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tReupot-ocÍl, HIsroRta y vlarps sosRp pI- Muxpo MEDIE%L rvww.revistamedieval.com # i:- ¡ ffi

La manipulación política de la paz en el Medievo

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tReupot-ocÍl, HIsroRta y vlarps sosRp pI- Muxpo

MEDIE%Lrvww.revistamedieval.com

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ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO

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ME,DIE,VALSunnrnlo

Eortonrar[,e. roro DEL LECToRRneros MnornvernsCrNrMúsrcnCocrNeFpnres, FESTTYALES Y MERCADosLrsnos/Co/DvoSuscnrpcróNEN rr pnóxr*ro Nú*rsno...

RouÁNrcoEr vrBNrRE DEL AReUTTECTo

MoNuurNros NecroNanrs 2

Le sror EPrscoPAL DE Ecene

Tponíe PorÍrrce36 L¡MANTPULACTóN poríTrcA

DE LA IDEA DE,LAPAZ

Hrsronre MrLrrAR46 LTESTRAIEGIA MILITAR MEDIEVAL

Anqurrncrune56 AnqurrECTuRA Y uRBANrsMo

rslAMrcos EN ra Srrnne »a CÁ»ru

TiicNorocíe66 L¡-FoRMA

DE MEDIR EL TIEMPO

PBnrrrrs v Anrn FuNnnenro

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ForocnerÍe v Pern¡n¿oNro

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Tunrsuo88 C¡.suLLos on SruneNe v EsconNereou

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PÁcrNa z6La sr»r EPrscoPAL »r Écana

PÁcrNa 76 Aoor-r Mas: ProNrno EN LA rorocnanÍ¡,DEL pATRrMouro nnrísrrco rsp¡ñor-

PÁcrNa 7oMusro Pnasa: r,os PronocrrrsBN r-4. Boao Mrorl

www.revistarnedieval.com 3

Y EN EL PRÓXIMO NÚMERO

AnqueorocÍeEr cesrrr,r.o DE Tonnrró

PnnrrrBs

Hesoev IsN ScHAPRUT

Hrsronra MrrrrenAnueunNTo Hos PITALARIo

Nupvos TrlrasRBpnnssNTACroNES sENSITwAs EN LosCqRMrNeBuneNe

Frrosor͡. MEDTEvAL

GoNzero HrspeNo

CerenrsrroCnuzene ArsrcnNsn

Er Orno MuNoo MsorrverLe cunnneEN EL JenóN Mnornver98 rnouroloci.l. lrsrog,r y vt{.rls s(}§R¡r uf, rLtDo xE¡IE!1l

ARQUEOIOGIA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MU§DO

MEDIE Lwww.revistamed ieva l.com

FFAN0S GORI EditorARIEL VILA RETONDO Director :

RAMON ROVIRA Subrdir:eetorFennÁru n¡ncRlruÉ RedaccionNORBERTO ¡e*O MUÑOZ ContabilÍdad ' : ,

EHMANUEL TORRA§ lnternet/Web I :'

§omité ásGSo! ,: l

MANUEL GONZÁLEZ JIMENEZ: Cátedrético de Historia Medieval dela Uniüersidad. de. Sevilla, EMILIO CABRERA MuÑOZ,:Catedr:áiico deHisioria Medieval de la Universidad de Córdoba. SALVADOR CLARA'MUNT: Catedrático de Historia Medieval de la Universidad,de Barce-lona. JUAN CARRASCO PÉREZr Catedrático de Historia Medieval dela Univer.sidad Pública de Navárra, JOSÉ ENRIQUE LÓPEZ DE COCA:eatedr.ático de Historia, Medieval de Ia Universidad de,.tr/álaga,' MARíAJESÚS VIqUERA MoLíNS: Catedr.ática'de Filologia Árabe de la Uni-versidad Complutensá de Madr:id, Ma CARMEN GÓUez MUNTANÉ:Musicólo§a, MNNE DUFOUR: Historiádora y Sociólóga, M" PIL¡RQUERALT DEL HIERRO: Historiadora, y escritora, ARIADNA LLUIS I

VIDAL-FOICH: ,Histori¿dora del arte medieval' LYDIA GORDO RIBAS:Arqueéloga y filélogá" JIIAN F. ALARCÓN GUTIÉRREZ: Arqueó1ogo e

