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GIJÓN, 5 de julio de 2020 • DIARIO DE LA SEMANA NEGRA • DECANO DE LA PRENSA NEGRA MUNDIAL ÉPOCA XXXIII GRATUITO 3 PeRSeveRancia Por José Ramón Gómez Cabezas Página 2 La coBaRdía coMo viRtud Por Michel Suárez Páginas 4 y 5 q A pesar de todo. Del virus, de la dura competencia del entretenimiento digital, de la crisis. Se siguen escribiendo libros, se siguen leyendo y los lectores siguen acudiendo tan en masa como pueden a este festival a fin de conocer en persona a sus autores predilectos. Autores como nuestro muy querido Juan Bolea, un recio aragonesote que escribe maravillosamente y ayer nos presentó su Sangre de liebre. Hoy tendremos aquí a Marta Robles, a Lorenzo Silva y a otros escritores menos conocidos pero no menos meritorios, tejedores de historias subyugantes. La Semana Negra no se detiene; no la detiene nada; ja- más nada lo hará. Seguimos. www.semananegra.org LITERATURA LITERATURA A PESAR DE TODO A PESAR DE TODO

LIITTEERRATTUURRAA GIJÓN, 5 de julio

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GIJÓN, 5 de julio de 2020 • DIARIO DE LA SEMANA NEGRA • DECANO DE LA PRENSA NEGRA MUNDIAL • ÉPOCA XXXIII • GRATUITO • Nº 3

PeRSeveRanciaPor José Ramón Gómez Cabezas

Página 2

La coBaRdíacoMo viRtud

Por Michel Suárez

Páginas 4 y 5

q A pesar de todo. Del virus, de la dura competencia del entretenimiento digital, de la crisis. Se siguenescribiendo libros, se siguen leyendo y los lectores siguen acudiendo tan en masa como pueden a estefestival a fin de conocer en persona a sus autores predilectos. Autores como nuestro muy querido Juan

Bolea, un recio aragonesote que escribe maravillosamente y ayer nos presentó su Sangre de liebre. Hoytendremos aquí a Marta Robles, a Lorenzo Silva y a otros escritores menos conocidos pero no menosmeritorios, tejedores de historias subyugantes. La Semana Negra no se detiene; no la detiene nada; ja-más nada lo hará. Seguimos.

www.semananegra.org

LITERATURALITERATURAA PESAR DE TODOA PESAR DE TODO

Page 2: LIITTEERRATTUURRAA GIJÓN, 5 de julio

domingo, 5 de julio de 20202

ASOCIACIÓN SEMANA NEGRA

Presidenta: Susana Quirós

Director de la SN: Ángel de la Calle

Gerente: Ceferino Menéndez Buelga

D.L

.: A

s-2.3

91/2000

Redacción: Jesús Palacios

Luismi Piñera

Miguel Ángel Fernández

Colaboradores: Michel Suárez

José Ramón Gómez Cabezas

Fotografía: Emilio Carrasco HernándezPreimpresión: Morilla Fotocomposición

Edición y diseño gráfico: Ángel de la Calle

Dirección: Pablo Batalla Cueto

...recordamos a Luis Sepúlveda con Beatriz Ratoy Miguel Rojo...

...y a Clara Campoamor con Dulce Gallego y Marta Robles.

Perseverancia

Estaba terminando el proceso, siempre odioso, de correcciónde La balada de los ahorcados, o eso creía yo, cuando vi la con-vocatoria de un premio literario en el que había sido finalista unpar de años antes. Tenía dotación económica, casi simbólica y pu-blicación. Me animé. La fecha de cierre era en una semana y apu-ré un par de días para terminar de corregirla. Creía cumplir todoslos requisitos de la convocatoria y lo envié: estábamos a tiempo;incluso me sobraban días.

A las dos horas recibí respuesta. Mi manuscrito, al parecer, nocumplía parámetros. Me lo devolvieron la primera vez que lespregunté. Habían eliminado espacios entre capítulo y capítulo, elinterlineado lo habían reducido al mínimo; título, párrafo intro-ductorio y capitulo 0 estaba todo en la primera página. Con esasdirectrices, efectivamente, mi manuscrito se quedaba a unas quin-ce páginas de cumplir criterios. Tras varios e-mails cruzados don-de no vi posibilidades, me recordaron que a la convocatoria aúnle quedaban cuatro días para cerrar.

Nunca fui conformista; tampoco va conmigo el lamento o laresignación. Tenía cuatro días. Bien, estaba dispuesto a aprove-charlos, aunque a decir verdad no soy un tipo de escritura hiper-fluida. Recuperé ideas eliminadas, amplié párrafos, profundicé enalgunos diálogos, incluso le di más peso a uno de los personajes

del previsto inicialmente. El primer día pensaba que no iba a lle-gar; al segundo me reconfortaba ver lo que llevaba avanzado; altercero empezó a gustarme todo aquel tiempo apresurado de reco-rrección; al cuarto no estaba convenido ni mucho menos de ganarel premio, pero sí de haber hecho un buen trabajo sin caer en lasgarras de la decepción ni del pánico.

Esta vez sí, lo aceptaron. Había estado a punto de pisar elcampo minado que rodeaban los límites de la convocatoria, perolo aceptaron y yo descansé sin escribir nada por lo menos otroscuatro días.

Diez días antes de la entrega, me llegó un correo del organi-zador, el mismo con el que había estado peleando a través del co-rreo. Mi manuscrito La balada de los ahorcados era uno de los fi-nalistas. También había otros autores, entre ellos José MaríaGarcía, con el que he coincidido como finalista hasta en cuatroocasiones: incluso he compartido premio literario con él, ex ae-quo que se dice.

Pero este premio no lo gané, que me imagino es lo que os pre-guntareis. Saltó el estado de alarma y el festival y todo se hizo te-lemáticamente. No pude siquiera darle la mano al ganador nicharlar en persona con mi amigo José María.

Os sonará a frase hecha, de esas que nuestros correctores nospiden eliminar del texto a la primera de cambio, pero al estar definalista me sentí ya ganador. Mi autoestima había recibido un

empujón, mi persistencia también. No había ganado, pero teníatiempo, o eso creía yo, para seguir enriqueciendo el texto. Me pu-se a ello con calma y a la semana o así recibí otro e-mail del or-ganizador de ese premio que no gané, pero del que fui finalista.Me pedían permiso para que leyera el manuscrito la misma edito-rial que publicaba el premio y al editor le gustó. Tres meses des-pués, aquí estamos. No puedo decir mucho más, ni dar consejosde esos fáciles de escuchar y difíciles de aceptar. Simplemente te-ned fe y humildad en vuestro trabajo. Curráoslo y, también por sios sirve, ponedle una pizca de persistencia. Suerte.

Nueve escritores invitados a esta edición de la Semana Negra nos hablan de la escritura de sus libros; de la chispa que la motivó,las procelosidades de su proceso de documentación o las dificultades y obstáculos encontrados durante la redacción

y cómo se resolvieron, con vistas a aconsejar y ayudar a escritores noveles o que aspiran a serlo.

Hoy, José Ramón Gómez Cabezas

nos habla de su La balada de los ahorcados.

Page 3: LIITTEERRATTUURRAA GIJÓN, 5 de julio

domingo, 5 de julio de 2020 3

«Una novela de engaños, en la que todostienen intereses y dicen medias verdades»: asípresentó ayer José Manuel estébanez Sangrede liebre, la última novela de Juan Bolea, unaño más en la Semana Negra y en esta ocasióncon una nueva «peripecia» protagonizada por eldetective aragonés Florián Falomir y su agenciaLas Cuatro Efes. Falomir recibe aquí a Lu San-gara, un artista bohemio que acaba de casarsecon la hija del millonario Abdón Chaure encontra de la opinión de éste. Durante una juer-ga con prostitutas, Lu ha perdido su reloj, rega-lo de boda de su mujer valorado en treinta mileuros; y Falomir, comprometido a recuperarlo,y que comienza por interrogar a Denise, la ami-ga con la que Lu ha pasado la noche, en el Sa-lón Cosmos, acaba adentrando en una espiralde pasiones, «con la avaricia de la fortuna —re-za la sinopsis del libro— y la moneda del sexoresonando en sus vacíos bolsillos como los ecosde los deseos de los demás personajes». La tra-ma «bucea en la relación entre el amor, el po-der, el dinero y sus devastadores efectos cuan-do la fórmula está descompensada en alguno desus elementos». A Falomir, lo acompañarán enesta entrega un combativo socio, Fermín For-tón, y la secretaria de su agencia, la cubana Be-nita Cortés.

