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Enmarcar la memoria a través del panegírico El largo adiós de Ronald Reagan Amos Kiewe 1 El 12 de agosto de 1996, Nancy Reagan, la ex primera dama, le rindió tributo a su marido durante la Convención Nacional Republicana en San Diego. La señora Reagan habló con pocas palabras, pero de modo conmovedor siguiendo un video dedicado al ex presidente. Su corto tributo hizo llorar a muchos en el hall de la Convención. En la conclusión de la presentación, repitió una línea que había dicho Ronald Regan durante la Convención Nacional Republicana en 1992: “Cuando no esté, espero que se recuerde que apelé a sus mejores esperanzas, no a sus peores miedos”. El tributo era también un testamento a los esfuerzos retóricos de Reagan por condicionar las memorias de su presidencia. Pero, sobre todo, el tributo se situó en el contexto de la muerte. Como tal, el tributo tomó una forma panegírica un panegírico antes de la muerte. ¿Por qué a un ex presidente que está vivo se le rinde tributo que linda con el panegírico? Este tributo y otros discursos, considero, son consistentes con un esfuerzo estratégico de parte de Ronald Reagan y de aquellos a quienes se les confió la construcción de su lugar histórico para enmarcar la memoria pública de su rol en la renovación del sueño americano. A todos los líderes les preocupa su herencia y, en consecuencia, se impacientan por asegurar su lugar en la historia. Los presidentes, en particular, son propensos a la práctica de condicionar sus memorias. Estos esfuerzos, a menudo, son entendidos en términos del reconocido género de los discursos de despedida. Mi objetivo en este artículo, sin embargo, es apartar estas cualidades genéricas y, en su lugar, atender a aquellos esfuerzos en términos de la construcción retórica de la memoria pública (Campbell y Jamieson 2008). Mientras los presidentes buscan dejar un legado de sus logros en el cargo, la construcción de la memoria pública requiere esfuerzos retóricos adicionales que se orientan a la mitologización del período de un presidente y del espacio en la memoria colectiva de la nación. Como a otros presidentes recientes, a Reagan le preocupaba su lugar en la historia; pero a diferencia de otros presidentes, buscó numerosas oportunidades de fusionar las referencias panegíricas para sugerir sus memorias preferidas. Avanzado su segundo período y más tarde en varias ocasiones, Ronald Reagan usó sus discursos y afirmaciones públicas para condicionar las memorias de una forma única- creando su propio panegírico. Los esfuerzos de Reagan, considero, se diferencian de los meros deseos de un líder de un buen relato histórico de la propia vida pública. Postulo que Reagan concientemente buscó oportunidades retóricas para condicionar su propio legado, creando las palabras mismas que esperaba que pronunciaran luego de su partida final. Arribo a este postulado analizando los esfuerzos de Reagan por incorporar elementos panegíricos en muchos de sus últimos discursos y sus esfuerzos por enmarcar el discurso de la memoria pública. Ronald Reagan comprendió mejor que la mayoría de los últimos presidentes el poder de la retórica y dominó dichas prácticas a lo largo de su vida política. En el cenit de sus 1 Traducción y adaptación a cargo de Camila Lozada para uso exclusivo de los alumnos del seminario “Introducción a los estudios retóricos”, dictado por la Dra. Alejandra Vitale. Extraido de Kiewe A. “Framing Memory through Eulogy”, en Phillips, K. (2004) ed. Framing public memory. Alabama: The University of Alabama Press. Cap. 10, pp. 248-266. 1/11

05157034 KIEWE Enmarcar La Memoria a Través Del Panegírico

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Retórica

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  • Enmarcar la memoria a travs del panegrico El largo adis de Ronald Reagan

