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1 PORVENIR SOÑADO: EL DIOS DE LA RESURRECCIÓN QUE SORPRENDE E INNOVA José Cristo Rey García Paredes, cmf Ponencia 44 Semana de VC Viernes, 10 Abril 2015, 17.00 h. Buenas tardes, hermanas y hermanos. No es casualidad que reflexionemos en esta Semana de Pascua sobre “El Porvenir soñado: el Dios de la Resurrección, que sorprende e innova”.. Debo confesar que cuando me fue ofrecido el título de esta conferencia, quedé un poco perplejo. En una primera impresión me parecía un tema un tanto etéreo: ¡hablar de Dios, hablar de sueños! Al compás de la liturgia de esta Semana Santa he ido comprendiendo su significado: me parecía escuchar algo así como la melodía de la vida consagrada de los tres días: la melodía de la tristeza del Viernes Santo, de la desolación y soledad del Sábado Santo y, finalmente, el Alleluya de la Pascua. La vida consagrada -¡no lo podemos negar!- emite muchas veces una “melodía triste”: bien sea por lo que experimenta en su servicio a los demás, bien sea por problemas internos (comunitarios y personales): es la melodía de tantos “viernes santos”, de inmolación y de muerte. Otras veces emite la melodía de la soledad, del individualismo, de la desorientación y desconcierto. Es la melodía de tantos “sábados santos”... Quienes lideran nuestros institutos y comunidades escuchan con frecuencia “canciones tristes”; ¡y no solo en Europa, también en otros países donde la vida consagrada cuentan con muchos jóvenes, pero donde la vida consagrada no acaba de arrancar del todo hacia nuevos horizontes, que no liberen de los ya obsoletos. Tal vez, la melodía de la reorganización siga siendo todavía “melodía de sábado santo”. ¿Llegaremos a cantar el “himno a la Alegría” de la vida consagrada, el Alelluya entusiasta? Pues sí. Lo confesamos en el Credo: “¡Creemos en la resurreccción!”. Decirlo es fácil y forma parte de nuestra ritualidad. Creerlo, de forma concreta y existencial, no lo es. Nos acechan las mismas tentaciones que a los discípulos de Emaús, o a los Apóstoles cerrados en el cenáculo por miedo a los judíos. Porque no se trata de creer únicamente de la Resurrección en el último día, sino de creer en el acontecer de la Resurrección hoy. Por eso, preguntémonos: ¿Qué significa para nosotros creer en la Resurrección? ¿Tiene ello alguna influencia en nuestra forma de entender y vivir la vida consagrada? ¿Qué porvenir podemos esperar? A estas preguntas quisiera encontrar alguna respuesta, consciente de que en próximas conferencias irán apareciendo muchas más..

El Dios de la Resurrección que sorprende e innova - Soñar el porvenir

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PORVENIR SOÑADO: EL DIOS DE LA RESURRECCIÓN QUE SORPRENDE E INNOVA

José Cristo Rey García Paredes, cmf

Ponencia 44 Semana de VC

Viernes, 10 Abril 2015, 17.00 h.

Buenas tardes, hermanas y hermanos. No es casualidad que reflexionemos en esta Semana de Pascua sobre “El Porvenir soñado: el Dios de la Resurrección, que sorprende e innova”..

Debo confesar que cuando me fue ofrecido el título de esta conferencia, quedé un poco perplejo. En una primera impresión me parecía un tema un tanto etéreo: ¡hablar de Dios, hablar de sueños! Al compás de la liturgia de esta Semana Santa he ido comprendiendo su significado: me parecía escuchar algo así como la melodía de la vida consagrada de los tres días: la melodía de la tristeza del Viernes Santo, de la desolación y soledad del Sábado Santo y, finalmente, el Alleluya de la Pascua.

La vida consagrada -¡no lo podemos negar!- emite muchas veces una “melodía triste”: bien sea por lo que experimenta en su servicio a los demás, bien sea por problemas internos (comunitarios y personales): es la melodía de tantos “viernes santos”, de inmolación y de muerte. Otras veces emite la melodía de la soledad, del individualismo, de la desorientación y desconcierto. Es la melodía de tantos “sábados santos”... Quienes lideran nuestros institutos y comunidades escuchan con frecuencia “canciones tristes”; ¡y no solo en Europa, también en otros países donde la vida consagrada cuentan con muchos jóvenes, pero donde la vida consagrada no acaba de arrancar del todo hacia nuevos horizontes, que no liberen de los ya obsoletos. Tal vez, la melodía de la reorganización siga siendo todavía “melodía de sábado santo”. ¿Llegaremos a cantar el “himno a la Alegría” de la vida consagrada, el Alelluya entusiasta?

Pues sí. Lo confesamos en el Credo: “¡Creemos en la resurreccción!”. Decirlo es fácil y forma parte de nuestra ritualidad. Creerlo, de forma concreta y existencial, no lo es. Nos acechan las mismas tentaciones que a los discípulos de Emaús, o a los Apóstoles cerrados en el cenáculo por miedo a los judíos. Porque no se trata de creer únicamente de la Resurrección en el último día, sino de creer en el acontecer de la Resurrección hoy. Por eso, preguntémonos: ¿Qué significa para nosotros creer en la Resurrección? ¿Tiene ello alguna influencia en nuestra forma de entender y vivir la vida consagrada? ¿Qué porvenir podemos esperar? A estas preguntas quisiera encontrar alguna respuesta, consciente de que en próximas conferencias irán apareciendo muchas más..

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Dividiré mi preflexión en tres partes: 1) Soñar el porvenir: ¿sueños proyectivos o utópicos?; 2) Resucitar, “nacer de nuevo”: el Dios sorprendente e innovador; 3) Reubicarse como “pequeña minoría” en “evangelica testificatio”.

