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LA GUERRA EUROPEA – MARZO 1916 LA GUERRA EUROPEA – MARZO 1916 LA PROVINCIA DE RAGNIT Ginebra, 29 – La Frankfurter Zeitung 1 dice saber de Koenigsberg que los germano – americanos se han encargado de reconstruir la provincia de Ragnit 2 , en Prusia Oriental. Esta provincia recibió el primer choque de la invasión rusa en otoño de 1914. Un arquitecto alemán, procedente de los Estados Unidos, dirigirá los trabajos. (HAVAS) La Vanguardia, Miércoles 1º de marzo de 1916, Página 12, Sección “La Guerra Europea”, Primera Columna LA GUERRA SUBMARINA Washington, 29 – Créese saber que Alemania se mantiene fuerte en destruir sin aviso previo a todos los vapores armados, cualquiera sea la naturaleza de su armamento. Según informes particulares de Berlín, los comandantes de los submarinos han recibido la orden de comenzar hoy a medianoche de hoy la nueva guerra submarina. (HAVAS) La Vanguardia, Miércoles 1º de marzo de 1916, Página, Sección “La Guerra Europea”, Primera Columna LA NUEVA OFENSIVA ALEMANA París, 29 – Le Figaro dice que Mr. Briand 3 , el presidente del Consejo, ha declarado que la situación militar es buena, que las tropas luchan con extraordinario arrojo y que hay reservas preparadas para recibir la más vigorosa acometida. Los ataques alemanes no tienen ya el vigor de los primeros días. En los centros militares no se cree que el ataque alemán no se acerque a su fin, sino que creen que durará todavía algunos días. Los periódicos están unánimes en afirmar que el día 26 empezó el restablecimiento francés, que continuará en pleno éxito. Desde dicho día los soldados alemanes no han ganada una sola pulgada de terreno. Los contraataques franceses han parado el impulso de las hordas alemanas, fijando al asaltante delante de las posiciones escogidas por los franceses. El Journal da los siguientes detalles del golpe del bosque de Caures 4 , que permitió a los franceses destruir a toda una división alemana: “Al norte de Verdun, un poco más arriba de Beaumont, se halla el bosque de Caures, que los alemanes deseaban tomar a todo trance. Se tomaron todas las medidas para resistir su ataque. Mientras delante del bosque nuestros soldados hacían frente al enemigo, un teniente de ingenieros, con sus soldados, preparaba el bosque, que fue minado convenientemente. El día que los alemanes hicieron un esfuerzo para conquistar el bosque y avanzaron en masa (al parecer más de una división), nuestros soldados corrieron bosque adentro. Persuadidos los alemanes de que nuestros soldados huían, entraron envalentonados en el bosque persiguiéndolos y lanzando grandes gritos de alegría. Cuando el último de nuestros soldados hubo salido del bosque por el otro lado, provocóse la explosión de las minas, que fue una cosa terrible y formidable. Hubo grandes gritos, árboles que volaron por los aires, junto con trozos de miembros humanos. Luego se produjo un silencio trágico. Todo el bosque había sido destruido por las explosiones. La división alemana había desaparecido por completo”. En L'Echo de París, Marcelo Hutin 5 da los siguientes detalles sabré la situación del contingente brandeburgués, cercado en el fuerte de Douaumont: “El fuerte, situado en una altura de 388 metros, domina la planicie hasta Bezonvaux. Está el fuerte rodeado por el Este, de una serie de baterías que le unen con la altura de Poivre. En este punto se desarrolló un combate, encarnizado, terrible. Las vertientes se hallan cubiertas de cadáveres alemanes. Al Este y Oeste de Douamont, nuestras tropas cercan a los brandeburgueses, que pudieron penetrar en el fuerte. El viernes lograron los alemanes entrar en el fuerte, pero el sábado comenzaron a progresar nuestros contraataques y nuestras tropas lograron rodear el fuerte por tres lados. Los alemanes no están cercados del todo, pero nuestros contraataques tienden a formar un círculo alrededor. Los ocupantes del fuerte no se han rendido. Esperan que un nuevo ataque de sus tropas rechazará a las nuestras y que el fuerte quedará en su poder. Si no llegamos a rodearlos del todo, podrán batirse en retirada, más en caso contrario serán hechos prisioneros o exterminados”. (HAVAS) La Vanguardia, Miércoles 1º de marzo de 1916, Página, Sección “La Guerra Europea”, Primera Columna LA BATALLA DE VERDUN 1 REFERENCIAS ? El Frankfurter Zeitung fue un periódico en idioma alemán que existió entre 1856 y 1943. Durante el II Reich el Frankfurter Zeitung se identificó con la burguesía liberal extraparlamentaria y fue portavoz público de los sectores tradicionalmente pacifistas. Esta postura se mantuvo durante la Primera Guerra Mundial, razón por la cual el diario enfrentó la hostilidad de los círculos nacionalistas en la década de los años veinte. contienda. En esa época también apoyó al nuevo gobierno alemán y la política de reconciliación con las potencias aliadas emprendida por el conservador Gustav Stresemann. El periódico fue vendido en 1934 a la corporación químico- industrial IG Farben, que tenía su sede en Frankfurt. Los directivos de la compañía, especialmente Carl Bosch, mostraron una buena disposición hacia el diario debido a su tradicional posición en la vida alemana, y creyeron que podría ser útil dando una publicidad favorable de la empresa. Esto permitió que su línea editorial fuera inicialmente respetada por el ministro de propaganda Joseph Goebbels hasta 1938, cuando fue transferido a una subsidiaria del principal órgano nazi de publicaciones, Eher Verlag, en 1938. Fue cerrado en 1943. El Frankfurter Allgemeine Zeitung se considera a sí mismo como su sucesor, dado que muchos ex-periodistas del Frankfurter Zeitung colaboraron en su lanzamiento en 1946. https://es.wikipedia.org/wiki/Frankfurter_Zeitung 2 Actualmente Neman, distrito Nemansky,, Kalingrado – Oblast, Rusia. La antigua provincia de Ragnit era parte de Prusia Oriental y debía su existencia a la Orden Teutónica, que la tenía como base militar en su expansión hacia el Mar Báltico. Tras la disolución de la Orden en el siglo XVI, se convirtió en un territorio del Ducado de Prusia. La provincia fue incorporada oficialmente al reino de Prusia en 1815 y al Imperio Alemán en 1871. Cayó en manos del Ejército Rojo sin resistencia el 19 de enero de 1945. En la Conferencia de Potsdam se acordó la cesión de la provincia a la URSS. La provincia cambió de nombre a Neman. https://en.wikipedia.org/wiki/Neman,_Russia 3 BRIAND, Aristide (Nantes, 1862 – Paris, 1932). Político francés. De origen modesto, militó en el Partido Socialista y pronto se dio a conocer como periodista, abogado y orador. En 1901 fue elegido secretario general del Partido Socialista Francés. Después de varios fracasos electorales, en 1902, le eligieron diputado por el departamento de Loire. Propuso la ley de la separación de la Iglesia y del Estado (1905) y, una vez ministro de Instrucción Público y Cultos, organizó un nuevo régimen de cultos. No aceptó las decisiones del Congreso Socialista de Amsterdam (1904), ni la disciplina del partido, pasando a formar parte de los socialistas independientes (1905). Tuvo una carrera política sin precedentes en la Tercera República: fue 23 veces ministro – 18 de ellas, ministro de relaciones exteriores – y 11 veces presidente del Consejo. Durante la Primera Guerra Mundial promovió la expedición a Salónica y el frente de los Balcanes. Al terminar la guerra practicó una política de colaboración internacional fundada en la Sociedad de las Naciones. Firmó el Pacto de Locarno (1925) y el Pacto Briand – Kellog (1928). Preconizó un régimen de unión federal europea y fue el apóstol del Espíritu de Ginebra y del desarme general; esto le valió una gran popularidad en Francia y en el extranjero. Premio Nobel de la Paz en 1926. 4 ? El Bosque de los Caures es un paraje natural en los alrededores de Beaumont-en-Verdunois (Mosa, Lorena). http://www.france-voyage.com/francia-ciudades/beaumont-en-verdunois-19979/bosque-caures-27245.htm 5 ? HIRSCH, Marcel (Wissembourg, Bajo Rin, 22 de junio de 1869 – 194?). Abogado y publicista francés, redactor en jefe del L’Echo de Paris. Fue arrestado en París el 10 de julio de 1942 por negarse a usar la estrella de David. http://data.bnf.fr/16164086/marcel_hutin/ 1

LA GUERRA EUROPEA – MARZO 1916

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LA GUERRA EUROPEA – MARZO 1916

LA GUERRA EUROPEA – MARZO 1916

LA PROVINCIA DE RAGNITGinebra, 29 – La Frankfurter Zeitung1 dice saber de Koenigsberg que los germano – americanos se han encargado de reconstruir la provincia de Ragnit2, en Prusia Oriental. Esta provincia recibió el primer choque de la invasión rusa en otoño de 1914. Un arquitecto alemán, procedente de los Estados Unidos, dirigirá los trabajos. (HAVAS) La Vanguardia, Miércoles 1º de marzo de 1916, Página 12, Sección “La Guerra Europea”, Primera Columna LA GUERRA SUBMARINAWashington, 29 – Créese saber que Alemania se mantiene fuerte en destruir sin aviso previo a todos los vapores armados, cualquiera sea la naturaleza de su armamento. Según informes particulares de Berlín, los comandantes de los submarinos han recibido la orden de comenzar hoy a medianoche de hoy la nueva guerra submarina. (HAVAS) La Vanguardia, Miércoles 1º de marzo de 1916, Página, Sección “La Guerra Europea”, Primera Columna

LA NUEVA OFENSIVA ALEMANAParís, 29 – Le Figaro dice que Mr. Briand3, el presidente del Consejo, ha declarado que la situación militar es buena, que las tropas luchan con extraordinario arrojo y que hay reservas preparadas para recibir la más vigorosa acometida. Los ataques alemanes no tienen ya el vigor de los primeros días. En los centros militares no se cree que el ataque alemán no se acerque a su fin, sino que creen que durará todavía algunos días.

Los periódicos están unánimes en afirmar que el día 26 empezó el restablecimiento francés, que continuará en pleno éxito. Desde dicho día los soldados alemanes no han ganada una sola pulgada de terreno. Los contraataques franceses han parado el impulso de las hordas alemanas, fijando al asaltante delante de las posiciones escogidas por los franceses.

El Journal da los siguientes detalles del golpe del bosque de Caures4, que permitió a los franceses destruir a toda una división alemana: “Al norte de Verdun, un poco más arriba de Beaumont, se halla el bosque de Caures, que los alemanes deseaban tomar a todo trance. Se tomaron todas las medidas para resistir su ataque. Mientras delante del bosque nuestros soldados hacían frente al enemigo, un teniente de ingenieros, con sus soldados, preparaba el bosque, que fue minado convenientemente. El día que los alemanes hicieron un esfuerzo para conquistar el bosque y avanzaron en masa (al parecer más de una división), nuestros soldados corrieron bosque adentro. Persuadidos los alemanes de que nuestros soldados huían, entraron envalentonados en el bosque persiguiéndolos y lanzando grandes gritos de alegría. Cuando el último de nuestros soldados hubo salido del bosque por el otro lado, provocóse la explosión de las minas, que fue una cosa terrible y formidable. Hubo grandes gritos, árboles que volaron por los aires, junto con trozos de miembros humanos. Luego se produjo un silencio trágico. Todo el bosque había sido destruido por las explosiones. La división alemana había desaparecido por completo”.

En L'Echo de París, Marcelo Hutin5 da los siguientes detalles sabré la situación del contingente brandeburgués, cercado en el fuerte de Douaumont: “El fuerte, situado en una altura de 388 metros, domina la planicie hasta Bezonvaux. Está el fuerte rodeado por el Este, de una serie de baterías que le unen con la altura de Poivre. En este punto se desarrolló un combate, encarnizado, terrible. Las vertientes se hallan cubiertas de cadáveres alemanes. Al Este y Oeste de Douamont, nuestras tropas cercan a los brandeburgueses, que pudieron penetrar en el fuerte. El viernes lograron los alemanes entrar en el fuerte, pero el sábado comenzaron a progresar nuestros contraataques y nuestras tropas lograron rodear el fuerte por tres lados.

Los alemanes no están cercados del todo, pero nuestros contraataques tienden a formar un círculo alrededor. Los ocupantes del fuerte no se han rendido. Esperan que un nuevo ataque de sus tropas rechazará a las nuestras y que el fuerte quedará en su poder. Si no llegamos a rodearlos del todo, podrán batirse en retirada, más en caso contrario serán hechos prisioneros o exterminados”. (HAVAS) La Vanguardia, Miércoles 1º de marzo de 1916, Página, Sección “La Guerra Europea”, Primera Columna

LA BATALLA DE VERDUN

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REFERENCIAS? El Frankfurter Zeitung fue un periódico en idioma alemán que existió entre 1856 y 1943. Durante el II Reich el Frankfurter Zeitung se identificó con la burguesía liberal extraparlamentaria y fue portavoz público de los sectores tradicionalmente pacifistas. Esta postura se mantuvo durante la Primera Guerra Mundial, razón por la cual el diario enfrentó la hostilidad de los círculos nacionalistas en la década de los años veinte. contienda. En esa época también apoyó al nuevo gobierno alemán y la política de reconciliación con las potencias aliadas emprendida por el conservador Gustav Stresemann. El periódico fue vendido en 1934 a la corporación químico-industrial IG Farben, que tenía su sede en Frankfurt. Los directivos de la compañía, especialmente Carl Bosch, mostraron una buena disposición hacia el diario debido a su tradicional posición en la vida alemana, y creyeron que podría ser útil dando una publicidad favorable de la empresa. Esto permitió que su línea editorial fuera inicialmente respetada por el ministro de propaganda Joseph Goebbels hasta 1938, cuando fue transferido a una subsidiaria del principal órgano nazi de publicaciones, Eher Verlag, en 1938. Fue cerrado en 1943. El Frankfurter Allgemeine Zeitung se considera a sí mismo como su sucesor, dado que muchos ex-periodistas del Frankfurter Zeitung colaboraron en su lanzamiento en 1946. https://es.wikipedia.org/wiki/Frankfurter_Zeitung

2 Actualmente Neman, distrito Nemansky,, Kalingrado – Oblast, Rusia. La antigua provincia de Ragnit era parte de Prusia Oriental y debía su existencia a la Orden

Teutónica, que la tenía como base militar en su expansión hacia el Mar Báltico. Tras la disolución de la Orden en el siglo XVI, se convirtió en un territorio del Ducado de Prusia. La provincia fue incorporada oficialmente al reino de Prusia en 1815 y al Imperio Alemán en 1871. Cayó en manos del Ejército Rojo sin resistencia el 19 de enero de 1945. En la Conferencia de Potsdam se acordó la cesión de la provincia a la URSS. La provincia cambió de nombre a Neman. https://en.wikipedia.org/wiki/Neman,_Russia3

BRIAND, Aristide (Nantes, 1862 – Paris, 1932). Político francés. De origen modesto, militó en el Partido Socialista y pronto se dio a conocer como periodista, abogado y orador. En 1901 fue elegido secretario general del Partido Socialista Francés. Después de varios fracasos electorales, en 1902, le eligieron diputado por el departamento de Loire. Propuso la ley de la separación de la Iglesia y del Estado (1905) y, una vez ministro de Instrucción Público y Cultos, organizó un nuevo régimen de cultos. No aceptó las decisiones del Congreso Socialista de Amsterdam (1904), ni la disciplina del partido, pasando a formar parte de los socialistas independientes (1905). Tuvo una carrera política sin precedentes en la Tercera República: fue 23 veces ministro – 18 de ellas, ministro de relaciones exteriores – y 11 veces presidente del Consejo. Durante la Primera Guerra Mundial promovió la expedición a Salónica y el frente de los Balcanes. Al terminar la guerra practicó una política de colaboración internacional fundada en la Sociedad de las Naciones. Firmó el Pacto de Locarno (1925) y el Pacto Briand – Kellog (1928). Preconizó un régimen de unión federal europea y fue el apóstol del Espíritu de Ginebra y del desarme general; esto le valió una gran popularidad en Francia y en el extranjero. Premio Nobel de la Paz en 1926. 4

? El Bosque de los Caures es un paraje natural en los alrededores de Beaumont-en-Verdunois (Mosa, Lorena). http://www.france-voyage.com/francia-ciudades/beaumont-en-verdunois-19979/bosque-caures-27245.htm5

? HIRSCH, Marcel (Wissembourg, Bajo Rin, 22 de junio de 1869 – 194?). Abogado y publicista francés, redactor en jefe del L’Echo de Paris. Fue arrestado en París el 10 de julio de 1942 por negarse a usar la estrella de David. http://data.bnf.fr/16164086/marcel_hutin/

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LA GUERRA EUROPEA – MARZO 1916

París, 1 – Acerca de lo ocurrido en el fuerte Douaumont dice un despacho que publica un diario parisiense: “A la voz de su jefe, que les conoce muy bien por haberles muchas veces conducido a la victoria, se lanzaron nuestros soldados con tan extraordinario ímpetu al ataque contra el fuerte Douaumont que rebasaron la posición objeto del ataque y fue tan rápido también su avance, que los brandeburgueses, soldados verdaderamente escogidos, que habían ocupado el fuerte, no tuvieron más remedio de salvación que refugiarse en las casamatas del viejo fuerte, donde no hallaron absolutamente nada que comer. Ahora están cercados, pero no se atreven a salir del escondite, ante el temor de ser fusilados por nuestras tropas, temor que no tiene otro fundamento que las siguientes palabras que les dijeron sus jefes al lanzarlos al asalto del fuerte: “No olvidéis, ni en lo más recio del combate, que los franceses no hacen nunca prisioneros”.

Lo que no se sabe bien y que nosotros queremos consignar altamente ahora, es el extraordinario entusiasmo que en el ejército despertó el hecho de haber sido recobrado el fuerte de Donaumont. Los generales que mandan los refuerzos de retaguardia han comunicado la noticia con las siguientes palabras: “Las tropas han recobrado Douaumont”. Al conocer la noticia de todos los pechos se ha escapado el grito de ¡Viva Francia! y los soldados en masa, han entonado la Marsellesa. Fue un instante verdaderamente conmovedor”.

Hablando de esta batalla de Verdun, dice ayer Le Temps: “La situación para nosotros satisfactoria, aunque sigue teniendo gravedad. Nuestro poderoso adversario no habrá emprendido una acción militar de tan extraordinaria importancia y con efectivos tan numerosos para renunciar a ella después de un serio fracaso no hay duda que repetirá sus ataques en este mismo frente o en otras partes de la propia región. Sería una imprudencia creer ahora que estos ataques contra la región de Verdun han de ser la única tentativa que realice el enemigo. Pero nuestro mando supremo nada ignora de todos esos probables movimientos y está pronto a repeler la ofensiva enemiga con la energía necesaria. Hemos llegado en esta guerra a un momento en que Alemania, ante sus grandes dificultades de orden interior, no retrocederá por nada y cueste lo que cueste, si ello puede llevarla a la solución del conflicto”.

Le Temps publica el siguiente telegrama del emperador Guillermo contestando a las felicitaciones que le dirigió la Dieta de la provincia de Brandeburgo: “Complázcome de los nuevos y extraordinarios ejemplos de valor que han dado los brandeburgueses, así como de la fidelidad llevada hasta la muerte de que dan dado prueba los hijos de esa provincia, en el curso de estos últimos días, en su irresistible asalto contra la más poderosa fortaleza de nuestro principal enemigo. Que Dios bendiga Brandeburgo y la patria alemana toda entera”.

Un oficial que acaba de regresar de Verdun ha relatado lo siguiente: “Los que nos hallábamos delante de la altura 288, entre dos colinas que forman una especie de pequeño valle, vimos a las primeras horas del alba v como a unos 500 metros de distancia, una gran masa obscura de la que parecían surgir siluetas humanas. Nuestros cañones abrieron un nutrido fuego sobre la referida masa, que a pesar de ello seguía inmóvil; al aumentar la claridad de la mañana tía se vio que aquello no era sino un montón enorme de cadáveres de alemanes, restos de una columna da ataque que la víspera se había visto sorprendida y totalmente aniquilada por el fuego rasante de nuestra artillería”.

Noticias de diverso origen permiten asegurar que el fuerte de Douaumout fue tomado y vuelto a tomar hasta cuatro veces, la última por un cuerpo de ejército compuesto en su mayor parte de soldados bretones, el cual tiene asediados a los alemanes que quedaron defendiéndose en el interior, los cuales créese que serán unos dos mil. (HAVAS) La Vanguardia, Jueves 2 de marzo de 1916, Página 11, Sección “La Guerra Europea”, Primera y Segunda Columnas

LOS PRISIONEROS ALEMANESParís, 1 – El redactor de La Liberté ha interrogado en una estación a varios heridos alemanes prisioneros. Están atontados y embrutecidos por la lucha. No pertenecen al XV Cuerpo, pero recibieron idénticas instrucciones. Se les dijo: “El ataque que vais a ejecutar será decisivo. Es el último gran esfuerzo de la guerra. Después ya no habrá más que una persecución por nosotros, relativamente mortífera y la conquista de las ricas comarcas francesas, donde abunda el vino y donde los guerreros alemanes hallarán goces como legítima compensación a sus fatigas”. – (HAVAS) – La Vanguardia, Jueves, 2 de marzo de 1916, Página 11, Sección “La Guerra Europea”, Segunda Columna

EL COMBATE EN DOUAMONTParís, 2 – Un oficial herido que tomó parte en los combates de los días 28 y 29 de febrero en los alrededores de Douaumont, relata en La Liberté que los alemanes dieron unos ocho asaltos contra la ciudad, estrellándose cada con la admirable resistencia de nuestros soldados.

Desde medianoche renovaron sus ataques con mayor violencia. El oficial confiesa imparcialmente, que el enemigo compuesto en su mayor parte por tropas escogidas, dio pruebas de bravura, no ignorando que iba a la muerte. Los alemanes avanzaron como en una parada hasta a veinte pasos y después se lanzaron al asalto, dando gritos patrióticos. Las ametralladoras segaron las primeras filas y después el mando dio orden de cargar a la bayoneta.

La lucha cuerpo a cuerpo entablada en las tinieblas fue terrible. Hubo espantosas equivocaciones: se halló el cadáver de un oficial alemán atravesado por bayonetas alemanas. Una compañía enemiga cargó contra una sección que iba en su socorro. El combate duró hasta el alba. Los alrededores de Douaumont estaban cubiertos de cadáveres y heridos.

Efectuamos un contra-ataque que nos permitió – termina diciendo el oficial —penetrar en el pequeño reducto del Noroeste de Douaumont, desde el cual nos ametrallaban los alemanes. AI amanecer había reamado la calma (HAVAS) La Vanguardia, Viernes 3 de marzo de 1916, Página 10, Sección “La Guerra Europea”, Cuarta Columna SOBRE AMÉRICAPor terrible que sea la ceguera de las naciones contendientes, será humanamente imposible que continúe por mucho tiempo más la lucha y sin poner en duda que la paz que se concierte entre los beligerantes sólo será un

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compás de espera para volver de nuevo a las armas, todo indica en que no está lejano el día en que cesen las hostilidades, o cuando menos queden limitadas a sólo algunas naciones.

En esta creencia, prepárense los Estados Unidos a aprovecharse de la extenuación en que habrán de quedar las naciones productoras de Europa, para suplantarlas en el comercio de la América del Sur, y a este objeto proceden con febril actividad a construir marina mercante y a me orar las condiciones de calidad y precio en sus manufacturas para poder luchar con sus concurrentes de Europa.

