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UNIVERSIDAD DE MURCIA ESCUELA INTERNACIONAL DE DOCTORADO Paseos a Contra-Tiempo: Sophie Calle, W. G. Sebald y Robert Smithson, Caminantes con Ecos de Walter Benjamin Dª Irene López Martínez 2018

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UNIVERSIDAD DE MURCIA

ESCUELA INTERNACIONAL DE DOCTORADO

Paseos a Contra-Tiempo: Sophie Calle, W. G. Sebald y Robert Smithson,

Caminantes con Ecos de Walter Benjamin

Dª Irene López Martínez

2018

Paseos a contra-tiempo: Sophie Calle, W. G. Sebald y Robert Smithson,

caminantes con ecos de Walter Benjamin

Dña. Irene López Martínez

DirectorMiguel Ángel Hernández Navarro

2018

Programa de Doctorado en Artes y HumanidadesLínea de Investigación nº3.

Arte, Cultura Visual y Patrimonio

A mi madre.

AGRADECIMIENTOS

Gracias a mi director de tesis Miguel Ángel Hernández Navarro por sus consejos, su

dedicación y su sabiduría.

A mi madre por su incondicional apoyo durante estos años que ha durado el

proceso de acabar una tesis doctoral.

De mi estancia en la Universidad de Goldsmiths, quiero dar las gracias a Isaac

Marrero, mi supervisor. También a las compañeras del departamento que me ayudaron

y aconsejaron: Zahira Araguete, Souad Usayran, Aimée Joyce y el resto. A Pablo

Fernández, que me habló de Richard Sennett.

De mis amigos de Murcia tengo que mencionar a Ángel Prior, por su tozudez y

ánimo para que terminase la tesis y a Jesús Sánchez, que me ayudó a entender la entropía.

A Javier Castro, por ser unas de las personas de la cultura murciana más interesantes. A

Aitor Monedero, por sus continuos ánimos y su entusiasmo. A Ángel Perni por su ayuda

en este último año. A Julio y Panadero por su amistad carmelitana.

De mis migos de Madrid quiero destacar el apoyo de la “comunidad investigadora”:

Inés Plasencia, Olga Fernández, Lidia Mateo y Juan Albarrán.

A los Pufas (Molkita, Piluca y Pablo –y Alba, que nació cuando estaba terminando

esta tesis–, África, Irene, Pedro, Pedro Piki, Mario, Xorx, Iker, Clara y Héctor). A Ana

Cibeira, por compartir ideas y proyectos, y a Rachel Congosto.

Especialmente a Marta Sesé, que ha maquetado esta tesis, la ha leído y me ha

escuchando con mimo y atención.

RESUMEN

Esta tesis es una investigación de raíces ensayísticas que indaga en el concepto de

desplazamiento en dos artistas –Sophie Calle y Robert Smithson– y un escritor, W. G.

Sebald. Se trata de analizar el caminar como una herramienta que trasciende la práctica

estética, contemplativa o bucólica, para situarse como una metodología que posibilita la

reflexión, el empoderamiento, y la elaboración crítica de la realidad urbana y social. Se

constituye, por tanto, como una estrategia subversiva hacia el modelo espacial heredado

que se basa en el racionalismo, la funcionalidad, y el valor productivista del mismo.

Se ha de decir que esta tesis responde ante un parámetro metodológico

interdisciplinar, cuyo objetivo no es el de analizar un objeto de estudio desde el punto

de vista historicista, sino que aborda una visión crítica de los autores escogidos, para

que, en última instancia, se ahonde en un cuestionamiento sobre las relaciones entre

urbanismo y el capitalismo en la sociedad posfordista, las dimensiones del paisaje y sus

transformaciones antropogénicas, y las condiciones materiales y temporales de estos

cambios.

Se ha establecido, como marco inicial teórico de esta tesis, las transformaciones

urbanas y sociales que surgen en el siglo XIX en el contexto de la ciudad de París,

puesto que es en esa escenografía cuando tiene lugar la conformación de un sujeto

urbano surgido gracias a estos cambios tecnológicos y económicos, De este modo, y a

través del estudio llevado a cabo por Walter Benjamin, entre otros teóricos, se plantea

cómo la ciudad cambia los modos de percepción y experiencia en los individuos. Se

quiere establecer un paralelismo entre las diferentes figuras urbanas de la modernidad y

posmodernidad –por ejemplo el caso del flâneurlo del detective– antecedentes directos

de estos artistas que utilizan el desplazamiento por la ciudad y su periferia como

herramienta de reflexión sobre la realidad urbana desde una perspectiva crítica.

Un segundo bloque tiene el objetivo de analizar las obras de los artistas estudiados.

Así, en el caso de la artista francesa Sophie Calle, se analiza su primera producción

artística donde destaca la subversión del mandato de género aplicado al espacio urbano,

su reivindicación del derecho a la ciudad, posibilitando la aprehensión y la apropiación

de la ciudad como territorio donde experimentar el juego y lo azaroso, que supone

una experiencia de la ciudad a través del paseo y el desplazamiento como estrategia

para experimentar la ciudad desde otros parámetros no regidos por valores normativos.

En el caso del escritor W. G. Sebald, se analiza una novela tituladal LoslAnillosl del

Saturno, en la que, en clave autobiográfica, se relata el paseo por pueblos y zonas

periféricas del condado inglés de Suffolk. En el relato se va intercalando memorias

olvidadas y personajes excéntricos, que hacen vibrar las historias que han pasado

invisibles e inadvertidas para la construcción histórica hegemónica y se envuelve en una

atmósfera liminal, entre el crepúsculo y el amanecer, atravesado por el desplazamiento

del propio protagonista que entre pasajes y cesuras, busca las diferentes capas de la

memoria y de la historia, como un palimpsesto sin fin donde la dimensión temporal

fluye a contra-tiempo.

Y por último en las obras de Robert Smithson se analiza el desplazamiento

suburbial por la periferia norteamericana, donde se enfrenta a la realidad de forma

dialéctica: contraponiendo los desequilibrios generados por el sistema capitalista basado

en el progreso y el desarrollo biológico de los procesos presentes de la naturaleza. Ruinas

y deshechos industriales como epítome y signo del momento en el que vivimos. Se

trata de contemplar la basura de la historia antes de convertirse en ruina, en su proceso

irreversible, de degradación y de entropía.

Las prácticas artísticas aquí analizadas conforman una constelación de

experiencias que relatan otras maneras de crear, construir y producir subjetividad en

una época donde el atrofia de la experiencia, tal como predecía Walter Benjamin, es un

hecho constatable.

Palabras clave: ciudad, paseo,lfâneur, fàneuse, urbanismo, periferia, entropía, paisaje,

territorio, tiempo, experiencia, Sophie Calle, W.G. Sebald, Robert Smithson.

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Introducción

Indicios

Hipótesis y estructura

Conceptualización

De la contraciudad

Del laberinto

Del umbral

Del duelo

1. Desplazarse en la modernidad urbana: París en el siglo XIX

1.1. Introducción. La modernidad a debate

1.1.1. Visualidad moderna

1.1.2. Experiencia urbana

1.2. Urbanismo y práctica espacial en París

1.2.1. Breve historia

1.2.2. La Haussmanización

1.2.3. Representaciones visuales y literarias de las transformaciones urbanas

1.3. El umbral de la modernidad en los pasajes

1.3.1. Walter Benjamin. El paseante de París

1.3.2. La metrópolis urbana en Walter Benjamin

1.3.3. Los pasajes

1.3.4. Experiencia en la ciudad

1.4. Conclusiones

2. Botanizar el asfalto: Sophie Calle y el rastro de los otros

2.1. Introducción

2.2. La ciudad observada: El flâneur (flâneuse) y el detective

2.2.1. El detective

2.2.2. El género de las calles

2.3. Disrumpir la mirada: Sophie Calle y la flâneuse contemporánea

2.3.1. Mapas y derivas

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2.3.2. Existir en la huella: obra temprana de Sophie Calle

2.3.2.1. Los duermientes

2.4. Conclusiones

3. Contra el opio del tiempo: La destrucción de la historia en W. G. Sebald

3.1. Introducción

3.1.1. Melancolía y catástrofe

3.1.2. La ciudad caminada

3.1.3.Lasafinidadeselectivas.SebaldyBenjamin

3.1.4. Ut pictura poesis

3.2. Viaje a través de Los Anillos de Saturno

3.2.1. El despertar de la historia

3.2.2. Los sin nombre

3.3. Retener el pasado

3.3.1. La mirada a la tierra

3.3.1.1. Archivo

3.3.1.2. Paisaje

3.3.1.3. Ruinas

3.4. Conclusión

4. Desbordes a contra-tiempo: La esencia entrópica en Robert Smithson

4.1. Introducción. Cenizas del futuro

4.1.1. Quién es Robert Smithson

4.1.2. Biografía y obras fundamentales

4.1.3. Referencias en la obra de Robert Smithson

4.2. Puntos de fuga. La cuestión entrópica en la obra de Smithson

4.2.1. La entropía: principios fundamentales

4.2.2. Laflechadeltiempo:lacuestióntemporal en Robert Smithson

4.3. Desplazamientos negativos: de Passaic a Salt Lake

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4.3.1. Passaic

4.3.2. El antimonumento

4.3.3. Ruina

4.3.4. Paisaje

4.3.5. Desplazamientos

4.4. Conclusión: En espiral

Conclusiones

Bibliografía

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Introducción

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INTRODUCCIÓN

El rasgo decisivamente característico de este mundo es su caducidad. En este sentido, los siglos no tienen ventaja alguna respecto al momento pasajero. La continuidad de la caducidad, por tanto, no puede proporcionar consuelo; el hecho de que surja nueva vida de las ruinas no es prueba de la

persistencia de la vida, sino más bien de la muerte. Así, si quiero luchar contra el mundo, debo atacar lo que constituye su rasgo característico, su caducidad.

Franz Kafka

La historia comienza a ras del suelo, con los pasos.Michel de Certeau

A city is a memory machine.Michel Serindagm

To stroll is to vegetate, to flaner is to live.Honore de Balzac

Introducción

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Indicios

La presente investigación parte de varias intuiciones que se han desarrollado en un

periodo de tiempo dilatado. Son intuiciones ancladas en el terreno de la subjetividad y

guiadas por el criterio personal. Nace de un interés particular por ciertas temáticas que me

resultan atractivas y que suponen claves para entender parte del panorama de la cultura

crítica contemporánea: la literatura, el arte contemporáneo, la ciudad y sus dimensiones

temporales y espaciales, así como la memoria que se embebe en la urbe. Se basa en un

modelo transdisciplinar en el que la práctica artística y literaria que subyace en las obras

que esta tesis analiza, resultan de una imbricación y relación entre disciplinas.

Aquí se plantea una investigación de raíces ensayísticas que pretende exponer un

estudio mediante el análisis comparativo de tres autores que, separados por la geografía

y los años, muestran temáticas y preocupaciones similares en un entorno y contexto de

rupturas y procesos transformadores. Estos tres autores son la artista francesa Sophie

Calle, el artista norteamericano Robert Smithson y el escritor alemán residente en Reino

Unido, W.G. Sebald. Del análisis de sus obras se han extraído conceptos e ideas que

se repiten, como puede ser la práctica del desplazamiento y del caminar ya sea éste

en la ciudad o en la periferia, y que se configura como una herramienta de reflexión

y de práctica artística. Del concepto desplazamiento interesa, de manera especial, su

activación del empoderamiento subjetivo y de aproximación crítica a la realidad urbana,

periférica y rural. No se trata, sin embargo, de sumarse a estudios centrados en elaborar

un análisis del paseo como práctica estética, ni tampoco como recreación bucólica,

hedonista o contemplativa, sino que el desplazamiento aquí analizado, se constituye

como una estrategia subversiva hacia el modelo espacial heredado que se basa en el

racionalismo, la funcionalidad, y el valor productivista del mismo. Es también un

desplazamiento conceptual, que trasciende el marco físico, para plantear cuestiones

conceptuales e intelectuales en el contexto actual.

Así, estos tres autores representan maneras diversas pero no contradictorias, de

enfrentarse dialécticamente a este modelo. En el caso de la artista francesa Sophie Calle,

se analiza la primera producción artística. Interesa en este análisis, la relación con ciertas

Introducción

15

figuras urbanas que respondían ante los cambios de paradigmas y transformaciones en

la modernidad. Esas figuras, como el flâneur o el detective, surgen con el nacimiento

de la ciudad, y representan, groso modo, maneras de subjetivar la individualidad,

convirtiendo la identidad y la construcción ontológica del ser urbano, en un nuevo

contexto y ecosistema cultural, social y económico, auspiciado por el la conformación

del espectáculo como parámetro de medida de estar en el mundo. Sophie Calle supo

absorber la inmanencia de los efluvios que emanan de la ciudad para apropiarse de

ella, siendo mujer y subvirtiendo las implicaciones de género siempre derivados

de un supuesto hombre que está legitimado para habitar y botanizar el asfalto en la

ciudad, por lo que ciertas cuestiones se extraen de esta mirada que la artista propone

y de la que se pueden extraer algunas cuestiones que serán planteadas a lo largo de

esta investigación, ¿tiene el espacio urbano implicaciones de género? Ella fue capaz de

postularse como agente productivo fruto del espacio urbano: persiguió a un desconocido

desde París hasta Venecia. Se disfrazó para no ser descubierta. Se ocultó. Monitorizó sus

movimientos y le vigiló. Quiso escribir un diario con sus huellas y sus rastros, indicios

de su existencia. Dibujó mapas con sus recorridos. Pero también, y es una constante

en sus obras, convierte la vida en arte. El relato, la ficción y la realidad se mezclan, se

hibridan, se interconectan. La literatura entra a formar parte de su complejo mundo,

creando conexiones con escritores, como sucede en el caso de Paul Auster.

Aunque también hay lugar para reflexionar sobre cuestiones derivadas del espacio

urbano como producto social, gracias a la lectura de Henri Lefebvre y su reivindicación

del derecho a la ciudad, que además influenció al nacimiento del situacionismo en la

década de los años 60, y al movimiento mayo del 68. El situacionismo es una estrategia

importante, en este capítulo donde se analiza a Sophie Calle, porque posibilita la

aprehensión y la apropiación de la ciudad como territorio donde experimentar el juego

y lo azaroso, en especial, la postulación de sus ideas sobre el urbanismo que culminaron

con la teoría de la deriva, que supone una experiencia de la ciudad a través del paseo y

el desplazamiento como estrategia para experimentar la ciudad desde otros parámetros

no regidos por valores normativos.

En el caso del escritor W. G. Sebald, se analiza una novela titulada Los Anillos

de Saturno, en la que, en clave autobiográfica, se relata el paseo –la peregrinación

Introducción

16

como se denominaba la primera edición–, por pueblos y zonas periféricas del condado

inglés de Suffolk. En el relato se va intercalando memorias olvidadas y personajes

excéntricos, que hacen vibrar las historias que han pasado invisibles e inadvertidas para

la construcción histórica hegemónica. El paisaje es un elemento en la configuración

espacial de la novela que cobra una relevancia inusual a través de la écfrasis, es

decir, descripciones minuciosas y detallistas que pretenden la evocación transparente

de los lugares y pueblos en su mayoría en ruinas y despoblados, tras la explotación

posindustrial de la época en la que Margaret Thatcher inocula las políticas neoliberales

más salvajes de la historia inglesa. Son ruinas también de reminiscencias románticas

que, en ocasiones, rememoran pasajes decimonónicos pintorescos de la aristocracia,

pero también hace especial énfasis en la época colonial e imperial, a través de figuras

relevantes como Roger Casament, y con la arquitectura ruinosa de la época, ya sean

puentes de hierro o infraestructuras de este calado.

Sebald, por otro lado, escribe la historia en primera persona, una estrategia que

permite la cercanía con el lector a la vez que otorga veracidad al relato. Esta sensación de

autenticidad se legitima con la inserción de material visual (como son archivos, recortes

de prensa, fotografías en calidad baja), por lo que lo importante no es el resultado técnico

sino el documento per se, como certificación verídica del relato, apostando, de esta

manera, por un estilo docu-ficción. El relato se envuelve en una atmósfera liminal, entre

el crepúsculo y el amanecer, atravesado por el desplazamiento del propio protagonista

que entre pasajes y cesuras, busca las diferentes capas de la memoria y de la historia,

como un palimpsesto sin fin donde la dimensión temporal que atiende al relato fluye a

contra-tiempo, porque es un tiempo que no termina de encontrarse –como el personaje–,

un tiempo asincrónico, situado fuera de la historia.

Robert Smithson fue un artista norteamericano que desarrolló su producción

artística entre los años sesenta y setenta del siglo XX, un periodo especialmente fructífero

para el arte contemporáneo. Aquí se analizan con mayor profundidad las obras que

realiza en el territorio de Nueva Jersey (en especial Los Monumentos de Passaic) en las

que, mediante un desplazamiento suburbial por este territorio, se enfrenta a la realidad de

forma dialéctica: contraponiendo los desequilibrios generados por el sistema capitalista

basado en el progreso y el desarrollo biológico de los procesos presentes de la naturaleza.

Introducción

17

Prueba de ello sería la obsolescencia programada, que crea infraestructuras convertidas

en ruinas en el momento de ser erigidas. Ruinas y deshechos industriales como epítome

y signo del momento en el que vivimos. Su estrategia se centra en neutralizar la historia

del lugar, por eso en sus obras decide omitir las reminiscencias históricas, y expone

su fealdad como signo visible que señala los descartes y los deshechos que el sistema

crea, pero evitando la nostalgia y la evocación del pasado como teleología redentora.

Se trata entonces de contemplar la basura de la historia antes de convertirse en ruina, en

su proceso irreversible, de degradación y de entropía. El tiempo que el artista postula

en sus obras, es un presente sin historia, porque su pasado no es una cronología lineal,

ni biológica, sino que está basado en una concepción geológica, un tiempo que se ha

acelerado por la intervención y el agenciamiento antropocéntrico. Passaic se encuentra,

de esta manera, en una suerte de presente suspendido, sin historia, sin pasado que

rememorar, suspendido en el futuro al revés.

Hipótesis y estructura

Se parte, como hipótesis principal y como hilo vertebrador que sustenta esta tesis, de la

conformación de un sujeto urbano que surge al calor de la modernidad del siglo XIX y

de las transformaciones tecnológicas y urbanísticas que se dan en la ciudad moderna.

De este modo, y a través del estudio llevado a cabo por Walter Benjamin, entre otros

teóricos, se plantea cómo la ciudad cambia los modos de percepción y experiencia en

los individuos. Se quiere establecer un paralelismo entre las diferentes figuras urbanas

de la modernidad y posmodernidad –por ejemplo el caso del fl âneur o del detective–

antecedentes directos de estos artistas que utilizan el desplazamiento por la ciudad y su

periferia como herramienta de reflexión sobre la realidad urbana desde una perspectiva

crítica. Son figuras contra-hegemónicas que surgen por las transformaciones inherentes

al fordismo, y que utilizaron los recursos literarios, artísticos y performativos como

herramienta de resistencia ante la imposición de un modelo de ciudad uniforme.

Este análisis comparativo no pretende partir de un modelo ortodoxo de análisis,

sino más bien de uno subjetivo, que responde ante una cuestión de relación conceptual,

diacrónica y de afinidad afectiva. Los tres autores comparten similitudes: tienen en común

Introducción

18

el uso del desplazamiento a pie como herramienta para su práctica artística o literaria,

pero también comparten la hibridación de diferentes disciplinas artísticas con las que

llevar a cabo su obra. Es ésta una hibridación que a la vez supone un desafío a la rigidez

que interpone la academia; de esta manera, con la inserción de material visual en la obra

del escritor Sebald, la práctica ensayista del artista Robert Smithson, y la incursión de

la literatura en la obra de Sophie Calle, estos autores practican la interdisciplinariedad

y la libertad creativa como elemento experimental, y han sabido articular un dispositivo

disyuntivo por el que cuestionar de manera sutil, la configuración social e ideológica de

la realidad espacial.

Los tres autores que se analizan y se comparan presentan modos de reconfiguración

y de reacción ante esta desarticulación de la experiencia urbana, mediante diferentes

estrategias artísticas y literarias que se articulan en torno a tres grandes ejes conceptuales

que corresponden a cada uno de estos autores propuestos: en el caso del artista Robert

Smithson, reacciona ante los cambios que se dan en la década de los años 60 con una

propuesta artística basada en una concepción entrópica de la realidad, contraponiendo

una serie de conceptos centrales como centro/ periferia, lugar/no lugar, naturaleza/ciudad,

por lo que la he denominado una estrategia que apunta al desequilibrio; en el caso del

escritor W. G. Sebald, reacciona al desarrollo económico capitalista y la pérdida de la

experiencia mediante el desplazamiento o paseo a pie en una estrategia que documenta

la destrucción del paisaje y la memoria, recuperando la historia perdida de las pequeñas

ciudades posindustriales que quedaron relegadas tras la explotación en el periodo de

Thatcher; y en el caso de Sophie Calle, presenta una estrategia desdoblamiento y de

juego por la ciudad al perseguir a desconocidos, para apropiarse del espacio urbano

como mujer, posibilitando una reflexión sobre el género, al convertirse en un detective

y activar el juego y el urbanismo que recuerda a las experiencias situacionistas.

Estos autores presentan una alternativa y una reacción a la imposición de una

temporalidad y experiencia acelerada, sus obras son una invitación al tiempo y la mirada

lenta, y coinciden en utilizar el desplazamiento a pie como herramienta de reflexión del

espacio y como producción de presencia1.

1 Véase: GUMBRECHT, Hans Ulrich: Producción de presencia: lo que el significado no puede transmitir, México, Universidad Iberoamericana, 2005, y del mismo autor, Lento presente. Sintomatología

Introducción

19

Aunque responden a diferentes trayectorias, los artistas que se han escogido les

une el interés por la ciudad y el paisaje como escenario donde experimentar y generar

un debate sobre la actualidad urbana y espacial que desentraña una reflexión sobre la

apropiación, resignificación e intensificación del espacio y su forma de experiencia, de

memoria y de identidad.

El desarrollo de la tesis se ha estructurado en varios capítulos que articulan el

peso de la investigación. La introducción y las conclusiones son un eje estructural de la

tesis, se erigen como resumen de las cuestiones principales que la tesis presenta, además,

aportan los leitmotivs y el análisis comparativo de los tres autores. La introducción

funciona como un catalizador y expone el mapa conceptual, que, a lo largo de la tesis se

va desarrollando. Es un mapa que vertebra los conceptos en los que la tesis se sustenta.

No responde ante una cronología específica, sino que se sitúa en una constelación de

ideas que se relacionan por asociación, por intuición y por significado. Así, se han

extraído ciertos tropos surgidos al calor de la revolución tecnológica y urbana del siglo

XIX, y que permanecen en el inconsciente colectivo; han supuesto un cambio en la

percepción y han conformado un nuevo sujeto observador, ¿de qué manera han sido

posibles estos cambios? Sin duda la creación del aparato moderno de la ciudad supuso

un distinción inédita en el espacio público, tal como estudió Richard Sennett2 entre

otros autores, lo que ha supuesto una nueva concepción y diferenciación entre la esfera

pública y privada, pero también la creación de ciertas arquitecturas e infraestructuras

modernas, como es el caso de los pasajes, o de las efímeras exposiciones universales.

Así se extrae el concepto de umbral para intentar entender la fluctuación de estas

dos dimensiones, pero también el de laberinto, una metáfora que ejemplifica la ciudad

como texto para ser recorrido, desplazado y producido y que la vez crea desorientación,

desconcierto, vértigo. La nueva cartografía urbana también supone asumir el duelo de

saberse en medio de ambos mundos, lo nuevo y lo viejo, y ser testigo de la introducción

de estas nuevas fórmulas.

En el capítulo titulado “Desplazarse en la modernidad urbana. París en el siglo

del nuevo tiempo histórico, Escolar y Mayo, Madrid, 2020.2 Véase SENNETT, Richard: El declive del hombre público, Anagrama, Barcelona, 2011. (The fall of public man, Penguin Books, London, 2002).

Introducción

20

XIX”, se analiza con mayor profundidad el cambio de la visualidad y la percepción en

la ciudad moderna, así como su incidencia en las prácticas espaciales y las condiciones

materiales que estas transformaciones y estas implicaciones de la ciudad ejercen en el

cambio de la experiencia y percepción del sujeto, por ejemplo, en el nacimiento de la

observación urbana a través de las figuras inherentes al tejido urbano. Para ello, se ha

revisado la literatura crítica que estudia este periodo, en especial la referida al urbanismo,

sociología y arquitectura e historia del arte, y se ha optado por la aproximación que

pensadores como T. J. Clark, David Harvey, Anthony Vidler, Priscilla Ferguson y

Jonathan Crary que, entre otros, hacen de la ciudad de París como epicentro de los

cambios urbanísticos y la aparición de una modernidad urbana y cultural. Un apartado

especial se ha dedicado al estudio del pensamiento de Walter Benjamin en relación a sus

aportaciones a los pasajes parisinos y a la figura del flâneur.

En el resto de los capítulos se analiza, por un lado las implicaciones que las

transformaciones en el urbanismo y la ciudad moderna ejercen en el cambio de la

experiencia y percepción del sujeto moderno. Por otro lado, en el resto de capítulos se

analiza cómo estos cambios son percibidos por los autores escogidos a través de sus

creaciones. En el caso de la artista Sophie Calle, la importancia que el desplazamiento

por la ciudad adquiere en la construcción del sujeto urbano. En el caso de W. G. Sebald,

una de sus novelas más importantes centrada en la destrucción del paisaje y las ruinas

como manifestación de la decadencia postindustrial, y en el último caso de estudio,

Robert Smithson, se analiza las obras donde se cuestiona la relación entre ciudad y

periferia.

El capítulo dedicado a la artista francesa, que lleva por título “Botanizar el

asfalto. Sophie Calle y el rastro de los otros”, se examinan las primeras obras que

realiza influenciada por la pulsión de recorrer la ciudad en busca de un desconocido

(Suite Vénitienne), pero también la necesidad de ser ella la perseguida (The Shadow), o

de retratar la vida de los otros a través de la observación de personas durmiendo (The

Sleepers), o de objetos y posesiones en una habitación de hotel, (The Hotel), porque

necesita de la alteridad para encontrarse a sí misma. Y es en el contexto de la ciudad

laberíntica donde opera como una arqueóloga contemporánea, convertida en flâneuse

para subvertir los roles de género y oponerse al binarismo, por eso se convierte en

Introducción

21

detective, no sólo para descubrir su identidad gracias al rastro de los otros, sino también

para reivindicar la apropiación de esta figura, que tradicionalmente se ha asociado a un

rol masculino por las construcciones sociales que operan en el inconsciente colectivo.

En este ejercicio de apropiación y de personificación, se convierte en poseedora de la

mirada que objetiviza y fetichiza. También el juego situacionista que sitúa el azar y

el comportamiento lúdico como herramientas para enfrentarse a la ciudad planificada

y ordenada, suponen una influencia en la artista. En definitiva, se trata de armar una

estrategia que resiste la imposición de un mandato de género y de una forma domesticada

de habitar y vivir la ciudad.

En el capítulo dedicado a Sebald, que se titula “Contra el opio del tiempo: la

destrucción de la historia en W. G. Sebald”, se analizan con mayor profundidad Los

Anillos de Saturno y pero también Austerlitz y otras de sus novelas, de manera general,

en la que mezcla la descripción precisa, como una suerte de ut pictura poesis, con

fotografías de archivo low fi, es decir, de baja calidad. Sebald es el ejemplo de la apuesta

por una temporalidad alternativa ante el tiempo vertiginoso impuesto. Escribe en los

años noventa sus obras, aunque guarda aire anacrónico y clásico que le permite no ser

clasificado en ninguna corriente específica, sin embargo a menudo se le relaciona con

la posmemoria. El objetivo del capítulo es analizar estas novelas y sus temáticas: la

desintegración, destrucción y pérdida del paisaje y sus ruinas como manifestación de

la decadencia posindustrial, la recuperación de la memoria y la historia local mediante

el paseo o peregrinación a pie y la relación entre territorio y lugar a través del archivo

fotográfico que Sebald inserta en la narración, a modo de diálogo con la escritura y

como estrategia docu-ficción, que certifica la realidad y a la misma vez posibilita la

creación de un relato alternativo al dado. Como paradigma, se ha recurrido a la figura de

Walter Benjamin y su postulación de una filosofía de la historia alternativa, que ilumina

y aclara la novela sebaldiana, en lo referente a la idea e intento de construcción de una

paradigma diferente a los grandes relatos que la historia normativa y de los triunfadores,

promulga.

En el capítulo dedicado al artista Smithson, llamado “Desbordes a contra-

tiempo: la esencia entrópica en Robert Smithson”, se recoge una aproximación a su

biografía y su obra más importante para desarrollar el concepto de entropía, un término

Introducción

22

prestado de la física que, como sinónimo de desequilibrio o desgaste, funciona como

metáfora de los cambios sociológicos y urbanísticos del contexto de los años 60 en

Norteamérica. A través de la entropía, Smithson fundamenta su producción artística

para demostrar la irreversibilidad de los procesos naturales, e intentar experimentar con

una temporalidad alternativa, una que no sea lineal o basada en la biología, tal como él

piensa que se ha construido los cimientos de la historia del arte occidental. Se analizan

con más profundidad aquellas obras donde el desplazamiento se convierte en motor de

la acción (caso de los Non-Site, Los Monumentos de Passaic, o Los Desplazamientos del

Yucatán) donde decide recorrer a pie estos paisajes suburbiales y desérticos para señalar

las fallas del progreso y de la aceleración económica del capitalismo, que dejan “ruinas

industriales” que representan la decadencia y el desequilibrio entrópico del sistema. La

relación que Smithson establece con la ciudad es la del observador alejado que elige

la periferia como lugar donde llevar a cabo sus obras porque es en los márgenes y los

puntos de fuga, así como en paisajes remotos y alejados, donde prefiere experimentar la

búsqueda de ese orden y equilibrio que no encuentra en las centros urbanos.

En la parte de la conclusión, se resumen las cuestiones principales de la tesis, los

l eits motivs recurrentes bajo el paraguas de la conceptualización que se ha esgrimido en

esta introducción y que se presenta en las siguientes páginas.

*****

Se ha de decir que esta tesis responde ante un parámetro metodológico

interdisciplinar, cuyo objetivo no es el de analizar un objeto de estudio desde el punto

de vista historicista, sino que aborda una visión crítica de los autores escogidos, para

que, en última instancia, se ahonde en un cuestionamiento sobre las relaciones entre

urbanismo y el capitalismo en la sociedad posfordista, las dimensiones del paisaje y

sus transformaciones antropogénicas, y las condiciones materiales y temporales de

estos cambios. Por tanto, una de las preguntas claves de esta investigación, radica en

reflexionar sobre el espacio como producto social e ideológico, que entraña una serie de

posicionamientos que los artistas y autores aquí examinados ponen de relevancia a través

de su práctica artística y literaria. De esta manera, las disciplinas que han influenciado

Introducción

23

la lectura y el análisis para esta tesis responden ante el pensamiento y la teoría crítica.

Algunos de estos pensadores son Walter Benjamin, Siegfried Krakauer, y otros teóricos

actuales que han actualizado el pensamiento de la Escuela de Frankfurt, de corte

marxista, como puede ser Susan Buck-Morss. Pero también se encuentran reflexiones

sobre la visualidad, donde nos encontramos autores como George Didi Huberman o

Jonathan Crary. Para el análisis de los casos de estudio, se ha necesita una bibliografía

específica, también de carácter interdisciplinar, por ejemplo en el caso de Sophie Calle

se ha recurrido a historiadores del arte como Griselda Pollock, o críticas literarias como

Priscilla Ferguson, pero también hay espacio para pensadores posmodernos como Jean

Baudrillard, y teóricos de la teoría social urbana como Henri Lefebvre o Jane Jacobs

y su reivindicación del derecho a la ciudad. En el caso del escritor W. G. Sebald, se

ha nutrido de lecturas tanto de literatura, como de memoria, y estudios culturales, y

en caso de Robert Smithson, teóricos y críticos de arte como Lucy Lippard, a parte de

monografías de estudio de cada autor.

Conceptualización

The observer is a prince enjoying his incognito wherever he goes. Charles Baudelaire

La morfología de las ciudades en el siglo XIX vivió una serie de transformaciones que

dieron lugar a la modernidad urbana y global, tal como hoy día conocemos la mayoría

de las ciudades. Estos procesos se dieron gracias a un cambio sistémico en el ámbito

de la gobernanza y en la administración del poder: el capitalismo introdujo no solo

aspectos de nivel económico, como la circulación de flujos de capital, sino también

implementaciones en el ámbito tecnológico que aceleraron el ritmo del desarrollo y del

progreso3.

Estas modificaciones que acontecieron en la ciudad al calor de la revolución

industrial y la instauración del sistema capitalista, moldearon la percepción y modos de

recepción del sujeto, conformado una nueva agencialidad y relación entre estado- cuerpo.

3 HARVEY, David: París, ciudad de la modernidad, Akal, Madrid, 2008.

Introducción

24

Tal como argumenta Jonathan Crary, los procesos de abstracción de lo visual tuvieron

lugar a partir de las rupturas que se producen en las convenciones representacionales,

siendo el inicio del s. XIX, cuando se dieron los mayores cambios entre el cuerpo y

las formas de orden institucional que redefinen el estatuto del sujeto observador4. Su

fundamentación tiene una base foucaultiana, sobre todo, cuando se refiere a la incidencia

de la visión en el cuerpo como producto histórico y catalizador de los procesos de

subjetivación atravesados por técnicas, procedimientos e instituciones, ya que para

Foucault los nuevos modelos de subjetivación son inherentes a la modernidad, donde se

ensayan y se implementan formas de control que se ejerzan en la nueva paleta inédita

de individualidades floreciente5.

Con intención de indagar en la raíz del cambio que favorece este nuevo

estatus, Crary urge a escapar de las limitaciones que la historia dominante impone

sobre la visualidad, en especial, las referidas a las nociones e implicaciones del

espacio perspectívico, para ahondar en el cambio sistémico, teniendo en cuenta no

solo la evolución del aparato técnico relacionado con avances ópticos, sino también

a la constitución del observador, puesto que “el modernismo es presentado así bajo

la apariencia de lo nuevo para un observador que permanece siempre igual, o cuyo

estatuto histórico nunca es interrogado”6. Otros investigadores también cuestionan e

interrogan ese estatuto. En el caso de Jean Baudrillard, se pregunta por cuáles son los

elementos míticos que la modernidad encarna, en especial, los referidos a la apariencia

de igualdad y derecho universal, como motor de empuje ideológico para enmascarar el

nuevo terreno donde el observador del siglo XIX se sitúa, así como Walter Benjamin

quien habría alentado sobre “la fantasmagoría de la igualdad” encarnada en la mercancía

muy prolífica con la introducción del capitalismo. De esta forma, se introducen

“nuevos modos de circulación, comunicación, producción, consumo y racionalización

4 CRARY, Jonathan: Las técnicas del observador. Visión y modernidad en el siglo XIX, Cendeac, Murcia, 2007.5 FOUCAULT, Michel: (Power/Knowledge: Selected Interviews and Other Writings, 1980) citado en: CRARY, Jonathan: Las técnicas del observador. Visión y modernidad en el siglo XIX, Cendeac, Murcia, 2007.6 Ibídem, p. 14.

Introducción

25

demandaban y dieron forma a un nuevo tipo de observador-consumidor”7.

Uno de los prototipos de observador que más literatura, especulación y análisis

–y que a día de hoy continúa suscitando– genera es el flâneur. ¿Podría ser esta figura

el observador al que interpela Crary? Para el pensador, esta tipología representa un

“consumidor movedizo de una incesante sucesión de imágenes ilusorias que se presentan

como mercancías”8. El flâneur coincide con la priorización de la visión por encima

de otros sentidos, como parte del proceso de reconfiguración de la percepción y de la

experiencia, acordes con las “las nuevas tareas del consumo especular”9. Para Maffesoli,

el flâneur representa un papel ocioso, como un “arquetipo de una forma de resistencia

pues acentúa la ociosidad, con todo lo que la moral económica designa como ‘vicios’

engendrados por ella, y recuerda la ‘guerra del callejeo’ frente a la vida aventurera y no

domesticada del flâneur”10.

No cabe duda de que esta figura desempeñó un rol esencial en la construcción

de la nueva observación urbana, ya sea asociada a satisfacer las demandas consumistas

en detrimento de la contemplación o producción cultural, o por su contribución al

desarrollo de los procesos de subjetivación e individualización tan característicos en la

época posmoderna. Pero no fue sin los cambios acontecidos al calor de las revoluciones

llevadas en diferentes ámbitos –social, cultural, histórico y económico– que el flâneur

surge en paralelo a una nueva forma de experienciar, habitar y percibir las mutaciones

de la epidermis urbana. Una experiencia mediada por la acción de desplazarse, puesto

que una de sus características tipificadoras, es su configuración como dispositivo

móvil, pues es precisamente su condición de movilidad, la que le otorga la libertad

de circulación y de observación, porque andar es una manera de navegar la ciudad, y

“representa una sabiduría concreta encarnada; la sabiduría capaz de comprender que

las identidades sociales y los comportamientos están en constante negociación y la de

7 Ibídem, p. 15.8 Ibídem.9 Ibídem, p. 17.10 MAFFESOLI, Nicolas: El nomadismo: vagabundeos inciáticos, Fondo de Cultura Económica de España, México, 2004, p. 35.

Introducción

26

fabricar el tejido de la interacción humana a partir de las diferencias y similitudes”11.

Siguiendo esta argumentación, las páginas planteadas a continuación intentan

arrojar luz sobre las transformaciones en las ciudades y el reflejo en la constitución de

las figuras urbanas que encarnaron el cambio de paradigma y el punto de inflexión que

activó la maquinaria capitalista y las consecuencias a nivel espacial y social. El motivo

principal de la reconstrucción histórica, social y cultural de este origen es rastrear las

transformaciones que en la experiencia y en la percepción se dieron como consecuencia

de la implantación de un aparato urbano inédito, que propició una “economía de la

visibilidad desplegada en la ciudad”12 implantado por las remodelaciones urbanísticas

llevadas a cabo por el Barón Haussmann, en la que se se favorece el “modelo

dicotómico unitario”13, es decir, una planificación espacial donde lo visible y lo invisible

se configuran como antagónicos y donde la experiencia atravesada por los cambios

ontológicos, epistémicos y estructurales moldean la percepción del sujeto.

Para ello se propone una estructura conceptual que vertebre el entramado

teórico para el análisis de la construcción del observador urbano nacido al calor de las

transformaciones capitalistas introducidas por la modernidad en todos sus ámbitos. De

esta manera, se ha planteado una suerte de viaje a la modernidad urbana en el París del

siglo XIX, a través de conceptos que articulan el peso argumental porque fue en esta

ciudad y no en otro lugar, donde se expuso el imaginario inédito cultural asociado al

surgimiento de las ciudades como epítome de progreso, desarrollo y vanguardia y donde

tiene lugar la genealogía normativa sobre la movilidad urbana tipificada a través del

flâneur, que no solo inaugura Charles Baudelaire, poeta maldito y de la boheme, sino

que continúa en el desarrollo histórico con otros personajes producidos y surgidos en el

contexto urbano.

11 STAVRIDES, Stavros: Hacia la ciudad de los umbrales, Akal, Madrid, 2016, p. 123.12 FOGUÉ, Uriel: Ecología política y economía de la visibilidad en los dispositivos tecnológicos de escala urbana durante el siglo XX. Abriendo la caja negra, Tesis doctoral, ETSAM, Universidad Complutense de Madrid, 2015, p. XVI.13 Ibídem.

Introducción

27

De la contraciudad

París se convierte en una metonomina de la modernidad, “el frenesí de lo visible, la

multiplicación social de las imágenes, no sólo la circulación pero la extensión de un

campo geográfico de lo visible, el mundo entero”14. Gracias, en parte a la remodelación

y renovación urbanística llevada a cabo durante el período del Segundo Imperio, para

satisfacer las necesidades y las demandas de la burguesía capitalista, nueva clase social

aspirante. Pero, además, era un cambio a escala europeo; las incipientes capitales

europeas también comenzaron los procesos de extensión, ensanche y remodelación15.

Sin embargo, fue París la que articuló una nueva imaginación urbana a través del

reconfiguración simbólica y cultural de la ciudad; las implementaciones a nivel técnico

que Haussmann, a la cabeza de un equipo de ingenieros, planificó, fueron innovadoras,

sobre todo a nivel de salubridad e higiene, aunque fue por la capacidad representacional

y de proyección cultural por lo que sin duda sobresalió de entre todas las remodelaciones

que estaban teniendo lugar en los epicentros urbanos europeos, pues el relato de la

capital moderna fue también construido por los movimientos artísticos que se articularon

alrededor de la ciudad.

La modernización articulada por el Barón Haussmann, como ha estudiado

Uriel Fogué en su tesis doctoral, configuró un prototipo de planificación urbana que se

extendió no solo a otras ciudades francesas y europeas, sino también a las colonias. Esta

planificación estaba sustentada por “redes invisibles” situadas en el subsuelo de París,

en la que se desplegaban las infraestructuras higiénicas, tecnológicas, viarias, etc. que

sostenían la viabilidad moderna de la ciudad. Era entonces un modelo sádico pues se

interpuso como un sistema de la administración y dominación del sujeto a través de la

solución infraestructural a los problemas que se sucedían de forma continuada en París.

Frente a la imposición de un régimen de vigilancia y transparencia que el diseño

urbano haussmaniano representaba, se sitúa otro relato de la ciudad parisina expuesto

14 FRIEDBERG, Anne: (Window Shopping: Cinema and the Postmodern, 1993) citado en CRANG, Mike; THRIFT, Nigel (ed.): Thinking Space, Routledge, Londres, 2000, p. 15.15 Para conocer la historia del urbanismo, ver: MUMFORD, Lewis: La ciudad en la historia. Sus orígenes, transformaciones, y perspectivas, Pepitas de calabaza, Logroño, 2014.

Introducción

28

en los márgenes y la segregación urbana a la que se vieron sometidas las clases pobres

de París, la “contra ciudad” que indaga en las resiliencias, en los “callejeos” que, a pesar

de la nueva planificación urbana, se mantuvieron como espacios de resistencia16. Esta

contraciudad puede definirse como la lectura a contrapelo, a la que Benjamin alude; leer

la historia no lineal, porque en ella, otra ciudad se erige en los escombros, en las ruinas

de París, las “ruinas de la burguesía” que nacen en la propia construcción moderna, ya

conformada como un palimpsesto donde el presente carece de pasado y se convierte en

la suspensión perpetua de un tiempo que nunca termina de llegar, porque será siempre

ruina de sí misma.

Algunos de los callejeos que Haussmann pretende ocultar son también los

pertenecientes al “régimen nocturno” y por tanto, escondido, que las ciudades y en

concreto París vivieron cuando el suministro eléctrico aún no estaba sistematizado. El

ambiente nocturno y su condición de invisibilidad y de oscuridad otorgaba una serie de

valores alejados de la normatividad y moralidad, y que en cierta manera,

favorece el escapismo. Despierta al salvaje y al vagabundo que existen en cada uno de nosotros. Se incrusta en lo más profundo de nuestro imaginario y resurge periódicamente con toda su plenitud, arrasando a su paso con las barreras que la domesticación de las costumbres elevó progresivamente alrededor de un individuo aislado y simplemente racional17.

Del laberinto

Decía Walter Benjamin que “la ciudad es la realización del sueño antiguo de la

humanidad, el laberinto. El flâneur se consagra a esta realidad sin saberlo”18. Que de

entre todas las ciudades europeas que fueron importantes en la modernidad, este autor

prestase atención a París, no es casual. Fue en París donde muchas de las características

intrínsecas al cambio ontológico, social y económico se dieron de manera más precisa

16 Ver: BEAUMONT, Matheu: Nightwalking: a nocturnal history of London, Verso books, Londres, 2015.17 MAFFESOLI, Nicolas: El nomadismo: vagabundeos inciáticos, op. cit., p. 138.18 BENJAMIN, Walter: Obra de los pasajes, Akal, Madrid, 2005, p. 434.

Introducción

29

y acentuada. Un modelo de ensayo donde la alteración de los modos de vida se vio

potenciada de una manera insólita hasta el momento. El ensayo de la ciudad como epítome

del progreso, de la aceleración, de la mercantilización de los objetos, de los cuerpos y

de las arquitecturas que lo componen. A Benjamin le interesaba el rastreo de la forma

primigenia (la ur forma), los cimientos, la prehistoria que configura la modernidad y

sus infraestructuras que permitieron convertir una podredumbre de ciudad en un modelo

de progreso y modernidad. La manera que el pensador tuvo de investigar la ur forma

fue a través de las infraestructuras espaciales y los objetos que lo componen. Frente al

modelo historicista que promueve el estudio de los grandes acontecimientos históricos,

Benjamin opta por analizar los residuos, los rastros y las huellas que la ciudad parisina

generó en el siglo XIX. De esta manera, el autor alemán profundiza en el análisis de

la ciudad como texto, de las figuras urbanas que lo pueblan y de las transformaciones

fundamentales que crearon y produjeron un nuevo dispositivo urbano basado en la

espectacularización y la cultura de la mercancía. Es en los pasajes parisinos donde la

infraestructura comercial se impone como modelo de ocio, paseo y mercancía y donde

estas nuevas figuras urbanas conectan con los modos de experiencias transformados al

calor de la modernidad. Descifrar el laberinto de la modernidad, perderse, desorientarse

se asume como parte de las modificaciones y alteraciones de la experiencia del sujeto,

producido, en parte, por el movimiento, la fluctuación, la movilidad, porque “es también,

finalmente, en el laberinto ciudadano, el más reciente e inescrutable laberinto. Y con ella

se imprimen, en la imagen como tal de la ciudad, arquitectónicos caracteres que eran

desconocidos hasta entonces”19.

Objetualizar el espacio urbano como si fuese un laberinto surge de las

aportaciones de Kevin Lynch, para quien la conciencia espacial es la base en la que

construir la imagen de la ciudad, pero es la legibilidad urbana y su falta de ella, la

que crea el sentimiento desorientación, o en sus propias palabras, se trataría de una

“incertidumbre geográfica”20. Una postura contraria al movimiento situacionista, donde

19 GARCÍA CORTÉS, Jose Miguel: Perdidos en la ciudad,la vida urbana en las colecciones del IVAM, IVAM, Valencia, 2016, p. 14.20 LYNCH, Kevin: La imagen de la ciudad, Gustavo Gili, Barcelona, 2015. Lynch hace un estudio sobre el espacio urbano en Los Ángeles en los años 50 y argumenta que es la imagen de la ciudad la que construye un mapa mental del entorno urbano.

Introducción

30

la desorientación se convierte en un elemento crucial, puesto que es gracias a ella donde

se negocia y se reclama la subjetividad y la experiencia urbana, priorizando la relación

afectiva que se que se establece entre el sujeto y el espacio urbano, para crear fisuras

en la aparente homogeneidad de la ciudad y posicionarse en contra de la racionalidad

capitalista.

Navegar, entonces, por el laberinto de la ciudad, por su textura, deviene una

acción que trata de complejizar el espacio urbano a través del mapa que el sujeto urbano

elabora como un producto intelectual, como un texto que debe ser leído y analizado

“el habitante de la ciudad ya no se siente pasivamente abrumado por el espectáculo del

entorno urbano, sino que puede leerlo (o leerlo mal), por lo que lo construye como un

bricoleur”21. Al igual que las ideas que apunta Michel de Certeau, uno de los pensadores

e investigadores clave de los estudios de la ciudad, la ciudad se convierte en un texto

legible y la acción de recorrerla, caminando, se convierte en una suerte de “espacio

de enunciación”, una retórica del caminante que posibilita la disrupción de la mirada

homogénea y panoptizante de la metrópolis postmoderna. Serán los caminantes “cuyo

cuerpo obedece a los trazos gruesos y a los más finos (de la caligrafía) de un “texto”

urbano que escriben sin poder leerlo”22. El flâneur, bajo este paradigma, se desplaza por

la ciudad, subvirtiendo los significados convencionales, alterando el umbral que separa

y espacializa el tiempo.

Del umbral

Navegar por la ciudad supone transitar y atravesar la dicotomía espacio público y

espacio privado. Richard Sennett, argumenta cómo, tras la remodelación llevada a cabo

por Haussmann, se impone un nuevo concepto de espacio público, pues en el periodo

pre- Haussmann la ciudad de París invitaba a sus habitantes a ocupar su espacio, era

21 MITCHELL, Peta: Cartographic Strategies of postmodernity: the figure of the map in contemporary theory and fiction, Routledge, Nueva York-Londres, 2008, p. 113.22 DE CERTEAU, Michel: La invención de lo cotidiano 1. Artes de hacer, Universidad Iberoamericana, México, 2000, p. 114.

Introducción

31

común que rituales, ceremonias y festividades se celebrasen en las plazas de la ciudad23.

Sin embargo, la racionalización y el ordenamiento del espacio urbano motivó el uso

normativo del mismo, siendo, una de las consecuencias más evidentes, la segregación

de la clases trabajadoras hacia la periferia y el inicio de la comercialización, exposición

y espectacularización del espacio público. Es el flâneur el testigo de los cambios y

transiciones que se van registrando en la nueva epidermis urbana, el caminante de la

urbe quien observa estos cambios, tal como Raymond Williams comenta “la percepción

de las nuevas cualidades de la ciudad moderna son asociados, desde el principio, con

un hombre caminando, como si solo, por las calles”24. La flanerie se configura entonces

como una actividad urbana, accesible para cualquiera que quiera practicarla25, se

configura bajo un aspecto nuevo que posibilita e inicia un proceso de democratización

del desplazamiento como práctica social y artística, intrínseca a la identidad de las

ciudades, además de otorgar al espacio público un valor hasta ahora inédito.

Como ya se ha comentado, el espacio público adquiere en el transcurso del siglo

XIX en París mayor protagonismo, por ello, la figura del flâneur no habría surgido sin la

importancia que adquiere el desarrollo de la arquitectura y el urbanismo, así argumenta

el geógrafo Robert Shields, para quien la flanerie constituye una actividad per se

diferenciada del paseo, practicada además, en sitios específicos, como los pasajes y los

bulevares haussmanianos y sería una práctica relacionada con la realidad social que

intenta apropiarse del espacio urbano26. Shields, en su argumentación, sostiene que el

flâneur “está fuera para ver y ser visto”, y por ello, requiere una multitud que sea capaz

23 SENNETT, Richard: El declive del hombre público, op. cit., p. 134, así dice: “Porque en la reconstrucción de la ciudad por parte de Haussmann en los años 1850-8 y 1860, el entremezclado de las clases dentro de los distritos se redujo por diseño. Cualquier heterogeneidad que ocurriera espontáneamente en la división de casas privadas en apartamentos en la primera mitad del siglo se oponía ahora a un esfuerzo para hacer que los vecindarios fueran unidades económicas homogéneas; inversionistas en las construcciones nuevas o en las reformas encontró esta homogeneidad racional ya que sabían exactamente en qué tipo de área estaban poniendo su capital. Una ecología de los quartiers como ecología de las clases: esta fue la nueva muralla que Haussmann erigió entre los ciudadanos de la ciudad y alrededor de la misma ciudad”.24 WILLIAMS, Raymond: The country and city, Oxford University Press, Oxford, p. 197.25 FERGUSON, Priscilla: París as revolution. Writing the Nineteenth-century city, University of California Press, Berkeley and Los Angeles,1994, p. 112.26 SHIELDS, Rob: “Fancy footwork. Walter Benjamin’s notes on flaneire”, en TESTER, Keith: The flâneur, Routledge, Londres, 1994, pp. 61-81.

Introducción

32

de observar a los otros, sugiriendo que la flanerie es una práctica de la multitud porque

la multitud es su audiencia, en una estrategia que como diría Benjamin sobre Baudelaire

trataría de “amar la soledad, pero quererla en multitud”27. Se trataría entonces de

observar para ser observado. Serán los pasajes el escenario predilecto del flâneur, como

representación del umbral, ya que su infraestructura espacial integra la ambivalencia y

la tensión generada en la ciudad con el advenimiento de la modernidad; por un lado es

público, por otro, es privado puesto que, entre otras, alberga galerías comerciales. Por

este motivo, Benjamin analizó los pasajes como un objeto y una infraestructura que forma

parte del programa idiosincrático y espacial del siglo XIX, para investigar las raíces de

la modernidad y las contradicciones que se generaron al calor de las transformaciones

más radicales y revolucionarias. Howard Caygill sostiene que Benjamin se interesó

por los pasajes porque “fue capaz de leer especulativamente esta forma arquitectónica

prematuramente arcaica, es decir, que contiene futuros latentes frustrados”28.

Es el flâneur quien atraviesa, con su movimiento, esta ambivalencia, quien la

entiende y la intelectualiza. En este sentido, se podría situar como una figura en el umbral.

Un connoisseur de umbrales, porque es el encargado de “descomponer la mirada de la

fantasmagoría urbana, destruye la continuidad de la trayectoria urbana, experimenta la

ciudad como fragmento”29. El flâneur experimenta un tiempo autre, la experiencia de

la discontinuidad temporal, que se erige en contra del tiempo biológico que el progreso

prescribe como dogma. La ciudad, bajo este prisma, no se interpreta como un texto

acorde con el progreso en el que habría una evolución y un desarrollo programado, sino

como una alegoría múltiple de la modernidad, y es el umbral, como lugar de tránsito y

de entrada, el que se abre hacia el pasado a la espera de su descubrimiento. El flâneur,

como figura errante, es capaz de apreciar esa promesa escondida, porque “entra el coro

de sus pasos ociosos, intuye los pasajes, intuye los umbrales”30. Identifica puntos de

ruptura del tejido de la ciudad. “El flâneur irrumpe el continuum de la costumbre pero

27 BENJAMIN, Walter: Iluminaciones II. Baudelaire, un poeta en el esplendor del capitalismo, Taurus, Madrid, 1972, p. 65.28 CAYGILL, Howard: Walter Benjamin: the colour of the experience, Routledge, Londres, 1998, p. 108.29 STAVRIDES, Stavros: Hacia la ciudad de los umbrales, op. cit., p. 106.30 Ibídem, p. 119.

Introducción

33

también la coherencia inventada del urbanismo”31, y será el paseo “el acto capaz de

reventar la discontinuidad en el corazón mismo de la uniformidad; es un acto capaz de

descubrir la alteración en el corazón mismo de la homogeneidad. El flâneur intuye los

pasajes porque intuye la heterogeneidad”32.

Por este motivo, Benjamin quien presta especial atención al estudio de

los pasajes y los actores que los perfomatizaban, quiere, en definitiva, plantear una

estrategia de recuperación de las ruinas de la Historia; no olvidemos que, cuando se

encontraba escribiendo sobre la “ur historia” parisina, los pasajes eran sólo recuerdos

vagos del esplendor del París imperial, apenas conservados o transitados. Benjamin,

por lo tanto, reflexiona sobre los pasajes desde el mismo momento de su defunción,

de su conformación como ruina, y es el flâneur el encargado de revalorizarlos, en una

suerte de resistencia donde “almacena el tiempo como un batería almacena la energía”33,

para construir otra mirada, la del que la que se posa sobre su presente a punto de ser

transmutado por la nueva experiencia de la modernidad y su multitud, una mirada que

también ensayará el propio Benjamin en el umbral de la Segunda Guerra Mundial,

avisandonos del incendio, de los peligros de un progreso atrofiado, desprovisto de

erfarung, que confía demasiado en la vivencia sin memoria.

Del duelo

El flâneur es un sujeto urbano que nace al calor de la revolución moderna, utiliza los

nuevos escenarios urbanos para crear su propio mapa o laberinto de la ciudad; por

una parte celebra los cambios que se dan en la morfología de la urbe, disfruta de la

mercancía y saborea las novedades. Esa ambivalencia también se traslada al goce de la

multitud, pues de la misma forma que atesora el tiempo poetizándolo, también responde

ante un parámetro melancólico, el spleen, como ejercicio que combina la capacidad

de absorber los cambios urbanísticos y reclama la ciudad que ya no existe, que ha

sido sustituida por otra, en un ejercicio de anulación del pasado, una obliteración para

31 Ibídem, p. 119.32 Ibídem, p. 120.33 BENJAMIN, Walter: El libro de los pasajes, op. cit., p. 857.

Introducción

34

acelerar el progreso y superponer a la fuerza, una nueva identidad urbana. He ahí la

causa de la melancolía: es el proceso de duelo por la pérdida y el cambio de régimen en

el que el flâneur experimenta un tiempo diferente, un duelo por saberse en el abismo y

la sutura de ese cambio histórico. Abrazar lo nuevo pero sintiendo y experimentando

el sentimiento de nostalgia, de spleen. La experiencia del flâneur no solo imagina una

época, también certifica la muerte de otra, y es en esa consciencia donde reside el duelo

por la pérdida. Se erige entonces como la memoria urbana personificada ya que en

él se da el encuentro entre pasado, presente y futuro. Y es que en el duelo reside un

componente “epistemológico y práctico por aquello que desaparece, por aquello que

no llegó a realizarse, pues es ese el duelo el que preserva paradójicamente una idea de

felicidad sin menoscabo que permite mantener la distancia frente a lo dado, frente al

curso catastrófico de la historia”34.

Será entonces la experiencia y su pérdida la que establece un dispositivo de

resistencia, que se enfrente a saberse en el abismo de dos mundos, en la hendidura y la

grieta, la mise en abyme, y es desde ahí, desde esa consciencia, donde opera y produce

su trabajo en forma de material creativo. No es sino en la ciudad donde da lugar el

acontecimiento, no es sino en las formas que lo habitan, en el tejido urbano, donde se

cataliza la aprehensión de la pérdida.

Para Benjamin, el flâneur ejemplifica el cambio de paradigma histórico. Se sitúa

en límite inconcluso de los dos mundos, es entonces el último territorio por conquistar,

último baluarte que aún no ha sucumbido a la modernidad y se resiste aplicando su

propia forma de vida, tal como argumenta en París, capital del siglo XIX:

es la mirada de lo alegórico que posa sobre la ciudad, la mirada del alienado. Es la mirada del flâneur, cuya forma de vivir baña todavía con un destello conciliador la inminente y desconsolada del hombre de la gran ciudad. El flâneur está en el umbral tanto de la gran ciudad como de la clase burguesa. Ninguna de las dos les ha dominado. En ninguna de las dos se encuentra como en su casa. Busca asilo en la multitud. (...) Está el velo a través del cual la ciudad habitual le hace al flâneur

34 ZAMORA, Juan Antonio: “Dialéctica mesiánica: tiempo e interrupción en Walter Benjamin”, en: G. Amengual et al, Ruptura de la tradición. Estudios sobre Walter Benjamin y Martin Heidegger, Trotta, Madrid, p. 117.

Introducción

35

guiños de fantasmagoría35.

La experiencia que el flâneur atesora en el medio urbano, está mediada por

una nueva dimensión temporal que el tiempo capitalista impone, es la del “tiempo

acelerado” porque “el presente se vuelve extremadamente fugaz, impresiona en pura

instantaneidad. La vida se encuentra sometida a imperativos de flexibilidad, dinamismo

y velocidad, a los que casi nadie puede escapar”36. Bajo esta premisa tiene lugar una

atrofia de la experiencia, que se produce por los shocks aislados que la ciudad genera,

es un proceso que solo permite una relación mediada con el mundo, y en el que “ganar

tiempo” es renunciar a la intensidad de la experiencia; su transformación y su atrofia

viene determinada por ciertos factores, como la reconfiguración del tiempo, convertido

ahora en una medida de valor, unido a la continua sensación de velocidad y aceleración.

Benjamin, que desarrolla toda una teoría de la experiencia diseminada a lo largo de sus

textos37, distingue dos tipos de experiencia, erlebnis y erfarung. La primera se refiere a

la mera experiencia rutinaria, a la novedad anclada en lo efímero y volátil, en cambio,

la segunda se refiere a una práctica de la experiencia anclada en lo que permanece. Es

en la nueva ciudad moderna cuando esta experiencia se ve alterada por los estímulos

que aparecen con la industrialización de las formas de vida social y cultural. Dirá

Benjamin que “el hombre moderno vuelve a la noche a su casa extenuado por un

fárrago de acontecimientos sin que ninguno de ellos se haya convertido en experiencia

cotidiana”38. Un factor determinante para la transformación de la experiencia es haberla

sustituido por la información, que anula el relato narrativo y los sustituye por ráfagas

que interrumpen el continuum de la experiencia plena, de la erfarung, ¿Qué valor tiene

toda la cultura cuando la experiencia no nos conecta con ella? –se pregunta el pensador

35 BENJAMIN, Walter: Iluminaciones II. Baudelaire, un poeta en el esplendor del capitalismo, op. cit., p 184.36 Reinhardt Koselleck interpreta y analiza el cambio epocal que según Juan Antonio Zamora: “asocia a la transformación de la estructuras temporales, es decir, no de lo que ocurre en el tiempo, sino del tiempo mismo, el nacimiento de la modernidad, cuya clave está en lo que él llama “temporizaron” del tiempo y en su aceleración”, citado en ZAMORA, Juan Antonio: “Dialéctica mesiánica: tiempo e interrupción en Walter Benjamin”, en: AMENGUAL, Gabriel: Ruptura de la tradición. op. cit., p. 84.37 En el siguiente capítulo se hablará con mayor profundidad sobre el concepto de experiencia en la obra de Benjamin.38 BENJAMIN, Walter: en Obras Completas II, vol 1, Abada, Madrid, 2007, p. 218.

Introducción

36

alemán39.

Frente al modelo de imposición neoliberal que surge en la haussmanizacion, se

presenta una resistencia que se ejerce desde la subjetivación de ciertas figuras inherentes

al tejido urbano, esa subjetivación parte de un conciencia experiencial que se desintegra

y empobrece con la entrada de la lógica acumulativa y mercantil del capitalismo. Ciertas

formas y expresiones culturales, como el coleccionismo, se plantean como resistencia

a la pérdida, y es el flâneur el que se sitúa en la negociación del espacio público, el que

se somete a la pérdida, el que produce intelectualmente los vestigios del pasado y el

presente en colisión que se encuentran el paisaje urbano, descubriendo la transitoriedad

de los rastros y las huellas, en el umbral del tiempo sido y por venir, sometiendo la

experiencia urbana a un ejercicio de estetización40.

Leer la ciudad a contrapelo, investigar sus fisuras y ser consciente del duelo

por venir son atributos que el flâneur, como producto social, elabora. Desplazarse por

la ciudad, como una tortuga, se convierte en un ejercicio subversivo porque “más bien

parece que se desconecta; su ir sereno sería no otra cosa que protesta inconsciente contra

el tempo del proceso productivo”41.

39 Ibídem. 40 STAVRIDES, Stavros: Hacia la ciudad de los umbrales, op. cit., p. 100.41 Ibídem.

Desplazarse en la modernidad urbana

37

1. DESPLAZARSE EN LA MODERNIDAD URBANA: PARÍS EN EL SIGLO XIX

Somos los hombres del mañana, nuestro día está llegando. Émile Zola

All bounds of morals and nature, of age and sex, of day and night, were broken down. Capital celebrated its orgies.

Karl Marx

Desplazarse en la modernidad urbana

38

1.1. Introducción. La modernidad a debate

La historiografía crítica ha otorgado un papel determinante a la ciudad de París como

epicentro de las transformaciones y cambios que condujeron a la modernidad.1 Los

condicionantes que posibilitaron dichas transformaciones son complejos de discernir

y de analizar. Por ello, no es el objetivo de este capítulo tratar de establecer una teoría

de la modernidad exhaustiva, sino más bien, elucidar los acontecimientos y hechos más

relevantes que condujeron a la ciudad a convertirse en la referencia y guía de algunas de

las transformaciones más impactantes de la historia europea.

El objetivo de este capítulo es entonces analizar cómo la modernidad en la

ciudad de París emergió con más fuerza, instaurando muchos de los comportamientos

históricos que luego serían decisivos para el desarrollo de la posmodernidad. Interesa,

por ser objetivo de esta investigación, ahondar en las prácticas espaciales y culturales,

y en la recepción de éstas en la ciudad, ya sea por parte de los artistas como parte de

las figuras urbanas, o flâneurs, que poblaban la ciudad. Se trata, por tanto, de establecer

un desplazamiento por la modernidad de la ciudad de París, su idiosincrasia y sus

contradicciones.

Con este objetivo, se presenta este texto que traza los fenómenos y análisis

más trascendentes en el cambio de la fisonomía y la sociedad de París, centrado en

aspectos relativos al espacio urbano, la historia y la cultura. Se abordará, en este sentido,

las transformaciones urbanísticas que “limpiaron” París, convirtiéndola en uno de

1 Algunos de los textos esenciales para entender la modernidad y los cambios que acontecieron en este período y, en concreto, en el contexto urbano, son: HARVEY, David: Consciousness and urban experience. Studies in the history and theory of capitalist urbanization, Blackwell, Oxford, 1985, del mismo autor, París, ciudad de la modernidad, Akal, Madrid, 2008; PIZZA, Antonio: “Baudelaire, la ciudad y el arte”, en: BAUDELAIRE, Charles: El pintor de la vida moderna, Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de la Región de Murcia, Murcia, 2004. p 11- 71; BERMAN, Marshall: Todo lo sólido se desvanece en el aire. Experiencia de la modernidad, Siglo XXI, México, 1988; FRISBY, David: Paisajes urbanos de la modernidad. Exploraciones críticas, Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 2007; GIDDENS, Anthony: Modernity and self-identity. Self and society in the late modern age, Stanford University Press, Standord, 1991; TÓHT, Heléne; GULLIVER, Katrina: Cityscapes in History: Creating the Urban Experience, Routledge, Londres, 2016; GIEDION, Sigfried: Espacio, tiempo y arquitectura. Origen y desarrollo de una nueva tradición, Reverte, Barcelona, 2009.

Desplazarse en la modernidad urbana

39

los destinos más llamativos para los turistas europeos y americanos, y para la recién

estrenada “burguesía cultural” interesada en las nuevas formas de consumo cultural en

un recorrido que abarca desde actividades más recreativas como las promenades por los

bulevares plagados de escaparates y cafés, hasta los grandes teatros, y en especial, la

Ópera.

Sin duda, estas nuevas fórmulas culturales y sociales se dieron gracias a una de

las mayores transformaciones urbanísticas de la historia del mismo y la planificación;

la haussmanización2. Aunque ya antes de que Napoleón III y el barón Haussmann

modificaran la topografía parisina, existía todo un ecosistema social y cultural en torno

a otras estructuras espaciales y lúdicas, como son los pasajes y también en los barrios,

tal como se analizará en las siguientes páginas. También se recogerá la visión de ciertos

artistas y escritores que supieron captar el cambio de sensibilidad social y cultural que

se vivió en el París decimonónico.

Completando el análisis del urbanismo y las prácticas culturales parisinas, se

recogerá la aproximación de Walter Benjamin puesto que escribió uno de los análisis

de París más completos. Aunque no es el único teórico preocupado por estudiar la

modernidad en esta ciudad, interesa especialmente su visión particular al estudiar los

cambios producidos desde una perspectiva de la teoría crítica.

Antes de analizar las cuestiones hasta ahora planteadas, es importante ofrecer

una visión del fenómeno de la modernidad para entender de qué manera la modernidad

supuso un cambio estructural en la sociedad y hasta qué punto ese cambio contribuyó

a la gestación de un nuevo sujeto que experimentó otras formas de percibir su realidad

más cercana, y donde por primera vez, esa realidad “microsocial” se enfrentaba y

colisionaba con la imposición de un discurso hegemónico.

Puesto que la modernidad en su integridad es un fenómeno ambiguo y arduo,

se argumentarán las diferentes interpretaciones de los teóricos que han pensado este

2 Véase sobre Haussman: JORDAN, David: Transforming París: The Life and Labors of Baron Haussmann, The Free Press, Nueva York, 1995; Michel Carmona, Haussmann, his life and times, and the making of modern París, I.R.Dee, Chicago, 2002.

Desplazarse en la modernidad urbana

40

proceso desde un punto de vista crítico, centrándose en aspectos como la visualidad, las

relaciones sociales y espaciales y la experiencia, en definitiva, el discurso que articula

una modulación y creación de la subjetividad teniendo en cuenta la gestación de una

nueva escenografía urbana, social y artística y la modificación de la forma de percibir,

difundir y crear el conocimiento en todas sus vertientes.

Estos críticos fundamentan un distanciamiento estratégico frente a posiciones

partidarias de analizar la modernidad como un ruptura integral con la realidad del

pasado, lo que supone una instrumentalización de su multiformidad y riqueza. De

esta manera, y con el objetivo de resumir de manera eficiente algunos de los aspectos

más relevantes de la modernidad que se han mencionado, se analizarán tres estadios

diferentes que sintetizan estas ideas: en un primer momento se atenderá a la cronología

y sus diferentes fases; en otro, se perfilarán las razones argumentadas en contra del mito

de la modernidad; y, por último, relacionado con el punto anterior, se dilucidarán las

temáticas esenciales intrínsecas a la postulación de un pensamiento moderno, como son

la visualidad, la experiencia y el espacio.

Atendiendo a la periodización en este primer estadio, nos encontramos con

variaciones cronológicas que responden a una plétora de cuestiones ideológicas, políticas

o sociales. Según David Frisby, a veces la periodización histórica de la modernidad

se sustenta en una temporalidad y una concepción abstracta de las épocas históricas3.

A partir de mitad del siglo XIX se empieza a hablar de modernidad como concepto,

auspiciado en parte, por el auge de las diferentes ramificaciones disciplinarias, como las

ciencias sociales, o la historia del arte, que emergieron a finales de esa misma centuria.

Para Marshall Berman, a quien se debe uno de los ensayos imprescindibles sobre

el surgimiento de la modernidad y su legado hasta nuestros días, se debe atender a tres

fases diferenciadas que son fundamentales para entender el desarrollo y comprensión de

la modernidad4. Así, entre los siglos XVI y XVIII tendría lugar un leve comienzo que

se manifiesta en especialmente en algunos ideólogos de la Ilustración, como es el caso

3 FRISBY, David: Paisajes urbanos de la modernidad. Exploraciones críticas, Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 2007, p. 15.4 BERMAN, Marshall: Todo lo sólido se desvanece en el aire. Experiencia de la modernidad, Siglo XXI, México, 1988.

Desplazarse en la modernidad urbana

41

Jacques Rousseau. El pensador francés vaticinó, en los años anteriores a la Revolución,

que la “sociedad estaba al borde del abismo” y que su tiempo era del “torbellino social”5.

Además, fue el primero en utilizar el término modernité tal y como hoy se conoce,

y su pensamiento relacionado con el subjetividad –especialmente reseñable a este

respecto son Las meditaciones de un paseante solitario y Ensoñaciones– propiciaron la

construcción ideológica del sujeto y su ontología6.

La segunda fase para Berman se extiende desde 1790 y hasta la centuria

siguiente. Es esta una época revolucionaria, no sólo por la Revolución Francesa, sino

por el completo panorama de revueltas que tienen lugar durante el siglo XIX. Por tanto

se constituye como un momento decisivo en el desarrollo de la modernidad ya que se

gesta al calor de las tensiones producidas por los cambios sociológicos, urbanísticos y

económicos. Según Berman, esta tensión se manifiesta porque los ciudadanos de París

recuerdan las formas de vida anteriores a la modernidad, lo que supone una superposición

de las antiguas formas con las nuevas, en una suerte de colisión y de enfrentamiento

que produce, en última instancia, una nueva articulación de la experiencia7. Sin

duda, el cambio en la orografía de la ciudad supuso la creación de un nuevo paisaje

urbano forjado en ese horizonte de chimeneas, industria y fábricas, provocando un

extrañamiento en la percepción de la metrópoli, una “dislocación”8 de la experiencia,

ahora probablemente transformada por los nuevos dispositivos tecnológicos, lumínicos

e infraestructurales. El crecimiento ulterior de las metrópolis, que tendrá como una de

sus mayores consecuencias la globalidad, sucede en el siglo XX9. Efectivamente, es

en este siglo cuando la modernidad llega a su fase final con la expansión de uno de sus

principales fundamentos: el capitalismo. Para Berman, sin embargo, esta última etapa

5 ROUSSEAU, Jean-Jacques: (La nueva Eloisa, 1762) citado en BERMAN, Marshall: op. cit., p. 4.6 Véase MESCHONNIC, Henri: Modernité Modernité, Folio, París, 1994.7 BERMAN, Marshall: Todo lo sólido se desvanece en el aire. op. cit. p. 5.8 Ibídem.9 Para saber más sobre el desarrollo de las ciudades posmodernas véase: SASSEN, Saskia: La ciudad global, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 1999. Sassen fue de las primeras investigadoras en analizar el fenómeno de las ciudades globales dominado por la producción económica. También se debe citar los trabajos de DAVIS, Mike especialmente Ciudad de Cuarzo, Arqueología del futuro de los Ángeles, Lengua de Trapo, Madrid, 2003. Cabe mencionar el trabajo de JACOBS, Jane: Muerte y vida de las grandes ciudades, Capitán Swing, Madrid, 2011.

Desplazarse en la modernidad urbana

42

supone la escisión de la verdadera esencia de la modernidad al quedar atrapada en su

naturaleza fragmentaria.

En un segundo estadio, se debe evitar la errónea construcción de un mito en

torno a la modernidad, intentando no caer en el hábito de contextualizar la modernidad

como un fenómeno de rotura integral con lo predecesor, tal como sugiere el geógrafo

David Harvey10. Para él, se trataría más bien de una “destrucción creativa” antes que

un proceso de erradicación total o una tabula rasa, puesto que asumir el fenómeno de

la modernidad como una “ruptura radical” implicaría la anulación completa del pasado

y, por tanto, el argumento sostenido en buena parte de la historiografía apoyado sobre

esta postulación, que tiene un indudable poder dominante y convincente, se sustentaría

en un mito, ya que, según Harvey, la noción de ruptura radical choca con la abrumadora

evidencia de que las rupturas radicales ni se producen ni se pueden posiblemente

producir.

Una idea que también argumenta Jonathan Crary en su estudio sobre el análisis

de la modernidad y la visión en el siglo XIX11, donde sostiene que el cambio en la

percepción de la visión no se dio solo con la invención de la fotografía en la década

de 1840, ni con las artes visuales del momento, sino que ya se estaba asistiendo a

una transformación en la naturaleza de la visualidad que incluía una reformulación

del estatus del “sujeto observador”: “la pintura modernista de las décadas de 1870 y

1880 y el desarrollo de la fotografía después de 1839 pueden considerarse síntomas

10 David Harvey, geógrafo reconocido mundialmente por sus investigaciones sobre las implicaciones del neoliberalismo en las políticas urbanísticas y sociales. Sin embargo, en este capítulo se aludirá al texto, París, ciudad de la modernidad, Akal, Madrid, 2008, por ser uno de los análisis más completos desde la perspectiva crítica neomarxista. La tesis de Harvey es demostrar cómo los cambios urbanísticos llevados a cabo por Haussmann, contribuyeron a la exclusión y división social, de acuerdo con una disposición espacial clara de partición de la ciudad. Se nutre de un buen número de datos relativos a la economía, la infraestructura y la producción económica y social del momento, principalmente debido a la industrialización y a la modernidad. Harvey huye de los estudios superfluos de la ciudad de París, e indaga en las transformaciones de la capital en varias dimensiones. Cabe decir, que Harvey conoce el trabajo realizado por Walter Benjamin en los pasajes, al que se le dedicará una mayor atención, y, si bien en un primer momento, ignora el análisis benjaminiano en un primer texto llamado Consciousness and urban experience. Studies in the history and theory of capitalist urbanization, Blackwell, Oxford, 1985, para en una reedición del material renombrarlo bajo el título París, ciudad de la modernidad, en claro homenaje a Benjamin quien había escrito uno de los exposes que formaría parte de los pasajes, con este mismo nombre. 11 CRARY, Jonathan: Las técnicas del observador, op. cit.

Desplazarse en la modernidad urbana

43

posteriores o consecuencias de este desplazamiento sistémico que ya estaba en marcha

hacia 1820”12. Por tanto, Crary, ofrece una variedad de argumentos hasta ahora inéditos

sobre la modernidad desde una aproximación holística que incluye no sólo el análisis

de los cambios en la percepción visual del sujeto, también a las innovaciones científicas

que posibilitaron una epistemología del conocimiento y del ser humano diferente, que

no radical, de los siglos precedentes.

En un tercer estadio, habría que identificar los diferentes campos de conocimiento

que favorecieron el advenimiento de la modernidad, que se podrían resumir en:

la dimensión visual, la temporal, la social, la científica, la tecnológica y la espacial.

Todos estas dimensiones, en combinación, fabricaron la creación de un conjunto de

posibilidades donde se gestó un nuevo sujeto moderno, relacional y sobre todo,

insertado en una nueva sociedad. El cambio de paradigma visual será estudiado con más

especificidad a continuación, mientras que las prácticas espaciales, sociales y artísticas

que se formularon durante el desarrollo de la modernidad parisina decimonónica, serán

tratadas en los siguientes apartados del presente capítulo.

1.1.1. Visualidad moderna

La visualidad en el siglo XIX no se transforma bruscamente durante el transcurso

de este siglo, ya había comenzado una progresión paulatina con ciertos hitos y

acontecimientos de naturaleza científica y filosófica durante los siglos antecesores,

como es el descubrimiento de la cámara oscura y su utilidad en el estudio de la óptica.

Por ello, Crary argumenta que, frente a las teorías que privilegian el Impresionismo y

el Postimpresionismo –en el terreno de la historia de la visualidad y del arte– como

un nuevo modelo de representación visual que rompe con el anterior norma de corte

renacentista, existen otras condiciones alternativas al debate tradicional sustentando en

cuestiones relativas a la transformación de las apariencias y de las obras de arte, puesto

que sólo se estudian los objetos –es decir, las obras de arte– como tropos aislados sin

tener en cuenta otros condicionantes que responden a naturaleza científica, técnica o

12 Ibídem, p. 20.

Desplazarse en la modernidad urbana

44

social13. En un resumen de las ideas del historiador cultural, se constataría que existen:

i) las condiciones epistémicas: el cambio de paradigma es intrínseco a la reorganización

del conocimiento y de las prácticas sociales que se dieron durante los siglos precedentes

a la Modernidad y que posibilitaron un nuevo paradigma. Para ello habría que detectar

los acontecimientos relacionados que influyeron en los diferentes modos de visión

y de percepción de la realidad. ii) las condiciones del estudio de la visualidad: para

Crary, la tendencia al aislamiento de los fenómenos científicos y los artísticos es una

mala práctica y se debe estudiar ambos bajo un mismo prisma para poder entender los

cambios producidos en los códigos visuales de manera conjunta a los avances en la

ciencia, pensamiento y arte. iii) las condiciones tecnológicas: si bien es cierto que los

inventos tecnológicos son herramientas necesarias que configuraron la percepción de la

visión, como es el caso de la fotografía, Crary aboga por una postura antideterminista

que vaya más allá del estudio de los objetos materiales en sí mismos. En este sentido,

prefiere apostar por el análisis de otras tecnologías, como la cámara oscura en los siglos

XVII y XVIII y el estereoscopio y el fenaquistiscopio creadas a principios del siglo

XIX y sobre todo su inserción en el agenciamiento cultural y social y en la manera que

éstos determinan los condicionantes del presente.

Una de las premisas principales en las que se ha basado el estudio de la

fotografía y la posterior invención del cinematógrafo era situar la cámara oscura como

su antecedente directo. Sin embargo, Crary sostiene que el modelo visual en el que está

basado la cámara oscura es diferente al paradigma escópico del siglo XIX y por tanto

su posición dentro de una progresión genealógica de invenciones tecnológicas –cámara

oscura = fotografía– aunque contengan fundamentos técnicos similares, constituye un

malentendido puesto que “las máquinas son sociales antes que técnicas”14. Por tanto,

estos objetos no pueden sustraerse únicamente a su naturaleza técnica o discursiva, son

“un complejo amalgama social cuya existencia como figura textual no puede separarse

de sus usos maquínicos”15.

13 Ibídem.14 DELEUZE, Gilles: (El pliegue, 1988) citado en CRARY, Jonathan: Las técnicas del observador, op. cit., p. 54.15 CRARY, Jonathan: Las técnicas del observador, op. cit., p. 55.

Desplazarse en la modernidad urbana

45

Caso similar ocurre con el fenaquistiscopio, un dispositivo óptico que proviene

directamente de los avances del estudio de las ciencias ópticas en el transcurso del siglo

XIX. Para Crary, es fundamental el cambio de la óptica geométrica a la óptica fisiológica,

por dos motivos: uno porque se centra en el estudio del ojo de manera autónoma, sin

relacionarse con el resto de los sentidos humanos y dos porque permite hablar de un

cambio en la posición del sujeto observador, –siendo esta idea la que el historiador

pretende demostrar en su ensayo–.

Del primer punto además se deriva uno de los descubrimientos esenciales

que posibilitaron la invención de estos dispositivos ópticos, como son las imágenes

postretinianas a las que dedica una explicación más profunda de la que en estas páginas

se ofrece16. Fue sin duda un avance científico-escópico que propició que muchos de

los científicos crearan estos dispositivos para su uso personal y que posteriormente se

comercializaran y se insertaran en la práctica cotidiana de la clase media parisina, creando

un nuevo código visual y un nuevo agenciamiento de estas capacidades escópicas17.

Del segundo punto se extrae un hecho fundamental para Crary: la construcción del

sujeto moderno, puesto que al integrar el estudio del ojo “desligado de su red referencial

encarnada en la tactilidad, inicia una relación subjetiva con el espacio percibido”18.

Que Crary ponga el acento entre la gestación de un sujeto observador relacionado con

el espacio circundante significa que existe un nueva gramática en la ecuación sujeto-

objeto que había imperado hasta ese momento, basada en connotaciones “cartesianas”

y le permite comenzar a esbozar las circunstancias donde emerge una nueva realidad

16 Véase el capítulo número 4, denominado “Las técnicas del observador”, donde Crary analiza de manera profunda no sólo el impacto del estudio de la óptica fisiológica, también otros avances como los realizados por Goethe en el estudio de la fisiología de los colores en La Teoría de los colores. Para Crary es un hecho relevante que la óptica fisiológica posibilitara además el estudio de las ondas y que éstas fueron decisivas a la hora de investigar las imágenes postretinianas. Este hecho es importante, según Crary, porque fueron el preludio de los inventos ópticos y tecnológicos que usaban este tipo de imágenes, entre los que se encuentran el taumatropo, el zootropo y especialmente, el fenaquistiscopio inventado por Joseph Plateau, un físico importante por sus influencias en la teoría de la persistencia de la visión. En definitiva Crary muestra la unión entre la ciencia, la tecnología y el arte. 17 A Crary le interesa cómo estos dispositivos ópticos, creados en su mayoría por científicos, se insertaron en la incipiente sociedad de consumo, de forma natural, y cambiaron sigilosamente la forma de percepción óptica visual de las clases burguesas de las grandes capitales europeas. Según Crary, el uso del estereoscopio era común en los hogares parisinos. Esto supuso un reposicionamiento del sujeto en relación al cambio de la visión subjetiva.18 CRARY, Jonathan: Las técnicas del observador, op. cit., p. 39.

Desplazarse en la modernidad urbana

46

escópica y ontológica. En esas nuevas circunstancias, Crary retoma las lecciones

foucaultianas que estudian cómo los condicionantes de los poderes fácticos determinan

la “reconfiguración industrial del cuerpo en el siglo XIX”19.

Este último argumento requiere una explicación específica para comprender

cómo en el siglo que nos compete se construyó un nuevo tipo de sujeto y cómo fueron

“los procesos e instituciones que racionalizaron y modernizaron el sujeto en este

contexto de transformaciones sociales y económicas”20.

Crary se inspira en la aproximación de Michel Foucault sobre la modernidad

al retomar la idea de la regulación y administración de los sujetos en la sociedad

mediante el control y normativización del comportamiento gracias a la administración

y burocratización de las formas de vida, entre ellas, la industrialización, el capitalismo

incipiente y la tecnología, en concreto: “tecnología de los individuos que está inscrita

en un proceso histórico amplio: el desarrollo , aproximadamente al mismo tiempo, de

muchas otras tecnologías –agrarias, industriales, económicas–”21.

De esta manera, Crary, como presentara Harvey, no basa su concepción de la

modernidad en el supuesto cambio drástico en la sociedad decimonónica, sino que,

apoyándose en las nociones foucaultianas de construcción del sujeto en función

de los cambios circundantes de raigambre política, institucional y económica que

moldearon e instrumentalizaron las formas de vida social y política con el objetivo de

normativización e imposición de un determinado tipo de conducta, esgrime su noción de

modernidad en el anclaje de la constitución del sujeto observador dentro de las prácticas

de subjetivación y de un producto histórico que viene determinado por las disposiciones

y el emplazamiento del poder y del saber22.

¿Ayudaron esos cambios que se producidos en la esencia del sujeto a gestar

un nuevo tipo de experiencia? ¿qué implicaciones se derivan de esta nueva forma de

experiencia con y en la ciudad moderna?

19 Ibídem.20 Ibídem, p. 17.21 FOUCAULT, Michel: (Power/Knowledge: Selected Interviews and Other Writings, 1980) citado en CRARY, Jonathan: Las técnicas del observador, p. 34.22 Ibídem, p. 45.

Desplazarse en la modernidad urbana

47

1.1.2. Experiencia urbana

Sin duda, analizar la experiencia urbana en el desarrollo de la metrópolis como

escenario de la modernidad es útil para responder a estas cuestiones; así piensa David

Frisby, además, añadiendo el trabajo del poeta Baudelaire como referente y guía en

las transformaciones en la urbe, como flâneur que traspasa la concepción del tiempo

y observa lo que acontece alrededor: “la metrópoli siempre fue significativa en mayor

o menor grado. Para Charles Baudelaire, era el escenario donde se representaban los

espectáculos de la modernidad. La ciudad como objeto estético se volvía poética tanto

en la interpretación del poeta como en la de flâneur”23.

En efecto, si existe un artista que supo integrar en su obra la modernidad urbana

y la reflexión sobre el anquilosamiento de la experiencia fue Baudelaire, puesto que no

solo fue espectador de las diferentes transformaciones que tuvieron lugar en la capital

de la modernidad, sino que gracias a su producción literaria que recogió el espíritu de

los cambios urbanísticos y experienciales de la metrópoli, participó y fue protagonista

de “esta obra en marcha”24 y es que como explica Berman: “Baudelaire nos muestra

algo que ningún otro escritor ve tan bien: cómo la modernización de la ciudad inspira e

impone a la vez modernización de las almas de sus ciudadanos”25.

El cambio de paradigma urbanístico ocasionó un fuerte impacto que tuvo

inmediatas consecuencias en la población parisina. Como ha escrito Antonio Pizza, la

nueva urbanización supuso todo un reajuste y afectó a la mayoría de las capas sociales,

sobre todo a la clase obrera: “estas calles, insólitamente anchas, rectilíneas, recubiertas

de macadán liso ofrecían las mejores condiciones para la circulación de coches de

caballo, generando una densidad de movimientos insospechada en la época, dividiendo

netamente la vida de la acera, polarizada en las tiendas, los cafés y el rito de la flânerie,

de la calzada, destinada a la movilidad desenfrenada de los vehículos lanzados a toda

velocidad, ignorando peligrosamente la presencia de los transeúntes”26.

23 FRISBY, David: Paisajes urbanos de la modernidad, op. cit., p. 15.24 BERMAN, Marshall: Todo lo sólido se desvanece en el aire, op. cit., p. 146.25 Ibídem.26 PIZZA, Antonio: “Baudelaire, la ciudad y el arte”, en: C. Baudelaire: El pintor de la vida

Desplazarse en la modernidad urbana

48

Los pasajes, eran, pues el lugar idílico para un flâneur como Baudelaire, que

pasaba sus días dormitando entre conversaciones ajenas, elucubrando interiormente sus

poemas, paseando por los pasajes en una agradable y satisfactoria comodidad.

Algunos de sus versos muestran la riqueza urbana, el hombre entre la multitud o

el nacimiento de la ciudad moderna, sin embargo en muchos de sus poemas rezuma un

aire nostálgico, el spleen característico de la decadencia decimonónica y del declive de

los pasajes. Hay una búsqueda implícita de la melancolía, una conciencia de la fugacidad,

la instantaneidad del recuerdo perdido, imágenes borrosas, impresionistas, que apenas

han anclado su esencia en la memoria: “El flâneur, para no sucumbir al agitado

tumulto contemporáneo, ensaya un tiempo “autre”, melancólico, ralentizado, discorde,

erigiendo una barrera frente al ímpetu aniquilador de la civilización contemporánea. Por

ello sus lugares ideales eran los pasajes”27. Y es que el flâneur, como dice Crary es un

“consumidor móvil de una sucesión de imágenes ilusorias, como la mercancía”28.

En resumen, la modernidad continúa siendo en la actualidad un fenómeno

ambiguo y presenta diversas postulaciones desde las que se puede analizar29. En este

apartado sólo se ha esbozado algunas de ellas, no pretendiendo definirlas como las más

importantes o las mejores, sino las más útiles a la hora de establecer una reflexión sobre

los nuevos conceptos e implicaciones surgidas al calor de la modernidad. El cambio

de régimen escópico, y su implicación directa en la formulación de un nuevo sujeto

integrado en un espacio urbano, social y tecnológico inédito son los puntos cardinales

en los que se vertebra este capítulo. Lo que más interesa es cómo se modificaron las

relaciones sociales y su influencia en el modo de percibir la realidad, puesto que, a partir

de este momento, ya nada volvió a ser lo mismo, y lo mismo siempre quedó incrustado

en la conciencia, como una presencia fantasmal que nunca se acabará de ir.

Así lo resume Karl Marx: “todas las relaciones estancadas y enmohecidas, con

moderna, Murcia, Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de la Región de Murcia, 2004. p .11-71.27 Ibídem.28 CRARY, Jonathan: Las técnicas del observador, op. cit., p. 41.29 Sobre la multiplicidad de aproximaciones y facetas de la modernidad, véase CALINESCU, Matei: Cinco caras de la modernidad. modernismo, vanguardia, decadencia, kitsch, posmodernismo, Tecnos, Madrid, 2016.

Desplazarse en la modernidad urbana

49

su cortejo de creencias y de ideas veneradas durante siglos, quedan rotas; las nuevas

se hacen añejas antes de haber podido cosificarse. Todo lo sólido se desvanece en e1

aire: todo lo sagrado es profanado, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar

serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas”30.

1.2. Urbanismo y práctica espacial en París

Pero imaginad ahora una ciudad como París (...) Imaginad esta metrópoli del mundo (...) en que la historia se nos presenta en cada esquina.Goethe

Sumergirse en la multitud no es para todos: gozar de la muchedumbre es un arte.Charles Baudelaire

Las llamadas revoluciones de 1848 no fueron más que pequeños hechos episódicos. Ligeras fracturas y fisuras en la dura corteza de la sociedad europea. Bastaron, sin embargo, para poner de manifiesto el abismo que se extendía por debajo. Demostraron que bajo esa superficie, tan sólida en apariencia, existían verdaderos océanos, que solo necesitaban ponerse en movimiento para hacer saltar en pedazos continentes enteros de duros peñascos.Karl Marx

En este apartado, París será el foco de atención y de análisis. Se analizarán las

implicaciones sociológicas, culturales y artísticas que la haussmanización impuso

durante el Segundo Imperio. También se resumirán los acontecimientos históricos más

relevantes y que tiene como eje vertebrador las revoluciones acontecidas durante todo el

siglo XIX que contribuyeron a la construcción de un nuevo urbanismo conformado por

grandes avenidas que pretendía eliminar del trazado urbana las viejas calles medievales

que ayudaban a la formación de barricadas y de revoluciones. París es, además, el

lugar donde surgen las figuras urbanas esenciales para entender las transformaciones

sociológicas y culturales intrínsecas al siglo XIX, como el flâneur o el detective. La

ciudad se convierte, en este sentido, en una de las principales metrópolis europeas que

facilitaron el camino hacia la modernidad. Por tanto, se analizarán cuáles fueron los

30 MARX, Karl: (Manifiesto Comunista, 1888) citado en BERMAN, Marshall: Todo lo sólido se desvanece en el aire, op. cit., p.7.

Desplazarse en la modernidad urbana

50

condicionantes históricos, sociológicos y artísticos que determinaron el trayecto que

condujo a París a convertirse en una de las primeras capitales europeas modernas.

1.2.1. Breve historia

La historia del siglo XIX en París es amplia y ha sido más que investigada desde

diversos puntos de vista. Se seguirá aquí las aportaciones tanto de la teórica cultural

Priscilla Ferguson, quien revisa la historia de París desde una visión “revolucionaria” y

especialmente del geógrafo crítico David Harvey.

Las convulsiones que sacudieron la ciudad durante el siglo XIX también

contribuyeron a la construcción de París como ciudad revolucionaria. Ése es el

argumento de Ferguson, para quien “la revolución se convierte en un estado de ánimo,

una conciencia de la fragilidad de las instituciones sociales, y un sentido agudo de la

posibilidad de continuar la constante transformación”31. Desde que en 1789 tuviera lugar

la revolución francesa se han ido sucediendo múltiples revoluciones que se continuaron

durante la centuria siguiente, concretamente en 1830, 1848, 1871, y que dieron lugar a

diferentes formas de gobierno, desde repúblicas, monarquías e imperios.

De entre todas las revueltas acontecidas en París, nos detendremos en la de

1848, ya que después de un periodo de casi tres años de experimentación social con

la Segunda República, comienza el llamado Segundo Imperio, donde se lleva a cabo

la renovación de la ciudad de París a cargo del barón Haussmann, un hito fundamental

para entender la lógica de la evolución de la Modernidad32.

