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Nuevo Mundo Mundos Nuevos Debates ................................................................................................................................................................................................................................................................................................ Victoria Pedrotta, Sol Lanteri y Laura Duguine En busca de la tierra prometida. Modelos de colonización estatal en la frontera sur bonaerense durante el siglo XIX ................................................................................................................................................................................................................................................................................................ Advertencia El contenido de este sitio está cubierto por la legislación francesa sobre propiedad intelectual y es propiedad exclusiva del editor. Las obras publicadas en este sitio pueden ser consultadas y reproducidas en soporte de papel o bajo condición de que sean estrictamente reservadas al uso personal, sea éste científico o pedagógico, excluyendo todo uso comercial. La reproducción deberá obligatoriamente mencionar el editor, el nombre de la revista, el autor y la referencia del documento. Toda otra reproducción está prohibida salvo que exista un acuerdo previo con el editor, excluyendo todos los casos previstos por la legislación vigente en Francia. Revues.org es un portal de revistas de ciencias sociales y humanas desarrollado por Cléo, Centre pour l'édition électronique ouverte (CNRS, EHESS, UP, UAPV). ................................................................................................................................................................................................................................................................................................ Referencia electrónica Victoria Pedrotta, Sol Lanteri y Laura Duguine, « En busca de la tierra prometida. Modelos de colonización estatal en la frontera sur bonaerense durante el siglo XIX », Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En línea], Debates, Puesto en línea el 05 octubre 2012, consultado el 23 octubre 2012. URL : http://nuevomundo.revues.org/64168 ; DOI : 10.4000/ nuevomundo.64168 Editor : EHESS http://nuevomundo.revues.org http://www.revues.org Documento accesible en línea desde la siguiente dirección : http://nuevomundo.revues.org/64168 Document generado automaticamente el 23 octubre 2012. © Tous droits réservés

En busca de la tierra prometida. Modelos de colonización estatal y social en la frontera sur bonaerense durante el siglo XIX - Pedrotta, V., Lanteri, S. y L. Duguine

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Victoria Pedrotta, Sol Lanteri y Laura Duguine

En busca de la tierra prometida.Modelos de colonización estatal en lafrontera sur bonaerense durante elsiglo XIX................................................................................................................................................................................................................................................................................................

AdvertenciaEl contenido de este sitio está cubierto por la legislación francesa sobre propiedad intelectual y es propiedad exclusivadel editor.Las obras publicadas en este sitio pueden ser consultadas y reproducidas en soporte de papel o bajo condición deque sean estrictamente reservadas al uso personal, sea éste científico o pedagógico, excluyendo todo uso comercial.La reproducción deberá obligatoriamente mencionar el editor, el nombre de la revista, el autor y la referencia deldocumento.Toda otra reproducción está prohibida salvo que exista un acuerdo previo con el editor, excluyendo todos los casosprevistos por la legislación vigente en Francia.

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Referencia electrónicaVictoria Pedrotta, Sol Lanteri y Laura Duguine, « En busca de la tierra prometida. Modelos de colonización estatal enla frontera sur bonaerense durante el siglo XIX », Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En línea], Debates, Puesto en líneael 05 octubre 2012, consultado el 23 octubre 2012. URL : http://nuevomundo.revues.org/64168 ; DOI : 10.4000/nuevomundo.64168

Editor : EHESShttp://nuevomundo.revues.orghttp://www.revues.org

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Victoria Pedrotta, Sol Lanteri y Laura Duguine

En busca de la tierra prometida. Modelosde colonización estatal en la frontera surbonaerense durante el siglo XIX

1 El estudio del avance territorial estatal en vinculación con distintos sectores de la sociedadrural constituye, sin dudas, una línea de investigación de larga data en la historiografíaargentina. Sin embargo, nuevos análisis sobre el particular han comenzado a revisitar diversascuestiones teórico-metodológicas, conceptuales y/o heurísticas que habían sido planteadas enlos trabajos tradicionales1. Entre las cuestiones que han sido puestas nuevamente en escenamerece destacarse, en primer lugar, el replanteo sobre la caída de Rosas en 1852 como líneadivisoria tajante entre períodos bien diferenciados e internamente homogéneos, en especialen lo que respecta a la campaña bonaerense. En segundo término, se discute la magnituddel retroceso de la frontera estatal producida a partir de entonces, así como el carácterfundamentalmente militar y unilateral que se ha atribuido al avance territorial estatal sobreel territorio indígena hasta su definitiva incorporación a la soberanía nacional y al modeloagroexportador finisecular. Finalmente, se replantea la correlación establecida entre distintosmomentos y gobiernos con sectores sociales determinados (indígenas, pobladores criollos,inmigrantes), sin tener en cuenta su coexistencia, la interrelación que hubo entre ellos nila influencia que tuvieron en la definición de las políticas oficiales. Además, se incorporannuevas fuentes y enfoques interdisciplinarios que permiten dar cuenta de la complejidad y lapráctica efectiva de los agentes sociales en la campaña bonaerense decimonónica así como desu heterogeneidad regional y temporal2.

2 En este marco, y considerando la importancia de contemplar las políticas oficiales haciadiferentes sectores y su accionar de forma conjunta, el objetivo del trabajo es avanzar enla comprensión de los distintos modelos de colonización estatal (provincial y nacional) quefueron implementados en la frontera sur bonaerense durante el siglo XIX, poniendo énfasisen los resultados que tuvo su puesta en práctica en función de los contextos, las coyunturaslocales y la interacción social. Se parte de una escala de análisis micro-regional que abarcalos actuales partidos de Azul, Tapalqué y Olavarría (con epicentro en la cuenca del arroyoNievas), como objeto de la aplicación de dichos modelos por medio de los cuales el Estadobuscó expandir su territorio y consolidar su control sobre éste lo largo del siglo XIX. El marcotemporal contempla escalas de corta y mediana duración, es decir, desde los comienzos de lacolonización estatal en las primeras décadas de la centuria hasta la instalación de las coloniasagrícolas de inmigrantes alemanes del Volga hacia el último cuarto de la misma.

3 El trabajo constituye una mirada de síntesis basada en investigaciones históricas yarqueológicas3 y los ejes específicos del análisis se centran en la aplicación de distintasestrategias de incorporación de tierras por parte del Estado, la interacción entre diversosgrupos sociales y étnicos (población rural criolla, “indios amigos” e inmigrantes de origenruso-alemán) y, finalmente, los alcances y las limitaciones que tuvo la puesta en prácticade esos modelos colonizadores en función de condicionantes locales, tales como el peso delas prácticas consuetudinarias o de las tradiciones culturales propias de los grupos socialesinvolucrados.

4 Además de la marcada heterogeneidad social, cultural y étnica propia de una zona de frontera,la relevancia y particularidad del caso de estudio radica en que presenta un predominio dela pequeña y mediana propiedad en coexistencia con las grandes estancias en una regióntradicionalmente caracterizada por estas últimas, así como un fuerte peso de la poblaciónde “indios amigos” en interacción con los diferentes sectores de la sociedad rural desde loscomienzos del asentamiento criollo. Asimismo, se trata de unos de los primeros ejemplosdentro de la provincia de Buenos Aires en el que el Estado provincial y el nacional confluyene interactúan, hacia finales del siglo, en torno a las políticas de colonización por medio

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de la instalación de colonias agrícolas de inmigrantes ruso-alemanes, cuya aproximaciónrealizaremos en base al análisis de la realidad local y el espacio efectivamente ocupado.

2. Tierras de “indios”5 Hasta las primeras décadas del siglo XIX, la zona de estudio formaba parte del extenso espacio

habitado por varias comunidades indígenas, cuya economía estaba mayormente basada en lasactividades ganadero-pastoriles y el intercambio comercial. La ganadería comprendía especiesdomésticas introducidas, en especial vacas, caballos y ovejas, cuyo stock era engrosado tantopor la cría de rodeos propios como por los animales obtenidos mediante robos a las estanciashispano-criollas. El comercio comprendía circuitos de intercambio intra e interétnicos quetenían como escenario las propias tolderías, ferias periódicas, pulperías ambulantes, fuertes yfortines de la frontera o la ciudad de Buenos Aires, entre otros puntos4.

6 Cabe hacer algunas consideraciones con respecto al vínculo ontológico que estas poblacionestenían con la tierra, cuya posesión siempre era comunal y se enmarcaba en una imbricadatrama de relaciones ancestrales, cosmológicas, rituales, sociales, económicas e identitarias5.La articulación del sistema de asentamiento, la movilidad y las actividades productivas(caza, recolección de frutos y otros recursos, obtención de materias primas, elaboración demanufacturas, etc., además de los requerimientos propios del pastoreo y la ganadería extensiva,tales como la provisión de agua y pasturas), estaban organizadas básicamente desde estalógica de funcionamiento interna aunque, sin duda, condicionada por los vínculos con lasociedad hispano-criolla6. Así, las formas de ocupar el espacio obedecían a requerimientoseconómicos, sociales y rituales, articulando tolderías ocupadas de forma relativamenteprolongada en ciertos sectores estratégicos o por circunstancias especiales, con campamentostemporarios que podían responder a la realización de actividades productivas específicas(como “boleadas”, “potreadas”, etc.) o a los frecuentes desplazamientos de partidas condiversos objetivos. Dichos asentamientos, de distinto orden, tamaño y duración, articulabansectores territorialmente circunscriptos bajo el dominio de cacicatos determinados7 con otrosque podían ser compartidos y formaban parte de amplias redes de interacción conectadas pormedio de los sistemas de caminos llamados “rastrilladas”.

