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Frutales de recolección en la sierra de Huautla, Morelos

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Frutales de recolección en la sierra de Huautla, Morelos

Artemio Cruz León

Introducción

Tradicionalmente, los campesinos utilizan los frutos de algunas plantas silvestres como complemento alimenticio en regiones en donde la cubierta vegetal se ha conservado o ha sido poco perturbada. Los frutos de interés se obtienen por recolección y el número de es­pecies utilizadas por su fruto depende de la diversidad que presenta el tipo de vegetación. Para el caso de la SBC (Sel va Baja Caducufolia) en la sierra de Huautla, Morelos, el número de especies silvestres reportado fue de 40, en donde es posible diferenciar diversos grados en su utilización: especies que ocasionalmente se consumen en el campo como un antojo y aquéllas recolectadas sistemáticamente y que, además de constituir un consumo importante por la familia del propio recolector, también son motivo de comercio e intercambio local y regional.

La utilización de frutales silvestres es una actividad sólo parcialmente estudiada. La mayoría de los trabajos monográficos están referidos a los frutales de importancia económi­ca, incluyendo a sus poblaciones silvestres, cuya importancia es relacionada como recurso genético, y connotaciones de uso potencial y a futuro. Sin embargo, el aprovechamiento actual de frutales silvestres en la sierra de HuautIa, Morelos, es un tema relevante, ya que la recolección resulta un mecanismo que permite la obtención de complementos alimenticios a los pobladores de esta región y, para algunos de ellos, su comercialización significa ingresos económicos adicionales que complementan la economía campesina. El análisis de estos fac­tores son los objetivos del presente trabajo, en donde además se incluye la propuesta hacia un aprovechamiento potencial que busca la conservación de los recursos naturales de la re­gión, la sustentabilidad genética de las especies involucradas y la búsqueda de acciones que desaten procesos alternativos de desarrollo de los campesinos de esta región marginada.

La zona de estudio

El estado deMorelos se encuentra en la parte central de la república mexicana, limita al norte con el Distrito Federal y el Estado de México, al oriente con el estado de Puebla y al occidente yal sur con los de Guerrero y México. La sierra de HuautIa, Morelos, se localiza en el sur del estado. El presente estudio se realizó en los municipios de Tepalcingo y Tlaquiltenango, que forman par­te de la sierra, misma que en 1999 se decretó como Reserva de la Biosfera, la que abarca.un área mucho mayor. La localización de los municipios mencionados se encuentra entre los paralelos 18° 20'; 18° 31' de Latitud Norte y los meridianos 98° 51' Y 98° 53' de Longitud·Oeste.

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Fisiográficamente el área de estudio se ubica en la provincia del Eje Neovolcánico, y subprovincia del sur de Puebla, que se distingue por la diversidad y complejidad de su ma­terial geológico: rocas volcánicas antiguas, metamórficas y sedimentarias continentales. Su altitud va de 800 a l 650 msnm y se distingue por su relieve irregular con la presencia de suelos someros y afloramiento d,e rocas.

El clima dominante de la región corresponde a un .clima cálido, el más seco de los sub­húmedos, con oscilación de temperatura media anual entre 7 y 14°C; la temperatura más alta se presenta en mayo y oscila entre 26 y 27°C, por lo que la marcha anual de la tempe­ratura es tipo Ganges.

La vegetación típica corresponde a la de Selva Baja Caducifolia según la denominación de Miranda y Hemández X. (1948) o Bosque Tropical Caducifolio de acuerdo con la clasi­ficación de Rzedowski (1978), de la cual algunos autores han llegado a clasificar alrededor de 700 especies. Las características distintivas de este tipo de vegetación son el bajo porte de sus componentes arbóreos, nonnalmente de 5 a 10m y que, en ocasiones, pueden llegar a 15 m, los que pierden sus hojas pór un período entre 5 y 7 meses, el cual coincide con la ausencia de precipitación. También es distintiva por una alta presencia de bejucos, temeca­tes para los campesinos de la región. El carácter caducifolio de este tipo de selva provoca un contraste en su fisonomía, muy marcado entre los períodos de secas y de lluvias. Los troncos de los árboles son cortos, robustos y torcidos con ramificaciones cerca de la base. De acuerdo con la dominancia de ciertos grupos de especies el paisaje se distingue por sus va­riaciones. Así, entre otros, se tiene el cuajiotal, en el cual dominan los cuajiotes, especie del género Bursera, que tienen cortezas papiráceas y algunas de ellas son reciníferas, como es el caso del copal (Bursera bipinnata y B. copallifera). En la zona de estudio se de~enninó una predominancia de guayacán (Conzatia multiflora).

Los frutales silvestres

En las condiciones de fisonomía señaladas, la Selva Baja Caducifolia (SBC) tiene, en aparien­cia, un número pequeño de especies vegetales cuyos frutos son aprovechados con fines ali­menticios. Sin embargo, durante años hemos presenciado y participado de su consumo junto a campesinos que los recolectan provenientes de un número elevado de frutales silvestres. De acuerdo con Maldonado (1997), son más de 40 las especies vegetales de recolección. El consumo de ciertos frutos de la SBC incluye algunos poco comunes e inclusive con caracterís­ticas generales que los ubican como especies que pudieran ser tóxicas. Sin embargo, según el estado de maduración del fruto, la fonna de consumo y las escasas cantidades ingeridas las muestran inofensivas. Esto expresa no sólo el profundo y ancestral conocimiento que los campesinos tienen de las especies y de las fonnas de aprovechamiento, sino también la necesidad imperiosa de complementos alimenticios que antes, más que ahora, fueron fun­damentales para la sobrevivencia de las comunidades. Hoy, la persistencia de esta práctica habría que visualizarla como una actividad de recolección de diferentes frutos a lo largo del año para destinarlos también a la venta. De los ingresos de esta actividad sobreviven algunas familias cuyo nivel de pobreza y falta de oportunidades son factores comunes de estas zonas marginadas.

