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Clínica y Salud, 1995, vol. 61lo. 1 - Págs. 67-82 a En este trabajo se ofrecen los primeros datos encontrados al diagnosticar a un grupo de 236 sujetos (138 varones y 98 mujeres) de 6-17 años, cuyos padres soli- citaron ayuda profesional en dos Servicios ae Salud Mental de la Comunidad de Madrid (aesde noviembre de 1992 hasta abril de 1993). Los trastornos más diaiJnosticados fueron los conducfuales (34,7%) ansiedad (26,7%) y eliminación [1 Se encontró una interacción próxima a fa significa- ción estadística entre e sexo y el tipo de trastorno: mayor porcentaje de varones en los trastornos del sueño, conducfuales y de eliminación, y mayor porcentaje de mujeres en los de alimentación, ansiedad y depresivos. Se constato una relación significativa entre la edad de los sujetos y los distintos trastornos: los niños diagnos- ticados con trastornos depresivos o de alimentación eran mayores que los diagnos- ticados con trastornos de eliminación o conducfuales. Ademas, la frecuencia de los (*) Este trabajo ha sido realizado gracias a la financiación otorgada por la Universidad Complutense de Madrid (PR 180/91-3451) y, en parte, por la Dirección General de Investigación Científica y Técnica (DGICYT, PB 92-0210). (**) opto. Personalidad, Evaluación y Psicología Clínica, Facultad de Psicología (U.C.M.), Campus de Somosa- guas. 28223 Madrid. CLlNICA y SALUD 67

Bragado, C., Carrasco, I., Sánchez, M.L., Bersabé, R., Loriga, A. y Monsalve, T. (1995). Prevalencia de los trastornos psicopatológicos en niños y adolescentes: Resultados preliminares

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Clínica y Salud, 1995, vol. 61lo. 1 - Págs. 67-82

a

En este trabajo se ofrecen los primeros datos encontrados al diagnosticar a un grupo de 236 sujetos (138 varones y 98 mujeres) de 6-17 años, cuyos padres soli­citaron ayuda profesional en dos Servicios ae Salud Mental de la Comunidad de Madrid (aesde noviembre de 1992 hasta abril de 1993).

Los trastornos más diaiJnosticados fueron los conducfuales (34,7%) ansiedad (26,7%) y eliminación [1 ~6%). Se encontró una interacción próxima a fa significa­ción estadística entre e sexo y el tipo de trastorno: mayor porcentaje de varones en los trastornos del sueño, conducfuales y de eliminación, y mayor porcentaje de mujeres en los de alimentación, ansiedad y depresivos. Se constato una relación significativa entre la edad de los sujetos y los distintos trastornos: los niños diagnos­ticados con trastornos depresivos o de alimentación eran mayores que los diagnos­ticados con trastornos de eliminación o conducfuales. Ademas, la frecuencia de los

(*) Este trabajo ha sido realizado gracias a la financiación otorgada por la Universidad Complutense de Madrid (PR 180/91-3451) y, en parte, por la Dirección General de Investigación Científica y Técnica (DGICYT, PB 92-0210).

(**) opto. Personalidad, Evaluación y Psicología Clínica, Facultad de Psicología (U.C.M.), Campus de Somosa­guas. 28223 Madrid.

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Prevalencia de los trastornos psicopatológicos en niños y adolescentes: resultados preliminares

trastornos conductuales y los de eliminación tendía a disminuir con la edad, mien­tras que la Frecuencia de los depresivos y los de ansiedad tendía a aumentar.

También se presentan los datos obtenidos al analizar las características demo­gráFicas de los padres en relación con los trastornos psicopatológicos de los niños. Por último, se discuten los resultados en el contexto de los estudios epidemiológicos actuales, ¡/evados a cabo con muestras de niños y adolescentes.

This Study_presents the I?reliminary data obtained in diagnosing a group oF 236 subjects (138 males and 98 Females), aged between 6-17 whose parents asked For p'roFessional hele if]¡MJo public Services oF Mental Health (Madrid) From novem-ber-1992 to april-199J .. 1/ .

The behavioral disorders were the most prevalent, Followed br anxiety (26,7%) and elimination (13,6%) disorders. An interaction (near statistica signiFicance) sex­tyRe oF disorder was Found: the percentage oF males was greater in sleep, belíavio­ral and elimination categories, whereas the percentage or Females was greater in alimental)l¡ anxiety and depressive disorders. A signlficant pattern oF relationships between age and diagnostlc categories was Found: the depressive and alimentary groups were older than the elimination and behavioral groups. On the other hand, fhe prevalence oF behavioral and elimination disorders aeclmed with age, whereas the prevalence oF depressive and anxiety disorders increased with age.

Moreover, demographic data From parents and its relationships with subjects diagnostic categories are exposed. FinallYf these results are discussed in the Frame­work oF current research about the prevalence oF psychopathological disorders in children and adolescents.

Prevalencia, Trastornos Psicopatológicos, Niños y Adolescentes, Muestra Clíni­ca.

Prevalence, Psychopathological Disorders, Children, Adolescents, Clinical Sam­pIe.

1 Diagnosis were made by using the Spanish adaptation of the DICA-l{CDiagnostic Interview for Children and Adolescents, Reich et al., 1991). I re::

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Carmen Bragado, Inés Carrasco, NI. a Luisa Sánchez Bernardos, Rosa M. a Bersabé, Ana Loriga, Teresa Monsalve

La utilidad científica y social de la epi­demiología infantil está fuera de discusión. Los estudios epidemiológicos permiten conocer cuáles son los trastornos más fre­cuentes, qué variaciones se observan en las tasas de prevalencia en función de la edad o el sexo, si los trastornos identifica­dos en un momento dado son transitorios o persisten en el curso del desarrollo o qué factores pueden predecir el riesgo a pade­cer un trastorno concreto (Rutter, 1988). La utilidad social de estos datos queda patente al considerar sus posibles aplica­ciones: adecuar los servicios de salud mental a las necesidades de la población, cualificar al personal sanitario para hacer frente a la demanda asistencial y terapéuti­ca, o elaborar planes de prevención. Por otro lado, los datos epidemiológicos son útiles y necesarios para investigadores, teóricos y clínicos, dado que, a partir de ellos, se elaboran hipótesis explicativas sobre la etiología de distintas patologías y sobre su pronóstico o tratamiento.

