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El fordismo

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Page 1: El fordismo

ESCUELA BANCARIA Y COMERCIAL

CAMPUS TOLUCA

TRATADOS COMERCIALES INTERNACIONALES 1

TULIO ALBERTO RADAMES FAVELA CUENCA

ANALISIS: FORDISMO

EMMANUEL TERRON ORNELAS

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EL fordismo, algunos de estos mecanismos son la negociación colectiva, el consumo de masas, el Estado del Bienestar keynesiano, las biografías laborales estables, la sociedad de la seguridad, y la centralidad de trabajo en la vida social; elementos fundamentales en el concepto europeo de ordenación de los estilos de vida; tanto es así, que a pesar del declive total o parcial de sus instituciones, nuestra manera de ver el mundo sigue condicionada por las convenciones fordistas.

Como indica Hobsbawn, la mayor revolución en los estilos de vida occidentales, ha sido el asentamiento del fordismo. En los estilos de vida tradicionales del capitalismo de la primera transición (el capitalismo “manchesteriano” que vemos reflejado en la obra de Dickens) siguen vigentes los modos de socialización del Antiguo Régimen: escasa regulación, un estado que es más bien árbitro que interventor, instituciones “de pobres”, enorme utilización del trabajo infantil, infraconsumo de las clases populares y una situación panóptica de la fuerza de trabajo. Esta situación de la demanda obliga a abrir mercados mediante el imperialismo exterior, como en el modelo inglés: colonias, consumo ostentoso de la burguesía, e identificación de pobreza y trabajo. Hasta el punto de que para Hobsbawn, la revolución social es el fordismo, porque separa ambos términos.

El modelo fordista es el equivalente al imperialismo capitalista de EE.UU. Por primera vez se subjetiva la dominación, y se es consciente aunque de forma intuitiva de que el sistema económico también condiciona el modelo social. Por ello, se plantea socializar no sólo los modos de fabricación, sino también el consumo; así aparecerán también los consumos públicos. Los cambios introducidos por Ford y Taylor no sólo tienen efecto en el modo de trabajo: se relacionan con fenómenos históricos más amplios y cambian la vida en su conjunto.

¿Por qué se da este cambio precisamente en EE.UU.? Gramsci analiza esta relación en Americanismo y fordismo. EE.UU. no tiene una historia feudal. Su clase obrera se forma por la inmigración[[[#_ftn1|[1]]], marcada por la obsesión por el “sueño americano”, y se inserta en el capitalismo puro desde su propia formación, por lo que hay una identidad entre el modo de producción y de organización social. El tamaño continental de la nación favorece además la orientación hacia los mercados internos: con la victoria norteña en la Guerra de Secesión, se imponen los mayores aranceles de la historia, con lo que hay poca penetración de las importaciones. Par capitalizar rápidamente su excedente agrario crean sistemas de comunicaciones tremendamente eficaces. Aglietta denominará a este periodo como el régimen de acumulación extensiva basado en el “principio de frontera” [[[#_ftn2|[2]]], caracterizado por la expansión social y territorial de las relaciones de salario[[[#_ftn3|[3]]].

Este mercado requiere un ajuste del capitalismo a sus peculiaridades que rompe con el modelo inglés, resocializando los estilos de vida o al menos intentándolo. El primer gran hito en este cambio será la puesta en marcha de las cadenas de montaje en Ford, a partir de la ideología de F. W. Taylor (Los principios de la administración científica), que se resume los siguientes principios:

1) División del trabajo no por tareas, sino por puros movimientos, cuanto más simples mejor, acabando con el dominio de los trabajadores de oficio mediante la desarticulación del proceso de trabajo. Esto está

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íntimamente relacionado con la cronofotografía: los Galbraith analizaron visualmente los procesos de trabajo dentro y fuera del hogar para ahorrar tiempo y movimientos.

2) Máxima separación entre trabajos intelectuales y manuales, con una fuerte preeminencia de los ingenieros. Se expropia el saber hacer en lo que Braverman criticará por fomentar la máxima descualificación del trabajador.

3) Imposición de la one-best-way: estandarización organizativa, de las herramientas y finalmente del trabajo.

