Hola, me llamo Dhamar y tengo 21 años; comencé mi vida sexual un poco antes de mis quince justo como la mayoría de los adolescentes en México, e idénticamente al 50% de ellos sin la suficiente información como para tomar decisiones adecuadas.

Mi primera vez no fue algo planeado o mágico, se fue dando poco a poco; mi novio de ese entonces quién es cuatro años mayor que yo me explicó desde cómo poner un condón hasta casi todo lo que se, pero justamente esa primera vez llena de mala suerte, prisas y excitación el condón se rompió.

Y así fue, no sentí nada en el momento, ni dolor, ni vergüenza, ni ninguna de las supuestas sensaciones que las mujeres tienen al perder su “Virginidad”, como en ese entonces lo llamaba, pero la preocupación me consumió por las semanas siguientes aún después de comprar el anticonceptivo de emergencia. En este punto quiero que me imaginen: Sin ninguna experiencia, sin nadie con quien consultarlo más que él, estresada y con un remordimiento de consciencia que hasta me fui a confesar por miedo a haber pecado y que probablemente recibiría un embarazo como castigo.

Yo ya no quería seguir teniendo relaciones sexuales porque lo único que en realidad me había quedado era la agonía de las semanas posteriores pero por mucho que trataba de controlar las situaciones cuando el faje subía de nivel era casi imposible. Uno de esos días cuando la libido estaba incontrolable y ya me encontraba tremendamente prendida mi ex me dijo que conocía una forma para que no quedara embarazada, y gracias a lo mojada que me encontraba, tuve mi primera penetración anal. Para ese entonces yo no sabía que era diferente a la penetración vaginal, pero dolió, ¡Dolió muchísimo!, Sin embargo, trate de que no importara y afectara porque la excitación del momento nada tenía que ver con el placer físico; disfrutaba que él sintiera placer, por lo que aunque lastimaba no lo mencioné.

¿Cuántas veces lo hice anal, cuántas aguante? No lo recuerdo, sin duda ha sido algo que llevo años bloqueando para que no me alcance, para que no me hiera más; porque sí lo recupero me llenaría de culpa pero sobre todo porque querría odiarlo. Hoy sólo me quedan preguntas, preguntas que al pensarlas me llenan de lagrimas los ojos. ¿Cómo él sabiendo lo que hacía, siguió? ¿Cómo antepuso su placer que mi integridad? Y sin duda las preguntas principales: ¿Por qué no dije nada? ¿ Por qué no me informé?

Cuando intento contestarme se presenta una constante de mil emociones que se vienen sobre mi como avalancha, lo que pasó sigue poco claro; líneas borrosas entre el consentimiento y la desinformación, líneas que nadie te explica a lo largo de tu vida y cuando los hechos suceden traen consigo una carga cultural de culpa para

acallarlo en tu mente, negarlo para no revivirlo. Sin embargo, de lo que quiero hablar en este momento es de la sexualidad, ¿Cómo es que yo aprendí cual era el rol que debía fungir al momento de la copulación cuando nadie me había hablado de esto? ¿Cómo sabía que era más importante que él disfrutara a que yo no lo estuviera haciendo?

Foucault (1973) en Historia de la sexualidad me explicó un poco sobre cómo mi cuerpo, el de él y el de todos se ven regulados por las prácticas sociales, y por lo tanto se domina nuestra sexualidad; porque como el dice: No es que está sea reprimida sino mediante su constante habla se explica implícitamente como debe ser. Sin embargo, no fue hasta que me encontré con Federeci en el libro de Calibán y la bruja (2010) cuando entendí que no todos los cuerpos son regidos bajo la misma normatividad; mi cuerpo no era igual al de él y por lo tanto no significaban lo mismo ó jugaba bajo las mismas condiciones.

En el momento que yo me enteró de lo anterior aún sentía un vacío, y quizá esté sólo había aumentado; yo no me sentía diferente a él, yo no creía que mi placer no fuera relevante o que tuviera menor importancia, sin duda éramos diferentes físicamente pero al haber sido criada en una clase media alta y en una familia de dos hijas nadie me había tratado distinto que a un hombre o había puesto sus necesidades por encima de las mías, entonces: ¿Cómo llegué a lo antes mencionado?

