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MEMORIAS IMPOSIBLES Y SILENCIOS COLONIALES: UNA MIRADA CRÍTICA A LA COMISIÓN DE ESCLARECIMIENTO HISTÓRICO (CEH) O COMISIÓN DE LA VERDAD EN GUATEMALA. 1 MARCIA ESPARZA* INTRODUCCIÓN Para el sociólogo Norbert Lechner (1990) los procesos de reconciliación y verdad que se llevaron a cabo por los estados en Latinoamérica con el fin de la Guerra Fría, escasamente generaron consensos o la esperada reconciliación entre los grupos afectados y el estado. En Guatemala, mas específicamente, como en otros países de la región, 2 la comisión de la verdad fue la respuesta no judicial propiciada desde el estado, en conjunto con la “comunidad internacional” y organizaciones de derechos humanos, para establecer una verdad histórica. Con el fin de confrontar el legado de las atrocidades del sangriento conflicto armado interno (1960-1996), entre las fuerzas rebeldes, la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) y el estado ladino, no indígena, el Acuerdo de Oslo de 1994 dio luz al mandato legal de la Comisión de Esclarecimiento Histórico (CEH), auspiciada por las Naciones Unidas. Motivada por la ausencia de debates críticos sobre el papel de las comisiones de la verdad, mantengo que con su enfoque a corto plazo, las comisiones de la verdad han generado su propio vacío construido a partir de los silencios construidos por grupos indígenas que el ejército organizó, entrenó y armó, tal como las Patrullas de Autodefensa Civil (PACs). 3 Uno de estos vacios tiene 1 Una versión mas acotada en Inglés ha sido publicada por el Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de Columbia, Division de Acceso a la Justicia de Pueblos Indigenas , 2014. 2 Desde 1982, mas the treinta Comisiones de la Verdad han sido establecidas en el mundo. Para una lista de las comisiones establecidas ver el trabajo seminal de Priscilla B. Hayner (2001). Para un resumen de la discusión de trabajos a la fecha, ver Eric Brahm (2009). Para un listado de comisiones mas recientes, mirar, Office of the United Nations High Commissioner for Human Rights. (2006).Para una mirada critica, revisar, Sara Parker (2007). 3 En un estudio sobre los pactos de silencio en la pos dictadura chilena, logramos, por ejemplo, concluimos que un cincuenta y cinco por ciento de los testimonios de los funcionarios de la estaban 1

MEMORIAS IMPOSIBLES Y SILENCIOS COLONIALES

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MEMORIAS IMPOSIBLES Y SILENCIOS COLONIALES: UNAMIRADA CRÍTICA A LA COMISIÓN DE ESCLARECIMIENTOHISTÓRICO (CEH) O COMISIÓN DE LA VERDAD ENGUATEMALA.1

MARCIA ESPARZA*INTRODUCCIÓNPara el sociólogo Norbert Lechner (1990) los procesos de

reconciliación y verdad que se llevaron a cabo por los estados enLatinoamérica con el fin de la Guerra Fría, escasamente generaronconsensos o la esperada reconciliación entre los grupos afectadosy el estado. En Guatemala, mas específicamente, como en otrospaíses de la región,2 la comisión de la verdad fue la respuestano judicial propiciada desde el estado, en conjunto con la“comunidad internacional” y organizaciones de derechos humanos,para establecer una verdad histórica. Con el fin de confrontar ellegado de las atrocidades del sangriento conflicto armado interno(1960-1996), entre las fuerzas rebeldes, la Unidad RevolucionariaNacional Guatemalteca (URNG) y el estado ladino, no indígena, elAcuerdo de Oslo de 1994 dio luz al mandato legal de la Comisiónde Esclarecimiento Histórico (CEH), auspiciada por las NacionesUnidas.

Motivada por la ausencia de debates críticos sobre el papelde las comisiones de la verdad, mantengo que con su enfoque acorto plazo, las comisiones de la verdad han generado su propiovacío construido a partir de los silencios construidos por gruposindígenas que el ejército organizó, entrenó y armó, tal como lasPatrullas de Autodefensa Civil (PACs). 3Uno de estos vacios tiene

1 Una versión mas acotada en Inglés ha sido publicada por el Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de Columbia, Division de Acceso a la Justicia de Pueblos Indigenas, 2014.2 Desde 1982, mas the treinta Comisiones de la Verdad han sido establecidas enel mundo. Para una lista de las comisiones establecidas ver el trabajo seminalde Priscilla B. Hayner (2001). Para un resumen de la discusión de trabajosa la fecha, ver Eric Brahm (2009). Para un listado de comisiones masrecientes, mirar, Office of the United Nations High Commissioner forHuman Rights. (2006).Para una mirada critica, revisar, Sara Parker(2007).3 En un estudio sobre los pactos de silencio en la pos dictadura chilena, logramos, por ejemplo, concluimos que un cincuenta y cinco por ciento de los testimonios de los funcionarios de la estaban