Se coincide en señalar la revolución de 1848 como una de las más virulentas

y transgresoras de la historia parisina. El nivel de pobreza y de descontento social

que se vivía en aquel momento en París fue paulatinamente creciendo hasta que una

manifestación en Les Boulevard Des Capucines desató la revuelta. El rey Luis Felipe

31 FERGUSON, Priscilla: París as Revolution. Writing the nineteen-century city, University of California Press, Berkeley and Los Angeles, 1994, p. 3. (Todas las citas y referencias de este libro, han sido traducidas por mi del inglés). 32 Ver: JORDAN, David: Transforming París: The Life and Labors of Baron Haussmann, The Free Press, Nueva York, 1995, CARMONA, Michel: Haussmann, his life and times, and the making of modern París, I.R.Dee, Chicago, 2002.

Desplazarse en la modernidad urbana

51

desoye los consejos de retirarse a Versalles para planear desde allí el contraataque y

huye a Inglaterra, abdicando en su nieto de 8 años. Se forma un gobierno provisional de

varias personas asociadas a la cultura como Lamartine, y mientras tanto, la población

toma el palacio de las Tullerías. Se convocan elecciones y se proclama la República,

trayendo consigo una serie de innovaciones políticas como la creación de una comisión

de reformas obreras, con sede en el palacio de Luxemburgo, pasando a conocerse por

“parlamento de los trabajadores”. Sin embargo, la euforia dura poco, la economía no

logra recuperarse y el miedo comienza a avanzar entre los burgueses y los miembros

de derechas de la República, retirándose las pequeñas iniciativas como los talleres

nacionales y asociaciones obreras. Debido al descontento que esto ocasionó, se

formaron barricadas y durante varios días París se volvió a convertir en una masa de

violencia y represión. La república logró sobrevivir, pero la Asamblea nacional hizo

algunos cambios, nombrando a Louis Cavaignac, con un historial militar en Argelia,

como oficial del ejército, acabando de manera represiva con las barricadas. Pese a los

intentos de normalizar la situación y buscar la estabilidad, la República se veía resentida

por las divergencias entre los diferentes estratos políticos. Fruto de del descontento

y de la búsqueda de una figura que pudiese representar el equilibrio, reapareció Luis

Napoleón, sobrino de Napoleón Bonaparte. Al principio de manera tímida, tenía un

escaño en la Asamblea pero no hizo uso de su puesto hasta un tiempo después, cuando

regresó de Inglaterra con ínfulas de ganar la presidencia, objetivo que logró gracias al

sistema exportado de los Estados Unidos de sufragio universal. Finalmente, viendo que

el formato de República había fracasado, en 1851 dio un golpe de estado. La Asamblea

se disolvió en 1852 y dio comienzo el Segundo Imperio33.

Una de las estrategias llevadas a cabo por el nuevo emperador fue la reconversión

urbanística y espacial de París. Tarea que encomienda a Eugene Haussmann, quien ya

había mostrado simpatías por el bonapartismo y no estuvo de acuerdo con la proclamación

de la República en primer lugar, por ello, en 1848, tras la revuelta, decide abandonar su

puesto de precepto en Burdeos al no considerar legítimo al gobierno republicano.

33 HARVEY, David: París, capital de la modernidad, op. cit. Aquí se ha hecho un resumen de la primera parte el texto, pp. 3-30.

Desplazarse en la modernidad urbana

52

1.2.2. La Haussmanización

El proceso de “haussmanización” ha pasado, no sólo a la historia del urbanismo,

sino a la historia en general, como uno de los acontecimientos fundamentales de la

modernidad34. Lo que interesa analizar en este apartado son las condiciones históricas,

filosóficas y sociales que posibilitaron la reforma total de París para entender cómo las

transformaciones urbanísticas orquestadas entre el barón Haussmann y el emperador

del Segundo Imperio, Luis Napoleón III, cambiaron el destino de una ciudad y la

condujeron a convertirse en uno de los referentes en cuanto a proceso de modernización

se refiere. Además estos cambios en el trazado de la metrópoli, condicionaron de forma

definitiva la movilidad y el desplazamiento urbano y los modos de ver y percibir la

ciudad.

La figura del Barón Haussmann ha estado sujeta a mitificaciones y a exaltaciones

sobre su personaje, por lo que se dispone de una abundante bibliografía al respecto35.

Se sabe que ya ejercía de prefecto en Burdeos y que había llevado a cabo una reforma

de la ciudad financiada en parte de la actividad especulativa. El propio prefecto

contribuyó a la construcción del mito al escribir sus memorias36. Hecho que recalca

Harvey extendiéndose, además, a la figura del propio Napoleón porque “necesitaba

crear alrededor de sí mismo y del emperador el mito de una ruptura radical, el mito que

ha sobrevivido hasta nuestros días: demostrar que lo anterior era irrelevante, que ni él

ni Luis Bonaparte estaban de ninguna manera sujetos al pensamiento y la práctica del

pasado inmediato”37.

34 Para una historia del urbanismo desde el la perspectiva de la historia del arte , véase: LAVEDAN, Pierre: Histoire de l´urbanisme à París, Collection Nouveu Histoire de París, París, 1993. Además, es una de las fuentes principales para Clark y su análisis de la haussmanización, que se verá con más atención en el siguiente apartado.35 WEEKS, Willet: The man who made París: the illustrated biography of Georges-Eugène Haussmann, London House, London, 1999; MALET, Henri: Le baron Haussmann et le rénovation de París, Les Editions Municapales, París,1973; FOURNEL, Victor: La Déportation des Morts. Le Préfet de la Seine [Baron Hausmann] et les cimetieres de París, París, 1870; CHAPMAN, Joan Margaret: The life and times of Baron Haussmann: París in the Second Empire, London, Weidenfeld & Nicolson, 1957.36 HAUSSMANN, Georges-Eugene: Mémoires du Baron Haussmann: grand travaux de París, G. Durier, París, 1979 (2 vols).37 HARVEY, David: París, capital de la modernidad, op. cit., p. 16.

Desplazarse en la modernidad urbana

53

Charles Marville.Boulevard St. Marcel, de l’avenue des Gobelins,

c. 1853

Charles Marville.Boulevard Henri IV, de la rue Sully

c. 1853

Desplazarse en la modernidad urbana

54

Además, el proceso de reconversión urbana ha pasado a la historia por la

sustantivación y la individualización de su artífice Haussmann, de esta manera se conoce

como “la haussmanización” y no como la “napoleanizacion”38. Pese a que Haussmann

en sus memorias insiste en otorgarse el mérito de haber planeado todo el sistema de

renovación parisina39, se sabe que a principios de la centuria ya se había empezado

a reconstruir la ciudad, especialmente en la zona céntrica, que hicieron de París una

continua máquina de demoliciones de lo antiguo y de reconstrucciones infinitas40.

Pero esta tendencia, se enmarcaba dentro de una estrategia de remodelación urbana

que comenzó en el Renacimiento y en las ciudades italianas y que prosiguió en otras

metrópolis europeas41.

La diferencia entre “la haussmanización” y otras remodelaciones coetáneas estriba

en la escala del proyecto y en concebir la ciudad como un todo, no por capas aisladas;

Napoleón había despedido a su anterior precepto, llamado Berger, precisamente por no

cumplir con la magnanimidad del proyecto. Argumenta Harvey esta teoría materializada

en varios ejemplos, como el edificio de Les Halles, donde Haussmann pide a Victor

Baltard, arquitecto encargado de la remodelación, una estructura de cubierta en forma

de “paraguas de cristal” que posteriormente, se convertiría en un hito de la arquitectura

de la modernidad. También en el edificio Palais de L’Industrie que albergaría la primera

exposición universal de París en 1855, guarda similar relación en cuanto a su de material

y estructura a los pasajes parisinos.

Pero la escala no fue el único factor que se tuvo en cuenta a la hora de planificar

38 FERGUSON, Priscilla: París as Revolution, op. cit., p.126.39 Afirma David Harvey que las últimas investigaciones verifican que las memorias de Haussmann no son fuente fiable. Para ampliar este tema véase la última biografía publicada sobre este personaje: CARMONA, Michel: Haussmnan, his life and times, op. cit.40 Es abundante la información que se dispone de las diversas remodelaciones que comenzaron en París a principio de la centuria. Destacando grandes monumentos y emblemáticas avenidas, como la Rivoli. Veáse: BOWIE, Karen (ed.): La modernité avant Haussmann: formes de l’espace urbain a París, 1801-1853 /textes réunis, Éditions Recherches, París, 2001; PAPAYANIS, Nicholas: Planing París before Haussmann, Johns Hopkins University Press, Baltimore, 2004.41 Sobre otros procesos de urbanización en ciudades europeas ver SCHORSKE, Carl E.: Fin-de-siecle Viena: politcs and culture, Alfred A. Knopf, New York, 1981, del mismo autor “The ringstrasse, its critics, and the birth of urban modernism” en: The nineteenth century visual culture reader, Routledge, Londres, 2004.

Desplazarse en la modernidad urbana

55

toda la remodelación parisina, Haussmann trascendió la lógica del urbanismo imperante

y penetró en la esencia de la ciudad, alterando su identidad primigenia para aniquilar

las problemáticas que estaban asociadas a la salubridad e infraestructura, y también de

paso, extirpar cualquier huella ideológica y física del ancieme regime parisino. Después

de su renovación, nada volvió a ser lo mismo. París se convirtió en un palimpsesto

constituido por las ruinas del pasado y la emergencia del progreso, modificando sin

lugar a dudas, la experiencia y aprehensión de la ciudad.

Por lo tanto, la estrategia de las sucesivas remodelaciones ya no consistía en

embellecer y amenizar la ciudad, sino que se trataba de una modificación de las relaciones

sociales y espaciales de la misma a un nivel logístico, económico y social42. En primer

lugar, convirtió a París en centro de operaciones logísticas, dotándola de un entramado

ferroviario más desarrollado que en otras provincias. Por eso continuó con los proyectos

ya programados por sus sucesores para reformar las dos grandes estaciones de trenes,

permitiendo la circulación de flujos entre los dos extremos de la ciudad43.

En segundo lugar, se produjo un cambio en las relaciones de poder, otorgándole

mayor protagonismo a la venta al por menor, a la vez que se favoreció la creación de

grandes almacenes y el auge del turismo, siempre con el objetivo de incrementar el

tránsito de las mercancías y de las personas, lo que se consiguió fusionando todas las

compañías de transporte44.

En tercer lugar, propició un cambio en la vida social gracias a las infraestructuras

de obra pública y administrativa de la ciudad. Por un lado crea diferentes sectores

territoriales que disponían de ayuntamientos, de esta manera, se reorganiza las

“relaciones interiores” de París. Por otro lado, se potencia la vida social en la metrópoli,

Haussmann ordena ampliar las calles, resolviendo el problema de higiene en los barrios

42 David Harvey se inspira en el sociólogo de la Escuela de Chicago, Robert Park para su concepto de espacialidad: “las relaciones sociales se inscribían en los espacios de la ciudad de tal manera que convertían el modelo espacial tanto en un reflejo como en un momento de la reproducción del orden moral,” París, capital de la modernidad, op. cit., p. 54.43 David Harvey y otros autores destacan la estrategia de Haussmann de dar valor a las dos estaciones de trenes, sabiendo que no sólo atraería la movilidad ciudadana, sino también la movilidad del capital y del comercio, Parios, ciudad de la modernidad, op. cit. pp. 3-30.44 Veáse, URRY, John: The tourist gaze, Sage, New York, 2009.

Desplazarse en la modernidad urbana

56

más insalubres, y normativiza tanto la circulación del agua de consumo como el

alumbrado de gas, lo que sin duda será un hecho relevante para la vida nocturna45.

Según Harvey, estos cambios en las relaciones espaciales de la ciudad son un

fenómeno parejo al del crecimiento de la especulación del capital. La absorción de los

excedentes de los capitales y del trabajo influyó en el gran momento económico que

se vivió en París a partir de 1852, y por tanto “el capital reorganizó la espacialidad de

París”46. Idea que también argumenta el historiador del arte T. J. Clark, quien afirma

que la renovación de Haussmann no se podría haber llevado a cabo sin la “reinvención

capitalista”47. Sostiene, además, que las razones que llevaron a Haussmann a la

remodelación de la capital estriba tanto en el deseo de prevenir las revueltas, como

el afán megalómano de las necesidades constructivas de obra pública, y el apoyo al

desarrollo del capitalismo, pero también el orgullo de presumir ante los extranjeros y

sobre todo, la lógica lucrativa que llevó al barón, una vez que lo cesaron de su cargo, a

ser el director del Crédito Mobilier, apuntando, de esta manera, a lo que en la actualidad

se conoce como “puertas giratorias”48.

Por otro lado, la aproximación del arquitecto y teórico Anthony Vidler resulta

relevante para entender la labor de Haussmann en términos de planificación urbana.

En sus textos reflexiona sobre la relación entre poder y arquitectura, dedicando la

última parte del texto al análisis de la urbanización de Haussmann y su impacto en la

ciudad de París49. Para Vidler, la influencia de las ideas de Sant Simon en Napoleón III,

45 Veáse, FRESSOZ, Jean-Baptiste: “The Gas lighting controversy. Technological risk, expertise and regulation in Nineteenth-Century París and London”, en: Journal of urban history, vol 33, Jul, 2007.46 HARVEY, David: París, capital de la modernidad, op. cit., p. 148.47 CLARK, T.J.: The painting of modern life.París in the Art of Manet and his followers, Londres, Thames and Hudson, 1984. Aunque Harvey esté de acuerdo en la relación definitiva del capitalismo en la haussmanización, difiere en algunos puntos con Clark, especialmente cuando Clark argumenta que con el Segundo Imperio se perdió toda tentativa de ciudad como cuerpo político, proveniente de la corriente utópica y de la libre circulación de ideas, como el socialismo y el comunismo que caracterización el periodo comprendido entre 1830 y 1848. En definitiva, su idea de que la modernidad se construye creativamente y no como una ruptura radical. 48 Ibídem.49 VIDLER, Anthony: “The triumph of urbanism: Haussmann and the boulevards of Empire 1853-1867” pp. 86-96, en: ANDERSON, Stanford (ed): On streets, MIT Press, Massachusetts, 1986. También interesante es su visión sobre la arquitectura del siglo XVIII: El espacio de la Ilustración. La teoría arquitectónica en Francia a finales del siglo XVIII, Alianza Editorial, Madrid, 1997. (Las citas del textos

Desplazarse en la modernidad urbana

57

fueron decisivas para el desarrollo del aparato ideológico del Imperio y determinaron

la magnificencia de la reforma urbana50. Tanto las ideas de la Ilustración, el poder

hegemónico de la incipiente burguesía, y el triunfo de la industria y comercio, así

como el desarrollo de técnica y de la “observación” que derivaron en la fotografía y

cartografía, son razones para entender la mastodóntica transformación que se vivió

en París desde 1852 a 1871. Siguiendo este hilo argumental, Vidler sostiene que los

bulevares de producción haussmaniana fueron el epítome y la culminación de todo el

proceso de planificación urbana, “el mejor artificio moderno por excelencia” (...) El

mejor producto urbano del siglo diecinueve y su apoteosis: una herramienta de progreso

social, moral y gubernamental: un monumento al ideal de una ciudad y a la provocación

de su vida económica febril”51.

Los ejemplos que ilustran esta idea han sido ampliamente debatidos debido a la

importancia que tuvieron para la descongestión del trazado urbano. La idea de Vidler

radica en argumentar que Haussmann no sólo quería implantar un moderno proyecto

urbanístico, con los tan aclamados bulevares y jardines, sino que intentaba también

cambiar los viejos barrios medievales, escondidos entre callejuelas estrechas y oscuras,

ideales para acciones reivindicativas como las barricadas, por nuevas y amplias calles,

menos proclives al escondrijo y resguardo52.

Las remodelaciones llevadas a cabo por Haussmann supusieron un conflicto con

la población parisina, mostrando su descontento desde varios ángulos, lo que llevó a

Napoleón III a prescindir de sus servicios en 1871, en pleno estallido de las nuevas

revueltas53. Algunos de las polémicas que surgieron por la remodelación se deben a

en inglés de este autor han sido traducidas por mi).50 Sant Simon fue un teórico de la corriente de los socilaistas utópicos. Sus ideas, sobre la industrialización dando prioridad a la producción y los intereses económicos, y la base de y la separación de clases de los ”ociosos” y los “trabajadores” ganaron bastante popularidad, especialmente, bajo el Segundo Imperio, defendido por sus seguidores. Para saber más sobre este personaje, véase: SEBASTIAN, Charlety: Historia del saintsimonismo, Alianza, Madrid, 1997.51 VIDLER, Anthony: The triumph of urbanism: Haussmann and the boulevards of Empire 1853-1867 op. cit., p. 88.52 Ibídem.53 Para saber más sobre las causas del cese de Haussmann y el levantamiento de 1871, ver VIDLER, Anthony: “The commune and the Theather of Combat, 1871”, dentro del texto: The triumph of urbanism: Haussmann and the boulevards of Empire 1853-1867, op. cit., p 100-105.

Desplazarse en la modernidad urbana

58

Jules Ferry, que publicó el panfleto Les comptes fantastiques d’Haussmann54, donde

denunciaba abiertamente los estragos de la agresiva remodelación del barón.

No se puede dejar de mencionar otros tipos de desplazamientos que la

Haussmanización favoreció; el empuje de las clases medias hacia el oeste de la ciudad

cambió la estructura de la clases de París, quedando marcada la importancia del dinero

en todos los aspectos de la vida. Un hecho que ya antes de mitad de siglo estaba

sucediendo, como ha estudiado Richard E. Burton en su análisis sobre los patrones de

la vida cotidiana en París55. A este respecto, escribe Balzac que estaba sucediendo “una

extraña metamorfosis social” donde el resultado es que “los tres órdenes antiguos han

sido reemplazados por lo que hoy en día se llama las clases”56.

La burguesía fue una de las clases que intentaba desmarcarse del resto y

distinguirse de lo que hasta ese momento había sido la clase dominante; la aristocracia.

Por ello, los patrones de consumo de la burguesía son diferentes de los anteriores,

iniciando nuevas formas de socialización y conducta. De esta manera, el sacrificio por

obtener la recompensa monetaria y el consumismo serán elementos distintivos de ambas

clases. Por un lado, la aristocracia se había distinguido a través del consumo privado,

en áreas específicas acondicionadas para ello, como los conocidos “salons”, y por otro

lado, la burguesía en cambio, refuerza los espacios semi privados y públicos, como los

cafés y los restaurantes y fuerzan una tendencia hacia la externalización del ocio y del

“leisure time” con la creación de teatros, de bulevares y los cercles.

Así, Burton destaca que el París de las clases medias se puede dividir en tres

áreas: el privado –hogar–, el intermedio –el café, el restaurante, los pasajes– y el público

–el bulevar– enfatizando la idea del desplazamiento de la aristocracia y el refuerzo de la

burguesía a través de la conquista del espacio público y de su consecuente socialización:

54 FERRY, Jules: Les comptes fantastiques d´Haussmann, París, 1868. Para ver las cuestiones económicas de Haussmann: SUTCLIFF, Anthony: Autumn of Central París. The defeat of town planning, 1850-1970, McGill-Queens University Press, New York, 1971. 55 BURTON, Richard D.E.: The flâneur and his city. Patterns of daily life in París 1815-1851, Manchester University Press, Manchester, 2009 (Las citas de este autor han sido traducidas por mi).56 BALZAC, Honoré: (Obras Completas, 1967) citado en BURTON, Richard D. E.,The flâneur and his city, op. cit., p. 10.

Desplazarse en la modernidad urbana

59

la historia de la burguesía parisina puede ser interpretada topográficamente como una progresión desde el espacio privado (el antiguo régimen) caracterizado por las formas de socialización y acción “público-privado” –la revolución, imperio, restauración y primeros años de la monarquía de Julio– hacia la esfera pública –el segundo tercio de la monarquía y el segundo imperio–57.

Para Burton hay un patrón claro de movimiento: las clases trabajadoras son

expulsadas hacia fuera, es decir, la periferia, mientras que las clases en consolidación

como la burguesía intentan conquistar el interior de la ciudad, lo que, sin lugar a dudas,

fue auspiciado por la progresiva capitalización de París y su incrustación en todos los

niveles de la ciudad y sus formas de vida. Por lo que ya en 1840, la sociedad parisina

estaba dividida en dos clases, como dirán los hermanos Goncourts “los hombres que se

hacen mirar y aquellos que les miran”58.

La burguesía, en esa búsqueda por adueñarse del espacio público de la ciudad

elige los bulevares como lugares centrales para sus paseos y sus movimientos, son

el escenario privilegiado para su performatividad, convirtiendo a la otra clase, la

trabajadora, en una posición de inferioridad, sujetos deseantes, espectadores pasivos del

alarde adquisitivo y cultural de la burguesía y la decadente aristocracia59.

1.2.3. Representaciones visuales y literarias de las transformaciones urbanas

La haussmanización de París fue una operación estética, económica y personal que

conllevó la transformación de la epidermis de la ciudad. Sin embargo, no fue un

proceso ex novo ideado por Napoleón III y el Barón Haussmann, sino que respondía

a todo un aparato estratégico que comenzó con el siglo XIX para convertir en París

en una ciudad adaptada a la modernidad. Se ha argumentado esta idea a través del

pensamiento de varios teóricos, y se ha analizado las imbricaciones sociales y urbanas

57 BURTON, Richard D. E.: The flâneur and his city, op. cit., p. 63.58 GONCOURTS, Jules y Edmond: (Le Journal des Goncourts, 1865) citado por BURTON, Richard D. E.: The flâneur and his city, op. cit., p. 65.59 Para saber más sobre la conformación del espacio público (y su pérdida) en París, véase: SENNETT, Richard: The fall of public man, op cit., especialmente la parte una llamada “the public problem” pp. 3-45, también la parte segunda “the public world of the ancien régime”, pp. 45-123.

Desplazarse en la modernidad urbana

60

que la remodelación supuso. Es interesante, además, añadir la perspectiva artística y

literaria de los artistas y la traslación a sus obras. Priscilla Ferguson argumenta que

“no solo escribieron sobre el París que conocieron o esperaron conocer: confrontaron

la condición humana en ese tiempo y lugar concreto, completamente seguros de que

podían mezclar el significado de la más grande transformación a través del fenómeno

multifacético de la revolución y la urbanización”60.

Por ello sus novelas están plagadas de referencias y lecturas de la cosmovisión

de la época, desde la fragmentación de la visión, la desintegración de la experiencia, la

primigenia individualización, y como no, la haussmanización. Para estos escritores “la

ciudad es legible y escriben con la convicción de esa legibilidad”61.

En este apartado se analizará hasta qué punto las transformaciones acontecidas

en París construyeron una ciudad ininteligible, o si, en esa lectura de la superposición de

los antiguos y nuevos códigos urbanos, pudo haber un resquicio para el cuestionamiento

crítico de la urbe.

Tal como sugiere Linda Nochlin, en París se fue fraguando un movimiento de

vanguardia que integró varios de los artistas más revolucionarios y que cambiaron el

modo de percibir la ciudad. Sería demasiado extenso debatir las dos grandes corrientes

artísticas que dominaron gran parte de la centuria: el realismo y el naturalismo, discusión

que ha sido dominante en la historia de la crítica y estética del arte62. Sí que se analizará,

sin embargo, algunas de las obras relacionadas con el Impresionismo que recogen los

cambios urbanísticos y sociológicos que se produjeron en la segunda mitad del siglo

XIX.

Efectivamente, el Impresionismo fue uno de los movimientos más emblemáticos

y populares que se desarrolló al fragor del Segundo Imperio. Hay devotos de todas las

disciplinas que se deleitan al contemplar los cuadros famosos de Manet, Monet o Degas

y sin duda, ha sido y sigue siendo todo un fenómeno de masas. La historiografía clásica

ha prototipado este movimiento en unas cuantas consignas fáciles de asumir y digerir,

60 FERGUSON, Priscilla: París as revolution, op. cit., p. 3.61 Ibídem, p. 7.62 NOCHLIN, Linda: Realismo, Alianza Editorial, Madrid, 2006.

Desplazarse en la modernidad urbana

61

como la técnica específica utilizada, el plein air, el colorido y la luz, las temáticas

burguesas etc. siendo esta una visión tradicional del Impresionismo, donde el ambiente

edulcorado y el estilo encantador y doméstico prevalece sobre otras perspectivas.

Sin embargo, otros puntos de vista, como el mostrado por el historiador del

arte de corte marxista T. J. Clark, en parte influenciado por las investigaciones que ya

hicieron Meyer Shapiro y Linda Nochlin, sugieren otra aproximación diferente a la

tradicional63. Se trataría, según Clark, de volver a mirar el Impresionismo y desaprenderlo

“e impactarse por su extrañeza”64. Su argumentación se basa en ofrecer una alternativa

a la aproximación polarizada en dos maneras de enfrentarse a los “pintores modernos”;

los que opinan que el Impresionismo era el movimiento más original de la historia de

la pintura, y que de alguna manera comulgaba con las directrices del Imperio, y los que

sustentan que las correspondencias con el mito oficial del París del Segundo Imperio no

eran tan prístinas65.

La modernidad según Clark estriba en prestar atención al significado material,

al nuevo set de propuestas en cuanto a representación se refiere, puesto que más allá de

la estética y la originalidad de utilizar una determinada técnica, hay una duda sobre la

visión y un cuestionamiento sobre la forma, y es ahí donde reside la vanguardia66. En

este sentido, Clark, al poner el acento en la interrogación de la visión, está apuntando a

la crítica del ocularcentrismo que posteriormente Martin Jay desarrollaría en su ensayo

Ojos abatidos. La denigración de la visión en el pensamiento francés del siglo XX,

donde analiza el predominio de la visualidad en la historia cultural –lo que él denomina

el perspectivismo cartesiano–, es decir, la imposición y ordenación del espacio gracias

a un régimen escópico como estrategia de control67.

63 SCHAPIRO, Meyer: Impressionism:reflections and perceptions, George Braziller, New York, 1997.64 CLARK, T. J.:The painting of modern life, op. cit., pag 17 (Las citas de este autor han sido traducidas por mi).65 Ibídem, p. 24.66 Ibídem.67 JAY, Martin: Ojos abatidos. La denigración de la visión en el pensamiento francés del siglo XX, Akal, Madrid, 2007.

Desplazarse en la modernidad urbana

62

Aunque a diferencia de Clark, Jay sí presta atención a la técnica y el uso del color

como elemento distintivo y antecesor de la modernidad en las artes visuales. La soltura

de la paleta de colores y los anecdótico de sus temáticas, que pasan a posicionarse en un

segundo plano, convierten a este movimiento, que recoge los adelantos de la Escuela de

Barbizón y de los pintores de primera mitad del siglo XIX como Delacroix, en uno de los

primeros en reflexionar sobre la naturaleza de la visión y sobre su jerarquía, poniendo en

tela de juicio el predominio de este sentido por encima de los otros68. A partir del siglo

XX y con el desarrollo de las vanguardias y de la filosofía continental, se empezará a

poner en entredicho la tradición de corte visual en la historia de la cultura occidental. Sin

embargo, tal como Jay señala, existieron antecedentes a este cuestionamiento integral

y los Impresionistas, apostando por la soltura del color, por elegir el espacio aplanado

sobre el espacio tridimensional y por una “localización corpórea de la visión, casi

táctil”69, se convierten en “una estación de paso hacia un arte puramente referencial”70.

Si bien ambos teóricos coinciden en darle importancia al Impresionismo y sus

avances en el ámbito de la visualidad, Clark presta más atención a las elecciones de los

asuntos y temáticas, especialmente en Manet, quien encarnaría el discurso y paradigma

de la modernidad.

Para descodificar este discurso habría que desentrañar en qué circunstancias

emergió este fenómeno y los condicionantes que favorecieron su aparición. Además,

Clark sostiene que uno de los pilares en los que se construye la modernidad fue la

articulación de una forma de espectáculo, de simulación, de artificio al superponer un

nuevo París sobre otro aún en ruinas, aún despierto y consciente. Cabría preguntarse

–sostiene el historiador del arte– sobre la relación del Impresionismo y las nuevas

fórmulas del espectáculo71.

Por tanto, su argumentación estriba en conocer y analizar hasta qué punto “el

espectáculo” estaría en sintonía no sólo con el Impresionismo, sino también con la

nueva formulación del capitalismo que estaba arrasando la ciudad y sus formas de vida.

68 Ibídem, p. 191.69 Ibídem.70 Ibídem, p. 192. 71 CLARK, T. J.:The painting of modern life, op. cit., p. 15.

Desplazarse en la modernidad urbana

63

En palabras de Clark, “París no es una ciudad neutra en la que penetra el

capitalismo, era una forma de capitalismo en sí misma, y de los más efectivos”72,

y precisamente para llevar a cabo el plan estratégico de instauración de este nuevo

régimen, se necesitaba reconvertir la esencia de la ciudad. Por ello, Haussmann, una vez

nombrado precepto de París, retoma en la década de los años 50, las obras inacabadas

de sus antecesores e inicia una etapa donde la imposición de esta nueva forma de

capitalismo corre pareja a la nueva urbanización que afectó a la totalidad de la ciudad,

incluido las afueras, puesto que Haussmann, en esa estrategia de implantación integral,

había fomentado que las clases trabajadoras se desplazasen desde el centro hacia el

oeste, creando verdaderos barrios de clases obreras, y dividiendo la ciudad en dos partes.

De un lado (Centro, Este y Norte) la clase relacionada con el comercio y las

fianzas, del otro, (Oeste) la clase trabajadora, fábricas e industrias. Particular era el

empeño del barón por eliminar la industria de la Cité, por ello, convence a dos de

las grandes fábricas a mudarse a las afueras, en Plaine Saint Denis, donde además se

especula con el terreno para poder enriquecer a los propietarios.

Se puede incluso establecer una poética del desplazamiento que ha imperado

desde la Monarquía de Julio; donde, en un primer momento, las políticas públicas

invitaban a las clases medias a emplazarse en el centro de la capital, hasta su expulsión

hacia las afueras en favor de incrementar la especulación inmobiliaria y el fácil

enriquecimiento que tiene lugar en el Segundo Imperio. Se trataría de una suerte de

progresión topográfica de las prácticas espaciales parisinas que se mueve en función de

la clase social y el capital73.

Con este planteamiento, la ciudad queda segmentada por clases respondiendo a

la división territorial. Será el Bulevar de les Malesherbes el que ejerza de espina dorsal

de esta nueva planificación urbana, atrapando, de alguna manera, a la clase trabajadora

en esa suerte de terrein vague. Mientras que en la parte central de la ciudad, Haussmann

prosigue con su plan de embellecer las arterias principales, como los Campos Elíseos,

y terminar con las grandes obras que ya habían comenzado, como la Rue Rivoli y el

72 Ibídem, p. 59.73 BURTON, Richard D.E: The flâneur and his city, op. cit., p. 62.

Desplazarse en la modernidad urbana

64

Bulevar Saint Michel. Además, decide una nueva ubicación para una de las grandes

apuestas constructivas: la Ópera, desoyendo las voces críticas, finalmente apuesta por

un emplazamiento acorde con el sector financiero, ubicándola entre la Bourse y la Gare

Saint Lazare74.

De esta forma Haussmann consigue crear una ciudad dividida en cuanto a poder

adquisitivo, a circulación de flujo de personas y capital se refiere. Evidente es el intento

de segmentar también el ocio y las manifestaciones culturales, que quedan ubicadas en

los barrios burgueses, como sucede con el caso de la Ópera75.

Hay que añadir otra consecuencia de esta segmentación por barrios, y no es otra

que la eliminación de la idiosincrasia de las calles y los barrios, y con ella, sus formas

de vida. Un hecho fundamental para entender las conductas y patrones parisinos, era

saber que en sus quartiers se escondía toda una suerte de microcosmos latente que

necesitaba de sus gentes y sus negocios para sobrevivir. Las tiendas, los mercados,

los comercios y negocios de diferentes clases, los talleres. En general, el ecosistema

de la vida parisina se encuentra en las profundidades de los barrios y la pervivencia

de su sociabilidad y economía depende de su existencia76. Haussmann intenta extraer

de ellos su multiformidad y sustituirla por la masa domesticada que se agolpa en los

bulevares, donde los paseos ya no tienen ese componente espontáneo, natural, y donde

el “París inconnu” pasa a ser el París transitado, instrumentalizado y espectacularizado,

imponiendo “la ciudad neutra de los pueblos civilizados”77. París se convirtió en el

espectáculo de la modernidad y para lograr este objetivo, el Emperador quería “shut away

74 Louis Lazare, fue uno de los críticos más persistentes de las políticas urbanísticas haussmanianas. Clark, así lo señala: CLARK, T.J.: The painting of modern life, op. cit., p. 67.75 “La ópera es una fachada antes que un edificio. Expresa el lo mas profundo de los principios del Segundo Imperio y es, inadvertidamente, un ejemplo clásico de “l´architecture parlante” Argumentación sostenida por HIGONNET, Patrice; MARGARET, Anne: “Façades. Walter Benjamins´s París”, en Critical Inquiry, vol 10, n 3, Mar. 1984, pp 391-419. Cuentan además, cómo el encargo de la remodelación recayó en Charles Garnier tras ganar un concurso, en el que también se presentó Viollete-le-Duc- Resaltan las autoras, que la propuesta de Garnier es un todo coherente, particularmente en la época de la mercancía, porque el impacto visual del edificio se asienta en su fachada. Véase para más información las páginas 399-405.76 CLARK, T.J.: The painting of modern life, op. cit., p. 52.77 Ibídem.

Desplazarse en la modernidad urbana

65

the poorer classes somewhere else”78 y no cejó en su empeño hasta que lo consiguió.

París entonces estaba inmersa en un proceso constructivo de una nueva capital

que se extendía a todas las capas de la vida social, política y económica de la ciudad.

¿Había conseguido Haussmann darle por fin una nueva forma a la ciudad? –se pregunta

Clark79–. La respuesta es ambigua; por una parte, los datos de los que se disponen de la

remodelación urbana (según las memorias del propio Haussmann, el número de personas

que circulaban en los bulevares ascendía a 350.000) y las infraestructuras que mejoró

evidencian que se había dibujado un mapa de París basado en una geopolítica inédita

que atañía a diferentes intereses, siendo el económico es más sobresaliente; por otro

lado, los habitantes de la ciudad, que vivieron todas las transformaciones acontecidas

con resignación y crítica, no terminaron de procesar las implicaciones que supuso la

inscripción de esta nueva cartografía en el día a día parisino y cómo en este caso, el

incipiente capitalismo fue colonizando las diferentes prácticas sociales propias de los

barrios y los lugares de socialización predilectos de los habitantes. De alguna forma, el

barrio característico como tejido plural, multifacético, donde tienen lugar los encuentros,

las relaciones comerciales, en definitiva, la vida diaria, deja lugar a un barrio más neutro,

castrado, convertido en “una entidad separada, consumida pasivamente”80.

Las críticas de París, en ese sentido, se dirigían precisamente a la destrucción de

la forma de vida y el intento de imponer un modelo de ciudad en el que los habitantes

no se reconocían, y por ello buscan nuevas referencias a las que aferrarse. Tampoco se

trataba de una anulación completa de todo lo que París significaba durante la primera

parte del siglo XIX, sino más bien de una simulación, de una impostura. Las historias y

entresijos cotidianos perduraron aún en los bulevares, pero Haussmann quería barrerlos,

arrinconarlos en las amplias avenidas, e intentar imponer una ciudad inmóvil, enmarcada

en un plano fijo de una ciudad de la que su originalidad y esencia estaba siendo sustituida

por un decorado artificial.

No es de extrañar, en estas circunstancias, que hubiese un sentir crítico y

78 Ibídem p. 59 (la frase original es citada sin traducir), significa “encerró a las clases populares en otro sitio”.79 Ibídem, p. 67.80 Ibídem, p. 69.

Desplazarse en la modernidad urbana

66

nostálgico por parte también de los artistas y literatos del momento, puesto que “la

ciudad está eludiendo sus formas”81 y la nueva forma de París no tenía una imagen clara,

se bosquejaba más bien como una ficción, un espectáculo de sí misma, y la antigua

imagen de la ciudad permanecía todavía subyacente en la memoria colectiva de sus

habitantes, en una suerte de fuera de campo, donde todo lo que no encuadra en el nuevo

plano del París burgués, quedase apilado como ruinas de un bullicio que durante años

fue estandarte de sus días.

Es precisamente ese fuera de campo una inspiración constante para ciertos

pintores. La proliferación de lugares abandonados en los confines de la ciudad, en el

terrain vague o como lo llaman los franceses banlieue. Así lo describe Clark, para quien

la haussmanización también había pasado factura tanto a los habitantes de la ciudad,

como a los visitantes. Es el caso del pintor holandés Vincent Van Gogh, quien en su

cuadro Las afueras de París, representa la transformación del paisaje rural convertido

en un paisaje desolado, donde los antiguos molinos de viento serían sustituidos por

farolas de gas y por fábricas industriales.82 Clark refuerza esta idea citando un pasaje de

81 Ibídem, p. 49.82 Ibídem, p. 25.

Vincent Van Gogh.Outskirts of Paris,1886

Desplazarse en la modernidad urbana

67

Los Miserables de Victor Hugo, en el que describe el actor de pasear en esos terrenos

limítrofes, en el banlieue:

deambular es como una ensoñación, dar un paseo, es una buena manera para que el filósofo emplee su tiempo: particularmente en esa clase bastarda de campo, de alguna manera fea y bizarra, hecha de dos naturalezas diferentes, que rodean ciertas grandes ciudades, especialmente París. Observar la banlieue es observar un anfibio. Final de los árboles, comienzo de los tejados, final de la hierba, inicio de adoquines, final del campo del arado, el principio de las tiendas, el final del camino transitado, el comienzo de las pasiones, la finalización del rumor de lo divino, el comienzo del ruido de la humanidad -todo esto contiene un gran interés y .por tanto, en estos lugares poco atractivos, serán siempre marcados por el paseante del epíteto triste, las caminatas, aparentemente sin dirección, del soñador83.

No era inusual, argumenta, representar el banlieu, como enlace entre dos

mundos; por un lado los avances imparables del progreso y sus consecuentes mutaciones

paisajísticas, por otro, el confín de la ciudad como lugar paradisiaco, campestre,

alejado del desasosiego de la urbe, y por tanto, predispuesto a la melancolización y a la

ensoñación. Otros pintores que representaron esta misma idea son Luigi Loir84 y Jean-

François Raffaeli85.

Pero no es el único caso del que Clark escribe para explicar los cambios

urbanísticos que suceden París. También habla, en concreto, de un cuadros y una litografía

de Eduard Manet. En uno de ellos, La exposición universal de 1867, Manet, que había

sido rechazado para exponer en la sección artística de la misma exposición, decidió

pintar este cuadro y mostrarlo en una exposición alternativa. Según el historiador del

arte, esta imagen representa todo el aparato haussmaniano: la ciudad imperial se presenta

83 HUGO, Victor (Los Miserables, vol 2), citado en: CLARK, T. J.: “The view from Notre-Dame”, pp 178- 194 en: SCHWARTZ, Vanessa; PRZYBLYSKI, Jeannene (eds.): The Nineteenth Century Visual Culture Reader, Routledge, Londres, 2004.84 Luigi Loir, pintor poco conocido del final de la centuria, representó muchas escenas urbanas de París, su vida nocturna y se hizo famosos en la época por los paisajes meteorológicos, especialmente lluvia y nieve.Veáse.WILLER, Noé: Luigi Loir. Della belle epoque alla publicite, Classic Art Gallery, Nebojsa Calic, 2005.85 Jean-François Raffeli gustaba de retratar personajes que habitaban en ese terreno baldío, como gitanos, traperos, etc.Veáse: Les Promenades d’un artiste au Musée du Louvre, Bibliotheque des Annales politiques et littéraires, París, 1908.

Vincent Van Gogh.Outskirts of Paris,1886

Desplazarse en la modernidad urbana

68

de manera impecable gracias a una gran vista, nítida de la ciudad de París, incluso se

mandó rebajar la colina unos veinte metros para que se tuviera una visión completa

y sobre todo armoniosa de la ciudad86. De esta forma, se puede observar algunos de

los monumentos emblemáticos de París, como Nôtre Dame, como si de un diorama

se tratase, la ciudad deviene objeto representacional con sus símbolos identificables y

reconocibles.

86 CLARK, T.J.: “The view from Notre-Dame”, en: The Nineteenth Century Visual Culture Reader, op cit., p. 188.

Luigi Loir.The Paris Suburb,1885

Desplazarse en la modernidad urbana

69

Jean François Raffaelli.c. 1890

Édouard Manet.Le Balloon,

1862

Desplazarse en la modernidad urbana

70

El juego de la visión que ejecuta Manet le permite crear una estrategia escópica

que el historiador define como “juego de la comedia”87, donde los personajes que

transitan el cuadro no sólo arquetizan los estereotipos parisinos, también representan

la escena, una pantomima: por un lado una mujer que galopa un caballo, unos soldados

que charlan, un hombre paseando a un perro, y la construcción de una serie de miradas

en torno al paisaje urbano. Dos hombres observan el globo en el cielo, el grupo de

señoras lo señala mediante un paraguas, un hombre usa unos binoculares, produciendo

así toda una estrategia de representación visual, un “negocio del mirar”88 donde no es

sólo significativo el hecho y el modo de mirar en sí mismo, sino el ser conscientes del

“artificio que supone tener una ciudad disponible para ver, centrada y enmarcada, como

una unidad para el hombre con los binoculares”89.

Por el contrario, una litografía realizada por Manet el mismo año, llamada Le

Ballon, muestra una imagen diferente de la anterior siendo el retrato del mismo evento,

pero desde una perspectiva diferente del parque. En este caso, la masa no es individual,

como en La exposición universal, donde los personajes caminan apaciblemente por

puro placer y entretenimiento, con ese marcado carácter ocioso, de dispersión, como si

estuvieran consumiendo la estampa de la ciudad de París. Señala el historiador del arte

que el gran globo que se observa en ambas representaciones, remitiría a Nadar, creador de

la fotografía y tendría una vinculación directa con el espectáculo que este tipo de eventos

suscitaba, trayendo a colación de nuevo el planteamiento que profundiza durante toda

su argumentación: la idea de que París se había convertido en un espectáculo urbano,

alejando, poco a poco al viejo París, como el globo en suspensión que de desaparece en

la lejanía90.

Recapitulando, lo que Clark trata de argumentar es la imposibilidad de percibir

y visualizar la ciudad como un todo, la fragmentación y la segregación de sus diferentes

raíces propulsó una ciudad en continua tensión, una ciudad no negociada, usurpada y

mitificada. Irreconocible e ilegible en cuanto a construcción visual, pero rica en cuanto

87 Ibídem.88 Ibídem, p. 189.89 Ibídem.90 Ibídem, p. 192.

Desplazarse en la modernidad urbana

71

a apariencia, a simulación.

Clark observa, en este sentido, los famosos cuadros de Manet, como El desayuno

sobre la hierba o El baile de máscaras en la Ópera, no como una mirada apacible y

homogénea sobre la realidad parisina del momento, sino como artefactos que provocan

la tensión irresoluble de vivir en una ciudad herida, señalando los puntos disidentes, la

marginalidad, la opresión, el fuera de campo91. ¿Qué quiere insinuar sino Olimpia, la

prostituta impúdica que nos amenaza con su mirada fija? ¿Y el tumulto de los parisinos

bailando con máscaras en la Ópera como una única masa simulando ser quienes no son?

Para Clark la lectura de las obras de ciertos pintores, como Manet, es obvia:

señalar la transgresión, la pérdida de identidad y la inauguración de la sustitución de un

régimen social y escópico por otro; aquel que ha sido forzado a la sutura de la historia

y no le queda más remedio que enfrentarse a la realidad con las herramientas que aún

puede reivindicar como suyas, entre ellas, la mirada. Precisamente esa mirada que

observa el “encanto de los bulevares” pero va más allá del placer escópico; se fija en la

extrañeza y desvergüenza de los personajes que pasean por ellos, como la prostituta, el

trapero, el comerciante, evidenciando una suerte de represión, de falta, de duda.

91 CLARK, T.J.: The painting of modern life, op. cit., p. 60.

Edouard Manet.Le Déjeuner sur l’Herbe,1863

Desplazarse en la modernidad urbana

72

Decía Clark que la nueva escenografía de la ciudad, ya no pertenece a París,

“son otra cosa: una imagen colocada en una ciudad que ha perdido su representación”92.

Pero los pintores impresionistas no fueron los únicos en descodificar las nuevas matrices

urbanas que estaban sucediendo en el París decimonónico. Los escritores también

tenían mucho que aportar en la vorágine deconstructiva de la ciudad mediante diferentes

estrategias narrativas y su descripción, a veces más evidentes, otra más simbólicas, de

este proceso de transformación de París.

Uno de los casos más paradigmáticos es el de la novela La Curée, escrita al calor

de las renovaciones parisina por Émile Zola, escritor prolijo y popular, y exponentes

máximos de la corriente naturalista en la literatura. Aunque La Curée no figura entre

las obras más aclamadas de la historia de la literatura francesa del siglo XIX, ilustra

de manera excepcional los cambios que transcurrieron durante el Segundo Imperio en

París y afronta sus problemáticas de manera directa93. Si bien, Gustave Flaubert, veinte

años mayor que Zola, narraba en La Educación Sentimental el período de la Monarquía

de Julio, es decir, su pasado inmediato a pesar de haber sido redactada en 1868, Zola sí

sitúa a los protagonistas de sus novelas en el presente y futuro de la capital.

Es el París del progreso y de la agitación donde los protagonistas se verán

envueltos en tramas similares, como la especulación o las nuevas prácticas sociales y

espaciales de la ciudad, en una suerte de correlato entre la novela y las transformaciones

urbanas y sociológicas.

La Curée de Zola, se encuadra dentro de una serie de novelas llamada Los

Rougon-Marquard. Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio,

que narra las vicisitudes de una familia parisina que intenta mejorar su estatus social

gracias a la falta de moral, la especulación y la ambición94. Constan de veinte ejemplares

92 Ibídem, p. 68.93 FERGUSON, Priscilla: en París as a revolution, op. cit., analiza La Curée y su relación con la haussmanización, pp. 115-152.94 Anthony Vidler, también dedica unas palabras a esta serie novelesca: “el gran proyecto de Rougeon-Macquart ha sido concebido como una examen clínico de las causas y efectos psicológicas: cómo el ambiente forma y transforma finalmente el carácter. La transformación de París, la ciudad del mito y realidad de Zola, fue quizá el más chocante y fundamental ruptura examinada desde lo épico. Más la de aquella ruptura entre la ciudad y el campo” VIDLER, Anthony: The triumph of urbanism, op. cit.

Desplazarse en la modernidad urbana

73

y fueron escritos entre 1871 y 1893. Cada una de las novelas se puede leer por separado

sin necesidad de leer la totalidad de la serie. En este caso, La Curée corresponde a la

segunda entrega, y continua la historia que Zola ya iniciase con el primer número, donde

nos presenta la familia Marquard, centrándose en el padre, Pierre Rougon que consigue

amasar una fortuna y enriquecerse a base de artimañas y de conspiraciones. La atención

se centra en el hijo de Pierre, que, cambiando su apellido por el de Saccard, prosigue

con la búsqueda de aspiraciones y ambiciosa, incluso llevando a límites insospechados

las acciones que ya había realizado el patriarca de la familia.

Para Priscilla Ferguson, La Curée retrataría con bastante aproximación las

consecuencias e implicaciones morales de la haussmanización, elevándola a su mayor

exponente en cuanto a crudeza y visceralidad; es además una fuente documental que

hace las veces de archivo por la veracidad del contexto que describe. En este sentido,

Ferguson señala la importancia de La Curée no sólo en el ámbito literario y dentro de

una determinada corriente, sino también como una aportación valiosa para la historia

francesa, convirtiéndose “en un monumento literario al viejo régimen, un documento

esencial en el que las futuras generaciones apelarán a su historia. El proyecto de Zola

se alarga a la historia social y natural bajo el Segundo Imperio y apunta a formar un

archivo del destino paralelo entre una familia y el régimen”95.

La tónica general de La Curée reposa sobre una paradoja continua que eleva a

polaridades extremas los temas de la novela para marcar la tensión que se vivía en París

durante las transformaciones urbanísticas. De este modo, hay una pulsión dialéctica que

domina la acción del texto, y que se expresa en las fuerzas antagónicas como puede

ser, la confrontación entre individuo y sociedad, la superposición entre la antigua y la

nueva París, y la doble capacidad que se puede extraer de la destrucción como fuerza

creativa y renovadora96. Precisamente, esa fuerza destructiva es la clave para el análisis

que Ferguson realiza en clave simbólica, puesto que la novela se configura como una

metáfora del Segundo Imperio y tiene su fundamento en el movimiento como anclaje

de la historia, que puede ser interpretado en varios niveles de significado. Así la novela

guarda una relación directa con diferentes clases de movimiento que posibilitan el

95 FERGUSON, Priscilla: París as a revolution, p. 126.96 Ibídem, p. 126.

Desplazarse en la modernidad urbana

74

transcurso del argumento97.

i) El movimiento económico. Es uno de los temas más presentes en la trama. La

especulación financiera aparece en los momentos clave y moldea el personaje principal,

Aristide Saccard, que trata de sacar beneficio de todo lo que le rodea, incluyendo sus

relaciones personales. El propio apellido que elige para sustituir a su anterior, significa

en francés saquear “sacer”. La contradicción se da aquí con la idea de “movilizar

lo inmóvil”98 tal como apunta Ferguson, es decir, cómo comenzó a fraguarse, en el

imaginario colectivo de los habitantes de París, los diferentes conceptos del campo

semántico relacionado con el mundo económico, como son los bienes raíces, los valores,

el crédito, e incluso el propio concepto de dinero, y cómo éstos modifican las relaciones

personales y con el entorno. Además, Ferguson señala la propia paradoja que estos

conceptos suscitan, pues se refieren a lo estancado, lo conservador, lo que permanece

y sin embargo la especulación y la corrupción latente en La Curée y el en Segundo

Imperio, implican la movilización y la volatilidad del immobilier99.

ii) Movilidad geográfica y topográfica. Durante toda la novela hay referencias a

las diferentes maneras de desplazarse por la ciudad en sus diferentes modalidades, ya la

tradicional promenade o el carruaje. Ilustra en este sentido, una de las últimas escenas

de La Curée, donde Saccard pasea por el bulevar Saint Michel. También los límites de

la ciudad en construcción son mencionados, desde las anexiones de los suburbios hasta

el movimiento demográfico que París vive por los obreros que se trasladan desde las

provincias a la capital para cubrir la demanda de mano de obra.

iii) Movilidad sexual. Se respira en la trama de la novela varias transgresiones

de orden sexual que atañen a la vida de los diferentes personajes. Aristide Saccard, por

ejemplo, suele frecuentar prostitutas y justifica esta actividad como si fuera una transacción

económica más en su agenda comercial. Hay varias referencias a las orientación sexual

de los personajes: la ambigüedad de su hijo, las mujeres “inseparables” donde se

intuye un inclinación lésbica. Así mismo, la relación secreta que mantienen Renée, la

97 Ibídem, p. 127.98 Ibídem, p. 134.99 Ibídem, aquí Priscilla Ferguson juega con la palabra immobilier, su significado en francés es el de inmueble.

Desplazarse en la modernidad urbana

75

mujer de Saccard, y Máxime, el hijo de éste con su primera mujer, se puede calificar de

incesto y rompe las barreras del decoro social y familiar. Los personajes de la novela

están sumergidos en una vorágine transgresora, bien por la incapacidad de reconocer

los nuevos valores que la haussmanización ha insertado en el reciente orden social y

urbano, bien porque en la difuminación de las fronteras incrementa la confusión y la

desorientación.

En este sentido, Ferguson prosigue con su análisis de los personajes en relación

al proceso de haussmanización y sus consecuencias. De esta manera, París sería un

agente activo en la degradación de Renée, la mujer del protagonista, que se aqueja de

una enfermedad llevándola a la muerte. Sería también el personaje que representa la

metáfora de la caza, título de la novela, debido a las presiones sociales que se manifiestan

a lo largo de la novela desde varias estrategias: el consumo como determinante de la

clase social extensible a la moda, bienes materiales, etc, la familia como eje vertebrador

de una sociedad en transformación, el espacio como fórmula de control y de jerarquía

manifestada en la transición de una vida privada a una pública –un ejemplo que lo

ilustraría, sería la relación entre René y Maxime en los espacios semi públicos, como

cafés, y teatros–100. Existe, en esta lógica, un aparato ideológico que penetra en la esencia

de los personajes, y en el caso de Renée acaba destruyéndola.

Aristide Saccard, constituirá el reverso de esa ecuación. Se aprovecharía de la

destrucción para sacar partido y rentabilizar sus inversiones, demostrando una vez la

falta de moral y la avidez capitalista. Saccard sería consciente de ese paradoja que esta

dominado el Segundo Imperio y no tendría dudas de extraer el máximo beneficio de

ello, de la nueva estética de la modernidad imperante y el desorden social que genera,

una vez más, Saccard podría ser el alquimista que se lucra de las desgracias, de la

destrucción para crear beneficios nuevos101. Para él, como para Haussmann París es una

gran fábrica de especulación y de beneficio económico.

Las diferentes visiones que los artistas muestran de los cambios producidos en

el siglo XIX parisino, analizados en este apartado, son sólo una pequeña muestra de

100 Ibídem, p. 145.101 Ibídem, p. 147.

Desplazarse en la modernidad urbana

76

toda la gran producción cultural que tuvo lugar en esta centuria. Aquí se han esbozado

algunos apuntes de aquellos artistas que desarrollaron una determinada sensibilidad a

la hora de analizar la realidad que les circundaba: las transformaciones urbanas y su

impronta en el paisaje de la ciudad, la nueva oposición entre las afueras o creación de

suburbios y el centro, la penetración del capitalismo en las formas de vida, el cambio

de régimen escópico, el desarrollo de la tecnología, son los asuntos que han preocupado

a estos artistas y que han tratado de manifestarlos mediante diferentes estrategias. En

cualquier caso, no cabe duda de la importancia de la construcción espacial y social

en la producción artística y literaria del momento. Con el objetivo de ahondar en la

construcción espacial de París, se analizarán la influencia de los pasajes como símbolo,

no sólo de la modernidad, sino también como metáfora representacional de los asuntos

aquí esbozados a través de la teoría de Walter Benjamin, quien construyó todo su

entramado metodológico en torno a los pasajes.

1.3. El umbral de la modernidad en los pasajes

Tout pour moi devient allégorie .Charles Baudelaire

Así como Proust inicia la historia de su vida con el despertar, así todo trabajo de historia debe empezar con un despertar, en realidad no debe referirse a nada más. Esta obra tiene que ver con el despertar del siglo XIX.Walter Benjamin

¿Podría las metrópolis de consumo, cima de la cultura capitalista-burguesa, dejar de ser un mundo de encantamiento mistificador y transformarse en un mundo de iluminacion política y metafísica?Susan Buck-Morss

1.3.1. Walter Benjamin. El paseante de París

Walter Benjamin (1892-1940) es una de las figuras clave del pensamiento moderno

y posmoderno por la influencia que ha ejercido en los últimos decenios en varias

disciplinas pertenecientes a las ciencias sociales y a las humanísticas. Será un teórico

Desplazarse en la modernidad urbana

77

recurrente a lo largo de esta tesis doctoral debido a la complejidad y diversidad de su

pensamiento, que abarca temas tan variados e intrínsecos entre sí como la historia,

la fotografía, la memoria y el urbanismo. Por eso, en este apartado, se tratarán los

aspectos de su corpus teórico que guardan relación con la ciudad de París, si bien de

manera general y no detallada, puesto que le dedica parte de su carrera investigadora a

“cubrir más de un siglo de detalles históricos”102 de esta ciudad, así como a preocuparse

no sólo por las condiciones materiales, sociales y artísticas/literarias en el siglo XIX,

sino también a “intentar que los fenómenos históricos hablen”103. No cabe duda de

que esta magnánima empresa requería de una obra mastodóntica que recogiera estas y

otras preocupaciones. Esta obra no es otra que el Libro de los pasajes que representa

la culminación de años de investigación histórica, aunque, por desgracia, nunca llegó

a terminar. Redactado entre 1927 y 1940, su publicación tuvo que esperar hasta 1982,

más de cuatro décadas después. La traducción española se retrasó hasta 2005104.

En rasgos generales, la metodología usada por Benjamin es encuadrada dentro

de la corriente del materialismo histórico, influenciado primero por la lectura de Georg

Lukács105 y posteriormente con la lectura directa de Karl Marx. Pero no es la única

metodología que Benjamin utiliza, como señala Michel Lowy y otros autores106, también

estaba influenciado por el mesianismo e incluso por el romanticismo. Por ello, su

102 BUCK MORSS, Susan: Dialéctica de la mirada. Walter Benjamin y el proyecto de los pasajes, Antonio Machado, Madrid,1996, p. 22.

103 Ibídem.104 BENJAMIN Walter: Libro de los pasajes, Madrid, Akal, 2005. La primera compilación de los pasajes fue obra de Rolf Tiedemann, que llevó a cabo una laboriosa investigación y recolección de los materiales de Walter Benjamin. No vio la luz hasta 1982. La traducción inglesa fue editada por Howard Eiland y Kevin McLaughlin en 2002, publicada en Harvard University Press.105 En el artículo “Façades: Walter Benjamin´s París”, escrito por MARGARET, Anne; HIGONNET, Patrice: publicado en Critical Inquiry, Vol 10, n 3, Mar., 1984, citan el libro de Susan Sontag Under the Signs of Saturn, como referencia para argumentar la idea de que Benjamin “no le leía los libros que leía todo el mundo” y que no se interesó por El capital de Karl Marx hasta 1935. Una década antes ya estaba leyendo a Georg Lukács, que le influirá para su elaboración del concepto de Warenfetischismus.106 LOWY, Michel: Aviso de incendio, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2012. Lowy discute la polaridad a la hora de analizar las influencias que recibió Walter Benjamin y argumenta que las dos mayores influencias, la del materialismo histórico y la teología, no deben ser contrapuestas, sino que deben ser vistas como las dos caras de una misma matriz. Por eso el propio Benjamin utilizaría la figura mitológica de Jano -con dos caras- como identificación. Lowy añade, además, la influencia que recibiría del romanticismo alemán. Como se verá cuando se analicen, con mayor profundidad, Las tesis de la filosofía de la historia en relación a la obra de W.G. Sebald, en el capitulo tres.

Desplazarse en la modernidad urbana

78

producción intelectual se suele identificar con la figura metafórica del caleidoscopio107

o con la metáfora de la constelación. Como si sus ideas estuvieran diferenciadas, pero

unidas por un patrón común que las ajusta y les da forma, construyendo una estructura

a base de capas superpuestas y relacionadas entre sí.

Por otra parte, el interés de Benjamin por la cultura francesa empezó a forjarse

gracias a las traducciones al alemán de varios textos del siglo XIX y XX de escritores

franceses como Charles Baudelaire y Marcel Proust. Además, su primer viaje a París lo

realizó de la mano de su amigo Franz Hessel en 1926108. Beatrice Hanssen sugiere que

este viaje fue determinante para el interés que el pensador alemán desarrolla por esta

ciudad, para investigar la “arqueología de la premodernidad”109 y lo que Susan Buck-

Morss ha denominado la “ur historia”110. De esta manera, Benjamin, se vio afectado por

el espacio circundante que experienció en aquellos días de 1926; la casa donde se alojaba

se encontraba muy cerca del cementerio donde pudo visitar la tumba de Baudelaire, y

además estaba próximo a las catacumbas parisinas, donde seguramente se inspiraría

para el motivo de la calavera de la que escribe en los pasajes111.

107 En el pensamiento de Benjamin es muy frecuente encontrarse con el objeto del caleidoscopio para ejemplificar varias dimensiones de la imagen y sus diferentes modos de ilusión o “espejismos”. Por ejemplo: “la justeza de la imagen está bien fundada. los conceptos de los dominadores han sido siempre los espejos gracias a los cuales se establecía la imagen de un orden. El caleidoscopio debe ser destruido” (Cita aparecida en el texto de Benjamin Central Park (Obras Completas,1972) citado en BUCK-MORSS, Susan: Dialéctica de la mirada, op. cit., p. 226, que escribió poco tiempo antes de su muerte.

108 Franz Hessel era un investigador francófono que escribió Paseos por Berlín, uno de los textos fundamentales para entender, no sólo la figura del flâneur-paseante, sino también la experiencia de la modernidad en las ciudades a principios del siglo XX. Además, Benjamin escribe el prólogo del libro, titulado Le flâneur, un texto que ha pasado a ser popular entre los estudiosos de la figura del flâneur.Veáse: HANSSEN, Beatrice: “Introduction: Physiognomy of a flâneur: Walter Benjamin’s Peregrinations in Search of the Dialectical Image”, en: HANNSSEN, Beatrice (ed.): Walter Benjamin and the Arcades Projects, , Continuum Books, Londres, 2006, pp- 1-12.109 Ibídem.110 BUCK MORSS, Susan: Dialéctica de la mirada, op. cit., Este libro supone uno de los análisis más completos de la obra benjaminiana. Para Benjamin la “ur historia” consistiría en el contacto con los orígenes y el principio de la humanidad, la “infancia” de la historia. Una de las temáticas que planea en su corpus teórico. Por tanto, lo que Benjamin consigue hacer con sus análisis parisinos es una investigación del surgimiento de la Modernidad.111 El motivo de la calavera es una figura recurrente en los textos de Benjamin. Especialmente con lo referido al estudio de la alegoría en el Barroco y su actualización. Sugiere esta idea HANSSEN, Beatrice en Walter Benjamin and the Arcades Projects, op. cit., p. 4. También BUCK MORSS, Susan: Dialéctica de la mirada, op. cit., p. 189. “en el momento en que Benjamin escribía esto, la humanidad de Europa otra vez se enfrentaba a las ruinas de guerra, y el conocimiento de la historia como un “desolado

Desplazarse en la modernidad urbana

79

En los ensayos previos –conocidos como exposés– que Benjamin escribe entre

1935 y 1939 como París, capital de siglo XIX o El París del Segundo Imperio en

Baudelaire-y que posteriormente pasaría a formar parte de los pasajes-, ya planteaba los

leitmotivs característicos de su pensamiento, como las figuras de la modernidad desde el

estudio del flâneur, el trapero, o la prostituta, hasta las tipologías arquitectónicas, como

los pasajes. Es una constante en la obra benjaminiana el “bricolaje”112 de sus ensayos.

Le interesa averiguar el campo en el que se transforma la percepción mediante el estudio

de las figuras intrínsecas a la metrópoli urbana y cómo estas advierten los cambios y

los interiorizan113. Pero estos personajes son unos outsiders, en cierta manera, entes

marginales que son conscientes de la mutación de la epidermis urbana y fenomenológica,

y querrían detenerse a observar, descifrar los “jeroglíficos” urbanos, pero la modernidad

que se impone en la ciudad inserta otras matrices difíciles de descodificar, sus raíces se

sustentan en la multitud en movimiento, en constante circulación, fluidez de los cuerpos

en un nuevo espacio relacional.

París entonces se convierte en un campo de estudio amplio, en el que poder

investigar, como un detective histórico, los objetos y los fenómenos que se manifestaron

en la modernidad. No sin influencias llevó a cabo dicha tarea. Caben destacar dos

grandes influjos; por un lado, el propio Charles Baudelaire y por otro, el movimiento

surrealista. De esta forma, y con el objetivo de desentrañar todo el laberinto complejo de

significaciones estéticas, sociales y artísticas el siglo XIX, Benjamin utiliza a Baudelaire

como epítome de las transformaciones acontecidas en el París del Segundo Imperio.

En cierta manera, tal como sugiere Esther Leslie114, Baudelaire influencia a Benjamin

y su modo de percibir la ciudad. No sólo hay una lectura del “poeta maldito” por

excelencia, ejemplo de la boheme y de lo moderno, sino que la literatura baudeleriana

lugar de calaveras”.112 HIGONNET, Patrice; MARGARET, Anne: Façades, op. cit., p. 392 “Like a bricoleur Benjamin uses his materials again and again”.113 GILLOCH, Graeme: Myth and metropolis, Myth and Metropolis. Walter Benjamin and the city, , Polity Press, Cambridge, 1996, p. 181.114 LESLIE, Esther: “Ruin and Rubble in the Arcades” en: HANNSSEN, Beatrice: Walter Benjamin and the Arcades Projects, op. cit., pp 87-113. Interesante texto donde analiza los objetivos de Benjamin en París y la influencia que recibe de Baudelaire. Para Leslie, Benjamin quiere “retratar el París, como un prototipo, el origen de la civilización burguesa capitalista”. Ver también otro texto iluminador de la misma autora Walter Benjamin. Overpowering conformism, Pluto Press, Londres, 2000.

Desplazarse en la modernidad urbana

80

encierra toda una reflexión crítica, política –y alegórica como se verá a continuación–

de París. Baudelaire ofrece en clave poetológica, los nuevos códigos urbanos que han

sido transformados por la incursión del incipiente capitalismo. Los cambios de hábitos

debido al consumo y a la nueva significación que los objetos reciben, como “fetiches”,

dotados con una nueva resignificación aurática, no dejaron indiferente a Baudelaire,

que, en ese estado de spleen o melancolía, producido en parte por la nueva escenografía

urbana, escribe sus mejores versos bajo el influjo de una nueva forma de experiencia.

Así mismo, para Hanssen la influencia del movimiento surrealista, que había

surgido en esa década, fue determinante para la concepción intelectual y metodológica

del joven Benjamin. La relación con este movimiento se produjo en varios niveles: por

un lado su tarea de traductor le lleva a entrar en contacto con obras determinantes del

movimiento surrealista, como el texto Le Paysan de París de Louis Aragon, donde la

ciudad y su recorrido son protagonistas de la acción y argumento y “la ciudad deviene

paisaje, creando un nuevo hábitat”115. Por otro lado, Benjamin se inspira en la concepción

onírica de los surrealistas para explicar su teoría del conocimiento. Así, lo que se ha

llegado a conocer como “la tecnología del despertar” está estrechamente relacionada

con la repercusión de los surrealistas en el pensador alemán. Para Benjamin, al despertar,

entre el sueño y vigilia, es cuando tiene lugar la visión de la imagen dialéctica como

un instante de anagnórisis, de revelación. Es en el pliegue entre el sueño y el despertar,

cuando la escisión entre esos dos mundos adquiere una connotación de epifanía. Así

lo expresa Benjamin: “La vida solamente parecía digna de vivirse allí donde el umbral

que abre y separa la vigilia del sueño había quedado del todo destruido por pisadas de

imágenes que ahora, de repente, fluían en masa, y a su vez el lenguaje ya sólo parecía

ser el mismo donde palabra e imagen se entrelazaban tan plena y felizmente, con una

exactitud casi automática, que no dejaba ya resquicio ya por el ‘sentido’” 116.

115 HANSSEN, Beatrice: Walter Benjamin and the Arcades projects, op. cit., p. 7. Para ampliar información sobre la relación entre los Surrealistas, la ciudad de París y Benjamin ver: COHEN, Margaret: Profane illumination: Walter Benjamin and the París of surrealist revolution, University of California Press, Berkeley and Los Angeles, 1993.116 BENJAMIN, Walter: Sueños, Abada, Madrid, 2011, p. 23.

Desplazarse en la modernidad urbana

81

1.3.2. La metrópolis urbana en Walter Benjamin

Los escritos de Benjamin sobre el contexto urbano no han suscitado tanto interés

como otras temáticas de naturaleza política o artística. Debido al carácter disperso y

fragmentario de los escritos de Benjamin no se ha considerado un teórico urbano de

manera unificada, a diferencia de otros teóricos coetáneos como George Simmel117.

El primer texto que analizó el material relacionado con el Passagen-Werk fue La

dialéctica de la mirada, escrito por Susan Buck-Morss. Es una guía fundamental para

entender los planteamientos benjaminianos expuestos en sus pasajes, aunque es “una

empresa poco ortodoxa” tal como dice su autora en el comienzo del texto: “es un libro

de filosofía con ilustraciones que explica la dialéctica de la mirada desarrollada por

Benjamin, alguien que tomaba en serio la debris de la cultura de masas como fuente de

verdad de la verdad filosófica”118.

Los escritos de Benjamin centrados en el contexto urbano están, en parte,

influenciados por todas las ciudades que visitó durante su trayectoria intelectual. Por

ello, se pueden encontrar fragmentos de las ciudades que recorre desde la década de los

años veinte. Algunos de ellos tienen mucha importancia para el desarrollo del método

imagen-pensamiento –denkbilder–, que iniciase en el texto Calle dirección única en

1928 inspirada en la ciudad de Berlín, que consiste en la composición de aforismos

que están relacionados con los nuevos fenómenos urbanos. Lo consigue, gracias a la

utilización de una suerte de montaje, donde aúna fragmentos de corte “modernistas”

con reflexiones acerca de las imágenes de la ciudad y de la mercancía. Es, además, es

uno de los textos que escribe poco tiempo después que el Trauerspiel, y continua con el

intento de “la redención de la práctica alegórica y volver palpable la experiencia en un

mundo fragmentado”119.

117 Para saber más sobre Georg Simmel y sus postulaciones sobre teoría urbana y experiencia ver: FRISBY, David: Paisajes urbanos de la modernidad, op. cit., especialmente el capítulo III “La ciudad interpretada. La metrópoli de Georg Simmel” pp 119-179. También SAVAGE, Mike: “Walter Benjamin´s urban thought: a critical analysis, en: CRANG, Mike: THRIFT, Nigel: Thinking space, Routledge, Londres, 2000, pp. 33-53.118 BUCK MORSS, Susan: Dialéctica de la mirada, op. cit., p.19.119 Ibídem, p. 32.

Desplazarse en la modernidad urbana

82

En este sentido, merece la pena destacar Ensayo sobre Nápoles (1924), Moscú

(1927), los textos sobre los recuerdos de la infancia en su ciudad natal como Infancia en

Berlín (1928), y los ensayos inspirados en la ciudad de París y la figura de Baudelaire,

París, Segundo Imperio en Baudelaire y Sobre algunos motivos en Baudelaire (1929)

donde desarrolla de manera profunda, el fenómeno urbano especialmente la atrofia de la

experiencia. Todos estos textos aquí citados, pero no son los únicos, establecen un mapa

personal marcado por las coordenadas espaciales de las ciudades donde vivió Benjamín.

Una idea que recoge Buck-Morss:

bajo la trashumante existencia de Benjamin transcurrida entre el final de la década de 1920 y 1930, subyace una estructura que ubica geográficamente el Passengen-Werk y le otorga un orden espacial. Hacia el oeste está París, origen de la sociedad burguesa en el sentido político-revolucionario; hacia el Este, Moscú marca el final del mismo sentido. Al Sur, Nápoles, ubica los orígenes mediterráneos, la infancia arropada en el mito de la civilización occidental; al Norte, Berlín representa la infancia, arropada míticamente, del propio autor120.

Que Benjamin prestase atención a los fenómenos urbanos responde a una

estrategia de canalización de sus ideas y materialización de las mismas, puesto que: i) es

en la metrópoli moderna donde tiene lugar la pérdida de la experiencia; ii) es en la ciudad

donde Benjamin pone en práctica el estudio de la fantasmagoría y la mitologización de

la modernidad; iii) el estudio de las figuras urbanas marginadas le sirve para formular su

concepción de la filosofía de la historia, que en última instancia, promulga una apelación

a las víctimas olvidadas de la historia; iv) desarrolla el método imagen-pensamiento,

denkbilde,r gracias a la influencia de la ciudad, un método que continuará en el collage

y el montaje literario, tal como se puede observar en el Passegen-Werk.

Los textos urbanos de Benjamin, entonces, presentan una teoría crítica de la vida

metropolitana, y buscan, además, analizar los modos de representación de la ciudad y

la disposición/organización del tiempo, del espacio y actividad humana en el contexto

120 Ibídem, p. 43 Ver también un texto de reciente publicación: KOHEN, Martin: Zona urbana. Ensayo de lectura sobre Walter Benjamin, Trotta, Madrid, 2007. Otro texto que trata sobre la influencia de las ciudades en la obra de Benjamin: SUPELANO-GROSS, Claudia: “¡Cómo hacen frente las cosas a las miradas! Walter Benjamin y la mirada de lo urbano”, Universitas Philisophica, 62, vol. 31, Bogotá, enero-junio 2014, pp. 147-168.

Desplazarse en la modernidad urbana

83

urbano, tal como expone Graeme Gilloch en su ensayo121. Para este sociólogo, existen

una serie de motivos subyacentes en el corpus urbano de Benjamin que se agrupan bajo

los conceptos: fisonomía, fenomenología, mitología, historia, política y texto. Ideas que

se relacionan con el contexto urbano y explican la teoría fundamental benjaminiana.

De esta manera, el concepto de fisonomía remite a la lectura e interpretación de la

ciudad como texto. Será entonces, cometido del fisonomista, o el coleccionista en su

lugar, buscar los trazos, la debris urbana, para recolectarlos, como materiales perdidos

que deben ser reinsertados en la narración histórica. Esta lectura incluye además, la

estructura física de la ciudad, es decir, los edificios, los espacios, los monumentos y los

objetos que no sólo conforman los patrones de la vida social humana sino que también

configuran la topografía espacial de la metrópoli. Lo social estaría entonces cristalizado

en miniatura en la metrópolis, tal como lo expresa Gilloch122. En este sentido, también

existiría una correspondencia entre esta figura y la del detective puesto que rastrea las

huellas que dejan las figuras urbanas, como el flâneur, para descifrar y desencriptar

lo que permanece oculto; para Benjamin “es la mirada del fisonomista quien revela

la verdadera naturaleza de la ciudad. La lectura del fisonomista cepilla la historia a

contrapelo (...). Leer a contrapelo es por lo tanto destructivo para el mito.”123 La tarea

del fisonomista estriba en desentrañar los signos urbanos bajo el influjo alegórico, y en

última instancia, activar su potencial crítico “el mundo alegórico es legible, la redención

de los fenómenos empieza con su reconocimiento como texto”124.

Otra idea fundamental que vertebra la teoría benjaminiana con relación a la

ciudad, es según Gilloch, la fenomenología125. Gracias a este concepto, explica cómo

a Benjamin le preocupan los objetos materiales y cómo éstos marcan las pautas de

la actividad social. A partir de ellos, busca identificar las experiencias mundanas

que conforman la “microsociología del día a día”126 que estarían, de nuevo, a los

121 GILLOCH, Graeme: Myth and Metropolis, op. cit. (las traducciones de las citas de este texto han sido realizadas por mí).122 Ibídem, p. 6.123 Ibídem, p. 170.124 Ibídem, p. 171.125 Ibídem, p. 7 y pp. 171-174.126 Ibídem, p. 172.

Desplazarse en la modernidad urbana

84

márgenes del aparato urbano. Pero esta vez, lo que se debe interpretar es el fenómeno

de la experiencia, puesto que para Benjamin, con la imposición del capitalismo en

las ciudades, se ha atrofiado la manera de sentir y de percibir debido a los continuos

“shocks” producidos por los impactos de la vida moderna. La transformación de la

experiencia no sucede de manera homogénea, sino que está sujeta una multiformidad

que recoge varias dimensiones; la intensificación, la fragmentación, la disminución, la

fetichización y el secuestro. Para Benjamin fue primero Baudelaire y posteriormente los

Surrealistas, los encargados de reconocer esa “intoxicación” de la experiencia, tal como

explica Gilloch127. Esa intoxicación no es más que la respuesta a la sobreestimulación

que la ciudad origina, debido al conflicto planteado entre vida individual/colectiva y a la

huida del tedio. Es precisamente el aburrimiento lo que produce la continua búsqueda de

lo nuevo, que se puede materializar en la impulso de adquirir productos, mercancías, la

moda o lo fashion, “la característica definitoria de la vida metropolitana es el deseo por

la mercancía y la mercantilización simultánea del deseo. El impulso erótico encuentra

satisfacción sólo en lo voyeurístico y lo inorgánico”128. A Benjamin, por tanto, le

preocupan los modos de producción, y no tanto las formas. Por este motivo quiere

identificar cómo la ciudad dispone y posibilita la visualización de las mercancías que se

ofrecen al público, desde diversas estrategias que suelen basarse en estímulos visuales

(escaparates, luces..) e incluso gracias a la incipiente introducción de la publicidad en

la esfera pública.

Otro concepto fundamental es la mitología, un concepto de raigambre marxista

que fue insertado en la terminología léxica de la Escuela de Fráncfort y usado en el

contexto del materialismo dialéctico. La modernidad para Benjamin y sus compañeros,

entre los que se encuentran, Adorno y Horkheimer, es la preeminencia del mito y

su intensificación por la reconfiguración del capitalismo basado en el progreso. Sin

embargo, Benjamin intenta postular una visión alternativa del mito que se aleje del

pesimismo argumentado por sus compañeros –lo que en más de una ocasión le costó

crítica–. Por ello, basa su argumentación sobre la naturaleza dialéctica del mito, ya

que si, el objetivo es destruirlo. En palabras de Gilloch “para Benjamin la metrópolis

127 Ibídem, p. 173.128 Ibídem p. 172.

Desplazarse en la modernidad urbana

85

moderna es el hogar de la dialéctica del mito, de sus contradictorios impulsos y sus

ambigüedades”129. Efectivamente, Benjamin intenta calibrar la balanza entre las

connotaciones negativas y las connotaciones positivas, para poder enfrentarse a la

construcción mítica de la ciudad y su teleología, y en última instancia, destruirlo, puesto

que en la propia naturaleza del mito está su eliminación, tal como sucede en el sueño;

“en el contexto del sueño buscamos momento teleológico. Este momento es la espera.

El sueño secretamente espera su despertar”130. Para Benjamin, es en la ciudad donde

tendrá lugar el desenmascaramiento del mito, pero no se podrá ejecutar sin la conciencia

dialéctica, que aprueba sus contradicciones y se rebele contra su propia existencia.

La historia, por otro lado, otro de los conceptos fundamentales en la articulación

del pensamiento benjaminiano, juega un papel fundamental en el desarrollo de su teoría

en las ciudades. Para Benjamin, la historia no es una sucesión lineal de acontecimientos

ordenados, sino que es una entidad abierta, sin finalizar, discontinua. Sin embargo, igual

que la fantasmagoría invadía la ciudad, la historia también debe ser expurgada de los

restos de mitología y disolverlos. De esta manera, se puede desarrollar una historia

crítica y no historicista. En este sentido, manifiesta su contrariedad al historicismo y

a al progreso como único motor de la historia e intenta postular, de nuevo, un visión

alternativa; en este caso, la tarea del historiador materialista –el historiador verdadero–

es la de buscar los fragmentos olvidados por el historicismo, y reinsertarlos, darles

vida. He aquí la similitud con el fisonomista, aquel que se fijaba en la débris urbana

buscando los restos que la historia había olvidado, como huellas del pasado que han de

ser conservadas.

Es en la ciudad, además, donde Benjamin experimenta una metodología

innovadora –por otro lado elemento necesario para una historiografía crítica– aquella

que sea capaz de “captar lo transitorio” de las experiencias en el contexto urbano, y

ese método, según Gilloch, no es otro que el denkbilder, –imagen-pensamiento–. Un

método que tiene una relación similar a la memoria involuntaria y que su vez cimienta

la herramienta crítica por antonomasia en Benjamin: la imagen dialéctica. Aquella que

enfrenta y colisiona el pasado y el presente, en una superposición, en un secuestro de

129 Ibídem.130 Ibídem.

Desplazarse en la modernidad urbana

86

la frugalidad de lo efímero, congelado en el instante-ahora , el jetztzeit. Dice Benjamin

que “el verdadero rostro de la historia se aleja al galope. Sólo retenemos el pasado como

una imagen que, en el instante mismo en que se deja reconocer, arroja una luz que jamás

volverá a verse”131.

La política es también otro pilar esencial en el corpus benjaminiano; y es que una

de las ideas que se extrae de las Tesis sobre la filosofía de la historia, es deshacerse de las

concepciones falsas del materialismo histórico, aparte de enfrentarse al historicismo132.

El marxismo ortodoxo no está libre de elementos míticos, según Benjamin, quedan restos

de una postulación de la historia como continuum, y como progreso: “la revolución del

proletariado no es la culminación del desarrollo histórico, pero un momento de ruptura,

de cese de la historia como catástrofe”133. Benjamin confía en la redención de la historia

gracias a la restitución del carácter mesiánico de la actividad revolucionaria. Es evidente

el influjo mesiánico y teológico que Benjamin desarrolla a lo largo de su trayectoria y

que reflejará de manera determinante en las tesis, donde evidencia que la única manera

en la que el materialismo histórico se libere de la concepción mítica es con la ayuda

(secreta) de la teología. La paradoja que supone unir materialismo con mesianismo

instigó a que se alzaran las críticas contra esta postulación, que según algunos teóricos,

es una contradicción.

Una última idea que cierra este repaso a los conceptos básicos que forman parte

de la constelación del pensamiento benjaminiano es el texto. Es imprescindible saber

desentrañar y leer los trazos de la metrópoli moderna. Tal como explica Gilloch134, el

trabajo de Benjamin es transformar la ciudad en un texto, así el texto mismo deviene

urbano y un espacio para ser escrito, para darle forma la ciudad. Un ejemplo claro sería el

Passagen- Werk, que se constituye como “texto-como ciudad y texto-como-laberinto”135

es una traslación de la fragmentación y dislocación de la metrópolis moderna al texto,

131 BENJAMIN, Walter: Obras, Libro I/ Vol 2, Abada, Madrid, (sobre el concepto de historia pp. 305- 318). 132 En el capítulo 3 se analizará con mayor detalle la concepción benjaminiana de la historia.133 GILLOCH, Graeme: Myth and metropolis, op. cit., p. 180.134 Ibídem, p.182.135 Ibídem.

Desplazarse en la modernidad urbana

87

“deniega el reposo de la contemplación y ofrece en lugar sólo las imágenes fugaces que

aparecen de repente, como de ninguna parte, y después desaparece en el tumulto como

el amado en la multitud”136. En última instancia, Benjamin apela al lector a “derivar

por las estructuras laberínticas de los pasajes”137, para que a través de su lectura y de

su descodificación, se pueda proceder a despertar la conciencia crítica. Una conciencia

crítica que no reside en el dogmatismo, sino en la posibilidad de la confrontación, de la

dialéctica. Será en los pasajes donde se determine, con más profundidad, el significado

de esta “ mirada dialéctica” y donde las ideas que han sido expuestas en este apartado se

manifiesten y materialicen en forma de ur fenómenos.

1.3.3. Los pasajes

Si existe un símbolo que represente de forma más prístina la esencia de París son los

pasajes. Por ello, tanto en la historia como en el imaginario colectivo, estas construcciones

se han conformado como un arquetipo y modelo espacial para entender la modernidad,

su surgimiento y sus transformaciones. En este apartado se intentará esgrimir las causas

de su auge en la primera mitad del siglo XIX y su posterior declive y se analizará,

grosso modo, la visión que Benjamin esgrimió en los pasajes analizando algunas de sus

temáticas e ideas principales. No sin antes repasar, brevemente, su concepción espacial

y arquitectónica.

La historia constructiva de los primeros pasajes, como el Passage du Caire o

Passage des Panoramas, se remonta a finales del siglo XVIII, mientras otros, entre los

que se encuentran los más conocidos como el Passage de l’Opera o Galerie Vivienne

datan del segundo decenio del siglo XIX138. Su éxito radicó en la concentración de

tiendas y escaparates, auspiciado por el desarrollo del capitalismo y sus fórmulas

comerciales. Además, constituían lugares comunes para el encuentro, el intercambio y

la socialización y reunían toda una serie de prácticas comerciales, culturales, y lúdicas.

136 Ibídem.137 Ibídem p. 183.138 BURTON, Richard D.E.: The flâneur and his patters, op. cit., Ver capítulo 6, “Shops and shopping”, pp. 36-40.

Desplazarse en la modernidad urbana

88

El público que solía frecuentarlo era de naturaleza heterogénea, siendo los

burgueses un amplio grupo representado, pero también todo el espectro social de la

ciudad, aunque el componente de la distinción de clases siempre ha estado presente

desde su surgimiento. Así, algunos pasajes construidos en ciertas partes de la ciudad

pre-Haussmann representaban un territorio inconnu para los burgueses que no gustaban

de ver maleantes y mendigos vagabundear por las nuevas construcciones. Una idea que

se recoge en algunas fuentes de este período como Les livres des cent-et-un, escrito en

1833: “los pasajes Vendome, Bourg-L’Abbé, Saucede, y todos aquellos incluidos en este

apartado representan la clase positiva de nuestra sociedad. El que suele pasar por uno

de esos oscuras tiendas se encontrará casi perdido al paso de l’Opera: tardará un tiempo

en salir. (...) más triste que el aspecto del pasaje Brady, o la miseria y la suciedad que

parecen haber establecido su cuartel general: es una tienda de fruslerías y nada más”139.

139 París, ou le libre des cent-et-un (1831-34) era un serial al estilo de los tableaux parisienses, que relataban asuntos cotidianos, topográficos o sociales de la ciudad de París a veces satíricamente o críticamente. La referencia sobre el estado de los pasajes, aparece en BURTON, Richard D.E.: The flâneur and his city. Patterns of daily life in París 1815-1851, op. cit., p. 37.

Charles Merville.Passage l’opera,c. 1866

Desplazarse en la modernidad urbana

89

De esta manera, los pasajes se configuraban como uno de los primeras

conquistas del capitalismo, no sólo por el hecho de mostrar y vender mercancías, cada

vez de manera más atrayente y llamativa, sino también porque estaba construidos con

la última innovación tecnológica del momento: el hierro y el cristal, materiales que se

convertirían en las nuevas formas de producción y de consumo, además, en precedentes

de las exposiciones universales.

Teniendo en cuenta que los pasajes, por su construcción arquitectónica peculiar,

constituían “mini ciudades,” es lógico observar una contraposición entre el espacio

exterior, y el interior. Por ello, se han clasificado como lugares “semipúblicos” que

implican una suerte de desplazamiento entre el interior y el exterior, que contribuyen

a la “interiorización de la vida social de la burguesía” y la “compartimentación del

espacio que produce un microcosmos de las condiciones sociales y económicas”140.

Adicionalmente, los pasajes estaban expuestos a reformas, como se intuye en el

relato de Balzac al describir el mal estado de algunos de los pasajes, como las Galeries

du Bois:

esta masa siniestra de lodo, estos cristales incrustados en la lluvia y el polvo, estas cabañas de techo plano cubierto fuera por los trapos, la suciedad de las paredes exteriores, este ensamblaje como si fuera un campamento de gitanos o las barracas de feria, o las construcciones temporales con las que rodean los monumentos todavía por construir en París141.

Los pasajes eran por tanto, una suerte de estado de excepción donde concurrían

una variedad de prácticas sociales, desde el comercio, el mercado negro, las apuestas, la

prostitución, la compra-venta, etc. En este sentido, habría que añadir la dimensión lúdica

y fantasiosa que se encontraban en otras construcciones espaciales similares como los

140 VIDLER, Anthony: “The triumph of urbanism: Haussmann and the boulevards of Empire 1853-1867” op. cit., p. 80.141 HUGO, Victor (Los Miserables, vol. 2), citado en: CLARK, T. J.: “The view from Notre-Dame”, pp 178- 194 en: The Nineteenth Century Visual Culture Reader, SCHWARTZ, Vanessa; PRZYBLYSKI, Jeannene: (eds) Routledge, Londres, 2004.

Charles Merville.Passage l’opera,c. 1866

Desplazarse en la modernidad urbana

90

dioramas o los panoramas puesto que eran “instituciones que insertaban en su propio

espacio circular todos los atributos de las galerías mientras que añadían la dimensión del

viaje, el misterio o el romance”142.

Los primeros panoramas estaban situados en el boulevard Montmartre, y

curiosamente mostraban la “vista de París” desde el tejado de las Tullerías. Sostiene

Vidler que los panoramas ofrecían una representación artificial muy cercana a la realidad

y que por ese motivo, David invitaba a sus estudiantes a visitarlos para aprender nuevas

técnicas pictóricas143.

Daguerre, unos años más tarde, inventaría el diorama, un paso más en la

búsqueda de la representación artificial, gracias a los cambios en los efectos ópticos

producidos por la luz, reemplazando las vistas de pájaro por paisajes y vistas góticas,

convirtiendo a los dioramas en la combinación perfecta que añadía el toque ilusorio, si

es que no lo tenía ya, a los pasajes y las galerías. Posteriormente y a partir del segundo

tercio del siglo XIX, los pasajes pierden la frescura que les caracterizó y se acentúan

las diferencias culturales y de clase, sobre todo con la haussmanización. Algunos de

los pasajes conservaron su estatus privilegiado, sobre todo los que se encontraban

en una posición logística adecuada, incluso fueron reformados, mientras que otros

fueron demolidos en el último tercio del siglo XIX, eliminando con ellos, parte de la

idiosincrasia y ecosistema que los había poblado, como el flâneur.

En algunas de estas reformas se incluyeron técnicas constructivas originales,

hasta ahora poco usadas o inéditas, como la estructura greenhouse o invernadero, que

fueron decisivas para la posterior construcción de los Palacios de Cristal, una tipología

arquitectónica moderna, recurrente en las grandes ciudades europeas.

Para Walter Benjamin los pasajes fueron el “templo original del capitalismo

de las mercancías”, que fulguraron como “grutas encantadas”144. Benjamin insiste en

la relación entre los pasajes y las posteriores Exposiciones Universales, especialmente

142 VIDLER, Anthony: “The triumph of urbanism: Haussmann and the boulevards of Empire 1853-1867” op. cit., p. 81143 Ibídem.144 BENJAMIN, Walter: (Gesammelte Schriften, vol 5, 1972): citado en BUCK MORSS, Susan: Dialéctica de la mirada, , op. cit., p. 99

Desplazarse en la modernidad urbana

91

en París. En 1855 tuvo lugar la primera exposición realizada en la ciudad parisina, –

que no en el mundo, ya que fue en Londres en 1851–. La combinación de maquinaria

tecnológica y galería de arte, entre lo militar y la moda, el negocio y el placer, hace que

se convierta en una gran experiencia visual que a la vez las se transforman en obras de

arte totales. Benjamin además, señala el carácter populista de este tipo de encuentros,

donde se quería lanzar el mensaje de que “las exposiciones universales era la promesa de

progreso social para las masas, sin revolución,” y por tanto se negaba los antagonismos

de clase145.

En resumen, los pasajes fueron una innovación constructiva, en su momento

histórico, y supuso un precedente en posteriores construcciones espaciales. Incluso se

pueden considerar un primigenio germen de lo que hoy se conoce como los shoppings

malls o centros comerciales146 por su aislamiento del exterior, el carácter semipúblico,

entre otros motivos147.

Una vez expuesto los valores constructivos, interesa profundizar en las

implicaciones críticas, sociales y culturales que los pasajes representan. Para este

cometido, se analizará la perspectiva de Walter Benjamin, teniendo presente lo

argumentado en el apartado anterior, que sin duda, ayuda a aclarar las influencias,

las temáticas y las obras clave en el pensamiento benjaminiano fundamentado en los

estudios urbanos.

En consecuencia, los pasajes se convierten en un summum de las temáticas en las

que Benjamin estaba interesado y que venía trabajando desde su juventud. Desde que se

publicó su primera edición, la importancia que este obra ha adquirido en la historia de

cultura, y la curiosidad y admiración de muchos investigadores ha despertado, se ha ido

145 Ibídem, p. 102. Buck-Morss comenta cómo a Benjamin le interesaba los testimonios del progreso, y cómo a finales del siglo XIX se vuelven más espectaculares, y los propios gobiernos se involucran en la financiación y apoyo institucional.146 AMENDOLA, Giacomo: La Ciudad postmoderna. Magia y miedo de la metrópolis contemporánea, Celeste Ediciones, Madrid, 2000, p 191. Ammendola dice: “Los pasajes parisinos constituyen el verdadero arquetipo de los shoppings malls actuales, no por la mezcla de teatros, tiendas, restaurantes, paseos, escaparates (las tiendas de los pasajes fueron las primeras en importar a Francia las grandes lunas de cristal producidas en Inglaterra), cafés que en ellos encuentran acogida, sino por su función de esplendorosa ágora de la nueva Europa urbana y burguesa”.147 También existían pasajes en otras ciudades, Barcelona es un ejemplo: véase: CARRIÓN, Jordi: Barcelona: libro de los pasajes, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2017.

Desplazarse en la modernidad urbana

92

incrementando paulatinamente, ya que se trata del “estudio de la cultura del siglo XIX

europea más prestigioso. (...) una serie de observaciones provocativas que aúna historia,

historia del arte, análisis literario y filosofía política”148.

Fue originalmente concebido como un manuscrito de unas cincuenta páginas,

pero los descubrimientos y los materiales que encontró entre París y Berlín le hicieron

aumentar el tamaño, llegando alcanzar las casi mil palabras que forman en el texto

actual –aunque inacabado–. Buck-Morss señala que Benjamin no hubiera cambiado

la estructura general de haberlo podido acabar, en todo caso habría añadido más

referencias149.

Tal como argumenta Buck-Morss, el proyecto de los pasajes “surge del remolino

formado por dos movimientos antitéticos, por un lado la forma anticuada del Trauerspiel

y el mundo intelectual burgués que representaba, por otro su nueva ciudad literaria

de vanguardia y su compromiso por el marxismo.”150 En este sentido, los pasajes se

constituye como el impulso por estudiar la historia social y cultural del siglo XIX

para intentar establecer “una educación política de su generación”151. Considerando

el contexto político en el que Benjamin se encuentra, es más que comprensible que

estuviese preocupado por los estragos que podían ocurrir por el ascenso del nazismo.

Su objetivo es presentar la historia colectiva a través de la interpretación de los objetos

urbanos como “jeroglíficos, pistas para acceder a un pasado olvidado”152. Por tanto, lo

que Benjamin quiere es interpretar, para su propia generación, “estos sueños-fetiche

en los que los rastros de la historia habían sobrevivido en forma fosilizada”153. A esta

altura de la argumentación debemos preguntarnos ¿cuáles son estos sueños, por qué

interesarse en ellos?

Hay que tener en cuenta el momento en el que Benjamin escribe sobre los

148 HIGONMET, Patrice, MARGARET, Anne: et al, “Façades. Walter Benjamin’s París, op. cit., pp 391-419.149 BUCK MORSS, Susan: Dialéctica de la mirada, op. cit., p. 20.150 Ibídem, p. 22.151 Ibídem, p. 57.152 Ibídem.153 Ibídem.

