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Las ventajas de ser un marginado - Stephen Chbosky

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VIVIR al margen ofrece unaperspectiva ÚNICA. Pero SIEMPRE llegael momento de entrar en escena y ver elMUNDO desde dentro.

Charlie tiene 15 años y se haquedado solo tras el suicidio de su mejoramigo. Vive con sus padres, su popular yguapa hermana y un hermano mayor que esuna estrella del fútbol americano y queestá a punto de comenzar la universidad.Su profesor de lengua está convencido deque Charlie posee una gran capacidadintelectual. Tras conocer a Sam y Patrickempieza a comprender lo que es ser unadolescente, y comienza un viaje hacia lamadurez que le llevará a recorrer caminosnuevos e inesperados. Con ellos descubrenueva música, empieza a beber, fumar y

coquetear con drogas, cambia de amigos...¡Hasta que se convierte en un joven deverdad!

STEPHEN CHBOSKY Traducción de Vanesa Pérez-

Sauquillo

Para mi familia

Parte

1

25 de agosto de 1991 Querido amigo: Te escribo porque ella dijo que escuchasy comprendes y que no intentaste acostartecon aquella persona en esa fiesta aunquehubieras podido hacerlo. Por favor, nointentes descubrir quién es ella porqueentonces podrías descubrir quién soy yo, yla verdad es que no quiero que lo hagas.Me referiré a la gente cambiándole elnombre o por nombres comunes porque noquiero que me encuentres. Por la mismarazón no he adjuntado una dirección paraque me respondas. No pretendo nada malocon esto. En serio.

Solo necesito saber que alguien ahíafuera escucha y comprende y no intentaacostarse con la gente aun pudiendohacerlo. Necesito saber que existe alguienasí.

Creo que tú lo comprenderías mejorque nadie porque creo que eres másconsciente que los demás y aprecias loque la vida significa. Al menos, esoespero, porque hay gente que acude a ti enbusca de ánimos y amistad. Por lo menos,eso he oído.

Bueno, esta es mi vida. Y quiero quesepas que estoy al mismo tiempo contentoy triste y que todavía intento descubrircómo eso es posible.

Intento pensar que mi familia es unade las causas de que yo esté así, sobretodo después de que mi amigo Michael

dejara de ir al colegio un día la primaverapasada y oyéramos la voz del señorVaughn por el altavoz:

—Chicos y chicas, lamentoinformaros de que uno de nuestrosestudiantes ha fallecido. Haremos unaceremonia por Michael Dobson en laasamblea escolar de este viernes.

No sé cómo se extienden las noticiaspor el colegio ni por qué a menudo no seequivocan. Quizá fuera en el comedor. Esdifícil de recordar. Pero Dave, el de lasgafas raras, nos dijo que Michael se habíasuicidado. Su madre estaba jugando albridge con una de las vecinas de Michaely oyeron el disparo.

No me acuerdo demasiado de lo quepasó después de aquello, salvo que mihermano mayor vino al colegio, al

despacho del señor Vaughn, y me dijo queparara de llorar. Luego, me rodeó loshombros con el brazo y me dijo queterminara de desahogarme antes de quepapá volviera a casa. Después fuimos acomer patatas fritas a McDonalds y meenseñó a jugar al pinball. Incluso bromeócon que gracias a mí se había librado delas clases de la tarde y me preguntó siquería ayudarlo a arreglar su ChevroletCamaro. Supongo que yo debía de estarhecho un desastre, porque hasta entoncesnunca me había dejado arreglar suCamaro.

En las sesiones de orientación, nospidieron a los que apreciábamos deverdad a Michael que dijéramos algunaspalabras. Creo que temían que algunosintentáramos matarnos o algo así, porque

los orientadores parecían muy tensos yuno de ellos no paraba de tocarse labarba.

Bridget, que está loca, dijo que aveces pensaba en el suicidio cuandoponían anuncios en la tele. Lo decíasinceramente, y esto desconcertó a losorientadores. Carl, que es muy amable contodo el mundo, dijo que estaba muy triste,pero que nunca podría suicidarse porquees pecado.

Uno de los orientadores fue pasandopor todo el grupo hasta que al final llegó amí:

—¿Tú qué piensas, Charlie?Lo extraño de esto era que yo no

había visto nunca a este hombre porqueera un «especialista», y él sabía minombre aunque yo no llevara ninguna

tarjeta identificativa, como se hace en lasjornadas de puertas abiertas.

—Pues... a mí Michael me parecía unchico muy si.jpgmpático, y no entiendopor qué lo hizo. Por muy triste que mesienta, creo que no saberlo es lo que deverdad me preocupa.

Acabo de releer esto y no parece miforma de hablar. Y mucho menos en esedespacho, porque todavía seguía llorando.Todavía no había parado de llorar.

El orientador dijo que sospechabaque Michael tenía «problemas en casa» yque creyó que no tenía a nadie con quienhablar. Tal vez por eso se sintió tan solo yse suicidó.

Entonces empecé a gritarle alorientador que Michael podía haberhablado conmigo. Y me puse a llorar con

más fuerza todavía. Intentó calmarmediciendo que se refería a algún adulto,como un profesor o un orientador. Pero nofuncionó, y al final mi hermano vino arecogerme al colegio con su Camaro.

Durante el resto del curso, losprofesores me trataron de forma especialy me pusieron mejores notas, aunque yono me había vuelto más listo. Si te digo laverdad, creo que los ponía nerviosos.

El funeral de Michael fue raroporque su padre no lloró. Y tres mesesdespués abandonó a la madre de Michael.Al menos, eso nos contó Dave a la horade comer. A veces pienso en ello. Mepregunto qué pasaba en la casa deMichael cuando se acercaba la hora de lacena y los programas de televisión.Michael no dejó una nota, o al menos sus

padres no se la dejaron ver a nadie. Quizáfueran los «problemas en casa». Ojalá losupiera. Podría hacer que lo echara mejorde menos. Podría darle un triste sentido alo que hizo.

Lo que sí tengo claro es que estohace que me pregunte si yo tengo«problemas en casa», pero me parece queun montón de gente lo tiene mucho peorque yo. Como cuando el primer novio demi hermana empezó a verse con otra chicay mi hermana estuvo llorando durante todoel fin de semana.

Mi padre dijo:—Hay gente que lo tiene mucho

peor.Y mi madre se quedó callada. Y eso

fue todo. Un mes después, mi hermanaconoció a otro chico y empezó a poner

música alegre otra vez. Y mi padre siguiótrabajando. Y mi madre siguió barriendo.Y mi hermano siguió arreglando suCamaro. Bueno, hasta que se fue a launiversidad a principios del verano. Juegaal fútbol americano en el equipo de PennState, pero necesitaba subir las notas esteverano para poder jugar al fútbol.

No creo que en nuestra familia hayaningún hijo favorito. Somos tres, y yo soyel más pequeño. Mi hermano es el mayor.Es buenísimo jugando al fútbol y leencanta su coche. Mi hermana es muyguapa, es cruel con los chicos, y es la hijamediana. Yo ahora saco sobresaliente entodo como mi hermana y por eso me dejanen paz.

Mi madre llora un montón con losprogramas de la tele. Mi padre trabaja un

montón y es un hombre honrado. Mi tíaHelen solía decir que mi padre erademasiado orgulloso como para tener lacrisis de los cuarenta. Todavía nocomprendo a qué se refería, porque acabade cumplir los cuarenta y no ha cambiadonada.

Mi tía Helen era mi persona favoritadel mundo entero. Era la hermana de mimadre. Sacaba sobresaliente en todocuando era adolescente, y solía darmelibros para leer. Mi padre decía que esoslibros eran un poco antiguos para mí, perome gustaban, así que acababaencogiéndose de hombros y me dejabaleer.

Mi tía Helen estuvo viviendo connuestra familia durante los últimos añosde su vida porque algo muy malo le había

ocurrido. Entonces nadie me decía quéhabía pasado, aunque yo siempre quisesaberlo. Cuando tenía más o menos sieteaños, dejé de preguntar sobre el temaporque un día estuve insistiendo, comosiempre hacen los niños, y mi tía Helen seechó a llorar desconsoladamente.

Entonces fue cuando mi padre me diouna bofetada y dijo:

—¡Estás hiriendo los sentimientos detu tía Helen!

Como no quería hacerlo, paré. La tíaHelen le dijo a mi padre que no me pegaradelante de ella nunca más, y mi padrerepuso que aquella era su casa y que haríalo que le diera la gana, y mi madre sequedó callada y mis hermanos también.

No recuerdo mucho más después deeso porque empecé a llorar a lágrima viva

y al cabo de un rato mi padre hizo que mimadre me llevara a mi cuarto. No fuehasta mucho tiempo más tarde que mimadre se tomó unas cuantas copas de vinoblanco y me contó lo que le había pasadoa su hermana. Algunas personasverdaderamente lo tienen mucho peor queyo. Y tanto que sí.

Creo que ahora debería irme adormir. Es muy tarde. No sé por qué te hecontado todo esto. Te he escrito esta cartaporque mañana empiezo el instituto yestoy bastante asustado.

Con mucho cariño,Charlie

7 de septiembre de 1991

Querido amigo: No me gusta el instituto. La cafetería sellama «Centro de Nutrición», que ya esraro. Hay una chica en mi clase deLiteratura Avanzada que se llama Susan.En el colegio era muy divertido estar conella. Le gustaban las películas, y suhermano Frank le grababa unas cintasbuenísimas de música que compartía connosotros. Pero este verano le han quitadolos braquets y está un poco más alta, másguapa, y le ha crecido el pecho. Ahora secomporta como una tonta por los pasillos,sobre todo cuando hay chicos cerca. Y meda pena, porque Susan no parece tan feliz

como antes. Si te digo la verdad, no legusta reconocer que está en la clase deLiteratura Avanzada, y tampocosaludarme por los pasillos.

Cuando Susan estuvo en la reuniónde orientación sobre Michael, contó queMichael una vez le dijo que era la chicamás guapa del mundo, con braquets ytodo. Después, le pidió que «diera unavuelta con él», lo que en cualquier colegiose consideraba como dar un gran paso. Enel instituto lo llaman «salir con alguien».Y se besaron y hablaron de películas, yahora lo echa terriblemente de menosporque era su mejor amigo.

Es curioso, además, porque loschicos y las chicas normalmente no sehacían mejores amigos en mi colegio.Pero Michael y Susan sí. Un poco como

yo y mi tía Helen. Perdón. «Mi tía Helen yyo». Es algo que he aprendido estasemana. Eso y a sistematizar mejor lasnormas de puntuación.

Estoy callado la mayoría del tiempo,y solo un chico llamado Sean pareciófijarse en mí. Me esperó a la salida de laclase de Educación Física y me dijo cosasmuy inmaduras como que iba a darme un«remojón», que es cuando alguien te metela cabeza en el váter y tira de la cadenapara hacer que tu pelo dé vueltas. Éltambién parecía bastante infeliz, y se lodije. Entonces se enfadó conmigo yempezó a pegarme, y yo me limité a hacerlas cosas que me había enseñado mihermano. Mi hermano es un gran luchador.

—Ve a por las rodillas, la garganta ylos ojos.

Y eso hice. Y le hice bastante daño aSean. Y entonces se echó a llorar. Y mihermana tuvo que salir de su clase deúltimo curso avanzado y llevarme a casaen coche. Me hicieron ir al despacho deldirector Small, pero no me castigaron ninada porque un chico le contó al directorSmall la verdad sobre la pelea.

—Sean empezó. Fue en defensapropia.

Así fue. Pero no logro comprenderpor qué Sean quería hacerme daño. Yo nole había hecho nada. Soy muy bajito. Esverdad. Pero supongo que Sean no sabíaque podía pelear. La verdad es que podríahaberle hecho mucho más daño. Y quizádebería habérselo hecho. Se me ocurrióque tal vez tendría que hacerlo, si Seanpersiguiera al chico que le dijo al director

Small la verdad, pero Sean nunca fue apor él. Así que todo quedó olvidado.

Algunos chicos me miran raro porlos pasillos porque no adorno mi taquilla,y soy el que le dio la paliza a Sean y nopudo parar de llorar después de hacerlo.Supongo que soy bastante sensible.

Me he sentido muy solo últimamenteporque mi hermana está ocupada haciendode la mayor de la familia. Mi hermanoestá ocupado siendo jugador de fútbol enPenn State. Después del campamento deentrenamiento, su entrenador le dijo queiba a ser suplente y que, cuando empiece aasimilar el sistema, será titular.

Mi padre confía de verdad en quellegue al fútbol profesional y juegue conlos Steelers. Mi madre simplemente sealegra de que vaya gratis a la universidad,

porque mi hermana no juega al fútbol y nohubiera habido dinero suficiente paraenviarlos a los dos. Por eso quiere que yosiga esforzándome mucho, para conseguiruna beca.

Así que en eso estoy, hasta que hagaalgún amigo por aquí. Esperaba que elchico que dijo la verdad pudiera hacerseamigo mío, pero creo que solo lo hizoporque era lo correcto.

Con mucho cariño,Charlie

11 de septiembre de 1991

Querido amigo: No tengo mucho tiempo porque miprofesor de Literatura Avanzada nos hamandado un libro para leer y me gustaleerme los libros dos veces. Por cierto, ellibro es Matar un ruiseñor. Si no lo hasleído, creo que deberías hacerlo, porquees muy interesante. El profesor nos haencargado que leamos solo unos cuantoscapítulos de momento, pero no me gustaleer los libros así. Ya voy por la mitad, yeso que acabo de empezar.

De todas formas, la razón por la quete escribo es porque vi a mi hermano portelevisión. Normalmente no me interesandemasiado los deportes, pero esta era unaocasión especial. Mi madre empezó allorar, y mi padre la rodeó con el brazo, y

mi hermana sonrió, cosa rara porque mishermanos siempre se pelean cuando élestá por aquí.

Pero mi hermano mayor ha salido enla televisión y, hasta ahora, ha sido lomejor de las dos semanas que llevo en elinstituto. Lo echo de menos muchísimo, loque es extraño, porque nunca hablábamosdemasiado cuando estaba aquí. Tampocolo hacemos ahora, para serte sincero.

Te diría en qué posición juega, perocomo te conté, me gustaría mantenerme enel anonimato contigo. Espero que locomprendas.

Con mucho cariño,Charlie

16 de septiembre de 1991 Querido amigo: He terminado Matar un ruiseñor. Se haconvertido en mi libro favorito delmundo, pero por otro lado, siemprepienso eso hasta que leo el siguiente libro.Mi profesor de Literatura Avanzada me hapedido que lo llame «Bill» cuando noestemos en clase, y me ha dado otro libropara leer. Dice que tengo una granhabilidad para leer e interpretar ellenguaje, y ha querido que haga unaredacción sobre Matar un ruiseñor.

Se lo he mencionado a mi madre yme ha preguntado por qué Bill no había

recomendado que pasara mejor a la clasede Literatura de Segundo o de Tercero. Yle conté que Bill dijo que esas eranbásicamente las mismas clases aunque conlibros más complicados y que aquello nome ayudaría a mejorar. Mi madre dijo queno estaba muy segura de eso, y que yahablaría con él en la jornada de puertasabiertas. Después, me pidió que laayudara a fregar los platos, cosa que hice.

Francamente, no me gusta fregar losplatos. Me gusta comer con los dedos ysobre servilletas, pero mi hermana diceque es malo para el medio ambiente. Esmiembro del club del Día de la Tierra enel instituto, y ahí es donde conoce a loschicos. Todos la tratan muy bien, y no melo acabo de explicar, salvo quizá por loguapa que es. Ella se porta muy mal con

ellos.Hay un chico que lo tiene

particularmente difícil. No te diré sunombre. Pero te lo contaré todo sobre él.Tiene el pelo castaño muy bonito, y lolleva largo, recogido con una coleta. Creoque se arrepentirá en el futuro cuandoeche la vista atrás. Siempre estágrabándole cintas de varios a mi hermanade temas muy específicos. Una se llamaba«Hojas de Otoño». Incluyó muchascanciones de The Smiths. Incluso coloreóa mano la carátula. Después de queterminara la película que había alquiladoy de que él se marchara, mi hermana medio la cinta:

—¿Quieres esto, Charlie?Tomé la cinta, pero me sentí raro

porque él la había hecho para ella.

Aunque la escuché. Y me gustómuchísimo. Hay una canción llamadaAsleep que me gustaría que escucharas. Lehablé a mi hermana de ella. Y una semanadespués me dio las gracias porque cuandoeste chico le preguntó por la cinta, le dijoexactamente lo que yo había dicho sobrela canción Asleep, y a este chico leemocionó mucho cuánto había significadopara ella. Espero que esto quiera decirque se me dará bien ligar cuando llegue elmomento.

Pero debería ceñirme al tema. Eso eslo que mi profesor Bill me dice que haga,porque escribo más o menos como hablo.Creo que por eso quiere que escriba esaredacción sobre Matar un ruiseñor.

El chico al que le gusta mi hermanasiempre es respetuoso con mis padres.

Por eso a mi madre le cae muy bien. Mipadre piensa que es un blando. Creo queesa es la causa de que mi hermana haga loque hace con él.

Una noche le estuvo diciendo cosasmuy crueles sobre que él nunca se habíaenfrentado al matón de la clase cuandotenía quince años, o algo parecido. Paraserte sincero, yo estaba viendo la películaque él había alquilado, así que no leestaba prestando mucha atención a supelea. Se pelean todo el rato, por lo quesupuse que al menos la película seríadiferente, aunque no lo fue porque era unasegunda parte.

En todo caso, después de que ella semetiera con él durante más o menos cuatroescenas de la película, que creo quefueron diez minutos o así, él se echó a

llorar. A llorar a mares. Entonces volví lacabeza y mi hermana me señaló.

—Para que veas, hasta Charlie leplantó cara al matón de su clase. Ya ves.

Y el chico se puso coloradísimo. Yme miró. Después, la miró a ella. Ylevantó la mano y le cruzó la cara con unabuena bofetada. Buena de verdad. Mequedé helado, porque no podía creer loque había hecho. No era propio de élpegar a nadie. Era el chico que grababacintas temáticas de varios, con lascarátulas pintadas a mano, hasta que pegóa mi hermana y paró de llorar.

Lo más raro es que mi hermana nohizo nada. Solo se quedó mirándolo encompleto silencio. Fue extrañísimo. Mihermana se pone como loca si te comes untipo de atún que no debes, pero aquí

estaba este chico pegándole, y ella no dijoni mu. Solo se volvió más dulce y amable.Y me pidió que me fuera, cosa que hice.Después de que el chico se marchara, mihermana me dijo que estaban «saliendo»,y que no le contara a mamá ni a papá loque había pasado.

Supongo que él se había enfrentado asu matón. Y supongo que tiene lógica.

Ese fin de semana, mi hermana pasóun montón de tiempo con este chico. Y serieron mucho más de lo que normalmentehacen. El viernes por la noche, estuveleyendo mi nuevo libro, pero como estabamentalmente cansado, decidí ver un pocola tele. Y abrí la puerta del sótano y mihermana y este chico estaban desnudos. Élestaba encima de ella, y ella tenía laspiernas extendidas a ambos lados del

sofá. Y me gritó en un susurro:—¡Sal de aquí, pervertido!Así que me fui. Al día siguiente,

todos vimos en la tele a mi hermano jugaral fútbol. Y mi hermana invitó a este chicoa casa. No sé a ciencia cierta cuándo sehabía marchado la noche anterior.Estuvieron agarrados de la mano y secomportaron como si todo fuera alegre. Yel chico dijo que el equipo de fútbol delinstituto no era el mismo desde que mihermano se graduó, o algo así, y mi padrese lo agradeció. Y cuando el chico se fue,mi padre dijo que se estaba convirtiendoen un joven excelente que sabía cómocomportarse. Y mi madre se quedócallada. Y mi hermana me miró paraasegurarse de que yo no abriría la boca. Yasí fue.

—Sí. Lo es —fue lo único que pudodecir mi hermana.

Y yo imaginé a este chico en su casahaciendo los deberes y pensando en mihermana desnuda. Y los imaginé de lamano en partidos de fútbol a los que noprestarían atención. E imaginé a estechico vomitando en los arbustos de unafiesta en la casa de alguien. E imaginé ami hermana aguantándolo.

Y me sentí muy mal por los dos.

Con mucho cariño,Charlie

18 de septiembre de 1991

Querido amigo: No te he contado nunca que estoy en clasede Pretecnología, ¿verdad? Bueno, puesestoy en Pretecnología, y es mi clasefavorita junto con la de LiteraturaAvanzada de Bill. Anoche escribí laredacción sobre Matar un ruiseñor, y sela pasé a Bill esta mañana. Se supone quevamos a hablar de ella mañana durante lahora de comer.

Pero a lo que iba es a que hay unchico en Pretecnología que se llama«Nada». No bromeo. Su nombre es«Nada». Y es para partirse de risa.«Nada» se quedó con el mote en elcolegio, cuando la gente se metía con él.Creo que ahora está en último curso. Los

chicos empezaron a llamarle Patty, cuandosu nombre de verdad es Patrick. Y«Nada» les dijo: «Escuchad, o me llamáisPatrick o nada».

Así que empezaron a llamarle«Nada». Y se le quedó el mote. En esemomento era un recién llegado al distritoescolar porque su padre se había casadocon otra mujer, nueva en esta zona. Creoque dejaré de poner comillas en elnombre de Nada porque es pesado yrompe el hilo del discurso. Espero que nolo encuentres difícil de seguir. Measeguraré de destacar la diferencia si seda el caso.

Bueno, pues en clase dePretecnología, Nada empezó a imitar anuestro profesor, el señor Callahan, conmuchísima gracia. Hasta se pintó con cera

negra las patillas largas. Para partirse derisa. Cuando el profesor Callahan pilló aNada haciendo esto cerca de la lijadorade banda, incluso se rio, porque Nada nolo estaba imitando con mala idea ni nada.Así de gracioso fue. Ojalá hubieraspodido estar allí, porque no me he reídotanto desde que mi hermano se marchó decasa. Mi hermano solía contar chistessobre polacos, que sé que está mal, peroyo no hacía caso de la parte polaca yescuchaba los chistes. Para partirse derisa.

Ah, por cierto, mi hermana me pidióque le devolviera su cinta de «Hojas deotoño». Ahora la escucha todo el tiempo.

Con mucho cariño,Charlie

29 de septiembre de 1991 Querido amigo: Tengo un montón de cosas que contartesobre las últimas dos semanas. Bastantesson buenas, pero otras son malas. Sigo sinentender por qué siempre pasa igual.

Antes que nada, Bill me puso unsuficiente en mi redacción sobre Matarun ruiseñor porque dijo que hago frasesdemasiado largas. Estoy intentandopracticar para no hacerlo. También dijoque debería utilizar el vocabulario queaprendo en clase, como «corpulento» e

«ictericia». Usaría aquí esas palabras,pero la verdad es que no creo que seanapropiadas en estas cartas.

Para serte sincero, no sé dónde seríaapropiado usarlas. No estoy diciendo queno deberíamos conocerlas. Claro quedeberíamos. Pero es que nunca, en toda mivida, he oído a nadie utilizar las palabras«corpulento» e «ictericia». Incluyendo alos profesores. Así que, ¿qué sentido tieneutilizar palabras que nadie más sabe opuede decir con comodidad? Yo es que nolo entiendo.

Me pasa lo mismo con ciertasestrellas de cine que son malísimasactuando. Algunas de ellas deben de tenerpor lo menos un millón de dólares, y aunasí, siguen haciendo películas. Se cargana los malos. Gritan a sus detectives.

Hacen entrevistas. Cada vez que veo enalguna revista a cierta estrella de cine nopuedo evitar que me dé una pena terribleporque nadie tiene ningún respeto porella, y a pesar de eso, siguenentrevistándola. Y en las entrevistas todasdicen lo mismo.

Empiezan con lo que están comiendoen algún restaurante. «Mientras masticabadelicadamente su ensalada china de pollo,nos habló de su amor». Y todas lasportadas dicen lo mismo: «Nos revela losmisterios de la fama, el amor, y de sureciente película/serie/álbum de éxito».

Creo que está bien que los actoreshagan entrevistas para hacernos pensarque son como nosotros, pero si te soysincero, me da la sensación de que todo esuna gran mentira. El problema es que no

sé quién está mintiendo. Y no entiendo porqué estas revistas venden tanto. Y noentiendo por qué a las señoras que van aldentista les gustan tanto. El sábadopasado, estaba en la sala de espera deldentista y oí esta conversación:

—¿Has visto esta película? —señalala portada.

—Sí. La vi con Harold.—¿Qué te ha parecido?—Ella es un encanto.—Sí. Lo es.—Ah, tengo una nueva receta.—¿Baja en calorías?—Ajá.—¿Tienes tiempo mañana?—No. ¿Por qué no haces que Mike

se la mande a Harold por fax?—Vale.

Entonces, estas señoras empezaron ahablar sobre la actriz que mencioné antes,y las dos lo tenían muy claro:

—Creo que es patética.—¿Has leído la entrevista en Good

Housekeeping?—¿De hace algunos meses?—Ajá.—Patética.—¿Leíste la de Cosmopolitan?—No.—Dios mío, es prácticamente la

misma entrevista.—No sé ni por qué le hacen caso.El hecho de que una de esas señoras

fuera mi madre me dio especial lástima,porque mi madre es muy guapa. Y siempreestá a dieta. A veces, mi padre la llamaguapa, pero ella no lo escucha. A

propósito, mi padre es muy buen marido.Solo que es pragmático.

Después del dentista, mi madre mellevó en coche al cementerio dondemuchos de sus parientes están enterrados.A mi padre no le gusta ir al cementerioporque le da grima. Pero a mí no meimporta nada ir, porque mi tía Helen estáenterrada allí. Mi madre siempre fue laguapa de las dos, y mi tía Helen fuesiempre «la otra». Lo bueno es que mi tíaHelen nunca estuvo a dieta. Y mi tíaHelen era «corpulenta». ¡Eh! ¡Lo heconseguido!

Mi tía Helen siempre dejaba que losniños nos quedásemos levantados yviéramos Saturday Night Live cuandohacía de canguro o cuando estuvoviviendo con nosotros y mis padres se

iban a casa de otra pareja aemborracharse y jugar a juegos de mesa.Cuando yo era muy pequeño, recuerdo queme iba a dormir mientras mis hermanos yla tía Helen veían Vacaciones en el mar yLa isla de la fantasía. Siendo tanpequeño, nunca aguantaba despierto, yojalá hubiera podido, porque mishermanos a veces hablan de aquellosmomentos. Tal vez sea triste que ahora sehayan convertido en recuerdos. Y tal vezno sea triste. Tal vez es solo el hecho deque queríamos a la tía Helen, sobre todoyo, y aquel era el único rato que podíamospasar con ella.

No empezaré a enumerar recuerdosde episodios de televisión, excepto uno,porque supongo que viene al caso, yparece algo con lo que cualquiera se

puede identificar de alguna manera. Y yaque no te conozco, imagino que tal vezpueda escribir sobre algo con lo que tepuedas identificar.

Toda la familia estaba sentadaviendo el último episodio de M.A.S.H., ynunca lo olvidaré, por muy pequeño quefuera entonces. Mi madre lloraba. Mihermana lloraba. Mi hermano estabahaciendo de tripas corazón para no llorar.Y mi padre se fue durante uno de losmomentos finales para hacerse unsándwich. Bueno, no me acuerdo muchodel capítulo en sí porque yo erademasiado pequeño, pero mi padre nuncase iba a hacerse un sándwich, salvodurante la pausa de los anuncios, yentonces normalmente mandaba a mimadre. Fui hasta la cocina y vi a mi padre

haciéndose un sándwich... y llorando.Lloraba todavía más desconsoladamenteque mi madre. Y yo no me lo podía creer.Cuando terminó de hacerse su sándwich,guardó las cosas en la nevera y paró dellorar y se enjugó los ojos y me vio.

Entonces se acercó a mí, me dio unapalmadita en el hombro y dijo:

—Es nuestro pequeño secreto, ¿vale,campeón?

—Vale —dije.Y mi padre me levantó con el brazo

que no sostenía el sándwich, y me llevóhasta el salón, donde está la televisión, yme sentó en sus rodillas durante el restodel episodio. Y cuando el episodioterminó, me levantó, apagó la tele y sevolvió hacia los demás. Y declaró:

—Ha sido una gran serie.

Y mi madre dijo:—Inmejorable.Y mi hermana preguntó:—¿Cuánto tiempo ha estado en

antena?Y mi hermano respondió:—Nueve años, tonta.Y mi hermana replicó:—Tonto lo serás tú...Y mi padre dijo:—Parad de discutir, ahora mismo.Y mi madre dijo:—Haced caso a vuestro padre.Y mi hermano no dijo nada.Y mi hermana no dijo nada.Y años después descubrí que mi

hermano se había equivocado.Fui a la biblioteca a consultar sus

datos y descubrí que el episodio que

vimos había sido el más visto de toda lahistoria de la televisión, lo que me pareceincreíble porque era como si solo hubieseexistido para nosotros cinco.

Ya sabes, un montón de chicos en elcolegio odian a sus padres. A algunos lespegan. Y a algunos les ha tocado una vidaasquerosa. Algunos son trofeos que suspadres muestran a los vecinos, comogalones o estrellas doradas. Y algunos deesos padres lo único que quieren es queles dejen beber en paz.

Yo, personalmente, a pesar de que nocomprenda a mis padres y a pesar de quea veces sienta pena por los dos, no puedoevitar quererlos mucho. Mi madre saca elcoche para visitar a sus seres queridos enel cementerio. Mi padre lloró viendoM.A.S.H. y confió en que le guardara el

secreto, y me dejó sentarme en susrodillas, y me llamó «campeón».

Por cierto, solo tengo una caries y,por mucho que insista mi dentista, soyincapaz de usar la seda dental.

Con mucho cariño,Charlie

6 de octubre de 1991 Querido amigo: Estoy muy avergonzado. Fui al partido defútbol del instituto el otro día y no séexactamente por qué. En el colegio,

Michael y yo íbamos a veces a lospartidos, aunque ninguno de los doséramos suficientemente populares para ir.Era solo un lugar adonde ir los viernescuando no queríamos ver la tele. A veces,nos encontrábamos a Susan allí, y ella yMichael se daban la mano.

Pero esta vez fui solo porqueMichael ya no está, y ahora Susan se juntacon otros chicos, y Bridget sigue loca, y lamadre de Carl lo mandó a un colegiocatólico, y Dave, el de las gafas raras, seha mudado. Estuve mirando un poco a lagente, viendo quién estaba enamorado yquién simplemente perdiendo el tiempo, yvi a ese chico del que te hablé. ¿Teacuerdas de Nada? Nada estaba allí, en elpartido de fútbol, y de hecho era uno delos pocos que veían el partido, sin ser un

adulto. Me refiero a ver el partido deverdad. Gritaba cosas como:

—¡Vamos, Brad! —así se llamanuestro defensa.

Bueno, normalmente soy muy tímido,pero Nada parece el tipo de chico con elque podrías ir a un partido de fútbol,aunque tengas tres años menos y no seaspopular.

—¡Hey! ¡Tú estás en mi clase dePretecnología! —Nada es muy simpático.

—Me llamo Charlie —dije sindemasiada timidez.

—Y yo Patrick. Y esta es Sam —señaló a una chica muy guapa que estaba asu lado. Y ella me saludó.

—¡Hola, Charlie! —Sam tenía unasonrisa muy bonita.

Ambos me dijeron que me sentara

con ellos, y parecía que lo decían enserio, así que me senté. Escuché los gritosque Nada lanzaba al campo. Y escuché suanálisis de cada jugada. Y me di cuenta deque sabía mucho de fútbol. De hecho,sabía de fútbol tanto como mi hermano.Quizá debería llamarle Patrick a partir deahora, ya que es así como se hapresentado, y Sam también lo llama así.

Por cierto, Sam tiene el pelo castañoy unos ojos verdes muy, muy bonitos. Eltipo de verde que no es consciente de lobonito que es. Te lo habría dicho antes,pero bajo las luces del estadio, todoparecía como desvaído. Hasta que fuimosal Big Boy y Sam y Patrick empezaron afumar un cigarrillo tras otro no pudecontemplarla bien. Lo bueno del Big Boyfue que Patrick y Sam no estuvieron

haciendo bromas privadas que yo tuvieraque esforzarme en seguir. Para nada. Mehicieron preguntas:

—¿Cuántos años tienes, Charlie?—Quince.—¿Qué quieres hacer cuando seas

mayor?—Todavía no lo sé.—¿Cuál es tu grupo de música

favorito?—Puede que The Smiths porque me

encanta su canción Asleep, pero no estoyseguro del todo porque no conozcodemasiado bien otras canciones suyas.

—¿Cuál es tu película favorita?—La verdad es que no lo sé. Todas

me parecen iguales.—¿Y tu libro favorito?—A este lado del paraíso, de F.

Scott Fitzgerald.—¿Por qué?—Porque ha sido el último que he

leído.Esto les hizo reír porque sabían que

lo decía en serio, que no era una pose.Entonces me dijeron cuáles eran susfavoritos, y nos quedamos en silencio.Comí tarta de calabaza porque la señoradijo que era de temporada, y Patrick ySam siguieron fumando.

Los contemplé, y parecían realmentefelices juntos. Felicidad de la buena. Yaunque Sam me pareció muy guapa ysimpática, y era la primera chica a la quehabría querido invitar a salir algún díacuando pudiera conducir, no me importóque tuviera novio, sobre todo si era tanbuena gente como Patrick.

—¿Cuánto tiempo lleváis«saliendo»? —pregunté.

Entonces se echaron a reír. A reír aauténticas carcajadas.

—¿Qué tiene tanta gracia? —dije.—Somos hermanos —dijo Patrick,

todavía entre risas.—Pero no os parecéis —repuse.Fue entonces cuando Sam me explicó

que en realidad eran hermanastros, ya queel padre de Patrick se había casado con lamadre de Sam. Me alegré mucho desaberlo porque la verdad es que megustaría pedirle a Sam que salieraconmigo algún día. Y tanto que megustaría. Es tan bonita...

Sin embargo, estoy avergonzadoporque esa noche tuve un extraño sueño.Estaba con Sam. Y estábamos los dos

desnudos. Y ella tenía las piernasextendidas a ambos lados del sofá. Y medesperté. Y nunca me había sentido tanbien en mi vida. Pero también me sentímal porque la había visto desnuda sin supermiso. Creo que debería contárselo aSam, y de verdad confío en que esto noimpida que podamos llegar a hacer, a lomejor, nuestras propias bromas privadas.Sería genial volver a tener un amigo. Lopreferiría incluso a salir con alguien.

Con mucho cariño,Charlie

14 de octubre de 1991

Querido amigo: ¿Sabes lo que es la «masturbación»?Probablemente sí, porque eres mayor queyo. Pero por si acaso, te lo contaré. Lamasturbación es cuando te frotas losgenitales hasta que tienes un orgasmo.¡Guau!

He pensado que en esas películas yseries de televisión en las que hablan dela pausa para el café, deberían tenertambién una pausa para la masturbación.Pero por otro lado, creo que bajaría laproductividad.

No me hagas caso. Solo estababromeando. Quería hacerte sonreír.Aunque lo de «¡guau!» iba en serio.

Le dije a Sam que había soñado que

ella y yo estábamos desnudos en el sofá, yme eché a llorar porque me sentía fatal, y¿sabes qué hizo ella? Se puso a reír.Aunque no fue una risa cruel, sino una risasimpática y cálida. Dijo que le parecíamuy tierno. Y dijo que no pasaba nada sihabía tenido un sueño con ella. Y dejé dellorar. Después Sam me preguntó si meparecía guapa, y le dije que me parecía«preciosa». Entonces Sam me mirófijamente a los ojos.

—¿Sabes que eres demasiadopequeño para mí, Charlie?

—Sí, lo sé.—No quiero que pierdas el tiempo

pensando en mí de esa manera.—No lo haré. Ha sido solo un sueño.Entonces Sam me dio un abrazo, y

fue raro porque en mi familia no

acostumbramos a abrazarnos demasiado,salvo mi tía Helen. Pero después de unosinstantes, pude oler el perfume de Sam, ypude sentir su cuerpo contra el mío. Y diun paso atrás.

—Sam, estoy pensando en ti de esamanera.

Entonces me miró y sacudió lacabeza. Luego, me rodeó los hombros conel brazo y me llevó caminando por elpasillo. Nos encontramos con Patrickafuera porque a veces no les apetecía ir aclase. Preferían fumar.

—Charlie está «charliescamente»colgado por mí, Patrick.

—¿Ah, sí?—Estoy intentando no estarlo —me

excusé, con lo que solo les hice reír.Patrick entonces le pidió a Sam que

se fuera, cosa que hizo, y me dio algunasexplicaciones para que supiera cómocomportarme con las demás chicas y noperder mi tiempo pensando en Sam de esamanera.

—Charlie, ¿alguien te ha contadocómo va esto?

—Creo que no.—Bueno, pues hay que seguir

algunas reglas, no porque tú quieras, sinoporque tienes que hacerlo. ¿Lo pillas?

—Supongo que sí.—Vale. Mira las chicas, por

ejemplo. Copian a sus madres y lasrevistas y todo para saber cómo actuardelante de los chicos.

Pensé en las madres y en las revistasy en los todos, y la idea me puso nervioso,especialmente si incluía la televisión.

—Me refiero a que no es como enlas películas, donde a las chicas lesgustan los gilipollas, ni nada parecido. Noes tan fácil. Lo que les gusta son loschicos que les pueda dar un propósito.

—¿Un propósito?—Exacto. ¿Sabes? A las chicas les

gusta que los tíos sean un reto. Les da unaespecie de molde en el que encajar suactuación. Como una madre. ¿Qué haríauna madre si no pudiera preocuparse porti y hacer que ordenes tu cuarto? ¿Y quéharías tú sin que ella se preocupe por ti yte obligue a ordenarlo? Todo el mundonecesita una madre. Y las madres losaben. Y esto les da un propósito. ¿Lopillas?

—Sí —dije, aunque no lo habíapillado. Pero sí lo bastante como para

decir que sí y no estar mintiendo.—El caso es que algunas chicas

piensan que pueden cambiar a los chicos.Y lo gracioso es que si consiguencambiarlos, se aburren de ellos. El reto seha acabado. Lo que tienes que hacer esdarles a las chicas un tiempo para pensaren una forma nueva de hacer las cosas, yeso es todo. Algunas la descubriránpronto. Algunas, algo más tarde. Algunas,nunca. Yo no me preocuparía demasiadopor eso.

Pero creo que yo sí me hepreocupado. He estado preocupándomesobre este tema desde que me lo dijo.Miro a la gente que va de la mano por lospasillos e intento pensar en cómo funcionatodo. En los bailes del instituto me sientoal fondo, marco el ritmo con el pie y me

pregunto cuántas parejas bailarán «sucanción». En los pasillos, veo a las chicasque llevan puestas las chaquetas de loschicos, y reflexiono sobre la idea depropiedad. Y me pregunto si alguien esrealmente feliz. Espero que lo sean. Deverdad.

Bill me vio mirando a la gente y,después de clase, me preguntó en quéestaba pensando, y se lo dije. Me escuchóy asintió con la cabeza e hizo ruidos«afirmativos». Cuando hube terminado, sucara se convirtió en «cara de tener unaconversación seria».

—¿Siempre piensas tanto, Charlie?—¿Es malo? —solo quería que

alguien me dijera la verdad.—No necesariamente. Es que a

veces la gente utiliza el pensamiento para

no implicarse en la vida.—¿Eso es malo?—Sí.—Pero yo creo que me implico.

¿Usted no?—Bueno, ¿bailas en esas fiestas?—No bailo demasiado bien.—¿Sales con alguien?—Bueno, no tengo coche, e incluso

si lo tuviera, no puedo conducir porquetengo quince años, y de todas formas, nohe conocido a ninguna chica que me gusteexcepto Sam, pero soy demasiado jovenpara ella, y le tocaría conducir a ellasiempre, lo que no me parece justo.

Bill sonrió y continuó haciéndomepreguntas. Poco a poco, llegó a los«problemas en casa». Y le hablé decuando el chico que hace cintas de varios

pegó a mi hermana, porque mi hermanasolo dijo que no se lo contara a mispadres, así que supuse que se lo podíacontar a Bill. Después de contárselo, pusouna cara muy seria y me dijo algo que nocreo que olvide durante este semestre ojamás:

—Charlie, aceptamos el amor quecreemos merecer.

Me quedé ahí de pie, en silencio.Bill me dio una palmadita en el hombro yun libro nuevo para leer. Me dijo que todoiría bien.

Normalmente vuelvo a casacaminando porque me hace sentir que melo he ganado. Me refiero a que quieropoder decirles a mis hijos que ibaandando al colegio igual que mis abuelosen «los viejos tiempos». Es raro estar

planeando esto, teniendo en cuenta quenunca he salido con nadie, pero supongoque tiene sentido. Normalmente caminarme lleva una hora más que tomar elautobús, pero merece la pena cuando eltiempo es agradable y fresco como hoy.

Cuando por fin llegué a casa, mihermana estaba sentada en una silla. Mimadre y mi padre estaban de pie delantede ella. Y supe que Bill había llamado acasa y se lo había contado. Y me sentífatal. Había sido por mi culpa.

Mi hermana estaba llorando. Mimadre estaba muy, muy callada. Mi padrefue el único que habló. Dijo que mihermana no podría volver a ver nunca mása ese chico que le pegaba, y que iba atener una charla con los padres del chicoesa noche. Entonces mi hermana dijo que

la culpa había sido suya, que lo habíaestado provocando, pero mi padre dijoque aquello no era excusa.

—Pero ¡lo quiero! —nunca habíavisto a mi hermana llorar tanto.

—No, no lo quieres.—¡Te odio!—No, no me odias —mi padre a

veces puede ser extremadamentetranquilo.

—Él lo es todo para mí.—No vuelvas a decir eso de nadie

nunca más. Ni siquiera de mí —esta vezhabló mi madre.

Mi madre elige muy bien cuándotoma partido y, si hay algo que puedodecir sobre mi familia, es que cuando mimadre interviene, siempre se sale con lasuya. Y esta vez no fue una excepción. Mi

hermana paró de llorar inmediatamente.Después de aquello, mi padre le dio

a mi hermana un inesperado beso en lafrente. Luego salió de la casa, se subió asu Oldsmobile y se alejó conduciendo.Pensé que probablemente fuera a hablarcon los padres del chico. Y sentí muchalástima por ellos. Por sus padres, quierodecir. Porque mi padre no pierde unabatalla. Así de fácil.

Entonces mi madre se fue a la cocinapara preparar el plato favorito de mihermana, y mi hermana me miró.

—Te odio.Lo dijo de forma distinta a como se

lo había dicho a mi padre. A mí me lodecía en serio. Muy en serio.

—Te quiero —fue lo único que pudedecir en respuesta.

—Eres un bicho raro, ¿lo sabes?Siempre has sido un bicho raro. Todo elmundo lo dice y lo ha dicho siempre.

—Estoy intentando no serlo.Entonces me di la vuelta y me fui

andando a mi cuarto y cerré la puerta ymetí la cabeza bajo la almohada y dejéque el silencio volviera a poner las cosasen su sitio.

Por cierto, imagino que sentiráscuriosidad sobre mi padre. ¿Nos pegabacuando éramos niños o incluso ahora? Hepensado que podrías sentir curiosidadporque Bill la tuvo, después de que lecontara lo de ese chico y mi hermana.Pues, por si te lo preguntabas, no lo hahecho. Nunca les ha levantado la mano amis hermanos. Y la única vez que me diouna bofetada a mí fue cuando hice llorar a

mi tía Helen. Y cuando todos nostranquilizamos, se puso de rodillasdelante de mí y me contó que su padrastrole había dado muchas palizas y que, en launiversidad, cuando mi madre se quedóembarazada de mi hermano mayor,decidió que él nunca pegaría a sus hijos.Y se sentía fatal por haberlo hecho. Y losentía muchísimo. Y nunca me volvería apegar de nuevo. Y no lo ha hecho.

Solo es severo, a veces.

Con mucho cariño,Charlie

15 de octubre de 1991

Querido amigo: Supongo que olvidé mencionar en miúltima carta que fue Patrick quien mehabló de la masturbación. Supongo quetambién olvidé contarte con quéfrecuencia la practico ahora, que esmucha. No me gusta mirar fotos. Solocierro los ojos y sueño con una mujer queno conozco. E intento no sentir vergüenza.Nunca pienso en Sam cuando lo hago.Nunca. Es muy importante para mí, porqueme hizo muy feliz cuando dijo«charliescamente», ya que me pareció unabroma privada, si se la puede llamar así.

Una noche, me sentí tan culpable quele prometí a Dios que nunca lo volvería ahacer. Así que empecé a utilizar mantas,

pero las mantas dolían, así que empecé autilizar almohadas, pero las almohadasdolían, así que volví a hacerlo normal. Nome han educado muy religiosamente, peroyo creo mucho en Dios. Solo que no le hepuesto nunca nombre, ¿sabes a qué merefiero, no? Espero no haberledecepcionado.