Entre las frutas que resultan raras para los citadinos, pero que se consumen en la región en pocas cantidades y como un antojo, se tiene al palo prieto (Erhetia tinifolía), Iinaloe (Bur­sera aloexilon), cuachalate(Amphipterigium odsiringes), entre otras (cuadro 1).

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Especies de mayor importancia recolectadas por su fnlto

Las que se incluyen en el presente trabajo son plantas de crecimiento espontáneo que se desa­rrollan en la sierra. A ella los campesinos acuden en la época de fructificación para recolectar los frutos, mismos que en función de la especie y de la forma de consumo, puede ser en cual­quier fase de su maduración. Se trata de plantas que siempre se han reproducido y dispersado sin la inte~ención del hombre, de tal manera que estamos hablando de los parientes silves­tres o en algunos casos, estados asilvestrados de algunas especies que abandonadas durante siglos se comportan como si lo fueran y han desarrollado formas propias de crecimiento que las diferencian de las domesticadas o culti vadas. Esto último, para casos como él de la pitaya, es un tema que recientemente se está poniendo en claro con trabajos específicos (Casas et al., 1997,1999; Luna, 1999; Luna et al., 2(01).

Otras plantas son reconocidas como formas silvestres de las especies, tal como se ha especificado para la ciruela de cerro (Spondia purpurea) cuyos frutos poseen sabor ácido, pueden comerse antes de su maduración y se reproduce por semilla, aspectos que contrastan con las variedades domesticadas. Éstas son cultivadas en plantaciones comerciales o en los huertos familiares y poseen caracteósticas contrastantes con las plantas que crecen de foana espontánea.

En el cuadro 1 se muestra el conjunto de especies consideradas en el presente trabajo. Se trata de 11 especies que se incluyen en siete familias botánicas, de las cuales las Anacar­diaceae, Cactaceae y Fabaceae, son familias con especies domésticas frecuentes, pero en las Asclepiadaceae resultan raras las especies con frutos comestibles silvestres. De las familias con especies comunes domesticadas y cuyos frutos se consumen como las Anacardiaceaese tiene al mango, para las Cactaceae a las tunas y para las Fabaceae a los frijoles.

Dentro de las especies que se consideran com<;> distintivas de la sierra de Huautla, Morelos, existen, entre otras: guajocote, ca.cachi, ciruela colorada, pitaya y guaje colorado; son plantas cuyos frutos son complemento alimenticio en la región y sus habitantes se sienten identificados con ellas. Hay otras nwnerosas especies frutícolas silvestres que existen en la siena y que, al igual que en la zona de Huautla, se recolectan y conswnen de manera generalizada.

Distribución, recolección y diversidad

Cada una de las especies abordadas se desarrolla, de preferencia, en determinadascondi­ciones ambientales, donde se encuentra de manera abundante, lo que significa facilidad para su recolecta. ~to es particularmente importante para las especies que son sometidas a un aprovechamiento con fines de comercialización de los frutos ya que a mayor abundancia de plantas en determinada área, se traduce en un menor tiempo invertido y por tanto, incremen-ta el volumen de la recolecta de interés. . .

De acuerdo con ·Ia proporción de la abundancia en que se pueden encontrar estos fru­tos de recolección, además de la observación personal corroborada por los campesinos, se presenta la siguiente propuesta de mayor a menor: guaml1chil, ciruela, pitaya, garambullo, guaje colorado, guajocote, cacachis, nanche o nananche, chupandi 11 a, guayaba y bonete.

Guamocbil (Pithecelobium dulce). Es una de las especies de mayorabúodancia, aj)CSar de requerir condiciones edáficas de profundidad considerables,asociadas a suelos planos. En estas condiciones presenta poblaciones densas. InclU$O, en algunos pueblos puede ser una especie invasora de zonas de cultivo, cuando se fomenta su reproducción en los límites de las parcelas para ser aprovechada como cerco vivo. A).no ser controlada pued~ convertirse en· una invasora indeseable de los c~tivos, ya que posee alta capacidad de germinación y diferentes agentes dispersores, entre ellos el hombre, como el más importante. También puede ser una

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especie fomentada, principalmente cuando se trata de árboles que presentan características deseables en frutos; en este caso las semillas o plántulasson llevadas a los huertos familiares o a las parcelas en donde se convierte en proceso de paso a planta cultivada.

El guamúchil se reproduce por semilla y tiene polinización cruzada, lo que explica su gran diversidad interespecífica, que se manifiesta en una gran variación de frutos que, de acuerdo con los productores, se expresa en atributos deseables como el sabor dulce del arilo, combinado con el amargo; el color y desprendimiento de la parte comestible de la vaina; período de maduración de los frutos; capacidad para mantener el sabor, color y consistencia cuando ya son deshidratados. Dentro de la variación disponible se prefieren los frutos dulces sobre.1os amargos, los grandes sobre los pequeños, los rojos y tonos rosas sobre los blancos, los que dejan expuesto el arilo sobre los que se mantienen cerrados, los que preservan el color y sabor deshidratados, sobre los que adquieren tonalidades cafés.