Ambas providencias responden a las necesidades más urgentes. Los Estados Unidos solían valerse para su tráfico de buques extranjeros—ingleses, noruegos, holandeses, suecos, rusos—se mostraban exigentísimos en el pago, al revés de los largos pazos concedidos por los tudesco, y no podían producir en cantidad ni calidad iguales a las de Alemania. Trátese, pues, de cambiar todo esto a fin de poder arrojar de aquellos mercados a los que los explotaban basta que estalló la guerra. Preocupada Inglaterra por esta actitud y en previsión de la lucha que tendrá que sostener con los Estados Unidos y Alemania para no verse lanzada del comercio sudamericano, dispónese, abandonando sus orgullosos prejuicios, a establecer en los centros de enseñanza oficiales el estudio del idioma castellano, como elemento necesario para fomentar los negocios con los países de habla española del citado continente.

Por lo mismo convendría a España ponerse en disposición de aumentar a su vez su importación a estas repúblicas del Centro y el Sur americanas, mediante el establecimiento de nuevas líneas de navegación y el mejoramiento de sus productos manufacturados cosas ambas muy factibles, si el capital, en vez de mantenerse escondido en espera de los crecidos intereses que habrán de rendir los colosales empréstitos que contratarán los gobiernos europeos después de la guerra se emplease en empresas cuyo rendimiento habría de superar en mucho al alcanzado por los tenedores de papel extranjero.

¿Por qué no habría España de procurarse nuevos mercados en América, y no ya solo de productos agrícolas, sino industriales? ¿Acaso las manufacturas catalanas no se han estado consumiendo por largo tiempo en Portugal con etiqueta alemana, sin que nadie lo hubiese descubierto hasta hace poco? No habría, pues, que temer la concurrencia en América ni en calidad ni en precio.

Si no se procede con toda actividad al desarrollo de nuestras relaciones comerciales con América, será de cada día mayor la emigración, fatalmente impuesta por la pobreza del suelo, la falta de transportes y de riegos y la viciosa organización del mercado agrícola en la mayoría de las regiones. Es imposible obligar a centenares de miles de españoles a permanecer en las estériles y desamparadas estepas del interior y es deber de patriotismo amparar a los emigrantes en las colonias donde se establecen.

Por lo mismo merece ser alentada la Compañía Trasatlántica en su propósito de construir en Cádiz una serie de diez vapores al objeto de aumentar su material marítimo y no menos la empresa española que tiene proyectada la construcción de veinte vapores mercantes en los Astilleros de Bilbao, para pasajeros y carga destinados a hacer viajes a América, siendo su costo total de cien, millones de pesetas.

Y estos aumentos son tanto más necesarios en cuanto no se descuidan los Estados Unidos, como se desprende del hecho de haber establecido una Compañía de Nueva York una nueva línea, con servicio exclusivo de carga, entre dicha plaza y Barcelona.

Formadas bajo otra atmósfera que en la nuestra, toda garrulería y verborrea, no cesan las colonias españolas de América de trabajar por el incremento del comercio de la metrópoli con aquellas. Por la prensa de Lima nos enteramos de la próxima salida para la madre patria de una comisión de comercio español de aquella capital llevando un completo y variado muestrario de los artículos de uso frecuente en el Perú para que nuestros fabricantes los estudien y vean la manera de adaptar sus productos a las necesidades de aquel importante mercado donde desde hace ya muchos meses se deja sentir de una manera a alarmante la falta de muchos artículos extranjeros, lo mismo de Alemania que de Francia e Inglaterra.

No menos deseos de aumentar el comercio con España se nota en nuestros compatriotas de Bolivia y de Colombia, con los cuales países apenas si sostenemos hoy algún intercambio, siendo así que ofrecen vastísimo campo a los exportadores y a los emigrantes.

Nadie mejor que los españoles establecidos en los que fueron un día nuestros virreinatos y capitanías generales para fijar las orientaciones de la política hispano americana, y esos españoles, poco románticos, nos dicen que si Inglaterra y Francia contribuyeron poderosamente a la pérdida de nuestro imperio colonial cuando la guerra de la Independencia, han venido después los alemanes y otros que con sus ambiciones comerciales han completado la obra suplantándonos en la esfera mercantil.

Dejándonos, pues de oropeles lingüísticos y banqueteos y colocándonos en el terreno de la práctica, podríamos estrechar los consabidos lazos sin literaturas ni discursos, si nos aviniéramos a contentarnos con ser Sancho Panzas, como es el verdadero carácter indígena, y a seguir la máxima de arrimarnos al sol que más calienta.

Este sol es, en América, el Pan-Americanismo promulgado recientemente en el Congreso científico de "Washington y del cual parió la consigna de una alianza defensiva y ofensiva de toda América contra la explotación europea o en otros términos, de una Confederación americana.Hasta aquí, perfectamente, pero no es cosa fácil atraerse el yankee a los hispano-americanos, o como oficialmente hay que decir, a los latino-americanos, por consideración al Brasil y a unas cuantas Antillas francesas.

De ahí que a los Estados Unidos les convenga en gran manera nuestra participación en el asunto, y de ahí que, como los ingleses, haya decretado el gobierno norte-americano la enseñanza obligatoria del castellano en sus Universidades y restablecido su estudio en las escuelas de Puerto Rico.

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LA GUERRA EUROPEA – MARZO 1916

«Los Estados Unidos, escribe el español don Javier Fernández Pesquero, desde Chile, siguen hoy una política sagaz, astuta, convencional; y dentro de sus planes de consolidación absoluta de su influencia en América, entran por mucho el captarse todas las voluntades y borrar todos los recelos.

Reconocen que España ejerce en el alma americana una influencia histórica indestructible, que la hace querida, por estos pueblos como vieja progenitora, a pesar de Ias censuras que se la dirigen por sus métodos colonizadores; y por eso los yanquis comprenden que ligando más a la madre con los hijos, no por ella, sino por ellos, éstos, con más confianza, se le entregarán por entero.

«Los Estados Unidos y América comprenden hoy que España ha dejado de ser un peligro imperialista para ellos; y que, en cambio, podría ser un instrumento de absorción de los países poderosos de la ambiciosa Europa, con menoscabo del orgullo de la raza, y de ahí que para evitar esa absorción, siquiera sea por orgullo de familia, no sería extraño que, tarde o temprano, se confirmaran los rumores de la entrada de España en la alianza definitiva de los Estados-Unidos con la América latina, máxime cuando el poderío yanqui no puede temer nada de España, y si, en cambio, aprovecharse de ella para tener en Europa una influencia más digna de tomarse en cuenta que la que actualmente tiene.

Para que España en América tenga algún predicamento y pueda adquirir y conservar influencia y provecho, ante todo y sobre todo debe hacerse yanqui, americana, pero americana del Norte; enmendar rumbos, consultar más a los españoles que viven en América, y que, por razón natural, son los que verdaderamente conocen este país| y dejarse llevar por sus consejos, que son los más prácticos, porque están basados en la dura experiencia sobre el terreno, la mejor y verdadera maestra de la vida. Comparemos lo que ha hecho España por América desde hace cien años, con lo que vienen haciendo los Estados Unidos, y entonces podremos conocer cuál es la clave de la gran influencia de Norte-América en el Continente, y el concepto lastimero que de nosotros se tiene en los países americanos

Esto es lo que dicen los que están sobre el terreno y saben más que nuestros representantes diplomáticos, cónsules, vice – cónsules y agentes consulares, acerca de todos los cuales se impone una minuciosa revisión como ya dijimos en anteriores artículos valiéndonos un sin número de comunicaciones de toda especie, imposibles de atender y de contestar por falta de tiempo, por lo cual perdonen.

Conque, a ver qué hace el gobierno, y sobre todo lo que hacen los navieros y los fabricantes, y pensemos en si nos conviene más hacer buenas migas con los tudescos, galos, flamencos, turcos, rusos, etc, que con los hijos de los Padres Peregrinos de la Flor de Mayo, los puritanos, cuáqueros y los irlandeses, polacos, alemanes, húngaros, italianos, etc, de que se compone aquel mosaico.

Claro que hay por en medio Shafter, Vara del Rey, Sampson y Cervera, pero también había Wolfe y Montcalm, Washington y Cornwalis, y hoy están sus descendientes a partir un peñón.

Aparte de lo cual el león no es tan fiero como lo pintan, y la verdad es, que durante los meses que permanecimos en los Estados Unidos nos pareció que no habíamos mudado de casa, y se nos antojaba pasear por la Rambla al hacerlo por la Rué Canal. No hay, pues, antipatía alguna entre la patria de Ticknor, Washington Irving, Prescott, Robertson y Huntingdon y la de Menéndez Pidal, Sorolla y Granados. – Alfredo Pisso – La Vanguardia, Viernes, 03 marzo 1916, página 8, Sección “Cosas de Mañana”, Primera y Segunda Columnas.

EL ATAQUE A VERDUN: RELATO DE UN TESTIGO

He aquí la forma en que relata un habitante de Verdún que fue de los últimos en abandonar la ciudad que un bombardeo incesante y formidable iba reduciendo a un montón de ruinas, el terrible ataque da las fuerzas alemanas: “Jamás podré olvidar el espantoso espectáculo que presenciaron mis ojos. He podido ver la llegada de los alemanes a un tranquilo pueblecillo situado al Norte de Verdun. Avanzaban en formación cerrada, sin hablarse, cargando y descargando incesantemente los fusiles. Desde mi escondite era dable presenciar la escena sin perder el menor detalle. Los proyectiles de 75 causaban enormes estragos en las filas alemanas. Siempre recordaré aquella carnicería, que producía una confusión indescriptible. De pronto entraron en acción las ametralladoras y en aquel instante las filas que habían vuelto a ordenarse se vieron deshechas, cayendo los soldados los unos encimas de los otros, obstruyendo el paso de las segundas líneas que no vacilaban en pasar por encima de los heridos y de los moribundos.

Al llegar la noche y desde una altura situada a la izquierda del Mosa, y en tanto que me alejaba de la ciudad, pude presenciar las fases del ataque alemán por la parte de Samogneux. El campo de batalla, iluminado como en pleno día por los resplandores de las granadas, ofrecía un espectáculo fantástico, trágicamente sublime. Las masas oscuras que formaban los soldados del káiser avanzaban protegidas por su artillería. Al estallar los proyectiles en las posiciones nuestras veiánse las sueltas de nuestras heroicas tropas al lado de los cañones, en el fondo de las trincheras y en los sitios protegidos contra aquel fuego infernal. Los alemanes avanzaban a la descubierta tras de sí montones de cadáveres. A los lejos, detrás de mí, se veían los resplandores de un incendio señalando Verdún, donde caían a cada momento nuevos proyectiles enemigos.

Algunas veces parecía que la lucha se había suspendido: deteníanse los soldados alemanes y la inmensa mancha negra que formaban parecía no moverse; a los pocos minutos, sin embargo, veíasela de nuevo ponerse en movimiento sin inmutarse por el fuego terrible que contra ella se hacía. La consigna recibida era la de avanzar costase lo que costara y fieles a ella los alemanes rehacían sus líneas llenando los boquetes producidos por las bajas y seguían su marcha.

Verdún ya no es más que un montón de ruinas, rodeado de campos de cadáveres. Varios grupos de gente que huyendo pasan cerca de mí se quedan contemplándome con asombro sin acertar a comprender cómo es posible que presencie aquel espectáculo del que ellos apartan su mirada con el mayor horror. De cuando violentas ráfagas de aire traían hasta cerca de los nosotros las chispas del incendio entre negras masas de

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humo, y el ruido del bombardeo era tan formidable que parecía que un horrible terremoto sacudiera las entrañas de la tierra. No es posible que haya habido nada semejante a esta batalla en la que dicen que los alemanes están dispuestos a sacrificar, si es preciso, hasta un millón de hombres. Cuando continué la marcha, resuelto a no volver una vez más mi mirada hacia el lugar de la tragedia, parecióme que todo aquello no era más que un delirio de mi enloquecido cerebro”. – La Vanguardia, Viernes 3 de marzo de 1916, Página 10, Sección “La Guerra Europea”, Primera y Segunda Columnas

DESDE EL TAMESISLA FALTA DE HOMBRES

Londres, 20 de febreroUno de los problemas más complicados que tiene Inglaterra ante sí, se ofrece ahora con la actuación de los tribunales creados, a propósito del servicio militar obligatorio, para decidir a quienes debe eximirse del servicio de las armas. En una de mis anteriores cartas a LA VANGUARDIA, ya hice una breve reseña de lo que significa teórica y prácticamente el plan militar de lord Derby para la obtención de reclutas, sujetando a la ley del servicio obligatorio a todos los hombres soltero que se encuentren en edad de sacrificarse por la patria. A todos los hombres no casados que habían pasado a la reserva, se les ha notificado ya la fecha en que deben presentarse para su instrucción. Pero muchos de dichos hombres, por estas o aquellas razones, lograron ser eximidos completamente, o en otros casos presentan una demanda para que se les permita el pase a los últimos grupos, es decir, pretender librarse del servicio inmediato.

En el examen minucioso de dichas demandas se ocupan ahora los tribunales a que ya he hecho mención, y un curioso dilema se presenta: el país necesita cuantos hombres puedan ser reclinados para el sostenimiento de los ejércitos que luchan, y al mismo tiempo la industria nacional reclama también brazos varoniles, con tan apremiante necesidad, que ha de ponerse buen cuidado en que no se vayan por ser soldados los que conviene que se queden por ser obreros. Asimismo las fábricas de municiones imperiosamente requieren el esfuerzo varonil, haciendo tanta falta los hombres junto a los tornos y en las fundiciones como en las trincheras.

Si no hay hombres suficientes para que se continúe la producción en las industrias nacionales y disminuye la exportación de nuestros géneros, surgirán entonces dificultades graves al no encontrarse el dinero que precisa para continuar la guerra, y si no se ocupan hombres bastantes en la fabricación de munición de nuestros ejércitos en los distintos frentes, no podrán seguir peleando como hasta aquí.

Hasta cierto punto ha podido facilitarse la resolución del problema empleando mujeres en labores quo antes eran exclusivas de los hombres. En los trabajos agrícolas el esfuerzo femenino está resultando muy eficaz, viéndose que, a veces, supera al del hombre. Del mismo modo y en número muy crecido, se ocupan las mujeres en las fábricas de municiones, y el éxito obtenido en la práctica sólo es comparable al entusiasmo que ponen las obreras en su cotidiana labor. La deuda que Inglaterra ha contraído con sus mujeres jamás podrá ser pagada, de modo que, cuando la guerra concluya, deberá la patria igual reconocimiento y gratitud profunda a los hijos que la defendieron peleando y a las hijas que aquí trabajaron mientras tanto sustituyendo a los hombres ausentes hasta en los trabajos más rudos. Y como está pasando lo mismo en Francia y en Rusia, verdaderamente la historia que en el porvenir se escribirá de esta guerra, tendrá consagrado uno de sus capítulos a rendir tributo de gloria a la mujer, que parte tan activa está tomando en la defensa nacional.

Pero como mi intención, al comenzar esta carta, no era precisamente hacer el elogio de las mujeres en la guerra, vuelvo a los hombres, pues que de éstos se trata en el problema expuesto.

Los casos estudiados por los tribunales, en este asunto de la redención del servicio militar, aportan datos curiosos como una luz para estudiar la actitud de ciertos patrones respecto a la guerra. Se ha ofrecido el caso de un jefe de cierto establecimiento comercial de Londres, que solicitó se eximiera del servicio militar a un dependiente suyo por serle necesario a sus negocios La contestación del presidente del tribunal es asimismo interesantísima: reprochó con suavidad al demandante, advirtiéndole que, en opinión del consejo, líos dependientes comerciales son un lujo que no pueden permitirse los negocios en tiempo de guerra.

Otro patrón solicitó igual favor para un joven obrero de su casa, dando como razón poderosa la de ocuparse dicho joven en el embalaje de ejemplares de la Biblia, destinados a los bravos ingleses que luchan en las trincheras. Cierto es que el obrero en cuestión, en cierto modo, atendía a las necesidades espirituales de nuestros soldados; pero pudo caer en la cuenta, su principal, de que el mismo trabajo lo desempeña una mujer perfectamente, en tanto el joven dependiente ocupaba su puesto en las filas.

Se ha comentado igualmente la demanda de un encuadernador establecido en la metrópoli, a favor de un maquinista, quien argüía que, por haberse alistado diez de sus obreros en el ejército, quedaron sin oficiales o maestros los aprendices, habiéndole éstos también abandonado. Y en efecto, los aprendices están siendo solicitadísimos y en todas partes les ofrecen salarios espléndidos. Pero el presidente del tribunal fue inflexible. ”La patria necesita hombres”, dijo, “y hay que tomarlos allí donde se encuentren”.

Otro pedía que se eximiera a su tenedor de libros, y le contestó el tribunal que podía substituirlo con una mujer. “Ya he tenido una, y no me ha servido”, replicó el demandante. “Pues busque otra mejor”. Estas fueron las últimas palabras del tribunal.

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La magna labor que estos tribunales tienen a la vista podrán comprendería mis buenos lectores sólo con decirles que, únicamente en Londres, las demandas presentadas ascienden a 14.000, comprendiendo en sólo los primeros grupos de reclutas sean los solteros de 20 a 24 años. Todos los casos son resueltos con admirable celeridad y aquellas demandas fundas basadas en razones fútiles son recibidas con poca simpatía. Los tribunales se atienen a un principio inmutable, y es que las necesidades puramente personales deben someterse al interés general del Estado.

Sin embargo, en algunos distritos, los privilegios do excepción se están repartiendo con excesiva benevolencia. La lista de reserved trades, titulo acomodaticio al que acuden cuantos desean esquivar el deber de ir a la guerra, se hacen muy extensas, y seguramente serán sujetas a una minuciosa revisión. Parece ser que los tribunales ocupados en el examen de demandas han recibido nuevas instrucciones a las que deberán atenerse en lo futuro como orientación para sus fallos. Inglaterra necesita hombres, y hay que regatearlos a las ocupaciones secundarias. Probablemente se ha tenido demasiado en cuenta la protección a la industria local, y esta línea de conducta será sin duda modificada de hoy en adelante. – J. PARKER HEYES – La Vanguardia, Sábado 4 de marzo de 1916, Página 8, Sección “La Guerra Europea”, Primera, Segunda y Tercera Columnas

LA SITUACIÓN EN TURQUÍALondres (Vía Bilbao), 3 — Un periódico del Cairo publica un artículo diciendo que el príncipe Yusuff6, difunto heredero del trono, poco antes de morir persuadió al sultán que celebrase un Consejo secreto en Palacio a fin de romper sus relaciones con Alemania y disolver el ministerio para modificar la presente desastrosa política de Turquía.

El embajador alemán, enterado de ello, aconsejó al general Liman (von Sanders)7 que fuese a Berlín a consultar con el emperador; algunos días, después del regreso del general Liman los criados, de Yusuff6

encontraron a éste herido mortalmente y desangrándose. Enterado de ello el sultán, rehusó recibir y ver al embajador; éste le hizo después saber que si persistía en su actitud tendría que abdicar o sería destituido, y cedió el sultán.

El artículo citado dice también que la oficialidad está dividida, pues una parte es leal a Alemania y otra, es fuertemente anti – germana; Enver Pashá8 ha perdido su popularidad, no atreviéndose a salir de su palacio sin escolta.

La población de Constantinopla está disgustada con los alemanes, y el sermón del último viernes, predicado en Sofía, terminó con esta oración: Señor, ¡venganza sobre los alemanes y el comité!

Termina dicho artículo diciendo que la caída de Erzerum impresionó al pueblo y se cree que si las tropas británicas de Mesopotamia tomasen la ofensiva v rompiesen la resistencia turca, caería el comité y, como consecuencia, el ministerio que le sucedería pediría la paz.

Otras fuentes de información dicen lo extraordinariamente que choca a la opinión mahometana la acción de los propagandistas alemanes en Constantinopla, publicando fotografías de las iglesias en ruinas de Bélgica y Francia destruidas por los alemanes, pretendiendo así demostrar la simpatía de la nación alemana por las creencias del islam, al paso que las clases ilustradas empiezan a recibir con desprecio y desconfianza la conversión a la religión de Mahoma de una parte de los altos empleados alemanes. (Agencia Luz) La Vanguardia, Sábado 4 de marzo de 1916, Página 9, Sección “La Guerra Europea”, Tercera Columna

LA SITUACION EN TURQUIALondres (Vía Bilbao), 3 — Dicen de Constantinopla que el descontento y la penuria son allí muy grandes, toda vez que los alemanes se incautan de todos los alimentos, mientras otros especulan comprando valores, cuyo pago realizan en marcos alemanes según su valor efectivo, el cual imponen las autoridades bajo pena en forma de multas y encarcelamientos a quienes rehúsan aceptarlo; el resultado es que la vida en Turquía se hace tan difícil que hasta los oficiales alemanes se han visto obligados a mandar sus esposas y familias a su país.

Acaba de anunciarse oficialmente por la prensa alemana que ningún aprovisionamiento por parte de Turquía puede hacerse actualmente, siendo en todo caso la razón que da la escasez de material de transporte.

El embajador alemán protesta de ello y pide que se permita la exportación a Alemania; el gobierno turco se niega alegando que el pueblo está fuertemente soliviantado por la falta de subsistencias y existe peligro serio de levantamiento (Agencia Luz) La Vanguardia, Sábado 4 de marzo de 1916, Página 9, Sección “La Guerra Europea”, Tercera Columna

LA RETIRADA FRANCO – INGLESA DE GALLIPOLI

Kayal Tepé, Gallipoli, 14 de enero de 1916El frío, que ha sido intensísimo como en las noches anteriores, me ha obligado a salir de mi saco-cama muy temprano, para ir al cuarto del teniente Hesselberger donde hay una magnífica chimenea. El mar Egeo parece más azul que nunca esta mañana. Vengo del puesto de observación que está a unos treinta metros de mi tienda, sobre ella, y al que se sube por unas gradas. Desde él he estado durante largo rato dándole recreo a mis ojos en la contemplación de tan grande belleza. A lo lejos, todavía envueltas entre la neblina matinal que no lardará en disiparse, se distinguen las islas de Imbros y de Samotracia. El monitor inglés que viene todos los días para bombardear tirando sobre nuestras cabezas, el puerto de Maídos y la fortaleza de Kilíd-Bahr9, en el estrecho, no se ha presentado aún. Es muy temprano. Tras del cabo de Kephali, en la isla de Imbros 10, he distinguido con mis anteojos dos grandes buques de guerra y varios transportes. Hoy es el último día de mi estancia en Kayal-Tepé. Kayal Tepe es un monte que está entre Arribuno y Sedd-el-Bahr11, a casi igual distancia de uno y de otro.

A unos diez kilómetros y medio se halla la playa. Esta tarde regreso a Constantinopla. Ayer noche nuestro amable huésped el teniente Hesselberger telefoneó al cuartel general y se le comunicó la noticia de que esta

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tarde a las tres sale del puerto de Ak-Basch un torpedero para Constantinopla. Ahora son las siete de la mañana. A las once estarán listos los caballos. Nuestros equipajes y los del teniente Hesselberger, quien por no ser ya necesaria su presencia en Kayal-Tepé ha sido trasladado a otra parte y regresa también en el mismo torpedero que nosotros, están ya preparados y un camello va a cargar dentro de una hora con ellos para llevarlos a Ak – Basch. Para emplear las cuatro horas de espera, yo me he venido a escribir, con intención de hacer un breve resumen de mi estancia en la península de Gallipoli a mis lectores. Más tarde escribiré in extenso sobre ella.

Vuelto de Macedonia, el día de la Epifanía llegué a la hermosa Bizancio. Inmediatamente me fue concedida por Enver Pacha la autorización para venir a los Dardanelos. Mi nombre fue telegrafiado al cuartel general de Gallipoli. Como es de rigor, éste_ debía responder que no había inconveniente alguno en qué yo realizase el viaje. Tres días después, el 9, las calles de Constantinopla amanecieron engalanadas con banderas. Gran jubilo. Las posiciones franco-inglesas de Sedd – El – Bahr habían sido abandonadas. Ni un enemigo más quedaba en la península de Gallipoli. En el ministerio de la Guerra, aunque no se había recibido aún la esperada respuesta de Liman del general alemán Liman von Sanders), general en jefe del quinto ejército, operando en Gallipoli, se me autorizó para salir en seguida, con el primer torpedero que hubiese. La ocasión se presentó al día siguiente, 10, a las cinco de la tarde. Atravesamos el mar de Mármara con las luces apagadas, a gran velocidad y zigzagueando, para evitar un ataque de los submarinos ingleses. Aquel mismo día había sido señalada la presencia de uno junto a la isla de Afsia. Con las primeras claridades de la aurora Ilegamos, sin otra novedad que de haber pasado un frío horroroso de la noche y la consiguiente escama de verse, a lo mejor, lanzado por Ios aires, hecho añicos por la explosión de algún artero torpedo, sal puerto de Ak-Basch, en pleno estrecho, casi a la mitad del mismo, no muy lejos de Kilid-Bahr, y casi enfrente de la fortaleza de Chanak-Kaleh, en la costa asiática.