En los últimos años se ha observado un notable aumento de las publicaciones sobre investigaciones epidemiológicas de los trastornos psicopatológicos en niños y adolescentes, llenando un importante vacío en este terreno. Varios factores pare­cen haber contribuido a este cambio: el esfuerzo por delimintar y aumentar el grado de especificidad de los criterios diagnósticos contenidos en los distintos sistemas de clasificación, propiciando el consenso entre los investigadores; el desa­rrollo paralelo de instrumentos de evalua­ción más precisos, como las entrevistas diagnósticas estructuradas; y el afán de los investigadores por emplear una meto­dología rigurosa; sin olvidar, quizás el más importante, la financiación económi­ca de este tipo de investigación por parte de diversas instituciones. Todos estos avances, permiten hoy, más que en épo-

ClINICA y SALUD

cas pasadas, comparar los resultados y obtener ciertas consistencias.

Varios trabajos llevados a cabo con muestras comunitarias de diferentes paí­ses (Estados Unidos, Puerto Rico, Canadá o Nueva Zelanda), coinciden en señalar un índice global de psicopatología en niños y jóvenes que gira en torno al 20%. (Ander­son et al. 1987; Bird et al., 1989; Costello et al., 1988; Costello, 1989; Offord et al. o Velez y otros, 1989). De igual modo, se puede afirmar que la presencia de los tras­tornos de conducta, los de ansiedad, eli­mianción y depresión dominan el panora­ma psicopatológico en estos rangos de edad.

Por lo que respecta a la prevalencia de estos trastornos, se perfila con cierta niti­dez un patrón evolutivo que indica que, durante la infancia y la pubertad, los tras­tornos de conducta predominan entre los varones, mostrando una tendencia a dis­minuir desde la adolescencia a la etapa adulta, mucho más marcada en el trastor­no por déficit de atención. El trastorno por ansiedad excesiva resulta extremadamente prevalente en todas las edades, pero la ansiedad de separación disminuye drásti­camente en el curso de la adolescencia. Los trastornos depresivos presentan una clara tendencia a aumentar desde el inicio de la adolescencia a la etapa adulta, y los de eliminación (enuresis) a desaparecer.

La influencia de la edad sobre la preva­lencia de los trastornos depresivos está fir­memente documentada en la literatura sobre el tema, pero los datos sobre las diferencias sexuales son menos consisten­tes (Fleming y Offord, 1990). Paralela­mente, la mayoría de los estudios que abordan la prevalencia de la enuresis con­firman una pronunciada disminución con la edad y una mayor proporción de varo­nes en la enuresis nocturna y de mujeres en la diurna (Bragado, 1994b). Finalmen­te, los trastornos por ansiedad son bastan­te frecuentes en todas las edades, aunque

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Prevalencia de los trastornos psicopatológicos en ni¡¡os y adolescentes: resultados preliminares

la ansiedad de separación alcanza una tasa de prevalencia mayor durante la etapa infantil (aproximadamente hasta los 12 años) y la ansiedad excesiva en el curso de la adolescencia. Respecto al sexo, puede afirmarse que la mayoría de los estudios constatan cierta supremacía de mujeres sobre varones en los distintos trastornos de ansiedad, alcanzándose un mayor grado de consistencia en muestras de adolescentes (Bernstein y Borchardt 1991; Bragado, 1994a).

Desgraciadamente, como comentaban Doménech y Polaino (1990), el interés observado en otros países por promover este campo de la investigación no se ha visto acompañado de un interés paralelo en el nuestro, donde los estudios epidemiológi­cos son la excepción más que la norma.

En un intento por aproximarnos al estu­dio de la prevalencia de los trastornos psi­copatológicos y los posibles factores riesgo asociados a ellos en muestras de pobla­ción española, iniciamos un proyecto de investigación (todavía en curso) con niños y adolescentes, extraídos de las consultas de dos Servicios de Salud Mental y de un colegio de la Comunidad de Madrid. En este artículo se ofrecen resultados prelimi­nares sobre la prevalencia de los trastornos detectados en parte de la muestra clínica así como datos relativos a las variables sociodemográficas habituales.

Sujetos

Se diagnosticó a todos los niños y ado­lescentes, entre 6 y 17 años, que acudie­ron por primera vez a consulta a dos Ser­vicios de Salud Mental de la Comunidad Autónoma de Madrid l , durante el período

comprendido entre el 15 de noviembre de 1992 y el 15 de abril de 1993. La mues­tra resultante quedó integrada por un total de 236 niños, 138 varones (58,5%) y 98 mujeres (4 L5%), con una edad media de 11,35 años.

Las características demográficas de los padres de los 236 niños del estudio se ajustaban al siguiente perfil: relativamente jóvenes, con una edad media cercana a los 40 años; la mayor parte (73%) había realizado estudios primarios o medios; el 60A% declaró que su nivel económico era medio; un 77, 4% estaban casados y un 13,6% separados.

Instru mentos

Los datos se obtuvieron a través de dos fuentes de información: los padres (usual­mente la madre) y los propios niños. Se utilizaron los siguientes instrumentos de medida:

- Listado de Síntomas (DSM-III-R): Consta de una lista de los síntomas

relativos a todos los trastornos explorados (un total de 30), elaborada a partir del DSM-III-R y destinada a efectuar un son­deo rápido de los problemas que presenta­ba el niño en el momento de la explora­ción o en los seis meses anteriores.