7 Hasta el avance de frontera iniciado en las décadas de 1820 y 1830, el modo de vida indígenase caracterizó por un alto grado de independencia y autonomía en la ocupación del espacio,limitándose la presencia gubernamental en la zona de estudio a expediciones tendientes alreconocimiento del terreno, campañas militares punitivas contra las poblaciones originariasy otras con fines mixtos, combinando intereses diplomáticos, comerciales y de exploración8.También tuvo lugar el envío de comisiones especiales encargadas de gestionar acuerdosdiplomáticos que culminaron con la firma de tratados, donde se estipulaban las condiciones deingreso de las partidas comerciales indígenas a la frontera y se reconocían las tierras entonceshabitadas y explotadas por determinados caciques (por ejemplo, el tratado de 1790 firmadoentre el virrey Arredondo y Calpisqui)9. Sin obviar la existencia de ataques menores y otrosepisodios de violencia, las relaciones interétnicas entre fines del período colonial y comienzosdel siglo XIX pueden caracterizarse, en líneas generales, como pacíficas. Respalda este asertola descripción de la situación fronteriza hacia 1820 que hizo el Sgto. Mayor J. Cornell: “Losindios pampas hacía años que se mantenían en paz situados por la Lobería, Tandil, Chapalufú,Huesos, Tapalqué y Kakel, viniendo a comerciar hasta esta capital”10.

3. El avance de la frontera en las décadas de 1820-18308 Una vez diluido el poder central en el Río de la Plata, los Estados provinciales tuvieron

autonomía en la creación de sus bases de poder institucional, económico, militar, etc. Laprovincia de Buenos Aires, favorecida por su poderosa aduana y su articulación con el mercadoexterno centrado en el eje atlántico, a partir de 1820 comenzó un proceso de expansión sobreel territorio al sur del río Salado para afianzar su dominio e incorporar esas tierras pobladaspor comunidades indígenas a la “expansión ganadera” en marcha11. Este avance oficial fueacompañado, o incluso anticipado, por pobladores migrantes internos y externos, con diversasimprontas culturales, que fueron estableciéndose y poniendo en producción la tierra mediante

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diferentes relaciones jurídicas que excedieron ampliamente a la propiedad legal y culminó conla incorporación definitiva de ese territorio al Estado Nacional hacia finales de la centuria.

9 Entre las décadas de 1820 y 1830 se concretó el avance de la frontera hispano-criolla y laconquista de tierras mediante una política militar agresiva hacia las poblaciones indígenas, quese plasmó en el terreno con el establecimiento de una serie de estructuras militares -fuertes,fortines y cantones- que conformaban las denominadas “líneas de frontera contra el indio” yconstituyeron los dispositivos mediante los cuales el Estado provincial pretendía afianzar sudominio sobre el territorio. La fundación del Fuerte Independencia (actual ciudad de Tandil)en 1823, luego de una sangrienta expedición realizada por el Gral. Martín Rodríguez, inicióun ciclo de expansión de la frontera oficial hasta entonces localizada prácticamente en lasproximidades del río Salado. Así se produjo el traslado de muchas tolderías ubicadas en losfaldeos del sistema serrano de Tandilia, según relata el Cdte. Pedro A. García, "Temerosos ...de ser invadidas todas las poblaciones situadas en la sierra ...desde el Volcán hasta elCairú, fueron abandonadas por sus dueños; …se retiraron a la vista de la segunda sierrade la Ventana"12. Hacia fines de la década de 1820, el gobierno provincial logró una relativapacificación de la campaña mediante acuerdos con los principales caciques, tal como relata elSgto. Cornell: “las tribus pampas estuvieron sometidas con su cacique principal a la cabezaFacumán, Catriel Viejo, Calfiao, Cañante, Chaná, Chanil, Petí, Mayca y otros muchos”13, entanto el cacique Venancio Cayupán se instaló en el arroyo Azul.

10 En 1828 se instaló el fuerte Blanca Grande en la laguna homónima, extendiéndose asílas fronteras del Estado provincial hacia la zona de estudio. Sin embargo, este fuerte fueabandonado pocos años más tarde producto de una serie de enfrentamientos que hicieronretroceder la expansión estatal proyectada. No obstante, a fines de 1831 comenzó laconstrucción del Cantón de Tapalqué, que pasaría a ser el punto estratégico más importantede ese sector de la Frontera Sud, consolidando el avance territorial criollo14. La fundación delfuerte San Serapio Mártir del Arroyo Azul en 1832, literalmente “entre los toldos”15, así comoel subsecuente crecimiento del pueblo de Azul, supuso cambios en la ocupación territorialde las comunidades nativas allí asentadas, debiéndose trasladar la parcialidad liderada por elcacique Venancio hacia Bahía Blanca16. En paralelo a la creación de emplazamientos militaresy poblados, continuó el proceso de división, mensura y adjudicación de fracciones de terrenoa particulares.

11 Entre las distintas políticas implementadas en la colonización del sur provincial, la de tierraspermitió el establecimiento de población criolla, la puesta en producción y/o su apropiaciónlegal, a ritmos no necesariamente concomitantes, a la vez que la eventual canalización deingresos al Estado en un período de importantes gastos fiscales y necesidad de recursos parala creación y el mantenimiento de sus bases institucionales, la expansión de la frontera, lasguerras regulares, etc.17, mediante el pago de cánones o de ventas, además de la ampliación dela soberanía oficial sobre el territorio indígena.

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Figura 1. Frontera sur bonaerense (Argentina). Avances criollos en el área de estudio durantelas décadas de 1820-1830.

4. Primeras políticas de colonización oficial: donaciones,enfiteusis, suertes de estancia y un lugar para los “indiosamigos”

12 Durante la primera mitad del siglo XIX, en la campaña de Buenos Aires se produjeron dosoleadas de ocupación y apropiación legal de las tierras públicas. La primera, mediante lasdonaciones del Directorio hasta 1820, que fueron otorgadas en propiedad plena a particularesen grandes extensiones en diferentes regiones. Y la segunda por la enfiteusis, implementadadesde las “reformas rivadavianas” en 1822 hasta 1840, mediante la cual el Estado traspasabaa particulares el usufructo de grandes superficies a un bajo costo, que permanecían enmanos oficiales siendo garantía de préstamos externos. Además, durante el gobierno deJuan Manuel de Rosas (1829-1852) se vendió la tierra pública a partir de la ley de 1836,propiciando el surgimiento de grandes estancias sobre la base de antiguos campos enfitéuticos,

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se implementaron premios y donaciones “incondicionadas” a particulares por “fidelidadpolítica” o por “combates contra los indios” y las donaciones “condicionadas” en el arroyoAzul18.

13 Las donaciones “condicionadas” constituyeron una modalidad singular del Estado provincial,porque a pesar de que ya había habido asignaciones de tierras realengas o públicas a manos departiculares desde la época colonial, su entrega no había sido tan sistemática ni concentradageográficamente, además de presentar un tamaño medio mucho más reducido. Las suertes seplantearon con una superficie de 2.025 has cada una, que según los parámetros tecnológicosy de acceso a los mercados del momento, permitía cubrir la reproducción de una familia decampesinos pastores19. Es decir, estaban orientadas a favorecer especialmente a un sector dela sociedad rural y fueron denominadas “condicionadas”20 porque para la obtención de lostítulos formales de propiedad, los pobladores debían cumplir pautas de poblamiento, puestaen producción agropecuaria y, fundamentalmente, debían participar de su defensa armada,destacándose la obligatoriedad del cumplimiento del servicio sólo para la zona de Azul enmanos de estos mismos vecinos-milicianos.

14 La regulación de los repartos se realizó por medio de los decretos de 1829 y 1832, normativasque también fueron la base utilizada durante el período de revisión y ordenamiento “liberal”sucedido luego de la caída de Rosas en 1852, que permitió el acceso legal de las tierras apartir de 185721. Pero las prácticas efectivas de las autoridades y los pobladores no siemprese restringieron a dichas disposiciones, ya que estuvieron sujetas a sus propios intereses,posibilidades, costumbres, vaivenes coyunturales y demás causalidades. De hecho, paraconcretar las asignaciones, el rosismo anuló los derechos de los enfiteutas establecidosdesde 1820s (a quienes no indemnizó con suertes ni con otras tierras según establecíanlos decretos respectivos), tampoco permitió que pobladores “unitarios” fueran consideradoscomo tales y prohibió que personas de esa tendencia política administrasen o sirviesen enlos establecimientos de las suertes, teniendo las autoridades locales un rol destacado en talproceso. La distribución de las suertes era de vital importancia política para el gobierno, porquele permitía ampliar su base social en una coyuntura de fortalecimiento de su poder en elmarco de intensas luchas faccionales, expandir la soberanía oficial sobre el territorio austral,incorporar tierras y recursos al proceso pecuario en marcha y reducir gastos regulares en elmantenimiento de su estructura coercitiva22.

