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Centro de Noviciado y Humanidades de Monterrey Influencias del Concilio de Trento en la reforma del clero católico: panorama histórico, filosófico y artístico Ensayo para la asignatura de Seminario que presenta: Patricio Bringas Iturrioz, L.C. Maestros: Dra. Juana Idalia Garza Cavazos Mtro. Eduardo Javier Ramírez Guerra Mtro. Jaime Martín Albo Santiago, N. L., Enero de 2016

Influencias del Concilio de Trento en la reforma del clero católico: panorama histórico, filosófico y artístico

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Centro de Noviciado y Humanidades de

Monterrey

Influencias del Concilio de Trento en la reforma del clero

católico: panorama histórico, filosófico y artístico

Ensayo para la asignatura de Seminario que presenta:

Patricio Bringas Iturrioz, L.C.

Maestros:

Dra. Juana Idalia Garza Cavazos

Mtro. Eduardo Javier Ramírez Guerra

Mtro. Jaime Martín Albo

Santiago, N. L., Enero de 2016

2

Índice

Índice ............................................................................................................ 2

Introducción .................................................................................................. 3

1. Antecedentes ....................................................................................... 4

2. Corrupción en la Iglesia antes del Concilio .......................................... 5

3. Nuevos movimientos espirituales ........................................................ 7

4. Reforma de la música sacra como medio de catequesis ................... 11

5. Educación del clero: los seminarios ................................................... 14

6. El sacerdote católico en la Contrarreforma ........................................ 15

7. Pintura católica: transmisora de doctrina ........................................... 16

8. Grandes reformadores ....................................................................... 19

Conclusión .................................................................................................. 21

Apéndice ..................................................................................................... 22

Bibliografía .................................................................................................. 24

3

Introducción

Reforma para la salvación de las almas

En la mitad del S. XVI la Iglesia Católica gira en torno a dos ejes:

«Reformatio in capite et in membris», referido a la reforma de la jerarquía

eclesiástica, junto con la del pueblo cristiano; y «Salus animarum suprema lex

est», esto es, el establecimiento de la ley suprema: la salvación de las almas.

Estos dos puntos de trabajo en la agenda de la Iglesia post-renacentista buscarán

reafirmarla frente al enemigo protestante surgido en el Imperio Germánico a inicios

de siglo. Una reafirmación tanto doctrinal (dogmas, liturgia, sacramentos, etc.),

como interna (jerarquía, estructuras, clero).

Esta es la interpretación tradicional de la imagen y de la repercusión

posterior del Concilio de Trento (13 de diciembre de 1545 – 4 de diciembre de

15631), el cual imprimió –aun no siendo ni el más fastuoso ni el más dilatado– una

huella imborrable en el panorama de la cristiandad en todo el mundo. De entre los

puntos discutidos, destacan los tocantes a la reforma de la vida y costumbres del

clero, corrompidas ya desde hacía varias décadas en forma de múltiples abusos

que era necesario extirpar. Gracias al trabajo de varios obispos y sacerdotes, así

como de nuevas órdenes religiosas, durante y después del Concilio, pudieron

sentarse unas adecuadas bases para el desarrollo de la Iglesia en los siglos

posteriores.

Los obispos y sacerdotes han sido, durante toda la historia de la Iglesia, los

guías de los fieles cristianos por medio de sus enseñanzas, predicaciones,

escritos y, principalmente, su ejemplo de vida; de ahí que este estrato requiera

siempre de una constante purificación y renovación, en orden a garantizar la

correcta y ortodoxa transmisión de la doctrina cristiana. Este trabajo busca dar un

panorama general de la reforma del clero en la época del Concilio de Trento desde

la historia, la filosofía y el arte (tanto plástico como acústico), a fin de comprender

1 Sólo reunido efectivamente 3 años completos debido a interrupciones (abril 1547-mayo

1551/abril 1552-enero 1562)

4

mejor las causas y consecuencias de este importante evento de la historia eclesial

que tanto trascendió en la preparación de toda la Iglesia a la modernidad.

1. Antecedentes

Pueblo ignorante, clero mal formado

A comienzos de la época moderna existen tres grandes niveles culturales,

divididos en cuanto a su nivel de educación religiosa:

1) La élite: estaba compuesta por eclesiásticos con cierto bagaje teológico que

ocupaban normalmente puestos elevados en la jerarquía eclesiástica, como

arzobispados o cardenalatos.

2) Los habitantes urbanos: integrada por mercaderes, comerciantes y

burgueses, los cuales poseían una rudimentaria instrucción religiosa.

3) Las masas rurales: un elevado porcentaje de la población pertenecía a este

grupo, que se encontraba sumido en la absoluta ignorancia.

Una de las causas de esta ignorancia popular, aunada al generalizado

analfabetismo, era la mala formación de aquellos encargados de la enseñanza

religiosa, esto es, del clero:2

Los sacerdotes no pasaban por ningún seminario y el clero parroquial no

enseñaba el catecismo a sus fieles, éstos permanecen subalimentados en el

campo religioso, especialmente los campesinos.3

Desde el siglo XIV en el Concilio de Vienne (1311-1312) se hizo patente la

necesaria reforma de este estrato eclesial. Concilios posteriores (Constanza

[1414-1418] y Basilea [1431-1447]) buscaron llevar a cabo acciones concretas al

respecto con poco o nulo progreso, lo que conllevó un aumento gradual de la

corrupción de las costumbres de la curia y del clero.4

2 Clero: Conjunto de clérigos. Clase sacerdotal de la Iglesia católica.

3 Cortés Peña, A. L. (2006). La crisis de la cristiandad occidental en los albores de la

modernidad. En A. L. Cortés Peña, Historia del cristianismo (Vol. III. El mundo moderno). Madrid: Editorial Trotta, S.A. (pág. 22)

4 Curia: Conjunto de las congregaciones y tribunales que existen en la corte del Pontífice

romano para el gobierno de la Iglesia católica.

