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Conflicto político, violencia y poder en Colombia. Peregrinación de un intelectual. Homenaje a Rodolfo De Roux, Toulouse, 2011

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Pérégrinution.s cl'un intellecfuel lqtino américain, pp. 63-71

Conflicto político, violencia y poder en Colombia

' A' vargas, «Antecedentes-de_l conflicto armado en corombia», en Democracia y proceso de paz enííiJf{!'i-ri'

ctebate ctesde to o,od"m,¡a. R. *üñ; Arana 1ed), ;;;;;;;;;,,;,'..iciones uninorte,- E. Posada Carbó, La Nación soñada,Bogofá,Ed. Norma.2006.

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"rturo'u"o-punudo dersometimiento forzoso a lots puebros ¿"rrui¡"rtor. se sabe pues que los conflictos sonnormales en cualquier to"i"dud y que éste «no es otra cosa que la manifestaciónmaterial en ras distintas sociedádes humanas, de ra diversidad, de las distintasexpectativas, de la diversidad de los intereses contrapuestos, que son en buena medidaun motor de desarrollo de la sociedad». Otra r

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"ol-unu*¿".oc.uciá rii".¿'",,lu que sólo unaminoría ha acudido a la viorenci";"; irJoro ou.u."rorr"r-rrr-"*Ri"rorr. so¡."esto, coincidimos con posada en que ," ", 1".ro"i"dud "" l*".rr, sino gruposfocalizados de personas (polítüos, bandoleros, ,r".r,i,"rl,.paramilitares,narcotraficantes) Ios que han persistido ", u"u¿r. a la riiolencia-"o*o medio parasatisfacer dereminados intereses,

" .;;i;;siones -anre L .;;";;;, de jusricia, rainequidad social y Ia exclusión- di;";r* lirro, de ciudadanos deciden acudir amecanismos por fuera de ra insritu"ionuir¿á¿ p"." .";;;;; ñ"ion", u ,u,problemas' También es ciefio qu" aiu".ror]rlvimrento, " i¿"rti¿rJ.s (campesinos.obreros, indígenas) han optado por la protesi"

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64 Roberto G onzález Ar arta

defender sus causas a través de nuestra historia, y con frecuencia el Estado ha sido

indiferente o intolerante ante la protesta, al punto de estigmatizar a todo aquel que

vaya en contravía a sus intereses, incluso antes de los inicios de la guerra fría en los

que la Doctrina de Seguridad Nacional ubicaba a los ciudadanos entre amigos yenernigos del Estado.

De otra parte, si analizamos la historia hispanoamericana durante el siglo XIX para

enfocar el tema en una larga duración, observaremos cómo los procesos de

consolidación de los Estados-Nación y legitimación del nuevo Estado, una vez

obtenida la independencia, implicaron la afirmación de los criollos y la invisibilizaciónde las otras identidades pues se trataba de erigir un único tipo de ciudadano. Como lo

anota el historiador Rodolfo De Roux, los criollos «cayeron en la ilusión de la nación

virgen tentada de dar la espalda a negros, indios y españoles para desposar a lamodernidad inglesa o francesa»3. El nuevo discurso implicaba unificar a las naciones

en torno a unos valores en los cuales los otros no encajaban bien. En este contexto, se

construyeron discursos para reafirmar unos valores y un tipo de sociedad en el que los

héroes patrios mantuvieron a través de los siglos su vigencia y mayor importancia

frente a los hoy llamados grupos subaltemosa.

En el caso colombiano, tuvimos un siglo XIX violento en el cual las guerras civiles

fueron una constante para dirimir confrontaciones partidistas a través de las armas,

primero entre federalistas y centralistas y luego, entre liberales y conservadores.

También los artesanos se movilizaron y se enfrentaron al establecimiento para

reclamar sus derechos. Quiere decir 1o anterior que el nuevo siglo despertó con una

guerra civil, la de los Mil Días, y que múltiples tipos de violencia han estado ligadas a

la historia del país, desde hace más de un siglo. Lo importante del análisis es que

la violencia ha sido un proceso estrucfurador y a veces decisivo a través de la historiacolombiana.. . [esto] puede parecer que el país ha tenido un pasado particularmente violento.

