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Palabras del Embajador Eduardo Martinetti Macedo en la ceremonia
de juramentación como nuevo Viceministro de Relaciones Exteriores
y Jefe del Servicio Diplomático de la República
Fuente: Oficina General de Comunicación
Lima, martes 5 de mayo de 2015
SEÑORA MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES, EMBAJADORA ANA MARIA SANCHEZ DE VARGAS,
SEÑORA PRESIDENTE DE LA COMISION DE RELACIONES EXTERIORES DEL CONGRESO, LOURDES ALCORTA SUERO,
SEÑORAS Y SEÑORES CONGRESISTAS,
SEÑOR EMBAJADOR CLAUDIO DE LA PUENTE RIBEYRO,
DOCTORA MARIA ELENA JUSCAMAYTA, SECRETARIA GENERAL DE LA PRESIDENCIA DE LA REPUBLICA,
SEÑOR SECRETARIO GENERAL,
SEÑORES EX CANCILLERES, EX VICEMINISTROS Y EX SECRETARIOS GENERALES,
SEÑORES DIRECTORES GENERALES,
SEÑORES PRESIDENTES DE LAS ASOCIACIONES DE FUNCIONARIOS DIPLOMÁTICOS
SEÑORES EMBAJADORES Y MIEMBROS DEL SERVICIO DIPLOMÁTICO DE LA REPÚBLICA;
SEÑORES FUNCIONARIOS ADMINISTRATIVOS Y CONTRATADOS;
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QUERIDOS MIEMBROS DE MI FAMILIA,
COLEGAS Y AMIGOS:
SEÑORAS Y SEÑORES:
Al iniciar estas palabras deseo expresar en primer lugar a usted, señora
Ministro, apreciada colega y amiga y, por su digno intermedio al señor
Presidente de la República, mi agradecimiento por la honrosa designació n
y por la confianza depositada en mi persona para asumir el cargo de
Viceministro de Relaciones Exteriores.
Es para mí un honor suceder en el cargo al Embajador Claudio de la Puente,
colega, amigo, compañero de universidad y, con un año de diferencia,
también de las aulas de la Academia Diplomática. El Embajador de la
Puente es un brillante diplomático, con gran experiencia y magníficas dotes
personales, quien se ha desempeñado con probada suficiencia y entrega en
las funciones en las que hoy debo sucederlo. Estoy convencido que en las
responsabilidades que le corresponderá asumir en el futuro no hará sino dar
más lustre aún a su excelente trayectoria y a nuestra institución.
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Deseo agradecer, la presencia en esta ceremonia de distinguidos miembros
del Congreso de la República, así como de ilustres ex Cancilleres y ex
Viceministros.
Al asumir las delicadas responsabilidades que se me han encomendado,
quiero reiterar mi más firme compromiso de continuar fortaleciendo la
institucionalidad de nuestra casa y de nuestro servicio diplomático,
manteniendo en alto los valores que orientan nuestra función, que la
singularizan como uno de los pilares del Estado y que deben guiar a las
nuevas generaciones: Defensa y promoción de los intereses permanentes
del Perú, lealtad y vocación de servicio indesmayable por nuestro país.
Este acto que congrega al Servicio Diplomático y que tiene lugar en
presencia de nuestros invitados especiales, tiene siempre un carácter
simbólico muy importante, pues al margen de reconocer a qu1enes
temporalmente lo lideran, representa en sí mismo una renovación de
nuestro compromiso, lealtad y fe en el Perú. Y siendo así, celebramos que
hoy nos acompañen algunos de nuestros colegas mayores, quienes nos
orientaron con afecto y profesionalismo, acogiéndonos también en parajes
distantes como parte de su propia familia. No podría por ello dejar de honrar
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la memoria de mi primer Jefe de Misión, guía de varias generaciones que
fue don Luis Marchand Stens y, así también, al último de mis jefes en el
exterior, ese patricio y caballero querido por todos que es don Javier Pérez
de Cuellar.
Somos un solo cuerpo, diverso, complejo e imperfecto; sin embargo, nuestra
fortaleza radica en que tenemos un solo credo y só lo aspiramos a servir
permanentemente desde el Estado a los pueblos del Perú. Con un hondo
sentido del deber respondemos a lo largo de nuestra carrera al llamado y a
las responsabilidades del servicio público, aquella categoría social tan poco
apreciada en los últimos tiempos y que sin embargo constituye el sistema
nervioso de la Nación. Aquí, en Relaciones Exteriores, reconocemos con
orgullo y sin distingos nuestra condición de servidores públicos y
procuramos enaltecerla a lo largo de lo mejor de nuestras vidas.