    Amos Kiewe1

    El 12 de agosto de 1996, Nancy Reagan, la ex primera dama, le rindi tributo a su marido durante la Convencin Nacional Republicana en San Diego. La seora Reagan habl con pocas palabras, pero de modo conmovedor siguiendo un video dedicado al ex presidente. Su corto tributo hizo llorar a muchos en el hall de la Convencin. En la conclusin de la presentacin, repiti una lnea que haba dicho Ronald Regan durante la Convencin Nacional Republicana en 1992: Cuando no est, espero que se recuerde que apel a sus mejores esperanzas, no a sus peores miedos. El tributo era tambin un testamento a los esfuerzos retricos de Reagan por condicionar las memorias de su presidencia. Pero, sobre todo, el tributo se situ en el contexto de la muerte. Como tal, el tributo tom una forma panegrica un panegrico antes de la muerte. Por qu a un ex presidente que est vivo se le rinde tributo que linda con el panegrico? Este tributo y otros discursos, considero, son consistentes con un esfuerzo estratgico de parte de Ronald Reagan y de aquellos a quienes se les confi la construccin de su lugar histrico para enmarcar la memoria pblica de su rol en la renovacin del sueo americano. A todos los lderes les preocupa su herencia y, en consecuencia, se impacientan por asegurar su lugar en la historia. Los presidentes, en particular, son propensos a la prctica de condicionar sus memorias. Estos esfuerzos, a menudo, son entendidos en trminos del reconocido gnero de los discursos de despedida. Mi objetivo en este artculo, sin embargo, es apartar estas cualidades genricas y, en su lugar, atender a aquellos esfuerzos en trminos de la construccin retrica de la memoria pblica (Campbell y Jamieson 2008). Mientras los presidentes buscan dejar un legado de sus logros en el cargo, la construccin de la memoria pblica requiere esfuerzos retricos adicionales que se orientan a la mitologizacin del perodo de un presidente y del espacio en la memoria colectiva de la nacin. Como a otros presidentes recientes, a Reagan le preocupaba su lugar en la historia; pero a diferencia de otros presidentes, busc numerosas oportunidades de fusionar las referencias panegricas para sugerir sus memorias preferidas. Avanzado su segundo perodo y ms tarde en varias ocasiones, Ronald Reagan us sus discursos y afirmaciones pblicas para condicionar las memorias de una forma nica- creando su propio panegrico. Los esfuerzos de Reagan, considero, se diferencian de los meros deseos de un lder de un buen relato histrico de la propia vida pblica. Postulo que Reagan concientemente busc oportunidades retricas para condicionar su propio legado, creando las palabras mismas que esperaba que pronunciaran luego de su partida final. Arribo a este postulado analizando los esfuerzos de Reagan por incorporar elementos panegricos en muchos de sus ltimos discursos y sus esfuerzos por enmarcar el discurso de la memoria pblica. Ronald Reagan comprendi mejor que la mayora de los ltimos presidentes el poder de la retrica y domin dichas prcticas a lo largo de su vida poltica. En el cenit de sus 1 Traduccin y adaptacin a cargo de Camila Lozada para uso exclusivo de los alumnos del seminario Introduccin a los estudios retricos, dictado por la Dra. Alejandra Vitale. Extraido de Kiewe A. Framing Memory through Eulogy, en Phillips, K. (2004) ed. Framing public memory. Alabama: The University of Alabama Press. Cap. 10, pp. 248-266.

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    AdministradorCuadro de texto05/157/034 11 Cop.(Sem. Vitale)

  • ltimos aos en poltica, comenz a escribir su captulo final y proyectar un relato histrico de su rol poltico y su significacin. Los elementos panegricos se fusionaron en muchas de las ltimas alocuciones pblicas de Reagan, como el discurso de despedida en 1989 y el de la Convencin Republicana en 1992. Baso mis proposiciones en las funciones de las oraciones fnebres de los griegos. Complemento esta discusin con la nocin de tiempo y la conversin del tiempo en espacio (Leff 1986). Estos postulados encuentran relacin aqu en el sentido de que los panegricos son discursos temporales que buscan construir memorias atemporales y, en consecuencia, construir espacios futuros para estas memorias. El panegrico busca una presencia duradera situada en la memoria de un miembro de la audiencia. As, los panegricos dedicados a individuos notables procuran la presencia en un mito y una narrativa de la comunidad. Considero aqu que, similar a los epitaphioi de los griegos que estableci Atenas a travs de los mitos y de los valores sagrados atribuidos a los hroes pasados, partiendo de y elogiando a la polis, Reagan se elogi a s mismo para asegurar las memorias histricas. Sostengo que, con la combinacin de los elementos panegricos en sus ltimos discursos, busc ofrecer un relato de su presidencia que pens que sera aceptado y repetido luego de su partida final. Reagan desarroll su imagen pblica mticamente convirtiendo lo temporal en atemporal y luego en memoria (Leff 1988). El encuadre de la memoria pblica fue construido volviendo lo temporal en sagrado y en texto moral por medio de las referencias panegricas. En consecuencia, el Reagan temporal busc convertirse en un Reagan duradero mticamente a travs de la construccin de un espacio para su tiempo en la historia de la poltica. Al hacerlo, Reagan esperaba investir su imagen pblica con los imperativos morales cuya duracin poda garantizar la memoria. La conexin entre la retrica y la memoria pblica tiene orgenes antiguos. Los antiguos atenienses reconocan la importancia del discurso pblico para crear memorias pblicas estables. Los estudios contemporneos sobre la memoria pblica haran bien en tener en cuenta las nociones retricas clsicas sobre la construccin de la memoria pblica. Epitaphioi y encomium al servicio de la memoria poltica Adems de servir a los discursos ceremoniales para conmemorar a los difuntos y consolar a los afectados, los panegricos han sido usados a lo largo de la historia como herramientas polticas. As, el encomium es ms que un tributo, funciona para infundir ms que solo una memoria duradera. El encomium tiene objetivos polticos que se insertan en la interseccin entre el carcter y la ideologa y entre lo temporal y lo mtico. Los epitaphioi y el encomium son ms de lo que parecen ser en tanto la envoltura ceremonial puede camuflar objetivos polticos. En tanto discurso epidctico, las oraciones fnebres son performativas ya que yacen sobre actos nobles, ideas y su funcin ritual es crear un sentido de comunidad entre sus participantes (Carter 1991). La memoria, en este sentido, es una funcin ritual de los panegricos. El discurso epidctico, sostiene Farrell, se parece al gnero de la Potica y en l la forma literaria funciona para elogiar o exaltar las virtudes de una vida humana ante una audiencia que Aristteles describi como espectadores (Farewell 1993, 118). El panegrico crea y evoca emociones (pathos) no tanto como un vehculo de la cognicin de la audiencia apropiada, sino como un lazo filial entre la accin efectuada y la respuesta humana (Farewell 1993, 137). Los panegricos pueden, entonces, funcionar ms all de la conmemoracin de las acciones del difunto. El estado

