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La judería de Palencia en la Edad Media

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LOS LUGARES DE LA HISTORIA

José Manuel Aldea CeladaCarmen López San Segundo

Paula Ortega Martínez Mª de los Reyes de Soto GarcíaFrancisco José Vicente Santos

(Coordinadores)

Felipe Criado Boado(Prólogo)

Salamanca, 2013Colección Temas y Perspectivas de la Historia, núm. 3

Coordinadores: José Manuel Aldea Celada, Carmen López San Segundo, Paula Ortega Martínez, Mª de los Reyes de Soto García, Francisco José Vicente Santos.Comité editorial: David Alegre Lorenz, Álvaro Carvajal Castro, Javier González-Tablas Nieto, Amaia Goñi Zabelegui, Óscar Fernández Delgado, Clara Hernando Álvarez, Iván Pérez Miranda.

Consejo científico: Enrique Ariño Gil (Universidad de Salamanca), Javier Baena Preysler (Universidad Autónoma de Madrid), Mª Cruces Blazquez Cerrato (Universidad de Salamanca), Carmen Cacho Quesada (Museo Arqueológico Nacional), Antonella Cagnolati (Università di Bologna), André Carneiro (Universidade de Évora), Julián Casanova Ruiz (Universidad de Zaragoza), Leonor Chocarro Peña (EEHAR-CSIC ), Rosa Cid López (Universidad de Oviedo), Mª Soledad Corchón Rodríguez (Universidad de Salamanca), Pablo de la C. Díaz Martínez (Universidad de Salamanca), Ángel Esparza Arroyo (Universidad de Salamanca), Fábio Faversani (Universidade Federal de Ouro Preto), Raúl González Salinero (Universidad Nacional de Educación a Distancia), Mª José Hidalgo de la Vega (Universidad de Salamanca), José Ignacio Izquierdo Misiego (Universidad de Salamanca), Miguel Ángel Manzano (Universidad de Salamanca), Iñaki Martín Viso (Universidad de Salamanca), Esther Martínez Quinteiro (Universidad de Salamanca), Manuel Redero San Román (Universidad de Salamanca), Manuel Salinas de Frías (Universidad de Salamanca).

Los textos publicados en el presente volumen han sido evaluados mediante el sistema de pares ciegos.

© Los autores

© AJHIS

© De la presente edición: Los editores

I.S.B.N.: 978-84-616-5755-1

Depósito legal: S. 380-2013

Maquetación y cubierta: José Manuel Aldea Celada, Carmen López San Segundo, Paula Ortega Martínez,

Mª de los Reyes de Soto García, Francisco José Vicente Santos.

Edita: Hergar Ediciones Antema

Realiza: Gráficas LOPE

C/ Laguna Grande, 2-12, Polígono El Montalvo II

37008 Salamanca. España

Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de esta publicación pueden re-

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LA JUDERÍA DE PALENCIA EN LA EDAD MEDIA1

The Jewish Quarter of the Middle Ages in Palencia

Gonzalo Pérez CastañoUniversidad de Valladolid

[email protected]

resumen: El objetivo de este artículo es analizar en el contexto de la ciudad medieval, el asentamiento de los judíos, sus espacios físicos y jurídicos, sus costumbres, oficios, religión y sobre todo las relaciones que establecen con el resto de la sociedad palentina. A su vez veremos la evolución del urbanismo de la ciudad desde la restauración del obispado en el siglo XI, hasta los comienzos de la edad moderna, fijándonos en las juderías y aljamas y en la disputa entre el poder eclesiástico, concejil y monárquico sobre el grupo hebraico.

Palabras clave: Judíos, Palencia bajomedieval, Obispo, Concejo, Dinastía Trastámara Castellana.

aBstract: The aim of this article is to analyze the medieval city in the context of the Jewish settlement, their urban and legal areas, costumes, professions, religion and their relationship with the society of Palencia. We will also examine the evolution of the city planning from the restoration of bishopric in the 11th century to the beginning of the modern age paying special attention to the Jewish quarter and the dispute between the church, the council and the monarchic power over the Hebraic group.

Keywords: Jewish, Palencia in the Late Middle Ages, Bishop, Council, Castilian Trastámara Dynasty.

1 Este artículo forma parte del Trabajo Fin de Máster “Las minorías religiosas en la Palencia bajomedieval: judíos y mudéjares” del Máster Europa y el Mundo Atlántico: Poder, Cultura y Sociedad de la Universidad de Valladolid para el presente curso 2012-2013. Quiero agradecer el apoyo de la profesora Mª Isabel del Val Valdivieso y la ayuda de Sonja Mujcinovic; así como de Jorge Juan Fernández, Francisco Javier Pérez Rodríguez y Begoña Villasur Escudero del Museo Arqueológico de Palencia, junto con la disponibilidad de la profesora Yolanda Moreno Koch de la Universidad Complutense de Madrid, y Julia Crespo Mancho y Cristina Lión Bustillo para el campo de la arqueología.

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1. LA RESTAuRACIóN DE LA DIóCESIS: PALENCIA CIuDAD DE SEñORÍO EPISCOPAL

La llegada de los árabes a la Península Ibérica en el siglo VIII provocó que las ciudades y villas de Tierra de Campos quedaran desarticuladas desde el punto de vista político, a pesar de que no supuso el abandono total del territorio palentino2. No obstante, la repoblación se llevó a cabo desde co-mienzos del siglo X, en medio de un proceso de lucha fronteriza entre el Reino de León y el Condado de Castilla, cuyos señores se encontraban en continuas guerras. Así, Sancho III el Mayor, rey de Navarra, tras anexionar el Condado de Castilla y conseguir la tutela del rey de León, se apoderó de las tierras entre el Pisuerga y el Cea3.

