidad de
Buenos Aires.
EL ENFOQUE GLOBAL COMO EJE
PARA ACTUAR CONTRA EL CAMBIO
CLIMÁTICO
De acuerdo con la Organización de las
Naciones Unidas, 150 Jefes de Estado y
de Gobierno estarán formando parte de
la COP21. Este nivel de participación no
solo la convierte en una de las mayores
conferencias diplomáticas que se hayan
organizado, sino que permite vislumbrar
un mayor compromiso de cooperación
entre países para lograr contener y
revertir los efectos del cambio climático,
a través de una estrategia global
orientada a desarrollar sociedades
sostenibles.
Este enfoque global es el que requiere el mundo empresarial para lograr
amplificar el alcance de una gestión sustentable. La definición de metas
globales, la comunicación transversal de buenas prácticas que fomente
el intercambio de conocimiento entre las operaciones que la compañía
tenga en distintos países así como el trabajo intersectorial entre
empresas, organizaciones sociales, grupos de interés y sector público a
nivel local; permiten generar un verdadero círculo virtuoso en la
búsqueda e implementación de soluciones que preserven los recursos e
impacten positivamente en la calidad de vida de las personas.
La COP21 representa una gran oportunidad para que cada vez más
compañías tomen conciencia del rol que cumplen en la lucha contra el
cambio climático y se comprometan a trabajar sobre un modelo de
gestión que busque continuamente el equilibrio entre los factores
ambientales, económicos y sociales.
Con esta perspectiva trabajamos en Whirlpool. Desde hace más de
cuatro décadas, existe una decisión corporativa de invertir fuertemente
a nivel global en Investigación y Desarrollo para generar avances
concretos en materia de sustentabilidad, a través de políticas y
Por Alejandro Toscano, Intitutional
Relations Manager de Whirlpool para
Latinoamérica
www.whirlpool-latam.com
programas orientados a desarrollar productos innovadores con atributos
sustentables; mejorar los procesos de fabricación y distribución, utilizar
materias primas de bajo impacto ambiental y generar eficiencia y un
impacto positivo de triple resultado para nuestros públicos de interés.
Para ello, utilizamos la metodología Design for Environment que
incorpora la variable ambiental como guía para el desarrollo de los
productos, identificando los impactos que tienen en el medio ambiente,
desde que se conciben como idea hasta su disposición final. Siguiendo
estos lineamientos, durante los procesos productivos se establecen
indicadores sobre la gestión de residuos, consumo de agua y consumo
de energía por producto fabricado. Asimismo, se conforma un
inventario de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero donde se
registran todas las actividades que generan emisiones con alcance 1, 2
y 3 de acuerdo a la metodología del protocolo GEI de Brasil, con el
objetivo de medir la huella de carbono y establecer metas de
reducción cada año, incluyendo la logística.
Esto nos ha permitido obtener conquistas importantes en materia de
sustentabilidad como reducir el consumo promedio de agua en un 9,3%
en comparación a 2012; y disminuir en un 72,7% el descarte de residuos
peligrosos en los desagües de la operación y de residuos no peligrosos
en un 52,3%, entre 2012 y 2014; en las operaciones en Argentina y Brasil.
“…EXISTE UNA DECISIÓN CORPORATIVA DE INVERTIR
FUERTEMENTE A NIVEL GLOBAL EN INVESTIGACIÓN Y
DESARROLLO PARA GENERAR AVANCES CONCRETOS EN
MATERIA DE SUSTENTABILIDAD, A TRAVÉS DE POLÍTICAS Y
PROGRAMAS ORIENTADOS A DESARROLLAR PRODUCTOS
INNOVADORES CON ATRIBUTOS SUSTENTABLES…”
A su vez, a través de proyectos enfocados en nuevas tecnologías,
sustitución de motores y lámparas, optimización e inteligencia de
procesos, hemos logrado mejoras significativas en el consumo de
energía de los productos, disminuyendo consecuentemente las
emisiones de CO2 que éstos generan durante su uso. Por ejemplo, las
heladeras Whirlpool llegan a consumir 50% menos de energía
comparadas con las que se producían hace 10 años y muchas llegan a
consumir menos energía que una bombita de luz incandescente.
