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Lapidicinae Ad Metalla

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Edición del volumen: Trinidad Nogales Basarrate José Beltrán Fortes

Coordinación editorial:Mª José Pérez del CastilloEugenia López GonzálezDpto. de Investigación del M.N.A.R.

Diseño y maquetación:Ceferino López

Proyecto PRI06B286Foros Romanos de Extremadura. Análisis y Difusión del Patrimonio Extremeño. Vicepresidencia Segunda, Consejería de Economía, Comercio e Innovación de la Junta de Extremadura Proyecto 3PR05B003Lusitania Romana: Investigación para la difusión del pasado cultural del Occidente de la Península Ibérica. Vicepresidencia Segunda, Consejería de Economía, Comercio e Innovación de la Junta de Extremadura

Ministerio de Ciencia e Innovación. Proyecto de I+D HUM2005-02564 (Arqueología de ciudades romanas de la Bética) y Acción Complementaria HUM2006-27400-E (Marmora Romana), cofinanciados con fondos FEDER.

Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía. Plan Andaluz de Investigación: Grupo de I+D HUM402 (Historiografía y Patrimonio Andaluz) y Proyecto de Excelencia P06HUM-01587 (Sevilla Arqueológica).

Hispania Antigua, collana diretta da Julián González, Universidad de Sevilla – Departamento de Filología Griega y Latina

Marmora Hispana. Explotación y uso de los materiales pétreos en la Hispania Romana(Hispania Antigua. Serie Arqueológica, 2)

ISBN 978-88-8265-453-5

Copyright 2008 © «L’ERMA» di BRETSCHNEIDERVia Cassiodoro, 19 - 00193 Romahttp://www.lerma.it

Tutti diritti riservati. É vietata la riproduzione di testi e illustrazioni senza il permesso scritto dell’Editore

Los textos e ilustraciones de este volumen son responsabilidad de sus respectivos autores

Marmora Hispana:explotación y uso

de los materiales pétreosen la Hispania Romana

Trinidad NogalesJosé Beltrán

Editores

Índice

Presentación

Patrizio Pensabene: I marmi di Roma allo stato attuale della ricerca.

Maria elisa Micheli: Luxuria: arredi in marmo pentelico nella Roma tardo-repubblicana. Una selezione di forme e di temi.

Marilda de nuccio: Un rilievo con menade dall´area del Teatro di Marcello.

aureli Àlvarez, rosario cebrián, isabel rodÀ: El mármol de Almadén de la Plata y los marmora importados del foro de Segobriga.

begoña soler huertas: Los marmora de la Tarraconense y su difusión en Carthago Nova. Balance y perspectivas.

anna gutiérrez garcia-Moreno: Canteras del noreste de Hispania (actual Cataluña): propuesta de cronología y consideraciones generales.

virginia garcÍa-entero, MarÍa del Mar salán asensio, sergio vidal álvarez: El marmor en el yacimiento de Carranque (Toledo). Algunas consideraciones sobre las marcas de herramientas.

Fernando aMores carredano, José beltrán Fortes, daniel gonzález acuña: Marmora de Hispalis. Estudio de los materiales pétreos recuperados en las excavaciones arqueológicas de “La Encarnación” (Sevilla).

oliva rodrÍguez gutiérrez: Los marmora en el programa arquitectónico y decorativo del Teatro Romano de Itálica: antiguas hipótesis, nuevas propuestas y posibles certezas a la luz de las aportaciones de los análisis de microscopía óptica de polarización.

José beltrán Fortes, Manuel corrales aguilar, luÍs eFrén Fernández rodrÍguez: Marmora del teatro romano de Malaca (Málaga).

thoMas g. schattner y gobain oveJero zaPPino: Mármol en Munigua.

José beltrán Fortes, MarÍa luisa loza azuaga: La explotación romana del mármol de la “Sierra de Mijas” (Málaga). Un estado de la cuestión.

Juan aurelio Pérez MacÍas: Lapicidinae ad Metalla.

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esther ontiveros ortega: Análisis petrográfico de los mármoles de la cantera de la Loma de los Castillejos y su aportación al estudio arqueométrico de las canteras romanas de Almadén de la Plata.

salvador doMÍnguez bella: Huellas de cantería romana de mármol en Almadén de la Plata (Sevilla), un patrimonio a conservar.

carlos Fabião, thoMas g. schattner, aMÍlcar guerra: El mármol en el Santuario de Endovellicus.

trinidad nogales basarrate, luis Jorge gonçalves, Pilar laPuente: Materiales lapídeos, mármoles y talleres en Lusitania.

victor laMberto y Paulo sá caetano: Marble stones from Lusitania: the quarries of the Estremoz Anticline.

irene Mañas roMero, arianna Fusco: Canteras de Lusitania. Un análisis arqueológico.

catarina coelho: Colaride: a Roman quarry at the Municipium Olisiponensis.

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Presentación

Es bien conocida la cita que pone Suetonio (Aug. 28, 3) en boca del propio Augusto de que recibió una capital de ladrillo y dejó una Roma marmórea. Aunque bajo ello se esconde una gran dosis propagandística, es cierto que ese proceso iniciado por el princeps en la Urbs tuvo su pronta repercusión en las provincias y la “marmorización” se va desarrollando desde los inicios del Imperio romano especialmente en el marco de las ciudades de las provincias occidentales. Suponen un proceso de enorme trascendencia histórica, que no sólo conlleva un cambio trascendental de la imagen urbana, sino que supuso necesariamente desarrollar una nueva vertiente económica y profesional de gran alcance, que conllevaba la explotación, el trabajo y la comercialización a diversa escala de los mármoles y otras piedras ornamentales. Los marmora eran el símbolo de la romanización de cualquier territorio, incluyendo piedras de gran calidad y prestigio importadas desde punto lejanísimos a pesar de su coste, que coexisten con el uso de ciertas piedras locales allí donde eran posible, cuya explotación se potencia en esos momentos, como ocurre en algunos lugares de las provincias hispanas.

El estudio de los marmora empleados en época romana en Hispania ya posee varias décadas de trayectoria, con importantes resultados obtenidos, que se han visto refrendados en trabajos nacionales e internacionales, en los que se han ido desvelando nuevos aspectos de enorme interés. Desde los pioneros artículos que realizaban una exploración del territorio y un análisis de visu de los materiales pétreos, se ha ido avanzando además en la adopción de nuevas técnicas de análisis que certifican el origen del material. Los trabajos han ido adoptando nuevas vertientes multidisciplinares, dadas las nuevas tecnologías y especialidades incorporadas, desarrollando la colaboración entre especialistas de disciplinas diversas, y todo ello ha redundado en la consolidación de una importante línea de investigación en los estudios de Arqueología en España.

Este volumen que hoy sale a la luz es resultado originalmente de una reunión científica de carácter internacional celebrada de forma coordinada en la Universidad de Sevilla y en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, como consecuencia de sendos proyectos de investigación desarrollados de forma paralela en ambas instituciones. En esa reunión se trató básicamente de los correspondientes territorios bético y lusitano, con una importante presencia de colegas portugueses, a la vez que algunos trabajos referidos a Roma, como referente obligado, pero para la edición se han incorporado importantes aportaciones que tienen como objeto de análisis el territorio tarraconense, con lo que se completa el ciclo hispano.

Este nuevo trabajo en la colección Hispania Antigua, serie Arqueológica, de la editorial L’Erma di Bretschneider de Roma, desea convertirse en un útil repertorio que facilite al investigador el acceso a temas que, usualmente, se han restringido a un ámbito más local o regional, a la vez que incorporar novedades que esta línea de investigación ofrece en nuestro país. Estudios que nos proporcionan una visión bastante completa de la explotación y uso del mármol en Hispania, fenómeno que explica no sólo la monumentalización de las ciudades hispanorromanas, sino también importantes factores económicos y sociales del llamado proceso de romanización en nuestras provincias occidentales. Tras la salida al circuito científico, el volumen debe ser empleado, revisado y objeto del análisis de la crítica científica, como un instrumento de trabajo que sirva para potenciar en el futuro este tipo de estudios en nuestro país a la vez que ofrecer un estado de la cuestión actual. Éste será el mejor síntoma de que el trabajo cumple con su esencial objetivo, servir de herramienta para la investigación.

Es merecido reconocer nuestro reconocimiento a las instituciones que han auspiciado la edición de este volumen, en primer lugar, a la Universidad de Sevilla y al Museo Nacional de Arte Romano, como centros de investigación desde los que partió el proyecto. Además, al Ministerio de Ciencia e Innovación que merced a los correspondientes proyectos I + D nos ha permitido alcanzar este objetivo, así como al Ministerio de Cultura, a las Consejerías de Innovación, Ciencia y Empresa y de Cultura de la Junta de Andalucía y a la Vicepresidencia Segunda, Consejería de Economía, Comercio e Innovación de la Junta de Extremadura. Finalmente, a la Fundación Cajasol, a la Fundación de Estudios Romanos y a la Fundación Itálica de Estudios Clásicos.

Como editores, nos es grato asimismo expresar nuestro agradecimiento a las personas que han propiciado que este libro sea una realidad, a los autores que con la diligencia necesaria han remitido sus estudios en condiciones favorables, al diseñador D. Ceferino López, que ha seguido la estela de su cuidado trabajo, y, por fin, a las responsables editoriales del Departamento de Investigación del Museo Nacional de Arte Romano, Dña. Eugenia López y Dña. María José Pérez del Castillo, que han trabajado con paciencia, cariño y esfuerzo para hacer realidad esta nueva entrega editorial.