5

Un fenómeno relevante e influyente que aceleró estos procesos de reforma

del clero fue la llamada ―sed religiosa‖ de los fieles que, buscando una mayor

participación en los actos piadosos, querían una práctica religiosa más personal y

menos mecánica. Este factor contribuyó a la expansión del ideal –mixtificado– de

volver al cristianismo primitivo, lo que derivó en la adopción de formas

supersticiosas y morbosas en las manifestaciones de religiosidad colectiva que no

fueron corregidas, debido a la mala formación de los sacerdotes.5

Con la orden de publicación del documento Consilium de emendanda

Ecclesia, fechada el 9 de marzo de 1537, el papa Paulo III (Alejandro Farnesio,

1468-1549) buscaba recopilar información acerca de la torcida situación de la

Iglesia y señalar caminos de solución. Con este breve documento inician

propiamente los trabajos de preparación al Concilio de Trento y se hace hincapié

en señalar las depravadas costumbres de algunos miembros, tanto del bajo como

del alto clero: nepotismo, simonía, prolongada ausencia de sus respectivas

diócesis, mala formación, entre otras.

2. Corrupción en la Iglesia antes del Concilio

La debacle moral, espiritual y social de Europa era debida en gran modo al

paulatino desmoronamiento de la autoridad de la Iglesia, provocado precisamente

por un clero sin cultura y sin hondura ética y espiritual.6 Siendo el oficio y profesión

de los clérigos el ser pastores de sus feligreses, muchos aspirantes al sacerdocio

en la iglesia asociaban este ministerio a la propiedad de bienes,

predominantemente bienes raíces, lo que condena irónicamente Erasmo de

Rotterdam (1466-1539) en su libro ―El elogio de la locura‖:

(…) nuestros prelados de hoy obran más cuerdamente dedicándose a ser

pastores de sí mismos y dejando al mismo Cristo la custodia de sus ovejas, o

delegando sus funciones en los frailes y vicarios, sin acordarse siquiera de su

nombre de obispo, que quiere decir trabajo, vigilancia y solicitud, pues sólo cuando

5 Cortés Peña, A. L. Op. cit. (pág. 27)

6 Coronel Ramos, M. A. (2013). La caridad: voces de reforma del clero en el siglo XVI.

Valencia: Universidad de Valencia.

6

se trata de atrapar dinero es cuando son obispos de verdad y no de los que

duermen en las pajas. (LIV)

Y también, resaltando el incumplimiento de los deberes propios del sacerdote:

[Los papas] consideran que hacer milagros es arcaico y pasado de moda, y

en desuso, además que enseñar al pueblo es penoso; que explicar las Sagradas

Escrituras es cosa de escolásticos; que rezar es de gentes sin trabajo; que llorar

es de apocados y de mujeres; que vivir pobre es propio de plebeyos; que

someterse es vergonzoso e indigno de aquel que apenas tolera a los más grandes

reyes que le besen sus santos pies; que morir es poco apetecible, y que ser

crucificado es infamante. (…) Porque este Apóstol [Pedro, representado en su

sucesor, el papa], que ha dicho, según el Evangelio: ―Todo lo hemos dejado para

seguirte‖ posee hoy tierras, ciudades y vasallos; cobra impuestos y vive a lo señor

feudal. (LIX)

En la curia estaba muy extendida la arbitraria concesión de dispensas7, que

menoscababa la necesaria disciplina eclesiástica. Paulo III estableció que este

vicio debía ser extirpado de raíz, ya que se daban casos tan increíbles como las

dispensas a los religiosi apostatae, o la exención del celibato a ordenados con

órdenes mayores.8

Mala formación: paganización

La falta de educación religiosa, tanto en el pueblo como en sus pastores,

daba como resultado una ―paganización del cristianismo‖, reflejada en abusos

litúrgicos y devociones que rayaban en la superstición. Erasmo vuelve a señalar

cómo el clero regular9 justificaba la ignorancia con la piedad:

En primer lugar, [los monjes y frailes] estiman que la piedad consiste en estar

ayunos de toda clase de estudios, que no sepan ni siquiera leer (…) otros, también,

huyen del contacto del dinero como de un veneno, pero no de las mujeres ni del

vino. (LIV).

7 Privilegio, excepción graciosa de lo ordenado por las leyes generales, y más comúnmente

el concedido por el papa o por un obispo. 8 Lortz, J. (1982). Historia de la Iglesia en la perspectiva de la historia del pensamiento

(Vol. II. Edad Moderna y Contemporánea) Madrid: Ediciones Cristiandad, S. L. (pág. 182) 9 Sacerdotes pertenecientes a una orden o congregación religiosa, que se ligan con los tres

votos de pobreza, obediencia y castidad a la misma.

7

La curia romana, como responsable de la formación y preparación de los

sacerdotes y religiosos, se convierte entonces en la responsable de la ignorancia

del pueblo. Hay que anotar, sin embargo, que en esta época no existían todavía

organismos dedicados a la formación del clero como se conocen en la actualidad;

este factor llama la atención pues, habiendo sido la Iglesia principal promotora de

la cultura y de la educación en la Edad Media, ésta se dedicó, a principios del siglo

XVI, a enriquecerse y vivir bien a expensas de los fieles y no a instruir a aquéllos

que la representarán ante el pueblo, es decir, los sacerdotes.

3. Nuevos movimientos espirituales

A finales de la Edad Media e inicios de la Edad Moderna, la comprensión e

interpretación del mundo sigue siendo cristiana y de carácter teológico. Entre las

clases sociales más relevantes se encuentra la minoría conocida como los

―letrados‖: juristas, médicos y teólogos. Éstos últimos destacan como los más

importantes, tanto por ser peritos en la ―reina de las ciencias‖, la teología, como

por poseer una formación universitaria, aunada a la pertenencia al estado clerical

(muchos eran miembros de órdenes religiosas).