La cosecha del fruto se efectúa de febrero a abril, la que se realiza en ramas bajas direc­tamente con las manos. Cuando se trata de árboles altos los recolectores se auxilian con un gancho, que consiste en una vara de más de dos metros a la que en uno de los extremos se le amarra un pequeño trozo de madera en ángulo entre 30 y 50 grados. Este gancho permite atorar los frutos que con un tirón se desprenden y caen al suelo.

Ciruela de cerro (Spondia purpurea). Es una de las especies que presenta diversidad en el estado de domesticación de sus variedades. Hay poblaciones silvestres en donde el hombre no interviene en el proceso de cultivo; las variedades fomentadas corresponden a especímenes silvestres que han sido IJevadas a los huertos familiares por sus características sobresalientes, esencialmente el sabor y tamaño del fruto. Las variantes domesticadas co­rresponden a tipos reconocidos y que se distinguen por su tamaño, sabor dulce y alta pro­ducción a nivel de explotaciones comerciales. En la región de estudio este tipo de ciruela sólo se presenta en los huertos familiares , donde no existen plantaciones comerciales. Éstas se encuentran en otros estados y, para el caso de Morelos, en los municipios de Yecapixtla, Cuernavaca, Tlacotepec, Miacatlán, entre otros.

Las variantes de recolección que nos interesa en el presente trabajo corresponden a la ciruela silvestre, la cual es componente de la sac. En algunos lugares IJega a presentar po­blaciones silvestres abundantes, pero en la sierra de Huautla, están como árboles dispersos que crecen en todas las áreas, aparentemente sin preferencia de condición ambiental alguna, aunque sí en concentraciones relativas y ausencia de otros árboles que determinan los cerros a los que se asiste para cosechar la fruta. Se encuentra en lugares con pendientes escasas que coinciden con mejores condiciones de suelo, que para el caso de la sierra siguen siendo de poca profundidad. Presenta árboles hembras y machos, de acuerdo con el 'conocimiento campesino, es decir, es una planta dioica de las cuales únicamente las flores femeninas tieneQ frutos.

Dada su polinización cruzada y reproducción natural por semilla presenta amplia va­riación interespecífica, en la que sobresalen algunos tipos que los pobladores reproducen en sus huertos familiares. De los mejores se seleccionan y se cortan ramas que son trasplantadas en los huertos, dado que es una especie que puede ser reproducida vegetativamente; para el caso de multiplicación natural, la reproducción es por semiIJa.

La ciruela silvestre es de sabor agrio fuerte y éste es su atributo por el cual se somete a explotación, se consume guisada mientras se encuentra en estado inmaduro, deshidratada o en salmuera y en conservas. También se consume con algún aderezo, por lo cual el fruto prácticamente no se come solo, ya que su sabor agrio no es tolerable para muchas personas. El aprovechamiento inicia con la aparición del fruto, desde que tienen alrededor de un cen­tímetro de diámetro hasta que se encuentra maduro. La recolecta se hace desde el mes de febrero y termina en mayo; de febrero a marzo los frutos recolectados presentan la semilla inmadura por lo cual al cocerlos se consumen con todo y semiIJa. En la medida que van .

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madurando, la semilla adquiere consistencia leñosa que no se desintegra con el guisado, entonces los platillos preparados presentan el hueso de la fruta.

El período de recolección coincide con la época seca, en donde el panorama de la selva es de color gris, los árboles no tienen rebrotes y tampoco existen otros frutos disponibles que aporten nutrientes. Esto explica que la recolección por el hombre y el consumo por hormigas, venado y otras especies es frecuente y lo convierte en un recurso invaluable. También, por los volúmenes de recolección y la cultura culinaria de las comunidades morelenses fuera de la sierra de Huautla, las cantidades de comercialización resultan elevadas. Los precios que alcanzan en la época de menor oferta llegan hasta $40.00 el kg, lo que en términos de ingresos signi(ica que un recolec­tor requiere menos de 3 kg para cubrir el equivalente a un jornal diario en la región.

El corte de la fruta se hace a mano en las ramas más bajas y en ocasiones se auxilian con una pequeña horqueta para llegar a la que no se alcanza. Los recolectores también se suben al tronco y a las ramas gruesas para alcanzar las ciruelas. A pesar de tener tronco con textura lisa, el treparlo resulta muy seguro, por lo que los campesinos lo califican como "un árbol que no tira", Ya que el pie o guarache no se resbalan.

Pitaya (Stenocereus stellatus). Es una de las especies de mayor importancia dada su acep­tación y volúmenes de comercialización que registra regionalmente. Es una fruta de recolec­ción. Se aprovechan agrupaciones que, en apariencia son espontáneas, aunque muchos indicios están indicando el carácter antropocéntrico de ellas, hipótesis planteada por diversos autores, en el sentido de que poblaciones como éstas son evidencias de plantaciones hechas por el hom­bre desde épocas prehispánicas o coloniales. Dada su adaptación al medio, longevidad y forma de propagación, actualmente se presentan en los lugares de antiguos asentamientos humanos.

La distribución de las poblaciones de pitaya a nivel regional no es homogénea; existen localidades de la sierra que disponen de una superficie de considerable presencia, pero hay otras en donde no se encuentran. Las localidades con mayor cantidad de plantas son: Pitzot­lán, Tepalcingo, Huitchila, Ixtlilco el Grande, Los Sauces, El Limón y Santiopa. En el resto de comunidades las poblaciones son insignificantes o totalmente ausentes.