Mérida, 30 de noviembre de 2008trinidad nogales basarrate y José beltrán Fortes

Lapicidinae ad metaLLa

Juan Aurelio Pérez Macías

Resumen

En este trabajo se presentan una serie de piezas de decoración arquitectónica labradas en gossan procedentes de los yacimientos romanos de la comarca de Riotinto. Entre estas piezas destacan los sillares, basas, fustes, capiteles, arae y cupae, y se relacionan con la arquitectura de los monumentos funerarios de las necrópolis romanas. Por ser el gossan una variedad conocida en términos geológicos como “gossan transportado”, sólo presente en la mina de Riotinto, se concluye que en esta mina existiría un taller destinado al abastecimiento de piezas para la decoración de los monumentos funerarios, que reflejan con este pobre material la generalización del empleo de mármol en los municipios y colonias de las provincias hispanas a partir de época augustea.

Abstract

A series of architectural decorative parts made in gossan rock and coming from Riotinto roman sites, are reported in this paper. Among these pieces - related to the architecture of roman necropolis monuments - columns, bases, shafts, chapiters, arae and cupae, are put in relief. Since the Riotinto gossan is geologically known as “transfered gossan”, and occurs only at the Riotinto mine, we might conclude that a supplier workshop of burial monuments decorative parts should exist at Riotinto, which by making use of the feeble raw material, would reflect the widespread of marble in Spanish municipia and coloniae from Augustus.

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Juan aurelio Pérez Macías

La investigación que desarrollamos en la zona minera de Huelva desde hace ya algunos años nos ha hecho interesarnos por un numeroso conjunto de piezas arquitectónicas labradas en gossan de Riotinto, y aunque mis conocimientos se mueven más en el terreno de los minerales que en el de las rocas, quiero aprovechar esta ocasión para presentar un estudio preliminar de este material1, para debatir sobre su funcionalidad, su significado dentro de la arquitectura de este coto minero y los posibles lugares de extracción. Es un material que no tiene las posibilidades que ofrece el mármol, pero entra dentro del sentido extenso de los marmora2.

1. Los vici mineros del suroeste ibérico

Las tierras del Oeste de la Baetica han estado marginadas tradicionalmente de los estudios sobre la decoración arquitectónica en época romana. Los procesos de marmorización de la arquitectura que se desarrollaron en Roma con el advenimiento del Principado, tuvieron su reflejo en las ciudades provinciales, especialmente en los nuevos municipios y colonias de creación augustea, en los que los marmora trasladan al espectador sus estatutos privilegiados y la fides a la domus augusta. Pero en la provincia de Huelva no contamos con entidades ciudadanas que fueran promocionadas en esta época, y ello no por falta de élites que reclamaran los beneficios de la colonización romana, sino por la peculiar explotación de los recursos de estos territorios, en los que el principal eje de la economía ha sido siempre la minería y la producción de metales. El modelo de explotación romana en esta zona no tiene como cabecera los propugnacula augusti, ciudades que vertebren el territorio y garanticen la asunción del modelo de Roma. Como en otras zonas de Hispania con importantes recursos mineros, se prefiere un sistema de administración directa por parte de la caja imperial, el fiscus, sin el inconveniente de compartir esta administración con las entidades municipales, que en definitiva podían complicar el aprovechamiento de los recursos mineros. Esto no fue siempre así en otras zonas mineras, en las que conocemos que las concesiones mineras estaban en manos de societates y conductores, pero si en aquellas cuencas mineras en las que se producía plata y oro, que siempre se mantienen en manos de funcionarios imperiales (procuratores).

Desde el punto de vista económico, el suroeste de la Península Ibérica se destaca por la existencia de gran número de mineralizaciones, que lo convierten en la zona de mayor cantidad de recursos metálicos del mundo antiguo. Estas mineralizaciones se distribuyen en dos zonas geológicas, la Zona Surportuguesa y la Zona Ossa Morena.

Dentro de Zona Surportuguesa se encuentra la Faja Pirítica Ibérica (Cinturón Ibérico de Piritas), que a manera de banda se extiende desde el Oeste de la provincia de Sevilla (Aznalcóllar y Castillo de las Guardas), por la provincia de Huelva, donde se concentran los cotos mineros de mayor envergadura (Riotinto, Sotiel Coronada, Buitrón, Cueva de la Mora, y Tharsis), y se prolonga por el Alentejo hasta

1 Agradezco a Aquilino Delgado Domínguez, Conservador del Museo Minero de Riotinto, la ayuda brindada en el inventario de las piezas de este museo y en la localización de otras que se encuentran dispersas por los pueblos de la comarca.2 Sobre este concepto J. Beltrán y Mª L. Loza, El mármol de Mijas. Explotación, comercio y uso en época romana, Málaga (2003), 8 ss.

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las proximidades de la desembocadura del Sado (São Domingos, Aljustrel, Lousal, y Caveira) 3. Las minas de este sector están formadas por grandes depósitos de sulfuros polimetálicos y lentejones de manganeso asociados a fenómenos de vulcanismo submarino4. Estos depósitos contenían cantidades variables de hierro, plomo, zinc, cobre, plata, y oro, lo que ha contribuido a que su minería se haya extendido hasta nuestros días.

Por el contrario, en la Zona Ossa Morena predominan los yacimientos filonianos de sulfuros de hierro, de plomo y de cobre, y yacimientos de reemplazo somático en los contactos entre las intrusiones graníticas y los bandeados de calizas, con skarns de óxidos de hierro de gran pureza (oligistos y magnetitas). Toda la zona se encuentra salpicada de formaciones filonianas en fracturas y cizallas donde precipitaron los minerales por fenómenos hidrotermales5.

No vamos a entrar en explicar la minería de estas masas y filones del suroeste ibérico, lo que nos alejaría del propósito de este trabajo, pero es conveniente aclarar que en el Cinturón Ibérico de Piritas se documenta ya una importante minería encaminada a la producción de plata desde la Edad del Bronce, que alcanza su máximo desarrollo en el período Orientalizante, después del cual se entra en un momento de recesión que no se supera hasta la segunda mitad del siglo III a.C. No obstante, estas minas estuvieron prácticamente abandonadas durante el siglo II a.C., salvo Riotinto, que continuaría con la producción de plata ya documentada en época bárquida. La minería de época republicana, que seguía las huellas de las explotaciones cartaginesas, se concentró en las minas de Carthago Nova, Castulo y Corduba, pues la inestabilidad en el suroeste, expuesto a las continuas rebeliones de los lusitanos y beturios, no era el mejor clima en el que podía desarrollarse la explotación. Sólo después de que fuera sofocada la rebelión sertoriana la minería empieza a despegar tímidamente en Riotinto y otras minas, como Sotiel Coronada y Umbría de Palomino6.

El despertar de la minería en el suroeste se produce después de los enfrentamientos entre pompeyanos y cesarianos, y en especial en época augustea. Con Augusto se realiza una exploración sistemática de todos los cotos del suroeste, y se comienzan a acumular las grandes escombreras de escorias que han hecho famosos a esos distritos mineros. Por primera vez en la minería de esta zona se produce cobre además de la tradicional producción de plata, y este ritmo de producción irá creciendo hasta alcanzar sus máximas cotas en la primera mitad del siglo II d.C.

Los proyectos de investigación desarrollados en algunas de estas minas, como las de Riotinto y Tharsis, han permitido conocer con bastante detalle las distintas etapas de producción y las técnicas metalúrgicas

3 Estas mineralizaciones en I. Pinedo Vara, Piritas de Huelva. Su historia, minería, y aprovechamiento (Madrid, 1963), y F. García Palomero, “Yacimientos de la Faja Pirítica Ibérica (F.P.I.)”, Metallum. La Minería Suribérica (E. Romero y J. A. Pérez, eds.), Huelva (2004), 13 ss.4 F. García Palomero, Caracteres geológicos y relaciones morfológicas y genéticas de los yacimientos del Anticlinal de Riotinto, Huelva (1980).5 G. Ovejero Zappino, “Ossa Morena. La diversidad metálica”, Metallum. La Minería Suribérica (E. Romero y J.A. Pérez, eds.), Huelva (2004), 49 ss., con toda la bibliografía reciente sobre estas mineralizaciones.6 Sobre la explotación romana de estas minas véanse: A. Blanco y B. Rothenberg, Exploración Arqueometalúrgica de Huelva, Barcelona (1981); C. Domergue en Les mines de la Peninsule Ibérique dans l’antiquité romaine, Collection de l’École Française de Roma, 127, Roma (1990), y en Catalogue des mines et fonderies antiques de la Péninsule Ibérique, Madrid (1989); y J. A. Pérez Macías, Las minas de Huelva en la Antigüedad, Huelva (1998).

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Fig. 1. Basas y fustes de columna en gossan del Museo Minero de Riotinto.

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que se aplicaron en cada caso, pues desde fines del siglo XIX ha existido un mayor interés por indagar en estos aspectos técnicos de la minería y la metalurgia de época romana. Pero los asentamientos mineros, su configuración urbana y su estatuto jurídico son menos conocidos, salvo las necrópolis y la epigrafía funeraria, que siempre llamaron la atención. Afortunadamente, contamos para estas minas con un documento jurídico de excepcional valor, los bronces de Aljustrel7, dos tablas donde se detallan algunos pormenores de las reglas que regulaban la administración del vicus metallum vipascense en época del emperador Hadriano, en un momento avanzado de época imperial. En este momento las minas, ya fueran de cobre o de plata, eran de propiedad imperial y estaban bajo la administración de procuratores, generalmente libertos imperiales. Es decir, estos asentamientos mineros eran en la primera mitad del siglo II entidades ciudadanas ajenas a la municipalización, por los intereses económicos del fisco, que no admitía ingerencias en este sector tan importante de la producción de plata y cobre8. No se respetó siquiera la propiedad de las tierras públicas bajo la administración del Senado, como sucede en las minas de la Baetica. No conocemos, sin embargo, cuándo comenzó esta administración directa de las minas por parte de los funcionarios imperiales, aunque todo apunta a que la sistemática puesta en valor de estas minas a fines del siglo I a.C. se debe a un interés del Princeps y sus consejeros en la explotación, sin el intermedio de societates y publicani, pero no parece que estuviera dirigida por procuratores, que no se documentan de manera fehaciente hasta época flavia. En Riotinto, una mina bien investigada en sus aspectos generales, asentamientos militares, como el Cerro del Moro, un praesidium en el extrarradio de las mineralizaciones, nos ha llevado a plantear una administración de tipo militar bajo el mando de un praefectus, que se extiende desde época de Augusto a Claudio, cuando la unidad militar abandona el asentamiento, lo que daría paso a una administración civil por medio de libertos imperiales. En resumen, parece probable que desde comienzos del siglo I d.C. las minas estuvieran sujetas a la política imperial, primero por el ejército y después por procuratores.