15 Las donaciones, la enfiteusis y las ventas, sumadas a los acuerdos interétnicos y la campañamilitar al río Colorado de 1833-34, ampliaron el espacio ocupado y puesto en producción enesta zona de la frontera especialmente a partir de la década de 1830. Si en 1820s se entregaron169.506 has de terrenos públicos a particulares, en la posterior casi se quintuplicaron, sumando757.088,1 has, tendencia que se mantuvo bastante estable hasta el retroceso oficial quese produjo a la caída de Rosas. El impacto de las donaciones fue notable y consolidó unimportante segmento de propietarios medianos que coexistieron con los grandes terratenientes.Las suertes fueron establecidas en el espacio circundante al ejido de Azul, fundamentalmentesobre los abundantes cursos de agua (práctica común en la campaña, que permitía la provisiónpara la vida y actividades productivas) y fueron rápidamente ocupadas y puestas en produccióndesde el inicio de su reparto en 1832, concentrándose durante este decenio. Las actividadeseconómicas de estos pobladores –fundamentalmente migrantes internos y algunos extranjeros-fueron diversas: agropecuarias, comerciales, de transporte, etc., articuladas al resto de lacampaña y con un claro predominio del ganado vacuno en los rubros de inversión, propio deuna frontera en pleno proceso de “expansión ganadera” 23.

16 Si bien los decretos prohibían la enajenación de las suertes entre particulares antes de suescrituración legal y sin el consentimiento de la autoridad, hubo un mercado informal detransacciones privadas de terrenos, mejoras, acciones y derechos, aunque bastante exiguo –al igual que lo ocurrido con el resto de las tierras del lugar- y concentrado en las décadas de1840 y 1850. Posiblemente, debido a la coyuntura de inestabilidad que comenzó a la caídade Rosas y por la obligatoriedad de su poblamiento por más de diez años para acceder a lapropiedad legal. De hecho, se registra un fuerte mantenimiento de las tenencias por parte de

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particulares o familias, pese a la abundante oferta estatal, así como una escasa fragmentaciónde las suertes, cuyas dimensiones, como se señaló, permitían cubrir la reproducción familiar.

17 Este modelo colonizador de pequeñas-medianas superficies coexistiendo con las grandes quefue implementado por el gobierno rosista en la parte más austral de la frontera bonaerense,tuvo otro pilar en la instalación in situ de las tolderías de los “indios amigos” en el marco del“negocio pacífico de indios”. Este sistema de contraprestaciones fue un elemento fundamentalde la geopolítica de Rosas, basado en el convencimiento de las ventajas de la integraciónlaboral de los indígenas en actividades rurales, como forma de incorporarlos a la sociedadcriolla a partir de su asentamiento permanente en los sectores fronterizos. Los “indios amigos”recibían del gobierno entregas periódicas de ganado, vestimenta, artículos de consumo y“vicios de costumbre” y debían auxiliar a las milicias, servir como chasques, trabajadoresrurales, etc., custodiar las fronteras e informar sobre las otras tribus24 no radicadas en lafrontera. Así, el Estado provincial pasó a monopolizar y financiar la política indígena.25

18 El fuerte y pueblo de Azul fue establecido sobre el área originalmente poblada por laparcialidad de Venancio, que coexistía con las superficies enfitéuticas desde la década de1820. Paralelamente a la fundación “oficial” de Azul, a la campaña militar al río Colorado ya la concreción de las donaciones, en agosto de 1832, los grupos de los caciques Juan Catriel“el viejo” y Juan Manuel Cachul se instalaron en las inmediaciones del Cantón Tapalqué,sumándose al poco tiempo las tolderías de Facuman (proveniente de Tandil), Anquelén yAnepan, desde el arroyo Azul26. Allí permanecieron hasta el último cuarto del siglo pese aalgunos interregnos. Si bien hubo asentamientos indígenas en la mayoría de las fortificacionesfronterizas, la región comprendida por los fuertes Independencia, Azul y Tapalqué constituyóel centro del “negocio pacífico” de la provincia de Buenos Aires, debido a su magnituddemográfica27 y a los intercambios y contraprestaciones regulares establecidos con el gobiernoprovincial y las autoridades locales.

19 Rosas no fue el primero en implementar políticas pacíficas de este tipo hacia los indígenas –que registran antecedentes durante el período colonial- pero sí quien las llevó a cabo comoparte de un plan que contemplaba la plena ocupación territorial28, formalizando un sistemaque “garantizó una relativa paz en la campaña bonaerense por veinte años”29. A la vez,éste proveyó cierta estabilidad, permitiendo la reproducción social de los grupos asentadosen territorios fronterizos, cuya economía se basaba en la ganadería, una intensa actividadcomercial intra e interétnica (ganado en pie, manufacturas en cuero y textiles, entre otrosproductos), y las prestaciones que ofrecían al Estado provincial. En este contexto, los “indiosamigos” desarrollaron prácticas agrícolas para consumo propio, actividad incentivada por elgobernador por medio del aporte de semillas y útiles de labranza. Así, en 1834 el caciqueReilef tenía “una chacra bastante grande de maíz, porotos, zapallos, papas y otra porciónde cosas” en Tapalqué30.

20 El “negocio pacífico” conllevó profundos y novedosos cambios en el uso del espacio delas poblaciones nativas, que ocuparon sectores circunscriptos de la frontera, cuya elecciónobedecía fundamentalmente a estrategias geopolíticas, económicas y militares de Rosas. Laasignación de tierras en la frontera para que los “indios amigos” establecieran sus tolderías–acordada personal y verbalmente, como era costumbre del gobernador- no implicó lapermanencia estable de los grupos en los mismos lugares ni la transferencia de terrenosen propiedad formal a éstos, como sí sucedió a partir de 185231. La propia concepciónindígena holista del espacio, en conjunto con la ausencia de mensuras y deslindes oficialesde las tierras que ocupaban, conllevó que el espacio habitado fuera definido mediante laenumeración de accidentes geográficos naturales, tales como arroyos, ríos, lagunas y sierras.Estos elementos fueron demarcando sectores acotados, pero imprecisos, cuya representacióncartográfica comenzó a plasmarse con mayor precisión a partir de la segunda mitad del sigloXIX32.

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Figura 2. Localización de las grandes estancias, las suertes del Azul y el territorio indígena.Elaboración propia sobre el Registro Gráfico de la Provincia de Buenos Aires de 1864 (elnorte es estimativo).

21 Los pobladores criollos e indígenas convivieron de una forma bastante armónica duranteel lapso rosista, pese a algunas coyunturas críticas, como los malones de 1836-37 y larebelión de los “Libres del Sud” en 1839. Más allá de los vínculos comerciales y laborales,ambos compartieron espacios de sociabilidad, fiestas y rituales e incluso importantes víasde participación en el sistema “republicano”, como la representación político-electoral y elservicio armado33. Este modelo colonizador exitoso puesto en marcha por el rosismo, basadoen la coexistencia de la pequeña-mediana y la gran propiedad criolla junto a las tolderíasindígenas, respondió a los intereses de la elite propietaria y dirigente contemporánea. Si biensufrió modificaciones a partir de 1852, generó líneas de continuidad en toda la centuria.

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5. El período de reordenamiento territorial: cesiones detierras y reconocimiento de la propiedad formal

22 Los cambios en la política indígena que el gobierno provincial intentó imponer luego de lacaída de Rosas –supresión del comercio y el racionamiento, avance militar sobre las tierrasocupadas por distintos grupos, cambio de autoridades fronterizas, entre otros- desataron unciclo de intensa conflictividad interétnica en la frontera bonaerense, cuya pacificación reciénvolvió a concretarse en la segunda mitad de la década de 1850. La tierra fue uno de loselementos centrales en los tratados que restablecieron la paz34, acordándose entonces unaextensión de 20 leguas cuadradas (unas 54.000 has), situadas al oeste del arroyo Tapalqué, paraque la tribu liderada por los caciques Catriel y Cachul viviera “pacíficamente ejerciendo suindustria y cultivando la tierra para su sustento”35. Esta última mención marca la continuidadque tuvo el desarrollo de prácticas agrícolas por parte de la población nativa asentada en lazona.

23 Paralelamente, los indígenas recibieron solares en el pueblo de Azul, al oeste del arroyohomónimo, donde fueron distribuidos cien (que habían sido adquiridos a la corporaciónmunicipal) entre los “indios amigos” que allí quisieran instalarse. Esta superficie, pobladaprincipalmente por integrantes de la parcialidad del cacique Maicá, fue denominada “VillaFidelidad” y es actualmente un barrio de la ciudad de Azul36. El retorno del grupo catrieleroa los campos de los arroyos Nievas y Tapalqué fue acompañado, en los años inmediatos,por la instalación de otros caciques en la zona y la construcción del nuevo fuerte y pueblode Tapalqué (actual ciudad de Olavarría) en tierras que Juan “Segundo” Catriel finalmenteconcedió a tal fin37.Figura 3. Plano del Villa Fidelidad, 1856, Museo y Archivo Histórico “E. Squirru” de Azul.