Estos hombres eran considerados guardianes de la verdad y responsables

de su conservación en la sociedad hasta que, en el siglo XIV, comienza a darse un

clima de inseguridad y desorientación doctrinal gracias a una cierta libertad de

pensamiento provocada por la crisis de la Escolástica.

Esta crisis tuvo su origen en el pensamiento desarrollado por los frailes

franciscanos Duns Escoto (1266-1308) y, posteriormente, Guillermo de Ockham

(1280/1288-1349). Éste último había comenzado a teorizar sobre la filosofía,

fundando una nueva escuela llamada nominalismo, que niega la existencia

objetiva de los universales, considerándolos como meras convenciones o

―nombres‖, en oposición al realismo aristotélico y al idealismo platónico.

En Italia se desarrolló, ya entrado el siglo XIV, el movimiento humanista a

través del realce de la gramática, el estudio de la lengua y de la literatura clásica.

Representantes importantes de esta corriente del pensamiento que influyó

8

después en el siglo XVI son los italianos Dante Alighieri, Francesco Petrarca y

Giovanni Bocaccio.

Teología escolástica y teología mística

Ya desde la Baja Edad Media, en el ambiente cristiano de Europa, la

teología mística se va distanciando poco a poco de la teología escolástica gracias

a la autoridad de diversos autores y movimientos de espiritualidad.

La teología mística se basa principalmente en recibir toda enseñanza

directamente de Dios. Este conocimiento de las realidades espirituales, está

fundado en la experiencia propia y en la oración personal. Es el amor el que guía

al alma hacia Dios y Él infunde y enseña a todo aquel que se acerca a su

presencia. Este movimiento ya venía gestándose desde la Alta Edad Media con

grandes místicos como San Bernardo de Clairvaux (1090-1153) y San

Buenaventura (1218-1274) e incluso el mismo Santo Tomás de Aquino (1225-

1274) ―la demostración viviente del íntimo parentesco de la Escolástica con la

mística de la alta Edad Media‖.10

La teología mística era practicada principalmente entre los cistercienses,

cartujos y franciscanos; éstos últimos auspiciaron a los laicos, principalmente

mujeres, a un camino espiritual y sensible de relación con Dios, lo que constituyó

una importante novedad. Se presentaba una vía abierta a personas de toda clase

y posible a todos lo que no podían acceder a los estudios (mujeres, campesinos,

trabajadores, etc.).

La Mística en el Imperio Germánico y los Países Bajos recibe el nombre de

―Devotio Moderna‖, cuyo representante más conocido es el agustino Tomás de

Kempis (1380-1471), que se nutre de la tradición mística renana, cuyo principal

representante es Meister Eckhart (c.1260-c.1328). En España la corriente más

característica fue la desarrollada en la primera mitad del S.XVI bajo el nombre de

―recogimiento‖. El sacerdote Francisco de Osuna (1497-1540) con su ―Abecedario

10

Lortz, J. (1982). Historia de la Iglesia en la perspectiva de la historia del pensamiento (Vol. I. Antigüedad y Edad Media). Madrid: Ediciones Cristiandad, S.L. (pág. 482)

9

espiritual‖ es el principal exponente de este movimiento que tanto influjo tuvo

posteriormente en Santa Teresa de Jesús (1515-1582).

Todo el movimiento místico surge en un ambiente de individualismo propio

de la mentalidad renacentista. La religión popular propia de la Edad Media se

convierte en una religión individual en la que cualquier persona –

independientemente de su clase social o conocimientos científicos– puede llegar a

conocer a Dios de manera profunda y sobrepasar, incluso, a los teólogos.

Frente a la religiosidad característicamente medieval, compuesta de una serie de

actos externos a la persona, se extiende por la sociedad laica una alternativa

religiosa intimista y propiamente espiritual en tanto que tiende pretende el

conocimiento y relación directa con Dios y con los componentes espirituales de la

Realidad.11

Lorenzo Valla (1406-1457), humanista italiano, propone como parte de este

movimiento espiritual un cristianismo centrado en la caridad antes que en los

preceptos filosóficos. Para él es necesario recuperar la Antigüedad, restaurando el

estudio de los Santos Padres y la crítica textual del Nuevo Testamento. Heredero

y gran expositor de esta crítica será Erasmo de Rotterdam. Después de Valla, se

llegará a afirmar la excelencia de la perfección de la caridad por encima del estado

de perfección como tal, o sea, de la vida religiosa.

Frente a todo este panorama de cambios en la forma de ver, estudiar y vivir

la espiritualidad cristiana, es importante señalar que la mística no se impone ni

niega toda la tradición anterior, sino que existe una continuidad espiritual muy

grande. Prueba de ello son las abundantes citas que los místicos de la Alta Edad

Media hacen de los autores que les precedieron como San Bernardo, San

Buenaventura o el mismo Santo Tomás de Aquino.

Declive de la teología mística

El movimiento teológico de la mística comenzó a debilitarse conforme

terminaba el S. XVI. Entre las afirmaciones ―todos teólogos‖ de Erasmo y ―han de

11

Cortés Peña, A. L. (2006). La crisis de la cristiandad occidental en los albores de la modernidad. En A. L. Cortés Peña, Historia del Cristianismo (Vol. III El mundo moderno, págs. 17-50). Madrid: Editorial Trotta, S.A.

10

ser contadísimos [los teólogos]‖ del dominico Francisco de Vitoria (1483-1546) se

dejaba ver el surgimiento de un nuevo –más bien ―renacido‖– movimiento de

teólogos que daban al pueblo la enseñanza, entre los que se encontraba el obispo

de Canarias, Melchor Cano (1509-1560). Este fraile dominico tuvo miedo a que, si

se divulgaba la espiritualidad, se minara el Misterio, una de las bases de la Iglesia

y afirmaba que:

cuando el pueblo conozca la religión, no sólo prescindirá de los teólogos,

sino que perderá el respeto al clero. […] Hay que mantener a los laicos sumidos en

la ignorancia y simplicidad con un conocimiento mínimo de la religión y con una

práctica que no vaya más allá de la oración vocal.12

Cano expone una doctrina que contrasta totalmente con el pensamiento

escolástico mostrado por Aquino, el cual propone poner la perfección cristiana al

alcance de todos.13 Este punto será de capital importancia en los años posteriores

al Concilio de Trento y encontrará cabal respuesta en la publicación de los

catecismos y manuales de perfección cristiana de los que se servirán los

sacerdotes para instruir a sus fieles.