Desplazarse en la modernidad urbana

93

pasajes, en la década de los años treinta del siglo pasado, donde los pasajes son ya parte

de las ruinas de la ciudad. Los que se conservan ya no tienen la utilidad de antaño. Son

fantasmas del pasado. Precisamente lo que atrae a Benjamin es la conformación de la

ruina, no solo de los pasajes como arquitectura obsoleta, sino de la propia burguesía. ¿Y

qué lugar era la escenografía predilecta por los burgueses?, ¿dónde llevaban a cabo sus

prácticas sociales, sus intercambios económicos, su diversión?: en los pasajes.

Por eso son las imagen de los sueños de la burguesía, “el inconsciente del sueño

colectivo”, donde se pueden encontrar “los errores de la conciencia burguesa, todos los

sueños utópicos”154.

Es en los pasajes, y no en las fábricas, en el centro de la burguesía cultural y

de la capital financiera, París-, donde Benjamin quiere examinar la arquitectura como

metáfora de la decadencia de clases, de su propia clase –recordemos que Benjamin

era un burgués alemán, perteneciente a una familia de banqueros– con el objetivo de

investigar “las imágenes de la prehistoria de las clases sociales, que permanecen en

el inconsciente colectivo, como choque entre lo viejo con lo nuevo”155, que Benjamin

asocia con el término marxista “imágenes deseantes” y, en última instancia, reconocer

su potencial revolucionario. Para ello, se vale del método dialéctico de la historia con el

objetivo de evocar, desde el presente, el pasado despojado de nostalgia, y llevar a cabo

la revolución histórica del despertar.

Gracias al estudio de los pasajes quiere, entonces, hacer despertar del sueño a

su generación gracias a la rememoración156 de la historia. Pero no será la historia oficial

del Segundo Imperio, no será la historia escrita por las memorias de Haussmann, o

por otras fuentes oficiales. Será la historia de los protagonistas que poblaban las calles

parisinas. Serán las propias calles y sus objetos urbanos, cotidianos, los que hablen.

Será el subsuelo de los pasajes, que Benjamin excava como monumentos ruinosos de

la modernidad, para descubrir dónde empezó a construirse los sueños míticos. Por qué

154 Ibídem, p. 58.155 Ibídem, p. 96.156 El concepto rememoración tiene varios alusiones y significados en la obra de Benjamin. Así lo manifiesta HERNÁNDEZ-NAVARRO, Miguel Ángel en su ensayo Materializar el pasado. El artista como historiador (benjaminiano), Micromegas, Murcia, 2010, p. 53.

Desplazarse en la modernidad urbana

94

fue París y no otra capital, la que albergó el sueño de modernidad, de renovación, de

cambio. Qué significa percibir la historia como mito. Qué significa luchar contra ese

fenómeno y cómo hacerlo. Estas son las cuestiones principales que Benjamin intenta

esclarecer a lo largo de las mil páginas de citas, notas y reflexiones.

Precisamente, este es uno de los problema de la obra de Benjamin que la

ha convertido en un texto de difícil lectura, por el complejo sistema de archivos y

referencias. La estructura general de los pasajes está constituido por treinta y seis archivos

“konvoluts” que ordena de manera cronológica y temática que encabeza por una palabra

o frase. Buck-Morss, así lo resume: “el Passagen-Werk unifica todos los aspectos de la

personalidad intelectual de Benjamin en una sola concepción, obligándonos a repensar

toda su obra, incluido los escritos más tempranos.”157 Es decir, Benjamin retoma las

investigaciones de la década de los años treinta, cuando redacta varios exposés que

recogen una disposición y temáticas similares, (1935-39) y donde ya se puede observar

una estructura básica que posteriormente desarrollará con mayor dilación en los pasajes.

Así, la división conceptual que realiza no responde a un sistema aleatorio. Las seis

secciones en que la se divide son parejas de conceptos emparentadas por una relación

conceptual: pasajes y panoramas; exposiciones e interiores; calles y barricadas. Además,

hay una progresión semántica entre ellos; los pasajes, las exposiciones y las calles son

producto de la mercancía y por ello requieren un desplazamiento y transformación

alegórica. Panoramas, interiores, y barricadas, por el contrario, son productos de la

forma cultural. La secuencia se mueve políticamente desde las imágenes deseantes

producidas por los panoramas hasta el despertar revolucionario de las barricadas158.

Hay que ver la simbiosis de estos conceptos bajo el prisma alegórico que

Benjamin usa como método para establecer relaciones conceptuales y diferentes niveles

de significado.

Es importante entender cómo el estudio del Trauerspiel159 –escrito para obtener

la habilitación universitaria en 1920–, cimentó y fundamentó mucho de las ideas que

157 BUCK MORSS, Susan: Dialéctica de la mirada, op. cit., p. 22.158 HIGONNET, Patrice, MARGARET, Anne: Façades, Walter Benjamin´s París, op. cit., p. 398.159 BENJAMIN, Walter: “El origen del drama barroco alemán”, (también conocido por El origen del Trauerspiel alemán), Obras Completas I, libro I, Abada, Madrid, 2006.

Desplazarse en la modernidad urbana

95

desarrollaría a lo largo de su trayectoria.

Pero ¿qué es la alegoría y por qué la usa Benjamin? Su significado del griego

se traduce por “hablar figuradamente”. Es un modo de representación, tradicionalmente

mediante imágenes, de un significado mediante la apropiación figurada de un objeto

cotidiano, un animal o una forma humana. Para Gilloch, la alegoría es “un modo

de representación en el cual cada elemento de lo que se dice o de lo que se describe

representa otra cosa. En la alegoría, el significado superficial es una barniz en el que

se oculta el sentido secreto real. Una narrativa aparece disfrazada como otra; es un

palimpsesto”160.

Durante el barroco, la alegoría fue usada con bastante asiduidad, creando

incluso un tipo de escuela y de profesión. Benjamin escribe su Trauerspiel rastreando

especialmente en este período, los usos de la alegoría y su actualización en el presente.

En el caso del Passagen-Werk, es usada como una herramienta para interpretar, en

clave simbólica, los materiales de la “ur historia” parisina y “redimir teóricamente a

la alegoría”161. Por eso, Benjamin está interesado en la utilización de esta herramienta

como forma de expresión, que se equipara, en este sentido, a la escritura.

Así, Benjamin observa en París una gran alegoría que vendría a desencriptar

el origen y desarrollo de la modernidad, que, en los días que le tocó vivir, ya había

penetrado por completo en la esencia de su días. Pero es esencial remarcar que no

sólo está interesado en rastrear la “ur historia” de la modernidad, sino también se deja

influir por el momento crucial en el que Benjamin escribía los pasajes, cuando Europa

se estaba recuperando de las atrocidades de la Primera Guerra Mundial, y aprehendía

el “conocimiento de la historia como un desolado ‘lugar de calaveras’”162. Por eso

manifiesta en el Trauerspiel y posteriormente en el Passagen-Werk, que la alegoría

barroca respondía a una “forma de percepción propia de una época de ruptura social y

guerra prolongada, en la que el sufrimiento humano y la ruina material eran materia y

160 GILLOCH, Graeme: Myth and metropolis, op. cit., p. 135.161 Susan Buck-Morss analiza el Trauerspiel a lo largo de su texto, Dialéctica de la mirada, op. cit., véase especialmente el capítulo 6, “Naturaleza histórica: ruina”, pp. 181-226.162 Ibídem p. 183.

Desplazarse en la modernidad urbana

96

forma de la experiencia histórica”163.

Entonces para Benjamin la catástrofe es necesaria; no hay que rendirse ante las

barbaries de la historia, sino extraer la transitoriedad y la capacidad revolucionaria que

se esconde en las ruinas. Dirá que “la alegoría es en el reino de los pensamientos, lo que

las ruinas son en el reino de las cosas”164. Ese es el motivo por el que Benjamin revive

las técnicas alegóricas en el Passagen-Werk y es que, en última instancia, “la alegoría es

el antídoto frente al mito”165. Una idea que atraviesa todo su texto, como se irá viendo en

las siguientes líneas y que expresó en varias ocasiones algunos de sus estudiosos, como

Rolf Tiedemann para quien “desde la época del Trauerspiel el programa de la filosofía

de Benjamin es la construcción anti-idealista del mundo inteligible”166.

Uno de los ejemplos en los que Benjamin se basa para argumentar el uso de la

alegoría en la modernidad es, tal como ya se ha comentado con anterioridad, Charles

Baudelaire. Es el poeta que transforma el contexto urbano en alegoría gracias a sus

versos y experimentando una “sensibilidad estética diferente”167 en algunas de sus obras

clave como Les fleurs du mal, inspirada en las experiencias sensoriales de la ciudad

moderna. Fue Balzac el que identificó la burguesía de París con la figura de la ruina,

de la decadencia168. Pero cabe preguntarse, tal como lo hace Buck-Morss, por esta

percepción baudeleriana169; si París, especialmente durante el Segundo Imperio, era una

de las ciudades más importantes a nivel financiera, urbanístico y cultural, sumergida en

un “desarrollo material sin precedentes” ¿por qué Baudelaire tiene esa visión decadente

163 Ibídem.164 BENJAMIN, Walter: (Trauerpiel, 1972), citado en BUCK-MORSS, Susan. Dialéctica de la mirada, op. cit., p. 187.165 Ibídem, p. 202.166 TIEDEMANN, Rolf (Studien der Kunstkritik in der deustschen Romantikik, 1973), citado en BUCK MORSS, Susan: Dialéctica de la mirada, op. cit., p. 198.167 Ibídem, p. 205.168 Benjamin, en París, capital del siglo XIX, hace alusión a esta cita de Balzac y la elabora para ampliar el concepto de ruina.Veáse, “París capital del siglo XIX”, en Poesía y capitalismo. Iluminaciones II, Taurus, Madrid, 1993, p.188 “Balzac fue el primero en hablar de las ruinas de la burguesía pero solo los Surrealistas la han hecho visible. El desarrollo de las fuerzas productivas arruinó los símbolos desiderativos del pasado siglo antes incluso de que se derrumbaran los monumentos que los representaban”. 169 BUCK MORSS, Susan: Dialéctica de la mirada, op. cit., p. 202 ¿por qué Baudelaire confronta lo nuevo “del mismo modo como los alegoristas del siglo XVII confrontaban la antigüedad? “por qué la cara más moderna de París le recuerda a una ciudad ya en ruinas?”

Desplazarse en la modernidad urbana

97

de la sociedad?

Para el poeta ese esplendor de la “fantasmagoría urbana” en la que París estaba

inmersa no era objeto de celebración, sino al contrario, de melancolía, y del tipo

alegórico, subraya Buck-Morss. Es ese influjo bajo el paraguas del spleen el que le

hace vislumbrar que “la degradación de la nueva naturaleza tiene su origen en el mismo

proceso de producción”170 y “los emblemas vuelven bajo la forma de mercancías”171.

Es decir, es en las mercancías y su valor cultual, que Marx había descrito como

“fetiches” por su apariencia engañosa, lo que produce la fantasmagoría mítica de la

ciudad, donde todo se vuelve comerciable, hasta los cuerpos, y lo deseable puede

transformarse en mercancía como un “fetiche-en-exhibición”172.

Baudelaire, consciente de los cambios en las relaciones espaciales y sociales,

que atañen especialmente a la experiencia, quiere, mediante la alegoría “interrumpir

el curso del mundo, esa era la voluntad más profunda de Baudelaire (...) y lleva, en

oposición al barroco, la marca del enojo necesario para irrumpir en este mundo y dejar

en ruinas sus armoniosas estructuras”173.

En el Passagen-Werk la interrupción está presente en varias maneras; no sólo por

las ideas que Benjamin plantea en sus reflexiones, sino por el la metodología utilizada,

el montaje literario. Interrumpir el curso natural de la narración es en realidad un intento

de alterar la historia, interrumpirla, fragmentarla, representarla como digresión. Pero la

fragmentación es también la técnica del materialismo histórico, y tiene su anclaje en

la alegoría, que señala la historia en desorden. Además, el montaje literario es el que

proporciona a la imagen dialéctica, la capacidad de interrupción del continuum. En este

punto, se hace necesario explicar en qué consiste la imagen dialéctica, puesto que es una

de las postulaciones básicas en la obra benjaminiana.

Según Buck-Morss las imágenes dialécticas se configuran como imágenes

170 BENJAMIN, Walter: (Zentralpark, 1972) citado en BUCK-MORSS, Susan: Dialéctica de la mirada, op. cit., p. 202.171 Ibídem.172 Ibídem.173 BENJAMIN, Walter (Gesammelte Schriften, vol 5, 1972): citado en BUCK-MORSS, Susan: Dialéctica de la mirada, op. cit., p. 222.

Desplazarse en la modernidad urbana

98

arcaicas e identifican “aquello que es históricamente nuevo en la naturaleza de las

mercancías”174. Se construye mediante el montaje, interrumpe el contexto en el que se

inserta y, en última instancia, actúa contra la ilusión.

Entonces, la imagen dialéctica guarda una relación directa con la “ur-historia”.

Dirá Benjamin que “la imagen dialéctica es aquella forma del objeto histórico que

satisface las exigencias de Goethe para el objeto de análisis: mostrar una síntesis

auténtica. Es el fenómeno originario de la historia”175. Es necesario, además, que haya

una cesura, una interrupción (erslung), un fulgor (augenblick), en el que el tiempo

se detiene, implicando la inmovilización momentánea: “cuando el pensamiento se

inmoviliza en una constelación saturada de tensiones, aparece la imagen dialéctica. Es

la cesura en el movimiento de ese pensamiento176.

Por lo tanto, las imágenes dialécticas son la prehistoria de las imágenes,

necesitan del montaje para construirlas y éste al mismo tiempo, supone una cesura, una

interrupción, con el objetivo de luchar “contra la ilusión”. ¿contra qué ilusión quiere

enfrentarse Benjamin? Una respuesta que después de las argumentaciones aportadas,

es obvia: el mito. Y es que “el Passagen-Werk intenta desentronizar las teorías míticas

de la historia, cualquier sea la forma que asume sus escenarios, insiste en contar el

mito del progreso histórico automático”177. Es el motivo por el que Benjamin quiere

exponer las fantasmagorías (el mito) y lo realiza “buscando contra-evidencias en los

registros históricos, las contra imágenes que desafiaban la semántica del progreso”178.

Benjamin quiere fabricar una historia que se preocupe de mirar atrás y no tanto hacia

adelante, y proporciona material para argumentar, bajo esta premisa, que la historia no

se ha movido. Benjamin postula una historia que tenga en cuenta el pasado revelando

la naturaleza transitoria de la realidad moderna, y por supuesto, su estado primitivo,

porque no “existe nada natural en la evolución histórica, pero la naturaleza si progresa

174 Ibídem, p.181.175 BENJAMIN, Walter: El libro de los pasajes, op. cit., p. 476.176 BENJAMIN, Walter: “París capital del siglo XIX”, en Poesía y capitalismo. Iluminaciones II, Taurus, Madrid, 1993, p. 123.177 BUCK MORSS, Susan: Dialéctica de la mirada, op. cit., p. 95-96.178 Ibídem.

Desplazarse en la modernidad urbana

99

históricamente (...) es la colisión entre naturaleza e historia la que conduce al error: la

evolución social es un mito, el error típico consiste en tomar los avances de la naturaleza

por avances de la historia misma”179.

Benjamin lo que busca entonces es investigar la historia del pasado reciente,

en este caso los pasajes como contenedor del origen mítico de la modernidad, para

demostrar que incluso la novedad no está exenta de lo arcaico. Las mercancías que

se exhiben en los pasajes como fetiches e imágenes del deseo, capturan y absorben la

transitoriedad de la naturaleza, que ha sido desplazado hacia objetos inorgánicos, como

si ellos representaran nuestras aspiraciones y deseos más íntimos, aunque algunos solo

podrán acceder a ellos mirando, puesto que están fuera de su alcance económico.

Uno de los ejemplos más claros para ilustrar esta idea es la reflexión que

Benjamin realiza sobre la tecnología. Para el pensador alemán, las nuevas tecnologías

quieren superar a las antiguas tecnologías imitando sus formas. Así, los pasajes están

inspirados en las iglesias cristianas, la fotografía en la cámara oscura, los vagones de

los trenes en los carruajes, etc. poniendo de relevancia, la falsa creencia en el progreso

como impulsor de la historia y el mito como responsable de esta creencia180.

Otro ejemplo donde Benjamin analiza esta idea es el proceso de la

haussmanización. La visión que Haussmann aporta en sus memorias y la que ha pasado

a la historia es la de “limpieza” de la ciudad, que consigue demoliendo antiguos edificios

y construyendo los bulevares, y desplazando a las clases obreras del centro a la periferia.

Pero ya se ha comentado cómo este desplazamiento, si bien limpió la cara de la ciudad

parisina a ojo de los burgueses, no solucionó el problema de los antagonismos de clase,

más bien lo ocultó. Se crearon nuevas barriadas de obreros, con los mismos problemas

de higiene e infraestructura que arrastraban de antaño.

Benjamin observa este fenómeno como un claro ejemplo de cosificación, en el

que la ciudad deviene un discurso ideológico bajo la creencia en “la imaginería mítica

del progreso histórico” arropada por los proyectos de renovación urbana con tintes de

utopía social, que “cambia la disposición de los edificios y calles dejando intactas las

179 Ibídem, p. 96.180 Ibídem, p. 130.

Desplazarse en la modernidad urbana

100

relaciones sociales”181. Es más, la creación de los bulevares haussmanianos no sólo creó

la ilusión de coherencia y empaque a una ciudad fragmentada, también proporcionó

la ilusión de igualdad social invitando, a cualquiera con un poco de tiempo libre, a

los paseos y promenades y a la actividad recreativa. Nos recuerda Buck-Morss, que

“la preocupación del Passagen-Werk remite a los efectos políticos del urbanismo en el

debilitamiento del potencial revolucionario de la clase obrera”182.

En conclusión, los pasajes se conforman como una apelación al despertar de

un sueño, no sólo de su generación, sino de las venideras, como la nuestra, denotando

una preocupación política. Lo hace mediante la interpretación dialéctica de la historia,

aquella que libera los elementos míticos incrustados en el progreso, en el continuum,

para aportar una historia hecha con fragmentos, con cesuras, en la que las imágenes

críticas surgidas del montaje, revelan “la historia moderna como prehistoria” y perciben

la naturaleza histórica como una expresión de la fugacidad esencial de la verdad en

sus extremos contradictorios como extinción y muerte, y como potencial creativo y

posibilidad de cambio, por la otra183.

En el pensamiento benjaminiano demostrado en los pasajes hay una alternativa,

infundada bajo un halo mesiánico: la capacitación revolucionaria que se alcanzará en el

momento del despertar.

Pero para ello hay que indicar que el progreso futurista, identificado con el

movimiento y con la velocidad, “la fantasmagoría urbana” encarna una identidad falsa,

obstruida, que oculta las digresiones, los puntos de fuga, la micropolítica. Por ejemplo,

la vida de los pasajes que se hundía a la par que emergía, y arrasaba los bulevares

haussmanianos. Frente a ese movimiento acelerado, Benjamin experimenta otro

movimiento, el dialéctico, el que hace colisionar el pasado en el presente para renacer

del origen, dándole “voz a la periferia”184 a la experiencia silenciada e invisibilizada

de las clases oprimidas, pero también a los objetos obsoletos de la industria cultural

decimonónica, entre ellos los pasajes como esa estructura decadente que ya no forma

181 Ibídem, p. 107.182 Ibídem.183 Ibídem, p. 83.184 GILLOCH, Graeme: Myth and metropolis, op. cit., p. 183.

Desplazarse en la modernidad urbana

101

parte de la imaginación colectiva, reconociéndolos “como las ilusiones oníricas que

siempre fueron”185.

No es casual que Benjamin comparase la ciudad de París con la Grecia antigua,

“cuando los lugares de culto y muchos otros monumentos comenzaron a decaer”186 y

que estuviera interesado en el subsuelo de la capital, como el de los pasajes, construidos

muchos de ellos sobre las antiguas catacumbas que dieron cobijo durante las diferentes

revoluciones. Quería, en definitiva, identificar las sucesivas capas que envolvían la

ciudad, hasta dar con las huellas, la existencia fantasmal del presente. Señalar la caída de

los ídolos como cayeron los monumentos griegos que fueron erigidos para representar

la inmortalidad de la civilización porque “aquello que es eternamente verdadero solo

puede ser capturado en las transitorias imágenes materiales de la historia misma”187.

La mirada con la que contemplar el siglo XIX tiene una doble intención:

capturar el proceso natural de la decadencia, y observar sus ruinas, como objetos que se

fosilizan materializando en su proceso, “la supervivencia de la historia pasada dentro

del presente”188.

1.3.4. Experiencia en la ciudad

Uno de los conceptos fundamentales para entender el siglo XIX y el nacimiento y

desarrollo de la modernidad en París es la experiencia. No cabe duda de que todas las

transformaciones urbanísticas y sociales que se han analizado hasta ahora cambian el

modo de experienciar y de percibir la realidad urbana y material. Prosiguiendo con el

hilo argumental de trazar el pensamiento benjaminiano en cuanto a su análisis de la

ciudad de París se refiere, el concepto de experiencia deviene un fenómeno revelador

como eje estructurador de las transformaciones acaecidas en el filo de la modernidad.

Además, el filósofo alemán escribe sobre este concepto desde los primeros indicios de

pensamiento intelectual, un hecho que remarca la importancia que le concede. Por ello,

185 BUCK MORSS, Susan: Dialéctica de la mirada, op. cit., p. 181.186 Ibídem p. 83.187 Ibídem p.84.188 Ibídem.

Desplazarse en la modernidad urbana

102

ya en su época de estudiante, Benjamin muestra interés en la noción de la experiencia,

que se disemina a lo largo de sus varias etapas, desde su análisis en la herencia

filosófica, especialmente la kantiana, su pérdida y atrofia y el intento por recuperarla y

sistematizarla.

Apunta Andrew Benjamin que el objetivo del filósofo alemán es hacer filosófica

la experiencia: la experiencia de la verdad y lo hace reflexionando directamente de las

experiencias de los objetos culturales189.

La tesis fundamental de Benjamin es que la experiencia verdadera ha sido

sustituida por otra de carácter mucho más superficial, y por tanto ha habido una

transformación estructural y una “atrofia” de la experiencia. Ese sentimiento lo percibe

por sus elucubraciones y sus paseos alrededor de las metrópolis urbanas más importantes,

París, Berlín, Moscú –como ya se ha apuntado–, elaborándolo filosóficamente gracias a

las influencias recibidas en el contexto de la filosofía alemán neokantiana. Es importante

mencionar este hecho porque será su punto de partida para reelaborar un concepto de

experiencia, que afronta varias dimensiones; no sólo la influencia obvia recibida del

neokantismo, a la que intentará superar y trascender, sino también por la influencia

recibida directamente de la praxis metropolitana. De sus objetos, de sus cotidianidades,

de la observación de los fenómenos urbanos más presentes en la esfera pública, como es

la proliferación de la prensa y los medios.

Para entender cómo evoluciona su pensamiento en relación a la experiencia, es

importante remarcar las fases donde escribiría sobre ello. Así, se distinguirá dos fases.

Una de ellas abarca sus primeros escritos, hasta la década de los treinta, y otra segunda

etapa estará marcada por el desarrollo más profundo de la experiencia, inspirado,

indudablemente, por la investigación de los materiales que conformarán los pasajes.

De este modo, entre 1910 y 1913 escribe sus primeros textos sobre la experiencia190,

189 BENJAMIN, Andrew; OSBORNE, Peter: Walter Benjamin philosophy´s. Destruction and experience, New York, Routledge, 1994, p. II.190 He seguido para documentar esta primera etapa donde Benjamin desarrolla el concepto de experiencia, la tesis doctoral de FERNÁNDEZ-CASTEÑEDA BELDA, Luis titulada “Experiencia y lenguaje en Walter Benjamin” donde analiza los primeros textos del autor alemán como Los tres buscadores de religión, publicado en una revista estudiantil, ya se encuentra de manera temprana, el germen muchos de los temas clave de su pensamiento, como la apelación a la unidad de la experiencia, que categoriza

Desplazarse en la modernidad urbana

103

siendo el más relevante Sobre el programa de filosofía venidera porque aborda y analiza

la herencia del neokantismo con respecto a la experiencia, cuestionándola e intentando

superarla. Además sienta las bases para el desarrollo posterior que el concepto de

experiencia adquirirá en su obras maduras, como El Narrador, Experiencia y Pobreza,

y Sobre algunos motivos en Baudelaire.

Gabriel Amengual argumenta que el joven escritor alemán estaba influenciado

por el contexto neokantiano de la Universidad de Muri191. El problema de la filosofía

kantiana, según Benjamin, estriba en la formulación de una estructura universal, en la

que no se puede captar ni la singularidad ni la temporalidad, aunque con probabilidad

esta concepción estaría influenciada por la cosmovisión de la época de la Ilustración,

y por tanto, la crítica de Benjamin se dirige hacia ella192, opinando que se trata de una

“ceguera histórica y religiosa de la Ilustración”193.

Por tanto, la revisión que Benjamin realiza de Kant se centra en superar la

concepción objetivista de la experiencia, argumentado, por un lado que la experiencia

tiene que dejar de ser material previo y empírico para pasar a ser resultado del

conocimiento. Un conocimiento que configura un conjunto de condiciones de posibilidad

de nuevos conocimientos y experiencias. Por otro lado, también debe añadir el valor

metafísico, que según Benjamin se basa en “una cierta unidad de la experiencia que

como un todo, así como la redención a través de la teología, y una reflexión implícita sobre el espacio y el tiempo, como argumenta Castañeda-Bleda: “En el curso de este proceso el pasado sedimenta y deviene legible; el momento de la lectura produce el presente como punto de reunión del ahora y del ayer; el yo surge convocado por una experiencia que nunca hizo y que le hace posible a él”. Otros textos interesantes, son las cartas a Ludwig Strauß, fechadas entre 1912- 1914 que no se publicaron hasta la edición alemana de las Obras Completas, donde hace una distinción entre vivencia y experiencia para criticar las posturas sionistas adscritas al judaísmo por ser de “vagas imaginaciones que les empujan a la órbita del mito, donde creen hallar fundamento para una dudosa decisión”, pasando por el Diálogo sobre la religiosidad de nuestros días, donde esgrime argumentos sobre la autonomía moral y el lugar de la experiencia, así como el debate sobre la necesidad religiosa, y Erfärung, otro de los textos fundamentales en esta primera etapa juvenil que marca el rumbo epistemológico del concepto de experiencia en Benjamin. 191 AMENGUAL, Gabriel, et al: Ruptura de la tradición, op cit. Amengual describe el contexto de la escena filosófica alemana. Predominaba el pensamiento de Hermann Cohen, a quien el joven Benjamin critica por apostar por un concepto de experiencia basado en el empirismo y en la ciencia, dejando de lado la influencia metafísica y religiosa. Por ello profundiza en las raíces y la perspectiva epistemológica, propiamente kantiana con el objetivo de “la fundamentación de un concepto superior de experiencia” p. 32.192 AMENGUAL, Gabriel, et al: Ruptura de la tradición, op. cit., p. 33.193 Ibídem, p. 34.

Desplazarse en la modernidad urbana

104

de ninguna manera puede ser entendida, y a la que el concepto de conocimiento, como

teoría de su desarrollo continuado, se refiere de forma inmediata. El objeto y contenido

de esa teoría, esa totalidad concreta de la experiencia, es la religión”194. Así, Benjamin

apuesta por un concepto de experiencia que intenta ser holístico, abarcar la totalidad del

conocimiento, abriéndose, al campo de la metafísica y religión. La metafísica entendida

como la totalidad de la experiencia, que es una cuestión decisiva a la hora de ir más allá

de la estructura de la experiencia que plantea Kant.

De esta primera etapa en el desarrollo del pensamiento benjaminiano, ya

distingue entre los dos significados etimológicos de experiencia. En el idioma alemán,

la vivencia (Erlebnis) no es lo mismo que la experiencia (Erfahrung).

Este es un punto esencial para comprender el sentido del término en su totalidad.

Benjamin, no sólo buscaba superar la noción neokantiana de la experiencia dotándola

de un matiz metafísico y abriendo la posibilidad de añadir el componente religioso,

tan característico en su pensamiento, sino que también busca un concepto completo de

experiencia, una Erfahrung capaz de no permanecer en la superficie y evitar su pérdida,

que ha sido producida por los shocks de la vida moderna.

De la segunda etepa benjaminiana, se debe destacar Experiencia y Pobreza, escrito

en 1936, sin duda influenciado por los estragos de la II Guerra Mundial y las consecuentas

que se derivaron195. Benjamin considera que este es uno de los motivos por los que se ha

perdido la capacidad de captar y comunicar. Los acontecimientos ocurridos han sido tan

excesivos y su evolución tan rápida, que se ha originado un progreso de fragmentación,

impidiendo la continuidad narrativa, y convirtiendo en una tarea imposible el poder

compartir cualquier experiencia, lo que conduce, de esta forma, a la “atrofia de la

experiencia”.

194 Ibídem.195 BENJAMIN, Walter: “Experiencia y pobreza”, Obras Completas II, vol 1,op. cit., p. 220, así dice: “la cotización de la experiencia ha bajado y precisamente en una generación que de 1914 a 1918 ha tenido una de las experiencias más atroces de la historia universal. Jamás ha habido experiencias, tan desmentidas como las estratégicas por la guerra de trincheras, las económicas por la inflación, las corporales por el hambre, las morales por el tirano (…). Una generación que había ido a la escuela en tranvía tirado por caballos, se encontró indefensa en un paisaje en el que todo menos las nubes había cambiado, y en cuyo centro, en un campo de fuerzas de explosiones y corrientes destructoras estaba el mínimo, quebradizo cuerpo humano”.

Desplazarse en la modernidad urbana

105

Esa destrucción de la experiencia, es un leitmotiv propio del pensamiento

benjaminiano, donde la destrucción disecciona la necesidad de una reubicación de la

experiencia, que se ha perdido, como el aura, “en la herida provocada por la ausencia

de la experiencia histórica y subjetiva”196. Estas reflexiones las completa con los

exposés que luego formarán parte de los pasajes, sin los cuales no se podría entender

la totalidad de la reflexión sobre los cambios producidos en la experiencia, se trata de

Sobre algunos motivos en Baudelaire y El París del Segundo Imperio en Baudelaire.

En estos escritos aborda de manera directa la transformación de la experiencia en su

propia estructura, señala que “la atrofia creciente de la experiencia se refleja en el

relevo que el antiguo relato hace de la información y de esta a su vez a la sensación”197.

La experiencia (Erfahrung) se ha convertido en vivencia (Erlebnis), en “shock” que

es consecuencia de cambios históricos en la esfera cotidiana y el modo generalizado

de vivir de la masa, sin duda, condicionados por el crecimiento demográfico y por el

desarrollo de los medios técnicos de producción. Por ello la experiencia ha perdido

su rasgo esencial: la continuidad y se ha convertido en algo pasivo. El shock, se

convierte entonces, en la clave para entender la experiencia metropolitana. La continua

exposición a las novedades de la ciudad, como son las luces de neón, las multitudes,

la vertiginosidad y el ritmo acelerado que impera, fomenta que de alguna forma se

desintegra la experiencia, –la entendida por Erfahrung– y que ésta se convierta en

Erlebnis.

La experiencia, por lo tanto, muta desde una estructura completa y plena, hasta

una desconectada, desligada y fragmentada. Pero esta transformación también afecta a

la memoria, para Benjamin –tal como recuerda Gilloch–, la metrópolis es un “locus de

olvido, el sitio de la desilusión del recuerdo hacia la apagada amnesia”198.

Como se ha visto a lo largo de este los apartados, el tono de Benjamin dista de

ser nostálgico y evita permanecer en cualquier argumentación nihilista, y por tanto,

esgrime posibilidades y momentos positivos que, paradójicamente, gracias al shock,

196 Ibídem.197 BENJAMIN, Walter: “Sobre algunos motivos de Baudelaire”, en Poesía y capitalismo op. cit., p. 127.198 GIlLLOCH, Graeme: Myth and metropolis, op. cit., p. 173.

Desplazarse en la modernidad urbana

106

han de ser recuperados. El shock es entonces una herramienta que funciona como

corte, como interrupción, como cesura –un conceptos mencionado con relación a los

pasajes y que vuelven a aparecer por ser un elemento fundamental en la articulación

de la experiencia–. Benjamin se inspirará en el movimiento Surrealista y el uso que

hacen del montaje, para entender el shock como una categoría del despertar, “disrumpe

el agradable confort de la vida burguesa, una vida regodeándose en el complaciente

convicción de su propia inmortalidad”199.

Sin embargo, hubo un poeta que quiso sublevarse a la comodidad de la Erlebnis

y transformarla en algo más, en esa experiencia completa tan ansiada por Benjamin.

Este fue Baudelaire. Según el filósofo alemán, el spleen, aquel estado melancólico

que caracterizaba a Baudelaire, es donde tiene lugar la conformación de la experiencia

de la memoria. Se trata de ser consciente del tiempo fragmentando y de articular una

sensibilidad para captar los cambios históricos, y la ruptura del continuum. Baudelaire,

paradójicamente, consiguió que la vivencia del shock se transformase en experiencia,

alcanzando la continuidad, no solo biográfica, también colectiva.

El verdadero historiador materialista, debe rastrear las pistas, “los jeroglíficos”

que han sido olvidados en la metrópolis, porque a pesar del intento por barrer la

historia, aún queda trazos remanentes, fragmentos que deben ser recuperados. “Hacer

historia es hacer política. La tarea del historiador benjaminiano no será la de recordar

para reconstruir el pasado sino la de construir el presente a partir del pasado”200. La

memoria involuntaria, es también un elemento del shock de la vida moderna, aquella

que confronta el pasado con el presente, y donde la experiencia, pero una experiencia

despojada y plena, debe convertirse en una herramienta clave para llevar a cabo dicha

tarea.

199 Ibídem.200 HERNANDEZ-NAVARRO, Miguel Ángel: Materializar el pasado, op. cit., p. 54.

Desplazarse en la modernidad urbana

107

1.4. Conclusiones

Todo lo malo que se dice de París de hoy es verdad: que las calle chics del centro parecen un “duty free” de un aeropuerto internacional, que el apartheid entre ricos y pobres es cada vez más riguroso, que la parte de los barrios populares del norte y del este se estrecha cada día más, que ya no se encuentran lugares de reunión, habiendo perdido la idea misma de reunión una buena parte de su sentido.Eric Hazan

Una ciudad como París vive en un crecimiento perpetuo.Victor Hugo

En este capítulo se ha querido poner de manifiesto las diferentes transformaciones que

tuvieron lugar en la ciudad de París a lo largo del siglo XIX. Estas transformaciones

han sido analizadas desde el punto de vista de la teoría crítica, a través de diferentes

teóricos provenientes de varias disciplinas; geografía, filosofía, historia del arte…pero

todos tienen en común un patrón analítico similar: la perspectiva social e histórica para

analizar estos cambios. Si bien desde diferentes ángulos y perspectivas, se coincide

en señalar un lugar determinado en el que confluyeron las innovaciones técnicas,

económicas e industriales para crear un producto inédito; el de una ciudad marcada

por las revoluciones y descontento social, y a la misma vez, ciudad de la boheme, de

los poetas y artistas creando nuevos paradigmas creativos, ciudad, sin lugar a dudas, de

la creciente burguesía cultural; París como una de las primeras ciudades en crear una

industria basada en parámetros culturales. El espectáculo materializado en una ciudad

entera, la de los bulevares rectilíneos y los grandes parques, la de los monumentos, la de

los dioramas y pasajes, la de los teatros, varietés y la ópera.

Se daban, contradictoriamente, varias fórmulas culturales a diferentes escala y

abierto a cualquier tipo de público. Era, sin embargo, en los desplazamientos urbanos

por los bulevares, donde todo parecía confluir en una suerte de mise en scene unitaria,

donde todas las clases sociales podían permitirse un aperitivo a la orilla de río Sena,

y pasear por los cafés, exponiéndose a la mirada anónima de cientos de personas que

buscan escabullirse en la masa, vivir de ella.

En ese contexto de ilusión de igualdad, París parecía una ciudad completa.

Pero la iluminación excesiva de la “ciudad e la luz” también produce ceguera, zonas

Desplazarse en la modernidad urbana

108

de invisibilidad, de sombra. Bajo la apariencia de progreso, de innovación tecnológica

y de explotación cultural, se escondían toda una suerte de desigualdades sociales; en la

periferia y en el banlieu, que artistas como Van Gogh retrataban, no había lugar para el

esplendor y el lujo, para las façades adornadas.

No sorprende, teniendo en cuenta la evolución de la ciudad, que la estructura que

sujeta a París no sean tan fuerte como aparenta. Las tensiones y las desigualdades sociales

han sido una constante en su evolución histórica, aquí se han apuntando algunas esas

tensiones que tuvieron lugar durante el siglo XIX, pero desde luego, no son las únicas.

Que a día de hoy, la ciudad se encuentre como una de las más conflictivas de Europa,

es un hecho consumado. Especialmente conflictivos son los barrios de las periferias, tal

como sucedió hace ahora unos años, en los disturbios del 2005, que comenzaron tras la

muerte de dos adolescentes de origen africano, que huían de la policía, en el periférico

barrio de Clichy-sous-Bois201.

Aquellas periferias fruto del Segundo Imperio, son responsabilidad máxima

de Haussmann y sus prácticas no cesaron después de su dimisión en 1870, ni antes

ni después se dejó de expulsar a las clases trabajadores del centro de París. Una idea

que sustenta el editor Eric Hazan, quien se pregunta: “¿Cuándo desapareció este París

proletario, cuándo fueron expulsados del centro de la ciudad los obreros, los traperos,

los pobres, los mendigos?” A lo que añade:

este proceso encaja bien con esa histórica tendencia de París porque, desde el Gran Encierro de 1657 que hizo desaparecer a los pobres, los marginales, los locos en las instalaciones del Hospital General, la acción conjunta de urbanistas, promotores y policías no ha cesado de empujar a los pobres, las “clases peligrosas”, cada vez más lejos del centro de la ciudad202.

La tendencia a aislar las clases sociales menos favorecidas no es, por tanto,

un fenómeno nuevo, sino que se remonta incluso antes de la haussmanización, según

201 “Los disturbios de Francia, día a día” artículo que recoge los acontecimientos sucedidos en orden cronológico, a modo de diario. http://www.elmundo.es/elmundo/2005/11/04/sociedad/1131110014.html (última vez consultado 2-3-2018)202 HAZAN, Eric: París en tensión. Urbanismo e insurreccion en la ciudad de la luz, Errata naturae, Madrid, 2011, p. 24.

Desplazarse en la modernidad urbana

109

Hazan.

En este sentido, se podría hablar del proceso de reconversión urbana del Segundo

Imperio, como uno de los primeros casos de gentrificación, puesto que la haussmanización

tuvo, principalmente, a parte de embellecer la ciudad y limpiarla, motivos económicos

y “una suerte de colonización de clase en el interior de la ciudad.”203 La especulación y

movimiento de capital, la compra-venta de viviendas y recalificaciones de terreno para

incrementar las rentas, era una práctica ya realizada bajo las políticas de Haussmann.

Además, consciente del efecto de la masa cultural en el incremento de la riqueza y de la

atracción de burgueses, facilitó la creación de eventos y prácticas culturales; desde las

exposiciones universales, famosas en su tiempo por mostrar los avances más innovadores,

como la fotografía, hasta los teatros, exposiciones, y museos –Haussmann tenía un plan

de reconstruir la plaza del Museo del Louvre–. Quería construir, en resumidas cuentas,

una ciudad creativa, atractiva y límpida. No había lugar para los traperos, los mendigos

o las prostitutas de clase obrera, y por eso, creó las grandes avenidas que permitiesen

la libre circulación de las tropas napoleónicas, para controlar y domesticar la ciudad de

las revueltas.

Richard Sennett reflexiona sobre los verdaderos objetivos de Haussmann, siendo

éstos la represión y el control de la ciudad gracias a la planificación:

En materia de control social el espacio neutro aparece como la gran diferencia entre la planificación europea del siglo XIX y las distribuciones más modernas manifestadas en sentido horizontal en el Estados Unidos del siglo XIX y ahora con todo el mundo con forma de rascacielos. El barón Haussmann se encargó de la remodelación de París en la época en que era diseñado Central Park. Haussmann se encontró con una ciudad milenaria y congestionada, cuyas calles tortuosas eran a su juicio pasto de enfermedades, crímenes y revoluciones. Frente a tales peligros imaginó los distintos modos tradicionales de represión. La apertura de avenidas rectas en el corazón de un París congestionado permitiría respirar mejor a la gente y desplazar más rápidamente a la policía y a la tropa. Sin embargo, las grandes avenidas de la era haussmaniana debían estar bordeadas por edificios de viviendas

203 SENNET, Richard: “Las ciudades norteamericanas. Planta ortogonal y ética protestante.” Traducido por la Revista Bifurcaciones, Revista de Estudios Culturales Urbanos, de la Universidad Católica de Maule, Chile, Nº 1 (Dic- Feb, 2014) y originalmente aparecido en: RICS, Revista Internacional de Ciencias Sociales (no. 125, 1990), una publicación dependiente de la UNESCO. Accesible en: http://www.bifurcaciones.cl/2004/12/sennett-planta-ortogonal-etica-protestante/ (última consulta el 27-7-2018)

Desplazarse en la modernidad urbana

110

y comercios elegantes, de modo que los burgueses ocuparan los barrios que antes habían ocupado los obreros: esperaba que la vida económica de los trabajadores se centraría en la prestación de servicios a los burgueses que dominaban el barrio204.

Los procesos de transformación urbanísticas que se vivieron en el París

decimonónico siguen latiendo en la actualidad de la ciudad de la luz. Pareciera que la

máxima benjaminiana de supervivencia del pasado en el presente, se cumpliera en París,

demostrando que el progreso no siempre significa una evolución positiva, también puede

significa una regresión, como si la entropía gobernase sigilosamente, en un palimpsesto

donde todas las capas se superponen: “como una cebolla, al ritmo de sus sucesivas

murallas. Y ahora es una ciudad material y administrativamente cerrada sobre sí misma

que trata de abrirse, como siempre ha sucedido en la historia, cuando la última muralla

construida constituía un corsé demasiado apretado”205.

En definitiva, la manera de planificar y “ordenar” una ciudad, en ocasiones,

responde a una estrategia de control y de imposición normativa, que sin duda, implican

una reconfiguración política y simbólica de las metrópolis. De las ideas que se han

planteado en este capítulo, ésta es una de las que vertebra los argumentos aquí expuestos.

El sujeto observador que postula Crary, constituido bajo un nuevo régimen de visión en

el siglo XIX, está insertado en una configuración espacial determinada; la del nuevo

urbanismo, donde las administraciones y las instituciones comienzan a tomar el control

del flujo y circulación de los habitantes. Pero también llamaba la atención sobre esa

nueva visualidad que emerge al calor de la evolución científica y de los dispositivos

tecnológicos, como el estereoscopio, que entraron en los hogares de los burgueses

parisinos, poniendo el acento, en este sentido, en cómo las prácticas cotidianas y del día

a día, forman parte de los cambios producidos.

De la idea de control comentaba Harvey y Vidler en relación a la configuración

y planificación espacial de la ciudad y su trazado lineal para segregar la población

obrera. El énfasis en la periferia y la idiosincrasia de la vida social parisina lo señala

Clark, además relacionándolo con el Impresionismo. Caso similar ocurre con Priscilla

204 Ibídem.205 HAZAN, Eric: París en tensión, op. cit., p. 25.

Desplazarse en la modernidad urbana

111

Ferguson y su análisis de las obras literarias que recogen las transformaciones urbanas

de la capital y cómo éstas, particularmente, afectaban al comportamiento y psicología

de los personajes de La Curée.

Walter Benjamin, por su parte, postulaba una teoría cultural y social basándose

en los desechos y descartes de la historia. Los pasajes eran para él una suerte de umbral

que separaba la modernidad en varias dimensiones dialécticas, la que se conformaba

como progreso a la misma vez que ruina, o como catalizador social que interioriza a

la burguesía, y a la misma vez la expone, la repela. Utilizaba la alegoría de los sueños

–influenciado por los Surrealistas y el método del montaje– para postular una teoría del

despertar de su generación, apelando a la conciencia crítica y revolucionaria.

En cualquier caso, Benjamin pone también el acento en las figuras urbanas

marginales de la ciudad. El propio Baudelaire, como flâneur, utiliza el desplazamiento

como herramienta crítica: “el verdadero París de Las flores del mal es la calle, que tiene

para Baudelaire un doble papel. El primero, y no menos importante, es el de ser el lugar

esencial para su trabajo poético. (...) La larga y exigente maduración de sus versos se

hace caminando”206.

Pero no se trata aquí de la promenade complaciente haussmaniana, sino más

bien de la inscripción del cuerpo en el espacio, en una suerte de embodiment, donde es el

movimiento espacial el que traspasa las barreras establecidas, para escribir caminando,

permitiendo el empoderamiento urbano, al menos momentáneamente. Es una estrategia

que permite inscribir y trazar con los pies un propio mapa crítico, porque aún quedaban

resquicios en París por los que desplazarse lejos de las masas de los bulevares. Quedaba

inscribir “la biografía en el mapa de la ciudad”207 para dejar las huellas y los rastros

que las generaciones venideras descubrirán, como objetos que hablan por primera vez,

después de un largo sueño.

206 Ibídem, p. 79. Cita a Baudelaire: “voy a ejercitarme solo en mis caprichosa esgrima/husmeando en todos los rincones los azares de la rima/ tropezando con las palabras como con los adoquines/chocando a veces con los versos hace tiempo soñados”.207 BENJAMIN, Walter: (Una imagen de Proust, 1968) citado en SAVAGE, Mike: “Walter Benjamin´s urban thought: a critical analysis, en: CRANG, Mike; THRIFT, Nigel: Thinking space, Routledge, Londres, 2000, p. 42.

Sophie Calle y el rastro de los otros

112

2. BOTANIZAR EL ASFALTO: SOPHIE CALLE Y EL RASTRO DE LOS OTROS

Entre el té y la cena, caminar y caminar, reavivar mis fuegos, en la ciudad, en esos barrios desdichados donde me asomo para mirar por las puertas de las casas públicas.

Virgina Woolf

Sophie Calle y el rastro de los otros

113

2.1. Introducción

En el anterior capítulo se ha analizado cómo la ciudad de París, con el advenimiento

de la modernidad y el capitalismo, se convirtió en una ciudad de referencia en la

industria cultural, económica y política. El urbanismo fue, así lo han expuestos teóricos

como Harvey, un pretexto para imponer un modelo homogéneo enfocado a favorecer

la circulación de bienes capitales, sean estos tangibles (mercancías) o intangibles

(ideas y magma cultural). La ciudad pasa a ser, con el fenómeno de la globalidad, el

epicentro de la vida social y económica, y a partir de este momento, las expansiones

urbanísticas serán una constante en el desarrollo y progreso que el siglo XX representa.

Saskia Sassen es una de las teóricas activas que piensa las problemáticas a las que la

ciudad global se enfrenta1. En este contexto, el sujeto se mutila, se compartimenta en

favor de la desmembración de la ciudad; por un lado, los espacios relacionados con el

trabajo y la producción industrial, por otro, los dedicados a la vida doméstica en las

afueras, y en último lugar, el espacio destinado al ocio, como por ejemplo, los centros

comerciales o shopping malls2, que ya en los sesenta se empezaban a construir y que

hoy en día son una constante en la grande y mediana ciudad. Este es el argumento

que Amendola sostiene al explicar la crisis que concierne a las metrópolis en la era

posmoderna3, fabricados en grandes naves construidas ex profeso, y situados a las

afueras, alejados de los barrios y de su sociabilidad. Frente a la imposición de este

modelo de ciudad productivista, Amendola insta a vivir la ciudad desde abajo, desde la

experiencia elemental y básica del peatón, en el sentido de-certiano del caminante de la

ciudad, también a visibilizar sus tensiones, confusiones o “desviaciones”, una invitación

a experienciar la metrópolis y sus contradicciones: “la nueva metrópolis postmoderna

es una ciudad donde los procesos vivientes y la actuación autónoma y no previsible de

1 SASSEN, Saskia: La ciudad global, op. cit.2 Veáse: AGUIRRE-CORO, Juan Antonio: “Centros comerciales y planeamiento”, Urbanismo COAM, nº 14.1991; VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo: “Peter Sloterdijk y W. Benjamin; El Palacio de Cristal y los shopping-mall como sistemas autorregulados,” en: Psikeba, Revista de Análisis y estudios Culturales, nº8, 2008; BACKES, Nancy: “Reading the shopping mall city”, en: Journal of popular culture, vol 31, nº 3, 1997.3 AMENDOLA, Giacomo: La ciudad posmoderna, op cit. Ver especialmente el capítulo XI: “Los shoppings malls: del flâneur al buyer,” pp. 251-257.

Sophie Calle y el rastro de los otros

114

sus actores, contienen nuevas, cambiantes y a menudo opacas racionalidades”4 y de esta

forma “la experiencia urbana deviene una experiencia espacial, antropológica, poética

y mítica”5. Una apelación que también viene de la mano de la urbanista Jane Jacobs6,

posicionada en contra del funcionalismo en las ciudades, y apostando por respetar la

vida orgánica e idiosincrásica de los barrios.

En este sentido, David Harvey reflexiona sobre cómo la experiencia se modula

por la concepción del tiempo y el espacio diferida de las expuestas en el paradigma

de la modernidad, citando a Jameson, recuerda que “la transformación posmoderna

se debe a una crisis de nuestra experiencia del espacio y del tiempo, crisis en la que

las categorías espaciales pasan a dominar a las del tiempo”7. Observar la ciudad como

producto instrumental e ideológico al servicio de los poderes fácticos, y la configuración

que esta forma de dominar adquiere en la vida social ha sido pensado por el sociólogo

Henri Lefebvre8, retomando la herencia marxista y la problemática del espacio como

eje a través del cual analizar la complejidad del mundo moderno”9, así establece un

sistema conceptual estructurado en tres ideas fundamentales, que son10: i) las prácticas

espaciales, donde el espacio es percibido y la experiencia es la materia en la que se

vincula la realidad urbana con la cotidiana ii) las representaciones del espacio, donde el

4 Ibídem, p. 40.5 Ibídem.6 JACOBS, Jane: Muerte y vida de las grandes ciudades americanas, Capitán Swing, Madrid, 2011. Esta nueva edición a castellano sustituye la traducción descatalogada que publicase Península en 1967 y 1974. Además añade un prólogo de Manuel Delgado para analizar su trabajo y reactualizarlo. Ver también: SODERSTROM, Mary: The walkable city, From Haussmann’s Boulevards to Jane Jacobs’ Streets and Beyond, Véhicle Press, Montreal, 2008.7 HARVEY, David: La condición posmoderna. Investigación sobre los orígenes del cambio cultural, Amorrortu, Buenos Aires, 1998, p. 27.8 Henri Lefebvre es un teórico atípico que supo absorber los cambios sociólogos no sólo en la teoría sino también en la práctica y activismo cotidiano. Vivió dos guerras mundiales, luchó por el movimiento de Resistencia en los años 40, se unió y desunió varias veces al partido Comunista. De entre sus trabajos variopintos destaca el de taxista de París, lo que sin duda, le ayudó a conocer de primera mano la realidad diaria de una gran metrópoli. En este capítulo, se analiza grosso modo algunas aportaciones de su obra por ejercer gran influencia en el grupo situacionista, del que además compartió amistad con algunos miembros como Guy Debord, como se verá a continuación. Para saber más sobre su biografía ver: HESS, Rémi: Henri Lefebvre et l’aventure du siècle, A.M. Métailié, París, 1988. 9 MARTÍNEZ LOREA, Ion: “Vivir y escribir. Convencer y vencer” pp. 9-28, en LEFEBVRE, Henri: La producción social del espacio, Capitán Swing, Madrid, 2013.10 Ibídem.

Sophie Calle y el rastro de los otros

115

espacio es concebido por los expertos y técnicos especializados, como los diseñadores,

arquitectos y planificadores urbanos, que imponen una serie de reglas en el territorio que

tienen que ser respetadas; y iii) los espacios de representación son los espacios vividos.

Los que dan lugar a la imaginación y de lo simbólico. Son los espacios propios de los

usuarios y habitantes.

La relación entre estas tres dimensiones del espacio genera tensión, una tensión

que para Lefebvre es trialéctica que permite “superar la heteronormatización del espacio

social”11 que causa la imposición del capitalismo a través de la regulación y ordenación

del territorio, por eso no extraña que el sociólogo criticara los planes urbanísticos de Le

Corbusier, por su excesiva funcionalidad que “liquidaba la complejidad y riqueza de

la vida urbana”12, existiendo una “pulverización del espacio con ánimo clasificador y

regulador. El espacio ordena, prescribe y proscribe”13.

Para Lefebvre, el espacio es un producto más del capitalismo y como tal debe ser

analizado, cuestionado y repensado. Para evitar la manipulación del mismo y su uso

instrumental que “reproduciría las relaciones sociales como ideología que contribuyen

a instaurar una hegemonía”14 habría que apropiarse del espacio urbano desde la práctica

de la cotidianidad y del habitar y así disponer de favorecer la creatividad en el uso del

espacio libre. Su propuesta presenta una teoría unitaria tanto física, mental como social

para reintroducir el sujeto dentro de esa producción del espacio. El objetivo del sociólogo

francés es “poner de manifiesto la amenaza que sufre el espacio público a manos de un

urbanismo reinante que cuenta entre sus propósitos con hacerlo desaparecer. Reducirlo

a mero tránsito, a lugar de paso, unión entre puntos más o menos distantes, donde el

automóvil siempre ha tenido prioridad sobre el usuario a pie”15.

En este contexto de reivindicación lefebvreiana de pensar un urbanismo como

un producto que debe ser consensuado, practicado y transitado desde abajo, se ha de

11 Ibídem, p.17.12 Ibídem.13 Ibídem.14 HARVEY, David: La condición de la posmodernidad, op. cit., p. 229.15 MARTÍNEZ LOREA, Ion: “Vivir y escribir. Convencer y vencer” pp. 9-28, en LEFEBVRE, Henri: La producción social del espacio, op cit., p. 21.

Sophie Calle y el rastro de los otros

116

reclamar la figura del flâneur, la del peatón, la deriva. Son instrumentos para crear

experiencias de la metrópoli desde una perspectiva que permite la formulación de una

resistencia o estrategia contra la normalización y homogeneización de los espacios

sociales. Consiste también en señalar que la ciudad no es un conjunto de normas

impuestas por las administraciones sino un derecho a ser vivido y apropiado. Es “el

peatón ordinario quien reinventa los espacios planeados, los somete a sus ardides, los

emplea a su antojo, imponiéndole sus recorridos a cualquier modelamiento previo

políticamente determinado”16.

El flâneur entonces no solo pasea por la ciudad y se esconde en la multitud,

sino que participa de ella, haciéndola suya, creando sus esquemas, botanizando el

asfalto. La deriva situacionista, que se erige como movimiento de resistencia frente a

la capitalización del sistema del arte, pretende teorizar y practicar la botánica urbana

para crear situaciones y experiencias diferencias a la impuestas por el urbanismo

instrumental. El juego y las “construcciones lúdicas” es el medio por el cual la ciudad

deviene laberinto, para desorientarse en el mundo de la regulación y la ordenación.

En definitiva, “en el paseo se revela la posibilidad de explorar la ciudad en numerosas

direcciones, encontrando cada vez nuevos significados, épocas símbolos, proyectos

colectivos y personales. El paseo es instrumento y metáfora moderna de reconstrucción

y de uso subjetivo y ‘abierto’ de la ciudad en contraposición la visión de conjunto

orgánica moderna industrial”17.

El tejido urbano actual deja lugar a continuas revisiones y todavía se vislumbran

vestigios de actividades flâneurísticas en la sociedad contemporánea. La ciudad se erige

como el espacio escénico donde confluyen una versatilidad y mutabilidad necesarias para

los movimientos, flujos e interconexiones que favorecen la viabilidad de los transeúntes18.

16 DELGADO, Manuel: El animal público, Anagrama, Barcelona, 1999, p. 182.17 AMENDOLA, Giacomo: la ciudad posmoderna, op. cit., p. 101.18 Sobre el análisis del andar desde un punto de vista antropológico, ver: INGOLD, Tim; VERGUNST, Jo Lee (ed.): Ways of Walking: Ethnography and Practice on Foot, Ashgate Publishing, Londres, 2008. Desde un punto de vista cultural y humanista, ver: SOLNIT, Rebecca: Wanderlust. Una historia del caminar, Capitán Swing, Madrid, 2015, y desde el punto de vista de las prácticas artísticas: CARERI, Franceso: Walkscapes. El andar como práctica estética, Barcelona, Gustavo Gili, 2002. Otras referencias son: AMATO, Josep: On Foot. A history of walking, New York University Press, Nueva York, 2004; COVERLEY, Merlin: The art of wandering. The writer as Walker, Oldcastle Book, Harpended,

Sophie Calle y el rastro de los otros

117

Ellos son, en último lugar, los protagonistas de un nuevo modelo de ciudad basado en

una constante movilidad y tránsito, y que tienen su mayor referente en una antecesora

figura del flâneur. En este sentido, como ha señalado Martí Perán19, hay una relación

entre el transeúnte y el nómada. “La vida del nómada –sostienen Deleuze y Guattari– es

intermezzo. Incluso los elementos de su hábitat están concebidos en función del trayecto

que constantemente los moviliza”20. Nomadismo y errabundancia. Resuenan aquí las

reflexiones de Bourriaud: “La errancia representa pues una interrogación política de la

ciudad. Es escritura en marcha, y crítica de lo urbano considerado como matriz de los

guiones que no movemos. Fundamenta una estética del desplazamiento”21.

Por este motivo, la importancia de la figura del flâneur radica, entre otras

cuestiones, en su supervivencia como forma de producción y de relación intrínseca

a la vida social que se produce y se gestiona en el contexto urbano. Es entonces un

dispositivo móvil humano que mediante la observación ocular de la ciudad elabora una

serie de productos –textos, poesías, imágenes–, que recogerán las preocupaciones que

atañen tanto al entorno inmediato, como a los posibles cambios sociológicos. Devienen,

así, materiales universales, saltando la linealidad preestablecida del tiempo cronológico

y viajando, como conceptos, para repensar los contextos cotidianos actuales. El flâneur

será, por tanto, testigo de los cambios sociológicos y económicos ocurridos en el

contexto de París en la modernidad industrial y a la misma vez, reproducirá las figuras

posmodernas de la ciudad, –fotógrafos, etnógrafos, periodistas etc.– en los que la

actividad escópica es condición necesaria para la producción de contenido y de material,

tanto artístico, como social.22 Es precisamente esa actividad productora la que se define

UK, 2012; LE BRETON, David: Elogio del caminar, Siruela, Madrid, 2011; GROS, Frédéric: Andar, una filosofía, Taurus, Madrid, 2014.19 PERÁN, Marti: Mira como se mueven. 4 ideas sobre movilidad. Fundación Telefónica, Madrid, 2005.20 DELUEZE, Gilles; GUATTARI, Felix: Mil mesetas. Capitalismo y Esquizofrenia, Pre-textos, Valencia, 1997, p. 29.21 BOURRIAUD, Nicolas: El radicante, una estética de la globalización, Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2009, p. 115. 22 Uno de los primeros sociólogos en señalar la importancia de la visión y de la mirada en el nacimiento de la ciudad moderna fue GOFFMAN, Ervin: Relations in the city. Microstudies of the public order, Basic Books, New York, 1971, relaciona la actividad del peatón de la ciudad con la visualidad, tal como señala el antropólogo Tim Ingold. Ver: INGOLD, Tim: Being alive, essays on movement, knowledge and descriptions, Routledge, Londres, 2001, p. 47. También adquirió notoriedad por estudiar

Sophie Calle y el rastro de los otros

118

como flanerie, que se constituye gracias a la práctica situada en sitios específicos en

su surgimiento, como hemos visto, los pasajes parisinos, y además se configura como

elemento diferencial del simple paseo, porque es una práctica espacial propia del espacio

público y privado de la ciudad, que necesita de la multitud para crear los espacios de

visibilidad y de vigilancia: observar sin ser visto, pero también exponerse a los peligros

y los riesgos que conlleva apropiarse del espacio urbano.

Sophie Calle (París, 1953) es una de las artistas que mediante su práctica artística

se apropia de los espacios de la ciudad, que además han sido tradicionalmente asociados

con la figura masculina. No en vano, la teorización del flâneur ha dado por sentado que

se trata de los artistas varones, y no de las mujeres, por lo que el hecho de que Calle se

apropie del privilegio masculino para practicar la flanerie, la sitúa en una posición de

control y cuestiona este mandato. La crítica del feminismo problematiza como cuestión

fundamental el espacio público, ya que las identidades se forman y se negocian en él.

Rosalyn Deutsche, analiza la asociación entre el espacio público con lo masculino y

lo racional, mientras que la esfera íntima se asocia con lo femenino, y partiendo de la

premisa de que los espacios no son neutrales, argumenta que “el rol productivo puede

ser performado por la disrupción más que por la consolidación, en la construcción de

la identidad, una construcción en la que cual los grupos se encuentran con su propia

incertidumbre”23.

Las obras de la artista francesa, que en ocasiones se define como artista conceptual

por la crítica de arte, oscilan entre lo performativo, lo ritual y lo autobiográfico. Es en

ese género híbrido, a caballo entre la fotografía y el texto, donde Calle experimenta con

sus obras siempre con un formato entre disciplinas (no es fotógrafa, no es escritora, no

es performance, pero casi todas las obras contienen un poco de cada elemento), en ellas,

persigue a desconocidos para anotar su seguimiento como si una detective se tratara

(Suite Vénitienne); se convierte en personaje de un libro de un autor aclamado (Leviatán

de Paul Auster que dará lugar a Double Game y Gotham Project y un intento por parte

el comportamiento de las personas en los en los entornos urbanos, en definitiva, para Goffman, la actividad del paseante de la ciudad se imbrica con las relaciones sociales de la misma, privilegiando el sentido de la visión sobre los otros.Veáse: La presentación de la persona en la vida cotidiana, Amorrortu, Madrid, 1993.23 DEUTSCHE, Rosalynd: Evictions. Art and Spatial politics, MIT Press, Massachusetts, 1998.

Sophie Calle y el rastro de los otros

119

de Enrique Vila-Matas en Exploradores en el abismo); en The Address book llama a

todos los contactos de una agenda encontrada en la calle, en The Shadow, un detective

la persigue a ella contratado por su madre; y después de veinte años, lo volverá hacer, en

Twenty Years later. En definitiva, un conjunto de obras donde expone la intimidad como

un elemento artístico pero sin el morbo de otros artistas autobiográficos, pues se decanta

por otros componentes como lo azaroso y el juego para proponer la práctica artística

desde el punto de vista lúdico. Será objeto de este capítulo las obras de la artista donde la

ciudad se convierte en un laberinto en el que la experiencia de perseguir, ser perseguida

y retratar la experiencia de los otros se convierte en una apropiación del espacio urbano y

también de la ruptura con el mandato de género donde se legitima a la figura masculina,

el flâneur en este caso, como dueño, que posee su individualidad y dispone de libertad

de circulación en una ciudad que expulsa a las mujeres. No en vano, en el último año

han aparecido ciertos libros que recuperan la figura de la mujer flâneur, como parte de

la conquista del espacio urbano y de las ciudades en el nuevo siglo. Lauren Elkin es una

de estas escritoras que postula cómo en la ciudad, siendo aún un espacio hostil para el

género, quedan resquicios por donde practicar la flânerie femenina24. En en este capítulo,

con el objetivo de ahondar en las obras donde se observa esta sensibilidad de la que

Elkin escribe, se analizará la primera producción artística de Sophie Calle (en especial

Suite Vénitienne, The Shadow, y The Hotel). En ellas se reflejan varias intuiciones con

las que la artista empezará a trabajar, y que irá desarrollando a lo largo de su actual

carrera. Sin embargo, es esta primera producción donde la ciudad y la voluntad por

recorrerla constituye una suerte de flânerie posmoderna. Es una estrategia para subvertir

los estereotipos y clichés que se asocian a ciertos lugares comunes; mediante el desvío y

la observación de la vida cotidiana desde el juego y el ritual. El trabajo de Calle explora

una serie de líneas divisorias, entre público y privado, desinterés y preocupación, vida

y arte, y es que “cada proyecto es una puesta en escena, con Calle exponiéndose a las

miradas y reflexiones de los demás mientras los observa y escucha”25.

24 ELKIN, Lauren: Flâneuse. Women walk the city in París, New York, Tokyo, Venice and London, Penguin Random House, Londres, 2016 (traducida al castellano: Flâneuse. Una paseante por París, Nueva York, Tokyo, Venecia y Londres, Malpaso, Barcelona, 2017).25 SAINT, Nigel: “Space and absence in Sophie Calle- Suite Vénitienne and Disparitions”, en L’Esprit Créateur, Volume 51, Number 1, Spring 2011, pp. 125-138.

Sophie Calle y el rastro de los otros

120

Aunque la importancia de la figura del flâneur se ha mencionado con anteriordad,

se hace necesario un análisis transversal que integre varias visiones, en especial las

aportadas desde el campo de la teoría social, pero también la visión de genero que ha

propiciado un debate sobre la existencia de una mujer flâneuse capaz de recorrer las

calles y el espacio urbano con la misma agencia que los hombres hicieron en pleno

desarrollo del siglo XIX. Este análisis que se extiende con mayor atención el apartado

siguiente, tiene el objetivo de ahondar en la producción temprana de la artista, donde se

asemeja a la figura del flâneur, se direccionará a continuación esta figura en el contexto

de su nacimiento y desarrollo para establecer una comparación con la obra de la artista

francesa.

2.2. La ciudad observada: El flâneur (flâneuse) y el detective

The flâneur est partout et il n’est nulle partJules Janin

Nous n’ admettons pas meme l’existence du flâneur autre part qu’a ParísAuguste de Lacroix

El flâneur ha sido objeto de estudio por parte de los investigadores sociales y culturales

de la modernidad y la posmodernidad. Por su carácter complejo y difícil de clasificar ha

creado diferentes relatos interdisciplinares como la sociología o la teoría del arte, que

serán analizados en este capítulo. El flâneur es una figura urbana fundamental si se tiene

el propósito de estudiar el desplazamiento urbano y la práctica espacial en el París del

siglo XIX, puesto que es la primera figura genuinamente nacida como producto de la

metrópolis premoderna, que, frente a la incipiente multitud que surge con el desarrollo

de las grandes capitales, es consciente de estar en “posesión de su individualidad”26.

26 Victor Fournel fue uno de los primeros en reparar en la individualidad del flâneur, como se verá más adelante. Ce qu’on voit dans les rues de París, Hachette Bnf, París, 2012.

Sophie Calle y el rastro de los otros

121

Como algunos autores señalan27, en el siglo XVIII ya existían en París algunos

antecedentes claros del flâneur, que bien por la literatura que producían, caso de Louis

Sébastien Mercier autor de los famosos Tableu de París, o bien tanto por su producción

literaria y práctica, caso del polémico escritor Nicolás Restif de la Bretonne, supusieron

una conformación del promeneur como prototipo urbano, significando también un

avance en la construcción orgánica de la figura del flâneur, diferenciada de la del

paseante del París de dos siglos anteriores. Sugiere esta idea el historiador Laurent

Turcot, quien ha profundizado en varios ensayos sobre la figura del paseante parisino en

27 BURTON, Richard D. E.: en su pequeño texto sobre el flâneur realiza un análisis desde la semiología del dia a dia en la primera parte del siglo XIX de esta figura. Burton sugiere que Sébastien Mercier y Restif de la Bretronne son antecedentes del flâneur. Veáse The flâneur and his city. Patterns of daily life in París 1815-1851, op. cit., p 2. También ver TURCOT, Laurent: “The rise of the promenur: walking the city in eighteenth-century París”, Historical Rersearch Journal, Londres, Julio 2014, aporta mas bibliografia apoyando esta idea: MALL, Laurance: “Histoire de rue: les Nuits Revolutionnaires de Rétif de la Brettone”, en: Modern Literature, Symposium: a Quarterly Jour, lxi, 200, p.p 83-98. Ver también PRECIADO, PAUL: “Restif de la Bretonne’s State Brothel: Sperm, Sovereignty, and Debt in the Eighteenth-Century Utopian Construction of Europe”, Documenta14, Kassel, 2014. Disponible en: http://www.documenta14.de/en/south/45_restif_de_la_bretonne_s_state_brothel_sperm_sovereignty_and_debt_in_the_eighteenth_century_utopian_construction_of_europe [consultado el 20/08/2018]

Moreau le Jeune.Nicolas Edme Restif de la Bretonne,1788-89

Sophie Calle y el rastro de los otros

122

el el Antiguo Régimen debido a que en los siglos XVII y XVIII el promeneur ya estaba

consolidado y el acto del pasear por la ciudad era más común de lo que hasta ahora se

había intuido. Para Turcot, se ha sobredimensionado al flâneur postulado por Benjamin

y se ha obviado la importancia del paseante, no sólo como antecedente directo del

propio flâneur, sino también como figura epítome del movimiento y ente protagónico

de las prácticas sociales y espaciales de este periodo, que esconden toda una poética el

desplazamiento urbano, asociado a una variedad de elementos del dia a dia de la vida

social parisina, desde la vestimenta, diferenciador de la clase social, hasta la inclusión

de innovaciones mecánicas y técnicas, como los carruajes.

Turcot se pregunta por las condiciones sociales y culturales que hicieron posible

la aparición de promeneur como tipo urbano, argumentado que el acto de caminar se

puede considerar parte del “everyday practice” y suele ser tratado desde dos tendencias

historiográficas; por un lado, la historia del urbanismo, por otro, la literatura, incluyendo

también a los cronistas, viajeros, y los que, de algún modo, se sentían atraídos por la

ciudad28.

Turcot demuestra la relevancia del promeneur como figura esencial de la vida

cotidiana parisina del antiguo régimen, pero no termina de concluir, al menos de forma

determinante, cómo el promeneur del siglo XVII y XVIII influye en la figura del flâneur,

por lo que, siendo consciente de su propia limitación, su argumentación se basaría en

demostrar que el paseo parisino no fue una invención del siglo XIX.

Fue, efectivamente, en este periodo específico cuando comienzan a circular,

representaciones de la figura del flâneur especialmente en el ámbito de las fisonomías y

caricaturas del siglo XIX, aunque en la historiografía del flâneur ha prevalecido la idea

de que fue Honoré Balzac en su libro Physiologie du mariage que escribió en el año

1826 bajo el régimen de la Restauración, la primera muestra del flâneur burgués. Sin

embargo, tal como alude Priscilla Ferguson, ya en 1806 aparece un panfleto anónimo

llamado Le flâneur au salon ou M Bon-Homme: examen joyeux des tableux, mele de

Vaudevilles, donde se detalla las vueltas que Bonhomme solía dar diariamente por París,

28 TURCOT, Laurent: “The rise of the promeneur” op cit, pp 67-99.

Sophie Calle y el rastro de los otros

123

además de ser conocido por el apodo “flâneur”29. Ferguson, sin embargo, aclara que

aunque Bonhomme se puede considerar la primera aparición oficial del flâneur en un

medio de masas, no cumplia con las características propias de esta figura; sus paseos eran

siempre idénticos, normalmente en el Arco de Triunfo impulsados por aburrimiento. Lo

que sí es demostrable es que fue un fenómeno de relativa popularidad, a juzgar por el

éxito que otros autores intentaron emular inspirados en este panfleto. Sería el caso de

las guías de viaje de la colección Hemit, editadas por Jouy. Más tarde, en el periodo

comprendido entre la Restauración y la Monarquía de Julio, se sucedieron diversas

publicaciones de esta índole, donde o bien el flâneur era el protagonista o se aludía de

forma directa a esta figura, dedicándole textos y escritos.

29 FERGUSON, Priscilla: París as revolution, op. cit., p 81.

Honoré DaumierPhysiologie du Flâneur1841

Martial Caillebotte. Gustave Caillebotte y su perro

1892

Sophie Calle y el rastro de los otros

124

Del primer caso destacaría la Physiologie du flâneur editada en 1841 por Louis

Huart e ilustrado por Daumier30. En esta publicación, ya se puede observar ciertos rasgos

característicos del flâneur, tal como sugiere Ferguson31: Daumier en la ilustración de la

portada, ha destacado las piernas, como buen promeneur, y observa a dos mujeres en

la distancia en lo que podría ser una premonición figurativa del poema A une passante

que Baudelaire escribiría 30 años después. Además, Huart en su texto se refiere a la

escenografía habitual del flâneur, esto es los pasajes, aludiendo a la relación simbiótica

entre el flâneur y esta construcción espacial; el flâneur no sería el mismo sin los pasajes,

y los pasajes no hubieran existido sin el flâneur.

El segundo caso, Ferguson y Durham destacan parejas guías parisinas donde

ambas dedican un capítulo a discutir sobre el flâneur; París, ou le livre des cent-et-un

(1831) y le Francais peints par eux-memes (1842). Ferguson demuestra la popularidad

que alcanzó el flâneur en este periodo, pese a que en un primer momento, no alcanzó

la misma fortuna. Si Turcot argumentaba que el promeneur parisino se había insertado

en la sociedad de manera natural, la aparición del flâneur, en cambio, no fue tan bien

recibida, por ejemplo en las crónicas del primer tercio del siglo XIX32 se muestra

al flâneur como un “far niente urbano” que dispone del tiempo para perderlo y que

observa la ciudad y sus cambios por su ociosidad ya que no tiene obligaciones sociales

ni laborales que atender. Otro caso sería el del Diccionario popular datado del año 1808,

donde la definición de flâneur estaría asociado a la holgazanería33.

En esta lógica, su actividad queda reducida a mero espectador, pasivo sin

actividad conocida, una figura que recordaría a la del badaoud, tal como lo describe

30 HUART, Louis: Fisiología del flâneur, Gallo Nero, Madrid, 2018.31 FERGUSON, Priscilla: París as revolution, op. cit., p. 85.32 Ibídem, p. 80.33 Ibídem, p. 8. Según este diccionario popular, el término “flaner” equivale a “róder sans motif de coté et d’ autre; fainéantiser; mener une vie errante et vagabond También para el término flâneur: un gran flâneur: pour dire un gran paresseux; fainéant, homme d’ une oisivité insupportable, qui ne sait ou promener son importunité et son ennui. El diccionario fue editado por D’ Hautel y se denominó Dictionnaire du bas-langage ou des manieres de parler usitées parmi le peuple. Priscilla Ferguson, que en el capítulo “The city and its discontents”, analiza la figura del flâneur y su procedencia etimológica, comenta que el término flâneur no fue aceptado en el Dictionnaire de l’Académie Francaise hasta su séptima edición, en 1878. Ferguson también aclara que la procedencia etimológica del flâneur se remonta al idioma antiguo escandinavo, flanna (courir étourdiment ca et la).

Sophie Calle y el rastro de los otros

125

Auguste Lacroix: “el badaud no piensa; no percibe los objetos del exterior. No

tiene comunicación entre su cerebro y sus sentidos. Para él, las cosas solo existen

superficialmente; el corazón humano es un monolito y por lo tanto los jeroglíficos no le

interesan para nada”34.

Por tanto existe una clara distinción entre el el mirón y el observador, sobre

todo en lo concerniente a la producción y acción de ambas figuras. Una distinción que

también matiza Victor Fournel, uno de los primeros autores en apresurarse a escribir

sobre el flâneur cuando esta figura se estaba consolidando como parte esencial del

ecosistema urbano de la ciudad. Asi, Fournel ya apreciaba en 1858, fecha en la que

redactó Ce qu’on voit dans les rues de París: “el flâneur está siempre en posesión de su

individualidad. Aquella del badaud es, por el contrario, absorbida por el mundo exterior.

El badaud deviene un ser impersonal; no es un hombre: es público, es la masa”35. Es

este uno de los elementos importantes a la hora de analizar la literatura del flâneur y

poder diferenciar la variedad de significados y lecturas que se pueden estudiar de esta

figura, puesto que suele ser frecuente la reducción del flâneur bien a un espectro pasivo,

(badaoud) que se funde con la masa parisina –el homme del foules que también es

frecuentemente asociado con Charles Baudelaire36–, o bien a simple burgués venido a

menos que, tras la destrucción de París como epicentro del ancien régime y el ascenso

de las clases sociales, ha perdido su lugar en la escenografía urbana y vaga sin rumbo

tratando de reencontrarse con lo que un dia se identificó su grandeza; los pasajes, el

delicioso far niente, el hombre tortuga.

En consecuencia, el argumento tradicional que ha identificado al flâneur como

un espectador pasivo, o un decrépito burgués se convierte en una lectura superficial

obviando algunos de los matices que lo han definido hasta hoy como una de las figuras

esenciales para entender el cambio hacia la modernidad y el desarrollo de la ciudad y el

espacio público, puesto que de él se derivarán las versiones flâneurísticas del siglo XX

34 Auguste LACROIX: (El flâneur, 1841) citado en D. E. BURTON: The flâneur and his city, op. cit., p. 1.

35 FOURNEL, Victor: (Ce qu’on voit dans les rues de París,1858 ) citado en BURTON, Richard D.E.: The flâneur and his city, op. cit., p. 2.36 BURTON, Richard D.E.: The flâneur and his city, op. cit., p. 2.

Sophie Calle y el rastro de los otros

126

e incluso XXI. A fin de cuentas, la flanerie, que se define como la actividad que ejerce

el flâneur, ya sea social, artística o escópica, es en palabras de Ferguson una “estrategia

de representación que vuelve al artista único, únicamente moderno y otorga de sentido

a la ciudad y dramatiza la presión del conflicto que acorrala el individuo en la sociedad

posrevolucionaria”37.

Es también “una práctica urbana que ya no solo pertenece a la élite, abierta

a cualquiera en la ciudad”38, añadiendo a la flânerie un aspecto nuevo que posibilita

e inicia un proceso de democratización del desplazamiento como práctica social y

artística, intrínseca a la identidad de las ciudades, además de otorgar al espacio público

un valor hasta ahora inédito. Como ya se ha comentado, el espacio público adquiere en

el transcurso del siglo XIX en París mayor protagonismo, por ello, la figura del flâneur

no habría surgido sin la importancia que adquiere el desarrollo de la arquitectura y el

urbanismo, así argumenta el geógrafo Robert Shields, en su argumentación, sostiene

que el flâneur “está fuera para ver y ser visto”, y por ello, requiere una multitud que sea

capaz de observar a los otros, sugiriendo que la flânerie es una práctica de la multitud

porque la multitud es su audiencia, en una estrategia que como diría Benjamin sobre

Baudelaire trataría de “amar la soledad, pero quererla en multitud”39. Es precisamente el

acto del observar y ser observado, un hecho que no pasaba desapercibido en la primera

mitad del siglo XIX.

Una dicotomía que permanece también en otra escala, la que diferencia al flâneur

de un no flâneur. Ferguson distingue entre el “flâneur artista” representado a su juicio

por el escritor Honoré de Balzac y el flâneur sin motivo, mero paseante. Para la teórica

norteamericana, existe un antes y después en cuanto al desarrollo del flâneur teniendo

como punto de inflexión la Revolución del 1848. De esta manera, antes de esa fecha, se

habría revaluado esta figura, alcanzando un percepción positiva, y añadiendo el valor

del estatus social y la intelectualidad. El cambio más radical se produce entonces por

la actividad literaria y artística, ejemplificado en Honoré de Balzac, que sería el caso

más claro del diálogo entre la actividad espacial y la actividad literaria, una suerte de

37 FERGUSON, Priscilla: París as revolution,op. cit., p. 85.38 Ibídem, p. 112.39 BENJAMIN, Walter: Iluminaciones II, op. cit., p. 65.

Sophie Calle y el rastro de los otros

127

desplazamiento textual desde las calles al papel.

Pero, ¿qué elementos diferenciaría al flâneur-artista del flâneur ordinario? Para

Ferguson se trataría de una actitud frente la ciudad, el ejercicio de la observación vendría

acompañado de un análisis, por lo tanto, diferenciándolo del que mira sin pretensión

sólo por el placer escópico, como se ha apuntado con anterioridad. El movimiento sería

su axioma, su motivación que se convierte en un “modo de comprensión” de la urbe. El

flâneur se enfrenta a la ciudad y la controla, se deja seducir por la emulsión de la ciudad

pero no sucumbe a ella. Sin embargo, después de 1848 y con el golpe de estado de 1851

por parte de Luis Napoleón III, la ciudad sufre una brusca transformación creando un

nuevo relato urbano. Los códigos anteriores, que antes desencriptaban la ciudad y su

modo de vivirla, han dejado de servir y se han sustituido por otros. La relación que el

flâneur mantiene con la ciudad ya no corresponde a la premisa del control, sino que se

trataría de una relación más ambigua y difícil de definir. En este sentido, Baudelaire es el

que mejor representaría las ambivalencias de este nuevo flâneur, que une la angustia por

las constantes transformaciones urbanas y sociales, con la exploración de la ciudad y del

ser gracias al movimiento, al deslizamiento por la urbe, para, finalmente, dejarse poseer

por la ciudad. El flâneur baudelairiano absorbe los cambios urbanísticos y reclama la

ciudad que ya no existe, que ha sido sustituida por otra, en un ejercicio de anulación del

pasado, una obliteración para acelerar el progreso y superponer a la fuerza, una nueva

identidad urbana.

Para Benjamin, de los ensayos más discutidos sobre París y de ésta y otras

figuras, tal y como se ha visto en el capítulo anterior, el flâneur ejemplifica el cambio

de paradigma histórico. Aunque es permanente en Benjamin situar al flâneur en la

escisión de dos mundos en colisión, algunas ideas del teórico alemán sobre esta figura

irán evolucionando según el desarrollo e influencia intelectual a lo largo de su carrera.

De esta manera, el flâneur que encontramos en uno de los primeros exposes tiende más

al romanticismo y es analizado bajo una óptica algo idealistica, diferente del flâneur

que encontramos en otros textos como El París del Segundo Imperio en Baudelaire, o

París Capital del siglo XIX (pensado para formar parte del proyecto más ambiciosos El

libro de los pasajes), donde Benjamin, ya había asimilado un mayor influencia marxista,

y su análisis del flâneur es mucho más crítico, situándolo como otro elemento más

Sophie Calle y el rastro de los otros

128

del ecosistema capitalista que floreció en el II Imperio parisino. El flâneur, en este

sentido, se sentiría atraído y participaría del fetichismo de la mercancía40, puesto que

los primeros comercios y escaparates ya habían empezado a emerger en los pasajes, y

donde, por supuesto, el flâneur se sentía a sus anchas. Además, según constata Benjamin

el progresivo abandono de los pasajes como epicentro de la flânerie y movilidad urbana,

y su sustitución por otro modelo, los amplios bulevares al aire libre, dejaron a un flâneur

inmóvil, observante de la ciudad sin poder participar del todo de ella al arrebatarle la

capacidad sensorial del andar con la mirada, con el cuerpo, en sintonía con la escenografía

urbana, y ser reemplazado por una visión más totalizadora en su ímpetu capitalista por

controlar la urbe, en su dimensión panóptica global41.

El flâneur de Benjamin, representado en Baudelaire, se transforma en un

personaje marginal, expulsado y alejado del control del nuevo burgués que pasea airoso

por las nuevas avenidas. Nuestro flâneur se asemeja entonces al dandy42, aquella figura

estrambótica, idiosincrática a la bohemia parisina, pero también a la prostituta, y como

no al trapero, aquel que recoge los harapos y los retales del detritus de las ruinas de la

ciudad para recolectarlos, coleccionarlos, usarlos y conformar una constelación urbana

hecha de fragmentos que fantasmagóricos o no, solidifican el tiempo-ahora; aquel que

mira al pasado para comprender el presente, un presente en suspensión, en transformación

de su epidermis para abrazar al fenómeno de la modernidad en su dimensión temporal

y espacial43.

40 El concepto de mercancía en la filosofía histórico-social es difícil de analizar por todas las implicaciones ideológicas que conlleva. Aquí, se expone el concepto de mercancía que Benjamin extrae de su lectura de Marx. 41 Para una mayor aproximación a la ciudad sensorial, léase SIMMEL, George: La metrópoli y la vida mental. Disponible en la Revista Bifurcaciones. http://www.bifurcaciones.cl/004/bifurcaciones_004_reserva.pdf [consultado el 01/06/2018]. Además, aunque la relación intelectual entre Benjamin y Simmel no fue muy fructífera, sí se pueden encontrar visos simmelianos en el pensamiento de Benjamin.42 Sobre la figura del dandy ver: GARCÍA, Leticia; PRIMO, Carlos (ed.): Prodigiosos mirmidones. Antología y apología del dandismo, Capitán Swing, , Madrid, 2013.43 Para una visión alternativa a la expuesta por Benjamin sobre la figura del flâneur, y analizada desde el punto de vista analítico, véase el texto: JENKS, Chris: “Watching your step. The history and practice of the flâneur”, en JENKS, Chris: Visual Culture, Routledge, Londres, l995, pp. 142-l60, argumentado que Baudelaire no puede quedar reducido a ser un mero representante del flâneur, sino que proviene de la corriente del realismo social, contraria a lo que él denomina “posición idealista filosófica”, y por tanto la comparación que Benjamin establece entre Baudelaire y la Modernidad no es del todo correcta. Para Jenks el flâneur es una figura versátil y compleja, del dia a dia, un dispositivo narrativo, “es

Sophie Calle y el rastro de los otros

129

En conclusión, se ha expuesto en este apartado los diferentes análisis de la figura

del flâneur como fenómeno social, histórico y artístico. Desde sus posibles antecedentes

como figura de la movilidad urbana bien como promeneur, bien como chiffonier (en

su acepción benjaminiana), hasta la literatura de las fisonomías y folleteines, donde

el flâneur se ha representado en varias modalidades; el mirón, el vago, el maleante, el

artista. En cualquier caso, Ferguson insiste en articular un análisis de la flânerie como

producción y actividad propia de la ciudad que “constituía un verdadero laboratorio de

cambio social” y es en ese “laboratorio” donde se ensaya la modernidad el flâneur: “es

uno de los tipos urbanos que mejor muestran las contradicciones de la ciudad moderna,

que oscila entre la tensión del pasado y el peso de la tradición y la nueva movilidad del

presente.(...) Es un emblema de la ciudad cambiante, un producto de la urbanización y la

revolución”44. Es por tanto, la figura que mejor representa las transformaciones sociales

y urbanísticas.

Puede de esta manera argumentarse que el flâneur se situaría en el limbo

inconcluso de esos dos mundos contrapuestos, sería consciente de la fantasmagoría,

de las convulsiones intelectuales producidas por el cambio de paradigma. Aunque

para otros teóricos, el flâneur no es más que una figura conformista que ha perdido su

lugar y privilegios en la ciudad, como argumenta Terry Eagleton “el flâneur, que en sus

peregrinaciones finales de hombre acomodado venido a menos, durante las que absorbe

una sustancia tan frugal de la ciudad, como el recolector de harapos de Baudelaire,

viste su penuria con el garbo de `una autosuficiencia impenetrable”45, situándolo en la

una imagen del movimiento por el espacio social de la modernidad. Un argumento que también sostiene John Rignall para quien el realismo latente en la obra de Baudelaire no debe ser solo definida “en términos socio históricos” sino también añadir la perspectiva de la teoría del arte, porque el “concepto del flâneur de Benjamin deviene un instrumento de destrucción del realismo” puesto que sería esta la corriente donde Baudelaire debería de incluirse, junto con otros escritores como Dickens y Balzac. Además, para Rignall, el aspecto de la visión es el elemento determinante del flâneur, puesto que supone una manera de percibir la ciudad, a modo de paisaje urbano, en correspondencia con el realismo de dichos escritores que caracterizó al siglo XIX, ver en RIGNALL, John: “Benjamin’s flâneur and the problem of realism” en BENJAMIN, Andrew (ed.): The Problems of Modernity, Adorno and Benjamin, Warwick University Press, Coventry, 1989, pp 112-21.44 FERGUSON, Priscilla: París as revolution, op. cit., p. 112.45 EAGLETON, Terry: Walter Benjamin. Hacia una crítica revolucionaria, Cátedra, Madrid, 2002, p. 57.

Sophie Calle y el rastro de los otros

130

decadencia de clases y comparándolo con el fenómeno de la mercancía por su carácter

metonímico, dialéctico y de huella46.

2.2.1. El detective

Una de las comparaciones más interesantes que se ha estudiado con respecto a la

figura del flâneur es la detective, puesto que también surge con el advenimiento de la

modernidad y con las implementaciones tecnológicas. Benjamin, fue uno de los autores

que identificaron a un mismo nivel el binomio flâneur / detective.

El detective, coincide en muchas de sus aptitudes con el flâneur: una sentido de

la visión hegemónico, puesto que es la mirada la acción que produce la vigilancia, el

sobre seguimiento, la atención requerida para que ningún detalle pase desapercibido, el

escondrijo y ocultamiento. Una mirada pues productora y connotativa de signos. De esta

manera, queda despejada cualquier duda sobre la pasividad o la ociosidad del flâneur.

David Frisby así lo expone: “el flâneur como observador no puede ser reducido al

espectador pasivo, al mero ocioso o al mirón. Lejos de ello, la actividad de la observación

vigilante en la metrópoli moderna es un método multifacético para aprehender y leer los

complejos e innumerables significantes del laberinto de la modernidad”47.

La asociación entre la figura del flâneur y la del detective en Benjamin “se basa

más en su lectura de la literatura de la flânerie y en las representaciones literarias del

detective que en su conocimiento directo de las prácticas de detección”48. Ya en entre

1922 y 1925, Kracauer, amigo de Benjamin y miembro de la escuela de Francfort,

escribió un texto precursor llamado: La novela policial, un tratado filosófico, que no se

publicó hasta 1971, y que ha sido traducido al español49. Es éste un ambicioso trabajo

en el que Kracauer se despoja de los estereotipos propios de la novela clásica policial

46 Interesante reflexión de Eagleton sobre la huella (unmensch), quien argumenta: ”la huella es también lo que denota la historicidad de un objeto, las cicatrices que ha acumulado a mano de sus usuarios, la impronta visible de sus variadas funciones” op. cit., p. 61.47 FRISBY, David: Pasajes urbanos de la modernidad, op. cit., p 52.48 Ibídem, p. 75.49 KRACAUER, Siegfried: La novela policial: un tratado filosófico, Paidós, Barcelona, 2010.

Sophie Calle y el rastro de los otros

131

y otorga un nuevo enfoque aplicando el método filosófico. De esta manera, se ofrece

un resultado original además de elevarla a un rango superior de estudios puesto que

había estado considerada como género inferior durante mucho tiempo. Kracauer divide

el texto en diversas secciones que responden a una tipificación de actores y escenas en

la novela policiaca. Nos encontramos con paradójicas y extrañas combinaciones como

son: las esferas, la psicología, el vestíbulo del hotel, el detective, la policía, el criminal,

la conversión, el juicio y el final. “Es una morfología filosófica (fenomenológico-

existencial) de la novela policiaca”50. Aunque una investigación más profunda de

la novela negra y el detective supondría un desarrollo mucho mayor, si estamos en

condiciones de ofrecer una panorámica general de la génesis del detective, no ya como

figura relacionada al flâneur como hiciera Benjamin, sino como figura de entidad propia.

Fue Franz Hessel el encargado de atribuir la función del sospechoso al flâneur,

el que intenta pasar desapercibido, inmiscuirse entre la multitud, leer los signos de la

urbe, ocultarse como el detective51. Es establecer por tanto la ciudad como misterio, la

ciudad que surge con el advenimiento de la modernidad, que instauraría un nuevo tipo

de régimen lumínico; son los primeros años de la implantación del alumbrado eléctrico

con la consecuente motivación de la aparición de la vida y vigilancia nocturna52. Los

cambios urbanísticos y sociológicos que fueron aconteciendo a lo largo del siglo XIX

dieron lugar a la aparición de ciertas inseguridades, potenciadas por la inminente

vorágine de la ciudad53 (recordemos que los bulevares de Haussmann abrieron el tráfico

de los coches de caballos) entre otros motivos.

Según apunta Dana Brand: “la figura del detective reconforta a los habitantes de

una ciudad sugiriéndoles que la ciudad puede ser leída y dominada, a pesar de todas las

50 FRISBY, David: Fragmentos de la modernidad. Teorías de la modernidad social en las obras de Simmel, Benjamin y Kracauer, Visor, Madrid, 1993, p. 238.

51 HESSEL, Franz: Paseos por Berlín, Errata Naturae, Madrid, 2015.52 Véase el libro de: HERNÁNDEZ-NAVARRO, Miguel Ángel: El archivo escotómico de la Modernidad: pequeños pasos para una cartografía de la visualidad, Ayuntamiento de Alcobendas, Patronato sociocultural, Madrid, 2007, para indagar sobre el cambio de régimen escópico, entre otros temas.53 Para profundizar en los cambios sociológicos acontecidos en París durante el siglo XIX véase: BENÉVOLO, Leonardo: El arte y la ciudad contemporánea, Gustavo Gili, Barcelona, 1981.

Sophie Calle y el rastro de los otros

132

apariencias que indican lo contrario”54. Por tanto hay una voluntad de domesticación de

la población, hablando en términos foucaultianos55. El control y dominio de la sociedad

empezó a ser una constante, y surgieron los primeros cuerpos policiales. Sin embargo,

como señala Frisby, la policía, surge de las necesidades de socialización, en contraste

con el detective, que sirve a un amo oculto cuyo nombre se mantiene en la obscuridad56.