Flisioriador, JORGE MAIZ CHACONi: Frofesor tutor de la UNED. editorde medievallsmo,or§, UlAlA JESIJS,TORRES FERRER: Doctor¿ enHistoria Medieval, Consi-;ltora de la UOC. CARLES MANCHO:Profesorde Historia de el arte en'la ,Alta Edad Media, Directot- del lnstitut de Re-certa efi Cultures Medievals ( IRCVM) Universitat,de,Ba rcelona, DANIELPlÑOt I ALABART: Profesor, de Paleoárafía:i Diplomática, Vicedirectordel lnstitut de Récerca en Cultures Med:ievals (IRCVM) Universitat deBar.celona, MERITXELL SIMO I,TORRE§: ProfeSora de Literatura romá-nica medieval Seer,etárla del institut de Recerca en Cultures lr/edieVals(IRCVM) Un,iversitat: de Barcelona, : : ,:

Redaccién :

ROSA MORAGAS. eorrección : :

TOISON, Macuetacién,ALEIX,GORDO Y JA\flEF RUIZ. liustraciénIGNASI ROBLEDA VIVES, Viaies, Entrevistas: \¡ Fotografías.J,M- REYES. CrneMATIAS BREGANTE ARGAÑARAZ. NIUSiCA

PAU GIBERT. Arie r: i

ALBERT PRATDESABA SALA. Cocina medievalXAVIER SANAHUJA ANGUERA. Numlsmática

Revista Medieval

,Revista Medievai C/famarit.1OB. 2o1u 08015 Barceiona

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Partada: Apocalipsis Glosado: Bibrlioteca nationale de France.Fotografías y material gr:áfico: BCN Fototexi , Radial Press, Shutterstock,Fúndacié Casiells Oulturals de Catalunya, Arxivo Mas., J.F,Garbí,Peter FontDethier., Museo PRASA Torrecampo,Alerandro ? érez Ordóñez,Dualmultr-media. M.G,Garcia, A.Moro y FIlset,, Car.les Sánchez l\4árquez, Jose Fer-nández Chimeno, Carlos Saez López. ' , ,

@:Editsrial,Gram. s:1. . NUM 4le.dicién5/2}tlaño7 '

DeBóslto iegal M.ü.6l52044 /,ISSN: 1698-O387: : :

Reservados todos los derechos. Esia publicacrón no puede ser reproducida ni en todo ni enparte, ni regisirada.ni transmiiida por:un sistema d€ recuperación de infoirilaóiór,, en'ningunaforma ni por ningiin medio, sea mecánico,, fotoqulmico, éleafrónico, por fotocopia o cualquierotra,,sin el permisc.previo,dg la ediiorial. . | : :

La revistá MEDIEVAL no se hace responsable de las opiniones expresdas. por sus colál]rradofes.

TEORÍA POLÍTICA

36 rneu¿orocir. :ls1oruA yyIAJES soBRE t[, NruxDo ]rEDrEvA

DESDE LA PREHISTORIA. DES-DE LOS PRIMEROS TIEMPOSDE LA HUMANIDAD, LOS GO-BERNANTES HAN MANIPULA-DO LAS IDEAS RE,LIGIOSAS YPOLÍTICAS PARA CONSEGUIRSUS OBJETIVOS. UNA DE LASIDEAS MÁS MANIPULADAS ES

LA QUE SE REFIERE, AL ESTA-BLECIMIENTO DE LAPAZY ASU DIFÍCIL SUSTENTACIÓN, ALAS MEDIDAS PARA IMPONER-LA Y ASEGURARLA. EL DEBATEsoBRE LO QUE ESTO SUPOÑAYA TUVO REPERCUSIONES E,N

EL MEDIEVO.

310. Sala rl.ei I'looe del Palazzo

Pubblico de Siena. Ambrogio Lo-renzetti, pintor de un gran linajecle arlistas, detalla las figuras de

uno de los tres murales que le han en-

cargaclo los dirigentes de Ia ciudad. trstáa punto de ver Ia luz una de las mejoresobr¿rs del Prerrenacimiento. La Peste

Negra todaría no ha asol¿rdo Europa -cuando lo haga, en 1348, quitará la vidan Ambrogio y a su hermano Prieto, tam-bién pintor-. Una cléc¿rda antes, en 1338,

los regidores sieneses h¿bían contrat¿rdr¡

a los Lorenzetti para realizar un ciclo de

pinturas que )es sinier¿r corno propagan-da de su pocler y que enseñase al pueblo1o que elkrs entendían por gobernar de-

bidamente. Serían unas pinturas cle fácilcomprensión, realizadas según la van-

guarclia pictórica de Ia época y con unatemática polítictr que, por su contenidociril y laico, pronto iban a convertirse en

una novedacl absoluta en el panorama¿rrtístict¡.