Bolea explicó ayer su voluntad de reflejar, através de la poderosa familia de los Chaure, «elviejo patriarcado rural de tantas zonas de Espa-ña», con sus personajes «extraordinariamenteintensos», así como el singular entorno de LosMonegros, un desierto de «tierra caliza y yesosdonde la luz cae a peso», convirtiéndolo en «un

territorio muy espiritual, muy desnudo, una es-pecie de espejo de tierras donde las soledadesson enormes, la población muy escasa y hay«fincas enormes y grandes cotos de caza». Elautor presenta a una «familia dirigida con ma-no de hierro» por Abdón Chaure, el patriarca,que mantiene desde el primer momento una re-lación «de violencia extrema» con su yerno, aquien detesta. El título del libro hace referenciaa la condición de cazadores de los protagonis-tas, y concretamente, a las liebres que se le cru-zan por las noches al detective Falomir y quequedan hipnotizadas por las luces de su auto-móvil cuando atraviesa los caminos de la finchade Chaure. Sangre de liebre es —afirmó Bo-lea— una «novela psicológica» y también unanovela clásica, con elementos dispares que aca-ban encajando como las piezas de un complejorompecabezas.

No será ésta —prometió Bolea— la últimaperipecia de Florián Falomir, quien «va a teneruna larga vida» porque ha gustado a los lecto-res y porque —explicó el autor— «es un perso-naje muy vivo, muy real para mí» en compara-ción con su otra detective fetiche, Martina deSanto, un personaje mucho más «irreal» que re-suelve «casos extraordinarios» con gran inteli-gencia, al modo de un Sherlock Holmes. «Falo-mir, no; Falomir coge el primer caso que le en-tra por la puerta, porque es real; y ese caso notiene por qué tener brillantez ninguna, aunquepueda dársela la complejidad psicológica quepodamos hallar a lo largo del libro».

Conoceremos, sin duda, esos nuevos casosde Florián Falomir en la Semana Negra.

Conocíamos a ignacio del valle por suserie de suspense histórico protagonizadopor Arturo Andrade y otras novelas que no separecen a la que ha venido a presentar a estaSemana Negra: Coronado, un relato de laexpedición liderada por el español FranciscoVázquez de Coronado que recorrió el sud-oeste del actual Estados Unidos a mediadosdel siglo XV, y descubrió para los ojos euro-peos el Cañón del Colorado. Es éste, así, unbrusco viraje de registro que ha sorprendido,aunque Del Valle aseguró ayer que no es tal:«Ya con veinte años tengo cuentos que se ti-tulan Tenochtitlan y que retratan el desem-barco de cortés en Veracruz».

Del Valle quería novelar, explicó, algúnepisodio poco conocido de la historia ameri-cana de España. «Consulté mucho la Biblio-teca Nacional de Madrid y fui pidiendo cró-nicas de Indias: Gómara, Fernández deoviedo, el inca Garcilaso… Yo iba viejdopersonajes trillados, como Cortés o Aguirre,pero de repente llegué a Bernal díaz delcastillo, el cronista de la entrada de Cortésen México, que es otro nivel; una gran nove-la de aventuras en la que en un momento da-do me topé una referencia transversal a un talCoronado que se había ido al norte, a las tie-

rras nuevas», explicó. Y entonces se zambu-lló de lleno en la gesta de aquellos hombresque recorrieron las actuales Arizona, NuevoMéxico, Texas, Oklahoma y Kansas buscan-do la legendaria Cíbola, siete ciudades llenasde riquezas. La novela está contada en pri-mera persona por fray Tomás de Urquiza, unfraile franciscano cuya mirada permite a DelValle no sólo contar la expedición, sino todaslas dimensiones del mundo del siglo XVI; yhacerlo con el aroma estilístico de las cróni-cas de Indias. El autor utilizó entre ochenta ycien libros para documentarse, desde las pro-pias crónicas hasta cartas enviadas por losemigrados a América a sus allegados en Es-paña para convencerles de que cruzaran elAtlántico; epístolas —dijo Del Valle— «muycontemporáneas, muy emocionantes, en lasque mienten continuamente, pero tambiénreflejan imágenes de belleza, de humanidad;los ves desesperados por compañía, amigos,amadas…».

A Del Valle lo presentó José Manuel es-tébanez, que alabó como «una cosa particu-larmente fascinante» de la novela su reflejofiel de «la dimensión romántica de la Con-quista; de cómo aquellos hombres iban bus-cando la riqueza pero también la gloria; nosólo beneficios materiales, sino también unelemento espiritual; y también cómo iban aconquistar pero fueron transformados tam-bién por las gentes que encontraron; por nue-vas formas de comunicación, de percibir elmundo y el universo» en aquello que era noya «un territorio inexplorado», sino casi «unplaneta nuevo». A Ignacio del Valle le resul-taba especialmente interesante cómo los con-quistadores iban a América con la cabeza lle-na de un mundo de lecturas fantásticas y le-yendas que los espoleaba: «Creen que va ahaber dragones, amazonas, tribus que duer-men debajo del agua… El choque entre la re-alidad y lo que esperan encontrar es apasio-nante». Y el mundo americano, «una amalga-ma apasionante para un escritor», con«guerras contra todo tipo de tribus, diecisie-te lenguas distintas, el momento de encon-trarse con quinientos mil bisontes y lanzarsea cazarlos a lanza…».

Del Valle no quería «hacer una novelacomercial al uso»; y en efecto es una novelasingular ésta que ayer se presentó en el PatioCCAI. Alta literatura; de eso va este festival.

EN BUSCA DE

CÍBOLA

Pocos amigos tan antiguos tieneeste festival como José Luis Muñoz,uno de los autores presentes en la inol-vidable primera Semana Negra, en elpuerto de El Musel, allá por el ya leja-no año 1988. Treinta y dos años deamistad, para más señas. El escritorsalmantino, 37 años por entonces, bor-dea ya la setentena y cuenta ya con na-da menos que cincuenta títulos a susespaldas. Se acordaba ayer Muñoz deaquella primera SN y se recreaba en«la nostalgia de muchísimos colegasque ya no están con nosotros» y en los«recuerdos imborrables de aquellasprimeras semanas negras que eran es-pectaculares», bien es cierto, apuntócon humor, que, «entre otras cosas,porque con treinta y tantos años, yo te-nía mucha más marcha de la que tengoahora».

El viaje infinito es —explicó suautor— «un libro muy especial»; noun título más entre esa mareante cin-cuentena de los firmados por Muñoz.

Hay, dijo, tres títulos concretos queconcitan en él un cariño especial porser «un poco más personales»; por ha-ber sido escritos, explicó, «para cono-

cerme»: Tu corazón, Idoia, de 2011,«una reflexión sobre la vida», y Lamanzana helada, «un tributo a NuevaYork en invierno» son dos de ellos; El

viaje infinito es el otro. Protagonizadapor Roberto Luis Wilcox, hijo de unbon vivant de ascendencia británicaque viajará por medio mundo y seráescritor, aunque no de éxito, la novelapresenta «la vida, los amores, los des-amores, las frustraciones, las alegríasy los golpes del destino de ese perso-naje narrados desde todas las habita-ciones de los hoteles que lo vieron pa-sar, desde modestas pensiones a hote-les de lujo, de París a Nueva York, dela India a Samoa». Y es un libro —ex-plicó Muñoz— «de homenaje al viajeen sí». Muñoz, gran viajero, encuentraen tales viajes, desde siempre, unaenorme inspiración. «De todos los via-jes que hago vuelvo con una novela ouna historia», dijo ayer. También es Elviaje infinito «un homenaje a la litera-tura que me formó, que me gustó; lade la infancia, que fue determinantepara animarme a escribir», expuso.Todos los viajes que hace Wilcox «sonviajes relacionados con la literatura;

con lecturas de ese personaje quecuando era niño, leía novelas y soñabacon destinos lejanos».

A Muñoz lo presentó otro grande,Carlos Zanón, que alabó esta novelacomo «un compendio de estilos» quemezcla la literatura de viajes, la nove-la negra e incluso la erótica e incluye«un diálogo muy interesante del per-sonaje sobre la imposibilidad de que lavida real sea la de los libros y al re-vés». Muñoz explicó asimismo que, através de esta novela, también quieretransmitir «una reflexión sobre el pa-pel del escritor en estos tiempos de li-teratura light,políticamente correcta»;y que es además «un canto a la insatis-facción» y al «crear una vida nuevaconstantemente» que tiene mucho deél mismo, también él una persona in-satisfecha por más que «las obsesionesvayan cambiando a medida que uno vamadurando».