Sin embargo, una historia violenta es común a la historia de la humanidad en su conjunto.

Una de las principales características de la violencia es su universalidad en los procesos

estructurales de las sociedades humanas. Sin embargo, éste no es el punto fundamental: más

importante es el hecho de que los seres humanos son pacíficos bajo ciertas circunstanciasestructurales y son violentos bajo otras5.

Luego de la famosa Guerra de los Mil Días, evento con el cual se inició el sigloXX, el país sufrió no sólo consecuencias en pérdidas de vidas, sino también su

economía recibió un duro golpe. Era tal la desolación que, como lo anotan algunos

autores, «si Colombia hubiera hecho un esfuerzo intencional por defraudar las

esperanzas que se cifraron en la nueva nación independiente, no habría podido hacer

un trabajo mejoo>6. En contraste, hubo otros conflictos bélicos como la Segunda

t R. de Roux, Violencias y tolerancias,Bogotá, Editorial Nueva Aménca,2000, p.37 .

n R. de Roux, «La insoportable longevidad del héroe patrio>>, Canwelle, Toulouse, n" 72, 1999, p.31-43.5 P. Oquist, Violencia, conflicto y política en Colombia,BogoLí, Biblioteca Popular, 1978.6 A. Montenegro, A. Rivas, Las piezas del rompecabezas, Desigualdad, pobreza y crecimiento, Bogotá,

Editora Aguilar-Taurus, 2007, p.19.

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En los años veinte del sigro pasado, las primeras generaciones obreras en el paisfueron reprimidas por el Estado. A las élites nacionalÁ les preocupaba enormementeque los vientos liberadores que venían de Europa (revolución rusa), México(revolución agrarista) y Argentina (revuelta estudiantil de córdoba) influyeran en lostrabajadores y sus líderes. No en vano, el partido socialista obrero, á partido socialistarevolucionario y el partido comunista surgieron precisamente en las primeras décadasdel siglo, y algunas de estas colectividades no descartaron a la violencia como métodopara obtener sus metas. Ejemplos de violencia estatal fueron la prohibición del{elecho a la huelga y a los sindicatos, decretada por el gobierno del conservadorMiguel Abadía Méndez (1926-1930:) y la masacre de las bananeras de r92g. como loanotase catherine LeGrand, ra United Fruit en colombia, logró con la complicidad delestablecimiento erigir un «Estado dentro del Estado» en el q-ue prácticamente las leyeseran impuestas por esta compañía norteamericana y los campesinos que laborabanpara ella vivían en condiciones inhumanas sin servicio de salud ni derecho a un tratodigno, es decir que la compañía frutera propiciaba, con ra indolencia del Estado, unaviolencia social sobre sus trabajadores8.

La génesis de la llamada primera violencia hunde sus raíces en la finalización dela llamada hegemonía conservadora en 1930. Al retornar el riberalismo al poder, luegode más de cuatro décadas, esta colectividad se enfrascó en una lucha sin cuartel con elconservatismo para recuperar los espacios perdidos. Los tiempos de Jorge EliécerGaitán, que desembocaron en su magnicidio, -u."un la génesis de un enfrentamientopolítico irracional entre el liberalismo y el conservatismo que sólo culminaría con lainstauración del acuerdo bipartidista. Así surgirían los primeros grupos de desplazadosen el país, campesinos que huían de sus tierrás perseguidos po. lo, hamados pájaros ypor sus enemigos políticos. Luego el golpe de Gustavo Rojas pinilla,

"Á itr,si,inauguraría un periodo de tregua bipartiáista que se extendería hasta los finales delFrente Nacional. Allí er precio de la armonía liberal-conservadora fue la persecución yla exclusión política de todas las fuerzas ajenas al liberarismo y el conservatismo.Llama la atención entonces cómo el Frente Nacional pudo p.opi.ia. las condicionespara resolver las diferencias políticas entre las élites nacionales y al mismo tiempo,

M. Mora, Hisroria de la Industría corombiona t930-r96g, Bogotá, Nueva Historia de corombia,Editorial Planeta, I 989, p. 338-339.c,. Le Grand, «Living in Macondo: Economy and culture in a united Fruit company Banana Enclave(santa Marta, colombia, I 890- I 930) in Gilbert Joseph, Ricardo salvatore & catherine LeGrand, CloseEncounters of the Imperial Kind: l(riting the culiurat History of u.s. - Latin American Relations,Duke University press, 199g.