Lorenzetti trabajó en los murales en-

tre 1338 y 1340. Siguiendo las indicacio-nes del Aluntamiento cle Siena a rajata-

lrla, puso por título a sus obras Alegoríaclel buen gobierno, Efectos d.el buen go-

bierrto en la ciudad y el estado, y Alego-ría clel n'ml gobienlo. Fundamentándoseen las ideas políticas vigentes, el pintorcontraponía dos form¿rs de proceder a

Ia hora de conducir a Ia socieclad: una

basaba en la guerra -v Ia violencia, en lain'rposición y el miedo, y otra dirigida a

conseguir la paz de ¿rcuerdo con los prin-cipios cle 1a ley v el orden.

En la Alegoría clel buen, gobierrut Ia

Justicia actúa con Ia Sabicluría para ge-

nerar concordia l, bien común entre los

ciudadanos. La ciuclad de Siena aparece

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TEORÍA POLÍTICA

Sakd¿lPalzzn Pubbh¡o dz Sima-

como un rey en su trono, rodeado de las

ürtudes teologales (Fe, Esperanzay Ca-ridad) y las personificaciones de la Jus-ticia, la Temperanza, la Magnanimidad,la Prudencia, la Fortaleza y laPaz. Bajoel cobl¡o de Ia representación simbólicadelaSeanritas, la justicia, la sabiduría, laconcordia, Ia templanza, la prudencia, Ia

magnanimidad, la fortaleza, la [e, la ca-ridad y la esperanza dan como fruto elbuen gobierrro, cuyos beneficios se evi-dencian en forma de una urbe que abre

sus murallas al campo, en la que la gentebaila y pasea, y en la que el comercio es

próspero. Por contra, enla Alegoría delm.ol gobierno todo es distinto. La Tira-nía impera junto a la Avaricia, el Furor,la Soberbia, la Vanagloria, la Guerra, laDivisión, Ia Crueldad y el Fraude.

Analizándolas con perspectiva histó-rica, queda patente que las pinturas en-

cargadas a los Lorenzetti son un produc-to de su tiempo. En la época en que se

realizaron, en Ia primera mitad del sigloXIY las ideas sobre la mejor forma de

proceder de los dirigentes públicos ü-vían unas transformaciones que situaronalapaz, en tanto que noción política, enel centro del debate. Como no podía ser

de otra manera, esto se reflejaría en elmundo artístico, y sobre todo en la pintu-ra y en las obras literarias. Si en los siglosXII y XIII la temática de la guerra había

gozado de un cierto auge, en el TrecentoIas corrientes humanistas no dejaron deinsistir en la paz como meta última y su-

perior. Lapaz y la justicia tenían que servalores insustituibles en todo buen go-bierno. Así lo defenderían autores como

Juan de Salisbury Brunetto Latini, Dan-te Alighieri, Marsiiio de Padua, Juan deCastrogeriz, Diego de Valera, Erasmo deRotterdam o Francisco de Vitoria.

L¿. p¡.2 DEL crnl.oEN LA TINRRALas ideas sobre la justicia, el orden y Iapacificación se pueden retrotraer has-ta la Antigüedad Clásica. En la antiguaGrecia la eiréne, la paz, siempre fue unanhelo. El poeta Hesíodo et st Teogoníaaclaraba que Eiréne era hi;a de Zeus y deTemis, la Le¡ y que sus hermanas eranDice, Ia Jusücia, y Eunomía, el BuenOrden. Siglos más tarde, en el Imperioromano, la pax siguió poseyendo unaenorme importancia, si bien, frente a su

concepción griega en tanto que necesi-

dad de defender a Ia justicia, en RomaIa idea de la pax apelaría al üálogo y a

la lucha contra la violencia, lo que iba a

influir en la tradición de algunos de los

reinos aparecidos tras la caída del Im-perio romano, los cuales, en ürtud del

sustento del orden público, crearían le-

yes que obligaban a imponer la paz en las

üüendas y los caminos, y que conferíar,a sus soberanos la facultad suprema de

instituir el bien común en sus territorios,Las tradiciones culturales. jurídicas r

políticas generadas en la Época Antiguafueron importantes en la Edad Media.pero sobre todo lo fue el dogma cristia-no, cuya influencia desde el siglo V seíaindiscutible.