Pardiez que es un honor que vengaa Gijón a contárnoslas.

Sangrede liebreSangrede liebre

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domingo, 5 de julio de 20204

¿Soldados de infantería?¿Servidores de la patria?

Obreros de la muerte

Karl Tucholsky: Ante Verdún.

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En el verano de 1914, pocos se atrevieron aalzar la voz para denunciar que la guerra que seavecinaba se convertiría en un soplo diabólicoque barrería los campos y las ciudades de Euro-pa. El entusiasmo popular fue estimulado desdetodas las atalayas y nadie quiso mantenerse almargen. Los docentes vociferaban: «¡Estudian-tes! ¡Las musas están en silencio! La única salidaes la batalla»; y mientras los escritores asegura-ban que la guerra era «un placer estético incom-parable», los jóvenes se entregaron a ella como sifuesen unas «vacaciones de la vida». «Poesía, ar-te, filosofía y cultura, eso es la batalla», la granbatalla que alumbraría una nueva era del espíri-tu.

Aquel 28 de julio de 1914 parecía imposibleresistirse a los encantos del patriotismo y el mili-tarismo alcanzó cotas delirantes. Sabemos porKarl Kraus que las autoridades de Praga se vie-ron obligadas a limitar las manifestaciones de jú-bilo popular que se sucedían a diario en las ca-lles. Desde el periodismo se atizó con saña la pa-sión nacionalista. La reportera Schalek fue unade la primeras en presentir la importancia de lapropaganda para doblegar a los indecisos y ani-quilar el sentido crítico: «En la época de la publi-cidad americana, cada país debe convertirse en supropio cronista; si no, se queda sin inmortali-dad». La guerra, continuaba la periodista, consti-tuía un expurgo idóneo para regenerar a una civi-lización sumergida en la flaccidez espiritual y fí-sica: «En la ciudad sólo había hombresinsignificantes, mezquinos, egoístas, tristementeincoloros. Aquí (en el frente) cada uno de ellosparece incluso físicamente mayor que en casa»,un «fenómeno inolvidable».

Un compañero de Schalek, el corresponsal deguerra alexander Roda Roda, concluía así unade sus primeras crónicas: «Al oficial le va bien,puede ir a frente. Nosotros debemos esperar». Lademora para contemplar in situ el escenario don-de se desplegaba aquella gigantesca catarsis sevolvió sofocante: «Desde finales de julio, los co-rresponsales de guerra designados esperábamos:¿cuándo podríamos ir por fin a la frontera? Unadeclaración de guerra seguía a otra, un regimien-to se sumaba a otro para combatir al enemigo. ¿Ynosotros? Nosotros debemos esperar». La guerra,sostenía Roda, convertía a «un pueblo de indife-rentes en seres intensos».

La guerra era regeneración y saneamiento,pero también cornucopia, como pensaba el con-sejero ministerial austríaco Richard Schaukal, ymás en una época que había hecho de ella una in-dustria tremendamente lucrativa: el war, en in-glés, pasó a ser ware («mercancía», en alemán).Pero, sobre todo, la guerra era purificación colec-tiva: «¡Guerra! Fue purificación, fue liberación loque sentimos, y una gran esperanza. De eso ha-blaron los poetas, sólo de eso» (thomas Mann).En efecto, poetas como Richard Schaukal sólohablaron de eso en obras con títulos tan sugeren-tes como Sonetos de hierro o Cantos de guerra.Uno de esos poemas comenzaba con esta exhor-tación: «“¡Arrodíllense!”, así habló al serbio;“¡Las rodillas en el suelo y la frente en el pol-vo!”».

Pero no fueron únicamente los poetas: Hugovon Hoffmannsthal abandonó por un momentosu certeza de que el lenguaje era impotente paraaprehender el mundo y puso su pluma al servicio

de la patria: «Un acontecimiento de dimensionesgigantescas como esta guerra sólo puede ser laconclusión de toda una época […] Nunca se ma-nifestó la belleza de Austria de forma más inmen-sa que en agosto de 1914 y nunca fue esta belle-za acogida de forma más fuerte y pura por millo-nes de corazones. No era paisaje junto a paisaje,no era valle que pasaba a otro valle, era una tota-

lidad viva: la patria» .También el clero echó el resto para que los re-

mordimientos no hiciesen mella entre los fielesllamados a filas. Kurt tucholsky escribió que laIglesia católica no se contentó con «poner a loscombatientes dentro de las trincheras» ni con«bendecir las máquinas concebidas para matar».Prometió, además, cura para «las heridas causa-das por la carnicería» si demostraban una entregatotal en los campos de la muerte. a. F. Wining-ton, el obispo de Londres, lo vio claro desde elprincipio: «¡Maten a los alemanes! ¡Mátenlos atodos! […] no simplemente por matar, sino parasalvar el mundo […] maten a los buenos y a losmalos [...] maten a los jóvenes y a los viejos [...]maten a los que fueron bondadosos y a los heri-dos […] Como ya dije mil veces, considero estaguerra una guerra por la pureza, considero acuantos mueren en ella mártires».

Con estas manos ganadoras, ninguno de loscontendientes corría el riesgo de salir derrotado:si vencían, regresarían a casa como héroes, como

salvadores de una patria que los había convocadopara la gloria; en caso contrario, volverían en-vueltos en una bandera y disfrutarían, post mor-tem, del reconocimiento de sus compatriotas. Se-ducidos por el anuncio de un tiempo de sensacio-nes intensas, muchos jóvenes de las clasesmedias y altas se entregaron sin pensárselo dosveces a una «veneración barroca» de la muerte, elmás poderoso estímulo contra el tedio. En unmundo aburrido y sin sentido la muerte «se alza-ba como una incógnita rellena de poder».

En Alemania, los catedráticos proclamaron enuna declaración conjunta que el ejército luchabapor «la libertad en Alemania y, en consecuencia,por los bienes de la paz y la civilización, no sóloen Alemania. Creemos que la salvación de la cul-tura europea depende de la victoria que consegui-rá el militarismo alemán». En el prefacio a un li-bro sobre cine, Hermann Hafter escribió:«Quiera (la guerra) purificar nuestra vida públicaasí como el trueno limpia la atmósfera. Que nospermita volver a vivir y darnos ansias de arries-gar la vida en acciones como las que ordena estahora. La paz se volvió insoportable». Nada me-nos que «volver a vivir» y un destino trágico eralo que se alzaba frente a una juventud desespera-da por salir del marasmo de una vida estaciona-ria. Nunca como entonces fue más cierto quequien puede matar confiere seriedad a cualquierfarsa (valéry).

«El cataclismo llegó, estamos entre las rui-nas», lamentaba un personaje de d. H. Lawren-ce, pero en el fragor de la batalla su advertenciacayó en saco roto. El militarismo se convirtió enuna vía de escape de la civilización de la máqui-na; un bálsamo con el que aliviar la angustiosasensación de ir a la deriva. Prometía «la felicidadde ser transportado por la alegría del combate» y

llamaba a alcanzar «lo imposible» (René Quin-ton), pues lo imposible era «el único adversariodigno del hombre» (andré chédid).

A principios de 1915, Werner Sombart defi-nió la guerra como una disputa entre dos cosmo-visiones diferentes: la de los comerciantes y la delos héroes. Según este esquema, asoció a los bri-tánicos con los comerciantes, aquellos que se pa-saban la vida preguntándose: «¿Qué puede dar-me?»; mientras, para los alemanes, quintaesenciadel héroe, la única pregunta pertinente era:«¿Qué puedo ofrecerte?». ¿Acaso no era esta unadiferenciación acertada cuando hasta el mismoKáiser se refería a los ingleses como «esa ordina-ria pandilla de tenderos [que] ha tratado de enga-ñarnos con comidas y discursos»?

