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TRES FIGURILLAS CHUPICUARO EN PARIS

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TRES FIGURILLAS CHUPÍCUARO EN PARIS América Malbrán Porto1

E n la cima de una de las pequeñas colinas que se encuentran cercanas al río Lerma,

se localiza el poblado de Chupícuaro, en el valle de Acámbaro, al sureste del actual

estado de Guanajuato. Es aquí donde surgió la cultura que denominamos con el mis-

mo nombre, cuyo espacio ahora se encuentra cubierto por las aguas de la presa Solís (Fig. 1).

En las postrimerías del primer milenio antes de Cristo, el Lerma constituía una importante ruta

comercial, que conectaba las populosas cuencas centrales con las lejanas regiones del norte y

el oeste de Mesoamérica.

Entre 1926 y 1927 se hicieron los primeros trabajos arqueológicos en el área, dirigidas por En-

rique Juan Palacios, quien asoció la cerámica y demás objetos hallados en sus excavaciones

con los grupos tarascos, que era la cultura conocida en ese momento en la región.

La mayoría de las investigaciones arqueológicas de esta región se realizaron entre 1946 y

1949, encabezados por Rubín de la Borbolla y auxiliado por los entonces estudiantes Román

1. Docente Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México.

Fig. 1. Región del Río Lerma, en el recuadro blanco se enmarca Chupícuaro. Tomado de Darras, 2006

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Piña Chan y Muriel Porter. Los trabajos se

realizaron específicamente en cinco locacio-

nes: en las proximidades del panteón del

pueblo y sobre las lomas vecinas conocidas

como La Joyita, El Infiernito y Mungía

(Porter de Moedano 1956:524), y pusieron

al descubierto varios espacios de inhuma-

ciones, donde se rescataron cerca de 400

entierros en los que se hallaron ofrendas

que comprenden aproximadamente 1300

vasijas y mil figurillas, además de otros ma-

teriales, entre los que podemos contar: me-

tates y molcajetes de piedra; adornos e im-

plementos de hueso; collares y colgantes de

concha; puntas de proyectil y navajas de

obsidiana; instrumentos musicales, vasijas

miniatura y orejeras de arcilla (Estrada Bal-

mori, 1949; Flores y Rivera Estrada 1992:11

-12). Por increíble que parezca es de estas

excavaciones de las cuales procede la ma-

yor parte del corpus actual de conocimien-

tos sobre esta cultura (Darras, 2006), a pe-

sar de que ya se sabía que este complejo

cultural se extendía hacia zonas más exten-

sas en la parte sur de Guanajuato (Porter de

Moedano, Op. Cit.).

Después de 1947 y tras la inundación de

una parte del valle, por la construcción de la

presa Solís, la cultura Chupícuaro permane-

ció asociada a los límites de los pocos sitios

explorados, aun sin los muy numerosos

hallazgos realizados por los saqueadores en

el resto del valle revelaban su dimensión

regional. La segunda mitad del siglo XX se

caracterizó, entonces, por cierto desinterés en

el área, pese a algunas intervenciones aisla-

das, aunque muy productivas (Ídem).

En 1998 se puso en marcha el proyecto

Chupícuaro, encabezado por Véronique Da-

rras y Brigitte Faugère, con el objeto de apre-

ciar las condiciones reales de campo y evaluar

objetivamente el potencial arqueológico del

valle, lo que permitió poner en evidencia la

magnitud de los procesos de destrucción de

los contextos antiguos, debido a la presencia

de la presa Solís, al papel devastador de los

saqueos y al desarrollo de los cultivos intensi-

vos (Darras, 2006).

A pesar de los trabajos arqueológicos, hoy si-

gue siendo poco lo que se conoce de la histo-

ria de este asentamiento que, pese a no haber

realizado arquitectura monumental o grandes

esculturas, es famoso y ampliamente conocido

como un importante centro alfarero productor

de gran cantidad de vasijas y figurillas, que

por su variedad de formas, fino acabado y de-

coración, se han colocado entre las mejores

de Mesoamérica.

La cerámica Chupícuaro

La tradición cerámica de Chupícuaro es una

de las más conocidas del Occidente e incluye

figurillas de cerámica decoradas con motivos

geométricos, así como una gran variedad de

formas de vasijas, como la "boca de estri-

bo" (Williams, s/f:8).

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Desde el periodo Preclásico, en esta región

se produjo una cerámica con gran diversi-

dad de formas: representaciones antropo-

morfas, zoomorfas y maquetas en las que

las personas están plasmadas en grupos o

asociadas con objetos (Darras y Faugère,

2008:66).

Tras los descubrimientos realizados en los

años cuarenta del siglo XX, Muriel Porter

propuso una tipología y cronología de las

representaciones antropomorfas realizadas

en cerámica, misma que sigue siendo válida

hoy en día, aunque ha sido complementada

tras los hallazgos más recientes.