Desde sus oígenes el cristianismoinsistió en que los cristianos, a imitaciónde Jesucristo, no sólo tenían que ser pa-cíficos, sino además pacifrcadores (eire-

nopoioi). Partiendo de esta tesis, Ia granobra teórica cristiana sobre la paz se es-

cribiía en el Norte de Áf¡ca de manosde Agustín de Hipona (354-430), quiensupo ex?oner un ideario que aunaba las

ideas políticas de su tiempo y los cáno-nes del cristianismo. San Agustín, unode los Padres de la Iglesia, en su Ciaitas

38 AReutrolccÍA,srsroruAvyrAJtrs soBru aL lxtNDo MrrrtrvAl

TEORÍA POLÍTICA

lmagen que representael uso de laüolenciaporparte de laiglesiaparaaffanzar supoderpolitico. Manuscruto s. XIV BibliotecaApostólicaVaticana.

Dei -La ciudad de Dios- presentó unabrillante teoría sobre lapazy sus circuns-tancias, que a la postre seía origen deldenominado agusünismo político, cuyarepercusión sólo pudo silenciarse en eIsiglo XVIII, gracias a los ilustrados.

Lejos del mundo temporal, de los cas-tillos y de las plazas, de los bulliciososmercados y del hedor de las pescadeías,de la suciedad de las calles y del mun-do de las armas, en los monasterios, enel silencio de los scríptoria, los monjestrabajaban afanosamente en copiar lasobras de San Agustín en pergamino. con-cediéndoles la belleza que se merecían.Los escritos del Santo se considerabanfruto de la inspiración celestial. En ellosse afirmaba que el orden, la tranquilidad,la justicia y la paz erau la esencia del Rei-no de Dios, y que por lo tanto los dirigen-tes públicos debían limitarse a instauraren la Tierra un sistema parecido al queimperaba en el Cielo. La paz terrenaldebía ser reflejo de la paz divina, y paralograrlo había que centrarse en la propiapersona, en los grupos sociales y en Dios.

Según el agusünismo existía una es-cala desde la paz más sencilla a la máscompleja, cuyo alcance se consideraba el

fin úlümo y supremo. En principio esta-balapax coryoris (la salud), la paz con elpropio cuelpo, resultado de la armoníade todos los órganos físicos. Luego esta-ba la pax animae, la paz del alma, queserÍa producto de la ausencia de pecadosy de la concorüa entre los sentimientos.Seguidamente vendía 7a pax homini,smortalis o paz social, que sólo podía serresultado del orden público sostenidopor los caballeros. Y por último, tras ha-ber alcanzado las anteriores, podría lo-grarse la pax coelestis ci,oi,tatis ,\a paz conla Ciudad Celestial, consecuencia de lasbuenas relaciones entre los creyentes ysu Creador.

La suma de esas paces, la del cuerpo yel alma, hacia el prójimo y con Dios, haíaque el sistema sociopolíüco de la Tierrafuese casi perfecto, en la medida en queseía una copia del sistema imperante enel Edén. San Agustín responsabilizabaa todos. Aquellos que no albergasen unpoder reconocido, los laboratores, cryamisión era trabajaq debeían viür pací-ficamente con su cuerpo y su alma. Losencargados de la defensa de la población,los caballeros (bellatores), tendrían queimponer una paz social acorde con lo que

el Cielo reclamaba, y los clérigos ,los ora-tores, üfundiían el mensaje üvino so-

bre el que se cimentaba el sistema. Todala sociedad quedaría organizada según la

doctrina del Reino de Dios.La trascendencia de este plantea-

miento fue enorme. En el siglo IX Carlo-magno basó toda su política en el agusti-nismo, haciendo de é1 una pieza clave enla legitimación de sus actuaciones. Patro-cinó el sistema defenüdo en la obra de

San Agustín, y apelando a la idea de im-poner en la Tierra urrapaz como la de Ia

Cioitas Deihizo que las nociones agustinas fueran adaptadas para conseguir sus

propios fines. Semejante adaptación lo-gró que en pocas décadas el agustinismose extendiese por Europa, pero que a su

vez perdiera su carácter pacifista -basa-do en el Nuevo Testamento-. Los pode-res de la Cristiandad (el Papa, las monar-quías, los señores feudales), a imitacióndel Imperio carolingio, comenzaron a

exigir que sus acciones fuesen legitima-das en ürtud de su supuesto objetivo dedelender la paz que Dios quería y queellos deseaban. La idea de la paz se pusoal servicio del gobierno, y no üceversa.como reclamase San Agustín. En defini-

