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CONCEPTOS BÁSICOS DE ARGUMENTACIÓN (José Francisco Rodríguez) Es necesario filosofar. Pues o filosofamos o no filosofamos. Si lo primero, pues filosofamos; y si lo segundo, tenemos que pensar por qué no filosofamos y ya estamos filosofando. Por lo tanto, filosofamos. Aristóteles ¿Qué es argumentar? Al iniciar este curso abordamos el tema general del razonamiento, considerando sus elementos, estructura y clasificación. Posteriormente nos concentramos en el tema de la validez de los argumentos deductivos – desde el silogismo hasta los razonamientos cuyo tratamiento formal exige del cálculo de predicados. Dedicaremos esta segunda parte del curso al tema de la argumentación en lenguaje natural, conocido también como lógica informal. Para empezar recordemos que, en su forma usual, un argumento es una construcción intelectual en la cual llegamos a conclusiones o resultados, apoyados en razones o premisas que se toman como verdaderas. Un buen ejemplo de esta conducta nos lo ofrecen los filósofos de la ciencia y en especial los filósofos estoicos. Estos no se sentían en trance oracular cuando exponían su pensamiento; no hablaban como dioses herméticos a sus criaturas deslumbradas. Antes bien, se ponían al nivel de sus interlocutores, y con esfuerzo persuasivo tejían una a una las ideas; de las más evidentes, a las menos evidentes, de modo que siguiéndolos paso a paso, ideas tras idea, se encontraran fraternales, al final del camino, en la misma conclusión. Es un hecho que aunque no coincidamos en los puntos de vista sobre determinado aspecto, si alguien se toma la molestia de razonar con nosotros ganaremos en claridad sobre el punto de desacuerdo y éste podrá darse en mejores términos. Precisamente, la argumentación es el ejercicio intelectual presente en el desarrollo de esta actividad. 1

CONCEPTOS BÁSICOS DE ARGUMENTACIÓN (José Francisco Rodríguez

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CONCEPTOS BÁSICOS DE ARGUMENTACIÓN (José Francisco Rodríguez)

Es necesario filosofar. Pues o filosofamos o no filosofamos.

Si lo primero, pues filosofamos; y si lo segundo, tenemos

que pensar por qué no filosofamos y ya estamos

filosofando. Por lo tanto, filosofamos.

Aristóteles

¿Qué es argumentar?

Al iniciar este curso abordamos el tema general del razonamiento,

considerando sus elementos, estructura y clasificación. Posteriormente

nos concentramos en el tema de la validez de los argumentos deductivos –

desde el silogismo hasta los razonamientos cuyo tratamiento formal exige

del cálculo de predicados. Dedicaremos esta segunda parte del curso al

tema de la argumentación en lenguaje natural, conocido también como

lógica informal.

Para empezar recordemos que, en su forma usual, un argumento es una

construcción intelectual en la cual llegamos a conclusiones o resultados,

apoyados en razones o premisas que se toman como verdaderas. Un buen

ejemplo de esta conducta nos lo ofrecen los filósofos de la ciencia y en

especial los filósofos estoicos. Estos no se sentían en trance oracular

cuando exponían su pensamiento; no hablaban como dioses herméticos a sus

criaturas deslumbradas. Antes bien, se ponían al nivel de sus

interlocutores, y con esfuerzo persuasivo tejían una a una las ideas; de

las más evidentes, a las menos evidentes, de modo que siguiéndolos paso a

paso, ideas tras idea, se encontraran fraternales, al final del camino,

en la misma conclusión. Es un hecho que aunque no coincidamos en los

puntos de vista sobre determinado aspecto, si alguien se toma la molestia

de razonar con nosotros ganaremos en claridad sobre el punto de

desacuerdo y éste podrá darse en mejores términos. Precisamente, la

argumentación es el ejercicio intelectual presente en el desarrollo de

esta actividad.

1

Más específicamente, podríamos decir que un argumento es la

exteriorización de una intención: La intención de mostrar la verdad de una

idea –la conclusión– en función de la verdad de otras –las premisas; de

indicar que la verdad de las premisas se traslada, por un procedimiento

razonable, a la verdad de la conclusión. ¿Y argumentar? Es proponer

argumentos; es dar razones de lo que pensamos; es explicar nuestras

decisiones, en lugar de imponerlas mediante el recurso simple de la

autoridad.

Presencia de la Argumentación

La argumentación es un ejercicio intelectual relacionado prácticamente

con todas las actividades profesionales y de intercambio cognoscitivo

entre las personas. Un médico que decide operar le explica a su paciente

las razones por las que tomó esa decisión. Un juez que dicta sentencia,

un fiscal que acusa o un abogado que defiende, aportan elementos de

juicio, argumentos, para sustentar sus respectivos puntos de vista,

aunque sean antagónicos. Un profesor, al reprobar a un alumno; un

estudiante, al defender una tesis; un administrador, al tomar una

decisión en la empresa, o un funcionario público al aplicar un

procedimiento, justifican su conducta con base en datos y reglas,

convenios, reglamentos o leyes. Dios mismo, en muchas religiones, se

toma la molestia de explicarles a sus criaturas la razón de sus

mandatos. Y en todos estos casos, desde el médico hasta la divinidad,

pasando por los administradores, economistas y filósofos hasta los

comentaristas de fútbol, la explicación de los actos requiere competencia

argumentativa. De aquí la importancia de atender al mejoramiento de esta

competencia.

La lógica y la argumentación

La argumentación como teoría se orienta a dar respuesta a las preguntas

básicas sobre nuestras capacidades naturales de inferencia, y a

explicitar los procedimientos –correctos o perniciosos– que mejoran o

entorpecen la capacidad argumentativa de cualquier persona, cuando opera

por fuera del ámbito formal. La argumentación es un esfuerzo por ver los

alcances de la racionalidad humana sin auxilio de la lógica. O con su

2

auxilio, pero en contextos prácticos. Todos sabemos que la lógica es un

sistema formal que se preocupa esencialmente por la forma de las

proposiciones y por sus relaciones, más que por el contenido de las

mismas. Con esto queremos decir que la lógica es un sistema formal de

pensamiento y que la argumentación es una disciplina informal. La lógica

maneja lenguajes técnicos, y la argumentación trabaja desde los lenguajes

naturales (español, inglés,...).

Aunque la argumentación no es una lógica aplicada como tal, sí debemos

tener presente que el criterio de corrección de la argumentación supone

un respeto a las reglas ya estudiadas de la lógica, de la silogística,

del cálculo proposicional, y del cálculo de predicados; de otra forma no

podríamos hablar con sentido. Cuando sí lo hacemos, argumentando bien, se

dice que somos racionales o razonables; cuando argumentamos mal, que

somos falaces.

El lenguaje en el que hablamos tiene variadas características. Con las

palabras podemos interrogar, ordenar, gritar, exclamar, conjurar, relatar

o argumentar. Y mientras hacemos uso de alguna de estas capacidades, no

estamos discriminando en cada momento de cual de ellas se trata;

simplemente hablamos o escribimos dependiendo de la dinámica de la

comunicación. No obstante, con algo de autoconciencia podemos

establecer, en cada momento, cuál modalidad del lenguaje estamos

empleando, y nuestros interlocutores actúan en consecuencia. En el caso

de la argumentación, esta se presenta sólo cuando existe la intención de

probar una idea, una tesis, una opinión. Si se cumple este requisito

hemos salido de los campos de la interrogación, la admiración, la

descripción, y estamos en el campo de la argumentación. Y en cuanto a la

calidad de la argumentación, decimos, usando una analogía jurídica, que

un buen argumento es aquel que, sometido al tribunal de la razón, fue

exonerado, pues resistió los ataques de la crítica y pudo mostrar un caso

o una situación favorable a su tesis.

Finalmente, la corrección de un argumento vendrá dada no porque su

estructura formal se adecua a una regla, como es el caso en lógica

formal, sino por otros criterios prácticos que, en últimas, involucran el

3

sentido común, en una práctica ancestral que se ha venido decantando con

el tiempo, y que ha tenido en los campos del derecho y de la ciencia su

lugar natural.