El héroe deseaba «ofrecer cosas, consumirseél mismo, hacer sacrificios» sin pedir nada acambio. Mientras contemplaba el deber como lamás alta responsabilidad, el comerciante hablabaúnicamente de derechos. «Sacrificio, fidelidad,apertura, respeto, valor, religiosidad, voluntad deobedecer, caridad»; esas eran las virtudes delguerrero, «que sólo se desarrollan plenamente eny a través de la guerra», declaraba Sombart, re-matando su apología de la vida guerrera comovía de progreso y purificación de un pueblo. Elsuyo, naturalmente.

ii

Muchos vieron en el desencadenamiento de laguerra la ocasión propicia para que el grito virildel Übermensch nietzscheano aniquilase de unavez por todas el humanismo y el pacifismo en losque anclaban la anomia social. Jünger lo descri-bió como nadie en Tempestades de acero: «Cre-cidos en una era de seguridad, sentíamos todosun deseo de cosas insólitas, peligro grande. Y en-tonces la guerra nos arrebató como una borrache-ra. Habíamos partido al frente bajo una lluvia deflores, en una embriagadora atmosfera de rosas ysangre. Ella, la guerra, era la que nos habría deaportar aquello, las cosas fuertes, espléndidas. Laguerra nos parecía un lance viril, un alegre des-afío de tiro celebrado sobre floridos campos enlos que la sangre era el rocío».

Sin embargo, para otros, como Johann Hui-zinga, ese entusiasmo por lo heroico que Jüngeratemperaría con el tiempo era el síntoma más vi-sible del oscurecimiento de la facultad crítica,arrollada por los «estímulos de la voluntad» y la«obnubilación de las ideas». Para el holandés, lamisma tecnología moderna que había facilitadoel ensanchamiento de la zona de bienestar mate-rial también fue decisiva en el estímulo de la ne-cesidad de «exponerse sin vacilaciones a intensospeligros». Hasta entonces, el espíritu innovador ylas hazañas de la aviación habían sido insepara-bles de la popularización del ideal heroico. Peroese sentido trágico del héroe solitario enfrentadoa los elementos sin más ayuda que su prótesismecánica escondía una paradoja que pasó des-apercibida en aquél clima de exaltación militar:en el drama de un mundo administrado por la bu-rocracia, ningún papel estelar le estaba ya reser-vado al héroe en la batalla.

Para el sargento césar Méléra, el nuevo for-mato industrial de la guerra traducía «la banca-rrota del arte de la guerra». Poco antes de morir

MICHEL SUÁREZ

Valor y cobardía, de Jack Liang Wang.

Page 5: LIITTEERRATTUURRAA GIJÓN, 5 de julio

domingo, 5 de julio de 2020 5en combate, el historiador del arte Marc Boas-son constató que la fábrica estaba «matando elarte». No se equivocaban; las reglas habían cam-biado. Un teórico de la guerra aérea, el general dela Armada italiana deuheit, declaró en 1918 quele parecía perfectamente «admisible, e incluso re-comendable, atacar ciudades habitadas con bom-bas de gas», no porque sintiese «un placer sádicocon el asesinato de masas», sino porque «este ti-po de ataque, gracias a sus efectos materiales ymorales», resultaba «decisivo para la victoria».

El desarrollo industrial, especialmente el ale-mán, posibilitó el uso bélico de componentes al-tamente tóxicos. El cloro, que afectaba al reves-timiento de los bronquios y los pulmones, provo-cando una muerte agónica por obturación de latráquea con fluido, fue el elemento más codicia-do por los Estados mayores. Bloqueados los mer-cados naturales de colorantes por la guerra, la po-sibilidad de verter cloro sobre el enemigo era unasolución ideal, tanto desde el punto de vista eco-nómico como desde el militar, e incluso moral,pues como apuntó Deuheit, aceleraría el fin de lamatanza. Años después, el gobiernoestadounidense se valdría del mismoargumento (in)moral para justificarHiroshima.

Quienes habían participado enanteriores conflictos armados seequivocaron redondamente sobre lanaturaleza heroica de la Gran Gue-rra. Al inicio de las hostilidades, elcoronel del Décimo Ejército francésLouis ernest de Maud’huy pudoaún afirmar que algunos hombres sa-ludaban correctamente, pero eran es-casos los que «saludaban estupenda-mente». Sin duda, un espíritu comoErnst Jünger, singular reedición delhombre de armas y letras medieval,compartía una apreciación tan apega-da a un sentimiento aristocrático dela guerra. Pero con el paso de losacontecimientos, ninguno de los dossalió indemne de aquella horriblecarnicería ajena a los códigos corte-sanos de la violencia. Contrariandosus principios de caballero, Maud’-huy se volvió especialista en una ac-tividad tan poco deportiva como losataques nocturnos, mientras Jüngercomprendió que el tiempo de los hé-roes, barridos por la pujanza de laguerra de material, había llegado a sufin.

iii

En el verano de 1914 todos esta-ban convencidos de que pasarían lasNavidades en familia, pero esa ilu-sión se disipó pronto. La criminal yestúpida crueldad de los Estados Ma-yores causó auténticos estragos entrelos contendientes; atrapados entre laespada y la pared, los soldados caíancomo moscas: si avanzaban eran ti-roteados, si retrocedían les esperabaun tribunal militar y el fusilamientopor deserción. Para la Navidad de1914, y aunque nadie se movió de sutrinchera, el arrebato inicial ya se ha-bía enfriado. Los frentes estabiliza-dos, los ataques suicidas, el lodo, losgases y las ratas tenían poco que vercon la guerra que se habían imagina-do quienes entonaban cantos patrióti-cos durante la movilización.

De repente, la demagogia nacio-nalista quedó al desnudo cuando losenemigos en el campo de batalla seencontraron cara a cara. Los escoce-ses, en lugar de matar a los alemanes como exi-gía el obispo de Londres, se pusieron a jugar alfutbol con ellos. No tuvieron suerte: ganaron losalemanes por tres a dos. Tras una invitación reci-bida desde la trinchera alemana, masas de solda-dos desarmados salieron a campo abierto y se in-tercambiaron regalos. «No queremos mataros, yvosotros no queréis matarnos. Entonces, ¿por quédisparar?», se preguntaban.

La furia irracional dio paso a la confraterniza-ción. En cierta ocasión, el soldado Moodie se di-rigió desde su trinchera a los alemanes para quesaliesen a recoger a su heridos: «Al comienzo pa-recían muy desconfiados y sólo mostraban suscascos, pero les prometimos no disparar y unhombre con la Cruz de Hierro se adelantó audaz-mente hacia nuestra formación y asistió a un he-rido. Lo siguió otro y ambos se lo llevaron en

medio de nuestro aplauso. Antes de marcharse, elprimer hombre saludó diciendo: “Gracias, caba-lleros, a todos y cada uno. Les estoy muy agrade-cido. Adiós”. El incidente me conmovió porcompleto por un tiempo; entonces tuve el deseode que volviéramos a ser todos amigos».

Las muestras de fraternidad y la confraterni-zación con el enemigo hicieron reaccionar a losaltos mandos, que dieron orden de abrir fuego deinmediato. Demasiado tarde; la vida civil no te-nía sentido, pero aquella matanza era aún peor.

El ansia de sentido vital continuó insatisfechopara quienes pretendieron hallarlo en la batalla.Robert Musil percibió el paulatino desencantocon el heroísmo como fuente de catarsis: «la ac-tividad heroica acabó por parecer absolutamenteirrisoria, un grano de arena depositado sobre unamontaña con la ilusión de lo extraordinario».Cuando el fulgor de lo extraordinario se apagó,emergió la cruda realidad: «Lo que en principiofueron oleadas de voluntarios, reconocía, abati-do, el poeta Siegfried Sassoon, terminó siendomultitudes de víctimas».

Las cifras de esas multitudes son turbadoras:entre 15 y 20 millones de seres humanos perdie-ron la vida y 23 millones resultaron de heridos,muchos de gravedad. En el origen de todo, la ma-no ejecutora de Gavrilo Princip, un nacionalistaautoimbuido de una misión trascendente: asesi-nar al archiduque Francisco Fernando para«vengar la nación» serbia mancillada desde quelos otomanos la sometiesen en el Campo de losMirlos, Kosovo, en 1389. En 1989, preámbulo deuna espantosa matanza, otro serbio, SlobodanMiloševic?, invocó la misma fecha ante sus com-patriotas.

La frustración y la amargura resultantes deaquel conflicto salvaje fueron mucho más allá delas habituales en las guerra precedentes. Losavances tecnológicos, que habían reconfiguradotodos los órdenes de la vida, estiraron igualmen-

te los marcos morales para dar cabida al asesina-to legal patrocinado por el Estado y a nuevas for-ma de violencia por control remoto que, al ocul-tar las víctimas, bloqueaban el escrúpulo y laconmiseración.

