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Nº 27 1969 - Publicaciones Defensa

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ESTADO MAYOR CENTRAL DEL EJERCITO

SERVICIO HISTORICO MILITAR

REVISTA DE

HISTORIA MILITAR

Ano XIII 1969 Núm. 27

DIRECTOR: Excmo. Sr. D. Joaquín de Sotto y Montes, General de Caballería, del Servicio de Estado Mayor.

Consejo de Redacción ASESORES: D. Juan Priego López, Coronel de Estado Mayor, y

D. José Manuel Martínez Bande, Coronel de Artillería.

REDACTOR JEFE: D. Joaquín Portillo Togores, Coronel de Ca- ballería, del Servicio de Estado Mayor.

SBCRBTARIO DI3 REDACCION: D. José María Gárate Ch- doba, Teniente Coronel de Infantería.

REDACTOR: D. Juan Manuel Zapatero López Anaya, Capitán y

Doctor en Historia.

ADMINISTRADOR: D. Constantino Alonso Calle, Capitán de Oficinas Militares.

REDACCIÓN Y ADMIWSTRACdN

MAKTIRJZS DE AlLCALA, 9 - MADRID - TELEFONO 247-03-W

Precio del número: ‘75 pesetas

SUMARIO

Págs.

ILn Caballeria en la llistoria Xilitar. por R.\ir. 7.16s \~.ALDCRR.íB.\SO ...... 'i

Los ilergetes y sus confederados ibéricos, por la Ura. I1.a TE.aES.\ OLl-

VEROS DE CASTRO ....................................................... 4i

El matrimonio de m’litares en %qxk. po’ EY.!X~;ELIXO Díliz I\~u?Iz ...... 57

Organización militar espaiíola de la Casa de Borbón (siglo XIX), poï JOA-

QU~N DE SOTTO Y MONTES .................................. ...... ...... 8!3

Oficiales de transformación, por FERKíAXDO GIL &ORIO ............... 127

Geopolítica del Océano Indico, por Jos+ 1~í.i~~~ A4RIf0 .................. lí.5

Historia & 10 guer,-a &l2 espoEola, de Ricardo de la Cierva; Historia de

Espaiia Moderna y L^olzfen@ov6r¿en 14741965, de José Luis Comellas :

Cuadernos bibliográficos de la Gzlen-c de Esprrfiia. de X7icente Palac’o

Atard .,, . . . . . . .,. . . ..<. .<. . <,. 211 . . .

Obras put>!icadas por el Servicio Ilistó:-ico >li!iia:- . . 22.3

N. B.-Las ideas expuestas en los artículos publicados en esta revista reflejan únicamente la opinión personal de sus respectivos autores.

Esta revista invita a colaborar en ella a los escritores militares 0 civiles españoles 0 extranjeros, que se interesen por los temas históricos relacionados con la profesión de las al-mas. En las pági- nas de la misma encontrarán amplia acogida los trabajos que versen sobre acontecimientos bélicos, destacadas personalidades del mundo militar, e instituciones, usos y costumbres del pasado del Ejército, particularmente si contienen enseñanzas o antecedentes provechosos para el militar profesional de nuestros días.

Depósito Legal M. 7.667.-1968.

TALLICItES GRhICOS VDA. DE C. BERMEJO.-J. GARCfA MORATO, 122.-TEL. 233-06-19.-MADRID

LA CABALLERIA EN LA HISTORIA MILITAR

por RAUL LION VALDERRABANO

Cnpitán de Caballería

SEGUNDA PARTE

IV. 1600-1295 a. C.

EL APOGEO DE LA CABALLERÍA EGIPCIA

Al producirse la irrupción de los hicksos, con sus caballos y ca- rros, en ‘Egipto, el poder faraónico cayó por los suelos tras la derrota fulminante ,de sus ejércitos. Es ésta una aciaga época para los egipcios, de cuya debilidad se aprovecharán también 10s negros del sur, presionando a lo largo de sus fronteras hasta conseguir, fi- nalmente, un estado de independencia total respecto a Egipto.

Los hicksos habían traído nuevos elementos de poder entre los que, si destacaban los carros y los caballos por su espectacularidad no exenta de enorme eficacia en el combate, las armaduras y las for- tificaciones les permitían mantener su dominio en la tierra con- quistada. Eran los hicksos una heterogénea masa en la que, sobre una base aria, abundaba el elemento hurrita y un importante por- centaje semítico ; todos ellos, unificados en una misma empresa para la que se valieron por igual de la superioridad que les da& la sor- prendente pujanza de los carros, y supieron conservar su posición haciéndose invulnerables tras los muros de fortificados reductos.

En Tell-el V’ehudijeh, po r ejemplo, al sur del Delta, existen aún los restos de uno de estos fortines. Tenía en derredor un terraplén cuya altura oscilaba entre los 14 y 1.8 metros y servía de aloja- miento a una guarnición de cerca de diez mil hombres con sus caba- llos y carros. A todas luces era más que suficiente para reprimir cualquier clase de intento por parte de los oprimidos egipcios. Un sistema de fortificaciones análogas a ésta, como las de Hazor, al norte de Galilea, y Katna, al norte de Siria, aseguraba la preponderan- cia de los hicksos en la totalidad del terreno conquistado.

Según Joscfo, !el-antnron en Arar&, SU capital, un reducto amura-

llado de 16 kms. cuadrados, donde acampaba LIII ejército que llegó a ser de 210.000 guerreros, y de esta forma gobernaron sin posible oposi-

ción, a los egipcios. Al parecer, estas fortificaciones de los hicksos tie- nen como nota característica, común a todas, el glacis, talud o te- rraplén que los circunda, así como otras avenidas de pendiente más suave, por las que podían subir y bajar los carros de guerra, aunque sólo de dos en dos como máximo. Las puertas de entrada al reducto, a veces dobles y hasta triples, no permiten tampoco la entrada simul- tánea de más de dos carros, medida defensiva complementaria de la acción del glacis que mantenía a los combatientes en carro, ene- migos, alejados de las murallas propias.

Y si a carros, caballos y fortines, añadimos las ventajas que, en el combate cuerpo a cuerpo les daban sus armaduras, sus nuevos modelos de pufísles y espadas de bronce y sobre todo, su nuevo arco de madera, tendones y asta, de potencia y alcance muy su- periores a los del pequeño arco egipcio, comprenderemos la in- ferioridad en que se encontró ante ellos el ejército enemigo. No

obstante, pasada la inicial sorpresa, lejos de aceptar la derrota y resignarse a ser gobernados por los bArbaros extranjeros, se sirvieron de SLI superior civilización para asimilar con rapidez y fa- cilidad los nuevos medios con que fueran derrotados en 1700 a. C. y

emprendieron el camino de su emancipación que se inició con el esta- blecimiento en Tebas de la capital de la resistencia, que consegn-

ría vivir en una relativa independencia de los hicksos, aunque suje- ta a menudo al pago de tributos. Existe un documento de la épo- ca, en el que se relata la decisión tomada por nn gobernador te-

bano llamado Ka-mosis, de rebelarse contra el rey de los hicksos, a pesar del conservador parecer de sus cortesanos, partidarios de convivir con el invasor

A este período corresponde la primera ocasión en que la Bi- blia hace referencia al caballo y a los carros. Indudablemente la llegada de José, hijo de Jacob, y de sus hermanos a Egipto, está

muy relacionada con la prepoderancia en esta tierra del elemento se- mítico y asiático. El p«eb!o egipcio llamaba a los hicksos ((Reyes Pas- tores», refiriéndose despectivamente a sus antiguas ocupaciones, y es claro que ni antes de la invasión ni en la época posterior a su

expulsión, hubiera sido imaginable que un faraón, de veras egip- cio, confiase el b mobierno de sus estados a un pastor israelita. Con

los hicksos tenía que ser distinto, y así podemos leer: «Hízole su- bir en su segundo carro e iban gritando delante de él ihbrek! Asi fue constituido gobernador de la tierra de Egipto». (Gen. 41-43).

La resistencia de los egipcios contra el invasor, llegaría a su mayor auge bajo el reinado de Amosis 1 (WiO-15-1-O a. C., fundador de la XVIII dinastía y uno de los grandes forjadores del imperio egtpcio, 3 quien el destino reservaba la gloria de liberar a su pa- tria, sojuzgada desde l700 a. C.

Esto se consiguió por haber adoptado las innovaciones que in- trodujeron los hicksos en los campos de batalla egipcios. Se reor- ganizó el ejército incluyendo, por supuesto, cuerpos de carros tan perfectamente fabricados, que en épocas posteriores abastecieron de ellos a los demás pueblos orientales. Los hacían cerrados por de- lante y por ambos costados, abiertos por detrás y capaces para uno o dos tripulantes como máximo. Tenían dos ruedas de cuatro o seis radios y eran arrastrados por dos caballos uncidos. En la lanza del carro llevaban ~111 adorno en forma de abanico, de cobre bruñido y repujado q~te, si simbólicamente protegía al amiga como un escu- do, tenía como principal finalidad la de deslumbrar y asustar al enemigo y a sus caballos, reflejando los rayos del sol.

El ejército dejó de ser! para los egipcios, el ejército del faraón o la «división de Amón» siendo, por vez primera, ((nuestro ejérci- to», sintiéndose el pueblo partícipe de la nacional aventura contra el opresor.

Amosis 1 puso sitio a Avaris y la tomó, obligando a los hicksos a refugiarse en Sahuren, cuyo posterior asedió duró seis años, pero por fin logro expulsarlos de Egipto y entró a continuación en Pa- lestina explotando un éxito que le llevaría. victorioso hasta Fenicia.

Las expediciones de sus sucesores Amen-hotep 1, y Tutmosis 1 y II, fueron realizadas más bien con carácter punitivo que por afán de conquista. En tiempo de Tutmosis 1 (1522-1495 a. C.) llegaron los egip- cios hasta la orilla del IZufrates, en Naharín, mientras que durante el reinado de Tutmosis II (1495-1490 a. C.), emprenderían el cami- no inverso al internarse en tierras de Nubia.

Fue Tutmosis JII; (1490-1436 a. C.) quien se enfrentó con el re- yezuelo de la ciudad de Kadesh, que encabezaba la oposión de los pueblos fronterizos a la expansión egipcia en Asia. Bajó el rey de Kadesh hasta Magueddo (o Megido) y allí reunió hasta un total de 330 «príncipes» con sus respectivas huestes, que «guiaban sus gran-

des carros de oro y plata, así como los (de cobre) que estaban bru-

ñidos...». .El General Fuller (1) hace una breve descripción de la ba-

talla :

«El 14 de mayo de 14i9, Tutmosis conduje a su ejército por el mismo paso que lord Mlenby atravesaría 3.397 ?ños después. Des- embocó en la llanura de Magueddo, al S. de la fortaleza, y al día si- guiente avanzó con su ejército en orden de batalla contra el rey de Kadesh, cuyas fuerzas estaban acampadas fuera de la ciudad.

Apoyando el ala S. de SLI el&-cito en un monte al S. del nrroyo E;?na y !a ‘;. apuntando hacia Magueddo, «cual Horus armado de po tentes garras», montado en un resplandeciente carro de electro> Tute mosis dirigió el ataque y en una sola carga, dispersó al enemigo que huyó hacia Magueddo abandonando sus carros)).

En esta batalla, Tutmosis capturó 924 carros de guerra tras po- ner a prueba la movilidad y organización de su ejército en una veloz marcha de aproximación desde Egipto a Magueddo, en la que el fa- raón viajó n la cabeza del ejército en «ull carro de oro fino, ac!or- nado con sus atavíos de combate...». Después de la batalla, se quedo con 2.238 caballos de los derrotados a quienes, haciendo gala de un espíritu irónico, dejó asnos para que regresasen a sus tierras.. En el espacio de doce años tuvo que conquistar dos veces la ciu- dad de Megido, en una continua lucha por mantener el prestig-ia egipcio más allá de sus fronteras.

El contacto con estas CaBallerías influyó en todos IOS puel>los del Cercano Ciriente : en el ‘r4useo Sacional de Dam;tsco se halla un cuenco de oro, prefenicio, del siglo xv a. C., decorado con tres franjas labradas y en cuyo fondo interno puede verse un ar-- quero sobre carro ; éste tiene dos rIledas de cuatro radios y es arras trado por un caballo. El arquero lleva las riendas sujetas a la cin- tura para poder tensar el arco.

A todo esto, mucho más al Xorte, empezaban ya a florecer los imperios que nacieron en 1700 a. C. y de entre todos los pueblos que en esa fecha salieron del Asia Central, parece ser que fueron los mitanios quienrs primero adquirieron cierta maestría en el uso deT caballo. Cé!ehres fueron en la nntigiiedacl, sus guerreros de carros,.

(1) S. E. FULLER: Batallas decisivus dri ,lJr~rtdo Occidetrtal. Caralt. Barcelo- na, 1961.

LA C.\D.\LLEl<ÍA ES LA 11ISTORI.4 JIILITAR ll

así como su experiencia en la cría y doma de potros, atribuyén- doseles las primeras carreras de carros de que hay noticias. De ellos aprenderían aiíos más tarde los hititas

Ahora fueron los mitanios, los principales enemigos del re- naciente Egipto que, tras largas crisis, salía dispuesto a que no se repitiese el que un pueblo bárbaro llegase ni siquiera a amenazar ,zu seguridad nacional. Para evitarlo, tenían que dominar en el Cer- rano Oriente.

También contra los mitanios emprende Tutmosis III una expe-

dición. Sobre enormes carros arrastrados por bueyes, llevaba las barcas de madera de cedro que construyera en Biblos y que le ser- virán para atravesar el Eufrates. En la orilla N. erige una conme- morativa estela triunfal.

Revisa la política exterior de Egipto e instala pequeñas guar- niciones para asegurar la influencia egipcia en el terreno conquis- tado. Focos soldados bastaban para mantener en calma ciudades y poblados, como vigilantes, informadores y espias, pues esta- ban respaldados por las periódicas y frecuentes visitas del ejército.

Los correos, en carros de guerra, recorrían continuamente los ca- minos de Siria y Sinaí, portando tabletas de barro cocido escritas con caracteres cuneiformes sumerios, idioma que se conservaba como lengua diplomática y culta (un poco como el latín en !a Eu- ropa medieval), La eficacia de su servicio, así como los despla- zamientos rápidos del ejército, contribuirían al nacimiento de una cre- ciente preocupación por el mejoramiento de las vías de comunka- ción ; se construyen caminos a través de desiertos y montañas, es- tableciéndose los necesarios puestos que aseguren las aguadas.

Como ccmplementaria medida de seguridad, se trasladó a Egipto, a los hijos de los reyezuelos levantiscos, mientras el faraón dedicaba sn afán a la puesta a punto de sus tropas.

El ejército deja de estar constituido por elementos de recluta temporal y se crean unidades de profesionales, imprescindibles aho- ra para guarnecer los distantes puestos y para la práctica continua de los nuevos métodos de combate con carros.

En la infantería egipcia, el soIdado podía, por vez primera, as- pirar a alcanzar pequeños mandosl n ser abanderados e incluso lle- gar a «jefe de arqueros»! y recibían el nombre de «me&&), in- fante.

Los cctent-heteri», soldados de Caballería, de los cuerpos de ca-

rros, constituían una tropa distinguida, socialmente superior, a

cuyos oficiales se premiaba en oro, tierras y esclavos. Incluso en las raciones alimenticias obtenía ventajas el tent-heteri. Las con- ponían normahnente pan, carne de buey, legumbres, vino y dulces,

pero tanto los carristas como la guardia real tenian derecho a ra- ciones suplementarias de trigo y buey. Se acercaban formados y re- cibían las raciones en su propia bolsa, cada uno, de manos de loi; ancianos encargados dz estos menesteres, al tiempo que un escriba iba apuntando los nombres.

Hacía aím muy poco tiempo que el cabnllo entró en Egipto, lo que unido a la organización de los cuerpos; dc carros, originó una

gran demanda de caballos. Tan sólo los potentados, entre los par- ticulares, tieneG caballos a los que alojan en cuadras separadas de las de !os bueyes y IOS asnos. Tanto los nombres del carro y sw

partes (en un poema eg-ipcio se nombran cincuenta distintas), como el del caballo y sus arneses, tienen en egipcio una marcada etimología semítica, secuela de los hicksos. Sin embargo, el verdadero origen del nombre que los egipcios dieron al cabalio : SS!!J7’, es ario, en su raíz, ya que tanto el vocablo hebreo sz?s, como el babilonio sC% y el arameo susjri, provienen del sánscrito asz6s.

Los hicksos usabau el bocado del que parten riendas y rien- das postizas. La muserola y dos montantes se unen en una escarapela con la frontalera, la testera y anteojeras, donde llevan una ima- gen de Sutek, CtseÍíor de los caballos».

Los carros se fabricaron en Egipto, principalmente de madera, J aunque jamás llevaron, en las ruedas, refuerzos de metal, sí lleva- ban planchas de bronce en la caja cuando aún no había llegado a su momento máximo el proceso de estilización del carro, en busca de mayor ligereza. Lo más difícil en su fabricación debió ser conse- guir dar robustez, sin aumentar su peso, a las ruedas, que eran construidas uniendo segmentos.

En muy contados casos el egipcio montaba a caballo (tan sólo se conocen cuatro representaciones de jinetes), hasta el punto de que, en el combate, al volcar un carro e inutilizarse, si los tripu- lantes desenganchaban el tronco y montaban, era siempre para huir7 descartando toda posibilidad de continuar combatiendo a caballo, ]o cual debe interpretarse como señal de poca soltura y seguridad de los jinezcs.

En tanto que el conductor del carro portaba una fusta, el gue-

LA CAB.\LLERí.\ EX LA IllSTORIA YPLITI.\I: 13

rrero llevaba un arco, flechas y diez jabalinas que, al igual que el carcaj de Ias flechas, iban sujetas a la caja del carro. En las dmastías XVIII y XIX, los soldados llevan un casco que les cu- bre ía cabeza por entero, 11uca incluida, provista de visera y con dos cordones acabados en borlas para sujeción,

Las prácticas de este ejército, consistían en marchas de conjun- to y combates cuerpo a cuerpo ; la infantería avanzaba en siete u ocho columnas de a uno, paralelas y distantes entre sí lo suficien- te para poder entrar en línea sin estorbarse.

lenían trompetas de plata y de cobre, rectas y de LII~ codo de longitud. ‘I’ambién tambores, pero nunca los usaban en campaña, por lo que al parecer, d&ían reservarse para 103 actos de régimen interior. La intendencia usaba asnos y carros con bueyes para trans- portar la impedimenta.

Organizaron asimismo ~111 Estado Mayor, con oficiales, a cuyo cargo corrían el abastecimiento, las cuentas, informes, comunicacio- nes y operaciones del ejército, al que pretendían dar mucha movili- dad facilitando al másimo sus desplazamientos. A su cabeza ha- bía un «comandante en jefe» del ejército que, si en teoría era el pro- pio faraón, a veces delegaba en su primogénito y sucesor, llegan- do inc!uso a detentarlo algún extraño que, como Har-em-hab, aca- baría sentándose en el trono. Son LUIOS años en que el faraón, o es general efectivo y eficaz del ejército? o es destronado. Por ello los faraones de esta época hacen gala de sus habilidades para el combate. Ameiihotep ! 1 (U-47-1421 a. C.)> usaba un enorme arco que, como Odisea, sólo por él era utilizable. Gran amante de los ca- ballos, «desde muy joven se deleitaba con ellos, era perseverante en ejercitarlos y conocer rus mañas, y Mhil en adiestrarlos». Tuvo los mejores caballos del Estado y su padre le encomendó su cuidado y doma; «no tenía igual con las riendas en la mano ; con él; IoS

caballos no se cansaban ni sudaban aun en el galope. So tenían igual en el campo de batalla. Sabía de caballos más que nadie en aquel gran ejército». Fuese 0 no hasta ese extremo hábil, lo in- dudable es que el cronista egipcio queFa ensalzar a Amen-hotep, 90 que demuestra que la doma y cuidado de los caballos no era arte indigno dc! propio fara&.

Como co~~secuencia de tal revitalización del ej6rcito epipcio. eran tributarios del farabn los xyes de Palestina y Siria, mientras que desde la misma Xesopotamkl Ilegaban precentes anua1e.s. existiendo

constancia de que entre otras mucllas cosas, llegaban 260 yeguas de vientre, procedentes de Babilonia.

LOS HITITAS: EL PRIZ~EK TRATADO DE Hn’oLOGíA

Fue más tarde, coincidiendo con la I-evolución intelectual de Amenhotep 11’ (1380-13tiZ a. C.) «Al<el~atol~)~, cuando su preocupa- ción religiosa se tradujo en total despreocupación personal por los asuntos militares, que se produjo la mayoría de edad del pueblo hitita y su rey Shubiluliuma avanza hacia el Sur tras amurallar Hattusas, su capital, cruza el Eufrates y saquea la capital de los mi- tanios (ji;70 a. C.), se apodera dc Siria, Carquemis y Alepo. Has- ta tal punto crecrería su poderío, que la reina de Egipto Anches-en- Amon, viuda sin hijos de TutanLAmon (13(j2-73X a. C.) pidió al rey hitita un hijo por esposo, príncipe que sería asesinado durante el camino, quizás por instigación de algún pretendiente al trono egi.pcio.

El pueblo hitita, que había ido forjando su imperio bajo los rei- nados de Tudhalia I.I, Hattusi! II, Tudhalia 1II y Xrnuanda II, alcan- za con Shubiluliuma (13’70-1335 a. C.) su máximo apogeo. Además de gran conquistador fue este monarca un hábil político que, mediante una acertada política de matrimonios, convirtió en aliados a sus de- rrotados enemigos ; los mismos mitanios, casado su príncipe Matti\va- za con una de las hijas de Shubiluliuma, serán en adelante leale< colaboradores de los hititas en sus afanes de conquista.

En el plano militar, corno en e! político, fue el imperio hitita del segundo milenio anterior a J. C., según C. W. Ceram, cl fe- nómeno más grandioso y sobresaliente de la Historia antigua Su cultura, sin embargo, no fue proporcionada, exceptuando el uso del hierro, en el que se adelantaron al resto del mutldo en trescientos años.

Mitani, que en sus ílltimos añ.os había llegado a una cordial et?- tente con Egipto, sucumbe ante los hititas sin que sus aliado< egipcios saIiesen de su indiferencia; nunca como en estos aííos, el poder faraónico se ganó la «nánime repttlsa de su hien entrenado ejér- cito, obligado a asistir impasible al derrumbamiento de la hegemonía en Asia y al nacimiento del imperio hitita.

Hay que resaltar que cuando en la Biblia, época de Abrahán. se cita a! pueblo hitita (hijos de Het, heteos), se refiere efecti- vamell,te al psis de Hatti y a los hititas, pero no n los que ahora

LA C.iR.\LLEKí.\ 1:X LA HISTORII NI-LlT.\R 15

110s OC1lpLl11, i;ino a los verdaderos, es decir, a íos indígenas de aquel país qc:” vieron sus tierras invadidas en 1700 a. (1. y se desp?.rra- maron hacia Siria y Palestina. KO se hace a lo largo del relato bíblico, distinción entre unos y otros, y así ocurre que los heteos, con quienes mantuvo relación Abrahán, no conocian caballos ni ca- rros, pero en épocas posteriores los tuvieron los hititas.

Fue el pueblo hitita quien, habiendo aprendido de los guerreros mitanios los conocimientos técnicos referentes a la cría y doma del caballo, introdujo no~ble~ mejoras en dichas artes, llegando a crear en Cilicia unas yeguadas que, existiendo desde el siglo XV a. C., pro- longarán su bien gan2dá fama liaSt;l épocas tan posteriores como las de Salomón (9X a. C.) y Heródoto (4% a. C.). Fueron ello> los autores del primer tratado sobre alimentación y entrenamiento del caballo que se conoce.

En las excal;aciones efectuadas en Cogaskoy (la antigua Hattusas), aparecieron un día, entre multitud de tablillas de barro cocido, más que suficientes para que podamos conocer en detalle cómo se desarro- llaba la vida diaria en el imperio hitita, unas de inesperada existen-

cia ; se trataba de un texto de hipolog-ía de unas mil líneas de ex- tensión y firmado por su autor, un tal Kikkuli de Mitani. Data del año 1350 a. C. y en él se dan normas concretas sobre la alimentación y ejercicios conr-enientes a los ca’ba!los destinados a ser uncidos a los carros de <guerra ; el programa abarca un período de siete meses.

Fue traducido del hitita por el checosloraco Hrozne quien leyó, sobre este texto, m interesante trabajo ante la Academia de Inscrip- ciones y Bellas-Letras de París, con el título : L’edrni’nelnent des chemux che.2 ies am-icns indo-ewopéens d’nprès zin teste ~mîtnnie~z- hittite I>rozlewwt (izl 14” sl’ècle Av. J.-C., posteriormente publicado por el Instituto Oriental de Praga (2,, de lo que se han conseguido unas copias xerográfica;.

El autor del texto hitita, era en realidad mitanio de origen y, según IIrozn$, distaba mucho de dominar la lengua hitita, emplcan- do multitud de expresiones arias de mitani y aún no arias, de los hurritas, indigeuas de mitani. Era un alto funcionario en Hattusas. posiblemente escudero mayor del Estado y daba instrucciones concre- tas y detalladas a sus alumnos hititas relativas al entrenamiento de SUS caballos. arte que dominaba. Era en Hattusas 1111 mercenario, im-

-- (2) En revista «Archiv Orientalni)>. tomo III, págs. 4.31-N.

16 RAh LIÓN VALDERR;iBAXO

portado por sus conocimientos, cuyo espíritu, sorprendentemente me- tódico, dejó en su prolija obra reflejado su origen indo-europeo.

Puede ser interesante la cuestión de los aires que empleaban los caballos hititas, ya que durante el tiempo que dura el entrena- miento no se hace mención del trote ni del paso, utilizando tan solo, un aire rápido, el galope, para recorridos cortos, y otro más lento, que Hrozn9 traduce por «l’amble», paso de andadura, para recorridos larg-os. El testo coincide en esto con las representa- ciones más gráficas de caballos en marcha, correspondientes a estas fechas, que nos muestran caballos al gnlopc, tanto enganchados al carro de guerra (reiieves hurro-mitauios de Carquemis y de Echatal- tepe) como con su jinete (en Sendjirli y Tell-Hallnf, en Mitani), y caballos al paso de andadura (en Carquemis). Fste paso lo representan igual que posteriormente lo har,En los asirio? : los cal~allos despla- zan al mismo tiempo las extremidades del mismo lado, se mueven por bípedos laterales.

El programa de entrenamiento comienza al llegar la Primavera y va el primer día deben los caballos efectuar, enganchados a los ca- rros, dos recorridos de veinticuatro kilómetros en total, al paso de andadura, y otros tres con 1.100 metros en conjunto, al galope ; la finalidad de esta primera jornada podría muy bien ser la de descu- brir las futuras posibilidades de cada caballo.

En los tres días siguientes estas distancias disminuyen al ticm- que se restring-e también fa bebida y Ia comida, en busca quizás de una rápida pérdida de las qrasas superfluas acumuladas durante el invierno.

El cuarto día, tras un recorrido de doce kilómetros, al paso de andadura, y de otro de igua! long-itud, al galope, procurando que los caballos suden al máximo, se les abriga al llegar a la cuadra que, a SLI vez, se caldeó previamente. Este día se les da, dos veces, ~11 cubo de ag-ua salada y otro de agua de cebada.

Se suspenden totalmente las carreras mientras dura una especie de cura a base de numerosos baños. Los cinco primeros días, los ca- ballos pastan en libertad y los diez siguientes permanecen en la cua-

dra, atados al pesebre en forma que no puedan tumbarse, dándose- les mucha hierba fresca. Este tratamiento laxante está también en- caminado a lograr un total adelg-azatniento. -41 llegar e! día 21, se comienza poco a poco con ligeros ejercicios, que durante los cua- tro primeros días serán sin carros y en recorridos de 600 metros, efec-

tuados precisamente a! atardecer ; durante la noche SC les da hierba fresca.

Durantes los diez dias siguientes SC efectúa. un recorrido por la ma- ñana, que empieza siendo de doce kilómetros, al paso de andadura y sin carro, y otro, al atardecer, de 1..800 metros, igualmente al paso de andadura pero con carro. Estos recorridos irán aumentando su lon- gitud muy poco a poco, debiéndose efectuar en lo-; rliurno.~ paseo- largos a un paso de andadura reposado, mientras las distancias cor- tas del atardecer se hacen a uno rápido. *4 partir del día cuarenta 1. seis los caballos empiezan a galopar en distanciar muy Cortas, CLIC

irán aumentando muy paulatinamente.

Jornada a jornada va prescribiendo Kiltkuli con exactitud, a lo largo de los siete meses que dura el programa, los ejercicios, repo- sos, alimentos, bafios, etc., etc. La composición de cada pienso y las cantidades de los diferentes elementos que lo integran -cebada (Zj, hierba fresca y seca, paja picada, etc., etc., ya eran usadas en X350 a. C.--, están prrfij,ados, al igual que las cantidades de agua pura, salada o cebada, que abrevarán en cada caso.

Toda la ttcnica de que hace gala este ganadero del siglo XIV a. C. te. nía por fuerza que corresponder a una época de verdadero esplendor de la Caballería cn el país donde trabajaba y, cn efecto, así era (4).

(3) Precisamente, la cebada procede de Anatolia, donde su forma nlis pri-

mitiva es el rhordeunr spontaneumn. Fue elegida por los hombres de comienzos del Neolitico para sus cultivos de secano, consiguiendo el ahordeum distichum» o utwo row barley», que al ser trasladado a los regadíos de Mesopotamia, derivó

a la variedad conocida por «six row barley» en sus dos tipos, rígido y lacio, de mucho mayor índice de productividad, por lo que sería adoptada por doquier; más tarde, en Anatolia, cultivaron el tipo rígido, que pasó a ser el clisico de la

cebada centroeuropea, mientras que el lacio predominó en los cultivos de Me- sopotamia y Egipto. (J. ERRASDOXEA: Edil& y Paraiso, ed. Marova, S. L. Lla-

drid, 19GG).

(4) En 11939. bajo la dirección del profesor Claude Schaeffer. se realizaron los trabajos que pondrían al descuh:erto las ruinas de la antigua Ugarit. puerto

mediter&neo, al ;. de la Cilicia hitita, hoy Ras Schamra en XIinet-el Beida. En tre las tablillas bilingües encontradas en el templo, había frag-mentos de un tra- tado de veterinaria ded:cado al caballo. Era, al parecer, una extensa co!ección

de recetas para curar divesas enfermedades, hinchazones, heridas, etc., de los caballos, la mayoría de cuyos remedios tenían como base principal plantas 9 fru- tos, tales como higos, pasas, mostaza, regaliz, etc. ; remedios naturales en gran parte hoy olvidados, aunque algunos aún pervivan.

Tal hallazgo, complementario del tratado de Rikkuli, es una razón más er- plicativa del éxito obtenido durante siglos por los criadores de caballos de Cilicia.

Los hititas fueron los primeros en usar grandes masas de carros de guerra en los campos de batalla e introdujeron i.nnovaciones de im- portancia. Adoptaron ~111 nuevo tipo de carro, mucho más ligero que los empleados en la batalla de Magueddo, y provisto de dos ruedas dc seis radios ; en cambio, aumentaron el número de tripulantes qut: pasó a ser de tres, conductor y dos guerreros, en vez de uno. (Muy posteriormente, veremos al tercer guerrero convertido en «bracero»> muy citado en la Biblia y por autores clásicos, que con sus brazos extendidos y sujetos a los laterales del carro, servía de apoyo a las espaldas de sus dos comp&eros) (5).

Cuando, terminado el reinado de (&kenaton», SLIS sucesores pu- sieron manos a la obra de devolver a Egipto la supremacía sobre el viejo mundo, fue necesaria una reorganización interna con vistas a una futura acción mas allá de las fronteras y ello tuvo lugar du- rante el reinado del ex general Har-em-hab. (1319-1319) a. C. j.

Seti 1 (13’1%1301, a. C.), efectuó en el primer año de su reinado, una primera salida encaminada a recuperar los antigttos dominios en Asia ; con él se restauró, entretuvo y se mantuvo vigilado el camino militar que atraviesa e! desierto del Sinaí, así como sus puestos de descanso y aguada.

Si no en este reinado, fue en el siguiente, cuando se produjo el éxodo del pueblo hebreo que, desde los tiempos de la dominación

de los hicksos, habitaba en Egipto. En esta época de revitalizado na cionalismo egipcio, no podían ser muy bien vistos los hebreos, que tuvieron trato de favor con los antiguos opresores. Aborrecidos por el pueblo y mal’tratados por el faraón, se hace insostenible su si- tuación y huyen tras Moisés, mientras son perseguidos por el propio faraón que : «Hizo uncir lo s cal~llos al carro y tomó consigo todo su pueblo. T,levó con él 600 carros escogidos y cuantos había en

Egipto.» (Ex. 14-G). Xo existiendo unanimidad absoluta en ello: conviene scíialar que son numerosos los autores que opinan que

(5) El Dr. Cr. Coutennu. en un estudio del imperio hitita. da una curiosa lista de precios de la que estraigo algunos que nos pueden sewir para conocer el valor relativo que tuvo entre ellos el caballo de tiro:

Un cheval d’attelnge ., _. _. 20 sicles Un boeuf de labour ., . ,. .._ . . . 15 íd. Une ruche de chus MIS .._ ._. .., .,. _.. .,. f íd. c n ïeau . . . . . . . __ _,_ .._ 2 íd. 1711 m0uto11 <. <. .~. 1 íd. Une chèvre . . . . . . .._ 2/3 íd.

la última etapa de los hebreos en Egipto tuvo lugar durante cl. rcl- nado de Ramsés II, y el Exodo en el de su hijo hlerne-phta (1234. 1222 a. C.).

Org-anizó Seti 1 un cuerpo integrado por sirios y l,o mantuvo a sus órdenes directas ; éstos introdujeron en Egipto el uso de una casaca de cuero y manga corta, cubierta toda ella de plaquitas me- tálicas, antecedentes de las posteriores cotas de mallas.

Con Rarnsés II (MU-l%L a. C.) ocurriría el inevitable encuelitro entre egipcios e hititas, que tuvo lugar a las puertas de la ciudad de Kadesch, enfrenkíndosc alli los ejércitos de ambas potencias.

Era el afro 1293 a. C. y reinaba in Hattusas el hitita J~%uwatali, dándo:se la afortunada circunstancia de existir relaciones escritas de esta batalla, procedentes de ambos bandos. Ramsés hizo gra- bar profusamente, aunque con parcialidad, imágenes y textos que re- latan su «victoria», tanto en los templos de Karnak y Luxor como en Abu-simbel y en Rameseum, mientras que en las excavaciones de Hattusas han aparecido tablillas de arcilla, cuyos textos confirman en lo esencial, los detalles del combate sostenido y de la paz firma- da por ambos soberanos. Hugo Winkler, al descifrar&, añadió a la Historia ,tan interesante capítulo.

Para comprender la trascendencia de la batalla de T<adesh, ha- bría que trasladarse mentalmente al año 1293 a. C., familiarizarse con la situación internacional de aquel entonces y analizar, no sólo la importancia de los contendientes, sino la influencia en la Historia del resultado de la batalla egipcio-hitita. Indudablemente en estos siglos, sólo dos pueblos tuvieron verdadera categoría de impe- rio : los contendientes en Kadesh. Pero es que, además, en un tiem- po en que el mundo que contaba, estaba comprendido entre el Xilo y el Tndo, una batalla en que se jugaba el futuro de Siria y Pales- tina, así como el dominio consiguiente sobre los puertos del Medi- terráneo (Tiro, Sidón, Bib!os, etc.), hay q:le considernrln como tras- cendental ; en este sentido fue la primera batalla de la Historia.

La plaza de Kadesh era fundamental nudo de comunicaciones donde se encontraban forzosamente las caral-anas que desde la cos- ta (puerto de Biblos), se dirigían hacia el Este por Palmira, con

las que las de N. a S., o viceversa, entraban o salían de Egipto,

LA CAB.\LLEl<i.\ EX LA ti ISTORIA JIILIT.AK 21

lo mismo si elegían camino costero como si desde el Mar Rojo mar- chaban al N. por Damasco, haciendo la ruta de! interior.

Durante muchos años no se conoció !a batalla, sino la versión de Ramsés, repetida hasta la saciedad en los monumentos egipcios, se- gún la cual el faraón, en una demostración de arrojo personal, derro- tó, desbaratándolo, a un numeroso ejército. Era en los aííos en que se desconocía hasta la existencia del pueblo hitita ; hoy, a la vista de ambas versiones, podemos aspirar a hacer nn juicio más ecuá- nime.

Que Karnsés sabía que se iba a enfrentar con un gran ejército, lo demuestra el hecho de que, además de movilizar todos sus efecti- vos, creó un nuevo cuerpo de ejército y trabajó hasta conseguir la alianza con el príncipe Bentesina, del país de Amurru (amorreos o amoritas) hasta entonces tributario de los hititas y que, en Kadeqh, combatió en el campo egipcio, Con los faraones anteriores existían en Egipto tres divisiones o cuerpos de ejército : Amón («arcos va- lerosos))) Ra («brazos numerosos») y Sutek («arcos potentes))) ; fue Ramsés creador para este encuentro, de una cuarta división, Ptah, con lo que los efectivos egipcios presentes en Kadesh llegaron a los 25.000 hombres, cifra aproximadamente igual a las de los hi- titas.

El objetivo manifiesto que movió a Ramsés II era el de tomar la plaza y rechazar a los hititas hasta Asia Menor ; quería repetir las hazañas de Tutmosis III y para ello, partió de Zalú, a comienzos de Primavera. Tardó cerca de un mes en trasladar su numeroso ejér- cito hasta las alturas cercanas a Beirut, en cuya costa estableció su base de aprovisionamiento y prosiguió hacia el N. E. hasta llegar al río Orantes, cuyo cauce siguió en dirección N. hasta divisar los mu- ros de la fortaleza de Kadesh.

Los hititas, esperaban al N. de la ciudad, ocultos por sus mura- llas, dejando creer a Ramsés que atemorizados se habían retirado bas- ta más allá de Alepo, especie que confirmaron dos espías hititas disfrazados que se dejaron apresar por Ramsés, quien confiada- mente (ingenuamente, se podría decir) continuó su avance hacia Ka- desh en su carro, conducido por su auriga Merma? y arrastrado por el tronco (cvictoria de Tebas), y ctNut la satisfecha». Le seguía su es- colta (que estaba constituida por mercenarios lidios quienes conser- varol; su propio armamento: escudo redondo, espada de hoja trian- g&x - c;isco en forma de escudilla invertida, rematado en una ci-

22 R.4t.L L1ú.h \.ALI~ERRhBASO

mera con adorno en forma dc media l~ula) y el primer cuerpo de ejér- cito, con los que atravesó un vado a un par de leguas al S. de la ciudad y fue a establecer ~111 campamento al NO. de la misma para la totalidad de las fuerzas que muy retrasadas le seguían.

Conocemos la composición del primer cuerpo de ejército que avanzó con el faraón, así como el orden en que marchaba: en van- guardia, la infantería en orden de aproximación ; a continuación, trompetas, estandartes, escoltas, carro de Ramsés, y escolta ; uni- dades de carros de guerra, intendencia con asnos cargados y carros tirados por seis bueyes para la impedimenta pesada. En total ~110s

7.000 hombres. A excepción de la escolta real, cabe suponer que análoga com-

posición tendrían !os demás Cuerpos de Ejército. Aún no había comenzado a atral-esar el yado el segundo Cuerpo

de Ejército, cuando Ramsés cogió casualmente prisioneros a los com- ponentes de una patrulla hitita y se enteró por ellos, tras torturar- ?os, de la cercana presencia del ejército de Muwatali, situado entre él y las tres cuartas partes de SLI tropa. Envió emisarios para alertar al grueso, pero ya era tarde, pues los hititas, maniobrando por de- trás de la ciudad, habían desplegado n la orilla del Orantes, y cuan- do lo juzgaron oportuno iniciaron el ataque con SLIS carros de forma que, cuando el segundo Cuerpo de Ejército, iras pasar el vado salien- do de una zona boscosa y disponiéndose a entrar en orden de batalla, recibió por el flanco el inesperado ataque de !2..400 carros hititas que 1.0 dividieron y dispersaron. Parte de estas tropas pudo llegar al cam- pamento de Ramsés, mientras el resto era rechazado hacia el S.. re- tirándose desordenadamente.

Muwatali observa A su enemigo y tras ello, decide y ejecuta SLI

propia maniobra para acabar cal -g-ando contra el flanco egipcio con sus carros, lo mejor y más rápido de sus efectivos.

A. Marini, General de Brigada del Ejército argentino, afirma en su obra De Kadesh nl Ebro (ed. C. Militar. Buenos Aires, 1966) :

((Kades es una batalla de vuelo superior, con un contenido clási- co, que permite conformar una doctrina de conducción sobre el em- pleo de las unidades móviles en el campo de batalla». «En el ejér- cito egipcio el núcleo principal es la Infantería..., el carro era unidad de apoyo.» «Los egipcios utilizaban sus carros de combate con el concepto de apoyo que podríamos llamar clásico y no de decisión. En cambio los hititas, ‘experimentados en sus campafias contra los luchadores de carro mitanios, adoptaron una nueva concepción hacien-

LA CAII.\LI.lXÍA ES LA IIISTORIA NILITAR 23

do una transferencia en cuanto al arma principal, ya que sin descui- dar la estructura orgánica de la Infantería, transformaron a las wndades operativas de carros en el arma de la decisión.»

Presentan los hititas una agrupación de combate constituida por unos 3.500 carros de guerra (un primer escalón de unos 2.400 carros. hititas y un segundo escalón con algo más de mil carros aliados), al mando del General Targanuna ; dos pequeños núcleos de jinetes di- rigidos por SLIS jefes Pi y Semarn ; la Infantería hitita a las órde- nes de Kemajis (8.000 hombres divididos en dos grupos: Infantería pesada en falanges de tipo sumérico, e infantería ligera constituida por honderos) y otros 7.000 infantes más procedentes de los pueblos aliados.

«Su éxito radicó fundamentalmente en la determinación exacta de cuál era el arma principal y qué índole de empleo debía asignárse’e.))

Sorprende la falta de precaución del faraón, que en ningún mo- mento montó un servicio de seguridad durante la marcha, ni envio exploradores a vanguardia, y mucho más aún que diese lugar a la pér- dida del contacto con el grueso.

La confusión producida eu el primer Cuerpo de Ejército, con la llegada de los fugitivos del segundo y también por el hecho de saber- se aislados, fue aprovechado por Muwatali quien, cortando la reti-- rada a Kamsés, atacó con todos sus efectivos el campamento, hacien- do incluso entrar en combate su reserva de unos mil carros pertene- cientes a los principes aliados.

A mediodía era tan desesperada la situación de los egipcios que los hititas, creyendo ya decidida a su favor !a contienda, se lanza- ro11 sobre e! botín abandonndo en el campamento. Es imperdonable en Iluwatali que, teniendo intactas sus tropas, en vez de perseguir a los egipcios y aniquilar la pequeña resistencia que hubiera podido oponer el propio Ramsés que con su escolta aún defendía un rincón del campamento, permitiera que SLI ejército se conviertiese de pron- to en !îorda saqueadora y se lanzase sobre los alimentos, armas y tiendas abandonadas. Es la oportunidad que aprovecha Ramsés para convertir, lo que ya era una derrota, en una casi victoria. Con los poco” egipcios que quedaban a su alrededor y el oportuno refuerzo de un escuadrón de jinetes (pudieron ser cadetes egipcios o so!dados de Amurrul ~LW! procedentes de la costa avanzaban inmediatamente clel ejército muy al 0. del eje de la marcha, se lanza con toda la fuer- za que le dan sus carros contra el punto más débil del ya desorgani-- zado cerco hitita, cercano a la orilla del Orontes, sorprendiendo a.

21 RAÚL LIÚS V.4LDERRÁBAXO

quienes se creían vencedores e incluso haciendo bastantes bajas en- tre éstos (Targanuna, lJi y Semaru murieron en esta fase), abre brecha y aleja de sí a los hititas. En realidad, la llegada del tercer Cuerpo de Ejército egipcio decide la jornada y Muwatali se retira prudentemen- te tras 10s muros de Radesh, mientras Ramsés, y ello es sintomático, dispone su ejército para eI regreso a Egipto por Damasco, lejos de poner sitio a la plaza.

El resultado práctico será un tratado de paz entre hititas y egip- cios que contiene diez puntos en los que además de prometerse mu- tuamente duradera paz y mantenimiento de las ((antiguas fronteras», hay pactos de mutuo auxilio ante agresión de tercero, extradición de presos políticos y de emigrantes, etc. Asi, sin sufrir humillación, consiguió Ramsés llegar hasta donde lo hiciera Tutmosis, pero no hizo avanzar la frontera de Egipto, y a pesar de que regresó ento- nando canciones de victoria, la realidad es que estuvo muy cerca de sufrir un fatal descalabro. Muwatali, por SLI parte, no supo o no pudo aprovechar su éxito inicial, pero consiguib frenar el avance de la expansión egipcia en el punto que él eligió, por lo que la in- fluencia hitita continuó abarcando todo el centro y Norte dc Siria y la costa fenicia, mientras quedaban Palestina y Galilea en el área de Egipto.

No cabe en ningún sentido interpretar esta jornada como victorio- sa para Egipto, ya que no sería lógico que, como resultado de una sola batalla dada en los límites exteriores de un imperio cuya capital distaba unos quinientos kilómetros y tras la que Ramsés se retiró más que deprisa, reconociendo por escrito sus actuales posiciones al enemigo, pudiera considerarse al farón triunfador de los hititas.

Unos y otros comprendieron, eso sí, que a ningún fín práctico ha- bíí de conducirles desgastar sus energ-ías luchando entre ellos, y I;i paz fue ciertamente duradera. En realidad no existe constancia de que fuese jamás abrogada y aún cincuenta años después, el sucesor de Ramsés, Merne-Ptah (123L1222 a. C.), enviaba grano al país hitita, a la sazón amenazado de perecer de hambre a causa de las sequías.

No es necesario resaltar demasiado el papel trascendental que en este encuentro tuvo la Caballería. Desde el número de carros com- batientes por ambos bandos, muy cercano a cinco mil, hasta el mo- vimien’to ~nvolven?te efectuado por Muwatali, al que seguiría la formidable carga de carros que sorprendió y destrozó al segundo Cuerpo de Ejército egipcio, todo nos lleva a darnos cuenta de que el

LA CABALLERíA Ex LA HISTORIA MPLITAR 25

Arma, en su pujante juventud recitn estrenada, fue la reina del cam- po de batalla.

Con motivo de la reacción de í<am&, que pudo ser igualmente heroica que desesperada, vemos actuar por primera vez en la Historia, unos escuadrones de jinentes, pioneros de lo que habrá de ser la fu- tura Caballería (6).

Por coincidir la batalla de Kadesh con el comienzo de una larga etapa de paz para ambas potencias (etapa que a su vez iniciará e! de- clinar de su poderío militar y político que irá, apenas un siglo des- pués, a parar a otras manos), es esta batalla LUI verdadero hito en la historia del carro de guerra que, si un día hizo invencible al pueblo sumerio, alcanzó con egipcios e hititas, entre 1.400 y 1.300 a. C., un grado tal de ligereza y capacidad de maniobra al tiempo que sufi- ciente potencia de choque, que cubría por completo las necesidades de aquellos ejércitos.

A partir de Kctdesh, asistiremos a un largo proceso en eI que el carro de g-uerra irá aumentando paulatinamente su peso, su tamaño, el número de sus tripuiantes (hasta ahora el máximo había sido de tres, con los hititas, mientras que en el ejército de Ciro encontraremos mo-

(6) Es ol!vio que tanto en Sumer como en Mitani y e!?l:‘e los mismos hititas

anteriores a la jornada de Kadesh, habrán existido hombres que por sus dotes, capacidad de erg-anización, su acierto en el mando de unidades de carros, etc., po-

drían ser considerados como jefes natos de Caballería, pero ignoramos sus nom-

bres. Con motivo de esta primera gran batalla aparecen, por vez primera en la Historia, los de tres guerreros a los que antes de pasar a otro tema, vamos a de- dicar un párrafo.

Lo ignoramos todo de elíos a excepción de SI actuación en esta su última y gloriosa jornada. Targanuna mandó en Kadesh toda la Caballería hitita: 3.500 ca-

rros (tripulados por 10.500 hombres y arrastrados por ‘7.000 caballos) y unos cen- tenares de jinetes constituidos en dos Grupos que mandaban Pi y Semaru. Tar-

ganuna, tras la maniobra efectuada por el ejército hitita alrededor de la ciudad, elige una base de partida y salvando las indudables dificultades que presentaría el

vadeo del Orantes a una fuerza desplegada en un frente no inferior a cuatro ki-

lómetros, realiza una brillante carga contra la División Ra. deshaciéndola, para reagrupar en seguida sus unidades, cambiar de frente, trasladarlas con celeridad al N. y montar un ataque contra la División Amón a base de fijar el frente y desbordar ambos flancos.

Fue más tarde, cuando (por las razones que fuesen, de las que no serían aje- nas las tropas aliadas por menos disciplinadas), las cosas empezaron a ir mal para el bando hitita, cuando estos tres jefes de Caballería Targanuna, Pi y Semaru,

ofrendan sus vidas para asegurar la retirada de Muwatali y el ejército hitita a la ciudad de Kndesh. ante la llegada de la División Ptah. luchando a la cabeza de

611s hombres con evidente espíritu jinete.

26 KAÚL LIÓX V,\LDEI<KiBASO

delos blindados con chapas de hierro, armados de guadaiias en los

ejes de sus ruedas g-igantescas y tripulados por veinte guerreros), con la consiguiente pérdida de velocidad y movilidad, por lo que per- derá su importancia en favor de una nueva forma de Caballería más ágil y veloz, más acorde con las eternas características del Arma, y que pervivirá durante milenios como única utilizable : los escua- drones de jinetes.

LOS PUEBLOS MEDITERRÁNEOS ES L.4 ILÍADA

Tras una larga inactividad, el Viejo Mundo, que disfrutaba de¡ sosiego que le proporcionara la paz de Kadesh, se siente de pronto sacudido por el movimiento de lmos pueblos a quienes los egipcios aplicaron el nombre de c~I’ueblos del Mar)).

A los cretenses, que fueron arrojados al mar por los micenios en los últimos años, se unirían ahora los propios aqueos empujados por los dorios, que invaden la Península Balcánica. Ellos y otros muchos pueblos procedentes de las islas del Mediterráneo, efectuar& con di- versa fortuna sucesivos desembarcos en Asia Menor y Africa, donde empujarán a los iibios contra Egipto y obligarán a Ramsés III a re- chazar dos intentos de penetración en el breve espacio de cinco aííos, 1190-1.183 a. c.

De entre los que desembarcaron en Cirenaica, unos pueblos cre- tenses, tras fracasar su ataque a Egipto se desviaron hacia las re-- giones saharianas. A ellos pertenecen las más antiguas pinturas pre- históricas africanas referentes a caballos y carros ; de influencia mi- noica, representan el galope del cahallo en el estilo conocido por «ca- baIIo vo!ador)), y fueron encontradas en gran número por Henri-Lho- te en 19% a lo largo de Ema ruta que demuestra que los cretenses alcanzaron el Nig-er. Tasili y Tamrit son dos puntos del Ahaggar, ver- dadero corazón del Sáhara, donde abundan dichas pinturas.

El secreto militar que tan celosamente venían guardando los hiti- tas y que contribuyó no poco a su anterior poderío, era ya de clomi- nio público y estos pueblos lo ihan a extender por todo el mundo: el hierro.

De entre ellos, los que desembarcaron en Asia Menor, conquis- taron Anatolia, Cilicia, Fenicia, Siria y I%lestina ; eran un coiiglo-.

LA C.4B.ILLERíA EX LA HISTORIA YPLITAR .!Y?

merado de pueblos que llevaban a cabo la primera invasión eu- ropea de Asia. Entre ellos encontramos nombres .de pueblos dignos de particular mención : shakalsha y shardana, que terminarán su mar- cha en dos islas a las que transmitirán sus nombres, Sici!ia y Cerde- ña ; turseni, que localizados en principio en tierras de Lidia, termi- narán fundando la primera civilización de la Península Itálica, la etrw- ca. (Los griegos llamaron tirrenos a los etruscos, mientras los lati- nos les llamarían tusci 0 etrusci ; Toscana y Etruria). Los pulesata que no son otros que los filisteos de la Biblia ; los mushki o moskoi de que habla Heródoto; akhaivasba, teucros y danunas que son ,los aqueos, troyanos y danaos de la Ilíada.

Como siempre estos movimientos desencadenaron los de otros pue- blos, y así vemos llegar por estas fechas, al pueblo celta a Gran Bre- taña? mientras los fenicios desembarcan en España y fundan Cádiz.

«Se ha preguntado qué podía ocultarse bajo este enorme movi- miento y se ha comprobado que la fuerza de empuje de los pue- blos recién llegados no se debía ya al carro de guerra, arma com- pleja y delicada, exclusiva de la nobleza, sino a la introducción de la Caballería, que es mucho más ruda y casi podríamos decir igua- litaria. El caballo deja de ser animal de tiro y se convierte en cabal- gadura, aunqm sin arzón y con silla muy primitiva». (Karl Jettmar en la obra Los psieblos de la Estepa, r2sicítica,, ed. Fraxis. Barcelo- na, 196).

El pueblo hitita, cogido por la espalda y combatido con sus mis- mas armas, sucumbió ante los invasores ; su capital Hattusas ardía definitivamente en 1175 a. C., aunque la desaparición del imperio hi- tita no supuso la de la población que, formando minúsculos estados- ciudad, siguió existiendo durante siglos. (En í945, Bossart localizó una de estas ciudades en Caratcpe, al S. del Turkestán, cuyo último rey se llamaba ..4sitavanda y reinó en el siglo IX a. C.). Igualmente en Cilicia, aunque los filisteos saquearon las yeguadas hititas, se si <guieron produciendo excelentes caballos como más tarde veremos, y que aún ser%1 producto de exportación.

Ya dueños del Asia anterior, los &‘ueblos del Mar», preparan el asa!to a E‘gipto (7). Ramsés III reacciona dinámicamente ante el

(7) Hacia í200 n. C., el pueblo de Israel se enfrentaba con problemas que di- fícilmente pueden ser considerados ajenos a estos movimientos de pueblos,, de que

venimos habland.0 : #EI cananeo, e! amorreo, el jiveo. el perezeo y el yebuseo de la montaña; el

’ hitita en el pali: de IIispa..,, partieron con todas SLIS tropas : una muchedumbre

peligro que se crrn:a sobre el horizontes asiático : K... organicé mis fronteras..., armé contra ellos a príncipes, jefes de guarnición y guerreros. Preparé Ia entrada en los rios en forma de muralla con navíos bien equipados de proa a popa be valientes guerreros arma- dos. Las fuerzas de carros de guerra estaban constituidas por los au- rigas más hábiles y veteranos ; los caballos volaban con gran empu- je, dispuestos a triturar entre sus cascos a !OS extranjeros...)).

P,or desgracia, la victoria conseguida en esta ocasión por Ram- sés III, no tendría duraderos efectos. Con los siguientes faraones, Egipto abandonaba totalmente sus últimos reductos asiáticos y Ram- sés 1V será eí último faraón que explote las minas de Sinaí (ll,57 a. C.). Asia Menor, Siria, Fenicia y Palestina quedaban en poder de los invasores y no habrá variación liasta que suene la hora triunfäl

del pueblo asirlo.

De la especial idiosincrasia de los pueblos de quienes \-enimos hablando, no cabía esperar que nos hubieran dejado sus crónicas, que hubieran servido para hacernos siquiera una idea de cómo se hizo uso del caballo durante el tiempo que duró su dominio ; será de plumas extrañas a elios de donde tendremos que sacar estos de- talles.

Citamos antes, entre estos pueblos, a teucros y aqueos ; con los datos obtenidos en sus excavaciones por Schlietnan a fines del si- glo pasado, en Ilion, quedó establecida Ia veracidad del relato ho- mérico, así como su ubicación en el tiempo y en el espacio. Troya estuvo situada sobre Ia colina Hissarlik: cerca de la costa egea del Helesponto y, según Schlieman, en 1.175 a. C. ocurría su destrucción

por los aqueos. Recientemente, el profesor americano Bergen, es- tudiando a fondo la cuestión, ha llegado a demostrar que Schlieman estaba equivocado, ya que la Troya inmortalizada por las rapsodias de Homero corresponden a un nivel distinto de las excavaciones del que su descubridor supuco. La guerra de Troya tuvo lugar entre 1200 y 1190 a. C., lo que no deja de ser más lógico, ya que de esta forma resulta anterior al triunfal avance que todos estos pue- blos efectuaron después por Asia Menor y a la derrota del im- perio hitita en 1175, empresa más factible si no estaban ocupados en pelear entre ellos.

innumerable como la arena de la orilla de: mar y con gran número de caballos y carros...., lleg&on todos juntos a las aguas de Menón para luchar contra Israel».

(Josué ll-3,4 y 5).

LA CABALLERÍA EN LA HISTORIA NI'LITAR 29

El argumento más frecuente esgrimido por los autores que nega- ban la identidad de los aqueos micénicos con los de la Iliada, es el de que mientras kstos quemaban sus muertos, en las tumbas micé- nicas no hay señal de tal costumbre. Pero como dice A. Petrie: «es explicable como práctica de invasores aún no establecidos, que mo- difican sus costumbres para evitar la violación de sus cadáveres». (Introducción al estudio de Grecia).

Si la situación exacta de las ruinas de Troya se pudo comprobar gracias a las detalladas y precisas descripciones que de ella se ha- cen en la /liín& y si, por otra parte, tenemos en cuenta que Homero (que según Heródoto nació en 1102 a. C.j en ningún caso es posterior al sig10 1); anterior a nuestra Era, será perfectamente lícito usar los datos que s&rc carros y caballos figuran en el poema, y con ellos podremos conocer la forma en que estos pueblos sacaron provecho de la Caballería en sus empresas bélicas, cuando estaban ya a pun- to de implantar su voluntad durante ~111 par de siglos, en el Asia Anterior (S).

-Numerosos son los pueblos que encontramos implicados en la werra de Troya; el ejército sitiador, con un total aproximado a los h 130.000 combatientes, contaba entre sus filas con contingentes dz beo-

cios, focenses, atenienses, micenios, cretenses, etolios, arcadios, do- rios (espartanos de Lacedemonia) y tropas procedentes de Eubea y Salamina. Destacan entre los sitiados, además de los teucros (troya- nos). 10s frigios, tesalianos y tracios.

El hecho de que el sitio de una ciudad no sea, en verdad, el lu- gar más idóneo para el uso de la Caballería, no debe, a mi juicio, in- fluir en que echemos al olvido que tanto teucros como frigios esta- ban en su país y eran pueblos de jinetes ; que a lo largo de los diez años que duró el cerco, los sitiadores (aqueos, micenios, etc., et-

, tetera), pudieron proveerse de caballos si es que no 10s trajeron con- sigo, ya que estaban muy cerca de la región que mejores los crió y ellos tenían antigua tradición de buenos jinetes ; que la mayoría

(8) Tín grupo <le frigios, procedentes de Tasalia, ocupó también el monte Hi%J.r!ik. en !s orilla oriental de los Dardanelos. construyendo allí la ciudad de

Troya, que en 1184 a. C. y tras nueve años de asedio, cayó en poder de los aqueos,

mandados por Agamenón, rey de Argos. Hacia el año 1000 a. J. C. los griegos se habían apoderado de toda la península helénica y de toda In costa egea del

Asia Nenor; los dorios ocupaban el S., los jonios el centro y los eo!ios el N.

(General J. E. FGLLER: Ratdkc deririzms del Mw~do Occide~~!ol, ed. Caralt.

Barcelona, 1967).

de los combates que nos relata la Ilícldo tuvieron lugar en campo abierto, entre la playa en que se encontraba el campamento de los sitiadores y la ciudad de ia que hacían frecuentes salidas los sitia- dos ; y por Gltimo, que muy pocos aíios después; encontramos a estos mismos puebIos protagonizando, con caballos y carros, un he- cho histórico como lo es su avance por Asia Anterior.

