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EL DISEÑO GRÁFICO AL SERVICIO DEL AUTORITARISMO Elina Pérez Urbaneja Al arribar al Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Venezuela le dan la bienvenida al viajero el logotema “Construyendo el Socialismo Bolivariano”, el imagotipo “Venezuela ahora es de todos” e imágenes del presidente Hugo Chávez ubicadas cerca de las taquillas de inmigración. Esto es apenas un abreboca de lo que se apreciará al recorrer un país cuyo espacio público ha sido tapizado por propaganda en formatos tan diversos como vallas, pancartas, pendones y afiches. Dicha situación indica que el gobierno nacional implementa el mercadeo político y la comunicación para articular numerosos mensajes que el diseño gráfico se encarga de configurar visualmente. Según datos difundidos en un amplio reportaje publicado el domingo 10 de enero de este año en el diario El Nacional: “En 2010, la administración pública central tiene una partida de 382.113.031 bolívares fuertes (63.298.397,73 euros) dedicada a servicios de información, impresión y relaciones públicas, que incluye publicidad y propaganda”. La inversión para este fin supera lo que el Estado venezolano dispondrá para la prevención del delito, uno de los principales problemas que azotan a país. Gráfica propagandística La estrategia del gobierno presidido por Hugo Chávez es propagandística porque está imbuida en la lógica de la campaña electoral permanente. Los estudiosos de la comunicación en Venezuela han comparado su proceder con el del nacionalsocialismo en Alemania y el fascismo en Italia, regímenes autoritarios que consideraban la comunicación como una actividad trascendente que compete únicamente al Estado. Por esta razón, la misma es reducida completamente a propaganda, tal y como están asumiendo los “nuevos gobiernos latinoamericanos” en Venezuela, Ecuador y Bolivia. El ex diputado Carlos Berrizbeitia ha contabilizado el número de horas que suman las cadenas presidenciales en radio y televisión, pero ese proceso aritmético difícilmente se podría aplicar en el campo de la producción gráfica impresa del Gobierno Bolivariano, debido a que este gasto no suele ser controlado, teniendo cada organismo gubernamental (ministerios, institutos adscritos, empresas 1

Diseño gráfico y autoritarismo elina pérez urbaneja

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Hasta el año 2008 estuve preocupada por la "invasión propagandística" del chavismo en el país. Entonces recopilé imágenes e hice algunas reflexiones al respecto.

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EL DISEÑO GRÁFICO AL SERVICIO DEL AUTORITARISMO

Elina Pérez Urbaneja

Al arribar al Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Venezuela le dan la bienvenida al viajero el logotema “Construyendo el Socialismo Bolivariano”, el imagotipo “Venezuela ahora es de todos” e imágenes del presidente Hugo Chávez ubicadas cerca de las taquillas de inmigración. Esto es apenas un abreboca de lo que se apreciará al recorrer un país cuyo espacio público ha sido tapizado por propaganda en formatos tan diversos como vallas, pancartas, pendones y afiches.

Dicha situación indica que el gobierno nacional implementa el mercadeo político y la comunicación para articular numerosos mensajes que el diseño gráfico se encarga de configurar visualmente. Según datos difundidos en un amplio reportaje publicado el domingo 10 de enero de este año en el diario El Nacional: “En 2010, la administración pública central tiene una partida de 382.113.031 bolívares fuertes (63.298.397,73 euros) dedicada a servicios de información, impresión y relaciones públicas, que incluye publicidad y propaganda”. La inversión para este fin supera lo que el Estado venezolano dispondrá para la prevención del delito, uno de los principales problemas que azotan a país.

Gráfica propagandísticaLa estrategia del gobierno presidido por Hugo Chávez es propagandística porque está imbuida en la lógica de la campaña electoral permanente. Los estudiosos de la comunicación en Venezuela han comparado su proceder con el del nacionalsocialismo en Alemania y el fascismo en Italia, regímenes autoritarios que consideraban la comunicación como una actividad trascendente que compete únicamente al Estado. Por esta razón, la misma es reducida completamente a propaganda, tal y como están asumiendo los “nuevos gobiernos latinoamericanos” en Venezuela, Ecuador y Bolivia.