- DICA-R (Diagnostic Interview for Children and Adolescents; Reich, Shayka y Taibleson, 1991), traducida al castellano por Ezpeleta (1992):

Es una entrevista estructurada que sigue los criterios diagnósticos del DSM-III­R. Este instrumento se empleó para identi­ficar los trastornos psicopatológicos. Se utilizaron tres versiones: para niños de 6-12 años (DICA-R-C), para adolescentes entre 13-17 años (DICA-R-A) y para padres (DICA-R-P). Las tres versiones son

1 S.S.M. Tefuán y S.S.M. d6l Salamanca. Agradecemos a todos los profesionales de ambos Servicios su total colaboración y disponibilidad para llevar a cabo este trabajo que, sin su ayuda, no se hubiera podido llevar a cabo.

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Carmen Bragado, Inés Carrasco, M. a Luisa Sánchez Bemardos, Rosa M. a Bersabé, Ana Loriga, Teresa Monsa/ve

formas paralelas con igual estructura y contenido, la única diferencia reside en el modo en que se formulan las preguntas que se adecúan a las características del informante: padres, niños o adolescentes.

La DICA permite explorar las siguientes categorías diagnósticas: trastornos con­ductuales (déficit de atención con hiperac­tividad, negativismo y trastorno de con­ducta), adicciones (alcohol, tabaco y dro­gas), trastornos del estado de ánimo (depresión mayor, distimia y manía), tras­tornos de ansiedad (separación, evitación, excesiva, fobias, obsesiones-compulsio­nes y estrés postraumático), trastornos ali­mentairos (anorexia y bulimia), trastornos de eliminación (enuresis y encopresis), somatización, síntomas psicóticos y esqui­zofrenia, y otros (menstruación e identidad sexual). Contiene además un apartado sobre datos demográficos y un listado de estresores psicosociales.

Con el fin de disminuir los costes eco­nómicos derivados de la reproducción de los cuadernillos de la entrevista, elabora­mos un único formato de respuesta que permitía recoger toda la información en cualquiera de las tres versiones de la DICA.

- Cuestionario para padres: Este cuestionario se encontraba incluido

en una versión anterior de la DICA (Reich y Welner, 1990), también traducida al cas­tellano por Ezpeleta (1990). Consta de una serie de cuestiones relativas al emba­razo, parto, desarrollo e historia médica del niño, así como de un conjunto de pre­guntas dirigidas a detectar otros trastornos infantiles que han sido excluidos de la ver­sión actual (1991) de la entrevista.

Dadas las características de esta inves­tigación, consideramos conveniente intro­ducir algunas modificaciones. En primer lugar, dividimos su contenido en dos sec­ciolles que denominamos:

a) Datos evolutivos: aquí agrupamos las preguntas relativas al embarazo, parto,

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desarrollo e historia médica, añadiendo al gunas cuestiones sobre datos sociocultu­rales, económico-laborales y estado civil de los padres.

b) DICA-R-2: en esta sección incluimos las preguntas destinadas a diagnosticar los otros trastornos: trastornos del sueño, tartamudez, autismo, mutismo electivo, pica yesterotipias.

La otra modificación importante consis­tió en adaptarlo a un formato autoaplica­do. De este modo, los padres podían optar por responderlo directamente en su casa o hacerlo en la consulta con la ayuda del entrevistador, según la conveniencia de cada caso.

Procedimiento

La recogida de datos se llevó a cabo por 8 licenciados en Psicología que fueron entrenados en la utilización de los instru­mentos de evaluación durante un tiempo aproximado de 40 horas.

El contacto inicial entre los entrevistado­res y los padres-niños se estableció a tra­vés del personal de los Servicios de Salud. El proceso de evaluación se presentó como una parte integrada dentro de la ruti­na sanitaria, aspecto que facilitó la obten­ción de la información.

Se efectuaron dos entrevistas con los padres (normalmente con la madre) a fin de obtener los datos necesarios para esta­blecer el diagnóstico del niño. La duración media de cada entrevista fue de una hora, aproximadamente. Como norma general, la primera entrevista se dedicaba a pasar el listado de síntomas (con el propósito de identificar las posibles áreas problema) y la sección de datos evolutivos del cuestio­nario para padres. Respecto al cuestiona­rio, el entrevistador preguntaba si desea­ban rellenarlo en el Centro o preferían hacerlo en su casa; en este último supues­to, efectuaba algunas preguntas a fin de

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Prevalencia de los trastornos psicopatológicos en niílos y adolescentes: resultados preliminares

mostrar cómo debían cumplimentarlo. En todos los casos, la segunda entrevista se destinaba a responder la DICA-R-P.

Dado que en la primera entrevista ya se habían identificado los síntomas por tras­tornos (a través del listado), en la segunda, la DICA se centraba en averiguar la presen­cia de los trastornos implicados a fin de efectuar el diagnóstico. Este procedimiento permitió reducir las demandas experimen­tales y conseguir un alto grado de colabo­ración, ya que no fue preciso que los padres respondieran a todas las preguntas de la entrevista (DICA), sino sólo a aquellas relacionadas con los síntomas inicialmente detectados en cada caso concreto.

Posteriormente, se entrevistaba a los niños, explorando, en primer lugar, los trastornos identificados a partir de la infor­moción paterna. Después, se les pregunta­ba si tenían algún otro problema que no se hubiera examinado, verificando el diag­nóstico de todos los síntomas que ellos indicaban y que sus padres no habían referido. Tanto los niños como los padres respondieron también a las preguntas sobre estresores psicosociales. Cada niño fue entrevistado por el mismo entrevistador que había entrevistado a sus padres.