Las teorías tayloristas no pudieron ser implantadas porque los sindicatos se opusieron, pero también porque la AFL (American Federation of Labour) no quería que los inmigrantes entrasen en las cadenas de montaje, con lo que una comisión determinó la paralegalidad del taylorismo.

Ford, sin embargo, tomó este legado filosófico para implantar la cadena de montaje, copiada de los mataderos de Chicago; al principio, literalmente una cadena tirada por caballos; luego se implantan los tornos y modelos más elaborados. Su obsesión era fijar el trabajo (manteniendo las herramientas, dispositivos y materia prima en el entorno inmediato del trabajador) y que se movieran los coches, en un principio de ahorro de tiempo y de movimiento que impone una disciplina foucaultiana, de adaptación del cuerpo a la tarea.

El Ford T, que empieza a producirse en 1905, se empieza a producir en cadena en 1913. En origen, 12 trabajadores producían 1,4 coches al día. En 1913, 20 trabajadores conseguían producir un coche cada minuto y medio. Ante este incremento de la producción, Ford opta por fabricarse la demanda, mediante varios mecanismos:

1) Si Taylor quería imponer los $5/day, Ford sube los salarios “para que mis trabajadores puedan comprar mis coches” (frase, por otra parte, apócrifa).

2) Impone una nueva filosofía del coche que no es, como en Europa, un artículo de lujo, sino un “utilitario”, diseñado para las clases medias y sin grandes excesos: “Le vendo el coche del color que quiera, siempre que sea negro” (aunque luego cambian las reglas del diseño).

3) Extiende la posibilidad del trabajo asalariado a los tullidos de la posguerra, que además de ser mano de obra barata, se incluyen en la fuerza de consumo: “En mi industria serán bienvenidos quienes tengan un músculo libre para trabajar”.

En realidad, más allá de la leyenda, los salarios se subían para compensar las horribles condiciones de trabajo, que dificultaban mantener a los obreros; además, parte de este se cambiaba en vales de empresa para un economato, dentro de la filosofía del poblado de empresa, muy controlado, vigilado por los mismos inspectores que controlaban la fabrica. No obstante, este cambio en la forma de entender la mano de obra les proporciona una ventaja productiva absoluta sobre Europa, en la que se basará la socialización de la norma de consumo (los epifenómenos de este nuevo modelo de producción: New Deal, keynesianismo, sociedad de consumo); momento en el que el fordismo pasará a ser un modo de regulación, y no sólo de producción.

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10/03/2010

El despotismo patronal del primer fordismo carecía de una base social y democrática. Siguiendo la teoría de la ciudadanía social de Marshall, es necesaria una cierta socialdemocratización de las condiciones materiales de vida entendida de forma real, no sólo simbólica. Parte de una cierta constitución de propiedad social: como indica Kalecki, es necesario construir unas bases públicas para evitar el colapso económico, la histéresis de la producción sobre sí misma.

Para evitarlo, se produce también un paso del fordismo racional y “funcional” (de las escuelas de diseño formalistas), que consideran “el ornamento como delito” (Loos), al sistema de objetos (Barthes, Baudrillard), que ya no es pensado como producto del proceso de producción, sino como algo que lanza el proceso productivo hacia el futuro, algo deseable y que incrementa la demanda. Los MBA sustituyen a los ingenieros en la preponderancia dentro de la empresa. Alfred Sloan (cuya carrera comienza en General Motors y primer director de la Harvard Business School) cambia el planteamiento fordista y pretende vender “el coche de sus deseos”: amplía las gamas, los colores, abriendo el sistema del diseño industrial al styling. Como dirá Raymond Loewy, “la fealdad no vende”: los objetos no tienen que ser duros ni funcionales, sino llamar la atención y ser estéticamente atractivos. La norma de consumo se aproxima al despilfarro (Galbraith, La sociedad opulenta), en una situación en la que prima la demanda más que la oferta, en sinergias de demanda inmediata.