I. SOÑAR EL PORVENIR: ¿SUEÑOS PROYECTIVOS O UTÓPICOS?

Se dice que “soñando lo imposible, se llega a lo imprevisible”. Y esto vale para las personas con ambición, las dispuestas a luchar por alguna causa, las inconformistas. Hay una ambición que es digna del ser humano, llamado a trascender, traspasar límites. Hay una ambición que tiene las alas de la humildad, y una humildad con las alas de la ambición1. Jesús se lo dijo a sus discípulos: “Si tuviérais fe como un grano de mostaza… cambiaría el paisaje” (cf. Mt 17,20).

Comencemos hablando de dos tipos de sueños: los proyectivos y los utópicos.

1. No futuro… sino “porvenir”

El filósofo francés Jacques Derrida distinguió entre “futuro” y “porvenir” (future et avenir2). El futuro nos habla de aquello que será a partir de lo que ya es; es como el desarrollo de un germen; actúa según el plazo de lo previsible y planificable. El porvenir nos habla de aquello que será a partir de aquello que será; irrumpe de forma inesperada e improgramable. Futuro y porvenir concurren a veces: programamos un encuentro con alguien, una cita: ¡eso es futuro!; pero no sabemos cómo discurrirá, qué podrá suceder: ¡eso es el porvenir! El futuro va. El porvenir viene. El teólogo evangélico Jürgen Moltman tradujo en términos teológicos esta distinción: “futurum” y “adventus”3. Los progresistas buscan generar el futuro. Los profetas esperan –como gracia- el Adventus.

Hoy existe más fe en el futuro que en el porvenir, en aquello que nosotros podemos realizar, que en aquello que puede “advenir”. Los progresistas matan el tiempo; fabrican una humanidad “autófaga, que se nutre de lo que ella misma segrega”4. Los profetas iluminan el tiempo y lo convierten en una “via sacra” hacia la Gracia, hacia lo Imprevisible.

El título de esta conferencia es acertado: se centra en el “porvenir”, en el “adventus” de la vida consagrada, pero también de la humanidad. Aunque el futuro sea oscuro, difícil, “aunque caminemos por cañadas de muerte, nada tememos” porque hay “adventus”, “porvenir”. Quienes creen en el futuro, pero desconfían del

1 Algunos autores/as de habla inglesa se han inventado una palabra compuesta que expresa muy

bien esta realidad: “humbition”, es decir, el compuesto de humildad y ambición Cf. Walter Kaufmann, The faith of a Heretic; Harriet Harries, Authority, followership and humbition”, en “Modern Believing”, 54 (2013), pp. 3-13.

2 Jacques Derrida, Politics of Friendship, Verso, 2005, p. 29 3 Cf. Jürgen. Moltmann, El futuro de la creación, 4 Cf. Fabrice Hadjadj, Puisque tou est en voie de destruction. Réflexions sur la fin de la culture et de la

modernité, ed. Le Passeru, 2014, p. 18.

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Adventus, están infectados con el peor de los pecados capitales –según el monacat antiguo-: ¡la acedia!

2. “Soñando utópicamente”

Desde niños nos enseñaron a soñar. A través de cuentos míticos se proyectaban los valores de un determinado sistema social: la resistencia, la lucha, el éxito, el amor, la felicidad. Eran “sueños de grandeza”, “sueños de felicidad”. Tales sueños proyectivos se transmitían de generación en generación.

El filósofo alemán Ernst Bloch, sin embargo, nos habló de otro tipo de sueños: los sueños utópicos. Éstos responden a una crítica de la cultura dominante. Formamos parte, decía él, de una “especie deseante”. Hay “sueños” que no expresan lo que ya existe, sino aquello que es objeto de deseo. Pueden ser “nocturnos” o “diurnos”. Los nocturnos nos ayudan a superar lo que ya no tiene remedio; son una forma de evasión ante situaciones pasadas. Los diurnos reflejan nuestros deseos y anhelos y proyectan lo que “todavía no es consciente” y no tiene lugar en el presente. Esos sueños crean expectativas: quien así sueña “nunca queda atado al lugar”, al “topos”, por eso es “u-topos”, utópico. A partir de estos sueños diurnos emerge poco a poco la utopía. La conciencia utópica es el “aún-no-lugar” y nos muestran el sendero que nos lleva a "la única tierra para la que el hombre existe, pero en la cual, no puede aún entrar". Walter Benjamin cuando decía que “cada época sueña con la siguiente” (Chaque époque rêve la suivante5)6.

Al hablar del “porvenir soñado” nos referimos por tanto, no a los “sueños proyectivos”, sino a los “sueños utópicos”: al soñar aquello que todavía no tiene lugar, ni en la vida consagrada, ni en la humanidad.

3. “Apocalípticamente”

No pocos se preguntarán si es posible soñar el porvenir, cuando son tantas las tinieblas que nos envuelven. El filósofo italiano Giorgio Agamben define como “contemporánea” a aquella persona “que recibe en pleno rostro el haz de tinieblas que proviene de su tiempo”7. Nuestro tiempo a veces nos hace experimentar luz, bendición, éxito. Pero hay momentos en que nos azota el rostro con un haz de tinieblas, con la maldición y con el fracaso. Y ¿entonces qué utopía, qué porvenir?