A propósito, mi padre tuvo unaconversación seria con los padres delchico. La madre se enfadó muchísimo y ledio unos cuantos gritos a su hijo. El padrese quedó callado. Mi padre no entródemasiado en el terreno personal. No lesdijo que habían hecho «un trabajopésimo» educando a su hijo, ni nadaparecido.

Para él, lo único importante eraconseguir que lo ayudaran a mantener al

chico alejado de su hija. Una vez queacordaron esto, dejó que se ocuparanellos de su familia y volvió a casa paraocuparse él de la suya. Por lo menos, asínos lo contó.

La única cosa que le pregunté a mipadre fue sobre los «problemas en casa»del chico. Si creía o no que sus padres lepegaban. Me dijo que no me metiera en loque no me importaba. Porque él no losabía y nunca se lo iba a preguntar ypensaba que daba igual.

—No todo el mundo arrastra unatragedia, Charlie, y aunque así fuera, nolos excusaría.

Eso fue todo lo que dijo. Y despuésnos pusimos a ver la tele.

Mi hermana sigue furiosa conmigo,pero mi padre ha dicho que hice lo

correcto. Espero haberlo hecho, pero aveces es difícil saberlo.

Con mucho cariño,Charlie

28 de octubre de 1991 Querido amigo: Siento no haberte escrito en un par desemanas, pero he estado intentando«implicarme», como dijo Bill. Es raro,porque a veces leo un libro y pienso quesoy un personaje del libro. También,cuando escribo cartas, paso los dos días

siguientes pensando en lo que llegué acomprender con ellas. No sé si esto esbueno o malo. De todas maneras, estoyintentando implicarme.

Por cierto, el libro que me dio Billera Peter Pan, de J. M. Barrie. Sé lo queestás pensando. Los dibujos animados dePeter Pan con los niños perdidos. El libroen sí es muchísimo mejor. Es solo lahistoria de un chico que se niega a crecery que, cuando Wendy se hace mayor, sesiente muy traicionado. Por lo menos es loque yo he sacado de la novela. Creo queBill me la ha dado para enseñarme unalección de algún tipo.

Lo bueno es que la leí y, por sufantasía, no pude pretender estar dentro.De esa forma puedo implicarme en la viday aun así leer.

En cuanto a mi implicación en lascosas, estoy intentando ir a los actossociales que organiza el instituto. Esdemasiado tarde para apuntarme a algúnclub o algo parecido, pero a pesar de ellointento ir a lo que puedo. Como el partidode fútbol y el baile de antiguos alumnos,aunque no tenga pareja.

Me cuesta creer que alguna vezvuelva al instituto para un partido defútbol una vez que me haya marchado deaquí, pero la última vez que fui, fuedivertido fingir que lo hacía. Encontré aPatrick y a Sam sentados en su sitio desiempre en las gradas, y empecé a hacercomo si no los hubiera visto en un año,aunque lo había hecho aquella mismatarde durante la comida mientras mecomía mi naranja y ellos fumaban.

—Patrick, ¿eres tú? Y Sam... Hapasado tanto tiempo. ¿Quién estáganando? Madre mía, la universidad esuna cruz. El catedrático me está obligandoa leer veintisiete libros este fin desemana, y mi novia me necesita parapintar pancartas para su manifestación deeste martes. Que la Administración sepaque vamos en serio. Mi padre estáocupado con su swing de golf, y mi madresolo tiene tiempo para el tenis. Tenemosque repetir esto otra vez. Me quedaría,pero tengo que recoger a mi hermana des u coaching de inteligencia emocional.Está haciendo auténticos progresos. Mealegro de veros.

Y entonces me alejé. Bajé al puestode comida y compré tres bandejas denachos y una Coca-Cola Light para Sam.

Cuando volví, me senté y les di a Patricky a Sam los nachos y a Sam su Coca-ColaLight. Y Sam sonrió. Lo mejor de Sam esque no cree que esté loco por fingir quehago cosas. Patrick tampoco, pero estabademasiado ocupado viendo el partido ygritándole a Brad, el defensa.

Sam me dijo durante el partido quemás tarde iban a ir a la casa de un amigosuyo que daba una fiesta. Luego mepreguntó si quería acompañarlos, y le dijeque sí porque nunca había estado en unafiesta. Había visto una en mi casa, sinembargo.

Mis padres se habían ido a Ohio alentierro o la boda, no recuerdo cuál, de unprimo muy lejano. Y dejaron a mihermano como encargado de la casa. Enaquella época tenía dieciséis años. Mi

hermano aprovechó la oportunidad paradar una gran fiesta con cerveza y todo. Meordenaron que me quedara en mihabitación, lo que no estuvo mal porqueera ahí donde todos dejaban sus abrigos yfue divertido ver lo que llevaban en losbolsillos. Cada diez minutos más o menos,una chica o un chico borracho entrabatambaleándose en mi cuarto para ver sipodían enrollarse allí o algo. Entonces,me veían y se iban. Bueno, menos unapareja.

Esta pareja, que según supe luego,era muy popular y estaba muy enamorada,entró a trompicones en mi cuarto y mepreguntó si me importaba que loutilizaran. Les dije que mis hermanos mehabían dicho que tenía que quedarme allí,y me preguntaron si podían usar la

habitación de todas maneras conmigodentro. Dije que no veía por qué no, asíque cerraron la puerta y empezaron abesarse. A besarse desenfrenadamente.Después de unos minutos, la mano delchico trepó bajo la camisa de la chica, yella empezó a protestar.

—Venga, Dave.—¿Qué?—El niño está aquí.—No pasa nada.Y el chico siguió subiéndole la

camisa a la chica, y por mucho que elladijera que no, él continuó. Después deunos minutos, ella dejó de protestar, y élle quitó la camisa, y ella llevaba unsujetador blanco de encaje. Sinceramente,llegados a este punto yo ya no sabía quéhacer. Enseguida él le quitó el sujetador y

empezó a besarle el pecho. Y después lemetió la mano dentro de los pantalones yella empezó a gemir. Creo que ambosestaban muy borrachos. Él intentó quitarlelos pantalones, pero ella empezó a llorarmuy fuerte, así que fue a por los suyos. Sebajó los pantalones y los calzoncilloshasta las rodillas.

—Por favor. Dave. No.Pero el chico le dijo suavemente lo

guapa que estaba y cosas así, y ella leagarró el pene con las manos y empezó amoverlo. Ojalá pudiera describirlo unpoco mejor sin usar palabras como pene,pero es que en realidad fue así.

Unos minutos después, el chicoempujó hacia abajo la cabeza de la chica,y ella empezó a besarle el pene. Todavíaestaba llorando. Al final, paró de llorar

porque él le metió el pene en la boca y nocreo que puedas llorar en esa posición.Llegados a este punto, tuve que apartar lavista porque empecé a sentir náuseas,pero aquello continuó, y siguieronhaciendo otras cosas, y ella siguiódiciéndole que «no». Incluso cuando metapé los oídos podía seguir oyéndoledecir eso.

Finalmente, mi hermana entró paratraerme un bol de patatas fritas, y cuandodescubrió al chico y a la chica, ellospararon. Mi hermana se quedó muycortada, pero no tan cortada como lachica. El chico parecía algo engreído. Nodijo demasiado. Después de que sefueran, mi hermana se volvió hacia mí.

—¿Sabían que estabas aquí?—Sí, me preguntaron si podían usar

la habitación.—¿Por qué no se lo impediste?—No sabía qué iban a hacer.—Eres un pervertido —fue lo último

que dijo mi hermana antes de abandonarla habitación, todavía con el bol depatatas fritas en la mano.

Se lo conté a Sam y a Patrick, yambos se quedaron muy callados. Samdijo que ella estuvo saliendo con Daveuna temporada antes de meterse en lamúsica punk y Patrick que había oídohablar de esa fiesta. No me sorprendió,porque se convirtió en una especie deleyenda. Al menos por lo que me hancontado algunos cuando he dicho quién esmi hermano mayor.

Cuando llegó la policía, encontrarona mi hermano dormido en el tejado. Nadie

sabe cómo llegó hasta allí. Mi hermanaestaba enrollándose en el cuarto de lalavadora con uno de último curso deinstituto. Ella estaba en su primer año enaquel tiempo. Muchos padres vinieronentonces a casa a recoger a sus hijos, ymuchas de las chicas se fueron llorando yvomitando. A esas alturas, la mayoría delos chicos ya se habían escapado. Mihermano se había metido en un buen lío, ymis padres tuvieron una «conversaciónseria» con mi hermana sobre las malasinfluencias. Y eso fue todo.

El tal Dave está en último cursoahora. Juega en el equipo de fútbol. Esreceptor. Vi el final del partido cuandoDave atrapó la pelota que lanzó Brad parahacer un touchdown. Supuso la victoriadel partido para nuestro instituto. Y la

gente de las gradas se volvió loca porquehabíamos ganado. Pero yo en lo único quepodía pensar era en esa fiesta. Pensé enello sin decir palabra durante un ratolargo y después miré a Sam.

—La violó, ¿verdad?Ella asintió. No sabría decir si

estaba triste o es que sencillamente sabíamás cosas que yo.

—Deberíamos decírselo a alguien,¿no?

Sam esta vez se limitó a negar con lacabeza. Luego me explicó por todo lo quetendría que pasar la chica parademostrarlo, especialmente en el instituto,cuando el chico y la chica son populares ysiguen todavía enamorados.

Al día siguiente, en el baile deantiguos alumnos, los vi bailando juntos.

Dave y su chica. Y me puse hecho unafuria. Hasta me asustó un poco lo furiosoque me puse. Pensé en acercarme a Davey hacerle daño de verdad, como quizádebería haberle hecho a Sean. Y creo quelo habría hecho, de no ser porque Sam mevio y me rodeó los hombros con el brazocomo suele hacer. Me tranquilizó, ysupongo que me alegro de que lo hicieraporque creo que me habría puesto todavíamás furioso si hubiera empezado a pegar aDave y su novia me hubiera hecho pararporque lo amaba. Creo que eso me habríaenfurecido muchísimo más.

Así que decidí hacer la única otracosa que se me ocurrió y desinflé lasruedas del coche de Dave. Sam sabía cuálera.

Ese viernes por la noche, después

del partido, tuve un sentimiento que no sési seré capaz de describir alguna vez,salvo por su calidez. Sam y Patrick mellevaron a la fiesta esa noche, y yo iba enel asiento del medio, en la camioneta deSam. A Sam le encanta su camionetaporque dice que le recuerda a su padre. Elsentimiento que tuve surgió cuando Sam ledijo a Patrick que buscara una emisora deradio. Y él no paró de encontrar anuncios.Y anuncios. Y una canción de amormalísima con la palabra «baby». Ydespués más anuncios. Y por fin encontróuna canción verdaderamente increíble quetrataba de un chico, y todos nos quedamoscallados.

Sam seguía el ritmo con la mano enel volante. Patrick había sacado la manofuera del coche y hacía ondas en el aire. Y

yo simplemente estaba ahí sentado entrelos dos. Cuando la canción terminó, dijealgo:

—Me siento infinito.Y Sam y Patrick me miraron como si

hubiera dicho lo mejor que habíanescuchado nunca. Porque la canción habíasido buenísima y porque todos lehabíamos prestado verdadera atención.Cinco minutos únicos en la vida quehabíamos empleado de verdad, y nossentíamos jóvenes en el mejor de lossentidos. Después compré el disco, y tediría cuál es, pero lo cierto es que no loentenderías a no ser que estuvieras yendoen coche a tu primera fiesta de verdad, yfueras en el asiento del medio de unacamioneta con dos buenas personas en elmomento en el que empieza a llover.

Llegamos a la casa donde era lafiesta, y Patrick hizo su llamada secretacon los nudillos. Sería difícildescribírtela sin hacer ruido. Se abrió unarendija en la puerta y un tío con el peloencrespado nos miró.

—¿Patrick, alias Patty, alias Nada?—Bob.La puerta se abrió, y los viejos

amigos se abrazaron. Luego, Sam y Bobse abrazaron. Luego, Sam habló:

—Te presento a nuestro amigo,Charlie.

Y no te lo vas a creer: ¡Bob meabrazó! Mientras estábamos colgandonuestros abrigos, Sam me dijo que Bobestaba «más fumado que un jodido salmónahumado». No he podido evitar citarlo,aunque contenga un taco.

La fiesta era en el sótano de su casa.La habitación estaba bastante llena dehumo, y los chicos eran mucho mayores.Había dos chicas enseñándosemutuamente sus tatuajes y los piercingsque llevaban en el ombligo. De últimocurso, creo.

Un tío llamado Fritz algo se estabaponiendo morado de bollos rellenos denata. La novia de Fritz le estaba hablandode los derechos de las mujeres, y él noparaba de decir:

—Que sí, nena, que sí.Sam y Patrick empezaron a fumar

cigarrillos. Bob subió a la cocina cuandooyó el timbre de la puerta. Cuando volvió,traía una lata de cerveza Milwaukee’sBest para cada uno y a dos nuevosinvitados. Eran Maggie, que necesitaba

usar el baño, y Brad, el defensa delequipo de fútbol del instituto. ¡En serio!

No sé por qué me emocionó tanto,pero supongo que cuando ves a alguienpor los pasillos o en el campo de fútbol,es agradable saber que es una persona deverdad.

Todos fueron muy simpáticosconmigo y me preguntaron un montón decosas sobre mí. Creo que porque era elmás joven y no querían que me sintierafuera de lugar, especialmente después dedecir que no tomaría cerveza. Una vez metomé una cerveza con mi hermano cuandotenía doce años y no me gustó. Para mí esasí de sencillo.

Algunas de las preguntas que mehicieron eran en qué curso estaba y quéquería ser de mayor.

—Estoy en mi primer año de institutoy todavía no lo sé.

Miré a mi alrededor y vi que Sam yPatrick habían salido con Brad. Fueentonces cuando Bob empezó a ofrecercomida.

—¿Te apetece un brownie?—Sí, gracias.De hecho, estaba bastante hambriento

porque normalmente Sam y Patrick mellevan al Big Boy después de los partidosde fútbol y supongo que ya me habíaacostumbrado a ello. Me comí el brownie,y sabía un poco raro, pero aun así era unbrownie, así que me gustó. Pero no era unbrownie normal. Como eres mayor,supongo que sabes qué tipo de brownieera.

Después de treinta minutos, la

habitación empezó a desvanecerse a mialrededor. Estuve hablando con una de laschicas del piercing en el ombligo, y mepareció como si ella estuviera en unapelícula. Empecé a parpadear un montón ya mirar a todas partes, y la música sonabadensa como el agua.

Sam bajó y cuando me vio se volvióhacia Bob.

—Pero, ¿a ti qué diablos te pasa?—Venga, Sam. Le ha gustado.

Pregúntale.—¿Cómo te encuentras, Charlie?—Ligero.—¿Lo ves? —la verdad es que Bob

parecía un poco nervioso. Después medijeron que era paranoia.

Sam se sentó junto a mí y me tomó lamano, lo que fue genial.

—¿Ves algo, Charlie?—Luz.—¿Te sientes bien?—Ajá.—¿Tienes sed?—Ajá.—¿Qué te gustaría beber?—Un batido.Y todos en la habitación, excepto

Sam, rompieron en carcajadas.—Está colocado.—¿Tienes hambre, Charlie?—Ajá.—¿Qué te gustaría comer?—Un batido.No creo que se hubieran reído más

alto ni aunque lo que hubiera dicho fuerarealmente gracioso. Entonces, Sam meagarró de la mano y me hizo ponerme de

pie en el bamboleante suelo.—Venga. Te conseguiré un batido.Mientras salíamos, Sam se volvió

hacia Bob:—Sigo pensando que eres un

gilipollas.Bob no hizo otra cosa que reírse. Y

Sam acabó al final por reírse también. Yyo me alegré de que todo el mundoestuviera tan contento como parecía.

Sam y yo subimos a la cocina y ellaencendió la luz. ¡Guau! Era tan brillanteque no me lo podía creer. Era comocuando ves una película en el cine de díay, cuando sales afuera, no puedes creerque haya todavía luz. Sam sacó un pocode helado y algo de leche y una batidora.Le pregunté dónde estaba el baño y señalóa la vuelta de la esquina casi como si

fuera su casa. Creo que ella y Patrickhabían pasado mucho tiempo ahí cuandoBob estaba todavía en el instituto.

Cuando salí del baño, oí un ruido enla habitación donde habíamos dejadonuestros abrigos. Abrí la puerta y vi aPatrick besando a Brad. Una especie debeso robado. Me oyeron en la puerta y segiraron. Patrick habló primero.

—¿Eres tú, Charlie?—Sam me está haciendo un batido.—¿Quién es este? —Brad parecía

nervioso de verdad, no del mismo modoque Bob.

—Es un amigo mío. Tranquilízate.Entonces Patrick me sacó de la

habitación y cerró la puerta. Puso susmanos sobre mis hombros y me miródirectamente a los ojos.

—Brad no quiere que nadie lo sepa.—¿Por qué?—Porque está asustado.—¿Por qué?—Porque es... espera... ¿estás

colocado?—En el piso de abajo dijeron que lo

estaba. Sam me está haciendo un batido.Patrick intentó no reírse.—Escucha, Charlie. Brad no quiere

que la gente lo sepa. Me tienes queprometer que no se lo dirás a nadie. Seránuestro pequeño secreto. ¿Vale?

—Vale.—Gracias.Dicho esto, Patrick se giró y volvió a

entrar en la habitación. Oí vocesamortiguadas, y Brad parecía enfadado,pero no me pareció que fuera de mi

incumbencia, así que volví a la cocina.Tengo que decir que fue el mejor

batido que me he tomado en mi vida.Estaba tan delicioso que casi me asustó.

Antes de que nos fuéramos de lafiesta, Sam me puso algunas de suscanciones favoritas. Una se llamabaBlackbird. La otra MLK. Ambas eran muybonitas. He mencionado los títulos porqueseguían siendo buenas cuando las escuchésobrio.

Antes de que nos fuéramos, ocurrióotra cosa interesante en la fiesta. Patrickbajó al sótano. Supongo que Brad ya sehabía ido. Y Patrick sonreía. Y Bobempezó a burlarse de él diciendo queestaba colgado por el defensa. Y Patricksonrió más todavía. No creo que hayavisto nunca a Patrick sonreír tanto.

Entonces, Patrick me señaló y le dijo algoa Bob.

—Es especial, ¿eh?Bob asintió con la cabeza. Patrick

entonces dijo algo que no creo que olvidenunca.

—Es marginal.Y Bob asintió fuertemente con la

cabeza. Y la habitación entera asintió conla cabeza. Y yo empecé a ponermenervioso de la misma forma que Bob,pero Patrick no me dejó ponermedemasiado nervioso. Se sentó a mi lado.

—Tú ves cosas. Te las callas. Y lascomprendes.

No sabía que los demás pensarancosas de mí. No sabía que ellos miraran.Estaba sentado en el suelo de un sótano enmi primera fiesta de verdad entre Sam y

Patrick, y recordé que Sam me habíapresentado a Bob como su amigo. Yrecordé que Patrick había hecho lo mismocon Brad. Y empecé a llorar. Y nadie enesa habitación me miró raro por hacerlo.Y entonces empecé a llorar de verdad.

Bob alzó su bebida y le pidió a todoel mundo que hiciera lo mismo.

—Por Charlie.Y el grupo entero dijo:—Por Charlie.No sabía por qué hacían eso, pero

fue muy especial para mí que lo hicieran.Sobre todo Sam. Sobre todo ella.

Te contaría más sobre el baile deantiguos alumnos, pero ahora que piensoen ello, el haber desinflado las ruedas deDave fue la mejor parte. Intenté bailar,como había sugerido Bill, pero

normalmente las canciones que me gustanno se pueden bailar, así que no bailédemasiado. Sam estaba muy guapa con suvestido, pero yo estuve intentando nofijarme porque estoy intentando no pensaren ella de esa manera.

Sí me fijé en que Brad y Patrick nohablaron ni una sola vez durante todo elbaile porque Brad estaba bailando porotro lado con una animadora llamadaNancy, que es su novia. Y me fijé en quemi hermana estaba bailando con el chicoque no debía, aunque un chico diferente lahabía recogido en casa.

Después del baile nos fuimos en lacamioneta de Sam. Patrick conducía estavez. Cuando nos acercamos al túnel deFort Pitt, Sam le pidió a Patrick que sesaliera a la cuneta. Yo no sabía qué estaba

pasando. Entonces Sam se subió a la partetrasera de la camioneta, sin llevar puestonada más que su vestido de fiesta. Le dijoa Patrick que condujera, y él sonrió.Supongo que no era la primera vez que lohacían.

En cualquier caso, Patrick empezó aconducir verdaderamente rápido y, justoantes de que llegáramos al túnel, Sam selevantó, y el viento convirtió su vestido enun océano de olas. Cuando entramos en eltúnel, todo el sonido desapareció en elvacío y lo sustituyó una canción en elradiocasete. Una canción preciosallamada Landslide. Cuando salimos deltúnel, Sam soltó un grito de pura diversióny allí estaba: el centro de la ciudad. Lucessobre los edificios y todo lo que hace quete asombres. Sam se sentó y empezó a

reír. Patrick empezó a reír. Yo empecé areír.

Y, en ese momento, juro que éramosinfinitos.

Con mucho cariño,Charlie

Parte

2

7 de noviembre de 1991 Querido amigo: Era uno de esos días en los que no meimportaba ir al instituto porque hacía untiempo precioso. El cielo estabaencapotado de nubes y el aire parecíadarme un baño caliente. No creo que mehaya sentido nunca tan limpio. Cuandovolví a casa, tuve que cortar el céspedpara ganarme la paga y no me importónada. Iba escuchando música, ydisfrutando el día, y recordando cosas.Cosas como caminar por el barrio ycontemplar las casas y el césped y losárboles de colores y que eso me bastara.

No sé nada sobre el zen o las cosasque los chinos o los indios hacen porqueforman parte de su religión, pero una delas chicas de la fiesta, que llevaba untatuaje y un piercing en el ombligo, sehabía hecho budista en julio. Apenashabla de otra cosa, salvo de lo caros queestán los cigarrillos. La he visto variasveces a la hora de comer, fumando entrePatrick y Sam. Se llama Mary Elizabeth.

Mary Elizabeth me contó que lo quetiene el zen es que te conecta con todo elplaneta. Eres parte de los árboles y lahierba y los perros. Cosas así. Hasta meexplicó que su tatuaje simbolizaba eso,pero no puedo recordar de qué manera.Así que supongo que el zen es un díacomo este, en el que formas parte del airey recuerdas cosas.

Recuerdo por ejemplo un juego alque solían jugar los chicos. Hacía faltauna pelota de fútbol americano o algo así,y una persona la tenía, y todos los demásintentaban placarlo. Y entonces elsiguiente que consiguiera la pelota teníaque correr con ella, y los demás chicosintentaban placarlo. Esto podía seguirdurante horas. Nunca he llegado acomprender el sentido de este juego, peroa mi hermano le encantaba. No le gustabatanto correr con la pelota como placar a lagente. Los chicos llamaban al juego«aplastar al marica». Nunca me habíaparado a pensar en lo que significa hastaahora.

Patrick me contó la historia de Brady él, y ahora comprendo por qué Patrickno se enfadó con Brad en la fiesta de

antiguos alumnos por bailar con una chica.Cuando ambos estaban en su tercer año deinstituto, Patrick y Brad estuvieron juntosen una fiesta con los demás chicospopulares. Al parecer, Patrick solía serpopular antes de que Sam empezara acomprarle buena música.

Patrick y Brad se emborracharonmucho en esa fiesta. De hecho, Patrickdijo que Brad fingía estar mucho másborracho de lo que en verdad estaba. Sehabían sentado en el sótano con una chicallamada Heather y, cuando ella salió parair al baño, Brad y Patrick se quedaronsolos. Patrick dijo que fue a la vezincómodo y excitante para ambos.

—Estás en la clase del profesorBrosnahan, ¿verdad?

—¿Has ido alguna vez a un

espectáculo láser con música de PinkFloyd en el planetario?

—«Alcohol después de cerveza:tendrás dolor de cabeza».

Cuando se les acabó la conversaciónsobre menudencias, se quedaronmirándose el uno al otro. Y acabaronliándose allí mismo en el sótano. Patrickdijo que fue como si el peso del mundoentero se les hubiera quitado a ambos delos hombros.

Pero el lunes en el instituto Brad noparó de repetir:

—Tío, estaba demasiado cocido. Norecuerdo nada.

Se lo dijo a todos los que estaban enla fiesta. Se lo dijo unas cuantas veces ala misma gente. Hasta se lo dijo a Patrick.Nadie había visto a Patrick y a Brad

liándose pero, de todas formas, Bradsiguió diciéndolo. Ese viernes hubo otrafiesta. Y esta vez, Patrick y Brad secolocaron con marihuana, aunque Patrickdijo que Brad fingía estar mucho másfumado de lo que en verdad estaba. Yacabaron liándose de nuevo. Y el lunes enel instituto Brad hizo lo mismo.

—Tío, estaba demasiado cocido. Norecuerdo nada.

Esto siguió así durante siete meses.Llegaron al extremo en el que Brad

ya estaba fumado o borracho antes de lasclases. No es que él y Patrick seenrollaran en el instituto. Solo lo hacíanlos viernes, en las fiestas, pero Patrickdijo que Brad no podía ni siquiera mirarlopor el pasillo, y mucho menos hablar conél. Y fue duro, también, porque a Patrick

le gustaba realmente Brad.Cuando llegó el verano, Brad ya no

tenía que preocuparse por las clases ninada, así que sus excesos bebiendo yfumando aumentaron mucho. Hubo unagran fiesta en la casa de Patrick y Sam conmucha gente que no era popular. Bradapareció, lo que causó bastante revueloporque él sí era popular, pero Patrickmantuvo en secreto la razón por la queBrad había ido a la fiesta. Cuando lamayoría de la gente se fue, Brad y Patrickentraron en la habitación de Brad.

Aquella noche lo hicieron porprimera vez.

No quiero entrar en detalles sobre eltema porque es bastante personal, perosolo diré que Brad asumió el papel de lachica desde el punto de vista de dónde

pones las cosas. Creo que es bastanteimportante que te lo diga. Cuandoterminaron, Brad empezó a llorardesconsoladamente. Había estadobebiendo un montón. Y estaba muy, muyfumado.

Dijera Patrick lo que dijera, Bradseguía llorando. Brad ni siquiera dejabaque Patrick lo abrazara, lo que me parecebastante triste porque si yo lo hiciera conalguien, querría abrazarlo.

Al final, Patrick le subió lospantalones a Brad y le dijo:

—Finge que te has quedado dormido.Entonces, Patrick se vistió y dio un

rodeo por la casa para volver a la fiestadesde una dirección distinta de la de sucuarto. Él también estaba bañado enlágrimas, y decidió que, si alguien le

preguntaba, diría que tenía los ojos rojosde fumar maría. Finalmente se sobrepusoy entró en la sala principal de la fiesta.Hizo como que estaba muy borracho. Fuehacia Sam.

—¿Has visto a Brad?Sam vio la expresión de los ojos de

Patrick. Entonces se dirigió a la gente dela fiesta:

—Oíd, ¿alguien ha visto a Brad?Nadie en la fiesta lo había visto, así

que algunos fueron a buscarlo. Loacabaron encontrando en la habitación dePatrick... dormido.

Al final, Patrick llamó a los padresde Brad porque estaba muy preocupadopor él. No les dijo por qué, solamente queBrad se había puesto muy mal en su fiestay necesitaba que lo llevaran a casa. Los

padres de Brad vinieron y el padre deBrad, junto con algunos de los chicos,incluyendo Patrick, llevaron a Brad alcoche.

Patrick no sabe si llegados a estepunto Brad estaba dormido de verdad ono, pero si no lo estaba, hizo unaexcelente interpretación. Los padres deBrad lo mandaron a rehabilitación porqueel padre de Brad no quería que perdierala oportunidad de que le dieran una becadeportiva de fútbol. Patrick no vio a Braddurante el resto del verano.

Los padres de Brad nuncadescubrieron por qué su hijo estaba todoel tiempo fumado y bebido. Ni nadie más.Salvo la gente que lo sabía.

Cuando empezó el curso, Brad evitómucho a Patrick. Nunca iba a las mismas

fiestas que él, ni a nada, hasta hace pocomás de un mes. Fue la noche en la que tirópiedras a la ventana de Patrick y le dijoque nadie podía saberlo, y Patrick loentendió. Ahora solo se encontraban denoche en campos de golf y en fiestas comola de Bob donde la gente no habla de estascosas y las comprende.

Le pregunté a Patrick si estaba tristepor tener que mantenerlo en secreto, yPatrick me dijo que no lo estaba porque,por lo menos ahora, Brad no tiene queemborracharse o fumar para hacer elamor.

Con mucho cariño,Charlie

8 de noviembre de 1991 Querido amigo: ¡Bill me ha puesto mi primer notable en laclase de Literatura Avanzada por miredacción sobre Peter Pan! Si te soysincero, no sé qué he hecho que no hicieraen los otros trabajos. Me ha dicho que mimanejo del lenguaje está mejorando, ytambién las estructuras de mis frases.Creo que es genial estar mejorando enestas cosas sin darme cuenta. Por cierto,Bill me pone sobresalientes en el boletínde notas y en las cartas para mis padres.Las notas de estos trabajos quedan soloentre nosotros.

He decidido que tal vez quieraescribir cuando sea mayor. Solo que no séqué escribiría.

He pensado en escribir para revistaspara poder leer algún artículo que no digacosas como las que he mencionado antes.«Mientras se limpiaba la salsa de miel ymostaza de los labios, me hablaba sobresu tercer marido y el poder sanador de loscristales». Pero, ahora en serio, creo quesería un reportero terrible porque nopuedo imaginarme sentado a la mesaenfrente de un político o una estrella decine y haciéndoles preguntas.Probablemente solo les podría preguntarsi me harían un autógrafo para mi madre oalgo así. Probablemente me echarían porhacerlo. Así que he pensado en que puedeque sea mejor escribir para un periódico

porque podría hacerle preguntas a la gentenormal, aunque mi hermana dice que losperiódicos siempre mienten. No sé si esverdad, así que tendré que comprobarlocuando me haga mayor.

Empecé a trabajar para un fanzinel lamado Punk Rocky. Es una revistafotocopiada sobre punk rock y The RockyHorror Picture Show. No escribo en ella,pero echo una mano.

Mary Elizabeth se encarga de larevista y también de las representacioneslocales del Rocky Horror Picture Show.Mary Elizabeth es una persona muyinteresante porque tiene un tatuaje quesimboliza el budismo y un piercing en elombligo y lleva un peinado provocativo,pero cuando está a cargo de algo, actúacomo mi padre cuando vuelve a casa

después de un «día muy largo». Es deúltimo curso, y dice que mi hermana esuna esnob y que va por ahí provocando.Le dije que no volviera a decir algo así demi hermana nunca más.

De todas las cosas que he hecho esteaño hasta ahora, creo que lo que más meha gustado es ir a ver el Rocky HorrorPicture Show. Patrick y Sam me llevaronal teatro para verlo la noche deHalloween. Es muy divertido, con todosesos chicos disfrazados como la gente dela película, y representándola a la vezdelante de la pantalla. Además, el públicogrita cosas al escenario cuando recibeunas señales especiales. Probablementeya lo sabías, pero he pensado contártelopor si acaso.

Patrick hace de Frank ’N Furter. Sam

de Janet. Es muy difícil ver la películaporque Sam se pasea en ropa interiorcuando hace de Janet. Estoy intentando enserio no pensar en ella de esa manera,pero se me hace cada vez más difícil.

Si te soy sincero, quiero a Sam.Aunque no es como un amor de película.Solo la miro a veces y me parece que esel ser más bonito y más amable del mundoentero. Es también muy inteligente ydivertida. Le escribí un poema después deverla en The Rocky Horror Picture Show,pero no se lo he enseñado porque me davergüenza. Te lo copiaría, pero creo quesería una falta de respeto hacia Sam.

El caso es que ahora Sam estásaliendo con un chico llamado Craig.

Craig es mayor que mi hermano.Creo que puede tener incluso veintiuno,

porque bebe vino tinto. Craig hace deRocky en el espectáculo. Patrick dice queCraig está «más cachas que un cruasán».No sé de dónde saca Patrick susexpresiones.

Pero supongo que tiene razón, Craigestá como un cruasán. Es también unapersona muy creativa. Está pagando élmismo sus clases para el Art Institute deaquí, haciendo de modelo para catálogosde JCPenney y cosas parecidas. Le gustala fotografía, y he visto unas cuantas desus fotos, y son muy buenas. Hay una deSam que es sencillamente bella. Seríaimposible describir lo bonita que es, perolo intentaré.

Si escuchas la canción Asleep, ypiensas en esos días en los que hace untiempo precioso que te hace recordar

cosas, y en los ojos más preciosos que hasvisto jamás, y lloras, y esa persona tedevuelve el abrazo, entonces creo que tehaces una idea de cómo es la fotografía.

Quiero que a Sam le deje de gustarCraig.

Bueno, supongo que estaráspensando que lo digo porque estoy celosode él. No lo estoy. En serio. Es solo queCraig no escucha de verdad a Sam cuandole habla. No quiero decir que sea un maltipo por no hacerlo. Es solo que siempreparece distraído.

Es como si le hiciera una fotografía aSam y la fotografía fuera bonita. Y élpensara que la razón de que la fotografíasea bonita es su forma de hacerla. Si lahiciera yo, sabría que la única razón deque sea bonita es Sam.

Me parece mal cuando un chico miraa una chica y cree que su forma de mirarlaes mejor que la chica en sí misma. Y meparece mal cuando la forma más sinceracon la que un chico puede mirar a unachica es a través de una cámara. Me duelebastante ver que Sam se siente mejorconsigo misma solo porque un chicomayor la ve de esa manera.

Le pregunté a mi hermana sobre eltema, y dijo que Sam tiene la autoestimabaja. También dijo que Sam tenía malafama cuando estaba en su segundo año deinstituto. Según mi hermana, había sido la«reina de la mamada». Espero que sepaslo que significa, porque de verdad que yono puedo pensar eso de Sam, niexplicártelo.

Estoy realmente enamorado de Sam,

y duele un montón.Le pregunté a mi hermana por el

chico del baile. No me habló del temahasta que le prometí que no se lo contaríaa nadie, ni siquiera a Bill. Así que se loprometí. Dijo que había seguido viéndoloen secreto desde que papá se lo prohibió.Dice que piensa en él cuando no estánjuntos. Dice que van a casarse cuandoambos terminen la universidad y él acabeel doctorado en Derecho.

Me dijo que no me preocupara,porque no le ha pegado desde aquellanoche. Y también me dijo que no mepreocupara, porque no le volvería a pegarde nuevo. Aparte de eso, en realidad nodijo nada más, aunque no paró de hablar.

Fue agradable sentarme con mihermana aquella noche, porque casi nunca

quiere hablar conmigo. Me sorprendióque me contara tantas cosas, pero supongoque como está manteniéndolo todo ensecreto, no se lo puede decir a nadie. Ysupongo que se estaba muriendo de ganasde contarlo.

Pero por mucho que haya insistido enque no lo haga, sí me preocupo un montónpor ella. Después de todo, es mi hermana.

Con mucho cariño,Charlie

12 de noviembre de 1991 Querido amigo:

Me encantan los bollos de nata, y si digoesto es porque nos han pedido quepensemos en razones para vivir. En laclase de Ciencias, el profesor Z. noshabló de un experimento en el que elegíanuna rata o un ratón, y los ponían en unextremo de una jaula. Al otro lado de lajaula ponían un trocito de comida. Y larata o el ratón se acercaban a la comida ycomían. Entonces, devolvían a la rata o alratón al extremo original de la jaula y,esta vez, ponían electricidad por el tramode suelo que tendrían que recorrer paraconseguir el trozo de comida. Hicieronesto durante un tiempo, y la rata o el ratóndejaron de ir a buscar la comida al llegara cierta cantidad de voltaje. Luego,repitieron el experimento, pero

reemplazaron la comida con algo que lesdaba a la rata o al ratón un placer muyintenso. No sé qué sería eso que le dabatan intenso placer, pero supongo que algúntipo de sabor especial para ratas oratones. En cualquier caso, lo que loscientíficos descubrieron fue que la rata oel ratón aguantaban mucho más voltaje acambio de placer. Incluso más que porcomida.

No sé qué significado tiene, pero loencuentro muy interesante.

Con mucho cariño,Charlie

15 de noviembre de 1991 Querido amigo: Están empezando a llegar el frío y lasheladas. El agradable tiempo de otoñoprácticamente ha desaparecido. Lo buenoes que se acercan las vacaciones, queahora me gustan todavía más porque mihermano volverá pronto a casa. ¡Quizáincluso en Acción de Gracias! Al menosespero que lo haga por mi madre.

Mi hermano lleva sin telefonear acasa unas cuantas semanas ya, y mi madreno habla más que de sus notas y de sidormirá, y de lo que comerá, y mi padresiempre dice lo mismo:

—Eso no le va a hacer daño.Personalmente, me gusta pensar que

mi hermano está teniendo una experienciauniversitaria como las de las películas.No me refiero al tipo de películas sobrelas grandes fiestas de las hermandadesestudiantiles. Más bien a una película enla que el chico conoce a una chicainteligente que suele llevar suéter y bebechocolate. Hablan de libros y de temasintelectuales y se besan bajo la lluvia.Creo que algo así le vendría muy bien,sobre todo si la chica tuviera una bellezanada convencional. Esas son las mejores,me parece a mí. Personalmente encuentroraras a las «supermodelos». No sé porqué.

Mi hermano, por otro lado, tienepósteres de «supermodelos» y coches ycerveza y cosas así en las paredes de sudormitorio. Supongo que su habitación en

la residencia de estudiantesprobablemente también tenga ese aspecto,añadiéndole el suelo sucio. Mi hermanosiempre ha odiado hacer su cama, peromantenía el armario de la ropa muyordenado. Quién lo diría.

El caso es que, cuando mi hermanollama a casa, no cuenta mucho. Habla unpoco de sus clases, pero principalmentedel equipo de fútbol. Hay un montón deinterés en el equipo porque son muybuenos y tienen jugadores con muchopotencial. Mi hermano dijo que uno de loschicos probablemente será millonarioalgún día, pero que es «más bruto que unarado». Supongo que eso es ser bastantebruto.

Mi hermano me contó una anécdotaen la que estaba todo el equipo sentado en

círculo en el vestuario, comentando lo quehabía que hacer para jugar al fútbol en launiversidad. Al final acabaron hablandode la puntuación de las pruebas deSelectividad, que yo todavía no he hecho.

Y un tipo dijo:—Yo he sacado un 4.Y mi hermano dijo:—¿En qué examen?Y el chico dijo:—¿Ehhh?Y el equipo entero se echó a reír.Siempre he querido estar en un

equipo así. No estoy muy seguro de porqué, pero siempre me ha parecido quesería divertido tener «días de gloria».Luego tendría historias que contar a mishijos y a los amigotes con los que jugaraal golf. Supongo que podría hablar sobre

Punk Rocky y mis vueltas a casacaminando desde el instituto y cosas así.Quizás estos sean mis días de gloria y nisiquiera me esté dando cuenta porque nohay en ellos una pelota.

Yo solía hacer deporte cuando eramás pequeño y, de hecho, era muy bueno,pero el problema es que me provocabademasiada agresividad, así que losmédicos le dijeron a mi madre que tendríaque dejarlo.

Mi padre tuvo una vez días de gloria.He visto fotos de él cuando era joven. Eraun hombre muy guapo. No sé expresarlode otra manera. Era como son siempre lasfotos antiguas. Las fotos antiguas pareceque son muy toscas y juveniles, y la gentede las fotos siempre parece mucho másfeliz que tú.

Mi madre está preciosa en las fotosantiguas. De hecho, está más guapa quenadie, salvando tal vez a Sam. A vecesmiro a mis padres ahora y me preguntoqué les habrá pasado que los haya hechoser tal y como son. Y entonces mepregunto qué le pasará a mi hermanacuando su novio termine el doctorado enDerecho. Y cómo será la cara de mihermano en un cromo de fútbol, o cómoserá si nunca aparece en un cromo. Mipadre jugó al béisbol universitariodurante dos años, pero tuvo que dejarlocuando mamá se quedó embarazada de mihermano. Fue entonces cuando él empezóa trabajar en la oficina. Sinceramente, nosé lo que hace mi padre.

A veces nos cuenta una anécdota. Esuna historia buenísima. Tiene que ver con

el campeonato estatal de béisbol decuando él iba al instituto. Estaban en laparte baja de la novena entrada, y habíaun jugador en la primera base. Hubo dosouts y el equipo de mi padre estabaperdiendo por una carrera. Mi padre eramás joven que la mayoría del equipo delinstituto, porque estaba solo en el segundoaño de instituto, y creo que el equipopensaba que iba a echar a perder elpartido. Tenía muchísima presión. Estabanerviosísimo. Y muy asustado. Pero,después de unos cuantos lanzamientos,dijo que empezó a sentirse «en suelemento». Cuando el pitcher levantó elbrazo y lanzó la siguiente bola, sabíaexactamente adónde iba a ir. La golpeómás fuerte que ninguna otra bola en todasu vida. E hizo un home run, y su equipo

ganó el campeonato estatal. Lo mejor deesta historia es que, por mucho que mipadre la cuente, nunca cambia. Él no es delos que exageran.

A veces pienso en todo esto cuandoestoy viendo un partido de fútbol conPatrick y Sam. Contemplo el campo ypienso en el chico que acaba de hacer eltouchdown. Creo que estos son los díasde gloria de ese chico, y que ese momentose convertirá en una historia algún día,porque todos los que logran touchdowns yhome runs acabarán siendo los padres dealguien. Y cuando sus hijos miren su fotoen el anuario escolar, pensarán que supadre era tosco y guapo, y que parecíamucho más feliz que ellos.

Solo espero acordarme de decirles amis hijos que ellos son tan felices como

yo parezco en mis viejas fotografías. Yespero que me crean.

Con mucho cariño,Charlie

18 de noviembre de 1991 Querido amigo: Mi hermano llamó por fin ayer, y dijo queno puede volver a casa en ningúnmomento de las vacaciones de Acción deGracias porque va atrasado en losestudios a causa del fútbol. Mi madreestaba tan enfadada que me llevó a

comprar ropa nueva.Sé que te parecerá que lo que estoy a

punto de escribir es una exageración, perote prometo que no lo es. Desde queentramos en el coche hasta que volvimos acasa, mi madre, literalmente, no paró dehablar. Ni un solo momento. Ni siquieracuando me metí en el probador paraprobarme pantalones «de vestir».

Se quedó fuera y expresó en voz bienalta sus preocupaciones. Las cosas quedijo se oyeron por todas partes. Primero,que mi padre debería haber insistido enque mi hermano volviera a casa aunquefuera solo una tarde. Después, que mihermana haría bien en empezar a pensarmás en su futuro y enviar solicitudes auniversidades «de reserva», por si acasoen las buenas no la aceptan. Y luego

empezó a decir que el gris me sentababien.

Entiendo la forma de pensar de mimadre. En serio.

Es como cuando éramos pequeños eíbamos al supermercado. Mis hermanos sepeleaban por las cosas por las que solíanpelearse siempre, y yo iba sentado en laparte de abajo del carrito de la compra. Ymi madre acababa tan enfadada queempujaba el carrito cada vez más rápido,y yo me sentía como si estuviera en unsubmarino.

Ayer ocurrió igual, salvo porqueahora voy en el asiento delantero.

Cuando vi a Sam y Patrick hoy en elinstituto, ambos coincidieron en que mimadre tiene muy buen gusto con la ropa.Se lo conté a mi madre cuando volví a

casa y sonrió. Me preguntó si queríainvitar a Sam y Patrick a cenar algún díadespués de las fiestas, porque mi madrecon las fiestas ya se pone bastantenerviosa. Llamé a Sam y a Patrick ydijeron que sí.

¡Estoy muy emocionado!La última vez que vino un amigo a

cenar fue Michael el año pasado.Tomamos tacos. Lo más genial de todo fueque Michael se quedó a dormir.Acabamos durmiendo muy poco. Casitodo el rato estuvimos hablando de chicasy películas y música. La parte querecuerdo con más claridad fue cuandopaseamos por el vecindario de noche. Mispadres estaban dormidos, igual que lagente del resto de las casas. Michael mirópor todas las ventanas. Estaba oscuro y

silencioso.Dijo:—¿Crees que son buena gente?Dije:—¿Los Anderson? Sí. Son mayores.—¿Y esos de allí?—Bueno, a la señora Lambert no le

hace gracia que entren en su jardín laspelotas de béisbol.

—¿Y aquellos de allí?—La señora Tanner ha estado en

casa de su madre durante tres meses. Elseñor Tanner pasa los fines de semanasentado en el porche de atrás escuchandopartidos de béisbol. La verdad es que nosé si son buena gente o no porque notienen niños.

—¿Está enferma?—¿Quién?

—La madre de la señora Tanner.—No creo. Mi madre lo sabría, y no

ha dicho nada.Michael asintió.—Se están divorciando.—¿Tú crees?—Ajá.Seguimos andando. A Michael a

veces le daba por caminar en silencio.Supongo que debería mencionar que mimadre había oído que los padres deMichael ahora están divorciados. Dijoque solo el setenta por ciento de losmatrimonios permanecen juntos cuandopierden un hijo. Creo que lo ha leído enuna revista en alguna parte.