De hecho, en el poema se dice de todos estos pueblos, C~LW te- nían carros y caballos, señalándose expresamente las escepciones como la de los litios que acaudillaba PandaroJ quien confiesa què desoyci los consejos de Licaón, su padre, y dejó sus ((carros hermosos: só- lidos, de reciente construcción, con sus respectivos pares de caballo>, que comen blanca cebada y avena..., por cl temor de que, acostun- brados a comer bien, se encontraran sin pastos en una ciudad sitia- da...), de ‘lo que se muestra pesaroso, ya que .se encuentra en infe-

rioridad de condiciones para el combate». Hablando de ambos bandos en general, leemos cn la Iliada: «g-o-

záronse aqueos y teucros con la esperanza del fin de la guerra ; de- tuvieron los corceles, bajaron de los carros y dejaron las armaduras en el suelo. ..». Sin embargo. de algunos en particular leeremos qtt~ eran, como más especializados en la cría de caballos..., de Abidos, país de corredoras yeguas.. .», o K.. . los danaos, de ágiles corceles.. .», o cuando se habla de «los tracios recién venido? con su rey Reso y sus corceles blancos como la nieve, de grau altura J- ligeros como el viento : sus carros eran de hierro con adorno:: de oro J- plata...x (9).

La afición a la hípica de los tracios, era bien conocida en el mundo antiguo ; Plutarco, hablando de AIcibíades y su facilidad por mostrarse en cada lugar como nativo, dice: «en Tracia era be- bedor y buen jinete».

A los teucros se les califica de continuo en el testo, de domado- res de caballos, así como se llama «cuadra de caballos» a la regijn grieg-a de la Argólida, que los aqueos habitaban desde su invasión cinco siglos antes.

Aunque !a actuación de los héroes de la liiada es en generaI, in- creiblemente individualista, en el canto II leemos del ateniense Me- nesteo que «ninguno como él sabía poner en orden de batalla, tan- to a los que combaten en carro como a los peones armados de es- cudos...», lo que no deja de ser paradójico, ya que la Atenas de aquel entonces era un país prohibitivo para el desplieg-tle de la Caballería. --

(9) HOXERO: Ihda, Cautos III J IV.

LA C.UULLERi.~ ES LA HISTORIA MPLITAR 31

Al hablar de Néstor en el Canto IV? se dice que igualaba a Menes- teo en el manejo de hombres y caballos, «ponía delante, con los res- pectivos carros y corceles. a los que combatían desde ellos ; detrás, ponía gran copia de valientes peones... ; dando instrucciones a los primeros para que sujeten a los caballos y no promuevan confusión entre la multitud». El mismo cla las últimas órdenes : «xadie, top-

fiando en su pericia ecuestre o en su valor, quiera luchar solo y fue- ra de filas ; el que caiga dc: SII carro y suba a otro, luche con la lan- za pues es 10 mejor...)).

J3e numerosos personajes , se dice en la Iliado que combatían mon- tados o en carros y de ~~lgunos, que hacían verdaderas exhibicio;- Z\ de facultades y habilidad, como, cuando Ayante, «tras coger cua- tro caballos, los guía con destreza saltando continuamente y con seguridad de uno a otro mientras los corceles vuelan» (Canto XV).

Podemos ver la organización de la defensa contl-n CCIWOS de la época (10) : KUI~ foso que ni hombres ni caballos salten..., muy di- fícil de pasar porque está erizado de agudas estacas y a lo largo de él se eleva el muro de los aqueos». (11).

Para eludirlo, los teucros no tendrán más remedio que dejar ca- ballos y carros a cargo de escuderos y aurigas, bien alineados ante el foso mientras ellos intentaban proseguir el ataque pie a tierra

F’or último. sefiala que en la Ilinda se hace uso de mulos para el transporte de Tmiveres, leída y demás bagajes, a diferencia de los pue- blos orientales que usaban asnos y sobre todo, camellos. A pe- sar de lo que ha venido siendo creencia general, hay que señalar

aquí que autores tan calificados como IT. Reller opinan que el ca- mello apareció en el cercnlio <Iriente, procedente de Arabia, por estas fechas y no antes. Según este áutor, los camellos que en el Génesis vemos usar a Abrahán en 3.900 a. C., no son sino error de transcripción ; eran asnos u onagrosP y fueron, en cambio, ios madia- nitas quienes domesticándolost los usaron para la guerra. En tiem- pos de Gedeón cayeron sobre el pueblo de Israel desvalijándolo, ma- tando y destruyéndolo todo: «ellos y sus camellos eran innumerables y venían al país para desvastarlo)) (12). En todo caso fueron los madia- nitas quienes primero lo uti!izaron como montura de guerra, y se consigna como en su momento se hará con el elefante. -__---

(10) Cnnto T-II. (31) Canto STT.

(13) Juccrs 6.5

32 RAÚL LIÓ?; \.ALDERRÁBASO

LOS PULESATzlS E?; L.1 BIBLIA

Pero cambiemos ahora de punto de vista y busquemos en la his- toria del pueblo de Israel algunos detalles interesantes del pueblo pulesata, otro de los «Pueblos del Mar», cuyo dominio sobre Siria y Palestina duraría hasta el año 1000 a. C., siendo así que no tuvo interrupción desde que Ramsés III les rechazó a las puertas de Egip- to. Es claro que dicha dominación deparó malos ratos a los israeli- tas, que rieron coartada su libertad hasta el punto de no poder dis- poner de hierro ni de herreros que lo trabajasen, «así, todos los is- raeritas tenían que bajar a los filisteos para vaciar cada cual su reja, su hacha, su azuela o su aguijadrì...)). Se dio el caso de que, suble- vados los hebreos bajo el mando de Saúl contra los filisteos, se con- centraron éstos para aplastar la insurrección ((con ires mil carros, seis mil caballos..., no contándose en el campo israelita con espadas ni lanzas ; tan sólo para Saúl y Jonatán las había)) (X3).

De sobra es conocido su sucesor David, el simbólico vencedor de los filisteos en la figura de Goliat. El nombre por el que le conoce- mos y que muy probablemente nunca fue sino un mote, significa «Caudillo», jefe de tropas ; guerreó sin descanso toda su vida y tuvo bajo SLI mando ejércitos numerosos. Aunque el pueblo judío care- cía de caballos y de carros todavía, él sí los había usado cuando, en tiempos de Saúl, militó en las filas pulesatas. Y fue porque conocia las ventajas de la Caballería, por lo que tras derrotar al rey de Sol& y apresarle 1.700 hombres de carro y 20.000 de a pie, ((desjarretó to- das las caballerías de los carros, reservándose cien tiros)). No obstan- te, aún continuó siendo dificil en Israel la posesión de caballos y ca- rros ya que, en los Ultimos días de David, su hijo Adonías, para ase- gurar a su favor la suces%n de !a corona, «se hizo con un carro y hombres de carro...», siendo fácil notar la dificultad que aparece im- plícita en esta fase, asombrosa por tratarse del hijo del rey. Es en los tiempos de Salomón, quien por fin sucede a David, cuando coin- cidiendo con la decadencia de Egipto, lejano ya el poderío hitita e invadida Mesopotamia por ordas madianitas, llega a «II alto nivel la economía israelita fundada en la explotación de las minas de co- bre y un productivo comercio con los demás pueblos, lo que le per- mite costearse el caro lujo de importar carros y caballos por primera vez. Es el año 930 a. C.

(14) 1, Samuel 13-45.

LA CABALLERÍA EX LA HISTORIA MIUTAR 33

En el libro de los Reyes se lee que Salomón tenía en sus cua- dras 10s caballos necesarios para mover un ejército constituido por 1.400 carros y 12.000 jinetes (íJ-). «Te& Salomón en sus caballerizas 40.000 caballos para carros y 12.000 de montura, a los que mante-, nían los proveedores del rey..., que conducían cebada y paja para ca- ballos y bestias de carga...)) (15).

ES la Edad de Oro del pueblo judío que se extendía por el $J. has- ta Kadesh, bajando hacia el S. su frontera, hasta el desierto arábigo y el golfo de Acaba. Por el SO. llegaba hasta la misma frontera de Ex-ipto. Mantenía excelentes relaciones con los demás pueblos espe- cialmente con Egipto, hasta el pwto de estar casado Salomón con 11na hija del faraón ; el rey Hiram de Tiro era su amigo y aliado, que además de proporcionarle maderas de cedro y ciprés, así como todo el oro que necesitó para sus grandes obras, le facilitó «hombres in- teligentes en la náutica y práctica del mar» cuando, para que todo fuese completo, equipó Salomón en Asiongaber una flota con vistas n desarrollar SLI comercio en el Mar Rojo.

Conocida es la leyenda árabe que hace provenir FUS caballos de cuadras de Salomón. De ella y de las buenas relaciones de Salomón con Egipto, como también de la preponderancia que hacia el año 1000 a. C. y siguientes alcanzaron los libios en tierras del Nilo, deducen algunos autores que el caballo árabe proviene del Iíbi- CO y por tanto ,del mongólico, de perfil subconvexo y grupa inclinada.

Aparte ya de poderosas razones genéticas (que nos llevarían a comprobar que nunca un caballo como el árabe, de perfil rectilíneo y grupa horizontal puede provenir de perfiles subconvexos y grupas inclinadas por tratarse aquéllos de caracteres sumamente recesivos ante éstos) y de otras muchas, históricas, bastaría la lectura de 1 Re- yes, 10-28: «los caballos de Salomón venían de Cilicia», para com- probar que eran oriundos de las aííejas yeguadas fundadas por 10s

hititas de Subilulkuna y mantenidas por sus descendientes, es decir, caballos arios puros de perfil recto, tipo eumétrico y mediolíneos. Pietremcnt y Dechambre coincidían en creer que la población ca!)allar del N. de Africa se constituyó con elementos arios y man.

~14) 1, Reyes: 7%2G. 28, “9.

(,1,5) 1. Reyes, 4-26, 2%

Recientes excavaciones han puesto al descubierto las cuadras que Salomón cons-

trul’y6 en Magueddo : capaces para 450 caballos con pesebres individuales, eran

amplias y de práctico trazado. Las bases de las columnas señalan hoy lo que eran

las divisiones entre unos y otros pesebres.

34 RAÚL LIÓN V.tLDERR.íB.\SO

gólicos cruzados, y es más que probable, seguro, que así sucedió. Aparte de la natural, inevitable, mezcla en el punto de origen, los hicksos ilevaron a Egipto tanto caballos mongoles, que pudieron recoger a su paso por el Turkestán Meridional (donde aún hoy esis- ten caballos mongólicos puros, los Tekés). como arios, aportados por el numeroso elemento hurrita-mitanio. Estos cruzamientos con- tinuaron efectuándose por diversas causas. a lo largo de los años de que venimos hablando. Sin embargo, los caracteres recesivos de los arios puros se han ido perdiendo ante los dominantes del mongólico, por lo que nunca pudo dar este Gltimo, en sus formas líbica o berberisca, origen al árabe. Este desciende de arios puros.

Salomón pagaba 150 siclos de plata por cada caballo de Cilicia y compraba en Egipto los carros a 600 siclos de plata, añadiendo el texto bíblico que además de pertrechar su ejército con estos elemen- tos, hacía de intermediario, ya que vendía caballos a los egipcios, mientras exportaba carros a Asia Menor.

LOS ASIRIOS EMIPUKAN LAS RIENDAS

En medio de ese período, muy poco brillante para las civilizacio- nes de Oriente, existía, pronto ya a invadir las páginas de la His- toria un pueblo cuya Caballería alcanzará, mejor quizás que ninguna otra, hasta la mayoría de edad del pueblo persa y desde luego muc

antes que ésta, un alto grado de perfeccionamiento.

Desde que Hammurabi fundara Babilonia habían tenido lug-ar nu- merosas etapas de agudas influencias semitas en la cuenca media del Tigris. Con buen clima, carente de anterior civilización y lejana de los continuos disturbios que hemos visto, esta zona fue propicia para el desarrollo de un pueblo que fundó su capital en Assur. Vecinos de Babilonia vivieron largas etapas bajo su dominio, pero apro\-ech:lron cada debilidad de los babilonios para activar su nacionalidad hasta que Salmanasar (3280-1461 a. C.), consolidó, con Nínive por capita!, una potencia capaz de avasallar a Babilonia. Derrumbado e! imperio hitita, nada se le opone ya en su camino hacia Siria. a donde llegó en SLIS incursiones el rey Teglat-Falasar (111%í09,? a. C.) que se extendió asimismo por tierras de la. antigua Hatti, consolidó su poder sobre Babilonia y llegó hasta las costas fenicias. Son los preh- dio de LIII afán de dominio que no volverá a darse en la Historia has- ta Alejandro y Roma ; jamás Egipto, Babilonia o Urt tuvieron igual

ansiedad de conquista. Y sin embargo, sea por la razón que fuese, a la muerte d’e este gran conquistador su imperio se reduce de nuevo ~ en el año 1000 a. de C. no había sonado aún la hora del pueblo asirio.

Será con Asurnasirpal 31, Teglat-Falasar III y Sargón II con quienes alcanzarán su verdadero apogeo los asirios y con quienes la moderna máquina militar de su ejército estaría del todo su puesta a punto. De ello, se hablará en otro capítulo.

Emparentados con los emigrantes de la peninsula arábiga de los arios 1790 y posteriores, conservaban los asirios su instinto inquieto de antiguos nómadas que les empujaba a periódicas incursiones de rapi&l, auténticas «razzias», por los dominios vecinos, lo que tem- plando sus espíritus y favoreciendo su formacibn de hombres vigoro- sos y especialmente aptos para la guerra. les ayudó no poco a lo largo clc su I-Iistoria a organizar el que sería el más poderoso ejército de stl tiempo.

Desde ~1 principio llevaron a cabo importantes cambios en el carro de guerra ; los suyos eran de alta caja de forma cilíndrica y ca- paces para cuatro combatientes : conductor, arquero y clos guerreros que portaban escudos de gran tamaño. Uno, dos y tres caballos so- lían ir enganchados a los carros asirios, que formados en línea combatían carg-anclo contra el enemigo. El aspecto de SLIS carros era más tosco y recio, menos grácil que los de los hititas ; empezaron ya a ser menos prácticos, pues cambinl>an difícilmente de dirección y sorteaban mal los obstáculos con sus pesadas ruedas.

Pero más trascendental que estas innovaciones fue la importancia que los asirios dieron a slts escuadrones de jinetes, cada vez más nu- merosos, para los que. sólo en Babilonia, «sin contar los caballos de guerra y para fomentar la casta, tenían SO0 5ementales y lG.000 ye,quas, cubriendo 10 yeguas cada semental». (Heródoto, Libro IY CXCII)

Espadas y lanzas de longitud medía fuero11 las armas de una par- te clc s11 Caballería a caballo que podríamos llamar pesada, mientras la lig-era estaba armada de espadas, arcos y flechas. Eran hábiles jinetes que revestidos con corazas de cuero recubiertas de placas me- tálicas, montaban a pelo y mandaban al caballo con las piernas. de- $ando las riendas sobre la cruz mientras, al galope, disparaban sus arcos.

Se sirvieron de estos cuerpos de jinetes para misiones a larga distancia, buscando casi siempre la retaguardia enemiga para cortar sus comunicaciones, devastar SUS cosechas o destruir SLIS ciudades ;

36 RA¿.L LIÓS VALDERR.iBAiYO

en ocasiones las agreg-aron tropas de a pie que eran trasportadas a la grupa y combatían luego como infantería en colaboración con los jinetes.

Los vanos intentos realizados por los pueblos de la antig<trdad para representar con realismo el galope del caballo, cristaiizaron en diversas fórmulas convencionales y así, egipcios y asirios adoptaron en sus bajo-relieves, un galope en el que el caballo sólo apoya en el suelo sus extremidades posteriores, pero mientras los primeros re- pliegan las manos de! caballo, los asirios las lanzan, extendidas, hacia adelante.

LA CABALLERiA EX CtIIX.4

La evolución que hemos podido aprecair en la Caballería, en los setecientos años anteriores al 1000 a C., tiene su fiel reflejo, un poco retrasado, en China, y no serían completas Ias notas que antece- den si no se hiciese referencia a un pueblo que, ya a partir del año 1.000 a. C. se nos ha mostrado capaz de las más audaces innova- ciones en el terreno militar. Sin embargo, hasta ahora se limitó a re- cibir influencias de Occidente.

Desde que comenzara la infirrencia de los Schang en el Extremo Oriente, apoyados por los carros de guerra, quedó establecido en China un orden militarista del que la característica fundamental fue el guerrero de carro ; los carros chinos de los Schang tuvieron rue- das mucho mayores que los de Egipto y el Cercano Oriente, alcan- zando hasta metro y medio de diámetro aproximadamente.

A partir de entonces, sostuvieron los chinos continuas luchas en sus fronteras y en 1400 8. C. es fundada, cerca de la actual An- yang, la capital del reino con edificios oficiales, palacios, templo-. y mausoleos. Tanto gasto y la necesidad de adquirir materias primas

de las que carecían, empujaron COI? mayor ímpetu a los chinos a sus luchas fronterizas en busca, principalmente, de vacas, caballos, co- bre, estano, marfil, pieles y plumas.

Sus armas eran lanzas de bronce, hachas y alabardas, para el cuer- po a cuerpo, pero contaban con el arco de doble curvatura y flechau guarnecidas de plumas con puntas de bronce, con el que eran muy diestros, usándolo en ocasiones para lanzar «cargas» de perdigones

LA CABALLERÍA xx LA HISTORIA MICITAR 37

de piedra o barro endurecido. El arco pedrero podía ser de dos formas : dos arcos simples separados por dos travesaños entre los que pasa- ba el proyectil, o un solo arco de extremos curvados hacia un lado, de forma que aquél pasara al lado de la empuñadura sin tocarla.

El ciudadano normal y el esclavo eran, en guerra, soldados de a pie, mientras que los nobles combatían desde carros tirados por dos caballos ; todos ellos usaban coraza que podía ser de cuero, madera o huesc, y se tocaban con cascos de bronce.

El último rey de la dinastía Schang, en su campaña contra los pue- blos bárbaros de la península de Shantung, utilizó elefantes. Es la primera ocasión en que el elefante interviene en los campos de bata- lla, y a falta de más detalles cabe suponer que, habiéndose diferenciado los cartagineses de los asiáticos de Alejandro Magno, en que aqué- 110s sólo llevaban al conductor encima y servían para desorganizar las filas enemigas, mientras que los asiáticos llevaban sobre ellos varios arqueros que combatian desde el elefante, los chinos se ser- yirían de ellos de esta última manera, ya que ri principal motivo de !a diferencia no e; otro que el muy distinto grado de mansedumbre del elefante asiático y del africano.

En ti07 a. C. , agotadas sus energías en continuas luchas, su envejecido sistema feudal cedió paso a un nuevo pueblo más joven y guerrero, procedente de los oasis y estepas del N. y el 0. ; paito- res más que agricultores, los Tschou conquistaron en veinte años la totalidad del imperio Schang e instalaron en Shensi una capital que centralizó el poder e impuso tributo a los señores feudales.

Por los alrededores del año 1.000 a. C, hacen su entrada en China hordas procedentes de Occidente, coi,ncidiendo con la invasión escita del S. de Rusia. Su influencia fue grande, ya que con ellos se empieza a sustituir el bronce por el hierro en la fabricación de las ar- mas ; encontramos dos tipos de espadas : las akinakés, cortas, y otras más largas, de 27”, en las que es fácil encontrar la influencia asiria. Esta influencia llega hasta la implantación del arquero a caba!lo, cuya mayor movilidad desplaza, como en Occidente, al guerrero en carro que se encuentra ahora inerme ante los jinetes.

El carro que al finaí de la era Tschou, tenía en China centenares de accesorios, estaba llamado a desaparecer, y ello trajo consigo cam- bios radicales en los atuendos miliares, ya que el holgado vestido ex- terior, la camisa larga y los zapatos bajos de quienes combatían en carro, tuvieron que sustituirse por ropas más parecidas a las de

38 RACL LIÓS VALDERRhBASO

los nómadas de las estepas de estas fechas: túnica corta con cin- turón de cuero, calzones y botas de cuero altas. Los mismos gorros? Sguales a los ~tsados por los escitas, prueban Ia influencia occidental

sobre China.

El principal problema de la Cabnlleria en este país residía en zla alimentación del caballo; el suelo pobre, de raquíticos pastos, no podía sostener por sí solo a los caballos importados de las estepas. Se consideraban necesarios 50 mu ($38 ha.) de zierra de pasto por ca- ballo. y los pastos no abundan, por 10 cual hubieron de importar forrajes durante siglos para acabar alimentando a sus caballos a base de sorgo mezclado con habichuelas negras.

EPÍLOGO

Si se hubiese tratado del prólogo de una Historia Militar Uni- versal, se habría buscado la forma de darle comienzo en nuestra pa- tria, para lo que no hubieran faltado válidos pretextos.

H. Wendt, por ejemplo, decía que In humanidad había necesitado miles de años para pasar del garrote a la invención de la primera má- quina de guerra, e! arce, v señalaba al Levante espafiof como origen , de la: invención y foco de difusión de este arma. Otro investigador. también extranjero, A. H. Rrodrick, afirmó que los levantinos pri- mitivos fueron cdos primeros de nuestro país que tuvieron una ocnpa-

ción típicamente española: la guerra civil». Xuestras provincias le- vantinas están salpicadas de pinturas rupestres que representan esce-

nas bélicas en las que se enfrentan grupos de guerreros armados, pre- ferentemente de arcos. Abundan desde la Cueva de la Vieja, Alpera (Albacete) y la Covacha de &Iinateda (Albacete), hasta La ?~lola y Mo- rella la Vella (Castellón), destacando entre todos por su importancia y detalle !a de Les Dogues, en Ares del Maestre (Castellón).

Pero al escribir esta primera parte de un todo que podría consi- derarse como prólogo de una Historia Universal de la Caballería, forzosamente había que partir de Mesopotamia, cuna de la más pri- mitiva Caballería, para dar comienzo a estas páginas allí donde hizo sus primeras evoluciones sobre macizas ruedas en los años 3500-- 3000 a. c.

LA CABALLERíA ES LA HISTORIA M*L,ITAK 39

Con el advenimiento del caballo, en r700 a. C., hemos acompaña- do a los ~LKVOS carros (ya con ruedas de radios y mucho más velo- ces), en SLI expansión por Anatolia, Irán, Siria, Palestina, Egipto y Libia e igualmente, les vimos pasar por los Balkanes y llegar a Mi- cenas, Creta, Chipre, etc. Se sabe que atravesaron el Cáucaso (donde la rueda de carro de guerra más antig-ua exhumada -necró- polis de Trialetti- data de 1500 a. C.), para llegar al Danubio y Europa ,Central entre 1300 y 1200 a. C. Se ve, por lo tanto, que la Caballería con sus carros, tras invadir las brillantes civilizaciones del viejo Mundo, se internó en su marcha hacia Occidente, en la Pre- historia enrope:i que no debió resu!tar terreno favorable a su pro- gresión, ya que fue tan lenta que había de alcanzarle en el camino la revolución cle la Caballería :t caballo, por lo que, cuando los cel- tas estaban a punto de decidirse a traspasar los Pirineos, cerca ya de lós años novecientos (a. C.), se habían convertido en un pueblo de jinetes, aunque no desecktrzn del todo sus carros, sobre todo para el transporte.

Quiz;i no sea demasiado aI-entnrado identificar con la primera olea- da celta, anterior al cambio de milenio y atribuible a ligures según la hipósesis de Shulten, apoyada por M. Pidal, la primera aparición en el Arte Rupestre galaico-portugués, fases III y IV, de elementos básicos que Emmanuel Anati cree identificar con los existentes en el S. de Francia, X. de Italia y S. de Ucrania.

Además de discos radiados, identificamos pufíales cortos singu- larmente parecido5 al cántabro de Juliobriga, así como escudos re- dondos y pequeííos que recuerdan al cetra típico de los guerreros

del I\i. de la lJenínsuk y que seguramente están relacionados con !as estelas extremeñas llamadas «de los escudos redondos» de origen céltico.

De ser cierto, tendríamos identificadas desde Ucrania, las hue- llas que dejó a SLI paso hasta llegar al SO. de la Península Ibérica con sus caballos, SLIS armas y también sus carros, este pueblo in- doeuropeo.

Las pinturas rupestres de Extremadura (siglos x y IX a. c>. del lugar de PeGalsordo, Cabeza de Buey, Torrejón y Fuente de Cantos, entre otras, reproducen estos carros celtas, la mayoría de cuatro rue- das, aunque no falten los de dos, abiertos por detrás, con forma de lira y lanza para enganchar dos caballos, muy aptos para el combate. En realidad, puede decirse que fueron los celtas los in-

40 RAÚL ¿IóN BALDEXRÁBASO

traductores del carro de guerra en el Occidente de Europa; el nom- bre por el que lo conocemos carro, derivado o no del latino CWYUS, tiene su origen en la palabra celta kaw, evidentemente relacionada

con el nombre que los pueblos arios de las estepas asiáticas dieron al carro : karama.

Pero cuando entraron los celtas en España, con SLIS peculiares caballos descendientes del tarpán silvestre, hacía siglos que el ca-

ballo lo había hecho por caminos más cómodos : por el Sur.

Hacia 1600 a. C. o poco después, llegaron a los centros mineros y metalúrgicos creados en la provincia de Almería en la primera fase

del Bronce, unos nuevos colonizadores que han sido identificados como procedentes de Anatolia. Buscaban plata y estaño, y mantu- vieron relación con sus centros de origen hasta que los movimien- tos de los ((Pueblos del Mar)) y la destrucción del imperio hitita, les dejó aislados en tierras ibéricas, cuando dominaban plenamente a Io.< antiguos habitantes. Su procedencia hace suponer que conocían el

caballo, no obstante lo cual, nada de entre los numerosos objetos catalogados, correspondientes a su cultura, deja entrever la posïbi-

lidad de tal conocimiento. En el Argar, cerca del río Antas, apare- cieron hachas, cuchillos, puííales, flechas y alabardas ; espadas con

empuñaduras de madera y de oro (como la conservada en la co- lección Rodríguez. de Madrid), de O,ô.? metros de hoja y punta agu- da, apta para ataques frontales. Se encontraron en gran abundancia, pero nada que pudiera signficar la existencia de caballos, por lo que cabe sospechar que estos anatolios argáricos, que habían precedido a los fenicios en SLI navegación por el Mediterráneo, no trajeron caballos en sus barcos y aquí no los encontraron tampoco.

Más tarde y por distinto camino, bordeando la costa N. de Afri- ca, hombres de raza líbica e igual estirpe que los bereberes, empeza- ron a invadir el S. de Espana en el siglo XII a C. No es una inva- sión homogénea, pues se trata de tribus de distinta procedencia, (basta ver las diferencias que separan al turdetano del S.. del ilergete

selvático de Levante), pero eran camitas africanos que cabalgaban so-

bre caballos líbicos y no dejarían de entrar en España durante los siglos XII y XI, extendiéndose por Mediodía y Levante, al tiempo que otros pueblos, se asentaban también en ella, procedentes del Asia Menor y Fenicia : los tartesos (que procedían de Lidia -Tyrsa o Tursa-, afines de los etruscos o tursenos, tanto en lengua como en

LI CIB.\LLERí.\ ES L.\ IIISTORIA MI’LITAR 41

cultura) fundaron su capital a orillas del Guadalquivir, poco antes de que los fenicios fundasen Gadir.

Llegaron los iberos : a falta de nombre más apropiado, aplique- mos este nombre a las tribus africanas que desde el siglo ‘XII, inclusive, estuvieron entrando en la Península, a sabiendas de que en peali- .dad precedieron en algún tiempo a las que el mundo clásico aplicó el nombre de iberos, derivado del de un río llamado lberus o Hiberus,

del S. de España. Sca como quiera, ambos grupos de pueblos tienen idéntico origen camita y los caballos que todos ellos introdujeron en nuestra patria fueron igualmente del tipo líbico. El caballo em- pleza a dejar huellas de SLI paso por tierras de España y así, en- tre !as armas encontradas en la ría de Huelva, en 1923, correspon- dientes a esta segunda fase del Bronce, ya aparecen bocados y ca- mas de bocados, y entre las más modernas pinturas rupestres natu- ralistas del Levante español, hay algunas representaciones de équi- dos incluso una en que un hombre parece llevar del diestro a un ca- ballo (en Boniches, Cuenca). Lo que no deja lugar a dudas sobre el conocimiento de la equitación. es la pintura del ((jinete con casco», de Gasulla, en Castellón.

Conviene aclarar que en contra de la opinión de algunos autores de hace años, están perfectamente de acuerdo las opiniones actua- les sobre la «modernidad» de estas pinturas rupestres levantinas. Véanse algunas de entre las más autorizadas :

((Por nuestra parte habíamos planteado poco antes los problemas que suscita Ia presencia de un jinete cubierto con un casco, de estilo bastante naturalista, que se encuentra en el abrigo X del Cingle de la Gasulla (Castellón). Habida cuenta de los datos históricos y ar- queológicos, seguimos creyendo que la fecha de un caballo mon- tado en nuestra Península no puede ser anterior a los siglos XI ó XII

a. J. C.» (16). Recientemente, A. Beltrán ha publicado un análisis exhaustivo de

la llamada «escena de domesticación» del abrigo de Selva Pascuala en Villar del Humo (Cuenca) y ha demostrado.. ., que no $e trata de un anima! doméstico al que el hombre lleva sujeto, ni tampoco de una escena de doma, aunque los brazos levantados del hombre po- drían sugerirlo así, sino de una escena de caza con lazo. Para noso-

(1.6) E. RIPOLL PERELLÓ: Czrestioves eiL tomo n la cloltologa del arte mpestre post-paleolitico PI! la Petckmda Ibérica., Simp’oeio de Arte Rupestre, Barcelona,

1906, ed. R. Perelló, Barcelona, 1958.

42 RAÚL LIÓN YALDERRÁBAXO

tros los tres équidos de la izquierda toman parte de la escena y re- presentan el resto de la manada huyendo. Beltrán está de acuerdo ~011

una fecha tardía: «en el Neolítico o incluso en una primera fase de

la edad del Bronce».

Al parecer, Francisco Jorda Cerdán, autor de Xoicrs ptrrn In rerti- sión de la cro~~aología ded &te ,wpestre lezmtino, es también partida- rio de una cronología baja y atribuye el jinete de la Gasulla a ((época homérica».

Martín Almagro, hablando de estas pinturas, dice que sus artífi- ces convivieron con culturas de colonizadores agrícolas y metalúrgi- cos como se desprende de los objetos hallados en SUS poblados y sepulcros ; «el color y la pátina, ya decadente en su estilo, nos asegura una fecha avanzada para ellas)). «Los cazadores, que con- servaban su género de vida en el ambiente cerrado de aquellas abrup- tas montañas, vieron pasar por el fondo de los valles y llanos cas- tellonenses, a jinetes como el representado en este lugar)). Y com- para el caso con los del arte bosquimano de Africa del Sur, que pin- taron a los exploradores europeos y los de Sierra de Córdoba (Ar- gentina), en que un grupo de arte rupestre prehispánico, alcanzó a representar la lleg-ada de jinetes e infantes espaííoles con sus alabar- das y yelmos.

Y ya tenemos al caballo en Espaíía, tras haberle acompañado en sus galopadas desde las estepas del Asia Central ; es el sucesor del caballo Przewalski, mongólico, que ha de constituir la primera base sobre la que sucesivas inmigraciones no tardarán en ir dejando la importancia de sus respectivas características hasta formar la raza caballar española, admirada en el mundo siglos antes del comienzo de nuestra Era. La falta de datos relativos a equipos, táctica, etc., de,

estos jinetes iberos en su primera época, hacen inútil tratar de ex- .tenderse en el tema ; para hacerlo habrá que esperar a la edad del Hie- rro, en el primer milenio a. C. Sin embargo, en el allo 1000, como se ha visto a lo largo de estas pág-inas, ha aparecido ya en los cam- pos de batalla, la más típica forma de Caballería, que alcanzará SLT

total desarrollo en el primer milenio anterior a nuestra Era, duran- te las campañas de Sargón II, así como posteriormente, con !os medos: escitas, persas,. griegos,. celtas, númidas, cartagineses y ro- manos.

La REVISTA DE HISTORIA MILITAR, en SLI número 7,año 7960, publi- có un trabajo del hoy coronel de Caballeria, Ilmo. Sr. I3. Julio Bal-

LA CABALLERÍA EN LA HISTORIA ?+GLITAR 43

bín Delos, COII el título : Xctas para la Historia A4iiitar de la Esph-

íia prerro~mm~, en el que se decía: «Lo que no puede hacerse, es conformarse con los relatos vagos, ingenuos e infantiles de 1òS historiadores del siglo pasado y principios del actual, que limitan el examen de !os primeros tiempos a una tenue pincelada abstracta y confusa con pretensiones de inconmovible..., exponiendo los he- chos sin orden ni método».

Se ha pretendido seguir este acertado consejo tratándolo en un orden cronológico tan riguroso como ha sido posibie, y estudiando textos de autores actuales, que, además de ofrecer plenas garantías, aportan en conjunto cuanto hoy se conoce de los primeros tiempos de la Caballería,

A pesar de que los datos contenidos en las páginas que anteceden, no permiten profundizar en cada caso cuanto fuera de desear, po- drían servir para formar una correcta y precisa idea general sobre el tema.

Santander, junio de 19%.

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LA CABALLERÍA EX LA HISTORIA MPLITAR 46

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Huîcrrrssos).

I,OS ILERGETES Y SUS CONFEDERADOS IBERICOS

por la Dra. M.” TERESA OLIVEROS DE CASTRO Catedrática numeraria de Institutos Cronista de la Ciudad de Monzón

En la región del NE. español habitaron tribus iberas, que desde hacía dos milenios se hallaban en contacto con las civilizaciones más avanzadas del Mediterráneo, por lo cual su estado cultural era supe- rior al de IFIS situadas más al interior de nuestra península, afir- mando algunos historiadores, que también a la de los mismos celtas. En la comarca subpirenaica puede establecerse la línea fronteriza en- tre estos dos pueblos. Los celtas se -extendieron por el Alto Aragón, limitando con la tribu ibérica de los ilergetes por la zona de las Bar- denas reales.

El poderoso medio de comunicación del mar, <trajo a la pobla- cien ibérica del Levante español los progresos de la colonización he- lénica, que se extendió por penetración en la cuenca del Ebro. De las tribus ibéricas de esta región tenemos noticia por el geógrafo ro- mano Estrabón, que refiere que los edetanos posecan territorios al N. del Ebro. Hecateo de Mileto sitila en la desembocaclura de este río unos pueblos llamados ilaraugates, que suelen considerarse como íos que cita Plinio y Ptolomeo como ilerzavones, que dieron su nom- bre a Il’ortosa. Otro pueblo es el ilergete, una de las unidades étnicas más destacadas del’ NE. español, estimándose como el más impor-

tante del siglo III (a. de J.). Sus dominios se extendían por la co- marca de los llanos de Urge11 desde la línea del Ebro. prolongan- do su extensión por el N. hasta el Monsech. Por el S. su límite era la Sierra de Alcubierre, por el IV. el río Gállego y las Bardenac. En su territorio se hallaban integradas las dos cuencas de 10s cau- dalosos ríos Segre (Sicorisj y Cinca (Cinga), de los cuales aprove- chaban nc só!o la fertilidad de SIIS huertas, sino que sus cauces y

48 ll." TERES.\ OLi\-EROS DE CASTRO

los de sus afluentes eran utilizados como líneas de penetración a las comarcas más interiores. Su movilidad era constante y a este respecto es curiosa una referencia que da Lucano en su obra la «Phar- salia» : «...era cosa dc juego pasar el río cabalgando :obre udres hin- chados, que no dejaban nunca de llevar a la guerra y les hacían las veces de puentes y embarcaciones» (1).

La situación topográfica de las ciudades ibéricas reproduce la de los antiguos poblados de la Edad de Bronce, alzados ~...en los cerros altos de fácil defensa y rodeados de murallas en evitación de sorpre- sas» (21. Quizá más que de ciudades debiéramos habiar de poblados ibéricos, pero MenCndez Pida1 hace referencia a una Relación del autor anónimo de c(Bellum Hispaniense», que acompaííó a César cuando vino a España a luchar contra las huestes de Pompeyo, se- gún el cual las ciudades iberas « . . .estuvieron todas fortificadas en lo alto de un cerro». La naturaleza ayudaba a su defensa, por lo cual su emp!azamiento era primordialmente estra.tégico. Añade el referido autor, que estaban defendidas ((por montes, situadas en eminencias naturales que hacen muy difícil., . la entrada a ellas. De tal modo impide los asedios la misma naturaleza del terreno, que no es cosa fácil tomar una ciudad española».

La capital de los ilergetes fue Ilerda (Lérida), que responde a este tipo urbano ibérico, a modo de acrópolis, en la margen derecha del Segre. Este mismo emplazamento se observa en los p9blados de las laderas del Cinca, como en Mashnsa, en wa elevación donde se asien- ta un santuario en las inmediaciones del actual Monzón, situado aguas arriba. al pie de una fortificada muela, que también pudo ser ibérica. Siempre en la margen izquierda y remontando este río, se sitúan los llamados Aries Tolous de los romanos, a unos ocho ki- Gmetros de Monzón. Cruzando el Cinca se alza inexpugnable otra ciudad ibérica que fue Caum (‘Barbegal), dentro de los dominios ilergentes y ya más lejana Osca y Calagurris Fibularia (Loarre).

Como unidad política, la de !os ilergetes fue la más definida al N. del Ebro, y parece que su forma de gobierno fue la monarquía, con sus régulos. Sabida es la ocupación de nuestra patria por los car- tagineses, cttyo dominio perduró durante trescientos treinta años,

(1) JOAQUÍN COSTA: Politica Hidtxíulica, p+. 321. Ed. Madrid. 1913.

(2) RAM& MEN~DEZ PEDAL: Historia de Esfmña, tom. 1. rol. TTI. pig. 424.

Ed. Madrid, 7954.

Punta de lanza, aguja, punzón y anillo, todos de hierro. La primera es el famoso

c pilum> ibérico, usado también por los ilergetes. Proceden de excavaciones en las

cercanias del Santuario de la Alegría, de Monzón (IHuesca). Actualmente en el Museo

Provincial de Zaragoza.

Sarc6fagos antropoides de «El Adamilr, a unos tres kilómetros de Monz6n. En la parte superior se aprecia su disposición en hiladas.

(Foto archivo de la &zrtora)

Moneda ibérica «Mashnsa~~. Museo Arqueoldgico de Madrid.

Moneda hallada en las inmediaciones del Sanfuario de la Virgen de la Alegría, a cuatro kilómetros de Monzón (Huesca). Propiedad de don José Yáfiez L,aín, de Monzón.

LOS ILERGETES Y SUS COi-iFEDERADOS IBÉRICOS $9

rudamente frenadc por los romanos mediante el llamad? tratado del Ebro, que establecía como línea fronteriza entre sus conquistas el río Ebro, en el año 226 a. de J. C. Ante las nuevas perspectivas, la po- lítica cartIaginesa se orientó al robustecimiento de las pequeGas mo- narquías ibéricas y la formación de confederaciones de tribus, que en su día pudieran enfrentarse al poderío de Roma.

ALIANZAS Y COMBATES

La belicosidad de los ilergetes y sus luchas por mantener su in- dependencia, fueron de las más porfiadas de los pueblos peninsu- lares. La guerra entre Cartago y Roma tuvo repercusiones en las co- marcas ibéricas y en sus pueblos. Aníbal violó el reciente tratado del Ebro, cruzando este río hacia el X. En el formidable ejército car- taginés de Aníbal: según refiere Tito Livio, figuró una legión iler- gete,. que se distinguió por su combatividad. Yo sabemos el ar- mamento que llevó, pero si, que la lanza fue una de las armas más características de los pue’blos iberos. En el referido santuario cerca- no a Monzón, ha sido hallada una punta de lanza de hierro, fina y perfecta (3). En el mismo lugar se han hallado balas de plomo para hondas y escorias de fundición, e igualmente bolas de piedra, todo lo cual nos hace pensar en su pequeño centro de producción de ar-

mamento (4).

En el mes de agosto del alio 218 desembarcó en Ampurias tm ejército romano, mandado por Cneo Escipión. Las tribus’ hispanas se mantuvieron en actitud expectante. La masa de población que encontraban los romanos estaba compuesta por elementos étnicos bien dispares. Recordemos a los antiguos invasores de los campos de urnas (51, los celtas, a la sazón moldeados por la densa población preexistente, con los iberos, pero todavía conservando su fisonomía. Ca,món Aznar afirma que en esta contienda, los cartagineses se apo- yaron en los pueblos celtas y los romanos en las tribus Iberas (6);

(3) Punta de lanza dc la Edad de Hierro, procedente de &lonzón. Museo Pro- vincial. Zaragoza.

(4) PEDRO CARRILLO: 5% romana d? Suw~zo Fyineo a Cesounupsta, pág. 6.

(5) Ramh hk&DEZ I"IDAL: Ob. ref., tom. 1, val. 111, pág. 316. Ed. 1954. (6) JOSÉ CAMÓN AZX~R: BI art? y los pueblos de la i-spaiia psirni!k*a. pág. 775.

Ed. Madrid, 1954.

80 sd.* TERESA OLIVEROS DE CASTRO

Prosiguiendo la campaña de Escipión, Polibio afirma que éste se había hecho amigos o confederados a todos los clanes o tribus tíe la izquierda del Ebro ; pero el mismo historiador rectifica, al decir que el príncipe de la tribu más poderosa, la de los ilergetes, Ando- bales o Indíbil, «.. .en la batalla entre Cneo y Hannón luchó al lado de los cartagineses» (‘7). Parece probable, C~LW la suput:sta alianza de Escipión no pasaría de que alguna u otra ciudad de esta comar- ca en que los ilergetes dominaban hasta Osca (Huesca,), SC inclinaría por la causa romana. El campo de combate íue Cissa, ciudad que se supone ocupó el lugar de la actual Tarragona, capital de los ce- setanos ; librándose en el mismo año 218, en el que cayeron pri- sioneros el general cartaginés Hamxjn y el caudillo Indíbil, OCLI-

pando los romanos como consecuencia de stt victoria, el territorio comprendido desde los Pirineos Orientales hasta el Ebro (8). En Cis- sa hicieron su cuartel de invierno las fuerzas romanas.

En el año siguiente (217j, venció Cneo Escipióu en la desemboca- dura del Ebro a una escuadra cartaginesa, y luego a Indíbil (que ha- bía recobrado su libertad) y a Mandonio, t’ambién jefe ilergete. Con el fin de acelerar la conquista, Filblio Escipión ordenó una nueva tác- tica, la de dividir las huestes romanas. Por este tiempo los cartagi- neses habían recibido refuerzos africanos númidas, consiguiendo tam- bien ayuda de los ilergetes, por lo cual atacaron a los romanos, sobreviniendo a éstos un gran desastre, ya que sucesivamente fue- ron vencidos y muertos los dos hermanos b uenerales Escipiones. Tito Fonteyo salvó los restos del ejército, llevándolo más allá del Ebro, siempre perseguido por Asdrúbal Giscón. La lucha hubo de conti- nuar ‘empeñada, pues los romanos, con la derrota que costó la vida a los Escipiones, perdieron casi todo lo conquistado en seis años. Se da -como fecha probable de este desastre el año 211 a. de J. Envia- do-desde Roma, asumió el mando de las tropas Claudio Nerón, sien- do su gestión comprometida como guerrero y como político,

.Según Tito Livio, la referida derrota tuvo lugar cerca de la ciu- <ad de Iliturgi, cuya localización suscita una labor crítica. Para al- cazar alguna luz, se quiere establecer una cierta relación entre esta ciudad y la actuación bélica del caudillo ilergete Indíbil, que en años posteriores a Escipión el Africano, hijo de Publio Escipión, lucha al

(7) hiwhi ME&NDEZ PIDAL: Ob. ref., tom. II, pág. 22 ed., 393.7. (8) PEDRO AGUADO BLEYE: Historia de Espniza, tom. 1, pág. 69. Ed. Bilbao,

año 1924.

LOS íLEHGIXES Y SUS COWEDERADOS IBÉRICOS 61

lado de los cartagineses, aserto confirmado por Polibio, que refiere «...que ya mucho antes había perdido su dominio a causa de su unión con los cartagineses, y muy poco antes se lo habían devuelto a

causa de su fidelidad». Este pasaje ha sido interpretado en el sen- tido de q~xe los cartag-ineses restauraron a Indíbil en sus dominios, de los cuales había sido despojado por los romanos; debiendo de acontecer estos hechos después del desastre romano (9). Tito Livio indica, que Indíbil acudió con los suesetanos en ayuda de los car- ct’agineses y en contra de Publio Escipión.

Todas estas referencias e interpretaciones, tienden a señalar el escenario de la batalla, la comarca de la tribu a la que combatían los romanos, para poder situar en ella a Iliturgi. 2 Fudo ser una ciu- dad ilergete? Su emplazamiento era estratégico, a su espalda que- daba un río y en el momento de la acción «...los soldados africa- nos, hubieron de trepar por las rocas con ayuda de clavijas)). Des-

pués del descalabro con sus consecuencias militares y políticas, que- daron aliadas de Roma las #tribus establecidas entre los dominios ilergetes v la costa, no pudiendo moverse con soltura más que en el país de los ausetanos (región de Vich). Los cartagineses cru- zaron a la izquierda del Ebro.

En el otoíío del afro 210 llegó el procónsul Publio Cornelio Esci- pión, más tarde llamado por sus victorias el Africano. Traía consigo de Roma un ejército de J~6.000 hombres, al que debieron de unirse los auxiliares ibéricos y posiblemente también los celtíberos, calcu-

dándose el total de las fuerzas romanas al mando de Escipión en unos 35.000 hombres. Los cartagineses se aprestaron a la lucha, para de- fender el territorio peninsular, dividiendo sus huestes en tres cuer- pos de ejército, operando en distintas regiones.

EXPECTASTES

Ante la enorme contienda entre Cartag-o y Roma, cuyo campo

de batalla era nuestra península, las tribus ibéricas hubieron de sig- nificarse. Comprometida turo que ser la actitud de los ilergetes, especialmente para stl régulo Indíbil, que como hemos visto, parece que luchó en el aíío 211 al lado de los cartagineses, pero considerán- dose traicionado por Asdrúbal, se pasó al lado de los romanos,

I_--

(9) RmóN hfesfxmz l3n.t~: 06. uf., pág. 31, tom. II, ed. Madrid, 19%. ’

62 M.a TERESA OLI\‘EROS DE CASTRO

confiando en que éstos le ayudarían a recuperar sus dominios, desde el Segre hasta el Cinca, que se hallaban en podes cartaginés, al ocu- par -4sdrúbal las ciudades ilergetes (10). En los primeros momentos, Roma inició una política de atracción, mostrándose generosa y disi- mulando las simpatías púnicas (ll). En aquellos momentos, los iler- getes se hallaban descontentos de las exigencias del trato de As- drúbal Barca, que les habia pedido rehenes, pudiendo admitirse que algunas ciudades de la izquierda del Ebro se pasaron n la causa romana.

Durante el invierno 209-208, consiguió In diplomacia romana la aproximación de los principales jefes ibéricos : Edescón, jefe de los edetanos, cuyos dominios se extendían entre las comarcas ac- tuales de Valencia, Teruel y Castellón. Indíbil, el jefe más poderoso del lado superior del Ebro, de la tribu ilergete. SZandonio, su her-

mano, que se supone era cacique de ~111 clan más peque50 y vecino, de idéntica naturaleza que los ilergetes. Mediante pactos, en la pri- mavera del allo 208 los referidos caudillos unieron sus tropas a las de los romanos. Según Tito Livio, al comenzar el aíio 208 se ha- llaban al lado de Roma las gentes de la izquierda del Ebro, inclu- yendo la de los ilergetes, cuyos dominios por aquel entonces al-

-canzaban hasta Osca (Huesca) (12). Para conse,ouir estas alianzas, Roma se valía como medio, de la compra y del soborno.

EL LEPA~TA1lIESTO ILERGETE

Conseguida la conquista, los romanos oprimieron a los pueblos ibéricos sometidos, Los ilergetes debieron de hacer «...sonar su

cuerno de guerra que retumbaría por las montañas», posiblemen- te ,por motivos económicos, cansados de los impuestos sobre sus

ciudades. Indíbil y Mandonio alentaron la sublevación y se pusieron al frente de la lucha. En los comienzos, el campo de acción se limitó a las tierras de Huesca y Lérida, y a las de los lacetanos, que estaban situados entre los llanos de Urge11 y la costa. Indíbil y Mandonio reforzaron cm tropas con otras celtíberas e invadieron co- I___-_-

(10) Josf FITER: .411agón histórico, pág. 25. ($1) JOSÉ c;ALIAY SARARAR.4: La dowti.na&h YO~~~AO en Amgórz, pág. ll. ed.

Zaragoza 1964. (12) &faRíA TERESA OLIWROS DE CASTRO: Historia de Mortzón, pQg. 45, ed.

Zaragoza, 1964.

LOS ILERGliTES Y SLiCOSFEbERADOS IBÉRICOS 53

marcas cuyas tribus permanecían sumisas a Roma. Los suesetanos se localizaban hacia el interior y N. del Ebro, al occidente de los ilei-ge- tes y lacetanos, posiblemente en la actual Navarra. Por el S. 16s ii&- getes tomaron contacto con los edetanos. que entonces se extendían hasta Salduya (Zaragoza), cuyo jefe había permanecido fiel a- loti ro- manos, por lo cual los ilergetes le atacaron, saqueando su territorio.

Al conocer Escipión la iravedad de la sublevación, salió de tai- tagonova (Cnrtag-enaj, y en diez días llegó al Ebro; tardó dos en pa- sar sus tropas a la orilla izquierda y cuatro días después venció a los ilergetes, quienes tanto ellos como sus aliados, resistiieron valien- temente. Según Polibio, un tercio del ejército logró escapar con su caudillo. Los ilergetes pidieron la paz, a lo cuai accedió Escipión a cambio de una fuerte contribución monetaria, quedando el país ocupa- do hasta que fuera entregada la totalidad de la suma.

Estos combates en tierras del Levante espaso y las proseguidas más al S. en lugares que anteriormente fueron colonizados por feni- cios y griegos, que hasta entonces habían reconocido la supremacía de Cartago, dieron como resultado el que quedaran sometidas a Roma, en el año 206 a. de J. (13). Este mìsmo año regresó Escipión a Roma, con la gloria de haber añadido a su patria la provincia de Hispania.

OTRO ISTEXTO DE LIBERTAD

La paz no fue muy duradera, pues al siguiente año las tribus de la comarca interior del NE. se rebelaron de nuevo. El movimiento fue peligro’so y de mayor alcance, ya que los lacetanos e ilergetks se unen con los ausetanos, sus vecinos por el E. Al lado de las grandes tribus !uchan otras menos importantes radicadas entre ellas, los ttignohiles pop&», entrando posiblemente también en este levan- tamiento los edetanos. El poder de los lacetanos se extendía hasta Osca y Salduya.

Es de notar que aparecen frente a Roma aquellas tribus que e?i principio se pusieron a su lado, ahora quizá con el amargo convenci- miento de la posesión permanente de su suel,o por los nuevos domi- nadores ; cuando posiblemente entrara en sus cálculos y especula- ciones, el que éstos les ayudaran a levantar el yugo púnico. Los iler- getes y sus aliados fueron rápidamente vencidos, muriendo Indíbil

(13) PEDRO AGCADO BLEYE: ob. re/., tan. 1, pág. 1%.

64 X.8 TERESA OLIVEROS DE CASTKO

en la acción. Después de la derrota «...según su costumbre se dis- persaron» (14). Este desastre alcanzó de lleno a los ilergetes y a los edetanos, que se tenían por las tribus más fuertes de las márgenes

del Ebro. Las cláusulas de rendición fueron muy duras. Mandonio y los principales jefes fueron entregados a los romanos, que los mandaron matar. Para seguridad de lo pactado, los procónsules exi- gieron a todos los iberos la entrega de armas y rehenes por cada ciudad o clan.

L.4 ÚLTIMA REBELIÓX IJXRGETE

En el año 201 a. de J. se firmó el tratado que ponía fin a la gue- rra entre romanos y cartagineses, en el que sutilmente figuraba el abandono a toda pretensión sobre Espaíía, cosa que Roma no pen- só nunca en cumplir.

En la región meridional de España tuvo lugar una sublevación, en la Ulterior, que se extendió a la región del NE. o Citerior. La be- licosidad de los ilergetes se manifestó, una vez más, sobre el Pretor de la Ulterior, Helvio, que al terminar su mandato, se dirigía a Am- purias, con el designio de visitar al cónsul Marco Porcio Catón, que había sido enviado de R.oma a fin de apaciguar la rebelión. Salieron a cortarle el paso los ilergetes, siendo completamente derrotados. No se sabe exactamente el lugar donde tuvo lugar la acción, situán- dose por unos autores en Sariñena, en Tamarite de Litera o en la colina de Pilaces, en I’ae inmediaciones de Binaccd (15). Ya en Roma, pretendió Helvio los honores del «Triunfo», pero como la victoria fue en lugar fuera de su jurisdicción, sólo se le concedió el honor del «_4plauson.

En el cuadro general de la sublevación. no se mostraron belicosos los ilergetes, posiblemente por haber quedado muy quebrantados en el último alzamiento. Enviaron al cónsul Catón un hijo de su rey Bilistagos, acaso el inmediato sucesor de Indíbil, pidiéndole el en- vío de soldados que los defendieran del acoso de sus vecinos, ya que por permanecer fieles a Roma, sufrían los ataques de sus ad- versarios. Igualmente le comunicaron a Catón que, si eran aban- donados, tendrían que unirse a los rebeldes. Catón no correspondis

(14) RAMÓN MEKÉNDEZ PIDAL: Ob. ref., pág. 47. tom. II. ed. Madrid, 193.5 (15) 1. ESPA~.OL Y BAZOS: Historia de Bitzactd, pág. 3. ed. Huesm aíio 1954.

LOS ì’T.EliGLTES Y SUS COSFEDERADOS IB’ÉRICOS 66

a la fidelidad que prometían los ilergetes, reteniendo junto a sí, en medio de halagos y promesas, al hijo de Bjlistagos, como efectivo rehén. Catón alcanzó posteriormente una gran victoria en Ampu- rias, enviando después mensajeros a los pueblos sublevados para que demolieran sus murallas. Pasó aquel invierno en los negocios de la diplomacia y pacificación de las tribus del Ebro medio. La suble- vación de los jacetanos terminó con la conquista de su capital, Jaca, en el aRo 19-l a. de J., marcando el final de la campaña.

EL TRIUXFO DE C,4Tóx

Sometida la comarca ilergete, el Senado romano celebró los triunfos de Catón, accediendo a una (<suplicattio)) de tres días, con- cediéndole el ctTriunfo» sobre la Hispania Citerior. De la riqueza de los ilergetes y demás tribus del XE. espaííol, nos da una idea cl cual:tioso botín que le acompaííó, fruto de las rapiíías de gue- rra y de los pesados tributos que soportaban las ciudades. Aportó para su ingreso en el Erario « . . 5.000 libras de plata sin acuñar ; 123 bigatos de plata; 450.000 en «argentum oscense» y 1.400 libras en oro ; cantidades no superadas por ningUn gobernador de Hispa- nia» (16).

US.4 MOKEDA IJsERGETl? INTERESANTE

A medida que avanzaba la conquista y espansión de los ejércitos romanos, fueron surgiendo monedas de tipo ibérico, y esta acuíía- ción de moneda romana tuvo su comienzo en la zona de influen- cia de la colonia griega de Emporión (Ampurias), entre los años 2.18 y 214 ta. d. J. en Ilerda (Lérida) y Barcino (Barcelona). Fue- ron monedas de tipo griego, expresión de la intensa influencia he- lénica en el pueblo ilergete y de su avanzado estado cultural. Fi- guran en ellas símbolos romanos o ibéricos. Son monedas de metro- logía romana y los ases tienen « . ..el característico jinete con di- versas armas, ramo o palma al hombro» (17). La leyenda estaba escrita en caracteres ibéricos. Su cronologia comienza hacia el año

66 AZ.” TERESA OLIVEROS DE C.iSTKO

250 ‘a. de J., alcanzando hasta el año 43, fecha de Is batalla de Munda. La plata tuvo SLI apogeo después del afío 133 a. d. J. en el que fue tomada la ciudad de Xumancia. Posteriormente, con los comieii- zos de la guerra de Sertorio en esta zona del x”\‘E., se hicieron acuña-

ciones especiales, que continuaron durante la contienda en España de César y Pompeyo, que finalizó en el año 40 en la referida batalla.

Estas monedas ibéricas del NE. español son de notar por su di- namismo expresivo, «la libido». la agresividad. Aparece en ellas un

jinete con lanza, otras con dos caballos y la combatividad de las tribus queda demostrada por el hecho, de que la conquista romana

de las Galias por César, fue obra de dos lustros, en tanto que par;1 conquistar Hispania, tuvieron que invertir dos siglos las legio- nes romanas (18).

Entre las monedas que se conservan de la comarca ilergete. de- bemos de recordar la existente en el Nnseo Arqueológico de Ma- drid (19).

Como aportación acompalíamos la reproducción de una moneda ha- llada en la ciudad de Monzóll, provincia de Huesca. Es de pequeíío tamaño, unos 20 mm., en una aleación de bronce. En el anverso fi- gura una cabeza desnuda de hombre? de perfil helénico, con el cabe- llo tratado a la manera griega, muy semejante a la referida mone- da del Museo, la cual lleva la leyenda Mashnsa. En el reverso de nuestra moneda figura un caballo corpulento, en actitud de ata- que y en un ángulo una estrella. Al pie, la leyenda difícil de «S H ND.

Este hallazgo ha sido posible gracias a los trabajos que se están llevando a cabo en Monzón y en sus inmediaciones (20). Gómez Mo-

reno identifica Mashnsa con esta ciudad, y el mayor interés que se persigue, es fijar la situación de la antigua Mashnsa o Mantesa, ciu- dad referida por el historiador Tito Livio, con motivo de la de- rrota infligida por los ilergetes a los romanos, que costó la vida a sus dos generales, los hermanos Escipiones. hacia el año 211 (a. d. J.,.

(18) JAIME LUIS NAVAS: LU ag~si&hzå tie lOS Uztig?l&~ hkpm0~~. Rw. ~LI-

mism.. núm. 14. pág. 18, Madrid, marzo lQ%. (19) PI." TERESA OLIVEROS DE CASTRO: Historia de la ciudad de MONJ~I~,

fig. 20. Ed. CSIC. Zaragoza, 1964. (20) JOSE YAÑEZ ~T-AÍN : Heraldo de ,4ragórz, 12 agosto 396.7.

EL MATRIMONIO DE MILITARES EN ESPAÑA

LEGISLACION Y PROBLEMATICA CANONICA EN EL SIGLO XVIII

A LA LUZ DE DOCUMENTOS INEDITOS

por EVANGELINO DIEZ MU312 Capitán Capell&n, Doctor en Derecho Canónico

Vicesecretario del Vicariato Castrense

Si no puede existir una sociedad sin Leyes que la gobiernen, menos podrá existir el Ejército, que no es más que una sociedad

que tiene, como uno de sus principales elementos, la defensa de la civil.

Las condiciones especiales de las Fuerzas Armadas como Insti- tución requieren una regulación jurídica especial, por lo que el esta- do militar implica una modificacibn de la capacidad jurídica del indi- viduo, que se traduce en restricciones de los derechos particulares, que no sufren las personas ajenas al Ejército.

Entre las cargas y restricciones que impone el Fuero Militar, se encuentra la de ciertas prohibiciones, lice?tcias y permisos para que los militares pztedan contraer nzatkmonio.

No era natural que la legislación meramente civil se ocupara de esta materia: las Orde~Lanzas del Ejército, o disposiciones peculia- les del mismo, de tipo administrativo, son las fueates de donde pro- ceden todas las especialidades.

A partir del 28 de junio de 1632 (primera disposición: sobre la ma- teria), hasta el 2í de octubre de 1908 (última vigente), se mantiene como una constante histórica, lo que podemos llamar Ley EspaÍíola de restricciones, si exceptuamos las leyes dadas por las dos Repúb!icas (1873 y 1931), que supusieron una libertad total de la materia.

El estudio completo de estos cuatro siglos, se centra en un triple

objetivo : n) Síntesis de 1s Legislación del Estado sobre el matrimo-

nio del personal de las Fuerzas Armadas. b) Razones que el Estado espaiiol invoca para justificar tales restricciones. c) Estudio de la ac-

titud que adoptó la Iglesia para resolver la problemática amplia y espinosa en que necesariamente hubo de implicarla esta legis-

lación.

El presente trabajo se refiere solamente al siglo XVIII y no en su totalidad.