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  • emocional de prdida y la memoria de los difuntos pueden ser empleados para instruir, educar, guiar y motivar retricamente. De manera similar, Hauser (1999) considera que el caso epidctico conlleva un rol mucho ms significativo en la vida pblica que la mera conmemoracin. Buscando resucitar el discurso ceremonial del mero elogio y culpa, Hauser une el gnero epidctico y la phronesis para mostrar cmo la retrica puede vencer la emocin del prejuicio en el encuadre de los asuntos pblicos (Hauser 1999, 5). En este sentido, el epidctico funciona para educar y no solo para conmemorar. A este respecto, escribe Hausser, el discurso epidctico ocupa un lugar nico en la celebracin de las acciones ejemplares que toman la iniciativa en la comunidad cvica y el encomiador cumple un rol nico equiparable al maestro de virtudes cvicas (6). Aristteles, quien comprendi bien el rol del gnero epidctico, asign a sus practicantes la responsabilidad de contar la historia de la virtud vivida. Entonces, valorizando a los hroes que son emblemas de las mejores cualidades de una sociedad, los encomia proveen un gua concreta de cmo vivir en armona con los ideales nobles. Las virtudes son probadas por medio de la narracin de las acciones del hroe, no a travs de los juicios disidentes o de discursos deliberativos o forenses (Hauser 1999, 14-15). As como los epitaphioi griegos inventaron Atenas, el discurso poltico, en especial el discurso presidencial, ha funcionado para inventar el mito norteamericano (Loraux 1986). El discurso presidencial no es, a menudo, acerca de la verdad histrica, sino sobre la verdad retrica o mito (se puede considerar que la verdad histrica es, de hecho, retrica). La esperanza, el optimismo, los ingredientes de la continuidad y estabilidad poltica y social, el puente entre el pasado valorado y el futuro incierto, pueden tener sentido solo a travs de la retrica. De modo similar a las oraciones fnebres, muchos aspectos estn presentes en la retrica de la conmemoracin: el sealamiento del tiempo, la dialctica entre el pasado y el futuro, el elogio de los difuntos y el lamento de su partida, la preservacin de la polis y el fortalecimiento de la poltica y sus ciudadanos (Loraux 1986, Ochs 1993). En el discurso presidencial de despedida, Campbell y Jamieson (1990) nos dicen que el presidente se compromete con el ritual de partida. Reagan, sin embargo, us su ltimo discurso para lograr ms que un mero ritual de partida. Propuso su propio panegrico. De manera similar a las famosas oraciones fnebres de los griegos, el ltimo discurso de Reagan elogi a la nacin y sus mitos. Estas narrativas, comparables con los panegricos, pueden inventar e inventan una imagen pblica y un mito y, as, condicionan los discursos y los relatos futuros. En el caso de Reagan, la retrica de la partida, el discurso de 1989, el ltimo discurso radial en 1989, el de la Convencin Republicana en 1992 e incluso la Carta del Alzheimer de 1994, pueden ser ledos colectivamente como narrativas panegricas. Si bien la mayora de los presidentes se preocupan por los dos tipos de audiencia, los ciudadanos del presente y los historiadores del futuro (Hughes 1972, 26), Reagan, desde mi punto de vista, busc de manera distintiva condicionar las memorias histricas (Fisher 1982). Voy incluso ms lejos. Puedo detectar la sugerencia misma de las palabras especficas que Reagan deseaba que otros usaran al establecer su memoria pblica. El discurso de despedida de Reagan (11/01/1989) Este discurso casi final en el cargo (tres das ms tarde Reagan dara su discurso radial final) se lee como el captulo final de una historia larga y desdoblada. De hecho, Reagan utilizara la palabra captulo como una metfora de la vida poltica representada como