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66 Roberto González Atana

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dirimir en forma pacífica los antagonismos con las clases subordinadas>>e.

Alrededor de las diversas explicaciones sobre las raíces de la violencia colombianahay un sinnúmero de miradas, que van desde atribuirla a problemas partidistas, a lalucha de clases, a la fragilidad de las instituciones políticas, a la injusticia social y aldemrmbe parcial del Estado, entre otros motivos. Es importante hacer distinción entre

diversos momentos de la Violencia colombiana interconectados entre sí, que a juiciode Daniel Pécaut, se constituyen en diversos estratos históricos de un fenómenocomplejo. Así por ejemplo, según este autor, el primer estrato correspondería a lagueffa de los años cincuenta, el ctal tuvo como protagonistas a los grupos de

autodefensa campesina en la lucha por sus intereses, quienes devendrían luego en lossesenta, las guerrillas clásicas colombianas (FARC, ELN). Luego, apartir del triunfode la revolución cubana estas adquirirían otra connotación (maoista, guevarista,inspiradas en la teologia de la liberación) y surgirían otras nuevas como el EPL,añadiendo nuevos elementos a la confrontación (constituyendo el segundo estrato). Untercero, surgiría en los años ochenta alapar con los conflictos centroamericanos, etapa

de radicalización política de las guerrillas y surgimiento de estrategias en pos de

demrmbar el régimen. El último estrato entonces estaría asociado al final de la guerra

fi:ía y a la pérdida de referentes ideológicos extemos, periodo en el cual se expande elparamilitarismo en su lucha por el control territorial y las guerrillas optan pordedicarse de lleno al negocio del narcotráfico y la extorsión como medio para

subsistir, acumular riquezas y fortalecerse'o. Es de señalar, que no en todas lasregiones del país, la violencia ha tenido la misma incidenciall ni las mismasmanifestaciones sino que ello ha variado, dependiendo del contexto. Los partidospolíticos, las élites políticas y económicas, y los grupos armados en Colombia, se hanvalido del poder de la violencia como un instrumento de presión para el logro de

diversos propósitos particulares como la apropiación de las mejores tierras o el manejode lo público. Las élites han sido polivalentes, esto es, han transitado de lo público a loprivado y viceversa.

Nos proponemos entonces establecer los nexos entre violencia política y social,dado que hechos históricos como el desplazamiento forzado o la protesta, han sidoacallados sistemáticamente a través de la represión o el aniquilamiento. Regulacionescomo la Ley Heroica, que prohibía el derecho a huelga a fines de la década de los añostreinta, hechos como la masacre bananera de 1928, el asesinato de estudiantes, delíderes como Guadalupe Salcedo, Jorge Eliécer Gaitán, Luis Carlos Galán y una serieinterminable de militantes de la izquierda nacionall2, son tal vez un reflejo de unestablecimiento poco tolerante con las diversas formas de oposición. A decir delhistoriador César Ayala, un hecho singular en Colombia, es que la violencia es elmedio del cual se han valido los partidos políticos liberal y conservador para

e N. Richani, Sistemas de guerra. La economía político del conflicto en Colombia, Bogotá, IEPRI,Universidad Nacional, 2003, p. 55.r0 D. Pécaut, Crónica de cuatro décadas de historia política colombiana, Bogotá,Norma, 2006, p. 53 I .

" Se considera usualmente una guerra en la periferia y no en el centro o en las urbes.