Por otra parte, la aparición de la novela negra, según Foucault, es pareja a la

desaparición de las ejecuciones públicas57. Este género tiene su máximo representante

en la figura del detective, que investiga al margen de la ley, en la clandestinidad y

obscuridad que le ofrece la nueva urbe. Allan Poe fue uno de los primeros en inaugurar

la ficción detectivesca, en El hombre entre la multitud. Dana Brand sugiere que la

ciudad se convierte legible cuando el narrador deja a un lado el periódico y comienza a

leer la multitud urbana58. En este sentido, la misma autora señala una evolución desde

el flâneur que sale a la calle en busca de un individuo del que sospecha y que alarga su

persecución durante 24 horas a pesar de las inclemencias del tiempo, hacia la figura del

detective que tendrá un desarrollo mayor en obras posteriores como en Los crímenes de

la calle Morgue o El misterio de María Roget entre otros protagonizados por Auguste

Dupin, uno más antiguos de los detectives en la literatura de ficción y que influye a

Conan Doyle para su famoso personaje Sherlock Holmes. Brand establece una serie de

paralelismos entre la figura del flâneur, representada por el cuento El hombre entre la

multitud y la del detective personificada en Dupin, ambos encuentran en la oscuridad el

refugio para la concentración, así como la preferencia de la noche para salir a la calle y

54 BRAND, Dana: escribe sobre la relación entre las figuras del flâneur y el detective en el capítulo: “from the flâneur to the detective: interpreting the city of Poe”p 220- 238, en BENNET, Tony (ed): Popular fiction: technology, ideology, production, reading, Routledge, Londres, 1990, pero también en The Spectator and the city in the nineteenth century American literatura, Cambridge University Press, Nueva York, 1991, donde sugiere que la figura del flâneur también surgió en EEUU, incluso antes que en París, gracias a figuras como Allan Poe.55 La docilidad y domesticación de la población realizada por el control que ejerce todo el complejo aparato institucional es analizada en: FOUCAULT, Michel: Vigilar y Castigar, Tecnos, Madrid, 2008, entre otros libros.56 FRISBY, David: Fragmentos de la Modernidad, op. cit., p. 238.57 FOUCAULT, Michel: Vigilar y castigar, op. cit., p. 123.58 BRAND, Dana: From the flâneur to the detective, op. cit., p. 222.

Sophie Calle y el rastro de los otros

133

pasear en soledad. La observación urbana es por tanto el epicentro para ambas figuras59.

Si en la novela negra hemos visto emerger la figura del detective a luz de los

nuevos avances de la modernidad, la propia realidad del detective de pie a de calle

también se debe mencionar. Una de las primeras agencias de detectives privados, era

la Agencia Nacional de Detectives Pinkerton, fundada por Allan Pinkerton en 1850, su

famoso logotipo We never sleep (Nunca dormimos) “no se refiere sólo a la respuesta que

debe dar el detective a las a las actividades nocturnas: también predica una transformación

nocturna de la metrópoli. La aserción de que los modestos duermen implica que el

universo moral se transforma de noche. Tal como ha argumentado Joachim Schlör, el

discurso sobre la ciudad nocturna se modificó en la década de 1840 con el desarrollo

de la modernidad metropolitana. (...) En consecuencia el lema nunca dormimos implica

una nueva atención a la cambiante fisonomía nocturna de la ciudad”60.

En efecto, las actividades sospechosas en la vida nocturna estaban convulsionando

a la población “decente” que empezaba a sentirse insegura ante lo desconocido. El

detective, se resguardada en el anonimato, que, aun actuando en libertad y contratado

por la vía privada, representaba la tranquilidad y seguridad que la población necesitaba:

alguien tenía que controlar y perseguir el crimen. Allan Poe describe la sensación de

59 Ibídem, p. 230.60 FRISBY, David: Paisajes urbanos de la Modernidad, op. cit., p. 60.

Tarjeta de visita de PinckertonLibrary Congress

Sophie Calle y el rastro de los otros

134

incertidumbre producida por la llegada de la oscuridad nocturna:

A medida que se hacía de noche, el gentío aumentaba. A la hora en que ya todos los faroles estaban encendido, dos densas y continuas mareas de transeúntes pasaban a toda prisa junto a la puerta. Dado que nunca me había encontrado en una situación como aquella en ese momento particular del anochecer, el tumultoso mar de cabezas humanas me llenó de una emoción deliciosamente nueva61.

El flâneur por tanto, como el detective, lejos de su inactividad, es productor

de significantes en mucho sentidos; lector de los rostros en la multitud, observador

de actividades cotidianas, detector de malhechores, paseante en la ciudad, escritor de

textos, etnólogo urbano, antropólogo de las calles, buscador de huellas, de antiguos

archivos y viejos libros en bibliotecas62. Walter Benjamin, el erudito teórico fascinado

por la fantasmagoría de París en el umbral del mundo moderno, es también un flâneur y

por tanto productor de flânerie. “El flâneur puede entregarse a su flâneurie intelectual en

un archivo o una biblioteca, es decir en un intérieur, quizás incluso como Adorno retrató

a Kierkegaard: ‘así resulta que el flâneur, que pasea por su propio placer, sólo paseaba

por su habitación; la realidad se le presentaba como un reflejo de su propio ambiente

interior’”63.

Benjamin, en cierto tono pesimista, asevera la muerte del flâneur, con la nueva

urbanización de Haussmann y sus correspondientes grandes bulevares entre otros

motivos64. Sin embargo, las investigaciones sobre el flâneur se han seguido realizando,

como es el caso de Susan Buck-Morss que relaciona la figura del flâneur con el hombre

sándwich, hombre anuncio que ya ni siquiera representa o vende una mercancía sino

el propio estado65, y ahora se podría relacionar con el fenómeno de los instagramers,

61 POE, Edgar Allan: Un hombre entre la multitud, op. cit., p. 139.62 Ver el capítulo anterior Desplazarse en la modernidad urbana: París en el s.XIX, para un mayor contexto histórico en el que la figura del flâneur se desarrolla.63 Para David Frisby, el propio Benjamin es un flâneur en: Fragmentos de la modernidad, op. cit., p. 62.64 Ibídem, Benjamin piensa que la figura del flâneur muere con el auge del capitalismo y la desaparición de los pasajes.65 BUCK-MORSS, Susan: “The flâneur, the sandwichman and the whore: the polits of loitering” New German Critique, No. 39, Second Special Issue on Walter Benjamin, Autumn,1986, pp. 99-140.

Sophie Calle y el rastro de los otros

135

que, como el hombre sandwich, se capitaliza a sí mismo para producir mercancías y

beneficio, solo que, en vez de pasearse por las calles, como hicieran los flâneurs, surfean

el mundo virtual al que están sometidos, en un ejercicio de entrega de la privacidad e

intimidad, a favor de los likes66.

2.2.2. El género de las calles

Hasta este momento, se ha comentado la importancia del flâneur en el París del siglo

XIX, y de manera implícita, ha sido siempre refiriéndose a un hombre-flâneur, pero

¿qué hay de las mujeres? ¿Pudo haber una mujer flâneuse? Esta misma cuestión se ha

planteado varias teóricas que han tratado de responder a esta premisa67.

La flânerie femenina, si es que puede argumentarse que existe una específica,

tuvo que esperar hasta que empezó a darse con el fenómeno de los nuevos almacenes,

asociado a ir de compras68. Como ha estudiado Janet Wolf69, la vida cotidiana de las

mujeres en la segunda mitad del siglo XIX se limitaba al confinamiento de la esfera

66 Sobre esta ideas, ver entrevista al filósofo surcoreano Byung-Chul Han: “Ahora uno se explota a sí mismo y cree que está realizándose” Disponible en: https://elpais.com/cultura/2018/02/07/actualidad/1517989873_086219.html [consultado el 26/05/2018]. Para saber más ver su libro La sociedad del cansacio, Herder, Barcelona, 2017.67 Son varias las autores que han reflexionado sobre la posibilidad de una mujer flâneur en el contexto del siglo XIX y XX. Veáse: POLLOCK, Griselda: Vision and difference: femininity, feminism and the Histories of Art, Routledge, Londres, 1988; PARSONS, Deborah: Streetwalking the metropolis. Women, the city and Modernity,Oxford University Press, Oxford, 2000; MARCUS, Sharon: Apartment Stories. City and Home in Nineteenth-Century, University of California Press, Berkeley and Los Angeles, 1999; NORD, Deborah: Walking the victorian streets: women, representation, and the city, Cornell University Press, Ithaca, 1995; MCDOUGH,Tom; D`SOUZA, Aruna (ed): The invisible flâneuse? gender, public space, and visual culture in nineteenth century, Manchester University, Manchester, 2006; WOLFF, Janet: “The invisible flâneuse; Women and the literature of modernity” Theory Culture and Society, special issue, “The Fate of Modernity” vol 2, nº 3, 1985; BALDUCCI, Temma; JENSEM, Heather Belanp (ed.): Women, Femininity and Public Space in European Visual Culture, 1789- 1914, Routledge, Londres, 2016. También es referencia BRUNO, Giuliana: Streetwalking on a ruined map: cultural theory and the city films of Elvira Nontari, University of Princeton Press, Princeton, 1993. 68 El fenómeno de la aparición de los grandes almacenes se puede profundizar en: BOWLBY, Rachel: “Just Looking: Consumer Culture in Dreiser”, Londres, Gissing and Zola, 1985. Ver la nota 2 y 3 de este capítulo. Sobre la cuestión de clase y genero, véase: MORENO, Nacho: Ladronas victorianas. Cleptomanía y género en el origen de los grandes almacenes, Antipersona, Madrid, 2017.69 WOLFF, Janet: “The invisible flâneuse; Women and the literature of modernity” Theory Culture and Society, special issue, “ The Fate of Modernity” vol 2, nº 3, 1985.

Sophie Calle y el rastro de los otros

136

privada, por tanto quedaba restringido al ámbito doméstico. Las incursiones de las

actividades relacionadas con la vida pública estaban dirigidas al colectivo masculino.

Esto se explica por la incipiente separación entre la esfera pública y la esfera privada.

Muchos de los trabajos asociados al contingente femenino como era la sanidad, queda

muy escasamente reducidos, y, si algunas de las mujeres poseían un trabajo, este no

solía participar de la esfera pública. Además, la posición social, que tan importante era

para la aristocracia europea, estaba marcada por las posesiones del marido y sus esposas

se dedicaban a los quehaceres domésticos, y a los encuentros sociales dentro siempre de

las propias mansiones, casas o residencias70.

70 Véase: MCDOUGH, Tom; D`SOUZA, Aruna (ed.): “The invisible flâneuse? gender, public space, and visual culture in nineteenth century”, Manchester University, Manchester, 2006. Sobretodo el capítulo dos: WOLFF, Janet: Gender and the haunting of cities (or the retirement of the flâneuse) p. 18-32.

Berthe Morisot.La Lectura1870

Sophie Calle y el rastro de los otros

137

Los primeros sociólogos urbanos acotaron el estudio de la modernidad urbana,

pasando por alto la figura de la mujer, con ciertas excepciones. No fue hasta la mitad de

la década de los 80 cuando comenzó a surgir cierta tendencia en el estudio del fenómeno

de la modernidad urbana desde el punto de vista feminista, que por otra parte, coincidía

con el auge de los estudios de género, que florecieron a partir de la década de los 70. La

investigación de la figura del flâneur, llevado a cabo por Benjamin, Kracauer y Hessel71

entre otros, no contemplaba el caso de una mujer flâneuse, puesto que no era corriente el

que una mujer acudiese a ciertos actos sociales localizados en el espacio público, como

los pasajes o los posteriores bulevares y las que lo hacían eran asociadas a la figura del

streetwalker o prostituta72.

Con este planteamiento, Janet Wolff argumenta que no puede haber una mujer

flâneuse porque siempre va estar asociada a una conducta masculina. Esta opinión

no es compartida por Elisabeth Wilson73, quien arroja un nuevo punto de vista en

la problemática del estudio de la mujer flâneuse. Según ella, se deben cambiar los

prototipos ofrecidos por la visión sesgada de los sociólogos (en su mayoría hombres)

como son los binomios contrapuestos entre angelical/ prostituta virgen/mujer fatal,

por un planteamiento que reflexione acerca de la multidimensionalidad y ambiguas

contradicciones del fenómeno moderno, que abarque desde una profundización de las

estructuras institucionales públicas –en su mayoría frecuentadas por hombres– y los

espacios de la esfera íntima relegados a las mujeres74. Argumento que también comparte

Shanon Marcus, al investigar otras figuras urbanas y literarias como el personaje de la

portera, muy popular entre las fisonomías de primera mitad del siglo XIX, que ejercía

una enorme capacidad de observación y de control en una esfera semipública, por estar

en una suerte de transición entre el entorno privado de los primeros condominios y la

71 FRISBY,David: Fragmentos de la modernidad, op. cit.72 Para un mejor análisis de la figura de la meretriz en el siglo XIX en Francia véase: CORBIN, Alain: “Commercial Sexuality in Nineteenth Century France: A System of Images and Regulations”, en: Representations, nº14, Spring 1986. Interesante es también este fenómeno en el contexto español. Véase: MUÑOZ-MURIANA, Sara: Andando se hace camino. Calle y subjetividades marginales en la España del siglo XIX, Iberoamericana Vervuet, Madrid, 2017.73 WILSON, Elizabeth: “The invisible flâneuse” en: New left review I, nº 191, January- February 1992.74 Ibídem.

Sophie Calle y el rastro de los otros

138

calle75, y Deborah Parsons, para quien habría que superar la reflexión sobre el flâneur

e investigar las mujeres artistas que vivieron y trabajaron a caballo entre el siglo XIX

y XX, para superar la superficialidad del window shopping e identificar las primeras

mujeres avant la lettre76.

En este sentido, Janet Wolff apunta que se deben investigar las prácticas del día

a día de las mujeres; prácticas cotidianas que no siempre coinciden con las crónicas de

la historia oficial77.

Existen por tanto, dos visiones opuestas sobre la posibilidad de la existencia

de una mujer flâneur, pero coinciden en el argumento que sostiene ambas posturas; i)

el espacio público en París, y las grandes urbes el siglo XIX estaba dominada por los

hombres ii) eran pocas las oportunidades laborales y sociales que la sociedad patriarcal

ofrecía las mujeres iii) las mujeres en muchos de los casos quedaban relegadas a ser

objetos consumidos por la escopofilia masculina, sea esta voyeurística o flâneurista.

Griselda Pollock, por su parte, analiza el discurso homocéntrico que T. J. Clark

escribe en El pintor de la vida moderna78, donde argumenta que “clase y género no

pueden ser separados ni ordenados según una jerarquía. Son simultaneidades históricas

que se modulan mutuamente”79. Segun esta premisa, las investigaciones que sitúan los

artistas activos en el periodo Impresionista y que él analiza, están pensados asumiendo

la perspectiva masculina, que cuenta con el privilegio y libertad de circulación y de

creación, mientras que las mujeres se conforman como objetos para ser contemplados

como mercancía, así, los espacios públicos en los que las mujeres pueden deambular se

reservan a los del entretenimiento y exhibición. Un ejemplo de esta premisa se encuentra

en Charles Baudelaire, representante de la flânerie parísina, así en el poema bien

75 MARCUS, Sharon: Apartment Stories. City and Home in Nineteenth-Century, University of California Press, Berkely, 1999.76 PARSONS, Deborah: Streetwalking the metropolis. Women, the city and Modernity, Oxford University Press, Oxford, 2000.77 WOLFF, Janet: “The invisible flâneuse; Women and the literature of modernity” op. cit., p. 38.78 En el capítulo anterior, se toma este texto como base para analizar las transformaciones urbanísticas en París y su correlato en la cultura visual, a través del Impresionismo. 79 POLLOCK, Griselda: “Modernidad y espacios de la feminidad” en Visón y diferencia. Feminismo, feminidad e historia del arte, Fiordo, Buenos Aires, 2013 p. 117.

Sophie Calle y el rastro de los otros

139

conocido A une passante, convertiría a la mujer que observa en un objeto fetiche, al que

ni siquiera le otorga de derecho a mirar o significar, porque según Pollock, “la mirada

del flâneur articula y produce una sexualidad masculina que en la economía sexual

moderna goza de la libertad de mirar, apreciar y poseer, en acto o en fantasía”. Frente al

estudio de esa “mirada masculina” que los estudiosos de la modernidad han analizado,

privilegiando artistas como Manet, Degas o Monet, Griselda Pollock analiza las obras

de dos pintoras coetáneas a ellos, Berthe Morisot y Mary Cassatt, que representan en sus

cuadros los espacios reservados a las mujeres, es decir, el espacio doméstico, pero con

la diferencia en que ambas artistas dignifican el cuerpo femenino, otorgándole dignidad,

significado y capacidad ontológica.

Recientemente, y tras la publicación del ensayo de Lauren Elkin80, ha surgido

una nueva aproximación a la figura de la mujer flâneuse. Para Elkin, si bien los estudios

llevados a cabo por Wolff, Parsons y Pollock son necesarios en cuanto al análisis de la

80 Ver la nota 24 en este capítulo.

Mary Cassatt.El té,1880

Sophie Calle y el rastro de los otros

140

perspectiva de género en el estudio de la modernidad urbana y sus figuras, se posiciona

a favor de la existencia de una mujer flâneur. Ella misma se autodefine así, por su

conquista personal de los espacios de las ciudades que ha ido caminando, entre ellas y

como epicentro de su relato, París, ciudad en la que estudió su posgrado en literatura y

donde se convirtió sin saberlo al principio en flâneuse. En el Estado Español, la urbanista

y arquitecta Axtu Amman recoge en una entrevista su opinión al respecto: “No podemos

ser flâneur porque no nos han permitido disfrutar del espacio público. Nos han dejado

ser flâneur en el espacio doméstico, que lo tenemos como los chorros del oro, porque

es nuestro espacio público cuando viene alguien de visita”81. Y es como recuerda Elkin:

“la calle no es un espacio neutral. Las plazas y los bulevares se levantan siempre sobre

una ideología, de Teherán a Nueva York, de Melbourne a Bombay, una mujer todavía no

puede caminar por la calle de la misma forma que lo hace un hombre”82.

81 ABAD, Mar: “Flâneuse: las mujeres aún tienen que conquistan las ciudades”, en Yorokobu, articulo por el que le han concedido el VII Premio Internacional de Periodismo “Colombine”, https://www.yorokobu.es/flâneuse/ [consultado el 01/06/2018]82 ELKIN, Lauren: Flâneuse, op. cit., p. 23.

Alcide Lorentz.Retrato de George Sand1842

Sophie Calle y el rastro de los otros

141

De la misma manera, Elkin visualiza ciertas mujeres que con su práctica han

atravesado la ciudad para conquistar su propio espacio; es el caso de la escritora Virginia

Woolf83, una de las mejores autoras que ha dado el siglo XX. En algunas de sus obras,

el tema de la modernidad urbana está presente en sus escritos. Sus descripciones de los

paseos por la ciudad de Londres son indicativos de que quizá las mujeres no estuvieran

tan confinadas y tan restrictivas a la esfera privada, también es el caso de la escritora

George Sand, que, para adentrarse en los entornos público urbanos, se disfrazaba de

hombre para poder disfrutar de los privilegios que ser flâneur masculino supone84. Otro

ejemplo sería el de la cineasta Agnès Varda, que, con su práctica cinematográfica y

personal postula la apropiación y resignificación de la ciudad por parte de las mujeres,

como se ve en su película Cleo de 5 a 785, y la evolución de su personaje protagonista,

que desarrolla una evolución gradual para convertirse en un sujeto activo en el espacio

de la ciudad. Y por último, Sophie Calle, representa una de las flâneuses contemporáneas

que ayudan a visibilizar la experiencia urbana protagonizada por una mujer, gracias

a sus persecuciones y rituales que enmarca en ciudades, conquistándolas, abriéndose

paso, disputando su presencia.

83 Una relación entre la literatura de Virginia Woolf y una perspectiva de género se puede encontrar en, SACIDO ROMERO, Jorge; LOJO RODRÍGUEZ, Laura: “Gendered spaces and female resistance.Virginia Woolf´s “the mark on the wall”, en: “Miscelánea: A journal of english and american studies”, nº 34, 2006, p. 93-110.84 Para saber más sobre esta escritora ver: CHALON, Jean: “George Sand, una mujer de hoy” en : Debats, nº 85, 2005, p. 86-98.85 Veáse: MOUTON, Janice: “From Feminine Masquerade to Flâneuse: Agnès Varda’s Cléo in the City”, Cinema Journal, Vol. 40, No. 2, Winter, 2001, pp. 3-16.

Agnès Varda.Fotograma de Cleo de 5 a 71962

Sophie Calle y el rastro de los otros

142

2.3. Disrumpir la mirada: Sophie Calle y la flâneuse contemporánea

Tell me who you follow and I will tell you who you are.André Breton

Sophie Calle es la única de los tres autores aquí analizado que es mujer y que sigue viva.

Su trayectoria artística ha ido desarrollándose en ascenso hasta llegar a ser reconocida

internacionalmente y sus obras se han exhibido en las grandes instituciones museísticas.

La forma que la artista se apropia del espacio urbano de la ciudad, sobre todo en sus

primeras obras, permite producir una experiencia alternativa y poder convertirse en un

sujeto activo en el espacio urbano. Se relaciona con la figura urbana de la flâneuse, que,

como se ha analizado representa la capacidad y la acción de observar y de producir en el

contexto urbano. Surgida en el crisol de la introducción del sistema capitalista y su ritmo

de vida en la ciudad, siendo objeto de debate y de de análisis por parte de los teóricos de

la modernidad, continúa suscitando reflexiones y generando matices.

En este capítulo se analizará la primera etapa de la producción artística de Sophie

Calle. A pesar de ser una artista en activo y contemporánea, la cantidad de material

publicado sobre su obra es considerable86. Hay que que sumarle también la producción

ensayística que los críticos e investigadores más importantes e influyentes del panorama

intelectual y filosófico-artístico han realizado en las últimas décadas87. En cualquier

caso, interesa resaltar la imbricación entre arte y la vida a través de la recuperación

de viejas figuras de la modernidad como el dandy o el flâneur, así como las teorías

de la vida cotidiana como fórmulas de acción y mircropolíticas contemporáneas que

86 El grueso de artículos en revistas especializadas en arte y crítica contemporánea, suma un total lo suficientemente elevado como para obtener la cantidad de información necesaria para elaborar una investigación como la presente. Las revistas que durante casi treinta años han hablado, criticado, expresado opiniones y juicios críticos y estéticos de la artista, forman parte de la producción intelectual más especializada en el campo de la historia del arte contemporáneo y la cultura visual. Es el caso de Art Press, Art Review, ArtForum, Cahiers du Musée d’Art Moderne, October o Art Bulletin. Queda, por tanto, demostrada la importancia que esta artista ha suscitado en el panorama internacional de la crítica de arte contemporáneo.87 BAUDRILLARD, Jean; CALLE, Sophie: Suite venitienne (Please follow me), Bay Press, Seattle, 1988. También mirar los textos de Nicolás Bourriaud, sus obras más recomendadas son: BOURRIAUD, Nicolas: Estética Relacional, Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2005, El radicante, Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2007 y Formas de vida: el arte moderno y la invención del sí, Cendeac, Murcia, 2008.

Sophie Calle y el rastro de los otros

143

tienen su mayor exponente en Michel de Certeau88. Jean Luc Nancy, filósofo francés,

es un referente, a la hora de mencionar ciertas obras de la artista Sophie Calle, donde el

cuestionamiento de la mirada se erigen como principal leitmotiv. Por último debemos

citar a Martin Jay puesto que es el máximo referente para las investigaciones en el

problema de la visualidad en la Historia occidental. Inaugura una línea de investigación

que estudia la abolición de la hegemonía de la visión por parte de la crítica y la

intelectualidad francesa y que tiene su traslación al campo de las prácticas artísticas89.

La biografía de Sophie Calle ayuda a entender la totalidad de su obra, puesto

que la mayoría de sus actuaciones están impregnadas con un fuerte carácter vivencial.

Nacida en el seno de una familia judía, su padre, Robert Calle, fue un importante

coleccionista y amante del arte contemporáneo, hecho que, aunque en un principio no la

afectase, significó una gran influencia cuando a la edad de 25 años decidió ser fotógrafa.

Su madre, con quien guardaba una profunda relación, significó un gran apoyo durante

toda su carrera, ya que Calle era hija única de padres separados. En una entrevista

mantenida con Cristine Marcel, a la luz del catálogo de la gran retrospectiva que el

Centro Pompidou le hiciese en 2003, Calle sostiene que era una niña de una peculiar

y asombrosa timidez, hecho que le impedía mantener la sociabilidad que ella deseaba.

A los 18 años, inspirada por el espíritu de la época propio de la década de los setenta,

Sophie Calle se marcha con un colectivo maoísta al Líbano por un año. Volverá a

París y, desde allí, comenzará un periplo alrededor de lugares exóticos y lejanos

donde desarrollará toda una serie de trabajos extraños y estrambóticos, que oscilan

entre cuidadora de perros, stripper, vendedora de miel en un mercado o limpiadora de

marihuana. Los cambios de ciudad eran constantes durante esos años, y la mayoría de

las veces eran ocasionados por relaciones sentimentales tormentosas, en las que Calle o

bien huía de alguien amado o bien lo perseguía.

Finalmente, decide volver a París, con 25 años, un período de tiempo que vive

como un impasse, una fase de reflexión en el que aún no sabe con seguridad a qué

88 DE CERTEAU, Michel: La invención de lo cotidiano. I Artes de hacer, Universidad Iberoamericana, México, 199689 JAY, Martin: Ojos abatidos: la denigración de la visión en el pensamiento francés del siglo XX, Akal, Madrid, 2005.

Sophie Calle y el rastro de los otros

144

se quiere dedicar. Será en esos meses de paréntesis, cuando comienza a realizar sus

primeras filatures o persecuciones a desconocidos por las calles de París. Sus paseos o

deambulaciones por la ciudad siguiendo a personas desconocidas derivarán, sin quererlo,

en su primera obra fechada. Se trata de Suite Vénitienne obra creada por casualidad y sin

una premeditación artística preconcebida.

Uno de los días en los que Sophie Calle recorría las calles parísinas en busca de

personas a las que seguir, le presentan, en una inauguración, a uno de los hombres al que

horas antes había perseguido y había perdido la pista. En una pequeña conversación, le

informa de que se marchará a Venecia por unas semanas. Sophie Calle, que apenas ha

tenido tiempo para establecer una relación amistosa con Henry B (así es como lo bautiza)

decide perseguirlo hasta la ciudad veneciana. Durante varias semanas sigue su rastro por

Venecia, como si fuera una detective profesional, y escribe informes detallados sobre

el seguimiento así como fotografías que certifiquen los lugares donde ha estado. Su

siguiente obra, vuelve a tener algunos de los componentes que ya se encontraban en

Suite Vénitienne, como la apología de la mirada, el control, la vigilancia o la curiosidad

extrema por la observar la vida de los demás. Los durmientes90 está compuesta por

una serie de fotografías acompañadas de texto, en los que se muestran una serie de

personas durmiendo en la cama de Calle. Se trata de un ejercicio de pura observación

hedonista, que no erótica, en la que la artista encuentra una satisfacción demiúrgica ante

la vigilancia del sueño de los otros. La escopofilia de Sophie Calle no es la de una mirona

sin más, sino más bien la de un agente productor, un artista que realiza una disección de

los pequeños actos cotidianos, invisibles y ordinarios. Esta será una constante a lo largo

de su obra, que oscila entre la autobiografía y la autorreferencialidad, pasando por la

intimidad, la vigilancia, el voyeurismo, la catarsis, los rituales o el juego.

La primera obra que hizo por encargo fue The Bronx. En 1980 viajó hasta

Nueva York, y una vez allí materializó su proyecto que consistía en preguntar a la gente

perteneciente al Bronx, barrio marginal por excelencia, sobre cuáles eran sus lugares

preferidos. La exposición mostraba de esta forma las preferencias de los lugareños.

90 Se trata de una obra posterior a Suite Vénitienne, pero está datada antes que ésta por motivos legales. Véase. MARCEL, Christine: ”The author issue in the work of Sophie Calle. Unfinished” en: MARCEL, Christine Chirstine; BOIS, Yves-Alain; ROLIN, Oliver (ed.): Did you see me, Prestel Vergel, Munich, Berlin, Londres, Nueva York, 2003, pp. 17-29.

Sophie Calle y el rastro de los otros

145

Una noche, unos extraños entraron en la galería y llenaron la muestra de graffiti. Sin

embargo Calle no pareció molestarle en absoluto e incluso le gustó como quedó91.

A partir de esta época, Sophie Calle se convierte en una “artista profesional”,

y los proyectos que irá desarrollando son ya reflexionados y gestados como arte. Es

curioso ver cómo en sus dos primeras obras todavía no es consciente de estar realizando

una obra de arte, más bien se guía por impulsos, por intuiciones, por sensaciones que

emergen tanto desde sí misma como del espacio exterior que le rodea, la realidad como

fuente de inspiración, la calle como lugar de trabajo, laboratorio de operaciones.

Siguiendo con la dialéctica de la mirada, basada en la complejidad de la

observación, el que mira sin ser visto y viceversa, ya presente en sus primeros trabajos,

Calle contrata, mediante su madre, un detective privado que la seguirá durante unos días.

Idea este proyecto para una exposición en el Centre Pompidou llamada Autorretratos,

consistente, como el título indica, en aportar retratos de cada artista invitado. En The

shadow, Calle va un paso más allá y será representada por un detective desconocido. Se

trata de ser capaz de conseguir un retrato objetivo gracias a la precisión del detective,

un extraño que ella nunca conocerá. Con este proceso Sophie Calle quiere constatar

indicios de su existencia92. El mismo ejercicio fue realizado de nuevo 20 años después.

En 2001 vuelve a contratar a un detective de la misma agencia privada, Duluc. Esta vez

la contratación se hace mediante un amigo, Emmanuel Perrotin, encargado además de

la exposición mostrada en su galería93.

Sus aspiraciones escopofílicas sobrepasan la esfera de lo permitido cuando en

1981 regresa a Venecia para ser limpiadora de un hotel. En este trabajo titulado The

Hotel, Calle registra las pertenencias de los clientes, las examina con precisión y las

fotografía. Son detalles y objetos que ella escudriña como si fueran reliquias. Después

escribe, casi como un ejercicio catártico, un inventario de lo que ha contemplado en

cada habitación. A través de estas pertenencias Sophie Calle intenta llegar a conocer

algo inmanente, la intrahistoria personal de individuos desconocidos que jamás sabrán

91 AAVV, Sophie Calle. The reader, Whitechapel Gallery, Londres, 2008.92 MARCEL, Chirstine; BOIS, Yves-Alain; ROLIN, Oliver (ed.): Sophie Calle, Did you see me?, op. cit., 103.93 Ibídem, p. 118.

Sophie Calle y el rastro de los otros

146

de ella. Esta intromisión en la vida íntima de personas desconocidas, se hace aún más

presente en su siguiente obra The Address book, realizada en 1983, cuando Sophie

Calle se encuentra por casualidad una agenda con direcciones apuntadas, y antes de

devolverla a su dueño anónimamente, la fotocopia y contacta con las personas cuyas

direcciones estaban escritas en la agenda perdida. Mediante el relato de sus amigos

y conocidos, intenta elaborar un retrato del personaje al que no conocerá en persona,

pero sabrá de él gracias al testimonio de los otros. Este proyecto fue presentado para el

periódico Libération. Durante 28 días fue escribiendo una pequeña columna sobre este

desconocido que un día, por casualidad, perdió la agenda. Los problemas empezaron

cuando el hombre de la agenda, que había estado tres semanas fuera rodando un

documental en Noruega, descubrió los escritos diarios sobre él y se sintió intimidado.

Para vengarse de Sophie Calle publicó unas fotos de ella desnuda pero con la cara

tapada, de esta forma le devolvía la jugada, ya que para él la obra de Calle había sido

una humillación, exponer en público su vida privada, era una violación de la intimidad

en toda regla. Calle intentó varias veces contactar con él, intentar aclarar las cosas pero

no hubo posibilidad remota, nunca quiso saber de ella.

La forma en la que se resuelve esta obra, nos da una idea del riesgo al que se

somete Calle en cada nuevo proyecto. Esa permuta es una de las constantes en su obra,

como ha señalado Yve Alain- Bois94, quién también agrupa el conjunto de sus trabajos

en tres grandes vías:

“Vigilancia (Sophie la Peeping Tom): The Sleepers en 1979, Suite Vénitiense en 1980: The Shadow en 1981 y Twenty years Later en 2001; The hotel and The Address Book en 1983; The Blind en 1986 and Color Blind en 199; Unfinished and A woman Vanishes en 2003.Exhibicionismo (Sophie se alardea) No Sex Last Night en 1992; The Birthday Ceremony en 1997, Room with a View en 2002, Exquisite Pain y Unfinished el siguiente año.(...)Ausencia (Sophie de luto): The Address Book, Los Ángeles en 1984; The Blind y The Color Blind; Ghost en 1989 y 1991; y bastantes obras agrupadas y publicadas en forma de libro en 2000 bajo el título de Disparations, que incluye Last Seen, realizado en 2001; The Graves en 1990; The Detachment y The Eruv of Jerusalem

94 BOIS, Yve-Alain: “The paper tigress” en: Sophie Calle: Did you see me?, op. cit., 2003, p. 29 -40.

Sophie Calle y el rastro de los otros

147

en 1996; Journey to California en 2003; también bastantes monumentos de luto como Exquiste Pain y A Woman Vanishes, del mismo año”95.

Este conjunto de obras agrupadas según el criterio de Bois, también nos ayuda

a entender la totalidad de las obras de Sophie Calle y sus temáticas esenciales. Sin

embargo, como se ha mencionado anteriormente, debido a la gran extensión de las obras

de Calle, sólo se analizarán aquéllas que sobresalen por su especial relevancia y que

aportan reflexiones importantes sobre la vigilancia, control y espacio urbano.

Muchas de las obras de Calle ofrecen conexiones entre sí, y además, suelen

estar relacionadas por momentos vividos por la artista, por objetos que aportan no sólo

recuerdos personales, sino también testimonio de un pasado común, de una historia

hecha por cada uno de nosotros, con los hilos que mueven el día a día, con la invención

de lo cotidiano. Calle se autodenomina una narradora de historias96, pero cada historia

suya que nos cuenta se asemeja a la historia de cualquier persona, remitiéndonos a

esos lugares comunes, puntos de encuentro en el que nos podemos sentir identificados.

Ella hace que desarrollemos nuestra empatía, que conquistemos nuestro territorio

interior, que limpiemos nuestras heridas y que las aireemos. Sus obras son un ejercicio

de exorcización, de liberación, pero también de reunión con el otro, es el lugar para

el intersticio social constituido nuevas posibilidades de vida, como propone Nicolas

Bourriaud97. Es éste un planteamiento común en ciertas obras como Prenez soin de vous,

realizado en 2007 para el pabellón francés en la Bienal de Venecia y comisariada por

el artista Daniel Buren. De nuevo este proyecto surge de una historia personal. Calle

es dejada por su pareja a través de un email frío que termina diciendo: “prenez soin de

vous” que se traduce por “cuídate”.

La artista, sumida en una inmensa tristeza, decide elegir a 108 mujeres

desconocidas para que la ayuden a interpretar el email y para que expresen lo que sienten.

Un libro editado por Actes Sud, recoge las 108 cartas remitidas a la artista, donde se

sinceran y dan su opinión sobre el correo de ruptura. Las profesiones oscilan entre

95 Ibídem, p. 81.96 CALLE, Sophie: Relatos, Fundación La Caixa, Barcelona, 1996.97 BOURRIAUD, Nicolas: Formas de vida, op. cit.

Sophie Calle y el rastro de los otros

148

artistas, escritoras, periodistas, actrices, fotógrafas, policías, publicistas, cantantes…

Muchas de ellas son famosas, como la actriz Victoria Abril, María de Madeiro o las

cantantes Christina Rosenvinge, Peaches o Feist.

Calle hace visible sus miserias, su tristeza y la afronta con mujeres que en su mayoría le

son desconocidas. Desde la distancia que una carta puede significar, la comprenden y la

ayudan. Ella así lo explica en su libro:

recibí un e-mail de ruptura. No supe qué responder. Fue como si no fuera conmigo aquello. Terminaba diciendo: ‘Cuídate’. Tomé la recomendación al pie de la letra. Pedí a 107 mujeres que me ayudaran a interpretar el e-mail. Que lo analizaran, lo comentaran, lo representaran, lo bailaran, lo cantaran, lo disecaran, lo agotaran. Que hicieran el trabajo de comprender por mí. Que hablaran en mi lugar. Una manera de tomarme mi tiempo para romper. A mi ritmo. En definitiva, cuidarme98.

Prenez soin de vous fue expuesta un año después en la sala Labrouste de la

Biblioteca Nacional de París . El montaje insólito, por el lugar escogido, albergaba en la

vetusta sala de esta biblioteca, cerrada al público desde hace años, las cartas mandadas

por ese elenco de profesionales elegidas por Calle, acompañadas de fotografías y

de sonido. Daniel Buren fue el encargado de que esta polifonía de voces, imágenes

y palabras brillasen en una total sincronía. El diálogo establecido con el espacio

privilegiado, antaño sala de investigadores, funcionó sobresalientemente con un aire de

armonía visual entre los antiguos pupitres de madera lacada y las imágenes colgantes

de las cartas enviadas a la artista. Además, el conjunto de profesionales de la música y

de la actuación, ofrecieron una excelente interpretación de la carta, pudiéndose ver en

pantallas de ordenador situadas a lo largo y ancho de los escritorios de la biblioteca.

El espectador era testigo de una multiplicidad de significados y de una pluralidad de

puntos de vista, ya que cada mujer diseccionaba la carta de acuerdo a su profesión; así

una psicoanalista anotaba detalles de carácter conductual y ofrecía una interpretación

de su personalidad, una filóloga anotaba incorrecciones gramaticales y de estilo, una

especialista en palabras cruzadas realizaba un crucigrama con las palabras del email.

La táctica de Sophie Calle es exponer abiertamente la tristeza y el desconsuelo

98 CALLE, Sophie: Prenez soin de Vous, Actes Sud, París, 2007.

Sophie Calle y el rastro de los otros

149

del sufrimiento para crear una plataforma del dolor que aglutine a una serie de mujeres

capaces de desarrollar un dispositivo empático y altruista y a la misma vez desarrollen

un mecanismo de compasión hacia el otro. De esta manera, el otro, en forma de grupo

anónimo de mujeres, desarrolla una disposición a aunar sus esfuerzos, ofreciéndoles

su ayuda desde el desconocimiento colectivo, solo con la complicidad tácita de un e

mail, un texto, una referencialidad semiótica, capaz de alterar el estado emocional de

cualquier persona. El resultado fue una unión construida desde el desamor de una carta.

El email de ruptura es por tanto el enlace que une diferentes reflexiones, etnias, países,

profesiones en torno a una misma idea: dar salida al sufrimiento de Sophie Calle. El

exhibicionismo del que habla Alain Bois se evidencia de una forma mucho más tajante

y puede llegar a ser agresiva. No todos están dispuestos a dejar ver lo invisible, a hacer

público acciones prosaicas, banales, miserias personales. Todos los días hay rupturas,

desengaños, tormentos, catástrofes, tsunamis, guerras, crisis… el dolor de Calle es

sólo una ínfima mota de polvo perdida en un mar de problemas reales. Mostrarse es

arriesgarse a la crítica, a la confabulación, y Calle siempre corre el riesgo de exposición,

de radiografía pública, en casi la totalidad de sus obras.

Exquiste Pain, es otra obra que ronda la misma idea de exposición pública del

interior. Esta vez, Sophie Calle retoma la idea de un proyecto inconcluso meditado en

1984, cuando, de viaje por Japón, su pareja de ese momento rompe con ella por teléfono.

Catorce años más tarde decide retomar la idea y exponerla. Calle documenta cada día

de su periplo japonés a modo de diario que se divide en días previos y posteriores a la

felicidad. Así, fue apuntado los días de infelicidad que arrastró después de una ruptura

telefónica. El teléfono, parece, pues, como elemento iconográfico, motor de toda esta

operación post-felicidad. Según nos cuenta ella, estuvo una noche entera mirando el

teléfono rojo que hacía unas horas había sonado para darle la peor noticia de su vida

hasta la fecha99.

Por otra parte Sophie Calle hace incursiones en otros géneros artísticos como

el cine o la literatura. En el caso del cine grabó un video junto con el que era su pareja

sentimental, Greg Sephard, titulado No sex last night, una road trip documental que

99 CALLE, Sophie: Exquiste Pain, Actes Sud, París, 2003.

Sophie Calle y el rastro de los otros

150

recorre Estados Unidos de oeste a este. Es una película autobiográfica en la que los

propios protagonistas se interpretan a sí mismos. A pesar de ser una obra autorreferencial,

la ficción inunda el film, ya que en el proceso de montaje ambos seleccionaron ciertas

partes donde eligen qué mostrar y qué no, son cuestiones buscadas de antemano, como

el tema de su incipiente ruptura. Es por tanto otro flirteo con la identidad enmascarada

donde el ejercicio del juego deja de serlo para convertirse en la propia vida real, con sus

desencuentros y decepciones.

Su relación con la literatura ha sido aún más fructífera. Su empresa editora

fetiche, Actes Sud ha publicado diversos libros en forma de fotografía y texto. En la

mayoría de las veces son recopilaciones de obras que previamente han sido expuestas,

pero con un grado de edición y presentación exquisita, teniendo incluso ediciones

de coleccionista con una tirada muy reducida. Destacan, por su originalidad, una

compilación de siete libritos llamada Double Jeux, que repasan la totalidad de su obra,

títulos como: L´carnet d´adresse; L´hotel; A suivre: préambule, Suite Vénitienne, la

filature; Le rituel d´anniversaire.

La mayor colaboración con el mundo

de la literatura le viene de la mano de Paul

Auster, que es el encargado de convertir a

Sophie Calle en un personaje de novela.

En Leviatán, Auster transforma a Calle en

María Turner, un personaje excéntrico por

naturaleza, inspirado en casi la totalidad de

las obras realizadas hasta el momento por

la artista, pero con invenciones del propio

Auster, como la dieta cromática consistente

en alternar los colores de las comidas

dependiendo de los días. Fruto de este

encuentro con la ficción, surge un proyecto

posterior entre la artista francesa y el escritor Sophie Calle.Gotham Handbook,1994

Sophie Calle y el rastro de los otros

151

norteamericano llamado Gotham handbook o Instrucciones personales para SC que

ayuden a vivir mejor en Nueva York, donde Auster aconseja a la artista sobre cómo

mejorar la vida en la ciudad norteamericana. Son pequeñas acciones micropolíticas en

el espacio urbano capaces de establecer relaciones entre iguales, intersticios sociales

capaces de gestionar nuevas posibilidades de vida, de crear un marco de arte relacional.

Esas acciones eran tan nimias como significativas, desde sonreír más a menudo, regalar

vales de comida, cigarrillos o sándwiches, hasta elegir un consultorio donde poder

encontrar a Sophie Calle.

El lugar escogido es una cabina telefónica que es decorada y customizada dentro

de las limitaciones que el medio le impone. El establecer un lugar de conexión, de

intercambio y de encuentro en un lugar no determinado para ello, como es una cabina

telefónica, nos recuerda al concepto de ciudades ocasionales o ciudades post-it city,

término que fue acuñado por Gianni La Varra100. Responden a modos de ocupación

ocasional de espacios no concebidos para albergar actividades que quedan fuera

del marco reglado de la institución. Se desarrollan de esta forma acciones lúdicas,

comerciales, divulgativas, humanitarias en espacios no institucionalizados o que no han

sido preparados para ello, ergo nacen de la espontaneidad, de la interacción social, de un

mecanismo emanado de la sociabilidad o supervivencia (caso de los sin techo) en base

a las necesidades de la población urbana101.

Por ello, esta suerte de consultorio situado en una cabina de teléfono en la ciudad

neoyorkina, es un lugar post-it que ha sido ocupado para albergar otras actividades, en

este caso altruistas, en las que Sophie Calle expone su ayuda hacia cualquier persona

que esté dispuesta a dejarse ayudar. Es, en última instancia, un proyecto ideado con la

participación de Paul Auster, ideólogo de las recetas que facilitarán una mayor armonía

ciudadana.

Otro de los proyectos fruto de esta feliz combinación fue el libro Double game,

en el que Sophie Calle invierte el juego de identidad y se convierte en María Turner,

personaje de Auster inspirado en ella. El libro se divide en tres partes: i) La vida de

100 LA VARRA, Giovanni:“Post-it city: los otros espacios públicos de la ciudad europea” en: AAVV: Mutaciones, Actar / Arc en rêve centre d’architecture, Barcelona, 2001, p. 426- 431.101 PERÁN, Marti: Post-it city. Ciudades ocasionales, CCBB, Barcelona, 2008.

Sophie Calle y el rastro de los otros

152

María y cómo ha influenciado la vida de Sophie Calle. ii) La vida de Sophie y cómo ha

influenciado la vida de María. iii) Una de las muchas formas de mezclar ficción o cómo

intentar llegar a ser un personaje fuera de una novela.

En la primera parte, Sophie Calle seguirá las “reglas del juego” creadas por

Auster para el personaje de María Turner en Leviatán. Ella también hará la dieta

cromática, que divide de la siguiente manera: lunes una dieta en base a alimentos de

color naranja, martes rojo, miércoles blanco, jueves verde, viernes amarillo, sábado rosa

y, el domingo, una mezcla de los colores anteriores.

Sophie Calle.Dieta cromática,1998

Sophie Calle y el rastro de los otros

153

La otra acción que lleva a cabo para imitar las rutinas de María Tuner es Under

the sign of B, C y W. Cada día realizará actividades que empiecen por esas letras

seleccionadas. Así el 10 de marzo de 1998, las acciones con la letra B son Big- Time

Blonde Bimbo, el 16 de febrero de 1998 con la letra C son Calle & Calle and the

Cementery y Confessions y finalmente el 14 de marzo de 1998 con la letra W; Weekend

in Wallonia102

La segunda parte, es una suerte de retrospectiva de las obras que Sophie Calle

ha realizado hasta el momento de la publicación y que María Turner, como personaje de

ficción inspirado en ella, ha tomado prestado de la artista.

La tercera parte del libro corresponde al proyecto Gotham handbook realizado

por Sophie Calle y Paul Auster. Este capítulo es una documentación de la semana

que Sophie Calle pasó en la cabina de telefónica. A modo de diario relata cómo fue el

trascurso de los días en la cabina telefónica donde habilitó unas sillas para que cualquiera

pudiese sentarse libremente. El proyecto finalizó cuando la empresa telefónica a la que

pertenecía la cabina pública invitó a la artista a marcharse, teniendo que tirar las flores,

sándwiches y demás elementos que había ido añadiendo hasta ese momento.

Aparte de su cercanía al mundo de la literatura, Sophie Calle cultiva además

una buena relación con otros artistas103. Ya hemos visto como Daniel Buren, uno de

los artistas paradigmáticos del arte conceptual, comisarió la exposición de Prenez

soin de vous, con una excelente localización y coherencia con el lugar. Otro de los

artistas con los que ha colaborado es Damien Hirst, famoso y polémico artista británico.

Entre ambos mantuvieron una correspondencia amorosa (falsa amorosa) que acabó en

un mini proyecto llamado Psychological Assessment, donde Damien Hirst manda un

cuestionario psicológico que Sophie Calle y sus familiares y amigos deben responder,

para que, posteriormente, Hirst lo envíe a un psiquiatra con el fin de evaluar su salud

102 CALLE, Sophie: Double Game, Violette Editions, Londres, 2007.103 El escritor Enrique Vila-Matas y Sophie Calle intentaron trabajar en un proyecto juntos. Él tenía que escribir una serie de instrucciones para que la artista las ejectura durante un año, entre las actividades se encontraba, por ejemplo, irse a vivir a las Azores, sin embargo, ella no llegó a realizar su parte del trato. El relato del proyecto frustrado se puede encontrar en: VILA-MATAS, Enrique: Exploradores del abismo, Anagrama, Barcelona, 2007. El relato en cuestión se titulaba “Porque ella no lo pidió” y ha sido publicado junto con ilustraciones. Ver: VILA-MATAS, Enrique: Porque ella no lo pidió, Lumen, Barcelona, 2016.

Sophie Calle y el rastro de los otros

154

mental104. Este proyecto acaba con un breve informe en el que una neuropsicóloga ofrece

un análisis de la artista según los informes que rellenó.

Estas características de las obras aquí expuestas son algunos de los ingredientes

que hacen de Calle una de las más enigmáticas y rara avis del panorama del arte

contemporáneo internacional. Un documental rodado para el programa de televisión

Art Safari de la cadena BBC londinensenos muestra, en clave irónica, un mini recorrido

por las obras más significativas de la artista105. Al margen del interés teórico que pueda

suscitar el documental, es también un modo de acercarnos a la artista de manera más

íntima y próxima. Son varias las escenas grabadas en el interior de la casa de Calle en

las afueras de París y no sorprende la estrambótica decoración, dada su personalidad

un tanto peculiar. Podría decirse que responde a una suerte de wunderkummer o cámara

de las maravillas, con objetos procedentes de lugares recónditos, provenientes de sus

muchos viajes por la mayor parte del globo terráqueo, pero también hay sitio para piezas

más increíbles, como animales disecados, objetos tauromáquicos (debido a su pasión

por los toros y por el sur de España en general) y piezas que colecciona preñadas de

recuerdos y vivencias personales. En un momento de la entrevista enseña un trozo de

la Torre Eiffel, que remite a su obra A room with a view106, una acción que llevó a

cabo la noche en blanco de los museos de París. La performance tenía un alto grado

de participación del espectador, puesto que consistía en que cada uno de los visitantes

debía contarle un cuento a Calle, que estaba situada en el cuarto piso de la Torre Effiel,

para que ésta no se durmiera y pudiese estar despierta toda la noche.

Sophie Calle es, por tanto, una coleccionista, una recolectora de instantes, de

momentos fugaces que tienen forma de objetos, de souvenirs, una espigadora moderna,

como hiciese Agnès Varda en su documental: Los espigadores y la espigadora, donde la

cineasta cuenta en primera persona el antiguo oficio de espigar y lo traslada a la esfera

actual. Se puede, por tanto, seguir recolectando objetos encontrados, abandonados por

104 MARCEL, Chirstine; BOIS, Yves-Alain; ROLIN, Oliver (ed.): Sophie Calle: Did you see me?, op. cit.105 LEWIS, Ben: Sophie Calle, a conceptual hearth. Art safari program, BBC, 2006.106 Para más información ver el catálogo: MARCEL, Chirstine; BOIS, Yves-Alain; ROLIN, Oliver (ed.): Sophie Calle: Did you see me, op. cit., p. 209.

Sophie Calle y el rastro de los otros

155

la gente, se puede usar lo que otros no quieren107.

Para acabar con este rápido recorrido por las obras más significativas de Sophie

Calle, nos acercaremos a The Blind una obra paradigmática en su carrera. Calle al

escuchar una conversación entre ciegos en la calle, decide realizar un proyecto en el

que personas ciegas hablen sobre su idea de belleza. El resultado, fue expuesto con

grandes paneles donde una vez más fotografía y texto se mezclaban ofreciendo una feliz

simbiosis. Es ésta una obra inclasificable, dada la delicada naturaleza del asunto. Lo que

Sophie Calle pretende hacer es ver lo invisible, lo que no podemos saber, intentando

imaginar cuál es la idea de belleza para un ciego, un invidente, alguien que está privado

de la capacidad visual, pero que igualmente es capaz de imaginar y elaborar, mediante

una estrategia háptica, su propio concepto de belleza. Es esta obra, junto con Los

Durmientes, la segunda vía de análisis de la artista, la estrategia de la antivisón con la

que cerraremos este trabajo.

Con respecto al contexto artístico, se deben mencionar las corrientes artísticas en

las que podemos abarcar el trabajo de Sophie Calle. Es necesario rastrear los diferentes

movimientos contemporáneos coetáneos a la artista a fin de alcanzar una mayor

comprensión de sus obras. Si bien ella comienza su andadura como artista a finales de

los años setenta, por aquellos años se había producido una inflexión en las prácticas

artísticas que revolucionarían los preceptos conceptuales y la crítica que hasta el

momento había permanecido sumida bajo la influencia del teórico Clement Greenberg,

para quien la esfera del arte estaba restringida a la élite intelectual. Este punto de

inflexión del que hablamos comienza en la década de los años sesenta, cuando se dieron

varios movimientos artísticos que surgen prácticamente a la misma vez. Por un lado el

Pop art, por otro el Minimal Art y por último el conceptualismo y sus derivaciones, entre

ellas el arte de acción, lugar culminante en la experiencia artística. La importancia del

arte conceptual en el arte contemporáneo ha supuesto uno de los mayores impulsos en

la experimentación de las prácticas artísticas contemporáneas108.

107 Uno de los artistas coleccionistas por excelencia es Mark Dion, véase: NOGUÉ, Joan: Revolviendo en la basura:residuos y reciclajes en el arte actual, Koldo Mitxelena Sala de Exposiciones, Diputación Foral de Gipuzkoa, 2009. Otra referencia básica sobre el tema: PARDO, Jose Luis: Nunca fue tan hermosa la basura, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2010.108 Para Peter Osborne el arte actual se podria definir como postconceptual, véase: OSBORNE,

Sophie Calle y el rastro de los otros

156

Peter: Arte conceptual, Phaidon, Londres, 2011.

Sophie Calle.Los Ciegos,

1986

Sophie Calle y el rastro de los otros

157

Antes es necesario señalar la cada vez mayor progresión hacia la

desmaterialización del objeto artístico109. Este fenómeno ha supuesto un nuevo valor

al proceso de realización de la obra de arte, centrándose en el montaje más que en el

resultado final. El arte conceptual no se puede dividir en un único movimiento, sino que

es extensible hacia otras vertientes que provienen de una misma raíz. Así, distinguimos

entre tres momentos del arte conceptual; por una parte la vía de experimentación con

el lenguaje, por otro lado la vía de la creación poética y por otro una derivación en lo

político.

En este contexto del arte de acción surgen los happenings y las performances.

Los pioneros del happening en Nueva York fueron Allan Kaprow, Jim Dine, Claes

Oldenburg y Robert Whitman. Allan Kaprow110 fue uno de los miembros más activos

y además el primer artista que realizó un happening documentado111: 18 happenings

en seis partes, en la Reuben Gallery de Nueva York, en octubre de 1959. Kaprow dio

mucha importancia a la participación de los espectadores al evento, y éstos tuvieron un

papel esencial en el desarrollo de la obra.

Paralelamente en Europa, el movimiento Fluxus comenzaba su andadura,

inspirados en parte por los primeros happenings norteamericanos, pero con una

trayectoria bastante diferente. En Fluxus el componente improvisatorio y azaroso tiene

mayor peso, sin duda, la herencia neodadaísta se puede observar en esta aleatoriedad

artística, Los integrantes de Fluxus, sobretodo el teórico y poeta Dick Higgins, insisten

en la no condición de movimiento artístico, sino más bien se caracterizan como “una

forma de hacer las cosas, una tradición, una forma de vivir y de morir”112.

Hay por tanto una voluntad hacia una determinada actitud estética, actitud que

se traduce en un intento de disolver las formas tradicionales del arte, combinado en

109 LIPPARD, Lucy: Seis años la desmaterialización del objeto artístico de 1966 a 1972, Akal, Madrid, 2004.110 Para más información sobre este artista, véase uno de los más recientes libros publicados hasta el momento. MEYER-HERMANN, Eva; KAPROW, Allan; PERCHUK, Andrew; ROSENTHAL, Stephanie: Allan Kaprow, art as life, Getty Research Institute, Los Angeles, 2006.111 Véase: SANDFORD, Mariellen (ed.): Happenings and others arts, Routledge, London 1995.112 Entrevista con Dick Higgins, en ZURBRUGG, Nicholas (ed): Art, performance, media: 31 interviews, University of Minnesota Press, Minnesota , 2004, p. 197-213.

Sophie Calle y el rastro de los otros

158

una interrelación entre los diferentes medios de las artes visuales, el teatro, la danza

y sobretodo la música. De esta forma el papel de genio otorgado al artista desde la

tradición clásica, se diluye a favor de un artista mediador, intérprete del contexto que le

rodea, intérprete por otro lado, que puede pertenecer a cualquiera de las artes, desde un

texto, una partitura, una pintura.

Por otro lado destacamos el tercer momento del arte conceptual que emerge

de la vía de la política. En esta derivación del conceptual predomina un componente

crítico con el propio sistema del arte así como una crítica generalizada. Es el caso

del artista Hans Haacke113, un artista con una fuerte vertiente de crítica social no sólo

en sus obras, sino también en sus escritos, fotografías, modelos arquitectónicos y

proyectos urbanísticos, todo este conjunto de prácticas tenían la labor de trasladar las

problemáticas sociales y la crítica a los sistemas de poder. Daniel Buren114 se inscribe

también esta práctica artística de la crítica, sus obras inciden en una puesta en escena

de la crítica institucional al propio sistema del arte. Estas prácticas suponen también

un nuevo uso del archivo e incluso muchas de las veces es el propio archivo la obra

de arte, como testimonio y documentación de un hecho en concreto. Ejemplo de esta

idea lo podemos ver en Shapolsky et al. Manhattan Real Estate Holdings, A Real Time

Social System, as of May 1, donde denunciaba el negocio fraudulento de la inmobiliaria

de Shapolsky donde además había algún que otro implicado de la administración del

museo donde se iba a exponer esta obra. El museo en cuestión era el Guggenheim de

Nueva York, y finalmente decidieron cancelar la exposición. Lo que interesa, al margen

de las implicaciones políticas, era la obra en sí misma, puesto que estaba formada por

la documentación que delataba a los implicados en este caso de corrupción. En este

sentido es importante resaltar la importancia que adquiere el display, el despliegue de los

medios que incide en el proceso de formación de la obra de arte, con la correspondiente

documentación que esto conlleva. Un ejemplo que nos ilustra esta idea es el artista

Marcel Broodthaers115 donde en su obra Musée d´Art Moderne- Département des Aigles

113 Veáse: BOURDIEU, Piere; HAACKE, Hans: Free Exchange, Stanford University Press, Stanford, 1994.114 CRUZ SÁNCHEZ, Pedro A.: Daniel Buren, Nerea, Donostia, 2006.115 BUCHLOH, Benjamin: Formalismo e historicidad. Modelos y métodos en el arte del siglo XX, Akal, Madrid, 2004.

Sophie Calle y el rastro de los otros

159

(1968- 1972), un falso museo que inaugura en su casa y que cerró sus puertas porque

exhibió para la Documenta 5 de Kassel (1972) una de sus secciones, concretamente la

referida a publicidad y otra sección llamada Jardin d´Hivern una instalación de lo más

curiosa compuesta por plantas, fotos de grabados de historia natural del siglo XIX, sillas

de jardín, a la misma vez había una proyección de imágenes en blanco y negro. Es esta

una muestra del display de la obra de arte, el montaje como resultado final en sí mismo

y funciona a la vez como un procedimiento alegórico, de apropiación y yuxtaposición

de ideas y conceptos.

Una vez expuestos los procesos artísticos que se dan a raíz de la desmaterialización

del objeto artístico, se infiere que hay tres constantes que planean sobre los planteamientos

contextuales aquí expuestos: la presencia cuerpo, que estaría representado por el arte de

acción y por el body art, del lenguaje, que se desarrolla dentro del arte conceptual, y de

la política, que también influye en el arte conceptual pero que tendrá sus propias vías de

desarrollo en el futuro116.

Si ha sido importante explicar todo este desarrollo contextual, es porque es éste

el germen artístico donde Sophie Calle opera. En efecto, las obras de Calle suponen un

arte de acción, pero también un arte conceptual por lo narrativo y descriptivo de sus

obras, condición sine quan non para el entendimiento satisfactorio de la idea, y supone

por último un arte político, presente desde la reflexión acerca de la dominación de la

mirada, hasta la práctica de la persecución y su consecuente deriva. Son obras donde

se crea una “emergencia de prácticas artísticas que rompen con el uso: desde el arte de

intervención y de denuncia hasta las estéticas participativas de todo tipo. Más que un

ceremonioso de las formas, el artista, figura ahora implicada, se transforma en actor

personalidad cuya acción es a la vez activista y crítica”117.

2.3.1. Mapas y derivas

Cuando en 1978 Sophie Calle regresó a París después de un periplo que la llevó a recorrer

116 Véase: JAY, Martin: “Devolver la mirada. La respuesta americana a la crítica francesa al oculacentrismo”, en: Estudios Visuales 1, nov 2003, pp. 60-81.117 ARDENNE, Paul: Arte contextual, Cendeac, Murcia, 2008, p. 45.

Sophie Calle y el rastro de los otros

160

lugares recónditos y exóticos del mundo entero, una angustia existencial se apoderó

de ella, sintiéndose desorientada y perdida en su ciudad natal. Su falta de oficio y de

motivación la llevaron a arrojarse a las calles de la capital francesa en busca de nuevas

e inquietantes emociones. Comenzó a perseguir a desconocidos para saciar su ansía de

ociosidad y con el objetivo de conocer nuevos lugares y sitios de moda. Según ella, el

perseguir a desconocidos era una forma de saber cuáles eran los sitios más populares118.

Durante una temporada éste fue su cometido. En esos paseos diarios decidió

dedicarse a la fotografía y empezó a tomar contacto con esta disciplina. La cámara

fotográfica se convierte en una prótesis que no se separa de la artista y comienza a tomar

instantáneas urbanas, fotografías de los desconocidos al que acompaña con un diario,

igual de inseparable que la máquina. Susan Sontag habla de la cámara fotográfica como

una herramienta inseparable del flâneur:

mirar la realidad de los otros con curiosidad, con objetividad, con profesionalidad, la ubicuidad del fotógrafo opera como si dicha actividad trascendiese los intereses de clase, como si la perspectiva fuese universal. De hecho, la fotografía primero, alcanza su máximo esplendor como una extensión del ojo procedente del flâneur de clase media, cuya sensibilidad fue, con bastante precisión, registrado por Baudelaire. El fotógrafo es una versión armada del reconocido caminante solitario, persiguiendo, dando vueltas por el infierno urbano, el paseante voyeur que descubre la ciudad como un paisaje de voluptuosos extremos119.

Los diarios de Sophie Calle, son una fuente de información. En ellos, ya se

intuye una voluntad artística que trasciende lo meramente anecdótico. Cecile Camart120,

profesora de la Universidad de París, tuvo acceso a esos primeros diarios y denotan sin

duda un paroxismo por el detalle diletante y un afán por coleccionar motivos de la esfera

cotidiana, ya sea en forma de apuntes, de dibujos ingenuos o de narraciones breves.

118 Véase: MARCEL, Chirstine: ”The author issue in the work of Sophie Calle. Unfinished” en: MARCEL, Chirstine: (ed.): Did you see me, op. cit., pp. 17-29.119 SONTAG, Susan: On Photography, RossteBooks LLC Electronic Edition, New York, 2005, p. 43.120 CAMART, Cécile: “Sophie Calle, 1978-1981. Genèse d´una figuere d´artiste Cahiers du Musée national d’art moderne, (París) automne, 2003, n° 85, p. 50-77. Cecile Camart es además autora de una tesis doctoral sobre la artista, llamada: Une esthétique de la fabulation et de la situation: 1978-2007, Université Rennes, Haute Bretagne, 2007.

Sophie Calle y el rastro de los otros

161

Además, contienen el germen de sus futuros proyectos que poco tiempo después irá

desarrollando en su vida artística ulterior. Llama la atención una inclinación a cartografiar

recorridos, itinerarios de los transeúntes que persigue en sus primeras filatures.

Por este motivo, la misma autora, Cecile Camart121, ve una relación entre Sophie

Calle y el grupo de la Internacional Situacionista, surgida a finales de los años cincuenta

de la fusión de una serie de movimientos de vanguardia de posguerra. Sus miembros

pertenecían a los diferentes sectores relacionados con la cultura en sus heterogéneas

vertientes. Querían crear un movimiento que arrasara con las anteriores experiencias

artísticas llevadas a cabo por los ismos o movimientos de vanguardia como los

surrealistas o dadaístas. Quería inaugurar el verdadero siglo XX y deshacerse del lastre

del eclecticismo cultural que se esconde tras el mercado del arte. Fusionar las diferentes

disciplinas artísticas, por el bien común y derribar el establishment intelectual burgués

para “buscar su punto de encuentro en la construcción de un movimiento coherente, en

la conciencia de nuevos tiempos y en la superación del arte”122. El principal logro de

los situacionistas, entre otros, fue prestar atención a la forma de planificar y diseñar las

ciudades, y para que fuera una oportunidad de experienciar la ciudad desde postulados

no impuestos por el sistema de ordenación y homogeneidad capitalista, crearon el

concepto de urbanismo unitario, para inventarse “una nueva forma de conocimiento,

una etnografía de las calles”123. Para Gilles Ivan, autor del texto que postula las teorías

sobre el urbanismo en el movimiento situacionista, la arquitectura tendrá una respuesta

evidente en la construcción de espacios ecológicos acordes con las necesidades

medioambientales y psíquicas de los habitantes de una ciudad, puesto que es:

el medio más simple de articular el tiempo y el espacio, de modular la realidad, de engendrar sueños. No se trata solamente de la articulación y la modulación plásticas, expresión de una belleza pasajera, sino de una modulación influencial que se inscribe en la curva eterna de los deseos humanos y del progreso en su realización. La arquitectura de mañana será un medio para modificar las

121 Ibídem, p. 55. 122 PERNIOLA, Mario: Los situacionistas. Historia crítica del último movimiento de vanguardia, Acuarela, Madrid, 2008, p. 14.123 WARK, Mckenzie: 50 years of Situationism International, Princeton Architectural Press, Nueva York, 2008, p. 34.

Sophie Calle y el rastro de los otros

162

condiciones actuales de tiempo y de espacio. Un medio de conocimiento y un medio de acción. El complejo arquitectónico será modificable. Su aspecto cambiará parcial o totalmente siguiendo la voluntad de sus habitantes.124

Para Ivan es determinante el uso de la arquitectura como medio para conseguir sus

objetivos. Pero también se hace necesario la planificación urbana de la ciudad mediante

la creación de diferentes barrios que se agruparían por ambientes. Así, existiría un

barrio feliz, uno bizarro, siniestro, un barrio histórico, donde “los distritos de esta

ciudad podrían corresponder al espectro completo de los diversos sentimientos que

se encuentran al azar en la vida corriente”125. Para recorrer esa ciudad, descubrirla y

disfrutarla “la actividad principal de los habitantes será la deriva continua. El cambio de

paisajes entre una hora y la siguiente será responsable de la desorientación completa”126.

La teoría de la deriva que proviene de esta postulación acerca del urbanismo, se

configura como una de las herramientas para practicar estas ideas127. Es entonces un

medio de expresión crítica, aunque también se compone de un cierto sentido lúdico. El

elemento psicológico, o como señala Mario Perniola “cualitativo” estriba en investigar

qué efectos produce en la población los diferentes contextos urbanos. Por ello la deriva

sería una herramienta que se engloba dentro de la llamada psicogeografía, que aludiría

a los comportamientos y emociones que el entorno urbano ejerce en la población. Se

trataría no sólo de “remodelar el medio urbano, sino de cambiarlo casi a voluntad (...)

Pero lo que pretendemos es una intervención directa, efectiva, que nos lleve después de

los estudios preliminares necesarios –y aquí la psicogeografía jugará un gran papel–,

a instaurar ambientes nuevos, situacionistas, cuyos rasgos esenciales sean la corta

duración y el cambio permanente”128.

Por otro lado, Guy Debord, miembro fundacional de la IS, ideó una serie de mapas

124 IVAN, Gilles: “Formulario por un nuevo urbanismo”, en La Internacional Situacionista. Textos completos traducidos al castellano, vol 1. La realización del arte, Literatura Gris, Madrid, 1999, p. 20.125 Ibídem.126 Ibídem.127 AAVV “Teoría de la deriva”, en Internacional Situacionista. Textos íntegros en castellano de la revista (1958.1968) nº 2, Literatura gris, Madrid, 1999. 128 KHATIB, Abdelhafid: “Intento de descripción psicológica de Les Halles”, en Internacional Situacionista, op. cit., p. 45.

Sophie Calle y el rastro de los otros

163

de la ciudad de París basados en estas ideas, uno de los mapas más populares creado junto

con la ayuda de Asgern Jon, se titula Guide Psycogéographique de París. La popularidad

de esta creación recae en varios factores. El primero es el resultado del trabajo realizado

previamente en la ciudad de París, gracias a la deriva y sus desplazamientos continuos

por esta ciudad, Debord experimenta la psicogeografía en primera persona. Especial

curiosidad le despertaba, según Sadler, la Rotonda Ledoux129 de 1798 que descubre

junto con J. Wooldman, recordando los paisajes de Claude Lorrain que tanto le gustaba

visitar en el Museo del Louvre. Debord otorga a este monumento un carácter de “ruina

virtual por su estado de abandono”130.

129 SADLER, Simon: The situationist city, MIT Press, Massachusets, 1998, p. 75. En una nota del texto “El giro tenebroso” aparecido en el número dos de la IS, dejan constancia del interés por los monumentos de Ledoux: “La l.S. va a estudiar el acondicionamiento del conjunto edificado por Claude-Nicolas Ledoux en la Saline-de-Chaux con el fin de construir varias series de situaciones (cf. el cortometraje de Pierre Kasta consagrado a la obra de este arquitecto). Un plan de transformación de este conjunto que detenga el abandono se pondrá a punto y se ejecutará en cuanto las circunstancias lo permitan. En caso de que la perspectiva de reconversión lúdica de la Saline-de-Chaux quedara cancelada, las observaciones y las conclusiones del plan podrían adaptarse al desvío de otras arquitecturas europeas utilizables.130 SADLER, Simon: The situationist city, op. cit., p. 72.

Guy Debord.Guía psicogeográfica de París,1955

Sophie Calle y el rastro de los otros

164

En estos desplazamientos, Debord y los letristas habrían descubierto el otro

París, recóndito y obscuro “sublime” y habría querido perseguir, según Sadler, los

restos de la herencia sublime remanente en la ciudad, como Baudelaire, pero también

otros pertenecientes a otras épocas y lugares, como Thomas de Quincey y su texto

Confesiones de un fumador de opio, William Blake y sus poesías, Allan Poe y sus

inclinaciones detectivescas. En definitiva, toda la genealogía de outsiders que quisieron

buscar fuera de la norma y los márgenes establecidos. Por eso, lo sublime operaría en

los situacionistas como una resistencia a la sociedad industrializada, “una estrategia

contra la instauración modernista”131.

Una ciudad fundamentada en el urbanismo situacionista, con la construcción de

ambientes a través de la psicogeografía, no evitara los conflictos, buscaría los “ambientes

elusivos y obscuros, precedentes de lo sublime”132.

El urbanismo unitario y su práctica a través de la deriva constituyen formas de

percibir y experienciar la ciudad fuera del valor normativo, productivista y mercantil, y

se trataría de apreciar la construcción de la ciudad de manera subjetiva, donde se puede

practicar, como diría Michel de Certeau, una “suerte de baile de la ciudad”133 porque es

el caminante, el que deriva, el conossieur de umbrales el que con su trayectoria crea,

domina la calle, donde se encuentra “el fermento de las culturas populares”134, por ello

contrapone la fijeza del mapa basado en la racionalidad cartesiana, con la práctica del

desplazamiento, en el que el movimiento reinscribe la ciudad.

2.3.2. Existir en la huella: obra temprana de Sophie Calle

La ciudad de París se convierte para la joven artista en ese lugar de experimentación,

en el lugar perfecto para la búsqueda de sí misma a través del rastro del otro. Las calles

131 Ibídem.132 Ibídem, p.72.133 MITCHELL, Peta: Cartographic strategic of posmodernity. The figure of the map in contemporary theory and fiction, Routledge, New York, 2008, p. 114. Sobre la práctica del mapeado en las ciudades en el arte contemporáneo, ver: O´ROURKE, Karen: Walking and Mapping. Artists as cartographers, MIT Press, Massachusetts, 2013. 134 HARVEY, David: La condición de la posmodernidad, op. cit., p. 239.

Sophie Calle y el rastro de los otros

165

eran espacios transitables, susceptibles de múltiples recorridos, dependiendo de quién

persiguiera. Sus paseos en búsqueda de inspiración, su observación inquisitiva, la

ciudad como laboratorio, como su oficina y lugar de trabajo, la convierten en una suerte

de antropóloga contemporánea, de etnografía de las calles.

Sophie Calle.Suite venitienne,1979

Sophie Calle.Suite venitienne,1979

Sophie Calle y el rastro de los otros

166

Ya se ha visto cómo el binomio flâneur / detective suscita una importante

relevancia puesto que responde a la estrategia de Sophie Calle en alguna de sus obras y

que tiene su máxima consumación en Suite Vénitienne, su ópera prima. Ciertas aptitudes

en la obra temprana de la artista, como puede ser, su apropiación de la concepción

detectivesca, sus incursiones en la vida privada de los desconocidos, la apropiación de

otras identidades para pasar inadvertida, los recorridos y paseos urbanos necesarios para

sus persecuciones, hacen difícil clasificarla como simple artista conceptual, tampoco

como artista narrativa, ni una performer, ni hace un arte feminista, propio a sus coetáneas.

Calle es un compendio de todos estos elementos, otorgándole una singularidad y

originalidad que hace difícil su encasillamiento en uno u otro movimiento.

Calle se erige como una artista actual, una artista que se inspira en los

acontecimientos cotidianos, que se deja sorprender por un momento, que se mece con la

multitud y participa de ella. Es una flâneuse, que hace del entorno urbano su laboratorio

de trabajo, el entorno doméstico se traslada a la calle, y las actividades flâneurísticas

que obtiene una doble elaboración; por un lado las imágenes que va tomando con su

cámara, y por otro anotaciones en sus diarios.

El desplazamiento es el motor de acción en Sophie Calle, tal como se puede

apreciar en su ópera prima Suite vénitienne, realizada en 1979, aunque fechada en

1980 por motivos legales. Esta obra está estrechamente ligada a sus primeras filatures

parisinas, las cuáles no se pueden considerar como obra en sí misma, aunque si que son

una antesala y una previa experimentación en el entorno urbano. Suite vénitienne es,

en parte, fruto de esas primeros rastreos a desconocidos. Las persecuciones realizadas

en las calles parisinas, dan paso a esta pieza donde Calle sigue a un desconocido hasta

Venecia, persecución que se prolongará durante unas semanas135. Esta obra surge fruto de

la casualidad. Uno de esos días en los que Calle rondaba las calles en busca de aventuras,

persigue a un hombre hasta que lo pierde de vista, esa misma tarde se lo presentan en una

fiesta e intercambian unas palabras, el hombre desconocido, al que bautiza como Henry

B., le comenta sus planes de irse a Venecia al día siguiente. Sophie Calle, sin motivo

aparente, decide seguirlo hasta la ciudad italiana. Una vez allí, Sophie Calle comienza

135 Toda la información referida a esta pieza se puede encontrar en: BAUDRILLARD, Jean; CALLE, Sophie: Suite vénitienne; Please, follow me, Éditions de l’Étoile, París, 1983.

Sophie Calle y el rastro de los otros

167

su andadura como una detective profesional, de esta forma recaba información sobre

Henry B. y averigua en qué hotel se hospeda. Consigue una habitación en frente de su

hotel para tener una mayor visión y control de todos los movimientos de Henry B.. Esta

obra es la culminación de un proceso iniciático en la profesión detectivesca que Calle ya

había comenzado en París136. Sin embargo, en la capital francesa, sus persecuciones se

configuraban como microprocesos de seguimientos con un corto período de duración. Por

este motivo, la artista no tenía tiempo de profundizar en los sujetos a los que perseguía.

Hay un giro en su ópera prima, la espontaneidad antes vivida se traduce en un

completo sobreseguimiento de un único sujeto. Henry B, es el elegido, un hombre con

el que no guarda ninguna relación, un completo desconocido. Es éste precisamente,

una de las posibles motivaciones que la conducen hasta rastrear la sombra de Henry

B. No existirán posibles decepciones, ni existe una relación emocional, la distancia y

la objetividad que propician la profesión del detective la sobreguarda y la disuade de

cualquier sentimentalismo y de cualquier sufrimiento. La misma artista ha confesado

que le gusta no tener ningún contacto con su desconocido137. El reino del inconnu138 es el

que opera en cada una de sus obras, y que en esta pieza, se esgrime como esencia, como

el verdadero espíritu e impulso final: lo desconocido atrae y Sophie Calle quiere vivirlo

hasta sus últimas consecuencias. “Lo escondido fascina. Hay, en la disimulación y en

la ausencia, una fuerza extraña que obliga al Espíritu a volverse hacia lo inaccesible y a

sacrificar cuanto posee para conquistarlo”139. En las palabras de Starobinski sobrevuela

un hálito poético sobre aquello que no nos pertenece, que queremos descubrir. Ver qué

se esconde detrás de un impulso, detrás una emoción, de un sentimiento. Sophie Calle

es una rastreadora, una sabueso que ofrece todo su empeño en averiguar qué se esconde

tras un hombre que jamás conocerá. Siente una gran curiosidad por conocer los detalles

136 Véase, para una mayor indagación en las primeras persecuciones de la artista CALLE, Sophie: A suivre... : préambule, suite vénitienne, la filature. Actes Sud, Arles, 1998. Se debe mecionar que fue Vito Aconci uno de los primeros artistas en ejercer de detective para su práctica artística, ver: HAND, Janet: “Sophie Calle’s art of following and seduction”, en: Cultural geographies, 2005, 12 (4), pp. 463-484.137 OLIVARES, Rosa: “Entrevista con Sophie Calle” Lápiz, nº 130, 1997, pp. 32-47.138 Este término es utilizado en el análisis que la socióloga SAUVAGEOT Anne hace en: Sophie Calle, l’art caméléon. Presses universitaires de France, París, 2007.139 STAROBINSKI, Jean: El ojo vivo, Cuatro, Madrid, 2002. p. 11.

Sophie Calle y el rastro de los otros

168

insignificantes e insulsos de la vida de los otros, que en este caso se materializa en un

único sujeto: Henry B.

Hay por tanto un impulso voyeurístico, un anhelo que satisfaga la necesidad

imperiosa de conocer y saborear el regocijo que regala la mirada panóptica. El control

ejercido por la mirada, es en esta obra algo latente, algo que la hace actuar incluso

bajo el riesgo de ser descubierta. Sophie Calle por tanto ejerce un control directo, una

vigilancia continua. Son estos mecanismos que en su mayoría funcionan por control

visual, los que favorecen una vigilancia cada vez mayor y más desarrollada.

Calle por tanto se posiciona como una entidad demiúrgica, como si fuese un

narrador omnisciente, escritora y narradora de la historia de un personaje al que apoda

Henry B. La artista es consciente de la profunda satisfacción que siente al observar al

sujeto de su experimentación, de su trabajo, ella misma confiesa que siente una extraña

sensación placentera al controlar sus movimientos, al saber cuando saldrá, al saber

cuáles son sus gustos culinarios, al saber por dónde le gusta pasear o cenar140.

El placer visual presente en esta obra responde a una estrategia de la seducción,

es este mecanismo el que otorga el componente artificial, necesario para el trabajo de la

ocultación, que opera desde lo invisible. Baudrillard, importante teórico francés, ha sido

uno de los más acérrimos postulantes de la estética de la seducción, al que dedicó varios

libros141. Baudrillard además escribió el prólogo para el catálogo de Suite vénitienne, que

fue publicado como libro junto con las fotografías de la artista142. Para Baudrillard, Suite

vénitienne representa un artificio, una irrealidad, en definitiva, el juego de la seducción.

“Un extraño orgullo nos impulsa no sólo a poseer al otro sino también a penetrar

su secreto. No sólo para que nos desee, sino para resultarles fatales. Placer de la gris

eminencia: el arte de hacer que el otro desaparezca. Todo ello precisa de un ceremonial

completo”143. Así comienza el prólogo dedicado a la primera obra de Sophie Calle. Es

ella la encargada de preparar el ritual de la alteridad, la que lo ejecuta con una precisión

140 MARCEL, Chirstine; BOIS, Yves-Alain; ROLIN, Oliver (ed.): Sophie Calle: Did you see me?, op. cit., p. 85.141 BAUDRILLARD, Jean: De la seducción, Cátedra, Barcelona, 1991.142 BAUDRILLARD, Jean; CALLE, Sophie: Suite venitienne (Please follow me), op. cit.143 Ibídem, p. 67.

Sophie Calle y el rastro de los otros

169

pasmosa, es la apropiación de la huella del otro. El rastro de la existencialidad sobrante.

La seducción como mecanismo de poder, de alteridad, de desvío de la verdad –

tal cómo se define el término seducere en su raíz latina – existir en la huella del otro–144,

es “lo que desvía, lo que aleja del camino, lo que hace ingresar en el gran juego de los

simulacros, lo que hace aparecer y desaparecer”145. Calle es acaso un fantasma que se

ha perdido en la búsqueda del otro, una manipuladora de la realidad, con el añadido

de la dimensión seductora como alteración, como simulacro, como tautología perenne,

reversible hasta sus últimas consecuencias. Pero este fino tejido construido con los trazos

y huellas del otro obtiene una fácil sutura, una interfaz que puede dañar el simulacro,

la apariencia de la seducción. En el momento en que ella es descubierta, se revela el

secreto, como una fotografía en la sala de operaciones, cuando uno espera impaciente

que empiecen a emerger las primeras imágenes posadas en el papel. Henry B., la

descubre, la desnuda, con el consecuente peligro que entraña el riesgo de ser desvelado,

la violencia generada en el perseguido puede ser voraz, puede peligrar la vida de Sophie

Calle. Sin embargo, no hubo una situación violenta. Henry B.146, cuando descubre a su

detective, a su perseguidora, calla y consiente, sólo pregunta el porqué, pero niega una

foto de su rostro en primer plano, y lo que obtiene la cámara fotográfica es la imagen de

una mano tapándose, reclamando intimidad, huyendo de la representación, del testigo

de su existencia.

En este sentido las fotografías de Sophie Calle no responden a una artisticidad, a un

conocimiento técnico que debe corresponder a una fotógrafa profesional, sino más bien,

a estrategia documental, el documento como archivo147, como constancia existencial.

No hay, como ha señalado Baudrillard148, una pulsión voyeur en sus fotografías, sino

que insiste en la presencia, en el “en este sitio a tal hora, había alguien, alguien a quien

persigue, como una alteridad tan agresiva que hasta se olvida de que existe, se pierde en

144 Ibídem.145 BAUDRILLARD, Jean: De la seducción, op. cit., p. 61.146 El relato de cómo Henry B. descubre a Sophie Calle se encuentra en: BAUDRILLARD, Jean; CALLE, Sophie: Suite vénitienne (Please follow me) op. cit., p. 68.147 DEL RÍO, Victor: “La estética del documento. Revisiones del arte y la teoría”, en Lápiz. Revista internacional de arte, año XIX, 2000, nº 166, pp. 55-63. 148 BAUDRILLARD, Jean: La transparencia del mal, Anagrama, Barcelona, 1991, p 168.

Sophie Calle y el rastro de los otros

170

las huellas del otro”149.

Sophie Calle, al absorber el secreto del otro, se convierte en poseedora, situación

que la coloca en una posición de dominación, en una situación, que socialmente es

percibida y asociado al rol masculino, Calle adopta un papel que tradicionalmente, se

ha construido bajo el paraguas binario, y que ha relacionado la profesión de detective

con un hombre, Para ello también debe cambiar su fisonomía habitual y disfrazarse, se

coloca una peluca rubia, color distinto del color oscuro de su cabellera y adopta ciertos

estereotipos de la figura del detective, ocultarse tras un sombrero, unas gafas de sol y un

atuendo para pasar desapercibida, como una gabardina gris.

Este acto preformativo y la adquisición de un rol diferente del suyo habitual

la relaciona con la artista Cindy Sherman150, puesto que ella es el paradigma de la

autorepresentación ficticia, con las imitaciones que realiza de las heroínas, mujeres

fatales y mitos de la historia del cine clásico. En cierta manera esta relación responde a

la misma vez, al triunfo que habíamos anunciado al principio: su nuevo rol de flâneuse/

detective la ha convertido en agente activo, una situación que la convierte poseedora

de la mirada y por tanto en un posicionamiento de dominación visual ejercido hacia su

sujeto. Si para la teórica Laura Mulvey la mirada del hombre se definía como voyeur,

y su víctima eran las representaciones femeninas en el cine clásico de Hollywood151,

aquí se han invertido los papeles: Calle es la voyeur, y su objeto de deseo es el hombre

desconocido. Pero la artista se adelanta un paso. Las razones de su fetichización van

más allá del placer sexual: responden a una estrategia de satisfacción escópica, a un

hedonismo visual capaz de saciar hasta la más curiosa de las miradas. Su mirada pues,

a pesar de ser productora, como el flâneur decimonónico, en forma de imágenes y de

informes del seguimiento, es ostensible y traducible al campo estroboscópico, donde la

pulsión visual es un mecanismo omnívoro, que intenta saciar todas las sustancias del

residuo de la visión152.

149 Ibídem.150 Ver: KRAUSS, Rosalind; BRYSON, Norman: C. Sherman 1975.1993, Rizzoli, New York, 1993.151 MULVEY, Laura: Placer visual y cine narrativo, Episteme, Valencia, 2002.152 Véase: HERNÁNDEZ-NAVARRO, Miguel Ángel: El archivo escotómico, op. cit.

Sophie Calle y el rastro de los otros

171

Cindy Sherman.Untitled Film Still #54,1977-80

Sophie Calle.Follow,1981

Sophie Calle y el rastro de los otros

172

La inversión de la vigilancia se advierte en su tercera obra: La filature153 donde

contrata, mediante su madre, a un detective privado de la Agencia de detectives Duluc

en la ciudad de París. Sophie Calle, quiere ser retratada desde la mayor objetividad

posible, desde la deshumanización que predicaba Virilio en La máquina de la visión.

El detective proporciona el suficiente distanciamiento y frialdad, no hay sentimientos

ni posibilidad de acercamiento. El juego de la seducción, que Calle ejerce en su ópera

prima es invertido, es reversible y ella pasará por primera vez, a ser objeto pasivo,

ser objeto de la mirada masculina de la mano de un detective contratado al que nunca

conocerá. Con esta obra quería indicios de su existencia154. Lo anecdótico es que esta

pieza fue utilizada para una exposición organizada por el Centro Pompidou consistente

en autorretratos de los jóvenes talentos emergentes, y Calle elige esta peculiar manera

de ser retratada, mediante la objetividad detectivesca.

Ella misma elabora su propio informe del día que pasó perseguida por el

detective. De esta manera se pueden contrastar ambas versiones. Sophie Calle termina

confesando una simpatía por el detective desconocido, como si lo fuese a echar de

menos: “estoy borracha y me duermo. Antes de cerrar los ojos pienso en él, me pregunto

si le gustaré, si pensará en mi mañana”155. Calle ha consentido invertir el juego de la

persecución y se ha sentido extraña. Ha probado qué se experimenta al ser sujeto de

experimentación empírica, de ratón de laboratorio. Ha intentado mantener la máxima

distancia posible, pero no lo ha conseguido, muestra un reducto de emocionalidad, tal

como le sucedió con The Address Book después de todas las descripciones remitidas al

periódico Liberation, intentando descifrar la personalidad del hombre que un fatídico

día perdió su libreta de direcciones, siente un vínculo invisible que lo une a él sin éste

serle correspondido. A pesar de que la artista es consciente de que está siendo espiada,

lo curioso es que se extraña cuando observa las fotos de su seguimiento. Casi hace

literal la afirmación de Lacan, para quien “desde el momento en que esta mirada existe,

yo soy algo distinto en tanto que siento que yo mismo me convierto en objeto para la

153 MARCEL, Christine: Sophie Calle, did you see me? op. cit., p. 101.154 Ibídem, p. 19.155 Ibídem, p. 105.

Sophie Calle y el rastro de los otros

173

mirada de otros”156. Por primera vez en su obra ella está siendo objeto de la mirada. Si

antes no existía una reciprocidad, ahora que le está siendo devuelta, experimenta un

desagrado, un saber que todos somos vigilantes y a la vez vigilados, que todos somos

susceptibles de ser descubiertos y observados, una situación que nos sumerge en una

desnudez mental: “La dialéctica de la flanerie: por un lado, el hombre que se siente

mirado por todos y por todo, en definitiva, el sospechoso; por otro, el absolutamente

ilocalizable, el escondido”157.

La flânerie detectivesca de Sophie Calle sigue desarrollándose en sus siguientes

obras. Ese mismo año viaja a Venecia y consigue un trabajo como limpiadora de un

pequeño hotel de la ciudad italiana, le son asignadas 12 habitaciones, pero ya sabemos

que Calle no es como los demás, y ella no se dedica exclusivamente a acometer esta

tarea ordinaria, sino que se consagra a husmear entre las pertenencias de los usuarios del

hotel, surgiendo así The hotel (1981)158.

156 LACAN, Jacques: El seminario de Jacques Lacan, Paidós, Barcelona, 1981, p. 99.157 FRISBY, David: Paisajes urbanos de la Modernidad. op. cit., p. 51.158 CALLE, Sophie: L´hôtel, Actes Sud, París, 1998.

Sophie Calle.The Hotel,1981

Sophie Calle y el rastro de los otros

174

Durante un corto período de tiempo, que no duraría más de tres semanas, la

artista revuelve en las habitaciones de los clientes y apunta lo que se va encontrando en

un diario, junto con fotografías que atestiguan las verídicas descripciones de la artista159.

Esta obra responde a una voluntad recolectora, una coleccionista de objetos ajenos, el

objeto entendido como atractor extraño160, la alteridad resumida en objeto “sólo queda

la inexorabilidad del objeto, el irredentismo del objeto161.

Sophie Calle vuelve al ejercicio de la exorcización a través de los otros, esta

vez el sujeto ha devenido objeto, que la atrae irreductiblemente hacia una liberación

interior que supone una radicalidad obsesiva. Es un impulso por conocer y rastrear las

pertenencias de los otros, un impulso consumado de forma paliativa, como alivio a su

pulsión escópica, de la curiosidad infinita. Es pues una estrategia que incide de nuevo en

el catálogo, en el inventario de experiencias, Sophie Calle definida como arqueóloga del

presente162, como etnógrafa de lo cotidiano. Todo es sistemáticamente apuntado en su

diario y se ayuda de una grabadora para que nada se le olvide. Lee los diarios, postales,

notas. Se perfuma con fragancias ajenas, mira en las papeleras, husmea en los restos de

comida, en lo sobrante, lo residual, el descarte, como cuando persigue la sombra inocua

de Henry B.

Esta acción es realizada asumiendo la profesionalidad de cualquier detective,

que tiene que rastrear las pruebas en el escenario de un crimen y necesita recabar todo

lo posible, todo lo que pasa inadvertido, lo menos significante puede ser la clave, la

resolución final. Sin embargo, Calle rompe con la línea divisoria que la separa de la

cientificidad de un detective. Al dejarse seducir por los objetos, al intentar atrapar

su esencia tocándolos, disponiéndolos a su gusto –como hace al agrupar los zapatos

y contarlos– deja escapar lo enigmático, el aura benjaminiana, y lo convierte en un

proceso natural, que se inscribe en la cotidianidad de uso diario. Sophie Calle solo es

la encargada de traspasar la línea, el umbral entre lo público y lo privado. Y nos hace

159 Existe un libro que recoge imágenes y descripciones de los hoteles de todo el mundo visto por artistas, arquitectos etc. Véase: ALBRECHT, Donald; JOHNSON, Elizabeth: New Hotels for global nomads, Cooper- Hewitt Museum, New York, 2002.160 BAUDRILLARD, Jean: La transparencia del mal, op. cit., p. 183.161 Ibídem. 162 Paul Auster así la define en Leviatán, op. cit.

Sophie Calle y el rastro de los otros

175

reflexionar sobre la esfera íntima, intocable. Esa intimidad que hoy día comienza a

convertirse en ficción, asistiendo al auge del exhibicionismo público propiciado por las

redes sociales, por la vigilancia y el control del big data.

2.3.2.1. Los durmientes

Después de que la artista regrese de Venecia tras su persecución de Henry B., no duda en

seguir sus impulsos artísticos, sus inquietudes escopofílicas y proyecta su siguiente acción

consistente en mantener su cama ocupada por gente desconocida durante unos días. Para

ello necesita reunir a un grupo de personas, que de forma individual o en pareja, acudirán

a su lecho para reposar, para dormir y responder a un pequeño cuestionario realizado por

ella. La iconografía de los durmientes ha sido un tema ampliamente representado a lo largo

de la Historia del Arte, y en el siglo XX también ha supuesto una fuente de inspiración

y reflexión. En las últimas décadas han sido muchos los artistas que se han inspirado en

el mundo de los sueños y su correspondiente representación en los durmientes. Tal es

el caso de Andy Warhol, autor de un film consistente en la ininterrumpida grabación de

un hombre durmiendo. La obra titulada Sleep fue realiza en 1963, en pleno apogeo de la

movida underground, y responde a los nuevos campos de expansión artística, así mismo

está relacionada con el cine alternativo emergente, surgido principalmente en Norte

América. Los representantes de la vanguardia cinéfila eran Maya Deren y Kenneth

Anger entre otros163. Posteriormente ciertos artistas contemporáneos han recogido el

testigo y en sus obras se vislumbran una experimentación y nuevos modos de acercarse

a la actividad onírica. Es el caso de Bill Viola164, uno de los máximos representantes del

videoarte. Su obra The Sleepers es una instalación videográfica en la que se reproducen

imágenes de gente durmiendo mediante monitores de televisión que están repartidos

entre siete bidones, a su vez sumergidos en agua. La reflexión que Viola ofrece, traspasa

la problemática de la tradición iconográfica del durmiente, polarizada entre la vida y

la muerte, en el impasse repentino de la oscuridad intermitente, para acercarnos a un

163 Para saber más sobre el cine underground consultar: DIXON, Wheeler; AUDREY FOSTER, Gwendolyn Experimental cinema: the film reader, Routledge, Londres, 2002.164 KEMP, Martin; WALLAC,Marina: Spectacular bodies: the art and science of the human body from Leonardo to now, University of California Press, Berkeley and Los Angeles, 2001, p. 207.