Porter pudo definir dos fases cronológicas,

apoyándose en las correlaciones de los ma-

teriales cerámicos de la Cuenca de México,

de esta manera propuso la existencia de

una fase antigua caracterizada por la cerá-

mica polícroma café y las figurillas denomi-

nadas Choker, representativas de un com-

plejo local que no podía compararse con

ningún otro conocido hasta ese momento, y

la fase tardía a la que correspondía una

cerámica polícroma negra con figurillas del

tipo Slant eyes, similares a las del tipo H4

contemporáneas a Cuicuilco III, Tezoyuca y

Patlachique, ubicadas entre el 300 y 100

a.C. (Porter, 1969:524).

A partir de los trabajos arqueológicos y los

objetos que se encuentran en colecciones

privadas procedentes de Chupícuaro, ha

quedado demostrada la existencia de este

extraordinario y rico complejo estilístico donde

el ser humano es figura central de las repre-

sentaciones; destacando la imagen femenina,

sobre la masculina. Los temas preponderantes

son: la maternidad, las mujeres embarazadas,

mujeres dando a luz y en todos los casos re-

velando el sexo. Mientras que las figuras fe-

meninas, por lo general están desnudas distin-

guiéndose su tocado, peinados y pintura cor-

poral, las representaciones masculinas llevan

taparrabo, cinturón, tocados o gorros (Darras

y Faugère, Op.Cit.:67-68).

Las cerámicas más llamativas de este grupo

son huecas, están pintadas en color rojo con

detalles en crema y están bruñidas, lo que les

da un aspecto terso y de fino acabado. Los

diseños decorativos que aparecen sobre las

piezas son combinaciones geométricas que se

repiten y varían ligeramente en torno a 12 te-

mas básicos que son (Fig. 2): líneas en zig-

zag, espirales, cadenas de rombos, cadenas

de cuadrados a manera de tablero de ajedrez,

triángulos entrelazados, líneas diagonales bor-

deadas por escalones, líneas cruzadas som-

breadas, rombos punteados, rombos sencillos,

triángulos escalonados, elementos crucifor-

mes y bandas de líneas paralelas (Flores Villa-

toro, 1997). Los dibujos presentan una perfec-

ta armonía, son proporcionados y parecen ser

una abstracción de los motivos textiles.

Las figurillas de este tipo miden por lo general

de 30 a 35 centímetros, la mayoría son repre-

sentaciones femeninas, están de pie y tienen

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Fig.2 Diseños decorativos de las figuras Chupícuaro. Tomado de Flores Villatoro, Dolores: 1997

las piernas gruesas, con abdómenes abulta-

dos que sugieren embarazo y comúnmente

las manos descansan sobre el vientre. Todo

lo anterior podría estar revelando la presen-

cia de un culto a la fertilidad.

Como se mencionó, a partir de los años

cuarenta del siglo XX comenzaron a apare-

cer en los museos de todo el mundo figuras

y piezas procedentes de Chupícuaro, en

muchos casos figurillas femeninas, como las

del Museo Quai Branly en Paris.

Las figurillas en la colección del Museo

Quai Branly

Por su particular atractivo, muchas piezas

procedentes de Chupícuaro se encuentran

en las colecciones de los museos más im-

portantes del mundo. Ese es el caso de los

30 objetos que forman parte de la colección

del Museo Quai Branly, en Paris.

Inaugurado en junio de 2006, el Museo Quai

Branly es el resultado de la fusión de la co-

lección etnológica del Museo del Hombre y

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de las colecciones del Museo Nacional de

Artes de África y de Oceanía, englobando

de esta manera a las culturas no occidenta-

les (http://www.quaibranly.fr).

En este trabajo nos enfocaremos en las tres

figurillas femeninas, procedentes de Chupí-

cuaro que se encuentran en dicho recinto.

Una de ellas, y a la que se le ha dado un

papel preponderante, es la denominada “La

Chupícuaro” que desde abril del año 2000

abre el Pabellón de las Sesiones del Museo

del Louvre, y es el emblema y logo del Mu-

seo Quai Branly (Fig. 3).

Se trata de una figurilla femenina de 31 x

22,5 x 14 cm, que presenta pintura corporal

con diseños geométricos, es regordeta y

sus manos descansan sobre su abdomen,

sin llegar a rodearlo. El rostro está sonriente y

pareciera llevar un gorro que no permite ver su

cabello. Las orejas tienen perforación y proba-

blemente de ellas pendía algún tipo de ador-

no. Su sexo es notorio. Las piernas son abul-

tadas, sobre todo en la parte superior, en los

muslos, que están pintados en color crema

con diseños geométricos en negro. Al obser-

varla de perfil se nota que tiene una malforma-

ción consistente en una joroba y se destaca su

abdomen abultado sobre el diseño color cre-

ma y negro de las grecas de las piernas (Fig.