24 La violencia interétnica entre 1853 y 1855 llevó al despoblamiento criollo de gran parte dela campaña bonaerense y al retroceso parcial de la frontera estatal que se había consolidadodurante el rosismo. En la zona de estudio, se estima que el territorio criollo presentó unadisminución general de aproximadamente 168.000 has. por el abandono temporario de algunas

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suertes de estancia hacia el oeste del arroyo Azul, especialmente entre los arroyos Nievasy Tapalqué, y también por las tierras que fueron pactadas en 1856 para los catrieleros. Noobstante, se mantuvo la presencia de la pequeña y mediana propiedad desde el inicio delproceso colonizador regional.

25 A nivel provincial, la política de tierras recién comenzó a estabilizarse hacia fines de 1850s conla sanción de la Ley de Arrendamientos Rurales (1857) y las ventas, que permitieron revisary ordenar la situación de los tenedores sin títulos de tierras públicas. Esto, a su vez, amplióla ocupación productiva en la provincia articulada al ciclo del lanar durante la segunda mitaddel siglo XIX. Otra normativa importante fue la ley del 21 de octubre de 1857, que otorgóel acceso legal de las suertes del Azul en caso que se cumplieran las condiciones del decretode 1829, iniciando un proceso de reclamos y escrituraciones que continuó mayormente en lasdécadas siguientes38.

6. Sin lugar para los indios: la consolidación del avanceestatal

26 A partir de 1870 los conflictos entre las provincias y el gobierno nacional tuvieron su puntode inflexión y durante la década siguiente se consolidó un poder central hegemonizado por elliberalismo porteño. La reunificación del país y el fin de la guerra del Paraguay posibilitaronreconcentrar las fuerzas militares en el frente interno, donde la eliminación de las “fronterasinternas” y el control efectivo del territorio –que ya habían sido dispuestos por la ley 215de 1867- pasaron a ser cuestiones centrales para el emergente Estado argentino39. El modeloeconómico agro-exportador, basado en la expansión agropecuaria de la pampa y su inserciónen la economía mundial, exigía la mercantilización de los factores de producción, entre ellos latierra, que era demandada por el sector privado. Este proceso requirió un cambio radical en lapolítica hacia los indígenas, cuyas modalidades de posesión comunal –no sujeta a los cánonescartesianos ni a términos de propiedad privada individual- resultaban incompatibles con elfuncionamiento de un mercado de tierras40. La expulsión de la población indígena que entoncespoblaba la pampa húmeda fue el primer objetivo de las campañas militares desarrolladas apartir de 1876, concretando el avance de la línea fortificada de frontera.

27 Para entonces, las tribus “amigas”, cuya población estimada era de unas 5.000 personas41,ocupaban buena parte de los campos entre los arroyos Azul y Tapalqué, sobre el cual sehallaba en pleno crecimiento en incipiente pueblo de Olavarría42. En la zona de estudio, ladeterminación del gobierno nacional de expulsar a los indígenas reconocía, además, otrosargumentos particulares:

“hace quince años que la tribu amiga de Catriel conserva su campamento generalen las inmediaciones del pueblo de Azul y, no distante de Tapalqué, dando estolugar a que la tierra pública adyacente no tenga el valor que debiera tener, porquelos pobladores repugnan la ocupación a título oneroso, de tierras con la vecindadque es una amenaza constante… y un inconveniente para la posesión tranquilaque apetecen. Además, muchas de las suertes llamadas del Azul se encuentrandetentadas por los indios, habiendo sido inútiles hasta hoy todas las tentativas paraobtener su desalojo”43.

28 En este contexto, el Jefe de la Frontera Sud, Cnel. Nicolás Levalle, forzó la firma de untratado con el cacique Juan Jose Catriel44 por el cual se estipulaba el alistamiento de su grupocomo Guardia Nacional movilizada y su traslado hacia otras tierras. Firmado en septiembrede 187545, el tratado establecía la militarización de la tribu, es decir, que tanto ésta comosu cacique quedaban sujetos a las leyes militares y a las órdenes de los jefes que les fuerandestinados. Respecto del traslado, el gobierno se comprometió a poner a disposición de Catrielagrimensores para medir los campos adónde debían situarse46, proveerles instrumentos delabranza, semillas, así como todos los elementos necesarios para la construcción de sus nuevosalojamientos y a reconocer la propiedad de esos terrenos –a nombre del cacique general, delos jefes de familia u otros caciques- otorgando las escrituras correspondientes47.

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29 Los términos de este acuerdo no eran aceptables para buena parte de la tribu, en especial paralos caciques segundos y capitanejos, como fue manifestado al propio ministro Alsina duranteun parlamento realizado en Azul, donde éstos expusieron los múltiples inconvenientes quepresentaban las nuevas tierras48. Según testimonios contemporáneos, a los reclamos anterioresse sumó la premura del pretendido traslado, que iba a imposibilitar levantar las cosechas.49

Finalmente, los indígenas optaron por sublevarse y resistir por la fuerza el avance estatal,produciéndose el éxodo del grueso del grupo catrielero hacia la pampa seca en diciembre de1875. Inmediatamente, el gobierno dispuso asignar una fracción de dos leguas cuadradas deaquellas que habían pertenecido a los “indios amigos”, irrigada por el arroyo Nievas, comopotrero para las caballadas del Estado, y comenzó el deslinde y mensura de las tierras restantespara ser adjudicadas a distintos individuos.

30 No obstante los sucesos referidos, debe remarcarse la persistencia de población indígena queno se sumó al éxodo catrielero y estaba integrada por parcialidades que mantenían su propiarelación política con el gobierno -como la liderada por el cacique Chipitruz-, por las familiasasentadas en Villa Fidelidad -caso de los Maicá-, así como por grupos que tenían diversosvínculos laborales o comerciales la sociedad criolla, entre otras situaciones. El testimonio delCnel. Álvaro Barros resalta la importancia de aquéllas, en lo referido a los emprendimientosagrícolas pioneros que se llevaron a cabo en Olavarría, así como en la defensa del pobladodurante sus primeros años50.

7. Un nuevo modelo de colonización: “blanco”, “europeo” y“agricultor”

31 Años más tarde del gran éxodo de las tribus catrieleras del actual territorio de Tapalqué,Olavarría y Azul, el Estado implementó una estrategia para incorporar las tierras conquistadas–tanto al territorio nacional como al sistema agroexportador- mediante el establecimientode colonos de origen europeo, en detrimento del usufructo que las poblaciones indígenaspreexistentes hacían de dicho espacio. Este nuevo modelo de colonización se concretó a partirde la fundación de Colonia Olavarría, conformada por inmigrantes de origen ruso-alemán quese dedicaron al cultivo agrícola51.

32 En 1877 el Poder Ejecutivo Nacional autorizó que se dispongan los fondos necesarios,ajustándose a los términos de la Ley 817 de Inmigración y Colonización, para situar “unconciderable número de inmigrantes rusos, de origen alemán, [que estaban]... por llegar alpaís” en un territorio de 16 leguas cuadradas del actual partido de Olavarría. Días más tarde,la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires sancionó definitivamente el proyectosobre la fundación de la “Colonia Ruso-Alemana Olavarría”, quedando así formalizadasu instalación con el aporte conjunto de los gobiernos nacional y provincial. El gobiernobonaerense, además de otorgar las 16 l2, medidas y amojonadas para el pueblo de Olavarríacomo lo había sugerido la Nación, sumó también las tierras públicas que poseía en el arroyoNievas y que habían sido destinadas para las caballadas del Estado.

33 El gobierno nacional dispuso la infraestructura de servicios y alojamiento previstos por laLey 817 para los colonos y, junto al gobierno provincial, aportó fondos para la instalación ymanutención por un año de las primeras 200 familias que se instalaran en la colonia, quedandoéstas a su vez exceptuadas de la contribución directa por diez años. La gestión de dichosfondos, así como su fiscalización, quedó a cargo de una comisión de hombres influyentesnombrada para tal fin52 y debía “recibir, alojar, colocar y trasladar a los inmigrantes deun punto a otro de los sometidos a su jurisdicción” según la Ley Marco de Inmigracióny Colonización53. De esta forma, la instalación de Colonia Olavarría implicó, con distintosgrados de participación, la acción conjunta del Estado Nacional y del gobierno de la provinciade Buenos Aires, convirtiéndose así en una de las primeras experiencias provinciales de co-gestión en materia de inmigración y colonización.

34 A partir de 1878, Colonia Olavarría comenzó a ser poblada, en su mayoría, por inmigrantes deorigen ruso-alemán, estableciéndose tres aldeas con una población inicial de 230 personas54. Lagestión y ejecución de los fondos quedó a cargo de la Comisión Colonizadora por medio de unaAdministración compuesta por un Intendente, un ayudante y ocho peones. Esta Administración

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tenía el contacto directo y cotidiano con los colonos, repartía los recursos y debía elevarinformes y estadísticas periódicas de los avances realizados a la Comisión Colonizadora; por suparte, ésta informaba al gobierno nacional y, sobre todo, al provincial, de los logros alcanzadosy de las adversidades acontecidas. La Administración otorgó a cada familia los materialesbásicos para confeccionar un rancho, animales de labor, de granja, útiles de labranza, semillasde trigo, maíz, papas y hortalizas, entre otros elementos.