40 mqmor,oci4 Hrsrou y \¡IAJEs soBm EL Mtmo MEDIEvI

iva, la paz perdió su valor y, por contra,

empezaron a valorarse los meüos para

-rlcanzarla, entre los que cabían la guerra¡ruel, Ia persecución de los grupos mino-rtarios, las presiones a los poderes locales

: incluso Ia eigencia de nuevos tributos.Todo valía si era por el bien de la paz.

En el siglo X los sistemas jurídicos-le Europa adoptaron la conceptualiza-:ión y el lenguaje de San Agustín, cu-','¿s ideas también estarían en el origenlel conocido como "Movimiento de laPaz y Tregua de Dios", un pacto jura-:lrentado por el que las gentes de un,rrgar, con losbellatores y oratores aIa,abeza, se comprometían a vivir en paz'.'a defender a los débiles. Del mismo:rrodo, según el ideario agustino, los

:oderes feudales comenzaron a pedirlusticia, tranquilidad y orden -a menu-io de forma hipócrita- a la hora de lu--har contra la violencia en los caminos.. en los mercados, en las casas y en los

=spacios religiosos, o en días especiales

-durante la Semana Santa, los domin-:os, en Navidad-. Eclesiásticos, huér--inos, enfermos, viudas, peregrinos,: iercaderes, recaudadores de tributos,

pastores y campesinos fueron situadosbajo la protección de Ia paz del rey(pax regis) , que defendía a los sujetos yal territorio en torno a monarca. Nadiepodía cometer un delito si los reyes es-

taban cerca -a menos de cinco kilóme-tros-. El que no respetase esta imposi-ción y violarala pax regis sería víctimadelaira regis,la cual, ciega en su sed

de justicia, destruiría tanto el cuerpodel malhechor como sus bienes.

Este era el contexto ideológicocuando en el siglo XIII, en la Univer-sidad de París, se delimitó la imagenteórica del rey en tanto qlue rex paci-

ficus y símbolo de la justicia,\a paz yIa fe. Se trataba de una imagen que se

venía aceptando desde mucho tiempoatrás, pero que no había recibido unaconcreción teórica rotunda. En tantoque la paz era el fin que debía moverala Ciuitas Tercena en su perfecciona-miento por parecerse ala Ci,ui,tas Dei,el monarca empezó a considerarse elmedio para alcanzar dicho fin, de ma-nera que pax y rex, fin e instrumento,acabaron ligándose indisociablementea la hora de salvaguardar a la ciudada-

nía. Se trataba de un primer culmen enla tergiversación de las ideas.

UNa mz srN SANGREDe forma paralela a la manipulación delagustinismo que hicieron los poderes

públicos para sus propios fines comenza-ron a surgir pensadores, en un principioteólogos, que se esforzarían en defenderla importancia de 1o que la paz significa-ba y Io necesario de establecerla exclu-

sivamente por medios pacíficos. Dichospensadores se podrían considerar los

padres del pacifismo contemporáneo,aunque a menudo Io único que hicieronfue reproducir en sus obras ideas que es-

taban en la cosmoüsión popular. Frentea la üolencia, Ios delitos y el desorden, loque imperaba en la ülla y en las ciuda-des era, como hoy, un deseo de üür sin

temor y pacíficamente, y esto era com-paftido tanto por los hombres de la cul-tura como por los más humildes. Resultamuy esclarecedor un poema inglés quese hizo popular en el Medievo: "La paz

es la dueña de toda la riqueza del mun-do / y dirige todos los caminos al cielo./ La paz es el alma y la vida de la salud