Gracias a este movimiento espiritual, que resalta la subjetividad en la

relación con Dios, la confianza en los sacerdotes empieza a perderse, porque

éstos no aciertan a guiar a las almas. Cada vez más personas se dedicaban a

devociones personales, de tipo individual y emotivo, rechazando la guía deficiente

ofrecida por el clero católico de la época. Es en este ambiente –teología mística,

antropocentrismo, Iglesia decadente– donde pudo surgir y tener su mayor auge el

movimiento protestante iniciado por el monje agustino alemán Martín Lutero

(1483-1546) en 1517.

Reforma Católica: formación del clero para la catequesis

Desde finales de la Edad Media en muchos reinos de la cristiandad se

buscó hacer algo en favor de una reforma de las costumbres y de la formación del

clero. En Castilla, por ejemplo, surgieron publicaciones para mejorar la instrucción

12

Ibídem 13

Con todo, no hay que confundir la posibilidad de que todos lleguen a la perfección cristiana con la capacidad intelectual para desarrollar un discurso teológico.

11

religiosa de fieles y eclesiásticos., los Reyes Católicos, en unión con el Cardenal

Cisneros, reformaron las órdenes religiosas, renovaron el episcopado (Cfr.

Patronato Regio), reformaron las costumbres, expulsaron a los judíos, entre otras.

Muchas de estas reformas serían tomadas en consideración en la posterior

reforma general de la Iglesia. Sin embargo, no fue sino hasta el 13 de diciembre

de 1545 –fecha de inicio del Sacrosanto y Ecuménico Concilio de Trento– cuando

la Iglesia tomó cartas en el asunto.

La XIIIa sesión del 15 de Julio de 1563, celebrada en tiempo del sumo

Pontífice Pio IV, expuso la «Vera, et catholica doctrina de sacramento Ordinis, ad

condemnandos errores nostri temporis , a sancta Synodo Tridentina decreta, et

publicata Sessione VII».14

Entre los puntos principales de esta sesión se cuentan los siguientes:

Cap. I: Se corrige la negligencia de residir de aquellos que gobiernan las

iglesias: se dan providencias para la cura de almas. Todos los pastores

están obligados a residir personalmente en su iglesia.

Cap. IV: Define quiénes se han de ordenar de primera tonsura.

Cap. V: Establece las circunstancias que deben tener los que se quieren

ordenar.

4. Reforma de la música sacra como medio de catequesis

Música sacra antes del Concilio de Trento

La música durante la Edad Media fue muy importante en la liturgia de la

Iglesia y en la vida del clero. Ya desde el siglo VII, el papa San Gregorio Magno

ordenó la recopilación de cantos para el servicio litúrgico y el rezo del breviario,

cuyo conjunto sería considerado después como canto gregoriano.

Según documentos históricos exhumados de bibliotecas europeas por

arqueólogos e historiadores de la música, Gregorio el Grande, en ocasión del

14

Verdadera y católica doctrina del sacramento del Orden, decretada y publicada por el santo Concilio de Trento en la sesión VII para condenar los errores de nuestro tiempo.

12

‗Concilium Rumanum‘ celebrado en 595, promulgó un decreto que ordenaba a

diáconos, subdiáconos y clérigos cantar las partes vocales del ‗Evangelio‘ en estilo

gregoriano. Breve tiempo después, fundó la escuela de canto, ‗Schola Cantorum‘,

cercana a la Iglesia San Juan de Letrán, donde a los futuros cantores y coristas se

les inculcaba tanto el amor a las bellas como a las manifestaciones vocales.15

En los siglos XI y XII surge una nueva manera de interpretación musical

llamada Ars antiqua. Destacan los motetes, esto es, breves composiciones

musicales que regularmente se forman sobre algunas palabras de la Escritura.

Dos de los más importantes representantes de esta corriente musical son los

monjes Leonin (Inglaterra) y Perotin (Francia).

Ya a partir del 1300, aproximadamente, ―casi todas las iglesias del Imperio

Germánico poseían un órgano,‖16 lo que condujo a un cambio en la manera de

cantar en los templos cristianos. Con el tiempo, la música sacra fue convirtiéndose

en una mezcolanza de melodías profanas con letras extraídas de textos sagrados,

y viceversa, lo que preocupó mucho a la jerarquía de la Iglesia en los inicios del S.

XVI y que requería una revisión.

Música religiosa protestante

Luego de la ruptura con Roma, los protestantes empezaron a utilizar en sus

actos de culto composiciones musicales embebidas del espíritu de Martín Lutero:

En el ámbito protestante se mantuvo floreciente un sector del arte, que

Lutero comprendió y cultivó: la música. El nivel artístico de las composiciones fue

al principio bastante modesto. Pero por su contenido religioso y su poder de formar

comunidad fueron de extraordinario valor y de gran importancia histórica, por

ejemplo, las conmovedoras corales luteranas.17

Los cantos de las asambleas protestantes eran, en su mayoría,

interpretados en lengua vernácula y en melodías fáciles de seguir por el conjunto

de los fieles reunidos. La palabra, por encima de la imagen, era ahora la

15

Gerbert, Maurice. El canto de la música sacra 16

Lortz, J. (1982). Historia de la Iglesia en la perspectiva de la historia del pensamiento (Vol. II. Edad Moderna y Contemporánea). Madrid: Ediciones Cristiandad, S.L. (pág.46)

17 Ibídem (pág. 250)

13

protagonista del culto comunitario, por lo cual, en las naciones protestantes como

el Imperio Germánico, los Países Bajos e Inglaterra, se le dio una importancia

central a la música como transmisora fiel y estética de la Palabra.