La documentación existente sobre la definitiva restauración del obispa-do de Palencia es abundante, ya que disponemos de seis privilegios y cinco bulas4. Sin embargo, ninguno es garante de autenticidad, ya que han sido re-hechos o manipulados con posterioridad, lo que ha puesto de manifiesto el debate y las diferentes opiniones de hasta una docena de investigadores que se han interesado por el tema. Para confirmar el restablecimiento episcopal, servirían sólo las cuatro actas primigenias, es decir, los privilegios expedidos por Sancho III, Bermudo III y los dos de Fernando I, pero analizaremos sólo el primero de ellos. La carta de Sancho III es de aceptado contenido verídico, pero a su vez se observa algún que otro problema. Así se sostiene la idea de que la acción restauradora habría que ubicarla entre 1029 y 1035, periodo en el que todos los autores sitúan el privilegio, ya que hablan de 1033 o 1034.

A grandes rasgos, y sin detenernos demasiado en esta cuestión, debido a la complejidad de la misma, y a que no es esencial para el estudio de las minorías, podemos determinar que la restauración de la sede episcopal pa-lentina se debe atribuir exclusivamente al monarca navarro Sancho III, el

2 BECERRO DE BENGOA, 1993, vol. 1: 80-81. 3 GONZÁLEZ DELGADO, 2001, vol. 1: 17. La restauración no se producía sobre un territorio completamente devastado, sino sobre los solares recenter populatis a los que alude el documento fundacional de Sancho el Mayor. 4 VACA, 2000: 21-72. En cuanto a los privilegios regios tenemos los de Sancho III el Mayor de Navarra (21 de enero 1035), Bermudo III de León (17 de febrero 1035), Fernando I de Castilla y León (1045 y 29 de diciembre de 1059), Alfonso VI (31 de marzo 1090) Alfonso VII (25 de enero 1140). Las bulas papales son las de Pascual II (25 de marzo 1116), Honorio II (29 de noviembre 1125), Inocencio II (24 de abril 1143), Alejandro III (18 de agosto 1162) y Lucio III (6 de agosto 1182).

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Mayor, responsable de esa acción con la ayuda de Poncio, monje catalán y obispo de Oviedo5.

Las razones que le llevaron a ejecutar la restauración6, por una parte, podrían significar un acto de agresión política, liberando de la influencia leonesa la llanura palentina, pero también para poner fin a las disputas cas-tellano-leonesas sobre esos territorios, instituyendo una diócesis divisoria entre las sedes de León y Burgos7. Si realmente aceptamos como válida la fecha del 21 de enero de 10358, la data tal vez no indicaría el inicio de la restauración, sino el final de un largo proceso iniciado años atrás. En tal día por tanto, se habría celebrado una asamblea con el rey, diáconos, capellanes, alto clero, obispo, etc., donde se habría oficializado ritualmente la restauración de la sede palentina.

En cambio, debemos tener en cuenta la realidad histórica y las pretensio-nes políticas por parte de los reyes leoneses Alfonso V y Bermudo III, ya que las tierras palentinas formaban parte del Reino de León, pero a su vez, eran ambicionadas por Castilla. Estas discordias pasarían también por el ám-bito eclesiástico, ya que una vez asentada la diócesis, los obispados vecinos pugnarían por los límites jurisdiccionales.

2. LA CIuDAD: EL MARCO uRBANO

En esta ciudad, bien murada y de hermosa compostura y sitio, ella y su tierra es bien abundosa y proveída de pan y vino y frutas y carnes y pescados y otras cosas necesarias en precio muy convenible; es muy sana y de buenos aires saludables a la vida humana […]9.

La repoblación definitiva de la ciudad y la entrega de la misma en señorío episcopal comienza a tomar forma una vez restaurados el Obispado y la Diócesis, instituyéndole un carácter fuertemente eclesiástico, ya que desde el primer momento fueron clérigos navarros los que habitaron en la ciudad

5 REGLERO, 2004: 8-9. 6 BECERRO DE BENGOA, 1993, vol. 1: 81-82. 7 REPRESA, 1980: 387-388. Junto al monarca navarro tomaron partido en la restauración, los castros de Dueñas y Monzón, siendo este último un baluarte importante, cuya condición de Condado, se había establecido ya desde el reinado de Ramiro II de León (931-951).8 VACA, 2000: 61. El autor hace referencia a la opinión de Joseph de Moret: por una parte 1035 sería la fecha de finalización del proceso restaurador, debido al contenido “cierto y seguro pero anacrónico en la calendación y el autor” del privilegio de Sancho III el Mayor. 9 FERNÁNDEZ, 1976, vol. 1: 32-33. Silva palentina.

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del Carrión, algo que determinó la evolución del régimen urbano a lo largo de la Edad Media, a pesar de que, con el tiempo, el poder de la ciudad estaría ejercido entre el Cabildo Catedralicio, el Obispado y el Concejo10. Con todo esto podemos decir que en el siglo XI, Palencia es más o menos su Catedral, dado que la configuración urbana girará en torno a la misma, de ahí que se afirme que “la ciudad se hizo para la Catedral y no a la inversa”11.