Con mucho cariño,Charlie

23 de noviembre de 1991 Querido amigo: ¿Te gustan los días de fiesta con tufamilia? No me refiero solo a tus padres,sino a tus tíos y primos. A mí,personalmente, sí. Por muchas razones.

Primero, estoy muy interesado yfascinado por cómo se quieren los unos alos otros, pero en realidad a ninguno legustan los demás. Segundo, las peleassiempre son iguales.

Normalmente empiezan cuando elpadre de mi madre (mi abuelo) se acaba

la tercera copa. Es entonces cuando se lesuelta la lengua. Normalmente mi abuelosolo se queja de los negros que se mudana su antiguo barrio, y entonces mi hermanase enfada con él, y mi abuelo le dice queella no sabe de lo que habla porque viveen las afueras. Y entonces se queja de quenadie lo visita en la residencia. Y al finalempieza a hablar de todos los secretosfamiliares, como cuando el primo tal lehizo un «bombo» a aquella camarera delBig Boy. Probablemente deberíamencionar que mi abuelo no oye muy bien,así que dice todas estas cosas en voz muyalta.

Mi hermana intenta discutir con él,pero nunca gana. No cabe duda de que miabuelo es más cabezota que ella. Mimadre normalmente ayuda a su tía a

preparar la comida, que mi abuelosiempre dice que está «demasiado seca»incluso aunque sea sopa. Y entonces la tíade mi madre se echa a llorar y se encierraen el cuarto de baño.

Hay solo un baño en la casa de mi tíaabuela, así que esto se convierte en unproblema cuando la cerveza empieza ahacer efecto sobre mis primos. Se quedande pie en la puerta, retorcidos sobre lavejiga, y llaman durante algunos minutoshasta que casi convencen a mi tía abuelade que salga, pero entonces mi abuelo lainsulta y el ciclo empieza otra vez. Con laexcepción de una fiesta en la que miabuelo se quedó grogui justo después decenar, mis primos siempre tienen que ir albaño afuera en los arbustos. Si miras porlas ventanas como yo, puedes verlos, y

parece como si estuvieran en una de susexcursiones de caza. Siento muchísimalástima por mis primas y mis otras tíasabuelas, porque no tienen la opción de losarbustos, y menos cuando hace frío.

Debería mencionar que mi padre engeneral se limita a sentarse en silencioabsoluto y beber. Mi padre no es un granbebedor, para nada, pero cuando tiene quepasar tiempo con la familia de mi madrese pone «ciego», como dice mi primoTommy. En el fondo, creo que mi padrepreferiría pasar las fiestas con su familiaen Ohio. De esa forma no tendría queestar cerca de mi abuelo. No le gustademasiado mi abuelo, pero no dice nadasobre el tema. Ni siquiera al volver acasa. Simplemente no cree que lecorresponda hablar de ello.

Conforme va llegando el final de lanoche, mi abuelo suele estar demasiadoborracho para hacer nada. Mi padre y mihermano y mis primos lo llevan al cochede la persona que esté menos enfadadacon él. Siempre ha sido mi trabajoabrirles las puertas durante el camino. Miabuelo está muy gordo.

Me acuerdo de que hubo una épocaen la que mi hermano llevaba en coche ami abuelo hasta la residencia, y yo losacompañaba. Mi hermano siempre hacomprendido a mi abuelo. Rara vez seenfada con él a no ser que mi abuelo digaalgo malo sobre mi madre o mi hermana,o monte un numerito. Me acuerdo de quenevaba mucho y todo estaba muysilencioso. Casi apacible. Y mi abuelo secalmó y empezó una conversación

totalmente distinta.Nos contó que cuando tenía dieciséis

años tuvo que dejar el colegio porque supadre murió y alguien tenía que mantenera la familia. Nos habló de la época en laque tenía que ir a la fábrica tres veces aldía para ver si había algún trabajo paraél. Y nos habló del frío que hacía. Y delhambre que pasaba porque siempre seaseguraba de que su familia comiera antesque él. Cosas que nunca entenderemosporque somos muy afortunados. Entonces,nos habló de sus hijas, mi madre y la tíaHelen:

—Sé lo que tu madre piensa de mí. YHelen también. Hubo una época... fui a lafábrica... no había trabajo... ninguno...Volví a casa a las dos de la mañana...bien cabreado... tu abuela me enseñó sus

boletines de notas... Habían sacado soloun suficiente... y eran chicas listas. Asíque fui a su habitación y les di una buenapaliza para que entraran en vereda... ycuando terminé y estaban llorando,levanté sus boletines y dije... «Es laúltima vez que pasa esto». Ella todavíahabla de aquello... vuestra madre... pero¿sabéis una cosa?... aquella fue la últimavez... fueron a la universidad... las dos.Me hubiera gustado haber podidoenviarlas yo... Siempre quise hacerlo...Espero que Helen lo entendiera. Creo quevuestra madre lo hizo... en el fondo... esuna buena mujer... deberíais estarorgullosos de ella.

Cuando se lo contamos a mi madrese puso triste porque él nunca le habíadicho esas cosas. Jamás. Ni siquiera

cuando la llevó al altar.Pero este día de Acción de Gracias

ha sido diferente. Mi hermano habíajugado un partido de fútbol, que trajimosen un vídeo para que lo vieran todos misfamiliares. La familia entera estabareunida delante de la tele, incluso mis tíasabuelas, que nunca ven el fútbol. Jamásolvidaré la expresión en sus caras cuandomi hermano salió al campo. Fue unamezcla de todo. Uno de mis primostrabaja en una gasolinera. Y otro primo haestado dos años sin trabajar desde quetuvo un accidente en la mano. Y mi otroprimo ha estado queriendo volver a launiversidad durante siete años. Y mipadre dijo una vez que tenían envidia demi hermano porque había tenido unaoportunidad en la vida y la estaba

aprovechando.Pero en el instante en el que mi

hermano salió al campo, aquello quedóolvidado y todos se enorgullecieron.Hubo un momento en que mi hermano hizouna jugada buenísima en el tercer down ytodos lo aplaudimos aunque algunos denosotros ya habíamos visto el partido.Levanté la mirada hacia mi padre, yestaba sonriendo. Miré a mi madre, ysonreía, aunque estaba nerviosa por si mihermano se hacía daño, cosa rara porqueera una grabación de un partido antiguo ysabía que no se había hecho daño. Mistías abuelas y mis primos y sus hijos ytodo el mundo sonreía también. Hasta mihermana. Solo había dos personas que nosonreían. Mi abuelo y yo.

Mi abuelo estaba llorando con esa

especie de llanto que es callado y secreto.Esa especie de llanto que solo yo percibí.Pensé en él yendo a la habitación de mimadre cuando era pequeña y dándole unapaliza y levantando su boletín de notas ydiciendo que era la última vez que traíanmalos resultados. Y ahora creo que quizáse refiriera a mi hermano mayor. O a mihermana. O a mí. Que quería asegurarsede que él había sido el último quetrabajaría en una fábrica.

No sé si es bueno o malo. No sé si esmejor que tus hijos sean felices y novayan a la universidad. No sé si es mejortener una buena relación con tu hija oasegurarte de que tenga una vida mejorque la tuya. La verdad es que no lo sé. Mequedé en silencio y lo contemplé.

Cuando el partido acabó y

terminamos de cenar, todos dijeron lasrazones por las que daban gracias.Muchas tuvieron que ver con mi hermanoo con la familia o con los hijos o conDios. Y todos lo decían en serio, pasaralo que pasara al día siguiente. Cuandollegó mi turno pensé en ello un montónporque era la primera vez que me sentabaen la mesa grande con todos los mayores,ya que mi hermano no estaba ahí paratomar su sitio.

—Doy gracias porque mi hermanohaya jugado al fútbol en la televisión yporque hoy no ha habido peleas.

La mayoría de la gente en la mesapareció incomodarse. Algunos inclusoenfadarse.

Mi padre puso cara de saber que yotenía razón, pero no quiso decir nada

porque no era su familia. Mi madre sepuso nerviosa por lo que iba a hacer supadre. Solo una persona en la mesa dijoalgo. Fue mi tía abuela, la quenormalmente se encierra en el baño.

—Amén.Y, de alguna manera, aquello lo

arregló todo.Cuando nos preparábamos para

irnos, me acerqué a mi abuelo y le di unabrazo y un beso en la mejilla. Se limpióla huella de mis labios con la palma de lamano y me fulminó con la mirada. No legusta que los chicos de la familia lotoquen. Pero a pesar de todo, me alegromucho de haberlo hecho, por si acaso semuere. Nunca di ese paso con mi tíaHelen.

Con mucho cariño,Charlie

7 de diciembre de 1991 Querido amigo: ¿Has oído hablar alguna vez del «AmigoInvisible»? Es un juego en el que un grupode amigos saca nombres de un sombrero ytiene que comprar un montón de regalosde Navidad para la persona que le hatocado. Se colocan «secretamente» losregalos en la taquilla de la personacuando esta no está. Después, al final, hayuna fiesta, y todo el mundo revela quién es

mientras da sus últimos regalos.Sam empezó a hacer esto con su

grupo de amigos hace tres años. Ahora esuna especie de tradición. Y en teoría, lafiesta que hay al final es siempre la mejordel año. Es la noche después de nuestroúltimo día de clase antes de lasvacaciones de Navidad.

No sé a quién le he tocado yo. A míme ha tocado Patrick.

Me alegro mucho de que me tocaraPatrick, aunque hubiera preferido a Sam.Llevo varias semanas sin ver a Patrick,salvo en clase de Pretecnología, porqueha estado pasando casi todo el tiempo conBrad, así que pensar en sus regalos es unabuena forma de pensar en él.

El primer regalo va a ser una cintade varios. Sé que tiene que serlo. Ya

tengo las canciones escogidas y un tema.Se llama «Un invierno». Pero he decididono colorear a mano la carátula. Laprimera cara tiene un montón de cancionesde Village People y Blondie porque aPatrick le gusta mucho ese tipo de música.También tiene Smells Like Teen Spirit deNirvana, que Sam y Patrick adoran. Perola segunda cara es la que más me gusta.Tiene canciones que tratan más o menossobre el invierno.

Aquí van:

Asleep de The Smiths.Vapour Trail de Ride.Scarborough Fair de Simon &

Garfunkel.A Whiter Shade of Pale de Procol

Harum.

Time of No Reply de Nick Drake.Dear Prudence de los Beatles.Gypsy de Suzanne Vega.Nights in White Satin de The Moody

Blues.Daydream de Smashing Pumpkins.Dusk de Genesis (¡antes incluso de

que Phil Collins estuviera en la banda!).MLK de U2.Blackbird de los Beatles.Landslide de Fleetwood Mac.

Y al final...

Asleep de The Smiths (¡otra vez!)

He pasado toda la noche trabajando

en ella, y espero que a Patrick le gustetanto como a mí. Sobre todo la segunda

cara. Espero que sea el tipo de segundacara que pueda escuchar cada vez queconduzca solo y que lo reconforte cuandoesté triste. Espero que pueda ser algo asípara él.

Sentí algo increíble cuando por fintuve la cinta en la mano. Pensé para míque en la palma de la mano tenía una cintallena de recuerdos y sentimientos ygrandes alegrías y tristezas. Ahí, en lapalma de mi mano. Y pensé en cuántagente ha amado esas canciones. Y cuántagente lo ha pasado muy mal por culpa deesas canciones. Y cuánta gente lo hapasado muy bien con ellas. Y cuántosignifican de verdad esas canciones. Creoque sería genial haber escrito alguna.Apuesto a que si yo hubiera escrito una deellas estaría muy orgulloso. Espero que la

gente que las haya escrito esté contenta.Espero que se sienta satisfecha. Deverdad que lo espero, porque me hanhecho muy feliz. Y solo soy una persona.

Me muero de ganas de tener elpermiso de conducir.

A propósito, no te he hablado de Billdesde hace tiempo. Pero supongo que nohay mucho que contar, porque siguedándome libros que no les da a otrosestudiantes, y yo sigo leyéndolos, y él mesigue pidiendo que escriba redacciones, yyo las hago. Durante el último mes o así,he leído El Gran Gatsby y Una paz solonuestra. Estoy empezando a reconocer unpatrón en el tipo de libros que Bill me dapara leer. E igual que la cinta decanciones, es increíble sostener cada unode ellos en la palma de la mano. Todos

son mis favoritos. Todos.

Con mucho cariño,Charlie

11 de diciembre de 1991 Querido amigo: ¡A Patrick le ha encantado la cinta!Aunque creo que ha descubierto que soysu Amigo Invisible, porque creo que sabeque solo yo haría una cinta así. Tambiénsabe cómo es mi letra. No sé por qué nocaigo en estas cosas hasta que esdemasiado tarde. Tendría que haberla

reservado para el último regalo.A propósito, he pensado en mi

segundo regalo para Patrick. Es poesíamagnética. ¿Has oído hablar de ello? Porsi acaso no, te lo explicaré. Un chico ouna chica ponen un montón de palabras enuna hoja de papel magnético y corta laspalabras en piezas separadas. Después laspones en tu nevera y escribes poemasmientras te haces un bocadillo. Es muydivertido.

El regalo de mi Amigo Invisible noha sido nada especial. Me ha entristecido.Apostaría cualquier cosa a que MaryElizabeth es mi Amigo Invisible, porquesolo ella me regalaría calcetines.

Con mucho cariño,Charlie

19 de diciembre de 1991 Querido amigo: Desde mi última carta he recibidopantalones «de vestir» de segunda mano.También he recibido una corbata, unacamisa blanca, zapatos y un cinturónviejo. Supongo que mi último regalo en lafiesta será una chaqueta, porque es loúnico que falta. Me han dicho medianteuna nota escrita a máquina que lleve todoslos regalos puestos a la fiesta. Espero quehaya algo detrás de esto.

Lo bueno es que a Patrick le gustaron

mucho todos mis regalos. El regalonúmero tres fue un estuche de acuarelas ypapel. Me pareció que podría gustarletenerlas, incluso si no las utiliza. Elregalo número cuatro ha sido unaarmónica y un libro sobre cómo tocarla.Probablemente parezca el mismo regaloque las acuarelas, pero es que pienso quetodo el mundo debería tener acuarelas,poesía magnética y una armónica.

Mi último regalo antes de la fiesta esun libro llamado El alcalde de la calleCastro. Es sobre un hombre llamadoHarvey Milk, que fue un líder gay en SanFrancisco. Fui a la biblioteca cuandoPatrick me dijo que era gay, e investiguéun poco porque sinceramente no sabíademasiado del tema. Encontré un artículoacerca de un documental sobre Harvey

Milk. Y, como no pude encontrar eldocumental, busqué su nombre y encontréeste libro.

No lo he leído, pero por sudescripción parece muy bueno. Esperoque a Patrick le diga algo. Me muero deganas de que llegue la fiesta para poderdarle a Patrick mi regalo. Por cierto, hehecho ya los exámenes finales delsemestre y he estado muy ocupado, y te lohabría contado todo sobre el tema, pero esque no parece tan interesante como lascosas que tienen que ver con las fiestas.

Con mucho cariño,Charlie

21 de diciembre de 1991

Querido amigo: Guau. Guau. Puedo contártelo con pelos yseñales si quieres. Estábamos todossentados en la casa de Sam y Patrick, quenunca había visto antes. Es una casaelegante. Muy limpia. Y estábamosdándonos los últimos regalos. Las lucesde fuera estaban encendidas, y nevaba, yparecía mágico. Como si estuviéramos enotro lugar. Como si estuviéramos en unlugar mejor.

Era la primera vez que veía a lospadres de Sam y Patrick. Son muyagradables. La madre de Sam es muyguapa y cuenta unos chistes buenísimos.

Sam dijo que antes había sido actriz,cuando era más joven. El padre de Patrickes muy alto y da buenos apretones demano. También es muy buen cocinero.Muchos padres te hacen sentirincomodísimo cuando los conoces. Perolos de Sam y Patrick no. Fueron muysimpáticos durante toda la cena y, cuandoacabó, se fueron para que pudiéramostener nuestra fiesta. Ni siquiera se pasarona echarnos un ojo ni nada. Ni una solavez. Simplemente nos dejaron creer queera nuestra casa. Así que decidimos tenerla fiesta en la sala «de juegos», que notiene juegos, sino una gran alfombra.

Cuando revelé que yo era el AmigoInvisible de Patrick, todos se rieronporque ya lo sabían, y Patrick hizo unagran actuación fingiendo sorpresa, que fue

algo muy bonito por su parte. Después,todos preguntaron qué era mi últimoregalo, y les dije que era un poema quehabía leído hacía tiempo. Era un poemaque Michael había copiado para mí. Y lohe leído mil veces desde entonces porqueno sé quién lo ha escrito. No sé si algunavez formó parte de un libro o si lo dieronen alguna clase. Y no sé qué edad teníaesa persona. Pero sé que quiero conocerloo conocerla. Quiero saber que esapersona está bien.

Así que todos me pidieron que melevantara y leyera el poema. Y no mecorté porque estábamos intentandocomportarnos como adultos y bebíamosbrandy. Y yo estaba agitado. Todavíaestoy algo agitado, pero tengo quecontártelo ya. Entonces, me levanté y,

justo antes de leer el poema, les pedí atodos que si sabían quién lo había escritoque por favor me lo dijeran.

Cuando acabé de leer el poema, todoel mundo se quedó en silencio. Unsilencio muy triste. Pero lo increíble fueque no era una tristeza mala, para nada.Solo algo que hizo que todos miraran alos demás a su alrededor y supieran queestaban allí. Sam y Patrick me miraron amí. Y yo los miré a ellos. Y creo queellos comprendían. Nada en concreto, enrealidad. Simplemente, comprendían. Ycreo que es todo lo que puedes llegar apedirle a un amigo.

Entonces fue cuando Patrick puso lasegunda cara de la cinta que hice para él yles sirvió a todos otra copa de brandy.Supongo que parecíamos un poco tontos

bebiéndolo, pero no nos sentíamos tontos.Eso os lo puedo asegurar.

Mientras sonaban las canciones,Mary Elizabeth se levantó. Pero nollevaba una chaqueta en la mano. Resultóque no era para nada mi Amigo Invisible.Era el Amigo Invisible de la otra chicacon tatuaje y piercing en el ombligo, cuyonombre verdadero es Alice. Le regaló unesmalte de uñas negro al que Alice ya lehabía echado el ojo. Y Alice se loagradeció mucho. Yo me quedé allí,mirando por la habitación. Buscando lachaqueta. Sin saber quién podía tenerla.

La siguiente en levantarse fue Sam, yle dio a Bob una pipa de marihuana hechaa mano por los indios americanos queparecía bastante oportuna.

Hubo más regalos de la gente. Y

hubo más abrazos. Y por fin, llegó elfinal. No quedaba nadie excepto Patrick.Y se levantó y se fue andando a la cocina.

—¿Alguien quiere más patatas fritas?Todos querían. Y salió con tres tubos

de Pringles y una chaqueta. Y se acercó amí. Y dijo que todos los grandesescritores solían ir siempre con traje.

Así que me puse la chaqueta, aunqueno sentía que realmente lo mereciera, yaque lo único que escribo son redaccionespara Bill, pero fue un regalo precioso, ytodos aplaudieron igualmente. Sam yPatrick estuvieron de acuerdo en queestaba guapo. Mary Elizabeth sonrió. Yocreo que ha sido la primera vez en mivida que me he visto «bien». ¿Sabes a loque me refiero? Esa sensación agradableque sientes cuando miras en el espejo y

tienes el pelo bien por primera vez en tuvida... No creo que debiéramos darletanta importancia al peso, a los músculosy al día que tenemos el pelo bien, perocuando ocurre, es agradable. Y tanto quelo es.

El resto de la noche fue muyespecial. Ya que un montón de gente seiba con sus familias a lugares comoFlorida e Indiana, todos intercambiamosregalos con aquellos para los que noéramos Amigos Invisibles.

Bob le dio a Patrick tres gramos ymedio de marihuana con una postalnavideña. Incluso la envolvió en papel deregalo. Mary Elizabeth le regaló a Samunos pendientes. Alice igual. Y Samtambién les regaló pendientes a ellas.Creo que es algo muy de chicas. Tengo

que reconocer que me dio un poco depena porque aparte de Sam y Patricknadie me hizo ningún regalo. Supongo queno somos muy íntimos, así que es lógico.Pero, aun así, me dio un poco de pena.

Y, entonces, llegó mi turno. Le regaléa Bob un tubito de plástico para hacerpompas de jabón porque me parecía queencajaba con su personalidad. Supongoque acerté.

—Es total —fue lo único que dijo.Se pasó el resto de la noche

soplando pompas hacia el techo.La siguiente fue Alice. Le regalé un

libro de Anne Rice porque siempre estáhablando de ella. Y me miró como si nopudiese creer que yo supiera que leencantaba Anne Rice. Supongo que no eraconsciente de cuánto habla o de cuánto

escucho yo. Pero me lo agradecióigualmente. Después vino Mary Elizabeth.Le di cuarenta dólares dentro de unatarjeta. La tarjeta decía algo muy sencillo:«Para gastarlos en imprimir a color PunkRocky la próxima vez».

Y se quedó mirándome con cara rara.Entonces, todos empezaron a mirarme concara rara salvo Sam y Patrick. Creo queempezaron a sentirse mal por no habermeregalado nada. Pero no me parece quedebieran hacerlo, porque no creo que esesea el sentido, verdaderamente. MaryElizabeth se limitó a sonreír, y dijo«gracias», y después apartó los ojos delos míos.

Por último llegó Sam. Había estadopensando en su regalo durante muchotiempo. Creo que pensé en su regalo la

primera vez que la miré de verdad. Nocuando la conocí o la miré, sino laprimera vez que la miré verdaderamente,no sé si me entiendes. Lo acompañaba unatarjeta.

Dentro de la tarjeta le decía a Samque el regalo que le hacía me lo habíadado mi tía Helen. Era un viejo disco de45 rpm que tenía la canción Something delos Beatles. Solía escucharla todo el ratocuando era pequeño y pensaba en lascosas de los mayores. Me iba a la ventanade mi dormitorio y contemplaba fijamentemi reflejo en el cristal y los árboles detrásde él y escuchaba la canción durantehoras. Decidí entonces que cuandoconociera a una persona que me parecieratan bonita como la canción se la regalaría.Y no me refería a bonita en el exterior.

Me refería a bonita en todos los sentidos.Por eso se la daba a Sam.

Sam me miró emocionada. Y meabrazó. Y yo cerré los ojos porque noquería sentir nada que no fueran susbrazos. Y ella me besó en la mejilla ysusurró para que nadie pudiera oírlo:

—Te quiero.Sabía que lo decía como amiga, pero

no me importó porque era la tercera vezdesde que mi tía Helen había muerto quese lo oía a alguien. Las otras dos veceshabía sido mi madre.

Después de aquello no podía creerque Sam realmente tuviera un regalo paramí, porque de verdad que aquel «tequiero» me lo pareció. Pero sí que teníaun regalo para mí. Y por primera vez,algo así de bueno me hizo sonreír y no

llorar. Supongo que Sam y Patrick fuerona la misma tienda de segunda mano,porque sus regalos iban juntos. Me llevó asu habitación y me puso delante de sutocador, que estaba cubierto por una fundade almohada de colores alegres. Levantóla funda y ahí estaba yo, de pie con mitraje de segunda mano, mirando unamáquina de escribir antigua con una cintade tinta nueva. Dentro de la máquina habíauna hoja blanca de papel.

En esa hoja blanca de papel, Samtecleó: «Escribe sobre mí alguna vez». Yyo respondí, de pie allí mismo, en suhabitación. Escribí simplemente: «Loharé».

Y me alegré de que esas fueran lasdos primeras palabras que había escritoen la nueva máquina de escribir antigua

que me había regalado Sam. Nos sentamosallí en silencio durante un momento y ellasonrió. Y yo volví a la máquina deescribir y escribí algo:

—Yo también te quiero.Y Sam miró el papel, y me miró a

mí.—Charlie... ¿has besado alguna vez a

una chica?Sacudí la cabeza negativamente.

Todo estaba en silencio.—¿Ni siquiera cuando eras

pequeño?Volví a negar con la cabeza. Y ella

puso una cara muy triste.Me contó la primera vez que la

besaron. Me dijo que fue uno de losamigos de su padre. Ella tenía siete años.Y no le había hablado a nadie del tema

salvo a Mary Elizabeth y después aPatrick, hacía un año. Y empezó a llorar.Y dijo algo que no olvidaré. Nunca.

—Sé que sabes que me gusta Craig.Y sé que te dije que no pensaras en mí deesa manera. Y sé que no podemos estarjuntos. Pero quiero olvidar todo esodurante un minuto. ¿Vale?

—Vale.—Quiero asegurarme de que la

primera persona que besas te quiere.¿Vale?

—Vale.Entonces se echó a llorar con más

fuerza. Y yo también, porque cuando oigocosas así no puedo evitarlo.

—Solo quiero estar segura de eso.¿Vale?

—Vale.

Y me besó. Fue el tipo de beso delque nunca podría hablar en voz alta a misamigos. Fue el tipo de beso que me hizosaber que nunca había sido tan feliz entoda mi vida.

Una vez en una hoja amarilla depapel con rayas verdes

escribió un poemaY lo llamó «Chops»porque así se llamaba su perroY de eso trataba todoY su profesor le puso un

sobresalientey una estrella doradaY su madre lo colgó en la puerta de

la cocinay se lo leyó a sus tíasEse fue el año en el que el Padre

Tracyllevó a todos los niños al zooY les dejó cantar en el autobúsY su hermana pequeña naciócon las uñas de los pies diminutas y

sin peloY su madre y su padre se besaban

muchoY la niña de la vuelta de la esquina

le envió unatarjeta de San Valentín firmada con

una fila de Xy él tuvo que preguntarle a su padre

qué significaban las XY su padre siempre lo arropaba en

la cama por la nocheY siempre estaba ahí para hacerlo

Una vez en una hoja blanca de

papel con rayas azulesescribió un poemaY lo llamó «Otoño»porque así se llamaba la estaciónY de eso trataba todoY su profesor le puso un

sobresalientey le pidió que escribiera con más

claridadY su madre nunca lo colgó en la

puerta de la cocinaporque estaba recién pintadaY los niños le dijeronque el Padre Tracy fumaba purosY dejaba colillas en los bancos de la

iglesiaY a veces las quemaduras hacían

agujerosEse fue el año en que a su hermana

le pusieron gafascon cristales gruesos y montura

negraY la niña de la vuelta de la esquina

se riocuando él le pidió que fuera a ver a

Papá NoelY los niños le dijeron por quésu madre y su padre se besaban

muchoY su padre nunca lo arropaba en la

cama por la nocheY su padre se enfadócuando se lo pidió llorando

Una vez en un papel arrancado de

su cuadernoescribió un poemaY lo llamó «Inocencia: una duda»

porque esa duda tenía sobre suchica

Y de eso trataba todoY su profesor le puso un

sobresalientey lo miró fijamente de forma

extrañaY su madre nunca lo colgó en la

puerta de la cocinaporque él nunca se lo enseñóEse fue el año en el que murió el

Padre TracyY olvidó cómoera el final del credoY sorprendió a su hermanaenrollándose con uno en el porche

traseroY su madre y su padre nunca se

besaban

ni siquiera se hablabanY la chica de la vuelta de la esquinallevaba demasiado maquillajeQue le hacía toser cuando la besabapero la besaba de todas formasporque tenía que hacerloY a las tres de la madrugada se

metió él mismo en la camamientras su padre roncaba

profundamente

Por eso en el dorso de una bolsa depapel marrón

intentó escribir otro poemaY lo llamó «Absolutamente nada»Porque de eso trataba todo en

realidadY se dio a sí mismo un sobresalientey un corte en cada una de sus

malditas muñecasY lo colgó en la puerta del bañoporque esta vez no creyóque pudiera llegar a la cocina.

Ese fue el poema que leí para

Patrick. Nadie sabía quién lo habíaescrito, pero Bob dijo que lo había oídoantes, y había oído que era la nota desuicidio de un chico. Espero que no lofuera, porque entonces no sé si me gusta elfinal.

Con mucho cariño,Charlie

23 de diciembre de 1991 Querido amigo: Sam y Patrick se fueron ayer con sufamilia al Gran Cañón. No me sientodemasiado mal al respecto porque todavíapuedo recordar el beso de Sam. Me dapaz y me hace sentir bien. Incluso meplanteé no lavarme los labios, como hacenen televisión, pero después pensé quepodría ser demasiado asqueroso. Así quehe pasado todo el día de hoy paseandopor el barrio. Incluso saqué mi viejotrineo y mi vieja bufanda. Hay algoacogedor en ello.

Llegué a la colina donde solíamos ircon el trineo. Había un montón de niñospequeños. Contemplé cómo se deslizaban

a toda velocidad. Dando saltos y haciendocarreras. Y pensé que todos aquellosniños pequeños iban a crecer algún día. Ytodos aquellos niños pequeños iban ahacer lo que nosotros hacemos. Y todosbesarán a alguien algún día. Pero, porahora, con el trineo tienen suficiente. Creoque sería genial si montar en trineo fuerasiempre suficiente, aunque no lo es.

Me alegro mucho de que lasNavidades y mi cumpleaños estén alllegar porque eso significa que Sam yPatrick volverán pronto, porque yaempiezo a sentir que me estoy yendo a eselugar oscuro donde solía ir. Después deque mi tía Helen nos dejara, fui a eselugar. Se puso todo tan negro que mimadre tuvo que llevarme a un médico yrepetí curso. Pero ahora estoy intentando

no pensar en ello demasiado porque loempeora todo.

Es como cuando te miras en elespejo y dices tu nombre. Y llega unmomento en el que nada parece real.Bueno, a veces puedo hacerlo, pero no mehace falta pasar una hora delante de unespejo. Ocurre muy rápido, y las cosasempiezan a desvanecerse. Y abro los ojosy no veo nada. Y entonces se me acelerala respiración intentando ver algo, pero nolo consigo. Esto no ocurre todo el rato,pero cuando pasa, me asusta.

Casi me ha pasado esta mañana, peropensé en el beso de Sam y la sensacióndesapareció.

Probablemente no debería escribirdemasiado sobre el tema porque loreaviva todo. Me hace pensar demasiado.

Y estoy intentando implicarme. Solo quees duro porque Sam y Patrick están en elGran Cañón.

Mañana voy a ir con mi madre acomprar regalos para todos. Y despuéscelebraremos mi cumpleaños. Nací el 24de diciembre. No sé si alguna vez te lo hedicho. Es un día raro para un cumpleañosporque está demasiado cerca de Navidad.Después de eso, celebraremos la Navidadcon la familia de mi padre, y mi hermanovolverá a casa una temporada. Entoncesiré a hacer el examen de conducir, así queestaré ocupado mientras Sam y Patrickestán fuera.

Esta noche estuve viendo latelevisión con mi hermana, pero ella noquería ver la programación navideña queestaban poniendo, así que decidí subir al

piso de arriba y leer.Bill me dio un libro para leer durante

las vacaciones. Es El guardián entre elcenteno. Era el libro favorito de Billcuando tenía mi edad. Dijo que era uno deesos libros que haces tuyos.

Leí las primeras veinte páginas.Todavía no sé qué me parece, pero resultaapropiado en estas fechas. Espero queSam y Patrick me llamen por micumpleaños. Me haría sentir muchísimomejor.

Con mucho cariño,Charlie

25 de diciembre de 1991 Querido amigo: Estoy sentado en el antiguo dormitorio demi padre en Ohio. Mi familia todavía estáen el piso de abajo. No me sientodemasiado bien. No sé qué me pasa, peroestoy empezando a asustarme. Ojalávolviéramos a casa esta noche, perosiempre nos quedamos a dormir aquí. Noquiero decírselo a mi madre porque soloconseguiría preocuparla. Se lo contaría aSam y Patrick, pero no me llamaron ayer.Y esta mañana nos fuimos de casadespués de abrir los regalos. Quizállamaran por la tarde. Espero que no lohicieran, porque no estaba allí. Esperoque no te importe que te lo esté contando.

Es que no sé qué otra cosa hacer. Siempreme pongo triste cuando me pasa esto, ydeseo que Michael estuviera aquí. Ydeseo que mi tía Helen estuviera aquí.Echo de menos a mi tía Helen cuandoestoy así. Leer tampoco está sirviendo deayuda. No sé. Estoy pensando demasiadorápido. Rapidísimo. Como anoche.

Estuvimos viendo en familia ¡Québello es vivir!, que es una película muybonita. Y en lo único que podía pensar eraen que la película debería ir sobre el tíoBilly. George Bailey fue un hombreimportante en su pueblo. Gracias a él, unmontón de gente consiguió salir de losbarrios pobres. Salvó el pueblo y, cuandosu padre murió, fue el único que pudohacerse cargo de todo. Quería vivir unaaventura, pero se quedó allí y sacrificó

sus sueños por el bien de la comunidad.Y, entonces, cuando aquello lo entristeció,fue a suicidarse. Iba a morir porque eldinero de su seguro de vida habríaayudado a su familia. Y entonces un ángelbajó del cielo y le enseñó cómo sería lavida si él no hubiera nacido. Cómo habríasufrido todo el pueblo. Y cómo su mujerse habría convertido en una «solterona».Y, este año, mi hermana ni siquiera abrióla boca sobre lo pasado de moda que haquedado eso. Un año sí y otro no hace uncomentario sobre cómo Mary se ganaba lavida trabajando y que solo por el hechode no haberse casado no significa que suvida no haya merecido la pena. Pero esteaño no dijo nada. No sé por qué. Penséque podía tener algo que ver con su noviosecreto. O quizá con lo que ocurrió en el

coche de camino a la casa de la abuela.Yo hubiera querido que la película tratarasobre el tío Billy porque bebe mucho y esgordo y perdió todo su dinero. Quería queel ángel bajara del cielo y nos enseñaraque la vida del tío Billy tenía sentido.Creí que me haría sentir mejor.

Todo empezó ayer en casa. No megusta mi cumpleaños. No me gusta nada.Fui de compras con mi madre y mihermana, y mi madre estaba de mal humorpor las plazas de aparcamiento. Y mihermana estaba de mal humor porque nopodía comprarle un regalo a su noviosecreto a escondidas de mamá y tendríaque volver por su cuenta más tarde. Y yome sentía raro. Muy raro, porque mientrasdábamos vueltas por todas las tiendas, nosabía qué regalo querría mi padre que yo

le hiciera. Sabía qué comprarle oregalarle a Sam y Patrick, pero no sabíaqué podía comprarle o regalarle o hacerlea mi propio padre. A mi hermano legustan los pósteres de chicas y de latas decerveza. A mi hermana le gustan los valespara un corte de pelo. A mi madre laspelículas antiguas y las plantas. A mipadre solo le gusta el golf, y no es undeporte de invierno excepto en Florida, yno vivimos allí. Y ya no juega al béisbol.No le gusta ni siquiera que se lorecuerden, salvo si se pone a contaranécdotas. Yo quería saber qué comprarlea mi padre porque lo quiero. Y no loconozco. Y a él no le gusta hablar de estascosas.

—Bueno, ¿por qué no te juntas con tuhermana y le compráis ese jersey?

—No quiero. Quiero comprarle algopor mi cuenta. ¿Qué tipo de música legusta?

Mi padre ya no escucha demasiadamúsica y todo lo que le gusta lo tiene.

—¿Qué tipo de libros le gusta leer?Mi padre ya no lee casi libros

porque los escucha grabados en casetesde camino al trabajo, y los consigue gratisde la biblioteca.

¿Qué tipo de películas? ¿Qué tipo decosa?

Mi hermana decidió comprar eljersey por su cuenta. Y se empezó aenfadar conmigo porque necesitabatiempo para volver a la tienda y comprarel regalo para su novio secreto.

—Cómprale unas pelotas de golf yya está, Charlie, por Dios.

—Pero es un deporte de verano.—Mamá... ¿Puedes obligarlo a

comprar algo?—Charlie. Cálmate. No pasa nada.Me sentía tan triste... No sabía lo que

estaba pasando. Mi madre intentaba sermuy dulce porque cuando me pongo así esella la que se esfuerza verdaderamentepara que nadie pierda los estribos.

—Lo siento, mamá.—No. No lo sientas. Quieres

comprarle un buen regalo a tu padre. Esalgo positivo.

—¡Mamá! —mi hermana se estabaponiendo furiosa.

Mi madre ni siquiera la miró.—Charlie, puedes comprarle a tu

padre lo que quieras. Sé que le va aencantar. Ahora, cálmate. No pasa nada.

Mi madre me llevó a cuatro tiendasdistintas. En cada una de ellas mi hermanase sentó en la silla más cercana a la puertarefunfuñando. Por fin encontré la tiendaperfecta. Era de películas. Y encontré unvídeo del último episodio de M.A.S.H. sinlos anuncios. Y me sentí mucho mejor.Entonces, empecé a hablarle a mamá decuando la vimos todos juntos.

—Ya lo sabe, Charlie. Estaba allí,¿o no te acuerdas? Venga, vámonos.

Mi madre le dijo a mi hermana queno se metiera donde no la llamaban, yescuchó cómo le contaba la historia queella ya sabía, quitando la parte sobre mipadre llorando porque ese era nuestropequeño secreto. Mi madre incluso medijo que cuento muy bien las cosas.Quiero mucho a mi madre. Y esta vez le

dije que la quería. Y ella me dijo que ellatambién me quería. Y todo estuvo biendurante un rato.

Nos sentamos a la mesa para cenar,esperando a que mi padre volviera a casadel aeropuerto con mi hermano. Llegabaya muy tarde, y mi madre empezó apreocuparse porque afuera estabanevando mucho. E hizo que mi hermana sequedara en casa porque necesitaba ayudacon la cena. Quería que fuera muyespecial, por mi hermano y por mí, porquemi hermano volvía a casa y yo cumplíaaños. Pero mi hermana solo queríacomprarle un regalo a su novio. Estaba deun humor de perros. Se comportaba comoesas chicas insoportables de las películasde los ochenta, y mi madre no paraba dedecir «jovencita» al terminar cada frase.

Al final, mi padre telefoneó y dijoque, debido a la nieve, el avión de mihermano iba a llegar con mucho retraso.Yo solo oí la parte de mi madre de ladiscusión.

—Pero es la cena de cumpleaños deCharlie... No, no espero que hagas nada...¿lo perdió? Solo estoy preguntando... Nohe dicho que sea culpa tuya... no... Nopuedo hacer que no se enfríe... estaráseco... ¿qué?... Pero es su favorito...bueno, ¿y qué les voy a dar de comer?...Claro que tienen hambre... ya llegáis unahora tarde... bueno, podrías haberllamado...

No sé cuánto tiempo estuvo mi madreal teléfono porque no pude quedarme en lamesa a escuchar. Me fui a leer a mihabitación. De todas formas, ya se me

había pasado el hambre. Solo quería estaren un sitio tranquilo. Después de un rato,mi madre entró en mi cuarto. Dijo quepapá había vuelto a llamar y que estaríanen casa en treinta minutos. Me preguntó sime pasaba algo, y supe que no se refería ami hermana, y supe que no se refería aella y a mi padre peleándose por teléfonoporque ese tipo de cosas pasan a veces.Mi madre había notado que llevaba todoel día muy triste y no creía que fueraporque mis amigos se hubieran ido,porque el día anterior parecía estar biencuando volví de montar en trineo.

—¿Es por tu tía Helen?Fue su forma de decirlo lo que

empezó a emocionarme.—Por favor, no te hagas esto a ti

mismo, Charlie.

Pero sí lo hice. Como hago siemprepor mi cumpleaños.

—Lo siento.Mi madre no me iba a dejar hablar

del tema. Sabe que dejo de escuchar yempiezo a respirar muy rápidamente. Metapó la boca y me enjugó las lágrimas. Mecalmé lo bastante para ir al piso de abajo.Y me calmé lo bastante como paraalegrarme cuando mi hermano volvió acasa. Y cuando nos tomamos la cena, noestaba demasiado seca. Luego, fuimosafuera a poner luminarias, que consiste enque todos nuestros vecinos llenan dearena bolsas de papel marrón y cubrencon ellas las aceras de la calle. Entoncesclavamos una vela en la arena de cadabolsa y, cuando las encendemos, la callese convierte en una especie de «pista de

aterrizaje» para Papá Noel. Me encantaponer luminarias todos los años porque esprecioso, y una tradición, y me distraebastante de que sea mi cumpleaños.

Mi familia me hizo unos regalos muybuenos. Mi hermana seguía todavíaenfadada conmigo, pero a pesar de todome regaló un disco de The Smiths. Y mihermano me dio un póster firmado por elequipo entero de fútbol. Mi padre meregaló algunos discos que mi hermana ledijo que comprara. Y mi madre me regalólibros que a ella le habían encantadocuando era joven. Uno de ellos era Elguardián entre el centeno.

Empecé a leer el ejemplar de mimadre por donde había dejado el de Bill.Y no me hizo pensar en mi cumpleaños.Lo único que pensé fue en que pronto me

voy a examinar para sacarme el carné deconducir. Era algo bastante bueno en loque pensar. Y entonces pensé en misclases de conducir del semestre pasado.

El señor Smith, que es bajito y hueleraro, no nos dejaba a ninguno poner laradio mientras conducíamos. Habíatambién dos de segundo año de instituto,un chico y una chica. Solían tocarse laspiernas a escondidas en el asiento de atráscuando era mi turno. Y luego estaba yo.Ojalá tuviera un montón de anécdotas quecontar sobre las clases de conducir.Bueno, está lo de esas películas sobreaccidentes mortales en la autopista. Ytambién los oficiales de policía quevenían a darnos charlas. Y es verdad quefue divertido conseguir mi permiso deconductor en prácticas, pero mis padres

dijeron que no quieren que conduzca hastaque no haya más remedio, por lo caro quees el seguro. Y sería incapaz de pedirle aSam que me dejara conducir su camioneta.Simplemente, no podría.

Este tipo de cosas hicieron que metranquilizara la noche de mi cumpleaños.

A la mañana siguiente, la Navidadempezó bien. A papá le gustó un montónsu vídeo de M.A.S.H., lo que me hizomucha ilusión, sobre todo porque contó supropia versión de aquella noche en que lavimos. Omitió la parte de cuando se fue allorar, pero me guiñó un ojo para quesupiera que se acordaba. Incluso el viajede dos horas hasta Ohio no estuvo nadamal durante la primera media hora,aunque tuviera que sentarme encima delbulto del asiento trasero, porque mi padre

no paraba de hacer preguntas sobre launiversidad y mi hermano no paraba dehablar. Está saliendo con una de esasanimadoras que hacen volteretas en el airedurante los partidos de fútbol. Se llamaKelly. Mi padre estaba muy interesado enel tema. Mi hermana hizo algúncomentario sobre lo estúpido y machistaque es ser animadora, y mi hermano ledijo que cerrara la boca. Kelly se estabaespecializando en Filosofía. Le pregunté ami hermano si Kelly tenía una bellezapoco convencional.

—No, tiene belleza de tía buena.Y mi hermana empezó a hablar de

que el aspecto de una mujer no es lo másimportante. Yo estuve de acuerdo conella, pero entonces mi hermano empezó adecir que mi hermana no era más que una

«tortillera con mala leche». Entonces, mimadre le dijo a mi hermano que noutilizara ese vocabulario delante de mí, loque resultó extraño, teniendo en cuentaque probablemente yo sea el único de lafamilia que tiene un amigo gay. Quizá no,pero sí soy el que habla de ello. No estoyseguro. Independientemente, mi padrepreguntó cómo se habían conocido mihermano y Kelly.

Mi hermano y Kelly se habíanconocido en un restaurante llamado YeOlde College Inn o algo así, en PennState. Al parecer, tienen un famoso postrel lamado grilled stickies. Bueno, puesKelly estaba con sus compañeras dehermandad, y estaban a punto de irse,cuando a Kelly se le cayó un libro justodelante de mi hermano y siguió

caminando. Mi hermano dijo que aunqueKelly lo niega, está seguro de que dejócaer el libro a propósito. Las hojas de losárboles estaban en todo su esplendorcuando la alcanzó, enfrente de una sala dejuegos. Al menos, así nos lo contó.Pasaron el resto de la tarde jugando avideojuegos antiguos como el DonkeyKong y sintiendo nostalgia, descripciónque me pareció triste y dulce a la vez. Lepregunté a mi hermano si Kelly bebíachocolate.

—¿Estás colocado?Y de nuevo mi madre le pidió a mi

hermano que no usara ese vocabulariodelante de mí, y otra vez resultó extraño,porque creo que soy la única persona dela familia que ha estado colocado algunavez. Quizá también mi hermano. No estoy

seguro. Lo que está claro es que mihermana no. Aunque pensándolo bien,quizá toda mi familia se haya colocado,pero no le contamos esas cosas a losdemás.

Mi hermana pasó los diez minutossiguientes criticando el sistema griego delas hermandades universitarias. Estuvocontando historias de «novatadas» y dechicos que incluso habían muerto.Después contó que había oído que ciertahermandad femenina hacía que las nuevasse pusieran de pie en ropa interiormientras iban enmarcando en círculos su«grasa» con un rotulador de color rojo.Cuando llegó a este punto, mi hermano yaestaba harto de mi hermana.

