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1 Yoko Ono 1 2 3 1. Painting to Hammer a Nail in Cross Version, Yoko Ono, 2000. Museo Vostell de Malpartida 2. Yoko Ono hacia 1960 en NY 3. Yoko con los compositores La Monte Young y Toshi Ichiyanagi en el loft de la artista. Dácil Melgar Pérez de Guzmán

Painting to Hammer a Nail in Cross Version de Yoko Ono

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Yoko Ono

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1. Painting to Hammer a Nail in Cross Version, Yoko Ono, 2000. Museo Vostell de Malpartida

2. Yoko Ono hacia 1960 en NY

3. Yoko con los compositores La Monte Young y Toshi Ichiyanagi en el loft de la artista.

Dácil Melgar Pérez de Guzmán

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Painting to Hammer a Nail in Cross Version

“Inmediatamente después de mi decisión reconozco que sentí un inmenso temor, que

no tenía nada que ver con mis preocupaciones sobre el mérito artístico de la obra, sino

con mi complejo sentido del valor. Tenía miedo de martillear un clavo en un pedazo de

madera reciclada, en cuando que yo participaba y compartía una sociedad que permitía

que hombres, mujeres, niños y otras especies del planeta fueran crucificados. Para mí,

esta obra ha funcionado como una especie de redención, para comenzar una nueva

década con una visión más clara, y para sustituir mi anterior devoción por lo abstracto

por una nueva reverencia a la vida. Yo dedico esta pieza a todos los mártires de la

historia de la tierra.” Escribe Yoko Ono el 4 de enero de 1990 en Nueva York.1

Es difícil, si no imposible, acercarse a una obra de Ono en particular y del movimiento

Fluxus en general sin conocer lo que el artista guarda en la esfera conceptual. Tres

cruces con clavos oxidados pueden sugerirnos simplemente la crucifixión de Cristo, un

tema demasiado convencional como para conformarnos con él como explicación de la

obra de una artista a la cabeza de un movimiento en el que la pista que el público se

propone seguir es más relevante que el objeto. El escrito de Ono desvela las pistas para

comprender su obra, que utiliza un lenguaje aparentemente convencional y muy

concreto para transmitir un mensaje universal de paz y amor.

“Paz y amor” es lo que cantaron los Beatles por aquella época, y Yoko Ono es

recordada como la semilla de la discordia a través de su relación con John Lennon, pero

pocos conocen su historia personal y artística como miembro del grupo Fluxus. Sin

embargo, ambas imágenes de Ono tienen un punto en común: su talento para difundirse

a sí misma como un icono, su capacidad para publicitar su persona, vida y obra gracias

a su mente original.

                                                                                                               1  “Yoko Ono Ebro” Yoko Ono. exposición, Palacio de Sástago, Zaragoza, 21-II – 30-IV, 2000/ textos, Yoko Ono, Pablo J. Rico, Jon Hendricks. Zaragoza, Diputación de Zaragoza, imp.2000. página 179  

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Yoko Ono

La historia comienza en Tokio en 1933. Miembro de la familia imperial, se le permitió

estudiar música y filosofía. A los diecinueve años se trasladó con sus padres a Nueva

York, donde se relacionó con el ambiente bohemio y artístico y se casó con el

compositor Toshi Ichiyanagi. En este momento, la relación entre el mundo y la artista se

transforma, y Yoko ofrece su nido, un piso en la zona emergente de Nueva York, para

funcionar como núcleo de actividades que engendran el Fluxus, donde público y artistas

formarían parte de un mismo movimiento. Su actividad musical está directamente

inspirada por John Cage, amigo de su esposo en aquel momento, que seguía una noción

de arte como algo intrínsecamente unido a la vida y su movimiento y alma, dando lugar

a una música trascendental. Estos mismos conceptos los encontramos en la obra de la

artista que nos ocupa, tan multifacética como su grupo: compone música, hace

instalaciones, escribe, filma…

Yoko Ono reflexiona desde sus inicios sobre la posición del artista contemporáneo,

las críticas que este recibe por tratar de dinamitar el sistema socio-político y la violencia

que esto engendra; y se declara como artista pacífica que no quiere destruir sino

transformar el mundo a través del arte, el cual considera el mejor medio de

comunicación por ser abierto, fluido, imaginativo y participativo. El arte no debe imitar

la vida, pues ésta es solo una parcela de la realidad, sino remitir a las realidades

sumergidas y silenciosas que pertenecen a la mente. No debemos olvidar la tradición a

la que Yoko pertenece: el espíritu Zen está muy presente en su forma de pensar y en su

espiritualidad.

Sus obras son una reivindicación de la naturaleza y lo orgánico, sometidos al proceso

de cambio y movimiento, abiertos a las posibilidades y a las interacciones, al azar y al

destino.

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Fluxus

Fluxus es un movimiento difícil de definir por la diversidad de actividades y

propuestas personales que en el se desarrollan, a la vez independientes y conscientes de

formar parte de un movimiento artístico de vanguardia; esto se añade que muchos de los

historiadores del arte que analizan el movimiento son los propios artistas. Algunos

elementos comunes en las obras de todos ellos es la dimensión teatral, el rechazo a la

pintura como técnica tradicional, la importancia del azar y la acción meteorológica

circunstancial sobre las obras, la necesidad de participación del público para completar

la acción creativa reflexionando a su vez sobre qué es ser artista y autor de una obra…

El arte Fluxus participa de una noción espacio-temporal que desborda los límites

materiales de las obras. Es un reencuentro con las cosas sencillas, carentes de

monumentalidad y grandiosidad. Se abre un debate sobre la posición del artista en el

contexto político y cultural y cómo se interrelacionan. El título, leyenda o explicación

son esenciales para entender la acción, que por tanto tiene una importante dimensión

lingüística. La obra, mayoritariamente efímera o conceptual, se aleja de la concepción

de objeto de museo tradicional reverenciado.