Una vez establecido el espacio catedralicio, se constituye el barrio de San Antolín, en el que también se alzaría el Palacio Episcopal12, el cual tendría una casa con habitaciones para los canónigos y otras dependencias para el templo. El abastecimiento diario de los moradores del palacio, hizo que en la plaza anexa al mismo se creara un mercado, en el que se instalarían carnicerías, pescaderías, hornos y donde se erigiría con el tiempo la iglesia de Santa Marina. Más adelante se construyeron viviendas, casas y otras edificaciones para los primeros habitantes laicos de la ciudad, ministeriales de la Iglesia también de procedencia navarra como los Sanchos, Aznares, Galindos, Ennecos y otros relacionados con las actividades del campo y los que abastecían el campo. Este primer barrio palentino estaba conectado con el núcleo habitacional primitivo del otro lado del río, unido a través del puente romano “las puentecillas” donde se establecieron nuevos pobladores que edificaron viviendas y restauraron las parroquias existentes de San Julián, San Esteban y Nuestra Señora de Allende del río, que habían sido parroquias en época visigoda.

Durante los reinados de Alfonso VI (1072-1109) y Alfonso VII (1126-1157) los éxitos de las campañas militares pacifican el territorio castellano, resurgiendo una bonanza económica que se refleja en el segundo núcleo habitacional de la ciudad, que se conformará en torno a la iglesia de San Miguel. Edificada en la segunda mitad del s. XI y completada en el siglo XIII, tendrá una base poblacional de inmigrantes catalanes, algunos considerados

10 GONZÁLEZ DELGADO, 2001, vol. 1: 17-18. La separación de la Mesa Episcopal y la Mesa Capitular se efectuó en el año 1084 por el obispo Bernardo II, mientras que el 10 de marzo de 1180 se concedía el fuero de Palencia, en la Charta conseutudinum Palentinae civitatis, instituyéndose el Concejo palentino.11 REPRESA, 1980: 388; ESTEBAN RECIO e IZQUIERDO GARCÍA, 2012, vol. 1: 22-23. 12 GONZÁLEZ DELGADO, 2001, vol. 1: 17-18. Existen documentos en la Catedral que hacen referencia al Palacio Episcopal en 1084, cuya área lo conformaban literatos, hombres de estado, prelados, monjes, trovadores, preceptores, juglares…

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como extranjeros, siendo en su mayoría mercaderes y artesanos. Se constituirían por tanto en esta zona el Barrio Medina y el Barrio Nuevo13.

Al igual que sucedió en las cercanías del Palacio del Obispo, estas gentes también levantaron sus casas y obradores en la zona de San Miguel, conectando de este modo el nuevo barrio con el área catedralicia a través de la Rua, una larga calle paralela al río que se convertiría en la más importante de la ciudad, al ser el núcleo económico durante esta época. Al final de la calle se construyó una puerta que daba paso a una gran explanada, donde se instalaría el mercado nuevo.

Ya en 1165 se forma un tercer y último núcleo al sureste de la ciudad, potenciado por el cabildo catedralicio, para su población de capitulares. A los repobladores de esta zona se les dotó con una casa, un huerto y un corral, dando un carácter rural al que se conocería como el Barrio de la Puebla, que luego con el tiempo se convertiría en un barrio industrioso. Debido a su cercanía, su prosperidad fue potenciada además con el mercado nuevo y el Barrio de San Miguel, forjando este sector como el más denso de la ciudad. La Puebla a su vez, limitaba al norte con el camino de Burgos, junto con la puerta del mismo nombre, dónde en los aledaños se edificó en el siglo XIII un hospital o casa de leprosería, bajo la advocación de San Lázaro14.

Un poco más al norte se instalaron las órdenes mendicantes, por una parte San Pablo15, y poco después en un terreno descampado San Francisco, ambas extramuros, ya que la muralla limitaba con lo que actualmente es la calle Mayor. Llegados a este punto, podemos decir que la ciudad ofrece un conjunto urbano bien definido, que no sufrirá grandes modificaciones, solamente la ampliación y apertura de nuevas calles.

13 REPRESA, 1980: 389. MOLINA, 1998, vol. 1: 49. ESTEBAN RECIO e IZQUIERDO GARCÍA, 2012, vol. 1: 23. 14 ESTEBAN RECIO e IZQUIERDO GARCÍA, 2012, vol. 1: 23-31. El hospital más famoso fue el de San Bernabé y San Antolín, del que se dice que tuvo la primera leprosería de Europa fundada hacia 1070-1095, pero realmente se refundó en 1183 por el capellán Pero Pérez, ya que existía desde 1148. Lo gestiona el cabildo acogiendo hasta 250 enfermos y niños expósitos. El hospital de San Antolín también lo menciona SANTO TOMÁS, 2002: 428-488.15 ESTEBAN RECIO e IZQUIERDO GARCÍA, 2012, vol. 1: 23. Santo Domingo de Guzmán contó con el apoyo episcopal para fundar la sede de los dominicos en Palencia entre 1229-1230.

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3. LOS GRuPOS SOCIALES

La inexistencia de fuentes propiamente demográficas hace que tengamos un verdadero problema a la hora de precisar con exactitud los habitantes de Palencia, por lo que debemos guiarnos por las estimaciones de los investigadores. En un primer análisis podríamos determinar que a finales del siglo XII había unos 3.500 habitantes16, mientras que los datos de 1422 reflejan una población de entre 4.000 y 4.50017 y de 6.50018 para finales del siglo XV. Las estadísticas y censos de la época moderna darían por válidas lo citado anteriormente ya que en 1530 hablaríamos ya de 7.500 y en 1562 de 8.842 habitantes19.

A pesar de que sería interesante analizar los estamentos20 que conformaban la población palentina, sólo examinaremos las minorías, y más en concreto los judíos. Pero el grupo dominante sería el eclesiástico formado por el clero secular y regular; a pesar de que también existía una baja nobleza, que tenía influencia en la ciudad, siendo en su mayoría hidalgos, caballeros y escuderos con cierto poder económico. En cambio los ciudadanos o pecheros, es decir, el común estaría representado por un grupo muy heterogéneo, con artesanos, comerciantes, labriegos y otras gentes dedicadas a las actividades agropecuarias, agrupados en gremios, cofradías y vecindades capaces de hacer frente al monarca, al obispo y al concejo21.