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  • una historia cuyos ltimos captulos estaban finalizando. El discurso fue nostlgico y personal, y el uso de las primeras personas estuvo extendido. El discurso era sobre el sealamiento del tiempo: Esta es la vez nmero treinta y cuatro que les hablar desde el despacho oval, y la ltima. Hemos estado juntos ocho aos hasta ahora, y pronto ser momento de que me vaya. Reagan se despeda desde emociones mezcladas: La despedida es una pena tan dulce2. Puede fcilmente leerse esta afirmacin de dos modos: la partida fsica del cargo, como tambin la partida espiritual de la vida. Esta lectura no est fuera de lugar dada la asociacin que Reagan hizo entre despedida, momento y pronto. Incluyndose en el sentido poltico del Capitolio, Reagan tambin rememor momentos de soledad cuando miraba la escena desde la ventana de la Casa Blanca. Mientras describa la vista, incorpor en su escena los monumentos de los grandes lderes de la nacin: Washington, Jefferson y Lincoln. Se puede leer en la narrativa de Reagan la inclusin sutil de su carcter con estos hombres. Reagan describi su tiempo en las funciones pblicas como una travesa cuyo fin ha llegado: Estamos llegando a nuestro destino. Nuevamente, el nfasis estaba puesto en el fin y en llegar al propio destino. Reagan resalt dos logros de los que estaba ms orgulloso y por los cuales quera ser recordado: la reactivacin econmica y la reactivacin de la moral de la nacin. Al final de la travesa, l estaba orgulloso del respeto del que gozaban los Estados Unidos alrededor del mundo. Su misin era ms bien simple, afirm: redescubrir la fuerza de Norteamrica. Reagan tuvo la intencin de probar en su discurso de despedida la idoneidad de su agenda poltica. Al hacerlo, proporcion una narrativa envuelta en una metfora temporal: Bueno, de vuelta en 1980, cuando me estaba presentando como candidato a la presidencia, era todo tan diferente. Algunos crticos dijeron que nuestros programas iban a resultar en un catstrofe. El resultado fue el opuesto: La expansin del perodo de paz ms largo en nuestra historia. l atribuy este logro no a ser el gran comunicador, como algunos sugirieron, sino a sus ideas comunicativas y principios basados en dos siglos de sabidura y experiencia. En otros trminos, Reagan rechaz humildemente su autora en los xitos econmicos y atribuy el xito a la implementacin de principios establecidos hace mucho tiempo por otros, aunque largamente olvidados. Dicha humildad define su carcter como un gran presidente, aunque humilde. Los xitos, afirm Reagan, estaban ms que anticipados: Quisimos cambiar la nacin y, en lugar de eso, cambiamos el mundo. Reagan se desplaz al nosotros, compartiendo, en consecuencia, los xitos de su administracin con aquellos que crean en l y lo alentaban. Sin embargo, la afirmacin estuvo inconfundiblemente diseada para dejar un legado. Haciendo referencia a los aos anteriores, Reagan dijo: Nunca quise entrar en poltica. No era mi intencin cuando era joven Estaba feliz con mi carrera en el mundo del entretenimiento, pero bsicamente ingres en la poltica porque quera proteger algo valioso. En consecuencia, surgi un poltico de la conviccin inocente y pura con un propsito que termin guiando una revolucin: la primera [revolucin] en la historia de la especie humana que verdaderamente invierte el curso del gobierno, y con tres pequeas palabras: nosotros el pueblo Esta creencia ha sido el fundamento subyacente a todo lo que he intentado hacer en estos ocho aos. Reagan uni la leccin genrica del discurso presidencial de despedida con el recuento de sus logros. La leccin que l pregon para que no fuera olvidada fue la necesidad de un patriotismo informado. Contra el trasfondo de ambigedad y ambivalencia que 2 Weekly Compilation of Presidential Documents, Washington, DC; GPO, 1989, 53. Todas las citas pertenecen a esta compilacin.

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  • concernan a la herencia y la tradicin norteamericanas, Reagan advirti acerca de una erradicacin de la memoria norteamericana que poda resultar, finalmente, en un erosin del espritu norteamericano. Comencemos con algunas bases: ms atencin a la historia norteamericana y mayor nfasis en el ritual cvico. La enseanza de la historia se ajustara bien al espritu patritico que Ronald Reagan trajo al pas desde 1981 y, en consecuencia, se ajustara perfectamente a las narrativas de varios de sus discursos. Un patriotismo informado incluira, sin dudas, el rol de Reagan en la restauracin del patriotismo norteamericano. La frase que pas a identificar a su presidencia una ciudad brillante en la colina- captur la esencia de las memorias que Reagan busc asegurar: su tiempo y su visin. Reagan explic su origen desde la visin de los EEUU de John Winthrop y, a lo largo de su vida, tambin su visin era una ciudad alta, orgullosa construida sobre rocas ms fuertes que los ocanos, azotadas por el viento, por Dios bendito, y repletos de gente de todo tipo que vive en paz y armona. Reagan continu:

    Y cmo est la ciudad en esta noche de invierno? Ms prspera, ms segura y ms feliz de lo que era hace ocho aos. despus de doscientos aos, dos siglos, todava se mantiene firme y verdadera en la cresta de granito, y su resplandor se ha mantenido estable sin importar la tormenta. Y ella sigue siendo un faro, sigue siendo un imn para todos los que deben tener la libertad, para todos los peregrinos de todos los lugares perdidos que son lanzados a travs de la oscuridad, hacia el hogar.