Uno de los mayores éxitos del canal inglés “History Channel” haya sido un documental titulado Life after people (Vida después de la humanidad); muestra -con gran aparato de imágenes y comentarios científicos- cómo sería la tierra tras una súbita desaparición de nuestra especie. No se trata de ciencia ficción, sino de una terrible

5 Cit. por Matthew Charles, No Future conference, Institute of Advanced Studies, Durham University,

March 2011, 25-27; cf. Ulrich Lehmann, Tigersprung: Fashion in Modernity, n.100. 6 Cf. Ernst Bloch, Principio Esperanza, : para hacerse cargo de la complejidad del tema, dada la

interpretación que hace Bloch del pensamiento de Sigmund Freud, cf. Christian Retamal, Ernst Bloch y la esperanza utópica de la modernidad, en “Pensamiento” 63 (2007), pp. 463-474.

7 Giorgio Agamben,Qu’est-ce que le contemporain?, Rivages poche, 2008, p.22

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posibilidad, de un “futurum” que podemos manipular. Por eso, nuestra humanidad contemporánea se siente hoy –más que nunca- un ser-para-la-muerte. Hay autores que hablan cada vez más del pos-humanismo8. Ante tales tinieblas, ya no basta transformar el mundo, como decía Marx, es necesario “preservarlo”9, porque está amenazado de muerte.

Quienes tienen “espíritu apocalíptico”, los soñadores utópicos, se encaran con el peor escenario imaginable, pero desde una profunda esperanza”10. Estas personas tienen la certeza de que “allí donde acecha el peligro, crece también la salvación” (Hölderlin). “Apocalipsis” significa a la vez desastre y revelación: desastre del mundo viejo y revelación-adviento del mundo nuevo de Dios. La certeza de nuestra sobrevivencia es una certeza apocalíptica. Es la certeza que reaparece tras la desaparición de las falsas esperanzas y el oropel de todas las innovaciones inmaduras. La apocalíptica nos habla de una esperanza que atraviesa la noche oscura, de caminos donde no hay salida, de la gloria a través de la cruz, de la revelación en medio del desastre.

II. RESUCITAR, NACER DE NUEVO: EL DIOS SORPRENDENTE E

INNOVADOR

Al pasar a esta segunda parte no se puede obviar una pregunta: ¡el porvenir soñado! ¿Por quién? ¿Por nosotros o por el Espíritu de Dios? ¿De qué vamos a hablar de nuestro sueño –por muy utópico que sea-, o del sueño de Dios?

La vida consagrada habla mucho de Dios y quiere hacer las obras de Dios. Pero ¿le deja hablar y actuar? Generación tras generación caemos en la tentación de la auto-referencia. Y nos olvidamos de lo fundamental: la “teo-referencia”.

1. El “porvenir soñado”: “Tienes que nacer de nuevo”

Vistas las cosas con la lente del “futuro” ¿quién puede predecir que la vida consagrada no llegará a su final? ¡Todo pasa! ¡Todo envejece! ¡Todo termina! Vistas las cosas con la lente del “adventus”, de la utopía, de la apocalíptica ¿quién podrá negar que esta forma de vida tiene capacidad autopoiética, que puede renacer? Porque nada que caiga en las manos de Dios, perecerá; y así lo confesamos: “Creo en la Resurrección”.

8 Cf. Xavier Lambert, Le post-humain et les enjeux du sujet: Introduction et choix de textes, L’Hamaltan,

2012; Philip Machine, Les Post-Humains, Macno, ed. Baleine, 2014; Jean-Michel Besnier, Le post-humanisme - Qui serons-nous demain?, De Vive Voix, 2011; Gérard Chazal, Philosophie de la machine : Néo-mécanisme et post-humanisme, Éditions Universitaires de Dijon, 2013; Xavier Guchet, Pour un humanisme technologique. Culture, technique et société dans la philosophie de Gilbert Simondon, Presses Universitaires de France, 2010.

9 Cf. Günther Anders, Et si je suis désespéré que voulez-vous que j’y fasse?, Allia, 2004, p. 76. 10 “Il ne peut comprendre l’élan vers le pire que dans les cadres d’une espérance très profonde”: René

Girard, Achever Clausewitz, Carnets nord, 2008, pp. 195-196.

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a) El sueño de Jesús: “Tienes que nacer de nuevo”

Durante el Congreso de la Vida Consagrada de 2004 un misionero en África evocó la figura de Nicodemo, como icono para la vida consagrada de nuestro tiempo11. En medio de su noche, Nicodemo-Vida consagrada se encontró con Jesús. El Maestro le indicó que tenía que nacer de nuevo. La vida consagrada le preguntó: ¿cómo será ésto? ¿Puede una vida consagrada envejecida volver al seno fundacional? (cf. Jn 3,4). Jesús le ofreció la clave: “Lo que nace de la carne es carne; lo que nace del Espírítu es espíritu” (Jn 3,6). El futuro sólo ofrece lo mismo: es carne que nace de la carne. El “adventus” es obra del Espíritu del Abbá que resucita: “Vida consagrada, Tú eres mi hija yo te he engendrado hoy”. La vida consagrada puede “nacer de nuevo”, resucitar por obra del Espíritu. No se destruirá su natura; pero sí se irá generando en ella una nueva figura (trans-figuración)12.

b) El sueño de Dios en vías de realización: “transformados por la renovación de la mente”

La resurrección ha cambiado el escenario del mundo 13 : “Todo ha cambiado / totalmente cambiado / una terrible belleza ha nacido” (W.B. Yeats, Easter 1916). En el misterio Pascual descubrimos, no que Dios y su Hijo Jesucristo están presentes en todo el mundo por el Espíritu, sino que el mundo está presente en la Trinidad.

Y nosotros hemos entrado en escena. Quienes pertenecemos a la vida consagrada, somos actores y actrices de este drama divino-humano 14 . Nuestra finitud y limitación está ya en proceso de transformación. Así se expresó simbólicamente en nuestro bautismo y en nuestra profesión religiosa. El Espíritu continúa su el proceso15.