Ya contaré al lector mi visita al gran cuartel general, la entrevista que tuvo en él con Liman Pacha, así como la feliz circunstancia a la que debí mi amistad con el admirable teniente Hesselberger – un simple primer teniente de reserva con funciones de general a quien, en mi presencia, le concedió Liman Pacha la Cruz de Hierro de primera clase, — gracias a quien vine a este interesante lugar de Kayal-Tepé, base, digámoslo así, de mis operaciones en Gallipoli. Sepa, por lo pronto, el lector, que sabiamente guiado por mi amable huésped, conocedor, palmo a palmo, del terreno, hombre, además, de extraordinaria cultura, zoólogo y explorador del África de gran nombre y autoridad en su país, y ya maduro, he visitado todas las posiciones anglo-francesas de Gallipoli, empezando por aquellas que más interés ofrecían, las recientemente abandonadas de Sedd – El – Bahr. Me conviene hacer constar que aunque tres días antes había estado en Gallipoli el corresponsal de un periódico de Madrid, el único periodista español que ha visitado las posiciones turcas y anglo – francesas de Sedd – El – Bahr, he sido yo.

El día 12, es decir, tres días después de haber sido evacuadas, lo pasé todo entero en las posiciones de Sedd – El – Bahr, las más interesantes e importantes de todas. Sin haberlas visitado, no se puedo comprender el porqué del fracaso de la empresa de los Dardanelos. En las líneas francesas nos encontramos con Enver Pachá, el generalísimo y ministro de guerra turco, y su estado mayor. Al salir de entre las ruinas del pueblo griego de Krithia fuimos testigos del más emocionante de los combates aéreos. Tres monoplanos alemanes contra un biplano inglés. La lucha, que fue corta, terminó con la caída de este último en medio de las líneas inglesas. El piloto muerto, con una bala de ametralladora en la garganta. El observador, herido gravemente en la espalda por otro balazo. Al encontrarnos con éste cuando lo llevaban en unas parihuelas é una cercana estación sanitaria de la Media Luna roja, hablamos con él y tratamos de reconfortarlo con palabras de consuelo y de esperanza. Yo tomé la dirección de su madre para escribirle una carta comunicándole el accidente sufrido por su hijo y tranquilizándola acerca de su estado y de su suerte. El mismo teniente Hesselberger la escribió ayer noche, en inglés, y yo la entregaré cuando regrese a la legación de España en Constantinopla, para que ésta la haga llegar a su destino.

Un monitor inglés que estaba bombardeando con sus cañones de 30’5 los abandonados campamentos del cabo Helles y de Sedd – El – Bahr, tratando de destruir el enorme botín dejado en ellos, apercibiéndose de las tropas turcas que transitaban por la carretera que nosotros seguíamos, cambiando de objetivo, ha lanzado uno de sus enormes proyectiles en nuestra dirección. Ha caído a unos cuatrocientos metros, en una trinchera. La explosión ha sido espantosa, nos ha ensordecido. La llamarada, a pesar de que el sol estaba en el cénit y era esplendorosa su luz, nos ha cegado por unos momentos. Dos soldados turcos han sido heridos y un mayor alemán que iba delante de nosotros, a unos treinta metros de distancia, ha caído herido también, por una esquirla de granada que se le ha hundido en el hombro. Más tarde, mientras estábamos visitando unos establos donde había unos doscientos cadáveres de caballos, un aviador inglés fea dejado caer una bomba y flechas de acero sobre nosotros. Hemos escapado suevamente de la muerte por milagro.

Hasta seis líneas de trincheras tenían los aliados en esa posición llamada de Sedd – El – Bahr, Su línea avanzada se halla a una distancia de treinta metros de la línea avanzada tarca. Esa estrecha faja de tierra que se corre desde la misma playa en el mar Egeo hasta la misma playa en el estrecho, estaba cubierta de cadáveres, momias en su mayoría, por llevar allí meses enteros. Patrullas de observación que salen todas las noches de una y otra parte para tratar de enterarse de lo que pasa en la otra trinchera y de las que sobre todo en los lugares donde las líneas están tan próximas, son muy pocos los soldados que regresan. La línea avanzada inglesa mostraba grandes desperfectos. La artillería gruesa de los turcos, alemanes y austríacos, principalmente la de estos últimos transportada a Gallipoli una vez franqueada el camino por Serbia, ha obligado a los aliados, sin duda alguna, a evacuar sus posiciones. Basta visitar éstas para convencerse de ello.

Lo mismo en Sedd – El – Bahr que en los otros dos sectores de Ariburnu y de Anafarta que visitamos al día siguiente. En estos dos sectores eran solamente tres las líneas de trincheras. En la posición de Anafarta, sobre todo, la vida para los soldados ingleses habrá debido ser atroz durante todo el tiempo que la han mantenido ocupada. Visitándola detenidamente parece incluso mentira que hayan podido resistir en ella tanto tiempo. Se trata de unas salinas, dominadas por unas alturas en las que se hallaban los turcos. La mayor parte de las bajas tenidas allí por los ingleses han sido causadas por enfermedades. Esas dos posiciones fueron abandonadas el día 19 de diciembre, es decir, veinte días antes que la de Sedd – El – Bahr.

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No muy lejos de la playa, a los pies de Kayal-Tepé, viendo cómo el monitor inglés de todos los días bombardeaba desde el mar Egeo los fuertes del estrecho, he asistido a la despedida de mía división turca. El jefe de la misma ha pronunciado un discurso a las tropas, elogiándolas por su valor, por su resistencia y por su disciplina. Buenos soldados, buen aspecto y perfectamente equipados. Causaban la mejor impresión. Desde luego, se notaba en ellos la mano organizadora de los alemanes. Como se puede notar en la disposición y construcción de las trincheras y demás obras de fortificación. Ocasión he tenido, en lo que va de guerra, y de ello sabe el lector, de visitar posiciones en los principales puntos del frente occidental y oriental. Así en Serbia y en Montenegro últimamente. Pues bien, posiciones, porque por ejemplo, como éstas de Kayal Tepé y como las de Sedd – El – Bahr, tan bien dispuestas, tan perfectamente construidas y tan fuertes, he visto pocas. Una posición modelo, dijo Liman Pacha, cuando visitó ésta en Kayal Tepé. Y así lo es en efecto, una posición modelo.

Sin embargo, yo me he hecho esta preguntar—Cuando en los días 25 y 26 de abril del pasado año desembarcaron los aliados en Gallipoli, ¿existían ya estas posiciones modelos, contaban los turcos con los indios de que disponen hoy? Esta pregunta la he hecho después frecuentemente a quienes podían contestarla. No. ¿Por qué, pues, ha fracasado la empresa dé los Dardanelos?... El que ahora, ya organizados los turcos y disponiendo de la numerosa y moderna artillería que lea ha venido desde los imperios centrales por Serbia y Bulgaria, se hayan visto obligados los franco – ingleses a evacuar sus posiciones, de Gallipoli, es cosa explicable y hasta, de toda lógica, sobre todo tratándose de posiciones sumamente desventajosas desde el primer instante y difíciles de sostener y no queriendo los aliados hacer nuevos sacrificios para mantenerlas a todo trance. Pero lo que sí no es tan fácil de explicación, lo que extraña y asombra al mismo tiempo, conociendo los medios de que disponían los turcos en abril del pasado y calculando aquellos de los que Inglaterra y Francia podían disponer, es que los aliados no pudieran forzar por aquella época los Dardanelos, es decir, que no llegaran a Constantinopla.

Pasado el peligro, hoy, turcos y alemanes, lo reconocen y le reconocen toda la gravedad que en realidad tuvo. Hablad en Constantinopla con cualquiera, sea de la nacionalidad que sea. Todos os dirán lo mismo: Nosotros, durante mucho tiempo, estuvimos persuadidos de que los aliados llegaban a Constantinopla. —El mismo almirante Sonchon me lo ha confesado. Y un día hubo, por aquel entonces, en que un célebre general alemán, considerando inminente el acontecimiento, indicó a la prensa la conveniencia de que so fuese preparando a la opinión. Yo abandono hoy la península de Gallipoli convencido de lo mismo: Los aliados pudieron llegar a Constantinopla.

¿Por qué este fracaso? A continuación vamos a tratar de fijar las causas, las probables causas del mismo. Objetivamente, con imparcialidad. Sabido es que no nos traía partidismo alguno y que para todos los beligerantes tenemos el mismo respeto y la misma simpatía. – ENRIQUE DOMINGUEZ RODIÑO12 – La Vanguardia, Domingo 5 de marzo de 1916, Página 15 - 16, Sección “La Guerra Europea”, Tercera y Cuarta Columnas; Primera y Segunda Columnas

LA SITUACIÓN EN ALEMANIALondres (Vía Bilbao), 9. — Telegrafían de Ámsterdam que los informes de Alemania revelan que las condiciones financieras de las municipalidades de esa nación y de Austria son causa de graves preocupaciones; por doquier han sido aumentados los impuestos a pesar de la extrema reducción de los servicios comunales; el crecimiento de gastos de los Ayuntamientos procede de varias causas, destacándose entre ellas el copioso reglón del auxilio concedido a viudas huérfanos y padres de los muertos en la guerra y asimismo a las personas cuyos parientes están en campaña, mientras que la supresión de tanta y tan productiva mano de obra ha hecho disminuir fuertemente el ingreso de los municipios y resulta dificilísimo resolver el problema toda vez que el Estado ha prohibido los empréstitos municipales.

Manifiéstese el agotamiento económico nacional en la serie de reglamentaciones introducidas, teniendo a limitar el consumo de numerosos artículos, mientras sus precios están aumentando continuamente; la requisa por el Estado de comestibles, metales, lana, caucho y textiles, hace que el país se encuentre desprovista totalmente de estos artículos; el círculo de hierro constituido por el bloqueo británico, estrechándose con creciente fuerza, es sólo parcialmente causa de tales escaseces, y éstas afectan únicamente a los suministros de guerra y primeras materias.

En Magdeburgo han introducido las autoridades tarjetas para el consumo de patatas, concediendo únicamente media libra por cabeza, pero ni aún este suministro se obtiene con facilidad, y el comandante de la fortaleza se ha visto obligado a prestar a las autoridades mil toneladas de patatas para solucionar el conflicto. (Agencia Luz) La Vanguardia, Viernes 10 de marzo de 1916, Página 11, Sección “La Guerra Europea”, Cuarta Columna

LA AMBICIÓN DEL KRONPRINZLa Gaceta de Lausana dice que las razones estratégicas de Hindenburg y Mackensen fracasaron ante los intereses del Kronprinz y del Káiser. El Kronprinz necesitaba una victoria a toda costa, pues la monarquía alemana estaba haciendo ante los muros de Verdun un juego desesperado. Al Kronprinz le ha faltado poco para sacrificar toda su gente para ganar el bastón de feldmariscal y afirmar el trono de los reyes de Prusia. – La Vanguardia, Viernes 10 de marzo de 1916, Página 14, Sección “Servicio Radiográfico”, Primera Columna

MEDIA HORA EN VERDUNUna emoción extraordinaria, indescriptible, se apoderó de mí cuando recibí el encargo de ir a Verdun. Hace quince días que ese nombre es la esencia de todo pensamiento. Por ello, ya en marcha, no cesaba de mirar ávidamente el horizonte y en él la larga cinta de carretera que divide el paisaje, que bordea los valles y que al subir o descender las lomas de las colinas parece decir, ¡venir, venir, por aquí se va!

¿A dónde? Al preguntármelo lo primero que escucho son las voces que exclaman, “Verdun está ardiendo, ya no es más que un montón de ruinas”. Y aun cuando nos falta veinticinco kilómetros para llegar, trató de hallar en

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el cielo los trágicos resplandores del incendio y me admiro de ver que nada ofrece de anormal ni de extraordinario todavía la campiña que atravesamos.

Sin, embargo, de ello al poco rato vemos invadida la carretera por un sinnúmero de automóviles que avanzan rápidos y cuyo rugido delata una angustia suprema. Van los unos persiguiéndose a los otros, tratando de aventajarlos, sin preocuparse de los chasis que se quejan, ni del barro sobre el que patinan. Al contemplar esa prisa febril mi corazón se estremece. Diríase que la larga carretera es un brazo inmenso que se tiende respondiendo al llamamiento y acudiendo en socorro de la gran batalla y el esfuerza de los miles de motores que trepidan, impacientes y nerviosos hacen palpitar los campos en diez leguas a la redonda.

A lo largo de la carretera aparecen sinnúmero de infelices cargados de picos y de palas que rascan el pavimento, que cubren los baches y que nivelan lo que pueden, sin perder de vista los autos que llegan ,y de los que precisa huir apenas se ha volcado en un hoyo un capazo de guijarros No consiguen, sin embargo, al hacerlo escapar del diluvio del barro que el coche lanza sobre ellos, cubriéndoles las caras, las manos, los trajes y el calzado todo menos los ojos, unos ojos llenos de fatiga y cansancio que parecen amarillentos, rodeados por la capa, de tierra. Cada noche la enfangada carretera tiene cuarenta o cincuenta baches de menos, pero hay en cambio en ella dos mil soldados que ya no tienen el aspecto de hombree. Los he visto reunirse al atardecer, entre las primeras sombras de la noche. Cada uno de ellos no era más que una mafia, un bloc de barro seco y endurecido y el conjunto de todos, igual, cubierto por una idéntica mascarilla, una visión mágica y asombrosa; la de un regimiento, de trabajadores petrificados.

Verdun ¡20 kilómetros! Acabo de leerlo en un mojón de la carretera. Y a pesar de ello en el horizonte no vislumbro nada trágico. No obstante a los pocos momentos vemos pasar varios heridos colocados en cajas que cuelgan de cuatro camiones. Envueltos en sus capotes cubiertos de sangre pasan aturdidos y sufriendo. Uno de ellos, sin embargo, que va sentado no sé dónde, se agarra de algo que no acierto a ver y trata de incorporarse y de mirar … ¡quiere vivir un poco todavía! De pronto escuchamos un rumor confuso. Es la artillería. Hombres y caballos, cureñas y cañones avanzan con su vestidura de barro, confundiéndose con el suelo. Diríase que un pedazo de tierra de la Lorena se ha levantado de pronto para modelarse a imagen de ellos; un pedazo de tierra francesa que avanza, que se mueve. Es un espectáculo magnífico.

En sentido inverso llegan hasta nosotros tres prisioneros alemanes. Caminan chapoteando delante de dos gendarmes a caballo: el último es un oficial gigantesco cuya humanidad impone. No cabe duda de que ha nacido en la terrible Alemania. Sólo con verlo marchar surge la visión de la guerra! Ojalá se fijen en él los rapazuelos de las aldeas que atraviesen y sobre todo que, más tarde, no se olviden de él.

Ya no debemos de estar lejos. El coche va volando. Nuevos carros y camiones cada vez más numerosos. Las casas, los vehículos, los árboles, todo aparece cubierto por una capa blancuzca. El automóvil trepita y rechina. Bruscamente funciona el freno y los choferes se ponen al habla con quien nos ha detenido.

o ¡Hola joven! ¿Á dónde se va?o ¡Toma! pues a Verdun!o Entonces ya se ha llegado. ¿Y luego?o ¿Cómo que ya se ha llegado?o ¡Pues ya lo creo!

Saco la cabeza por la ventanilla y veo unas murallas, una puerta y un soldado con la bayoneta calada, que asoma por una garita. Me parece imposible y balbuceo: Entonces... No puedo acabar la frase. Súbitamente, brutalmente, una explosión formidable, ensordecedora, se produce en el aire. No cabe duda: estamos en Verdun.

El estallido ha sido tan cerca de nosotros que he palidecido y el chofer, aturdido, exclama;o ¡Demonios...! pero... ¿no es broma, eh?

Los dos miramos hacia el cielo y no vemos nada. El otro chofer dice resueltamente:o La cosa no está para perder el tiempo: ea, aprisa: ¿hacia dónde se va?o A la ciudadela—digo resueltamente.

El soldado entonces exclama, con lentitud:o Para la ciudadela primero por ahí, derecho, luego a la izquierda y, por último, a la derecha.

El chofer tiene prisa y salta a su asiento, se apodera del volante y á loa pocos instantes nos ponemos en marcha. El silencio vuelve a reinar, y no escuchamos más ruido que el que produce nuestro motor. Entramas en una calle desierta. Puertas y ventanas aparecen herméticamente cerradas. Diríase una ciudad muerta. El coche se desvía bruscamente; junto a una casa que tiene un enorme boquete en su fachada, aparece tendido en el suelo un caballo con el vientre abierto y las patas rígidas. Nos cruzamos con varios gendarmes, que se separan para hacernos paso, y die pronto desembocamos en una gran plaza, solitaria como las calles. En ella aparece el Palacio de Justicia con los ventanales destrozados. Desde su puerta de entrada nos mira un centinela.

El chofer frena y pregunta:o ¿La ciudadela?

El centinela responde:o Derecho siempre

En el instante en que hemos permanecido parados, se ha oído otra explosión, y luego un ruido sordo, como el que produce un muro al desplomarse. Entramos en otra calle, en la que aparecen varias casas derruidas: una a la derecha, otra a la izquierda, más allá otra de armazón metálica, que se retuerce hacia la calle como si fuese una cortina agitada por el viento. Nada se escucha; la soledad es imponente. Diríase que la ciudad tiene el

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mismo gesto de un hombre que inmóvil, con la cabeza recogida y el tronco doblado, presenta la espalda para recibir en ella lo que caiga. No se mueve y espera. Las casas tienen las persianas cerradas, y sus tejados parecen en aquella hará trágica algo que impone, con su actitud de desafío.

El chofer me grita, señalando al suelo:o ¡Mire usted!

En el centro de la calle hay un enorme charco de sangre.

Atravesamos otra plaza y nos metemos por una callejuela. Tengo la impresión de que vamos a perdernos. Es preciso parar y preguntar a alguien, pero ¿Á quién? No se ve a nadie. De pronto me quedo con la boca abierta. A nuestra derecha aparece una tienda abierta: es un establecimiento de comestibles, intacto, flamante, con los potes en orden y las latas apiladas. Cerca de ella hay un carro militar; una vieja y un soldado cargan en él varias cajas. La mujer le va entregando algunas, despacio, con gran cuidado, porque son frágiles y pueden romperse. Por encima de nosotros pasa silbando un obús.

o ¿La ciudadela?— preguntamos al soldado.

Este nos señala el camino. El chofer mira a la dueña de la tienda y dice, riendo:o Lo que es a ésta sí que le importan un pepino las Boches.

La vieja le oye, y dirigiéndole una mirada de rabia exclama, con acento admirable, por la energía y la conciencia del deber que envuelve:

o Cuando una lleva un negocio, tiene que preocuparse da otras cosas más que de los alemanes.

Y continuó entregando al soldado con cuidado exquisito aquellas cajas que procuraba que no so estropeasen, en tanto que cerca de nosotros las casas caían derribadas a cañonazos.

Por último llegamos a la inmensa ciudadela. Es maciza, enorme, aplastante y siniestra. Delante de cada una de sus entradas largas y estrechas, envueltos en sombras, hay varios artilleros cubiertos con sus cascos, inmóviles, estoicos. En la ciudad bombardeada incesantemente, cuyo cielo cruzan a cada instante infinidad de balas que no sabemos a dónde van a parar, en aquella fortaleza azotada por el fuego terrible del enemigo, es admirable ver a un sinnúmero de hombres montar la guardia en las plazas, en los palacios, a la puerta de los cuarteles, como si estuviesen en tiempo de paz, con la misma serenidad, con idéntica gallardía. ¡Qué ejemplo más admirable el de esos muchachos!

Al entrar creí que me perdía: galería número 1; galería número 2; un hormigueo de soldados que van a relevar a otros o que vuelven de su servicio. Estos al verme se quedan parados y me miran con asombro.

¿De París? ¡Quiá! ¡Nos tomas el pelo! Uno de ellos, sin embargo, se fija en los papeles, en el carnet y en otros detalles, y más crédulo que sus compañeros me pregunta:

o ¿Qué dicen por París? ¿Qué se cuenta?

No sé qué responder y solo acierto a decirle:o Deja a París en, paz y hablemos de vosotros.

Pues aquí—exclama con cierta vacilación—uno no sabe nada: esperar y nada más. Hoy parece que nos dejan más tranquilos (un obús pasa por el aire lanzando un agudo silbido); pero el lunes suponemos que esos demonios volverán a empezar. Yo vivo en la calle de Tolbiac. ¿Has cruzado por ella hace poco? Cuando vuelvas dale recuerdos; de mi parte.

Dos heridos pasan cerca de nosotros con las cabezas envueltas en gasas llenas de sangre.Vuelven a silbar tos obuses. Es cosa de echar a andar.

Una hora después, en medio de la carretera, lejos ya del peligro, nos detenemos para encender los faros y tomar un bocado. Se escucha el cañón a lo lejos. El resplandor d© los disparos ilumina el horizonte. Y al ponemos nuevamente en marcha, volviendo la cabeza hacia el escenario de la tragedia, le digo con toda mi alma, llena de fervor y de esperanza, a la ciudad; de Verdun: ¡Hasta la vista! – La Vanguardia, Sábado 11 de marzo de 1916, Página 8, Sección “La Guerra Europea”, Tercera y Cuarta Columna

ALEMANIA Y PORTUGAL EN GUERRAEstación de Nauen, 10, 12 mañana – El gobierno alemán dio, por mediación de su embajador en Lisboa al portugués, la declaración que desde ahora es considera en estado de guerra con Portugal. La causa de este paso es debida a la actitud contraria a la neutralidad desde que empezó la guerra, ya que alcanzó el punto culminante desde que el gobierno portugués se incautó á viva fuerza de los buques alemanes que se encontraban en los puertos portugueses.

El día 23 de febrero la marina de guerra portuguesa, fiel a su tradición de terror de los mares, se apoderó de 37 vapores alemanes refugiados en los puertos portugueses. La bandera alemana fue substituida por la portuguesa de guerra, y el acto se celebró con gran solemnidad en el buque almirante portugués, por medio de salvas.

La declaración del gobierno alemán enumera las violaciones de neutralidad cometidas por Portugal.

Portugal permitió a las tropas inglesas el paso por Mozambique, pero prohibió el aprovisionamiento de los buques alemanes con carbón; permitió que los buques de guerra ingleses permanecieran un tiempo que excedía los límites de la neutralidad; concedió a Inglaterra el uso de Madeira como base naval; vendió cañones y material guerra de diversa naturaleza a la Éntrate; vendió a Inglaterra destroyers; cortó el cable alemán; se

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incautó de los archivos del vice – consulado alemán en Mossades, y envió expediciones a África que calificó abiertamente como dirigidas contra Alemania.

Además, el gobierno portugués, toleró el insulto del pueblo alemán por la prensa y por los miembros del Parlamento. El gobierno alemán protestó diversas voces, haciendo reclamaciones, sin obtener remedio, pero como el gobierno alemán se daba cuenta de la j difícil situación do Portugal, no dedujo por este motivo ninguna consecuencia seria.

Como la incautación de los buques alemanes no sólo va contra el derecho internacional, sino también viola el contrato germano – portugués de navegación comercial, el gobierno alemán se ve obligado ahora a tomar en consideración la conducta del gobierno portugués, adoptando las medidas necesarias.