Las empresas tienen el desafío de concientizar a los consumidores en la
importancia de elegir productos y servicios que sean amigables con el
medio ambiente; y de estimular hábitos que promuevan la reducción
propia del consumo de energía eléctrica y agua. El rol de las
compañías al momento de generar relacionamiento con sus clientes
y/o consumidores es clave desde el punto de vista de comunicar sus
esfuerzos en esta dirección, mediante técnicas de promoción,
comunicaciones en redes sociales con tips y consejos para la utilización
de los productos orientada al uso eficiente de los recursos naturales.
Además, distintas organizaciones de la sociedad civil también están
contribuyendo en esa línea, como por ejemplo la iniciativa TopTen
lanzada por Fundación Vida Silvestre Argentina, proponiendo la
creación de un ranking de productos eco-eficientes y con menor
impacto en el medio ambiente. Esta herramienta les permite a los
consumidores acceder a información neutral, rigurosa y transparente
para tomar decisiones adecuadas antes de adquirir productos.
Sin lugar a dudas, los efectos del cambio climático se perciben cada
vez con mayor intensidad alrededor de los cinco continentes. Se trata
de un desafío global que requiere del compromiso y accionar conjunto
de gobiernos, empresas, organizaciones de la sociedad civil e incluso
de cada persona, para asegurarles un futuro a las próximas
generaciones. El momento de actuar es ahora.
Alejandro Toscano
Actualmente se desempeña como el Intitutional Relations
Manager de Whirlpool para Latinoamérica. Desde este lugar,
tiene a su cargo la gestión estratégica de los Asuntos
Públicos y la Sustentabilidad de la compañía en los distintos
países de la región. Fue Coordinador de la Comisión de
Sustentabilidad de la Cámara Argentina de Exportación de
Conocimientos (Argencon). Anteriormente, se desempeñó
como Gerente de Ciudadanía Corporativa y Asuntos
Corporativos para IBM Argentina y Colombia. Es Licenciado
en Comercialización, egresado de la Universidad Argentina
de la Empresa.
ASPECTOS RELEVANTES DE LA COP 21
Breve historia de las negociaciones
Todos sabemos que el cambio
climático ha llegado para
permanecer. Los impactos a la
salud, infraestructura, ambiente,
son diversos y muy importantes. No
podemos olvidar que dicho cambio
amenaza poblaciones e incide en
las economías de los países,
generando un nuevo problema o
categoría de refugiados. Por ello, es
necesario pensar no solamente en
medidas ambientales, sino también económicas y sociales.
Los principales hitos de las negociaciones sobre Cambio Climático se
desarrollaron en la COP 3 en 1997, en Kioto, Japón, donde se aprobó el
Protocolo de Kioto. El Protocolo estableció una meta de reducción de
emisiones para los países desarrollados (reducción que promedia del 5%
comparado a los niveles de 1990, a realizarse entre 2008 y 2012).
Además, se sentaron las bases del mercado de carbono.
Debido a las demoras y aplazamientos en el cumplimiento del mismo, se
aprobó en el año 2007 en la COP 13, en Indonesia, el Plan de Acción
de Bali, que marcó la trayectoria de un nuevo proceso de negociación.
Se proyectó llegar a un acuerdo global vinculante que incluyera todos
los países del mundo y no sólo los desarrollados.
En la COP 15 (Copenhague 2009) no se logró un acuerdo global y cinco
países plantearon el Acuerdo de Copenhague. En el mencionado
Acuerdo, los países desarrollados se comprometieron con el
financiamiento a largo plazo. Se hizo una declaración formal que fijaba
en 2° grados el aumento máximo de temperatura aceptable.
ESCENARIOS Y TENDENCIAS
Por Leila Devia, Coordinadora de
Regulaciones Ambientales del INTI
La COP 16, celebrada en Cancún, México, tuvo la capacidad de
resucitar el proceso luego del fracaso de Copenhague. En esta reunión
se acordó crear el Fondo Verde para el Clima, con 100.000 millones de
dólares anuales a partir del año 2020, destinados a acciones de
mitigación y de adaptación al cambio climático.