Tendemos a explicar la vida consagrada a partir de su “primer nacimiento”. Y nos olvidamos de explicarla a partir de su “segundo nacimiento”, de su vocación a resucitar en el Resucitado. Que no ha sido fundada como vida-consagrada-para-la-muerte, sino como vida para la Vida:

11 Es curioso ver cómo un gran pensador y filósofo cristiano, Emmanuel Falque, hace girar su

reflexión sobre el dogma de la resurrección de los cuerpos, en torno al encuentro de Jesús con Nicodemo: cf. Emmanuel Falque, Métamorphose de la finitude. Essai philosophique sur la naissance et la résurrection, Du Cerf, Paris, 2014.

12 hJma ◊ß e˙xegerei √ dia» thvß duna¿mewß aujtouv: 1 Cor 6, 14. to\ sw ◊ma thvß tapeinw¿sewß hJmw ◊n; su/mmorfon twˆ◊ sw¿mati thvß do/xhß aujtouv; th\n aujth\n ei˙ko/na metamorfou/meqa: 2 Cor 3, 18. “Nuestros cuerpos deben resucitar no en virtud de su sustancia (“non ex sua substantia), sino por el poder de Dios (“sed ex Dei virtute”): Ireneo, Contra las Herejías, SCh, n. 153, 1969, V, 6,2, p. 85.

13 Cf. José Cristo Rey García Paredes, Cómplices del Espíritu: el nuevo paradigma de la Misión, Publicaciones Claretianas, Madrid 2015, p. 108.

14 K. Barth, Introduction à la théologie évangelique, Genève, Labor et Fides, 1962, p. 62. 15 “Os hago conocer un misterio (musth/rion): no todos moriremos, pero sí, todos seremos

transformados (aÓllaghso/meqa), en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, cuando suene la trompeta final” (1 Cor 15,51-52). ”Sicut enuim caro carnem procreat, ita quoque spiritus spiritum parit”, Tomás de Aquino, Catena Aurea, Expositio….

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“el Dios de la creación, el Dios del comienzo absoluto, es el Dios de la Resurrección” (Dietrich Bonhoefer).

Ha sido nefasta para la teología la separación entre creación y escatología. Hay que proponer otro modelo: ¡lo primero no es la Creación (como Agustín y Tomás de Aquino), ni siquiera la Encarnación (como Ireneo), sino, sobre todo, la Resurrección. Jesús es el primogénito de la Creación, el primogénito de entre los muertos. “¿Dónde está muerte tu victoria?” (1 Cor 15,55).

La perspectiva de “la resurrección lo cambia todo”16. El Espíritu que nos hace nacer de nuevo17, no nos saca de este mundo, no nos lleva de “aquí” a “allá18, sino que inicia aquí la transformación final: “transformados (metamorfouvsqe) por la renovación (aÓnakainw¿sei) de vuestra mente” (Rom 12,12)19.

Celebramos con mucha frecuencia nuestros nacimientos: cincuentenarios, centenarios… de nuestra fundación. Pero ¿celebramos también el “nacer de nuevo” que se realiza día a día y que llega a su culminación cuando el número de los elegidos se va completando? Nuestros institutos no se deshacen en la medida en que sus miembros van muriendo; completan así su nueva vida: la resurrección lo transforma todo.

¿Cuál es el “porvenir soñado” de la vida consagrada? ¿Cuál es nuestra utopía? Nuestro Dios no quiere ¡que la muerte no tengadominio sobre ella!

2. ¡Dios nos sueña “testigos”: “no llevarás el nombre de Dios en vano!

Hubo un tiempo en que se pensó que aquella persona que conociera y pronunciara el nombre secreto de Dios, podía controlar el poder divino. A veces hemos convertido en fetiches e instrumentos de manipulación de Dios no pocas cosas, prácticas o costumbres.

El judaísmo prohibía pronunciar el nombre de Dios que es “santo”20. Dios le reveló a Moisés su nombre; pero esta revelación no le concedió ningún poder

16 Maurice Merleau-Ponty dijo: “l’incarnation change tout”16. Emmanuel Falque lo corrige diciendo:

“la résurrection change tout”: Emmanuel Falque, Métamorphose de la finitude: Essai philosophique sur la naissance et la résurrection, Du Cerf, Paris 2004, p. 111.

17 “Si el Espíritu de Aquel que ha resucitado a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que ha resucitado a Jesús de entre los muertos vivificará (zwˆopoih/se) vuestros cuerpos mortales por el Espíritu que habita en vosotros (Rom 8,11).

18 “Galileos, ¿qué hacéis mirando al cielo?” (Hec 1,11), dicen los ángeles. 19 “No todos moriremos; todos seremos transformados–aÓllaghso/meqa-” (1 cor 15,51). 20 Es una antigua leyenda judía –transmitida por círculos rabínicos a través de incontables

generaciones- que ofrece una lectura alternativa de Gen 1-3 y trata de colmar la brecha que se abre entre el capítulo 1 y los capítulos 2-3 sobre la creación del ser humano. En el relato de la creación de Gen 1 se dice que el varón y la mujer fueron creados el día sexto. En Gen 2, en cambio, se dice que después de dar nombre a todos los animales, Adán se sentía solo y no encontró en ellos ninguna ayuda semejante. Este vacío trató de colmarlo la leyende de Lilith (en hebreo: ִליִלית Lîlîṯ). Ella habría sido la primera mujer de Adán. Se negó a servirlo como señor y como amante, pues defendía que ambos eran iguales. Una tarde Lilith se encontró con el Creador y le suplicó que le confiara su nombre secreto. En un momento de debilidad, Dios se lo reveló. Apenas conocerlo, Lilith los

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mágico; es más, se le pidió que lo revelara al pueblo diciéndole: “Yo soy me envía a vosotros” (Ex 3,14)21. El Dios de Moisés está más allá de la hechicería y de cualquier tipo de manipulación22.