Los bronces de Aljustrel nos describen algunos pormenores de la vida cotidiana de estos poblados mineros. Los servicios comunitarios y de abastecimiento eran concesiones reguladas por el procurador, como se nos comenta a propósito de la barbería, los baños y la zapatería. Para el caso de Riotinto contamos también con la lápida sepulcral de Lucius Iulius Reburrinus, un figulus procedente de Lisboa que se instaló en la mina a comienzos de época flavia y que dedicó la mayor parte de su producción al abastecimiento de las lucernas que se empleaban para iluminar la zona de trabajo en el interior de galerías y pozos9, unas lámparas que están perfectamente identificadas por las iniciales de los tria nomina que aparecen en el fondo de las mismas, L.I.R. Estas lucernas, de mayor capacidad y de menor cualidad estética que las utilizadas en los ambientes domésticos, han aparecido en otros cotos mineros, como Aljustrel, lo que nos indica que los procuradores utilizaban la figlina de Riotinto para suplir las necesidades de otros asentamientos mineros de la región. Comprobamos, pues, que además de la población minera a estas minas del suroeste acude una variopinta variedad de artesanos

7 C. Domergue, La mine antique d’Aljustrel (Portugal) et les Tables de Bronze de Vipasca, Paris (1983).8 Sobre la condición jurídica de estos poblados mineros J. A. Pérez Macías, “Metalla y territoria en el Oeste de la Baetica”. Habis, 33 (2002), 407 ss.9 Sobre este alfarero J. Mª Luzón Nogué, “Lucernas mineras de Río Tinto”, Archivo Español de Arqueología, 40 (1967), 138 ss.; J. Mª Luzón y D. Ruiz, “El poblado minero romano de Riotinto”, Habis, 1 (1970), 125 ss.; y J.M Campos, J. A. Pérez, y N. Vidal, “Alfares y producciones cerámicas en la provincia de Huelva. Balance y perspectivas”, Figlinae Baeticae. Talleres alfareros y producciones cerámicas en la Bética romana (ss. II a.C.-VII d. C.), I, BAR International Series, 1266 (2004), 125 ss.

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que encuentran en estas concesiones imperiales unas posibilidades de promoción económica que no existían en otros ámbitos urbanos o rurales.

Es muy poco, sin embargo, lo que sabemos de la estructura administrativa de este distrito minero. A pesar de ello, podemos ofrecer algunas reflexiones que surgen después de los últimos trabajos que hemos desarrollado en algunas minas de Huelva (Tharsis y Riotinto) y Alentejo (Aljustrel). Por lo que respecta a las minas de Huelva con explotación romana es necesario comenzar aclarando que todos los yacimientos mineros conocidos en la actualidad tienen explotaciones romanas, incluso en aquéllos en los que en el período de fiebre minera de la segunda mitad del siglo XIX sólo se realizaron labores de prospección que no terminaron nunca en una verdadera explotación. Los mantos de escorias, los pequeños escoriales de algunas toneladas y las grandes escombreras de escorias con materiales cerámicos y constructivos romanos, se encuentran próximos a las estructuras de habitación y a los talleres de tratamiento del mineral, es decir en cada mina o masa la población minera vive y trabaja junto a la mineralización, y el producto que sale de las officinae es siempre metal en bruto en forma de lingotes. Con este esquema, en el que se han contabilizado más de ochenta asentamientos mineros, la administración imperial se ejercería desde unos centros a través de los que pudiera controlarse el abastecimiento, el arrendamiento de cada una de las concesiones (putei) y la producción. Si aplicamos criterios de arqueología espacial, de rango-tamaño, comprobamos que dentro de esos poblados mineros se destacan en seguida tres de ellos, Riotinto, Tharsis y Aljustrel. En la mayor parte de los asentamientos mineros sus dimensiones no superan la extensión de los asentamientos rústicos de producción agrícola, y dependerían como éstos de un asentamiento mayor desde el que se administra el territorio.

En los tres casos señalados, los asentamientos mineros son de grandes dimensiones, grandes centros de población que superan con creces por lo que atañe a la provincia de Huelva a los pequeños municipios de la campiña, Niebla (Ilipula) o Tejada la Nueva (Ituci) por citar dos ejemplos conocidos. Estas mayores concentraciones de población responden en última instancia a las mineralizaciones que contienen, formadas por varias masas o depósitos, masas Planes, Sur, Norte y San Dionisio para Riotinto, Norte, Sierra Bullones, Centro y Sur para Tharsis, Sao João y Algares para Aljustrel. Y es precisamente sobre estas grandes minas, las de mayores posibilidades económicas, sobre las que la administración imperial establece los centros administrativos, para fiscalizar la producción minera de otras minas del entorno, en las que se procesaba el mineral a pie de mina. La conexión entre estos tres grandes centros y los asentamientos de menor envergadura se realiza por medio de praesidia y castella que protegen los caminos que comunican unos asentamientos con otros, de los cuales se conocen ya un buen número, tanto de época republicana en relación con las explotaciones de Riotinto10, Castillejo (El Campillo) y Valpajoso (Niebla), como sobre todo en época imperial, en Riotinto (Pico Teja, San Cristóbal, etc), Tharsis (Castillejo), y Alentejo11.

Un segundo rasgo que caracteriza a estos centros administrativos de este distrito minero del suroeste son las evidencias de espacios de representación dinástica, lo que asemeja su función a las de las colonias

10 Los de Huelva en J. A. Pérez Macias, La Huella de Roma, Huelva (2006).11 M. G. Pereira y M. Maia, “Os castella do Sul de Portugal e a Mineração da Prata nos Primórdios do Impero”, Mineração no Baixo Alentejo, Castro Verde (1996), 61 ss.

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Fig. 2. Cupae en gossan de Minas de Riotinto.

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y municipios, que como nodos administrativos sirven de reflejo de la Urbs Roma. Edificios de aparato dedicados a la familia imperial existieron en Riotinto, Tharsis y Aljustrel, aunque lo que nos queda de ellos son algunos fragmentos de estatuas. En Riotinto un espacio de estas características se construiría en los primeros años del principado de Claudio y albergaba al menos la estatua de este emperador y de su abuela Livia, con el drapeado característico de época julio-claudia12. La fecha de erección de este monumento la conocemos gracias a unos fragmentos de inscripción que ha podido ser restituida. En este mismo escenario debieron colocarse otras estatuas, pues han aparecido también junto a estas estatuas otros fragmentos de inscripciones más tardías13. Todavía a comienzos del siglo IV d.C. se utilizó un pedestal de columna para colocar una inscripción dedicada a Constantino (CILA I, 30), que iría coronada probablemente por una escultura de este emperador. De Tharsis se conocen ya de antiguo dos esculturas aparecidas en la zona del poblado romano de Filón Sur, una cabeza de Calígula14 y un torso thoracato de Trajano15. Las evidencias en Aljustrel son menos significativas, pero una inscripción alude a una dedicación de un procurador, probablemente al emperador.

Coinciden, así pues, la envergadura de estos asentamientos mineros y la existencia en ellos de espacios destinados a la representación dinástica y al culto imperial, pero desde otros puntos de vista estos vici mineros contrastan con las novedades que va a ir aportando la administración romana, especialmente en lo que a técnicas edilicias se refiere. Desconocemos la urbanística de estos pueblos mineros y si siguieron la disposición regular de las calles y caserío que aparece en otros asentamientos de deditio romana, pero en ciertos detalles de su arquitectura se observa que en ellos no calan estas novedades. Los opera romanos son poco utilizados, las estructuras son de una arquitectura pobre, aunque regular en sus disposiciones, con muros de mampostería con aglutinante de barro, que si no es por la existencia de elementos de cubrición romanos, las tégulas y los ímbrices, podían pasar por construcciones prerromanas. Están totalmente ausentes las fábricas de prestigio (opus quadratum) y las obras con cal (opus incertum y opus caementicium). A pesar del creciente uso del ladrillo en las fábricas a partir de época flavia y sobre todo antonina (opus testaceum), en Riotinto se utiliza muy poco, y cuando aparece es para formar los pavimentos de algunas estancias. Esto es así porque la vida de estas estructuras era a veces muy corta, pues la necesidad de acumulación de las escorias obligaba a menudo al traslado del caserío a un lugar próximo y el asentamiento era utilizado como escombrera. De ahí que en algunos casos los muros conserven su altura original, ya que no se trataba de un abandono paulatino, sino de un abandono forzado en el que sólo se recogerían los enseres domésticos y aquellos elementos de la techumbre que podían reaprovecharse en las nuevas construcciones, la madera de las vigas, las tégulas y los ímbrices. Esos traslados del hábitat minero son una constante en las zonas mineras, y valga el ejemplo moderno del antiguo pueblo de Riotinto, que por las necesidades de ampliación de la corta de Filón Sur se trasladó a una de las aldeas mineras, El Valle, donde se encuentra actualmente.