La legislación del Estado sobre matrimonios militares de 1700 :L

1800, en SLIS líneas generales, fue dada bajo el reinado de Felipe V y se encuentra en los siguientes documentos :

Real Ordenanza de 18 de diciembre de J-703 que llaman de Flan-

des, en que se concede a los Regimientos los Consejos de Guerra y trata de la subordinación y disciplina de las Tropas, su Fuero, deserto- res, revistas, castigo para las plazas supuestas, asientos, duelos y cn-

sanzientos de oficiales y soldndos (1).

Real Adición de 14 de junio de 1716 a las Ordenanzas y Regla- mentos Militares sobre Oficiales reformados, desertores, infractores,

Capitanes Generales, Consejos de Guerra, Capellanes, casuwtientos,

Sargentos, Semestre, pagas por cabrerizas y otras cosas (2).

Real Cédula de 15 de noviembre de 1720 sobre subordinación y disciplina de las tropas, desertores, desafíos, cnsnwzktos. Se re- duce a mandar que se observen los artículos de la Ordenanza de 18

de diciembre de 1701.. No hay ninguna variación en el texto.

(1) Los números que tratan sobre casamientos de los oficiales y soldados de

tropa son del 130 al X33, ambos inclusive. Pueden verse en PORTIJCX~, Jcsé Antonio : acolección General de Ordenanzas Militares)) (Madrid, 1’764). Tomo 1.0, págs. 273-

274, núm. 130. Está firmado y sellado en la Villa de Bruselas a 18 de diciembre de 1701, con el gran sello que solía usar en estos países el difunto rey D. Carlos II,

nuestro muy caro Señor y Tío, en tanto el suyo esté hecho.

(27 Abarca el número 36 de las Ordenanzas - puede verse en PORTUGUÉS, José

Antonio : aColección General de Ordenanzas Militares» (Madrid. 1764), tomo II, pá$na 172. Sellado con mi real sello secreto. Dado en el Real Sitio del Pardo, 14 de

junio de 1716.

EL MATRIMCIXIO IlE MILITARES EN ESPAZ?A 54

Ordenanzas de 12 de junio de 1728. Libro II. Título 1’7; Sobre casamiento de Oficiales y soldados (3).

Real Decreto de 19 de enero de 1741 sobre prohibición de cusa- mieizto de Oficiales y soldados (4).

Orden de 19 de febrero de 1790 sobre arrestos de cualquier indivi- duo del Ejército por esponsales (5).

Los principales documentos inéditos, que van a ser usados para

la me!;or comprensión de la Legislación del Estado, son los que a continuación se enumeran :

Apuntamientos del Cardenal Borja para la nueva Bula que se puede pedir a Su Santidad para el Servicio de la Jurisdicción Ecle- siástica N’ilitar de todos los Ejércitos (6).

Pareceres de los Padres Confesores de SS. MM. sobre no dar licencias de casamiento a los Oficiales (7).

Informe de D. Francisco Núñez de Castro sobre no dar licen- cia de casamiento a los Oficiales (8).

(3) Comprende nuestra materia el libro II, título 17, números 1 al 5, ambos in- clusirc. y se encuentran en POTUGUÉS José Antonio: Kalección de Ordenanzas Mi-

litaresc (Madrid. 1764), tomo III, pág. 185. Dada en Madrid, 12 de julio de l?%, siendo Secretario de Estado D. Baltasar Patiño.

(4) De este Real Decreto se impr-imieron muchas copias, que se difundieron profusamente entre los militares. Una de ellas ha sido manejada y estudiada por el

autor. También la recoge con toda exactitud PORTUGUÉS, José Antonio: Ko’ección

General de las Ordenanzas Militares» (Madrid. 1764), tomo III, págs. 432-435.

(5) Puede verse el Decreto del Tribunal Castrense de Madrid determinando

prisión contra un oficial por causa pendiente de esponsales K ;a Orden cursada por e! Rey y suscrita por clon Jerónimo Caballero, el 19 de febrero de 1799, en

BACARD!; Alejandro de: «Apéndice al nuevo Colóm~. o uApénd:ce a los cuatro to-

mos de Juzgados Nilitares de Espaíia y sus Indias» (Madrid, 1’791), pág. 38.

(6) Se encuentran en el Legajo 5.363 del Archivo General de Simancas. Se-

cretaría de .Guerra Moderna. Vicario General del Ejército.

(7) Se hallan en el Legajo 5.364 del Archivo General de Simancas. Secretaría

de Guerra Moderna. En este mismo Legajo hay una serie de declaraciones rea-

les que mandan se observen las ordenanzas en punto a casamientos, haciendo

responsables a los jefes, fechadas en distintas ciudades españolas.

(8) También se encuentra en el Legajo 5.364 del Archivo General de Si-

mancas. Secretaría de Guerra Moderna. Forma parte del dictamen de los Pa- dres Confesores, aunque él no ostentó nunca este cargo, ni siquiera consta que fuera sacerdote.

60 EVAPÍGELI-\íO DíEZ ;MUhZ

Dictamen ,de D. Isidro Gil de Jaz sobre el uso o autoridad de un Príncipe en punto a matrimonios (9).

Consulta del Consejo de Guerra sobre la representación que hizo el Obispo de Barcelona, como Vicario General del Ejército, contra

un Oficial a quien el Arzobispo de Tarragona concedió licencia para casarse en secreto, habiéndosela negado antes el Obispo por ir con- tra la Ordenanza (10).

Rey. Sobre casamiento de los militares (11).

Con estos materiales de primera mano, intentamos hacer el pre- sente estudio a base de una reflexión directa sobre todos los textos, $grupándolos, para más claridad, en cuatro grandes apartados : Re- quisitos de celebración, motivaciones, sanciones y problemática ca-

nónica.

Se estudia, especialmente, la postura que la Iglesia adoptó ante la Legislación estatal para «oponerse» a estas disposiciones matri- moniales tan severas, mediante una serie de instituciones canónicas que le son propias : tales, la dispensa, la exención, la tolerancia, et- cétera.

En este marco, se estudian los matrimonios clandestinos en el Ejército, y el problema de conciencia que afectó directamente al rey Felipe V a la hora de dictar estas disposiciones.

(9) Se encuentra en el Legajo 5.364 del Archivo General de Simancas. Secre- taría de Guerra Moderna.

(10) Está fechada el 9 de abril de 1741 y se halla igualmente en el Legajo 5.364 del Archivo General de Simancas. Secretaría de Guerra Moderna.

(ll) Pertenece al Archivo Histórico Militar: <tColección Conde de Clonardr. Legajo 27. Contiene 20 artículos, y nos interesan los tímos 1, 2, 3, 4, 13 y 14. Con algunas modificaciones lo recoge VALLECILLO, Antonio : Ordeaawas de S. JIfa- jestod pura el régimen, disc$lka, sz&ordina&% y serzkio de SUS Ejércitos. (Ma-

drid! 1850-1852). Tomo III, pág. 678. El texto original contiene 14 renglones más de los transcritos por Vallecillo.

EL MATRIMONIO DE MILITARES EN ESPAÑA 61

1. ESTUDIO DE LA LEGISLACION MILITAR

MATRIMONIAL

A) PARTE DISPOSITIVA SOBRE LOS MATRIMONIOS CELEBRADOS SEGÚN

L.4 FORMA ORDINARIA:

1.” Generales, Jefes y Oficiales.

Xcccsidad de In licencia previa: Se mantiene, durante todo el si- glo XVIII, como una constante, sin ninguna interrupción : «Prohibi- mos a todos los oficiales de las tropas casarse sin nuestra licen- cia» (172s). «Prohibimos a todos los oficiales de casarse... sin el cowenhmiento dei Maestro del Campo» (1701). «Y así mismo man- do no se admitan oficiales casados de Coronel abajo» (í.742).

A quienes obliga: A todos los Oficiales que estén en activo. Fe- lipe V, por la Ley de 23 de abril de 1714, determina las personas que deben gozar del Forero Nilitnr, con estas palabras:

«Son los militares que actualmente sirven y sirvieron en mis Tro- pas regladas, o empleados que subsisten en el ejercicio actual en guerra y que como tales similares gozaren sueldo por mis Tesorerías de Guerra: Todos los oficiales militares de cualquier grado que sir- vieren en la Marina y Armadas de Mar con patentes mías y suel- dos por mis tesorerías» (12).

En 1.740 Fe dice taxativamente : «No se admitan oficiales rasados de Coronel abajo en los Regimientos de Infantería, Caballería, Dra- gones, Ingenieros, Estado Mayor y Artillería, ni pueden gozar suel- do de tales los que sean admitidos solteros y se casen, también se les aplique lo mismo, aunque sea con mi Real permiso».

Hay una mitigación en el Real Decreto de 1742 que permitía a los oficiales separados del servicio, por haberse casado sin licencia, aspirar a ciertos destinos sedentarios, que se cokderaron compati- bles con el estado conyllgal, y, cn los que era autorizado, con mayor libertad, el matrimonio.

El 20 de octubre de 1760 se publicó una Ordenanza de Casamien- tos que restableció en todo su rigor la Legislación antigua.

(12) Novisimz recopilució~t de Leyes de Espal?n (kdrid, 1SOá). volumen III, página 27.

Autoridad que couccde lu licem-icl: El Maestre de Canopo General, para la Infantería ; el General de la Caballería, para oficiales de Caballería y Dragones ; para los restantes, sus Directores e Inspec- tores» (1701).

La licencia real, en 1728, ha de ser «por mano del Director Ge- neral, o Inspector General respectivo».

Cuándo pedil- In lice?lcin: Por supuesto, antes de celebrar el ma- trimonio. El 12 de octubre de 1787 empieza a exigirse esta licencia para contraer esponsales.

Requisitos: La Ordenanza de 20 de octubre de 1760, exige que los contrayentes sean de tal calidad y circunstancias que merezcan en- lazarse con un oficial.

El Reglamento del Montepío Militar de 1761 aclaró estos pre- ceptos, determinando que la calidad de las contrayentes había de consistir en que fuesen hijas de padres «nobles o hidalgos» o, por lo menos, del (testado llano)), de hombres buenos, honrados y lim- pios de sangre, que justificasen una dote de 20.000 reales de vellón, las primeras y, de 50.000 las segundas (33).

En el Reglamento del Montepío de 1792, se estableció estas di- ferencia: Si el contrayente tenía derecho al Montepío, las mujeres, que casasen con ellos, habían de acreditar su cnlidnd, pero 110 dote, aunque se recomienda mucho a los oficiales que las busquen, «con al- gunos posibles».

Resolución: En líneas generales no cabe recurso alguno contra la decisión tomada ; pero el Rey aconseja que «solo se practica la excepción entre personas de reconocidas conveniencias».

(13) Carlos T- da, ya en 1550, una Ordenación única que afecta ;i todos los Rei-

nos españoles. En ella distingue dos clases : los grandes de España y !os títulos del Reino : Duques, Marqueses, Condes, Vizcondes y Barones que forman la alta nobleza. La baju nobleza consta de los infanzones y fijosdalgos, o hidalgos, G caballeros. Aunque gozan de la condición nobiliaria, quedan relegados a un

segundo lugar. En último lugar tenemos al estado Bailo, que se constituye por los vecinos que viven en un lugar, ciudad o villa. Constituye este último, un es-

tado que se califica de popular, llano, o real, según que se considere que está formado por el pueblo libre, el común de las gentes, o que dependa directamente del Rey. Cfr. GARCÍA GALLO, Alfonso: El origen y la mohciórl del Derecho (Ma-

drid, l!%'), págs. 702.705.

El parecer del padre Guil!ermo Liar-che, Confesor Real de 1726 a 1734, que emite

sU dictamen ell el mismo oficio donde se le pide,

oficio en que José Patiño, Ministro de M .’ alIna e Indias, envía al Arïcbispo.Ohis- po de Segovia el expediente de militares que desean casarse a fin de que emita informe. José Patiño, fue klinistro de Marina e Indias y después de Hacienda (15f&]756)

Reorganizó el Ejército y la Hacienda. Se dice que Felipe 1. senrIa por SU hlinistro ratino

tal aversión, que despachaba siempre con un biombo por medio. AuAque la firma del Arzobispo resulta ilegible, es de Dcmingo Valentín (;t:trra, EeFún vlcenle de ia

Fuente en su obra <Historia Eclesiástica de EspaGa>. Tomo \I (Madrid, 1875), p, 288-

EL ,MATRIhlOSIO DE MILITARES EX ESPAgA 6S

2.” SZdboficinles :

Se rigen por las mismas normas que los oficiales en lo referente a la necesidad de la licencia previa, quiénes están obligados y autori- dad que la concede.

En relación con los reqz&tos, se hace necesario «tener por su casa, haberes suficientes para sufragar 0 sostener la nueva obliga- ción de matrimonio, quedándole libre todo el sueldo para la decen- cia que exige su persona, si la esposa era hija de oficial ; pues si pertenecía al orden civil, debía unir a la calidad de su familia una dote proporcionada a la del contrayente».

El Reglamento del Montepío de lT’í6 determinó que la contrayente tuviese las mismas condiciones que para los oficiales y, además, que el contrayente subalterno acreditase tener, por su casa, las necesarias comen~iencias, que, posteriormente en 1771, se fijaron en 60.000 rea- les, bienes que habían de consistir en dinero, fincas u otra especie real y efectiva.

En el Reglamento de 1796, se exige a las contrayentes, además de la callidad, la co?we?zien& de 28 a 50.000 reales, según su linaje, independientemente de los 60.000 reales que debían aportar los novios.

3.” .Soldndos :

Se mantiene durante todo el riglo la necesidad de una licencia, concedida por escrito para que puedan casarse: 1701. «Prohibimos so las mismas penas de casar algún soldado de Infantería, Caballe- ría o Dragones, sobre algún pretexto que pueda ser sin una licen- cia por escrito y en buena forma». En 1’728 se repit’e exactamente la misma prohibición. En 1’742 habla el Rey de «los graves per- juicios, . ..de permitir que los Oficiales y soldados de mis tropas se casen...)).

4.” Deyecllo Penal:

Militares oficiales : Pérdida del empleo : «Quitar inmediatamente del empleo». En 20 de octubre de 1760, señala: ((Pérdida del empleo y del derecho de legar pensión».

64 EVANGELIP;O DÍEZ N&Z

Soldados: 1701 ((...por ello pierda su antigüedad en la Compañía ; y que sea obligado a servir todn su z<dn, aun en caso que haya em- peñado en el servicio por un tiempo limitado».

1716. «...se le dé algún castigo por su inobediencia por no haber pedido la licencia de sus Jefes)).

17%. «...se dé algún castig-o arbitrario al oficial Comandante, de mas del que queda expresado, por inobediencia».

Cwus, FmCles, Copellanes 3’ Li~~z.ostzcl-os : Incurren en ((Real des- o bediertcia e i~zdigwcióm».

Vkz,70 Gezeml Castrense y Capell&aes militnl-es : Incurren tam- bién en descibediencia y Real indignación.

Arzobispos, Obispos, Provisores, Vica~lo y .\‘acerdotes en, Gene- ra.1: Desobediencia y Real indignación (171i) :

«Hemos mandado escribir cartas a todos los Obispos para que apli- quen la debida providencia a este abuso» (1728).

KY he prevenido lo conveniente a todos los Arzobispos y Obis- pos, para que con la mayor circunscripción cuiden de que sus Provi- sores y Vicarios no den las Licencias que acostumbran para casa- mientos de oficiales y soldados : Y lo mismo al Capellán Mayor, Vicario General de mis Ejércitos para que haga eI propio encargo a los Capellanes de los Regimientos, a fin de que no faciliten ni con- curran a los referidos ma.trimonios...» (1742).

Las Reales Ordenes de 1774 y 1775 determinan que toda deman- da, sobre obligación matrimonial, contra oficiales del Ejército y la Armada, SC ventilará, cn justicia, ante XI Juez respectivo ecle- siástico, es decir, el Castrense.

5.” Razones que justifican estas Leyes:

a) En 1’701 no se da ninguna razón. b) En 1716 y 3728, se alude: «Al i~~comv~~icnte de que los Curas

y Párrocos pasen a casar sin que precedan las licencias.. . Hemos mandado escribir cartas a todos los Obispos para que se aplique la debida providencia a este abuso». El Rey lo considera inconve- niente y lo tilda de abuso, pero no da ninguna razón.

c) En 1’742. En este Real Decreto hay una amplia exposición de

EL MATRIMONIO DE MILITARES EN ESPAÑA 65

motivos que han movido al Rey a condenar a los militares a un ce- libato obligatorio. He aquí las más importantes :

Razón estratégica (14): «Los graves perjuicios y desórdenes

contra su Servicio y la causa pública y razones de buena disciplina». Son incomparablemente mayores los inconvenientes que se siguen de In libre concesión dc casamientos que los que pudieran resultar de su denegación. ((1-a carga del matrimonio los acobarda)).

Raso% econohical: La existencia de SUS sueldos «Escasamente pro- duce lo suficiente para mantener su decen.cia, sin la carga del ma- trimonio». También alude el Rey al «infeliz y mísero estado a que quedan reducidas sus mujeres, en falta de sus maridos, gravando mi real erario».

Nepotkzo.-Gravan la Hacienda Pública, «ya con pensiones para su subsistencia, ya para la de SLIS hijos, con empleos...)).

Falsos pretextos.-Que aducen para burlar 1s Ley:

1) Contratos, 2) Motivos de conciencia. 3j El evitar mayores males.

I~zdetewakadas : Y «otras j,ustas, bien premeditadas reflexiones.. ., consultado tan delicado asunto con personas de ciencia y conciencia».

B) I’ARTE DISI’OSITIVA SOBRE LOS MATRIMONIOS CELEBRADOS SEGÚN

LA FORMA EXTRAORDINARIA Y OTROS SIJBTERFUGIOS PARA BURLAR LA LEY

Como hemos visto en el apartado anterior, la Legislación mi- lit/ar del siglo XVIII condenaba a los componentes de las Fuerzas Ar- madas a un casi celibato obligatorio ; pero, una cosa es la Ley, y otra, la naturaleza humana que reclamaba sus fueros y así, «se empeñó una lucha titánica entre la Ordenanza que trataba de imponerse, y la na- turaleza que reclamaba. sus exigencias, y en la que forzosmente, habría de resultar vencida la primera» (í5).

(14) Respetamos este término clásico en la subdivisión. Hoy diríamos urazón de combatividad» o razón de «moral de combate>.

(15) ZAIDÍX y IABRID, Plácido: xColecciones de Rreves y Rescriptos ponti- ficios de la Jurisdicción Eclesiástica Castrense de España» (,1928), tomo II, pág. 190.

Ya en la misma Ordenanza, dada por Felipe V en 19 de ene- ro de 1742, sobre la prohibición de matrimonio a oficiales y solda- dos, se entrevén y desenmascaran algunos de los medios que em- pleaban los interesados para burlar la Ley.

Los podemos resefiar en este orden:

1.” Matrimonios cldxdestirlos. 2.” Espomnles. 3.” Matrimonios de comiewcia y de l~omr. 4.” Recomendación de personas importmder. 5.” 0 cultn~ció~z de la per.son.alidnd ynilitar. 6.” Cmo.; fingidos de peligro de muerte.

Vamos a hacer una exposición más detallada de los matrimonios clandestin.os, de gran tradición en el Ejército. Los demás métodos empleados serán estudiados en otro trabajo posterior, debido a la limitación de espacio concedido a éste.

1.” Matrimonios clandestinos :

Noción de clandestinidad: Las Partidas (16) distinguen tres cla- ses de clandestinidad: «La primera es, cuando encubiertamente los hacen y sin testigos, de modo que no se puedan probar. La se- gunda es, cuando los hacen ante alg-unos; pero no piden la no- via a su padre o a su madre, o a los otros parientes que la tienen en guarda, ni les dan sus arras ante ellos, ni le hacen las otras hon- ras que manda la Santa Iglesia. La tercera es, cuando no lo ha- cen saber consejeramente en aquella iglesia donde son parroquianos».

Más cercano a nosotros, en 1865, el tratadista militar Bacaydí (1.7)

(16) ALF~&O X: Las Parfides. Par. 4.*, título 3.0, Ley 1.a. (li) EACARD~, Alejandro: c(Apéndice al nuevo Colón», o «Tratado del De-

recho Militar de España y sus Indias». (Rarcelona, 19(S), segunda edición, III, pá- gina 75. La primera clase de rb%desti??idad. a que se refiere &.CARDI, es la con-

denada por el Concilio Tridentino, declarando nu!~os tales matrimonios. ¡La segun- da constituye los llamados matrimonios por sorpresa, que no fueron condenados por e! Concilto Tridentino y se consideraron válidos hasta el 20 de mayo de 1908, en

el que por el Decreto Ne Temerc se exigió la presencia actitud del pirroco. Aun-

que esto pueda llamar poderosamente la atención, nos consta con toda certeza que el Concilio Tridentino al introducir la forma canónica así, la considerb suf-- ciente para asegurar la publicidad del matrimonio. Var-ias veces se preguntó a fa

habla de dos clases de clandestinidad: Primera: El matrimonio clan- destino que es celebrado sin la concurrencia del párroco y testigos, por tal defecto de formalidad, es nulo, según lo dispuesto por el Concilio de Trento, sesión 24, capítulo primero, y cuya observan- cia se recordó por Decreto de 7 de enero de 1837.

»Así2 pues, el oficial que casase sin la licencia, sin su propio párro- co o persona que este delegase, además de hacer un acto que 1x0 tiene valor algun,o, pierde su empleo».

Segunda: ((Clandestino de segundo orden, cuando se celebra sin que precedan las clenunciaciones, y sí a presencia del párroco y tes- tigos, a quienes se convoca cautelosamente y con engaiio para que autoricen el matrimonio, en lo cual cometen delito los contrayentes. Se castiga con ficrdimie~alo de bienes y destiwro perpetuo de los do- minios de su Majestad en que no pueden entrar so Pena de wuel-te».

En rigor, únicamente puede darse el nombre de matrimonio clnw destino, al que se intenta contraer prescidiendo de las solemnidades ese?zciaZes. El Concilio de Trento dispuso que, al matrimonio pre- cediesen tres amonestaciones y que confesaran y comulgaran los con- trayentes... : pero estos requisitos son sólo accidentales, afectan sólo a la licitud, mientras que la asistencia del párroco o del Ordinario, o de un sacerdote legítimamente delegado, y de dos o tres testi- gos, afectan a la validez del contrato sacramental.

La clmdestinidnd en lo Jwisdiccihz Castrense: Cuando se publi- có el BT,eve quonian? in exef*citibus, en 1737, interpretaron mu- chos, como una extensión del impedimento de clandestin,idad, el texto de la clkula 10j en la que Clemente XII prohibe la celebración de matrimonios de jurisdicción mixta, sin que asistan ambos párro- cos, diocesano y castrense.

Esta cláusula dice así, en su traducción castellana :

Santa Sede, y la contestación era siempre la misma: «Satis provisum est per Con-

ciiiutn». Debemos anotar que el concepto de clandestinidad t’ene una historia bastante accidentada, que va íntimamente unida a la evolución del matrimonio

pílblico del que representa el aspecto negat’vo. Los autores hablan de cinco acep- ciones distintas del concepto de clandestinidad: :I,a primera va desde los pri meros siglos de la Ig’esia hasta el Concilio Lateranense; la segunda hasta el Con-

cilio de Trento : la tercera hasta el Decreto de Xe Tenberc ; la cuarta la del Códig-o con sus Cinonei: 1.043. 1.13i y 1.139, párrafo segundo ; la quinta la de aque-

llos no ohligados x guardar la forma canónica del canon 1.099.

68 EYASGELISO DÍEZ MURIZ

«Si ocurriese en dicho tiempo, haberse de celebrar el matrimonio entre personas, una militar, o que perteneciese a dicho Ejército, y otra, súbdita del párroco del lugar, donde hace el Ejército su es- tación, en tal caso, ni el párroco pueda asistir sin el sacerdote ni el sacerdote sin el párroco, sino que los (dos) juntos han de hacer la función ; y si se percibe lícitamente algún emolumento o estipendio, se reparta entre los dos» (18).

Esta cláusula fue literalmente reproducida en las prórrogas coll- feridas por Clemente XIII, Fío VI y Pío VII (19).

El criterio estrecho, que los Sz~bdelegndos aplicaban a la interpre- tación de los Breves Jurisdiccionales y Disposiciones complemen- tarias, hizo que se multiplicasen los procesos de clandestinidad. te- niendo en cuenta las graves dificultades que ponían las Ordenn~vas al casamiento de los militares.

Los procesos de clandestinidad se incoaban algunas veces por denuncias de personas malévolas, y más frecuentemente, a con- secuencias de indultos generales (20), que solían otorgarse a los mi- litares casados sin Real Licencia con ocasión de bodas reales o a la terminación de alguna guerra. En uno u otro caso, se acogían al indulto centenares de oficiales y clases. Antes de otorgar la gracia, el Consejo Supremo de Guerra remitía cada expediente a la Subdele- gación en cuyo distrito tenía el solicitante SLI destino, mandándola a informar acerca de la validez o nulidad del matrimonio, sobre el que versaba la consulta. Si el matrimonio era declarado 11~x10, el Vi- cario, de acuerdo con el Consejo Supremo, solía autorizar la reva- lidación del mismo, y esto daba lugar a un segundo expediente.

Notas Izistóricns sobe el llamado impedimento de clandestinidad: La Iglesia aborreció y prohibió siempre los matrimonios clandestinos ; pero reconoce que, por un principio de Derecho Natural, el matri-

(18) Archivo General de Simancas. Legajo 202. Secretaria de Marina. (19) En el Breve de Clemente XIII. <le fecha 10 de! 3 de 1762, esta cláusula

pasa a ocupar el nGmer0 1s; pero coincide con el 19 <Ie Clemente XII. Pío VI, et? el Breve de 6 de octubre de 17'i5, en la Edición Oficial terminaba el párrafo 18,

en su forma latina, así : «Et inter SC diridan:~). T,a del Ereve de ITi? : nEt Inter- esse debeant». Sin embargo, la traducción castellana es la misma.

(20) Entre los principales podemos citar: 20 de diciembre de 1857; 15 de

marzo de X350; 20 de diciembre de 1%4; 23 de diciembre de 1886; 5 de marzo de

1890; 15 de junio de 1890; 7 de febrero de 3901 ; 3 de mayo de 1906; 9 de febrero de 3912; 21 de marzo de 3.912; 31 de febrero de 3913. por referirnos sólo a los más rec’entes.

EL ivlATRI;\IO~IO DE IMILITARES EN ESPAgA 69

monio se realiza por el simple consentimiento y no puede anularse por falta de solemnidad. Sólo exigía que el mutuo consentimiento fue- ra dado de puesellte, pziólica, expontánennze,nte y conocimiento. Por eso si los contrayentes estaban bautizados y otorgaban consentimien- to, naturalmente suficiente, el matrimonio era válido y se conside- raba hecho iv fa& Ecclesiae.

El Concilio Tridentino er, el Capitulo ï‘a.metsi y después de lar- gas discusiones que pasaron por cuatro esquemas previos, y siendo protagonistas principales los Obispos de Francia y España y muchos Príncipes civiles, entre ellos los Reyes de Francia y España (21), introdujo una novedad fundamental al establecer una forma jurídi- dica para la validez del matrimonio.

El día 15 ,de julio de 1563, por 133 votos a favor y 55 en contra, entre los que se encontraban grandes Cardenales, se aprobó el cuarto Esquema que iue el definitivo. Es un Decreto General y amplio que trata de los abusos del sacramento del matrimonio. Consta de 10 ca- pítulos. Este se encuentra en el capitulo Tnmetsi. Es conocidísimo y lo transcribimos literalmente aquí :

«Qui aliter, quam praesente parocho ve1 alio sacerdote de ipsius parochi seu ordinarii licentia, et duobus ve1 tribus testibus matrimo- nium contrahere attentabunt, eos Sancta synodus ad sic contrahen- dum omnino inhabiles reddit, et hujusmudi contractus irritos et mullos esse decernit, prout eos praesenti decreto irritos facit et an- nullat» (22) _

Así nació el llamado irmpedimenmto de clandestikdad que se man- tuvo hasta el Código con esta terminología.

Esta disposición tridentina de carácter universal, la condicionó el Concilio a su promulgación en cada una de las Parroquias, de tal modo, que sólo era obligatoria su observancia en aquellar en que la forma conciliar había sido promulgada. A veces era difícil saber si existía tal promulgación.

(21) Para un estudio completo de todas las vicisitudes, puede verse la exce- lente monografía de VENDER, Iludovicus, 0. P., Forma Juredica acelebrationes wau- trimn ii. Comentah4.f ~irz cnlzo*zes», 10941909 (Roma, 1960) y ILAMAS LOURIDO, Ra- món : Fomzu swtadal del matrimonio canólzico (Barcelona, 1960). Trabajo pu-

blicado en el tomo X de la Nueva Enciclopedia Jurídica. Tiene abundante y se- lecta bibliografía, prácticamente completa hasta la fecha de su publicación. Es muy interesante el estudio que hace de la forma en sus relaciones con el Derecho Civil. Termina su exposición con el Código.

I (22) Concilio Tridentino. Sesión 24. Capitulo 1 de «Reformatione matrimoniiu.

Tuvieron que pasar casi tres lar, eos siglos para que la Iglesia

promulgase el Decreto &c l‘emerc, de 21 de agosto de 1907, que entró en vigor el 19 de abril de 1908, el cual hizo de hecho universal la forma jurídica sustancial del matrimonio, con retoques y alte- raciones de importancia en la estructura de la Ley Tridentina.

Entre los cambios esenciales, podemos notar los siguientes : 50 se requiere la asistencia del propio párroco, sino la del párroco en cuyo tewitorio se celebra el matrimonio. Se instituye por primera vez, una forma extrnor&avia, en la que se provee al matrimonio en caso de peligro de muerte y otros casos urgentes. La Ley se ex- tiende n toda la iglesia. No necesita promulgación local, y por úl- timo, no basta la presencia paûivn del párroco, y no puede ser coac- cionado por medio grave...

Una etapa ulterior fue marcada por la promulgación del Código de Derecho Canónico, que recogió sustancialmente la legislación del Decreto Me 7‘emeye con los cánones 1.094 y siguientes. Como última meta en 1~ evolución larga de la forma jurídica podemos se- nalar la instrucción «Matrimonii sacramentum))t de 18 de marzo de 1966 y el Decreto «Crescens matrimoniorum)), de 22 de febrero de 1967, en los que se introduce la novedad de exigir la forma en deter- minadas circunstancias, sólo para la 1icitu.d.

Como se ve, la Iglesia tardó mucho en introducir la forma ca- nónica concreta. Grandes eran las dificultades que impidieron abo- lir los matrimonios llamados clandestinos y los de «sorpresa». Esto se hizo para no dar a entender a los católicos que era la autoridad pública la que creaba el matrimonio, y dar realieve a la libertad per- sonal defendiendo que los cónyuges son la causa eficiente del matri- monio.

Por eso en el Código no se configuró la forma sustancial como impedimento matrimonial, porque se discutió ya en el Concilo Tri- dentino, si la imposición de la forma sustancial excedía la com- petencia de la Iglesia, que no puede mudar Ia sustancia de los sa- cramentos. Así se modificó el título del capítulo 6.” De fmwm mx- Mwzonii, por el de formu celebratz’onis, de modo que se viera que la forma se refiere a la celebración y no al sacramento (23).

(23) MIGUÉLEZ DOMÍNGUEZ. Lorenzo: E6 matrimonio. Comentarios al Co’digo de Derecho Canónico. II (Madrid, 1958), págs. 653-GM. FUENMAYOR CHAPÍN, Amadeo de: El matvimonio y el Concordato espkiol (Madrid, 3963). pág. 22.

EI. MhTlUMOXIO DE MILITARES EN ESPAgA

Mnthaom’os cknirzdeshos ej% ~1 Ejército: Durante la guerra de la Independencia, tanto los guerrilleros, como los milicianos movi- lizados y oficiales del Ejército regular, se casaban a su antojo, sin reparar en obstáculos de orden militar o civil; pero, al terminar las hostilidades, se incoaron pocos procesos de clandestinidad, porque la carrera militar ofrecía escaso porvenir en aquellas circunstancias. Por el contrario, más tarde, se prodigaron los indultos al terminar la primera guerra civil? y las Subdelegnciones sustanciaron expe- dientes de clandestinidad por docenas, aplicando a casos idénticos, las soluciones más variadas.

Znidin recuerda varios casos (24), en los que para comprobar la validez del matrimonio que habían contraído sin real licencia, se mandó instruir información primaria y se tardaron vwios años en llegar a una solución.

Con ocasión de indulto concedido a los oficiales casados sin real licencia, consiguieron los Subdelegados, que, al menos en principio, se considerasen ?zuZos los matrimonios con algún defecto subsanable, y esto exigía la instrucción de numerosos expedientes, que, a juicio de los Subdelegados, habían de ser sustanciados a petición de par- tes. Por eso, cuando el Tribunal Supremo de la Guerra impuso la tramitación de oficio, tanto para los procesos de clandestinidad, como para la revalidaciones consiguientes, cada Subdelegación en- tendió a su modo las disposiciones del Derecho.

Había algunas que continuaban aferradas al error de considerar modificado el capítulo Tametsi por los preceptos de los Breves y Re- glamentos castrenses ; otras, consideraban válidos los matrimonios de Jurisdicción Mixta cuando habían sido celebrados entre ambos pá- rrocos, aún sin despacho de soltería dado por la Subdelegación ; otras, se inclinaban a reconocer la validez del contrato sacramental otorgado ante el párroco de la mujer, suponiendo que, antes de ca- sarse era perteneciente a la Jurisdicción Ordinaria ; otros admitían la

(21) ZAIDÍN y J-ABRID. Plácido: KoleccYm de Breves y Rescriptos Ponti- ficios de la jurisdicción Eclesiástica Castrense de España». Volumen II (Madrid, 1928). pig. 266. Cita entre otros el caeo del fecundo escritor militar don José Muñiz y Terrones, autor del nDiccionario de J,egislación Militar» (Cádiz, 1885),

fr de las aordenanzas de S. Majestad para et régimen...» (Madrid, X330-82) en eI que, para comprobar la val,idez del matrimonio que había contraido sila reaà li- cctz,cia se mandó instru’r información sumaria el año 1886, tardándose cinco aiíos en terminar el expediente. a pesar de las reclamaciones del interesado, de1 Consejo Supremo y del Vicariato.

validez de! matrimonio celebrado ante el capellán castrense, cuan- do ambos contrayentes pertenecían a la Jurisdicción privilegiada ;

otros adoptaban interpretaciones más benignas, sobre todo desde que se hizo cargo del Vicariato el señor Obispo dc Córdoba don Juan José Bocel y Orbe (%), por Real Decreto de 19 de julio de 18S9.

En esta línea, es desconcertante la Circular dada por el Vicario

General Castrense, don Pedro JosC Ponte (Z;, de fecha 30 de enero de 18?&, en la que habla de «defectos y nulidades con- siguientes a la infracción de Leyes canónicas y civiles». Las úni- cas Leyes que habían infringido estos capellanes, eran las que pro- hibían contraer matrimonio sin la debida real licencia y, que de nin- guna manera, su defecto puede causar la invalidez de un matrimonio.

En el Archivo de Simancas (27), se halla la consulta del Conse- jo de Guerra, sobre la representación que hizo en 9 de abril de 1741, el Obispo de Barcelona (25), Vicario General del Ejército, contra un oficial al que el Obispo de Tarragona (29) concedió licencia para casarse en secreto, habiéndosela negado antes el Obispo, por ir con- tra la Ordenanzn. He aquí cómo sucedieron los hechos:

Exposición que hace el Obispo de Barcelona en -18 de febrero de 17’42: Don Eugenio de Obregón, Brigadier de la Compañía de Gra- naderos a caballo, solicitó permiso para contraer matrimonio en se- creto, ínterin recibía la licencia de V. M. que esparaba. Se negó a condescender a su instancia, respecto de sey contm Oydenanrvcxa.

(25) Fue nombrado el 23 de junio de 1838 y falleció el 18 de marzo de 1848. Hasta la muerte del Patriarca Allué, el 5-4-1842, desempeñó el cargo con nom-

bramiento real, pero sin confirmación por la Santa Sede. En el Rescripto de 18~3-lS43, fue delegado pontificio por cinco años. En funciones de Vicario Gene- ral, reeditó el Edicto del Cardenal Cebrián, sobre dispensa y ayuno.

(26) Nació el 10 de febrero de 1777, fue Vicario General desde el 10 de febrero de 1837 al 11 de junio de 1839 y fue nombrado Arzobispo de Méjico en 1815. Toda la Nueva España ardía en la guerra de la Independencia. Debe con-

siderarse como un Delegado del Vicario legítimo, Allué. (27) Archivo General de Simancas. Legajo 5.363. (28) Francisco de Castillo y Vintimilla, fue Vicario General desde el 10 de fe-

brero de 1741 al 15 de noviembre de 1749. Tan pronto como se hizo cargo de su empleo empezaron a llegar las protestas al Obispo de Barcelona, que era Vica-

rio General. %a Jurisdicción, en esta etapa fue mal recibida en casi todas las

Diócesis y las competencias fueron frecuentes. En toda su actuación dio mues- tras de conocer muy bien al Ejército tanto desde Barcelona, como desde Jaén, sedes desde las que rigió la Jurisdicción.

(29) Pedro Copóns y Copóns que celebró tres Conc%ios. Cfr. FUE.WE, Vi- cente de la: HMfotia Eclesiástica de España, tomo VI, tomo VI, pág. 307.

Acudió al Obispo de Tarragona con la misma solicitud, y ha- biéndole concedido el permiso que pedía, se casó en secreto ; va- nagloriándose de haber hecho este agravio a la Jurisdicción del Vi- cario Generai, y aunque hizo ánimo de formar proceso contra este oficial, culpándole de haber faltado al capítulo 19 de la Bula Cle- mentina y prohibirle la cohabitación, condenándole a multa pecu- maria, no le pareció conveniente hasta hacerlo presente a V. M.

Ke.~ohción del Comejo de C;wz~ra en 9 de abril de 17&3: Respec- to de haber sucedido este lance antes que se hubiese participado a los Prelados de este reino el 1,estahleciwziento (30) del Vicariato Gene- ral Castrense y cl Decreto tocante a casamientos (éste lleva fecha de 19 de enero de 1¡‘42), es de parecer que, conforme a la Ordenanza antigua, se prke de SU empleo al citado don Eugenio Obregón, si no hubiese tenido licencia de V. M. para contraer matrimonio. Y que se responda al Obispo, previniéndole que, por lo que insinúa en cuanto a la validez del matrimonio, por contravención de los de- rechos de su Diócesis y empleo, practique lo que juzgue correspon- de a la Jurisdicción eclesiástica con que se halla.

Vuelve el Obispo de Barcelona a insistir, con fecha 18 de enero de 1741, en estos términos :

«Queriendo persuadirme que de un correo a otro llegaría la li- cencia de su Majestad, siendo acto de que resulta la infracción de la ordenanza. me negué a consentir semejante matrimonio y se va- lieron de diferentes personas de autoridad que con empeño se in- teresaron en inducirme a que diera los necesarios para el requerido efecto : pero a todas cerré las puertas a menos que los contrayentes, con amonestaciones, quisieran sujetarse a la práctica común de nues- tra santa madre la Iglesia, cu>a p~ofiosición no aceptaron por no in-

currir en la pwn qzhe I(I 0rdexan.x nos íimpone. Vanagloriándose que a mis jurisdicciones de Ordinario y de Vicario General se haya hecho este agravio» (31).

A continuación el Obispo de Barcelona hace alusión a la necesa- ria ayuda que deben aportarle las autoridades, porque aunque él se desvele en la observancia de las órdenes del rey, ellos buscarán el

(30) La Jurisdicción Eclesiástica Castrense estuvo suspendida desde el 27 de enero de 1716 al 15 de noviembre de 1741.

(31) Archivo General de Simancas. Legajo. 5.363.

refugio de acudir a los Ordinarios para burlar la yegnlin de la ju- risdicción militar. Señala además varios medios ilícitos empleados por los militares : el pasarse de LIIJ terrilorio a otro, el valerse del disfraz de ficriswm para lograr sus intentos, como algunos lo han hecho. Como remedio final aduce haberse reservado el conocimien- to de todo cuanto toca a este punto, no concediendo a ningún sol- dado ni oficial la habilitación para casarse, sin presentar las licen- cias que corresponden.

En 1727 el Cardenal Borja, había repetido al rey la misma que- ja: los militares «ocurrían a los 0~a%wios, que con gran facilidad y poco reparo los casaban», llegando a llamar tal práctica «abuso que tienen los Ordinarios de dispensar a los soldados de las amonesta- ciones» (32).

Como conclusión de este artículo primero, podemoa afirmar que los Ordinarios admitieron a! matrimonio a los militares, con cier- ta frecuencia y facilidad, en contra de la Ordenanza que la «burla- ban» por medio de matrimonios «clandestinos», y que la mayoría de ellos quedaban ocultos. Solamente en caso de denuncias eran des- cubiertos. El Consejo de Guerra impone pena al interesado, pero no a los Obispos que autorizaban tales matrimonios.

II. LA I,GL,ESIA ANTE LA LEGJSLACION MILTTAR SOBRE MATRIMONIOS EN EL SIGLO XVIII

En la lucha titánica que se entabló entre la Ordenaza y los mi- litares que trataban de contraer matrimonios vedados por ella, parti-- cipó claramente la Iglesia española en favor de los segundos. Cons- cientemente de que la suprema ley en la Iglesia es la salvación de- las almas, la Iglesia, lejos de evitar estos matrimonios «ilegales», pro- curó facilitar su celebración, haciendo, de su parte, cun.nto le wa po- sible, cuando mediaban razones gravísimas de escándalo, de inmo-- ralidad y de justicia que hablaban a la tonciencia de la Iglesia, como madre espiritual que es. más alto que las que se fundaban en la ley para dificultar jales matrimonios. A continuación resefiamos algu-- nos detalles de esta pequeíía «guerra».

(32) Cardenal BORJA: Apuntaciones para la Bztla que se puede Pedir a 5’. Sax- tidod... Archivo General de Simawas. Legajn 5.363.

EL %~TRIXOSIO DE MILITARES EN ESI’AfiA 75

1.0 Postura de los Ordimwios do Lugar:

Tenemos testimonios, en favor de los Prelados españoles, en los que consta que no dejaron de oponer la posible resistencia a las Disposiciones anticanónicas de los reyes, no admitiendo la interpre- tación de estas normas dada por Corporaciones seculares; y así, sa- bemos q~~e los Tribunales ec!esiásticos siguieron admitendo deman- das de matrimonios, a base de esponsales válidos, y que continua- ron las vejaciones oficiales, con la expedición de reales cédulas, como las de 17 de junio de 1.784 y 1 de febrero de 17’71, en las que se pre- vino a los jueces eclesiásticos que no admitiesen demandas de ma- trimonios, sin que, al contrato de esponsales, se acompañara la li- cencia paterna.

He aquí algunas muestras : En 3.716 el Rey ha... «mandado es- eribir cartas a todos los Obispos para que apliquen la debida pro- videncia a este abuso». El 12 de julio de 1728 vuelve a repetir: «Iie- mos mandado escribir cartas a todos los Obispos para que apliquen la debida providencia a este abuso. En el Decreto de 19 de enero de 1742 se expresa así: «Y he prevenido lo conveniente a todos los

Arzobispos y Obispos, para que, con la mayor circunspección cui- den de que sus Provisores y Vicarios no den las licencias que acos- tumbran para casamientos de oficiales y soldados...». También se había quejado antes de «la inobservancia de lo prevenido en mis Or- denanzas, tanto.. . , cuanto por los Provisores y Vicarios de los Ar- zobispos y Obispos de mis dominios, que con facilidad condesc$enden a efectuar estos contratos» (33).

2.” Los Vicnrios Ge?zemles del Ejékto:

También hay muestras de que la jurisdicción castrense debió proce- der con bastante independencia de criterio, en esta legislación. Después de otras declaraciones, dispuso el Rey, en 20 de febrero de 1’787 que, an- tes de admitir demandas de esponsales, contra oficiales o soldados, se hiciera constar la licencia real o de sus jefes. Los subdelegados ca!+ trenses presentaron al Vicario General la gravedad de los conflictos a los que las disposiciones oficiales no les permitían dar solución ade- cuada.

(33) Se pueden ver Íntegros, en PCJRTUGU~S, José Antonio: Lolección GeneraI de Ordenanzas...u, tomo II, pág. 172 y tomo III, pág. 186.

7ö EYANGELINO DÍEZ AIUL?IZ

El Cardenal, Vicario General Ste?ttn?auat (34) solicitó del Rey Car.-

los IV la derogación de la Real Orden de 20 dc febrero de 1787 y de la Real Cédula de 18 de septiembre de 1778. Su instancia fue des- estimada por Real Orden de 31 de agosto de 1801, y para colmo de males, se promulgó una Pragmática más severa todavía el 28 de abril de 1803.

El Cardenal, Vicario General Cehrián (35), acudió al Rey Fer- nando VII, en 2.5 úe abril de 1315, pidiendo menos severidad en las Leyes militares. También fue desestimada SLI petición, en 2 de sep- tiembre de 151’7, por Real Orden? en que se mandó o’bservar ((sin nin- guna contemplación ni disimulo» una nueva disposición, comunica- da por el Ministerio de la Guerra en 10 de septiembre de 1829

A primera vista podría pensarse que tan terminantes disposi- ciones habrían impuesto el cumplimiento de las referidas Pragmáticas y Reales Ordenes. Pero nada más lejos de la realidad. Tenemos tes- timonios nada sospechosos, en los que aparece que los Vicarios Ge- nerales tampoco. las cumplieron.

He aquí algunas muestras : En ei Decreto de 1742 podemos leer : «He prevenido lo conveniente.. . no den las licencias que acostum- bran para casamientos.. . y lo mismo al Capellán Mayor, Vkaho Ge Ilera de mis Ejércitos... a fin de que no faciliten ni concurran a los re- feridos. matrimonios». Señal clara de que estos matrimonios se ce- lebraban.

3.” Párrocos y sncevdotes en general:

Igualmente abundan los testimonios, en los que destaca la pos- tura que adoptaron los sacerdotes, en relación con estos matrimonios

(34) Antonio de Sentmanat y Cartella, fue Vlcario General. de 7 de agosto de 1733 a 7 de abril de 1806; es el Vicario General que desplegó más actividad y poseía gr-an caracter-. Su persona!idad y gran recuerdo quedaron grabados en sus .P&tÓrales, Edictos, Instrucciones a los capellanes y en defensa de la Juris: dicdi6n ‘atascada en todas direcciones. Destacamos sus Instruccioes de 1 de m,ayo ,de 1799 sobre. matrimonios - militares.

(35) Don Francisco .Antonio Cebrián y. Valda fue Vicario General. de 17 de mayo de 1814 a 10 de febrero de 1820. Después de seis años en que la jurisdic- ción que había ejercido, por motivos políticos, en medio de turbulencias y luchas, trató de restituirla a su primitiva pureza. Recomienda a los subdelegados que se ocupen de las costumbres morales y políticas de los capellanes, y sobre la más puntual observancia de ‘las reales determinaciones.

militares : cumplían las leyes canónicas y burlaban las leyes mi- litares.

Hay una serie de documentos, en los que se establecen penas con- cretas contra tales sacerdotes. He aquí alguno de ellos : cn la Real Or- denanza de 18 de diciembre de 1701, se concreta: «Prohibimos a to- dos los curas, frailes, capellanes y limosneros... casar algún oficial de nuestras tropas . . . . so pena... de desobediemia y de tithestrn indig- nación)).

Vuelve a repetir en las Ordenanzas de 12 de julio de 1728: #re- venimos a todos los religiosos, capellanes y limosneros... no casen..; so pena... de desobediencia y de nuestra indignación».

Y en el número 5.” vuelve a recalcar: «Habiéndose reconocido el inconveniente de que los curas y párrocos de los lugares, pasan a G~WY oficiales y soldados, sin que preceda?% los consentimientos y li- cencias de los jefes superiores...».

Está claro que los sacerdotes no se arredraron ante estos casti- gos, porque en la Real Orden de 27 de septiembre de 1817 los vuel- ve a recriminar diciendo : «Que los Vicarios eclesiásticos que auto- rizasen algún matrimonio para el que no estuviesen habilitados los contrayentes, con los requisitos conferidos, sean expatriados y ocu- pada.s .sm fewporulida~des».

4.” Los Capellafz,es Ca&enses :

Tanto las leyes, estrictamente militares, como algunas ‘nstruc- ciones de los Vicarios castrenses, exigían con toda escrupulosidad, el cumplimiento de la Real Licencia para contraer matrimonio. Pero, de hecho 2 las cumplían los capellanels m!etiwlosamente ? Alfirma- mos, con datos claros, que muchos capellanes militares eran capaces de sacrificarse por sus feligreses, y merced n ello, seguían los ofi- ciales y soldados contrayendo ,matrimonios prohibidos por la ley;

Quizás el documento más llamativo es la Circular dirigida a loS Subdelegados por el Vicario General Castrense don Pedro José Fon- te (36), en 30 de enero de 1838, por la que se queja de que «...Ha observado que los capellanes castrenses, que autorizaron dichos ac; tos, no sólo descuidaron ci requisito indispensable de la Real Li-

(36) Pedro José Fonte fue Vicario General, de 10 de febrero de 1837 a 11 de junio de 1839. Fue Delegado de 411ué.

78 EVAPÍGELIKO DÍEZ MüslZ

cencia, sino que procedieron, por sí y ante sí, a celebrarlos sin el despacho competente del Subdelegado Territorial, siguiéndose de

aquí defectos y nulidades (!) consig-uientes a la infracción de las le- ye6 canónicas y civiles. Opo’rtunamente ,se han dado las órdenes

para que, en su respecivo caso, se revaliden dichos matrimonios, y se instruyan las correspondientes licencias contra los infractores».

Llama la atención este desconcertante documento, porque no se ve qué disposiciones canónicas habían violado aqllellos capellanes, por las que resultase nulo el matrimonio. Sin duda, autorizaron es- tos matrimonios para tranquilizar la conciencia de los contrayentes, .y acaso, para legitimar la prole. Si al llegar el Cump!imiento Pas- cual, o en vistas de una batalla inminente, eran consultados por cual- fquiera de sus feligreses sobre la oblig-ación de cumplir lo conve- nido, en esponsales canónicamente válidos, o en reparar los dafios in- feridos al honor ajeno, o por el reconocimiento de la prole, de- bían anteponer sus deberes morales al cumplimiento dc una ley civil.

Consta en el Decreto arriba citado de 19 de enero de lí42, que lo realizaban así cuando el Rey los acusa de la «facilidad a efectuar es- tos contratos, a que contAbayen no poco los ca.pella?zes de los regi- anientos» y encarga expresamente al Vicario General «que haga el propio encargo a los cnpellwes de, los regimientos, a fin de que no faciliten, ni concu~‘~~n a los referidos matrimonios».

5.” Informe de don Isidoro Gil de Jo,: sobre potestnd de m P?+n- cipe en materin de mntrimonios:

En el Archivo de Simancas tuve la suerte de encontrar (37) un documento, que muestra bien a las claras la preocupación honda que sentía el Rey, ante el incumplimiento tan continuado por parte de los sacerdotes y capellanes militares. Con fecha 26 de enero de 17.58, emite don Isidro Gil de Jaz (35) un dictamen muy interesante «sobre el uso o autoridad de un Príncipe en punto a matrimonios».

Vamos a ver, detalladamente, la estructura de este dictamen:

(37) Archivo General de Simancas. ilegajo 5.364. Secretaria de Guerra Mo- derna. Vicario General del Ejército.

(38) Don Isidro o Isidoro Gil de Jaz era asesor de los Cuerpos de la Casa Real y Ministro del Consejo Supremo de Castilla. Cfr. : COL& DE !LARRI.&TEGTJ?, Félix: .Jw?gados Militaves. volumen II (Madrid, 1817), 3, págs. 252 y 284.

IA~MINA 1\.

El coronel D. José Mufiiz y Terrones (Cabta 1839-Rladrid-1900), ilustre trata- dista militar. fue uno de los casos más conocidos de m:ttrlmonio sin lico7cin

r-e&. En 1866 el Vicariato General Castrense ordenaba que la Subdelcgación de Málaga instruyese una información sumarla para comprobar la validez del

matrimonio. El 4 de febrero de 1867, no habiéndose iniciado aún las diligencias,

se reiteró la orden, y a partir de entonces tardó cinco años en concluirse

el espediente.

EL M.\TRIMOSIO DI: MILITARES Eti ESPAh-A 79

Motkos: El desorden con que se casa la tropa, por la fácil con- descendencia de los juzgados eclesiásticos y la facilidad con que los

curas adoptan y despachan las instancias de los soldados en contra de lo legislado. Por ello, quiere SLI Majestad poner remedio y que se le dé el dictamen, exponiendo qué uso puede hacer de su real au- toridad para que tengan cztmfllimiento y eielîzplo los eclesiásticos que no o‘bservan su Ordenanza.

Dictamen: El autor dike que para expresar su parecer (cen este asunto tan delicado como importante», ha tenido presente las con- troversias y disputas suscitadas entre los autores canónicos y le- gales de mejor nota, acerca de la potestad de los Príncipes en los matrimonios. Según él, se reducen a dos las opiniones en esta ma- teria :

Primer: Muchos la extienden hasta imponer impedimentos en el contrato, que es acto previo..., por bien universal de la República temporal, en pleno poder y calidad de legisladores, sobre todo lo que pertenece a los actos humanos. ejercicios de los contratos y reglas que afianzan el biela común de la sociedad.

Segwzdn: Otros, considerando el contrato elevado a matrimo- nio, cuando reservan a la Iglesia la potestad de sus esenciales im- pedimentos, los Príncipes, ni directa ni indirectamente pueden im- poner tales impedimentos, aííadiendo que el Concilio de Trento ful- minó penas contra los que turben la libertad del matrimonio.

El se acoge a la segunda sentencia «...porque en ésta y no en la otra, está más bien asegurado el camino que dirige a la salud eterna».

Además alaba la prudente consideración de las leyes militares, en las que «... nada se dispone acerca del valor del matrimonio y SLI

subsistencia, sino que se previene las reglas de su fornznlidud, antes de celebrm-se, como neto indispensable y necesario para el gobi,erno de uno familia tan dilatada, como la del Ejército, y así, a lo más que se extienden SLIS providencias, es a que al oficial se le prive de su em- pleo, y que los soldados pierdan su antig%edad y sean obligados a servir toda la vida».

Luego se refiere a la potestad que tiene el Príncipe para castigar a los transgresores de las leyes políticas, en estos términos : «. . .sólo la contravención de una ley política, impuesta por el Príncipe.. . es bastante digna de corrección... sin contar con las faculfades del im- perio económico, por las que cualquier padre de familia pueda arro-

jar ,de su casa al criado que contrajere ma'il-i111onio contra su vo-

luntad. ;Qué hacer contra los eclesiásticos que facilitan y auxilien los

matrimonios de los soldados, de cuyo abuso están prevenidos? El autor da por supuesto que se escribió sobre ello a todos los Obispos para que apliquen las debidas providencias, y que, de hecho, es- tos îlxisos no son corregidos.

En esta hipbtesis el seFior Gil de Jal- matiza así SLI contestaci5n:

Primero: Si estos son capellanes, podrá Su Yajestad servirse de otros, confiriendo el sueldo a otros que con más reverente sumisión sepan conciliar el servicio de SLIS ministerios con las Ordenanzas.

Segwzdo: Si fueren Obispos, Provisores, curas párrocos ordina- rios : «. ..no entiendo qué se les puede significar el desag-rado real. . . más que observándoles su modo de proceder para tenerlos en cuenta, en las liberalidades de su real beneficencia».

Tercero : Remedio total : Este sería impetrar una Bula para el Vi- cario General Castrense del Ejército, en la que se pida específica- mente a S. S. la gracia « . ..de q.ue el cura propio y privnti~o de ta-

les matrimonios.. . que se celebren por los oficiales, soldados e in- dividuos del Ejército, lo sea el Vicario General y los capellanes de los regimientos, o a quienes, para cada caso particular, autoricen o comisionen, encargándoie que, en esta materja, procedan con la ma- yor circunspección, de arreg-lo a las Ordenanzas de Su Majestad: y que los matrimonios que se ce!ebren delante de otro párroco, de cualquier diócesis que sea, se estimen y tengan por ningún valor y

efecto, hferfiretando en esta parte, si fuere necesario. In fornm y

TNegla prescritas por el sa,grado Concilio de Tre+zto». Como se ve, la solución es muy pobre en relación con la jurisdicción ordinaria. Prác- ticamente, se declara impotente, y el remedio se busca en la peti- ción de un Breve a Roma que concediese jurisdicción exenta. Pero Roma nunca contestó en este sentido, si es que realmente !e fue he- cha esta peticibn. Er, cambio, el Rey sí dio una Resolución, el 31 de octubre de li”i3, muy significativa en su penúltimo párrafo :

«Para dar más fuerza a esta declaración, manda el Rey que los oficiales que contrajeron matrimonio. sin la roncuwemk de su pá- MOCO castrense, sean por sólo este herllo, privados de su empleo, aunque tengan Real licencia para casarse, y que los sargentos, ca- bos, soldados y tambores incurran. por semejante exceso, en las mis-

EL X:\TRlMOXIO DE MILITARES EX ESPAÑA 81

mas penas que hay establecidas para los de su clase que se casan sin el correspondiente permiso.»

Hay aquí una clara invasión de potestad eclesiástica por parte del Rey. El ardid está claro : se obliga a todos los militares a acu- dir a los párrocos castrenses, porque a éstos se les puede «coaccionar» con mayor eficacia.

6.O Opinión del Cnrdennl Royjn e+% sus Apuntwientos:

Es interesante conocer la opinión del Cardenal Borja (39) cuando, el 2 de marzo de 17.27, se dirige al Rey exponiéndole lo que se le ocu- rre sobre la necesidad de restaurar la jurisdicción del Vicario Gene- ral Castrense de los Ejércitos para eï fuero eclesiástico.

Apunta, como razón fundamental para la creación de dicho Vi- cario, la misma que señaló Gil de Saz: «En el común de los solda- dos regularmente empiezan por culpar los casamientos; y si ellos supieran y a las mujeres que se arriesgan, constara la dificultad de casarse... los capellanes que los conocen, verían las culpas..., pero los Ordinarios es imposible que puedan atacar esos inconvenientes, ni otros de la gente de guerra, por el ningún conocimiento o muy poco que tienen de ellos».

Por ello, en la Bula que se puede pedir a S. S. debe incluirse la facultad de ((conceder para todos los sacramentos y el del matri- monio.. . para las causas matrimoniales» por las siguientes razones:

I+inzwn: Porque así se ha recibido de la costumbre. Segunda: Porque lo incluyen los Breves. Tercern;!: Teniendo en cuenta las palabras «Orines causas matri-

moniales». Cuark~: Para evitar pecados, escándalos, nulidades de matrimo-

nios, bigamias triplicadas y 0tro.s gravísimos perjuicios de las almas; Qu&tk~: En especial las bigamias de los soldados que andan por

diversos obispados ; así, requiere el caso del soldado Luis Roma, que, casado en Lieja, de donde era natural y vivía su mujer, el Vi- cario de Madrid dio despacho al cura de Valdemoro para que lo casase.

-- (39) Confr. Archivo GeneraI de !?mancas. Legajo 5.363.

82 EVANGELINO DÍEZ MU?;-IZ

III. 2 LA LEY SOERE MATRIMONIOS &lILITARES, PROBLEMA DE CONCIENCIA PARA FELIPE V?

Ras&% de la &da: En su Real Decreto, de 19 de enero de 1742, habla el Rey del proceso que ha seguido para darlo... ((consultando tan delicado punto con personas de ciencia y conciencia, siendo todas de dictamen.. . que puedo y debo, con entera segilridad de concien- cia, separar de mi servicio... al que se case sin mi licencia».

Aquí se hace clarísimamente alusión a un problema de concien- cia, en el que se ve envueko el Rey y que lo resuelve, acudiendo a la consulta de personas prudentes, tanto seg-lares como religiosos.

Entre los seglares, destaca el dictamen ponderado del Ministro del Consejo de Castilla y asesor de su Casa Real, D. Isidoro Gil de Jaz, que hemos estudiado en el artículo 5 del capítulo anterior.

2 Quiénes son las personas reli’giosns a las que el Rey hizo esta consulta ?

La respuesta la he encontrado en el Legajo 5.364 de Simancas, en el que puede leerse este título : l%?.--Sobre no dar Licencias de casanziento (1 los oficinles. Pareceres de los PP. Colzde sus MM. del Fis- cal del Consejo de Guerra.

