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Derechos de personalidad, y derechos de los animales..
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EN LAS NOCHES, ESTE ESPAÑOL ESCRIBE CRÓNICAS DE SUS VIAJES
Mateos, el activista que muestra que la discriminación aún persisteSe dedica a la radio y a rodar documentales. Está en el país desde hace dos meses. Llegó para mostrar su último trabajo Amurallados, sobre la migración.
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lunes, 07 de septiembre de 2015
Álvaro Valero / Página Siete. Richard Mateos posa junto a Molly cerca de la plaza Bicentenario de La Paz.
Gabriel Díez Lacunza / La Paz
"Dicen que es un libro muy duro pero yo me reí mucho. Siempre he ironizado sobre estas cosas; en
algunos aspectos me sentí identificado”. Así describe Richard Mateos -entre risa y risa- su experiencia de
lectura con Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago, una de sus novelas favoritas.
Al estrechar su mano derecha para saludarlo, se la siente fría. Gran parte del día Richard agarra la
cadena de Molly, su perra guía, que desde hace cuatro años lo acompaña para "hacer de sus ojos”. Él no
puede ver.
Lleva una barba que parece de dos días. Tiene los cabellos ensortijados. Lleva puesto un pantalón de tela
con bolsillos a los costados y un canguro plomo. Este español, de 38 años, llega a la entrevista con Molly
por delante.
Él -oriundo de Tenerife- se presenta como radialista y documentalista. Mientras conversa sobre su vida en
Casa Espejo de La Paz, en una sala contigua se proyecta su documental Amurallados, sobre las
fronteras euro-africanas y la migración.
Richard fue noticia en Bolivia los dos últimos meses. Su aparición mediática reveló -arguye- una falencia
normativa y social respecto a la percepción sobre las personas con "diversidad funcional” -no le gusta el
término "ciego”-, que necesitan de perros guía para orientarse y desenvolverse en espacios públicos.
En julio fue sacado de una sucursal de un supermercado en Santa Cruz, donde no pudo concretar sus
compras. El pasado martes le sucedió algo que define como "el colmo del surrealismo”, dado que en la
mañana ingresó a un PumaKatari con su perra y nadie le dijo nada; sin embargo, trató de repetir el trecho
por la tarde y se le negó el ingreso al bus, ya que Molly no llevaba bozal.
"Soy el único que tiene perro guía en Bolivia, pero no soy el único que tiene esa inquietud. Se ha hecho
visible la ignorancia de los poderes públicos”, expresa con acento español y voz entre grave y aguda.
Otro episodio similar sucedió en mayo de este año en una pizzería de Buenos Aires. Entraron al
restaurante él, Molly, una persona mapuche y un joven del norte argentino; pero no los atendieron durante
20 minutos. Al final, el encargado les manifestó que debían irse. "Básicamente me echó del sitio”, dice.
Cada vez que Richard pronuncia el nombre de su compañera -labrador negro de tamaño mediano-, ésta
gira la cabeza y le lanza una mirada tierna. Pareciera que asintiera y corroborara la versión de su amigo,
quien evoca cómo una tarde de octubre de 2010 la conoció en Michigan, Estados Unidos. "Fue como un
renacimiento”, comenta.
Él, todavía en su país, optó por participar de un programa de la Organización Nacional de Ciegos
Españoles para conseguir un perro guía. Luego de tres años de espera le avisaron que ya había uno
asignado a él y viajó a Norteamérica. "Le dijeron: este va a ser tu compañero, al que debes guiar y
responder… Estaba sentada y el intérprete me dijo: dale una galletita que te está mirando”, recuerda.
Aquella tarde cambió su vida para siempre. Antes de conocer a Molly, Richard se movilizaba con la
ayuda de un bastón. Ahora son inseparables. Cada mañana, antes de asearse o desayunar, la saca para
que haga sus necesidades. Cuenta que come dos veces al día, luego de despertar y antes de dormir.
En un día normal se despierta entre las 7:30 y las 8:00, ya que tiene que sacar a su guía. Luego
desayuna y lee correos electrónicos y publicaciones de prensa. Esto lo realiza mediante comandos de
teclas y un software especializado. En las noches suele escribir sus crónicas de viaje mediante un
sistema similar.
Al expresarse, Richard es muy natural. Por más que no esté sonriendo, su expresión parece denotar que
sí lo hace; da la impresión de que él gusta de conversar con las personas y más aún si lo hace de su
compañera.
De momento, Molly es el ser vivo más cercano a él, ya que no tiene la compañía de su madre desde hace
seis meses, cuando emprendió la aventura del documental que ahora presenta. Cuenta que su padre
falleció hace un par de años y que su hermana melliza, Vicky, vive en España.
Cuando se le pregunta por una pareja sentimental, lanza una risa de tres segundos -Molly lo mira y
bosteza lengua afuera- y luego responde: "Se dice que el amor es ciego”. Ahora que está de viaje -
asegura- es mejor no tener "proyectos fijos”, pero comenta que sí, que durante su vida tuvo algunas
enamoradas. "Siempre surgen cosas”, bromea.
Este radialista y documentalista español, que generó revuelo en la opinión pública boliviana, pretende
permanecer en el país hasta fines de septiembre para continuar su travesía por Argentina y Chile. De ahí
volverá a su tierra natal, no sin antes –confiesa- volver a comer un masaco y un charquekan.
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