El convenio germano-portugués determina que Portugal sólo podía incautarse de la propiedad alemana en territorio portugués, para atender a las necesidades del país, y que debía antes llegar a un arreglo, coa los interesados respecto a la indemnización. En realidad se incauta el gobierno portugués de muchos barcos más que necesitaba para remediar la escasez de tonelaje nacional.

Además, el gobierno portugués no procuró en modo alguno entenderse con el alemán; por eso el proceder del gobierno portugués es una grave infracción del convenio firmado.

El gobierno alemán declaró textualmente: “El gobierno portugués ha dado a entender, mediante este proceder, que se considera como vasallo de Inglaterra y pospone a los intereses de esta última potencia, todas las demás consideraciones del gobierno portugués, llevando a cabo la incautación de los buques en forma que denota deliberada provocación al imperio germano”.

El día 27 de febrero, el embajador alemán en Lisboa entregó al gobierno portugués una nota de protesta. No obstante esto, el gobierno portugués declaró en la prensa oficiosa que Alemania no había protestado.

En el Parlamento portugués negó oficialmente el ministro de Justicia la existencia de la nota alemana. El ministro del Exterior declaró, bajo palabra de honor, al corresponsal del Secólo, que Alemania no había elevado ninguna protesta.

El embajador portugués en Berlín entregó el día 4 del actual en el ministerio de Negocios Extranjeros una nota que rechazaba la exigencia alemana, en' vista de lo cual se ordenó al embajador alemán en Lisboa someter al gobierno portugués la mencionada declaración, entregándose una nota al embajador portugués en Berlín. – La Vanguardia, Sábado 11 de marzo de 1916, Página 11, Sección “La Guerra Europea”, Primera y Segunda Columna

DESPUÉS DE LA PARADA

Cuando, hace pocas semanas, tuve que suspender la publicación de estos comentarios, la guerra se hallaba en un período de estancamiento, que no auguraba, ciertamente, la decadencia de la lucha, sino la preparación intensa para realizar nuevos esfuerzos, y producir, como consecuencia, más y más hecatombes.

Terminada por los austro-alemanes y búlgaros la invasión de Serbia, se daba como inminente el ataque de Salónica, cuya dominación parecía necesaria para que la proyectada expedición a Egipto tuviese probabilidades de éxitos. En este momento sobrevino la calma a que antes he aludido. Salónica, reforzada y atrincherada sólidamente por los ingleses y franceses, no resultaba fácil de conquistar; los búlgaros no se hallaban dispuestos a prestar su cooperación gratuita a una empresa que, al parecer, había de resultar muy penosa y sangrienta; la veleta tornadiza de la política griega, alejado el temor de la invasión germánica, parecía volverse de nuevo al rumbo que le marcaban las acariciadoras auras de los aliados; Rumania, siempre prudente, siempre velando con espeso manto las definitivas intenciones, entretenía el tiempo jugando al escondite con sus millares de vagones de trigo, y movilizando, y armando y preparando a muchos más millares de soldados.

Era un período crítico para los germanos; un instante de depresión en la serie de altos y bajos que constituyen el desarrollo de una gran guerra; y Alemania tenía necesidad de dar un golpe duro, para conservar en su punto el prestigio militar en que apoya su fuerza. Este golpe lo preparó y asestó contra el frente occidental, contra el ejército francés, empleando para ello escogidas y numerosas tropas. Quizá aceleró su embestida la llegada a Berlín de una noticia muy desagradable, que venía a complicar y ennegrecer el panorama de Oriente: la noticia de la caída de Erzurum, y 'la consiguiente derrota de los turcos.

Este cuadro general de la situación, que a la ligera acabo de trazar, es prefacio de absoluta necesidad para que el lector se haga cargo de la trascendencia grande de la batalla de Verdun. En la guerra no se pesan las victorias viejas sino los triunfos nuevos; la guerra es la actualidad en acción, en marcha avasalladora. Un ejército vencido en cien combates, que logra derrotar a su adversario, pasa repentinamente al estado de ejército victorioso; como un ejército triunfador que sufre un descalabro queda clasificado, no por las palabras, sino por los hechos, en la categoría de los ejércitos vencidos. En ambos casos los planes, los proyectos ulteriores se han de basar no en las victorias ni en las derrotas de ayer, sino en el fracaso o triunfo de hoy. Por esto, la última batalla es siempre trascendental, no sólo por lo que en ella se juegue, sino porque es ella la que define en su día el estado de la guerra. Y por esto necesitaba y quería Alemania una victoria.

En la batalla de Verdun, a este conjunto de circunstancias generales hay que añadir las peculiares de lugar y ocasión. Cuando los alemanes invadieron a Francia, en 1914, la resistencia francesa se apoyó durante las jornadas del Marne, en París por un lado, en Verdun por el opuesto. La reacción ofensiva de los ejércitos de Joffre hizo retroceder notablemente el frente alemán; pero no tanto, que la plaza de Verdun y sus alrededores quedasen del todo libres de la presión del enemigo. Verdun resultó ocupando el centro de un gran arco formado por las trincheras alemanas, constituyendo en la larga línea de estás, como una avanzada de las posiciones

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francesas. El ataque alemán de 21 de febrero había elegido, pues, un objetivo adecuado, un punto vulnerable de la línea francesa, y si con el ataque se podía conquistar la plaza, a la ventaja esencialmente militar se había de unir el efecto moral producido por la conquista de un contrafuerte que tan señalado papel había desempeñado en 1914.

La batalla no ha terminado cuando escribo estas líneas, y sería por lo tanto aventurado hablar de su resultado definitivo. Pero lo que sí cabe presumir es que el desarrollo de esta batalla no puede influir de un modo decisivo e inmediato en la suerte de la guerra. No hay que opinar que la gran línea atrincherada que separa, en Occidente, a los beligerantes sea como un dique, que, cuando roto, da paso al curso irresistible de las aguas desbordadas, no. Una vez roto el frente de un ejército, no ha terminado la tarea para las tropas que han realizado esta operación. Después del esfuerzo intenso, que al quebrantar la resistencia del enemigo ha quebrantado igualmente su propia energía, se encuentran dichas tropas con nuevos obstáculos, que han de destruir a su vez. Y su frente se alarga a medida que avanzan, y crecen los peligros de verse envueltas por el adversario, y separadas de su base de operaciones. Y el avituallamiento se hace a cada momento más difícil y más complicada la reposición del material y la evacuación de los heridos. Todo ello hace que el avance de un ejército sea siempre operación delicada, cuando, naturalmente, hay fuerzas importantes y debidamente organizadas que hagan lo necesario para oponerse a él.

En esta guerra hemos visto avances formidables, que casi se han paralizado por sí solos en virtud de las diversas causas que antes he apuntado. Tal fue el de los alemanes en Rusia en la primavera de 1915: las circunstancias son en cada caso bien distintas; la preparación de las tropas, los efectivos en juego, todo da a cada uno de estos avances un carácter especial; pero, en conjunto, siempre son parecidas las consecuencias que se pueden deducir de tales hechos de armas.

La operación de guerra por medio de la cual los alemanes lograron romper, en mayo de 1915, la línea rusa; la batalla de Champaña, con la que los franceses intentaron quebrantar la línea alemana en septiembre último, y la actual batalla de Verdun, se han ejecutado con arreglo a un ritual único, que es el apropiado para el caso; y es una preparación del ataque por medio de la acción enérgica de la artillería. En el frente ruso, los alemanes dispararon durante cuatro horas, contra el sector que querían acometer, unas seiscientas mil granadas. Los franceses pensaron obtener un resultado ventajoso en la Champaña multiplicando el número de proyectiles y ampliando la longitud del sector atacado, que fue de veinticinco kilómetros, sobre cuyo sector arrojaron, según se dijo, unos seis millones de granadas en setenta horas de bombardeo incesante. En la guerra, cada beligerante aprende muy deprisa las enseñanzas deducidas de lo que hace su adversario, y así los alemanes en esta batalla de Verdun, han acumulado una cantidad de artillería que sobrepasa a todo lo imaginable. Su bombardeo intenso se ejecutó sobre un frente de cuarenta kilómetros, y, el número de proyectiles consumidos ascenderá sin duda a una cifra fantástica. Después del cañoneo general, iniciado el 20 de febrero, los alemanes han adoptado el sistema de ataques parciales sobre frentes de seis o siete kilómetros, acumulando sobre ellos la acción de toda la artillería que han podido reunir. Casi todo el problema de Verdun, y la duda de si los alemanes tomarán, o no dicha plaza, parece reducido a saber si los franceses disponen de suficiente artillería para contestar debidamente a los cañones alemanes. Debido a la acción de tan prodigioso número allá de Verdun será una de las principales carnicerías de esta guerra. Se habla como cosa natural de cien mil bajas sufridas por uno solo de los beligerantes, en las primeras jornadas; de la lucha. Montañas de millares de muertos, dícese que formaban verdaderas barreras, interpuestas en el camino de los asaltantes. Y luego los partes diarios nos referían cómo la nieve, más amorosa que los hombres, cubría con su albo manto aquellos incontables cuerpos de tantos seres que habían dado la vida por la patria.

He dicho antes que no creo en la influencia inmediata de la batalla en el resultado de la guerra; porque opino que esta lucha de grandes pueblos y de razas ciclópeas sólo acabará cuando uno de los beligerantes ya no tenga manos para sostener las armas. Pero la batalla de Verdun, considerada por sí misma, independientemente de las consecuencias que pueda tener, ya no se borrará jamás del libro de la historia. Sus peripecias todas, darán lugar a inacabables juicios y contradictorias opiniones; y los procedimientos de ataque y defensa en ella empleados, formarán la esencia del arte de la guerra durante muchos años. Otro día ensayaré de trazar un croquis del cuadro grandioso de esta colosal batalla, de la cual sólo una cosa puede hacer palidecer su fulgor terrible, y es que una lucha más formidables venga a dejar en segundo término el pugilato de que ahora es testigo la región de Verdun. – MARIANO RUBIO BELLUE – La Vanguardia, Domingo 12 de marzo de 1916, Página 13, Sección “Guerra Europea”, 1- 4 Cols.

ALEMANIA Y PORTUGALParís (Torre Eiffel), 11, 7 noche.— En el momento que Alemania declara la guerra a Portugal, es de gran interés recordar que únicamente la moderación del gobierno portugués ha impedido que este final se presentase mucho antes, especialmente a raíz de las violaciones de la neutralidad portuguesa por parte de Alemania, con sus incursiones en la colonia de Angola.

Desde antes de iniciarse este conflicto europeo, los alemanes habían ya dirigido sus miras codiciosas sobre esta colonia tan rica en productos. Los alemanes hicieron su primera incursión en dicha colonia, en octubre de 1014, para apoderarse de los víveres que les eran necesarios; prosiguieron las continuas agresiones hasta fin do octubre de dicho año, en cuya fecha realizaron el ataque a Kouangar. En diciembre efectuóse otro ataque con un efectivo de 2.000 hombres, y, por último, A fines de enero do 1915 trabaron nuevos combates en la frontera de Angola, en los cuales los alemanes fueron derrotados. Así lo ha hecho constar un miembro del Congreso portugués, señor Leste do Regó, a un redactor del Secólo en Lisboa, sin que en su declaración hubiera ni la menor ofensa por parte de Portugal hacia Alemania, y sólo el hecho de haberse declarado lealmente á, favor de los aliados.

Alemania hizo sufrir a Portugal vejaciones de todas clases, incursiones en su territorio colonial, destrucción de sus buques mercantes, y desde el punto de vista jurídico, Portugal no ha cometido ningún acto incorrecto ni las autoridades portuguesas se han excedido al ejecutar las medidas acordadas el 24 de febrero último. El que un gobierno requise unos navíos de comercio extranjeros anclados en los puertos de dicha nación, no constituye más que el ejercicio de un derecho muy antiguo anexo a la soberanía. Las tropas prusianas ya usaron de este «derecho en 1870, hundiendo algunas embarcaciones en el bajo Sena, y el conde de Bismarck opinaba que el

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Estado que tiene urgente necesidad de barcos mercantes, puede hacer requisar los barcos extranjeros que se hallen en sus puertos. Por esto Portugal, que tenía necesidad de medios de transporto por mar, y que padecía el alza de los fletes, como lo indica el preámbulo del decreto, obró así. Pero los alimones invocan en oposición el artículo segundo de un tratado de comercio concertado el 30 de noviembre de 1908 entre Alemania y Portugal. El artículo 24 de dicho tratado, después de prescribir en su primer párrafo que se procederá a un arbitraje para discutir los términos dudosos de dicho convenio, termina diciendo: “En caso de duda, las partes contratantes se abstendrán de dar por concluso el caso dudoso y se someterán a un juicio de arbitraje las divergencias de opinión que se susciten acerca de la interpretación y aplicación de las cláusulas de este tratado que no estén comprendidas en el párrafo primero”.

Alemania considera estos tratados como papeles inútiles, y prefiere declarar la guerra a Portugal. – La Vanguardia, Domingo 12 de marzo de 1916, Página 16, Sección “La Guerra Europea”, Segunda Columna

LA TACTICA DEL GENERAL PETAINGinebra, 14 – Según una gráfica expresión del Courrier de Géneve la táctica del general Petain consiste en ceder una porción de terreno escarpado, a un precio desastroso para el comprador. Le Genevois de esta mañana traduce muy bien la expresión que domina a los neutrales. Escribe: “Los alemanes han perdido hasta 200.000 hombres para alcanzar la segunda línea de defensa de Verdun que es una línea de fuertes. ¿Cuántos hombres deberán caer aun para vencer este obstáculo? Al menos otros tantos y tal vez más.

¿Y después? Entonces la batalla tomaría una mayor amplitud y los alemanes tendrían que emplear todos sus últimos recursos. Sus enemigos, por el contrario, Infinitamente menos debilitados porque pierden tres o cuatro veces gentes, dispondrían de mayoría.

Todo esto explica, sin duda, que el alto mando francés no se da prisa en ordenar el contraataque, así es que los adversarios se detienen para rehacerse, dando señales de fatiga. El general Petain parece que cree en el agotamiento continuo y progresivo de los ejércitos del kronprinz, que se funden en atroz pelea, como se funde la cera al calor de una brasa”. (HAVAS) – La Vanguardia, Miércoles 15 de marzo de 1916, Página 11, Sección “La Guerra Europea”, Primera Columna

LAS OPERACIONES EN EL ESTE DE AFRICALondres, 14 – La operación comenzada el día 11 de-marzo contra 1» posición preparada por los alemanes en la colinas de Kitovo, al Oeste de Tavita, conviértase en una lucha encarnizada, que continuó hasta Ja coche, con fluctuaciones.

Los alemanes ocupaban la colina de pendientes escarpadas pobladas de bosques espesos, que constituían formidables obstáculos. Durante el combate fueron tomadas y perdidas y recuperadas varías veces ciertas partes de estas posiciones. A las nueve, un último ataque a la bayoneta permitió a dos destacamentos sudafricanos tomar píe en las posiciones enemigas, mantenerse en ellas y recibir refuerzos. Al día siguiente por la mañana, como las tropas sudafricanas habían recibido numerosos refuerzos, vióse a las tropas indígenas y alemanas descender y retirarse en dirección Suroeste hacia Kahe.

Durante la acción de Kitovo una de las brigadas indígenas inglesas limpiaba de enemigos el pie de las colinas del Nordeste de Kilimanjaro, donde se hallaban más tropas alemanas separadas del cuerpo principal a consecuencia de la rápida marcha británica durante los días 8, 9 y 10 de marzo. Se ejecutan movimientos para cortar a estas tropas aisladas la retirada hacia el Oeste.

En tanto, una fuerte columna llegada de Tangido se presentó en la carretera do Arasha a Mosbl, en la retaguardia del principal cuerpo alemán, el cual se repliega al Sur, en dirección a la línea férrea de Usambara. Continúa la persecución da les alemanes. (HAVAS) – La Vanguardia, Miércoles 15 de marzo de 1916, Página 11, Sección “La Guerra Europea”, Segunda Columna

LOS SUBMARINOS ALEMANESLondres 14 (Vía Bilbao). — Manifiesta un telegrama de Washington que el contraalmirante Grant, jefe de las flotillas submarinas de la Armada de los Estados Unidos ha informado al Comité del Congreso que según noticias fidedignas recibidas los alemanes han perdido durante la guerra más de sesenta submarinos provistos casi todos de tripulaciones peritas.

Dijo, además, que los barcos que aperaban en el Mediterráneo cubrían la distancia desde la isla de Heligoland en nueve días y que en aquel momento funcionaban veinte submarinos. Al regreso de los barcos concédese a cada tripulación, compuesta de treinta y dos hombres y seis oficiales, un descanso de doce días. Es necesario, por consiguiente, que Alemania tenga tres submarinos operando a fin de conservar uno en la escena da acción. – La Vanguardia, Miércoles 15 de marzo de 1916, Página 11, Sección “La Guerra Europea”, Segunda y Tercera Columnas

SOBRE LA GUERRA SUBMARINATelegrafían de Ámsterdam que como solo ha transmitido la Agencia Wolff el texto abreviado de la comunicación sobre la guerra submarina enviada por el embajador conde de Bernstoff13, al ministro d Estado, Mr. Lasing, resulta imposible formar juicio exacto respecto al texto global, no habiéndose formulado todavía en consecuencia el comentario de fondo.

Paro la nota es generalmente considerada como una confesión de debilidad por parte del gobierno alemán, provocada por el descubrimiento de que habiendo fracasado la campaña contra buques indefensos, es improbable que la campaña contra barcos armados resulte con éxito mayor.

Parece que esta nota llena de inexactitudes y omisiones, pero ella revela el método usual de Alemania, de acusar al enemigo de sus propios crímenes.

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Así en ese nuevo documento Alemania alega que el bloqueo británico está encaminado a matar de hambre a los ciudadanos pacíficos del país germano, aunque siempre ha proclamado el gobierno del káiser que su nación no necesita importar comestibles y se sabe ahora, en efecto, por todo el mundo, que no faltan en aquel país subsistencias para la población pacífica, aunque esos comestibles los retengan los junkers y los especuladores.

Dícese, además, oficiosamente, por el Frankfurter Zeitung1 de 26 de febrero y por otros periódicos alemanes que la objetividad perseguida por la guerra submarina es matar de hambre a la población civil del Reino Unido.

Otro ejemplo de los métodos alemanes es la acusación en sentido que los buques británicos tienen instrucciones para llevar banderas falsas. Esto puede ser muy bien el perfectamente conocido ardid de guerra, pero de todas suertes es muy curioso que la objeción venga de un pueblo que se jacta precisamente de que el vapor Moewe navegue alternativamente bajas las banderas sueca y española y cuyos submarinos cruzan el Mediterráneo con sus propias banderas o las austriacas, preparadas para ser enarboladas conforme convenga su objetivo. – (Agencia Luz) La Vanguardia, Miércoles 15 de marzo de 1916, Página 11, Sección “La Guerra Europea”, Segunda y Tercera Columnas

LA COOPERACIÓN DE IRLANDAMr. John Redmond14, jefe del partido nacionalista irlandés en la Cámara de los Comunes, ha presentado una comisión de representantes irlandeses a Lloyd George, en el ministerio de Municiones, al objeto de facilitar al Reino Unido la pronta victoria sobre los imperios centrales. Formaban esta comisión el alcalde de Dublín, el de Cork, el de Waterford y el presidente de la Cámara de Comercio de Dublín.

Ha dicho Mr. Redmond que el pensamiento de los irlandeses, aunque Irlanda ha demostrado ansiedad, ha sido prestar desde un principio el mayor apoyo posible, y que en todo caso, mediante la cooperación necesaria, ellos podrían ayudar más. Solicitó en tal sentido la referida comisión el establecimiento de nuevas factorías nacionales y asimismo el apoyo necesario para una nueva extensión y equipo de talleres existentes.

Lloyd George, en su respuesta, hizo observar el maravilloso concurso ya prestado por Irlanda, la que en tiempos de paz era principalmente región agrícola, y prometió equipar esas factorías con el más perfecto tipo conocido de maquinaría.

Expreso en conclusión el ministro de que cuando sobreviniese la paz, habrían de constituir esas factorías un núcleo industrial impulsor da la prosperidad futura de Irlanda,(Agenda Lux) – La Vanguardia, Miércoles 15 de marzo de 1916, Página 11, Sección “La Guerra Europea”, Segunda y Tercera Columnas

LOS VÍVERES EN ALEMANIAComunican con fecha 13 desde Nueva York, que estos últimos días en Berlín se ha sufrido verdadera carencia de pan y patatas. Estas noticias del hambre en Alemania han sido transmitidas en el 'New York World por Karl von Wiegang, que dice que ha habido numerosas quejas por varios distritos de la ciudad por no haber modo de obtener pan, teniendo que marcharse muchas familias sin él.

De Chicago dice La Tribuna en un artículo de Miss Carol Wilson, que se separó de la expedición de Ford, yendo a Berlín, donde tuvo ocasiones para estudiar la situación interna del imperio alemán. La misma hace cuadros de la súbita carestía de las substancias y forrajes, y dice que muchas familias han tenido que privarse de la manteca durante semanas enteras y que una familia de Konigsberg estuvo seis semanas sin. Manteca y cinco sin leche. Todos los artículos de cobre, latón, hasta las portezuelas de los fogones han desaparecido. – La Vanguardia, Miércoles 15 de marzo de 1916, Página 12, Sección “Servicio Radiográfico”, Tercera Columna

ACERCA DE PORTUGALLondres, 14. — Hallándose Asquith enfermo, ha Mecho el ministro Grey, en la Cámara de Comunes, la siguiente declaración: “La causa inmediata de la declaración de guerra hecha por Alemania contra Portugal, que es nuestro más antiguo aliado, no es otra que el hecho de haber el gobierno de Lisboa requisado los buques alemanes que se habían refugiado en los puertos de Portugal y de sus colonias.

Esta acción de Portugal estaría perfectamente justificada aun sin existir la alianza anglo-portuguesa, colocándose en un punto de vista puramente neutral. Además, como el conflicto actual ha sido causa de una extraordinaria escasez de tonelaje, es claro que el gobierno de Portugal había de tener interés en aprovechar todos los buques que había, disponibles en sus puertos. Con ello Portugal no ha hecho sino poner en práctica el principio, nunca puesto en tela de juicio, que permite a un Estado incautarse de los bienes de los particulares en cabos de verdadera urgencia. Portugal era un Estado neutral, aunque ya en los principios de la guerra nos hizo saber que sería siempre fiel a su antigua aliada, y prometió al gobierno alemán, a cambio de sus buques, la compensación debida; pero Alemania creyó mejor precipitar los acontecimientos y a poco de haber pedido explicaciones al gobierno de Portugal, formuló ya su declaración de guerra, con lo cual no hay que decir que quedan descartadas las prometidas compensaciones.

Hay que recordar además que en octubre de 1911 violó Alemania el territorio portugués de Angola. Portugal puede estar seguro de que la Gran Bretaña y sus aliados le prestaran toda la ayuda que pueda necesitar, recibiéndole en sus filas como a un valiente más que viene a luchar por la grande y noble causa que ellos defienden en esta guerra”. (HAVAS) – La Vanguardia, Miércoles 15 de marzo de 1916, Página 13, Sección “Otros Telegramas”, Tercera Columna

ESTADO DE ESPIRITU ALEMÁNParís, 15. – En un artículo de Le Matin cuenta uno de los corresponsales de este periódico lo que ha visto en Alemania, y dice que después de haber sido racionado el pan lo ha sido también la manteca, y añade: “Pero puedo afirmar que no todos los días es posible repartir el cuarto de libra, que corresponde por semana a cada alemán, no es con frecuencia falta esa pequeña ración, lo que en ciertos días obliga a las amas de casa a aguardar horas y horas delante de las tiendas donde se hace el reparto, lo que al fin les hace perder la

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paciencia y manifestar más o menos ruidosamente su disgusto, de lo que no puede menos de resentirlo el estado de espíritu del pueblo.