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que ver con la compleja relación de dependencia que el ejércitopromueve con grupos indígenas. Un segundo tiene que ver con comola memoria indígena es frenada por esta militarización,preexistente al momento de la imposición de las patrullas civilesen el Altiplano. Mi propia investigaciónetnográfica en la provincia de El Quiche para la comisión de laverdad entre 1997 y 1998 es la base de mi planteamiento criticocuando fui una testiga “privilegiada” de la desolación y abandonode la población campesina indígena.4 La mitad de las 626 masacrescometidas por el estado, se dieron en esta provincia,especialmente en el área norte, en contra de la población Maya-Ixil. Dentro de un contexto ambivalente, entre los esfuerzos delas fuerzas armadas en negar que el genocidio (1981-1983) hubieseocurrido por un lado, y la tarea de construcción de la memoriacolectiva de las atrocidades, por otro, las profundas y complejassecuelas de la militarización extrema, a través de las patrullas,que permeó el tejido social comunitario, quedaron casi sinestudiarse.5

Sugiero que la comisión de la verdad no logró revelar lamitología de la guerra. Esto significa que, por sobre todo, quedoinvisibilizada la propaganda de guerra que el ejército diseminó através de sus proyectos de desarrollo de Acción Cívica desde losaños cincuenta y de Asuntos Civiles desde los años setenta paraconstruir su base de apoyo dentro de la población rural, esdecir, con anterioridad al genocidio (1981-1983) .

A través de la literatura interdisciplinaria de genocidio yde campesinos asalariados en Latinoamérica (Hobsbawm, 1969;Petras y Veltemeyer, 2001), busco revisar dos paradigmasinterconectados: de colonialismo interna y postcolonial parainfluenciados por un código de silencio y por procesos de lealtad institucional militar. Se pudo comprobar que un cincuenta por ciento delos testimonios de los Centros de Detención de la Villa Grimaldi y Tejas Verdes manifestaron “remordimiento”, factor clave que no se presenta entre funcionarios de la Central Nacional de Informaciones. Esparza, Marcia (2007).4 Para algo del debate antropológico sobre el privilegio del etnógrafo,mirar Alex Khasnabis (2004).5Se cometieron actos de genocidio en cuatro regiones: Maya-Q’anjob’al yMaya-Chuj, en Barillas, Nentón y San Mateo Ixtatán en el norte deHuehuetenango; Maya-Ixil, en Nebaj, Cotzal y Chajul, Quiché; Maya-K’ich’e en Joyabaj, Zacualpa y Chiché, Quiché; y Maya-Achi enRabinal, Baja Verapaz.

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examinar la militarización como el legado del genocidio enGuatemala y los silencios construidos dentro de la “situacióncolonial” analizada por los clásicos Aime de Cesaire (2000);Franz Fanon (1986) y Albert Memmi (1991) en colonias Europeascomo Algeria, explotando al campesinado. Desde estaperspectiva, pocas veces utilizada por sociólogos de genocidio yguerra, examino como la militarización y el militarismo, elaspecto ideológico del control militar (Vagts, 1957; Enloe, 1980;Ross, 1987; Shaw, 1991), dan continuación a proyectosposcoloniales que explotan a la población indígena, la mayoría dela población.6 Sostengo que entre las consecuencias sociales delmilitarismo esta el frenar o obstaculizar, la elaboración de unamemoria colectiva reivindicadora por parte de grupos indigenascolonizados. Esta memoria, como lo señala Alejandro Cerda García(2012), tiene el “potencial descolonizador” que puede denunciarlas atrocidades del pasado, y demandar justicia como lo señala elsociólogo Húngaro-Francés Tzvetan Todorov (2000).7 Según AlbertMemmi un grupo colonizado es aquel donde “[...] un complejo deinferioridad ha tomado raíz, y cuyas culturas han sido destinadasa morir por que se sitúan en relación a las culturas‘civilizadoras’” (1990: 2). Para los pueblos indígenas, sostienela académica de Nueva Zelandia, Linda Tuhiwai, “Conocer su pasadoes parte de una pedagogía de la descolonización” (2002: 34).