La decisión de iniciar un nuevo acuerdo se plasma en la COP 17 en
Durban (Sudáfrica) en el año 2011. Se decide negociar un nuevo
acuerdo mundial sobre el cambio climático, que sea adoptado en el
año 2015 y entre en vigor en el año 2020. Se definió como objetivo
aumentar la ambición global para el período 2015-2020.
Ya en la COP 19 en Varsovia, Polonia, en el año 2013, se decide que en
marzo del 2014 se deberían aprobar los elementos para un nuevo
acuerdo. Se fijó que se harían reuniones bienales para evaluar el
financiamiento y que habría una reunión de Alto Nivel Ministerial en
diciembre del año 2014.
Es entonces en Lima, Perú, en el año 2014, en la COP 20, que los países
miembros aprueban un texto borrador del nuevo acuerdo climático
global y además se logra que haya claridad sobre la información que
contendrán las contribuciones nacionales, compromisos voluntarios de
los países frente al cambio climático.
“…ES NECESARIO PENSAR NO SOLAMENTE EN MEDIDAS
AMBIENTALES, SINO TAMBIÉN ECONÓMICAS Y SOCIALES”.
Luego de más de 20 años de negociaciones, el nuevo acuerdo
climático global deberá ser aprobado por todos los países miembros,
con el fin de mantener el calentamiento global, por debajo de los 2º C
comparado a los niveles preindustriales.
En la COP 26, en el año 2020, el acuerdo debería entrar en vigencia.
Temas claves a discutir en la COP 21
1. Mitigación: América Latina en conjunto contribuye solo en un 9,6% al
calentamiento global, siendo los sectores más emisores el cambio de
uso del suelo (es decir, principalmente la deforestación) y la
agricultura, que representan alrededor del 65% de las emisiones.
2. Adaptación: Se discutirá cómo cada país va a presentar sus objetivos
de adaptación, qué cooperación va a haber entre países en temas
de financiamiento y compartir buenas prácticas para mejorar la
adaptación.
3. Pérdidas y daños: Fondo especial. Es un mecanismo bastante
controvertido, muy necesario para los países en desarrollo, pero
resistido por los países desarrollados.
4. Financiamiento: Fondo Verde para el Clima. Los países desarrollados
se comprometieron a aportar 100 millones de dólares al Fondo Verde
para el Clima para el 2020, tanto de fuentes privadas como públicas,
pero no queda muy claro aún cómo se va a conseguir ese dinero ni
cómo va a haber un flujo continuo en el tiempo.
5. Desarrollo y transferencia de tecnología: Desarrollo de nuevas
tecnologías limpias, y sobre todo, que puedan ser compartidas con
los países en desarrollo. (Ejemplo: cómo eliminar barreras
económicas para la transferencia, cooperar en el desarrollo de la
tecnología, etc.).
6. Fortalecimiento de capacidades: Se pretende ayudar a los países
menos desarrollados a una transición hacia una economía limpia, a
diseñar planes de adaptación y mitigación para sus regiones, facilitar
el acceso a la financiación, fomentar la educación y la conciencia
ciudadana.
7. Transparencia, reporte y revisión: Deben diseñarse mecanismos
munidos de transparencia y que permitan la revisión del
cumplimiento de los objetivos fijados.
8. Acción pre-2020 (Workstream 2): Se desarrollarán temas de ambición
en reducción de emisiones a corto plazo.
• El nuevo acuerdo sobre cambio climático, puede fijar las INDC en
términos de reconocimiento, rendición de cuentas y apoyo
adecuado, lo que impulsará un compromiso mayor (necesario).
• A medida que pase el tiempo, será necesaria una mayor acción.
• Las contribuciones nacionales (INDC) deberán ser revisadas,
especialmente a medida que se movilice la financiación climática y
otras formas de cooperación multilateral que serán catalizadas por el
nuevo acuerdo y que permitirán a los países cumplir los compromisos
asumidos.
En conclusión, estas negociaciones que se están llevando a cabo,
revisten un reto para el sector público como para el sector privado. En
cuanto al sector público, la obligatoriedad de los compromisos de
reducción que asuma, las medidas locales que adopte para minimizar
los impactos sociales y económicos, la política energética, teniendo en
cuenta cómo se tomará el acceso a la energía. En tanto, el sector
privado, se encuentra ante el desafío de mejorar su competitividad y
abrirse a nuevos emprendimientos más sustentables, como implementar
innovaciones tecnológicas.