—¡Gilipolleces!Todavía no puedo creer que mi

hermano dijera eso en el coche y que nimi padre ni mi madre dijeran nada.Supongo que, como ahora está en launiversidad, no pasa nada. A mi hermanale dio igual el taco. Continuó insistiendo:

—No son gilipolleces. Lo he oído.—¡Cuidado con esa boca, jovencita!

—dijo mi padre desde el asientodelantero.

—¿Ah, sí? ¿Dónde lo has oído? —preguntó mi hermano.

—Lo oí en la National Public Radio—dijo mi hermana.

—¡Ay, Dios mío! —mi hermanotiene una risa muy fuerte.

—Pues sí, lo oí.Mis padres parecía que estaban

viendo un partido de tenis a través delparabrisas, porque no paraban de sacudir

la cabeza de un lado a otro. No dijeronnada. No volvieron la vista. Deberíaseñalar, sin embargo, que mi padreempezó a subir lentamente el volumen dela música navideña de la radio hasta quefue ensordecedora.

—No dices más que idioteces ymentiras. Además, ¿cómo ibas a saber túnada, de todas formas? No has estado enla universidad. Kelly no tuvo que pasarpor nada parecido.

—Ya, claro... Como que te lo iba acontar.

—Sí... Lo haría. No tenemossecretos.

—Oh, eres un tío tan sensible ymoderno...

Quería que dejaran de pelearseporque me estaba empezando a enfadar,

así que le hice otra pregunta a mihermano.

—¿Habláis de libros y de temasintelectuales?

—Gracias por preguntar, Charlie. Sí.La verdad es que sí lo hacemos. El librofavorito de Kelly resulta que es Walden,de Henry David Thoreau. Y resulta queKelly ha dicho que el movimientotrascendentalista sigue siendo relevantehoy en día.

—Ohhh. Esas son palabrasmayores... —mi hermana sabe poner losojos en blanco mejor que nadie.

—Perdona, ¿alguien hablabacontigo? Estaba hablando con mi hermanopequeño sobre mi novia. Kelly dice queespera que un buen candidato demócratadesafíe a George Bush. Kelly dice que, si

eso ocurre, espera que por fin aprueben lareforma educativa. Así es. La reformaeducativa de la que siempre estáscacareando. Hasta las animadoras piensanen esas cosas. Y además, son capaces depasárselo bien mientras tanto.

Mi hermana se cruzó de brazos yempezó a silbar. Pero mi hermano estabademasiado embalado como paradetenerse. Me di cuenta de que el cuellode mi padre se estaba poniendo muy rojo.

—Pero hay otra diferencia entre tú yella. Ya ves... Kelly cree tanto en losderechos de las mujeres que nuncapermitiría que un tío le levantara la mano.Creo que no puedo decir lo mismo de ti.

Juro por Dios que estuvimos a puntode matarnos. Mi padre pisó el freno contanta fuerza que mi hermano casi salió

despedido del asiento. Cuando el olor aquemado de los neumáticos empezó adisiparse, mi padre respiró hondo y se diola vuelta. Primero se volvió hacia mihermano. No dijo ni una palabra. Solo lomiró fijamente.

Mi hermano miró a mi padre como sifuera un ciervo que mis primos hubieranacorralado. Después de dos largossegundos, mi hermano se volvió hacia mihermana. Creo que de verdad lolamentaba, por cómo le salieron laspalabras.

—Lo siento, ¿vale? En serio. Vamos.Para de llorar.

Mi hermana estaba llorando tandesconsoladamente que daba miedo.Entonces mi padre se volvió hacia mihermana. De nuevo, no dijo ni una

palabra. Solo chasqueó los dedos paradistraerla de su llanto. Ella lo miró. Sedesconcertó al principio, porque lamirada de papá no era reconfortante. Peroentonces bajó la vista, se encogió dehombros y se volvió hacia mi hermano.

—Siento lo que he dicho sobreKelly. Parece maja.

Entonces, mi padre se volvió haciami madre. Y mi madre se volvió hacianosotros.

—Vuestro padre y yo no queremosmás peleas. Y menos en la casa familiar.¿Comprendido?

Mis padres a veces hacen muy buenequipo. Es increíble contemplarlo. Mishermanos asintieron y bajaron la mirada.Después, mi padre se volvió hacia mí.

—¿Charlie?

—¿Sí, señor?Es importante decir «señor» en esos

momentos. Y si alguna vez te llaman portu nombre y apellidos, más vale que andescon cuidado. Hazme caso.

—Charlie, me gustaría quecondujeras tú el resto del camino hasta lacasa de mi madre.

Todo el mundo en el coche sabía queaquella probablemente fuera la peor ideaque mi padre había tenido en toda su vida.Pero nadie lo discutió. Salió del coche enmedio de la carretera. Se sentó en elasiento de atrás entre mis hermanos. Yome subí al asiento delantero, calé el cochedos veces y me puse el cinturón deseguridad. Conduje el resto del camino.No he sudado tanto desde que hacíadeporte, y eso que hacía frío.

La familia de mi padre es un pococomo la de mi madre. Mi hermano dijouna vez que parecían los mismos primoscon diferentes nombres. La grandiferencia es mi abuela. La quiero mucho.Todo el mundo quiere a mi abuela. Nosestaba esperando en el camino de entrada,como siempre. Siempre sabe cuandoalguien llega.

—¿Está conduciendo Charlie?—Ayer cumplió dieciséis años.—Oh.Mi abuela es muy vieja, y no

recuerda mucho las cosas, pero hace lasgalletas más deliciosas del mundo.Cuando yo era pequeño, teníamos a lamadre de mi madre, que siempre teníacaramelos, y a la madre de mi padre, quesiempre tenía galletas. Mi madre me dijo

que cuando yo era pequeño las llamaba«Abuela Caramelo» y «Abuela Galleta».También llamaba a la corteza que bordeala pizza «los huesos de la pizza». No sépor qué te cuento esto.

Mi primer recuerdo supongo que esde la primera vez que fui consciente deque estaba vivo. Mi madre y mi tía Helenme llevaron al zoo. Creo que tenía tresaños. No recuerdo esa parte. En cualquiercaso, estábamos contemplando dos vacas.Una vaca madre y su ternerito. Y no teníanmucho espacio para pasear. Bueno, puesel ternerito estaba andando justo debajode su madre y la mamá vaca le «plantó unpino» en la cabeza al ternero. Me pareciólo más gracioso que había visto en elmundo, y me estuve riendo de aquellodurante tres horas. Al principio, mi madre

y la tía Helen se rieron un poco, también,porque se alegraban de que yo me riera.Al parecer, yo no hablaba prácticamentenada cuando era pequeño, y cada vez queme comportaba de forma normal les dabauna alegría. Pero cuando ya llevaba treshoras, intentaron hacer que parara, aunquecon ello solo consiguieron hacerme reírmás. No creo que fueran realmente treshoras, pero parecía que había pasadomucho tiempo. Todavía sigo pensando eneso de vez en cuando. Parece un principiobastante «prometedor».

Después de los abrazos y losapretones de manos, entramos en la casade mi abuela, y todo el lado paterno de lafamilia estaba allí. El tío abuelo Phil consu dentadura postiza y mi tía Rebecca, quees la hermana de mi padre. Mamá nos dijo

que la tía Rebecca se acababa dedivorciar otra vez, así que mejor que nomencionáramos nada. Yo solo pensaba enlas galletas, pero la abuela no las habíahecho este año porque tenía mal la cadera.

Así que todos nos sentamos y vimosla televisión, y mis primos y mi hermanohablaron de fútbol. Y mi tío abuelo Philbebió. Y nos comimos la cena. Y tuve quesentarme en la mesa de los niños porqueen la familia de mi padre hay más primosque en la de mi madre.

Los niños pequeños hablan de lascosas más raras. De verdad.

Después de cenar es cuando vimos¡Qué bello es vivir!, y yo empecé aponerme cada vez más triste. Mientrassubía las escaleras hacia la antiguahabitación de mi padre y miraba las viejas

fotografías, empecé a pensar que hubo untiempo en el que no eran recuerdos. Quealguien hizo realmente la fotografía, y lagente que aparecía en ella acababa decomer o algo así.

El primer marido de mi abuela murióen Corea. Mi padre y mi tía Rebecca eranmuy pequeños. Y mi abuela se mudó consus dos hijos a vivir con su hermano, mitío abuelo Phil.

Al final, unos años después, miabuela estaba muy triste porque tenía doshijos pequeños y estaba cansada de servirmesas todo el rato. Entonces, un día,estaba en la cafetería donde trabajaba y uncamionero le pidió una cita. Mi abuela eramuy, muy guapa, al estilo de las viejasfotografías. Salieron juntos durante untiempo. Y al final se casaron. Resultó ser

una persona terrible. Pegaba a mi padretodo el rato. Y pegaba a mi tía Rebeccatodo el rato. Y pegaba muchísimo a miabuela. Todo el rato. Y mi abuela nopodía hacer nada al respecto, supongo,porque esto siguió así durante siete años.

Por fin acabó cuando mi tío abueloPhil vio los cardenales de mi tía Rebeccay por fin le sonsacó la verdad. Entonces,se reunió con unos cuantos amigos de lafábrica y buscaron al segundo marido demi abuela en un bar. Y le dieron unapaliza tremenda. A mi tío abuelo Phil leencanta contar la historia cuando miabuela no está cerca. La historia siemprecambia, pero lo principal sigue siendoigual. El tipo murió cuatro días despuésen el hospital.

Todavía no sé cómo se libró de la

cárcel el tío Phil por hacer lo que hizo. Selo pregunté una vez a mi padre, y dijo quela gente del vecindario entendía quealgunas cosas no tenían nada que ver conla policía. Dijo que si alguien tocaba auna hermana o a una madre, tendría quepagar por ello, y todo el mundo haría lavista gorda.

Es una lástima que aquello durarasiete años, porque mi tía Rebecca sufrióla misma clase de maridos. En cambio, suexperiencia fue distinta porque losvecindarios cambian. Mi tío abuelo Philera demasiado viejo, y mi padre habíadejado su ciudad natal. Ella tuvo queconseguir órdenes de alejamiento.

Pienso en cómo serán en el futuromis tres primos, los hijos de la tíaRebecca. Una chica y dos chicos. Me da

pena, también, porque creo que la chicaprobablemente acabe como mi tíaRebecca, y uno de los chicosprobablemente acabe como su padre. Elotro puede acabar como mi padre, porquees bueno con los deportes y tiene un padredistinto del de sus hermanos. Mi padrehabla mucho con él, y le enseña cómolanzar y batear una pelota de béisbol. Yosolía ponerme celoso cuando erapequeño, pero ya no lo hago, porque mihermano dijo que mi primo es el único desu familia que tiene una oportunidad.Necesita a mi padre. Supongo que ahoralo comprendo.

La antigua habitación de mi padreestá prácticamente como la dejó, aunquemás descolorida. En un escritorio hay unglobo terráqueo que ha dado muchas

vueltas. Y viejos pósteres de jugadores debéisbol. Y recortes de prensa de cuandomi padre ganó el gran partido estando ensegundo año de instituto. No sé por qué,pero entiendo perfectamente por qué mipadre tuvo que salir de esta casa. Cuandosupo que mi abuela nunca encontraría otrohombre porque había dejado de confiar enlos demás, y que nunca buscaría otra cosaporque no sabía cómo hacerlo. Y cuandovio que su hermana empezaba a traer acasa versiones más jóvenes de supadrastro como novios. Simplemente, nopodía quedarse.

Me tumbé en su antigua cama y mirépor la ventana al árbol, queprobablemente fuera mucho más bajocuando mi padre lo miraba. Y pude sentirlo que él sintió la noche en la que se dio

cuenta de que si no se iba, no tendría unavida propia. Sería la vida de ellos. Por lomenos, así nos lo contó. Quizá por esarazón la familia de mi padre ve la mismapelícula todos los años. Tiene bastantelógica. Tal vez debería mencionar que mipadre nunca llora al final.

No sé si mi abuela o la tía Rebeccallegarán a perdonar realmente a mi padrepor haberlas dejado. Solo mi tío abueloPhil lo entendió. Siempre es raro vercómo cambia mi padre cuando está con sumadre y su hermana. Se siente mal todo elrato, y su hermana y él siempre dan unpaseo a solas. Una vez miré por laventana y vi cómo mi padre le dabadinero.

Me pregunto lo que dice mi tíaRebecca en el coche de camino a casa.

Me pregunto lo que piensan sus hijos. Mepregunto si hablan de nosotros. Mepregunto si miran a mi familia y sepreguntan quién tiene una oportunidad.Apuesto que sí.

Con mucho cariño,Charlie

26 de diciembre de 1991 Querido amigo: Estoy sentado ahora en mi habitacióndespués de las dos horas de carretera devuelta a casa. Mis hermanos se han

portado bien, así que no he tenido queconducir.

Normalmente, de camino a casa,visitamos la tumba de mi tía Helen. Es unaespecie de tradición. A mi hermano y a mipadre nunca les apetece demasiado ir,aunque no dicen nada en consideración ami madre y a mí. Mi hermana es más omenos neutral, pero sensible a ciertascosas.

Cada vez que vamos a la tumba demi tía Helen, a mi madre y a mí nos gustahablar de algún detalle genial de ella.Casi todos los años suele ser sobre cómome dejaba quedarme levantado para verSaturday Night Live. Y mi madre sonríeporque sabe que si ella hubiera sido unaniña, habría querido quedarse levantada yverlo también.

Ambos le ponemos flores y a vecesuna tarjeta. Solo queremos que sepa quela echamos de menos, y que pensamos enella, y que era especial. No lo escuchódemasiado cuando estaba viva, dicesiempre mi madre. E igual que mi padre,creo que mi madre también se sienteculpable. Tan culpable que en vez dedarle dinero le dio un hogar donde poderquedarse.

Quiero que sepas por qué mi madrese sentía culpable. Debería contarte porqué, pero en realidad no sé si debería.Tengo que hablarlo con alguien. Nadie enmi familia hablará nunca del tema. Es algode lo que, sencillamente, no hablan. Merefiero a aquella cosa mala que le pasó ala tía Helen que no me contaban cuandoera pequeño.

Cada vez que llega la Navidad es enlo único en lo que puedo pensar..., en elfondo. Es la única cosa que me poneprofundamente triste.

No diré quién. No diré cuándo. Solodiré que alguien abusaba de mi tía Helen.Odio esa palabra. Lo hizo una personamuy cercana a ella. No era su padre. Ellaal final se lo dijo a su padre. Este no lacreyó por ser quien era la persona. Unamigo de la familia. Aquello lo empeorótodo. Mi abuela tampoco dijo nunca nada.Y el hombre siguió viniendo de visita.

Mi tía Helen bebía mucho. Mi tíaHelen tomaba muchas drogas. Mi tíaHelen tuvo muchos problemas conhombres y con chicos. Fue una personamuy infeliz la mayoría de su vida. Ibamucho a los hospitales. A todo tipo de

hospitales. Por fin, fue a un hospital que laayudó a comprender las cosas lo bastantecomo para volver a la normalidad, así quese mudó con mi familia. Empezó a asistira clases para conseguir un buen trabajo.Le dijo a su último mal hombre que ladejara en paz. Empezó a perder peso sinponerse a dieta. Cuidó de nosotros, paraque mis padres pudieran salir y beber yjugar a juegos de mesa. Nos dejabaquedarnos levantados hasta tarde. Era laúnica persona aparte de mis padres y mishermanos que me compraba dos regalos.Uno por mi cumpleaños. Otro porNavidad. Incluso cuando se mudó a vivircon mi familia y no tenía dinero. Siempreme compraba dos regalos. Siempre eranlos mejores regalos.

El 24 de diciembre de 1983, un

policía apareció en la puerta. Mi tíaHelen había tenido un terrible accidentede coche. Nevaba mucho. El policía ledijo a mi madre que mi tía Helen habíafallecido. Era un buen hombre, porquecuando mi madre empezó a llorar, le dijoque el accidente había sido muy grave yque mi tía Helen sin duda había muerto alinstante. En otras palabras, sin sufrir.Había dejado de sufrir para siempre.

El policía le pidió a mi madre que loacompañara a identificar el cuerpo. Mipadre estaba todavía en el trabajo. Fueentonces cuando yo me acerqué, junto conmis hermanos. Ese día cumplía siete años.Todos llevábamos sombreros de fiesta.Mi madre había hecho que mis hermanosse los pusieran. Mi hermana vio quemamá lloraba y le preguntó qué había

pasado. Mi madre no pudo decir nada. Elpolicía se agachó sobre una rodilla y noscontó lo que había ocurrido. Mishermanos se pusieron a llorar. Pero yo no.Sabía que el policía se había equivocado.

Mi madre le pidió a mis hermanosque cuidaran de mí y se fue con el policía.Me parece que vimos la televisión. Creoque no me acuerdo realmente. Mi padrevolvió a casa antes que mi madre.

—¿Qué son esas caras largas?Se lo contamos. No lloró. Nos

preguntó si estábamos bien. Mis hermanosdijeron que no. Yo dije que sí. El policíase ha equivocado. Está nevando mucho.Probablemente no lo vio bien. Mi madrellegó a casa. Estaba llorando. Miró a mipadre y asintió con la cabeza. Mi padre laabrazó. Fue entonces cuando comprendí

que el policía no se había equivocado.En realidad, no sé qué pasó después,

y tampoco lo he preguntado. Solorecuerdo ir al hospital. Recuerdo estarsentado en una habitación con lucesbrillantes. Recuerdo a un médico que mehacía preguntas. Recuerdo que le dije quela tía Helen era la única que me abrazaba.Recuerdo ver a mi familia el día deNavidad en una sala de espera. Recuerdoque no me dejaron ir al funeral. Recuerdoque nunca me despedí de mi tía Helen.

No sé cuánto tiempo seguí yendo almédico. No recuerdo cuánto estuve sin iral colegio. Fue mucho. Hasta ahí sé. Loúnico que recuerdo es el día en queempecé a mejorar porque recordé laúltima cosa que me dijo mi tía Helen antesde irse a conducir por la nieve.

Se envolvió en un abrigo. Yo le dilas llaves del coche porque siempre era elúnico que podía encontrarlas. Le preguntéa la tía Helen adónde iba. Me dijo que eraun secreto. Yo me puse pesado, cosa quele encantaba. Le encantaba la forma en laque seguía haciéndole preguntas. Al finalsacudió la cabeza, sonrió y susurró en mioído:

—Voy a comprar tu regalo decumpleaños.

Esa fue la última vez que la vi. Megusta pensar que mi tía Helen ahoratendría ese buen trabajo para el queestaba estudiando. Me gusta pensar quehabría conocido a un buen hombre. Megusta pensar que habría perdido el pesoque siempre quiso perder sin hacer dieta.

A pesar de todo lo que mi madre y el

médico y mi padre me han dicho sobreecharme la culpa, no puedo dejar depensar en lo que sé. Y sé que mi tía Helentodavía seguiría viva hoy si solo mehubiera comprado un regalo, como todoslos demás. Seguiría viva si yo hubieranacido un día que no hubiese nevado.Haría cualquier cosa para quitarme estasensación. La echo tanto de menos. Ahoratengo que parar de escribir porque estoydemasiado triste.

Con mucho cariño,Charlie

30 de diciembre de 1991

Querido amigo: El día después de escribirte terminé Elguardián entre el centeno. Desdeentonces lo he leído tres veces. La verdades que no sé qué otra cosa hacer. Sam yPatrick por fin vuelven a casa esta noche,pero no podré verlos. Patrick va a quedarcon Brad en alguna parte. Sam va aquedar con Craig. Los veré a ambosmañana en el Big Boy y después en lafiesta de Nochevieja de Bob.

Lo más emocionante es que voy a irconduciendo solo hasta el Big Boy. Mipadre me dijo que no podría conducirhasta que se arreglara el tiempo y,finalmente, mejoró un poco ayer. Hegrabado una cinta de varios para la

ocasión. Se llama «Mi primera vez alvolante». A lo mejor estoy siendodemasiado sentimental, pero quieropensar que, cuando sea viejo, podré mirartodas estas cintas y recordar aquellospaseos en coche.

La primera vez que he conducidosolo ha sido para ver a mi tía Helen. Hasido la primera vez que he ido a verla sinque viniera nadie conmigo, ni siquiera mimadre. He hecho que sea muy especial. Lecompré flores con el dinero que me handado por Navidad. Incluso le hice unacinta de varios y la dejé en la tumba.Espero que no creas por eso que soy unraro.

Le he contado a mi tía Helen todosobre mi vida. Sobre Sam y Patrick.Sobre sus amigos. Sobre mi primera fiesta

de Nochevieja mañana. Le he contado quemi hermano jugará su último partido de latemporada el día de Año Nuevo. Le hecontado que mi hermano se ha ido y cómoha llorado mi madre. Le he hablado sobrelos libros que he leído. Le he hablado dela canción Asleep. Le he contado cuandotodos nos sentimos infinitos. Le hehablado de cuando conseguí mi permisode conducir. De cómo mi madre me llevóen coche hasta allí. Y de cómo yo condujede vuelta. Y de cómo el policía que meexaminó no tenía pinta rara y ni siquieratenía un nombre raro, lo que me parecióun timo.

Recuerdo que, cuando estaba a puntode despedirme de la tía Helen, me eché allorar. Uno de esos llantos auténticos,además. No un llanto de pánico, cosa que

hago a menudo. Y le prometí a la tíaHelen que lloraría solo por cosasimportantes, porque no quiero que llorarcon tanta frecuencia haga de menos elllanto por la tía Helen.

Después le dije adiós y conduje devuelta a casa.

Leí otra vez el libro esa nocheporque sabía que, si no lo hacía,probablemente me echaría a llorar otravez. De pánico, me refiero. Leí hasta quequedé completamente agotado y tuve quedormir. Por la mañana, terminé el libro einmediatamente después empecé a leerlootra vez. Cualquier cosa con tal de que seme fueran las ganas de llorar. Porque selo había prometido a la tía Helen. Yporque no quiero empezar a pensar otravez. No de la forma en que lo he hecho

esta semana. No puedo volver a pensar.Nunca más.

No sé si alguna vez has sentido algoasí. Que querrías dormir durante mil años.O simplemente no existir. O no serconsciente de que existes. O algoparecido. Creo que querer eso es muymorboso, pero yo lo deseo cuando mepongo así. Por eso estoy intentando nopensar. Solo quiero que todo deje de darvueltas. Si esto empeora, tendría quevolver al médico. Las cosas se estánponiendo feas otra vez.

Con mucho cariño,Charlie

1 de enero de 1992

Querido amigo: Son ahora las cuatro de la madrugada, quees ya el año nuevo aunque sea todavía 31de diciembre, es decir, hasta que la gentese duerma. No puedo dormir. Todos losdemás están o durmiendo o acostándosecon alguien. Yo he estado mirandotelevisión por cable y comiendo gelatina.Y viendo cómo se mueven las cosas.Quería hablarte de Sam y Patrick y Craigy Brad y Bob y todos, pero ahora mismono me acuerdo de qué quería contar.

Fuera está tranquilo. Eso sí que losé. Y antes conduje hasta el Big Boy. Y via Sam y Patrick. Y estaban con Brad y

Craig. Y me puso muy triste porque queríaestar solo con ellos. Esto no habíaocurrido antes.

Las cosas se pusieron peor hace unahora, y me quedé mirando un árbol aunqueera un dragón y luego un árbol, y recordéaquel bonito día en el que hizo un tiempoprecioso y formé parte del aire. Y recordéque aquel día había cortado el céspedpara ganarme la paga, igual que ahora megano la paga quitando la nieve del caminode entrada. Así que empecé a quitarpaletadas de nieve de la entrada de lacasa de Bob, que es algo bastantechocante en una fiesta de Nochevieja.

Las mejillas se me pusieron rojas defrío, igual que la cara del profesor Z.cuando bebe y sus zapatos negros y su vozdiciendo que cuando una oruga entra en el

capullo, sufre un gran tormento, y cómo setarda siete años en digerir un chicle. YMark, el chico de la fiesta que me dioaquella cosa, salió de la nada y levantó lavista al cielo y me dijo que mirara lasestrellas. Así que miré hacia arriba yestábamos bajo una cúpula gigante comouna bola de cristal de esas con nieveartificial, y Mark dijo que aquellasincreíbles estrellas blancas en realidaderan solo agujeros en el cristal negro de lacúpula, y que cuando ibas al cielo, elcristal se rompía, y lo único que había eraun manto blanco de estrellas, que es másbrillante que nada pero no te hace daño enlos ojos. Era un espacio vasto y abierto yde un silencio frágil, y me sentí muypequeño.

A veces miro afuera y pienso que un

montón de gente ha visto antes esta mismanieve. Igual que pienso que un montón degente ha leído antes los mismos libros. Yescuchado las mismas canciones.

Me pregunto cómo se sienten estanoche.

No sé bien lo que estoy diciendo.Probablemente no debería escribir porquesigo viendo cómo se mueven las cosas.Quiero que dejen de moverse, pero no lovan a hacer durante unas cuantas horas. Eslo que dijo Bob antes de que se fuera a sudormitorio con Jill, una chica que noconozco.

Supongo que lo que estoy diciendoes que todo esto resulta demasiadofamiliar. Pero no familiar para mí. Solo séque otro chico ha sentido esto. Elmomento en que fuera todo está tranquilo

y ves cómo se mueven las cosas, y noquieres, y todo el mundo está dormido. Ytodos los libros que has leído los ha leídotambién otra gente. Y todas las cancionesque te han encantado las ha oído otragente. Y esa chica que te parece guapa esguapa también para otra gente. Y sabesque si hubieras tenido esto en cuentacuando eras feliz, te habrías sentido genialporque estás describiendo la «unidad».

Es como cuando estás loco por unachica y ves a una pareja de la mano, y tealegras mucho por ellos. Y otras vecesves a la misma pareja y te saca de quicio.Y te gustaría alegrarte siempre por ellos,porque sabes que, si lo haces, significaque tú también eres feliz.

Acabo de recordar lo que me hahecho pensar en todo esto. Voy a

escribirlo porque a lo mejor si lo hago yano tengo que pensar en ello. Y no mealteraré. Pero el caso es que puedo oír aSam y a Craig haciéndolo y, por primeravez en mi vida, entiendo el final de esepoema.

Y nunca quise entenderlo. Tienes quecreerme.

Con mucho cariño,Charlie

Parte

3

4 de enero de 1992 Querido amigo: Te pido perdón por mi última carta. Paraser sincero, no la recuerdo demasiadobien pero, por cómo me desperté, sé queno debió de ser muy agradable. Lo únicoque recuerdo del resto de aquella nochefue que busqué por toda la casa un sobre yun sello. Cuando por fin los encontré,escribí tu dirección y bajé la colinaatravesando los árboles hasta la oficinade correos, porque sabía que si no laponía en un buzón del que no pudierarecuperarla, nunca la enviaría.

Es extraño lo importante que me

pareció en ese momento.En cuanto llegué a la oficina de

correos, eché la carta al buzón. Y ya nohabía vuelta atrás. Y me tranquilicé.Entonces, empecé a vomitar, y no paré devomitar hasta que salió el sol. Miré lacarretera y vi un montón de coches, y supeque todos iban a la casa de sus abuelos. Ysupe que un montón de ellos verían a mihermano jugar al fútbol más tarde esemismo día. Y mi mente jugó a la rayuela.

Mi hermano... fútbol... Brad... Davey su novia en mi habitación... losabrigos... el frío... el invierno... «Hojas deotoño»... «no se lo digas a nadie»... «eresun pervertido»... Sam y Craig... Sam...Navidad... máquina de escribir... regalo...Tía Helen... y los árboles se seguíanmoviendo... no paraban de moverse... así

que me tumbé en el suelo e hice un ángelde nieve.

Los policías me encontraron de colorazul pálido y dormido.

No dejé de tiritar de frío hasta muchodespués de que mis padres me recogieranen urgencias y me llevaran a casa. No leecharon la culpa a nadie porque solíanpasarme este tipo de cosas cuando era unniño y me trataban los médicos.Simplemente me perdía y me quedabadormido en cualquier parte. Todos sabíanque había ido a una fiesta, pero nadie, nisiquiera mi hermana, pensó que fuera poreso. Y yo mantuve la boca cerrada,porque no quería que Sam ni Patrick niBob ni nadie tuvieran problemas. Perosobre todo, no quería ver la cara de mimadre y menos la de mi padre si oían la

verdad.Así que no dije nada.Me quedé callado y miré alrededor.

Y me di cuenta de algunas cosas. De lospuntos del techo. O de lo áspera que erala manta que me dieron. O de que la caradel médico parecía de goma. O de cómotodo se convirtió en un susurroensordecedor cuando dijo que quizádebería volver al psiquiatra. Era laprimera vez que un médico les decía eso amis padres conmigo en la habitación. Y subata era muy blanca. Y yo estaba muycansado.

En lo único que pude pensar durantetodo el día fue en que nos perdimos elpartido de fútbol de mi hermano por miculpa, y que ojalá a mi hermana se lehubiera ocurrido grabarlo.

Afortunadamente, lo hizo.Volvimos a casa y mi madre me hizo

un té, y mi padre me preguntó si queríasentarme a ver el partido, y dije que sí.Vimos a mi hermano hacer grandesjugadas, pero esta vez nadie las aplaudióde verdad. Todas las miradas estabandisimuladamente puestas en mí. Y mimadre hizo un montón de comentariosalentadores sobre lo bien que iba estecurso y que a lo mejor el médico meayudaría a arreglar las cosas. Mi madrepuede estar callada y hablar al mismotiempo cuando está siendo optimista. Mipadre no paró de darme «toquescariñosos». Los toques cariñosos sonpuñetazos de ánimo suaves que se aplicanen la rodilla, el hombro y el brazo. Mihermana dijo que ella podía ayudar a

arreglarme el pelo. Era raro que meestuvieran prestando tanta atención.

—¿Qué quieres decir? ¿Qué le pasaa mi pelo?

Mi hermana miró a su alrededor,incómoda. Yo me llevé las manos al peloy me di cuenta de que había desaparecidogran parte. Verdaderamente no recuerdocuándo lo hice, pero por su aspecto, debíde haber agarrado unas tijeras ycortármelo sin ton ni son. Habíatrasquilones por todas partes. Era unacarnicería. En la fiesta no me habíamirado en el espejo durante mucho ratoporque mi cara estaba distinta y measustaba. Si no, me habría dado cuenta.

Mi hermana me ayudó a recortarlo unpoco, y tuve suerte porque a todos en elinstituto, incluidos Sam y Patrick, les

pareció que molaba.—«Chic» —fue lo que dijo Patrick.A pesar de todo, decidí no volver a

tomar LSD.

Con mucho cariño,Charlie

14 de enero de 1992 Querido amigo: Me siento como un gran farsante porquehe estado recomponiendo mi vida sin quenadie lo sepa. Es difícil sentarme en mihabitación y leer, como he hecho siempre.

Es difícil hasta hablar con mi hermano porteléfono. Su equipo acabó tercero a nivelnacional. Nadie le dijo que nos perdimosel partido en directo por mi culpa.

Fui a la biblioteca y saqué un libroporque me estaba empezando a asustar.De vez en cuando las cosas empezaban amoverse otra vez, y los sonidos se volvíangraves y huecos. Y no podía hacer unafrase completa. El libro decía que a vecesla gente toma LSD y no acaba de salir dela experiencia. Decía que aumentabacierto tipo de transmisor cerebral. Decíaque fundamentalmente la droga provocadoce horas de esquizofrenia, y si tú yatienes bastante de este tipo de transmisorcerebral, no te la quitas de encima.

Se me empezó a acelerar larespiración en la biblioteca. Era terrible,

porque me acordaba de algunos de losniños esquizofrénicos del hospital cuandoera pequeño. Y no ayudó a mejorar lascosas el que ese fuera el día después deque me diera cuenta de que todos loschicos llevaban puesta la ropa nueva queles habían regalado por Navidad, así quedecidí llevar al instituto el traje nuevo dePatrick, y me estuvieron tomando el pelodespiadadamente durante nueve horasseguidas. Fue un día malísimo. Me saltéuna clase por primera vez en mi vida y fuia encontrarme con Sam y Patrick afuera.

—Qué distinguido, Charlie —dijoPatrick, sonriendo.

—¿Puedo pedirte un cigarrillo? —dije. No pude decir «gorronearte un piti».No siendo mi primer cigarrillo.Simplemente, no pude.

—Claro —dijo Patrick.Sam lo detuvo.—¿Qué te pasa, Charlie?Les conté lo que me pasaba, lo que

movió a Patrick a preguntarmeinsistentemente si había tenido un «malviaje».

—No. No. No es eso —me estabaempezando a enfadar de verdad.

Sam me rodeó los hombros con elbrazo y dijo que sabía lo que me pasaba.Me dijo que no debía preocuparme. Queuna vez que lo haces, recuerdas cómo teparecían las cosas. Nada más. Porejemplo, cómo la carretera se llenaba deolas. Y cómo tu cara era de plástico y tusojos tenían distinto tamaño. Está todo entu mente.

Entonces fue cuando me dio el

cigarrillo.Cuando lo encendí, no tosí. La

verdad es que me pareció relajante. Séque es malo, hablando en términos de laclase de Salud, pero era cierto.

—Ahora, concéntrate en el humo —dijo Sam.

Y me concentré en el humo.—Vale, parece normal, ¿verdad?—Ajá —creo que dije.—Ahora mira al cemento del patio.

¿Se está moviendo?—Ajá.—Vale... Ahora fíjate en el trozo de

papel.Y me concentré en el trozo de papel

que estaba en el suelo.—¿Se está moviendo el cemento

ahora?

—No. No lo hace.Desde «ahí lo tienes» hasta «se te va

a pasar», hasta «probablemente nodeberías volver a tomar ácido», Sam pasóa explicar lo que llamó «el trance». Eltrance ocurre cuando no te concentras ennada, y todo el panorama te absorbe y semueve a tu alrededor. Dijo quenormalmente era metafórico, pero para lagente que no debería volver a tomarácido, era literal.

Ahí fue cuando empecé a reírme. Mesentí aliviadísimo. Y Sam y Patricksonrieron. Me alegré de que ellos tambiénempezaran a sonreír, porque no podíasoportar sus caras de preocupación.

En general, las cosas han dejado demoverse desde entonces. No me he vueltoa saltar otra clase. Y supongo que ahora

no me siento como un gran farsante porintentar recomponer mi vida. A Bill, miredacción sobre El guardián entre elcenteno (¡que escribí en mi nuevamáquina de escribir antigua!) le haparecido la mejor hasta ahora. Ha dichoque estoy «progresando» a gran velocidady me ha dado otro tipo de libro como«recompensa». Es En el camino, de JackKerouac.

Ahora fumo hasta diez cigarrillos aldía.

Con mucho cariño,Charlie

25 de enero de 1992 Querido amigo: ¡Me siento genial! Lo digo en serio. Tengoque acordarme de esto la próxima vez quetenga una semana horrible. ¿Alguna vez teha pasado? Que te sientes fatal, y despuésse te pasa, y no sabes por qué. Intentorecordarme a mí mismo cuando me sientoasí de bien que llegará algún día otrasemana horrible, así que deberíaalmacenar el mayor número posible dedetalles buenos para, durante la próximasemana horrible, poder recordarlos ycreer que me volveré a sentir bien denuevo. No funciona demasiado, pero meparece importante intentarlo.

Mi psiquiatra es un hombre muy

agradable. Es mucho mejor que mianterior psiquiatra. Hablamos de lascosas que siento y pienso y recuerdo.Como cuando era pequeño y una vez meeché a andar por la calle en mi barrio.Estaba desnudo, y llevaba un paraguas,aunque no estaba lloviendo. Y me pusemuy contento porque aquello hizo sonreíra mi madre. Y ella rara vez sonreía. Asíque sacó una foto. Y los vecinos sequejaron.

En otra ocasión, vi el tráiler de unapelícula sobre un hombre acusado deasesinato, pero él no había cometido elcrimen. El actor de la película era uno delos que salía en M.A.S.H. Probablementepor eso lo recuerdo. El tráiler decía quetoda la película trataba de él intentandodemostrar que era inocente y de cómo

podía ir a la cárcel de todas formas.Aquello me asustó un montón. Me asustólo mucho que me asustó. Que te castiguenpor algo que no hiciste. O ser una víctimainocente. Es algo que no quieroexperimentar nunca.

No sé si es importante que te cuentetodo esto, pero, en su momento, mepareció que era dar «un paso adelante».

Lo mejor de mi psiquiatra es quetiene revistas de música en su sala deespera. Leí un artículo sobre Nirvana enuna visita, y no hacía referencia a la salsade miel y mostaza ni a la lechuga. Sinembargo, hablaban de los problemas deestómago del cantante todo el rato. Eraextraño.

Como te conté, a Sam y Patrick lesencanta su gran hit, así que pensé en

leerlo para tener algo de qué hablar conellos. Al final, la revista lo comparabacon John Lennon, de los Beatles. Se loconté a Sam más tarde y se enfadó mucho.Dijo que si tenía que parecerse a alguien,sería a Jim Morrison, pero que él no separecía a nadie más que a sí mismo.Estábamos todos en el Big Boy despuésd e l Rocky Horror, y empezó una grandiscusión.

Craig dijo que el problema es quetodo el mundo siempre compara a todoscon todos, y que eso le quita mérito a lagente, como ocurre en sus clases defotografía.

Bob dijo que todo era porquenuestros padres no quieren abandonar sujuventud, y se mueren de rabia cuando nopueden identificarse con algo.

Patrick dijo que el problema era que,como todo ya está hecho, es difícil abrirbrecha. Nadie puede ser tan grande comolos Beatles porque los Beatles ya ledieron un «contexto». La razón por la quefueron tan grandes es que no tuvieron anadie con quien compararse, así que nohabía límites.

Sam añadió que si hoy en día unabanda o alguien se comparaba con losBeatles después del segundo álbum,habría perdido su propia voz a partir deese momento.

—¿Tú qué crees, Charlie?No podía recordar dónde lo había

oído o leído. Dije que quizá fuera de Aeste lado del paraíso, de F. ScottFitzgerald. Hay un momento cerca delfinal del libro en el que al chico principal

lo recoge en su coche un señor mayor queél. Ambos van juntos a un partido defútbol de la Ivy League de antiguosalumnos, y tienen ese mismo debate. Elseñor mayor es conservador. El chico está«hastiado».

Bueno, el caso es que tienen estadiscusión, y el chico es un idealista, almenos temporalmente. Dice que pertenecea una «generación inquieta» y cosas así. Ydice algo parecido a: «Este no es tiempode héroes porque nadie lo permitirá». Ellibro sucede en los años veinte, lo que mepareció genial porque pensé que era elmismo tipo de conversación que podíadarse en el Big Boy. Probablemente yasurgió con nuestros padres y abuelos.Probablemente estaba ocurriendo entrenosotros ahora.

Así que dije que pensaba que larevista estaba intentando convertirlo en unhéroe, pero que después alguien podríasacar a la luz algo que le hiciera parecermenos que una persona. Y no entendía larazón, porque para mí Kurt Cobain es soloun tío que escribe canciones que le gustana un montón de gente, y me parecía queeso era suficiente para los implicados.Quizá me equivoque, pero todos en lamesa empezaron a hablar de ello.

Sam le echaba la culpa a latelevisión. Patrick al gobierno. Craigculpaba a los «medios corporativos». Bobestaba en el baño.

No sé lo que pasó, y sé que en elfondo no llegamos a nada, pero fue genialestar allí sentado y hablar sobre el lugarque ocupamos en el mundo. Fue como

cuando Bill me dijo que me «implicara».Fui al baile de antiguos alumnos como teconté antes, pero esto era mucho másdivertido. Y era divertido sobre todopensar que había gente por todo el mundoque estaba teniendo conversacionessimilares a su equivalente del Big Boy.

Se lo habría dicho al resto de lamesa, pero estaban divirtiéndose muchosiendo cínicos, y no quise estropeárselo.Así que me recliné un poco hacia atrás ycontemplé a Sam, que estaba sentada juntoa Craig, e intenté que eso no medeprimiera demasiado. Debo decir quesin mucho éxito. Pero en cierto momento,Craig estaba hablando de algo, y Sam sevolvió hacia mí y sonrió. Era una sonrisade película a cámara lenta, y entoncestodo se arregló.

Le conté esto a mi psiquiatra, perodijo que era demasiado pronto para sacarconclusiones.

No sé. Simplemente he tenido un díagenial. Espero que tú también.

Con mucho cariño,Charlie

2 de febrero de 1992 Querido amigo: En el camino es un libro muy bueno. Billno me ha pedido que escriba unaredacción sobre él porque, como te dije,

fue «una recompensa». Sí me pidió quefuera a verlo a su despacho después declase para hablar de él, cosa que hice.Preparó té, y me sentí como un adulto.Incluso me dejó fumarme un cigarrillo ensu despacho, pero me insistió en quedejara de fumar por los riesgos queconlleva para la salud. Incluso tenía unfolleto en su escritorio, que me regaló.Ahora lo utilizo como marcapáginas.

Pensaba que Bill y yo íbamos ahablar sobre el libro, pero acabamoshablando de «cosas». Fue genial tenertantas conversaciones seguidas. Bill mepreguntó por Sam y Patrick y mis padres,y yo le hablé de mi permiso de conducir yla charla del Big Boy. También le habléde mi psiquiatra. Pero no le hablé de lafiesta ni de mi hermana y su novio.

Todavía se siguen viendo en secreto, loque, según mi hermana, no hace más que«aumentar su pasión».

Cuando acabé de hablarle a Billsobre mi vida, le pregunté por la suya.Fue agradable, también, porque no intentóser guay ni identificarse conmigo ni nada.Fue simplemente él mismo. Dijo quehabía sido estudiante en una universidaddel Oeste que no da notas, lo que mepareció peculiar, pero Bill dijo que fue lamejor educación que había tenido nunca.Dijo que me daría un impreso cuandollegara el momento.

Después de ir a la universidad deBrown para hacer un máster, Bill viajópor Europa durante un tiempo y, cuandovolvió a casa, se unió a Teach forAmerica. Cuando acabe este año cree que

va a mudarse a Nueva York y escribirobras de teatro. Supongo que todavía esbastante joven, aunque me pareció demala educación preguntarle. Lo que sí lepregunté es si tenía novia, y él dijo queno. Parecía triste cuando respondió, perodecidí no curiosear porque pensé quepodría ser demasiado personal. Después,me dio mi siguiente libro para leer. Sellama El almuerzo desnudo.

Empecé a leerlo en cuanto llegué acasa y, si te digo la verdad, no sé de loque habla este tío. Nunca se lo confesaríaa Bill. Sam me había dicho que WilliamS. Burroughs escribió el libro bajo losefectos de la heroína, y que debería«dejarme llevar». Así que eso hice.Seguía sin tener ni idea de lo que estabahablando, así que bajé al piso de abajo a

ver la televisión con mi hermana.Estaban echando una serie cómica, y

mi hermana estaba muy callada y de malhumor. Intenté hablar con ella, pero medijo que me callara y la dejara en paz. Asíque vi la serie durante unos minutos, perola entendí todavía menos que el libro, asíque decidí hacer mis deberes de mates, loque fue un error porque nunca heentendido las mates.

Estuve confuso todo el día.Luego intenté ayudar a mi madre en

la cocina, pero el guiso se me cayó alsuelo, así que me dijo que me fuera a leera mi habitación hasta que mi padrevolviera a casa, pero había sido la lecturala que había generado todo el desastredesde el primer momento.Afortunadamente, mi padre volvió antes

de que pudiera retomar el libro otra vez,aunque me dijo que dejara de «colgarmede él como un mono» porque quería ver elpartido de hockey. Vi el partido de hockeycon él durante un rato, pero no pude pararde hacerle preguntas sobre los países delos que son los jugadores, y él estaba«descansando los ojos», que quiere decirdormido, pero no quería que yo cambiarade canal. Así que me dijo que fuera a verla tele con mi hermana, cosa que hice,pero ella me dijo que fuera a ayudar a mimadre en la cocina, cosa que hice, peroentonces ella me dijo que me fuera a leera mi habitación. Cosa que hice.

He leído ya un tercio del libro y,hasta ahora, es bastante bueno.

Con mucho cariño,

Charlie

8 de febrero de 1992 Querido amigo: Tengo una cita para el baile de SadieHawkins. Por si no has ido nunca a uno deesos, es el baile en el que la chica le pidela cita al chico. En mi caso, la chica esMary Elizabeth y el chico soy yo. ¡¿Te lopuedes creer?!

Me parece que todo empezó cuandoestaba ayudando a Mary Elizabeth agrapar el último número de Punk Rocky elviernes antes de que fuéramos a The

Rocky Horror Picture Show. MaryElizabeth estuvo muy agradable ese día.Dijo que era el mejor número quehabíamos hecho por dos razones, y ambaseran gracias a mí.

Primera, era a color, y segunda,incluía el poema que le había regalado aPatrick.