Las minas ofrecían además una buena materia prima para los materiales de construcción, y entre las rocas más utilizadas están las pizarras carboníferas, que se encuentran en la caja de la mineralizaciones,

12 T. G. Schattner, “Dos estatuas claudias en el Museo de Riotinto “, Las Minas de Riotinto en época Julio-Claudia, en prensa.13 Estas inscripciones en A.U. Stylow y H. Gimeno, “Inscripciones monumentales de Cortalago”, Las Minas de Riotinto en época Julio-Claudia, en prensa. 14 D. Hertel, “Calígula. Bildnisse vom Typus Fasanerie in Spanien. Ein Archäologischer Beitrag zur Geschichte des Kaisers Caius”, Madrider Mitteilungen, 23 (1982), 258 ss.15 P. Acuña Fernández, Esculturas militares romana de España y Portugal, I. Las esculturas thoracatas, Burgos (1975).

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Fig. 3. Arae funerarias en gossan de Riotinto.

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son fáciles de extraer en planos verticales u horizontales, y son muy útiles para mantener la regularidad de las hiladas de los muros. A esta pobreza de materiales se suma la falta de elementos decorativos y de rocas más nobles, como el mármol, de uso muy restringido, sólo para algunas inscripciones y las estatuas imperiales. El mármol es por ello una roca escasamente empleada y rara, y los ejemplos de algunas inscripciones proceden del pagus marmorarius de Almadén de la Plata (Sevilla). Así, los dos pedestales de las estatuas reseñadas anteriormente, formados por prismas de pizarra que formaban el cuerpo, que se recubriría con lastras de mármol como las que se emplearon en las inscripciones.

En resumen, una arquitectura que nos señala el escaso interés de las poblaciones mineras en la decoración arquitectónica, que queda relegada a un segundo plano por la funcionalidad de los asentamientos, en los que prima por encima de todo la producción metálica. En el arriesgado mundo de las inversiones mineras, con concesiones de futuro incierto, no existían unas élites estables ni vida municipal que pudieran fomentar los actos de evergetismo.

2. La officina de gossan de Riotinto

Como hemos indicado en párrafos anteriores, siempre que es posible el abastecimiento de materiales de construcción se realizaba en el propio coto minero, aprovechando los recursos cercanos a las mineralizaciones, y de ahí la escasa frecuencia en el uso de otros materiales corrientes en la arquitectura romana, como la cal y el mármol, que no existen en la zona. Las rocas más abundantes en esta zona minera son las rocas de caja de las masas de sulfuros polimetálicos, las pizarras carboníferas, que son las preferidas para el alzado de los muros y las canalizaciones, las rocas básicas (vulcanitas), que no se utilizan mucho debido, probablemente, a su dureza, pues constituyen, al igual que el granito, un material resistente, y el “gossan transportado”, un mineral de hierro sin contenidos rentables de plata y cobre. Vamos a dedicar este trabajo a los elementos arquitectónicos elaborados en este último mineral, que reemplaza en el coto minero de Riotinto al granito y al mármol. El gossan transportado se emplea tanto como elemento portante como para la labra de decoración arquitectónica. Es, por así describirlo, el “mármol de la mina”, con el que se tallan sillares, basas, fustes, capiteles, etc., cuya profusión vamos a detallar a continuación. Hasta el momento sólo eran conocidos los relieves de Cerro Salomón estudiados por A. Blanco Freijeiro, pero el conjunto de piezas que vamos a presentar a continuación nos demuestra que estos relieves no son elaboraciones exóticas en la mina, sino que pertenecen al trabajo de un taller que también dedicó parte de su producción al trabajo de piezas para la arquitectura pública, la doméstica y la funeraria.

Estos materiales elaborados en gossan transportado se encuentran hoy expuestos en la sala de arqueología del Museo Minero de Riotinto, en la que se han seleccionado algunas piezas significativas, pero existen muchas más en los jardines de este museo y en las plazas y calles de Riotinto, El Campillo, Zalamea la Real, y La Dehesa. Unas pocas se trasladaron al Museo Provincial de Huelva para adorno de su jardín. Sin embargo, el mayor número de piezas se encuentra en la necrópolis romana de La Dehesa, en la que se realizó una campaña de limpieza y estudio de materiales16, y donde se han ido acumulando algunas

16 B. Jones, “The Roman Mines at Río Tinto”, Journal of Roman Studies, 70 (1980), 146 ss.

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de estas piezas que iban apareciendo en los modernos trabajos de minería. Con ello debe señalarse que no todas ellas proceden de este sector de necrópolis, pues se conocen algunas aparecidas en otras necrópolis de la zona, especialmente de la situada bajo el Stock de Gossan17 y en la aparecida en las Escuelas Profesionales de Riotinto18. A pesar de estos problemas para conocer la procedencia exacta de algunas piezas, si parece claro que se han encontrado en las zonas de necrópolis, donde debieron formar parte de la decoración de los monumentos funerarios. La única referencia que localiza piezas de gossan fuera del ámbito funerario de la mina, es la que señala su aparición en un edificio de funcionalidad desconocida en Cerro Salomón, un probable templo destruido posteriormente por los trabajos de minería.

El número de piezas supera el centenar y no es posible ofrecer en estas páginas un catálogo completo, por lo que en espera realizar un inventario individualizado, nos limitaremos a señalar los elementos más abundantes labrados en gossan, para que pueda comprenderse en primera estancia la envergadura de este taller en relación con el poblamiento de época romana en las minas de Riotinto.

2.1. Esculturas

Dentro del conjunto de piezas de gossan destacan en primer lugar dos relieves de cabezas que fueron estudiados en su día por A. Blanco Freijeiro. Aparecieron descontextualizadas en la ladera norte de Cerro Salomón, por lo que se ha supuesto que en esta altura, la de mayor cota de toda la zona de las minas, pudo existir un santuario. Estos relieves estaban junto a grandes sillares escuadrados, fustes de columnas y basas, que se interpretaron como los restos de un edificio romano, ya reseñado en el plano de la zona de Riotinto realizado en 1924 por Rio Tinto Company Limited. Estas piezas se paralelizaron con los relieves de dioses con cuernos de Galicia, en especial con Vestius Aloniecus, cuyo culto en época romana está constatado hasta época imperial19.

La destrucción de toda la parte superior de Cerro Salomón por la minería a cielo abierto impide mayores precisiones, pero si estudiamos estas piezas en relación al conjunto de las piezas de la officina de Riotinto, habría que fecharlas en el siglo I d.C., aunque reconozco que no existen otras razones de peso que lo apoyen. Sin embargo, las excavaciones de urgencia realizadas por A. Blanco, J. Mª Luzón y D. Ruiz en los años 1966 y 1967 no documentaron niveles de ocupación romanos, sino un asentamiento protohistórico del siglo VII a.C. y una ocupación posterior de época almohade (siglos XII y XIII d.C.)20.

Una de ellas está tallada en un bloque de gossan de 54 cm de anchura, 35 cm de ancho y 35 cm de espesor. El relieve tiene la cara redondeada con ojos almendrados, mejillas resaltadas, nariz chata, y boca insinuada por una incisión entre los carrillos. Se han representado también las orejas y dos

17 J. A. Pérez Macías, “Excavaciones de urgencia en la necrópolis del Stock de Gossan (Riotinto, Huelva)”, Anuario Arqueológico de Andalucía/1985, III (1986), 187 ss.18 A. Delgado Domínguez, “Época romana”, Catálogo del Museo Minero de Riotinto, Sevilla (2006), 71 ss. 19 A. Blanco Freijeiro, “Antigüedades de Riotinto”, Zephirus, XIII (1962), 31 ss.20 A. Blanco, J. Mª Luzón, y D. Ruiz, Excavaciones Arqueológicas en Cerro Salomón, Riotinto, Huelva (Sevilla, 1970).

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apéndices que salen de la cabeza a modo de cuernos.

El segundo relieve está labrado también en un sillar de 0,66 cm de altura, 0,34 de anchura y 0,22 de grosor. Se ha labrado también una cara de forma ovalada y ojos redondeados, boca arqueada y nariz alargada. En la cabeza se alzan dos apéndices, como dos cuernos, y una diadema o corona. A diferencia de la anterior la parte baja del sillar presenta un resalte a modo de escalón.

La tosquedad de estas piezas se debe en parte a la mala calidad del gossan como material escultórico, aunque denota también la escasa pericia del escultor, lo que ha llevado a relacionarlos con la existencia de cultos de raigambre celta en la mina, introducidos por poblaciones del noroeste peninsular que emigraron a este distrito minero en el siglo I d.C.21 La forma prismática de la pieza nos lleva a considerar que bien pudo ser también un elemento decorativo perteneciente al friso de un pequeño templo, pues en el mundo hispano de influencia púnica son también conocidas las representaciones de toros, como símbolo de Ba’al, una iconografía corriente en las amonedaciones de las ciudades de ascendencia fenicia o cartaginesa, en las que el toro es uno de los emblemas como imagen de Ba’al-Hammón. 2.2. Lapides quadrati

La mayor parte de la producción de este taller estaría destinada a la fabricación de sillares. La sillería en gossan forma parte de la arquitectura del poblado romano de Cortalago/Llano de los Tesoros en las fases flavia y antonina, con unas medidas uniformes de 60 por 60 cm.