El texto siguiente es una invitación de Borges a la sana y amable

controversia, al diálogo argumentado y constructivo. Lo traemos a cuento

antes de presentar otros ejemplos de argumentación en los que

distinguiremos sus dos componentes básicos.

El diálogo ( Jorge Luis Borges )

Nuestra vida, como estos diálogos y como todas las cosas, ha sido

prefijada. También los temas a los que nos hemos acercado. Con el

correr de la conversación he advertido que el diálogo es un género

literario, una forma indirecta de escribir. El deber de todas las

cosas es ser una felicidad; si no son una felicidad son inútiles o

perjudiciales.

A esta altura de mi vida siento estos diálogos como una felicidad. Las

polémicas son inútiles, estar de antemano de un lado o del otro es un

error, sobre todo si se oye la conversación como una polémica, si se

la ve como un juego en el cual alguien gana o alguien pierde. El

diálogo tiene que ser una investigación –y poco importa que la

verdad salga de uno o de boca de otro. Yo he tratado de pensar, al

conversar, que es indiferente que yo tenga razón o que tenga razón

usted; lo importante es llegar a una conclusión, y de qué lado de la

mesa llega eso, o de que boca, o de qué rostro, o desde qué nombre es

lo de menos.

Algunos ejemplos de argumentación:

Ejemplo 1:

Séneca nos dice en sus Cartas a Lucilio: “sufre más de lo necesario el que sufre antes de

lo necesario”, sentencia comprensible por sí misma sin ningún estudio

especial, pero que, para mejor comprensión, el estoico nos aclara

agregando: “...porque sufre dos veces”. 1

Si tenemos una cita odontológica y el zumbido de la fresa nos aterroriza,

es absurdo sufrir hoy, en la comodidad de nuestra casa, si de todas1 SÉNECA, Lucio Anneo: La Consolación a Helvia y Cartas a Lucilio. Editorial Salvat. Madrid, 1971. [Traducción de Juan Carlos García-Borrón]

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formas sufriremos mañana en la silla de torturas. La máxima del filósofo

nos invita a controlar la imaginación dañina. Tal como ya lo señalara su

maestro Epicteto. “No os aterroricéis en un terremoto como si toda la ciudad se os fuera a

caer encima. Porque un solo ladrillazo en la cabeza es suficiente para mataros.” 2

Ejemplo 2.

Queremos llegar a la conclusión de que pediatras y veterinarios están en

la misma situación con respecto a sus pacientes, pues los niños muy

pequeños y los animales no hablan. El argumento podría ser: “Si es

difícil saber el dolor que sienten los animales, porque el dolor es

subjetivo y los animales no pueden hablar, entonces veterinarios y

pediatras se encuentran en la misma situación con respecto a sus

pacientes”. Aquí se identifican claramente las premisas y la

conclusión; de dónde partimos y a dónde llegamos.

Un argumento puede tener una extensión de una línea, pero también puede

ser tan extenso como una obra de cuatro volúmenes. La cantidad de

información requerida para sustentar la conclusión no importa. Anthony

Weston, en sus Claves de la Argumentación3 nos trae un ejemplo lacónico, pero

certero de Churchill, para defender el optimismo: “Sea optimista, no

resulta de mucha utilidad ser de otra manera”. Una sola frase es

suficiente para que el lector comprenda idea sostenida por Churchill, y

puede entonces compartirla o refutarla.

En el otro extremo de la argumentación podría estar el caso del Obispo

James Usher, presentado por el paleontólogo americano Jay Stephen Gould

como un caso paradigmático de investigación científica. El obispo inglés

se planteó en 1640 una pregunta muy ambiciosa: ¿Cuándo fue creado el

mundo? Pregunta que, puesta en términos de la ciencia moderna, sería

¿Cuándo se originó el mundo?

Usher sostuvo, siguiendo la única pista con que se podía contar en su

época, la Biblia, que el mundo había sido creado entre el anochecer del 22

de Octubre del año 4004 antes de Cristo y el amanecer del día siguiente.

2 EPÍCTETO: Meditaciones. Editorial Porrúa. México, 1980.3 WESTON, Anthony: Las Claves de la Argumentación. Editorial Ariel. Barcelona, 1999.

5

Llegar a esta conclusión le demandó veinte años de trabajo y una obra de

dos mil páginas, las cuales bien podrían ser consideradas como las

premisas de su argumento. Estos ejemplos ilustran el hecho de que la

extensión y la veracidad de un argumento no son parte de sus

características constitutivas, como sí lo es y de manera muy importante,

la intención que anima a su defensor.

¿Qué es tener competencia argumentativa?

Todos tenemos competencias comunicativas, es decir, capacidad de

desenvolvernos con solvencia en el manejo del lenguaje, pues desde niños

nos entrenan directa e indirectamente en su uso. De igual manera,

también a lo largo de la vida nos adiestramos en la argumentación, y en

reiterados intercambios aprendemos a confrontar pensamientos, a razonar

con alguna precisión, a derivar ideas de ideas anteriores, y a mostrar

acuerdos y desacuerdos.

Como la capacidad de comunicarnos, también la argumentación es una

competencia. Pero a diferencia del manejo del lenguaje, el énfasis que

los padres y maestros ponen en una correcta competencia argumentativa es

menor al que ponen en corregir las oraciones, el vocabulario y la

gramática, por lo cual somos menos diestros en argumentación. El

subdesarrollo en el ejercicio de competencias se ha hecho evidente en

pruebas sobre competencias realizadas entre estudiantes de distintas

modalidades académicas: Las pruebas del ICFES a estudiantes de Educación

Básica Primaria, los Exámenes de Estado por competencias, las pruebas de

la Secretaría de Educación Distrital a los colegios de Bogotá, y las

pruebas aplicadas por un grupo de investigación de la Universidad

Pedagógica Nacional a estudiantes de los distintos programas de la

facultad de Educación de la UPTC. De los exámenes aplicados por el

Instituto de Estudios Pedagógicos de la Secretaría de Educación de Bogotá

(IDEP) a 250.000 escolares de instituciones públicas y privadas de la

capital, se hablaba en la prensa de una calificación promedio de dos

punto cuatro (2,4) sobre cinco (5.0).

Ningún padre les hablaría todo el tiempo a sus hijos con expresiones como

agugú, agagá, toto, tati, etc.; al contrario, a medida que el niño crece sus padres

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se esmeran por enseñarle a pronunciar correctamente las palabras y a

construir frases con sentido, para que los demás le entiendan. Pero en

asuntos de argumentación, la atención es menor, y a veces nula. Más aun,

en muchas ocasiones al niño se le corrige de una manera tal que el

resultado es la atrofia de lo poco bueno que en el aspecto argumentativo

traía desde la cuna: “no me lleve la contraria, que yo soy su papá y sé

porqué se lo digo” o “los mayores siempre tenemos la razón” o “¡haga lo

que le digo si no quiere meterse en un problema!”, etc., expresiones e

indicaciones que pervierten eficazmente nuestra capacidad de razonar.

Muchos padres están más interesados en que sus hijos obedezcan que en

animarlos a adquirir y practicar habilidades argumentativas.

La competencia argumentativa es una sensibilidad particular a los

argumentos. En primer lugar, es estar dispuesto a razonar con los demás

en términos de igualdad intelectual. Si quisiéramos pensar, como lo hacen

los administradores de empresas, en términos de indicadores de gestión,

diríamos que nuestra competencia argumentativa es directamente

proporcional al tiempo que somos capaces de mantener una controversia,

sin perder el interés o la compostura. En segundo lugar, competencia

argumentativa es estar dispuesto a exigir a los demás la justificación de

sus puntos de vista, a justificar los nuestros, y a hacer el mejor

esfuerzo por presentarlos en forma coherente.