La verdad es que es un númerobuenísimo. Creo que me lo pareceráincluso cuando sea mayor. Craigincorporó algunas de sus fotografías acolor. Sam algunas noticias«underground» sobre ciertos grupos demúsica. Mary Elizabeth escribió unartículo sobre los candidatos demócratas.Bob incluyó una reimpresión de unpanfleto pro-cannabis. Y Patrick hizo unfalso cupón anunciando una «mamada»

gratis para todo el que compre una GalletaSonriente en el Big Boy. «¡Con algunasrestricciones!».

No te lo vas a creer, había incluso lafotografía de un desnudo (de Patrick, deespaldas, ¿no es increíble?). Sam habíapedido a Craig que lo fotografiara. MaryElizabeth les dijo a todos que mantuvieranen secreto que la fotografía era de Patrick,cosa que todo el mundo hizo, menosPatrick.

Durante toda la noche no paró degritar «¡Presume de ello, nene! ¡Presumede ello!», que es su frase favorita de supelícula favorita, Los productores.

Mary Elizabeth me dijo que pensabaque Patrick le había pedido que pusiera lafotografía en la revista para que Bradpudiera tener una foto suya sin levantar

sospechas, pero que Patrick no se lo iba aconfesar. Brad compró un ejemplar sinmirarlo siquiera, así que quizá tuvierarazón.

Cuando fui a The Rocky HorrorPicture Show esa noche, Mary Elizabethestaba muy enfadada porque Craig nohabía aparecido. Nadie sabía por qué. Nisiquiera Sam. El problema era que nohabía nadie para reemplazar a Rocky, unaespecie de robot musculoso (no estoy muyseguro de lo que es exactamente).Después de echar un vistazo a todos a sualrededor, Mary Elizabeth se volvió haciamí.

—Charlie, ¿cuántas veces has vistoel espectáculo?

—Diez.—¿Crees que puedes representar a

Rocky?—Yo no estoy más cachas que un

cruasán.—No importa. ¿Puedes hacer de él?—Supongo que sí.—¿Lo supones o lo sabes?—Lo supongo.—Me basta.Lo siguiente que supe es que no

llevaba nada puesto aparte de unaszapatillas y un bañador, que alguien habíapintado de dorado. No sé cómo me pasanestas cosas a veces. Estaba muy nervioso,sobre todo porque, en el espectáculo,Rocky tiene que tocar a Janet por todo elcuerpo, y Sam hacía de Janet. Patrickbromeaba con que iba a tener una«erección». Deseé con toda mi alma queno me ocurriera. Una vez tuve una

erección en clase y me hicieron salir a lapizarra. Fue un momento terrible. Ycuando mi mente recuperó esa experienciay le añadió un foco y el hecho de que solollevaría un bañador, me entró el pánico.Estuve a punto de no salir a actuar, peroentonces Sam me dijo que ella queríarealmente que yo representara a Rocky, ysupongo que aquello era lo que de verdadnecesitaba oír.

No entraré en detalles sobre elespectáculo entero, pero no me lo hepasado mejor en mi vida. No bromeo.Tuve que fingir que cantaba, y tuve quebailar por el escenario, y tuve que llevaruna «boa de plumas» en la apoteosis final,a lo que yo no le habría dado ningunaimportancia porque es parte delespectáculo, pero Patrick no podía dejar

de hablar de ello.—¡Charlie con una «boa de plumas»!

¡Charlie con una «boa de plumas»! —erasimplemente incapaz de parar de reír.

Pero la mejor parte fue la escena conJanet, donde tuvimos que tocarnosmutuamente. No fue la mejor parte porqueconseguí tocar a Sam y que ella me tocara.Todo lo contrario. Sé que suena tonto,pero es verdad. Justo antes de la escena,pensé en Sam, y pensé que si la tocaba deesa manera en el escenario y lo hacía enserio, sería vulgar. Y aunque creo quealgún día podría querer tocarla de esamanera, no querría nunca que fuera vulgar.No quiero que seamos Rocky y Janet.Quiero que seamos Sam y yo. Y quieroque ella de verdad me corresponda. Asíque solamente actuamos.

Cuando el espectáculo terminó, todoshicimos una reverencia, y hubo aplausospor todas partes. Patrick incluso meempujó delante de los demás actores pararecibir mi propio aplauso. Creo que así esla iniciación de los nuevos miembros delreparto. Yo solo podía pensar en loagradable que era que todo el mundo meaplaudiese, y en cómo me alegraba de quenadie de mi familia estuviera allí paraverme hacer de Rocky con una «boa deplumas». Y menos mi padre.

Sí tuve una erección, sin embargo,pero no fue hasta más tarde, en elaparcamiento del Big Boy.

Fue cuando Mary Elizabeth me pidióque fuera con ella al baile de SadieHawkins después de decir «Te sentabamuy bien el disfraz».

Me gustan las chicas. De verdad.Porque son capaces de pensar que tesienta bien un bañador incluso cuando noes cierto. La erección me hizo sentirculpable a posteriori, pero supongo queno lo podía remediar.

Le conté a mi hermana que tenía unacita para el baile, pero estaba muydistraída. Entonces, intenté pedirleconsejo sobre cómo tratar a una chica enuna cita, ya que hasta entonces nuncahabía tenido ninguna, pero no contestó. Noestaba siendo antipática. Simplementetenía la mirada «perdida en el vacío». Lepregunté si estaba bien, y dijo quenecesitaba estar sola, así que subí al pisode arriba y terminé El almuerzo desnudo.

Después de terminar, me quedétumbado en la cama, mirando al techo, y

sonreí porque el silencio que había eraagradable.

Con mucho cariño,Charlie

9 de febrero de 1992 Querido amigo: Tengo que decir algo sobre mi últimacarta. Sé que Sam nunca me pediría quefuera con ella al baile. Sé que llevará aCraig, y si no a Craig, entonces a Patrick,ya que la novia de Brad, Nancy, va a ircon Brad. Creo que Mary Elizabeth es una

persona muy lista y muy guapa, y mealegro de que sea ella la primera cita quetengo. Pero después de decir que sí, y deque Mary Elizabeth se lo anunciara algrupo, quise que Sam se pusiera celosa.Sé que no está bien desear algo así, perolo hice.

Sin embargo, Sam no se puso celosa.Si te digo la verdad, no creo que pudierahaberse alegrado más, lo que fue un golpeduro.

Hasta me explicó cómo tratar a unachica en una cita, lo que fue muyinteresante. Dijo que a una chica comoMary Elizabeth no deberías decirle queestá guapa. Deberías decirle lo bonito quees su conjunto, porque su conjunto eselección suya, mientras que su cara no loes. También dijo que con algunas chicas

debes hacer cosas como abrir las puertasdel coche y comprar flores, pero no conMary Elizabeth (y mucho menos en elbaile de Sadie Hawkins). Así que lepregunté qué es lo que debería hacer, y medijo que le hiciera un montón de preguntasy que no me preocupara si Mary Elizabethno paraba de hablar. Le dije que aquellono sonaba muy democrático, pero Samdijo que ella lo hace todo el tiempo conlos chicos.

Sam dijo que el tema del sexo iba aser peliagudo con Mary Elizabeth, ya queha tenido novios antes y tiene mucha másexperiencia que yo. Dijo que lo mejor quepuedes hacer cuando no sabes qué hacerdurante cualquier cosa sexual es prestaratención a cómo te está besando esapersona y besarla tú de la misma manera.

Dice que eso demuestra muchasensibilidad, cosa que por supuesto yoquiero tener.

Entonces, dije:—¿Me lo puedes demostrar?Y ella dijo:—No seas listillo.Nos hablamos así de vez en cuando.

Siempre le hace reír. Después de que Samme hiciera un truco con el zippo, lepregunté más cosas sobre Mary Elizabeth.

—¿Y si no quiero hacer nada sexualcon ella?

—Pues dile que no estás preparado.—¿Eso funciona?—A veces.Quise preguntarle a Sam sobre la

otra cara del «a veces», pero no queríaentrometerme demasiado en lo personal, y

en el fondo tampoco quería saberlo. Ojalápudiera dejar de estar enamorado de Sam.Ojalá.

Con mucho cariño,Charlie

15 de febrero de 1992 Querido amigo: No me siento muy bien porque todo se hacomplicado. Fui al baile y le dije a MaryElizabeth lo bonito que era su conjunto. Yle hice preguntas, y le dejé hablar todo eltiempo. Aprendí mucho sobre

«deshumanización», los indiosamericanos y la burguesía.

Pero principalmente, aprendí sobreMary Elizabeth.

Mary Elizabeth quiere ir a Berkeleyy hacer dos licenciaturas. Una en CienciasPolíticas. La otra en Sociología, con unaespecialización secundaria en Estudios dela Mujer. Mary Elizabeth odia el institutoy quiere explorar las relaciones lésbicas.Le pregunté si le parecían guapas laschicas y ella me miró como si fueraestúpido y dijo:

—No se trata de eso.La película favorita de Mary

Elizabeth es Rojos. Su libro favorito es laautobiografía de una mujer que era unpersonaje de Rojos. No me acuerdo de sunombre. El color favorito de Mary

Elizabeth es el verde. Su estación favoritaes la primavera. Su helado favorito (diceque se niega por principios a tomar yogurhelado descremado) es el de cereza deBen amp;Jerry’s, el Cherry Garcia. Sucomida favorita es la pizza (mitad dechampiñones, mitad de pimientos verdes).Mary Elizabeth es vegetariana y odia asus padres. También habla español consoltura.

Lo único que ella me preguntó entoda la noche fue si quería o no darle unbeso de buenas noches. Cuando respondíque no estaba preparado, dijo que locomprendía y que se lo había pasadogenial. Dijo que era el chico más sensibleque había conocido, lo que no entendíporque en realidad lo único que habíahecho había sido no interrumpirla.

Entonces, me preguntó si queríavolver a salir con ella en algún momento,cosa de la que Sam y yo no habíamoshablado, así que no estaba preparado pararesponderle. Dije que sí porque no queríahacer nada incorrecto, pero no creo quepueda imaginar preguntas para otra nocheentera. No sé qué hacer. ¿Cuántas citaspuedes llegar a tener sin sentir que estáspreparado para besar? No creo que nuncaesté preparado para Mary Elizabeth.Tendré que preguntarle a Sam sobre esto.

Por cierto, Sam llevó a Patrick albaile después de que Craig dijera queestaba demasiado ocupado. Supongo quetuvieron una buena pelea al respecto. Porfin, Craig dijo que no quería ir a unestúpido baile de instituto, ahora que yase había graduado. En cierto momento del

baile, Patrick fue al aparcamiento parafumar marihuana con su orientadoracadémico, y Mary Elizabeth estabapidiéndole al DJ que pusiera ciertasbandas femeninas de música, con lo queSam y yo nos quedamos solos.

—¿Te lo estás pasando bien?Sam no respondió inmediatamente.

Parecía triste.—La verdad es que no. ¿Y tú?—No lo sé. Es mi primera cita, así

que no sé con qué compararla.—No te preocupes. Lo vas a hacer

muy bien.—¿En serio?—¿Quieres un poco de ponche?—Sí, claro.Después de eso, Sam se fue. Parecía

bastante triste, y deseé poder hacerle

sentir mejor, pero a veces supongo quesimplemente no puedes. Así que me quedésolo junto a la pared y contemplé el bailedurante un rato. Te lo describiría, perocreo que es el tipo de cosa en la quetienes que estar presente o por lo menosconocer a la gente. Aunque por otro lado,quizá tú conocías a la misma gente cuandoibas a tus bailes de instituto, ¿sabes a quéme refiero, no?

Lo único distinto de este baile enparticular fue mi hermana. Estaba con sunovio. Y, mientras ponían una canciónlenta, me pareció que tenían una enormepelea porque él dejó de mirarla y ellasalió precipitadamente de la pista de bailehacia los baños. Intenté seguirla, pero mellevaba demasiada ventaja. Ya no volvióal baile, y su novio finalmente se fue.

Después de que Mary Elizabeth medejara en casa, entré y encontré a mihermana llorando en el sótano. Era unllanto diferente. Me asustó un poco. Lehablé en voz muy baja y lentamente.

—¿Estás bien?—Déjame en paz, Charlie.—No, en serio, ¿qué te pasa?—No lo comprenderías.—Podría intentarlo.—Eso sí que es gracioso. Muy

gracioso.—¿Quieres que despierte a mamá y

papá entonces?—No.—Pues a lo mejor ellos podrían...—¡CHARLIE! ¡CÁLLATE!

¡¿VALE?! ¡SOLO CÁLLATE!Entonces fue cuando de verdad

empezó a llorar. Yo no quería hacer quese sintiera peor, así que me di la vueltapara dejarla sola. Y entonces mi hermanaempezó a abrazarme. No dijo nada. Solome abrazó con fuerza, sin soltarme. Asíque le devolví el abrazo. Era raro,además, porque nunca abrazo a mihermana. Salvo cuando la obligan ahacerlo, al menos. Después de un rato, secalmó un poco y me soltó. Tomó aireprofundamente y se sacudió el pelo, quese le había quedado pegado a la cara.

Entonces fue cuando me dijo queestaba embarazada.

Te contaría el resto de la noche, perosinceramente no recuerdo demasiado.Todo es confuso y muy triste. Lo que sí sées que su novio le había dicho que el bebéno era suyo, pero mi hermana sabía que sí.

Y sé que él rompió con ella allí mismo enel baile. Mi hermana no se lo habíacontado a nadie porque no quería quecorriera la noticia. Los únicos que losabíamos éramos ella, él y yo. Me haprohibido que se lo cuente a nadieconocido. A nadie. Nunca.

Le dije que al cabo de un tiempoprobablemente no podría esconderlo, perorepuso que no dejaría que llegara tanlejos. Ahora que tiene dieciocho años nonecesita el permiso de mis padres. Soloque alguien estuviera a su lado el sábadosiguiente en la clínica. Y esa persona ibaa ser yo.

—Qué suerte que ya tengo carné deconducir —dije para hacerle reír.

Pero no se rio.

Con mucho cariño,Charlie

23 de febrero de 1992 Querido amigo: He estado sentado en la sala de espera dela clínica. He estado allí durante una horamás o menos. No recuerdo exactamentecuánto tiempo. Bill me ha dado un libronuevo para leer, pero no podíaconcentrarme. Supongo que es lógico.

Entonces, intenté leer algunasrevistas, pero de nuevo, me resultóimposible. No tanto porque mencionaran

lo que la gente estaba comiendo. Era porlas portadas de las revistas. Todas teníanla cara sonriente, y cada vez que salía unamujer en la portada, enseñaba el escote.Me pregunté si aquellas mujeres lo hacíanpara parecer guapas o si era solo algo queiba con su trabajo. Me pregunté sitendrían elección si lo que quieren estener éxito. No podía quitarme esa idea dela cabeza.

Casi pude imaginar la sesión de fotosy cómo la actriz o la modelo, más tarde,se iba a tomar un «almuerzo ligero» consu novio. Podía verlo preguntándole cómole había ido el día, y cómo ella no le daríademasiada importancia a lo que habíahecho, o tal vez, si era su primera portadade revista, le contaría lo emocionada queestaba por empezar a hacerse famosa.

Podía imaginarme la revista en losquioscos, y un montón de ojos anónimosmirándola, y cómo algunas personaspensarían que era muy importante. Y encómo una chica como Mary Elizabeth sepondría furiosa porque la actriz o lamodelo enseñará el escote, igual quetodas las demás actrices y modelos,mientras algún fotógrafo como Craig solose preocuparía por la calidad de lafotografía. Entonces, pensé que habríaalgunos hombres que comprarían larevista para masturbarse con ella. Y mepregunté lo que la actriz o su noviopensarían al respecto, si acaso se lesocurría. Y después pensé que ya era horade que dejara de pensar porque no leestaba haciendo ningún bien a mihermana.

Entonces fue cuando empecé apensar en mi hermana.

Pensé en aquella vez en la que ella ysus amigas me pintaron las uñas, y encómo no pasó nada porque mi hermano noestaba presente. Y aquella vez en la queme dejó que utilizara sus muñecas parahacer obras de teatro, o cuando me dejóver lo que yo quisiera en la tele. Y cuandoempezó a convertirse en una «jovencita» yno permitía que nadie la mirara porquepensaba que estaba gorda. Y cómo enrealidad no estaba gorda. Y en lo guapaque era verdaderamente. Y en cómo lecambió la cara cuando se dio cuenta deque los chicos pensaban que era guapa. Yen cómo le cambió la cara la primera vezque le gustó un chico que no era de unpóster de su pared. Y en cómo le cambió

la cara cuando se dio cuenta de que estabaenamorada de ese chico. Y entonces mepregunté cómo sería su cara cuandosaliera de detrás de aquellas puertas.

Mi hermana fue quien me contó dedónde venían los niños. Mi hermana fuetambién la que se rio cuandoinmediatamente pregunté adónde iban.

Al acordarme de aquello, me eché allorar. Pero no podía dejar que me vieranporque, si lo hacían, tal vez no me dejaranllevarla en coche a casa, y podrían llamara nuestros padres. Y no podía permitirque eso ocurriera porque mi hermanacontaba conmigo, y era la primera vez quealguien contaba conmigo para algo.Cuando me di cuenta de que era laprimera vez que lloraba desde que leprometí a mi tía Helen no llorar salvo por

algo importante, tuve que salir afueraporque ya no podía ocultárselo más anadie.

Debí de haber estado en el cochemucho tiempo, porque mi hermana al finalme encontró allí. Estaba fumando uncigarrillo tras otro y llorando todavía. Mihermana llamó con los nudillos a laventanilla. La bajé. Me miró concuriosidad. Entonces, su curiosidad setransformó en enfado.

—Charlie, ¡¿estás fumando?!Estaba enfadadísima. No te puedes

hacer una idea de lo enfadada que estaba.—¡No puedo creer que estés

fumando!Entonces fue cuando dejé de llorar.

Y empecé a reírme. Porque de todas lascosas que podría haber dicho nada más

salir de allí, había elegido el hecho deque yo fumara. Y se había enfadado poreso. Y yo sabía que si mi hermana estabaenfadada, entonces no le cambiaríademasiado la cara. Y pronto estaría bien.

—Voy a decírselo a mamá y papá,¿sabes?

—No, no lo vas a hacer —Dios mío,no podía parar de reírme.

Cuando mi hermana se paró unsegundo a pensar en ello, creo que se diocuenta de por qué no se lo contaría amamá y papá. Fue como si de prontohubiera recordado dónde estábamos y loque acababa de pasar y lo absurda que eratoda nuestra conversación. Entonces, seechó a reír.

Pero la risa hizo que se mareara, asíque tuve que salir del coche y ayudarla a

sentarse en el asiento trasero. Ya le habíapreparado la almohada y la manta, porquenos pareció que sería mejor que durmieraalgo en el coche antes de volver a casa.

Justo antes de quedarse dormida,dijo:

—Bueno, si vas a fumar, por lomenos abre un poco la ventanilla.

Lo que me hizo reír otra vez.—Charlie, fumando. No puedo

creerlo.Lo que me hizo reír más todavía, y

dije:—Te quiero.Y mi hermana dijo:—Yo también te quiero. Pero para

de reírte de una vez.Al final, mis carcajadas se

convirtieron en risillas esporádicas, y

luego pararon. Miré hacia atrás y vi quemi hermana estaba dormida. Así quearranqué el coche y encendí la calefacciónpara que estuviera caliente. Entonces fuecuando empecé a leer el libro que Bill mehabía dado. Es Walden, de Henry DavidThoreau, que es el libro favorito de lanovia de mi hermano, así que teníamuchas ganas de leerlo.

Cuando se puso el sol, coloqué elfolleto sobre el tabaco en la página dondehabía parado de leer y empecé a conducirhacia casa. Me detuve unos cuantosbloques antes de llegar para despertar ami hermana y guardar la manta y laalmohada en el maletero. Aparcamos en elcamino de entrada. Salimos del coche.Entramos en casa. Y oímos las voces denuestros padres desde lo alto de la

escalera.—¿Dónde habéis estado todo el día,

vosotros dos?—Sí. La cena está casi lista.Mi hermana me miró. Yo la miré a

ella. Ella se encogió de hombros. Así queempecé a contar a mil por hora quehabíamos visto una película y que mihermana me había enseñado a conducirpor la autopista y que habíamos ido aMcDonald’s.

—¡¿A McDonald’s?! ¡¿Cuándo?!—Vuestra madre ha preparado

costillas, ¿sabéis? —mi padre estabaleyendo el periódico.

Mientras yo hablaba, mi hermana seacercó a mi padre y le dio un beso en lamejilla. Él no levantó la vista delperiódico.

—Ya lo sé, pero fuimos aMcDonald’s antes de la película, y esofue hace mucho.

Entonces, mi padre preguntó como sinada:

—¿Qué película habéis visto?Me quedé congelado, pero mi

hermana me salvó con el nombre de unapelícula antes de besar a mi madre en lamejilla. Yo nunca había oído hablar deella.

—¿Era buena?Me quedé helado otra vez.Mi hermana estaba tan tranquila.—No ha estado mal. Esas costillas

huelen genial.—Sí —dije.Entonces, pensé en algo para

cambiar de tema.

—Oye, papá. ¿Echan hoy partido dehockey?

—Sí, pero solo puedes verloconmigo si no me haces ninguna de tuspreguntas tontas.

—Vale, pero ¿puedo hacerte unaahora, antes de que empiece?

—No lo sé. ¿Puedes?—¿Me dejas? —pregunté,

corrigiéndome.Gruñó.—Adelante.—¿Me recuerdas cómo llaman los

jugadores al disco de hockey?—Galleta. Lo llaman galleta.—Guay. Gracias.Desde ese momento y durante toda la

cena mis padres no nos hicieron máspreguntas sobre nuestro día, aunque mi

madre dijo cuánto se alegraba de que mihermana y yo estuviéramos pasando mástiempo juntos.

Aquella noche, después de quenuestros padres se fueran a dormir, bajé alcoche y saqué la almohada y la manta delmaletero. Se los llevé a mi hermana a suhabitación. Estaba muy cansada. Yhablaba en voz muy baja. Me dio lasgracias por todo el día. Dijo que no lahabía decepcionado. Y dijo que queríaque fuera nuestro pequeño secreto, ya quehabía decidido decirle a su antiguo novioque el embarazo había sido una falsaalarma. Supongo que ya no confiaba en élcomo para decirle la verdad nunca más.

Justo después de que le apagara lasluces y abriera la puerta, le oí decirsuavemente:

—Quiero que dejes de fumar, ¿meoyes?

—Te oigo.—Porque te quiero, Charlie, de

verdad.—Yo también te quiero.—Lo digo en serio.—Yo también.—De acuerdo entonces. Buenas

noches.—Buenas noches.Ahí fue cuando cerré la puerta y dejé

que se durmiera.No tenía ganas de leer esa noche, así

que bajé al piso de abajo y vi un anunciode media hora sobre un aparato degimnasia. No dejaban de bombardear conun número de teléfono, así que llamé. Lamujer que respondió al otro lado del

teléfono se llamaba Michelle. Y le dije aMichelle que era un chico y que nonecesitaba un aparato de gimnasia, peroque esperaba que estuviera teniendo unabuena noche.

Entonces Michelle me colgó. Y nome importó nada.

Con mucho cariño,Charlie

7 de marzo de 1992 Querido amigo: Las chicas son raras, y no lo digo para

ofender. Es que no lo puedo decir de otromodo.

Ya he tenido otra cita con MaryElizabeth. En muchos sentidos ha sidoparecida al baile, salvo en que podíamosllevar ropa más cómoda. Ha sido ella laque me ha pedido salir otra vez, ysupongo que está bien, pero creo que voya empezar a preguntar yo de vez encuando, porque no puedo esperar siemprea que me lo pidan. También, si soy yoquien lo pide, estaré seguro de que salgocon la chica que yo elijo si ella dice quesí. Qué complicado es todo.

Lo bueno es que esta vez conseguíser yo el que conducía. Le pregunté a mipadre si me dejaba su coche. Fue durantela cena.

—¿Para qué? —mi padre se pone

muy protector con su coche.—Charlie tiene novia —dijo mi

hermana.—No es mi novia —dije.—¿Quién es la chica? —preguntó mi

padre.—¿Qué pasa? —preguntó mi madre

desde la cocina.—Charlie quiere que le preste el

coche —respondió mi padre.—¿Para qué? —preguntó mi madre.—¡Eso es lo que estoy intentando

descubrir! —dijo mi padre levantando lavoz.

—No hace falta ponerse así —dijomi madre.

—Lo siento —dijo mi padre sinsentirlo. Entonces se volvió hacia mí—:bueno, háblame de esta chica.

Así que le hablé un poco sobre MaryElizabeth, quitando la parte sobre eltatuaje y el piercing en el ombligo. Estuvoesbozando una sonrisa durante un rato,intentando averiguar si yo ya era culpablede algo. Después, dijo que sí. Podía tomarprestado su coche. Cuando mi madre llegócon el café, mi padre le contó toda lahistoria mientras yo me comía el postre.

Esa noche, mientras terminaba milibro, mi padre entró y se sentó en elborde de mi cama. Encendió un cigarrilloy empezó a hablarme de sexo. Me habíadado esa charla unos cuantos años antes,pero entonces había sido más biológica.Ahora decía cosas como: «Sé que soy tuviejo, pero...», «cualquier precaución espoca hoy en día» y «usa protección» y «siella dice que no, tienes que asumir que lo

dice en serio...», «porque si la fuerzas ahacer algo que ella no quiere hacer,entonces estás en un buen lío,caballero...», «e incluso si ella dice queno, y realmente quiere decir que sí,entonces, francamente, está jugandocontigo y no vale la pena», «si necesitashablar con alguien, puedes acudir a mí,pero si no quieres hacerlo por algunarazón, habla con tu hermano», y por fin:«me alegro de que hayamos tenido estaconversación».

Entonces mi padre me revolvió elpelo, sonrió y abandonó la habitación.Creo que debería decirte que mi padre noes como los de la televisión. Las cosascomo el sexo no le dan vergüenza. Y dehecho sabe mucho sobre ellas.

Creo que estaba especialmente

contento porque yo solía besar mucho a unniño del vecindario cuando era muypequeño, y aunque el psiquiatra dijo queera muy normal entre niños y niñaspequeños explorar este tipo de cosas,creo que a mi padre no se le quitó elmiedo. Supongo que es normal, pero no sémuy bien por qué.

Bueno, pues Mary Elizabeth y yofuimos a ver una película al centro. Era loque llaman una película «de arte yensayo». Mary Elizabeth dijo que habíaganado un premio en algún gran festivalde cine europeo, y creía que iba a serimpresionante. Mientras esperábamos aque empezara la película, dijo que era unapena que tanta gente fuera a ver unaestúpida película de Hollywood, pero quehubiera tan pocos espectadores en ese

cine. Entonces, me contó que se moría deganas de salir de aquí y de ir a launiversidad donde la gente aprecia estetipo de cosas.

Luego empezó la película. Era en unalengua extranjera y tenía subtítulos, lo quefue divertido porque nunca había leídouna película antes. La película en sí eramuy interesante, pero no creo que fueramuy buena porque no me sentí distintocuando acabó.

Pero Mary Elizabeth sí lo hizo.Repetía sin parar que era una película«elocuente». Muy «elocuente». Y supongoque lo era. El caso es que no entendí loque quería decir por muy bien que lohubiera dicho.

Más tarde, conduje hasta una tiendade discos «underground», y Mary

Elizabeth me hizo un recorrido. Leencanta esta tienda de discos. Dijo queera el único sitio donde se sentía ellamisma. Dijo que antes de que lascafeterías se pusieran de moda no habíaningún sitio para chicos como ella,excepto el Big Boy, que hasta este año erapara viejos.

Me llevó a la sección de películas yme habló de todos esos directores deculto y de gente francesa. Después, mebajó a la sección de música extranjera yme habló de la que era alternativa «deverdad». Después me llevó a la secciónde folk y me habló de bandas femeninascomo The Slits.

Dijo que se sentía muy mal por nohaberme regalado nada por Navidad, yque quería compensarme. Entonces me

compró un disco de Billie Holiday y mepreguntó si quería ir a su casa aescucharlo.

Así pues, acabé sentado a solas en susótano mientras ella, en el piso de arriba,nos ponía algo de beber. Y eché unvistazo por la habitación, que estaba muylimpia y olía como si la gente no vivieraallí. Tenía una chimenea con repisa ytrofeos de golf. Y había una televisión yun buen estéreo. Y entonces MaryElizabeth bajó con dos copas y unabotella de brandy. Dijo que odiaba todolo que les gustaba a sus padres, excepto elbrandy.

Me pidió que vertiera las bebidasmientras ella encendía el fuego. Estabamuy excitada, también, lo cual era raroporque ella nunca se comporta así. Siguió

hablando sobre lo mucho que le gustan laschimeneas y que quería casarse con unhombre y vivir en Vermont algún día, cosarara, también, porque Mary Elizabethnunca habla de cosas así. Cuando terminócon el fuego, puso el disco y se acercó amí medio bailando. Dijo que estabaentrando en calor, pero que no se refería ala temperatura.

Empezó la música, y ella chocó sucopa con la mía, dijo «salud» y tomó unsorbito de brandy. El brandy estaba muybueno, por cierto, pero sabía mejor en lafiesta del Amigo Invisible. Nos acabamosla primera copa muy rápido.

El corazón me latía a toda velocidad,y me estaba empezando a poner nervioso.Me pasó otra copa de brandy y al hacerlome tocó la mano con mucha suavidad.

Después, deslizó su pierna sobre la mía, yme quedé mirando cómo se balanceaba.Entonces, sentí su mano en mi nuca.Moviéndose lentamente. Y mi corazónempezó a latir como loco.

—¿Te gusta el disco? —me preguntóen voz muy baja.

—Mucho —era verdad, además. Eraprecioso.

—¿Charlie?—¿Ajá?—¿Te gusto yo?—Ajá.—¿Sabes a lo que me refiero?—Ajá.—¿Estás nervioso?—Ajá.—No lo estés.—Vale.

Entonces fue cuando sentí su otramano. Empezó en mi rodilla y fuesubiendo por un lado de mi pierna hastami cadera y mi estómago. Después, apartósu pierna de la mía y se medio sentó enmis rodillas de cara a mí. Me miródirectamente a los ojos y sin parpadear.Ni una sola vez. Su expresión parecíadistinta y cálida. Y se inclinó hacia mí yempezó a besarme el cuello y las orejas.Después las mejillas. Después los labios.Y todo a nuestro alrededor desapareció.Tomó mi mano y la metió por debajo desu jersey, y yo no podía creer que aquellome estuviera pasando a mí. Ni queestuviera tocando unos pechos. Y, mástarde, no podía creer el aspecto quetenían. Ni lo complicados que son lossujetadores.

Después de que hubiéramos hechotodo lo que puedes hacer de cintura paraarriba, me tumbé en el suelo, y MaryElizabeth apoyó su cabeza en mi pecho.Ambos respirábamos muy lentamente yescuchamos la música y el crepitar delfuego. Cuando terminó la última canción,sentí su aliento en mi pecho.

—¿Charlie?—¿Ajá?—¿Te parezco guapa?—Me pareces muy guapa.—¿De verdad?—De verdad.Entonces me abrazó un poco más

fuerte, y durante la siguiente media horaMary Elizabeth no dijo nada. Lo únicoque pude hacer fue seguir allí tumbado ypensar en cuánto había cambiado su voz

cuando me preguntó si era guapa, y cuántohabía cambiado cuando le respondí, ycómo Sam dijo que a ella no le gustabanese tipo de cosas, y cuánto me empezaba adoler el brazo.

Gracias a Dios que oímos el motorde la puerta automática del garaje en esemomento.

Con mucho cariño,Charlie

28 de marzo de 1992 Querido amigo:

Por fin está empezando a hacer un poco decalor, y la gente es más agradable por lospasillos. No necesariamente conmigo,sino en general. Escribí una redacciónsobre Walden para Bill, pero esta vez lahice de otra forma. No hice una reseñasobre el libro. Escribí una redacciónfingiendo que había estado viviendo solojunto a un lago durante dos años. Pretendíque vivía gracias a la tierra y que teníarevelaciones. Si te digo la verdad, no medisgustaría la idea de hacer eso ahora.

Desde aquella noche con MaryElizabeth, todo ha cambiado. Empezandopor aquel lunes en el instituto en el queSam y Patrick me miraron con una enormesonrisa. Mary Elizabeth les había contadola noche que pasamos juntos, cosa que yono quería que hiciera para nada, pero a

Sam y Patrick les pareció fantástico y sealegraron mucho por nosotros dos. Sam noparaba de decir:

—No puedo creer que no se me hayaocurrido antes. ¡Hacéis una pareja genial!

Creo que Mary Elizabeth piensa lomismo, porque se ha estado comportandode forma totalmente distinta. Es agradabletodo el tiempo, pero hay algo que nocuadra. No sé cómo describirlo. Es comocuando estamos fumando un cigarrillofuera con Sam y Patrick al final del día, ytodos estamos charlando sobre algo hastaque es la hora de irnos a casa. Entonces,cuando llego a casa, Mary Elizabeth mellama inmediatamente y me pregunta:«¿Qué tal?». Y no sé qué decir porque laúnica novedad en mi vida es mi paseo devuelta a casa, que no es mucho. Pero le

describo el paseo de todas formas. Yentonces empieza a hablar, y no paradurante un rato largo. Ha estado haciendoesto toda la semana. Eso y quitándomepelusillas de la ropa.

En cierto momento, hace dos días,estuvo hablando de libros, incluyendounos cuantos que yo había leído. Y cuandole dije que los había leído, me hizopreguntas muy largas que en realidad eransolo sus ideas con una interrogación alfinal. Lo único que me dejaba decir era«sí» o «no». Sinceramente, no habíaespacio para decir nada más. Después deeso, empezó a hablar sobre sus planespara la universidad, que yo ya conocía,así que dejé el teléfono, fui al baño ycuando volví, todavía seguía hablando. Séque no estuvo bien, pero me pareció que

si no me tomaba una pausa, haría algotodavía peor. Como gritar o colgar elteléfono.

Tampoco ha parado de hablar deldisco de Billie Holiday que me compró.Y dice que quiere descubrirme un montónde cosas geniales. Y si te soy sincero, noquiero que me descubra un montón decosas geniales si significa que tendré queoír a Mary Elizabeth hablando todo el ratode las cosas geniales que me hadescubierto. Casi parece que de las trescosas implicadas: Mary Elizabeth, yo ylas cosas geniales, a Mary Elizabeth solole importa la primera. No lo comprendo.Yo le regalaría a alguien un disco paraque disfrutara de él, no para que siempretuviera en cuenta que fui yo quien se loregaló.

Además, estuvo lo de la cena.Cuando acabaron las vacaciones, mimadre me preguntó si me gustaría que Samy Patrick vinieran a cenar como meprometió después de contarle que habíandicho que tenía mucho gusto con la ropa.¡Me hacía mucha ilusión! Se lo dije aPatrick y Sam, e hicimos planes para undomingo por la noche, y más o menos doshoras después, Mary Elizabeth se acercó amí en el pasillo y dijo:

—¿El domingo a qué hora?No sabía qué hacer. Era solo para

Sam y Patrick. Esa era la idea desde elprincipio. Y no había invitado a MaryElizabeth. Supongo que sé por qué dio porsentado que estaba invitada, pero nisiquiera esperó a comprobarlo. Ni lanzóuna indirecta. Ni nada.

Así que, durante la cena, la cena enla que quería que mis padres vieran losimpáticos y geniales que eran Sam yPatrick, Mary Elizabeth habló todo elrato. No fue solamente culpa suya. Mispadres le hicieron más preguntas que aSam o a Patrick. Supongo que porqueestoy saliendo con Mary Elizabeth y esoles interesaba más que mis amigos.Supongo que es lógico. Pero aun así. Escomo si no hubieran conocido a Sam yPatrick. Y esa era la intención. Paracuando terminó la cena y todos se fueron,lo único que dijo mi madre fue que MaryElizabeth era una chica lista, y lo únicoque dijo mi padre fue que mi «novia» eraguapa. No dijeron nada de Sam ni dePatrick. Y lo único que yo pretendía detoda aquella noche era que conocieran a

mis amigos. Era muy importante para mí.El tema sexual también es raro. Es

como si después de aquella primera nochetuviéramos un patrón según el cualhacemos básicamente lo que hicimosaquella primera vez, pero sin chimenea nidisco de Billie Holiday porque estamosen un coche y todo es muy precipitado.Quizá es así como se supone que son lascosas, pero no me convence.

Mi hermana ha estado leyendomuchos libros de mujeres desde que ledijo a su ex novio que el embarazo habíasido una falsa alarma y él quiso volvercon ella y ella le dijo que no.

Así que le pregunté por MaryElizabeth (quitando la parte sexual)porque sabía que podía ser imparcialsobre el tema, especialmente al haberse

«escaqueado» de la cena. Mi hermanadijo que Mary Elizabeth sufre de bajaautoestima, pero repuse que había dicholo mismo de Sam en noviembre cuandoempezó a salir con Craig, y Sam escompletamente distinta. No puede ser todobaja autoestima, ¿no?

Mi hermana intentó explicarlo. Dijoque enseñándome todas esas cosasgeniales, Mary Elizabeth consigue unaposición de superioridad que nonecesitaría si tuviera confianza en símisma. También dijo que las personas queintentan controlar todo el tiempo lasituación tienen miedo de que, si no lohacen, nada saldrá como ellos quieren.

No sé si tendrá o no razón, pero meentristeció. No por Mary Elizabeth. O pormí. Sino en general. Porque empecé a

pensar que no tenía ni idea de quién eraMary Elizabeth. No digo que me hayaestado mintiendo, pero antes de conocerlase comportaba de un modo muy distinto, ysi realmente no es como era al principio,me hubiera gustado que me lo dijera. Peroquizá sí sea como era al principio, y yosimplemente no me he dado cuenta. Noquiero ser otra cosa más bajo el controlde Mary Elizabeth.

Le pregunté a mi hermana quédebería hacer, y me dijo que lo mejorsería ser sincero sobre mis sentimientos.Mi psiquiatra dijo lo mismo. Y entoncessí que me entristecí de verdad, porquepensé que quizá yo también era distinto decómo me había visto al principio MaryElizabeth. Y quizá estuviera mintiendo alno contarle lo difícil que me resultaba

escucharla todo el tiempo sin poderintervenir. Pero solo intentaba ser amablesiguiendo las instrucciones de Sam. No sédónde me equivoqué.

Intenté llamar a mi hermano parahablar del tema, pero su compañero dehabitación dijo que estaba muy ocupadocon las clases, así que decidí no dejar unmensaje porque no quería distraerle. Loúnico que hice fue enviarle mi redaccións o b r e Walden para que pudieraenseñársela a su novia. Así, tal vez sitenían tiempo, podían leerla y podríamoshablar de ella, y tendría la oportunidad depreguntarles a ambos qué hacer con MaryElizabeth ya que ellos tenían una relaciónde las buenas y sabrían cómo hacer quelas cosas funcionasen. Incluso si nollegábamos a hablar del tema, me

encantaría conocer a su novia. Aunquefuera por teléfono. Conseguí verla una vezen un vídeo de uno de los partidos de mihermano, pero no es lo mismo. Aunqueera muy guapa. Pero no de forma pococonvencional. No sé por qué estoydiciendo todo esto. En realidad, megustaría que Mary Elizabeth mepreguntara alguna cosa aparte de: «¿Quétal?».

Con mucho cariño,Charlie

18 de abril de 1992

Querido amigo: He armado un lío tremendo. De verdad.Me siento fatal. Patrick dijo que lo mejorque podía hacer era alejarme durante unosdías.

Todo empezó el lunes pasado. MaryElizabeth vino al instituto con un libro depoemas de un famoso poeta llamado E. E.Cummings. La razón de que trajera eselibro era que había visto una película quehablaba de un poema que compara lasmanos de una mujer con flores y lluvia. Lepareció que era tan bonito que salió decasa y compró el libro. Lo ha leído unmontón de veces desde entonces, y dijoque quería que yo tuviera mi propioejemplar. No el ejemplar que ella habíacomprado, sino uno nuevo.

Durante todo el día me estuvopidiendo que le enseñara a todo el mundoel libro.

Sé que debería haber estadoagradecido porque fue un detalle. Pero nome sentía agradecido. No me sentíaagradecido en absoluto. No memalinterpretes. Fingí que lo estaba. Perono lo estaba. Si te soy sincero, me estabaempezando a enfadar. Quizá si me hubieradado el ejemplar que se había compradopara ella, habría sido distinto. O quizá sisolo me hubiera escrito a mano el poemaque le gusta sobre la lluvia en un papelbonito. Y, desde luego, si no me hubierahecho enseñarle el libro a todos nuestrosconocidos.

Tal vez debería haber sido sinceroentonces, pero no me pareció el momento

apropiado.Cuando salí del instituto ese día, no

volví a casa porque de verdad que nopodía hablar con ella por teléfono, y mimadre no tiene demasiada habilidadmintiendo en este tipo de cosas. Así que,en su lugar, fui caminando hacia la zonadonde están todas las tiendas yvideoclubs. Fui directamente a la librería.Y cuando la señora detrás del mostradorme preguntó si necesitaba ayuda, abrí labolsa y devolví el libro que MaryElizabeth me había comprado. No hicenada con el dinero. Solo me lo guardé enel bolsillo.

Mientras volvía andando a casa, nopodía dejar de pensar en lo horrible queera lo que acababa de hacer, y empecé allorar. Cuando llegué a la puerta

principal, estaba llorando tanto que mihermana dejó de ver la televisión parahablar conmigo. Después de contarle loque había hecho, me llevó en coche devuelta a la librería porque yo no estaba encondiciones para conducir, y recuperé ellibro, con lo que me sentí un poco mejor.

Cuando Mary Elizabeth me preguntópor teléfono aquella noche dónde habíaestado todo el día, le dije que había ido ala librería con mi hermana. Y cuando mepreguntó si le había comprado algobonito, dije que sí. Ni siquiera se meocurrió que lo estuviera preguntando enserio, pero dije que sí de todas formas.Tan mal me sentía por haber intentadodevolver su libro. Pasé la siguiente horaal teléfono escuchando su charla sobre ellibro. Después, nos dimos las buenas

noches. Después, bajé las escaleras parapreguntarle a mi hermana si podíallevarme de nuevo a la librería para podercomprarle a Mary Elizabeth algo bonito.Mi hermana me dijo que condujera yomismo. Y que debería empezar a sersincero con Mary Elizabeth sobre missentimientos. Quizá debiera haberlo hechoentonces, pero no me parecía el momentoapropiado.

Al día siguiente, en el instituto, le dia Mary Elizabeth el regalo que fui acomprar en coche. Era un ejemplar nuevod e Matar un ruiseñor. Lo primero quedijo Mary Elizabeth fue:

—Qué original.Me tuve que recordar a mí mismo

que no lo decía con maldad. No se estababurlando de mí. No estaba comparando. O

criticando. Y en realidad, no lo hacía.Créeme. Así que le conté que Bill mesuele dar libros especiales para leer fuerade clase y que Matar un ruiseñor fue elprimero. Y lo especial que era para mí.Entonces dijo:

—Gracias. Qué mono.Pero entonces empezó a explicarme

que se lo había leído tres años antes y quepensaba que estaba «sobrevalorado» yque lo habían convertido en una películaen blanco y negro con actores famososcomo Gregory Peck y Robert Duvall, yque ganó un premio de la Academia por elguion. Yo me tragué mis sentimientosdespués de aquello.

Salí del instituto, di un paseo y novolví a casa hasta la una de la madrugada.Cuando le expliqué a mi padre por qué,

me dijo que me portara como un hombre.Al día siguiente en el instituto,

cuando Mary Elizabeth me preguntó dóndehabía estado el día anterior, le dije quehabía comprado un paquete de cigarrillos,ido al Big Boy y pasado el resto del díaleyendo el libro de E. E. Cummings ycomiendo sándwiches dobles. Sabía queno me arriesgaba diciendo eso porque ellanunca me haría preguntas sobre el libro. Ytenía razón. Después de habersedespachado sobre el tema la otra vez, nocreo que necesite leerlo por mí mismojamás. Ni aunque quisiera.

Estoy seguro de que debería habermesincerado entonces, pero si te digo laverdad, me estaba enfureciendo tantocomo cuando hacía deporte, y aquelloempezaba a asustarme.

Afortunadamente, las vacaciones deSemana Santa empezaron el viernes, yrelajaron un poco las cosas. Bill me dioHamlet para leer durante las fiestas. Dijoque necesitaría tener tiempo libre paraconcentrarme de verdad en la obra.Supongo que no tengo que decirte quién laescribió. El único consejo que me dio fueque pensara en el protagonista desde elpunto de vista de otros protagonistas delibros que he leído hasta ahora. Me dijoque no perdiera el tiempo pensando en «lobarroco del lenguaje».

Bueno, ayer, Viernes Santo, tuvimosun espectáculo especial de The RockyHorror Picture Show . Lo que lo hizoespecial fue el hecho de que todo elmundo sabía que empezaban lasvacaciones de Semana Santa, y un montón

de chicos llevaban todavía los trajes yvestidos de misa. Me recordó losMiércoles de Ceniza del colegio, cuandolos niños llegaban con huellas en la frente.Siempre le daba un toque de emoción.

Después del espectáculo, Craig nosinvitó a todos a su apartamento para bebervino y escuchar el Álbum Blanco.Después de que terminara el disco,Patrick sugirió que jugáramos todos aVerdado Atrevimiento, un juego que leencanta cuando tiene «el puntillo».