    La ltima lnea alcanz el momento mtico: Nosotros hicimos nuestra parte. Nosotros trajo a Norteamrica del abismo e hizo brillar a la ciudad en la colina y al faro nuevamente. Humilde y sutilmente Reagan se incluy a s mismo en una saga abierta. Se incluy en la historia como el lder asignado en la misin de restaurar el espritu de los EEUU y de hacer al pas ms fuerte y sonoro para que el mundo sea testigo. El discurso final en radio (01/14/1989) Oficialmente, este discurso muy breve fue el discurso presidencial final de Reagan. El sealamiento del tiempo fue el sentido principal del discurso, pero el tono difiri del discurso pronunciado solo tres das antes. Si el discurso de despedida era personal, el discurso radial final fue ntimo, bordeando el sinceramiento. Los ochos aos en el cargo fueron descriptos sorprendentemente como tumultuosos en perspectiva. Reagan sugiri que sus aos como presidente estn mejor dejados al juicio imparcial de la historia. Adems, Reagan afirm que:

    La historia de estos ltimos ocho aos y de esta Presidencia va mucho ms all de las preocupaciones personales. Es realmente una continuacin de una historia mucho ms larga, una historia de un pueblo y una causa, una causa que desde nuestros inicios nos ha definido como nacin y nos ha dado el sentido de nuestra existencia nacional.

    Reagan procur que su liderazgo se proyectara como nico y que se apreciaran sus xitos en el contexto de aos tumultuosos. La historia (history) para Reagan era un relato (story), una metfora apta para su modo narrativo preferido, en tanto le permiti incluirse en la narrativa y, en consecuencia, proyectar la interpretacin preferida. Sin embargo, Reagan afirm que la suya era solo un parte de una historia/relato continuo. El mismo intento de Reagan de dejar que la

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  • historia juzgue funcion para promover la estrategia opuesta: condicionar una versin favorable de su rol a travs de la pasividad de su acercamiento. La conferencia de la Convencin Republicana En 1992, el ex presidente Ronald Reagan fue invitado a hablar en la Convencin Nacional Republicana. Reagan pronunci su oda familiar al partido, al conservadurismo y a su presidencia y herencia. Asimismo, el discurso contiene referencias distintas a su rol en la historia, al adis final, al panegrico y a la posteridad. Dirigir al partido en un comienzo formal y oficial de una nueva campaa presidencial fue una oportunidad ms para Reagan de decir adis. Pero las diferencias entre este discurso y un discurso presidencial de despedida merecen ser tenidas en cuenta. El discurso de un ex presidente en una convencin no est investido con los atributos simblicos y ceremonial de un discurso presidencial. El estatus de un ex presidente no es el mismo que el de un presidente en ejercicio, aunque el ex presidente pueda ser tenido en estima. Adems, la posibilidad de influir es actual, especialmente la posibilidad de parecer ms sabio y reflexivo. Los ex presidentes, especialmente los exitosos y queridos, pueden ofrecer en la convencin del partido un discurso de unidad y de transicin metafrica de un pasado apreciado hacia un futuro optimista. El ex presidente puede influenciar en la posibilidad de eleccin de un candidato a presidente e infundir confianza en el futuro del partido, su agenda y su candidato electo. En el caso de Reagan, la convencin tambin fue otra oportunidad para partir, hablar del fin de su travesa y dar forma al relato histrico de su presidencia brevemente, para elogiarse a s mismo. El discurso trata distintivamente acerca del tiempo: el correr del tiempo, el sealamiento del tiempo y el rol de Reagan en la construccin del tiempo de los EEUU. El comienzo del discurso seala el tpico: Con los aos, me he dirigido a esta convencin como un ciudadano privado, como gobernador, como candidato presidencial, como presidente y ahora, una vez ms esta noche, como ciudadano privado Ronald Reagan. Reagan not su edad avanzada y la travesa de la vida de la que goz. No slo he visto, sino que he vivido las maravillas de lo que los historiadores han llamado el siglo americano, dijo. De acuerdo con Reagan, su maravilloso viaje es comparable con el mejor perodo de los EEUU: el siglo XX. Disfrut de este viaje porque saba que su futuro estaba inspirado por el pasado norteamericano, y con la simple frmula que l implement a lo largo de su vida: el pas se ha quedado por siempre joven. La fe en los ideales de la democracia y la creatividad y el espritu emprendedor del pueblo norteamericano fueron los atributos que hicieron de los EEUU un pas especial (Houck y Kiewe 1993, 330). Estos ideales eran los de Reagan. Con la polaridad maestro-alumno, Reagan insinu que los maestros fundadores le ensearon una leccin y que ahora era l quien estaba enseando a otros la leccin exitosa. Reagan se situ como un agente en la perpetuacin de la escena idealstica de los EEUU. Con su optimismo inherente, sent un curso diferente para Norteamrica (Lewis 1987). Le hizo acordar a la audiencia de su larga lucha contra el comunismo sovitico (Houck y Kiewe, 1993). El ciclo de la vida que Reagan esboz funcion para incluirse en un siglo exitoso, cargado de logros, progreso y optimismo. La proximidad de Reagan con los varios momentos de su narrativa sirvi para elevarlo del mero observador a un hombre de estado entrado en aos, experimentado y sabio, cuyos logros fueron conducidos por el crecimiento y la visin del pas. Su tarea ahora era asegurar la continuidad del idealismo luego de su partida de la escena, repitiendo su famoso aforismo retrico: Los mejores das de los EEUU an