La planta crece en lugares de escasez de suelo y prácticamente sobre las piedras y te­rrenos rocosos. Dado que de forma natural 97% de las plantas se reproducen por semilla, éstas al germinar requieren de luz directa del sol, por lo que solamente las zonas con menor vegetación, precisamente las de mayores afloramientos rocosos, es donde las semillas pueden germinar. No ocurre así en los lugares con presencia de árboles que con su sombra imposibili­tan el proceso de germinación de las semillas y el posterior desarrollo de las plántulas, ya que requieren de luz directa. Por tales características, las plantas de pitaya se desarrollan en donde otras especies tienen problemas. Esto representa una ventaja considerable de la especie, ya que puede adaptarse a condiciones limitantes de suelo, característica que en la sierra de Huautla es muy común. Es precisamente, esta capacidád de adaptación de la pitaya la que le otorga gran potencial para el caso de su establecimiento comercial, ya que permite el aprovechamiento de suelos muy pobres que no son propicios para ninguna otra especie.

Dada la polinización cruzada y reproducción por semilla, en 97% de los casos las plan­tas son diferentes, es decir, prácticamente cada planta es única, lo cual es una manifestación de la diversidad y también del potencial que ellas ofrecen para su reproducción vegetativa. Como ya se ha comprobado en la región, la tarea consistiría en seleccionar las plantas más sobresalientes y de ésas obtener los propágalos para el establecimiento de culti vos comercia­les. La diversidad esencial se manifiesta en las características del fruto, aunque los produc­tores también identifican variantes a nivel de morfología del tallo. Dentro de los caracteres de mayor importancia se encuentran: tamaño, color, sabor, cantidad de espinas y resistencia al manejo de la fruta y su transporte.

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Los frutos pesan alrededor de 100 g, pero los hay de apenas 25 hasta más de 200 g; .el color dominante y preferido por los campesinos es el rojo, aunque existen otros colores de pulpa: blanca, rosa, anaranjada y solferina, que son más escasos. El sabor, aún teniendo un porcentaje dulce, se asocia al agrio. De hecho el nombre en náhuatl para la especie es xocoooxtli, que significa xoca, agria y noxtli, tuna. Por ello se prefiere esta fruta para consumirla fresca o para aguas preparadas y paletas; su sabor agridulce lo hace inconfundible y apetecible.

Cuando los frutos no han alcanzado plena madurez el nivel de acidez es dominante, pero puede ser enmascarado con la adhesión de azúcar y si se consume como fruta fresca la gente del lugar coloca varias pulpas en un vaso y le aplican endulzante al gusto; a esto se le llama pitayate en la región de la sierra.

Los frutos presentan espinas que se pueden desprender fácilmente después de dos o tres días posteriores al corte, pero cuando están recién cortados prácticamente es imposible extraerlas. Las espinas son el mecanismo para asegurar mayor tiempo de vida de anaquel, mismo que no es superior a cinco días en condiciones normales de almacenamiento.

La cosecha se hace por las mañanas, durante la cual se cortan los frutos maduros que reúnan las características de tamaño, brillantez, color y facilidad para desprenderlos. Para el corte se usa una canastilla o chico/e, que consiste en una garrocha de 3 a 6 m, con un tejido de alambre o carrizo que sirve como contenedor de los frutos para evitar que caigan al suelo. Dependiendo del tamaño de los frutos, cada vez se cortan de 5 a 10 que se van vaciando a un recipiente mayor, frecuentemente un bote de plástico de 20 litros. Como la mayoría de las plantas de pitaya se encuentran en tierras de uso común de los ejidos, prácticamente todos los ejidatarios tienen derecho a cortar frutos y no existen restricciones para la cantidad de su recolección. Sólo algunos productores se dedican a cosecharlos de forma continua. Los frutos son vendidos a ejidatarios de las mismas comunidades o son llevados a Tepalcingo en donde se pueden vender al mayoreo o casa por casa. En este proceso generalmente intervie­nen las mujeres, aunque ellas no participen en la recolección.

Cuando las plantas se encuentran en parcelas de algún ejidatario, éste tiene el derecho principal sobre ellas, que en general se respeta. Sin embargo, dado que tradicionalmente no existen restricciones y cada vez es mayor la demanda, además de la incursión de un crecien­te número de personas ajenas a las comunidades que se incorporan a la recolección, se han iniciado acciones destinadas a restringir el acceso a este recurso y que también tiene por objetivo ordenar su explotación y conservar la planta.

Garambullo (Mirtilocactus geometrizan). Corresponde a una especie perfectamente adaptada a las condiciones de escasez de suelo y resistencia al prolongado período de sequía, característico de la sierra de Huautla. Al igual que la pitaya se adapta a condiciones de suelos pedregosos y se muestra poco competitivo con la vegetación que crece en mejores condiciones. Se reproduce por semilla que generalmente es dispersada por los pájaros que consumen los fru­tos maduros. Las condiciones en donde se establece son las peores de la sierra, generalmente en afloramientos rocosos y lugares prácticamente inaccesibles; ocasionalmente se encuentran en lugares con poca pendiente, aunque las condiciones de suelo sean igualmente limitantes. Es una especie que además del aprovechamiento alimenticio del fruto se utiliza como ornamento, razón por la cual en ocasiones se encuentra en los huertos familiares cumpliendo ambas fun­ciones. Dado que la propagación es por semilla, la alta diversidad del garambullo es percibida por los productores principalmente por el color y tamaño del fruto, pero también incluye la época de maduración, tempranero o tardío. A pesar de que los frutos son muy pequeños, los campesinos ubican al garambullo entré las plantas de recolección preferidas junto a las que desarrollan frutos de mayor tamaño. Respecto del sabor, prefieren los dulces y jugosos sobre aquéllos que a pesar de ser dulces son secos y agarran la lengua.