¿Adivinas quién escogióatrevimiento a verdad durante toda lanoche? Yo. No quería decirle la verdad aMary Elizabeth a causa de un juego.

Salió bastante bien durante granparte de la noche. Las pruebas eran cosascomo «bebe una cerveza del tirón». Pero

entonces, Patrick me lo puso difícil. Nisiquiera creo que supiera lo que estabahaciendo, aunque lo hizo de todas formas.

—Besa en los labios a la chica másguapa de la habitación.

Fue entonces cuando decidí sersincero. Echando la vista atrás,probablemente no podría haber elegido unmomento peor.

Se hizo el silencio en cuanto melevanté (ya que Mary Elizabeth estabasentada justo a mi lado). Para cuando mehube arrodillado delante de Sam y labesé, el silencio era ya insoportable. Nofue un beso romántico. Fue amistoso,como cuando hice de Rocky y ella deJanet. Pero daba igual.

Podría decir que fueron el vino o lacerveza que me tuve que beber del tirón.

También podría decir que se me habíaolvidado el momento en que MaryElizabeth me preguntó si me parecíaguapa. Pero estaría mintiendo. Lo ciertoes que, cuando Patrick me retó, supe quesi besaba a Mary Elizabeth les estaríamintiendo a todos. Incluyendo a Sam.Incluyendo a Patrick. Incluyendo a MaryElizabeth. Y ya no podía seguirhaciéndolo. Ni siquiera como parte de unjuego.

Después del silencio, Patrick hizo loque pudo para salvar la noche. Lo primeroque dijo fue:

—Vaya, ¡menuda situación!Pero no funcionó. Mary Elizabeth

salió precipitadamente de la habitación yentró en el baño. Patrick me dijo luegoque no quería que nadie la viese llorar.

Sam la siguió, pero antes de abandonardel todo la habitación, se volvió hacia míy dijo con tono serio y sombrío:

—¿A ti qué coño te pasa?Fue la expresión de su cara al

decirlo. Y cuánto lo sentía. Hizo que, depronto, todo pareciera tal y comorealmente era. Me sentí fatal.Sencillamente fatal. Patrick se levantóinmediatamente y me sacó delapartamento de Craig. Fuimos a la calle, ylo único de lo que fui consciente fue delfrío. Dije que debería volver ydisculparme. Patrick dijo:

—No. Yo recogeré nuestros abrigos.Quédate aquí.

Cuando Patrick me dejó fuera,empecé a llorar. Era un llanto real y depánico, y no podía pararlo. Cuando

Patrick volvió, dije, llorando a mares:—En serio creo que debería

disculparme.Patrick negó con la cabeza.—Créeme. No es buena idea volver

ahí dentro.Entonces sacudió las llaves del

coche delante de mi cara y dijo:—Vamos. Te llevaré a casa.En el coche, le conté a Patrick todo

lo que había estado pasando. Sobre eldisco. Y el libro. Y Matar un ruiseñor. Ycómo Mary Elizabeth nunca me hacíapreguntas. Y lo único que dijo Patrick fue:

—Qué pena que no seas gay —aquello me hizo parar un poco de llorar—. Aunque pensándolo bien, si fuerasgay, nunca saldría contigo. Eres undesastre —aquello me hizo reír un poco

—. Y yo que pensaba que Brad estabapirado. ¡Dios mío!

Aquello me hizo reír mucho más.Entonces puso la radio y me llevó devuelta a casa a través de los túneles.Cuando me dejó en casa, Patrick me dijoque lo mejor que podía hacer eramantenerme alejado unos días. Creo queya te lo he dicho. Dijo que, cuandosupiera algo más, me llamaría.

—Gracias, Patrick.—No hay de qué.Y entonces dije:—¿Sabes, Patrick? Si fuera gay,

querría salir contigo.No sé por qué lo dije, pero me

pareció que tenía que hacerlo.Patrick se limitó a sonreír

haciéndose el chulo y dijo:

—Faltaría más.Después arrancó el coche y se fue a

toda pastilla.Cuando me tumbé en la cama esa

noche puse el disco de Billie Holiday yempecé a leer el libro de poemas de E. E.Cummings. Después de leer el poema quecompara las manos de la mujer con floresy lluvia, dejé el libro y fui a la ventana.Miré fijamente mi reflejo y los árbolesdetrás de él durante un rato largo. Sinpensar en nada. Sin sentir nada. Sin oír eldisco. Durante horas.

Es verdad que me está pasando algo.Y no sé lo que es.

Con mucho cariño,Charlie

26 de abril de 1992 Querido amigo: Nadie me ha llamado desde aquellanoche. No los culpo. He pasado todas lasvacaciones leyendo Hamlet. Bill teníarazón. Era mucho más fácil pensar en elchico de la obra como si fuera otro de lospersonajes sobre los que he leído hasta elmomento. También me ha ayudado ahoraque estoy intentando descubrir qué mepasa. No me ha dado necesariamenteninguna respuesta, pero ha sido de ayudasaber que alguien más ha pasado por esto.Y sobre todo, alguien que vivió hace tanto

tiempo.Llamé a Mary Elizabeth y le dije que

había estado escuchando el disco todaslas noches y leyendo el libro de E. E.Cummings.

Ella dijo solamente:—Es demasiado tarde, Charlie.Le habría explicado que no quería

empezar a salir de nuevo con ella y quehabía hecho estas cosas solo como unamigo, pero sabía que con ello no haríamás que empeorarlo todo, así que no lohice.

Dije solamente:—Lo siento.Y era verdad que lo sentía. Y sé que

ella me creyó. Pero cuando aquello notuvo ningún efecto, y no hubo nada másque un silencio incómodo en el teléfono,

supe realmente que era demasiado tarde.Patrick sí me llamó, pero lo único

que dijo fue que Craig se había enfadadomucho con Sam por mi culpa, y quedebería seguir alejado hasta que las cosasse calmaran. Le pregunté si le gustaría daruna vuelta, él y yo solos. Dijo que iba aestar ocupado con Brad y cosasfamiliares, pero que intentaría llamarme sipodía encontrar un rato. Hasta ahora no loha hecho.

Te contaría el Domingo de Pascuacon mi familia, pero ya te he hablado deAcción de Gracias y Navidad, y la verdades que no hay mucha diferencia.

Excepto que a mi padre le subieronel sueldo, y a mi madre no porque a ellano la pagan por trabajar en casa, y mihermana dejó de leer esos libros sobre

autoestima porque conoció a un chiconuevo.

Mi hermano volvió a casa, perocuando le pregunté si su novia había leídomi redacción sobre Walden, dijo que noporque había roto con él cuandodescubrió que la estaba engañando conotra. Hacía ya tiempo de aquello. Así quele pregunté si se lo había leído él, y dijoque no porque había estado demasiadoocupado. Dijo que intentaría leerlodurante las vacaciones. De momento, nolo ha hecho.

Bueno, fui a visitar a mi tía Helen y,por primera vez en mi vida, esto no meayudó. Incluso intenté seguir mi propósitode recordar con detalle la última vez quetuve una semana genial, pero aquellotampoco me ayudó.

Sé que todo esto lo he provocado yo.Sé que me lo merezco. Haría cualquiercosa para no ser así. Haría cualquier cosapara compensarlos a todos. Y por no tenerque ver a un psiquiatra que me explique loque es ser «pasivo agresivo». Y por notener que tomar la medicina que me da,que es demasiado cara para mi padre. Ypor no tener que hablar de recuerdosdesagradables con él. O ponermenostálgico por cosas desagradables.

Ojalá que Dios o mis padres o Sam omi hermana o alguien me dijeran qué es loque me pasa. Que me dijeran cómo serdiferente de forma que tenga sentido. Parahacer que todo esto se vaya. Ydesaparezca. Sé que está mal porque esresponsabilidad mía, y sé que las cosas seponen peor antes de mejorar porque eso

dice mi psiquiatra, pero este «peor» meresulta demasiado grande.

Después de una semana sin hablarcon nadie, al final llamé a Bob. Sé que nodebía, pero no sabía qué hacer si no. Lepregunté si tenía cualquier cosa quepudiera comprar. Me dijo que lequedaban siete gramos de marihuana. Asíque tomé parte de mi paga de SemanaSanta y la compré.

Desde entonces, he estadofumándomela sin parar.

Con mucho cariño,Charlie

Parte

4

29 de abril de 1992 Querido amigo: Me gustaría poder contarte que todo estámejorando, pero desafortunadamente noes así. Es difícil, además, porque hemosempezado las clases otra vez, y ya nopuedo ir a los sitios a los que iba. Y ya nopuede volver a ser como antes. Y todavíano estaba preparado para decir adiós.

Si te soy sincero, he estadoevitándolo todo.

Deambulo por los pasillos delinstituto y miro a la gente. Miro a losprofesores y me pregunto por qué estánaquí. Si les gustará su trabajo. O nosotros.

Y me pregunto cómo eran de listos cuandotenían quince años. No con maldad, sinopor curiosidad. Es como mirar a losestudiantes y preguntarse a quién lehabrán roto el corazón ese día, y cómopuede arreglárselas además con tresexámenes y una redacción. O preguntarsequién fue el que le rompió el corazón. Ypreguntarse por qué. Sobre todo porque séque si fuera a otro instituto, aquel a quienhan roto el corazón lo tendría roto porotra persona, así que, ¿por qué nos lotomamos todo de manera tan personal? Ysi yo fuera a otro instituto, nunca habríaconocido a Sam ni a Patrick ni a MaryElizabeth ni a nadie aparte de mi familia.

Te puedo contar algo que ha pasado.Estaba en el centro comercial, porque esallí donde voy últimamente. Durante las

últimas dos semanas, he estado yendocada día, intentando averiguar por qué lagente va allí. Es una especie de proyectopersonal.

Había un niño pequeño. Tendría unoscuatro años. No estoy seguro. Estaballorando muchísimo, y no paraba dellamar a su madre. Debía de haberseperdido. Entonces, vi a un chico quepodría tener diecisiete años. Irá a otroinstituto, porque no lo había visto antes.En cualquier caso, este chico con pinta detipo duro, chupa de cuero, pelo largo ytodo, se acercó al niño pequeño y lepreguntó cómo se llamaba. El niñopequeño respondió y dejó de llorar.

Entonces, el chico se alejó con elniño pequeño.

Un minuto después, oí que el altavoz

le decía a la madre que su hijo estaba enel mostrador de información. Así que fuial mostrador de información para ver loque iba a pasar.

Supongo que la madre llevaba muchotiempo buscando al niño pequeño, porquevino corriendo al mostrador, y cuando lovio se echó a llorar. Lo abrazó con fuerzay le dijo que no volviera a escaparse denuevo. Entonces, le dio las gracias alchico que los había ayudado, y este loúnico que dijo fue:

—La próxima vez vigílelo mejor,joder.

Y después se alejó.El hombre de bigote que había detrás

del mostrador de información se quedóboquiabierto. La madre igual. El niñopequeño se limpió los mocos, levantó la

vista hacia su mamá y dijo:—Patatas fritas.La madre bajó la mirada hacia el

niño y asintió, y ambos se marcharon. Asíque los seguí. Fueron al lugar donde estánlos puestos de comida y compraronpatatas fritas. El niño pequeño sonrió y sepuso perdido de kétchup. Y la madreseguía enjugándose las lágrimas entrecalada y calada de su cigarrillo.

Yo no paraba de mirar a la madre,intentando imaginar su aspecto cuando erajoven. Si estaría casada. Si su hijo habríasido fruto de un accidente o planificado.Y si aquello cambiaba algo.

Vi a otras personas allí. Viejossentados a solas. Chicas jóvenes consombra de ojos azul y mandíbulasextrañas. Niños pequeños que parecían

cansados. Padres con abrigos buenos queparecían todavía más cansados. Chicostrabajando detrás de los mostradores delos puestos de comida que parecían haberperdido las ganas de vivir hacía horas.Las cajas registradoras seguíanabriéndose y cerrándose. La gente seguíadando dinero y recogiendo su cambio. Ytodo me resultó muy inquietante.

Así que decidí buscar otro sitioadonde ir y descubrir por qué la gente vaallí. Desafortunadamente, no hay muchossitios así. No sé durante cuánto tiempopuedo seguir tirando sin un amigo. Antespodía hacerlo fácilmente, pero eso eraantes de saber cómo era tener un amigo. Aveces es mucho más fácil no saber lascosas y que tomar patatas fritas con tumadre sea suficiente para ti.

La única persona con la que hehablado realmente durante las últimas dossemanas ha sido Susan, la chica que solíasalir a «dar una vuelta» con Michael en elcolegio cuando llevaba braquets. La vi enel pasillo, rodeada de un grupo de chicosdesconocidos. Estaban todos riéndose ycontando chistes verdes, y Susan seesforzaba por reírse con ellos. Cuandovio que me acercaba al grupo, se puso«lívida». Fue casi como si no quisieraacordarse de cómo era doce meses atrás,y desde luego que no quería que loschicos supieran que me conocía y queantes era mi amiga. El grupo entero sequedó en silencio y clavó los ojos en mí,pero yo ni me fijé en ellos. Solo miré aSusan, y lo único que dije fue:

—¿Lo echas de menos alguna vez?

No lo dije con maldad oacusadoramente. Solo quería saber sialguien más se acordaba de Michael. Si tesoy sincero, estaba muy fumado, y nopodía quitarme la pregunta de la cabeza.

Susan se quedó desconcertada. Nosabía qué hacer. Aquellas eran lasprimeras palabras que habíamos cruzadodesde el final del curso pasado. Supongoque no fue justo por mi partepreguntárselo en medio de un grupo comoese, pero nunca la he vuelto a encontrar asolas, y realmente necesitaba saberlo.

Al principio, pensé que su cara depasmo era resultado de la sorpresa, peroal no desaparecer durante un rato largo,supe que no. De pronto caí en la cuenta deque si Michael siguiera todavía por aquí,Susan probablemente ya no «saldría» con

él. No porque sea una mala persona osuperficial o cruel, sino porque las cosascambian. Y los amigos se van. Y la vidano se detiene por nadie.

—Siento haberte molestado, Susan.Es que estoy pasando una mala racha. Esoes todo. Tú pásatelo bien —dije y mealejé.

—Dios, ese tío es un jodido friqui —oí que susurraba uno de los chicos cuandoiba por la mitad del pasillo. Lo dijo máscomo el que constata un hecho que paraherir, y Susan no lo rebatió. Ni siquiera sési yo mismo lo hubiera rebatido estosdías.

Con mucho cariño,Charlie

2 de mayo de 1992 Querido amigo: Hace unos días fui a ver a Bob paracomprar más hierba. Quizá debería decirque siempre se me olvida que Bob no vaal instituto con nosotros. Probablementeporque ve más televisión que nadie queconozca, y sabe cantidad de anécdotastriviales. Deberías verlo hablar de MaryTyler Moore. Es bastante escalofriante.

Bob tiene una forma de vivir muyparticular. Dice que se ducha un día sí yotro no. Pesa su «mercancía» todos losdías. Dice que cuando estás fumando un

cigarrillo con alguien, y tienes unmechero, deberías encender primero elcigarrillo del otro. Pero si tienes cerillas,deberías encender primero tu cigarrillo,para respirar el «azufre perjudicial» en sulugar. Dice que eso es lo educado.También dice que da mala suerte encender«tres con una cerilla». Lo oyó de su tío elque luchó en Vietnam. Porque fumar trescigarrillos era el tiempo que hacía faltapara que el enemigo te localizara.

Bob dice que cuando estás solo yenciendes un cigarrillo y el cigarrillo solose te enciende a medias, significa quealguien está pensando en ti. También diceque cuando encuentras un penique, solo es«de la suerte» si está de cara. Dice que lomejor es encontrar un penique de la suertecuando estás con alguien y regalarle a la

otra persona la buena suerte. Cree en elkarma. También le encanta jugar a lascartas.

Bob va a tiempo parcial al centrolocal de formación profesional. Quiereser cocinero. Es hijo único, y sus padresnunca están en casa. Dice que solíafastidiarle mucho cuando era máspequeño, pero ya no tanto.

Lo que pasa con Bob es que cuandolo conoces por primera vez es muyinteresante porque sabe normas sobrecigarrillos y peniques y Mary TylerMoore. Pero al cabo de un tiempo deconocerlo, empieza a repetirse. Durantelas últimas semanas, no ha dicho nada queno le haya oído ya antes. Por eso fue tanimpactante cuando me contó lo que habíapasado.

Básicamente, el padre de Brad pillóa Brad y a Patrick juntos.

Supongo que el padre de Brad nosabía lo de su hijo porque, cuando lospilló, empezó a pegar a Brad. No en plancachetada. En plan cinturón. En plan deverdad. Patrick se lo dijo a Sam, quien selo dijo a Bob, que nunca había visto nadaparecido. Así de terrible parece que fue.Quería decirle: «Para» y: «Lo vas amatar». Incluso quería sujetar al padre deBrad. Pero se quedó congelado. Y Bradno paraba de decirle a Patrick: «¡Sal deaquí!». Y al final, Patrick lo hizo.

Eso fue la semana pasada. Y Bradtodavía no ha vuelto al instituto. Todo elmundo piensa que podrían haberloenviado a una escuela militar o algo así.Nadie sabe nada seguro. Patrick intentó

llamarlo una vez, pero cuando respondióel padre de Brad, colgó.

Bob dice que Patrick está «bajo demoral». No te imaginas la pena que medio cuando me lo dijo, porque queríallamar a Patrick y ser su amigo yayudarlo. Pero no sabía si debía llamarlopor lo que había dicho de esperar hastaque las cosas se calmaran. El caso es queno podía pensar en otra cosa.

Así que el viernes fui a The RockyHorror Picture Show. Esperé hasta que laobra hubo empezado antes de entrar en elteatro. No quería arruinarles elespectáculo a todos. Solo quería ver aPatrick hacer de Frank’N Furter comosiempre, porque sabía que, si lo veía,sabría que se iba a recuperar. Igual que mihermana cuando se enfadó conmigo por

fumar cigarrillos.Me senté en la última fila y me quedé

mirando el escenario. Faltaba todavía unpar de escenas antes de que Frank’NFurter saliera. Entonces fue cuando vi aSam haciendo de Janet. Y la echémuchísimo de menos. Y lamenté tantohaber estropeado las cosas...Especialmente cuando vi a MaryElizabeth interpretando a Magenta. Todoera muy duro de contemplar. Peroentonces Patrick por fin salió a escenacomo Frank’N Furter y estuvo genial. Dehecho, estuvo mejor que nunca en muchossentidos. Fue tan bueno ver a todos misamigos... Me marché antes de que acabarala obra.

Conduje a casa escuchando algunasde las canciones que escuchábamos

aquellos días en los que éramos infinitos.Y fingí que estaban en el coche conmigo.Incluso hablé en voz alta. Le conté aPatrick que me parecía que había estadogenial. Le pregunté a Sam por Craig. Ledije a Mary Elizabeth que lo sentía muchoy lo que me gustaba el libro de E. E.Cummings y que quería hacerle algunaspreguntas sobre él. Pero entonces paréporque me había empezado a ponerdemasiado triste. Y también pensé que sialguien me viera hablando en voz altaestando solo en el coche, sus miradaspodrían convencerme de que puede que loque me pasa sea incluso peor de lo quecreo.

Cuando llegué a casa, mi hermanaestaba viendo una película con su nuevonovio. No hay mucho que contar, aparte

de que se llama Erik, tiene el pelo corto yestá en tercer curso de instituto. Erikhabía alquilado la película. Después deestrecharle la mano, les pregunté por lapelícula, porque no me sonaba de nadasalvo por un actor que salía en unprograma de televisión, y no me acordabade su nombre.

Mi hermana dijo:—Es bastante tonta. No te gustaría.Yo dije:—¿De qué trata?Ella dijo:—Venga, Charlie. Ya casi ha

terminado.Yo dije:—¿Os parecería bien si me quedara

a ver el final?Ella dijo:

—Puedes verla entera cuandohayamos terminado.

Yo dije:—Bueno, ¿y si veo el final con

vosotros y después la rebobino y veohasta donde empecé a verla con vosotros?

Entonces fue cuando ella paró lapelícula:

—¿No pillas las indirectas?—Supongo que no.—Queremos estar solos, Charlie.—Ah. Lo siento.Si te digo la verdad, sabía que mi

hermana quería estar a solas con Erik,pero me moría de ganas de tenercompañía. Sin embargo, sabía que no erajusto arruinarle la noche solo porqueechaba de menos a todo el mundo, así quele di las buenas noches y me fui.

Subí a mi habitación y empecé a leerel nuevo libro que me había dado Bill. Sel l ama El extranjero. Bill dijo que es«muy fácil de leer, pero muy difícil de“leer bien”». No tengo ni idea de lo quequería decir, pero por ahora me estágustando el libro.

Con mucho cariño,Charlie

8 de mayo de 1992 Querido amigo: Es raro cómo las cosas pueden volver a

cambiar tan repentinamente como lohicieron en un principio. Algo sucede y depronto todo vuelve a la normalidad.

El lunes Brad volvió al instituto.Parecía muy cambiado. No porque

tuviera cardenales ni nada. De hecho,tenía la cara bien. Pero antes, Brad era untío que siempre iba por el pasillo conenergía. La verdad es que no puedodescribirlo de otra manera. Algunaspersonas caminan cabizbajas por algunarazón. No les gusta mirar a los ojos a losdemás. Brad nunca fue así. Pero ahora loes. Sobre todo con Patrick.

Los vi hablando en voz baja en elpasillo. Yo estaba demasiado lejos paraoír lo que decían, pero se notaba que Bradestaba ignorando a Patrick. Y cuandoPatrick empezó a enfadarse, Brad

simplemente cerró su taquilla y se alejó.No es que fuera muy extraño, porque Brady Patrick nunca hablaban en el instituto yaque Brad quería mantener las cosas ensecreto. Lo extraño fue que Patrick sehubiera acercado primero a Brad. Así quesupuse que ya no se encontraban en loscampos de golf. Y que ni siquierahablaban por teléfono.

Después, esa tarde, estaba fuerafumándome un cigarrillo a solas, y vi aPatrick también fumándose un cigarrillo asolas. No estaba tan cerca como parasaludarlo y no quise interferir en sutiempo libre, así que no me acerqué a él.Pero Patrick estaba llorando. Estaballorando desconsoladamente. Después deaquello, cada vez que lo he visto poralguna parte, no parecía estar allí. Era

como si estuviese en otro lugar. Y creoque lo supe porque así es como la gentedecía que estaba yo. Quizá todavía lodiga. No estoy seguro.

El jueves ocurrió algo realmentehorrible.

Estaba sentado solo en la cafeteríacomiéndome un filete ruso, cuando vi quePatrick se acercaba a Brad, que estabasentado con sus amigotes del equipo defútbol, y vi que Brad pasaba de él comohabía hecho en la taquilla. Y vi quePatrick se estaba alterando, pero Bradseguía pasando de él. Entonces, vi cómoPatrick decía algo y parecía muy enfadadomientras se daba la vuelta para alejarse.Brad se quedó quieto en el sitio duranteun segundo y después se giró. Entonces looí. Fue lo bastante alto para que algunas

mesas lo oyeran. Lo que Brad le gritó aPatrick fue:

—¡Maricón!Los colegas del equipo de Brad

empezaron a reírse. Algunas mesas sequedaron en silencio mientras Patrick sedaba la vuelta. Estaba fuera de sí. Noestoy bromeando. Volvió como una furia ala mesa de Brad y dijo:

—¿Qué me has llamado?Dios mío, estaba furioso. Yo nunca

había visto a Patrick así.Brad se quedó callado durante un

segundo, pero sus colegas lo azuzarondándole empujoncitos en los hombros.Brad levantó la mirada hacia Patrick ydijo en voz más baja y con mayorcrueldad que antes:

—Te he llamado maricón.

Los colegas de Brad se echaron areír todavía más fuerte. Bueno, hasta quePatrick lanzó el primer puñetazo. Es algosobrecogedor cuando de golpe se hace elsilencio en toda una sala, y entoncesempieza el ruido de verdad.

La pelea fue dura. Mucho más duraque la que tuve con Sean el año pasado.No fue juego limpio a base de puñetazosni como se ve en las películas. Sololuchaban y se golpeaban. Y el que fueramás agresivo o estuviera más enfadadodaba la mayoría de los golpes. En ciertopunto, la pelea iba bastante igualada hastaque los colegas de Brad se metieron y seconvirtió en un cinco a uno.

Ahí fue cuando me metí yo. No podíaver cómo hacían daño a Patrick, aunquelas cosas no se hubieran calmado todavía.

Creo que cualquiera que me conozcase podría haber asustado o desconcertado.Excepto tal vez mi hermano. Él me enseñóqué hacer en estas situaciones. No quieroentrar en detalles, solo diré que, cuandoacabó, Brad y sus dos colegas dejaron depelear y se me quedaron mirando. Susotros dos amigos estaban tumbados en elsuelo. Uno se apretaba la rodilla que yo lehabía roto con una de esas sillas de metalde la cafetería. El otro se tapaba la cara.Fui un poco a por sus ojos, pero no conmucha saña. No quería que fuera muygrave.

Bajé la vista al suelo y vi a Patrick.Tenía la cara bastante mal y estaballorando mucho. Lo ayudé a ponerse depie y después miré a Brad. No creo ni quehubiéramos cruzado dos palabras hasta

entonces, pero supongo que aquel era elmomento de empezar. Solo dije:

—Si alguna vez lo vuelves a hacer,se lo contaré a todos. Y si no essuficiente, te dejaré ciego.

Señalé a su amigo, el que se estabatapando la cara, y supe que Brad me habíaoído y que sabía que lo decía en serio. Sinembargo, no repuso nada porque losguardias de seguridad de nuestro institutovinieron a sacarnos a todos de lacafetería. Nos llevaron primero a laenfermería, y después a ver al directorSmall. Patrick fue quien empezó la pelea,así que lo expulsaron durante una semana.A los amigotes de Brad los expulsarontres días a cada uno por atacar en grupo aPatrick después de irrumpir en la peleainicial. A Brad no lo expulsaron porque

había actuado en defensa propia. A mítampoco, ya que solamente habíaintentado defender a un amigo al queatacaban cinco contra uno.

Brad y yo tuvimos un mes de castigo,empezando ese mismo día.

Durante las horas de castigo, elprofesor Harris no nos puso ningunanorma. Nos dejaba leer o hacer losejercicios para casa o hablar. No erarealmente un castigo, a no ser que tegusten los programas que echan entelevisión justo después de clase o estésmuy preocupado por tu expediente. Mepregunto si es todo una mentira. Elexpediente, quiero decir.

En aquel primer día de castigo, Bradvino a sentarse a mi lado. Parecía muytriste. Creo que se había dado cuenta de lo

ocurrido al salir del aturdimiento de lapelea.

—¿Charlie?—¿Sí?—Gracias. Gracias por pararlos.—De nada.Y eso fue todo. No le he vuelto a

decir nada desde entonces. Y hoy él no seha sentado a mi lado. Al principio, cuandolo dijo, me quedé algo desorientado. Perocreo que ya lo he pillado. Porque yo noquerría que un puñado de amigos míos ledieran una paliza a Sam, ni aunque mehubieran prohibido que me siguieragustando.

Cuando salí del aula de castigo esedía, Sam me estaba esperando. En cuantola vi, sonrió. Yo estaba atontado. Nopodía creer que ella estuviera allí de

verdad. Entonces, vi que se giraba y lelanzaba a Brad una mirada llena defrialdad.

Brad dijo:—Dile que lo siento.Sam repuso:—Díselo tú mismo.Brad apartó la vista y se fue andando

hacia su coche. Entonces Sam se acercó amí y me revolvió el pelo.

—Bueno, he oído que eres unaespecie de ninja.

Creo que asentí.Sam me condujo a casa en su

camioneta. De camino, me contó queestaba muy enfadada conmigo por hacerlelo que le hice a Mary Elizabeth. Me contóque Mary Elizabeth es amiga suya desdehace mucho tiempo. Hasta me recordó que

Mary Elizabeth estuvo a su lado cuandopasó aquella época tan dura de la que mehabló cuando me regaló la máquina deescribir. No quiero repetir lo que fue.

En fin, dijo que cuando la besé a ellaen vez de a Mary Elizabeth, estropeé suamistad durante un tiempo. Porquesupongo que yo le gustaba un montón aMary Elizabeth. Me dio pena, porque notenía ni idea de que yo le gustara tanto.Pensaba que solo quería descubrirmetodas aquellas cosas geniales. Entoncesfue cuando Sam dijo:

—Charlie, a veces eres muy tonto.¿Lo sabes?

—Sí. La verdad es que sí. Lo sé. Enserio.

Después dijo que Mary Elizabeth yella ya lo habían superado, y me

agradeció que hubiera seguido el consejode Patrick y que me hubiera mantenidoalejado durante este tiempo, porque habíafacilitado las cosas. Así que luego dije:

—Entonces, ¿podemos volver a seramigos?

—Claro —fue lo único querespondió.

—¿Y de Patrick?—Y de Patrick.—¿Y del resto de la gente?—Y del resto de la gente.Fue entonces cuando me eché a

llorar. Pero Sam me dijo que parara.—¿Te acuerdas de lo que le dije a

Brad?—Sí. Le dijiste que tenía que ser él

quien se disculpara con Patrick.—Eso también va por Mary

Elizabeth.—Lo intenté, pero me dijo...—Lo sé. Te estoy diciendo que lo

vuelvas a intentar.—Vale.Sam me dejó en casa. Cuando estuvo

tan lejos como para no verme, me eché allorar otra vez. Porque volvía a ser miamiga. Y eso me bastaba. Así que meprometí a mí mismo que no volvería a liarlas cosas. Y no lo volveré a hacer. Eso telo aseguro.

Cuando esta noche fui a The RockyHorror Picture Show, fue muy tenso. Nopor Mary Elizabeth. Por esa parte estuvobien. Le dije que lo sentía, y luego lepregunté si había algo que quisieradecirme. Y, como siempre, le hice unapregunta y conseguí una larguísima

respuesta. Cuando terminé de escuchar (laescuché de verdad), le volví a decir quelo sentía. Entonces me dio las gracias porno quitarle importancia a lo que hiceofreciéndole un montón de excusas. Y lascosas volvieron a la normalidad, salvoporque quedamos solo como amigos.

Si te soy sincero, creo que la causaprincipal de que hayamos quedado bien esque Mary Elizabeth ha empezado a salircon uno de los amigos de Craig. Se llamaPeter y va a la universidad, con lo queMary Elizabeth está feliz. En la fiesta enel apartamento de Craig oí por casualidadque le decía a Alice que estaba muchomás contenta con Peter porque tenía «suspropias opiniones» y mantenían debates.Dijo que yo era muy dulce y comprensivo,pero que nuestra relación era demasiado

unidireccional. Ella quería una personaque estuviera más abierta a la discusión yque no necesitara que le dieran permisopara hablar.

Me entraron ganas de reír. O quizáde enfadarme. O quizá de encogerme dehombros por lo rara que es la gente, ysobre todo yo. Pero estaba en una fiestacon mis amigos, así que tampoco le dimucha importancia. Solamente bebí,porque me pareció que ya era el momentode dejar de fumar tanta hierba.

Lo que provocó la tensión aquellanoche fue que Patrick oficialmente dejó elpapel de Frank’N Furter en la obra. Dijoque no quería volver a hacerlo... nunca.Así que se sentó y vio el espectáculo entreel público conmigo, y dijo cosas que medolió escuchar, porque Patrick

normalmente no es infeliz.—¿Has pensado alguna vez, Charlie,

que nuestro grupo es igual que cualquierotro grupo, como el del equipo de fútbol?¿Y que lo único que verdaderamente nosdistingue es la ropa que llevamos y porqué la llevamos?

—¿Sí? —pregunté. Y hubo unapausa.

—Bueno, creo que todo songilipolleces.

Y lo decía en serio. Era duro ver quehablaba tan en serio.

Un tío que yo no conocía de nadahizo el papel de Frank ’N Furter. Habíasido el sustituto de Patrick durante muchotiempo, y ahora tenía su oportunidad. Eramuy bueno, también. No tan bueno comoPatrick, pero muy bueno.

Con mucho cariño,

Charlie

11 de mayo de 1992 Querido amigo: He estado pasando mucho tiempo conPatrick estos días. En realidad, no hehablado mucho. Más bien he escuchado yasentido, porque Patrick necesita hablar.Pero no es como con Mary Elizabeth. Esdistinto.

Empezó el sábado por la mañanadespués del espectáculo. Estaba en la

cama intentando descubrir por qué a veceste puedes despertar y volverte a dormir yotras veces no puedes. Entonces, mimadre llamó a la puerta.

—Tu amigo Patrick está al teléfono.Así que me levanté y me quité el

sueño de encima.—Hola.—Vístete. Voy de camino.Clic. Eso fue todo. La verdad es que

tenía mucho que hacer, ya que se estabaacercando el final de curso, pero parecíaque íbamos a tener una especie deaventura, así que me vestí de todasformas.

Patrick aparcó el coche diez minutosmás tarde. Llevaba puesta la misma ropaque la noche anterior. No se habíaduchado ni nada. Ni siquiera creo que se

hubiera ido a la cama. Estabacompletamente despierto gracias al café,los cigarrillos y las Mini Thins, que sonesas pastillitas que puedes comprar en lasgasolineras. ¡Te mantienen despierto!Tampoco son ilegales, pero te dan sed.

Así que me subí en el coche dePatrick, que estaba lleno de humo. Meofreció un cigarrillo, pero dije que nodelante de mi casa.

—¿Tus padres no saben que fumas?—No. ¿Deberían?—Supongo que no.Entonces empezó a conducir...

rápido.Al principio, Patrick apenas habló.

Solo escuchaba música en el radiocasete.Cuando empezó la segunda canción, lepregunté si era la cinta de varios que le

había hecho por el Amigo Invisible enNavidad.

—He estado escuchándola toda lanoche.

Patrick sonreía de oreja a oreja. Erauna sonrisa enfermiza. Vidriosa yatontada. Subió el volumen. Y condujomás rápido.

—Te contaré algo, Charlie. Mesiento bien. ¿Sabes a lo que me refiero?Realmente bien. Como si me hubieraliberado, o algo así. Como si no tuvieraque fingir más. Me voy de aquí para ir ala universidad, ¿verdad? Allí todo serádiferente. ¿Sabes a lo que me refiero?

—Sí —dije.—He estado pensando toda la noche

en qué tipo de pósteres quiero colgar enmi habitación de la residencia. Y si tendré

una pared de ladrillo visto. Siempre hequerido una pared de ladrillo visto, parapoder pintarla. ¿Sabes a lo que merefiero?

Esta vez solamente asentí, porque élno estaba esperando realmente un «sí».

—Las cosas allí serán distintas.Tienen que serlo.

—Lo serán —dije.—¿Lo crees de verdad?—Sí.—Gracias, Charlie.Así fue más o menos todo el día.

Fuimos a ver una película. Y comimospizza. Y cada vez que Patrick empezaba aestar cansado, bebíamos café y él setomaba una Mini Thin o dos. Cuando fueraempezó a oscurecer, me enseñó todos loslugares en los que él y Brad se

encontraban. No me habló mucho de ellos.Solo los miraba.

Acabamos en el campo de golf.Nos sentamos en el green del hoyo

dieciocho, que estaba bastante alto en unacolina, y contemplamos cómo desaparecíael sol. Patrick había comprado una botellade vino tinto con su carné de identidadfalso, y nos la fuimos pasando. Nohicimos más que hablar.

—¿Has oído la historia de Lily? —preguntó.

—¿Quién?—Lily Miller. No sé cuál era su

nombre real, pero la llamaban Lily.Estaba en su cuarto curso de institutocuando yo estaba en segundo.

—Creo que no.—Pensaba que tu hermano te la

habría contado. Es un clásico.—A lo mejor.—Vale. Párame si ya la conoces.—Vale.—Pues Lily sube hasta aquí con un

tío que era el protagonista de todas lasobras de teatro.

—¿Parker?—Exacto, Parker. ¿Cómo lo sabías?—Mi hermana estaba colgada por él.—¡Perfecto! —nos estábamos

emborrachando bastante—. Pues Parker yLily suben aquí una noche. ¡Y están tanenamorados! Él incluso le había regaladosu pin de actor o algo así.

A estas alturas, de las carcajadas,Patrick estaba escupiendo vino entrefrases.

—Incluso tenían una canción. Algo

como Broken Wings, de ese grupo, Mr.Mister. Ni siquiera lo sé, pero espero quefuera Broken Wings, porque así la historiasería perfecta.

—Sigue —lo animé.—Vale, vale —dio un trago—.

Bueno, habían estado saliendo durantemucho tiempo, y creo que incluso sehabían acostado ya, pero aquella iba a seruna noche especial. Ella había preparadoun pequeño picnic, y él había traído unradiocasete para poner Broken Wings.

Lo de aquella canción fue superior asus fuerzas. Se estuvo riendo durante diezminutos.

—Vale, vale. Lo siento. Así quehacen el picnic con sándwiches y todo.Empiezan a enrollarse. Suena la música, yestán ya a punto de «hacerlo» cuando

Parker se da cuenta de que ha olvidadolos condones. Están los dos desnudos eneste green. Los dos se desean. No haycondones. Así que, ¿tú qué crees quepasó?

—No lo sé.—¡Lo hicieron a cuatro patas con una

bolsa de plástico de sándwich!—¡NO! —fue lo único que pude

decir.—¡SÍ! —fue la réplica de Patrick.—¡DIOS! —fue mi contestación.—¡SÍ! —fue la conclusión de

Patrick.Después de que se nos pasara la risa

floja y de desperdiciar la mayoría delvino escupiendo de risa, se volvió haciamí.

—¿Y quieres saber lo mejor?

—¿Qué?—Que ella era la primera de la

clase. ¡Y todos conocían esta historiacuando dio el discurso de graduación!

No hay nada como respirar hondodespués de reírte tanto. Nada en el mundocomo el dolor de estómago por una buenacausa. Tan genial había sido.

Así que Patrick y yo compartimostodas las historias que pudimos recordar.

Había un chico llamado Barry quesolía construir cometas en la clase deArte. Luego, después de clase, atabapetardos a la cometa y la hacía volar y laexplotaba. Ahora está estudiando para sercontrolador aéreo.

Historia de Patrick, a través de Sam

Y también había un chico que sellamaba Chip que gastó todo su dinero dela paga y de Navidades y varioscumpleaños para comprar material paramatar bichos y estuvo yendo de puerta enpuerta preguntando si podía matar bichosgratis.

Historia mía, a través de mihermana

Había un tío llamado Carl Burns alque todo el mundo llamaba C. B. Y un díaC. B. se emborrachó tanto en una fiestaque intentó «tirarse» al perro delanfitrión.

Historia de Patrick

Y había un tío al que llamaban «PajaJack» porque al parecer lo pillaron

masturbándose en una fiesta donde todosestaban muy borrachos. Y cada vez que sereunían los alumnos para animar al equipode fútbol, la gente aplaudía y cantaba:«¡Paja Jack... plas plas plas... Paja Jack!».

Historia mía, a través de mihermano

Hubo otras historias y otros nombres.«Stacey Méteme Mano», que tenía pechoen cuarto de primaria y dejaba quealgunos chicos se lo tocaran. Vincent, quetomó LSD e intentó tirar al váter un sofá.Sheila, que según cuentan se masturbó conun perrito caliente y tuvo que ir aurgencias. La lista seguía y seguía.

Cuando ya terminábamos, en lo únicoque podía pensar era en lo que esa gentedebe de sentir cuando va a los encuentros

de antiguos alumnos. Me pregunto si lesdará vergüenza, y si ese es el pequeñoprecio que hay que pagar por ser unaleyenda.

Después de que nos despejáramos unpoco la borrachera con café y Mini Thins,Patrick me llevó en coche a casa. La cintade varios que le hice tocó un montón decanciones de invierno. Y Patrick sevolvió hacia mí.

—Gracias, Charlie.—De nada.—No. Me refiero a la cafetería.—De nada.Después de aquello, nos quedamos

en silencio. Me condujo a casa y paró elcoche en el camino de entrada. Nos dimosun abrazo de buenas noches y cuandoestaba a punto de irme, me apretó un poco

más fuerte. Y giró la cara hacia la mía. Yme besó. Un beso de verdad. Después, seseparó con mucha lentitud.

—Lo siento.—No. Está bien.—En serio. Lo siento.—No, de verdad. No te preocupes.Entonces, dijo «gracias» y me volvió

a abrazar. Y movió la cabeza parabesarme otra vez. Y yo le dejé. No sé porqué. Nos quedamos en su coche durante unbuen rato.

No hicimos nada más que besarnos.Y ni siquiera duró mucho. Al cabo de unrato, sus ojos perdieron el atontamientovidrioso del vino o el café o del hecho deno haberse acostado la noche anterior.Después, empezó a llorar. Después,empezó a hablar sobre Brad.

Y yo le dejé. Porque para eso estánlos amigos.

Con mucho cariño,Charlie

17 de mayo de 1992 Querido amigo: Parece que cada mañana desde aquellanoche me levanto embotado, y me duele lacabeza, y no puedo respirar. Patrick y yohemos estado pasando mucho tiempojuntos. Bebemos un montón. Bueno, másbien Patrick bebe y yo doy sorbitos.

Es duro ver a un amigo pasándolo tanmal. Y más si no puedes hacer nada apartede «estar ahí». Quiero hacer que deje desufrir, pero no puedo. Así que no mequeda otra que acompañarlo cuandoquiere enseñarme su mundo.

Una noche Patrick me llevó a unparque donde los hombres tienenencuentros con otros hombres. Patrick medijo que, si no quería que me molestaran,lo mejor era que no mirase a nadie a losojos. Dijo que mediante el contacto visuales como se acuerda ligar anónimamente.Nadie habla. Solo buscan sitios adonde ir.Al cabo de un rato, Patrick vio a alguienque le gustaba. Me preguntó si necesitabacigarrillos, y cuando dije que no, me diouna palmadita en el hombro y se alejó coneste chico.

Yo me quedé sentado en un banco,mirando a mi alrededor. No veía más quesombras de personas. Algunas en el suelo.Algunas junto a un árbol. Algunas solocaminando. Todo estaba muy silencioso.Después de unos minutos, encendí uncigarro y oí un susurro.

—¿Tienes un cigarrillo de sobra? —preguntó la voz.

Me volví y vi a un hombre oculto porla sombra.

—Claro —dije.Estiré el brazo para pasarle al

hombre un cigarrillo. Lo tomó.—¿Tienes fuego? —dijo.—Claro —contesté, y encendí una

cerilla para él.En vez de inclinarse a encender el

cigarrillo, se acercó para cubrir la cerilla

con nuestras manos, algo que todoshacemos cuando hace viento. Pero nohacía viento. Creo que solo quería tocarmis manos porque, mientras encendía elcigarrillo, lo hizo durante mucho mástiempo del necesario. A lo mejor queríaque viera su cara bajo el resplandor de lacerilla. Para que viera lo guapo que era.No lo sé. Me resultó familiar. Pero nopodía averiguar de qué lo conocía.

Apagó la cerilla de un soplido.—Gracias —y exhaló el humo.—De nada —dije.—¿Te importa si me siento? —

preguntó.—La verdad es que no.Se sentó. Y dijo algunas cosas. Y fue

su voz. Reconocí su voz. Así que encendíotro cigarrillo y volví a mirar su cara, e

hice memoria, y entonces fue cuando loaverigüé. ¡Era el tío que presenta losdeportes en las noticias de la televisión!

—Bonita noche —dijo.¡No podía creerlo! Supongo que

logré asentir con la cabeza, porque siguióhablando. ¡De deportes! Estuvo hablandode lo malo que era tener el bateadordesignado en béisbol y de por qué elbaloncesto era un éxito comercial y dequé equipos parecían prometedores dentrodel fútbol universitario. ¡Hasta mencionóel nombre de mi hermano! ¡Lo juro!

Lo único que dije yo fue:—Y... ¿cómo es salir en la

televisión?Debió de ser la frase equivocada

porque de pronto se levantó y se fue. Fueuna pena, porque quería preguntarle si

creía que mi hermano iba a llegar alfútbol profesional.

Otra noche, Patrick me llevó a unsitio donde venden poppers, que es unadroga que se inhala. Se les habíanacabado los poppers, pero el tipo detrásdel mostrador dijo que tenían algo que eraigual de bueno. Así que Patrick locompró. Estaba en una lata de aerosol.Ambos lo aspiramos una vez, y juro quelos dos pensamos que íbamos a morir deun ataque al corazón.

En general, creo que Patrick me hallevado a casi todos los sitios que nohabría conocido de otra manera. Unkaraoke de una de las calles principalesdel centro. Una discoteca. El cuarto debaño de un gimnasio. Todos esos sitios. Aveces, Patrick ligaba con chicos. A veces

no. Dijo que era muy difícil hacerlo conseguridad. Y que nunca se sabe.

Las noches en las que ligaba conalguien siempre lo entristecían. Es duro,además, porque Patrick empezaba cadanoche muy animado. Siempre decía que sesentía libre. Y que esa noche estabapredestinada. Y cosas así. Pero al final dela noche, se ponía triste. A veces hablabasobre Brad. A veces no. Después de unrato, todo perdía interés para él, y se leacababan las cosas que lo manteníanatontado.