Por último, es importante señalar que el futuro instrumento jurídicamente
vinculante deberá ser analizado a la luz de las regulaciones
internacionales, regionales y locales y de los 17 objetivos del desarrollo
sostenible, aprobados en este año 2015. Fuentes:
• ONU Cambio Climático: http://newsroom.unfccc.int/
• Conexión COP: http://conexioncop.com/
• http//www.iisd.ca/climate/cop21/enb/
Leila Devia
Abogada, especialista en régimen jurídico de los recursos
naturales de la UBA. Doctora en Ciencias Jurídicas de la
Universidad del Salvador, estudios de posdoctorado en la
UBA finalizados en el año 2015. Docente de grado y
posgrado de Derecho Ambiental de la UBA, UADE, USAL,
UNSAM, ITBA, UCEMA. Docente del Doctorado de la UBA y
de la USAL, Titular de Régimen Jurídico de los Recursos
Naturales de la carrera Franco-argentina de la Universidad
del Salvador. Profesora visitante de la Universidad de
Toulouse y Universidad París I La Sorbonne. Realizó estudios
de posgrado en Estados Unidos, Japón y Holanda.
Directora del Centro Regional de Capacitación y
Transferencia de Tecnología dependiente del Convenio de
BASILEA. Coordinadora de Regulaciones Ambientales del
INTI. Autora de numerosas publicaciones. Coordinadora del
libro Mercosur y Medio Ambiente. Autora y Directora del
Libro Avances del Nuevo Código Civil y Comercial de la
Nación en los Aspectos Ambientales.
ESCENARIOS Y DESAFÍOS DE
ARGENTINA EN LA GESTIÓN DE LA
LUCHA CONTRA EL CAMBIO
CLIMÁTICO
Desde mediados del siglo XIX, el aumento
promedio de la temperatura de la superficie
terrestre ha sido de 0,85 grados centígrados
(°C) en relación a la última Edad de Hielo, que
finalizó hace 1.150 años, y donde la
temperatura era inferior a la actual en un 5 ºC.
A simple vista se puede observar que los
cambios en el clima no simbolizan un nuevo
fenómeno, puesto que la variabilidad natural
es propia del sistema climático, y el cual ha
variado a través de la historia de la Tierra. Sin
embargo, para el Panel Intergubernamental
sobre el Cambio Climático (IPCC), existen
otros factores que contribuyen a esta situación: “el conjunto de
alteraciones en el clima del planeta producido por el aumento de la
concentración de dióxido de carbono en la atmósfera y otros procesos
asociados, a consecuencia de las actividades humanas de los últimos
siglos, principalmente la quema de combustibles fósiles y la destrucción
de la vegetación natural” (IPCC, 2007).
De modo que, más allá de que la Tierra como parte de su evolución ha
experimentado cambios climáticos importantes, ya no se puede
desconocer que la degradación antrópica se relaciona con el proceso
económico que viene desarrollado la acción humana desde la
revolución industrial, y es quien ha incrementando la actual
concentración de los Gases Efecto Invernaderos (GEIs) que provocan el
calentamiento global.
Desde hace ya muchos años, el derecho internacional viene
trabajando en la construcción de una arquitectura global en el ámbito
medioambiental que contribuya a gestionar los problemas derivados
del cambio climático, y cuya principal respuesta fue la redacción de la
Por María Carolina Ulla, Abogada
(UNC), Magister en Derecho Ambiental
(IIFA)
abmculla@gmail.com
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático
(CMNUCC) en el año 1992, con el objetivo de “estabilizar las
concentraciones de los GEIs1 a niveles seguros”. A pesar del esfuerzo de
la comunidad internacional, la Convención no resultó suficiente para
abordar el problema, lo que llevó a una nueva etapa para alcanzar los
compromisos asumidos. Fue recién en la Tercera Conferencia de las
Partes (COP3) en Japón en el año 1997, donde se adoptó por consenso
el Protocolo de Kioto, reconocido “como el instrumento que define
cuantificadamente límites específicos de las emisiones de gases efecto
invernadero; y dota de herramientas con miras a cumplir con los
compromisos asumidos” (FARN, 2006). Finalizada la vigencia del
Protocolo de Kioto, se inició un nuevo proceso de negociaciones en la
COP19 en Varsovia, y que podría culminar con un nuevo acuerdo que
involucre a los 195 países del mundo para reducir las emisiones de gases
que afectan al clima en la próxima COP21 en Paris.