Si hablamos de las minorías, el asentamiento en Palencia de grupos extranjeros, supuso una novedad en cuanto a aportaciones culturales se refiere, junto con la diversidad de vida y pensamiento. Así por ejemplo tenemos el grupo formado por los Francos, instalados en la Rua a lo largo de los siglos XII y XIII donde ejercían su influencia económica y cultural,

16 MOLINA, 1998, vol. 1: 41. 17 FUENTE, 1989, vol. 1: 198. La autora cree conveniente, debido a la falta de información, hacer una estimación al alza, es decir, hablar en el año 1422 de una población de entre 4.000 y 5.000 habitantes.18 GÓNZALEZ, 2003: 140. “La mayor parte de la población trabajadora se dedicaba a la actividad industrial, artesanal y comercial y en menor medida a las labores agropecuarias”.19 MARTINEZ, 1956: 10. Esta primera estimación de 7.500 habitantes la publica Tomás González, teoría respaldada a su vez por Ramón Carande. Los autores que han analizado los censos, sostienen que para el 31 de diciembre de 1562 Palencia contaría con una población de 8.842 habitantes.20 MOLINA, 1998, vol. 1: 41-53. El autor explica la división estamental de la ciudad, pero Mª Jesús Fuente aborda el estudio de la sociedad de una forma pormenorizada en la obra citada (pp. 189-267).21 ESTEBAN RECIO e IZQUIERDO GARCÍA, 2012, vol. 1: 28.

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los cuales no estaban segregados de los castellanos, por lo que encontramos a muchos eclesiásticos foráneos, mezclados con los autóctonos, tanto a nivel catedralicio como monasterial22. Desde el punto de vista cultural y religioso, era obvio que la mayoría de la población fuera cristiana y que este sector se alzara sobre las minorías judía y musulmana.

4. LOS JuDÍOS

4.1 La judería

Una vez que Fernando I (1037-1065) se asienta en el poder, tendrá bajo su jurisdicción tierras castellanas en las que desde épocas antiguas residían un gran número de judíos. A falta de hombres y de otros recursos, el rey favorece el establecimiento de estos hebreos ya que eran activos e industriosos, resultando de esta manera útiles a los repobladores. Además es posible que el monarca acogiera a los primeros judíos en Palencia, que según la tradición se asentaron junto a la iglesia visigótica de San Julián, en la margen derecha del Carrión, lo que con el tiempo se denominaría judería vieja23. Durante el reinado de Alfonso VII (1126-1157) aumentó el número de judíos en Castilla, a donde llegaban huyendo de al-Andalus, perseguidos por los almorávides y luego por los almohades, cuyo líder Abd-al-mumin había decretado la conversión forzosa al islamismo; incremento que se produjo también en Palencia.

Pero fue con Alfonso VIII (1158-1214) cuando la ciudad del Carrión alcanzó su mayor esplendor de todo el medievo, ya que fue Corte del reino castellano, por lo que prosperó en población, obligando a sus habitantes a extenderse más allá del recinto primitivo y a utilizar con preferencia la margen izquierda del Carrión, ya que era una zona menos propensa a las inundaciones. Si en 1195 los mudéjares24 se establecieron en las inmediaciones de San Miguel, la judería seguíría en el mismo lugar junto

22 MOLINA, 1998, vol. 1: 48-49. 23 LEÓN, 1967, vol. 1: 6. “En las actas capitulares de 1415, hay un asiento del 23 de abril, en el que todavía se designan como de la judería vieja, unas casas de las inmediaciones de San Julián”; RAMOS DE CASTRO, 1988, vol. 1: 69. “En el siglo XV esta zona se denominaba judería vieja”.24 MOLINA, 1998, vol. 1: 49. Los moros llegarían en el siglo XII como consecuencia del avance castellano y formaban un grupo reducido de gentes libres, dedicados especialmente a la artesanía.

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a la iglesia de San Julián25. Sin embargo, otros investigadores26 sostienen la teoría de que, con la ampliación de la urbe, tanto moros como judíos se ubicarían en las inmediaciones de San Miguel, y más tarde en la Pellejería, una calle transversal desde la mencionada iglesia hasta la Catedral. De hecho, en esta zona residieron las minorías a lo largo de todo el siglo XV, lo que explica que se denominara también judería vieja, área que tendría gran relevancia a lo largo de toda la centuria.

Con la llegada de los Reyes Católicos al trono y la legislación que luego analizaremos, entre 1480 y 1481 se intenta reubicar a los pocos judíos que quedan en la calle Traspalacio27, pero esta decisión contrarió a los vecinos del barrio, que no querían tener entre ellos a gentes hebreas, por lo que finalmente se les instalaría en la calle Valdesería, cercana a la Catedral y al Palacio Episcopal. No obstante, la decisión resultó fallida porque el 19 de septiembre de 1481 el concejo propone asentar a los judíos en las Carnicerías, pero tampoco se pudo llevar a cabo por las disputas con los vecinos. Pero el 28 de septiembre se produjo el apartamiento definitivo a las calles de María Gutiérrez y Juan Calzado de la judería y morería respectivamente, (actuales Los Soldados y Alonso Fernández de Madrid) cercanas a la Puerta de Monzón y a la plazuela de León, denominándose la judería nueva y tras la expulsión, calle de Santa Fe28.