Bueno, pues esta noche me ha dejadoen casa. Ha sido la noche en la que hemosvuelto al parque donde hay encuentrosentre hombres. Y la noche en la que havisto a Brad allí con un tío. Brad estabademasiado metido en lo que estaba

haciendo como para fijarse en nosotros.Patrick no ha dicho nada. No ha hechonada. Solo ha vuelto caminando al coche.Y hemos regresado en silencio. Por elcamino, lanzó la botella de vino por laventana. Y cayó al suelo estrepitosamente.Y esta vez no ha intentado besarme comotodas las noches. Solo me ha dado lasgracias por ser su amigo. Y se ha alejadoconduciendo.

Con mucho cariño,Charlie

21 de mayo de 1992

Querido amigo: El curso está a punto de terminar. Nosqueda más o menos un mes. Pero a los deúltimo curso, como mi hermana y Sam yPatrick, solo les queda un par de semanas.Luego, tienen el baile de fin de curso y lagraduación, y están todos muy ocupadoshaciendo planes.

Mary Elizabeth va a llevar a sunuevo novio, Peter. Mi hermana llevará aErik. Patrick va con Alice. Y Craigaccedió a ir con Sam esta vez. Incluso hanalquilado una limusina y todo. Aunque mihermana no. Ella va a ir en el coche nuevode su novio, que es un Buick.

Bill se ha puesto muy sentimentalúltimamente porque siente que su primeraño de enseñanza está tocando a su fin. Al

menos, eso es lo que me ha dicho. Teníala intención de mudarse a Nueva York yescribir obras de teatro, pero me ha dichoque ya no está seguro de querer hacerlo.Le gusta mucho enseñar Literatura a loschicos, y cree que tal vez puedaencargarse también del departamento deTeatro el año que viene.

Supongo que ha estado pensandomucho en esto porque no me dio ningúnlibro para leer desde El extranjero. Esosí, me pidió que viera un montón depelículas, y que escribiera una redacciónsobre lo que pensaba de todas ellas. Laspelículas eran El graduado, Harold yMaude, Mi vida como un perro (¡quetiene subtítulos!), El Club de los PoetasMuertos, y una película llamada Laincreíble verdad, que ha sido muy difícil

de encontrar.Vi todas las películas en un día. Fue

bastante guay.La redacción que escribí fue muy

parecida a las últimas redacciones queescribí porque todo lo que Bill me diceque lea o vea es muy parecido. Salvocuando me hizo leer El almuerzodesnudo.

Por cierto, me dijo que me habíadado ese libro porque acababa de rompercon su novia y se sentía filosófico. Supuseque esa era la razón de que estuviera tristeaquella tarde cuando hablamos de En elcamino. Me pidió disculpas por haberdejado que su vida privada afectara a sudocencia, y las acepté porque no sabíaqué otra cosa hacer. Es raro pensar en tusprofesores como personas, incluso

tratándose de Bill. Supongo que desdeaquello se ha reconciliado con su novia.Ahora están viviendo juntos. Por lomenos, eso es lo que me ha dicho.

Bueno, en el instituto Bill me hadado mi último libro para leer este curso.Se llama El manantial, y es muy largo.

Al darme el libro, Bill me dijo:—Sé escéptico con este. Es un libro

buenísimo. Pero intenta ser un filtro, nouna esponja.

A veces creo que Bill se olvida deque tengo dieciséis años. Pero me alegromucho de que lo haga.

No he empezado a leerlo todavíaporque estoy muy retrasado con mis otrasclases, después de haber pasado tantotiempo con Patrick. Pero si puedoponerme al día, terminaré mi primer año

de instituto con todo sobresalientes, quees algo que me hace muy feliz. Casi noconseguí sobresaliente en mates, peroentonces el profesor Carlo me dijo quedejara de preguntar «¿por qué?» todo eltiempo y que simplemente siguiera lasfórmulas. Así que lo hice. Ahora saco lanota máxima en todos mis exámenes.Ojalá supiera para qué sirven lasfórmulas. Sinceramente, no tengo ni idea.

Estaba pensando antes que alprincipio empecé a escribirte porque medaba miedo empezar el instituto. Hoy mesiento bien, lo que es curioso.

Por cierto, Patrick dejó de beberaquella noche que vio a Brad en elparque. Supongo que se encuentra mejor.Solo quiere graduarse e irse a launiversidad ya.

Vi a Brad en el aula de castigo ellunes después de haberlo visto en elparque. Y tenía el mismo aspecto desiempre.

Con mucho cariño,Charlie

27 de mayo de 1992 Querido amigo: He estado leyendo El manantial durantelos últimos días, y es un libro excelente.Leí en la contracubierta que la autorahabía nacido en Rusia y vino a América

cuando era joven. Apenas hablaba inglés,pero quería ser una gran escritora. Mepareció muy admirable, así que me senté aintentar escribir una historia.

«Ian MacArthur es un tipomaravilloso y encantador que se asoma almundo con placer a través de sus gafas».

Esa era la primera frase. Elproblema fue que no se me ocurrió lasiguiente. Después de ordenar mihabitación tres veces, decidí dejar a Ianen paz durante un rato porque estabaempezando a enfadarme con él.

La semana pasada tuve mucho tiempopara escribir y leer y pensar porque todosestán atareados con el baile de fin decurso y la graduación y los horarios delaño que viene. El próximo viernes es suúltimo día de clase. Y el baile es el

martes, lo que me pareció raro porquepensaba que sería en fin de semana, peroSam me dijo que los institutos no puedencelebrar sus bailes en la misma noche,porque si no, no habría suficientesesmóquines y restaurantes para todos.Dije que me parecía muy bien pensado. Yluego el sábado es su graduación. Todoparece muy emocionante. Ojalá meestuviera pasando a mí.

Me pregunto cómo será cuando yome vaya de aquí. El tener un compañerode habitación y comprar champú. Pensé enlo genial que sería ir a mi baile de últimocurso dentro de tres años con Sam. Esperoque caiga en viernes. Y espero ser el quedé el discurso en la graduación. Mepregunto cómo sería mi discurso. Y si Billme ayudaría a hacerlo, si no se fuera a

Nueva York a escribir obras de teatro. Oa lo mejor lo haría, incluso estando enNueva York escribiendo obras de teatro.Me parecería todo un detalle por su parte.

No sé. El manantial es un libro muybueno. Espero estar siendo un filtro.

Con mucho cariño,Charlie

2 de junio de 1992 Querido amigo: ¿Tú tuviste una gamberrada en tu últimoaño? Supongo que sí, porque mi hermana

ha dicho que es una tradición en unmontón de institutos. Este año, lagamberrada fue la siguiente: algunos deúltimo curso echaron en la piscinaalrededor de seis mil sobres de zumo deuva en polvo Kool-Aid. No tengo ni ideade a quién se le ocurren estas cosas o porqué, solo sé que la gamberrada de últimoaño parece que marca el fin de curso. Quétiene esto que ver con una piscina llena dezumo me supera, pero me alegré mucho deno tener natación.

La verdad es que está siendo unaépoca muy emocionante, porque todoshemos estado muy ocupados terminando elcurso. Este viernes es el último día deinstituto para todos mis amigos y mihermana. Han estado hablando sin parardel baile de fin de curso. Incluso las

personas como Mary Elizabeth, a las queles parece una «farsa», no dejan de hablarsobre la «farsa» que es. Es muy graciosopresenciarlo.

Pues en estas fechas ya todo elmundo ha resuelto a qué universidad va air el año que viene. Patrick va a ir a laUniversidad de Washington porque quiereestar cerca del ambiente musical de allí.Dice que cree que quiere trabajar parauna compañía discográfica algún día.Quizá ser publicista o una de esaspersonas que descubren nuevos grupos.Sam por fin decidió marcharse pronto alcurso de verano en la universidad de suelección. Me encanta esa expresión.Universidad de su elección. Universidadde reserva es otra de mis favoritas.

El caso es que Sam ha sido aceptada

en dos universidades: la universidad de suelección y una universidad de reserva.Podría haber empezado en la de reservaen otoño, pero para ir a la universidad desu elección tenía que hacer este cursoespecial de verano, como mi hermano.¡Eso es! La universidad es Penn State, conlo que es genial porque ahora puedovisitar a mi hermano y a Sam en el mismoviaje. No quiero pensar todavía en queSam se va a ir, pero me pregunté quépasaría si ella y mi hermano empezaran asalir, lo que es absurdo porque no tienennada en común, y Sam está enamorada deCraig. Tengo que parar de hacer esto.

Mi hermana va a ir a una «pequeñauniversidad de Humanidades del Este»llamada Sarah Lawrence. Casi no loconsigue, porque costaba mucho dinero,

pero entonces logró una beca académica através del Rotary Club o el Moose Lodgeo algo parecido, lo que me pareció muygeneroso por su parte. Mi hermana va aser la segunda de su clase. Yo creía queiba a ser la mejor, pero tuvo un notablecuando pasó por esa mala racha con su exnovio.

Mary Elizabeth va a ir a Berkeley. YAlice va a estudiar cine en la Universidadde Nueva York. Yo ni siquiera sabía quele gustaran las películas, pero supongoque es cierto. Las llama «films».

Por cierto, terminé El manantial. Hasido una experiencia realmente fantástica.Es extraño describir la lectura de un librocomo una experiencia realmentefantástica, pero es que me ha hecho sentirasí. Era un libro distinto a los demás

porque no trataba sobre ser adolescente.Y no era como El extranjero o Elalmuerzo desnudo, aunque me haparecido filosófico en cierta manera. Perono era como si tuvieras que esforzarte enbuscar la filosofía. Era bastante directa,me pareció, y lo mejor es que tomé lo quela autora escribió y lo apliqué a mi propiavida. Quizá eso es lo que significa ser unfiltro. No estoy seguro.

Había una parte en la que elprotagonista, que es un arquitecto, estásentado en un barco con su mejor amigo,que es un magnate de la prensa. Y elmagnate dice que el arquitecto es unhombre muy frío. El arquitecto replica quesi el barco se estuviera hundiendo, y solohubiera sitio para una persona en el botesalvavidas, con mucho gusto entregaría su

vida por el magnate de la prensa. Y luegodijo algo así: «Moriría por usted. Pero noviviré para usted».

Algo así. Creo que la idea es quecada hombre o mujer tiene que vivir supropia vida y luego decidir si la compartecon los demás. Tal vez es eso lo que hacea la gente «implicarse». No estoy muyseguro. Porque no sé si a mí memolestaría vivir para Sam una temporada.Aunque pensándolo bien, ella no querríaque yo lo hiciera, así que quizá el mensajedel libro sea mucho más agradable de loque parece. Al menos eso espero.

Le hablé a mi psiquiatra del libro yde Bill y de Sam y Patrick y todas susuniversidades, pero él insiste en hacermepreguntas sobre mi niñez. El caso es quesiento que no hago más que repetirle los

mismos recuerdos. No sé. Dice que esimportante. Ya veremos.

Escribiría un poco más hoy, perotengo que aprenderme las fórmulas demates para el examen final del jueves.¡Deséame suerte!

Con mucho cariño,Charlie

5 de junio de 1992 Querido amigo: Quería hablarte de nosotros corriendo.Había una puesta de sol preciosa. Y

estábamos en la colina. La colina que hayque subir para llegar al green del hoyodieciocho donde Patrick y yo escupimosvino de la risa. Y solo unas horas antes,Sam y Patrick y toda la gente que quiero yque conozco tuvo su último día deinstituto para siempre. Y yo estaba muycontento porque ellos estaban contentos.Mi hermana incluso me dejó abrazarla enel pasillo. La palabra del día fue«enhorabuena». Pues Sam y Patrick y yofuimos al Big Boy y fumamos cigarrillos.Después, fuimos caminando, para hacertiempo hasta que llegara el momento de ira l Rocky Horror. Y estuvimos hablandode cosas que en ese momento parecíanimportantes. Y nos quedamos mirando esacolina. Y entonces Patrick empezó acorrer hacia la puesta de sol. Y Sam

inmediatamente lo siguió. Y yo vi sussiluetas. Persiguiendo al sol. Entonces, meeché a correr. Y todo era tan bueno quemejor no podía ser.

Aquella noche, Patrick decidió hacerde Frank’N Furter una última vez. Estabatan feliz de ponerse el disfraz... y todo elmundo se alegró de que hubiera decididohacerlo. Fue bastante conmovedor, laverdad. Hizo la mejor actuación que yo lehabía visto jamás. Quizá no sea objetivo,pero no me importa. Fue un espectáculoque recordaré siempre. Especialmente suúltima canción.

La canción se llama I’m GoingHome. En la película, Tim Curry, queinterpreta al personaje, llora durante esacanción. Pero Patrick estaba sonriendo. Yquedó perfecto.

Incluso persuadí a mi hermana paraque viniera al espectáculo con su novio.He estado intentando conseguir que vengadesde que empecé a ir, pero nunca haquerido. Aunque esta vez sí. Y como niella ni su novio habían visto antes elespectáculo, eran técnicamente«vírgenes», con lo que tendrían que hacerun montón de cosas humillantes para ser«iniciados» antes de que empezara elespectáculo. Decidí no decírselo a mihermana, y ella y su novio tuvieron quesubir al escenario e intentar bailar el TimeWarp.

Quien perdiera el concurso de bailetenía que fingir que practicaba sexo conun enorme muñeco de peluche, así queinmediatamente les enseñé a mi hermana ya su novio cómo bailar el Time Warp,

para que no perdieran el concurso. Fuegracioso ver a mi hermana bailar el TimeWarp en el escenario, pero no creo quehubiera sido capaz de verla fingiendohacerlo con un peluche gigante.

Le pregunté a mi hermana si queríavenir a casa de Craig para la fiesta quehabía después, pero dijo que uno de susamigos iba a dar una fiesta, así que iría aesa. Me pareció bien, porque al menoshabía venido al espectáculo. Y antes demarcharse, me volvió a abrazar. ¡Dosabrazos en un día! Cómo quiero a mihermana. Sobre todo cuando se porta bien.

La fiesta en casa de Craig fue genial.Craig y Peter compraron champán parahomenajear a todos los que se estabangraduando. Y bailamos. Y charlamos. Yvi a Mary Elizabeth besar a Peter con cara

de felicidad. Y vi a Sam besar a Craigcon cara de felicidad. Y vi que a Patrick ya Alice ni siquiera les importaba no besara nadie porque estaban demasiadoemocionados hablando de sus futuros.

Entonces me limité a sentarme allícon una botella de champán junto alreproductor de CDs, y estuve cambiandolas canciones para que fueran con elespíritu de lo que estaba viendo. Tuvesuerte, también, porque Craig tiene unaexcelente colección de discos. Cuando lagente parecía un poco cansada, ponía algodivertido. Cuando parecía que queríanhablar, ponía algo suave. Fue una formagenial de sentarme a solas en una fiesta yaun así sentirme parte de ella.

Después de la fiesta, todos me dieronlas gracias porque les parecía que había

sido la música perfecta. Craig dijo quedebería hacer de DJ para sacar algo dedinero mientras esté en el instituto, igualque él hace de modelo. Pensé que era unabuena idea. Tal vez podría ahorrar unmontón para poder ir a la universidadincluso si no funcionara lo del RotaryClub o el Moose Lodge.

Mi hermano dijo hace poco porteléfono que si llega al fútbol profesionalno tendré que preocuparme en absolutodel dinero para la universidad. Dijo queél se encargaría de ello. Tengo muchasganas de ver a mi hermano. Vuelve a casapara la ceremonia de graduación de mihermana, que es todo un detalle.

Con mucho cariño,Charlie

9 de junio de 1992 Querido amigo: Es la noche del baile de fin de curso. Yestoy sentado en mi habitación. Ayer en elinstituto fue duro, porque ya no conocía anadie pues todos mis amigos y mi hermanahan acabado las clases.

Lo peor fue la hora de comer, que merecordó cuando todos estaban enfadadosconmigo a causa de Mary Elizabeth. Nisiquiera pude comerme mi bocadillo, yeso que mi madre me preparó mi favorito,porque creo que sabe lo triste que voy a

estar ahora que todos se han ido.Los pasillos parecían distintos. Y los

de tercer curso de instituto secomportaban también de forma distintaporque ahora son los mayores. Incluso sehabían hecho camisetas. No sé a quién sele ocurren estas cosas.

No puedo hacer más que pensar enque Sam se va dentro de dos semanas a laUniversidad de Penn State. Y MaryElizabeth va a estar ocupada con su nuevochico. Y mi hermana va a estar ocupadacon el suyo. Y Alice y yo no somos muyamigos. Sé que Patrick estará cerca, perome temo que tal vez ahora que no estátriste no quiera pasar tiempo conmigo. Séque está mal pensarlo, pero eso parece aveces. Así que la única persona con laque podría hablar sería mi psiquiatra, y

ahora mismo no me apetece la ideaporque sigue haciéndome preguntas sobremi infancia, y están empezando a serraras.

Tengo suerte de tener tantos deberesque hacer y de que no me quededemasiado tiempo para pensar.

Solo espero que esta noche seagenial para la gente para la que tiene queserlo. El novio de mi hermana apareció ensu Buick, y llevaba un frac blanco con«faldones» sobre un traje negro, que poralguna razón no quedaba bien. Su «fajín»(no sé cómo se escribe) iba a juego con elvestido de mi hermana, que era azulceleste y escotado. Me recordó aquellasrevistas de las caras sonrientes. Tengoque parar de desvariar. Venga.

Solo espero que mi hermana se

sienta guapa, y que su nuevo chico le hagasentirse guapa. Espero que Craig no hagaque Sam sienta que su baile de graduaciónno es especial por el hecho de que él seamayor. Lo mismo espero de MaryElizabeth con Peter. Espero que Brad yPatrick decidan hacer las paces y bailendelante del instituto entero. Y que Aliceen secreto sea lesbiana y esté enamoradade la novia de Brad, Nancy (y viceversa),para que nadie se sienta excluido. Esperoque el DJ sea tan bueno como todo elmundo dijo que yo fui el viernes pasado.Y espero que las fotos de todos seanfantásticas y que nunca se conviertan enfotografías antiguas y nadie tenga unaccidente de coche.

Eso es lo que de verdad espero.

Con mucho cariño,Charlie

10 de junio de 1992 Querido amigo: Acabo de volver a casa después de clasey mi hermana sigue todavía dormidaporque llegó muy tarde de la fiesta queorganizaba el instituto para después delbaile. Llamé por teléfono a casa dePatrick y Sam, pero ellos también siguendurmiendo. Patrick y Sam tienen unteléfono inalámbrico que siempre tienepoca batería, y la madre de Sam sonaba

como una madre de los dibujos animadosde Snoopy. Waaa Waaa Wuuu...

Hoy he tenido dos exámenes finales.Uno de Biología, en el que creo que hesacado la nota máxima. El otro en la clasede Bill. El examen era sobre El GranGatsby. Lo único que me resultó difícildel examen fue que me había hecho leer ellibro hacía tanto tiempo que me costórecordarlo.

Después de entregar el examen, lepregunté a Bill si quería que le hiciera unaredacción sobre El manantial, ya que lehabía dicho que lo había terminado y él nome había pedido que hiciera nada. Dijoque no sería justo hacerme escribir otraredacción teniendo tantos exámenes estasemana. En su lugar, me invitó a su casapara pasar el mediodía del sábado con su

novia y con él, lo que suena divertido.Entonces, el viernes iré al Rocky

Horror. Después, el sábado, me pasarépor casa de Bill. Luego, el domingo, verécómo todos se gradúan y estaré con mihermano y toda mi familia por lagraduación de mi hermana. Después,probablemente vaya a casa de Sam yPatrick para celebrar la suya. Luegotendré dos días más de clases, lo que notiene lógica porque ya habré terminadotodos mis exámenes. Pero tienenpreparadas algunas actividades. Por lomenos eso he oído.

La razón de que esté planificandotodo con antelación es porque me sientohorriblemente solo en el instituto. Creoque ya lo he dicho antes, pero cada día seme hace más cuesta arriba. Tengo dos

exámenes mañana. Historia yMecanografía. Después, el viernes, tendrélos exámenes de las clases que mequedan, como Educación Física yPretecnología. No sé si habrá exámenesde verdad en esas clases. Sobre todo enPretecnología. Creo que el profesorCallahan solo nos pondrá algunos de susviejos vinilos. Hizo lo mismo cuandoíbamos a tener un parcial, pero nada seráigual sin Patrick haciendo playback. Porcierto, tuve un diez en mi examen de matesde la semana pasada.

Con mucho cariño,Charlie

13 de junio de 1992

Querido amigo: Acabo de volver de casa de Bill. Tehabría contado esta mañana lo que pasóanoche, pero tenía que ir a casa de Bill.

Anoche, Craig y Sam rompieron.Fue muy triste verlo. Durante los

últimos días, he oído hablar mucho sobreel baile, y gracias a esos sitios pararevelar fotos en veinticuatro horas, hevisto cómo iban todos. Sam estabapreciosa. Patrick muy guapo. MaryElizabeth, Alice y el novio de MaryElizabeth estaban todos fantásticostambién. Lo único fue que Alice se pusodesodorante en barra de color blanco con

un vestido sin tirantes y se le veía. Nocreo que importe, pero al parecer Alice seemparanoió con ello toda la noche. Craigtambién estaba guapo, pero llevaba trajeen vez de esmoquin. Sin embargo, norompieron por eso.

En realidad, parece que el bailesalió muy bien. La limusina resultóincreíble, y su conductor les diomarihuana a todos, con lo que la cena carales supo mejor todavía. Se llamaba Billy.La música del baile la puso una banda deversiones realmente mala llamada TheGypsies of the Allegheny, pero el bateríaera bueno, así que todo el mundo se lopasó bien bailando. Patrick y Brad nisiquiera cruzaron la mirada, pero Samdijo que a Patrick no le importó.

Después del baile, mi hermana y su

novio se fueron a la fiesta que organizabael instituto para después. Era en unadiscoteca conocida del centro. Dijo quefue superdivertido con todos tan elegantesy bailando la música que ponía un DJ envez de The Gypsies of the Allegheny.Incluso había un humorista que hacíaimitaciones. Lo único malo fue que, unavez que te metías en la fiesta, no podíassalir y volver a entrar. Supongo que lospadres pensaron que eso evitaría que sushijos se metieran en líos. Pero a nadiepareció importarle. Se lo pasaronfenomenal, y además había bastantes quecolaron alcohol a escondidas.

Después de la fiesta, a las siete enpunto de la mañana todos se fueron al BigBoy a por tortitas o beicon.

Le pregunté a Patrick qué le había

parecido la fiesta, y dijo que fue muydivertida. Dijo que Craig había reservadouna suite de hotel para todos ellos, peroque al final solo fueron Craig y Sam. Dehecho, Sam quería ir a la fiesta queorganizaba el instituto, pero Craig seenfadó mucho porque ya había pagado porla suite. Sin embargo, no rompieron poreso.

Ocurrió ayer en la casa de Craigdespués del Rocky Horror. Como ya te hecontado, el novio de Mary Elizabeth,Peter, es muy amigo de Craig, y pareceque se metió en medio. Supongo que legusta de verdad Mary Elizabeth y hallegado a apreciar a Sam bastante, porquefue él el que lo destapó todo. La gente nilo sospechaba.

Básicamente, Craig ha estado

poniéndole los cuernos a Sam desde queempezaron a salir. Y cuando digo ponerlos cuernos, no me refiero que seemborrachara una vez y se liara con unachica y luego se sintiera culpable. Hubovarias chicas. Varias veces. Borracho ysobrio. Y creo que nunca se sintióculpable.

La causa de que Peter no dijera nadaal principio fue porque no conocía anadie. Y no conocía a Sam. Pensaba quesolo era una chica tonta de instituto, yaque eso fue lo que Craig siempre le dijo.

Bueno, pues después de conocer aSam, Peter no paró de decirle a Craig quetenía que contarle la verdad, porque noera solo una chica tonta de instituto. Craigsiempre prometía que lo haría, pero nuncalo hacía. Siempre encontraba excusas.

Craig las llamaba «razones».«No quiero arruinarle el baile de fin

de curso».«No quiero arruinarle la

graduación».«No quiero arruinarle el

espectáculo».Y al final, Craig dijo que no tenía

sentido contarle nada de nada. Ella estabaa punto de dejar la ciudad para irse a launiversidad. Encontraría un novio nuevo.Él siempre había tomado «precauciones»con las otras chicas. No había nada por loque preocuparse en ese sentido. ¿Y porqué no dejar que Sam tuviera un buenrecuerdo de toda la experiencia? PorqueSam le gustaba mucho y no quería herirsus sentimientos.

Peter consintió esta lógica aunque le

pareciera mal. Al menos, eso es lo quedijo. Pero entonces, después delespectáculo de ayer, Craig le dijo que sehabía liado con otra chica la tarde delbaile. Ahí fue cuando Peter le dijo a Craigque si no se lo contaba a Sam, lo haría él.En fin, Craig no dijo nada, y Peter siguiópensando que aquello no era asunto suyo,pero entonces escuchó sin querer unaconversación de Sam en la fiesta. Estabahablando con Mary Elizabeth de queCraig podría ser «el hombre de su vida» yde que estaba pensando qué hacer paraque la relación funcionara a distanciamientras ella estuviera en la universidad.Cartas. Llamadas de teléfono. Vacaciones.Y puentes. Para Peter, esa fue la gota quecolmó el vaso.

Se acercó a Craig y le dijo:

—O le dices algo ahora, o se locontaré todo.

Así que Craig llevó a Sam a sudormitorio. Estuvieron allí durante unrato. Después, Sam fue directamentedesde el dormitorio a la puerta principal,sollozando en silencio. Craig no saliócorriendo detrás de ella. Esaprobablemente fue la peor parte. No esque crea que debería haber intentadovolver con ella, pero sí haber corridodetrás de ella de todas formas.

Solo sé que Sam estaba destrozada.Mary Elizabeth y Alice la siguieron paraasegurarse de que estaba bien. Yo tambiénhabría ido, pero Patrick me agarró delbrazo para que me quedara. Quería saberqué estaba ocurriendo, supongo, o a lomejor pensó que Sam estaría mejor en

compañía femenina.Pero me alegro de que nos

quedásemos, porque creo que nuestrapresencia evitó una pelea bastanteviolenta entre Craig y Peter. Gracias a queestábamos allí, lo único que hicieron fuegritarse el uno al otro. Así fue cómo oí lamayoría de los detalles que te estoycontando.

Craig decía:—¡Que te jodan, Peter! ¡Que te

jodan!Y Peter decía:—No me eches la culpa a mí de

haberle puesto los cuernos desde elprincipio. ¡¿La tarde de su baile degraduación?! ¡No eres más que un cabrón!¡¿Me has oído?! ¡Un jodido cabrón!

Ese tipo de cosas.

Cuando pareció que la situación seiba a poner violenta, Patrick se interpusoentre los dos y, con mi ayuda, sacó a Peterdel apartamento. Cuando salimos, laschicas se habían ido. Así que Patrick y yonos montamos en el coche de Patrick yllevamos a Peter a casa. Todavía estabafurioso, así que «despotricó» contraCraig. Así fue cómo oí el resto de losdetalles que te estoy contando. Al final,dejamos a Peter en su casa y nos hizoprometerle que nos aseguraríamos de queMary Elizabeth no pensara que él laestaba engañando, porque no era así. Noquería que le creyera «culpable porasociación con ese gilipollas».

Se lo prometimos, y entró en eledificio donde está su apartamento.

Patrick y yo no sabíamos bien qué

era lo que Craig le había contado a Samexactamente. Ambos deseamos que lehubiera dado una versión light de laverdad. Lo suficiente para alejarla de él.Pero no lo suficiente para hacer queperdiera la fe en todo. Quizá sea mejorsaber toda la verdad. Sinceramente, no losé.

Entonces hicimos un pacto para nocontárselo a no ser que descubriéramosque Craig había hecho que pareciera «unanadería» y Sam estuviera dispuesta aperdonarlo. Espero que no llegue a esepunto. Espero que Craig le contara losuficiente para alejarla de él.

Dimos vueltas en coche por todos loslugares donde pensamos que podríamosencontrar a las chicas, pero no las vimos.Patrick pensó que probablemente estarían

dando vueltas en coche, intentando queSam se «enfriara» un poco.

Así que me dejó en casa. Dijo queme llamaría mañana cuando se enterara dealgo.

Recuerdo que me fui a dormir anochey me di cuenta de algo. Algo que meparece importante. Me di cuenta de quedurante el transcurso de la noche no mealegré. No se me pasó por la cabeza quesignificara que yo podría empezar agustarle a Sam. Lo único que me importófue que le hayan hecho sufrir. Y creo queme di cuenta en ese momento de querealmente la quería. Porque no salíaganando nada, y no me importaba.

Fue difícil subir los escalones hastala casa de Bill aquella tarde porque nohabía recibido ninguna llamada de Patrick

en toda la mañana. Y estaba muypreocupado por Sam. Había llamado porteléfono, pero no había nadie.

Bill parece otro sin traje. Llevabapuesta una camiseta vieja de launiversidad donde hizo el máster. Que eraBrown. La universidad. No el máster. Sunovia llevaba sandalias y un bonitovestido de flores. Hasta tenía pelo en lasaxilas. ¡En serio! Parecían muy felicesjuntos. Y me alegré por Bill.

Su casa no tiene mucho mobiliario,pero es muy acogedora. Tienen montonesde libros, sobre los que pasé media horahaciéndoles preguntas. Había también unafoto de Bill y su novia cuando estabanjuntos en Brown haciendo el másteruniversitario. Bill por entonces tenía elpelo muy largo.

La novia de Bill hizo la comidamientras Bill preparaba la ensalada. Yome senté en la cocina, bebiendo gingerale y contemplándolos. La comida era unplato de espaguetis vegetarianos porque lanovia de Bill no come carne. Bill tampococome carne ahora. Aunque la ensaladatenía trocitos de beicon artificial paravegetarianos, porque el beicon es lo únicoque ambos echan de menos.

Tienen una colección muy buena dediscos de jazz, y los estuvieron poniendodurante toda la comida. Después de unrato, abrieron una botella de vino blanco yme dieron otro ginger ale. Entoncesempezamos a charlar.

Bill me preguntó por El manantial, yle respondí, asegurándome de haber sidoun filtro.

Después me preguntó qué me habíaparecido mi primer año de instituto, y lerespondí asegurándome de incluir todaslas historias en las que me había«implicado». Después me preguntó sobrechicas, y le respondí lo enamorado queestaba de Sam y también le dije que mepreguntaba lo que diría la mujer queescribió El manantial sobre cómo lleguéa darme cuenta de que la quería.

Cuando terminé, Bill se quedó muycallado. Carraspeó.

—Charlie... Quiero darte las gracias.—¿Por qué? —dije.—Porque ha sido una experiencia

maravillosa enseñarte.—Ah... me alegro —no sabía qué

otra cosa decir.Entonces, Bill hizo una pausa muy

larga, y su voz sonó como la de mi padrecuando quiere tener una conversaciónimportante.

—Charlie —dijo—, ¿sabes por quéte he dado tanto trabajo extra?

Negué con la cabeza. Aquellaexpresión en su cara me dejó sin palabras.

—Charlie, ¿sabes lo listo que eres?Negué con la cabeza de nuevo.

Estaba hablando en serio. Resultaba raro.—Charlie, eres una de las personas

con más talento que he conocido jamás. Yno lo digo en comparación con mis otrosestudiantes. Lo digo en comparación contodas las personas que he conocido. Poreso te he dado ese trabajo extra. Queríasaber si te habías dado cuenta.

—Supongo que sí. No lo sé —mesentía muy raro. No sabía a qué venía

todo aquello. Solo había hecho algunasredacciones.

—Charlie. Por favor, no memalinterpretes. No intento hacerte sentirincómodo. Solo quiero que sepas que eresmuy especial... y la única razón por la quete lo digo es que no sé si alguien más te loha dicho alguna vez.

Levanté la vista hacia él. Y entoncesno me sentí raro. Sentí como ganas dellorar. Estaba siendo tan bueno conmigo...y la forma en la que su novia me miraba...supe que aquello significaba mucho paraél. Y no sabía por qué.

—Así que, cuando el curso termine ydeje de ser tu profesor, quiero que sepasque si alguna vez necesitas algo, o quieresdescubrir más libros, o quieres enseñarmecualquier cosa que escribas o cualquier

cosa en general, siempre puedes acudir amí como un amigo. Te considero unamigo, Charlie.

Empecé a llorar un poco. De hecho,creo que su novia también. Pero Bill no.Parecía muy firme. Solo recuerdo lasganas de abrazarlo. Pero nunca lo habíahecho antes, y supongo que Patrick y laschicas y la familia no cuentan. No dijenada durante un rato porque no sabía quédecir.

Así que, finalmente, me limité acomentar:

—Tú eres el mejor profesor que hetenido nunca.

Y él dijo:—Gracias.Y eso fue todo. Bill no insistió en

que lo visitara el año que viene si

necesitaba algo. No me preguntó por quélloraba. Solo me dejó entender a mimanera lo que tenía que decirme y dejólas cosas estar. Aquello fueprobablemente lo mejor.

Después de unos minutos llegó elmomento de que me fuera. No sé quiéndecide estas cosas. Simplemente ocurren.

Así que fuimos a la puerta y la noviade Bill me dio un abrazo de despedida,que fue un detalle muy bonito teniendo encuenta que no la conocía más que de esedía. Entonces Bill extendió la mano y yose la agarré. Y nos dimos un apretón. Eincluso le robé un abrazo rápido antes dedecir «adiós».

Cuando iba conduciendo a casa,pensaba solamente en la palabra«especial». Y pensé que la última persona

que había dicho eso de mí había sido mitía Helen. Me sentía lleno de gratitud porhaberla oído otra vez. Porque supongoque a todos se nos olvidan las cosas aveces. Y creo que todo el mundo esespecial a su manera. Lo creo de verdad.

Mi hermano vuelve a casa estanoche. Y la graduación de todo el mundoes mañana. Patrick todavía no ha llamado.Lo llamé yo, pero seguía sin haber nadieen casa. Así que decidí salir y comprarregalos de graduación para todos. No hetenido tiempo de hacerlo hasta ahora.

Con mucho cariño,Charlie

16 de junio de 1992

Querido amigo: Acabo de volver a casa en autobús. Hoyha sido mi último día de clase. Y hallovido. Cuando voy en autobús,normalmente me siento en la mitad,porque he oído que sentarte delante es deempollones y sentarte detrás es demacarras, y todo esto me pone nervioso.No sé cómo llaman a los «macarras» enotros institutos.

En cualquier caso, hoy he decididosentarme delante con las piernas sobre elasiento entero. Estaba medio recostadocon la espalda en la ventana. Lo he hechopara poder mirar al resto de la gente del

autobús. Me alegro de que los autobusesescolares no tengan cinturones deseguridad, o si no, no habría podidohacerlo.

Lo único que noté es lo cambiadosque estaban todos. Cuando éramospequeños, solíamos cantar canciones en elautobús de vuelta a casa el último día decurso. La canción favorita era una de PinkFloyd, lo descubrí más tarde, llamadaAnother Brick in the Wall, Part II. Perohabía otra canción que nos gustabatodavía más porque acababa con un taco.Era así:

No más lápices / no más libros / nomás miradas sucias de profesores /cuando el profesor toque la campana /tirad los libros y corred como cabrones.

Cuando terminábamos, mirábamos al

conductor durante un segundo lleno detensión. Entonces, nos echábamos todos areír porque sabíamos que podíamosmeternos en un lío por haber dicho unapalabrota, pero al ser tantos evitaríamoscualquier castigo. Éramos demasiadopequeños para saber que al conductor ledaba igual nuestra canción. Que lo únicoque quería era irse a casa después deltrabajo. Y quizá dormir la mona de lo quehabía bebido en la comida. En aquellaépoca daba igual. Los empollones y losmacarras estaban unidos.

Mi hermano volvió a casa el sábadopor la noche. Y estaba incluso máscambiado que los chicos del autobúsescolar en comparación con el principio

de curso. ¡Tiene barba! ¡Me alegré tanto!También sonríe diferente y es más«caballeroso». Todos nos sentamos acenar, y le hicimos preguntas sobre launiversidad. Papá le preguntó por elfútbol. Mamá le preguntó por las clases.Yo le pregunté por todas las anécdotasdivertidas. Mi hermana le hizo preguntasnerviosas sobre cómo es «de verdad» launiversidad y si ganaría «siete kilos denovata». No sé lo que significa, perosupongo que se refiere a lo que engordas.

Esperaba que mi hermano se pusieraa hablar y hablar de sí mismo durante unrato largo. Solía hacerlo cada vez quehabía un partido importante en el instituto,o el baile de graduación, o algo. Peroparecía mucho más interesado en cómoestábamos nosotros, especialmente mi

hermana con su graduación.Así que mientras todos hablaban, de

pronto me acordé del presentador de lasnoticias de deportes y de lo que habíadicho sobre mi hermano. Me emocioné unmontón. Y se lo conté a toda mi familia. Yesto fue lo que pasó como consecuencia.

Mi padre dijo:—¡Oye! ¡Fíjate en eso!Mi hermano dijo:—¿En serio?Yo dije:—Sí. Estuve hablando con él.Mi hermano dijo:—¿Dijo algo bueno?Mi padre dijo:—Cualquier noticia ya es buena

noticia.No sé de dónde saca mi padre estas

cosas. Mi hermano insistió:—¿Qué dijo?Yo dije:—Bueno, creo que dijo que los

equipos universitarios presionan mucho alos estudiantes de sus equipos —mihermano asintió—. Pero dijo que esoforja el carácter. Y dijo que Penn Statetenía un ojo buenísimo con sus fichajes. Yte mencionó.

Mi padre repitió:—¡Oye! ¡Fíjate en eso!Mi hermano dijo:—¿En serio?Yo dije:—Sí. Estuve hablando con él.Mi hermano dijo:—¿Cuándo hablaste con él?Dije:

—Hace un par de semanas.Y entonces me quedé helado porque

de pronto recordé el resto. El hecho deque conocí a ese hombre en el parque denoche. Y que le di uno de mis cigarrillos.Y el hecho de que estuviera intentandoligar conmigo. Me quedé ahí sentado,esperando a que cambiaran de tema. Perono lo hicieron.

—¿Dónde lo conociste, cariño? —preguntó mi madre.

Del silencio que se hizo en lahabitación se podía oír el vuelo de unamosca. E intenté imitar lo mejor posiblemi cara de cuando no puedo recordaralgo. Y esto es lo que me pasaba por lacabeza: «Bueno... vino al instituto a daruna charla en clase... no... mi hermanasabría que es mentira... lo conocí en el

Big Boy... estaba con su familia... no... mipadre me echaría la bronca por molestaral “pobre hombre”... lo dijo en untelediario... pero he dicho que estuvehablando con él... espera...».

—En el parque. Fui con Patrick —dije.

Mi padre dijo:—¿Estaba allí con su familia?

¿Molestaste al pobre hombre?—No. Estaba solo.Aquello fue suficiente para mi padre

y para todos los demás, y ni siquiera tuveque mentir. Afortunadamente, la atenciónse desvió de mí cuando mi madre dijo loque siempre le gusta decir cuando estamostodos juntos celebrando algo.

—¿A quién le apetece un helado?Nos apetecía a todos excepto a mi

hermana. Creo que está preocupada porlos «siete kilos de novata».

La mañana siguiente empezótemprano. Todavía no había tenidonoticias de Patrick ni de Sam ni de nadie,pero supe que los vería en la graduación,así que intenté no preocuparmedemasiado. Todos mis familiares,incluidos los del lado paterno de Ohio,vinieron a casa alrededor de las diez. Lasdos familias en realidad no se caen nadabien, salvo los primos más jóvenes,porque somos unos ingenuos.

Hicimos un gran brunch conchampán, e igual que el año pasado por lagraduación de mi hermano, mi madre ledio a su padre (mi abuelo) zumo demanzana espumoso en vez de champánporque no quería que se emborrachara y

montara una escenita. Y él dijo lo mismoque había dicho el año pasado:

—Este champán es bueno.No creo que notara la diferencia,

porque es bebedor de cerveza. A veces,de whisky.

Alrededor de las doce y media, elbrunch ya había acabado. Los primosfueron los que condujeron, porque losadultos estaban todavía algo borrachospara conducir hasta la graduación.Excepto mi padre, que había estadodemasiado ocupado grabándolos a todoscon una cámara que había alquilado en elvideoclub.

—¿Por qué comprar una cámaracuando solo la necesitas tres veces alaño?

En fin, mi hermana, mi hermano, mi

padre, mi madre y yo, cada uno tuvimosque ir en un coche distinto paraasegurarnos de que nadie se perdía. Yofui con todos mis primos de Ohio, queenseguida sacaron un porro y loempezaron a pasar. No fumé nada porqueno tenía ganas, y dijeron lo que siempredicen:

—Charlie, eres un gallina.Bueno, todos los coches estacionaron

en el aparcamiento, y salimos. Y mihermana le chilló a mi primo Mike porbajar la ventanilla mientras conducía ydespeinarla.

—Estaba fumando un cigarrillo —fue su respuesta.

—¿No podías esperar diez minutos?—fue la de mi hermana.

—Es que la canción era genial —fue

su última palabra.Entonces, mientras mi padre sacaba

la videocámara del maletero y mihermano hablaba con algunas de laschicas que se graduaban, que eran un añomayores y «atractivas», mi hermana fue abuscar a mi madre para sostenerle elbolso. Lo increíble del bolso de mi madrees que necesites lo que necesites, seacuando sea, lo tiene. Cuando yo erapequeño, solía llamarlo el «botiquín deprimeros auxilios», porque aquello eratodo lo que necesitábamos entonces. Sigosin averiguar cómo lo hace.

Después de retocarse, mi hermanasiguió la senda de birretes de graduaciónhasta el campo de fútbol, y todos nosabrimos paso hasta las gradas. Yo mesenté entre mi madre y mi hermano, ya que

mi padre se había ido a buscar el mejorángulo para la cámara. Y mi madre estuvotodo el rato haciendo callar a mi abuelo,que no dejaba de hablar de la cantidad denegros que había en el instituto.

Como no podía hacerle parar,mencionó mi historia sobre el presentadorde deportes del telediario hablando de mihermano. Esto hizo que mi abuelo llamaraa mi hermano para que se acercase ahablar del tema. Fue muy inteligente porparte de mi madre, porque mi hermano esla única persona que puede conseguir quemi abuelo deje de montar un numerito, yaque no se muerde la lengua. Después de laanécdota, esto fue lo que pasó:

—¡Dios mío! Mira esas gradas.Cuánta gente negra...

Mi hermano le cortó.

—Vale, abuelo. Vamos a hacer untrato. Si nos avergüenzas otra vez, voy allevarte en coche de vuelta a la residenciay no verás nunca a tu nieta dar un discurso—mi hermano es muy duro de pelar.

—Pero entonces tú tampoco verás eldiscurso, señor importante... —mi abuelotambién es muy duro de pelar.

—Sí, pero mi padre lo está grabandotodo. Y puedo arreglármelas paraconseguir ver la cinta, y tú no. ¿Verdad?

Mi abuelo tiene una sonrisa muyrara. Sobre todo cuando es otro el quegana. No dijo nada más sobre el tema.Solo empezó a hablar de fútbol y nisiquiera mencionó que mi hermano jugabaen un equipo con chicos negros. No teimaginas lo mal que lo pasamos el añopasado, ya que mi hermano estaba en el

campo graduándose en vez de en lasgradas parándole los pies al abuelo.

Mientras hablaban de fútbol, estuvebuscando a Patrick y Sam, pero lo únicoque pude ver fueron birretes degraduación en la distancia. Cuandoempezó la música, los birretes empezarona marchar hacia las sillas plegables quehabían colocado en el campo. Fueentonces cuando por fin vi a Sam andandodetrás de Patrick. Fue un alivio. No tepodría decir si la vi feliz o triste, pero mebastó verla y saber que estaba allí.

Cuando todos los chicos se sentaronen las sillas, paró la música. Y el directorSmall se levantó y dio un discurso sobrelo maravillosa que había sido esapromoción. Mencionó algunos logros quehabía conseguido el instituto, e hizo

hincapié en que necesitaban ayuda en laventa de pasteles del Día de laComunidad para recaudar fondos para unanueva aula de informática. Luego presentóa la presidenta de la promoción, que dioun discurso. No sé lo que hacen lospresidentes de promoción, pero la chicadio un discurso muy bueno.

Entonces llegó el momento de quelos cinco alumnos más destacadoshicieran su discurso. Esa es la tradicióndel instituto. Mi hermana era la segundade su clase, así que dio el cuarto discurso.El mejor estudiante va siempre al final.Entonces, el director Small y elsubdirector, que Patrick jura que es gay,entregaron los diplomas.

Los primeros tres discursos fueronmuy parecidos. Todos citaban canciones

pop que tenían algo que ver con el futuro.Y durante los discursos, me fijé en lasmanos de mi madre. Las apretaba cadavez con más fuerza.