" Carlos Toledo Plata, José Antequera, Jaime Pa¡do Leal, Carlos Pizarro, Jaime Garzón.

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Conflicto político, violencia y poder en Colombia

<<continuar la política por otros medios»i3. como Io anotase recientemente elhistoriador Herbert Braun, la violencia «también fue liberal», sólo que la historiografiacolombiana al respecto ha estado permeada por miradas muy complacientes con el roldel liberalismo en los años de la Violenciata.

Hemos asistido pues al siglo XX, periodo en el cual las llamadas terceras fuerzaspolíticas estuvieron marginadas del poder y sólo tuvieron cabida dentro del Estado apartir de la Constitución política de 1991, lo cual se ha hecho evidente con la elecciónde alcaldes y gobernadores de movimientos cívicos, oxigenando así la política. Estodebido a que la clase dirigente del país «con el soporte del Estado, acabara con losmovimientos y los ensayos de terceros partidos como el MRL, la Anapo o el NuevoLiberalismo- impidiera la expresión fluida de los conflictos sociales y neutralizara lasreformas sociales importantes»''. Hoy sabemos que entre 1946 y 1966 el país fueprotagonista de una de las más intensas formas de violencia civil, periodo en el cualhubo alrededor de 200.000 muertos en una nación de trece millones de habitantes. Losmóviles de estos enfrentamientos, eran disputas burocráticas e ideológicas por elcontrol del Estado y «los aparatos políticos se utilizaron para llevar la guerra a lasáreas rurales, y la mezcla entre lealtad partidista y conflicto agrario sirvió para escalarla violencia»'u. Srrrg"n precisamente las guerrillas de las FARC y el ELN en estelapso, como respuesta a los problemas sociales de la época.

Incluso, al comienzo del Frente Nacional, cuando ya los niveles del enfrentamientobipartidista habían disminuido, colombia llegó a ocupar la tasa más alta de muertesintencionales en el mundolT. Ya luego, de una tasa de cincuenta homicidios por cienmil habitantes en 1959, la cifra en Colombia descendió a un promedio de 20 o 30homicidios por habitante en el periodo 1965-1975lri. Posteriormente, en la llamadasegunda etapa de la violencia en Colombia (1987-2006), se registraron 484.114homicidios, la mayoría asociados a la violencia común, aunque «en Colombia esconfusa la línea divisoria entre violencia común y violencia política»le.

Otro hecho relevante en la historia más reciente de Colombia ha sido la recurrenciadel Estado de Sitio como mecanismo para resolver las crisis internas, lo cual haconducido al dcbilitamiento de las instituciones y al fortalecimiento desmedido delcontrol del Ejecutivo sobre los asuntos de ordenpúblico. Incluso entre 1958 y 1988, elEstadr¡ de sitio tuvo una duración de 22 años, lo cual hizo posible que el poderEjecutivo se convirtiera de .facfo, en un poder legislativo20. En este contexto, se

't C. Ayala, Gilberto Alzctte Avendaño y la mentalidad leoporda,Bogotá, Universidad Nacional, 2007.ra Conferencia, Universidad del Nofe, Octubre 9 de 2009.

'5 F. Leal Buitrago, «Las utopías de la paz», en Los laberinfos tle la guerra. (Jfopíos e incertidumbressobre la paz, Bogotá, Tercer Mundo, Universidad de Los Andes, 1999, p. I 12.

'o H. Gómez Buendía, Et Conflicfo, Callejón con salida, Bogotá, Informe Nacional de DesarrolloHumano, 2003, p.26-21 .

'7 P. Oquist, op.cit.,p. 11.

'' M. Rubio, Homicidios, justicia, mafias y capifal social, Bogotá, Universidad de los Andes, 1996.re M. Chemick , Acuerdo posible. Solución. negociado al conllicto armado colombiano, Bogotá, EdicionesAurora, 2008, p. 61.

'" P. Medellín, El presidente sitiado. lngobernabitídad y erosión del poder presidencial en Colombia,Bogotá, Planeta,2006, p. 60.