El ex diputado Carlos Berrizbeitia ha contabilizado el número de horas que suman las cadenas presidenciales en radio y televisión, pero ese proceso aritmético difícilmente se podría aplicar en el campo de la producción gráfica impresa del Gobierno Bolivariano, debido a que este gasto no suele ser controlado, teniendo cada organismo gubernamental (ministerios, institutos adscritos, empresas estatales, etc.) libertad para producir su propio material, pese a algunos parámetros dictados por el Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e Información (MPPCI).

Esta relativa libertad ha facilitado la proliferación de material gráfico de variada calidad de concepto y forma, teniendo así un amplio “catálogo” de piezas disímiles, que van desde lo exquisitamente diseñado (con énfasis en las doce campañas electorales desarrolladas en once años), hasta auténticas bazofias. En todo caso esta hiperproducción indica en primera instancia, la amplia disponibilidad presupuestaria, y en segundo lugar que como la propaganda es vital para el proceso de un gobierno de naturaleza populista-autoritario, es obligatorio invertir fuertemente en ella.

A nivel gráfico ha sido determinante el rojo, que actúa como identificador cromático. El país se ha teñido de este color en el transcurso de los últimos 11 años, en señal de abarcamiento. Esto se ha intensificado con los procesos de expropiación y nacionalización de empresas.

También se emplea como identificadores el tricolor nacional, como ha ocurrido con el logotipo de la Compañía Nacional Teléfonos de Venezuela (CANTV) que desde el 2007 cambió las bandas azul y naranja por el de la bandera, o la estrella de cinco puntas extraída del imaginario izquierdista asociada recientemente al Sistema Metro de Caracas. A pesar de los retoques de las marcas nacionalizadas, la

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aplicación queda a medias, conviviendo en la calle lo nuevo con lo viejo, intensificando así la anarquía visual.

En los inicios de la gestión chavista, la tendencia fue organizar concursos de diseño abiertos a todos los venezolanos, de cualquier profesión, con lo que se desconoció la existencia de profesionales calificados –los diseñadores- para efectuar esta tarea. Esos concursos se declararon muchas veces desiertos o arrojaron en varias oportunidades ganadores cuyas propuestas jamás fueron puestas en práctica, para posteriormente designar “a dedo” el diseño a emplear, como acontenció con el imagotipo del Ministerio de la Cultura en marzo de 2006, cuya selección provocó la protesta de una parte del gremio de los diseñadores.

Se impuso el emblema del perro y la rana diseñado por Emilio Gómez con el argumento de que es una referencia gráfica que no pasa de moda. Se indica en el manual de aplicación: “El emblema del Ministerio de la Cultura está representado por un sello elaborado por miembros de la etnia Panare, ubicada al noreste de Guayana, Venezuela. Su color se asemeja al producido por la semilla de la planta de onoto (Bixa Orellana), y es el mismo tono de uno de los tantos colores usados por la etnia Panare para embadurnar sus sellos, los cuales empleaban para pintar sus cuerpos”.

Las críticas a este emblema son varias. Se argumenta que este grafismo no representa la identidad de Venezuela como totalidad diversa y mestiza. Tampoco se entendió porqué se favoreció a la etnia Panare sobre otros grupos indígenas. Alvaro Sotillo, galardonado con el Premio Gutenberg de la ciudad de Leipzig 2005 por sus aportes al diseño editorial, comentó sobre esta decisión en un dossier publicado en www.objetual.com: “Lo que está pasando es ciertamente síntoma de un retroceso muy profundo. Durante décadas, profesionales de la comunicación visual hemos batallado para que el diseño sea una práctica orientadora hacia la modernidad. Esas conquistas han quedado totalmente endogenizadas”.

El autoritarismo hecho imagenA nivel de contenido, la gráfica del Gobierno Bolivariano de Venezuela presenta características de lo que en las ciencias sociales se denomina Populismo Autoritario. A continuación se revisarán piezas en las que resalta cómo el diseño gráfico construyó las imágenes para comunicar el mensaje “correcto”.

