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ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA ARQUEOLOGÍA Materia: Historia de México II Alumna: Esparza Moctezuma Yelisth Vania Número de expediente: 120100095

Mesoamérica para preclásico

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ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA

ARQUEOLOGÍA

Materia: Historia de México II

Alumna: Esparza Moctezuma Yelisth Vania

Número de expediente: 120100095

Mesoamérica como concepto válido para el Preclásico o Formativo

A través del presente trabajo se analizará la validez del concepto Mesoamérica

para el período preclásico o formativo. Este concepto fue acuñado por Paul

Kirchhoff en un artículo publicado en el año de 1943, el cual tendría una segunda y

tercera edición (1960 y 1967). En la introducción de la edición de 1960 Kirchhoff

señala:

““Mesoamérica”, publicado originalmente en 1943, fue un intento de señalar lo que tenían en común los pueblos y las culturas de una determinada parte del Continente Americano, y lo que los separaba de los demás. Para lograr este propósito me impuse la limitación de enumerar sólo aquellos rasgos culturales que eran propiedad exclusiva de esos pueblos, sin intentar hacer una caracterización de la totalidad de su vida cultural. Por la aplicación rigurosa de este principio no se mencionan en mi trabajo rasgos tan fundamentales y característicos de la civilización mesoamericana como la pirámide, ni se analiza la configuración ni estructuración de esa civilización que obviamente es más que la suma de sus partes. Falta también la división de esta ‘superárea’ en áreas culturales que se distinguen no sólo por la presencia u ausencia de determinados ‘elementos’ sino por el grado de desarrollo y complejidad que han alcanzado, siendo las más típicamente mesoamericanas las más desarrolladas y complejas. Falta, en fin, la profundidad histórica que la orientación misma de este trabajo implica, esto es, la aplicación de los mismos principios a épocas anteriores, retrocediendo paso por paso hasta la formación misma de la civilización mesoamericana. (kirchhoff, 1967: introducción en la segunda edición)

Referente al tema que aquí se trata, Kirchhoff deja muy claro en esta introducción

de la segunda edición que “falta la profundidad histórica”, o sea, “la aplicación de

los mismos principios a épocas anteriores”.

Lo anterior se explica porque la exposición del estudio que hace de la superárea

que llamó Mesoamérica se ubica temporalmente en el momento de la conquista

pues dice “…dentro de la zona de cultivadores superiores se puede delimitar una

superárea “Mesoamerica” cuyos límites geográficos, composición étnica y

caracteres culturales en el momento de la conquista, nos proponemos estudiar en

este artículo”. Por lo que su estudio se enfoca a la época postclásica, época que

finalizó por los efectos de la conquista, y por ello plantea esta falta de profundidad

histórica en la que habría que ver si es válido aplicar los mismos principios.

Kirchhoff plantea la superárea tomando para ello dos variables: la composición

étnica y los caracteres culturales. De ahí básicamente determina los límites

geográficos.

Aunque finalmente kirchhoff considera que estos límites no son tan exactos y que

estos varían en diferentes épocas.

Básicamente su análisis de la composición étnica lo apoya en elementos y

estudios lingüísticos y hace nuevamente énfasis en la temporalidad al plantearse

la pregunta que se intenta dilucidar en este trabajo: determinar desde cuándo

existe esta superárea cultural, por lo que comenta que para ello serán necesarios

estudios y mayor información obtenida de excavaciones y es así que por ello

expone:

“La justa apreciación del papel de cada familia o grupo lingüístico en la historia de Mesoamérica, junto con la solución del problema de determinar desde cuando existe esta superárea cultural y cuál ha sido su extensión geográfica y cuáles sus focos culturales en diferentes épocas, presupone, además de la terminación de los estudios ya emprendidos sobre distribuciones culturales en el momento de la Conquista, la realización de estudios semejantes para diferentes épocas precolombinas; la utilización de los 2 tipos de estudios anteriores para la división de Mesoamérica en subáreas que serán distintas en número y extensión para diferentes épocas, y más excavaciones en regiones que en el momento de la Conquista quedaban fuera de Mesoamérica, pero que en tiempos anteriores formaban parte de ella, como ya sabemos, acerca de una amplia zona del norte de México, ocupada cuando la Conquista por tribus de cultura inferior (kirchhoff, 1967:6)

Por lo que hasta aquí llevamos analizado de Kirchhoff es evidente que él mismo

sabe de la necesidad de analizar la validez o aplicación de los mismos principios

para “épocas anteriores” y por eso lo reitera. Sabe que para ello es necesario tener

un panorama más amplio y un rompecabezas más completo de las culturas

existentes en otras épocas de lo que se dice que es Mesoámerica.