La música vocal e instrumental de Bach, directamente creada en su

mayoría para el culto protestante, demuestra una formidable capacidad de dar

carácter objetivo a la fe; se nutre todavía del elemento cristiano común (La Pasión

según san Mateo, pese a los textos pietistas; la Misa en si menor, con texto latino,

incluyendo naturalmente el credo entero; la gigantesca obra de las cantatas).18

Música sacra católica post-conciliar

Algunos autores opinan que la música sacra en la iglesia católica estaba en

grande peligro de desaparecer, dados los abusos mencionados. Fue entonces

cuando surgió el compositor italiano Giovanni Palestrina (1525-1594) cuyo

espíritu, junto con su famosa música religiosa a capella, aún hoy sigue siendo

universalmente admirada.19 Entre sus obras más famosas, destaca la Misa Papae

Marcelli dedicada al Papa Marcelo II (1555).

Por otra parte, Inglaterra ya se había separado de la Iglesia Católica, lo que

condujo a los compositores que residían en ese lugar a producir obras tanto para

el culto anglicano como para el católico. William Byrd (1543-1623), protestante en

su juventud y católico en su vida adulta, se dedicó a componer principalmente

motetes compilados en dos volúmenes de Cantiones sacrae.

En España, descuella ―el compositor de Dios‖ Tomás Luis de Victoria (1548-

1611), sacerdote abulense. En Roma, donde cursó sus estudios para el

sacerdocio, conoce a Palestrina y su música, que jugarían después un papel

fundamental en su propia obra. Entre sus obras se cuentan misas, motetes,

oficios, entre otros.

El Concilio de Trento, en la XXIIa sesión reunida el 17 de septiembre de

1562, cuyo tema central es la doctrina sobre el sacrificio de la Misa, menciona

explícitamente, dirigiéndose a los obispos:

18

Ibídem 19

Ibídem (pág.46)

14

Aparten también de sus iglesias aquellas músicas en que ya con el órgano,

ya con el canto se mezclan cosas impuras y lascivas; así como toda conducta

secular, conversaciones inútiles, y consiguientemente profanas, paseos, estrépitos

y vocerías; para que, precavido esto, parezca y pueda con verdad llamarse casa

de oración la casa del Señor.

Los encargados de ejecutar esas reformas en las parroquias y capillas

sufragáneas a las diócesis eran los sacerdotes, luego, éstos tenían que poseer,

además de la formación en las ciencias sagradas, un conocimiento básico de las

formas musicales aptas para el culto.

5. Educación del clero: los seminarios

La mayoría de los sacerdotes europeos a inicios de la Edad Moderna

provenían de órdenes religiosas, las cuales, ya desde los siglos XII y XIII, habían

migrado a las ciudades, generando un mayor número de religiosos en ambientes

urbanos que en los rurales. No eran raros aquellos que ingresaban en religión por

algún beneficio que se pudiera conseguir, como rentas eclesiásticas, puestos de

gobierno, vida asegurada, entre otros, las cuales se concedían simplemente con la

recepción de la tonsura. Muchos iniciaban el camino pero pocos lo concluían. De

ahí que la preparación espiritual de muchos miembros del clero en la época fuera

de carácter deficiente o, en algunos casos, nula.

En respuesta a esta problemática el 19° Concilio Ecuménico reunido en

Trento, en el Capítulo 18 de la XXIII Sesión ―da el método de erigir seminario de

Clérigos, y [cómo] educarlos en él‖. En este capítulo –el más largo de aquella

sesión– el Concilio estableció:

ut singulae cathedrales, metropolitanae, atque his maiores ecclesiae pro

modo facultatum, et dioecesis amplitudine certum puerorum ipsius civitatis, et

dioecesis, vel eius provincia, si ibi non reperiantur, numerum in collegio ad hoc

prope ipsas ecclesias, vel alio in loco convenienti ab Episcopo eligendo; alere, ac

religiose educare, et ecclesiasticis diciplinis instituere teneantur.

[…] que todas las catedrales, metropolitanas, e iglesias mayores que estas

tengan obligación de mantener, y educar religiosamente, e instruir en la disciplina

15

eclesiástica, según las facultades y extensión de la diócesis, cierto número de

jóvenes de la misma ciudad y diócesis, o a no haberlos en estas, de la misma

provincia, en un colegio situado cerca de las mismas iglesias, o en otro lugar

oportuno a elección del Obispo.

Al inicio, estos seminarios no eran de renombre, dada la precaria situación

económica de algunos, lo que conllevaba un bajo nivel intelectual y la consiguiente

obligación de los alumnos a formarse en conventos o universidades cercanas.

6. El sacerdote católico en la Contrarreforma

Después del Concilio de Trento surge un modelo de sacerdote, distinto y

distante de la feligresía por su manera de comportarse y de vivir, que lo confirman

en su condición de pastor y representante de Cristo: se corrigen vicios como el

concubinato, el abuso del vino y de la caza (práctica que incitaba a comer y a

beber, además de propiciar familiaridad con los seglares); se impone, además, el

uso de la sotana como distintivo del estado clerical.20

Entre los grandes reformadores del clero de la época se encuentra el

obispo milanés San Carlos Borromeo (1538-1584). Él se encargó de formar una

nueva generación de sacerdotes. Erigió con este fin los colegios tridentinos de

Milán, reunió seis sínodos provinciales y once diocesanos y durante su mandato

visitó tres veces su obispado. Veía apremiante la necesidad de reconstruir las

iglesias particulares bajo la responsabilidad de cada obispo. Para ello fomentó la

unidad entre vida interior y apostolado, entre iglesia local e Iglesia Universal, entre

ascetismo y magisterio.