La invocación al pueblo se observa en la sustitución de modelos fenotípicos: pieles morenas que reflejan a los “venezolanos de a pie”, por las blancas asociadas con la idea de “oligarquía”. Aquí se aprecia que la identidad gráfica se ha construido en términos de una frontera dicotómica que separa claramente a los de arriba de los de abajo.

La apelación a las tradiciones y la identidad cultural forma parte del tono emocional. Lo primero se ha hallado en el folklore, las tradiciones populares e indígenas. Lo segundo se ha encontrado en el culto fetichista a Simón Bolívar, cuya iconografía ha sido poco a poco desplazada por la propia figura de Hugo Chávez.

También es notoria la dislocación del imaginario nacionalista expresada en la simpatía por los modelos soviético y cubano. En la gráfica, la orientación pro-cubana se manifiesta en la presencia insistente del icono del Ché Guevara y José Martí como punta de lanza para atacar el mercado revolucionario internacional. De la gráfica bolchevique se ha adaptado la estrella.

La necesidad de un líder es un elemento constante en la propaganda chavista, donde se desarrolla una mística en torno al líder carismático con visos mesiánicos.

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En la actualidad, la imagen de Hugo Chávez está presente en todo elemento impreso, audiovisual y digital emitido por el gobierno. Este bombardeo apunta hacia un cambio de valores y normas afianzadas en la sociedad democrática por una orientación personalista y autoritaria de país. Se suelen mostrar dos facetas del líder: la militar (la pose de comandante) y la benefactora (que besa viejitas y mece en sus brazos a los bebés).

El establecimiento de líneas antagónicas se manifiesta visualmente a través de lo grotesco. Se caricaturizan los enemigos para ridiculizarlos o demonizarlos.

La moral revolucionaria también suele presentarse repetidamente en la propaganda, a través de eslóganes breves y precisos que dan cuenta de la ética del “buen chavista”, apuntaladas en imágenes que muestran el bienestar del pueblo mediante rostros mestizos sonrientes como reflejo de la felicidad proporcionada por el proceso.

Las representaciones creadas por el gobierno para enlazar a los actores que representa, son difundidas a través de todos los medios disponibles con el objetivo de mantener la empatía con los adeptos, fustigar a los enemigos, y en general, para transmitir sus creencias y valores, así como para exaltar la figura del líder carismático (vínculo en el plano emocional).

El Gobierno Bolivariano ha intentado sin éxito en el transcurrir de sus once años de gestión, unificar criterios gráficos y ordenar su imagen. Se ha hecho énfasis en la cantidad y variedad de piezas y en su difusión, mas no en la calidad y coherencia.

¿Es o no es diseño?En consultas informales realizadas entre diseñadores venezolanos, se les mostró un amplio registro de afiches, vallas, pendones, volantes y material propagandístico impreso en general producido entre los años 2006 - 2009, y se les preguntó qué opinión les merecía desde su óptica profesional.

Las respuestas fueron variadas, yendo desde acaloradas polémicas sobre si esas piezas eran o no diseño, hasta sugerencias sobre cómo abordar el caso.

En la discusión “es diseño / no es diseño / mal diseño” hubo una primera posición que manifestaba desdén porque considera que muchos trabajos están mal hechos. En general este grupo de profesionales evaluó negativamente el concepto creativo, los resultados técnicos (imágenes pixeladas, impresión deficiente), y en un tercer lugar, la estética.

Otros consultados identificaron en seguida algunas piezas como “magistralmente concebidas”, reconociendo en ellas las cualidades de un buen diseño. También hubo quien considerara que “todo es diseño”, pero lo que marca la diferencia estética es el “target” al que la pieza va dirigida, un público de estrato socioeconómico bajo, al que se capta por la vía emocional.

Al fin de cuentas, la propaganda está presente hasta en los rincones recónditos de Venezuela, convirtiendo de esta manera al proyecto revolucionario y a su líder, en fondo y figura omnipresente.

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