Diseño

En esta fase, nuestra investigación sigue un diseño transversal (cross-sectio­nal study), donde cada sujeto es evaluado en un único momento temporal (Brannon y Feist 1992).

Selección diagnóstico

Dado que entre los niños y adolescentes es muy frecuente la coexistencia de diver­sos problemas que pueden dar lugar a la presencia de múltiples diagnósticos, a efectos del análisis de los datos, hemos

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considerado como punto central de refe­rencia el diagnóstico principal. Para deter­minar cuál era el diagnóstico principal, se han seguido las indicaciones del DSM-III-R: "Cuando a una persona se le asigna más de un diagnóstico, el diagnóstico principal es aquel que refleja el estado que dio lugar al examen clínico o a la admisión hospita­laria" (pág. 19). En nuestro caso, el 65% de los sujetos fueron diagnosticados con más de un trastorno y el 15,25% con cua­tro o más. El diagnóstico principal se determinó, atendiendo al motivo de consul­ta mencionado por los padres.

Con el fin de evitar la dispersión de los sujetos, los diagnósticos principales fueron agrupados en categorías más generales, atendiendo a la agrupación propuesta en la DICA y en el DSM-III-R. Dichas categorías se concretaron en las siguientes: sin diag­nóstico, trastornos del sueño, conductua­les, depresivos, trastornos de ansiedad, trastornos de alimentación, trastornos de eliminación y otros (mutismo electivo, este­rotipias y somatización).

Considerando las dos fuentes de inforn­moción (padres y niños), los trastornos con­ductuales resultaron los más prevalentes, seguidos de los de ansiedad y los de alimen­tación, siendo los menos diagnosticados los trastornos del sueño y los de alimentación. En general, la información proporcionada por los niños coincidió notablemente con la de sus padres, confirmando las mismas catego­rías diagnósticas. No obstante, se apreciaron ciertas variaciones en la prevalencia en fun­ción de quién era el informante. No se detec­tó ningún caso de autismo, esquizofrenia, abuso de sustancias o trastorno de la identi­dad sexual. Ver tabla número 1 .

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Carmen Bragado, Inés Carrasco, M. a Luisa Sánchez Bernardos, Rosa NI." Bersabé, Ana Loriga, Teresa Mansa/ve

TABLA 1 Categonas diagnósticas identificadas según la información de padres y niños, prevalencia y grado de

acuerdo

. .. ............. •••

. .... I .. .,. ... , ,"'- Niños Coincidencias % Acllerdo

:> ......... . .. ... .

Sin diagnóstico 25 (10,6%) 53 (22,5%) 18 72%

Sueño 9 (3,8%) 3 (1,3%) 1 11,1%

Conductuales 82 (34,7%) 64(27,1%) 59 72%

Depresivos 13 (5,5%) 17 (7,2%) 13 100%

Ansiedad 63 (26J%) 62 (26,3%) 44 69,8%

Alimentación 3 (1,3%) 3 (1,3%) 3 100%

Eliminación 32 (13,6%) 32 (13,6%) 31 96%

otros 9 (3,8%) 2 (0,8%) 2 22,2%

Totales 236 236 171 72%

V. de Cramer = 0.719; Coeficiente de Contingencia = 0.88. Coincidencias: se han calculado a partir de la información paterna.

La fiabilidad global entre ambas fuentes de información fue de 0.72 01. Cramer) y 0.88 (Coeficiente de contingencia). El mayor porcentaje de acuerdo se obtuvo en el diagnóstico de los trastornos depresivos (100%), alimentación (100%) Y elimina­ción (96%), y el menor en los trastornos del sueño (11,1 %). Tabla número l.

Atendiendo a la información paterna, los trastornos de conducta fueron detectados en 82 niños (34)%), de los que la mitad (4 L 17A%) presentaban déficit de atención con hiperactividad, 31 (13%) negativismo y 10 (4,2%) trastorno de conducta. Un total de 63 sujetos (26,7%) fueron diagnosticados con algún trastorno de ansiedad, siendo los más frecuentes el de ansiedad excesiva (20 casos, 8,5%) y las fobias simples (18; 7 ,6%); el resto se distribuía del siguien­te modo: 9 casos (3,8%) con ansiedad de

CLlNICA y SALUD

separación, 8 (3A%) con evitación, 6 (2,5%) con trastorno obsesivo-compulsivo y 2 (0,85%) con estrés postraumático. Los trastornos de eliminación se identificaron en 32 niños (13,6%) de los que la mayoría (28 sujetos, 11,9%) padecía enuresis.

Como pauta generaL los niños tendían a informar de menos trastornos que sus padres, como señala el hecho de que, según su información, el porcentaje de casos que no cumplían los requisitos para establecer un diagnóstico determinado (sin diagnóstico), duplicaba en número al informado por sus padres (22,5% versus 10,6%, respectivamente). Solamente en los trastornos depresivos se observó una tendencia contraria, ya que se detectaron algunos casos más (7,2%) a partir de la información infantil que de la paterna (5,5%). Este resultado apoya la hipótesis

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Prevalencia de los trastornos psicopatológicos en n¡¡'íos y adolescentes: resultados preliminares

de que los niños parecen ser mejores informantes que sus padres respecto a los síntomas que atañen a su experiencia pri­vada (Kazdin, 1988; Klein, 1991).