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La recolección también es manual. Los lugareños cortan los frutos maduros o a punto de madurar y se consumen en el mismo lugar o son llevados a la casa para disfrute de toda la familia. Por el tamaño del árbol y la profusión de espinas que presenta, la recolección de frutos se hace desde el suelo, es decir no hay posibilidades de subirse al garambullo o utilizar un instrumento que permita alcanzar los que están a mayor altura.

La comercialización a nivd de localidades es muy escasa, ya que generalmente la fruta se consume por la familia de quien la recolecta; en la ciudad de Cuaut]a se han observado puntos de venta de estos frutos, pero aparentemente se traen de otras regiones de la sierra.

Guaje colorado (Leucaena esculenta). Su importancia radica en ser una especie cuya vaina se emplea tradicionalmente, además del consumo directo y como ingrediente principal de varios platillos regionales; también, como fruta, ya que se cosecha en los meses cuando otras especies no se encuentran disponibles. Tiene una distribución localizada a las orillas de las barrancas, en donde además de proveerse de humedad, aprovecha los suelos de depó­sito que han ido formando las corrientes de agua locales. De esta manera, y en apariencia, se encuentra ubicada en condiciones edáficas ventajosas, a pesar de lo cual se desprende de sus hojas al igual que todas las especies de la SBC.

Ocasionalmente, algunos ejemplares de guajes son trasladados a parcelas o huertos fa­miliares en donde se presentan como plantas fomentadas; en estos casos debe atenderse a las necesidades de suelo a las que éstas se encuentran adaptadas. Sin embargo, el guaje colorado resulta ser abundante en la región y se encuentra tan al alcance de la mano que son muy po­cos quienes los llevan hacia el cultivo.

El guaje colorado se reproduce por semilla y su área de distribución es dominante en donde las barrancas se ensanchan y los mantos freáticos se encuentran a poca profundidad. La diversidad identificada por los productores incluye las características morfológicas de troncos, ramas y hojas, pero la de mayor importancia se refiere a la vaina. De éstas se identi­fica el sabor de la semilla en estado óptimo para el consumo, lo que ocurre poco antes de su madurez fisiológica; también se considera el tiempo de maduración. Aquí en la región, como en todos los casos, se prefieren los tempraneros y los aventureros, es decir los que maduran muy al principio y al final del período de cosecha. También se prefiere a los ejemplares muy productivos, ya sea por número de vainas o por su tamaño.

La cosecha de las vainas se hace de noviembre a marzo. Las ubicadas en las ramas bajas se recolectan manualmente. Cuando se trata de ramas o árboles muy altos se utiliza un gancho, que consiste en una vara de más de dos metros a la que en uno de los extremos se le amarra un pequeño trozo de madera en ángulo entre 30 y 50 grados. Este gancho permite atorar las vainas que con un tirón se desprenden y caen al suelo.

Las cantidades cosechadas dependen de las necesidades de la familia. Por di versas razones, casi todos los campesinos recorren la región, y es habitual que se encuentren con árboles de guajes cargados de vainas. Se aprovecha la ocasión para cortar una mayor cantidad que luego obsequian a familiares y amigos. Es poco habitual que algunos comercialicen esos productos.

Guajocote (Malphigia mexicana Juss.). Frutal típico de la región, el guajocote o nanche colorado, es un arbolillo que crece en determinadas áreas de la SBC. Se encuentra preferente­mente en terrenos de poca pendiente con presencia de suelos que siendo someros no tengan el carácter de Iimitante. Aparentemente su relación con el hombre lo ha llevado a desarrollar­se cerca de los poblados y hasta como especie fomentada en parcelas, potreros y en huertos familiares. Al igual que el resto de especies, los lugareños identifican su diversidad por el fruto, del cual se prefiére el de mayor tamaño, sabor, color rojo intenso y su carnosidad.

Una de las razones por las cuales se ha dejado de aprovechar el fruto es por la presencia de larvas que lo devoran en su mayor parte y le dan aspecto repugnante. Sólo en algunos

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años se logran frutos sin la presencia de larvas lo cual hace que sean más grandes y vistosos. Aprovechar mejor este recurso es una deseable taiea para nuestros parasitólogos.

La recolección del fruto se realiza durante los meses de julio a septiembre, aunque la planta presenta tri comas que pegados a la piel resultan molestos; los campesinos evitan tener contacto con las hojas, por lo cual la cosecha se realiza sacudiendo los árboles para despren­der los frutos más maduros.

Cacachi (Mate/ea trachiyantha). Arbusto de altura menor a un metro crece en lugares abiertos con afloramientos rocosos. Su escaso follaje le permite adaptarse a las condiciones restrictivas y el conjunto de ramas le posibilita dar protección a los frutos, los cuales se in­tercalan en su follaje áspero y tupido. El fruto se consume tierno, antes de que las semillas maduren y los pelos que le permiten dispersarse tomen consistencia madura y la corteza se tome cueruda. Los frutos se consumen como golosina al andar por el campo, generalmente son muy preferidos por los niños. Su sabor distintivo a verdura dulzona y la escasez de fru­tos suficientes hacen del cacachi una exquisitez que se disfruta cuando se tiene la suerte de encontrar muchas matas para saciarse con ellos, aunque los mayores aconsejan que no sean demasiados. Seguramente los animales, entre ellos el ganado bovino y ovino, también lo disfrutan y en ocasionan antes que el hombre.