Sugiero, que la estrategia de control militar pre-existenteal momento del genocidio sobre el area rural, tiene sucontinuidad histórica a partir del colonialismo interno queexplota desvergonzadamente a las familias indígenas (Blauner,1969; Stavenhagen, 1970; Quijano y Ennis, 2000; Gutiérrez,2004).8 Segundo, mantengo que la militarización recrea yreproduce relaciones profundamente desiguales con el estadooligárquico. En este sentido, la militarización y el militarismofacilitan la cooptación de autoridades comunales que negocian ytransaccionan con instituciones oficiales, principalmente con el

6Que oscila entre el sesenta y el ochenta por ciento dependiendo de lafuente. Ver por ejemplo, Suzanne Jonas (2000: 20) quien asegura un 60por ciento.7 El acontecimiento recuperado puede ser leído de manera literal o de manera ejemplar, p.11. http://cholonautas.edu.pe/memoria/Todorov.pdf. (Agosto 17, 2013).8 Para el caso de la población indígena en los Estados Unidos, ver Anders,Gary (1979).

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ejército quien se representa a sí mismo “como un amigo”,reproduciendo paradojas coloniales (Matthew y Oudjik, 2012) yquien interviene en los asuntos políticos y económicos de lacomunidad, dependiendo de las relaciones históricas de cadacomunidad con el ejército. Es decir, este es recibido en el campoo como un “amigo” o como “una piedra en el zapato”. Con el fin deilustrar la construcción de estos lazos a través de los cuales elejército coopta a autoridades de comunidades empobrecidas yamplíar su base de apoyo, analizo una fotografía de Acción Cívicade los años setenta 9 y luego, ilustro en una tabla lasespecialidades del ejército, desde como cosechar hasta comoeliminar plaga de ratones, que enmascaradas deliberadamente enproyectos de desarrollo y seguridad, traen al altiplano en suafán de militarizar las comunidades.

ENTRE MILITARIZACIÓN, MEMORIA Y SILENCIOS POSTCOLONIALES

Por un lado, tal como lo sugieren Brandon Hamber y SteveKibble (1999) en Sud África las comisiones de la verdad puedenayudar a revertir la cultura del silencio que predomina engobiernos autoritarios. Otros, como el antropólogo Allen Feldman(2010)señala que el proceso de justicia transicional ha impedidorealizar una crítica de la violencia, que “[...] ha probadoincapaz de enfocarse en la racialización que subyace al proyectodel estado.”10Paradójicamente, sin embargo, las comisiones hanobstaculizado que información clave para continuar desentrañandola guerra contrainsurgente en contra de población Maya, sea deconocimiento público y sea integrada a las memorias colectivas.

Dentro del paradigma de la justicia transicional, se hacreído erróneamente que “todas las víctimas” brindan sustestimonios. Aún en la Comisión de la Verdad y Reconciliación enSud-África (1996 - 1998), que ofreció amnistía a responsables acambio de sus testimonios, la mayoría de las confesionesprovenían de partidos oficiales, el antiguo gobierno de SudÁfrica y sus Fuerzas de seguridad” (Foster y otros, 2005:13).11 9 Ver el trabajo de Smith, Carol A. (Ed.) (1990). 10 http://hemisphericinstitute.org/hemi/en/e-misferica-72/feldman (26de Julio de 2013).11 En el Teatro de la Violencia los autores demuestran que de hecho, solo eldieciocho por ciento (1.646) del total de postulantes aceptados para la

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En Guatemala, la ausencia de testimonios por parte de fuerzasde seguridad del estado involucradas en muertes masivas —tortura, desaparición forzada, violencia sexual y robos—necesitaconsiderarse con más atención, más allá de las obvias razones deevitar ser juzgado en un juicio penal.12 Sin duda, uno de losméritos de la comisión de la verdad es haber recuperado las vocesde muchas víctimas del genocidio, definido sociológicamente comoun proceso de violencia extrema por parte del estado sobredeterminados grupos (Álvarez, 2010). Eventualmente, este registrode más de 7.000 testimonios sería la base para construir unamemoria oficial que podría, en el futuro, ser usada en una cortede justicia para condenar crímenes y así erradicar la impunidadde los mismos. Sin tener la capacidad para investigarjudicialmente, la comisión escribiría reconstruyo el contextohistórico en el que se produjeron con el fin de producir una metanarrativa, sustentada por las organizaciones de víctimas.

Más de 200.000víctimas desaparecidas o asesinadas “dentro de una guerrafratricida” (CEH, 1999:17) y actos de genocidio en contra decuatro grupos Mayas (1981-1983), fue el costo de los crímenes delestado ladino.13Amparado en la Doctrina de Seguridad Nacional