En cuanto a los históricos países responsables de las mayores emisiones
a nivel global, queda claro que se encuentra en manos de los más
desarrollados como Estados Unidos (EE.UU), los que forman parte de la
Unión Europea (UE), Canadá, Rusia entre otros; aunque por estos días
China representa uno de los mayores emisores del mundo junto a EEUU.
Sin embargo, y a pesar de que América Latina no tiene responsabilidad
en los GEIs a escala global, comienzan a ser alarmantes los niveles de
emisiones causadas por estos países como consecuencia del cambio
del uso del suelo y la silvicultura. En términos generales, las mayores
emisiones de GEI en la región provienen de Brasil, México, Venezuela y
Argentina. Evidentemente, los países de la región e incluso Argentina, no
pueden ser ajenos a las consecuencias negativas del Cambio
Climático.
“…A PESAR DE QUE AMÉRICA LATINA NO TIENE
RESPONSABILIDAD EN LOS GEIS A ESCALA GLOBAL,
COMIENZAN A SER ALARMANTES LOS NIVELES DE EMISIONES
CAUSADAS POR ESTOS PAÍSES COMO CONSECUENCIA DEL
CAMBIO DEL USO DEL SUELO Y LA SILVICULTURA…”
En este contexto global, y en cumplimiento de los compromisos
asumidos en la CMNUCC, Argentina presentará en la Cumbre de Paris,
los resultados de su Tercera Comunicación Nacional que incluye el
inventario de GEI y un plan de acciones con medidas -predominantes
de mitigación- para hacer frente al fenómeno global. Según los datos
1 De conformidad con lo establecido en el Anexo A del Protocolo de Kioto, los seis
gases son: dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O),
hidrofluorocarbonos (HFCs), perfluorocarbonos (PFCs) y hexafluoruro de azufre (SF6). 2 En Copenhague (2009) y Cancún (2010), los países desarrollados se comprometieron
que surgen del inventario, el 43% de las emisiones provienen del sector
energético, el 28% de la agricultura y ganadería, el 21% del cambio de
uso del suelo y silvicultura, el 5% de residuos, y el 3% de procesos
industriales. De ahí que, la propuesta de compromiso se limita a disminuir
al 15% las emisiones de GEI para 2030, y un 15% más, si cuenta con
financiación internacional, en un plan de Acciones para fortalecer
prioritariamente la Mitigación del Cambio Climático vinculados con el
sector energético.
Sin embargo, surgen algunos interrogantes de la estrategia nacional. Si
se infiere que (a diferencia del orden de prelación establecido en el
documento oficial) hay una tendencia en el aumento de emisiones
proveniente del sector agropecuario y el cambio en el uso del suelo y la
silvicultura representando el 49% del total de las emisiones, entonces:
¿resulta adecuada la propuesta de Argentina, cuando se encuentra
entre los 25 principales emisores mundiales y depende en gran medida
del sector agropecuario para su desarrollo económico? o ¿Argentina
perdió la oportunidad diseñar, adoptar y ejecutar medidas estratégicas
que contribuyan a la mitigación y la adaptación del Cambio Climático -
y que a la vez resulten económicamente convenientes- para el sector
agropecuario y forestal?
A pesar de la sólida arquitectura jurídico-institucional que posee nuestro
país para la implementación de la Convención y el Protocolo,
conformada por una serie de herramientas legales, planes, programas y
acciones, tanto con objetivos específicos como a través de leyes
sectoriales (sector agropecuario, forestal, energético, etc.); existen
fuertes dificultades para llevar adelante una clara política climática
nacional que logre poner en la agenda el problema del calentamiento
global y el impacto económico político y social en el territorio nacional.