En el conjunto de la muestra, el número total de varones superaba al de las muje-

res en una proporción de 1.45 varones por cada mujer. Se encontró una interac­ción cercana a la significación estadística entre el sexo y el tipo de trastorno (X2= 13.02, 7 g.I., P<0.07), observándose una mayor proporción de varones en los trastornos del sueño, conductuales y de eliminación. Esta tendencia se invertía en el caso de los trastornos de alimentación, ansiedad y depresivos, donde existía una proporción de mujeres mayor que de varo-

TABLA 2 Sexo y Edad Media por categorías diagnósticas 1

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Sin diagnóstico 15 10 1 .1 11.14 2.93 (10.87%) (10.20%)

Del sueño 7 2 2.5 12.38 1.91 (5.07%) (2.04%)

Conductuales 55 27 1.45 10.82 2.98 (39.85%) (27.55%)

Depresivos 6 7 0.6 14.20 2.40 (4.35%) (7.14%) (*)

Ansiedad 32 31 0.73 11.68 3.11 (23.19%) (31.63%)

Alimentación O 3 O 16.44 0.83 (3.06%) (*)

Eliminación 20 12 1.2 9.78 2.69 (14.49%) (12.24%)

Otros 3 6 0.5 11.88 2.76 (2.17%) (6.12%)

Totales 138 98 1.41 11.30 3.07 (58.5%) (41.5%)

(1) Según información padres. (*) Depresión versus sin diagnóstico, conductuales y eliminación; alimentación versus conductuales y eliminación (P<O.05).

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Carmen Bragado, Inés Carrasco, M. a Luisa Sánchez Bernardos, Rosa M. a Bersabé, Ana Loriga, Teresa Monsalve

nes. Resalta el hecho de que los trastornos de alimentación solamente fueron diag­nosticados en mujeres. En la única cate­goría en que la proporción de ambos sexos resultó similar fue en el grupo «sin diagnóstico» (ver tabla n.O 2).

El análisis de la varianza constató una marcada relación significativa (F=5.16 con 7 y 226 g.l., P<O.OOOO) entre la edad de los sujetos y el tipo de trastorno. Las comparaciones por grupos (método de Tukey) pusieron de manifiesto que los niños d iag nosticados con trastornos depresivos tenían más edad (14.20 años) que los de las siguientes categorí­as: sin diagnóstico (11 .14), conductuales (10.82) Y eliminación (9.78). Similar­mente, el grupo de trastornos de alimen­tación era significativamente mayor (16A4 años) que el de eliminación. Pro­bablemente, la ausencia de diferencias entre el grupo de alimentación y otras categorías se daba al reducido número de sujetos que integran dicho grupo (tabla número 2).

La asociación entre la edad y el diag­nóstico asignado fue tambien confirmada por el contraste X2 (36.62 con 14 g.l., P<0.008). Al dividir la muestra por ran­gos de edad (6-9, 10-13 Y 14-17 años; tabla número 3), se pudo apreciar que los trastornos conductuales y los de elimina­ción tendían a disminuir a medida que progresaba la edad, mientras que los tras­tornos depresivos mostraban una tenden­cia a aumentar. En concreto, la proporción de niños diagnosticados con trastornos de eliminación (enuresis) disminuía desde un 19,35% a los 6-9 años hasta el 3,92% a los 14- 17, indicando que la mayoría (94%) eran menores de 13 años. Por el contrario, la mayor parte de los sujetos (61,5%) con trastornos depresivos se situaba entre los 14-17 años, observándo­se un marcado aumento en la proporción de niños con este diagnóstico desde los 6-9 años hasta los 14-17 (1,07% vs.

ClINICA y SALUD

15,68%, respectivamente). Del mismo modo, todos los sujetos diagnosticados con trastornos de alimentación tenían más de 14 años, no detectándose ningún caso por debajo de esta edad. Los trastornos del sueño resultaron más frecuentes entre los 10-13 años (6,52%) que en los otros rangos de edad (1,07% y 3,92%, entre los 6-9 y 14-17, respectivamente). Por último, los trastornos de ansiedad presen­taban una ligera tendencia a aumentar en el curso de la adolescencia, dado que entre los 14-17 años eran más frecuentes (31,37%) que en los otros dos grupos, donde la proporción de casos con este diagnóstico resultó muy similar (25,8% y 25%).

Como ya hemos señalado en el aparta­do de sujetos, el grupo de padres de los niños que integran la muestra se caracteri­zaban por lo siguiente: tenían una edad media de 39,8 años; el 73% había reali­zado estudios primarios o medios; el 60A% manifestó que disfrutaban de un nivel económico medio; el 77 A% estaban casados y un 13,6% separados.

Por sexos, las madres tenían una edad media de 38.4; un porcentaje nada des­preciable tenía pocos años de escuela (17 A%) y sólo el 7 J% tenía estudios superiores; cerca de la mitad (42,2%) tra­bajaba fuera del hogar; 39A% eran amas de casa y el 14,8% se encontraba en paro. Los padres: tenían una media de edad de 41,38; el 15A% había asistido pocos años a la escuela, y una proporción de casi el doble (13,6%) que las madres había realizado estudios superiores; una amplia mayoría (89,9%) tenía trabajo y el paro les afectaba en menor cuantía (7,2%) que a las madres.