Sophie Calle y el rastro de los otros

176

nuevo punto de vista mediatizado por el video. En efecto, el video es para Viola “el ojo

de la mente”165 aquella máquina capaz de revelar los instantes y momentos sibilinos,

invisibles. La enfatización del rostro, única parte del cuerpo que graba, hace a su misma

vez hincapié en la rostricidad166, en la última forma que une el sueño y la realidad. El

fuera de campo, la elisión del resto de cuerpo funciona de manera hiperbólica, es en

la mente, ese ojo de la mente, la que establece la conexión entre el interior y nuestro

exterior. Otra lectura es la hegemonía que siempre se le ha otorgado al cerebro, la razón

y la lógica, el cartesianismo tradicional que tanto tiempo ha permanecido en nuestra

cultura.

165 Ibídem.166 DELEUZE, Gilles; GUATTARI, Felix: Mil mesetas, PreTextos, Valencia, 2002.

Francis Alÿs.The Sleepers,

1999

Sophie Calle y el rastro de los otros

177

Nan Goldin es otra de las artistas que también ha experimentado con la actividad

onírica167. Sus fotografías revelan la vida íntima de sus allegados o conocidos. En casi

la totalidad de su producción fotográfica levita la constante separación entre la esfera

pública y la privada. Nos muestra su vida, sus amigos, sus amantes, con un evidente

grado de erotismo impregnado en sus fotografías. Algunas de sus fotos, muestran camas

desiertas, gente durmiendo, desayunos en hoteles. Es un archivo que documenta su

día a día en una revelación total de su mundo interior. En más de una ocasión se la

ha relacionado con Sophie Calle precisamente porque ésta también ha traspasado la

frontera de lo íntimo, mostrándonos su dolor a través de sus obras.

Francesca Woodman, una de las fotógrafas más enigmáticas del panorama

artístico actual, experimenta con el cuerpo desnudo y lo exprime hasta las últimas

consecuencias. Entre algunas de sus fotografías se encuentra cuerpos donde la

protagonista es ella misma. Esta es una constante en su corta producción. El lirismo, la

melancolía y la necesidad de conectar con uno mismo, la revelación de la intimidad, son

una de las características más sobresalientes de sus obras.

En la cinematografía también encontramos diferentes interpretaciones del tema

de los durmientes. Es el caso de Abbas Kiarostami, cineasta iraní, galardonado en

múltiples ocasiones, que en 1997 ganó la Palma de Oro del festival de Cannes con

El Sabor de las cerezas. En 2006 con motivo de la exposición itinerante conjunta

entre Víctor Erice y Kiarostami llamada Correspondencias, éste último presentó una

instalación llamada Durmientes, que había realizado en 2001 en la Bienal de Venecia

y en la Andrea Rosen Gallery un año después. La video instalación duraba 98 minutos

y mostraba una pareja durmiendo en su piso de Francia. La perspectiva cenital de la

cámara ofrece una mirada omnipresente y no deja escapar ningún detalle. Se trata de una

panavisión, una estrategia para capturar la intimidad, el tiempo del sueño, el hundimiento

de la consciencia. Kiarostami rompe las fronteras entre cine y video arte, ofreciendo un

trabajo híbrido. Esta línea de investigación ha hecho que muchos especialistas en la

materia hayan creado un nuevo término para designar a este tipo de trabajo, a caballo

167 Ver el catálogo de la exposición retrospectiva celebrada en el Whitney Museo of American Art: SUSSMAN, Elizabeth; GOLDIN, Nan; ARMSTRONG, David; WERNER HOLZWARTH, Hans: I´ll be your mirror, Hardcover, Nueva York, 1996.

Sophie Calle y el rastro de los otros

178

entre el cine y la instalación, a caballo entre las salas de exhibición de los museos y

galerías y la exhibición en cines, lo que se conoce como “cine expandido”168.

Para terminar este repaso de los artistas contemporáneos que han aportado

con sus obras su visión particular sobre la actividad onírica, nombraremos a Francis

Alÿs. En su búsqueda de la realidad urbana cotidiana, trabajó en una serie llamada

Sleepers, realizada entre 1997 y 2002. En esta serie fotografía a homeless o personas

sin techo, cuando están dormidas, estas fotografías son comparadas con otras de perros

durmiendo, también en la calle. Es evidente el sentido político de esta pieza, política

que permanece inherente en su trayectoria. Las personas que viven en la calle hacen

públicas sus necesidades vitales básicas, como el dormir.

A lo largo de este recorrido por las obras de las diferentes versiones de los

durmientes en el arte de contemporáneo, nos percatamos de la importancia que este

tema ha suscitado, no sólo en el arte actual, sino también a lo largo de la Historia del

arte tradicional. En este sentido, no nos sorprende que Sophie Calle haya elegido este

tema para realizar su segunda obra, The Sleepers, fechada en 1979, pero realizada en

1980, en la que invitó a dormir a personas que no conocía a su cama durante ocho días.

Con esta obra, vuelve a manifestar su infinita curiosidad por el género humano,

por los detalles inasibles, invisibles, inocuos. Aquellos actos tan prosaicos que no

estudiamos, que no prestamos atención porque son naturales, porque forman parte

de nuestros procesos vitales normales. En esta obra Calle vuelve a utilizar la misma

táctica anterior: es una detective en busca de los detalles escondidos. Esta vez, su

actividad flâneurística urbana se ha trasladado a la esfera íntima, al ámbito de lo

privado. Pero sigue siendo una detective, una buscadora de pistas, de rastros humanos.

Aquí, el régimen de invisibilidad ha desparecido mostrándose del todo, haciendo

una declaración de principios. Ya no se oculta, no se transforma en otra persona, no

necesita de la performatividad de su ser. Es ella misma, una artista que busca interceptar,

captar el sueño humano. Ver cómo la gente duerme en su cama. Dejar su lecho diario a

168 El cine expandido se está empezando a estudiar en España desde hace algunos años. Se trata del fenómeno de exhibición de películas más o menos artísticas dentro de las instituciones como los museos. Para mayor información véase: REHM, Jean-Pierre: “El cine en el museo” en: Cahiers du cinéma España, febrero 2010, nº 31 p. 41-44.

Sophie Calle y el rastro de los otros

179

desconocidos para que éstos les proporcionen el material que ella necesita, se alimenta

de los demás, se alimenta de los sedimentos, de los rastros y huellas de los inconnus.

En total fueron veintisiete durmientes que ella constató en su diario, que fotografió

y preguntó sobre sus hábitos a la hora de dormir. Sophie Calle apunta exhaustivamente

en su diario cada nuevo durmiente, con pequeños datos que ayuden a identificarlos.

Parece de esta forma, una forense, una científica que ama su trabajo por encima de todo

que ama la observación del otro y del entorno que le rodea. Sus diarios, expuestos en

la galería, revelan algunos detalles anecdóticos, como ciertas personas que se sienten

intimidadas, violentas al estar durmiendo en frente de una desconocida y apenas puede

conciliar el sueño. Otros en cambio, se siente totalmente cómodos y confiesan algunas

intimidades a la artista.

Sophie Calle.The Sleepers,1979

Sophie Calle y el rastro de los otros

180

El resultado de este experimento son una serie de fotografías acompañadas de

texto, un modus operandi que es una constante en la forma de presentación de sus

obras, motivo por el que se la ha catalogado como artista conceptual. La noción de

archivo forma parte de una estrategia que muchos artistas comienza a utilizar en sus

obras169. No hay por tanto, una voluntad artística en las fotografías, una estudiada

premeditación al captar ciertos aspectos formalistas, detalles que otros fotógrafos si

tienen en consideración. Reside en cambio, una labor documental, donde la importancia

recae en el registro de la experiencia, a modo de apunte o anotación.

Sophie Calle se convierte así en una vigía, en una vigilante del sueño nocturno

de los otros, encargada de velar, de no dejar pasar ningún detalle. Vuelve a ejercer una

vigilancia absoluta, vuelve ser la narradora omnisciente de las historias que narra en

todas sus obras. La vigía tiene toda su atención puesta en su trabajo: “Sólo la vigilia

puede dejar lugar al sueño, y la vigilancia mantenida procede de un sueño rechazado,

una somnolencia negada. (...) Aquel que renuncia a la vigilancia, renuncia a la atención

y la intención, a toda especie de tensión y expectativa”170. El que duerme por tanto se

convierte en un ser vulnerable, alguien que no vigila, que no controla lo que sucede

alrededor, y es en ese momento cuando aparecen los sueños, los fantasmas de la razón,

la inconsciencia. Es la vulnerabilidad, la resurrección, el mito cristiano de los siete

durmientes, la resurrección asociada a la muerte:

el reverso, la inversión y la anulación del tiempo, no su conversión en duración privada de ritmo, no su estiramiento sin relieve en torpor y coma. No la muerte que dura, sino la muerte que cae de un golpe y al caer se elide. La muerte cuya caída erige el tumbus, el tumulus, la suave y grave elevación de tierra o piedra. Puede decirse que el sueño es una murte temporaria.171

El sueño es una muerte eventual, pero que a la vez supone un proceso de no

169 Ver: FOSTER, Hal: “The Archival Impulse” , October, Otoño, 2004, No. 110, págs. 3-22; y de modo más extenso, sobre la noción de archivo en los artistas contemporáneos, ver: SPIEKE, Sven: The Big archive, MIT Press, Massachusetts, 2008. También ver: GUASCH, Ana Maria: Arte y archivo. Genealogías,tipologías y discontinuidades, 1920-2010, Akal, Madrid, 2011.170 NANCY, Jean Luc: Tumba de sueño, Amorrortu, Buenos Aires, 2007, p. 13171 Ibídem, p. 57.

Sophie Calle y el rastro de los otros

181

visión, de ceguera transitoria. Los durmientes son una suerte de ciegos esporádicos: su

visión se reduce a la opacidad absoluta, la negación de la luz, la disruptiva del ojo. Pero

al igual que resurgimos desde la muerte soñada, la invisibilidad de los durmientes ofrece

una salida, tal como plantea Jean Luc Nancy:

el hecho de no ver se comunica con una posibilidad de suplencia o esperanza de la vista. No se ve en la sombra que de alguna manera podrá disiparse. Per ver que no se ve nada y que no hay nada para ver, ver la vista pegada a sí misma como único objeto, se asemeja a ver lo invisible, sin duda, pero sólo se asemeja a ello como su reverso o su negativo. Morar en ese mismo reverso, no pretender discernir lo inevitable: tal es la tarea ciega del sueño172.

2.4. Conclusión

La obra de Calle oscila entre la experiencia de buscar el rastro y huella de los otros, en

una actividad casi forense y analítica, como ese flâneur convertido en detective que se

ha analizado en estas páginas. En las ciudades que visita, ya sea París, Venecia o Nueva

York (de las que aquí se ha comentado, aunque existen muchas otras de su repertorio

artístico), se establece como un sujeto activo y productivo en la ciudad, pues la utiliza

para sus propósitos y se mueve y deambula por las calles, no sólo como un juego azaroso

que los situacionistas exploraron con la deriva, sino también, como búsqueda de su ser en

la alteridad que ofrecen sus obras. También visibiliza las tensiones que supone moverse

en la de la ciudad como jungla, de esta manera escribe en su diario: “Llego a Piazza

San Marco y me siento contra una columna. Miro a mi alrededor. Me veo a las puertas

de un laberinto, listo para perderme en la ciudad y en esta historia. Sumisa”173, Calle

está describiendo la experiencia flâneurística del que se deja conquistar y sucumbe a la

exploración y conquista de lo que la ciudad ofrece. Ya sea, persiguiendo a un desconocido,

siendo perseguida en la esfera pública, o bien fisgoneando objetos, observado la

intimidad de desconocidos, en el contexto privado, prácticas que se incluyen en la esfera

del everyday, de lo microoridnario. Es como si se quisiera apropiarse del tiempo de

172 Ibídem, p. 65.173 CALLE, Sophie: Double Game, op. cit.

Sophie Calle y el rastro de los otros

182

los otros, del tiempo de Henry B., del tiempo del detective que la persigue, del tiempo

de los que duermen en su cama, en un acto donde se posiciona como espectador pero

también siendo observada, acortando las distancias y las barreras que separan las esferas,

de lo íntimo y privado y lo público, de entre los desconocidos y ella misma, entre la

suspensión del que mira y se deja mirar en una estrategia que permite el desdoblamiento

como búsqueda de la experiencia subjetiva a través de la experiencia de la alteridad. Se

pregunta Estrella de Diego en su libro No soy yo, por el motivo de estas obras: ¿quién

es en realidad la mujer?, ¿qué juego establece con el vigilante-vigilado? (...) Porque

desde el punto de vista artístico, Calle presentaba un rostro facetado y escurridizo”174, y

quizá la mejor respuesta la tiene Isaac Joseph, para quien “el rostro es la manifestación

de una esencia que la deja enteramente en su alteridad para nosotros”175. Quizá Sophie

Calle, mediante su estrategia de excavación forense de la realidad cotidiana y anodina,

de los paseos, de los objetos, del sueño de desconocidos, nos esté dando la ventaja de

apoderarnos de la vida de los otros por un instante. Saber que por unos segundos nos

pertenecen sus secretos desalentados, despedidos, deshechos. Sus deambulaciones y

paseos, como una flâneuse contemporánea, nos insta a mirar las huellas, antes de que

desaparezcan, con el paso del tiempo, que destruye todo acontecimiento.

También serán las huellas de la historia las que W. G. Sebald rastree en el

territorio posindustrial del este de Inglaterra, donde emergen fantasmáticamente en su

novela Los Anillos de Satuno, pueblos desérticos, ruinas y monumentos olvidados, entre

otras historias inspiradas en hechos reales, para las que rescata personajes históricos,

entretejidos con historias locales y personajes inventados. Será el desplazamiento a pie

por esta región la herramienta que le permite a Sebald reflexionar sobre la destrucción

del paisaje, el movimiento, a fin de cuentas, como desencadenante de la acción que

permite y posibilita la búsqueda subjetiva en un entorno transformado y trastocado por

la apuesta evolucionista del progreso, alineado con el pensamiento de Walter Benjamin,

guía de este análisis.

174 DE DIEGO, Estrella: No soy yo. Autobiografía, performance y los nuevos espectadores, Siruela, Madrid, 2001, p. 188.175 JOSEPH, Isaac: El transeúnte y el espacio urbano, Gedisa, Barcelona, 1988, p. 54.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

183

3. CONTRA EL OPIO DEL TIEMPO: LA DESTRUCCIÓN DE LA HISTORIA EN W. G. SEBALD

Yo vine al mundo bajo el signo de Saturno: el astro de la revolución más lenta, el planeta de las desviaciones y demoras...

Walter Benjamin

El tiempo mide nada más que a sí mismo

W. G. Sebald

Un puente del que no se podía divisar a la vez ambos extremos, y cuyos pilares se apoyaban en planetas, conducidos sobre un asfalto maravillosamente aislado, de un orbe a otro. El pilar trescientos treinta y tres mil descansaba en Saturno. Vio entonces nuestro duende que el anillo de este planeta no era otra cosa que un balcón que discurría a su alrededor, en el que los habitantes de Saturno tomaban

el fresco por la tarde. Walter Benjamin

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

184

3.1. Introducción Hilos de visión, hilos de sentido, De Hiel de noche Tejidos detrás del tiempo: ¿quién es lo bastante invisiblepara veros?Paul Celan

Ha pasado casi veinte años desde que W. G. Sebald falleciese inesperadamente en un

accidente de coche. Durante estos años Sebald ha llegado a convertirse en un autor

de culto; la totalidad de las investigaciones referidas a su obra y persona provienen

del ámbito académico, donde existe una vasta literatura que analizan su obra desde

diferentes aspectos1. Resaltando ciertos autores relevantes en el pensamiento crítico

actual, como Andreas Huyssen, Didi-Huberman, Susan Sontag o Marianne Hirsch2, que

1 En España. nos encontramos diferentes estudios de su obra revistas especializadas en literatura como Quimera que en el número 207 de Septiembre de 2007 dedicó un monográfico al autor alemán. En lo referido a la investigación, se cuenta con una tesis realizada en 2006 por el escritor CARRIÓN, Jordi: El viaje contra espacio. Juan Goytisolo y W.G. Sebald, Iberoamericana, Madrid, 2009. Por otro lado, una tesina de máster en la Universidad Complutense de Madrid, realizada por el artista Francisco Baños, analizó la novela Austerlitz en comparación con la propia obra de Baños, para ello visitó los mismos lugares que había relatado Sebald en esta novela. Es en el ámbito de la academia anglosajona es donde han proliferado bastantes estudios que han tenido la obra de Sebald como objeto de estudio. Se puede destacar, así: FISCHER, Gerhard: Sebald: Schreiben ex patria / Expatriate Writing, Rodopi, Amsterdam, Nueva York, 2009; FUCHS, Anne; LONG, J.J. (ed.): Sebald and the writing of history, Königshausen & Neumann, Berlin, 2007; LONG, J.J.:Sebald: Image, Archive, Modernity, Columbia University Press, Nueva York, 2007; SANTNER, Eric: On creaturely life: Rilke, Benjamin, Sebald, The University of Chicago Press, Chicago, 2006; MCCULLOH, Marck: Understanding W.G. Sebald, University of South Carolina Press, Columbia, 2003; MCCULLOH, Marck; DENHAM, Scott: W.G. Sebald. History. Memory, Trauma, Walter de Gruyter, Berlin, 2006; PATT, Lise (ed.): Searching for Sebald: Photography after W.G. Sebald, The Institute of Cultural Inquiry, Los Angeles, 2007; ZISSELSBERGER, Markus: The Undiscover´d Country: W. G. Sebald and the poetics of travel, Camden House, Nueva York, 2010; BAXTER, Jeannette; HENETIUK, Valerie; HUTCHINSON, Ben: A literature of restitution. Critical essays on W. G. Sebald, Oxford University Press, Oxford, 2015; BLACKLER, Deane: Reading W.G. Sebald: adventure and disobedience, Camden House, Nueva York, 2007; GRAY, Richard T: Ghostwriting: W.G. Sebald´s Poetics of history, Bloomsbury, Nueva York, Londres, 2017; COOK, John (ed.): After Sebald. Essays & Illuminations, Full Circle Editions, Londres, 2014.2 Véase: HIRSCH, Marianne: Family Frames. Photography, Narrative, and Postmemory, Harvard University Press, Cambridge, 1997; HUYSSEN, Andreas: Modernismo después de la Posmodernidad, Gedisa, Barcelona, 2011; SONTAG, Susan: “A Mind in Mourning”, en: “Where the Stress Falls New York”, Picador USA Farrar, Straus- Giroux, 2002, pp. 10, 29, disponible en castellano: W. G. Sebald: El viajero y su lamento, recurso online: http://www.enriquevilamatas.com/escritores/escrsontags1.html [consultado el 02/06/2018]; DIDI-HUBERMAN, George: Imágenes pese a todo: memoria visual del

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

185

han tratado problemáticas planteadas en el corpus sebaldiano, esenciales para entender

el panorama cultural actual.

Sebald escribió en un corto periodo de tiempo cuatro novelas que lo consagraron

dentro del panorama literario actual. Su primera novela, Schwindel. Gefühle, la escribió

en 1990, y fue traducida en castellano como Vértigo en el año 2001, vino después, en

1992, Die Ausgewanderten (Los Emigrados, 2000), en 1995 publicó Die Ringe des

Saturn (Los Anillos de Saturno, 2000) y finalmente en el 2001 Austerlitz, (publicado

en castellano Austerlitz en el año 2003) así como también un conjunto de ensayos

publicado de manera póstuma Campo Santo, libros de poemas Nach der Natur (Del

Natural traducida en 2004), es su primera obra donde ya se observan los motivos que

le acompañarán en su producción literaria y una de sus más célebres textos Luftkrieg

und Literatur en 1988 (Historia natural de la destrucción, 1999), donde describe la

destrucción de la ciudad perpetrado por la llamada “guerra aérea” nazi.

Sebald nació el 18 de mayo de 1944, en una pequeña aldea de Bavaria cerca

de Los Alpes, lugar de nacimiento original de sus abuelos y de su madre, hasta que se

marchó a estudiar la carrera de literatura alemana en la Universidad de Friburgo. Después

de acabar sus estudios, y viendo que los contextos académicos alemanes despertaban en

él recelo, se marchó a Manchester, para acabar en la Universidad de East Anglia dando

clases de literatura europea, puesto de trabajo que conservó hasta su muerte. Sebald

decidió marcharse de su país natal por elección propia, no quería compartir despacho

académico con profesores que guardaban silencio tras las atrocidades de la Segunda

Guerra Mundial, “ese estrato social donde la llamada conspiración del silencio estaba

más presente”3.

También tuvo que enfrentarse a su propia historia familiar, pues su padre había

sido piloto del Tercer Reich; el hecho de que nunca se hablase de su colaboración con el

nazismo, marcó la madurez del escritor, para quien, era necesario el relato y la restitución

Holocausto, Paidós, Barcelona, 2004. También del mismo autor, Cuando las imágenes toman posición: el ojo de la historia, Antonio Machado Libros, Madrid, 2013.3 JAGGI, Maya: “The last word, Sebald in conversation”: en The Guardian 21 diciembre, 2001, [consultado el 15/05/2018]. https://www.theguardian.com/education/2001/dec/21/artsandhumanities.highereducation

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

186

de la memoria de las víctimas. Será este uno de los temas presentes en casi toda su

producción, así en Los Emigrados, cuenta la historia de cuatro familias de exiliados,

pero también en su última novela, Austerlitz, narra el intento del protagonista, hijo de

judíos adoptado por una familia calvinista galesa, de descubrir, en vano, la historia

familiar judía. Es por la manera de enfocar esta problemática, la que ha inducido a la

teórica, Marianne Hirsch, a analizar su trabajo dentro de los estudios de la posmemoria4.

Teniendo en cuenta la importancia de la memoria como mecanismo intrínseco a

la escritura, tal y como el mismo escritor argumenta: “sin recuerdos no habría ninguna

escritura: el peso específico que una imagen o frase necesita transmitir al lector

solo puede venir de cosas recordadas, no del ayer sino de hace mucho tiempo”5, sin

embargo, la producción sebaldinana hay que entenderla de manera transversal, puesto

que no su estrategia narrativa trasciende temáticas y etiquetas, y hay que evitar “los

atajos culturalistas de la crítica que ciñe la obra de Sebald al trauma histórico alemán,

la postmemoria o la melancolía moderna”6. Para Gabriela Speranza el tiempo y la

visualidad en la obra de Sebald y en concreto en Austerlitz, son los ejes principales

sobre los que vertebra su análisis, porque, en última instancia, responde ante el relato

de la barbarie y de la catástrofe intrínseco a la condición humana, “son los estigmas

punzantes de una barbarie moderna que data de mucho antes y excede el holocausto”7,

y apunta bien Speranza, ya que la disección de las novelas y ensayos representan

las diferentes modalidades de la destrucción que la historia europea ha alcanzado

a lo largo de su desarrollo. La estrategia narrativa y conceptual del escritor evita la

narración sensacionalista de los acontecimientos que relata, su posición es la de un

cirujano que expone los hechos de manera objetiva, mediante la écfrasis descriptiva, “la

prosa narrada”, aunque su esencia como narrador permanece en cada novela en clave

autobiográfica; no sabemos qué es ficción y qué es documento, una suerte de diario

4 El debate sobre las imágenes del holocausto se puede encontrar en: LACAPRA, Dominck: Escribir la historia, escribir el trauma, Nueva Visión, Buenos Aires, 2005 véase sobre todo: “testimonios del Holocausto: la voz de las víctimas”, pp 105-131. Véase también la 2 de este capítulo.5 JAGGI, Maya: “The last word, en The Guardian, op. cit.6 SPERANZA, Gabriela: “Los relojes de Austerlitz”, en: Cronografías. Arte y ficciones de un tiempo sin tiempo, Anagrama, Barcelona, 2017, p. 77.7 Ibídem.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

187

en el que los pensamientos del escritor se entrelazan con la descripción de hechos y

personajes históricos. Pero no es un diario de viaje, ni tampoco unas memorias, ni una

crónica histórica, ni un álbum de fotografías, es todo y es nada, y esa es precisamente

la estrategia que Sebald perseguía, estar en todos lados y en ninguno a la vez, tal como

Jacques Austerlitz, confiesa “y hoy quisiera, dijo Austerlitz, haber podido desaparecer

sin dejar huella en la paz que reinaba allí sin pausa”8.

El cuarteto de novelas que componen el corpus sebaldiano tienen en común

diversas preocupaciones que hacen que continúe el análisis de su trabajo en el

contexto académico, y en los proyectos museísticos e institucionales9, pareciera que

las perspectivas y los puntos de vista que intentan arrojar luz no cesasen de suceder,

porque no tiene fin la inspiración y la iluminación que sus obras arrojan a realidad de la

cultura contemporánea.

3.1.1. Melancolía y catástrofe

Una de las constantes en la producción del escritor es el carácter melancólico de sus

personajes, un hecho que incluso se llega a percibir como un fundamento propio de

los “personajes sebaldianos”, y es que el carácter poético inunda las obras del escritor

alemán. La aventura, que se encuentra en sus novelas, nos conducen hacia un viaje,

hacia la peregrinación, el exilio o la memoria y siempre la melancolía. La melancolía

como telón de fondo, que consume a sus personajes y los sitúa en el límite, interfaz

de una nostalgia imperecedera. Es éste el ejemplo claro de una toma de posición. Una

postura nostálgica ante el mundo que invade sus novelas. El lector es capaz de absorber

los efluvios melancólicos materializados a veces por imágenes, otras por la elección de

ciertos temas y personajes o por una determinada forma de escritura.

En este sentido, la idea de catástrofe y barbarie ha funcionado como modo de

activación para una estado perpetuum de melancolía y han generado la creación de

8 SEBALD, W.G.: Austerlitz, Anagrama, Barcelona, 2006, p. 68.9 En 2015 tuvo lugar la exposición Las Variaciones Sebald, llevado a cabo, y comisariado por Jordi Carrión, en el CCCB. También recientemente, The Arca project An Exhibition Inspired by the Work of W.G.Sebald. Presented by Payne Shurvell Suffolk en 2017.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

188

una weltanschauung del dolor, los personajes sebaldianos están compuestos bajo estos

arquetipos melancolizados de individuos reposados y marginales, siempre aislados,

sometidos una cadencia de un tiempo ralentizado, y en el que la insatisfacción y la

búsqueda de la materialidad y objetualidad de la memoria les sumerge en un estado

permanente de exilio, de exploración, de cuestionamiento. La melancolía de Sebald,

perpetuada a través de la creación de sus personajes, es sintomática de los cambios que

están aconteciendo en nuestro mundo; la desaparición de especies y de ecosistemas,

el cambio climático, las transformaciones en el paisaje, siendo este uno una de sus

preocupaciones principales, así confiesa:

Mi melancolía se debe a que el paisaje está amenazado realmente; de hecho, está desapareciendo. Los escenarios naturales están siendo regulados, normalizados, incluso borrados violentamente, como hemos visto en los últimos meses. En ciertas regiones de Europa, como Holanda y Alemania, no existe ya el paisaje sino como un vacío reconstruido por el hombre. Eso claramente milita contra la experiencia de mi infancia10.

Sebald creció en un pequeño pueblo aislado, en medio de la naturaleza, donde

realiza caminatas a pie de la montaña con su querido abuelo, que será el que le enseñe

sobre geología, botánica y naturaleza, sin duda, temáticas que reverberan en sus historias,

así apunta Mark Anderson: “se llevaba a su nieto a hacer largas caminatas y le daba a

conocer las flores y las hierbas, la meteorología y la geología de las montañas, pero

también los habitantes del pueblo, ya que conocía muy bien sus historias vitales. Él es

el primer y más querido mentor de Sebald”11.

La observación de las transformaciones en el paisaje que está siendo “borrado

lentamente” y la preocupación que demuestra por ello, ha llevado a algunos teóricos a

relacionar su trabajo con el campo emergente sobre los estudios del antropoceno. En

especial se analiza su novela Los Anillos de Saturno, por la interrelación que lleva a

10 SEBALD, W. G.: The Emergence of Memory: Conversations with W.G. Sebald, Seven Stories Press, 2007, New York, p. 56.11 ANDERSON, Markus: “Cinco momentos cruciales en la vida de W.G. Sebald”, articulo publicado en el blog de Kosmopolis, a posósito de la exposición Las Variaciones Sebald, llevado a cabo, y comisariado por Jordi Carrión, en el CCCB http://kosmopolis.cccb.org/es/sebaldiana/post/cinc-esdeveniments-a-la-vida-de-w-g-sebald/ [consultado el 15/05/2018].

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

189

cabo entre la historia natural y la humana, ya que cada vez que el escritor menciona

algún pasaje de la historia local de Suffolk, región que recorre para retratar, no solo

acude al relato de anécdotas que recuperan fragmentos desconocidos del lugar, sino

también a la agencia humana y su papel en la transformación tecnológica de la pesca,

práctica comercial arraigada en la zona y ahora en decadencia12.

El autor alemán no solo se refiere a la destrucción del pasado y sino también

a su materialización, a su consumación por la agencia humana, que se deja ver en el

abandono de la zona militar de Orfordness, como ruina que certifica la aceleración

productivista del progreso, este y otros motivos, llevaron a Susan Sontag a interpretar

Los Anillos de Saturno, como una alegoría de la Modernidad, pero también se confirma

como una forma de duelo, de lamento, de pérdida13.

3.1.2. La ciudad caminada

Para Sebald el acto de caminar, el desplazamiento, ya sea este por un viaje o por exilio,

se convierte en un elemento vertebrador de su trabajo, en el que se pueden encontrar

referencias y alusiones en prácticamente todas sus obras. Así, el libro que aglutina los

ensayos seleccionados que el autor fue escribiendo a lo largo de su vida, encontramos,

por ejemplo, Pequeña excursión a Ajaccio donde Sebald se baja de un autobús y

camina sin rumbo fijo, hasta que llega a un pequeño museo local dedicado a Napoleón

Bonaparte, que también se relaciona con el proyecto inacabado en Córcega, donde había

estado de vacaciones a mitad de los años 9014. Prácticamente, la totalidad de sus obras

se encuentra atravesada por el paseo como un elemento diegético, que forma parte de la

narración que activa la acción física de los personajes, así como la de las historias que

se entretejen. El movimiento, de este modo, se articula como un discurso estratégico

12 Ver: KENNEDY, Rosanne: “Humanity’s footprint: reading “Rings of Saturn” and “Palestinian Walks” in an Anthropocene era, en Biography, Vol. 35, No. 1, (Post)Human lives (winter 2012), pp. 170-189. 13 SONTAG, Susan: El viajero y su lamento, op. cit.14 GILLOH, Graeme: “The arca project: W.G. Sebald Sebald´s Corsica” en: BAXTER, Jeannette; HENETIUK, Valerie; HUTCHINSON, Ben: A literature of restitution. Critical essays on Sebald, op cit., pp. 126-149.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

190

basado en un sentido crítico que subyace como telón de fondo en sus escritos. Todas

las obras de Sebald sostienen una narración atravesada por el desplazamiento, no solo

en su primer relato, como se ha mencionado, sino en la mayoría de sus obras. Vértigo

narra la búsqueda entre varias ciudades europeas de personajes históricos con los que

se encuentra, y rememora, como un diario de viaje escrito a ritmo de reflexiones que le

acompañan hasta atravesar la frontera austriaca y llegar a su lugar de destino, Baviera.

Rafael Narbona expone en su critica del libro que “deambular por Viena sólo fue una

forma de corroborar lo que ya sabía: su condición de nómada, de trashumante sin otra

patria que el coninuo ir de un lado para otro”15. Vértigo es una invitación al viaje y al

continuo cuestionamiento del espacio, que conecta la búsqueda de la identidad, hasta

que finalmente llega al pueblo de su infancia, que él nombra como W. Se encuentran en

la novela, alusiones constantes al hecho de caminar por la ciudad, como una acción que

permite la exploración y la búsqueda de lo que permanece invisible, así Sebald escribe:

Atravesar y cruzar la ciudad en todas las direcciones, hecho que a menudo se prolongaba durante horas, tenía una limitación sumamente evidente, sin que jamás haya tenido claro qué es en realidad lo que era incomprensible de mi comportamiento de entonces, si el caminar constante o la imposibilidad de sobrepasar las invisibles y, como debo seguir suponiendo aún hoy en día, absolutamente arbitrarias líneas divisorias16.

Los emigrados, novela que escribe a continuación, está compuesta por un

conjunto de cuatro relatos que narran una experiencia migratoria forzosa. Cada historia

se inspira en un hecho real, relacionado con el exilio judío, personajes que esconden

su identidad por rechazo caso de Henry Selwyn, o que se suicidan, como el profesor

Paul Bereyter que no soportar el horror de Auschwitz, o mueren por melancolía, como

Ambos Adelwarth también la historia de Max Ferber, un exiliado pintor en la zona más

industrial y ruinosa de Manchester que intenta sin éxito recordar las atrocidades sufridas

por el pueblo judío, es por tanto una novela que ha pasado a ser la más próxima a los

postulados de la memoria y en la que el desplazamiento se configura como una forma de

15 NARBONA, Rafael: “La sombra del paseante. (La obra narrativa de W.G. Sebald)”, Revista Revisiones,1 2005, pp. 57- 67.16 SEBALD, W.G: Austerlitz, Anagrama, Barcelona, 2002, p. 67.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

191

exilio y de huida dolorosa. Los Anillos de Saturno le aleja del género holocausto, para

adentrarse en el recorrido por la geografía espectral del este de Inglaterra en un intento

de conexión entre el pasado del lugar y su persona, una suerte de diario y memorias de

viaje, que le sirve como pretexto para discernir sobre la verdadera identidad biográfica

que prevalece en su obra: la búsqueda de su propia voz entre los restos y ruinas del

pasado. Será esta novela la que se analiza con mayor profundidad, como ejemplo de las

temáticas y preocupaciones en el corpus sebaldiano: la recuperación del pasado a través

de la geografía crítica de Suffolk es una estrategia de resistencia ante las vicisitudes de

la adopción el progreso como forma de vida y de producción y en la que el autor postula

una reflexión sobre el tiempo, gracias a la evocación del pasado local (que en algunas

ocasiones se inventa, pero otras se sustentan en hechos verídicos, como la conexión

con China a través de la sericultura) y de personajes históricos relevantes, y heroicos,

pero marginados y olvidados, como el poeta Algernon Swinburne, Michael Hamburger

(traductor de Sebald y amigo personal), Edward FitzGerald, un escritor poco conocido,

o Alec Garrard, obsesionado con construir un réplica del templo de Jerusalem.

Austerlitz fue la última novela que escribió poco antes de morir prematuramente.

Constituye otra novela donde el desplazamiento funciona como motor de la acción puesto

que el protagonista Jacques Austerlitz se encuentra en un viaje continuo en búsqueda de

sus verdaderas raíces judías. Las estaciones de tren, el interés por la arquitectura, que

según el crítico literario Narbona “sugieren la condición itinerante de los personajes,

esa forma de estar entre las cosas que Baudelaire y Benjamin identificaron con la figura

del paseante”17, las descripciones de ciudades como Bélgica, Londres y París se suceden

de manera fluida, y también le sirve como recurso histórico, otra vez entrelazando la

historia documental y la ficción, que enmascara el verdadero propósito de Austerlitz,

buscar los rastros de su madre desaparecida en un campo de exterminio nazi.

La importancia que el desplazamiento adquiere en la producción sebaldiana,

responde, según John Wylie, ante una cualidad apriorística, porque “desplaza la oposición

de lo sedentario y lo nómada, y más específicamente la oposición de ‘movimiento’ y

17 NARBONA, Rafael: “La sombra del paseante. (La obra narrativa de W.G. Sebald)”, op. cit., p. 61.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

192

‘lugar’ en la que este último se concibe en términos de identidad auténtica”18, para este

autor, el paseo de Sebald implica una concepción desplazada en el que se inscribe el

un mundo particular creado por el autor, regido por fantasmas, en el que se incluirán

los exiliados, desplazados o traumatizados, y también “los que se encuentran en los

márgenes; los alienados y marginados, los excéntricos, los poetas, los vagabundos, los

internos de asilos y sanatorios”19.

El paseo, el errabundeo, el viaje o el nomadismo se inscriben en una historia

del andar como práctica artística/estética, donde se podrían incluir a escritores como

Virginia Woolf, Allan Poe, Kafka, Robert Walser y el propio Sebald. En los últimos

años, se asiste a tímido auge de novelas donde el desplazamiento por las ciudades se

convierte en un eje estratégico y estructuras de las obras20. Se puede citar el caso del

del escritor argentino también afincado en el mismo país, Sergio Chejfec, o los relatos

caminados de Iain Sinclair, entre otros21. Sin embargo un escritor con el que se le ha

comparado, por compartir el mismo estilo de prosa, de temáticas y de reflexiones,

es Teju Cole. Un historiador del arte y fotógrafo, de origen nigeriano, que ha tenido

buena acogida en el contexto literario. Su obra Ciudad Abierta, traducida en el año

2013 al castellano, guarda una similitud próxima a Sebald, en especial a Austerlitz, pero

también a Los Anillos de Saturno no en vano, el comienzo de la novela de Cole guarda

una cierta similitud, ambos protagonistas, que narran en primera persona, se encuentran

en un hospital al narrador de Sebald, como se verá en el siguiente apartado, postrado

por una indisposición física y mental, y el de Cole, recurre a los paseos por la ciudad

para contrarrestar los días que tuvo que pasar en el hospital. También el protagonista

de Ciudad Abierta deambula por Bélgica donde incluye rememoraciones de personajes

históricos similares. Teju Cole, que ha escrito reseñas sobre el trabajo de Sebald en el

18 WILEY, John: “Spectral geographies” en Cultural geographies, 2007 14: 171–188. p. 175.19 Ibídem.20 COVERLEY, Merlin: The art of wandering. The writer as Walker, op. cit.

21 Para saber más sobre las novelas actuales con impronta sebaldiana, ver: PITTS, Terry: Escribir después de Sebald, articulo publicado en el blog de Kosmopolis, a propósito de la exposición Las Variaciones Sebald, http://kosmopolis.cccb.org/es/sebaldiana/post/escriure-despres-de-sebald/ (visitado 19/5/2018). Los libros citados: SINCLAIR, Iain: La ciudad de las desapariciones, Alpha Decay, Barcelona, 2015; CHEJFEC, Sergio: Modo Linterna, Candaya, Barcelona, 2014; COLE, Teju: Ciudad Abierta, Acantilado, Barcelona, 2012.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

193

New York Times, se diferencia de él, entre otros motivos, por el cosmopolitismo y la

identidad multicultural que su narrador representa, también afronta temas de actualidad,

como el atentado de las Torres Gemelas, del que opina es un “palimpsesto, al igual que

toda la ciudad, escrito, borrado, reescrito”22, por tanto, la ciudad deviene un objeto de

contemplación, que elabora y reescribe como un dispositivo mnemónico esperado a ser

interpretado.

3.1.3. Las afinades electivas. Sebald y Benjamin

El sociólogo urbano, Graeme Gilloch escribe sobre la similitud entre el Libro de los

pasajes de Benjamin, igualmente inacabado y concebido bajo el montaje de citas de

textos heterogéneos, y el proyecto de Córcega que Sebald, tampoco llegó a acabar.

Para él, existirían similitudes entre los dos autores, “ambos son proyectos históricos-

arqueológicos panorámicos preocupados con los residuos ruinosos del siglo XIX, y en

particular, con el “mundo de los sueños” del Imperio. Ambos son exploraciones críticas

y redentoras fascinados con los remanentes arcaicos y anacronistas, con los fetichismos

y fantasmas del ayer persistiendo en el siglo XX”23. Las correspondencias entre los dos

autores alemanes son evidentes; desde los referentes literarios similares, la predilección

por el fragmento y del archivo, visibilizar la historia de los olvidados o vencidos, lo que

les hace apostar por una construcción de la historia no lineal. La historia es, en efecto,

el motor de acción en la mayoría de las novelas sebaldianas, la huída y el camino hacia

nuevas formas de subjetivación del paisaje y de su morfología; la ruina, los espacios

abandonados tras los procesos de industrialización, las transformaciones topográficas,

la presencia del pasado: huellas borradas, la alusión a los fenómenos naturales,

meteorología nebulosa. Son algunos de los leitmotivs que pueblan sus páginas.

Las investigaciones de Benjamin, centradas en el concepto de historia, en la

22 COLE, Teju: Ciudad abierta, op cit. p. 59; Ver: VERMEULEN, Pieter: “Flights of Memory: Teju Cole’s Open City and the Limits of Aesthetic Cosmopolitanism”, Journal of Modern Literature, Volume 37, Number 1, Fall 2013, pp. 40-57.23 GILLOH, Graeme: “The arca project: W.G. Sebald Sebald´s Corsica” en: A literature of restitution. Critical essays on Sebald, J. Baxter, V.Henituk, B. Hutchinson, Manchester University Press, 2003, p. 129.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

194

imagen y los medios técnicos, como la fotografía, entre otros temas, guardan una

relación pareja con la misma búsqueda que Sebald, si bien en términos diametralmente

opuestos; uno teórico, otro ensayista/escritor, ambos estuvieron interesados en el

análisis de los despojos de la historia, en la inclinación hacia el detalle, hacia historias

no oficiales, hacia la imagen como entidad autónoma y potencial, hacia la reflexión

acerca del tiempo y como colofón la historia como mecanismo de articulación de

conocimiento no diacrónico.

En un libro llamado Juegos de Duelo. La historia según Walter Benjamin, se

hacía hincapié en la construcción de una temporalidad alternativa que encuentra en

Benjamin uno de sus artífices. Entre los autores y los conceptos que se acuñan, se

encuentra la memoria involuntaria proustiana, la epifanía de James Joyce, Robert Musil

y su hombre sin atributos o los momentos del ser de Virginia Woolf. Son escritores que

pertenecen a los “héroes de la novela contemporánea”24, que buscan una “subjetivización

estética de la experiencia temporal”25. El tiempo es el vector que canaliza las obras

literarias que intenta subvertir la canonización y la hegemonía literaria tradicional.

Buscan representar y captar los instantes efímeros para capturarlos, como si tratase de

una fotografía, y por ello “anhelan la experiencia de un instante extático de inmediatez

repentina”26. A estos nombres citados se podría añadir el de W.G. Sebald. Es cierto que

a diferencia de los arriba citados, él desarrolla su trayectoria literaria en las postrimerías

del siglo veinte, un hecho que puede ser obviado si se tiene en cuenta lo atemporal de

sus novelas.

La literatura y la elaboración de relatos extemporáneos o anacrónicos son una

constante en Benjamin, pero también en Sebald. Ambos reciben una gran influencia

de Kafka, influencia que se deja ver, por ejemplo, en el análisis de la fotografía

infantil del escritor checo, o en los ensayos que Benjamin le dedica27. Por parte de

Sebald se manifiesta por guiños directos en sus novelas. Se trata de una imbricación

24 CUESTA ABAD, José Manuel: Juegos de duelo. La historia según Walter Benjamin, Abada, Madrid, 2004, p. 64.25 Ibídem.26 Ibídem.27 BENJAMIN, Walter: “Franz Kafka”, en: Para una crítica de la violencia y otros ensayos,

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

195

literaria tout court que se extiende también hacia el género autobiográfico que ambos

practican con bastante asiduidad. En el caso de Benjamin, no se puede hablar de una

práctica autobiográfica al uso, aunque si es cierto que se sentía más cómodo y relajado

escribiendo en clave biográfica, permitiendo expresarse y contar sus propias vivencias,

y lo que es más importante: las intuiciones filosóficas que desarrollará en sus textos

fundamentales. Existen varias obras que están relatadas en clave autobiográfica, como

es el caso de Crónica en Berlín28 –un claro homenaje a la recherche del tempu perdu

de Proust–, de Infancia hacia 1900, las piezas radiofónicas o incluso los poemas que

escribió. La estrategia sebaldiana consiste en aunar el relato autobiográfico, es decir, sus

propias vivencias que suelen ser contadas en primera persona, con pasajes históricos

que flirtean con la técnica documental y con la ficción novelesca. No puede decirse, por

tanto, que las novelas de Sebald sean estrictamente autobiográficas, pero sí existe el

relato de una historia personal que en el caso de Los Anillos de Saturno es representado

por el uso de la primera persona y por el carácter verídico de los hechos que cuenta.

Otro de los puntos fundamentales en la teoría de Benjamin es la de definir una

historia alternativa, basada en la apertura del tiempo, un tiempo no lineal, anacrónico.

No dista esta inclinación de las novelas sebaldianas: la historia es la encargada de

elaborar la columna vertebral de los relatos y, sobre todo, de Los Anillos de Saturno,

como se analizará en posteriores apartados.

Para el filósofo alemán, la tarea del historiador sería la de coleccionar, recolectar

para usar los restos imantados de la historia, los desechos que, como el trapero, recoge

los desperdicios y la “basura histórica”. El trapero sería la “figura más provocadora de

la miseria humana –dice Benjamin– es lumpemproletariado en un doble sentido; va

vestido de andrajos y vive de ellos”29.

¿Por otro lado, si Benjamin convierte la figura del trapero –figuras marginales

como la prostituta, el coleccionista o el flâneur son su objeto de estudio– en la encargada

de construir una morfología poética del fragmento que busca entre los despojos,

Iluminaciones IV, Taurus, Madrid, 1991.28 Ver: BENJAMIN, Walter: Escritos autobiográficos, Alianza Universidad, Madrid, 1996.29 BENJAMIN, Walter: Libro de los pasajes, Akal, Madrid, 2007. p. 347.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

196

encontramos un modus operandi similar en Sebald. Los fragmentos, los recortes y

las fotografías funcionan, en sus novelas, como una suerte de apología del detalle.

Constituyen por sí mismos un caso de estudio y recomponen la indexicalidad de la

narración ecfrástica por un lado, y la detección e interrupción de la narración por otro.

Fragmentos que forman parte de un todo y que aluden directamente a la reconstrucción

del texto. Pero en Benjamin el uso de los desperdicios, los descartes de la historia

que construyen un montaje alternativo – que bien podría materializarse en un proyecto

personal como el Libro de los pasajes-– sirve para delimitar una tarea específica:

el objetivo del trapero es entonces usar los desechos a fin de iluminar, aunque sea

profanamente, y de dar salida al conocimiento. Un conocimiento que, como expone

en las tesis Sobre el concepto de historia, cambiaría el pensar de la historia mediante

el giro epistémico de la historia al que unía con la firme esperanza de la redención

mesiánica. Parece que prácticamente la totalidad de la crítica intelectual coincide en

reconocer la importancia de las tesis inacabadas Sobre el concepto de historia. Pero

la construcción de una historia y de un tiempo alternativo no se realiza en Benjamin

sin un determinado método: el materialismo dialéctico, que supone en Benjamin una

“revolución copernicana”, no fue comprendido en su totalidad y fue criticado por

la osadía de unir teología con materialismo, como veremos con mayor profundidad

en el siguiente capítulo. La importancia de la teoría de Benjamin para entender una

concepción histórica abierta y basada en la disrupción temporal y la apuesta por los

relatos no normativos es el motivo por el que se haya apostado por esta perspectiva

para iluminar el trabajo de W.G. Sebald, puesto que su difícil clasificación, ha permitido

que se difuminan las barreras metodológicas a la hora de analizarlo, y por lo tanto,

que exista una cierta flexibilidad en las temáticas y enfoques, así se ha estudiado de la

capacidad visual de sus novelas, pero también la importancia del paisaje y del territorio,

o el enfoque queer de sus personajes, el antropoceno y la crítica medioambiental, la

cuestión judía, la crítica al tiempo biológico, entre otros temas. Así, se puede ver que

utiliza la autobiografía, pero no es un escritor de memorias, utiliza el documento pero

sus libros no son reconstrucciones históricas, utiliza la fotografía, pero no es fotógrafo,

no responde, entonces, a parámetros establecidos. La fortaleza de Sebald estriba, entre

otras virtudes, en saber captar la esencia de cada modalidad, absorber el espíritu de una

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

197

modernidad en ruinas, y transformarla en literatura, pero una literatura contaminada

por toda una generación que, como Kafka, Bernhard, Proust o Benjamin, supieron vivir

en la “irrupción del acontecimiento” y tener la fuerza suficiente para mirar a los ojos

de Medusa, mirar de vuelta al pasado, como Orfeo en busca de Eurídice, aunque eso

supusiera, en el mejor de los casos, la experiencia de la muerte. Es la misma mirada que

el Ángel de la historia descrito en la quinta tesis de Benjamin sobre el concepto de la

historia, posa sobre las ruinas, referencia que Sebald, al hablar de guerra aérea, recupera

en el final de su relato.

3.1.4. Ut pictura poesis

“El relato se embebe de los poderes de la imagen y trastorna la linealidad de la lectura

con la explosión inesperada del detalle que, en el vaivén entre lo dicho y lo visto, dispara

otros relatos”30. Gabriela Speranza reflexiona sobre la naturaleza de la visualidad que

inundan las novelas sebaldianas. Esa interrupción que las imágenes pueden producir en

el lector tiene su anclaje en el impulso por certificar el carácter verídico de la narración,

pero también supone una reflexión sobre el tiempo, la persistencia de la imagen que

capta lo fotografiado y mantiene vivo el recuerdo. Las imágenes pueden funcionar como

portadores de recuerdos, porque son “materiales que funcionaban como potenciales

generadores de reflexión teórica y como indicios manejables de la complejidad del

mundo”31. En este caso, las fotografías que Sebald utiliza proceden de una variedad de

fuentes, desde recortes de periódicos, imágenes de archivo, billetes de transportes y de

eventos, mapas, etc, siempre en una calidad low-fi, no son profesionales, ni artísticas, ni

pretenden serlo. El propio escritor comenta que el motivo por el que incluye materiales

visuales es porque “actúan como una señal de autenticidad y nos revelan uno de los

problemas centrales de la escritura de ficción, que es la legitimación y la llegada a la

30 SPERENZA, Gabriela: Cronografías, op. cit., p. 76.31 DE LUELMO JAREÑO, Jose Maria: “Habitar las sombras: la fotografía en la literatura de W.G. Sebald”. en AAVV, Congreso de Historia de la Fotografía, Zarautz, Photomuseum, 2007, pp. 114-124. También del mismo autor: “El espesor de la apariencia: W.G. Sebald y la fotografía como material literario”,en: Discursos fotográficos, Londrina, v.10, n.17, p.119-137, jul./dec. 2014.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

198

verdad por un recorrido sinuoso”32. Pero a su vez también obtiene una elaboración

subjetiva: la rememoración del pasado, como se observa, por ejemplo, en Austerlitz;

el protagonista describe en reiteradas ocasiones, el impacto que ciertas fotografías le

ocasiona. El recuerdo que queda siempre en la memoria, comenta el protagonista de la

novela:

Hasta que oí a Véra seguir hablando de la impenetrabilidad que parece propia de esas fotografías del olvido, se tenía la impresión, dijo, de que algo se movía dentro de ellas, de que se percibían pequeños suspiros de desesperación (…) como si las imágenes tuvieran su propia memoria y se acordaran de nosotros, de cómo fuimos antes nosotros, los supervivientes, y los que no están ya entre nosotros33.

La descripción visual de la imágenes que se intercalan en sus novelas revela la

herida punzante que sobrecoge al lector; se trata del punctum barthesiano que “se lee en

carne viva en la fotografía histórica. En ella siempre hay un aplastamiento del tiempo:

esto ha muerto y va a morir”34. Caso análogo sucede en los álbumes familiares que se

mencionan en la novela de Los emigrados:

Aquella tarde estuve hojeando el álbum una y otra vez, de punta a cabo y viceversa, y desde entonces lo he vuelto a hacer en incontables ocasiones, pues al contemplar las imágenes que contiene sentí realmente, y sigo sintiendo, como si los muertos regresaran o nosotros estuviéramos a punto de irnos con ellos35.

Según Carol Bere, las fotografías que Sebald utiliza en en esta novela son reales

en su mayoría36. Para Annette Kuhn, el potencial de la fotografía doméstica: “es una

32 GREEN, Toby: “The Questionable Business of Writing”, en SHEPPARD, Richard (ed.): Three Encounters with W.G. Sebald (February 1992 – July 2013), Journal of European Studies vol. 44, no 4, December 2014. [Consultado el 05/06/2018] Disponible en: https://www.amazon.co.uk/gp/feature.html?ie=UTF8&docId=21586 33 SEBALD, W.G.: Austerlitz, op cit, p.184.34 BARTHES, Roland: La cámara lúcida, Paidós, Barcelona, 2009, p. 109.35 SEBALD, W.G.: Los emigrados, Anagrama, Barcelona, 2006, p. 34.36 BERE, Carol: “The Book of Memory. W. G. Sebald, The Emigrants and Austerlitz”, Literary Review, 46:1, 184-192, 2012.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

199

ayuda, un apunte, un pretexto: sitúa la escena para una rememoración”37. Por ello, el

uso que hace Sebald en estas fotografías familiares enfatiza el rasgo de autenticidad y

veracidad que es buscado en la intertextualidad del relato, y a la vez funciona como

herida y huella que reverbera el pasado, apoyándose en la proximidad que aportan.

Es precisamente esa huella testimonial del pasado lo que la fotografía puede llegar a

emanar, pues certifica una muerte, una ausencia que los protagonistas de sus novelas,

no podrán recuperar: el recuerdo que las imágenes ofrece es el antídoto contra el paso

del tiempo.

3.2. Viaje a través de Los Anillos de Saturno

Walking is a subversive detour, the scenic route through a half abandoned landscape of ideas and experiences.Rebecca Solnit

El objetivo que este capítulo se propone es analizar una de las obras clave de Sebald, y

que ha supuesto, además, en el panorama de las prácticas artísticas y literarias una gran

influencia. Se trata de Los Anillos de Saturno que tal como comenta Jordi Carrión es

“el más influyente de sus títulos en otros escritores y artistas”38, pues en esta novela, se

pueden en encontrar algunas de las preocupaciones que acompañaron a Sebald durante

su carrera literaria. Así vemos que la cuestión de la historia es esencial tanto a nivel

argumental como estructural de la novela. En ella, Sebald entreteje varias narraciones

de escritores, combatientes y exiliados, que pueden ser identidicados desde un discurso

aposentado en los márgenes no oficiales de la historia tradicional, como el caso de

Thomas Browne, Joseph Conrad o François-René Chateaubriand. Se trata de una galería

de figuras que son, por así decirlo, desplazados internos, refugiados de sí mismos. Pero

37 KUHN, Anette: “Remembrance” en: HERON, Liz; WILLIAMS, Val (ed.): Illuminations: Women Writing on Photography from the 1850s to Now, Duke University Press, Durham NC, 1996, pp. 477-488.38 CARRIÓN, Jordi: “Sebald los anillos del viaje y de la muerte”, articulo publicado en el blog de Kosmopolis, a posósito de la exposición Las Variaciones Sebald, llevado a cabo, y comisariado por el mismo autor, en el CCCB http://kosmopolis.cccb.org/es/sebaldiana/post/sebald-els-anells-del-viatge-i-de-la-mort/ [consultado el 15/5/2018].

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

200

también el relato, contado en primera persona, es la peregrinación por el interior del

autor, las frustraciones, los traumas y deseos que consumen la descomposición de los

días en las largas caminatas que Sebald poco a poco va realizando en una huida que se

traduce en un desplazamiento físico con una situación geográfica específica: la región

del este de Inglaterra. Es a la vez la idea de desplazamiento como peregrinación, como

viaje, que demuestra un interés geográfico trasladado a una amplia variedad temática;

de esta forma nos encontramos con explícitas referencias al paisaje, a las ruinas de

la modernidad materializado en inserciones fotográficas que reproducen cartografías,

mapas del territorio. Su viaje se expresa hacia la conquista de la interioridad del propio

autor gracias al relato metahistórico de la narración.

La memoria es el elemento que atraviesa la geografía y el espacio materializado

a través de la descripción de los paisajes. Los días que van aconteciendo en el relato,

se interpretan como metáforas del acontecer temporal, del discurso que interrumpe el

transcurso natural de un tiempo histórico. La memoria entendida como la encargada

de activar el mecanismo de registro, de almacenamiento, de archivo, de ahí la atención

siempre latente en todas las novelas de Sebald a inventariar y detallar los fragmentos, las

reproducciones fotográficas que funcionan a modo de recordatorio, de puntualización

y en última instancia una apelación a la historia. La memoria que legitima una actitud

melancólica, de atención del tiempo, de estupor ante el pasado y de activación de la

historia como agente activo.

En Los Anillos de Saturno se ven reflejados los tropos aquí esbozados grosso

modo, conceptos como la memoria, la historia, el tiempo y la imagen, que traen a

colación inmediatamente la figura de uno de los pensadores más relevantes del siglo

XX, la del pensador Walter Benjamin, a quien Sebald admiraba y leía con asiduidad39,

como he comentado con anterioridad, se analizará su teoría sobre la historia para

iluminar la esencia e ideas de dicha novela.

39 Veáse: DUBOW, Jessica: “Case Interrupted: Benjamin, Sebald and the Dialectical Image” en: Critical Inquiry. 33(4) 2007, pp. 820- 836. Este autor relaciona a Benjamin y a Sebald en referencia al tiempo. ESCHEL, Amir: “Against the Power of Time: The Poetics of Suspension in W. G. Sebald’s Austerlitz”, New German Critique 88, Winter 2003, pp 71-96. El propio Sebald reconoce la influencia de Benjamin: “Cuando me encontré con Walter Benjamin, me quedé mirando lo que había escrito con asombro”, en: GREEN, Toby: “The Questionable Business of Writing”, op. cit.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

201

3.2.1. El despertar de la historia

Hay una concepciñon de la historia, que confiando en la infinitud del tiempo, sólo distingue el tiempo de los hombres y las épocas, que avanzan rápida o lentamente por las vías del progreso. Tal posición coincide con la incoherencia, la falta de precisión y rigor de la exigencia que es concepción impone al presente. El punto de vista que adoptaremos, a continuación, en cambio, sólo abarca un determinado estado de cosas en el cual la historia se haya concentrada en un único foco, tal como en las imágenes utópicas de los pensadores de todos los tiempos. Los elementos del resultado final no aparecen en ella bajo la forma de una amorfa tendencia hacia el progreso, sino que se encuentran profundamente implantados en el presente, aunque bajo la forma de creaciones e ideas perseguidas, desacreditadas y ridiculizadas40.

Ya en los primeros escritos de Benjamin, como en el caso de Ensayo de los

estudiantes (1914), éste predica una toma de postura clara: situarse contra el positivismo

e intentar blindar, gracias a un armamento teórico, la postulación de una historia

basada en la apertura del tiempo. El pensador alemán, en su trayectoria intelectual, irá

desarrollando estas ideas, hasta que se decide a escribir Sobre el concepto de Historia

(1940) justo los meses antes de morir en la frontera española. Este texto podría definirse

como la mise en scene de sus planteamientos fundamentales41. Como señala Michel

Löwy, las tesis de Benjamin y, en general, toda su teoría no está exenta de una aire

romántico. Esta postura puede resultar extraña si tenemos en cuenta la fuerte presencia

del materialismo en sus escritos, sin embargo, cuando se continúa leyendo a Benjamin,

uno se percata de que quizá el apunte de Lowy no sea tan desacertado. La atención

hacia el pensamiento estético de Benjamin ha dejado de lado la ambición más titánica

que tenía: aspirar a “una nueva comprensión de la historia humana. Los escritos sobre

arte o literatura sólo pueden entenderse en relación con esa visión de conjunto que los

40 BENJAMIN, Walter: “Ensayo de los estudiantes,” en: Walter Benjamin, Obras Libro II/ Vol I, Abada, Madrid, 2007.41 Sobre la importancia de la historia en la obra del pensador alemán, ver el apartado El umbral de la modernidad en los pasajes, perteneciente al capitulo uno, Desplazarse en la modernidad.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

202

ilumina desde adentro. Su reflexión constituye un todo en el cual arte, historia, cultura,

política, literatura y teología son inseparables”42.

Si se tiene en cuenta que el romanticismo no es sólo una determinada escuela

literaria, sino que podría definirse –comenta Lowy– en una: “weltanschauung romántica

que asume una crítica cultural de la civilización moderna (capitalista) en nombre de

valores premodernos (precapitalistas) (...). Para el romanticismo revolucionario, el

objetivo no es un retorno al pasado, sino un desvío por éste hacia un porvenir utópico”43.

En la primera etapa de Benjamin planea un interés por absorber ciertas

intuiciones románticas de entre sus autores elegidos, caso de Schlegel y Novalis, de

esta forma, su primer artículo publicado en 1913, es Romantik. También aparece este

interés en otro escrito de la misma fecha: diálogo sobre la religiosidad del presente,

en el que sostiene: “tuvimos el romanticismo y le debemos la poderosa inteligencia

del lado nocturno de lo natural…pero vivimos como si el romanticismo jamás hubiera

existido”44. Para Benjamin, el núcleo principal de la concepción de la historia y del

tiempo en el romanticismo está definido por una aspiración mesiánica45. El viraje

marxista le viene de la mano de la lectura de Historia y conciencia de clases de Lukács,

así como de la influencia de Asja Lacis, una revolucionaria bolchevique a quien conoce

en Italia. La lucha de clases era uno de los aspectos que más le interesaba rescatar del

marxismo, tal como se percibe en la tesis IV: “La lucha de clases, que un historiador

educado en la escuela de Marx jamás pierde de vista, es una lucha por las cosas brutas

y materiales, sin las cuales no hay nada refinado ni espiritual”46.

A partir de ese momento, Benjamin se interesará en hallar un punto de encuentro

42 LOWY, Michel: Walter Benjamin. Aviso de incendio, Fondo de cultura económica de Argentina, Buenos Aires, 2002. p. 12.43 Ibídem p. 18. Para profundizar en este aspecto véase, del mismo autor: Révolte et mélancolie. Le romantisme à contre-courant de la modernité, Payot, París, 1992.44 Primeros artículos de Walter Benjamin que afortunadamente se pueden encontrar en castellano: BENJAMIN, Walter:, Obras Libro II/ Vol I, Abada, Madrid, pp. 18-35.45 Parece que Benjamin leía con admiración a Rosenzweig, escritor influenciado por el judaísmo.Veáse. ROSENZWEIG, Franz: La estrella de la redención, Sígueme, Salamanca, 1997.46 BENJAMIN, Walter: Obras, Libro I/ Vol 2, Abada, Madrid, p. 309 , tesis IV ( sobre el concepto de historia pp. 305- 318).

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

203

entre esas dos corrientes: romanticismo y marxismo, que según Lowy adquiere su

punto álgido en el informe sobre Bachofen47, un sociólogo, escritor multifacético que

ya en el siglo XIX había postulado una sociedad pseudo anarquista y había analizado

las primigenias sociedades matriarcales: existía –de acuerdo con sus investigaciones–

un alto grado de democracia e igual cívica en las mismas.

Es cierto que Benjamin estaba sumergido en el materialismo histórico y por

ende en el marxismo, buena cuenta de ello son algunos de los textos que redacta

en la década del treinta, sin embargo, no era ni mucho menos una adhesión al uso,

siguiendo su espíritu crítico e intuitivo, sentía ciertas reticencias hacia el auge del

estalinismo, viéndose la corriente reflejado en el troskista. Guardaba una esperanza en

el movimiento soviético alertado por la lucha contra el nazismo; nada más lejos de la

realidad, cuando se firma el pacto Molotov-Von Ribbentrop de no agresión entre los

gobiernos de Stalin y de Hitler, Benjamin pierde las expectativas de un salida y lucha

contra el nazismo. Es el momento de escribir las tesis sobre el concepto de historia,

donde planea una advertencia que, por desgracia, no sería escuchada.

Las tesis comienzan a ser redactadas en ese contexto, sin embargo, se estaban

gestando en el pensamiento benjaminiano desde sus inicios, tal como se observa en

el Ensayo de los estudiantes o el texto sobre Edward Fuchs, donde plantea ciertas

ideas que aparecen en las tesis, pero “no por ello las tesis dejaban de ser el resumen,

la expresión última y concentrada de ideas que atraviesan el conjunto de la obra de

Benjamin”48.

Dichas tesis han sido objeto de estudio, análisis y, por ende, objeto de crítica

que ha venido, sobre todo, de la postulación de un “marxismo mesiánico”49 Existen –

según Lowy– tres escuelas que interpretan las tesis desde su ámbito: la materialista,

la teológica y la de la contradicción. Ejemplo de ello serían Tiedemann y Habermas,

afanados lectores de la obra benjaminiana, que formarían parte de la última tendencia;

47 BENJAMIN, Walter: Obras, Libro II/ Vol I, Abada, Madrid, pp. 222- 237 (escrito sobre Johann Jakob Bachofen).48 LOWY, Michel: Walter Benjamin: Aviso de incendio, op. cit., p. 39.49 Ibídem p. 172.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

204

no creen que se pueda aunar marxismo y teología judía50.

El intento de fusionar una teología basada en la redención con los postulados

del materialismo dialéctico han sido foco de la mayor cantidad de críticas. No todos

son críticos con el intento de aunar ambas corrientes. El propio Lowy justifica la

dualidad de Benjamin, quien gustaba de utilizar la figura mitológica de Jano – aquel

dios romano que tenía dos cabezas– para justificar esta postura: uno de los rostros mira

hacia Moscú, otro hacia Jerusalén, pero los dos pertenecen a una misma cabeza51.

Otros comentaristas que han realizado una exégesis exhaustiva de, no sólo

de las tesis de historia, sino también del proyecto de los pasajes, como la profesora

Buck- Morss, inciden en tomar ciertas precauciones en el alarmismo generalizado

que ocasiona tal unión de ideas. Buck Morss, a pesar de construir un discurso más

conciliador, acaba por decantarse hacia la tendencia de los que opinan que la teología

era el telón de Aquiles de Walter Benjamin52: “Recordar que la teología da vida al

materialismo histórico, pero mantener esta idea invisible porque llamarla por su

nombre haría desvanecer su verdad – esta es la última advertencia de Benjamin–.

Respetémosla. Y otra vez, ocultemos al enano de la teología”53.

La tendencia a esconder el carácter teológico se repite en el pensamiento de

Benjamin. Para él, la teología permanecería oculta, como el “enano” que describe

en la primera de sus tesis: “Mi pensamiento se relaciona con la teología como el

papel secante con la tinta. Está empapado de ella. Pero, si pasara al papel secante, no

quedaría nada de lo escrito”54. Buck Morss al nombrar al ”enano de la teología” está

refiriéndose a la primera de las tesis de Benjamin, donde el autor del Passagen-Werk,

mediante una alegoría, ejemplifica la situación de su epistemología: el marxismo debe

ser ayudado por un enano –que representa la teología– que “suele ser pequeña y fea”55

50 Ibídem p. 41.51 Ibídem, p. 42.52 Para profundizar mas sobre el análisis que Susan Buck-Mors hace de los pasajes benjaminianos ver el apartado de esta tesis El umbral de la modernidad en los pasajes.53 BUCK-MORSS, Susan: Dialéctica de la mirada, op. cit., p. 45.54 BENJAMIN, Walter: Libro de los pasajes, Madrid, Akal, p. 473.55 BENJAMIN, Walter: Obras, Libro I/ Vol 2, Abada, Madrid, p. 305 (sobre el concepto de historia

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

205

y que permanece oculto bajo los engranajes de una partida “mecánica de ajedrez”56.

No es casual que haya elegido este tema alegórico para representar su primera tesis.

Como sugiere Lowy, se trata de una influencia de Allan Poe, quien había escrito un

cuento El ajedrecista de Maelzel. Sólo que, en este caso, Benjamin insufla un aire

de teología al autómata que para Poe representaba el “espíritu”. Esconder al enano

feo que representa la teología significa no renunciar a ella, sino utilizarla para dotar

al materialismo de una visión redentora; sin ella, podría caer en el afán del progreso

y por tanto en el positivismo. Por otro lado, si la teología no puede abastecerse sin

un discurso marxista, podría caer en conjeturas de orden mágico y superfluo, “sin la

teología (el eje de la trascendencia) el marxismo cae en el positivismo; sin el marxismo

(el eje de la historia empírica) la teología termina en magia57”.

Benjamin invierte la tradición teológica tradicional, lo que supone un reto y un

riesgo de ser tachado de hereje; la reversibilidad de la teología planteada por Benjamin

consiste en una estrategia de fuga; ya no se concibe la teología como un fin en si

mismo, se situaría, por tanto, lejos de la contemplación inefable y de la reflexión de la

naturaleza del ser divino. La teología benjaminiana estaría al servicio de la lucha de los

oprimidos. Debe contribuir a restablecer la fuerza explosiva, mesiánica, revolucionaria.

Apela por tanto a la ecrasita que dinamita la historia y debe hacer estallar la potencia

revolucionaria. Idea que se encuentra en algunas de las tesis: “La conciencia de hacer

estallar el continuo de la historia es propia de las clases revolucionarias en el instante

de su acción. La Gran Revolución introdujo un nuevo calendario. El día del comienzo

de un nuevo calendario funciona como un recolector histórico de tiempo”58.

Toda la obra de Benjamin guardaba un hilo conductor: establecer una teoría

del conocimiento “ex novo” gracias al juego de la inversión. Deconstruir para poder

posteriormente construir sobre la tradición descompuesta. He ahí la revolución

copernicana. Invertir los puntos de vista, hacer una dialéctica de la dialéctica

pp. 305- 318)56 Ibídem57 BUCK -MORSS, Susan: Dialéctica de la mirada, op. cit., p. 275.58 BENJAMIN, Walter: Obras, Libro I/ Vol 2, Madrid, Abada. p. 315, tesis XV (Sobre el concepto de historia pp. 305- 318).

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

206

materialista, revertir y retorcer los conceptos. “El trabajo de la construcción –apunta

Reyes Mate– comienza reconstruyendo los tópicos de la Modernidad59”.

Si la primera tesis ocultaba a la teología, las posteriores tesis no dudan en

visibilizar la teología como sustento necesario y complementario del materialismo.

Así en la tesis II, Benjamin introduce el concepto de erlösung o salvación. Pero esa

salvación se debe de ejecutar primero a un nivel personal: “Se nos concedió, como a

cada generación precedente, una débil fuerza mesiánica sobre la cual el pasado hace

valer una pretensión60”. Como se ha señalado, hay una clara influencia del pensamiento

de Lotze, filósofo de la corriente metafísica idealista próximo al monadismo de

Leibniz, del que sin duda Benjamin leía con entusiasmo, y que cita en el Passagen-

werk61. De Lotze tomará la apuesta por no olvidar las reivindicaciones del pasado.

De esta manera, la rememoración debe ser una herramienta que sepa excavar en la

memoria individual y colectiva. Es por tanto un concepto de redención que bebe de

la teología y del materialismo: ”cualquiera que profese el materialismo histórico sabe

algo de ella”62 .

En última instancia esa redención individual nos dice que “el Mesías somos

nosotros mismos”63 pero si la salvación parte de un ente individual no deja de perfilarse

una búsqueda colectiva: “el único Mesías posible es colectivo: la humanidad misma

y más precisamente, la humanidad oprimida”64. Así mismo en la tesis III, Benjamin

alude a la redención final65: “cada uno de los instantes que ha vivido se convierte en

una cita en la orden de día, y ese día es justamente el último”66.

59 REYES, Mate: Medianoche en la historia.Comentarios a las tesis de Walter Benjamin «Sobre el concepto de historia», Trotta, Madrid, 2009, p. 34.60 BENJAMIN, Walter: Walter Benjamin, Obras, Libro I/ Vol 2, op. cit., Tesis II, p. 306 .61 BENJAMIN, Walter: El Libro de los pasajes, Madrid, Akal, p. 598.62 BENJAMIN, Walter: Walter Benjamin, Obras, Libro I/ Vol 2, op. cit., Tesis II, p. 306.63 LOWY, Michel: Aviso de incendio, op. cit., p 59.64 Ibídem p. 60.65 Planea sobre las tesis de Benjamin y en concreto en la número III la alusión a la apocatástasis, a la salvación final, idea que apunta: WOHLFARTH, Irving: “On the messianic structure of Walter Benjamin´s last reflections”, en: Glyph, n 3, Baltimore, 1978, p. 152.66 BENJAMIN, Walter:, Obras, Libro I/ Vol 2, op. cit., Tesis III,p. 307.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

207

Pero no sólo habla Benjamin de salvación, una inclinación que combina con el

materialismo histórico y con las advertencias del peligro de la Historia. El conjunto de

las tesis supone una summa teórica de la trayectoria intelectual de Walter Benjamin.

Las tesis recoge materiales que se encontraban ya en el Passagen werk y por tanto

en sus primeros textos como ya se ha mencionado. Las propias tesis pueden leerse

de forma alegórica; imágenes que desentrañan un conocimiento codificado. Teniendo

en cuenta el contexto en el que las redacta, no debe resultar extraño el carácter de

exhortación y de llamamiento a construir una Historia abierta, que busque entre las

entrañas de su pasado la memoria de los vencidos. Hacia 1940, y con sus colegas

del Instituto de Fráncfort exiliados en EEUU, precipita la redacción de dichas tesis.

La carta a Gretel Adorno lo revela: “La guerra y la constelación que la rodea me han

llevado a poner por escrito algunos pensamientos que había guardado en mi interior en

los últimos años, guardándolos incluso de mí mismo”67.

A pesar del riesgo que supone quedarse en París, sabe que tiene una

responsabilidad con la historia y redacta lo que puede ser considerada como su herencia.

A la misma vez prosigue con la elaboración del Passagen-Werk. Los últimos escritos

de Benjamin están dedicados, como un código encriptado, a la situación política a la

que estaba sometido.

Saber desentrañar el laberinto de las tesis, interpretar los pensamientos-

imágenes que dejó como advertencia; saber aplicar su herencia es ya una tarea que

no dista de encerrar una aporía, una imposibilidad en sí misma. La imposibilidad no

emana de sus lecciones, sino de nuestra ignorancia. No supieron –no supimos–- leer

entre líneas, leer las advertencias del Angelus Novus de la historia que parecía predecir

las catástrofes como las de Hiroshima y Nagasaki –por citas catástrofes cercanas a la

fecha de su redacción–. Leer los peligros que encierra una falsa idea de progreso: “hay

que basar el concepto de progreso en la idea de catástrofe. Que esto siga sucediendo

es la catástrofe”68.

67 Carta de Walter Benjamin a Gretel Adorno, citado en: MATE, Reyes: Medianoche en la historia, op. cit., p 13.68 BENJAMIN, Walter: El libro de los pasajes, op. cit., p. 475.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

208

La Historia para Benjamin invoca a una lectura de la historia abierta, digredida,

herida por los cortes y las cesuras, como un caleidoscopio, aparato mágico que cada

vez que se agita, da forma a nuevas imágenes geométricas y fragmentarias. Se trata,

por tanto, de agitar el caleidoscopio de la historia y buscar en los márgenes, en los

escombros y en los fragmentos, retales de ideas que se esparcen sin un sentido lineal:

un ejercicio de reconstrucción de la Historia plagada de enigmas, de recovecos, de

sombras, una Historia hecha de intervalos de tiempo suspendido, hecha a base de

paréntesis. Adjetivos todos ellos que guardan una relación: la incitación al movimiento,

a la suspensión.

Y es que, en palabras de Terry Eagleton, aún podemos aprehender las

lecciones heréticas de Benjamin: “a la luz de la teoría de la revolución permanente, el

antihistoricismo de Benjamin se convierte en algo más que una noción atractiva. Al

contrario, en nuestra propia época su reactivación puede ser literalmente garante de

nuestra supervivencia”69.

Benjamin insistía en la apertura de la Historia, en su poder de activación,

emancipatorio. Sin embargo, en nuestros días se hace inevitable replantearse ciertos

aspectos y reflexionar sobre la vigencia de sus palabras. ¿Hemos sabido leer a Benjamin?

Reyes Mate no duda en reconocer también la actualidad de sus Tesis: “El secreto de las

tesis es, en efecto, su actualidad acontemporánea. Nos dicen algo muy próximo, pero

traído de lejos o de atrás: de raíces profundas que nutren la sustancia de las cosas. De

ahí el sentimiento de cercanía que producen pese al tiempo transcurrido”70.

Argumenta –no sin razón– cómo, pese a la barbarie acontecida en los campos

de concentración y la supuesta recuperación de la memoria como herramienta que

nos haga conscientes del peligro y nos alerte a no repetir lo ocurrido, continúan los

genocidios, las dictaduras y la injusticia social ¿será porque no basta la memoria o

porque no hemos recordado bien? –se pregunta– y luego se responde: “la conclusión

69 EAGLETON, Terry: Walter Benjamin o hacia una crítica revolucionaria, Cátedra, Madrid, p. 268.70 MATE, Reyes: Medianoche en la historia, op. cit., p. 12.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

209

no deja lugar a equívocos: no hemos tomado en serio la memoria”71.

Las Tesis, por tanto, no sólo representan la herencia de Walter Benjamin,

el filósofo-antropólogo-sociólogo alemán, sino también la herencia de la historia

contada, narrada en directo, en carne viva. No se trata ya de la memoria sin recuerdo

de la que hablaba Maurice Blanchot,72 sino de la memoria viva, inyectada en el tiempo

ahora, tiempo presente, tiempo pleno. El jeztzeit que buscaba rememorar las imágenes

dialécticas causantes de la colisión de la historia y unir lo ya sido como sido, el presente

con el pasado para activar la memoria de lo desvalazado, lo que queda tras el prefijo

in, lo inasible, lo inocuo, aquello que no se puede traspasar, lo que está tapiado bajo

los muros de la Historia, lo que Georges Perec llamó lo infraordinario. Una política

de lo inaccesible, una estrategia que aglutina todo lo menospreciado, lo negativizado,

lo sobrante. Y es que, lo que queda detrás del prefijo in - definido por el diccionario

de la Real Academia Española como: “de valor negativo o privativo”- actualiza el

matiz negativo, invierte los valores: la labor del historiador estriba en traspasarlos y

transformarlos en algo digno de descubrir, de utilizar. Trata de rasgar el velo de Popea,

de acceder a lo que ha quedado olvidado. Tarea, recuerda Benjamin, del historiador:

“los trapos, los desechos: ésos yo no quiero inventariarlos sino hacerles justicia de la

única manera posible, a saber utilizándolos”73.

La Historia según Benjamin es descubrir lo que no está en los Anales, observar

las figuras marginales como la prostituta, el flâneur o el dandy, que deambulan por las

ruinas de los pasajes parisinos, intentando experimentar un tiempo autre, ralentizado,

alejado de la nueva urbanización hausmaniana74. En efecto, los grandes bulevares y

la amplitud de las calles apenas dejaban resquicio para el callejeo, acto que puede

ser definido como ocioso, “lo que Walter Benjamin llama “callejeo” es una especie

de protesta contra un ritmo de vida orientado únicamente hacia la producción”75. Los

71 Ibídem, p. 29.

72 BLANCHOT, Maurice: La espera, el olvido, Arena, Madrid, 2004.73 BENJAMIN, Walter: El libro de los pasajes, op. cit. p. 347.74 Para saber sobre la haussmanización ver el capítulo, Desplazarse en la modernidad urbana, en especial, el apartado homónimo.75 Ver nota 10 de la introducción de esta tesis.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

210

cambios urbanísticos imbuían al flâneur en una especie de melancolía romántica,

estado que se definió como spleen , ¿y que era el spleen sino una toma de posición? la

única salida posible a los cambios sociológicos, a la resignación de saber viviéndose

entre el abismo de la sutura histórica.

Leer lo que no fue escrito. Forzar la sutura histórica. Escribir la historia de

los olvidados, los oprimidos. Esta es una de las instancias que se pueden encontrar

en las Tesis. Benjamin incita al callejeo, no sólo al del flâneur melancolizado porque

le han arrebatado su medio escenográfico en los pasajes, sino también al callejeo

por los entresijos de la Historia. Deambular por las callejuelas ocultas, descubrir

nuevos lugares donde debe encontrarse lo que nunca nadie se atrevió a escribir. La

memoria, como última instancia, es la que se encarga de desvelar lo oculto, enterrado

en las profundidades de las entrañas históricas. Memoria con recuerdo. Memoria que

reconoce, porque como advierte Cuesta Abad leer es reconocer76. Memoria que sangra

en la lucha por abrir la historia, por revelar la herida que nunca dejará de cicatrizar,

porque ya se sabe que las palabras sangran77.

3.2.2. Los sin nombre

Sebald escribió Los Anillos de Saturno alrededor de 1992, cuando ya había publicado

Del natural y Los Emigrados, y había dejado abierto un camino sobre la recuperación de

la memoria y, puesto que la temática de su anterior novela versaba sobre la emigración

judía, la posibilidad de clasificación en un género literario determinado. Sin embargo,

la publicación de Los Anillos de Saturno, supone la interrupción de la temática judía,

para ahondar en el declive de la cultura occidental a través del relato autobiográfico

entremezclado con pasajes ficticios y documentales.

Si en el apartado anterior se ha analizado la concepción de la Historia

76 Cuesta Abad parte del texto benjaminiano Doctrina de lo semejante (obras, libro II/ vol I pp 208- 213) que habla sobre la mímesis e imitación para elaborar esta idea que desarrolla en el primer capítulo de su libro Juegos de Duelo, op. cit.77 GABILONDO, Angel: “Las palabras que sangran” en: FOUCAULT, Michel: Lenguaje y literatura, Paidós, Barcelona, 1996, pp. 9-12.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

211

benjaminiana, en éste se intentará trazar un recorrido por las alusiones a la Historia

en la novela de Sebald. En Benjamin, la Historia tiene un fuerte peso en su teoría.

Una Historia, como se ha señalado, basada en la unión entre materialismo y teología,

algo que levanta suspicacias. Más allá de esta cuestión metodológica, el planteamiento

histórico de Benjamin está basado en el relato de los vencidos, gracias a la figura

del trapero, que, como se ha visto, colecciona los fragmentos, desperdicios del

continuum histórico: una estrategia que consiste en detectar el detritus y la basura de

la Historia.

Por otro lado, la concepción histórica del pensador alemán tiene una base

visual. Es la imagen la que permanece presente en el “ahora de la cognoscibilidad” en

última instancia es la imagen proveniente del pasado y que hace su aparición gracias

a la rememoración, la que se manifiesta en el presente como una imagen dialéctica.

Porello, Benjamin cree que “la Historia no esta hecha de relatos, sino de imágenes”78.

Teniendo estos aspectos en cuenta, cabe preguntarse ¿qué intenta transmitir Sebald

en Los Anillos de Saturno? ¿cómo articula las diferentes historias que compone la

novela? ¿qué sentido histórico guarda?

Los Anillos de Saturno (A. S. a partir de ahora) está estructurada en 10

capítulos que no guardan una relación aparente79. El hilo conductor que entreteje los

retales de historias desperdigadas es el recorrido a pie, por el condado de Suffolk, una

región al este de Inglaterra, donde residía el propio Sebald. Parece coherente que el

primer manuscrito del libro llevara el subtítulo de Una peregrinación por Inglaterra,

subtítulo que permanece en la edición alemana80. Es en efecto un sentido ritual y de

peregrinación por la geografía de la costa inglesa, como si se tratase de una ceremonia

en la que el recorrido a pie se convierte en el objetivo principal. Sin embargo, el paseo

78 BENJAMIN, Walter: El libro de los pasajes, op. cit., p. 345.79 Nicolás Bourriaud en su texto Altermodern (Tate Publications, Londres, 2009), habla sobre la novela Los Anillos de Saturno para él funciona como un archipiélago formado por las diferentes historias fragmentarias que lo componen. Esta cita no quiere legitimar a Bourriaud como un teórico, sino simplemente señalar la actualidad de Sebald y su relación con las prácticas artísticas actuales.80 Edición alemana: Die Ringe des Saturn: Eine englische Wallfahrt, Fischer Taschenbuch Verlag, Berlin, 2002. Sobre el subtitulo original y la importancia que guarda para entender la novela como una suerte de peregrinación o viaje de carácter ritual véase: RYAN , Judith: “Lines of Flight: History and

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

212

de Sebald es también un recorrido por la historia del territorio, tal como se ha apuntado

en la introducción de este capítulo.

Ya desde la primera página Sebald nos sitúa en la habitación de un hospital

donde relata el viaje que realizó: “En agosto de 1992, cuando la canícula se acercaba

a su fin emprendí un viaje a pie a través del condado de Suffolk, al este de Inglaterra,

con la esperanza de poder huir del vacío que se estaba propagando en mí después de

haber concluido un trabajo importante”81.

Territory in The Rings of Saturn” en Sebald: Schreiben ex patria / Expatriate Writing, op. cit., pp. 45-60.81 SEBALD, W. G.: Los Anillos de Saturno, Anagrama, Barcelona, 2008. p. 11, (en lo sucesivo me referiré a este texto con las siglas A. S.) El texto al que se refiere es su segunda novela Los Emigrados, visto en: FUCHS, Anne; LONG, J.J (ed.): Sebald and the writing of history, Königshausen & Neumann, Berlin, 2007.

W. G. Sebald.Los Anillos de Saturno.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

213

Sumerge al lector en la descripción anímica de su estado interior, del que dice

verse presa de “un inmovilismo y aislamiento”82. Situados en esta escena y una vez

que ha certificado la situación mediante una fotografía, Sebald señala el tiempo en

el que se encuentra en el momento de relatar la historia: “hoy, el día que comienzo a

poner mis apuntes en limpio, más de un año después de que me hayan dado de alta

en el hospital”83, en otras palabras, mediante la rememoración o el flashback hace que

volvamos al pasado y que caminemos con él hacia la suspensión del tiempo y del relato

histórico. Una identificación que deja al lector como un espectador que asiste a una

relato cinemático, un espectador que observa desde su posición distante cómo Sebald

se imbuye en un mundo de recuerdos, de relatos históricos en un atmósfera onírica,

plena de referencias al sueño y a un momento del día determinado: el crepúsculo

constante que se cierne en el relato sebaldiano podría ejemplificar el declive del ser

humano occidental.

En la novela, que funciona como un diario híbrido personal, no hay alusiones

a los despertares –exceptuando al inicio de la novela– a la madrugada o al día pleno,

siempre atardece en su relato, como un recordatorio constante de la oscuridad que

permanece asida en él y en el mundo que le (nos) rodea.

La historia que escribe Sebald es una historia de los vencidos, de los que han

quedado en los márgenes de la Historia oficial. Hay un voluntad dialéctica en la narración

sebaldiana que juega enfrentar la historia local contra la global, la hegemónica. El

detallismo apologético y minucioso que Sebald ejerce no es más que una toma de

posición, una postura de parte de los olvidados, y con ello no sólo se incluye la historia

de los vencidos, sino una apelación a la intrahistoria, a la historia tejida con miles de

fragmentos que representan a individuos que no han sido legitimados por la historia

con mayúsculas. Por otro lado, Sebald no sólo rescata historias anodinas y anecdóticas

que pertenecen al imaginario local de este comarca inglesa en particular, sino que

arremete contra la construcción oficial histórica mediante el relato de personajes

históricos – literatos importantes que han sufrido el aislamiento, la incomprensión y la

82 SEBALD, W. G.: A. S., op. cit., p. 12.83 Ibídem, p. 14.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

214

injusticia . Por eso, algunos autores que han estudiado su obra coinciden en valorar el

corpus sebaldiano desde la reivindicación ética o política, que tiene como trasfondo la

crítica del sistema capitalista, una postura que se manifiesta de manera casi sibilina en

determinadas citas y expresiones así como por el intento de cartografiar la decadencia

y declive del cambio de siglo. Las ruinas serían la representación de la decadencia

posindustrial, ruinas que también pertenecen a nuestra Historia más reciente: la época

de posguerra o incluso la crisis económica que azotó Inglaterra en la década de los

setenta con Margaret Thatcher al poder.

Ya desde el inicio de A. S. Sebald repara en la historia de Michael Parkinson, un

ermitaño erudito que muere en completa soledad. Se trata de un personaje excéntrico

–el primero de una larga lista con características similares que aparecen en la novela–

aislado, que vive obsesionado con el estudio de la obra del escritor suizo Charles-

Ferdinand Ramuz; un escritor prolijo que se ganó el aplauso de Stephan Zweig, André

Gide o Jean Cocteau, pero que ha pasado desapercibido en las últimas décadas, al

menos en nuestro país. Otra rara avis olvidada.

Parkinson, vive en la más absoluta sobriedad, “en una época en la que la mayoría

de las personas debe ir constantemente a comprar para preservar su existencia”84.

También habituado a dar largos paseos que duran días, como el narrador de la novela.

La única persona con la que mantenía contacto es Janine Rosalind Dakyns, profesora

excéntrica que acostumbra a llenar su despacho con miles de papeles acumulados, un

aparente caos que el narrador compara con el inmovilismo del ángel de la melancolía

realizado por Durero85.

Sebald nos introduce, mediante el relato docu- ficcional, en uno de los leitmotivs

que recorren el texto: la melancolía86 como forma de resistencia en un paradigma del

progreso capitalista. No se trata de una resignación ni una conducta apologética hacia

84 Íbidem.

85 Este grabado de Durero, famoso y ubicuo, era bien conocido por Sebald, quien le dedica unas líneas en su libro Historia natural de la destrucción, Quinteto, Madrid, 2007, p 34. También muy conocido por Benjamin, sus reflexiones se encuentran en el texto El origen del Trauerspiel alemán, en Obras I, Libro I, op. cit., pp. 362- 363.86 La melancolía es uno de los temas que unen a Benjamin y a Sebald. Por falta de espacio no se va

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

215

el nihilismo extremo, se trataría más bien de una toma de postura, de darle voz a los

sin nombre, a los personajes anónimos que construyen cada día la historia desde sus

vidas olvidadas.

Se encuentran varios ejemplo de este interés por el relato de historias locales

no oficiales, por ello muchos de los personajes que aparecen en A. S son sus propios

vecinos, casi todos guardan un patrón común de conducta: excentricidades, aislamiento

y la idea de a muerte que se puede presentar por diferentes alusiones funerarias. Es

el caso de Frederick Farrar, del que dice ha muerto hace poco, un importante juez

retirado, hijo de buena familia que vive cerca del domicilio habitual de Sebald y que

se dedicaba al cultivo plantas: “Fue en este jardín donde Frederick Farrar encontró

la muerte un precioso día de mayo, cuando en su paseo matinal consiguió de alguna

manera prender fuego a su bata con el mechero que siempre llevaba en el bolsillo”87.

Proceso similar ocurre cuando Sebald relata la historia de ex combatiente Le

Strange, quien después de la guerra mundial se asienta en una casa heredada, situada

en las cercanías de Suffolk y comienza a adquirir extraños comportamientos, como

vestirse con ropas de “otro tiempo que sacaba según la iba necesitando de las cajas

guardadas en el desván”88, también gestos estrafalarios como excavar un agujero en el

jardín y estar sentado durante días.

Estos ejemplos locales también se pueden ver en los propios amigos de

Sebald como Michael Hamburger, escritor reconocido proveniente de una familia

judía y emigrante, por las circunstancias comunes a los dos amigos escritores, Sebald

experimenta una afinidad electiva y se siente reflejado en el comportamiento un tanto

peculiar de su amigo: el desorden de los libros, la disposición de los elementos de la

mesa...parecen ejercer en Sebald una identificación inmediata que incluso le provoca

un estado vertiginoso. En la breve y extraña conversación que mantienen se respira la

desesperación del autor: “Todo está próximo a venirse abajo, sólo las malas hierbas

desarrollar con mayor profundidad. En cualquier caso, véase: SANTNER, Eric: On creaturely life: Rilke, Benjamin, Sebald , op cit.87 SEBALD, W. G.: A. S., op. cit., p. 59.88 Ibídem, p. 75.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

216

continúan creciendo, los convólvulos ahogan los arbustos, las raíces amarillas de las

ortigas se alejan arrastrándose por debajo de la tierra”89.

El estado ánimo del autor es latente no sólo en ciertas expresiones sino también

en la elección de determinados personajes. Por concluir con los que podrían clasificarse

dentro de la historia local se podría citar el caso de la familia Ashbury, cuya inserción

en la historia se debe a una rememoración del narrador: “en mi sueño reconocía la

casa de tres pisos cubierta de hiedra donde los Ashbury seguirían llevando su peculiar

forma de vida”90. Ejemplifica la decadencia de las familias aristocráticas venidas a

menos; los miembros de esta familia fracasan en su intento de normalizar su situación

y de emprender nuevos negocios para salvaguardar su economía. Una clara metáfora

del declive de las grandes fortunas heredadas a mitad del siglo pasado, que no supieron

mantenerse después de la industrialización91.

Por otro lado, Sebald cuenta pasajes históricos protagonizados por personajes

reales que bien por sus excentricidades o por la defensa de ciertas causas suelen ser

personas non grata en el relato histórico tradicional. De esta forma Sebald manifiesta

una admiración por Thomas Browne, un erudito y extraño médico del siglo XVII

fascinado por la Historia Natural, autor de varios textos sobre Botánica, Teología y

sobre el Arte Funerario, tema que interesa a Sebald. La biblioteca abscondita un texto

al que dedica bastante atención, consiste en una recopilación de curiosidades, una

suerte de wunderkramen compuesto por antigüedades, libros difíciles de encontrar,

e incluso imágenes. Browne aparece en varias ocasiones a lo largo de la novela,

así en el primer capítulo introduce algunos de los planteamientos fundamentales en

su pensamiento, como la búsqueda del quincunx, un patrón sacado de sus estudios

científicos en los seres orgánicos y que podría suponer una estructura infinita aplicable

89 Ibídem, p. 202.90 Ibídem, p. 230.91 Para Judith Ryan autora del texto “Lines of Flight: History and Territory in The Rings of Saturn” op. cit., p. 55, “Los Ashbury se enmarcarían dentro de las temáticas de personajes e historias de exiliados en Los Anillos de Saturno: “os Ashburys, con quienes Sebald se había alojado en un viaje a Irlanda algunos años antes de su recorrido a pie por Suffolk, caen en esta categoría. Mientras Sebald intenta dormirse en la habitación que le han proporcionado, él reflexiona que viven “wie Fluchtlinge” (“como refugiados”).

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

217

a todas las especies existentes en la tierra.