Figura 4. Comparación entre el territorio ocupado por las tolderías, las suertes delAzul y el reticulado de las chacras. Elaboración propia en base al “Plano del Partidode Azul” del Sgto. Juan Cornell (1859) y "Plano del Egido de Olavarría (1899)"

35 La tierra mesurada para los colonos fue fragmentada en una unidad productiva denominada"chacra", cuya superficie total era de 47,24 has (606,2 m. por 779,4 m.), habiéndose entregadodos por familia55. El deslinde en chacras dedicadas exclusivamente al cultivo permitió, porun lado, aumentar la densidad de población que pudo vivir por hectárea, a la vez quetransformó el territorio en un paisaje agrícola. Cada rincón de aquéllas fue intervenido, arado,cultivado, transitado. El espacio otrora habitado por los grupos indígenas -que habían sido re-asentados en la zona durante el gobierno de Rosas- poco a poco, dejó de definirse sobre laenumeración de accidentes geográficos naturales, para ser demarcado por el Estado a partir deuna retícula preestablecida de unidades cartesianas; y por los colonos ruso-alemanes, en basea sus patrones tradicionales de ordenamiento aldeano y de cultivo comunitario. Esto supusouna intensificación del uso del espacio que fue creciendo hacia fines del siglo XIX y contrajoel aumento del conflicto entre los diferentes actores involucrados (criollos, inmigrantes, tribus“amigas”, etc.) por porciones de tierra más pequeñas que aquellas destinadas a la ganaderíaextensiva criolla e indígena.

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Figura 5. Comparación entre el territorio ocupado por las suertes del Azul -nros. 257 y 227-y las chacras, en base al “Plano de las Suertes en los terrenos de Nievas” de Moreno, Khury Encima (1878) y el “Plano del Egido de Olavarría” (1899). Tomado de Duguine (2011).

36 La frase de Juan B. Alberdi, “poblar es gobernar”, denota la preocupación del Estado porel establecimiento permanente de inmigrantes extranjeros. Este modelo de colonización, quese construyó en torno a la antinomia conocida como “civilización o barbarie”, marcó pautasde disciplinamiento que fueron impuestas a dichos inmigrantes con el objetivo de construircolonos aptos para poblar el territorio56. Tras la conquista estatal de las tierras indígenas sedispuso una forma de habitar, vivir y producir: la obligación hacia los colonos de cultivarlas yde no hacer usufructo de ellas para el ganado, la normatización de cómo debían ser los nuevostrazados urbanos, la sanción negativa hacia formas de organización del trabajo y producciónde tipo comunal, etc. Se erigió así un nuevo orden que impuso determinados valores, modosde producir y hasta de utilizar el tiempo y de pensar. Aquellos grupos sociales que dentrodel emergente territorio argentino no se sujetaban a los métodos o formas de colonizaciónestablecidos por el Estado eran considerados haraganes, incapaces o delincuentes.

37 La estrategia del Estado para lograr la integración de los colonos ruso-alemanes fueplanificada desde el territorio, en el cual se reservaron también chacras para inmigrantesde otras nacionalidades, buscando su homogeneización social y cultural. Sin embargo, lacapacidad de los primeros para mantener sus costumbres y tradiciones permitió que éstasperdurasen conservando la identidad del grupo y resistiendo, en cierta forma, esa corrientepretendidamente “civilizadora”. Un ejemplo de ello es la oposición de los colonos ruso-alemanes a establecerse dispersos en el espacio, y a agruparse en aldeas con trazados urbanosque no se ajustaron a la ley de Ley 817 de Inmigración y Colonización57.

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38 La gestión conjunta del gobierno nacional y provincial tuvo sus aciertos y desaciertos, peroen pocos años el progreso de Colonia Olavarría superó las expectativas. En líneas generales,el plan de establecer una población inmigrante estable y enraizada en un territorio, para luegoatraer a más compatriotas, funcionó. La propiedad de la tierra otorgada mayormente a núcleosfamiliares generó estabilidad poblacional, que se reprodujo y expandió a la par de las fronterasdel Estado, extendiéndose en el territorio nuevas aldeas hijas de estas primeras58.

8. Conclusiones39 El objetivo de este trabajo fue avanzar en la comprensión de los distintos modelos de

colonización estatal (provincial y nacional) a partir de su implementación en un área de lafrontera sur bonaerense durante el siglo XIX, poniendo énfasis en los resultados que tuvo supuesta en práctica en función de los contextos, las coyunturas locales y la interacción social,intentando contemplar las políticas oficiales hacia diferentes sectores y su accionar de formaconjunta.

40 En primer lugar, quisiéramos destacar que el enfoque microregional en la medianaduración permite aprehender las formas de producción agro-ganadera, observando su gradode asimilación a los distintos modelos de colonización estatal que prevalecieron o sesuperpusieron a lo largo de la centuria: 1) la suerte de estancia destinada básicamente a laganadería; 2) la agricultura y ganadería extensiva indígena de especies introducidas y 3) lachacra para la producción agrícola. Estos “modelos”, que no fueron ni puros ni sucesivos,respondieron a los intereses de los sectores gobernantes coetáneos pero, a su vez, su puesta enpráctica estuvo condicionada por las necesidades, motivaciones, tradiciones culturales, etc.,de los diferentes sectores de la sociedad rural. En cierta forma, el caso analizado refleja unadinámica de tensión entre el Estado y la praxis social, que tuvo como escenario una zona defrontera y estuvo enraizada en complejas relaciones sociales, inter e intra-étnicas. Un ejemplode ello es el mantenimiento de espacios de “resguardo” y protección de las pautas culturales eidiosincráticas de tradiciones ancestrales: las tolderías en el caso de las poblaciones indígenas ylas aldeas en el de los inmigrantes ruso-alemanes. Así también, debe recalcarse la persistenciade pautas de trabajo comunitario, como las prácticas agrícolas que llevaron a cabo estosúltimos, pese a estar expresamente prohibidas por la normativa correspondiente.

41 En segundo término, a diferencia de la historiografía tradicional, que proponía un corrimientoprogresivo de las sociedades indígenas en la frontera sur conforme el avance territorial oficial,y una marcada conflictividad y expansión militar unilateral desde 1852 en adelante, en lazona de estudio se observa la persistencia de la población indígena con arraigo territorialdesde principios de siglo. E incluso luego de los conflictivos sucesos de 1875/1876, cuandose produjo el éxodo de gran parte de las tribus que hasta ese momento habitaban con ungrado relativamente alto de autonomía y se incorporaron al nuevo entramado social comodependientes, trabajadores temporarios urbanos y rurales, etc. Inexorablemente, los nuevospobladores del último cuarto del siglo no fueron tan “nuevos”, tan “blancos” ni tan “europeos”y tampoco se incorporaron a un “desierto” vacío de población y tradiciones, sino que tuvieronque articularse con la sociedad rural local, diversa y multiétnica.

42 En tercer lugar, los grupos indígenas con territorialidad in situ coexistieron de formarelativamente pacífica –pese a los interregnos destacados- con los pequeños-medianos ylos grandes propietarios desde inicios de siglo, quienes estuvieron, además, amparados porpolíticas oficiales. Esto originó una dinámica trama de relaciones interétnicas e inter-tribalesasí como distintas estrategias para maximizar su reproducción social en función de lascambiantes coyunturas. Desde 1852, el nuevo ordenamiento institucional post-rosista debiócontemplar la existencia de determinados territorios, tanto rurales como en áreas urbanas,que estaban ocupados casi exclusivamente por población nativa. La entrega de tierras “enpropiedad” avalada por los principales caciques fue condición sine qua non para la firma de losnuevos acuerdos interétnicos, por más que finalmente no se concretó el otorgamiento de lostítulos formales de propiedad y su reclamo territorial y de otros bienes patrimoniales continúahoy día en manos de sus descendientes59.

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43 En fin, “la tierra prometida”, espacio de interacción de indios, criollos e inmigrantes,cuya coexistencia y mestizaje hemos intentado mostrar en este trabajo, así como losdistintos vaivenes y la complejidad que implicó la expansión territorial estatal y las políticasimplementadas por los gobiernos de turno en la frontera sur de Buenos Aires. Los quetuvieron que negociar y considerar de forma regular los intereses y necesidades de estossectores para poder consolidar la potestad del Estado, el rédito económico de ese territorioy alcanzar sus propios objetivos políticos. Es de destacar finalmente la cooperación entre elgobierno provincial y el nacional en la política de colonización agraria finisecular, poniendode manifiesto la relevancia del peso político y material de consuno frente a la realidad socio-étnica vernácula.