En el transcurso de algunos meses he podido ver en Alemania un cambio muy grande en el estado de espíritu de la nación. En los principios de la guerra pude comprobar en varios de los medios por mí frecuentados que el entusiasmo era enorme, pues se hacía de la guerra una empresa sagrada, una como liberación del mundo civilizado; desde hace ya algunos meses el tono general ha bajado mucho y hoy en aquellos mismos salones donde como dueño absoluto reinaba el espíritu belicoso, ya no se ve fino el cansancio y hasta el remordimiento. La idea de que Alemania era la nación llamada por Dios para regenerar el mundo no se descubre ya en parte ninguna.

Cuando visita el emperador algún hospital, respondiendo a las lágrimas y a las quejas de los heridos, no hace ya sino repetir insistentemente esta frase: “Yo no quise nunca esta guerra”.

En las reuniones de la alta sociedad berlinesa ya no se oye sino hablar de paz, de la necesidad de llegar a la paz cuanto antes, y téngase en cuenta que se trata de la esfera social que alardeó siempre de la victoria y que deliberadamente preparó y lanzó al país a esa guerra; fácil es, por consiguiente, deducir lo que se pensará y se dirá en el resto del Imperio y sobre todo en las clases menos elevadas de la sociedad.

Estoy firmemente convencido de que los alemanes no se baten hoy sino por el empréstito; creo además que éste su formidable empuje de ahora es para ellos decisivo y será quizás al último”. (HAVAS) – La Vanguardia, Jueves 16 de marzo de 1916, Página 13, Sección “La Guerra Europea”, Tercera Columna

LOS QUE VUELVEN DE VERDUNÁmsterdam, 15. — Publica el Telegraaf un despacho de Gante, según el cual han llegado a Flandes algunos de los regimientos que se han batido en Verdun, pero vienen esos regimientos tan disminuidos, que probablemente habrán de ser incorporados a otros regimientos. La mayoría do esos soldados parecen moralmente aniquilados y no son pocos los que, pensando en la proximidad de la frontera holandesa, han intentado desertar, si bien muy pocos lo "han conseguido.

Varios de esos soldados han dicho que la batalla de Verdun es una batalla sin precedente en la historia; en el ataque contra Douaumont las pérdidas de los alemanes fueron verdaderamente terribles, haciéndose imposible organizar allí un transporte regular de heridos. Reina ahora una extraordinaria actividad en el ferrocarril de Dixmude – Gante; la mayor parte del material de guerra llegado a Flandes el mes pasado es enviado ahora a Francia. (HAVAS) – La Vanguardia, Jueves 16 de marzo de 1916, Página 13, Sección “La Guerra Europea”, Tercera Columna

ALEMANIA Y PORTUGALParís, 15. — El ministro de Portugal en Berlín ha hecho a un redactor de Le Temps las siguientes declaraciones: “La declaración de guerra hecha por Alemania contra Portugal, ha sido una sorpresa hasta para la opinión alemana, que ciertamente no la deseaba. El gobierno imperial la precipitó sin duda por razones diplomáticas y militares que no se ven muy claras todavía, exigiendo la anulación del decreto por el cual disponía el gobierno de Lisboa la requisa de los buques alemanes. Quise entonces hacer entender al gobierno imperial que Portugal obraba en la plenitud de sus derechos, pero en Berlín fue rechazada de plano mi demostración, como se verá cuando se publique el libro blanco.

Nuestra conducta ha sido leal y clara. Apenas comenzada la guerra ya declaró el gobierno de Lisboa que era su intento manifiesto mantenerse fiel a su tratado de alianza con Inglaterra, lo cual daba a entender que abrazamos desde un principio la causa de los aliados.

Sin embargo, Alemania no llamó a su ministro en Lisboa, y aunque se libró con frecuencia con frecuencia a actos de hostilidad contra nuestras colonias africanas, quiso mantener sus relaciones diplomáticas, hasta que hoy las rompe al querer hacer nosotros la aplicación de un derecho a que ella no ha querido ni tan solo discutir. Al gobierno de Berlín corresponde toda la responsabilidad de esta ruptura, de la cual aceptamos nosotros las consecuencias permaneciendo fieles a nuestra declaración del 7 de setiembre de 1914”. (HAVAS) – La Vanguardia, Jueves 16 de marzo de 1916, Página 13, Sección “La Guerra Europea”, Tercera y Cuarta Columnas

SUDAMERICA Y LA GUERRA SUBMARINABuenos Aires, 15 – El diario La Nación comenta los rumores de que los ministros de Negocios extranjeros de la República Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, que estudian una actitud común relativa a la campaña de los submarinos alemanes, adoptarán un proyecto análogo a la moción del senador norteamericano Gore, que reconocía la legalidad de la campaña contra los vapores aliados.

Hace notar dicho periódico que los Estados Unidos no cayeron en el lazo, pues la moción de Gore significaba la violación de la neutralidad. “Idéntica maniobra” – añade – “ha sido propuesta a las repúblicas sudamericanas, pero el ejemplo de los Estados Unidos nos indica suficientemente el camino a seguir y que seguiremos”. (HAVAS) – La Vanguardia, Jueves 16 de marzo de 1916, Página 14, Sección “La Guerra Europea”, Segunda Columna

DECLARACIONES DE PORTUGUESESEl ex embajador portugués en Berlín, señor Sidonio Paes, tuvo en unión con el embajador portugués en Suiza señor Santos Banderira, una entrevista con el redactor del Berhner Tageblatt. El señor Paes relata su despedida de Berlín, muy correctamente y casi de un modo cordial, y dice que siempre admiró a Alemania y que está conmovido por lo sucedido, añadiendo que Inglaterra no pidió a Portugal una declaración de guerra a Alemania por lo que se creó una situación extraña; concediendo Portugal a Inglaterra la ayuda de toda clase pero sin

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haber roto las relaciones diplomáticas con Alemania. El diplomático termina con estas palabras: “Sabemos perfectamente que con la victoria sobre Alemania nada podemos ganar, puesto que todos los pequeños Estados participantes en esta guerra serán en lo futuro perjudicados”. El embajador protestó además, contra la declaración alemana de que Portugal era vasallo de Inglaterra e hizo la afirmación de que Portugal es República libre.

En el Vossische Zeitung recuerda el conocido portugués, residente en Berlín, Antonio Dacosta, que en 1890 Inglaterra dirigió al pequeño Portugal un ultimátum, que el Rey Carlos tuvo que aceptar cediendo a la fuerza. Entonces el Rey fue atacado violentamente por los republicanos, distinguiéndose Alfonso Costa, llamando al Rey lacayo de la Reina Victoria.

El escritor añade que Bernardino Machado únicamente es presidente por gracia de DaCosta y expresa la esperanza de que Portugal en 1916, lo mismo que en 1890, se pronunciara por la independencia y libertad del país. – La Vanguardia, Jueves 16 de marzo de 1916, Página 14, Sección “Servicio Radiográfico”, Cuarta Columna

VON TIRPITZ Y SU SUCESORLa salida del primer almirante von Tirpitz15, organizador de la flota alemana de la dirección del ministerio de Marina, da motivo para reconocer sus grandes merecimientos técnicos y poner de relieve a la marina alemana de guerra que alcanzó gran valor bajo su espíritu, como lo ha demostrado en la actual contienda mundial.

Por eso, la despedida del primer almirante va acompañada del sentimiento general, provocando una gran expresión de agradecimiento por su persona. Como sucesor se indica al almirante Von Capelle16, colaborador durante largos años de von Tirpitz15, con el que existe la garantía de que no habrá ninguna modificación en la guerra marítima. El almirante citado intervino en el primer presupuesto de flota del ministerio de la Marina imperial, siendo durante largos años la mano derecha del primer almirante, por lo cual está íntimamente compenetrado en la misión de la marina alemana.

Este almirante presentó además largo tiempo los presupuestos de la flota en el Reichstag, estando por la tanto bien enterado de la vida parlamentaria. El hecho de haber sido nombrado sucesor de von Tirpitz, es prueba de que el consciente y decidido sistema de la Dirección de la Marina alemana, será mantenido enérgicamente llevándose a cabo la guerra de submarinos de conformidad con el memorándum puesto hace poco en conocimiento de los neutrales. – La Vanguardia, Viernes 17 de marzo de 1916, Página 13, “Servicio Radiográfico”, Segunda Columna

DINERO PARA LA GUERRA

Londres, marzo 2 de 1916Pidiendo estaba el primer ministro, en la Cámara de los Comunes, hace unos días, el voto para un crédito de 420,000.000 de libras esterlinas, cuando manifestó que el coste diario de la guerra era ahora de 4.350.000 libras; y aunque es enorme esta suma, ha producido corno una grata sensación de alivio. Por mucho tiempo nos acostumbramos a la idea de que precisaban cinco millones de libras diarias para continuar la lucha como hasta aquí, y al verse, por la afirmación de Mr. Asquith17, que no llegan a tanto los gastos, naturalmente, ello ha producido general satisfacción.

Sin embargo, no puede negarse que el problema de la provisión del dinero necesario para continuar la guerra, es de por sí muy serio y ofrece bastante motivo, a todo inglés atento a los intereses de su patria, para preocuparse profundamente. Incluyendo el votado ahora, que servirá para todo este mes y el de abril, o sea hasta, mayo, el Parlamento ha dado su sanción a créditos por valor de 2.082 millones de libras esterlinas, una suma estupenda, que sería incomprensible en tiempos normales. Es una espantosa carga que el país ha de soportar irremediablemente, siendo a la vez lo peor que, en la práctica, se trata de un gasto improductivo, es decir, de un estupendo derroche. De los 4’350,000 libras que se gastan diariamente en la guerra, no menos de tres millones se destinan al ejército, a la flota y a las fábricas de municiones, y exceptuando los salarios, que suman un total relativamente pequeño, todo lo demás se va en gastos de ningún beneficio inmediato. Sólo merced a una previsión extremada, que a su tiempo explicó Mr. Asquith17, puede evitarse que se re parta mal el dinero; pues un ligero descuido daría origen al aumento lamentable de los gastos, y por tanto, extremaríase todavía más el derroche, ya desconcertante.

Pero así como el gobierno está en la obligación de manejarse metódicamente en el reparto de estas sumas fabulosas, haciendo cuanto le sea posible para economizar, también la nación tiene el deber de contribuir por todos los medios a que no falte dinero en lo futuro. Una contradicción curiosa de estos tiempos anormales es que mientras el país se sacrifica soportando el tremendo gravamen de la guerra, individualmente son muchos los afortunados que gozan de una inusitada prosperidad. Todos aquellos que se ocupan en el comercio o la industria de artículos necesarios para la guerra, ganar sueldos espléndidos o alcanzar beneficios extraordinarios; mientras que los infelices, cuyas profesiones u oficios están fuera de las necesidades militares, tienen que soportar el encarecimiento enorme de la vida, a pesar de permanecer estacionados sus ingresos, sí es que no han sido todavía más reducidos.

Por supuesto que éstos últimos bastante hacen con seguir viviendo a duras penas y a pesar de la crisis; pero los otros, los que ahora adquieren ganancias insólitas, olvidan acaso que la fortuna es fugaz y gastan más de lo que deben. La tentación para el que tiene dinero en el bolsillo, es difícil de resistir, y así se ha hecho preciso convencer al pueblo de que debe hacer economías.

Si el dinero hace falta sobre todo para continuar la guerra, toda la nación está en el deber de prescindir de los gastos superfluos, facilitando la labor económica del gobierno, cada cual hasta donde alcancen sus medios.

Al efecto, para que esta idea fundamental penetrara en el pensamiento de todos los ciudadanos, celebrase ayer un mitin en la City. Se trata de una campaña oficial en pro de la economía impuesta por la guerra, y de su importancia puede juzgarse por el hecho de estar dirigida por tres miembros del gabinete. Mr. Mekenna,

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ministro de Hacienda, habló como el tenedor del Tesoro nacional, y Kitchener y Balfour18, representando los dos grandes servicios de guerra^ encarecieron la necesidad de la economía para que el ejército y la marina pueda dar de sí cuanto de sus esfuerzos espere la nación. Mr. G. N. Barnes, presidente del Comité Nacional de Ahorros para la guerra, presentó un esbozo de cuanto dicho Comité se propone hacer para encauzar el espíritu público hacia la convicción del ahorro, y pueda así tenerse siempre a mano el dinero necesario para llevar la lucha a buen fin.

El comité se ocupará de que los leaders de todos los partidos políticos dirijan al pueblo sus exhortaciones en una forma práctica y eficaz. Si esas exhortaciones no fueron seriamente tenidas en cuenta por el pueblo, como lo serán sin duda alguna, se adoptarían medidas enérgicas. No habrá nuevos impuestos, a no ser que la conducta del pueblo los haga necesarios. En otras palabras: el país no da de grado, el gobierno tomará por la fuerza. “Durante la guerra—dijo el ministro de hacienda,—nosotros consumimos no sólo lo que producimos, sirio mucho más, y esta deficiencia debe terminar... Año tras año el mundo consume aproximadamente lo que produce. Si el consumo no se redujese proporcionalmente, llegaría un momento en que se acabarían las subsistencias, con el desarrollo destructor y progresivo de esta guerra”.

Con estas palabras aconsejaba el ministro la sobriedad al pueblo inglés. El pueblo debe subordinarse a las necesidades del ejército y de la marina, Todo ciudadano ha de separar de sus gastos diarios lo indispensable de lo superfluo y abstenerse de gastar en lo último lo que la patria necesita. El ministro se dirigió a todas las clases sociales y especialmente a las mujeres, que a veces se exceden en los gastos, unas por disponer una buena mesa y otras por vestir a nulos con demasiado lujo. “Lo que pedimos del pueblo —añadió el ministro—es que reduzca sus gastos. Todos estamos obligados a reducir nuestros gastos mientras dure la guerra. Prestemos nuestro capital a la nación, y cobraremos por él un buen interés... Pero no debemos gastar más que lo justamente necesario”.

Insistió sobre lo mismo, con su rudeza militar, lord Kitchener. Hizo ver cómo las tropas necesitan que los ciudadanos economicen. ¿Podrán éstos ver sufrir a los soldados, después de realizar su esfuerzo máximo, sin contribuir con sus economías a que fuese menos dura para aquéllos la campaña? Explicó la necesidad de que sacrifique lujos y caprichos la población civil, o de lo centrarlo sería imposible seguir proveyendo al ejercito de cuanto necesita. Además de cañones y granadas, fúsiles y cartuchos, los ejércitos necesitan alimento, ropas, medios de transporte. Y para que nada les falte ha de sacrificarse la población civil, dejando de gastar su dinero en cosas que no son indispensables, especialmente aquellas del exterior, que requieren barcos para su transporte. “Tengo la seguridad—terminó diciendo lord Kitchener—que esta razón será por todos comprendida y que cada cual cumplirá con su deber sencilla y firmemente, poniendo de su parte cuanto pueda para que el dinero no falte mañana”.

No hay que poner en duda que la nación entera sabrá seguir las indicaciones de sus directores, dando así resultados excelentes la campaña económica. Es un llamamiento que se hace al patriotismo del pueblo inglés, y hasta ahora nunca estos llamamientos se hicieron en vano. – J. PARKER HEYES – La Vanguardia, Sábado 18 de marzo de 1916, Página 12 – 13, Sección “La Guerra Europea”, Cuarta y Primera Columnas

LA GUERRA SUBMARINALa dimisión del almirante Tirpitz ha causado honda consternación en toda Alemania. Créese que su sucesor el almirante Capelle continuará probablemente la táctica de Tirpitz, con todavía menos miramientos para los buques neutrales.

La dimisión del almirante Tirpitz era esperada en los círculos navales de la Gran Bretaña, donde considérase la campaña submarina como enteramente fracasada, Todo intento nuevo de los alemanes en ese sentido ha sido contrarrestado por nuevas e ingeniosas medidas adoptadas para anularlo y en estos momentos sábese que tiene el Almirantazgo inglés nuevos elementos en reserva para hacer frente a cualquier desarrollo de esa campaña. – La Vanguardia, Sábado 18 de marzo de 1916, Página 13, Sección “La Guerra Europea”, Cuarta y Primera Columna

EN EL REICHSTAGGinebra, 17. — Dicen de Berlín que en Reichstag discute el presupuesto en primera lectura. El ministro de Hacienda, Von Helferich dice con todos los medios financieros, todos los esfuerzos votados en diciembre bastarán por algún tiempo todavía.

El impuesto sobre los beneficios de guerra está destinado a compensar la disminución de los ingresos, que es de esperar. Así quedará reestablecido el equilibrio. Se tienen también en cuenta los 480 millones que deben producir los nuevos impuestos.

Debemos consagrar — dice — nuestros esfuerzos a mantener equilibrado el presupuesto si no queremos comprometer nuestra situación financiara, la cual se ha mostrado basta ahora a la altura de todas las exigencias de la guerra y es mejor que la de nuestros más poderosos adversarios.

Los nuevos impuestos han sido proyectados únicamente para prevenir el peligro de un debilitamiento de nuestra situación financiera. Al decretar nuevos impuestos no nos metemos por el mismo camino que dirige la política financiera la Gran Bretaña. En los primeros meses de la guerra, el ministro inglés de Hacienda declaró que por importantes que fueren los gastos de guerra serían cubiertos por impuestos de guerra y por empréstitos, pero el programa no ha podido ser realizado. En efecto, los impuestos de guerra ingleses no produjeron más que el 7 por ciento del total de los gastos de guerra, de modo que de dichos impuestos no queda a Inglaterra mucho dinero después de pagar los intereses de la deuda de guerra. En cuanto a nosotros, no hemos pensado en cubrir una parte considerable de nuestros gastos de guerra con impuestos. Hemos calculado con mayor exactitud que los hombres de Estado ingleses, las necesidades creadas por la guerra y nos hemos limitado a mantener intactas las bases de nuestra economía política bien ordenada. Podremos resistir hasta el final de la guerra desde el punto de vista financiera y podremos volver felizmente a la política financiera en la paz, pero a condición de tener en orden la administración del Estado.

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No podemos pedir miles de millones al pueblo, que por cuarta vez ha probado tan magníficamente su patriotismo y confianza facilitando sus ahorros al Imperio y no podemos aceptar esos miles de millones si no aseguramos a tiempo el pago de los intereses.

Por firme que sea nuestra confianza en la conclusión favorable de la guerra, desde el punto de vista financiero es menor. Es preciso aumentar considerablemente los ingresos del Imperio. Quinientos millones constituyen una carga superior a las fuerzas del pueblo alemán.

En tiempo de paz Alemania dispone más que otro país alguno de reservas imponibles y durante la guerra ha demostrado brillantemente su potencia económica. El pueblo alemán hará todos los sacrificios necesarios para conservar al Imperio su lugar en el mundo. Los nuevos impuestos serán pasajeros. Con ellos no nos inmiscuiremos en el régimen fiscal de los diversos Estados y municipios ni grabamos los artículos de primera necesidad.

En cuanto a la alimentación nos encontramos en situación más difícil que nuestros adversarios, que pueden libremente importar de todas las partes del mundo, pero debo hacer notar que de todos los países en guerra, Alemania, es donde está más bajo el precio del pan, de las patatas y del azúcar. (HAVAS) – La Vanguardia, sábado 18 de marzo de 1916, Páginas 13 y 14, Sección “La Guerra Europea”, Cuarta y Primera Columnas

PORQUE DIMITIÓ VON TIRPITZGinebra, 47. — La, dimisión del ministro de Marina, alemán, von Tirpitz, es considerada por les periódicos suizo – alemanes como un acontecimiento de la mayor importancia política.

Los periódicos recuerdan que existían 'divergencias de opinión entre von Tirpitz y el canciller Bethmann-Hellwog, acerca de la política en general, y especialmente sobre la cuestión de los submarinos. Von Tirpitz era partidario de la guerra submarina a todo trance, y habría hecho todo lo posible para impedir a Alemania que hiciera concesiones a los Estados Unidos. La tensión germano-americana había llegado a su punto crítico, y el canciller estaba decidido a evitar una ruptura; de modo, que von Tirpitz se vio obligado a dimitir.

Las Noticias, de Basilea, dicen que la dimisión de von Tirpitz permitirá a Bethmann – Hollweg proseguir más libremente su política, más bien conciliadora, y esto a pesar del comunicado oficioso alemán que declaraba que la guerra submarina no sufriría ningún cambio.

Es muy natural, empero, que el gobierno no publique a los cuatro vientos los motivos de la dimisión de dicho ministro.

La Gaceta de Zurich llama la atención sobre el hecho de que el nuevo ministro de Marina, Von Capelle, había sido nombrado en junio de 1914 subsecretario de Marina, y que presentó su dimisión hace algún tiempo, sin explicar las causas, pero circuló el rumor de que habían surgido divergencias entre él y von Tirpitz. El tiempo se encargará de demostrar si dichos rumores tenían fundamento.

Otros periódicos de Berna ven en dicha dimisión la prueba de que Alemania renuncia a la guerra submarina, a ultranza, para estar bien con loe Estados Unidos. (HAVAS) – La Vanguardia, sábado 18 de marzo de 1916, Página 14, Sección “La Guerra Europea”, Primera Columna

LA BATALLA DE VERDUN

Después de la invasión de Francia por los alemanes, realizada en agosto y primeros de septiembre de 1914, se retiraron éstos, como consecuencia de la batalla del Marne, a la línea que actualmente ocupan, y que, con ligeros avances y retrocesos, ha constituido desde entonces el frente occidental de la guerra europea. Renunció el invasor a considerar a París como objetivo de sus operaciones, eligiendo en cambio a Dunkerque y Calais, parajes desde los cuales podría tener una acción eficaz sobre el canal de la Mancha, sirviéndole de base para la supuesta invasión de Inglaterra, tema que en aquella época estaba constantemente sobre el tapete.

Para apoderarse del litoral belga comprendido entre Nieuport y Calais, hicieron los alemanes esfuerzos prodigiosos. Se agruparon dos ejércitos, que en junto sumaban 650.000 hombres. El Emperador Guillermo se presentó en Thielt y Courtrai, con objeto de animar a sus soldados. El choque formidable se realizó por medio de dos batallas que en junto se denominarán de Flandes: las del Yser, que duró desde el 20 de octubre al 10 de noviembre, y la de Yprés, que se desarrolló entre el 25 de octubre y el 13 de noviembre de 1914. El plan no consiguió todo el resultado apetecido; el choque, indudablemente muy duro, no fue todavía el golpe decisivo.

Desde entonces han transcurrido quince meses, durante los cuales Alemania no ha intentado ningún ataque a fondo contra la línea francesa. Para realizar el de Verdun, que ahora comento, se preparó debidamente, reuniendo cuantos elementos consideró posibles y convenientes para asegurar el éxito de la proyectada operación.

Otro día trataré de estos medios acumulados por Alemania; pero ahora conviene examinar cuál puede haber sido el objetivo del Estado Mayor alemán al emprender la ofensiva contra Verdun. Si nos atenemos a las notas oficiosas del propio Estado Mayor, la acometida de los germanos no tuvo más objeto que rectificar un saliente de la línea francesa, que les era molesto, y facilitar con el terreno conquistado, las comunicaciones entre Metz y la región del Argona que ocupan sus tropas, comunicaciones constantemente amenazadas por la artillería francesa. Pero la opinión pública se ha rebelado contra esta versión; la opinión pública quiere platos fuertes, y no pasa por menos que por la conquista de la plaza de Verdun, como preludio de una marcha rápida sobre París, que ponga fin a la guerra. De nada sirvió que el alto mando alemán dijese que en su avance de los primeros días había ido más lejos de lo que quería: la opinión pública decreta que si no se toma la plaza de Verdun, y se rompe el frente francés, y se marcha sobre París. El alto mando alemán ha fracasado. ¿Cómo suponer—dicen ciertos órganos alemanes de la opinión pública—que tanto preparativo, tanta proclama lanzada

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al ejército, y la presencia del propio Emperador en los campos de batalla sólo habían de servir para rectificar una línea?