Ofrecemos, a continuación, estos pareceres literalmente, por pri- mera vez, en primicias de información (40) :

Parecer del Amo bispo- bisfo de Segovia (41)

«Ilmo. Sr. : Remito a V. S. de Orden del Rey el adjunto expe- pediente de los militares que solicitan licencia para casarse, a fin de que, en SLI vista de S« contexto, diga lo que le parezca. Dios guarde a V. S. como deseo.-Puerto de Santa María, 13 de agosto de 1’729.- 3ose$lz PntiEo.--Al seííor Arzobispo-Obispo de Segovia.

--- (40) Archivo General de Simancas. Legajo 534. Era Rey de España Felipe V

(í706-1746). Papa Benedicto XIII (17241730). f\‘o había Vicario General Cas-

trense. ya que la Jurisdicción cesó de 1716 a 1741. (41) La firma resulta ilegible. Según FUENTE, obra citada, tomo VT, pági-

na 288, su nombre era don Domingo Va!entín Guerra. Fue Obispo de Segovia desde 8 de marzo de 1728 hasta 31 de mayo de 1’742. Para más detalles, cfr. Es-

PuEa Sagrada, tomo XXV, pág. 15.

EL MATRIMONIO DE MILITARES EN ESPARA 83

Con este respetuoso escrito de rcmisibn se enviaban los expedien- tes matrimoniales de varios militares, a los cuales se daba el razo- nado informe que, por ser ikdito y muy curioso, copiamos a conti- nuación :

Iha.” Sr.; Consideradas las rasones, inotivos 3) reparos que de- ben refkxiofzarse en este expediente, tocnilte n lns licencirrs que so- licitan. y deben concederse o neg&se n los militores. coxsidernndo todos sus incoîweflie7lte.s 11 vesflltcls de ellos, indemknndo y relevando SO bl-c todo la real conciexia de todo escrúpulo, Digo que npruebc el dictn)nen Fiscal de GZIC?-l-n, siendo 1noyores los i:lcom~cxiem?cs de concederlas, que de laes-wltrs para el servacio de Dios y del Rey. Ln e,xperiencia de los qzre 1~111 andado ehe soldados pweba qwe, en cada t~ransn~.igracióu. o mudnnxn de tl.opas o de sol.dndos ordharios, quedan muchns mujeres en los prostíbulos. Y ellos, sin poderlas lle- var n.2 ~n~antencl-, desertan. Y muchos se CQSW dos veces y, eE que tiene pztndo,nor, apatitado de s,u mujer y sus hijos, «divisus est» como dijo San Pablo, y en, las fwzcioftes, no tienten la mtiad del va.lor que cuando solteros, de suerte que es muy jzhsta la ordenawa rea.1, que privcc de s?t pbiza al que se casa, pzles si un particular despide de su servicio al criado que se casa si 120 le co,wiene telael-fo, porque 110 hace imjwias, qzi crl sucrome&o, ni a la parte, cuando wás e! Rey, en quie?a se refwde la buena disciplina y coîtscwació?% de tro- pas, para el bien pziblico, nñndie?zdo que el que pide licencia y se la niegan, se hace peo de pena 31 castigo. No me conformo en que esto, se platique COTZ oficiales de primer grado, que tengan gobier?fo o puesto perpetuo o mujer con dote, pues cesa el motizlo de Ia SC d{gencin y el peligro de la separación de ella. Mucho podrán rellze- dznr los 0 bispos, ya COZ gnnîtdnr a sus ministros hacer rigurosamen- te los exánaenes de estado libre. ya el? dispei!sal pocfls veces las p,u- blicaciones, si no es en nlgu~~ns ocflsiones que graves motivos re- servados de conciencia, POY iw??iinentes peligros de vida y honra, lo haga?&, y cualzdo puednjt infonnnrse de las causas militares, es lonbk en Francia ~1 otros portes pate 110 se cnsex las mujeres SI% consentimiento de sus pndses hasta que pnscn los veintichco aiíos, pues si, ejt co?ttratos temporales de htercses, ltr ley pl-esc).ibc esa. edad, ai crdnlzto más, ell. el máximo de los contrxtos, SC 1~ de pre- cover el amor sensual hco?lsiderado de los pocos nEos, el temo.),, el despecho y los repe’tidos cap”cltos de la $ventud.

Conch-O, nlnbando los justos Decretos de S. M., cuya obser- z!ancia es también el servicio de Dios, regulado por la sobera.w pru- dencia, según los casos, tiertîpos y circznwtancins que 10s pu.edelz de- rogar. Siempre será lo más acertado lo que ~rînldWe ,y. &f. - Pue,= to de Santa María, $9 de agosto de 1%?9. - Firma ilegible. - Arxo bispo- bispo de Segovia. Señor doll Joseph Pafilzo.»

El dictamen de este confesor, hace hincapié en tres razones :

Prinzera: La experiencia que a’bona la existencia de muchas I~U-

jeres que quedan en los prostíbulos y de muchos soldados que de- sertan.

Segunda: Los peligros de las bigamias, dados los frecuentes cam-

bios de los militares de un lugar a otro. Tercera : La disminución del valor y de la entrega que se obser-

van en los casados.

La razón para que el Rey pueda dar estas leyes, la encuentra en

el hecho de que se refunden la buena disciplina y la conservación de las tropas para el bielz público.

Destaca el gran papel que en esta materia deben desempeñar los Obispos. y sacerdotes en general, haciendo guardar estrictamente estas disposiciones, a no ser que en algunas ocasiones, graves mo- tivos de conciencia aconsejen dispensar por inminentes peligros de vida y honra.

Son de notar también Ias dos observaciones, muy importantes, &e hace el Rey :

Priwzera: Se debe dejar libertad para los oficiales de grado su- perior que tengan gobierno, o puesto perpetuo, o mujer con dote, pues, en estos casos cesa el motivo de indigencia y el peligro de la separación.

S’egwda: Le aconseja que estas disposiciones no las mantenga ZhflexibFes, y sin nigún caso de dispensa, sino que al contrario, de- ben ser reguladas con la soberana prudencia, según los casos, ticm- pos y circunstancias que los puedan derogar.

I?tfo;l-vne del Revdo. Padre Gkllermo Clwche (42)

«Con motivo de intancias de diversos oficiales del Ejército, que solicitan les conceda el Rey licencia para casarse, ha hecho el fiscal de guerra el informe que va aquí y me manda S. W. remitir a VS. a ------

(42) El Padre Guillermo Clarche (escocés) fue confesor real desde 1726 a 1i43.

Ce snstitu>ró en el «confesionario>, ;T.ewke. .\lgunos alltores escriben su apellido cambiando la a por Ia e (Clerche). Datos sumillistrados por el Seminario de His-

toria de la Universidad de Valladolid.

a fin de que, en vista de todo, diga a V. S. lo que se le ofreciere y pa- yeciere.-Dios guarde a V. S. muchos años, como deseo. -Madrid, 17 de junio de 1729. Firma ilegible.-Iiedm.” Padre Guillermo Clarche. »

Al margen del anterior escrito, se encuentra la siguiente con-

testación de pufío y letra del confesor:

~Mlly SOIYOY mío: He visto este expediente, y bien considerado y, aún comunicado, con, alScuno.s sujetos docto’s, y prácticos ex la mi- licia, confiesall sc?. contrn In buena disciplina. militaar, como es ao- ZOYiO, el otbe se concedan, con frecuenciu, u los subulterxos, licen- cias para casa?,se, po~ los grafldes iizcon7:enientes que Ial misma ex- pel.ienritr ha dado a conocer talqto coxtra el sew~icio de Dios, como el de S. M., los cuales inconvenientes bien reflexionados, parecen ma- yores que los que puedan resultar de denegar estas licencias, y así en esta consideración, me parece que siendo S. M. servido, podní confomwse, en todo con el dictalnen del Fiscal de Gwewa, con quien V. E. se conforma tambih. S. M. resolveïá lo que fuere ser- oido. Dios gwwde n V. E. como deseo. - Puerto de Sawta María., 26 de Julio de í729.---Guillermo Clarchen.

Anotamos a este informe el dato de que solamente menciona a los subalternos, por lo que parece cledxirse que no aprueba estas mismas normas restrictivas, refiri&ldose a los de mayor graduación.

Como razón, da, únicamente, la de que, pesados los inconve- nientes y ventajas, parecen mayores los primeros, según atestiguan la experiencia y personas doctas y prácticas en la milicia.

Infovme de don Francisco Núfies de Castro (43).

KA S. M. SeCol- mio: Pol- halda;l7e siete días en &ZI ~OWKX m,olestado y con dolores de gota, no he podido pasar a estar con V. E.; j mostramdo lo que padezco ba,sfnntes venales de le dwación de este impedimento, me ha parecido por este escrito, en ?toticia. de V. E., covno comuniqué con. mi confidente el pwzto de vigewcias para ca- sarse oficiales y enterado este sujeto de todo, me dijo reszlelta’tnexte que el Rey con entera seguridad de conciencia, podial y debía no man- tener en su serai9cio a los subalternos que solicitaseva l~icenck pw6 casarse, y no se les concedi,ese, ela consideración de que por sus cir-

(43) A pesar de varias pesquisas no ha sido posible conocer nada en con- creto de los cargos que ocupaba don Francisco Núñez Qe Castro.

Diremos, Gnicamente, que este informe se mantiene en la línea de1 anterior. El fundamento general de la negativa, es el de ser in- comparablemente mayores ios inconvenientes que se siguen, con- tra el servicio de Dios y del Rey, de la concesión libre de la ‘licencia, que los que puedan resultar de su negación.

La respuesta tiene plena validez, tratándose de subalternos, por-

que no pueden con decencia soportar las cargas del matrimonio.

Referente a los oficiales de mayor graduación, se les pueden apli- car estas mismas normas restrictivas, en aquellos casos en quienes, en proporción, concurriesen iguales circunstancias.

CONCLUSIONES

Pkrnwa: Los requitos de celebración, en el matrimonio de los mi- litares en el siglo XVIII, se basaron en tres puntos :

Q) De carácter social : Buena conducta y nobleza. b) De carácter económico: Exigencia de una determinada dote

que hiciese posible el cumplimiento de las cargas matrimoniales con decoro y dignidad.

c) De edad exigida de 25, 23 ó 21, según los casos, y aún ma- yor edad para asegurar que la elección se hacía con consciencia.

Segunda : El Derecho Penal Militar infligía gravísimas sanciones :

a) Militares : Separación del servicio, recargo en el mismo. b) Sacerdotes : Caer en real indignación, expropiación de tem

poralidades.

EL MATRIMONIO DE i~IILITARES EP( ESPAEA 87

Tercern: Las motivaciones, o razor,es que tratan de justificar es- tas Leyes, se pueden reducir a las siguientes :

1.” Económica : Los sueldos que escasamente producían para mantener con decencia las cargas del matrimonio.

2.” Estratégica : La carga del matrimonio los acobardaba.

3.” Nepotismo : Gravan el erario real buscando empleos para sus hijos

4.1~ Social: La decencia pública.

Cuarta: La Iglesia se «opuso» a esta Ley, sobre todo, con la autori- zación de los matrimonios celebrados según la fomza extmordina+ia. En los celebrados en la forma ordinaria, les aceptó solamente cuan- do graves razones de moralidad lo exigían.

ORGANIZACION MILITAR ESPAÑOLA DE LA CASA DE BORBON (SIGLO XIX)

por JOAQUIN DE SOTTO Y MONTES General de Caballería, diplomado de E. M.

Director del Servicio Histórico Militar

Es indudabk que los dos sucesos más trascendentales ocurridos en Europa a finales del siglo XVIII y principios del siguiente: la Revo- lución francesa y el Imperio de Napolebn, tuvieron gran influencia sobre el Arte Jlilitar de la centuria que ahora se comenta. De aquí, que cualquier intento de an5lisis que SC pretenda hacer sobre las vici- situdes de dicho Arte, por fuerza tiene que llevarnos a ponderar di- chos hechos históricos de indudable contenido castrense.

El primero de los citados, la Revolución francesa de 1789, con sus virtudes sociales y sus grandes defectos, al tener influencia decisiva en la historia de las sociedades humanas, por fuerza repercutió sobre uno de los factores básicos del Arte Militar: el combdente, repre, sentado por el hombre. El segundo, el Imperio napoleónico, al ser contemplado bajo un punto de vista castrense, también nos ofrece extraordinarias novedades, entre otras, la del relevo de la ya antaño- na Escuela WIilitar Prusiana -tan en boga durante el siglo XVIII-,

por otra doctrina bélica más depurada y más consecuente con la época, ya qlle no es posible desconocer ni olvidar el paralelismo entre los avances sociales y el Arte Militar, ni es justo silenciar el indudable genio castrense de Napofeón Bonaparte.

El Arte klilitar del Imperio napoleónico, a grandes rasgos, puede definirse así :

Gran apogeo de las instituciones militares, como verdadero sos: tén del Imperio. Puede afirmarse, que casi la totalidad de los ciudà-

90 JOAQGÍS DE SOTTO Y NOSTES

danos franceses y de los países dominados por Francia, vivían dentro3

de la disciplina castrense. Creación de grandes complejos tkticos, articulados en Grandes,

Unidades (División, Cuerpo de Ejército y Ejército) ; estructura in-

dispensable para poder agrupar numerosas tropas y conducirlas a la batalla sobre inmensos teatros de operaciones.

Conscripción, esto es, servicio militar temporal, personal y obli-

gatorio creado por la República para nutrir sus grandes complejos tácticos sin tener que recurrir al soldado mercenario.

Organización de extensos campos de instrucción y maniobras, para estudiar, y prácticamente sobre el terreno, la Grain Gtierra y la Gran Táctica, que, entre otros extremos se fundamentaban en la combinación de las tres Armas, en beneficio de la maniobra.

Revalorización de la acción por el fuego, como preparatoria del asalto al arma blanca, al que se dio gran prestigio e importancia.

En síntesis, el Arte militar por estos tiempos experimentó las. siguientes fluctuaciones :

Un período inicial, el de la Revolución Francesa, en el que brots con imponente majestad la Gra~z Guen-n. J~o$P~~w. En esta fase, la táctica experimenta una revolución semejante -aunque posiblemente más radical-, a la que causó en otro tiempo el descubrimiento de la pólvora, ya que este explosivo tan sólo afectó a la vida orgánica de los ejércitos, y Ia Revolución francesa influyó en forma decisiva y determinante sobre la táctica, al cambiar las condiciones morales, del individuo, esto es, del conzh&szte, así como sobre las masas de éstos, alterando por su base los fundamentos de la constitución militar.

Un segundo período, el del Imperio de Napoleón, que aunque en términos generales, marca el apogeo del Arte Militar en aquellos- tiempos, es conveniente discriminar en él dos épocas diferentes con divisoria definida por la paz de Tilsitt, dado que los contenidos cas- trenses también son diversos. En efecto, cualquiera de las campañas que se estudien, correspondientes a la primera de dichas épocas, nos muestran, en vastísima escala, la aplicación de los métodos de guerra klel año 1800 y con toda su perfección, ya que el instrumento bélico,

el Ejército, había crecido en todas sus instituciones depurándose ostensiblemente. Por contra, a partir de Tilsitt, las sucesivas opera- ciones militares comienzan a apuntar ciertos signos decadentes y de fatiga, que cada vez se acentílan, en busca de una clara fisonomí;e!

defensiva, fenómeno hasta cierto punto explicable, si se tienen pre- sentes los rasgos característicos de las modernas campaíías en las que las masas humanas de los países y las distintas clases sociales toman parte muy activa. Villamartín nos ha dejado escrito : «la guerra desde el punto de vista militar ha pasado las fronteras. Políticamente considerada, ha recibido no un impulso oficial, sino el de la opinión de las masas del país, y se hace, no por interés de personas, sino por interés de la Nación» (1).

Naturalmente, a partir de tales momentos, el espíritu defensivo dispuso de :os elementos precisos para crecer, primeramente en forma irregular por Ia pasión popular ; más tarde, metódicamente por la acción política de los gobiernos y, siempre, con vistas a meïorar Ia capacidad de resistencia de los Estados. Así ocurrió en nuestra Gue- rra de la Independencia, en la que por vez primera pudo contemplar Napoleón que sus anteriores métodos de guerra resultaban inade- cuados sobre la península invadida, ya que ni las victoriosas batallas ganadas por SLIS tropas, ni la captura y ocupación de localidades cla- ves y de gran mérito estratégico, le asegur;ihan la conquista de! país, ni el fin de su aventura española; nunca dominó más terreno que lo que pisaban sus tropas, y jamás pudo dictar y hacer respetar sus órdenes sobre nuestro territorio. Espafia, como cl hierro caliente, se doblaba pero no se rompía.

Como es sabido, los factores básicos del Arte Militar vienen sien- do : el combatiente, los armamentos y los órdenes tácticos, a ellos pues nos referiremos seguidamente para tratar de exponer, aunque en síntesis, fa situación de dicho Arte en el siglo x1x.

El Combntiente

En los primeros anos de la centuria XIX, los sistemas de reem- plazo de nuestro Ejército eran: el voluntnl-io, la leva y las quintas. Los dos primeros se encontraban muy desacreditados por diversas razones. Tampoco Ias quhztas tenía muchos adeptos, ya que pesaba casi por entero sobre la clase labriega y pueblo en general, eludiendo el citado servicio una gran masa de la llamada clase media y la to- talidad de la aristocracia.

(1) Nociones del Avte Milita,-. Colecció11 3e clásicos militares, Ediciones «Ejér- cito», 194.3.

92 JO.4QUÍS DE SOTTO Y MOSTES

La Revolción fraucesa produjo, entre otras manifeshciones, la supresión violenta de toda clase de privilegios dentro del suelo galo, siendo una de sus primeras víctimas el Ejército francés, hasta en- tonces fiel imagen del ~n@:zto liégimen, y, por tanto, indeseable para las turbas revolucionarias. Suprimidas y dispersas las antiguas fuerzas militares, de las muchedumbres exaltadas habría de brotar una «Fuerza pública», un nuevo Ejército, de tipo totalmente distinto al anterior, que tremolaría el lema: !(Igualclad, Libertad y Frater-

nidad». Tal nuevo orden de ideas, al proyectarse sobre las instituciones

armadas, trajo : Supresión del encuadramie~zlo rrl mzdipo estil’o. La anterior Es-

cuela Militar Prusiana, representativa de una doctrina basada en la re- sistencia fría y pasiva en las unidades sometidas a rígida disciplina, se oponía, en su :lormas, al espírtu revolucionario, todo pasión, violencia y patriotismo. Consecuentemente, la disciplina castrense, si no inexistente, sí cambió de signo para aquellos «ciudadanos-sol- dados».

,4ctftzcd ofensian CI ultramn, ahi en las situaciones más favorables para la ,defer.sa, y siempre se tenía prcscnte la frase de Carnot : ((Ata- cad al enemigo todos los días, ser atacantes, sin cesar...».

Adopción del oydm abierto covzo sistemn, por estimarse que el ciudadano-soldado disponía de la suficiente personalidad moral para combatir aislado, sin tener que soportar una férrea disciplina y un monolítico y continuo encuadramiento a la prusiana.

En resumen, el factor combatiente adquiere entonces un gran sentido de «individualidad», casi tan amplio como el de los mesna- deros de la Edad Media. Sia embargo, moralmente, aquellos ciuda- danos-soldados, pese a su indiscutible grandeza de saber morir por una idea y por su patria, difícilmente pueden ser comparados con aquellos otros ((señores-soldados)) de los Austrias en nuestro Siglo de Oro, dada SU falta de disciplina militar y también su orgullo en ser militares subordinados de tan gran Emperador.

Los Arnzamentos

En las «Máximas de Guerra» de Napoleón se encuentra el siguiente párrafo : «El objeto del Arte de la Guerra consiste en dar a conocer las disposiciones que hay que adoptar para dar la batalla en condicioz

nes favorables. La organización, el armamento y la instrucción, cons- tituyen la labor de tiempo de paz...“.

Otro gran tratadista del siglo XIX, el General Van der Coltz, en 1896, al enumerar los requisitos del éxito en la guerra se expresa en la siguiente forma: «La mejor garantía de la victoria, aparte de las acertadas disposiciones estratégicas y tácticas, es la superioridad numérica.. .».

Por últimu, ya. más modernamente, el General francés Ailleret, en SLI volumen <(El Arte de la C;urrra y Ia Técnica». afirma : «Sc pue- de decir, pc’r tanto, que a fines del siglo XX Ias cuestiones re- ferentes al estudio y fabricación del material no influían, práctica- mente, en e! Arte de la Guerra. Por esta época, todos los escritores militares pasan por alto las cuestiones de armamento. En los tratados sobre la dirección de la guerra y en los libros de estrategia resultaría inútil buscar cualquier referencia al influjo que en la mente de un General en jefe podia ejercer la evolución del armamento durante el transcurso de una guerra.. .».

Así, pues. son varios los escritores castrenses que no demues- tran In menor preocupación por el factor armamento al referirse al

Arte Militar de los siglos anteriores al xx. Tal cosa 110 nos puede extrafiar, dado que en aquellos tiempos el Plrte Militar se reducía prácticamente a «maniobrar», por lo que tan sólo eran indispensables aquellos elementos susceptibles de rápidas mutaciones, es decir, los 01-delles fácticos, ya que las armas, al parecer, por el lento ritmo de SLI progreso en aquellos días, más bien constituían una constante de 1s ecuación de la guerra que un factor variable y determinante. Otras preocupaciones se presentarán para tratadistas que actual- mente estudian el Arte Militar dentro del cuadro del siglo actual, y aún más, de los venideros, ya que en SLIS análisis y conclusiones 0 habrán de ponderar meticulosamente los avances de la técnica de los armamentos, ei: función de los últimos avances de la mecánica? la electrónic2, en el campo termonuclear, en la baiística, óptica. etc.

Sin embargc, pese a la? anteriores apreciaciones, la historia vie- ne seîialando que las armas han sido las que más inmediatamente han facilitado el movimiento progresivo de la Táctica. Así nos lo con-

firm.a con los siguientes ejemplos : In antigua Grecia cambia cuando Filipo modifica las armas y arneses de sus guerreros : los celtíberos resistieron ante las legiones hastn que Roma. a SII vez. adopta el armamento de sus adversarios. y los mismos romanos. al degenerar

94 ‘OAQLTÍX DE SOTTO Y JIOSTES

en tiempos de Graciano, se despojan de sus defensas y seguidamente son sojuzgados por otros invasores. El feudalismo se sostuvo al negar al «villano» el uso de la armadura, el lanzón y el caballo. La aparición y propagación de ía pólvora, en fin, trastornó las antiguas bases de combate y repercutió en forma decisiva sobre la Táctica J también sobre la Sociedad. Ante tales recuerdos, creemos ELE tal vez resulte un tanto arriesgado aceptar en forma absoluta la falta de inte- rés por la evolución de los armamentos de las épocas históricas ante- riores a nuestro siglo. -Además, es preciso admitir sin reservas que en el pasado siglo, pese a sus múltiples agitaciones políticas y militares, nuestros mayores aún dispusieron de tiempo para obtener no pequeños adelantamientos en tan importante asunto y factor básico del Arte rde la Guerra.

Los Ordenes tácticos

La separación del tiempo que marcan las centurias históricas, si bien puede ser válida para indicar la fecha de un determinado su- ceso? no resulta tan favorable para sefialar el avance de una téc- nica, cuyo desarrollo y vicisitudes no ofrece una tan estricta com- partimentación cronológica. De aquí, que para intentar el estudio del progreso de la Estrategia o de la Táctica en el siglo XIX, sea forzoso referirse a la anterior centuria durante la cual. sin duda, se incubó el adelantamiento técnico militar.

Así, por ejemplo, las continuas y apasionadas polémicas del siglo XVIII, sobre los órdenes tácticos li~zzenl, pevpendicz&w, e,xtenso y profmdo, en los últimos años de tal centuria quedaron silenciadas, por falta de actualidad, al nacimiento de la táctica de la Revolu- ción francesa; como también esta novedad perdió consistencia a partir de que el Imperio, por mano de Napoleón. puso en vigor otros medios de combate, y así sucesivamente.

Hasta mediados del siglo XIX poco puede indicarse sobre nuestro progreso en cuestiones tácticas, pues hasta que no se llega al año 1840, o tal vez al 1850, ni los reglamentos, ni las cartillas y cuadernos militares, fruto de la iniciativa personal de algunos estudiosos, lo- graron elevar el concepto’ táctico en nuestro país a un terreno SLI-

perior, científico y filosófico. En fecha 2 de noviembre de 1842 se constituyó una Junta Tác-

-ica presidida por el entonces Mariscal de Campo don Felipe Ribero. Se organizó un batallón-modelo para ensayos y experiencias y se- ,guidamente se reglamentaron dos sistemas o tipos de despliegue: el cewndo y el nbierto, e incluso se puso en vigor cierto «aire de maniobra».

Pasado algún t.iempo, el Capitán General don Manuel Gutiérrez dc la Concha, no sin grandes dificuitades, consigue implantar su

célebre «Táctica de las tres Armas». For último, a finales de dicho siglo, según Villamartín, nuestra táctica puede ser definida (2) por los siguientes fundamentos :

Orden de ‘batalla oblicuo, si bien tal expresión no suponía sólo oblicuidad geométrica, pues también se organiz,iha a base de parn- lelismo en las dos líneas de batalla ; por lo cual, su verdadera incli- nación significaba, únicamente, la mecánica de los fuegos contra el despliegue adversario ; con ello, la acción por el fuego era más poderosa en unos puntos y de menor valor en otros. Igualmente estaba previsto un orden táctico elenwzfnl, que Villamartín llama paralelo.

Dentro de tal orden de batalla, las tropas se articulaban en dos ‘líneas, que se relevahan y apoyaban entre sí. La distancia norma1 entre dichas líneas era de unos 500 pasos.

La Caballeria no se situaba mezclada dentro de los intervalos y ,distancias existentes entre los batallones desplegados, a fin de no dificultar la rápida maniobra de SUS escuadrones.

La Artillería tampoco debía interpolarse dentro de las formaciones de infantes, sino en zonas adecuadas para proteger desde ellas el despliegue de las unidades del ataque.

II. Ow.smrzAcróN MILITAR

A comienzos del siglo XIX, la organización militar española se articulaba del siguiente modo :

Organos Superiores del Ejército.

División Territorial. Capitanías Generales de distritos o regiones militares.

Cuerpos armados de activo y reserva.

(2) Obras Selectas, cap. II, págs. 385 y sigs.

96 JOAQUíN DE SOTTO 1 XONTES

Administración del Ejército (donde se agrupaban los distintos

Servicios de municionamiento, mantenimiento, etc.). Al directo servicio de la familia real existían unidades militares

palacianas con una adecuada estructura y distintas denominaciones, tales como Guardias de Corps, Guardias de la Real Persona, Alabar-

deros, Carabineros Reales, etc.

1. Coitstitzrciólz geuernl del Ejército

Con ligeras variantes, la orgánica de nuestro Ejército durante la mitad del siglo xrx fue similar a la anterior. ,Xaturalmente, durante la Guerra de la Independencia, dicha estructura militar -sin pro- fundos cambios orgánicos- se modificó en la parte relacionada con la cuantía de los efectivos y número de unidades, aumentos muy jus- tificados para poder sostener debidamente la campaíía.

L(a Ley Constitutiva del Ejército de 9 de junio de 1821, esto es, algunos años después de terminada la invasión napoleónica, decre- taba la división de nuestras Fuerzas Armadas en dos grandes núcleos I de codimro sekcio y Milictis nacionales. También permitía el vo- luntariado, si bien no aceptaba la redención del servicio militar a metálico.

Durante esta primera épcca se organizó un reducido Estado Ma- yor, que aunque nació con vida orgánica un tanto incierta y acci- dentada, desde 1835 alcanzó más adecuada madurez.

En síntesis, los Organos Superiores del Ejército fueron: Consejo Superior de Guerra y Marina, presidido por el Rey y

articulado en dos Salas : la de Gobierno y la de Justicia. Secretaría de Estado y del Despacho Universal de la Guerra de

Espafia e Indias, presidida por el Ministro de la Guerra, auxiliado por alto personal y elementos administrativos.

Montepío Militar. Superintendencia de Penas de Cámara. Inspecciones Generales de tropas de activo y reserva, en las que

existían las de Infantería, Caballería y Remonta y Cría Caballar, Artillería e Ingenieros, de la Defensa del Reino, de la Guardia Civil, de Cara’bineros, y la Junta Facultativa de Sanidad Militar.

Consejo de la Administración de la Caja para alivio de inútiles y huérfanos de la Guerra Civil.

Cuartel de Inválidos.

Igual que ell cl siglo sv111, la división territorial militar se basaba en un determinado número de Capitanías Generales, a cuyo frente se hallaba un Teniente General. Como complemento había algunos Gobiernos Milita,res y Comandancias GenerAes indepen- dielltes.

Las once regiones militares compredían la s siguientes Capitanías Generales :

Castilla la sueva, Castilla de Vieja, Aragón, Catalufía, Valencia y Murcia, Mallorca, Navarra, rlnctalucí~, Reino y Costa de Granada, Galicia y Extremadura.

Las Comandancias Militares esentas, fueron : Menorca, Costa de Asturias y Santander, Vizcaya, Guipúzcoa, Campo de Gibraltar y Canarias.

Complemento de tales organismos fueron los distintos Gobiernos Militares que, en número variable, estaban directamente vinculados a las Capitanías Generales con arreglo a su ubicación.

Ya a finales de siglo, por Real Decreto de 22 de marzo de 1893, la distribución territorial experimentó algunas variaciones, como la reducción del número de Capitanías Generales, que se fijó de acuerdo con el de Cuerpos de Ejército existentes. El territorio nacional quedó dictrihuido, en la siguiente forma :

1 Región Militar: Castilla la Sueva y Extremadura. II Región Militar : Sevilla y Granada.

III Región Militar: Reino de Valencia. IV Región Militar : Cataluña. V Región Militar : Aragón.

VI Región Militar: Burgos, Savarra y Vascongadas. VII Rejgión Militar : Castilla la Vieja y Galicia. Continuaron existiendo algunas Comandancias Generales y Go-

biernos Militares independientes.

Los Cuerpos considerados como activos agrupaban a las unidades de las Armas de Infantería y Caballería, así como a las de Artillería e Ingenieros, que por estas fechas no eran estimados como Arma.

98 JOAQUíX DE SOTTO Y MOSTES

Los efectos globales de los Cuerpos activos pueden calcularse con cierta aproximación en unos 112.000 hombres.

Las tropas de reserva estaban formadas por las Milicias Provin- .ciales, Urbanas y el Cuerpo de Inválidos hábiles (existía otro per- sonal, que por sus disminuidas condiciones físicas estaban conside- rados inhábiles). Las Milicias Provinciales, que eran las de mayor ‘importancia, venían a contar más o menos con unos 33.000 hombres en sus filas.

Cuando estudiemos las distintas Armas y Cuerpos se darán mayores precisiones de los Cuerpos activos ; ahora como antecedente general indicaremos, que a los comienzos de siglo tenían existencia orgánica las siguientes tropas :

Jnfmterín

35 regimientos de línea (a tres batallones). 4 regimientos italianos (a tres batallones). 6 regimientos suizos (a dos batallones). 2 regimientos de la Casa Real (a tres batallones), 3 compañías de Guardia de Corps. (Palacinnnsj. 1 compañía de Alabarderos (Palaciana).

<aballería

12 regimientos de línea (a cinco escuadrones). 8 regimientos ligeros (a cinco escuadrones). 2 regimientos de Cazadores (a cinco escuadrones). 2 regimientos de Húsare? (a cinco escuadrones). 6 escnadrones de Carabineros Reales (Palacianos).

Artûlleria

4 regimientos (a diez compañías). 108 compañías independientes a caballo y de veteranos.

5 compañías de obreros. 1 compañía de Cadetes.

ORGANIZACIóS XILITAR ESPtiOLA DE L.4 CASA DE BORBÓN 99

Ifzgefaieî-os

1 regimiento de zapadores-minadores (a dos batallones),

Los efectivos globales de tal organización venían a ser unos T.222 Jefes y Oficiales y 131.000 de tropa. Naturalmente, tanto el número de batallones como el de unidades menores e, incluso los efectivos experimentaron variaciones, en particular, durante el trans- curso de la Guerra de la Independencia y sucesivas guerras civiles.

En cuanto a las tropas de reserva, sus unidades fueron:

43 regimientos de Milicias Provinciales (a un solo batallón). 4 divisiones de granaderos (a dos batallones).

III. EL RECLUTAMIESTO Y ~,r\ MovxLlzi\crós

Como en un artículo de esta Revista (3), se trató la cuestión en lo que se refiere al siglo XIX, ahora tan sólo se harán algunas refe- rencias relacionadas con la forma de nutrir los efectivos de las Fuerzas Armadas de dicha época.

La Guerra de la Independencia fue un suceso popular y, por tanto, todas sus manifestaciones, entre ellas la relativa al reemplazo del Ejército, @vieron igual signo de popularidad. Así, las Cortes reu- nidas en Cádiz en 1812 dieron forma legal al patriótico sentir de las gentes espafíolas, implantando el servicio mihItar o óli~o~to~~o con todas sus consecuencias, esto es, sin discriminación de clases sociales, y ,sin distinción de abolengos, estados y exenciones. Un decreto del Gobierno estableció : «Todo espaííol será soldado ; habrá una fuerza nacional permanente de tierra y mar para la defensa del Estado, tanto en el exterior como en el interior : ningún español podrá ex- cusarse del servicio militar cuando fuere llamado por la Ley. Las Cortes fijarán anualmente el número de tropas necesarias y el modó ,de levantar las que fueren convenientes.. .». Mediante tal patriótica y eficaz decisión, en nuestro país se pasó rápidamente del antiguo concepto de «soldado del Rey» al más moderno y adecuado de ctsol- dado de la Nación>).

---.- (3) El RPchta?Jzieuto ilfilitnr ctt. Espaíía. <Revista de Historia Militar», nú-

mero 16, 1964.

100 JOAQniX DI; SOTTO Y JIOSTES

No obstante, a pesar de los buenos deseos de los gobernantes, sólo durante el reinado de Isabel II, en 1856, aparece en Re;ti Uecreto un nuevo sistema de Reclutamiento y Reemplazo clc; Ejército, sobre las bases enunciadas por las Cortes de Cádiz.

Las épocas que más típicamente definen los sistemas de re- clutamiento, en vigor durante la centuria SIS, aparte de las que im- puso la invasión napoleónica, pueden ser las siguientes :

En X376, el Capitán General de Navarra comunicó al Gobierno, que con motivo del fin de la Guerra Carlista existía en su territorio un gran número de hombres familiarizados con el servicio de las armas, deseosos de enrolarse en el ejército de Ultramar. Aceptada tal sugerencia por el Monarca, se publicó cl Real Decreto de 26 de marzo de 1576, por el que se autorizaba la creación de banderines móviles de enganche en las ciudades de Pamplona, Vitoria, Tudela, Tafalla, Estella, San Sebastián y Bilbao, a fin de alistar voluntarios para la is!a de Cuba. -4 tales contingentes se Ies concedían determi- nados premios, ventajas, exenciones, etc.

Otra disposición de gran importancia, relacionada con el reem- plazo del Ejército, fue la dictada en 10 de enero de 1W7. En ella se establecía el servicio militar obligatorio y !a premisa de que tan sólo los espaiíoles podían prestar servicio en las Fuerzas Armadas de la Nación. Con ello desaparecían de filas todo el personal extran-

,jero que desde antiguo figuraba en nuestro Ejército. También fue implantado el sistema de sorteo para la elección de los mozos de cada reemplazo, y se admitía, cosa ya menos normal y conveniente, la redención del servicio militar a metálico. Igualmente se crearon por esta época las aCajas de Redención y Reenganches.

Por estos tiempos se publicaron normas más exactas y normales por las que se debía regir el sorteo de los mozos alistados y. al mismo tiempo, se reorganizaron las Cajas de Recluta y las Zonas de Movilización. Otras varias mejoras se introdujeron en la práctica

01<GAVIZ.4CIóS Z.lILITIR ESPA8OL.4 DE L.4 CASA DE BORBÓX 101

del reemplazo del Ejército, que se omiten en gracia a la brevedad. Algunas de cl!as figuraban en el tra’bajo señalado (4).

IV. L4 INsTRuccIóx YLA EUEÑANZA MILITAR

En siglo tan agitado corno el x1x, que se inicia con una guerra contra Portugal, seguido casi por otro de mayor extensión, la Guerra de la Independencia, y continuado muy pronto por una serie de guerras interiores, pronunciamientos, etc., era difícil encontrar sosiego para depurar nuestros sistemas pedagógicos dentro del am- plio campo de la Instrucción y Enseñanza Militar, que falta hacía.

Para darse cuenta del ambiente general de entonces en nuestra enseñanza castrense, basta leer lo que Almirante dejó escrito en

un párrafo de su Diccionario Militar: «En este siglo, las Armas Generales han seguido respecto a los Establecimientos de Ins’truc- ción con igual o mayor inestabilidad que en el anterior. En la época de la Guerra de la Independencia, se quiso estudiar en todas partes, y, como era consiguiente, no se aprendió en ninguna».

«En 1.” de mayo de 1808, se tratj de establecer en Cádiz la Aca- demia de I.ngenieros, lo que no se logró hasta 1810 J pero bien se comprende que en momentos tan favorables para satisfacer nuestra invencible propensión al «individualismo», cada ejército, cada re- gikento, cada provincia y cada guerrilla, se apresuró a crear por SU czcentn centros especiales y exclusivos de alistamiento e instrucción.. .».

«Sería enojosa la lista: En Cádiz, Sevilla, San Fernando, Poblet, Valencia, Jaén, Santiago, L,ugo, _ Játiva, Villena, Orihuela, Murcia, Palma, Olivenza, Tarragona, Gandía, etc., con más o menos medios y con más o menor acierto hubo escuelas, colegios y academias militares».

«En el período de singular atonía que sucedió a la guerra, algunos Establecimientos continuaron, luego se refundieron en tres, y la ge- neralidad se extinguieron. Nuevos proyectos en la segunda época constitucional fueron barridos por el célebre Decreto de octubre de 1823~.

No obstante, todo no fue negativo en dicha época, ya que en fecha 29 de febrero de 1824 vio la luz pública un pensamiento verdadera- mente orgánico y fecundo relacionado con la enseñanza militar, por __~

102 JOAQUío; DE SOTTO Y MONTES

mano del por entonces teniente general don Francisco Javier Vene- gas, marqués de la Reunión de Xueva Espaíía, que auxiliado por una Junta de entusiastas militares presentó un reglamento sobre la instrucción, que a su vez hizo posible que el dia 1.” de junio del siguiente año se instaurara un Colegio Militar, capaz para 150 C:L- detes. Tal Centro de Enseñanza se instaló en el Alcázar de Segovia.

Años después, en fecha 26 de mayo de 1833, se ordenó Ia crea- ción de unos Colegios Militares para «distinguidos», los cuales fue- ron localizados en Valencia, Zamora y Zaragoza, y más tarde, por Orden de 12 de enero de 1838, tales Centros fueron ampliados en dos colegios más : uno en La Coruíía y el otro en Granada.

Sin embargo, pese a todas las citadas creaciones, la enseñanza militar seguía sin tener la solución adecuada, más bien por falta de una enérgica y atinada dirección que por otra cosa. En efecto, por

estos tiempos hay toda una serie de criterios mantenidos por las Armas y Cuerpos con respecto al reclutamiento de la Oficialidad, algunos tan dispares entre sí, que toda armonización resultaba. prácticamente imposible. Así, por ejemplo, mientras en Infantería se defendía casi como postulado la idea de orientar la enseñanza a base de los colegios de «distinguidos», el Arma de Caballería sus- tentaba la opinión de que para ser un buen Oficial de tropas mon- tadas era condición precisa haber sido previamente y durante varios años soldado y sargen$o. En cuanto a los llamados Cuerpos faculta- tivos, éstos se inclinaban a que la preparación de sus cuadros de man- do se llevase a cabo mediante extensos y prolongados cursos.

Tras de varias discusiones y cambios de punto de vista, al fin se pudo concretar algo más en lo referente a unificación de la ense- ñanza militar, cor. la publicación de la Orden de 23 de diciembre de 1842, que transformaba el antiguo Colegio Militar de Segovia en Cole*qio Gelferal’ pw~ todcls las Awzns, dándose inicialmente como

edificio el antiguo cuartel de los Guardias de Corps y, más tarde, y bajo la dirección del memorable teniente general don Serafín María de Sotto y Ab-Ach, conde de Clonard y marqués de la Granada, el día ‘25 de septiembre de 1846, dicho Centro se trasladó a Toledo.

El Arma de Caballería, que el 10 de junio de 1835 había fundado su Escuela Especial de Trompetas de Vallecas (Madrid), ampliando su primitiva idea de centralizar su enseñanza militar, empezó a con- centrar en Alcalá de Henares a sus reclutas, sus depósitos y almace- nes, etc., para en 29 de enero de 1849 organizar en la referida Ioca-

lidad su Establecimiento Central de Instmcción, Medida esta que,- como precedente, trajo consigo que otras Armas e Institutos, por espíritu de emulación, se apresuraran a seguir dicha idea, condenando así la existencia del ya citado Colegio Militar de todas las Armas,. Ello dio paso a la organización de dos colegios independientes, uno. para Infantería en Toledo, y otro para Caballería en Valladolid. La. ;Irtillería continuó en Segovia y los Ingenieros se establecieron en. Guadalajara.

Relacióu de Centros de Ense?2ainm Militar orgnnkdos en efi siglo XIX.

Colegio Genera!. Militar de Segovia. Colegio General de todas las Armas de Toledo. Colegio de Cadetes de Infantería de Toledo, fundado por Real De--

creto de 5 de noviembre de 1550. Colegio cle Cadetes de Caballería de Valladolid, igual fecha de fun--

dación que el de Infantería. Colegios Preparatorios Militares de Granada, Trujillo, Lugo y Za--

ragoza, creado por Real Decreto de 27 de enero de 1888. Academia General Militar, organizada por Real Decreto de 20 de”

febrero de 1882. Academia Especial de Ingenieros, fundada en Alcalá de Henares

en el año 1803. Academia Especial de Sarg-entos, creada por Real Decreto de 24‘

de junio de 1885. Escuela Central de Tiro, instituida en 28 de septiembre de 1850,.

V. LAS ARMAS COMBATIENTES

1. Et Estado ikfqo~ General

En el siglo xxx, las plantillas aproximadas de Oficiales Genera- les eran:

12 Capitanes Generales de Ejército, entre los cua.les figuraban POP derecho propio el Rey y algunos príncipes de sangre real.

80 Tenientes Generales, que desempeñaban distintos altos cargos,.. entre otros, los de Capitanes Generales de los distritos militares.

104 JOAQIjÍS J,)i; SOTTO Y XOSTES

220 Mariscales de Campo, empleo equivalente al de General de División.

3.37 Brigadieres o Generales de Brigada, parte de ellos ostentaban ,el mando directo como primeros jefes de algunos regimientos.

Con arreglo al real decreto de 1.” de julio de X363, las referidas categorías militares podían encontrarse en alguna de las tres si- guientes situaciones 0 secciones : cttzpletrdos, de cuartel y ezentos de semicio. Pertenecían a la primera, además de los Capitanes Generales de Ejército, el resto de los Oficiales Generales que desempeñaban cargos estimados de actividad. En la segunda se integraban aquellos que no teniendo aítn cargo de actividad, estaban en condiciones de obtenerlo, y, por ultimo, se hallaban incluidos en la tercera sección, los que con carácter voluntario y por propia conveniencia solicitaban su ingreso en tal situación, si bien, para obtenerla precisaban acre- ditar más de dos arlos de efectividad en el empleo, cuarenta de ser- vicios incluidos los abonos de campaña, y no ser menores de las eda- des siguientes : Tenientes Generales, 68 años : Mariscales de Cam- po, 65, y Brigadieres, 62.

2. C’zleypo de Estndo Mayor

Corresponde al General don Joaquín Blake, el mérito de la idea de instaurar en España este acreditado Cuerpo, en el que habían de ingresar a través de los tiempos Jefes y Oficiales sobresalientes y cultos de nuestro Ejército. La fecha de creación de tan distinguido Cuerpo fue la ,de 9 de junio de 1810.

Comentando las vicisitudes de este Instituto, Almirante en su Diccionario Militar, se expresa en los siguientes términos: «Aquel General -dice refiriéndose a Blake-, vivo ejemplo de cómo la for- tuna suele enemistarse con cl saber, pretendió organizar un verda dero Cuerpo, con permanencia, nombres y jerarquías: 28 Ayudantes generales (Brigadieres y Coroneles), 20 Primeros y 14 Segundos Ayundantes (Tenientes Coroneles y Capitanes)».

Muchas vicisitudes e incomprensiones tuvo que sufrir este nuevo Cuerpo hasta ver afirmada y confirmada su existencia orgánica. Abundaron las capañas en pro y en contra de tal institución, y fueron legión de escritores que para bien o para mal se preocuparon en gas- -tar ríos de tinta sobre tal asunto, produciendo un sin fin de informes,

(‘aballeria de línea del reinado de Fernando VII, de aEl Ejército y la Armada), de Manuel

Giménez y GonzAlez, manuscrito inédito de 1862. que se conselva en la Real Academia

de la Ilistoria.

ORG.\SIZACIóN XILITAR ESPAÑOLA DI3 LA CASA DE BORBÚS 105

folletos, etc., no siempre muy afortunados, y en su mayoría parti-

distas cuando no apasionados.

Disuelto el Cuerpo al finalizar la Guerra de la Independencia, vuelve a reaparecer en 1815 en los Ejércitos de observación de los Pirineos con motivo del regreso de Napoleón a Francia. Así, y con tales vaivenes orgánicos, se llega al año 1823, en cuyo momento las Cortes extraordinarias, en el mes de febrero, decretaron la que, al parecer, debía ser la definitiva constitución de dicho Cuerpo, con las siguientes plantillas de personal :

Un Jefe de Estado Mayor General, encargado de la parte activa de la guerra y su preparación.

16 Primeros Ayudantes Generales, Jefes de Estado Mayor de los distritos de la Península y Baleares.

36 Segundos i2yudantes Generales.

60 Capitanes adictos.

Para nutrir dicha plantilla se estipuló que 24 de sus vacantes co- rrespondieran a Infantería, 10 a la Caballería, 7 a la Artillería y 4 para los Ingenieros ; del resto del personal hasta cumplir la tota- lidad de las vacantes de Primeros y Segundos Ayudantes Generales no tenemos noticia, si. bien sí conocemos que los destinos de los Capitanes adictos se cubrieron por las Armas de Infantería y Caba- llería y por el Cuerpo de Ingenieros (Zapadores).

Hubo mucha legislaci6n sobre el Cuerpo de Estado Mayor. Tan sólo indicaremos, por su mayor interés, el real decreto de 31 de mayo de 1847, por el cual se asignaban grados típicamente militares de este Cuerpo, a base de la siguiente plantilla: 3 Brigadieres, 9 Coro- neles, 32 Tenientes Coroneles, 23 Comandantes, 60 Capitanes y 40 kenientes.

3. Infanteda

Al iniciarse el sig-lo XIX? con la publicación del Reglamento para la Infantería de 26 de agosto de 1802 este Arma experimentó di- versas reformas, siendo las más sobresalientes :

Los regimientos de línea se articularon en tres batallones ; el primero con dos compañías granaderas y otras dos de fusileros, esto

106 JOSQUÍN DE SOTTO Y MONTES

es, unas 1.009 plazas (en paz) y 2.207 (en guerra), sin contar en am- bos casos los tmmntes (5).

Los batallones ligeros se limitaron a seis compañías con una fuerza

cada una de ellas ,de 130 plazas (en paz) y 200 (en guerra), incluidos. en tales efectivos los mencionados travantes en número de 43.

En virtud del citado Reglamento y disposiciones complementa-- rias del Arma de Infantería, al comenzar la Guerra de la Independen- cia se articulaba en las siguientes unidades menores :

Tropas de la Casa Real. Infantería de línea (nacional y extranjera).

:I:nfantería ligera. Infantería granadera. Milicias Provinciales (granaderos y cazadores).

En resumen, los efectivos del Arma (excluidas las tropas pala- cianas) en 1808, eran :

De linea . . . . . . . . . . . . . . . ís9 52.203

Ligera . . . . . . . . . . . 12 14.066 Extranjera . . . _ . . . . . . . . . 12 10.877 Milicias Provinciales . . . . . . . . . 50 31.658

-

TOTALES . . . . . . . . . . . . . . . 193 108.804

Más tarde, entre los meses de mayo y diciembre, al crearse nue- vas unidades, dichos efectivos aumentaron ostensiblemente.

En los años iniciales de la, centuria XIX, esta modalidad del -4rrnz se descompanía en los dos siguientes grandes núcleos : Estado MG- yor- Gmeral y Tropas. Además. existía una Inspección General para

(5) En 30 de abril de 1794 se dispuso que además de la fuerza del regimiento

se admitieran irgaules o asistentes con plaza de soldado para el servicio persona1 de los Jefes y Ofkiales del Cuerpo, y a la razón de 4 para el Coronel. 3 par; los

Jefes y uno por cada Oficial presente en filas.

ORGAKIUCIÓX MILITAR ESPA$OLA DE LA CASA DE BORBÓN 107

la I.nfantería de línea, normalmente desempeííada por un Teniente tieneral, si bien en ocasiones igualmente estuvo al frente de la misma un Mariscal de Campo. A comienzos de 1808 el Inspector General era el Teniente General D. Felipe O’Neill.

El Estado Mayor General de tal clase de Infantería, contaba con el siguiente cuadro de Oficiales Generales :

Un Capitán General de Ejército. 36 Tenientes Generales. 22 Mariscales de Campo. 34 Brigadieres.

El núcleo de tropas disponía de 36 regimientos, cada uno de ellos a tres batallones. Las denominaciones y dichos Cuerpos, fue la siguiente:

1.

2.

3. 4. 5. 6. 7. 8. 9.

10. 11. 1.2.

Guardias Espa- 13. Valencia. iíolas. .1-c. Zaragoza. Guardias Walo- 1%;. Espaíía. nas. rifi. Toledo. Rey. 17. Mallorca. Reina. 18. Burgos. Príncipe. 19. Murcia. Saboya. 20. León. Corona. 21. Cantabria. Africa. 22. Ceuta. Soria. 23. Navarra. Córdoba. 24. Aragón. Sevilla. 25. América. Granada. 26. Extremadura.

orden de antigüedad de

27. 28. 29.

30.

31.

32. 33. 34. 35 36:

Málaga. Jaén. Ordenes Milita- res. Voluntarios de Castilla. Voluntarios de la Corona. Borbón. Zamora. Guadalajara. Asturias. Princesa.

Igualmente estaba articulada esta 1,nfantería en : Estado Mayor General y un núcleo de Tropas, disponiendo también de una Ins- pección General desempeñada por LUI Teniente General, y a veces por un Mariscal de Campo.

La plantilla del Estado Mayor General era:

3 Tenientes Generales. 2 Mariscales de Campo. 3 Brigadieres.

108 JOAQUÍX DE SOTTO Y MOSTES

En el núcleo de Tropas se alineaban: tres regimientos irlandeses, uno napolitano y seis suizos, todos ellos con una organización igual

a la ‘de los Cuerpos de línea, si bien con tan sólo dos batallones.

Sus denominaciones y orden de antigüedad fue:

Irlandeses --

Napolitano suizos

1. Irland‘., 1. Kápoles. 1. Wimpffeu. 2. Hibernia. 2. Keding 1. 3. Ultonia. 3. Reding II.

4. Betschast. 5 . Traxler. 6. Preux.

La Lnfantería: ligera

Estaba constituida a base de los siguientes batallones indepen- dientes :

1. 1 de Aragón. 2. 1’ de Catalufia. 3. Tarragona. 4. Gerona.

5. 11 de Barcelona. 3.0. Campo Mayor. ci. $1 de Aragón. ll. 1 de Cataluña. 7. Barbastro. 12. Voluntarios de S. 1 de Barcelona. Ka\-arra. 9. Voluntarios de

Valencia.

La Infantería granadera

Al publicarse el Reglamento de 1.” de julio de 1810, la infantería veterana se organizó en ocho batallones de granaderos, formados de las divisiones de granaderos provinciales, de 125 regimientos de línea excedentes (los cuales, lo mismo que las Milicias provinciales, conservaban su antigua denominación, con la adición de «Segundo Regimiento», cuando existía otro cuerpo de igual nombre), y de 32 batallones ligeros procedentes de las tropas extranjeras que se es- timaran mantener.

También se ordenó que dicha infantería granadera tuviera pre- ferencia sobre los demás Cuerpos de infantería, así como que los Cuerpos de Milicias fueran considerados los últimos, por estimarse

ORGAXIZACI6H MILITAK ESPAhOLA DE LA CASA DE BORBÓN 109

que eran de nueva creación. Cada batallón granadero ostentaba una bandera sencilla, saivo el primero que llevaba la «Coronela».

Como tal clase de tropas de reserva de Infantería habrán de ser motivo de otro artículo, ahora tan sólo indicaremos que al igual que el resto del Arma que se viene estudiando, la organización de las Milicias se articulaba en Estado Mayor General y el consiguiente núcleo de tropas.

El Estado Nayor General, constituido por militares de carrera,

constaba de :

b Sktriscalcs de Campo. 15 Brigadieres.

En cuanto al núcleo de tropas, estaba representado por los si- guientes regimientos, a más de cuatro divisiones de granaderos

fuertes en dos batallones cada una.

7. 0

r: 4. :>. 6. 7

ti: 9.

ío. Il. 12. 13. 14. 1.5.

Jaén. 16. Sigüenza. Badajoz. 17. Toro. Sevilla. 1s. Soria. Burgos. 19. Laredo. Lugo. 20. Orense. Granada. 21 León. 22:

Santiago. Pontevedra.

Oviedo. 23. Tuy. Córdoba. 24. Betanzos. Murcia. “5. Málaga. Trujillo. 26. Guadix. Jerez de Ia F. Y di. Ronda. Ecija. 18 Buja!ance. Ciudad Rodrigo. 29. Cuenca. Logroño. 30. Salamanca.

31.

32. 33. 34. 35. 36. 37. 3s. 39. 40. 41. 42. 43.

Alcázar de San Juan. Chinchilla. Lorca. Valladolid. Mondoííedo. Toledo. Ciudad Real. 4vila. Plasencia. Segovia. Monterrey. Compostela. Mallorca.

Los citados regimientos provinciales. tan sólo contaban con un batallón de a ocho companías de granaderos y cazadores.

Las divisiones granaderas, que como se indicó eran de dos bata- llones cada una de ellas, fueron las siguientes:

1. Castilla la Nueva. 2. Castilla la Vieja. 3. Andalucía. 4. Galicia.

Regimientos de Infante& al termirm In G‘uerl-a de la l?tdepe>adencia

El número de Cuerpos de infantería que durante la Guerra de la Independencia se llegó a formar, alcanzó la no despreciable cifra de

501. Ahora bien, cuando se llegó a la firma del tratado de paz de Valenqay (11 de diciembre ,de 1813), la cuantía de dichos Cuerpos no era tan grande, según noticias unos 178 regimientos. No o’lx-

tante, como en el mes de marzo de 1814 se ordenó por la Regencia del Reino una revista general, se tiene constancia de los Cuerpos que acudieron a tal alarde, que fueron los que siguen:

I.ltfante& de Lhea

Regimiem?os viejos

1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.

;: 10. ll. 12. 13. 14. 15.

RW. 16. Mallorca. Galicia. 17. Burgos. Príncipe. 18. Murcia. Corona. 19. León. Africa. 20. Cantabria. Zamora. 21. Asturias. Soria. 22. Ceuta. Córdoba. 23. Navarra. Guadalajara. 24. Aragón. Sevilla. 23. América. Granada. 26. Princesa. Va!encia. 27. Málaga. Zaragoza. 28. Ordenes Militares. España. 29. Voluntarios de Corona. Toledo. 30. ‘Borbón.

31. Irlanda. 32. Hibernia.

Infantería. Irlandesa

33. Ultonia.

hfanteria qzle mztes habia sido dc Milicins Pt-ovinciales

34. Jaén. 35. TT de Badajoz. 36. 11 de Sevilla.

%37. II de Burgos.

38. Lugo. 39. Oviedo. 40. Trujillo. 41.. Ciudad Real.

ORGAXIZACIbX MILITAR ESPAKOLA DE LA CASA DE BORBÓS 111

4.2. Sigüenza. 43. Toro. 44. II. de Soria. 45. ILaredo. 46. Orense. 4i. Santiago. 48. Pontevedra. 49. Tuy. 50. Betanzos.

60. Palma. 61. Baza. 62. Almería. 63. 1 de Guadix. 64. Alpujarras. 6.5. Urge1 (en cuadro). 66. Badajoz. 67. Benavente. 68. II de Voluntarios. 68. II de Voluntarios de Ma-

drid. 69. Ba&. 70. T;ernando VII. 73 . Lena. 72. Pavía. 73. Infiesto. 54. Castropol. 75. Veteranos de Palma. 76. Cangas de Tineo. 77. Leales Manresanos. 7s. Barcelona. ‘79. II de la Princesa. SO. I de Voluntarios de Xa-

varra. 81. II de Voluntarios de Na-

varra. 82. IIT de ‘\Tolwtarios de Na-

varra. 83. Almansa. 84. Cariñena. 85. Canarias. 86. Unión.

31. 52. 53. é> -4. 55. 36. r- 21. us. 39.

87. SS. 89. 90. 91. 92. 93. 94. 95 961

97. 98. 99.

100. 101. 102. 103. 104.

103. 106. l.Oi. 108. 109. 110. 731. 1.31.

112. 3 13.

Il de Guadix. Ronda. Cuenca. Alcazar de San Juan. Chinchilla. Plasencia. Monterrey. Compostela. Mondoñedo.

San Fernando. Ampurdán. Cádiz. Cansados de Galicia. Granaderos de Castilla. Reunión (en cuadro). Arlanza. Mataró. Granaderos de Castilla. 1 de Voluntarios de As- turias. V de Granaderos. II de Asturias. Legión Egtranjera. Constitución. Granaderos del III ejército. 1 de Alava. II de Alava. General de la Reserva de Andalucía. General del 1 ejército. III de Alava. TI del Príncipe. 1 de Aragón. II de Aragón. III de Aragón. IV de Voluntarios. IV de Voluntarios de Na- varra . Riba,qorzana. Provisional de >$ahón.

112 JOr\QCiS DE SOTTO Y YOSTES

I?zfanterín ligera

Regimientos viejos

1. 2. de Voluntarios de Aragón. 2. 1 de Voluntarios de Cata-

luña. 3. II de Voluntarios de Cata-

lu5a. 4. Tarragona. 5. Gerona.

11. 12. 13. 14. 15. 16. 37. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24.

25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33.

Cazadores de Vaiencia. Tiradores de Cádiz. Voluntarios de Vitoria. Tiradores de Mérida. Voluntarios de Santiago. Cazadores de Carmona. Tiradores de Baza. Voluntarios de León. Tiradores ‘de Cástilla. Voluntarios de Ribero. 1 de Tiradores de Cantabria. Cazadores del Rey. II de Tiradores de Cantabria. Voluntarios de Guadala- jara. Tiradores de la Burera. Voluntarios de Soria. Voluntarios de Molina. Voluntarios de la Rioja. Voluntarios Numantinos. Legión extremeña. Tiradores de Sigüenza. Voluntarios de Alicante. 4II ,de Tiradores de Castilla.

6. 7. 3 b.

9. 1.0.

:Lí. 33. 36. 37. 3%. 39. 40. 41. 42. 43. 44. 4.5.

46. 47. 48. 49. 50. 51. 32. 5.3. 53. 5.5.

II de Voluntarios de Aragón. Voluntarios de Valencia. Cazadores voluntarios de la Corona. Campo Mayor. Voluntarios de Sa\-arra.

Voluntarios de Jaén. 1 de 1,beria. Tiradores de Cataluíía. Cazadores de Cataluña. Voluntarios de Cardona. Cazadores de Mallorca. e Voluntarios de Madrid. III de Iberia. 1 de Vizcaya. II de Vizcaya. II1 de Vizcaya. 111. de Tiradores de Canta- bria. 1 de Guipúzcoa. II de Guipúzcoa. Cazadores extranjeros . III de Guipúzcoa. Tiradores de Doyle. II Tiradores de Castilla. 1 Cántabro. IV de Iberia. General del 1.V ejercito. Imperial Alejandro.