4).

Esta figurilla fue la primera adquisición del Mu-

seo Quai Branly, donada en el año 1998 por el

coleccionista y cineasta franco-canadiense

Guy Joussemet, quien fue conformando su

colección de arte americano entre 1960 y

1973. Desgraciadamente no se conoce la pro-

cedencia de la pieza, salvo que la cédula la

ubica en Acámbaro. La pieza tiene el número

de inventario 70.1998.3.1.

La segunda figurilla femenina también perte-

necía a la colección de Guy Joussemet, se

trata de una pieza que se encuentra en bode-

ga, marcada con el número de inventario

70.2000.18.1 (Fig. 5).

La decoración es policroma con diseño de gre-

cas y rombos en color crema y negro. Su esta-

do de conservación no es tan bueno como el

de “La Chupícuaro”, los colores se ven más

opacos y tiene detalles como el hecho de que

su pie izquierdo está mellado. En la parte de la

Fig. 3. Acceso al Pabellón de las Sesiones del Museo del Louvre, donde se encuentra

la figurilla Chupícuaro

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espalda tiene dos etiquetas: azul "245", rojo

"50", mientras que bajo el pie izquierdo tie-

ne la inscripción "182" y bajo el pie derecho

las letras "CH", probablemente marcando su

lugar de Origen.

Esta figurilla es una miniatura que mide 05,6

x 10,5 x 03,2 cm, y pesa apenas 75 g. Se

aprecia en ella una marcada deformación

craneana y pareciera llevar una banda en la

cabeza. Tiene el rostro sonriente y se obser-

van perforaciones en las orejas, tal vez para

colocar algún tipo de pendiente. El cuerpo

de la figura es rectangular y al frente se en-

cuentra la decoración de entrelaces en zig-

zag, que se dejaron aprovechando el color

rojo de la figurilla así como diseños romboi-

dales con puntos negros sobre crema. Se

notan apenas sus pechos y las manos des-

cansan sobre el abdomen.

La única referencia que se tiene sobre su ori-

gen, en la cédula de registro es la inicial “CH”

aludiendo a Chupícuaro, Guanajuato.

La siguiente figurilla femenina tiene el número

de inventario 71.1967.26.1, y fue donada en

1967 al entonces Museo del Hombre, por el

arqueólogo y anticuario Jean Roudillon. Esta

figurilla es semejante a la anterior, mostrando

deformación craneana y un diseño en la cabe-

za que podría asemejarse a un tocado o gorro.

Lleva pintura facial alrededor de la boca que,

como las anteriores, está sonriente.

Tiene cuatro triángulos en el pecho, realizados

en color crema con grecas y triángulos negros.

Las manos están a los lados del abdomen y

Fig. 4. La Chupícuaro, de frente y perfil Museo quai Branly fotos Arnaud Baumann

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Una de las ventajas para los investigadores es

el hecho de que sea posible consultar en línea

la colección del museo Quai Branly y que se

puedan ver las piezas y acceder a su ficha de

inventario sin la necesidad de estar físicamen-

te en el lugar, en este caso Paris. Sin embargo

la poca información de las cédulas de registro

obliga al estudioso a profundizar en los traba-

jos de investigación realizados hasta la fecha

para poder hacer comparaciones entre estas

piezas y las que han sido localizadas in situ

para así ampliar la información existente sobre

los materiales que se hallan en museos ex-

tranjeros, colecciones privadas y particular-

mente sobre el corpus general de figurillas

Fig. 5. Miniatura femenina, se aprecia deformación craneana

Museo Quai Branly foto Arnaud Baumann

en los muslos se le colocó una banda en

color crema con tres líneas horizontales y

pequeñas líneas verticales tanto arriba co-

mo abajo. Es evidente que la manufactura

de esta figurilla es más burda que la llama-

da “La Chupícuaro” (Fig. 6).

En este caso el sexo apenas es evidente.

Sus medidas son 29,5 x 15,5 cm y como las

anteriores la procedencia es desconocida,

salvo que se asocia con Chupícuaro.

La información que se tiene sobre estas fi-

guras es muy escueta, debido a que proce-

den de excavaciones no contraladas. Sin

embargo su filiación con Chupícuaro es in-

negable.

Fig. 6. Figura femenina, se aprecia deformación craneana similar a la anterior

Museo Quai Branly foto Arnaud Baumann

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Chupícuaro, que estamos seguros puede

producir abundante información, lo cual sólo

se logrará a través de la revisión metódica

de las figurillas aplicando parámetros de

descripción uniformes, la consideración de

los aspectos de la cultura material y un exa-

men sistemático de las diferentes coleccio-

nes.

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Darras, Véronique

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Centro de México durante el Preclási-

co reciente. Una crítica de las interpre-

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23 agosto 201.

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