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Descripción Batalla Miraflores
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REDUCTO
La ultima lnea de
defensa de Lima
Entre los civiles uniformados que rindieron la
vida estuvieron...Narciso de la Colina, aboga-
do, ex diplomtico y constructor de ferroca-
rriles en Tarapac; Manuel Pino, vocal jubila-
do de las Cortes Superiores de Puno y Lima y
ex Rector de la Universidad de Puno, prefecto
y diputado; los jueces de letras de Tumbes e
Iquique, Jos Manuel Irribaren y Jos Flix
Olcay; el secretario de la Junta Central de
Ingenieros, Francisco Ugarriza; el contador
del Tribunal Mayor de Cuentas, Natalio Sn-
chez; el oficial mayor de la Cmara de Dipu-
tados Jos Mara Hernando, de Huanta, Fran-
cisco Javier Fernndez, que dej diez hijos
hurfanos; los dos hermanos Adolfo y Luis de
La Jara; como los Heros, Ramn y Ambrosio;
Francisco Segun, de sesenta aos; Samuel
Mrquez, ex cnsul en Chile; Francisco Javier
Retes, dueo de una cuantiosa fortuna, vo-
luntario del Huscar, prisionero en Angamos
y combatiente en San Juan; comerciantes co-
mo Mariano Pastor Sevilla; Manuel Roncave-
ro, Enrique Barrn, Bartolom Trujillo, Emi-
lio Cavenecia, Jos G. Rodrguez; Ismael Esco-
bar, profesor del Colegio de Guadalupe, la
Universidad y la Escuela de Ingenieros; Satur-
nino del Castillo maestro en varios planteles
de Lima; Mariano Arredondo Lugo, cronista
de La Opinin Nacional y Carlos Amzaga,
cronista de La Patria; J. Enrique del Campo;
presidente de la Sociedad de Artesanos; el
tipgrafo Manuel Daz, el obrero Juan Olmos;
el empleado del ferrocarril trasandino Fer-
nando Tern; el mecnico Csar Lund
Enrique y Augusto Bolognesi, hijos del hroe
de Arica; Jos Andrs Torres Paz, el joven
chiclayano estandarte carolino en toda la
campaa del sur; Enrique Lembcke que dej a
su tierna novia destinada a seguirlo loca a la
tumba; Hernando de Lavalle y Pardo, veinti-
ds aos, hijo del diplomtico cuya gestin
intent detener la guerra y firm el tratado
de Ancn; Toribio Seminario, de diecisiete
aos, muerto con su hermano Alberto de die-
ciocho; Juan Alfaro y Arias, sanmarquino y
contador del Huscar en Angamos; Genaro
Numa Llona y Marchena, combatiente en las
dos batallas; Alejandro Tirado, Grimaldo
Amzaga, de quince aos; Biviano Paredes;
huaracino de diecisis aos, Emilio Sandoval,
de catorce aos y Manuel Bonilla de trece...
La campana de la Catedral anunciaba diaria-
mente a los reservistas, asistir a su instruc-
cin militar en los lugares sealados de 3.30
a 5.30 p.m. Por tanto, los talleres y oficinas
de industria, y trfico comercial deberan
suspender diariamente las labores desde las
3 hasta las 6 p.m.
El alistamiento fue
declarado cerrado a las
5 p.m. del domingo 25
de julio siguiente.
L a batalla de Miraflores se inici a las 2:45 pm del sbado 15 de enero de 1881.
Casi un ao antes, el 27 de junio de 1880, Ni-
cols de Pirola, Jefe Supremo de la Repbli-
ca y Protector de la Raza Indgena, declar a
la ciudad y provincia de Lima en pie de defen-
sa militar, llamando para su defensa, a todos
los peruanos varones que no hayan cumplido
60 aos, ni sean menores de 16 aos, sin dis-
tincin de condicin, clase o empleo.....
Cuando acampamos en l se hallaba a medio
hacer; no tena concluida la trinchera que
daba frente a la campaa ni la del costado
izquierdo tampoco y en cuanto a la de la de-
La lnea defensiva miraflorina se extenda
desde las inmediaciones del mar hasta Monte-
rrico grande cubriendo 12 kilmetros en pro-
medio. A lo largo de la mencionada lnea se
construyeron bastiones llamados reductos.
El efectivo del Ejrcito peruano el da
de la batalla fue de 7 mil del ejrcito de
lnea y 1,500 del ejrcito de reserva, en
total, 8,500 hombres.
Los ejercicios de tiro fueron escasos, por lo
que la mayor parte de los reservistas ignora-
ba o desconoca el manejo del rifleel fo-
gueo se verific en la Pampa de Amancaes,
donde se consumi ms sndwiches y licores
que plvora y plomo
Oficiales y soldados fuimos muy exactos en
asistir al ejercicio mientras pareca dudoso
el ataque a la ciudad; pero desde el da que
los invasores desembarcaron en Pisco, el ani-
moso entusiasmo de los reservistas empez a
decaer y sigui decayendo hasta degenerar
en un amilanamiento indecoroso. Abundaban
los rostros plidos y las voces temblorosas.
Las primeras en amilanarse fueron las perso-
nas decentes: ellas, con sus figuras patibula-
rias y sus comentarios fnebres, sembraron
el desaliento en el nimo de las clases popu-
lares
recha slo haba tierra y piedras hacinadas
en desorden. Fue entonces que el batalln
nmero 4, entero, con personas de la magis-
tratura y el foro, la universidad y el periodis-
mo, el profesorado y el comercio; emple el
pico y la lampa durante varios das
Jos Torres Lara, soldado del batalln pe-
ruano Concepcin relata: ...Sonaron en ese
punto tiros repetidos; el pelotn enemigo
volvi grupas apresuradamente; uno de los
jinetes cay y su caballo solo, sigui dispara-
do. El tiroteo se hizo, en seguida, ms nutri-
do, y dos minutos despus la accin estaba
reciamente empeada a la derecha de la va
frrea.
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