En este sentido, la Cumbre de Paris, resulta un escenario propicio para
que nuestro país fortalezca el proceso de implementación y ejecución
de medidas no sólo de mitigación, sino también de adaptación. Ello
implica contemplar, por un lado, la dimensión social del fenómeno del
cambio climático (indicadores de causas estructurales tales como:
salud, educación, pobreza, etc.); y por otro lado, la dimensión jurídico-
política, a través de la articulación, coordinación y armonización entre
los objetivos de las políticas del sector agropecuario y el sector forestal,
el desarrollo económico, el ordenamiento territorial y las políticas
sectoriales en favor del clima y el medio ambiente. En pocas palabras,
Argentina todavía está a tiempo de comenzar a diagramar una
estrategia nacional frente al fenómeno global vinculado con las causas
actuales de sus emisiones, acorde con sus circunstancias y su
proyección hacia el futuro.
Mientras el mundo espera un acuerdo climático global, comienza a
asomarse un nuevo concepto de la gobernanza ambiental,
denominado “gobernanza participativa o descentralizada o regional”,
que trabaja a nivel local en esquemas multipartitos de toma de
decisiones, concertados entre, por ejemplo, sociedad civil, instituciones
públicas, ciudadanía y actores privados como un espacio más propicio,
para comenzar a gestionar medidas de mitigación o adaptación para
el calentamiento global (Forcada Barona, 2012). Por lo tanto, más allá
de los resultados de la COP21, debe tomar cada vez más fuerza la idea
de “pensar globalmente y actuar locamente”; es la gobernanza local
en cuestiones ambientales, el espacio más propicio para comenzar a
gestionar medidas de mitigación o adaptación para el calentamiento
global, “por ser donde se manifiestan más claramente los problemas y
donde están más cerca de la gestión, ello hace en algunos casos que
la política ambiental tenga una acción más directa sobre los
problemas” (Juliá, 2012).
Fuentes consultadas
- Di Paola, María Marta; Rivero Inés y Di Paola María Eugenia (editora). 2012.
“Informe Nacional sobre el Estado y Calidad de las Políticas Públicas sobre Cambio
Climático y Desarrollo en Argentina. Sector agropecuario y forestal.” FARN.
Argentina.
- Forcada Barona, Ignacio. El futuro de la Gobernanza Medioambiental
internacional en Revista de Derecho Ambiental N° 32, Octubre/Diciembre, Año
2012.
- Juliá, Marta- FOA TORRES, Jorge y DEL CAMPO Cristina Formulación de políticas
públicas ambientales. Los casos de Aguas, Bosque Nativos y Residuos peligrosos,
Lerner Editorial, Abril 2013.
- Ryan, Daniel. 2012. “Informe sobre el Estado y Calidad de las Políticas Públicas
sobre Cambio Climático y Desarrollo en América Latina. Sector Agropecuario y
Forestal.” Plataforma Climática Latinoamericana.
Sitios web:
http://farn.org.ar
http://www.futurosustentable.com.ar
http://www4.unfccc.int/submissions/INDC/Published%20Documents/Argentina/
1/INDC%20Argentina.pdf
http://itba.edu.ar/sites/default/files/estado_componente_mitigacion.pdf
http://www.perfil.com/ciencia/Argentina-lleva-a-la-Cumbre-del-clima-una-
propuesta-debil-20151122-0020.html
http://informes.gflac.org/argentina/presupuestos-publicos-para-el-cambio-
climatico-en-argentina
María Carolina Ulla
Abogada (UNC), Magister en Derecho Ambiental (IIFA),
Diplomada en Integración Regional y Desarrollo Sustentable
(OLAGI/ESCOLAGI), Doctorando en la IV Cohorte en
Ciencias Políticas (CEA-UNC) con Beca Doctoral CONICET
(CIJS/FDyCS-UNC). Docente en la Facultad de Derecho de
la Universidad Católica de Córdoba. Adscripta en la
asignatura “Derecho de los Recursos Naturales y el
Ambiente”, Cátedra B de la Facultad de Derecho y Ciencias
Sociales (FDyS-UNC). Miembro de Foro Ambiental Córdoba.