Muchos de estos sillares han sido reutilizados en época moderna, tal como se ve en algunos edificios de la comarca, entre ellos en la Iglesia de San Vicente de Zalamea la Real, reaprovechados tanto en los muros como en los contrafuertes, intercalados entre la mampostería. Los módulos de esta iglesia son variados, 70/20/30 cm, 90/20/45 cm, y 85/40/50 cm, lo que debe obedecer a que fueron retallados para adaptarlos al nuevo uso. En sus dimensiones originales los encontramos en el Pilar de la Fuente de Nerva, donde se distinguen dos tamaños, unos 90/50/30 cm y otro más estrecho de 60/60/15 cm. En la propia mina esta sillería en gossan es reutilizada en algunos edificios industriales aprovechados para formar sillería encadenada en las esquinas de obras de mampostería.

Se desconocen en los asentamientos romanos de la mina edificios construidos enteramente de opus quadratum, pero algunas noticias antiguas del poblado de Cortalago nos describen que tenía una muralla de sillería de gossan: “A distancia de 1/2 cuarto de legua al N. de las minas existen cimientos de una muralla de mas de una legua de circunferencia, labrada de piedra de sillería, de color sanguíneo tostado (todas son piedras ferruginosas), sacadas de las montañas inmediatas, en donde se ven algunas en una cantera medio labrada y dos grandes cuevas….Ya no puede distinguirse el punto en que comienza, ni en el que termina, advirtiéndose una piedra cuya colocación y construcción demuestra haber servido para apoyar los quicios de una gran puerta. A este sitio le llaman Puerta de

21 A. Blanco y J. Mª Luzón, “Mineros antiguos españoles”, Archivo Español de Arqueología, 39 (1966), 79 ss.

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Fig. 4. 1, sarcófago en gossan del Museo Minero de Riotinto; y 2, sillares, fustes y cupae en la necrópolis romana de La Dehesa.

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la Ciudad…..Hay en sus inmediaciones muchas piedras labradas en fragmentos, pero se distinguen muchas cornisas, otras taladradas para los acueductos, cabezas de columnas…”22.

2.3. Basas

La mayor parte de las basas que hemos podido recoger se encuentran en los jardines del Museo Minero de Riotinto. Existe también una buena colección en la necrópolis de La Dehesa, pero por las dificultades de acceso actuales a esta necrópolis no las incorporamos a esta presentación. Dentro de las que se encuentran en el Museo de Riotinto se distinguen tres tipos.

Un primer modelo de basa incorpora el imoscapo del fuste y está formada por un plinto cuadrangular afacetado en su unión con el fuste. En los jardines del Museo Minero de Riotinto están depositados tres ejemplares de este tipo de basas y tienen unas dimensiones uniformes, plintos de 50 cm de anchura y 40 cm de diámetro del imoscapo, plintos de 50 cm de anchura y fuste de 40 cm de diámetro, y plintos de 40 cm de anchura y 30 cm de diámetro de fuste.

Un segundo tipo incorpora también el imoscapo del fuste, pero está formada por un plinto cuadrangular y un toro del que arranca el fuste. Las dimensiones de este tipo de basas son más variadas, los plintos oscilan entre anchuras de 40 y 45 cm, y los fustes entre 35 y 38 cm de diámetro. Sólo un ejemplar se separa de estas medidas estandarizadas, con plinto de 57 cm de anchura e imoscapo de 33 cm de diámetro.

El tercer tipo incorpora también el imoscapo del fuste, pero está formada por dos toros separados por una escocia. Una de estas basas procede de la necrópolis del Stock de Gossan y se encuentra expuesta en el Museo Mineralógico de la Casa de Cultura de Valverde del Camino.

Estos modelos de basas siguen de cerca los tipos de basas toscanas, de toro sobre plinto cuadrangular, y ática, de dos toros separados por una escocia, pero se mantiene en todos los casos el arcaísmo de labrar en una pieza la basa y el imoscapo, una tendencia que se abandona en la arquitectura romana en época flavia23, y que en Riotinto pudo mantenerse hasta el siglo II d.C., que es el momento de mayor producción de este taller.

2.4. Fustes

Son también muy numerosos los fragmentos de fustes, todos ellos lisos, y se ajustan a tres medidas de diámetro, 40 cm, 35 cm y 30 cm. En su relación con las basas y los capiteles, podemos establecer dos modos de componer las columnas: las formadas por tres piezas, una primera con basa e imoscapo, parte central del fuste, y sumoscapo con capitel; y un segundo de basa con imoscapo, fuste con sumoscapo, y capitel.

22 S. Miñano, Diccionario Geográfico-Estadístico de España y Portugal, Madrid (1826), 333 ss.23 Veánse los ejemplares de Córdoba, cf. C. Márquez, La decoración arquitectónica de Colonia Patricia. Una aproximación a la arquitectura y urbanismo de la Córdoba romana, Córdoba (1998).

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2.5. Capiteles

Los capiteles más abundantes son los de tipo toscano, con equino en cuarto de círculo y ábaco cuadrangular. No obstante, presenta también dos modalidades en su relación con el fuste. Uno de ellos incorpora el sumoscapo de la columna, como el que se exhibe en las salas del Museo Minero de Ríotinto, que destaca por su pronunciado éntasis; el ábaco cuadrangular mantiene la anchura de algunos plintos de las basas, 40 cm de anchura, mientras que el fuste de 35 cm de diámetro se reduce a 22 cm en el contacto con el capitel.

En otros ejemplares del Museo Minero de Riotinto el capitel es ya una pieza exenta formada por tres elementos, el ábaco cuadrangular, el equino en cuarto de círculo, y un caveto en la parte más próxima al fuste. Es un tipo más proporcionado y cada uno de estos elementos mantiene la misma altura.

Una pieza excepcional dentro de este conjunto de piezas de gossan es el capitel corintizante que se encuentra en las salas del Museo Minero de Riotinto. Como otras piezas labradas en gossan, los exemptores no han podido marcar cada uno de los elementos del capitel, pero la parte conservada intenta imitar los cálices, la separación entre el kálathos y el ábaco mediante dos líneas incisas, e incluso la insinuación de los hélices. El capitel tiene unas dimensiones de 48 cm de altura, 31 cm de anchura y 23 cm de grosor.

2.6. Cupae

De este tipo de monumentos funerarios se conservan dos ejemplares completos en el Museo Minero de Riotinto, dos en el Museo Provincial de Huelva, una en una plaza de Riotinto, y otra en una calle de La Dehesa. En la necrópolis de la Dehesa son también abundantes entre el material de gossan allí depositado, algunas de ellas colocadas sobre las tumbas excavadas. Según los índices de procedencia estos monumentos en forma de cupa eran los más abundantes en las necrópolis de La Dehesa y de las Escuelas Profesionales de Riotinto, aunque existen ligeras diferencias entre las encontradas en una y otra necrópolis, como veremos a continuación24.

Las que se encuentran expuestas en el Museo Minero de Riotinto responden a dos tipos. Una de ellas, procedente de la necrópolis de La Dehesa, se ha tallado en un bloque con unas dimensiones de 108 cm de longitud, 58 cm de altura y 50 cm de grosor, rebajando dos aristas en forma redondeada para imitar la forma de barril. En uno de los lados mayores se deja un relieve cuadrangular, en cuyo centro se talla

24 Son abundantes en las necrópolis de Mérida, cif. Mª P. Caldera Castro, “Una sepultura de cupa hallada en Mérida”, Habis, 9 (1978), 455 ss., M. Bendala Galán, Las necrópolis de Mérida”, Augusta Emerita, Actas del Bimilenario de la ciudad de Mérida, Madrid (1979), y A. Mª Bejarano Osorio, “Sepulturas de incineración en las necrópolis oriental de Mérida: las variantes de cupae monolíticas”, Anas, 9 (1996), 37 ss. Se conoce la dispersión del tipo por otros lugares de la Lusitania, cf. J. d’Encarnação, inscrições romanas do conventus pacencis, Coimbra (1984), la Bética, cf. A. Caballos Rufino, “Varia funeraria italicense”, Habis, 25 (1994), y la Tarraconense, cf. D. Julia, “Les monuments funéraries en forme de demi-cylindre dans la province romane de Tarragonaise”, Mélanges de la Casa de Velázquez, 1 (1965), 29 ss. y J.N. Bonneville, “Les cupae de Barcelona: les orgines du type monumental”, Mélanges de la Casa de Velázquez, 17 (1981), 5 ss. En la provincia de Huelva se utilizaron en la necrópolis de la factoría de salazones de Punta Umbría, cf. J.M. Campos, J.A. Pérez, y N. de la O Vidal, Las cetariae del litoral onubense en época romana, Huelva (1999), 96, en El Risco del Tesoro de Campofrío, cf. A. Blanco y B. Rothenber, Exploración Arqueometalúrgica de la provincia de Huelva…, 94, y en Corteconcepción, cf. J.A. Pérez Macías, La Huella de Roma....., 88.

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un hueco también cuadrangular para insertar la inscripción. Un ejemplar de iguales dimensiones y tipo es la que se encuentra en una plaza de Riotinto.

El otro tipo, procedente de la necrópolis de las Escuelas Profesionales, es de menores dimensiones, 80 cm de longitud, 60 cm de anchura y 55 cm de grosor, e incorpora en la misma pieza un pequeño plinto de mayores dimensiones que el cuerpo de la cupa.

En otros casos, como las que se encuentran en el Museo Provincial de Huelva, se han reutilizado algunos sillares para tallar el hueco cuadrangular de la inscripción, sin rebajar las aristas para conferirle la forma redondeada. En una de ellas se observa que la pieza es una antigua gorronera aprovechada posteriormente.

Es posible que los tipos de cupae monolíticas sin plinto se dispusieran sobre un pedestal labrado independientemente. Uno de ellos se conserva en los jardines del Museo Minero de Riotinto. Es de forma rectangular, y tiene unas dimensiones de 1,60 m de lado mayor, 60 cm de lado menor y 30 cm de grosor. En el centro presenta una perforación, hoy cubierta con cemento, que podía servir para insertar tubos de libaciones. Una solución similar se encuentra en los monumentos funerarios con cupae en Mérida25.