En resumen, las fuerzas de Infantería eran:

Clase Regimientos Efectivos _----.-..--

De línea . .: . . . . . . . . . . . . 1.13 3.03.2.?1 plazas

Ligera . . . . . . .: . . . . . . . 65 49.987 ))

TOTALES . , . . . . . . 178 153.238 plazas

k~adores y Lanceros del reinado de Isabel II, de la obra SEI Ejército Y la Armada>

de Manuel Giménez González, manuscrito inédito de rS62 que se conserva en la Real Academia de la Ilistoria.

Un año después, y en fecha 2 de marzo de lSl5, se ordenó la reorganización del Ejército, trayendo consigo, por lo que respecta al Arma de Infantería, las siguiente variaciones:

Quedaron en actividad 47 regimientos de línea y 13 batallones ligeros (incluido el de Canarias). Cada regimiento de línea a tres batallones, cada uno de ellos de ocho compañías (seis de fusileros, una de granaderos y otra de cazadores). Los batallones ligeros te- nían igual estructura orgánica que sus semejantes de línea.

Los Cuerpos de línea que quedaron en virtud de tal reorganiza- ción fueron:

1. Fernando VI. 63. 2. Inmemorial del Rey. 26. 3. Reina. 27. 4. Príncipe. 28. 5. Infante D. Carlos. 29. 6. Infante D. Antonio. 30. 7. Galicia. 31. 8. Corona. 32. 9. Africa. 33.

10. Zamora. 34. 11. Soria. 33. 12. Córdoba. 36. 13. Guadalajara, 37. 14. Sevilla. 38. 1.5. Granada. 39. 16. Valencia. 40.

17. Zaragoza. íS. España. 2:: 19. Toledo. 43. 20. Mallorca. 44: 21.. Burgos. 45. 22. Murcia. 46. 23. León. 47. 24. Irlanda.

Cantabria. Asturias. Ceuta (fijo). Navarra. Hibernia. Ultonia. Aragón. América. Princesa. Extremadura. Málaga. Jaén. Ordenes Militares. Voluntarios de Castilla. Vitoria. San Marcial. Borbón. Valencay. Bailén. Voluntarios d,e Madrid. Imperial Alejandro. Lorena. Nápoles.

Los batallones ligeros se denominaban del siguiente modo :

1. T de Aragón. 2. 1 de Cataluña. 3. II de Cataluña. 4. Tarragona. 5. Gerona. 6. 1 de Barcelona. 7. II de Aragón.

S. 9.

10. 11. 12. 13.

Hostalrich. Cazadores de Basbastro. Voluntarios de Valencia. Albuera. Voluntarios de Navarra. Canarias.

114 J‘V.QUiX DE SOTTO T XOSTES

A fin de poder distinguir dentro de la escala general del Arma

a los Cuerpos expedicionarios en Ultramar y evitar confusiones con los que permanecían en la metrópoli, en fecha 13 de mayo de 1S15 se dictó un Reglamento, en el que se disponía «que los regimientos expedicionarios tomaran la denominación de segujzdos yegimiedos.

Pero tal orden, que al parecer no había sido bien recibida por parte de algunos jefes de Cuerpo, provocó las correspondientes protestas 0 sugerencias? taies como las de los coroneles de los Cuerpos de Navarra y Granada, unidades designadas para trasladarse a América. En atención a dichas sugerencias, con fecha :t.” de junio de 1SlS apa- reció un nuevo Reglamento, por el que se legislaba que dichos Cuer- pos en lugar de tomar la calificación de segundos regimientos, to- maran la de expedicionarios.

Otras muchas disposiciones secundarias relacionadas ,con la reor- ganización de la Infantería prolongaría excesivamente este trabajo.

L.as tropas de cazadores

Parece ser que la idea de reunir las unidades de cazadores, hasta entonces repartidas por los distintos Cuerpos, fue debida al general

don Ramón María Narváez cuando desempeñaba la cartera de Guerra. Narváez, conocedor de la psicología del soldado espaííol, disolvió las unidades granaderas por su escasa eficacia, pero, a fin de que no se perdiera el «espíritu cazador» organizó unidades de tal especialidad, dejándolas como estímulo, además de sus gloriosos historiales, 10s vivos verdes sobre sus uniformes, así como las sa~dhwtcrs y las COY- netillas que desde antiguo ostentaban como distintivo particular.

Para honrar más a tales tropas, asignó a cada una de sus uni- dades nombres de batallas famosas o lugares de gran historia cas- trense. Así aparecieron en nuestra Orgánica los nombres de Ara- piles, Las Navas, Alba de Tormes, Ciudad Rodrigo, etc., 7 también otros en recuerdo de nuestros territorios ul.tramarinos, tales como Habana, Puerto Rico, Manila, etc.

ORGAXIZAClóB MILITAR ESPASOLA DE LA CASA DE BORBÓN 116

El Arnm de [?zfmtterítr a finales del siglo XIX

Después de haber experimentado no pocas reorganizaciones, más o menos acertadas, casi a últimos de siglo, el Arma se nos ofrece con las siguientes características orgánicas :

112 regimientos, de los cuales 56 estaban en plena actividad, y los otros 56 restantes estaban considerados como tropas de reserva. Todos los Cuerpos a dos batallones.

10 medias brigadas de Cazadores, cada una a dos batallones, ,sien- do mandadas por un Coronel.

Cuatro Cuerpos de Infantería denominados «Regimientos Regio- nales de Africa», que se o’btuvieron por desdoblamiento del Regi- miento de Ceuta.

Apareció el Batallón Disciplinario de Ceuta. Para el Archipiélago Balear se crearon dos regimientos de línea

y un número igual de reserva.

Para las islas Canarias se ordenó la organización de dos batallones de Cazadores y de seis unidades de igual tipo para reserva.

En virtud de todo lo anteriormente expuesto, al finalizar el si- glo XIS. las unidades de Infantería que existían eran :

Regimientos n.cttz OS. . I

1. Rey. 2. Reina. 3. Príncipe. 4. Princesa. 5. Infante. 6. Saboya. 7. Sicilia. 8. Zamora. 9. Soria.

10. Córdoba. ll. San Fernando. 12. Zaragoza. 13. Mallorca. 14. América. 15. Extremadura. 16. Castilla. 17. Borbón. 18. Almansa. 19. Galicia.

20. Guadalajara. 21. Aragón. 22. Gerona. 23, Valencia. 24. Bailén. 25. Navarra. 26. Albuera. 2í. Cuenca. 25. Luchana. 29. Constitución. 30. Lealtad. 31. Asturias. 32. Isabel II. 33. Sevilla. 34. Granada. 30. Toledo. 36. Burgos. 37. Murcia. 38. León.

39. Cantabria. 40. Covadonga. 41. Baleares. 42. Canarias. 43. Garellano. 44. San Marcial, 45. Tetuán. 46. España. 4í. San S)uintín. 48. Pavía. 49. otumba. 50. Wad-Ras. 51. Vizcaya. 52. Andalucía. 53. Guipilzcoa. 54. Luzón. 57 I .>. Asia. 56. Alava.

llö JOAQú‘iS DE SOTTO Y hlOSTE5

RegimiefLtos de reserva

57. LogroIlo. 58. Jaén. 59. Orense. 60. Pamplona. 61. Mataró. 62. Badajoz. 63. Oviedo. 64. Lugo. 65. -Almería. 66. Osuna. 67. Miranda. 68. Antillas. 69. Málaga. 70. Filipinas. 71. Zafra. W. Madrid. 73. Ramales. 74. Castellón. 75. Vitoria.

76. í>rihuel.l. 77. Teruel. 78. Bilbao. 79. Castrejana. SO. Rosellón. 51. Játiva. 52. Flandes. 83. Ciudad Real. 54. Montenegrt:n. 85. Santander. 86. Astorga. ST. Segovia. 58. Coruña. S9. Gravelinas. 90. Baza. 91. Compostela. 92. Valladolid. 93. Fontevedra. 94. Huelva.

Medias Brigadas de Cazadores

1. Batallones de Cataluña y Uadrid Batallones de Barcelona y Barbastro II.

II:1 . IV.

v. VJ.

VII. VIII.

IX. X.

93. El Bruch. 96. Cáceres. 97. Avila. 98. Cádiz. 99. Gijón.

100. Palencia. 101. Alicante. 102. Ontoria. 1.03. Huesca. 104. Lorca. 105. Albacete. 106. Plasencia. 107. Lérida. 108. Salamanca. 109. Túnez. 110. Monforte. 111. Calatayud.

Batallones de Tarifa y Figueras. Batallones de Ciudad Rodrigo y -Alba de Tormes. Batallones de Arapíles y Las Navas. Batallones de Llerena y Segorbe. Batallones ,de Mérida y Estella. Batallones de Alfonso XII y Reus. Batallones de Cuba y FTabana. Batallones de Fuerte Rico y Manila.

4. Cahalkría~

Al comenza el siglo XIX, la Caballería espaííola contaba con unas Tropas de la Casa Real y veinticuatro regimientos montados, arti- culados en: Cuerpos de línea y Regimientos ligeros.

ORGAXIZACIór, SlILI’T.~I: ESPAfOLh DE L.4 CASA DE BORBÓX 117

Las tropas de la Casa Real se agrupaban en una Brigada de Ca- ballería, que tenía a su cargo la guardia exterior de Palacio. Años después, y publicado el real decreto de 19 de abril de 1875, apareció un Escuadrón de Escolta Real, que debía cumplir las mismas misiones asignadas a la brigada palaciana.

En cuanto a dichos Cuerpos montados antes citados, tanto los de línea como a la Caballería ligera, con estructuras orgánicas muy simi- lares, se dividían en dos grandes grupos : Estado Mayor General, y núcko de tropas.

La Ca’ballería de línea

La organización vigente entonces preveía la existencia de 22 Ofi- ciales Generales, con las siguientes categorías :

8 Tenientes Generales. 7 Mariscales de Campo. 7 Brigadieres.

El núcleo de unidades de línea a principios del xrx, estaba cons- .tituido por los siguientes regimientos :

1. Rey. 5. Borbón. 2. Reina. G. Farnesio. 3. Príncipe. ‘7. Alcántara. 4. Infante. S. España.

9. Allgarbe. 10. Cataluña. ll. Santiago. 12. Montesa.

Cada uno de estos Cuerpos se organizaba en una Plana Mayor y cinco escuadrones de 3.00 plazas.

La Caballería ligera

El número de Oficiales Generales que pertenecían a esta clase de Caballería era :

I Capitán General. 3 Tenientes Generales. 8 Mariscales de Campo. 8 Brigadieres.

En cuanto al núcleo de regimientos pertenecientes a la Caballe- ría ligera, en dicha época fue el siguiente:

1. Rey. 2. Reina. 3. Almansa. 4. Pavía. 5. Villaviciosa. 6. Sagunto.

7. Numancia. (Hú- JO. \‘oiuntarios de sares). Iìspaííü (Húsa-

8. Lusitania (Hú- res). sares). 11. Mana Luisa (HI?-

9. Olivenza (Hil- sares). sares).

Los Cuerpos no seííalados como de húsares pertenecían a la mo- dalidad de cazadores.

En los últimos años del siglo anterior habían sido suprimidos de la escala general del Arma los Cuerpos de dragones. ‘Pal medida, que al perecer no había sido muy meditada, se rectificó en 1805 con el real decreto de 30 de enero, en cuyo preámbulo --según indica el Conde de Clonard- se confesaba tal error. «Apreciando Su Ma- jestad la ligereza en que había caído el Príncipe ,de la Paz (D. Ma- nuel Godoy) al suprimir los dragones, ordenaba su reaparición...» (6). Resolución muy acertada, dada la eficacia de aquellas tropas monta- das que combatían en una época en que tal medio de acción aún no tenía la importancia que más tarde había de obtener. Así, pues, al llegar al año 1808, crítico para España, los Cuerpos de dragones otra vez formaban ya parte del Arma de Caballería, e incluso habían sido muy reforzados. Los Cuerpos pertenecientes a dicho instituto fueron :

Regimientm de dragones

?. Cáceres. 2. Castilla.

3. Madrid. 5. II de Lusitania. 4. Granada 0 Soria.

Igualmente, y por dicha época, a fin de atender a las necesidades de la campaña, motivadas por la invasión napoleónica, se ordenó la creación de 10s siguientes regimientos de Caballería:

Regimientos de Enea

1. Cruzada de Albuquerque. 2,. TT de Santiago.

----

3. Madrid. 4’. Vokmtarios de Ciudad Ro-

drigo.

(6) .Historia OrgárWca de los drmas de Itrfarlfevfa y Caballeria.

5 Cuenca. í. Perseguidos de i\ndalucía. U. Carabineros Reales de Ex- 8. II de Alcántara.

tremadura. 9. I.1 de Algarbe.

Regimientos 1ige1.0~

1.. Montnlias de Córdoba. 5. Maestranza de Valencia. i Francos de Castilla. 6. Sagrario de Toledo. 3. Francos de Castilla (II). 7. Sevilla. 4. Granada de Llerena (antes S. Navarra.

Voluntarios de Alcántara).

1.. Navarra. 4. II de Extrema- 7 Fernando VII. 2. Aragón. dura. 9. t. Rioja, 3. I de Estrema- 3. Granada. !1. Iberia.

dura. 6. Francos de Cas- 10. Cataluña. tilla.

Reginzie+ztos de lmceros

1. Jerez. 2. Utrera. 3. Sevilla.

En resumen, !os regimientos de Caballería que existían en la Península en el primer año de la Guerra de la Independencia eran:

Clase Antiguos NWVOS Cuerpos Cuerpos Total

-. .---

De línea . . . . . 12 9 21 Ligeros . . . . 12 21 33 Dragones . . . . . . - 6 6

--

TOTALES . . . %.. 24 36 60

Varias fueron las reorganizaciones que experimentó el Arma du- rante Ta Guerra de la Independencia, unas para mejorarla y otras para reagrupar sus efectivos, ya que en el transcurso de dicha campaña experimentó muy serias y graves bajas de personal y ganado. A fin de no alargar excesivamente este estudio, aquí tan sólo se citará la situación de la Caballería en el ano 1815, esto es, recién terminada‘la indicada invasión imperial. En tal época los Cuerpos existentes eran:

120 Jo.4QuÍs Di2 S~TTO Y CIPOTES

Regimientos de hen

1. Rey (Coraceros). 7. Alcántara. 14. Voluntarios de 2. Esna (Corace- 8. España. España.

9. Algarbe. ID. EspaTioks (Cora- 3. Príncipe. 10. Calatrava. ceros). 4. Infante. ll. Santiago. 16. Extremadura 5. Borbón. 12. Montesa. (Lanceros). 6. Farnesio. 13. Costa cle Gra-

nada.

Regimientos ligeros

1. Sagunto. 2. %\;:umancia.

3. Lusitania. 4. Madrid.

Regiwaientos de húsares

1. Bailén. 2. Españoles.

3. Guadalajara. 4. I’beria.

A finales del siglo XEX, una vez que España superó todas las vici- situdes políticas, más o menos violentas que definen el siglo XIX: el cuadro general de la Caballería española era el siguiente :

Regiwzientos de lanceros

1. Rey. 2. Reina. 3. Príncipe.

4. 5.

Regimientos de dragones

9. Santiago. 10. Montesa.

ll.

Regimientos de cazadores

13. Almansa. 18. Castillejos. 14. Calatrava. 19. Alfonso XII. 15. Talavera. 20. Sesma. 16. Albuera. 23. Villarrobledo. 17. Tetuán. 22. Arlabán.

Borbón. Farnesio.

-\iumancia.

6. Villaviciosa. 7. España. 8. Sagunto.

12. Lusitania.

23. Galicia. 24. Mallorca. 2.5. María Cristina. 26. Vitoria.

Ol~G,i~ILiClóX ~fILIT.II¿ ESPAÑOLA DE LA CASA DE BORBÓN 121

27. l.‘rinces;l 23. l’avía.

:idem&s de íos ;tnteriores Cuerpos activos existían los siguientes rcg-imiento de reserva :

&drid. Ciudad Real. Guadalajara. Sevilla. Jerez. Córdol~a. Valencia. CastelIón.

9 :\lbacete. II. 7 II. Murcia. 123. Il.. Zaragoza. 13. 1.2. Huesca. 20. 13. Granada. 21. 14. Almería. 22. 1.5. Jaca. 1.3. 16. 1’alladolid. 2-L.

Salamanca. Palencia. Zamora. León.

Badajoz. Pamplona. Burgos. Logroíío.

Por Real Orden de 1 de septiembre de 18% se estableció un Cuerpo de Policía hlontada, organizado por el Departamento de la Guerra, el cual tomó In denominación de Celcrdoyes Reales, estando articulado en dos escuadrones de organización muy similar a la de los Cuerpos de Cazadores.

X fin de unificar y armonizar las necesidades de ganado para re- montar a los Cuerpos de Infantería y Caballería (Artillería tenía en- tonces su servicio correspondiente), y también para dar mayor im- pulso a la reproducción y mejora del ganado equino, el Gobierno pu- hlicó un real decreto de 14 de noviembre de 1864, por el que SC creaba la IXrección General de Cría Cahallar y Remonta, entregando su mando al por entonces Mariscal de Campo de Caballería don Luis Hurtado de Zaldívar. Más tarde se elevó a teniente general la categoría del Director General.

Los Depósitos de Caballos Sementales (en dicha época se les llamaba «Caballos padres pertenecientes al Estado»), que figuran con activi- dad n mediados del siglo XX eran los siguientes:

122 JOAQUíN DE SOTTO Y AlOI\‘TES

1. Madrid. 7. l~alm;t de Ma- 1.1. Lugo. 2. Ciudad Real. Horca. 12. Valladolid. 3. Córdoba. Y. Burgos. 13. Llerena. 4. Baeza. 9. Santa Cruz de 1-C. Santa Cruz de la 5. Zaragoza. Iguña. Palma. 6. Conanglell. 30. León. 16. Las Palmas.

Igualmente debe indicarse, que dependiendo directamente de di- cha Dirección General, existían los Establecimientos de Remonta de Granada y Córdoba.

5. Adillel-ia

Al finalizar la centuria XT-III, la fuerza de Real Cuerpo de Ar‘tillería se encontraba estructurada en la siguiente forma :

1 Estado &Tayor General. G batallones de a siete compañías de 100 plazas. 1 compañía de Caballeros Cadetes. 1 compañía de artilleros provinciales. 3 compañías de artilleros inválidos útiles.

Además, la orgánica del Cuerpo contaba con algunas factorías cle, de fabricación de armamento y municiones, así como con un Cuerpo administrativo auxiliar, que se denominaba de «Cuenta y Razón».

A principios del siglo que se comenta, una real orden de 15 de febrero de 1801, a fin de facilitar la estructuración de los clladros de mando artilleros en los escalones inferiores, determinó que los rnlpi- fnnes y co~zdzrc~orcs de carros formasen una sola clase militar, com- puesta por 24 conductores con la cat-egoría de sargento.

Al siguiente año, Carlos IV mandó publicar una Ordenanza fir- mada en 29 de julio, por la que se reorganizaba el Cuerpo de Arti- llería, al mismo tiempo que dictaba normas sobre su instrucción, ré- gimen de las fábricas de pólvoras, fundiciones de piezas de bronce, maestranzas; talleres, etc.

Una disposición de interés orgánica fue la promulgada en fe- cha 1.8 de marzo de 1806, en virtud de la cual la Artillería española se’ articuló de la forma siguiente:

Cuatro regimientos de a dos batallones de cinco compañías (cua- tro a pie y la quinta a caballo, salvo en el cuarto regimiento, que era

totalmente a piej. Tales Cuerpos fueron localizados en: Barcelona, Valencia, Sevilla y La Coruña.

Igualmente preveía dicha Real Orden, que en la plaza de Segovia se organizase un batallón con efectivos reducidos a base de tres com- paíiías a pie y una cuarta a caballo.

Por úitimo, es de sefialar en ésta época la creación de dos brigadas de artiliería con destino a las plazas de Mallorca y Ceuta, así como de otras quince unidades tipo compañía, que déhían constitutir la guarl~ici611 artillera fija de diversas localidades de interés militar.

En los momentos iniciales de la Guerra de la Independencia, el Cuerpo de :lrtillería se presenta articulado, al igual que el resto de las Armas, en la siguiente forma :

Un Estado Mayor, compuesto por :

2 Tenientes Generales. 13 Mariscales de Campo. 20 Brigadieres.

Un núcleo de tropas, que agrupaba las siguientes unidades:

4 regimientos de a diez compañías. 46 compníiías montadas 62 compañías veteranas. 64 de Milicias, y 5 compañías de obreros de Maestranza.

Además de tales fuerzas existían: en Segovia, una Compaííía de Caballeros Cadetes pertenecientes al Real Colegio de Artillería.

Al finalizar la Guerra de la Independencia, y tras no pocas vicisi- tudes y naturales reorganizaciones, el Cuerpo de Artillería se nos ofrece bajo la siguiente articulación :

i. Estado Mayor General. .Y regimientos a pie. li escuadrones montados.

21 compañías fijas de guarnición. 6 batallones de Tren. 5 compañías de Maestranza. 1 Centro de Instrucción.

Un determinado número de Establecimientos fabriles.

Otras mucha vicisitudes podrían citarse, entre ellas la temporal disolución de este Cuerpo, con motivo de ciertos acontecimientos políticos ocurridos en el año 1823, pero su exposición alargaría exce- sivamente este trabajo, y lo mismo ocurriría si se tratara de exponer, aunque fuera en forma de síntesis, otras distintas mutaciones del

referido Cuerpo. Por tanto, ciñéndonos tan sólo a la parte orgánicd de dicha Artillería, sin adentrarnos en otra de sus vertientes, por demás interesantes, cual es todo lo relacionado con SLI función facul- tativa, cuya extensión recomienda otro articulo por separado, ahora tan sólo se indicará que al finalizar la centuria que se viene tratando, la Artillería española estaba articulada en la siguiente forma :

1 Estado Mayor General. 13 batallones a pie. 14 regimientos montados. 2 regimientos de montaíía. 7 depósitos de reserva. 1 Comisión de remonta. 7 Comandancias de Artillería de C. de E. 2 Comandancias para Ealeares y Canarias.

26 Parques y Maestranzas, y Un determinado número de Centros de Enseñanza y Estableci-

mientos de industria.

6. Ingenieros

En los finales del siglo XVIII existía un importante núcleo de téc- nicos militares en ingeniería, aunque todavía no se ag-rupaban en un verdadero Cuerpo. Si bien In fecha de creación de éste databa de la promulgación del Real Decreto de 24 de abril de 1.711. la falta de las adecuadas tropas orgánicas, del correspondiente Reglamento y

de los necesarios Centros de enseñanza, dificultaba la formación de tal Cuerpo.

A principios del siglo XIX, este Cuerpo comienza a tener una ver- dadera vida orgánica, sin que ello suponga que anteriormente no existiera como organismo combatiente, un tanto desatendido u ol- vidado por los distintos legisladores.

En fecha 25 de noviembre de 1801, don Manuel Godoy, Príncipe de la Paz y Generalísimo de los Ejércitos, ante las dificultades que dicho Cuerpo tenía para poder desarrollar sus peculiares cometidos.

OIIGASIZhCJh MILITAR ESPr\%OLA DE LA CAS;\ DE BORBÓS 125

ordenó a SL~ I,uspector General, don José de Urrutia, entonces Jefe Superior de Artiliería e ingenieros, que le hiciera un estudio desti- nado a remediar la difícii situación or$xica de los Ingenieros. En consecuencia, el 17 de diciembre de dicho afío le fue elevada la co- rrespondiente >Icmoria propuesta, cuya aprobación dio paso al rral decreto de 15 de marzo de 1802, pos el que se reorganizaba este Cuerpo, dándosele la denominación de ((Real Cuerpo de Ingenieros de España e ladias».

En la citada disposición figuraban, entre otros extremos, los si- guientes :

Que en cacl;¡ divkidn dei Ejército debia existir una compallía de Zapa<lores-~iil:adores, cuyo Jebe sería el Coronel de Ingenieros de dicha división.

Que las citadas compaí?ías estaFan divididas en dos fracciones: una de zapadores y la otra de minadores.

,Que el personal de tropa de ambas fracciones se dividiría en sol- dados de primera y segunda, implan’kldose además la categoría de maes:ro.

Complemento del aquel real decreto, que puede estimarse funda- cional del Cuerpo de Ingenieros, fue otra legislación fechada en 5 de septiembre del referido lSO2, mediante la cual fue creado un regi- miento que recibió el nombre de «Real Cuerpo de Zapadores-Mi- nadores», al que se le concedió la antigüedad de 24 de abril de 1711, esto es, la de la inicia! formación del Cuerpo.

Otra disposición de indudable interés fue la que en 1803 ponía en vigor un Reglamento para regular las actividades de dichas tropas.

Constituido ya prácticamente este Cuerpo, al Ilehar el año 1808 SLIS tropas están articuladas del siguiente modo :

Un Esta.do %yor General, compuesto por:

2 Tenientes Generales. 8 Yariscales de Campo.

17 Rrigadieres. LII núcleo de tropas representado por el Real Cuerpo de Zapa-

dores-Minadores.

Varias y profundas han sido las vicisitudes de <.-te Ctwrpo n lo largo del siglo XIX; entre otras cabe citar las siguientes :

126 JOAQtiíX DI: SOTTO Y NOXTES

Creación de ia SecciUn de Zapador-es jóvenes, por lie;ll Orden de 11 de abril de 1844.

Orgamzación de una Brigada Topográfica, por Real Orden de !C de octubre de 1847.

Creación de un Regimiento de Pontoneros, en fecha ;: de julio de 1874.

Organización de un 13atallón de Ferrocarriies, 15 de diciembre de 1884

Creación del Servicio Colombófilo del Ejército, 12 de junio de 1899.

Organización de los Parques de Ingenieros, etc.

OFICIALES DE TRANSFORMACION

por FERNANDO GIL OSSORIO

Coronel 2.O Jefe de I-. M. de la 6 a Regi6n

Con este preámbulo da comienzo el Decreto de 4 de junio de 1939, del Ministero de Defensa Nacional, «relativo a la transformación de oficiales Provisionales y de Complemento en profesionales». ((Trans- formación» que iniciada en aquel momento, no termina hasta el 31 de octubre de 1948, día en el que son promovidos alféreces los últimos «trasformados)), con los cuales el mímero total de éstos se eleva a 9.2X, pertenecientes a las cuatro Armas y a seis Cuerpos.

En esta «tranformación» se pueden distinguir cuatro períodos di- ferentes. El primero afecta a las cuatro Armas y a los seis Cuerpos; los otros tres se limitan a las Armas y al Cuerpo de Intendencia. Al primer período corresponde una sola promoción de tenientes por Arma 0 Cuerpo, ohtenida con la fusión de los oficiales admitidos ec dos convocatorias diferentes (por excepción, en cl Cuerpo Jurícli- co sólo se hace una convocatoria) y con antigiiedad del día en que terminó la guerra ; no hay examen de ing-reso (se exceptúa una de las convocatorias del Cuerpo de Intervención Militar). Al segundo período corresponde también una sola promoción de tenicntcs ; tie- nen que sufrir examen de ingreso. El tercer período comprende dos promociones de alféreces, cuyas antigüedades se diferencian en un día, ya que tienen fechas de 1. y 2 de marzo de 1945 (lo que su- pone. escalafonarse detrás de la primera promoción de la Academia General) ; sufren examen de ingreso. Finalmente, al cuarto prrío- do corresponden las dos promociones de alféreces procedentes de la Academia Especia! de Vilktverde (Academia en la que se forman juntos los oficiales de las cuatro Armas y Cuerpo de Intendencia) ; sus antiwedades son de 1 de abril del 45 y 3~ de enero del -1-S. respecti- vamente, escalafouándose, consiguientemellte, detrás ck la seg-unda de la Academia General, la primera, y detrás de la cuarta de la misma academia, la segunda ; mientras los componentes de la segunda ne- cesitan aprobar un examen de ingreso, los de la primera no.

Estos cuatro períodos, perfectamene diferenciados desde un pn-

to de vista orgánico, se entremezclan, no obstante, en el tiempo y durante varios años, simu~ltáneamente, son promovidos a oficiales profesiona.les cadetes pertenecientes a casi todas las promociones ci- tadas.

Las amplias promociones de Oficiales de Transformación hicieron preciso improvisar Academias.

Aspecto de la de Infantería de Guadalajara instalada en el palacio de la Duquesa de

Sevillano: Entrada, patio de armas exterior, claustros y jardín interior.

129

1. PRIMERA PROMOCION

El Decreto antes citado, completado y modificado poco después por otras disposiciones legaies (l), organiza la «transformación» de oficiales de !as Armas y Cuerpo mencionado, sobre las siguientes l,;lsr.~ :

1.71. «Las vacantes que como consecuencia del reajuste de p!an- tillas inherentes a la reorganización del Ejército resulten en la clase dc oficiales suba!ternos», hac de ser cubiertas con el personal de las Ikalas de oficiales provisionales y de complemento, los cuales, tras ~111 curso de dieciocho meses de duración en las Academias Militares

que se establecen (inicialmente una por Arma o Cuerpo), son pro- lT1OvidOs 2 tenientes de la Escala Actixra: con la antigüedad ya citada clc 31 de marzo de 1939.

1,12. El número máximo de pTazas a proveer es :

Infan$ería : 1.500.

Caballería : 100.

Artillería : 800.

Ingenieros : 200.

Intendencia : 100.

1 as cua!es se han de distribuir, según el orden de admisión de los alumnos, en Gas siguientes promociones : Infantería, dos o tres; Caba- llería. UIXL : Artillería, dos o tres ; Ingenieros, una o dos ; Inten- dencia, una. En los casos de ser más de una, han de ser llamadas a las :\cademias sucesivamente.

Mientras están pendientes de incorporación a las Academias, los oficiales admitidos han de seguir cursos preparatorios regimentales.

1,13. Los puestos definitkos en la Escala profesional se deter-

(1) Decretos de 4-6-39 («B. 0.1) 136), S-S-39 («B. 0.x 226) y 2-9-39 («E. 0.)) %O), y Ordenes de 9-S 39 (KB. 0.x 225), 28-S-39 («1X. 0.x 246): 7-11-39 («B. 0.~) y 15-l@-

40 (KD. 0.x 233).

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minan por promociones y se fijan en funciól;, únicamente, de la ap’i- cación, el aprovechamiento y la conducta.

1.,14. Pueden solicitar el ingreso en la Escala profesional de su Armn 0 Cuerpo los capitanes, tenientes y alféreces de las Escalas antes citadas, eu los que concurran las siguientes circunstancias :

Dieciocho años de edad mínima.

Un aUo de servicio en el frente durante la guerra, aunque no hayal] sido prestados de oficial.

Estar en posesión del xtítulo de Bachiller completo», o al@ otro equivalente.

Se consideran equivalentes al título de bachiller «las carreras no universitarias 0 estudios aprolxldos, que comprendan con igual o su- perior eXtellSi~Jl1 que aquél Ias asignaturas de cultura básica funda- mental para el ingreso de lns .4cademias Militares, siempre que los títulos acreditativos en tal sentido procedan de Centros de Ense-

fianza oficial y del Instituto Católico de Arte, s e Industrias Nacional o establecim!entos similares de reconocida solvencia por el Estado». Más concretamente, se consideran equivalentes 0.0s títulos de Maes- tro Sacicnal Superior, Bachiller Eclesiástico y Perito Mercantil, si bien este último sólo es válido para ingresar en Intendencia.

SO pueden aspirar ~1 ingreso los oficiales prorisionales de las Escalar dc Trai)ajadorcs y de Orden Público. Pero sí los de la de Guerra Química, quienes han de solicitar el Arma 0 Cuerpo a que perteiiecíalî en la guerra a$ ingresar en ‘la Academia de Guerra QLlí-

mica ; con facultad de elegir la que quieran si eran paisanos en tal momwto.

Si en 1111 Arma 0 Cuerpo no se cubren todas las vacantes con oficiales de la misma , las sobrantes pueden ser solicitadas por quie- Ite,< ‘0 !leseen clt las otras.

121.?. T,a admisión de solicitantes se realiza por el orden si-

gliif!!íte 1

Caballeros Laureados de San Fernando, por orden de antigüedad.

Oficiales en posesión de la Medalla Militar individual: por orden de antigüedad.

132 FERSANDO GIL OSSORIO

Capitan.es, por orden de antigüedad, y siempre que cump~nn la condición de haber servido en el frente tanto tiempo, por lo me- nos, como el oficial subalterno admitido con menor tiempo de frente.

Oficiales subalternos con mayor puntuación, obtenida al aplicarles el baremo que se establece.

El baremo valora: tiempo de permanencia en filas, antigüedad,

heridas y estudios. La antigüedad y el tiempo de permanencia en filas, puntúan cada uno entre veinte y uno. Se conceden veinte puntos al más antiguo y al de niayor tiempo de permanencia en fi’as de los as- pirantes, y un punto al m&s moderno y al de menor tiempo. ;2 los restantes so1ici.taii:e.s se les asigna la puntuación que proporcionalmcn- te les corresponde, según el puesto que ocupan en las respectivas relaciones que se establecen, con todos los solicitantes, por orden de an.tigüedad y de permanencia en filas. Para formar esta última relac!ón, ei! tiempo de frente se multiplica por tres, y el servido en destinos dependientes de otros Ministerios no es computado. Por cada herida g-raye se concede un punto, y medio por las menos graves. A cada carrera que exige «Bachillerato completo» se con- ceden dos puntos si está terminada ; de no estarlo, la parte pro- porcional que corresponde a los cursos aprobados. Los títulos de In- geniero, Arquitecto o Licenciados en Ciencias Exac.tas, Físico-l\lx- temáticas y Química, mutiplican por cuatro la puntuacicín señalada a las carreras en general. Al Doctorado o «cualquier título de orden superior de las referidas carreras que signifique ampliación de es-

tudios», se le concede medio punto más. La puntuación definitiva es el resultado de sumar a la mitad de los puntos obtenidos por antigiie-

dad y por tiempo de servicio el total de los correspondientes a heridas y estudios. En caso de puntuaciones iguales, tiene preferencia el so- licitante de más edad.

lJ6. Se concede el beneficio de ingreso sin cubrir plaza, siem- pre que reúnan las condiciones mínimas fijadas ~11 la convocatoria,

a los oficiales huérfanos, o hermanos, de militar o marino muerto en acción de guerra, a consecuencia de heridas recibidas en ella o por enfermedad contraída en campa% ; asesinado en la zona roja ; Caballero Laureado de San Fernando.

1,1.7. Durante i!a permanencia en las Academias, los cadetes están

sujetos al ré@cn de internado (2), conservan sus respectivos em- pleos y perciben todo sus devengos, pagando en concepto de asis-

tencia cletermin;~da cantidad (3). A partir de octubre de 1940 se les proljik contraer matrimonio ; lo mismo que a 10~ admitidos en la con- vocatoria pendientes de incorporación a las Academias.

Antes del comienzo dei curso, ex noviembre de 1939, se ordena la organización de una segunda Academia de Infantería, ya que ctla necesidad dc obtener lo más rápidamente posibie a la tral!sformación de oiiciales... aconseja» realizar ((de una sola vez (Ia instrucción de todos los oficiales admitidos en esta primera convocatoria» (4), que- dando rectificado lo dipuesto incia:mente a este respecto.

Las AcademIas se localizan en Zarag-oza y Guadalajara, las de Infantería ; la de Caballería, en Valladolid ; Artillería, en Seg-avia ; Ingenieros, en RLK~OS, e Intendencia, en Avila.

El número de oficiales admitidos en esta primera convocnto- toria, cs :

Cubriendo Beneficios pIaZa ingreso Total

Infantería ............ 1.500 615 2.116 Caballería ............ 100 32 132 Artillería ............ 800 102 902

Ingenieros ............ 200 29 229

Intendencia .......... 100 27 127

de los cxtles están en posesión de la Medalla Militar individual cuaren- ta y seis infantes, tres jinetes y dos artilleros.

El día 1 de febrero de l!UO se inicia el primer curso en las seis academias, pero como los locales son insuficientes para todos los admitidos, se ordena In incorporación de una tanda formada por :

(3 Por excepción, con carácter accidental, se permite el régimen misto coll kternos y externos cuando hay dificultades de alojamiento. Tal cs cl caso. por ejempio, de la Academia de Artil’erín durante las primeras convocatorias.

(3) Para la primera p:omoción estas cantidades son: 8 pesetas/día por asisten- cia (comida). 60 pesetasjmes por matrícula, entretenimiento de los efectos que usan 105 cadetes y lavado de ropa y 50 pesetas al ser filiados por el material y efectos

que usufructúan. ;Las ocho pesetas de as:stencia son devueltas cuando el cadete

esti ausente de la academia más de quince días en el mismo mes. (4) 0. 14-l-39 (dl. 0.x 40).

1.360 cadetes de Infantería (i10 en Zaragoza y 6.50 en Guadalajara), 9.1 de Caballería, 750 de Artillería, íi- de hgenieros y 1.00 de Zn- tendencia . A medida que se va11 produciendo bajas, se ordena la in- corpuración de los restantes. Algunos, pocos días desp~tés de iniciado ei curso, para cubrir los heces q”e dejan quienes renuncian 3 la (ctrail~formnci(jii)) sir, llegar a presentarse en las ac;~dcmia~. y los más cada wz que se inicia tm nuevo cwso.

El .1 de septiembre de 1.911 se incorporan a las academias 10s últimos componentes de esta convocatoria ; sin embargo, afios más tarde, todavía COU admitidos, formando parte de esta promoción, oficiales aislados, que justifican tener derecho a ello (cn algún caso se trata de concesión de Medallas Militares individuales a oficiales C~LK rin ellas no hubieran tenido puntuación suficiente). Sc llega ;L dar ei caso de oficiales cadetes que tienen por profeì;ores a capita- nes que pertenecen a SLL misma promoción y qtxe fogr:~n, incluso, es- ca?afonarse delante de alguno de SUS «protos)). (En ttna Academia, la

malicia de los cadetes suponía q”e las notas que pol~ia determinado profesor a LIIIO de ellos: ambos compnfieros de promoción, fueron siempre las precisas para que el seg-undo no llegara ;t ser más an- tiguo que el primero).

En julio de 1941 son promovido s ;I tenientes de la Escala activa los componentes de la primera tanda q”e han superado sus estudios : 9% de Infantería, 81 de Cahailería, 4% de ;\rtilleríat 9.5 de Ingeuie- ros y 95 de Intendencia. Con ellos terminan sus carreras la mayor parte de los que eran alL~~~tnnos de !as Academias Militares en 1936 (los rcstantcs la habían concluido un at”lo antes, tras un cwso de seis meses), quienes han seguido idéntico plan de estudios que los ofi- ciales de «trausformacióii».

1,2. SEGUNDA CONVOCATORIA DE LAS ARMAS Y CUERPO DE

INTENDENCIA.

Al publicarse, en enero de 1940 (U), la relación de admitidos en aquelIa convocatoria, se añade: (cse anuncia una segunda provisión de plazas a wbrir por oficiales provisionales y de complemento para ingreso en la Escala profesional», en la siguiente cuantía:

--

OFICI.ALE.5 DE TR:\SSFORNACIóN 135

Infantería : 3..000.

Caballería : 30.

Artillería : 400.

Ingenieros : 100.

Intendencia : 50.

Mas, cuando en marzo siguiente llega el momento de publicar la,s listas de admitidos en la nueva convocatoria, el número de plazas ha sido aumentado en 150 para Infantería, 20 en Caballería, 1.00 en Ar- tillería , 2~ en Ingenieros y 10 en Intendencia, a fin de cubrir làs ba- jas producidas hasta entonces ex las academias. La misma orden dispone, además, que «posteriormente, y a medida que las neceslda- des lo exijan, se irán pul&cando relaciones de los que, por orden de puntuación, han de ser admitidos para cubrir las bajas que se produzcan en los CUI-sos académicos de la primera y segunda con- \-ocatorias» y, en prcGsión de que 2~s vacantes que se produzcan en ;tlgún Arma sean sliperiores cn número 3 los solicitantes, se auto- riza par;1 que todos lo:, que lo de,wcn pUCCl~l1 solicitar otra u otras --\rm;:s con independencia de ‘a suya.

~aturakmite, las condiciones exi gidas para ingresar en esta con- vocatoria SOil las mismas que para la primera, y los que solicitaron ésta no necesitan nueva instancia para aspirar a la segunda, pero sí pueden pedir ingreso en otra Arma? caso de que no lo hayan hecho.

En total, son admitidos :

Cubriendo Beneficios plaza ingreso Total

Infantería ............ 1.286 255 1.541

Caballería. ........... 80 2 82 Artillería ............. 597 2 599 Ingenieros ........... 146 1 147

Intendencia. .......... 86 6 92

todos los cua!es proceden de la propia Arma o Cuerpo, con Ila es- cepción de 200 de los admitidos en Artillería, que proceden de las otras. Tres de los oficiales de Infantería están en posesión de la Me- dalla Militar individual. Su incorporación a las academias se va rea- lizando a medida que los cadetes de la primera convocatoria van de- jando sitio.

136 FERSASDO GIL OS.îORIO

Los componentes de esta segunda convocatoria son promovidos a tenientes de la Escala activa, intercalados con los de la primera, «dentro de una sola promoci<ín)), «en flunción de la aplicación, aptitud, conducta y coeficiente de entrada)).

X,3. CADETES PROCEDENTES DEL CUERPO DE SUBOFICIALES.

En febrero de 1910 se dispone qu e los oficiales profesionales pro- cedentes del Cuerpo de Suboficiales y los brigadas que han per-

manecido durante un año, como mínimo, en el frente de combate, en cualquier emp’eo y poseen el título de Bachiller Universitario,

pueden solicitar su admisión el? las _4cademias, con la segunda con- vocatoria, sin cubrir plaza. Los brigadas, durante su permanencia en las Academias son promovidos al empleo de alférez pro\-isional! empleo que pierden si no logran superar sus estudios (6).

Los oficiales cuya antigüedad de tenientes es anterior a 31 de marzo de 1939, la conservan al salir de la r2cademia ; los restantes se intercalan con los demás ofíciales de la primera promoción, de acuer- do con la puntuación final obtenida. Los brigadas son promovidos a tenientes con antigüedad de 33. de marzo de 1941. En este traba-

jo sólo consideramos que forman parte de la citada promoción los oficiales efectivamente intercalados en ella, y promovidos a tenientes con la misma antigüedad que el resto de SLIS compañeros.

Los oficiades y brigadas acogidos a esta disposición, son:

Infantería Caballería Artillería Ingenieros Intendencia

Admitidos a la convocatoria 34 4 22 6 5

Ordenada su incorporación a las Academias.. . . . . . . 29 4 21 2 5

Promovidos tenientes.. . . . . 24 2 8 2 5

(6) Os. de 7-2-40 («D. 0.~ 33), 25-4-40 (CD. 0.x 97) y X-21-42 (CD. 0.1) 3).

Los oficiales-cadetes de las Academias de Transformación, en el desfile de la Victoria en Madrid, el I de abril de 1941. En la foto, los alumnos de Artillería por la Castellana.

’ (Formación de la Academia de Transformación de Infantería en el patio del Alcizar de Toledo,

OFICIALES DE TRANSFORMACIóH 137

a estos últimos se les concede las siguientes antig-iiedades:

1.7.36

18.8.37

16.2.38

20.3.38

31.3.39

31.3.41

Infantería Caballería Artilleria Ingenieros Intendencia _.---~.-~

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1 1 1 2

13 1 1

6 2 6 2

3,4. OFICIALES PESDIEXTES DE IxCORPORACIóN A LAS ACADEMIAS.

3,11. Destinos a Cuerpo.

Los oficiales admitidos en ambas convocatorias, pendientes de in- corporación a las academias que se encuentran licenciados, son des- tinados por los Capitanes Generales a Unidades del Arma en la que han siclo admitidos, para que no pierdan sus hábitos dc mando y adquieran los conocimientos teóricos y prácticos indispensables aqué- líos que ha.11 cambiado de Arma. Asimismo, los oficiales de otras Ar- mas admitidos en la Acadeaia de Artillería y destinados en Cuer- pos de la de procedencia, son agregados a Regimientos de Artillería de Campa& por las citadas Autoridades (7).

3.,42. Cursos preacad&micos.

En los Regimientos de las cuatro Armas y en los Grupos di- visionarios dc Intendencia, en los que existen oficiales pendientes de incorporación a las academias, se organizan sendos cursos prepara- torios bajo la dirección de un jefe.

La duración del curso es de ~111 aiío, con dos clases diarias de cin- cuenta minutos cada una. Los programas se dividen en «tres agru- paciones» de materias constituidas «por las cuestiones militares, las de ciencias y las de letras». Semanalmente se dedican ,dos clases a las materias miXtares, cinco a las de letras y cinco a las de ciencias. Los programas se desarrollan mediante conferencias de los profe- sores y ejercios orales y escritos de los alumnos.

~- (7) Os. tle 12-4.40 («D. 0.)) $7)’ 9.540 (KD. 0.1) 103), ll-ã-40 (ND. 0.~ 105) y

12Jmo («D. 0.X nso;.

138 FERXASDO GIL OSS@KIO

Las notas medias bimestrales y las calificaciones definitivas &se remiten a la Dirección General de Enseiíanza Xilitar, acompafíadas de un informe reservado sobre espíritu militar, aptitud física y com- portamiento.

La asistencia al curso es obligatoria para los oficiales provisio- naJes y de complemento (salvo incompatibilidad ((con inaplazables de- beres militares»j y voluntaria para los profesionales, procedentes del Cuerpo de Suboficiales. La no realización del curso por aqué- Ilos, supone la baja en las listas de admitidos.

Para hacer posible «la asistencia ininterrumpida a clases y ejer- cicios» se realizan los cambios de destino necesarios con carácter

provisional. Cuando estos cambios de destino resultan imposibles, !os oficiales que no pueden asistir a clase son agregados a la Academ.ia de Cursos PreacadPmicos más próxima a su guarnicibn en caliJad de «alumnos ausentes», y siguen el curso por correspondencia sin ser calificados. Ec se consecuencia, a la Dirección de Enseñanza sólo se remite en estos casos el informe reservado.

3.5 ENSEÑANZA Y CALIFICACIONES.

«Fara cla enseííanza teórico-práctica, educación física y equita- ción», se agrupan los cadetes en Secciones de cuarenta alumnos, al mando del más caracterizado de ellos como Jefe de clase (8).

Las materias a estudiar se reúnen en cinco grupos, unos de los cuales, el quinto, se subdivide en otros dos, resultando, por tanto, seis asignaturas a desarrollar a lo Jargo de tres cursos semestrales. Dos de los grupos son comunes para todas las Academias.

1,ól. Calificaciones.

La escala de notas es la tradicional de 0 a 10. Los alumnos son calificados bimestralmente en cada una de las seis asignaturaras ; educación física y equitación se consideran, a efectos de califica- ción, como dos asignaturas más. Semestralmente se obtiene la notti media de las calificaciones bimetraíes, y al final del tercer semestre se halla la nota media de las semestrales, que se convierte en nota de- --

(8) «Reglamento de Régimen Interior de las Academias N$itares para Trans- formación de Oficiales)), capitulos IV y V.

OFICIALl:S UI< TR.2SS1>‘OKX.\CIóX 139

finitiva, del grupo. En educación física y equitación no se calculan notas medias, y la del último bimestre del tercer semestre es la ca- lificación definitiva.

El Caballero Oficial Cadete calificado de «malo)) (menos de 2), en dos o más grupos de un semestre, causa baja en la Academia por desapli- cación manifiesta. kI1 que no obtiene la nota de 5 como media se- mestral en cualquier grupo, sufre un examen escrito, y la nota del se- mestre es la media de la <de examen y de la semestral, pero sin que pueda ser sllperior a 5. E!, cadete calificado de «mediano)) (menos de 5), ,después del ,examen de uno o dos grupos, pasa al semestre si- guiente, siempre que estos dos g-rupos no sean ambos de los tres con- siderados más importantes (primero, tercero y quinto) ; el califica- do de «mediano» en dos de los grupos citados, repite el semestre por una sola vez (aunque en casos excepcionales se permite dos veces) ; el calificado de «mediano» en más de dos grupos, causa baja. El Caballero Oficial Cadete que ha repetido un semestre, no puede vol- ver. ha repetir otro (sin embargo, en algún caso excepcional se llega a autorizar la repetición de dos). Cuando la nota media de los tres semestres, en un grupo, no llega a 5, el cadete pasa examen de la totalidad de! mismo, obteniéndose la nota definitiva de modo aná- logo a lo dicho antes para los exámenes de fin de semestr’e.

152. Faltas de asistencia a clase.

Las faltas de asistencia a clase suponen la pérdida del semes- tre cuando son por enfermedad y en cuantía superior a la tercera parte de los días hábiles de aquétl; obligan a examen, cuando son por enfermedad u otra causa justificada, y su cuantía es superior al sexto e inferior al tercio de los días de clase.

1,53. Conducta.

«Para completar la conceptuación de los Cadetes en orden a la ,aplicación y aprovechamiento que acrediten, se da intervención al comportamiento personal)). Para ello, al empezar cada semestre se asigna a los cadetes la nota 10, de la cual se rebajan a 110 largo del curso las cantidades en que se gradúan los distintos correctivos, de acuerdo con el siguiente baremo :

140

Por u0 Profesor O,lO

Reprensión privada Por el Jefe de Estudios 0,50

Por el Director l,oo

Reprensi6n pública 1,265

Arresto en dormitorio (por un día) 0,lO

Arresto en sala de estudios (por un día) 0,15

Arresto en Banderas (por un día) 0,25

La nota de conducta puede ser anulada por descuentos sucesi- vos, pero no convertirse en cantidad negativa. En cuanto desciende por debajo de dos, es sometido ~1 cadete a expediente a fallar por Consejo de Disciplina. Si se rebasa la ainilacih se produce la baja en la Academia.

l&. Puestos en promoción,

Son función de la calificación final, obtenida sumando a la pun- tuación de ingreso (afertada por un coeficiente), las medias fi- nales de los seis grupos, educación física y conducta (mu!tip!ica- da cada una por su correspondiente coeficiente de importancia) y dividiendo el total por nueve.

El coeficiente para la puntuación de ingreso es de 0,43 para. la primera convocatoria y de O,% para la segunda. Los restarltes coeficientes varían según las Academias (9). Los repetidores de- semestre sufren una reducción en la puntuación final.

En el cálculo de notas medias se llega a las centésimas en las de bimestre, R las milésimas en las de semestre y a las diezmilésimas en la puntuación final.

1,G. BAJAS.

En las Academias se puede causar baja : 1.” Voluntariamente ; 2.O Como consecuencia de la ca!ificación de los semestres ; 3.0 Por inutilidad física a consecuencia de las heridas de guerra ; 4.” Por en- fermedad y 5.” Por fallo de Consejo de Disciplina o como conse-

.- (9) Para la Academia de Artillería, por ejemplo, los coeficientes son: 5 para los

Grupos 1.0, X0, 5.O A y 5.0 J3 y Conducta; 4 para los Grupos 2.0, 4.0 y Equitación ; 3 para Educación Física. En Ingenieros varía sólo el coeficiente de Equitación..

que es 3.

cuencia clc col~dcna impuesta por Consejo de Guerra por delito que afecte al honor o dignidad militar (10).

En los casos 1 .O y 2.“, los interesados son licenciados, con de- rlcho a ingresar en !a Escala de complemento, 0 se incorporan de nuevo ;t su Cuerpo de procedencia ; en el caso 3.” vuelven a sus Unidades con los mismos derechos que antes del ingreso en la Aca- demkt ; en el caso 4.” sólo causan baja cuando la enfermedad ori- gina la pérdidc de dos semestres, teniendo, previamente, derecho a dos licencias por enfermo de dos mesec: cada una ; en el caso 5.” son desposeídos de su condicicín de oficial.

EU las listas de admitidos se causa baja por ingreso en cual- quier otro Cuerpo del Estado, y ello tan pronto se toma posesión de !a plaza obtenida y, &xmhién, wluntariamente 0 por informes desfavorables.

Es de notar el elevado número de bajas por fallecimiento pro- ducidas en Academias y listas de admitidos, 38 para la primera promoción entre las cuatro Armas (24 solamente en Infantería), ex- plicables únicamente como secuela dc la Guerra. (En la segunda promoción sumarkn, todavía 25 Jos fallecidos, 317 en Infantería).

1,;. ~SCALAFOSAMIENTO.

Los componentes de (;sta promoción, si bien tienen todos, na- turalmente, la misma anti@edad, no tienen todos idéntica efectivi- dad en el emp!eo de tenientes de la Escala activa, ya que han ido saliendo de las academias en fechas diferentes, en veinticua- tro ocasiones distintas, entre el 22 de julio de 1941, antes citado, y e! 1 de febrero de 3947, fechas de salida de los últimos (4 de In- fantería y 1. de Artillería) promovidos a tenientes cuando alqu- nos de sus compaíieros de promoción son ya comandantes y cuan- do bastantes otros han causado baja en el Ejército por falleci- miento u otras razones (ll).

Con:secuencia de la movilización decretada ,en noviembre de 1942, se adelanta a diciembre siguiente, para los cadetes que van de <(bueno» en todas las asignaturas, el fin de curso previsto para febrero de 1943.

(1Oj Os. de 29-4-40 ((CD. 0.x 97) y 10 3-40 (<CD. 0.~ IOÍ,). Reg’amento de Régi- clen Interior citado, arts. SM, 11.1. 112 y ll.?.

(ll) Os. de 4-12-42 («D. 0 » SN) j- 2S.344 («D. 0.x 75).

142 FERSASDO GIL OSSORIO

A medida que las diferentes tandas \-an terminando SLIS estudios, sus componentes son intercalados entre íos anteriormente promo- vidos de acuerdo con las notas corrcspondientcs, y en Infantería, Caballería e Ingenieros, el ((primeraco» inicial llega a ser rebasado. Sin embargo, este escalafonamiento es posteriormente modificado por diferentes razones.

En diciembre de 19-C- es «rectificada la conceptuación obteni- da por los oficiales... que se encuentran en posesión de la Cruz Laureada de San Fernando y Medalla Militar, ambas individuales». Consecuencia de esta rectificación, mejoran el puesto en promoción 41 oficiales de Infantería, 4 de Caballería y 1. de Artillería. En In- fantería y Caballería cambia el número uno de la promoción.

En marzo de 1941, como «la práctica viene demostrando la con- veniencia de dictar una disposición de carácter general que re- coja, complete y aclare en algunos aspectos todas las que se han publicado hasta la fecha en materia de tanta importancia como es la de fijar, como espíritu de equidad, la forma en que deben esca- lafonarse» los oficiales de ((transformación)), se regula nuevamente la cuestión, afectando a la primera promoción las normas siguientes :

La primera y segunda convocatoria de las Academias Militares de Transformación forman «la primera promoción de oficiales traes- formados)).

Los oficiales, dentro de la promoción, se escalafonan «por or- den de mayor a menor calificación dentro de» tres grupos, consti- tuidos : el 1.” por los que no han repetido ningún semestre por es- tudios ; el 2.‘” por los que han repetido un semestre por estudios, y el 3.” por los que han repetido dos semestres excepcionalmente.

Los oficiales en posesión de la Cruz Laurada de San Fernando y Medalla Militar individuales, cuyas recompensas les «han sido otorgadas por méritos contraídos en nuestra campaíía de Libera- ción», y han sido admitidos en alguna ‘de las restantes convoca- torias, pasan a formar parte de la primera promoción. Este dere- cho es extensivo a los que, con posterioridad a la publicación de la disposición, se l*es concede alguna de las citadas recompensas en las condiciones mencionadas. En cambio, se exceptúa de sus bene- ficios a quienes habiendo sido admitidos en una convocatoria, han causado baja en la Academia por estudios y, después, han sido ad- mitidos de nuevo en otra».

El «incremento en la puntuación de ingreso por servicio de fren-

OFICI.ALES DE TRAXSFORhl.\CIóS 143

te prestados después de 1 de abril de 1939)) (12), se hace extensivo a todos los oficiales de «tansformación». «La concesión de fales beneficios a los oficiales ya transformados)), trae «consigo la rec- tificación del. puesto en la Escala».

Consecuencia de todo ello mejoran su puesto en promoción 7 ca- pitanes y 1 teniente de Infantería, y otro teniente de la misma Arma pasa de la segunda a la primera promoción, por concesión de la XedaIIa Militar individual, después de haber salido de la academia

los primeros, y después de ingresar en ella el último. A los dos te- nientes, la rectificación les supone el ascenso a capitán. Por los ser- vicios prestados en el frente con posterioridad al final de la guerra de España, mejoran SLIS puestos en promoción: 140 capitanes y 3 tenientes de Infantería, 1G capitanes de Caballería, IS capitanes de Artillería, 4.5 capitanes de In gcnieros y 29 capitanes de Inten- delicia. Estos cambios de puestos comprenden a los números uno de Infantería e Ingenieros.

Es curioso observar cómo, tras todas estas modificaciones, re- sulta que los «primeracos» de las cuatro Armas y Cuerpo de In- tendencia SOE los mismos oficiales que lo eran ya en la primera tanda salida de las academias en 1941.

Finalmente, la primera promoción queda formada por 10s ofi- ciales siguientes :

Infantería : 2.300, número LIIIO D. Antonio Monclús Ramírez. Caballería : 178, numero LIIIO D. Nicolás Cotoner Cotoner. Artilleria : 1.006, número ~110 D. Luis Martínez Aguilar. Ingenieros : 253, número uno D. Juan Sancho-Sopranis Favraud. Intendencia : 175, número uno D. Julio Romero Fernández.

Aquellos oficiales que al ser promovidos a tenientes tienen el grado de capi.tán (Provisional o de Complemento), son «considera- dos para todos los efectos como capitanes de Complemento» mien- tras no les corresponde el ascenso a lla Escala activa.

Todo lo dicho hasta ahora es aplicable, mientras no se diga lo

(X2) Hasta entonces solamente se habíau beneficiado de tal incremento los ofi- ciales que habían combatido en la División Española de Voluntarios antes de su ingreso en la academia y no sus compafieros de promoción que habían pertenecido a la citada División después de sa!ir de aquélla.

144 FERSr\SDO GIL OSSORJO

contrario, a los restantes Cuerpos y a las otras convocatorias de las

k-mas.

1,8. LOS CüERPOS RESTANTES.

1,~. El Cuerpo Jurídico Militar

En enero de 1940 se convoca un concurso para proveer 40 plazas de teniente auditor de tercera de la Escala activa (1.3).

Requisitos para solicitarlas :

Ser oficial Provisional, de Complemento 0 Asimilado de cual- quier Arma o Cuerpo.

Ser Doctor o Licenciado en Derecho. Haber «tomado parte en la última guerra».

La designación de admitidos se hace teniendo en cuenta los mé- ritos científicos y $10~ militares, observándose para la apreciación de éstos, en cuanto es posible, ias normas prescritas para la coii- vocatoria de las Armas. Se consideran méritos científicos : opo- siciones ganadas, premios estraorclinarios alcanzados, sobresalien- tes y matrículas de honor obtenidos en 13s diferentes asignaturas y en los ejercicios fkales de licenciatura y doctorado, cursos es- peciales, pensiones en el extranjero: otros títulos profesionales.

En el momento de pub!icar las distas de admitidos, ((y dadas las necesidades del servicio» , se amplía a 60 el número de plazas a cubrir, y se admite a los UO mejor calificados, más otros 45 aco- gidos al beneficio de ingreso sin cubrir plaza.

El curso se divide en dos partes. En la primera, de cuatro meses de duración, se imparten enseiianzas de carácter jurídico, y termina con un examen de aptitud, cuya aprobaci<ín es condición indispensable para. pasar a !a siguiente. Se puede repetir una vez por razón de estudios. La segunda parte, dc dos meses de dura- ción, se dedica a la realización de prácticas militares. alternadas con otrns de índole jurídica. La primera parte se desarrolla en Ma- drid, en los jocales de la Escuela de Ingenieros Industriales, y la se- gunda en la Academia de Infantería de Zaragoza y Centros Judi- ciales inmediatos.

El profesorado para la primera parte está compuesto por : un

(13) Ch. de 10.MO (ND. 0.x 7). 16-4-40 (<<II. 0.x 83) y 2-T-40 («D. O.» 147).

Auditor de LXvisión, director ; C’ meo Auditores de Brigada, profe- sores ; cuatro tenientes auditores de primera, profesores suplentes. Excepto el tlirr-ctor, todos los demás jefes desempeiian sus come- tidos sin perjuicio del destino que tienen en cl momento de su nom- bramie:lto.

Los puestos en promocibn se determinan «con arreglo a la me- dia resultante del coeficiente de entrada y el seRalado a su con- ducta, aplicación y aptitud, demostrados durante el curso». Los repetidores por estlldios se colocan a continuación de los qtte no repiten.