Poco años antes del comienzo de la segundaguerra mundial, en agosto de 1936, Stefan Zweigpronunció una conferencia en el barrio carioca deLapa, en la que resumió las grandes lecciones dela Gran Guerra: no confiar en las proclamas na-cionalistas y «no esperar demasiado de la tecno-logía para el progreso moral de la humanidad. Noconfiamos más en ella después de que se hayaburlado de nosotros, después de ver cómo se po-nía, sumisa y obediente, al servicio de la destruc-ción».

Contemplando en perspectiva el siglo XX ylo que llevamos de XXI, es fácil ver que Zweigestaba cargado de razón; sólo quien dio un pasohacia sí mismo puede saber que «nada en el mun-do es más difícil y problemático que conservarinmaculada la independencia intelectual y moralen medio de la catástrofe de masas».

iv

Aunque con otros ropajes, la actual ausenciade sentido vital y de proyecto colectivo se aseme-ja a la que experimentaron los millones de so-námbulos que saludaron con vítores el estallidode la Gran Guerra en 1914. En esta civilizaciónherida de muerte, el patriotismo ha vuelto a co-brar fuerza como solución, fácil y explosiva, pa-ra garantizar el orden. Enfrentados a la agudiza-ción de una crisis sistémica, por la pendiente delnacionalismo no han dudado en lanzarse tanto lospoderosos como los de abajo, agrupados en tornoa los fundamentos eternos de la patria y predis-puestos a batirse el cobre por ella contra sus ene-migos, siempre acechantes. En su simpleza, losde abajo parecen convencidos de que avivar lallama del chauvinismo y hacer coro junto a sus

explotadores, camaradas de destino en lo univer-sal, solventará por sí sólo los grandes males quepadecemos. También los que se mataban por na-da en Verdún o Ypres, ventrílocuos de poderes in-confesables, creían que su inútil sacrificio les lle-varía a conquistar algún tipo de gloria difusa.

Esto demuestra, es triste recordarlo, el granerror de cicerón al hacer de la historia maestrade vida. Si la historia fuese guía confiable, ya hu-biésemos aprendido que dejarse arrastrar por lasbanderas y las proclamas nacionalistas, del signoque sean, es un acto de cobardía intelectual y su-misión política. El militarismo, corolario naturaldel patriotismo, sólo añade poder de destruccióna la servidumbre. Quien acuartela el cuerpo aca-ba por acuartelar el alma.

Esto no quiere decir que esté todo perdido;aún podemos extraer de la Historia alguna verdadeterna: por ejemplo, que no hay nada más valien-te que la cobardía. Si el patriotismo es la virtudde los depravados (oscar Wilde), creo que laúnica salida al atolladero actual es educar a nues-tros hijos en la audaz y lúcida cobardía que Ja-

mes Garner defendía en La americani-zación de Emily (arthur Hiller, 1964):«Descubrí que era un cobarde, y esa esmi nueva religión, soy un creyente con-vencido. La cobardía salvará al mundo.Lo que es una locura no es la guerra, si-no la moralidad; no es la avaricia y laambición lo que hacen las guerras, es labondad. Las guerras se inician por bue-nas razones, para la liberación y el mani-fiesto destino, siempre contra la tiranía yen interés de la humanidad. En esta gue-rra ya hemos acabado con unos diez mi-llones de seres humanos en interés de lahumanidad. En la próxima guerra se des-truirá a todos los hombres para poderpreservar su dignidad. No es la guerra loque resulta antinatural, es la virtud;mientras tengamos el valor de la virtud,habrá soldados, por lo tanto, predico lacobardía: es la única forma de salvarnostodos».

En 1915, durante una visita al frente,colette encontró escrito en la pizarra deuna pequeña escuela rural: «Morir por lapatria. Es el destino más hermoso y elmás digno de envidia». En esta hora deruido y patriotas que se desgañitan, ha-bría que ir pensando en borrar de todasnuestras pizarras las exhortaciones na-cionalistas y predicar la religión de la co-bardía. Extra ecclaesiam nulla salus:fuera de la Iglesia, de la Iglesia de la Co-bardía, no hay salvación.

BiBLioGRaFÏa

- Hugo Ball: La huida del tiempo, Barcelona:Acantilado, 2005.

- Modris Eksteins: La consagración de la prima-vera: la Gran Guerra y el nacimiento de lostiempos modernos, Valencia: Pre-textos, 2014.

- Jonathan Glober: Humanidad e inhumanidad:una historia moral del siglo XX, Madrid: Cáte-dra, 2001.

- J. Huizinga: Entre las sombras del mañana:diagnóstico de la enfermedad cultural de nues-tro tiempo, Madrid: Revista de Occidente,1936.

- W. M. Johnston: El genio austrohúngaro: his-toria social e intelectual (1848-1938), Oviedo:KRK, 2009.

- Ernst Jünger: Tempestades de acero: el bosque-cillo 125. El estallido de la guerra de 1914,Barcelona: Tusquets, 2005.

- Victor Klemperer. LTI, la langue du III Reich:carnets d’un Philologue, París: Albin Michel,1996.

- Adam Kovacsics: Guerra y lenguaje, Barcelo-na: Acantilado, 2008.

- Sigfried Kracauer: De Caligari a Hitler: unahistoria psicológica del cine alemán, Barcelo-na: Paidós, 2002.

- Marta Llorente: La ciudad: huellas en el espa-cio habitado, Barcelona: Acantilado, 2015.

- Robert Musil: L’homme sans qualités, vol. I,París: Seuil, 1958.

- R. Netz: Alambre de púas: una ecología de lamodernidad, Madrid: Eudeba-Clave Intelec-tual, 2015.

- Fritz K. Ringer: El ocaso de los mandarinesalemanes: catedráticos, profesores y la comu-nidad académica alemana, 1890-1933, Barce-lona: Pomares-Corredor, 1995.

- Kurt Tucholsky: Bonsoir, revolution alleman-de!, Grenoble: Presses Universitaires de Gre-noble, 1981.

- Sheldon Wolin: Política y perspectiva: conti-nuidad y cambio en el pensamiento político oc-cidental, Buenos Aires: Amorrortu, 2001.

- Stefan Zweig: O mundo unsone, Río de Janei-ro: Jorge Zahar, 2013.

- Stefan Zweig: A monotonização do mundo, Ríode Janeiro: Jorge Zahar, 2013.

El desertor, de Iliá Repin.

Page 6: LIITTEERRATTUURRAA GIJÓN, 5 de julio

domingo, 5 de julio de 20206

¡Quién lo iba a decir! ¡Cuán cam-biante es el ánimo humano! Hace unaño nos quejábamos, aunque fuera pa-ra los adentros, de las inclemencias deatender nuestros deberes negroperio-dísticos en una carpa donde a menudopolvo, viento, arena, lluvia o mareasde gente, calor pegajoso y atorrante orepentino frescor acongojante dificul-tabam la labor de escuchar y transcri-bir, y hoy añoramos tales banales mo-lestias, vanidad de vanidades, ante elextraño sesgo distópico que ha trans-formado la tienda de campaña en sa-lón de actos y el aforo ilimitado en ta-blero de ajedrez mal combinado, dis-frazando a los asistentes y hasta a lospresentadores e invitados en cirujanossin bisturí, salteadores de caminosdespistados o, en definitiva, hombresy mujeres enmascarados, de mirada aveces sorprendida, como preguntán-dose si esta realidad es la nuestra deverdad o una broma cósmica con pocagracia y mucha inquina. Pues no. Nosrebelamos ante las inclemencias de unclima apocalíptico, y gracias a un pro-grama tan variado como atrevido, tansingular como cambiante y combati-vo, el Espacio AQ abre un agujero (ovarios) en la Nueva Normalidad, paraproponer vencer el pesimismo y la pe-reza con las armas virulentas capacesde combatir y superar al peor virus detodos: el miedo.