2.7. Arae

Son también corrientes los monumentos funerarios en forma de ara26. Una de ellas se recuperó casi entera en una necrópolis aparecida al construir las Escuelas Profesionales de Riotinto, donde se recogió además la inscripción del esclavo Germanvs (CILA I, 34). El ara se utilizó un tiempo como mesa de altar en la capilla de este centro y actualmente se expone en el Museo Minero de Riotinto. Tiene unas dimensiones de 1,42 de altura, 98 cm de anchura y 98 cm de fondo. Sólo se conserva íntegra la parte superior, pero ha sido posible su reconstrucción repitiendo a la inversa la molduración de la base. Es posible que la pieza estuviera formada por dos piezas, una para la parte superior y el coronamiento y otra para parte del cuerpo y el zócalo. Arranca de un zócalo cuadrangular sobre el que se dispone una molduración formada por un listel, gola recta, y dos listeles superiores, un cuerpo central prismático de menores dimensiones, y un remate superior que repite al revés las molduras de la parte inferior, listel, gola reversa y un ábaco cuadrangular, sobre el que se dispone el coronamiento. La parte superior está formada por dos pulvini laterales lisos entre dos frontones, que definen la parte delantera y trasera, y un focus central de planta cuadrangular. En el centro de uno de los frontones se ha labrado una corona adornada con teniae. En el ábaco se conservan también restos de un relieve que parece corresponder a

25 T. Nogales y J. Márquez, “Espacio y tipos funerarios en Augusta Emerita”, Espacios y usos funerarios en el Occidente Romano, I (Vaquerizo, D. Ed.), Córdoba (2002), 113 ss. 26 Sobre estos tipos de monumentos funerarios en Hispania véanse J. Beltrán Fortés, Las arae de la Baetica, Málaga (1988), G. Gamer, Formen römischer Altäre auf der Hispanicen Halbinsel, Madrider Beitrage, Mainz (1989), y J. Beltrán Fortes, “Monumenta sepulcrales en forma de altar con pulvinos de los territorios hispanorromanos: revisión de materiales y estado de la cuestión”, Archivo Español de Arqueología, 77/189-190 (2004), 101 ss. Algunos tipos Mérida en J. Beltrán y L. Baena, “Pulvinos monumentales de Mérida”, Anas, 9 (1996), 105 ss. Sus prototipos itálicos en B. Candida, Altari e cippi nel Museo Nazionale Romano, Roma (1979). En la provincia de Huelva se han documentado también estos altares-cipo con pulvinos, aunque tienen algunos elementos diferenciadores, como la falta de focus, cf. J. Beltrán Fortés, “Consideraciones sobre algunos tipos de soportes epigráficos romanos del suroeste de la Península Ibérica”, Arqueología en el entorno del Bajo Guadiana, Sevilla (1994), 503 ss.

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una tabula ansata, que pudo servir para fijar la inscripción funeraria. En algunas zonas conserva restos de un revoque de estuco que puede corresponden a la terminación original.

Este mismo esquema de arae lo encontramos en otros fragmentos de piezas, como en dos conservadas en los jardines del Museo Minero de Riotinto, en la que se aprecia el coronamiento con pulvinos y frontón, uno de ellos adornado también con el relieve de una corona. Las dimensiones de los dos son uniformes, 1,10 cm de altura, 40 de anchura y 35 cm de grosor en uno y 1,10 de altura, 60 cm de anchura y 45 cm de grosor en otro, lo que prueba una cierta estandarización en la fabricación de estas piezas.

Un coronamiento de ara de este tipo se encuentra también en los jardines del Museo Provincial de Huelva, a donde se trasladó desde Riotinto y otra en un asentamiento rústico en las inmediaciones de Valverde del Camino. En estos fragmentos conservados se observa una molduración más cuidada y los perfiles redondeados de los pulvinos del coronamiento.

Con este tipo de aras funerarias hay que relacionar probablemente dos fragmentos de zócalos o cornisas de 30 y 35 cm de altura que se encuentran en los jardines del Museo Minero de Riotinto. Están formados por una molduración formada por un plinto de pequeña altura, sobre el que disponen en forma decreciente listel, bocel redondeado, listel, bocel, y corona cuadrangular. En este caso estaríamos ante aras que tienen un plinto o cornisa independiente del cuerpo central, un tipo distinto al anterior.

Otra pieza que nos ha llegado completa se encuentra en la iglesia de la aldea de La Dehesa, descubierta por los vecinos en la necrópolis romana cercana. Esta tallada en un solo bloque de 65 cm de altura, y un coronamiento de 45 cm por 45 cm. Tiene una base formada por un plinto biselado, un cuerpo prismático, y un coronamiento biselado al revés que la base, sobre el que se disponen dos pulvinos laterales lisos, entre frontones y un focus circular en el centro.

2.8. Sarcófago

Entre los materiales conservados en el Museo Minero de Riotinto destaca también un bloque rectangular de gossan, de ángulos redondeados y ahuecado, que debe corresponder a un sarcófago, aunque la pieza no se ha recuperado entera para conocer sus dimensiones exactas. Por otra parte, se desconoce la procedencia exacta de la pieza, aunque hay que relacionarla con la necrópolis de La Dehesa.

Este sarcófago es interesante porque corroboraría que las necrópolis contaron también con enterramientos de inhumación, que marcan el uso de la misma en la segunda mitad del siglo II o principios del siglo III d.C., una cronología que no aparece refrendada por ahora por ninguno de los materiales cerámicos que proceden de estas necrópolis. Iniciado el cambio de rito de la incineración a la inhumación en época de Trajano, su generalización no se produjo hasta la segunda mitad del siglo II y principios del siglo III

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d.C.27, momento que coincide con la práctica paralización de las explotaciones mineras en Riotinto28 y el abandono del poblado de Cortalago, que deja de ser desde este momento el hábitat central de la mina en beneficio de otros poblados de menor envergadura, donde se mantiene una población residual dedicada a la metalurgia del cobre29. En este caso sería testimonio de la rápida asunción de las nuevas prácticas funerarias por el taller lapidario, y se uniría al escaso número de sarcófagos fechados en la segunda mitad del siglo II d.C.30

Se comprueba así que el gossan transportado fue la materia prima más utilizada en Riotinto en época romana para la fabricación de sillares y de otros elementos de la arquitectura doméstica y funeraria. Sin embargo, este tipo de gossan formado en zonas pantanosas no se conoce en otras minas del suroeste, y es una especificidad de Riotinto, donde se desarrollaría una pujante cantería de este mineral que nos ha dejado algunas piezas singulares. En otros asentamientos mineros, como los de Tharsis y Aljustrel, en los que no existe este material, se usa la pizarra para la sillería y el ladrillo para los elementos de decoración arquitectónica. Pero a diferencia de las canteras que existirían en esas minas, el taller de Riotinto no estaría formado exclusivamente por la figura del quadratarius para la talla de sillares, otras piezas de este taller sugieren la existencia de artesanos que siguen las corrientes artísticas de la época, con conocimientos sobre su modulación y su decoración.

Un primer comentario que merecen todos estos elementos es el de que en su inmensa mayoría proceden de las zonas de necrópolis, especialmente de la necrópolis de La Dehesa, del sector situado bajo el Stock de Gossan y de la localizada en las Escuelas Profesionales de Riotinto. Parece por tanto que este taller de gossan de Riotinto se especializó en la elaboración de elementos relacionados con la arquitectura funeraria, y de ahí la abundancia de arae y cupae. En las necrópolis de Riotinto se han señalado la existencia de dos tipos monumentos funerarios, las cupae y las turres. De estos últimos monumentos sólo nos han llegado, sin embargo, los cimientos de varios recintos de plantar cuadrangular construidos con sillares de gossan, y es aventurado pronunciarse sobre su estructura completa, pero la abundancia de basas, fustes y capiteles pueden indicar que en realidad fueron mausoleos de arquitectura más elaborada, con coronamientos en los que se disponían estos elementos, muy abundantes en el mundo romano, como las aediculae sobre podio o tipos similares31. Dentro de estos monumentos funerarios la ordinatio sería mayoritariamente de tipo toscana a juzgar por los capiteles, fustes y basas, una abundancia que contrasta con el empleo de este orden en la arquitectura pública en Hispania32.

27 M. Bendala, “Incinérations et inhumations dans l’Occident romain aux trois premieres siécles de nôtre Ere: Le Sud de l’Espagne”, Incinérations et inhumations dans l’Occident romain aux trois premieres siécles de nôtre Ere, Actes du Colloque International Toulouse-Montréjau, Toulouse (1991), 77 ss.; y P. Rodríguez Oliva, “Incineración/inhumación: Un milenio de prácticas funerarias en los territorios meridionales de la Península Ibérica”, en J. Beltrán Fortes, Los sarcófagos romanos de la Bética con decoración de tema pagano, Málaga (1999).28 G. Chic, “Marco Aurelio y Cómodo. El hundimiento de un sistema económico”, Actas del II Congreso Internacional de Historia Antigua“, La Hispania de los Antoninos (98-180)”, Valladolid (2005), 567 ss.29 J. A. Pérez Macías, Las minas de Huelva en la Antigüedad…, 108 y ss. 30 Sobre estos primeros sarcófagos véase P. Rodríguez Oliva, “Talleres locales de urnas cinerarias y de sarcófagos en la Prouincia Ulterior Baetica”, Espacios y usos funerarios en el Occidente Romano, I (Vaquerizo, D. Ed.), Córdoba (2002), 259 ss. 31 H. Von Hesberg, Römische Grabbauten, Darmstadt (1992). Para la Bética veáse por ejemplo el de Úbeda, cf. J. Beltrán y L. Baena, Arquitectura funeraria romana de la Colonia Salaria (Úbeda, Jaén). Ensayo de sistematización de los monumentos funerarios altoimperiales del alto Guadalquivir, Sevilla (1996). Otros tipos en Espacios y usos funerarios en el Occidente Romano (Vaquerizo, D. Ed.), Córdoba (2002). 32 Sobre la escasa frecuencia de los capiteles toscanos J. L. de la Barrera, Los capiteles de Mérida, Monografías Emeritenses, 2, Mérida (1984), Mª A. Gutiérrez Behemerid, Capiteles romanos de la Península Ibérica, Valladolid (1992), y C. Márquez, Capiteles romanos de Corduba Colonia Patricia, Córdoba (1993).