Más que “nombre gramatical”, la palabra “Dios” es “verbo que lo describe no tant en su naturaleza misteriosa, cuanto en su presencia activa y dinámica entre nosotros: “yo seré allí donde yo tenga que ser allí”23. Cuando Jacob pasó la noche luchando con Dios y le preguntó: “Dime ahora tu nombre”, Dios no le dio respuesta: simplemente ¡lo bendijo! (Gen 32,29). El nombre de Dios no es una descripción, es una bendición. Dios no es un problema que hay que resolver, sino un misterio en el que hay que participar.

“Estoy más en sintonía con los verbos que con los sustantivos –dijo el Espíritu Santo-. Verbos como “confesar”, “arrepentir”, “vivir”, “amar”, “responder”, “crecer”, “cosechar”, “cambiar”, ”sembrar”, “correr”, “bailar”, cantar” etc. Los seres humanos, por el contrario tienen la manía de tomar un verbo que está vivo y lleno de gracia y convertirlo en sustantivo muerto, o un principio que huele a reglas, entonces algo vivo y creciente muere…. Los verbos son lo que dan vida al universo”24.

El Dios de la Alianza le pide a su Pueblo “que no lleve, que no cargue25 con el nombre de Dios en vano” (Ex 20.7). No se trata únicamente de pronunciar su nombre, sino de dejarse afectar en todo el ser por Dios; se trata de no banalizar, de que Dios se haga presente en la propia vida “para nada”:

“Muchos me dirán aquel Día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?”. Entonces les declararé: “Jamás os conocí; apartados de mí, agentes de iniquidad” (Mt 7,22-23).

proclamó en voz alta y en ese mismo instante se le desplegaron unas grandes alas, voló alto en el

cielo de la noche y escapó de la opresión y del deseo de Adán para siempre. Otras leyendas dicen que Lilith volvió al Paraíso en forma de serpiente con la intención de liberar a Eva del dominio de Adán. Según esto, quien trajo la discordia al Edén no fue Eva, sino Adán.

21 La frase enigmática “h¡RyVh`Ra r ∞RvSa h™RyVh`Ra “ ”‘ehyeh ‘asher ‘ehyeh” (Ex 3,14) fue traducida por los LXX “Yo soy el que soy”.

22 La frase “‘ehyeh ‘asher ‘ehyeh” ha sido entendida como un nombre que describe la naturalea de Dios (“Yo soy el que soy”). Durante una larga historia Dios ha sido imaginado como un objeto que puede ser contemplado y concebido mentalmente: la causa sin causa, el ser no contingente, la fuente de todos los seres. René Descartes argumentó que la idea de Dios solo puede ser concebida por un ser infinito; por eso, Dios ha plantado en nosotros esa idea innata. Semejantes teorías sobre Dios convierten a Dios en un nombre que hay que explicar, pero no una realidad que nos llama a formar con Él Alianza y transformarnos. Dietrich Bonhoeffer criticó aquella ideología religiosa que habla de Dios para responder a las necesidades de sentido, o al sentimiento de culpa. ¿Será posible abrazar a Dios porque es amor, porque es luz, porque es seducción y no necesidad? Y si es por necesidad, lo es porque la causa la presencia y no la ausencia.

23 Everett Fox, trans., Schocken Bible, vol. 1, The Five Books of Moses, Schocken Books, New York, 1995. 24 Wm. Paul Young, La Cabaña. Donde la tragedia se encuentra con la eternidad, ed. Planeta Mexicana,

México, 2009, pp. 304-305. 25 El verbo hebreo que se utiliza es “aDcÎn” que significa llevar, cargar. Se lleva el Nombre como se lleva

un fardo (Nm 11,17), como el culpable lleva el peso de su falta (Lv 5,17), como una madre lleva a su niño pequeño (Nm 11,12)

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Jesús habla de cristianos que no cesan de hablar de Cristo, que lo hacen todo en su Nombre y a los que Cristo, sin embargo, nunca conoció, porque lo instrumentalizaron y se pavoneraron, cayendo en una arrogante banalización o en una apropiación idolátrica. El nombre de Dios nunca se ha de convertir en una herramienta de poder. Lo que se nos pide, sin embargo, es:

“todo cuanto hagáis, de palabra y de obra, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por su nombre a Dios Padre” (Col 3, 17).

Cuando al ciego de nacimiento le preguntaron los fariseos por la identidad de Jesús, él respondió: “Si es pecador, no lo sé; lo que sí sé es que antes yo no veía y ahora sí veo. Él me curó” (Jn 9,25). Para el ciego, Jesús era acción, verbo, milagro de sanación. Su corazón aportó razones que su mente no comprendía.

3. El Milagro: el Dios que sorprende y transforma

Se siente a Dios cuando se experimenta el Milagro –entendido en clave evangélica- (¡no como ruptura de las leyes de la naturaleza, sino como experiencia transformante). Basta tener un poco de fe y no dudar para que una vida cambie. La experiencia cristiana es la experiencia del Milagro. El milagro es como el cráter que nos indica dónde ha acontecido la erupción volcánica.

La experiencia del encuentro, comunidad y misión con Jesús fue para sus discípulos y discípulas, el gran Milagro: se sintieron “tocados por Dios”, por la mano “que a vida eterna sabe”.

La vida consagrada no se explica, ante todo, a partir de argumentos teológicos o teóricos, ni a partir de normas o leyes de conducta y de pertenencia. La razón fundamental es la siguiente: “porque Dios tocó mi vida, porque esto es un milagro, cuando yo no lo esperaba”. Esa pertenencia se manifestará después en formas rituales, simbólicas, en actividades compartidas. La vida consagrada más auténtica es aquella que orbita en torno al milagro que transforma.