En resumen, podríamos decir que se es competente argumentativamente

cuando se está en capacidad de producir argumentos correctos. Y,

siguiendo a Weston4, a Pérez5, a Almeida6 y a Iriarte, los últimos

coincidentes con el primero, podríamos reducir a cinco las

características que identifican al buen argumentador:

1. Distinguir la conclusión que se desea probar, de las premisas con las cuales se desea apoyarla.

Cuando se pone en práctica esta sencilla regla, sale a luz una confusión

bastante generalizada entre la argumentación y la pura narración. La

4 WESTON, Anthony: Las Claves de la Argumentación. Primera reimpresión en español. Editorial Ariel, Barcelona, 1994.5 PÉREZ, Héctor: Nuevas Tendencias de la Composición Escrita. Editorial Magisterio,Santa Fe de Bogotá, 1999.6 ALMEIDA, Aires: Lógica Informal. Texto en portugués bajado de Internet

7

confusión entre narrar unos hechos y sostener un punto de vista. Veámoslo

con un ejemplo. Le preguntan a María:

– María, ¿cómo te pareció la película?

– Pues ..., fíjate que la película comienza con una escena en la que

Agamenón y Menelao discuten sobre la forma de enfrentar a los tesalios.

En la escena siguiente los tesalios a su vez tienen listo un guerrero,

con quien piensan en enfrentar al mejor de los troyanos...

Y esto bien puede continuar así, si el interlocutor inicial no interrumpe

a María, a quien no se le ha pedido contar la película sino opinar, dar

su punto de vista sobre ella. De hacerlo así, las condiciones del diálogo

obligan a argumentar. Obligan a distinguir entre premisas y conclusión.

En este caso, María pudo comenzar con una observación del tipo:

–Troya me pareció una excelente película.

–¿Por qué razón te pareció tan buena?

– Porque a pesar de ser un galán del siglo XXI, Brad Pitt, caracteriza a

Aquiles de una forma creíble. A esto se añaden escenarios espectaculares

y diálogos muy interesantes. Todo esto hizo que, en definitiva, me

pareciera una muy buena película.

Podemos observar que distinguiendo con claridad entre premisa y

conclusión, el diálogo se hace más fructífero.

2 Presentar las ideas en un orden natural buscando una óptima comprensión.

A veces un argumento confuso e incomprensible se hace completamente

claro, con sólo presentar las premisas y la conclusión en un orden

adecuado. Aunque esta es una recomendación de sentido común, lo cierto es

que pareciera existir una corriente que aboga por la oscuridad y la

confusión. Es muy común la tendencia de algunos ejecutivos a presentar

sus informes en un lenguaje retorcido pensando ganarse así la admiración

de sus jefes y colegas. No se cumple con esta segunda recomendación, no

se exponen con naturalidad y en orden las ideas, cuando la oscuridad

puede beneficiarnos. Pero si nuestro interés es comunicarnos, exponernos

honestamente al debate de ideas, nada mejor que la claridad expositiva,

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la cual casi siempre está relacionada directamente con la extensión de

las frases. Frases largas, ideas confusas. Frases cortas, ideas claras.

El filósofo Enmanuel Kant se lamentaba de no escribir con la claridad de

su colega inglés David Hume. Bien vistos el uno y el otro, una posible

explicación de la diferencia está en la tendencia de los ingleses hacia

la frase corta y de los alemanes hacia la frase larga. El profesor

Fernando Ávila, un experto en composición escrita, recomienda construir

las oraciones siguiendo un sencillo esquema de claridad y de naturalidad

en el español. Las frases deben llevar, en lo posible el siguiente orden:

Quién, verbo, qué y a quién. Ejemplo: “Venezuela (quién) compró (verbo)

armas (qué) a Rusia (a quien)”. Si mantenemos en lo posible este esquema

y nos proponemos componer oraciones cortas, el lenguaje de nuestras

exposiciones será cada vez más claro, y menos innecesariamente rebuscado.

3 Partir de premisas fiables, bien establecidas a partir de conocimiento de calidad para que

tengamos mayor probabilidad de llegar con certeza a la conclusión.

De lo que llevemos a las premisas dependerá lo que obtengamos en la

conclusión. Nuestras conclusiones están estrechamente ligadas a las

premisas. Sabemos que en el razonamiento deductivo la conclusión está

completamente contenida en las premisas, de modo que la verdad de

aquellas garantiza, por sí sola, la verdad de esta. En el caso de la

argumentación, la relación se debilita, las premisas apoyan la

conclusión, la hacen creíble, le dan soporte, pero no la contienen. Pero

si las premisas son dudosas, no tenemos autoridad para sacar de ellas

conclusiones fiables. Normalmente no podemos saber por simple inspección

si una premisa es sólida o débil. En la mayoría de los casos la duda solo

puede zanjarse con una investigación. Si mi argumento quiere establecer

que el planeta Plutón tiene cuatro lunas y la base del argumento es una

relación numérica extraída de los otros ocho planetas, debo estar muy

seguro acerca del los datos de las premisas.

Supongamos que no tenemos información acerca de si Plutón tiene lunas o

no, pero ya sabemos que Mercurio y Venus no tienen, que la Tierra y Marte

tienen uno cada uno, que Júpiter y Saturno tienen dos, y que Urano y

9

Neptuno tienen tres. Se podría concluir, con algo de razón, que Plutón,

que es el planeta siguiente, tiene cuatro.

El punto en cuestión aquí es si las premisas son fiables. ¿Tienen los

planetas el número de lunas que estamos diciendo? En caso afirmativo, mi

conclusión es razonable; en caso contrario es perfectamente dudosa.

¿A propósito cuantas lunas tiene cada uno de los planetas?

4 Usar un lenguaje concreto, y evitar al máximo las ambigüedades.

Tener en cuenta esta recomendación trae como resultado que la

comunicación sea más fluida y más posible el acuerdo. Si los términos

empleados corresponden a intuiciones conocidas y si las palabras

empleadas no cambian constantemente de significado, la confianza en la

comprensión mutua se incrementa. En algún reglamento, por ejemplo, (y no

se crea que se trata de un caso ficticio) se presenta una norma como

esta: “Quien falte a un número importante de clases perderá el curso”,

¿podrá un alumno saber en qué momento comienza a perder el curso? Si esto

pasa en los reglamentos, que finalmente tienen administradores que dan

cuenta de ellos y pueden resolver las dudas de los afectados, ¿como será

de difícil la comunicación cuando el lector se encuentra, desamparado,

frente a un texto? En obras de connotados pensadores nos encontramos con

frases o párrafos que nos dejan confundidos, y que se prestan a

diferentes interpretaciones. Es como si algunos autores gozaran con la

ambigüedad. Algunos textos de filosofía abundan en tales situaciones.7

5 Evitar el lenguaje emotivo, pues con frecuencia desvía las discusiones del punto central a la

periferia.

7 Veamos un párrafo acerca del filósofo alemán Hegel hecha por el comentarista italiano Cornelio Fabro: “Ya en el cogito ergo sum de Descartes, observa el último Schelling, y aún más en la doctrina del Yo de Fichte, es evidente que sóloel Yo (Yo soy) es expresado y conocido, que sólo lo que es puede ser sujeto-objeto. Pero éste (como dice Hegel) no podemos ponerlo inmediatamente. Inmediatamente y primo progressu sólo puede ser puesto el Sujeto puro, y únicamente después puede ser puesto el Objeto puro; ambos, como el uno sólo puede ser lo que atrae al otro y el otro lo que es atraído por el uno, ambos con esta mutua atracción ponen de manifiesto al Ente, pues el verdadero Ente estáallí donde Sujeto y Objeto se encuentran en la autoconciencia. Queda sentado entonces que, para el idealismo, la reflexión filosófica tiene valor solamente si existe relación al Absoluto, y no como reflexión aislada. Pero el Absoluto, puesto que es producido por la reflexión filosófica por medio de la conciencia, resulta consiguientemente una totalidad objetiva, un todo de conocimiento, una organización de conocimientos donde cada parte se pone en su relación al Todo.”