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Un segundo aspecto importante de la producción de este taller de Riotinto es la cronología de su producción. En principio, los elementos más señalados salidos de este taller, los monumentos en forma de cupae y arae, se encuentran en abundancia en las necrópolis de La Dehesa y Escuelas Profesionales, cuyos ajuares funerarios se fechan en la segunda mitad del siglo I d.C. y primera mitad del siglo II d.C. En este sentido resulta sintomático que en los yacimientos y en los niveles de ocupación de época julio-claudia no se ha recuperado ningún elemento arquitectónico de gossan. Son significativos de este momento los asentamientos de Cerro del Moro (Nerva), de época augusto-tiberiana, y los estratos del escorial-asentamiento de Cortalago (Rt-24), en los que se prefiere como material de construcción la propia escoria o pizarra, mientras en los niveles flavio-antoninos que se les superponen el gossan aparece en forma de mampuestos irregulares y de sillares (Rt-24). Estos datos coinciden en señalar que el aprovechamiento del gossan en la arquitectura romana de Riotinto no comenzó hasta época flavia y se extendió hasta que acaba este momento de esplendor de la minería antigua, hasta mediados del siglo II d.C., años en los que se produce un momento de crisis y despoblación generalizada de éste y otros cotos mineros del suroeste.

3.1 La statio serraria de Riotinto

Las características petrográficas del gossan transportado permiten conocer con exactitud los posibles lugares de extracción, porque es un mineral que se distingue a simple vista del resto de minerales y rocas, que tienen una génesis y composición netamente diferente. La zona minera de Huelva se formó en un ambiente submarino por fenómenos de vulcanismo sedimentario. Estos volcanes fueron arrojando al fondo marino diferentes materiales piroclásticos a fines del Devónico y se han señalado varias fases, una primera de rocas ácidas, una segunda de rocas básicas y una tercera, de tipo fumarólico, que deposita grandes depósitos de sulfuros polimetálicos. Toda la zona sería posteriormente cubierta por depósitos de finos, las pizarras carboníferas. Cuando estos materiales emergen por la orogenia hercínica, las masas de sulfuros se encuentran empaquetadas entre rocas volcánicas básicas y las pizarras carboníferas, que forman la caja la mineralización.

Sin entrar ahora en detalles geológicos que complicarían esta explicación, es preciso que nos centremos en los fenómenos de oxidación a que se ven sometidas estas masas. La erosión y el desmantelamiento de la corteza del macizo hespérico provocaron que tras el arrasamiento de las pizarras carboníferas, que sellaban las mineralizaciones, las masas minerales fueran afectadas por los fenómenos atmosféricos y se produjo la oxidación de las mismas. La oxidación de las masas de sulfuros se produce de forma paulatina hasta el nivel hidrostático. El agua superficial lleva oxígeno disuelto y éste resulta un reactivo oxidante que modifica la composición original de la mineralización (sulfuros primarios). Vamos a describir brevemente qué reacciones se llevan a cabo en los minerales más comunes, hierro, cobre, plomo, plata, y oro. La infiltración de las aguas meteóricas provoca en las masas la formación de minerales oxidados y la dispersión de ciertos elementos minerales. El sulfato de hierro al contacto con el oxígeno y la humedad acabará en óxido e hidróxido de hierro, que al ser poco soluble permanece en la zona de oxidación y constituye el elemento principal de las monteras, formadas básicamente por óxidos/hidróxidos de hierro, que en ocasiones pueden alcanzar potencias de hasta ochenta metros (Cerro Colorado, Riotinto). El sulfuro de cobre desciende en la zona de oxidación, pues se oxida a sulfato de cobre, que es soluble y

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emigra con las aguas hacia abajo, al límite de la zona de oxidación, donde se precipitan dando lugar a una zona rica en sulfuros de cobre (sulfuros secundarios), la zona de cementación o de enriquecimiento supergénico. El agua ácida forma también sulfato de plomo con sulfuro de plomo, pero éste reacciona con dificultad con las aguas de superficie, emigrando lentamente, pero presenta tendencia a formar carbonato de plomo (cerusita). El oro resiste la disolución del agua y permanece en la zona de oxidación. El sulfato de plata es más inestable, y puede ser extraído y cementado como sulfato hidratado de plata (jarosita) en la parte inferior de la zona de oxidación.

De tal forma, en estos grandes depósitos de sulfuros polimetálicos la oxidación y la lixiviación de los distintos metales da lugar a una división de las masas en una zona de oxidación superficial (gossan), formada por óxidos e hidróxidos de hierro con cantidades variables de oro (2 gramos a la tonelada) y plata (40 gramos a la tonelada), una zona de cementación en el nivel freático, rica en sulfuros secundarios de cobre, el enriquecimiento supergénico, por encima de la cual pueden encontrarse en algunos yacimientos acumulaciones terrosas de minerales de plata (subzona de jarosita), y por último los sulfuros originales que no han sufrido alteración alguna, que no se vieron afectados por el movimiento vertical de las aguas de superficie.

Los que nos interesan son, pues, los minerales de la zona de oxidación, el gossan, pero hay que advertir que dentro de las mineralizaciones de Riotinto pueden distinguirse distintas variedades de gossan. El más abundante es el denominado gossan masivo, aquél que se corresponde con la oxidación de las masas de sulfuros polímetálicos, tal como acabamos de describir, que está formado por óxidos e hidróxidos de hierro, pero que contiene cantidades rentables de oro y plata, y algo de plomo, minerales que han resistido más la lixiviación del agua ácida. Otra variedad es el gossan de stockwork, las chimeneas fumarólicas donde precipitaron también los sulfuros por la pérdida de presión y temperatura, y que se vieron afectados por los mismos fenómenos de oxidación que los sulfuros primarios. Y en último lugar el gossan transportado, formaciones de óxidos de hierro que tienen su origen en la precipitación de los sulfatos de hierro (caparrosa), transportados por las aguas superficiales a zonas pantanosas, donde se fueron cementando lentamente.

Estas variedades de gossan se diferencian en su composición, el gossan masivo contiene todavía ciertas cantidades de los minerales primarios que ha resistido más la oxidación, principalmente oro, plata y plomo, por lo que constituye una mena aprovechable para la metalurgia de los metales preciosos (oro y plata) e igualmente ocurre con el gossan de stockwork, que aparece formando vetillas dentro de una matriz de tobas y lavas brechadas, mientras el gossan transportado, formado por deposición sedimentaria en lugares alejados de los sulfuros primarios, ha perdido todo rastro de enriquecimiento en estos minerales, y son exclusivamente óxidos de hierro, con la particularidad de que durante el proceso de sedimentación se le fueron incorporando partículas de otros materiales, particularmente pizarras y silicatos, que forman un cuerpo con los óxidos de hierro, y que ayudan a distinguir este gossan con aquellos que se relacionan genéticamente con la oxidación de los sulfuros sedimentarios o los sulfuros de las chimeneas fumarólicas.

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El gossan transportado no constituye de este modo un mineral explotable por la metalurgia del cobre y la plata, que fueron minerales a los que dedicó su atención la minería de época romana. Sin un conocimiento exacto de su composición resulta difícil distinguir el gossan transportado y el gossan masivo, del que se pueden obtener beneficios de oro y plata. El gossan masivo, minado en épocas prerromana y romana para la producción plata, se encontraba sobre los sulfuros masivos, mientras el gossan transportado, al ser de origen posterior, se depositó sobre las pizarras carboníferas. Este dato es interesante, pues el minero romano sabía que bajo el gossan de donde extraía plata se encontraba un nivel rico en minerales de cobre (enriquecimieno secundario), con altas leyes en cobre, mientras que bajo el gossan transportado existía una roca estéril, la pizarra.

Para la minería antigua no siempre fue fácil distinguir estas variedades de gossan, el que tenía hierro con pequeñas cantidades de oro y plata, y el que sólo estaba formado por óxidos de hierro. Así contamos con la noticia de fines del siglo XIX en la que se nos comenta que en el Alto de la Mesa, la plataforma de mayor extensión de gossan transportado, se encontró una cueva en la que había hasta una tonelada de martillos de piedra con surco central de enmangue, los utilizados en la minería de la Edad del Bronce, una prueba del error de esta minería, que buscaba minerales de plata en un gossan que no los contenía33. El gossan transportado, que sólo contiene hierro de baja calidad por las impurezas de arsénico, se explotó en el período de la Primera Guerra Mundial por la escasez de hierro y con destino a la industria armamentística34.

Esas diferentes variedades de gossan serían ya conocidas por la minería romana, que explota gossan masivo para la producción de plata35 y gossan transportado para elaborar estos materiales arquitectónicos.