4.2 La aljama

Los judíos que vivieron en territorio cristiano gozaron de libertad, privilegios y una amplia autonomía durante gran parte de la Edad Media. Su vida se articulaba en torno a la aljama, es decir, la institución interna formada básicamente por dos organismos, la asamblea y el consejo29. En la primera de ellas estaban las personas que poseían unas determinadas condiciones jurídicas, mientras que el consejo era una delegación de la asamblea. Al frente de la aljama se encontraban el viejo, adelantado o alcalde mayor, es decir, el almocadén o hedin30 y el juez o dayyanim, que resolvían los conflictos civiles

25 GONZÁLEZ DELGADO, 2001, vol. 1. 18.26 ESTEBAN RECIO e IZQUIERDO GARCÍA, 2012, vol. 1: 30; RUIZ, 1982: 124. Ningún autor hace mención al año en que se establecieron los judíos en la Pellejería, aun así, muchos tenían sus casas y talleres distribuidos por toda la ciudad.27 RUIZ, 1982: 137. Calle Traspalacio sería la actual calle General Amor.28 MOLINA, 1998, vol. 1: 52; FUENTE, 1989, vol. 1: 244. 29 VALDEÓN, 1990: 365. 30 RUIZ, 1982: 125-127.

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internos, impartían justicia y administraban los impuestos. En cuanto al rab o rabino era el encargado en materia legal y religiosa, existiendo a su vez una serie de intelectuales dedicados al estudio de la Torá y la Ley Talmúdica, que participaron en todas las corrientes del pensamiento del judaísmo de su tiempo. Además, la aljama también contaba con cargos especializados como secretarios, clavarios, oidores de cuentas, etc.

4.3 Población

A pesar de la dificultad que entraña hablar de censos y estadísticas de población para la edad media, anteriormente hemos determinado en Palencia una población que iría de entre los 3.500 habitantes para finales del siglo XII y alrededor de 4.000-6.500 para finales del siglo XV. Ahora bien, con este margen de error y tomando como referencia los repartimientos de Huete de 1290 y de Yaco Aben Núñez de 1474, intentaremos hacer unas estimaciones de los datos, cuyo resultado indicaría que a la judería palentina le correspondería un 8,6% de la recaudación total de maravedíes para el siglo XIII. Ya en 1474, la contribución sería de 2.000 maravedíes, considerando por tanto la existencia de unas 68 familias, es decir, de unos 340 judíos31.

4.4 Vivienda

Hay que destacar la importancia de otros espacios para la comunidad hebraica, imprescindibles para el desarrollo de sus actividades, tales como sinagogas, carnicerías, baños, hornos para el pan ázimo de Pascua, la taberna para el vino judiego, el cementerio, etc32. A pesar de que no existe una tipología específica de supuestas casas judías, vamos a fijarnos en las viviendas de la población castellana, que en general solían ser pequeñas, cuya fachada daba a la calle, o a un corral o pequeña plazuela interior, por el que se accedía a varias casas33. En cuanto a las dimensiones de la casa en la Castilla del siglo XV, eran estrechas, de entre 5 y 7 metros, alargándose

31 VALDEÓN, 1990: 363-364; RUIZ, 1982: 121-124; SUÁREZ, 1990: 609-613. Hay que incidir en la idea de que son estimaciones ya que los cálculos no son precisos. Con los vaivenes de los siglos XIV y XV hay un cambio de comportamiento fiscal, por lo que se puede determinar una media de 50 familias que equivaldrían a unos 300 judíos, para finales del siglo XV.32 RAMOS DE CASTRO, 1988, vol. 1: 76. “El cementerio judío debió estar donde en el siglo XVI se llama ‘los oyos’. ‘Saliendo por la puerta de Santa Marina yendo hacia el puente don Guarín, a mano izquierda do dizen los oyos”.33 CANTERA MONTENEGRO, 2005: 206-207.

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de 7 a 10 metros de profundidad hacia un patio trasero34. Se distribuían en dos plantas, en la primera se establecería el taller o tienda, en la segunda la vivienda como tal y en el sótano un almacén o bodega.

Los materiales más comunes para la construcción eran arcilla y madera; y empleaban el yeso para los revestimientos de paredes, suelo y techo. Además presentaban pocas aberturas para combatir mejor el frío, la lluvia y el viento.

Constaban de un portal de recibimiento, algunas con cocina, otras con un apartado ya destechado, con paredes de adobes, con escaleras de madera y un corredorcito verjando al portal; todas tenían sus puertas con cerrojos y llaves y portalejo a una o dos aguas; en medio del corral había un pozo con brocal y una gran pila, ambas de piedra35.

A pesar de que existía el espacio físico de la judería, esto no significa que los hebreos residieran en esos barrios destinados para su apartamiento, por lo que todavía en el siglo XV vivieron distribuidos por la ciudad, ejerciendo sus oficios libremente, ya que se constata que algunos vivían en la Pescadera, en la calle de la Puerta de Burgos y la calle Panyagua36. Cómo hemos señalado, será con los Reyes Católicos cuando se produzca su reagrupación en la judería, debido al cerramiento y reclusión de los judíos en barrios exclusivos apartados.

4.5 Oficios

Los judíos de Palencia, aparte de desempeñar profesiones liberales y negocios mercantiles, eran a su vez arrendadores, recaudadores de impuestos, cambistas y prestamistas muy influyentes en la hacienda de los reinos llegando algunos a desempeñar cargos de mayordomos y tesoreros37.