Sus reformas fueron modelos para otras diócesis de la época, pues fue un

obispo que asumió el papel de juez y de legislador reforzando la disciplina clerical,

combatiendo la herejía y controlando la vida moral del clero y de sus fieles. Puede

afirmarse que él ―representa el modelo de obispo según el concilio de Trento‖.21

20

García, A. M. (2006). El estamento eclesiástico en la Europa moderna. En A. L. Cortés Peña, Historia del Cristianismo (Vol. III. El mundo moderno, págs. 465-508). Madrid: Editorial Trotta, S.A.

21 Rivero, A. (s.f.). Historia de la Iglesia siglo a siglo. Buenos Aires: Seminario Maria Mater

Ecclesiae. Págs. 175

16

7. Pintura católica: transmisora de doctrina

La religión católica siempre se ha servido de la imagen como especial y

apto instrumento de catequesis por el impacto que ésta genera en la psicología de

las personas:

La imagen es predicación evangélica. Los artistas de todos los tiempos han

ofrecido, para contemplación y asombro de los fieles, los hechos más

sobresalientes del misterio de la salvación, presentándolo en el esplendor del color

y la perfección de la belleza. […] la imagen sagrada puede expresar mucho más

que la misma palabra, dada la gran eficacia de su dinamismo de comunicación y

de transmisión del mensaje evangélico. (Compendio del Catecismo de la Iglesia

Católica, 5)

Durante el barroco, el arte cristiano que venía desarrollándose ya desde

antes del Edicto de Milán en el S. IV, experimentó un considerable aumento en

todas sus formas. Este arte siempre ha tenido como propósito acercar a las

personas a Dios mediante formas, colores, sonidos, etc., ordenados de forma

armónica. En el periodo comprendido entre los siglos XVII y XVIII este orden y

armonía se vieron forzados a proyectarse hacia afuera de manera casi violenta,

gracias al cisma protestante:

Con el barroco, las fuerzas cristianas crearon una nueva cultura pan-

europea: si exceptuamos el campo de la música (donde destacaron poderosas

figuras en los círculos luteranos) y la personalidad sobresaliente de Shakespeare,

fueron casi exclusivamente las fuerzas de la Iglesia Católica las que dominaron el

cuadro.22

Iconoclasia protestante en el arte

El arte había sido, hasta antes de la reforma protestante, de carácter

predominantemente religioso, debido a que los encargos procedían directa o

indirectamente de la Iglesia: edificios para el culto, altares, imágenes de los

22

Lortz, J. (1982). Historia de la Iglesia en la perspectiva de la historia del pensamiento (Vol. II. Edad Moderna y Contemporánea). Madrid: Ediciones Cristiandad, S.L. (pág. 5)

17

santos, retablos, cuya temática se extraía en su mayor parte del Evangelio o de

las vidas y leyendas de los santos.

Una vez que la reforma protestante se esparció por algunos países de

Europa, toda muestra de artes plásticas fue dejada de lado y, en algunos casos,

hasta reprimida violentamente (el caso de los entusiastas, el calvinismo).23

La construcción de la Iglesia calvinista se vio acompañada de una bárbara

y anticultural destrucción de imágenes, a la que sucumbieron incontables «ídolos»

de arte gótico (sobre todo en Francia y, más tarde, también en Holanda). Sin

embargo, no fue Calvino el culpable de estos excesos; él siempre se opuso a

todos los desafueros fanáticos de los iconoclastas. Incluso los excesos cometidos

en Lyon en 1562, que de alguna manera fueron comprensibles como desquite,

Calvino los recibió «como una afrenta, con amargura de corazón», y como una

contradicción al evangelio: «Nuestra idea nunca ha sido afrontar la violencia con la

violencia».24

[…] el 11 de enero, Zwilling y otros frailes apóstatas, poseídos de furor

iconoclasta, arrojaron fuera del templo conventual, con aplauso de Karlstadt, los

altares, descabezaron las imágenes de los santos y las de Cristo y de la Virgen,

destruyeron las pinturas murales y los cuadros y amontonaron en el patio, para

prenderles fuego, crucifijos, estandartes, cirios y hasta los santos óleos.25

Des-simbolización

Uno de los factores más perniciosos de la iconoclasia y el rechazo a las

imágenes por parte de los protestantes radica en la des-simbolización del arte que

estas acciones conllevaron. Al contrario de lo que se entiende en ambientes

protestantes, en el culto católico la imagen ayuda al fiel a encontrarse con Dios, no

por la imagen en sí, sino por lo que ésta representa, es decir, lo que simboliza

(Cfr. Apéndice).

En el S. XVI existían, principalmente, para el cristiano, dos formas de ―ver‖ a

Dios: la mística y el arte. La primera, como ya vimos, contiene formulaciones

23

Lortz, J. Op. cit. (pág. 250) 24

Ibídem (pág. 136) 25

García-Villoslada, R. (2008). Martín Lutero: En lucha contra Roma (Vol. II). Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos. (pág. 64)

18

espirituales intensas que mueven el alma hacia Dios. El arte, en cambio, es algo

de carácter popular, ―público‖, al que toda persona está expuesta.

En este siglo, por ello, el clero católico hizo hincapié en las formas de culto

externo –como las procesiones– en las que se trasladaba lo sagrado desde los

templos a la calle, a fin de catequizar al pueblo mediante el arte barroco que

―muestra al príncipe del cielo, que domina majestuoso, enseña y obra con grandes

gestos y sufre, muere y resucita impresionantemente.‖26 La misa pro populo,

celebrada por los sacerdotes cada domingo, se convirtió en el mejor lugar para

enseñar la doctrina, donde el arte tuvo un influjo significativo.27

Durante la época de la Reforma, sin embargo, las artes plásticas de

carácter religioso sufrieron un notable descenso en el Imperio Germánico28:

Si bien el único artista plástico que trabajó por completo dentro del ámbito

protestante fue Lucas Cranach el Joven, una figura de renombre es Hans Holbein

(1497-1543), quien, sin embargo, tiene escasa importancia para la historia de la

Iglesia. Sus retratos —grabados y pinturas— de la colección de Enrique VIII de

Inglaterra nos permiten entrar en contacto inmediato — ¡y cuán elocuente!— con

significativos representantes de la historia de aquella época: Erasmo, Tomás Moro,

el propio Enrique VIII (y sus esposas). Pero la parte más importante de su obra,

aun teniendo en cuenta sus madonnas y otros temas religiosos, no acusa un

carácter netamente religioso (compárese, por ejemplo, su «Cristo en la sepultura»

de Basilea con el «Cristo muerto» de Grünewald de la Predella de Aschaffenburg).