75

Prevalencia de los trastornos psicopatológicos en niiios y adolescel1tes: resultados prelimil1ares

TABLA 3 Rangos de Edad por categorías diagnósticas 1

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I •...• ·.e., ................•...• I>i< •• a ... g •.....•

Sin diagnóstico 10 N 25 (10J5%)

Del sueño 1 N=9 (1,07%)

Conductuales 36 N = 82 (38,7%)

Depresivos 1 N = 13 (1,07%)

Ansiedad 24 N = 63 (25,8%)

Alimentación N=3

Eliminación 18 N = 32 (19,35%)

Otros 3 N 9 (3,22%)

Total sujetos 93 (39,4%)

(1) Según información padres, X2 = 36,675, 14 g,l" P<O,0008,

El análisis de esta variable por categorí­as diagnósticas, señaló diferencias signifi­cativas entre el tipo de trastorno y la edad del padre (F=2,27, 7 g.l., P<O,03), En concreto, los padres de los niños con tras­tornos conductuales eran más jóvenes (39.89 años) que los de los niños con diagnóstico de ansiedad (44,11; P<O.05), Una relación similar se observó entre la edad de la madre y los trastornos

76

> ·•· ....•• )ó~J?( ...• ..,> ... 14 .. 1} ..• ·.· ••••

9 6 (9,78%) (11,76%)

6 2 (6,52%) (3,92%)

34 12 (36,95%) (23,53%)

4 8 (4,35%) (15,68%)

23 16 (25%) (31,37%)

3 (5,88%)

12 2 (13,04%) (3,92%)

4 2 (4,35%) (3,92%)

92 51 (39%) (21,6%)

de eliminación (eran las más jóvenes), aunque la razón F del análisis de varianza no llegó a alcanzar la significación esta­dística (F=1,77, 7g,I., P<O,09), no encontrándose por tanto diferencias por pares de grupos.

Nivel Cultural Paterno

El estadístico X2 mostró una asociación significativa entre el nivel de estudios del

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Carmen Bragado, Inés Carrasco, M. a Luisa Sánchez Bel'llardos, Rosa M. a Bersabé, Ana Loriga, Teresa MOllsalve

TABLA 4 Descriptores demográficos de los padres

1'" """"" " """" """"" """"

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•• ".""""" >"""""" " ".

Edad media D.T. Moda

Nivel de estudios: Analfabetos Pocos años de escuela Primarios Medios Superiores N.o sujetos

Situación laboral: Invalidez Paro Trabajan Sus labores N.o sujetos

Nivel económico: Bajo Medio-bajo Medio Medio-alto Alto

Situación familiar: Madre soltera Casados Conviven Separados

padre y el tipo de diagnóstico asignado (X2= 32.40,21 g.l., P<0.05), señalando que los padres del grupo con trastornos depresivos tenía un menor nivel cultural que los demás, la mayoría tenía poco~ años de escuela y muy pocos (3A5%) habían realizado estudios universitarios. Esta misma tendencia fue observada en

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""." ""."

Padres l.""·""

Madres """"" .. 1""·" """"

41.38 38.38 7.48 6.8

44 39

O 1 (0.4%) 33 (15,4%) 41 (17,4%) 88 (41,1%) 108 (46%) 64 (29,9%) 67 (28,5%) 29 (13,6%) 18 (7,7%)

214 235

5 (2,4%) 8 (3,4%) 15 (7,2%) 35 (14,8%)

186 (89,9%) 100 (42,4%) 1 (0,5%) 93 (39,4%)

207 236

30 (12,8%) 39 (16,6%)

142 (60,4%) 24 (10,2%)

O

10 (4,3%) 182 (77,4%)

5 (2,1%) 32 (13,6%)

las madres, aunque la interacción entre ambas variables no llegó a alcanzar un nivel de significación estadística aceptable (X2= 39.54, 28 g.l., P<0.07). Curiosa­mente, la única persona de todo el conjun­to de padres, identificada como analfabe­ta, se encontraba entre las madres de los niños con trastornos depresivos.

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Prevalencia de los trastornos psicopatológicos en nUfos y adolescentes: resultados preliminares

Situación HIFiI1i'\"\II'1FiII econonllco y civil

No se encontró ninguna asociación entre el nivel económico familiar o el esta­do civil de los padres y las categorías diagnósticas, sugiriendo que ninguna de estas variables parecen afectar a un tipo concreto de trastornos. No obstante, el 50% de los padres con nivel económico bajo pertenecía al grupo de trastornos con­ductuales, asimismo, siete del total (10) de madres solteras estaban ubicadas en esta categoría.

Solamente la situación laboral en que se encontraba el padre en el momento de la evaluación señaló una asociación próxi­ma a la significación estadística (X2= 30.15, 21 g.l., P<0.08), que parecía decantarse a favor de los trastornos de conducta, donde el porcentaje de padres en paro o con invalidez era superior (40% Y 60%, respectivamente) al encontrado en los restantes grupos. Por el contrario, el hecho de que la madre trabajara fuera o dentro del hogar parecía irrelevante en relación a los trastornos psicopatológicos de sus hijos.

Nuestros resultados ponen de manifies­to que los problemas infantiles que requie­ren más atención en los Servicios de Salud son, por orden de prevalencia, los proble­mas de conducta, los de ansiedad, los de eliminación y, en menor medida, los depresivos. Entre los primeros, el trastorno que se diagnostica con mayor frecuencia es el de déficit de atención con hiperactivi­dad, seguido de negativismo y del trastor­no de conducta. Respecto a los de ansie­dad, los trastomos más frecuentes son la ansiedad excesiva y las fobias simples; les siguen, en orden descendente, la ansiedad de separación, el trastorno por evitación, el

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trastorno obsesivo-compulsivo y, en una proporción mucho menor, el estrés pos­traumático. Finalmente, entre los de elimi­nación, la enuresis es mucho más habitual que la encopresis.

En coherencia con otros estudios, los trastornos conducfuales y los de elimina­ción resultaron más frecuentes en los varones, mientras que los de alimentación fueron exclusivamente detectados en mujeres. Igualmente, se apreció una mayor proporción de mujeres en los tras­tornos depresivos y en los de ansiedad.

Desde una perspectiva del desarrollo, nuestros datos constatan la influencia de la edad sobre la prevalencia de determina­dos trastornos, sugiriendo que la psicopa­tología infantil sigue una pauta evolutiva donde los trastornos conductuales y los de eliminación tienden a disminuir con la edad, en tanto que los depresivos aumen­tan y los de alimentación no se detectan hasta el inicio de la adolescencia.