Pero a veces, quizá frecuentemente, el sistema suplanta al Milagro. Y cuando un sistema se vuelve poderoso deja como residuos ¡gente excluída, rechazada, descartada!. Cuanto más poderosos son los sistemas, más destructivos y excluyentes.

Para que el sistema no remplace al Milagro, Jesús propuso “buscar lo perdido”. La vida consagrada en salida, en búsqueda de lo perdido, experimenta el Milagro. Y es sistema en la medida en que sistematicamente busca a quienes no caben en el sistema. En esa “salida” emerge la innovación, la sorpresa. Hoy se habla de educación innovadora en las periferias (“Education innovation in the slums”: Charles Leadbeater): emprendedores sociales, trabajando en condiciones extremas, que son capaces de crear ámbitos, escenarios de creatividad, en nada parecidos a las escuelas. Allí se parte de las preguntas y no por conocimientos que se imparten. Hay un sistema educativo en Venezuela que usa un violín como tecnología de aprendizaje.

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¿Cómo construir en la vida consagrada un espacio arquitectónico que respete la verdad del Milagro y no lo convierta en un sistema religioso opresor e irrespirable? ¿Cómo generar espacios que no ofusquen el Milagro y que nos permitan invitarnos unos a otros para celebrarlo?

4. El Espíritu innova las comunidades que experimentan el Milagro

Estamos acostumbrados a morar en comunidades cuyo vínculo de unión y eje de funcionamiento son las normas canónicas o capitulares, que a veces nos super-programan. Se desean, cada vez más, modelos comunitarios alternativos, que abran “caminos” hacia la experiencia de la auténtica “ecclesia”, hacia la celebración del milagro cristiano. Se habla hoy de comunidades formadas con el “transformance art” del arte de la transformación26: buscan que acontezca la gracia, que el milagro se realice; no intentan primariamente resolver problemas. Utilizan la teología positiva, la psicología positiva de la gracia y las virtudes y no la negativa del pecado y la culpa, o de los traumas. No hacen de la duda y la acedia su freno; sino que buscan la Gracia que fluye, aunque no sepan racionalizarla.

Existe la necesidad de que se formen grupos y comunidades apasionados, provocadores, que actúen en espacios fronterizos, que ayuden a re-imaginar el mundo y la Iglesia para que sea el espacio en que “no haya hombre o mujer, esclavo o libre, judío o pagano, sino que todos sean uno en Cristo Jesús”. Crear espacios en los cuales se represente esta unidad, que estén abiertos a todos, que no sean colonizado por ninguno, y que celebren la diversidad. Frecuentemente el elemento más destructivo de una comunidad es constatar que hay alguien que quiere construir la comunidad. Espacios donde los individuos puedan dejar de lado sus identidades políticas, religiosas, sociales, deportivas. Para desarrollar una comunidad sana, la mejor iniciativa consiste en dejar claro que nadie comienza la comunidad, ni nadie la dirige, sino que es el Espíritu de Dios –reconocido a través del diálogo y la experiencia de todos-.

Se comienza por la afirmación de nuestra mutua pertenencia como iguales a la luz del acontecimiento de la fe. Focalizando en el milagro de fe, se crea el espacio para que surjan auténticas relaciones que podrán desarrollarse y florecer.

En este contexto quiero reafirmar la importancia de la Liturgia. En ella se crea un espacio ritual o celebrativo en el cual se difuminan las identidades (políticas, religiosas, sociales, profesionales). Lo que interesa es sentirse pueblo de Dios con una visión mesiánica, en la cual todos somos iguales y todos estamos revestidos de la misma identidad. En ella no cuenta nuestro lugar social, nuestra visión política, nuestras ideas morales, nuestras preferencias sexuales….. Allí no hay judío, o griego, esclavo o libre, varón o mujer, empleado o desempeado, casado o célibe, rico o pobre, oprimido u opresor. La esperanza es que cuando dejemos ese espacio sagrado

26 Este término significativo fue usado en un artículo de revista que trataba sobre el How (not) to spekak

of God, escrito por Gilo en Movement (2006) para describir las reuniones configurada por ikon.

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alguno de los elementos de esta “performance” algunos de esos elemenos queden en nosotros y tengan influencia en nuestra vida y sistema de relaciones.

Tales actos creativos y rituales27 nos invitan a afirmar, celebrar y vivir en relación con el aconteciiento milagroso de la fe. Estas práctica bien y conscientemente vividas nos acercan al milagro de la fe. Nadie puede robar a una comunidad este tesoro.

III. REUBICARSE COMO “PEQUEÑA MINORÍA” EN “EVANGELICA

TESTIFICATIO”

Quienes formamos parte de la vida consagrada somos una “pequeña minoría” en la humanidad y también en la Iglesia. ¿Cómo nos sueña Dios y qué nos hará llegar? Dios sueña en nuestros sueños. Es el Dios en Alianza en todo y para todo. Dios nos abre a la utopía haciéndonos utópicos.

Renacidos del Espíritu, hemos de reubicarnos en la Iglesia, en la sociedad, en el mundo, como una pequeña minoría que acaba de re-nacer. Más que nunca, ahora necesitamos de Dios. Más que nunca, ahora necesitamos aprender a hablar de Dios, de nuevo. Más que nunca, ahora hemos de redescubrir en nosotros el poder de Dios que actúa en la debilidad.