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aprobaron el Estatuto de Seguridad, del gobierno de Julio César Turbay Ayala (1978-

l9S2) y el Estatuto de Defensa de la Democracia durante el gobierno de Virgilio Barco

(1986-1990), los cuales <<penalizaron conductas en las que incluyeron distintas formas

de protesta social y ciudadana, permitidos en cualquier Estado de derecho>>2'. A lomejor todas estas medidas de excepción, han insistido en la persistencia en recurrir a

nuevas noÍnas o a la creación de comisiones para resolver los problemas del país, en

vez de medidas de fondo pues s¿ pretende cambiar la realidad decretando norrnas yno est abl eci endo cons ens o s .

Cabe insistir en el lucro o beneficio particular como uno de los móviles de laviolencia en Colombia, a lo largo de su historia. Así lo explicaba, por ejemplo,

Eduardo Santa, respecto a los años 40- 60 del siglo pasado, al af,rmar que cuando

los motivos políticos comenzaron a desaparecer gradualmente entre los autores de la

violencia oficial, puesto que muchos descubrieron que la violencia dirigida contra personas

indefensas cosechaba dividendos económicos considerables. La policía, los detectives y los

pájaros al servicio de los comités políticos partidistas o caciques sectarios encontraron

lucrativo robar haciendas, fincas, llevarse la cosecha de cafe o comprar propiedades rurales

y urbanas a precios bajos, de las indefensas víctimas amenazadas a muerte... Así se crearon

los beneficiarios de la violencia y fue frecuente que los jefes políticos regionales lapropiciaran dadas las ventajas económicas que de ella derivaba#2.

Las causas para explicar la larga duración del conflicto armado en Colombia y su

larga espiral de violencia, tienen que ver con la exclusión y un proceso de

consolidación del Estado-Nación, en el cual no todos los ciudadanos se han percibido

incluidos a excepción de algunas regiones más privilegiadas del modelo centralista, al

cierre durante décadas de oportunidades para la participación política a los

movimientos considerados opositores por parte de unas élites políticas muyconservadoras, al descuido de lo social, a la exclusión y la violencia de una sociedad

inequitativa donde no se ha realizado una reforma agraria profunda y a lasinconsistencias de un Estado históricamente débil, con una precaria presencia en buena

parte del territorio nacional, entre otros motivos23. Por supuesto hay otras miradas

especulativas sobre la violencia, las cuales sostienen que hay un gen violento en los

colombianos o que incluso la geografía colombiana, presta sus condiciones «altriángulo férreo de la violencia»24 y pot ello, en esta abrupta geografia y en especial en

zonas apartadas del país «es, y siempre ha sido fácil ser rebelde» pues a juicio de

James Henderson, «es la difrcultad de su territorio lo que determina el alto grado del

segundo elemento del triángulo, la debilidad del Estado colombiano»25. Siaceptáramos esta tesis, se tendría que suponer entonces que en los países o regiones

21

22

23

24

25

Idem.E. Santa, citado por Oquist, op. cit., p. 28.

R. González Arana, «Conflicto y postconflicto colombiano en el ámbito Intemacional>>, Bogotá, ICongreso Nacional de Ciencia Política 2008, mimeo.

Geografia, debilidad de1 Estado y poder de las ideas, según J. Henderson.

J. Henderson, «Víctima de la Globalización. ¿Cémo el narcotráfico destruyó la paz en Colombia?»,

Bucaramanga, Congreso Colombiano de Histori4 2003, mimeo, p. 4.