El arte de Holbein es un arte secularizado.29

26

Guardini, R. (1960). La imagen de Jesús, el Cristo, en el Nuevo Testamento. Madrid: Ediciones Guadarrama, S.L.

27 Cfr. López-Guadalupe Muñoz, M. L. (2006). Religiosidad institucional y religiosidad

popular. En A. L. Cortés Peña, Historia del Cristianismo (Vol. III. El mundo moderno, págs. 415-463). Madrid: Editorial Trotta, S.A.

28 Hay que notar la excepción que representaron el Ducado de Baviera y los dominios de

los Habsburgo, donde el arte barroco floreció como contrapeso al protestantismo del norte del Imperio Germánico.

29 Lortz, J. (1982). Historia de la Iglesia en la perspectiva de la historia del pensamiento

(Vol. II. Edad Moderna y Contemporánea) Madrid: Ediciones Cristiandad, S. L. (pág. 250)

19

8. Grandes reformadores

Durante la época del Concilio de Trento surgieron en la Iglesia hombres y

mujeres de gran talante espiritual y humano que fueron capaces de implementar,

de manera eficaz y duradera, las reformas propuestas por el Concilio en sus

países, iglesias locales y congregaciones religiosas.

La atmósfera religiosa, moral y espiritual de los siglos XVI y XVII estuvo

fuertemente determinada, aparte [sic.] algunos gravísimos síntomas de

disgregación, por la vida, la obra, la oración y los escritos de Ignacio de Loyola,

Teresa de Jesús, Felipe Neri, Francisco de Sales, Vicente de Paúl: dos siglos de

santos, verdaderamente.30

1) Adriano VI (1459-1523)

Adriaan Floriszoon Boeyens, sucesor de San Pedro desde 1522 a 1523.

Hombre «austero y severo, quiso reformar las costumbres de la curia, pero no

pudo. Se enemistó con casi todos, con la curia y con el pueblo romano, pues

condenó muchas costumbres incluso inocentes. (…) La reforma debía comenzar

por casa y continuó con la curia vaticana, donde eliminó parásitos y libertinos31»

Tuvo dificultades al momento de intentar reformar las costumbres entre los

cardenales que no estaban habituados a un estilo de vida sobrio y austero.

2) San Ignacio de Loyola (1491-1556)

Sacerdote español fundador de la Compañía de Jesús: ―fue de los primeros

adalides de la restauración católica europea, de las misiones y de la enseñanza

cristiana en la sociedad. Los jesuitas fundaron gimnasios, colegios, seminarios y

escuelas superiores.‖32 Sus religiosos profesan obediencia absoluta al papa, lo

que llevó a esta Orden a convertirse en la vanguardia de la reforma católica en

manos del Sumo Pontífice, y les da disponibilidad total en la encomienda de

misiones, incluso transmarinas.

30

Lortz, J. Op. cit. (pág. 23) 31

Rivero, A. (s.f.). Historia de la Iglesia siglo a siglo. Buenos Aires: Seminario Maria Mater Ecclesiae. Págs. 171-172

32 Ibídem Pág. 178

20

3) San Pedro Canisio (1521-1597)

Primer sacerdote jesuita proveniente de los Países Bajos. Nombrado Doctor

de la Iglesia en 1925 por el Papa Pío XI, fue un influyente paladín de la reforma

católica en el sur del Imperio Germánico. A él se remontan los primeros

catecismos de la Iglesia Católica. Su obra cumbre titulada ―Summa doctrinae

christianae‖ es un catecismo escrito en formato de pregunta-respuesta, que era la

forma pedagógica propia de la escolástica.

4) Santa Teresa de Jesús (1515-1582)

Española fundadora de las carmelitas descalzas como resultado de una

reforma interna de la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo. Es Doctora de

la Iglesia y gran mística, lo que se puede ver en sus escritos: ―Las moradas del

castillo interior‖, ―Camino de perfección‖ y ―Libro de la vida‖ entre otras.

―Característica dominante de su existencia fue la adhesión incondicional y el amor

a la Iglesia. Así termina su existencia: «Muero hija de la Iglesia».‖33

5) Santo Toribio de Mogrovejo (1538-1606)

Segundo Arzobispo de Lima. Misionero y organizador de la Iglesia Católica

en el Perú. ―[…] compuso catecismos en castellano, quichua y aimará.‖34 Fundó

el primer Seminario Americano en Lima en 1591. En obediencia a las

directrices prescritas en el Concilio de Trento, se propuso reunir a los

sacerdotes y obispos de América para promulgar leyes acerca del

comportamiento que deben tener los católicos, para lo cual congregó trece

sínodos diocesanos y tres concilios provinciales.

6) San Francisco de Sales (1567-1622)

Obispo de Ginebra. Doctor de la Iglesia. ―[…] el típico obispo de la reforma

católica que une la acción con la oración, el espíritu con el contacto de las

realidades naturales, la aceptación del mundo que le rodea con el intenso

33

Ibídem Pág. 179 34

Ibídem Pág. 201

21

propósito de reformarlo profundamente‖.35 ―Trabajó sin descanso en promover la

enseñanza, la práctica de los Sacramentos, la forma de las estructuras y del

clero.‖36

Conclusión

En la Edad Moderna, el pensamiento fue poco a poco desembocando en

corrientes que ya no eran católicas, como lo fueron durante la Edad Media, sino

meramente teístas. El clero había dejado de ser la vanguardia en la cultura y el

pensamiento, y ya a partir de las primeras décadas del S. XVII, los filósofos

racionalistas como Descartes, Spinoza y Leibniz –todos ellos teístas– sientan las

bases para la posterior detonación del pensamiento ilustrado y de la Revolución

Francesa, que daría como consecuencia una secularización de la sociedad, del

pensamiento y del arte en general, que se puede ver hasta nuestros días.