La dispersión es por efectos eólicos. Los frutos se revientan y la semilla, provista de pelos largos, es dispersada por el viento. La recolección se hace cortando los frutos directa­mente con la mano, sin mediar ningún instrumento. Los frutos se consumen como directa­mente después de cortados.

Naocmche (Birsonimia crassifolia). Corresponde a una especie escasa en la sierra de Huautla; que se localiza en áreas restringidas de poca pendiente, con presencia de suelo y disponibilidad de humedad. Con tamaño, color y sabor característicos, es una especie que dada su condición de espontánea, tiene frutos pequeños. En los huertos familiares, potreros y parcelas de la región se han introducido variedades de nanche o nananche que se distinguen por producir frutos de mayor tamaño, por lo cual los árboles sil vestres han perdido imPor­tancia, además la presencia del ganado y la deforestación han ocasionado la disminución de las poblaciones espontáneas.

El nanche se reproduce por semilla y dada su baja densidad de poblaciones, resulta difícil establecer la variación, ya que generalmente se trata de un número escaso de plantas, entre las cuales sin embargo, se aprecian diferencias.

La recolección se realiza a mano en los árboles pequeños y para el caso de los de mayor altura sólo en las ramas bajas; los frutos se cortan poco antes de la madurez, son llevados a las casas en donde concluyen su etapa de maduración, antes de consumirse. Para cosechar los frutos ubicados en las ramas altas, se sacude el árbol o desprendiéndolos con alguna vara.

La comercialización de frutos a nivel de localidades es muy escasa, generalmente las recolectadas las consume la familia. Sin embargo, en la ciudad de Cuautla se han observado puntos de venta de estos frutos, pero aparentemente se traen de otras regiones

Chupandilla o coco (Cyrtocarpa procera). Al igual que el nanche o nánanche esta fruta es muy escasa en la sierra de Huautla. En cada comunidad existe conocimiento de árboles aislados que, generalmente, son muy antiguos. Éstos son visitados periódicamente en excur­siones, principalmente por los niños, en la época de fructificación para saborear los frutos los que además, añaden el atractivo de su fragancia. Se trata de árboles viejos, con pocos renuevos, precisamente la denominación de coco se aplica por la dureza que tiene la testa de la semilla, la cual seguramente, dificulta la germinación.

El chupandillo, es un árbol frondoso que crece en lugares con suelos profundos, por lo cual se localiza de preferencia en zonas planas, cercanas a las fuentes de agua, ya sea por

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____________________________ Genética y conservación

manto freático o escorrentía. A pesar del número limitado de plantas, es posible encontrar diferencia en los frutos, mismas que son una consecuencia de la diversidad de la especie.

Los frutos a punto de madurez se desprende por movimientos de las ramas provocados por viento o lluvia, estos frutos son los que se recogen para el consumo. También se des­prenden apaleando a las ramas con frutos, o bien aventando piedras u otr!Js proyectiles. Los frutos recolectados se consumen directamente en el campo, en el caso de llevar a la casa o guardar para consumo posterior, se prefieren frutos menos maduros. La chupandilla es un fruto apreciado regionalmente, sin embargo, no existe comercialización local o regional del producto, a pesar de que en la ciudad de Cuautla se llega a presentar la venta de frutos, sin embargo, éstos no provienen de la región.

Guayaba (Psidium guajava). Es una de las especies frutales también escasa en la sierra de Huautla, se encuentra de manera aislada en la selva baja caducifolia, pero es posible lo­calizarla cultivada en parcelas y en el espacio de los huertos familiares. En estos casos quizá que se trate de variedades seleccionadas o que presentan domesticación. Al igual que otras especies silvestres las guayabas presentan variación evidente en fruto, en donde se puede encontrar diferencias en tamaño de fruto, color de la pulpa, época de maduración, sabor y olor. Los frutos producidos en las partes bajas de la planta se cosechan desde el suelo, en el caso de frutos más altos se bajan con garrocha o en caso extremo sacudiendo el árbol, llegando a dañar los frutos maduros.

Bonete (Jacaratia mexicana). Es una de las especies típicas de la sierra de Huautla, Mo­relos, su imponente tallo engrosado le permite sobrevivir a la prolongada época de secas y altas temperaturas. Se distribuye de manera natural como planta de la Selva Baja Caducifolia, siendo común su presencia hacia las poblaciones de Pala, Quilamula, Huautla, Ajuchitlán y Santiopa, en tanto que para los sauces el tepehuaje, el limón, tapalcingo, entre otros, se tienen como especie de los huertos familiares. El fruto madura durante los meses de mayo, junio y ju­lio, se consume como fruta fresca cuando se encuentra totalmente maduro o bien preparado en comidas. Al consumirse debe tenerse'cuidado de evitar el contacto con la piel, por la lechecilla que mana de frutos no totalmente maduros, ya que resulta altamente urticante.