10

Si fuéramos menos emotivos, muy seguramente el empleo de un lenguaje

emotivo despertaría menos emotividades. Pero es ampliamente sabido que

esa no es la realidad. Toda va bien en un debate, una controversia, un

panel hasta que alguien cae en la tentación de emplear la palabra

descalificadora, el epíteto, la ironía, contra su oponente; en ese

momento se acaban los buenos modales. La argumentación, –que está

interesada en el diálogo, no en la pelea– aconseja emplear un lenguaje

neutral, o tan neutral como sea posible, para referirse a cada situación

sin despertar molestia o innecesarias suspicacias en los receptores. Aun

en situaciones en las que estemos tentados a ofender o nos creamos con

derecho a hacerlo, el consejo sigue siendo el mismo: resistir. Si podemos

decir: “el agente de policía”, ¿por qué decir el tombo? ¿o el chafarote? ¿Por

qué la señora oficinista con la cual tenemos un desacuerdo se tiene que

convertir en esa vieja loca? Esta en una recomendación que debe reiterarse

una y otra vez hasta que su aplicación sea parte de nuestro

comportamiento cotidiano.

Estar atento a estas cinco características es un paso importante en

mejoramiento del dominio de la competencia argumentativa.

¿Por qué es importante argumentar?

Argumentar es importante básicamente por tres tipos de razones:

Académicas, Políticas y Morales:

Las Razones Académicas a favor de la argumentación son claras: No existe

conocimiento, antiguo ni moderno, ni mucho menos progreso en el

conocimiento, si no se vive en una cultura del debate y la controversia

racional de ideas. El profesor José Granés Sellars hablando de la

formación de una cultura académica, la identifica con la formación de la

universidad misma, y destaca como rasgos fundamentales, dos

características directamente vinculadas a la propuesta formulada aquí: “El

primero de estos rasgos podría ser enunciado como un rechazo explícito a los argumentos de

autoridad. Por principio se considera que toda afirmación es discutible. No hay verdades sagradas.

Todo debe ser sometido a la crítica. En este sentido este rasgo es un principio democrático en el

interior de las comunidades académicas... El segundo rasgo de la cultura académica podría

enunciarse en términos de un privilegio por la argumentación racional. La discusión académica se

11

da sobre la base de razones explícitas que se pueden exponer coherentemente en el lenguaje”

(Intervención en el segundo encuentro nacional de egresados del programa

de Docencia Universitaria en la UIS. Junio de 2000)

No abundaremos aquí en detalles acerca de la importancia académica del

ejercicio argumentativo; éste, y el siguiente capítulo, constituyen un

alegato mucho más amplio en su favor. Tal vez sólo sea necesario

apuntalar una de las ideas presentadas por el profesor Granés, para

redondear una aproximación: Cuando dice que en la esfera académica, y

especialmente universitaria, todas las ideas son susceptibles de crítica,

nos viene a la mente el reclamo tan frecuentemente escuchado: “Esa es mi

idea, respétemela, si quiere que le respete las suyas”. Curiosamente, lo interesante de

la universidad, y de la universalidad del conocimiento, es la claridad

alcanzada respecto de a quién se le debe guardar respeto. Está claro que

no es a las teorías, ni a los puntos de vista, ni a las perspectivas; se

debe respeto a las personas que las sostienen. De aquí la importancia de

distinguir entre las ideas u opiniones, y las personas, en una pedagogía

incesante que no tendrá fin. Las personas, cuando debaten, al calor de la

controversia tienden a confundir personas con puntos de vista, lo cual

genera resistencias e incomprensiones. Esperamos que estas reflexiones

sean un aporte positivo en el esclarecimiento de este punto.

Por Razones Políticas. Los griegos mostraron desde hace dos mil

quinientos años que la democracia y la argumentación son actividades

inseparables, y que los buenos ciudadanos y los buenos gobernantes deben

dar razones válidas de sus acciones y creencias. Esta convicción los

llevó a desarrollar hasta un alto grado lo que hoy se conoce como

retórica, entendida como el arte de persuadir con razones (y con

emociones) a un auditorio.

Hablando de los orígenes de la Retórica, James Murphy8 afirma que se

atribuye a los eleatas Corax y Tisias el estudio sistemático de la

retórica, y la elaboración del primer libro sobre el tema. Afirma también

que curiosamente la retórica sólo tomó fuerza entre los atenienses casi8 MURPHY, James (ed.): Sinopsis histórica de la Retórica. Biblioteca Universitariade la Editorial Gredos. Madrid, 1989. [Título original: A Synoptic History ofClassical Rhetoric (1983). Versión española de A. R. Bocanegra.]

12

un siglo después. Se pregunta entonces si existió una colonización

intelectual desde la periferia a la metrópoli y encuentra que no pues

entre los griegos, un pueblo con tradiciones democráticas, ya existía de

antemano una sensibilidad grande hacia el debate y el choque civilizado

de ideas. De suerte que las enseñanzas de Gorgias alumno destacado de

Tisias encontraron el terreno abonado para su pedagogía.

Es desafortunado el contraste de las prácticas anteriores, con la amplia

difusión entre nosotros de la mala retórica, especialmente en la

tribuna parlamentaria y en los estrados sindicales, notable por su

abundancia de lugares comunes: los deberes patrióticos, la paz esquiva, la explotación

imperialista, la violencia consuetudinaria, la investigación exhaustiva, el compromiso histórico, el

papel del maestro, construir nación, las decisiones trascendentales etc., etc., etc.,

frases machacadas, trilladas, molidas en polvo fino. Discursos emotivos,

deshilvanados y aburridores pagados al precio justo de un bostezo.

Contrasta, añadimos, esta circunstancia nacional, con el tiempo sereno en

que los hombres despiertos, ciudadanos nobles, dueños de sus actos y de

su destino, se tomaban la asamblea, la plaza pública, el ágora, el

estrado judicial, o las galerías en la Atenas de Pericles. Para ventilar

inquietudes, opiniones y verdades, sin temor a las consecuencias. O

mejor, con la certeza integra de las responsabilidades acarreadas.

En su inigualable obra Guerras del Peloponeso, Tucídides se refiere a las

deliberaciones de los espartanos en la plaza pública, sobre la

conveniencia o no de decretar la guerra a los atenienses: En el estrado,

el rey, los senadores y algunos jueces presiden el debate. Abajo, el

pueblo libre, los ciudadanos, escuchan atentos el desarrollo de los

acontecimientos. Muchos hablan y exponen sus razones, en pro y en contra.

La plaza atiborrada deja escapar una emoción contenida. Un grupo de

atenienses está de paso en Esparta, por un asunto de negocios. Se enteran

de las delicadas deliberaciones, escuchan a algunos oradores y piden la

palabra. Quieren explicar lo inconveniente de una confrontación

fratricida. Se les cede la palabra. Argumentan a favor de la concordia y

las negociaciones. Los espartanos escuchan en silencio, respetuosos, a

sus enemigos, pues la palabra es sagrada. Luego habla un magistrado

13

espartano e invita a la guerra. Pide que no les crean a los atenienses a

quienes acusa de pérfidos en el pasado. El rey espartano intercede. Se

opone a la beligerancia: "una paz justa para la Hélade" es su deseo más

profundo. Y da sus razones. Interviene luego, y en último lugar, el

ciudadano Estenelaidas, quien en una intervención de pocos minutos, –

Tucídides consigna sus palabras en una página de sus Guerras– inclina la

balanza. Viene luego la votación. Los espartanos, separándose de la

solicitud de su rey, decretan las hostilidades. Espartanos y atenienses

lucharán con grandes pérdidas durante años. Y Estenelaidas pasa a la

primera línea de combate: su opinión implica compromisos.

¡Qué lejos estamos de esos tiempos¡ Tiempos en que el gusto por la

palabra, el respeto por ella, y su cultivo inteligente eran una

preocupación académica y civil. Los griegos amaban el uso de las palabras

y a ellos, tal como lo reconoce Nietzsche9 en su Lección de Retórica, les

apasionaba la controversia. No de otra forma se explican su atención y

concentración en la elaboración de sus discursos.

Tengámoslo presente siempre: En una democracia activa la argumentación es

una condición inherente a su naturaleza.

Y por Razones Morales. Argumentar es un esfuerzo por convencer a otros de

que la verdad está de nuestro lado y tenemos cómo mostrarlo. Así mismo,

en caso de estar en un error, es imperativo mudar de opinión hacia la que

consideremos correcta. La argumentación tiene sin duda un componente

ético, en la medida en que supone la sinceridad como condición necesaria,

si tomamos a los otros como interlocutores legítimos, tal como si

dialogáramos con nosotros mismos.