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!n la Universidad de Paris se delimitó la imagen teórica del rey en tanto quLe rex pacifiau y símbolo de la justicia la paz y la fe. Biblioteca Nacional.París

www.revistamedieval.com 4l

TEoÚA PoLÍTICA

del hombre, / acaba con la peste y con la

guerra. / Mi amo y señor, esté atento a 1o

que le digo' / si la guerra puede evitarse,

apueste por Ia paz".Uno de los eruditos más afamados del

siglo XII fue Juan de Salisbury (1110/20-

1180), quien en st Policraticus afrrmaría,refiriéndose a aquellos que evangeliza-

ban a la fuerza: "¿Quién hay más malva-

do que el que conduce al ministerio de

lapaz, al oficio de santificar, a reyertas ycarnicería? 1...l Si para lograr su voluntaddominan a otros, lo cual es tiránico, noserá distinto su fin, pues para el tiranono hay nada seguro ni en paz [ . . . ] EI ver-dadero camino para elevarse 1o enseñó

Cristr¡, el cual no quiso que sus discípulosse pareciesen a los reyes de los gentilespara dominar a sus súbditos y, usando el

poder, hacerse llamar bienhechores; sino

que quien es superior se abaje espontá-

neamente, y, excluida toda contienda yuso de la fuerza, sólo por el derecho ypor la paz, reiündique para sí el oficiode serwir [...1 q"e la Iglesia contenga sus

manos [...] Q"" pida la paz, que busqueIa paz y la persiga aunque huya. Que se

acuerde de Aquél que pudiendo lanzarmás de doce legiones de ángeles ganó to-das las cosas exaltado en la cruz".

Un siglo más tarde Brunetto Latini(ca.1220-1290), la primera gran figuradel humanismo italiano, apelaba al sosie-

go y al discurso mesurado para conseguiruna buena gobernación, cuyos pilares asu entender eran 'justicia, reverencia yamor", conceptos que pronto calarían

en el lenguaje político. No en vano, es

durante los siglos XIII y XIV cuando larefexión sobre la paz logra su má,iimodesarrollo. Santo Tomás de Aquino y los

humanistas üeron un impulso enorme a

las teoías políticas, y la palabra paz se

implantó de forma irreversible en los

compendios legales, en el ideario políti-co y en la literatura. Aunque de carácterteológico, Ia obra de Santo Tomás (ca.

1225-7274) es paradigmática en este

sentido. Como no podía ser de otra for-ma, en ella se reiündicaría a San Agustín,pero criticándose la manipulación de sus

ideas e insistiendo en que de nada serui-

ría imponer la paz si lalusticia no estaba

presente. También son paradigmáticaslas Siete Partidas, un corpus legal pro-moüdo por el rey Alfonso X el Sabio, en

el que Ia paz se define como el "fin e aca-

bamiento de Ia discordia e del desamorque era entre aquellos que la fazen", yen el que se indica que "el desacuerdo e

la mal querencia que los omes han entresí nasce de tres cosas: por omezillo (porhomicidio) o por daño, o por deshonrraque se fazen, o por malas palabras que se

dizen los unos a los otros". Paftiendo de

especulaciones teológicas que estaban

en la idiosincrasia de la época, las Paúi-das piden a los enemigos que "se acuer-

den", que tengan un "amor verdadero",que "se perdonen e que se besen", pues"el beso es señal que quita la enemistaddel coragón",y que "se abraqen" pararepresentar que el "perdonamiento es

verdadero". En contra de lo que pudie-ra parecer, no se trataba de un lenguajeexagerado.

En la Baja Edad Media las ideas en

torno al beso, la justicia y la paz alcan-

zaron una notable relevancia. Solía recu-rrirse a la Biblia, tanto al Nuevo Testa-

mento -para poner a Jesús como arque-tipo de rey- como al Antiguo, y en par-ticular a los Salmos, en los que se decía

que para que reinase el bien la paz y lajusticia "debían besarse" (Salmos 85, 11),

como sucedió en tiempos del rey Daüd.Ese beso entre la justicia y la paz, la re-lación armónica y concorde entre ellas,

casi amorosa, seía reflejo del amor que

había de reinar en las relaciones socia-

les y eüdencia de buen gobierno. En las

propias Paúidas se aseveraba: "El reyDavid di-xo en esta razón que entonces

es el relmo bien mantenido, quando lamisericordia y la verdad se fallan en uno,elapaz e la justicia se besan". Incluso lapoesía empleó esta imagen: "Todo el rei-no en sí dMso / será estruido e gastado;

/ así Io dijo e lo quiso el Santo Verbo en-

carnado. / El reino es pacificado / dondehay derecho asaz; / Daüd dijo que la paz