34 ARÍZAGA, 1990, vol. 1: 160. 35 LEÓN, 1967, vol. 1: 27 “En las juderías españolas se encuentran frecuentemente estos corrales formadas por casas en torno a un patio común, con una sola entrada, disposición muy conveniente para aislamiento y seguridad de los vecinos”; AZNAR, 1996, vol. 1: 32: “La corrala o conjunto de casas alrededor de un patio interior, era la construcción típica para defenderse de persecuciones o algaradas”.36 RAMOS DE CASTRO, 1988, vol. 1: 72; FUENTE, 1989, vol. 1: 243. “Muchos judíos tenían sus tiendas o talleres en otros lugares fuera de la judería: en la calle Barrionuevo, en el corral de las Pardas, en la calle Nueva…” VALDEÓN, 2007, vol. 1: 123. “Palencia fue testigo en el año 1465, de un conflicto entre el bando que apoyaba a los conversos, dirigido por un tal Juan de Bertabillo e integrado por los ‘prençipales de la calle de Panyagua”.37 VALDEÓN, 1990: 365. “Entre la realidad y el tópico los judíos de la Castilla medieval tenían, con respecto a los cristianos, una situación de inferioridad en el aspecto legal y

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El oficio de físico o cirujano, también es ejercido por los hebreos38, y encontramos intelectuales, traductores y escritores como es el caso del palentino Samuel Zarza cuyos relatos sobre las juderías de Castilla en tiempos de la guerra entre Pedro I y Enrique II son muy valiosos, y sobre todo el conocidísimo poeta Sem Tob de Carrión de los Condes, que fue el primer judío que escribió en versos castellanos y un gran conocedor de las tres lenguas, hebreo, árabe y castellano.

Ahora bien, también los encontramos trabajando en oficios manuales39 como pequeños mercaderes, artesanos, tenderos, agricultores, ganaderos, herreros, curtidores, tundidores, colchoneros, zapateros, carpinteros, pellejeros, molineros y hasta un cuidador de pobres en la capital40.

4.6 Religión y religiosidad

La religión era un principio fundamental para la vida de los judíos, debido a que suponía un sistema de cohesión que les permitía conservar su identidad a través de una serie de valores, creencias y pautas de comportamiento. Uno de los pilares del judaísmo es la celebración del Shabat, es decir, el descanso absoluto que impide realizar cualquier trabajo o actividad, junto con la celebración litúrgica de rezo y meditación en la sinagoga, donde se encendían los lampadarios de ocho velas, los hannuká menorá.

La primera referencia que tenemos de una sinagoga es la que al parecer estuvo en las cercanías de la Puerta de Monzón, mucho antes de que se les enviara a esa zona para su posterior cerramiento41. Al parecer estaría entre las calles Cabezón y Monzón, en una zona que se conocía como el Tablado, y que con el tiempo se denominó sinagoga de San Salvador, debido a que el

social, pero de superioridad en el ámbito económico y cultural”.38 VALDEÓN, 1990: 368. El oficio de físico lo ejercieron Don Yuçaf en 1447, Rabi Abraham entre 1461 y 1466 y Mosé Maimon en 1477. DEL VAL, 2011.39 RUIZ, 1982: 130-131.40 LEÓN, 1967, vol. 1: 143: “El 8 de mayo de 1472, el concejo ordena que se suprima el salario de rabí Abraham Maymon, que recibía anualmente 2000 mrs. para cuidar a los pobres”.41 Existe una gran confusión de documentos y referencias que hacen mención a esta supuesta primera sinagoga, ya que otros piensan que esa donación al obispo, sería de la sinagoga de la Pellejería, porque no recogen el testimonio del templo del Tablado. No obstante son tres autores los que hablan de ella. LEÓN, 1967, vol. 1: 20-21; RAMOS DE CASTRO, 1988, vol. 1: 72; LACAVE, 1992, vol. 1: 229.

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obispo don Sancho de Rojas la cedió en 1415 a la cofradía de dicho nombre, a condición de que hiciese de ella un hospital42.

En la Pellejería o en la calle San Marcos43 seguramente existió otra sinagoga44 y se hacen eco de ella todos los investigadores, debido a que era el núcleo de la judería vieja. A pesar de que tras la nueva legislación se recluye a los judíos en la zona de la Puerta de Monzón alrededor de 1481, y de que en 1485 el cabildo pone en renta a toda reparación las casas de la sinagoga palentina que con motivo del confinamiento había sido abandonada; este dato y que la ley permitía la construcción de nuevas sinagogas en los recintos asignados a los judíos45, hace pensar que se debió de construir una nueva en esa última judería palentina. Ese nuevo templo existió, ya que tras las expulsión en 1492, los Reyes Católicos lo donaron a la ciudad para construir un hospital. El concejo por su parte quería edificar una iglesia, pero finalmente acabó destinándose a carnicería y matadero46.

4.7 Situación jurídica de la población judía palentina47

Desde su asentamiento hasta mediados del siglo XIV las relaciones entre judíos y cristianos fueron pacíficas, a pesar de que éstos siempre tuvieron la esperanza de que aquéllos se convirtieran a la fe cristiana ya que se