9. Agradecimientos

A Sara Ortelli, por invitarnos a participar del dossier. Sol Lanteri agradece el apoyo delPICT-2010-0562 a Jóvenes Investigadores, FONCyT, ANPCyT. Victoria Pedrotta y LauraDuguine agradecen el apoyo institucional de la Fundación Félix de Azara y la UniversidadMaimónides, a través del Departamento de Ciencias Naturales y Antropológicas del InstitutoSuperior de Investigaciones, así como el subsidio de la ANPCyT (PICT 1563/07).

Notas

1 Por ejemplo, Andrés Allende, “Reiniciación de la guerra con el indio en la frontera sud de la provinciade Buenos Aires en 1852”, I Congreso de Historia de los Pueblos de la Provincia de Buenos Aires, (tomoII), 1953, p. 103-125 ; Juan Carlos Walther, La conquista del desierto, Buenos Aires : Círculo Militar,1964, 630 p., ISBN : 950-07-0200-2 ; Comando General del Ejército, Política seguida con el aborigen,Buenos Aires : Círculo Militar, 1974, 5 tomos.2 Entre muchos otros : Pedro Navarro Floria, “Continuidad y fin del trato pacífico con los indígenasde la Pampa y la Patagonia en el discurso político estatal argentino (1853-1879)”, Anuario IEHS, 2004,no 19, p. 517-537 ; Victoria Pedrotta, Las sociedades indígenas del centro de la provincia de BuenosAires entre los siglos XVI y XIX, Tesis doctoral, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, UNLP, 2005 ;Carla Lois, “Técnica, política y `deseo territorial´ en la cartografía oficial de la argentina (1852-1941)”,Scripta Nova, 2006, (vol. X), no 218 (52) ; Raúl Mandrini (ed.), Vivir entre dos mundos. Las fronterasdel sur de la Argentina. Siglos XVIII y XIX, Buenos Aires : Taurus, 2006, 385 p., ISBN : 9870404480 ;Silvia Ratto, “Ni unitarios ni rosistas. Estrategias políticas interétnicas en Buenos Aires (1852-1857)”,Estudos de História, 2006, (vol. 13), no 2, p.  67-101  ; Ingrid de Jong, “Acuerdos y desacuerdos  :política estatal e indígena en la frontera bonaerense (1856-1866)”, In Raúl Mandrini, Antonio EscobarOhmstede y Sara Ortelli (eds.), Sociedades en movimiento. Los pueblos indígenas de América Latinaen el siglo XIX, Anuario del IEHS, Suplemento 1, Tandil  : IEHS-UNCPBA, 2007, p.  47-62  ; RaúlMandrini, Antonio Escobar Ohmstede y Sara Ortelli (eds.), Sociedades en movimiento. Los pueblosindígenas de América Latina en el siglo XIX, Anuario del IEHS, Suplemento 1, Tandil : IEHS-UNCPBA,2007, 302 p., ISBN : 0326-9671 ; Martha Bechis, Piezas de etnohistoria del sur sudamericano, Madrid :CSIC, 2008, 440  p., ISBN  : 9788400087395  ; Julio Djenderedjian, La agricultura pampeana en laprimera mitad del siglo XIX, Historia del capitalismo agrario pampeano, Buenos Aires : Siglo XXI,2008, Tomo 4, 399 p., ISBN : 978-987-629-032-6 ; Carolina Belloni, La política indígena del Estadode Buenos Aires en la frontera sur. Azul y Tapalqué entre 1852 y 1862, Tesis de licenciatura, Facultadde Filosofía y Letras-UBA, Buenos Aires, 2010 ; Julio Djenderedjian, S. Bearzotti y Juan L. Martirén,Expansión agrícola y colonización en la segunda mitad del siglo XIX, Historia del capitalismo AgrarioPampeano, Buenos Aires : Teseo-UB, 2010, Tomo 6, (vols. 1 y 2), 1.112 p., ISBN : 978-987-1354-64-1 y978-987-1354-68-9 ; Valeria D´Agostino, “Acerca de la política de tierras bonaerense y la conformaciónde las instituciones topográficas : una mirada conjunta”, Jornadas Bicentenario. Perspectivas, Debatesy Desafíos para las Ciencias Sociales, Tandil, 2010  ; Laura Duguine, Transformación del espacio-territorio con la instalación de aldeas agrícolas de inmigrantes alemanes del Volga (Olavarría,Argentina), Tesis de maestría, Escuela Técnica Superior de Arquitectura-Universidad del País Vasco,Vitoria, 2011 ; Juan C. Garavaglia y Pierre Gautrau (eds.), Mensurar la tierra, controlar el territorio.América Latina, siglos XVIII-XIX. Rosario  : Prohistoria, 2011, 328  p., ISBN  : 978-987-1304-77-6  ;Mónica Quijada (ed.), De los cacicazgos a la ciudadanía. Sistemas políticos en la frontera, Río de laPlata, siglos XVIII-XIX, Berlín : IAIPK, 2011, 388 p., ISBN : 978-3-7861-2651-5. Esta revisión no serestringe a la campaña bonaerense, en pampa seca y patagonia encontramos los trabajos de MarceloGavirati, “La vida de un colono galés en la última frontera. John Daniel Evans”, In Raúl Mandrini (ed.),Vivir entre dos mundos. Las fronteras del sur de la Argentina. Siglos XVIII y XIX, Buenos Aires : Taurus,2006, p. 319-353 ; Julio Vezub, Valentín Saygüeque y la "Gobernación Indígena de las Manzanas".Poder y etnicidad en la Patagonia septentrional (1860-1881), Buenos Aires : Prometeo, 2009, 356 p.,

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ISBN  : 9875743348  ; Walter Del Río, Memorias de expropiación. Sometimiento e incorporaciónindígena en la Patagonia 1872-1943, Bernal : UNQ, 2010, 312 p., ISBN : 978-987-558-049-7 ; ClaudiaSalomón Tarquini, Largas noches en La Pampa. Itinerarios y resistencias de la población indígena(1878-1976), Buenos Aires : Prometeo, 2010, 196 p., ISBN : 9789875743755 entre otros.3 Por una cuestión de espacio no se desarrollan exhaustivamente estas investigaciones, cuyos resultadoscentrales pueden consultarse para Arroyo Nieves en Victoria Pedrotta, “Arqueología histórica en elArroyo Nieves (Pdo. de Olavarría)  : resultados preliminares de los primeros trabajos de campo”,Intersecciones en Antropología, 2002, nº 3, p. 125-129, ISSN 1666-2105, Las sociedades indígenas…y “Arqueología de la frontera pampeana  : asentamientos indígenas en el arroyo Nievas (siglo XIX,Argentina)”, Revista de Arqueología Americana, 2011, N°  28, p.  107-129, ISBN 0188-3631. ParaColonia Hinojo véase Laura Duguine, “Primeras aproximaciones de un estudio arqueológico realizadoen las colonias de inmigrantes "Alemanes del Volga" en el partido de Olavarría, provincia de BuenosAires”. In M. Berón, L. Luna, M. Bonomo, C. Montalvo, C. Aranda y M. Carrera Aizpitarte (eds.),Mamül Mapu  : pasado presente desde la arqueología pampeana, Ayacucho-Pcia. de Buenos Aires,Editorial Libros del Espinillo, 2010, Tomo II, p. 431-440, ISBN : 978-987-25159-4-2, “Transformacióndel espacio-territorio con la instalación de aldeasagrícolas de inmigrantes alemanes del volga. Primeracercamiento a la identificación de elementos patrimoniales urbano-arquitectónicos y arqueológicos”,Tesis de Maestria, Universidad del País Vasco, 2011 y “Tras las pistas de los primeros asentamientosde inmigrantes alemanes del volga en el partido de Olavarría  : de los documentos al campo”, CD-ROM Laboratorio de Entrenamiento Multidisciplinario para la Investigación Tecnológica, Comisión deInvestigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires, La Plata, 2011, ISBN 978-987-26159-1-8.4 Ver José M. Araya y Eduardo A. Ferrer, El comercio indígena. Los caminos al Chapaleofú, Tandil :Municipalidad de Tandil-UNCPBA, 1988, 78 p.  ; Raúl Mandrini, “¿Sólo de caza y robos vivían losindios ? Los cacicatos pampeanos del siglo XIX”, Siglo XIX, 1994, no 15, p. 5-24 ; Miguel A. Palermo,“La compleja interacción hispano-indígena en el sur argentino y chileno durante el Período Colonial”,América Indígena, 1991, no 1, p. 153-192 ; Eduardo A. Ferrer y Victoria Pedrotta, Los corrales de piedra,Tandil : Crecer Ediciones, 2006, 206 p. ; entre otros.5 Las fuentes etnográficas para el tratamiento de esta cuestión –ciertamente compleja y poco abordada-son limitadas. Para el caso de estudio, la pertinaz resistencia de las tribus “amigas” a la mensura delterritorio que habitaban –empresa que recién pudo concretarse en 1876, una vez producido su trasladomayoritario hacia otra zona- expresa un rechazo a la delimitación y segmentación de la tierra bajo cánonesque les eran culturalmente ajenos y que chocaban con los propios mecanismos de significación y usode ésta. El ingeniero francés Ebelot ilustra cabalmente este aspecto “los indios sienten un tradicionaly sagrado horror por todo lo que significa mensura de tierras. Para ellos el agrimensor es objeto deun odio supersticioso que involucra a sus ayudantes, sus instrumentos y sus diabólicas operaciones”(Alfred Ebelot “Una invasión de Catriel”, Azul, [1876] 1930, no 3, p. 171-206). Desde el derecho, esinteresante la argumentación de Jorge H. Alterini, Pablo M. Coma y Gabriela A. Vázquez, PropiedadIndígena, Buenos Aires : Universidad Católica Argentina, 2005, 208 p., ISBN : 987-1190-30-1.6 Raúl Mandrini, “Indios y fronteras en el área pampeana (siglos XVI-XIX). Balance y Perspectivas”,Anuario del IEHS, 1992, no VII, p.  59-73  ; Miguel A. Palermo, “La compleja interacción hispano-indígena...”.7 Por ejemplo, durante la expedición que encabezó el Cdte. Manuel Pinazo en 1770 se identificaronlos territorios de los caciques pampas Lepin, en la Sierra del Cairú, a cinco leguas de la laguna BlancaGrande, Lincon o Linconahuel y Alcaluan, estos dos últimos al sur de dicha laguna y suroeste de laSierra del Cairú, sobre el camino viejo a Salinas Grandes (Juan Hernández, “Diario que el capitán D. J.A. Hernández ha hecho en la expedición contra los indios teguelches …” [1770], In Pedro De Angelis,Colección de obras y documentos relativos a la historia antigua y moderna de las provincias del Río dela Plata, Buenos Aires : Plus Ultra, 1969, To IV, p. 107-145.8 Juan Hernández, “Diario que el capitán D. J. A. Hernández ha hecho …” [1770] ; Pedro P. Pavón,“Diario del P. Pedro Pablo Pavón... de 1772”, In Pedro De Angelis, Colección de obras y documentosrelativos a la historia antigua y moderna de las provincias del Río de la Plata, Buenos Aires  : PlusUltra, 1969, To IV, p. 145-163 ; Pedro A. García, “Diario de un viaje a Salinas Grandes” [1810], In PedroDe Angelis, Colección de obras y documentos… , To IV, p. 259-391 ; Pedro A. García, “Diario de laexpedición de 1822 a los campos del sur de Buenos Aires…”[1823], In Pedro De Angelis, Colección deobras y documentos… To IV, p. 401-671.9 Sobre la coyuntura de conflicto interétnico y las negociaciones que lo precedieron ver Eduardo A.Crivelli, “Malones : ¿saqueo o estrategia ? El objetivo de las invasiones de 1780 y 1783 a la frontera deBuenos Aires”, Todo es Historia, 1991, no 283, p. 6-31 ; Abelardo Levaggi, Paz en la Frontera, BuenosAires : UMSA, 2000, p. 127-135, ISBN : 981-9451-01-5.10 Juan Cornell, “De los hechos de armas con los indios” [1864], In Fuentes para el estudio de la historiade la provincia de Buenos Aires, Tandil : IEHS-UNCPBA, 1995, (vol. 1), p. 32.