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  • est por venir. Nuestros momentos ms honrosos an estn por ser. Nuestros logros ms gloriosos estn por delante. A la esencia de estos puntos de vista polticos se le sum la cita de Emerson, quien proclam que EEUU es el pas del maana. En el relato de Reagan de su tiempo, fue su coraje y el de la gente lo que trajo el cambio requerido. Volvi brevemente a su retrica apocalptica anterior, sugiriendo el destino funesto que Norteamrica habra sufrido, si l no hubiese intervenido y cambiado el curso errneo de la nacin. Las cualidades requeridas para el presidente eran enormes, afirm, y agreg que La presidencia es un asunto serio. No podemos darnos el lujo de tener una oportunidad. Reagan se haba proclamado como el capitn o el jefe, aquel que condujo a la nacin a aguas seguras y a un puerto. En cambio, Bush era solo la mano firme en el timn en las aguas agitadas de los 90. Reagan insinu que a Bush le faltaba sentido de direccin y que apoyar la candidatura de Bush era importante solo en la medida en que aseguraba el legado de Reagan. Reagan represent la naturaleza crucial de la eleccin presidencial de 1992 por medio de una alusin a su primer discurso presidencial, veinte aos antes: un tiempo para elegir (Rittter 1968). Como en 1964 el pas haba llegado ahora a una encrucijada. Reagan afirm: Hay una duda generalizada sobre las instituciones pblicas y una profunda preocupacin no solo por la economa, sino por la direccin general de este gran pas. Reagan, a menudo, empleaba las metforas del camino, la encrucijada, la bifurcacin del ro/camino como vehculo de la representacin de las elecciones correctas que l tom. En la narrativa de Reagan, se insinuaba que Bush mantendra el curso de Reagan. El resto de la nacin debera hacer lo mismo. Reagan expres: Nada podra ser ms trgico, despus de haber llegado hasta aqu en el camino de renovacin que comenz hace doce aos, que si Estados Unidos se olvidara las lecciones de la libertad individual que ha enseado a un mundo agradecido (334). Personificando a Norteamrica, Reagan podra insinuar solamente su rol en la historia de la nacin precisamente, el objetivo desde cualquier atribucin directa de auto-herosmo sera contraproducente. La prueba del curso exitoso podra encontrarse en la emulacin de la experiencia democrtica de EEUU por parte de las nuevas democracias que surgieron en el mundo. Reagan proyect un futuro ms all de su vida, afirmando que Estados Unidos permanece en un viaje de descubrimiento, una tierra que nunca se ha hecho, pero siempre est en el acto de ser y Una dcada despus de que convocamos a Amrica para un nuevo comienzo, todava estamos empezando (334). Las metforas de la continuidad tejidas en las famosas frases de los discursos anteriores fueron diseadas no solo para asegurar el futuro de la poltica, sino tambin para sentar las bases del futuro dentro de los lmites polticos de Reagan. A pesar de que el viaje del pas fue descrito como continuo, el viaje personal de Reagan haba llegado al ltimo captulo de una historia que comenz un cuarto de siglo atrs. Su vida poltica era un relato continuo con captulos identificables. Con la muerte sobrevolando sobre el espectro de esperanza y miedo, confianza y duda, Reagan se elogi a s mismo para la posteridad. Todo lo que Reagan esperaba ahora era asegurar los valores de optimismo y de confianza como metonimia de su imagen poltica. Como un padre o un abuelo en el lecho de muerte, ofreciendo bendiciones a los miembros de la familia, las palabras de despedida de Reagan decan:

    Mi mayor esperanza para cada uno de ustedes - y en especial para los jvenes aqu - es que les encantar su pas, no por su poder o riqueza, sino por su generosidad y su idealismo. Que cada uno de ustedes tenga el corazn para concebir, el conocimiento para dirigir, y la mano para ejecutar obras que harn que el mundo sea un poco mejor para que ustedes

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  • estn aqu. Que todos ustedes los americanos no olviden nunca sus orgenes heroicos, nunca dejen de buscar la gua divina, y nunca pierdan el optimismo natural dado por Dios. Y, por ltimo, compatriotas, cada amanecer puede ser un gran nuevo comienzo para Estados Unidos y todas las noches nos acercan a la ciudad brillante en una colina.