Pero para saber si el concepto aplica al período preclásico deberá estar claro qué

es Mesoámerica, lo que parece resumir Kirchhoff diciendo: “Mesoámerica es una

indudable unidad cultural que desde mucho tiempo ha tenido su propia historia,

común a todos sus habitantes, aún en cuanto aquellos rasgos que no le son

básicos” (Kirchhoff, 1967: 12). Pareciera entonces que, como él mismo menciona

en la introducción a su artículo, se ha impuesto la limitación de mencionar los

rasgos únicos de esos pueblos y no la caracterización de la totalidad de su vida

cultural. Por lo tanto habla de unidad cultural como un todo sistémico en el que

para determinar qué pueblos son partes de este todo que constituye dicha unidad

ha tomado las características comunes a ellos. Por lo que asume la diversidad

dentro de lo heterogéneo y trata de encontrar una generalidad que distinga a ese

mosaico cultural.

Hasta este punto me parece que hay tres aspectos relevantes a considerar: 1) La

unidad cultural, 2) La historia común de los pueblos y 3) La delimitación espacio-

temporal.

Pero veamos que piensan otros especialistas acerca del concepto de

Mesoamérica y su profundidad histórica o cronológica. Eduardo Matos Moctezuma

comenta:

“Una de las categorías más utilizadas dentro de nuestra arqueología es, sin lugar a dudas, la de Mesoamérica. El contenido que la misma encierra debe ser analizado a la luz del desarrollo que la arqueología de esta parte del continente ha tenido a lo largo de 50 años, desde el momento en que Paul Kirchhoff le dio vida, aplicándola a un área específica y a un momento determinado: el siglo XVI.

Mucho es lo que se ha avanzado desde entonces, y la realidad es que continúa en uso, dándole una profundidad cronológica… muchas veces sin un análisis crítico del contenido de la misma. Algunos intentos se han hecho, como es el caso más reciente de la Sociedad Mexicana de Antropología, que en 1985 se abocó, dentro del marco de su XIX Mesa Redonda celebrada en Querétaro, a discutir la validez del concepto Mesoamérica. Sin embargo, pensamos que no se agotó el tema y que, por el contrario, mucho es lo que resta por discutir y analizar de esta categoría cuya importancia no está en duda y que aún es usada por los especialistas de las distintas ramas antropológicas, sea cual fuere su posición teórica dentro de la disciplina”. (Matos, 2000: 95)

De lo anterior, cabe resaltar lo que dice Matos acerca la profundidad cronológica

que se le da a Mesoamérica, a la cual llama categoría, pues comenta que esta

profundidad se ha dado “muchas veces sin un análisis crítico del contenido de la

misma”.

Por ello, Matos hace una crítica a la “categoría” de Mesoamérica analizándola

desde otras tres categorías que considera fundamentales para la arqueología:

tiempo, espacio y cultura.

Me parece que básicamente las tres categorías de Matos se relacionan con los

tres aspectos que resalto del concepto de Kirchhoff. Pero dejemos asentado cuál

es la concepción de estas tres categorías que menciona Matos.

Acerca del tiempo expone: “…tenemos que la categoría de tiempo se relaciona no

con un tiempo cualquiera, sino con el tiempo histórico, es decir, con los procesos

de desarrollo que se dan en las sociedades y los diferentes conceptos que sirven

para establecerlo” (Matos, 2000:107) menciona que los procesos de desarrollo se

dan por cambios y que éstos pueden ser cuantitativos o cualitativos y más adelante

dice: “Así, el tiempo histórico puede ser aprehendido por la arqueología y ser

dividido con base en el dato arqueológico. Esto nos permite ver los procesos de

desarrollo y qué características presentaron. La cronología es inherente al tiempo

mismo y nos da la referencia de cuándo ocurrieron los cambios, por lo que su

importancia es evidente. La división del tiempo y la cronología permiten al

especialista plantear periodificaciones” ( Ibid: p.108)

En cuanto al espacio Matos lo concibe como “la extensión territorial que en un

momento dado ocupa una sociedad” ( Ibid: p. 108) y por lo que concierne a la

cultura ésta la concibe como todo lo que crea el hombre material o espiritualmente

y las diversas relaciones que se gestan entre los hombres.