amnistía provenían de Fuerzas de seguridad del estado. De las 7.000postulaciones de amnistía la mayoría venía de oficiales de tropa. Elestudio concluye que la mayoría de los perpetradores no pidieronamnistía y por lo tanto no dieron su testimonio (Foster y otros2005:13). A pesar del trabajo de la Comisión de la Verdad yReconciliación, el legado del conflicto permanece aún vivo. Estoincluye las tensiones entre la Fuerza de Defensa de Sudáfrica (SADF) yel brazo armado de los movimientos de liberación. Foster y otros(2005). Ver ademas para una visión sobre polarización Baines (2009). 12 Hayner admite que el estado no coopera con las comisiones de laverdad, ni siquiera en las más prominentes (2001: 32-49).13Tanto la CEH como la investigación realizada por la iglesia Católica,conocida como Reconstrucción de la Memoria Histórica, o el reporte REHMI(1998), establecieron que en el inicio de los años ochenta , fuerzas deseguridad arrasaron con comunidades indígenas para aniquilar unmovimiento popular liderado por una nueva generación de líderes Mayasorganizados en cooperativas, ligas campesinas, sindicatos y partidospolíticos de corte cristiano-democrático, que en su conjunto demandabanreformas económicas profundas para solucionar el problema de escases detierras fértiles para los campesinos (REMHI, 1998, Volumen III, pp.122-126; Konefal, 2010). Hay aproximadamente 40.000.000 personas en

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establecida por los estadounidenses y los franceses en la región,el ejército atacó a las comunidades de El Quiche, Huehuetenango yLas Verapaces, y simultáneamente, se representó a través de lapropaganda, según los planes contrainsurgentes, como el “amigo”,bajo la falsa premisa de que el país se encontraba en guerra encontra de “grupos terroristas subversivos” a quienes definía comoaquellos “delincuentes mala gente” que buscaban quemar susempobrecidas viviendas, robar sus siembras y violar a sus mujerese hijas.

Desde una perspectiva de la víctima, los testimonios devictimarios son indispensables para enjuiciarlos. Para muchossobrevivientes que dieron sus testimonios, viudas, madres,abuelas, esposas, hermanas, tíos, a la CEH, esta fue la primeravez que se acercaban a una organización nacional ointernacional.14Bajo la consigna de los derechos humanos,sobrevivientes Mayas se movilizaron para participar en lacomisión rompiendo años de silencio coexistiendo con losvictimarios, grupos de ex soldados, reservistas, ex PACs,comisionados militares, sus auxiliares, los ojos y oídos delejército en cada comunidad, que estuvieron del lado delEjército.15

América Latina y El Caribe que pertenecen a los más de 600 pueblosindígenas del continente. Para la situación de pobreza de los pueblosindígenas en 2010 revisar el sitio internet de International Work Groupfor Indigenous Affairs (IWGIA): el 73% de la población indígena mundiales pobre en contraste con el 35% de la población no indígena. El 26%vive en extrema pobreza. .http://www.iwgia.org/regions/latin-america/guatemala (12 de Julio de2013).14Para una discusión sobre el saneamiento individual o colectivo y lareconciliación, ver, por ejemplo, Hamber, B. y Wilson, R. (1999). 15Un entrevistado, que en los años de la post-guerra era el presidente de laAsociación Amigos del Ejercito, se expresó sobre el papel reconciliador delejército, de protector, de salvador de los indígenas. “Por eso yo se lo digo,que si usted cuando se le haga un comentario allá en New York, la insurgenciaeso fue absolutamente eso fue un absurdo, de gente mala, por que ...lo quecreo, todo esto en este país es la violencia... ellos [los gruposguerrilleros] fueron los fundamentos que fundaron en Guatemala ladestrucción, entonces el ejército ¿qué fue lo que hizo? Tuvo quedefenderse...y proteger a la población, por que yo lo conocí, bien en eso, siahí tienen que ver ciertas personas, eso que es del ejército, es un asesino![fingiendo otra voz].” Entrevista, Chichicastenango, El Quiche. 2000. Enposesión de la autora.

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Patrulleros de Autodefensa Civil (PACs) entre silencios en lapost-guerra

Siguiendo el trabajo de Alejandro Cerda García (2012) sobreel papel que juega la memoria en relación a la historia en elmovimiento Zapatista en la región Altos en Chiapas, mi punto departida es que la memoria colectiva indígena tiene un potencialdescolonizador enmarcado dentro de un ámbito de relaciones depoder. En la postguerra reciente en Guatemala, en muchascomunidades del altiplano, autoridades indígenas militarizadas,la mayoría ex miembros de las Patrullas de Autodefensa Civil(PACs), tomaron el poder local, amparados en la protección queles otorgo el ejército, ejerciendo así su autoridad y coartandola elaboración de una memoria emancipadora. Como lo señala FranzFanon (1986: 82), entre el colonizador y el colonizado es elsoldado o el gendarme que “[...] trae la violencia a casa y elcerebro del colonizado.” Las PACsfueron una milicia rural organizada, entrenada y armada durantelos gobiernos anticomunistas del General Romeo Lucas García(1978-1982) y del General José Efraín Ríos Montt (1982-1983)desde principios de los 80s. Subsecuentes administraciones hastala firma de la Paz en 1996 dieron continuidad. Las PACs fueron unaspecto clave de la estrtegia genocida ya que tuvieron como finel de involucrar a la poblacion civil en la luchacontrainsurgente en contra de sus propios vecinos y familiares,estos últimos acusados de apoyar al “comunismo internacional”supuestamente infiltrado en Guatemala.16 Según la CEH (1999:85)los patrulleros cometieron dieciocho por ciento de los crímenesde derechos humanos ejecutados entre 1960 y 1996. De esteporcentaje, en el ochenta y cinco por ciento de los casos, laspatrullas actuaron en complicidad con el ejército, y el restoactuaron sin su presencia, es decir por si solos, pero siempreamparados en el impunidad que les daba el ejercito. A partir delos acuerdos de paz, estas fuerzas militares fueron oficialmentedesmovilizadas, sin embargo, estudios muestran que grupos de expatrulleros se mantuvieron vigentes (Amnesty International 2002;