El 7 de julio de 1940 da comienzo el curso con la presentación dp los xlmitidos en la Asesoría Jurídica de! Ministerio. Ell 12 de marzo siguiente, 28 oficiales son promovidos a tenientes auditores de tercera. En otras dos ocasiones lo son 36 más. con lo cual la

promoción queda compuesta por 64. E! número uno es don Servando Ferkndez-Vitorio Camps.

En julio de 1943, al incluir en su ptmttlación dc ingreso los servi- cios prestados en el frente con posterioridad al 1. de abril de 1939, mejoran su puesto en promoción, siendo y;~ comandantes, cuatro de sus componentes.

1,82. El Cuerpo de Intervención Militar.

EJ? febrero de 1!)-Ll, en el mismo día, dos órdenes ministeriales publican selldas con\-ocatorias para cubrir Ias 100 plazas vacantes

que existen en este Cuerpo: 25 de capitán y 73 de teniente. En rada convocatoria se sigue un procedimiento diferente. Una anuncia con-

curso-oposicicín para proveer 25 plazas de capitán y 5 de teniente, la otra trata de cubrir las restantes vacantes de texiente mediante un concurso. 131 ambos casos los admitidos deben seguir un cur- so para ser promovidos a oficiales de la Escala activa. A ias va-

cantes de capitán, sólo pueden optar capitanes profesionales de las Armas ; a :ns de teniente, en sn dos modalidades, pueden aspirar

todos los oficiales que cumplen los siguientes requisitos (14) :

Pertenecer a la Escala Provisional, de Complemento u Honorífi-

ca de cualquier Arma o Cuerpo. licenciados o en activo. Ser licenciado en Derecho 0 Frofesor Mercanti!.

Concurso.

Son admitidos los aspirantes que ‘obtienen mejor puntuación, «determinada con arreglo a los baremos de valoración que han servido de base para las convocatorias anteriores de las Armas generales».

Concurso-oposición.

Ingresan en la Academia los 25 oficiales que consiguen mejor puntuación en el examen de ing-reso a que son sometidos. Las p!a- zas citadas se amplían, además, con las no cubiertas con capitanes profesionales de la 25 a ellos reservadas. Para ser admitido al exa- men es «condición indispensable tener buena conceptuación, sin nota desfavorable». Son admitidos también los mutilados Útiles con menos de 12 por 100 de mutilación.

El programa a desarrollar en la prueba de ing-reso comprende 60 temas : 7 de Derecho Político, 9 de Derecho i2dministrativo, 6 de Economía Política, 5 de Hacienda Pública, 10 de Derecho Civil, S de Derecho Mercantil, 1.0 de C&lculo Mercantil, y 3 de Teneduría de Libros.

Tras un plazo de algo más de seis meses, concedido para pre- parar los programas, el 1 de octubre de 1941 comienzan sus exáme- nes 10s 166 oficiales admitidos a tal prueba. La oposición se reali- za ante un tribunal de cinco profesores de la Academia «por tandas de un número proporcional al de aspirantes». Consiste en la aprobaci& de tres ejercicios. El primero, eliminatorio, sin otra calificación que la de apto o no apto, dedicado a la resolución por escrito de tres problemas sobre Cálculo Mercantil y Teneduría de Libros. El se- gundo versa sobre Derecho Político, Administrativo y Economía Po- litica, mientras el tercero abarca qas restantes materias del progra- ma. Estos dos ejercicios son también escritos. La calificacibn final es la nota media de las obtenidas en ambos. El examen es el mismo para capitanes profesionales y para los restantes oficiales.

Curso.

Es prácticamente igual para los alumnos de las dos procedencias, sin más que ligeras diferencias en las materias a estudiar. Consiste en un curso teórico-práctico de cuatro meses de duración, con un exa-

OliICIALES DE TRANSVORMhCIóN 147

men final de aptitud. Los aprobados realizan a continuación dos meses de práctIcas mi?itares en la Academia de Infantería de Zara- goza. La enseñanza corre a cargo de un coronel, director y jefe de estudios a la vez, y de seis profesores, tres tenientes coroneles y tres comandantes, todos destinados en comisión, sin perjuicio de sus destinos, y forzosos.

El 14 de abril de 1941 inician el curso los procedentes del con- curso, 50 cubriendo plaza y 19 más acogidos a los beneficios de in-

greso, efectuando su presentación en la Intervención General del Mi- nisterio. Las clases tienen lugar en unos locales de un edificio par- ticular de la calle de Eocángel, en Madrid. El 10 de noviembre si- guiente comienza el curso para los ingresados en el concurso-opo- sición, que son 52 (las 25 plazas anunciadas, 20 no cubiertas por los capitanes profesionales y 7 de beneficios de ingreso).

El 15 de noviembre del citado año son promovidos a tenientes 60 oficiales de una primera tanda, después lo harán 53 más. Los de ambas procedencias se mezclan formando una sola promoción com- puesta, por tanto, de 113 tenientes. NGmero uno es don José Castilla Pérez. Es curioso observar que, contra lo que a primera vista pa- rece más lógico, ocupan mejor puesto en la promoción los que no han sufrido examen de ingreso, hasta el extremo de que el primero de 1 ,os del concurso-oposición es el número 23 de la promoción. Hay que suponer que en ello influye, en buena parte, la diferencia de méritos militares áe unos y otros.

Al modificar su puntuación de ingreso, consecuencia de los ser- vicios prestados en campaña posteriores al 1 de abril de 1939, mejo- ran SLI puesto en la Escala, en julio de 1945, un comandante y cuatro capitanes.

1,83. El Cuerpo de Sanidad Militar.

En septiembre de 1939 se anuncia una primera convocatoria para proveer 200 plazas de tenientes médicos de la Escala activa (15).

Requisitos para solicitar convocatoria :

Ser oficial Provisional, de Complemento o Asimilado de cualquier Arma o Cuerpo.

Ser licenciado en Medicina y Cirugía.

(15) Os. de 159-39 («J3. 0.2 ZGi), lci-ll-39 («LI. 0.)) 40). l--10 («D. (?.» 30).

41-5-40 (CD. 0.x 3%) 3 31-7-40 («D. 0.)) 173).

148 FERXANDO GIL OSSORIO

Haber ((pertenecido al Ejército Nacional durante la última guerra».

No tener más de treinta y cinco años.

La designación se hace observando, en cuanto son aplicables, las

normas prescritas para las Armas, pero teniendo en cuenta prefe- rentemente los méritos científicos. Por méritos científicos, se en- tienden : «oposiciones ganadas, premios extraordinarios alcanzados, dip!omas de especialidades, etc.)). Tanto estos méritos como los de guerra, se valoran por un baremo muy meticuloso, en el que los pri- meros varían entre !os tres puntos del premio extraord:nar!o en el grado de Doctor y el 0,20 de una Matrícula de Honor, mie::tras los segundos oscilan entre 1,50 por el ascenso por méritos de guerra y 0,lO del mes de servicios en retaguardia, sin abandono de la residencia habitual. Laureadas y Medallas Militares individuales dan derecho a la admisión. La Cátedra de Universidad (sic), da igual puntuación que la del aspirante que haya obtenido !a máxima por méritos cien- tíficos.

Los admitidos siguen un curso de seis meses de duración en la Academia de Sanidad Militar. En él efectúan, «aparte de las de ca- rácter eminentemente castrense, estudios y prácticas de orden mé- dico». 13 curso termina con un examen, cuya aprobación supone la promoción a teniente médico. Un curso puede repetirse por enfer- medad sin pérdida de antigüedad; la pérdida del curso por cualquier otra causa, lleva consigo la baja en la Academia.

Se cubren las 200 plazas anunciadas y, además, se admiten a 92 oficiales sin cubrir plaza, por estar acogidos a los beneficios de ingreso. De todos ellos, el 1 de junio de 1940 comienzan sus estu- dios 2.71.

Dos meses más tarde se concede a la Academia «el uso de la Bandera Nacional correspondientes a los Cuerpos a pie)), en aten- ción a que está «organizada miiitarmente» a base de internado, re- gida por ‘as mismas normas y reglamentos que las demás acade- mias y por tener en cuenta que los alumnos han servido en SLI in- mensa mayoría en Unidades que tienen Bandera o Estandarte, y a las que volverán, «estando por tanto sin la Enseñanza (sic) Nacio- nal, exc!usivamente durante su permanencia en la Academia», ha- bida cuenta, por filtimo, que «el Cuerpo de Sanidad Militar ha sa- bido demostrar sus virtudes militares, tanto en la paz como en la guerra».

«Siendo insuficientes para cubrir la plantilla de personal de la

OFICI.AL.ES DE TRAXSFORMACIÓX 149

Escala activa de Sanidad Militar las 200 plazas de la primera con- vocatoria», cn junio de 1940 se anuncia una segunda, de 190 pla-

zas más, en idénticas condiciones que la anterior. Los componen- tes cíe ambas forman una sola promoción. Se considera aspirantes a esta nueva convocatoria a los que tienen solicitada la primera sin haber sido admitidos, además de a los que lo soliciten por primera vez. Resultado de esta convocatoria es la admisión de 190 aspi- rantes cubriendo plaza, 20 más con beneficios de ingreso, y otros 10 admitidos como suplentes para posibles bajas.

En 1. de febrero de 1941 son Uamados a la academia los 49 pen- dientes de la primera convocatoria y los 210 de la segunda ; días después se llama a los 10 suplentes y el 39 de marzo siguiente, al existir vacantes «por renuncias voluntarias, inutilidad física, pase a otras Armas, 0 fallecimientos», se admite en la segunda convoca- toria y se ordena su urgente incorporación a la Academia a otros 2-I oficiales (uno acogido, todavía, a los beneficios de ingreso).

En enero de 1941 son promovidos tenientes médicos 1.89 cadetes, en agosto 209, y en jur,io de 1942, 2 más que completan los 400 de la promoción. El número uno es don César Sebastián Da- costa.

Por servicios presta.dos en el frente con posterioridad a su sa- lida de la -4cademia mejoran SLI puesto en la Escala, en e! aíío 1945, 93 capitanes de esta promoción. I

1,84. El Cuerpo de Veterinaria Militar.

En febrero de 1940 se anuncia una convocatoria para proveer 70 plazas de veterinarios segundos de la Escala activa (16).

Requisitos exigidos :

Ser oficial Provisional, de Complemento o Asimilado de cualquier Arma o Cuerpo.

Ser licenciado en Veterinaria.

Haber «pertenecido al Ejército Xacional durante la última

guerra».

La selección de candidatos se hace de idéntica forma que para los médicos. El curso tiene seis meses de duración y re desarrolla

en la Academia, de Sanidad il/ilitar. La ensefianza correspondiente a determinadas materias es impartida por oficiales médicos y la restalite por oficia!es veterinarios. La plantilla de profesores de la cita- da academia se aumenta, en consecuencia, con los veterinarios necesa- rios, uno de ellos es .sLhiiispector veterinario de segunda clase y ejerce el cargo de Jefe de Estudios de la Sección de Veterinaria de la aca- demia? interviniendo solamente en In ensefianza dc Ias materias pe- culiarcs de su Cuerpo. La enseñanza de las otras asignatmxì; es dada conjuntamente a cadetes médicos y veterinarios por profesores mé- dicos. El curso termina con un examen, y se puede repetir en los mismos casos en CILI~ lo haccii los médicos.

El 1 de junio de 1940 SC ordena la presentación en la academia de todos los admitidos. ‘70 cubriendo plaza y 9 más con kneficioì; de ingreso.

En el mismo mes de junio, «siendo insuficielites para clll)rir ‘a plantilla de? persona! de !a Escala activa... las CO plazas dc la pr- mera convocatoria», se anuncia ~m;t segunda, tamIli& & 70 plazas.

Se consideran aspirantes : Los que han solicitado la primera sin ser admitidos ; los que lo solicitan de nuevo, reuniendo las mismas con- diciones que para la primera, más la de tener edad no superior a treinta y cinco afiou. Ambas convocatorias forman ~1113 sola pro- moción. Son admitidos í6 aspirantes (6 por disfrutar de los he- neficios de ingreso)t 20 de los cuales están licenciados. El cm-so para esta segunda tanda da comiellzo ell 1 de febrero de 1941. A

mediados de marzo siguiente, al existir vacante «por renuncias YO- luntarias, inutilidad física, pase a otras Armas o fallecimiento», se admite a ocho oficia-es más en la segunda c.onvocatoria y se or-

dena SLI urgente incorporación a la academia. El año 1941, en idénticas fechas que los médicos, son promo-

movidos veterinarios segundos U y 66 oficiales, que juntos e in- tercalados entre sí, componen la promoción. Kúmero uno es don Car- los Díez Martín. Siendo ya capitanes, en 1.945, 37 de ellos mejoran .sus puestos en la Escala por iguales razones que sus compaíkro$ de las demás Armas y Cuerpos.

l,%. El Cuerpo de Farmacia Militar.

En diciembre de 1939 «se anuncia una primera convocatoria para proveer 50 plazas de farmacéuticos se, wndos de la. Escala activa del Ejército». Los requisitos para solicitar la admisión son iguales que

los exigidos a !os veterinarios, con el solo cambio, naturalmente, del título de licenciado en \‘eterinaria por el de Farmacia. La selección de candidatos se hace en análoga forma que para médicos y veteri- narios (17).

La cadetes realizan tm curso de cuatro meses dedicado a «estu- dios de especializacitn de guerra», funcionando como Academia el Laboratorio y Parque Central de Farmacia Militar, y actuando como profesores jefes y oficiales de l’os destinados en dicho Centro, a las ór- denes de un Director y tm Jefe de Estudios, nombrados expresamente. El curso termina con UI? examen, y se complementa con otro de dos meses de duracicin, a seguir ell la Academia de Infantcri,~ de Zara- goza, y en el que se estudian y practican «las di,sciplinas puramen- te militares». La repetición de cursos se ajusta a lo dicho anterior- mente para otros Cuerpos.

Entre enero del 41 y enero del 42, en tres tandas. son promovidos farmacéuticos seg-undos 91 oficiales. El número uno es don Arturo Mosqueira Toribio. El año 3.%k5. 10 capitanes de esta promoción me- joran su puesto en la Escala por idénticas razones que los de fas demás Armas y Cuerpos.

” CUERPO DE OFTCII\;AS MILITARES -.

En sentido estricto no se puede hablar de oficiales de Transfor- mación de Oficinas Militares ; en sentido amplio sí que SC puede considerar como tales a aquelios oficiales provisionales y de com- plemcnto que ingresaron en él, al reorganizarse, por la sola razón de pertenecer a tales Escalas (18).

En octubre de í.041 ((se crea el nuevo Cuerpo Auxiliar de Ofici- nas Militares» con los siguientes oficiales o asimilados, escalafona-

dos por el orden que se citan: Todos los pertenecientes al antiguo Cuerpo Auxiliar de Oficinas

Militares. Los que !o solicitan voluntariamente procedentes de los restan-

tes Cuerpos politice-militares CAuxiliar de Oficinas de Artillería, Auxiliar de Almacenes de Artillería, Oficinas de Ingenieros, Auxiliar de Intendencia y Auxiliar cle Intervención). Se les concede el empleo _c_-

(17) Os. de 21-13-30 (UD. 0.1) íO1 y í-2-40 («D. O.r, 33). (1s) D. de M-1041 ((CD. 0.x 34.1). Os. de 16-S-43 (xD. 0.n GS), E-11 43

(ND. 0 » 258) y l’i.ll.-43 («D. 0.x 2%).

152 FERSANDV GIL VSSVKIC~

de oficial primero y an&Gedad de !a fecha de creación del nuevo Cuerpo.

Los individuos de la 1.” Sección del Gerpo Auxiliar Subalterno del Ejército, procedentes de los Cuerpos citados en el párrafo an- terior, que voluntariamente lo solicitan. Se les concede emp!eos de oficiales segundos y terceros, COZ la antigüedad citada.

Oficiales provisionales auxiliares de Estado Mayor que lo soli- citen, con iguales empleos y antigiiedades que los del Cuerpo Au- xiliar Subalterno del Ejército.

Otros oficiales provisionales y de complemento que lo soliciten, seleccionados por concurso de méritos, con empleo de oficiales ter- ceros y escalafonados detrás de los auxiliares de Estado Mayor.

Todos los oficiales provisionales y de complemento conservan su sueldo y empleo, hasta que alcanzan en Oficinas Militares los que disfrutan al solicitar el ingreso en este Cuerpo.

Hasta el alio 1943 no se anuncian los concursos para cubrir las plazas reservadas a los «transformados». En marzo se anuncia uno para tenientes provisionales ausi!iares de Estado Mayor, con 50 pla- zas. T,as instancias son informadas «acerca de las aptitudes y condi- ciones dc todo orden dc los solicitantes», y en el concurso son «teni- dos en cuenta los méritos que concurren)) en ellos. Los admitidos realizan un período de prácticas de tres meses ocupando provisio- nalmet?te vacantes de oficial de Oficinas Militares, ya en el Centro en eJ que se encuentran destinados, ya en otro distinto. Termina- das las prácticas, el jefe del Centro en el que tienen lugar informa reservadamente acerca de las aptitudes y condiciones de los intere- sados, y cuando el informe es favorable se produce el ingreso en el Cuerpo con el empleo de oficial segundo. El escalafonamiento se realiza por orden de antigiiedad como t(provisionales», a continua- ción de los procedentes del Cuerpo Auxiliar Subalterno del Ejército y con antigüedad de 1G de octubre de 1941. Los admitidos en el’ con- curso son 35 y los que superan las prácticas 33 ; los cuales son nom- brados oficiales de Oficinas Militares entre noviembre del 43 y mar- zo del 44.

En noviembre se anuncia concurso para proveer 100 plazas de ofi- ciales terceros entre los oficiales que cumplen las siguientes condi- ciones :

Pertenecer a las Escalas provisional o de complemento de las Ar- mas o Cuerpos de Intendencia y Sanidad.

OFICIALI1S DE TR.ANSFORMACIóñ 153

Hallarse prestando servicio en activo. No estar movilizado. No haberse licenciado con anterioridad.

Estar en posesión de la Medalla de la Campana con distintivo de vanguardia y de una Cruz roja del Mérito Militar o haber sufri- do cautiverio sin menoscabo de! honor militar.

El 20 por 100 de las piazas se reservan a Caballeros Mutilados.

Méritos para la selección : Cruz Laureada de San Fernando o Me- dalla Aiilitar ináividuales ; otras recompensas de guerra ; «el mayor tiempo de prisión» ; títulos universitarios o de Escuelas Especiales del Estado.

En total, son admitidos 128 y, tras realizar prácticas idénticas a las de los auxiliares de Estado Mayor, 123 de ellos son nombra- dos alfereces de Oficinas Militares, con antigüedad de 28 de junio de 1944, en el período comprendido entre esta fecha y noviembre sig-uiente. Once son capitanes, 107 tenientes y 5 alféreces ; 101 proce- den de Infanteria, 3 de Cabailería, 13 de Artillería, 3 de Intendencia y 3 do Milicias.

Xasulnerl de oficiales ingresados ei?. Ojicinas Militares

Antigüedad

16.10.41

28.06.44

Empleo Convocados Admitdos s prkticas Ingresados

Teniente 50 35 33

Alférez 100 128 123 __ -

Totales 150 163 156

3. SEGUNDA PROMOCION

En septiembre de 1940 se anucia una nueva convocatoria a par- tir de la cual, como hemos dicho anteriormente, la «Transformación» se limita a las cuatro Armas y al Cuerpo de Intentendencia. Hace el número tres y sus componentes constituyen la segunda promo- ción «de oficiales transformados» (19).

(19) Os. de 25-9-40 &D. 0.x 220), Sil-40 (BD. 0.x 254), 5-1240 (UD. 0.1) 2T4),

31-3-41 («D. 0.x 79). 27-22-41 («D. 0.x 2), 16-5-i-42 («D. 0.)) 110) y 28-3-44 (KD. 0.x 75).

El preámbu!o de la correspondiente orden ministerial, dice :

«Teniendo en cuenta las necesidades del Ejército en oficiales de los empleos inferiores, la de evitar una solución de continuidad en- tre 1;~ s;~:ic?:l de oficiales prox%ionales de las Academias actuales y la de ;~q~~Pllos que procedan de las futuras, visto el crecido número de oficiales provisio&es con méritos y servicios de campaiia, que YO- licitan colltilluar el: ?a carrera de las -Armas, y no han podido ser admi- tidos por lo limitado de las plazas anunciadas, procede anunciar una tercera conr-ocatoria, aunque para ello hayan de modificarse al- gu11as condiciones que sirvieron de base para calificar ;I los aspi- rantes de las anteriores y que la rxpzriencia les aconseJa, como so11

!a de fijar un limite nxkimo de edad a los oficiales y conceder PLIII-

tución extraordinaria a los qtlc \.oltintariamente se presentaron a combatir en nuestras filas, concurriendo, a veces, en ellos circunstan- cias particularmente estimables».

Plazas a cubrir:

Infantería : soo.

Caballería : 30.

-4rtillería : 300.

Ingenieros : 200.

Intendencia : 100.

Requisitos exigidos :

Ser oficial Provisional o de ,Complemento.

Haber solicitado las dos convocatorias anteriores. Maber prestado, como mínimo, LIII aíío de servicios en el frente.

Cumplir, como máximo, veinticuatro aííos durante 1940.

il;o haber ingresado en otro Cuerpo o Dependencia del Estado.

«Ante la posibilidad de que en algím Arma o Cuerpo no haya so- kitantes en número suficiente para cubrir las vacante anunciadas», se permite solicitar las restantes, seííalando orden de preferencia, mas en todo caso, el Arma o Cuerpo de procedencia es de ingreso obli- gatorio, si puede ocuparse plaza en él.

Yo se admiten nuevas solicitudes, pero sí pueden completar la documentación los que la tienen incompleta, y pedir otras Armas los q«e antes no 10 han hecho. «En previsión de que no figuren» en el Ministerio «to,das las instancias de los que lo solicitaron con

anterioridad 0 qw alguna de estas se encuentre incompleta», publi- ca el ((Di:trio Oficia’» las listas de los solicitantes (20).

Los peticionarios son : oficiales de Infantería, 3.P83 ; de Cahalle- ría, 16 ; de Artillería, .It ; cle Ingenieros, 11- ; de Intendencia, 5% ; to- tal, 3.9kJ-. De ellos, 409 no tienen completa la documentación.

La miama orden q~~e publica 1;~ relación de solicitantes añade : ((Ante !a convcmenck de 1111~ selección más perfecta, se amplia e! lí- mite de edad... y se admiten !o~ oficiales. ., que c~ui~pleíi como máxi- mo veintiséis años en éste de 1!140». 1511 su consecuencia, !a relación de so!icitantes aumenta c’ii : 953 oficiales de Infantería, S de Caba- llería, -10 de Ingenieros y 13 de Intendencia, en total l.Olci, de los cuales 102 están a falta de completar su documentación. En rcsuinen, $.$i;O solicitantes para 1..Wl piazas.

Para clasificar a los :~spir:mtes, los servicios de campala y las heridas puntúan cn forma idéntica a lo hecho CON la primera pro- moción. Yo se tiene en cuenta, «por el contrario, la antigüedad en el empleo, ni los estudios realizados anteriormente, excepto ?os indis- pensables para ser admitidos como aspirantes» (Racl~illerato y equi- \-nlentes, sin puntuación en baremo). En cambio, se conceden las siguientes bonificaciones :

Cuatro puntos a los pasa dos de zona roja a la España Nacio- nal, ~111 aíio antes de la liberación del último lugar de SLI residencia, que se han presentado (<voluntariamente a combatir en nuestras filas)).

Un punto por cada tres meses de «servicio en vanguardia en al- guna Unidad, hasta División inclusive», a los incorporados corno vohmtarios al Ejército antes de tres meses de corresponderles la mo- vilización. T.,os plazos inferiores a tres meses se computan propor- cionalmente.

Dos puntos a los voluntarios con menos de dieciocho afios, siem- pre que se hayan presentado antes de tres meses de la fecha de su movlliznción.

Ell marzo de 3941. se publica la relación de admitidos, en núme-

(20) En las :ist;rs figuran : empleo, Arma o Cuerpo, nombre. 60: .3pellitlos y

fecha de nacimiento. La razón de figurar esta última es la de evitar confusiones entre oficiales que tienen idénticos todos los demás datos. Anteriormrnie, cuatro oficiales fueron dados de baja en las listas de la 1.a o 2.” convocatoria: al confun- dirles con sus homónimos, y otro fue admitido sin derecho por igual equivocación.

Lo que obligó~ naturalmrnte, 2 las consiguientes rectificaciones.

156 1~EHSASUO G Li. 0S.201~1C)

ro igual al de plazas convocadas. Proceden del1 propio Arma o Cuer- po en el que son admitidos: todos los destinados a Infantería, 25 en Caballería, 1. en Artillería, 20 en Ing-enieros y 53 (sic) en Intenden- cia. Los demás proceden de Infantería.

Los admitidos tienen que sufrir a SLI presentación en las aca- demias «examen de las asignaturas» que constituyen los cursos pre- académicos ; cursos que están obligados a seguir mientras llega el momento de su incorporación a aquéllas.

Aí propio tiempo que la relación de admitidos, se publica otra de 200 oficiales, todos de Infantería, que han obtenido puntuación inmediatamente inferior a la de los anteriores, a fin de poder cu- brir con ellos las baj,as que en éstos ha de producir el examen de ingreso. A estos 200 oficiales no se les destina, de momento, a nin- gún Arma 0 Cuerpo.

A partir de la fecha de publicación de ‘las citadas relaciones. ((se concede un plazo de un mes.... para que se puedan formar repa- ros a la calificación obtenida», bien entendido que solamente son «motivo de rectificación los errores cometidos en presencia de la documentación ya existente)) en el Ministerio, sin que se admitan

documentos nuevos. Se autoriza, en cambio, a cursar nuevas ins- tancias a quienes lo han hecho anteriorm6nte y no figuran en las listas por extravío de las mismas.

Consecuencia, al parecer, de las reclamaciones, se realiza una «revisión general de las documentaciones de todos los aspirantes a ingreso»? que da por resultado que en diciembre de 1941 se re- suelva :

Admitir en la convocatoria a 25 oficiales más en Infantería, 1. en Caballería, 15 en Artillería, C; en Ingenieros y 1 en Intendencia. To- dos Droceden de Infantería.

Cambiar de Arma a 3 de Infantería a Artillería, 2 de Infantería a Ingenieros y 1 de Artillería a Ingenieros.

Eliminar de las listas de admitidos, por falta de puntuación, a 3 en Infantería, 1 en Caballería y 4 en Ingenieros. Todos pro- cedentes de Infantería.

Meses después. mayo de 1942, como resultado de la revisión de las documentaciones de la lista de 200 para cubrir bajas, se admite en la tercera convocatoria a 65 oficiales en Infantería, 4 en Caba- llería, 24 en Artillería, 18 en Ingenieros y 7 en Intendencia, y se eali-

mma a 21 por no alcanzar puntuación suficiente para ser admiti- dos (21).

Entre 7 de marzo y de 10 septiembre de 1943, se incorporan a las academias todos los aspirantes admitidos hasta entonces, mas a partir de@ citado mes de septiembre y «por haber perfeccionado sus puntua- clones con méritos y servicios extraordinarios en campaña (ZZ), se concede e! ingreso en las Academias Militaresn, formando parte rie la tercera convocatoria, a una serie de oficiales en una serie de Ordenes, la última de las cuales lleva fecha de febrero de 1944. Ai final son admitidos por este motivo : 70 en Infantería (3 de ellos sin cubrir plaza, acogidos a los beneficios de ingreso), 22 en Ar- tilleria, 23 en Ingenieros y U en Intendencia. Salvo 8 de Ingenieros, que proceden de Infantería, fodos pertenecen al Arma o Cuerpo de destino. Su incorporación a las academias se inicia el 10 de septiem- bre de 1942 y no termina hasta el año 19-14.

Los repetidores de semestre de esta promoción se escalafonan de igual forma que los de la primera, y a ella tienen derecho a pertenecer los oficiales que obtengan l?a Cruz Laurada de San Fer- xlando o la Medalla Militar individuales, «por méritos de frente pres- tados con posterioridad a 1 de abril de 1939)), aunque hayan ingre- sado en cualquiera de las posteriores.

Eu 3 de agosto de 1943 son promovidos a tenientes, con antigüe- dad de 1 de abril de 3941, los cadetes pertenecientes a la primera tanda de esta promoción, la cual finalmente quedará compuesta ?or el siguiente número de oficiales :

Infantería : 409, número uno D. .Basilio Olaechea Omuño. Caballería : 37, número uno D. Alfonso Cías Sánchez. ktillería : 161, número uno D. Fulgencio García Osma, Ingenieros : 89, número uno D. Valentín Barriga Díez. Intendencia: 74, número uno 1). Manuel Morales Serrano.

--_--- (2l.j J,os 11s admitidos y los 21 eliminados suman 139, hasta 200, faltan M.

~l‘eniendo en cuenta que los 4S admitidos en diciembre de 1941 son de estos 200, faitan aún 18, los cuales hay que suponer causaron baja de las listas, por diversos

motivos. en el afio largo transcurrido desde su admisión condicional. En mayo del 43 se han admitidos en la 3.a convocatoria 3.460 -J- 4s -S -!- 118 = 1.6%. o sea 158

más de los conrocacios : sin embargo. es muy posible que las bajas en este momento (renuncias, mala conducta, etc.) alcancen ya esa cantidad.

(2%; LS de suponer que taies servicios fueron prestados en la División Espa-

Íio!a de Voluntarios.

158 FERSAI;DO GIL OSSORIO

Uno de los tenientes de Infantería, después de su salida de la Aca- demia, pasa a formar parte de la primera promoción por concesión de la Medalla Militar individual por méritos contraídos en la gue- rra de Espaíía.

Como consecuencia de la creación de la Academia General Mi- litar, deja de funcionar en Zaragoza, en 1 de marzo de 1943, la Aca- demia ,de Transformación de Jnfantería, al recuperar aquélla 40s edificios que en su día fueron construidos para ella. A partir de tal fecha sólo funciona una Academia de Transformación de Jnfante- ría, la de buadalajara. Durante el semestre que se inicia el 10 de octubre de 1942, conviven en Zaragoza los cadetes de la General y los oficiales cadetes de «transformación», perteneciendo los úl- timos, en su mayor parte, a la tercera convocatoria (23).

(23) Hubiéramos deseado completar el trabajo cou la estadística que agrupase

a los oficiales alumnos por carreras terminadas, 0 a punto de terminar, a su ingre-

so en las Academias de Transformación, característica específica de los aProvi-

stonales), que define el origen universitario de estas promociones. Ese estudio

iundamental queda pendiente de posterior colaboración.

ESTADOS 2 AL 5

160 FERXhiiDO GIL OSSOBIV

--

pROYO- CIÓN

--

1.”

2.2

3.”

~ONVO-

:ATORIA

1.8

2.”

3.a

4.a

ESTADO

ARJIAY: 0 CUERPOS DE PROCEDENCIA DE T,OL; OI;IClALES

ARMA o CUERPO DE

DESTIXO

ARMIA o LUBRPO IX

PROCEDEP;CJh

--

El de destino _.. .

Infantería . . .

Caballería _.

Artilleria.. Ingenieros .

Intendencia . . Guerra Química.. .

Infa11tería .<. -..

Caballería . . Artillería.. . .

Ingenieros . . . . .

Intendencia .

Infantería . . . . . . .

Caballería .

Artillería.. . . . Ingenieros _.

Intendencia . . .

-

/

L.1’ CC TP TC Al’ AC TOTAL

93 lti 1.219 S.3 261 2.11u

20 36 1.248 60 3.56 5 1.541

20 36 1.248 50 1X 5 1.541

1 434 2 515 QzjP

3 99 3 -65 Xi0

--

3 99 3 255 360

-

‘1’ CC TP TC AI’ AC TOTA

2i so “2 - .3 132

4 cji S 3 S2

4 6; s 3 82

10 í9 29 10 2 3 2 2.5

26 2 24 2 54

1.5 36 51

1 1 3 5

‘1 1 2 1 3

1 17 3 39 60

OFICIALES BE TRAñSY<?RYACIh 161

11~311TIDOS 13 IAS CCATRO ARMAS Y CGERPO DE INTENDEXCIA

181 3 li9 363 98 1 143 6 24s

32 2 s9 Il23

1 ll 9 11 24 1 1

1 43 ll 92 1 145

9 39 SS 64 17 147

4 29 6 39

27 30 i7

1 1

1 4 3 5

1 1

12s 4 34 87

INTEXDESCIA

‘1’ CC TT’ TC XP AC TOTAL

78 4.5 4 127

09 22 1 92

09 22 1 92

'4 ll 16 i 58 -_

55 ll 40 7 113

1 27 1 30 59

1 1

1 2i 2 30 OO

162 FERNANDO GIL OSSORIO

PROMO-

CIÓN

4.r

1.a ,vILLA-

VERDE

2.a

~VvILL.&

VERDE

CONVO- CATORIA

5."

6."

7.8

ESTADO NUM. 2

ARMAS 0 CLERPOS DE PROCEDEKCIA DE T,OS OFICIALES

ARMA o CUERPO DJ'.

DESTIXO

ARW o CUERPO DE

PROCEDEXCIA

Infantería ......... Caballería ...... ... Artillería ........... Ingenieros ......... Intendencia ......... Milicias ...........

Infantería . . . . . Caballería . . . Artillería.. . . . Ingenieros . . . . Intendencia . . . . . Sanidad Militar.. . Guerra Química.. . Auxiliar E. ?il. . Jurídico . Milicias . . .

Infantería . . . . . . . . Artillería.. . . . . . . Ingenieros . . . . . . Intendencia . . .

l-

/

-

hVANTERÍ.4 CABALLERÍA

Cl’ CC TP TC AP AC TOT.\L c1’ CC TP TC AP AC TOTA

2 52 2 101 2 159

2 52 2 101 2 259

30 30 796 ô4 1.041 4 1.965

50 33 si

30 30 S4G 64 1.076 4 2.050 2 2.3 263 21 Bi 3í8

2 138 140

2 13s 140

12 .4H 3 oí 2 3 1 1

1s 493 í0

2 1 2% 8 49 3 289 21 13 ll 4 1 50

1 :! 3 1 1

24 13 35

’ 1 9 10

1 9 10

ABREVIATURAS:

CP.-Capitán Provisional. TP.-Teniente Provisional.

AP.-Alférez Provisional. CC.-Capitán de Complemento.

TC.-Teniente de Complemento. AC.-Alférez de Complemento.

163

2 30 8 9G 4 140

____- -__

1 130 10 sos 12 1.061

:3 176

1

1

1 JO 31

i 4 5

IXGIXIEROS

7 2 14 2::

1 1

2:s 31 54

ll Il

í> 1 3

13 1 14 1 5 6

13

1

1

11’ CC TP TC Al’ .AC TOTAL

__-

:i 4 84

1

13 1 LS 4 38

___~ ____

5 9 zs9 19 2 324

12 '7 14 4 3 40

1 2 3

2 2

1 1

16 16

_-~

5 23 314 35 (i 3 386

14 5

1 1

ESTADO

CONVO-

CATORIA

1.a

CONVO-

CATORIA

2.a

ARAfAS 0 CL-ERPOS DE PROCEDENCIA DE Js0.S OFICIALES

JURÍDICO MILITAR

ARMA o CUERPO DE

PROCEDEKCIA 3’ CC CII TP TC TI1 AP :,<; ATI T0T.U

-- --___

Infantería _..

Caballería _.

A. tillería ._ .__ . ,.. Ingenieros.. . .._ ._. 1

Jurídico Militar . ,_. 1 1

Intendencia. __ _.. Sanidad Militar ._.

Farmacia Militar.,

Veterinaria Militar ._. Milicias.. . . 1 1

Auxiliar E. M. _. 3 3

Guerra Química . . Sanidad de la Armada

Aviación . . . . . . . . .

0 19 1 41 10 9 3 2 7 108

ARNXA o CUERPO DE

PROCEDENCIA CP CC CH TI' TC TH AP AC .\H TOTA,

-

1 1 6 6

I< 4 51 fi 1 ti es

CUERPO DE DESTJNO

CUERPO DIS DESTIKO

:I’ CC CI1 TI’ TC TI1 .W AC AI1 TOT!

Infantería . . . . . . . .

Caballería . . .__

Artillería . . . ._ Ingenieros.. . __

Jurídico Militar __. _.

Intendencia. .__ . . . intervención Militar..

Sanidad Militar . . ,_

Farmacia Militar.. . . Veterinaria Militar .

Auxiliar E. 51.

Guerra Química . . . . .

Auxiliar Contabilidad Aviaci6n _. __. _.

1 1 5 1 5 13

2 8 2 2 9

ll 2

2 . 1 3 6 1 1

2 15 17

1 3

1 1

CP.-Capitán Provisional. CH.-Capítán Honorífico.

TP.-Teniente Provisional. TH.-Teniente Honorífico. AP.-Alférez Provisional. AH.-Alférez Honorífico.

LA.-LapItan Aslmllaclo. TA.-Teniente Asimilado.

AA.-Alférez Asimilado.

1 1

! 12 1.; 9 2:s 206 1 3 -3 295

1’ CC CA TI’ TL Th Ai’ .\C AA TOTAL ZC CA TP TC TA Al’ AC AA TOTAL CP CC Th’ TC TA Al’ AA AH TOTAL

1 17 4 2s 4 1 2 7

ll 2

5 1 6 1 1

1 -1 4 1 1

1 1

3 4 IIlS2 1 9 214

5 4 20 16 182 4 1 9 245 2 ll 4 27 2 6 d 5"

CC.--Capitán de Complemento. 'X.--Teniente de Complemento. AC.-Alférez de Csmplemento.

y 1 ” 6 1 4 5

3 4 1 1

- 2 .> 4 31 1 ö 4ü

3

5 2 c 6 34 113 59

2 2 2i 6 3i

5 5

1 1

VISTERNARIA MILITAR

Cl’ CC TI’ TC TA Al’ AA AI3 TOTAL

1 11 .xl 1 72

1 1

1 1 6 Il 59 1 í9

1 1

1

172 2

1

75

- 16 27212 S4

166 FERSISDO GIL 0ss01:10

ESTADO

FECIIA DE íNCORPORACIÓN

AfiO DÍA Y MES

1 febrero ..........................

Urgente .................. ...... 1 junio .............................

1940 ~:rgente .......................... 10 julio ............................. 31 agosto .........................

2 septiembre ........................

2 septiembre ........................

8 enero ........................... 1 febrero .......................... 1 febrero ..................... ......

Urgente .......................... 9 marzo ........................... 9 marzo ...........................

1941 14 abril ............................. Urgente ...... ......... ... ......

1 septiembre .................... 1 septiembre ...... ... ... ......

22 septiembre ... ...... ... ........ 10 noviembre ....................... Urgente ..........................

1 marzo ..........................

1 marzo .................. ... ... 1 marzo ..........................

Urgente .......................... Urgente ...........................

1942 10 septiembre ......... ... ... ... ... 15 septiembre .....................

Urgente ...... ......... ......... Urgente ........................... Urgente ...... ......... ... ...... ...

:oxvo- “\TORTA

1.û

1.”

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3.2

-

A c A D E hf I :i s

In-FAXTERÍA C,\BALLFRÍA \RTILLERi

-;-

_~ 650

86

88 70

111 114 TiS 4336 100 / 80

SS

59

1

439 5

1

71 37

1

22%

3.

1

10

VALL.\DOLID SEGOVIA

--__-. -.___

91 ll

730

i0

3 81

1

99

436

1 3

46 178

1

1 3 138

1

4

OFICIALES DE TRAXSFORMIACIÓN .67

NUM.4

TRAWSFoRh,hicIo~ DE <OS OFICJAI-ES ADMITIDOS

ACADEXIAS

IsGENIEROS SANIDAD MILITAR

‘Chamartin de la Rosa’ FARMACIP

YILITAR il-

-,-

/ /

I

1

!

_‘- I /

l / /

I

I

--

XJRÍDICO INTENDENCIA

1 INTERVENCIÓN

MILITAR MILITAR __- -...-- ___

JI,\DRID AVILA MADRID

1

_-

--

-l-

/ !

I

/ /

/

LLAMA-

MIENTO

i’ BURGOS

I_ ~~--

142

19

28

MEDICINA

-~

231

8

49 210

35

VETERINARIA MADRID

59

100 5

79

10.5

3

1

52

76 S /

I ! / 20

20 129

62 ’ 7

I

32 ,

20 ~

/

30

20 j 46 !

1 2

76

127

5

168 PERXAXDO GIL OSSORIO

ESTADO NUM. 4

FECHAS DE INCORPORACION A LAS ACADEMIAS DE

I’ECIIA DE INCORPORACIÓN

AZ0 DÍA Y MES

1 marzo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 marzo . .

Urgente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

1943 1 septiembre . . . . . . . . . . . . . .

1 septiembre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Urgente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Urgente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

21 enero ........................... 1 marzo ...........................

1 marzo ..........................

1 marzo ........................... Tirgente ..........................

L>2 mayo ......... ......... ......... 1944

1 septiembre .................. ......

1 septiembre .......................

Grgente ......... ... ............ ...

Lrgente .......................... Urgente ......... ............... ...

2 octubre ..........................

1 marzo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Li-g-ente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

1946 12 enero .._ . . . . . . . . .

22 junio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

2 noviembre... __ __. __. .__ ._ .._ ._.

14 marzo ...........................

1947 1 mayo ...........................

16 agosto ...........................

7 enero . . . . . . . . . . . .._ . . . . . . 19-5 35 mayo . . . . . . . . . . . . . . . . . .

6 octubre... . . ._ __. _. __.

:osvo- ZATORIA

-

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1

2.a

3-a

3.a

3.a 4.”

3.” 4.â

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4.a 3.” 0.a

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6.8

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7.a

U.= I_-

ACADEMIAS

INFANTERíA / i CABALLERÍA

____ 1 -.

ZARAGOZA j GUADALaJARA I / VALLADOLID

--- ,--- -----

, 1 1

/ 16 ; / / 7

3

319 : 53

2 i 13 2

2.300 2.343

5 i

36 4

S6 1

3 41

1

32

_-

14

30

1

26

,- /

ARTILLERÍA

SEGOVIA

‘-

/

.-

1 5

2 132

5

3 \ b

33

3

4s

52

1

332 2.0%

OFICIALES DE TRANSFORXACIÓN 169

(Coj2tiñuacióît.)

‘I’RANSL:ORMACIO?; DE LOS OFICIALES ADMITIDOS

ACADEMIAS

LLAMA-

MIEKTO INGENIEROS

--

BURGOS

~CRÍDICO

MILITAR

/ IKTERWXCIÓK II\‘TENDENClA j

i MILITAR

SANIDAD MILITAR

‘C//n:7!a~lí// de ia Rosa;

FARMACIA ESPECIAL

MILITAR

\I~\J)RID AVILA / NADRID blIXIICIP;A XY3TERINARIA JIADRID TILLAVERDE

2

10 3

79 1 3

_.--_~ --

-

2 5

22

42

31.

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163 ll1 4.654

170 FERNANDO GIL OSSORIO

ESTADO

FECHAS DE SALIDA DE LAS ACADEMIAS 0 EFECTIVIDADES DE LOS

EFECTIVIDAD

8 enero . . . . . . . . .,

21 enero . . . ._.

12 marzo . . . __. .

22 julio . . . . . . 1941 2 agosto.. . .

15 agosto. . . . _.. __. ._, .._

13 septiembre . .

15 noviembre. . . . _. .._

29 enero . . . . . . ._. . . ._. 95 febrero . . . .,. ._. . . ._.

6 junio . . . . . . . . 1942

13 agosto.. . . . .._ __. 27 agosto.. .._ _.. ___ ___ ___

21 diciembre... . . . . . . . . . . .

27 febrero . . . . . . . . . . . . .

4 marzo... .__ . . . . . . . ___

30 junio . . . . . . . . . .__ . . .

lQ43 .í agosto . . . . . . . . . . . .

16 agosto . . . . . . . . . . . . . .

6 septiembre . . . . . . .

24 septiembre . . . . . . . . . . .

27 diciembre. . . . . . . . . . . .

PRIWXRA PRoalocIóN

TEXIESTES CON ANTIGtiEDAD 31-3-39

INFA. CABA. ARTA. IWGS. IXTA. JcRÍD. IXTER. SAKID. \‘ETER. FARM

P-m----- --

48 3s9 ôl

“$ Mi 936 82 466 95 95

3-4

209 66 38 3 28

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703 63 167 SS 77

58 1 28 1 1

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1

1 8 6

2

NUM. 5

OFICTALES DB LAS PRI~tERAS PROMOCIO‘;ES DE TRANSFORMACION

SEGUNDA PROMOCIÓN ?‘ERCERA PRoMocróx CUARTA PRoMocdi

TEXIENTES CON ANTIGiiEDAD 1-4-41 ALFÉRECES CON ANTIGÜEDAD l-3-45 ALFÉRECES CON ANTIGÜEDAD ti-45

IHFA. CAR.4. ARTA. INGS. IPYTA.

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INHA. CXRA. ARTA. INGS. INTA. INFA. CAEA. ARTA. INGS. INTA. _- - ~ ~ __ -----

51 36 56 25 20

4 1

-

171

172 FERiiASDO GIL OSSQRIO

ESTADO NUM. 5

PE:CHAS DE SALDA DE LAS ACADENIAS 0 EFECTIVIDADES DE LOS

ASO Di.1 Y YES

11 febrero ...............

29 febrero ...............

28 marzo .................

1944 31 julio ..................

9 septiembre ............

26 diciembre ...............

2Z! diciembre ...............

1 marzo... I abril . . . . . _..

2 julio . . . . . 1940

28 agosto . . . .

14 septiembre . . ._. _. __

29 diciembre... . . . . . . ,.. .

1 marzo... . . . .

lS46 9 abril . . . . ,..

24 julio . . . . . . . . . .

30 septiembre . . . . . . . . . .

1947 1 febrero . . . . . . . . . . . . . .

TOT.ILES . . . . .., . . . . . . . . . . . .

-- -- ~‘xIl4ERA hOMOCIóX

- __-

TE.ïIESTRS CON AXTIGiiF.n.tD 31-3-39

1SP.I. CA&,. ARTA. IXGS. INTA. JURiD. l.\TI:R. SANID. VETER. FARM

___________- -.__ -___ - - __

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2.300 178 1.006 253 175 (iA 713 400 127 91

173

(Continuación.)

OFICIALES DE L:\S l?RL;\IERAS PICOMOCIOSES DE TRANSFORMACIOS

SEGUNDA PRoarocróN

-- TERCERA PRoixochi cUART.4 PRO?nOCIóN

rENIENTES CON ANTIG¿‘EDAD l-4-41 ALFÉRECES CON ANTIGÜEDAD 1-3-45 ALtiRECES CON AXTIG‘t:EDAD 23-45

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1 Si‘ h C4BA. ARTA. INGS. IXT.4. INFA. CABA. ARTA. INGS. INTA.

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282 1 69 29 39 4 9 1.

38 22 10 9 2 3

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1 34 24 52 11 20

No9 37 161 83 72 276 30 62 12 52 175 86 153 107 36

1 24 2 í4 14 1

26 28 29 32 4 4

1 7 19 2

GEOPOLITICA DEL OCEANO INDICO

por JOSE HIJAR AR@0 General de División

Una constante geopolítica que se observa en el espacio euroasiá- tico a través de los sig!os es el de una fuerza centrífuga que actúa a partir de dos núcleos interiores : uno, desde las estepas de Rusia en busca de mares libres en todas direcciones, y otro desde el Nor- te de China buscando la expansión hacia el Oeste y hacia el Sur. Este fenómeno hace pensar en el fundamento de la teoría de Mackinder para llegar n la conclusión de que quien domine tales núcleos (el hcartland), dominará el mundo.

La importancia de estos empujes ha sido varia? según el momen- to histórico que se considere. En la hora actual, la presión hacia el Sur va tomandc caracteres alarmantes : por una parte vemos el in- cremento de la influencia rusa en el Oriente Medio, su apoyo a la India, su mediaciGn en el conflicto indo-pakistaní, y su aportación al Vietnam clel Norte en la lucha que sostiene con el del Sur. Por otro lado se observa la influencia china en Pakistán y Vietnam, los tanteos sobre la frontera hindú y el fracasado golpe de estado en In- donesia. Xota común de todas las líneas de fuerza que marcan esas direcciones, es que convergen hacia el Océano I,ndico, y de ahí que éste constituya una unidad con el valor de área estratégica.

Cfl7~actc~istica.s geogdfi’cas. - Bastarían estas con,Gderaciones generales para comprender la importancia geopolítica del Océano In- ,dico, amplia sábana de agua de 75.000.000 de kilómetros cuadrados, con profundidad máxima de 7.000 metros en la fosa de la Sonda, al Sur de Java. Pero agregaremos que su importancia esencial radica en su situación mundial que le confiere el papel de zona de enlace

entre el Atlántico y el l’acífico. dándole ~111 yalor estratégico y lo-

gístico extraordinario. Así se puso de relieve en la Segunda Guerra

176 JOSE IlI.l:\R ARISO

&j”ndial. Ell el actual momento todavía ha aumentado ~tl importan- cia, cuando se hace preciso revisar la estrate, o.~;I de los anglo-sajones

«al Este de Sucm, porque necesitan cambiar el sistema de bases es- tablecidas por ellos hasta el presente en esta área estratégica.

Los países asiáticos implicados en la nuew estrategia del lndi- co, son todos aquellos que forman la vertiente de agu;\s que van ha- cia este Océano, limitados al Sorte por la barrera orográfica del Cáucaso, Hindu-kuch, Karakorum, Himalaya y montafias del Ym-

nan, los cuales pueden agruparse en tres sectores :

Occidental, que corresponde a los países del Oriente Medio ; Central, integrado por la India y Pakistán ; Oriental que comprende los países del SI’:. asiático, cuya impor-

tancia se liga a la de Australia por intermedio de Indonesia,

Con un interés que afecta a !a defensa de los mismos, están los países riberefios de Africa por el Oeste, y con una importancia menor, las tierras de la Antártida por el Sur

Los puntos crlticos de paso del Indico a los otros océanos son:

Hacia el Pacífico : el Estrecho de Nalaca; los de 1s Sonda y Lombock, en el archipiélago indonesio, y los de Torres y Bass al N. y S. de Australia.

Hacia el Océano Atlántico: el Canal de Suez y las aguas de El Cabo.

En su parte Sorte presenta tres entrantes de costa importantes : el Golfo de Aden, con el pasillo del mar Rojo ; el mar Arábigo. con los golfos sucesivos de Omán y Pérsico y el Golfo de Bengala. En cambio, las costas de Africa y Australia son más regulares.

Las islas de este Océano, aunque no muy numerosas, están lla- madas a desempefiar un importante papel en la estrategia del mismo.

Las tres mayores, son: Madagascar, con una superficie apro- ximada como la de la Peninsula Ibérica. Se halla separada de las cos- tas de Mozambique por el canal de este nombre, de 400 kilómetros de anchura. La de Ceilán, separada de la península indostánica por el golfo de Manaar y el estrecho de Palk, de unos 100 kilómetros de ancho, y la isla de Zanzíbar en aguas africanas, mucho menor que las otras, formando parte del estado de Tanzania.

Las restantes islas menores aparecer, desplegadas en dos amplios cordones : uno desde donde se unen las aguas del Jndico; Atljn- tico y Antártico, hasta las costas de Java, y son : Príncipe F,duardo,

cl~ol~oLíTrc.\ lJ,!L oc!&vTo íxurco 177

(de Africa del Sur), Crozet, Kerguelén, y Amsterdam (Francia), Cocos (Australia) y Cl Iristmas (Gran Bretaña).

Otra iínea, más al Norte, se extiende entre la isla de Madagascar y las costas de Birmania, formada por las islas de la Reunión (Fran- cia), Mascareíías, Chagos, M Id’ a ivas (Gran Bretaña) y las Nicobar y =2ndaman (India).

.Dentro dc este último arco, al Norte, están las Comores (Fran- cia), Aldaba, Farquhar, Seychelles y Socotora (Gran Bretaña) y Laquedivas (India).

Es~uuro m LOS A~OVi~~IE~~Os IIIST~RICOS EN ASIA MERIDIOXAL

Vamos a estudiar las corrientes históricas que conmovieron a cada LIIIO de los sectores antes indicados, los efectos a que dieron lugar y cómo SC ha llegado por ellos a la actual situación polí- tica tan inestable. Pero antes dejaremos sentado un fenómeno geo- POlítiCO COi a toda el Asia del Sur : cuantos movimientos de ex- pansión se produjeron de Sorte a Sur, fueron canalizados por el gran ohstácuío de :a cadena del Himalny:~. Esto ob’igó a que las corrien- tes invasoras se dirigieran siempre desbordando 1~s extremos de ella, y solamente en los tiempos ;ictua!es se han producido algunas ac- ciones frontales a través de la cordillera por parte de China contra la India,

Así pues, el estudio histórico de las tierras que circundan por el Sorte e¡ Océano Indicot lo dividiremos en tres partes:

X) Imperios e invasiones del Oriente Medio. B) Invasiones de la India.

C) Reinos y corrientes históricas del Sureste asiático.

Tras este estudio pasaremos a presentar una visión del aspecto geopolítica del Océano Indico, tal como está planteado actual-

mente,

A) IMPERIOS E WVASIONES I)EL ORTICSTE MEDIO

Desde muy antiguo, rlrahia fue 1111 psis de tránsito para las rela- ciones económicas entre Oriente y Occidente, sobre todo desde las

conq«istas de Cosroes 1 de Persia en el siglo VI, que akanzaron

gran parte de Arabia, llegalldo por el Este hasta el C;anges: con 10

cual se amp’ial)a el área de posib!es transacciones en las que inter venía Arabia.

La Meca y Yatreb (Medina), tenían entonces gran importan& como centros caravaneros de ese comercio, y Aden resultaba una es. cala indispensable en la ruta marítima de la India. En el orden es- piritual existían abundantes grupos cristianos en íos niveles sociales inferiores, mientras que !a clase dirigente mercantil, que se desenvol- vía en los centros de comercio, tenía incorporada una gran propor- ción de judíos.

En este ambiente nace Mahoma en la Meca el año 570 ; queda huérfano a los seis años y entra más tarde como mercader en la ruta caravanera de Siria ; un monje cristiano lo inicia en su religión y, sin embargo, la doctrina que formuló más tarde, inspirada según el pro- pio Mahoma en una revelación del arcángel San Gabriel, resultó una herejía judaico-cristiana, bien acogida desde el principio por el proletariado de las ciudades. Esto hizo que fuera perseguido en la Meca por el patriciado mercantil, por temor a las revueltas que pudieran producirse. Tal fue el motivo de su hégira o huida a Medina en el año 622, que no era la primera, porque ya había tenido que huir a Abisinia anteriormente. Así se produjo por intermedio de una revo!ución de tipo social, Ila ruptura entre el misticismo de Ma- homa y el judaísmo, origen remoto de la antítesis árabe-israelí.

A la muerte de Mahoma (632) todo el Hedjaz quedaba dentro de la nueva religión, pero surgió eI pleito sucesorio, centrándose las intrigas en torno a tres pretendientes : Abu Beker, suegro de Maho- ma, Alí, primo y yerno de Mahoma, y Omar, ctla espada de Mahomn)), colaborador de éste. L‘os manejos de Aixa, viuda del Profeta, que ha’bía recogido su último suspiro, decidieron la sucesión a favor de su padre Abu Reker, que fue el primer Califa.

Esto iba a constituir el primer acto del cisma musulmán, que per- dura en nuestros días: para unos, partidarios de la observancia es- tricta del Corán y de la sucesión por línea directa del Profeta, no han contado nunca los tres primeros califas por considerarlos fuera del orden sucesorio (Abu Beker, Omar y Othman, también yerno del profeta). Estos fueron los xiitas centrados entonces en la Meca ; tal creencia es profesada hoy por Irán, Irak y Afganistán.

La otra fracción admite la Sunnah o tradición, además de! Corán,

GBOI'OLÍTICA DEI. OdASO ÍNDICO 179

y la sucesión al califato es libre. Son los sunnitas que se apoyaron en Damasco y hoy son el resto de los musulmanes.

La expansión del islamismo en el exterior iba a convertirse en un vehículo del imperialismo árabe. Por la rapidez de su difusión ha sido comparado con el viento simún, imagen propia de aquellos hom- bres del desierto. Si l~uscamos las causas de ello podemos achacarlo, por una parte al ímpetu persuasivo de una idea nueva que trataba de reformar 1a.s demás religiones, y por otra parte a las tuchas internas de Persia y a las que este país mantenía con los griegos, lo cual debilitaba su defensa contra los árabes.

Pueclc decirse que Omar encontró abierta una Mesopotamia que se sentís atraída por el Islam, y pudo fundar Basora aguas abajo de la confluencia del Tigris y el Eufrates, en excelente situación para el comercio con la India.

Luego, en In lucha contra los cristianos de Bizancio obtuvo una victoria a orillas del Yarmuk el año 636, lo cual le permitió OCU-

par Siria, éxito seguido al año siguiente por el asalto a Jerusalén, don- de los judíos le acogieron como libertador. Todavía se puede admi- rar allí la famosa mezquita que llera el nombre de Omar, por haber sido él quien la mandó construir.

Tras la lucha con los cristianos IIegó su vez a los persas ; derro- tados anteriormente por Bizancio, iban a sufrir en Ecbatana un nue-

vo descalabro ante las armas árabes. De allí pasó Omar a ocupar Ispa- ha.11 y Persépoíis. Inútiles fueron los socorros enviados por el rey

de Samarcanda, porque sus tropas se rebelaron y no pudieron im- pedir que el afro 642 quedara liquidado el segundo imperio persa de los sasánidas. Muchos persas emigraron al Gujerat en la India, clon- de se les conoció como ccparsisl). Ese imperio ya no recobraría SU

independencia hasta 1.499 en que Ismail Sofí, musulmk xiita, fundó una nueva dinastía enfrentada con la otomana asentada en Cons- tantinopla.

Paralelas a estas conquistas de Omar SEN llevaron a cabo las de AmrU, entre los afios 628 y 643. Este ponía sitio a Alejandría y SO-

metía Egipto. Con todo ello se formaba un imperio árabe que se ex- tendía desde el mar Caspio a Cirenaica.

180 JOSi IlíJ.\l’\ MCI?<)

Los onzeym. - -4 !a muerte de Ali: el cuarto califa, le bucede Mohaviah, que funda la dinastía de los omeyas, llevando la sede del califato de Medina a Damasco en 612.

La historia de este califato está llena de atrocidades y traiciones, debidas a las agitaciones de las sectas religiosas y a las inquietudes

de las facciones políticas.

Ell el exterior, los 89 aííos de esta dinastía estu\-ieron dedicados a una política parecida a la que doce siglos antes siguiera Darío> de Fersia: hacerse con la economía del mundo de entonces, ba&ndose en el dominio de las rutas del tráfico hacia cl Asia Central y hacia la /India. Pero cuando tuvieron este dominio en Asia, les faltó el coll- trol de un área tan importante como la del Mediterráneo? que centra- lizaba el comercio europeo, y a ello se lanzaron pensando que las flotas de Siria y Egipto les daban superioridad sobre la de Bizancio. A tal efecto, el año 677, Mohaviah dirigió SUS naves al ataque de Constantinopla? como antaño se había lanzado Persia contra (ire- cia en las Guerras Médicas. En esta ocasión, toda la superioridad

árabe se vino abajo por efecto del «fuego griego)), inventado por Calínico: que había pasado del servicio del CaliCa al del Emperador, viniendo a producir el efecto de 1111 arma secreta.

Sin embargo, aííos más tarde. aprovechando los disturbio< di- násticou ocurridos en eJ imperio bizantino. la escuadra sarrncenn se apoderó de Cartago, y esto puso a los &rabey en condiciones de coll- quistar el Xorte de Africa, dando paso a la época más brillante de 10s omeyas, porque les puso en condiciones de conquistar el Sorte de Africa en la época de Valid I (TOS). El ado 711 Tarik pasaha a Es- paña y dos a.5os más tarde se proclamaba la soberanía de Damasco en Toledo, asentando así el domino árabe en la puerta occident;ll del Mediterráneo.

Si extendemos nuestra mirada por el panorama mundial de co- mienzos del siglo VIII, vemos que Asia se moría a impulsos de los imperios árabe y chino, mientras que en Europa, las corrientes co- merciales convergían en el imperio bizantino. Estos tres poderosos núcleos eran árbitros ‘de la paz y de la guerra en aquellos tiempos.