42 LACAVE, 1992, vol. 1: 229; LEÓN, 1967, vol. 1: 20-21; RAMOS DE CASTRO, 1988, vol. 1: 72.43 SÁNCHEZ, 1997, vol. 1: 183-184. Las denominaciones previas de la calle San Marcos, fueron La sinagoga, La Judería Vieja, La Pellejería, la Pellejería Vieja, San Marcos, etc.44 FUENTE, 1989, vol. 1: 130 y 175. La autora afirma, aunque es una teoría bastante discutible, que “el lugar exacto donde se asentaba la sinagoga parece ser que era la casa que ha permanecido hasta el siglo XX con el nombre de Casa del Cordón”. En la actualidad el Cordón es el Museo Arqueológico de Palencia. JOVELLANOS en su viaje a Palencia en agosto de 1794, hace referencia en esa calle a la casa de la Mezquita del Sr. Sierra, que era un salón arabesco como el de Embajadores de Sevilla, pero más pequeño.45 LEÓN, 1967, vol. 1: 28. Con el abandono entendemos que dejarían el área de la calle San Marcos para trasladarse a la plaza de León. “que fagan los judíos sinogas e los moros mesquitas quantas touieren en los logares que dexaren e que de la synoga e mesquitas que auian primero, no se aprouechen dende en adelante, para en quellos vsos”.46 MORENO, 1988, 123-124. “El 10 de agosto de 1493: que en los dichos corrales se pueda matar e mate la dicha carne como dicho es” LEÓN, 1967, vol. 1: 33. “El 1 de mayo de 1494 se remató las casas de la synoga para los carniceros moros Hamed de Valladolid e Acuto”. MORENO, 1988: 124. “El 25 de julio de 1495 los vesynos de las calles de Santa Fe e de don Pedro e de Perespina desa çibdab les han fecho en medio de las dichas tres calles vn matadero de carnes en vna casa questaua despoblada, que sola ser xinoga, y reciben mucho daño a causa de los malos olores que de allí salen. Nos touimoslo por bien quitar el matadero de entre las dichas calles”.47 LEÓN, 1967, vol. 1; FUENTE, 1989, vol. 1. Ambas autoras tratan el tema de la legislación judía.

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les consideraban deicidas y se tenía la idea de que no estaban integrados plenamente en la sociedad. Esta población hebrea tenía un estatuto particular que ya se observa en 1175 cuando Alfonso VIII otorga 40 familias judías a su tío, el obispo Raimundo, recompensando sus servicios y ayuda en la guerra, confirmando de esta manera que ningún vecino de Palencia exceptuando el cabildo, podía tener vasallos hebreos.

Unos años más tarde, en 1177, se reconoce que los pechos de todos los moros y judíos que habitaban en Palencia los cobraría el obispo, al tiempo que se les liberaba del pago de fonsado, facendera y de otras cargas municipales. Este privilegio se ratificó a su vez en 1185, año en el que además se eximió a la aljama del pago de ceram nec piper que acostumbraban a dar los otros judíos del reino. En esta ocasión se ordenaba además que los judíos sólo reconocieran la servidumbre episcopal, ya que en Palencia pertenecían al obispo, señor de la ciudad, pero eso no les exime de algunos tributos extraordinarios, como vemos en 1192, cuando un nuevo privilegio real exige, tanto a moros como a judíos, un subsidio para la contribución de las obras de muros y fosos que construiría el municipio para la ampliación de los límites urbanos.

Es decir, aunque no tengan el mismo estatuto que el resto de la población sí han de contribuir a los gastos de obras relevantes, como las murallas, que redundan en beneficio de todos los palentinos48. En 1286, las Cortes reunidas en Palencia, deciden suprimir a los hebreos el derecho de tener alcaldes apartados, encomendando de esta forma la justicia a los hommes

48 Lo que se deduce de esta decisión es la reducción de los derechos del obispo para/con las minorías religiosas, que servirá de apoyo al concejo en lo sucesivo para disputar a la autoridad eclesiástica el señorío de judíos y moros, lo que fue objeto de continuos conflictos jurisdiccionales entre ambas partes. Este hecho será frecuente a lo largo de todo el siglo XIII y en especial en 1283 cuando el cabildo y el municipio se enfrenten para obtener la preponderancia sobre la ciudad, y tenga que intervenir el obispo de Calahorra y de la Calzada, con arrendamientos, llaves de puertas y otros asuntos del concejo, favoreciendo finalmente al cabildo al reiterar que judíos y moros como vecinos y moradores de Palencia, debían seguir pechando al obispo, su señor natural. En 1287 los conflictos y luchas por el poder se repiten ya que Sancho IV interviene en el asunto de manera desigual según le convenga, así en un primer momento da la razón al concejo, para luego revocar la decisión tomada, y sentenciar de nuevo que los judíos y moros pecharan sólo al obispo, salvo en obras comunales. Además de la fiscalidad, los judíos se ven negativamente afectados en el tema del ejercicio de la justicia, debido a las nuevas medidas que ser irán adoptando como la supresión de alcaldes.

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buenos que el rey designara. Una década más tarde (1295-1296) observamos cómo los judíos están plenamente integrados en la sociedad, participando en el derribo de la fortaleza del obispo junto a la catedral, situación impulsada por los infantes de la Cerda. Los habitantes de la ciudad que lucharon en el partido regio, fueron recompensados por el rey, con la exención de portazgo para todos los moradores, tanto cristianos como musulmanes y judíos.

Ya en el siglo XIV se plantea abiertamente el tema del antisemitismo, cuando se convocan Cortes en Palencia en 1313 y se hace patente el problema de la convivencia de las dos razas en Castilla49. En las Cortes del infante don Juan y la reina María de Molina se ordenaba que las cristianas no criasen a hijos de judíos, prohibiendo también que éstos se llamaran con nombres de cristianos, que vistieran con lujos, junto con otras leyes referidas a la usura, deudas, pechos y entregas de los hebreos. Aunque no se ratifica, porque se aplaza para decidir cuándo es más conveniente adoptarla, se concilia la medida del uso distintivo, con “una señal de paño amarillo en los pechos e en las espaldas segunt lo trayan en Francia porque andassen conosçidos entre los cristianos e las cristianas, e la sinal que fuesse una roella”.

Durante la guerra civil castellana (1366-1369) los judíos palentinos se vieron perjudicados ya que apoyaban al rey legítimo, por lo que el monarca Trastámara les impuso tan fuertes tributos que los dejó sin pan que comer ni vestidos con que cubrirse tal y como menciona Samuel Zarza.