Otros de los personajes históricos es Roger Casement92, personaje ilustre que

vivió a caballo entre el siglo XIX y XX y murió en la horca acusado de traición a

Inglaterra. La historia de Casement es, sin duda, una de las más curiosas, no sólo por

su trágico destino sino porque fue uno de los pocas personas que denunció el trato

de los indígenas en el Congo belga y en la Amazonia peruana. Esta denuncia que vio

la luz en forma de informe repleto de documentación que aseguraba que se estaban

cometiendo atrocidades como violaciones, asesinatos y esclavitud en la colonia belga,

supuso la puesta en entredicho del ocupamiento belga llevado a cabo bajo mandato de

Leopoldo II. Sin embargo, para que no volviera a denunciar y a poner en un aprieto

los intereses económicos de países como Bélgica, Inglaterra o Alemania, lo enviaron

a Perú, donde también denuncia similares atrocidades. Será allí donde conoce a los

combatientes republicanos que luchan por liberar a Irlanda de la ocupación británica

y decide unirse a esta causa, renunciado a su cargo de cónsul británico. Después de

una estancia en Alemania para recaudar fondos y buscar armas para la lucha irlandesa

contra el ejército británico, fue arrestado cuando vuelve a Irlanda con el objetivo de

alertar del posible fracaso de la sublevación de Pascua, un levantamiento que causó

cientos de muertos civiles. Las reflexiones de Casement son recogidas por Sebald:

“Ante los ojos de quien navega por la parte superior del Congo, río arriba, y no esté

cegado por la avaricia del dinero, escribe Casement, se revela la agonía de un pueblo

entero en todos sus pormenores, que desgarran el corazón y dejan sumidas en las

sombras las historias bíblicas del sufrimiento93.

Sebald recupera esta figura como reivindicación anti-imperialista94, una idea

que planea en gran parte de la novela y que se percibe en las constantes reflexiones

92 En los últimos años este personaje ha pasado a ser bastante conocido, por ejemplo véase: VARGAS LLOSA, Mario: El sueño del celta, Alfaguara, Madrid, 2010. 93 SEBALD, W. G.: A.S. op. cit., p. 144.94 Helen Fich estudia los personajes queer que Sebald describe a lo largo de sus novelas. En el caso de Roger Casement alude al deseo del escritor por construir el relato de Casement bajo esta premisa: un héroe anti colonialista y homosexual que fue condenado por ello, sin embargo, la autora alude al posible turismo sexual en el Congo y pederastia que Casement expone en los “black diaries” que escribió. Para saber más sobre este asunto ver: FINCH, Helen: Sebald’s Bachelors: Queer Resistance and the Unconforming Life, Taylor and Francis Routledge, Nueva York, 2011.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

218

sobre la incapacidad de aceptación y de recuerdo de lo ocurrido durante el colonialismo

europeo, reflexiones que forman parte de la constante alusión a la declive del ser

humano:

Percibe ahora la capital del reinado de Bélgica, con sus edificios cada vez más ampulosos, como un monumento funerario que se erige sobre una hecatombre de cadáveres negros, y le parece como si todos los viandantes de las calles llevaran en su interior el oscuro secreto congoleño. De hecho en Bélgica, aún a día de hoy, hay una fealdad particular, impresa en la época de la explotación desinhibida de la colonia del congo, manifiesta en la atmósfera macabra de ciertos salones y en una deformidad llamativa de la población, como sólo se halla raras veces en algún que otro sitio95.

Una protesta que se extiende a otras reivindicaciones universales, como la

cuestión Bosnia, donde se cometió uno de los mayores genocidios de la humanidad:

miles de bosnios fueron asesinados por parte del gobierno croata con el consentimiento

de los gobiernos europeos Sebald alude a la posterior recuperación y normalización

bosnia y su inserción en otros países, “pero nadie sabe qué clase de sombras merodean

en su interior96”, apunta Sebald, aludiendo a ciertas heridas imborrables de la Historia.

En cualquier caso, la totalidad de las historias que entretejen la novela

sebaldiana tienen en común la incidencia de una nostalgia imperecedera, una nostalgia

que se deja ver en sus personajes que o bien porque son marginales que no saben

adaptarse a la vida social y cotidiana motivados por decadencia económica, personal e

incomprensiones varias –o todo a la vez–, o bien son relatos históricos reivindicativos,

como los apuntados, y buscan la memoria y el recuerdo de las víctimas, último

reducto por el que perfilar la salida de los traumas que permanecen en el inconsciente

colectivo97.

95 SEBALD, W. G.: A.S. op. cit., p. 139.96 Ibídem, p. 115.97 El libro del historiador Dominick LaCapra, Escribir la historia, escribir el trauma, op. cit., sirve de referencia sobre el tratamiento de la pérdida y ausencia (que para él no son la misma cosa) y pone el ejemplo del holocausto judío.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

219

Los personajes que aquí se han expuesto representan la búsqueda de la

subjetividad, personalidad y experiencia como una resistencia a la imposición de la

normatividad y heteropatriarcado, constituyen formas de subjetivación que ahondan

en los márgenes y los grietas de la historia para poder sobrevivir ante un sistema que

impone su homogeneidad.

La historia en A. S. se compone, como el caleidoscopio benjaminiano, de

restos fragmentarios, de desechos y de historias marginales. Benjamin apelaba al

trapero para reutilizar los fragmentos desperdiciados, en una estrategia que para Reyes

Mate consiste en “salvar lo que a cultura desecha y desechar lo que ella salva”98, pero

también reciclar el material sobrante como “la desesperación, la injusticia, las ruinas,

las calaveras”99, en definitiva hacer del filósofo un trapero, y porqué no, hacer también

del escritor, como Sebald, un trapero.

Pero no sólo existe una coincidencia en la identificación del trapero

benjaminiano con el escritor que recicla los desechos en un proceso de reinserción de

lo olvidado, sino que se extiende a todo el planteamiento general de A.S. No es casual

la elección de los personajes, casi todos ellos marginados, desechados por la sociedad,

con personalidades excéntricas y que por tanto, se apartan de la “norma”.

Sebald rescata las historias que son dignas de ser reinsertadas, redescubiertas

y releídas. ¿no recuerda este planteamiento al interés benjaminiano por el detritus de

la historia? Es más, ¿no estudiaba personajes marginales como el flâneur el dandy o la

prostituta? Buscar en los márgenes, en donde ya nadie busca; de ahí la predilección de

Sebald por esos personajes atormentados que buscan el refugio y el aislamiento como

forma de vida, ahí también radica el gusto por los pueblos quasi abandonados, que

tuvieron un pasado rico y potencialmente económico durante una determinada época,

pero una vez explotados, quedan desechados –bien por explotación de sus recursos,

bien por crisis económicas– y se convierten en lugares fantasmáticos alejados de

cualquier tipo de interés. Escribe cuando llega a uno de los pueblos olvidados: “y ahora

nada más y nadie, ningún jefe de estación con reluciente gorra de uniforme, ningún

98 MATE, Reyes: Medianoche en la historia, op. cit., p. 34.99 Ibídem, p. 28.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

220

empleado, ningún carruaje, ningún huésped, ninguna partida de caza, ni caballeros en

indestructible tweed ni damas en elegantes trajes de viaje”100.

Sebald, por tanto, realiza una cartografía de los lugares marginados de su

entorno; una estrategia que querría apropiarse del pasado, de la historia local que

ha estado sujeta a antiguas batallas navales, a explotaciones económicas, a intereses

comerciales, para enfatizar la obsolescencia del tiempo, las huellas de la memoria.

En última instancia es una apelación a una conquista de la experiencia individual, por

ello la incidencia del paseo a pie y no en otro tipo de transporte, un paseo que estaría

en sintonía con las reveries roussonianas: permite la conquista de la experiencia en un

mundo, donde apenas quedan lugares apartados y fuera del control normativo.

Si Sebald está buscando, mediante la reflexión meditativa y la peregrinación

a pie, conocer la historia de su entorno y conocerse, en parte, a si mismo, Benjamin,

décadas antes y en un contexto diferente pero no tan alejado, escribe uno de sus

textos más revelador: Experiencia y pobreza, donde disecciona la necesidad de una

reubicación de la experiencia, que se ha perdido, como el aura, en la herida provocada

por la ausencia de la experiencia histórica y subjetiva101: “Nos hemos vuelto pobres.

Hemos ido perdido uno tras otro pedazos de la herencia de la humanidad; a menudo

hemos tenido que empeñarlos a cambio de la calderilla de lo ‘actual’ por la centésima

parte de su valor. Nos espera a la puerta la crisis económica, y tras ella una sombra, la

próxima guerra”102. No se ha de olvidar, tampoco, que la experiencia está unida a algún

tipo de pobreza: mientras haya un mendigo habrá mito, apunta103.

El mendigo, el excluido, será el que posibilite un sistema sin excluidos, los

marginados que presenta Sebald, que por uno u otro motivo han sido excluidos por

la Historia, componen un territorio que debe ser deambulado, recorrido: construir

100 SEBALD, W. G.: A.S. op. cit., p. 40.101 Una de las ideas que resuenan en esta investigación es la reflexión sobre la transformación de la experiencia. Sobre este concepto en Benjamin véase el apartado Experiencia en la ciudad, perteneciente al capitulo Desplazarse en la modernidad, pero también en las referencias conceptuales planteadas en la introducción de este trabajo.102 BENJAMIN, Walter: Experiencia y pobreza, Obras Completas II, vol 1,op. cit.,.. pp. 221-222.103 Ibídem, p. 222.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

221

un sistema sin exclusiones, desde las ruinas, desde los escombros de la Historia y

desde las heridas de los sin nombre: las víctimas del genocidio bosnio, las víctimas del

imperialismo europeo, las víctimas de su propio sistema como Casement, Swiburne

o Conrad. Es entonces una llamada a repensar la Historia, no desde el progreso y

de la empatía con los triunfadores, sino desde la experiencia subjetiva, marginal y

quasi mendiga: el lumpemproletariado que va vestido de andrajos y vive de ellos104.

Vestimentas antiguas y andrajos que atavían los personajes de Sebald; desde Parkinson

que, recordemos, no se compra nunca ropa, hasta Le Strange quien ponía con

vestimentas obsoletas, pasando por el propio Sebald, que, como peregrino, sólo lleva

lo puesto y una mochila. Mochila que también acompaña a Jacques Austerlitz en todos

sus viajes y recorridos, o como expresa en la novela Vértigo al hablar de su aspecto:

“A los signos de una andrajosidad polvorienta que se hacían evidentes en mi aspecto

se contraponía el hecho de continuar viviendo en un hotel como un contrasentido a

simple vista cada vez más obvio”105.

Se trata de una estrategia para romper la continuidad del progreso, la linealidad

histórica que no deja lugar a equívocos, a errores y sólo empatiza con los triunfadores.

En este sentido, merece la pena citar las palabras de Stephan Moses, quien aclara:

hay que romper la continuidad de la tradición historiográfica en un punto determinado: ese mismo punto en que el historiador materialista interviene para arrojar una nueva mirada sobre el pasado y salvar del olvido la ‘historia de los vencidos’. La construcción de la historia tal y como él la entiende quedará entonces dedicada a la ‘memoria de los sinnombre’106.

Queda entonces la responsabilidad histórica de escribir lo que no está escrito,

de experimentar en una época carente de estímulos, de experienciar en un mundo donde

todo lo nuevo pasa a ser viejo en un tiempo cronológico imperceptible y vertiginoso.

Sebald, mediante el paseo narrado que nos ofrece en A. S. traspasa la cicatriz de una

104 Ver la nota 29 de este capítulo.105 SEBALD, W. G.:, Vertigo, Anagrama, Barcelona, p.56.106 MOSES, Stephan: El ángel de la historia: Rosenzweig, Benjamin, Scholem, Cátedra, Madrid, 1995.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

222

temporalidad póstuma, y nos imbuye de una cierta resistencia al olvido y al progreso;

una invitación a la descodificación de la mirada lenta, a recrearnos en la Historia y

buscar entre sus entresijos perdidos. Los viajes de Sebald alrededor del condado de

Suffolk no tienen retorno, sólo son estratificaciones, fragmentos, que, como apuntaba

Benjamin en las tesis, se alejan al galope107. Queda, la (nuestra) oportunidad (kairós)

de no dejarlos huir, de captar, en el instante de su desaparición, la estela que deja en

forma de imágenes. Quizá también y porqué no, una estela que Sebald dibuja en forma

de órbita que (nos) lleva hasta el límite del sistema solar, donde los anillos y las lunas

de Saturno, se desintegran poco a poco.

[En esta última función fue supuestamente él quien, para posibles habitantes terrestres

del universo, dejó grabado un mensaje de salutación en una cinta magnetófona que

ahora, junto con otros hechos representativos de la humanidad, navega a bordo de la

sonda espacial Voyager II por el extrarradio de nuestro sistema solar]108.

3.3. Retener el pasado

El verdadero rostro de la historia se aleja al galope. Sólo retenemos el pasado como una imagen que, en el instante mismo en que se deja reconocer, arroja una luz que jamás volverá a verse.Walter Benjamin, Tesis III

En el anterior capítulo se ha indagado en la concepción histórica de Benjamin y en

cómo cada uno de sus planteamientos no pueden ser entendido de forma aislada. En este

sentido, se debe analizar la concepción de la fotografía en relación a los planteamientos

anteriores. Temas como la fotografía y el cine, la alegoría y el duelo, la imagen y la

historia, la representación visual y la lingüística, las consecuencias históricas de la

tecnología o la reproducción y la mímesis, son algunos de los argumentos centrales del

107 Walter Benjamin en la tesis III, “Sobre el concepto de historia”, op. cit., dice: El verdadero rostro de la historia se aleja al galope, p. 306108 SEBALD, W. G.:, Los Anillos de Saturno, op. cit., p. 79.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

223

pensamiento benjaminiano que, según el teórico Eduardo Cadava, deben ser tratados

con especial interés109. Sobresalen, de entre todos los planteamientos, la concepción de

la historia, tal como se ha apuntado con anterioridad, y la relación que establece con

la fotografía, puesto que para Benjamin la historia es concebida, en última instancia,

bajo la forma de una imagen dialéctica, que aparece como un fulgor (augenblick) en el

momento del despertar. “La tecnología de despertar” que postula Benjamin puede ser

trasladada a la novela Los Anillos de Saturno puesto que el narrador experimenta, en el

comienzo, un despertar similar al de Gregorio Samsa –al que menciona el protagonista–

y en ambos posee una connotación reveladora. Hay, por lo tanto, una dialéctica que se

palpa en el carácter onírico de la novela, una oposición entre varios términos dialécticos:la

experiencia del paseo filosófico versus la experiencia turística, la rememoración de la

historia local versus la historia global y hegemónica, la reflexión sobre estar “fuera del

tiempo” versus la imposición del tiempo productivo, y en última instancia un augenblick

que permite el traspaso de la vigilia a la realidad, pero una realidad suturada, marcada

por la continua digresión y fragmentación. Tanto en Benjamin como Sebald se respira

la nostalgia de los días, de las horas, de un tiempo dilatado, lejos de la producción y de

la lógica de acumulación. Podría definirse como una suerte de resistencia que les lleva

a invertir la melancolía y lo negativizado: construir desde la destrucción, organizar el

pesimismo para crear una escritura en la que podamos leer lo que (no) está escrito.

La memoria es el anclaje que recupera el valor de la imagen, que según Cadava,

se sustenta en la captación de los destellos dialécticos, suspendidos entre los entresijos

de la historia. Para este autor la memoria y el pensamiento establecen una relación con la

fotografía “en la medida en que dependen de la posibilidad de repetición, reproducción,

cita e inscripción”110.

Otros autores como Siegfried Kracauer, coetáneo a Benjamin y también teórico

de los nuevos medios de tecnología como el cine y la fotografía, estuvo interesado en

estudiar la relación de la incipiente tecnología y el surgimiento de la sociedad de masas,

109 CADAVA, Eduardo: Trazos de luz. Tesis sobre la fotografía de la historia, Palinodia, 2005, Santiago de Chile, p. 33.110 Ibídem.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

224

fórmula no sólo la importancia de la fotografía en la disciplina de la historicidad, sino

también la relación de la fotografía con algunas formas de amnesia y muerte:

El mundo mismo adquirió un “rostro fotográfico”, puede ser fotografiado porque se esfuerza por ser absorbido en la continuidad espacial que cede ante las fotografías instantáneas. En las revistas ilustradas, el mundo se ha vuelto un presente fotografiable y ese presente fotografiado ha sido totalmente eternizado. Aparentemente arrancado de las manos de la muerte, en realidad ha sucumbido a ella111.

Kracauer alertaba de los peligros de la reproductibilidad y de la representación

de la ubicuidad, advertencias que a fin de cuentas se acabaron cumpliendo décadas más

tarde: asistimos a un mundo cada vez más hipervisualizado y reproducido. La colección

de imágenes, ya sea en forma de fotografías y snaps subidos a instagram, pinterest,

snaptchat o cualquier aplicación móvil, nos acerca al mundo, hace que viajemos desde

casa haciendo posible la conquista de la omnipresencia, pero este acercamiento al mundo

en nuestras manos esconde una certeza aporética. Esa cercanía produce a la vez una

lejanía irresoluble, la pérdida del aura, que además, con la capitalización de los afectos

y emociones que el mercado ejerce a través de la publicidad112, nos recuerdan a los

argumentos que ya problematizase Benjamin en su conocido ensayo La obra de arte en

la época de su reproductibilidad técnica (1934). La aporía se extiende a un segundo nivel

puesto que al incremento de producción de imágenes no le acompaña la correspondiente

producción de significación, generándose así un vacío en el conocimiento, una

imposibilidad, lo que Kracauer llama “una amnesia o ceguera histórica que yace en el

corazón de la técnica fotográfica (...). Lo que hace a la fotografía fotografía no es su

capacidad de presentar lo que ella captura, sino la fuerza de su interrupción”113.

La interrupción, la cesura o la herida que la fotografía produce en el tiempo

111 KRACAUER, Siegfried: The mass ornament: Weimar essays, Harvard University Press, Massachusetts, 1995.112 Véase: FERNÁNDEZ PORTA, Eloy: Eros. La superproducción de los afectos, Anagrama, Barcelona, 2010.113 CADAVA, Eduardo: Trazos de luz, op. cit., 34.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

225

representa el letargo de una espera infinita. En el instante en que el mundo, la cosa o la

persona parece fotografiado, se corre el peligro de la petrificación; supone, de alguna

manera, el certificado de su defunción. La imagen de esa instantánea permanecerá,

mientras que lo representado seguirá el transcurso natural de la destrucción. Se trata, por

tanto, de recoger el sentido póstumo de la imagen fotográfica114: “el hecho fotográfico

reproduce con su propio modo –fiel y rigurosamente funerario– el carácter póstumo de

nuestra experiencia vital. El hogar de la fotografía es el cementerio115.

Si Kracauer alertaba del peligro de un mundo hipervisibilizado ya a finales

de los años veinte, Benjamin no se queda atrás y transmite esa misma preocupación.

Consciente del contexto sociopolítico en el que le tocó vivir, sabía el poder que los

medios técnicos lograban ejercer en determinadas situaciones políticas, como el caso

del nazismo y su uso propagandístico y manipulador de la fotografía y del cine116. La

vinculación que Benjamin establece entre fotografía e historia tiene una dimensión

ética: “no puede haber teoría crítica sin una comprensión de la relación entre la tradición

social y la fotografía, sin una reflexión acerca de qué es una imagen y qué significa

asumir responsabilidades frente a ella”117.

Al citar a Kracauer, uno de los primeros teóricos en hacerse eco de la importancia

de la invención de la fotografía y sistematizarlo en sus escritos, se demuestra la relevancia

y la preocupación que este medio técnico ejerció a comienzos del siglo veinte. A pesar

de las advertencias que Kracauer manifestaba y de ciertas reticencias, sabía de la

utilidad y el uso que iría desarrollando con el tiempo, su valor más esencial radicaba en

el despliegue político, en el poder y la fuerza que la fotografía demuestra, así como la

influencia que era capaz de ejercer en el historicismo: “el historicismo se interesa por la

114 Sobre la muerte en la escritura véase: BLANCHOT, Maurice: El espacio literario, Paidós, Barcelona, 1992 (especialmente el capítulo: “la obra y el espacio de la muerte”, pp. 77-11) También (relacionado con la muerte en la fotografía) BARTHES, Roland: La cámara lúcida, Paidós, Barcelona 2010, así como las reflexiones que lleva a cabo DERRIDA, Jacques: Aporías. Esperarse(en) los límites de la verdad, , Paidós, Barcelona,1998. Y también del mismo autor, Las muertes de Roland Barthes, Taurus, Madrid, 1999.115 CADAVA, Eduardo: Trazos de luz, op. cit., p. 46.116 Veáse: VIRILIO, Paul: War and cinema. The logistics of perception, Verso, New York, 1989.117 CADAVA, Eduardo: Trazos de luz, op. cit., p. 37.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

226

fotografía y el tiempo”118, historicismo que, por su naturaleza positivista y su búsqueda

de la objetividad histórica, reparó en la fotografía –en sus inicios– otorgándole un

valor científico, que satisfacía las demandas metódicas para convertirse en herramienta

a su servicio en su afán por legitimar la historia como ciencia. Insistía, por ello, en

la mecanización de la fotografía, desprovista, por fin, de la mano del hombre, lo que

suponía un proceso de deshumanización, de liquidación de la impronta subjetiva tan

molesta en las ciencias positivistas.

La fotografía se convertía en un proceso de conocimiento fidedigno de la realidad,

por recordar las célebres palabras de crítico André Bazin, “liberaba al hombre de la

condena de la perspectiva”119, era entonces un mecanismo que reproducía la realidad tal

como la percibimos, sin ningún tipo de mediación:

serán el ojo técnico y desafectado de la cámara, la mano y el lápiz de la naturaleza misma, movidos por el pulso de la luz, los que habrán de proporcionar a la humanidad el testimonio fiel y memoria sin recuerdo de la verdad de las cosas, una verdad de las cosas, una verdad escrita no por y en función de otros sino por ellas mismas, en función de si mismas120.

La tan apreciada objetividad de la fotografía no es, sin embargo, objeto de

apelación para Benjamin, para quien el medio fotográfico era lugar para el juego, entre

la magia y la técnica, como se puede ver en los inicios de la fotografía, sin embargo, el

carácter a priori, espontáneo da paso rápidamente a la comercialización y al artificio.

Benjamin capta la esencia comercial y la crítica; no es casual que tome por ejemplo la

foto de infancia de Franz Kafka, donde se puede ver la pose rígida y la falsa apariencia

del joven escritor121.

118 KRACAUER, Siegfried: The mass ornament: Weimar essays, op. cit., p. 47.119 BAZIN, André: “Ontología de la imagen fotográfica” en ¿Qué es el cine? Madrid Rialp, 2004, pp. 23- 30.120 COLLINGWOOD, SELBY, Elizabeth: El filo fotográfico de la historia. Walter Benjamin y el olvido de lo inolvidable, Chile, Metales pesados, 2010, p. 101.121 BENJAMIN, Walter: “Franz Kafka”, en: Para una crítica de la violencia y otros ensayos, Iluminaciones IV, Taurus, Madrid, 1991.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

227

Benjamin tenía claro que su método sería el del montaje. En él, la darstellung

o mise en scène esconde una estrategia de ordenación de los restos que el coleccionista

y el trapero han recogido en su búsqueda de los desperdicios de la historia. Ordenar y

disponer aquellos hechos olvidados, para congelarlos, petrificarlos gracias al tiempo

–ahora, a la rememoración y recordación–. Para Cuesta Abad, los restos tienen un

carácter rophográfico122, de naturaleza muerta en tanto que han quedado congelados.

Reflejan el instante en el que “los fragmentos de lo real están paralizados, son objetos

inmóviles cuya quietud se duplica fantasmalmente al reafirmarse en la imagen inerte

donde queda grabado el brillo momentáneo de un ojo de Medusa”123.

Los restos de la historia, dispuestos bajo la óptica del montaje, naturalezas

muertas, naturalezas dialectizadas funcionan como uno de los leitmotivs benjaminianos.

Su concepción de la historia visual, se puede encontrar en la mayoría de sus textos,

recordemos, fragmentarios. En el caso del El autor como productor uno de sus textos

más revolucionarios, instaba al artífice político a tomar fotografías para superar “la

barrera entre escritura e imagen”124.

La fotografía y el recuerdo de lo que permanece interpela el memento mori

emblema barroco125. Una idea que se planea en A. S. mediante el recordatorio constante

al mundo funerario. Casi todos sus personajes experimentan una sensación similar a la

experiencia de la muerte por medio de referencias a funerales, a muertes recientes o a

autores que investigaron sobre ello, como Thomas Browne, al que también referencia

por su cráneo perdido, o incluso la disertación sobre el cuadro Lección de Anatomía

de Rembrandt, son, en definitiva, representaciones de la muerte, cuerpos postrados, en

tránsito hacia la suspensión de un no lugar, un habitar entre los vivos y los muertes,

idea que suele repetirse también en otras obras, como en Austerlitz:

122 CUESTA, ABAD, Jose Manuel: Juegos de duelo. Historia según Walter Benjamin, Abada, Madrid, 2004, p. 79.123 Ibídem, 80.124 BENJAMIN, Walter: “El autor como productor” en: Obras, II/ 2, Abada, Madrid, 2009, pp. 297-315

125 Véase, VIVES-FERRÁNDIZ SÁNCHEZ, Luis: Vanitas. Retórica visual de la mirada, Encuentro, Madrid, 2011.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

228

No me parece, dijo Austerlitz, que comprendamos las leyes que rigen el retorno del pasado, pero cada vez me parece más como si no hubiera tiempo, sino diversos espacios, imbricados entre sí, entre los que los vivos y los muertos, según el talante en que se encuentran, van de un lado a otro, y cuanto más lo pienso tanto más me parece que nosotros, los que todavía nos encontramos con vida, a los ojos de los muertos somos irreales y sólo a veces, en determinadas condiciones de luz y requisitos atmosféricos, resultamos visibles126.

3.3.1. La mirada a la tierra

W. G. Sebald se entusiasmaba con los detalles, con las fotografías, con los objetos

que podían trasmitir y contar una historia, un recuerdo, una imagen. La inserción de

imágenes en sus novelas no es algo nuevo, la relación entre las artes tiene una larga

historia, desde la máxima horaciana ut pictura poesis hasta nuestra actualidad se ha

sucedido un constante intercambio entre las artes127.

El escritor alemán, al insertar imágenes en la narración está demostrando la

importancia de la visualidad e intenta crear un diálogo entre texto e imagen. Esta

premisa puede ser estudiada desde diferentes puntos de vista. Así podemos citar a

John Berger, uno de los teóricos más importantes de nuestro siglo y que sin duda ha

analizado la problemática de la visualidad en el arte contemporáneo. Según Berger:

“la fotografía, irrefutable en cuanto evidencia, pero débil en cuanto significado, cobra

significación mediante las palabras. En ese momento, unidas las dos, se vuelven muy

poderosas”128. Existe por tanto una voluntad de unión y de significación conjunta, las

imágenes no pasan a ser meras certificaciones verídicas, sino que encierran un poder

autónomo. Para W. J. T. Mitchell, otro teórico imprescindible en la epistemología de

la visualidad, en su libro Teoría de la imagen, establece un proceso de fusión que ha

llegado a clasificar con el sustantivo compuesto “imagentexto”: “la escritura, en su

126 SEBALD, W. G.: Austerlitz, op cit., p. 261.127 Veáse: CORBACHO CORTÉS, Carolina: Literatura y arte: el tópico “Ut pictura poesis”. Universidad de Extremadura, Cáceres, 1998.128 BERGER, John; MOHR, John: Otra manera de contar, Mestizo, Murcia, 1998 p. 67.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

229

forma física y gráfica, constituye una sutura inseparable de lo visual y de lo verbal,

la imagentexto encarnada”129, lo que produce que el lenguaje “se haga visible”130.

Para Jacques Rancière, las artes visuales han tomado prestadas ciertas licencias de

la literatura, creando hibridaciones y una apuesta por la apertura de las artes hacia

otras disciplinas, sin embargo, la literatura por su parte, sigue constreñida a una serie

de limitaciones. Por otro lado, para el filósofo francés, Sebald representa esa mínima

apertura, la combinación de significantes:

Pueden también abordar por su cuenta la misma relación entre lo enunciable y lo visible, como en el caso de W.G. Sebald. Sus grandes libros, Los emigrantes, Los anillos de Saturno y Austerlitz están construidos como comentarios de fotografías que tomó él mismo en los lugares que ha recorrido como viajero, pero son también lugares cargados de historia, se trate de los paisajes desindustrializados del este de Inglaterra o del campo de Terezin. La literatura se convierte entonces en una manera de tratar la historia en el estilo de la rememoración proustiana, pero también de penetrar en la relación entre lo que una imagen “dice” y lo que una descripción “hace ver131.

La expresión “hace ver” puede ser traducida por la utilización de una determinada

herramienta estilística, la écfrasis, palabra que proviene del griego y que significa

explicar hasta el final, es una figura retórica que formaba parte de la retórica aristotélica

y tenía como objetivo la descripción visual de un objeto artístico132; lo que interesa

resaltar en relación a Sebald es cómo, mediante una técnica basada en la descripción,

llega a perfilar los objetos visuales que narra, creando de esta manera imágenes mentales

que aparecen al imaginar estas descripciones. Una de las cuestiones que más interés

despierta, es la veracidad o autenticidad en las imágenes que Sebald escoge, al respecto

Susan Sontag sostiene:

129 MITCHELL, W.J. T.: Teoría de la imagen, Akal, Madrid, 2009, p. 89. 130 Ibídem, p. 104.131 Entrevista publicada en Ñ, Revista de cultura. Las artes visuales se apropiaron de la palabra, disponible en: http://edant.revistaenie.clarin.com/notas/2009/12/05/_-02054482.htm [consultado el 20/05/2018]132 Veáse, DE LA CALLE, Román: “El espejo de la ekfprasis. Más allá de la imagen, más acá del texto,” en: Escritura e Imagen, n 1, 2005 pp. 59-81.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

230

Lo característico de una obra de ficción no es que la historia no sea verdadera, bien puede ser verdadera, en parte o en su integridad, sino su uso o expansión de una variedad de recursos (aun documentales falsos o fraguados) que producen lo que los críticos llaman “el efecto de lo real”. Las ficciones de Sebald – y la ilustración visual que las acompaña- proyectan el efecto de lo real a un extremo fulgurante133.

Con el objetivo de entender la complejidad de las imágenes y fragmentos que

Sebald introduce en A.S, se propone una clasificación agrupada en torno a tres temáticas;

por un lado aquellas imágenes provenientes de archivos y fuentes documentales, en las

que se incluyen, por ejemplo: periódicos, inscripciones, certificaciones etc, por otro

aquellas que remiten al paisaje y que dan pie a reflexiones sobre la destrucción de los

pueblos que recorre, o la observación de los fenómenos y condiciones ambientales, y

por último, imágenes de ruinas, donde tiene cabida diferentes maneras de representarlas,

desde ruinas funerarias, o de carácter histórico.

3.3.1.1. Archivo

El catálogo de imágenes de archivoque aparece en A.S no responde a un orden específico,

se trata de mostrar los fragmentos y recortes de imágenes que evocan verifican el relato, en

la mayoría de las ocasiones134. Este tipo de material visual, suele aparecer acompañando

al relato de los personajes y pasajes de la historia locales, así se encuentran las imágenes

del atentado de Francisco Fernando, Archiduque de Austria o las de la limpieza étnica

de Bosnia. Son imágenes que remiten a documentos de la historia, pero también a

documentos de la historia natural, conocimientos enciclopédicos como los de Thomas

133 SONTAG, Susan: El viajero y su lamento, op. cit.,...134 Para problematizar el debate sucinto al archivo, véase: FOSTER, Hal: ”An Archival Impulse”, op cit, y también DERRIDA, Jacques: Mal de archivo. Una impresión freudiana, Trotta, Madrid, 1997. Sin embargo me gustaría destacar un interesante texto de DEL RÍO, Victor: Factografía. Comunicación y vanguardias, Abada, Madrid, 2010, puesto que dedica un capítulo a Benjamin en relación con el concepto de factografía y analizando las conexiones con las vanguardias rusas, así como con autores como con Tretiakov, y también la relación entre literatura y prácticas documentales. Ver el capitulo: “Walter Benjamin y la recepción internacional de la factografía” pp 155- 177.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

231

Browne o la historia de la sericultura, por la que Sebald sentía verdadera fascinación,

por ejemplo, Sebald inserta una fotografía proveniente de la fototeca local de su ciudad

natal, donde ha encontrado una cinta de película nazi dirigida con el fin de instruir sobre

la cría de los gusanos y así poder crear un comercio propio de la sericultura. Sería el

“Grupo especialista de sericultura del Reich”. La transformación de oruga a mariposa

sirve a Sebald de explicación metafórica del mundo. La idea de cambio, de mutación y

de movimiento conforma el planteamiento fundamental de Los Anillos de Saturno sui

generis. Otra de las fotografías que más impacto ha generado es aquella en la que relata

la tradición local de la captura del arenque, y es que según los científicos, brillan en

la oscuridad una vez muertos. Después de esta descripción se sucede la imagen de un

grupo de cuerpos en un bosque, perpetrado por el nazismo. No es casual que coloque

ambas imágenes cerca, establece una analogía entre ambas, puesto que los asesinatos

judíos se solían hacer en masa y en muchas ocasiones, como eran quemados, también

brillaban en la oscuridad. Otra de las imágenes de archivo destacable, es el caso de

Roger Casement, donde aparece varias veces, por ejemplo un recorte de periódico

con su arresto, y otro fragmento de los diarios que escribió en el Congo, que fueron

utilizados como prueba en el juicio en el que lo acabó siendo culpable, saliendo a relucir

como ataque la su homosexualidad. Fue acusado de traición con pena de muerte.

W. G. Sebald.Los Anillos de Saturno.

Fotografía que documenta el atentado sufrido por Francisco Fernando de Austria en Sarajevo en 1914.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

232

W. G. Sebald.Los Anillos de Saturno.

Imagen de archivo donde Sebald relata la tradición local de la

captura del aranque que según los científicos brillan en la

oscuridad una vez muertos.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

233

W. G. Sebald.Los Anillos de Saturno.

Imágenes de las larvas que se han convertido en mariposas.

Sebald relata la historia de los gusanos de seda.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

234

3.3.1.2. Paisaje

El desplazamiento a pie por el condado de Suffolk le permite conocer lugares remotos de

la costa y encontrarse con paisajes fantasmales, y en mucho de los casos, abandonados.

Lugares como Somerleyton, Lowestoft, Southwold o incluso el páramo de Dunwich,

forman la cartografia geografia de Sebald. Conforme avanza en su viaje, va asimilando

una experiencia histórica e idiosincrásica de los lugares que visita, sus reflexiones

unidas al recorrido pretenden “generar experiencias que estimulen la reflexión sobre la

posición existencial liminal de la humanidad y la lucha interminable entre las invasiones

civilizadoras de la cultura y las poderosas energías destructivas de la naturaleza”135.

En este sentido, el paisaje es entendido como último reducto de conexión con

el pasado, con la ruina y con la memoria. Paisajes industriales, que han cambiado

su fisionomía. Paisajes que se desmoronan, vertidos en escombros y que quedan

135 GRAY, Richard, T.:“Writing at the Roche Limit: Order and Entropy in W. G. Sebald’s Die Ringe des Saturn”, en: GRAY, Richard T.: Ghostwriting: W. G. Poetic´s of History, op. cit., p.312.

W. G. Sebald.Los Anillos de Saturno.

Los diarios de Roger Casement que se utilizaron como prueba en el juicio condenatorio.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

235

abandonados. Por otro lado, la importancia que el paisaje adquiere en el texto –las

minuciosas descripciones sobre el estado desvencijado que presentan– puede ser

entendido como una traslación del estado anímico del propio Sebald y de los personajes

que describe; una mise en abyme que desata un estado catártico; una proyección interior

hacia la inmensidad del vacío que se propaga, como un fuego, sobre la topografía

descrita. Los paisajes que Sebald detalla se descubren en su abandono, en su desnudez:

invitan a la nostalgia originada por la grandeza de lo que un día fueron. Son ruinas

industriales, como las descritas en la base militar de Orfordness, que nadie se atreve

a visitar. En Orfordness, nos encontramos en otra de esas regiones “extraterritoriales”

que se repiten en el trabajo de Sebald. La formación geológica de Orfordness es el

resultado de un proceso de historia natural, ya que se ha trasladado a su ubicación actual

piedra por piedra, y remite así a una suerte de narrativa prehistórica136. A medida que

el narrador comenta que se sintió “fuera de lugar”, estas proyecciones pueden leerse

como el establecimiento de un paralelo entre lo moderno prehistórico y lo futurista en

una continuidad de, o retorno a, la historia natural137.

Otros de los ejemplos que se encuentran en el desarrollo de la novela, son la

descripción del pueblo de Lowestoft, en el que Sebald apunta: “me parecía incomprensible

lo mucho que había podido venirse abajo en un tiempo proporcionalmente breve”. Es el

ejemplo que Sebald propone para representar la crisis de los 70 en Inglaterra, también

describe una de las playas desérticas de esta zona, donde se percata del asentamiento

nómada: “es como si los últimos vestigios de un pueblo nómada se hubieran asentado

aquí, en último confín de la tierra a la espera de un milagro que todos han anhelado

desde siempre”138. En otra ocasión describe también playas inmensas y vacías donde

si tienes suerte, a lo lejos, se puede atisbar algún rastro de vida. Playas fantasmáticas,

que despiertan recuerdos olvidados. Las playas, que en la inconmensurabilidad de su

extensión hacia el infinito, transmiten una cierta nostalgia y soledad. En otra imagen,

el narrador dice entrever a una persona en la playa, pero todo queda en la imaginación

de Sebald que no es sino un recuerdo de una historia borgiana: la obra Orbis Tertius del

136 Ibídem.137 WILEY, John: Spectral geographies, op. cit.138 SEBALD, W. G.: A.S. op. cit., p. 89.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

236

escritor argentino y su estructura laberíntica. Alusión al laberinto que aparece en más

de una ocasión, como cuando Sebald rememora un sueño en el que se encuentra en un

jardín laberíntico y no halla la salida, se trata del de la pradera de Dunwich.

La noción de paisaje, por tanto, tiene en Sebald un sentido alegórico y posee

un velo de melancolía, de spleen. La persona que observa los cambios que suceden,

que escruta el horizonte con cierta parsimonia y quietud está poseída por el dispositivo

de la insatisfacción permanente, del eterno cuestionar y, como el flâneur, que se

situaba en el umbral de la modernidad según Benjamin, ensaya un tiempo ralentizado.

Los ejemplos que nos encontramos en A.S. tienen siempre una alusión al declive, a

la desnaturalización y al paso del tiempo. En muchas de las fotografías paisajísticas

que Sebald utiliza aparecen pueblos abandonados, que un día alcanzaron altas cotas

económicas debido sobre todo a la especulación, pero en la crisis de los setenta en

Inglaterra quedaron desamparados –sensación ésta que llega a nuestros días–. Paisajes

desolados que denotan un pasado rico, pero que en la actualidad han quedado relegados

a sus restos: “Monumentos de una civilización desaparecida, restos de innumerables

bombas y molinos de viento, cuyas velas blancas giraron sobre los campos de regadío.

Y por doquier detrás de la costa hasta que, en los decenios posteriores a la I guerra

mundial, fueron inmovilizadas, una tras otra”139.

Por otro lado, en la noción de paisaje implica una aproximación a la topografía

y a la coherente utilización de herramientas cartográficas. En Sebald esta inclinación es

traducida por alguna que otra presencia de mapas pero sobre todo de rutas, de recorridos.

Para Sebald representa una correspondencia interior:

La geografía y la topografía han sido importantes para mí desde la infancia. Pasé horas incontables, crecí prácticamente, buscando países y regiones en los atlas. Wertach, el pueblo alemán donde me crié, estaba rodeado de un ambiente natural. La geografía sigue siendo una preocupación. Siempre necesito saber dónde estoy y conocer cómo son en verdad los lugares que sólo conozco como nombres en el mapa140.

139 Ibídem, p. 40.140 Entrevista realizada a W. G. Sebald en 2002 para El Cultural. “La ficción contemporánea está

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

237

La geografía y los espacios juegan un papel fundamental y se inscriben en

las nuevas prácticas artísticas contemporáneas donde el campo de actuación se ha

ampliado hacia la conquista del paisaje y de cualquier entorno que quede fuera del

marco preestablecido. Sebald, como nómada apátrida, jamás cesa en su empeño por

conquistar el paisaje mediante la errancia, conocer los lugares perdidos que no aparecen

en los mapas, construir rutas alternativas, ampliar sus paseos y convertirlos en vehículos

de conocimiento interior, de reflexión y cuestionamiento.

La relación del paisaje no se puede separar de la de ruina. La ruina sebaldiana

representada en sus fotografías es una ruina alegórica, revela varios significados.

Algunas de sus imágenes guardan un carácter escritural, matérico; no es de extrañar

teniendo en cuenta el gusto que profesa a la historia natural, a los fósiles, a los vestigios

del pasado, a los seres vivos, una suerte de etnografía biológica. Hacia la mitad de l

anovela, manifiesta su tristeza por la tala de árboles e inserta su retrato detrás de uno

de los pocos árboles que sobrevivieron, una de los motivos por los que su trabajo se

relaciona con la perspectiva eco naturalista.

dominada por el vacío de ideas” ver en: http://www.elcultural.com/revista/letras/W-G-Sebald/3842 [consultado el 1/6/2018]

W. G. Sebald.Los Anillos de Saturno.

Pueblo de Lowestoft.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

238

W. G. Sebald.Los Anillos de Saturno.

Mapa de Orfordness. Un pueblo que antaño tenía una base militar.

W. G. Sebald.Los Anillos de Saturno.

Laberínto de la pradera de Dunchiw.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

239

3.3.1.3. Ruinas

Sebald, a medida que se encuentra con las ruinas de los lugares y espacios que recorre,

reflexiona sobre la experiencia de la destrucción, así comenta: “pero cuanto más me

aproximaba a las ruinas (...) me imaginaba más en medio de los restos de nuestra

civilización después de su extinción en una futura catástrofe”141. Pero la ruina sebaldiana

también contiene una significación alegórica, unida al desgaste y erosión del tiempo.

En el pasaje donde relata la historia de Thomas Browne, introduce la reproducción

fotográfica de un cráneo haciendo referencia, por un lado, a la propia calavera de

Browne, que Sebald busca en las wunderkramen del hospital de Norwich, pero por

otro, al memento mori, la ruina del tiempo: el intento de suspensión, de interrupción

de la muerte.142 Para Cadava la fotografía funcionaría como la alegoría de nuestra

modernidad, ya que

en tanto alegoría, se define por su relación con los despojos. Como los personajes del Trauerspiel que muere porque, como dice Benjamin, es “sólo así en cuanto

141 SEBALD, W. G.: A.S, op. cit., p. 237.142 Ya que Sebald está utilizando la alegoría, se podría citar la importancia de ésta en las prácticas artísticas actuales, pero por una cuestión de espacio, lo restringido a esta referencia, no quería dejar de recordar a José Luis Brea y sus publicaciones al respecto, Nuevas estrategias alegóricas, Tecnos, Madrid, 1991, y Noli me legere, Cendeac, Murcia, 2007.

W. G. Sebald.Los Anillos de Saturno.

Playa.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

240

a cadáveres, pueden ser admitidos en la patria alegórica” la fotografía muere en la fotografía porque sólo así puede ser la tumba siniestra de nuestra memoria143.

En Sebald, la idea de ruina supera cualquier clasificación y limita, como en

Trauerspiel, con la idea de suspensión temporal sumiéndonos en una revelación, una

anagnórisis mediante la cual descubrimos el juego del duelo. Si los restos alegóricos

presentan, gracias a la ruina, el tiempo caduco, la fotografía se convierte en el proceso

de transformación de las ruinas como naturalezas muertas, congeladas en el instante

de su defunción. Por ello, se impone un régimen de duelo que en Sebald se respira

en el planteamiento general de la novela. El duelo por el declive occidental, por la

falta de una salida –esa escapatoria al laberinto que, como recuerda en el sueño, no

lograba encontrar–. En cambio, en vez de una salida, una salvación o la apelación a

cualquier tipo de intervención redentora, lo único que se esgrime en Sebald es la ruina, la

afirmación del paso irremediable del tiempo, la alegoría como proceso de codificación y

la dialéctica que, en su vertiente negativa, se transforma en su mirada hostil. Para Cuesta

Abad, “los restos alegóricos lleva impresa la huella de una cesura inicial y occidental,

una caída catastrófica, un evento de origen que impone silencio: porque ‘en todo duelo

hay una tendencia a la privación del lenguaje’”144.

El silencio es para Sebald la forma de comunicarse, no existen apenas diálogos

en A. S., solo una conversación infinita consigo mismo. La idea de la afasia del lenguaje

se constituía en Benjamin como la vuelta al mundo del infans, al mundo infantil, y

en definitiva a la búsqueda de los orígenes. ¿Y no se observa en A. S. una búsqueda

de la ur historia, una vuelta al origen? Una vuelta tanto al origen del universo –

ejemplificado en la referencia al espacio exterior145 –como a la historia natural–por

eso la referencia a Thomas Browne y a la botánica–, y una crítica hacia el origen del

143 CADAVA, Eduardo: Trazos de luz, op. cit., p. 38.144 CUESTA ABAD, José Manuel: Juegos de duelo, op. cit., p. 82145 Entre las citas de apertura a Los Anillos de Saturno, Sebald escoge la definición de la enciclopedia Brockhaus (alemana): “Los Anillos de Saturno están formado por cristales de hierro y por lo que supone partículas de polvo de meteorito que giran en torno al planeta en trayectorias circulares. Probablemente se trata de los fragmentos de una luna anterior, que, demasiado cercano al planeta, se desintegró por la acción de las mareas de Saturno”, SEBALD, W. G.: A. S, op. cit.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

241

poder y de la dominación –como vemos en las referencias a Casement y su lucha contra

el imperialismo– e incluso, por hilar más fino, una vuelta hacia sí mismo. De ahí, su

insistencia en personajes aislados, de todas las épocas, que encuentran refugio en la

construcción y la conquista interior y experiencia estética.

Para Benjamin, que estaba interesado por descubrir el ursprüng –lo primitivo

del origen146–, el lenguaje estaba escrito previamente en las estrellas, a las que vincula

también la posibilidad de la mímesis y la repetición en general147. Estrellas que Benjamin,

por otro lado, asocia a la desaparición del aura: “como la fotografía, que presenta lo que

ya no está allí, la luz estelar nombra el trazo de un cuerpo celestial que se ha desvanecido

hace tiempo. Una estrella es siempre una suerte de ruina”148.

El aura de la obra de arte, que Benjamin advierte politizada tras la supresión

de su valor singular, está sujeta, según el historiador Frank Ankersmit, a una paradoja,

puesto que sólo somos conscientes de ella en el momento de perderla, como la estrellas,

que solo las podemos vislumbrar cuando, al desaparecer, dejan un estela de luz en el

desplazamiento hacia su fin:

Paradoja profunda del aura. Podemos ser conscientes del aura sólo cuando la obra de arte está al borde de perderla y esto es lo que ha sucedido a causa de la reproductibilidad de la obra de arte (…) hemos perdido lo que habíamos visto por primera vez, a pesar de haber estado siempre ahí pero, simplemente, nadie lo notó. (…) Fue solamente el descubrimiento de la fotografía, lo que nos hizo conscientes de la existencia del aura, por consiguiente, este aura hizo sentir su existencia sólo por estar perdida para siempre (…)149.

La pérdida del aura es también una pérdida de la propia existencia: sólo nos

concienciamos de ella en el momento de perderla. Sebald, como el paseante solitario,

busca los restos perdidos del naufragio, los restos de la sociedad, los restos de sí mismo

146 Mirar el capítulo uno, Desplazarse en la modernidad.147 Veáse, BENJAMIN, Walter: “Doctrina de lo semejante y “Sobre la facultad mimética” en Obras II/ 1, op. cit., pp. 208-213, 213- 216.148 CADAVA, Eduardo: Trazos de luz, op. cit., p. 76.149 ANKERSMIT, Franz: Experiencia histórica sublime, Palinodia, Santiago de Chile, 2010 p. 89.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

242

en la época del postcapitalismo salvaje.

Sólo queda la estrategia de atreverse a mirar a los ojos de Medusa, que petrifica

en el mismo instante en que miramos al objetivo fotográfico y sonreímos150. Vendrá

la muerte y tendrá tus ojos, decía Pavesse. La muerte tiene, en efecto, los ojos de la

fotografía que nos congela en objetos cosificados. Sebald, consciente de la pérdida del

aura, inserta fotografías a modo también de una certificación funeraria: por un lado, los

fragmentos de archivo apelan a la memoria como la herramienta capaz de recordar en

el olvido; por otro, las fotografías de los paisajes destartalados suponen la cartografía

de lo anodino, de lo irrisorio y lo menospreciado. Y, finalmente, la ruina: el fragmento

en su potencia poetológica, el trapero benjaminiano que recoge los desperdicios para

reinsertarlos. Un proceso similar al de la estructura alegórica barroca que interpelaba al

espectador con el fin anagnórico de la revelación de la catástrofe.

Y aun sabiéndolo –sabiendo que “la idea, la estrella, así como la obra de arte, sólo

puede ser revelada en el momento de su muerte”151–, naufragamos en nuestro intento

de consumación final. No hay después de la fotografía esperanza de una vida eterna.

Somos los fragmentos que quedarán de nuestros retratos fotográficos. Una vez que

hemos mirado a los ojos de Medusa, nos sumimos en un duelo. “Decir que la historia de

la fotografía empieza en la interpretación de las estrellas es afirmar que empieza con la

muerte”152.

[Y Thomas Browne, quien, como hijo de un comerciante de seda, debía de entender

especialmente de esta cuestión, apunta en algún lugar de su escrito Pseudodoxia

Epidemica, que me ha sido imposible encontrar, que en la Holanda de su tiempo era

costumbre que en la casa de un difunto se tapasen con crespón de seda de luto todos los

espejos y todos los cuadros en los que se contemplaban paisajes, seres humanos o los

frutos de los campos, para el alma que está abandonando el cuerpo no se distraiga en

150 “Aquel al que sonriamos, dirá Benjamin, se eleva a un modelo de otro Yo por venir” en: CADAVA, Eduardo: Trazos de luz, op. cit., p. 192.151 CADAVA, Eduardo: Trazos de luz, op. cit., p. 67.152 Ibídem, p. 77.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

243

su último viaje, ni por la mirada a su propio ser, ni por la mirada a la tierra que está

abandonando para siempre]153.

153 SEBALD, W. G.: A.S, op. cit., p. 323 (último párrafo de la novela)

W. G. Sebald.Los Anillos de Saturno.

Calavera, alegoría de la muerte.

W. G. Sebald.Los Anillos de Saturno.

Ruinas del pueblo de Dunwich.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

244

W. G. Sebald.Los Anillos de Saturno.

Ruinas de una antigua base militar de Orfordness.

W. G. Sebald.Los Anillos de Saturno.

Puente de hierro sobre el río Blyth.

W. G. Sebald.Los Anillos de Saturno.

Monumento funerario a la familia del reverendo Ives.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

245

3.4. Conclusión

En este capítulo se ha analizado la novela de Los Anillos de Saturno a la luz de la teoría

de Walter Benjamin. Más que por las similitudes entre ambos autores, interesa señalar

cómo, en el siglo XXI, las lecciones del pensador alemán siguen vigentes en un panorama

poco esperanzador con el auge de la ultraderecha emergiendo de nuevo en Europa. En

este contexto político que tensiona las polaridades y se alimenta de ellas, cabe repensar

otra manera de relatar e inscribir la historia, desde lo local, desde lo microorindario,

desde el paseo que invita a ralentizar el tiempo y a experienciarlo. Hay una voluntad por

parte de Sebald de contribuir a la historia de la literatura desde la figura del desplazado,

el que recorre el territorio en busca de preguntas por resolver; por eso el desplazamiento

sebaldiano es dialéctico en tanto que aúna varias formulaciones confrontadas; por un

lado, se constituye como un movimiento capaz de unificar la tradición de los paseos

metafísicos roussonianos, la decadencia flâneurística y el viaje del exiliado apátrida,

y, por otro, constituye un desplazamiento conceptual que se constituye a través de la

remembranza de sus experiencias vividas, tanto durante la propia peregrinación por

Suffolk, como a través de las experiencias oníricas154.

Sebald viaja a varios niveles de significado –físico, mental y conceptual– y se

mueve en una superficie anacrónica, obsoleta y atemporal, de ahí reside su pulsión a

reflexionar sobre el tiempo, sobre su condición irreversible, y su caducidad:

Para Thomas Browne tampoco hay nada que tenga permanencia. Sobre cada nueva forma ya se cierne la sombra de la destrucción. Contra el opio del tiempo que transcurre, escribe, no ha crecido hierba alguna. El sol de invierno presagia la destreza con la que se extingue la luz en las cenizas y nos envuelve la noche. Las horas se van hilvanando una tras otra.. Incluso el mismo tiempo envejece155.

154 La idea del desplazamiento en la teoría no es nueva. Por ejemplo BAL, Mieke: en Conceptos viajeros en las humanidades, Cendeac, Murcia, 2008, postula un desplazamiento de los conceptos y de sus significados en las diferentes disciplinas humanísticas. También se puede citar la idea del detour en Maurice Blanchot, para quien habría un movimiento en el hecho de escribir, entre lo visible e invisible etc. Véase: la conversación infinita, Arena, Madrid, p. 40 en adelante.155 SEBALD, W. G.: A.S., op. cit., p. 34.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

246

Este viaje tiene resonancias, según Wylie, con la experiencia de lo sublime o

lo vertiginoso, una experiencia que llama de dislocación”156 que se puede materializar

en las fantasmagorías que describe a base de rememoraciones oníricas o los pasajes

históricos que permiten el anclaje en la realidad tangible, se puede definir también un

desplazamiento del yo, ante el posicionamiento del autor siempre en lugares donde

puede observar y sin ser observado, o ser observado por algo que no se puede ver,

invisible, o entrar “en abismos anónimos de visibilidad”157.

Los paseos sebaldianos son también paseos por la memoria, por el recuerdo

quebrado; el material con el que construye su relato está sacado desde las entrañas de

sus vivencias y tienen, por tanto, ese matiz confuso, nebuloso, propio del que se acaba

de despertar y recuerda un sueño entrecortado y fragmentario. Mirarse el interior para

buscar imágenes que persisten, que aún no están borradas y a pesar de vislumbrarse

como lejanas , se recuerdan como si apenas se acabasen de vivir.

Hay una última imagen que Sebald entremezcla al final de su relato, justo al

final de la novela, cuando habla sobre los gusanos de seda y la técnica e industria de

la sericultura. El lector que no conozca a Sebald no distinguirá quién es esa persona

que reposa apoyado sobre un árbol –uno de esos árboles que no tardarán en talar–. La

imagen no es muy clara, pero si uno presta atención, se puede percatar de que se trata

del propio Sebald bastantes años atrás: joven, erguido y orgulloso, pero a la vez tímido

y distante; como alejado de sí mismo.

Esta imagen que Sebald inserta, como un guiño oculto, podría ser la imagen de

un sujeto quebrado y escindido158. Un sujeto que se descompone a si mismo en tanto

que relata sus vivencias, pero también descompone los días en forma de ruina. Podría

ser una forma de fosilizar en imágenes, los fragmentos del paisaje desértico, pero

también los fragmentos de sus memorias. Descompone, además, los restos de los días

vividos que empiezan con el atardecer, con la noche y, como en el sueño, deambulan

156 WILEY, John: Spectral geographies, op. cit.157 Ibídem.158 La idea del sujeto escindido la he tomado prestado de: DE DIEGO, Estrella: No soy yo. Autobiografía, performance, y los nuevos espectadores, op. cit.,p. 54. Y a su vez la autora, al hablar del “autor quebrado, se inspira en Helene Cixous.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

247

sin sentido por las callejuelas de la historia, de los recuerdos y de los fantasmas. Lo que

queda de Sebald y lo que vemos en esa foto es una huella fantasmal, casi imperceptible.

La distancia de la imagen que no logramos ver del todo. Una distancia irresoluble,

aporética. Verse a uno mismo es de la misma manera para Benjamin, una tarea imposible

de realizar: “me quité la vida en sueños con una escopeta. Tras dispararme, no me

desperté, sino que por un tiempo me vi yacer ahí como un cadáver. Sólo entonces, al

fin, me desperté”159.

159 BENJAMIN, Walter: Sueños, Abada, Madrid, 2011, p. 26.

W. G. Sebald.Los Anillos de Saturno.

Fragmento de La Lección de Anatomía de Rembrandt.

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

248

Quizá es eso lo que observaba Sebald al descomponer sus recuerdos en la

novela, verse a sí mismo como cadáver. Observa, por otro lado, cómo el paraíso y el

infierno se equiparan (de ahí que elija una cita del Paraíso Perdido de John Milton que

sostiene: “el bien y el mal conviven en el mismo mundo juntos casi inseparables”,) al

igual que el sueño y la vigilia, despertar y dormir, crepúsculo y amanecer, la historia

de los oprimimos frente a la historia de los grandes relatos; y, todo ello, bajo un estado

de letargo, de espera y de suspensión del tiempo en el que no hay un relato del tiempo

ni constancia de las horas, solo de los días y sus atardeceres. No hay relojes, ya que

el tiempo queda suspendido en el relato de Sebald160. Lo que queda de Sebald no es

su imagen, que aparece escondida en la novela, sino su mirada. En última instancia es

la mirada la que fundamenta la observación de la destrucción y las transformaciones

antropogénicas sometidas por la agencia humana. Observamos la historia de Suffolk,

sus ruinas y su destrucción –la destrucción de nuestra época– a través de los ojos de

Sebald, que nos insta a romper con la mirada cartesiana, por eso insiste en la reflexión

sobre la construcción de la mirada perspectiva y su ruptura, cuando introduce el pasaje

sobre el cuadro Lección de anatomía de Rembrandt y diserta sobre la visualidad, para

romper la mirada dominante, domesticada, aleccionada y crear la nuestra propia.

Sebald, como Benjamin, no cesa en su empeño por descubrir los pliegues

de la historia, señalando las tensiones y los márgenes. Concibe también la historia

bajo el recuerdo y bajo las imágenes que señalan, cada una de ellas, el despertar de la

historia, el ahora de la cognoscibilidad que viene como un fulgor, un augenblick. En

esa epistemología crítica se esconde para Benjamin la venida redentora del Mesías, en

el tiempo pleno, abierto y cicatrizado. Aunque, y como apunta Huyssen, para Sebald no

queda ninguna esperanza salvadora:

El texto termina con el pasaje conocido de Walter Benjamin sobre el ángel de la historia, pero la dimensión mesiánica, inherente al pensamiento de Benjamin, en un momento tan pesimista como 1940, ya no tiene lugar en Sebald. Es como si la historia misma hubiera sido bombardeada hasta el olvido161.

160 SPERANZA, Gabriela: “Los relojes de Austerlitz”, en: Cronografías, op. cit.161 HUYSSEN, Andreas: Modernidad después de la posmodernidad, op. cit., p. 172 (ver especialmente los capítulos dedicados a W. G. Sebald: Sebald y la guerra aérea, pp. 161-175, y Las

La destrucción de la historia en W. G. Sebald

249

[El cronista, que ha sido partícipe y que en su interior vuelve a hacer presente lo que

ha visto, escribe sus experiencias en un acto de automutilación del propio cuerpo. A

través de tal escritura, convertido en un mártir ejemplar de aquello a lo que nos ha

sentenciado la providencia, yace, aún en vida, en la tumba, que representa la obra de

sus memorias]162

zonas grises del recuerdo: Austerlitz, de W. G. Sebald, pp 175-183).162 SEBALD, W. G.:, Los Anillos de Saturno, op. cit., p. 145.

W. G. Sebald.Los Anillos de Saturno.

Fotografía de W. G. Sebald.

La esencia entrópica en Robert Smithson

250

4. DESBORDES A CONTRA-TIEMPO: LA ESENCIA ENTRÓPICA EN ROBERT SMITHSON

El camino se extiende: es una fuga. Juan Barja

Materia. Mineralidad absoluta. José Luis Brea

Nosotros causantes tambien del universo, de su creacion y de su futura destruccion. Charles Baudelaire

My work is impure: it is clogged with matter. Robert Smithson

La esencia entrópica en Robert Smithson

251

4.1. Introducción. Cenizas del futuro The future is out there on the permafrost.Thomas Pynchon

I propose a dialectic of entropic change.Robert Smithson

A lo largo de la presente investigación se ha ido desgranando las diferentes maneras que

la pérdida y transformación de la experiencia urbana, al calor de la tardomodernidad y la

posmodernidad, ha sido articulada y absorbida por parte de los artistas que aquí se están

presentando. El presente capítulo, que aborda un caso de estudio específico, se propone

una tarea ardua; la de demostrar cómo, través del estudio de la obra de Robert Smithson,

y en especial la que le dedica al territorio de Nueva Jersey, se articula un dispositivo

basado en la pérdida o desgaste de la experiencia en un determinado contexto –el de

la América de la Guerra de Vietnam– y en un en un periodo convulso que auspició el

surgimiento del activismo ecológico y medioambiental.

La experiencia que articula Smithson, que se ve materializada tanto en su

producción artística como ensayística, está atravesada por la entropía. Su cosmovisión

tiene una base dialéctica que profundiza y hace que los opuestos se enfrenten, el

contrapunto, el reverso de los materiales y las ideas, y por eso encuentra en la formulación

de la Segunda Ley Termodinámica –la entropía–, un concepción científica que refleja la

realidad construida en base a la naturaleza dialéctica y sobre todo, irreversible: la erosión

y el desgaste es un fenómeno natural que no puede ser controlado y que la sociedad ha

adoptado como su modelo en el que son constantes las lógicas extractivas y acumulativas

del sistema capitalista. Esto no quiere decir que este artista fuese a reivindicar un tipo de

arte combativo y activista en el ámbito del ecologismo o de los derechos sociales, más

bien, su práctica artística tiene una dimensión anclada en la dialéctica, que a veces, por

la ambigüedad que adquiere, puede resultar esquivo con respecto al momento político

de su tiempo. Sin embargo, su objetivo era enfrentarse a una determinadas cosmovisión

que ha configurado el mundo bajo una premisa idealista, nostálgica, que frente al tumulto

y vértigo que los cambios y transformaciones acontecen en la actualidad, proponen la

recuperación del pasado y de la historia como antídoto ante la máquina imparable en la

La esencia entrópica en Robert Smithson

252

que se ha convertido la globalización.

Smithson no se posiciona como artista que pretende recuperar la pureza del

pasado, ni tampoco la naturaleza mítica de los acontecimientos históricos que tienden a

construir relatos artificiosos, sino lo que pretende es señalar las fallas del sistema a través

de los objetos y materiales que lo componen. Para ello fijará su atención en lugares y

espacios relegados y marginales, que le permite investigar los límites, y experimentar

con la materia “en grado cero”; los espacios liminales, los bordes y las demarcaciones,

los terrain vague, en los que se encuentra minas abandonadas, basureros o vertederos,

o ruinas industriales, pero también los materiales derivados tanto de la industria,

(intervenidos por una agencia humana) como de la naturaleza (procesos geológicos y

entrópicos) porque el artista no distingue entre naturaleza y tecnología, “la naturaleza,

al igual que el individuo, no es unilateral”, afirma en uno de sus textos esenciales1.

Y no solo se trata de encontrar los puntos de fuga o los intersticios que oscilan entre

territorios, también se trata de analizar la tierra que los sedimenta, buscando los estratos

geológicos que acrediten una temporalidad extendida, una certificación de un tiempo

ampliado, el de la tierra. Por eso, frente a la dogmatización del tiempo como estructura

lineal que conlleva una trayectoria homogénea y superficial, Smithson pretende buscar

una alternativa que encuentre en las rocas y las piedras la respuesta a la cuestión de la

temporalidad, un tiempo dilatado, extraído de la lectura mineralógica y estratográfica,

que dictamina la heterogeneidad y porosidad del tiempo inserto en una lógica desigual,

heterotópica, permeable, un tiempo no biológico sino infinito2.

La entropía es entonces el paradigma en el que construye su base artística, le sirve

como metáfora que ejemplifica el desgaste y desintegración de los recursos naturales,

pero también se constituye como “una máscara para otras cuestiones, una máscara que

1 FLAM, Jack (ed.): Robert Smithson, The collected writings, University of California Press, Berkeley and Los Angeles, California, 1996. En esta compilación, se pueden encontrar los ensayos y otros textos sin publicar hasta la fecha de Smithson, como es una obra a la que se recurrirá en varias ocasiones, será citado mediante abreviatura: Writings.2 James Lingwood ha sido uno de los primeros historiadores en analizar la obra de Robert Smithson bajo la influencia del concepto de entropía. Su texto O peso do tempo, se puede encontrar en el libro editado por la Fundación Serralves: Fields trips. Bern and Hilla Becher. Robert Smithson, 2001. Una versión en castellano se puede encontrar en: “El entropólogo” En Robert Smithson: el paisaje entropico. Una retrospectiva, 1960-1973, Centro, IVAM, Valencia, 1993.

La esencia entrópica en Robert Smithson

253

encubre un conjunto completo de rupturas y fracturas”3. Es en la ruptura donde Smithson

incide de manera contundente, la ruptura de la tradición hegemónica de la historia del

arte, la ruptura con el tiempo lineal y biológico. Su inspiración será George Kubler4,

pero también se deja influenciar por otras disciplinas como la literatura y la poesia (Jorge

Luis Borges, T. S. Eliot son algunas de sus influencias), la ciencia ficción (J.G. Ballard,

Brian Aldiss), la antropología (Lévi Strauss), y las ciencias (en especial la geología). Es

un periodo histórico regido por rupturas y por transformaciones económicas y sociales

que marcarían las décadas siguientes y asentarían algunos principios que ahora nos son

comunes. Por eso Smithson, observa en la entropía la clave para entender la evolución

y los cambios intrínsecos a la naturaleza, pero también provocados por la agencia

humana. En este sentido, argumenta Lucy Lippard que Smithson fue “el único artista

importante de su generación estética que estuvo vitalmente preocupado por el destino de

la tierra y plenamente consciente de la responsabilidad política del artista”5. Se podría

decir incluso que se adelantó, con estas preocupaciones, a lo que hoy se conoce como el

fenómeno del antropoceno, un término que describe la actual situación de emergencia

ante el cambio climático, generado por la acción humana sobre la tierra y que ha

propiciado un cambio de era geológico porque este impacto es tan determinante, que se

ha superado época geológica determinada por el Holoceno6. A partir de este discurso,

3 LIPPARD, Lucy: “Breaking circles: the politics of prehistory” en: HOBBS, Rob (ed.): Robert Smithson: Sculpture, Cornell University Press, Cornell, 1981, p. 31. Este es uno de los libros clásicos en el análisis de la obra del artista, y uno de los primeros textos críticos a modo de recopilación que recogieron su importancia. Sin embargo, el editor Robert Hobbs, -que también fue el encargado de comisariar la primera gran retrospectiva para el Herbert F. Johnson Museum of Art, en Cornell University-, recoge el pensamiento del momento que consideraba la obra de Smithson como “pictórica” o “sublime” tal como argumenta en el texto que le dedica al artista: Smithson unresolvable dialectics pp. 19-25 algo que, como otros historiadores han demostrado y que aquí se defiende, no son los mejores calificativos para definirlo. Otros críticos que analizan el trabajo smithsoniano en términos románticos y pintorescos por su actitud hacia el paisaje: TILLIM, Sidney: “Artworks and the new picturesque”, ArtForum n 7, n 4, december 1968 42-45. KUSPIT, Donald B: “The pascana spiral: robert smithson´s drunken boat, ara magazine 56, n 2, october 1981, 82-88. 4 Para explicar la concepción del tiempo en Smithson se ha consultado el texto de LEE, Pamela: Chronofophia. On time in the art of 1960´s, The MIT Press, Cambridge, Massachusetts, London, England, 2004. Una versión reducida traducida al castellano se puede encontrar en: “Ultramoderno. O cómo George Kubler robó el tiempo en el arte de los años 60”, pp. 129- 176, en: HERNÁNDEZ-NAVARRO, Miguel Ángel (ed): Heterocronías. Tiempo, arte y arqueología del presente, Cendeac, Murcia, 2008.5 LIPPARD, Lucy: “Breaking circles: the politics of prehistory”, op. cit., p. 32.6 Para saber más sobre el fenómeno del Antropoceno, en relación a las prácticas artísticas, se recomienda consultar el último libro del historiador del arte, DEMOS, T.J.: Decolonizing Nature.

La esencia entrópica en Robert Smithson

254

se ha abierto un debate necesario, si se tienen en cuenta los últimos acontecimientos

relacionados con el auge del cambio climático y los intentos de ciertos gobiernos –

caso de la nueva administración del presidente Norte Americano Donald Trump–, por

intentar erradicarlo de la agenda política7.

Smithson, en especial en el último año antes de su muerte repentina, abogaba

por reutilizar lugares que habían sido explotados y abandonados por la industria minera,

con fines artísticos, porque le interesa posicionarse como un artista, y un agente, en

este caso, mediador entre dos realidades. Para ello pretendía crear un tipo de práctica

artística que no partiera de cuestiones nostálgicas o ideológicas, y que fuese consciente

de la potencialidad de estos lugares relegados, así escribe: “estoy desarrollando una

conciencia del arte actual libre de nostalgia y basada en los procesos actuales de

producción y reclamación, un diálogo entre el arte y las operaciones mineras puede

llegar a una completa nueva conciencia”8.

Su metodología de trabajo y la base que sustenta su obra consiste en establecer

tensiones y polaridades, que fijan nuevos límites y fronteras, y tienen en obras como

los Sites/Non-Sites su materialización más compacta, siempre intentado alejarse de

los centros, y buscando otros alternativos: “tengo una dialéctica entre el centro y la

circunferencia”9.

Por eso la dialéctica domina su obra, aunque es una dialéctica que trasciende la

Contemporary Art and Politics of Ecology, Sternberg Press, Berlin, 2017. Sobre el antropoceno en las ciencias sociales, se recomienda: BONNEUIL, Christophe; FRESSOZ, Jean- Baptiste: The shock of the anthropocene. The Earth, History and us, Verso Books, Londres, 2016, donde se relaciona el antropoceno con el auge del capitalismo. Otras referencias básicas para entender este fenómeno: LATOUR, Bruno: “Agency at the time of the anthropocene” New Literary History, Volume 45, Issue 1, Winter 2014, Pages 1-18; CHAKRABARTY, Dipesh: “The climate of history: four theses”, Critical Inquiry, 35 (2), pp. 197-222, 2009; MIRZOEFF, Nicolas: “Visualizing the anthropocene”, Public Culture, Volume 26, Issue 2, 2014, pp. 213-232.7 La negativa de Trump a aceptar el cambio climático está teniendo consecuencias inmediatas, por ejemplo, tramitar la salida de EEUU del Acuerdo de París, información que recoge este artículo: MILMAN, Oliver; SMITH, David; CARRINGTON, Damian: “Donald Trump confirms US will quit París climate agreement” The Guardian: https://www.theguardian.com/environment/2017/jun/01/donald-trump-confirms-us-will-quit-París-climate-deal [consultado el 26/08/2017].8 SMITHSON, Robert: Writings, op. cit., p. 87.9 Ibídem p. 88.

La esencia entrópica en Robert Smithson

255

premisa tesis/antítesis/síntesis10, para entender el proceso como un desarrollo continuo y

entrópico, en continua transformación, donde no se vislumbra un final cerrado, por eso

no creía en los procesos cíclicos, sino que, como él mismo diría: “una situación cambia

a otra, no hay realmente un retorno”11.

Así, la base dialéctica domina la propulsión de su obras que se sienten casi

siempre en continua colisión, intentando crear una tensión entre los conceptos y las ideas,

pero también, nace de esta pulsión, el interés del artista por las formas cristalográficas

que se encuentran en la naturaleza y que él recrea en sus obras. El cristal como una

suerte de reflejo de la realidad en sus diferentes estratos y dimensiones, donde los

espejos desplazan y buscan el reverso de las imágenes, el punto muerto, el negativo,

la polaridad. Y es por este motivo, por el que encuentra en la entropía muchas de las

cuestiones con las que quiere trabajar. Así, en una entrevista realizada dos meses antes

de morir, señala la importancia de este término físico en su trayectoria:

Siempre he estado interesado en la entropía. La entropía parece tener todas las semillas de la penumbra dialéctica. La Segunda Ley de la Termodinámica siempre me interesó. Carnot, a comienzo del siglo XVIII, especulaba sobre cómo mantener en marcha un sistema cerrado. Estaba interesado en la eficiencia del sistema de vapor: tienes que poner mucho carbón en el horno para encender la máquina de vapor, pero eventualmente se consume. Y esas cenizas, supongo, que es un tipo de clave para el mundo en el que estoy interesado12.

10 Gary Shapiro, en su lúcido ensayo sobre la obra de Smithson, menciona la influencia de Hegel en Smithson, “Smithson deploys the concept of dialectic to describe both the evolution of art and his own growth as an artist; the point where they coincide would seem to be a certain form of what Hegel called an absolute identity. Yet at the same time, as I have tried to show, some of the deepest tendencies of Smithson work are aimed at contesting a Hegelian culture of art. It will come as no great surprise, then, if I say that Smithson´s work embodies the very tension between the Hegelian culture and the attempt to deconstruct it”. SHAPIRO, Gary: “Time and surfaces” en: Earthwards: Robert Smithson and art after Babel, p. 57. Una versión de este texto se puede encontrar traducida en castellano: “El tiempo y sus superficies. Postperiodización” en: HERNÁNDEZ, Miguel Ángel (ed.): Heterocronías. Tiempo, arte y arqueologías del presente, Murcia, Cendeac, 2008, p. 95-129. Sin embargo, la mayoría de las referencias provienen de la versión original inglesa. 11 SMITHSON, Robert: “Entropy made visible” entrevistado por Alison Sky, en: Writings, op. cit., p. 302. Algunos de sus textos esenciales en la web del artista: https://www.robertsmithson.com/essays/entropy.htm12 ROTH, Moira: “An interview with Robert Smithson” en: TSAI, Eugenie; BUTLER, Cornelia: Robert Smithson, The Museum of Contemporary art, Los Angeles, p. 2004.

La esencia entrópica en Robert Smithson

256

Las páginas que aquí se exponen tratan de desentrañar el significado cultural

de la entropía y cómo éste se transforma en la fundamentación conceptual y material

de la obra de Smithson que él representa en diferentes formatos artísticos: desde la

práctica ensayística, literaria, escultórica, fotográfica y con la creación de las populares

earthwork.

En cuanto a la estructura que vertebra este capítulo, se ha querido, de forma

introductoria, situar a Smithson en su contexto, su biografía, hitos y obras fundamentales.

Después, gran parte del peso del capítulo recae entender el concepto de entropía desde

el ámbito del que proviene, es decir, el de la física, para apuntar brevemente cómo

caló, en el contexto de los años sesenta, en otras disciplinas como la antropología o la

economía. También se analiza la importancia de la concepción temporal en su obra, que

se observa especialmente en ciertos ensayos clave que escribe, como puede ser Waning

of the Space o Ultramoderno. El análisis de sus obras se centra en determinar cómo

Smithson materializa el concepto de entropía a través de su práctica artística, que tiene

como eje central, el desplazamiento como constante, pero también otras ideas derivadas,

como puede ser la crítica del monumento, la importancia del paisaje y de los suburbios

en relación a las ciudades. La conclusión evidencia la puesta en escena de todas las ideas

que se han ido apuntando a lo largo de las páginas, y que tiene como representación más

completa la obra culmen, Spiral Jetty.

Smithson aún tiene mucho que aportar a la historia cultural y sigue siendo una

fuente a la que acudir para entender nuestro presente, porque como un adelantado a

su tiempo, expuso cuestiones que ahora son estructurales en el campo artístico, pero

también en el humanístico y en el cultural y por eso es objeto de análisis en la presente

investigación.

La esencia entrópica en Robert Smithson

257

4.1.1. Quién es Robert Smithson

Why should there be a critical, theoretical, even philosophical essay on Robert Smithson now, twenty years after his accidental death?Gary Shapiro

No cabe duda, después de más de 40 años de la muerte de Robert Smithson, de que

su trabajo ha supuesto una gran aportación a la Historia cultural y visual del Arte. No

obstante, es lícito preguntar, tal y como lo hace Gary Shapiro, por el porqué de su

elección, teniendo en cuenta la cantidad de artistas interesantes en período histórico.

Quizá no hay una única respuesta que pueda fundamentar de manera concisa esta

elección. Responde ante una cuestión personal y subjetiva, basada en la admiración por

su obra. Muchos otros artistas también, probablemente, se equiparen en interés y en

importancia, pero pocos supieron mezclar los géneros e hibridarlos, experimentar con

el formato, y escribir con tanta soltura y lucidez. Sus reflexiones siguen vigentes, siguen

siendo actuales y de hecho, muchos de los artistas de hoy continúan referenciando su

obra y admitiendo su influencia13.

Para esta investigación interesa en especial, las obras fundamentadas en la

13 En la actualidad la influencia de Smithson en ciertos artistas, como Trevor Paglen, que aúna las disciplinas de la geografía y la práctica artística. En esta charla recupera el trabajo de Smithon y lo relaciona con su trabajo: https://diaart.org/program/calendar/trevor-paglen-on-robert-smithson-lecture-2016-10-25 [consultado el 20/8/2018]. También cabe mencionar la influencia que marcó a la artista británica Tacita Dean, a juzgar por la obra sonora que realiza después de su búsqueda de la Spiral Jetty, llamada Trying to find the Spiral Jetty en 1997, y el corto JG en 35mm rodado en 2003, donde también relaciona a Smithson con el escritor J.G. Ballard. En este artículo piblicado en el Guardian, se puede ver un fragmento de la obra: https://www.theguardian.com/artanddesign/video/2013/sep/13/tacita-

Gianfranco Gorgoni..Robert Smithson y Richard Serra andando en la Spiral Jetty1970

La esencia entrópica en Robert Smithson

258

concepción entrópica de la realidad, y de la dialéctica que pone en tensión ciertos

conceptos que son sustanciales y aportan ideas al análisis que esta investigación presenta,

como son las tensiones entre centro-periferia, los desplazamientos y el movimiento que

trascienden la mera herramienta para erigirse como una acción conceptual que contiene

una reflexión sobre la naturaleza entrópica que nos rodea, y la postulación de una clase

alternativa al tiempo que se estudia en la tradición hegemónica que la Historia del Arte,

como disciplina que forma parte de la ideología normativa impone.

El desplazamiento es representado en sus obras de manera continua, ya que

supone esa búsqueda de la tensión y el movimiento como paradigma para forzar los

límites establecidos y ofrecer otra posibilidad a la institucionalidad representada por los

circuitos de museos y galerías (con paredes en blanco como él mismo las definiría)14

que solían dominar el universo artístico de los años sesenta. Por el contrario, prefería el

exterior y la naturaleza, no ya como fuente inspiradora de reminiscencias pintorescas,

sino simplemente, como una extensión del museo, “el sustrato de la tierra,” porque a

veces “la ciudad te hace olvidar que existe la Tierra”15 y es en los (des) bordes, en los

límites y en los territorios abnegados (ya sean estos deteriorados por acción humana o

ambiental) es donde encuentra otra fuente de reflexión que le lleva a experimentar más

allá de los ritmos y convencionalidades que encuentra en la institución-arte.

Es igual de remarcable el legado de ensayos y de escritos que publicó a lo largo

de su carrera. Muchos de ellos aparecieron en ciertas revistas del calibre de ArtForum,

otros se quedaron en borradores y apuntes personales para la creación de sus obras,

también escribió poesía y textos de corte literario. Gracias al trabajo de recopilación

de la también artista y mujer Nancy Holt, tenemos hoy en día sus escritos, incluido los

inéditos, en un gran volumen de fácil accesibilidad. Consultar estos materiales ayuda

dean-jg-ballard-video [consultado el 20/8/2018] En España, artistas como Lara Almarcegui también guardan similitud con temas smithsonianos, tal como apunta Martí Perán. Ver: : PERÁN, Martí: After architecture: tipologías del despues, Centro de Arte Santa Mónica, Barcelona, 2009.14 Dirá en la entrevista realizada con Moria Roth “actualmente la mayoría de las galerías son blancas. Existen algunos intentos de mostrar que el interior no es neutro, pero en muchos casos existe una dependéncia sobre una supuesta neutralidad de la galería y el objeto como una religiosidad secular”, op. cit., p. 87.15 SMITHSON, Robert: “Una sedimentación de la mente: proyectos terrenos” en: Seleccion e textos, op cit, p. 116.

La esencia entrópica en Robert Smithson

259

a la comprensión de su obra más allá del artista enmarcado dentro de una determinada

corriente, y lo sitúa como ensayista que supo adelantar muchas de las cuestiones que hoy

son relevantes y actuales en el paradigma del arte contemporáneo; desde cuestiones de

raigambre política como puede ser la revisión del estatus de las instituciones culturales

y museos, tal como ya se ha apuntado, –y en especial el papel legitimador que éstas

ejercen en los discursos ideológicos–, hasta cuestiones historiográficas, como puede

ser el desafío a las formas dominantes del modernismo imperantes en ese contexto

particular, y que ciertos personajes representativos encarnaban16.

Puso el acento en cuestiones ambientales. Fue de los primeros artistas en querer

dotar de un uso creativo a los territorios explotados por las industrias mineras. Junto con

Robert Morris17, plantea esta cuestión como punto fuerte de su reivindicación artística.

Otra cuestión de igual importancia es la visión pionera respecto a las reflexiones

sobre el espacio y el territorio, en concreto, su postulación del Site/Non-Site, que han

supuesto una influencia prematura en dos cuestiones relevantes en el campo de los

estudios de arte relacional y espacial, como son las obras site specific18, es decir, aquellas

obras pensadas para un determinado lugar o acontecimiento, y el concepto tanto de no

lugar postulado por el antropólogo Marc Augé y de terrain vague que definió en los

años 80, Ignasi Solá, para referirse a espacios intermedios, en territorio de nadie, que

no pueden ser clasificados y que por tanto no tienen un significado evidente, sugieren

16 Tal como señala Ron Graziani en su libro Robert Smithson and the American Landscape, Cambridge University Press, Cambridge, 2004, los textos que el artista escribe en la revista ArtForum está dirigido en contra de la crítica al minimal del crítico Michael Fried. Ver: FRIED; Michael: Arte y objetualidad. Antonio Machado, Madrid, 2004. También señala Graziani la importancia de un grupo de artistas y escritores cuya crítica del modernismo ha jugado un rol esencial para ayudar consolidar el posmodernismo como elemento intrínseco a la industria cultural. En este sentido, señala el texto ya clásico de Rosalind Krauss La originalidad de la vanguardia y el de Craig Owens, Allegorical Impulse donde reflexiona sobre la estrategia alegórica y su construcción ideológica en las obras Non-Sites de Smithson. Ver: OWENS, Craig, “The allegorial impulse. Towards a theory of posmodernism”, October, Vol. 13 (Summer, 1980), pp. 58-80; KRAUSS, Rosalind: “The Originality of the Avant-Garde: A Postmodern Repetition”, October, 18 (1981), 59–60.17 MORRIS, Robert: “Notes on Art as/and Land Reclamation”, Continuous Project Altered Daily, 232 n. 26. También la exposición de Morris titulada: Earthwork. Land Reclamation as Sculpture, Seattle Art Museum, 1979. Para saber más véase el texto de RYAN, Leslie: “Art+Ecology: the land reclamation work of artists Robert Morris, Robert Smithson, Helen Mayer Harrinson, and Newton Harrinson”, Environmental Philosophy, 4(1-2), 2007.18 KWON, Miwon: One place after another. Site-specific art and locational identity, The MIT Press, Massachusetts, 2002.

La esencia entrópica en Robert Smithson

260

nociones cercanas al abismo y el vacío19 .

Tal y como argumenta Jack Flam en la introducción a la compilación de sus

escritos, Smithson, aunque no fuera consciente en ese momento, estaba alterando

los cimientos de la Historia del Arte, cuestionando “las actitudes establecidas sobre

arte, conocimiento y cultura en maneras que hoy damos por sentadas pero que ese

momento parecía tan bizarro como estimulante”20. Así mismo, este autor destaca el

papel de sus escritos como respuesta a las “escuelas como la formalista de Clement

Greenberg”21, al que considera que promueve un arte centralista que ayuda a conformar

los poderes fácticos del sistema del arte. En cambio, él propone una arte que trascienda

y que no se apegue a la superficialidad, anclado en el mundo real, del afuera. Frente al

“confinamiento”22 al que el formalismo somete al arte y la cultura, Smithson, a través

de sus escritos y de sus obras, propone una confrontación dialéctica con la realidad. Así

lo comenta en una entrevista: “estaba interesado en capturar el sentido de la expansión

y aislamiento fuera del espacio de la habitación. La experiencia de mi trabajo tenía que

tener lugar tanto dentro como fuera”23.

Quedan aún por descifrar algunos interrogantes todavía abiertos sobre su

enigmática obra, compuesta por una complejidad de matices y de significados, que, ahora,

en el momento crucial que el arte y sus transformaciones atraviesan24, pueden resultar

esclarecedoras y es que como dice Jack Flam, “leer a Smithson significa reconsiderar un

número de cuestiones que ahora son dadas por sentado, como las tensiones irresueltas

del arte basadas en polaridades, como él mismo expresaba “un arte contra sí mismo es

una buena posibilidad, el arte siempre vuelve a su contradicción esencial”25.

19 SOLÁ Y MORALES, Ignasi: Territorios, Gustavo Gili, Barcelona, 2002; AUGÉ, Marc: Los no lugares, espacios para el anonimato: antropologia sobre modernidad, Gedisa, Barcelona, 2009.20 FLAM, Jack: “Prologue” en: Robert Smithson. The completed writings, op. cit., p. XIII.21 Ibídem.22 SMITHSON, Robert: “Cultural confinement” en Writings, op. cit., pp 152-55.23 NORVELL, Patsy: “Interview with Robert Smithson”, en Writings, op. cit., p. 196.24 Se recomienda leer el libro de GROYS, Boris: Volver público. Las transformaciones del arte en el ágora contemporánea, Caja Negra, Buenos Aires, 2014, para entender los cambios en el paradigma del sistema del arte.25 FLAM, Jack: “Prólogo” Wrtitings, op. cit., p. xxiv.

La esencia entrópica en Robert Smithson

261

Repensar en el siglo XXI la obra de Robert Smithson significa entender nuestro

presente a través de las lecciones aprendidas en un contexto muy particular e importante

de la Historia del Arte, pero también responde a la necesidad de intentar contestar a esas

cuestiones que Smithson deja abiertas, gracias a la interpretación de sus obras con una

distancia histórica suficiente, pero también, y teniendo en cuenta el propósito de esta

investigación, se trata de conectar las ideas y obras de Smithson con las problemáticas

que la presente investigación pretende analizar.

En este contexto, no es casual que la figura de Smithson vuelva también con

esa recuperación de las cuestiones que ocuparon el arte de los años sesenta y setenta,

teniendo en cuenta su vigencia y actualidad. Una cuestión que el también historiador del

arte James Mayer se pregunta: ¿Por qué necesitamos a Smithson? ¿Cuál es la conexión

del Smithson histórico con el contemporáneo?26 Para él, la respuesta estriba en releer

la obra de Reinhart Koselleck, ya que es uno de los pensadores clave en cuestiones de

entender las relaciones del pasado con el presente “un pasado futuro”27 en el que un

periodo tiene un particular ritmo, velocidad, por lo que el tiempo no es una entidad

cerrada, sino que es dinámica, en el que el pasado anticipa el futuro y el futuro interpreta

el pasado de acuerdo con sus necesidades.

El peso de la obra de Smithson en el presente se ha dado por sentado, tal como

argumenta Flam, lo que no exime de una revisión de esta influencia y también de traer

sobre la mesa algunas de las cuestiones que el artista trabajó. Aunque sea cierto que se

ha encumbrado la obra de Smithson por diversos motivos, –uno de ellos quizá se deba a

su prematura muerte a los 35 años de edad–, lo que supuso una convulsión en el mundo

de arte y que la tragedia lo convirtiese en un mito y un punto de inflexión que marcaría

las posteriores tendencias en las prácticas artísticas contemporáneas. El hecho de que

de formara parte de un movimiento artístico tan influyente como el Land Art, también

26 MAYER, James: Entropy as monument, Recurso electrónico del archivo del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, como parte de la conferencia ofrecida por el historiador del arte dentro del seminario “Objetos de discordia, territorios en disputa”. Disponible en: http://www.museoreinasofia.es/multimedia/entropy-monument [consultado el 20/8/2018]27 KOSELLECK, Reinhart: Futuro Pasado: para una semántica de los tiempos pasados, Paidós, Barcelona, 1993.

La esencia entrópica en Robert Smithson

262

contribuyó al encumbramiento de su obra y de su persona28.

4.1.2 Biografía y obras fundamentales

Robert Smithson nace en 1938 en Passaic, un pueblo de Nueva Jersey. Este lugar, y sus

rincones espectrales y suburbiales serán objeto de experimentación y recorrido que le

permitirán crear el material con el que desarrolla las obras que irá realizando. Aparece

como otro de los lugares recónditos y periféricos de los que el artista se vale en esa

búsqueda de los suburbia fantasmales, pero no por su connotación biográfica, lugar

donde transcurrió su infancia como hijo de una familia de clase media acomodada, sino

simplemente como otro lugar más que añadir a la lista de lugares recónditos liminales.

Una estrategia que pretende eludir cualquier relación afectiva con el territorio, aunque es

consciente de que haber crecido en esa área estaba de alguna manera, en su imaginario

visual, como él mismo señala: “supongo que Paterson fue donde tuve mis primeros

contactos con canteras y de alguna manera se quedó en mi psique”29.

Smithson desarrolló con precocidad el interés por las artes y las ciencias

naturales, a una edad temprana, cultivando diversos hobbies, siendo uno de ellos el que

le llevó a construir junto a su padre, un museo de fósiles naturales en el sótano de su

casa. Allí podía clasificar y aprender sobre ciencias naturales y geología, sin duda, una

de las materias que más disfrutaba y que luego haría suya como práctica artística. De

manera también precoz fue su inclusión en el arte, ya que a los 16 años de edad consigue

una beca para estudiar en la Liga de Estudiantes de Artes del Greenwich College, en

Nueva York. Una experiencia que fue determinante para el joven artista. Por un lado,

le permite conocer el ambiente cultural y tejido artístico de la ciudad , por otro lado, se

convierte en residencia permanente una vez que finaliza sus estudios, no sin antes vivir

28 Sobre el movimiento Land Art hay mucha bibliografía. En este capítulo se ha consultado los siguientes textos: BOETTGER, Suzaan: Earthworks. Art and the Landscape of the sixties, University of California Press, Berkeley and Los Angeles, 2002; KAISER, Philipp (ed.): Ends of the Earth: Land Art to 1974, Museum of Contemporary Art of Los Angeles, 2002. 29 CUMMINGS, Paul: “Interview with Robert Smithson for the Archives of American Art”, Writings, op. cit., p. 285 (en esta entrevista Smithson cuenta parte de su biografía personal y los inicios de su trayectoria).

La esencia entrópica en Robert Smithson

263

un par de aventuras, alistarse en el ejército unos meses, y recorrer Mexico30.

Smithson, tal como lo retratan los compañeros que coincidieron con él en su

época de adolescencia estudiantil, tenía claro que se dedicaría profesionalmente al

mundo del arte. Según Alan Brilliant, un compañero de escuela: “Bob siempre tenía

clara sus opiniones sobre el arte y de su propio talento. Nunca tuvo dudas…no discutía

de arte. Se pronunciaba. No dialogaba con gente. Sus frases nunca terminaban. Hablaba

sobre arte como en un monólogo. Bob no tenía interés en la opinión de la gente a no ser

que lo ligase con algún tema de su interés para investigarlo después”31.

Un hecho que no extraña teniendo en cuenta que desde los 16 años conoce la

efervescencia cultural de Nueva York, donde suele frecuentar los bares y lugares de

moda entre artistas, como por ejemplo el Cedar Tavern y entra en contacto con una

buena parte de ellos. Es en este momento cuando conoce a estudiantes y profesores que

formaban parte del Black Mountain College, una universidad experimental de artes,

lo que supuso una gran influencia, como él mismo confiesa: “pienso que fue como un

30 Ibídem. 31 Ibídem, p. 276.

Fred W. McDarrah.Smithson in The Cedar Tavern,1960.

La esencia entrópica en Robert Smithson

264

lugar de encuentro para gente que estaba intentando conocer quiénes eran y qué querían

hacer”32. Allí, por ejemplo, también conoce a Allen Ginsberg y Jack Kerouac, a través

de un amigo en común, Dick Bellamy, editor de poesía. Las influencias literarias eran

muy importantes en Smithson, hasta el punto de que, en un primer momento, piensa

en querer dedicarse a la ilustración, y en efecto, las primeras experiencias artísticas

de Smithson se canalizan a través de la pintura y el dibujo, que, de alguna manera,

se inspiran en la corriente del Expresionismo Abstracto, y también presuponen una

concepción religiosa y espiritual. Son años de formación en los que decide no seguir

con la educación reglada y aprender de manera autodidacta. En este período llega

incluso a presentar varias exposiciones, una de ellas en una galería de la ciudad de

Roma, donde muestra una serie de dibujos de inspiración esotérica y con alusiones a la

muerte, una referencia que estaba presente en su familia, al morir su hermano mayor de

niño, antes de que Smithson naciera. En este primer viaje a Roma –unos años después

regresaría a la ciudad eterna, para realizar uno de sus vertidos en las afueras– le interesa

especialmente, indagar en la historia de la civilización europea, porque reconoce que

estaba “interesado en los orígenes y los inicios, la naturaleza arquetípica de las cosas.