Este fordismo opulento y sus relaciones con la estructura social de la época se caracterizan por la creación de un “conjunto estándar” (standard package) de objetos que permiten la integración social a través del consumo (Riesman: La muchedumbre solitaria, Abundancia, ¿para qué?). Lo que construye este conjunto de objetos además de normalidad social es la necesidad permanente de demanda (ejemplo: el tocadiscos implica la compra de discos nuevos). Como indica Galbraith, en el capitalismo de los años 50 es más difícil vender los objetos que fabricarlos, por lo que es necesario crear la demanda generando todo un sistema de fluidez igual de importante que el de la producción. Para ello, se utilizan las siguientes estrategias:

1) Obsolescencia de la producción. No por una degradación física del producto, sino por una degradación moral: su vida útil es más larga que su vida social. Así, se trata de que el conjunto estándar sea cada vez mayor y lo formen productos más rápidamente reemplazables, programando la conciencia consumidora. Esta obsolescencia puede ser

a. Física o formal: por agotamiento del producto, por no ser “presentable”. Los fabricantes empiezan a invertir incluso más tiempo en estudiar la degradación del producto que en su fabricación, como el caso de Phillips y el tubo de neón. Se construye una fuerte I+D en volatilidad del producto.

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b. Psicológica: como analiza Galbraith, la función de la publicidad no es informar, sino crear una cultura de la falta de la integración y de la diferencia, basada en la idea de la carencia mediante la exposición de gente que disfruta de un confort. Esto ahora ha cambiado por el “terror publicitario”: lo que tienes ahora no puede darte todo lo que el producto “nuevo”. Esto se extiende más allá del sistema publicitario e impacta en una cultura de consumo.

c. Funcional: como en el caso de los discos de 3½, la evolución de otros objetos de su sistema complementario requieren necesariamente la evolución del resto de la cadena, dejando desfasado al resto. Como además incrementa la cadena de objetos (por ejemplo, con la fotografía digital, que requiere además de la cámara y el sistema de soporte de las fotografías programas de tratamiento de imagen, etc.), aumenta la probabilidad de que se produzca esa obsolescencia.

d. Cognitiva: se habla en los últimos años de la necesidad del aprendizaje a lo largo de toda la vida por la obsolescencia de los conocimientos, aunque en realidad los cambios son más derivaciones técnicas que anulaciones del conocimiento que ya se tenía.

2) Cambio en la filosofía del objeto a partir de los cincuenta.

a. Se diseña la cultura desde la necesidad del incremento de la demanda, de tal forma que el objeto, en términos de Baudrillard, no es tal, sino un sistema de objetos (en relación con el conjunto estándar). El elemento funcional no es su valor utilitario, sino su función dentro de una cadena que incrementa el consumo, tanto horizontal (mp3, altavoces, cascos, cables, fundas…) como vertical (del mp3 al mp4).

b. Se valora la dimensión estética, como la plantea Loewy: es la época de las grandes identidades corporativas (Coca-Cola, Lucky Strike, McDonald’s…). El diseño se basa en las curvas, los rasgos suaves, en un principio además de rediseño permanente (el styling). Se populariza el gusto por el diseño, que fascina al pop-art. El valor-signo empieza a modificar sustancialmente el valor de uso, derrotando los modelos racionalistas de la Bauhaus (Venturi, Aprendiendo de Las Vegas). Como indica Ritzer, la racionalización en la producción implica también la desdramatización o infantilización de la presentación del producto, en un proceso distópico y estilado, colorido frente al blanco y negro. Ritzer se centra en el caso McDonald’s: payasos, colores chillones, cortesía de los trabajadores, ocultando el backstage de las penosas condiciones laborales.

c. Aparece la figura de los “capitanes de la conciencia” (Ewen): medios de comunicación, publicistas, diseñadores, que buscan ajustar el discurso puritano de la producción con el hedonista de consumo, construyendo imaginarios más allá del consumo racional. El confort será el gran concepto de los 40 y los 50, y debe hacer frente a una cultura burguesa más bien ligada a la representación externa del sacrificio. El confort es la adaptación a un estilo de vida opulento, hollywoodiense, ostentoso, vicario y emulativo (Veblen). Lo confortable es lo abundante: se opone a la dignidad racionalista e higienista como esta se oponía a la miseria. Así, se relaciona con el imaginario de las clases medias en una estructura social romboidal, porque se basa en la estandarización: hay gamas muy bajas, en las que se puede observar una diferencia de facilidad de acceso, pero no una diferenciación de consumo. A día de hoy, podemos relacionar estos conceptos con consumo de gadgets y los multiversos de consumo, que han dado la vuelta al concepto de gamas medias.