16 Aunque difícil de constatar, sugiero que dentro de esta participación “civil” gran parte de los campesinos hombres habían pasado por el ejercito, yasea voluntariamente (coercionado por los “beneficios económicos”) o reclutadosforzosamente.

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Saenz ).En mis propios estudios, demuestro que en la postguerragrupos de patrulleros permanecieron “atados” a las estructurasmilitares, a través de la División de Asuntos Civiles (S-5) de laZona Militar.

En el caso de comunidades militarizadas de Santo TomasChichicastenango en El Quiche, por ejemplo, mis entrevistasdemuestran que la relación de dependencia mutua con el ejércitose mantuvo casi intacta en la postguerra. Un ejemplo de estosvínculos es ofrecido la por el presidente de la “Asociación deAmigos del Ejército”, un ex jefe patrullero, quien al serconsultado en el año 2000, cuatro años después de la firma de losAcuerdos de Paz, sobre el uso de ropa civil y el uniformerespondió,

"Mire mi espíritu, como que yo siento que estoy uniformado,el uniforme para mí no vale, lo que vale es el espíritu. Porque no vale la pena de tener un uniforme si yo tengo malespíritu, yo siento que al llegar a la zona, todos losoficiales me conocen, pasa adelante Juan, aquí es tu casa,es cierto yo siento que es mi casa, porque ahí [yo] estuve[…]".

Este tipo de autoridades militarizadas se rehúsan aparticipar en trabajos de reconstrucción de la memoria histórica,u otros proyectos colectivos aun en bien de la comunidad, almenos que sean autorizados por la Zona Militar. Para estosgrupos, cualquier esfuerzo que requiera de una estructuraorganizada independiente es considerado como una estructura“político-comunista”. Después del término de la guerra, estapercepción sobre el ejército como “el amigo” reproduce laideología militarista de la Guerra Fría “donde el que no está connosotros está en contra”. Mas aun, esta ideología, finalmente,termina frenando la elaboración de una memoria colectica y socialnecesaria para lograr metas concretas para la comunidad: paradebatir los efectos de la violencia, exhumar los cientos (sinomiles) de cementerios clandestinos y dar sepultura de acuerdo anormas culturales Mayas, demandar al estado por las pérdidasmateriales y económicas sufridas por el genocidio, y esfuerzoscomunes para traer proyectos para apalear la pobreza extrema enque se encuentran.

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Fue en una sola ocasión durante mi trabajo de campo con laComisión de la Verdad que tomé testimonios de colaboradores delejército. En detalles escalofriantes, ex patrulleros describieronsus crímenes de derechos humanos. Según el relato, a principiosde los 80s, miembros de la PACs de la comunidad de Chijtinimit(también en Chichicastenango) capturaron, siguiendo órdenes de laZona Militar, a diez personas y las ejecutaron, ahorcándolas:seis patrulleros en cada lado de las víctimas, jalaron una cuerdaatada a los cuellos de éstas hasta que ya no podían respirar. Losex patrulleros alegaron que se sentían avergonzados y que alcontarle a la CEH, podrían quizá sentirse exonerados de culpa.También confesaron pertenecer a la iglesia evangélica yreconocieron que sólo Dios podría ser su juez, y no una justiciacriminal, una aseveración que resuena con los predicamentos delas Iglesias Evangélicas en Guatemala (Stoll, 1990).17 Sinembargo, este tipo de testimonio estuvo, por lo general, ausentede la comisión, lo que invita a la pregunta critica: ¿puede unaverdad ser construida sin los testimonios de quienes dieron sujuramento a salvar Guatemala del “comunismo interno” yparticiparon en la matanza de su propio grupo social, de clase,étnico de condición de oprimido? Y, como discuto brevemente en lapróxima sección, esta ausencia de testimonios escondió oinvisibilizo relaciones de poder postcoloniales mantenidas entreel ejército y sectores de la población indígena, y que lasfuerzas armadas explotan.