Habermas y la Escuela de Frankfurt han desarrollado todo un sistema de

ética basado en el principio de la comunicación argumentada –llamado

Teoría de la Acción Comunicativa– en el cual uno de los principios

básicos en la construcción de un sistema moral de convivencia pasa por el

respeto al otro y por la pretensión de sinceridad en todos nuestros

9 NIETZSCHE, Federico: El Libro del Filósofo. Editorial Taurus, Barcelona,1998.

14

enunciados. O como dice Savater: Si de verdad quieres dialogar conmigo,

ponte en mi lugar.

Un pensamiento que ilustra muy bien esta actitud es la famosa frase de

Voltaire acerca de la tolerancia: “Sé que no estamos de acuerdo, pero

daría mi vida por defender un sistema de gobierno y una sociedad en la

cual pudieras defender tu punto de vista.” Como se advierte de

inmediato, moral y política se tocan íntegramente.

Extremos de la argumentación: opinar y demostrar

La argumentación es una capacidad y una destreza que se aprende con el

ejercicio y con la ayuda del talento natural, como jugar fútbol,

interpretar un instrumento musical, jugar ajedrez, etc. Es un hecho que

unas personas argumentan mejor que otras, así como hay unos futbolistas,

músicos o ajedrecistas mejores que otros, ya porque entrenan todos los

días, ya porque tienen una mejor predisposición. Y como en estos campos,

también en argumentación habrá unos rezagados y otros adelantados. En un

extremo se ubicarán quienes tienen sólo opiniones, que repiten sin

fundamento y, en el otro, quienes no sólo saben el por qué de lo que

sostienen, sino que además son capaces de demostrarlo.

Ejemplo de Opinión: “El partido liberal es mejor que el conservador; así

ha sido siempre.”

Ejemplo de Demostración: Tales de Mileto, el primer filósofo natural,

estableció la redondez de la Tierra analizando la sombra que ésta

proyectaba sobre la Luna durante los eclipses. Encontrando que la Tierra

siempre proyectaba una silueta circular sobre la Luna, advirtió que un

objeto que siempre proyecta una sombra circular sobre otro, sin importar

desde donde se ilumine, tiene por fuerza que tener forma esférica. Luego

la Tierra es una esfera.

Con estos dos elementos Tales estableció la redondez de nuestro planeta

más allá de cualquier duda razonable. Y no sólo esto; también calculó su

tamaño relativo: cuantas veces es más grande la Tierra que la Luna.

En síntesis podemos decir que la argumentación, como actividad

intelectual, es un complemento importante de la lógica, en la medida en

15

que da herramientas para defender las ideas en ámbitos donde la ciencia y

la demostración no tienen cabida. Por ejemplo, en el terreno de la

política o en el de la ética no se pueden esperar demostraciones

definitivas. De hecho, alrededor de esta idea la argumentación muestra

que ese es el caso: después de siglos de debate no se ha dado la última

palabra en temas candentes como la libertad o la felicidad, pero se sigue

pensando y argumentado a favor de una u otra tesis en diferentes

aspectos. ¿Debe tener más poder el presidente de la república?, ¿Están

vigentes los diez mandamientos?, ¿Hay un solo camino para llegar a la

felicidad?, ¿Son necesarias las notas para el sistema académico?, ¿Es un

crimen el aborto?

Son asuntos que en algún momento nos preocupan y sobre los que sentamos

una posición, con razones de apoyo, si queremos ser escuchados. No es

suficiente que exterioricemos nuestras opiniones, que digamos nuestros

pareceres, nuestros prejuicios. Para ser tenidos en cuenta se requiere

algo más, que se llama argumentación. Y en la medida en que nos

entrenemos desarrollaremos cada vez más esa competencia que todos

llevamos dentro pero que necesita la ejercitación. De hecho el mundo

académico es el lugar donde esperamos que las opiniones puedan ser

debatidas y en cierto sentido “irrespetadas”. Las personas merecen todo

el respeto del mundo independientemente de su condición social, racial o

sexual, pero sus opiniones son para irrespetarse, en el buen sentido de

la palabra, oponiéndoles razones en contra cuando sea pertinente y se

tenga un punto de vista opuesto más sustentado.

De no haberse impuesto esta metodología, la ciencia no hubiese progresado

nunca. Los científicos son campeones del “irrespeto” y a lo hacen al

precio de una muy sólida defensa de sus puntos de vista. Galileo Galilei

tuvo que pasar momentos amargos y trabajar muy duro para poder darse el

lujo de “irrespetar” la ciencia aristotélica, bendecida por dos mil años

de tradición y por una iglesia interesada en mantenerla como verdadera.

Hoy sabemos quien tuvo la razón. En fin, la argumentación es una

invitación a seguir pensando en comunidad qué es lo verdadero y qué es lo

mejor en este misterioso universo en el que vivimos.

16

Ejercicios

Identifique las premisas y la conclusión en los siguientes casos.

1. Dice el fiscal Francisco Álvarez en un célebre caso de asesinato

que conmovió a Santa Fe de Bogotá en el año de 1851, que el asesino

de Manuelito Ferro fue José Raimundo Russi. La víctima lo señaló

como culpable en la indagatoria que le hicieron en su lecho de

muerte, y un moribundo a las puertas del juicio divino no va a

mentir.

2. Yo no maté a Manuelito Ferro, mi amigo, se defiende José Raimundo

Russi y esa declaración es mentirosa: “Manuel Ferro, según el dicho

de varios individuos, durante el tiempo de su agonía deliraba con

venganzas y maldiciones; sus costumbres consta que eran impuras;

hay pruebas de que era hombre de taberna, que se embriagaba

siempre, que su señora lo espiaba por celos, y que en la misma

noche que fue herido, ésta le seguía los pasos para observar sus

acciones en prostitución. Semejantes antecedentes no pueden ser una

buena base de razonamiento.”10

3. Dado que hay verdades eternas, y que el hombre, por definición,

siendo contingente, no puede ser el origen de las mismas, existe

entonces un Dios como auténtica garantía. Las matemáticas son un

ejemplo de verdades eternas, o verdades necesarias, válidas en todo

tiempo y en cualquier lugar. La universalidad de las matemáticas se

demuestra advirtiendo la presencia de los mismos descubrimientos en

diferentes latitudes sin que los autores tuvieran comunicación

previa entre sí. Caso concreto: el teorema de Pitágoras.

Descubierto tanto en el Grecia, como en la India, como en Egipto,

como en China, en épocas diferentes de la historia y con el mismo

grado de generalidad y precisión.

4. Silenciar la opinión de una persona es un atentado contra la

sociedad, tanto si tiene razón como si no la tiene. Pues si lo

10 CORDOVEZ M. José María: El episodio del doctor Russi. Norma, Bogotá, 2002

17

primero, nos priva de conocer una verdad; y si lo segundo, se le

priva a él del sano debate en el que podría corregir su error.

5. Las observaciones de Galileo por el telescopio son fantasías, no

pueden existir en el cielo más cuerpos celestes que el sol la luna

y los cinco planetas Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno

todos rondando la Tierra, pues el número siete es sagrado como lo

comprobamos mirando que solo existen siete colores en el arco iris,

siete agujeros en la cara y siete metales.

Argumentación inductiva

Aproximación

En forma genérica llamaremos argumentación inductiva a toda argumentación

diferente de la deductiva, y en la cual las conclusiones no encierren

necesidad con respecto a las premisas ni a las inferencias seguidas para

alcanzar el resultado.

Siguiendo a Copi11, en la inferencia inductiva las premisas aportan apoyo

y plausibilidad a las conclusiones, haciéndolas creíbles dentro de un

campo temático de acción. A diferencia de la deducción, en la que las

11 COPI, Irving: Introducción a la Lógica. Editorial Limusa. México, 1995.

18

conclusiones obtenidas son, en cierta forma, definitivas y necesarias con

respecto a las premisas. En la deducción válida no puede dar el caso en

el que las premisas sean verdaderas y la conclusión falsa: Esta es la

regla de oro de la lógica. Pero en la inducción esta restricción no

existe: son posibles los argumentos con premisas verdaderas y

conclusiones falsas... corregibles en el futuro.