Si consideramos esta procedencia de los materiales arquitectónicos de gossan y el recuento sucinto que hemos realizado de estas piezas, existen también referencias indirectas de que esta officina de Riotinto exportó algunas piezas de gossan al entorno rural de las minas. Ya hemos apuntado que este tipo de gossan transportado sólo existe en Riotinto, y que por tanto las piezas labradas en este material sólo pueden proceder de esta mina. En algunas localidades cercanas se han localizado algunos fragmentos de arae funerarias, entre ellas una que todavía se encuentra in situ en un pequeño asentamiento rústico en Valverde del Camino, junto a la carretera que se dirige a Sotiel Coronada, que a pesar de estar medio enterrada por el arado se distingue el perfil redondeado de los pulvinos laterales del coronamiento. Al igual que ocurre con otros materiales elaborados en los talleres de Riotinto, como las cerámicas, cuyos circuitos comerciales en las minas de la región son bien conocidos, la producción permite también el comercio con los asentamientos del entorno, que dependen probablemente de la administración imperial de la zona minera. Pero al contrario de lo que sucede con la producción de lucernas de estos talleres, que llegan a minas más alejadas de la zona minera (Aljustrel), el uso del gossan de Riotinto tuvo un comercio más restringido, pues no se documenta en otras minas de la región, como Tharsis o Sotiel Coronada.

33 N. G. Nash, The Río Tinto Mine. Its History and Romance, London (1904).34 L.V. Salkield, A technical history of the Río Tinto mines: some notes on explotation from pre-Phoenician times to the 1950s, London (1987).35 Sobre las labores romanas en el gossan masivo J. A. Pérez, F. Gómez, G. Álvarez, y E. Flores, Documentación de la minería antigua en las minas de Riotinto, Huelva (1991).

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Esto pudo deberse a las difíciles condiciones del transporte y la escasa luxuria de este material, que hacían poco apetecible su importación.

Los estudios geológicos desarrollados en Riotinto nos permiten conocer con exactitud la situación de estas mesas de gossan transportado. La más extensa se encuentra en el Alto de la Mesa, una plataforma de gossan sobre pizarras carboníferas que separaba la zona de Filón Sur de la aldea de El Valle. Aquí se construyó a fines del siglo XIX una barriada minera del mismo nombre, pero en los costados se conservan todavía algunos bloques caídos de lo que debieron ser las plazas de cantera y pequeñas viviendas trogloditas talladas en el gossan de fecha indeterminada, pero no existen huellas claras de la zona de extracción. Menor envergadura tiene el gossan transportado de la margen izquierda del río Tinto, en los parajes de Marismilla y Planes, donde también existen bloques caídos, pero no tienen ninguna huella de labra. En estas dos zonas estarían los frentes de extracción de este gossan transportado de Riotinto, y es muy probable que se trabajara en esas dos zonas, pues en los yacimientos próximos se encuentran distintos elementos de gossan reaprovechados en época contemporánea como materiales de construcción. Éste es el caso de la Fuente del Pilar en Nerva y de las oficinas de la zona de Cementación Cerda, que utilizan con profusión sillares romanos de gossan transportado para reforzar los esquinales de las construcciones con sillería encadenada, o en la necrópolis de la Dehesa, donde predomina en los mausoleos y en los monumentos en forma de cupa.

Junto a estas canteras de gossan debían existir también canteras de pizarra, que es el material más utilizado en Riotinto en la construcción de mampostería. En la zona de Riotinto existen muchas pequeñas plazas de cantera en las pizarras, pero ninguna de ellas puede ser atribuida con seguridad a época romana.

Asimismo, se conservan en el Museo Minero de Riotinto alguna pieza de jaspe (silicato de manganeso), como el mango de una lezna de sección cuadrangular estriada con remate en un relieve de cabeza de loba, una pieza excepcional que indicaría que los numerosos afloramientos de jaspe próximos a las minas también fueron objeto de atención por los lapidarii romanos, y hay que recordar que algunos de estos afloramientos de jaspe, como el conocido de Castillo de Cogullos (Campofrío) también fueron explotados en los siglos XVI y XVII para la decoración arquitectónica del Monasterio de San Lorenzo del Escorial, el Palacio Real de Madrid, y la Catedral de Sevilla36.

4. Conclusiones

De todo lo que hemos expuesto anteriormente parece evidente que la administración imperial de Riointo fue capaz de desarrollar toda una serie de industrias auxiliares a la minería para atender las necesidades de la población minera. Tal como ocurrió con la cerámica, bien atestiguada por la figlina de Reburrino y la lapicidina de gossan. Es probable que estas canteras de gossan transportado fueran también una concesión imperial sometida a arrendamiento (conductio), como conocemos por las tablas de Aljustrel para otros servicios, pero no cantamos con ninguna prueba de ello.

36 T. Falcón Márquez, “Documentos sobre jaspes utilizados en el Escorial y en el Palacio Real de Madrid, procedentes de la Cuenca Minera de Riotinto y su entorno”, I Congreso Nacional Cuenca Minera de Riotinto, Huelva (1988), 281 ss.

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La officina de gossan de Riotinto surge así para satisfacer las necesidades de la población minera de la comarca, pero nos ofrece una información complementaria de la compleja maquinaria administrativa desplegada por los funcionarios imperiales para hacerla rentable. El aprovechamiento de este pobre material para la labra de sillares, basas, fustes, capiteles, sarcófagos, cupae y arae, es una señal del aislamiento en el que se encuentran estas poblaciones mineras, ajenas al proceso de marmorización que se desarrolla en otras ciudades de la Bética como consecuencia de los procesos de colonización/municipalización y de la identificación de sus élites con el modelo que llega de Roma. Pero a fin de cuentas, su reflejo en este coto minero mimetiza con materiales más pobres de los alrededores la arquitectura de prestigio que se está realizando en las ciudades de administración autónoma, los municipia.

Listado de autores

Patrizio PensabeneUniversità di Roma La SapienzaFacoltà di Lettere e FilosofiaDipartimento di Scienze Storiche, Archeologiche e Antropologiche dell’AntichitàE-mail: [email protected]

Maria Elisa MicheliIstituto di Archeologia e Storia dell’Arte AnticaE-mail: [email protected]

Marilda de NuccioSovraintendenza ai beni Culturali del Comune di RomaE-mail [email protected]

Aureli ÀlvarezUniversidad Autónoma de Barcelona Departamento de GeologíaE-mail: [email protected]

Rosario Cebrián Parque Arqueológico de SegóbrigaE-mail: [email protected]

Isabel Rodà Institut Català d’Arqueologia Clàssica E-mail: [email protected]

Begoña Soler HuertasUniversità degli Studi di Roma “La Sapienza”E-mail: [email protected]

Anna Gutiérrez García-Moreno Institut Català d’Arqueologia Clàssica (ICAC) E-mail: [email protected]

Virginia García-Entero: Universidad Autónoma de MadridFacultad de Filosofía y Letras Dpto. de Prehistoria y ArqueologíaE-mail: [email protected]

María del Mar Salán AsensioE-mail: [email protected]

Sergio Vidal ÁlvarezMuseo Nacional de Arqueología Marítima y Centro Nacional de Investigaciones Arqueológicas SubmarinasE-mail: [email protected]

Fernando Amores CarredanoUniversidad de Sevilla.Facultad de Geografía e HistoriaDepartamento de Prehistoria y ArqueologíaE-mail: [email protected]

José Beltrán Fortes Universidad de Sevilla.Facultad de Geografía e HistoriaDepartamento de Prehistoria y ArqueologíaE-mail: [email protected]

Daniel González AcuñaUniversidad de Sevilla.Facultad de Geografía e HistoriaDepartamento de Prehistoria y ArqueologíaE-mail: [email protected]

Oliva Rodríguez Gutiérrez Universidad de Sevilla.Facultad de Geografía e HistoriaDepartamento de Prehistoria y ArqueologíaE-mail: [email protected]

Manuel Corrales Aguilar Delegación Provincial de Cultura de Málaga

Luís Efrén Fernández RodríguezUniversidad de MálagaE-mail: [email protected]

Thomas G. SchattnerDeutsches Archäologisches Institut Abt. MadridE-mail: [email protected]

Gobain Ovejero ZappinoCobre Las Cruces, S.A.E-mail: [email protected]

Maria Luisa Loza AzuagaInstituto Andaluz de Patrimonio HistóricoE-mail: [email protected]

Esther Ontiveros Instituto Andaluz de Patrimonio HistóricoCentro de Intervención E-mail: [email protected]

Salvador Domínguez BellaUniversidad de Cádiz Departamento de Ciencias de la TierraUnidad de Geoarqueología y Arqueometría Aplicada al Patrimonio Histórico-Artístico y Monumental (UGEA-PHAM)E-mail: [email protected]

Carlos FabiãoUniversidade de LisboaFaculdade de LetrasDpto. de Historia E-mail: [email protected]

Almilcar GuerraUniversidade de LisboaFaculdade de LetrasDpto. de Historia E-mail: [email protected]

Trinidad Nogales BasarrateMuseo Nacional de Arte RomanoE-mail: [email protected]

Luis Jorge GonçalvesUniversidad de LisboaFacultad de Bellas ArtesE-mail: [email protected]

Pilar LapuenteUniversidad de ZaragozaÁrea de Petrología y GeoquímicaDpto. de Ciencias de la TierraE-mail: [email protected]

Victor LambertoCVRM - Centro de Geosistemas do IST / Universidade de ÉvoraE-mail: [email protected]

Paulo Sá CaetanoCIGA - Centro de Investigação em Geociências Aplicadas / Universidade Nova de Lisboa E-mail: [email protected]

Irene Mañas RomeroUniversidad Complutense de MadridE-mail: [email protected]

Arianna Fusco E-mail: [email protected]

Catarina CoelhoMuseu Arqueológico de São Miguel de OdrinhasE-mail: [email protected]