Los impactos de la militarización y el militarismo: silenciosconstruidos

Un factor clave en la supresión de la memoria indígena es quea medida que el ejército ejecutaba sus planes genocidas en lasáreas indígenas, usurpó y eliminó lo que el sociólogo FrancésMaurice Halbwachs (1992) llama los marcos referenciales de lamemoria colectiva—espacios culturales, la familia, clasessociales, un sindicato, las Iglesias Católicas. Éstos, como lascajas de un armario, guardan los sustentos que ayudan a la

17 CEH (1999: 1098) Caso 15379. Las víctimas fueron identificadas comoManuel Chirum Susuqui, Tomas Chirum Sucuqui, Miguel Equila Chirum,Tomas Equila Taze, Manuel Jeronimo, Tomas Jeronimo, Sebastian SajquicNich, Tomas Sajquic Suy, Tomas Sajquic Felix, y Tomas Sajquic Nich.También ver, CIRMA, Colección Holandesa Caja.

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sociedades, grupos sociales, a encontrar una identidad en común,una historia social de explotación de clase y étnica. El olvido,dice Halbwachs, se explica por la “desaparición de estos marcos ode parte de ellos [...]” ( 1992: 172).

En el caso de Guatemala, estos referentes eran los abuelos,las autoridades respetadas que guardaban la memoria de lacomunidad fueron brutalmente perseguidas, torturadas y asesinadas—eliminadas o marcadas por la violencia como grupo social. En sureemplazo, estos marcos referenciales fueron sitiados por lamemoria institucional del ejército genocida, a través de unproceso gradual de militarización de las mentes (Enloe, 1980) enparticular de los patrulleros afines a la ideología anti-comunista del ejercito.

Según la Comision de la Verdad,

"El impacto de la militarización se extendió a lascomunidades del interior del país. El cambio de laestructura de poder fue evidente con la implementación delas PAC. Los consejos de ancianos, los alcaldes auxiliares,los mayores y toda expresión de poder local cayeron ante laimplantación de los jefes de patrulla, quienes a partir dela designación de ese puesto, suplantaban las estructurastradicionales comunitarias. Por imposición de lasautoridades militares, las PAC empezaron a tener un papelprotagónico en la toma de decisiones, siendo los enlacesdirectos entre la comunidad y las autoridades de gobierno"(1999 II:196).

Para el 2000, la memoria de oficiales de la oficina deAsuntos Civiles (S-5) continuaba marcada por la doctrina deseguridad y desarrollo nacional,

"Los malos están organizados, y los buenos no...a pesar de lafirma de la paz, el conflicto ideológico continúa, lasestructuras [militares] continúan con una fachada [civil] [...]"18

18 Oficial de Asuntos Civiles, Entrevista, Chichicastenango, El Quiche.2000. En posesión de la autora.

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Esta memoria del oficial S-5 es transferida a líderes pro-ejército, en la mayoría ex patrulleros que han usurpado losespacios de autoridad Maya, y desde este espacio de poder sobrelas comunidades, a través de la intimidación y la coerción,logran obstruir la elaboración de una memoria de la guerra queidentifique al ejército no como “el amigo” sino más bien como elresponsable de sus sufrimientos.19Ante todo, esta memoria delejercito-amigo impide fortalecer el sentido comunitario de lascomunidades indígenas, donde la identidad e intereses colectivosprevalecen tradicionalmente por sobre intereses individuales.Este es especialmente el caso al momento de tomar contacto coninstituciones de ayuda humanitaria coordinando ayuda contra lapobreza en áreas remotas. No solo es parte de la identidad Mayasino que también es la base del sistema de justicia-reparador ycon posibilidades de jugar un papel reconciliador.20

Como señala Cerda García (2012), los proyectos colonizadoresafectan a las comunidades y tienen lugar ya sea por “apropiacióno impugnación".21Para comparar, desde su aparición pública comouna fuerza organizada, el movimiento Zapatista es un símbolo deun grupo subalterno 22 cuya memoria es usada para reclamardignidad y justicia social. Halbwachs (1992) sostiene que la

19Como sabemos, los procesos jurídicos indígenas están basados enmétodos de resolución de justicia restaurativa, en la cual el o la queha transgredido las reglas de la sociedad, es llamado a tomarresponsabilidades y conciencia por sus acciones para el reconocimientode atropellos a vecinos, a sus familias, a la comunidad. El derechoconsuetudinario, ante todo busca la reconciliación entre todas laspartes involucradas en un conflicto, para lo cual identifica maneras deresolver y reparar que van más allá de una víctima en particular, sinoque además intenta restaurar, recomponer, la unidad y armoníacolectivas.20Según un estudio de la Defensoría Maya, Suk’B’Anik, “Es el trabajo colectivo y comunitario donde se invierte tiempo, energía, esfuerzo. Por ejemplo, para construir un camino, una escuela y otros trabajos quebenefician a la comunidad. También es el hecho de juntarse para hacer el trabajo de todos por todos, por ejemplo, al hacer la siembra y cosecha, mucha gente se junta para ponerse de acuerdo y hacer el trabajo entre todos. Es también importante para las comunidades, escuchar opiniones, problemas y dar soluciones en conjunto"( 2001). 21 Ver, Zibechi, Raúl (2010); Das Veena y Debroah Pool (Eds.) (2004); yRivera Cusicanqui, Silvia, (2010). 22Guha, Ranajit, (l988).