Para apagar el silencio, nada mejora las seis y diez minutos, ni uno más niuno menos, que atronar nuestras ore-jas bien abiertas hasta el orto (comolas de Joe) con la guitarra psicodélicade Jimi Hendrix, gracias a un maes-tro de ceremonias, Silver BG, queconvirtió por un instante el EspacioAQ, sito este año en el severo Salón deActos del AI, en emisora pirata rocke-ra de otrora, con motivo de la presen-tación de la novela cinéfaga, mitóma-na y para todos los públicos A travésdel espejo (Universo de Letras), dediego anatol Sánchez, homenaje ju-venil al cine fantástico spielbergianode los años ochenta, los autos locos deelvis Presley, los guitar heroes de an-taño, amén de a los kingniños de

Cuenta conmigo o de Los Goonies (hevisto las mejores mentes de mi genera-ción destruidas por los Goonies…),secuestrados ahora por Strangerthings para unos nuevos espectadoresque sueñan con ser, por suerte sin con-seguirlo, sus hermanos mayores. Gui-tarras eléctricas que abren puertas in-terdimensionales, guiños al decano delos bares rocanroleros de Gijón, elsiempre venerado y venerable Savoyen cualquiera de sus encarnaciones, yposibles secuelas (físicas y mentales)para un viaje a través del espejo conpoco de carroll y mucho de Regresoal futuro. Literatura con banda sonora:más de cien canciones en una lista deSpotify —esa cosa que en los añosochenta ni existía, ni maldita la faltaque nos hacía— acompañan la edi-ción, un poco a la manera de aquel Eltraje del muerto de Joe Hill con CDde regalo. ¿Llegará un día en el quelos viejos CDs se conviertan en hips-téricos objetos de culto como los co-chambrosos vinilos de antaño? ¿Seránecesario para vender una novela e in-cluso para leerla que venga con músi-ca, con cromos, con imágenes 3D ynos lleve al cine de la mano? ¿Es el fu-turo de la literatura convertirse en in-geniería literaria? ¿Es el futuro de laliteratura parecerse al cine del pasado?

El antídoto perfecto que equilibrala balanza llegó a renglón seguido, yparadójicamente en digital y diferido,de la mano de Ángel de la calle enconversación grabada en el exilio for-zoso, viral y virtual, con el gran JuanSasturain, veterano de las más negrasletras argentinas y autor de El últimoHammett (Alfaguara), justamente ga-nadora el pasado año del premio delmismo nombre que otorga la SemanaNegra desde la no menos negra nochede los tiempos. Un placer escuchar aSasturain confesar algo raro en estosdías: que el escritor debe ser ante todoy sobre todo lector. Que sólo es de ra-za quien escribe por haber leído y leí-do mucho, con fruición y hasta con vi-cio y sevicia, pues sólo quien la ambi-ción de parecerse a sus maestrosacaricia puede atreverse a poner a

prueba su gracia y verbo, para verbi-gracia conseguir así algo digno de lla-marse literatura. Siguiendo el ejemplode Robert B. Parker cuando conclu-yó la obra inacabada de chandler, pe-ro siguiendo también el de sus ilustrescompatriotas Ricardo Piglia, osval-do Soriano o el mismo Borges, el ar-gentino se atreve a mimetizarse conHammett (¿hammetizarse?) porquelo ha leído, disfrutado y amado tantocomo para saberse poseído por su es-píritu postrero, recreando como nadiela atmósfera de sus últimos sórdidosaños. Sometido al tercer o cuarto gra-do por norman Fernánez, Sasturain,barba y pelo níveos de sabio oriental—del Buenos Aires oriental, por lomenos— confiesa haberse entregadotambién en brazos del tebeo, literaturadibujada tan argentina como la quemás, para después, recuperado el ses-go literario de la charla, demostrarnosque será lector profesional, ávido yavezado hasta el final. Tres nombres,tres, tan diferentes, contrastados y dis-tintos entre sí, como distantes pero li-terariamente distinguidos, nos sirve enbandeja el sabio: thomas Merton, eltrapense americano de católico budis-mo; Bertolt Brecht, el comunistaemigrado de ingenio epigramático afi-lado, y andré Gide, el esteta y aman-te inmoralista a quien el Nobel llegópoco antes de morir… y cuyas obrasfueran anatemizadas por el Vaticano.Gloria y honor a Sasturain, escritor ymejor lector.

De las alturas del Olimpo literariobajamos a las entrañas de la tierra, tie-rra chilena y universal, hermanada conla de Asturias por su tradición minera,obrera y militante. La SN en colabora-ción con el Vicerrectorado de Exten-sión Universitaria y no sé cuántas co-sas más de la Universidad de Oviedo,contando con la presencia física y realdel profesor e historiador Rubén vegaGarcía, presentó el proyecto de inves-tigación y memoria histórica Manosobreras del primer pueblo minero delSur de Chile: Lota y su tradición obre-

ra. A renglón seguido la magia de in-ternet volvió a manifestarse —qué re-medio— para dar paso a un fascinantediálogo entre la historiadora chilenaesperanza Rock y su colega oveten-se irene díaz alrededor de la historiay leyenda del pueblo de Lota, una delas cunas no sólo de la industria mine-ra de Chile sino de su conciencia declase obrera, que a día de hoy, lejanosya los tiempos de luchas, huelgas ytragedias, sigue viva en los hijos y nie-tos de quienes arriesgaran sus vidasdentro y fuera de las entrañas de la tie-rra, consiguiendo mejoras sustancialespara los hombres y mujeres trabajado-res de su país. Una épica obrera que,como señaló Irene Díaz, parece estarperdiéndose en las antaño minerasCuencas asturianas, donde el recuerdode su lucha política y humana se dilu-ye en injusto olvido, quedando ente-rrado junto con los huesos de quienesperdieran allí sus vidas.

Y de las luchas de antaño a las dehogaño. alejandro Zapico y JulioRodríguez, inquietos fotógrafo y po-eta, activaron para finalizar la prime-ra jornada A Quemarropa su nuevoartefacto revolucionario: DiverSOS,un espacio de comunicación, solidari-dad y activismo que traerá al ídemAQ durante los tres primeros días dela SN actividades subversivas desti-nadas a despertar nuestras concien-cias y no dejar que los virus del has-tío, la resignación y el derrotismo nosinvadan. Mirando al COVID-19 defrente, plantándole cara a la amenazade Andrómeda, Julio Rodríguez in-trodujo primero al artista toño velas-co y su libro ilustrado Sinfinados, co-lección de ilustraciones inspiradas yexpiradas por el periodo de emergen-cia y confinamiento recién superado,creado gracias a las virtudes delcrowfunding (por mucho que estepueda ser arma de doble filo), con elque nuestro ilustrador forzosamenteen paro quiso poner freno al desespe-ro y dejar constancia de que hasta laenfermedad puede y debe ser motordel arte y el artista. Pese a que un fa-

llo técnico —cosas de la realidad vir-tual, a veces más virtual que real—nos impidió disfrutar de sus dibujosen pantalla, ni Velasco ni su siempreingenioso glosador dieron descansoal asistente, pasando revista y ponien-do firme al virus, para demostrar quesi de él no salimos ni mejores ni peo-res, por lo menos, salimos. O eso pa-rece.

Tras la imaginación estilizada deldibujo llegó la realidad captada conestilo —¡y qué estilo!— del proyectoCovid Photo Diaries, con el que ochofotoperiodistas españoles de troníoabordaron el día a día de la enferme-dad en diversas ciudades y regionesdel país, publicando en Instagram susfotos capturadas en plena fiebre con-tagiosa, arriesgando a veces su propiasalud y capeando temporales tanto na-turales como artificiales e incluso ins-titucionales, para crear un auténticotestimonio histórico que es ya y será

mañana retrato de un momento únicoy documento inestimable. AlejandroZapico dejó la mesa en manos de Ma-nu Brabo, Premio Pulitzer de Foto-grafía en 2013, bien acompañado poranna Surinyach, isabel Permuy yJosé colón (los otros cuatro colabo-radores ausentes, si bien presentescon sus obras, que esta vez sí se pu-dieron ver en pantalla, son olmo cal-vo, Javier Fergo, Susana Girón yJudith Prat), quien se quitó la más-cara literal, metafórica y voluntaria-mente, para ponernos frente al hechode cómo el COVID-19 ha dejado sintrabajo a los profesionales indepen-dientes de la fotografía, pero tambiénles ha obligado a reinventarse, a moti-varse y proponerse crear un retratopoliédrico de los días del virus, queserá referencia histórica obligada enel futuro. Y una advertencia clara: queel virus no acabe con la cultura, ni conquienes la generan y sustentan, seacon la palabra escrita, la imagen dibu-jada o la fotografía, pues de momentoes el único antídoto contra el COVID-19 que, de verdad, funciona. Y funcio-na, por supuesto, a quemarropa.