1. La tentación del agnosticismo

Quienes formamos parte de la vida consagrada hemos de estar muy atentos a un fenómeno, que puede darse entre nosotros: “la tentación del agnosticismo”. El agnóstico no se preocupa de demostrar que Dios existe o que Dios no existe. ¡Le da igual! El agnóstico piensan que es inútil hablar de Dios: que por el hecho de afirmar su existencia no somos ni mejores, ni más justos, ni cambia decisivamente nuestra vida. El agnóstico cree que se puede ser buena persona, que se puede trabajar por los demás, sin necesidad de Dios.

La tentación agnóstica está presente en nosotros. Los antiguos monjes la considerarían una forma de acedia. Caemos en esta tentación cuando nunca o apenas hablamos de Dios. Cuando llenamos nuestras agendas de actividades, pero no hay conexión con el Misterio. En un derroche de tolerancia el consagrado agnóstico puede aceptar entrar en ciertos estados “teopáticos”, admirar a los místicos, identificarse con grandes personajes religiosos, ser culturalmente cristiano, creer en los valores del Reino… ¡pero dejando de lado la divinidad de Jesucristo, la relación con Dios Padre, la comunión con su Espíritu28. El agnóstico nunca será testigo. Hay en la vida consagrada también un cierto anti-intelectualismo que puede derivar en agnosticismo “consagrado”. Pero el sueño de Jesús fue: “Seréis mis testigos, hasta los

27 Puede tratarse de prácticas espirituales de oración, de ayuno, de meditación, de servicio a los

pobres, de liturgia, de cantar juntos, de recibir la unción con óleo. 28 Fabrice Hadjadj, ¿Cómo hablar de Dios hoy? Anti-manuel de evangelización, Nuevo Inicio, Granada,

2013.

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confines de la Tierra. No seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros?

2. ¿Cómo hablar de Dios hoy?

La “evangelica testificatio” –expresión con la cual el beato Pablo VI describía nuestra forma de misión y vida- nos pide que hablemos de Dios. ¿Y cómo hablar de Dios en nuestro tiempo?

Hay muchas palabras gastadas, que no dicen, no significan. Hemos de re-aprender a hablar de Dios. Necesitamos una teología elocuente para nuestro tiempo. El hablar –tras la experiencia- es un hablar que cojea -como Jacob después de su noche en lucha con Dios. Es un hablar que tartamudea, que balbucea, como Moisés ante el estupor de la zarza ardiente (Ex 4,10). Nuestra palabra sobre Dios siempre es testimonio de un exceso, no de una enfermedad; de un estar desbordados.

• Hablar de Dios es hablar de la fuente de todas las cosas. Dios no es una cosa más entre las demás, es el origen, el principio de todas las cosas.

• Dios no es una palabra excluyente sino incluyente. Jesús dijo: “observad a los lirios del campo”; no dijo “observadme a mí. Pues si Dios cuida así a los lirios del campo, a los artistas, a los jugadores…. ¡cuánto más a vosotros, hombres y mujeres de poca fe? (Mt 6,30). Dios no compite con su creación: no se deja sitio para el Creador rechazando a su creatura. Ir hacia la fuente de las cosas no es rechazarlas, sino acogerlas en su frescura y acompañarlas en su impulso.

• Por eso, quien consagra su vida al Dios Creador, ¿cómo va a despreciar su creación? Nietzsche denominó “el gran malentendido” al hecho de que el autor, en lugar de encontrar un eco sobre ella en quienes la han leído o contemplado, sólo reciba elogios. ¿De qué nos sirve elogiar constantemente a Dios con Laudes y Halelluyas, si no lo elogiamos por sus obras magníficas y ni siquiera las conocemos? Ese es “el gran malentendido” religioso. Darse a Dios no es perder. Es darse a quien puede darnos todo. Dios no nos pide nada para él. Nos pide sólo para nootros: “pedid y recibiréis”. Toda deuda para con él, es, en realidad, la espera y prepración para un don que quiere hacernos. Débil es el poder que necesita aplastar a los demás para existir. La luz no compite con los colores: cuanto más intensa, más brillan ellos. La posesión diabólica aliena y esteriliza. La inhabitación divina recoge y fecunda.

• Cuando hablamos de Dios despunta el alba. Dios está en todo: el asilo, la guardería, el vestíbulo de la estación, los servicios públicos. Difuminado como la luz que hacer ver todas las cosas.

• Proclamar y llevar su Nombre no es blandirlo como una espada en alto, sino dejarlo remontar mientras sale del fondo de toda realidad.

• La palabra “Dios” es música que no todos perciben. No suena a “tapa-agujeros” (solución última de todos los problemas), sino a “abre-abismos” (apertura al todo). La palabra “Dios” surge, sobre todo, cuando sentimos una

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llamada, y no tanto cuando damos una respuesta; nos deja boquiabiertos y nos dice que nosotros no tenemos la última palabra.

Y ¿cómo persuadir? La retórica es el arte de la pesuasión. Pero, en nuestro caso, la fuerza persuasiva viene de la ética29. Pero hay que tener en cuenta que somos enviados como “corderos en medio de lobos”. Dios le dijo a Moisés: “Faraón no os escuchará” (Ex 7,2.4); “endureceré el corazón del Faraón, y multiplicaré mis señales y mis prodigios en el país de Egipto (Ex 7,3). El endurecimiento de los corazones permite la multiplicación de los signos, de los milagros. Así se abre el espacio para el testimonio: para hablar de Dios con verdad y de un amor que es fuerte como la muerte. Es el lenguaje de la cruz (1 Cor 1,18).

¡Santificado sea tu nombre! –decimos en el Padrenuestro-. No es sólo pronunciarlo con los labios, como una palabra más entre las demás, sino llevarlo con toda la vida, proferirlo con la herida del corazón.