Estos hallazgos, aunque provisionales, muestran una gran convergencia con otros estudios epidemiológicos llevados a cabo con muestras comunitarias (Anderson y otros, 1987; Costello y colegas, 1988, McGee y otros, 1990; o Cohen y otros, 1993), poniendo de relieve que la deman­da asistencial refleja un perfil psicopatoló­gico muy parecido al que se observa en la población general infanta-juvenil, lo que viene a confirmar la utilidad social de esta investigación.

Concretamente, Anderson y otros (1987) investigaron la prevalencia de los trastornos del DSM-III en 792 niños Neo­zelandeses, con una edad de 11 años, comparable a la media de edad de nues­tros sujetos (11.3). Para entrevistar a los niños, utilizaron una entrevista estructura­da (DISC-C). Atendiendo a las categorías diagnósticas globales que hemos usado en nuestros análisis, sus resultados mos­traron una pauta de prevalencia muy pare­cida a la que hemos encontrado en nues-

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tro trabajo. Un total de 139 niños fueron diagnosticados con uno o más trastornos, dando lugar a 219 diagnósticos, de los que 125 (57%) se correspondían con algún trastorno de conducta, 77 (35,15%) con trastornos de ansiedad V 17 (7)%) con trastornos depresivos.

En paralelo con nuestros datos, la pre­valencia ponderada (sobre la muestra total) para los trastornos específicos de la categoría conductual resultó como sigue: 6,7% para déficit de atención, 5,7% para negativismo, 3A% para el trastorno de conducta. Entre los de ansiedad, el más prevalente fue la ansiedad de separación (3,5%), seguido de ansiedad excesiva (2,9%) V la fobia simple (2A%). La pro­porción de varones fue superior a la de las mujeres en todos los trastornos, a excep­ción de la ansiedad de separación V la fobia simple.

El hecho de que en esta investigación la tasa de prevalencia de la ansiedad de separación supere a la de ansiedad exce­siva tampoco contradice nuestros resulta­dos, va que la literatura sobre la epidemio­logía de los trastornos de ansiedad infanti­les es bastante unánime al concluir que la ansiedad de separación es más frrecuente entre los niños menores de 13 años V la excesiva a partir de esta edad (Bragado, 19940). De modo que esta variación seguramente se debe a que nuestro estu­dio abarca un rango de edades más amplio (6-17 años) que el de Anderson V colegas.

En líneas generales, nuestros resultados son también concordantes con los obteni­dos por Costello V colegas (1988). Estos autores llevaron a cabo un estudio epide­miológico con 789 niños estadounidenses de la ciudad de Pittsburgh (entre 7-11 años), extraídos de dos consultas pediátri­caso Para determinar los diagnósticos del DSM-III, se entrevistó a una submuestra de 300 sujetos V a sus respectivos padres, mediante la misma entrevista que en el

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estudio anterior (DISC-C/DISC-P). A través del infame paterno se detectaron 170 diagnósticos V, según los niños, 168. Como en nuestro estudio, los padres infor­maron que los trastornos conductuales eran los más frecuentes (68 casos de los 170), seguidos de los de ansiedad (57 casos), eliminación (32 casos) V, en últi­mo término, los depresivos con 5 casos. No obstante, a diferencia nuestra V del estudio de Anderson, el negativismo resul­tó más prevalente (4,7%) que el déficit de atención (l A%). En la categoría de ansie­dad, las fobias simples V la ansiedad excesiva obtuvieron las tasas de preva len­cia más elevadas (3% V 2,8%, respectiva­mente). Igual que en nuestro trabajo, la enuresis era considerablemente más fer­cuente (3,3%) que la encopresis (0,8%).

Como nosotras, Costello V colegas tam­poco identificaron ningún caso de esquizo­frenia, trastorno generalizado del desarrollo, identidad sexual o abuso de sustancias, pero, a diferencia nuestra, no se diagnosti­có a ningún niño con trastorno obsesivo­compulsivo, ni con problemas de alimenta­ción (anorexia-bulimia), probablemente, porque la muestra estudiada por ellos no incluve adolescentes V la nuestra sí.

Tomando como referencia el grupo de adolescentes (14-17 años), nuestros datos señalan un perfil psicopatológico que se caracteriza por una mayor presen­cia de los trastornos de ansiedad, segui­dos (en frecuencia descendente) por los problemas de conducta V los depresivos. Esta pauta de prevalencia coincide, en tér­minos generales, con la obtenida por McGee V colegas (1990) con 943 adoles­centes de 15 años de Nueva Zelanda. Estos investigadores estimaron una tasa global de prevalencia de los trastornos del DSM-III del 22%, equivalente a 207 ado­lescentes. Los trastornos más diagnostica­dos (agrupados por categorías) fueron los de ansiedad (119 casos), seguidos de los conductuales (105 casos) V de los depre-

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Prevalencia de los trastornos psicopatológicos en niílos y adolescentes: resultados preliminares

sivos (43 casos). Los trastornos más pre­valentes fueron: el de ansiedad excesiva (5,9%), el trastorno de conducta (5J%) y la fobia simple (2,9%). Se observó un pre­dominio de mujeres en todos los grupos diagnósticos, a excepción de fobia social entre los de ansiedad y de déficit de aten­ción entre los conductuales.