Cualesquiera que fuesen las premisas del grave problema planteado en Verdun, ello es que el clamor público de uno y otro lado del Rin, y aun de lo simples espectadores neutrales de la horrible batalla, se ha impuesto a los directores de la lucha y ha dado a este hecho de armas una trascendencia quizá superior a la importancia del objetivo que se disputan los ejércitos que allí se están destrozando. Y lo cierto es que la opinión pública es de temer, cuando adopta el papel de directora de las operaciones de guerra. Lo experimentó Francia en 1870, cuando la voz popular obligó a Mac-Mahon a marchar en auxilio de Bazaine, cayendo así en el lazo de Sedán; lo comprobamos nosotros cuando, en 1898, la gran prensa obligó a la escuadra española a ir a ponerse en manos de la escuadra americana, pereciendo en las aguas de Santiago de Cuba, mientras debió quedar bien guardada en las aguas de Baleares; padeció Rusia el mismo fatal influjo cuando, a pesar de la dolorosa experiencia nuestra, envió su flota al Extremo Oriente, para sucumbir, como no podía menos de suceder, al contacto de la escuadra japonesa, en la batalla de Tsushima.

En el ataque contra Verdun hay que distinguir lo que se refiere a la conquista de la plaza, de las operaciones posteriores a la conquista. La primera no aparece como un hecho de dificultad insuperable, si los alemanes poseen marcada superioridad de artillería y municiones sobre los franceses, superioridad que, en los primeros días, las diferentes peripecias de la batalla demostraron de un modo indudable. Pero en cambio, no ha de resultar tan sencillo como algunos opinan, un avance formidable en territorio francés, parecido al que los mismos alemanes realizaron, después de romper la línea rusa, en mayo de 1915. En efecto, de las relaciones publicadas puede deducirse que, al principio los alemanes emplearon en el ataque contra Verdun diez y siete divisiones; más tarde se dijo que alcanzaban a veinticinco las divisiones arrojadas contra las defensas avanzadas de la plaza. No es muy segura la fuerza de una división, para poder deducir fijamente el efectivo total de esta masa de tropas. Si las divisiones fuesen de quince mil hombres, el total se elevaría a 375.000 combatientes; si son divisiones de veinte mil hombres el ejército empleado llegaría a amos que, merced a su artillería poderosa, logra ese ejército romper la línea francesa, y apoderarse de la plaza de Verdun. El ejército vencedor ya no tendrá, después de esta acción mortífera, su fuerza completa; sus efectivos se habrán reducido enormemente, y la gran masa de tropas acumuladas para la lucha quedará reducida en la práctica a trescientos mil hombres. Ahora bien, cuesta trabajo admitir que un ejército de esta o parecida potencia, que ha sufrido durante inacabables combates una desorganización completa de sus unidades, sea hoy suficiente para sujetar y dominar a Francia. Un ejército parecido lo intentó en 1914; pero con la diferencia de que entonces el armamento de los beligerantes era más desigual que el de ahora; se dijo que Alemania poseía cincuenta mil ametralladoras por dos o tres mil que tenía el ejército trances; el estado de preparación militar de ambos países era muy distinto; y sin embargo el avance alemán no alcanzó la finalidad que de él se esperaba, que era la de someter a Francia. Ahora, cuando las circunstancias han vanado, cuando además hay en Francia un millón de soldados ingleses, es dudoso que pueda tener éxito inmediato una operación de tal naturaleza ni que tal sea el pensamiento del alto mando al emprenderla. «Si seguimos el curso de cualquiera operación ofensiva—escribe un insigne tratadista alemán—comprobaremos que, a la inversa de la defensiva, llega a un punto culminante en el que la superioridad de que al principio se disponía ha perdido tanto de su intensidad, a causa del continuo desgaste de fuerza, que apenas habrá bastado para obtener la victoria, y desde luego no permitirá tener en cuenta los sucesos del porvenir».

De todos modos, resulta curioso que, después de cerca de un mes de batallar incesante, las opiniones no se hayan puesto de acuerdo sobre el objeto de esta espantosa operación de guerra. Parece imposible, dice un periódico alemán, que entre nosotros se hallen personas discretas que se figuren que nuestros soldados van a agujerear el frente francés y marchar sobre París. Por su parte el Berliner Tageblatt escribe: “Algún intento debe tener el alto mando alemán al ejecutar esta acometida; pero, hasta ahora no hay el menor indicio que permita descubrirlo”.

Para mí, el problema resulta más claro, si se descienden las cosas de los espacios imaginarios y se ponen al nivel del suelo, que es el nivel de casi todas las escenas del mundo. El alto mando alemán emprendió la batalla de Verdun con el objeto con que hasta ahora se han librado por los siglos de los siglos todas las batallas: para ganarla. Querer averiguar las intenciones subsiguientes, es como si preguntáis a un comerciante que emprende un negocio de resultado dudoso lo que hará con el dinero que gane en sus operaciones mercantiles. Siendo hombre serio os dirá que si el negocio le va mal no le hace falta saber en qué invertirá el dinero que no ganará; y que si le va bien, no escasearán las ocasiones para darle un buen empleo. Esto es lo que pensará el alto mando alemán: si logro derrotar a los franceses en Verdun sacaré todo el partido posible de la derrota; si no lo consigo, aguantaré como pueda las consecuencias del fracaso.

Así son de vulgares las cosas de la vida; así es de vulgar la guerra, en la cual las complicadas combinaciones tienen muchísima menos importancia de lo que creen el común de las gentes y no pocos profesionales; así es la batalla de Verdun que, por de pronto, ha cubierto de cadáveres las orillas del Mosa y ha llenado de heridos los hospitales de Francia y Alemania. – MARIANO RUBIO Y BELLVÉ – La Vanguardia, Domingo 19 de marzo de 1916, Página 18, Sección “La Guerra Europea”, 1 – 4 Columnas

LA SITUACIÓN EN ALEMANIAParís (Torre Eiffel), 18, d las 9 mañana – El Journal de Geneve escribe que según correspondencia particular toda la población de Alemania desea la paz, particularmente en el mundo de negocios. Las manifestaciones de las mujeres pidiendo la paz, han sido suprimidas, debido a las enérgicas medidas que se tomaron.

Ya está la gente acostumbrada a los días sin carne; los días sin manteca son aún más penosos, pues sosamente se puede comer esos días cosas hervidas. Las patatas no faltan, pero son de mala calidad. No obstante esto, la disciplina es muy grande y la población está siempre bajo la autoridad militar.

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Mr. Helfferich, ministro de Hacienda de Alemania, afirmó en su discurso del Reichstag, que de todos los países en guerra donde el precio del pan y de la patata era menos elevado, es en Alemania.

Según las estadísticas, publicadas, por Labour Gazette, se desprende que los precios en las tiendas de los artículos alimenticios han aumentado en el Reino Unido un 48 por 100, mientras que en Berlín el aumento por ciento general de los artículos más importantes es de 88'5. – La Vanguardia, Domingo 19 de marzo de 1916, Página 19, Sección “Servicio Radiográfico”, Primera Columna

SOBRE LA DIMISIÓN DE VON TIRPITZParís, Torre Eiffel, 18, a las 7'00 noche – El corresponsal del Daily Mail, en Berna, dice que la dimisión del almirante von Tirpitz ha sido provocada por el señor Ballin19, presidente de la “Hamburg Amerika Line”.

Parece que Ballin19 observó en varias ocasiones tanto al emperador como al canciller que la destrucción de los buques mercantes tendrá como único resultado la confiscación de los buques alemanes por las naciones que aún permanecen neutrales.

El señor Ballin19 expresó además la opinión de que la guerra submarina inclinaba cada vez más la opinión de ambas Américas contra Alemania.

El apoyo obtenido por el presidente Wilson en el Congreso de los Estados Unidos y la rápida baja que sufre el marco, confirman la teoría expuesta por el señor Ballin19.

El mismo corresponsal añade que el almirante von Tirpitz15 so enteró por primera vez de que corrían rumores de su próxima destitución cuando la agencia Wolff anunció su enfermedad.

La Gaceta de Colonia, en su número del 17, dice que esta dimisión con todas sus consecuencias es la primera crisis de importancia que la guerra provocó. Una parte de la prensa intenta excitar al público haciéndole creer que no se sacaba todo el partido posible de la guerra submarina. – La Vanguardia, Domingo 19 de marzo de 1916, Página 19, Sección “Servicio Radiográfico”, Primera Columna

DE HACIENDA ALEMANAEl ministro de Hacienda del imperio alemán, Dr. Helfferich20, en un gran discurso pronunciado en el Parlamento, expuso el estado de las finanzas alemanas, comparándolas con la de los enemigos.

Alemania reunió 25.000 millones de marcos en empréstitos de guerra; Francia ni siquiera llegó a 10.000, e Inglaterra sólo llegó de 18,000 a 19.000 millones.

En esto hay que tomar en consideración que dicha suma ha sido reunida en Alemania mediante empréstitos a largo plazo, mientras que Inglaterra logró 15.000 millones a plazo corto.

El Dr. Helffetrich20 comunicó que los gastos de guerra alemanes de los últimos meses de 1915, han sobrepasado de 2.000 millones de marcos mensuales, pero en enero y febrero fueron inferiores a dos mil, no llegando tampoco en marzo a esta suma.

Inglaterra gasta diariamente en la guerra de 90 a 100 millones, que es el doble que el gasto actual alemán. La carga diaria de Inglaterra es de dos marcos por cabeza, mientras que en Alemania es de un marco.

Los gastos diarios de teda la Entente ascienden, en junto, a 240 millones de marcos; los de Alemania, y sus aliados ascienden solamente a 110, siendo por lo tanto menos de la mitad que aquella. Hasta ahora la Entente lleva gastados 150.000 millones de marcos y las potencias centrales sólo de 50.000 a 55.000 millones.

El doctor Helfferich20 comparó las Cajas de Ahorro alemanas con las del enemigo; en Francia han descendido los depósitos en las susodichas cajas en 280 millones de marcos; en Alemania fueron por cierto retirados de dichas cajas 4.500 millones para los empréstitos de guerra, y no obstante eso los depósitos en las cajas alemanas son de 500 millones más elevados que el año 1914. Estas economías de las personas humildes demuestran que la potencia financiera alemana está poco quebrantada, como el vigor y el ardor bélico de las tropas alemanas. El ministro terminó entre atronadores aplausos con estas palabras: “El enemigo, que habla del Aniquilamiento del militarismo prusiano pensando realmente destruir las energías del pueblo alemán, verá de nuevo que en nuestra patria, lo mismo que en el campo de batalla, estamos unidos como un solo hombre y decididos a todo”. – La Vanguardia, Domingo 19 de marzo de 1916, Página 19, Sección “Servicio Radiográfico”, Segunda Columna

DEL KAISER A VON TIRPITZGinebra, 19.— Dicen de Berlín que el emperador dirigió la siguiente carta autógrafa a Von Tirpitz15: “Mi querido y gran almirante Von Tirpitz15: Juzgando, con vivo sentimiento, por el anuncio de vuestra enfermedad y por vuestra dimisión, que me fue presentada el día 12 del actual, que ya no estáis en disposición de dirigir los asuntos del ministerio de Marina, accedo por la presente a vuestra petición y os dejo en situación de disponible.Al relevaros de vuestras funciones de ministro de Marina, debo expresaros una vez más mi imperial gratitud por los eminentes servicios que habéis prestado a la Cámara durante vuestra larga carrera de fomentador y organizador de la Marina.

Deseo poner aquí muy especialmente de relieve, lo que habéis realizado durante la guerra, preparando nuevos medios de combate en todos los órdenes de la guerra naval y creando cuerpos de Marina.

Así habéis añadido en este duro período de guerra, una página gloriosa a vuestra labor en la paz, por tanto éxito coronada.

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Todo esto el pueblo alemán lo reconoce conmigo con satisfacción. Yo quiero también expresarlo confiriéndoos la cruz de caballero con uso de espada, de mi orden “Casa Real de Honenzollern”, y disponiendo que se inscriba vuestro nombre en la lista de Grandes de Marina.Haciendo los más sinceros votos por vuestra prosperidad, quedo, como siempre, vuestro afectísimo. (Firmado) Guillermo. Cuartel general, 15 de marzo de 1916”.—(HAVAS) – La Vanguardia, Lunes 20 de marzo de 1916, Página 7, Sección “La Guerra Europea”, Segunda Columna

DESPUES DEL ENTREACTO

Hace veintidós días que el mundo entero está mirando hacia Francia, y toda Francia hacia Verdun. Desde que comenzó la guerra, no se había producido quizás una tensión semejante. Y es porque ahora – después de tantos sucesos parciales, incompletos, dudosos y equívocos – todos los síntomas anuncian que, al fin, nos encontramos en un momento supremo de la lucha, no en el último ni mucho menos, pero sí decisivo.

Acabamos de pasar por un largo período de interés secundario, como esos episodios fastidiosos e inútiles que rellenan las grandes tragedias, y en los cuales la acción principal se diluye y se atasca, porque el autor cede a las exigencias del público o porque teme abordar sin rodeos las magnas escenas culminantes. Una serie monótona de personajes grises y anecdóticos, ha desfilado durante largo tiempo por la escena europea: búlgaros, griegos, turcos, persas y rumanos. Mil intrigas menudas y otras tantas fantasías absurdas, han oscurecido y enturbiado' la limpidez fundamental de la obra: reyertas interbalkánicas, imbraglios salonicenses, ataques al Egipto, expediciones a la India, etc. Los espectadores hemos llegado hasta desconcertarnos, riendo a veces y bostezando otras. Pero, en el fondo – recordando el planteamiento de la tragedia, sus primeras y vigorosas escenas, y la importancia insustituible de los grandes personajes ocultos entre bastidores – nos decíamos con natural impaciencia: «¿Adónde irá a parar este fárrago innecesario? ¿Es que el autor se ha olvidado de que, tarde o temprano, debe volver por fuera a su tema esencial?»

No, el autor recordaba perfectamente su deber ineludible y, mientras nos entretenía con escenas de bufones y farsas orientales, estaba ultimando los detalles precisos para volver a su punto de partida. Después de un ligero entreacto, se ha levantado el telón. Los principales personajes están otra vez en escena. El lugar de la acción, es el mismo donde quedamos atascados al final del primer acto. Una conmoción profunda ha sacudido, de nuevo, los ánimos de los espectadores. El interés arrecia. Todo el mundo se dice que va a pasar algo grave. En el fondo de las escenas se levanta, augusta como un símbolo, la fortaleza de Verdun.

La importancia del momento actual es enorme y, sin embargo, parece que se trata tan sólo de tomar o defender una simple fortaleza. Un observador superficial, en efecto, podría, con un mapa en la mano, engañarse ante la apariencia equívoca del problema. La situación militar de Francia y. de Alemania, en el frente occidental, parece que debería cambiar poquísimo con la pérdida o la conquista de Verdun. Aun no hace un año, los alemanes tomaron en Galitzia, Polonia y Lituania un número asombroso de fortalezas, y a pesar de ello los rusos continúan luchando. ¿Por qué, pues, tanto escándalo alrededor de Verdun?

Tres razones esencialísimas bastarían para explicar la diferencia. En primer lugar, todo golpe asestado a Francia es una herida en el “nervio cordial” de la Cuádruple Inteligencia. Atacar a Inglaterra de una manera directa y enérgica, es imposible; empujar a Rusia, es inútil; agredir a Italia, sería ineficaz; pero embestir a Francia, es tocar el corazón mismo de los aliados. Francia ha sido, es y será el primero de los teatros de la guerra, el escenario donde tendrán lugar los lances supremos y finales y, al mismo tiempo, el foco y brasero donde convergen y se alimentan el odio más irreductible y la más pura sed de venganza contra Alemania. Es en vano que en los últimos tiempos se haya intentado desplazar el tablado guerrero, para engañar o entretener a los espectadores. Apenas ha resonado en Verdun el primer cañonazo, todo el mundo ha olvidado en seguida los episodios de la víspera, para dirigir sus miradas a Francia son la íntima seguridad de que es aquí, y nada más que aquí, donde deben producirse los acontecimientos decisivos. Porque Inglaterra sigue el conflicto con su tenacidad indomable y su cautela característica, armonizando sus ideales con sus intereses, no haciendo más ni menos de lo que juzga necesario para obtener el máximum de provecho con el mínimum de sacrificio; Rusia va dando y recibiendo porrazos de ciego, insensible al dolor, vaga y premiosa como su alma informe; Italia continúa circunscrita a su noble pero casero ideal de redención, trabada y cohibida por la trama embrollada de su política interna. En cada una de estas tres naciones, Italia, Rusia e Inglaterra, se mantiene latente cierto espíritu de pacifismo a toda costa y, en alguna de ellas, de germanofilia vergonzante, capaz de mostrarse en un momento propicio y de cambiar inesperadamente el curso de la guerra. Y sólo Francia signe dándose por entero a su deber heroico, desangrándose, empobreciéndose, aniquilándose, cubriéndose de ruinas, compacta y unánime, sin pensar en intereses ávida de una reparación absoluta, y descollando por su grandeza sobré todos sus aliados. De ahí, pues, la importancia extraordinaria de la batalla de Verdun. Con la derrota de Francia, la Cuádruple Inteligencia no perdería sus arcas ni su voluntad, sus anhelos ni su resistencia, pero estaría en peligro de perder su alma. Y asíse explica la repercusión incomparable que tienen, en todo el mundo, los combates librados sobre el suelo de Francia.

Pero, en segundo lugar, hay otra razón que impide por completo asimilar el caso de Verdun á las famosas tomas de Nows Georgiesk, Ivangorod, Varsovia. La inmensidad caótica del imperio ruso le permite retirar indefinidamente sus tropas y ceder al enemigo partes vastísimas de territorio, sin más consecuencias que la de una disminución insensible del dominio nacional. Rusia es como un piélago enorme, insondable, cuyas orillas no tienen límite fijo, y avanzan o retroceden en virtud de las lluvias 6 de la sequía, sin que por ello se modifique en manera, apreciable su inmenso contenido, Pero Francia es muy distinta; Francia es como un organismo vivo y delicadísimo, limitado y compacto, cuyos miembros mantienen una relación de dependencia mutua y de cohesión funcional, muy próximos unos de otros, de suerte que la herida de uno de ellos repercute inmediatamente en los demás, los descompone y paraliza. Verdun es uno de sus órganos esenciales, hasta el punto de que el corazón de Francia, París, depende de él en gran parte. Si los alemanes tomaran Verdun, el organismo entero de la nación sufriría una pérdida considerable, no una ligera rectificación de límites sino una contrariedad equivalente a la falta de un miembro único e insustituible.

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LA GUERRA EUROPEA – MARZO 1916

Y, en tercer lugar, el caso de Verdun es singular y gravísimo por una razón de capital importancia; porque, después de diez y nueve meses de guerra, cuando todos los pueblos beligerantes están abrumados de cansancio, cubiertos de heridas, exhaustos y aniquilados de dolor y miseria, los hechos de armas son mucho más temibles por su trascendencia política que por su valor guerrero. A la altura en que estamos, las derrotas ya no son nada comparadas con la tremenda depresión que producen. Si los alemanes entraran en Verdun, la conquista de la fortaleza tendría un valor infinitamente menor que el abatimiento, la desconfianza y el desacuerdo que se apoderarían del pueblo de Francia. Y si los franceses logran conservar la plaza, su victoria mayor, incalculable, consistirá en la tremenda sensación de impotencia que habrán infundido en el ánimo de sus enemigos. En ambos casos, el vencido lo será más en la fe que en las armas. Y como una de las dos probabilidades debe producirse necesariamente, porque o Verdun se mantiene o sucumbe, de ahí la gravedad extraordinaria del momento actual.

Cuando termine la batalla de Verdun, la guerra seguirá todavía, Dios sabe hasta cuándo. Pero una de las dos partes habrá dejado, entre las ruinas de la fortaleza, algo mucho más esencial que su sangre: su esperanza.

Entretanto (y esta simple palabra encierra un infierno de angustia, de duda y de incertidumbre), si vierais Parísl ¡Qué recogimiento; qué sobresalto interno, escondido; qué fiebre de esperanza!... La ciudad, estos días, paree© más silenciosa, mi: circunspecta todavía que en los meses pasados, y más bella y admirable que nunca. Ni en agosto y septiembre de 1914 cuando los alemanes avanzaban volando hacia la capital, París tuvo un aspecto de ansiedad comparado con el suyo de ahora. Porque, á través del tiempo, se ha ido acumulando sobre la conciencia pública el peso aplastante de las infinitas calamidades de la lucha. Las gentes se muestran absortas, graves, ensimismadas, con ese aire de sonambulismo que toma la muchedumbre en vísperas de los grandes sucesos inciertos. En algunas calles el silencio es tan hondo, tan íntima la obsesión de los espíritus, que sólo se oye resonar el paso monótono de los transeúntes. Y, sin embargo, todos se entienden, todos se comprenden con sólo mirarse. Constantemente, por debajo de las ocupaciones diversas y de las miras individuales, resuena en todas las almas una misma vibración instintiva: Verdun! Verdun!

Al atardecer, en os grandes bulevares, cuando aparecen los*periódicos de la noche, la multitud se agolpa en las paradas de los kioscos. Las ediciones se agotan en un instante. A lo largo de las avenidas, no se ve más que el blanco ondear de las hojas impresas. Las manos tiemblan al desplegarlas. Los ojos se ciegan al leer el comunicado oficial. Las cargas monstruosas, feroces, de la infantería alemana, arrojando con una temeridad inaudita millares de hombres contra el huracán de la metralla, horripilan. Pero la resistencia pasmosa de las tropas francesas, ebrias de patriotismo, impasibles, rechazando los ataques bajo el bombardeo más nutrido y enloquecedor que han visto los siglos, despiertan una admiración inextinguible y una esperanza inefable. A medida que transcurren los días, la confianza aumenta. Las gentes se dicen: “Lo que el enemigo no ha podido hacer hoy, ni ayer, ni anteayer, ¿por qué tendría que lograrlo mañana?”...

Ha pasado el Carnaval. Nadie se ha dado cuenta. Nadie ha hecho caso. Los aires se han vuelto claros y tibios, como un avance sutil de la primavera cercana.' Nadie ha experimentado este fino contraste. Todas las almas, todos los anhelos, todos los entusiasmos y todos los pensamientos, están hipnotizados por la magna batalla. Y la severidad y el fervor son tan imponentes que, al ir por las calles, el extranjero siente la tentación de marchar de puntillas, para no perturbar el recogimiento de este pueblo admirable, escollo capital y quebradero supremo de sus enemigos. – GAZIEL – La Vanguardia, martes 21 de marzo de 1916, páginas 12 – 13, Sección “La Guerra Europea”, Tercera y cuarta columnas, primera y segunda columnas.

LA RETIRADA FRANCO – INGLESA DE GALLIPOLI

Kayal Tepe (Gallipoli),14 enero 1916He aquí la opinión de muchos, de esos muchos que acostumbran a vivir con los ojos cerrados para la realidad y que para argumentar se desentienden siempre de la lógica, importándoseles muy poco que tengan o no base sus argumentos, con tal de que sean argumentos, tanto más definitivos, a su parecer, cuanto más débiles o falsos. He aquí la opinión de esos muchos, opinión que os será repetida con mucha frecuencia: Los Dardanelos no han sido forzados, los anglo-franceses no han llegado a Constantinopla porque no han querido, simplemente, porque no les ha dado la gana. Y no les ha dado la gana, porque de haberse apoderado de Constantinopla hubieran tenido que cedérsela a los rusos, y ni a Inglaterra ni a Francia les conviene sacarle las castañas del fuego al imperio moscovita, sobre todo una castaña semejante, como lo es Constantinopla.

Si eso fuera verdad, el argumento no tendría vuelta de hoja, sería incontestable. Pero de ser así, esta nueva tragedia del Helesponto más que emocionar como un canto de Homero haría reír irónicamente como una comedia de Aristófanes. Y la verdad, no es necesario venir aquí para sentir el horror de esta lucha épica – las epopeyas modernas no causan otra cosa que horror y no encontrarán otro Homero que las cante porque carecen esencialmente de belleza; - basta con considerar esas cifras enormes de bajas sufridas por la expedición desde el día 25 de abril de 1915 hasta el día 8 de enero de 1916 y con acordarse del heroico Bouvet y demás buques que engulleron las aguas azules del Egeo en la boca del estrecho.