/ e justicia se han besado".En este contexto de exaltación de la

paz la teología siguió ostentando un pa-

pel clave. La religión era generadora de

ideas, imágenes y comportamientos pa-

cifistas, a pesar de que las elucubracio-nes teológicas y los clérigos a menudoestaban al seruicio de los poderosos. Lapropia misa se consideraba un rito de

paz, una plegaria cuyo tema básico era lasustentación de unas condiciones de üdalo más pacíficas posibles, producto de lalucha contra el pecado. Aún hoy lo ve-mos en el rito de pedir a los fieles que se

congregan en el templo que se reconci-lien (lo que en la actualidad se simbolizasólo mediante un saludo, mientras que

en el pasado solían pasarse objetos de

unas manos a otras como representación

wwwrevist*medieval"com 43

del afecto). El vínculo fraternal entre losfieles de Jesús era ineludible para recurriral socorro de Dios. El gran enemigo era elpecado.

Rodrigo Sánchez de Arévalo, uno de los

gandes cronistas del siglo X[ decía que "la

paz procede de la Iimpieza del corazón, por-que allí empieza a sentirse la paz, cuando se

limpia el alma de las manchas de los peca-dos. Por ü ha de empezar la pazque quieresdar a los demás --escribía-, pero ¿quién está

sin pecado? ¿Quién puede dejar de repetircon modesüa dlm¡ne rcb¡s deb¡ta twstra?'.Frente a reflexiones así muchos eruditosapelaban a la mesura, al debate y a asumiruna posición inteligente para no agravar

TEORÍA POLÍTICA

las cosas. Sánchez de Arévalo, por el con-trario, argüía que pues "imposible es queel universo permanezca pacífico estandopoblado y regido por hombres, y ante las

pasiones y excesos de los hombres nobastan los remedios suaves de la admoni-ción, son menester remedios raücales sino se quiere que se reduzca a caos el go-bierrro del universo". En la Europa bajo-medieval este fue el discurso imperante,pero no era el único.

En Italia el pensamiento político ha,bía empezado a cambiar en el siglo XIVLos renovadores de las teoías ügen-tes fueron sobre todo Dante Alighieri yMarsilio de Padua.

En su obra La Monarquía Dante(1265-1321) realvó un canto hermosí-simo a la paz. "Con la tranquilidad y eldescanso -afirmaba- se perfecciona elhombre en prudencia y sabiduría [...] elgénero humano en la quietud y tranqui-lidad de la paz podrá dedicarse con ma-yor libertad y facilidad a su obra 1...1 Dedonde se concluye que la paz universales el mejor de todos los medios ordena-dos a nuestra felicidad. Por eso, cuandose oyó una voz del cielo sobre los pasto-res ésta no Ies anunció riquezas, ni pla-ceres, ni honores, ni larga üda, ni salud,ni fuerza, ni belleza, sino paz. La miliciaceleste canta "Gloria a Dios en las altu-ras y paz en la tierra a los hombres debuena voluntad". Por eso también "lapaz sea con vosotros" era el saludo deiSalvador de los hombres".

Marsilio de Padua (ca. 1275-1342/43)no recurriría a argumentos teológicosen st Defonsor Pacis -El defensor de lapaz-. Iba a erigirse como un pensadorlaico, y era consciente de ello. Se trata-ba de un hombre que había üüdo las

consecuencias de los desórdenes públi-cos en su ciudad, las trágicas repercu-siones de los altercados entre güelfos ygibelinos y las cuitas ocasionadas por las

trifulcas de los nobles. Por estos moti-vos tenía alapaz como una "aspiración

constante", que en su opinión solo podíaser producto del funcionamiento com-plementario y armonioso de las institu-ciones de gobierrro. Por desgracia, pocagente escuchó sus advertencias.

En la Corona de Castilla, uno de losintelectuales que se refirió a estos asun-tos de forma más valiente fue Diego deValera en st Exortaci,ón de la pas, unaobra en la que se apostaba sin ambagespor una resolución pacífica de los con-flictos, comparando la tarea de un reycon la de un méüco. Si la misión de ésteera sanar el cuerpo, la del monarca erasanar la sociedad para hacer que funcio-nase. Del mismo modo, se comparaba elcometido de un rey con el de un músicoque, lleno de inspiración, era capaz deconseguir que de sus partituras (sus súb-ütos) saliera algo armónico y bello.

Er, rnryscroAL ABSOLUTISMOLas argumentaciones de Marsilio, Dan-te o Valera no tendían una repercusiónideológica como las de San Agustín. Aúnen el siglo XV el agustinismo, manipu-lado, era la referencia para quienes es-Nicolás Maquiavelo. Pintura de de Santi di Tito. PalacioVecchio. Florencia.