3. El “poder” y “la misión” de una pequeña minoría

El milagro del Reino de Dios es nuestra utopía, nuestro sueño. Es un sueño imposible de realizar en el ambiente del poder. Nuestra vida consagrada se está ahorrando muchas tentaciones del poder, gracias a su aparente estado de declive. Los poderosos querrían que este declive nos preocupe mucho, que estemos en estado permanente de agonía por haber perdido la antigua posición de dominio que ocupábamos en la Iglesia. Hoy no somos el “plan B” de la Iglesia. No nos consideramos ya la “iglesia por defecto”: antes orábamos en nombre de los demás, trabajábamos apostólicamente en nombre de los demás, éramos los ascetas cuando los demás llevaban una vida relajada. Hoy ¡todo eso! Pero ¡con los demás! La vida consagrada no es hoy vehículo de ambiciones para nadie. No somos “casta de dignatarios”.

Y aquí está ahora nuestra principal forma de “visibilidad”. Es una visibilidad anti-idolátrica y al mismo tiempo de alianza. Queremos ser una humilde metáfora, párabola de Jesús, relatada hoy por el Espíritu. Testigos minoritarios del encanto del Evangelio.

Nuestros monasterios, conventos, casas religiosas seguirán abiertas, aunque no sean tantos los que llamen a nuestras puertas. Seguirán ofreciendo un estilo de vida en el que se ofrecerá quietud, meditación, conversación permanente con Dios. Seguirán ofreciendo trampolines para lanzarse a una misión que no será agotadora, sino simbólica –sobre todo-, dinamizadora de la sociedad solidaria. Serán espacios donde la gente podrá venir para verse en el espejo y descubrir cómo somos y aceptar nuestra belleza natural y limitada sin maquillajes, sin photoshop, aceptándonos y descubriéndonos en el escenario de la Creación: “y vió Dios que era bello-bueno” y de la hermandad (¡qué bello-bueno los hermanos unidos!” (Salmo 133)..

29 “la mayor fuerza persuasiva radica en el carácter moral del discurso” (Aristóteles, Retórica, 1356a)

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Los monasterios, conventos, casas, seguirán abiertas aunque dentro queden ya unos pocos ancianos y ancianas y algunos jóvenes. En ellos latirá la alegría. Serán personajes de luz, y desde allí serán “sal de la tierra”, “luz del mundo”. Jesús seguirá miránonos desde el centro de la multitud enfurecida. Dios seguirá ahí, iluminándonos.

Los monasterios, conventos, casas serán los lugares de Dios; allí donde se tiene la sensación de que Dios existe. Y que está, sigue estando, a pesar de que este mundo no es ya el que Él soñó y creó; y todavía no es aquel que Jesús liberó e inaguró con la llegad del Reino. Cuando conseguimos acallar nuestros ruidos durante un rato, tenemos la sensación de que Dios existe. Por eso tiene sentido actuar emocionalmente como si existiera. Tiene sentido desafiar el tiempo condicional. Es una sensación de esperanza, una sensación realista, una sensación de seguir intentándolo a pesar de ser pocos.

CONCLUSIÓN

¿Podemos soñar todavía? Sí, pero no los sueños de la supervivencia, o de conquista, o de éxito! Pero sí el sueño utópico. Martin Luther King, en su discurso del 28 de agosto de 1963 ante del monumento a Abraham Lincoln en Washington, cuando se manifestaron en pro de los derechos civiles de los negros más de 200,000 personas, repetía como un mantra “I have a dream”, “tengo un sueño”. Y concluía así:

¡Hoy tengo un sueño!

Sueño que algún día la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano.

Esta es nuestra esperanza.

El sueño de Martin Luther King no era una prolongación del pasado. Era una insurrección. Una visión apocalítpica de algo que debería cambiar absolutamente. Pero ¿en qué basaba su utopía? ¡En la Palabra de Dios! En el hecho de que Dios se ha introducido en nuestra historia y ha hablad, en el Milagro. El futuro soñado de la vida consagrada formará parte de acontecimientos como éste.

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PORVENIR SOÑADO: EL DIOS DE LA RESURRECCIÓN QUE SORPRENDE E INNOVA

José Cristo Rey García Paredes, cmf

Ponencia 44 Semana de VC

Viernes, 10 Abril 2015, 17.00 h.

I. SOÑAR EL PORVENIR: ¿SUEÑOS PROYECTIVOS O UTÓPICOS?

1. NO FUTURO… SINO “PORVENIR”

2. “SOÑANDO UTÓPICAMENTE”

3. “APOCALÍPTICAMENTE”

II. RESUCITAR, NACER DE NUEVO: EL DIOS SORPRENDENTE E INNOVADOR

1. EL “PORVENIR SOÑADO”: “TIENES QUE NACER DE NUEVO”

A) EL SUEÑO DE JESÚS: “TIENES QUE NACER DE NUEVO”

B) EL SUEÑO DE DIOS EN VÍAS DE REALIZACIÓN: “TRANSFORMADOS POR LA

RENOVACIÓN DE LA MENTE”

2. ¡DIOS NOS SUEÑA “TESTIGOS”: “NO LLEVARÁS EL NOMBRE DE DIOS EN VANO!

3. EL MILAGRO: EL DIOS QUE SORPRENDE Y TRANSFORMA

4. EL ESPÍRITU INNOVA LAS COMUNIDADES QUE EXPERIMENTAN EL MILAGRO

III. PEQUEÑA MINORÍA EN “EVANGELICA TESTIFICATIO”

1. LA TENTACIÓN DEL AGNOSTICISMO

2. ¿CÓMO HABLAR DE DIOS HOY?

3. EL “PODER” Y “LA MISIÓN” DE UNA PEQUEÑA MINORÍA

CONCLUSIÓN