No, no es posible que la empresa de los Dardanelos haya sido una comedia para engañar a Rusia y hacerla multiplicar sus esfuerzos cuando los soldados de Nicolás Nicolajewitch se hacían segar heroicamente por las ametralladoras austro-alemanas en los pasos de los Cárpatos, en la esperanza de que mientras ellos se desbordaban por las llanuras de Hungría en dirección hacia Viena, iban sus aliados a conquistarles Constantinopla para dársela después en recompensa. No, no es posible que naciones como Inglaterra y como Francia se hayan jugado su prestigio en una acción semejante, amañada por el egoísmo y la falacia, con el solo fin de engañar a una aliada suya, sin cuyo concurso no les sería nunca posible vencer a la poderosa coalición de los imperios centrales. No, no les sería posible a los aliados creer, como creen, en la victoria final de sus armas, si fuera esa su unión, ese su espíritu y esos sus métodos die combate. No, no es posible que esos australianos y que esos neo-zelandeses, que esos hijos de Inglaterra y que esos hijos de Francia, que esos valientes hayan ido a morir, lejos de la patria, y a verter su noble sangre sobre el suelo ingrato de Gallipoli, como una farándula trágica destinada a engañar con su farsa las esperanzas de Rusia. Rusia quiere Constantinopla, cierto es, es su obsesión, su sueño, como cierto es que hasta ahora a Inglaterra no le ha parecido nunca bien que Constantinopla sea rusa. Cierto es ello.

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LA GUERRA EUROPEA – MARZO 1916

Pero no menos cierto es que al entrar Turquía en el conflicto al lado de los imperios centrales, lo que les convenía, por lo pronto, tanto a ingleses como a ruso afuera darle un golpe mortal a su nueva enemiga, y ninguno como el de arrebatarle Constantinopla a los turcos, arrojándolos de Europa. Lo primero es primero, dice el vulgo. Y lo primero aquí era apoderarse de Constantinopla. Ya llegaría el momento de discutir y de convenir su futuro. El fin que persiguen los aliados, lo mismo que el que persiguen las naciones de la Cuádruple Alianza, no es nada más que uno y está bien definido y bien precisado: gana la guerra. Mal camino llevarían, por lo tanto, los pueblos de la Entente para alcanzar esa meta, si anduvieran engañándose de ese modo unos a otros. Se les ofende con sólo suponerlo. No vale, por lo tanto, la pena el rebatir esa opinión, la opinión de esos muchos, tan simples o incautos, que pretenden explicar el fin desgraciado de una empresa sin apercibirse de que no hacen otra cosa que deshonrarla, echando un borrón infamante sobre ella.

He aquí otra opinión y no, ciertamente, como la anterior, sino muy digna de ser analizada y discutida. Pretende lo siguiente: Los anglo-franceses, al iniciar la empresa de los Dardanelos no tenían como fin próximo el de apoderarse de Constantinopla. Se trataba más bien de una demostración de fuerza que envalentonase y decidiese a los pueblos balcánicos a arrojarse contra Turquía. Entonces, cuando Grecia hubiese mandado un ejército a Gallipoli, cuando Bulgaria se hubiese echado por la espalda sobre Turquía, y cuando los rumanos hubiesen ayudado a los rusos en la acción que se proyectaba contra el Bósforo, entonces hubiese sido Constantinopla el objetivo. En una palabra, en vista de que la acción diplomática cerca de los gobiernos de Atenas, Sofía y Bucarest no alcanzaba el éxito que se deseaba, no lograba sacar de la neutralidad a dichos países, tratóse de reforzarla por medio de una acción militar, de demostrar a los gobiernos en cuestión, incrédulos o indecisos, que lo que se decía por boca de los diplomáticos se estaba dispuesto a mantenerlo y cumplirlo por medio de las armas, único lenguaje que logra convencer en esta clase de negocios y sobre todo en nuestros días.

Tal vez están en lo cierto los que así opinan. El que la caída de Venizelos21 por una parte y el que por otra parte la desatinada política de la Entente seguida con los pueblos balcánicos, demostrando una ignorancia completa acerca de los mismos, hiciese fracasar el plan, no prueban que éste no existiese. Es muy probable, pues, que los que sostienen esta segunda opinión estén en lo justo y que, en efecto, la empresa de los Dardanelos no persiguiese otro fin, en un principio, que el de decidir a los pueblos balcánicos y sobre todo a Grecia, dadas las buenas disposiciones o, tal vez, las promesas de Venizelos21, y salir de la neutralidad y á tomar parte al lado de los aliados en la liza.

Sin embargo, indicies hay que hacen creer fue lo que n© se pensé en un principio se pensó después y que la empresa que estaba destinada a ser llevada a cableo colaboración con los ejércitos de los países balcánicos, habiendo faltado ésta se trató de llevarla a término por propia cuenta y sin la ayuda de nadie. Eso ha sido dicho y repetido miles de veces en Inglaterra y en Francia y en Rusia, y fue anunciado durante largo tiempo con las trompetas más sonoras por todos los ámbitos del mundo: los Dardanelos iban a ser forzados y Constantinopla arrebatada a los turcos. Las importantes acciones navales llevadas a cabo después y el desembarco en la península de Gallipoli, lo prueban. Y no se diga que el poner pie en Gallipoli tenía tan sólo por objeto retener allí sujeto a un numeroso ejército turco que de lo contrario hubiese ser podido dirigido contra Egipto, contra la Mesopotamia o contra el Cáucaso.

De haber sido así esos soldados hubieran sido desembarcados inmediatamente de la destrucción por la escuadra de los dos guardianes avanzados del estrecho, Sel-ir-Bahr en Gallipoli y Kum-Kalé en la orilla asiática, el día 25 de febrero. Y no fue así. El desembarco tuvo lugar el día 25 de abril, después que la acción naval del 18 de marzo, con la pérdida del Bouvet, del Irresistible y del Ocean, demostró que la acción naval era imprescindiblemente necesario cooperar con otra terrestre. Son muchos más los datos que se pueden aducir para probar que existía el firme propósito de llegar a Constantinopla y que se contaba con un plan para ello. Pero holgaría el enumerarlos aquí porque sería repetir lo que ya ha sido repetido muchas veces, incluso oficialmente. Además, que nuestra intención no otra que demostrar, admitiendo la existencia de ese propósito, la posibilidad de su realización – en aquella época – poniendo de relieve, por lo tanto, las causas probables a las que hay que atribuir el fracaso de la empresa.

Y a eso vamos. El día 10 de agosto entren en los Dardanelos el Goeben y el Breslau. Ellos son los más eficaces colaboradores de la diplomacia alemana en Constantinopla y, por fin, el día 3 de noviembre, con el incidente turco-ruso en el mar Negro, Turquía se lanza a la lucha al lado de los imperios centrales. A mediados de febrero se le comunica al almirante Carden el plan elaborado en Londres para, forzar los Dardanelos y se le ordena se disponga y tome sus medidas para ponerlo en ejecución y llevarlo a cabo. Del puerto de Trebouki, en la isla de Skyros, zarpa en la noche del 18 de febrero la división naval que ha de iniciar la acción, destruyendo los cuatro fuertes que defienden la entrada. La tarea, que queda sin acabar el día 19, no puede ser reemprendida a causa del mal estado del mar, hasta el día 25. Por la noche los cuatro fuertes habían sido destruidos completamente. Llega el día 18 de marzo, van á ser destruidos los fuertes interiores, hasta llegar a los de Kilid-Bahr y Chanak, defensores de la parte más estrecha. El almirante Carden, considerando muy grandes las dificultades y creyendo que no sería posible vencerlas, abandona el mando en manos de su segundo, el contralmirante de Robek. Una prueba más de cuál era el plan que había sido elaborado en Londres y del objetivo que se perseguía. La jornada del 18 de marzo, si lo es gloriosa para la escuadra anglo-francesa, no deja de serlo desgraciada también. Las pérdidas sufridas son grandes, no están en relación con los resultados obtenidos. 0, mejor dicho,—y aquí tal vez está la clave del enigma,—no están en relación con el provecho que se saca de los resultados obtenidos, pues en realidad, y éste es un hecho cierto, la mayor parte de los fuertes contra los que fue dirigida la terrible acometida, al finalizar la jornada habían sido reducidos al silencio. La única conclusión que se sacó de aquel ataque que había costado tan caro, fue la de que sin una acción combinada por tierra no era posible seguir adelante. Se había, pues, cometido un grave error al suponer que bastaba la escuadra para forzar el estrecho. Un error capital, sin duda alguna, que había de determinar el fracaso definitivo de la empresa. Porque los desembarcos vinieron después, un mes más tarde,—¡un mes!;—-la acción terrestre se unió a la naval y, no obstante, no se logró forzar los Dardanelos.

Pero,—una pregunta importante,—¿es que, en verdad, era insuficiente la escuadra para ello, era de todo punto indispensable la acción terrestre?... De haber sido así, los que elaboraron el plan en Londres debieron haberlo

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LA GUERRA EUROPEA – MARZO 1916

visto desde el primer momento: los medios de que disponían los turcos lee eran sobradamente conocidos. Pero, considérese las palabras que a continuación transcribo y que me fueron dichas por el almirante alemán Souchon, él mismo que mandaba el Goeben cuando la famosa aventura, mientras celebraba con él una entrevista a bordo del buque General, en el Cuerno do Oro, dos días antes de mi salida para Gallipoli:—Si los ingleses en lugar de emplear al lado de unos cuantos viejos buques franceses otros tantos de sus más antiguos e inservibles armatostes, ponen en acción junto al Queen Elizabeth unas cuantas de sus unidades modernas, decididos a sacrificar tres o cuatro de sus buques, hubieran llegado al mar de Mármara. Pero los ingleses son demasiado egoístas y tienen demasiado miedo con sus barcos buenos para exponerlos donde haya peligro. Pero así no se va a una empresa tan grande como la de forzar los estrechos. Las cosas que cuestan caras no se obtienen nunca por poco dinero. Si es un defecto el derrochar, la avaricia es un mayor defecto. Con miserias no se alcanza nunca nada grande. Y a fe de Dios, que el llegar a Constantinopla en el mes de marzo, cuando los rusos estaban en los Cárpatos aún y los Estados balcánicos estaban a la expectativa para lanzarse de lado de quien llevase la mejor ventaja, bien valía la pérdida de una media docena de barcos. Además, que los buques modernos, como el Queen Elizabeth, por ejemplo, por estar mejor defendidos que los antiguos, no porque tropiecen con una mina ó porque reciban unos cuantos obuses se van a pique tan pronto como se piensa ni con la misma facilidad que un Bouvet, que un Ocean o que un Irresistible. – ENRIQUE DOMÍNGUEZ RODIÑ – La Vanguardia, jueves 23 de marzo de 1916, Páginas 12 y 13, Sección “La Guerra Europea”, Tercera y Cuarta Columnas, Primera y Segunda Columna

LA GUERRA SUBMARINALondres, 22 – Algunos directores de la línea de navegación Hamburgo – América que se encontraban últimamente en Berlín fueron informados de que el gobierno alemán se proponía impedir por todos los medios a su alcance todo tráfico marítimo entre los puertos británicos y los demás puertos europeos neutrales o no.

No hay motivo alguno para dudar de la veracidad de la información de que se trata, y es significativo que a la amenaza alemana haya seguido la destrucción de numerosos buques neutrales, noruegos, daneses y holandeses, entre ellos dos buques de esta última nacionalidad que fueron echados a pique recientemente, lo que constituye un ejemplo de los más evidentes. (HAVAS) – La Vanguardia, jueves 23 de marzo de 1916, Página 14, Sección “La Guerra Europea”, Primera Columna

LOS PARTIDARIOS DE VON TIRPITZLa Haya, 22. — Créese que habrá sesiones muy agitadas en el Reichstag, donde los partidarios de von Tirpitz tienen la intención de defenderle contra el canciller. El emperador desea que la diferencia entre el canciller y el almirante von Tirpitz sea tratada en una sesión de la comisión. El emperador teme un debata público sobre esta cuestión. (HAVAS) – La Vanguardia, jueves 23 de marzo de 1916, Página 14, Sección “La Guerra Europea”, Cuarta Columna

SOBRE LA GUERRA SUBMARINAGinebra 23 — Los principales periódicos alemanes reproducen un artículo del Berliner Tageblatt, que dice que los conservadores, liberales nacionales fomentan una verdadera agitación respecto a la guerra submarina. En todas las provincias alemanas se hacen circular listas die peticiones en favor del aumento de la guerra submarina. Pero—añade el periódico—cualquiera que sea el número de millares de firmantes de estas peticiones no tendrán influencia alguna sobre al gobierno, pues en ningún caso reunirán el conocimiento técnico necesario para juzgar este problema excesivamente difícil y esencialmente militar. Termina el Tageblatt invitando al pueblo a luchar contra estos falsos patriotas. (HAVAS) – La Vanguardia, viernes 24 de marzo de 1916, Página 10, Sección “La Guerra Europea”, cuarta columna.

LA RETIRADA FRANCO – INGLESA DE GALLIPOLI

Kayol Tepe (Gállipoli), 14 enero 1916A nuestro parecer, estas palabras del almirante Souchon22 dan de lleno en el clavo. Los cuatro buques que componían la división francesa, —a la que correspondió el honor de iniciar el ataque y que se portó heroicamente, cubriéndose de gloria. —el Bouvet, el Suffren, el Charlemagne y el Galüois, cuatro viejos buques eran. Y viejos eran los acorazados ingleses, a excepción del Que en Elizabeth, un buque magnífico quo do haber contado con dos o tres de su clase hubiera llegado al mar de Mármara. Su tiro fue excelente y sus cañones de 380 fueron los que mayores daños causaron a los fuertes. Yo he hablado en el puerto de Ak-Basch con el comandante de Chanak y he oído de sus labios esas palabras: —De haber habido una pareja de Queen Elizabeth no sé lo que hubiera sido de nosotros el día 18 de marzo. —Los mismos comunicados oficiales ingleses y franceses han hecho resaltar con frecuencia el papel tan importante representado por ese buque. Los mismos marinos ingleses y franceses han expresado repetidamente la admiración que el Queen Elizabeth produjo en ellos durante la lucha. Varias veces fue herido ese buque, pero nunca llegaron a ser mortales sus heridas, como lo fueron para los viejos cascos que combatían junto a él. Calcúlese, pues, cuál hubiera sido el resultado de aquella acción, —en realidad la decisiva, —y de las que hubiesen seguido, de haber sido emprendida con otra clase de buques. Hoy no basta el heroísmo, por grande que sea. El triunfo lo proporcionan los medios.

Del mismo modo que los buques que se emplean en la acción naval no son efe la calidad necesaria y debida, así las tropas que desembarcan no lo son en cantidad suficiente y del mismo modo que la acción marítima se interrumpe con frecuencia, así se interrumpe frecuentemente la terrestre. Un tal proceder en las operaciones no se puede achacar más que a graves errores de cálculo, porque la guerra «des petits paquets», como la llaman los franceses con frase muy gráfica, como suya, está completamente desacreditada, no conduce a resultado alguno positivo. Operaciones de ese género deben ser preparadas con largueza, prefiriéndose pecar por diez mil y quien dice diez mil dice cien mil hombres de más, que por uno solo de menos.

Una empresa como la de los Dardanelos, tanto por tierra como por mar, debe ser llevada a cabo de un tirón, esto es, digámoslo así, de un solo golpe, sin interrupciones; de lo contrario está condenada irremisiblemente al fracaso, pues con el tiempo que se le deja al enemigo, éste se rehace y su fuerza de resistencia es siempre la misma. En una .acción de ese género solo una enorme superioridad numérica, tanto en hombres como en medios, puede asegurar el éxito de la misma. E innecesario es ahora repetirlo, porque del dominio público es

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ello desde hace mucho tiempo, que no hubo esplendidez en la preparación ni fue rápida la ejecución, sino que fue dada con lentitud, indecisión y usura. Y así salió ello.

No discutamos ahora si hubo acierto o no lo hubo en la elección de los puntos de desembarco, ya que é. nuestro parecer lo esencialmente importante era el número de tropas y por lo tanto, aunque de la discusión se lograse sacar en claro que no fueron bien acogidos o que debió haberse desembarcado también en otros puntos, por ejemplo, en el Norte de la península, en la bahía de Jenikli o enfrente a Kara-Burgas, desde donde hubiese sido muy difícil alcanzar la ciudad de Gállipoli, en el estrecho, pues ya se hubiese encargado la escuadra, en las aguas del golfo de Saros, de entendérselas con los fuertes de Bulair y aun de haber dado cuenta de ellos, en cuyo caso hubiese podido darse como conquistada toda le península, aunque de la discusión, repetimos, pudiese sacarse en claro todo ello, sería inútil el haber conseguido demostrarlo ya que, dada la insuficiencia de los contingentes que se desembarcaron, por donde quiera que los desembarcos hubiesen tenido lugar, hubiese sido el mismo, negativo, el resultado.

El mismo general Hamilton informa que ha habido momentos en que se ha estado a dos pasos del triunfo. Los mismos turcos y alemanes confiesan, y yo lo he oído repetidamente por boca de los mismos, que ha habido momentos en que han considerado muy crítica la situación, desesperada. Algunos ataques en las posiciones de Ariburnu y de Anafarta han tenido que rechazarlos los turcos con piedras, por haberse agotado sus municiones. Luego, si tan cerca, tan cerca, como unos y otros confiesan, se estuvo de ganar la partida, la partida pudo haber sido ganada.

Un miligramo tan sólo de más en el platillo de los aliados y el fiel de la balanza se hubiera inclinado del lado de ellos. Los mismos oficiales turcos y alemanes me han confesado que se les dejó siempre tiempo para reponer sus fuerzas.

Ello indica que cuando eso sucedía el por qué también los aliados habían llegado al término de las suyas. Hay quien asegura que ha habido ocasiones en que los anglo-franceses, dándose por satisfechos con las ventajas obtenidas en un ataque o en una serie de ellos, y dejando para el día siguiente o para varios días después el proseguir la operación iniciada con éxito, han dado así repetidamente tiempo a los turcos para rehacerse. Nosotros no lo creemos así porque no suponemos a los jefes de las fuerzas anglo-francesas, hombres todos ellos de prestigio y experimentados en la ciencia militar, de cometer un error semejante. Un viejo principio militar es, que se ha visto comprobado en esta guerra multitud de veces y al que Hindenburg, sobre todo, ha llegado á darle fuerza de axioma, que sólo en la persecución tenaz y sin descanso del enemigo que cede se halla el éxito definitivo de una operación. Mejor hay que creer al general Hamilton cuando dice: —Tan grandes han sido los esfuerzos realizados por nuestras tropas, que en ciertas ocasiones, debido al extremo cansancio de las mismas, el agotamiento moral y físico, no nos ha sido posible completar el éxito feliz en una operación hasta llegarlo a hacer definitivo.—

Esto prueba que si en aquellos momentos se hubiese dispuesto de reservas, éstas, al entrar en acción, más que seguir combatiendo, no hubiesen hecho otra cosa que recoger el fruto de un triunfo que por hallarse al extremo de sus fuerzas no podía recogerlos los mismos que lo habían obtenido. Pero faltaban esos soldados, he ahí el quid. Así, mientras los unos se reponían para poder proseguir el ataque, los otros se reponían también para poder repelerlo, con la ventaja para estos últimos de poder recibir en poco tiempo tales refuerzos que les permitiesen atacar a su vez y recuperar lo perdido, convirtiéndose así a veces en un descalabro lo que pudo haber sido para los anglofranceses un verdadero, un importante triunfo. Así sucedió varias veces con la colina de Adzi-Baba, por cuya posesión tanta sangre se ha derramado, colina desde la cual dominaban los turcos todas las posiciones franco-inglesas de Sedd-il-Bahr y desde la cual la gruesa artillería austro-alemana las hizo últimamente de todo punto insostenible. De haber logrado apoderarse los anglo-franceses de dicha posición, otro hubiera sido, ciertamente el resultado de la empresa.

Y hombres había. Bien los ha habido después para mandarlos en ayuda de Serbia. En resumen, sin aventurarse gran cosa, puede hacerse la siguiente afirmación: —De haberse mandado a Gallipoli en él momento oportuno,—y puede considerarse como momento oportuno todo el espacio de tiempo transcurrido desde el día que se Inició la acción contra los Dardanelos hasta la entrada de Bulgaria en la lucha, esto es, unos ocho meses,—la mitad tan sólo de los contingentes mandados a Macedonia para tratar de impedir, sin conseguirlo, la catástrofe serbia, cooperando a la acción por tierra de ese ejército con una enérgica y decidida operación naval llevada a cabo por buques modernos, el objetivo, Constantinopla, hubiera sido conseguido.—-Y entonces, por lo pronto y por lo menos, la Cuádruple Inteligencia hubiera ganado la guerra en Oriente. Por el contrario, el fracaso de la empresa de los Dardanelos ha traído aparejado lo siguiente: Bulgaria al lado de los países del centro y de Turquía, catástrofe serbia y montenegrina, comunicaciones directas entre Berlín y Constantinopla,—Balkanzug,—hostilidad y peligro griegos, peligrosa desconfianza por parte de Rumania, fracaso en Mesopotamia, expedición contra Egipto y amenaza contra la India. Valía, pues, la pena de haber hecho las cosas de otro modo. Sobre todo cuando se conocía la importancia de la empresa y contándose, como se contaba, con hombres y con medios. – ENRIQUE DOMINGUEZ RODIÑO – La Vanguardia, sábado 25 de marzo de 1916, Páginas 12 y 13, Sección “La Guerra Europea”, Tercera y cuarta columna, primera columna

EN EL REICHSTAGBerna, 24 – Los conservadores nacionalistas y los liberales reclaman la intensificación de la guerra submarina más allá de los límites fijados por sus principios, pues ven en esta intensificación el único medio eficaz para combatir a Inglaterra, medio que según ellos permitiría en dos meses lograr un resultado definitivo.

Contra estas exigencias el partido de oposición observa trae esta cuestión tiene un doble aspecto militar y político y que antes de tomar una decisión hay que calcular qué efecto cansaría esta medida a los neutrales. Sólo el gobierno puede resolver el problema y sus ideas están perfectamente de acuerdo con el mando militar, siendo evidente que el canciller no puede tratar este problema en público.

El Reichstag continúa la discusión en primera lectora del presupuesto. Los partidos conservadores rinden homenaje a los méritos de von Tirpitz, creador de la flota alemana, cuyo nombre será inolvidable y cuyo espíritu sobrevivirá en las heroicas hazañas de la Marina.

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El diputado nacionalista liberal Stresemann23 declara que, comparada con la del año pasado, la situación militar alemana es altamente satisfactoria y que los resultados de la política económica alemana son excelentes.

“El éxito de nuestros empréstitos de guerra – dice – no lo alcanzarán nuestros adversarios. La brillante feria de Leipzig, a la cual concurrieron numerosos neutrales, ha sido el mayor reto lanzado a Inglaterra”.

El conde Vestarp, conservador, declara que los combates en el Este y el Oeste y las hazañas de mar constituyen verdaderos actos de heroísmo inolvidables. La confianza en el alto mando no ha disminuido lo más mínimo. La vida económico alemana soporta la prueba que se le ha impuesto. Ni en el aspecto económico ni en el militar tiene el pueblo alemán motivos para sentirle pesimista.

El diputado Mestim dice admirar también las hazañas de los alemanes en el mar, por tierra y por los aires. “Nadie muere de hambre en Alemania – dice – y nadie sufrirá hambre”.