La convocación, reunión y proclamación de los decretos del Concilio de

Trento buscó reforzar la fe, la cultura y las costumbres católicas en Europa, que

poco a poco se alejaba de la religión y caminaba hacia el laicismo. Era, pues,

capitalmente necesario tener a disposición de la Iglesia un clero bien formado en

todos estos campos y que fuera capaz de guiar e instruir correctamente a los

fieles.

Este fue el objetivo de todas las reformas que se buscaron implantar tanto

en el Viejo Continente como en el Nuevo Mundo. En éste último, las directrices del

Concilio de Trento encontraron, gracias a los monarcas católicos españoles y

portugueses, un amplio campo de acción y de eficaz acogida. Baste mencionar

cómo el arte de la Nueva España, por ejemplo, es de tipo churrigueresco casi en

su totalidad; o cómo la iglesia del Gesù de Roma se convirtió en modelo de

innumerables iglesias de este continente. Por lo tanto, el clero –reformado– se

convirtió en la avanzada de la Contrarreforma en las naciones católicas y en las

que estaban en camino de serlo.

35

Ibídem Pág. 200 36

Mercabá.org. (s.f.). Recuperado el 19 de Enero de 2016, de http://mercaba.org/DOCTORES/san_francisco_de_sales.htm

22

Apéndice

Sesión XXV del Sacrosanto Concilio de Trento

(Extractos referentes al culto a las imágenes)

LA INVOCACIÓN, VENERACIÓN Y RELIQUIAS

DE LOS SANTOS, Y DE LAS SAGRADAS IMÁGENES

Manda el santo Concilio a todos los Obispos, y demás personas que tienen

el cargo y obligación de enseñar, que instruyan con exactitud a los fieles ante

todas cosas, sobre la intercesión e invocación de los santos, honor de las

reliquias, y uso legítimo de las imágenes, según la costumbre de la Iglesia Católica

y Apostólica, recibida desde los tiempos primitivos de la religión cristiana, y según

el consentimiento de los santos Padres, y los decretos de los sagrados concilios;

[…]

[…] Además de esto, declara que se deben tener y conservar,

principalmente en los templos, las imágenes de Cristo, de la Virgen madre de

Dios, y de otros santos, y que se les debe dar el correspondiente honor y

veneración: no porque se crea que hay en ellas divinidad, o virtud alguna por la

que merezcan el culto, o que se les deba pedir alguna cosa, o que se haya de

poner la confianza en las imágenes, como hacían en otros tiempos los gentiles,

que colocaban su esperanza en los ídolos; sino porque el honor que se da a las

imágenes, se refiere a los originales representados en ellas; de suerte, que

adoremos a Cristo por medio de las imágenes que besamos, y en cuya presencia

nos descubrimos y arrodillamos; y veneremos a los santos, cuya semejanza

tienen: todo lo cual es lo que se halla establecido en los decretos de los concilios,

y en especial en los del segundo Niceno contra los impugnadores de las

imágenes.

Enseñen con esmero los Obispos que por medio de las historias de nuestra

redención, expresadas en pinturas y otras copias, se instruye y confirma el pueblo

recordándole los artículos de la fe, y recapacitándole continuamente en ellos:

además que se saca mucho fruto de todas las sagradas imágenes, no sólo porque

23

recuerdan al pueblo los beneficios y dones que Cristo les ha concedido, sino

también porque se exponen a los ojos de los fieles los saludables ejemplos de los

santos, y los milagros que Dios ha obrado por ellos, con el fin de que den gracias

a Dios por ellos, y arreglen su vida y costumbres a los ejemplos de los mismos

santos; así como para que se exciten a adorar, y amar a Dios, y practicar la

piedad. Y si alguno enseñare, o sintiere lo contrario a estos decretos, sea

excomulgado. Mas si se hubieren introducido algunos abusos en estas santas y

saludables prácticas, desea ardientemente el santo Concilio que se exterminen de

todo punto; de suerte que no se coloquen imágenes algunas de falsos dogmas, ni

que den ocasión a los rudos de peligrosos errores. Y si aconteciere que se

expresen y figuren en alguna ocasión historias y narraciones de la sagrada

Escritura, por ser estas convenientes a la instrucción de la ignorante plebe;

enséñese al pueblo que esto no es copiar la divinidad, como si fuera posible que

se viese esta con ojos corporales, o pudiese expresarse con colores o figuras.

Destiérrese absolutamente toda superstición en la invocación de los santos, en la

veneración de las reliquias, y en el sagrado uso de las imágenes; ahuyéntese toda

ganancia sórdida; evítese en fin toda torpeza; de manera que no se pinten ni

adornen las imágenes con hermosura escandalosa; […] Finalmente pongan los

Obispos tanto cuidado y diligencia en este punto, que nada se vea desordenado, o

puesto fuera de su lugar, y tumultuariamente, nada profano y nada deshonesto;

pues es tan propia de la casa de Dios la santidad. Y para que se cumplan con

mayor exactitud estas determinaciones, establece el santo Concilio que a nadie

sea lícito poner, ni procurar se ponga ninguna imagen desusada y nueva en lugar

ninguno, ni iglesia, aunque sea de cualquier modo exenta, a no tener la

aprobación del Obispo. […]

24

Bibliografía

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Coronel Ramos, M. A. (2013). La caridad: voces de reforma del clero en el siglo

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pensamiento (Vol. I. Antigüedad y Edad Media). Madrid: Ediciones

Cristiandad, S.L.

Lortz, J. (1982). Historia de la Iglesia en la perspectiva de la historia del

pensamiento (Vol. II. Edad Moderna y Contemporánea). Madrid: Ediciones

Cristiandad, S. L.

25

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