Hasta aquí queda el punto de vista de Matos y ahora veremos qué es lo que

Alfredo López Austin piensa:

“Puede ubicarse el origen de Mesoamérica en la época en que pueblos nómadas que practicaban la agricultura llegaron a depender en tal forma de los productos de sus cultivos que se asentaron definitivamente junto a sus sembradíos (2500 a.C.).El sedentarismo agrícola, pese a tener como raíz” (López, 2001:49)

Podemos ver que López Austin toma como origen de Mesoamérica el 2500 a.C.

que es donde se ha ubicado el inicio del período preclásico o formativo y menciona

que se debe al sedentarismo, el cual trae consigo grandes transformaciones que

conllevan al inicio de lo que él denomina “tradición cultural”.

Por otro lado López Austin expone su punto de vista del concepto al decir: “En

Mesoamérica la similitud profunda radicaba en un complejo articulado de

elementos culturales, sumamente resistentes al cambio, que actuaban como

estructurantes del acervo tradicional y permitían que los nuevos elementos se

incorporaran a dicho acervo con un sentido congruente en el contexto cultural. Este

complejo era el núcleo duro” (Ibid, p.59).

Respecto del concepto que él denomina “núcleo duro” en la “tradición

mesoaméricana” enumera sus características principales:

Sus elementos son muy resistentes al cambio pero no inmunes a él.

Los componentes del núcleo duro constituyen un complejo sistémico.

El núcleo duro actúa como estructurante del acervo tradicional, otorgando

sentido a los componentes periféricos del pensamiento social

El núcleo duro permite asimilar los nuevos elementos culturales que una

tradición adquiere.

Puede resolver problemas nunca antes enfrentados.

No forma una unidad discreta

Ahora regresaré a los aspectos que considero relevantes de la definición de

Kirchhoff y en cada uno de ellos veremos qué es lo que tanto López Austin como

Matos Moctezuma proponen.

En primer lugar tenemos que para la unidad cultural es López Austin quien ahonda

en este aspecto al exponer que:

“El estudio de los pueblos que hemos denominado mesoamericanos descubre dos características, al parecer antitéticas: por una parte, la similitud existente en las técnicas productivas, formas de organización social y política, concepciones acerca de la estructura del cosmos y otras muchas prácticas, creencias e instituciones cuya semejanza deriva de una intensa y milenaria interacción; por otra, una riquísima diversidad en los campos señalados, que apuntan a la radical transformación histórica durante milenios de existencia mesoamericana, a una gran diversidad étnica y lingüística y a la variedad de climas y paisajes que fueron los nichos ambientales de los pueblos indígenas. Ante esta visión contrastada, el historiador debe plantearse cuáles son las peculiaridades de la unidad en Mesoamérica, cuáles la de su diversidad interna, a qué factores obedecieron unas y otras y cómo se compaginaron estas características disímbolas en el contexto histórico” ((Ibid, p.48-49).

Más adelante habla acerca de la cosmovisión mesoamericana que es parte de esta

unidad y ubica sus orígenes en el período formativo, comenta que esta

cosmovisión tuvo un conjunto de concepciones fundamentales comunes a todos los

pueblos que pertenecieron al contexto histórico mesoamericano y que fue

independiente al grado de complejidad social y política alcanzada por éstos.

Para el segundo aspecto historia común de los pueblos nuevamente López Austin

profundiza diciendo en los antecedentes históricos comunes:

“los primeros sedentarios agrícolas y mucho de los pueblos que se incorporaron a la tradición mesoamericana en épocas posteriores fueron descendientes de recolectores-cazadores que durante milenios ocuparon territorios al sur del trópico de Cáncer.

La tradición mesoamericana, pese a la gran transformación que implicó el cambio de las formas de nomadismo al sedentarismo, debió de haber heredado mucho del pensamiento de los recolectores-cazadores, antecedente cultural que permitió, además, la paulatina adaptación de los mesoamericanos más tardíos” (Ibid, p.53).