Sin embargo, la inducción, el proceso por el cual generalizamos la

experiencia, para anticipar el futuro, tiene a su favor la posibilidad de

examinar el conocimiento establecido y aprender de él, en un

procedimiento indefinidamente reiterado de ensayo y error.

Nuestro conocimiento empírico se ensancha con ayuda de la inducción, sin

desconocer, por supuesto, la falibilidad del camino. Cada peldaño que

trepemos estará, hasta el fin de los días, sometido a la duda razonable.

Esta característica ha llevado a Popper a sostener que la ciencia en su

conjunto no es nada diferente a Conjeturas y Refutaciones (nombre de uno de sus

obras más célebres). Y tiene razón; eso ha sido la ciencia en estos

últimos dos mil quinientos años: una Búsqueda sin término, como se llama otro

de sus libros.

Sabiendo, o por lo menos sospechando que no existe un método inductivo

pero sí una inferencia inductiva, veamos algunos rasgos que nos ayudarán

a perfilar una idea más cercana de ella. La inferencia inductiva tiene un

enorme campo de aplicación en el mundo empírico. Y en ella se pueden

distinguir principalmente dos tipos: la argumentación con ejemplos y la

argumentación con analogías.

Argumentación con ejemplos.

Tal vez sea esta la forma más universal de argumentar. Posiblemente no

existe profesor en el mundo que no acuda a los ejemplos para persuadir a

sus estudiantes de la verdad de una ley: la de la gravitación; de una

regla: la de tres; de una formula: un caso de factorización, etc. Los

ejemplos, por ser más intuitivos que las teorías o las fórmulas, se fijan

más rápidamente en la conciencia y operan como persuasores, y como

fundamentadores de una idea más general.

19

Siguiendo de nuevo a Weston, pero dando un paso adelante, mostraremos

cómo se debe elaborar un argumento basado en ejemplos. En su libro, Claves

de la Argumentación, Weston postula cuatro características básicas de esta

estrategia, y las ilustra con ejemplos. Nosotros incluimos una más,

porque preferimos no suponerla; es la que figura primera en la lista

siguiente. Además, presentamos un artículo periodístico en el cual se

identifican estas características básicas y algo más, como se mostrará

más adelante.

Características de un argumento basado en ejemplos:

1. Se identifica y se entiende la tesis defendida.

2. Se proporciona más de un ejemplo para respaldar la tesis.

3. Los ejemplos utilizados son ciertos y representativos.

4. Se examina el trasfondo, el contexto en el que se ubican los ejemplos.

5. Se examinan contraejemplos, si existen, que podrían derrotar el punto

de vista que se sostiene.

Es posible que algunos lectores encuentren conveniente consultar el libro

de Weston, para una explicación de las características anteriores

(excepto la primera). Sin embargo, en aras de la brevedad, y por

considerar que ellas se explican por sí solas, preferimos presentar de

inmediato el artículo aludido.

Ejemplo 1. El siguiente artículo lo escribió el analista político Alfredo

Rangel para el periódico El Tiempo durante el desarrollo de la Guerra de

Kosovo, ya olvidada por muchos a raíz del atentado a las Torres Gemelas

en Nueva York, y de la más reciente guerra en Irak.

Para mayor precisión, anotemos que Rangel escribió su artículo en el

primer semestre del año 1999. Se enfrentaban, por la recuperación de

Kosovo, las fuerzas combinadas de Europa y Estados Unidos (la OTAN)

contra los ejércitos de Serbia liderados por Milosevic. El artículo

apareció cuando había transcurrido un mes y medio desde inicio de los

ataques de la OTAN a Milosevic, unos dos meses antes del final de la

guerra. Recordemos que la OTAN negoció durante años la retirada serbia

20

del terreno kosovar y que en el último año, antes de las hostilidades,

Milosevic se burló descaradamente de los plazos y de los ruegos de la

comunidad internacional, hasta el punto de que el mundo estaba a la

expectativa de un ataque aliado, que con toda la fuerza de la tecnología

del primer mundo pusiera fin al exterminio kosovar.

El artículo de Rangel es una ocasión propicia para ejercitar la

identificación de las reglas de la argumentación basada en ejemplos. La

pregunta en este caso es ¿Cumple el articulista con las normas de la

argumentación por el ejemplo? Léalo y analícelo.

LAS LECCIONES DE LOS BOMBARDEOS

21

22

Tomahawk no es Superman

La historia sigue demostrando que solamente

con las fuerzas de tierra se ganan lasguerras.

En Yugoslavia,EU. y la OTAN no aprenden.

Desde el momento en que terminó la

Primera Guerra Mundial se ha venido

pronosticando el fin de la guerra

tradicional basada en la utilización de

fuerzas terrestres de infantería y

artillería, y su sustitución por

terroríficos bombardeos aéreos

dirigidos a minar la moral de la

población civil y a inducir la

rendición del adversario.

En efecto, ya en 1924 el mariscal

inglés del aire Sir Hugh Trenchard,

partidario de la idea del bombardeo

estratégico independiente, declaraba:

“La próxima guerra se podrá ganar

solamente bombardeando, destruyendo la

voluntad de resistencia del enemigo”.

También Giulio Douhet, un general

italiano, anunciaba ese mismo año que

la próxima guerra se podría decidir en

cuestión de días mediante ataques

relámpago de los bombarderos.

Sin embargo, el curso y los resultados

de la segunda Guerra Mundial empezaron

a demostrar las limitaciones de esta

estrategia. El poderío aéreo alemán,

que incluyó la utilización de cohetes

dirigidos V2 –antecedente de los

modernos mísiles Tomahawk- fue incapaz

de conseguir la rendición de los

ingleses. También se equivocaron los

estrategas norteamericanos y británicos

que creyeron que con los bombardeos

ofensivos podrían destrozar a los

alemanes. Winston Churchill fue de los

pocos que previnieron contra ese falso

optimismo. En octubre de 1944 declaraba

que, incluso aunque todas las ciudades

alemanas quedasen prácticamente

inhabitables, ello no significaría que

se debilitara el control militar o que

la industria militar no pudiese seguir

adelante. Es más, Churchill creía que

lejos de destruir la moral, los

bombardeos en realidad fortalecían la

resistencia del adversario.

El fracaso de la campaña de bombardeos

estratégicos de los aliados se

evidencia en el hecho de que luego de

meses de bombardeos de día y de noche,

la producción de material de guerra

continuó creciendo en Alemania hasta

1944.

Pero parece que Estados Unidos no

aprendió la lección. Años después, en

Vietnam, quiso minar la disposición de

combate de su adversario por medio de

bombardeos estratégicos masivos contra

Vietnam del Norte, pequeño país sobre

el que cayeron varias veces más bombas

que las que estallaron en Europa

durante toda la Segunda Guerra Mundial.

Al final, con su país destrozado pero

con la moral muy en alto, las fuerzas

regulares de Vietnam del Norte

invadieron el sur y ganaron la guerra.

El caso del Golfo Pérsico está más

fresco en la memoria. Con los

bombardeos a Irak los Estados Unidos no

solo no derrocaron a Hussein sino que

lo fortalecieron, y si lo sacaron de

Kuwait fue con intervención de tropas

terrestres.

La lección es clara: si se exceptúa el

bombardeo atómico –como el que obligó a

Japón a su rendición incondicional, con

un costo humano y moral desorbitado- la

historia sigue demostrando que

solamente con las fuerzas de tierra se

ganan las guerras. Es por ello por lo

que la OTAN y Estados Unidos actúan en

contra de toda la historia militar y

muestran una increíble persistencia

obstinada frente a evidencias

contrarias, cuando anuncian que para

detener la limpieza étnica en Kosovo de

ninguna manera enviarán fuerzas de

tierra y calculan que bastará con

bombardear Yugoslavia para obligar a

Milosevic a firmar un acuerdo.