El resultado de estas experiencias es una triple interacción aleatoria abierta a

posibilidades: la de la “pista”, es decir, la concepción e instrucciones del artista; la del

público, que ha de participar y dejarse llevar en la actividad; y la del azar y las

condiciones en que se lleva a cabo el acto creativo y luego en el desarrollo vital de la

obra.

Aunque Fluxus es una reacción al expresionismo abstracto, sí que sigue algunas de

sus características: las historias más divulgadas del movimiento pertenecen

mayoritariamente a hombres blancos, heterosexuales y que encarnan la sociedad

patriarcal. Esto ha sido muy criticado por las feministas, pero Yoko Ono es un ejemplo

de artista dentro de este movimiento ligada íntimamente a su génesis y desarrollo. Por

otro lado, es uno de los movimientos con mayor número de participantes asiáticos y de

otras etnias, integrando además rasgos culturales de estas culturas.

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Reflexiones y posteridad

A principios de los años 60 la artista ya había creado el concepto de “Painting to

Hammer a Nail” (“Pintura para clavar un clavo”) en superficies hirientes como cristal,

espejo, metal o madera; pero cuando lo aplica a la obra de las cruces le añade el

significado de la crucifixión como símbolo del martirio de la humanidad, y clavar el

clavo como una forma de redención, quizás una cura para los traumas posbélicos y una

proclamación de paz.

En “Painting to Hammer a Nail/Cross Version” Yoko Ono nos propone clavar clavos

en las cruces de madera desnudas como un gesto universal. Es un acto propiciatorio y

ritual, una catarsis, en la que los participantes asumen su responsabilidad en el

sufrimiento de la humanidad causado por la violencia del fanatismo y la intransigencia y

se redimen en este acto incruento pero simbólico, liberando sus conciencias de la

inmensa carga de la culpa colectiva y asumiendo metafóricamente el compromiso de

luchar contra la injusticia y la barbarie.

Quizás la aportación que la cultura de Yoko Ono ofrece a sus obras Fluxus es el

concepto simbólico propio de la cultura japonesa en la que el acto “puede convertirse en

realidad” gracias al la concepción mítica de metáfora donde la línea que separa la poesía

verbal de la acción concreta “real” es mucho más fina que en occidente, donde

podríamos decir que el simbolismo consiste simplemente en la materialización de una

imagen.

Fluxus se presenta como un reencuentro con las cosas sencillas. Es sencillo redimirse

clavando un clavo, pero las cruces de madera hacen referencia nada menos que a la

crucifixión de Cristo, un hecho grandioso y monumental con gran trascendencia para la

historia occidental. Podríamos pensar que Yoko Ono lleva una experiencia pública

grandiosa -la historia de la Crucifixión- hacia su experiencia personal de artista oriental

metaforizando en esta historia los males de la humanidad y después hace pública de

nuevo esta experiencia personalizada, compartiendo una experiencia histórica que ha

pasado por su historia íntima para ofrecerse al público de 1960.

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El hecho de que la reflexión de Yoko Ono que leímos al principio pertenezca a los

años 90 se debe a que el concepto de esta obra se generó en los años 60 pero se ha

desarrollado desde entonces adaptándose al entorno, la demanda del público y las

experiencias personales del momento. Esta obra concretamente sufre un cambio de

material en los años 80: Tras el asesinato de John Lennon y una serie de trabajos en

video y grabaciones musicales, retoma su actividad estrictamente visual y objetual y

formaliza algunas de sus obras de los años 60, entre los que se encuentran las cruces,

cambiando los materiales originales que están sujetos a la mutabilidad y fragilidad -

como la madera- por el bronce, que aparentemente tiene un sentido opuesto, pero que

parece más acorde con el momento que se vive en los años 80.

En definitiva, el arte de Yoko Ono aparece silenciosamente, pero su influencia ha sido

constante durante estas décadas, tanto a través de la prensa como de la obra de otros

artistas, y dado que para Ono el arte es ante todo comunicación, puede considerarse

satisfecha tras más de cuarenta años de historia creativa más allá de los límites del arte

convencional. Actualmente, el arte Fluxus no es tan impactante como en su momento

álgido, pero esto se debe a la costumbre y familiaridad que hemos interiorizado gracias

a las obras actuales deudoras de aquel movimiento.

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Bibliografía

http://www.elmundo.es/elmundo/2013/02/15/cultura/1360927070.html (consultado en 5/04/2014) http://www.arteyciudad.com/arte2o/documentos/invespilar.htm (consultado en

5/04/2014)

http://museovostell.gobex.es/vostellhistoria.htm (consultado en 5/04/2014)

“Fluxus” Iñaki Estrella. San Sebastián: Nerea, D.L 2012

“Yoko Ono Ebro” Yoko Ono. exposición, Palacio de Sástago, Zaragoza, 21-II – 30-IV,

2000/ textos, Yoko Ono, Pablo J. Rico, Jon Hendricks. Zaragoza, Diputación de

Zaragoza, imp.2000

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Bibliografía

http://www.elmundo.es/elmundo/2013/02/15/cultura/1360927070.html    

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http://www.arteyciudad.com/arte2o/documentos/invespilar.htm  

 

http://museovostell.gobex.es/vostellhistoria.htm

“Fluxus” Iñaki Estrella. San Sebastián: Nerea, D.L 2012

“Yoko Ono Ebro” Yoko Ono. exposición, Palacio de Sástago, Zaragoza, 21-II – 30-IV, 2000/ textos, Yoko Ono, Pablo J. Rico, Jon Hendricks. Zaragoza, Diputación de Zaragoza, imp.2000