Y eso siempre me ha perseguido durante los años 1959 y 1960 cuando me interesó el

catolicismo a través de T. S. Eliot, y a partir de ahí descubrir los orígenes que sustenta

la historia europea para encontrar mis propios orígenes”33. La lectura de autores como

Eliot ejercen un fuerte impacto en la formación del pensamiento crítico del artista, así

irá desarrollando estas ideas a través de los distintos formatos con los que empezará

a experimentar, sobre todo a partir de la década de los años 60, que considera “un

período de tanteo, de investigación”, a partir de aquí y como punto de inflexión señala

el año 1965, cuando cambiará de registro y comenzará a realizar las obras por las que

ha pasado a la historia. Una de estas primeras obras que le hace cambiar de formato

es Enantiomorphic chambers, porque considera que le libera de “las preocupaciones

de la historia”34, y esta liberación a la que alude, se produce una vez que, por un lado,

32 Ibídem, p. 280.33 Ibídem, p. 286.34 Para saber más sobre las repercusiones de esta obra se recomienda leer los textos que el propio artista escribió: SMITHSON, Robert: “Pointless vanishing points”, en Writings, op. cit., p. 68, donde también dice que Enantiomorphic Chambers “fue mi primera obra sobre la conciencia psicológica de la

La esencia entrópica en Robert Smithson

265

cambia de formato escultórico –una pieza construida por dos estructuras simétricas

que soporta dos espejos enfrentados– de influencia minimalista con el que Smithson se

siente cómodo en esta fase de su trayectoria, y por otro lado, le introduce en la reflexión

sobre la perspectiva y experiencia, que el propio artista considera como la primeras

obras en las que tomó conciencia de “un tipo de pensamiento dialéctico”35.

Aunque, sin duda, el proyecto que significó el cambio de planteamiento y de

escala fue un año después, cuando entra en contacto con la consultora TAMS (Tippets-

Abbet-McCarthy-Stratton), gracias a que un miembro de esta empresa asistió a una

conferencia en la que Smithson participaba dando una charla, titulada “Shaping the

environment: the artist and the city” en la Universidad de Yale, donde el artista habló

por primera vez de la ciudad “en términos de redes cristalinas”36. De esta forma, y

viendo el potencial que un artista podía aportar al proyecto de construcción de un nuevo

aeropuerto, el de Dallas-Forth Worth (DFW), le contratan en calidad de asesor artístico.

Este proyecto fue esencial en el desarrollo de la carrera del artista por varios motivos:

1) Smithson incluye en el proyecto a otros escultores coetáneos como Robert Morris,

Carl Andre y Sol LeWitt, lo que estrechará lazos entre los artistas, 2) El desarrollo del

proyecto lo hacen por primera vez a gran escala. Inaugurando, lo que muchos críticos

piensan que es, la primera obra de características earthwork, aunque fuera a un nivel

conceptual, 3) Smithson, aunque consciente de que el proyecto final no se pudo realizar

y que quizá no cumplió con las expectativas de la empresa, tuvo una repercusión en su

modo de pensar y de concebir la realidad, por lo que apunta: “mereció la pena porque

me hizo pensar en grandes áreas de territorio y el diálogo entre la terminal y sus límites,

entre el centro y el límite de la cosas”37. Por tanto, este proyecto fallido, supone una

planteamiento innovador y resolutivo tanto en términos espaciales referidos a cuestiones

de arquitectura aeroportuaria, como en términos de práctica artística, por pensar un

proyecto a gran escala relacionando el territorio y el paisaje. Para esta propuesta,

Smithson desarrolló cuatro proyectos en los que daba uso al suelo no-utilizable del

perspectiva”.35 Ibídem.36 CUMMINGS, Paul: “Interview with Robert Smithson”, op. cit., p. 290.37 SMITHSON, Robert: “Aerial art” Writings, op. cit., p. 116.

La esencia entrópica en Robert Smithson

266

espacio que quedaba en los márgenes de la terminal. Eran earthworks visibles desde los

aterrizajes y salida de los aviones y definían las fronteras del aeropuerto, con forma de

espiral, un motivo siempre presente en su obra.

Smithson bautizó a este tipo de intervenciones bajo la etiqueta de “aerial art” y

escribió sobre ello en cuatro textos diferentes, uno de ellos para la revista Landscape

Architecture titulado “A thing is a hole in a thing it is not”38, (en honor a Carl Andre),

donde expone que el trabajo del artista es la exploración de las áreas desconocidas de

los Sites. También habla de “el potencial estético de ‘los pavimentos, agujeros, zanjas,

colinas, montañas, caminos, cunetas, caminos etc’ así como del ‘uso de la tierra como

medio’ que se puede situar en ‘lugares remotos como los Pine Barres de Nueva Jersey o

los paisajes congelados de los Polos Norte y Sur’”39.

En pocas líneas, Smithson, poniendo el ejemplo de DFW identifica el rol del

artista con la exploración de lugares abandonados y otorga al arte el valor de transformar

el paisaje como medio de expresión artística, que a fin de cuentas era uno de los objetivos

que perseguía con este proyecto. De forma explícita, en Towards the development of an

air terminal site, explica el trabajo realizado para el proyecto DFW, y su papel dentro del

mismo, donde aclara: “no participo como arquitecto o ingeniero, sino simplemente como

artista. Las discusiones van más allá de las presupuestas nociones del arte, la ingeniería

y la arquitectura. Los problemas se revelan solos cuando nos topamos con ellos. Todo

sigue un camino exploratorio”40. Además, en este texto sugiere dos implicaciones que

según su criterio, se derivan de la noción de arte aéreo; una es la cuestión de lenguaje,

que ejemplifica mencionando la obra de Graham Bell, ya que transforma el lenguaje en

objetos lingüísticos, y es que para el artista el lenguaje es un elemento esencial en la

configuración de un nueva perspectiva en la historia del arte, porque “todo lenguaje se

convierte en un alfabeto de lugares, o se convierte en lo que llamaremos la Terminal Aérea

entre Forth Worth y Dallas”41, y la otra es la cuestión es la temporalidad, para Smithson,

38 SMITHSON, Robert: “A thing is a hole in a thing it is not” Writings, op. cit., p. 95.39 Ibídem.40 SMITHSON, Robert: “Hacia el desarrollo de una terminal aérea”, Seleccion de escritos, op. cit., p 6741 Ibídem.

La esencia entrópica en Robert Smithson

267

tanto la experimentación del espacio como del tiempo van unidos, y es precisamente en

DFW donde puede empezar a explorar estas concepciones, puesto que la terminal aérea

que estaban proyectando responde a una temporalidad diferente al tratarse de un tipo

de desplazamiento, el aéreo, que presupone una suspensión de la temporalidad, por lo

que el arte aéreo “no sólo establece límites al espacio sino también a las dimensiones

escondidas del tiempo al margen de su duración natural”42. Además, para el artista tanto

el tiempo como el espacio están atravesados por la entropía, que fundamenta la tensión

dialéctica que este proyecto sugiere, de esa manera, Smithson expone:

La terminal ya no era un fin en sí mismo, y generaba una condición de atemporalidad. (...) las regiones no descriptivas en la circunferencia del proyecto me guiaban a la propia tierra. Lo que iba a ser ‘el mayor aeropuerto en el mundo’ se convierte en una mota en la planicie texana. La arquitectura podría haber sido cualquier arquitectura –un edificio en el pasado lejano o futuro lejano– llegó a ser lo que estoy tentando en llamar la ‘escala entrópica’ del tiempo y del espacio43.

De este proyecto, se extrae otro de los temas que a partir de ese momento

permanecerá en su obra hasta su prematura muerte: la cuestión de los lugares. Obras

del tipo Sites/Non-Sites responden ante este tipo de preocupaciones que oscilan entre

conceptos que se enfrentan; presencia/ausencia, centro/área, centro/límite. Por este

motivo DFW supuso una suerte de ensayo donde conjugar estas dialécticas y conceptos

contrapuestos, donde, según el artista, se trataría de una estrategia final que exponga el

lugar, no lo imponga44. Pero, ¿cómo expone Robert Smithson esos lugares? Mediante

sus obras, que a partir de ahora tendrán un leit motiv, una constante; presentar esos

lugares marginales, tierras baldías, elementos en desuso, y darles un valor, señalar los

límites, los conflictos que estos lugares generan, y a la misma vez sugerir una relectura

del concepto de monumento ¿qué tipo de legitimación generan los monumentos y bajo

qué premisa se hace? ¿son construcciones ideológicas que responden a un posición

política?

42 SMITHSON, Robert: “Aerial art” Writings, op. cit., p. 117.43 Ibídem.44 Ibídem.

La esencia entrópica en Robert Smithson

268

Smithson no ha pasado a la historia por su activismo o su posicionamiento político

–al menos no de manera evidente–, sin embargo, en sus prácticas artísticas existe una

clara voluntad de reflexión sobre cuestiones espaciales, y en concreto, sobre el tema de

los monumentos, así, a partir de 1967, comenzará a realizar obras que orbitan bajo esta

premisa. Será en Nueva Jersey donde lleve a la práctica algunas de estas reflexiones,

que tendrán su materialización, por ejemplo en Un recorrido por los monumentos de

Passaic, donde a través del paseo a pie por los suburbios posindustriales de esta zona,

establezca una nueva categoría sobre el concepto de monumento, que los deshechos y

las ruinas del progreso dejan a su paso en la obsolescencia para la que están programada:

en el mismo momento de su construcción, se convierten en ruina. Pero también a través

de los Non-Site, en diferentes geografías de Norteamérica, y Europa. En total, Smithson

realizó alrededor de una docena de ellos, a la vez que escribió Una teoría provisional

de los Non-Site45, donde expone sus ideas sobre lo que para él supone la los Non-Sites,

“el no sitio existe como espacio de significado metafórico”46. Parejo a esta exploración

del territorio, son los Mirror displacement, que presenta en la exposición sobre Earth

Art organizada por la Universidad de Cornell en el Andrew Dickson White Museum

of Art47. Uno de sus displacement más populares será el Incident of Mirror Travel en

Yucatán, inspirado en la narración de mitad del siglo XIX escrito por Lloyd Stephens

que se titula también Incidents in Yucatán, de esta manera, está recordando las guías

populares de viaje de este periodo histórico, tal como también hace en Passaic.

De la misma manera, le interesan las localizaciones periféricas de México,

en vez de las ruinas precolombinas que supuestamente despertarían más interés en

el artista. Es en este viaje cuando realiza otra de sus famosas obras, Hotel Palenque,

que él describe como ruina contemporánea, y que sería objeto de una conferencia en

la Universidad de Utah, en la Facultad de Arquitectura48. Del interés por las ruinas

45 SMITHSON, Robert: “A provisional theory of nons sites”, Writings, op cit, p. 364.46 Ibídem.47 Fue la primera exposición institucional en exponer este tipo de obras de los artistas europeos y norteamericanos: Robert Morris, Robert Smithson, Dennis Oppenheim, Günther Uecker, Jan Dibbets, Hans Haacke, Neil Jenney. Véase el catálogo de dicha exposición publicado un año después: Earth art:Catalogue of an exhibition held at Andrew Dickson White Museum of Art, Cornell University, 1970.

48 La traducción al castellano de esta charla, junto con las fotos, se puede encontrar en: SMITHSON, Robert: Hotel Palenque, Alias Editorial, México, 2011.

La esencia entrópica en Robert Smithson

269

y la nueva monumentalidad derivada de sus Non-Site y sus rutas por lo no lugares

suburbiales de la américa de finales de los años 60, se centra también las intervenciones

en el paisaje a través de vertidos compuesto por materias como asfalto en diferentes

canteras de la geografía mundial, como por ejemplo Concrete Pour en Canadá o Asphalt

Rundown en Roma. Estas obras pueden ser definidas tal como argumenta Mayer como

representaciones visuales de la entropía, en la que también se podría incluir Partially

Buried Woodshed; una intervención, mediante un vertido, en una caseta a medio construir

en las inmediaciones universitarias de Kent49.

49 MAYER, James: Entropy as monument, op. cit.

Nancy Holt.Smithson’s Glue Pour,1969.

La esencia entrópica en Robert Smithson

270

El interés cartográfico atraviesa su obra y es una constante, no sólo, en los

desplazamientos o los Non-Sites, sino también proyectos utópicos que versan sobre

islas imaginarias. Es el caso de los dibujos que realiza como Hypothetical Continent

en Lemuria, así como el Map of broken glass, o Floating Island to travel around

Manhattan Island. La culminación de su obra suele recaer en la obra de la Spiral Jetty,

epítome del land art, sin embargo, antes de morir, Smithson estaba centrado en dialogar

y mediar entre el movimiento ecologista y la industria minera, para reconvertir las minas

abandonadas en lugares de uso artístico o recreativo.

Robert Smithson.Smithson’s Asphalt Rundown,1969.

La esencia entrópica en Robert Smithson

271

Robert Smithson.Smithson’s Asphalt Rundown,1969.

Los mapas son, a fin de cuentas, herramientas que sirven al artista para representar

y cartografiar otras realidades híbridas entre lo artificial, lo natural y lo ficticio. Sus

primeros mapas se remontan como se ha visto, al proyecto irrealizado de DFW, y le sirven

para investigar sobre los Non-Sites como “búsqueda del mapa abstracto tridimensional

que señala un sitio específico en la superficie de la tierra. Y se designa gracias a un tipo

de mapeado...estos sitios no son destinaciones, son periferias o zonas muertas”50.

4.1.3. Referencias en la obra de Robert Smithson

Como el presente capítulo tiene como objetivo analizar la obra de Smithson desde el

punto de vista de la entropía, no podría realizarse esta tarea de forma completa sin atender

a las diversas fuentes e influencias que le fueron marcando a lo largo de su trayectoria.

Como bien se ha comentado, a diferencia de otros artistas de su época, Smithson no fue

a la universidad, pero eso no significaba que no adquiera conocimiento mediante otros

cauces, de manera autodidacta, esto es, gracias a su interés y pasión por la lectura, que,

tal como muestra su biblioteca51, estaba poblada de diferentes ámbitos de conocimiento

y disciplinas, que no sólo se remiten a la propia tradición de la historia del arte, sino

que responden a toda una confluencia de escritores, cineastas, científicos… Influjos

de diversa procedencia que se pueden en agrupar en tres grandes ejes: la literatura y el

cine, la ciencia (desde la mineralogía o geología hasta la física) y las artes plásticas. Esta

constelación de influencias fueron decisivas para la conformación del pensamiento crítico

del artista, de naturaleza híbrida, y de interconexión de formatos: textuales, fotográficos,

conceptuales, escultóricos, instalaciones etc. Se puede argumentar que la hibridación y

experimentación en Smithson son una constante en su carrera, y se ve reflejado en el

carácter complejo de sus obras, así como su variedad y versatilidad. De esta forma, no

se puede entender la obra de Smithson sino se analiza de manera holística, atendiendo

a las influencias que marcaron su carrera. En el terreno de la literatura y la escritura,

50 CUMMINGS, Paul: “Interview with Robert Smithson”, Writings, op. cit., p. 292.51 Para saber más sobre los libros que Smithson leía, se recomienda leer el texto de ALBERRO, Alexander: “The catalogue of Robert Smithson’s Library”, en: TSAI, Eugenie; BUTLER, Cornelia (ed.): Robert Smithson, op. cit., pp. 244-249 en el que realiza un análisis pormenorizado de su biblioteca y se puede ver la heterogeneidad y variedad de sus abundantes lecturas.

La esencia entrópica en Robert Smithson

272

ha sido una de las disciplinas que más incidieron en la conformación del pensamiento

crítico del artista, así, es también a partir de la mitad de la década de los años 60, cuando

comienza a tomar conciencia de su interés por la literatura y la escritura, tal como él

mismo expresa: “después de cinco años aproximadamente, empecé a aterrizar mis

pensamientos y fui capaz de empezar a escribir”52, es importante señalar este punto de

inflexión en el artista; para él los escritos y los textos son un complemento a su obra, una

oportunidad para elaborar desde otra dimensión, la teórica y lingüística, el entramado

conceptual y plástico que contiene su obra.

Jack Flam coincide en señalar la fecha de 1965 como momento donde su

pensamiento escrito adquiere madurez y consistencia, momento donde también

experimenta con la poesía muy influenciado por T. S. Eliot, mientras que su prosa tiene

más reminiscencias a Jorge Luis Borges, por ejemplo, en las continuas referencias al cristal

y las figuras hexagonales. No en vano, la librería de Borges se definía como “una esfera

cuyo centro exacto es cualquier de sus hexágonos y cuya circunferencia es inaccesible”53.

Pero también hay una clara referencia a J. G. Ballard un escritor de ciencia ficción al

que Smithson leía con asiduidad, por ejemplo, uno de sus primeros textos, Crystal Land,

recuerda al libro de este escritor llamado Crystal World, donde Ballard relata la historia

distópica de la cristalización de un bosque africano. En este sentido, la pieza que se ha

comentado con anterioridad, Enantiomorphic Chambers, supone la absorción de este

modelo cristalográfico y representa esta voluntad de entender el modelo cristalográfico,

y que permite investigar y experimentar con otra concepción de la historia alternativa,

que no se basa en un modelo “biológico” de desarrollo evolutivo, sino que se erige como

una concepción que intenta interrumpir el curso natural de la historia y el tiempo lineal,

por otro que sea disyuntivo, anacrónico, asincrónico. La cristalografía, para Smithson

representa cuestiones como el tiempo, la materialidad, lo orgánico de manera alternativa

al modelo ofrecido por la modernidad y el formalismo perpetrado por críticos de arte

como Clement Greenberg y sus seguidores. Por el contrario Smithson buscaba realizar

un arte que trascendiera los límites del tiempo, que fuese continuo y hasta cierto punto

52 CUMMINGS, Paul: “Interview with Robert Smithson”, Writings, op. cit.,, p. 287. 53 TSAI, Eugenie: “Plotting a line from Passaic, New Jersey to Amarillo, Texas” en: TSAI, Eugenie; BUTLER, Cornelia (ed): Robert Smithson, op. cit., p. 14.

La esencia entrópica en Robert Smithson

273

adyacente al mundo real, pero al mismo tiempo fuera más allá de “las apariencias y

trascendiera el campo de lo orgánico”54. Y este será otra de las cuestiones importantes en

su trayectoria, el tiempo, bajo una concepción entrópica. El propio artista es consciente

de la importancia que adquiere el tiempo en su producción y escribe: “no todo el mundo

ve el arte de la misma manera, solo un artista viendo arte sabe el éxtasis y esta visión se

presente en el tiempo. Un gran artista puede hacer arte simplemente en una mirada…

cualquier crítico que menosprecie el tiempo del artista es el enemigo del arte y del

artista”55. La entropía, tal como la concibe Smithson no puede separarse de la noción de

temporalidad, que supone una postulación alternativa al modelo dado. Por este motivo

Smithson tenía tanto interés por la cristalografía, que materializa también de manera

cartográfica, como él expresa: “los planos que desarrollan los topógrafos al “coordinar

terrenos y masas de aire” parecen redes con cuadrículas de cristal. Levantar un mapa de

la Tierra, de la Luna o de otros planetas es semejantes a trazar un mapa de cristales”56.

4.2. Puntos de fuga. La cuestión entrópica en la obra de Smithson

I’m more interested in all aspects of time. And also in the experience you get at the site, when you are confronted by the physicality of actual duration.Robert Smithson

No obstante, pienso que no nos sentimos totalmente comodos al estar forzados a decir que el cristal es la sede de un desorden más grande que del líquido primario.P.W. Bridgman, The nature of the Thermodynamics

Una revolucion debe aspirar a la destruccion del orden existente, y solo tendrá exito si logra formar un orden propio.Rudolf Arnheim

Si en la primera parte de este capítulo se han analizado los hitos más importantes y

biográficos que marcaron la vida de Smithson, y que fueron determinantes en el

54 SMITHSON, Robert: Writings, op. cit., p. 112.55 Ibídem.56 SMITHSON, Robert: “Hacia el desarrollo de una terminal aérea”, Seleccion de escritos, op. cit., p. 68.

La esencia entrópica en Robert Smithson

274

desarrollo y maduración artística, esto es, la voluntad autodidacta, los círculos artísticos

que frecuentó, y especialmente las lecturas de diversas disciplinas, el presente apartado

parte del concepto de entropía como elemento vertebrador que cohesiona la obra del

artista y que se erige como catalizador de sus influencias, inquietudes e intereses.

La entropía representa la sintomatología de una época convulsa, en el que afloran

movimientos populares en un contexto político y económico de cambio. Representa la

transformación de una sociedad, de una revolución, que se da en los cimientos y formas

de vida. El arte funciona, en este sentido, como una materialización de estos cambios

producidos al calor de un contexto particular; la entropía es el conducto por el que

representar y señalar los desequilibrios y el malestar de la cultura de los años sesenta y

setenta.

Si se ha elegido el concepto de entropía es precisamente por lo que este representa,

esto es, los puntos de fuga y las fallas de una maquinaria, la capitalista, que sostiene la idea

de progreso evolucionista sin ningún tipo de cuestionamiento o disfunción. La entropía

como desgaste, como desequilibrio y desigualdad, que certifica la irreversibilidad de

los procesos tanto naturales, y por tanto irremediables, pero también los provocados

por el impacto de la agencia humana en el planeta. Es esta irreversibilidad la que atrae a

Smithson, que en más de una ocasión manifestará su visión personal de este fenómeno,

más bien pesimista, por eso, para el artista “no hay vuelta atrás, no hay salida, ni camino

a la utopía, no más allá en términos de espacio. Lo veo como inevitable; como ir hacia

los límites, hacia lo quebrado, lo entrópico. E incluso eso tiene sus límites”57.

Por ello Smithson insiste en representar, una y otra vez, aunque desde diferentes

perspectivas, los paisajes desérticos y las minas abandonadas después de su explotación,

la conformación de la ruina como residuo posindustrial, la geografía relegada suburbial.

Le interesa, de igual manera, indagar en las demarcaciones del territorio, explorar sus

capas geológicas, para que, en última instancia, se pueda certificar la posibilidad de

un tiempo alternativo. Para él, el estudio de ciencias, como la geológica, y sus objetos

de estudio, por ejemplo los fósiles, son una manera de investigar la estratificación y

la cristalización de las capas que envuelve el tiempo, y la erosión como fenómeno

57 SMITHSON, Robert: Writings, op. cit., p. 190.

La esencia entrópica en Robert Smithson

275

irreversible que modifica y transforma los paisajes y elementos que un dia ya no estarán,

o simplemente, evolucionarán, pero no de una manera cíclica, sino más bien como un

proceso transformacional, el artista dirá que “las cosas cambian de una situación a otra,

no hay realmente una vuelta atrás”. Smithson, por tanto, quiere observar estos procesos

naturales de destrucción porque le interesan “grandes cantidades de materiales que

están amenazados por fuerzas físicas. Cualquier cosa que se haga fuera está sujeta a la

erosión”58.

No es de extrañar, dado los temas y los intereses que Smithson profesaba, en

especial tras el punto de inflexión que su carrera adquiere a partir de la segunda mitad

de los años sesenta, que el concepto de entropía se tornarse fundamental en su obra. Así

en 1966 escribe un ensayo crucial que se convierte en una declaración de intenciones.

Se trata de Entropía y Los Nuevos Monumentos, una exposición de las ideas tempranas

del artista en el que equipara a los nuevos artistas minimal con la entropía, por ejemplo,

en el uso de ciertos materiales, o por representar la irreversibilidad de los procesos. De

esta manera sentencia:

las obras (de los artistas minimalistas) muchos de ellos alaban lo que Flavin llama ‘historia inactiva’ o lo que un físico llamaría ‘entropía’ o ‘energy drain’ (drenaje de energía). Nos recuerdan la era de hielo más que la era de oro y confirman el comentario de Vladimir Nabokov: el futuro es lo obsoleto al revés. De manera indirecta, muchos de los artistas han proporcionado una analogía para la Segunda Ley de la Termodinámica, la cual extrapola el sentido de la entropía al decirnos que la energía se pierde con la facilidad de con la que se obtiene59.

Para Smithson, la entropía se convierte en la metáfora con la que evidenciar

una determinada época, la de los años sesenta, y a la vez hacer frente a la imposición

modernista de Greenberg y sus seguidores. Era el molde perfecto donde encajar varias

de las preocupaciones que le concernían, como la postulación de una temporalidad

58 TONER, Paul: “Interview with R. Smithson”, Writings, op. cit., p. 240.59 SMITHSON, Robert: Entropía y nuevos monumentos, Alias Editorial, México, 2010, p. 18. En este libro se puede encontrar una selección de textos traducidos al castellano, se citarán los textos que se encuentran en esta traducción mientras que el resto de escritos pertenecen a la selección que Jack Flam ha editado en Writings, donde se pueden encontrar el completo del trabajo de Robert Smithson en cuanto a publicaciones se refiere.

La esencia entrópica en Robert Smithson

276

alternativa, que posibilite la historia como conocimiento no lineal “inactivo” para poder

ser activarla en diferentes saltos temporales, “en el futuro al revés”, o también la pérdida

irreparable de energía, en un contexto, el de los años sesenta, cuando se empieza a tomar

conciencia del agotamiento de los recursos naturales y la emergencia del movimiento

ecologista. Escribirá Smithson a este respecto que “el tiempo como decadencia o

evolución biológica es eliminado por muchos de estos artistas; esta eliminación permite

que el ojo vea el tiempo como una infinidad de superficies o estructuras o ambas

combinadas”60.

La entropía además influye en otras disciplinas que no son de naturaleza

científica y sus principios son extrapolables a otros campos disciplinarios, como en

las ciencias sociales, en especial la economía y la teoría de la información. Uno de los

casos más paradigmáticos, en este sentido, es el de Claude Lévi-Strauss, antropólogo de

formación, que analiza la sociedad en términos entrópicos. En su libro El pensamiento

salvaje61, compara las sociedades con máquinas de dos tipos, las mecánica, que utilizan

la energía suministrada desde el principio sin fricciones por lo que podrían funcionar

de manera indefinida y las termodinámicas, que por el contrario y como demuestra la

entropía, necesitan de la diferencia de temperatura para producir energía, por lo que

consumen esta energía y la destruyen.

Partiendo de este ejemplo, analiza comparativamente las sociedades que las

distingue entre frías y calientes. Las frías serían aquellas que tiene baja entropía, es decir,

desorden, y que su naturaleza es mantenerse en el estado inicial, por lo que “parecen

no tener historia”. Lévi-Strauss las denominadas primitivas, y se fundamentaría en un

concepción más igualitaria, porque sus formas de sociedad fabrican poca entropía.

Frente a ellas se situarían nuestra sociedad, la moderna o “caliente” que, como una

máquina de vapor, funcionaría con intercambios termodinámicos, por lo que mantienen

y fomentan los desequilibrios y desigualdades económicas y sociales que la jerarquía

social instauró con la revolución industrial, y aunque tienen como objetivo producir

60 Ibídem. 61 LÉVI-STRAUSS, Claude: El pensamiento salvaje, Fondo de Cultura Económica de España, Mexico DF, 1964. Levi Strauss analiza la la correspondencia entre culturas entre los sistemas kinship y las estructuras lingüísticas para ver como el uso genera significado.

La esencia entrópica en Robert Smithson

277

más orden, lo producen a costa de fabricar más entropía, es decir, la desigualdad. Para

Strauss habría que concurrir en una tercera vía, que permita “fabricar más orden en

una cultura sin que hubiera que pagarlo con un aumento de entropía en la sociedad”62 .

Smithson, que había leído este libro, no duda en aplicar la concepción entrópica cultural

y social a sus obras63. Aunque él mismo argumenta que no está interesado en las culturas

calientes, que implican procesos tecnológicos, sino que son las culturas “del tipo tribal”

o frías, porque “hay un tipo de conciencia comprensiva”64.

A partir de este momento, Smithson, no sólo toma conciencia de la concepción

entrópica de la sociedad, sino que también lo materializa a través de sus obras y escritos.

En los siguientes apartados se analizará cómo Los Monumentos de Passaic, los Non-

Site, los Desplazamientos o los Vertidos, forman parte de una cosmogonía conceptual

que tiene la entropía como su fundamento teórico. La entropía de la que se derivan

implicaciones relacionadas con la concepción del tiempo, la naturaleza y la ciudad.

No se trata solo de indagar en la naturaleza científica de la entropía, de la que también

investigará de manera concienciada, sino de apropiarse de esa noción para representar

el arte y la cultura, de esta manera, toda su obra está impregnada de una concepción

entrópica de la realidad.

4.2.1. La entropía: principios fundamentales

Para entender la importancia que el concepto de entropía adquiere en Smithson, es

preciso descifrar su significado; grosso modo la entropía tiene que ver con la pérdida de

energía, se relaciona con la Segunda Ley de la Termodinámica: a raíz de las condiciones

de la falta de equilibrio se necesita un nuevo campo de estudio en la física: el de la

estabilidad de los sistemas que no permanecen en equilibrio.

62 LÉVI-STRAUSS, Claude: El pensamiento salvaje, op. cit.,63 Smithson menciona en varias ocasiones la lectura de Strauss, por ejemplo en una entrevista realizada por Dennis Wheeler. Según Shapiro y otros autores, la influencia de la antropología en los años setenta y ochenta fue fundamental en un número de artistas que abrazaron la semiótica. Ver: WHEELER, Dennis: “Four conversations between Dennis Wheeler and Robert Smithson”, Writings, op. cit., p. 206; SHAPIRO, Gary, Earthwards, op. cit. 64 WHEELER, Dennis: “Four conversations between Dennis Wheeler and Robert Smithson”, Writings, op cit., p. 206.

La esencia entrópica en Robert Smithson

278

La ley de la termodinámica, formulada por Clausius en 1854, define la entropía

como un proceso de homogeneidad térmica que se incrementa con el aumento de

energía. La entropía se opone a la energía en tanto que ésta se produce al transformar un

estado de la materia en otro a través de cambios térmicos.

Si se busca el significado de entropía en la Real Academia Española nos

encontramos con dos acepciones, ambas relacionadas con el ámbito de la física, la

primera de ellas remite a su pertenencia a la Termodinámica, “que mide la parte de

la energía no utilizable para realizar trabajo y que se expresa como el cociente entre

el calor cedido por un cuerpo y su temperatura absoluta”. La otra acepción remite al

“desorden de un sistema. Una masa de una sustancia con sus moléculas regularmente

ordenadas, formando un cristal, tiene entropía mucho menor que la misma sustancia

en forma de gas con sus moléculas libres y en pleno desorden”. De estas acepciones

se extrae que la entropía tiene que ver con la física, que es una forma de medición de

energía, especialmente la que no se utiliza y que se puede calcular gracias al cómputo

entre el calor y la temperatura. También sabemos que entropía se refiere al desorden de

un sistema, y que por tanto, los sistemas ordenados tienden a una menor entropía que

los desordenados.

Además, como se ha mencionado, la entropía forma parte de la Segunda Ley

de la Termodinámica, por lo que se hace necesario entender la importancia de la

Termodinámica, que “es la parte de la física en que se estudian las relaciones entre el calor

y las restantes formas de energía” por lo tanto es la encargada de regular el interior de los

sistemas físicos, donde tiene lugar los intercambios de energía en forma de calor, y debe

salvaguardar que estos intercambio que se dan en los sistemas se ajusten los principios

básicos de la física. La termodinámica se rige por tres leyes. La ley cero, establece que

aunque dos cuerpos térmicos no estén en contacto directo, se encuentran en equilibrio

térmico gracias a un tercero. La primera Ley basa su principio en que la energía ni se

crea ni se destruye, sino que durante un proceso se transforma. Es en la Segunda Ley

donde se formula la entropía. Esta Ley no responde a una consecuencia, ni depende de

ella, sino que se constituye independientemente y señala las restricciones que existe al

utilizar la energía en diferentes procesos. En todos los procesos naturales se realizan

siempre en un sentido determinado, estos procesos tienen lugar espontáneamente y no

La esencia entrópica en Robert Smithson

279

se puede esperar que su sentido se invierta de forma natural. En todos ellos existe una

degradación termodinámica con una característica común que varía en la misma forma.

Esta característica común viene determinada por una función ideada por Clausius en

1854, y recibió el nombre de entropía, palabra que procede del término griego ἐντροπία

(entropía, “giro”), de ἐν (en) y τροπή (trope, “vuelta”) que significa evolución o

transformación: “la entropía es una función de estado de carácter extensivo y su valor

en un sistema aislado crece en el transcurso de todo proceso natural que tenga lugar en

él, midiendo el grado de irreversibilidad del proceso”65.

La entropía es por tanto un concepto importante tanto en la Termodinámica como

en la propia energía. Clausius fue también el que formuló el principio para la Segunda

Ley: “no es posible proceso alguno cuyo único resultado sea la transferencia de calor

desde un cuerpo frío a otro más caliente” En base a esta definición Clausius introdujo la

entropía como medición de la cantidad de restricciones que existen para que un proceso

se lleve a cabo y nos determina también la dirección de dicho proceso. La entropía mide

las condiciones de cambio de un sistema y no es definida como una cantidad absoluta,

sino que se puede calcular desde la diferencia entre la entropía inicial de un sistema y la

entropía final del mismo.

Ya que la entropía forma parte de la física, es difícil, entender su formulación y

su concepción, si no se parte de una formación científica, por lo que se hace necesario el

uso de un ejemplo que sea aclaratorio. El ejemplo que se suele usar para ejemplificar este

proceso es el de la caja de canicas, donde se encuentren tres grupos de ellas separadas y

ordenadas por tres colores, que pueden ser el amarillo, el azul y el rojo. Las restricciones

aplicables de la entropía estarían representados por los diferentes colores, que funcionan

como elemento ordenador y separados de los grupos, y que crea ese sistema ordenado.

Las divisiones por colores son movibles, por lo que se puede quitar la primera de ellas,

la que separa las canicas azules de las amarillas. Desde el punto de vista de la entropía,

si quitamos una de las separaciones que dividen las canicas, estaremos quitando un

grado o índice de restricción al sistema. Si quitamos la barrera de la segunda división,

65 ORTEGA, Manuel; IBAÑEZ, José Á.: Lecciones de física. Termología 1, Diego Marín, Murcia, 2003, p. 199.

La esencia entrópica en Robert Smithson

280

pasará lo mismo, y las barreras que restringían el orden se han quitado, mezclándose los

grupos de canicas. Así, quitando las restricciones que ordenaban el sistema, la entropía

ha ido aumentando al final del proceso.

Otro de los ejemplos clásicos con los que ilustrar los procesos entrópicos que se

dan en la naturaleza es el de vaso que se cae y se rompe en pedazos. El propio Stephen

Hawking, al que luego volveremos por sus aportaciones en el campo de la entropía y

el tiempo, usa este ejemplo para demostrar que la entropía es un proceso irreversible y

responde al desorden:

La explicación que se da usualmente de por qué no vemos vasos rotos recomponiéndose ellos solos en el suelo y saltando hacia atrás sobre la mesa, es que lo prohibe la segunda ley de la termodinámica. Esta ley dice que en cualquier sistema cerrado el desorden, o la entropía, siempre aumenta con el tiempo. En otras palabras, se trata de una forma de la ley de Murphy: ¡las cosas siempre tienden a ir mal! Un vaso intacto encima de una mesa es un estado de orden elevado, pero un vaso roto en el suelo es un estado desordenado. Se puede ir desde el vaso que está sobre la mesa en el pasado hasta el vaso roto en el suelo en el futuro, pero no así al revés66.

Con este ejemplo se puede ver que la entropía es una medida del orden o

desorden de un sistema o la falta de grados de restricción. La medida del sistema se hace

midiendo un sistema inicial en el que todavía no se ha aplicado ninguna restricción, y un

sistema final, donde sí se han aplicado las restricciones. Por eso, se suele definir también

a la entropía como el grado de desorden que tiene un sistema, y es por tanto, un patrón

de medida de los sistemas aislados. La entropía es nula cuando la certeza es absoluta, y

alcanzará un máximo cuando el sistema se acerca al equilibrio.

Estos procesos entrópicos que se explican son irreversibles, ya que una vez

finalizado el proceso de transformación no se volverá a tener las condiciones iniciales

del sistema, como dice Hawking, no podemos volver a recomponer los pedazos del

vaso roto, por lo que se asume que en la naturaleza todos los procesos son irreversibles.

Los procesos reversibles, en cambio, sí pueden volver a tener las mismas condiciones

66 HAWKING, Stephen: Historia del tiempo. Del bing bang a los agujeros negros, Planeta, Barcelona, 2003, p. 131.

La esencia entrópica en Robert Smithson

281

primigenias, gracias a un proceso de inversión, que es la peculiaridad de la que parten; en

ellos el aumento o disminución de la entropía del sistema es exactamente el contrario al

experimentado por el entorno, con lo que se tiene siempre un aumento total de entropía

nulo.

En resumen, la entropía mide la cantidad de energía termodinámica implicada

en un proceso físico o químico que no puede ser utilizada como trabajo. Es un concepto

básico muy utilizado que, como se ha mencionado, se relaciona con el orden (baja

entropía) y el desorden (alta entropía). Se puede identificar la entropía como una especie

de energía degradada, la que correspondería a la cantidad de energía que no se puede

transformar en trabajo debido a que el proceso es irreversible.

Es precisamente el concepto orden, una de las cuestiones que Rudolf Arnheim

apela en su texto Arte y entropía67. El pensador toma este concepto para explicar la fase

de desorden de los sistemas actuales, así señala que “el mundo material pasa de los

estados ordenados a un desorden siempre creciente, y el estado final del universo será

el de máximo desorden”68. Para Arnheim el concepto de orden es fundamental puesto

que “es una condición necesaria de todo lo que la mente humana desea comprender”69,

y tiende a manifestarse como una ley subyacente de tipo física, social o cognitiva, para

permitir que las estructuras funcionen y sobrevivan. En cambio si se produce una falta

de correspondencia entre orden del afuera y del adentro produce un choque de órdenes

que da como resultado el desorden, para lo que debe de existir un mecanismo que facilite

la armonía entre las fuerzas constituyentes.

Según Arnheim, la Segunda Ley de la Termodinámica supone una visión

apocalíptica de la realidad, lo que ha propiciado que se fomente un cierto pesimismo

entre una generación de pensadores, como Stephen G. Brush para quien no sería casual

que en el mismo momento de la escritura de Las Flores del Mal de Charles Baudelaire

se publicara en Francia un Tratado sobre de las degeneraciones físicas e intelectuales

67 ARNHEIM, Rudolph: Entropy and art. An essay on order and disorder, University of California Press, Berkeley and Los Angeles, 1974, p. 16- Existe una versión en castellano ARNHEIM, Rudolph: Hacia una psicología del arte. Arte y entropía, Madrid, Alianza, 1993. Las citas que se han extraído para este texto pertenecen a la versión inglesa del mismo.68 Ibídem.69 Ibídem.

La esencia entrópica en Robert Smithson

282

y morales de la especie humana, escrito por el psiquiatra Béndedict Morel. También en

1892 el escritor y médico Max Nordau, y posterior creador del movimiento sionista,

publica Degeneracion donde denuncia que la degeneración urbana que encarnaban

determinados escritores y artistas fin de siècle se debe a la tecnología moderna. Las

formulaciones entrópicas que primeramente Rudolf Clausius en 1865 y posteriormente

Ludwig Boltzmann plantearon responderían, de acuerdo a Arnheim a una cuestión

sintomática de una determinada época. Para este mismo pensador, la entropía también

puede traducirse a las artes visuales recientes, movimientos como los suprematistas

como Malevich, e incluso el expresionismo abstracto puede ser visto como producto

del desorden.

Arnheim también se hace eco del impacto del arte minimal en la Historia del

Arte y su relación con la entropía. Así cita a Richard Kostelanetz, porque en un artículo

Interferencia Arts cita a Smithson y su texto Entropía y los nuevos monumentos,

“seguramente el uso popular de la noción de la entropía ha cambiado. Si durante el

último siglo sirvió para diagnosticar, explicar y deplorar la degradación de la cultura,

ahora proporciona un racional positivo del arte minimal y el placer del caos”70.

La relación del arte y la entropía también fue foco de atención por parte de los

historiadores adscritos a la revista October, dos décadas más tarde de que lo hiciera

Arnheim, Rosalind Krauss e Yves-Alain Bois abordan la complejidad de la entropía

a través de su estudio en algunos artistas, y en especial, en la figura caleidoscópica de

George Bataille. Pero también hay espacio para discutir la esencia entrópica inherente a

la obra de Smithson, que para ambos autores, responde ante una cuestión de visualidad:

es importante señalar que los modelos que Smithson construye ya sea en su temprana escultura o en sus escritos, eran determinadamente antivisuales. Para él, el desafío intelectual de pensar la entropía era temporal más que espacial, que era la razón por la que le gustan las metáforas geológicas, la idea de un sitio espacial devastados por billones de años turbulentos que resultaban en estratificaciones geológicas71.

70 Ibídem.71 KRAUSS, Rosalind; BOIS, Yves-Alain: “A user guide to entropy”, en: October, vol 78, Otoño, 1996, pp. 38-88.

La esencia entrópica en Robert Smithson

283

4.2.2. La flecha del tiempo: la cuestión temporal en Robert Smithson

En las anteriores páginas se ha realizado una aproximación al concepto de entropía en

el ámbito de las ciencias y su importancia tanto en otras disciplinas como en la obra de

Smithson. Una de las implicaciones clave que la entropía y los procesos termodinámicos

supusieron para la física fue su relación con el tiempo. Por este motivo, ciertos físicos

como Arthur Eddington, investigaron este paralelismo. Eddington, en concreto, acuñó

el fenómeno conocido como “flecha del tiempo”, que viene a definir la dirección del

tiempo, que fluye a la misma vez que la entropía aumenta72. En materia cosmológica,

la energia del Universo tienen a distribuirse por el espacio para buscar equilibrio, pero,

paradójicamente, esto da lugar al desorden, a la mayor redistribución, al caos y a la

máxima entropía. El orden y el caos se retroalimentan.

Según Stephen Hawking la flecha del tiempo distingue el pasado y el futuro,

y le da una dirección al tiempo, que aumenta con el desorden o la entropía. Para el

físico se pueden distinguir tres flechas del tiempo indistintamente73. La primera sería

la termodinámica, que, como se ha mencionado hasta ahora, en ella el tiempo y la

entropía aumenta. La segunda es la flecha psicológica, es decir, el tiempo que pasa

para la percepción humana, donde recordamos el pasado pero no sabemos el futuro.

Finalmente, está la flecha cosmológica, que se refiere al tiempo en el universo, donde el

tiempo se expande.

La flecha del tiempo ha supuesto uno de los problemas de la física que aún a

día de hoy continúa siendo foco de debate. Debido a que de manera tradicional se ha

identificado a la flecha del tiempo en su dimensión entrópica, la mayoría de los científicos

asumen que no puede haber una alternativa a este fundamento. Sin embargo, existen

otros pensadores como el caso de John Earman, para quien el tiempo no respondería

a parámetros circulares, sino que habría que asumir la paradoja que se da en la flecha

72 ROMERO, Victor: “Entropía, irreversibilidad y la flecha del tiempo”, artículo de divulgación, Revista Ciencia y Cultura. Disponible: http://www.revistac2.com/entropia-irreversibilidad-y-la-flecha-del-tiempo/ [consultado el 06/09/2017].73 HAWKING, Stephen: Historia del tiempo. Del bing bang a los agujeros negros, op. cit., p. 134.

La esencia entrópica en Robert Smithson

284

temporal, e intentar mirar la realidad mediante “términos atemporales parándonos fuera

del tiempo” que evitar caer en la “proyección antropocéntrica”.

Smithson, como buen lector de literatura científica, estaba al tanto de las

cuestiones fundamentales que se estaban discutiendo acerca de la entropía y el tiempo,

y él, en cierta manera, quería experimentar, a través de su práctica artística y crítica,

su propia percepción y experiencia del tiempo. No cabe duda de que esta cuestión le

preocupaba de una manera especial, y que muchas de sus lecturas y de sus escritores de

cabecera, como es el caso de Ballard o de Borges, trabajan sobre esta cuestión.

Probablemente, y como demuestran sus textos, el tiempo no era temática sobre la

que problematizar de forma sencilla, sino más bien lo contrario: “las regiones calamitosas

del tiempo están lejos del confort del espacio”74. Para la historiadora del arte, Pamela

Lee, el tiempo es un leitmotiv recurrente en los artistas de los años 60, gracias, en parte

a la figura de George Kubler, un historiador del arte poco ortodoxo que desarrolló a lo

largo de su productiva carrera, especializada en arte precolombino, una fundamentación

del tiempo alternativa a la estudiada y es que para Lee, las lecciones que los artistas

aprenden de Kubler “funcionan como la clave del código en la interpretación de buena

parte de la producción artística de los años 60, un código por el cual se abordarán de

manera implícita las preocupaciones sobre la naturaleza del tiempo y de la tecnología, si

bien no se articulaban de forma consciente”75. En su libro The shape of time, argumenta

que la experiencia del tiempo está basada en repetición de los eventos, mientras que

la historia es un registro de lo cotidiano. “Sin cambio no hay historia, sin regularidad

no hay tiempo”76. El estudio de los artefactos y de los objetos muestra que el tiempo

tiene diferentes tipos de duración, que él distingue entre slow happening es decir, la la

repetición y replicación y los fast happening que sucede más comúnmente en la cultura

urbana cuando hay una repentina transformación social o tecnológica.

Reivindicaba también una cultura material de los objetos desde un punto de vista

74 SMITHSON, Robert: “The shape of the future and memory”, Writings, op. cit., p. 333.75 LEE, Pamela: “Ultramoderno. O cómo George Kubler robó el tiempo en el arte de los años 60”, op. cit., p. 140.76 KUBLER, George: (The shape of time, 1962) citado en, LEE, Pamela “Ultramoderno. O cómo George Kubler robó el tiempo en el arte de los años 60”, op. cit., p. 140.

La esencia entrópica en Robert Smithson

285

interdisciplinar, que en palabras de Lee “supuso un rechazo a la historia lineal del arte,

una perspectiva que refutaba categóricamente los análisis iconográficos predominantes

de la época al ser poco más que simbolismo desvalazado”77, y postulaba un sistema

alternativo de definición del tiempo en la historia del arte, rechazando la historia

lineal por una base teórica que tenía su sustrato en la corriente estructuralista y que

pretendía rechazar la normatividad de la historia de arte que constituye su fundamento

en la evolución de los estilos y las formas. Kubler, frente a este modelo de naturaleza

evolucionista que se había establecido en las instituciones y academias responsables

de legitimar el discurso oficial de la disciplina, aboga por una Historia del Arte que

se asemeja a una “cadena rota”, porque “contiene muchos circuitos que no se cierran

nunca”78. Pamela Lee estudia la influencia que Kubler ejerce sobre Smithson a través de

sus textos, en concreto se centra en tres: Quasi infinites and the waning of space (una

versión preliminar se llamaba Art and Time), Ultramoderne y Some void of thoughs on

Museums79.

Aunque también menciona la influencia temprana de su obra, citando una de

las primeras obras escultóricas de neón llamada The Eliminator, que hizo en en 1963

para la que también escribe un breve texto: “El eliminador es un reloj que no mantiene

el tiempo, pero lo pierde. Los intervalos entre flashes de neón son ‘intervalos nulos’ o

lo que Kubler llamaría ‘la ruptura entre el pasado y el futuro’. El eliminador ordena el

tiempo negativo a la misma vez que evita el espacio histórico”80.

La historiadora del arte identifica además que la estructura original y la libertad

de formato de Quasi infinities and the waning of Space, donde utilizando los márgenes

para insertar imágenes y citas, estaría inspirado de manera directa en el pensamiento de

Kubler. Algunas de las citas que se pueden encontrar en el texto, como por ejemplo ésta:

“las metáforas que se utiliza por convención para describir dicho pasado tan evidente

77 LEE, Pamela: “Ultramoderno. O cómo George Kubler robó el tiempo en el arte de los años 60”, op. cit., p. 140.78 KUBLER, George: (The shape of time, 1962) citado en, LEE, Pamela “Ultramoderno. O cómo George Kubler robó el tiempo en el arte de los años 60”, op. cit. p. 140.79 Estos textos se pueden encontrar traducidos al castellano en, SMITHSON, Robert: Seleccion de escritos, Mexico, Alias, 2011.80 SMITHSON, Robert: “The shape of the future and memory”, Writings, op. cit., p. 327.

La esencia entrópica en Robert Smithson

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provienen principalmente de la biología”81 se conectan con la manera que Smithson

enfocaría la Historia del arte, rechazando la inclinación biologicista y evolucionista,

intentando, con esta estrategia, hacer frente al formalismo de Greenberg. A este respecto

la postura de Smithson es clara: “hay muchas historias del arte como hay críticos. No

existe una historia del arte. El arte no es biología”82.

También según Shapiro, Smithson ironizaría sobre la vanguardia porque sugiere

que la historia del arte es esclava de la noción burguesa del progreso a la que intenta

explícitamente enfrentarse. “La historia y el progreso están limitados por la entropía, la

ineludible corriente subterránea de todos los procesos humanos y naturales”83.

En Ultramoderno, Lee observa el impulso de Smithson por alejarse del

formalismo, y ve un interés por parte del artista en asociar el arte que se daba en la

década de los años 60 como un rechazo de ese modelo impuesto, reclamando que “ha

surgido una conciencia transhistórica durante los años 60 que parece evitar todo recurso

al tiempo orgánico de la vanguardia”84. Smithson evidencia, en la arquitectura de los años

30, un modelo que evita el registro historicista, alejado de la definición por categorías

temporales, porque, para el artista, “el valor de los acontecimientos temporales en la

historia natural del movimiento moderno se ha vuelto insostenible, incluso grosero en

la medida en que éstos representan una defensa contra las historias sin duración”85.

En Ultramoderno, Smithson a través del estudios de ciertos edificios que él considera

que responden ante el ultraísmo, como el Radio City o el Riverside Museum, propone

su propia historia del arte, basada en Kubler, donde el tiempo permanece inmóvil en

su proyección de movilidad. Las fachadas de estos edificios recubiertas de ventanas y

espejos hacen que se recupere la idea laberíntica e ilusionista, “que multiplican y dividen

81 SMITHSON, Robert: “Cuasi Infinitos y la disminución del espacio”, Robert Smithson, Seleccion de escritos, op. cit.82 Ibídem.83 Ibídem.84 LEE, Pamela: “Ultramoderno. O cómo George Kubler robó el tiempo en el arte de los años 60”, op. cit., p. 137.85 SMITHSON, Robert: “Ultramoderno”, R. Smithson Seleccion de escritos, op. cit., p. 77.

La esencia entrópica en Robert Smithson

287

la realidad en regiones complicadas, impenetrables, inhabitables”86 y estos reflejos hace

que se proyecte el futuro a través del pasado, donde no reside nada nuevo ni nada viejo.

El Ultramoderno, término que él mismo se inventa, representaría el tipo de

tiempo cristalino, frente al tiempo orgánico (modernista) porque su forma es circular

y sin fin, existe ab eterno. Para Smithson entonces, el tiempo es una entidad abstracta,

que no posee demarcaciones, ni categorías, y se extiende en una espiral sin fin, porque

gravita entre el pasado y el futuro, en un presente continuo, porque, como apunta Shapiro,

quiere permanecer cerca de las superficies temporales para no “eternizar falsamente la

obra de arte o insertarla precipitadamente dentro de la historia del arte (la corriente del

tiempo)”87. Vuelve de nuevo, a querer salir del confinamiento del espacio y del tiempo,

por esa ventana que se dibujan en los edificios que mantienen el tiempo dormido.

En resumen, la entropía entonces materializaba las formas de desintegración

de la experiencia y encarnaba las transformaciones que estaban aconteciendo en estos

años. Funcionaba como un catalizador de los cambios y convulsiones provocados en

un periodo conflictivo y convulso, pero, en términos culturales, supuso un momento de

experimentación creativa y artística que se tradujo en un panorama efervescente donde

se crearon algunas de las obras de referencia en la historia cultural americana. Por ello,

Smithson, veía en la entropía un paradigma cognitivo traducible en los anti-monumentos

ruinosos que poblaban los suburbios, y las minas abandonadas del paisaje pos-industrial

americano. Le interesaba esos anti-monumentos como formas de catalización del

progreso y su obsolescencia; como forma de certificación de la decadencia de la sociedad

de consumo: todo se convierte en desecho una vez explotado.

Este interés, es, tal como describe Boettger una cuestión que le acompaña en

su desarrollo, desde que era pequeño, así define sus primeros dibujos como “ruined

building” y muestra interés en los dinosauros, luego se fijaría en las “formas ruinosas

como arquitecturales (el puente de Passaic), mecánicas (las bombas de agua de la Spiral

Jetty) y orgánica (las minas abandonada) e incluso verbales”88. Lo que deja también

86 Ibídem.87 SHAPIRO, Gary: Earthwards, op. cit., p.35.88 BOETTGER, Suzaan: Earthwork, op. cit., p. 58.

La esencia entrópica en Robert Smithson

288

abierta que estas formas entrópicas que le interpelan no son necesariamente procesos

naturales sino que son resultado de la intervención mecánica y humana.

La manera en la que descubre las “formas ruinosas” de la sociedad es mediante

las salidas de campo y paseos que se convierten en una herramienta exploratoria del

territorio, es también una manera de recorrer el afuera, liberando del “contexto físico

y social de los museos y las galerías”89, uno de esos paseos que Smithson y Holt solían

realizar ha quedado recogido en el texto que él escribe para la revista de ArtForum,

titulado “A tour of the monuments of Passaic”, donde describe con minuciosidad

los suburbios posindustriales de Nueva Jersey y fotografía los objetos y máquinas

industriales abandonados, es como lo describe Lingwood un “suburbios mutilados de

Nueva Jersey, donde halla el equivalente de una línea de falla geológica que dividir dos

zonas adyacentes pero hostiles: la ciencia y la ficción, la creación y la destrucción, la

civilización y el desierto”90.

4.3. Desplazamientos negativos: de Passaic a Salt Lake

Bellísima cosa—¡toda la ciudad en ruinas! William Carlos Williams

To the man ashes On the dim landscapeOn the desolate mountainOn the parched earthOn the burnt desertOn the dusty groundOn the garbage dumpOn the dung heapOn the blasted heathOn the empty planThis is our inheritance.Robert Smithson

89 Ibídem.90 LINGWOOD, James: “El entropólogo” En Robert Smithson: el paisaje entropico, op. cit., p. 27.

La esencia entrópica en Robert Smithson

289

Smithson concibe el territorio como una suerte de mapa en blanco en el que pueda

inscribir su práctica artística que se sustenta en varios pilares. Uno de ellos, como se

demuestra en este capítulo, es asumir la esencia entrópica y su irreversibilidad. Asumir

esta concepción del mundo es asumir el estado de transformación permanente en el

que nos encontramos. Asumir que la naturaleza es una fuente de contradicciones y que

la agencia humana es intrínseca a la manera de planificar, ordenar e intervenir en el

territorio.

Smithson era consciente de los esfuerzos provenientes de los movimientos

ecologistas por preservar y conservar las fuentes y riquezas que la naturaleza ofrece, sin

embargo, no puede empatizar con la idea de paisaje idílico y de recuperación nostálgica

de un pasado inmaculado. Para él, si ese pasado alguna vez existió, no volverá, porque

los estados de transformación, tal como demuestran la entropía, no pueden volver a su

situación originaria, sino que se transforman en otro estado. A partir de esta asunción,

Smithson enuncia su trabajo, que pivota alrededor de elementos entrópicos, que están

siempre gravitando entre nosotros. Trabaja desde la idea del desgaste y deshecho que

la sociedad produce, desgaste como elemento que denota residuo, pero también denota

márgenes, desbordes, lo sobrante, aquello que queda fuera de campo, el reverso. De ahí

viene la pulsión por intentar deconstruir las ideas preconcebidas que fijan los sistemas

e ideologías hegemónicas, entre ellas, las ficciones metafísicas del pensamiento

humanista91.

Las obras de Smithson aunque difieren entre sí, guardan esta tónica que marca el

devenir artístico y geográfico del artista. Existen una serie de elementos centrales que se

pueden desentrañar en un marco común, una obra referencia, que aglutina esto tropos,

pero por el que también pivotan otras obras, creando una constelación conceptual y

un marco epistemológico, por el que Smithson transita, sin importarle la finitud, la

duración de sus obras. Una se superponen a las otras, como una amalgama, como un

collage de textos, fotos, imágenes, paseos, que va creando en su cosmología particular,

siempre marcado, de manera contundente, por sus influencias, en especial, la literatura

91 ROBERTS, Jennifer L.: Mirror-Travel, Robert Smithson and history, Yale University Press, New York, 2004. En este libro argumenta que la base ideacional del artista toma el modelo cristalográfico y entrópico, y que por tanto su visión de la historia es ambivalente, huyendo del matiz mesiánico, o revolucionario que se podría encontrar en pensadores como Walter Benjamin.

La esencia entrópica en Robert Smithson

290

y la geología. Esa obra es Los Monumentos de Passaic, que será analizada, con más

detalle en estas páginas y de la que se han extraído aquellos conceptos fundamentales

que articulan y moldean.

Se han elegido los conceptos analizados a lo largo de este capítulo porque

responden ante un paradigma teórico recurrente en el artista y que se dan de una forma

paradigmática en Passaic; así el concepto de monumento, o para ser mas especifico, el

de anti-monumento, como título de la obra de Passaic, juega un papel determinante en la

conjugación conceptual de Smithson. Reivindicar y poner en tela de juicio la concepción

monumental que la tradición occidental ha encumbrado de manera concienciada, es uno

de los intereses constantes que marcan el trabajo de Smithson, y que se ve reflejado, por

ejemplo, en su empeño por conocer otros lugares alejados de los circuitos emblemáticos

y turísticos de las grandes ciudades que visita. En el caso de la ciudad de Roma, elige

realizar uno de sus vertidos en un lugar periférico, remoto, alejado de los flujos y

circuitos tradicionales de la ciudad eterna. Caso análogo sucede en su visita a Inglaterra,

donde hace uno de sus Non-Site, y en el caso de Alemania, una earthwork en una zona

posindustrial92.

92 Sobre el Non-Site que Smithson realizó en Alemania, véase: LINGWOOD, James: Fields trips. Bernd&Hilla Becher Robert Smithson, Fundación Serralves, Oporto, 2002.

Robert SmithsonOberhaussen,1968.

La esencia entrópica en Robert Smithson

291

Otro de los conceptos que se sustraen del mismo planteamiento, es la periferia.

Para Smithson, que plantea su visión de la realidad bajo un prisma dialéctico, la periferia

se configuraría como una suerte de campo exploratorio donde poner de manifiesto las

tensiones y contradicciones que se generan en la sociedad contemporánea, contraponiendo

siempre su opuesto, en este caso, el centro.

Periferia como suburbia, metáfora del progreso expansivo y del desarrollo urbano

capitalista, que ha basado su motor económico en explotar los recursos al máximo

hasta desgastarlos. La periferia como territorio alejado y marginado de los centros de

producción, pero también sinónimo de la periferia del arte, la contrapartida del modelo

normativo y hegemónico de los años setenta. Periferia entonces entendida como margen

y como territorio a explorar, a recorrer y desplazarse, y por eso el desplazamiento

también ocupa un lugar privilegiado en esta constelación smithsoniana. Los paseos se

convierten así en el plano focal físico de las ideas de Smithson y se configuran como

“una geografia y geometria que se vierten de principio a fin sobre el espacio y el tiempo;

y que atraviesan verticalmente todas las superficies”93. Es precisamente ese atravesar las

superficies temporales y espaciales lo que Smithson performa gracias a la elección del

desplazarse a pie y no con otra modalidad, como el vehículo (recordemos que Passaic

constituye una elección pasear frente a permanecer en el autobús con el que se traslada

desde Nueva York hasta Nueva Jersey). Como en el caso de Tony Smith, que decide

recorrer Passaic en automóvil, por la autovía en construcción de Turnpike New Jersey94.

Los paseos, que se alejan de las posibles reminiscencias nostálgicas o recreativas,

son más que una metodología o salidas de campo. Están presentes en la obra de

Smithson de manera estructural95, de manera física (el propio paseo a pie) y teórica

en su obra, si se atiende a las obras que tienen la palabra desplazamientos en el título,

por ejemplo, los Mirror displacement del Yucatán, los Asphalt Rundow (vertidos) que

aunque no contengan en el título la palabra desplazamiento, implica, de igual manera,

93 SHAPIRO, Gary: Earthwards, op. cit., p. 29.94 “El camino y gran parte del paisaje eran artificiales, y no podía llamarse una obra de arte. El paisaje artificial sin precedente cultural comenzó a amanecer en mí”, R. Smithson, Writings, op. cit., p. 102.95 Sobre la importancia de la exploración y las salidas de campo, véase: LINGWOOD, James: Fields trips. Bernd&Hilla Becher Robert Smithson, op cit.

La esencia entrópica en Robert Smithson

292

un movimiento de material residual, un desplazamiento matérico. También los Non-Site

implican, por un lado una práctica exploratoria del territorio, por otro lado, el propio

movimiento de las obras (los sites) al espacio de la galería (Non-Site). Los sites, por otro

lado, son de igual manera un elemento importante en la obra de Smithson, porque se

convierte en uno de los emblemas más característicos que han trascendido en la historia

cultural, en especial, por su carácter visionario y adelantado, ya que, unas décadas más

tarde, Marc Augé popularizó la noción de no lugares96, referida a aquellos espacios

desprovistos de significado, neutrales, de tránsito. Aunque el sentido primigenio de

Smithson hacía referencia a la doble dimensión epistémica derivada de la confrontación

espacio público frente al privado, sin duda, fue de los primeros en poner el acento en la

especificidad de los lugares.

Así mismo, la noción de paisaje conforma un nodo central en su producción

artística. Pero, insistiendo de nuevo en esta idea, no son paisajes edulcorados, no son

estampas turísticas. Son paisajes reales, fruto de la explotación de los recursos naturales,

paisajes posindustriales, paisajes mineros, paisajes que rodean las grandes urbes. Son

paisajes de perfiles bajos, cantera de áreas mineras, un tipo de páramo o de zona

limítrofe. Espacios que se alejan del confort de “la habitación,situados en la periferia,

donde podía localizar “trazas de la memoria de los futuros abandonados”97, antes de

traerlos de vuelta al centro, en forma de desplazamientos y Non-Site, películas, escritos

que haría superar los perímetros de la vieja sensibilidad”98.

No vemos a Smithson recorrer la ciudad como un flâneur ávido de experiencias

sensoriales. A Smithson no le interesa la ciudad, sino aquello que la rodea, sus márgenes,

sus descartes, sus contradicciones y tensiones, su relación dialéctica. De ahí la necesidad

siempre de establecer un polo contrapuesto: Site/Non-Site, centro/periferia. Aunque

viviera en nueva York, y frecuentara los circuitos artísticos, los bares que conforman el

centro de operaciones de la capital, en raras ocasiones la ciudad aparece como reclamo,

y si lo hace, siempre es de soslayo, de contrapunto. Prefiere merodear por sus límites,

96 AUGÉ, Marc: Los no lugares, espacios para el anonimato, op. cit.97 SMITHSON, Robert: “Un recorrido por los monumentos de Passaic”, en Seleccion de textos, op. cit., p. 92.98 LINGWOOD, James: “The weight of time”, en: Fields trips, op. cit., pp .70- 79.

La esencia entrópica en Robert Smithson

293

atravesarlos, investigar la materia geológica, la edad de la tierra, contraponiendo los

tiempos que se dan en la ciudad, el ritmo rápido, vertiginoso, al tiempo cristalizado que

para Smithson se encuentra en los suburbia, en los paisajes que sobreviven, a un y otro

ritmo, y contienen, en su capas, historias fosilizadas, congeladas, petrificadas. Smithson

describe los suburbios como elemento informe, desplazado, víctima de la opresión de

las urbes:

Los suburbios aprisionan las grandes ciudades y trastocan el ‘país’ Los suburbios que significan literalmente “ciudades por debajo” son un golfo circular entre la ciudad y el campo. Cada espacio se desliza hacia a la ausencia. Una inmensa negativa de informidad desplaza al centro, que es la ciudad e inunda al campo. Desde las desgastadas montañas del norte de Nueva Jersey hasta el perfil de los Rascacielos de Manhattan con aspecto postal, la prodigiosa variedad de urbanizaciones se difumina en un volátil mundo de cubos99.

Los suburbios se conforman, en palabras de Smithson, como la fuerza dialéctica

que tensiona y negocia con la ciudad otro tipo de narrativas utópicas o ficcionales,

aunque se conformarán como “utopías sin fondo” por eso es el artista el que debe buscar

sus límites y sus ficciones, forzar una narrativa que desnude estos puntos de fuga, “los

agujeros” que visualiza la vacuidad de los suburbios y es en Passaic, situado en Nueva

Jersey, donde confluyen todos estos elementos, porque “existen sin un pasado racional

e independientemente de los grandes eventos de la historia”100; una constelación propia

de la que emergen ideas y temas materializados también obras. Es paisaje postindustrial,

es suburbia y es paseo, y las obras –algunas de ellas ruinas–, que fotografía son anti

monumentos, que representan la entropía como desgaste del sistema que pronto desecha

los recursos que han dejado de ser productivos. La entropía como proceso irreversible,

que el artista ejemplifica cuando se encuentra una caja de arena en un parque de las

inmediaciones de Passaic:Me gustaría demostrar ahora la irreversibilidad de la eternidad usando un experimento vacuo para la verificación de la entropía. Imaginemos el cajón de arena dividido por la

99 SMITHSON, Robert: “Un museo del lenguaje en las inmediaciones del arte”, en R. Smithson, Seleccion de escritos, op. cit., p. 108.100 SMITHSON, Robert: “Un recorrido por los monumentos de Passaic”, Seleccion de escritos op. cit., p. 91.

La esencia entrópica en Robert Smithson

294

mitad, con arena negra en un lado y blanca en el otro. Cogemos un niño y hacemos que corra cientos de veces en el sentido de las agujas del reloj por el cajón, hasta que la arena se mezcle y comience a ponerse gris; después hacemos que corra en el sentido contrario al de las agujas del reloj, pero el resultado no será la restauración de la división original, sino un mayor grado de grisura y un aumento de la entropía101.

4.3.1. Passaic

Pero crecer en esta área, no solo influyó en su sensibilidad artística, tal como sostiene

Eugenie Tsai, uno de los investigadores de su obra, sino que el llamado “garden state”

tenia mucha materia prima para sus futuras obras. Especialmente interés despertaba

en él la historia geológica y mineralógica de Passaic, su inclinación hacia las ciencias

naturales y los procesos geológicos son comunes y una constante desde su infancia.

Además, Passaic, durante el siglo XIX era conocida como un paraje natural por sus

cascadas, y por convertirse en uno de puntos importantes de la industria del país. Por

tanto, en esa época decimonónica vivía un momento de esplendor y de progreso inédito

en el área. Con la entrada del siglo XX y el desmantelamiento de la industria, se convierte

101 Ibídem.

Robert Smithson.Monuments of Passaic, Sandbox,1967

La esencia entrópica en Robert Smithson

295

en una tierra olvidada. Un hecho que Smithson conoce de primera mano y que evidencia

en su obra, como se analizará a continuación.

El propio artista comenta que “el área de Patterson donde tuve mucho contacto

con las minas y de alguna manera se intrigaron en mi psique. De niño solía ir y merodear

alrededor de esas minas”102. No se trataba de un área que pasara desapercibida, por

ejemplo el poeta William Carlos William, escribió el poema en prosa Paterson un libro

que sin duda Smithson leyó ya que fue su pediatra. También Allen Ginsberg pasó una

temporada en la zona, cuando enseñaba en un colegio. El escritor y el artista llegarían a

ser amigos, como documenta una entrevista103.

Esta zona era una de las primeras áreas residenciales que habían surgido en los

años cincuenta, y que comenzaban a ser populares entre los americanos de clase media.

Primero vivió en el pueblo de Rutherford, y posteriormente en Clifton, muy cerca de

Passaic, donde luego realizaría varias de sus photoworks104.

El destino de Smithson es una ciudad industrial, anodina, afásica105. La fecha

elegida en la que realiza esta suerte de peregrinación es el 30 septiembre del año 1967,

justo en el cambio de estación que en Norte América es conocido como indian summer,

así menciona en el ensayo que “el cielo sobre Rutherford era un transparente azul

cobalto, un perfecto día de verano indio”106.

El texto de Los Monumentos funciona como experimentación ensayística que

combina la alternancia de su relato en primera persona con imágenes. Un foto-ensayo,

un diario de a bordo que recuerda la tradición literaria de los diarios de viaje que se

hicieron populares entre la clase aristocrática del siglo XIX. Siguiendo ese estilo a

102 SMITHSON, Robert: Writings, op. cit., p. 275.103 Ibídem.104 Recientemente, el Museo Montclair, ha dedicado una exposición, Robert Smithson´s New Jersey, que recoge la influencia de este territorio en la obra del artista. En esta muestra, se ha mostrado, por primera vez, una colección fotográfica llamada Suburbia, que realizó en el año 1966. Una crítica de la muestra escrito por Martha Schwendener se puede leer en este artículo del New York Times https://www.nytimes.com/2014/03/09/nyregion/a-review-of-robert-smithsons-new-jersey-at-the-montclair-art-museum.html [consultado el 10/7/2017]105 BOETTGER, Suzaan: Earthworks, op. cit. 106 SMITHSON, Robert: “Un recorrido por los monumentos de Passaic”, Seleccion de escritos, op. cit., p. 91.

La esencia entrópica en Robert Smithson

296

caballo entre el género epistolar, ensayístico y autoficción, el artista ofrece toda clase

de detalles, como qué tipo de lecturas lleva consigo el dia que decide montarse en el

autobús hacia Nueva Jersey. Lee el libro Earthworks de Brian W. Aldiss, una distopía

de ciencia ficción traducido al castellano por Un mundo devastado, ambientado en una

catástrofe medioambiental en un contexto de gran desequilibrio social, junto con el

periódico New York Times. Toda una declaración de intenciones, teniendo en cuenta que

posteriormente, tomaría prestado ese título –el de Earthwork– para la definición de las

obras en las que usaba materiales geológicos.

Robert Smithson.Monuments of Passaic,1967

La esencia entrópica en Robert Smithson

297

Que Smithson estuviese ojeando dos lecturas diametralmente opuestas, un

libro distópico de ficción, y un periódico, sin duda, no es aleatorio. Son dos fuentes

contrapuestas, por un lado, la inspiración de raigambre ficticia, por otro, un periódico

de gran tirada, donde se relata la realidad diaria. Smithson comenta que del periódico

lee la sección de arte, plagada de referencias al mercado de coleccionismo. Señala

que le sorprende ver una reproducción insertada en el texto, del pintor Samuel F.B.

Morse llamado Paisaje Alegorico, que un crítico de arte cita en su columna de opinión.

Smithson combina las referencias de este cuadro, con alusiones al exterior de su

recorrido, que pasa por Rutherford, ciudad donde vivió. También alude a Earthworks

citando el comienzo del libro: “el muerto iba a la deriva en medio del viento”107. En

este momento, Smithson, al observar el primer monumento, –un puente– se apea del

autobús, donde describe la imagen que ve como “una imagen sobreexpuesto (...) un

toque cinematográfico. Capturarlos con mi Instamatic 400 fue como fotografiar una

fotografía”108.

Como buen observador, Smithson describe con detalle otros monumentos que

se va encontrando por el camino, definidos como “monumentos menores”, que son los

estribos de la construcción de una nueva carretera. También se encuentra con una torre

de bombeo y una tubería, seis largos turbos que expulsan agua, una fuente a la que alude

con referencias sexuales, (incluso se podría decir homófobas).

Se encuentra con el paisaje que se asoma al otro lado del río, por el que

“deambula como en una película que no podía retratar por completo” y asegura que se

sienta desorientado hasta que ve un cartel de la construcción de la nueva autovía, ahí

como en una iluminación, expone su visión de la ruina romántica versus ruinas al revés

(que él inventa para referirse a las nuevas edificaciones por construir). Cuando llega a la

ciudad de Passaic, reflexiona sobre la realidad suburbial y compara esta pequeña ciudad

como un “futuro anticuado y pasado de moda”, posteriormente, se encuentra con el

último monumento: una caja arena, que le sirve de excusa para explicar su concepción

107 Earthwok es la historia de un apocalipsis ecológico, su personaje Nowle Nolan (a man who knows no land) is confined to transporting sand around the world by ship. WALDISS, Brian: Earthwok, Open Road Media Sci-Fi & Fantasy, Nueva York, 2014.108 Ibídem, p.88.

La esencia entrópica en Robert Smithson

298

de la entropía.

Passaic se convierte, de esta manera, en un ensayo que le sirve, no solo para

“performar” y representar una de sus obras, sino también como pretexto que exponga

sus ideas, en abierto, en el debate público. No en vano, el artista suele escoger medios

especializados en arte, como el caso de la prestigiosa revista ArtForum, en la que decide

publicar este artículo, para fomentar una discusión y poder presentar una alternativa

el modernismo de Greenberg. En vez de exponer sus fotografías en una galería decide

publicar un texto, lo que sin duda, es una manera de enfrentar a la crítica tradicional

del arte contemporáneo. ¿Es una mera crítica de arte? ¿Es una obra de ficción? ¿Es un

diario personal? La innovación de Smithson recae, precisamente, en aunar todas esas

definiciones, no comprometerse con ninguna, no poder ser definido. Es quizás por ese

motivo, una de las razones de que su obra haya trascendido a lo largo de los años y que

se haya revalorizado, incluso, haya adquirido más notoriedad con el tiempo. Smithson

abrió un camino que recorrer en la hibridación de las prácticas artísticas, pero también,

como hemos visto, literarias.

No cabe duda, de que, aunque no pueda ser considerado como un escritor al

uso, la literatura era una de las inspiraciones que más le alentó en sus años de madurez

artística. Y también es lícito argumentar, que, dentro de los géneros literarios, elige los

más singulares, peculiares, (podemos identificarlos como freakys). La ciencia ficción es

el género con el que más se identifica, puesto que le permite experimentar y proponer

otras realidades, otras alternativas. El lenguaje que utiliza, denota también, esas

influencias, que no solo se ven por las propias referencias que cita: “Estoy convencido de

que el futuro está (...) en los cándidos anuncios de ciencia ficción”109, también habla de

“películas utópicas de clase B”110. La ciencia ficción es una inspiración constante es sus

textos. James Mayer lo llega a considerar como “una ciencia-ficción de su presente”111.

Imbuir a sus textos de ese aire proveniente de la atmósfera propia de la ciencia ficción

le permite una flexibilidad inédita que le ha convertido en uno de los artistas clásicos a

109 SMITHSON, Robert: “Un recorrido por los monumentos de Passaic”, Seleccion de textos, op. cit., p. 94.110 Ibídem.111 MAYER, James: Entropy made visible, op. cit.

La esencia entrópica en Robert Smithson

299

la hora de mezclar géneros112.

Las descripciones que va intercalando, se refieren como a un Passaic distópico,

por ejemplo, la describe como una ciudad llena de agujeros, también que su centro es

como “un adjetivo aburrido” y que las diferentes tiendas que se suceden una detrás de la

otra son una “cadena de adjetivos disfrazados”113. En otra ocasión, alude directamente

a la ciudad como una entidad del futuro, como otro planeta, “con un mapa imperfecto,

sideral, marcado con líneas”114. Smithson, entonces concibe Passaic como si fuese una

realidad ficcionada, donde colisiona la emergencia del futuro en una ciudad que no

recuerda su pasado, porque vive en un perpetuo presente. Pero el futuro que viene,

estará vacío, sin significante, en un lugar del que nada se recordará porque, como los

suburbios que rodean ciudades como Nueva York, son caducos. Por eso, Smithson

insiste en utilizar un determinado lenguaje y vocabulario distintivo, propio de la ciencia

ficción; el lugar que corresponde a Passaic en el imaginario del artista es el de aquella

tierra marginal, anodina, de vacíos ordinarios. El mismo, en una de las entrevistas

responde lo siguiente al ser preguntado por la obra de Passaic:

una clase de ciudad industrial deteriorada donde estaban construyendo una autopista alrededor del río. En cierto modo era devastador. De alguna manera, el artículo que escribí sobre Passaic podría ser concebido como un tipo de apéndice del poema Paterson de William Carlos Williams. Viene de un tipo de ambiente en Nueva Jersey donde todo está estropeado. Nueva Jersey es como una California destruída, una California abandonada115.

Según Boettger Passaic representaría lo contrario al paisaje pastoral, relajado,

slow que, en esa época, se estaba proyectando de lugares como California116. Frente

al industrialismo y a la decadencia propio de los suburbios de la Costa Este, el grupo

112 Para saber más sobre artistas que hibridan el formato artístico y literario, véase: GASS, Willima; DRUCKER, Johanna: The dual muse: the artist as a writer, Washington University Gallery of Art, Washington, 1997.113 SMITHSON, Robert: “Un tour por los monumentos de Passaic”, Seleccion de textos, op. cit.,, p. 88.114 Ibídem, p.89.115 PETTENA, Gianni: “Interview with Robert Smithson”, Writings, op. cit.,, p. 298.116 BOETTGER, Suzaan: Earthworks, op. cit.,

La esencia entrópica en Robert Smithson

300

Mamas and the Papas, proclamaría la materialización del sueño americano a través de

su famosa canción California Dreaming,

All the leaves are brown And the sky is grayI’ve been for a walk On a winter’s day

I’d be safe and warm If I was in L.A.

California dreaming On such a winter’s day

En esta canción, a través del paseo, se invoca la pertinencia del soñador que

anhela sentirse cómodo y seguro en Los Ángeles, en el reconforte del invierno y del

cambio de estación. Su paseo es del tipo de ensoñación roussoniano, que siempre

desea volver a un lugar apacible, reconfortante. Por el contrario, el paseo smithsoniano

pretende oponerse a la edulcoración y romanticismo inherente al sentir occidental que,

para Smithson, suele transformarse a fin de cuentas en un, una invitación a la nostalgia.

Hace unos meses, el cineasta de culto Jim Jarmusch estrenó Paterson, una

película donde a través de su personaje principal, de nombre homónimo, se hila un relato

diario de la vida cotidiana de esta ciudad suburbial gracias al recorrido, en autobús,

que Paterson hace cada día de la línea 54. La poesía está presente en la vida de este

conductor, que en sus ratos libres escribe versos sencillos sobre el amor que siente hacia

su mujer, mientras, el entorno aparentemente sencillo y ordinario, le inspira para escribir.

Uno de sus libros de referencia es justamente Paterson, de William Carlos Williams, al

que alude de manera constante, en parte, porque se siente, y eso es lo que demuestra la

película, el sucesor de este poeta de referencia, que, además fue el pediatra del joven

Smithson. Hay una puesta en escena paisajística y urbana de Paterson, como ciudad

donde el hecho de que no ocurra nada extraordinario, hace que sea un lugar placentero

y, de nuevo, reconfortante, para la creación poética. Una de las escenas centrales de

la película, muestra al joven poeta conductor, observando las famosas cataratas el Río

Hudson. Una localización perfecta para la recreación paisajística con tintes pintorescos,

exóticos. Refuerza esta idea, la aparición de un turista japonés, que se encuentra en el

La esencia entrópica en Robert Smithson

301

mismo banco que el de Paterson por motivos idénticos a los del joven aspirante a poeta

y también lleva una copia de William Carlos William en japonés. Ninguno de los dos

habla el idioma del otro, así que, el lenguaje que les une, es ese, el legado de Carlos

Williams materializado en el paisaje y representando esa cascada, que es la imagen del

poemario que escribió. Se puede decir que el film es un homenaje al poeta a través de la

significación del lenguaje e imaginario visual de raigambre poética.

En la película también vemos escenas de interiores. Paterson ejecuta todos los

días el mismo ritual que le lleva a beber una cerveza en un bar de la ciudad. No es un

bar cualquiera. Es el pub que contiene la historia intelectual de Paterson. Todas las

grandes figuras que nacieron o vivieron ahí, incluido, como no, Carlos Williams y Allen

Ginsberg.

Jim Jarmusch.Fotograma de Paterson,2016

La esencia entrópica en Robert Smithson

302

Llama la atención que Smithson no se encuentra en esa genealogía de creativos

que el área de Paterson ha ido produciendo. Como si este territorio suburbial se

caracterizase por impregnar de una determino modus creativo a sus ciudadanos para

convertir, en última instancia, la ciudad de Paterson en una leyenda en la que han vivido,

de manera complaciente, músicos, escritores y poetas. Pero ni en la película, ni en las

reseñas que posteriormente se ha sucedido, se cita a Smithson.

¿Nadie ha sabido que vivió allí y que dedicó parte de su producción artística

a repensar este territorio? ¿No conocen sus Non-Site? ¿Sus recorridos? ¿No era tan

evidente su interpretación del paisaje y su relación con Paterson? ¿No forma parte

Smithson de la historia espiritual de Paterson, tal como sí lo ha conseguido Carlos

Williams? Al menos así lo piensan los críticos de su obra:

En algún punto, Williams se dio cuenta de que, al escribir un poema sobre Paterson, contribuía y pasaba a formar parte de la historia espiritual de la localidad, y supo integrar esa reflexión al texto, enriqueciéndolo. El resultado: un vaivén entre lo histórico y lo autorreferencial; un poema que, como las cataratas del Passaic de las que habla, arrastra a su paso cualquier elemento, incorporándose a su cauce117.

4.3.2. El antimonumento

Si tanto en Paterson de William Carlos Williams118 como en la película de Jim Jarmusch

hay una relación de complacencia con el paisaje a través de los elementos simbólicos

y poéticos del lenguaje, en Smithson esta relación empática no existe, por lo que su

estrategia consiste en revertir este proceso, visualizando la parte en negativo del paisaje

de Nueva Jersey. El artista no contempla la posibilidad de pasear por las agradables

cataratas de Paterson, se fija, por el contrario, en los desechos industriales generados

117 SALDAÑA PARÍS, Daniel: “Paterson, de Wiliam Carlos Wiliams” en: Revista Letras Libres [consultado el 12/09/2017] http://www.letraslibres.com/mexico/libros/paterson-william-carlos-williams118 La comparativa entre ambos artistas, Carlos Williams y Smithson con respecto a la relación con New Jersey (y en concreto Paterson) ha escrito SHAW, Lytle: “Boring Location. From place to site in Williams and Smithson”, pp 15- 45 en: Fieldworks. From place to site in postwar poetics, Universidad de Alabama, Alabama 2013. También se alude a la relación entre otro autor de la zona, Allen Ginsberg con Williams. LLama la atención una de las cartas que le escribe al poeta, aludiendo a su paseo por la zona: “También he estado caminando por los bares de las calles y descubriendo los bares. ¿Conoces esta área de Paterson?”

La esencia entrópica en Robert Smithson

303

en la fase de industrialización y aprovechamiento de los recursos naturales, y en los

elementos constructivos de la nueva autovía. Ambos “monumentos” tienen una

legitimidad similar, no basada en la antigüedad que les precede sino en representar la

decadencia entrópica a la que la sociedad está sometida.

Smithson, con frecuencia, llama monumentos a estas ruinas industriales, lo que

implica una reinscripción de la historia de los monumentos como concepción inherente

al pensamiento occidental. Es en el texto clave Entropy and the new monuments, la

guía fundamental que le sirve a Smithson para repensar la función y redefinición de los

monumentos como objetos que representan la entropía, que él identifica con las formas

frías del minimalismo, el arte inerte de era sin tiempo, aunque desde el inicio del texto,

el artista deja clara su intención: “muchos conceptos arquitectónicos que encontramos

en la ciencia ficción no tienen nada que ver ni con la ciencia ni con la ficción; por el

contrario sugieren un nuevo tipo de monumentalidad que tiene mucho en común con las

propuestas de algunos artistas actuales. Pienso específicamente en Donald Judd, Robert

Morris, Sol LeWitt, Dan Flavin y algunos integrantes del Park Place Group”119.

Más que repensar sobre las obras que los minimalistas estaban creando en ese

tiempo, Smithson reflexiona sobre las formas que quería investigar y lo que trasciende

hasta nuestro presente y probablemente perdure, es su capacidad de proyectar ideas e

imágenes a través del tiempo y el espacio120.

Como buen autodidacta, al referirse a la noción de monumento trae a colación la

genealogía intelectual que este concepto presupone. Expone Shapiro que hay una cierta

reminiscencia hegeliana en la concepción monumental de Smithson121. Para Hegel el

monumento es una obra de arte pública, una obra que pretende dirigir la atención general

hacia aquello que es fundamental para el modo en el que una comunidad se construye

a sí misma. Para Smithson, la entropía es el canal por el que las transformaciones

tecnológicas y sociales se asoman, y los artistas minimal son los encargados de

119 SMITHSON, Robert:, Entropía y nuevos monumentos, op. cit., p.18.120 LINGWOOD, James: “The weight of time”, en: Fields trips, op. cit., p .73.121 SHAPIRO, Gary: “Time and surfaces” en: Earthwards: Robert Smithson and art after Babel, p. 59.

La esencia entrópica en Robert Smithson

304

“construir sus monumentos de acuerdo con la entropía o en contra de ella”122, es decir,

llevar la atención sobre el gran cambio social que tiene su manifestación a través de la

arquitectura y el urbanismo, “la arquitectura de la entropía” por utilizar sus palabras,

que corresponden a la realidad suburbial de posguerra, escenificada en la proliferación

de establecimientos, centros comerciales, “laberínticos mostradores con montones de

mercancía cuidadosamente colocada, pasillo tras pasillo se convierte en consumismo

inconsciente”123. Smithson escribe sobre el crecimiento exponencial del consumismo

manifestado en este tipo de arquitecturas del consumo, que tiene su colofón en los

suburbios, y que participan de una determinada estética, una “lúgubre complejidad

de estos interiores le ha otorgado al arte una nueva conciencia de los insípido y lo

aburrido”124. Por eso Morris, “ha destilado una gran cantidad de estos hechos aburridos

y los ha transformado en artificios monumentales que simbolizan ‘ideas’ particulares”.

El monumento y la concepción smithsoniana del mismo, entonces, significaría la

representación entrópica de la realidad, que se materializa en un nuevo sentir, un nuevo

zeitgeist, abarcando toda la estructura social: desde algo tan simple como una cuestión

de materiales, los clásicos y “naturales como el mármol, el granito u otro tipo de roca”125,

son sustituidos por otros “artificiales como plástico, cromo y luz eléctrica”126 en la

construcción de estos nuevos monumentos, pasando por la durabilidad y temporalidad

“antinewtoniana” ya que, según su criterio “el tiempo como decadencia o evolución

biológica es eliminado por muchos de estos artistas”127, y una concepción del futuro

basado en la entropía, poniendo como ejemplo la primera exposición de LeWitt, que

“neutraliza el mito del progreso”, y es en la cuestión temporal, con sus ramificaciones

basadas en un modelo entrópico y cristalográfico, donde se detiene con mayor atención.

La idea es encontrar ciertos parámetros constantes en los artistas que trabajaban en el

mismo periodo que él, como Dan Flavin, Robert Morris o Sol LeWitt. Son artistas que

representan la pérdida de energía o la “historia inactiva”. Así los nuevos monumentos

122 SMITHSON, Robert:, Entropía y nuevos monumentos, op. cit., p.18.123 Ibídem.124 Ibídem.125 Ibídem.126 Ibídem.127 Ibídem.

La esencia entrópica en Robert Smithson

305

harán que “olvidemos el futuro”, ya no nos harán recordar el pasado. El objetivo de estas

obras no es perdurar en el tiempo como se persiguiera en los antiguos monumentos, sino

que pretenden estar situados en otra plano temporal, un “presente objetivo” que según

Smithson sufriría una reducción drástica de tiempo (en términos de duración) para pasar

la captación del instante.

Para demostrarlo señala ejemplos donde se podría encontrar esta teoría, como

en el caso de “monumentos-instante” de Dan Flavin o el “sub-monumento” de Lewitt

el que –dice Smithson– siente fascinación por las propiedades inertes128. Ejemplos

que responden a otro tipo de monumentos cuya estrategia de representación estriba

en la reflexión sobre el espacio y el tiempo, pero intentando llevar estas nociones más

allá, en un juego que identifica como “estructura de la materia”. Otra de las estrategias

que formaría parte de la entropía de los monumentos postulada por Smithson sería el

juego con las modulaciones temporales, como las obras de Judd, que las define como

“escondrijos del tiempo”.

No sólo propone su visión de los monumentos de calado entrópico en un plano

teórico, sino que lo lleva a la práctica en su obra Los Monumentos de Passaic. Tiene claro

que el propósito de ese seudo viaje con tintes antirománticos es establecer una práctica

entrópica que represente lo que ya ha argumentado a nivel textual ¿cuáles serían en

Passaic los nuevos monumentos? ¿Qué función desempeñan? ¿Son estos monumentos

una constatación de la pervivencia de la ruina? ¿Ha trascendido el concepto de (anti)

ruina y (anti) monumento a la historia del arte para legitimar precisamente lo que

Smithson atacaba?

Smithson designa como monumentos, tal como se ha visto, los desechos

industriales de Passaic, con esta operación está poniendo en cuestionamiento la

concepción histórica y tradicional de monumento, un proceso que ya se había iniciado

en las últimas décadas, donde se da una transformación en sus límites, culminado en

una redefinición que ha pasado a conocerse como “antimonumento”. Son muchos los

artistas que han puesto en cuestión, en crisis, la idea del concepto referido al monumento

público, tal como sugiere Serge Guilbault, quien considera que “lo que hoy día se está

128 Ibídem.

La esencia entrópica en Robert Smithson

306

haciendo evidente –que es manifestado por muchos artistas y escritores– es que un

monumento podrá ser siempre un monumento al poder, al ostracismo y a la fe ciega”129.

Se tiende a considerar que el valor epistémico de los monumentos reside en

la rememoración del pasado apelando a la nostalgia y a la exaltación. Un monumento

conmemora, connota, resignifica un lugar, le otorga entidad y legitimidad. Y es en este

marco referencial donde Smithson pretende operar, para desbancar los grandes mitos

e ídolos, la veneración incondicional sin un sentido crítico. Esta operación responde,

como se ha argumentando, al cambio de percepción y transformación de la realidad,

hacia la asunción de la entropía como forma irreversible de vida, por este motivo, no

extraña, que en este contexto de derribos de los valores tradicionales que hasta la fecha

habían resultado válidos, se hagan efectivas ciertas propuestas escultóricas que quieren

llevar el (no) monumento hacia nuevos parámetros.

Siguiendo este hilo argumental, habría que resaltar la tesis propuesta de Maderuelo,

la cual se basa en sostener que las nuevas estrategias de subversión reaccionarían ante

la tradición escultórica, –lo que se ha llamado la “pérdida de pedestal”130–, manteniendo

una serie de características comunes que las diferencian de esta tradición, como son, la

ausencia de voluntad conmemorativa, la pérdida del material y del entorno, la disolución

de los límites de la escultura, el rechazo de los materiales nobles y las nuevas cualidades

como lo efímero, entre otras.

Las posibilidades de investigación que estos nuevos artistas ofrecen, tienen

que ver con la busqueda de otras dimensiones, de una alternativa. Otros artistas

contemporáneos lleva a cabo ejercicios similares. La misma semana que se publicaba

el texto Los monumentos de Passaic, se celebra una exposición llamada Sculpture in

environment donde exponían Claes Oldenburg, con la obra Placid civic monument y

Barnet Newman con Broken Obelisk. Obras que también formulaban una nueva forma

de expansión de la escultura monumental en un espacio público.

Si tenemos en cuenta estas nuevas formulaciones de la escultura, dentro de

129 GUILBAUT, Serge: Los espejismos de la imagen en los lindes del siglo XXI, Akal, Madrid, 2009.130 MADERUELO, Javier: La perdida del pedestal, Círculo de Bellas Artes, Madrid, 1994, pp. 17-35.

La esencia entrópica en Robert Smithson

307

las cuales se puede incluir la crisis del

monumento, no extraña que Smithson

estuviera expandiendo los límites de la

propia noción de monumento, aunque

las intenciones smithsonianas, según él,

radicarían en “convertir un trabajo de

regeneración del paisaje en una obra de

arte, no en erigir un objeto sino en realizar

una intervención artística”131. Maderuelo

parece mantener el foco del trabajo

escultórico de Smithson en aquellas obras

en las que trabaja con la regeneración

de “tierras baldías” o abandonadas. Es

cierto que antes de morir, Smithson estaba

intentando convencer a algunas compañías

mineras para que le dejasen intervenir en

la que se encontraban en desuso. Fruto de

esta intención es la Propuesta que escribe

en 1972, subtitulada “proposal for the

reclamation of a stripe mine in site of

terms of Earth Art and its relation to the

Ohio State University Conference on Art

Education”, donde exclama:

nuestra conciencia ecológica indica que la producción industrial ya no puede permanecer ciega al paisaje visual. El artista, el

131 SMITHSON, Robert: “Proposal for the reclamation of a stripe mine in site of terms of Earth Art and its relation to the Ohio State University Conference on Art Education”, Writings, op. cit., p. 379.

Robert Smithson.Proposal Mining Projects,1972

La esencia entrópica en Robert Smithson

308

ecologista y el industrial deben desarrollarse en relación mutua, en lugar de seguir trabajando y produciendo de forma aislada. El valor visual del paisaje ha sido tradicionalmente del dominio de aquellos interesados en las artes. Sin embargo, el arte, la ecología y la industria, tal como existen hoy en día, se abstraen en su mayoría de las realidades físicas de paisajes o sitios específicos132.

Pero Passaic no parece conformarse como un lugar propicio para su idea del

reclamation land con fines visuales, más bien como primer estadio, donde poner en

práctica su visión entrópica. Por ellos los monumentos que señala son deshechos que la

sociedad desestima una vez extraída su utilidad.

No es casual que Smithson conociera de primera mano la obra de Alois Riegl,

quien escribió el texto El culto moderno a los monumentos donde clasifica los tipos de

monumentos en dos clases, por un lado, los intencionados, que son aquellos en los cuales

el valor y reconocimiento se deposita en la antigüedad del mismo133. La revalorización

del patrimonio y su conservación, ha fomentado que los monumentos se mantengan y

se atesoren, por el contrario el valor de los monumentos no intencionados, reside en la

subjetividad de quien los señala, no hay una legitimidad patrimonial atribuible, sino

que el propio concepto se expande hacia otros parámetros que no están basados en el

triunfalismos, ni un hecho pasado de la historia del que vanagloriarse.