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recuperación de la memoria histórica es un proceso social donde“[...] los individuos recuerdan en relación a la interacción conlas memorias de otros [...],” en este caso, con el ejército. Alrepresentarse a sí mismo, como parte del “pueblo,”paradójicamente el ejército promueve su memoria institucionalobstaculizando que las familias experimenten sus propiastradiciones y su memoria colectiva como un vehículo deempoderamiento.23 Tal como sucedía durante la colonia cuando elindígena era percibido como menos que humano, “incivilizado ybarbáro", cuya misión era de servir al orden colonial (PintoSoria, 1996), la percepción del estado sobre los pueblosindígenas, en tiempo de guerra y de paz, está imbuida con laideología racista subyacente, un legado colonial que perdurahasta ahora.24

ESCONDIENDO RELACIONES POSTCOLONIALES. LA CONSTRUCCIÓN DEMEMORIAS IMPOSIBLES

En general, la complicada relación entre una cultura militar,internalizada por sectores del campesinado indígena, y larecuperación de la memoria es raramente explorada enLatinoamérica a través del lente de estudios de genocidio,colonialismo interno y post-colonial. Para Cecilia Méndez (2006),la participación del campesinado andino en las guerrascaudillistas en el siglo XIX en el Perú permanece sin serestudiada.25 Según Méndez, en Bolivia hay quienes pagan para seradmitidos en el servicio militar, lo que demuestra la necesidadde conocer cómo los ejércitos reclutan a sus tropas dentro delcampesinado.

Pero ¿cuál es la memoria de grupos indígenas colonizados ymilitarizados? Como pregunta el antropólogo Alejandro CerdaGarcía (2012), ¿cómo se conforman los referentes desde los que seconstruye la memoria indígena? La memoria olvidada es la negacióndel culto a la memoria analizado por Todorov (2000). A partir de

23 Para una discusión del papel que juega la memoria colectiva dentrode sociedades de campesinos ver, Pierre Nora (1989) quien señala que esel ejemplo de “repositorio de la memoria colectiva.” 24 Para Michael Rolph-Trouillot (1995:76), el colonialismo en Haitíbrindó los “discursos sobre los grados de humanidad donde unos son mashumanos que otros”. 25 Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 26, Quito, septiembre 2006, pp. 17-34.

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estudios de genocidio y postcoloniales, mi objetivo comosocióloga es sugerir que a pesar de los logros de la comisión dela verdad, esta no reveló el sistema de silencios construidos yque esconden lo que el historiador Francés René Lemarchand (2009)denomina como las “verdades incómodas” de la guerra. Alcontrario de la justicia transicional, sugiero que desconocer elrol que juega el estado en moldear la identidad indígenaobstaculiza una discusión profunda sobre los lazos devastadoresque el ejército construye con sectores de la población indígenaempobrecida. Esta miopía tiene un significado singular en laconstrucción y preservación de las memorias de la guerra, y enobtener justicia.

Esta fotografía ilustra los esfuerzos del ejercito porcooptar a la poblacion a través de sus actividades de AccionCivica en la entrega de alimentos.

Revista Militar del Ejercito. Vol 65 (Julio-Septiembre 1970:50-55).

En la fotografía un soldado de tropa, probablemente indígena,le sirve una bebida, un atol, a una joven mujer Maya y así

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manifiesta sus deseos de proteger y cuidar la salud de lapoblación que detesta, pero con quien simultáneamente tiene unarelación de “dependencia implacable” tal como lo señala Memmi(1965: ix), y que según Fanon (1986), solo puede ser transformadacon un desmantelamiento de la “situación colonial”, es decir conlas fuentes de la opresión.