COP21: UNA CUMBRE HISTÓRICA
QUE OFRECE OPORTUNIDADES PARA
LAS EMPRESAS
La cumbre de Paris debe lograr un acuerdo, “ahora o nunca”
Tal como lo destacó el papa Francisco de
vuelta de su viaje en 3 países africanos el
30 de noviembre, estamos en un
momento histórico. Hoy en día crece a
nivel global un sentimiento amplio de
urgencia, fundado sobre hechos
científicos, para frenar el calentamiento
global: en su último informe de 2014, el
grupo intergubernamental de expertos
sobre el cambio climático (GIEC/IPCC)
confirmó el consenso de la comunidad científica global de que el
cambio climático de origen humano es verdadero, y que daña al
planeta en un 97% de probabilidades.
En este contexto, la Conferencia sobre los cambios climáticos, que tiene
lugar en París del 30 de noviembre hasta el 11 de diciembre 2015,
representa la última oportunidad para actuar. Nunca estuvimos tan
cerca de un consenso global. Las contribuciones nacionales de 183
países al 30 de noviembre, ya ilustran el compromiso de casi todos; 150
Jefes de Estado y Gobierno estuvieron el 30 de noviembre en Paris para
destacar la importancia del tema, con una determinación política
expresada en particular por los grandes emisores, China y Estados
Unidos a la cabeza, además del constante compromiso y liderazgo de
la Unión Europea, y especialmente de Francia, en este tema.
Seguramente, el suspenso se mantendrá hasta los últimos momentos de
la “COP21”, alias vigésima primera cumbre de la Convención-Marco de
DESTACADOS
Por Jeanne Simon, Primer Secretaria y
Consejera en Asuntos Globales en la
Embajada de Francia en Argentina
www.embafrancia-argentina.org
las Naciones Unidas sobre los Cambios Climáticos. El desafío es inmenso:
lograr un acuerdo global creíble del cual todos los Estados participen,
ya que todos son impactados por el fenómeno, con sus capacidades
diversas y sus circunstancias nacionales de desarrollo sostenible, tal
como las expectativas.
“Un momento de esperanza y solidaridad”, François Hollande, 16 de
noviembre de 2015
En una ciudad sitiada después de los dramáticos atentados del 13 de
noviembre pasado en París, Francia reafirmó su voluntad de acoger y
presidir la COP21, en concordancia con sus valores y con un espíritu de
escucha global para todos. Francia, después de un año de trabajo muy
estrecho con Perú que tuvo la presidencia de la COP20 de noviembre
2014 hasta noviembre 2015, preside a las discusiones climáticas desde el
30 de noviembre hasta el fin de año 2016.
Queremos facilitar un acuerdo global, fundado en la ciencia, dinámico
y durable en el largo plazo, gracias a un mecanismo de revisión regular
de la ambición climática colectiva –cada 5 años por ejemplo a partir
de 2020– en línea con el imperativo de los dos grados. Cuatro objetivos
son claves para lograr tal resultado:
1) un acuerdo internacional,
2) contribuciones nacionales de todos los Estados-Partes de la
Convención-marco de Río de 1992 sobre los cambios climáticos,
3) medios de implementación como financiamiento, transferencia de
tecnologías limpias o aumento de las capacidades,
4) un impulso de las soluciones no-estatales que ya existen para emitir
menos y adaptarse a los impactos del calentamiento climático.
La urgencia climática necesita el compromiso de todos, en particular
del sector privado. Las empresas tendrán que implementar el acuerdo
global y las contribuciones nacionales después de su ratificación por los
Estados-Partes. Pueden contribuir a financiar y a acelerar las acciones
climáticas, dado que, a través de sus innovaciones, permiten conseguir
crecimiento económico y acción climática.
“LA URGENCIA CLIMÁTICA NECESITA EL COMPROMISO DE
TODOS, EN PARTICULAR DEL SECTOR PRIVADO. LAS EMPRESAS
TENDRÁN QUE IMPLEMENTAR EL ACUERDO GLOBAL Y LAS
CONTRIBUCIONES NACIONALES DESPUÉS DE SU RATIFICACIÓN
POR LOS ESTADOS-PARTE.”