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También recordemos que el narcotráfico ha sido un importante combustible que hajalonado la violencia en el país y ha degradado la gr"..u, desde la época de suaparición en los años setenta, hasta nuestros días. No es sino recordai el aciagoperiodo de la lucha de los carteles de la droga contra el E,stado en el tema de laextradición, periodo en el cual se dieron los más bárbaros secuestros y asesinatos deciudadanos inocentes (avión de Avianca, edificio del DAS, masacres) y apareció enescena el llamado narcoterrorisno. Asimismo, los vínculos del narcotráfico con losgrupos guerrilleros y el paramilitarismo hicieron posible la supervivencia y expansiónde estos grupos ilegales al punto que, entre 1991 y 1996, el 41oA de los ingresos de lasFARC provinieron del negocio ilegal de las drogas (470 millones de dólares) y el 70yode ingresos de las llamadas autodefensas campesinas de Colombia en el mismo lapso(200 millones de dólares) también se debieron a este matrimonio2T. Ahora bien, sesabe que más allá del caso colombiano, se han realizado estudios sobre 7g guerrasciviles ocurridas entre 1960-1999 en los cuales se concluye que las utilidadesoriginadas de recursos naturales se han ido convirtiendo en el combustible másgeneralizado de las guerras internas hoy en el mundo y «el riesgo potencialmente máselevado de conflicto armado se presenta en las naciones que áepenaen de uno o depocos productos primarios de exportación, debido a las posibilidaáes de extorsión queestos le ofrecen a las organizaciones rebeldes» mientras que en contravía a estatendencia, las naciones muy pobres o con economías más diversificadas (<son menosproclives a sufrir conflictos armados>>28.

La estela de violencia que dejó el paramilitarismo en el país se manifiesta en unaaltísima cadena de masacres (2.500) y cerca de 15.000 asesinatos selectivos en losúltimos veinte años, liderados por los llamados señores de la gue*a. El conflictocolombiano ha desembocado en una crisis humanitaria que inclusJ se ha desbordado alos países vecinos de tal forma que, entre l9g5 y 2002, máts de dos millones depersonas fueron desarraigadas de sus hogares, víctimas de la creciente violencia,«generando una de las mayores crisis de desplazamiento interno de personas en elmundo»2e. Lo peor de este asunto es que cada año, cerca de doscientas sesenta milpersonas más se suman a Ia cadena del desplazamiento forzado en el país sin que alEstado parezcapreocuparle grandemente.

A' Reyes, Guerreros y compesinos. Er despojo de ra tie*a en corombia, Bogotá, Grupo EditorialNorma, Friedrich Ebert Stiftung, 2009,p.2.Departamento Nacional de planeación, 2002.E' Pizarro, Una Democracio asediado. Balonce y perspectivos clel conflicto armaelg en colombia,Bogotá, Norma, 2004, p. 1 7 3-17 5.M. Chernick, op. clt.

21

2a

10 Roberto Gon¿íúez Arana

A manera de conclusión

Sobre Colombia se suelen tener miradas muy pesimistas o muy optimistas. Lasprimeras nos condenan a ser una nación de ciudadanos intolerantes y violentos queademás no ha podido superar un conflicto armado interno, luego de más de cuatrodécadas. Las segundas, nos clasifican como una democracia sólida y estable en la quelas diferencias sociales no parecen tan marcadas. Yo diría en cambio, que no somos louno ni lo otro pues evidentemente sólo un reducto de la sociedad es quien se hadedicado a ulilizar mecanismos violentos para conseguir sus propósitos (bandoleros,guerrillas, paramilitares, mafias). También es cierto que sólo hasta la Constitución de1991 se ha permitido el ascenso al poder de partidos no tradicionales. El que nohayamos tenido dictaduras no significa que tengamos una democracia plena, más alláde la que O'Donell denominase democracia delegativa. Según Gonzalo Sánchez, unaparticularidad del conflicto colombiano (desde los años ochenta) es «la multiplicidadde violencias en términos de sus orígenes, objetivos, geografia, modus operandi yestrategias, en donde lo pragmático y coyrntural parecería tener cada vez más peso endesmedro de los contenidos ideológicos»>. Añade también que «en los mismosescenarios se pueden encontrar, diferenciados pero también entrelazados, el crimenorganizado, la lucha guerrillera, la gu.erra sucia y la violencia difusa»>3o. Todos estoshechos han conducido a generar una imagen internacional muy negativa del país,máxime cuando la comrpción y el crimen parecieran campear de cara a un Estadopermisivo y vulnerable.