    El mensaje de despedida a la prxima generacin incluy palabras de sabidura expresadas por medio de las metforas familiares de la ciudad en la colina. En sus pensamientos finales, Reagan condens la perspectiva poltica de su vida un pasado heroico de EEUU como vehculo de inspiracin de las generaciones futuras, una gua divina en la religin civil norteamericana y un naciente optimismo norteamericano. Ahora Reagan estaba listo para partir. La carta del Alzheimer (01/11/1994) En una carta breve pero conmovedora, Ronald Reagan inform a la nacin de su enfermedad: Alzheimer. La carta buscaba desvincular a Reagan del pblico, recurriendo al sentimentalismo como la estrategia principal de memoria. La carta sealaba que Reagan no hablara ms en pblico. Sin embargo, en un prrafo breve pero distintivo, Reagan parti (nuevamente) de la nacin con una referencia panegrica:

    Cuando el Seor me llame, en el momento en que eso suceda, me ir con el mayor amor por este pas nuestro y un eterno optimismo para el futuro. Ahora empiezo el viaje que me llevar al ocaso de mi vida. S que para Norteamrica siempre habr un amanecer brillante por delante.

    A pesar de que la travesa para nuestro hroe estaba cerca del final, la travesa de la nacin est siempre en curso. Vida/muerte, continuidad/final son los tpicos que estn implicados en esta narrativa. Con las yuxtaposiciones de vida y muerte, uno y pas, pesimismo y optimismo, amanecer y atardecer, Reagan uni ingeniosamente los elementos panegricos en su ltimo adis. Adems, el tiempo es la metfora principal aqu. El eplogo de Reagan como un panegrico La perspectiva considerada aqu es la de reformular el discurso pblico en trminos de la construccin de la memoria pblica y la utilidad de los principios retricos clsicos para comprender el discurso poltico moderno. El caso de Ronald Reagan ilustra una antigua prctica retrica y explica la construccin del legado duradero de un presidente. Las oraciones fnebres tratan acerca del correr del tiempo, de preservar una herencia y de fortalecer a los que estn vivos. De esto tambin trataban los discursos ms recientes de Reagan. Hacia el final de su carrera poltica y como ex presidente, Reagan mirara hacia atrs y afirmara que ha cerrado el ciclo, un ciclo que comenz muchos aos antes tambin en la Convencin Republicana. La historia/relato de Reagan sirvi para dilucidar las virtudes que l implement y que ahora peda que fueran continuadas. No profundiz en su tiempo poltico para su propio bien, sino para el del pas. El tiempo es la marca distintiva de estos discursos y la metfora de la polaridad vida/muerte. El correr del tiempo intuitivamente significa que el envejecimiento est en proceso. Pero en la narrativa de Reagan solo l estaba envejeciendo, no la nacin. Reagan hizo referencias a su avanzada edad y experiencia, pero rechaz el proceso de envejecimiento de la nacin o de su gloria. Por medio de la minimizacin de su destino