Permítanme por ello compartir con ustedes el aprecio que siento por las
jóvenes generaciones de diplomáticos, en particular por todos aquellos que
con enorme compromiso y dedicación han acompañado mis diversas
responsabilidades en la Cancillería y en el exterior. A ellos se suma mi
reconocimiento a los numerosos asesores y profesionales de gran valía
como el Geógrafo Luis Briceño Ampuero, quien le ha dedicado los últimos
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16 años de tesoneros esfuerzos al despliegue de la acción de la Cancillería
en al ámbito de fronteras; así como a las compañeras de labor
administrativa, destacando entre ellas nuestra querida Miriam Zorrilla y la
inolvidable Carolina Mardini, recientemente desaparecida ante el dolor de
todos sus compañeros.
Diplomáticos, funcionarios administrativos y de serv1c1o, así como el
personal bajo contrato temporal, conformamos la familia de Torre Tagle,
identificada con los valores de la peruanidad y disciplinadamente al servicio
de los intereses y objetivos de la Política Exterior.
Señora Ministro,
He tomado debida nota de los lineamientos que usted ha esbozado para el
desarrollo de su gestión. Bajo la dirección y liderazgo del Jefe del Estado y
siguiendo las orientaciones de Política Exterior que usted delineara hace
pocas semanas en este mismo patio de Torre Tagle, comprometo mi más
firme y dedicado aporte personal y profesional para contribuir al logro de las
metas institucionales que usted ha trazado y asumo la responsabilidad de
conducir al Servicio Diplomático de la República, propiciando su desarrollo
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y perfeccionamiento y generando las condiciones para atender de la manera
más oportuna y eficiente los requerimientos de relacionamiento externo que
el Perú y el contexto internacional nos demandan.
A lo largo de los 36 años de mi carrera diplomática he sido testigo y partícipe
de las transformaciones vividas por nuestro país de cara al contexto vecinal,
regional y al escenario internacional en su conjunto y no son pocas las
realizaciones que sin soberbia nos llenan de sano orgullo y satisfacción. No
obstante, sabemos que ninguna institución puede vivir de sus glorias
pasadas y somos conscientes que la agenda de nuestras responsabilidades
no deja de ensancharse y que nuestra Cancillería debe probar su relevancia
y ganar su legitimidad día a día.
Dentro de la agenda positiva del futuro hay una serie de nichos sobre los
que convendrá trabajar con mayor ahínco, trazando estrategias de mediano
y largo plazo para ubicar al sector de Relaciones Exteriores como gestor
internacional e interlocutor válido de las políticas nacionales de promoción
económica e inclusión social, particularmente en los campos de la
educación, la innovación y el desarrollo en ciencia y tecnología, entre otros.
Asimismo, para forjar cuadros especializados que permitan proyectar al
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Perú y a los especialistas peruanos como gestores calificados en los
diversos ámbitos bilaterales y multilaterales de la política y de la cooperación
internacional.
Pero hay un área en particular que yo no podría dejar de mencionar como
parte sustantiva de nuestro quehacer institucional. A la par de cerrar el
capítulo de nuestra larga historia de delimitación terrestre y marítima, el
Congreso de la República aprobó la Ley Marco que confiere a Relaciones
Exteriores la responsabilidad de constituirse en el Órgano Rector en materia
de Desarrollo e Integración Fronteriza. Dada la aguda problemática de
aislamiento y falta de conectividad, reducidos niveles de prestación de
servicios públicos y bajos índices de desarrollo humano, incluyendo la
agravada falta de empleo y de oportunidades comerciales que afectan a
nuestras dispersas comunidades de frontera, el país enfrenta hoy nuevas
amenazas a su seguridad y a su soberanía que se derivan de la paulatina
desnacionalización de su población fronteriza, de la contaminación de sus
cuencas fluviales limítrofes y de las amenazas para la convivencia pacífica
derivadas de la extensa penetración de la actividad del narcotráfico y de la
corrupción en zonas de frontera.