El presupuesto y el impuesto sobre los beneficios de guerra son remitidos a la comisión de impuestos y otros impuestos a las comisiones especiales.6

? EFFENDI, Sehzade Yusuf Izzeddin (10 de octubre de 1857 – 1 de febrero de 1916). Príncipe heredero de Turquía desde 1909 hasta su muerte. Aparentemente se suicidó, aunque se sospecha que fue asesinado por órdenes del dictador Enver Pashá. https://en.wikipedia.org/wiki/Yusuf_Izzettin_Efendi7

? VON SANDERS, Otto Liman (17 de febrero de 1855 - 22 de agosto de 1929). general prusiano que sirvió como asesor militar en el Imperio otomano durante la Primera Guerra Mundial.En 1913 fue nombrado jefe de la última misión alemana que partió al Imperio Otomano con el fin de ayudar al Ejército Turco en su modernización y adiestramiento en las tácticas militares europeas, algo que la administración otomana había tratado de hacer con desiguales resultados durante los últimos ochenta años.En un principio Von Sanders se formó una opinión muy negativa sobre el ejército turco y sus mandos, hasta el punto de que en julio de 1914, cuando el líder de los Jóvenes Turcos İsmail Enver ofreció una alianza al Imperio Alemán, von Sanders presionó personalmente al embajador alemán en Constantinopla, Hans von Wangenheim, para que la desechara. Las razones esgrimidas fueron que el ejército turco era demasiado débil en ese momento, el dinero destinado a su mantenimiento muy pequeño y su dirección incompetente. Sin embargo, el 1 de agosto de ese mismo año (apenas unos días después del comienzo de la que sería llamada Gran Guerra) los alemanes reconsideraron la propuesta y firmaron una alianza secreta con los turcos, con la condición de que el mando de sus tropas estuviese bajo la "supervisión efectiva" de Alemania. El Imperio Otomano declaró la guerra a los Aliados dos meses después de la suscripción del pacto.Tras el fracaso de las dos ofensivas ordenas por Enver Pashá en el Cáucaso y Palestina, Von Sanders tomó entonces el control de la mejor unidad del Imperio Otomano, el V Ejército formado por 84.000 hombres, y trazó una estrategia defensiva a toda prisa en menos de un mes. Su labor se vio favorecida por la torpeza de los mandos aliados destinados a esta misión y su decisión de tomar con fuerzas terrestres la península de Galípoli en lugar de proseguir con el bombardeo naval de las fortificaciones otomanas a lo largo de los Dardanelos.A principios de 1915 llegó a Constantinopla el jefe de la anterior misión alemana en el Imperio Otomano, el barón Colmar von der Goltz, quien tomó el puesto de asesor militar personal del Sultán Mehmed V. Éste no ocultó en ningún momento su mala opinión sobre el "gobierno de los tres pachás" (Enver, Djemal y Talat) y tampoco se llevaba especialmente bien con von Sanders. Von der Goltz propuso una serie de ofensivas contra los aliados, que no tuvieron demasiados resultados, hasta que en octubre de 1915 von Sanders pudo librarse de su tutela al partir éste a Mesopotamia, que había sido invadida por los británicos desde su protectorado en Kuwait.Tras la rendición de Alemania, von Sanders fue arrestado en febrero de 1919 y conducido a Malta, donde los británicos le acusaron de crímenes de guerra. Sin embargo, no pudieron probar nada realmente delictivo contra von Sanders, y a los dos meses se vieron obligados a ponerlo en libertad. El general alemán se retiró del ejército ese mismo año.En 1920 publicó un libro con sus memorias, llamado Cinco años en Turquía, que había comenzado a escribir durante su cautiverio en Malta, y dos años más tarde murió en la ciudad de Munich, a la edad de 74 años. https://es.wikipedia.org/wiki/Otto_Liman_von_Sanders

8 İSMAIL Enver (22 de noviembre de 1881 - 4 de agosto de 1922) Militar otomano y líder de la Revolución de los Jóvenes Turcos. Durante su mandato, que

incluyó la Primera Guerra Balcánica y la Primera Guerra Mundial, fue conocido en el Imperio otomano como Hürriyet Kahramanı, "El Héroe de la Libertad". Enver nació en el seno de una rica familia de Estambul (conocida entonces como Constantinopla) y estudió en Alemania, donde desarrolló un vivo interés por la organización y tácticas del ejército de ese país. A su regreso se alistó en el Ejército Turco, donde ascendió rápidamente. En abril de 1912 el Comité de Unión y Progreso (CUP), más conocido como los Jóvenes Turcos, consiguió una victoria aplastante en las elecciones, pero la pérdida de Libia y el Dodecaneso en la Guerra Ítalo-Turca de ese año erosionó hasta tal punto el apoyo al partido que éste se vio obligado a formar un gobierno de coalición conocido como la Unión Liberal. El 23 de enero de 1913, el CUP dio un golpe de Estado contra la Unión Liberal y la sustituyó por una dictadura militar encabezada por tres pachás: İsmail Enver, Ahmed Djemal y Mehmed Talat. Aunque en teoría el puesto de Enver era únicamente el de Ministro de Guerra, en esencia éste controlaba todo el gobierno, y tanto Djemal como Talat se limitaban a seguir sus directrices en la mayoría de las ocasiones. El nuevo gobierno estrechó lazos diplomáticos con el Imperio alemán y recibió una delegación militar encabezada por el General Otto Liman von Sanders destinada a modernizar el ejército turco, acción que desencadenó las protestas del Imperio ruso.El 24 de octubre de 1914, Enver se nombró a sí mismo ViceGeneralísimo y se convirtió en el único dictador de facto del Imperio otomano. Una semana después ordenó que todos los hombres del Imperio en edad de portar armas se presentasen en las oficinas de reclutamiento, declaró la guerra a los aliados y bombardeó la ciudad de Odessa en una operación conjunta de las flotas turca y alemana. Sin embargo, la decisión de entrar en la guerra de forma tan precipitada se mostró pronto muy poco acertada, pues las oficinas no daban abasto y el reclutamiento de tropas se retrasó durante días. Al mismo tiempo, la falta de mano de obra en los campos causó la ruina de la cosecha de ese año.A pesar de las objeciones de von Sanders, İsmail Enver decidió tomar el control del Tercer Ejército y comandar personalmente un gran ataque contra los rusos en el Cáucaso, pero fue totalmente derrotado entre diciembre de 1914 y enero de 1915 en la batalla de Sarikamis. Enver culpó de esta derrota a los armenios y ordenó que todos los soldados armenios del ejército fuesen desarmados, fusilados o convertidos en peones camineros, y que unos 2000 intelectuales de esta etnia distribuidos a lo largo del país fuesen encarcelados. Estas acciones fueron los primeros pasos del posterior Genocidio Armenio, una de las primeras grandes matanzas étnicas del siglo XX.Tras nuevas derrotas a manos de los británicos en Palestina y Mesopotamia, Enver trató de lograr al menos una victoria contundente en el Cáucaso, donde la rotura del frente oriental y la Revolución rusa de 1917 habían sumido a las tropas rusas en el caos. El pachá intentó tomar de nuevo el mando de las tropas otomanas en la zona, pero esta vez los alemanes se opusieron tan ferozmente a tal idea que no pudo hacer otra cosa sino renunciar. Sin embargo, no se dio por vencido y organizó un ejército de irregulares al que dio el nombre de Ejército del Islam. A comienzos de 1918, las nuevas fuerzas de Enver destrozaron los improvisados ejércitos de la República de Armenia, que había sido fundada ese mismo año, y llegaron a alcanzar Bakú en septiembre, a orillas del mar Caspio. Estas victorias no tuvieron efecto en el curso de la guerra, que tras el colapso de Bulgaria, la pérdida de Mesopotamia y la decisiva derrota en la batalla de Megido solo podía considerarse perdida. El 30 de octubre de 1918, el Sultán Mehmed V firmó un armisticio con los aliados y dos días después el CUP y los tres pachás dimitieron y marcharon al exilio a Alemania.Tras la rendición alemana, decidió huir una vez más con el fin de evitar una posible extradición, viajando esta vez a Moscú, donde ofreció sus servicios a los bolcheviques. Éstos, que se encontraban ocupados en plena Guerra Civil Rusa, aceptaron la propuesta y enviaron a Enver al Asia Central. Por aquel entonces los habitantes de las estepas habían proclamado una serie de Estados, kanatos y emiratos que ofrecían alternativamente su colaboración a los rojos o a los blancos a cambio de que éstos les garantizasen la autonomía. Sin embargo, una vez llegado a su nuevo destino, el antiguo Pachá retomó su antiguo sueño pantúrquico, y traicionó a los bolcheviques, a quienes combatió hasta su muerte en 1922, cerca de Baldhuzan (actual Tayikistán), mientras dirigía una carga de caballería contra las filas comunistas. Sus restos descansan el cementerio adyacente al Monumento de la Libertad en Estambul. https://es.wikipedia.org/wiki/Enver_Pash%C3%A1

9Fortaleza turca en la entrada del estrecho de los Dardanelos.

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? Imbros. Actualmente Gökçeada. Es una isla del mar Egeo que pertenece a Turquía. Es la mayor isla del país y forma un distrito de la provincia de Çanakkale. Algunas fuentes en castellano refieren a la isla como Imbros. https://es.wikipedia.org/wiki/G%C3%B6k%C3%A7eada11

? Pueblo del distrito de Eceabat, provincia de Canakkale, Turquía, al este de Cabo Helles, en la costa de los Dardanelos. En turco moderno se le llama Seddulhair (Muros del Mar). Durante la campaña de los Dardanelos el área circundante al pueblo fue designada como zona de desembarco de dos batallones irlandeses el 25 de abril de 1915. https://en.wikipedia.org/wiki/Sedd_el_Bahr

12 DOMINGUEZ RODIÑO, Enrique (Jerez de la Frontera, 2 de agosto de 1887 – Fuenterrabía, Guipúzcoa, 17 de julio de 1974) Periodista, escritor, traductor

y productor cinematográfico español. Rodiño se encontraba en la ciudad alemana de Bremen cuando estalló la guerra en 1914. En lugar de intentar regresar a España por algún medio, decidió quedarse en Centroeuropa y pensó en enviar sus crónicas a algún medio español. Se puso en contacto con el escritor Ángel Guimera, al que conocía, que le puso en contacto con el director del periódico español La Vanguardia, Miguel S. Oliver.Sus primeras crónicas la enviará de manera escondida, cosiendo los textos a la ropa de un compañero que volvía a España desde Alemania.1 Esas son las primeras crónicas que luego publicaría en 1917 en la editorial Renacimiento: Las primeras llamas. Diario de un testigo-cronista de la guerra. En dicha guerra también recorrerá Italia, Bélgica, Francia, Suiza, Polonia, los Balcanes, Lituania y Suecia. Acabada ésta permanece en Berlín como periodista del diario El Imparcial lo que le permite viajar a Rusia para cubrir la Revolución de aquel país. De regreso a España ocupa el puesto de gerente de El Imparcial y la dirección del suplemento Los Lunes, del que es responsable hasta 1925. Ese mismo año vuelve a Alemania como agregado de prensa y cultura de la embajada española en Berlín, cargo que simultánea con el de corresponsal de La Voz y comisario general de la Exposición Internacional de Barcelona para Alemania y los Países Bajos.En 1933, ya en España, es nombrado director administrativo y consejero delegado de la productora cinematográfica CEA, en la que ejercerá la vicepresidencia desde 1935 hasta 1965.Domínguez Rodiño aborda también la realización cinematográfica con el documental Romancero marroquí (1938) y la redacción de guiones como el de Madrid de mis sueños (1942). Por sus trabajos diplomáticos recibirá diversas condecoraciones por parte de los gobiernos de España, Marruecos y Alemania. A propuesta de la

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El socialista Liebnetch protesta enérgicamente contra la decisión de no discutir en el Reichstag las resoluciones de los conservadores respecto a la guerra submarina, diciendo que se trata de una cuestión que agita en alto grado la opinión pública.

“Se está haciendo un trabajo subterráneo, dice. De pronto nos halláremos quizás ante su hecho consumado. Se dirá Tirpitz ha resucitado”. El orador, interrumpido continuamente, se vio obligado a bajar de la tribuna en medio de un gran tumulto, sin terminar el discurso. (HAVAS) – La Vanguardia, sábado 25 de marzo de 1916, Página 13, Sección “La Guerra Europea”, Primera columna

LA GUERRA SUBMARINALa Gaceta de Westminster, discutiendo el significado de la dimisión del almirante Tirpitz, dicen que se están firmando por toda Alemania solicitudes encaminadas a que continúe la campaña de intimidación mediante el arma submarina. Preséntanse mociones al mismo efecto por los partidos conservador y liberal.

asociación cultural jerezana Cine-Club Popular, una calle de la ciudad lleva su nombre. https://es.wikipedia.org/wiki/Enrique_Dom%C3%ADnguez_Rodi%C3%B1o

13 BERNSTOFF, Johann Heinrich (Londres, 1862 – Ginebra, 1939) Diplomático alemán. De 1908 a 1917 fue embajador en Washington y, en 1917, consiguió que

los transatlánticos norteamericanos quedaran exentos de las medidas de bloqueo. Fue el encargado de transmitir a su colega de México el telegrama de Zimmermann en que se prometía a ese país el apoyo de Alemania en sus reivindicaciones sobre Texas y Nuevo México, telegrama cuyo texto, al ser descifrado por los servicios secretos británicos y comunicado a Washington, provocó la entrada de USA en la contienda. Fue embajador en Estambul (1917 – 1918), diputado del Partido Demócrata Alemán en el Reichstag (1921) y presidente de la Liga Alemana para la Unión de las Naciones. Al subir Hitler al poder marchó a Ginebra, donde murió en 1939.

14 REDMOND, John Edward (1 de setiembre de 1856 – 6 de marzo de 1918). Político nacionalista irlandés. Abogado y líder del Partido Parlamentario Irlandés. Su

vida política estuvo centrada en alcanzar el Home Rule. Esta meta le fue esquiva pues se logró pocos días antes del estallido de la Gran Guerra. La rebelión de Pascua le quitó piso a su partido, hasta entonces el más importante partido nacionalista en Irlanda.

1515 TIRPITZ, Alfred von (19 de marzo de 1849 - 6 de marzo de 1930). Almirante y Comandante de la Kaiserliche Marine (Marina Imperial alemana) en 1892,

Contraalmirante en 1895, y ministro alemán de Marina desde 1911. Nombrado Gran Almirante (deutscher Großadmiral) durante la Primera Guerra Mundial, de 1914 a 1916. Después de terminada su carrera militar, ingresó a la política y fue representante del Partido Popular Nacional Alemán, entre 1924 y 1928. https://es.wikipedia.org/wiki/Alfred_von_Tirpitz

16 CAPELLE, Eduard von (Celle, Hannover, 10 de octubre de 1855 – Weisbaden, Hesse, 23 de octubre de 1931). Marino alemán, ministro de Marina entre

1916 y 1918. Se unió a la Marina Imperial en 1872. Fue subordinado de Von Tirpitz en el Departamento de Torpedos. En 1894 es nombrado jefe del departamento administrativo de la Oficina de la Marina Imperial. Como segundo de Von Tirpitz fue responsable de la elaboración de los proyectos de ley que se convertirían en las leyes del programa de construcciones navales en la primera década del siglo XX. Fue promovido al rango de contralmirante en 1906, y al de vicealmirante en 1909. Fue ennoblecido en 1912 y, un año después, ascendido a almirante. Cuando estalló la crisis de julio de 1914 se encontraba ocupando interinamente el cargo de secretario de Estado de Marina, pues Von Tirpitz se encontraba de vacaciones. A fines de agosto de 1915 pidió su pase al retiro por razones médicas, el cual se hizo efectivo tres meses después. En marzo de 1916 reemplazó a Von Tirpitz en la Secretaria de Marina. A diferencia de su protector y amigo, Von Capelle no creía en la guerra submarina irrestricta, pero mudó de parecer por consejo del comandante de la Flota de Alta Mar, almirante Reinhard Sheer. Von Capelle convenció al káiser sobre esta materia, y éste finalmente consintió la reanudación de la campaña en enero de 1917. En agosto de 1917 Von Capelle prohibió la difusión de la propaganda socialistas entre el personal naval. Al reanudarse las sesiones del Reichstag en octubre el almirante acusó a los social demócratas de apoyar las acciones revolucionarias. Este discurso fue la chispa que provocó la caída del gabinete del canciller Georg Michaelis, quien fue sucedido por George Von Hertling. Un año después Von Capelle dimitía al cargo de Secretario de Marina y con él dejó el poder el gabinete naval en pleno. En 1919 Von Capelle testificó ante la Comisión de Errores de Guerra del Reichstag sobre su actuación como secretario de Marina y el desarrollo de la campaña submarina contra el Reino Unido. Murió en Weisbaden, Hesse, el 23 de febrero de 1931. https://en.wikipedia.org/wiki/Eduard_von_Capelle

17 ASQUITH, Herbert Henry (12 de septiembre de 1852 - 15 de febrero de 1928) Primer Ministro del Reino Unido entre 1908 y 1916. Promovió una política

fiscal progresiva y, en el curso del debate para lograrlo, enfrentó un agrio debate constitucional entre las dos cámaras del Parlamento. La Cámara de los Comunes, integrada por una mayoría liberal, apoyaba la ley; la de los Lores se oponía firmemente a ésta. Consiguió la aprobación de la ley de presupuesto en 1911 así como una reforma constitucional que redujo el poder de veto de los Lores. Concedió la autonomía a Irlanda en 1914, pero el Home Rule nunca entró en vigor debido al estallido de la Primera Guerra Mundial. En 1915, tras la derrota sufrida en la desastrosa campaña de Gallipoli, formó un nuevo gobierno con la participación de los conservadores, al cual tuvo que renunciar el 5 de diciembre de 1916. Fue sucedido por David Lloyd George, quien continúo el gobierno de coalición iniciado por su predecesor. Fue nombrado Par de Inglaterra con el título de conde de Oxfordshire y Asquith y se incorporó a la Cámara de los Lores. Murió en su casa de campo de Sutton Courtenay, Oxfordshire, el 15 de febrero de 1928.

18 BALFOUR, Arthur James (1848 – 1930). Político conservador británico. Presidente de la Cámara de los Comunes (1891), ministro de Negocios Extranjeros (1898),

primer ministro de 1902 a 1905, y de 1916 a 1919, ministro de Negocios Extranjeros en gabinete de Lloyd George. Se le debe la declaración que lleva su nombre para el establecimiento de un hogar nacional judío en Palestina. Perteneció de 1925 a 1929 al gabinete de Baldwin y contribuyó a redactar el nuevo estatuto de los Dominios. Se le deben algunos libros de filosofía, en los cuales defendió el cristianismo: Los fundamentos de la fe (1895) y otras obras, algunas de texto para diversas universidades.19

? BALLIN, Albert (Hamburgo, 15 de agosto de 1857 – Hamburgo, 9 de noviembre de 1918 ). Armador alemán. Hizo su aprendizaje de comercio marítimo en Gran Bretaña; en 1886, entró en la Amerika Hamburg Linie, de la cual llegó a ser director general en 1900, convirtiéndola en la compañía de navegación más importante del mundo. Intentó reunir las principales compañía marítimas del Atlántico Norte en un pool en el que habría tenido la hegemonía, pero no pudo lograrlo. Valiéndose de su cargo de consejero de Guillermo II, y de los lazos que le unían a sir Arthur Cassel, amigo personal de Eduardo VII, intentó una aproximación anglo – germana que fracasó al rehusar el gobierno alemán la proposición de limitar su armamento naval. Debido a sus relaciones con los británicos, se le ofreció en 1918 el puesto de canciller, el cual rechazó. Se suicidó dos días antes de la firma del armisticio que puso fin a la Gran Guerra. Se le considera el creador del concepto de los viajes marítimos de placer. En la isla de Vedell, en el estuario del Elba, construyó un terminal destinado para los inmigrantes de toda Europa que se embarcaban en los buques de la compañía a Sudamérica y Norteamérica. Estas instalaciones hoy albergan el Museo de la Inmigración. La calle central de Hamburgo, donde se encontraba el cuartel general de la compañía, lleva su nombre desde 1947.

20 HELLFERICH, Karl Theodor (22 de julio de 1872 – Bellinzona, Suiza, 23 de abril de 1924). Político, economista y banquero alemán. Secretario de Estado en

el ministerio de Tesoro (1915 – 1916); Secretario de Estado en el Ministerio del Interior (1916 – 1917). Fundador del Partido Popular Nacional Alemán durante la República de Weimar.

21 VENIZELOS, Elefterios (23 de agosto de 1864 - 18 de marzo de 1936) Político griego. Dirigió el movimiento de independencia de Creta contra Turquía; en

1910 formó gobierno por encargo de la Liga Militar y reunió la Asamblea que votó la constitución. Jefe de gobierno al inicio de la Primera Guerra Mundial, fue expulsado del poder por el rey Constantino (1915) y regresó a él después de la abdicación de éste (1917). Las elecciones de 1920, que dieron el poder a los monárquicos, provocaron su exilio; de nuevo en la presidencia del consejo (1928 – 1933), intentó una sublevación republicana en 1935.

22 Souchon, Wilhem (Leipzig, 2 de junio de 1864 – Bremen, 13 de enero de 1946). Almirante alemán. Durante la Primera Guerra Mundial fue jefe de la división

naval del Mediterráneo y, además, comandante en jefe de las escuadras turca y búlgara.

23 STRESEMANN, Gustav (Berlín, 10 de mayo de 1878-ibídem, 3 de octubre de 1929) Político alemán. Fue canciller y ministro de Asuntos Exteriores, cargo

este último que conservó hasta su muerte. Fundador y dirigente del Partido Popular Alemán (DVP), fue una figura ineludible de la República de Weimar, periodo en el que mediante la puesta en práctica de una política pragmática de compromisos logró que Alemania recobrara parte del peso diplomático y económico perdido tras la Primera Guerra Mundial: su estrategia se basaba en conseguir avances en estos terrenos a cambio de cada concesión alemana. Tras controlar la hiperinflación que amenazaba la existencia misma de Alemania, Stresemann encaró otros problemas como la ocupación del Ruhr por los ejércitos francés y belga, las reparaciones de guerra o la cuestión fronteriza latente desde el Tratado de Versalles.

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En el Reichstag y en las Dietas del Estado no se concibe que los alemanes quieran más todavía de lo que hacen. Los ataques contra los neutrales se suceden con peculiar ferocidad, siendo torpedeados hasta los vapores de pasajeros que cruzan el Canal de la Mancha, lo que prueba que la pasión por el exterminio de mujeres, niños y hombres no combatientes continúa entre los germanos despierta y sin tregua, aunque felizmente no consiga esa táctica el fin perseguido. ¿Proponía acaso el almirante dimisionario que las tripulaciones de los submarinos estuviesen provistas de líquidos inflamables o gases envenenados?

Según se desprende de lo que dice la prensa, sospéchase que el emperador se muestra débil con relación a los americanos y la opinión holandesa y surge este clamor que los intereses alemanes están siendo sacrificados al presidente Wilson, pero después de todo ¿A qué aspiran estos criterios?

Transcurren los meses y el presidente Wilson no recibe todavía la oportuna respuesta a su nota sobre el Lusitania. Los barcos beligerantes y no beligerantes que transportan pasajeros americanos continúan Siendo destruidos sin la menor atención al mínimum de aquellas demandas. No solamente niégase la satisfacción, sino que la política inicua se sigue practicando despiadadamente. ¿Qué más podía haber hecho el propio almirante Tirpitz para acreditar que no importan al gobierno alemán lo más mínimo las amonestaciones de los Estados Unidos ni las susceptibilidades holandesas, dinamarquesas y suecas? – La Vanguardia, lunes 27 de marzo de 1916, Página 6, Sección “La Guerra Europea”, Cuarta columna

La índole pragmática de su política le procuró muchos enemigos y acabó siendo abandonado por una gran parte de la clase política con la que tuvo que lidiar. Junto a Aristide Briand fue el artífice del acercamiento franco-alemán y de otros numerosos acuerdos diplomáticos que pretendían estabilizar la situación en la Europa de la posguerra, lo que les valió a ambos la concesión del Premio Nobel de la Paz en 1926. Sin embargo, este acercamiento se detuvo con la muerte de Stresemann, que supuso para la República de Weimar la pérdida de uno de sus últimos defensores.

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