Se podría sostener que a lo mejor, un Estado menos precario, con instituciones mássólidas, y menos indolente ante la inequidad3l podría propiciar mejores escenarios paraalcarlzar la paz o, por lo menos, disminuir los altos niveles de violencia. Esto debido aque el conflicto en colombia, como 1o afirma incluso el Parlamento Europeo, va másallá de ser un problema exclusivamente armado y <<tiene una dimensión social ypolítica cuyo transfondo es la exclusión económica, política, cultural y social»32. Noobstante lo anterior, también sabemos que «ninguna sociedad alcanzajamás unaperfecta equidad y democracia, y es imposible demarcar una frontera a partir de la cualse pueda decir que una sociedad determinada las ha realizado ya>>33. Asimismo,contrario a lo que se supone, al analizar la democracia en colombia o su ausencia, nodebemos olvidar que su grado de desarrollo o vigencia no guarda un orden homogéneoy simultáneo en todo el país pues:

existen grandes ciudades donde en la mayoría de sus localidades se impone algún tipo deorden democrático, salvo algunos vecindarios y negocios controlados por redes mafiosas, al

G. sánchez, E. Lair, (eds), Yiolencias y estrategias colectivas en la región andina, Bogotá, Norma,2004,p.22.Colombia ocupa junto con Brasil y Paraguay e1 ser uno de los tres países más inequitativos de AméricaLatina.S. Ramírez, <<Actores europeos ante el conflicto colombiano», en Nuestra Guerra sin nombre, Bogotá,IEPRI, Universidad Nacional de Colombi4 Norm4 2006.L' Restrepo, <<Los arduos dilemas de la democracia en Colombior, en Nuestra Guerra sin nombre.Bogotá, IEPRI, Universi¡lad Nacional de Colombi4 Norma, 2006.

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Conflicto político, violencia y poder en Colombia 1l

tiempo que existen regiones enteras dominadas por los señores de la guerra o guerrillas, o

dontle se disputan su control al margen del Estado central3a.

Tampoco 1a violencia y sus indicadores han afectado por igual a todas las regiones delpaís y en ciertos periodos fue más rural que urbana.

Coincidimos con Hernando Gómez Buendía en que el conflicto colombiano, a lalarga ha sido una guerra de perdedore,s en la que nadie ha ganado y hemos dilapidadolo mejor del país durante más de cuatro décadas. Ahora bien, querámoslo o no, habríaque decir, como lo señalase Alberto Lleras Camargo cn 1944, qre «no se puedeinventar una nación nueva. como si no tuviera cimicnlos. y ruinas. y como si lospadres (y las madres) no hubieran existido, sufrido y trabajado sobre ella»35. Lafinalización del conflicto armado colombiano deberá seguramente pasar por unabúsqueda de una solución política negociada. Sin embargo, como bien lo señala DanielPécaut:

hay motivos para temer que, aun si esta salida se produjera, tampoco bastaria para poner linal conjunto de los fenómenos de la violencia. Muchos guerrilleros podrían zozobrar en elsimple bandolerismo o preferir, como lo ha empezado a ocurrir, unirse a otras redes ilegales,

sean narcotrafi cantes o paramilitares36.

Habría que añadir, que hemos convivido con múltiples formas de violencia peroello no nos convierte en un país bárbaro ni nos ha quitado el optimismo, los sueños ola esperanza en construir una mejor nación para nuestros ciudadanos. Lo otro seríaresignarnos a ser soci.edad incivil que sólo pareció despertarse de su letargo en elmandato ciudadano por la paz de 2001. Para un estudio de la nación en la largaduración, los trabajos del profesor Rodolfo de Roux nos han hecho posible una mejorcomprensión de país, de cara a la historia latinoamericana.

t4

t5G. Duncan, Los señores de la guerra, Bogotá, Planeta,2006, p.36.E. Posada Carbó, op. cit., p.302.D. Pécaut, Las Farc. ¿,Una guerrilla sin ./in o sin .fines?, BogotlL, Norma, 2008, p. 184