Obnubilados por su potencial

tecnológico y pasando por encima de

todas las normas del derecho

internacional, decidieron intervenir en

Kosovo con una estrategia que no solo

fortalece a Milosevic sino que le

brinda la oportunidad de hacer de

manera sistemática y masiva lo que

antes estaba haciendo de forma poco

menos que subrepticia: limpiar Kosovo

de población de origen albanés. Sin que

los bombardeos se lo impidan sino más

bien se lo faciliten, ya que la

situación le permite a Milosevic,

además, trasladar a los miembros de la

OTAN el inmenso problema humano,

político y económico que significa

atender y reubicar a centenares de

miles de desplazados por la guerra.

Con su intervención militar, la OTAN ha

entrado en un camino de incertidumbre

del que probablemente no sabe a ciencia

cierta cómo salir. Porque los

bombardeos no rinden los frutos

esperados y una invasión terrestre

podría darle un alcance indeseable y

crítico a la guerra.

Además, porque ninguno de los países

miembros de la OTAN parece dispuesto a

sumir el riesgo político que significa

hacer morir a sus jóvenes en tierras de

Kosovo, para luego tener que dar

explicaciones a una opinión pública que

no apoya masivamente esa intervención.

Por eso, tal vez tenía razón el general

Powell cuando proponía como uno de los

puntos básicos de la doctrina militar

de Estados Unidos el que nunca empezara

una guerra que no supiera cómo

terminar.

Es la gran contradicción en que está

sumida la Alianza Atlántica. La única

forma en que podría lograr sus

objetivos sería mediante una invasión

con fuerzas terrestres, pero desde el

comienzo ha anunciado que no dará este

paso, con lo cual ha renunciado a

lograr sus propósitos. Milosevic, que

es un verdadero zorro de la política,

lo sabe. Y espera.

23

24

Ejercicio de Comprensión.

1. El artículo, ¿tiene una tesis? Sí. Está claramente enunciada en

el subtítulo.

2. ¿Se presenta más de un ejemplo? Sí. La Primera Guerra Mundial, la

Segunda Guerra Mundial, la Guerra de Vietnam, la Guerra del

Golfo, etc.

3. ¿Son ejemplos ciertos y representativos? Sí. Se trata de

acontecimientos reales. Y se presentan opiniones de expertos para

justificar el fin de las guerras con base en la infantería.

Súmese a esto la autoridad de las opiniones de Churchill.

4. ¿Examina la situación de trasfondo donde se ubican los ejemplos?

Sí, nos habla de las guerras en las que supuestamente fueron

eficaces esas ideas y aquellas en las cuales no.

5. ¿Examina contraejemplos? Sí. Examina el caso de la Bomba atómica,

el único que podría refutar su tesis de que los bombardeos no son

Supermán, y concluye que esa opción está descartada.

Por lo tanto, la tesis sostenida con un argumento basado en ejemplos

queda en pie con relativa fuerza. Pero como lo dijimos al comienzo

de esta exposición, la inducción nos juega malas pasadas y sus

conclusiones quedan siempre sujetas a la duda razonable. En este

caso, la historia no le dio la razón a Rangel. La OTAN, doblegó a

Milosevic desde el aire; las tropas sólo entraron a Serbia después

de la rendición. Esta es la primera guerra que se gane con fuerzas

aéreas exclusivamente. Y un ejemplo más reciente del poderío aéreo

en la definición del conflicto se encuentra en el desarrollo de la

guerra de Irak.

Sin embargo, el artículo de Rangel tiene una enorme virtud.

Contrario al estilo de algunos analistas políticos que se contentan

con predecir el pasado como los astrólogos, él sí aventura una

hipótesis y asume el riesgo de tratar de anticipar el futuro.

Aunque, también hay que decirlo, el título del artículo, y en

general su tesis, eran no solamente resultado de su análisis sino

del desarrollo mismo de la guerra que, como se dijo inicialmente,

en ese momento ya llevaba más de cuarenta y cinco días.

Recordemos: argumentar es defender, con razones, una idea. Las razones

pueden ser básicamente de dos tipos. Lógicas, cuando razonamos siguiendo

una estructura formal; el silogismo, por ejemplo. O empíricas, si nos

apoyamos en datos bien rubricados; observaciones de laboratorio, por

ejemplo, que van en la dirección de nuestro punto de vista. Cuando no

tenemos a mano ninguna de estas dos opciones y aun así queremos defender

una tesis, debemos investigar hasta encontrar las bases de nuestro

edificio. Y no es repetir hasta el cansancio la misma idea sin darle

sustento alguno, cambiando apenas el orden de las palabras, en una

estrategia que podría llamarse argumentación por cansancio del oponente

(en su campo, los matemáticos hablan de “demostración por reducción al

cansancio”), que no es muy honesta por lo que se ve. Sin duda en el

bachillerato muchos estudiantes se acostumbran a “echar carreta”, repetir

y repetir la misma frase con distintas palabras, estimulados por algunos

maestros que consideran como desafortunadas las respuestas concretas y

puntuales.

Ejemplo 2.

El siguiente ejemplo, muy sencillo –trivial si se quiere– muestra el uso

de la argumentación con ejemplos en la composición escrita. Se trata de

un texto corto que ilustra, con la mayor ingenuidad, cuatro de los cinco

requisitos de la argumentación basada en ejemplos. Tomado de un texto

para la enseñanza de inglés en octavo grado (de la colección Lado English),

lo traemos a cuento por su valor eminentemente ilustrativo de una

correcta argumentación con ejemplos y no por la vigencia del contenido.

En efecto, el lector encontrará de inmediato que los ejemplos utilizados

–novedosos y representativos en su tiempo, hacen hoy por hoy parte de lo

que comprensiblemente llamaríamos “clásico”.

Lectura

El siglo XX es un siglo de cambio. Hoy son muchas las ocupaciones y

profesiones nuevas, como resultado de muchos nuevos inventos. Antes,

25

teníamos las clásicas profesiones de medicina, farmacia, leyes,

enseñanza, y dentistería. Había también las clásicas ocupaciones de

carpintero, granjero, marino, herrero y minero. Ahora tenemos, por

ejemplo, que ingeniero de vías y mecánico automotriz son dos nuevas

ocupaciones que han sido desarrolladas como resultado de la invención del

automóvil. Desde la invención del televisor han aparecido los

presentadores de televisión, y los ingenieros y los técnicos de

televisión. El avión es otro invento que está cambiando nuestras vidas.

La gente que trabaja para las aerolíneas (pilotos, azafatas, ingenieros

de tráfico aéreo, etc.) representa muchas profesiones y ocupaciones

nuevas.

Hay otro importante invento que está produciendo nuevas profesiones –el

computador electrónico. La gente que trabaja en esta excitante invención

incluye los ingenieros de sistemas y los programadores. El siglo XX es

claramente un siglo de cambio. Hay siempre algo nuevo.12

Ocupémonos en primer lugar del aspecto argumentativo del texto;

posteriormente lo miraremos bajo la óptica de la composición escrita.

Estructura argumentativa

La primera oración, “El siglo veinte es un siglo de cambios”, delimita el tema; la

segunda, “Hoy son muchas las ocupaciones y profesiones nuevas como resultado de muchos

nuevos inventos”, lo precisa un poco más y orienta el sentido de la

composición. Así, con estos dos aspectos, se fija el rumbo del escrito;

se nos informa cómo habrá de sustentarse la idea de que el siglo veinte

es un siglo de cambios.

El primer paso en la construcción del argumento es un contraste entre el

antes del siglo veinte y el ahora del escrito: “Antes, teníamos las clásicas

profesiones de medicina, farmacia, leyes, enseñanza y dentistería.”

Y sigue el autor con el contraste: “Había también las clásicas ocupaciones de

carpintero, granjero, marino, herrero y minero”. Continuando con los ejemplos,

ilustra directamente la tesis de que el siglo veinte es un siglo de

12 LADO, Robert: Lado English series. Book 3. Simon and Schuster publication. New York 1970. Pag 11. Traducción libre..

26

cambio: Ahora tenemos, por ejemplo, que ingeniero de vías y mecánico automotriz son dos

nuevas ocupaciones que han sido desarrolladas como resultado de la invención del automóvil.