Pero a pesar de este esplendor árabe? que culminó con Solimán el año 715, la dinastía omeya dejó de ser vista con agrado fuera de Si- ria, porque los deseos de muchos musulmanes se volvían hacia los des- cendientes de Fátima o hacia los de Abu AhsI tío de Mahoma, y pronto surgió la lucha entre todos ellos. Xota curiosa es qnc ya en I

GEOPOLÍTICA DEL OCiANO íSDIC0 181

aquellos tiempos se acudió a los signos externos de la vestimenta para simbolizar las distintas ideas en pug-na: los omeyas adoptaron las vestiduras blancas, los fatimitas verdes, y los abasidas oscuras. La lucha, como es sabido, terminó con la proclamación en 750 de Abul Abns, como primer califa abasida.

T..os nbasicius. - Con éstos, la capital del imperio iba a sufrir un nuevo traslado. Por decisión de Almanzor fue trasladada de Damasco ;I Bagdad sobre el Tigris, como heredera de la antigua Babilonia y de la Tcsiionte de los partos. Allí iba a quedar durante 500 aííos, hasta que cayera en poder de tártaros y mogoles. Por otra parte, la Meca sigtuó siendo el objetivo sauto de las peregrinaciones, y el imperio dejó de ser árabe para ser esencialmnte musulmán, dada su gran exteil- sión, en la cine se integraban 13 gran diversidad de pueblos. Efectiva- mente, el imperio kabe: recogiendo la herencia del imperio de los sa sánid;ls persas, resultaba en la época de los abasidas más vasto y poderoso que aquél? e incluso que el de Darío. Comprendía elemen- tos tan diversos como Arabia, Siria, Palestina, Anatolia, Armenia, Persia, Medina, Babilonia y Asiria. Por el Este extendía su sutori- dad sobre los habitantes del Sind, Seistán, Corasán y Tahuristán, Georgia y Hucaria~ hasta !a China de los Tang, y el río Hidaspe: lo separaba de los reinos inclcpendientes de la India septentrional. En Africa del Sorte tenía Egipto, Libia y Mauritania, además de gran

parte de Españ;r en Europa, y por el _Ifrica Oriental llegaba a MOlll-

basa, Mozambique y Madagascar. En el Océano Indico tenía la isla

de Zanzíbar, y en cuanto al Golfo de Omán, era como nn lago musulmá~i.

Sin embargo, no tuvo el mismo kito su acción en el Mediterráneo, donde hallaron mayores dificultades, J- ello impidió que este imperio árabe pudiera ser catlificado de imperio mediterráneo.

Con Almanzor (X4) 3- Harun-el Iiaschid (17%). el «príncipe de las mil y una noches)), el imperio se pliso a la cabeza de la civilizació!?, y todavía vio aumentado su esplendor co11 Almamun (813433). COTI es- tos califas, la cnltura arábe se ele\ 6 a! rango dc intermediaria en- tre la cultura clásica antigua y el Renacimiento de Occidente.

Emparejado con este esplendor cultural, se produjo ~111 fenóme-

no que ha venido repitiéndose en la historia de algunos pueblos : el de la. decadencia política, que se consumó cuando Hartm, 3 SLI

muerte (809), repartió la monarquía entre sus hijos Amin, Mamún y Motasem, los cuales formaron sus guardias con tllrcos que. proce-

182 JOSÉ: IIÍJAR ARIZO

diendo como nuevos pretorianos, manejaron el país a su antojo, dan- do lugar a disturbios internos en el califato.

Secuelas de tal estado de cosas fueron: la fundación del califato de Córdoba, que se independizaba del de &gdad en tiempo de _41- manzor ; bajo Harun-el Raschid, el levantamiento de los edrisitas en Africa con su capital en Fez, y los aglabitas de Cairuan, que se- ñoreaban las aguas del Mediterráneo por su cuenta y, por último, con

Almamunen en 822, se independizó el Corasán de Asia.

Los tunos. - (Siglos x al XII).

Usa nueva raza asíAtica iba a entrar en escena: los turcos, que en su origen procedían del .Gran Altai, desde donde bajaron ha- cia el Sur. Gente ruda, que menudeó sus incursiones sobre la Chi- na septentrional, cuando los emperadores fueron débiles. El año 351 se esparcieron desde la región del lago Balkach por el territorio que se llamó por eso Turkestán, y que para los persas fue el Turán o país de bárbaros en oposición al Irán, su patria.

La aglutinación de la raza turca se atribuye a Oguzt contem- poráneo de Abraham ; pero con los ogucios había dos grupos más : los se!dyúcidas y los osmanlíes u otomanos, que hacia el aíío 581 eclip- saron a los ogucios. Esto permitió a los califas imponerse a éstos y dispersarlos, pasando entonces a ser conocidos con el nombre de turcomanos, deformación de «turh imán» o turcos creyente.s, por- que anteriormente habían abrazado el islamismo.

Los scldyúcidns. - Como antecedEnte de este imperio fundado por Seldyuk, hemos de citar a los gaznkvidas. El turco Alp Tekin, hombre ambicioso, procedente de la horda seldyúcida, logró ele- varse e! aí?o 962 desde simple esclavo de los samánidas iraneses n gobernador de la ciudad de Gazna, que estaba situada el S. de Kabul, Su ambición le hizo proclamarse emir, con tanta fortuna, que los sa- mánidas hubieron de reconocerle como príncipe vasallo. Así se cons- tituyó el primer estado turco : el de los gazvénidas, dentro del im- perio musulmán. El esplendor que consiguió posteriormente en la época de Nahmud, fue debido en parte a i;l atracción que ejercib sobre 10s turcos nómadas que vivian dispersos entre el :!ago Ara1 y China.

Expmsión de los seldyúcidas. - Cuando los gaznévidas entraron

GEOPOLÍTICA DEL OCb:\NO ÍNDICO 183

en colisión con sus vecinos los sasánidas que dominaban Persia, et príncipe Mahmud llamó en su ayuda a Seldyuk para defenderse de aquéllos, y aunque con su auxilio lograron llegar a Ispahan, los seldyticidas se volvieron luego contra los gaznévidas, derrotándolos en 1058

IJn motivo político había servido a los seldyúcidas como pretexto para esta primera expansión, y ahora se iba a presentar otro re- ligioso, que les serviría para realizar otra maniobra semejante para una nueva expansión.

Los árabes abasidas, de la secta sunnita, se veían dominados por S«S vecinos iranianos, los buidas del 0. del Irán, que en materia re- ligiosa eran xiitas.

Para deshacerse de sus dominadores, los árabes llamaron en SL~ auxiiio a Togrul, sobrino de Se!dyuk que, como ellos mismos, era sunnita. Togrul empezó por ocupar Eagdad con 200.000 tur- cos ; expulsó a los buidas y se hizo nombrar «emir el omra», como señor de .árabes y persas, decidido a restaurar la ortodoxia is- lámica. Con estos procedimientos, a fines del siglo XI los dominios seldyúcidas, imperando Muley Sha, habían llegado a extenderse des- de el Caspio al Yemen y desde el Mediterráneo hasta China. Sin embarg-o, este imperio, en vez de ligar Europa con Asia, como ha- bía ocurrido con el califato de Bagdad, entre los siglos VII y x, vino

a establecer una barrera. El comercio entre Oriente y Occidente tuvo

que rodearla buscando la entrada en -4sia por Ias regiones maríti- mas de la India.

En su expansión, los turcos iban n asolar y destruir todo, y la civilización árabe dejaría de tener el carácter de enlace con la an- tigüedad. La guerra sucedería al comercio. Donde antes había ciu- dades mercantiles como Bucara y Samarcanda, iban a surgir cen- tros guerreros como Gazna, y en vez de las pacíficas caravanas co- merciales apareceríac las hordas guerreras dedicadas al pillaje.

1.0s mogoles. - @g-los xII1 y xw).

Toda la superficie asiática que se extiende al N. de la línea que va del Caspio por el lago Ara1 hasta China. estuvo ocupada antes de nuestra era por tres rama.s principales de la raza altáica: tun- guses, turcos y tártaros.

Hacia el siglo s aparecen los mogoles, citados por los chinos como mong-ku, de donde se deriva fonéticamente la palabra mogol. Estos habitaban las proximidades del lago Baikal, y entre ellos x-

ció Temudjin, qtlien despu& de unificar las tribus oiratas de las que procedía, y someter a los tártaros del N. de Manclluri;~, tomb en 1206 el nombre de Gengis IChan.

Tras una primera acción coiltra China, llegó a entrar en colî-

tacto con el imperio de Chrismia, que se había erigido sobre las rui-

nas del imperio seldyGcida, entre el río Oso y el mar Caspio.

El choqllc entre ambos imperios fue inevital)le? J- los mogoles entraron a sangre y fueg-o en Samarcanda. la capital cariw~i;tn:~. J- en

Bucara. El asesinato del ú,ltimo sultán carismit:r por lo-; kurdos Pii 1231, facilitó la taren de los invasores que hicieron correr lrt misma

suerte a todo el imperio. devastando el Dinrbekir, .\l(.~opotamia, y los países de Erbil y Kelat.

Los mogoles ~~97, Persia 3’ Siha.---Por esta parte, Kttbilni Khan, que aspiraba al imperio universal mogol, no toleraha ante su auto-

ridad la úel califa de Gagdad, que pretel:dia imponerse a todo% los musulmanes en SC calidad de jefe del Islam, fuesen o no súbditos mogoles, y esto produjo un;1 ruptura de relaciones entre ambos. En una primera entrada por Irak, hecha p’or los mogoles en 1226. 6%

tos infhgieron una severa derrota al ejbrcito árabe y ante tal cr- sis, se hizo precisa In fortificación cle Bagdad, que pudo así re-

sistir cincuenta días de asedio mogol ; pero los sitiadores destruye- ron los diques del Tigris, produciendo unas inundaciones que oca-

sionaron gran mortandad entre los árabes. Apro\~echalldo la con- fusión, Bagdad que había sido la serle del Islam durante cinco si>:los. fue asaltada y pasada a cuchillo en medio de siete días de desmanes.

A partir de entonces, cesaron de estar reunidos en una sola mano los títulos de jefe temporal de los creyentes y gran pontífice del Islam, que habían venido ostentando los antcrinres califas durante los siglos VII al XIII. Para TTel-los reunidos nue\amentr hay que saltar al afio 1517, en que se otorgó a Selim 1, sultán otomano. el tí- tulo de «imán el mumenin» (imán de todos los creyentes sunnitns‘).

La vida en el Irán acabó por enervar a !os gengiskánidas, de tal manera, que dio lugar a que los seiíores del país se fueran inclepen- dizando, y la pérdida de Persia trajo consigo la de Asia Menor, donde los turcos seldyúcidas rccohraron la independencia.

GEOPOLfTTCA DEL OCÉASO íXDlC0 185

LOS tWCOS Otonza;20s. - [Siglos XIY al XVI).

Constituyen el tercer grupo de la raza turca a que antes nos he- mos referido. Oriundos del Cora&, de donde habían sido expul- sados en 1211 por Gengis Kkai:, se enrolaron como mercenarios en ‘as huestes seldyúcidas, que los emplearon a lo largo de la fron- tera del imperio bizantino, corno si se tratara de una Marca. SubeJ Otman, que en 3.22 8 se hizo musulmán, dio su nombre a este grupo

otomano, que al morir el Ultimo emperador seldyúcida, se hizo inde- pendiente.

La idea fundamental de su política expansiva iba â ser la con- quista del imperio bizantino, y por ello empezaron por atacar y ocw par !a faj;! costera q~le dicho imperio tenía en Asia Menor: Brusa en 1326, y Sicea y Sicomedia en 1338, con lo cual quedaban ya apun- tando hacia Constantinopla y los Balcanes.

Aprovechando el estado de revuelta que imperaba en Andrinópolis, Amurad 1 se lanzó a su conquista (1362), estableciendo $n ella SU capital ; lLE~0, auncl~~e continuó guerreando con Cxito para llegar a Rizancio, la heroica resistencia de búlgaros y servios, le impidió s;Cwir adelante. b

Bayaceto 1, que le sucedió. ftte el continuador del gran designio otomano de reunir en una sola mano !o que fue imperio romano para incorporarlo nl Tslam. En esto se vio favorecido por la rivalidad exis- tente entre la iglesia ortoclosa y la católica, que dió lugar a que el obispo ortodoxo de Mona llamara a Bayaceto para que expulsara de Grecia a la iglesia romana, entreg-ándele en cambio la Grecia central. Este fue un mal paso de la cristiandad, porque bien pronto quedaron integrados los Balcanes hasta el Danubio en el imperio turco, no quedando fuera de él más que Constantinopla, Salónica y la costa dálmata, qlle se acogieron al amparo de Venecia.

Con el fin de dar cu!minación n su obra, l3ayaceto 1 puso sitio a Constantinopla en 3899, pero una escuadra franco-genovesa des- truyó a ila otomana, que turo que levantar el bloqueo. Para com- pensar esta derrota, se volvió contra lo que quedaba del imperio seidyúcidn de Konia en iisia Menor, redondeando las conq!!istas he- chas anteriormente.

En este punto hemos de hacer alto para mencionar la obra Ile- vada a cabo por el creador de otro imperio que venía a intercalarse históricamente dentro del otomano : el de Tamerlán.

186 JOSÉ IIÍJAR AR60

La corriente de desembarco que se produjo en el imperio mogol afectó al reino de Ciagatay (Bucaria y Turkestán), donde los feu- dales turcos se enfrentaban con el Khan Tugluc. Con el fin de do- minarlos, éste designó entre los uzbekos al turco Karadyar Nuyan para el cargo de gobernador de Kech. Con el tiempo, un nieto de éste, fue Timur Lenc (Timur el cojo o Tamerlán), que se propuso liberar a su país del dominio de los calmucos y engrandecer e! reino de Ciagatay. Su primer paso consistió en imponerse a los demás

magnates turcos, y logrado esto se erigió en khan de Transoxiana, instalándose en Samarcanda. Así quedaba instituida una dinastía turca dentro del khanato mogol.

Bajo capa de guerra santa, se aprestó a una guerra de conquis- ta., en cuya historia se reproducen constantemente los asaltos e in- cendios. Entre 1379 y 13S9, Carismia., Herat y Seistán (casi todo el khanato persa), volvieron a experimentar el terror de las matan- zas mogolas, acrecentadas, si cabe, por el fanatismo islámico de Ta- merlán. Las ciudades cnravaneras fueron incendiadas y el país trans- formado en un desierto.

Luego se revolvió contra el khanato de Kiptchak en los confines de Asia con Europa, llegando hasta Crimea y cuando tuvo su reta- guardia asegurada, se dirigió contra las grandes ciudades de la India. Para esto atravesó el Hindu K«sh en 1398, pasa llegar a Del- h’ 1, que fue saqueada.

Tocó el turno luego a los mame\7ucos egipcios con la conquista de los grandes mercados de T,erante, que nquéllos mantenían: Alepo y Damasco.

Aún quedaba frente al imperio mogol de Tamerlán el imperio otomano de Bayaceto ; pero en la batalla de Xncira (Ankara), fue de- rrotado en 1402 For el turco-mogol, y toda el Asia 1Ienor quedó someti- da a Ix misma suerte de los demás países invadidos.

La muerte de Tamerlán, en 140.5, tuvo importantes repercusiones históricas. En primer lugar, evitó que el imperio otomano corriera la misma suerte que los demás países conquistados por él, dejándole las manos libres para contir:«nr sus conquistas en Europa, cuando Constantinopla no era ya más que ~111 enclave cristiano en territori’o turco. Murad II cerró el Bósforo, y con una fuerte escuadra y abun-

WOPOLÍTICA DEI, OCÉ-.AKO ÍXDICO 187

dante artillería comenzé el bom’bardeo de la plaza el 6 de abril de 1453, hasta que fue asaltada y conquistada el 29 de mayo, fecha me- morable que representa en la Historia el tránsito del ocaso del feu- dalismo a los a!bores de una nueva sociedad. La oleada turca que había arrasado las civilizaciones asiáticas, concluía en Europa con el último baluarte del imperio romano y se disponía a la conquista de Europa.

El imperio otomano culmina con So!imán el Magnífico, en un mo- mento que corresponde a la Tictoria de Mohacs en Hungría (1326). Esta animó a los turcos a poner sitio a Viena, pero el rotundo fra- caso que sufrieron les obligó a retirarse, y éste fue el punto de par- tida de la decadencia del imperio otomano. El peligro turco se ha- bía cernido Fobre Europa desde 1453, toma de Constantinopla, has- ta 1526, fecha del sitio de Viena, lo que representa casi tres cuar- tos de siglo de preocupación y terror.

Síutesis de la cvolucióa fiosterior del Oriente Medio.-(Siglos XIX

y xx).

Hemos visto el juego de tres poderosos imperios que lucharon en- tre sí en la región del Oriente Medio, para desplazarse de ella mutua- mente : árabes, turcos y mogoles, quedando preponderantemente en definitiva el imperio turco c otomano. En una gran síntesis podemcs decir que se trataba de dos corrientes geopolíticas, produ- cidas por la expansión de dos poderosos núcleos étnicos: uno, el turco-mogol procedente del corazón de Asia, y otro el árabe naci- do en e! Suroeste, llegando al sigPo XIX con el predominio turco so- bre el árabe.

; Cómo se fue pasando desde este imperio a la actual situación del Oriente Medio ?

Decndencin. tzdrcn.--En el siglo XIX, el imperio turco, sometido a !a oligarquía de los jenízaros? se descomponía en su interior. Las provincias africanas de Argelia, Túnez y Egipto, pertenecían al imperio, pero sólo en forma nomina! : el bajalato de Bagdad resul- taba de hecho un país independiente, y en Asia Menor, los gober- nadores turcos se combatían ~1110s a otros.

Análog-as situaciones se producían en Europa? pero fue en Gre- cia donde tuvo lugar el hecho más importante: el despertar helé-

188 JOSÉ IIíJ.\l< .\SI:O

nico. Los cristianos se preparaban para tin levantamiento armado, dirigido desde Odesa y apoyado por el zar Alejandro 1; la insurrec- ción estalló por fin y, como consecuencia, en la conferencia de Lon dres de 1830, los turcos perdían Grecia, Mores y Fkbea.

Por los tratados que siguieron B la guerra ruso-turca de 1878. los turcos perdían Rumanía y Servia; Bulgaria quedaba como país va- sallo de Turquía, y Bosnia y Herzegovina se convertían en pro- tectorados austro-húngaros.

Entrando en el siglo xx surge la guerra con Italia en 1911, en la que pierde Tripolitania y Cirenaica, en Africa ; pero la puntilla en

GEOPOLÍTICA DEL OCÉASO íN>ICO SS

Europa fue el resultado de 12 c guerra balcánica (191%13), que la dejó re- ducida a los 24.000 kilómetros cuadrados ELE hoy tiene en dicho con- tine11te.

El reajuste de sus territorios se produjo tras la Primera Guerra 1fundia1, por el tratado de Sèvres, de 1920, que redujo su extensión a los territorios de Asia Y’Ienor, limitados por Transcaucasia rusa e Irá11 por el k5te, y por Siria e I.rak, en YU parte meridional. Era el desmantelanliento total del Imperio otomano. Su reestructuración ac- tu,?ll se debe ;t 1;1 Kemal rJt;i.turl;, que en 1924 anuló el &rácter religioso de Turquía, negándose a asumir el cargo de jefe del Islam que te- nían los sultanes desde IY 7 , y aholió el califato. Su idea funda- mental fue la occiclelltalizaciól1~cióil del psis hasta en los usos y cos-

tumbres. La capital pnsó a Ankara: quedando Constantinopla con el nomllre de Istambul como una simple ciudad europea. En el pla- no internacional trató de conseguir que Turquía fuese en adelan- tc el lazo de unión entre Europa y Asia anterior.

LOS &nbrs. - Esta. vez> el derrunil)amiento del imperio turco no

iba a redundar como antaíío en beneficio de los árabes. A éstos, du- rante Ia Primera Guerra ~~~undial se les había hecl:0 creer por los inglcscs, parn tenerlos a su lado en la lucha contra Turquía, que al final se les otorgaría un imperio libre. Inglaterra encontró para ello la persona apta en el coronel Lnwrence, hombre pequeíío, de ca- rácter introvertido y sofiador, que habiendo partido de Inglaterra en 191.1, para el estudio de los castillos construidos por los cruzados en Oriente, se vio pronto seducido por el paisaje y sus moradores, y descubre el sueGo árabe de sacudirse el yugo otomano para consti- tuir un nuevo imperio árabe. Pero al final los árabes se vieron de- fraudados, porque aquel sueño de imperio quedó roto en múltiples mandatos : Siria fue entregada a Francia ; Mesopotamia a Ingla- terra, y Palestina se convirtió en un mandato inglés. A pesar de todo, esto no bastó para eliminar los mutuos recelos y fricciones en- tre las grandes potencias, y siguió en esta región In línea política de permanente antagonismo : Rusia y Gran Bretalia, perpetuos ri- vales en Persia ; Francia y Gran Bretaña, en Siria. Fuede decirse que éste es el nudo gordiano de toda la cuestibu actual del Oriente Medio, por las derivaciones que se han ido produciendo hasta lle- car al problema judío. IY

Et fi~*oblcllza ;@dío.- T<l mandato británico de Palestina presentó desde el principio b vraws prohlemns, que se han ido arrastrando has-

190 JOSi; llÍJ.\R .\RI%-o

ta nuestros días, con creciente importancia y gravedad. Comenzi) con un estado de opinión muy firme por parte del pueblo judío que, desde 1880 soñaba con formar allí un Estado libre, y al íinal de la Segunda .Guerra Mundial tuvo lugar .un acuerdo secreto entre Gran Bretaña y la ((Jewish A.gency», por el que se consideraría a ésta como el Gobierno de un futuro Estado.

En 1936, la situación del mandato inglés se hizo difícil por la presiólr sionista para acelerar la formación del Xstado judío, mul- tiplicándose los atentados llevados ;t cabo por el Irgun Zwei Leumi y el grupo Stern, hasta que el 14 de mavo de 1948 fue proclamado el Estado de Israel, poniendo término al mandato palestino, Como esto tuvo lugar cuando todos los países árabes del área que estudia- mos eran libres, se planteó inmediatamente el principal conflicto del Oriente ,liIedio : el conflicto árabe-israelí, que en el transcurso de- veinte años, ha dado lugar a tres guerras: 1918, 19X y 3.967> sin que

hasta el momento se haya resuelto la última, que se ha dado en lla- mar ((guerra de los seis días», porque este fue el período de operacio- nes activas.

Para enfrentarse con Israel, los países árabes han tratado de en- contrar una cohesión que les ayude a realizar su sueíío de imperia- lismo panárabe, resucitando un gran califato desde el Maghreb hasta el galgo Pérsico ; pero basta ahora han chocado con dualis- mos internos que se concretan en una disyuntiva : el mundo mus«l-

mán de mañana, < debe ser socialista aglutinándose en una «Nación árabe» resturada, c ha de ser tradicionalista, fundiéndose en un gran «Islamistán» ?

La primera idea surgió importada por los estudiantes árabes que cursaban estudios en las Universidades de Londres y París, de don- de traían nuevas ideas sobre organización social. El cuarteto fun- damental que sostiene tales ideas 10 forman Egipto, Irak, Siria y Ar- gelia, especialmente el primero que, al dar refugio a los principales jefes de los partidos políticos del Islam, cuando buscaban la inde- pendencia de sus países, se erigió en cabeza de grupo. Allí se cobi- jaron los Comités de liberación del Maghreb, Tunez, Argelia y Ye- men, y se fomentaron revoluciones en Líbano, Irak, Siria y otros países.

El tradiciona!ismo, en cambio, arranca de la postguerra de 1914, con el movimiento de renovación «Xahda» (Renacimiento). Según sus seguidores, el Islam se había envilecido en el trascurso de los

GEOI~OI,íTIC.4 DEI, OCiAl\- ÍSDICO 191

siglos, y había que volver a «la verdad revelada por el Profeta». La Arabia, saudita daba la pauta impulsando el wahabismo», secta seguida por Ibn Saud, el fundador del reino de Arabia.

Interés estratégico del áq,Otr compren.didn entre el Cáucnso 3’ Egipto.

Si observamos lo expuesto con una visión sintética, vemos que a! @riente Medio, por hallarse en la concurrencia de tres con- tinentes, ha sido siempre un área de contacto entre Oriente y Occi- dente, y zona de paso por donde llevaron a cabo sus avances los grandes conquistadores ; la consecuencia ha sido convertir esta re- gión en un permanente campo de batalla. Por otra parte, Irán estu- vo mucho tiempo en manos extranjeras, y Siria y Mesopotamia fue- ron los grandes caminos de razas inmigrantes y de conquistadores, que trataban de dominar y aprovechar importantes puntos de enlace para el comercio entre Oriente y Occidente.

El sedimento dejado por tantas invasiones produjo un mosaico de razas, desde los sumerios que llegaron del Sur, 3.500 aííos a. de J. C., para ocupar en Caldea las ciudades de Ur y Eridu, pasando por los semitas de Arabia, que se expandieron por Mesopotamia y Siria, los indoeupoeos bajados del Irán y, sobre todo, la corriente w-alo-altaica de turcos y mogoles, que en la Alta Edad Media se esparcieron por toda el Asia Occidental, desde Kabul hasta Cons- tantinopla. La mezcla de estas razas con sus diferencias carac- terísticas culturales y sus ambiciones, las ha mantenido en cons- tamte enfrentamiento a una y otras.

Esto que decimos de los pueblos conquistadores de la antigüe- dad, cabe sentarlo en cuanto al pensamiento de las grandes figu- ras políticas y militares de la Edad Moderna. Así, el zar Pedro el Grande, al morir en 1725, dejó en su testamento político: «Avan- zar cuanto sea posible hacia Constantinopla y !a India. Quien !le- gue a conquistarlas dominará el mundo. Pero no sólo hay que com- batir a Turquía, sino también a Persia, porque la derrota de ésta permitirá avanzar hasta el golfo Pérsico, y se restablecerá en lo po- sible el comercio con Oriente, y se marchará hacia la India, lonja del mundo».

Napoleón en 1799, acababa de dominar Egipto y se dirigía ha- cia Oriente con la finalidad de asestar un duro golpe a su rival In-

192 I r

JOSE IIïJ.\R ARI:O

glaterra, cortándo!e SLIS comunicaciones con la India. Su primer ob- jetivo era Akaba, clave para él del Oriente Medio, desde donde pensaba partir luego para la conquista de Siria y la ocupación de Constantinopla, a fin de destruir el sultanato turco. Pero Akaba no se ocupó y SLIS tropas, que se rieron detenidas en San Juan de Acre, se volvieron a Egipto.

El Imperialista inglés Cecill Rhodes, «el Napoleón del Cabo)) (X453-1902), al tratar de la expansión del dominio inglés en el mun- do entero, citaba todos 10s continentes, especificando en Asia, Tie- rra Santa y el valle del Eufrates.

Es decir, que rusos, franceses e ingleses consideraron de capital importancia los territorios del Oriente *Nedio, que resultaban cla- ves para el dominio mundial. Xo es de extraiíar, por lo tanto, que al final de la Primera Guerra Mundial y durante la Segunda Guerra Mundial, intervinieran allí tropas de !as tres potencias indicadas para asegurarse su dominio : los británicos con las tropas de su imperio para mantener la supremacía inglesa en Irak e Irán y en toda la re- gión geográfica de Siria, I,íbano, Palestina y Transjordania. Unos efectivos deg-aullistas, esforzándose en mantcncr en pie la influen- cia francesa en Siria frente a los ingleses y, por último, 10s alema- nes durante la Segunda Guerra 3lundi:tl, cuando llegaron al Norte del Cáucaso, porque en SLIS grandes proyectos, aparte del petl+leo, figuraba la posibilidad de paso a través del Oriente Medio para lle- gar a Egipto y al Xorte de Africa.

En cuanto a los soviets, se les vio irrumpir en el Xorte de Persia. al. término de las dos guerras mundiales.

B) Lt\ ISDIA

Reseña históricn

La historia de la India comienza con la entrada en cl Pendjab (el país de los cinco ríos) de los arios orientales, que ocupaban la Bactriana al S. del río 0x0. Esta invasión se produjo hacia el año 2500 8. de J. C., dominando a los drávidas aborígenes. Dejare- mos los períodos védico y brahmánico y aún la época bítdica, ante- riores a nuestra era, y haremos un bosquejo esquemático de los pun- tos principales de su compleja historia.

GISflI>OLíTIC.4 DEL OClhO Íi’iDrCO 193

En el siglo v a. de J. C., como consecuencia de las conquistas de Darío, aparece la India como una satrnpía persa en la parte que se extiende hasta el río Indo, y un siglo después, es Alejandro quien

lleva también hasta el Indo la dominación macedónica.

En la misma era anterior a J. C., el rey Asoka (2X+231), logró reunir casi toda la India y AfgcLnistán en un imperio que duró un si- u-10 ; pero en el año 604 de nuestra era, el reino creado se dividió a b causa del asesinato del rey, QLW era un fanático budista, por unos conjurados brahmánicos. Este hecho iba a influir grandemente en el carácter especial de este país, porque al ser dividido quedó in- capacitado para resistir Ias diversas iiivasiones que se le vinieron encima.

Consecuencia histórica de este modo de vivir, son hoy día los 17 idio- mas diferentes que se hablan en la India, las numerosas religiones que se practican y el número de Estados que la integran, los cuales, durante la dominación inglesa, se elevaron a ‘700, unos protegidos y otros tributarios, aparte de sus 16 provincias. Esto mismo es lo que

dificulta seguir su historia si ha de hacerse con algún detalle, por lo cual haremos una sintesis de ella.

En el aíío 1000, la India estaba constituida al Xorte por unos se- Iloríos como los de Lnhore. Delhi, Bengala, etc. Más al Sur, la Kadjputana estaba dividida en varias provincias, aunque sometidas. a una autoridad común, y más al Sur, el Deccan pertenecía a sus an- tiguos pobladores que hasta el alío 1282, no solamente pudieron contener la marea turca, sino que su vida se desarrolló con una cierta prosperidad en una época en que los mogoles asolaban el continente asiático. Al Oeste, el principado de Kabul y el Sind habían sido con- quistados por 10s árabes para formar parte luego del sultanato de Delhi (1206).

La conquista de la India duró cinco siglos que resultan de con- fusa historia, porque en ella intervino la codicia de varios pueblos en forma sucesiva: rirabes, turcos (turcomanos y seldyúcidas) y mo-

goles. El sometimiento de la India podemos considerarlo hecho en dos fases: la correspondiente a. 1 Indostán desde 1004, en que el

gaznévida Mahmud pasó el Indo, hasta 1300 en que fueron con-- quistados Orissa y Radjputana. Luego siguió la conquista del Deccan,.

comenzada con la ocupación de Maharastra en 1312 y terminada en. 1,485. con la ocupación de Goa.

194 JOSÉ EliJAR ARISO

( A FiNES BEL SiGLO XIY.)

Tnntehín. _ Cuando éste interviene en la India a fines del si- glo XIV, comprendía : el reino de Delhi, limitado al N. por el Hima- laya ; al oeste por el Indo, y al Este por el reino de Bengala, que estaha FL caballo del Ganges. Su capital era Porrúa.

En el centro, el reino de Malva y el imperio de los Bamanes, que comprendía erl Deccan musulmán con capital en Viyamagara.

Al Sur del país, el reino de Belata dividido en principados.

En la región afgana, separada del reino de Delhi por el Indo, im- peraba um dinastÍa musuimana desde 1205, pero a la muerte del SUI-

tán en 1398, se resintió la solidez del sultanato y ello favoreció el cruce del Indo por las huestes de Tamerlán y !a subsiguiente mar- cha sobre Delhi. Esta fue incendiada y saqueada, y los hindúes pasa- dos a cuchilIa. Así llegó Tamerlán al valle de Cachemira, bastán- dole un año para hacer unas conquistas más extensas por esta par- te que las de Ciro y Alejandro.

Eda.d Mo&wz~.-En el siglo XVIII la lndia se dividía por el Gan- ges en Cisgangética al Oeste y Transgangética al Este. En las cos- tas orientales de la Cisg-angética hizo acto de presencia cl poderío in- glés por medio de la ,Compañía de Indias, cuyas dependencias se fue- ron extendiendo durante el siglo XIX. Entre otros logros, consiguió Singapoore, en 1810, a cambio de una renta al sultán de Johore.

Por primera vez en la historia de la India, el mosaico de provin- vias y Estados que la componían eran unificado bajo una sola auto- ridad: la de la Comp:tfiía, si bien su autoridad s&i!o’ duró hasta 18’76, en que la reina Victoria fue proclamada emperatriz, dando comienzo a la formación del Imperio británico.

En 1947 Gran Bretaña reconocía la soberanía de la Tndia, y en XX55 se separaban Pakistán y la India.

En este esbozo histórico hemos \-isto que todos los movimientos étnicos del Asia Central e Trán, tuvieron su repercusión en la In- dia, a pesar de la fuerte barrera que la defiende por el Sorte, en la que los collados, en medio de ~111 terreno abrupto, resultan puntos críti cos difíciles de saivar, con un obstáculo más al Sur. formado por el Ganges y SLT afluente el Junina. y, más atrás todavía, una estepa desértica como la Radjputana. En cambio, por el Oeste. se halla

la cuenca del Indo, antesala de la India y zona de paso para las invasiones, la cual, por su geografía humana recuerda, tanto el aspecto general de la India como el del Irán. Es una cuenca que ha tendido al aislamiento, acaso porque siempre fue abandonada por los gangéticos a los conquistadores, y ello puede explicar, en parte, el fe- nómeno geográfico del Pakistán Occidental, combinadamente con las razones religiosas.

La cuenca del Indo se divide en dos comarcas : Pendjab y Sind, unidas solamente por el curso del río que en su parte media está ro- deada de desiertos. Cada una de dichas comarcas tiene acceso por una línea de invasión a partir de Afganistán: !a primera desde Kabul al Pendjab por el paso de Khyber, y !a segunda desde Kandallar al Sind por el paso de Kodjak. Por estas líneas penetraron, no sola- mente los arios y los Arabes que procedían del Oeste, sino los tul-- cos y mogoles que partieron del Sorte.

Núcleo geofiolikico de In India. -- Los centros de donde partieron siempre 10s esfuerzos de unificación fueron los del corazón de la India aria, comprendida entre Patna y De!hi. Solamente los deltas dravidianos, al Sur del Deccan, escaparon a sll influencia, debido a su alejamiento.

El Islam, en el siglo XIII, separó de la India cl Pcndjal) y el Siud, a donde llevó su religión y su cultura. El Pendjal) fue una de In;. de- pendencias más fieles al imperio musulmán de Delhi.

Con la invasión turca se reforzó la importancia de Delhi, que si- guió siendo la capital, y también lo fue con los Grandes Mogoles hasta la colonización inglesa. La razón hay que buscarla en su si- tuación, pues vigila el collado que liga los yalles deI Indo y del Ganges y, por tanto, la entrada a la gran llanura india.

En época reciente, el virrey británico que residía en Calcuta, de cara al mar, tuvo que trasladar otra vez su residencia a Delhi, en 1929, porque desde allí se podía atender mejor a la frontera del Irán, donde podían producirse peligrosos incidentes a causa de la riva- lidad con los rusos en esta parte de Asia.

En cuanto a las regiones de Calcuta y Malabar, nunca sostuvie- ron lucha alguna por la hegemonía de la India. Tales regiones jvga- ron más bien una papel de fácil presa para lo? conquistadores que lle- garon por e! Oeste. Allí fue donde cristalizó más pura la civilización indostánic:L, y donde tuvo asiento el sistema de castas. Puede acha-

carsc a éstas, en buena parte, el hecho de que no prosperasen los

.esfuerzos de unificación: del país, porque las castas fueron síeimpre ~L'LII)OS sociales impenetrables que se desentendían los unos de los otros y resultaban en todo caso incapaces de concebir un afán na- cional común. LOS esfuerzos encaminados a la unidad y a la expan- sión fueron debidos simplemente a la voluntad de los príncipes.

El Sureste asiático comprende una peninsu!a que es Indochina y un

archipiélago que es Indonesia. Estos nombres dan idea de sus afini- dades, pero vamos a estudiar la parte continental como cierre de la parte oriental del Océano Indico.

I<sta peníns:~la, integrada por una serie de Estados. está ocupada por una gran v:lri<Jdad de purblos. -4 pesar de esto, tal diversidad de gentes componen una unidad geográfica porque al estar enrla- vados estos países en la zona de los monzones, se hallan bajo una misma influencia climática que favorece la unidad de cultivos : entre ellos, fundamentalmente, el arroz. Las operaciones necesarias para tales cultivos han de ser realizadas en todas partes en la misma épo- ca del año y sus g-entes resultan solidarias, tanto en los aííos prós- peros como en las preocupaciones de los años adversos, y eso oca- siona un modo de vida semejante para todos que se refleja, tanto en SUS costumbres como en la forma de satisfacer sus necesidades y, en definitiva, los mismos hábitos crean una manera de ser semejante.

Sin embargo, dentro de la unidad constituida por este mundo asiá- tico, hay entre SUS gentes una diversidad de crewcias. se habla una gran variedad de lenguas y dialectos, y su organización social y política es tan variada, que va desd.2 el clan y la tribu hasta la fe- deración de Estados, que se ensamblan en el conjunto como las piezas de «II gran mosaico.

Vamos a hacer un bosquejo histórico que nos dé la clave de esta variedad dentro de la unidad geográfica.

Estndos ir-ijlrilivos.-Indocllilla debe a *la India casi toda su

198 JOSÉ HÍJAR ARIh’O

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0 : r”lr”õ-rr;. .s CHINA

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EL S.E. ASIATICO.

1 -L MOVIMIENTOS HISTORICOS

GEOl~OJ,íTICA DEI. OCÉ.\SO iXDIC0 199

cultura. Antes de que llegara allí la influencia china, aventureros y comerciantes indios pasaban desde el Oeste llegando a formar en el Sur de la península la base del Fu-nan, cuyo reino aparece en el si- glo 1, fundado por un brahmán. Al siglo siguiente, en la región don- dc hoy se halla Hué. el Lin-Yi, núcleo del futuro Champa.

En el Korte, el delta del río Rojo fue la cuna de otro pueblo de la península : el vietnamita, formado sobre cl pueblo anamita proce- dente de las provincias chinas de Kwan-si y K’wang-tung y, por tan- to, con influencia cultural china, de la que participaban también 10s thais, de quienes luego hablaremos.

Al encuentro de estas dos influencias culturales en el SE. de Asia, debe su nombre de Indochina esta parte del SE. asiático, que pudo llamarse India transgangética.

Característica geopolítica de esta península ha sido el desliza- mienzo continuo de los pueblos más vigorosos del Norte hacia el Sur, en busca de los deltas que tenían los recursos alimenticios ne- cesarios para mantener a toda una. nación: tal fue el destino de los pueblos kmer, birmano y vietnamita.

Efectivamente, el Fu-nan que fue durante cinco siglos el país más fuerte del SE. asiático, sucumbió en el siglo VII ante el em- puje de los kmers, que se habían establecido anteriormente en el Mekong medio.

Lo mismo ocurrió con una serie de pueblos englobados en la de- nominación genérica de thais que, empujados por los chinos des- pués del sigio VIII, se dirigieron hacia el Sur. Dentro de este gru- po, además de 10s thais propiamente dichos, estaban los siameses, y de ahí el nombre de Thailandia que se da hoy al antiguo reino de Siam, aunque con nuevos límites. También se incluían en los thais, los laos y los shan. De todos ellos, ~$0 los siameses lograron lle::-ar hasta el mar a favor del río Menam, que era navegable.

El otro grupo de pueblos antiguos a que nos hemos referido. el

Champa. duró quince siglos. Por la configuración geográfica de este país de faja litorai, comprimido por Ia cadena anamita contra el mar de la China, despertó el afán marinero de los champas, pero su redu- cida demografía no pudo resistir el empuje de los anamitas en el si- glo x.

Dni Vkt.--Antes de invadir las tierras champa, este país llegaba por el Sur solamente hasta la «Puerta de Anam», que se halla en ?a

200 JOSE IIÍJAR ARI‘O

líne;~ de arnlisticio de los dos Vietnam. Fundado por 3g0 S~U)‘UI ~1

939, después de sacudir el yugo chino, tomó el nombre del Dai Vict.

Su capital estaba en Hanoi y as i se mantuvo entre 1010 y 180-i.

Durante los años de la dinastía mogola en China, tuvieron que re- sistir la presión de ésta sobre sus fronteras, especialmente hacia 1282 en que el emperador Kubilai Khan, deseoso de controlar Ia n;x- vegación por mares del Sur, trató de conquistar Champa porque sus costas se halla’ban en la ru.ta de Cantón a los estrechos malayos.

I.<ll 12S8, tras seis arios de guerra en la qnc lo> champas emplc:~- ron ia táctica guerrillera contra cl05 ejércitos; que China envió Sll-

cesivamente, derrotaron a éstos en la batalla de Bach Dang, <l”e

marcó el final de la guerra contra el caudillo mog-oi.

En l406, China volvió a !a carga invadic-ndo el Uai Viet, pero necesitó ocho aíios para vencer las ítltimas resistaciat; 57 aclenlásq lo

hecho no fue más que el prblogo de una 11uex-a lucl~ de intlepen- cia que duró diez afios (1118-1428). ILos \-ietnamitas. COII~~~I~~~~I~O la guerra clásica de aquellos tiempos con la guerrilla. lograron por fin liberarse de los chinos, dando paso a la dina-tía T,@, que alcanzó su

apogeo en la segunda mitad de aquel sigilo ST.

Creemos que este breve bosquejo histórico es bastante elocuente respecto a la esexia del Vietnam de hoy día. no obstante los cinco siglos que lo separan del Viet original : en 61 se mantiene la ant!te- sis secular entre e! Xorte y el Sur, y sigue siendo capaz de sostener guerras de independencia dilatadas, como las que manturo frente a China.

Epocn colo~~inl.-En la era colonialista, Tnglaterïa apuntó liai ia Birmnnla por el interés estratégico dc este psis en relación con el NE. de la India, para cuya defensa era una cobertura. Francia, en cam- bio, se interesó por el Vietnam, concretando su atención en el río Rojo, vía de acceso hacia la China meridional y zona de gran ri- queza por su delta. Al comienzo del siglo x,x, la repartición cle SI?. asiático y de los archipiélagos adyacentes del Pacifico. e.staba hecha entre Inglaterra, Francia, Países Bajos y Estados Unidos. Solamen- te Siam pudo mantener su independencia, aunque a duras penas.

Reacción nnticoZo'~zlziaZ,lstcc.-Pronto se presentó el estímulo hacia nacionalismos para reconstruir los antiguos Estados. El Japón qw a fines del siglo XIX había llegado a ser una potencia militar de pri- mer orden. había demostrado en Port Arthur el año 1904, q”e se

GEOPOLÍTlCA DEL OCiASO ÍXDICO 201

podía vencer a 10s pueblos de Occidente, y otro hito importante cn ese camino fue la revolución de Sum Yat-sen en 1911, que abrió eI camino para la China de Mao Tse-tung-.

Ei conjunto de las revueltas ocurrida5 a partir de 1930 produjo una fermentación política del SE. asiático, faltándole sólo un ele- m?nto de activación. Este fue proporcionado por la invasión la- ponesa de l!M, porque su dureza de trato dio lugar a que se orga- nizar;~ la resistencia.

IA g-l6elTtr de I!?dol-l!illtr.

DC todos los movimientos nacionalistas, ei más importante por sus consecuencias fue el llevado n callo por el Viet Minh contra Francia para la liberación del \rietnam, que degeneró en una guerra comenzada el 19 de cliciemltre de IN6 co11 el bomlxxdeo de Haiphong por los franceses.

En la primera pal te de ella, las fuerz:ls io13s ’ del Viet Minh dieron

a su acción 1111 carkter g-ilerrillero en todi el territorio. 1311 1949, la lucha se intern;lciol~alizó al triunfar 3Jao Tse-tung en China, porque el Viet ya podía contar con el apoyo de lma poderosa nación re-

cina de tipo comunista. Entonces empezó Ho Ch-minh a organi-

zar tm ejército. que PLISO en manos de su colaborador Vo Xguyen Giap. Este ejército, de gran combatividad y escasas necesidades lo-

gísticas, era sumamente móvil y comenzó ganando a los franceses la batalla de la frontera con China. que daba seguridad y fuerza a SU

retaguardia. Siguió con unc? acción guerrillera sobre el delta del río Rojo y LUM acción con tropxs regulares sobre el 3. de Laos.

Para cortar los accesos entre ToniGn y T,aos, los franceses esta- b!ecieron la posición de Diem Bien-phu, fuertemente guarnecida : pero sitiada por cl Viet Minh. ~11s últimos baluartes fuero12 asalta- dos el 7 de mayo de 1934

Ullas coll\íeriaciones de paz en Ginebra pusieron fin a e-ta gue- rra mediante 1111 Convenio firmado en julio. Por él, los franceses ha- bían dc evacuar el país y éste quedaba dividido en dos partes por

el para!elo 17, estableciéndose entre ambas una zona desmilitari- zada. Camboya y TAOS qttedalxw neutra!izndos.

202 JOSÉ IliJAR r\RI?O

La gueem de Vietmm.

Creyeron los Estados Unidos que el vacío que dejó Francia po- drían llenarlo, y empezaron a enviar asesores y ayuda técnica, consi- guiendo cinco años de relativa calma después del Convenio de Gi- nebra. Pero los ocho años de guerra sostenida por los franceses no iban a ser más que una primera parte de la que actualmente soportan

los norteamericanos. El 26 de enero de 1960, cuando se celebraba en Vietnam la fiesta del Tet o comienzo del año, un grupo de hom-~ bres armados asaltó un grupo de material en Tay Minh, mientras que otros atravesaban la zona desmilitarizada desde Vietnam del Norte. La inseguridad y desorden cundió por todo el país. La fami- lia Diem fue eliminada violentamente de la gobernación del país y, ante el rápido empeoramiento de la situación, el ‘7 de marzo de 1963 se produjo el primer desembarco norteamericano.

Aunque los Estados Unidos se impusieron una guerra con obje- tivo limitado al Vietnam del Sur, con una estrategia de respuesta flexible, la resistencia enemiga apoyada por China obligó a una impresionante «escala)), que ha hecho subir los efectivos desde los 2.000 marines desembarcados en 1965, hasta 536.000 hombres que tie- ne actualmente, más las tropas survietnamitas cn número superior, y el importante apoyo de da VII, Hota de! Pacífico y la aviación. Fren- te a estas fuerzas el Vietnam del Xorte y el Vietcong tienen unos

300.000 hombres entre guerrilleros y fuerzas regulares. La estrategia americana estimó objetivo primordial la defensa

del paralelo 17” contra !os ataques del Xorte, como LIII resabio de la guerra de Corea, mientras los comunistas basaban la suya en la in- filtración y la sorpresa.

ASPECTO GEOPOLÍTICO ACTUAL DEL OCÉANO INDICO

El fenómeno de la presencia británica por todo el mundo fue mo- tivado por la revolución industrial operada en el país, que trajo consigo la necesidad de crear mercados para sus productos, estab’e- cer un haz de comunicaciones marítimas y asegurar éstas distri’bu- yendo escalas y puntos de apoyo por todos los mares.

Esta idea mercantilista y la necesidad de sostener y proteger a sus súbditos en todos los mercados del mundo, le llevaron a levantar su

<;I:OI~OLí~TlC.4 DEL OChSO iSDIC0 203

imperio. Tal es el caso de la India, que comenzó con una dependen- cia de la Compañía de Indias y cuando ocurrió la rebelión de los ci- payos, el Gobierno ingl& se vio obligado a intervenir directamente en la cuestión, porque Inglaterra uo podía abandonar en aquel trance a sus súbditos.

A pkrtir de 1877, el Imperio británico cobró consistencia y hay que reconocer que en el área del Océano Indico fue uno de los más fuertes pilares sobre los que descansó el equilibro de las fuerzas PO-

líticas mundiales. Toda su fortaleza se basaba en el mar donde ha- bía establecido una serie de bases a lo largo de la «ruta roja, que circundaba el mundo : Alejandría, Aden, Ceilán y Singapur eran las que afectaban al espacio Indico, desde su entrada a su salida.

La postguerra de 1918 hizo ver que la base colonialista de tal imperio se agrietaba, y surgió la idea de la Commonwealth para dar nueva forma a la unión de Ing-laterra con los pueblos que !labían formado el imperio colonial británico.

Ahora bien, un imperio liaciclo bajo el signo mercantilista había de ser muy sensible a cualquier fallo económico, y hoy que Inglate- rra necesita concentrarse en el esfuerzo de reconstrucción de sus es- tructuras económicas internas, tiene que ir abandonando todo cuan- to se refiere a su fenecido imperio. La consecuencia de ello ha sido el vacío geopolitico que se ha producido en algunas zonas del mun- do: LIIN dc ellas. el Océano Indico, donde el equilibrio de fuerzas se halla en crisis.

Desde el pul:to de vista estratégico, el Océano Indico era como un

inmenso lago sometido al poderío británico que !o dominaba por el Oeste, firmemente asentado en una extensa zona del Africa Orien- tal. Desde las bases de Alejandría y -4den controlaba el canal de Suez y el mar Rojo, y desde Siria y el golfo Pérsico ejercía una de- cisiva influencia sobre el Oriente Medio y sus zonas petrolíferas.

En el sector centraíl del Indico se hallaba sólidamente estab!ecida en la India. Singapur le daba autoridad sobre el paso del Océano Pacífico y, por último, en Austral!ia mantenía posiciones que comple- taban por el Este su dominio del Indico.

Gran Bretaña no se ha resignado fácilmente a perder todo esto, y en su reciente búsqueda de soluciones para mantener allí su rango de potencia de primer orden, arbitró la política llamada «al Este de Suez» referida a todo el Océano Indico, cuyo contorno presenta hoy ~111 aspecto muy diferente al de antaño a causa de que en él tie-

nen asiento una serie de países nacidos recientemente a la inde- pendencia, con una deficiente solidez política, que ie restan firmeza. Tal política ha debido ser abandonada a causa dp la actual situa- ción económica de Inglaterra.

Pero Gran Bretaíía tiene intereses en el golfo Pérsico ; ha de cum- plir las obligaciones dimanantes de los tratados y pactos bilaterales y ha de hacer frente a ias situaciones que se deriven de la política g-e- neraí dei mundo occidental en relación con -Asia> donde hay que te- mer las reacciones imprevistas de um China ell creciente aumento demográfico.

Gran BretaIla y Estados Unido s tienen, pues, que compartir sus responsabilidades en el Tndico, relevando los Estados Unidos a SLI

aliada en algunas que resulten superiores a sus fuerzas económicas. De manera general parece ser que el S. del snbcontinente in-

dio, que se enfrenta con la China comunista, está cubierto por et paraguas atómico estadounidense, porque la responsabilidad de coll- trarrestar al comunismo chino corresponde a Estados Unidos. Fero el golfo Pérsico y el Oeste del Indico, hoy por hoy, son de la res- ponsabi!idad inglesa. El Este es objeto de la acción americana con el apoyo de las bases inglesas que hay que retener, por lo menos mientras duren las operaciones del 65etnam.

Vamos a hacer unas consideraciones sobre los dos sectores ex- tremos de esta área estratégica.

SECTOR OCCIDEXTAL DEL TXDICO.

Afrlcn Orie?ztnL.-La relación de ésta con el Oriente Medio re- monta a muchos siglos atrás. Por un lado, el Oriente Medio apor- tó una civilización superior : lla del mundo árabe, y una organiza- ción que alcanzó la categoría imperial. Por otra, Africa presentaba un territorio con fuentes de riqueza, pero sin más base de organiza ción que la tribu, si se exceptúa Etiopía. Por tales circunstacias, la relación entre estos dos mundos hasta el siglo XIX, tom6 dos for- mas: la religiosa, con la propagación del Islam, y la mercantil con el cambio de productos y el comercio de esclavos.

El período colonial produjo un corte en estas relaciones, prin- cipalmente mercantiles, pero la Segunda Guerra Mundial creó cl am- biente necesario para su restablecimiento al proclamar la Carta del

Gl:Ol~OI~iTlC.\ DIS. O&:\KO íSDJC0 205

Atlántico «el respeto del derecho de los pueldos a elegir su forma de gobierno)). El primer paso dado por Gran Bretaña en este sen- tido fue en Oriente Medio con su renuncia al mandato sobre Pales- tina cn 19-M. pero en lo referente a Africa, la descolonización reque- ría prudcnci;~~ y Gran Bretaña estimaba que la fórmula de «progre- sión por etapas», que había sido SLI actitud en el caso de la India, debía ser aplicada en el Africa negra, donde las poblaciones se ha- llaban faltas de cspcricncia política. Por lo pronto, pensaron or- ganizar en Kenya, sobre las altas mesetas, una gran base estratégi- ca dt~stín:& a servir dr placa giratoria para la defensa de! imperio

en el Arca afro-asiatica. J>uego trató de crear una Federación de Afri- ca Oriental con Kenya, Uganda y Tanganyka, pero los africanos

se opusieron, primero en forma pacífica, y luego violentamente en Kenya, donde surgió Ia revuelta «mau-mau», expresión de un na- cionalismo primitivo cluc cstnlió en octubre de 19.32 con carácter

sangriento y bárbaro para eliminar a los blancos del país. Ug-anda tambibn SC mostró contraria a la idea.

A partir de entonces. el ansia de emancipacibn se propagó rápi- damcntc : Tanganyka 10 hacía en l%l., Uganda en 19G2 y Zanzíbar, donde había una grave tensión entre árabes y negros, para unirse a Tanganyka y formar Tanzania.

Este abandono por parte de Gran Bretana de sus responsabili- dades históricas en Africa negra, ha contribuido a debilitar su po-

tencia t’ influencia.

Ei C’c~al IJP \‘lr~.~.-Aunque a su terminación en 1869 no se buscó dar paso por él más que a los anti, '0.~0s cargaderos de vapor, no por

ello ha perdido su valor con el transcurso del tiempo, pues antes de SLI cierre por :a 12. A. U.! cuando los petroleros de más de 200.000 toneladas tenían que dar la vuelta por el Cabo, miles de otros barcos de menor tone-aje seguían utilizándolo. Es decir, que su cierre ha producido trastorno en el tráfico marítimo, afectando de diversa manera a carla reg-ión del globo.

Las dos potencias princiaples con intereses activos en el Indico son los Estados Unidos y la U. R. S. S., y aunque es cierto que el alar- gamiento de la vía marítima resulta en mayor porcentaje de millas para esta ultima por el Cabo que para los Estados Unidos a través del Pacífico, no es menos cierto que de una manera absoluta, la U. Ii. S. S. se encuentra más próxima a cualquiera de los extremos

meridionales de Asia que los Estados Unidos, y esto concede rna- yor facilidad a los soviéticos para establecer puentes aéreos, tanto hacia .Arabia como al Vietnam.

ik descolo~tización de /idea.--Xntigua escala portuguesa, fue OCLI-

pada por los ingleses desde 1839 a raíz de un ataque perpetrado por los indígenas contra LIII barco ing!és encallado en aquellas aguas, y durante más de un siglo ha sido una plaza de armas cómoda y se- gura a la entrada del mar Rojo y una escala de avituallamiento y car- boneo.

Buscando Inglaterra mayor seguridad para Aden, pensó cons- tituir una Federación árabe del Sur, por la integración de los emira- tos y cheikatos inmediatos, pero la velocidad con que hoy día se mue- ve la historia, hace que hasta las concepciones más audaces sean rebasadas por un cambio de situación. La crisis del Yemen, en la que no estuvo ausente el interés soviético a través de la figura de Naser, anuló el plan británico, pues Gran Bretaña, antes de lo pre- visto tuvo que conceder la independencia a la Federación en no- viembre de 1.967.

La pérdida de Aden obliga a Gran Bretaña a reconsiderar su situación en el golfo Pérsico, la mayor fuente de energía del mun do libre, donde radican grandes intereses económicos, tanto britá- nicos como norteamericanos.

SECTOR OKIEXTAL DEI, INDICIO.

Tensiones p&icas.-En la reseña histórica de esta región hemos visto que en el primer cuarto de siglo actual surgieron los prime- ros atisbos anti-colonialistas, pero hasta la post-guerra de la Segunda Guerra Mundial en que pasó a inscribirse como un factor más de la lucha entre Oriente y Occidente, no se convirtió ,en una zona de agitación mundial. El vacío po,lítico dejado por las naciones colo- nialistas iba a ser rellenado por nuevas corrientes más intensas, por- que procedían de núcleos más poderosos que las entidades naciona- les de comienzo de sig?o. Las fricciones que se iban a producir se- rían más fuertes y peligrosas que aquellas de los años diez, en que intervenían la política del ultimátum o la de la intimidación con el envío de un cañonero.

Las nuevas formas que iban a intervenir eran los núcleos simpa-

GEOPOLiTICA DEL OCÉAXO ÍSDICO 207

tizantes de China, Estados Unidos y la U. R. S. S., cada uno con sus propios intereses e ideas en un forcejeo de todos contra todos.

China había ejercido en otros tiempos su soberanía sobre todo el SE. asiático, como por ejemplo en Indochina francesa hasta 1.885 ; en Birmania hasta 1886 y la actual Thaiiandia hasta 19Oi. Por ello, los dirigentes chinos consideran siempre esta región como una zona de influencia en la que nadie debe entrar, porque les ha estado re-

servada a ellos desde los tiempos imperiales hasta los comunistas. Actualmente, Ho Chi-minh y Mao Tse-tung manejan los hilos del bando comunista en Vietman, mientras China sigue preparándose con paciencia oriental hasta que llegue el momento de poder ac- tuar en forma eficaz, lo cual se estima podrá ocurrir en 1971.

En cuanto a los Estados Unidos, su política hasta ahora, reafir- mada por Kennedy cn 1961, es la de contener la violencia comu- nista en cualquier parte del mundo donde se produzca.

La U. R. S. S., tras !a Segunda Guerra Mundial, siente una vo- cación política a escala mundial, y no puede soportar que el SE. asiático se convierta en una zona cerrada solamente para la influen- cia china, porque el comunismo chino influenció considerablemen- te las ideas y proyectos de los j.efes que acaudillaban los nacionalis- mos anticolonialistas, sobre todo en la época de Stalin en que todos los partidos comunistas de Asia estaban sometidos a Moscú,

Hoy día, tanto los Estados Unidos como la U. R. S. S. tienen di- versas preocupaciones : En Estados Unidos, la guerra de Vietnam está minando su retaguardia política. y en el interior, el conflicto racial se agudiza. Para la U. R. S. S., la vecindad de China ‘belicosa re- sulta una grave amenaza. Como problema común a ambas naciones, está la carrera de armamentos ; concretamente los anti-misiles, cu- yos gastos resultan exorbitantes.

Vista la complejidad de los factores que entran en las cuestiones del Indico, no extrafía que a partir de la Segunda Guerra Mundial, sea este océano el área del mundo donde se han producido los conflictos

más graves : los del Oriente Medio y Vietnam, que se mantienen activos.

208 JOSÉ HíJAR ARIkU

I‘OSIBLE ESTRATEGIA r\L 1;. UE SCEZ POR PARTE DE

LOS PAÍSES IX’EKESADOS.

Un ensayo estratégico estudiado por Inglaterra antes de reducir sus responsabilidades ultramarinas, fue la creación del H. 1. 0. T. (El. Territorio Británico del Océano Indico), en 196.7. Este respondía ;t la necesidad de acudir urgentemente allí donde se precisara la acción de sus fuerzas armadas en el sector occidental del Indico, pero des- cartaba el estacionamiento de éstas en regiones muy pobladas, ha- ciéndolo por el contrario en islas despobladas, con la idea de

«no people, no problems)). Las islas elegidas eran : Cllagos, anti- gua dependencia de Mauricio ; Aldabra, atalón frente :t Madag-ascar, y Farquhar y lksroches, que antes dependían de las Seychelles.

En Extremo Oriente, Singapur era cl pivote dc las fuerzas bri- tánicas, con tres bases : Changi, ‘l‘enyah y Seletar para los tres ejér- citos, y éstas se conjugaban con otras en Xalaysia, entre las que se hallaba la de Butterworth anglo-australiana. Pero todo esto ha sido revisado dentro de las restricciones que se ha impuesto Inglaterra, y en la actualidad tiene anunciada una importante reducción de fuer- zas en Singapur para Ni1 y su abandono poi;terior en fecha no COP cretada.