De hecho, las empresas intervienen en el financiamiento climático: afín
que los países desarrollados cumplan con sus promesas de aumentar sus
compromisos financieros a favor de los países en desarrollo frente al
desafío climático2. Por otra parte, los inversores deben reorientar sus
estrategias y flujos financieros a favor de esquemas de crecimiento
bajos en emisiones de gases a efecto invernadero. Este gran desafío ya
se está concretizando, mediante iniciativas y anuncios como la Alianza
solar internacional, o señales de desinversión en las energías fósiles
como los de la fundación Bill Gates por ejemplo, sin hablar de la
llamada a una tarificación global del carbono.
Por eso, Francia quiso dar lugar y voz a las empresas en Paris y en el
futuro acuerdo. En diciembre de 2014, durante la COP20 en Lima,
Francia, Perú, el Secretariado de la Convención-Marco de las Naciones
Unidas sobre el Cambio Climático, y el Secretario general de las
Naciones Unidas lanzaron el Plan de Acción de Lima-París (Lima-Paris
Action Agenda) para promoverlas, por diversos medios:
una plataforma web “NAZCA” donde las empresas pueden
compartir sus contribuciones individuales o colectivas;
iniciativas de cooperación internacionales emblemáticas como la
alianza solar internacional, lanzada por el Primer Ministro de India y el
mandatario francés el 30 de noviembre. Encuentros de alto nivel,
durante la COP21, son dedicados a temas claves como energía,
agricultura, transporte, ciudades, además del “día para la Acción”,
el sábado 5 de diciembre 2015.
También la COP21 permite encuentros profesionales, en un lugar
específico del sitio de la Conferencia, o manifestaciones de gran
público en Paris mismo, por ejemplo a través del salón
“SolucionesCOP21”.
Argentina siempre ha sido un país de oportunidades para los
innovadores y los investigadores. Gracias a sus inmensas riquezas
naturales y a sus áreas de excelencia ingeniera y científica, el país tiene
a su alcance diversos esquemas de crecimiento. Sus desafíos son tan
grandes como su territorio (notablemente en ciudades y en zonas
aisladas), pero también como su potencial enorme de energías
alternativas y sustentables, como biomasa, energía eólica y energía
solar de calidad. Las empresas son esenciales en la concretización de
tal potencial a todos niveles.
¿París, un “punto de inflexión” para el cuidado de “nuestra casa
común”?
2 En Copenhague (2009) y Cancún (2010), los países desarrollados se comprometieron
a dedicar cien mil millones de dólares por año a partir de 2020, de fuentes públicas y
privadas, bilaterales o multilaterales, a favor de los países en desarrollo para
encapazarlos a actuar frente al cambio climático.
En París en 2015, aumentemos la ambición colectiva, desde ahora y
hasta antes de la entrada en vigor del acuerdo esperado en 2020, y
lancemos una dinámica durable de desarrollo sustentable equilibrado
entre sus tres pilares económico, social, y ambiental para el bien de las
generaciones futuras. En este sentido, esperamos que la cumbre de
París sea un punto de inflexión, sino de nueva partida, para contribuir al
cuidado de la “casa común”, al cual llamó la reciente encíclica
“Laudato sí” del Papa, entre otras personalidades de la conciencia
global.
Jeanne Simon
Primer Secretaria y Consejera en Asuntos Globales en la
Embajada de Francia en Argentina. Empezó su carrera
diplomática en 2005. Pasó 3 años en Bruselas de 2012 a 2015
como Consejera en Asuntos Ambientales en la
Representación permanente de Francia ante la Unión
Europea, después de más de 3 años en la dirección de
Naciones Unidas del Ministro Francés de Asuntos Exteriores,
sobre cuestiones de paz y seguridad, notablemente en
América Latina y Caribe.
Las Comisiones Regionales de las Naciones Unidas y la Agenda
2030 para el Desarrollo Sostenible: Acciones para cumplir con
una agenda transformadora y ambiciosa. Naciones Unidas.
Septiembre de 2015.
Evaluación de los Impactos del Cambio Climático sobre la
Salud. Economía del cambio climático en la Argentina. Carbajo,
Aníbal. Publicación de Naciones Unidas, Año 2015.
Cambio climático 2014. Impactos, adaptación y vulnerabilidad. Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. Año 2014.
COP 21
Euroclima
Cambio Climático y Pobreza
Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio
Climático (IPCC)
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente
Agenda de Acción Lima-París
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