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11 Tulio Halperín Donghi, “La expansión ganadera en la campaña de Buenos Aires (1810-1852)”,Desarrollo Económico, 1963, no 3, p. 57-110.12 Pedro A. García, “Diario de la expedición de 1822…”, p. 504.13 Juan Cornell, “De los hechos de armas…”, p. 40.14 José Arena, Julio Cortés y Alberto Valverde, Ensayo histórico del Partido de Olavarría, Olavarría :Municipalidad de Olavarría, 1967, 365 p.15 Correspondencia entre Pedro Burgos y J. M. de Rosas, transcripta en Sol Lanteri, “Pobladores ydonatarios en una zona de la frontera sur bonaerense durante el rosismo. El arroyo Azul durante la primeramitad del siglo XIX”, Quinto Sol, 2002, no 6, p. 11-42.16 Silvia Ratto, “Indios amigos e indios aliados. Orígenes del `negocio pacífico´ en la provincia deBuenos Aires (1829-1832)”, Cuadernos del Instituto Ravignani, 1994, no 5, 34 p., ISBN : 982.1200498.17 Tulio Halperín Donghi, Guerra y finanzas en los orígenes del Estado Argentino (1791-1850), BuenosAires : Prometeo Libros, 2005 [1 ª edición 1982], 264 p., ISBN : 9875740160.18 María E. Infesta, La pampa criolla. Usufructo y apropiación privada de tierras públicas en BuenosAires, 1820-1850, La Plata : AHPBA, 2005, 340 p., ISBN : 950-670-031-1.19 Juan C. Garavaglia, “La propiedad de la tierra en la región pampeana bonaerense : algunos aspectosde su evolución histórica (1730-1863)”, In Raúl Fradkin y Juan C. Garavaglia (eds.), En busca de untiempo perdido. La economía de Buenos Aires en el país de la abundancia, 1750-186, Buenos Aires :Prometeo, 2004, p. 65-106, ISBN : 950921793X20 María E. Infesta, “Propiedad rural en la frontera. Azul, 1839”, In Enrique BARBA. In Memoriam, LaPlata : Banco Municipal de La Plata, 1994, p. 269-286.21 Sol Lanteri, “Expansión estatal, sociedad rural y derechos de propiedad territorial en la frontera surde Buenos Aires (segunda mitad del siglo XIX)”, 2012, Ms.22 Sol Lanteri, Un vecindario federal. La construcción del orden rosista en la frontera sur deBuenos Aires (Azul y Tapalqué), Córdoba  : CEH “Prof. Carlos S. A. Segreti”, 2011, 351 p., ISBN :978-987-26481-4-5.23 Sol Lanteri, Un vecindario federal…24 Utilizamos este concepto como una auto-adscripción proveniente de los documentos escritos de laépoca, sin ninguna valoración ideológica negativa o peyorativa sobre la conformación social indígena.25 Silvia Ratto, “Una experiencia fronteriza exitosa : el “negocio pacífico” de indios en la provincia deBuenos Aires (1829-1852)”, Revista de Indias, 2003, no LXIII, p. 191-222.26 Juan Cornell, “De los hechos de armas con los indios…”, p. 44 y Silvia Ratto, “El negocio pacíficode los indios : la frontera bonaerense durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas (1829-1852)”, SigloXIX, 1994, no 15, p. 25-47.27 La población indígena de Tapalqué fue una de las más densas de la provincia (Silvia Ratto, “Unaexperiencia fronteriza exitosa…”, p. 210). En las décadas de 1830-1840 se estimaba entre 2.000 y 3.000individuos, mientras que el censo provincial de 1854 indica que allí habitaban “6.000 indios” frente a515 habitantes criollos (Primer Censo de la República Argentina, 1872, p. 18).28 Beatriz Goldwasser y Carlos Cansanello, In Juan Cornell, “De los hechos de armas con los indios…”,pp. 18 (énfasis nuestro).29 Silvia Ratto, “El negocio pacífico de los indios…”, p. 5.30 Correspondencia entre el Comandante de Tapalqué Bernardo Echeverría y J. M. de Rosas, citada enSilvia Ratto, “El negocio pacífico de los indios…”, p. 43.31 Silvia Ratto, “Una experiencia fronteriza exitosa…” ; Sol Lanteri y Victoria Pedrotta, “Mirando de ados : espacio y territorio en la frontera sur bonaerense durante el siglo XIX, un enfoque interdisciplinario,II Encuentro de Investigadores. Fuentes y Problemas de la Investigación Histórica Regional. SantaRosa  : UNLPam, 2007  ; Sol Lanteri y Victoria Pedrotta, “Mojones de piedra y sangre en la pampabonaerense. Estado, sociedad y territorio en la frontera sur durante la segunda mitad del siglo XIX”, enprensa en Estudios Trasandinos, 2009, (vol. 15), no 1, p. 101-129 ; Sol Lanteri, Silvia Ratto, Ingrid deJong y Victoria Pedrotta, “Territorialidad indígena y políticas oficiales de colonización. Los casos deAzul y Tapalqué en la frontera sur bonaerense (siglo XIX)”, AntíTESES, 2011, (vol. 4), no8, p. 729-752.32 Al respecto, ver el referido análisis sobre la cartografía oficial argentina de Carla Lois, “Técnica,política y `deseo territorial´…”.33 Sol Lanteri, Un vecindario federal…34 Sol Lanteri y Victoria Pedrotta, “Mojones de piedra y sangre …”35 Abelardo Levaggi, Paz en la Frontera…, p. 298.