Los norteamericanos, por SLI parte, h:m decidido recientemente la retirada inmediata de X’ietnam cle Xi.000 hombres, cuyo con- tingente se ampliará en este aíío hasta lflO.000~ y la totalidad de sus fuerzas antes de 1971. Es decir, que asi como a partir de 1965 la es- trate.gia empleada por Estados Unidos era la de la respuesta gra- duada o flexible, según la cual ellos ponían en cada momento el nú- mero creciente de homhres que requería la intensidad de las acciones desarrolladas por el enemig-o, y Ana dotaci&i de material cada vez más potente, dando lugar a una «escalada». el momento actual po- dría considerarse como un repliegue estratégico en forma de ((des- escalada» En la primera, la iniciativa acerca del plano en que ha- bían de moverse las acciones bélicas lo llevaba el enemigo, y los ame- ricanos se acomodaban a él en cada momento ; en la desescalada, la iniciativa es de los Estados Unidos, que van retirando sus medios en espera de que se produzca la adecuada reacción por parte del enemigo para una distensión total del conflicto. Como dice el Ge- neral francés Beaufre, !a guerra está regida más que nunca por la. política.

GEOl~OLíTICA DEL O&\z\rO ÍNDICO 209

Resulta curioso que el año 197.1 aparezca como la fecha en que tanto Estadcs Unidos como Inglaterra piensan retirar sus efectivos del Ocbano Indico, y que al mismo tiempo sea ese el plazo que se

considera probable para que China roja alcance un nivel atómico entre los grandes. Entonces no cabrá pensar en L~U defensa stómi- ca por el t<equilibrio del terror», porque podrán ser tres los gran- des atómicos con reacciones insospechadas de uno de ellos que es China. Por eso, los Estados Unidos han montado en sus costas del Pacifico frente a China una barrera de radar y antimisiles, afron- tando considerables gastos. Esto permite entrever una estrategia de disuasión mediante la cobertura úirecta de la metrópoli y la ame- x~za poteciai de un ataque atimico.

La solución entrevista por Gran Bretaiía consiste en mantener en suelo nacional una fuerza moderna de intervención, rápidamente transportable por aire al lugar que hiciese falta, de acuerdo con las experiencias obtenidas en las maniobras norteamericanas. Así se des- prende del Libro Blanco presentado en los Comunes en 1967 por el ministro inglés de Defensa, el cual aludió a unidades navales en

Australia. ‘De esta manera podría basarse el día de mañana la vi- gilancia del Océano Indico desde Inglaterra por el Oeste y Aus- tralia por el Este.

BIBLIOGRAFIA

CIERVA, Ricardo de la: HistoGa de In Rueyrcc civil es$nfioln. Editorial San Martín ; 826 páginas. Madrid, 1969.

El problema de la historia empieza por una cuestión de perspectiva. Me refi,ero a la hora de historiar.

;_ Ttreinta arios so’n plazo suficiente para escribir hiistoria?

Ricardo de la Cierva ha ‘estimado que sí. Maduras se consideran ya las de la G. M. II y ak o,tras posteriores qu,e proliferan en ,el mundo. Ricar,do de la Cierva, nieto d:el último minktro de la Monar- quía, ,sobrmo d,cl invsntor del autog-iro, era un ,niÍío cuando e,mpezó la guerra del 36, en la que cayó su padre asesinado. Vale la peaa dar a conocer su dedicatoria: KA Juan de *Is Cierva y P,eñsfiel, a quien dijo un rey que no veía más allá de ,sus narices. A Ricardo de la Cierva y Codorniú, que cayó en Paracaellos del Jarama, sin tiempo. A Juan .de la Cierva y Co’dorniú, que ensayaba SUS primeros planea- dores sen Paracuellos del Jarama. ,Los tne,s cayeron ,en la guerra d,e España. Los tres plantpearon la iam,ensa pregunta de este libro».

Ricar!do ,de la Cierva ha Iescrito ‘esta historia con intención ,de desmi- ti,ficar la guerra ,del 36, cargada dle mitos por ,lo,s cuatro costados, sob,re todo en .la liter.atura. El ,la ve ya con pe.rspectiva, con asombro ; era un ,niño ,de nu’ex años, cuando .apuntaba su vocación historicista al comprar ISU primer libro, con sus pri,meras pesetas. El ,libro era La defensa del Alcázar. Diesde entonces, hasta sus 20.000 fichas ac- tua!es de la guerra, ha aprendido mucho en las fuentes históricas.

Había mucxho escrito, de mio y #otro bando, y sin embargo, ,en su estructura, ‘en su metodología, ‘en su estilo literario, wta ohra tiene un aire nuevo, visibbe desde ‘el prólogo.

Entr’e sus m«chos hallazgos valientes astá la ,reivindicació,n, en cierto modo, del valor literario y d’el cer,ebro político de Azaña, hombre inconsecuente con sus plant;eamilentos, hombre nefasto, pero al que hay qu,e coaced’er ,lo suyo.

En la introducción general explica gel autor que pretende ser fiel

a SU título, después de más de ‘í0.000 libros y folletos sobre la guerra, ninguno de lo s cuales se ha llamado Histon’n de lo Guewa. Civil Es-

pañoZa, algo simbólico, .según él, porque nunca se ha pnetendido hac,er <historia civi,l a (secas. En su autocrítica, Ida Cierva asegura, que tanto !como por la ;metodología, como por la intención, su libro es sólo una historia. Y ies verdad. Co.mo lo es también que es absoluta- mente descomprometi,da, pese a lo que iaclinaría a pensar la dedi- catoria, aunqume reconoce -como en el propósito fundacional del «Time»--- que Za objetividad ,es acaso tan in&eseable como imposible, y hay que conformarse co,n iel juego lilmpio.

Au,tor y editor ,tienen raigambre histórica. El autor, por su ape- llido y por su abuelo ; ,e.l ,editor, porque fue librería comprometida $a de San Martín, en cuyo escaparat’e asesinaron a CanaBejas, en aquellos tiempos en los que los ministros iban a Pie y se paraban en la muestra de las librerías. La historia se pro,mete ,en ,tnea tomos y me coasta que te,1 segundo apar,ec,erá pronto, con otras ochocientas y pico qági.nas como éste, ,que es sólo ‘de antecedlenter y termina el 1’7 a las .dleciisi&e. El autor ha bebido *en fuerGes esenciales y primarias. las tre’s importantísimas y aún ,muy poco bleneficiadas : T,a biblioteca de la Sección de Estudioss de la Guerra de Espaíía, que kl fundó ; el Archivo del Servicio Histórico Militar y :el d;e la Delega,ción Na- cioaal ,del Servicio Idte Do~cnmentación de Sala.manca. El cuarto ‘es ya el archibvo personal .de La Cierva, el ministro, y muchos otros.

Empieza en :el 98, descri,to con interés, nowdnd y amenidad, que apasionan, como un relato vivo, con metáforas e i,inág;enes actuales. El análisis social se hace sin coat,emplaciones ni demagogias, pero sorpren,d,e SLI crud’eza, co.mo la d’el esquc.ma y estereotípica d(e lo ne- Iigioso, analiza si,n contemplaciones el Ejército, con sus aciertos, sus grandes sacrificios, sus errores en plantillas y reformas, la xlación oficial-sodd¿tdo, las Juntas d.e Defensa, en el estudio más realista ‘que hemos encontrado, aím en sínt,esis, la ilnquktusd de Fanjul, qwe en 1907 ya escribía un libro sobre la «misión social del Ejército», tema que Lyautey había roturado ,en 1891, los cuer,pos facultativos, cerra- dos y ríg-idos, co’mo ,el de ingenieros, el «cuarto po,der», la maso- aería, la ley de Jurisdicciones. Todo #esto y ,todo el libro con crítica de hextos, pero ,con [soltura y flui,dez ,literaria, con sentido moderno, examinando los problemas a la luz d’e la crítica actual y d,e las viejas fue&%. Nos recuerda los cien mil expedientes atrasados $e pró- fugos que Ro.manonles dejó al rzel’evarle La Cierva, y en su vuelta de horizonte al panorama de las motivaciones de esa España que no son

BI t3LIocl<aPía 213

Dos Españas, entra ,en e.1 tema de los oficiales africanistas desde la guerra del 9 hasta la d,el 25, deteniéndose en 1a.s desgraciadas cir- cunstancias del 21 y en la Semana. Trág-ica, ,qae aclara ,hasta donde hoy puede pedirse clarklad, sin dejar de analizar el problema de los tt~oldado5 de cuota».

La Cierva tiene una especial habilidad, que se liama ingenio, para’títulos y pies de fotografías.

LOS títulos son muy ilustrativos de la actitud y #el ,estilo del his- toriador.

Destaca todo. El rigor, la novedad, los hallazgos y el desenfado de la literatura histórica,, qne ya observamos antes en Co.mellas. Des- taca ‘el tratamknto de Gil Robles, astro ,de una #etapa, cuando el postsrer gig-ante .recla,maba todo el poder para él y la réplica concun- dente y fehaciente a su libro No fue posible la p.an. Así destaca su estudio con ‘el significativo título de A la sombm de lo espada, donde analiza la propusesta d,e un golpe de estado de Fanjul y Goded, que consultan ã Franco ; la revolución de Asturias, estudiada con textos inasequ&les pa.ra casi todos los historiadores, y el tierc,ero y úl,ti:mo intento de pronunciamiento cuando Portela pudo salvar a España sin sangre.

‘Han pasado muchas páginas densa,s de la Historia de España, se acerca ‘el libro a su final y cobra nuevo ,brío y nuevo interés, los datos d’esconocidos brotan siempre. Ahora, tras los documentos y directivas Integras de ‘Mola para el Alzamiento, dadas a ,fines de abril Ja prim,era y el 1 de julio la Utima, y 4 informe-diario inédito de Fernández-Cordbn, ayudante d,el Director, en fotocopia, documento el más impo,rta,ntfe de la gran conspiración, tras esas piezas clave, la minucia increíble de los gastos co.napiratorios de klola. cuya mayor partida son 395 pesetas ignr wrti,das por los capitanes Vizcaino y Mos- coso viajando por Logrofio, Bilbao y Burgos, y la mínima 11,60 por la merienda #dle Mola con el general González Carrasco en su con- ferenlcia ,dIe Irurzun. Es la conspiración di~fícil y barata.

Y (más en serio ya? las cábalals para la infiegración de requetés y falangistas en ,el Movimiento, <in muchos más ofr,eXcimientos iniciales que cuatro o cinco mil de cada grupo, porque falangistas no debe haber ,más de diez tmil en primera .línea, sin contar el S,EU.

Jnteresantísimas .son ,las referencias a Queipo de Llano, que toma la i’niciativa para un alzamiento militar y pronto decide unirse a Mola, las dudas d,e éste y el destino, al fin, al fracaso, ‘seguro de Sevilla. Escudrifía luego La Cie.rva las posibilidades de que .el Alzamiento fuese

una carrera por anticiparse al qríie 10 s comunistas proyectaban para el día de San Pedro y concluye que la faimosa ((Informació’n confi-

dencial núm. 2)) es falsa, aunque Mola la tuvo por exacta. Duda de que estuviese previsto un _41zami8eato ,escalonado len Marruecos, pro- vincias y grandes capitales, aunque nos gustaría aclarar ese punto con el autor, pues las noticias son contrarias y muy creíbles, pero eran tain cambiant~es los planes, día a día, que no vale la pena discutirlo. Lo que es indiscutibl,e es la informaci6n casi completa que d,el _41za- miento tenían los partidos ,extremos y la frivolidad djel Gobierno, coa demasiado menosprecio d,el posibfe enemigo, pero sobre todo la cegue- ra total de Casares Quiroga en *la cuestió.n: «Ei’en, pues si ellos se Ie,va,nta,n, yo me awesto». Luego los problemas ,d’e los asesinatos en ca’d’ena, que termilnan con el dlel teniente Castillo y el de CaEvo Sotelo, sin que se libre el Gobierno de la responsabilidad en éste, que trata de disculpar co.mo venganza por aquél.

Ya cen los últi,mos días ,dfe la tcotnspiración, otro tema apasionante, el r,elcevo de Goded por González Carrasco, tal vez vital para la suer,te del Movimiento en Cataluíía y Valencia, también con documentos fotocopiados ,del mayor interés.

La Historia, en sus anteoedentes, ha terminado aquí. Ahora, ,mitad como epílogo y ,mitad cosmo introducción al tomo,

Ricar,do d’e la Ci~erva analiza aspectos ge,nerales de lla supflahis- toria de ,la guerra: Los culpables, los rebeldes, la calificación y ca- rácter de la gu’erra.

Para Ricardo ,die la ‘Cierva, la única palabra absoluta sobre ‘ella es ttTragsdia».

Pero sle habla de los culpables, sobre todo len las apologías. Gil Rodbks señala los grandes culpables, -Madariaga acusa a Largo Ca- ballero, como Kerenski le acusa. Otros a Azaña, la ‘extrema #derecha a los once mil masones espafioles, y Azafia a la Iglesia Cató!ica; Antonio Tovar, al desprecio por lo intelectual, y los que lwhaban en Ia vanguardia que a él l;e amparaba, sus co8mpañeros culparon a 10,s intelectuales. La Cierva, tras examinar todo, co.ncluye que fue un proceso ;d,e desintegración del Estado.

La Ciaerva habla dle los rebeldas poniéndose en guardia ante los reparos a su futura ter.minología. No debe temer en esto. La can- ción falangista le ampara: ,«Rebeldes nos han llama,do, rehelde,s que- rremos ser». . . êiertamente fue un alzamiento, una sublevación co,ntra el desgobierno ,deJ Gobie,rno.

La Cierva asegura que fue una guerra ideológica y está en lo

BIBLIOGRAFÍA 216

cierto, e,n la que ,era imposible una terwera posición. Guerra de Re- ligión, sobr’e todo en la zona nacional, ininteligible tal vez fuSera de España, porque ha de ,e,studiarse ,en España, desde España y para España, seghn coacluye La. Cierva.

Permítasenos una aclaración personal, con la que no sé si La Cierva ,en su gran penetración del tema ,estará o no de acuerdo. En ambos bandos había una aextraordinaria in’quietud social. Sabmemos la #deI bando marxista por definicibn. Los slogans nacionates : «Por la Patria, el pan y la Justicia». «Ni un hogar sin lumbre, ni un espaííol sin pan», «Arriba el campo» y toda la programática de la Fa!ange al requeté y la i,dlea de Franco hecha co,nsignas constantes, mach,aconas y antlcapitalistas lo corroboran. P,ero en ‘el bando nacional no estaban los malos y ,en el rojo los buenos, colmo alguilen ,señaló n,o hace

mucho con erróneo afán apostólico. E,ntre 105 .d$e la guerra ‘de Li- beración, Cruzada Xacional, que así s!e llamó los tres anos entre nosotros, se distinguían ,en su ideal religioso, patriótico, tradicional y renovador.

Otro tGpico nacional fue el de lo.5 mandos enemigos, los zapa- teros y albaí3es con ma.ndo de batalXm. Xo sería’n tan flojos cuando la guerra duró tr,einta y dos meses y medio. Líster era prácticamente militar gra.duado en Rusia dos años. Lo qule les faltó eran cabeza,s espaííolas y mandos subaltsernos. Faltaba 4dlemocracia y libertad. Les faltaba a los rojos, sobre to’do, aquel «Dios coa inosotr,os» ,de todo5 los ban,dos en todas ‘las guerras, que pondría Ien aprieto a la Divina Providencia, si hubkra ,d,e basars,e ,en ese rótulo de la chapa del cinto militar o d(el testandarte flamantre para coaceder la victoria a1

qL>e lfe invoca. Ricardo dSe la Cieirva ha escrito un gran libro, y,a codiciadkimo,

ya Imuy discutibdo, pero sobre to,do muy apr&ado. Asombran SUS

cualidades ,opuestas de captación y flui,dez, de documie,nkacZm rara, erudita, paci:ente, que (haGe pensar ,en muchos años sobr’e legajos, y esa fecundidad d,e su pluma, qu’e ya pro#metie el segundo tomo de la historia, como hace un año publicó ordenadas sistem&ticafmenbe -on sus ,di’stinltos índices, da Bibliografía General? de 15 fichas, que en un par ,d’e alíos confeccionó ‘por sí y con los libros a la vis,ta, haciendo

en e!los una bibliot,eca recopd d,e prontitud y de valor len sus fondos, y antes, meses, días antes, su obra docu,me,ntal sobre los LIocwnlcn.tos de la, pvinzn-dem tkgicn, junto a los Cien, libros básicos.

La intelectualidad, la historiografía contSemporánea, los lectores espaíío!es han de estar at,entos a esto q”e le< anuncio co,mo cfe1 fenó-

meno La Cierva)). Ko se puede hacer más que continuar admirálìdole y Micitarle, como a la editorial San Martí,n, polr el excelente fichaje hilstoriciska que con 61 ha h,echo, co,mo nos felicitamos todos los lec- totíes por el d,ele&e amargo que nos d,epara tener la admirable pieza

que es el primer tomo de SLI Hislor?t7 tlc Itr C7lrr-7-rr c‘k’il EsprrN01~7.

COMELLAS, José Luis : /listorin de Espafia Model-711~ y C‘otrtwzpol-á- ~zen l/,Y.l,-.2,965. Ediciones Rialp : tiC páginas;. Al:tdrid, .l!K.

Cuan,do se anuncia un nuevo tomo de historia a cargo di un solo autor, piense en las largas tardes en que el historiador se pasa la m~ano por la cara una y otra vez después de haber inte,ntado ‘escribir las primieras .Iíneas de lo de que ya no van a ser fichas ni papeletas, ni borrador’ sino texto definitivo.

El probletma de ,método puede estar más o menos resuelto y el de la terminología. incluso la sistematización y la estructura, de algo

tan <discutido como es aún la división e’n edadles y capítulos. Surge i.nevitable la pregunta : «; Qué es edad contemporán,ea? Lo malo no es seso. Lo peor para mí ses que si alguna vez pued;e teiiler smentido esa frase de «Ser fiel a sí mismo)), que se nos antojó siempre un poco tonta, RS aquí, para no perdter la unidad ,de interpretación histórica del principio al fin, para tener un ~0.~0 dae filosofía personal de a.a his- goria. L’n poco, porque estamos de acuerdo con García Morente en que no ,exist,e filosofía de la historia uni,versal y sí, solamente, la particular de cada grupo nacional o mejor, si queréis, de cada país natural, porque aquí, como ,en casi todo lo histórico, las pr#ecisiones $011 vid,riosas, las deifiniciones incompletas y las generalizaciones siem- pre f.alsas, ‘al menos en gran parte.

k- vamos con Comel1a.s. Sabemos que José Luis Comellas es ya un ~mportsnt,e hktoriador, aunqu8e sólo sea por haber sescrito e.sta Hk- toria dge España moderna y contempo6ne.a. Waoc falta valor y con’- tancia para la aventura de recorrer esas etapas Ien cerca de 700 pági- mas. H!ay que sler Idecidido para clavar la pluma ‘en la cuaatilla y dejar ‘estampado aueqwe ,sólo sea esto : «La España .de la postguerra». Nuestra historia naacional, realmleat,e, ha terminado por ahora. Se refi’er,e a 1939. ,La expresión cchktoria del pnesentle, carece ,dc sentido por definición. El presente es preciso estudiarlo a través .die la socio- logía, la geografía, la ciencia política, la econo5mía, el periodismo...)). Hace falta decisión, para ,dsecir teso y hacer ~111 eu.sayo de historiar

la p!apa \-erdaderamente contemporánea haîta 106.7, porque el relato quedaría, si no, truncado en una de sus más importantes infl~exioacs. 0 bien para ‘decidirs’e a decir por escrito : «Felip:e IJ ,110 puede cata- logarse como un estfadista genial. La envergadura ‘d:e sus acciones obe’dsece más bi’en a motivos de coyunitura histórica y a la.; inmensas posibilidades puestas a su disposición».

Para el lector es nueva esta divisirjn de la guerra de la Inde- pendencia : Los alzamientos. Fase policíaca. Ocupación militar. idos sitios. Las gl,errillas. La reconquista. ; Acaso por s,er inusitada no aclara el esltudio y ,lo sktematiza de un modo útil al estudio? Antes ha dicho : ((Un grupo de españoles ciertam’ente aceptó a José y su r&$nen. Entre esto> afranciesados podemos distinguir tres tipo5 dis- tintos : En primler lugar, los convencidos : luego los oportunistas : y por illtimo un nGmero bastante elevado de funcionarios públicos». E,n cada grupo explica quienes lo componían, 511s motivos, y caracte- rísticas personal’es y po,líticas.

; Se imag-ina uno ít sí mismo escribiendo algo parecido, sin dudar cicen veces antes de darlo a la imprenta? «Fernando e Isabel llegaron a ?er reyes indiscutibbes ,de todos los reinos de España. Pero antes de que su autoridad quedase reconocida y consagrada por todos, hubieron de resolver, primero por la ,diplomacia. luego por la gubersa, una grave cvcstión sucesoria, que oscurece la le<giti,midad de su ascenso al trono castellano)). 2 Es nuevo y aitrevido, no ? Pero es ‘cierto. -4hí ,está, pues, la ciencia del historiador moderno. Para otra cosa, ya está ‘el padre Mariana, o la dbeliciosa narración d’e Modbesto L,afu!ente, Itan acogedoca de <tópicos y leyendas her,mosas.

Desde aquella época de gobernantes indiscutiblse+ el hilo de la historia, un hilo largo como cinco sig-los ten hilera? nos ttae a una España que eS todo lo contrario: ctLa Dictadura cayó en enero de 1930. Alfonso XIII cayó en abril de 1.931. El corto plazo -quince m,eses- que transcurre entre ambos acontec&Gentos, h,istóricos, nos hace sospechar inmediatamente que uno es resulta,do dlel otro, o bien que ambo.5 son efecto de 1in7 misma Cauna. Se -uede pensar que fue ia Dictadura ‘el motivo que provocó la rmeacción republicana (Roma- no,nes) o que no fue la Dictadura, sino la caída de la Dictadura la que no dejó otra salida que la República (14unós) : pa,ra los efectos es lo mismo». «Una cosa parece clara: ya en 1023 ‘el régimen de la restauracibn canovista ‘estaba caduco y desvencijado, marchaba a la deriva». La república de 1931 tteamina su capítulo en una frase final expresiva : «El pak ‘entero era un foco increíble de anarquía».

21s liE,‘IST.\ DE HISTORIA JfILI’,‘.AK

Desdje aquella época de gobernantes indil;catibles, se había lle- gado 3 esto, aquéllos aceptados y obedecidos por toNdo,s los españoles. Ahora caen ,en seis arios de dictadura, .la monarquía y la república. Kada (más discutido, pues, ni más anárquico. Esto no lo dioe Co- mellas, sino que icj comenta el lector. Lo que Comellas dice es : ctDe pronto, en julio ,de 1936, quedó rota una continuidad de más de cien año’s eln la historia dte España. Uina continuidad precaria, de ‘equili- brio inesctable o indiferente. La doble revolución de julio vino a poner fin a todo aquel estado de cosas y los dos balndos -millones ‘d’e es- pañol,es- que se a,lzaron si:multánea,mente, lo hicieron para oponerse el uno al otro, pero también para oponerse a ,cuanto se había hecho hcasta entonces en .la España contemporánea, a u,n sistema -llamé- mosle liberal- que ni había mantenido la fidelidad a la tradición, ni había realizado en ,sent!ido auténtico la revolución. V así fue como en la t:remen’da crisis 5quledaron implica,das las tres España;, 0 quizá más exactamente las *tres formas de ver España en que se dividían los españoles.»

y nos define y perfila esos tres grupos, nunca así d,esoritos. 5’ sigue : «Lo que se disputó en la guerra española fue, por tanto, mucho !más que una forma política o un programa ,d,e partido, fue todo un concepto de España.»

Luego la Guerra Idte Liberación, que él llama la guerra ‘española por seguir una nomenclatura más aséptica e internacional, ti:ene un estud.io imuy científico. La organización, la unificación, las opera- ciones, le1 mando único, paso a paso ‘10 estudia y ve que cuaja pri- mero en zona nacional, ‘aunque se inicie antes en la roja, dotnde nunca se co’nsigue ,de modo absolulto co’mo bajo el mando ,de Franco. Algún r’eparo podría hacerse, no a su estructura illistórica, ni a su sist,emá- tica o metodología, sino a su estudio indudableme.nSte documental y no vivido, dada la juventud que debe tener. Por ejemplo, no dando

al Alzamiento el clamor popular, nacional. que tuvo, aunque el Ejér- cito fuese el fulminante iniciador ,del estallido o a la precoacebida «guerra lenta» que imagina po’r deoisii>n de Franco y no de las cir- cunstancias de combatir en ,el propio país contra tierras y hombres propios, y recuperables para la España íntegra en que habría de go- bernar, no menos que ~â los constantes refuerzos ‘de mater.ial de: enemigo, que tras ca.da operación se rehacía sin que fuera posible la ,explo,tación vertiginosa del éxito por falta ,d,e medios y servkicrs adecuados a la veloaidad ,exigida. Algún reparo DDE pequeño orden, tal vez de influencia contagiada por la llamada historia de Hugh

EiBLIOCKAFI4 219

Thomar, ya ,demasiado desacre’ditada colmo reportaje. El, como Gi- rone,lla, hablan de la «guerra lenta de Franco», ct,endenciosamente. En calmbio, sin traltar ‘de precisar las cifras, las da ,muy acertadas dne movilización inicial len ‘las ‘dos zonas, sin du,da basándose ,en los datos

de la Enc.iclopedia de Ea Cdtum Espatzola, que a ‘su vez se documentó en el Servicio Histórico ‘Mihitar.

; Qué podemos decir? Es algo nuevo, entre político y socio- lógico, para leer más que para ‘estudiar ; no ,ste atiborra ‘de cifras, haoe vivir a EspaGa sigukndo su hilo histórico. Su mayor ,mérito !está en que ,110 lo pierd,e en (ese ser ‘fiel a sí mismo que ‘decía. En que tiene tesis, muy simple, como todo lo bueno. En qu’e ,110 .es isabelino con

los Reyes Cat6lico.3, ni filipista con F,elipe II, Ini alfonskta, ni siquiera franquista. i Qué mal su,ena esa palabra! Pero :ta8mpo’co es anti,

tampoco haoe historia negra, porque es historiado’r y también histo- riógrafo.

Es catedrático de Sev,illa, y su prólogo explica ,la unidad ‘de la his- tori,a que ha ,escrito. Por’que es ‘el ‘momento ,en que cuajada España, como una granada, con la Granada simbólica que desde en’tonces re- mata su escudo, se abre y SLIS granos con fuerza centrífuga desbordan la patria. Antes, ni España ,cra propiamente España, porque se ,estaba

hackndo, ni era más que centrípeta, la España crisol, de que tanto se ha hablado, crisol d’e razas. PIero luego llega el cortocircuito que dijo Sánchez A81boFnoz, y ya ,no es historia de Espaíía la que aquí se hace, hacer España, sino que es historia de los españoles fuera ,de la patria. Es la edad moderna. Después, la contemporánea es también Espaíía crisol, ,no tanto de razas, sino de ideas o ideo- log-ías. ‘\To so,n los hombres los invasortes, ,sino el afrancesamiento,

el europeísmo, la sovi~etización. Esta ú1tim.a parte no la anota Com!ellas een su prólogo, pero me la hace ver en su bexto. Un kxto hermoso, no dividid3 ,en reinados, sino en siglos, porqufe la historia no consta de ,edades, eras, ni reinados, sino qae la ,dividi,mos, la dividen los historiadores a su gusto. Carm,en Llorca, la inteligente crítica, discute

lo del criwl, porque dic,e que en España ,cho,can más que se funden las razas. Por oerrar con ulna frase, yo la recordaría que ningún abrazo funde :tanto como el del ((cuerpo a cuerpo» en que uno o los dos mueren, como aquel personaje de Alarcón y nada tan contagioso y mimético como la guerra ,de fronteras o el romance fronterizo. Pfero esto es .entrar en bizantinismos, cuando tan hermoso comen- tario hizo del libro de Colmellas, SCarmen Llorca. catalana también

o kvantina, de las más admirables historiadoras. Sí, como ella dice, este libro servirá de texto a mucho-; universitarios por su escelente visión ,d,e conju~~~to de la ~~~paíía moderna y contemporánea. La Editorial Rialp, paed.e estar segura de que su libro será un éxito amplio. Ya se cita en nmnerosos artículo.; y ,aítn tiene fresca la tinta.

FALACIO ATARD, Vicente : C‘~trdcr~?us Dibliokqri-tíjicas de ltr ~l~ucnx de Erpnkz. Memorias 1. Editado por la cjtedra de (CI-1iFtoria Con- temporánea de Espafia», de 12 Cnireri;idad de 14adrid ; 222 pági- nas. Madrid, 19ûi.

La obra bibliog-ráfica d,el ,profesor Palacio Atard empieza a dar pruebas de su alcance e i#mportanoia. En una. lal,or que parece menoss bri’llante que la del Centro de Estudios de la Guerra ‘cle Espafia, orga- nizado ;en el Ministe,rio tde Información y Turismo, el pri.mer tomo de la serie Memorias revela ya un extraordinario trabajo ,del mayor inte- rés para los estudiosoIs d’e nuestra mal llamada guerra ci’vil, que son

muchos. Porque no es normal encontrar en las obras bibliográficas refe-

renciias a,mplias sde su contenido como aquí ocurre, Hay que saher apreciar lo que representan esas 1% fichas anotadas con la mayor pre- cisibn, a las que se ammcia que si, o-uen inmediatam¢nt,e otras tantas en el próxiimo tomo. La recensión es a v,eces desesperadamentre fría y objetiva, pero así había de ser cuando tanto se apraecia ‘el rigor cien- tífico #d’e las cosas, hasta ‘el punto de que la historia camina cada día más a convertirse en técnica, mecánica prbmero y crítica d4espués, cuando los #datos se han tamizado y contras.tado suficisent~emente.

Con iest,e ,t,ercer tolmo se consagra el seminario 32 d,e Filosofía y Letras. Puede depararnos imuchas más sorpwsas en cal,idad y volumen, pero la serie tercera que se inicia con él, rentrando en ‘el estudio de las memopias, d,efine ya los ,conltornos d,e la empresa. El le.ctor inbeligente se da cuenta len s!eguEda que los prólogos son ~extraor.di.naria~m~ente vaSosos y constituyen amplios ensayos sobre cada una de las fuentes lkstóricas. En cl primlero se :estudió el folkto colmo fwnt’e y como arma bélica. IA gzcewz de Eos folletos, se tituló aquel prólogo, con acier,to. En te1 segundo, ise sopesaba el d.iscubibEe valor del periódico co’mo fuente, distingu5end.o entre Iel dato his,tó,rico y la noticia perio- díst.ica. En Ja.s trece páginas de éste nos avisa sobre la sos,peechosa uti- lidad histórica ‘de las memo,rias, que suel.en constituir un espejo en

BI11LIotiRA1Ií.\ 221

qule te1 autor se recrsea contemplándose o justificando sus actividade.s discatidas o discutibles, si bien suelzen ser máj apro~vechabks: que los periódicos.

1~ agudeza de J’alac’io Atard distingute pronto el valor de la sub- jetividad, C~LIC: a1g1111a ~rz se apuntó como el valor ol,jetivo de los

subje~tivismou. A falta de una obj,e.tividad humana químicamente pura, el historiado,r tiene en lo subjetivo un ~elemlento d,e con.traste muy va- lioso, al enfrentar varias subjetividades, pues lo que no produzca coincidencia alguna no será aprovechable como dato ; dond,e hay coin- cidencia absoluta, puede suponerse que hay puro r,ealis,mo ; donde coincidan los elogios sobre ,el enemigo o las censuras de lo propio, también. Este es el método indispensable pa’ra las ,memorias por cuan- ;o son likratura personalísima, sin freno alg-uno que obligue a ser \-erac’es, pero ,mayor aim en los periódicos, qu’e sirv,en como propa- banda de 11na causa, c11and0 no a fines comerciales u otros más 0 menos ~tnrbios.

Alude Palacio Atard en primer término a los ‘rleportaj,e’s periodís- ticos que se anuncian como verídicos por el m’ero hecho dme ‘escribirlos testigo.3 pïe,Seilciaks. SII :má!isis es agudo y convincent,e, como en el siguiente apartado, cuado se pregunta quién ,escribe memorial y para qllé se e,scriben. Fn el siguknt’e, al (estudiar el probkma de la ve,racisdad y d,el manejo de e.stas fuentes, advirtiendo Ique se peca contra la ve. racidad no solo por lo qule se dice sino por lo que calla. Unas veoes !a olmisibn se *d,ebe al escaso ángulo visual del narrador, con lo cual cada uno d,e ellos sólo ‘da ve~dsd~es aproximadas, o aproximaciones a la ve:-dad. Avisa Palacio co’ntra la .racionalización a fiosthwi que las memorkts suelen sufrir y jtmto a la justificación propia del autor la pret3ensión de ,ejemplaridad que suele acompafiarle. P.or ííltiimo entra en el tema concreto d’el tomo, juzgando el va.lor historiográfico de los likros de memorias de la guerra de España.

En teste pun,to es penetrante la idsea ,de Pa.lacio Atard. Nos explica priimero que las mvemorias y reportajes persoaales constituyen el gé- nero historiográfico más abundante de la guerra de Liberacibn, al que sólo aventaja en can,tidad la literatura de propaganda bélica oficial. Como ‘el estudio pr~etende ser compkto, ha querido dar al tomo un muestrario variado, desplega~ndo en abanico la temhtica, tan diwrsa, y el distinto interés de los libros examinados. No podían hacerse los tomoa ‘por orden dc importancia d,e Ias m,elmorias dejando para el úl- timo retales: y tampoco puedIe ,de,cirse que haya ningún libro ,desdeña-

222 REVISTA IlE HISTORI.\ MILITAR

b1.e ,ent,re ellos, pues siempre sle encuentm algo interesante, bien sea en precisiones de datos o ,noticias, o incluso ‘en las deformaciones revtel,a- doras de mentalidades, no menos ilustrativas para el historiador J el crítico.

Precisa bien el caráct’er d’el género diciesndo que las memorias y reporctajles ‘son historia ,d,el ti,empo b.reve, de los heohos flo,tantes en el océano del pasado, dond,e se dan ,los fuertes ,choques, 10,s ,contrastes emocio.nal,es y violentos, los cataclismos y convulsiones. PIero si’rvien también las memorias par,a reconstruir la situación de un ,mo:mento, la coyuntura, en .la historia de las ,men.tali,dades. Son materialles dkpo’n- bises para <explorar ea profundidad el suceso histórko, para abaarcar la historia de los comportamientos colectivos y las disposiciones men- talses.

A ,la distancia clle utna o varias g-.eneraciones pueden ayu’dar a pre- cisar Iel ambiente de ‘Ia é,poca, de ,las i,deologías dominantes, sus evolu- ci~pnes y crisis, producidas por la aceleración que la guerr,a trae consigo.

Qu,eda la tentación die hacer crítica ide críticas, pero la tarea #eS superior a la pretensión informativa. Comentar los principales análi- sis entre 123 nos llevaría ,demasiado espacio. Por otra par,t’e, dkho que sus nlo,tkias son casi p,uramente científicas, es <decir obj’e,tivas sobre la realida,d histórica pnesent~e en los libros, está dicho to’do. Están aquí las memorias de Alvarez ,del Vayo y AnsaINdo, y Bolí,n. Las de Can- talupo y el conde Ciano, ,las de ChurchiU y Eden, las ,de Galland, las de García M.o.rato y García Sanchiz, las d,e «La P:asionaria» y las de I:ruj,o, el ‘separatista vasco, las d,e ,Kolsov y Largo Caballlero y Líster, las de los generales Kin,d’elán y Mola, y el irlandés O’Duffy y el i,ta- liano Pi’eQro Nenni, las de Indalecio Priaeto y Von Ribentropp, las de «El Tebib Arrumi» y el general Sagardía y las ‘de Ramón Sénd’er, co- misari,o político dte Líster en la batalla d,el Ebro.

H,ay una reseña ,dfe la Crónica general d,e la Guerra Civhl, recopi- lada por María Terlesa León, qwe no es tal1 crónica, sienlo una interesan-

te colección (de rielatos .sobr#e personajes y escenas de ,la guenra en el firente y la r!etaguar,dia, apar,ecidos en ,diarios de ,la zona roja ; repor- tajes y comentarios perilo,dí,sticos Ade los más famosos escritores, entree ellos Alberti, lcoimpakro .de la recop?ladora, la Pasionaria, Machado, Séeder, y Juan An,tonio Cabezas. Curiosas las mem’orias d(e Ansaldo. Mewuorks de un monárquico español, curiosas po.r la ,evolución, desd,e sublevado el 10 de agosto, hasta disidente del Régimen, en cuya ini-

BIBLIOGRAFÍA 223

ciación fue pieza clave, cronológica con I,a d’e Bolín, para el traslado a España de Sanjurjo y Franco. Las de Galland, héroe de la aviación alemana, que da una visión demasiado subj,etiva ,de su actuación con la Legión Cóndor; las ,exc’el!entes memorias legionarias de Francisco Csvero, d- los mejores rIelatos del género ,episódico : Con la segunda Bandera elt el frente de Avagh. Políticos, generales, mujeres, aS,fére- ces provisionales, todo un desfile histórico de tipos, pasa por este tomo ya importante de la bibliografía de la guerra del 36.

OBRAS PUBLICADAS

POR EL

SERVICIO HISTORICO MILlTAR

Acción de Espafia en Africci.

Tomo I: Iberos y bereberes (Madrid, 1935), 296 páginas, 16,55 pesetas.

Tomo ll : Cristianos y muszhz~~es de Occidente (Madrid, 1941), 295 páginas, 27 pesetas.

Tomo III : El reparto politice de Africa (Madrid, 1941), 162 pá- ginas, 20,35 pesetas.

Ilustrados todos con grabados, fotografías, mapas y planos.

El tomo 1 fue publicado, en 1935, por la Comisión Histórica de las Campafiar de Marruecos, ya suprimida. Toda la obra se vende, únicamente, en el Servicio Geogrhfico del Ejército, calle de Prim, mím. 21.

Acción de España en Perú.

Un tomo de 557 páginas con ilustraciones, 67 pesetas (Madrid, 1949).

Armamento de los ejércitos de Carlos V en la guerra de Alenuanh.;

Un volumen de 56 páginas con grabados y fotografías, 10 pesetas (Madrid, 1947).

Boletin de la Biblioteca Central Militar.

1.3 tomos para formación de los Catálogos (Madrid, 1945 a 1956). No están a la venta.

Campañas en los Pirineos, finales del siglo XVUI (1793-95).

Tomo 1: Antecedentes. Ilustrado con grabados y fotografías (Ma- drid, 1949), 341 páginas, 66 pesetas.

226 REVISTA DE HISTORIA MILITAR

Tomo JI : Campaña del Rosellón y la Cerdaka, ídem, 682 páginas, 100 pesetas (Madrid, 1954).

Tomo III: La campaña de Cataluña, ídem, en dos volúmenes, 380 y 514 páginas, 172 pesetas (Madrid, 1954).

Tomo IV : Campaña en los Pirineos Occidentales y Centrales, ídem, 752 páginas, 356 pesetas (Madrid, 1959).

Curtografi’a y Relaciones Históricas de Ultramar.

Tomo 1 y Carpeta de mapas : América en general. El tomo, de 495 páginas, tamaño folio mayor, 427,ûO pesetas.

(Agotado.) (Madrid, 1950). Tomo II y Carpeta de mapas: Estados Unidos y Canadá.

El tomo, de 598 páginas, en folio mayor, 641,33 pesetas. (Ago- tado.) (Madrid, 1953).

Tomo 1,I.I y Carpeta de mapas : Méjico. El tomo, de 399 páginas, en folio mayor, 747,45 pesetas (Ma-

drid, 1955). Tomo IV y Carpeta de mapas : América Central.

El tomo, de 286 páginas, en folio mayor, 656,30 pesetas (Ma- drid, 1950).

Tomo V y Carpeta de mapas: Colombia. (En preparación.)

Catálogo de kz Colección histórica docztmental del Fraile. (Guerra de la Independencia.) (Madrid, 1947 a 1950).

Tomo 1: Letras A a la C, 253 páginas, 20 pesetas. Tomo II.: Letras CH a la K, 226 páginas, 20 pesetas. Tomo III : Letras L a la Q, 215 páginas, 20 pesetas. Tomo IV: Letras K a la 2, 228 páginas, 20 pesetas.

Cronologh episódica de la Segunda Guerra Mundial.

Tomo 1: Primer período. 310 páginas, 34,50 pesetas. Tomo II : Segundo y último período. 349 páginas, 64 pesetas. Ilustrados los dos con mapas y planos (Madrid, 1947).

Cuko de conferencias sobre H.istoria,, Geografia y Filosofia de la Gzcerra, en el Servicio Histórico Militar (Madrid, 1947).

Un volumen. 343 páginas, ilustrado cori grabados, fotografías, mapas y planos. No está a la venta.

‘Cursos de Metodologia y Critica Históricas, para formación técnica del moderno historiador, en el Servicio Histórico Militar.

PUBLICACIONES DEL SERVICIO HIS’IdRICO MILITAR

Tomo 1 : Cwso Elemental (1947-48). 200 páginas. Tomo II : Curso Superior (1949). 359 páginas. (Madrid, 1948-1950). No están a la venta.

227

Diccionario Bibliográfico de Ia Guerra de la Independencia Españo- la (1808-181~).

Tomo 1: Letras A a la H, 345 páginas, 20 pesetas. Tomo II : Letras 1 a la 0, 270 páginas, 20 pesetas. Tomo III : Letras P a la 2, 341 páginas, 20 pesetas. Ilustrados los tres con grabados y fotografías, en color y en

negro (Madrid, 1944-1952).

Dos expediciones espacolas contra Argel (1541-1775).

Un volumen, 151 páginas, con ilustraciones (Madrid, 1946), 18 pe- setas.

El a,taque (E través del Canal (Madrid, 1963).

Un volumen de 602 páginas, con 25 mapas. No está a la venta.

Versión española de la obra de Gordon A. Harrison Cross Channel attack, se- gundo volumen de la subserie aEl Teatro de Operaciones europeo», de la enciclo- pedia aE Ejército de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundiala, que se publica bajo la dirección de la Jefatura de Historia Militar del Departamento del Ejército.

Europa, 31 Africa entre dos grandes guerras (Madrid, 1944).

Un tomo, 317 páginas, con mapas y fotografías, 14,85 pesetas.

Sólo se vende en el Servicio Geográfico del Ejército, calle de Prim, núm. 21.

Galeria militar contenaporánea (Madrid, 1953).

Tomo 1 : Ltr Real 1~ Militar Orden de San Fewzando. Co11 historia de la Orden y relaciones de hechos y retratos de los caballe- ros condecorados en la Guerra de Liberación y División en Rusia, 357 páginas, S5 pesetas.

Tomo II : La Medalla Militar, ídem ídem. (En preparación.)

228 REVISTA DE HISTORIA MI-LITAR

Geografi’a de iVarrzcecos, Protectorado y Posesiones de España eB Africa.

Tomo III : La vida social y política, 659 páginas, con grabados, fotografías, mapas y planos, 75 pesetas (Madrid, 1947).

Los tomos I y II de esta obra, titulados, respectivamente, Mnvvuecos en ge- neral y Zona de nuestro Protectorado en Marruecos y Estudio particular de las

regiones naturales de la zolta, pinzas de soáeranía espaiiola y vido económica. fueron publicadas en 1935 y 1936. por la suprimida Comisión Histórica de las Campañas de hlarruecos. El primero se agotó, y el segundo únicamente está a la venta en el citado Servício Geográfico, al precio de 24,30 pesetas.

Hkhoria de las armas dc fuego y su uso en España.

Un tomo ilustrado, con grabados en color y en sepia, 332 pági- nas (Madrid, 1951), 85 pesetas. (Agotado-.) - - -

Historia de las CampaCas de Marruecos.

Tomo I: (Comprende hasta el año 1900), 608 páginas, con gra- bados, fotografías, mapas y planos (Madrid, 194?‘), 59,7.5 pe-

setas. Tomo II: (1900 a 191S), 944 páginas, con ídem (Madrid, 1951),

138 pesetas.

La guerra de la Independencia (Madrid, 1966).

Tomo 1: Antecedentes y preliminares, 483 páginas profusamente ilustradas ; 320 pesetas para los mienibros y organismos del Ejército ; 400 a librerías, con un 20 por 100 de descuento.

Tomo II : (En preparaciónj.

La guerra de minas en España (Madrid, 1948).

Un volumen de 134 páginas, con fotografías y planos, 50 pesetas.

Nomenclátor histórico militar.

Tomo ímico : Diccionario de voces antiguas de carácter militar, 372 páginas (Madrid, 1954). No está a la venta.

PUI3LICACkONES DEL SERVICIO HIST6RICO MILITAR 229

Tratado de Heráldica Militar.

Tomo 1: 288 páginas, en papel registro, con grabados y foto- grafías, algunos en color, encuadernado en imitación perga- mino, 225 pesetas (Madrid. 1949).

Tomo II : 390 páginas, ídem, 196 pesetas (120 pesetas para los miembros y organismos del Ejército) (Madrid, 1951). (Ago- tado.)

Tomo III: 374 páginas, ídem, 400 (320 pesetas para los miem- bros y organismos del Ejército) (Madrid, 1959).

Tomo 117 : El anunciado como tal, pasó a constituir la obra ((Heráldica e Historiales de los Cuerpos».

Hercíldica e Historiales de los Ctierpos.

Tomo I : Infantería (Emblemática del Ejército, de la Infantería y de la EnseBanza Militar. Historia de las Academias Militares. Historiales, escudos y banderas de los once primeros Regi- mientos de Infanteríaj ; 294 páginas, 66 láminas a todo color y 9 en negro. Madrid 1969.

Tomo II.: Infantería. (Historiales, escudos y banderas de los die- cinueve siguientes Regimientos de Infantería) ; 234 páginas, .50 láminas a todo color y 10 en negro. Madrid 1969.

MonogYafi’as histórico-genealógicas :

1. Regimiento de Infantería Inmemorial núm. 1. 1965, 22 pá- ginas.

2. Regimiento de Caballería Dragones de Santiago núm. 1, 1965, 18 páginas.

3. Regimiento Mixto de Artillería núm. 2, 1965, 15 páginas. 4. Regimiento de Zapadores para Cuerpo de Ejército. 1965, 24

páginas.

iVonografías de Za guerra de España:

1. 1,a. ,IIZ~YC~I(~ sobre Mndrid. 213 páginas, 18 croquis, 22 lá- minas de fotograbados, 1.” edición : Madrid, abril de 3968. 9 a edición : junio .de 3968. I.

2. La l~tcha. eo fomo CI Madrid, (~1 el iwicmo de 1936-37. Ope- raciones sobre la carretera de La Coruña. Batalla del Jara- ma. Ratall;l de. Guadalajara. 230 páginas, 19 croquis, 22 láminas de fotograbados. Madrid 1969.

230 REVISTA DE HISTORIA MILITAR

3, La campaña de A.ndnlucía. 242 páginas, 17 croquis, 22 lámi- nas de fotograbados. Madrid 1969.

4. La guerra en el Norte. La campaña de Guipúzcoa, El so- corro a Oviedo. La ofensiva sobre Vitoria. La gran ofen- siva sobre Oviedo. 295 páginas, 16 croquis, 22 láminas de fotograbados. Madrid 1969.

NOTA.-L.OS miembros y organismos del Ejército y los centros civiles gozan, en casi todas estas obras, de una rebaja del 10 al 25 por 100.

SERVICIO HISTORICO MILITAR

BIBLIOTECA CENTRAL MILITAR

Relació~z por materias de las obras ingresadas durante el tercero 31 cuarto trimestres de 1967 y primer trimestre de 1968, con su signa- tura correspondiente.

014.3 : 087.7 (46)

M 'INISTERIO DE INFORMACIÓN Y TURISMO: Celoso de las publicaciones oficiales españodas 19h’9/6964. Tomo III, vol. 1: Ministerios de Agricultura, Comercio, Hacienda. Tomo JII, vol. II : Ministerios de Industria, Obras Públicas. Tomo II: Ministerios de Ejército, Marina, Aire. Madrid. Imp. Sucs. de Rivadeneyra. 1966. 3 vol. Sig. : VI-3 3-3-11/13.

016 (81)

Musso, Luis Alberto : Hibliografin wzlguaya sobre BrasiL (Libros y folletos referentes al Brasil o de autores brasileños, impresos en el Uruguay.) Montevideo. Al fin : Tall. Gráf. «Gaceta Comercial». 1967. Sig. : W-13-3-9.

016: 34 (004) (899;)

kh~sso, Luis Alberto: Bibliografia del Poder EegislaItivo, desde sus cowiefzzos hasta el ako 19015. Montevideo. Al fin: Tall. Gráf. «33», S. A. 1967. Sig. : VI-13-3-S.

016 : 912 (861)

CORTÉS, Vicenta : Catálogo de mapas de Colombia. Madrid. Ed. Cul- tura Hispánica. Sucs. Rivadeneyra, S. -4. 1967. Sig. VI-12-Z-23.

017.1 (461.11) «A»

BUSTAMANTE Y URRUTIA, José M.” de : Catálogos de la Biblioit’eca «América». Catálogo alfabético de autores de obras de más de dos-

232 XEVISTA DE XISTORIA MILITAR

cientas páginas, con un apéndice de las obras que llegaron con pos- terioridad a la impresión de su letra respectiva. La Coruña. Litog. e Imp. Roel. L92í-1929-1931. 3 val. Sig. : \:I-3-416.

017.4 (46)

PALAU Y DULCET, Antonio : Momnl del Librwo Hispa~zorrlizel-icuIrto. Bibliografía españo!a e hispanoamericana, desde la invención de la imprenta hasta nuestros t-iempos, con el valor comercial de los im- presos descritos. Tomo SIS, revisado y añadido por Agustín Pa- lau... SAN-SANTA. Barceiona. Lib. Palau. 3.9f.V. Sig. : W-4-2-36.

02 (02)

MARTÍN, E. : Bibliotecas. Madrid. S. A. P. Y. L. Nuevas Gráf. S. A. 1918. Sig. : VI-11-3-21.

03.6

BIOSCA, Francisco M. : Gran Emiclopedia del mundo.. . Decimocuar- ta edición. Bilbao. Durvan? S. A. de Ed. 1961. Tomo 21 (Apéndi- ce). Sig. : Cat.

008.7 (46)

KALENDARIO : Manu.al y Guiar de Fomstems en Madrid. Madrid. An-

tonio Sanz, Imp. 1756. Sig. : Museo.

058.7. (46)

KALENDARIO : Mamal y Guía de Fovasfel-os en Ma,dvid. Madrid. An- tonio Sanz, Imp. 1766. Sig. : Museo.

058.7 (46)

KALENDARIO : Bilnnz~al y Gzh de Forasteros en Madrid. Madrid. Imp. Real. 1784. Sig.: Museo.

058.7 (46)

GuíA Oficial de Espai?a. Comprende : 1918 ; 1924/1930 y 1933. Ma- drid. Estab. Tip. Sucs. de Riradeneyra. 1918/1935. 9 l-01. Sig. : Museo.

091.5 (46)

COLECCI~X de Autógrafos Diversos. S. 1. S. i. S. a. 12 legajos en 2 carpetas. Sig. : Museo.

1 (Séneca)

BIBLIOTEC.4 CEKTRAL hlILlTAR 233

ISSTITUTO «LUIS L71v~s)), IE FILOSOFÍA: Oc~wn Semana Española de Filosofin. Estudios sobre Séneca. Ponencias y Comunicaciones. Madrid. Consj. Sup. de Invest. Cient. Gráf. Monteverde, S. A. 1.966. Sig. : VI-12-2-35.

11.3/119 (04)

Rox~?ri, A. : Idea sobre cl estado actua.l de la Cos?nologl:n. Tortosa. Sugrañes Hnos. 1.966. Sig. : VI-11-3-28.

271-.44-o (8.03)

CLAXJO Y CLAYIJO, Salvador : Lu. Obrn de la Orden Hospitalnrin de Saja Jzuwz de Dios e+z Am+icn y I;ilil>inas. Trabajo premiado en el Certamen literario del IV Centenario de San Juan de Dios. Ma- drid. Artes Gráf. Arges. 1930. Sig-. : 111-5-3-15 dup.

2’71.4-1-9 : 355.49 (46)

CLAVIJO Y CLAVIJO, Salvador: l*u Orden Hospitalaria de Sm Juan de Dios PX In Mnwkn de Gzeewn de España. Presencia y Nexo. IV Centenario de la muerte del Santo fundador : 1550-1950. Madrid. Tip. Artística. 1950. Sig. : III-g-l-14 dup.

2il.1-9 : 616

MOSTSERR~~T FIGUERAS, Sebastián : I,ns Actividades Médico-Castreu- scs de la I?zclitn Orden Hospitalaria de Snn, Jmm de Dios. Madrid. Julio Soto, Imp. 1900. Sig. : 111-8-3-14 dup.

30s i.li) «1917/64»

Sonr,rs, Pierre.-Ln Sociedad so-diética .í91?-1964. Traducción de A. A óad. Barcelona. Ed. Vicens-Vives. Imp. Gráf. Diamante. 1!167. Sig. : VI-1.0-2-20.

321.01. (46)

MARRERO, Vicente: Ln Comolidnció~z Políticn. Teoría de zrm Posi- hilidod Esprrñoln. Madrid. Diana, :4rtes Grxf. 1964. Sig. : VI- 1.1-3-19.

323.2

DÍAZ DE VII,I,EGAS : Politicki Rat. Tellniim Re,z~ohciojc i Rata-Zivaca- Tajlzo .Orzcaje Mnt*ksismn. Xadrid. Izdanje c(Drina». 1968. Sig. : VI-10-2-15.

294 RWIST.4 DE HISTORi.4 MILITAR

325.4 (642) «1906» (047)

ESTADO MAYOR CExTRtlL DEL EJÉRCITO: &íf???ZO?'i0 sobre ií?‘gelia J Mwmecos. Texto. S. 1. S. i. 1906. Sig. : III-2175.

327.6 (04)

KAHN, Herman : La Escnlada. Traducción del inglés de haría Rosa- rio Sanagustín. Barcelona. Dima, Ecl. S. A. Imp. Gráf. Templa- rio. 1966. Sig. : Vl-12-Z-13.

327 (46 : 42) : (468.2) (001-12)

NEGOCIACIONES sobre Gibraltar. Documentos presentados a las Cor- tes espaííolas por el Ministro de Asuntos Exteriores. Madrid. Imp. del Ministerio de -4suntos Exteriores. 1967. Sig. : VI-4-Z-37.

329.211 (46) (01)

DELEGACIÓN NACIONAL DE LA A. E. T. Publicaciones de la -. Esquema Doctrinal. Madrid. T. G. Cíes. 1964. Sig. : 111-2177.

330.18 (73) (04)

BERLE, Adolf A. : Si Marx vokfiese ahom. S. 1. S. i. S. a. Sig. : VI 11-3-20 (2).

338.972 : 380.8 (46)

ARESPACOCHAGA Y FELIPE, Juan: Servicio Infowmtivo Español. TN- rkwo y 11esnrroZlo. Madrid. Imp. del Serv. de Publ. M. 1. T. 196’7. Sig. : W-11-3-20 (4).

34 (46) ((1936-9))

GOXZ.~LEZ RUIZ, Agustín : Disposiciones Legales del Nuevo Estado. Julio 1936-agosto 1939. Madrid. Ed. Renacer. Tall. Gráf. Ernesto Giménez. 1939. Sig. : 111-2196.

34 : 333. (46)

MINISTERIO DE TRABAJO, COMERCIO E INDUSTRIA: Código del Traba- 70. Ed. Oficial. Madrid. Sobrinos de la Suc. de M. Minuesa. 1926. Sig. : III-2198

34 : 622 (46).

OYUELOS, R.: Código Mhero. Recopihción, de las Dlposiciones Vi- gen.tes sobre MEnería CON el No-&simo Regtnme~zto, Madrid. So- ciedad Ed. Española. 1903. Sig. : 111-2186.

BIBLI0TEC.I CESTRAL MILIT.JR 235

34 : 627 (46)

LEGISLACIÓN sobre Puertos. Madrid. Góngora. Ed. 1928. Sig. 2200.

34 : 628 (46)

III-

CRUZADO SA~TZ. Félix : Legislación y Jurispwdencia de Aguas. Ma- drid. Hijos de Reus. 1916. Sig. : III-21S5.

340.12 (04)

ALOXSO MARTÍNEZ. Manuel : Estudios sobre Filosofi’n del Derecho. Discursos y Memorias leídos en la Academia de Ciencias Morales y Políticas. Madrid. Imp. Eduardo Martínez. 1874. Sig. : 111-2173.

340.1.43.2 (46)

BARRACHIWA I- PASTOR, Federico: Derecho Foral Español. Tomos 1, II, III. Castellón. Estab. Tip. de J. Armengot. 3 val. Sig. : III- 2170/72. 1911.

341.5

PLANAS SUÁREZ, Simón : Tratado de Derecho Internacional Pú.blico. Tomo 1 y II. Madrid. Hijo- de Reus, Ed. 1916. 2 vol. Sig. : III- 2167/68.

341.5

YANGUAS M~ssí.~, José de: I1ereclzo Internacional Privado. 1: Par- te Gene&. Madrid. Inst. Ed. Reus. 1944. Sig. : III-216G.

341.5 (46)

TRÍAS DE BES, J. M. : Derecho Internacional Privado. .%tema del Dererho Es,mXol Positivo. Barcelona. Lih. Bosch. Imp. Clarasó. 1932. Sig. : TIT-216.5.

342.4 (46) «1931»

CONSTITUCIÓN de la Repziblico Espaîíola. Madrid. Yueva Imp. Ra- dio, S. A. 1931.. Sig. : 111-2212.

343 (02).

LISZT Franz von: Tratado de Del-eclio Pe?lnl. Traducido de la 20.” edición alemana, por Luis Jiménez de Asúa. Tomos TI y III. Ma- drid. Hijos de Reus, Ed. 191’7. 2 vol. Sig. : III-2189/90.

236 REVIST,, DE HISTORIA MILITAR

343 (46)

MEDI?U’A, León : Leyes Penales de EspnUtr: collfoi~me a los textos ofi- cides y Mnwel Mamiió?z. Madrid. Ecl. Reus. 1936. Sig. : 111-2213.

343.01

PRIX-s, A. : La Defensa S’ocial $1 las ïTnlzsfoI-nzncio?bes del Deyecho Yennl. Versión espaííola y phlog-o de Federico Castejón y Mar- tínez de Arizala. Madrid. Hijos de Reus, Ed. 1912. Sig. : 111-2201.

343.1 (4G)

LEY de Enjuiciamiento Crimiwl. Revisada y puesta al día, con las disposiciones complementarias y seguida de un repertorio alfabé- tico de materias. Madrid. Ed. Reus, S. -4. 1934. Sig. : 111-2194.

343.2

CÓDIGO Penal. Libro primevo : Disposiciones gewrales sobre los de- litos 3’ faltas. S. 1. S. i. S. a. Sig. : 111-2188.

344.3

CÓDIGO de Justicia Militar. Madrid. Taller-Escuela de Art. Gráf. Huérf. G. Civil. 1958. Sig.: 111-2211.

347 (46)

CÓDIGO Giviil: Español.. . Madrid. Ed. Reus, S. A. S. A. Sig. : ! II- 2206.

347 (46)

CATALA Y GAVILÁ, Juan Bautista: Texto y Jwisprudexcia del Código Ckril... Segunda edición. Madrid. Imp. de Faustino Gambón. 1924. Sig. : 111-2205.

347 (46)

MEDINA, León : Leyes íkiles de Espa+ia.. . y Mame1 Mamñón. Ma- drid. Ed. Reus, S. A. 1935. Sig. : 2184.

347 (46) (04)

MANRESA Y NAVARRO, José María: Conzentwios nl Código Civil Es- /wñoZ. Quinta edición, corregida y aumentada. 1921. Tomos : III al XII. Sig. : III-2152/2161.

La Caballería en la Historia Militar, por Raúl Lión Valderrábano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

Los ilergetes y sus confederados ibéricos, por la Dra. Mª Teresa Oliveros de Castro . . . . . . . . . 41

El matrimonio de militares en España, por Evangelino Díez Muñiz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57

Organización militar española de la Casa de Borbón (siglo XIX), por Joaquín de Sotto y Montes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89

Oficiales de transformación, por Fernando Gil Ossorio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127

Geopolítica del Océano Indico, por José Hijar Ariño . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 211

Obras publicadas por el Servicio Histórico Militar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 223