Época de recolección

La época de recolección es diferente para cada una de las especies, lo mismo la duración del período de fructificación, lo que permite a los lugareños contar prácticamente todo el año con alguna fruta en proporciones diferentes. Sin embargo, los meses con menor disponibi­lidad de frutas son los secos. Así, de noviembre a enero la única especie disponible corres­ponde al guaje colorado. Para febrero, marzo, abril y mayo se incluye la ciruela de cerro y el guamúchil. Todas ellas son especies típicas de la región y dada la ausencia de otras plantas que aporten nutrientes suplementarios son muy apreciadas y en épocas anteriores fueron aún más fundamentales para la sobrevivencia de los pobladores. También son esenciales para algunos animales, incluyendo al venado que se alimenta de frutos y rebrotes de la ciruela de cerro. De estas tres especies, cuando menos dos, ciruela de cerro y guaje son ingredientes fundamentales de platillos típicos, con lo cual se diversifica y enriquece la dieta alimenticia. Los meses con mayor disponibilidad de frutos corresponden a julio, agosto y septiembre (cuadro 4).

Potencial, conservación y desarrollo local

Las condiciones orográficas de altas pendientes, suelos someros, elevada presencia de aflora­mientos rocosos y un período de secas prolongado, añadida a la pobreza y marginación de los

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habitantes, son factores objetivos limitantes que afectan el desarrollo social y a la sustentabili­dad de los recursos naturales que distinguen a esta parte de la sierra de Huautla En la situación actual, ellos se han constituido en impedimentos para ampliar el establecimiento de cultivos o las explotaciones ganaderas o forestales, con sistemas diferentes a los que hasta la fecha se practican y que han perturbado en un alto grado la SBC. Sin embargo, ésta es un ecosistema rico en recursos y en biodiversidad cuyo deterioro indujo a que primero fuera declarada como zona sujeta a conservación ecológica y, posteriormente, Reserva de la Biosfera.

Cualquier intento de modificación radical y para acentuar su protección y desarrollo sustentable de sus recursos naturales y humanos tendría que ser sobre la base de una soste­nida asistencia técnica, acciones multidisciplinarias participativas y programas financieros que actúen como incentivos permanentes en la medida que campesinos y técnicos los hagan redituables. Por tal motivo, resulta esencial tomar en cuenta las características naturales de la zona, la participación activa de los productores usufructuarios de los recursos vegetales y tierra, además de su condición de zona natural protegida.

En esto resulta fundamental la consideración del potencial que tienen los recursos na­turales de aprovechamiento actual y que, dada su adaptación a las condiciones ambientales prevalecientes, su utilización, aceptación en el mercado, conocimiento sobre el manejo y otros aspectos culturales, resultan vitales en la conformación de alternativas producti­vas para que los habitantes marginados de la región superen esta situación. Al respecto, son precisamente los frutales silvestres, los que presentan un alto potencial en términos econ6micos, a lo cual habrá que sumarle el papel ecológico, cultural, de conservación de recursos y de identidad regional de los habitantes gente de la sierra, que los convierten en elementos indispensables para la generación de alternativas productivas locales. Dentro de las especies con el conjunto de atributos descritos anteriormente, es decir, aquéllas que actualmente representan un mayor potencial se tienen las siguientes: pitaya, ciruela de cerro, nanche, guaje colorado, guajocote, guamúchil, coco de cerro o chupandiJIa.

La importancia económica potencial resulta evidente para algunas especies (menciona­das), para las cuales la demanda local y regional se convierte en oportunidades para colocar la recolección en una nueva perspectiva, Por lo que sería conveniente que las futuras cosechas debieran obtenerse a partir de nuevas formas de manejo de las especies. Aquí lo que se plantea no es la explotación de frutales silvestres en nuevas plantaciones en la sierra, las que en cier­tos casos pudieran intentarse limitadamente y según la demanda de sus frutos. Lo que sí debe planearse es el incrementar las poblaciones naturales sin romper el equilibrio natural y en una perspectiva multifuncional.

La presencia y aprovechamiento de los frutales debiera convertirse en una opción local que permita incrementar el número de individuos productores, pero a la vez el ensayo de nuevas formas de aprovechamiento que busque la conservación de la especie, nuevos siste­mas y formas de aprovechar el recurso suelo y sus terrenos con pendientes pese a todas sus limitaciones. Esto se inscribe dentro de las opciones de manejo y restauración de especies, sistemas agroforestales y silvopastoriles, huertos familiares y plantaciones comerciales.

Lo anterior requiere el establecimiento de investigación participativa, en donde junto con los futuros beneficiarios se reconozca la situación que guarda cada una de las especies de interés, y con ello la estrategia que permita un plan de manejo, restauración, selección y cultivo a diferentes niveles. Sobre un plan general, se tendrá que trabajar con las institu­ciones de investigación y educación para establecer la capacitación necesaria, a la vez que se trabaje en elaboración de proyectos específicos y junto con ello la búsqueda de recursos financieros para ponerlos en práctica.

Un programa como el esbozado anteriormente fue iniciado por el autor desde el año 2003 · para pitaya. Hasta ahora se han realizado todos los pasos previos: desde la selección

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del mejor material genético, siembra y desarrollo de propágalos y establecimiento de los primeros cultivos. Cabe destacar que los procesos de capacitación con énfasis en el carácter participativo han registrado resultados alentadores, ya es posible observar a campesinos de la sierra convertidos en productores, que independientemente de los proyectos en que están involucrados o los apoyos gubernamentales o privados, han plantado pitayas con diferentes sistemas, lo que nunca antes había ocurrido. Tales resultados incipientes y parciales son una muestra de la activación de procesos locales de desarrollo de las comunidades. Lo que ha ocurrido con el caso de la pitaya prueba que es posible alentar y fomentar otras especies y, sobre todo, con la participación comprometida de los ejidatarios en búsqueda de nuevas op­ciones de aprovechamiento sustentable de los recursos y para mejorar sus niveles de vida.