Cuando anunciaron el nombre de mihermana, mi madre estalló en un aplauso.Fue realmente fantástico ver a mi hermanasubir al estrado, porque mi hermano fuealgo así como el número 223 de supromoción y, por consiguiente, no llegó adar un discurso. Y quizá no sea objetivo,pero cuando mi hermana citó una canciónpop y habló del futuro, sonó genial. Leeché una mirada a mi hermano, y él me laechó a mí. Y los dos sonreímos. Entonces,miramos a mi madre, y estaba hundida enun silencioso mar de lágrimas, así que mihermano y yo le agarramos una mano cadauno. Nos miró y sonrió y lloró con más

ganas. Entonces, ambos apoyamos lacabeza en sus hombros, como un abrazolateral, lo que le hizo llorar todavía más.O quizá hicimos que llorara todavía más.No estoy seguro. Pero nos dio un pequeñoapretón en las manos y dijo «mis niños»,muy suavemente, y volvió a llorar. Quierotanto a mi madre... No me importa si escursi decirlo. Creo que en mi próximocumpleaños voy a comprarle un regalo.Creo que esa debería ser la tradición. Elhijo recibe regalos de todo el mundo y élcompra uno para su madre, ya que ellatambién estuvo allí. Creo que sería bonito.

Cuando mi hermana terminó sudiscurso, todos aplaudimos y gritamos,pero nadie aplaudió ni gritó más fuerteque mi abuelo. Nadie.

No recuerdo lo que dijo el mejor de

la promoción, salvo que citó a HenryDavid Thoreau en vez de una canción pop.

Entonces, el director Small se pusode pie en el estrado y pidió a todos que seabstuvieran de aplaudir hasta que sehubieran leído todos los nombres yentregado todos los diplomas. Deberíamencionar que esto tampoco funcionó elaño pasado.

Así que vi a mi hermana recoger sudiploma y a mi madre llorar otra vez. Yluego vi a Mary Elizabeth. Y a Alice. Y aPatrick. Y a Sam. Fue un día genial.Incluso cuando vi a Brad. No me molestó.

Todos nos encontramos con mihermana en el aparcamiento, y el primeroque la abrazó fue mi abuelo. Es un hombremuy orgulloso a su manera. Todos dijeroncuánto les había gustado el discurso de mi

hermana, incluso si no era cierto.Entonces, vimos a mi padre atravesar elaparcamiento llevando triunfalmente lavideocámara por encima de su cabeza. Nocreo que nadie le diera un abrazo máslargo a mi hermana que mi padre. Yo miréalrededor buscando a Sam y Patrick, perono pude encontrarlos por ninguna parte.

En el camino de vuelta a casa para lafiesta, mis primos de Ohio encendieronotro porro. Esta vez, le di un tiro, pero mesiguieron llamando gallina. No sé por qué.A lo mejor es que los primos de Ohio eslo que hacen. Eso y contar chistes.

—¿Qué tiene treinta y dos piernas yun diente?

—¿Qué? —preguntamos todos.—Una cola del paro en el oeste de

Virginia.

Cosas así.Cuando llegamos a casa, mis primos

de Ohio fueron directos a por las bebidas,porque las graduaciones parecen ser laúnica ocasión en la que todos puedenbeber. Por lo menos así fue el año pasadoy este. Me pregunto cómo será migraduación. Parece que queda muy lejos.

Bueno, mi hermana pasó la primerahora de la fiesta abriendo todos losregalos, y su sonrisa crecía con cadacheque, jersey o billete de cincuentadólares. Nadie es rico en nuestra familia,pero parece que todo el mundo ahorra lobastante para este tipo de eventos, y todosfingimos ser ricos por un día.

Los únicos que no le dimos a mihermana dinero o un jersey fuimos mihermano y yo. Mi hermano le prometió

llevarla un día a comprar cosas paracuando se vaya a la universidad, comojabón, que pagaría él, y yo le compré unacasita de piedra tallada a mano y pintadaen Inglaterra. Le dije que quería regalarlealgo que hiciera que se sintiera como encasa incluso después de irse. Mi hermaname dio un beso en la mejilla por eldetalle.

Pero lo mejor de la fiesta fue cuandomi madre se acercó a mí y me dijo quetenía una llamada. Fui al teléfono.

—¿Diga?—¿Charlie?—¡Sam!—¿Cuándo vas a venir? —preguntó.—¡Ahora! —dije.Entonces, mi padre, que se estaba

bebiendo un whisky sour, gruñó:

—Tú no vas a ir a ningún sitio hastaque tus familiares se vayan. ¿Me oyes?

—Esto... Sam... tengo que esperarhasta que mis familiares se vayan —dije.

—Vale... Estaremos aquí hasta lassiete. Después te llamaré desdedondequiera que estemos —Sam sonabaverdaderamente feliz.

—Vale, Sam. ¡Enhorabuena!—Gracias, Charlie. Adiós.—Adiós.Colgué el teléfono.Te lo juro, creí que mis familiares no

se iban a ir nunca. Cada anécdota quecontaban. Cada rollito de salchicha que secomían. Cada fotografía que miraban, ycada vez que oía decir «cuando eras asíde alto» con el gesto correspondiente, eracomo si el reloj se parara. No es que me

molestaran las anécdotas, porque no eraasí. Y los rollitos de salchicha la verdades que estaban muy buenos. Pero queríaver a Sam.

Alrededor de las 21:30 todosestaban saciados y sobrios. A las 21:45 seacabaron los abrazos. A las 21:50 lapuerta de la casa estaba ya despejada decoches. Mi padre me dio veinte dólares ylas llaves de su Oldsmobile, diciendo:

—Gracias por quedarte. Significabamucho para mí y para la familia.

Estaba achispado, pero lo decía deverdad. Sam me había dicho que iba a unadiscoteca del centro. Así que cargué en elmaletero los regalos para todos, me montéen el coche y me alejé conduciendo.

El túnel que lleva al centro de laciudad tiene algo especial. De noche, es

magnífico. Simplemente magnífico.Empiezas a un lado de la montaña, y estáoscuro, y la radio está a todo volumen. Alentrar en el túnel, el viento desaparece ylas luces del techo te hacen entornar losojos. Cuando te adaptas a las luces,puedes ver a lo lejos el otro lado mientrasel sonido de la radio se atenúa hastadesparecer porque las ondas no lleganhasta allí. Entonces, estás en medio deltúnel, y todo se transforma en un sueñotranquilo. Aunque ves cómo se acerca lasalida, parece que tardas muchísimo enllegar. Y por fin, cuando ya pensabas quenunca llegarías, ves la salida justo delantede ti. Y la radio vuelve con más potenciade la que recordabas. Y el viento te estáesperando. Y sales volando del túnel parallegar al puente. Y ahí está. La ciudad. Un

millón de luces y edificios y todo parecetan emocionante como la primera vez quela viste. Es verdaderamente una granentrada en escena.

Después de pasar alrededor demedia hora dando vueltas por ladiscoteca, por fin vi a Mary Elizabeth conPeter. Ambos estaban bebiendo whiskysour, que Peter había comprado porque esmayor y le habían sellado la mano. Le dila enhorabuena a Mary Elizabeth y lepregunté dónde estaba todo el mundo. Medijo que Alice se estaba colocando en elbaño de chicas, y que Sam y Patrickestaban bailando en la pista. Dijo que mesentara hasta que volvieran, porque nosabía exactamente dónde estaban. Así queme senté y escuché a Peter discutir conMary Elizabeth sobre los candidatos

demócratas. De nuevo, me pareció que elreloj se paraba. Necesitaba tanto ver aSam...

Después de tres canciones más omenos, Sam y Patrick volvieron,completamente bañados de sudor.

—¡Charlie!Me levanté, y nos abrazamos todos

como si no nos hubiéramos visto enmeses. Teniendo en cuenta todo lo quehabía pasado, supongo que es normal.Después de soltarnos, Patrick se tirósobre Peter y Mary Elizabeth como sifueran un sofá. Luego le quitó a MaryElizabeth el whisky de la mano y se lobebió.

—¡Eh, imbécil! —fue su respuesta.Creo que estaba borracho, aunque no

ha estado bebiendo últimamente, pero

Patrick hace también ese tipo de cosassobrio, así que nunca se sabe.

Entonces fue cuando Sam me agarróla mano.

—¡Me encanta esta canción!Me llevó a la pista de baile. Y

empezó a bailar. Y empecé a bailar. Erauna canción rápida, así que no lo hice muybien, pero no pareció importarle. Solobailábamos, y eso era suficiente. Lacanción terminó, y luego vino una lenta.Me miró. Yo la miré. Entonces, me tomóde las manos y me atrajo hacia sí parabailar lento. Tampoco sé muy bien cómobailar una lenta, pero sí sé balancearme.

Su susurro olía a zumo de arándanosy vodka.

—Te he estado buscando hoy en elaparcamiento.

Deseé que el mío todavía oliera apasta de dientes.

—Yo también te he estado buscandoa ti.

Después nos quedamos calladosdurante el resto de la canción. Me agarróun poco más fuerte. Yo la agarré un pocomás fuerte a ella. Y seguimos bailando.Fue el único momento en todo el día en elque realmente quise que el reloj se parara.Y estar así durante mucho tiempo.

Después de la discoteca, volvimos alapartamento de Peter, y le entregué atodos sus regalos de graduación. Le di aAlice un libro de cine sobre La noche delos muertos vivientes, que le gustó, y le dia Mary Elizabeth una cinta de Mi vidacomo un perro con subtítulos, que leencantó.

Luego, le di a Patrick y a Sam susregalos. Hasta los había envuelto deforma especial. Había utilizado la secciónde tiras cómicas del dominical, porque esa color. Patrick destrozó el papel paraabrir el suyo. Sam no lo rompió. Solodespegó la cinta adhesiva. Y ambosmiraron lo que había en el interior decada caja.

Le había regalado a Patrick En elcamino, El almuerzo desnudo, Elextranjero, A este lado del paraíso, PeterPan y Una paz solo nuestra.

Le había regalado a Sam Matar unruiseñor, El guardián entre el centeno,El Gran Gatsby, Hamlet, Walden y Elmanantial.

Debajo de los libros había unatarjeta que escribí utilizando la máquina

que me compró Sam. Las tarjetas decíanque aquellos eran mis ejemplares de todosmis libros favoritos y que quería que Samy Patrick los tuvieran porque eran mis dospersonas favoritas del mundo entero.

Cuando ambos levantaron la vista dela lectura, se quedaron callados. Nadiesonrió ni lloró ni hizo nada. Nosquedamos sencillamente allí, con el almaal descubierto, mirándonos mutuamente.Sabían que decía en serio lo que habíaescrito en las tarjetas. Y yo sabía quesignificaba mucho para ellos.

—¿Qué dicen las tarjetas? —preguntó Mary Elizabeth.

—¿Te importa, Charlie? —preguntóPatrick.

Negué con la cabeza, y ambosleyeron sus tarjetas mientras iba a llenar

mi taza de café con vino tinto.Cuando volví, todos me miraron, y

les dije:—Os voy a echar mucho de menos.

Espero que os lo paséis fenomenal en launiversidad.

Y, después, empecé a llorar porquede repente me di cuenta de que se iban a irtodos. Creo que Peter piensa que soy unpoco raro. Entonces, Sam se levantó y mellevó a la cocina, diciéndome por elcamino que todo estaba «bien». Cuandollegamos a la cocina, ya me habíacalmado un poco.

Sam dijo:—¿Sabes que me voy dentro de una

semana, Charlie?—Sí. Lo sé.—No empieces a llorar otra vez.

—Vale.—Quiero que me escuches.—Vale.—Me da mucho miedo estar sola en

la universidad.—¿De verdad? —pregunté. Nunca

me lo había planteado.—Igual que tú tienes miedo de estar

solo aquí.—Ajá —asentí.—Así que te propongo un trato.

Cuando me agobien demasiado las cosasen la universidad, te llamaré, y tú mellamarás cuando te agobien demasiado lascosas aquí.

—¿Podemos escribirnos cartas?—Claro que sí —dijo.Entonces me eché a llorar otra vez. A

veces soy una auténtica montaña rusa.

Pero Sam tuvo paciencia.—Charlie, voy a volver al final del

verano, pero antes de pensar en eso,vamos a disfrutar nuestra última semanajuntos. Todos nosotros. ¿Vale?

Asentí y me tranquilicé.Pasamos el resto de la noche

bebiendo y escuchando música comosiempre, pero esta vez era en casa dePeter, y fue mejor que en la de Craig, laverdad, porque la colección de discos dePeter es mejor. Fue cerca de la una de lamadrugada cuando se me ocurrió derepente.

—¡Oh, Dios mío! —dije.—¿Qué pasa, Charlie?—¡Mañana tengo clase!No creo que pudiera haberles hecho

reír más fuerte.

Peter me llevó a la cocina para hacercafé y así despejarme para conducir acasa. Me tomé alrededor de ocho tazasseguidas y estuve listo para conducir enunos veinte minutos. El problema fue que,cuando llegué a casa, estaba tan despiertopor el café que no me pude dormir. Paracuando llegué al instituto, estaba que memoría. Afortunadamente habían terminadolos exámenes, y lo único que hicimos entodo el día fue ver documentaleseducativos. Creo que nunca he dormidomejor. Me alegré, también, porque elinstituto es muy solitario sin ellos.

Hoy ha sido distinto porque no hedormido y no conseguí ver a Sam ni aPatrick anoche porque tuvieron una cenaespecial con sus padres. Y mi hermanotenía una cita con una de las chicas

«atractivas» de la ceremonia degraduación. Mi hermana estaba ocupadacon su novio. Y mis padres estabantodavía cansados de la fiesta degraduación.

Hoy, prácticamente casi todos losprofesores han dejado que los alumnosestemos sin hacer nada y charlemosdespués de entregar nuestros libros detexto. Sinceramente, no conocía a nadie,excepto quizá a Susan, pero después deaquella vez en el pasillo, me ha estadoevitando más que nunca. Así que laverdad es que no hablé. La única claseque estuvo bien fue la de Bill porque tuvela oportunidad de hablar con él. Fuedifícil despedirme de él cuando terminó laclase, pero dijo que no era una despedida.Podía llamarlo cada vez que quisiera

durante el verano si quería hablar opedirle libros, y eso hizo que me sintieraun poco mejor.

Un chico con los dientes torcidosllamado Leonard me llamó «pelota» en elpasillo después de la clase de Bill, perome dio igual porque creo que no habíaentendido nada.

Me comí el almuerzo fuera, sentadoen un banco donde todos solíamos fumar.Después me comí un bollo de chocolate yencendí un cigarrillo como deseando quealguien me pidiera uno, pero nadie lohizo.

Cuando terminó la última clase, todoel mundo estaba celebrándolo y haciendoplanes para el verano. Y todo el mundovaciaba sus taquillas tirando trabajosviejos y notas y libros al suelo del

pasillo. Cuando llegué a mi taquilla, vi alchico flacucho que había tenido la taquillacontigua a la mía durante todo el año.Nunca había hablado realmente con él.

Me aclaré la garganta y dije:—Hola. Soy Charlie.Lo único que dijo fue:—Lo sé.Después, cerró la puerta de su

taquilla y se alejó.Así que abrí mi taquilla, puse todos

los trabajos viejos y las cosas en mimochila, y caminé por el pasillo sobre losdesechos de libros y trabajos y notas hastasalir al aparcamiento. Entonces me montéen el autobús. Y entonces te escribí estacarta.

La verdad es que me alegro de que elcurso haya terminado. Quiero pasar

mucho tiempo con todos antes de que sevayan. Sobre todo con Sam.

Por cierto, he acabado sacando todosobresalientes en el curso entero. Mimadre estaba muy orgullosa y ha puestomis notas en la nevera.

Con mucho cariño,Charlie

22 de junio de 1992 Querido amigo: La noche antes de que Sam se fuera hahecho que toda la semana se me haya

quedado borrosa. Sam estaba histéricaporque no solo necesitaba pasar tiempocon nosotros, sino que se tenía quepreparar para marcharse. Ir de compras.Hacer maletas. Cosas así.

Cada noche, nos juntábamos todosdespués de que Sam se hubiera despedidode algún tío suyo o hubiera tenido otracomida con su madre o hubiera compradomás cosas para la universidad. Estabaasustada, y hasta que no se tomaba unsorbito de lo que fuese que estuviéramosbebiendo o una calada de lo que fuera queestuviésemos fumando, no se tranquilizabay volvía a ser la misma Sam.

Lo único que realmente ayudó a Sama pasar la semana fue su comida conCraig. Dijo que quería verlo para«cerrar» de alguna manera esa historia, y

supongo que tuvo bastante suerte alhacerlo, porque Craig fue tancomprensivo como para decirle que habíahecho bien al cortar con él. Y que era unapersona especial. Y que lo sentía y ledeseaba mucha suerte. Es curioso quémomentos elige la gente para sergenerosa.

Lo mejor fue que Sam dijo que no lehabía preguntado por las chicas con lasque podría estar saliendo, aunque queríasaberlo. No sentía rencor. Aunque estabatriste. Pero era una tristeza optimista. Eltipo de tristeza que solo requiere el pasodel tiempo.

La noche antes de marcharse,estuvimos todos allí en la casa de Sam yPatrick. Bob, Alice, Mary Elizabeth (sinPeter) y yo. Nos sentamos en la alfombra

de la sala «de juegos», recordando cosas.«¿Te acuerdas del espectáculo en el quePatrick hizo esto... o te acuerdas decuando Bob hizo aquello... o Charlie... oMary Elizabeth... o Alice... o Sam...?».

Las bromas privadas ya no eranbromas. Se habían convertido en historias.Nadie sacó a relucir los nombresprohibidos ni los momentos malos. Ynadie se entristecía mientras pudiéramosretrasar el día siguiente con más nostalgia.

Después de un rato, Mary Elizabeth,Bob y Alice se fueron, diciendo quevolverían por la mañana para ver cómoSam se iba. Así que solo quedamosPatrick, Sam y yo. Ahí sentados. Sinhablar apenas. Hasta que empezamosnuestro propio «te acuerdas de cuando».«¿Te acuerdas de cuando Charlie se

acercó a nosotros por primera vez en elpartido de fútbol... y te acuerdas decuando Charlie desinfló las ruedas a Daveen el baile de antiguos alumnos... y teacuerdas del poema... y de la cinta devarios... y Punk Rocky a color... y teacuerdas cuando todos nos sentimosinfinitos...?».

Después de decir aquello, todos nosquedamos callados y tristes. Durante elsilencio, recordé una cosa que no le hecontado a nadie. Un día que íbamosandando. Solo nosotros tres. Y yo estabaen medio. No me acuerdo de adóndeíbamos o de dónde veníamos. Ni siquierarecuerdo en qué estación del año fue. Solorecuerdo caminar entre ellos y sentir porprimera vez que formaba parte de algo.

Finalmente, Patrick se levantó.

—Estoy cansado, chicos. Buenasnoches.

Entonces nos desordenó el pelo ysubió a su habitación. Sam se volvió haciamí.

—Charlie, tengo que meter en lamaleta algunas cosas. ¿Te quedaríasconmigo un rato?

Asentí, y subimos las escaleras.Cuando entramos en su habitación,

me di cuenta de lo que había cambiadodesde la noche en la que Sam me besó.Había quitado las fotos de la pared, y lascómodas estaban vacías, y todo estaba enun gran montón encima de la cama. Medije a mí mismo que no iba a llorar pasaralo que pasase porque no quería que Samsintiera más pánico todavía.

Así que solo la observé hacer la

maleta, e intenté fijarme en el mayornúmero de detalles posible. Su pelo largoy sus muñecas finas y sus ojos verdes.Quería recordarlo todo. Especialmente elsonido de su voz.

Sam me habló de muchas cosas,intentando distraerse. Habló del largoviaje en carretera que tenía que hacer aldía siguiente, y de que sus padres habíanalquilado una furgoneta. Se preguntabacómo serían sus clases y cómo seríaeventualmente su carrera. Dijo que noquería unirse a ninguna hermandadfemenina pero que tenía ganas de ver lospartidos de fútbol. Se estaba poniendocada vez más y más triste. Por fin, sevolvió:

—¿Por qué no me pediste salircuando ocurrió todo lo de Craig?

Me quedé ahí, en el sitio. No sabíaqué decir. Lo dijo en voz baja.

—Charlie... después de aquello conMary Elizabeth en la fiesta y nuestro baileen la discoteca y todo...

No sabía qué decir. Sinceramente, notenía ni idea.

—De acuerdo, Charlie... Te lopondré más fácil. Cuando pasó todo lo deCraig, ¿qué pensaste? —quería saberlo deverdad.

Dije:—Bueno, pensé un montón de cosas.

Pero sobre todo pensé que el queestuvieras triste era mucho más importantepara mí que el que Craig hubiera dejadode ser tu novio. Y si eso significaba quenunca podría pensar en ti de esa manera,siempre que tú fueras feliz, estaría bien.

Ahí fue cuando me di cuenta de que tequería de verdad.

Ella se sentó en el suelo conmigo.Habló en voz baja:

—Charlie, ¿no lo pillas? Yo nopuedo sentirlo. Es encantador y todo eso,pero a veces es como si ni siquieraestuvieras ahí. Es genial que puedasescuchar y ser un paño de lágrimas paraalguien, pero ¿y si ese alguien no necesitaun paño de lágrimas? ¿Y si necesita losbrazos o algo así? No puedes quedarte ahísentado y poner las vidas de todos losdemás por delante de la tuya y pensar queeso cuenta como amor. Sencillamente, nopuedes. Tienes que hacer cosas.

—¿Como qué? —pregunté. Tenía laboca seca.

—No lo sé. Como agarrarles las

manos cuando llega la canción lenta, paravariar. O ser el que le pide salir a alguien.O decirle a la gente lo que necesitas. O loque quieres. Como en la pista de baile,¿querías besarme?

—Sí —dije.—Entonces, ¿por qué no lo hiciste?

—me preguntó muy seria.—Porque pensaba que tú no querías

que lo hiciera.—¿Por qué lo pensabas?—Por lo que dijiste.—¿Por lo que te dije hace nueve

meses? ¿Cuando te dije que no pensarasen mí de esa manera?

Asentí.—Charlie, también te dije que no le

dijeras a Mary Elizabeth que era guapa. Yque le hicieras muchas preguntas y que no

la interrumpieras. Ahora está con un tíoque hace justo lo contrario. Y funcionaporque así es Peter realmente. Está siendoél mismo. Y actúa.

—Pero a mí no me gustaba MaryElizabeth.

—Charlie, no me estás entendiendo.Lo que quiero decir es que no creo quehubieras hecho las cosas de otra formaaunque te hubiera gustado Mary Elizabeth.Por ejemplo, puedes acudir al rescate dePatrick y pegar a dos tipos que estánintentando pegarle a él, pero ¿y cuandoPatrick se hace daño a sí mismo? ¿Comocuando fuisteis a ese parque? ¿O cuandote besaba? ¿Querías que te besara?

Negué con la cabeza.—¿Entonces por qué le dejaste?—Solo intentaba ser su amigo —

dije.—Pero no lo fuiste, Charlie. En esos

momentos no estuviste siendo su amigo enabsoluto. Porque no fuiste sincero con él.

Me quedé sentado muy quieto. Miréal suelo. No dije nada. Muy incómodo.

—Charlie, te dije que no pensaras enmí de esa manera hace nueve meses por loque te estoy diciendo ahora. No a causade Craig. No porque no pensara quefueras genial. Es solo que no quiero ser elamor platónico de nadie. Si le gusto aalguien, quiero que sea mi verdadero yola que le guste, no la que piense que soy.Y no quiero que se lo guarde. Quiero queme lo demuestre, para poder sentirlotambién. Quiero que sea capaz de hacer loque quiera hacer estando conmigo. Y sihace algo que no me gusta, se lo diré.

Sam estaba empezando a llorar unpoco. Pero no estaba triste.

—¿Sabes que le echaba la culpa aCraig por no dejarme hacer cosas? ¿Sabeslo tonta que me siento ahora por eso?Quizá él no me animaba de verdad ahacerlas, pero tampoco me prohibió nada.Aunque, después de un tiempo, yo nohacía cosas porque no quería quecambiara la idea que él tenía de mí. Loque quiero decir es que no fui sincera. Asíque, ¿por qué me iba a importar si mequería o no, cuando ni siquiera llegó aconocerme de verdad?

Levanté la vista hacia ella. Habíaparado de llorar.

—Bueno, mañana me voy. Y no voya dejar que me vuelva a pasar eso connadie. Voy a hacer lo que quiera hacer.

Voy a ser quien soy en realidad. Y voy aaveriguar qué soy. Pero ahora mismoestoy aquí contigo. Y quiero saber dóndeestás, qué necesitas, y qué quieres hacer.

Esperó pacientemente mi respuesta.Pero, después de todo lo que había dicho,me imaginé que debía hacer sencillamentelo que me apetecía hacer. Sin pensarlo.Sin decirlo en voz alta. Y si no le gustaba,que me lo dijera. Y podíamos continuarhaciendo las maletas.

Así que la besé. Y ella me devolvióel beso. Y nos tendimos en el suelo yseguimos besándonos. Y fue dulce. Ygemimos en voz baja. Y nos quedamos ensilencio. Y quietos. Subimos a la cama ynos tumbamos sobre todas las cosas queno estaban en las maletas. Y nos tocamosmutuamente sobre la ropa de cintura para

arriba. Y después bajo la ropa. Y despuéssin ropa. Y fue precioso. Ella erapreciosa. Tomó mi mano y la deslizó bajosus pantalones. Y la toqué. Y no me lopodía creer. Era como si todo tuvierasentido. Hasta que metió la mano bajo mispantalones, y me tocó.

Entonces fue cuando la detuve.—¿Qué pasa? —preguntó—. ¿Te he

hecho daño?Negué con la cabeza. De hecho, me

había gustado. No sabía qué pasaba.—Lo siento. No pretendía...—No. No lo sientas —dije.—Pero me siento mal —dijo.—Por favor, no te sientas mal. Ha

sido muy bonito —dije. Estabaempezando a enfadarme de verdad.

—¿No estás preparado? —preguntó.

Asentí. Pero no era eso. No sabía loque era.

—No pasa nada si no estáspreparado —dijo. Estaba siendo muyamable conmigo, pero yo me sentía fatal.

—Charlie, ¿quieres irte a casa? —preguntó.

Supongo que asentí porque me ayudóa vestirme. Y después se puso la camisa.Y quise darme cabezazos contra la paredpor ser tan infantil. Porque amaba a Sam.Y estábamos juntos. Y lo estabaarruinando todo. Arruinándolo, sin más.Fatal. Me sentía fatal.

Me llevó afuera.—¿Necesitas que te lleve a casa? —

me preguntó. Tenía el coche de mi padre.No estaba borracho. Sam parecía muypreocupada.

—No, gracias.—Charlie, no te voy a dejar conducir

así.—Lo siento. Caminaré entonces —

dije.—Son las dos de la mañana. Te voy

a llevar a casa.Fue a otra habitación a recoger las

llaves del coche. Yo me quedé en elvestíbulo. Quería morirme.

—Estás pálido como un fantasma,Charlie. ¿Quieres agua?

—No. No lo sé —empecé a llorarcon ganas.

—Mira. Túmbate aquí en el sofá —dijo.

Me tumbó en el sofá. Trajo un pañohúmedo y me lo puso en la frente.

—Puedes dormir aquí esta noche.

¿Vale?—Vale.—Pero cálmate. Respira hondo.Hice lo que me dijo. Y justo antes de

quedarme dormido, dije algo.—No puedo volver a hacerlo. Lo

siento —dije.—No pasa nada, Charlie. Duérmete

—dijo Sam.Pero yo ya no hablaba con Sam.

Estaba hablando con otra persona.Cuando me quedé dormido, tuve este

sueño. Mis hermanos y yo estábamosviendo la televisión con mi tía Helen.Todo iba a cámara lenta. El sonido eraespeso. Y ella estaba haciendo lo quehacía Sam. Entonces fue cuando medesperté. Y no sabía qué diablos pasaba.Sam y Patrick estaban mirándome desde

arriba. Patrick me preguntó si queríadesayunar. Supongo que asentí. Nosfuimos y comimos. Sam todavía parecíapreocupada. Patrick parecía normal.Tomamos huevos con beicon con suspadres, y todo el mundo habló detrivialidades. No sé por qué te estoycontando lo de los huevos con beicon. Noes importante. No es nada importante.Mary Elizabeth y todos los demásvinieron a la casa, y mientras la madre deSam estaba ocupada comprobando lascosas por segunda vez, todos salimos alcamino de entrada. Los padres de Sam yPatrick se metieron en la furgoneta.Patrick estaba en el asiento del conductorde la camioneta de Sam, diciéndoles atodos que los vería en un par de días.Entonces Sam fue abrazando y

despidiéndose de cada uno. Comovolvería a pasar unos días en casa haciael final del verano, era más un hasta luegoque un adiós.

Yo fui el último. Sam se me acercó yme dio un abrazo largo. Al final, mesusurró al oído. Dijo un montón de cosasmaravillosas sobre cómo no pasaba nadaporque no estuviera preparado la nocheanterior y cómo me iba a echar de menosy cómo deseaba que me cuidara muchomientras ella no estaba.

—Eres mi mejor amiga —fue loúnico que pude decir para corresponderla.

Sonrió y me besó en la mejilla, y fuecomo si, por un momento, la partenegativa de la noche anteriordesapareciera. Pero a mí me seguíapareciendo un adiós más que un hasta

luego. El caso es que no lloré. No sabía loque sentía.

Al final, Sam se subió a su camionetay Patrick la puso en marcha. Y sonaba unacanción buenísima. Y todos sonrieron.Incluso yo. Aunque yo ya no estaba allí.

Hasta que dejé de ver los coches enla distancia, no regresé, y las cosasempezaron a ponerse feas de nuevo. Peroesta vez, mucho peor. Mary Elizabeth ytodos estaban llorando, y me preguntaronsi quería ir al Big Boy o hacer algo. Lesdije que no. Gracias. Necesitaba irme acasa.

—¿Estás bien, Charlie? —mepreguntó Mary Elizabeth. Supongo queestaba empezando a tener mala cara otravez, porque parecía preocupada.

—Estoy bien. Solo estoy cansado —

mentí.Me subí al coche de mi padre y me

alejé. Y era como si escuchara lascanciones de la radio, pero la radio noestaba encendida. Y cuando llegué alcamino de entrada de mi casa, creo queme olvidé de apagar el coche. Fuidirectamente al sofá del salón donde estála tele. Y era como si viera los programasde televisión, pero la televisión no estabaencendida.

No sé qué me pasa. Es como si loúnico que pudiera hacer es seguirescribiendo estos disparates para noderrumbarme. Sam se ha ido. Y Patrick novolverá a casa en unos días. Y es que mees imposible hablar con Mary Elizabeth,ni con mi hermano, ni con nadie de mifamilia. Excepto tal vez con mi tía Helen.

Pero ella no está. Y aunque estuviera, nocreo que pudiera hablar tampoco con ella.Porque estoy empezando a sospechar quelo que soñé sobre ella anoche era cierto.Y que, después de todo, las preguntas demi psiquiatra no eran raras.

No sé lo que debo hacer ahora.Conozco gente que lo tiene mucho peorque yo. Lo sé, pero me está asfixiando detodas formas, y no puedo dejar de pensarque el niño pequeño que comía patatasfritas con su mamá en el centro comercialva a crecer y pegar a mi hermana. Haríacualquier cosa por no pensarlo. Sé queestoy pensando demasiado rápido otravez, y que está todo en mi cabeza como eltrance, pero ahí está, y no se irá. Nopuedo parar de verlo, y él sigue pegando ami hermana, y no va a parar, y quiero que

pare porque en verdad no quiere hacerlo,pero es que no me escucha y no sé quéhacer.

Lo siento, pero tengo que parar deescribir ahora esta carta.

Aunque antes quería darte las graciaspor ser una de esas personas que escuchay comprende y no intenta acostarse con lagente aun pudiendo hacerlo. Lo digo enserio, y siento haberte hecho pasar portodo esto cuando ni siquiera sabes quiénsoy, y nunca nos hemos conocido enpersona, y no puedo decirte quién soyporque prometí guardar todos aquellospequeños secretos. Es solo que no quieroque pienses que escogí tu nombre al azaren la guía telefónica. Me moriría sipensaras eso. Así que por favor, créemesi te digo que me sentí fatal cuando

Michael murió, y que vi a una chica enclase, que no se dio cuenta de que yoestaba allí delante, y que estuvohablándole mucho de ti a una amiga suya.Y aunque no te conocía, sentí como que sí,porque me pareciste una buena persona.El tipo de persona a la que no leimportaría recibir cartas de un chaval deinstituto. El tipo de persona quecomprendería que son mejor que un diarioporque en ellas hay comunión, y un diariopuede ser descubierto. Pero no quiero quete preocupes por mí, o que pienses que mehas conocido, ni que sigas perdiendo eltiempo. Siento mucho haberte hechoperder el tiempo porque la verdad es quesignificas mucho para mí y espero queseas muy feliz en la vida porque deverdad creo que lo mereces. De verdad lo

creo. Espero que tú también lo pienses.Bueno, pues ya está. Adiós.

Con mucho cariño,Charlie

Epílogo

23 de agosto de 1992 Querido amigo: He estado en el hospital durante losúltimos dos meses. Hasta ayer no medejaron salir. El médico me dijo que mispadres me encontraron en el sofá delsalón. Estaba completamente desnudo, sinhacer otra cosa que mirar la televisión,que estaba apagada. No hablaba nireaccionaba, dijeron. Mi padre incluso medio una bofetada para despertarme, ycomo te conté, él nunca me ha pegado.Pero no funcionó. Así que me trajeron alhospital donde me ingresaron cuando teníasiete años después de que mi tía Helen

muriera. Me contaron que estuve sinhablar ni reconocer a nadie durante unasemana. Ni siquiera a Patrick, que debióde visitarme durante ese tiempo. Asustapensarlo.

Lo único que recuerdo es haberechado la carta al buzón. Lo siguiente quesupe es que estaba sentado en la consultade un médico. Y me acordé de mi tíaHelen. Y empecé a llorar. Y el médico,que resultó ser una mujer muy agradable,empezó a hacerme preguntas. Y lasrespondí.

No me apetece hablar de laspreguntas y las respuestas. Pero más omenos comprendí que todo lo que soñésobre mi tía Helen era cierto. Y tiempodespués me di cuenta de que ocurría cadasábado cuando veíamos la televisión.

Las primeras semanas en el hospitalfueron muy duras.

Lo peor fue estar sentado en laconsulta cuando la médica les contó a mispadres lo que había ocurrido. Nunca hevisto a mi madre llorar tanto. O a mipadre tan enfadado. Porque en su día nose dieron cuenta de lo que pasaba.

Pero desde entonces la médica me haayudado a resolver muchas cosas. Sobremi tía Helen. Y sobre mi familia. Y sobremis amigos. Y sobre mí. Hay muchasfases que atravesar en este tipo de cosas,y ella lo ha hecho verdaderamente bien entodas.

Lo que más me ayudó, en cambio, fuela época en la que pude tener visitas. Mifamilia, incluidos mi hermanos, siemprevenía esos días hasta que mi hermano tuvo

que volver a la universidad para jugar alfútbol. Después de aquello, mi familiavenía sin mi hermano, y mi hermano meenviaba postales. Incluso me contó en suúltima postal que había leído miredacción sobre Walden y le habíagustado mucho, lo que me hizo sentirfenomenal. Como la primera vez que vi aPatrick. Lo mejor de Patrick es queincluso cuando estás en el hospital siguesiendo él mismo. Suelta bromas parahacerte sentir mejor en vez de hacertepreguntas sobre sentirte peor. Incluso metrajo una carta de Sam, y Sam decía queiba a volver a finales de agosto, y que sime recuperaba por entonces, ella y Patrickme llevarían conduciendo por el túnel. Yesta vez podría ponerme de pie en la partetrasera de la camioneta si quería. Ese tipo

de cosas me ayudaron más que nada.Los días en los que recibía correo

eran buenos, también. Mi abuelo me envióuna carta muy bonita. También mi tíaabuela. También mi abuela y el tío abueloPhil. Mi tía Rebecca incluso me mandóflores con una tarjeta firmada por todosmis primos de Ohio. Era bonito saber queestaban todos pensando en mí, comotambién fue bonito cuando Patrick trajo aMary Elizabeth y a Alice y a Bob y atodos a visitarme. Incluidos Peter y Craig.Supongo que han vuelto a ser amigos. Yme alegré de que vinieran. Y también mealegré de que Mary Elizabeth hablara casitodo el rato. Porque hacía que las cosasparecieran más normales. Mary Elizabethincluso se quedó un poco más que losdemás. Me alegré de tener la oportunidad

de hablar con ella a solas antes de que sefuera a Berkeley. Y también me alegré porBill y su novia cuando vinieron a vermehace dos semanas. Se van a casar ennoviembre, y quieren que vaya a su boda.Es bonito tener cosas que esperar.

El momento en el que empezó aparecer que todo iría a mejor fue un díaque mis hermanos se quedaron en elhospital después de que mis padres sefueran. Esto fue en algún momento dejulio. Me hicieron un montón de preguntassobre la tía Helen, porque supongo que aellos no les pasó nada. Y mi hermanoparecía muy triste. Y mi hermana muyenfadada. Fue en esa época cuando lascosas empezaron a aclararse porque ya nohabía nadie a quien seguir odiandodespués de aquello.

Me refiero a que miré a mishermanos y pensé que algún día serían unatía y un tío, igual que yo sería un tío.Como mi madre y tía Helen fueronhermanas.

Y podríamos sentarnos y hacernospreguntas y sentirnos mal por los demás yculpar a un montón de gente por lo quehicieron o no hicieron o por lo queignoraron. No sé. Supongo que siemprehabrá alguien a quien culpar. Quizá si miabuelo no le hubiera pegado, mi madre nosería tan callada. Y quizá no se habríacasado con mi padre porque él nuncalevanta la mano. Y quizá yo no habríanacido. Pero me alegro de haber nacido,así que no sé qué decir al respecto, sobretodo porque mi madre parece feliz con suvida, y no sé qué más se puede pedir.

Siento que, si culpara a mi tía Helen,tendría que culpar a su padre por pegarley al amigo de la familia que le hacía cosascuando era pequeña. Y la persona que lehacía cosas a él. Y a Dios por no parartodo esto y cosas que son mucho peores.Y lo hice durante un tiempo, pero despuésya no pude más. Porque no iba a ningunaparte. Porque no se trataba de eso.

No soy como soy por lo que hayasoñado y recordado sobre mi tía Helen.Eso es lo que comprendí cuando las cosasse quedaron en silencio. Y creo que esmuy importante saberlo. Hizo que todo seaclarara y encajara. No me malinterpretes.Sé que lo que pasó fue importante. Ynecesitaba recordarlo. Pero es comocuando mi médico me contó la historia dedos hermanos cuyo padre era muy

alcohólico. Un hermano se convirtió demayor en un próspero carpintero quenunca bebía. El otro hermano acabósiendo un borracho perdido como supadre. Cuando le preguntaron al primerhermano por qué él no bebía, dijo quedespués de ver lo que la bebida le habíahecho a su padre, nunca había podido niprobarlo. Cuando le preguntaron al otrohermano, dijo que creía que habíaaprendido a beber en las rodillas de supadre. Así que supongo que somosquienes somos por un montón de razones.Y quizá nunca conozcamos la mayoría deellas. Pero aunque no tengamos el poderde elegir de dónde venimos, todavíapodemos elegir adónde vamos desde ahí.Todavía podemos hacer cosas. Ypodemos intentar sentirnos bien con ellas.

Creo que si alguna vez tengo hijos yestán disgustados, no les diré que la gentese muere de hambre en China ni nadaparecido porque no cambiaría el hecho deque estén disgustados. E incluso si otrapersona lo tiene mucho peor, esorealmente no cambia el hecho de que tútienes lo que tienes. Bueno y malo. Comolo que mi hermana dijo cuando yo llevabaya una temporada en el hospital. Dijo queestaba muy preocupada por ir a launiversidad, y en comparación con lo queyo estaba pasando, se sentía muy tonta.Pero no sé por qué se iba a sentir tonta.Yo también estaría preocupado. Y enserio, no creo que yo lo tenga mejor nipeor que ella. No sé. Es diferente. Quizásea bueno poner las cosas en perspectiva,pero, a veces, creo que la única

perspectiva es estar allí de verdad. Comodijo Sam. Porque está bien sentir cosas. Yser tú mismo al respecto.

Cuando me dejaron salir ayer, mimadre me trajo de vuelta a casa en coche.Era mediodía y me preguntó si teníahambre. Y dije que sí. Entonces mepreguntó qué quería, y le dije que ir alMcDonald’s como solíamos hacer cuandoera pequeño y me ponía enfermo y mequedaba en casa en vez de ir al colegio.Así que fuimos. Y fue muy agradable estarcon mi madre y comer patatas fritas. Ymás tarde, esa noche, estar con mi familiadurante la cena y que las cosas fuerancomo habían sido siempre. Esa fue laparte más increíble. Que todo continuaba.No hablamos de nada serio ni superficial.Solo estábamos juntos. Y eso bastaba.

Bueno, hoy mi padre ha ido atrabajar. Y mi madre nos ha llevado a mihermana y a mí a comprar cosas de últimominuto para mi hermana porque se va a launiversidad dentro de poco. Cuandovolvimos, llamé a casa de Patrick porquehabía dicho que Sam estaría de vuelta porentonces. Sam contestó al teléfono. Y fuemuy agradable volver a oír su voz.

Más tarde, se pasaron por casa en lacamioneta de Sam. Y fuimos al Big Boyigual que hacíamos siempre. Sam noshabló de su vida en la universidad, queparecía muy emocionante. Y yo le habléde mi vida en el hospital, que no loparecía. Y Patrick hizo bromas para quetodo el mundo fuera sincero. Después deirnos, nos subimos en la camioneta deSam, y como Sam me había prometido,

nos dirigimos hacia el túnel.Alrededor de un kilómetro antes de

llegar al túnel, Sam paró el coche y yo mesubí detrás. Patrick puso la radio muy altapara que yo pudiera oírla, y mientras nosacercábamos al túnel, escuché la música ypensé en todas las cosas que la gente meha dicho durante el último año. Pensé enBill diciéndome que yo era especial. Y enmi hermana diciéndome que me quería. Ymi madre, también. E incluso mi padre ymi hermano cuando estaba en el hospital.Pensé en Patrick diciéndome que era suamigo. Y pensé en Sam diciéndome quehiciera cosas. Para estar realmente allí. Ypensé sencillamente en lo genial que estener amigos y familia.

Mientras entrábamos en el túnel, nolevanté los brazos como si volara. Solo

dejé que el viento me corriera por la cara.Y empecé a llorar y a sonreír al mismotiempo. Porque no podía evitar sentirtanto amor como sentía por mi tía Helenpor comprarme dos regalos. Y tanto deseoporque el regalo que le había comprado ami madre por mi cumpleaños fuera muyespecial. Y porque mis hermanos y Sam yPatrick y todos fueran felices.

Pero sobre todo, lloraba porque derepente fui consciente del hecho de queera yo el que estaba de pie en ese túnelcon el viento corriendo por mi cara. Sinpreocuparme de ver el centro de laciudad. Sin ni siquiera pensar en ello.Porque estaba de pie en el túnel. Y estabarealmente allí. Y aquello era suficientepara hacerme sentir infinito.

Mañana empiezo mi segundo año de

instituto. Y lo creas o no, no tengo ningúnmiedo de ir. No sé si tendré tiempo paraescribir más cartas, porque podría estardemasiado ocupado intentando«implicarme».

Así que, si esta acaba siendo miúltima carta, por favor, piensa que lascosas me irán bien, y que aun cuando nosea así, pronto se arreglarán.

Y yo pensaré lo mismo de ti.

Con mucho cariño,Charlie

Agradecimientos

Solo quería decir sobre los queaparecen en la lista que este libro noexistiría sin ellos, y les doy las graciascon todo mi corazón.

Greer Kessel HendricksHeather NeelyLea, Fred y Stacy ChboskyRobbie ThompsonChristopher McQuarrieMargaret MehringStewart SternKate DegenhartMark McClain WilsonDavid WilcoxKate Ward

Tim PerellJack HornerEduardo Braniff

Y por último...Al doctor Earl Reum por escribir un

poema precioso.Y a Patrick Comeaux por recordarlo

mal cuando tenía catorce años.

Sobre el autor

Tras el éxito de esta novela enEstados Unidos, Stephen Chboskyescribió el guión para la película delmismo título protagonizada por LoganLerman y Emma Watson. Es autor devarios guiones para películas de cineindependiente americano, además dellevar guión y producción de la serie detelevisión Jericho.

Título original: The Perks of Being a

Wallflower

© Del texto: 1999, Stephen Chbosky© De la traducción: 2012, Vanesa

Pérez-Sauquillo© De la imagen de cubierta: © Getty

Images© Del diseño de cubierta: 2012,

Beatriz Tobar

© De esta edición: 2012, SantillanaEdiciones Generales, S.L.

Avda. de los Artesanos, 628760 Tres Cantos – Madrid

Teléfono 91 744 90 60Telefax 91 744 92 24

www.librosalfaguarajuvenil.com

ISBN ebook: 978-84-204-0355-7Conversión ebook: Alma María Díez

Escribano