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36 Bartolomé Ronco, “Villa Fidelidad”, Revista Azul, 1930, (vol. 1), no 3, p.  153-154  ; Sol Lanteriy Victoria Pedrotta, “Mirando de a dos…”  ; Sol Lanteri y Victoria Pedrotta, “Mojones de piedra ysangre …” ; Sol Lanteri, Silvia Ratto, Ingrid de Jong y Victoria Pedrotta, “Territorialidad indígena ypolíticas oficiales…” ; Ingrid De Jong, Sol Lanteri, Victoria Pedrotta y Silvia Ratto, “Políticas oficialesy territorialidad indígena en la frontera sur bonaerense durante el siglo XIX. El caso de Villa Fidelidad(1856-2009)”, Jornadas de Estudios Indígenas y Coloniales, Jujuy : CEIC-UNJU, 2009, 25 p., ISBN :978-987-25459-0-1.37 José Arena, Julio Cortés y Alberto Valverde, Ensayo histórico… ; Sol Lanteri y Victoria Pedrotta,“Mojones de piedra y sangre…”.38 María E. Infesta, La pampa criolla… ; Marta Valencia, Tierras públicas, tierras privadas. BuenosAires, 1852-1876, La Plata : UNLP, 2005, 350 p., ISBN : 950-34-0321-9 ; Sol Lanteri, Un vecindariofederal… ; Sol Lanteri, “Expansión estatal, sociedad rural…”.39 Martha Bechis, “Instrumentos metodológicos para el estudio de las relaciones interétnicas en elperíodo formativo de consolidación de estados nacionales”, In Cecilia Hidalgo y Liliana Tamagno(comps.), Etnicidad e identidad, Buenos Aires : CEAL, 1992, p. 82-108.40 Pedro Navarro Floria, “Continuidad y fin del trato pacífico…”.41 Alfred Ebelot, “Una invasión de Catriel…” ; Henry Armaignac, Viajes por las pampas argentinas,Buenos Aires : EUDEBA, [1883] 1974, 220 p.42 Álvaro Barros, Fronteras y territorios federales de las pampas del sur, Buenos Aires  : Hachette,[1872] 1975, 319 p.43 Informe del Ministro de Guerra Adolfo Alsina al Gobernador de la Provincia de Buenos Aires CarlosCasares del 30-09-1875, transcripto en Alberto Sarramone, Catriel y los pampas de Buenos Aires, Azul :Biblos, 1993, p. 278, ISBN : 987-99179-1-X.44 Quien sucedió a su hermano Cipriano, asesinado a raíz de su participación en la fallida revoluciónmitrista de 1874.45 Llamativamente, lo firmó el militar Nasario Iranzo “con autorización del cacique” (Abelardo Levaggi,Paz en la frontera…, p. 497).46 A tal fin fue comisionado Ebelot, quien relata la enorme confusión sobre la localización del nuevoasentamiento donde, sin embargo, el gobierno le había encomendado deslindar una legua cuadrada parael cacique, 170 has. para jefes secundarios y 35 has. a cada indio sin jerarquía (Alfred Ebelot, “Unainvasión de Catriel…”, p. 182-187).47 Abelardo Levaggi, Paz en la frontera…, p. 498.48 Adolfo Alsina, La nueva línea de fronteras [1877], Buenos Aires : EUDEBA 1977, p. 54 ; AlfredEbelot, “Una invasión de Catriel…”.49 Nota firmada por Juan Montenegro y publicada en el diario El Imparcial de Azul el 10-04-1908, citadaen Alberto Sarramone, Catriel y los pampas…, p. 282. Una versión similar en Meinrado Hux, CaciquesPuelches, Pampas y Serranos, Buenos Aires : Marymar, 1993, p. 112, ISBN : 950-503-222-6.50 Álvaro Barros, Fronteras y territorios federales…, p. 194-197.51 Laura Duguine, Transformación del espacio-territorio…52 Los colonos debían devolver estos fondos mediante el pago de cinco anualidades que empezaban acontarse al final del tercer año. Integraban la primera comisión : Eduardo Olivera, Juan Dillón (padre),Manuel Anasagasti, Belisario Roldán y Blas Dhers, por decreto del 12-11-1877.53 Ver también la Ley de “Fundación de Colonia ruso-alemana” del 10 de noviembre de 1877, Registrooficial de la provincia de Buenos Aires, Buenos Aires : Imprenta del Mercurio, 1877, p. 410-412.54 Actualmente las tres aldeas se conocen como Colonia Nievas, Colonia Hinojo y Colonia San Miguel ;están habitadas por los descendientes de los primeros ruso-alemanes llegados en 1878.55 Familia refería a “cada grupo compuesto por tres adultos o de cinco personas incluso niños” (art. 4ºde la ley “Fundación de Colonia ruso-alemana…”).56 Laura Duguine, “Conflictos entre los colonos alemanes del Volga y el estado-nación : la conformaciónde una nación "civilizada", Actas del XVII Congreso Nacional de Arqueología Argentina, Mendoza :INCIHUSA-FFyL-UNCU, 2010, Tomo II, p. 437-441, ISBN  : 978-987-9126-85-1  ; Laura Duguine,Transformación del espacio-territorio…57 Cristina Vitalone y Laura Duguine, “El primer asentamiento de los alemanes del Volga en Olavarría.Un sitio de la memoria”, Actas del II Congreso Bonaerense de Memoria e Historia Oral, Chascomús :AHPBA, 2008 ; Laura Duguine, “Conflictos entre los colonos…”.58 Dentro de la provincia de Buenos Aires luego se fundaron otras aldeas en los Partidos deCoronel Suárez, Puán y Adolfo Alsina, ver Cristina Vitalone, Identidades urbanas : una estrategia deidentificación cultural del espacio mercosureño, Tesis de maestría, Facultad de Ciencias Sociales yJurídicas, UNLP, La Plata, 2004.

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59 Victoria Pedrotta y Mariela Tancredi, “Simbolismo, apropiaciones y conflictos en torno a los reclamosde restitución del cráneo de Cipriano Catriel”, In Carina Jofré (ed.), El regreso de los muertos y laspromesas del oro : patrimonio arqueológico en conflicto, Córdoba : UNCa-Brujas, 2009, p. 141-168,ISBN  : 978-987-1432-61-5  ; Sol Lanteri, “Expansión estatal, sociedad rural…”. Este reclamo fueconstatado asimismo en las entrevistas orales realizadas en el marco del PICT 0562/2010 ANPCyT.

Para citar este artículo

Referencia electrónica

Victoria Pedrotta, Sol Lanteri y Laura Duguine, « En busca de la tierra prometida. Modelos decolonización estatal en la frontera sur bonaerense durante el siglo XIX », Nuevo Mundo MundosNuevos [En línea], Debates, Puesto en línea el 05 octubre 2012, consultado el 23 octubre 2012. URL :http://nuevomundo.revues.org/64168 ; DOI : 10.4000/nuevomundo.64168

Autores

Victoria PedrottaCONICET/INCUAPA-UNICEN y Fundación Félix de Azara, CEBBAD-Universidad Maimónides;[email protected] LanteriCONICET/Instituto Ravignani, UBA; [email protected] DuguineCIC/LEMIT y Fundación Félix de Azara-CEBBAD, Universidad Maimónides; [email protected]

Derechos de autor

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Resúmenes

 El objetivo del trabajo es examinar, mediante una mirada de síntesis basada en investigacioneshistóricas y arqueológicas, los distintos modelos de colonización estatal (provincial y nacional)que fueron implementados en la frontera sur bonaerense durante el siglo XIX. Se pone elénfasis en los resultados que tuvo su puesta en práctica en función de los contextos, lascoyunturas locales y la interacción social, contemplando las políticas oficiales hacia diferentessectores y su accionar de forma conjunta. La escala de análisis es micro-regional y abarcalos actuales partidos de Azul, Tapalqué y Olavarría (con epicentro en la cuenca del arroyoNievas), como objeto de la aplicación de dichos modelos por medio de los cuales el Estadobuscó expandir su territorio y consolidar su control a lo largo del siglo XIX. El marco temporalcontempla escalas de corta y mediana duración, desde los comienzos de la colonizaciónestatal en las primeras décadas de la centuria hasta la instalación de las colonias agrícolas deinmigrantes ruso-alemanes del Volga hacia el último cuarto de la misma. Se discute la tesisde expansión militar unilateral y la correspondencia directa entre los sucesivos gobiernos consectores sociales específicos, destacando el mestizaje, su superposición y complejidad. The aim of this work is to examine, throughout a synthesis of historical and archeologicalinvestigations, different models of state colonization (provincial and national) that wereimplemented in the south frontier of Buenos Aires province during the 19th century. Weemphasize on practical results depending on the contexts, local conjunctures and socialinteraction, bearing in mind official policies towards different social groups and their actions.We use a micro-regional scale of analysis, involving current Azul, Tapalqué and Olavarríapolitical jurisdictions (with epicentre in the Nievas creek), where these models -through whichthe State intended to expand its territory and consolidate its control along the 19th century-were applied. The temporal framework includes short and medium term scales, from the

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beginning of state colonization during the first decades of the century up to the settlementof russian-german inmigrants agricultural colonies in the last quarter of it. We discuss thetraditional thesis of military unilateral expansion as well as the direct correspondence betweenthe successive governments with specific social sectors, standing out their miscegenation,overlapping and complexity.

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Keywords : south frontier of Buenos Aires, 19th century, provincial and national States, colonizing models,social interactionPalabras claves :  frontera sur bonaerense, siglo XIX, Estados provincial y nacional; modeloscolonizadores; interacción social