No solo la sexualidad sino todas nuestras conductas son casi pre-determinadas antes de nuestro nacimiento, el simple hecho de ser macho a ser hembra hace una diferencia abismal. Al yo ser mujer, fue tácito lo que me tenía que gustar de niña: Muñecas, jugar a la comida, el color rosa, etc. pues sí no era de esta manera siempre existía alguien que te recordaba que debía serlo ó simplemente eras excluida de la sociedad, así aprendes a seguir las reglas para no ser distinta y para poder pertenecer; a lo largo de mi crecimiento y gracias al dispositivo mediante el cual funciona la colectividad me vi forzada a identificarme con roles muy establecidos por medio de películas, publicidad y juegos, hasta que mi deseo se vio completamente moldeado a lo que tenía que ser según mi cultura.

Ahora sé que mi cuerpo socialmente no tiene la misma carga educacional ni significativa, sé que de acuerdo a patrones inculcados mediante la cultura actúo de tal o cuál forma, y por lo mismo creo que llegué al punto en el que me cuestiono: ¿Qué puedo hacer yo para re-significarme y poder actuar de acuerdo a lo que a mi me plazca? ¿Qué puedo hacer para encontrar mi valor?

En el libro dibujando el género, Coll-Planas (2013) cita a Sheila Jeffreys: “En nuestra sociedad la desigualdad de poder está connotada eróticamente. Si no cuestionamos lo que hacemos en la cama, no podremos llegar a construir relaciones igualitarias entre mujeres y hombres”. Actualmente me informo y procuro que el conocimiento se esparza, pero aún no se puede negar que es un hecho que siguen existiendo millones de adolescentes sin el acceso al entendimiento de la sexualidad y sus cuerpos.

Aunque pareciera que afirmo que la clave se encuentra en informarnos existen otras áreas que detallan cómo la diferencia de géneros es aún más grave y conforma una violencia determinante, como lo es la cultura de la violación:

Siempre me he considerado aventurera, nunca me he detenido por miedo ó quizá nunca lo había sentido real, aún así me encanta salir a divertirme y beber alcohol desde que recuerdo. Durante preparatoria tuve muchos amigos en quienes confiaba porque aunque hubo momentos en los que intentaron besarme o algo más siempre respetaban cuando yo no quería, sin embargo, para la universidad todos se fueron de ciudad y yo cambié de institución; igual, yo estaba decidida a seguir con mi estilo de vida.

En la fiesta de bienvenida de primer semestre bebí como de costumbre pero tomé la mala decisión de llevar mi coche al antro; toda la noche la pasé con mi generación hasta que me encontré con un “amigo” de la ciudad de donde soy, él y yo habíamos sido pareja cuando yo tenía trece años pero después de eso no volvió a suceder nada y la comunicación era casi nula pero agradable cuando la había, se acercó a saludarme y me invitó una cerveza platicamos un rato y bailamos otro pero en general estuvimos con mis amigos en bolita. Cuando me di cuenta que mis roomies se había ido y ya estaba muy tomada le dije que me iría en taxi pero el se ofreció a llevarme en mi coche a la casa y después el regresar en taxi a la suya; al salir del antro me encontré con algunos compañeros de preparatoria los cuales mostraron su preocupación de que me estuviera yendo con el pero les dije que todo estaba bien porque lo conocía.

Una vez en el coche el comenzó a invitarme a tomar otra botella que estaba en su casa pero como yo estaba muy tomada la rechacé y le pedí que por favor me llevara a la mía pero el insistió e insistió, luego comenzó a manejar hacía su casa sin que yo hubiera accedido. Por primera vez desde la salida del antro comencé a preocuparme porque aunque el había dicho que no vivía lejos yo no sabía como regresarme pero poco a poco la preocupación cambió por miedo cuando el comenzó a intentar tocar mi pierna e ir subiendo su mano, en ese momento me paralicé lo único que logré fue apretarlas para que su mano no alcanzara mi entrepierna no quise parecer agresiva porque no sabía como el reaccionaría, además ¿Qué se supone que hiciera? Me encontraba en una parte de Morelia que no reconocía, a las tres de la madrugada y sin la menor idea de cómo defenderme, por lo que lo primero que se me vino a la mente fue hablar de mi novio, como si un hombre no presente en el momento fuera más imponente que lo que yo pudiera hacer o decir, pero lo hice hable de lo buena que era mi relación y cuanto amaba a mi pareja, el continuó intentando subir su mano.