44 ,rnqtrolo<;ÍA, HtsroRrA y vtAJEs soBnr EL MtlNDo MtrDTEvAL

La obra que mejor eüdencia la radicali-

zación de los argumentos pacificadores es,

sn úÁa, El Príncip¿ de Nicolás Maquiavelo.

Como es bien conocido, l¿rs teoías maquia-

vélicas afirmaban que lo importante era el fina alcanzar y no 1os medios para alcanzarlo. Lafiereza, la deshucción, la sange, el egoísmo yla muerte, incluso la falta de misericordia, eso

que habían rechazado muchos pensadores

arteriores, Maquiavelo lo corxideraba válido

si perr-nila lograr el fin último, que no era

otro que fortalecer el poderío del monarca

para que -supuestamente- pudiera alcarzar-

se una paz asumible y duradera. Se trataba

de un üscurso de un radicalismo aterradol

aunque Maquiavelo no era original. Lo úni-co que él hizo, gracias al nervio de su pros4

fue difrmdir uros planteamientos políücos

que estaban ügentes. Uno de los casos que

mejor demuestra esto es el del rey EnriqueIV de Castilla (L45a-1a74, "el impotente".

Tal apodo i¡famante empezó a ser uülizado

entre otr¿x razones por la actitud pacifista del

monarca en la lucha contra los musulmanes,

pues no queía emprender contra ellos rura

guerra de ertenrrinio. Enrique IV prefeía lapaz, según las crónicas, y no osaba penrritir el

derr¿rm¿rmiento de srurgre de sus súbditos, lo

cual, aunque hoy nos parezca digno de elo-

gio, en su época se vio como ura eüdencia

vergonzosa de debilidad, que haría que se

opusiese alaimagen de semejante reypacífi-

m (débil)la del rey Fernando el Católico,al que también se consideraría pacífico,pero que no dudó en recurrir a la üo-lencia para establecer "su paz". Fue aFernando el Católico al que Maquiavelodedicó ElPríncipe. T

San Agustín en su estudio. Pintura de Sandro Botticelli

- ribía:r sobre la paz, fuerar-r cuales fueran

.,ls fines. La marripulación por entonces

l1egaría a unos niveles desconocidos. Enrlena crisis del sistema feudal las monar-

1.,í* "orr"roaban a robustecer su poderío

:,rarcando las líneas de un proceso que los

:iistoriadores identifican hoy con la génesis

-lel absoluüsmo, cuyo auge se alcanzó en

.1 siglo X\{I. Como no podía ser de otrorrodo, en ese proceso de consolidación de

¿ autoridad del rey se dio mucha relevancia

J uso de las ideas en tomo a la paz. En Ianedida en que se reiündicara el papel de

-,rs reyes como máximos responsables de la'r.uücia, Ia poz y el orden dichos reyes po-

-hírur ejercer un poderío absoluto con el

llre, se supone, lucharían por el sosiego, el

.rno¡ Ia armonía, la amistad y la tralquiJi-

-Lrd. EI lema era sencillo' si ois pacemparai,ellum (si quieres paz prepárate para la

.rerra). Definitivamente, todo valdría pnra

-,orr. eter y pacificar a los súbditos.

Apoyando estas ideas, Rodrigo Sánchez

de Arévalo escribía con entusiasmo que"por demandar paz e biür seguramente, e

no padecer injurias, e por casügar malfecho-

res, deve toda gibdad e buen político fasta la

muerte pelear', y concedía al soberano un

poder absoluto, considerándolo "paz del

pueblo, seguranza de la tier:ra, comunidat

de Ia gente, firmeza de los sabios, cuchillo

contra los enemigos e malos, gozo de los

omnes buenos, tenplamiento de los a1,Tes,

seguridat del pensamiento, abondanga de la

mar e tierra, heredat de Ios omnes, plazer

de hennanos" . En el Ubro de los cíen capí-

tulos se iba aún más allá: "El rey manüene

la tier:ra con justicia, ca sy non un bolliqio

la desfaría toda: e todos los omes del mun-do deven rogar por el rey, que fDios] le dé

üda e salud [...], ", sy non unos a otros se

comerían üvos [...] Más vale al pueblo üürquarenta años en poder del rey desmesura-

do que estar s1.n rey una ora del día".

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