En las Cortes de 1388, celebradas también en Palencia, se tratan temas como las deudas contraídas por los cristianos con el grupo hebreo y la separación de éstos de la mayoría cristiana50. Con las matanzas o pogroms, se asesinaron también a numerosos judíos palentinos en agosto de 1391, que junto con el merme producido durante la guerra, llegaron casi a extinguirse a finales de esa centuria.

En el siglo XV, con la predicación de San Vicente Ferrer, se pone como ejemplo la aljama de Palencia ya que para 1411-1412 se produjo casi la conversión total de los judíos, suponiendo la ruina de la judería, “quasi los

49 Las peticiones de los procuradores en este momento tienden a impedir el auge de los hebreos en la ciudad, ya que desde que Clemente V había celebrado el concilio general en Vienne en 1311, se había empeorado la situación debido a los nuevos cánones antijudaicos establecidos. 50 No obstante, se permitía y respetaba a los mercaderes judíos que ejercieran oficios mecánicos y que tuvieran sus tiendas y talleres en las calles y plazas públicas.

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más que moraban en esta ciudad fueron por su mano bautizados”. En ese contexto es cuando la reina Catalina de Lancaster, publica una pragmática ordenando a moros y judíos que vivieran apartados de los cristianos prohibiéndoles además el ejercicio de algunas profesiones51.

5. EXPuLSIóN

Debido a las diferentes medidas adoptadas a lo largo del siglo XV, los pocos y apartados judíos palentinos, acaban desterrados. Así, el 31 de marzo de 1492, los Reyes Católicos manifestaron los motivos que les había impulsado a desterrar a los judíos: “nos fuemos informados que en estos nuestros reynos auía algunos malos christianos que judaysauan e apostatauan de nuestra santa fe católica, de lo qual era mucha la cabsa la comunicación de los judíos con los cristianos”52. Además se decretaba que todos los judíos que se encontraran en la Península después del 31 de julio, incurrirían en pena de muerte junto con la confiscación de sus bienes. Durante ese periodo entre marzo y julio estarían bajo la supervisión real, que los ayudaría a vender libremente sus posesiones, sacando algunos bienes del reino, pero no objetos de oro, plata o monedas. Con este plazo determinado era imposible romper los contratos comerciales que unían a los vecinos de ambas religiones, siendo precisamente los palentinos los que más obstáculos pusieron a la marcha pacífica de los judíos de la ciudad53. Pero eso no les impidió cobrarles, el 14 de mayo, 50 reales para la celebración de la toma de Granada.

Mientras, el 7 de junio se aplica en la ciudad la negativa de los vecinos de no pagar las deudas contraídas con judíos, admitiendo en cambio que éstos pagaran las suyas con sus propios bienes muebles. Los judíos de Palencia que no se convirtieron pasaron al país vecino, donde Juan II había concedido el asentamiento en su reino a 600 familias israelitas a cambio de dos escudos de oro por cabeza, pero con el tiempo se vieron también perseguidos tras el ascenso al trono de don Manuel54.

51 El 1 de mayo de 1447: “los judíos e moros non sean osados de labrar de sus oficios los domingos e fiestas de guardar en público ni a las puertas, so las penas contenidas en los ordenamientos reales”. 52 Las medidas adoptadas en las cortes de Toledo de 1480 que dictaminaban que moros y judíos vivieran apartados de los cristianos no surtieron efecto. 53 LEÓN, 1967, vol. 1: 31. Con la reducción y conversiones del grupo judío a lo largo de los siglos XIV y XV, y por el mero hecho de que la aljama era de tipo medio, resulta contradictorio que la autora pueda afirmar la sentencia de “numerosos judíos”. 54 Siguiendo el ejemplo de lo ocurrido en Castilla y Aragón, el rey decretó a finales del siglo XV, la conversión forzosa de los judíos y musulmanes que residieran en Portugal.

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6. CONCLuSIONES

A diferencia del resto de reinos europeos, el paradigma peninsular medieval presenta la coexistencia de cristianos, judíos y musulmanes, con una convivencia relativamente pacífica a lo largo del medievo, ya que los grupos se respetaban entre sí. En el caso palentino, el que judíos y mudéjares fueran vasallos directos del obispo, no del concejo ni del monarca, suponía una situación novedosa en Castilla. En nuestro estudio hemos podido comprobar cómo a pesar de las numerosas normas impuestas por los monarcas y los diferentes acuerdos adoptados en Cortes, en términos generales, fue necesario revisar periódicamente las medidas adoptadas, porque una cosa era la teoría y otra la práctica, es decir, al fin y al cabo cristianos y judíos eran vecinos y mantenían no sólo contratos, sino también en ocasiones una estrecha amistad; además los judíos asistían a las celebraciones de la ciudad y fueron leales al rey en todo momento55. Con el decreto de expulsión de 1492 se daba un paso importante hacia la unidad religiosa, que se completaría en 1502 con la conversión forzosa de los mudéjares, acabando con esa coexistencia religiosa característica de los reinos hispánicos durante la Edad Media.

Señor noble rey alto, oíd este sermón,Que vos dice don Santo, Judío de Carrión

Cuanto es el estadoha omre más cuidadomayor de su medidatemiendo la caída.

Cuanto más cae de alto,Cuanto más bien ha, tanto

Tanto peor se fiere;Más teme si·s perdiere.

ProverBIo moral

sem toB

55 LEÓN, 1967, vol. 1: 29-30: “Entró en la ciudad el nuevo obispo Alonso de Burgos en 1486 y lo regocijaron especialmente sus vasallos moros y judíos que moraban en la ciudad, los primeros con sus danzas e invenciones, mientras que los segundos iban en procesión, cantando cosas de su ley…”

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Fig. 1: Palencia en el siglo XV (ESTEBAN 1989, 13-14, modificado)

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