Llegamos a su casa y el me pedía que me bajara a tomar pero al ver que no lo haría me dijo que el bajaría por ella para entonces tomarla en mi casa o en el coche, yo solo asentí. En el momento en el que el entró yo me cambié de asiento y prendí el coche para arrancar e irme como pudiera, sin embargo el alcanzó a escuchar y se regreso corriendo, me atravesó y forcejamos por la llave pero cuando comenzó a lastimar mi mano la solté; todo se había puesto muy violento por lo que regresé a mi lugar y esperé a que saliera con el alcohol. En el camino de regresó no dije ni una palabra e intenté hacerme la dormida; en cuanto íbamos llegando vi a una de mis compañeras de casa en la puerta con su novio y al momento de quedar completamente estacionados me bajé corriendo y llorando, traté de explicar lo que

sucedía pero solo le terminé pidiendo que no lo dejara entrar y me subí para intentar tranquilizarme.

Al día siguiente, con una cruda impresionante me levanté y fui a clase, unos compañeros me preguntaron que a donde me había ido y al terminar de explicarles lo que me había pasado su contestación fue: “!Ay, Güey que esperabas si le diste entrada aceptando la cerveza y bailando con él! Omití cualquier tipo de comentario porque me sentí increíblemente puta; ¿A lo mejor yo había hecho algo, mandado algún mensaje, bailado demasiado provocativa, qué se yo cualquiera de esas cosas que se pueden mal interpretar? Al pensar en esto sentí la necesidad de contarle a mi novio pues probablemente lo había casi cuerneado al provocar a otro, y lo hice, pero solo con la esperanza de que el me diera otra respuesta, sin embargo lo único que hizo fue regañarme; ¿Cómo era posible que hubiera aceptado la ayuda de ese tipo? ¿Qué tenía en la cabeza por confiar? Y si ¿Estaba segura de que yo no había hecho algo más para que el entendiera otra cosa? Esas fueron el tipo de respuestas que recibí.

Pareciera increíble que cuando le cuentas a alguien una situación de peligro de este tipo su primera respuesta es insinuar que la culpa es tuya, tanto por haber aceptado la cerveza como por confiar. No fue hasta hace poco durante una clase de género y prácticas sexuales donde se habló del consentimiento, cuándo entendí: No importa que haya bailado provocativa, no importa que haya aceptado la cerveza o que haya confiado en alguien que a pesar de que consideraba cercano no lo era tanto, yo no estaba dando mi consentimiento, yo no quería más y eso debió de haberse respetado.

Sí a mi hace unos años alguien me hubiera comentado sobre la cultura de la violación me habría parecido una enorme estupidez, ¿A quién se le ocurre que la violación se promueve a través de la cultura?, es más, aún cuando me sucedió lo que acabo de relatar a la primera que juzgue fue a mi misma, pero entonces, cómo es posible que:

En México la violencia sexual a aumentado en los pasados 5 años, afirma Juan Omar Fierro en el periódico El Universal (2016). Durante estos se han registrados 3 millones de casos de violencia sexual, lo que equivale a 600 mil casos por año y a mil 345 casos por día, estudio realizado por la comisión ejecutiva de atención a victimas; sin embargo, otro estudio denominado Las otras víctimas invisibles agregó que el 90% de las victimas son mujeres y señala que sólo se han iniciado en México 83 mil averiguaciones en los pasados 5 años. Aunque no podemos negar que México tiene un problema mayor en resolución de delitos, la CEAV advierte que en el caso

de delitos de índole sexual hay una cifra mayor amplificada por la estigmatización de las víctimas.

Aunque pareciera irreal que las instituciones o en mi caso compañeros y novio me estigmatizaran o estigmaticen, por el agravio sexual es una realidad comprobable. Mónica Cruz cita a Nayeli Palacios quien sufrió violencia sexual en el metro de la ciudad de México y después pasó a denunciar; ella describe el proceso que esto conlleva, desde llegar con los policías quienes serán los primeros en disuadirte a no proseguir hasta el proceso psicológico y medico en los cuales también trataran de convencerte de no continuar; sin embargo ella invita a todas las mujeres a no desistir a pesar de esta cultura de la violación. (Verne, 2016)

Ahora bien, hablemos un poco de cómo la sociedad llegó a la apropiación del cuerpo de la mujer y la correlación que tiene con la respuesta de la gente hacia el comportamiento de la misma, pero para eso tendré que hacer referencia a la historia de la imposición del capitalismo, la explicación y recapitulación de la historia que ofrece Federeci (2010).

Antes de la privatización la sociedad funcionaba en comunidad, todo era para todos porque se trabajaba para el señor feudal, pero las personas no estaban satisfechas; lo que llevo a un proceso de revolución que se desarrollo a lo largo de la edad media conformado por herejes, mujeres y hombres, sin embargo el colapso demográfico de la peste negra puso las jerarquías sociales en total descontrol y a finales del siglo XV se inicio una contrarrevolución creada por la iglesia y los burgueses, así comenzó la caza de brujas degradando a todas las mujeres sin importar su clase; la violencia fue el principal medio en el proceso de acumulación primitiva.