De esta manera, Acción Cívica a partir de 1950 hasta los añossetenta, y luego a través de su Oficina de Asuntos Civiles apartir de 1983 promueve activamente los lazos de amistad con lapoblación, y lo demuestra al traer proyectos de salud a lacomunidad. Pero el ejército no está interesado en una poblaciónque deshumaniza y menosprecia, como se puede ver en la RevistaMilitar del Ejercito.26 Mas bien, dentro de la lógica del racismopost-colonialista, el ejército necesita a grupos indígenas paraimplementar sus guerras y los grupos indígenas necesitan alejército para sobrevivir. A pesar de que el espacio en esteensayo no me permite profundizar en los actos de resistencia a lamilitarización de sus vidas, cabe destacar que en una“dependencia implacable” existen numerosos ejemplos sugeridos porhistoriadores al control y cerco del ejercito.27

Como lo señala Elizabeth Jelin (AÑO: pág.), “Las memoriasindividuales están siempre enmarcadas socialmente. Estos marcosson portadores de la representación general de la sociedad, desus necesidades y valores. Incluyen también la visión del mundo,animada por valores, de una sociedad o grupo”. Como resultado, la26 El ejército en los 70s pensaba (y continua pensando) que a la comunidades había que “estimularlas” y sacarlas de su estado de inercia. De cierta manera, esto es histórico, como lo demuestran los estudios antropológicos sobre comportamiento político de poblacion rural indígena. Pero por otro, las razones que para el ejercito explicaban este “letargo” son atribuidas, siguiendo la lógica post-colonial, a la visión del indígena como un objeto, y no un sujeto. Es así como por ejemplo en la Revista del Ejercito, se senala, “estimularla para que sean ellos los que tengan el mayor grado de participación… Hay que hacerles sentir, que es su proyecto y que el desarrollo del mismo es responsabilidad de ellos.” Esto con el fin de “poner en alto los beneficios de la asociación amigable de los militares con la población civil. Debe darse crédito a la participacióncivil y a la unidad militar que ayudo en el proyecto.” Revista Militar,Hemeroteca Nacional de Guatemala, Clemente Marroquín Rojas. Vol 65 (Julio-Septiembre 1970: 50-55).27 Ver por ejemplo, Severo Martínez (1991).

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ayuda paternalista del ejército entregada a la población indígenaen áreas rurales, como muestro en la tabla que sigue, incluye laentrega de ayuda, de información, de servicios básicos deinfraestructura: producción de animales, control de insectos yroedores, reparación y construcción de puentes y caminos, estoúltimo liderado por el Cuerpo de Ingenieros. En el proceso deentregar esta ayuda supuestamente para paliar la pobreza, elejército moldeaba la historia colectiva de las comunidades y serepresentaba como “el amigo,” o los guardianes, y no como losopresores masacrando familias y comunidades. Esta discusión puedequizá explicar por qué las víctimas, según relatos, no creyeronque el ejército pudiera dañarlas, al fin de cuenta, eran sus“amigos.” Como señala Paul Ricoeur (2004: 15, 16) la posibilidadde activar el pasado en el presente -la memoria como presente delpasado—es negada a sectores de la población indígena colonizada.Para ilustrar uno de los silencios construidos sobre lasrelaciones postcoloniales, mi trabajo etnográfico y de archivorevela los esfuerzos del ejército en promover las relaciones de“amistad” a través de su Programa de Acción Cívica en las áreasrurales a partir de los años cincuenta con el apoyo de la USA-AID, y grupos anticomunistas afines.

En resumen, la comisión de la verdad contribuyó a silenciarrelaciones de poder postcoloniales de gran complejidad, con lazosatando a las comunidades indígenas con las Fuerzas Armadas, lasmismas que cometieron 626 masacres. La memoria de lossobrevivientes y testigos de las atrocidades fueron moldeadas poruna “memoria manipulada” (Ricoeur, 2004) pero también por unamemoria imposible, una especie de memoria truncada ligada algenocidio y a su legado.

ConclusionesHe sugerido que el proyecto de la Comision de la Verdad no

tenía una visión descolonizadora que pudiese revelar esta no-memoria de grupos colonizados, construcción que es “abortada” porla militarización. Al investigar la relación entre memoriacolectiva , silencios y militarización se descubre que estasupuesta memoria oficial, esconde, por ejemplo, los esfuerzoshistóricos del ejército en áreas rurales por ganarse la confianzade comunidades empobrecidas y marginadas. Mantengo que mientraslas relaciones profundamente desiguales entre ejército y

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población indígena se mantengan, la militarización continuarárecolonizando la memoria colectiva de las comunidades indígenas,que lo recuerdan como un “amigo.” Quien se beneficia de estamentalidad militar, es claramente el ejército y el estadoguatemalteco, ya que de esta forma, la seguridad y el desarrollode las comunidades es garantizado a través de los mismoscampesinos que participaron en fuerzas del ejército como lasPACs. A pesar de los avances en materia de derecho internacional,como la adopción de la Declaración de la ONU para la protecciónde pueblos indígenas del 2007, los pueblos indígenas en Guatemalacontinúan oprimidos bajo una lógica militar enraizada en elcolonialismo interno, de pobreza extrema y exclusión que elejército de Guatemala ha explotado antes, durante y después delgenocidio (1981-1983).

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