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A fin de evitar que esta situación se convierta en inmanejable, nuestro Sector
debe asumir con responsabilidad la tarea de gran coordinador intersectorial
de la política nacional para el desarrollo de nuestras zonas de frontera y
para forjar una sana y equilibrada integración social y económica con las
poblaciones vecinas de los países limítrofes, única manera de dar
sostenibilidad a estos esfuerzos. Con el respa ldo de la cooperación
internacional en apoyo al esfuerzo nacional para afianzar la presencia del
Estado en las fronteras, convendrá procurar el rápido desarrollo de
diagnósticos integrales, la repotenciación de los programas binacionales de
desarrollo fronterizo, la negociación de nuevos acuerdos bilaterales para
estimular la conectividad, la cobertura de servicios básicos y la apertura de
mercados transfronterizos para la producción de nuestras comunidades de
frontera, en el marco del respeto a nuestra realidad multicultural.
Este es el nuevo reto que plantean nuestras fronteras y estas son solamente
algunas de las tareas que Relaciones Exteriores debe coordinar y liderar
para garantizar que los peruanos que pueblan los numerosos distritos y los
más de siete mil kilómetros de nuestro entorno fronterizo terrestre sean
partícipes y compa rtan también el futuro de paz social, bienestar y seguridad
que todos queremos construir para el Perú.
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De otra parte y dentro de la agenda de las nuevas amenazas externas,
corresponderá también que Relaciones Exteriores profundice su atención y
se convierta en una antena del Estado para atraer y aprovechar las
oportunidades de cooperación internacional que permitan lidiar de manera
integral con el fenómeno del narcotráfico y con las formas de violencia
política y social que amenazan y suelen instalarse en los países que lo
sufren. Y así también, corresponde que el Sector se mantenga atento para
proponer vías de cooperación internacional que permitan prever e impedir
el contagio y la importación del extremismo ideológico y de la violencia
terrorista que lamentablemente afecta hoy a una buena parte del planeta.
Estimados colegas del Servicio Diplomático,
En las últimas décadas hemos logrado sustantivos avances, entre otros, en
política consular y en la atención a nuestras comunidades nacionales en el
exterior, así como en la estructuración de programas y herramientas para
la promoción económica. Pero en estos y otros campos queda aún mucho
por hacer.
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Una moderna proyección del país en el exterior requiere del desarrollo de
iniciativas que coadyuven a una mayor y mejor integración de los programas
de promoción económica, cultural y de turismo bajo la forma de verdaderas
políticas de estado que las integren y que generen sinergias y estrategias
concertadas que superen los compartimientos estancos de las tradicionales
políticas sectoriales. La Cancilleria no es una isla en la administración
pública; debe ser una bisagra, un pivot de la agenda exterior del Estado, en
momentos en los que, por razones diversas, la demanda de resultados
concretos se acelera.
Soy plenamente consciente que la llama viva de los valores que nos anima
debe ser alimentada por un proceso continuo de evolución institucional que
nos integre de la manera más adecuada a un entorno nacional e
internacional en permanente cambio.
En este aspecto, señora Canciller, contará usted también con m1 mayor
esfuerzo para culminar en el más breve plazo una adecuada propuesta
normativa de modernización del Sector, así como para impulsar su
aprobación y su implementación en el marco de la Ley de Presupuesto del
Sector Público.
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Este es un compromiso ineludible que abarca, entre otros la adecuación de
la política de personal a las necesidades actuales del Servicio Exterior, el
estímulo constante al perfeccionamiento académico y a la especialización
profesional para la adquisición de nuevos conocimientos y nuevas destrezas
y, en justa contraprestación, requerirá también que perfeccionemos los
medios de reconocimiento y compensación por la labor y la responsabilidad
desempeñadas.
Una vez aprobadas dichas normas, hay un componente que es crucial para
su implementación: nuestro compromiso personal e institucional con la
modernización del sector y nuestra apuesta por un proceso cuyo objetivo
debe ser mejorar cada vez más nuestras capacidades para responder mejor
a los intereses del Perú y alcanzar el nivel de excelencia que nuestro país
merece.
Señora Ministro, estoy convencido que este objetivo, que usted priorizara
desde nuestra primera conversación, sentará las bases para la actualización
de nuestra carta de deberes y derechos y para la consolidación de una
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Cancillería moderna y de un Servicio Exterior crecientemente especializado,
eficiente y bien remunerado.
Al culminar estas breves reflexiones, quiero señalar que a l momento de
asumir este encargo no puedo ocultar el orgullo de contar con el respaldo
de todos ustedes, pero al mismo tiempo soy consciente de la alta
responsabilidad que se me confía. Y tal como lo he hecho durante mi
carrera diplomática en Torre Tagle, desempeñaré estas funciones con
responsabilidad y con la convicción de que por encima de cualesquiera
otros, son y deben ser los intereses del Perú los que prevalezcan.
Muchas gracias
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