Rubén Vega.

Presentación de A través del espejo. Presentación de diverSOS.

Por Jesús Palacios(con la inestimable colaboración de Raquel Suárez)

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domingo, 5 de julio de 2020 7

Cuando la destartalada diligencia me dejó por fin a la entra-da de SN, después de uno de los viajes más largos y agotadoresque recuerdo (me sigue resultando extraño no poder distinguir alconductor y a los viajeros de los salteadores de caminos), la no-che casi había caído sobre la pequeña ciudad. Los feriantes delpapel impreso, esa reliquia de los viejos tiempos, habían cerradosus chiringuitos y apenas tuve tiempo de agenciarme algo de lec-tura para el insomnio. Tengo por principio viajar sólo con lo bá-sico: un revólver. Si puedo añadir un par de mudas completas yuna carabina de repetición, me doy por satisfecho. Por suerte, to-davía pude conseguir un ejemplar de mi género favorito: los li-bros de viajes. Ser pistola de alquiler es muy parecido a ser unviajero perpetuo, un turista que en lugar de llevarse tontos re-cuerdos del sitio visitado deja en él su propio recuerdo imborra-ble: la muerte de algún canalla que, sin duda, se lo merecía, pe-ro que también sin duda tenía madre, hijos, esposa, amigos o, almenos, alguien que le quería. Hasta el peor de los bastardos pue-de hacer amigos en el Oeste. Claro que ese no es mi problema.Mi problema es el insomnio. Y lo alivio con la lectura, habitual-mente de libros de viajes y aventuras. Los mejores. Quizá algúndía haga como el viejo sinvergüenza de Bill Cody y deje a unplumilla del Este, que la única piel roja que ha visto es la de su

nariz cuando toma demasiado el sol, cuente mi vida o, mejor di-cho, se la invente. Ya saben: entre la realidad y la leyenda…

El caso es que afortunadamente El turista perplejo (Pez deplata), de ernesto colsa, francotirador cultural ovetense que enlos lejanos noventa formó una banda de desaprensivos despera-dos, conocida como Equipo de Acción Sonora, con la que asaltóbrutalmente a jugadores y borrachos desprevenidos en salones ytugurios de la Frontera, con sonidos musicales que hasta un apa-che habría dudado en utilizar para torturar a sus prisioneros, esuno de esos libros de viaje que hacen que te desternilles al tiem-po que reflexionas (instruir deleitando, que se decía antes), dis-frutando de una prosa escrita en un castellano inusualmenteapropiado, al que no le faltan bordes afilados y pulimentados,erudita sin caer en la pedantería y con una frescura (el autor es,claramente, un fresco) perfectamente calculada. El turista per-plejo, lejos del libro de viajes al uso, busca los resquicios de ladiferencia, la sorpresa y el contraste en un mundo globalizado,donde cada vez parecen quedar menos sorpresas y las diferenciasse diluyen en un único y gigantesco supermercado neoliberal. Y,sin embargo, ahí están: lugares como Corea del Norte, vista conojos impávidos de quien no puede creer lo que está viendo, perotampoco aquello que no le dejan ver. Rutas andinas que bordean

la catástrofe en un intento de confraternización hispana con cer-veza caliente y preguntas inconvenientes. Lugares que son casino-lugares por su propia naturaleza intersticial, como ese país ennegativo, digno de emparejarse con Ruritania, que es Transnis-tria (igualmente podría llamarse Transinistria, teniendo en cuen-ta que su capital es Tiraspol…), situado en tierra de nadie entreMoldavia y Ucrania, donde al autor no se le ocurre otra cosa queir de fiesta. O como el Outback australiano, donde la herencia delos penales británicos con acento irlandés o escocés se funde yconfunde con el espíritu de la vieja Frontera al más genuino es-tilo western. Ernesto Colsa busca y encuentra los restos de iden-tidades históricas y estilos de vida singulares, que se niegan a in-tegrarse en la Aldea Global, despertando nuestra perplejidad an-te el absurdo constructo de naciones, fronteras y tradicionesmilenarias inventadas ayer. Gracias a su irónica prosa de póker,con mirada átona de inveterado cara de palo, probando todas lascervezas y poniendo a prueba todas las paciencias de burócratas,guías y paisanos, El turista perplejo te devuelve las ganas de via-jar en un mundo donde, vaya, cada vez va a ser más difícil, caroy peligroso hacerlo. Pero ya saben: compren un revolver… y via-jen, viajen.

Jesús Palacios

[2]

La teoRía MaRXiSta de La HiStoRia

En pocas palabras. La teoría marxista de la historia es unestudio científico de la sucesión discontinua de los diferen-tes modos de producción. Ese estudio debe ser puesto al ser-vicio de realidades concretas, y la utilización de esa teoríamarxista de la historia (o sea del cuerpo de conceptos delmaterialismo histórico) es lo que diferencia a un historiadormarxista de un historiador no marxista.

Para Marx el materialismo histórico es una ciencia, yuna ciencia que se opone al dogmatismo y al revisionismo.Y como tal ciencia se desarrolla. No es un dogma fijo sinoque cambia, que vive de su desarrollo, de sus descubrimien-tos. Cuando Carlos Marx decía en una muestra de humoris-mo que él «no era marxista» quería decir que consideraba loque había hecho como un simple comienzo de una cienciaporque un saber acabado sería un sinsentido que más tem-prano que tarde conduciría a una no-ciencia.

En Anti-Düring Federico engels escribió: «con los des-cubrimientos de Marx el socialismo se convierte en una

ciencia que ahora debe elaborarse en todos sus detalles». YLenin en Nuestro programa expuso: «La teoría de Marx noes algo acabado e intangible: por el contrario, esa teoría noha hecho más que colocar las piedras angulares de la cien-cia que los socialistas deben impulsar en todos los senti-dos».

El marxismo no habla de la historia como una obra indi-vidual. Las acciones de los hombres y mujeres, que apare-cen como infinitamente variadas y difícilmente sistematiza-bles, fueron relacionadas por el marxismo como «accionesde grupos de individuos que difieren entre sí por el lugarque ocupan dentro de la producción social». En resumen: esla lucha de clases y no la acción de los individuos lo que de-termina la marcha de la historia. El marxismo sostiene queen las sociedades de clase no son las mujeres y los hombresen general los que hacen la historia sino las masas, es decir,las fuerzas sociales comprometidas con la lucha de clases; ysostiene que la lucha de clases es el motor de la historia.

Dos errores frecuentes. Uno el economicismo que diceque la lucha económica es la única forma de lucha válida, yotro el voluntarismo que caracteriza al izquierdismo, o sea,«la enfermedad infantil del comunismo». Contra eso, la ac-

ción, «porque es en la acción y no en los discursos ni en losbuenos propósitos donde se prueban las verdaderas van-guardias revolucionarias».

Carlos Marx y Vladimir Illich Lenin abundaron en temascomo el izquierdismo aventurista y sobre lo malo que esdesarrollar una política desarraigada de las masas. La solu-ción ante ello: políticas de masas. Es decir, confiar en lasmasas y en su posibilidad creadora para vencer a sus enemi-gos de clase.

Se trata de respetar a las masas, tanto sus intereses inme-diatos como los de a largo plazo; consultar a las masas.Mao dijo: «El militante que no ha hecho encuestas no tienederecho a hablar». Informar a las masas, y eso de forma ve-raz tanto de lo positivo como de lo negativo; educar a lasmasas, elevando su conciencia política; organizar a las ma-sas, buscando la máxima participación, y movilizar a lasmasas lanzando consignas adecuadas a cada coyuntura.Bien nos lo recordó en sus escritos Marta Harnecker.

EN CAPÍTULOS ANTERIORES. El marxismo.MAÑANA: El proceso de trabajo

Luismi Piñera

Segunda entrega. Have a Gun... Will Travel

EN MEMORIA DE MARTA HARNECKER, CHILENA, DIVULGADORA DEL PENSAMIENTO DE CARLOS MARX, FALLECIDA EN 2019 A LOS 82 AÑOS

«I can’t breathe!»: ¡no puedo res-pirar! Fueron las últimas palabrasdel detenido de color (negro) antesde que el policía de color (blanco) leasfixiara hasta la muerte. Dicen quehan prohibido la maniobra; por lasprotestas, claro. Realmente no se tra-ta de una maniobra defensiva, nece-saria para repeler una agresión, sinoun ejercicio de sumisión. «¡Te pisola cabeza!», nos amenazaba el matón

de patio de colegio. En los protoco-los de los reinos orientales, el vasallose tendía cuan largo era ante el mo-narca y de su propia mano colocabala dorada babucha real sobre su cer-viz, en señal de acatamiento total.