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  • y de la exaltacin del de la nacin, Reagan narr de modo humilde, pero exitoso su partida. Reagan esperaba que lo temporal se convirtiera en atemporal. En este momento atemporal y sagrado, Reagan busc crear un espacio permanente para su legado dentro de la narrativa ms amplia de los Estados Unidos. Estos ltimos discursos funcionan para crear este espacio sagrado, como para moldear el legado de Reagan dentro de la memoria pblica norteamericana. Mientras el tiempo se mueve hacia delante, la retrica de Reagan construye a Norteamrica como fija y estable, duradera e inexpugnable. Es en este espacio duradero y sagrado que Reagan busca establecer su propio memorial y, en consecuencia, crear su propio panegrico. Sin embargo, los discursos no estn desprovistos de trampas ideolgicas. La ideologa republicana, ingeniosa y sutilmente dispersa bajo las metforas del tiempo y el viaje, es central en los discursos de Reagan. Por medio de la simplicidad de la repeticin, Reagan idealiz su rol en la historia norteamericana, recurriendo a sus tpicos favoritos y sus clsicos retricos: tiempo de elegir, imperio del mal, nuevo comienzo, una ciudad brillante en la colina. En todos estos discursos, Reagan era el hroe de su narrativa. Como el orador en el panegrico, el recuento del pasado se centr en los recuerdos familiares y queridos del tipo que podran fcilmente asegurar la identificacin con la gente a travs de una presencia mtica. Los discursos de Reagan tratan de sus relatos de la historia norteamericana. Como los epitaphioi atenienses que confundan intencionalmente las distinciones entre vida y muerte, realidad y fantasa, con el fin de inventar una Atenas utpica, as hicieron tambin los discursos de Reagan. De hecho, los discursos tratan de la utopa norteamericana que permanece constante una ciudad brillante en la colina se parece mucho a la ciudad mtica inventada por los atenienses (Wills 1992). Estos discursos son acerca de contrastar smbolos. Reagan habl sobre su avanzada edad en comparacin con la juventud de la nacin (viejo-joven), su tiempo presidencial exitoso en contraste con el tiempo de desesperanza de su predecesor (luz-oscuridad), los ideales partidarios en contraste con los de la oposicin (luz-oscuridad, palabras-acciones), y el siglo norteamericano de xitos en un mundo lleno de guerras y subyugacin (EEUU-libertad, otros-subyugacin) (Wills 1992). Los discursos de partida de Reagan no tratan sobre proyectar un argumento, sino sobre aceptar las premisas, las cuales fueron fundacionales de su ideologa. l atribuy los xitos de los Estados Unidos a sus valores centrales: individualismo, optimismo, simplicidad, ideales democrticos, gua divina, libre mercado y oposicin a un gobierno poderoso. A pesar de que los discursos proveen amplios ejemplos para probar la pertinencia de estas premisas, stos no buscan probar estos valores, sino aceptarlos. Esta estrategia funciona cuando la fantasa y la visin se construyen como duraderas, entonces parecen tradicionales y mticas. Finalmente, como sugiere Ochs, el discurso fnebre no es un argumento sino un relato, tampoco se trata de razones con pruebas, sino de una forma dramtica capaz de contener una trama, personajes y accin. As, los discursos de Reagan son inherentemente relatos con una trama, personajes y accin (Houck y Kiewe 1993). La trama de Reagan trata sobre creer en un futuro mejor, sobre lecciones morales y sobre el xito a pesar de los agoreros insalvables. Reagan es el hroe tcito de esta trama. l actu con fe, confi en el carcter moral de la nacin y obtuvo resultados. Ahora estaba listo para partir, sabiendo que realiz buenas acciones. A lo largo de estos discursos, Reagan proyect las virtudes para que sean continuadas despus de su partida. Se insina un lamento para el caso de que su trabajo no sea continuado. Como la caracterstica predominante de su discurso fue el xito de la presidencia y la restauracin de los valores norteamericanos, los discursos mantienen un

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  • tono subyacente de lamento para un futuro desprovisto de su legado. El lamento funciona como una estrategia persuasiva sutil y como un panegrico. Como una estrategia, el lamento centra la atencin en la accin y su carcter, el cual debe ser admirado despus de la muerte. Como un panegrico, el lamento aade la tristeza y la pena apropiadas para la ocasin de partida de la escena de una persona querida y la contemplacin de la vida sin el difunto. Siempre conciente de lo que la historia dira sobre l y de su rol en la poltica norteamericana, Reagan finaliz su vida poltica con una serie de discursos que sugieren un relato histrico preferido. Su estrategia retrica es interesante en tanto busc influenciar a aquellos que lo recordaran luego de su ltima partida. El Gran Comunicador estaba preocupado por comunicar su versin de la historia norteamericana. Los discursos que presentan elementos panegricos estaban en la superficie de los discursos deliberativos y ceremoniales, designados como discursos de despedida, realizados para reunir a la nacin o al partido tras el candidato presidencial o el designado para promover conciencia sobre un mal debilitante. Estos discursos comparten la estrategia sutil de asegurar la memoria de un lder recurriendo a los elementos panegricos de y por el lder que est partiendo. Bibliografa AA.VV. (1989): Weekly Compilation of Presidential Documents. Washington, GPO. Barrell Thomas (1993): Norms of Rhetorical Culture. New Haven, Yale University Press. Campbell Karylin y Jamieson Kathleen Hall (1990): Deeds Done in Words. Chicago, University of Chicago Press. Carter M. F. (1991): The Ritual Functions of Epideictic Rhetoric: The Case of Socrates Funeral Oration, Rhetorica 9. Fisher Walter (1982): Romantic Democracy, Ronald Reagan, and Presidential Heroes, Western Journal of Speech Communication 46. Hariman Robert (1989): Time and the Reconstitution of Gradualism in Kings Address: Response to Cox, en Leff Michael y Kaouffeld Fred (eds.) Text in Context: Critical Dialogues on Significant Episodes en American Political Rhetoric. Davis, CA, Hermagoras Press. Hauser Gerard (1999): Aristotle on Epideictic: The Formation of Public Morality, Rhetoric Society Quarterly 29. Houck Davis y Kiewe Amos (eds.) (1993): Actor, Ideologue, Politician: The Public Speeches of Ronald Reagan. Westport, Greenwood Press. Hughes E. J. (1972): The Living Presidency. New York, Penguin. Leff Michael (1986): Textual Criticism: The Legacy of G. Mohrmann, Quarterly Journal of Speech 72.

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