Pero, ¿Por qué las mujeres? Existen dos temas clásicos: La privatización de la tierra y la revolución de los precios, sin embargo en el libro se añaden las políticas que la clase capitalista introdujo con el fin de disciplinar, reproducir y ampliar al proletariado europeo, comenzando con el ataque que lanzó contra las mujeres lo que desembocó en un “nuevo orden patriarcal”, el “patriarcado del salario”, la “esclavitud del salario”.

Para regular la procreación que en este momento de la historia era un factor de suma importancia; se quebró el control que las mujeres tenían sobre este, demonizando cualquier forma de autorregulación de la natalidad y sexualidad no procreativa, imponiendo penas severas a la anticoncepción, aborto e infanticidio. Por lo tanto podemos decir que las mujeres fueron esclavizadas a la reproducción, “Sus úteros se transformaron en territorio político controlado por los hombre, y por

ende, el estado: La procreación fue directamente puesta al servicio de la acumulación capitalista”. Federeci (2010)

Así, la desposesión de la tierra y la devaluación del trabajo asalariado femenino condujo también a la masificación de la prostitución, creando una nueva división sexual del trabajo dando a los hombres libre acceso a sus cuerpos, su trabajo y al de sus hijos. La familia, dice, comenzó a separarse de la esfera pública y se configuró en la institución más importante para la apropiación y el ocultamiento del trabajo de las mujeres; en la clase alta, la propiedad daba al marido poder sobre su esposa e hijos, mientras que la exclusión del salario daba a los trabajadores un poder similar sobre sus mujeres.

A partir de la teoría mencionada anteriormente y las dos historia que he relatado, me permito hacer una afirmación: El cuerpo de la mujer continúa estando a disposición del el hombre, nos educamos a encajar en una sociedad dónde todo sigue apuntando a la objetivización de la mujer, a la regulación de su sexualidad en torno a la reproducción y la negación de su placer; y nos oponemos a cambiar la cultura de la violación porque implica un cuestionamiento propio de situaciones donde nos hemos juzgado a nosotrxs, a los otrxs creyendo que era lo correcto.

Finalmente entiendo de dónde aprendí que el placer de mi novio era primordial, el por qué muchos hombres cuando vas al antro creen que pueden imponerse antes que tus deseos o simplemente pensar que pueden opinar de tu cuerpo cuando vas por la calle. Ahora después de todo un semestre quiero retomar a Virgine Despentes (2006) en el libro de Teoría de King Kong y afirmar que “El ideal de mujer blanca, seductora pero no puta, bien casada pero no a la sombra, que trabaja pero sin

demasiado éxito para no aplastar a su hombre, delgada pero no obsesionada con la alimentación, que parece indefinidamente joven pero sin dejarse desfigurar por la cirugía estética, madre realizada pero no desbordada por los pañales y por las tareas del colegio, buen ama de casa pero no sirvienta, cultivada pero menos que un hombre, esta mujer blanca feliz que nos ponen delante de los ojos, esa a la que deberíamos hacer el esfuerzo de parecernos.” Se puede ir a la chingada.

Soy Dhamar, tengo 21 años; comencé a ser feminista hace un año y ahora puedo retomar todas las experiencias que he vivido de una manera critica y política.

Video sobre cosificación de la mujer en anuncios:

https://www.youtube.com/watch?v=314A1HnGc3Q&t=168s

Bibliografía

COLL-PLANAS, Gerard (2012). La carne y la metáfora. Una reflexión sobre el cuerpo

en la teoría queer. Madrid: Egales.

CRUZ, Mónica. (2016) La carta viral sobre la odisea de poner una denuncia por

acoso en méxico. Verne: c/ Miguel Yuste, 40 28037, Madrid

DESPENTES, Virgine. (2006). Teoría King Kong. Barcelona: Melusina, 2006.

FEDERICI, Silvia (2004). Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación primitiva .

Madrid: Traficantes de sueños, 2010.

FIERRO, Omar. (2016) Aumenta la violencia sexual en México en 5 años. El

Universal: Bucareli, Juárez, Cuauhtémoc. CP. 06400, México DF.

FOUCAULT, Michel (1977). Historia de la sexualidad I. La voluntad de saber. Versión

Digital.