La foto de hoy representa el pa-ñuelo palestino de una de las dece-nas de personas que exigieron a labota militar que deje de oprimir lanuca de la ciudadanía de Gaza y Cis-

jordania; no puede empezar la Sema-na sin un acto previo reivindicativoen su prólogo. Seguirá su periplo laFlota de la Libertad contra el inhu-mano bloqueo. ¡Dejadlos respirar!

El pobre de pedir de la Plaza delParchís hacía muecas de desagrado:¿qué nos importa a nosotros losasuntos de gente que vive tan lejos?Igualmente pensaba el señor de ca-misa azul falange y mascarilla conbandera rojigualda, que asomó la na-riz y se fue apresuradamente. Comolos lectores en general son razona-bles, voy a responder solamente a losegoístas. Miren: si aquí la pandemiala preparó fina, ¿qué no estará pasan-do en un país bloqueado, escaso deelectricidad, agua y medicinas? Elvirus viaja sin pararse en las fronte-ras, puede volvernos sin previo avi-so. La salud, o es universal, o siem-pre estaremos en riesgo.

Es curioso que siempre necesita-mos cargar contra alguien que estépeor que nosotros. Antes nos metía-

mos con los gitanos; ahora pensamosque magrebíes y subsaharianos sellevan nuestros impuestos. En la Se-mana estuvieron regularmente; déje-los respirar, doña Enriqueta, no vie-nen a robarle el bolso sino a vender-le otro, con cuyo producto sealimentarán y se arreglarán para en-viar unos euros a sus familias, en undifícil equilibrio de rentabilidades.Esperemos que, no tardando mucho,no estén en la periferia del recinto fe-rial, sino en la mesa, en los colo-quios, presentando sus libros.

Lo más absurdo que viví en losúltimos años fue una conversaciónentre unos chavales gitanos, hablan-do de la discoteca donde habían esta-do el fin de semana. Decía uno:«¡Quita, chaval, ni loco: está llena derumanos!».

Los que vivimos de nuestro tra-bajo tenemos los mismos intereses.Vamos a juntarnos todas las gentesde color negro, blanco, amarillo o acuadros, y vamos a alzar la cabeza

ante quienes se han quedado con lasriendas del mundo y además nos dancon la fusta, y gritaremos: «¡Dejad-nos respirar!».

teobaldo antuña

¡Déjame respirar!

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D O M I N G O55PROGRAMA

domingo, 5 de julio de 20208

eL diRectoR de aQ RecoMienda

Estaba yo ayer cenando en la cafetería del Don Manuel, con el ordenador allado y Word abierto en blanco, pensando en sobre qué escribir esta colum-na mientras me tomababa una riquísima sopa de cocido, cuando comenza-ron a llegarme retazos de la conversación de dos comensales vecinos; o, pormejor decir, de lo que un hombre contaba a la mujer con la que cenaba. Nolo escuchaba nítidamente, porque estaba de espaldas a mí y además habíamúsica puesta, pero lograba captar alguna frase suelta, y algunas palabras.Algo de «ocuparse él mismo» de Pablo iglesias y de que «el que se pongaen medio ya sabe a qué atenerse». Algo de «acabar con las armas en la ma-no» y de que «basta ya de poner la otra mejilla». Algo de Venezuela, de La-Sexta, de Bill Gates, del nuevo orden mundial, de los masones y de quequieren cargarse al quince por ciento de la población. Algo de que «jamáshubieran sido independientes sin la ayuda española y así nos lo pagan».

A veces la realidad es la novela más negra; y más en estos tiempos recalen-tados que, a la vez que deshielan el permafrost del Ártico, liberando gran-des masas de gas que agravarán aún más el efecto invernadero, parecen de-rretir también poco a poco la costra helada de la civilización, haciendo re-brotar todos los demonios del oscurantismo que bullían debajo. Da bastantemiedo. Se está volviendo todo muy extraño. Esta misma Semana Negra esextraña de narices. Ayer se me caía el alma al suelo viendo la caseta de lasfirmas, en la Feria del Libro, con sus mamparas de seguridad interpuestasentre el escritor y sus fans. Quieran los dioses que todo este delirio pandé-mico no vuelva a repetirse y el año pasado vuelva todo a la normalidad. Ala vieja normalidad.

Pero bueno, entretanto, disfrutemos lo que podamos. Yo quería recomendar-les, de lo de hoy, la novela de Lorenzo Silva; un nuevo caso —el décimo—de sus Bevilacqua y Chamorro, que me ha resultado particularmente atra-yente. En esta novela, Bevilacqua se traslada a Guipúzcoa para resolver uncrimen y eso lo obliga a enfrentarse a algunos fantasmas de su pasado co-mo parte de la lucha antiterrorista: a «lo que hizo y lo que dejó de hacer enuna guerra entre conciudadanos como la que veinticinco siglos atrás huboen Corcira —hoy Corfú— y que Tucídides describió en toda su crudeza»,como reza la sinopsis del libro, interesantísimo como digo. Silva es un es-critor como la copa de un pino, pero ¿qué les voy a contar que no sepan?Mejor dedico lo que queda de esta columna a advertirles sobre otro peligroque no es para tomarse a risa en esta Semana Negra: las putas gaviotas. Ayervi a una abalanzarse sobre un sobao en una mesa con gente en la terraza delCafé del Parchís. Cada vez están más envalentonados, estos pajarracos deldiablo. Tengan cuidado.

Para poder acceder este año a las distintas activi-dades celebradas en el Centro de Cultura AntiguoInstituto, será necesario sacar con anterioridad unaentrada, que se podrá obtener de manera totalmen-te gratuita a través de la página web de la SemanaNegra. Para ello contamos con la colaboración dela plataforma internacional Eventbrite. Las entra-das estarán disponibles desde las 9 de la mañanadel día anterior hasta completar aforo. El enlace pa-ra adquirirlas es el siguiente:

<http:// semananegra.eventbrite.es>

Si surge algún inconveniente o no sabes muy biensi podrás asistir, siempre podrás cancelar tu en-trada fácilmente en Eventbrite, de modo que otrapersona pueda disfrutarla; y te rogamos que lohagas.

11.00 Apertura Feria del libro SN (Calle Tomás y Valiente).

18.00 Apertura de exposiciones:

— El Anarquismo en viñetas (Sala 1).

— Mori omnipresente (Sala 3).

18.00 (Patio CCAI) Entrega del Premio Novelpol. Con José Ramón Gómez Cabezas.

18.10 (Patio CCAI) Charlando con: Paco Gómez escribano de Versografía Maldita y

su nueva e inédita novela. Con Ángel de la Calle.

18.10 (Salón de Actos) El gran Pirelli de Julio Rodríguez. Con Luis Artigue.

18.25 (Patio CCAI) Presentación: El lento adiós de los tranvías de Manuel Rico.

Con Miguel Barrero.

18.35 (Salón de Actos) Presentación: La balada de los ahorcados de José Ramón

Gómez cabezas. Con Paco Gómez Escribano.

19.00 (Patio CCAI) Presentación: La simiente de la esquirla de Rodolfo Martínez.

Con Germán Menéndez.

19.10 (Salón de Actos) Aula SN. Colabora el Vicerrectorado de Extensión Universitaria

y Proyección Internacional de la Universidad de Oviedo. Mujeres del Socorro

Rojo Internacional en España (1934-1939). Con Laura Branciforte.

19.25 (Patio CCAI) Presentación: La chica a la que no supiste amar de Marta Robles.

Con Ángel de la Calle.

20.00 (Patio CCAI) Hablando de Carvalho: problemas de identidad de carlos Zanón.

Con Lorenzo Silva.

20.10 (Salón de Actos) diverSoS.

20.25 (Patio CCAI) Presentación: Progenie de Susana Martín Gijón. Con Carlos Zanón.

21.00 (Patio CCAI) Presentación: El mal de Corcira de Lorenzo Silva. Con Ignacio del

Valle.

21.25 (Patio CCAI) Presentación: Hijas de las sombras de Felicidad Martínez.

Con Carmen Molina.

22.30 Concierto:

cuaRteto MÖeBiuS