Paralelamente, debiera incentivarse un programa en el que participen investigadores y laboratorios universitarios y de instancias oficiales para el análisis de los contenidos quí­micos y nutricios de los diversos frutos originarios de esta zona. En muchos países desa­rrollados, y también en México, están siendo cada vez más solicitados productos naturales y orgánicos. Tal como se ha realizado con el mejoramiento genético de la fruta de nopales y otras cactáceas, a las que en laboratorios nacionales, se les ha ido reduciendo la cantidad de espinas y semillas a sus frutos y mejorado su proporción de azúcares naturales. De este modo, acrecentada su calidad para el consumo, se han convertido en frutas más competitivas y demandadas por el mercado nacional e internacional. Lo mismo podría programarse para estos frutos originarios de la sierra de Huautla que, al ser mejorados y con una campaña publicitaria atrayente, los podría convertir en frutas con mayor demanda y en potenciales sistemas de producción alternativa.

Conclusiones

Las condiciones naturales de la sierra de Huautla, su aislamiento relativo pese a la cercanía de grandes centros urbanos, la marginación y condiciones de pobreza de sus habitantes son algu­nos de los elementos restrictivos que explican el desarrollo registrado, la explotación forestal y ganadera como actividad principal, en "desmedro" de la agricultura tradicional y que están perturbando los ecosistemas de la región, su selva baja caducifolia. Dentro de esta situación el aprovechamiento actual de frutales silvestre es una actividad tradicional que proporciona a los recolectores un suplemento alimenticio a lo largo del año. Para el caso de algunos de ellos, representa ingresos económicos por venta, la cual satisface necesidades domésticas y locales. Sobre esta demanda se estableció un mercado regional para algunos frutales de recolección pero que aún no ha sido satisfecha, constituyéndose en una de las oportunidades que habrá que aprovechar para establecer nuevas formas de manejo y de aprovechamiento de estos frutales silvestres.

El número de especies frutales que se recolecta en la SBC es elevado, pero los que pre­sentan mayor potencial productivo y demanda se reducen a menos de una decena. Para cubrirla se requiere incrementarlas numéricamente, las cuales deberán ser plantadas en los esquemas de manejo y restauración de especies, sistemas agrosilvopastoriles, huertos fami­liares y plantaciones comerciales.

El paso del aprovechamiento por recolección hacia el fomento, manejo, restauración y cultivo para algunas especies frutales espontáneas con potencial productivo y de demanda representa una oportunidad para establecer sistemas que permitan un manejo ecológico y sustentable del recurso vegetal, a la vez que se transite por el camino de la revaloración de los recursos de uso tradicional yel reforzamiento de la cultura regional, lo que contribuye en la activación de procesos de desarrollo social, en beneficio y participación de las comu­nidades.

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Cuadro 1. Especies de frutales de crecimiento espontáneo con mayor importancia en la sierra de Huautla, Morelos.

Familia Especie Nombre común Estado de madurez

Observaciones y forma de uso

Anacardiacea Cyrtocarpa procera Coco o chupandilla Fruto maduro, consu- Planta poco comlln mo en fresco

Spondia purpurea Ciruela de cerro Frutos tiernos y madu- Plantas di stri buidas en ros guisados, conser- toda la sierra vas, secado

Asclepiadacea Matelea trachiyanlha Cacachi Fruto tierno consumo Consumo ocasional, en fresco arbusto de amplia dis-

tribución

Cacatceae Myrtillocactus geo- Garambullo Fruto maduro, consu- Abundante, consumo metrizan mo en fresco local

Stenocereus stellatus Pitaya Fruto maduro, consu- Distribución en a1gu-mo en fresco, agua y nos pueblos, amplia nieve aceptación

Caricaceae Jacaratia mexicana Bonete Fruto maduro guisado Planta escasa y de con-sumo poco frecuente

Fabaceae Pithecelobium dulce Guamllchil Fruto maduro, consu- Abundante y de con-mo en fresco sumo local

Leucaena esculenta Guaje colorado Fruto inmaduro, con- Se distribuye a orillas sumo de semillas tier- de los cuerpos de agua nas

Malphigeaceae Birsonima crassifolia Nananche Frutos maduros, con- Plantas escasas, se in-sumo en fresco y con- troducen variedades servas dom~sticas

Malphigia mexicana Guajocote Frutos maduros, con- Amplia distribución, sumo en fresco ha disminuido el

consumo por plagas

Myrtaceae Psidium guajava Guayaba Frutos maduros, con- Distribución loca-sumo en f¡'esco, agua Iizada en lugares

con permanencia de humedad

Cuadro 2. Época de recolección de algunas de las especies en la sierra de Huautla, Morelos.

Nombre común Nombre cientifico E F M A M J J A S O N D

Coco o chupandilla Cyrlocarpa procera XX xx XX

Ciruela de cerro Spondia purpurea xx xx xx xx

Cacachi Malelea trachiyanlha Xx xx

Garambullo Mirlillocactus geome-

xx xx trizan

Pitaya Stenocereus stellalus x xx xx

Bonete Jacaratia mexicana XX xx xx

Guam11chi1 Pithecelobium dulce xx xx xx

Guaje colorado Leucaena esculenla xx xx xx xx xx

NanllJlCbe Birsonima crassifolia xx xx xx

Guajocote Malphigia mexiCana xx xx xx

Guayaba Psidium guajava XX XX XX

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_____________________________ Genética y conservación

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