En esta línea es en la que Smithson opera desde su obra en Passaic, puesto

que esas basuras que la industria ha generado no connotan hechos significativo de la

historia, pero sin embargo, son las certificaciones fehacientes de las lógicas acumulativas

y extractivas del progreso y el capitalismo. ¿Necesitan estos lugares olvidados ser

activados?

No parece que Smithson sienta la necesidad de volver a insertar estos desechos en

el círculo y flujo capitalista, como sí harían los ecologistas que abogan por las políticas

de reciclaje y recientemente, como expone la economía circular. Lo que sí que parece

es que Smithson plantea en Passaic el ejercicio práctico con el que certificar su obra

ensayística, exponiendo la “existencia cinematizada,” que se escenifica en una suerte

132 Ibídem. 133 RIEGL, Alois: El culto moderno a los monumentos, Visor, Madrid, 1987.

La esencia entrópica en Robert Smithson

309

de “mise en scene suburbana”. Su estrategia se basa en un juego semántico y visual que

tiene su traslación en la obra fotográfica de las instantáneas que toma de este lugar; una

operación que requiere de una objetividad y distancia con lo fotografiado, por lo que

de manera deliberada, no mencionar en el artículo, que éste fue su lugar de nacimiento.

Los Monumentos de Passaic son entonces, los anti monumentos entrópicos que

configuran el territorio de Nueva Jersey y ensayan otro tipo de temporalidad. Son las

ruinas en reverso, que se conforman como tales antes incluso de ser eregidas. Evitan, por

tanto, el tiempo diacrónico, que sí guardan los monumentos tradicionales que atesoran

el tiempo y duración como elemento constitutivo de su valor. Por este motivo, Smithson

establece con los museos una relación escéptica, dialéctica, porque contribuyen a la

legitimación del arte basado en un tiempo biológico, tal como la historia del arte opera,

según argumenta: “el tiempo como ideología ha producido muchas inciertas historias

del arte con la ayuda de los medios masivos de comunicación”134.

Un pensamiento dialéctico, confrontativo, que busca en las tensiones una

alternativa, y que en última instancia, pretende buscar un tiempo alternativo, un tiempo

que una los diferentes estratos temporales. Según Gary Shapiro, la obra smithsoniana

intenta imaginar un arte que “pueda atestiguar su poder y la verdad en la incorporación

de varias temporalidades y la tendencia entrópica a la que está sometida su obra”135. Es en

Passaic donde se hace efectiva la constatación de la decadencia del tiempo del hombre,

del tiempo humano, en definitiva, la entropía. Las ruinas de Passaic, son enantiomórficas,

porque reflejan el proceso irreversible del tiempo, y representan un futuro que no llegará:

el futuro es lo obsoleto al reves. Es entonces el tiempo entrópico el vector que define los

nuevos monumentos, pero es un tiempo negativizado, con reminiscencias foucaultiana,

tal como señala Shapiro, especialmente en el “enfoque del tiempo como una grieta o un

pliegue moderno dentro de una serie de estratos más amplios”136, una idea que también

sostiene Boettger al preguntarse cómo se puede expandir el concepto de heterotopía

134 SMITHSON, Robert: “Ultramoderno”, Writings, op. cit., p. 63.135 SHAPIRO, Gary: “Time and surfaces” en: Earthwards: Robert Smithson and art after Babel, op cit, p. 59.136 Ibídem.

La esencia entrópica en Robert Smithson

310

hacia las esculturas, una suerte de “idea social de los monumentos escultóricos”137.

El monumento entrópico, por lo tanto, responde a una inversión del tiempo,

una apuesta por detectar el “pliegue” donde se ha manifestado una pérdida, una grieta.

No extraña que estuviera interesado por la formaciones geológicas, por la mineralogía

y la cristalografía. en definitiva, las erosiones del tiempo que representan una materia

incontrolable, casi esparcida, un tiempo de la tierra, que comprende una temporalidad

inabarcable para el ser humano.

Passaic es entonces una suerte de agujero en el tiempo, donde las diversas

capas que lo componen permanecen en un estado de petrificación, de cristalización. No

pretende, el artista, reconectar con el pasado, glorioso o no, de la zona, sino al contrario,

señalar los puntos de fuga, los espacios intermedios, las fallas que disrumpe la maquinaria

del capitalismo. Son ruinas del presente, pero también lo fueron del pasado, y encaran

el futuro en un siempre estar suspendido. La obsolescencia del tiempo que permanece

laminada en pálpitos inestables de un futuro perpetuo, de un futuro al reves, que no

puede ya ser revisitado, ni conmemorado, ni consensuado ¿qué se debe conmemorar del

posfordismo? ¿qué queda en Passaic? El vacío del desequilibrio, la irreversibilidad del

tiempo soslayado, catalizado en un dispositivo, un cuerpo apócrifo, el del suburbia, que

permuta entre lugares, entre espacios.

4.3.3. Ruina

Las ruinas que se encuentran en Passaic son ruinas postmodernas, los objetos desechados

y erosionados, fruto de la agresividad con el que el sistema trata a los elementos que

lo constituyen. Smithson, sin tener un lenguaje cuanto menos reivindicativo, se vale

de este paseo para inocular su pensamiento a través de este desplazamiento narrado,

mediante la utilización de imágenes y de poéticas, crea su propio relato ante una

situación irreversible, un status quo por el que la inactividad, el no hacer nada ante esta

realidad, sería la lógica predominante. Para Fernando Castro, Passaic se conformaría

como “vedute posindustriales forman una utopía sin fondo, una estética del desencanto

137 BOETTGER, Suzaan: Earthworks, op. cit., p. 89.

La esencia entrópica en Robert Smithson

311

(...) En la ruina romántica hay todavía un pasado esplendoroso que rescatar, en los

deshechos que Smithson recorre no hay ninguna fondo histórico como en Beckett el

futuro puede encontrarse en los ‘basureros del pasado histórico’”138.

Son ruinas que se alejan de la connotación tradicional que los discursos

occidentales han legitimado en el último siglo. Ruina como vestigio del discurrir del

tiempo, como constatación de la perdurabilidad de la memoria. Son objetos que nos

hacen traer al presente valores históricos que posibilitan la creación de un discurso

hegemónico, donde sobresalen, en la mayoría de los casos, acontecimientos que forman

parte de la historia oficial y que ayudan mantener los mitos en los que sustentan ideas

como la nación, patria o tradición, pero también evocan sentimientos nostálgicos, que

activan memorias y relatos no vividos y que contribuyen a mitificar el pasado, así como

desear aquello que ya no está, que se ha evaporado, y que se convierte en objeto de

deseo, sostenido por una memoria frágil. El vestigio de lo que un dia fue y no volverá

a ser.

Andreas Huyssen investiga este fenómeno en sus textos. En Nostalgia por las

ruinas, señala la importancia que el movimiento romántico tuvo en la legitimación de

la ruina como elemento intrínseco a la nostalgia, lo que explica citando la referencia del

diccionario de Webster:

El diccionario Webster define nostalgia como homesickness o longing for far away or long ago. La palabra está compuesta por nostos (hogar) y algia (pérdida, deseo). El significado primario de la palabra remite a la irreversibilidad del tiempo: algo en el pasado que ya no puede alcanzarse. Desde el siglo XVII europeo, con la emergencia de un nuevo sentido de la temporalidad, caracterizado cada vez más por la radical asimetría de pasado, presente y futuro, la nostalgia como deseo de un pasado perdido se ha transformado en un mal moderno139.

Huyssen defiende que la obsesión por las ruinas en el contexto occidental tras

138 CASTRO FLOREZ, Fernando: “Robert Smithson. El dibujo en el campo expandido”, en : J.J. Gómez Molina, Estrategias del dibujo en el arte contemporáneo, Universidad Católica de San Antonio, Murcia, 1999, pp. 553-592.139 HUYSSEN, Andreas: “Nostalgia por las ruinas”, Punto de Vista. Revista de Cultura, Buenos Aires, n 87, 2007 p. 34.

La esencia entrópica en Robert Smithson

312

una emergencia del trauma y la memoria, se debe a la nostalgia encubierta por el pasado

modernista. Es el pasado lo que intentamos recuperar sin éxito, por eso, las ruinas,

también las industriales, recuerdan a un tiempo no tan lejano, donde la sociedad aún

se sustentaba en una serie de valores y vínculos sólidos. El anhelo de recordar lo que

no se ha vivido acentúa el deseo y la nostalgia de lo que ya no está. Hay por tanto

una correspondencia entre monumento-ruina: la alteración del tiempo físico de un

monumento original para reactivar la nostalgia. Para Andreas Huyssen, tales ruinas y

su representación en libros de fotografías, películas y exposiciones “son un claro signo

de nostalgia por los monumentos de una arquitectura industrial correspondiente a un

pasado”140.

140 Ibídem.

Robert Smithson.Monuments of Passaic, Negative Map,1967

La esencia entrópica en Robert Smithson

313

Smithson, siendo consciente de las implicaciones que las ruinas sugieren, pretende

revertir esta operación, para no caer en los peligros de la nostalgia como herramienta

de legitimación ideológica del pasado. La percepción romántica que este tipo de ruinas

entroncan con la noción de sublime-pintoresco y evocaciones melancólicas. Atributos

que pretende desactivar en Passaic, gracias a esta operación enantiofórmica, es decir,

revertida. Así, los monumentos que Smithson fotografía, son anti monumentos, su tour

por el paisaje newjersino es un anti tour, y el mapa que el artista inserta en el texto del

territorio de Paterson es en negativo, un detalle meditado y calculado, es su manera de

comunicar que el paisaje de Nueva Jersey es en realidad el contrapunto dialéctico, la

otra cara sin revelar, la imagen de vuelta, el reflejo que devuelve la imagen contrastada.

Pero, en las últimas décadas, también las ruinas industriales han contribuido

a la configuración nostálgica de la ruina. De acuerdo con Tim Edensor, este tipo de

ruina, cuyo origen inmediato corresponde a la época de la industrialización en sus

diversas etapas, representan “la oportunidad de desafiar y deconstruir la impronta del

poder de las ciudades”, ya que su ubicación, en los márgenes urbanos, permite no estar

sujeta a las constricciones a la imposición de la vida en la ciudad y sus tensiones141. Sin

embargo, los paisajes industriales, encarnan la representación de los flujos acumulativos

del capital, puesto que son los epítomes del progreso, es decir, los objetos y materiales

gracias a los cuales se ha podido construir la base de la sociedad moderna.

Por ello, Edensor, retomando la teoría lefebvriana, argumenta que este tipo

de ruinas fruto del florecimiento de la industria están sometidas a las dinámicas del

flujo especulativo, un fenómeno que él define como una suerte de “colonización del

espacio por el capital” una consecuencia que tendría, como primera instancia, la

presión sobre el espacio y el desarrollo de su potencial lucrativo. La conformación de

la ruina, en este sentido, se convierte en un elemento esencial para la articulación del

paisaje industrial, recuerda que todo espacio puede dar lugar a futuras especulaciones

y futuras producciones económicas. La ruina entonces encarna la irreversibilidad y la

141 EDENSOR, Tim: Industrial Ruins: Space, Aesthetics and Materiality, Bloomsbury, Londres, 2005.

La esencia entrópica en Robert Smithson

314

certificación de que no existe una alternativa al sistema de producción del capital, no se

puede revertir la ecuación. Son deshechos que no solo forman parte de un pasado, sino

que también forman parte del presente y del futuro. Otras ruinas vendrán a sustituir a las

que ahora pueblan Passaic.

Documentan, de esta manera, una realidad olvidada, la del ritmo vertiginoso

del sistema capitalista, la del agotamiento prematuro de los objetos. Dan cuenta de

un pasado y nos advierten de un futuro invertido. Volveremos a un futuro petrificado,

suspendido por la mirada de Medusa. Es un futuro inmóvil, negativo, en suspensión,

inactivo. Pero esta inactividad que pretende visibilizar en Passaic debe ser trabajada

a varios niveles, así pretende neutralizar cualquier vínculo emocional con el paisaje

que recorre, por este motivo omite la relación biográfica que guarda con New Jersey,

lugar de nacimiento y de desarrollo juvenil. Ocultando este dato pretende desactivar

la nostalgia, neutralizar los significantes que la tradición occidental otorga a las ruinas

como elementos que vanagloria el esplendor del progreso. Señalado la función negativa,

dialéctica, de Passaic, Smithson quiere partir de la destrucción para construir nuevos

significantes que quedarán de nuevo con premura, obsoletos y deberán ser restituidos

por los siguientes. La función negativa queda entonces reactivada el cuestionamiento

crítico, como una subversión de los parámetros del progreso, tal como apunta Huyssen:

Este sentido predominantemente negativo de la nostalgia en la modernidad tiene una explicación: la nostalgia se opone y corroe las nociones lineales de progreso, tanto las que se entiendan de forma dialéctica como filosofía de la historia, como las que se enmarcan de formas sociológica o económica como modernidad142.

Entonces la nostalgia también puede ser, según Huyssen, un arma, una herramienta

que cuestiona el progreso, y sus relatos triunfalistas. Esa es la tesis de Huyssen que

desgrana los peligros que encierran la articulación de la ruina como elemento legitimador

del pasado, que busca en una autenticidad a veces artificial o forzada, recrear un ideal al

servicio de la instrumentalización ideológica de los poderes fácticos.

142 HUYSSEN, Andreas:“Nostalgia por las ruinas”, Punto de Vista. Revista de Cultura, Buenos Aires, n 87, 2007 p. 34.

La esencia entrópica en Robert Smithson

315

Incluso Smithson quiere ir más allá de este posicionamiento, puesto que ni

siquiera se puede resquebrajar el progreso si está embebido de una noción entrópica,

cosmológica. La irreversibilidad del tiempo se constata en estas ruinas industriales que

provienen de un pasado no tan lejano, pero que se nos hacen arcaicas y deterioradas.

Contra la erosión que provoca el tiempo acelerado por la máquina capitalista, nada se

puede hacer, ni conservarse, ni preservarse.

Habría aquí que añadir un detalle significativo y es que en el mismo carrete de

fotografías del recorrido por Passaic también estaban las fotografías que hizo para la pieza

Ultramoderno, compuesto por fotografías de los edificios neoyorquinos modernistas,

acompañado por un texto, ya comentado, como si las dos obras tuvieran, en realidad,

un sentir generalizado, una esencia compartida. ¿Querría establecer un paralelismo

entre ambas obras? ¿Qué elementos tienen en común? Quizá la suspensión del relato,

la búsqueda dialéctica de los espacios y temporalidades que han sido enmarcadas por

la sociedad en un determinado paradigma. En el momento de realización de estas

obras coincide con el movimiento de preservación histórica del área metropolitana de

Nueva York, por lo que no sería casual que el artista situase el proyecto de Passaic en el

contexto del discurso preservacionista, surgido tras el boom inmobiliario de la Segunda

Guerra Mundial y la demolición de edificios para construir los nuevos. La polémica y el

debate en la esfera pública, forzó la creación de una ley bajo el amparo de la Comisión

Landmark, que estableció, como centro histórico, el Greenwich Village.

Si Smithson estaba interesado en este movimiento de reivindicación y

conservación es porque se relaciona con cuestiones que le preocupan, como la historia.

En Ultramoderno quiere redefinir el concepto de conservación, puesto que, según J.L.

Roberts, propone una actualización de la propia idea de preservación hipertrófica en la

cual todo es salvado, “en la habilidad de cristalizar todas las historias estos edificios

oscilan entre memoria, olvido, preservación y pérdida”143, de esta manera, Smithson

propone su propia forma de preservación histórica, basado en la idea cristalina del

tiempo; el pasado intercalado calidoscopiamente con el presente y el futuro es un eterno

estado, en una forma anti-entrópica.

143 ROBERTS, Jennifer L.: Mirror-Travel, Robert Smithson and history, Yale University Press, New York, 2004, p. 68

La esencia entrópica en Robert Smithson

316

Ultramoderno y Los Monumentos de Passaic no solo comparten momento de

publicación, sino que ambos exploran fórmulas donde se puede experimentar y teorizar

con la cristalización del tiempo histórico. En Passaic se materializan a través de la

ruina invertida y en Ultramoderno a través de las fachadas que traspasan estilos, y se

representan gracias al medio fotográfico, un hecho que para Roberts, es crucial:

la refutación del progreso de estas fotografías nos recuerda que para imaginar Passaic como término histórico, un lugar donde el tiempo mismo cesaría su movimiento. Smithson necesitaría ser capaz de imaginar la detención no solo del pasado pero también, equivalentemente el futuro. Su entendimiento del poder neutralizante del reverso enantiofórmico era especialmente útil en este sentido. El tour de Passaic hace uso liberal de esta clase de enantiomorfas estrategias; de hecho quizá la idea más convincente que ha sido transmitido al urbanismo contemporáneo deriva de este concepto144.

Roberts tiene razón al apuntar que son la historia y el progreso las claves par

analizar Passaic, ya que para el artista “están limitados por la entropía, la ineludible

corriente subterránea de todos los procesos humanos y naturales”145.

Su paseo por los suburbios postindustriales pero también por las tierras indígenas

y por las minas abandonadas, tienen el objetivo de igualar estos paisajes artificiales con

los monumentos y obras de arte de la civilización romana, por eso, en su texto escribe,

no sin un sentido irónico, bastante característico de su prosa ¿Ha sustituido Passaic a

Roma como La Ciudad Eterna?146. Refiriéndose, con estilo mordaz, a la idealización y

admiración que ciudades como Roma, cuna y nacimiento de la cultura, representa. Para

el artista, los paisajes que él recorre y atraviesa responden ante varias dimensiones, o

superficies, suficientes como “para permitir que el ojo vea el tiempo como una infinidad

de superficies o estructuras o ambas combinadas”147. Tiempo y espacio son para

Smithson coordenadas que se combinan y producen sedimentos, fósiles que certifican

144 Ibídem, p. 69.145 Ibídem.146 SMITHSON, Robert: “Un recorrido por los monumentos de Passaic”, Seleccion de textos, op. cit., p. 93.147 SHAPIRO, Gary: Earthwards, op. cit., p. 36.

La esencia entrópica en Robert Smithson

317

y comprueban que “la Tierra como mapa está sufriendo cambios, lo que conduce a la

sensación de que nada es seguro ni formal”148.

En el artista siempre reposa una pensamiento que se repite y se vislumbra,

aunque de manera sibilina, de que la irreversibilidad de los procesos entrópicos que

se dan en la Tierra, son inevitables. Nada se puede hacer para paliarlos, los esfuerzos

por campañas ecologistas por las política del reciclaje, no van a frenar el agotamiento

de los recursos naturales, que o bien son ocasionados como fenómenos sujetos a las

inclemencias de la naturaleza, o bien, por la acción humana.

148 SMITHSON, Robert: Writings, op. cit., p. 177.

Robert Smithson.Hotel Palenque,1969.

La esencia entrópica en Robert Smithson

318

De progreso disruptivo también trata la obra Hotel Palenque. Un hotel ruinoso

en medio del desierto mexicano, en la provincia del Yucatán. Podría haberse detenido

en las ruinas mayas, un tipo de monumento imprescindible en una visita cultural, pero

Smithson no está interesado en este tipo de ruinas, sino, de nuevo, en las ruinas que

señalan las erosiones modernas que el progreso genera.

Es un edificio ruinoso, con los cimientos todavía visibles, desnudos, un espacio

que deja ver los recovecos, los vacíos y los agujeros del propio proceso constructivo.

¿Qué tipo de interés podría suscitar una obra en construcción? Una ruina moderna, que

no contiene pasado, que no parece poseer algún interés artístico, más allá del que le

otorga el propio Smithson, aunque para él, desde luego, es significativo, pues encarna

la esencia entrópica. La repartición desigual de los recursos. La pérdida material, pues

esas construcciones que el fotografia, –imágenes que muestras el hotel a medio hacer–,

revelan el desgaste. Años más tarde, Smithson daría a conocer estas fotografías gracias

a una conferencia en la escuela de arquitectura de la Universidad de Utah en 1972.

En esa clase describe mediante diapositivas, las sensaciones que tuvo al analizar esta

pieza, y entre ellas, destaca su idea de desarquitecturización, ese no-lugar, que le sirve

como analogía de “la mecánica entrópica”, un dispositivo conceptual mediante el que

entrelaza varias ideas secuenciadas, desde la visión maya, el edificio actual y su ruina,

y de la que concluye que “la ruina es el alma secreta de todas las construcciones”149.

Para el artista el Hotel Palenque es un edificio localizado en un punto muerto, entre

la construcción y la ruina, “una especie de maravilla geológica mexicana creada por

el hombre”150. Imposible saber cuándo comenzó su edificación, pero aún más difícil

saber cuándo terminó, o si lo hará algún día: “todo el hotel se entrelaza y se vuelve a

entrelazar. Es una especie de gran conjunto de filigranas que se retuerce alrededor de sí

mismo”151.

Los estudiantes que se esperaban una clase tradicional en la que podían

contemplar ruinas tradicionales de la civilización indígena, se quedaron estupefactos

al contemplar las diapositiva de elementos ruinosos y constructivos de un hotel poco

149 SMITHSON, Robert: Hotel Palenque, México, Alias, 2011, p. 34.150 Ibídem.151 Ibídem.

La esencia entrópica en Robert Smithson

319

atractivo ni siquiera en términos arquitectónicos, una vez que la clase terminó, los

estudiantes comprendieron que la estrategia del artista era deconstruir los preceptos de

la disciplina, mostrando una arquitectura que desafía el funcionalismo.

Robert Smithson.Partially Buried Woodshed,1970.

Robert Smithson.Partially Buried Woodshed,1970.

La esencia entrópica en Robert Smithson

320

Una obra que tiene un principio, pero no un fin es Partially Buried Woodshed

localizada también en la Universidad de Utah. En 1970 esta Universidad organizó

un festival al que acudieron, entre otros John Ashbery o Allan Kaprow. Smithson fue

en calidad de artista tras haberle pedido de manera específica que realiza uno de sus

vertidos, sin embargo, sustituye esta idea por la de enterrar un edificio. Dando un paseo

por las inmediaciones de este campus se encuentra una cabaña que formaba parte de una

antigua granja abandonada que pertenecía al campus, allí podrá realizar una intervención,

ya que venía pensando en la posibilidad de enterrar un edificio, así que decide intervenir

esta cabaña trayendo tierra de un construcción cercana a la universidad. El peso de la

tierra hace que la viga central se quiebre, un hito fundamental de esta pieza, puesto que

es la representación de la entropía, como la caída del llamado Humpty Dumpty, “un

sistema cerrado que eventualmente se deteriora y empieza a resquebrajarse y no hay

manera de volver a colocar la spiezas en su sitio”152. Según Rob Hobbs es una de las

primeras piezas donde el artista tiene en cuenta la relación del adentro y el afuera, una

vez que el peso de la tierra agrieta la viga central, detiene el proceso de descarga, en

una suerte de representación entrópica que materializa la erosión y el desgaste material

en las estructuras. Una intervención procesual que ejemplifica la entropía en acción,

que pretende formar parte de las disrupción, dislocación de la materia. El desborde

del tiempo cristalizado en la rotura de la estructura arquitectónica, otra práctica que

pretende deshacer la arquitectura, romperla.

Unos pocos años después un grupo de estudiantes fueron asesinados mientras

protestaban contra la Guerra del Vietnam en ese mismo campus, por casualidad cerca de

este cabaña quebrada por la entropía, y así, sin serlo concebido, esta casa se convierte en

una suerte de monumento, aunque su intención primigenia es precisamente convertirlo

anti monumento. Que el tiempo se borre a sí mismo.

Este tipo de intervenciones forma parte de un interés mayor de Smithson por los

vertidos, así desde finales de los años sesenta realiza una serie de “trilogía de obras de

vertido” que son Asphalt Rundown en Roma, Concrete Pour en Chicago y Glue Pour

en Vancouver. Influenciado por el libro Principles of Geomorphology, de Easterbrook,

152 SMITHSON, Robert: “Entropy made visible” entrevistado por Alison Sky, en: Writings, op. cit., p. 303.

La esencia entrópica en Robert Smithson

321

que contenía imágenes flujos aluviales, capturas que intenta reproducir en este serie de

vertidos, donde lo que importa es el proceso, la acción del material de los elementos

que componen el vertido. En este libro también se encuentran imágenes de corrimientos

de tierra que engullían casas y poblados, imágenes que mostraban la impotencia de la

estructura ante el poder de la naturaleza.

En definitiva, las obras aquí mencionadas son intervenciones artísticas que

representan el concepto de entropía: desde las ruinas invertidas que describe en Passaic

–la debris industrial de un pasado cercano–; las ruinas de un hotel mexicano a medio

construir en una de las culturas, la mexicana, más antiguas que se conocen; el intento de

desarquitecturuzar mediante el enterramiento de una pequeña cabaña; o los propios

vertidos que realiza en diferentes lugares geográficos, son algunos ejemplos que

demuestran la constatación entrópica de la realidad. Frente al desgaste y la erosión

del tiempo, poco se puede hacer, salvo intervenirla, intentar revertirla, mediante la

cristalización del tiempo, la suspensión de su constructo ideológico. La neutralización

del dispositivo instrumental al que sirve la historia. Por eso le interesan los procesos

geológicos, que representan otra temporalidad, otros relatos no basados en un tiempo

Nancy Holt.Smithson’s Glue Pour,1969.

La esencia entrópica en Robert Smithson

322

lineal, cronológico. Smithson está operando para el futuro petrificado, fosilizado,

congelado, suspendido en un paréntesis atemporal, que posibilite la construcción

geológica del tiempo. De ahí que Shapiro resuma en esta cita, la preocupación

smithsoniana por la geología como forma de palimpsesto entrópico: “estos sitios

prehistóricos son ruinas, estructuras cuyo significado se descompone, sujeto a las

incursiones y las intercepciones de los procesos geológicos. Verlos como ‘una pila de

mapas ruinosos’, es entender que las estructuras entrópicas están siempre amontonados

uno encima de otros”153.

La desactivación nostálgica que este tipo de (anti) monumentos representan, se

logra permaneciendo en una suspensión, en un perpetuo presente, Passaic o Palenque.

Ruinas que quedaron intervenidas, en un impasse, el reverso donde el pasado no existe

porque la historia ha sido erradicada, y presente y futuro se mantienen detenidos. Nada

vendrá a sustituir lo que nace muerto.

4.3.4. Paisaje

La representación entrópica en la cosmovisión smithsoniana tiene en el espacio

y en el territorio una manera de arraigarse y materializarse. Es el territorio una suerte

de myse en scene, de puesta en escena, que le permite analizarlo, experimentarlo y

practicarlo desde esta consciencia. Ningún detalle en la producción de Smithson es

imprevisto, sino que responde ante un paradigma conceptual en el que se insertan sus

preocupaciones. Por lo tanto el hecho de que el territorio de Nueva Jersey forme parte

de su producción artística, responde ante un marco conceptual en el que se inscribe

también la relación que establece con el territorio.

De esta manera, la decisión de bajarse en Passaic aquella mañana del año 1967,

no responde a la azarosidad o a la espontaneidad que un primer momento pudiera

parecer, sino que responde a una precisión y una intencionalidad clara, la de recorrer un

lugar con un pasado y paisaje industrial plagado de referencias culturales e históricas,

que conscientemente omite, tanto en su fotografías como en su posterior texto. Quiere

153 SHAPIRO, Gary: Earthwards, op. cit., p. 161.

La esencia entrópica en Robert Smithson

323

que aprehendamos ese lugar en concreto, sin las connotaciones ideológicas sustraídas

de las interpretación bajo el prisma nostálgico. Quiere recordarla sin pasado, solo un

presente extensivo, que no contenga vestigios ni reminiscencias históricas; un presente

entrópico, en el que el tiempo permanecerá condenado ab eternum, como un punto de

fuga, en el que se cristalizan y se materializa, el futuro al revés.

Es el territorio el que demarca y agiliza esta obra, definida como foto-ensayo.

Un paisaje que se asoma y que Smithson observa como un paseante anti burgués y anti

flâneur. Smithson deconstruye la figura del caminante al recorrer el paisaje mutilado de

Passaic, porque considera que toda representación es una fantasmagoría y que agencia

humana y naturaleza, –en este caso representada en el paisaje–, corren en paralelo, por

eso argumenta que el paisaje dialéctico es “una negociación transparente y sin fin entre

naturaleza y cultura en la que cada una deviene un reflejo de la otra”154. Es el juego de

reflejos el que permanece latente en su práctica, como un recordatorio de que siempre

existe el reverso, la respuesta, la otra cara, así escribe: “El monumental estacionamiento

dividía, convirtiéndola en un espejo y un reflejo. Uno no sabía de qué lado del espejo

estaba”155.

Passaic entonces se configura como una “contra-ficción”, como un marco

disruptivo que pretender revertir su pasado, como una suerte de reverso de las

Cataratas de Paterson156, basada en una estrategia topográfica, que intenta fotografiar

lo fotografiado. De esta forma deconstruye el marco conceptual en el que este tipo de

referencias se inserta: la creencia del paisaje como parte del excepcionalismo americano

que contribuye al “apego nostálgico del pasado como un estado exótico al que aspirar”157.

La reapropiación del paisaje industrial de Nueva Jersey para reinscribir la historia

154 SMITHSON, Robert: Writings, op. cit., p. 131.155 SMITHSON, Robert: “Un recorrido por los monumentos de Passaic”, Seleccion de textos, op. cit., p. 9.156 Las Cascadas de Paterson se convirtieron en un lugar relevante en la topografía turística del siglo XIX, símbolo de la mezcla entre naturaleza e industria en este pequeño lugar, frecuente punto turístico de obligada parada en sus viajes por el continente en el siglo XIX. Para saber más véase: MENARD, Andrew: “Smithson´s Toxic Tour of Passaic, New Jersey”, Journal of American Studies, Volume 48, Issue 4, Nov. 2014, pp. 1019-1040. 157 SMITHSON, Robert: “Un museo del lenguaje en las inmediaciones del arte”, Seleccion de escritos, op. cit., p. 88.

La esencia entrópica en Robert Smithson

324

del paisaje, es entonces la estrategia por la que desarmar este paradigma. Para ello, se

apropia de los diarios de viaje comunes entre la aristocracia del siglo XIX como parte del

programa de expediciones que llevaban a cabo ciertos escritores. En este tipo de géneros

literarios predomina la idealización del paisaje, donde suele ser común las alusiones

al “paraíso perdido” en el que predomina la influencia clara del industrialismo inglés

y coincide con la Guerra Civil. Es el momento también de las grandes construcciones

ferroviarias, lo que constituye un capítulo importante en la historia visual americana,

ya que muchas de esta infraestructuras fueron retratadas por artistas que documentaron

este proceso transformativo del paisaje americano158. Esa documentación contribuyó a

fortalecer la construcción de la identidad y forjó el sentimiento de pertenencia nacional

tan característico del continente.

Hay varios elementos que confirman el conocimiento por parte del artista de este

bagaje cultural, una es la referencia las vías del tren, que como relata en el texto, han

sido sustituido por un parking: “caminé por un estacionamiento sobre las viejas vías del

tren que, en otra época, atravesaba Passaic”159, otra referencia clara es la inserción, al

principio de su ensayo, de la reproducción de un cuadro de paisaje “pintoresco” del siglo

XVII, que, de manera explícita, es un intento de llamar la atención sobre la tradición

intelectual de la representación del paisaje, trayendo a colación los debates que en los

siglos XIX tuvieron lugar en el marco de una reformulación del paisaje, pasando éste a

ser objetualizado. Una cuestión que W. T. J. Mitchell analiza en lo que define como “la

construcción ideológica del paisaje” que resume en tres ideas, 1) que en su forma pura

un es fenómeno europeo moderno, 2) que emerge en el s. XVII alcanzando su máximo

en el s. XIX y 3) que es originaria y centralmente constituido como un género de pintura

158 La fotografía de paisaje ha sido fundamental en la práctica de la fotografía. Entre la década de los 60 y 80 del siglo XIX estuvieron dominadas por las convenciones del paisaje, que autores como Charles Watkins siguieron, especialmente imbuido por las pautas del paisaje sublime y pintoresco. Será muy imitado y se ganará fama internacional internacional, marcando los estándares de la fotografía de paisaje comercial Entre el repertorio de fotografías, se encuentran vistas del Yosemite Park, Pacific Coast, y las áreas de Utah y Nevada, también fotografías de construcciones ferroviarias, como Cape Horn en Oregon. La idea que subyace es la de armonizar el paisaje con el progreso industrial, el equilibrio entre la inmensidad del paisaje y las vías. Para saber más véase KRAUSS, Rosalind: “The Originality of the Avant-Garde: A Postmodern Repetition,” op cit.159 SMITHSON, Robert: “Un recorrido por los monumentos de Passaic”, Seleccion de textos, op. cit., p. 9.

La esencia entrópica en Robert Smithson

325

asociado con una nueva manera de ver160. Por lo tanto, no sólo se constituyó a través de

aspectos de raigambre mítica, sino que también incluyó aspectos morales, ideológicos y

políticos como trasfondo subyacente que respalda esta concepción idealista.

En la historia del arte este género se ha debatido con profundidad, siendo los

debates centrados, en su mayor medida, en dilucidar hasta qué punto la cuestión estética

y espiritual prevalece sobre la material. La postura de Mitchell es defender lo artificial

de esta concepción, puesto que “la percepción del paisaje fue inventada en el mismo

momento que la historia, la única cuestión que queda es saber si esta invención tiene

una base espiritual o material”161. También señala cómo a lo largo de la historia ha

prevalecido un relato erróneo sobre la pintura de paisaje, por un lado asumir el paisaje

es un hecho postmedieval, es erróneo, puesto que en la época romana ya había una

escuela del paisaje, y por otro lado se da por sentado que la cultura del paisaje y de

la construcción de los jardines es un fenómeno de origen occidental, pero se obvia la

influencia que el paisaje chino ejerció, por ejemplo, en el paisaje inglés, que además

corre parejo al auge del imperialismo, siendo precisamente el discurso imperialista,

su base constitutiva, que lo convierte en un fenómeno global, más allá de cuestiones

políticas o ideológicas de clase162.

La idea central que Mitchell defiende, por resumir, es analizar el paisaje

no solo como una construcción ideológica, que además tuvo su impacto gracias al

establecimiento del imperialismo, sino también ir más allá de la categoría género y verlo

como un medio, con una amplia red de códigos culturales, una forma simbólica con su

propio derecho y expresión cultural.

Passaic, analizado bajo este prisma, se opone a la idea del pintoresquismo o el

concepto de sublime. La concepción alternativa del paisaje no puede ser entendida sin

la influencia que ofrece el arquitecto Frederick Law Olmsted, al que le dedica un texto,

160 MITCHELL, W. T. J.: Landscape and power, University of Chicago Press, Chicago, 2002, p. 9.161 Ibídem, p. 7.162 Mitchell, sin embargo, considera que el paisaje holandés puede ser visto como un gesto cultural anti imperialista y nacionalista, sugiere la posibilidad de la conformación de un paisaje híbrido que puede ser caracterizado simultáneamente como imperial y anticolonial. Ver: MITCHELL, W. T. J:Landscape and power op. cit., p. 10.

La esencia entrópica en Robert Smithson

326

coincidiendo con la exposición que el Whitney Museum le dedica en el año 1971163.

Es un arquitecto decimonónico encargado de realizar, entre otros obras, el parque

del Central Park en Nueva York. Conocido por rechazar la regularidad clásica de los

órdenes formales, Smithson lo presenta como predecesor “en términos de escultura de

la tierra”, como si fuera un pionero en las temáticas y nociones de las que el Land Art se

inspiraría casi un siglo más tarde. Lo que le interesa al artista es recatar el concepto de

dialéctica aplicado al paisaje.

Además coincide con la crítica explícita que el artista toma como constante desde

los años 70, hacia la idealización del paisaje histórico: “no hay una vuelta al Paraíso o al

paisaje del siglo XIX, que es básicamente lo que la actitud conservacionista es. La vista

al Paraíso es nostalgia hacia el jardín endosado. Esta idea sentimental del paisaje como

lugar bonito es directamente sacada de la preocupación romántica hacia el paisaje”164.

4.3.5. Desplazamientos

Hay una constante en la obra de Smithson y es el impulso por el movimiento, por el

desplazamiento, por el viaje. En todas sus obras siempre es necesario la presencia de

la acción, sin la cual las obras no podrían realizarse. Para Smithson el movimiento

se constituye en varias dimensiones, desde la física, la mental, la conceptual, y se

corresponden con el tipo de obra que realiza, tal como él mismo expone: “yo hago tres

tipos de obras: los no-lugares, los desplazamientos de espejos y los mapas de tierra o

mapas materiales”165.

Es una clasificación de obras ancladas en el movimiento y en el espacio, en la

geografía, “todo lenguaje se convertirá en un alfabeto de lugares”166. Pero este anclaje

del movimiento como dispositivo que permite la articulación conceptual que materializa

a través de sus obras y escritos, no está exenta de una contradicción, o para ser más

163 SMITHSON, Robert: “Frederick Law Olmsted y el paisaje dialéctico”, Seleccion de escritos, op. cit., pp 171-18.164 TONER, Paul: “Interview with Robert Smithson”, Writings, op. cit., p. 235.165 NORVELL, Patsy: “Interview with Smithson, Writings, op. cit., p. 192.166 SMITHSON, Robert: “Hacia el desarrollo de la terminal aérea” Seleccion de escritos, op. cit., p. 68.

La esencia entrópica en Robert Smithson

327

precisos, de una aporía; a veces el movimiento también implica inmovilidad. Como

ocurre en la entropía, que habrá parte de la energía que se quede inactiva, que no se utiliza,

y es precisamente la inmovilidad del movimiento la que tensiona las obras de Smithson,

que siempre oscilan buscando un orden entre el desorden, entre los límites, porque para

el artista no podemos escapar de los límites167. Dirá que en las obras de Robert Morris

“el movimiento está envuelto por muchas de formas de inmovilidad: acción retrasada,

energía insuficiente, lentitud general y una pereza generalizada”168, referencias sobre

la inmovilidad que hará a menudo: “en este miasma geológico se suceden extensas

facultades móviles que se desplazan de una forma absolutamente física. Aunque su

movimiento parece inmóvil, aplasta el paisaje de la lógica en ensueños glaciales”169,

también se encuentran este tipo de referencia en la Spiral Jetty, “mientras miraba al

sitio, el lago reverberaba en el horizonte, haciendo pensar en un ciclón inmóvil”170.

Tanto el movimiento que aparenta inmovilidad, como la inmovilidad que en

realidad contiene movimiento, se produce una acción de desplazamiento que es la

in(acción) que rescata Smithson. Por eso permanece la constancia por el movimiento

en diversas dimensiones en la mayoría de sus obras. Así se puede ver que en Passaic

como recorrido que implica el paseo a pie, y que a la misma vez documenta la erosión

del tiempo, su movimiento entrópico, su desgaste, pero también la demarcación de las

tensiones entre el centro del arte, en este caso Nueva York, con la periferia, con el

suburbio, jugando con ambos conceptos, por eso escribirá en su Tour: “en realidad el

centro de Passaic no eran un centro, sino un abismo típico o un vacío ordinario. ¡Qué

buen lugar para una galería!”171, también en Passaic se constata el (no) movimiento

del futuro, no habrá futuro porque el presente ha quedado inmovilizado, cristalizado

en las ruinas posindustriales que fosilizan cualquier intento que el progreso pueda

proporcionar, porque es obsoleto, caduco, “si el futuro es anticuado y pasado de moda

167 Ibídem.168 SMITHSON, Robert: “Entropía y los nuevos monumentos”, Seleccion de textos, op. cit., p. 25.169 SMITHSON, Robert: “Spiral Jetty”, Seleccion de textos, op. cit., p.161.170 Ibídem.

171 SMITHSON, Robert: “Un recorrido por los monumentos de Passaic”, Seleccion de textos, op. cit., p. 93.

La esencia entrópica en Robert Smithson

328

entonces estuve en el futuro”172, comenta de la ciudad de Passaic.

Caso análogo se encuentra en los Mirror displacement que tienen lugar en Yucatán,

el cual se inspira en la obra de John L. Stephens Incidents of travel in Yucatán (1843), un

libro popular de antropología sobre México173. En esta obra Smithson coloca un grupo

de doce espejos a lo largo de diferentes lugares. La serie dio como resultado un total de

nueve fotografías a color publicadas en la revista ArtForum, acompañado del ensayo

Incidentes de viaje-espejo en Yucatán. Es una obra concebida para el desplazamiento,

desde el metafórico, hasta el físico, puesto que “es una obra que requiere viajar”174. Los

espejos son colocados de tal manera que puedan reflejar y refractar los alrededores,

desplazando la solidez del paisaje y rompiendo sus formas, para Smithson se trataba

de fotografiar “un espejo buscando sus reflejos pero nunca encontrándolos del todo”,

porque “es una abstracción absorbiendo, reflejando el sitio de una manera física”175.

172 Ibídem, p. 91.173 Una afirmación que Ron Graziani argumenta en su libro Robert Smithson and the american landscape: “Los incidentes de Yucatán representaron una forma pintoresca de largo recorrido para archivar los viajes de uno. Al igual que sus predecesores, ‘la experiencia mental’ de los sitios se combinó con ‘la actividad física que se realiza en Yucatán’”, op. cit., p.23.

174 SMITHSON, Robert: “Incidentes de viajes-espejo en Yucatán”, Seleccion de escritos, op. cit., p. 143.175 LIPKE, William C.: “Fragments of a conversation with Robert Smithson”, Writings, op. cit., p. 190.

Robert Smithson.Yucatan Mirror Displacement,1969.

La esencia entrópica en Robert Smithson

329

En los Non-Site el desplazamiento también está presente, puesto que se trata de

traer a la galería (Non-Site) las intervenciones en lugares específicos y remotos (site) en

una suerte de desplazamiento físico y también de significados. Gracias a su metáfora

dimensional un sitio puede representar otro aunque no se le parezca físicamente, entre

el sitio real y el no sitio (la obra de arte es precisamente el desplazamiento de un lugar a

otro) existe un espacio de significado metafórico, tal como lo explica el artista:

a lo que te enfrentas realmente en un no lugar es a la ausencia de lugar. (..) Hay una dialéctica entre dentro y fuera, abierto y cerrado, centro y periferia. Va cambiando constantemente en esta duplicación sin fin, por lo que el no-lugar funciona como un espejo y el lugar actúa como un reflejo. La existencia se vuelve tan dudosa como un espejo. Se te presenta un no mundo, o lo que yo llamo un no-lugar176.

176 Ibídem.

Robert Smithson.Non-Site, Line of Wreckage (contact prints)1968.

La esencia entrópica en Robert Smithson

330

Bajo esta premisa el artista realiza un número de Non-Site en diferentes partes de

la geografía terrestre, porque “los Non-Site se convierten en mapa que señalan sitios en

el mundo fuera de la galería, y la visión dialéctica empieza a incorporar una tendencia

abstracción”177. Pero cada Non-Site se convierte entidad en sí misma, donde tienen lugar

diferentes tipos de ideas y de circunstancias aunque tengan un procedimiento similar: en

Line of wreckage (Bayonne, New Jersey) equipará el desarrollo y la expansión urbana

con los procesos geológicos; en A Non-Site (Franklin, Nueva Jersey), es una mina

abandonada en la que recoge piedras que posteriormente serán expuestas; en Palisades

Edgewater usa un mapa del siglo XIX y el libro de Schubert The Geology of New York

City and Environs fechado en 1961. Un relación más compleja con áreas mineras lo

hace en Cayuga Salt Mine Project que además formará parte de la primera exposición

sobre Earth Art, (ya mencionada) en la Universidad de Cornell.

Según Ron Graziani, “los Non-Site expuestos en las galerías son un re enactment

de las dinámicas producidas del capital. Las pone al servicio de otras industrias y

prácticas productivas. La presencia de la naturaleza en los Non-Site es desplazada y

aislada como rocas”178. Muchas son las lecturas aplicables a los Non-Site, Graziani se

centra en desentrañar la voluntad dialéctica e intermediadora que Smithson establece en

estas obras, pero también señala el detalle de la localización específica de cada uno de

ellos, pues la mayoría son realizados en Nueva Jersey, o en zonas periféricas, por eso

concluye argumentando que “Smithson equipara el proceso de de expansión suburbaana

con varios tipos de procesos geofísicos que continúan dando forma a la corteza de la

Tierra. Y, como monumentos fosilizados de depósitos aluviales, las ruinas temporales de

Passaic fueron una verificación de cómo es lo obsoleto al revés”179.

La entropía entonces es también una manera de representar aquello que queda

en desequilibrio, relegado: los vacíos entre ciudades y entre territorios, la periferia

como descarte, como desborde. Es en la periferia precisamente, donde Smithson quiere

177 ROTH, Moira: “Robert Smithson on Duchamp. Interview”, Writings, op. cit., p. 311.178 GRAZIANI, Ron: Robert Smithson and the American landscape, op. cit., p. 35.179 Ibídem.

La esencia entrópica en Robert Smithson

331

explorar la materialidad del arte, su sustancia científica y le otorga un valor específico,

configurandolo como estragos de memoria, una “memoria inactiva” que está ahí para

ser descubierta, puestas en entredicho, enfrentada.

Smithson posee una pulsión topográfica que le empuja a querer recorrer el

territorio y aprehender las diferentes capas estratificatorias que componen la estructura

del espacio. Así, se fundamenta esta querencia por la geología y los procesos biológicos

que suceden en la tierra, pero también por el interés generado en reinterpretar los

territorios circundantes a su lugar de nacimiento, Nueva Jersey, en un intento de señalar

los desequilibrios y los puntos de fuga que este territorio como producto suburbial nacido

al calor del posfordismo. Así argumenta de los suburbios son equiparables a la entropía,

puesto que ambos representan el desgaste desmedido y “la expansión descontrolada

de las ciudades y el número infinito de urbanizaciones del boom de la posguerra han

contribuido a la arquitectura de la entropía (..) cerca de las super autopistas que rodean la

ciudad, encontramos los centros de descuento y los outlets con sus estériles fachadas”180.

No es casual que en los años en los que Smithson reflexiona sobre estas cuestiones

coincide con la elaboración y el interés por analizar y desentrañar la realidad urbana

que emerge tras la consolidación del sistema capitalista, desde los estudios sociales,

que defininen bajo el término de posfordismo181, periodizado alrededor de la década

de los sesenta y setenta, en el momento en el que Smithson realiza gran parte de su

obra, y en especial, la que aquí se analiza. Motivo por el cual es necesario tener en

cuenta los grandes debates que tuvieron a lugar, a posteriori, en lo referente a los nuevos

modelos específicos de desarrollo capitalista en la fase de la denominada “reestructura”.

Es en esta fase donde el modelo de ciudad industrial, que tiene su estructura en una

zonificación y centralidad y que se consolida a la misma vez que se desarrolla de una

manera más determinante los procesos de suburbanización, fragmentado el espacio

urbano tradicional. En este sentido, cabría destacar dos modelos de ciudad que se

erigen como ejemplos: uno sería Los Ángeles y el otro la ciudad de Detroit. Ambas

ciudades han estado sujetas a la desindustrialización y dispersión de las fábricas con

180 SMITHSON, Robert: Entropía y los nuevos monumentos, op. cit., p.19.181 Se ha seguido la periodización y definición sugerida por Amin Amish en la edición qurealiza en el libro Post-fordism: A reader, Blackwell Publishers, Oxford, 1994.

La esencia entrópica en Robert Smithson

332

la consecuente atracción de la clase media trabajadora. Es en este contexto, cuando los

suburbios se erigen como pequeños microcosmos o sucedáneos de ciudades que rigen

por sus propia normas, diferentes de las establecidas en las metrópolis circundantes y

propician un modo de vida distinto. David Harvey analiza este proceso de expansión

suburbana, como un modo de vida propio, con sus especificidades espaciales182. Suburbia

es definido como la búsqueda de las “utopías burguesas” en la frontera de las “malas

hierbas” que se transforma en la segunda mitad del siglo XX en una nueva forma, una

suerte de otra ciudad: la urbanización de los suburbios183.

En este sentido, Harvey resalta el papel de los historiadores que relacionan los

cambios culturales acontecidos en esta década con la transformación de la experiencia

urbana, donde, apunta el geógrafo, las prácticas espaciales no son inocentes con respecto

a los procesos acumulativos del capital, y la reproducción de las relaciones de clase bajo

el capitalismo, que son “una arena permanente de conflicto social y lucha”184.

Passaic también representa no sólo la periferia física en su opuesto a la ciudad,

sino también la periferia del sistema artístico. Smithson prefiere transitar otros espacios

menos interesantes a nivel estético a favor de lugares que le sugieren otro tipo de

belleza, porque hará suya la frase de Heráclito: “el mundo más bello es un montón de

escombros dejados caer en confusión”, por eso tiene que ser en la periferia donde se

sienta cómodo para poder trabajar, porque se siente atraído “hacia las regiones mineras

o regiones con determinadas condiciones volcánicas, como tierras baldías más que la

182 Desde la publicación de uno de los textos clave que articula y renueva la disciplina de los estudios urbanos, por parte de David Harvey en 1973, llamado Social Justice and the city, en el este pensador ya articula una de sus tesis básicas que aún hoy siguen vigentes debido al impulso que los estudios urbanos están generando por las políticas neoliberales impuestas por el sistema capitalista. De esta manera, para Harvey es la propia ciudad como “máquina capitalista” la que genera desigualdades, y son sus instrumentos de planificación urbana y las decisiones con respecto a las políticas públicas las causantes de estas desigualdades, las que con su implementación “reproducen una redistribución restrictiva” de los modos de vida inherentes al funcionamiento del sistema urbano, sus prácticas cotidianas y sus particularidades. Ante esta realidad, Harvey propone aplicar el concepto de “justicia redistributiva territorial” y también no restarle importancia a la cultura y a sus políticas como agentes determinante en la conformación urbana. No habría que olvidar la publicación del texto, en este tiempo crucial, de Manuel Castells, La cuestion urbana.183 FISHMAN, Robert: Bourgeois Utopias: the rise and fall of suburbia, Basic Books, Nueva York, 1989.184 HARVEY, David: “Flexible accumulation through urbanization: reflection on “post-modernism” in the American City” en Post-fordism: A reader, op. cit., pp. 260-286.

La esencia entrópica en Robert Smithson

333

noción tradicional de escenario de quietud, tranquilidad”185.

Así Smithson contribuye, desde su disciplina, a la reflexión sobre la expansión

urbana y la conformación de la periferia; dirá en su tour de Los Monumentos que “el

centro” de Passaic es un como un adjetivo aburrido. Ahí, cada “tienda era un adjetivo

junto a otro; una cadena de adjetivos disfrazados de tiendas. (...) En realidad el centro

de Passaic no era un centro, sino un abismo típico o un vacío ordinario”186. Porque son

las zonas límites, los vacíos y los territorios abandonados los que le interesan, y por

eso mediante el territorio practicado que suponen los Non-Site, pero también el tour

foto-narrado de Passaic, conforma un relato anti moderno en el que la entropía como

episteme articula el núcleo central de su su hipótesis.

Y es mediante la herramienta del desplazamiento la que posibilita que obras

como los Non-Site se lleven a cabo, como una confluencia estratégica donde puede

experiementar las cuestiones que le preocupan: “empecé a interesarme en los sitios...

Supongo que un sentido estos sitios tenían algo que ver con la entropía, esto es, un

asunto dominante que recorre lo demás. (...) Y llegué a interesarme en un tipo de paisaje

de perfil bajo, la cantera o las áreas mineras que podemos llamar paisaje entrópico, un

tipo de zona límite”187.

Por eso, en los escritos del artista, se encuentran referencias al desplazamiento

a pie y al proceso del caminar como parte del experiencia creativa. De esta manera, nos

encontramos alusiones al ritmo de la narración que permite y posibilita los recorridos

por los paisajes y lugares que transita para sus obras. Crean movimiento y acción además

de constituirse como una herramienta esencial que complementa el recorrido. Vemos

algunos ejemplos: “conforme andaba hacia el norte” (...) “había estado vagando por una

imagen móvil que no podía parar de imaginarme” (...) “a continuación descendí hacia

una serie de aparcamientos” (...) “en cualquier momento mis pies atravesarán el suelo de

185 SMITHSON, Robert: “Entropy made visible” entrevistado por Alison Sky, en: Writings, op. cit., p. 308.186 SMITHSON, Robert: “Un recorrido por los monumentos de Passaic”, Seleccion de escritos op. cit.,, p. 92.187 CUMMINGS, Paul: “Interview with Robert Smithson for the Archives of American Art” Writings, op. cit., p 293.

La esencia entrópica en Robert Smithson

334

cartón”188. Este mismo sentido, se encuentra en el ensayo sobre la obra de Law Olmsted:

“entré al parque a la altura de la calle 96 y Central Park West, y caminé hacia el Sur a lo

largo del oeste de la presa” (...) “realmente es un paseo, un lugar para caminar sin rumbo

y distraídamente, una maraña que se extiende en todas direcciones” (...) “caminando

hacia el este, pasé junto a unos cantos rodados con graffiti”189.

También menciona el acto de pasear en obras como los Non-Site: “caminé hacia

un tipo de estación buscando un site”190, así como en los Desplazamientos del Yucatán,

donde equipara al acto de caminar con el del ver, dos acciones que son constitutivas y

estructurales en sus obras: “caminar condicionaba la vista, y la vista condicionaban el

caminar, hasta que parecía que los pies podían ver”191.

El trabajo de Smithson tiene la necesidad de cubrir distancias, como si quisiera

crear su propio espacio del arte descentralizando, llevándolo al límite, allá donde nadie

quiere ver, y aparecen, sin embargo, lugares contra escénicos, contra sublimes, que hacen

enfrentarse a los procesos desnaturalización que crean disrupciones en la narración

histórica y pulverizan y suspenden el sentido de belleza, o más bien posibilita otro tipo

de belleza no normalizada, que a ojos de la institución-mercado han categorizado como

pintoresco. Por eso los Site y los Non-Site, cubren la distancia que separa los extremos

de la institución artística, tanto simbólica como físicamente, o los desplazamientos de

espejos en los que cubre la distancia del reflejo y su reverso. Su obsesión por llevar

los límites al límite es la tónica general que fluctúa en su obra, precisamente como una

oscilación entrópica, en la que la energía que se gasta y la que permanece inactiva es

transformada hacia otro estado, porque “siempre estamos presos entre dos mundos. En

este sentido, el Non-Site es el centro del sistema, y el site es el margen o el borde”192.

188 Aquí Smithson homenajea a Thoreau. Ver: THOREAU, David: Walden. La vida en los bosques y del deber de la desobediencia civil, Barcelona, Juventud, 2010, quien escribió “el cielo está en nuestros pies así como en nuestra cabeza”.189 Citas provenientes del texto escrito por Smithson: Frederick Law Olmsted y el paisaje dialectico, op. cit., p. 182, 183, 184, respectivamente.190 LIPKE, William C.: “Fragments of a conversation”, Writings, op. cit., p. 189.191 SMITHSON, Robert: “Incidentes de viajes-espejo en Yucatán”, Seleccion de escritos, op. cit., p. 142.192 BEAR, Liza; SHARP, Willoughby (ed.): “Discussions with Heizer, Oppenheim, Smithson” Writings, op. cit., p. 249.

La esencia entrópica en Robert Smithson

335David Maisel.Smithson’s Spiral Jetty (1970)2005.

La esencia entrópica en Robert Smithson

336

4.4. Conclusión: En espiral

The spiral is entropic. It displaced the center and glides away toward absence. Robert Smithson

He conformado con mi maquinaria una nueva pieza de metal,que parece construida especialmente para durar.Y ahora que me doy cuenta he grabado una espiral.Programa en espiral.Programa en espiral.Aviador Dro

Cerco un centro di gravitá permanente.Franco Battiato

La naturaleza es una esfera infinita cuyo centro está en todas partes y cuya circunferencia en ningún lugarPascal

Robert Smithson ha pasado a consagrarse como uno de los artistas fundamentales en la

historia cultural y visual, no sólo por haber formado parte de una lo de los movimientos

más importantes y posiblemente populares de las últimas décadas, sino por su propio

talento e independencia, al margen de modas o “escuelas”. Su producción artística fue

elevada a pesar de su interrupción prematura. Las obras y los ensayos se solapan en un

amalgama que a veces ha resultado difícil de descifrar. Por la dificultad de clasificar

su obra, se le suele definir como ecléctico, y a veces este tipo de calificativos tan

generales, suele eludir la profundización en toda su obra. Pero no creo que ese sea el

mejor calificativo para definirlo. Seguramente no haya una definición adecuada para

aglutinar su trabajo. Lo que hay son una serie de conceptos que en estas páginas se han

intentado desentrañar y analizar a través de sus obras. De entre todos estos conceptos

ha surgido la entropía como elemento intrínseco e inmanente en su pensamiento. Pensar

la entropía como una forma de pérdida de energía, de erosión de los procesos naturales

agendados por la humanidad, pero también referidos a una pérdida de la experiencia

unida a la percepción en un contexto convulso en el que parece que el desorden sustenta,

constituye y forma parte del propio orden, como si uno no se puede dar sin en el otro,

La esencia entrópica en Robert Smithson

337

una suerte de contradicción al que el concepto de entropía está somentido. Es una idea

que vibra con especial resonancia en el artista, “un mundo descolorido y fracturado

rodea el artista. Ordenar este caos de corrosión de patrones, cuadrículas y subdivisiones

es un proceso estético que apenas ha sido tocado”193.

El interés de Smithson hacia las formas cristalinas presentes en los sistemas

naturales y materiales proviene entonces de ese impulso por buscar los patrones

ordenados en la naturaleza, aquellos que conforman la producción natural y crean un

sistemas de supervivencia basados en este principio. ¿Es la búsqueda del orden lo que

lleva a Smithson a estudiar la cristalografía y las especies naturales que lo encarnan?.

Probablemente esté rescatando el principio original que rigen las formas de vida. Frente

a la tendencia capitalista hacia sistemas desorganizados donde se aumenta la entropía o

se acumula la energía inservible como despojos de la sobreproducción, (la basura de la

historia, de la que dirá “estoy convencido de que el futuro está perdido en alguna parte

de los basureros del pasado no-histórico”194) busca la armonía en formas orgánicas de

supervivencia inherentes en la naturaleza, y es que para Smithson, “lo que busca el

artista es la coherencia y el orden, no la verdad, ni tampoco afirmaciones correctas ni

pruebas”195.

Pero su interés radica, de igual manera, en intentar señalar la prehistoria del

presente, o mejor dicho “la prehistoria moderna”196, que se materializa en ciertas obras,

por ejemplo en sus viajes por la península del Yucatán, plagada de ruinas mayas.

Pero en sus intervenciones prefiere eludir la historia y fijar su atención en otro tipo

materiales geológicos, que le permiten conocer la base de la formación de la vida en la

naturaleza. Esta pulsión también nace del interés por conocer el origen cultural de las

civilizaciones occidentales. Y este es el motivo por el que le interesa Europa como cuna

193 SMITHSON, Robert: “Una sedimentación de la mente: proyectos terrenos”, Seleccion de escritos, op. cit., p.115.194 SMITHSON, Robert: “Un recorrido por los monumentos de Passaic”, Seleccion de escritos, op. cit., p. 94.195 SMITHSON, Robert: “Un museo del lenguaje en las inmediaciones del arte”, Seleccion de escritos, op. cit., p. 110.196 Dirá en su texto sobre la Spiral Jetty que: “Algunos viejos muelles habían quedado muy altos y secos. La simple visión de los fragmentos de basura y desperdicios nos transportaba a un mundo de prehistoria moderna”, SMITHSON, Robert: Seleccion de escritos, op. cit., p. 160.

La esencia entrópica en Robert Smithson

338

de la civilización, donde comienza a efervescer la historia, las religiones y las ideologías

que han dominado el pensamiento occidental y colonial197.

Los viajes que realiza en Europa demuestra la búsqueda de los orígenes de la

cultura y de los suyos propios198. En Roma le interesa los orígenes de la historia en sus

ruinas, aunque su intervención artística en forma de vertido, la hará en la periferia;

en Reino Unido visitará Stonehenge, donde realizará un Non-Site; y en Alemania,

realiza otro Non-Site en Oberhausen, un paisaje post industrial así como el earhtwork,

Broken Hill. De esta forma, Smithson va creando una constelación geográfica que

remite a lugares míticos y estructurales en la creación de la cultura occidental, donde

decidirá realizar sus obras como respuesta ante este paradigma, como una respuesta

deslegitimadora de la historia de la civilización, enfrentandola, eludiendo su historia

e interviniendo en lugares donde los procesos entrópicos se han dado en una mayor

medida. Esas intervenciones son las ruinas del presente “las ruinas al revés” que los

monumentos ideológicos consumados al poder hegemónico no evidencian, y donde

las cualidades entrópicas aparecen de una manera más clara en formas de materiales

ruinosos.

La creación de esta alternativa pasa por situarse como un mediador entre

polaridades que pueden representar una confrontación dialéctica pero que forman

parte de ese mismo proceso entrópico e irreversible. La dialéctica como base de su

pensamiento le permite enfrentar conceptos y explorar los límites. Esa mediación se

produce en varios niveles, desde las reflexiones sobre el lenguaje que atraviesan su

obra ensayística, ya que para el artista el lenguaje constituye una forma material como

otra, y tiene una entidad autónoma, pasando por el encuentro entre la industria minera y

movimiento ecologista, donde la postura de Smithson se sitúa en medio, considerando

que el ecologismo no deja de ser un lavado de cara del sistema capitalista y las políticas de

reciclaje poco pueden hacer frente al fenómeno irreversible, irreparable de la entropía199,

197 En la entrevista con Cummings, le comenta que “siempre me han interesado los origines y los principios primordiales, como la naturaleza arquetípica de las cosas”, SMITHSON, Robert: Writings, op. cit., p. 286.198 “Se convirtió en una cuestión de abrirme camino desde debajo de los montones de la historia europea para encontrar mis propios orígenes”, Ibídem, p. 287.199 “Uno podría pensar que la crisis energética es una forma de entropía. La tierra es un sistema

La esencia entrópica en Robert Smithson

339

por eso insiste en negociar con algunas empresas de extracción minera la posibilidad de

poder utilizar las minas abandonadas200, porque, según el artista, “tenemos que aceptar

la situación entrópica y más o menos aprender a reincorporar este tipo de cosas que

parecen feas”201. También media entre el sistema del arte y las maneras de representar

su poder, ya sea ésta o bien través de los espacios de poder como son los museos u otro

tipo de espacios para el arte, como son los galerias, –lo que logra gracias a sus Site/

Non-Site y de las obras definidas como earthworks, trabajando con la especificidad del

sitio–, o por la construcción del relato normativo que encarna la disciplina de la historia

del arte202, desafiándolo con la práctica ensayística y crítica y adoptando un modelo de

disciplina encarnado en la figura desafiante de George Kubler.

¿Puede esta estrategia mediadora que busca una forma de encuentro y de

equilibrio constituirse como una propuesta frente a los procesos irreversibles, y por

tanto estrategizarse contra la entropía? En su argumentación sobre el concepto de

entropía, comenta Rudolf Arnheim que ésta también representa, en algún punto del

proceso termodinámico, el equilibrio. ¿Quería entonces Smithson reestablecer ese

equilibrio perdido? Dejar al tiempo discurrir el curso natural de erosión, tal como ocurre

en la Spiral Jetty. Si se ha querido dejar para el final el comentario de esta obra, no

es porque se quiera realizar un análisis exhaustivo de esta pieza, para ello hay una

serie de bibliografía específica y detallada sobre la misma203, sino por lo que representa:

cerrado, sólo hay un cierto tipo de recursos y por eso hay un intento de revertir la entropía a través de la entropía”, SMITHSON, Robert: Writings, op. cit., p. 302.200 En 1972 Smithson redacta una propuesta, en la que escribe: “el artista debe aceptar y contraer todos los problemas reales que los ecologistas y los industrialistas confrontan. Es mi esperanza que el proyecto del Egypt Valley se haga antes de la conferencia internacional del arte en la educación, y así los críticos y estudiantes pueden aprender de una situación concreta. El arte no debe considerarse como un mero lujo, sino que debe trabajar con el procesos actuales de reclamación y de producción. Debemos empezar a tener una educación en el arte basada en los “sites specific” Cómo vemos los lugares no es un preocupación secundaria, sino primaria”, SMITHSON, Robert: Writings, op. cit., p. 379.201 SMITHSON, Robert: “Entropy made visible”, entrevista con Allison Sky, Writings, op cit., p. 307.202 Smithson se refiere a la disciplina de Historia del arte en varias ocasiones, siempre con una tendencia a buscar una historia alternativa a la dada, en Quasi infinites and the waning of space dirá que “el tiempo como ideología ha producido muchas historias del arte” Writings, op cit p. 63, en A refutation of historical humanism que: “hay tantas historias hoy como críticos. No existe eso de una solo historia del arte”, SMITHSON, Robert: Writings, op cit., p.336.203 BAKER, Goerge; COOKE, Lynne: Robert Smithson: Spiral Jetty: true fictions, false realities, University of California Press, California, 2005; LOE, Sidney: The Spiral Jetty Encyclo: Exploring

La esencia entrópica en Robert Smithson

340

la culminación, cohesión y la relación con otras de sus obras. Es la representación

entrópica de los procesos que son intrínsecos a la naturaleza, puesto que está hecho con

materiales del tipo mineral, y que por tanto, se enfrentan a otro tipo de temporalidad de

base geológica (de hecho durante unos años desapareció debido a la inundación sufrida,

para luego volver a emerger).

Está localizada en Utah, en un lugar recóndito y de difícil acceso, un sitio

escondido en el que es necesario convencer de antemano la localización, por eso Gary

Shapiro piensa que tanto la Jetty como los suburbios (a los que continuamente recurrirá

para sus obras) que además constituyen dos de sus proyectos más importantes en su

carrera, “son lugares secretos” que se conforman como ruina incluso antes de estar

condenados a la decadencia204. De igual manera la Spiral representa la cuestión de escala

que ya empezara con el proyecto de aeropuerto fallido de Dallas Forth, que se constata

como obras inabarcables, que se desbordan tanto de la escala como de los límites y que

apelan a la noción de experiencia y percepción pues según Smithson, “la escala depende

de nuestra capacidad de ser conscientes de los fundamentos de la percepción. Cuando

uno se niega a liberar la escala de tamaño, se queda con un objeto o lenguaje que parece

ser definitivo. Para mí la escala opera por la incertidumbre. Estar en la escala de la

Spiral Jetty significa estar fuera de ella”205.

La Spiral ha conseguido, efectivamente, estar fuera del tiempo biológico, y

alinearse con el tiempo geológico. La apuesta de Smithson es de naturaleza geológica

porque ofrece un sentido del tiempo mucho más amplio,206 que posee una duración

diferente y que permite construir una temporalidad basada en la permanencia, o al

menos en la posibilidad de impregnación o de extensión: “nunca me han interesado

trabajos sin una sustancia permanente. Quería trabajos que tuvieran una duración más

Robert Smithson’s Earthwork Through Time and Place, University of Utah Press, Utah, 2017.204 “La Jetty y los suburbios son acciones secretas, a pesar de que uno se encuentra en un lugar de desechos casi inalcanzable y el otro es un centro de población deslocalizado. La expansión suburbana no solo está entrópicamente condenada a la descomposición, sino que es una ruina”, SHAPIRO, Gary: Earthwards, op cit., p. 226.205 SMITHSON, Robert: “Spiral Jetty”, Seleccion de textos, op. cit., p. 161.206 ROTH, Moira: “An interview with Robert Smithson” en: TSAI, Eugenie; BUTLER, Cornelia: Robert Smithson, op. cit., 2004, p. 90.

La esencia entrópica en Robert Smithson

341

larga, algo suficientemente sustancial que fuera permanente, en otras palabras, algo que

puede ser impregnado con el cambio y con diferentes condiciones”207.

También aquí elude la confrontación con el pasado histórico del lugar. El lago

salado en Utah está situado cerca de un lugar de reenactment histórico, el del Golden

Spike, que rememora la primera celebración del ferrocarril transcontinental de los

Estados Unidos en el año 1869. Tal como documenta Jennifer L. Roberts, unos meses

antes de la llegada de Smithson a este paraje remoto de Utah, se había celebrado uno

de estos reenactment, por lo que el artista sería consciente de la significación histórica

del lugar, quedando señalado en su texto: “viajamos hacia el oeste por la carretera

83 en las últimas horas de la tarde. Justo al lado del monumento Golden Spike, que

207 Ibídem.

Gianfranco Gorgoni.Robert Smithson en la Spiral Jetty,1970

Gianfranco Gorgoni.Construcción de la Spiral Jetty,1970

La esencia entrópica en Robert Smithson

342

conmemora el encuentro de las vías del primer ferrocarril transcontinental”208. De nuevo

Smithson se encuentra frente a las proezas del progreso, solo que esta vez adopta la

forma de práctica representativa y conmemorativa de un acontecimiento histórico vital

en la historia americana, y eludir otra vez su historia es la manera en la que el artista

sustenta su estrategia frente al modelo del tiempo histórico como ideología dominante.

Pero además, la historiadora J.L Roberts argumenta que la Spiral es un dispositivo

ocularcéntrico209, es decir, que “elimina la historia de la esfera de la visión gracias al

componente salado del lago”210.

Sea como fuere lo cierto es que Smithson pretende hacer frente a la historia

normativa, ya sea obviando el relato de la historia oficial y creando el suyo propio, o

experimentando con las posibilidades matéricas y geológicas que la obra ofrece, y es

en el Lago Salado donde se dan esas condiciones: “de este espacio giratorio emergió

la posibilidad del Spiral Jetty. (...) La materia colapsaba en el lago, espejo en forma de

espiral”211.

Pareciera que con la creación de la Spiral, Smithson por fin podría situarse en

la escala del tiempo y del espacio entrópico, tal como quiso hacer con el proyecto del

aeropuerto y por este motivo la obra constituyese de alguna manera, la culminación

práctica de su carrera. Pero no se trataría de una culminación finalizada, una obra

completa, sino, al contrario, una obra que a día de hoy sigue expuesta al transcurrir del

tiempo que en ocasiones borra su huella en el espacio. Como si también quisiera poder

experienciar la obra, Smithson filmó una película de 40 minutos de duración. Como toda

su producción, no se trata de una película al uso, de estilo documental, sino más bien una

experimentación fílmica, donde se intercalan imágenes del Museo de Historia Natural,

concretamente de dinosaurios, con información cartográfica relativa al territorio de Utah.

Quería, con la inserción de material encontrado, reconectar con su infancia, cuando

208 SMITHSON, Robert: “Spiral Jetty”, Seleccion de escritos, op. cit., p. 160.209 ROBERTS , Jennifer L.: “The taste of time: salt and Spiral Jetty” en: TSAI, Eugenie; BUTLER, Cornelia: Robert Smithson, op. cit., p. 102.210 Ibídem. Para la historia del arte, esta estrategia se enmarcaría dentro de la crítica de Smithson hacia la opticalidad y la visualidad. La sal está presente en su carrera desde sus orígenes, apareciendo en sus pinturas religiosas, así como en los Non-Site. p. 99.211 SMITHSON, Robert: “Spiral Jetty”, Seleccion de escritos, op. cit., p.161.

La esencia entrópica en Robert Smithson

343

disfrutaba en el sótano de su casa con figuras de dinosaurio, y quería, por fin realizar

ese museo de materiales geológicos, piedras y fósiles que ya experimentase de niño. Un

gran museo al aire libre, pero sin paredes en blanco, sin curators, in intermediarios. Solo

el tiempo como mediador. El tiempo geológico, entrópico. Sujeto a las irreversibilidad,

al deterioro, a la erosión invisible de los días en un territorio concreto, el de Texas.

Periferia del sistema. Otro lugar que se añade a la constelación, periferia de si mismo.

Utah, Vancouver, Oberhausen, Yucatán, y finalmente Texas, donde muere sobrevolando

su obra póstuma Amarillo Ramp. Muere en el aire. Queriendo visualizar a vista de

pájaro su creación. En un helicóptero que también usa para grabar esta pequeña película

de la Spiral Jetty. Primero imágenes aéreas de la misma. La espuma que emulsiona

con las transformación geomorfológicas. Después será, él mismo, objeto de grabación.

Lo graban mientras corre por toda la espiral. Como si quisiera ser parte de la obra al

recorrerla, señalando con este acto, la idea de que para que la obra esté completa ha

de ser penetrada, transitada, experienciada. Lo vemos corriendo y parece que nosotros

corremos con él. En esa inmovilidad movible que es la espiral, él elige desplazarse por

ella, porque la obra nunca estará terminada. Faltamos nosotros para terminarla, cada vez

que la visitamos y paseamos sobre ella. Y notamos la fuerza centrípeta que nos impulsa

a querer recorrerla.

La Spiral Jetty sigue a día de hoy, a la intemperie. Museo de ningún lugar. Un

mapa que no te lleva a ningún lugar, como dirá de su Non-Site Mono Lake. Efectivamente,

un lugar descolonizado, que la institución no puede monetizar, ni capitalizar. Un

lugar pensado para ser experienciado antes que como un objeto de contemplación, de

decoración o de posesión212. Por eso sigue suscitando reflexiones e incluso producciones

artísticas, hace unos años el escitor Agustín Fernández Mallo se desplazaba hasta la

Spiral y posteriormente comentó esta experiencia en una breve reseña213. También, este

escritor, se inspiraba en el recorrido de Los monumentos de Passaic, para realizarlo

él mismo gracias a Google Maps y relatarlo en Mutaciones, una historia que apareció

212 BOETTGER, Suzaan: Earthworks, op. cit., p. 23.213 FERNÁNDEZ MALLO, Agustín, “Gran Lago Salado (Utah)” en: El Cultural, disponible: https://www.elcultural.com/noticias/un-lugar-en-el-mundo/Gran-Lago-Salado-Utah/3523 [consultado el 20/08/2017]

La esencia entrópica en Robert Smithson

344

en el año 2011 en su libro El hacedor de Broges (remake) 214. De la misma manera

Passaic inspiró al escritor argentino Sergio Chejfec, quien escribió otro pequeño relato

influenciado por esta obra, así sentencia:

la crónica de Smithon muestra la labor entrópica como la empresa humana característica (…) El tiempo abolido en tanto que experiencia del presente, sólo efectivo como evento de un mundo pasado de moda, que predomina en esas imágenes y en el espítitu de la crónica, vendría a ser el suplemento a disposición económica habitual, que en Nueva Jersey siempre realiza grandes esfuerzos por embellcer y disimular los estragos215.

Dice Fernández Mallo sobre su experiencia en la Spiral: “el camino que lleva a

la Spiral Jetty es largo y pedregoso y creíamos que con el coche no podríamos llegar.

En efecto, tuvimos que dejarlo una milla antes e ir caminando”216. Para verla hay que

desplazarse a un lugar casi secreto. Y a pesar de su escondite, se visita al año con

asiduidad, a juzgar por la geolocalización de la obra en Google Maps217, donde los

comentarios adulando la Spiral se suceden, y donde se observa la inscripción en espiral

que Smithson ha escrito en la Tierra, hace ya cuarenta años. Podría haberla hecho hoy,

y podría hacerla mañana. Eso da igual. Porque está hecha para un tiempo no humano.

Decía el artista que “levantar un mapa de la Tierra o de otro planeta es semejante

a trazar un mapa de cristales”218. Entonces Smithson pudo, finalmente, levantar ese

mapa, hecho con materiales geológicos, cristalinos, hecho para ser visto de arriba, que

214 FERNÁNDEZ MALLO, Agustín, El hacedor de Borges (remake), Alfaguara, Madrid, 2011. Este libro fue retirado tras un pleito con la viuda de Jorge Luis Borges. 215 CHEJFEC, Sergio: Modo Linterna, Candaya, Barcelona, p. 30.216 FERNÁNDEZ MALLO, Agustín, “Gran Lago Salado (Utah)” en: El Cultural, op. cit.217 Con un promedio de votación de 4,5 sobre 5 de un total de 316 reseñas algunos de los comentarios que podemos encontrar a día de hoy, son: “Qué lugar único para visitar! ¡Se siente como si estuvieras en otro planeta! ¡Está MUY lejos en el medio de la nada!; “Es un poco difícil llegar. Es como si el artista quisiera una páguna en blanco para apreciar el paisaje salvaje y fantástico. Aventurarse más allá de la espiral para caminar a lo largo del borde del agua es un must”. “Una aventura única en la costa del Gran Lago Salado. El color rojo del agua es divertido, la escultura de arena, sal y basalto es interesante y lo convierte en una buena caminata”. Acceso al recurso online:https://www.google.com/maps/place/Spiral+Jetty/@41.4814928,-114.8188971,7z/data=!4m7!3m6!1s0x80acab9fc2ca3a95:0xbf19e79a1c36cbf6!8m2!3d41.437698!4d-112.6688594!9m1!1b1 [consultado el 22/8/2018]. 218 Ver nota 56 de este capítulo.

La esencia entrópica en Robert Smithson

345

un satélite puede vislumbrar desde lo alto.

Quizás Smithson estuviera enviando una señal, una huella que socavara y

escribiera en la tierra, y que proclama que el tiempo se formula bajo una concepción

cristalina y entrópica. Que un día desaparecerá, como la flecha del tiempo de la que

habla Hawking. Se llegará un grado de materia cero. Se llegará a la muerte térmica, cero

entropía. Mientras tanto, la Spiral permanece. Aún sabiendo que la agencia humana ha

alterado en las condiciones climáticas y los ritmos terrestres. Quizá él ya lo supiese. Está

escrito en las piedras y en el cristal. Porque el cristal se ríe. Tal como también decía el

filósofo y pensador José Luis Brea, que en su artículo póstumo, donde se refirió a las

cualidades del cristal para entender la sociedad actual en un contexto de alteraciones de

la experiencia humana, y de cambios vertiginosos que no somos capaces de percibir.

No es entonces casual que el último libro de recopilación póstuma de ensayos, se haya

titulado El cristal se venga y que una de sus citas haga referencia a Robert Smithson,

siendo las palabras que cierran el texto: “materia. Mineralidad absoluta”219.

Una espiral hecha de minerales subyace todavía en la tierra, en la sustancia

del tiempo por venir. Un tiempo que ni Robert Smithson ni José Luis Brea, podrán ya

conocer.

219 BREA, José Luis: El Cristal se venga, Fundación Jumex Arte Contemporáneo, México, 2014, p. 217.

Robert Smithson.Broken Circle/Spirall Hill1971

Conlusiones

346

CONCLUSIONES

Conclusiones

347

Esta investigación ha tenido como objeto de estudio el análisis de tres visiones

diferentes pero relacionadas, representadas por dos artistas y un escritor, que se enfrentan

a los cambios instaurados por la transformación en la percepción, experiencia y

recepción en la ciudad moderna y posmoderna. Aquí se han expuesto aquellas obras que

se han pensado relevantes para fundamentar esta premisa. Obras que se presentan como

antirelatos y recorridos anclados en una propuesta alternativa, porque son figuras que

se erigen como contra-hegemónicas, contra los relatos establecidos e impuestos por el

sistema productivista y mercantilista. Las prácticas artísticas aquí analizadas conforman

una constelación de experiencias que relatan otras maneras de crear, construir y producir

subjetividad en una época donde el atrofia de la experiencia, tal como predecía Walter

Benjamin, es un hecho constatable.

Los tres autores coinciden en valerse del desplazamiento a pie para elaborar

sus obras, ya sean estas foto ensayos, novelas, o instalaciones. Crear de forma

pedestre. Caminar por la ciudad y su periferia como forma de producir fuera de la

lógica acumulativa, que apela a la recreación, reflexión y subversión de los parámetros

heredados por el racionalismo. Pensar las espacialidades significa pensar e imaginar a

través de ellas, para “inspirar acción y crear sueños colectivos”1. También constituyen

fórmulas de representación y de narración que señalan y apuntan a la fractura de una

época, a la visibilización de un cambio de paradigma, si Michel de Certeau exponía

cómo la ilusión de una ciudad estable, monumental y sin cambio, se exponía como

relato normativo en la creación de la conciencia social colectiva, estos artistas apuestan

por la discontinuidad, la irrupción de la heterogeneidad y la postulación de un reflexión

antimercantilista del tiempo y las formas de vida. Sophie Calle permanecía horas

mirando el sueño y el dormir de los otros, también podía estar días persiguiendo la

sombra de un desconocido, W.G Sebald, caminado como un peregrino ancestral por un

zona de pueblos abandonados y destartalados, reclamando una historia no escrita pero

anclada y aposentada en el territorio, esperando a ser despertada de entre las ruinas,

y Robert Smithson, que quería conectar con otras maneras de observar el tiempo de

la tierra, visibilizando la cristalización de los procesos naturales e inscribiendo su

huella geológica, que ahora podemos ver desde un satélite GPS y que se adelantaba a la

1 STAVRIDES, Stavros: Hacia la ciudad de los umbrales, op. cit., p. 15.

Conlusiones

348

cuestión ecológica y medioambiental que ahora acrecienta nuestras inquietudes ante el

avance irreversible del antropoceno, manifiestan la creación basada en la conciencia de

un tiempo nuevo, un tiempo por venir, o un tiempo como oportunidad, como kairós que,

por mucho que nos duela, quizá ya se haya marchado.

Decía Giorgio Agamben que “cada concepción de la historia se acompaña de

una determinada experiencia del tiempo. Cada cultura es una experiencia del tiempo,

para cambiarlo, también hay que cambiar el tiempo”2. La experiencia que fundamentan

estos artistas aquí expuestos, se acerca a la erfahrung benjaminiana, entendida ésta

como un viaje (que proviene del alemán fart: viaje) que sugiere “una duración temporal

con posibilidades narrativas, permitiendo la acumulación histórica o tradicional de

sabiduría”, que frente a la erlebnis, (leben: vida en alemán) sugiere “una inmediatez

vital, una unidad primitiva que precede a la reflexión intelectual”3. El viaje, la movilidad

y el desplazamiento presentes en las prácticas artísticas que se han analizado, suponen

una toma de posición que trasciende la mera herramienta, metodología o exploración,

y que rehuyen de la recreación nostálgica para transformar la actividad flâneurística en

una suerte de reclamo, de expresión y creación contranormativa.

Si en la introducción que esta tesis doctoral ha presentado se proponía una cuatríada

de conceptos que fundamentaban la elección de situar el inicio de la investigación

en la modernidad parisina y en concreto, en el estudio de la figura del flâneur porque

suponía que representa una serie de ideas que se han ido esgrimiendo en estas páginas,

se retoma este parámetro conceptual para aplicarlo a los autores que se han estudiado y

ver, de esta manera, cómo las ideas y cuestiones propuestas, tienen su correlato en las

prácticas artísticas y literarias analizadas. Así en el concepto de contraciudad, se apuntó

cómo, a través del “modelo dicotómico urbano”, se cimentó una planificación urbana,

ideada por Haussmann, y extrapolada a otras ciudades coloniales y no coloniales. Este

modelo impuesto, no uniformó la imagen prístina de la ciudad, sino que siguieron

sobreviviendo prácticas espaciales que generaban un relato alternativo al impuesto. Se

2 AGAMBEN, Giorgo: Infancia e historia: destrucción de la experiencia y origen de la historia, Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2004, p. 25.3 JAY, Martin: La crisis de experiencia en la época postsubjetiva, Universidad Diego Portales, Santiago de Chile, 2012, p. 56.

Conclusiones

349

trataba de entender la ciudad a contrapelo. Sophie Calle, la artista flâneuse, sugiere una

estrategia basada en el desdoblamiento, en la alteridad para conquistar, reapropiarse e

intensificar la experiencia urbana. Su contraciudad es entendida a través de la subversión

del mandato de género y la ruptura de la mirada normativa al convertirse en un voyeur,

que resguardada en su anonimato, observa a los otros sin remordimientos, asumiendo

el riesgo y la duda, cuestionando los roles construidos en base a la división de la esfera

pública y privada. W. G. Sebald, en la novela Los Anillos de Saturno que aquí se analiza,

propone un anti viaje por lugares apartados de los centros neurálgicos y operacionales

de las metrópolis. Si Iain Sinclair o Teju Cole se postulan como caminantes urbanos de

ciudades como Londres o Nueva York, Sebald prefiere posicionarse como un caminante

de la contra-ciudad, porque es en la historia de los vencidos y en los relatos olvidados

donde se produce la verdadera revolución, aunque no es ajeno a la producción de

experiencia surgida al calor de las ciudades, tal como Austerlitz adquiere a lo largo de

sus recorridos por ciudades europeas, pero siempre en estaciones y lugares de tránsito,

como si no quisiera permanecer y pretendiera capturar lo transitorio de cada lugar. Por

su parte, Robert Smithson que vivía en Nueva York, prefiere llevar su práctica artística

a la periferia, contrapone de manera consciente, la dialéctica que se genera entre los

márgenes y los centros de poder, porque quiere hacer colisionar y generar las tensiones,

a fin de visibilizarlas, de darle forma y materialidad. Por eso no deja de exponer las obras

fruto de sus viajes en lugares recónditos en galerías e instituciones artísticas situadas

en importantes capitales, o por eso algunas obras como los Mirror Displacement, son

reflejos de lugares contrapuestos, pero que en el fondo comparten un mismo espacio

territorial, puesto que para este artista “el mundo es mi museo”. Él prefiere observar la

ciudad desde lo lejos, rodeándola, contemplando los monumentos perdidos del futuro

que aún no ha llegado.

Caso parejo sucede con el concepto referido al laberinto, si el flâneur, como se ha

visto, posibilita la lectura de la ciudad como texto y su producción, fruto de la actividad

flâneurística, reclama una subjetividad e individualidad como ser urbano que navega por

el laberinto de la ciudad, los autores que se han analizado también han reflexionado sobre

la experiencia laberíntica de la modernidad, porque como argumenta Ian Chambers “la

ciudad globalizada es un lugar donde podemos perdernos, experimentar una ausencia

Conlusiones

350

de dirección y pertenencia. Una experiencia que recuerda no solo las cualidades

laberínticas de la vida de la ciudad, sino también que la experiencia contemporánea

del arte es una experiencia contingente atrapada y perdida, en el tiempo y en el lugar”4.

Sophie Calle, en sus persecuciones conforma una suerte de laberinto y de mapa urbano,

una cartografía personal que, como se ha señalado, recuerda a los situacionistas, porque

el détournement, o desvío, como su misma acepción indica, proponía desviarse de

los centros de atención para vislumbrar otros, especialmente en las ciudades querían

llevar las situaciones a las calles, porque es allí donde tiene lugar la excepcionalidad

de lo ordinario. La deriva no sólo constituía un herramienta crítica del urbanismo, era

en sí misma un desvío, para que mediante la desorientación se pudiera percibir otra

experiencia de la ciudad. Calle recoge la herencia situacionista y se deja seducir por la

ciudad, y en su estrategia de domesticarla, se siente como si estuviera apunto de entrar

en un laberinto y tuviera que decodificarlo y en su ejecución necesita leer el rastro de

los otros, como si fuera un enunciado, haciendo material las ideas de Michel de Certeau,

para quien la ciudad deviene una enunciación, una retórica del caminante. W. G. Sebald,

crea una estructura laberíntica en Los Anillos de Saturno, como si no tuviera centro, su

novela gira alrededor de recovecos y pasajes de la historia, quizá emulando el límite de

Roche, así en la introducción de la novela, inserta la cita sobre los anillos que conforman

el planeta de Saturno5. Acaso la novela está estructurada como una órbita por la que

oscilan y orbitan los pasos del protagonista, encontrándose con lugares laberínticos que

retrata:

Al otro lado del laberinto las sombras caían sobre el humo de la pradera, y después salían las estrellas, unas tras otras, desde la profundidad del espacio. Night, the astonishing, the stranger to all that is human, over the mountain-tops mournful and gleaming draws on. Era como si me encontrara en el punto más alto de la

4 CHAMBERS, Ian: (Border dialogues. Journeys in Potsmodernity, 1990) citado en: MITCHELL, Peta: Cartographies Strategies of postmodernity, op. cit., p. 112. 5 SEBALD, W.G.: Los Anillos de Saturno, op. cit., “están formados por cristales de hielo y por lo que se supone partículas de polvo de meteorito que giran en torno al planeta en trayectorias circulares, describiendo una órbita que se sitúa a la altura de su Ecuador. Probablemente se trata de los fragmentos de una luna anterior que, demasiado cercana al planeta, se desintegró por la acción de las mareas de Saturno (límite de Roche)”.

Conclusiones

351

tierra, allí donde el cielo invernal siempre está apacible, fulgurando6.

Robert Smithson, lector ávido de ciencia ficción y de literatura en general, evoca

la figura del laberinto en relación a pasajes que le inspiran, sobre todo, de Jorge Luis

Borges, autor que de igual manera inspira a Sebald al mencionar su tratado Orbis Tetris.

También en algunos de sus textos clave, como Quasi Infinites and the Waning and the

Space, menciona el laberinto como una estructura constituida como obstáculo, como

problema espacial al que la mente se debe enfrentar, e inserta una estructura laberíntica

de un jardín en Amiens, y la Universidad de Padua, como elementos iconográficos en

los que está presente el laberinto como forma apropiada por la arquitectura.

El laberinto supone la desorientación como una manera de experienciar y

desobedecer el mandato racionalista. Con el concepto de umbral, sin embargo, se

pretendía dibujar el rito de paso entre dos mundos, porque separa esferas y, al mismo

tiempo, las une. Se ha estudiado la importancia conceptual, espacial y social que los

pasajes, a través del estudio de Walter Benjamin, se convierten en una metáfora de la

modernidad en tanto que encarnan el valor de la ruina. Es el flâneur como se ha visto,

el “connoisseur de umbrales”7 el que atraviesa este espacio como figura errante que

irrumpe la coherencia con el acto de caminar. Si, como argumenta Satvros Stravrides,

la experiencia del umbral significa abrirnos a la frontera de la identidad “poder formar

–por así decirlo– zonas de paso habitadas por la duda, la ambivalencia, la hibridación”8,

es el caso de Sophie Calle, mediante la búsqueda de su identidad se abre paso y demarca

la frontera impuesta entre el espacio público y el privado, interrumpe, cuestiona y

contempla al alteridad como asunción de su ser incompleto, tal como anunciaba Richard

Sennett, quien argüía que “para poder sentir al Otro uno tendrá que aceptarse como

incompleto”9. Los umbrales que la artista va transitando también tiene que ver con la

disrupción de la mirada patriarcal, pues no solo se apropia de ella para ejercer poder,

6 Ibídem, pp. 193-194.7 BENJAMIN, Walter (Arcades projects, Exposé 1935, 1999) citado en: STAVRIDES, Stavros: Hacia la ciudad de los umbrales, op. cit., p. 106.8 STAVRIDES, Stavros: Hacia la ciudad de los umbrales, op. cit., p. 24.9 SENNETT, Richard (The conscience of the eye, 1993) citado en STAVRIDES, Stavros: Hacia la ciudad de los umbrales, op. cit.

Conlusiones

352

sino para observar las formas de vida, lo infraordinario, que anida en las prácticas de

la cotidianidad. Los umbrales que Sebald transita son los que determinan el estado

crepuscular en la novela que se analiza, pues siempre se encuentra en el momento del

atardecer, entre la frontera que separa la vigilia y el sueño, en el momento de despertar

benjaminiano, en el “sortilegio de los umbrales”10 que, para Benjamin, funciona como

separación de las esferas, también la del cuerpo, la que archiva y memoriza los recuerdos

que sedimentan el conocimiento de su propio ser.

Robert Smithson observa lo umbrales inscritos en la esfera que separa el pasado,

presente y futuro. Su apuesta viene determinada por la eliminación de los límites que

el biologicismo y el progreso como entelequia teleológica impone, pretende superar

ese limite proponiendo una concepción entrópica de la realidad, porque sabe que la

irreversibilidad de los recursos se ha traspasado, por eso busca en los desbordes y en los

márgenes, si es que quedan restos de una inmanencia, o por eso, serán las formas fósiles

las que perduren en un tiempo que difumina sus fronteras. El duelo que experimentan

estos artistas representan la defunción de una época, pues hacen evidente la ruptura

con la tradición, la sutura histórica de saber viviendo en la fractura, que ya no tiene

condición de posibilidad, pues tal como expresa Sebald y en parte también Smithson,

no existe posibilidad redentora. La experiencia del tiempo se ha fragmentado, y estos

artistas manifiestan esa sutura a través de sus prácticas artísticas, de sus reflexiones y de

sus preocupaciones.

No es éste un ejercicio melancólico que se aposenta en la nostalgia de recordar

un pasado mejor, el spleen aquí es representado por la constatación de la ruina como

elemento y objeto que contiene los restos de una mitología que ha fundamentado los

cimientos de una civilización que ahora se derrumba. Y fue Benjamin quien empezó a

estudiar esas ruinas, las ruinas de los pasajes, las ruinas de la burguesía, porque sabía que

podían contener una revelación anagnórica, como aviso de incendio, para generaciones

futuras, que vendrían a estudiar los mismos despojos. Todavía está por ver cuáles son

“las consecuencias civilizatorias del desplazamiento desde la condición posmoderna

a la condición póstuma. Porque el sentido del después ha mutado: del después de la

10 Expresión leída en: DIDI-HUBERMAN, George: Ante el tiempo. Historia del arte y anacronismo de las imágenes, Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2006, p. 56.

Conclusiones

353

modernidad al después sin después”. Parafraseando a Marina Garcés, para quien,

será la literatura, la ficción audiovisual y las artes el campo exploratorio, donde quizá

encontremos una respuesta11.

[Y como la más pesada losa de la melancolía es el miedo al fin sin perspectivas de

nuestra naturaleza, Browne busca bajo aquello que se escapaba de la destrucción,

busca las huellas de la misteriosa capacidad de la transmigración que tan a menudo

estudió en las orugas y en las mariposas.]12

11 GARCÉS, Marina: Hacia una ilustración radical, Anagrama, Barcelona, 2018, p. 21.12 SEBALD, W. G.: Los Anillos de Saturno, op. cit., p. 145.

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