En cuanto al tercer aspecto la delimitación espacio-temporal Matos Moctezuma

aborda los límites de este espacio comentando que las fluctuaciones que ha sufrido

son importantes y plantea un primer mapa, donde se consideran los indicios de la

sociedad olmeca, en al año 1000 a.C., donde esta cubriría parte de la Costa del

Golfo, los estado de Guerrero, Morelos y parte del Centro de México,

posteriormente parte de Oaxaca y Chiapas. Otro, donde aparecen los primeros

grandes centros urbanos como Teotihuacan y Cholula en el altiplano, las ciudades

mayas como Tikal, Yaxchilán, Uaxactún, Palenque y otras, y los centros como

Monte Albán, Tajín, etc., donde se tendría que Mesoamérica ocupar espacialmente

un área en la que el Occidente de México estaría ausente, aunque ésta se

incorpora para el año 500-600 d.C., lo que ya podría dar una tercer imagen, muy

parecida a la de la llegada de los españoles, con una mayor movilidad en su

frontera norte.

Más abordando la temporalidad, que implica necesariamente retomar el aspecto

de periodización, Matos apunta:

“… a partir del momento en que se establece el concepto, se presentan distintas maneras de concebir su desarrollo cultural, es decir, las periodificaciones aplicables a Mesoamérica. Asi, una de las primeras es la de George Valliant, quien nos habla de “culturas primitivas”, “culturas medias” y “civilizaciones completamente independientes”, Poco después corresponde a Steward hablar de preagrícola, floreciente regional e imperio y conquista, en un intento de aplicación a nivel continental” (Matos, 2000:103)

Y así, sigue enumerando las diferentes propuestas de periodización para después

abordar el análisis de Mesoamérica donde la cultura, dice, quedará implícita y

abordara entonces las categorías de espacio y tiempo.

Aborda entonces el problema de las diferentes etapas de desarrollo americano y

propone tres:

Etapa de cazadores recolectores.

Etapa de sociedades agrícolas igualitarias.

Sociedades agrícola-militaristas estatales.

A modo de ejemplo anexamos la tabla de períodos, áreas y pueblos de

Mesoamérica que publican Alfredo López Austin y Leonardo López Luján en la

revista de Arqueología Mexicana.

Haciendo un repaso de lo aquí expuesto para determinar si el concepto

Mesoamérica es aplicable al período formativo o preclásico, me parece que es un

tema complicado y por ello muy discutido por diversos especialistas por lo que no

es fácil llegar a una conclusión. Creo, desde mi humilde punto de vista, que si

consideramos el concepto de Mesoamérica abordando la historia en común y la

unidad cultural, éste es aplicable desde el período formativo o preclásico, sin

embargo, si lo abordamos desde lo espacial y temporal pareciera no aplicar para

este período, pues, considerando el grado de desarrollo de las sociedades

existentes así como su ubicación geográfica, en realidad no existe una superárea

cultural en el preclásico o formativo.

Lo anterior me lleva a reflexionar , por un lado, la utilidad de este concepto o

categoría, como la llama Matos, para el período formativo o preclásico, y por otro,

la ponderación de los tres aspectos que considero relevantes, pues me pregunto

¿Cuál de ellos tiene mayor utilidad para poder alcanzar los objetivos de

investigación que supongan un mayor acercamiento a los hechos sociales que

conformaron lo que después se conocería como Mesoamérica? O quizá éstos van

de la mano y en realidad dejaremos de considerar que Mesoamérica es una

superárea cultural para más bien considerarla una unidad cultural o cosmovisión

compartida por distintos pueblos en distintos tiempos y regiones, cuyos orígenes,

además, les son comunes.

Bibliografía

Kirchhoff, Paul, 1967, Mesoamérica. Sus límites Geográficos, Composición Etnica

y Caracteres Culturales, Suplemento de la Revista Tlatoani, ENAH, México.

López Austin, Alfredo, 2001, El núcleo duro, la cosmovisión y la tradición

mesoamericana en Broda, Johanna y Félix-Báez Jorge (Coords.); Cosmovisión,

ritual e identidad de los pueblos indígenas de México: FCE- Conaculta, México.

López Austin, Alfredo y López Lujan, Leonardo, 2002, La periodización de la

historia mesoamericana, Arqueología Mexicana, edición especial núm 11.

Matos Moctezuma, Eduardo, 2000, Mesoamérica en Manzanilla , Linda y López

Luján Leonardo (Coords.) Historia Antigua de México, Vol. I: El México antiguo,

sus áreas culturales, los orígenes y el horizonte Preclásico: INAH- IIA UNAM,

México.