Desde la invención del televisor han aparecido los presentadores de televisión, y los ingenieros y los

técnicos de televisión. El avión es otro invento que está cambiando nuestras vidas. La gente que

trabaja para las aerolíneas (pilotos, azafatas, ingenieros de tráfico aéreo, etc.) representa muchas

profesiones y ocupaciones nuevas.

Hay otro importante invento que está produciendo nuevas profesiones –el computador electrónico.

La gente que trabaja en esta excitante invención incluye los ingenieros de sistemas y los

programadores.

En resumen:

1. El texto plantea la tesis en la primera frase.

2. En la segunda la amplía, la delimita y da la orientación a seguir.

3. En los otros cuatro párrafos aporta ejemplos que ilustran la tesis

ampliada.

4. En el último párrafo se cierra el escrito con las mismas palabras con

las que fue iniciado.

Estamos listos para establecer los requisitos básicos de una buena

argumentación basada en ejemplos:

Cinco requisitos para argumentar con ejemplos

Primero: Tener un punto de vista para defender o para ilustrar con los

ejemplos. En la lectura vista arriba lo tenemos: “El siglo veinte es un siglo de

cambios” es la tesis.

Segundo: Aportar varios ejemplos que la sustenten o la hagan creíble. En

este caso están: el automóvil, la TV, el avión y el computador y las

nuevas profesiones asociadas a ellos.

Tercero: Presentar ejemplos variados. En esta ocasión igualmente se

cumple el requisito. Unos se refieren a aparatos caseros, otros a medios

de transporte; unos son pequeños, otros supremamente grandes; es decir,

los ejemplos son variados.

Cuarto: Dar ejemplos ilustrativos de la tesis anunciada al comienzo y no

de otra tesis distinta. En el caso de las nuevas profesiones y

27

ocupaciones los ejemplos apoyan la tesis anunciada en el primer párrafo

de la lectura.

Con estos cuatro requisitos la exposición se tiene en pie con el apoyo de

los ejemplos. Como no se trata de un escrito polémico, de un artículo

profundo acerca de la Modernidad, no se le exige cumplir con el quinto

requisito:

Quinto: Buscar contraejemplos que limiten la tesis defendida. Requisito

necesario cuando ella es más ambiciosa o más polémica, como la que

propone Marx en la primera línea de su Manifiesto Comunista: “La historia de

las sociedades humanas es la historia de la lucha de clases.” Tesis que

veinte años después matiza y modera con un pie de página, en el que

aclara que todas las sociedades, menos una, han estado marcadas por la

lucha de clases, se refiere a la sociedad comunista primitiva en la que los hombres no

explotaban a los hombres. Esta última aseveración es un contraejemplo de la

tesis inicial y la delimita.

Hasta aquí lo relacionado con los requisitos básicos para presentar un

escrito apoyado en ejemplos. O para sostener una inducción o

generalización inductiva basada en casos.

Escribir con claridad

Ahora bien, si estamos pensando en escribir un ensayo, una reseña, un

resumen, o un artículo, el texto de Robert Lado, nos da una mano y tiene

mucho que enseñarnos todavía.

El artículo comienza con la misma frase con la que termina: “El siglo veinte es

un siglo de cambio.” Y, al final, la misma oración con un pequeño giro. “El

siglo veinte es claramente un siglo de cambio.” Como se ve, el final es un cierre, no

una conclusión. A no ser que pensemos que “claramente” es una conclusión y

no simplemente, un giro idiomático.

Esta estrategia de comenzar y terminar con la misma frase, (frase cuya

extensión será proporcional a la extensión del artículo, o del ensayo o

de la monografía) es muy saludable para el escritor y para el lector: Al

primero, le ayuda a ordenar las ideas, a jerarquizarlas y a no perder de

vista para dónde va. Y al lector le ayuda a entender al escritor. Saber

28

para dónde se dirige y si va orientado o no. Tenga en cuenta que en esas

primeras líneas se adquiere un compromiso con el lector. Y no atender al

compromiso acarrea malos entendidos. Suele suceder que muchas personas,

tanto en la vida como en la política, hacen promesas que no cumplen. Para

que esto no suceda y armonizar sea más fácil, es conveniente, en

ocasiones, redactar la introducción en último término. En fin, comenzar

un escrito y cerrarlo con la misma frase o con una parecida, da una

sensación de unidad muy saludable a los escritores noveles.

Vuelva a la lectura del texto de Robert Lado y note lo corto de las

frases. Muchas de ellas, incluida la frase principal, (“El siglo XX es

un siglo de cambios.”) ocupan apenas medio renglón. Las frases cortas

obligan al escritor a ser claro y preciso, con lo cual no enreda al

lector. Y si le va mal en una frase, en la siguiente puede enderezar el

rumbo. Las frases cortas tienen esa ventaja

Finalmente, los párrafos. Vuelva sobre los párrafos. Son modelos de

concisión y brevedad. En cada uno, una idea; y punto aparte. Para no

enredarnos, para no saturar al lector... para dejarlo respirar,

mentalmente hablando.

Argumentar con ejemplos y escribir con claridad pueden ir de la mano.

Ejercicio

Examine si el siguiente artículo cumple con las reglas de la

argumentación basada en ejemplos:

Trascribimos un artículo de prensa aparecido el Periódico The New York

Times en octubre de 2004:

¿Tiene barba? No se postule para presidente de los EE.UU.

Por: Jaime Malanowski

La elección presidencial estadounidense está cada vez más cerca y ninguno

de los dos candidatos tiene gran ventaja. Pero una cosa es clara: a menos

que tome una asombrosa decisión sobre su apariencia personal, el hombre

que ocupe la Oficina Oval en los próximos cuatro años no tendrá ni barba

ni bigote.

29

Ese resultado seguro significa que EU estará a una sola elección de

distancia de cumplir un siglo entero de Presidentes sin barba ni bigote.

Desde 1913, cuando el bigotudo William Howard Taft fue reemplazado por el

bien afeitado Woodrow Wilson, no ha habido un Presidente con cabello

facial.

¿Y qué?, pregunta la gente. No tener cabello facial es la norma en EU. Es

verdad que alrededor del 10 por ciento de los hombres estadounidenses

tiene barba o bigote; en términos estadísticos, por lo tanto,

probablemente deberían haber tenido uno o dos nominados de los partidos

políticos más y quizá hasta un Presidente que luciera algo de pelo en el

rostro.

Pero hay una segunda tendencia, que hace a la primera más reveladora. En

este casi siglo de liderazgo presidencial imberbe, ¿quién ha dirigido a

los enemigos de EU? Considere algunos ejemplos:

Pancho Villa. Un hombre bigotón.

Hitler. Bigotito tonto.

El Emperador Hirohito. Bigote.

Stalin. Bigote grande.

Fidel Castro. Barba grande y tupida.

Ho Chi Minh. Barba rala estilo Fum Manchú.

Ayatollah Khomeini. Barba grande y larga.

Osama bin Laden. Barba larga.

Saddam Hussein. Bigote poblado.

Sí, casi todos contra quienes EU ha entrado en guerra han tenido cabello

facial. Entonces, durante 100 años, cuando los estadounidenses creían que

combatían el militarismo, el despotismo, el fascismo, el comunismo y el

islamismo militante, lo que realmente han combatido es el bigotismo y el

barbismo.

¿Podría esto cambiar algún día? “El Senador Jon Corzine y su barba nos

demostraron en Nueva Jersey que si gastas suficiente dinero, todo es

30

posible”, expresó Lawrence O’Donnell Jr., comentarista político, acerca

del exbanquero de inversión que gastó 60 millones de dólares de su dinero

en su campaña. “Desde la Segunda Guerra Mundial, el etilo político

estadounidense, al igual que la cultura popular, han conquistado al

mundo. No me cabe duda que si el Senador Corzine algún día logra ser

electo Presidente, en espacio de tres o cuatro cumbres del G-8 veríamos

unas barbas más en la foto del grupo con él”.

31