Respecto a las diferencias sexuales, nuestro resultados concuerdan con los del grupo de Anderson (tomados globalmente) en lo que atañe a los trastornos conduc­tuales y los de ansiedad aunque discrepan en lo relativo a los trastornos depresivos. Concuerdan también con los de McGee y colegas en lo referente a los trastornos de ansiedad, pero no respecto a los conduc­tuales. No obstante, esta comparación no es totalmente adecuada, dado que nues­tros análisis se han efectuado sobre cate­gorías diagnósticas generales y no sobre los trastornos específicos contenidos en ellas. Por otro lado, se ha demostrado que la proporción de un sexo u otro puede variar en función de dos factores: la fuente de información que se tome como referen­cia al analizar los datos (Costello y otros, 1988) y los rangos de edad de la muestra (Cohen y otros, 1993). En el estudio de Costello, por ejemplo, se constató que los padres eran más proclives a atribuir los problemas emocionales (ansiedad-depre­sión) a las mujeres que a los varones, mientras que entre los niños se observó un patrón diferente: los varones tendrían a informar sobre trastornos depresivos y las mujeres sobre los de ansiedad.

Los resultados obtenidos al analizar la prevalencia de las categorías diagnósticas por rangos de edad y la pauta de desarro­llo que emerge respecto al curso evolutivo de la psicopatología infantil son bastante congruentes con los hallazgos de Cohen y otros (1993). En conjunto, sus datos señalan que los trastornos depresivos aumentan con la edad, los conductuales tienden a disminuir y los de ansiedad,

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aumentan o disminuyen en función del tipo de trastorno específico. No obstante, no es posible realizar una comparación más detallada entre sus resultados y los nues­tros, ya que su trabajo es más detallista puesto que investiga la influencia conjunta de la edad y el sexo sobre la prevalencia de los distintos trastornos.

Específicamente, este grupo investigó el efecto diferencial del sexo y la edad sobre la prevalencia de los siguientes trastornos: conductuales, ansiedad (excesiva y de separación), depresión mayor y adicciones (alcohol y marihuana) en 776 sujetos con edades comprendidas entre los 10-20 años. Como pauta generaL se demostró que los varones ;,eran más propensos que las mujeres a padecer trastornos conduc­tuales durante la etapa infantil, mientras que, durante la adolescencia y el inicio de la edad adulta, éstas eran más suscepti­bles que los varones a padecer trastornos de ansiedad y depresión.

Respecto a la depresión, Cohen y cole­gas encontraron que, durante los primeros años (10-13), la tasa prevalencia de depresión mayor era relativamente baja y comparable entre varones y mujeres (2,3% vs. 1,8%, respectivamente), aumentado en ambos sexos al final de adolescencia (17-20 años, 2,7% vs 2,7%). No obstante, en las mujeres, se observó un marcado incremento del tras­torno (14%\ coincidiendo con el final de la pubertad (14 años). Los autores inter­pretan estos resultados, sugiriendo que los cambios hormonales (menarquia) y socia­les que afectan a las mujeres durante la pubertad podrían estar relacionados con la etiología de la depresión en estos grupos de edad.

Similarmente, a la edad de 10-13 años, la prevalencia del trastorno de ansiedad excesiva era muy parecida en muJeres y varones (15A% vs 12,8%), aunque en éstos se apreciaba un declive lineal desde los 10 hasta los 20 años que

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no se observaba en las mujeres. Sin embargo, la ansiedad de separación des­cendía en una proporción del 23% anual en ambos sexos. En cuanto a los trastor­nos conductuales, tanto el déficit de aten­ción como el trastorno de conducta eran más frecuentes en varones que en mujeres descendiendo con la edad, pero no se apreciaron diferencias entre ambos sexos respecto al trastorno de negativismo que resultó más frecuente entre los 14-16 que en los otros rangos de edad.

Entre nosotros, Doménech y Polaina (1990) investigaron la prevalencia de los trastornos depresivos en 6.432 escolares de 6-12 años, pertenecientes a seis gran­des ciudades españolas (Madrid, Barcelo­na, Sevilla, Valencia, Gerona y La Coruña). La prevalencia general resultó de 8,2% (1,8% para depresión mayor y 6A% para el trastorno distímico). En consonancia, con los otros estudios y con nuestros pro­pios resultados, los trastornos depresivos fueron más prevalentes en el grupo de mayor edad (11 años o más). Las muje­res superaban a los varones en el trastor­no distímco (7,3% vs. 5J%), pero no se apreciaron diferencias sexuales en la depresión mayor.

Aunque los datos relativos a la relación entre clase social (entendida en sentido amplio) y depresión son poco consistentes (Fleming y Offord 1990), nuestros datos reflejan una asociacion específica entre el grado de educación paterna y los trastor­nos depresivos. Cabe destacar que en uno

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de los escasos estudios longitudinales, lle­vado a cabo por Velez y otros (1989) para determinar los factores de riesgo asocia­dos con la aparición de depresión mayor, se encontró que un bajo nivel de educa­ción materna incrementaba el riesgo de depresión. Ninguna otra medida de las que utilizaron los autores para valorar la clase social (raza, religión, sociopatía parental y problemas durante el embara­zo) resultó significativa.

Un aspecto de gran interés en las inves­tigaciones sobre prevalencia y factores de riesgo se refiere a la congruencia o discre­pancia existente entre las fuentes de infor­mación empleadas. Al respecto, resalta­mos que en este trabajo se ha conseguido un acuerdo global bastante elevado entre padres y niños. En cuanto a las divergen­cias, nuestros resultados señalan: que los niños informan de menos trastornos que sus padres, que los padres informan de más trastornos de conducta que sus hijos y que los hijos informan de más trastornos depresivos que sus progenitores. Resulta­dos altamente consistentes con las pautas observadas por otros investigadores (Cos­tello y colegas, 1988; Benjamin y otros, 1990). Dadas las implicaciones que pude tener analizar los datos a partir de una u otra fuente a la hora de determinar la pre­valencia, establecer pautas de desarrollo o identificar factores de riesgo, parece con­veniente incluir en las publicaciones la fuente de información de referencia.

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Prevalencia de los trastornos psicopatológicos en niños y adolescentes: resultados preliminares

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